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CESEDEN PERSPECTIVAS (De la publicación “STRATEGIC SU VEY 1976”, Examen Estratégico de 1976 del Instituto de Estudios Estrat6- gicos de Londres). Traducido por el Comandante de In— fanterfa D. Fidel FERNANDEZ ROJO. Octubre 1977 BOLETIN DE INFORMACION NUM. 113-1V

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CESEDEN

PERSPECTIVAS

(De la publicación “STRATEGIC SUVEY 1976”, Examen Estratégico de1976 del Instituto de Estudios Estrat6-gicos de Londres).

— Traducido por el Comandante de In—

fanterfa D. Fidel FERNANDEZ ROJO.

Octubre 1977 BOLETIN DE INFORMACION NUM. 113-1V

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Reflexión más bien que acción fue la caractertstica del año 1976;Los prcblemas q influirn en4l escenarx’ de la seguridad internacional en losaños futuros se definieron o al menos se enfocaron con más claridad y constituyeron la basé para futuras decisiones. Cúaldebé ser la naturaleza ydirectrices para las relaciones Este—Oeste enun pertodo de rápido creci—miento del gasto militar soviético y progresivos desaifos al control poilticosoviético en Europa Oriental? . ¿Cómo podrran prevalecer criterios de este.bilidad estratégica y control de armamento junto con la dinámica de la tecnologra de armas? . ¿Cómo afectarían nuevos focos conflictivos, al mar——gen de los problemas tradicionales entre el Este y Occidente, a la cooperación y la rivalidad de las superpotencias? . TTendrfa éxito la Alianza Occidéntal, enfrentada a la aparición de nuevas fuerzas poHticas nacionales enalgunos estados, en demostrar un nuevo consenso? . ¿El mundo occidentalindustrializado seria capaz de hacer frente a las complejidades del ‘proóesoeconómico moderno y de elaborar con el mundo en vfas de:desarrol;lounnu.yo marco para el diálogo, la distribución y la eliminación de conflictos?La agenda de problemas creció durante 1976, y el Itperrodo iñterino’1 de vida internacional que habfa caracterizado gran parte deJos últimos años dedm6 con rapidez. .

LaconvivenciaconlaURSS

El problema tradicional de la seguridad de Occidente se hizo- más agudo durante el año. La preocupación sobre las posibilidades e inten

ciones soviéticas, alimentadas por la acción soviética en Africa y por él creciente poderro militar ruso se resaltaron en las campañas electorales occidentales. El nuevo énfasis estadounidense sobre los derechos humanos, eñcierta medida reacción contra el trauma moral de Vietnam y Watergate, quitaron mucho de la anterior cordialidad y confianza en las relaciones entreel Este y Occidente, y la tendencia soviética ai secreto fomentaron las sospechas occidentales sobre los motivos soviéticos

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Tal vez el mejor ejemplo de esto fue el debate surgido a propó—sito del programa soviético de defensa civil. Hubo informes sobre programas a gran escala para dispersión industrial y evacuación civil, aunque fueron diffciles de confirmar. ¿Fueron estos programas, como argumentaronalgunos observadores algo más que fachadas , o demostraron en realidad unnuevo énfasis en el pensamiento estratégico soviético sobre la forma de —

afrontar y ganar una guerra nuclear? . Hubo problemas sobre la posibilidadde realización de tal estrategia: el más evidente, ¿cuántos refugios civilesy cuantos de estos Ublindadosu se requerirían para lograr una verdadera diferencia en la vulnerabilidad de la URSS frente a un ataque estadounidensea gran escala? . E incluso suponiendo un conflicto nuclear de superpoten——ciás,. ¿cómo podrran. esperar los dirigentes soviéticos qüesunación per-—maneciera. inmune a los efectos a largo plazo de una guerr& nuclear ,... incluyendo los de lalluvia radioactiv.a? . Al mismo tiempo los gobiernos occidentales no podrfan permitirse ighorar el, conjunto de informes, en gran partedebido precisamente: a que el secreto soviético hacra diffcil de calcular elriesgo.., ,:.,

