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BORIS PASTERNAK POEMAS Traducción de César Astor (En: http://amediavoz.com/pasternak.htm) A UN AMIGO DEFINICIÓN DE LA LABOR CREADORA DISTRACCIONES CON LA AMADA EPÍLOGO EPÍLOGO 2 FESTINES FIN FRAGMENTOS DEL POEMA HAY QUE VIVIR SIN IMPOSTURAS... INVIERNO LA POESÍA LA PRIMAVERA LA RUPTURA LA SUPLENTE A UN AMIGO ¿Acaso yo no sé que hundida en las tinieblas, jamás a la luz llegaría, la ignorancia, y que soy un monstruo, y que la dicha de cien mil no me toca más que la falsa felicidad de cien? ¿Y acaso yo no me ligo al quinquenio, no me caigo y levanto con él? Pero, ¿qué voy a hacer con mi caja torácica, y con lo que es más rutinario que toda rutina? No está bien que en los días del gran consejo, en el que las plazas se han dado a la pasión suprema, se deje la vacante del poeta: ésta es peligrosa, si no está vacía. 1931 DEFINICIÓN DE LA LABOR CREADORA Abierto el cuello de la camisa, peludo como el torso de Beethoven, 1

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BORIS PASTERNAKPOEMAS

Traducción de César Astor

(En: http://amediavoz.com/pasternak.htm)

A UN AMIGODEFINICIÓN DE LA LABOR CREADORA

DISTRACCIONES CON LA AMADAEPÍLOGO

EPÍLOGO 2FESTINES

FINFRAGMENTOS DEL POEMA

HAY QUE VIVIR SIN IMPOSTURAS...INVIERNOLA POESÍA

LA PRIMAVERALA RUPTURALA SUPLENTE

A UN AMIGO

¿Acaso yo no sé que hundida en las tinieblas,jamás a la luz llegaría, la ignorancia,y que soy un monstruo, y que la dicha de cien milno me toca más que la falsa felicidad  de cien?

¿Y acaso yo no me ligo al quinquenio,no me caigo y levanto con él?Pero, ¿qué voy a hacer con mi caja torácica,y con lo que es más rutinario que toda rutina?

No está bien que en los días del gran consejo,en el que las plazas se han dado a la pasión suprema,se deje la vacante del poeta:ésta es peligrosa, si no está vacía.

1931

 DEFINICIÓN DE LA LABOR CREADORA

Abierto el cuello de la camisa,peludo como el torso de Beethoven,recubre con su mano,cual tablero de damas,el sueño, la conciencia,la noche y el amor.

Y una dama negra-como loca de dolor-prepara al mundo

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para la representación,cual guerrero a caballo sobre simples peones.

Y en el jardín,donde de la cueva,del hielo,las estrellas se asombran fragantes,cual feliz ruiseñor,sobre el cuerpo de Isoldafeneció la frialdad de Tristán.

Los jardines, estanques y vallas,todo el gran Universode gritos de albura,no son otra cosa que descargasde la pasión acumulada por el humano corazón.

De "Mi hermana es la vida"  1917

  DISTRACCIONES CON LA AMADA

Por cimbreante ramita aromada,absorbiendo en tinieblas su néctar,de un cáliz a otro corríala humedad de alocada tormenta.

Deslizándose de uno a otro cáliz,dejó en ellos, muy nítida,una gota, enorme, cual ágata,reluciente, colgante y tímida.

Nada importa que el viento,que azota el arbusto,esa gota torture y aplaste.Queda entera, no rompe,y quedan dos másque se besan y beben.

Y se ríen, e intentan soltarse,mas se yerguen, y quedan como antes.No caerán esas gotas del cáliz,no podrán separarse por nada.De "Mi hermana es la vida"  1917

 EPÍLOGO

         Amiga mía, ¿tú preguntas         quién ordena que arda el         habla del inválido?

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Vamos a soltar laspaabrascomo un jardín, cuál ámbar y monda:con distracción y enerosamente,apenas, apenas, apenas.No hay que mencionarporqué con tanta ceremoniala rubia y el limónhan salpicado las hojas.

Ni a quién lloró en las púasy por las varas se metióen las notas, hacia el estantea través de las persianas.

Ni a quien manchó con serbasla alfombra, tras la puerta,y al lado, palpitantes,las letras en cursiva.

¿Preguntas quién ordenaque agosto sea largo,para quién nada es pequeño,y quién da el acabadoa las hojas del arcey desde los días del Eclesiastésno ha abandonado su puestolabrando el alabastro?

