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Señora de nadie Publicado: 31 marzo 2015 en Luciana Mantero Etiquetas:Argentina , Clasismo , Página 12 , Trabajo 1 En la clase media y alta argentina nadie sabe muy bien cómo llamarlas y, cuando algo es difícil de nombrar, es una mala señal. Solemos decirle la chica que me ayuda, la mía, la empleada, la shikse, la mucama; sólo en ocasiones la señora que trabaja en casa. Y tendemos a “confundir” su ayuda profesional con favores personales (“Esperame un rato más que ya llego, estoy haciendo unas compras”; “¿Te venís más temprano mañana que tengo que salir antes?”). Casi siempre el afecto se atraviesa en el vínculo. La Ley de Contrato de Trabajo las excluye y el flamante Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares –aprobado en el Congreso por unanimidad el 13 de marzo, a partir de un proyecto presentado en 2010 por CFK– viene a intentar equiparar estas deudas –licencia por maternidad, igual indemnización, 35 horas seguidas de descanso semanal, el pago de horas extras–. Pero como la gran mayoría (el 84 por ciento según el Indec) trabaja en negro, no es parte de la economía formal, no existe, en la práctica no goza de ningún derecho laboral. Es invisible. Su sueldo –que suele ser paupérrimo– se decide “a dedo”. Y eso que en su usual rol de cuidadoras de niños, escondidas en la intimidad de nuestros hogares, son el sostén casi exclusivo de la masiva incorporación femenina al mercado laboral. El trabajo doméstico es un encuentro entre clases, culturas y en ocasiones nacionalidades (el 40 por ciento de las empleadas de casas particulares que trabajan en la ciudad de Buenos Aires nacieron en países limítrofes o en Perú). Sentadas en aquel bar de Palermo, nada era demasiado distinto a cada vez que una empleada doméstica abre la puerta de su trabajo: ella estaba en un mundo ajeno, yo en el propio. Ella se llama Soledad –pidió mantener su apellido en el anonimato– y nació en Piura, la quinta ciudad más habitada de Perú, cerca de la frontera con Ecuador y a mil kilómetros de Lima. Vio la luz junto a su hermana Carmen, un primero de junio de 1964. Las mellizas fueron la cuarta y la quinta integrantes de una familia de ocho hermanos, de las más pudientes de aquel barrio humilde. Hasta los once años vivió una vida relativamente tranquila. Sus hermanos estudiaban en la universidad, su madre estaba presente. Después, con la psicosis de su hermano mayor, todo se tornó denso, turbulento, revuelto como un huracán. La madre pasaba la mayor parte del tiempo en Lima

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Seora de nadiePublicado: 31 marzo 2015 enLuciana Mantero Etiquetas:Argentina,Clasismo,Pgina 12,Trabajo1En la clase media y alta argentina nadie sabe muy bien cmo llamarlas y, cuando algo es difcil de nombrar, es una mala seal. Solemos decirle la chica que me ayuda, la ma, la empleada, la shikse, la mucama; slo en ocasiones la seora que trabaja en casa. Y tendemos a confundir su ayuda profesional con favores personales (Esperame un rato ms que ya llego, estoy haciendo unas compras; Te vens ms temprano maana que tengo que salir antes?). Casi siempre el afecto se atraviesa en el vnculo.La Ley de Contrato de Trabajo las excluye y el flamante Rgimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares aprobado en el Congreso por unanimidad el 13 de marzo, a partir de un proyecto presentado en 2010 por CFK viene a intentar equiparar estas deudas licencia por maternidad, igual indemnizacin, 35 horas seguidas de descanso semanal, el pago de horas extras. Pero como la gran mayora (el 84 por ciento segn el Indec) trabaja en negro, no es parte de la economa formal, no existe, en la prctica no goza de ningn derecho laboral. Es invisible. Su sueldo que suele ser pauprrimo se decide a dedo.Y eso que en su usual rol de cuidadoras de nios, escondidas en la intimidad de nuestros hogares, son el sostn casi exclusivo de la masiva incorporacin femenina al mercado laboral. El trabajo domstico es un encuentro entre clases, culturas y en ocasiones nacionalidades (el 40 por ciento de las empleadas de casas particulares que trabajan en la ciudad de Buenos Aires nacieron en pases limtrofes o en Per).Sentadas en aquel bar de Palermo, nada era demasiado distinto a cada vez que una empleada domstica abre la puerta de su trabajo: ella estaba en un mundo ajeno, yo en el propio. Ella se llama Soledad pidi mantener su apellido en el anonimato y naci en Piura, la quinta ciudad ms habitada de Per, cerca de la frontera con Ecuador y a mil kilmetros de Lima. Vio la luz junto a su hermana Carmen, un primero de junio de 1964. Las mellizas fueron la cuarta y la quinta integrantes de una familia de ocho hermanos, de las ms pudientes de aquel barrio humilde. Hasta los once aos vivi una vida relativamente tranquila. Sus hermanos estudiaban en la universidad, su madre estaba presente. Despus, con la psicosis de su hermano mayor, todo se torn denso, turbulento, revuelto como un huracn. La madre pasaba la mayor parte del tiempo en Lima cuidndolo y siguiendo sus internaciones. Y volva a Piura hecha una nube espesa de ira y frustracin.Se volvi muy violenta, nos pegaba a todas, se volvi muy mala.Llova la furia sobre sus hijas mujeres, especialmente contra Soledad: en su versin quien la trajo al mundo fue quien ms la hizo sufrir.Un tiempo despus, a sus 15 aos, se les vino otra pena encima: su hermana fue violada por un vecino y se convirti en madre a la fuerza. Soledad fue la encargada de criar al nio, presentado en el barrio como hijo ilegtimo de su abuelo, para evitar la vergenza. Sostuvo la escuela como pudo mientras gerenciaba su casa entre mamaderas y paales. Aun as logr recibirse de maestra.Despus vino lo peor. Mi hermano viol a mi hermana, y despus me viol a m. Ah fue cuando me sal de mi casa escupe con bronca, torciendo la boca hmeda de lgrimas.Huy a trabajar a Tierra Negra, Huancabamba, a ocho horas a caballo de Piura. Pero si una docente primaria ganaba 200 soles (78 dlares) al mes, una empleada domstica poda cobrar 360 (140 dlares). Dur muy poco en la docencia: el dinero y la idea de vivir en una gran ciudad fueron el estmulo ms tentador.Una amiga le ofreci un trabajo seguro y ella, sin decir nada a nadie, se perdi entre el gento de la capital y se mezcl con las mucamas de la alta sociedad limea del barrio de La Molina. Los caserones amplios, las calles tranquilas con rotondas verdes y arboladas le mostraron otra vida posible. All, a sus 22 aos, arranc formalmente su carrera como mucama.Empez trabajando en negro en la casa de un peruano y una italiana de mal carcter y tres hijos. La mucama de un embajador le ense, mientras ambas paseaban al perro de sus patrones, a reclamar por lo que le corresponda. Despus de dos aos de trabajo renunci con juicio y les sac mil soles.Entonces entr como cocinera en la casa de los dueos de una compaa de seguros con tres hijos, un jardinero, una lavandera, un chofer y una mucama. Y mientras su patrona tomaba clases de pintura o jugaba al tenis, ella tena tiempo para estudiar de los libros de cocina que iba comprando, y de experimentar. Lomo relleno con salsa de ciruela o al roquefort, pechugas con espinaca al vino blanco, rellenas de azafrn, ostras, ceviche de concha negraGanaba 2000 soles (775 dlares) al mes y tena algo de dinero ahorrado. Entonces se anim a soar. Cuando una conocida le habl de las mieles de la convertibilidad argentina (un peso vala un dlar) y le ofreci un trabajo seguro decidi, ese invierno de 1999 que fue su bisagra, que de todas formas se ira al extranjero y tendra xito. Envi los 2000 dlares que le pedan de adelanto, compr un pasaje de avin slo ida y se dej llevar a travs del continente.***Un bolso chiquito, un aeropuerto inmenso al que llaman Ezeiza, gente alocada con sus valijas y una mujer exultante y sin plan B. Eran las seis de la maana de un da fresco de principios de primavera. Soledad se sent en uno de los asientos del hall y esper. Esper. Sigui esperando a que pasaran a buscarla, pero nadie se hizo presente. Las horas pasaron. Se qued ah hasta las 7 de la tarde, hasta que, deshecha en lgrimas, se resign a la idea de que haba sido completamente engaada.Le siguieron nueve meses de oscuridad. Tanta que los cuenta de un tirn y sin parar de llorar. Dice que prefiere as, porque no quiere volver a acordarse. Vivi en la estacin de mnibus de Retiro, en la calle, y comi de Critas y de la solidaridad de las personas que iba conociendo. Aprendi a rebuscrselas vendiendo latitas de gaseosas y flores. Nunca se aliment de la basura ni dej de enviarle algo de dinero a su familia, aclara. Y recin cuando pudo juntar para el mnibus Buenos Aires-Lima-Piura, con el orgullo intacto, emprendi la vuelta por sus propios medios.Pero en Per la situacin familiar volvi a ser insostenible. Recorri los lugares en los que haba trabajado y recurri a las personas que haba conocido. A travs de un profesor de la Universidad de Lima consigui una carta de recomendacin para entregar a miembros de una congregacin religiosa en Buenos Aires. Y volvi por la revancha.Trabaj cuidando a una seora mayor en un barrio cerrado de la zona norte del Gran Buenos Aires. La asisti por tres aos hasta el da de su muerte. No lleg a encariarse porque tena esa fatal sensacin de que en cualquier momento volvera a perderlo todo.En su vida casi siempre trabaj en negro. Tuvo buenas y malas experiencias. La puerta est abierta. Detrs tuyo vienen otras chicas, le dijeron una vez cuando se quej por la cantidad de trabajo. En otra fueron an menos amables.Les dije que me iba a Per y que necesitaba que me pagara mis vacaciones y mi tiempo de servicio. Qu hicieron ellos? Me mandaron a comprar y cuando regreso no me abrieron la puerta.Aos ms tarde otro empleador la dejara nuevamente en la calle una noche de invierno y sin sus cosas, por haber hecho entrar a la casa a una compaera de un curso que haba ido a alcanzarle unos apuntes. Pero sa es otra historia.Yo le ped a la Virgen el trabajo con el seor Hernn y ella me lo concedi. Le haba pedido hacer la experiencia de trabajar con una persona sola, del sexo opuesto, que me cuidara. Porque nunca me he casado y siempre tengo esa intriga de cmo ser convivir. Yo sala de franco un lunes y justo me llam para tener la entrevista ese da. Dios me lo mand.***Soledad tiene una voz aguda y al hablar entrecierra sus ojos negros. Es flaca. Su cara es alargada y el pelo corto y esponjoso. Es algo rara. Suele ofenderse muy fcil y no quiere trabajar en grupo con cualquiera, observ una profesora de uno de los cursos de la escuela de Capacitacin de U.P.A.C.P (Unin de Personal Auxiliar de Casas Particulares), donde nos conocimos. A veces tiene arranques de furia contra el mundo y maldice desde las entraas. Otras frunce su boca, mira hacia abajo y se desborda en un llanto tmido, entrecortado. Hace poco intent con un psiclogo, la derivaron a un psiquiatra. Carga su mochila con recelo y en ella lleva desde fotocopias de documentos viejos, ropa, hasta un alicate. Cuando sonre su boca grande, expansiva, y su mandbula hacia adelante la hacen florecer.