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Nº 614 Medellín, octubre de 2012 SISTEMA DE COMUNICACIONES • http://almamater.udea.edu.co • [email protected]ISSN 1657-4303 La Universidad de Antioquia liderará proyecto de la Gobernación en favor de diez mil universitarios en las regiones Páginas 6 y 7 Los Premios Nacionales de Cultura Universidad de Antioquia ya tienen ganadores La Escuela de Nutrición y Dietética invita a la mesa... Escanee el código QR y descubra el menú. Los rectores insisten: esa platica no alcanza Parlamentarios antioqueños, firmes con universidades públicas Las paradojas de la locomotora minera Páginas 4 y 5 Página 3 Páginas 12 y 13 Páginas 17 a 21 Foto Archivo Periódico ALMA MATER Estudiantes de la seccional Urabá, municipio de Turbo Divulgación científica, otra manera de contar Páginas 10 y 11

PERIÓDICO ALMA MATER N° 614 OCTUBRE 2012

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PERIÓDICO ALMA MATER N° 614 OCTUBRE 2012

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Page 1: PERIÓDICO ALMA MATER N° 614 OCTUBRE 2012

Nº 614 Medellín, octubre de 2012 SISTEMA DE COMUNICACIONES • http://almamater.udea.edu.co • [email protected] • ISSN 1657-4303

La Universidad de Antioquia liderará proyecto de la Gobernación en favor de diez mil universitarios en las regiones

Páginas 6 y 7

Los Premios Nacionales de Cultura Universidad de Antioquia ya tienen ganadores

La Escuela de Nutrición y Dietética invita a la mesa...

Escanee el código QR y descubra el menú.

Los rectores insisten: esa platica no alcanza

Parlamentarios antioqueños, firmes con universidades públicas

Las paradojas de la locomotora minera

Páginas 4 y 5

Página 3

Páginas 12 y 13

Páginas 17 a 21

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Estudiantes de la seccional Urabá, municipio de Turbo

Divulgación científica, otra manera de contar

Páginas 10 y 11

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2Nº 614, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIAMedellín, octubre de 2012

Es entendible que en las universidades, como en todas las instituciones de la sociedad, haya conflictos, no solo por

la multiplicidad y heterogeneidad de las personas que la integran, sino, sobre todo, por la íntima ligazón entre la creación, difusión y conservación del conocimiento que aquellas generan y las expec-tativas y necesidades sociales.

Por esa convicción que compar-ten las universidades públicas de Latinoamérica, de acuerdo con la Comisión Institucional de Ética y el Instituto de Estudios Políticos —promotores del coloquio Uni-

versidad y conflicto—, existe una sensibilidad social de estas insti-tuciones que las vuelve propensas al conflicto. En ello concuerdan los ponentes nacionales e inter-nacionales que intervinieron en el espacio académico realizado el 28 de septiembre en la Universidad de Antioquia.

Para Federico Luis Schuster, “el conflicto es parte de la dinámica del conocimiento, pues es un proceso en el que se pone en cuestión lo viejo. Progresamos en la medida en que somos capaces de desafiarlo”. Schuster es el di-rector del Grupo de Estudios de protesta social y acción colectiva de la Universidad de Buenos Aires.

Con su postura coincide Raúl Atria Benapres, director del De-partamento de Sociología de la Universidad de Chile. Para Atria, las universidades son un microcosmos social que no puede excluir de sus filas a personas que piensan distinto. “No hay que asustarse porque la universidad tenga en su interior momentos de tensión. Lo importante es que la misma uni-versidad reconozca la diferencia y tenga maneras de abordarla sin suprimir la voz disidente, el pensa-miento divergente y crítico”.

Justamente para Schuster, el

gran peligro de los conflictos ra-dica en que no se encuentren me-canismos para procesarlos. “No es solamente una cuestión de diálogo, se trata de encontrar un punto en común, porque si eso no se logra, la espiral de conflicto puede crecer cada vez más”. Y esa espiral, dice, puede convertirse en radicalismos de parte y parte.

Para Imanol Ordorika, inves-tigador y director general de Evaluación Institucional de la Universidad Nacional Autónoma de México, en las universidades coexisten posiciones diversas so-bre cómo se interpreta el mismo quehacer universitario. Ello genera una relación de conflicto relativa-mente permanente que algunas veces es manifiesto y otras no.

Ahí está el meollo del asunto:

¿se puede deslindar la crítica y la protesta de las manifestaciones violentas? La pregunta tiene ca-lado en un momento coyuntural para las universidades públicas del país, donde en lo corrido de este año las manifestaciones violentas han dejado saldos preocupantes.

Según Schuster, las raíces de los conflictos que viven las uni-versidades pueden ser producto no sólo de reclamos internos, sino también de problemáticas sociales externas. La defensa de derechos gremiales y sociales no sólo es necesaria en las universidades públicas, sino también coherente con su esencia de centro de pen-samiento de una democracia.

Sin embargo, movimientos políticos y armados han mani-festado ese reclamo desde las trincheras de la violencia. A esas posturas violentas se les suma ahora la influencia de hechos delincuenciales y los intereses de las mafias que distribuyen drogas dentro de los claustros.

Por ello, para Raúl Atria las manifestaciones violentas en las universidades deben analizarse desde el contexto mismo de las sociedades latinoamericanas. “Es un problema social. Mientras exista predisposición ante la auto-

ridad; desde que en la familia, las organizaciones, los sindicatos o la política se abuse del poder, la so-ciedad será proclive a la violencia, porque ésta no es otra cosa que la rebelión contra el abuso”, dijo.

¿Hay una salida?De acuerdo con Ordorika, las

expresiones de violencia univer-sitaria —especialmente de las universidades latinoamericanas—, se han exacerbado porque se ha negado la naturaleza política de la universidad. “No existen los canales institucionales adecua-dos para procesar las diferencias y hacer participar al conjunto de las comunidades académicas en la toma de decisiones universitarias, el rumbo institucional y la selec-ción de autoridades”. Según él,

la existencia de un fenómeno de violencia universitaria tiene como contraparte otro tipo de violencia soterrada, como la negación ins-titucional a las posturas del otro o el uso de la fuerza pública para contrarrestar las demandas de sectores que se movilizan.

Por ello, para Medófilo Medina Pineda, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, hay un nivel de conflicto que no es únicamente de discursos, sino también del acceso a las posibi-lidades y bienes sociales. “Una universidad sin un sistema de bienestar estudiantil y profesoral se priva de elementos de interven-ción para el conflicto. Cuando se habla de bienestar, se habla de necesidades básicas y espacios de comunicación que fomenten la solidaridad entre los miembros que componen esa universidad”.

Un punto de encuentro, de con-certación, es la fórmula en la que coinciden Ordika, Atria, Medina y Schuster. Según este último, aun-que es difícil para las autoridades reconocer que un movimiento con-trario puede producir un cambio positivo, son éstas las que deben preguntarse hacia dónde va la ins-titución. “Hay universidades que en situaciones de conflicto produje-

ron transformaciones valiosísimas, como la de Córdoba en Argentina. Pero también hay universidades de América Latina que han sido muy dañadas por sus conflictos”.

Para Atria, las primeros que deben convocar al banquillo de la concertación son las autoridades universitarias, pues son éstas las que han sido elegidas para tomar decisiones. Además, afirma que cuando se escuchan las protestas de los otros se abre una primera ventana para que éstas se convier-tan en propuestas. “Que digan no-sotros demandamos esto, denun-ciamos esto y proponemos esto. Si no es así, si no hay propuestas, se van a quedar en la edad de piedra”.

Y mientras las manifestaciones de grupos universitarios que se manifiestan de forma violenta —

con capuchas y papas bomba, por ejemplo—, son percibidas en el grueso de la sociedad como anquilosadas formas de protesta, las multitudinarias marchas vivi-das en Colombia en 2011 como respuesta al proyecto de reforma de la ley de educación superior, demostraron que las vías civiles y pacíficas dejan logros.

“Si bien hay formas canoniza-das de reacción y rituales como las capuchas, lo que vimos en el 2011 es una novedad. Incluso protestaron conjuntamente las universidades públicas con las pri-vadas”, resaltó Medófilo Medina.

Para él, la protesta adquirió una nueva dinámica mediante ac-ciones simbólicas como arrojarle pintura a los miembros de la fuerza pública. “Para rodearlos de color y también de calor con los abrazos, sin nada que produjera un daño físico”, recordó.

En cualquier caso, sea reflejo o no de la sociedad en la que está inserta, la universidad, cualquier universidad, debe, ante todo, aportar luces a las problemáticas que adentro y afuera se plantean como desafíos a una institución que por definición es centro de cultura, casa de conocimiento y expresión de inteligencia.

Por PEDRO CORREA OCHOA

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3Nº 614, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIAMedellín, octubre de 2012

Rectores insisten: esa platica no alcanza

El problema más acu-ciante de la universidad pública es, sin duda, la financiación. Los rectores de las treinta

y dos universidades públicas de Colombia agrupadas en el Sistema Universitario Estatal, SUE, lo han venido señalando en distintos escenarios y de diversas maneras.

Uno de los más recientes es-pacios de discusión se produjo la última semana de septiembre cuando confluyeron en Bogotá representantes del alto gobierno, voceros de la Mesa Amplia Nacio-nal Estudiantil, Mane, congresistas y directivos universitarios.

En ese encuentro, en el que la ministra de Educación María Fer-nanda Campo Saavedra mostró los avances de las 44 mesas amplias sobre educación superior en el país, se convino, a instancias del presidente del Senado Roy Barreras, integrar una comisión plural liderada por el ex rector de la Universidad del Valle Jaime Galarza Sanclemen-te, con el objeto de acompañar al Congreso en la configuración de una política pública de educación superior que a más tardar en marzo se materialice en una ley.

Los rectores del SUE allí pre-sentes, encabezados por el rector de la Universidad Nacional Ignacio Mantilla y el rector de la Universi-dad de Antioquia Alberto Uribe, coincidieron en que el problema coyuntural de la educación supe-rior pública es la financiación, tal como lo sostuvieron el 13 y 14 de septiembre en Paipa, Boyacá, y como se lo expresaron en carta dirigida al presidente Juan Manuel Santos Calderón en julio.

“Para sentarnos a una mesa tranquila a discutir sobre una política pública y la formulación de una ley superior que necesita Colombia, expresamos que nos parecería fundamental que en el proyecto de presupuesto para la vigencia 2013 se solucionara o se diera salida al menos coyuntural al problema financiero de las ins-tituciones públicas de educación superior que ya no dan más”, dijo el rector de la Universidad de An-tioquia Alberto Uribe Correa.

Y es que, de acuerdo con un estudio de los vicerrectores admi-nistrativos y financieros del SUE, en los casi veinte años de vigencia de la ley 30 de 1992 ha habido una desfinanciación de las universida-des públicas cercana al billón 200 mil millones de pesos.

IPC+10 puntosEl mismo día, el 26 de septiem-

bre, en la comisión financiera del Congreso, con la presencia del ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas Santamaría y de la ministra de Educación María Fer-

nanda Campo Saavedra, a nom-bre del SUE los rectores Mantilla y Uribe expusieron las razones por las cuales están pidiendo un aumento para la vigencia presu-puestal 2013 equivalente al IPC más diez puntos.

Minhacienda anunció, enton-ces, una adición presupuestal de 100 mil millones de pesos para las universidades públicas, en tanto que la ministra dijo que se repartirían según lo pactado con el SUE el año pasado: un 50% de esos recursos se distribuirían en los términos del artículo 86 de la ley 30 de 1992 y el otro 50%, inversamente proporcional al presupuesto de cada institución.

En otras palabras, explicó el rector Alberto Uribe Correa, las instituciones públicas de edu-cación superior que tradicional-mente han recibido menos serían las que más recibirían, y las que tradicionalmente han recibido más recibirían menos.

“Los cien mil millones de pesos son una muestra de buena volun-tad pero no son suficientes para las necesidades del sistema”, insistió el rector Uribe Correa en la plenaria de la comisión, y fue enfático en señalar que se está poniendo en riesgo la educación superior pública.

“Y las universidades estatales que velan por la equidad, por la in-clusión, por la investigación, por la innovación, por el emprendimien-to, estamos siendo afectadas si no se da una verdadera solución a los problemas financieros”, afirmó.

En declaraciones registradas en la Agencia de Noticias UN, el rec-

tor de la Universidad Nacional de Colombia Ignacio Mantilla Prada consideró que distribuir el 50% en-tre las 32 universidades públicas de acuerdo con los presupuestos de cada una y el resto en propor-ción inversa a los presupuestos resulta inequitativo con los logros y la calidad de la Institución.

Con esa fórmula, explicó que este año la Universidad de Ocaña recibió el 65% adicional a su pre-supuesto y la del Pacífico, el 56%; mientras que la Nacional solo recibió el 6%”.

Coincidió con el rector Uribe Correa en que con esta meto-dología, universidades como la del Valle, de Antioquia, Industrial de Santander y la Nacional, que llevan en mucho el peso de la co-bertura, de la calidad, de los pos-grados, de la investigación, de la inclusión, de la regionalización, se ven afectadas si no se mide en una forma diferente para el próximo año la asignación de los recursos.

Mantilla Prada observó que la situación es tal que la Universidad Nacional ha venido utilizando recursos propios para gastos de funcionamiento. De continuar así, aseguró, “va a llegar el momento en el que los gastos de funciona-miento superen incluso el presu-puesto asignado por el Gobierno, tanto para funcionamiento como para inversión”.

De hecho, aseguró el rector, este año el Consejo Superior Univer-sitario aprobó una transferencia cercana a los 10 mil millones para cubrir un déficit de funcionamien-to, los cuales estaban inicialmente destinados a inversión.

Los rectores del Sistema de Universidades Estatales, encabezados por el rector de la Universidad Nacional Ignacio Mantilla Prada (a la izquierda) y el rector de la Universidad de Antioquia Alberto Uribe Correa (a la derecha) demandaron del Gobierno Nacional recursos urgentes que ga-ranticen el normal funcionamiento de las instituciones públicas, pues el desfinanciamiento estructural no da espera, mientras se discute la política pública y se aprueba una nueva ley de educación superior para el país.

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El gobierno anunció una adición de 100 mil millones para el SUE

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Parlamentarios antioqueños,

Los rectores de las treinta y dos instituciones de educa-ción superior que integran el Sistema Universitario Estatal, SUE, estiman que si en el presupuesto gene-ral de la Nación se destina un 10% adicional para las universidades públicas en ocho o diez años se pon-dría el país a tono con la desfinanciación estructural y acumulada en los veinte años de vigencia de la ley 30 de 1992.

Los parlamentarios an-tioqueños se compro-metieron a respaldar en el Congreso de la Re-pública la solicitud que

dos meses atrás le presentaron los rectores de las 32 universida-des estatales al presidente Juan Manuel Santos para incrementar, en el Presupuesto General de la Nación, los montos destinados a la educación superior pública.

Los representantes a la Cámara y los senadores del departamento que respondieron de manera afir-mativa al llamado de las directivas de la Universidad de Antioquia a principios de septiembre coincidie-ron en que el incremento del IPC, más diez puntos porcentuales pro-puestos por los rectores del SUE no le hacen mella al presupuesto nacional pero sí ayudan a paliar las deficitarias cuentas de la edu-cación superior pública del país.

Gabriel Zapata Correa destacó el

momento oportuno para discutir la modificación de las partidas para las universidades públicas en el presupuesto general de la nación.

Señaló que si existe un compro-miso de todas las bancadas en las regiones y un lenguaje común es posible lograr los 240 mil millones de pesos —equivalentes al 10% demandado por los directivos universitarios—, lo cual no es signi-ficativo dentro de un presupuesto general de 185 billones de pesos.

Se trata, dijo, de asumir el com-promiso de agilizar en la comisión de presupuesto, donde inicialmen-te se debe modificar o tratar de incluir la partida solicitada.

“Compromiso hay rector y estamos firmes porque nosotros tenemos la convicción de res-paldarlos y esta no es una cifra exagerada para el presupuesto del año 2013”, dijo Zapata Correa al rector de la Universidad de Antioquia Alberto Uribe Correa.

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firmes con universidades públicas

En igual sentido se manifestó el representante Iván Darío Agu-delo Zapata, quien reconoció que existe una gran deuda con la Uni-versidad. “Tenemos que acercar cada día más los estudiantes a los pupitres, puesto que el pupitre transforma”, expresó.

Afirmó que en el momento actual del país resulta fundamen-tal, con el apoyo a la universidad pública, enviar el mensaje de que los jóvenes son importantes, que la educación juega un papel tras-cendental y que los congresistas deben apostarle a los sueños de los padres de familia y de los es-tudiantes de ser alguien en la vida.

“Nosotros como congresistas tenemos que jugárnosla toda para que nuestros estudiantes tengan las oportunidades que nosotros tuvi-mos, porque cuando uno se sienta en un pupitre se transforma, otea un horizonte diferente”, reiteró.

Agudelo Zapata propuso, ade-

más, que se configure una mesa en la que coincidan el gobierno nacional, los congresistas, las uni-versidades y los estudiantes para impulsar una reforma estructural de la educación.

La representante Nidia Marcela Osorio Salgado consideró que es viable la petición de los rectores y que no obstante a estas alturas estar muy comprometido el pre-supuesto son posibles algunos traslados presupuestales.

Tras sugerir que la tarea la facilita el alto nivel de ejecución que pre-senta el ministerio de Educación, anotó que hay que considerar también el presupuesto de regalías, pues así todavía no haya claridad al respecto, lo cierto es que éstas van a alimentar el fondo para la ciencia y la tecnología.

También resaltó la estrategia de los rectores de promover en todas las regiones el apoyo de los parla-mentarios a la iniciativa del SUE. “La unión hace la fuerza —dijo la representante— y la bancada antioqueña está ahí, más cuando se trata de entrar en defensa de instituciones que nos llenan de orgullo y que reflejamos en todo el país como es ese gran patrimonio, la Universidad de Antioquia”.

Hay recursosEl representante Juan Manuel

Valdés Barcha consideró que es poco lo que están pidiendo los rectores de las universidades públicas para alivianar el déficit que arrastran, y que debe haber la voluntad del gobierno nacional para incluir la adición porque existen los recursos.

“El mejor camino habría sido que los congresistas hubiéramos resuelto el déficit de manera es-tructural a través de la reforma de la ley 30 de 1992, pero como no se ha logrado que prospere la reforma porque no han existido las condiciones institucionales, políticas y sociales entonces el punto está pendiente”, dijo.

