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Paz en tiempos de guerra: aporías y alternativas
Andrés Mauricio Guzmán R.
Cuando se habla de paz siempre nos enfrentamos a un escenario polémico, ya que su
definición resulta paradójica. Podría decirse que en la mayoría de ocasiones su
concepción se encuentra fuertemente ligada al concepto de guerra, bien sea como su
negación o por el contrario como su resultado o finalidad.
En ambos casos los esfuerzos teóricos se han centrado primordialmente en definir con
precisión en que consiste la guerra, cules son sus límites y alcance, en tanto que la
refle!ión sobre la paz termina siendo casi residual, en la medida en que ésta se erige
como negación o ausencia de guerra.
"a paradoja se profundiza cuando se trata de descifrar el rol que desempe#a el derecho
en la construcción de paz. $a que por una parte éste se define como un orden normati%o
fruto del consenso social encaminado a la resolución pacífica de los conflictos, lo que en
principio lo distanciaría de las salidas %iolentas. Por el contrario, bajo situaciones en las
que se trata de restablecer el orden turbado por quien infringe el consenso social o repeler
una agresión que amenace seriamente la %igencia del Estado, se formulan modelos de justificación del ejercicio permanente e institucionalizado de la %iolencia& en estos casos la
solución pacífica parece descartada puesto que se estima que una situación de orden, y
%igencia de las libertades, solo es posible cuando el Estado logra consolidarse e
imponerse 'incluso de forma %iolenta si es necesario( frente a quienes amenazan su
e!istencia o la ponen seriamente en entredicho.
)ambién se habla de paz como el resultado de una negociación o acuerdo entre dos
grupos sociales en conflicto que se enfrentan %iolentamente empleando estructuraspermanentes y organizadas ya sea al interior de un Estado o entre Estados. En este
escenario, históricamente el derecho ha sido considerado como un mecanismo para
humanizar la guerra a tra%és de la adopción de normas que propendan porque las
hostilidades infrinjan el menor da#o posible a partir de la regulación de los medios y
métodos de guerra y la consagración del principio de distinción, que obliga a que los
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contendientes no in%olucren ni infrinjan da#o a los ci%iles ni a sus bienes. El desarrollo del
derecho internacional humanitario durante el siglo ** es el reconocimiento del fracaso de
la idea de desterrar la guerra como mecanismo para resol%er conflictos.
+hora bien, de acuerdo con lo anterior, para adentrarnos en la refle!ión sobre la paz en
Colombia y sobre todo para sugerir líneas de refle!ión yo de acción que permitan su
sostenibilidad y durabilidad en el tiempo, resulta imprescindible diferenciar los escenarios
anteriores y en los que se pone de manifiesto la ambi%alencia del concepto paz, así como
la paradoja en la que se sumerge el derecho cuando se le interroga sobre el rol que
puede desempe#ar en su consecución.
+sí las cosas, nuestro anlisis se concentrar en la refle!ión sobre i( el rol del derecho en
la consecución de un orden justo en el que se resuel%en los conflictos sin acudir a la
%iolencia como medida preferente, y ii( el papel del derecho como dinamizador de la
salida negociada al conflicto armado.
El derecho y la consecución de un orden justo
-esde las célebres tesis de obbes, se plantea que la seguridad personal y la protección
de la propiedad son condiciones imprescindibles para la %ida en sociedad. El Estado,
encarnado en la mítica y omnipotente figura del le%iatn, centraliza todos los poderes apartir del mandato de los hombres y ejerce el monopolio del derecho y de la %iolencia, lo
que le permite imponerse frente a los grupos en disputa, cambiar el caos por el orden, y
contrarrestar la %endetta y el uso pri%ado de la fuerza. /in embargo hoy en día se
entiende que el Estado debe cumplir ms funciones a parte de proporcionar seguridad y
respetar ciertas libertades indi%iduales0 -esde la formación del Estado de 1ienestar a
comienzos de los a#os %einte del siglo pasado y hoy en día con la adopción de la fórmula
del Estado /ocial de -erecho, se le e!ige a éste adems, la consagración de
mecanismos encaminados a la consecución de la justicia material que contrarresten lasdesigualdades sociales y que las normas que rigen la %ida en sociedad tengan un origen
democrtico.