¿Preguntas quién ordenaque los labios de los asteres y liriosde septiembre sufran?¿Que la hojita del sauce,de las cariátides canosashaya voladoa la humedad de las losasde otoñales hospitales?

¿Preguntas quién lo ordena?:El Dios Omnipotente del amor,el de los Yagáilov y las Yadvigas.*No sé si habrá sido resueltoel enigma de la nada de ultratumba,pero la vida es minuciosacomo el silencio otoñal.

*Yagailo y Yadviga: Gran Duque de Lituania y Reina de Polonia, cuyo matrimonio dio comienzo a la unidad polaco-lituana (1386-1572)

EPÍLOGO 2

No, no soy yo quien le ha hecho estar triste.Yo no merecía el olvido de mi patria.Era el sol el que ardía en las gotas de tinta,

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como en racimos de grosella polvorienta.

Y en la sangre de mis cartas y pensaresapareció la cochinilla.Esta Púrpura del gusano es de mí independiente.No, no soy yo quien le ha hecho estar triste.

Fue la noche que se hizo del polvo y, ardiente,a ella besaba, ahogada en el ocre, cual polen.Eran las sombras, palpándole el pulso.Era ella que, saliendo del seto,a los campos les daba la caray ardía, flotando por el aceite de las cancillas,cubiertas de penumbra, ceniza y amapolas.

Fue el verano todo, que ardiendo en los marbetespor los estanques,igual que equipaje que el sol salpicara,el pecho del sirgador selló con lacrey quemó sus vestidos y sombreros.

Fueron sus pestañas las pegadas por la claridad,fue el disco asalvajado,que, después de rascarse en la valla los cuernos,destrozaba la empalizada pegando cornadas.Fue el oeste, que volando a su voz cual carbuncloy zumbando, se apagó en media hora,derramando la púrpura del frambueso y los tagetes.no, no soy yo quien le ha hecho estar triste.

 FESTINES

Bebo la amargura de los nardos,la amargura de cielos otoñales,y en ellos el chorro ardiente de tus traiciones.Bebo la amargura de las tardes, las noches,y las multitudes,la estrofa llorosa de inmensa amargura.

La sensatez de engendros de talleres no sufrimos.Hostiles somos hoy al pan seguro.Inquieta el viento aquel de los coperos brindis,que, muy posiblemente, jamás se cumplirán.

Heredamiento y muerte son comensales nuestros.Y en la serena aurora, los picos de los árboles llamean.En la galletera, cual ratón, rebusca un anapesto,y Cenicienta cambia con premura de vestido.

Suelos barridos, en el mantel...    ni una migaja.El verso es sereno cual beso infantil.Y corre Cenicienta, en su coche si hay suerte,y cuando no hay ni blanca, con sus piernas también.

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1913, 1928

 FIN

¿Fue todo realidad? ¿Es hora de paseos?Es mejor dormir eternamente, dormir, dormir,y no ver sueño alguno.

Otra vez la calle. Otra vez la cortina de tul.Otra vez, cada noche, la estepa, el almiar, los lamentos,ahora, y en adelante.

Las hojas en septiembre, con asma en cada átomo,ven en sueños silencios y sombras. De pronto despierta el verbella carrera de un perro.

Espera que se tiendan. De pronto aparece un gigante,y otro. Unos pasos. «Aquí hay un tornillo».Un silbido y una voz: «¡Espera!»

¡Si él, literalmente, hundía, desmoronaba el caminocon nuestro paso! El hasta el suelo torturaba contigo.

Otoño. Baja un abalorio de amarillo azulado.¡Ay, como tú, podredumbre, he de morir!¡Qué cansado de vivir estoy!

¡Oh! A destiempo la noche nos inciensa con las maniobras de las locomotoras; cuado llueve cada hoja se quieremarchar a la estepa, como aquéllas.!Las ventanas me hacen escenas. ¡Pero es en vano!La puerta salta de los goznes cuando el hielole besa los codos.

Preséntame a alguno de los ahítos,como ellos, por la cosecha de los campos del sur, solares y herrumbre.

¡Pero con la dentera, el pasmo, los terronesen la garganta, con la tristeza de tantas palabraste cansas de tener amistad!

 FRAGMENTOS DEL POEMA

(dos fragmentos)

1Yo he amado también, y el alientodel insomnio, temprano, temprano,desde el parque bajaba al barranco,

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y en tinieblas,salía en volandas hacia un archipiélagode calveros cubiertos de niebla felpuda,de menta, de ajenjo y codornices.Y allí acrecentaba su peso el amor,me embriagaba cual ala que toca el disparo,caía en el aire, temblaba de fiebre,y como el rocío cubría los campos.Allí me encontraba la aurora. Hasta las dosbrillaban riquezas del cielo infinito.Los gallos, entonces, temían las sombras.Trataban de ocultar sus temores,mas de sus gargantas salían bombas de fogueo,y el espanto les daba una voz de falsete.Se apagaban las constelaciones. Como hecho de encargo,por el claro asomaba un pastorcon cara de apagaluces de saltones ojos.