Sugirió que, en el entretanto, se tomen medidas contingentes, como incorporar en la aprobación del presupuesto para el año entran-te la adición solicitada.

“Esperamos que con el nuevo ministro de Hacienda haya una mayor sinergia, que las comisio-nes económicas tanto de Cámara como de Senado puedan dedicarse a debatir el tema de educación en una sesión particular y hacer una

proposición para que la adición sea incorporada dentro del presu-puesto general de la Nación”, dijo, entre otras razones —agregó—, porque no se trata de billones de pesos, sino de cifras medianamen-te considerables y “no hay nada más razonable que invertirle a la educación”, sentenció.

“Si estamos hablando que vamos a entrar a un proceso de negociación de paz el camino es la educación y más la educación superior”, dijo.

El presidente de la comisión cuarta de la Cámara de Represen-tantes, Juan Felipe Lemos Uribe, observó que el presupuesto para la próxima vigencia fiscal es el presupuesto con mayores recur-sos para inversión en los últimos años en Colombia.

Son, dijo, cerca de 40.6 billo-nes de pesos que destinará el gobierno nacional a todos los sectores sociales, incluido el sector de la educación.

“La propuesta de los rectores no es descabellada”, aseguró, y confirmó el encuentro entre la comisión cuarta, la ministra de

Educación y los rectores para ha-cer expresa la solicitud en aras de que las finanzas de la universidad pública se fortalezcan.

Coincidió en que uno de los pendientes del gobierno nacional y el Congreso de la República es acometer una reforma estructu-ral de la educación superior que sanee, entre otros puntos, los presupuestos de las universida-des, de tal forma que los rectores cada año no tengan que ‘sacar la ponchera’ y puedan reorientar sus esfuerzos para contribuir a que la educación superior cumpla con los cometidos.

“Esta es una oportunidad para que nosotros desde la ley orgánica de presupuesto podamos lograr que las universidades públicas reciban unos recursos adiciona-les por lo menos para la próxima vigencia, que permitan aliviar las necesidades y dificultades que tie-ne la educación superior”, aseguró.

El senador Juan Carlos Vélez Uri-be también expresó su disposición a apoyar la iniciativa de los rectores que busca ampliar el presupuesto a las universidades públicas.

Foto Archivo Periódico ALMA MATER

“Nada genera más movilidad social que la educa-ción superior”, dijo el rector de la Universidad de Antioquia Alberto Uribe Correa al exhortar a los parlamentarios a respaldar la petición del Sistema de Universidades Estatales, SUE, respecto de la adición a favor de las universidades públicas en la ley de presupuesto para la vigencia 2013, como lo hicieron en 2009 para la vigencia de 2010.

“Nosotros estamos pidiendo que no sea el IPC más tres puntos como lo propone la señora Mi-nistra de Educación de acuerdo con el proyecto de reforma a la ley de educación superior que se frustró, sino que sean diez puntos más, que repre-sentan 240 mil millones de pesos adicionales a lo que el gobierno nacional presupuestó, lo cual resolvería en forma definitiva el problema presu-puestal de las universidades y no tendríamos los rectores que desgastarnos año tras año en ese asunto”, explicó, al tiempo que calculó que si se acoge la iniciativa en unos diez años se pondría a tono el país con la desfinanciación estructural y acumulada por la aplicación estricta y restrictiva del artículo 86 de la ley 30 de 1992.

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6Nº 614, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIAMedellín, octubre de 2012

Gobernación apoyará a diez mil universitarios en las regiones

La educación superior en las regiones de An-tioquia dará un salto cuantitativo y cualita-tivo, gracias al apoyo

decidido de la Gobernación y a la conjunción de voluntades de varias instituciones dispuestas a poner el conocimiento, la experiencia y las capacidades instaladas para am-pliar y mejorar la oferta educativa en el departamento.

Las reuniones continuas que du-rante seis meses han sostenido re-presentantes del gobernador Sergio Fajardo Valderrama con directivos universitarios ya dieron punto.

“Ha habido un espíritu de co-laboración inmenso”, expresa Alonso Hoyos Betancur, asesor de la Gobernación para la educación

La Universidad de Antioquia liderará el proyecto que también involucra al Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, el Tecnológico de Antioquia y el Sena

superior, mientras confirma que ya hay acuerdos concretos con la Universidad de Antioquia, el Po-litécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, el Tecnológico de Antio-quia y el Sena para sacar adelante una ambiciosa meta del gobierno departamental en este cuatrenio: apoyar los estudios superiores a 10 mil jóvenes en las regiones.

De acuerdo con el asesor, para cumplir ese cometido el gobierno departamental dispone de un fondo de becas con un monto cercano a los 120 mil millones de pesos, con los que se espera financiar a los be-neficiarios durante toda la carrera.

Hoyos Betancur precisa que los dineros salen del presupuesto del Departamento, y anuncia que, al mismo tiempo, la Gobernación

adelanta gestiones con entidades públicas y privadas para incremen-tar los recursos.

Adicionalmente, la Goberna-ción dispondrá de una cifra signi-ficativa proveniente de las regalías para el desarrollo de la infraestruc-tura, construcción y dotación de laboratorios de las instituciones de educación superior por fuera del Valle del Aburrá.

Lo que en últimas quiere la Gobernación —subraya el ase-sor— es contribuir a desarrollar la institucionalidad universitaria en las regiones, con profesores de planta y una respuesta efectiva a las necesidades de las zonas.

Y más. La aspiración del manda-tario seccional de los antioqueños es que el proyecto se consolide

de tal forma que trascienda los alcances del programa de gobier-no Antioquia la más educada y se convierta en política pública para que perdure.

“Nosotros creemos que sin una buena infraestructura, sin buenas condiciones tecnológi-cas, sin profesorado de planta uno no puede garantizar calidad de la educación en las regiones”, asegura Hoyos Betancur.

Como parte de los acuerdos, en una primera fase la oferta de programas de las instituciones comprometidas se centraría en las zonas de Urabá y Oriente antioqueñas.

Se trata —como lo ha explicado el gobernador Fajardo Valderrama en varias oportunidades— de

Consolidar la institucionalidad y convertir la iniciativa en política pública, principales apuestas

Foto Archivo Periódico ALMA MATER

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7Nº 614, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIAMedellín, octubre de 2012

UdeA mantiene liderazgo en indicadores de extensión

dos regiones emblemáticas con situaciones distintas: la zona de Urabá, que registra los más bajos indicadores en calidad de vida y educación, pero con un potencial enorme para el desarrollo social y económico; y el Oriente antio-queño, con mejores índices de desarrollo e infraestructura.

Las instituciones —precisa el asesor de la Gobernación para la educación superior— no llegan a competir o a hacer programas cada una por su lado. “Están cla-ramente definidas cuáles son las prioridades que la Gobernación considera deben fortalecerse en las subregiones en función de su desarrollo”, dice.

Tales prioridades están rela-cionadas con las problemáticas y demandas de los sectores agroin-dustrial y agropecuario, minero y forestal, pero también hay que de-sarrollar los programas de acuerdo con la vocación productiva de cada región y la urgencia de la formación de profesionales en el corto y mediano plazo. De ahí el diseño de programas de formación para el trabajo, técnicos, tecno-lógicos, que se está pensando, particularmente con el Sena.

Más presenciaPara el vicerrector General y

director encargado de la Dirección de Regionalización de la Universi-dad de Antioquia, John Jairo Ar-boleda Céspedes, existe completa articulación entre el programa de gobierno Antioquia la más educa-da y el programa de la Alma Máter en las regiones.

Es más, asegura que el trabajo in-terinstitucional con la Gobernación para favorecer las posibilidades de estudio de diez mil estudiantes no le implican a la Universidad de An-tioquia un cambio en la política de regionalización que ha implantado en las nueve subregiones a lo largo de los últimas dos décadas.

Al contrario, señala, es la opor-tunidad para acercar las metas que estaban presupuestadas para el largo plazo en el plan estratégico de regionalización.

Arboleda Céspedes, quien hasta hace poco estuvo en propiedad al frente del programa de Regio-nalización, reitera que “lo bueno es que no hay que hacer redirec-cionamientos a los procesos que vienen andando desde hace die-ciseis años, sino que esta es una posibilidad de acompañamiento y apoyo, porque la política guberna-mental encaja en los lineamientos que sigue la Universidad en regio-nalización, conforme a los estudios y recomendaciones del Instituto de Estudios Regionales, Iner”.

Para el directivo queda claro, después de analizar las posi-bilidades de cada institución involucrada en el proyecto, que

la Universidad de Antioquia, con 5.272 estudiantes matriculados en 47 programas en las sedes y seccionales regionales, no tiene que dejar de hacer lo que de suyo ya hace de tiempo atrás para ajustarse a las políticas de educación superior del gobierno departamental, porque en ellas encuentra articulación y oportu-nidades para consolidarse como eje de la presencia regional.

Y lo que suma, agrega, “son las fortalezas con las que ya cuenta en las subregiones de Urabá, Bajo Cauca, Oriente, Suroeste, Nordes-te, Norte, Magdalena Medio y Occi-dente, que tienen reconocimiento, aceptación y respaldo por parte de las comunidades locales”.

Desde luego, observa, si bien la iniciativa del gobierno departamen-tal apunta a atender en primera instancia algunas prioridades en Urabá y Oriente, la Universidad no renuncia al compromiso que tiene de ofrecer en estas y las demás subregiones programas que no están dentro de las estrategias de apoyo de la Gobernación, y que son igualmente pertinentes y ne-cesarios para formar tejido social con los actores locales.

“Con los estudios que hemos

hecho con el Iner tenemos el con-vencimiento de que hay programas académicos absolutamente perti-nentes para el desarrollo regional, así no estén de manera directa vinculados a procesos de desa-rrollo económico, como filosofía, sociología, trabajo social, derecho, sicología, etc.”, afirma Arboleda Céspedes.

Coincide con el asesor de la Gobernación para la educación superior en que lo que prima en la alianza son criterios de comple-mentariedad, no de competencia, a partir de las fortalezas de cada institución, como la formación en competencias para el trabajo que brinda el Sena, por ejemplo.

“El asunto es cómo sumar para ofrecer un abanico más amplio de programas académicos a los habitantes de las regiones del de-partamento”, dice.

Asimismo plantea, de un lado, que el Tecnológico de Antioquia y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, pueden apoyar la estrategia con el ofrecimiento de programas en los sectores de la minería y forestal y, del otro, que la alianza permite apoyarse en otros actores de la educación superior como la Uni-versidad Nacional.

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Las 54 mil 686 personas matriculadas en 940 progra-mas de educación continua en 2011; los 605 convenios y contratos suscritos con 248 entidades externas públicas, privadas y mixtas; los más de 6 mil 400 estudiantes asociados a actividades de extensión, incluidas las prácticas acadé-micas, amén de la obtención de tres patentes y la solicitud para otras seis, contribuyeron a que por segundo año conse-cutivo la Universidad de Antio-quia ocupara el primer puesto en extensión universitaria entre las 32 universidades públicas del país.

De acuerdo con el Sistema Universitario Estatal, SUE, –que mide cada año el desem-peño de las 32 universidades públicas del país a través de indicadores asociados a las funciones misionales como la formación, la investigación, el bienestar, la extensión–, en este último item la Alma Máter mantuvo el liderazgo, por los buenos guarismo en estudiantes vinculados a esas tareas, contratos de trans-ferencia de resultados de la propiedad intelectual y enti-dades involucradas, pero sobre todo por el compromiso de las unidades académicas con presencia real en la sociedad. La medición tiene en cuenta la capacidad de las instituciones para desarrollarlas, como sus recursos, el talento humano y la infraestructura.

La Universidad realiza más de 5 mil actividades cultu-rales por año, abiertas a la comunidad universitaria y a la ciudadanía, aunado a las actividades de formación en gestión de emprendimiento local en procesos culturales en 46 municipios del país y dos resguardos indígenas, y la presencia en las nueve subre-giones de Antioquia con los circuitos culturales, que son espacios de participación de la comunidad en actividades artísticas y culturales.

En tanto referente nacional en asuntos culturales, la insti-tución fue llamada por el Mi-nisterio para evaluar el Sistema Nacional de Cultura, destacó la vicerrectora de Extensión María Elena Vivas López.

En la seccional Oriente, contiguo a la actual sede en el municipio de El Carmen de Viboral, la Universidad de Antioquia construye la Ciudadela Universitaria del Siglo XXI.

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8Nº 614, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIAMedellín, octubre de 2012

Más de doscientos intelectuales del continente se reu-nieron en la Univer-sidad de Antioquia

entre el 12 y el 14 de septiembre para narrar las historias del pen-samiento en América. Aunque el mote de América Latina fue el más utilizado, también es cierto que al mismo tiempo se le puso en duda, pues se evidenció que no es el que mejor ilustra la existencia de cientos de culturas y de numerosos grupos sociales que integran el continente. Pensar en otros nom-bres, por ejemplo, Abya Yala, o parto de la tierra en lengua gunadule, será un reto de gran actualidad acadé-mica para las ciencias y las artes del continente. Cambiar de nombre es cambiar de mirada.

El pensar futuro en América se ocupará de los lugares ignorados y se atreverá a pensar desde circuns-tancias ignoradas las otras formas de elaborar conocimiento. De ahí que esos lugares del pensar que han sido negados a lo largo de más de quinientos años ocuparán en las próximas generaciones espacios

Por SELNICH VIVAS HURTADO académicos de privilegio. Aquí se ha hablado de América, de América Lati-na, del Caribe, de Colombia, pero pocos han tomado en serio la necesidad de recuperar los nombres y saberes ancestrales del continente, que desde el origen son claves para la comprensión de nuestras historias. Lo pasado en el pensamiento indígena es lo que está delante de nuestros ojos. Lo que vemos y vivimos a diario, no lo que hemos dejado atrás.

El cambio de nombre importaría poco, si los nombres que portamos no contuvieran el lastre de la historia impuesta. Un país que se llame Colombia evidentemente le da más relevancia a la cultura que exaltó y mitificó a Colón que a las numerosas culturas europeas de signo contrario al desarrollo y a las nativas de América. La mirada eurocéntrica –aquella que privilegia una idea homogénea de lo europeo– deja de lado, simplemente, el aporte africano, asiático, árabe y se pone de parte de quienes representan la cultura europea autoritaria, esclavista, racista. Desdeñar el nombre original de un territorio es condenarse al extravío perpetuo; quien desconoce el vínculo entre el territorio y el lenguaje nativo, se especializa en malentendidos. Empezar la historia de América Latina en España y Portugal, por omisión voluntaria u olvido cómodo de las muchas historias anteriores y posteriores, significará regocijarse con la injusticia del invasor, prolongada por el establecimiento de la cultura europea durante el periodo republicano, y con la destrucción sistemática de lo humano que ha acarreado la obsesión civilizatoria europea de los últimos tres siglos. Ya lo decía Andrés Bello hace doscientos años: es hora de que abandonemos nuestra idealización de la culta Europa que desama nuestra rustiquez nativa.

Y este abandonar implica un pensar conciliador que nos enseñe a valorar lo europeo sin despreciar los saberes del resto del mundo. La novelista nige-riana Chimamanda Ngozi Adichie ha advertido sobre el peligro que comporta enseñar una historia única, es decir, una historia armada desde la perspectiva de los que se establecieron en el poder. Esa historia capaz de uniformar al mundo y de reducir las formas de pensar y de sentir, como soñaron y cum-plieron los oscuros hombres de genio en un cuento de Jorge Luis Borges, nos convirtió en seres incapaces para el pensar disidente, imaginativo, flexible, y nos obligó al consumo de verdades absolutas. La historia única arrasó con las otras Europas, pero se nos suele olvidar. Allí los discursos hegemóni-cos fueron implantados a sangre y fuego. Luego, claro, fueron expandidos por el resto del mundo, con el ánimo de obligarnos a pensar a todos de

un mismo modo, del modo que mejor le sirviera al sometimiento. La civilización europea en cuan-to discurso hegemónico nos fue concedida, supuestamente, con el ánimo de hacernos más fácil y cómoda la vida en el planeta. Pero hoy sabemos que esa promesa es un engaño. Nadie cree ya en esta mentiras, nadie, ni siquiera los mismos europeos donde se han sentido y de manera nefasta las consecuencias de la imposi-ción de una historia única. Nadie puede creer más en tales sueños cuando el número de celulares y de televisores supera el número de humanos sobre el planeta.

Ser latinoamericano hoy en día exige por tanto obligarse a ser un habitante pensante del planeta. Somos europeos por imposición y tenemos la responsabilidad huma-na de ser también indígenas, afro, asiáticos, por voluntad y necesi-dad intelectual. Continuar el ca-mino de Europa por facilismo nos condena a la repetición incesante de los errores, al automatismo. Es hora de que el pensar europeo se renueve en el diálogo con otros modos de pensar y de vivir.

El reciente Primer Congreso de Historia Intelectual de América Latina dio suficientes pruebas de

Tareas de la futura inteligencia americana

A propósito del Primer Congreso Internacional de Historia Intelectual de América Latina

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La historia intelectual concibe que su materia es terrena

esto. El continente no está dis-puesto a seguir aceptando una historia única, esa historia de los próceres de la patria y de las élites eurocéntricas que respaldan el pro-yecto desarrollista. América Latina necesita varias lenguas para dar cuenta de la diversidad de culturas, clases sociales, movimientos socia-les y voces que integran el conti-nente. Una historia plural que sea capaz de escuchar y entender las expresiones del pensar disidente. Y no sólo la pluralidad del pensar eurocéntrico, encarnada en las ideas conservadoras, de izquierda, liberales, judeo-cristianas. No sólo en los debates al interior de las escuelas divulgadas por Europa y Estados Unidos en los últimos dos siglos; también necesitamos los debates en torno al pensar venido de África, de sus lenguas y de su extensión y diáspora en el continente americano.

Pensar en Abya Yala resulta, por tanto, más mayor responsabilidad ética que en otras latitudes del pla-

neta. Nosotros somos extensión de las culturas del mundo y estamos obligados a dar vida a esos cami-nos de existencia. Nuestras lenguas y culturas nativas conservan en su memoria cultural vínculos con culturas milenarias provenientes de Asia, Polinesia y de Australia. Nuestra música, nuestra comida y nuestra espiritualidad se hayan en vínculo directo con África. Así también la presencia árabe, cristia-na, europea en todas sus formas, enriquecen la vida de las ideas en el continente. Pero al hablar hoy en día de pluralidad e inclusión del pensar es indispensable hacer un llamado de atención. La pluralidad y la inclusión en nuestro continente no pueden favorecer y fortalecer los ideales del mundo europeo hegemónico. La academia euro-pea trasplantada a América nos pide que le abramos las puertas a los indígenas y a los afrodescen-dientes para que ellos se eduquen como europeos. La pluralidad y la inclusión de las que hablamos

deben funcionar también al revés. Es el mundo europeo en América el que tiene que abrir sus puer-tas a las formas no occidentales del conocimiento y a las formas occidentales no reconocidas por la academia. La universidad occi-dental en América debe aprender de las lenguas, las culturas y los grupos sociales marginados. Una Ilustración en sentido contrario, es decir, aprender de los que creemos que no tienen nada que enseñar, de los que creemos que no tienen conocimiento ni ideas.

