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Paracelsus

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Paracelsus

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Paracelso«Que no sea de otro quien puede ser dueño de sí mis-mo.»

Biografía

Philippus Aureolus Theophrastus Bombastus Paracel-sus es el nombre latino adoptado por el astrólogo,médico, mago, alquimista y filósofo alemánTheophrastBombast von Hohenhein. Nació en Einsiedeln en 1493y murió a los 48 años en 1541 en Salzburgo.

Su padre le enseñó las primeras letras y, desde niñoacompañó a su padre en las visitas a enfermos. A los6 años de edad murió su madre. Tenía 8 años cuandose trasladaron a los Alpes austríacos, a Villach, juntoa una abadía de los benedictinos. Allí conoció lasminas y los hornos y el arte de separación de elemen-tos químicos. Recibió su primera educación de losmonjes del monasterio. Primero estudió las artes libe-rales, probablemente en Viena, para luego ser médi-co, y, con ese fin, se fue a Ferrara, en Italia. Allí al pare-cer se tituló de doctor, y siguiendo la costumbre de laépoca, latinizó su nombre y eligió el de Paracelsus.

Su primer maestro fue su padre que era médico y en-señaba química en las escuelas mineras. Paracelso fueel primero en escribir un tratado sobre las enfermeda-des profesionales de los mineros.

Parece que le inculcó un interés por la naturaleza,especialmente aquellos aspectos relacionados por lamineralogía, la alquimia y, posiblemente, la medici-na popular.

En su juventud lo envían al monasterio de los bene-dictinos de San Andrés en Levanthal y allí se conoce conel obispo Eberhard Baumgartener gran alquimista.

La familia se trasladó en 1502 a Villach, en Carintia.Allí pudo estar en contacto con las minas que LosFugger poseían. Parece que estudió en Ferrara dondedebió tener como maestros a Leoniceno y Manardo,adversario crítico de la astrología.

Fue médico y químico. Obtuvo el primer título en laUniversidad de Viena. No está claro que llegara a al-canzar el grado de doctor, pero sí alguno de los gra-dos intermedios que en aquella época se concedían.No obstante, según los expertos, conocía muy bienlos clásicos médicos, pero fue incapaz de aceptarlossin crítica.

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Ya en el momento de titularse, a los 23 años, Paracelsotenía una gran experiencia en la observación de losenfermos. Entonces se convenció de que el arte desanar había que buscarlo en la naturaleza y no en loslibros y de que había que salir y recorrer el mundopara conocer las enfermedades y las medicinas natu-rales que usaban los campesinos, los artesanos, losbarberos y las mujeres del pueblo. Entonces inició sulargo viaje por Europa, en que llegó hasta Moscú, deallí, descendiendo a través de Kiev por los Balcanes,llegó al Asia Menor y a Egipto, desde donde regresó aVillach pasando por Italia. Su peregrinación duró 12años.

A los 30 años escribió su primera obra, Paramirum,que analiza las causas generales de las enfermeda-des. En esta primera obra se ve ya al Paracelso místi-co y astrólogo. Es un intento de antropología médica.

Después de una corta estadía en Villach, se fue aSalzburgo lo que le causó muchos problemas por suactitud contra la medicina profesional. No obstante,su fama le reportó una amplia clientela y bastantesdiscípulos. Pronto chocó con colegas, amigos, estu-diantes, pacientes y demás. Tuvo que huir haciaEstrasburgo donde encontró acomodo sin problemas,ya que era el lugar del liberalismo y la reforma.

Pero aunque Estrasburgo parecía una ciudad ideal paravivir en la quietud tras haber recorrido el mundo yacumulado tanta experiencia, un hecho ocurrido en1526 lo hizo trasladarse a la vecina Basilea. Habíaenfermado el famoso impresor Frobenius, junto al cualvivía Erasmo de Rotterdam. Los médicos le habíandiagnosticado una gangrena del pie a Frobenius yhabían aconsejado la amputación. Y Erasmo, que ha-bía oído hablar de ese extraño médico y de sus curasasombrosas, aconsejó mandarlo a buscar. Así llegóParacelso a Basilea y curó a Frobenius. El ayuntamien-to de la ciudad ofreció a Paracelso la vacante de mé-dico municipal, con licencia para dar clases en laUniversidad. Se había cumplido el gran deseo deParacelso de poder transmitir su experiencia. Pero noalcanzó a durar un año, el de 1927, en Basilea, puesempezó publicando un programa revolucionario quechocó con los médicos tradicionales

Quemó públicamente las obras de Galeno y Avicenadiciendo: «en las correas de mis zapatos hay más sa-biduría que en todos éstos libros.» Publicó un mani-fiesto en el que expresaba su disconformidad con lamedicina hipocrática y galénica. Siguió dando clasesbasándose en su experiencia y junto a la cama de losenfermos. Frente al latín utilizaba la lengua vernáculay admitía entre sus alumnos a barberos cirujanos. Fueexpulsado. Frobenius murió y su impopularidad fueen aumento. La campaña contra Paracelso se debió aque no reconocía ninguna otra autoridad médica porencima de él que no fuera la naturaleza, obteniendo

favorables resultados en sus tratamientos, situaciónesta que desesperaba a la clase médica de entonces.Sus obras están repletas de alusiones a seres elemen-tales con los que mantenía relación, tales comognomos, silfos, salamandras y ondinas, genios de latierra, el aire. el fuego y agua, respectivamente lo quenos da idea de su contacto directo con los mundosinternos.

Tras una serie de incidentes abandonó la ciudad en1528. Siguió después su vida por los mismos derrote-ros: constantes viajes, éxitos y fracasos. Después deotro peregrinaje se estableció en Alsacia, donde, pu-blicó el grueso de sus manuscritos: es el Paragranum

Paracelso siguió peregrinando, sufrió una crisis reli-giosa, volvió a Alsacia, retomó la medicina y escribiósus últimas obras. Por último, aceptó el ofrecimientodel príncipe Ernesto de Baviera para radicarse enSalzburgo, donde murió en 1541.

Admirado por todos los hermetistas de su época, re-conocieron su enorme conocimiento oculto einiciático en los campos de la medicina, la filosofía,la astrología y la teología, en definitiva un hombre delque todos tenemos muchísimo que aprender y quecomo siempre pasa con todo revolucionario ha sidovenerado tras su muerte.

La producción escrita de Paracelso fue muy copiosa yvariada, y la mayor parte fue publicada después de sumuerte. Sus ideas consiguieron revolucionar la medi-cina 30 años después de su muerte en 1541, sus es-critos fueros publicados y en 1618 lograron el rangooficial en la farmacopea de Inglaterra.

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El concepte de lamedicina segonsParacelso

Fue un defensor a ultranza de la intuición, pensabaque la salud y la enfermedad dependen de conjun-ciones e influencias de los astros y que los remediossecretos se basaban en sustancias que tenían el poderde actuar sobre éstas influencias, cambiando deter-minados extremos de la naturaleza y liberando el cuer-po de las malas influencias: «no es el médico quiencontrola y dirige sino el cielo por medio de las estre-llas, por consiguiente la medicina debe ser dirigidapor medios aéreos para que la curación pueda ser di-rigida desde las estrellas.

En el terreno de la terapéutica, Paracelso consideró -como dice Laín- al universo como una gran farmaciay a Dios como el «boticario supremo». En su obra,toda realidad natural se convierte en fármaco siem-pre que el médico, mediante la observación y la al-quimia, sepa descubrir los diversos modos de su ac-ción sobre el organismo. Así, el hombre, entre Dios yla naturaleza, debe erigirse en un explorador y admi-nistrador de tales tesoros curativos. Paracelso trascien-de, por tanto, la vieja idea de que el médico es un«servidor de la naturaleza». No es raro que no tuvieraproblemas en utilizar medicamentos químicos o deorigen mineral frente a los cuales los clásicos y losmédicos de su época fueron tan cautos. Sus estudiosy sus consejos revolucionaron el mundo de la medi-cina que por aquellos tiempos seguía las teorías delmédico griego Galeno, según las cuales, las enferme-dades se debían a un desequilibrio de los fluidos cor-porales («humores») y se debían curar por medio desangrías y purgas. Rebatió dichas creencias con granfirmeza y trató de convencer a sus colegas de que lasenfermedades se debían a ciertos agentes externos yajenos al cuerpo a los que se podía atacar con la ayu-da de determinadas sustancias químicas. Estaba con-tra la idea que entonces tenían los médicos de que lacirugía era una actividad marginal relegada a los bar-beros.

Para él enfermedad y remedio «se atraían» y el médi-co debía hacer lo posible para encontrarlo en la natu-raleza. Era partidario del principio contraria contrariiscurantur, pero no como una contraposición de lascualidades, sino como «ataque específico contra lasemilla de la enfermedad para destruirla». Tambiéncreyó, como afirma Laín, que el médico debía admi-nistrar el tratamiento según los modelos reales de lacorrelación y la semejanza entre el macrocosmos y elmicrocosmos, y que la voluntad y fe del médico y

enfermo influían sobre la enfermedad y la acción te-rapéutica.

Sus investigaciones se volcaron sobre todo en el cam-po de la mineralogía. Viajó bastante, en busca delconocimiento de la alquimia. Produjo remedios omedicamentos con la ayuda de los minerales paradestinarlos a la lucha del cuerpo contra la enferme-dad. Otro aporte a la medicina moderna fue la intro-ducción del término sinovial; de allí el líquido sinovial,que lubrica las articulaciones. Además estudió y des-cubrió las características de muchas enfermedades(sífilis y bocio entre otras) y para combatirlas se sirviódel azufre y el mercurio. Se dice que Paracelso fue unprecursor de la pseudociencia de la homeopatía, puesaseguraba que «lo parejo cura lo parejo» y en esa teo-ría fundamentaba la fabricación de sus medicinas. Loque le importaba a el en primer lugar era el ordencosmico, que encontró en la tradicion astrologica.Ladoctrina del «Astrum in corpore» es su idea capital ymas querida.Fiel a la concepcion del hombre comomicrocosmos, puso el firmamento en el cuerpo delhombre y lo designó como Astrum o Sydus. Fue parael un cielo endosomatico cuyo curso estelar no coin-cide con el cielo astronomico sino con la constela-ción individual que comienza con el «Ascendente» uhoróscopo. Uno de los principios de Paracelso fue:«Únicamente un hombre virtuoso puede ser buenmédico», para él la medicina tenia cuatro pilares: 1)Astronomía 2) Ciencias naturales 3) Química 4) Elamor. Introdujo el uso del láudano. Su principal librofue La gran Cirugía (Die Grosse Wundartzney).

A pesar de que se ganó bastantes enemigos, y obtuvofama de «mago», contribuyó en gran manera a que laMedicina siguiera un camino más científico y se ale-jase de las teorías de los escolásticos.

Paracelso fue tachado de hereje de la misma maneraque los gnósticos, y sus enemigos le definían comovagabundo, pero él sólo seguía las pautas de la natu-raleza. Al mismo tiempo aplico la enseñanza que pormedio de la alquimia le era revelada. Como dice ensu Fragmenta medica,» el objeto de la alquimia no estransformar metales innobles en plata u oro, sinocrear un remedio contra todas las enfermedades.»Se dice que Paracelso aprendió el arte de la alquimiadurante uno de sus viajes a Constantinopla, de bocade Salomón Trismosin.

Según Paracelso, la naturaleza muestra el proceso dela curación. El médico es sólo un instrumento, su ta-rea consiste en descubrir las relaciones ocultas, coor-dinar una parte con otra. «Tan pronto como el hom-bre llega al conocimiento de sí mismo, no necesitaya ninguna ayuda ajena.»

Paracelso quería la unión del alma y el espíritu divi-no, para concebir el funcionamiento del Espíritu Uni-

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versal dentro de la Naturaleza.

En sus escritos se lee: «la Magia es sabiduría, es elempleo consciente de las fuerzas espirituales, parala obtención de fenómenos visibles, o tangibles, rea-les o ilusorios, es el uso bienhechor del poder de lavoluntad, del amor y de la imaginación; es la fuerzamas poderosa del espíritu humano empleada en elbien. La Magia no es brujería.»

Paracelso hablaba abiertamente de los cuatros reinosde la naturaleza como: Fuego, Aire, Agua y Tierracomo lo hacían los antiguos. En su laboratorio no fal-taban los artilugios propios de un gran alquimista,como crisoles, balanzas, alambiques, fuelles, etc.

Del macrocosmos y microcosmos hombre decía: «unmédico antes de extender una receta debe mirar elcielo» «No se puede comprender al hombre, sino pormedio del cielo, pues somos hijos del cielo». «la fees una estrella luminosa que guía al investigador através de los secretos de la Naturaleza. Es necesariobuscar vuestro punto de apoyo en Dios».

Veamos como definía a un verdadero médico: «Aquelque puede curar enfermedades es médico. Ni losemperadores, ni los papas, ni los colegas, ni las es-cuelas superiores pueden crear médicos. Pueden con-ferir privilegios y hacer que una persona que no esmédico, aparezca como si lo fuera pueden darle per-miso para matar, pero no pueden darle el poder desanar; no pueden hacerle médico verdadero si no hasido ya ordenado por Dios. El verdadero médico nose jacta de su habilidad ni alaba sus medicinas, niprocura monopolizar el derecho de explotar al en-fermo, pues sabe que la obra ha de alabar al maestroy no el maestro a la obra. Hay un conocimiento quederiva del hombre y otro que deriva de Dios pormedio de la luz de la Naturaleza. El que no ha nacidopara médico, nunca lo será. El médico debe ser leal ycaritativo. El egoísta muy poco hará en favor de susenfermos. Conocer las experiencias de los demás esmuy útil para un médico, pero toda la ciencia de loslibros no basta para hacer médico a un hombre, amenos que lo sea ya por naturaleza. Sólo Dios da lasabiduría médica».

El hombre es triple: pertenece al mundo visible por sucuerpo físico, al mundo sideral por su cuerpo astral, yal mundo espiritual por su Alma inmortal o Mens. ElAlma humana (no condicionada por las imperfeccio-nes y defectos psicológicos) posee en sí todas las cien-cias en estado latente. Quien se conoce a sí mismo,conoce implícitamente a Dios. Para él el universo esun perpetuo flujo y reflujo de vida, que pasa por elhombre para ir de Dios a las cosas y de las cosas aDios.

Paracelso se muestra fiel a la ortodoxia alquímica, conlos tres principios (sal, azufre y mercurio) y los cuatro

elementos, si bien esta teoría la desarrolló más am-pliamente para provecho de las siguientes generacio-nes. Según él, a partir del Yliaster, primera materia,surgen dos principios: uno negativo, femenino y pasi-vo; otro positivo, masculino y activo. Del encuentrode ambos surge el Caos, el Hyle, la materia primitivaque es el génesis de todo lo creado. Gracias a la luz,surgen de allí los cuatro elementos, y a partir de esemomento los diferentes seres que pueblan el univer-so.

Paracelso dio de manera velada la fórmula para lacreación de 1a piedra filosofal...

Paracelso tenía su propio concepto de la sanaciónbasado en el tratamiento de las enfermedades consustancias minerales transformadas alquimicamenteconsistente en el reconocimiento de la íntima uniónde los tres elementos que conforman la totalidad delhombre: espíritu, alma y cuerpo. Concibió la fisiolo-gía y la patología desde la química, introdujo en lafarmacología preparados químicos carentes de toxi-cidad.

El mismo dice « la alquimia no tiene por objeto ex-clusivo la obtención de la piedra filosofal, la finalidadde la ciencia hermética es producir sustancias sobe-ranas y emplearlas en la curación de las enfermeda-des».

Según Paracelso el verdadero médico es ordenado porDios.

Apelaba a los poderes naturales de curación, creíaque el cuerpo poseía principios activos y si se aplica-ba un tratamiento expectante se produciría la sanación.

Descubrió la homeopatía, si un veneno se aplicabaen pequeñas dosis surgiría de él su naturaleza ocultabeneficiosa: «lo símil se cura con lo símil». Ers famo-sa su frase: «Nada es veneno, todo es veneno: la dife-rencia está en la dosis.»

Los resultados más notables en química fue el cono-cimiento de la acción diurética del mercurio en la hi-dropesía y de las propiedades narcóticas de las pre-paraciones etéreas. Comprobó los beneficios de lasaguas balnearias ácidas sobre los procesos digestivosgástricos y la prevención de cálculos en la vesícula.

También puso de manifiesto que los ácidos precipitanla proteína de la orina.

Paracelso fue espiritualista, todo cuanto es real y esen-cial en la naturaleza es espiritual e invisible, la fun-ción del médico es hacerlo visible y comprender losefectos mágicos de la naturaleza.

Retornó al ideal cristiano de la familia como unidadbásica y abogó por el reparto de las riquezas.

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Las siete reglas deParacelso

1.- Lo primero es mejorar la salud.

Para ello hay que respirar con la mayor frecuenciaposible, honda y rítmica, llenando bien los pulmo-nes, al aire libre o asomado a una ventana. Beber dia-riamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, co-mer muchas frutas, masticar los alimentos del modomás perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y lasmedicinas, a menos que estuvieras por alguna causagrave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamen-te, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

2.- Desterrar absolutamente de tuánimo, por más motivos que existan,toda idea de pesimismo, rencor, odio,tedio, tristeza, venganza y pobreza.

Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a per-sonas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras,indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferio-res por natural bajeza de entendimiento o por tópicossensualistas que forman la base de sus discursos uocupaciones. La observancia de esta regla es de im-portancia decisiva: se trata de cambiar la espiritualcontextura de tu alma. Es el único medio de cambiartu destino, pues este depende de nuestros actos y pen-samientos. El azar no existe.

3.- Haz todo el bien posible.

Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, perojamás tengas debilidades por ninguna persona. De-bes cuidar tus propias energías y huir de todo senti-mentalismo.

4.- Hay que olvidar toda ofensa, masaún: esfuérzate por pensar bien delmayor enemigo.

Tu alma es un templo que no debe ser jamás profana-do por el odio. Todos los grandes seres se han dejadoguiar por esa suave voz interior, pero no te hablara asíde pronto, tienes que prepararte por un tiempo; des-truir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensa-mientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que esdivino y perfecto en si, pero impotente por lo imper-fecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestar-se, la carne flaca.

5.- Debes recogerte todos los días endonde nadie pueda turbarte, siquierapor media hora, sentarte lo máscómodamente posible con los ojosmedio entornados y no pensar en nada.

Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu yte pondrá en contacto con las buenas influencias. Eneste estado de recogimiento y silencio, suelenocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles decambiar toda una existencia. Con el tiempo todos losproblemas que se presentan serán resueltos victorio-samente por una voz interior que te guiará en talesinstantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese esel daimon de que habla Sócrates.

6.- Debes guardar absoluto silencio detodos tus asuntos personales.

Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solem-ne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todocuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches odescubras. Por un largo tiempo al menos debes sercomo casa tapiada o jardín sellado. Es regla de sumaimportancia.

7.- Jamás temas a los hombres ni teinspire sobresalto el día de mañana.

Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Ja-más te creas solo ni débil, porque hay detrás de tiejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Sielevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. Elúnico enemigo a quien debes temer es a ti mismo.

El miedo y desconfianza en el futuro son madres fu-nestas de todos los fracasos, atraen las malas influen-cias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente alas personas de buena suerte, veras que intuitivamente,observan gran parte de las reglas que anteceden.Muchas de las que alegan gran riqueza, muy cierto esque no son del todo buenas personas, en el sentidorecto, pero poseen muchas virtudes que arriba semencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimode dicha; Puede ser uno de los factores que a ellaconduce, por el poder que nos da para ejercer gran-des y nobles obras; pero la dicha más duradera solose consigue por otros caminos; allí donde nunca im-pera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdaderonombre es el egoísmo.

Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huyetanto de la humildad como de la vanidad. La humil-dad te sustraerá fuerzas y la vanidad es tan nociva,que es como si dijéramos: pecado mortal contra elEspíritu Santo.

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Una visió de C.G.Jung

Un médico alquimista

Con motivo del 400 aniversario de la muerte deParacelso (1493-1541), el psicólogo y hermeneuta CarlGustav Jung -suizo también-, pronunció dos confe-rencias en septiembre y octubre de 1941 que un añodespués conformarían el libro Paracélsica, editado porvez primera en castellano, en 1966, por editorial Sur(que es la edición consultada), y que recientementeha sido publicada en Paidós.

El aspecto que vamos a abordar de Paracelso será sufaceta alquimista. «Paracelso es también, además deotras cosas, y tal vez más profundamente, un ‘filósofoalquimista’, cuya concepción religiosa del mundo, estáen oposición al pensamiento y la fe cristiana. Él fueinconsciente de esta oposición, que es para nosotroscasi inextricable»,

resume Jung en su prólogo al abordar su «Operaomnia», formada por 2.600 folios y editada en 1616(p.10). Jung ve en el viajero incansable y médico al-truista que fue Paracelso a un precursor de la medici-na química, así como de la psicología empírica y dela terapéutica psicológica.

A Paracelso «se le puede caracterizar como un crisolalquímico en el que hombres, dioses y demonios deaquella época exorbitante de la primera mitad del si-glo XVI, han vertido cada uno de por sí su savia indi-

vidual», sintetiza Jung (p.12), a la par que asegura quela segunda parte del Fausto de Goethe (obra alqui-mista, en opinión de Jung) presenta «algunas vigoro-sas sugestiones del espíritu paracélsico»(p.37). Su dis-cípulo más importante fue el alquimista y médico ale-mán, Gerhart Dorn (Gerardus Dorneus).

Como médico y alquimista otorgaba gran importan-cia al orden cósmico tradicional de la astrología; or-den en el que existe un entrelazo espiritual y físicoentre el macrocosmos y el microcosmos, identificán-dose a éste con el ser humano: «Pues el cielo es elhombre y el hombre es el cielo, y todos los hombresun cielo y el cielo sólo un hombre». Éste último eradenominado por Paracelso como «hombre grande»,«Adech» o «Archeus», «Protothoma», «Idechtrum»...,que no son sino nombres que personifican al concep-to hermético del «Antrhopos» u «hombre primigenio»,que suele tener casi siempre una magnitud cósmica yque, en otras cosmogonías, son «Prajapati» y«Purusha» en los Vedas, «Gayomard» en Irán,«Metratón» en el Zohar kabalístico.., etc.

Paracelso, en este sentido, insistía en la presencia del«Astrum in corpore». He aquí algunas de sus afirma-ciones: «El verdadero hombre es el astro en nosotros»,«El astro desea llevar al hombre a una gran sabidu-ría», escribió igualmente. La fuerza de la acción delastro en el hombre es la imaginatio (meditación), porla que fluye la influencia del «hombre interior supe-rior», del Antrhopos, que no es sino el Sí-Mismo de lapsicología junguiana..

Paracelso insistía en que el auténtico médico teníaque tener conocimientos alquimistas para diagnosti-car y curar. «La alquimia -explica Jung- no es sólouna especulación química tal como la entendemoshoy, sino que es, y en mayor medida, un procedimien-to filosófico de transformación, es decir, una especiede Yoga, en cuanto éste apunta a una transformaciónanímica. Por esta razón los alquimistas han estableci-do un paralelismo entre la ‘Transmutatio’ y elsimbolismo de la transfiguración de la iglesia cristia-na» (p.21).

La alquimia fue empleada por Paracelso, como he-mos dicho, para la farmacognosis y farmacopea, asícomo para fines filosóficos. Pero ¿qué hay que enten-der por alquimia? Veamos lo que dice Jung al respec-to (p.52):

«La alquimia contenía ya desde los más antiguos tiem-pos una doctrina secreta, o directamente lo era. Lasconcepciones paganas no desaparecieron de ningúnmodo por la vistoria del cristianismo bajo Constantino;continuaron vivas en la curiosa terminología arcana yen la filosofía de la alquimia. Su principal figura esHermes, es decir, Mercurio, en su notable doble sig-nificado de mercurio y alma del mundo, acompaña-

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do por el sol (el oro) y la luna (la plata). La operaciónalquímica consiste esencialmente en una separaciónde la ‘prima materia’, del llamado Caos, en lo activo,es decir, el alma, y lo pasivo, el llamado cuerpo; loscuales volverán a reunirse

personificados en una figura, en la llamada‘coniunctio’, la ‘boda química’; la ‘coniunctio’ esalegorizada como Hieros Gamos, como boda ritualdel sol y la luna. De esta unión surge el llamado ‘filiussapientae’ o ‘philosophorum’, ‘Mercurius’ transforma-do, que como signo de su acabada perfección erapensado como hermafrodita. El ‘opus alchymicum’, apesar de su aspecto químico, siempre fue pensadocomo una especie de acción ritual, entendida en elsentido de un ‘opus divinum’; por eso pudo ser pre-sentada por Melchior Cibinensis, al comienzo del si-glo XVI, como una misa, ya que mucho antes el ‘filius’o ‘lapis philosophorum’, había sido concebido como‘allegoria Christi’. Y es en virtud de esta tradición comose entienden muchas cosas de Paracelso que de otromodo serían incomprensibles».

«En la alquimia -señala Jung-, la materia es material yespiritual, y el espíritu es, a su vez, espiritual y mate-rial». «En el primer caso la materia es ‘materiacruda,confusa,grossa,crassa, densa’; en el último, alcontrario, ‘subtilis’. Así pensaba también Paracelso»(p.76).

Paracelso, en su Liber Paragranum, reconocería quepor medio de la alquimia el mismo médico «sazona»,o sea madura espiritualmente, pero al mismo tiempocreía en los grandes arcanos de la alquimia: la crea-ción del homúnculo y la transformación de los meta-les innobles en oro.

La luz de la naturaleza

Un concepto trascendental en la filosofía alquimistaparacélsica es el de la «luz de la naturaleza» («lumennaturae»), concepción que Jung retrotrae a la obra«Filosofía Oculta» de Agrippa von Nettesheim, en1510. Agrippa hablaba aquí, en efecto, de la«luminositas sensus naturae», que permitía incluso alos animales augurar. Igualmente es un concepto pri-mordial en Meister Eckhart.

Ahora bien, la «luz natural» es, en verdad, una con-cepción muy antigua en el seno de la alquimia. Seencuentra ya en la Carta de Aristóteles, TractatusAureus, Dicta Belini.., y hasta aparece en el más anti-guo alquimista chino, Wei-Po-Yang.

La idea de esta luz -resume Jung- coincide enParacelso, como en los alquimistas, con el conceptode ‘sapientia’ y ‘scientia’. La luz puede ser caracteri-zada sin vacilación, como el misterio central de la

filosofía de la alquimia. Casi siempre es personificadacomo ‘filius’, o por lo menos citada como una de laspropiedades sobresalientes del mismo.» (p.57). Tal luzde la naturaleza proviene del astro: «Nada hay en elhombre que no le sea dado por la luz de la naturalezay lo que está en la luz de la naturaleza es obra delastro», aseguraba Paracelso (p.41).

Esta luz de la naturaleza es, en la alquimia paracélsica,la quinta essentia que Dios extrajo de los cuatro ele-mentos y que yace «en nuestro corazón», intuiciónparacélsica que coincide en este ámbito con el sufismode Ibn al´ Arabî, en mi opinión. Tal luz la enciende elEspíritu Santo y ella consiste en una especie de «cap-tación intuitiva de las circunstancias, una forma deiluminación», estima Jung. Su fuente es duplex: mor-tal e inmortal, y esto es así porque el hombre, segúnParacelso, «es también un ángel, con todas sus pro-piedades», de ahí que pueda penetrar las cosas so-brenaturales (p.42).

La dicotomía espiritual con la que se encontróParacelso deriva de su cristianismo y paganismo, queintentaba reconciliarlos como médico y como filóso-fo alquimista. «Hay pues dos sabidurías en este mun-do, una eterna y otra mortal. La eterna surge de la luzdel Espíritu Santo sin mediación, la otra de la luz de lanaturaleza también sin mediación», afirmaba (p.43).Ambas formas de conocimiento, sin embargo, provie-nen de la Unidad de Dios, concluyeconciliadoramente Paracelso. Y es que él tuvo, enverdad, dos madres: la Iglesia y la Madre Naturaleza(a su madre natural la perdió siendo niño).

«En verdad -aclara Jung- el escepticismo y la rebeliónde Paracelso se detienen ante la Iglesia, pero tambiénante la alquimia, la astrología y la magia, en las quecreía tanto como en la revelación sagrada, pues paraél estaban dadas por la autoridad del ‘lumennaturae’...» (p.44).

Ahora bien, merced a esta luz natural el alquimistaestá convencido de que redime a la naturaleza, trans-figura al universo como creador, coparticipando portanto con Dios en la Creación.

«La ‘luz natural del hombre’ o el ‘astro en el hombre’suena como algo bastante inofensivo, de modo queninguno de los autores de entonces se percató de laposibilidad conflictiva que acechaba allí. Y sin em-bargo aquel ‘Lumen’ o aquel ‘filius philosophorum’,eran abiertamente designados como la más grande einvicta de todas las luces; ¡y como ‘Salvator’ y‘Servator’, eran puestos codo a codo con Cristo! Peroen Cristo es Dios mismo quien se vuelve hombre,mientras que el ‘filius philosophorum’ es extraído dela protomateria por un deseo y un arte humanos, y através de la Obra (‘Opus’) es convertido en un nuevoportador de la luz. En el primer caso ocurre el

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milagro de la salvación del hombre por Dios, en elúltimo la salvación, y respectivamente la transfigura-ción, del universo por el espíritu del hombre -’Deoconcedente’-, como agregaban los autores», desvelaJung (p.58).

Esta luz de la naturaleza se encuentra en lo que Jungdenomina Inconsciente Colectivo, especialmente ensu ámbito «supraconsciente», que debido a su caracter«psicoideo» sirve de puente de unión entre la materiay el espíritu. Y en la visión paracélsica tal lumennaturae está relacionada con la «Venus magistra», la«Aphrodita ourania», la Sophia, que en Paracelsoadopta la forma de Melusina.

Melusina

Melusina, ondina mágica del folklore europeo, seencuentra transformada en la secreta doctrina alqui-mista de Paracelso, quien dice de ella que vive en lasangre, «y como la sangre es el antiquísimo sitio delalma, se puede suponer que en su concepción es un‘Art anima vegetativa’. En el fondo -concluye Jung-no es más que una variante del ‘spiritus mercuriales’que en los siglos XIV y XV fue presentado tambiéncomo un monstruo femenino» (p.18). «Como la‘serpens mercurialis’ de los alquimistas es designadacon frecuencia como ‘virgo’, y presentada bajo la fi-gura de Melusina (ya antes de Paracelso), su capaci-dad de transformación y su arte de curar es de muchaimportancia, en cuanto que precisamente estas parti-cularidades, son atribuidas con especial énfasis aMercurio. Por el contrario, Mercurio es presentadotambién en la figura del anciano Hermes (Trimegistos)con lo que se hace visible que en la fenomenologíasimbólica de Mercurio confluyen dos arquetipos ex-traordinariamente repetidos, a saber, el del Anima yel del Anciano Sabio» (p.126).

En la terminología junguiana, Melusina es una variantesimbólica del arquetipo del Anima y Paracelso no laconcretiza en una «soror mystique» real, sino en unafigura de la «imaginatio».

«Las historias de Melusina son imágenes engañosasde la fantasís, en las que se mezcla el más alto sentidoy el más funesto absurdo, un velo de la Maga queatgrae a los mortales en todos los laberintos de la vida.De estas imágenes extrae el sabio las ‘más altas inspi-raciones’, es decir, todo lo pleno de Sentido y valor;lo extrae como un proceso de destilación y recoge lasexquisitas gotas del ‘liquor Sophiae’ en el recipientepredispuesto de su alma, donde ellas ‘abren una ven-tana’ a su entendimiento, es decir, lo iluminan.

Por eso alude Paracelso a un proceso de separación ydiscriminación, a un proceso crítico de juicio, que

separa el grano de la paja -una parte imprescindibleen la contraposición con el inconsciente (...)

Melusina, la Shakti engañadora, debe retornar al rei-no de las aguas, debe hacer prosperar la Obra haciasu meta. No debe enfrentar ya al

Adepto con gestos cautivantes, sino que debe llegar aser lo que siempre fue: parte de una Totalidad. Comotal debe abrazar su espíritu. Con esto se obtiene aquellareunión de conciencia e inconsciente, que inconscien-temente ya existía, pero que era siempre negada porla unilateralidad de la conciencia. De esta unión, naceaquella Totalidad, que la filosofía o el conocimientointrospectivo de todas las regiones y épocas ha desig-nado con símbolos, nombres y conceptocs, cuya mul-tiplicidad es inagotable.

Estos mil nombres disimulan el hecho de que en esta‘coniunctio’ no se trata de algo captablediscursivamente, sino de una vivencia absolutamenteirreproducible, a cuya naturaleza pertenece un senti-miento de eternidad o atemporalidad irrevocables»,ratifica Jung (pp. 128-129).

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Vivir longevamente

El antienvejecimientosegún Paracelso

Retrasar el envejecimiento es un reto que no puedeser despreciado ni por la medicina ni por otras disci-plinas que buscan el bienestar del individuo. InclusoParacelso investigó maneras de prolongar la vida ymantener la salud. Esto incluye tanto los consejos parallevar un estilo de vida saludable, como la toma deciertas plantas medicinales y un elixir de vida espe-cial para reforzar «la luz interna».

Ulrich Arndt

«No se debe vivir contra la naturaleza para renovar elmundo. Esto está más allá de nuestra comprensión,de la cual carecemos habitualmente.» Paracelso afir-mó contundentemente esto ante los médicos de suépoca: «Nadie debería asombrarse y ningún médicodeberá ruborizarse sobre el hecho de que la vida pue-de ser prolongada.»1 Por supuesto que Paracelso po-lemizó en este punto, pero lo hizo basándose en fór-mulas y métodos para prolongar la vida que todavíacausan sensación hoy en día:

«Podemos prolongar nuestra vida con remedios ade-cuados», asegura, y expresa concisamente: La esen-cia alquímica «Flos sectae Croae (que significa croci,una esencia de azafrán) permite, a la persona que lotoma, vivir como mínimo 100 años». Otros remedios,como la esencia de oro «Aurum Potabile» y la rosa deNavidad, Helleborus niger; también proporcionan lafuerza necesaria al individuo para vivir por encimade los 120 años, hasta incluso los 140.» También muyefectivo es el arcano llamado «percepción para unalarga vida» o «Tintura de longue vita».