***El nuevo empleador se llamaba Hernn Pietric y era broker o financial advisor de Alchemy Sociedad de Bolsa S. A., una compaa financiera.Cuando se conocieron l pisaba los 40, era hurfano, no tena hermanos, ni tos, ni pareja estable; un hombre libre de compromisos que necesitaba alguien le explic a Soledad que se hiciera cargo del hogar y su organizacinQue ocupara el lugar de la seora de la casa.Soledad empez a trabajar de lunes a viernes con cama, por 1500 pesos (500 dlares de aquel entonces). Era su primer trabajo en blanco en Argentina y la poca en la que empez a tramitar su residencia legal la obtendra poco despus gracias al Plan Patria Grande que regulariz a inmigrantes del Mercosur y sus estados asociados.Al tiempo el seor Hernn se percat de que los fines de semana ella no tena a dnde ir y le dijo que dispusiera de su casa.Soledad se fue convirtiendo en la gerenta del hogar. Pagaba las cuentas, haca las compras en el supermercado, sugera el men siempre de acuerdo a los designios del estricto mtodo Cormillot al que el seor Hernn se someta para bajar de peso. Organiz un sistema para ahorrar gastos y mejorar la calidad de los alimentos: una vez por semana se levantaba al alba y, despus de dejar el desayuno y la vianda preparados, se iba al mercado central de Liniers a comprar frutas y verduras.Se esmeraba en lustrar el piso de parquet italiano, en ordenar prolijamente cada una de las remeras en su gaveta correspondiente, en planchar los pantalones de la forma que al seor Hernn le gustaba.Yo le compraba las medias, le compraba hasta la ropa interior porque l no tena tiempo.Si l quera comer algo en especial, ella sala con su changuito a recorrer el barrio hasta conseguirlo. Lo convenci de probar un champ para bebs que aplacara la grasitud de su pelo y de animrsele al ceviche que se aboc a preparar con esmero y seis variedades de pescado.A veces cocinbamos juntos. Los domingos hacamos pizza. Y se rea porque yo soy de comer muy poco y l coma mucho. Nunca me voy a olvidar un viernes que estaba baldeando y se me aparece en la cocina con una camisa que l tena, muy holgada, de cuando era delgado. Estira su mano, se da la vuelta y me dice: Mire, seora Soledad, cmo me queda la camisa?. Pareca un matambre. Me haca rer tanto!Nunca se tutearon ni tuvieron contacto fsico.Me respetaba mucho, siempre tuvimos el roce de empleador y empleada. Nunca quiso que regresara al Per, deca que no me mereca esa suerte. Usted es muy buena conmigo. Yo la estimo, la aprecio mucho, porque usted se gan mi respeto, mi cario y mi amor. Yo la quiero, seora Soledad, me deca.El la convenci para que dejara de enviarle dinero a su familia y empezara a ahorrar: anotaban los gastos y l depositaba el excedente del sueldo (que haba subido a 2200 pesos) en su cuenta bancaria, en dlares. Lo registraban puntualmente en un cuaderno cuadriculado.Soledad, usted trabaj toda su vida, tiene que poder disfrutar, retirarse y tener su lugar propio donde vivir, me deca. Me consigui otros trabajos para los fines de semana en casa de sus amigos.Contra la opinin de l, ella empez a prestar dinero a conocidos, como lo haca su madre. Lleg a juntar en total dice nueve mil doscientos dlares.El la hizo soar por primera vez con una casa propia.Pero un da, despus de seis aos, l se muri en sus brazos.***A Hernn Petric el corazn se le detuvo para siempre en su casa, un 20 de julio de 2011, en presencia de Soledad.Se fue de este mundo apretando bien fuerte su mano y con el ltimo suspiro derrama ella entre recuerdos lquidos su alma se elev como un humito blanco que la atraves.Los mdicos me decan que le hablara. Yo le deca: No, seor Hernn, no me deje sola, no me deje. Por favor no me deje sola, yo lo necesito.Esa madrugada, despus del SAME, cuando el cuerpo an no se haba enfriado, llegaron los mejores amigos de Hernn. Segn Soledad tomaron algunas cosas que haba de valor, a sugerencia de los policas que estaban en el lugar, envolvieron la ropa de ella en una sbana y le pidieron que se fuera inmediatamente, antes de que llegara el juez.Intentaron volverla invisible, pero ella haba firmado el parte mdico. La fueron a buscar a los pocos das para que declarara en la Comisara 33 y sus palabras junto a las de ellos quedaron plasmadas en un expediente judicial.Despus tuvo que llamarlos, insistirles, perseguirlos y rogarles que le devolvieran sus nueve mil doscientos dlares.Si yo quiero, no te doy nada le aclararon. Y ella lo sinti como un golpe en la mandbula.Se los dieron cuenta ella, contra entrega de aquel cuaderno cuadriculado escrito de puo y letra por el seor Hernn. No le toc ni un cntimo de indemnizacin ni de herencia.***Mucha gente me lo pregunta. No s si estuve enamorada. Pero lo extrao mucho al seor Hernn dice entre lgrimas. El era muy bueno conmigo. El no me hubiera dejado en la calle.La ltima vez que la vi cursaba computacin y cocina en la escuela de U.P.A.C.P, tena varios trabajos de limpieza por hora y, como se haba quedado en situacin de calle, dorma en un parador del Gobierno de la Ciudad.Los fines de semana viajaba a la casa de una amiga en La Plata, a lavar su ropa.Haba pasado ms de un ao, pero todava lloraba la muerte del seor Hernn.Viene todas las semanas, a ms tardar cada diez das. Es la nica que lo visita me dijo por ese entonces el cuidador de la galera 24 del Cementerio de la Chacarita, cuando le pregunt quin haba acomodado con tanto esmero aquellos lirios rosados y blancos en el nicho de Hernn Pietric.Sufra algunas confusiones espaciotemporales.Caminaba por las calles de Buenos Aires como si fuera invisible.Y la fiesta de los gallos cubanos nuncaparPublicado: 23 marzo 2015 enDiego Cobo Etiquetas:animales,Cuba,Revista Sole,Tradiciones0Cuando Jos Gutirrez de la Concha, capitn general de la Cuba colonial de mediados del siglo XIX, dijo que con una lidia de gallos, una gruesa de barajas y doce manolas con sus guitarras son llevados los cubanos a donde quieran, estaba resumiendo de manera concentrada un espritu que sigue enraizado en la sociedad cubana. Jams existi en el pas un asunto tan aparentemente trivial que ocupara una posicin de semejante envergadura durante el ltimo siglo.Las peleas de gallos son una pieza inevitable en la configuracin de esta isla como nacin, de su identidad y de la construccin de un modo de vida cercano a ciertos valores. Tampoco faltan motivos para ello: hay quien dice que la guerra de independencia comenz en 1895 con el grito de un criollo en una valla de gallos, el ring circular donde se enfrentan los animales: Basta de que peleen los gallos, carajo, es hora de que peleen los hombres, vamos todos a respaldar el grito de independencia!.Ms de un siglo despus, a las afueras de La Habana, el pblico se encarama en los maderos de la valla de gallos mientras el cielo se derrumba y los relmpagos zigzaguean sobre sus cabezas. Pero ni los estruendos que hacen temblar las patas de los gallos que pululan por el recinto, ni las cicatrices de este cielo de comienzos de verano, alteran el curso de la pelea. Es un recinto clandestino, escondido entre la espesura de los rboles.20 a 14! 20 a 14!, vocifera un hombre mientras se descuelga de la grada improvisada. No obtiene repuesta, as que aumenta el nfasis y la apuesta: 20 16!, repite una docena de veces atropelladamente. Pero nadie cierra el trato con l. Se guarda el manojo de billetes y las maneras bruscas y se concentra en los gallos que luchan en el ruedo, que acaba con una de las aves muerta.Uno menos.Uno ms responde entre dientes el veterinario con el taco de ceniza del tabaco asomando en los morros.Si Ren se define como veterinario no es nicamente por echar a un montoncito detrs de su mesa de trabajo el tercer gallo muerto de la tarde. Tambin cura a los malheridos. Razafn para la infeccin, yodo para las heridas y huevo con naranja para que se recupere, explica este hombre de 53 aos que lleva aplicando sus frmulas mdicas a los gallos desde los 15. Una pluma le sirve para desatascar el gaznate de los animales cuando est bloqueada por cogulos de sangre y una gruesa aguja con hilo para cerrar los tajos que los pollos se producen con las afiladas espuelas de carey que sus dueos les colocan. Pero en lo que va de tarde solo ha utilizado el yodo.Y esos? le pregunto irnicamente sealando a los que yacen sin vida.Ah, no. A esos les toc perder.***Fueron los espaoles quienes trajeron los gallos a Amrica y comenzaron a pelearlos como un divertimento. Pero ese espectculo que comenz con dos animales enzarzndose trascendi su carcter deportivo para convertirse en un asunto de Estado, a merced de sucesivas prohibiciones, promesas y debates morales. De ah pas a ser un elemento de identidad de la sociedad cubana. Pocas cosas han cambiado desde que hace ms de 270 aos un decreto real solicitase al gobernador de la isla un informe sobre si las peleas podran tener inconvenientes con la gente del mar y la tierra.En 1835 se dict una norma que prohiba la construccin de vallas en zonas rurales. Ms tarde tambin se prohibi la simultaneidad de peleas en lugares diferentes. Pero las rias se siguieron desarrollando, cada vez en lugares ms apartados donde la red del control colonial no llegaba. Fue en este tiempo cuando el gobernador de Nejucal envi una carta al capitn general de la isla quejndose de que los trabajadores abandonaban el trabajo y el culto divino para acudir a peleas de gallos!Y todo eso, junto a la isla de deseo que suponen estos recintos, no se poda permitir en una tierra colonial que en la segunda mitad del siglo XIX sufrira profundas convulsiones y se librara definitivamente del poder colonial: pero entonces ya era demasiado tarde para arrancar de la realidad una actividad que se haba convertido en una tradicin esencialmente local.No fue hasta finales de siglo cuando ms intensamente se vivi la cuestin de las peleas de gallos, que pas a convertirse en la municin de las varias facciones tras la independencia de la isla. De 1898 y hasta 1902, con la aprobacin de la Enmienda Platt, Estados Unidos ocup esta tierra con un gobierno mixto que velaba por los principios que la emergente potencia enarbolada, entre ellos la modernidad.Y las peleas de gallos eran consideradas una barbarie.Una ley del 24 de julio de 1899 modific el Cdigo Penal sobre juegos de azar. Dos meses despus se fulminaron las corridas de toros, las cuales nunca ms resurgieron. En abril de 1900 se prohibieron las lidias de gallos y un mes despus se otorgaron poderes a la sociedad protectora de animales para castigar a los infractores. Pero nada detuvo el curso de la tradicin a pesar de las afiladas luchas entre los defensores de la modernidad a la sombra del pas ocupante.Las corridas de toros eran la fiesta espaola; el bisbol, la americana. Y los gallos haban penetrado de tal forma en las costumbres de la sociedad que segua siendo imposible extirpar de las aficiones del pueblo. Las leyes disparaban contra el atraso de un pueblo considerado salvaje y hambriento por modernizar, especialmente desde sus lites. Ejemplo de ello fue la satisfaccin del alcalde de Placetas cuando, en enero de 1901, envi una carta al secretario de Estado y Gobernacin, Diego Tamayo, calificando las peleas de gallos de espectculo inmoral y sangriento, que tan pobre concepto hace formar de la cultura de un pueblo. El cambio, impulsado por los poderes sociales y militares, propona un giro en la difusin de unos valores que no acabaron de cuajar en su plenitud cuando en 1902 lleg la Repblica de Cuba por primera vez independiente con las peleas prohibidas por ley.