El intelectual en cuanto concep-to ha ganado un sentido amplio durante el congreso. Ya no es sim-plemente el modelo ilustrado o el hijo del hispanismo recalcitrante. Ya no es apenas el representante de una élite letrada ni el vocero de la cultura escrita o de la cultura académica y científica. El intelec-tual del futuro en América además estará en capacidad para compren-der y explicar los problemas, las necesidades y los conocimientos

de las otras sociedades y las otras culturas de América. Será capaz de interactuar en sus idiomas y de enseñar sus saberes. Y los medios de que dispondrá para esta labor no se reducirán a las herramientas divulgadas por la imprenta y la guillotina. Las culturas más críticas y disidentes en América hablarán, danzarán, cantarán, se apropiarán de los medios audiovisuales y no se doblegarán a la escritura como ins-trumento privilegiado del pensar.

Ha llegado el momento histórico de reconocer que los sabios indí-genas y afrodescendientes, que los líderes de izquierda y de derecha, que los líderes campesinos y los movimientos de mujeres, se pueden sentar al lado de los doctores en las ciencias europeas para narrar las otras historias del continente. Allí está la esperanza y la utopía que renace del debate público. Allí es-tarán las nuevas generaciones que nos dirán si estos abrazos que nos dimos en varios idiomas sembraron una semilla de dulzura.

“La historia intelectual tampoco entiende que su dominio sea el diálogo en la cumbre entre los grandes autores y los grandes textos del canon. Concibe que su materia es terrena, involucrada en debates y combates terrenos”, dijo el profesor de la universidad argentina de Quilmes Carlos Altamirano en el Con-greso Internacional de Historia Intelectual que organizó el Grupo de Estudios de Literatura y Cultura Intelectual Latinoamericana de la Facultad de Comuni-caciones en septiembre.

En la conferencia inaugural del certamen, que congregó en Medellín a más de 300 ponentes, investigadores e intelectuales de Argentina, Brasil, Alemania, España, Francia y Colombia, Altamirano planteó que la historia intelectual es una expresión que, más que designar una disciplina o subdisciplina homogé-nea, de límites definidos y seguros, remite, aunque se enuncie en singular, a una pluralidad de perspectivas y estilos de investigación dentro del territorio vasto y cada día más inquieto del saber histórico.

“Si encontramos algo en común, alguna convergencia entre las diversas perspectivas, es la atención renovada que en las últimas décadas se presta en la interpretación histórica a los textos, al lenguaje y las categorías de los actores, a las diferentes prácticas de producción de sentido”, dijo.

Por esa atención —afirmó—, que se ha reactivado con nuevos instrumentos de observación y de análisis, se asocia la nueva historia intelectual con un cam-bio más general en el paisaje de las ciencias sociales. “O, para decirlo con las palabras del antropólogo Clifford Geertz, con una refiguración del pensamiento social, que se ha producido tanto en Estados Unidos como en Europa en las últimas tres décadas”.

En el repaso de perspectivas que hizo como presidente honorario del Congre-so hasta desembocar en la experiencia vivida a lo largo de las últimas décadas en la Universidad Nacional de Quilmes alrededor de esta temática, el autor de dos volúmenes de Historia de los intelectuales en América Latina insistió en que el paisaje diverso en el que se inscribe la historia intelectual actualmente en curso no es sereno sino que se halla animado por polémicas y revisiones.

Al recordar “Para un programa de historia intelectual”, un texto que escribió hace varios años, reiteró que en el centro de su interés se halla la intersec-ción entre historia intelectual, historia política e historia social de las élites culturales.

“Entiendo que cada uno de estos términos designa ámbitos de investigación con problemas, medios conceptuales y tareas propios, ámbitos irreductibles unos a otros, aunque puedan iluminarse recíprocamente”, dijo.

Considero, en fin, que la historia intelectual es un esfuerzo por ampliar y, a la vez, hacer más compleja, más refinada, nuestra comprensión del mundo histórico, que es el nuestro: Carlos Altamirano, Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo.

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Empezar la historia de América Latina en España y Portugal, por omisión voluntaria u olvido có-modo de las muchas historias anteriores y poste-riores, significará regocijarse con la injusticia del invasor, prolongada por el establecimiento de la cultura europea durante el periodo republicano, y con la destrucción sistemática de lo humano que ha acarreado la obsesión civilizatoria europea de los últimos tres siglos.

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Divulgación científica

Ciencia en voz altaLa divulgación científica hace parte de los retos de la Universidad de Antio-quia. Visibilizar el trabajo investigativo y compartir conocimientos son tareas que se han plasmado en el último Plan de Acción Ins-titucional 2012-2015.

Por COMUNICACIONES VICERRECTORÍA DE INVESTIGACIÓN

La divulgación científica está cobrando fuerza en la Universidad y ha que-dado sembrada como una semilla luego del

seminario con la periodista Ángela Posada Swafford, donde investiga-dores y comunicadores de la UdeA iniciaron una serie de actividades formativas que buscan mejorar los canales de divulgación de la ciencia desde la Alma Máter.

“Nadie tiene una bola mágica para saber lo que el científico está haciendo”, dijo la escritora de libros de divulgación para niños y jóvenes y reportera permanente de la revista Muy Interesante de España, refiriéndose a la divulgación cien-tífica como un trabajo arduo que requiere no solo esfuerzos institu-cionales sino personas comprome-tidas y dispuestas a “pensar fuera de la caja”, listas para el asombro y

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¿Quién debe cubrir la ciencia?, se pregunta la periodista Ángela Posada Swafford. Responde: el que lo haga bien. Lo cual supone saber de ciencia y saber comunicar. Para ella resulta fundamental informar sobre la ciencia y la tec-nología, pues inciden en todos nuestros ámbitos de la vida, pero también hay que esforzarse por abordar el lado oscuro, lo que supone retos éti-cos. Eso sí, a todo el quiera incurrir en la tarea de divulgar la ciencia le recomienda evitar la jerga científica, intentar explicar lo que no entiende y escribir creativamente. “La escritura de la ciencia no tiene por qué ser aburrida”, afirma.

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la información que genera sin cesar el mundo científico.

“No es fácil competir en los me-dios con las noticias del día a día, los sucesos amarillistas y los even-tos que usualmente son noticia. Pero no estamos perdidos porque tenemos mucho que contar, toda la ciencia está por ser escrita, lista para ser transmitida en productos radiales y televisivos, que deben ser creativos para que la gente conozca la ciencia, se encarrete en este universo maravilloso.”

De acuerdo con la experimenta-da periodista, la UdeA tiene todo el potencial para divulgar con más eficacia y eficiencia los desarrollos científicos y asegura que de esta manera se logrará una mayor visi-bilidad de la Universidad.

El seminario contó con la parti-cipación de varios profesores de la Universidad, quienes compartieron con los comunicadores su aprecia-ción sobre el tema.

Para Patricio Valencia, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, los temas de ciencia en las agendas de los medios de comuni-cación nacionales responden gene-ralmente a la necesidad de hablar de catástrofes o hechos que tienen impacto mundial, sin embargo no se les da la profundidad que merecen.

Pablo Cuartas, profesor de la misma facultad agrega que la falta de interés científico por parte de los comunicadores hace que sean muy pocos en el país los que ejer-zan la divulgación científica.

Del lado de los científicos puede haber una barrera, señala el pro-fesor Mario Vásquez, investigador del grupo Electroquímica, quien a manera de autocrítica dice que a veces los investigadores son personas aisladas y no se abren a contar lo que hacen ni aún entre la misma comunidad académica, difi-cultando el trabajo de divulgación.

El papel de los medios de co-municación es muy importante para el profesor Juan Fernando Alzate, director del Centro Nacio-nal de Secuenciación Genómica, “porque hacen lo que no logra la educación; ahora la gente se educa con las noticias”, pero sugiere que los periodistas de divulgación se especialicen en un tema, que sean críticos, que contrasten la noticia.

El profesor Guillermo Pineda de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales concuerda con Posada Swafford en la necesidad de educar para que los investigadores desa-rrollen su capacidad de difusión de la ciencia, de hablar con ejemplos claros a la prensa y facilitar herra-mientas pedagógicas y de comuni-cación para hacer comprensibles sus logros científicos. No obstante, reiteró que el asunto de divulgación es complejo y trasciende la voluntad del científico, porque debe ser parte de la política científica.

“Un compromiso que debe ser inherente a todo

investigador”“La Universidad tiene una deu-

da con la comunidad y es mostrar más las investigaciones que ade-lanta; divulgar el trabajo científico que hasta ahora todavía no se conoce lo suficiente porque aún no se ha logrado consolidar los instrumentos necesarios”, dijo el vicerrector de Investigación de la UdeA, Fanor Mondragón Pérez.

Saldar ese compromiso “es una tarea urgente. Por eso, está en consideración establecer una po-lítica más agresiva de divulgación de la ciencia, utilizar la logística disponible y desarrollar un producto editorial específico dedicado sólo a ese fin”, señaló el Vicerrector. Agregó que la idea es concretar mecanismos seguros para mostrar la investigación que se realiza en diferentes niveles, pero que no se informa adecuadamente, y dijo que “no solo se trata de un problema de visibilidad de la Universidad, sino de un compromiso que debe ser inhe-rente a todo investigador: difundir lo que se hace no sólo en revistas especializadas sino también a la co-munidad por medio de un lenguaje distinto, formativo e ilustrativo de la actividad que se realiza, sin importar el nivel de complejidad de la tarea científica emprendida”.

Puntualizó que la divulgación científica es un compromiso que la comunidad científica de la Uni-versidad debe adquirir. Tarea que será orienta desde la Universidad.

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Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre. Esa parece ser la premisa con la que Colombia

se enfrenta a la llamada fiebre minera. Y es que detrás de la ri-queza prometida hay paradojas que complejizan el debate sobre la inminente explotación minera anunciada por el moscardón de las grandes multinacionales.

Durante el año 2011 el sector mi-nero energético colombiano regis-tró una inversión extranjera directa que ascendió a los 9.518 millones de dólares. Así que la promesa de catapultar la actividad económica nacional, hacer crecer el Producto Interno Bruto y representar una buena tajada para los ingresos del Estado, es ya un combustible poderoso de esa locomotora que avanza a toda máquina.

Los impuestos a la renta y al va-lor agregado (IVA), son dos contri-buciones que deben pagar las em-presas de minas e hidrocarburos. Pago que, ante el apogeo minero, ha significado una esperanza para reducir el déficit fiscal del país.

Aun así, según Guillermo Rudas Lleras, economista de la Univer-sidad Externado de Colombia y consultor del Consejo Nacional de Planeación, las empresas mi-neras han encontrado la forma de eludir impuestos, pese a las re-ducciones que se implementaron

justamente como beneficio de la inversión extrajera en el sector.

El impuesto a la renta del sector minero representó el 30 por ciento del total nacional en 2010. Sin em-bargo, en el IVA la representación es del 8 por ciento. ¿Por qué uno es tan alto y otro tan bajo? “Porque ahí es donde empiezan las exenciones. Hay un sistema de deducciones especiales para la minería que, sin violar la ley, permite que se pueda disminuir sustancialmente el pago de los impuestos”, explicó Rudas.

En cuanto a las regalías, que son la retribución que recibe el Estado por participar en el negocio con su aporte del subsuelo, el regímen

es mucho más moderno en los hidrocarburos. Allí, cuando hay bonanza de precios, la participa-ción del Estado se incrementa. En los minerales, en cambio, además de que las tasas nominales de regalías son menores, “las ganan-cias extraordinarias que obtiene el inversionista se van todas en la misma proporción que tenían con los precios ordinarios”.

De otra parte, los dilemas so-ciales y ambientales plantean tam-bién una compleja paradoja de la bonaza minera. En los municipios mineros de Antioquia donde se extrae oro, el número de muertes violentas por cien mil habitantes

fue de 96 en 2011. El mismo indi-cador con relación a los municipios no mineros fue de 47.

En cuanto a las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), las cifras tampoco son alentadoras. Este índi-ce corresponde a un 48 por ciento en los municipios mineros antio-queños, frente a 35 en el resto de municipios del departamento. Por su parte, las condiciones de miseria alcanzan un 22 por ciento frente a un 13 por ciento, respectivamente.

De acuerdo con Rudas, esas ci-fras no significan plenamente que es la minería la causante absoluta de las desigualdades sociales. “Sin embargo, es la que está generando la riqueza en esas zonas y no ha sido capaz de enfrentar ese tipo de problemas sociales”, dijo.

La economía antioqueña apro-vechó las oportunidades que generó la minería hacia finales del siglo XIX y principios del XX. “Qué cambió ahora, en ese sector, para que no se esté generando una alternativa a la pobreza y a la violencia, sino que se estén incre-mentando esas situaciones”, es la pregunta que según Rudas, debe resolver la academia.

Jorge Alberto Jaramillo Pereira, presidente de la Asociación de Ingenieros de Minas de Colombia (AIMC), explicó que los excedentes de la minería del oro en Antioquia del siglo pasado fueron el soporte para empresas paisas que hoy re-presentan importantes bastiones de la economía nacional. Argos, Sime-sa y Corona, por ejemplo. “Si bien el oro se ha sacado en las regiones mineras, se ha monetizado en Me-

Por PEDRO CORREA OCHOA

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dellín. Lo que desarrolló la minería fue a la ciudad de Medellín”, dijo.

¿Es esta la oportunidad para que esa deuda regional sea reivindica-da? Podría serlo, considerando, por ejemplo, que por cada empleo en la minería, se fomentan cuatro empleos en otro sector. “Porque la minería necesita comida, trans-porte, vestidos. La minería mueve todo”, advirtió Jaramillo.

Pero detrás de esa locomotora minera, que en países como Norue-ga, Suecia y Finlandia promovió el desarrollo de otros sectores, hay dos situaciones que la impulsan y a la vez la desgastan. La primera es la corrupción, otra locomotora que camina muy de cerca.

La otra es la minería informal. En el nordeste antioqueño, por ejemplo, hay 796 minas informales y 244 con títulos mineros; en el Bajo Cauca las cifras corresponden a 455 y 185, respectivamente. Si bien, echar en un mismo saco a los mineros informales constituye otra de las paradojas de la bonanza minera, lo cierto es que la informa-lidad —y sus gabelas jurídicas—, ha sido el gran portón para que organizaciones del narcotráfico y grupos armados entren en el ne-gocio minero y lo conviertan en su nueva gallina de los huevos de oro.

De las 13 mil solicitudes de titula-ción de predios mineros en Colom-bia, 2.390 corresponden a Antioquia. Según Juan Carlos Loaiza, director

de Fomento y Desarrollo Minero de Antioquia, la meta del Plan de De-sarrollo Departamental 2012-2015, es legalizar 800 de las 1.664 minas informales del departamento.

Previendo el gran reto que ello implica y escuchando el ‘run run’ de la gran locomotora minera, el gobierno de Sergio Fajardo ha es-tructurado un Pacto por la minería responsable, que promete “regla-mentar una corresponsabilidad en el control de las actividades mine-ras entre las alcaldías municipales, las autoridades mineras y ambien-tales, del orden nacional y local, la academia y el sector privado”.

Para Guillermo Rudas, a Fajardo hay que cogerle la caña. “Es una perspectiva mucho más atracti-va que pensar simplemente que el crecimiento minero de por sí genera desarrollo. Vale la pena analizar si ese fortalecimiento de la institucionalidad que propone es el camino para enfrentar la paradoja de generar riqueza en medio de la misma pobreza”.

Bajo todo este contexto, la gran promesa de desarrollo económico asociado al auge minero se mantie-ne. Sin embargo, aceitar la locomo-tora minera exige fórmulas sólidas, porque de ella halan pesados inte-reses que a su paso no sólo puede dejar pérdidas irrecuperables —en cuanto a recursos naturales y am-bientales—, sino también brechas sociales insalvables.

El 18 de septiembre de 2012 se realizó en la Universidad de Antioquia el Foro La minería en Colombia y en América Latina: problemas y perspectivas, promovido por el Semillero de Estudios Políticos Rurales de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Alejandro Shweitzer, profesor e investigador de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, habló de los movimientos sociales que ha generado la minería en Latinoamérica y la ex-periencia de articulación de las resistencias en Argentina. En 2006, por ejemplo, se creó la Unión de Asambleas Ciudadanas, un espacio donde se articulan diferentes manifestaciones sociales, grupos sociales donde la minería tiene impacto y organizaciones autónomas, que en los últimos años han emergido en Argentina en contra de la megaminería.

GanadoresEste año, además de los Premios

en Ciencias Exactas, Físicas y Natu-rales; Ciencias Sociales y Humanas; Medio Ambiente y Desarrollo Sos-tenible, y los Premios en Solidari-dad, la Fundación Alejandro Ángel Escobar otorgó once menciones de honor, que destacan la alta calidad y diversidad de la investigación y las labores sociales que se están desarrollando en Colombia.

Ciencias Sociales y Humanas

Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación (Colom-bia, 1820-1886), de Gilberto Loaiza Cano, Universidad del Valle, Cali.

JOHN FREDY PÉREZ TORRES, Premio Alejandro Ángel Escobar en Ciencias

“Flora de Antioquia: catálogo de las plantas vasculares”, de los profesores Ri-cardo Callejas y Álvaro Idárraga, recibió mención de honor en la misma categoría

Informes: Fundación Alejandro Ángel Escobar - www.faae.org.co Esmeralda Triana – Comunicaciones - [email protected]

Alexandra Cifuentes – Asistente - [email protected] Tel. (57) (1) 281 8711 - 281 8576 - Bogotá D.C. – Colombia

El egresado del pregrado en Quí-mica y de la Maestría en Química Teórica de la Universidad de Antioquia Jhon Fredy Pérez Torres fue galardo-nado con el Premio Alejandro Ángel Escobar 2012 en el área de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

El trabajo que le mereció el reco-nocimiento de la comunidad científica nacional se titula “Fotoionización de hidrógeno molecular utilizando pulsos láser de attosegundos (fronteras de la física molecular).