La receta, sin embargo, fue guardada bajo llave, y elremedio antienvejecimiento de Paracelso se «perdió».Hace cuatro años, tras el redescubrimiento de la esen-cia de «Aurum potabile» fue posible desvelar el se-creto. Por primera vez en muchos siglos, el elixir devida más importante de Paracelso, la «Tintura delongue vita» está de nuevo a disposición para todo elmundo.

Causas de un envejecimientoprematuro

Las posibilidades para mantener la juventud y poten-ciar el rejuvenecimiento, eran temas importantes para

Paracelso. De este modo, el gran médico y alquimistapodría considerarse el «pionero del antienveje-cimiento». Paracelso tenía un interés especial en aque-llos remedios alquímicos que podían prolongar la vida.«Cuando describimos las enseñanzas para una largavida, debería saberse que ciertas regiones, países, ciu-dades y valles son los más saludables y beneficiosos,ya que en aquellos, reina más alegría, placer y mássentido del humor. Al mismo tiempo, algunos elemen-tos de origen telúrico, meteorológico y del propiocuerpo físico deberían ser entendidos.» Así pues, lascondiciones medioambientales pueden prolongar lavida si : «irradian influencias suaves y amistosas», otambién pueden acortarla, si consumen la energía vi-tal del individuo como por ejemplo por sus condicio-nes extremas. Por ello, no todo el mundo es capaz dellegar a la misma edad, ya que las influencias exter-nas son muy distintas.

Influencia en el modo de vivir

Paracelso diferencia 3 edades, y en cada una de ellas,circunstancias externas pueden causar envejecimien-to prematuro.

En la primera edad, el hombre puede ser afectado yaen el útero, durante la lactancia y luego mientras estacreciendo. Las razones de ello son «el desorden en lacomida y en la bebida», es decir, una inadecuada dietay un trabajo excesivo en estos periodos. «De estamanera, la naturaleza llega a debilitarse tanto, quepierde su poder y no será capaz, porteriormente dellegar a una adecuada edad», según Paracelso. En estecaso, la edad no puede alargarse tanto como en otrosindividuos. Además, necesitarían grandes cantidadesde elixires para llegar a un significativo alargamientode la edad.

Los componentes de la receta descifrada elixir de lavida de Paracelso son: celidonia

Aunque Paracelso se está refiriendo seguramente alos niños cuando habla de malnutrición o desnutri-ción, así como del trabajo intenso, su consejo debe-ría seguirse por todo el mundo. Hoy en día, estos con-sejos hacen referencia a la mala alimentación pordemasiado azúcar, grasa y proteína, acompañado delinsuficiente ejercicio físico. Todos estos factores debi-litan el organismo del niño. Lo mencionado hasta aho-ra se puede comprobar por el incremento del númerode niños obesos ó con los niños con déficits de coor-dinación y atención. La alopecia precoz y la infertili-dad en hombres jóvenes son signos de una hiperacidezcrónica debido a malnutrición e indican un debilita-miento del organismo.

En el segundo periodo de edad, que comprende des-de el final de la época de crecimiento, hasta el perio-

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do en el cual el cabello se vuelve gris, y en el siguien-te tercer periodo, la influencia más importante es elmodo de vida. El exceso de alcohol, un estilo de vidadesordenado y una mala alimentación voluntaria» sonlas causas del envejecimiento precoz, según Paracelso.«Para llegar a una edad longeva, el mejor camino estener una dieta moderada» Él también coincide enesto afirmando: «Podemos llegar a enfermar debido anuestra dieta diaria, pero también podemos fortale-cernos mediante la comida y mantener la salud, de-pendiendo de que tipo y de cómo la usamos «. Sinninguna duda, esta simple sugerencia requiere unagran dosis de autodisciplina en nuestra sociedad, queestá inmersa en la superabundante y sofisticada co-mida. En este sentido se le permitió decir tanto a losLores como a los gobernadores de su epoca: «Suindecorosa vida (…) llevaron a sus elevados espíritusa su caída (…) y sus cuerpos enfermaron a consecuen-cia de una vida desordenada.

Pero incluso aquellos que viven saludablemente «pue-den perder la vida por casualidad, por una epidemiay pueden morir precozmente debido a una enferme-dad infecciosa. Para combatir todas estas debilidadesy peligros, Paracelso encontró una eficaz ayuda eneste concepto de prolongar la vida. Aquel que quierevivir una larga vida, debe en primer lugar cambiar sumórbida forma de vivir. En segundo lugar, debe curarlas posibles enfermedades agudas con los remediosespecíficos para cada enfermedad, que están detalla-dos por Paracelso en otros libros y trabajos. Las enfer-medades crónicas, que están producidas por los ma-los hábitos de vida expuestos anteriormente, puedenser eliminados por así decirlo por la toma regular deuna pequeña cantidad del elixir de la vida, llamado«ad longe vita». Con este medicamento específico, lamayoría de enfermedades infecciosas pueden ser pre-venidas ya que esta esencia es capaz de equilibrar losdesajustes iniciales por el modo de vida, así comopor las influencias malignas medioambientales. Esteremedio, es el más valioso para prolongar la vida; se-gún Paracelso: «Debería ser considerado que todoaquello a lo que aludimos como estilo de vida es lomínimo, porque solo por esto los mínimos cambiospueden provocar un gran cambio en el afan de pro-longar la vida. El soporte se halla en el mismo reme-dio.»

La influencia de las estrellas y los caracteres: Frecuen-temente en sus trabajos, Paracelso se refería a los efec-tos negativos de los astros sobre nuestra salud. Las«cuatro constituciones y humores», los cuatro elemen-tos y niveles de constitución del hombre, pueden es-tar influenciados negativamente por algunas conste-laciones y planetas. Sin embargo, el hombre no estáexpuesto sin protección. «No es con nuestra voluntadque adquirimos el principio Jupiteriano y nos libra-mos de Marte. Tampoco somos capaces de escoger

otras estrellas con las cuales nos encontremos confor-tables y satisfechos. Sin embargo, con las plantas me-dicinales lo podemos conseguir. (...). pero esta en no-sotros neutralizar su influencia (el efecto planetario)con un remedio que según esto,se le parezca.

Paracelso nos aconseja cómo equilibrar las fuerzasplanetarias en nosotros con la ayuda de plantas medi-cinales, gemas o metales asignados personalmente,ya que estas pueden debilitar nuestra salud según seanuestra carta natal astrológica, Para ello, una esenciaalquímica se puede preparar o una gemapersonalizada puede llevarse preventivamente comoun anillo.

Sin embargo, estas influencias no juegan un papelprimordial en la prolongación de la vida: «No te sor-prendas que las cuatro complexiones no sean tan im-portantes, para la preservación de cuerpo y la prolon-gación de la vida. No debemos enfatizar en las com-plexiones – no importa se estas son apropiadas o no,o presentes en mayor o menor medida. Depende solode la naturaleza, a partir de la cual todo se originará.»

Según Paracelso, la armonización del desequilibrioen el hombre no es lo más importante para tener unavida longeva. La fuerza vital puede potenciarse engeneral: «De la misma fuerza que emergen los humo-res, contiene la fórmula para una longevidad, que nodebería olvidarse de ninguna manera». En relacióncon las constituciones, humores y energía vital, élexplica: «Demasiada tristeza o demasiada alegría pro-vienen de aquellas cosas que emergen de los cuatrohumores, tales como las complexiones, característi-cas, etc. Sin embargo, uno ha de saber que no debe-ría darse ningún remedio especial, más bien preser-var el espíritu vital, para que así los cuatro humoresde la vida se hallen protegidos (...). El cuerpo y todolo que hay en él estaría entonces sano». En otro párra-fo, Paracelso añade: «Las complexiones o las caracte-rísticas personales no deberán ser tratadas. Tampocodebería uno considerar las lesiones hepáticas oesplénicas, porque el elixir que prolonga la vida «adlonge vita sana dichas lesiones y elimina toda clasede tristezas y cualquier exceso en el cuerpo.

Reforzando la energía vital

Según Paracelso, el principal elemento antienveje-cimiento es un incremento de la energía vital. ¿Quées este «espíritu vital» que nutre y refuerza todos losprocesos y cómo podemos fortalecerlos? Paracelso noquiere decir la fuerza que uno puede obtener «de unacomida de vegetales o de la carne» porque «la vida»no nace de semillas materiales sino que viene espiri-tualmente desde dentro.

Sin embargo, la fuerza vital no debe ser entendida de

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manera muy diferente a un fuego, porque cuanta másmadera haya, más arderá. Así es como pasa en la vida;cuantos más humores haya, más espíritu vital hay parala vida. «Aunque la energía vital no se consiga poruna ingesta de comida, a partir de la comida material,sería estar ciego no creer que la vida, como el fuego,se halla bajo nuestro control. La energía vital puedeser influenciada y fortalecida. «Es solamente nuestroerror ,que no reconozcamos la madera con la cualpodemos encender nuestra vida en la misma medidaen la que encendemos un fuego. «Hay entonces sus-tancias que nos suministran directamente este fuegovital: Recuerda que no sólo el mal se crea en tu cuer-po..., también el bien, que protege fuertemente tuvida... como el oro y la melisa». Casi por casualidad,Paracelso menciona aquí dos de sus esencias másavanzadas, las cuales están contenidas en su elixirvital: La esencia aurica llamada «Aurum Potabile» yla quintaesencia de melisa.

Los componentes de la receta descifrada elixir de lavida de Paracelso son: bálsamo

Según Paracelso, la fuente de la vida se halla general-mente incluida en todas las cosas. Cada planta, metaly cada gema contiene otro matiz de la energía vitaluniversal. En el laboratorio, el objetivo del trabajoalquímico práctico consiste en liberar esta energía delas sustancias y sintetizarla en forma de esencias. Almismo tiempo, Paracelso afirma que sólo aquellos queestén bien entrenados en el arte de la alquimia pue-den escrutar y procesarlas en una verdadera esenciavital. Solamente ellos pueden conseguir la «esencia»a partir de plantas, metales y gemas, es decir, la esen-cia en la cual la «luz de la vida» se halla preservada:Estos elevados remedios de la alquimia, es lo que sellaman Arcanos Elevados, «sólo son sintetizados porgrandes artistas (referido al arte de procesaralquímicamente). Son desconocidos para los médi-cos comunes y permanecen ocultos.»

El proceso alquímico de las sustancias al más alto ni-vel sólo es posible debido a disolventes específicos,los así llamados «fuegos secretos», tales como el «mer-curio filosófico».2 Los elixires producidos de estamanera, tales como la esencia de oro y el elíxir vital«ad longe vita», tienen un doble efecto:

· Primeramente producen una desintoxicación yestimulan los órganos principales y las funciones delcuerpo. De esta manera mejoran el flujo vital existen-te en el hombre, en todas partes.

· Secundariamente nos suministran directamen-te energía vital.

Mientras que el primer efecto tambien puedeconseguirse con algunas hierbas medicinales, el su-plemento directo de energía vital es el resultado de

un proceso alquímico de las sustancias. Actualmentepodemos medir esta energía vital adicional a travésde la medición de la energía en los meridianos. Deesta forma, podemos conocer el nivel y distribuciónde la energía. Así mismo, podemos detectar los posi-bles cambios energéticos después del consumo defármacos y otras sustancias. Normalmente, en estaspruebas farmacológicas, los meridianos responsablesde la regulación general y el sistema nerviosovegetativo reaccionan ostensiblemente (pulmón, co-razón – circulación, calentador triple). Mientras quepor ejemplo, con la ingesta de esencia de oro «AurumPotabile», esto es completamente diferente. No sola-mente el nivel energético aumenta en todos los meri-dianos, sino que al mismo tiempo el nivel de energíade los meridianos de la vesícula biliar y el riñón seincrementa por encima de la media. Según la medici-na tradicional china, exactamente estos dos meridia-nos incitan la producción del Chi y almacenamientodel Chi, es decir, el grado de energía vital. Como pre-viamente se ha mencionado, según Paracelso, la esen-cia de oro «Aurum potabile» puede facilitar llegar alos 120 o140 años de edad, al elevar significativamentela energía vital.

El elixir de la vida «ad longe vita»

Según Paracelso, el arte de prolongar la vida es en-contrar un proceso alquímico que pueda aumentar lacalidad de la vitalidad humana: «La vida del hombreno es más que un bálsamo astral, un efecto calmante,un fuego celestial e invisible, aire englobado y unpenetrante espíritu salado.»

Todas las sustancias, las que son más cercanas a estascualidades están incluidas en la receta legendaria desu elixir vital «ad longe vita», aunque nos dio parte dela receta con nombres codificados. Los llamó: «FlorumSectarum, Foliorum Daurae, Essentiarum Auri,Perlarum, Quintae Essentiae Croci, Chelidoniae,Melissae». Lo que estos nombres significan fue recien-temente decodificado por el alquimista germanoAchim Stockardt, un redescubridor de la esencia auricade Paracelso: Son los llamados Arcanos Elevados, esdecir, los principios alquímicos más elevados y desa-rrollados de las esencias procedentes del oro, perla,azafrán, Rosa de Navidad, celidonia, bálsamo y flo-res de heno. «La virtud de estas sustancias sobrepasatodas nuestras virtudes. Hay más nobleza en la virtudmás modesta, que los podamos ser nosotros en la máselevada.» Paracelso añade: «Esta esencia, que entraen el cuerpo, se mezcla con los humores de la vidapara una combinación correcta. Contienen el espíritude la vida como los cuatro humores... Así dos humo-res vienen juntos con sus correspondientes. Se mez-clan entre sí y el interno recibe la naturaleza del ex-terno. Entonces solamente hay una cosa, una unifica-ción que no puede ser separada.

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Dependiendo de la forma en que el organismo huma-no es afectado, la energía vital aportada por el elixir,es más o menos consumida rápidamente y debe seraportada de nuevo. La ingesta debería tener lugar se-manalmente, cada 3 días o diariamente, dependien-do de la edad, lesiones precoces en el cuerpo, el modode vida y las influencias medioambientales. A partirdel día que se empieza regularmente las tomas, «laedad se contará de una nueva forma». De esta mane-ra, la fuente de la vida puede ser reconstruida eincrementada otra vez; el organismo puede ser purifi-cado, vitalizado y protegido. «Todo nuestro bienestarestá basado en el remedio, que no sólo mantiene lajuventud del individuo, sino también la de los anima-les. Esta gran esencia, que está contenida en las cosasnaturales, es excelente para el cuerpo. Ilumina unavirtud para que la fuerza y la virilidad no se encuen-tren a faltar.» Y más adelante Paracelso explica: «Elhombre no se verá afectado por la enfermedad por-que la esencia no deja que nada decaiga. Defiende elcuerpo de tal manera que las enfermedades no pue-den asentarse...»

A pesar de todos estos efectos, los cuales son muycuriosos, el médico alquimista no considera su elixirvital como un remedio. Para él, es más un reforzanteuniversal y energético. Es un elixir que fortalece lallama de luz en el hombre, es decir, la fuerza que sur-ge de nuestro núcleo espiritual. Para Paracelso era sim-plemente la «luz de la Naturaleza».

Los componentes de la receta descifrada elixir de lavida de Paracelso son: flor de trepadella

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Reflexiones deParacelso

Sobre su personalidad

Nada está en mí, sino en lo mejor de lo que es capazla medicina, en lo mejor que hay en la Naturaleza, enlo mejor que la naturaleza de la tierra sabe dar fiel-mente a los enfermos. Por eso no parto de mí, sino dela Naturaleza, de lo que también yo he salido (Escri-tos de Nuremberg 1527)

Soy Teofrasto, y más que aquellos que se me compa-ran; soy yo y soy monarcha medicorum además, ypuedo demostraros lo que vosotros no podéis demos-trar. Que Lutero se ocupe de sus asuntos, y yo meocuparé de los míos y le sobrepujaré en lo que mecorresponda, además los Arcana me elevan... no hasido el cielo el que me ha hecho médico; Dios me hahecho.... No puedo oponeros armadura alguna, cora-za alguna; como no sois ni tan eruditos ni experimen-tados que podáis enseñarme ni la menor letra, prote-geré mi brillo de las moscas, igual que mi monarquía...No protegeré mi monarquía con cataplasmas sino conarcanos, ni con lo que coja de la farmacia, que no esmás que polvo para sopa y no se saca de ello más quepolvo para sopa, pero vosotros, guardaos con vues-tros placeres y compras. ¿Cuánto tiempo creéis queperdurarán?... Os digo que el pelo de mi nuca sabemás que vosotros y todos vuestros escribientes, y loscordones de mis zapatos son más eruditos que vues-tros Galeno y Avicena, y mi barba ha visto más quetodas vuestras universidades... (Escritos de Nuremberg1527)

Esto prometo: ejercer mi medicina y no apartarme deella mientras Dios me consienta ejercerla, y refutartodas las falsas medicinas y doctrinas. Después, amara los enfermos, a cada uno de ellos más que si de mipropio cuerpo se tratara. No cerrar los ojos, y orien-tarme por ellos, ni dar medicamentos sin compren-derlo ni aceptar dinero sin ganarlo. No confiarme enningún boticario ni entregar ningún niño a la violen-cia. No llorar, sino saber... (Escritos años 1537/41).