***Tiene cada pueblo sus costumbres tradicionales con las cuales est encariado y que le dan carcter perfectamente tpico y hasta nacional. Los juegos y entretenimientos forman parte muy principal de esos hbitos arraigados, que van de modo lento y gradual modificando las condiciones del tiempo y lugar. As comenzaba el proyecto de Ley sobre Lidias de Gallos elaborado en los primeros balbuceos del nuevo pas independiente y que fue presentado por varios representantes del parlamento. Y continuaba: Querer que desaparezcan violentamente, es algo as como aspirar a torcer el natural proceso de la evolucin social y ocasionar, como con toda violencia, un malestar sensible y nada conveniente a la marcha armnica y ordenada de todo progreso verdadero.La expresin de la poca moral pblica no hizo sino alimentar el debate, que los peridicos amplificaron segn sus propios intereses. El paradigma de la modernidad, abrazado por los intelectuales, no contemplaba chirriantes actividades propias de pases atrasados, rurales y, en definitiva, salvajes. Una lucha entre el pasado frente al futuro que se libraba con amplios ecos y participacin.El Fgaro, uno de los peridicos que circulaban a principios del nuevo siglo, public en noviembre de 1902 una encuesta que haba realizado a 64 figuras destacadas de la vida cultural habanera sobre el asunto, con resultados dispares. Desde las respuestas tibias: Toleremos las vallas de gallos, a cambio de que los hijos de los guajiros vayan a las escuelas pblicas, y stas, no lo dude usted, matarn a aquellas, a las abstenciones en verso: Yo no contesto: me callo/ Y muy bien hago en callar, pues quien debe contestar/ a la pregunta es el gallo, pasando por algn irnico que acababa con estos versos: Cuantos menos gallos haya/ Tocarn a ms gallinas!.Pero no fue hasta 1909 cuando se volvieron a autorizar las peleas de gallos. Despus entraron los aos y el desenfreno de la dcada de los cincuenta, cuando el juego super cualquier delirio y nada haca sospechar que las ruletas de los casinos se detendran por muchos giros polticos que se pudieran efectuar; nada que el dinero no pudiera solucionar. El gnster Frank Ragano le cont a Santo Trafficante que controlaba los negocios de la mafia en la isla junto a Lansky, Batisti y Barletta su preocupacin por los movimientos de unos jvenes idealistas en los confines orientales del pas, pero ste le respondi con desdn: Estoy seguro de que Fidel nunca llegar a nada. Pero aunque no sea as, nunca cerrar los casinos. Aqu hay mucho dinero para todo el mundo.El paso del tiempo no ha cambiado demasiado los esquemas en el interior de las vallas y su significado social. Las regulaciones de la amplia etapa colonial pretendan controlar unos lugares donde la sociabilidad se desplegaba sin lmites entre las diferentes procedencias sociales, un potencial nido de conspiracin contra el poder que la metrpolis no poda permitir.A diferencia de las plazas de toros, los cafs o la pera, las peleas de gallos posean un elemento capaz de eliminar las desigualdades sociales: el azar; componente que se une a la apuestas para borrar las jerarquas que s se reproducen en otros lugares. Como escribi el autor de un diccionario de frases cubanas, el caballero apuesta con el mugriento; el condecorado acepta la proposicin del guajiro; el negro manotea al noble. El resultado de la pelea hablar por s mismo.Aunque la revolucin atenu las diferencias de clase, hoy las mezclas constituyen la norma. Jvenes buscavidas, jubilados, profesionales reconocidos, dirigentes polticos y hombres cargados de collares y dientes de oro comparten el mismo espacio intercambiando risas y dinero. Muy pocas mujeres. Si durante el siglo XIX eran las burguesas quienes no se asomaban a estos recintos, tampoco ahora acuden mujeres a estos espectculos que simbolizan, en cada gesto, la hombra.Numerosos estudios sobre estas actividades relacionan muchos atributos machistas con las peleas de gallos; estudios respaldados por la realidad que sigue palpitando en la actualidad. Desde la identificacin del pollo ganador con valores de superioridad, pasando por la escasa presencia femenina en los recintos y siempre supeditada a la voluntad del hombre hasta la superacin de lo masculino sobre lo femenino, encajan en una descripcin de una sociedad que an trata de sacudirse los valores negativos de la tradicin. Por no mencionar los focos de prostitucin que suponen. Tampoco contribuyen a salir de esas descripciones algunos de los gritos despectivos a los animales ms dbiles (gallina! gallina!) en plena batalla por el triunfo.***En Cuba, como en Macondo, no estn permitidas las peleas de gallos. La primera medida que se tom en el pas, en 1739, trat de controlar los espectculos para recaudar parte de los beneficios que se generaban en estos espacios donde el juego y la fiesta ofrecan un lugar en el que escabullirse de la rutina. Pero dicha restriccin solo impuls la desviacin de las juergas a recintos clandestinos. Hoy sucede lo mismo: nicamente en las vallas oficiales se permite las peleas. Y son mucho ms aburridas.All hay reglas, explica Enrique, un ex combatiente de la guerra de Angola que esta temporada ha perdido 80.000 pesos (3.000 dlares) en apuestas y contempla una de estas peleas en la valla clandestina de las afueras de La Habana. En ella, como en todas las extraoficiales, se permite el esparcimiento sin las rgidas restricciones de los recintos estatales, unos lugares cuya apertura fue la salida al crecimiento de la hipocresa: se trataba de un deporte penalizado hasta los aos ochenta, pero que gustaba demasiado a todo el mundo.Hoy, un sbado de finales de octubre, hay feria en Finca Alcona, las instalaciones del Estado, aunque todava no ha empezado la temporada. Mientras tanto los galleros y los dueos de las cientos de vallas de todo el pas acuden a las carpinteras a buscar sacos de virutas de madera para empezar a entrenar y pelear a los gallos.Managua, Managua, Managua! Con dos marcho!, repite el conductor del Chevrolet del 53 mientras golpea el cap de su viejo e imponente trasto. Durante quince minutos insiste intermitentemente, hasta que decenas de personas se bajan de un autobs y consigue, por fin, los tres ansiados pasajeros para partir.Finca Alcona, a las afueras de Managua, es una construccin slida, de madera y hormign, permanente, de dos alturas; poco tiene que ver con las improvisados edificios sembrados por toda la isla, sorprendentemente resistentes pero construidos de tablas de madera y techos de plstico. Est al lado de un restaurante y del criador estatal de gallos que vende y exporta a otros pases. No se puede fumar, ni beber. Tampoco hay msica, ni el desenfreno de las vallas clandestinas. Un funcionario controla todo desde la planta de arriba. Entre pelea y pelea no hay mujeres dando vueltas a la circunferencia de combate vendiendo cacahuetes, perritos calientes o helados, ni chicas que al extranjero si es que hay, que es casi nunca le piden una cerveza. Tampoco est permitido apostar, aunque al acabar la funcin la valla se vaca con demasiada rapidez como para asegurar que es la diversin lo nico que se despliega en ese lugar.Justo en ese momento, tres hombres charlan en la puerta, a espaldas de todo, cuando se acerca otro tipo al que le dan 1.500 pesos (60 dlares), en seis billetes de diez pesos convertibles: han apostado por el gallo de Alexis, que ha perdido frente a uno mexicano.Pero entonces, t tienes dinero le sugiero al chico que ha perdido 60 dlares tras desembolsar una cantidad inusual en la cartera de un cubano medio.Bueno sonre antes de mostrar su carn oficial de criador de gallos. Tengo unos 50 pollos listos para pelear, que utilizo, porque yo no vendo.El funcionario de la valla, que ha cerrado las puertas de la instalacin donde los pollos han peleado, se va a casa a caballo. Los otros tres chicos se ofrecen a llevarme a La Habana en su coche pagando 20 fulas, algo ms de 15 veces de lo que me ha costado llegar hasta aqu.***Alfredo Cruz comprende mejor que nadie los entresijos de ese universo. Este criador de gallos de San Cristbal, una tranquila poblacin 60 kilmetros al oeste de la capital, pasea por su jardn con el sol tostndole el cuerpo mientras muestra las decenas de animales que cra, las claves de su alimentacin y las fases de entrenamiento. Cuando estn rojos como tomates voy y los peleo. El tiempo te va diciendo: se le recogen las carnes y se posa sobre las puntas de los dedos. Cuando un atleta empieza a entrenar, corre sobre los talones; luego corre con las puntas: ah est el gallo, explica este sesentn que cree que los gallos son igual que la raza humana: si no hay raza no hay buen gallo.Nada hace sospechar de la pasin de Alfredo por la actividad: Lo tengo como deporte. No solo cro pollos, sino tambin cochinos. Lo que me gusta es la cra. Dinero no se gana, as que criamos puercos. Esa es la va por la que podemos subsistir un poquito.Sin embargo, no todo el mundo comparte esta opinin, pues ven en el espectculo un festival absurdo de sangre y enfrentamiento entre dos animales en el mismo espacio que se da rienda suelta a las apuestas, el juego y dems escapatorias que chocan con los principios que abandera la Revolucin: moralidad. De hecho, el juego y el enriquecimiento ilcito representaban la dictadura de Batista, a la que Fidel Castro derrib. Por esta razn las apuestas y el dinero que se mueve en torno a las apuestas gozan de tan baja reputacin. Y es que recuerda a los tiempos a los que la Revolucin venci y relev.La Nochevieja de 1958 los casinos en manos del capital norteamericano que controlaba el esqueleto del pas a travs de una red de sobornos y comisiones fueron atacados furiosamente cuando lleg la noticia de que la Revolucin haba triunfado. La ira se concentr en los casinos de los hoteles porque simbolizaban el odio a un rgimen cruel en un pas con altos ndices de analfabetismo y pobreza y que beneficiaba a una minora. La Habana era la perla del Caribe, donde miles de turistas anuales, principalmente norteamericanos, disfrutaban del ambiente propicio para la diversin hasta que vino el comandante. Y mand parar. El proyecto de quince inmensos hoteles-casinos en El Malecn se qued en el aire.Se nacionalizaron las empresas norteamericanas y con ellos los casinos. Se fulmin el juego. As lo expresaba Fidel Castro durante una concentracin de obreros gastronmicos en junio de 1960, quienes se quejaron porque al cerrar los casinos se hizo tambalear la facturacin de los hoteles y, por lo tanto, sus empleos: incluso, cuando mediante una ley revolucionaria se puso fin a todo tipo de juego en el pas, hubo una excepcin con los casinos. Nosotros habramos deseado que no quedara ningn tipo de juego legalizado [] el juego era manejado por gnsteres, las mafias de gnsteres manejaban el juego. Pero, adems, se nutran esos casinos de los funcionarios ladrones.Y las peleas de gallos caan del lado del juego, del enriquecimiento ilcito, de los ecos de un tiempo que haba que olvidar y no encajaba con la nueva poca que se asentaba en la justicia social y las promesas. As, en 1968 se trataron de eliminar las peleas en todo el pas con el objetivo de acabar con las apuestas. A mediados de los aos 80, se rebaj la categora de la gravedad al transgredir la norma y pelear al margen de las vallas estatales. Se pas de penas de crcel a simples multas.Pero los cubanos siempre han esquivado la legalidad en este mbito. Para m los gallos son un deporte, pero el cubano es muy jugador, opina Alfredo mientras seala uno de los gallos en su casa. Toda Cuba juega a los gallos. Cuba son gallos y pelota [bisbol]. Y mujeres!, intermedia un chico que trabaja en la finca.