Pérez Torres también tiene el título de Maestría y de Doctorado (Summa Cum Laude) en Química Teórica y Modelo Computacional de la Universidad Autónoma de Madrid, España, y en la actualidad adelanta un posdoc-torado en la Universidad Libre de Berlín, Alemania.

En la misma área de Ciencias Exactas, Físicas y Na-turales recibió mención de honor el trabajo “Flora de Antioquia: catálogo de las plantas vasculares”, de los profesores de la Facultad de Ciencias Exactas y Nartura-les Ricardo Callejas Posada y Álvaro Idárraga Piedrahíta.

Callejas es biólogo de la Universidad de Antioquia, y cuenta con Maestría y Doctorado en Ciencias Biológicas, de la Universidad de Nueva York. Idárraga Piedrahíta también es biólogo y docente de cátedra de la Universidad de Antioquia.

Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible

Marcadores moleculares, celula-res e histopatológicos en ratones e iguanas provenientes de la zona de minería carbonífera en el depar-tamento del Cesar, de Jesús Tadeo Olivero, María Paulina Cabarcas, Angélica Lisbeth Guerrero, María Cecilia García, de la Universidad de Cartagena, y José Luis Marrugo, de la Universidad de Córdoba.

Solidaridad —Fundación El cinco de Enviga-

do, Antioquia. —Fundación Paz y Bien del Dis-

trito de Aguablanca, Santiago de Cali, Valle del Cauca.

La ceremonia de entrega de los premios se llevará a cabo el 10 de octubre, a las 6:30.

p.m en el Museo Nacional de Colombia.

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La vida tiene su parque Por GIOVANNY CASTAÑO BLANCO

Este parque no es como los otros. Es diferente de todos los demás. Es único en Colombia. Es el Parque de la Vida.

Si bien todos los parques son espacios para la vida, este lo es todavía más, pues fue concebido para promover la salud, el bien-estar y el desarrollo humano; es decir, la calidad de vida.

Allí el visitante no encontrará columpios, deslizaderos, mata-culines, ni placa polideportiva, pero sí ludoteca, auditorio, aulas multipropósito, tienda, galería de arte, sala interactiva, taller audio-visual. También habrá restaurante de comida saludable.

Pero, ¿por qué se llama parque si, a primera vista, es un edificio? “Es un concepto de parque urba-no, que busca resaltar un espacio para el encuentro, para el disfrute, para el conocimiento. Más que el parque tradicional de barrio, es un referente para que todos los ciu-dadanos nos juntemos alrededor de la vida”, respondió la coordina-dora Greta Romero Deluque.

El Parque de la Vida fue cons-truido en el sitio donde funcionó, durante décadas, el Centro de Atención Básica (CAB) del Se-guro Social. Está ubicado en un área que alberga algunas de las más tradicionales instituciones de salud de Medellín: el Hospi-tal Universitario de San Vicente Fundación, la IPS Universitaria y la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.

La Universidad de Antioquia, gestora de la iniciativa, aportó $4.280 millones, representados en el lote, y la Alcaldía de Mede-llín invirtió $14.578 millones en la construcción.

El parque está dotado con una plazoleta urbana de 2.904 me-tros cuadrados y con un área de 4.189 metros cuadrados de equi-pamiento, en el que los niños, jóvenes y adultos podrán benefi-ciarse de actividades académicas, lúdicas, culturales y recreativas centradas en la salud, el bienestar y el disfrute de la vida.

Para el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria Correa, la obra significa seguir apostándole a la salud y a la vida, pero desde la promoción, no desde la atención de la enfermedad. “Es una infraes-tructura pionera en Colombia, que además sigue avanzando en el proceso de transformación ur-bana de este sector de la ciudad, el nuevo norte”, destacó el man-datario local en la inauguración, efectuada el 18 de septiembre de Fo

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2012. Agregó que el parque se convierte en epicentro del futuro distrito científico y empresarial de la vida, en el sector de Sevilla.

“Medellín está haciendo aquí una gran apuesta por la salud públi-ca”, dijo el rector de la Universidad de Antioquia, Alberto Uribe Correa, quien destacó que el parque llega en un momento propicio, dada la crisis de vieja data que vive la salud en el país, en la cual los expertos siempre han criticado el abandono de la salud pública por parte del sector gubernamental, “y de un área tan importante de la salud pública como es la promoción de la salud y la prevención de la en-fermedad”, subrayó.

“Era un sueño, para mí como médico, y yo sé que para muchas de las personas que hoy nos acom-pañan, que hubiera en la ciudad un sitio donde se hiciera la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad”, añadió el Rector.

Orientación académicaLa Facultad de Medicina de la

Universidad de Antioquia será la encargada de la orientación académica del parque, aunque no será la única que tendrá asiento en el mismo, pues estará abierto

Bienestar, unión, felicidad, apro-piación, sentido de pertenencia, aprovechamiento del tiempo libre, generación de conocimientos, com-promiso ciudadano y cuidado de la salud a través de la educación, son palabras que definen, según una líder de la comunidad, al Parque de la Vida, en el corazón del centro de la ciudad. Fo

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a todas las dependencias de la Alma Máter y a las facultades del área de la salud (medicina, enfermería y odontología) que funcionan en la ciudad.

Así mismo, en las actividades del parque tendrán cabida las se-

cretarías y entidades de la Alcaldía de Medellín. Como el Inder, con el que se suscribió una alianza es-tratégica para la realización de las actividades lúdicas y recreativas, dijo Greta Romero.

Según cifras del Municipio de Medellín, las principales beneficiadas del parque serán las cerca de 85.000 personas que habitan en la comuna 10 La Candelaria, pero la idea es ex-pandir el proyecto al Valle de Aburrá y sus corregimientos, y favorecer también a los visitantes de Medellín.

“Aquí, en Juan del Corral, acudi-mos durante años a recibir atención médica y nos place ser partícipes de la renovación hacia un espacio de promoción en salud, donde el ser humano y su desarrollo son el eje fundamental. Por consiguiente, el proyecto complementa a Juan del Corral como un sector para la vida, donde convergen la academia, la espiritualidad, la prevención y atención en salud, y ahora la promo-ción”, dijo Claudia Isabel Calderón Agudelo, representante de la comu-nidad aledaña al Parque de la Vida.

Ella calificó el proyecto como “un invaluable logro para la trans-formación de nuestra ciudad. Será referente nacional e internacional como un lugar para la reunión de la familia, encuentro con los vecinos, integración con los habitantes, el disfrute de actividades saludables, lúdicas y culturales”.

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El significado de creer

Instantes genuinos de amistad se conjugaron con el esplen-dor que da el conocimiento y el rigor académico, puestos a prueba en el tiempo; universi-

tarios de todas las áreas, avezados músicos, jóvenes conscientes de la importancia de las tradiciones, así como un puñado de amigos que con su alegría expresaron el afecto por un ser que abrió camino y a quien el adjetivo dulzura parece definir. A María Eugenia Londoño Fernán-dez, maestra por definición de la Facultad de Artes y del Instituto de Estudios Regionales del Alma Máter.

Según la Real Academia de la Lengua reconocimiento significa acción y efecto de reconocer o reconocerse, a lo cual se podría añadir: verse en el otro, aplaudir la confianza, saber que juntos sumamos, que el trasegar ha dado frutos. Reconocer al otro desde la identidad y el respeto es un yo multiplicado.

Habría que comenzar por ahí para intentar describir el homenaje que la Universidad de Antioquia le tributara el pasado 4 de septiembre de 2012. Un reconocimiento que hizo una pausa en el camino, entre sonrisas, sinceros abrazos y bellos cantos que se instalaron en el co-razón de todos, mientras la voz de Claudia Gómez, las magníficas intro-ducciones de Alejandro Tobón y los

Por GISELA SOFÍA POSADA MEJÍA

ritmos de los jóvenes que dejaron claro que más que tratarse de una técnica, es asunto de una verdadera compenetración con el alma de la historia, narración hecha música.

A esta universitaria de quilates

la ha caracterizado un espíritu de perseverancia en caminos siempre difíciles. A su regreso a la Universi-dad, en 1974, llegó convencida de que lo aprendido en el viejo mundo fue inspiración para aprender e

La Universidad es un gran nosotros que está lleno de rostros desde la Guajira hasta el sur del país, que trasciende los países andinos y llega muy lejos; un nosotros de seres generosos. Quiero destacar lo que significa para quienes hemos vivido la responsabilidad de la Universidad, para quienes hemos tenido el privilegio, que no debería ser un privilegio, de disfrutar del conocimiento, de la ilustración para construir país desde lo que somos, la posibilidad de descubrir, más allá de un trabajo cotidiano, ese sentido de responderle al país desde la universidad pública. Es un lujo haber podido vivir la vida de la Universidad con todas sus contradicciones, pero ha valido la pena.

La Universidad significa creer, significa tener fe, creer en el otro y hacérselo sentir. Yo los invito a que creamos en este país, a que creamos en la vida, a que creamos en la generosidad, a que creamos unos en otros. Lo más importante que podemos hacer como universidad es creer.

La Universidad es un gran nosotros

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(Palabras de la profesora María Eugenia Londoño Fernández durante el acto mediante el cual la Universidad de Antioquia le tributó un homenaje a la con-notada investigadora, con la entrega por parte del Consejo Académico de una moción de reconocimiento y la imposición del escudo de oro de la institución)

Amigos de siempre, amigos recientes, amigos de muy distintas vertientes, de muy distintos saberes, familiares, cercanos, fueron, como correspondía, cóm-plices del homenaje a la pionera de la investigación etnomusical en el país, con músicas de la geografía colombiana en los instrumentos y las voces del Trío Picaporte y el Cuarteto Arrópame con sus romances del río Atrato (foto).

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investigar de la cultura popular, las relaciones humanas y las for-mas de ver y habitar el mundo. La música, para esta mujer, ha sido vida y esencia. Como docente de la Facultad de Artes se hizo mere-cedora, en 1998, del título Honoris Causa de Licenciada en Educación Musical por parte del Alma Máter, ya que es considerada una artista de grandes aportes al desarrollo de la pedagogía musical en Colombia y en Latinoamérica.

La expedición se fue ampliando hasta conformar un grupo que ha ganado un merecido prestigio y que llega a sus veinte años de labores. El Grupo Valores Musicales Regio-nales, con una filosofía interdisci-plinar y colectiva, ha explorado con método y experimentación lo étni-co que incluye el comportamiento de los pueblos, su tradición y la música como lenguaje, comuni-cación con sonoridades y gramá-ticas propias. Por ese tamiz han pasado, dejando reciprocidades esperadas, comunidades como la Emberá Chamí del Suroeste antioqueño, y los maestros de la tradición oral del Atrato Medio.

Tres décadas de academia e in-vestigación consagradas a fortale-cer la etnomusicología, el estudio y el conocimiento de la cultura local, regional y nacional, lo mismo que el reconocimiento del patrimonio artístico, hacen que la Universidad selle un pacto de lealtad entre se-res que se complementan.

Un nosotros subrayado y ver-dadero que fue conjurado con las palabras de quien ese día compro-bó, una vez más, los aciertos de su apasionamiento y las inspiraciones que produce en colegas de vida, en alumnos que son su estímulo y la propia Universidad, donde ha encontrado las herramientas y el aliento para su labor. Alguien que se autodenomina una luchadora pacífica en medio del escepticismo y la resistencia que aun existe cuan-do se habla de “cultura o música popular”. En tono pausado advierte que el ruido que menos le gusta es el grito, porque en él hay implícita una agresión al otro; y porque su arraigado sentido humanista la lleva a la claridad de que la mayor riqueza de una sociedad son los seres hu-manos que la conforman.

Foto Luis Javier Londoño Balbín

Un total de 113 colombia-nos residentes en el país y en el exterior, así como personas jurídicas, grupos o colectivos culturales

participaron en la edición 44 de los Premios Nacionales de Cultura Univer-sidad de Antioquia que este año con-vocaron el Premio de Cultura por Re-conocimiento, el Premio Nacional de Literatura, modalidad ensayo literario, el Salón Nacional de Artes Visuales y el Premio Nacional de Gestión Cultural.

El ganador del 13er Premio Nacional de Cultura por Reconocimiento fue el periodista Javier Darío Restrepo, quien en su trasegar en los medios escritos y audiovisuales a lo largo de 54 años ha propugnado por el perio-dismo como un servicio a la comunidad y no como un ejercicio de poder.

El jurado, integrado por Clarisa Ruiz Correal, Ramiro Osorio Fonseca y Héctor Abad Faciolince, escogió por unanimidad entre dieciocho postulados al reconocido reportero por su independencia, sentido crítico y creatividad en los periódicos, la televisión y la radio durante más de cinco décadas y por sus reflexiones en torno de la ética periodística, campo en el que se lo considera maestro y autoridad continental.

“El periodismo narra sin duda la historia del presente, transmite valores y consigue darle un sentido a lo ya conocido; aporta claves para la inter-pretación de los acontecimientos y señala posibles horizontes para la transformación de la realidad”, afirma el jurado y resalta que Javier Darío Restrepo ha realizado una labor discreta, perseverante, para la construcción de un periodismo crítico, independiente y dialogante.

El jurado del 40°. Salón Nacional de Artes Visuales, integrado por Gladys Lucía Ramírez Madrid, María del Pilar Muñoz Jiménez y Felipe Augusto, se-leccionó como obra ganadora Cuando uno se siente encerrado en el tapiz, de la artista Clara Inés Velásquez Vélez.

Estudiante de Artes Pláticas en la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia, Velásques Vélez ha dado a conocer su trabajo artístico y la calidad de sus producciones en la Primera Muestra Colectiva de Grabado Museo el Castillo, y en las exposiciones Siete Pasos en el Arte, Galería Rodrigo Arenas Betancourt, Muestra Colectiva de Obra Gráfica de Estudiantes Facultad de Artes y Animales Nocturnos “Miradas de la oscuridad”.

El Jurado recomendó las siguientes propuestas para la muestra del Salón Nacional que en esta oportunidad giró alrededor de la temática el traje como obra de arte: Ignorantes disfrazados, Sin título, Estudio de zapato y espacio, Trunco, En-bola-atados y Traje-día, Mundo al día, Pret -a-faire et porter, Inside mujer, Getting older, Yolombó, De la llenura al hambre en jueves negro, Yo no soy esa. Hipervisionarionte N°1-2 y Cuando uno se siente encerrado en el tapiz.

Por su parte, el ganador del 29°. Premio Nacional de Literatura, modalidad ensayo literario, fue Efrén Giraldo Quintero por su trabajo Entre delirio y geometría. Un ensayo sobre el arte y la narración.

“Se trata de un texto notable, bien escrito y sugestivo, que evidencia un autor culto, imaginativo que describe una problemática apasionante. El trabajo está fundado en reflexiones decantadas que invitan al lector a establecer un puente entre las imágenes estéticas y las amplias referencias literarias”, dijo el jurado formado por Orlando Mejía Rivera, Juan Guillermo Gómez García y Óscar Castro García, al decidirse por la obra del profesor de la Universidad Eafit entre 27 postulados que cumplieron con los requisitos de la convocatoria.

Por último, el 1er Premio Nacional de Gestión Cultural fue declarado desier-to, pues el jurado, compuesto por Johanna Mahuth Tafur Sequera, Fernando Barona Tobar y Jorge Humberto Melguizo Posada, argumentó que “los trabajos presentados [solo tres], a partir del formato convocado, que es de un ensayo académico y con el propósito de fortalecer la gestión cultural como disciplina, les falta consideraciones de forma y mayor rigor en lo conceptual”.

El 11 de octubre es la entrega de los Premios Nacionales de Cultura

En ceremonia especial, a las 6:00 de la tarde, en el Auditorio principal del Museo Universitario, la Universidad de Antioquia entregará los respectivos galardones

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“Si el periodismo a través de la informa-ción presta un servicio público, le da a la profesión la dignidad de lo público”, afirma el periodista Javier Darío Restrepo.

Y reiterara que “ejercer una profesión como un servicio para todos, con el aporte de la inteligencia, con la valentía que supone y exi-ge alcanzar el interés de todos, y exigirlo por encima de los intereses particulares o de gru-po, transforma el ejercicio profesional en una operación de impacto histórico; es rescatar una profesión del pozo gris y pequeño de lo privado, para revestirla con la dignidad de lo público”.

Lo dijo en una de las cátedras públicas de la Universidad de Antioquia en 2011, y no solo lo ha replicado, sino que lo ha puesto en práctica durante casi seis décadas de auténtico magis-terio, en cuanto medio periodístico, cátedra o foro ha dejado su particular manera de ver y de vivir la sacra tarea de informar a la sociedad, tal como él la concibe, como servicio y bien público.

Quienes lo postularon al Premio Nacional de Cultura por Reconocimiento sustentaron que Javier Darío ha ejercido el periodismo en dos frentes centrales, el de informar y opinar en medios televisivos, escritos y electrónicos, y el de formar en el aula de clase y en los auditorios de discusión abierta, libre y documentada.

Javier Darío, pregona y practica el periodismo como servicio

Los jóvenes periodistas, pero también sus colegas de generación, siempre han encontrado en sus enseñanzas, no dogmáticas sino discur-sivas, la postura académica del maestro que pregona y practica el periodismo como servicio a la sociedad y no como ejercicio de poder.

Su probidad en el estudio profundo de la ética y en el desempeño de la cátedra en periodismo y comunicación social en universidades como la de Antioquia, la Pontificia Bolivariana, la Javeriana y la de los Andes se proyecta en los trabajos que como columnista y redactor han sido difundidos en los periódicos El Tiempo, El Espectador, El Colombiano y El Heraldo, la agencia Interpress Service, la Revista Nueva Vida, y el noticiero de televisión 24 horas.

En la Fundación Nuevo Periodismo Iberoame-ricano dirige el Consultorio Ético, al que acuden en busca de respuesta a sus inquietudes perio-distas de todas partes del mundo.

Miembro fundador de la Comisión de Ética del Círculo de Periodistas de Bogotá y del Instituto de Estudios sobre Comunicación y Cultura –IECO–, también se ha desempeñado como Defensor del Lector en los diarios El Colombiano y El Tiempo.

Reportero de guerra en El Salvador, Nica-ragua, Honduras, Guatemala, Las Malvinas, e Israel en el Líbano —a más del cubrimiento siempre ponderado y analítico del conflicto colombiano—, en su prolífica obra suma más de una veintena de libros, los que, con el estilo claro, directo y profundo, son fuente de con-sulta permanente de estudiantes, profesores y estudiosos del periodismo y la ética.