Sobre la medicina

Pero como en la Medicina se ha mezclado tan inútilpoblación, que no contempla ni busca más que supropio beneficio, ¿cómo puede ocurrir o seguirse queyo los invite al amor? Por mi parte me avergüenzo dela medicina prestigiosa, que ha caído en tal estafa (Es-critos 1537/41)

El médico no es más que el servidor de la Naturaleza,y no su dueño. Por eso corresponde a la Medicinaseguir la voluntad de la Naturaleza (Tres libros de ci-rugía, 1528)

El médico procede de la Naturaleza, ella le hace; sóloaquel que obtiene su experiencia de la Naturaleza esun médico, y no aquel que con la cabeza y con ideaselaboradas escribe, habla y obra en contra de la Na-turaleza y de sus peculiaridades (Tres libros de ciru-gía, 1528)

En una planta hay más virtud y energía que en todoslos gruesos libros que se leen en las universidades, alos que no ha sido concedida larga vida (De las cosasnaturales, 1526)

Es necesario que todo médico posea rica experiencia,y no sólo de lo que viene en los libros, sino que losenfermos han de ser su libro, ellos no le extraviarán...y no será engañado por ellos. Sin embargo, aquel quese conforma con meras letras es igual que un muerto,y también como médico está por así decirlo muerto.Entonces, como hombre y como médico mata a losenfermos. Ni siquiera un mataperros puede aprendera desollar en los libros sino tan sólo en la experiencia.Tanto más se aplicará esto al médico (OpusParamirum)

La Medicina descansa sobre cuatro columnas: la Filo-sofía, la Astronomía, la Alquimia y la Ética. La prime-ra columna debe comprender filosóficamente la tie-rra y el agua; la segunda debe aportar el pleno cono-cimiento de lo que es de naturaleza ígnea y aérea; latercera debería explicar sin falta las propiedades delos cuatro elementos -es decir, de todo el Cosmos- einiciar en el arte de su elaboración, y finalmente lacuarta debería mostrar al médico aquellas virtudes quehan de acompañarle hasta su muerte y deben apoyary completar las otras tres columnas. (Liber Paragranum)

Así pues, el que la Medicina y los médicos sean obrade Dios explica porqué una y otros han sido creadosdel fuego y en el fuego. El médico por otra parte exis-te no por sí mismo, sino por la medicina; razón por lacual resulta necesario que se someta al examen de lanaturaleza del mundo y de todo cuanto ella contiene.En semejantes condiciones todo cuanto aprenda dela naturaleza debe confiarlo a su sabiduría, sin pre-tender al contrario interpretar la naturaleza desde lasespeculaciones de su inteligencia (Opus ParamirumLibro I cap. 1)

El arte de la Medicina echa sus raíces en el corazón.Si tu corazón es falso, también tu medicina lo será; situ corazón es recto, también lo será el médico quehaya en tí. (Liber Paragranum)

Lo cierto es que en el mismo lugar de la tierra dondeexiste un veneno mortal, existe también un exacto

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contraveneno y que del mismo modo que se engen-dran las enfermedades se produce la salud. Lo lamen-table es que haya tan pocos médicos que se interesenpor estas cuestiones y las estudien como se merecen.Y que la mayoría se anulen en la simple profesión decontempladores de orinas. Sus sórdidas y culinariasganancias bastan a esos tales para colmarlos de satis-facción y para persuadirlos de vivir en sus casas, con-tentos de no hacer nada, ya que sólo ejercen la Medi-cina para acumular el dinero que con tanta liberali-dad les procura el examen de las orinas. ¿Para quéhan de complicarse la vida con trabajos más peno-sos? (Opus Paramirum)

La Naturaleza posee, en efecto, una industria ciertapara su propia curación que el médico ignora, por loque su papel queda reducido al de simple protector odefensor de la Naturaleza» (Opus Paramirum)

Así podéis juzgar, según este principio, cómo en to-das las enfermedades hay una ciencia en el médico yotra en la naturaleza del Microcosmos. Ello quieredecir que entre el hombre y las cosas externas haysiempre un cierto acuerdo o similitud que hace quese convengan y ayuden entre sí, y que sólo cuando elhombre ha percibido, admitido y conocido la natura-leza de las cosas, puede llegar a poseer verdadera-mente el conocimiento de la anatomía. Pues siendoel Limbo la totalidad del Mundo (Universus-Mundus)y estando el hombre formado en él, se puede estable-cer que todo debe acordarse con lo que le es seme-jante. (Opus Paramirum)

Cada miembro externo (macrocósmico) sea la mejormedicina para su correlativo miembro interno y asísucesivamente unos para otros en el mismo orden,pues no cabe duda que en el Gran Mundo están to-das las proporciones humanas, divisiones, partes ymiembros, así como el hombre en su totalidad (OpusParamirum)

El poder del astro es siempre superior al poder delmédico (Libro de las Entidades)

Sólo la causa celeste puede determinar estos movi-mientos. Por eso es pura fantasía la de esos médicosque no toman el cielo en consideración, atribuyendotodo al Microcosmos y envolviéndose más y más enel error (Opus Paramirum, Libro II, cap.1)

El hombre debe aprender toda su sabiduría del granMundo o Macrocosmos, y no de un solo organismo oMicrocosmos. Todo médico se hace, pues, en estaconcordancia; el conocimiento del Mundo y, en él ypor él, el conocimiento del hombre, Lo cual no cons-tituye dos cosas sino una, que ha de ser finalmentecomplementada por la experiencia. (Opus Paramirum,Libro I, cap. 1)

Pues por más que la percepción de las apariencias

exteriores esté al alcance de todos, corresponde a losmédicos esa especial visión interior (contuitio) por lacual nos es dado el secreto de las cosas (OpusParamirum, Libro 1, cap.2).

Visible e invisible, mitad delcielo.

La maquinaria del universo se divide en dos partes,un cuerpo visible y un cuerpo invisible. Lo visible ytangible es el cuerpo del universo, que consta de tresprincipios, Azufre, Mercurio y Sal. Este es el cuerpoelemental del universo, y los mismos elementos sonese cuerpo. El cuerpo que no es tangible, sino impal-pable e invisible, el cielo sideral o firmamento. El fir-mamento que vemos es corpóreo, visible y material.Este, empero, no es el firmamento mismo, sino su cuer-po. Nadie ha visto nunca al firmamento, sino sólo sucuerpo, así como el alma del hombre no es visible. Eluniverso entero está así dividido en dos partes, encuerpo y firmamento. Además, el firmamento consis-te de dos partes. Una es el cielo entre las estrellas; elotro en el globo de la tierra. De aquí que el firmamen-to se compone de dos esencias. Una es peculiar alfirmamento del cielo, y la otra es peculiar al elementode este globo y esfera. El firmamento del globo o esfe-ra es de naturaleza tal que a partir suyo nace todo losque el cuerpo de la tierra o los elementos proporcio-nan. Así, del fundamento del firmamento del globobrotan los frutos, lo que no podría realizarse sin elfirmamento. Y lo mismo con todas las cosas que seproducen desde el suelo. El otro firmamento tiene suespecial operación en el cielo, esto es, se relacionasolamente con el hombre. Ahora, aunque ambos sis-temas estelares, el superior y el inferior, están vincu-lados, conjuntos, unidos, y van el uno con el otro,hay sin embargo esta diferencia, que las estrellas su-periores gobiernan los sentidos superiores, y que lasinferiores gobiernan las cosas que crecen; esto es, elsistema superior ordena el intelecto animal, y el infe-rior aquellas cosas que crecen, brotando de la esferamisma. (Astrología Magna)

El hombre está dividido en sí mismo; efectivamente,en el cuerpo del globo y el cuerpo de los sentidos,esto es, en un cuerpo visible, palpable, y un cuerpoinvisible e impalpable; o, en otras palabras, en uncuerpo elemental de los tres principios, Sal, Azufre yMercurio, y un cuerpo estelar. Por lo que se refiere alcuerpo del hombre, es meramente carne y sangre.Aquello que es impalpable en el, se llama espíritu.Así el hombre está formado de carne, sangre y espíri-tu. Además, la carne y la sangre no son el hombre,sino el espíritu que existe en sí mismo. El espíritu delhombre es sabiduría, sentido e intelecto; y esto son elhombre. El cuerpo es meramente materia bruta. El

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espíritu está sujeto a as estrellas, y el cuerpo está suje-to al espíritu. Así, el astro gobierna al hombre en suespíritu, y el espíritu gobierna al cuerpo en la carne yla sangre. Ese espíritu, empero, es mortal, puesto queno es el alma. El alma es sobrenatural, y aquí no ha-blo de eso sino de lo que, siendo creado en Adán, seatrinchera en la Naturaleza, es decir, carne, sangre yeste espíritu. (Astronomía Magna)

Al igual que los elementos celestes, también el hom-bre tiene una constelación y un firmamento (Libro delas Entidades)

Las cosas no están en los objetos para experimentarsolamente lo que concierne al cuerpo visible, pueséste no es sino una parte del cuerpo total del hombre.(Opus Paramirum)

Sabed que nuestro mundo y todo lo que vemos y po-demos tocar en nuestro entorno no son más que lamitad del Cosmos. Aquel mundo que no vemos esigual al nuestro en peso y medida, en esencia y con-dición. De donde se sigue que también hay otra mi-tad del hombre que actúa en ese mundo invisible.Cuando sabemos de la existencia de ambos mundos,entendemos que sólo las dos mitades forman un hom-bre completo; porque son por así decirlo como doshombres unidos en un cuerpo (Opus Paramirum)

Antes que nada, el médico tiene que saber que debeentender al hombre en esa otra mitad que conciernea la astronomicam philosophiam, y que ha de transfe-rir el hombre a ella y transferir los cielos al hombre.De otro no podrá curar a los hombres, los cielos retie-nen dentro de su esfera la mitad de todos los cuerposy los males. ¿Quién puede ser un médico y no cono-cer las enfermedades de otra mitad?... ¿Qué es unmédico que no sea experto en cosmografía? Es un temaen el que debiera estar especialmente versado... puestoque todo conocimiento se origina en la cosmografía,y sin él nada ocurre» (Liber Paragranum)

Observad que el cuerpo se nutre exclusivamente através de esos cuatro miembros, y que todo lo demásson planetas que no necesitan alimentarse, al igualque el resto del firmamento. O sea, que el cuerpo esdoble: planetario y terrestre. Y que el hombre se com-pone de esas dos criaturas: el conjunto de cosas nutri-tivas y el conjunto de cosas que necesitan ser alimen-tadas. (Libro de las Entidades)

Sólo vemos, normalmente, al hombre y a las criaturaspor la mitad (Opus Paramirum, Libro V, prefacio)

Cuando nos hallemos ante enfermedades cuyo ori-gen no nos sea posible conocer por medio del cuerpovisible, debemos encender la luz que nos permitahablar, pues si no, las obras que esas enfermedadesrepresentan nos exhortarán a callar, por más que estonos parezca en todo caso un tanto incomprensible. Si

nos guiamos por esa luz podremos reconocer que ésaotra mitad invisible del hombre existe realmente y quesu cuerpo no es sólo carne y sangre, sino una cosademasiado brillante para nuestros groseros ojos. Enesa parte están pues las enfermedades invisibles detodas las enfermedades (Opus Paramirum, Libro V,prefacio, 309)

Por eso nos conviene buscar siempre la causa por laque cada obra ha sido hecha tal cual es y por eso, sisu razón visible no nos convence, debemos buscarinmediatamente la invisible. Lo invisible puede asíhacerse visible igual que lo que no posee esa propie-dad, siempre que esté presente su propia luz y sepa-mos buscarlo bajo su resplandor. Esas enfermedadesestán escondidas en las grandes iniciales (Versahlen)y pueden subsistir en nosotros como enfermedadesespirituales... En el caso de las enfermedades, el espí-ritu es visible a su luz, por cuanto constituye la mitaddel hombre. (Opus Paramirum, Libro V, Prefacio)

En definitiva: sabed que la Fe puede producir todocuanto el cuerpo produce, incluso la misma muerte,tan bien como con un disparo de arcabuz. Válgaospues este ejemplo como enseñanza y aprended por élque sois desde luego visibles y corporales, pero ade-más y al mismo tiempo no lo sois, y que todo cuantohace nuestro cuerpo visible lo hace también invisible(Opus Paramirum, Libro V, cap. 3)

Recordad ahora que hay algo en nuestro organismoque no necesita de los alimentos exteriores y que lla-mamos el firmamento del cuerpo, ya que de la mismamanera que el cielo vive en su firmamento sin necesi-tar alimento alguno, así también el firmamento cor-poral se nutre por sí mismo (se habet) (Libro de lasEntidades)

El hombre es hijo de dos padres; el uno es la «tierra»,el otro el «cielo»... De la tierra recibe el cuerpo mate-rial, del «cielo» su índole. Así aquélla conforma sufigura, y el cielo le regala la «luz de la Naturaleza».Todo hombre refleja la índole de su padre; puede ha-cer aquello que es innato. Y se ha dado poder a loshijos para disponer sobre la herencia de sus padres(Opus Paramirum)

La estructura del mundo está hecha de dos partes; deuna parte aprehensible y sensible y de otra invisible einsensible. La parte aprehensible es el cuerpo, la invi-sible el «astro». La aprehensible a su vez está com-puesta de tres partes: azufre, mercurio y sal; la invisi-ble consiste también en tres: ánimo, sabiduría y arte.Ambas partes juntas constituyen la vida (AstronomiaMagna: Wie jetzo gemelt is das Machina Mundifabricirt ist in zwei theil: in einem greiflichen unndempfindlichen; Der ander Theil ungreifbaren undunempfinddlichen. Der Greiflich ist der Leib, derunsichtbar das Gestirn. Das greisslich: ist gesetzt auss

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dreien Stücken, auss Sulhure, Mercurio und Sale; derungreiflich ist auch in drey gesetzt, in das Gemüth,Weisheit und Kunst und sie beide seind gesezt in dasLeben... Unnd alles vom Gestirn... Aber di BildnissGottes nicht)

Aún cuando sea hijo de Saturno, y Saturno hayaensombrecido su nacimiento, el hombre puede do-minar a Saturno y convertirse en hijo del Sol(Astronomia Magna)

Porque como por fuera, así por dentro; lo que no estáfuera, tampoco está dentro del hombre. Lo exterior ylo interior son UNA sola cosa, UNA constelación, UNAinfluencia, UNA concordancia, UNA duración... UNfruto. (Liber Paragranum)

El cielo es el hombre y el hombre el cielo, y todos loshombres juntos son el cielo, y el cielo no es más queun hombre. Hay que saber eso para entender por quélas cosas son así en un lugar y en otro de otro modo,por qué aquí hay un nuevo, allá un viejo y en todaspartes tantas cosas distintas. Pero todo esto no se veen el cielo, sino en la distribución de las fuerzasactuantes en él... Nosotros los hombres tenemos uncielo y éste también está en cada uno de nosotros entoda su plenitud, indiviso y correspondiente a la natu-raleza de cada cual. Por eso cada vida humana siguesu propio curso, por eso fallecimiento, muerte y en-fermedad están desigualmente repartidas, según laacción de cada cielo. Porque si el mismo cielo estu-viera en todos nosotros, todos los hombres tendríanque estar enfermos al mismo tiempo y sanos al mismotiempo. No obstante no es así, porque la unidad delGran Cielo se disolvió en nuestra multiplicidad en losinstantes del parto. En cuanto un hijo es concebido,recibe su propio cielo. Si todos los niños fueran dadosa luz en el mismo instante, todos llevarían el mismocielo en sí, y su vida seguiría el mismo curso. Así pues,según como se encuentre la bóveda estelar, así se in-culcará el «cielo interior» del hombre. ¡Un milagrosin igual! (Astronomia Magna)

Qué maravillosamente ha sido creado y configuradoel hombre, cuando se penetra en su verdadero ser... yes una grandeza -pensad en esto- que no haya nadaen el cielo ni en la tierra que no se encuentre tambiénen el hombre... En él está Dios, que también está en elcielo, y todas las fuerzas del cielo se reflejan tambiénen el hombre. ¿En qué otro sitio puede hallarse el cie-lo si no es en el hombre? Dado que actúa desde noso-tros, sin duda tiene que estar también en nosotros.Por eso conoce nuestro ruego antes de que lo formu-lemos, porque está más cercano a nuestro corazónque a nuestra palabra... Dios ha construido su cieloen el hombre, hermoso y grande, noble y bueno; por-que Dios está en su cielo, es decir, en el hombre. Élmismo dice que Él está en nosotros y nosotros somos

su templo (Opus Paramirum)

Igual que el firmamento con todas sus constelacionesforma un todo en sí mismo, así también el hombre esen sí un firmamento poderoso y libre. E igual que elfirmamento descansa en sí mismo y no es regido porninguna criatura, tampoco el firmamento del hombrees regido por otras criaturas, sino que es por sí, solo ysin atadura de ninguna clase. Porque hay dos clasesde lo creado: cielo y tierra son una, el hombre la otra...Todo lo que la ciencia astronómica ha averiguadoprofunda y ponderadamente mediante la contempla-ción de los aspectos y de las estrellas... puede ser paravosotros una enseñanza y una ciencia para el «firma-mento corporal» (Escritos más tempranos, alrededorde 1520)