***Usted es extranjero? me pregunta un hombre que, junto a su esposa, esperan a la sombra de un rbol en la autopista central. Sabes que las peleas son ilegales. Si se tira la polica te llevan a inmigracin. Ten cuidado advierte.Desde la carretera apenas se escucha la msica que ensordece en el complejo donde las mesas de juego y la barra de bar acompaan a la valla de gallos. Todo lo prohibido se entremezcla aqu: peleas, apuestas, juego, dinero.Un empleado de barriga prominente desea que la temporada se extienda, a pesar de que sea el mes de julio y ya hace un mes que habitualmente se suelen acabar las peleas. Hace falta dinero, admite. Trabaja en cinco vallas diferentes, ocho dlares en cada una. 180 al mes. Pero eso no es nada, opina. Aqu en Cuba hay mucha necesidad. Demasiada necesidad, expresa. Para redondear el sueldo, este hombre que niega identificarse (aqu me conocen y ya est, yo no doy mi nombre a nadie) suele apostar en las peleas para ganar algo ms. Y de vez en cuando suma 60 dlares a su saldo.En Cuba no es fcil ganar dinero. Por eso, uno de los pocos modos que tiene una persona para juntar ms que los exiguos sueldos del Estado es el juego, el que el artculo 219 del Cdigo Penal castiga con multas y hasta con tres aos de crcel. Para el Estado este juego es ilcito. Todo es ilcito!, se queja este hombre del gremio que ni siquiera se identifica con un apodo, como es habitual en esta actividad al margen y en contra de las regulaciones. Y es que pocos son capaces de estirar la confianza hasta revelar su verdadera identidad.Enrique, el excombatiente sesentn que dice tener diez oficios y haber perdido esta temporada ms de 80.000 pesos, lo que ganara en un trabajo estatal en doce aos (s, doce aos) lo ejemplifica. Pero no lo pongas en internet, que me llevan preso. Hay extranjeros que tergiversan las cosas, desliza tras ser retratado antes de abandonar con paso ligero la valla.En el mismo recinto y a media tarde, Ayova ha ganado 3.200 pesos (130 dlares). Los 100 pesos para entrar al recinto le han rendido bastante a este cuarentn, que dice ganar entre diez y veinte mil pesos al mes con las apuestas. Hoy no ha peleado con ningn gallo propio, pues no los tiene preparados. Va por temporadas, resume. Tampoco Antonio, 76 aos, pelo blanco y bigote dorado, ha jugado con un gallo propio. A su pensin trata de aadirle lo ganado con los gallos, que multiplica por cuatro, cinco y seis los 300 pesos mensuales de su retiro.Y es que no resulta sencillo arrancarle palabras a alguien que va a pelear. Al componente de azar de las peleas se aaden las estrategias, los disimulos y los trucos. Nadie quiere desvelar el estado de su arma de combate. Llegan a la valla, pesan e inscriben a su gallo en una pizarra. Si encuentran un contrincante del mismo peso, se desarrolla la pelea. Todas las artimaas valen para juntar algo de dinero. Desde los que apuestan sin tener ni un peso a los que, peleando su propio gallo, apuestan por el contrario porque saben que perder.Contra quin lucha?, le pregunto a un tipo que rompe con la esttica que domina el ambiente pantalones cortos, ropa impecable, estilo deportivo. Seala con el dedo a otro gallo de plumaje blanco. Bromea, sonre y hasta vacila mientras le ayudan a colocarle las espuelas a su gallo, ignorando que su cara, minutos despus y con su ave muerta, poco tendr que ver con su aspecto jovial de antes. Otro joven que est a punto de echar a su gallo solo ha apostado 1.500 pesos. El contrincante no quera ms, se excusa despus de lamentarse por la escasa cantidad.Ya sobre el recinto de viruta los dos galleros elevan a su animal mientras lo agitan en el aire. Lo agarran del cuello y lo mueven bruscamente hacia adelante para llenarlos de furia y hacerlos pelear. El rbitro da vuelta al reloj de arena y se sueltan los animales. A partir de ah los picotazos y las sacudidas con las espuelas anclados a las patas se suceden mientras la grada circular grita, se enfurece y gesticula. El estanquero, quien se encarga de cuidar del recinto, tiene que apartar a quienes la pasin les lleva a acercarse demasiado a los animales en combate.Salta alguna mota de sangre mientras el ambiente se enciende, los galleros gritan a sus animales y stos revolotean impulsados por la energa del recinto. Tiempo despus, uno de los dos muere o pierde tras no levantarse tras unos segundos. Entonces, unos ganan las apuestas, otros las pierden y todos disfrutan. La tradicin de las peleas se ha mezclado con la del juego en un instante que alude a los siglos de tradicin. Nada nuevo.T sabes cmo es el cubano. En las fiestas de campesinos, por ejemplo, se pelean gallos, porque esto es historia. Vinieron a Cuba como medio de entretenimiento para los mambises. A m me gustan las dos cosas, la apuesta y la pelea, explica Alfredo, el criador de gallos.Nada hace pensar que se vaya a alterar el devenir de unas prcticas adheridas a la mdula de la identidad cubana y que han sobrevivido durante cuatro siglos a un gobierno espaol, once meses a una ocupacin inglesa, tres aos a otra norteamericana, medio siglo a una independencia con injerencias frecuentes, y otros sesenta aos de una revolucin que ama la ria de gallos y detesta las apuestas. Pero no todo el mundo tiene posibilidades para apostar, as que lo tienen como medio de diversin, matiza el criador de gallos.Disfrutan demasiado, multiplican vertiginosamente sus salarios, dan rienda suelta a varias pasiones y siglos de historia les amparan. Y as, definitivamente, as es imposible acabar con nada.Lapislzuli. La extraa vida de Agapito Pazos Mndez, que vivi 69 aos encamado en unhospitalPublicado: 16 marzo 2015 enAlejo Gmez Jacobo Etiquetas:Enfermedad,Espaa,Frontera D,Mar0A sus 54 aos, Agapito Pazos Mndez vivi su nico da en el mundo. Conoci el mar en la costa de Galicia, recibi el beso de una mujer y comi su plato preferido. Nada mal para un condenado a no pisar la tierra. Luego lo devolvieron al Hospital Provincial de Pontevedra, donde haba entrado a los 11 aos y donde muri a sus 80, cuando tuvo suficiente de espiar el cielo por la ventana de la sala de medicina interna.Esta es la vida de un hombre que pas casi siete dcadas encamado en un hospital. Su padrn municipal deca: Agapito Pazos Mndez. Calle Loureiro Crespo, Hospital Provincial, habitacin 415, cama dos. Pontevedra.La primera vez que lo sacaron del hospital, una siesta de mayo de 1984, asom la cabeza para sentir el viento salado del mar.La segunda vez, a fines de abril de 2010, fue para enterrarlo.Adis al nio de la 415, titularon los diarios gallegos primero y el resto de Espaa despus. El adulto con espina bfida y seso de nio que fue un secreto en vida y un tab bajo tierra. Las versiones se recrudecieron entonces. Quin era este inquilino que ocup la cama de un hospital durante 69 aos?Una vez le preguntaron si comprenda que haba un mundo afuera. Agapito seal la calle y frunci el ceo. Como que los ruidos del exterior eran terribles para l.***Nadie podra decir que Pontevedra, en el noroeste de Espaa, no sea una ciudad de gallegos mansos, macerados en la relativa quietud de sus 82.000 habitantes.Franjo Padn Casas se da vuelta a toda mquina.Oye, ten cuidado con lo que dices! Agapito pas su vida aqu adentro porque un hospital es peor que una crcel, te encierran y no sales ms. Vamos, que en todos los pases los hospitales son siempre lugares peligrosos, con muchos secretos.Con ms de 30 aos como cuidador de enfermos en el Hospital Provincial, debe saber de lo que habla. La fuga de Agapito al mar tambin fue un secreto, una maniobra arriesgada de la que Padn Casas no poda quedar afuera.Es que ese hombre llevaba toda su vida encerrado y queramos quitarlo, pero tenamos problemas con las monjas. Lo quitamos tres cuidadores, Elas, Licer y yo, pero no recuerdo cmo.Marisol Dorado, una enfermera que dedic 33 de sus 38 aos sanitarios a atender a Agapito, dir en otra ocasin que se organizaron para sacarlo durante la siesta sin que se enteraran las monjas.S, pero aguarda que es mi turno para contar. Te deca que lo metimos del lado del copiloto en un Renault 12, bien atado con el cinturn para que no se cayera. El fulano iba todo asustado, haba muchos coches y l estiraba la mano para protegerse. Piensa que en su vida haba visto uno. Lo llevamos hasta la costa de LanzadaO Grove, que era la ms cercana, y pusimos el coche contra un acantilado. Agapito qued extasiado, con los ojazos fijos en las olas, sin decir palabra. Perdi el habla. Imagina qu sinti con el viento en la cara y ese mar lapislzuli.De regreso pasaron por la casa de una empleada del hospital y Agapito lig un beso, una gaseosa y un pedazo de su queso favorito.Cuando lo regresaron a la habitacin 415, al atardecer, las monjas haban puesto el grito en el infierno.Padn Casas habla en pose de denuncia:Sabes, para m Agapito no era disminuido como dicen los dems. Prevea la muerte y esas cosas. Una vez fui a retirar un cadver y me seal a un enfermo, baj el pulgar y dijo: No te vayas muyleijos, que ste ya parte tambin. No llegu a dejar el cadver que ya me llamaron para buscar al otro. l miraba a los pacientes y deca si iban a vivir o morir.El pulgar de Agapito era el de un Csar.Los mismos cuidadores intentaron otra vez llevarlo a mirar aviones, pero las monjas se desquiciaron. Hubiera sido de leyenda, seguro. Pero los hubiera son tiempos que no existen.***Si hay precisiones pendientes en esta historia estn sepultadas en la fila tercera del nicho 80 de la zona octava del cementerio pontevedrs de San Mauro: Agapito Pazos Mndez, 11/12/1930-23/4/2010. Lo que ocurre entre esas fechas es de una magia real, con olor iodado de hospital.La gaviota negra es un documental en vas de darle detalles a los 80 aos de Agapito. Lo prepara a cuentagotas Generoso Martnez Acevedo, quien en 1958, a sus 4 aos, fue tratado en Pontevedra de una neumona con dos inyecciones caducadas que lo despellejaron vivo. Pas cuatro aos internado en el Hospital Provincial, alimentado con yemas de huevo crudas y aceite de bacalao. Si hasta le tenan preparado el entierro y todo, pero sus recuerdos son de correr por los pasillos del hospital empujando a Agapito en una silla de ruedas.La primera vez que lo vi, Agapito estaba contra un ventanal con ropa azulada. Pareca una nia. Una vez que recuper fuerzas, me gustaba hacerlo rodar por los pasillos. Otra vez lo llev al depsito de los muertos. Ya se sabe, travesuras de nios, y eso que l ya tena 30. Pasamos cuatro aos con Agapito jugando en un lugar de muerte. Y as y todo vivimos.Es que la muerte es una seora demasiado seria para jugar con nios. Si haba en ese hospital dos compadres del alma, eran Generoso y Agapito. Tanto como para que Generoso recuerde que por la cabeza de Agapito pasaba otro mundo, un mundo hecho de sentidos, palabras y gestos que hacan del hospital su universo.El tiempo hizo de las suyas y Generoso no volvi a pisar el hospital. No se pudo despedir de su amigo.Con los aos pasaron cosas, y para responder a mil preguntas hace falta un periodista de los de antes. Hoy es otro da en Pontevedra y Celestino Vieitez cuenta que debe haber dado la vuelta cuatro veces al mundo, pero que la de Agapito fue la nota ms complicada de su vida.Me entero de que este hombre llevaba 50 aos en la cama del hospital, pero me encuentro con todas las trabas polticas porque Agapito costaba al contribuyente una cantidad de pesetas bestial y no queran que eso se supiera. Entonces todos huan de darme informacin, y cuando la Administracin se entera me amenaza con que lo iban a trasladar a un centro especializado a que quedara a su suerte. Quieres saber lo que hice?Celestino fund y redact El Sol de Sanxenxo, un peridico quincenal de tres mil ejemplares que costaba 100 pesetas aquel diciembre de 1989 en que titul Agapito, 50 aos encamado en el hospital provincial. Acompaa una foto de Agapito sonriendo sin mirar a la cmara, tapado con una colcha cuadriculada y apoyado en su brazo izquierdo, y el epgrafe: Es testigo silencioso de las alegras y desvelos del Hospital Provincial desde hace medio siglo. Su cama y su habitacin es todo su reino.Fue su nico