Él es Javier Darío Restrepo, un maestro en todo el sentido amplio de la palabra, quien en sus ochenta años recibe, como tanto otros, el Premio de Cultura por Reconocimiento, por su saber, pero sobre todo por su coherencia.

Estar al servicio de lo público implica poner distancia respecto de los poderosos. El poderoso, sea gobernante, empresario, banquero, militar u obispo, tien-de a mantener relaciones de do-minación con lo público; si es la cultura para imprimirle su huella o para utilizarla como recurso; si es la economía, para ponerla al servicio de sus intereses o de los intereses de los suyos; si es la educación, para trazarle cauce; y si es la salud para subordinarla a su ideología o política.

Para hacer un periodismo de calidad se tiene que partir de la doble convicción: que la información periodística, puesto que contiene la vida de la sociedad es un bien público, y en vista de que contiene los sueños, las frustraciones, los logros, las tristezas, los triunfos o las derrotas de todos, adquiere la calidad de lo sagrado. La otra convicción tiene que ver con la identidad del periodista como servidor de lo público. Son dos convicciones necesarias para entender el periodismo en su más alto nivel de dignidad.

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Doctor en Literatura, Magíster en Historia del Arte y Licenciado en Español y Literatura de la Universidad de

Antioquia, en la actualidad se des-empeña como profesor asociado de la Universidad Eafit, donde coordina la Maestría en Hermenéutica Literaria y el área de Arte y Cultura. Pertenece al Grupo de Investigación Sociedad, Política e Historias Conectadas, de la misma institución.

Durante varios años fue inte-grante del Grupo de Investigación en Teoría e Historia del Arte en Colombia, del Instituto de Filosofía y la Facultad de Artes de la Uni-versidad de Antioquia, donde fue coinvestigador de investigaciones sobre arte y estética, entre ellas Estéticas de lo contemporáneo en el arte colombiano, visión particu-lar de críticos, curadores y artistas, en la cual participó del análisis de las entrevistas a más de cincuenta actores del campo artístico co-lombiano.

Ha dirigido investigaciones artís-ticas, críticas, históricas y teóricas de maestría y doctorado en las áreas de literatura, cine y artes visuales. Ha publicado más de 60 artículos académicos, críticos y divulgativos, notas, reseñas y prólogos sobre arte, cultura, literatura y tradición intelectual latinoamericana en dife-rentes periódicos, revistas, páginas de Internet, publicaciones periódi-cas y catálogos editados en Colom-bia, España y Estados Unidos.

Los libros de ensayo sobre arte y literatura publicados, las inves-tigaciones realizadas, los textos e intervenciones en exposiciones y la participación en comités de redac-ción de revistas universitarias son, sumado a todo lo anterior, razones suficientes para que el jurado del Premio Nacional de Literatura, mo-dalidad ensayo literario, lo consi-dere ‘un autor culto e imaginativo”.

Eso se nota en su estela de rea-lizaciones y se evidencia en Entre delirio y geometría. Un ensayo sobre el arte y la narración, el tra-bajo con el que el autor nacido en Medellín en 1975, se hizo merece-dor al galardón promovido por la Universidad de Antioquia.

Locura y racionalidadCriado como se ve en las facul-

tades de Educación, Artes y Co-municaciones de la Universidad de Antioquia, Giraldo Quintero considera que su inclinación por la literatura, el arte y las demás temáticas que aborda obedecen a la vida universitaria, pero también a la inmersión en la vida cultural de la ciudad, de los museos, del mundo editorial.

En los distintos espacios aca-démicos desarrolló el interés per-

Ensayista, crítico, investigador, editor y profesor universitario. Estas calificaciones pueden decir mucho o poco de Efrén Giraldo Gar-cía. Desde luego, él es y tiene mucho más que esos atributos.

manente por el ensayo. Su tesis doctoral en el Doctorado de Lite-ratura fue, precisamente, sobre el ensayo literario.

El profesor de Eafit estima que la discusión alrededor del ensayo sigue vigente. “Toda la industria académica y los procesos admi-nistrativos ligados a la medición de la producción de conocimien-to tienden a la estandarización del discurso y por ende a la negación del ensayo subjetivo, personal, literario, y por lo mismo creo que la pertinencia del ensayo es muy grande porque las disci-plinas humanísticas difícilmente se pueden plegar a los modelos de medición de la producción del conocimiento que tienen las agencias, como por ejemplo Colciencias en Colombia”, dice.

Subraya la importancia del ensayo en tanto en este género se puede generar subjetividad y crítica y se puede establecer las discusiones que el artículo acadé-mico a veces no permite.

Observa, además, que uno de los fundamentos de la comuni-cación ensayística es el carácter conversacional y, por tanto —ex-

plica—, el ensayo literario tiene una concepción de un lector que está en relación horizontal con el ensayista.

“La dimensión conversacional, dialógica del ensayo realmente permite que, a diferencia del tra-tado o del artículo académico, el lector y el escritor puedan tener una especie de acuerdo o de en-cuentro”, dice.

¿Y por qué delirio, por qué geo-metría en el arte de la narración? El autor explica que el título del en-sayo está prestado del novelista y ensayista argentino Juan José Saer, quien plantea cómo la geometría y el delirio son como dos polos de nuestra relación con la realidad y con la ciudad.

“Quise usar esas dos polarida-des que representan de alguna manera la irracionalidad y la razón y ponerlas en función de la lectura de imágenes y de palabras, porque el trabajo realmente postula que la palabra y la imagen son determi-nantes en nuestra relación con la cultura y con los demás”, precisa.

En ese sentido, la tesis que propone en el ensayo ganador del Premio es que palabra e

imagen guardan una especie de solidaridad y que hay momentos en que cada una aislada tiene limitantes para comunicar la experiencia humana.

“Mi interés está centrado en casos que ponen en cuestión la suficiencia que tienen las pala-bras o las imágenes, y abordo ejemplos del arte, de la literatura, de la cultura popular donde pala-bra e imagen tienen una especie de cooperación”.

Uno de esos ejemplos, explica, está extractado de El castillo de los destinos cruzados, de Italo Calvino, una novela donde los personajes pierden el habla y la única manera para comunicarse es el tarot.

“Allí Calvino crea un artificio muy interesante alrededor de las cartas y nos da un libro narrado con imágenes y palabras, y a partir de ese ejemplo abordo distintas situaciones del arte, de la cultura popular y de la literatura, como la cartilla Charry con la que mi mamá me enseñó a leer y en ella trato de evocar cómo eran las imágenes y

Efrén Giraldo Quintero, un autor culto e imaginativo

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Cuando el rector la con-tactó telefónicamente para anunciarle que había sido la ganadora no atinó a comprender

de qué se trataba. Desapercibida, quizá, o inmersa en la creación de estos días, el directivo universita-rio le insistía por el auricular en la buena noticia pero ella parecía seguir absorta hasta que por fin se dio por enterada.

La situación daba para malpensar, como mínimo, que se trataba de esa suerte de personas que se presen-tan a cuanta convocatoria resulta y de repente no logró ubicarse en

el asunto del que su intempestivo interlocutor le hablaba. Nada de eso.

La verdad es que el despiste cuan-do le notificaron el premio se explica por una razón simple: en su mente siempre rondó la idea de que la con-vocatoria a la que había postulado su trabajo se llamaba el vestido como obra de arte y no el Salón Nacional de Artes Visuales. Una confusión de la parte por el todo o de la especie por el género. Algo así.

En fin, lo que queda claro es que Clara Inés Velásquez Vélez lo que crea lo hace por que siente la necesidad. Lo afirma de manera suave pero enfática.

Cuando uno se siente encerrado en el tapiz es el título de la obra ganadora del Salón Nacional de Artes. Según su autora Clara Inés Velásquez Vélez, alude a los pájaros enjaulados en la casa, que sufren toda la vida una agonía lenta, al privárselos del mundo, encerrados entre barrotes, por muy grande que sea la jaula. “Para mi es esencial pensar en lo que sienten los animales encerrados, porque siento que nadie lo ve, que nadie lo siente”, dice, y añade que su trabajo también hace relación con la mujer atrapada en la casa como un objeto suntuoso.

Entre delirio y geometría. Un ensayo sobre el arte y la

narración –Fragmento–

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“Lo que sí capté inmediatamente fue la capacidad na-rrativa de imágenes estáticas en otros sistemas visuales. Recordé, por ejemplo, el caso del álbum de cromos de historia natural de la Compañía Colombiana de Chocola-tes (el Álbum de Historia Natural Jet, como es conocido), tan importante para mi generación y la generación de mis padres. El álbum merece un capítulo aparte, más allá de la curiosidad que intentan capitalizar sin éxito los estudio-sos del patrimonio y los apóstoles de la cultura popular y la historia empresarial, esas dos regiones que ofrecen rentabilidad a humanistas que buscan fijar toldas en la tierra tumultuosa de la contemporaneidad profesoral.

Recuerdo que, cuando era niño, no solamente reunía las imágenes y las disponía en los recuadros verdes asig-nados. Muchas veces, con las piezas repetidas, construía relatos protagonizados por el Chimpancé en la selva afri-cana o por un extraño ser, la Holoturia, en un ambiente inverosímil como la Isla de Borneo, del que yo ignoraba la ubicación, pero que me seducía con la fonética puntillosa de su nombre. Incluso, por momentos, con el Pitecántropo y el Decatopecten plica, era capaz de construir una historia prehistórica que tenía lugar en los Cráteres andinos o en las Inundaciones, dos de las piezas que se consideraban “escasas” y que los cambistas vendían por un ojo de la cara en la calle Ayacucho con el Pasaje La Bastilla, actual lugar de ventas de libros de segunda.

Las imágenes, como recordarán los coleccionistas de aquella época, tenían una especie de exotismo estilizado, que incluso en esa época hacía extraños el Bosque de Bolonia y el Dondiego de noche, los cuales alu-dían a realidades tan remotas como sofisticadas en su sonoridad y que, por supuesto, sólo podían ofrecer a los niños una información del todo fantasiosa. Las descripciones, situadas en el reverso de los cromos, también daban lugar a no pocas imaginaciones, que los chicos de mi generación intentaban relacionar con las historias vistas en la televisión o en las revistas de tiras cómicas. Mi sección favorita era la de Astronomía (las otras eran Prehistoria, Botánica y Zoología), pues en ella se daba cuenta de los viajes espaciales que habían tenido lugar hasta la fecha, los vehículos usados en los mismos y, también, los fenómenos y cuerpos celestes existentes. (Cromos muy viejos muestran aparatosos vehículos espaciales que revelan ahora la obsolescencia de tales representaciones). Una amiga, contemporánea mía, me contó alguna vez que su padre, un bávaro que de niño vino a Colombia a principios de la década de 1940, había aprendido las cosas del país a través de un álbum que se imprimía en Medellín por cierta casa tipográfica ya desaparecida, álbum que contaba, entre otras, la historia de Bolívar y sus travesías andinas.

En este punto, vale la pena recordar a la escritora de ciencia ficción Ursula Le Guin, quien en una de sus más espléndidas novelas, La mano izquierda de la oscuridad, hace decir a un personaje que “la verdad nace de la imaginación”. Este, en buena medida, es el espíritu que la literatura y las artes comunican al temperamento del investigador y, por ello, no pocos pedagogos coinciden en que esas expresiones visuales son las puertas más importantes a la imaginación científica, la cual sólo es el delirio atrapado en geometría, tal como recuerda el novelista argentino Juan José Saer en aquellas obras suyas donde los personajes vagan por ciudades crípticas e indecibles.”

de qué manera se fijan en la mente de uno cuando está aprendiendo las primeras letras”, expresa.

También recurre a ejemplos históricos de obras ilus-tradas, de textos, de exposiciones de arte y de objetos donde hay una suerte de condición mixta, donde la palabra y la imagen son igualmente importantes.

Por LUIS JAVIER LONDOÑO BALBÍN

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A mí todo me dueleLa estudiante de la Facultad de

Artes, merecedora del Salón Nacio-nal de Artes Visuales que este año arribó a la edición 40 es una joven artista con tan solo veintidos años.

“Hago propuestas de arte por sentimientos que tengo que sacar”, confiesa, como confiesa que, pues-to que su propuesta se adecuaba a la convocatoria —el vestido como obra de arte—, se la metió toda, es decir, se empeñó en que fuera la mejor, porque quería ganársela. “Tiene que ser para mi, porque me gusta”, pensó. Y así fue.

Se diría, sin suspicacias, que la

temática del Salón Nacional de Arte fue pensada a la medida de Clara Inés, dado que para ella es tan importante el vestuario como la vida misma. “Van de la mano”, afirma, mientras observa que en las artes plásticas la seducen también otras temáticas como los animales, su cotidianidad, “con las que juega y crea posibilidades de realidad, utopías”, dice.

Expuso por primera vez en 2007, el año en el que entró a la Facultad de Artes a estudiar artes plásticas. Las artes siempre la han seducido. Se presentó a ingeniería

de materiales como segunda op-ción pero lo único que quería era ser artista, para “sacar lo que uno tiene adentro”, reitera.

“Mucha gente puede verme como egocéntrica porque todo el tiempo hago historias sobre mí. No es lo que pretendo. Soy yo la que cuento mis historias, mis posibili-dades de realidad, mi cotidianidad, pero para manifestarle al espec-tador que los cambios se pueden generar desde uno mismo”, dice.

Concibe el arte como el mo-tor que mueve el mundo, lo que perdura después de la guerra. La

gente reflexiona a través del arte, sostiene, pero a ella no le preocupa mucho si la transforma. “Depende de cada quien, porque hay gente a la que no la toca nada”, expresa.

Y se podría suponer que por esa capacidad de los artistas de ma-terializar, de exteriorizar sus bús-quedas interiores, sus fantasmas, sus certidumbres están en mejores condiciones de afrontar el mundo.

“Siento que es más duro, por lo menos para mí que todo me duele y siento que tengo que hacer una obra para mostrar el dolor que me da”, manifiesta Clara Inés.

Foto Luis Javier Londoño Balbín

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Leer a Alberto Aguirre es una delicia. Porque escribió con rabia acerca de casi todo (contra casi todo), y era erudito y riguroso y escribía muy bien. Para él escribió Maupassant aquello

de: “No hay un acero que traspase de forma más contundente el corazón humano que un punto puesto a tiempo”. Odió el poder y por ello era libre de escribir y de opinar sin préstamos, sin concesiones, sin intereses. El poder que le gustó ejercer fue el de la libertad, el de sus empresas personales y a veces del alma. Periodista, editor, librero, tenista (¡tenista!). También por ello vivió sin opulencias y sin las mentiras y los disfraces de quienes se hacen al gobierno para manipular y enriquecerse. Aunque eso no lo hizo un alma pura, sino independiente, contestataria, contra-dictoria, insular y crítica. Para todo eso usó la len-gua como un inmenso campo de cultivo, aunque

Por LUIS GERMÁN SIERRA J.

Alberto Aguirre

no fue un escritor prolífico. Apenas un columnista que soltaba sus palabras como dardos: calcu-lados, directos, en el blanco casi siempre. Una de sus páginas de columnista la tituló “Lengua” porque con ello, sin duda, hacía un homenaje a ese instrumento extraordinario y porque también sabía, sin duda, que era una lengua lo que él tenía sobre todo, y para todo. Se ocupó de las tantas estupideces que ocurren a diario no solo en su país sino en todo el mundo. Era obsesivo con las injusticias y con la falta de democracia verdadera que hay en casi todas partes. “Al fin aquellas aguas trajeron estos lodos”, le gustaba decir. Defendió a la gente que sufría vejámenes y era víctima de la violencia, de cualquier violen-cia. En sus columnas era fácil leer cosas como: “El crimen del barrio Caicedo no lo cometió el invierno. Porque eso no fue un desastre de la naturaleza, sino un crimen. De esta sociedad que

no brinda trabajo ni viviendas firmes a cientos de miles de sus habitantes, colgándolos de frágiles laderas, sin infraes-tructura urbanística (calles, aceras, alcantarillado, acue-ducto, energía, aseo). Por esa desidia de la ciudad, periódi-camente, con una regularidad macabra, los pobres pagan a este orden injusto el diezmo de sus vidas”. (El Mundo, 29 de octubre de 1980). Toda-vía valen (y lo que seguirán valiendo) esas palabras para nuestros males recurrentes. En sus columnas, nunca tan bien dicho, les prestaba la palabra a quienes no tenían la palabra. Denunció con nom-bres propios y con rabia. Eso, sin embargo, no lo llevó a los ataques personales y ciegos, sino a la ironía y al énfasis culto. Los más ignorantes (sin duda los que eran blanco más frecuentemente de sus dardos) ni con diccionario lograban entenderlo. Habló de arte y de cine porque lo apasionaban, al igual que los libros que vendía en un bello local de una calle de Medellín, cuando el centro no era el monólogo interminable de ventorrillos que es hoy. Cuando aún había librerías y cines y Aguirre caminaba por allí y por allí se oían sus risotadas, quién sabe de qué, y conversaba en tertulias con amigos y hablaba de la buena literatura que nos alcanza para vivir cierta felicidad y de los malos políticos que nos toca soportar. Se murió Alberto Aguirre y nos va a hacer falta quién nos diga las verdades que acostumbraba.

Esas que hacían rabiar a tantos porque tal vez se veían retratados en ellas, y a tantos nos gustaban porque creíamos (tal vez ilusos) que no era con nosotros y que, en cambio, nos hacían justicia. Como en este párrafo, uno de aquellos que de-beríamos recortar y portar en el bolsillo para que nos atormente a cada minuto: “El signo distintivo del colombiano es el provincianismo. Cada pueblo tiene un rasgo típico, que no es exclusivo, que no repudia otras notas, pero cuya extensión y hondura lo erige en divisa, en sello que identifica. Al mexicano lo distingue la soledad, dice Octavio Paz. Al colombiano, este lugareñismo que seca el alma, que esteriliza toda pasión colectiva. El provinciano cree que en el horizonte de su aldea termina el mundo, y su desconocimiento del más allá del mundo no lo toma por falla propia, sino por inexistencia del otro. El provinciano se dobla en su ignorancia […]”. (El Mundo, 23 de octubre de 1981). Nos harán falta sus debates a rajatabla contra el mal cine y contra la mala literatura, sus diatribas hondas y sarcásticas contra todos los políticos de pacotilla, su rabia contra la injusticia y su escritura precisa y penetrante. Cada página suya (no son tantas, perezoso lector) fue una lección de estilo y de apropiación de la lengua. Su lengua.