La extensión. de las actividades militares soviéticas ‘y sus implicaciones fueron objeto de. continuo debate durante el aí’io, y esto. tendía a oscurecr el hecho evidente de qu•e muchos, elementos del equilibrio militar Este—Oócidente no tenían una. valoraci6n precisa.tDesde’luego fue pósible observar la. introducción de nuevos sistemas de armas pero no pudo haber absoluta certeza sobre. sus caracterrstjca’s de rendimiento. Las ‘unidadesde laOTAN y del Pacto de Varsovia no se han encóntrado en combate y las lecciones aprendidas en otros conflictos tienen solo aplicación limitada al terreno,clima y concentración de unidades eñ Euroa De ijual manera nuncá hahabiçk,un coñflicb nuclear entre U}S y EE.UU. Por lotanto la fiabilidad y capacidad de las armas es cuestión de estimaciones, como lo son las capacidadesbélicas de las grandes unidades militares organizadas por ambas partes.Cualquier evaluación de relaciones entre las fuerzas militares —y se aventuraron muchas durante el aíio— estuvo influfda en consecuencia por juicios

subjetivos, aunque pudiera disfrazarse en apariencia de objetividad en lo refereñte a valores cuantitativos, Afirmaciones como por ejemplo la de que laURSS ha logrado superioridad general sobre Occidente, carecieron en granmedida de significado. •

Pero aunque la situación real del equilibrio Este—Oeste escapa

ba a la definición precisa, la tendencia era clara. Reveló un proceso de contnua modernización militar soviética que en casi todos los campos parecióSoprepasar la intensidad y el volumen de los programas militares occidentales. Fue a esta tendencia a la que tendrá:n que enfrentarse en el futuro los

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gobiernos occidentales; al hecho de que mientras las opciones militares occidéntáles se hicieron más restringidas, aumentaron lás opciones milita-res sáviéticas.

Esto no reflejó’ un aumento drámático en el esfuerzo defensivode la URSS o un cambio en la poiflica’ de adquisiciones Por el contrariosi es que reflejaron algo, su programa militar reflej6 continuidad, El proceso de adquisición de armas soviéticas habfa permanecido sin ser afectado por la mejora general en las relaciones polfticas, entre el Este y Occi——dente y no estuvo caracterizado por las iniciaciones y paradas tan típicasen las polfticas occidentales dé adquisición. Este contraste, más bien quecualquiera demostración vocinglera de aventurismo soviético, fue res ponsable de la mayor preocupación occidental, Pero el mismo contrastre explicó la falta de comprensión soviética respecto a la preocupación óccidental:después de todo la URSS no se estaba comportando de forma diferente aantes, entonces, ¿por qué esa e’xcitaci6n? Tiene que serdebida, argumentaba la prensa sovié.tióa, no a una preocupación auténtica sino a las maquinaciones de los enemigos de la distensión y a los temores artificiales generdos por las campañas’ electorales occidentales,

El aimento de las adquisiciones militares soviéticas fue evidente más allá de las fronteras. En el campo de las fuerzas estratégicas ,la introducción de una nueva familia de misiles intercontinentales, observada —

por primera vez en 1974, los SS-17, 18 y 19, al igual que el SS-20,un mi

sil de alcance medio dirigido fundamentalmente contra China y Europa Occidental. Se informó estaba desarrollándose una generación aún más mo——derna de misiles. En el campo de las fuerzas de empleo general, nuevosaviones tácticos de ataque, un nuevo carro de combate y sistemas móvilesde defensa aérea se introdujeron. El contInuo aumento de actividad fue visible también en los distintos tipos de despliegue. Tomandocorno ejemplo lazona del Mar Báltico, en 1956 comenzaron patrullas aisladas de vigilanciaen los estrechos, poco después pasaron a tener carácter de patrullas per

manentes, intensificándose y extendiéndose gradualmente hacia el Oeste enSkagerrak dentro de la década de los 1970; en los últimos años formacio-nes navales de entrenamiento del Pacto d e Varsovia han circunnavegado —

con creciente frecuencia las islas danesas, desplazando las actuales áreasde ejercicios más hacia los estrechos bálticos. Aunque el cambio fue gradual en vez de radical, sin embargo, el resultado fue una clara mejorla enla posición militar soviética,