reportaje en vida. Celestino escribi aquella vez: Ninguna de las personas entrevistadas supo concretarnos con exactitud la fecha en que fue recogido un pequeo nio que apareci envuelto en un mantel a cuadros azules y blancos, en un verano de los aos 30. El recin nacido sera criado con todo mimo y cario por los 30 empleados con que contaba el centro por aquel entonces. Que se sepa, nadie de la familia de este cro se preocupara de l, hasta que a finales de los aos 50 se acerc por el hospital un joven que dijo ser su hermano y que le hizo compaa durante dos horas. A partir de ese punto, los funcionarios ms antiguos no recuerdan a ningn familiar de Agapito que se acercase a visitarlo.La nota se pierde en nombres de mdicos y monjas que convivan con Agapito, y remata: Agapito no puede expresarse verbalmente de una forma normal, habla por una especie de gruidos y tan slo es comprendido por unas ocho personas. Sin embargo, su inteligencia es sobresaliente y no se le pasa por alto ningn tipo de detalle. Cuenta con un televisor y una radio, manejando su puesta en marcha con un interruptor elctrico colocado en la cabecera de su cama. Su apetito es bueno, desayunando grandes tazones de pan con leche, y sus mejores amigos son los muecos. En su montona vida se destaca la visita que realiz en el ao 84 a Sanxenxo, con el nico fin de ver el mar.T dices que la nota se pierde, pero bien liado estuve por escribirla. El valor del reportaje estuvo en que se descubri una vida que no era normal, pero a la vez no di pistas de gastos porque las repercusiones podan costarle el puesto a gente de la Administracin involucrada en el fraude, entre comillas, de un costo que no se deba mantener. No queran desprenderse de Agapito porque era el hijo de todos.Y Celestino cedi, no fuera a ser cosa que El reportaje se public con la cautela de una penitencia y no hubo debacles ni plpitos atronadores. Nada impedira el transcurrir de Agapito como un bal en los fondos de un hospital que arranc en 1890 como el asilo ms importante de Galicia.Durante este ao de 1941 fueron atendidos en el hospital 3.016 enfermos: 2.088 hombres y 928 mujeres, de los cuales fueron alta por curacin 1.845 hombres y 792 mujeres, dice el investigador Antonio Das Lema en su Historia del Hospital de Pontevedra. Uno de esos 3.016 era Agapito. El alta, que en realidad fue su baja, tard ms de 25.000 das.***Pontevedra-MadridEstimado periodista:Supe de su inters por la historia de Agapito. Le dir algunas cosas, pero como ex director del hospital prefiero que no revele mi nombre para tranquilidad de mi conciencia y del secreto mdico que nadie est dispuesto a romper.Digamos que para comprender hoy el caso Agapito es necesario comprender el concepto del individuo enfermo en la beneficencia. Para la poca de la Guerra Civil el hospital cumpla funciones multiuso, diferente de lo que hoy se entiende por un hospital, y la beneficencia era para tratar a los pobres. La leyenda cuenta que Agapito baja de un pueblo de la montaa, del lado de Laln, pero los enfermeros ms viejos nunca se pusieron de acuerdo en la fecha. Lo recibe una monja de muy pequeo, vena metido en un cajn rstico con forma de cuna y ya tena las piernas invlidas. No haba otro hospicio preparado para tratar a invlidos, y eso explica por qu se qued. Se dice que estuvo una temporada en el hospital y volvi a su casa, pero al cabo de unos meses se lo volvi a ingresar por alguna enfermedad y ya nunca ms se lo quit.Yo llegu al hospital en los 70 y me encontr con Agapito en la sala de Medicina Interna: eran esas salas antiguas, de piso de madera, con veinte camas de un lado y veinte del otro, y Agapito ocupaba una en el medio. Tena un coeficiente medianamente bajo y hablaba un gallego cerrado, dificultoso, pero comprenda perfectamente lo que ocurra a su alrededor. Desde all vigilaba a todo el mundo y si faltaba una cartera o suceda algo fuera de lo comn, l nos avisaba. Al punto de que guardaba la llave del armario de los medicamentos durante la noche y los domingos. Cuando yo entraba en la sala, hablaba primero con l para que me diera el parte de los enfermos.Pensar que este seor vivi todos esos aos en una sala donde haba enfermos y enfermedades de todo tipo y jams hizo infecciones ni lceras, habla de que la unidad de enfermera lo tena como oro en pao. Agapito fue pasando de generacin en generacin, sobrevivi a infinidad de jubilaciones pero siempre hubo quien se encargaba de su cuidado.Con los aos cambi el mundo y cambi la tradicin hospitalaria en Pontevedra. Se tir el viejo pabelln donde estaba Medicina Interna y se hicieron habitaciones con dos camas y un cuarto de bao para cuatro. Agapito lleg al final de sus das en la cuarta planta del hospital, con una ventana que daba a la calle y un televisor. Parece que le describiera al cliente de un gran hotel; pero algo as era.Acabado el franquismo se les concedi una pensin a los discapacitados y una asistenta social le consigui un dinerillo que Agapito guardaba en una caja de caudales al pie de su cama. Porque era suya, no del hospital: una cama de reserva perpetua que nunca se puso como cama de hospitalizacin para que nadie pudiera ocuparla ni trasladarlo. Incluso cuando pasamos a depender del Servicio Gallego de Administracin se transfirieron todas las camas menos la de Agapito porque no figuraba en los papeles, no exista para nadie ms que l y punto.Ni siquiera cuando a fines de los 80 un gerente intent trasladarlo a un asilo porque no le caba en la cabeza que Agapito estuviera tanto tiempo en el hospital. Se le argument que los enfermeros eran su familia y que todos en el hospital lo entendamos as. Adems, y esto se lo pregunto a usted, no es de sentido comn creer que ningn asilo estaba preparado para recibir a un nio tan grande?Hay una ancdota muy bonita y es que lo llevaron a conocer el mar. La Diputacin tena en O Grove el sanatorio para nio tuberculosos de los huesos y usaron esa excusa para meterlo en una silla de ruedas y bajarlo a la playa. Vino encantado, muy asombradito. Hoy eso no sera posible por la tutela jurdica de los enfermos, pero hablamos de una poca en que se llevaba a los muertos en las furgonetas como si nada.De sus padres no s nada. Se rumoreaba que la familia vino a visitarlo algunas veces al principio, cuando recin lo metan en el hospital, pero luego ya no volvi. No nos queda otra que apelar a la memoria, porque en 2004 un incendio destruy el almacn con los archivos del hospital y se perdieron los informes clnicos de todos los pacientes. El pasado de Agapito desapareci como la historia misma del hospital.Hay muchas otras leyendas misteriosas alrededor de Agapito, pero dudo de que sean ciertas. Esta historia podra haber pasado en cualquier hospital del mundo. Es una historia de humanidad. Por favor, cuando escriba sobre Agapito subraye humanidad.***No es bueno ver morir a un personaje de la infancia. Agapito agonizaba por un derrame y porque, segn la enfermera Marisol Dorado, desde que lo subieron al cuarto piso, en 1974, el nio se desorient y le toc envejecer.A ella la llamaron el 23 de abril de 2010 para que corriera al hospital. Lleg deshecha y se qued con Agapito hasta que lo llevaron en un cajn, igual que lo trajeron 69 aos antes. Senta que esa muerte los mataba tambin a los enfermeros, y eso que desde pequea la haban acostumbrado a las ferocidades de la vida: su padre, el enfermero Jos Dorado, le contaba sobre un nio que haban abandonado en el Hospital Provincial con las piernitas truncas, metido en un cajn.Ni modo de adivinar que ella entrara a trabajar en Medicina Interna a sus 18 aos y que pasara los siguientes 33 con Agapito. Se dedic a alimentar a los enfermos y limpiarles el culo, pero se impacient cuando Agapito, que la miraba con desconfianza, le peg tres bastonazos. Oye que t sers mucha cosa, pero mejor te calmas o dejo entrar a esa gaviota, la ves?. Agapito mir con terror al pjaro libre y larg el bastn.Desde entonces, pobre de l si le tironeaba el uniforme a una enfermera para verle las tetas o se negaba a comer: Mira que llamo a Marisol y mete a la gaviota. Y Agapito coma de mil maravillas. Marisol nunca lo record ms feliz que cuando le daban queso. Excepto esa vez que una gaviota entr de veras y picote la feta del plato. Queiso, queiso!, gimote Agapito, y a Marisol se le rompi el corazn. Se especializ en los msculos de su cara para saber cundo tena hambre y cundo sueo, pero le sorprenda que nunca llorara.En eso estaban cuando alguien pregunt por qu ese hombre llevaba tantos aos internado. Ah la cosa se puso fea: la Diputacin les colg a los enfermeros el telfono y la direccin les cerr la puerta. Escuch que el padre de Agapito es alguien muy importante en Pontevedra y por eso est bien protegido, dijo uno, y ese decir se propag contagioso por el hospital.Marisol jura que desde la direccin se taparon cosas, y que no est claro que esa Maruja que apareci ahora sea la hermana de Agapito. Como que tampoco cierra que nadie de la direccin haya estado en el entierro: Agapito es tab an muerto. Lo dice y se deja caer en la silla, sin nimo para nada excepto para llevarle flores al cementerio de por vida, lo que en su mundo privado la conecta con esa tarde en que se las ingeni para sacarlo de la habitacin y subirlo al Renault 12 que enfil al ocano.Por eso a Marisol le enoja que alguien diga que Agapito era un pobrecito; porque l, cuenta ella, no conoci otra vida ni conoci otro mundo, pero esa vida y ese mundo lo hicieron feliz en su infancia perpetua. Tuvo sus navidades, sus propios cubiertos y sus regalos, como ese enorme perro de peluche de una paciente que falleci y fue a parar a la pieza 415.Lo que pasaba por su mente ya es otra historia.***Pueblo de Anzo. Laln, GaliciaT te viniste de tan lejos para entrevistarme porque lo es tu destino. Hablas gallego?No, seora Maruja. Mejor espaol.Lo har intento en espaol. Cosa quieres saber?De Agapito. Cunteme su historia. Conoci a su hermano?Pues claro! Somos tres hermanos de tres padres diferentes. Nacimos en Laln: Manuel en el 28, Agapito en el 30 y yo en el 37. Me adoptaron unos seores y trajeron a Anzo porque saban que era una nia sola sin cuidados. Mi madre la vi slo una vez, muri cuando yo con 8 aos. Mi hermano mayor, que est malito ahora, se vio con recursos de nada cuando muri mi madre y encima con Agapito que no tena columna. Y Manuel todo el da trabajando la labranza y cargando a Agapito en la espalda. Dime, te parece bien cargar con un nio a los 13 aos? Entonces la vida muy dura para todos.Es as que abandonan a Agapito en el hospital?Eso que abandonan es mentira. Unos vecinos ayudan a Manuel con la entrega de Agapito para que estese ms descansado. Entonces lo dejan con 11 aos en el hospital y yo ms grande lo visitaba seguido y l me deca que lo llevara a casa y yo no poda llevarlo. Con Manuel fuimos muchas veces a verlo y Agapito nos miraba fijo, pero siempre mejor que se quedara en el hospital porque ah lo cuidaban bien y Manuel y yo tenamos muchos hijos. Nunca pensamos en quitarlo, no tena sentido.En el hospital se dice que el padre de Agapito era alguien importante.No s quin su padre, pero Agapito no era hijo de nadie importante. Agapito era Pazos Mndez, el apellido de mi madre. S que el padre de Manuel era un cura, pero la vida de Agapito ms nica que todas porque estuvo en el hospital siempre.Nunca le pidieron los mdicos quitarlo del hospital?Yo no poda quitarlo porque estaba con familia adoptiva que me deca qu hacer. En el hospital Agapito estaba todo contenido pero yo pensaba qu difcil para l, mejor morirse que vivir as toda la vida. Una vez lo llevaron a ver la mar. Lo sabas?Cundo lo vio por ltima vez?Dos aos antes de su morir. Fuimos con Manuel pero Agapito no hablaba ni no miraba, ya muy malito. Nos enteramos por la tele de su morir, el hospital no me avisa. Todo as, medio misterioso. Agapito no es el nico que tuvo vida complicada.