Foto cortesía Beatriz Aguirre López

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23Nº 614, UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIAMedellín, octubre de 2012

—Fragmento tomado de “Introducción”—

Las sociedades occidentales de principios del siglo xxi se caracterizan por una cre-ciente desilusión con la medicina científica. Paradójicamente, también dependen cada vez más de la biomedicina para resolver

los problemas sociales y médicos, y sigue imperando la mitología del médico benévolo, parecido a un dios. Por una parte, se critica a los médicos por abusar de su poder al controlar y oprimir a sus pacientes, por su negligencia y codicia; por la otra, en la mayoría de las sociedades occidentales se suele considerar el acceso a la atención médica como un bien social y un derecho inalienable de toda persona. Las opiniones médicas sobre la salud, el padecimiento, las enfermedades y el cuerpo dominan las discusiones públicas y privadas.

Algunos críticos sostienen que son excesivos el po-der y alto estatus social del gremio médico, que se les da demasiada confianza a los médicos y al tratamiento que ofrecen, que los recur-sos dedicados a la tecnología médica son desproporcionados. En los dos últimos siglos, una serie de comportamientos, que van desde el homosexualismo hasta el alcoholismo, han caído bajo la égida de la medicina. Con la obsesión actual por localizar el precursor genético de dolencias, enfermedades y comportamientos, la base de conocimien-tos de la medicina científica ha invadido aún más la definición de los límites de la normalidad y del buen funcionamiento y comportamiento del cuerpo humano. Sin embargo, no se puede negar que dolencias y enfermedades son estados debilitantes, y que las poblaciones de las sociedades occidentales tienen hoy una vida mucho más larga y libre de dolor y malestar que en cualquier otro momento.

La creciente secularización de las sociedades occidentales, la depen-dencia de la racionalidad y el individualismo, legados de la Ilustración, el aumento de la esperanza media de vida y la disminución del número de muertes por enfermedades infecciosas, el recurrir a la biomedicina y a la ciencia como armas definitivas contra las dolencias, la enfermedad y muerte prematura han generado ideas y prácticas que tienden a negar la fragilidad y la mortalidad del cuerpo humano. Para quienes viven en sociedades occidentales, las enfermedades graves y la muerte son acontecimientos extraños, misteriosos, aterradores e inesperados, tal vez con la excepción de las de los más ancianos. La medicina, o la fe en ella, es un credo. Hay en estas sociedades un conjunto de expectativas en torno a la salud y el cuerpo: esperamos que, hasta mucho tiempo después de haber llegado a la edad adulta, nos sintamos bien, sin dolor o incapacidad; esperamos que todos los niños sobrevivan al nacimiento y la infancia, que todas las mujeres den a luz sin complicaciones, que todas las cirugías y tratamientos médicos tengan éxito. Y, para la mayoría de la gente, estas expectativas se realizan, lo que las refuerza aún más.

Sin embargo, aunque las autoridades médicas den una imagen tranquilizadora de que son competentes y tienen la situación bajo control, la concepción del médico como un ser omnipotente inevita-blemente conduce a la decepción y desilusión cuando las cosas van mal, lo que a veces acaba en acciones legales contra los médicos. Cuando sucede lo inesperado —cuando irrumpe la muerte prematura, cuando la cirugía o el tratamiento médico fracasan o hacen que la

salud empeore, cuando mueren los recién nacidos y los niños, cuando la enfermedad sigue siendo crónica y debilitante— hay pocas explicaciones que den sentido a la experiencia. Además, a pesar de que seguimos recurriendo a la medicina para que nos brinde ayuda cuando estamos enfermos, también expresamos resentimiento ante la sensación de im-

potencia que experimentamos en la consulta médica.Como lo sugiere su nombre, esta obra examina las dimensiones

socioculturales de la medicina en las sociedades occidentales, y trata de arrojar luz sobre las razones por las cuales la medicina se caracteriza por tales paradojas y los problemas de la salud y la enfermedad se encuentran rodeados de controversia, conflicto y emoción. La obra se basa en conocimientos y en investigaciones publicadas predominan-temente en las subdisciplinas de la sociología médica, la sociología de la salud y la enfermedad, la historia de la medicina y la antropología médica, pero también incursiona en los aportes del feminismo, los estudios culturales y el análisis del discurso.

Una perspectiva interdisciplinaria, si bien resulta emocionante y estimulante en su amplitud, plantea sus propios problemas. Cuando se quieren integrar la investigación y los conocimientos de una serie de disciplinas, puede ser muy difícil saber dónde trazar las fronteras. Una respuesta a este dilema es que la obra se centre en la evolución del conocimiento y de las investigaciones publicadas desde 1980. Además, en esta obra se evita, en lo posible, analizar la dimensión psi-cológica individual de la enfermedad, incluidas aquí las explicaciones psicoanalíticas que han florecido en el medio de las comunicaciones y en los estudios culturales y feministas. Relacionado con lo anterior está la decisión de omitir el análisis detallado de la enfermedad mental, un área que, por sí sola, podría llenar las páginas de un libro como este y no sería posible, por tanto, en el espacio asignado, hacerle justicia.

Esta obra es un intento por vincular de manera convincente las di-ferentes perspectivas teóricas que alimentan aquellos conocimientos e investigaciones que pretenden comprender la dimensión sociocul-tural de la medicina, la enfermedad y el cuerpo, en los albores del siglo xxi. La discusión se apoya en ejemplos pertinentes tomados de investigaciones que han procurado proporcionar evidencia empírica sobre la experiencia vivida de estos fenómenos, y les da el debido reconocimiento a los procesos macropolíticos que enmarcan, dan forma y condicionan tales experiencias y conocimientos. Este libro adopta el interés de los estudios culturales por los medios de comu-nicación de masas y los artefactos de la élite cultural como los lugares de reproducción de significado, y el interés postestructuralista en los discursos (formas de representar y hablar de los acontecimientos) y su papel en la construcción de las prácticas y conceptos sobre la realidad.

La medicina como culturaLa enfermedad, las dolencias y el cuerpo en las sociedades occidentales

Deborah Lupton

Editorial Universidad de Antioquia y Facultad de Medicina Universidad de Antioquia, 2012

Traducción del libro Medicine as Culture. Illness, Disease and the Body in Western Socie-ties, publicado por SAGE Publications

Proceso de construcción de la nación colombiana en el contexto latinoamericano

23 al 26 de octubre de 2012 • Universidad de Antioquia, Medellín - Colombia

Organiza: Departamento de Antropología UdeA • 2198926 • www.xivcongresoantropologia.com

Conferenciantes: Marc Augé, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París, Francia • Dinorah Castro, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, Venezuela • Alejandro Grimson, Conicet, Argentina • Carl H. Langebaek, Universidad de Los Andes, Colombia

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La casualidad no es el ingrediente que permite referenciar hoy a Mede-llín como el lugar de Co-lombia donde la apuesta

por basar el desarrollo de su territo-rio en la innovación está claramente enfocada y sigue avanzando hacia la constitución de un ecosistema sano donde todos los agentes empiezan a identificar sus roles para volcarse hacia el mismo objetivo.

La obtención continua de pa-tentes y la aparición de spin off que nacen de los grupos fortalecidos de las instituciones de educación superior, como la Universidad de Antioquia; la tendencia de las em-presas locales a constituir geren-cias de innovación y desarrollo; y la consideración de los gobiernos de turno por mantener y aumentar los recursos hacia la política pública que pensó en el emprendimiento y la innovación como un nuevo ca-mino para sostener el crecimiento económico del territorio —el go-bierno local calcula que se logrará una inversión cercana a los $250 mil millones anuales durante este cuatrienio—, son muestras de que el ejercicio acelerado por basar el desarrollo en nuevas o fortalecidas apuestas empresariales, a través del conocimiento que se gesta dentro de las universidades, va en la dirección correcta.

Formar ecosistemas sanos de emprendimiento e innovación, el siguiente paso

Avanzar depende hoy de la con-solidación de un ecosistema de innovación que aún tiene mucho por lograr, pero que ya se esta-bleció y muestra a la ciudad como un espacio atractivo, por ejemplo, para constituir laboratorios de in-vestigación de grandes empresas o para invertir en el desarrollo de nuevos emprendimientos.

Diferentes actores coinciden en que el gran objetivo de la región en temas de emprendimiento hoy es hacer que los agentes funcionen mejor en lo que denominan ecosis-temas sanos, que finalmente miden la capacidad que tendrá la región para hacer que los encargados de crear, mantener y fortalecer la innovación se integren y se com-plementen hacia un interés común, pero con tareas claramente identi-ficadas y establecidas.

“Un ecosistema sano atrae todo tipo de iniciativas. El ecosistema requiere de varios componentes mínimos para que los momentos de la innovación se den y se forta-lezcan: infraestructura, inversión pública y privada, mecanismos de financiación y exención, apoyo, ta-lento preparado y movilizado hacia las empresas, el relacionamiento o networking entre los actores”, explica Santiago Acosta, director de nuevos negocios y comerciali-zación de Tecnnova.

Las posibilidades de fortalecer el ecosistema, además de que hay una política pública, radican en que los agentes conversan a través de espacios reconocidos como el

Comité Universidad, Empresa, Es-tado, CUEE; y esa construcción de confianza se materializa por medio de la Corporación Tecnnova que con la Rueda de Negocios de Innovación Tecnológica, desde 2005 le da una dimensión diferente al encuentro entre el conocimiento, la empresa y las instituciones públicas regionales.

Durante la 8a Rueda, realizada el 24 y 25 de septiembre, los resulta-dos de esa relación saltan a la vista con el aumento de la participación de grupos de investigación (150) y empresas (450), y el creciente nú-mero de citas de negocios (1.500).

Tecnnova además se ocupa de prestar apoyo estratégico en las empresas para fortalecer y des-cubrir capacidades en las áreas de innovación, y en la actualidad aplica una tercera fase de potenciar emprendimientos y desarrollar pro-

yectos de alto impacto que sigan sustentando esa relación entre los agentes del ecosistema. No es gratuito que maneje casi el 12% de los recursos para proyectos de ciencia, tecnología e innovación que provienen de Colciencias. En ese sentido, la Corporación es un motor de la innovación regional, que no trabaja divorciada de otras plataformas que promueven la in-novación y que son fundamentales para que los emprendimientos se den en todos los niveles.

Pero si bien esa tarea de poner a todos a conversar y de fomen-tar las relaciones de los agentes parece cumplida, de acuerdo con diferentes líderes que promueven el emprendimiento en Medellín, la consolidación del ecosistema aún tiene cabos sueltos, en aspectos como la identificación de los roles

Por DIANA RAMÍREZ HOYOS

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Foto cortesía Juan C. Ortiz

Durante la 8a Rueda, realizada el 24 y 25 de septiembre, los resultados de esa relación saltan a la vista con el aumento de la participación de grupos de investigación (150) y empresas (450), y el creciente número de citas de negocios (1.500).

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Autismo

Hablar del protagonis-mo que ocu-pa la Univer-sidad como

institución en el imaginario del ciudadano de a pie es quizás una de la tareas centrales de quienes te-nemos la responsabilidad de representarla y ponerla al servicio de aquellos que la hacen posible. Su-poner que la asistencia cotidiana a las aulas, el índice de publicaciones indexadas, el cálculo es-tadístico de cobertura, las resoluciones rectorales, o los comunicados aludien-do a los hechos de última hora son suficientes para dar señales de vida, es una apuesta bastante limitada frente a la invisibilidad a la que asistimos cuando el país requiere de un faro que ilumine las pe-numbras que nos asaltan cada vez que los titulares de prensa anuncian epi-sodios aciagos de nuestra historia cotidiana.

No está en discusión que en nuestras bibliote-cas se acumulan decenas, centenares de textos de temas diversos producto de esfuerzos individuales, de grupos de investigación reconocidos con las más altas categorías, de tesis de doctorado y de maes-tría, de años sabáticos, de pasantías. Sin embargo, toda esa gama posible de fuentes que fomentan la fábrica del conocimiento se traduce con frecuencia en logros individuales, ascensos efectistas del estatus académico, re-conocimientos endogá-micos entre científicos de los mismos círculos, tecnociencia y sabiduría medida en términos del rating científico de las revistas best seller citadas y recitadas en una espiral infinita que enceguece, en muchos casos, los objetos de estudio de nuestros entornos cercanos.

Esa competencia frené-tica, ese cumplir con los parámetros impuestos por

la industria universal del saber que jerarquiza las universidades en una tabla de posiciones al margen de las condiciones políticas, sociales y económicas de las regiones donde tienen asiento, se interpreta como condición esencial en el contexto del conocimiento global, pero ol-vida que en la universalidad de lo local hay un escenario que reclama la presencia de los intelectuales como alternativa de solución a los problemas domésticos más allá del prestigio que otorgue el plano global. No se trata, ni mucho menos, de subestimar la producción de conocimiento basado en los cánones internacionales, pero sí resulta paradójico ver cómo pasan ante nuestros ojos múltiples aconteci-mientos que desnudan una apatía insana frente a las discusiones fundamentales que nos marcan a diario como nación.

El sentido que tiene la Uni-versidad para una sociedad tendría que ser similar a la conciencia, al buen juicio, a la sindéresis, al ayudar a comprender. En síntesis, a velar por los principios que rigen el buen vivir amparado en los derechos y deberes de quienes como ciudadanos es-peran convivir civilizadamente. Pero no, esa tarea luce diluida, aséptica, distante, distraída en los asuntos operativos del fun-cionamiento de la Institución que provee, a menudo, profe-sionales útiles para el molino intelectual y productivo que gira sin saber que gira.

Sólo para la muestra y a riesgo de caer en generalida-des vale la pena preguntarnos ¿dónde estaban las voces de los expertos del saber universitario mientras nuestros congresistas inescrupulosos hacían y des-hacían con la frustrada reforma a la justicia; cuál es el aporte a la discusión sobre el concepto de autonomía que reclaman los indígenas del departamento del Cauca; qué alertas ofrecemos como centros de pensamiento frente a las grandes obras de infraestructura que se planean en el actual gobierno; qué aná-lisis se derivan de los nuevos intentos de diálogo con los grupos subversivos; qué daños colaterales generan a la libertad de expresión las recientes declaraciones de la sala penal de la Corte Suprema de Justicia; qué implicaciones tiene para el país el debate suscitado por el Procurador General de la Nación en torno al aborto y las libertades sexuales? Estos y otros tópicos, con contadas excepciones, solo han tenido como respuesta el silencio.

Ese mutismo es un síndrome que requiere ser resuelto, porque es imperativo que la Universidad ilustre con suficiencia al ciudadano embebido en la realidad recortada que construyen los medios masi-vos de comunicación, de tal suerte que el referente del Alma Mater no se circunscriba solamente a que sus puertas estén abiertas, a que se diplome a sus egresados, a que se pague religiosamente la nómina, a que circulen comunicados, a que “funcione” en el sentido llano de la palabra. Como universidad pública tenemos que entender que la categoría más alta que se puede alcanzar es la que nos da el reconocimiento de la sociedad, y será ella la que en última instancia determine si su ubicación en el ranking internacional tiene impacto en las especificidades del escenario local.

y en fortalecer los instrumentos que lo potencian.

A juicio de Claudia Nohavá, coordinadora del Programa de Emprendimiento del Programa de Gestión Tecnológica de la UdeA, la educación y el fomento de la cultura emprendedora en todos los niveles es un asunto al cual nunca puede renunciar esta apuesta de ciudad.

“Es importante que la educación promueva y genere las condiciones adecuadas desde la primera infancia para que en un futuro no tengamos que hacer los esfuerzos tan urgentes alrededor de este tema. Estamos hablando del fomento de la cultura emprendedora, porque nuestro sistema educativo nos formó exclu-sivamente para ser empleados y ahí se encuentra una barrera de actitud y de paradigmas frente al tema”, dice.

Puntualiza la investigadora que si se tiene como eje la educación se debe considerar a los profeso-res, poner metas claras sobre la formación de doctores, contemplar los recursos, crear las plataformas, alfabetizar al sistema financiero para que asuma riesgos con la nueva generación de empresarios, entre otros esfuerzos.

La Alcaldía de Medellín también tiene reparos frente a la acelera-ción de la apuesta por la innova-ción, y considera que el mismo Estado, pero representado en el gobierno nacional, a veces le quita ritmo a lo que viene consolidando el ecosistema local.

“Todos tenemos muy buenas intenciones, pero la realidad es que el sistema está montado con una cantidad de estructuras suprema-mente rígidas que no concuerdan con la realidad de un sistema de innovación. El reto que tenemos en el sector público es movilizar rápidamente los recursos. De nada nos sirve hablar de locomotoras, de regalías, si la plata no se está viendo en el sistema” asegura Juan Camilo Quintero, asesor de desarrollo eco-nómico e innovación de la Alcaldía, quien reconoce los esfuerzos del gobierno y de Colciencias pero pide mayor celeridad en la ejecución.

Los temas de propiedad intelec-tual, el marco jurídico para que surjan empresas innovadoras, el enfoque de los recursos, poner en orden los esfuerzos que se hacen a través de las diferentes plataformas, son, entre otros, aspectos que según los mismos agentes de la innovación y el emprendimiento deben trabajarse.

Sin embargo, lo anterior no des-conoce que Medellín vaya por una senda que le permita consolidar un ecosistema sano de emprendi-miento e innovación en los próxi-mos años. Hay condiciones que lo afianzan, tales como la inversión, la financiación, las exenciones, los programas para apoyar el talento y la infraestructura; es decir, nada de lo que se hace en la ciudad por el emprendimiento y la innovación es producto de la casualidad.

Profesor HEINER CASTAÑEDA BUSTAMANTE [email protected]

Esa competencia frené-tica, ese cumplir con los parámetros impuestos por la industria universal del saber que jerarquiza las universidades en una tabla de posiciones al margen de las condiciones políticas, sociales y económicas de las regiones donde tienen asiento, se interpreta como condición esencial en el contexto del conocimiento global, pero olvida que en la universalidad de lo local hay un escenario que reclama la presencia de los intelectuales como alternativa de solución a los problemas domésticos más allá del prestigio que otorgue el plano global.

Op i n i ó n

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se presenten inconsistencias de información. Los investigadores llevamos varios años esperando el anunciado sistema de informa-ción para la investigación universitaria sin resultados a la vista. La experiencia que se tuvo con las consultas virtuales realizadas a los estudiantes —una excelente idea de pobre realización— evidenció la falta de previsión de la administración y la poca confiabilidad de los servidores U. de A.