Desde luegó fue posible deducir de toda esta actividad que laURSS estaba simple decididamente esforzándose por la superioridad mi-

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litar general, pero la verdadera explicación parece derivarse de una combinación más bien compleja de factores militares y poilticos. En primer. lu-gar se dio la tradicional tendencia soviética por la superseguridad que siempre se expresó por una tendencia a confiar en las grandes cifras (una tradición rusa más que meramente soviética). En segundo lugar, se dio la naturaleza fundamentalmente evolutiva del desarrollo armamentlstico soviéticcçcon frecuencia el volumen del arsenal soviético pareció ser el resultado riode una decisión poiltica consciente sino una autoperpetuación burocráticaExistieron también otras posibles para la aparente inmunidad del crecimiento armamentlstico soviético respecto de la disuasión polltica. Se sugirió -

que la dirección poiltica habfa favorecido a la militar en la cuantla del presupuesto de defensa para ganarse su conformidad en la mejora de las relaciones Este-Oeste en general y en los acuerdos ruso-estadounidenses sobrecontról de armamento, en particular. Pero mucho de esta especulación fueperturbada nó solo por la escasez de información, sino también por la tendencia de ver el sistema soviético con ojos occidentales.

SerIa posible que los poilticos soviéticos pactasen con los militares, pero tal vez no existió desacuerdo básico sobre defensa eptre la dirección polftica y la militar, Cabfa mucho más sugerir que lo último fuesela explicación más plausible para la organización militar soviética. No solo la URSS se vio en un mundo hostil, sino que su experiencia histórica fueque el poderlo militar era bueno y contra más, mejor. Que sin los pesadossacrificios hechos en apoyo del poderlo militar no habrfa alcanzado una posición de respeto internacional como potencia mundial, Fue posible declarar la importancia del esfuerzo militar para la URSS en términos inclusomás fuertes: económicamente incompetente; culturalmente, represiva e —

ideológicamente cada vez más ésteril su aspiración primordial a la influencia y al poder mundial, está en el poderlo militar,

Prescindiendo del poderlo y apoyo militar, la URSS dispondrfade relativamente pocos instrumentos de influencia, La ayuda al desarrolloconcedida por ella y sus aliados en 1975 supuso la mitad de la ayuda prestáda solo por la República Federal Alemana. Después, estuvo ausente de forma manifiesta del diálogo Norte-Sur entre estados industrializados y en -

vlas de desarollo, celebrado en ParIs. Aunque jugó un cierto papel en la conferencia de UNCTAD en junio en Nairobi (donde los representantes soviéticos encabezaron un esfuerzo para bloquear una propues: . estadounidense deun fondo mundial para recursos), ci obstruccionismo marcó el lImite dela

influencia soviética en esta zona. Carecla de medios para tomar la iniciativa. Al mismo tiempo dependfa de otros para gran parte de su bienestar nacional, A pesar de una considerable cosecha cerealista —230 millones de to

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neladas, frente a 140 en 1975- la URSS continuó dependiendo de los granje’

ros de América del Norte para un elevado nivel de suministros aseguradosIgualmente, dependía de los banqueros occidentales para la consecución decréditos: el total de la deuda a Occidente de los parses de! Consejo para laAyuda Econ6mica Mutua se calculó alcanzarfa unos 40.000 millones, de dólares, y el pago de intereses aumentó entre 15—20 % de sus ingresos de moneda extranjera.

Si la capacidad de conformar el medio ambiente en el que proseguir sus intereses es el privilegio de una superpotencia, la URSS en 19%no perteneció a esta categorfa. Alcanzó el status de una potencia militar —

mundial, pero su influencia en el mundo —fuera de su zona tradicional decontrol y aparte de unas pocas zonas escogidas más allá— se basó abrumadoramente en armas y poco más.