Yo he amado también. Y ella, por ahora,quizás viva aún. Pasará algún tiempo,y algo grande, cual otoño, un día(tal vez no mañana, más tarde,cuando sea)se encenderá sobre la vida como un resplandor,apiadándose de la espesura. De la luz de los charcos,que se mueren de sed como ranas. Del temblor leporinode los prados, cuya oreja recubre la esterade hojarasca del año anterior. Del ruido,que semeja un falso oleaje de vida pasada.Yo he amado también, y lo sé: lo mismo que campos mojadosvemos siempre al comienzo del año,cada pecho mantiene en su fondoun febril amor a mundos nuevos.

Yo he amado también, y ella aún vive.y lo mismo, patinando en tempranos comienzos,permanecen los tiempos,y se esfuman detrás del instante.Esta linde es hoy, como antes, muy fina.Como antes,el pasado remoto parece reciente.Como antes,apartado de los testimonios,enloquece el ayer, simulando ignorarque no es ya nuestra casa de hogaño.¿Es esto Posible? ¿Es decir, que, en efecto,el amor no es durable, sino que se alejadurante toda la vida cual tributo de asombro al instane?

1916, 1928

2Dormía. Aquella noche velaba mi espíritu.

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Sonó un golpe. La luz se encendió.La ventana anunciaba tormenta.La abrí como estaba, a medio vestir .

Así es como nieva. Así murmuran los copos.Así balbucean las bocas de signos.Allí está el original;aquí, la palidez de la copia.Allí está todo en sangre;aquí no hay sangre alguna.

Allí, iluminado, cual difunto,por débil luz del ventanal,limpia el aféizar con las lilas-el frío croquis de un glaciar .

En noche ginebrina el Sur entreteje,como en trenza de mujer meridional,brillos de algarrobas y de albaricoques,orquestas y barcas, y risas de olas.

Y, cual revolviendo castañas,echa en braseros con el cogedorbebidas de hombres,y de las mujeres,jarabe con luz y calor.

De cada luz llega una plática.Y arriba, ahogándose, el olmoel lienzo hace temblar de la marquesay pinta con sus ramas en la gasa.

Tú mira, ¡qué fiebre en los Alpes!¡Qué fiel a la patria es cada paso!¡Oh, sé bella, por favor!¡Oh, por favor, en cada caso!

Con tu belleza matadora,cien veces bella, más y más,tú siempre, siempre, a todas horas,de frialdad fundida estás.

Pues, atropina y belladonatomando, triste, alguna vez,igual que tú, miraré frío,e igual que tú, «sufre» diré.

1916

HAY QUE VIVIR SIN IMPOSTURAS...

Hay que vivir sin imposturasVivir de modo que con el tiempo

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Nos lleguemos a ganar el amor del espacio,y oigamos la voz del futuro.

Hay que dejar blancosEn el destino y no en el papely en los márgenes anotarPasajes y capítulos de la vida entera.

Debemos sumirnos en el anónimoY ocultar en él nuestros pasosTal como se oculta el paisajeTras una niebla espesa.

Otros siguiendo tus huellas, frescasRecorrerán tu camino palmo a palmo,Pero tú mismo no debes distinguirLa derrota de la victoriaNo debes renunciar ni a una brizna de ti mismo.Tú debes estar vivo.Solamente vivirHasta el final.

INVIERNO

Oprimo la mejilla contra el embudodel invierno, enroscado cual caracol.«¡A sus sitios! ¡Quien no quiera,Murmullos, ruidos, el trueno de una barahúnda.

«Es decir,  ¿en "El mar está revuelto"?¿En un relato,que se enrosca cual cordón compresor,donde se ponen en cola sin prepararse?Es decir, ¿en la vida? Es decir,en el relatode cuán inesperado es el fin? ¿Sobre la risa,el jolgorio, la confusión y las prisas?Es decir, ¿que es verdad que se agita la mary se aquieta sin preguntarle al fondo?»

¿Eso esto el zumbido de las conchas?¿Es el cotilleo de cuatro mosquitas muertas?¿Arma estruendo la tapa de fuegocual si hubiera reñido con su sombra?

Se elevan los suspiros de la boca,en torno miran, y al punto... a llorar.Y corren carretas con negro ronquido,y en nube muy blanca galopa un audaz.