Así como el cielo existe según sus atributos, por él ypara él mismo, así el hombre aparece en su interiorconstelado de astros. Y al igual que el firmamento,que está en el cielo en su propio poder (pro se), librede toda dependencia, el firmamento del hombre estáen él libre también de toda obediencia, poderoso eindependiente de las influencias de todas las criatu-ras. De lo cual debéis concluir que hay en verdad dosclases de seres: una, el cielo y la tierra (Macrocos-mos) y otra, el hombre (Microcosmos) (Libro de lasEntidades)

Tan grande como la diferencia entre los dos cuerpos -el visible y el invisible, el material y el etéreo- en for-ma y figura es la que distingue su esencia entre sí...Son como un matrimonio, que es uno en la carne,pero doble en esencia... Y como esto es así, en el hom-bre habita una contradicción... A saber, que el astroen él tiene otra índole, otro ánimo, otra intención quelos elementos inferiores; y por otra parte estos ele-mentos tienen a su vez otra sabiduría y otra índoleque el astro del hombre. De ello se sigue que seancontrapuestos entre sí. Por ejemplo; el cuerpo elemen-tal, material, quiere exuberancia, concupiscencia; elastro, en cambio, estudiar, aprender, practicar las ar-tes, etc. De ahí surge una contradicción en el hombremismo. El cuerpo visible, material, quiere lo uno, elinvisible, etéreo, lo otro, y ninguno quiere lo mismo.Por eso cada uno de estos cuerpos vive el impulso desuperar lo que le ha sido dado, y ninguno quiere man-tenerse en el centro y actuar con medida. Ambos quie-ren desbordar sus límites y el uno quiere desplazar alotro; así surge la enemistad entre ellos. Porque todolo que supera su medida trae la perdición (AstronomiaMagna)

En la Naturaleza hallamos una luz que nos iluminacomo no pueden hacerlo el Sol y la Luna. Porque estáhecha de tal modo que sólo a medias vemos a loshombres y a todas las demás criaturas, y por eso tene-mos que seguir investigando... No debemos ahogar-

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nos en nuestra labor diaria, porque quien busca...encuentra... Y si seguimos la luz de la Naturaleza re-sultará que también está ahí la otra mitad del hombre,y que el hombre no está hecho tan sólo de carne ysangre... sino también de un cuerpo invisible paranuestro burdo ojo. (Opus Paramirum)

La Luna emite una luz, pero a ella no se advierten loscolores; pero en cuanto se alza el Sol es posible dis-tinguirlos a todos entre sí. Así pues, la Naturaleza tie-ne una luz que brilla como el Sol; e igual que la luzdel Sol respecto a la de la Luna, así la luz de la Natu-raleza brilla más allá de la fuerza de los ojos. A su luzse hace visible lo invisible; por ello, tened siemprepresente que una luz eclipsa a la otra (OpusParamirum)

Como el Sol puede brillar a través de un cristal y elfuego irradia calor de las estufas, aunque no atravie-sen ambos cuerpos, así el cuerpo humano puede ha-cer que su fuerza actúe a lo lejos y seguir quieto en susitio, como el Sol que brilla a través del cristal y sinembargo no lo atraviesa. Por eso no se puede atribuirnada al cuerpo mismo, sino sólo a las fuerzas que bro-tan de él, igual que el olor del almizcle, aunque sucuerpo pueda estar quieto. (Opus Paramirum)

Los pensamientos son libres y nada los domina. Enellos reposa la libertad del hombre, y ellos aventajanla luz de la Naturaleza. Porque de los pensamientosnace una fuerza creadora que no es elemental ni si-deral... Los pensamientos crean un nuevo cielo, unnuevo firmamento, una nueva fuente de energía (Kraft)de la que fluyen nuevas artes... Si uno se propone crearalgo, crea por así decirlo un nuevo cielo, y del mismoafluye a él la obra que quiere crear... Porque tan po-deroso es el hombre, que es más que cielo y tierra.(Astronomia Magna)

Sabed que hay dos filósofos, los filósofos del cielo ylos de la tierra. Y del mismo modo cada esfera es sólouna cara del médico, y cada uno por sí no es aún unmédico completo. El que tiene el conocimiento de lasesferas inferiores es un filósofo, el que lo tiene de lassuperiores un astrónomo. Pero ambos tienen un soloentendimiento y un solo arte, y ambos participan delsecreto de los cuatro elementos... Igual que en el cie-lo hay un Saturno de naturaleza ígnea, hay uno en laTierra de naturaleza terrenal; e igual que hay un Solen el agua, hay uno en el cielo. Y cada uno está porcuadruplicado en el hombre. Incluso lo que está en elmás apartado rincón de la tierra arroja su sombra so-bre el hombre, que también está impregnado de loque yace en las profundidades del mar... ¿Cuál es ladiferencia entre Sol, Luna, Mercurio, Saturno y Júpiteren el cielo y en el hombre? Sólo en la figura se funda-menta. Por eso no hay cuatro Arcana, sino sólo uno,pero en cuádruple orientación, igual que una torre

está orientada a los cuatro vientos. Y del mismo modoque a la torre no le puede faltar una esquina, tampo-co puede un médico prescindir de una de esas partes.Porque una parte no hace un médico entero, ni dospartes ni tres, sino las cuatro partes. Como los Arcanaconstan de cuatro partes, su integridad precisa tam-bién de los cuatro. (Liber Paragranum)

Debéis saber pues que el hombre ha sido colocadoentre estas tres substancias y un cuerpo intermediarioque es el «cuerpo vivo», «entidad viviente», «soplovital» o «ánima», razón de ser de los médicos y de lasenfermedades, siendo primera materia todo lo que estáantes de esta vida, y última materia todo lo que estádespués (Opus Paramirum, Libro 1 cap. 3)

De este modo el cuerpo del hombre absorbe (assumit)el cuerpo del Mundo, lo mismo que el hijo recibe lasangre del padre. Estos no constituyen, en efecto, másque dos almas con un mismo cuerpo y una mismasangre, de lo que se deduce que también el cielo, latierra, el aire y el agua están segun la Ciencia, en elcuerpo del hombre, dado que el hombre constituyepor sí mismo un verdadero Mundo. Por eso el Saturnoy el Júpiter del Microcosmos atraen (asciscit) al Saturnoy al Júpiter celestes. Esa conjunción entre los dos cie-los hace que existan también afinidades entre los ele-mentos de la tierra. (Opus Paramirum)

Por eso importa mucho constituir una Medicina talque encierre en ella el firmamento universal, tanto elde la esfera superior como el de la inferior. Y por esola Naturaleza, llamando en su ayuda al cielo, a la tie-rra y a todas sus virtudes y potencias, puede resistir ala muerte con tanta intensidad (Opus Paramirum)

Con ello queda establecido que si el médico quiereconocer al hombre y a sus enfermedades, debe em-pezar por descubrir las enfermedades de todas lascosas universales que la naturaleza padece en el granMundo o Macrocosmos y que son las que en definiti-va dan al hombre sus sufrimientos: así, tal cosa sufrede esta manera y tal otra de este modo, pero todosufre en el hombre. Pues si el hombre proviene de latotalidad del limbo, es lógico que lleve en él todos losbienes y todos los males. Luego de lo cual ha estable-cido Dios un intermediario (medium) para que a tra-vés de él continuemos sin desviarnos con la medida ye orden que han sido prefigurados desde el comienzode las cosas. (Opus Paramirum)

Es preciso, por lo tanto, conocer primero estas tressubstancias y sus propiedades en el Macrocosmos (inmagno mundo) para poderlas referir y hallar despuésfácilmente en el hombre (Microcosmos), compren-diendo así lo que él es y lo que en él existe (OpusParamirum, Libro I, cap. 2)

Dios que está en el cielo, está a la vez en el hombre.

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¿Dónde está el cielo sino en el hombre? Lo cierto esque la mejor manera que podemos tener de servirnosdel cielo es tener el cielo en nosotros mismos. Gra-cias a ese cielo que tan íntimamente nos conoce pue-de Dios saber directamente nuestros deseos y llegarasí más cerca de nuestros corazones, de nuestros pen-samientos y de nuestras palabras. Con ello impregna-rá nuestro cielo con su cielo, haciéndolo según susemejanza, más espacioso, agraciado, noble y exce-lente, ya que no hay duda de que Dios está en el cieloy por ende en el hombre (Opus Paramirum, Libro IV,cap. 17)

Por medio de discursos puede conducirse al bien o almal, ya que en este caso la palabra del orador poseeun cielo y una inclinación indudables (OpusParamirum, Libro IV, cap.. 18)

El ser humano. Macrocosmos/microcosmos

El hombre ha sido sacado de la tierra y de los elemen-tos, y por tanto debe alimentarse con estos. Sin el granmundo no podría vivir, sino que estaría muerto, y asíes como el polvo las cenizas del gran mundo. Estáasentado entonces, que el hombre se sostiene a partirde los cuatro elementos, y que tome de la tierra sualimento, del agua su bebida, del fuego su calor y delaire su aliento. Pero todos estos son sólo para susten-tar su cuerpo, la carne y la sangre. Pero el hombre noes sólo carne y sangre, sino que en su interior está elintelecto que no proviene de los elementos, como lascomplexiones, sino de las estrellas. Y la condición delas estrellas es esta, que toda la sabiduría, inteligen-cia, industria del animal, y todas las artes peculiaresdel hombre están contenidas en ellas. De las estrellasel hombre tiene estas mismas cosas, y que se llamanla luz de la Naturaleza; en efecto, es lo que el hombrehaya encontrado por la luz de la Naturaleza(Astronomia Magna)

Los sentidos no son corpóreos sino que son del espíri-tu así como las estrellas son del espíritu. El hombreentonces atrae por el espíritu de su astro, en quien eseespíritu es concebido y nace. Pues el espíritu del hom-bre se nutre tanto como el cuerpo... El hombre estádividido en dos partes; un cuerpo elemental, es decir,carne y sangre, por lo que ese cuerpo debe nutrirse; yen espíritu, de donde está obligado a mantener su es-píritu del espíritu del astro. El hombre mismo es polvoy cenizas de la tierra. Tal, entonces, es la condicióndel hombre, viendo que él mismo está formado deese modo (Astrología Magna)

Un hombre y una mujer no pueden generar un hom-bre, sino junto que aquellos dos, los elementos y elespíritu de las estrellas. Estos cuatro constituyen al

hombre. El semen no está en el hombre, salvo en tan-to entra en él elementalmente. Cuando, en el acto deconcepción, los elementos no operan, no se generaningún cuerpo. Donde el astro no opera, no se produ-ce ningún espíritu... El cuerpo y el espíritu deben es-tar allí. Estos dos constituyentes forman al hombre...El astro, mediante su espíritu, confiere los sentidos(Astrología Magna)

No ignoramos vuestros conocimiento sobre los movi-mientos del firmamento, que habéis estudiado hastaen sus más pequeños detalles, así como los que po-seéis sobre la tierra, los seres que la pueblan, los «ele-mentos» y las «substancias». Lo único que nos extra-ña es que no hayáis reconocido ese mismo Universoen el hombre, al considerar los admirables movimien-tos de los cuerpos de los planetas y de las estrellas,sus exaltaciones, conjunciones y oposiciones y todolo que la abstrusa y profunda doctrina astronómicaencierra, tanto más cuanto que nadie que ignore laastronomía puede llegar a alcanzar una verdaderasabiduría médica. (Libro de las Entidades)

De dos gemelos que son idénticos, ¿cuál lo ha toma-do del otro, de modo que pueda parecerse? Ninguno,¿Por qué, entonces, nos llamamos criaturas de Júpitery de la Luna, cuando de hecho somos a ellos comolos gemelos el uno del otro? (Liber Paragranum)

No puede amarse el alma sin amar el cuerpo y no esposible cohibirlo y aherrojarlo sin que el alma resulteperjudicada en igual proporción (Opus Paramirum,Libro III)

Debes contemplar al hombre como un trozo de Natu-raleza encerrado en el cielo. Éste te lo muestra piezaa pieza; porque de él está hecho el hombre, y la ma-teria con la que fue creado te mostrará también a quéimagen está hecho... La naturaleza exterior marca lafigura de lo interior, y si la exterior desaparece, pierdetambién la interior, porque el exterior es la madre delinterior. Así el hombre es como el retrato de los cua-tro elementos en un espejo; si se disgregan los cuatroelementos, el hombre se hunde. Si aquello que seencuentra ante el espejo está quieto, descansa tam-bién la imagen del espejo. Y así la Filosofía no es otracosa que tan sólo el saber y el conocimiento de aque-llo que tiene su reflejo en el espejo. E igual que laimagen del espejo no da a nadie la clave de su ser y anadie puede darse a conocer, sino que es tan sólo unretrato muerto, así es también el hombre en sí: no sa-brá nada de sí mismo. Porque el conocimiento proce-de tan sólo de ese ser exterior cuyo retrato en el espe-jo es. (Astronomía Magna, 1537)

Hemos visto que en el «gran compuesto» se encuen-tra el Mundo entero, es decir, el cielo, las virtudes dela tierra y el hombre microcósmico, encerrados en unagota. El hombre se encuentra, pues, encerrado en la

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Farmacopea con todos sus miembros, articulaciones,naturaleza, propiedades y esencias, tanto buenas ysanas como malas y enfermas. Por eso, cuando absor-be algo de esa gran composición, se absorbe a sí mis-mo en el Limbo del que ha sido creado y entonces elcuerpo medio lo une, restituyéndole lo que le falta.(Opus Paramirum, Libro II, cap. 3)

El hombre no surgió de la nada, sino que está hechode una materia... La Escritura dice que Dios tomó ellimus terrae, la materia primigenia de la tierra, comouna masa, y formó de ella al hombre. Además, dicetambién que el hombre es ceniza y polvo, arena ytierra, lo que demuestra ya suficientemente que pro-cede de esa materia primigenia... Pero limus terrae estambién y a la vez el Gran Mundo, y así el hombreestá hecho de cielo y tierra. El limus terrae es un ex-tracto del firmamento, del Universo, y a un tiempo detodos los elementos (Astronomia Magna, 1537)

Porque hay que saber que el hombre posee dos cla-ses de vida: la vida «animal» y la «sideral»... Así tam-bién el hombre tiene un cuerpo «animal» y otro «si-deral»; y ambos forman una unidad y no están sepa-rados. Ello ocurre de este modo: el «cuerpo animal»,el cuerpo de carne y sangre, está siempre muerto porsí mismo. Sólo el «cuerpo sideral» hace que a esecuerpo llegue el movimiento de la vida. El «cuerposideral» es fuego y aire; pero también está unido alcuerpo animal del hombre. Así que el hombre mortalconsiste en agua, tierra, fuego y aire (Volumen Primumde la Philosophia Magna)

Los secretos del Gran y el Pequeño Mundo sólo sedistinguen en su forma de manifestación, pues sonUNA sola cosa y UN solo ser. Cielo y tierra fueroncreados de la nada, pero están compuestos de trescosas, de mercurio, azufre y sal... Igual que el GranMundo está así formado por las tres materiasprimigenias, así también el hombre -el Pequeño Mun-do- fue hecho de aquellas en las que consiste. El hom-bre no es pues otra cosa que mercurio, azufre y sal(Liber Paragranum)

Porque como por fuera, así por dentro; lo que no estáfuera, tampoco está dentro del hombre. Lo exterior ylo interior son UNA sola cosa, UNA constelación, UNAinfluencia, UNA concordancia, UNA duración... UNfruto. (Liber Paragranum)

Por más que nuestros ojos vean físicamente, estamosciegos en realidad ante la luz de la Naturaleza... Bajoesta luz de la Naturaleza expondré ahora, pues, loque hay en las cosas de invisible y que es tan admira-ble por cierto como lo visible. En verdad os digo quela luz de la Naturaleza hace visibles muchas cosasque espontáneamente no lo son... La percepción delMacrocosmos nos conducirá a la Filosofía del GranMundo (Opus Paramirum, Libro V, Prefacio)

¿Qué ha recibido el hombre de su padre y su madrede lo que pueda vanagloriarse? En su esencia y suspropiedades, no es sino lo que ellos fueron, nada másque un estómago hambriento y una burda y míserasinrazón, nada más que una imagen desnuda, expuestaa la Muerte. ¿Qué va hacer de sí el hombre, o quéhacer consigo mismo, cuando no es más que un cuer-po desnudo? Sólo posee en realidad lo que le fue dadoaparte de éste, nada más. Sólo lo que Dios depositóen él y lo que está contenido en ese don es lo quesabe y lo que es. (Un opúsculo De GenerationeHominis, 1520)

El mundo entero rodea al hombre como el círculorodea a un punto. De ello se desprende que todas lascosas están referidas a este punto, de forma no diver-sa a la del corazón de una manzana, que está rodea-do y mantenido por el fruto y obtiene de él su alimen-to... Así el hombre es también un corazón y el mundosu manzana; y como le sucede al corazón de la man-zana, así le sucede al hombre en el mundo que lerodea... Cada cosa tiene su propio origen; por unaparte en lo eterno, por otra en lo temporal. Y la sabi-duría -ya sea la del cielo o la de la tierra- sólo se pue-de alcanzar mediante la fuerza de atracción del cen-tro y del círculo. (Astronomia Magna)