***Hasta que un da lo sacaron al mar. Los enfermeros Padn Casas y Dorado ya contaron lo suyo. Que el remate sea del idelogo de la fuga, el cuidador Jos Licer:Pongamos que te cuento que Agapito me deca mira, la caille porque desde su ventana nunca vio otra cosa. Que a mi entender no tena precisin del tiempo ni del mundo de afuera. Que su percepcin del bien y del mal eran otras y que en los 31 aos que pas a su lado no logr comprender jams su raciocinio, pero que s que en su interior perciba la muerte. Que Agapito en el hospital fue un icono oculto, un murmullo que se agranda cada da sin vistas a morir. Djame decirte que nada de eso se compara con los ojos que puso en el mar.Reducir la vida de un hombre de 80 aos a un manojo de lneas suena irrespetuoso. Mejor dejarlo frente al mar, con el viento en la cara. Sin palabras.Los hijos deBotniaPublicado: 11 marzo 2015 enGustavo Garat Etiquetas:Fray Bentos,Medio ambiente,Revista Lento,Uruguay0Les dicen botnios o botnianos. Son un montn de nios rubios, discursean los vecinos en los zaguanes. Abandonados por sus padres, los cran los abuelos. Nadie indica dnde golpear para conocer ms sobre ellos. Es raro porque en Fray Bentos, como en cualquier pueblo chico, todos saben a quin hay que acudir en cada caso. A nadie se le niega una a mano, excepto para encontrar a los hijos de Botnia.Son vstagos del repunte econmico concebidos durante la construccin de la planta de celulosa ms escandalosa del planeta. Son parte de lo que dej la crecida de Fray Bentos, la capital del departamento de Ro Negro, tras la finalizacin de las obras de Botnia, luego absorbida por la empresa UPM, tambin finlandesa. De alguna manera tambin son un producto de la tormentosa crisis econmica de 2002. La gente habla de ellos, pero nadie sabe bien qu mujeres parieron a esos botnios hijos de gringos. Los evocan por lo bajo; acusan a las madres de no tener corazn. Y tambin se compadecen de su futuro.Las autoridades matan a pura indiferencia. Ac no pas nada, niega la subdirectora de la Direccin Departamental de Salud rionegrina, que corta la conversacin telefnica audiblemente enojada cuando escucha los datos del Instituto Nacional de Estadstica. Las cifras hablan de un pico de nacimientos en Fray Bentos durante 2006, ao en el que empezaron las obras. En ese momento naci la mayor cantidad de bebs del decenio 2000-2010. Se trata de 544 nacimientos: 86 ms que dos aos antes. Desde el Ministerio de Desarrollo Social son ms amigables pero previenen: Nadie habla de esas cosas.Sin embargo, hubo quienes entreabrieron sus puertas. Fueron las mujeres que conocieron, se enamoraron, se enredaron o incluso se casaron con alguno de aquellos tipos que llegaron en maln entre 2005 y 2007 para revolucionar el calmo transcurrir de la ciudad.Muchos fraybentinos trazan la analoga entre Botnia, con el fenomenal movimiento que supuso su edificacin, y el mtico frigorfico Anglo, que se aloj en la zona a mediados del siglo XIX. La empresa era propiedad de ingleses que atracaban en el muelle buscando corned beef para la guerra y besos etlicos para la noche. Los dos complejos albergaron unos 5.000 trabajadores y salpicaron de esplendor los escaparates, la vida social pblica y tambin la privada. Claro que uno perdur 100 aos si se cuenta su fundacin en 1865 bajo el nombre Liebig Extract of Meat Company mientras que el otro slo dos y algo. El frigorfico era empujado por la mano de obra local y directa o indirectamente daba trabajo a toda la ciudad, mientras que fueron los ciudadanos extranjeros los que ms gastaron durante la construccin de la planta. Los jornaleros del Anglo tenan estabilidad y los trabajos se heredaban de generacin en generacin. En Botnia, en cambio, los contratos aparecan y desaparecan.Otra diferencia fue que los requerimientos de Botnia especialmente los asociados a las tecnologas digitales superaron la capacidad de la mano de obra local. Por eso se establecieron entre el ro Negro y el Uruguay miles de trabajadores especializados. Algunos vinieron acompaados por sus familias; otros eran veinteaeros europeos embarcados en una aventura tanto laboral como hormonal.Desde que llegaron, la sagrada hora de la siesta en el poblado recostado contra el ro Uruguay se tuvo que postergar. Los cajeros automticos nunca tenan dinero. A veces las sucursales locales del mismo Banco Repblica tampoco. Los comercios permanecan abiertos despus del medioda y dejaban las puertas entornadas hasta las nueve de la noche. En una especie de furor shoppingesco, los negocios atendan de lunes a lunes. La clientela quera gastar. Supermercados y tiendas de ropa montevideanos se instalaron en esa 18 de Julio que est a 300 kilmetros de la de la capital y que atraviesa las 30 cuadras de una ciudad con 24.000 habitantes. Los restoranes o confiteras, como dicen los fraybentinos no daban abasto. Se inauguraron pubs, prostbulos y discotecas. El meneo mayor empezaba a las seis de la tarde, cuando los obreros abandonaban la soldadora halgena, los andamios o la computadora para tomarse unas cervezas reparadoras.Nuevos fleteros cargaban y descargaban muebles relucientes todo el da en casas recin alquiladas por el doble de su precio anterior. Como en un balneario en verano, familias enteras de fraybentinos cedan su techo, escribano mediante, y las acondicionaban como podan. Todos aprovechaban: los empleados pblicos y los profesionales alquilaban sus modestas mansiones a los extranjeros ms pudientes. Las inmobiliarias tambin despertaron de la siesta. Encontraron su El Dorado entre albinos, musulmanes, chilenos, brasileos o turcos que amontonaron, para hacer unos pesos extra, en modestas casas arregladas de apuro. Los barraqueros chocaban a diario las palmas de constructores, albailes, sanitarios, electricistas y tambin algunos improvisados en busca del mango.Quienes tenan garaje pero no auto abrieron kioscos o cibercafs. A nadie le fue mal. Todo estaba a la venta. Todo se consuma como lea en el fuego. Miles de motos encontraron flamantes dueos, que las echaban a rugir desde las seis de la maana hasta bien entrada la medianoche. La venta de electrodomsticos tambin se dispar. Un vecino evoca a sus coterrneos fraybentinos cargando orgullosos, de a pie o en moto, estilizados televisores durante cuadras y cuadras. Lo hacan a la vista de todos, para que el pueblo oliera el progreso del buen gastar.La calma haba sido alterada. Algunos funcionarios municipales verdaderos motores de la economa local en el interior pidieron licencia sin goce de sueldo y se dedicaron de una u otra manera a Botnia.Los buenos sueldos y las changas se multiplicaron. Desde los floristas hasta los que plantaban papas, todos disfrutaron de la bonanza. Los peones ganaban 10.000 pesos por quincena. Los taxistas, antes bostezones, ya no descansaban. Los conversadores almaceneros tampoco. Las profesoras daban clases de espaol a finlandeses, holandeses, turcos, austracos, alemanes, croatas o polacos. Las amas de casa lavaban, planchaban y cocinaban para ellos. Pagaban bien. Los gringos y los rebosantes jornaleros eran el corazn de aquella chimenea que a finales de 2007 empez a humear. Muchos vieron multiplicar sus ingresos cuando se pusieron a la orden de gerentes tercerizados que les pedan a los obreros que tuvieran empresas unipersonales. En el pueblo todos dicen que 3.000 fraybentinos trabajaron directamente en la obra civil. Dicen.El impulso frentico tuvo una ayuda extra con el corte del puente que une a Ro Negro y Entre Ros. Provincia y sede piquetera de una patota de militantes, sojeros e industriales que tiran sus desechos negruzcos al mismo ro que lo hace UPM y localidad de un pueblo azuzado, Gualeguaych, aislada en protesta ante un posible Chernbil criollo. Resultado: las divisas permanecan en Fray Bentos y los gringos tambin.La cadena del capital giraba. Hasta los robos bajaron: todos estaban ocupados.***Rita porta vitalidad y belleza con sus 50 aos. El cabello negruzco como sus ojos y un rostro afilado expresan lo indgena que lleva en los genes. Todava le parece escuchar el batir de las palmas en la puerta de su casa, que queda en el centro de la ciudad. Llegaban madres y nios que extendan la mano pidiendo algo para comer. Ella no estaba mucho mejor. La crisis de 2002 le haba dejado la economa familiar patas para arriba. Nunca haba visto gente pidiendo. Nunca haba plantado vegetales. Nunca haba pensado en talar el duro laurel del fondo, que tanto estimaba, para calentar las manos de sus hijas porque no tena ni para el gas. El olor al humo del laurel las acompa a todas partes durante el duro invierno de 2003. Se movan a caballo: tampoco haba plata para el transporte. Los comercios estaban vacos y la siesta se extenda un poco ms de lo habitual, hasta que los hoteles, las pensiones y las casas plagadas de telaraas se vieron desbordados. Todos coinciden: Fray Bentos no estaba preparada para el aluvin de gente. Casi todos recuerdan aquel momento como uno de los ms importantes de sus vidas.En 2005, despus de que el gobierno de Jorge Batlle firmara con Finlandia un tratado de libre comercio de clusulas ms que beneficiosas para los extranjeros, Botnia desmalez el terreno en la cabecera sur del puente San Martn mientras los agrimensores mensuraban, los elctricos tendan redes y los desarrolladores de software programaban sin tiempo para pestaear. Los arquitectos dibujaban y mandaban comprar hormign premezclado. Los ingenieros planificaban grandes movimientos de tierra, desarrollaban planes de gestin ambiental y perforaban el suelo hasta el agua. Incluso arquelogos, socilogos y comuniclogos hicieron de las suyas mientras los peones se relaman. La fiebre contagi a los pueblos vecinos e incluso a alguna ciudad no tan cercana, como Paysand. Los orientales llegaban de todaspartes.Ritatena miedo del ajetreo. Pensaba que los gringos ya nos haban colonizado una vez, robando las riquezas originarias que dilapidaron al otro lado del ocano. Ahora los imaginaba desembarcando por el agua, lo nico que quedaba en Uruguay despus de la aftosa, las corridas bancarias y la sangra de jovencsimos emigrantes.En 2006 el movimiento ya era palpable. En agosto la empresa haba completado prcticamente la obra civil, se mostraba orgullosa de los 2.900 trabajadores que a diario alimentaban el barullo y anunciaba 5.000 puestitos para la prxima aadidura.