-e acuerdo con esto, se entiende que una sociedad en paz y aquí no solo me refiero a la
paz como ausencia de guerra, sino como un estado ms o menos permanente en el que
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la %iolencia no se constituye en el mecanismo preferente para solucionar los conflictos,
solo es posible bajo la configuración de ciertas condiciones en las que los indi%iduos y las
comunidades constantemente participan de forma efecti%a en las decisiones políticas que
los afectan y cuando cuentan con un seguro contra los riesgos sociales en la forma de
derechos, permitiéndoles ejercer autónomamente su propio plan de %ida buena.
-e acuerdo con estas premisas, que a su %ez son las que promue%e el constitucionalismo
social, la e!clusión política, así como la inequidad social y la discriminación tienen relación
directa con las situaciones de %iolencia y debilitan ostensiblemente el Estado de -erecho.
2o en %ano, la Carta democrtica de la 3E+ de 4556, consagra que e!iste un consenso
en torno a la idea de circularidad e interdependencia entre los regímenes democrticos y
la %igencia de los derechos humanos6, en el que se considera que los primeros son
condición para el ejercicio de los segundos y a su %ez que éstos se encargan de fortalecer
la estabilidad democrtica.
/in embargo, tal y como lo planteó Eric7 obsba8m, e!isten serias dificultades para
determinar de forma clara cundo estamos frente a un régimen democrtico& puesto que
la gran mayoría de los regímenes políticos a pesar de la disimilitud de sus métodos se
esfuerzan hoy en día por ser denominados de esa forma, y adems porque en términos
generales aquellos que eligen a sus gobernantes apelando a las elecciones,
independientemente de su historia y cultura, oficialmente son denominados comodemocrticos4, bajo esta concepción la pre%alencia de los derechos humanos no se
constituye en sentido estricto, en un elemento necesario para que un régimen sea
designado como democrtico9. Esta situación, se e!plica porque la democracia se
entiende sobre todo como :la democracia liberal;, es decir, aquélla que
1 Por ejemplo la Carta democrtica de la 3E+ establece en su +rt.
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:alude a un Estado constitucional que ofrece la garantía del imperio de la ley, así
como diversos derecos y li!ertades civiles y políticos, y al que go!iernan sus
autoridades, entre las que de!en figurar necesariamente asam!leas
representativas elegidas por sufragio universal y por la mayoría numérica del
con"unto de ciudadanos, en elecciones cele!radas a intervalos regulares en las
que se enfrenten distintos candidatos y organizaciones rivales;>.
Esta concepción a su %ez alberga una inconsistencia0 no e!iste un %ínculo necesario o
lógico entre los distintos rasgos que la componen?, por esta razón es que se puede
presentar en un :Estado democrtico;, la coe!istencia entre una institucionalidad basada
en la constitución y en el imperio de la ley y una situación de %iolencia generalizada en la
que a los ciudadanos se les restringen sus derechos fundamentales de forma gra%e como
ha ocurrido lamentablemente en nuestro país.
+sí por ejemplo, en Colombia a pesar de la consagración e!plicita de la fórmula del
Estado /ocial y -emocrtico de -erecho en la Constitución Política de 6@@6 se e%idencia
una situación en la que predomina la desigualdad económica y social, donde se sigue
suspendiendo de facto los derechos de las personas a pesar de que estos se encuentran
consagrados en los te!tos constitucionales, y en donde los gobiernos de turno adoptan
medidas autoritarias que lesionan los derechos humanos de las mayorías despojadas
3 El concepto de democracia es tan equí%oco que incluso se denominan como democrticos, los
regímenes políticos monrquicos que perduran sobre todo en buena parte de la Anión Europea y
en Bapón. +l respecto obsba8m Eric7, "as perspecti%as de la democracia, en uerra y paz en el
siglo **=, Ed. Critica, 1arcelona, 455
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mientras se propicia la acumulación del capital pri%ado en pocas manos acudiendo a la
represión soterrada contra la oposición política y la resistencia popular G.
El auge de las acti%idades e!tracti%as a partir del crecimiento %ertiginoso de la titulación
de hectreas en el país y los minerales e!traídos ejemplifican esta situación.
Precisamente la historia colonial de +mérica "atina permite %er las grandes dificultades
que tiene la minería para la construcción de un proceso de desarrollo en fa%or de los
derechos umanos integrales del conjunto de la población. Este auge ha implicado la
emergencia y profundización de conflictos sociales %inculados a la presencia de las
empresas mineras que realizan acti%idades de e!ploración y e!plotación en los territorios
rurales. "as luchas sociales ocurren en un escenario de represión y criminalización de la
protesta. +dems, la minería a gran escala no ha facilitado la superación de condiciones
de pobreza en los municipios en los cuales se han desarrollado acti%idades e!tracti%as.