Que piense el hombre quién es lo que tiene y ha deser de él. Porque la compositio humana es poderosa yforma una unidad desde la pluralidad... El hombrenecesita más que su entendimiento cotidiano parasaber lo que él mismo es; sólo quien aprende a cono-cerse a sí mismo y sabe de dónde viene y quién esprestará más profunda atención a lo eterno(Astronomia Magna)

La luz de la Naturaleza es un administrador de la Sa-grada Luz. ¿Qué daño hace a la lengua natural el quehable la lengua de fuego? ¿O qué pierde la lengua defuego frente a la natural? Es como un hombre y unamujer que dan a luz un hijo, y sin ambos no podríaocurrir; no es distinto lo que ocurre con el hombre alque se dan las dos luces para que vivan en él(Astronomia Magna)

La muerte se mantiene (adsidet) a nuestro lado, espe-rando pacientemente que nuestras guerras intestinasle ofrezcan la ocasión para ponerse ante nosotros yposeernos, ya que la muerte ignora verdaderamentela hora en la que debe introducirse en nuestro cuerpoy en la que debe matar. El miedo de que escape esepreciso momento, la hace mantenerse atenta, exactay cuidadosa del instante en que debe hacer su apari-ción, pero a pesar de todo jamás podrá la muerte des-obedecer los designios y las órdenes que desde el cielole dicta nuestro Señor. (Opus Paramirum)

Nada existe verdaderamente en el cielo ni en la tierraque no esté en el hombre (Opus Paramirum, Libro IV,cap. 17)

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Pues el alma (Gemüt) del hombre es algo tan grandeque nadie puede expresarlo. Y así como Dios mismo,y la materia prima y el cielo son los tres eternos einmutables, así también lo es el alma humana. Poresa razón, el hombre encuentra la felicidad a travésde y con su alma. Y si conociéramos adecuadamentenuestras almas, nada nos sería imposible sobre estatierra (Liber de imaginibus 12)

El asiento y sede del alma esá en el corazón, en elcentro del hombre; alimenta los espíritus que actúanen él, y que saben de lo bueno y de lo malo. Vive enel hombre en aquel punto en el que eá la vida, contrala que combate la muerte. (Astronomia Magna)

El cuerpo es la casa del alma, pero el alma es la cassade los buenos y los alos espíritus que habitan en elhombre. (Astronomia Magna)

Aquél que se investiga a sí mismo es el que llega máslejos; porque ir al fondo de las cosas y acumular ex-periencia son cosas que conducen a Dios (PhilosophiaMagna)

Quien nada sabe nada ama. Quien nada sabe nadaentiende... Pero quien entiende, quien ama, quiennota, quien vie... Cuanto más conocimiento haya enuna cosa, tanto mayor el amor... Todo estriba en elconocimiento. De él viene todo fruto... Cada cual creeen aquello que conoce

Un creyente debe ser un sabio y un hombre ingenio-so para saber qué es lo que cree. Cuando un inútil, unnecio cree, su Fe está muerta. (Astronomia Magna)

Quien busca encuentra; quien busca en su cielo inte-rior (Wer da sucht, der findet; wer da sucht in deminneren Himmel- Philosophia Sagax, Libro II, prefacio)

Astro (Astrum, Gestirn) eImaginación (Imaginatio,Einbildungskraft)

Sabe que en el astro hay muchas esencias, esto es, noun astro, sino muchos. También sabe que existe unaestrella que es superior a todo el resto. Esta es la estre-lla Apocalíptica. La segunda estrella es aquella delascendente. La tercera es la de los elementos, y deestas hay cuatro; así se establecen seis estrellas. Ade-más de éstas hay aún otra estrella, la imaginación,que gesta una nueva estrella y un nuevo cielo (Astro-nomía Magna)

La medicina usa la imaginación fijada fuertemente enla naturaleza de las hierbas y en la curación. Aquíhay necesidad de fe de que tal imaginación pueda

actuar en el médico. Si esto está presente, la imagina-ción concibe y produce el espíritu. El médico es espí-ritu, no cuerpo. De aquí se infiere que el mismo he-cho vale en todas las artes. Además, hay médicos quesin imaginación, sin fe, que se llaman fantásticos. Lafantasía no es imaginación, sino la frontera de la lo-cura. Estos trabajan por cualquier resultado, pero noestudian en esa escuela en la que deberían. Aquélque nace en la imaginación descubre las fuerzas la-tentes de la Naturaleza, que el cuerpo con su merafantasía no puede hallar; pues la imaginación y la fan-tasía difieren la una de la otra. La imaginación existeen el espíritu perfecto, mientras que la fantasía existeen el cuerpo sin el espíritu perfecto. Aquél que imagi-na compele a las hierbas a manifestar su naturalezaoculta. Del mismo modo la imaginación en las artesinciertas compele a las estrellas a hacer según aquélque imagina, cree y opera. Pero puesto que el Hom-bre no imagina o cree perfectamente en todo momen-to, las artes y las ciencias son inciertas, aunque dehecho en sí mismas sean ciertas y, obtenidas median-te la imaginación, puedan dar resultados verdaderos.(Astronomía Magna)

La estructura del mundo está hecha de dos partes; deuna parte aprehensible y sensible y de otra invisible einsensible. La parte aprehensible es el cuerpo, la invi-sible el «astro». La aprehensible a su vez está com-puesta de tres partes: azufre, mercurio y sal; la invisi-ble consiste también en tres: ánimo, sabiduría y arte.Ambas partes juntas constituyen la vida (AstronomiaMagna)

El «astro interior» del hombre es igual al «astro exte-rior» en su condición, índole y naturaleza, en su de-sarrollo y estado, y distinto únicamente en su forma ymateria. Porque por naturaleza son un solo ser en eléter y también en el Microcosmos, en el hombre...Como el sol brilla a través de un cristal -por así decir-lo sin cuerpo y sin sustancia- así también penetran lasestrellas en el cuerpo... En el hombre están el Sol, laLuna y todos los planetas, igual que las estrellas y elentero caos... El cuerpo atrae al cielo... y esto ocurreconforme al gran orden divino. El hombre consta decuatro elementos que no sólo corresponden -comoalgunos afirman- a los cuatro temperamentos, sinotambién a su naturaleza, su esencia y sus propieda-des. En él está el «joven cielo», es decir todos los pla-netas están hechos a imagen del hombre y son hijosdel Gran Cielo, que es su padre. ¡Pero el hombre hasido creado de cielo y tierra, y es por tanto igual aellos! (Liber Paragranum)

Ha de conocerse acabadamente a Marte en el cielo,que se ve allí como una brasa ardiente. Pero ademásde éste existen muchos otros Marte y, además, otroscuatro en los cuatro elementes, y finalmente, uno enla imaginación. (Astrología Magna)

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Cuatro cosas forman parte de la concepción y el par-to; el cuerpo, la imaginación, la forma y el efecto. El«cuerpo» sigue el mandato hereditario por el que hade convertirse en cuerpo y en ninguna otra cosa. Por-que es una ley de la Naturaleza que la encina tengaque nacer de una bellota, y así ocurre también con elcuerpo del hombre. De la «imaginación» y aquello alo que se dirige su sentido recibe el hijo su razón. Eigual que el cielo inculca al hijo su movimiento, subuena y mala manera, ora con más fuerza, ora conmás finura, así también la imaginación del hombresigue -como las estrellas- un curso marcado, y haceque la razón del niño se vuelva hacia lo más alto ohacia lo más bajo. La tercera cosa, la «forma», fuerzaal niño a tener el aspecto de aquel de quien procede.Y por último, es el «efecto» el que condiciona la sa-lud y enfermedad del cuerpo. Porque del mismo modoque un constructor fuerte hace un trabajo bueno ysólido y uno débil lo hace débil, así ocurre tambiénen la concepción. (Escritos de Nuremberg de 1529)

Si el Astro nos ha enfermado, el Astro podrá curarnos,lo mismo que la sangre, pues en su propia naturalezareside el verdadero socorro (auxilium) y no en las co-sas extrañas (Opus Paramirum, Libro IV, cap. 19)

La imaginación de una mujer encinta es tan fuerte quees capaz de influir en la semilla y dirigir el fruto de suvientre en una u otra dirección. Sus «estrellas interio-res» actúan fuerte y poderosamente sobre el fruto, deforma que su esencia queda fuerte y profundamentemarcada y es configurada por ellas. Porque en el senomaterno el hijo está expuesto a la influencia materna,y está por así decirlo confiado a la mano y a la volun-tad de su madre, como el barro a la mano del alfare-ro. Este crea y modela de él lo que quiere y lo que leapetece. (Escritos de los años 1537/41)

Así que el niño no precisa ni de astro ni de planeta; sumadre es su estrella y su planeta (De la concepcióndel hombre, 1520)

Hemos de discutir el medio entre las estrellas princi-pales y el cuerpo. Hay un astro que gobierna todas lascosas; en el hombre la inteligencia animal, en las bes-tias la sensación, en los elementos sus operaciones.El astro es la cosa suprema creada a partir de destruc-ción o disolución; y es aquello en el Olimpo que tie-ne todas estas cosas bajo sí. Su oficio es operar en elhombre, operar en los elementos, operar en los ani-males, girar y cambiar sus sentidos y su mente. Ahorabien, es imposible hacer esto sin un medio. El mismomedio es y debe ser un astro situado en aquellas co-sas donde opera el supremo. Por este medio se pro-duce un efecto en la sustancia y sobre el cuerpo. Ilus-tremos este asunto con un ejemplo. Si Marte ha deactuar en un hombre, esto no puede hacerse sin unmedio, que servirá como astro material. Por medio deeste actúa Marta. Así, la estrella superior debe actuar

en un loro, es necesario que haya en el loro un astrocomo un medio por el cual actúa el astro superior.Por tanto es claro que hay un astro en el hombre, enlas aves y en todos los animales; y lo que estos hagan,lo hacen por el impulso de la influencia superior quese recibe de la constelación y regula la desigual con-cordancia. (Astrología Magna)

Hay un astro semejante en los elementos como en latierra, y uno que es eficaz. El astro recibe una impre-sión de la estrella superior, y luego por sí mismo actúasobre la tierra, de modo que se extrae de la tierra loque existe o yace oculto en ella. Lo mismo ocurre conel elemento de agua y el resto. Así, una persona esprimero de todo un astrólogo a partir del astro supe-rior, y otro a partir del astro de los hombres. Hay unastrólogo del astro de los elementos, y hay un astrólo-go del astro de los animales. Así, hay cuatro astrólo-gos de los elementos, dos de los astros de los hom-bres y de los animales respectivamente, lo que hacenseis; y luego uno del astro superior, que es el séptimo.Además de esto, hay aún otra astrología nacida de laimaginación en el hombre, superior a las demás, sien-do la octava en este orden. Esto, como lo demás, hasido descuidado y dejado de lado por los astrólogos;pero quienquiera ser considerado un astrólogo debetener un conocimiento perfecto de los ocho. (Astrolo-gía Magna)

El astro se divide en ocho partes; uno es efectivo, seisestán sometidos a él; el octavo es en sí mismo efecti-vo y como el primero, no, en algunos sentidos es su-perior y más excelente que el primero, como se verámás claramente cuando hablemos del nuevo cielo yel firmamento (Astrología Magna)

Lo que viene de la carne es todo animal y se rige porla naturaleza animal; el cielo tiene poca influencia eneso. Sólo lo que viene del «astro» es lo humano ennosotros; está abandonado a su acción. Pero lo queprocede del espíritu, lo divino en el hombre, fue mo-delado en nosotros a imagen de Dios, y sobre esto notienen influencia ni la tierra ni el cielo (AstronomiaMagna)

La luz de la Naturaleza en el hombre viene del astro,y la carne y sangre del hombre forman parte de loselementos materiales. Así que hay dos influencias enel hombre; la una de la luz del firmamento; de ellaforman parte sabiduría, arte, razón. Todas son hijasde este padre... La segunda influencia proviene de lamateria... Y lo que procede de la carne y la sangre nodebe ser atribuido al «astro». Porque el cielo no da niconcupiscencia ni codicia... Del cielo solo vienensabiduría, arte y razón. (Astronomia Magna)

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En el «astro» están ocultas todas las capacidades, to-das las artes, todos los oficios y también toda sabidu-ría, toda razón y también la locura y lo que a ellapertenece; porque no hay nada en el hombre que noafluya a él desde la luz de la Naturaleza; pero lo queestá en la luz de la Naturaleza está sometido a la ac-ción del astro. El astro es para nosotros la escuela dela que hay que aprenderlo todo. (Volumen Primumde la Philosophia Magna)

El astro está sometido al sabio, ha de regirse por él yno él por el astro. El astro sólo rige, gobierna, coac-ciona y fuerza a un hombre que aún es animal, queno puede hacer más que seguirle -como el ladrón nopuede rehuir a los galgos, el asesino a la rueda deltormento, el pescador a los peces, el pajarero a lospájaros o el cazador a la caza-. Pero ello se debe aque un hombre así no se conoce a sí mismo y no sabeutilizar las energías que yacen ocultas en él, y no sabeque también lleva el astro en sí, que es el Microcosmosy guarda en sí todo el firmamento con todas sus po-tencias. Por eso con razón puede ser llamado necio ytonto y ha de estar sometido en dura esclavitud a todolo terreno y mortal. (Astronomia Magna)

Cuando nace un niño, nace al mismo tiempo con élsu firmamento y sus siete miembros, que al igual quelos planetas... se bastan a sí propio. Teniendo en cuentaque cuando hablamos de firmamento nos referimosal firmamento «lleno», es decir, ocupado, precisamen-te como el firmamento del niño.

El firmamento de cada niño, ya al nacer, tiene marca-da su predestinación, que es el tiempo que la EntidadNatural debe seguir la ordenación de los planetas (Li-bro de las Entidades)

Considerad aquí conmigo las exaltaciones, conjun-ciones y oposiciones de cada caso, en relación a susfirmamentos respectivos, y tened en cuenta que di-chas relaciones son de naturaleza espiritual y no ma-terial, pues así como los astros realizan su curso, lasubstancia permanece inanimada, ya que la rapidezdel curso, o sean las mutaciones del firmamento cor-poral, no pueden concebirse en la naturaleza de lasubstancia. (Libro de las Entidades)

El espíritu es lo que engendramos en nuestras sensa-ciones y meditaciones y carece de materia dentro delcuerpo vivo, siendo diferente también del alma, quees lo que nace de nosotros en el momento de morir(Libro de las Entidades)

Es espíritu lo que suscita las enfermedades sin ningúnimpedimento en grado y forma semejante a como lohacen las demás Entidades. Recordad acerca de estoque existen dos clases de terrenos capaces de alber-gar las enfermedades y de conservar en ellas profun-das y duraderas huellas. Uno de estos terrenos es la

materia, es decir, el cuerpo. El otro, inmaterial, es elespíritu del cuerpo, de naturaleza invisible e impal-pable.

El espíritu puede sufrir, tolerar y soportar por sí mismolas mismas enfermedades que el cuerpo, razón por lacual ha sido designado como Entidad Espiritual (EnsSpirituale). Las tres Entidades que hemos estudiadohasta aquí -Astral, Natural y de los Venenos- pertene-cen fundamentalmente al cuerpo. Correspondiendoal Espíritu las dos restantes; la del Espíritu, que ahoranos ocupa, y la de Dios... A pesar de esta aparentedivisión debéis pensar que allí donde sufre el espíritu,el cuerpo sufre también y que el cuerpo puede mos-trar las perturbaciones del espíritu. Esto se explica porla existencia en el Universo de dos clases de enferme-dades: las materiales, que se caracterizan porque po-seen o modifican el color (tinguntur) y que se nutrende las tres primeras Entidades, y las espirituales, ema-nadas de la Entidad Espiritual y de la Entidad Divina,no impregnadas de color material (Libro de las Enti-dades)

La finalidad del espíritu es conservar el cuerpo ni másni menos como el aire que protege a las criaturas con-tra la sofocación. El espíritu de cada cuerpo es ade-más substancial, visible, tangible y sensible para losdemás espíritus, todos los cuales en su mutua aproxi-mación pueden emparentarse lo mismo que lo hacenlos cuerpos. Nuestro propio espíritu, por ejemplo,puede entablar conocimiento con el espíritu de otrohombre cualquiera y ambos tratarse y conocerse en-tre sí exactamente como podemos hacerlo corporal-mente él y yo. Los espíritus utilizan entre ellos un idio-ma propio con el que se hablan libremente, sin quelos unan o relacionen en cambio nuestros discursoshumanos. De todo esto puede resultar, como com-prenderéis, que os espíritus mantengan entre ellos afi-nidades, enemistades u odios y que el uno alcance aherir al otro, igual que los hombres entre sí. De estamanera decimos que puede haber lesiones del espíri-tu, por cuanto el espíritu mora en el cuerpo y se tra-duce en él; y el cuerpo, consiguiente, sufrir y enfer-mar, no materialmente, puesto que no se trata de unaEntidad Material, sino por el espíritu (Libro de las En-tidades)

Cuando dos seres se buscan y se unen en un amorardiente y aparentemente insólito, hay que pensar quesu afecto no nace ni reside en el cuerpo, sino queproviene de los espíritus de ambos cuerpos, unidospor mutuos lazos y superiores afinidades o bien portremendos odios recíprocos, en los que pueden per-durar extrañamente. Son estos los que llamamos espí-ritus gemelos. Para aclarar aún más este discurso deboexpresaros que los espíritus no están engendrados porla razón, sino por la voluntad. Todo lo que vive deacuerdo a su voluntad, vive en el espíritu así comotodo lo que vive de acuerdo a la razón lo hace contrael espíritu.