***Por entonces la familia Taskinen se instal en la calle Rincn de esa misma ciudad, donde Jorge Luis Borges puso a recordar y recordar a Irineo Funes, el memorioso. Fue una de las tantas familias que vinieron a Uruguay desde tantsimos pases. Botnia provea de educacin a los hijos de sus altos mandos mediante un convenio con el colegio franciscano Los Laureles, que trajo maestras y profesoras desde Finlandia, la tierra donde la empresa cotiza en bolsa de valores. Las instalaciones se mejoraron y se construy un edificio anexo para dar las clases. El barrio Jardn pas a llamarse Residencial Botnia para albergar a las familias europeas cuyos jefes de hogar eran un ejrcito de imprescindibles para la multinacional. Se paseaban recreando a Finlandia entre las instalaciones perimetrales que compartan y tenan su spa propio. Tomaban sol desnudos y coman carnes que cocinaban en vinagre y con demasiado picante, segn recuerdan los fraybentinos.Frente al complejo de 80 confortables viviendas estaba la escuela. Nios uruguayos y extranjeros se vean las caras en los actos conjuntos, haciendo gimnasia, en fechas patrias y durante otros festejos. Unos bailaban el pericn y los otros sus msicas tpicas. La interaccin no era frecuente. Pero los Taskinen queran que sus nios se zambulleran en Uruguay. Vesa por entonces de 10 aos y Tero de 16 se integraron al aula franciscanovareliana y escucharon hablar de Gardel, del dulce de leche, del mate y de la rambla. Venan de una breve estada en Finlandia, despus de algn tiempo en Holanda. El seor Taskinen los hizo viajar, a ellos y a su esposa, por Japn y por diversos pases europeos, entre maletas y maletines con contratos firmados. A diferencia del mundo que conocan, Fray Bentos los sedujo lo suficiente para quedarse. El movimiento del pequeo pueblo era majestuoso, su gente, clida, y la seguridad, altsima: los nios salan de noche, podan volver a cualquier hora y no les iba a pasar nada malo.A Tero le encant Fray Bentos. De haber estado en Europa tendra que haber esperado unos cuantos aos ms para ver los amaneceres entre amigos. Con sus 16 aos sali por las callejas y se hizo de los mejores compinches que ha tenido en la vida, amigos que ya son familia. Lo dice en el plcido fondo de la casa familiar, bajo un alero cercano a una prgola y sobre un colchn de dos plazas coronado de almohadones. Es un rubio menudo de ojos clarsimos. Viste una casaca aurinegra que invita a cliquear en un sitio web que abrieron los manyas fraybentinos. Habla espaol como se habla al oriente del ro. En realidad es uruguayo: fue el primer finlands en obtener la ciudadana celeste. Sus amigos bromeaban: Ahora somos tres millones y uno.Tuviste suerte con las chicas aqu?Podra decirse que s contesta sin ms detalles. Luego admitir que se hizo hombre en Fray Bentos.Claro que s afirma con orgullo Davi, su madre. Vinimos con dos rubios. Todava son bastante populares con las chicas.***En el pueblo todos lo saben. Hubo muchas parejas entre uruguayos y extranjeros: algunas momentneas, otras con ciertas pretensiones, y unos pocos matrimonios que terminaron en Finlandia o algn otro pas. Y tambin hubo relaciones por dinero, por necesidad o porque s.Pateabas gringos, pateabas euros, dlares. Hubo amor y hubo dinero aventura Melissa, de 35 aos.Melissa trabajaba entre las copas rojas de los lupanares. Sus carnes rollizas, su aplomo, un amplio escote y una gran simpata eran sus armas all. La conocieron los de afuera y los de adentro, los que tenan ms y los que menos, el soldador y el ingeniero. La especulacin tambin afect al mercado del cuerpo. La cerveza servida entre sugerencias candorosas ahora sale 100 pesos, pero hace ocho aos la cobraban a 120. El piso para los servicios sexuales era de 1.000 pesos. Los hombres del pueblo se enervan cuando recuerdan que les cerraban en la cara la puerta del cabaret. Cafishos y madamas cerraban con llave para desatar en los locales las bacanales de los extranjeros que bajaban en shuttles contratados, entre vozarrones alcohlicos ininteligibles. Muchas chicas de otras ciudades se instalaron en Fray Bentos para alimentar la maquinaria sexual masculina, para calmar la sed de la carga.A Melissa los rusos le daban asco por sucios, pero la piel tersa de los austracos la cautiv: ni pelos tenan. Uno de ellos fue Markus, que tena 26 aos. Ella tena 29.Conoc un montn de gringos. Pero me dediqu a uno solo por un ao y medio.Durante dos aos ms mantuvieron la relacin a punta de aeropuertos y videollamadas por Skype. Viajaron juntos a Buenos Aires, Brasil y Austria, entre otros lugares. Se vean cada seis meses y se cachondeaban entre computadoras cada vez que podan. Pero el tiempo pas como pasa para la mayora de las parejas.La propuesta de Markus fue clara: vivir juntos mientras durara aquello. As que Melissa abandon Las Canteras, el barrio ms humilde de la ciudad, y el que est ms cerca del fogn de Botnia. Por entonces estaba terminando de construir la casa donde vive hoy con sus seis hijas, pero durante los aos dorados se mud a un chalet en Las Caas, un lugar pip cuc, segn rememora. Se llev a sus nias ms pequeas y armaron rancho aparte con el joven austraco.Cuando se conocieron l pidi exclusividad. Pagaba 2.000 pesos la hora de compaa, as que a veces Melissa encajonaba 7.000 u 8.000 pesos en un da. Dej la noche y se dedic a la gran vida. En el barrio la vean pasear con ropas caras, lentes de sol, altiva, hecha una gran seora en el Chevrolet Corsa que Botnia le haba facilitado a Markus. Tena otros novios que al verla en la pizzera con su nuevo enamorado la tentaban con cerveza. A veces aceptaba los tragos y Markus, que estaba haciendo sus primeras armas con el espaol, le adverta: Yo no estpido. Aquellos descendientes de los sbditos del Imperio Austrohngaro eran celosos: si una chica sala con ellos no poda andar dispensando besos por ah. Pero cuando Melissa volvi cierta tarde de Maldonado y encontr panchos con fideos en la heladera y sobre la mesa del comedor una servilleta con un beso dedicado a Markus, no patale. Un taxista le dijo que una mercedaria haba visitado a su pareja. l, para desentenderse, mand echar a las domsticas que limpiaban la casa argumentando que se lo queran levantar. Mentiras.Melissa cocinaba y haca algunas tareas de la casa. A Markus le gustaba tanto su arte que pronto dejaron de salir a comer. A ella, el silencioso arreglo tcito no le cay en gracia. As que plante que los mircoles pizzera y los viernes restorn. Y as fue.***Dicen que los gringos eran y todava son, porque algunos an trabajan all los dueos del pueblo. Hubo un tiempo, incluso, en el que a los locales les cost pagar las pizzeras, las birras, la noche, las prostitutas y los regalos para las mujeres del pueblo.Hubo chicas que dejaron sus trabajos formales para abanicar a tiempo completo a los finlandeses. Mujeres jvenes que nunca se haban acostado con alguien por dinero empezaron a hacerlo. Chicas que trabajaban en los servicios domsticos tambin les sacaron algn peso de ms a los gringos, y los gringos les sacaron a ellas lo que buscaban.Los europeos llegaron a un paraje que los recibi con una parsimonia ejemplar. Todo se demoraba ms. Aprendieron a soportar la impuntualidad y el un da de stos. Decan Llueve, uruguayo no trabaja. Nublado, no trabaja. Uruguayo no quiere trabajar. Pero sacaron ventaja de la pachorra.Las mujeres les daban bola porque haba gringos que te regalaban flores y bombones. Cundo uno de Fray Bentos vino con una caja de bombones con moita y todo, tipo telenovela? se pregunta Melissa. Nunca.Los fraybentinos se granjearon entre las mujeres la fama de perezosos. La ley del mnimo esfuerzo amoroso y el menosprecio eran, segn ellas, las principales caractersticas de los varones, que incluso llegaban a administrar el sueldo de sus parejas.Te quitan la autoestima y se meten en la toma de decisiones. Ac las mujeres tienen como gran meta de la vida casarse y adis que te vaya bien dice Rita con algo de molestia.El uruguayo es duro con las patas. No baila. Los extranjeros danzarines y joviales invitaban vinos y comida a las chicas, algunas ya entradas en aos, que rara vez reciban tales invitaciones y agasajos. Ellos hablaban de otros mundos mgicos, de cadencias virtuosas y maravillas desarrollistas.Una reina! Te digo que me senta una reina. Nunca haba visto a un hombre mirarme con esos ojos de amor. Se preocupaba, me llamaba, me mimaba. Yo no estaba acostumbrada. Un da me par frente a una vidriera y me pregunt, qu quers? A m me daba vergenza reconoce Rita, que al final eligi una prenda de ropa.Sus hijas la vean ms joven. Ella senta el corazn con 30 aos menos.Los europeos en general son muy educados y caballeros. Son atentos, te corren la silla, te preguntan qu coms. Si tens fro te dan su campera. El uruguayo no, es todo lo contrario. Te dicen dame la campera que tengo fro y hasta termins pagando la cuenta.A m me toc uno medio turco dice Fabiana como si hubiera jugado a la tmbola.Nunca haba lavado ropa, pero un grupo de extranjeros recin llegados necesitaba lavandera. Un amigo la invit a la confitera. Le hablaron de dinero antes de la cita y ella, que como casi todos los dems estaba en apuros, acept sin ver media alguna. Los gringos se presentaron sin otra ropa que la puesta. Uno de ellos la convid a sentarse a su lado, pidi descorchar una botella de tinto y un buen plato para la seorita. Tendra 45 aos y hablaba espaol slo para escanciar cuando el cliz amenazaba a vaciarse: Ms?.Se termin la bebida y otro amigo le pidi que comprara ms bebida para la dama. Yo era una dama! Me conquist por caballero. Me puso a prueba para lavar la ropa y romp el lavarropas recuerda Fabiana.La segunda cita transcurri entre gestos vagos y sin comunicacin verbal ms all de alguna onomatopeya y ciertas palabras en un ingls trado de los pelos. En la tercera cena el finlands intent decirle lo evidente mediante una anotacin de cuaderno. Era un trmino en su lengua que significaba barrera de idiomas. A los dos o tres meses tenan una serie de vocablos bsicos que licuaban entre el frenes de los cuerpos. El franeleo antecedi a la convivencia. Fabiana se fue a vivir con su prncipe azulado, que tambin cobij a sus dos hijas. Era mi casita!, aora.l no entenda nada. Yo le deca, ay, ay, ay, cosita, te quiero con mamita. Me quer? Me quer?. Y l deca s, mamitaaaaa. Nos mirbamos a los ojos y sabamos lo que queramos.La cuidaron y cuid. Relata paseos y mandados juntos y los atardeceres en el ro. Advierte que le hace mal recordar: extraa. l se quedaba mirando el atardecer en las barrancas del ro y cuando el nico resplandor que se adivinaba era el de las luces argentinas, Fabiana le deca que quera volver a casa y l trataba de quedarse un rato ms. Deca: Ac romntico.Todos los das l le entregaba platita. No haca como otras, que les robaban dinero a los extranjeros de sus regordetas billeteras. Algunas prostitutas incluso los mandaron golpear. A Melissa le alcanzaba con salir a comprar un litro de leche con 1.000 pesos: l no preguntaba por el vuelto. Los taxistas y los almaceneros se hacan los vivos. Un litro de agua mineral poda costarles cuatro dlares; una cerveza, 30. Cuando se dieron cuenta, abandonaron el almacn de la esquina por el Tata de 18 de Julio, que acepta tarjetas bancarias. Una seora, responsable de un club social, evoca cmo le manotearon la billetera a un gringo en una curda fatal.***Los fraybentinos los recuerdan orinando los rboles en la plaza Constitucin, sudando la gota gorda para aprender espaol, animando las fiestas mamados hasta el tutano, descubriendo a los mosquitos, la humedad y el sol rajante que los dejaba colorados como frutillas. Trabajaban mucho. Eran adictos al trabajo. Se colocaban todas las cervezas que podan y a las seis de la maana del otro da estaban baados, afeitados y marcando tarjeta uniformadsimos.El tiempo pas y hacia finales del 2007 el fuego pas a ser brasa. Los pubs cerraron, algunos restoranes tambin y sobrevinieron los despidos. El vox populi era que iban a quedar trabajando en Botnia 1.000 fraybentinos, pero terminaron siendo poco ms de 300, muchos de ellos con contratos zafrales. Al ao siguiente, todo haba vuelto a ser como antes de Botnia.Muchos televisores, motos, lavarropas, aparatos de aire acondicionado, telfonos y lustrosos mobiliarios se pusieron a la venta a precio de bicoca para pagar las cuotas de los prstamos, que haban pasado a ser incmodas. La bonanza no dur lo que parte de la poblacin esperaba. Otros lo planificaron mejor y pudieron terminar de pagar el auto, refaccionar la casa, ponerse al da con los acreedores o hacer el viajecito.