1913, 1928

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LA POESÍA

Poesía, te voy a jurary termino, estoy ronco:tú no eres el habla melosa,tú eres el estío en tercera clase,tú eres arrabal, y no estribillo.

Tú eres asfixiante como mayo, Yámskaya,*un reducto nocturno de Shevardino,*en el que lanzan gemidos las nubes,marchándose luego por lados distintos.

Y, doblándose en la espiral de las vías-no el estribillo, sino el arrabal-,se arrastran de las estaciones a sus casas,no cantando, sino estupefactos.

Los restos de la lluvia manchan los racimosy largo rato, hasta la aurora,desgranan acrósticos en todos los techos,lanzando burbujas con rima sonora.

¡Poesía, si debajo del grifo tienesuna perogrullada, vacía, cual cubo de zinc,que siga, no obstante, fluyendo tu chorro!¡Puesto tienes debajo el cuaderno: fluye, pues!

1922

* Yámskaya: nombre de varias calles de Moscú. *Shevardino: reducto del campo de batalla de Borodinó. (Nota del traductor.)

LA PRIMAVERA

Primavera. Vengo de la calledonde el álamo esta maravillado,donde se asusta la lejanía,donde la casa tiene miedo a caer,donde el aire es azulcomo el envoltorio de la ropa blancadel que ha sido dado de alta del hospital.

Donde la noche está vacíacomo el relato interrumpidoque una estrella dejó sin terminar,para perplejidadde miles de ojos ruidosos,sin fondo y carentes de expresión.

1918

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LA RUPTURA

1¡Oh, ángel mentiroso, enseguida, enseguidatendrías que haberlo dicho todo,y yo te habría dado de beber pura tristeza!Pero así, no me atrevo; así, ¡ojo por ojo!¡Oh, aflicción, que infectó la mentira al principio!¡Oh, dolor, oh, dolor en la travesura!Oh, ángel mentiroso! ¡No, no es mortal sufrimientoel del corazón, del corazón que padece un ezcema!Mas, ¿Por qué tú al despedirtea mi alma regalas corporal dolencia?¿Por qué sin objeto me besas cual gota de lluvia,y, riéndote, me matas, como el tiempo,por todos, y ante todos?

2¡Oh, vergüenza! ¡Tú eres una carga para mí!¡Oh, conciencia! ¡Cuántas ilusiones,aun perseverantes,quedaron en ésta ruptura temprana!¡Si yo, una persona, fuese un conjunto huerode sienes, y labios, y ojos, manos, hombros y mejillas,por el silbido de las estrofas, por su grito, por el signo,por la fuerza del dolor, por la juventud de ella,cedería a todos ellos, los llevaría al ataquey te asaltaría a ti, vergüenza inmensa mía!

3Apartaré de ti mis pensamientos todosno de visita ni bebiendo vino, sino en el cielo.En casa de los amos, al lado, al sonar el timbre,abrirán la puerta a alguien alguna vez.

Irrumpiré en su casa, en la agitaci6n de diciembre.La puerta tan sólo y...  heme allí. Un corredor.«¿Viene Usted de allá? ¿Qué dicen allí?¿Qué se oye? ¿Qué chismes corren por la ciudad?

¿Se equivoca todavía la tristeza?Y luego susurra: "Parecía igualita".Preparándose desde unos cuarenta pies,volará la exclamación: "¿Pero es usted?"

¿Tendrán piedad de mí las plazas?¡Ay, si ustedes supieran qué tristeza se sientecuando cien veces en el curso del díale caza la calle camino de las reuniones! »

4Prueba tú de impedírmelo. Ven,trata de apagareste acceso de tristeza, que hoy resuena como el mercurio

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en el vacío, de Torricelli.Prohíbeme tú volverme loco. Oh, ven,atenta a mi estado!¡No me dejes hablar más de ti! No te avergüences, no,           estamos solos.¡Oh, apágalo, pues! ¡Oh, apágalo! ¡Con más fuego!

5¡Tú trenza esta lluvia de codos helados cual olas,y de manos de raso, cual lirios,que su propia impotencia trocó en dominantes!¡Despierta, júbilo ¡A la calle! Cógelos,porque en este alegre juego has de oírel rumor de los bosques, saturados del eco de cazasallá en Calidonia,do Acteón, sin juicio, persiguiera cual gamoA Atalanta,donde amaban azules sin fondo silbandoen equinas orejas,se besaban las persecuciones con fieros ladridosy caricias se hacían con toques de cuerno y crujidos de rama,pezuñas y garras. -¡Oh, a la calle! ¡A la calle! ¡Como aquellos!