Aquf está la explicación más plausible para el énfasis sovi6ti—co sobre el poderro militar yde las armas, y para los grandes sacrificioseconómicos (estimados entre el 11—13% del PNB soviético, una carga sobrepasada solo por Iran y los estados en la “lfnea del frente” en Orientendio) que los dirigentes rusos estuvieron dispuestos a hacer para sostenerlos. Si existen pocos otros medios disponibles para ejercer la influenciapolrtica que corresponde a las pretensiones de una ambiciosa potencia, elpoderfo militar tiene que ser ms que un mero instrumento para la defen

y la disuasión; se convierte en el instrumento fundamental para la prosecución de metas polfticas.

Dos consecuencias importantes se derivan de esto. La primera ( confirmadá por la experiencia de las negociaciones.sobre el control de,’armamentos entre el Este y el Oeste) fue que las concesiones militares mutuas constituirran por sr mismas forzosamente un negocio aceptable desdela perspectiva sóvitica Al renunciar ambas partes a capacidades militares, la URSS renunciaria a elementos de un instrum:ento polftico. El control de armamentos solo tendrra sentido para la URSS si aportase dividendos polfticos tangibles, ast como r.estriciones militares mutuas. La segunda,consecuencia fue que la, influencia polftica soviética serfa sobre todo alta en periídos de conflicto, cuando las armas y el apoyo militar rusos es.tán en gran demanda, Por ejemplo el contener la influencia soviética . enOriente Medio serra más realizable si se divisase un arreglo pactfico que

si fallase la búsqueda ‘de un compromiso, Igualmente, la ruptura de las conversaciones ginebrinas sobre Rodesia potenciaron una mayor. dependenciadel poderfo militar para alcanzar una solución, y en consecuencia aumentó la influencia soviética en Africa del Sur. Y si aumentasen los conflictos

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en el Tercer Mundo —como serfa probable por la falta de restricciones eficaces y la disponibilidad de material militar- se expansionaria también lainfluencia soviética, no de forma permanente pero al menos durante la du—raci6n del conflicto.

Esto, por lo tanto, apareció como problema de seguridad a largo plazo para Occidente: cómo vivir sin guerra con una Unión Soviética ambiciosa que no sólo tiene a su disposiçión medios para la acción militar gbbal, sino que depende primordialmente del aparato militar para su influencia en el exterior.

DesafrosalControlSoviético

Esta labor -suficientemente formidable en cualquier caso- siguió agravándose por dificultades pollticas internas dentro de la esfera decontrol soviético, visibles a io largo del a?io: la ola de protestas contra losregtmenes en diversos paises de Europa Occidental, y la disolución ideológica del comunismo soviético., cuando los partidos comunistas de Europa —

Occidental se negaron a aceptar tanto la autoridad como el estilo ideológicosoviético.

Protestas contra la politica gubernamental fueron visibles enparticular en Polonia, Alemania Oriental y en Checoslovaquia. Las causasy manifestaciones de descontento fueron diferentes en cada naciÓn, pero tuvieron en común una creciente frustación sobre la rigidez gubernamental ydel partido. Las cláusulas sobre derechos humanos en el Acta Final en 1975de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación Europea (CSCE) celebrada en Helsinki, lejos de cimentar el control soviético sobre Europa Oriental, favoreció peticiones de politicas menos restrictivas basadas en unanueva legalidad Si los acuerdos de Helsinki justificaron peticiones de libe’tad Índividual, asi la conferencia cumbre de los partidos comunistas europeos, celebrada en Berlin en julio, dio legitimidad formal a las diferenciasideol6gicas Según palabras del propio comunicado: ‘LOS partidos comunistas no consideran a todos aquellos, que no están de acuerdo con sus politicas , como anticomunistas”