***Alejandra camina con su pequeo hacia la escuela. Pasa por el almacn, compra la merienda y sigue el camino. Es un medioda de abril y hace calor en las afueras de Fray Bentos. Ella estuvo en Finlandia pero se volvi con su hijo: no quera vivir all. Est tratando de que el padre del nio enve dinero, pero no lo hace. Poco tiempo despus de regresar a Fray Bentos, volvi a trabajar en la whiskera repleta de viejos verdes. No quiere entrar en detalles, dice estar ocupada, es lunes, cuelga la ropa en el fondo de su casa, pide disculpas y se mete adentro. Hay por lo menos otras dos chicas en su situacin, pero ninguna quiso hablar del tema.Jessica, de 26 aos, se para en sus talones. Conoci en 2006 a su ex pareja, un finlands. Viaj con 19 aos a Europa. Arm las valijas, apret los dientes y se despidi de sus alumnos de danza. Cruz a Buenos Aires y de Ezeiza parti a Helsinki. De ah a Uusikaupunki, un pueblito de 15.000 habitantes al suroeste de Finlandia en el golfo de Botnia, cerca de Suecia. Todo era precioso. Hasta que al tiempo volvi de vacaciones a Fray Bentos y se reencontr con las enfermedades de sus padres, la rambla, el mate, el idioma y el laburo que haba dejado porque su esposo le deca que no tena necesidad de trabajar. En Europa haban intentado ser padres, sin suerte. Primero aplaz un mes el regreso al fro. Despus llor en la terminal de mnibus de Fray Bentos. Una amiga la acompa al bao: quera tirar entre los desperdicios su pasaporte europeo. No lo tir, pero lleg a Buenos Aires y no pudo con el ataque de pnico que le vino en el checkin y que otros pasajeros calmaron con tranquilizantes.Le dije: Mi vida est ac. Yo te adoro, te voy a extraar siempre, te voy a querer siempre. Pero no puedo cambiar lo que soy por vos. Aunque seas el amor de mi vida. Fray Bentos es un pueblo muy chico. Si no me hubiera ido me hubiera quedado con la duda. Fui y tuve la experiencia, y dimos lo mejor de nosotros. Pero me qued.Algunas de las mujeres que haban abandonado a su pareja volvieron con ellos tras la partida de los extranjeros. Otras no.Daniela es maestra, una de las tantas que no vivan la noche. Tiene unos 40 aos y nunca pens en algo serio hasta que se enamor, en su caso de Osman, un caista turco que anduvo soldando medio mundo y termin en Fray Bentos. Se casaron en 2009. Un ao antes volvi a Fray Bentos a esperar por Ence, el proyecto de planta pastera que estaba planeada para instalarse en Ro Negro pero termin en Colonia. Ahora Osman, como tantos fraybentinos, est en Conchillas, ligando tuberas. Tambin hubo parejas que se establecieron en Finlandia, porque el pas ofrece a los extranjeros facilidades para estudiar la lengua e iniciarse en la vida laboral.Rita empez a comunicarse con su ex pareja, que haba vuelto a Europa, por videollamadas que se cortaban y le impedan escuchar a ese hombre que tanto quiere todava. Pensaba irse, pensaba quedarse. Pero una de sus hijas qued embarazada y se decidi por ella y su nieto, haciendo fuerza para olvidar los proyectos en Repblica Checa. Tiene una amiga que ya hace cinco aos que est por all y est bien.Tuve tanto dolor como esperanzas. Tengo tantos recuerdos Haba tanta gente que desbordaba todo y vino el bajn. Fray Bentos nuevamente se volvi un pueblo fantasma. Un amigo me dijo que estuvimos en una burbuja. Y luego vino la sensacin de plafn bajo. Yo lo not en la parte sentimental.***Las lucecitas amarillas se apagaron y se llevaron a los muecos del tinglado. Fray Bentos se volvi lgubre otra vez. Los anuncios de se alquila se multiplicaron entre los balcones y las ventanas del pueblo. Los pubs cerraron. La siesta volvi a ocupar el lugar de privilegio de siempre. Los trabajadores retornaron a sus ciudades y se despidieron entre abrazos, besos y unos cuantos nos vemos.Sanseacab. Los municipales, los jubilados, un puado de profesionales, los funcionarios pblicos, entre ellos militares y policas, volvieron ser los que empujaban la economa.Ahora el pueblo est en calma. Canta la chicharra. Un puado de gerentes, ingenieros y trabajadores de confianza se miran de reojo entre ellos, cada uno en su mesa. Visten jeans o bombachas gauchas del siglo XXI, camisas a cuadrill, chalecos de guata revestidos de polyester. Trabajan para que Botnia escupa humo. Son pocos, pero animan los restoranes al medioda y a la noche. Piden la cuenta, pagan y dejan regada de migas de pan la mesa que la moza recoge comedidamente. Son lo que dej la crecida.Las volutas de humo fino y blanco se observan desde la placidez de Las Canteras como foto de un pasado mejor. Una comadrona avisa que no qued nada, y les aconseja a los de Conchillas que no se hagan ilusiones porque Fray Bentos sigue siendo el pueblo fantasma de antes. Aunque puede que tal vez algn da alguien lo redescubra, como hicieron los ingleses con el Anglo y los finlandeses con Botnia. Que los extranjeros otra vez se maravillen con su geografa y la bondad de sus gentes.Entonces Katy, una chica de 23 aos, madre soltera de dos, uno de ellos bien rubio, volver a ser agasajada por sus hermanos varones, que le compraban de todo en las pocas de bonanza. Caminando hacia la ruta, Katy evoca aquellas semanas con sus amigas cuando decida a qu bar acudir a observar a los gringos tomarse hasta el agua de los floreros de lunes a lunes. Hasta ahora no tiene un trabajo fijo, pero ese da una van pasaba a buscarla: la necesitaban para recoger nios. Mientras construan andamios en Botnia atendi una tienda de insumos informticos, pero desde entonces, maternidad de por medio, no haba conseguido trabajo. Ese da, despus de mucho tiempo, su quehacer sera remunerado. Estaba contenta y linda.***Durante el boom de Botnia los embarazos aumentaron, como aumentan cuando la gente se siente con el coraje para mantener nios. Una doctora que atiende una policlnica de Las Canteras dice que antes de las obras unas 20 chicas embarazadas se controlaban mensualmente. Desde la llegada de los europeos pasaron a ser 30 y hoy son 40. El aumento no significa que la natalidad se haya duplicado en diez aos, sino que las mujeres se controlan ms, aclara una partera del barrio. Ahora las mujeres piden anticonceptivos, piden exmenes luego de una relacin de riesgo, preguntan y van con sus compaeros. Cosas que antes de Botnia no pasaban.Las mujeres saban que los gringos se les iban y tomaron las precauciones del caso. En estos aos aprendieron a utilizar preservativos y anticonceptivos orales en una zona donde antes de las obras era difcil que usaran un condn. Hablar de sexo no practicarlo era tab, o ms tab que ahora, afirma sin dudar la partera.Hubo un boom de la sexualidad adems de lo econmico?Pienso que s. La situacin econmica lo plante. Haba que hacer dinero. Pero adems la gente se educ y tom conciencia de que cada uno es responsable de su salud. Pienso que hubo un clic. Al tomar contacto con gente de otros lugares siempre hay un enriquecimiento personal. El intercambio que existi entre la gente fue lindo. sta era una zona donde no se hablaba mucho. El tema estaba quietito, no s si por vergenza o qu. Pero ahora las pacientes estn informadas, preguntan, cuestionan, aceptan, y se trabaja muy bien.Exceptuando los precios de la vivienda y los comestibles, todo volvi a su cauce. Fray Bentos parece esperar otro milagro global que la despierte del sopor, del letargo. Que la desplace como capital de departamento con una de las mayores tasas de desempleo y con la mayor tasa de desempleo juvenil de Uruguay. Es comprensible la nostalgia.***Para el pueblo es prcticamente imperceptible el beneficio de lo que se produce a unas pocas cuadras: UPM es una empresa que ronda anualmente 10.000 millones de euros en ventas. No quedaron monedas y tampoco nacieron muchos nios. El mayor premio que tuvo Fray Bentos fue la efmera posibilidad de conocer gente nueva y quedarse con sus memorias en algn lugar entre el deseo y la razn, otros dos hijos de Botnia.12:05 p.m., indgenas transportan su alimento enGuainaPublicado: 5 marzo 2015 enSinar Alvarado Etiquetas:Colombia,Indgenas,Naturaleza,Soho0A esta hora los curripacos duermen. O eso parece. El sol del medioda calienta en lo ms alto, como un tizn all arriba, mientras ac abajosur de Guaina, frente a Venezuela, muy cerca de Brasil el casero permanece aletargado y vaco. Son 60 casas con paredes de bahareque o tablas, techos de palma o zinc, habitadas por descendientes de la etnia arawak. La comunidad de Cangrejo, junto al ro Negro, suele ser un vaivn permanente de hombres y mujeres cuyas vidas discurren como ese cauce de aguas oscuras. Pero a esta hora 12:05, decamos nadie camina por sus calles desiertas.Iginia Pinto no tiene tiempo para descansar. Desde esta maana, con su hija y varios nietos, se instal dentro de una choza dispuesta a tostar 100 kilos de maoco. A ratos con parsimonia, a ratos con violencia, Iginia mueve la harina de yuca sometindola al calor salvaje que arde bajo el budare de hierro. Iginia ronda los 70 aos, es menuda y parece frgil, pero an tiene fuerzas para cocinar de pie durante horas. Para alimentar la brasa como un fogonero, con palos gruesos que recogen los nios en los terrenos cercanos.El fuego no ha dejado de arder durante la faena de hoy, y el espacio dentro de la choza se ha llenado de una ceniza fina que flota en el aire. La luz del medioda hiere la penumbra, se cuela entre las varas de las paredes y las sombras proyectadas dibujan lneas temblorosas en el piso de tierra cruda. Inmune al bochorno, Iginia cocina sin decir palabra.***En el extremo sur del ro Negro, que aqu es la frontera natural con Venezuela, del lado colombiano sobresale un pueblo entre todos los caseros de la zona: San Felipe hace las veces de capital. Tiene solo cuatro calles, pero es el nico con comercio, escuela, iglesia y puesto de salud. En su periferia, siempre junto al ro, hay 21 comunidades indgenas (todas muy limpias, con patios despejados y chozas distribuidas bajo rboles antiguos), la mayora habitadas por curripacos, y unas pocas donde viven tambin los yerales, indgenas venidos de Brasil.Con frecuencia, cuando necesitan comprar o vender algn insumo, los nativos viajan por el ro en curiaras (botes largos y delgados hechos a partir de troncos) de remo o motor hasta San Felipe. All hacen sus diligencias y vuelven a sus aldeas antes de que caiga la noche. Los pobladores de estas comunidades suman un millar de habitantes.La historia del Bajo Guaina todos los pueblos ubicados entre Puerto Colombia y Brasil est ligada al comercio del caucho y del fique. Pero tambin, como suele ocurrir en toda frontera, al contrabando de mercancas. Multitudes de desplazados y buscavidas diversos llegaron a este lugar atrados por la esperanza de riqueza sbita. Haba dinero entonces, todo estaba permitido y en San Felipe prosperaron cuatro prostbulos y varias discotecas. Muchos emprendedores de origen dudoso es decir, traquetos amasaron fortunas. Ms tarde, cuando lleg la ley (armada y ejrcito), se produjo una estampida. Y ahora, repartidas por todo el pueblo, se ven sus casas estrambticas, que duermen en silencio el largo sueo del abandono.A pocos pasos de San Felipe, cruzando un desvencijado puente de madera, entre cultivos de yuca amarga, est la comunidad de Cangrejo.***El maoco el oro de la selva es una harina grumosa que se produce a partir de la yuca amarga. A diferencia de la dulce, esta hay que manejarla con sumo cuidado: contiene cianuro y es preciso extraerlo antes del consumo. De la yuca se conocen ms de 50 variedades, y para los curripacos tiene una ventaja primordial: en esta selva hmeda se cultiva durante todo el ao.En