6¿Estás desilusionada? ¿Pensabas acaso que en el mundonos íbamos a separar tras el réquiem del cisne?¿Acaso medías con pupilas dilatadas, cubiertas de lágrimas,su invencibilidad, contando ya con el dolor?

En la misa caerían de las bóvedas pinturas murales,conmovidas por la música del gran Sebastián.Pero, a partir de esta noche, mi odio ve en todola prolijidad, y me duele no tener una fusta.

A oscuras, recobrándose al punto,sin pensarlo un instante, decidió con presteza que todo podía arreglarlo. Que tiempo había. Que el suicidio no le hacía falta alguna.Que incluso eso es también un paso de tortuga.

7Amiga mía, mi dulce amiga. ¡Oh, exactamente igualque la noche del vuelo desde Bergen al polo,la cálida plumilla es arrancada por la nieve que caede los pies de los somormujos!¡Te lo juro, oh, dulce amiga, te lo juro,que yo no me esfuerzo al decirte:olvídame, duerme, mi amiga!

Cuando, como el cadáver del noruego,borrado hasta las chimeneas,*contemplando inviernos que no muevenlos mástiles cubiertos de escarcha,yo vago en resplandores de tus ojos bromistas,

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tú duerme, consuélate,la sangre no llegará al río, amiga mía,cálmate, no llores.

Cuando, igual completamente que el Norte,fuera de los últimos poblados,a escondidas de los árticos e incansables hielos,como cúpula de media noche, que enjuaga los ojos ciegosde las focas,te digo: no te los frotes, duerme, olvida,todo es un absurdo.

*Se refiere al explorador noruego Amundsen. (Nota del traductor.)

8Mi mesa no es bastante ancha para apoyarse en su bordecon todo el pecho y meter el codopasado el límite de la tristeza, más allá del istmode un perdón excavado a través de tantas verstas. (Allí es ahora de noche.) Tras tu nuca asfixiante.(Y se han acostado a dormir.) Bajo el reino de tus hombros.(Y apagan la luz.) Yo los devolvería por la mañana.Rozaría el porche con su rama soñolienta.

¡No con copos! ¡Con las manos hazlo! ¡Llegarán!¡Oh! ¡Diez dedos de tortura, con el surcocon estrellas de la Epifanía,como signos del retraso de los trenesque marchaban hacia el Norteen medio de la tormenta de nieve!

9El piano de cola, tembloroso,relame la espuma que cubre sus labios.Este delirio te abate, te hace flaquear.Dirás: -¡Querido! -No -gritaré yo-, ¡no!¿Al son de la música? -Pero, ¿se puede acaso

estar más cerca que en la semioscuridad,lanzando los acordes, cual diario,por completos a la chimenea, verdad?¡Oh, comprensión asombrosa, asiente,asiente y asómbrate! : estás libre.

Yo no te retengo. Vete, haz bien.Vete con otros. Werther ya está escrito,y en nuestros días hasta el aire huele a muerto:abrir la ventana, es abrirse las venas.

1918

LA SUPLENTE

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Vivo con tu retrato,el que ríe a carcajadas,ese en que los tendones de las muñecascrujen,el que rompe los dedossin quererlos soltar,el que uno mira y miray se siente muy triste.

El que del crujir de los tronosy la marcha de Rákochi,los cristalillos del salón,el cristal y los invitados,corre ardiente por el pianoy saltapor nudillos, rosetones, rosasy huesospara, el peinado aflojando,alocado, travieso,los prendedores del cabelloen el gorrito,valsar a placer en rededor,entre bromas,mordisqueando el chal, cual tortura,respirando apenas.

Para, apretando la cortezacon la mano,de mandarina fríos gajosengullir con premura,por volver a la sala con arañas,tras los cortinajes,al olor de aquel vals, que otra vez resonaba atrayente.Así se sentaría el torbellinoa fin de, como apuesta,impulso de vapores en camino,y agujas, y tinieblas,cual musulmán faquir,en un instante,llevarse sin pestañear .

Y declarar que no es ningún corcel,ni un susurro travieso de los montes,pero, que esas rosas que lleva al costadola arrastran a galope tendido.

No es él, no es el susurro de los montes,no es él, no es el sonido de herraduras,sino tan sólo, solamente,la que está ceñida por el pañuelo.

Y no es otra cosa que el tul y el destino,

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el alma, el gorrito y los pies,que corren al compás del torbellino,llevándola en sus sueños susurrantes.

A ellos, a ellos:¡y en burla cruel,yo me río a placer,con ganas locas,para envidia de esos secos danzarines,me río hasta saltárseme las lágrimas!

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