No es muy difícil llegar a demostrar los altos costos en los que incurre una organización en la que sus directivos no cuenten con indicadores basados en información confiable para tomar decisiones, en la que sus profesores tienen que llenar decenas de formatos cada vez que se requiere información sobre sus resulta-dos, y en donde sus empleados requieren digitar varias veces la misma información para llevar a cabo cada uno de los pasos que conforman los procesos misionales o de soporte.

Desde otro ángulo del uso de la tecnología, vale la pena abrir un amplio debate que se materialice en iniciativas sobre cómo lograr ampliar la participación y los espacios democráticos al interior de la vida universitaria usando las tecnologías de la información y las comunicaciones; cómo lograr que la comunidad universitaria pueda hacer un seguimiento en tiempo real a la labor de sus directivos y cómo lograr que los estudiantes puedan expresar libremente sus opiniones rebasando los límites que imponen quienes dirigen la “asamblea estudiantil». Pero lograr los anteriores propósitos, además del correspondiente y enriquecedor debate sobre la democracia, la participación y las tecnologías de la información y las comunicaciones, requiere contar en la institución con una plataforma tecnológica robusta y confiable.

Si las definiciones sobre plata-forma tecnológica son decisiones de corte estratégico en las or-ganizaciones modernas, cabe la pregunta: ¿Quién es el encargado de tomar las decisiones de esta envergadura en nuestra U de A? ¿Qué tipo de asesoría y acompa-ñamiento tienen las personas en-cargadas de tomar las decisiones cuando se abordan estos temas?

Para superar el atraso en la pla-taforma tecnológica que sufre la Universidad se requiere en primer lugar la voluntad política de la alta administración, en segundo lugar se requiere que ella esté dispuesta a destinar los recursos necesa-rios para la modernización y, en tercer lugar, el acompañamiento, al más alto nivel, de un equipo de expertos que asesoren y apoyen la adopción de políticas de uso y decisiones de técnicas asociadas.

Vale la pena anotar que esta no es una labor solo de ingenieros informáticos; por el contrario, este equipo de expertos debería estar conformado por profesionales de diversas disciplinas que ayuden a visionar cómo usar las TIC en la sociedad de hoy para incentivar la participación de los estamentos, ampliar la democra-cia en la Universidad, , garantizar la transparencia en el manejo de los recursos públicos y ser soporte a las labores misionales de una comunidad académica viva, en constante evolución y globalizada.

Asoprudea. Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia. Ciudad Universitaria. Bloque 22, oficina 107. Teléfono 2195360. Fax 2636106 • http//Asoprudea.udea.edu.co • La columna “Ágora” es responsabilidad de Asoprudea.

La Universidad y su plataforma tecnológica

JOHN FREDDY DUITAMA MUÑOZ

Ph. D. Profesor de la Facultad de Ingeniería

Las def in ic iones sobre plataforma tecnológica son decisiones de cor-te estratégico en

las organizaciones moder-nas, en donde la información es el bien más preciado, por encima de los edificios, los muebles y otros activos. La marcha eficiente y eficaz de las organizaciones del siglo XXI depende en gran medida de contar con unos sistemas de información ágiles, con-fiables, integrados, de fácil uso y seguros.

Una organización como la U. de A. requiere de unos sistemas de información que en línea y en tiempo real nos entreguen datos confiables, por ejemplo, sobre la deser-ción estudiantil, incluyendo las características y perfil de los desertores; que de manera automática provean indica-dores sobre la producción de cada uno de los profesores; que de manera confiable y ágil permitan consultar el estado actual de cualquier proyecto en curso; que además permi-tan el seguimiento al día de la ejecución del presupuesto universitario.

En las actuales circunstan-cias parece poco probable que tareas tan básicas como recibir un e-mail a tiempo y con certeza de no perderlo en el camino, sean una realidad en la U de A. Todos los miembros de la comunidad universitaria nos hemos visto afectados por la pérdida o demora en los correos electrónicos que llegan al dominio udea.edu.co. Ya es parte de la rutina diaria —como los petardos y los ca-puchos— que el portal U. de A. esté “caído”; qué decir de apli-cativos como Mares [sistema de información de matrícula y registro]y el que gestiona el plan de trabajo de los docen-tes, de difícil y encriptado uso y con múltiples inconsistencias en la información que proveen.

Además, la mayoría de los sistemas de información de la U de A no están conectados entre sí, lo que lleva a duplicar muchas tareas de los funcio-narios administrativos y a que

Una organización como la U. de A. requiere de unos sistemas de información que en línea y en tiempo real nos entreguen datos confiables, por ejemplo, sobre la deserción estu-diantil, incluyendo las ca-racterísticas y perfil de los desertores; que de manera automática provean indica-dores sobre la producción de cada uno de los profesores; que de manera confiable y ágil permitan consultar el estado actual de cualquier proyecto en curso; que ade-más permitan el seguimien-to al día de la ejecución del presupuesto universitario.

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FRANCISCO CORTÉS RODAS*

Director Instituto de Filosofía, Univer-sidad de Antioquia, e-mail: [email protected]

De la guerra y de la paz

El anuncio del Presidente de la República Juan Manuel Santos de que ha iniciado unas nuevas conversacio-nes de paz con las guerrillas de las FARC cambia de forma fundamental el contexto público y la corre-lación de las fuerzas políticas en el país. El cambio

más importante es el de la superación de una concepción de la política anclada en la guerra, tal y como fue implementada por los responsables de la política de seguridad democrática. Con la superación de esta visión de los asuntos públicos, ya no cen-trados exclusivamente en las cuestiones de la guerra, la política puede orientarse hacia la búsqueda de la paz, la realización del derecho, la libertad y la igualdad para todos.

Concebir la política desde la guerra significa, en primer lugar, que la política no tiene que ver sino con el poder y que éste es absolutamente instrumental. El poder en este sentido está de-terminado por una orientación de cálculo racional entre medios y fines. Quienes sostienen esta concepción consideran que los hombres están determinados por un incesante afán de poder. La potencialidad original del poder de los hombres consiste en que todas las relaciones sociales representan poder. La poten-cialidad original del poder tiene como efecto que obliga a los hombres a tener siempre más poder frente a los otros. El efecto del incesante afán de poder es que nadie puede estar seguro de su vida y posesiones, todo el mundo le teme a todo y debe estar continuamente preparado para defenderse. De tal forma, se llega a la situación de una disposición permanente para la lucha que

se convierte en la única estrategia de supervivencia en este estado.

Concebir la política desde la guerra significa, en segundo lugar, que el poder común que se establece para superar la imposibilidad de supervivencia en esta situación de guerra de todos contra todos, está fundado en el temor y la amenaza de castigos. Esto determina que los individuos deben someterse en forma incondicionada al mandato imperativo de las leyes civiles y que des-aparece toda expresión de la autono-mía política, es decir de la democracia.

Concebir la política desde la guerra significa, en tercer lugar, que la política exterior debe desarrollarse en térmi-nos de un equilibrio de disuasión inti-midatoria entre los Estados basado en la carrera armamentista. Esto se basa en la idea de que cada Estado tiene intereses políticos exteriores que debe realizar contra los otros Estados y cada Estado depende sólo de sí mismo. El instrumento para la realización de los intereses es el poder y el Estado debe maximizar su potencial de poder para protegerse en la lucha internacional de todos contra todos. Los Estados tienen que confiar y depender de sí mismos para asegurar su superviven-cia debido a que otros Estados son amenazas potenciales y porque en el orden internacional no hay una auto-

ridad más alta que pueda protegerlos si son atacados. El temor a otros Estados y el conocimiento de que operan en un mundo en el que cada uno depende de sí mismo, determina que los Estados se den cuenta que el mejor camino para sobrevivir es ser especialmente poderoso. En suma, en esta concepción rea-lista de la política todo esto se traduce en que la paz se apoya en un Estado que intimida en lo interno mediante la amenaza de castigos y el uso de la violencia estatal y que disuade en lo externo mediante su desafiante poder militar.

Contra esta concepción que ancla la política en la guerra se puede proponer, a partir de Kant, una idea de la política dirigida

a superar la condición inevitable de la guerra en la vida social. Así, la tarea de la política debe ser crear las condiciones para que el mundo de la experiencia de los hombres dominado por la guerra se pueda convertir en un mundo de la humanidad ordenado por el derecho. La cuestión política, que comprende el problema del derecho político interior y el de-recho inter-estatal, tiene que ver con que el derecho debe regular todas las relaciones potencial-mente conflictivas tanto al inte-rior de los Estados como en las relaciones internacionales. Así, se puede proponer un proyecto político de aseguramiento de unas condiciones mínimas de justicia, que hacen posible la paz en el ámbito interior mediante una política de justicia distributi-va y el establecimiento de la paz en las relaciones inter-estatales. El ideal de una paz por medio del derecho es el resultado de una interpretación consecuente de aquellas condiciones que resul-tan necesarias para la existencia de relaciones jurídicas seguras.

¿Qué quiere decir en el actual contexto político del inicio de unas nuevas conversaciones de paz con las guerrillas de las FARC la idea de una paz por medio del derecho? Quiere decir, en primer lugar, la superación de las con-diciones que han determinado que nuestro mundo de expe-riencia haya estado por tantas décadas dominado por la guerra. En segundo lugar, un paso en el proceso de superación de las condiciones que han producido las profundas desigualdades e inequidades que existen en el país. En tercer lugar, la po-sibilidad de apertura a unas condiciones políticas de mayor participación democrática. Y en cuarto lugar, la superación de las formas de conducción de las relaciones políticas interna-cionales basada en la idea de un equilibrio de disuasión inti-midatoria entre los Estados. Por estas cuatro razones tiene en este momento todo el sentido apostarle a la paz, respaldar la iniciativa del gobierno de ade-lantar conversaciones de paz, y así poder superar en Colombia el camino del autoritarismo gue-rrerista. Al proponer la idea de una paz estable y duradera, ins-taurada a través de un Estado de Derecho, se está proponiendo un proyecto que señala hacia el futuro una tarea para todos los colombianos: hacer la paz por medio del derecho.

El efecto del incesan-te afán de poder es que nadie puede es-tar seguro de su vida y posesiones, todo el mundo le teme a todo y debe estar conti-nuamente preparado para defenderse. De tal forma, se llega a la situación de una disposición perma-nente para la lucha que se convierte en la única estrategia de supervivencia en este estado.

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El regateo por la paz“Un bárbaro es antes que nada aquél que cree en la barbarie”

Lévi-Strauss

En octubre empezará la siguien-te fase de la negocia-

ción entre el Gobierno y la guerrilla. De llegar las partes a un acuerdo, Colombia empezaría un proceso de consolida-ción de la paz, que no significa el cese de toda violencia sino el fin de la guerra. El camino por recorrer está lleno de riesgos, como los que representan quienes han amasado fortunas al calor de las balas y aquellos que han ma-durado sus mutuos odios. Pero quizás el enemigo más peligroso sea la indiferencia de las personas que por fuerza consuetudinaria se acostumbraron a la violencia política. Para este segmento de la población colombiana la guerra, si mucho, es un problema de otros.

Esta indiferencia ter-mina por generar un silencio propicio para las posiciones radicales que rodean el proceso y por tanto puede contri-buir a su fracaso. Esta situación, por ejemplo, favorece a las voces de quienes creen, solo con conocer el proceso de acercamiento entre Gobierno y guerrilla y los puntos de la agen-da, que la paz saldrá demasiado costosa. O sea que cuesta di-nero y privilegios que seguramente no están dispuestos a pagar.

Asistimos a un nue-vo proceso de nego-ciación donde todos quieren la paz pero nadie (o muy pocos) quiere cargar con los costos. Esta postura, por supuesto, es un espaldarazo tácito a la costumbre de matar-nos por asuntos polí-ticos. Quienes bajo el ropaje de ser “amigos” de la paz afirman que ésta es costosa lo que hacen es afirmar su-brepticiamente que la guerra es más barata y

que es a la vez la única solución para este viejo conflicto armado.

Los mayores costos de la paz no son propiamente los económicos en términos de cuánto vale un proceso de reinserción y toda la parafernalia propia de un pos-conflicto. Los costos que más atemorizan a los pretendidos “amigos” de la paz que la consideran costosa son los cambios que podría darse al orden político colombiano, sobre todo los cambios en temas como el de la tenencia de la tierra. Ante esta posibilidad prefieren seguir por el viejo y tortuoso camino de la confrontación arma-da defendiendo una concentración de la riqueza que a todas luces resulta escanda-losa como bien lo indican las mediciones mundiales que ponen a Colombia entre los países más ricos de la región y también entre los más inequitativos.

El regateo que se dará en la mesa de negociación no estará exento de la presión de los distintos sectores de la sociedad colombiana e internacional interesados en participar directa o indirectamente de los acuerdos a los cuales las partes sentadas en la mesa puedan llegar. El silencio de lo que genéricamente puede llamarse la sociedad civil ante el proceso de negocia-ción facilita que múltiples intereses saquen

“tajada” de la negocia-ción a riesgo de que en tal puja la negociación termine por romperse.

La paz, que será el resultado general de la negociación, no es un bien para el disfrute de uno de los actores de la mesa, ella compromete el ámbito más amplio de la sociedad colom-biana. Por ello, tendría que ser esa sociedad en su conjunto la más interesada en que la ne-gociación surta los efec-tos esperados. Con tal pretensión, las fuerzas vivas de esta sociedad tendrían que ejercer una sana presión sobre los negociadores en el sentido de que ninguna de las partes deje la mesa hasta llegar a un acuerdo definitivo. No se trata de rodear al Go-bierno o respaldar a la guerrilla, lo que interesa es que cese la guerra. Y ese interés es prioritario para quienes suelen ser las víctimas de la con-frontación militar.

Si alguna paz es cos-tosa es justamente esa que quiere alcanzarse por medio de la guerra. Colombia lleva más de cincuenta años y miles de pérdidas humanas, entre otros costos, in-tentando consolidar una paz así. Que una década después de una negociación fallida es-temos presenciando un nuevo intento por resolver las diferencias políticas priorizando el diálogo es una oportu-nidad que no debería dejarse pasar por alto. Todas las personas que han manifestado su cansancio y repugnan-cia por la guerra tienen el compromiso de lograr una paz duradera y en estos momentos una de las primeras tareas que de allí se desprende es pujar porque el pro-ceso de negociación, centrado en los cinco puntos pactados entre los actores principales de la guerra, se desarro-lle hasta su etapa final.

Los mayores costos de la paz no son propiamente los económicos en términos de cuánto vale un proceso de reinserción y toda la parafernalia propia de un posconflicto. Los costos que más atemorizan a los pretendidos “amigos” de la paz que la consideran costosa son los cambios que podría darse al orden político colombiano, sobre todo los cambios en temas como el de la tenencia de la tierra. Ante esta posibili-dad prefieren seguir por el viejo y tortuoso camino de la confrontación armada defendiendo una concen-tración de la riqueza que a todas luces resulta escan-dalosa como bien lo indican las mediciones mundiales que ponen a Colombia entre los países más ricos de la región y también entre los más inequitativos.

Desde cuando el pre-sidente de la Repú-blica Juan Manuel Santos confirmó los acercamientos de su

gobierno con las Farc una de las preguntas más recurrentes entre los analistas, los columnistas, los escépticos, los pacifistas y demás ha sido si en esta oportunidad sí fructificará un proceso de paz con el grupo insurgente o si, por el contrario, será, una vez más, otra fallida negociación.

En torno a una cuestión similar, el Grupo de Investigación Cultura, Política y Desarrollo Social de la Facultad de Ciencias Sociales y Hu-manas de la Universidad de Antio-quia promovió el conversatorio en el que los invitados León Valencia, Gerardo Velásquez y Jorge Ceballos plantearon sus puntos de vista res-pecto de si el proceso en ciernes es un acuerdo para perpetuar o para culminar la guerra.

El director de la Corporación Arco Iris y columnista de Semana, León Valencia, se declaró sorpren-dido por los acercamientos adelan-tados por las partes en La Habana, Cuba, “para terminar el conflicto armado”, muy diferente a la agenda del Caguán, que era con final abierto y, por tanto, no establecía el propó-sito último de las negociaciones.

Valencia, quien lleva dieciocho años analizando el conflicto inter-no colombiano después de haberlo

ADRIÁN RESTREPO PARRA Profesor Instituto de Estudios Políticos Universidad de Antioquia

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¿Será esta la última vez?

vivido desde adentro como mili-tante del ELN, subrayó que Santos en el discurso de presentación del inicio de las conversaciones expre-só que era una condición ineludible establecer la mesa para terminar la guerra, mientras que Timochenco aseguró que no se pararían de la mesa hasta lograr ese propósito.

“Es muy posible que esta vez sí vayan en esa dirección”, dijo el analista político, y añadió como un elemento más que en el texto de la agenda está explícita la dejación de armas, cosa que nunca había permitido las Farc en una agenda.

Señaló como errores de anterio-res negociaciones justamente no tener un final cerrado, como tam-bién sucedió en Tlaxcala y Caracas; adelantar de manera muy visible y pública cada paso de la negocia-ción; avanzar los diálogos en terri-torio colombiano, que degeneraron en espectáculo y en espacio para que los actores hicieran política.

En contraste, consideró como

positivo que esta vez las negocia-ciones se harán lejos del territorio colombiano, de manera discreta.

La otra enseñanza evidente, recalcó, “es que están al frente los que deciden el conflicto colombia-no, el acompañamiento internacio-nal equilibrado y la agenda realista, porque implica, no la toma del poder, sino reformas que atacan las causas del conflicto”.

Entre tales asuntos, recordó, está la reforma agraria, que ha sido el corazón del conflicto; la inclusión política; el narcotráfico; las víctimas que están en el cen-tro de la agenda y un colofón de dejación de armas y del proceso de inserción.

“Es una agenda realista, pero profunda, que sentaría las bases para una paz duradera”, reiteró.

FinalesEl profesor Gerardo Velásquez,

del Grupo de Investigación Cultura, Política y Desarrollo Social, se refi-

rió a los dos tipos de negociación tradicionales y en particular a los acuerdos de paz entre la guerrilla y el establecimiento colombiano.

El modelo de “final cerrado”, explicó, es el que en la teoría de la negociación se homologa al estilo blando de negociación, el cual se reduce a un intercambio donde una de las partes evita los conflictos y busca obtener un acuerdo basado en la buena voluntad, presupo-niendo que toda negociación se produce entre personas que van a poder entenderse.

“Lo crítico en la aplicación de este modelo —advirtió—, es el alto grado de frustración y sentimiento de engaño que potencialmente genera en la parte que se la juega decididamente a un final cerrado al momento de evaluar los costos y beneficios obtenidos en el pro-ceso, en comparación a los que obtuvo la otra parte”.