Estos desafios no cambiaron de forma fundamental los hechosda poder en la esfera europeo—oriental del control sovi pico. A corto plazolos medios tradicionales de mantenér el orden produjeron los consabidos resultados , y además la mayor influencia de los partidos comunistas en algunos parses de Europa Occidental probableménte se interpretarran como ventajosos para los intereses politicos soviéticos. Pero la creciente intranqui

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lidad popular en Europa Oriental hizo surgir graves problemas para las au—.toridades comunistas. Primero, la protesta podría atriburse, al menos enparte, a las dificultades económicas a las que se enfrentaban los palses delEste, unsubproducto de la recesión occidental.. Por lo tanto, ¿debería la

URSS fomentar que sus aliados buscasen mayor autonomia del comercio ycrédito occidental, o’ este comercio o crédito serían incluso más necesa-nos para hacer frente a las expectativas económicás que el mantenimientode la autoridad gubernamental en Europa Oriental continuarían necestan-—do?. Segundo, los regímenes de Europa Oriental que desplegasen mayor flexibilidad estarían en mejor posición para cumplir las demandas de los derechos humanos. Dado que el problema de los derechos humanos permanecería sobre la agenda internacional, ¿debería la URSS fomentar una mayorflexibilidad general en Europa Oriental, o al menos tolerarla en gran medida, o uña relajación demasiado grande minaría la estabilidad y autoridadde los regímenes? . Sin embargo, cualquiera que fuese: la decisión no re-—comendaba por s misma a la dirección el reducir considerablemente lasfuerzas armadas que continuarían proporcionando el último instrumento parael control sobre Europa Oriental. En verdad que los desafíos al controlsoviético es probable fueron interpretados por los dirigéntes soviéticos nocomo señales de ineficacia de su sistema, sino como interferencias de unmundo hostil, y esto aumentaría el atractivó de confiarse enél poderío mi—litar.

UnaEstrategiaparaOccidente

El vivir sin guerra con la URSS supuso una estrategia triplepara Occidente. El primer componente fue que un equilibrio militar en carnpos esenciales para la seguridad occidental continuaba siendo una condición,fundamental de estabilidad. Esto podría no significar que toda ventaja militar soviética aislada, en cualquier parte, tendría que contrarrestarse —despues de todo, a diferencia con la URSS, Occidente poseía más médios deejercer influéncia que los meramente militares, El mantenimiento del equilibrio en áreas esenciales para la seguridad occidental, aparte de sus finesmilitares, tendría uná influencia política no menos importante: hacer verclaro a la dirección soviética que la acumulación de poderío militar no proporcionaría fáciles oportunidades políticas.

Seguñdo, una de las misiones fundamentales de la diplomaciaoccidental en los futuros años será convencer a los dirigentes soviéticos (ala generación que ahora está ‘a punto de retirarse y a la que la suceda) dequesu experiencia histÓrica sobre que la acumulación de poderío militarft.esiempre buena, ‘no tiene aplicación una vez alcanzadá la paridad militar.

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Aunque esto resultase una advertencia difkil de comprender, los últimós —

acontecimientos demostraron’con claridad que el poder militar de la URSSpodra ser contraproducente para sus metas políticas. En Europa hubiesepodido lograr un acuerdo ventajoso sobre reducción mutua de fuerzas haceunos aftos, si hubiese negociado en Viena con seriedad. Sin embargo, desde entonces la creciente preocupación por el aparato militar soviético redujo la predisposición occidental para llegar a acuerdos . Y si uno de los principales objetivos de la polrtica distensora de Breshnev hab’a sido para laURSS el ser aceptada por EE.UU. como cogestora para asuntos internacionales e interlocutora válida, el crecimiento del poderio militar soviético,alfomentar la preocupación estadounidense y difundir escepticismo sobre ladistensión, hizo más remota su consecución. Al acabar 1976 y prepararsepara hacerse cargo del poder en Wáshington una nueva administración , existta la especulación de que Breshnev y sus colegas habfan comprendido elriesgo de disminuir el esprritu cooperativo occidental mediante la prosecución de la ventaja militar’ soviética. Si esto se confirmase, tarea de la diplomacia occidental serfa asegurarse de que no se trataba de un cambio detáctica sino de una variación fundamental en la visión soviética de la utili-dad de la fuerza militar. Esto requerirta firmeza y coherencia por parte occidental durante los afios futuros, incluyendo el resistir a la tentación de

firmar acuerdos oportunistas sobre control de armamento que aunque ventajosos para el bando soviético, serfan utilizados para justificar los esfuerzos militares pasados, si no para justificar los del futuro.

