Paz y dhh

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  • 8/17/2019 Paz y dhh

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    Paz en tiempos de guerra: aporías y alternativas

     Andrés Mauricio Guzmán R.

    Cuando se habla de paz siempre nos enfrentamos a un escenario polémico, ya que su

    definición resulta paradójica. Podría decirse que en la mayoría de ocasiones su

    concepción se encuentra fuertemente ligada al concepto de guerra, bien sea como su

    negación o por el contrario como su resultado o finalidad.

    En ambos casos los esfuerzos teóricos se han centrado primordialmente en definir con

    precisión en que consiste la guerra, cules son sus límites y alcance, en tanto que la

    refle!ión sobre la paz termina siendo casi residual, en la medida en que ésta se erige

    como negación o ausencia de guerra.

    "a paradoja se profundiza cuando se trata de descifrar el rol que desempe#a el derecho

    en la construcción de paz. $a que por una parte éste se define como un orden normati%o

    fruto del consenso social encaminado a la resolución pacífica de los conflictos, lo que en

    principio lo distanciaría de las salidas %iolentas. Por el contrario, bajo situaciones en las

    que se trata de restablecer el orden turbado por quien infringe el consenso social o repeler 

    una agresión que amenace seriamente la %igencia del Estado, se formulan modelos de justificación del ejercicio permanente e institucionalizado de la %iolencia& en estos casos la

    solución pacífica parece descartada puesto que se estima que una situación de orden, y

    %igencia de las libertades, solo es posible cuando el Estado logra consolidarse e

    imponerse 'incluso de forma %iolenta si es necesario( frente a quienes amenazan su

    e!istencia o la ponen seriamente en entredicho.

    )ambién se habla de paz como el resultado de una negociación o acuerdo entre dos

    grupos sociales en conflicto que se enfrentan %iolentamente empleando estructuraspermanentes y organizadas ya sea al interior de un Estado o entre Estados. En este

    escenario, históricamente el derecho ha sido considerado como un mecanismo para

    humanizar la guerra a tra%és de la adopción de normas que propendan porque las

    hostilidades infrinjan el menor da#o posible a partir de la regulación de los medios y

    métodos de guerra y la consagración del principio de distinción, que obliga a que los

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    contendientes no in%olucren ni infrinjan da#o a los ci%iles ni a sus bienes. El desarrollo del

    derecho internacional humanitario durante el siglo ** es el reconocimiento del fracaso de

    la idea de desterrar la guerra como mecanismo para resol%er conflictos.

     +hora bien, de acuerdo con lo anterior, para adentrarnos en la refle!ión sobre la paz en

    Colombia y sobre todo para sugerir líneas de refle!ión yo de acción que permitan su

    sostenibilidad y durabilidad en el tiempo, resulta imprescindible diferenciar los escenarios

    anteriores y en los que se pone de manifiesto la ambi%alencia del concepto paz, así como

    la paradoja en la que se sumerge el derecho cuando se le interroga sobre el rol que

    puede desempe#ar en su consecución.

     +sí las cosas, nuestro anlisis se concentrar en la refle!ión sobre i( el rol del derecho en

    la consecución de un orden justo en el que se resuel%en los conflictos sin acudir a la

    %iolencia como medida preferente, y ii( el papel del derecho como dinamizador de la

    salida negociada al conflicto armado.

    El derecho y la consecución de un orden justo

    -esde las célebres tesis de obbes, se plantea que la seguridad personal y la protección

    de la propiedad son condiciones imprescindibles para la %ida en sociedad. El Estado,

    encarnado en la mítica y omnipotente figura del le%iatn, centraliza todos los poderes apartir del mandato de los hombres y ejerce el monopolio del derecho y de la %iolencia, lo

    que le permite imponerse frente a los grupos en disputa, cambiar el caos por el orden, y

    contrarrestar la %endetta y el uso pri%ado de la fuerza. /in embargo hoy en día se

    entiende que el Estado debe cumplir ms funciones a parte de proporcionar seguridad y

    respetar ciertas libertades indi%iduales0 -esde la formación del Estado de 1ienestar a

    comienzos de los a#os %einte del siglo pasado y hoy en día con la adopción de la fórmula

    del Estado /ocial de -erecho, se le e!ige a éste adems, la consagración de

    mecanismos encaminados a la consecución de la justicia material que contrarresten lasdesigualdades sociales y que las normas que rigen la %ida en sociedad tengan un origen

    democrtico.