El modelo de “final abierto”, por el contrario, se equipara con lo que en la teoría de la negocia-ción se denomina el estilo duro de negociación, en el cual —explicó Velásquez— por lo menos una de las partes expresa una débil coo-peración con la otra o, incluso, la cooperación ni siquiera existe, y el objetivo es alcanzar los máximos beneficios en el corto plazo, con-cibiendo de entrada que una de las partes ganará y la otra perderá.

En la implementación de este modelo, dijo, “lo crítico es la acti-tud de improvisación, además de temeraria, que se origina en una o ambas partes cuando buscan conseguir resultados favorables a corto plazo que puedan neutrali-zar las posibilidades de actuación de la otra parte”.

El profesor investigador planteó que aunque el modelo de negocia-ción implementado por los grupos guerrilleros en los acuerdos de paz de la década de los noventa fue el de un “final cerrado”, estos fueron procesos parcelados, que no logra-ron desactivar el conflicto armado puesto que importantes sectores guerrilleros no participaron.

Su apuesta, observó, “fue bá-sicamente el cambio del régimen político, en el entendido que una profundización de la democracia y una transformación de las es-tructuras políticas garantizaría el cambio de las condiciones sociales y económicas”.

Por su parte, para el ex perso-nero de Medellín, Jorge Ceballos, los puntos de agenda convenidos no suponen una negociación fácil, pero coincidió en que está pensada para acordar la paz, cesar la con-frontación armada entre la guerrilla de las Farc y la fuerza pública, gene-rar condiciones para el desarrollo económico y social del sector rural, en particular el relacionado con la tenencia y producción agraria y el bienestar de los campesinos.

Añadió que en tanto estén dadas estas condiciones deben acordarse los mecanismos para que quienes se reincorporen a la civilidad tengan participación real en las diferentes instancias de poder del Estado.

“Es evidente —dijo Ceballos— que estamos en frente de una ne-gociación política de la que pueden surgir nuevas formas de relación entre el Estado y la sociedad, para democratizar la política, la distribu-ción de la riqueza, el acceso a los bienes culturales”.

Al expresar como una preten-sión esencial el que los colombia-nos puedan hacer política sin acu-dir a las armas en el entendido de que este proceso entre el gobierno y las Farc conlleve a construir una democracia real, Ceballos afirmó que es obligación de todos los demócratas rodear de garantías el proceso, y ni atravesarle palos en el camino, pero tampoco esperar más frutos de los que puede dar.

Es, reiteró, el inicio de un proceso de transformaciones políticas, so-ciales, culturales y económicas, que “debemos protegerlo de los francoti-radores que le disparan desde todos los flancos y estar convencidos que desde el día en que sea posible la confrontación política sin armas, Colombia será un país en el que quepamos todos”, concluyó.

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Comité Editorial

John Jairo Arboleda CéspedesLuquegi Gil Neira

Olga Castaño MartínezEufrasio Guzmán Mesa

Asdrúbal Valencia GiraldoHeiner Castañeda Bustamante

EditorHeiner Castañeda Bustamante

RedacciónLuis Javier Londoño Balbín (LJLB)

FotografíaLuis Javier Londoño B.Archivo ALMA MATER

DiagramaciónJuan Camilo Vélez Rodríguez

CorrecciónLuis Javier Londoño B.

Coordinación Archivo Fotográfico Juan Camilo Vélez Rodríguez

SecretariaMaría Mercedes Morales Osorio

John Jairo Arboleda Céspedes, vicerrector general

Designada decana de la Facultad Nacional de Salud Pública

A comienzos de septiembre el médico veterinario John Jairo Arboleda Céspedes asumió en propiedad el cargo de vicerrector general de la Universidad de Antioquia.

Adscrito a la Facultad de Ciencias Agrarias como profesor de tiempo com-pleto de la Escuela de Medicina Veterinaria, se graduó en 1995 como magíster en medicina tropical de la Corporación de Ciencias Básicas Biomédicas.

Ha sido investigador asociado de la Corporación Biogénesis, en el Grupo de Inmunovirología de la Facultad de Medicina; director del Centro de Inves-tigaciones Pecuarias, y líder del grupo de investigación Centauro, clasificado en la categoría A1 de Colciencias.

Arboleda Céspedes, quien durante casi 10 años estuvo al frente de la Dirección de Regionalización de la Universidad de Antioquia, en distintas ocasiones ha ocupado como encargado la Vicerrectoría de Investigación, la Dirección de Bienestar y la Rectoría. Reemplaza en el cargo al médico cirujano Martiniano Jaime Contreras.

Heiner Castañeda Bustamante lidera Sistema de Comunicaciones

El comunicador social - periodista y magíster en filosofía contemporánea de la Universidad de Antioquia, y especialista en economía internacional de la Universidad Nacional, Heiner Castañeda Bustamante, asumió el reto de orientar la estrategia de comunicación de la Alma Máter, a partir de la reestructuración y coordinación del Sistema de Comunicaciones que integran Información y Prensa, Emisora Cultural, Servicios Audiovisuales y Portal Universitario.

Como docente del área de periodismo y televisión en la Facultad de Comu-nicaciones lideró el sistema informativo De La Urbe, el laboratorio de prác-ticas de esa unidad académica que cuenta con portal web, radio, periódico, noticiero y programa de televisión.

Es analista de contenidos de noticieros de televisión, investigador de televisión digital y desarrollo de proyectos de conocimiento en internet. Fue miembro del comité defensor del televidente del canal Teleantioquia. También ha realizado documentales, reportajes y ha trabajado en diversos informativos de televisión locales y nacionales.

Colaboraron en esta ediciónPedro Correa Ochoa

Gisela Sofía Posada MejíaGiovanny Castaño Blanco

Luis Germán Sierra JaramilloDiana Ramírez Hoyos

Comunicaciones Vicerrectoría de Investigación

La profesora María Patricia Arbeláez Montoya fue designada por el Consejo Superior Universitario como decana de la Facultad Nacional de Salud Pública en reemplazo del profesor Álvaro Cardona Saldarriaga, quien cumplió en el cargo el periodo estatutario de tres años.

Docente en esa unidad académica desde 1990, Arbeláez Montoya es Médica y Cirujana de la Universidad Pontificia Bolivariana, con Maestría en Salud Pública de la Universidad de Antioquia y PhD en Epidemiología de la Universidad Johns Hopkins en los Estados Unidos.

Se ha desempeñado como médico en el Servicio Seccional de Salud de Antioquia y en varios hospitales del De-partamento. A la fecha era la coordinadora del Programa de Doctorado en Epidemiología de la Facultad Nacional de Salud Pública, como en su momento lo fue de los posgrados del área de la salud y de la Maestría en Epidemiología.

Jefa del Centro de Investigaciones de la FNSP, miembro del Consejo Nacional de Salud de Colciencias, en la actualidad coordinaba el grupo de investigación Epidemiología.

Consultora nacional e internacional, ha participado en varias investigaciones, la más reciente “Caracterización clínico epidemiológica y molecular del Mycobacterium tuberculosis en personas privadas de la libertad en cuatro centros penitenciarios de Medellín y Bucaramanga 2010-2012”, como investigadora principal. Recibió el Premio a la Investigación Universidad de Antioquia y otras importantes distinciones.

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nOta d e l ed i tO rSergio Fajardo Valderrama

Gobernador del Departamento y Presidente de la Corporación

Alberto Uribe Correa Rector

Antonio Yepes Parra Representante del Presidente de la República

Representante de la Ministra de Educación Nacional

Carlos Alberto Palacio Tobón Representante del Consejo Académico

Juan Carlos Amaya Castrillón Representante Profesoral

Mario Arturo González Arboleda Representante de los Egresados

Manuel Santiago Mejía Correa Representante del Sector Productivo

Luis Javier Arroyave Morales Representante de los ex Rectores

Luquegi Gil Neira Secretario General

CONSEJO SUPERIOR UNIVERSITARIO

CONSEJO ACADÉMICO

InvitadosJohn Jairo Arboleda Céspedes

Vicerrector GeneralFabio Giraldo Jiménez

Director de PosgradoJaime Ignacio Montoya Giraldo

Director de Desarrollo InstitucionalMaría Carolina Laverde Velásquez

Directora de Relaciones Internacionales Daryeny Parada Giraldo

Directora de Bienestar Universitario John Jairo Arboleda Céspedes

Director (E) Programa de Regionalización Liliana Marcela Ochoa Galeano

Directora Escuela de Microbiología María Teresa Arbeláez Garcés

Directora Escuela Interamericana de BibliotecologíaJohn Jairo Giraldo Ortiz Director Escuela de Idiomas

Berta Lucía Gaviria Gómez Directora Escuela de Nutrición y Dietética

Francisco Cortés Rodas Director Instituto de FilosofíaIván Darío Uribe Pareja

Director Instituto de Educación Física y DeporteJaime Cardona Usquiano

Director Oficina de Asesoría JurídicaClaudia María Rivera Osorio

Auditora Interna

Alberto Uribe CorreaRector

Fanor Mondragón Pérez Vicerrector de Investigación

Óscar Sierra RodríguezVicerrector de Docencia

María Helena Vivas López Vicerrectora de Extensión

Rubén Alberto Agudelo García Vicerrector Administrativo

Francisco Londoño Osorno Decano Facultad de Artes

Luis Guillermo Palacio Baena Decano Facultad de Ciencias Agrarias

Ramón Javier Mesa Callejas Decano Facultad de Ciencias Económicas

Nora Eugenia Restrepo Sánchez Decana Facultad de Ciencias Exactas y Naturales

Luz Stella Correa Botero Decana Facultad de Ciencias Sociales y Humanas

Jaime Alberto Vélez Villa Decano Facultad de Comunicaciones

Clemencia Uribe Restrepo Decana Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Carlos Arturo Sandoval Casilimas Decano Facultad de Educación

María Isabel Lalinde Ángel Decana Facultad de Enfermería

Carlos Alberto Palacio Tobón Decano Facultad de Ingeniería

Élmer de Jesús Gaviria Rivera Decano Facultad de Medicina

Álvaro Cardona Saldarriaga Decano Facultad Nacional de Salud Pública

Clara Eugenia Escobar Güendica Decana Facultad de Odontología

Pedro José Amariles Muñoz Decano Facultad de Química Farmacéutica

Lucía Stella Tamayo Acevedo Representante Profesoral Consejo Académico

Luquegi Gil Neira Secretario General

(Artículo 20. Constitución Política de Colombia)

— Las opiniones expresadas en ALMA MATER es responsabilidad de los autores y sólo a ellos compromete —

(Artículo 73. Constitución Política de Colombia)

Departamento de Información y Prensa Secretaría General • Ciudad Universitaria.

Calle 67 N° 53-108, Bloque 16, oficina 336, Medellín • Teléfonos (4) 2195023 y

2195026. Fax (4) 2331627E-mail: [email protected]

http://almamater.udea.edu.co

Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura.

La actividad periodística gozará de protección para garantizar su libertad e independencia profesional.

Hacerse responsable de la edición del periódico ALMA MATER es una tarea que, lejos de ser personal, compromete a todos los que hacemos parte de esta gran institución llamada Univer-sidad de Antioquia. Si bien se hace indispensable la figura de un líder que dinamice y anime el espíritu plural, pertinente y cualificado de los contenidos, su labor debe ser entendida como la de un universitario más que cumple su rol al lado de los compromisos y saberes específicos que cada uno de nosotros tenemos dentro de la institución. Ello equivale a afirmar que la so-lidez, la confianza, la proximidad, los puntos de vista y la cercanía con el entorno deben estar enmarcados dentro de los principios que nos rigen como universidad pública puesta al servicio de quienes la hacen posible: la sociedad.

Es un deber mirar con cortesía a los públicos que nos leen, entender que hay comunidades de diversas regiones del país y del departamento que esperan encontrar contenidos que les ayuden a entender su mundo más allá del lenguaje propio de las revistas científicas o de los textos académicos cuyo fin no es específicamente la divulgación, sin que lo anterior se entienda como un llamado a la ligereza o superficialidad. Todo lo contrario, lo que se pretende es que la Universidad sea la conciencia de la sociedad y que por tanto los pensadores hagan suyos los grandes temas que nos conmueven como nación para hacerlos cercanos y útiles a los ciudadanos.

El periódico ALMA MATER y los demás medios que conforman el Sistema de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia permanecerán abiertos y al servicio del sano debate de la ideas, sin olvidar que la información institucional no es sinónimo de información oficial, y que por ende la participación de todos es una condición indispensable, amparada en criterios estrictamente referidos al valor informativo, a la pertinencia, al enfoque periodístico y a las limitaciones propias de espacio y de tiempo que impiden el cubrimiento total de todo lo que ocurre o se relaciona con el devenir universitario.

Aprovecho esta nota para agradecer en nombre de la Universidad al periodista Alberto González Mascarozf, quien con su experiencia, conocimiento y profesionalismo lideró el Departamento de Información y Prensa por más de 20 años. La huella de su trabajo estará siempre presente como la de todos aquellos que han hecho parte de la Universidad y le han aportado su saber.

Dirección de Comunicaciones U. de A.

La restauración de los edificios de Bioquímica y de Morfología de la Facultad de Medi-cina de la Univer-sidad de Antioquia recibió una men-ción en la catego-ría Restauración e intervención en patrimonio de la XXIII Bienal Colom-biana de Arquitectura.

El premio, en el que el jurado también concedió mención al edificio Canta Gallo de Bogotá, fue para la restauración del Teatro Colón, primera etapa, de Bogotá.

La arquitecta restauradora Clemencia Wolff Idárraga recibió el reconocimiento en nombre del Departamento de Sostenimiento de la Universidad de Antioquia, el 5 de octubre, en Armenia, en la ceremonia central en la que se entregó el Premio Nacional de Arquitectura 2012 al arquitecto elegido entre los siete ganadores de los premios que otorgó este año la Bienal Colombiana de Arquitectura.

Edificios de Medicina, mención en Bienal Colombiana de Arquitectura

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Doctorado en Agroecología 6 semestres

Doctorado en Artes 6 semestres

Doctorado en Biología 8 semestres

Doctorado en Ciencias Químicas 8 semestres

Doctorado en Educación 8 semestres

Doctorado en Enfermería 8 semestres

Doctorado en Física 6 semestres

Doctorado en Ingeniería Ambiental 8 semestres

Doctorado en Ingeniería de Materiales 8 semestres

Doctorado en Ingeniería Electrónica 8 semestres

Doctorado en Ingeniería Química 8 semestres

Doctorado en Matemáticas 8 semestres

Doctorado en Salud Publica 6 semestres

Maestría en Administración 4 semestres

Maestría en Artes 4 semestres

Maestría en Biología 4 semestres

Maestría en Ciencias Ambientales 4 semestres

Maestría en Ciencias Contables 4 semestres

Maestría en Economía 4 semestres

Maestría en Ciencias Farmacéuticas 4 semestres

Maestría en Ciencias Químicas 4 semestres

Maestría en Comunicaciones 4 semestres

Maestría en Derecho 4 semestres

Maestría en Filosofía 4 semestres

Maestría en Física 4 semestres

Maestría en Historia del Arte 4 semestres

Maestría en Ingeniería 4 semestres

Maestría en Ingeniería Ambiental 4 semestres

Maestría en Ingeniería de Materiales 4 semestres

Maestría en Ingeniería de Telecomunicaciones 4 semestres

Maestría en Ingeniería Química 4 semestres

Maestría en Matemáticas 4 semestres

Maestría en Salud Colectiva – Seccional Urabá 4 semestres

Maestría en Salud Colectiva – Sede Medellín 4 semestres

Especialización en Bolsa y Banca 2 semestres

Especialización en Derecho Administrativo 2 semestres

Especialización en Derecho Constitucional 2 semestres

Especialización en Derecho de la Seguridad Social 2 semestres

Especialización en Derecho Privado 2 semestres

Especialización en Derecho Procesal 2 semestres

Especialización en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario 2 semestres

Especialización en Evaluación Socioeconómica de Proyectos 2 semestres

Especialización en Gestión Ambiental- Presencial 2 semestres

Especialización en Gestión Ambiental- Virtual 2 semestres

Especialización en Gestión Tributaria – Armenia 3 semestres

Especialización en Gestión Tributaria- Sede Medellín 3 semestres

Especialización en Logística Integral –Sede Car-men de Viboral 2 semestres

Especialización en Manejo y Gestión del Agua 2 semestres

Especialización en Medio Ambiente y Geoinformática 2 semestres

Especialización en Problemas de la Infancia y la Adolescencia 2 semestres

Especialización en Responsabilidad Social Empresarial 2 semestres

Especialización en Revisoría Fiscal 2 semestres

Especialización en Salud Internacional 2 semestres

Especialización en Teoría, Métodos y Técnicas en Investigación Social 2 semestres

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Los programas de posgrado que oferta la Universidad de Antioquia en la sede central y en las regiones están apuntalados en tres criterios: 1) ampliación de la cobertura, 2) pertinencia social y científica, 3) aseguramiento de la calidad. Del primero dan fe la cantidad y la diversidad de programas que se ofrecen; del segundo son evidencia la permanencia y la sostenibilidad de los programas en la sede central y en las regiones y el impacto que sus egresados producen en el entorno; y el tercer criterio se asegura cada vez más por el riguroso proceso de autoevaluación y evaluación externa de los programas académicos, hasta llegar a la acreditación de alta calidad. De los nueve programas de posgrado que tienen el país con acreditación de alta calidad, siete pertenecen a la Universidad de Antioquia y otros trece están en el proceso final para alcanzar esa calificación.

Pago de derechos de inscripción: 21 de agosto al 31 de octubre

Inscripción por internet: 21 de agosto al 6 de noviembre

Proceso de selección de estudiantes a los distintos programas: 7 al 30 de noviembre

Publicación de resultados de los aspirantes seleccionados: 16 al 30 de noviembre

Liquidación y pago de matrícula: diciembre

Registro académico e iniciación de actividades: enero de 2013

Para conocer acerca de las características del programa, registro calificado, duración, jornada, intensidad horaria, modalidad, plan de estudios, planta docente, costos, requisitos de inscripción, criterios de admisión e información del contacto, ingrese a www.udea.edu.co, por estudiar en la U. de A, Posgrados, Programas de Posgrados o directamente en el enlace http://www.udea.edu.co/portal/page/portal/portal/b.EstudiarUdeA/b.Posgrado/a.ProgramasPosgrado. Los calendarios específicos de cada programa los encuentra consultando el link anterior y eligiendo el respectivo programa.

Información adicional: Dirección de Posgrado, teléfonos 2195375 y 2195378 • [email protected]