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De la razón nace el alma y no el espíritu, el cual esobra exclusiva de la voluntad, esto es, del «querer».(Libro de las Entidades)

Sólo los que poseen una voluntad perfecta y actúande acuerdo a ella, son capaces de engendrar un espí-ritu substancial y constructivo, que nunca es un envíoo una gracia del cielo, sino un producto que el hom-bre logra de sí mismo (fabricat). Del mismo modo queel pedernal produce el fuego, es engendrado el espí-ritu por la voluntad, pudiéndose afirmar que el espíri-tu será del mismo grado que haya alcanzado la vo-luntad. Tened así por cierto que los que vivan en lavoluntad poseerán un espíritu; el cual podrá registrartodas las enfermedades que aflijan al cuerpo en quetal espíritu mora. (Libro de las Entidades)

Como consecuencia de nuestros pensamientos y me-ditaciones constreñimos a nuestra voluntad con unafuerza tal que llegamos a consentir, desear y buscarinfligirle una pena o un trastorno cualquiera al cuer-po de otro individuo. En tal caso esa voluntad fija,firme e intensa es la «madre» que engendra el espíri-tu. Retened pues la doctrina de que, así como la cosapensada (sententia) produce la palabra y se hace «ma-dre» del discurso, del mismo modo donde no haypensamiento, ni la palabra ni el discurso pueden pro-ducirse. Lo cual es aplicable exactamente a los espíri-tus. Por eso el espíritu estará en nosotros según quenuestra voluntad sea plena y perfecta. (Libro de lasEntidades)

Hay una verdad que debéis entender y observar siem-pre, que es la enorme fuerza e importancia que tieneen Medicina la acción de la voluntad... No olvidéispues la fuerza de la voluntad, capaz de engendrar se-mejantes malignos espíritus, con los que el espíritu dela razón (mens) nada tiene en común. (Libro de lasEntidades)

El carpintero es la semilla de su casa. Según sea, talserá su casa. Es su imaginación la que hace la casa, ysu mano la perfecciona. La casa es como la imagina-ción. Ahora, si tal es la propiedad de la imaginaciónque construye una casa, la Naturaleza también seráuna imaginación haciendo un hijo, y haciéndole deacuerdo a su imaginación. Así, la forma y la esenciason una cosa. (Astrología Magna)

El firmamento y el nuevo cielo se constituyen por laimaginación; y debiera saberse que esta imaginaciónes efectiva, y produce muchas cosas, siendo maravi-llosa en sus operaciones. Con frecuencia ocurre quela imaginación de los progenitores, padre y madre,confiere al retoño nacido en esa creación un cielodiferente, otra figura, otro ascendente además del queda la astrología. Así ocurre con frecuencia se gesta unretoño contrario al astro, y dispuesto de otra modoque la figura que dictan los cielos. Por la fuerza de

esta imaginación han nacido muchos hombres cul-tos. (Astrología Magna)

La imaginación se ocupa, no de la carne y la sangre,sino del espíritu del astro que existe en cada hombre.Este espíritu sabe muchas cosas; futuras, presente ypasadas, todas las artes y ciencias. Pero la carne y lasangre son rudas e imperfectas, de modo que no pue-den por sí mismas efectuar lo que el espíritu desea.Pero si la carne y la sangre se someten a los sentidos,y son purificadas por ellos, entonces el espíritu actúaen consecuencia, si tan sólo el cuerpo se aviniera.Estos sentidos son supremos en las artes inciertas. Poresta razón son llamadas artes inciertas; pues ¿quiénpuede saber qué imaginación hay en ellas? ¿Qué ima-gina y efectúa el espíritu que es dado a ellas? Sin em-bargo, el arte mismo es cierto. Pero el artista que lousa puede ser inadecuado para la creación de nuevoscielos y la generación de un firmamento (AstrologíaMagna)

La imaginación atrae el astro a sí misma y lo gobier-na, de modo que a partir de la imaginación la opera-ción misma puede hallarse en el astro. Así como unhombre con su imaginación cultiva la tierra de acuer-do a su juicio, así mediante su imaginación construyeun cielo en su astro... En adición a esto, la imagina-ción se fortalece y perfecciona por la fe, de modo quedeviene realidad. Toda duda destruye la obra y la vuel-ve imperfecta en el espíritu de la Naturaleza. La fe,por tanto, debiera fortalecer la imaginación. La fe obli-ga a la voluntad. (Astrología Magna)

Es, entonces, la imaginación por la cual una piensaen proporción, en tanto fija su mente en Dios, o en laNaturaleza, o en el Diablo. Esta imaginación requierefe. Así se concluye y perfecciona la obra. Aquello queconcibe la imaginación es puesto en obra. (AstrologíaMagna)

El hombre tiene un cuerpo astral o sideral, que estáasociado con el astro exterior, y los dos «fabulan»(fabulieren) el uno con el otro, de modo que el cuer-po sideral se despreocupa de los elementos. Como enel sueño, el cuerpo elemental se calma, así está elcuerpo sideral en su operación: así entonces vienenlos sueños, como maneja el astro, así se encuentran(Erklärun der Gantzen Astronomey, vol. X: so derMensch ein Synderischn Leib in ihm hatt, dervereignigt ist mir dem ausserlichen Gestirn, un diezwey Fabulieren mit einander, so der Syderich Leibunbekümmert ist von elementischen. Als im Shcalaffso der Elementische Leib ruhet, so ist der SyderischeLeib in seiner Operation: als dann kommen die Traum,wie das Gestirn operieret, also begegnets)

Así como el hombre construye la tierra según su vo-luntad mediante su cuerpo, también así mediante suimaginación construye el cielo en su astro... la

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Imaginatio confirma, coronada mediante las creen-cias, de lo cual se sigue que la Imaginatio origina unSpiritum... La Fantasía no es Imaginatio, sino la pie-dra angular de los locos (Ein ander Erklarung desGesammten Astronomey: «wie durch sein Leib einMensch die Erden bawet nach seinem willen, alsoauch durch sein Imagination bawer es auch denHimmel in seinem Gestirn... die Imaginatio confirmiert,wird unnd vollendt durcht den Glauben... aus demfolgt das Imaginatio ein Spiritum gebiert und machtunnd gibbt... Die Fantasey is nicht Imaginatio, sondernein eckstein der Narren» )

El hombre visible tiene su laboratorio (el cuerpo físi-co), y allí trabaja el hombre invisible. El Sol tienesus rayos, los cuales no es posible coger con las ma-nos, y que sin embargo son bastantes fuertes (si sereúnen por medio de una lente) para incendiar edifi-cios. (De virtute imaginativa)

La imaginación es como un sol, obra dentro de sumundo do quiera que luzca. El hombre es lo quepiensa. Si piensa fuego está ardiendo, si piensa gue-rra está guerreando. (De virtute imaginativa).

La Fe confiere al hombre el poder de hacerse invisblecomo un espíritu, creando en él todo cuanto el cuer-po imagina y que por sus solas fuerzas es incapaz derealizar. A menos que la Providencia Divina dispongaotra cosa, nos es posible reunir pues las virtudes delespíritu y la fuerza del cuerpo (Opus Paramirum; Li-bro V)

La Fe es triple: hay una fe en Dios... también hay otrafe, fe en el Diablo,... también hay aún una Fe que esfe en la Naturaleza, es decir en la Luz de la Naturale-za «Num seindt der Galuben drey; Es ist Glauben inGott... noch sein ander Glauben, glauben in derTeufel... auch ist nocht ein Glauben, das ist, glaubenan die Natur, das ist in das Liecht der Natur» (Eineander Erklärung der ganzen Astronomey)

La imaginación toma precedencia sobre todo. Lo queesto descubre y da, el otro, que actúa fantásticamen-te, emplea. (Astronomía Magna)

El hombre no es cuerpo, sino que el corazón es elhombre; y el corazón es un astro completo a partirdel cual está construido. Si, por tanto, un hombre esperfecto en su corazón, nada en toda la luz de la Na-turaleza está oculto para él... El espíritu recién nacidoy auto generado despliega su conocimiento e inteli-gencia en una figura y por medio de una figura a me-dida que el hombre imagina, y permanece firme den-tro sin ninguna disolución. De este modo nace el es-píritu de aquellas ciencias que finalmente opera yperfecciona lo que busca. El primer paso, además, enestas ciencias, es general el espíritu a partir del astromediante la imaginación, para que pueda estar pre-

sente en su perfección. Segun eso la perfección estápresente incluso en las artes inciertas. Pero cuandono está ese espíritu, no estarán presente ni el juicio nila ciencia perfecta. De aquí que ahora se encuentrencosas maravillosas en las cosas ocultas y futuras, delas que se ríen y desprecian los inexpertos, que no sedan cuenta nunca en sí mismos cuál es el poder de laNaturaleza en su espíritu, ese espíritu, quiero decir,que nace de la manera descripta, y es dado y asigna-do por Dios para este especial propósito. (AstronomíaMagna)

Actualmente, no existen tanta imaginación y fe; sinoque la mayoría de los hombres fijan sus mentes enaquellas cosas que proveen a los placeres de la carney la sangre. A éstas siguen; a éstas prestan su aten-ción. Estas artes inciertas, por tanto, también por estoson inciertas, porque el hombre en su interior está tanlleno de dudas. Aquél que duda no puede realizarnada firme; aquél que vacila no puede llevar nada asu completamiento; aquél que mima el cuerpo nopuede lograr nada sólido en el espíritu. Se debiera serperfecto en aquello que se emprende. Así el espírituestaría entero, y conquistaría el cuerpo, que no valela pena. El espíritu es fructífero. Esto es lo que el hom-bre debiera tener perfecto en su interior, y dejar delado la carne y la sangre (Astronomía Magna)

La imaginación tiene huella (efecto-impression) y lahuella (efecto) hace imaginación. Por tanto de la hue-lla (efecto) desciende la imaginación. De aquí se si-gue que tal como sea la huella (el efecto), la influen-cia, la constelación, el astro - tal es la imaginación.También de aquí se sigue que la imaginación produ-ce un nuevo cielo sobre la huella (efecto-impression),y que tal como sea la imaginación, tal es la figura delcielo. (Astronomia Magna)

Es necesario que sepas lo que puede lograrse medianteuna fuerte imaginación. Es el principio de toda ac-ción mágica (De Peste, Lib. 1)

La imaginación del hombre es una virtud expulsiva(De Peste, s.v. Additamenta De Pyromantica Peste)

La imaginación que mora en el cerebro es la luna delmicrocosmo (De Pestilitate, Tract. II, c.2, De Pyroman-tica Peste)

Todos nuestros sufrimientos, todos nuestros vicios noson nada más que imaginación... Y esta imaginaciónes tal que penetra y asciende en el cielo superior, ypasa de astro en astro. Vence y modera a este mismocielo... Lo que en nosotros haya de inmoderado e in-humano, es una naturaleza imaginativa, que puedeimprimirse en el cielo y, hecho esto, el cielo tiene elpoder de devolver por otra parte esa impresión (DePeste, Additamente in Lib. 1., Prol.)

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De modo que una fuerte imaginación es la fuente tan-to de la buena como de la mala suerte (De Peste, Lib.II., c.2).

También es necesario saber cómo opera la Fe en laNaturaleza. La Fe da imaginationem , la imaginatioda un Sydus (astro), el Sydus da Effectum. Luego la Feen Dios da imaginationem en Dios («Nun ist aauchsochs zu wissen, wie der Glauben in die Natur handelun wirket, un das also. Der Glauben gibtimaginationem, die imaginatio gibt ein Sydus; dasSydus gibt Effectum. Also Glauben in Gott gibtimaginationem in Gott» Erklärung der gantzerAstronomey).

Reconoceremos pues tres anatomías: la local, que in-dica la efigie del hombre, su proporción y naturalezay todo cuanto con ello se relacione; la material, quese ocupa del Azufre vivo, del Mercurio volátil y de laSal amarga, en cada miembro; y la que muestra lanueva anatomía que da la muerte, así como la natura-leza y efigie por las que sobreviene. Esta anatomía dela muerte llega y se presenta bajo formas tan variadascomo pueden serlo las especies que provienen de loselementos. Habrá pues tantas clases de muertes comode corrupciones, y os digo que cada vez que una co-rrupción engendra algo diferente, allí mismo hay yauna anatomía, que irá sucesivamente cambiando hastaque la totalidad del ser se haya consumido en la co-rrupción.

Antes que todo esto, sin embargo, ya la ciencia de laanatomía de la Medicina obedecía a la misma ley,pues ya el cielo, la tierra, el aire y el agua se compor-taban de la misma manera. La perfección actual estáprecisamente en haber podido hacer aparecer el fir-mamento de los astros en la vida nueva y que allíSaturno reproduzca a Saturno y Marte a Marte.

Pues de la misma manera que el árbol y la hierba sa-len de la semilla en la nueva vida es necesario quepongamos al descubierto todo aquello que normal-mente permanece oculto, reduciéndolo hasta el ex-tremo de hacerlo perceptible para nuestros propiosojos. Ya que si decimos que la luz de la Naturaleza esuna verdadera luz, afirmamos implícitamente que hade ser visible y no obscura o tenebrosa. Dicha luz hade ser tal que nos perita ver todo directamente pormás que nuestra contemplación sea y deba ser distin-ta que la que miran los ojos de los profanos. Nuestrosojos, en efecto, deben estar iluminados por la luz dela Naturaleza, en cuya virtud se funda el conocimien-to de la anatomía, por todo lo cual resulta justo y equi-tativo que las enfermedades se donominen según laluz y no según las tinieblas. (La razón por la cual nin-guna nueva vida puede perdurar está justamente ensu fragilidad, lo cual es a la vez el motivo y funda-mento de la muerte.

Todo el fundamento de esto está por consiguiente enque el hombre considere que sólo cuando se expon-ga y separe el cuerpo medio, han de manifestarse lascosas primeras. Sólo aquel que las reconozca para lavida nueva (ex nova vita) conocerá verdaderamenteel objeto de esta vida.

Sobre esto existen dos partes (subjecta): una constituídapor el enfermo, a solas, con su vida media vegetativay cuya nueva vida, o sea la salud, se le ha escapadotransitoriamente; y otra, en la que está la Medicina,que trata de proteger la vida media a través de la nue-va vida. Por eso los Arcanos están en la vida nueva yno en la primera ni en la media. (Opus Paramirum,Libro I, cap. 6)

Por el poder del pensamiento, la imaginación se con-vierte en un sol (De virtute imaginativa).

Sal, azufre y mercurio.Alquimia. Ojos de fuego.

Los secretos del Gran y el Pequeño Mundo sólo sedistinguen en su forma de manifestación, pues sonUNA sola cosa y UN solo ser. Cielo y tierra fueroncreados de la nada, pero están compuestos de trescosas, de mercurio, azufre y sal... Igual que el GranMundo está así formado por las tres materiasprimigenias, así también el hombre -el Pequeño Mun-do- fue hecho de aquellas en las que consiste. El hom-bre no es pues otra cosa que mercurio, azufre y sal(Liber Paragranum)

La tierra es negra, marrón y sucia, nada hay en ellahermoso ni agradable; pero en ella se ocultan los co-lores todos; verde, azul, blanco, rojo. No hay ningu-no que no tenga. Cuando llegan la primavera y el ve-rano, afloran todos los colores que -si no lo atestigua-ra la tierra misma- nadie hubiera supuesto en ella. Igualque de tal tierra negra y sucia surgen los colores másnobles y finos, así algunas criaturas han salido de la«materia originaria», que en su falta de separaciónsólo era suciedad al principio. ¡Mirad el elementoagua, cuando está sin separar! Y después, ved cómode ella surgen todos los metales, todas las rocas, losbrillantes rubís, los relucientes granates, los cristales,el oro y la plata; ¿pero quién los hubiera advertido enel agua... excepto Aquel que los engendró en ella?Así que Dios sacó de las materias básicas lo que ha-bía metido en ellas, y puso todo lo creado en su des-tino y en su sitio (Philosophia Tractatus Quinque)

El formador y el modelador del árbol está en el mis-mo, es decir, en su semilla. Otro tanto ocurre con lashierbas; tampoco la semilla representa más que el prin-

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cipio de la forma, para cuyo conocimiento se requie-ren además la lluvia, el licor de la tierra y otras cosasmás, cada una de las cuales está representada en lasramas, los tallos, las hojas y las flores.

De esta manera todas las formas están ya contenidasen el exterior de todas las cosas capaces de crecer.Por eso cuando esas formas nos abandonan queda-mos incapacitados para crecer, acabando por moriren un estado precario y bajo una forma elemental (de-serta). Al contrario, cuando estamos en pleno creci-miento, necesitamos hacer acopio de esas formas oalimentos a fin de que en ningún momento lleguen afaltarnos, ya que sólo su esencia, semejante al fuego,puede incrementar nuestra forma e imagen, sin la cualpereceríamos de consunción.

Esa es la razón por la cual debemos conocernos anosotros mismos, si no queremos morir por falta deforma (Opus Paramirum, 151).