    -e acuerdo con esto, se entiende que una sociedad en paz y aquí no solo me refiero a la

    paz como ausencia de guerra, sino como un estado ms o menos permanente en el que

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    la %iolencia no se constituye en el mecanismo preferente para solucionar los conflictos,

    solo es posible bajo la configuración de ciertas condiciones en las que los indi%iduos y las

    comunidades constantemente participan de forma efecti%a en las decisiones políticas que

    los afectan y cuando cuentan con un seguro contra los riesgos sociales en la forma de

    derechos, permitiéndoles ejercer autónomamente su propio plan de %ida buena.

    -e acuerdo con estas premisas, que a su %ez son las que promue%e el constitucionalismo

    social, la e!clusión política, así como la inequidad social y la discriminación tienen relación

    directa con las situaciones de %iolencia y debilitan ostensiblemente el Estado de -erecho.

    2o en %ano, la Carta democrtica de la 3E+ de 4556, consagra que e!iste un consenso

    en torno a la idea de circularidad e interdependencia entre los regímenes democrticos y

    la %igencia de los derechos humanos6,  en el que se considera que los primeros son

    condición para el ejercicio de los segundos y a su %ez que éstos se encargan de fortalecer 

    la estabilidad democrtica.

    /in embargo, tal y como lo planteó Eric7 obsba8m, e!isten serias dificultades para

    determinar de forma clara cundo estamos frente a un régimen democrtico& puesto que

    la gran mayoría de los regímenes políticos a pesar de la disimilitud de sus métodos se

    esfuerzan hoy en día por ser denominados de esa forma, y adems porque en términos

    generales aquellos que eligen a sus gobernantes apelando a las elecciones,

    independientemente de su historia y cultura, oficialmente son denominados comodemocrticos4, bajo esta concepción la pre%alencia de los derechos humanos no se

    constituye en sentido estricto, en un elemento necesario para que un régimen sea

    designado como democrtico9. Esta situación, se e!plica porque la democracia se

    entiende sobre todo como :la democracia liberal;, es decir, aquélla que

    1 Por ejemplo la Carta democrtica de la 3E+ establece en su +rt.

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     :alude a un Estado constitucional que ofrece la garantía del imperio de la ley, así 

    como diversos derecos y li!ertades civiles y políticos, y al que go!iernan sus

    autoridades, entre las que de!en figurar necesariamente asam!leas

    representativas elegidas por sufragio universal y por la mayoría numérica del 

    con"unto de ciudadanos, en elecciones cele!radas a intervalos regulares en las

    que se enfrenten distintos candidatos y organizaciones rivales;>.

    Esta concepción a su %ez alberga una inconsistencia0 no e!iste un %ínculo necesario o

    lógico entre los distintos rasgos que la componen?, por esta razón es que se puede

    presentar en un :Estado democrtico;, la coe!istencia entre una institucionalidad basada

    en la constitución y en el imperio de la ley y una situación de %iolencia generalizada en la

    que a los ciudadanos se les restringen sus derechos fundamentales de forma gra%e como

    ha ocurrido lamentablemente en nuestro país.

     +sí por ejemplo, en Colombia a pesar de la consagración e!plicita de la fórmula del

    Estado /ocial y -emocrtico de -erecho en la Constitución Política de 6@@6 se e%idencia

    una situación en la que predomina la desigualdad económica y social, donde se sigue

    suspendiendo de facto los derechos de las personas a pesar de que estos se encuentran

    consagrados en los te!tos constitucionales, y en donde los gobiernos de turno adoptan

    medidas autoritarias que lesionan los derechos humanos de las mayorías despojadas

    3 El concepto de democracia es tan equí%oco que incluso se denominan como democrticos, los

    regímenes políticos monrquicos que perduran sobre todo en buena parte de la Anión Europea y

    en Bapón. +l respecto obsba8m Eric7, "as perspecti%as de la democracia, en uerra y paz en el

    siglo **=, Ed. Critica, 1arcelona, 455

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    mientras se propicia la acumulación del capital pri%ado en pocas manos acudiendo a la

    represión soterrada contra la oposición política y la resistencia popular G.

    El auge de las acti%idades e!tracti%as a partir del crecimiento %ertiginoso de la titulación

    de hectreas en el país y los minerales e!traídos ejemplifican esta situación.

    Precisamente la historia colonial de +mérica "atina permite %er las grandes dificultades

    que tiene la minería para la construcción de un proceso de desarrollo en fa%or de los

    derechos umanos integrales del conjunto de la población. Este auge ha implicado la

    emergencia y profundización de conflictos sociales %inculados a la presencia de las

    empresas mineras que realizan acti%idades de e!ploración y e!plotación en los territorios

    rurales. "as luchas sociales ocurren en un escenario de represión y criminalización de la

    protesta. +dems, la minería a gran escala no ha facilitado la superación de condiciones

    de pobreza en los municipios en los cuales se han desarrollado acti%idades e!tracti%as.