Por el contrario, la garantía de derechos sociales para el conjunto de la población es aHn
una tarea pendiente en estas reas. El alto porcentaje de las necesidades bsicas
insatisfechas de la población, contrasta con la política fiscal del Estado en relación con las
rentas mineras, puesto que esta busca fa%orecer la in%ersión e!tranjera por medio de la
disminución de las regalías y el establecimiento de e!enciones y descuentos a las
empresas& en lugar de establecer tasas reales que permitan una participación equitati%a
que proteja los intereses de la sociedad como due#o de los recursos naturales, y del
Estado como administrador de los mismos<
.
ICómo resol%er entonces estas tensiones en beneficio de la apertura democrtica y la
garantía de los derechos humanos para las mayorías desposeídas en un conte!to en el
que el Estado a pesar de haber perdido centralidad en la configuración del orden global
aun ostenta un lugar importanteJ.
6 An anlisis sobre la coe!istencia entre democracia formal, %ulneración a los derechos humanos y
economía de mercado en el conte!to mundial y el caso Colombiano puede %erse en DHnera Kuiz
"eopoldo :-emocracia y -erechos umanos en )iempos de uerra; 'Ensayo introductorio( en
Ke%ista Pensamiento Burídico.
7 Estas ideas son e!traídas de las in%estigaciones efectuadas por /ergio +ndrés
Coronado y la plataforma -E/C sobre los impactos de las industrias e!tracti%as en los
derechos humanos en Colombia.
http0888.colecti%odeabogados.org=DpdfpcdhddLpresentacionLparlamentoLeuropeoL
http://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/pcdhdd_presentacion_parlamento_europeo_160913_.pdfhttp://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/pcdhdd_presentacion_parlamento_europeo_160913_.pdfhttp://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/pcdhdd_presentacion_parlamento_europeo_160913_.pdfhttp://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/pcdhdd_presentacion_parlamento_europeo_160913_.pdf
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+%anzar en este desafío resulta imprescindible para lograr una sociedad en la que la paz
sea posible y duradera. +quí no podré dar una respuesta definiti%a, por el momento
esbozaré algunas directrices que contribuyan a tal fin. Precisamente resulta primordial
que los mo%imientos sociales, los operadores judiciales, los teóricos y los profesionales
refle!ionen sobre la consolidación de una nue%a teoría de los derechos humanos basada
tanto en la recuperación del derecho a la historia, así como en la integralidad,
interdependencia y unidad de los mismos tal y como se estableció en el artículo ?M de la
-eclaración y Plan de +cción de Fiena suscrito por 6
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dimensión planetaria, ha desequilibrado la balanza en beneficio del poder hegemónico y
el interés pri%ado.
Kpidamente, pasamos al otro escenario de esta disertación, éste hace referencia a la
refle!ión sobre la paz en un escenario de guerra, los retos que se e!ponen a continuación
se enmarcan dentro de un horizonte mucho ms delimitado, se trata de indagar las
posibilidades que ofrece el derecho ya no frente a la inequidad y e!clusión social que son
el motor de la %iolencia, sino frente a la cesación de un conflicto armado como el que
afecta a nuestro país.
La paz y la salida negociada al conflicto
Colombia est %i%iendo un capitulo muy importante en su historia reciente, ya que
después de casi dos décadas se abren nue%as posibilidades para poner fin al conflicto
armado ms antiguo de la región.
"as negociaciones con las N+KC implican %arios retos0
En primer lugar, resulta imprescindible fortalecer el consenso ciudadano en torno al
proceso y a la necesidad de recurrir al dialogo como medida preferente para terminar con
el conflicto. "o anterior en tanto que algunos sectores del país defienden fórmulasautoritarias en las que se conciben las negociaciones de paz como síntomas de debilidad
gubernamental o como supuestos acuerdos de impunidad& dicha postura es equi%ocada
en la medida en que se encuentra atada al pasado, desconoce por completo que la salida
militar ha fracasado y parte de supuestos poco creíbles, puesto que los acuerdos se
encuentran en construcción y su refrendación debe adoptarse en un marco jurídico bajo el
cual e!ista un equilibrio entre la consecución de la paz a partir de la dejación de las armas
y por otra parte el respeto por los derechos de las %íctimas, y el cumplimiento de los
compromisos estatales de no impunidad y garantías de no repetición.