¿Quién entre los profanos será capaz de ver aceite enla madera o agua en la piedra? Nadie sin duda. Na-die, excepto el médico, el cual buscará a la inversa,la madera en el aceite y la piedra en el agua. Lo queconstituye la adopción de la más sutil filosofía(Philosophia Sagax). (Opus Paramirum, Libro III)

Los ojos no deben sólo ver, sino también sentir y lascosas deben instituirse según la naturaleza de la ana-tomía, es decir, deducidas del fundamento verdaderoy natural, resueltas (consequi) las unas de las otrassegún sus propias bases, y no guiadas solamente pornuestra opinión o juicio. De este modo alcanzaremosa ver y percibir lo invisible como lo visible (OpusParamirum, Libro IV)

La rosa, que es magnífica en su primera vida, cuandola anima la esplendidez de su perfume (gustus), notiene utilidad médica alguna, siendo preciso que sepudra, muera y renazca después nuevamente, paraque adquiera tal virtud. Sólo entonces podréis hablarde sus propiedades medicinales y administrarla envuestras recetas.

Pues así como todo lo que pasa por el ventrículo (es-tómago) experimenta la putrefacción, con cuyos pro-ductos se construye el ser humano, así nada de lo queha de formar la Medicina puede quedar imputrefacto.

La razón por la cual no existen remedios para la pri-mera vida está en que no hay en ella nada que escru-tar, dado que toda su complexión y todo su ser estádestinado a perecer sin dejar ningún rastro. Así pues,nada de lo que no perdure y de lo que no resuelva enuna nueva natividad está sometido a la Medicina. Delo que resulta que todo el trabajo del médico no esta-rá encaminado sino a conseguir una nueva natividad.Ahí están y de ahí provienen el verdadero Azufre, el

Mercurio y la Sal auténticas, en los que se contienen(extent) todos los Arcanos, obras, curaciones y funda-mentos.

Sólo cuando la segunda vida ha sido introducida yque la primera se ha retirado del cuerpo, estamos encondiciones de usar y aprovechar la primera materiay de encontrar allí mismo la última. De esta vida me-dia ha de salir pues la nueva vida, libre ya de todaotra enfermedad o muerte que no sea el gran fin en elque todas las cosas han de perecer. (Opus Paramirum,Libro I, cap. 6)

La razón por la cual ninguna nueva vida puede per-durar está justamente en su fragilidad, lo cual es a lavez el motivo y fundamento de la muerte.

Todo el fundamento de esto está por consiguiente enque el hombre considere que sólo cuando se expon-ga y separe el cuerpo medio, han de manifestarse lascosas primeras. Sólo aquel que las reconozca para lavida nueva (ex nova vita) conocerá verdaderamenteel objeto de esta vida.

Sobre esto existen dos partes (subjecta): una constituídapor el enfermo, a solas, con su vida media vegetativay cuya nueva vida, o sea la salud, se le ha escapadotransitoriamente; y otra, en la que está la Medicina,que trata de proteger la vida media a través de la nue-va vida. Por eso los Arcanos están en la vida nueva yno en la primera ni en la media. (Opus Paramirum,Libro I, cap. 6)

No debéis sorprenderos de que cuando los ojos noestán educados no puedan ver muchas de estas co-sas, ya que el cuerpo medio (medium corpus) obscu-rece los ojos, poseyendo en cambio la ciencia sobrela que debe apoyarse todo médico. Esa ciencia revelamás cosas al médico que al profano... La ciencia esverdaderamente el origen de la fuerza del médico, yaque sólo a través de él pueden revelarse públicamen-te los milagros de Dios... Así, ninguna cosa que estéescondida podrá dejar de ser revelada por el médico,cuya luz podrá ser proyectada sobre la tierra, el agua,el firmamento, el fuego y sobre todas las cosas, en fin,que quieran contemplar las maravillas del Dios quelas ha creado y en cuya mente viven antes de todo.

El que aún haya cosas sin explicación se debe sola-mente a que el trabajo intelectual necesario no ha sidoaún proyectado con la profundidad debida.

Puede decirse que la ceguera de los ojos, el glauco-ma, la catarata y la mancha blanca, invaden tambiénlas otras profesiones... Estas cegueras se parecen to-das entre sí e importa mucho que sean corregidas.Pues así como la ceguera de médico es la muerte delenfermo, así la otra ceguera es la muerte del alma(Opus Paramirum Libro I, cap. VI)

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Las enfermedades extrañas requerirán así que el mé-dico las estudio con métodos extraños, aplicándoleslas concordancias que correspondan, preparando yseparando las cosas visibles y reproduciendo sus cuer-pos a su última materia con ayuda del arte espagíricoo de la Alquimia... El médico, en efecto, sólo debeserlo de las enfermedades que conozca, pero no delas que ignore. Por eso no debe preocuparse como nonos preocupamos nosotros, de ser influidos por losárabes, bárbaros o caldeos. Y no creer en nada de losotros que no haya sufrido la prueba del fuego, pueseso no es verdadera Medicina, ya que como hemosdicho repetidamente, el fuego crea al médico. Apren-ded pues la Alquimia, también llamada Espagiria, yella os enseñará a discernir lo falso de lo verdadero.Con ella poseeréis la luz de la Naturaleza y con ellapor tanto podréis probar todas las cosas claramente,discurriéndolas de acuerdo a la lógica y no por la fan-tasía. (Opus Paramirum, Libro I, cap. 3)

Así pues es preciso que abramos bien los ojos en estearte a fin de que distingamos las cosas no sólomédicamente sino con la verdadera mirada del fuegoy no con la sencilla contemplación de los rústicos ylos profanos. Este ha de ser el fundamento desde elque acometeremos el estudio del tratamiento médi-co, a la vez que el motivo que nos haga separarnosdefinitivamente de las complexiones y de los cuatrohumores... La verdad es que toda enfermedad tieneque ser caliente o fría. ¿Cuál podría carecer de estos«colores»? Diremos que ninguna; y sin embargo ésosno son más que signos y no enfermedades propia-mente dichas. De modo que aquel que tome los sig-nos por la materia se engañará fatalmente (OpusParamirum, Libro I, cap. IV)

No puede existir ninguna verdad fundamental en lasenfermedades o en el hombre que no haya recibidosu luz de la Naturaleza, según puede probarse siem-pre por numerosos testimonios. Esa es en efecto lagran luz del Mundo. Y os digo que así como el oropuede contrastarse hasta siete veces por el fuego, asíel médico debe probarse siete y más veces aún por elfuego, ya que el fuego probará a su vez las tres subs-tancias, mostrándolas al desnudo, puras, limpias ysencillos. Por eso no puede decirse que nada hayasido probado debidamente en tanto no haya sido so-metido a la prueba del fuego. El fuego prueba todaslas cosas y siempre, al separar las impurezas, acabahaciendo aparecer las tres substancias puras. Así elmédico será probado no por propia naturaleza sinosegún el arte teórico y práctico en que se haya inicia-do bajo el bautismo del fuego. Porque estas tres co-sas, estos tres principios, no son perceptibles para losojos de los rústicos y no se dejan captar fácilmente,siendo justamente el fuego el que develará la obscu-ridad que los envuelve, exponiéndolos nítidamente anuestros sentidos. (Opus Paramirum, Libro I, cap. 1)

Es necesario que las causas de la salud y de la enfer-medad sean claramente visibles y que ninguna obs-curidad se proyecte sobre ellas, razón por la cual noshemos referido antes al fuego, en cuyo seno se en-cuentran escondidas todas las cosas y bajo cuya ac-ción se ponen de manifiesto. De esta visibilidad(aspectu) nacen los testimonios de la ciencia médica.Por eso el médico es médico por la medicina y no sinla medicina, pues ésta es anterior a él y existe por símisma; de lo que se deduce que su estudio está en laobservación de los hechos y no en la fantasía delmédico... Pues en verdad que el fuego ha sido confe-rido a los maestros y no a los discípulos.

Os aclararé esto: digo que no hay nada en el interiordel hombre, por más brillante que sea su genio, quepueda hacer de él un médico. Nada en él perteneceal arte de la medicina, pues en esto su espíritu estátan vacío como una cesta; a pesar de ello ese espíritu-esa cesta- se halla en disposición de albergar las co-sas que le sean entregadas y que son verdaderos teso-ros. Todavía ese genio brillante y bien dispuesto care-ce de experiencia, de ciencia y de arte médico, puesen realidad todo lo que aprendemos y experimenta-mos debe quedar encerrado por un tiempo y sólo apli-carlo después en el momento oportuno.

Considerad ahora estos dos ejemplos:

Ved el vidriero y preguntaos de dónde o de quién harecibido su arte. Convendréis conmigo en que no hasido de él mismo, ya que su razón no ha podido aúnpenetrarse de los fundamentos de su arte, a pesar delo cual le ha bastado tomar la materia y echarla en elfuego para que la luz de la Naturaleza haga aparecerel cristal ante sus ojos.

Ved ahora el carpintero. El carpintero que construyeuna casa puede a su vez alcanzar este arte por el sim-ple impulso de su iniciativa razonada, con tal de queposea un hacha y una madera buena para su trabajo.

El médico es como el vidriero, pues por más que ten-ga ante él un enfermo y a su disposición los diversosmedicamentos, carece de la ciencia y del conocimien-to de las causas. Si por el contrario posee el hacha yla madera del carpintero, puede llegar a ser médicoverdaderamente. Tanto de una manera como de la otra,por más que como buen artesano se prepare una bue-na hacha y ponga luego todo su talento personal enaprender a servirse de ella debidamente, necesitarádel fuego para que el tesoro oculto se manifieste, estoes, para que la Farmacopea y la ciencia encerrada ensu inteligencia alcancen la finalidad de su medicina....

Pues todo cuanto el fuego enseña no puede ser pro-bado ni comprendido sin el fuego. (Opus ParamirumLibro I, cap. 1)

Porque va en contra de la Filosofía el que las floreci-

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llas no deban participar de la eternidad; aunque semarchiten, comparecerán cuando se reúnan todas lasestirpes. Y no se ha creado nada en el MysteriumMagnum, en el Gran Mundo milagroso de Dios, queno esté representado también en la eternidad(Philosophia ad Athenienses, Libro II)

Nota

Estos fragmentos han sido tomados de distintas obrasde Paracelso, así como de citas hechas por estudiososen sus obras sobre Paracelso, como Cassirer, Koyré,Jung, etc.

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Otros textos

Jorge Luis Borges

La rosa de Paracelso

De Quincey, Writings, XIII, 345

En su taller, que abarcaba las dos habitaciones delsótano. Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminadoDios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo.Atardecía, El escaso fuego de la chimenea arrojabasombras irregulares, Levantarse para encender la lám-para de hierro era demasiado trabajo, Paracelso, dis-traído por la fatiga, olvidó su plegaria. La noche habíaborrado los polvorientos alambiques y el atanor cuan-do golpearon la puerta, El hombre, soñoliento, se le-vantó, ascendió la breve escalera de caracol y abrióuna de las hojas. Entró un desconocido. También es-taba muy cansado. Paracelso le indicó un banco; elotro se sentó y esperó. Durante un tiempo no cambia-ron una palabra. El maestro fue el primero que habló.

-Recuerdo caras del Occidente y caras del Oriente -dijo no sin cierta pompa-, No recuerdo la tuya, ¿Quiéneres y qué deseas de mí?

-Mi nombre es lo de menos -replicó el otro-, Tres díasy tres noches he caminado para entrar en tu casa.Quiero ser tu discípulo. Te traigo todos mis haberes.

Sacó un talego y lo volcó sobre la mesa. Las monedaseran muchas y de oro. Lo hizo con la mano derecha.Paracelso le había dado la espalda para encender lalámpara. Cuando se dio vuelta advirtió que la manoizquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó.

Se recostó, juntó la punta de los dedos y dijo:

-Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca to-dos los elementos en oro y me ofreces oro. No es orolo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca midiscípulo,

-El oro no me importa -respondió el otro-, Estas mo-nedas no son más que una parte de mi voluntad detrabajo. Quiero que me enseñes el Arte. Quiero reco-rrer a tu lado el camino que conduce a la Piedra.

Paracelso dijo con lentitud:

-El camino es la Piedra. El punto de partida es la Pie-dra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado

aún a entender. Cada paso que darás es la meta.

El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:

-Pero, ¿hay una meta?

Paracelso se rió.

-Mis detractores, que no son menos numerosos queestúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. Noles doy la razón, pero no es imposible que sea uniluso. Sé que «hay» un Camino,

Hubo un silencio, y dijo el otro:

-Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos ca-minar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déja-me divisar siquiera de lejos la tierra prometida, aun-que los astros no me dejen pisarla. Quiero una prue-ba antes de emprender el camino,

-¿Cuándo? -dijo con inquietud Paracelso.

-Ahora mismo -dijo con brusca decisión el discípulo.

Habían empezado hablando en latín; ahora, en ale-mán.

El muchacho elevó en el aire la rosa.

-Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerlaresurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame sertestigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré despuésmi vida entera.

-Eres muy crédulo -dijo el maestro- No he menesterde la credulidad; exijo la fe.

El otro insistió.

-Precisamente porque no soy crédulo quiero ver conmis ojos la aniquilación y la resurrección de la rosa.

Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.

-Eres crédulo -dijo-. ¿ Dices que soy capaz de des-truirla?

-Nadie es incapaz de destruirla -dijo el discípulo.

-Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo pue-de ser devuelto a la nada? ¿ Crees que el primer Adánen el Paraíso pudo haber destruido una sola flor o unabrizna de hierba?

-No estamos en el Paraíso -dijo tercamente el mucha-cho-; aquí, bajo la luna, todo es mortal.

Paracelso se había puesto en pie.

-¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidadpuede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees quela Caída es otra cosa que ignorar que estamos en elParaíso?

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-Una rosa puede quemarse -dijo con desafío el discí-pulo.

-Aún queda fuego en la chimenea -dijo Paracelso-. Siarrojaras esta rosa a las brasas, creerías que ha sidoconsumida y que la ceniza es verdadera. Te digo quela rosa es eterna y que sólo su apariencia puede cam-biar. Me bastaría una palabra para que la vieras denuevo.

-¿Una palabra? -dijo con extrañeza el discípulo-. Elatanor está apagado y están llenos de polvo los alam-biques. ¿Qué harías para que resurgiera?

Paracelso le miró con tristeza.

-El atanor está apagado -repitió— y están llenos depolvo los alambiques. En este tramo de mi larga jor-nada uso de otros instrumentos.

-No me atrevo a preguntar cuáles son -dijo el otrocon astucia o con humildad.

-Hablo del que usó la divinidad para crear los cielos yla tierra y el invisible Paraíso en que estamos, y que elpecado original nos oculta. Hablo de la Palabra quenos enseña la ciencia de la Cábala.

El discípulo dijo con frialdad:

-Te pido la merced de mostrarme la desaparición yaparición de la rosa.

No me importa que operes con alquitaras o con elVerbo.

Paracelso reflexionó. Al cabo, dijo:

-Si yo lo hiciera, dirías que se trata de una aparienciaimpuesta por la magia de tus ojos. El prodigio no tedaría la fe que buscas: Deja, pues, la rosa.

El joven lo miró, siempre receloso. El maestro alzó lavoz y le dijo:

-Además, ¿quién eres tú para entrar en la casa de unmaestro y exigirle un prodigio?

¿Qué has hecho para merecer semejante don?

El otro replicó, tembloroso:

-Ya sé que no he hecho nada. Te pido en nombre delos muchos años que estudiaré a tu sombra que medejes ver la ceniza y después la rosa. No te pedirénada más. Creeré en el testimonio de mis ojos.

Tomó con brusquedad la rosa encarnada que Paracelsohabía dejado sobre el pupitre y la arrojó a las llamas.El color se perdió y sólo quedó un poco de ceniza.Durante un instante infinito esperó las palabras y elmilagro.

Paracelso no se había inmutado. Dijo con curiosa lla-neza:

-Todos los médicos y todos los boticarios de Basileaafirman que soy un embaucador. Quizá están en locierto. Ahí está la ceniza que fue la rosa y que no loserá.

El muchacho sintió vergüenza. Paracelso era un char-latán o un mero visionario y él, un intruso, había fran-queado su puerta y lo obligaba ahora a confesar quesus famosas artes mágicas eran vanas.

Se arrodilló, y le dijo:

-He obrado imperdonablemente. Me ha faltado la fe,que el Señor exigía de los creyentes. Deja que sigaviendo la ceniza. Volveré cuando sea más fuerte yseré tu discípulo, y al cabo del Camino veré la rosa.

Hablaba con genuina pasión, pero esa pasión era lapiedad que le inspiraba el viejo maestro, tan venera-do, tan agredido, tan insigne y por ende tan hueco.¿Quién era él, Johannes Grisebach, para descubrir conmano sacrílega que detrás de la máscara no habíanadie?

Dejarle las monedas de oro sería una limosna. Lasretornó al salir. Paracelso lo acompañó hasta el pie dela escalera y le dijo que en esa casa siempre seríabienvenido. Ambos sabían que no volverían a verse.

Paracelso se quedó solo. Antes de apagar la lámparay de sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue pu-ñado de ceniza en la mano cóncava y dijo una pala-bra en voz baja. La rosa resurgió.