    Por el contrario, la garantía de derechos sociales para el conjunto de la población es aHn

    una tarea pendiente en estas reas. El alto porcentaje de las necesidades bsicas

    insatisfechas de la población, contrasta con la política fiscal del Estado en relación con las

    rentas mineras, puesto que esta busca fa%orecer la in%ersión e!tranjera por medio de la

    disminución de las regalías y el establecimiento de e!enciones y descuentos a las

    empresas& en lugar de establecer tasas reales que permitan una participación equitati%a

    que proteja los intereses de la sociedad como due#o de los recursos naturales, y del

    Estado como administrador de los mismos<

    .

    ICómo resol%er entonces estas tensiones en beneficio de la apertura democrtica y la

    garantía de los derechos humanos para las mayorías desposeídas en un conte!to en el

    que el Estado a pesar de haber perdido centralidad en la configuración del orden global

    aun ostenta un lugar importanteJ.

    6 An anlisis sobre la coe!istencia entre democracia formal, %ulneración a los derechos humanos y

    economía de mercado en el conte!to mundial y el caso Colombiano puede %erse en DHnera Kuiz

    "eopoldo :-emocracia y -erechos umanos en )iempos de uerra; 'Ensayo introductorio( en

    Ke%ista Pensamiento Burídico.

    7 Estas ideas son e!traídas de las in%estigaciones efectuadas por /ergio +ndrés

    Coronado y la plataforma -E/C sobre los impactos de las industrias e!tracti%as en los

    derechos humanos en Colombia.

    http0888.colecti%odeabogados.org=DpdfpcdhddLpresentacionLparlamentoLeuropeoL 

    [email protected] 

    http://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/pcdhdd_presentacion_parlamento_europeo_160913_.pdfhttp://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/pcdhdd_presentacion_parlamento_europeo_160913_.pdfhttp://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/pcdhdd_presentacion_parlamento_europeo_160913_.pdfhttp://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/pcdhdd_presentacion_parlamento_europeo_160913_.pdf

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     +%anzar en este desafío resulta imprescindible para lograr una sociedad en la que la paz

    sea posible y duradera. +quí no podré dar una respuesta definiti%a, por el momento

    esbozaré algunas directrices que contribuyan a tal fin. Precisamente resulta primordial

    que los mo%imientos sociales, los operadores judiciales, los teóricos y los profesionales

    refle!ionen sobre la consolidación de una nue%a teoría de los derechos humanos basada

    tanto en la recuperación del derecho a la historia, así como en la integralidad,

    interdependencia y unidad de los mismos tal y como se estableció en el artículo ?M de la

    -eclaración y Plan de +cción de Fiena suscrito por 6

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    dimensión planetaria, ha desequilibrado la balanza en beneficio del poder hegemónico y

    el interés pri%ado.

    Kpidamente, pasamos al otro escenario de esta disertación, éste hace referencia a la

    refle!ión sobre la paz en un escenario de guerra, los retos que se e!ponen a continuación

    se enmarcan dentro de un horizonte mucho ms delimitado, se trata de indagar las

    posibilidades que ofrece el derecho ya no frente a la inequidad y e!clusión social que son

    el motor de la %iolencia, sino frente a la cesación de un conflicto armado como el que

    afecta a nuestro país.

    La paz y la salida negociada al conflicto

    Colombia est %i%iendo un capitulo muy importante en su historia reciente, ya que

    después de casi dos décadas se abren nue%as posibilidades para poner fin al conflicto

    armado ms antiguo de la región.

    "as negociaciones con las N+KC implican %arios retos0

    En primer lugar, resulta imprescindible fortalecer el consenso ciudadano en torno al

    proceso y a la necesidad de recurrir al dialogo como medida preferente para terminar con

    el conflicto. "o anterior en tanto que algunos sectores del país defienden fórmulasautoritarias en las que se conciben las negociaciones de paz como síntomas de debilidad

    gubernamental o como supuestos acuerdos de impunidad& dicha postura es equi%ocada

    en la medida en que se encuentra atada al pasado, desconoce por completo que la salida

    militar ha fracasado y parte de supuestos poco creíbles, puesto que los acuerdos se

    encuentran en construcción y su refrendación debe adoptarse en un marco jurídico bajo el

    cual e!ista un equilibrio entre la consecución de la paz a partir de la dejación de las armas

    y por otra parte el respeto por los derechos de las %íctimas, y el cumplimiento de los

    compromisos estatales de no impunidad y garantías de no repetición.