En segundo lugar, y en correspondencia con el reto anterior, se debe propender porque
los acuerdos establezcan un equilibrio entre los sacrificios que implica la consecución de
la paz en materia de %erdad, justicia y reparación y por otra parte los derechos de las
%íctimas. /i bien es cierto que al respecto no e!isten fórmulas mgicas ni reglas que
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permitan la estricta proporcionalidad y razonabilidad de las normas de la justicia
transicional, desde el derecho internacional se han %enido configurando un conjunto de
estndares imprescindibles para ponderar estas medidas que deben ser incorporados en
todas las etapas del proceso. En días pasados, la Corte constitucional decidió que el
denominado marco jurídico para la paz era e!equible, lo que se con%ierte en un paso
importante para la adopción de una ley en el congreso que pueda materializar estos
equilibrios y dinamizar el proceso. En todo caso de la decisión adoptada por la Corte,
resulta claro que el Estado %a a in%estigar las %iolaciones gra%es a los derechos humanos
adoptando mecanismos para identificar situaciones de sistematicidad y responsabilizar a
quienes ostenten los ms altos rangos dentro de la estructura armada, así mismo se
incorporar un enfoque de género que %isibilice los derechos de las mujeres y establezca
la %erdad sobre su %ictimización.
En tercer lugar, cobra rele%ancia la necesidad de articular este proceso con los
mecanismos de justicia transicional que actualmente a%anzan en el país, bsicamente con
el fin de fortalecer los logros que en materia de reparación integral a las %íctimas se
%ienen dando. De refiero específicamente a las políticas de restitución de derechos que
se consagran en la ley 6>> de 4566, o denominada ley de %íctimas.
/in duda, la puesta en marcha del sistema de atención, asistencia y reparación integral a
las %íctimas establecido en la "ey 6>> de 4566, específicamente en lo que concierne alproceso de restitución de tierras despojadas y abandonadas& se constituye en un
importante a%ance en beneficio de las %íctimas del conflicto. "o anterior se %e reflejado en
la consecución de resultados significati%os en lo que respecta a la restitución jurídica y
material de predios, así por ejemplo a la fecha, los jueces especializados en un hecho sin
precedentes, han proferido ms de 6?5 sentencias en la que se han de%uelto
apro!imadamente 69.555 hectreas de tierra. /in embargo, como lo ha puesto de
manifiesto por estos días un informe de uman Kigth Oatch, los retornos de las %ictimas
continHan siendo una tarea pendiente, puesto que la %iolencia generalizada, el rearme degrupos paramilitares en conni%encia con influyentes sectores poderosos en el plano local
y la situación de conflicto en general, impiden una restitución efecti%a de los derechos de
las %íctimas. +sí las cosas, solo una paz duradera y estable es posible cuando el conflicto
armado ha llegado a su fin, solo bajo este escenario es que la reparación integral podr
desplegar toda su dimensión transformadora.
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A manera de epílogo
Con ocasión del lanzamiento del informe :basta ya0 memorias de guerra y dignidad; del
Centro de Demoria istórica, Oilliam 3spina pronunció una frase que plasma con gran
acierto el sentido de la refle!ión sobre la paz0 :las guerras no terminan cuando se cuentan
los muertos sino cuando se eliminan sus causas;.
En sintonía con esta frase, Oilliam 3spina formula una serie de preguntas que quiero
compartir con ustedes para cerrar mi inter%ención y que plantean el reto de pensar en la
paz desde la justicia histórica y la reconducción de las sociedades hacia inclusión y la
justicia social0
:#qué responsa!ilidad le ca!e a la dirigencia que a tenido el país en sus manos
durante los $ltimos cien a%os en este desangre inumano& #'o era a ella a quien
le correspondía educar a la comunidad en pautas mínimas de civilizaci(n,
incorporar a millones de personas a un orden de mínimas oportunidades y de
garantías sociales, construir un Estado operante, formarnos a todos con el e"emplo
y la responsa!ilidad, ya que a sido tan aguerrida en la defensa de sus privilegios
políticos y de su dignidad social&
#) vamos a ecarles la culpa, como nos gusta, de los males de la 'aci(n, a las
comunidades siempre postergadas, a los po!res que se murieron por décadas a
las puertas de los ospitales, a los que an uido sin rum!o noce a noce
perseguidos por los macetes, alum!rados por los incendios, y despreciados en
las ciudades adonde llega!an, o a los *+. civiles muertos por este conflicto&
#-ué van a decir aora los grandes poderes y los partidos políticos que nos
go!ernaron&.
Duchas gracias.
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