    En segundo lugar, y en correspondencia con el reto anterior, se debe propender porque

    los acuerdos establezcan un equilibrio entre los sacrificios que implica la consecución de

    la paz en materia de %erdad, justicia y reparación y por otra parte los derechos de las

    %íctimas. /i bien es cierto que al respecto no e!isten fórmulas mgicas ni reglas que

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    permitan la estricta proporcionalidad y razonabilidad de las normas de la justicia

    transicional, desde el derecho internacional se han %enido configurando un conjunto de

    estndares imprescindibles para ponderar estas medidas que deben ser incorporados en

    todas las etapas del proceso. En días pasados, la Corte constitucional decidió que el

    denominado marco jurídico para la paz era e!equible, lo que se con%ierte en un paso

    importante para la adopción de una ley en el congreso que pueda materializar estos

    equilibrios y dinamizar el proceso. En todo caso de la decisión adoptada por la Corte,

    resulta claro que el Estado %a a in%estigar las %iolaciones gra%es a los derechos humanos

    adoptando mecanismos para identificar situaciones de sistematicidad y responsabilizar a

    quienes ostenten los ms altos rangos dentro de la estructura armada, así mismo se

    incorporar un enfoque de género que %isibilice los derechos de las mujeres y establezca

    la %erdad sobre su %ictimización.

    En tercer lugar, cobra rele%ancia la necesidad de articular este proceso con los

    mecanismos de justicia transicional que actualmente a%anzan en el país, bsicamente con

    el fin de fortalecer los logros que en materia de reparación integral a las %íctimas se

    %ienen dando. De refiero específicamente a las políticas de restitución de derechos que

    se consagran en la ley 6>> de 4566, o denominada ley de %íctimas.

    /in duda, la puesta en marcha del sistema de atención, asistencia y reparación integral a

    las %íctimas establecido en la "ey 6>> de 4566, específicamente en lo que concierne alproceso de restitución de tierras despojadas y abandonadas& se constituye en un

    importante a%ance en beneficio de las %íctimas del conflicto. "o anterior se %e reflejado en

    la consecución de resultados significati%os en lo que respecta a la restitución jurídica y

    material de predios, así por ejemplo a la fecha, los jueces especializados en un hecho sin

    precedentes, han proferido ms de 6?5 sentencias en la que se han de%uelto

    apro!imadamente 69.555 hectreas de tierra. /in embargo, como lo ha puesto de

    manifiesto por estos días un informe de uman Kigth Oatch, los retornos de las %ictimas

    continHan siendo una tarea pendiente, puesto que la %iolencia generalizada, el rearme degrupos paramilitares en conni%encia con influyentes sectores poderosos en el plano local

    y la situación de conflicto en general, impiden una restitución efecti%a de los derechos de

    las %íctimas. +sí las cosas, solo una paz duradera y estable es posible cuando el conflicto

    armado ha llegado a su fin, solo bajo este escenario es que la reparación integral podr

    desplegar toda su dimensión transformadora.

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    A manera de epílogo

    Con ocasión del lanzamiento del informe :basta ya0 memorias de guerra y dignidad; del

    Centro de Demoria istórica, Oilliam 3spina pronunció una frase que plasma con gran

    acierto el sentido de la refle!ión sobre la paz0 :las guerras no terminan cuando se cuentan

    los muertos sino cuando se eliminan sus causas;.

    En sintonía con esta frase, Oilliam 3spina formula una serie de preguntas que quiero

    compartir con ustedes para cerrar mi inter%ención y que plantean el reto de pensar en la

    paz desde la justicia histórica y la reconducción de las sociedades hacia inclusión y la

     justicia social0

    :#qué responsa!ilidad le ca!e a la dirigencia que a tenido el país en sus manos

    durante los $ltimos cien a%os en este desangre inumano& #'o era a ella a quien

    le correspondía educar a la comunidad en pautas mínimas de civilizaci(n,

    incorporar a millones de personas a un orden de mínimas oportunidades y de

    garantías sociales, construir un Estado operante, formarnos a todos con el e"emplo

    y la responsa!ilidad, ya que a sido tan aguerrida en la defensa de sus privilegios

     políticos y de su dignidad social&

    #) vamos a ecarles la culpa, como nos gusta, de los males de la 'aci(n, a las

    comunidades siempre postergadas, a los po!res que se murieron por décadas a

    las puertas de los ospitales, a los que an uido sin rum!o noce a noce

     perseguidos por los macetes, alum!rados por los incendios, y despreciados en

    las ciudades adonde llega!an, o a los *+. civiles muertos por este conflicto&

    #-ué van a decir aora los grandes poderes y los partidos políticos que nos

    go!ernaron&.

    Duchas gracias.

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