Tercero, para disminuir la confianza primordial soviética en elinstrumento militar de influencia, la polftica ocçidental tendrla que buscarvras para arriesgar ganancias en estabilidad mundial y en la prosecución nomilitar de intereses poirticos. Esto plantearra el dilema de perseguir losintereses occidentales a corto o a largo plazo. A corto plazo resultarra menos complicado y más prometedor, en zonas tales como Oriente Medio o A—

f rica del Sur, intentar mantener a raya a la URSS y negarle un papel activoen la búsqueda de convenios polrticos. En cualquier caso con frecuencia será difrcil llevar ala URSS a un esfuerzo común de control de crisis; la tentación de aprovecharse de estas crisis en el Tercer Mundo, sobre todo sipudiese justificarlo como apoyo a movimientos “progresistas’, pudiera serdemasiado fuerte como para poder resistirla. Sin embargo a un plazo máslargo EE.UU. ast como Europa Occidental no teridrran interés alguno en verel poderfo militar soviético convirtiéndose enfactor cr iente dentro delconflictó en el Tercer Mundo o en cualquier otra parte, y a no ser que URSSviese ventajas en abandonar la confianza en el aparato militar, no tendrfa incentivo alguno para obrar asf. Que pudiese funcionar una estrategia que proporcionase a la URSS la participación en un mundo menos perturbado no po

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drfa asegurarse en absoluto, debido sobre todo a que la direcciÓn .moscovi-.ta requerirfa tiempo antes de .cambiar. Sin embargo,. deberfa intentarseLa polftica de distensión seguirfa siendo polftica de seguridad., con tal. deque Occidente definiese con firmeza los lfmites, dentro de los cuales se tolerarfa la influencia e implicaciones soviéticas. . .

Transiciónen.EE,UU. . .

Convivir con la URSS implicó una estrateia de equilibrios alargo plazo y de cooperac6n para Occidente, y esto fue sobre todo asf parala potencia directora de Occidenta, los EE.UU. Pero gran parte de la polf—.tica estadounidense en 1976 quedó congelada por la campaíta y elecciones.—.presidenciales. En consecuencia, los esfuerzos, cobre control de armamen-.tos, la diplomacia én Oriente Medio y las tentativas de reforma económicaintérnacional se paralizaron cuando . la burocracia de ‘W shington y los .go—biernos.extranjeros esperaron el resultado de las elecciones. Solo enAfrica del Sur la habilidad y perseverancia de Henry Kissinger crearon las condiciones para un compromiso potencial . .

Cuando los votos fueron emitidos y la administración de Fordse preparaba para el relevo por el equipo Carter, terminaba .una’era d.e polftica estadounidense. La pesadilla de Watergate y Vietnam quedaba detrás..En polftic’a exterior, Henry Kissinger, consciente de su tarea de saçar los

EE . UU. de la relativa simplicidad de la era de la guerra frfa para introdu-..cirios en el mundo pluralista del decenio de 1970, habrá coloçado los ci—.mientosparaposteriores progresos. En Oriente Medio, los elementos . de

compromiso se habfan hecho más pronunciados. Si algo dio pruebas del deseo de todas las partes en conflicto de evitar un nuevo choque armado, fueel hecho de que la guerra civil libanesa de 18 meses no prendió el proverbial barril de pólvora árabe-israelf. En las SALT (Conversaciones sobre

Reducción de Armas Estratégicas) se ha fijado el marco para un nuevoacua’.do de diez años sobre armas ofensivas, en Vladivostok. En Africa del, Surhan abandonado una posición de frustar aspiraciones negras. En las relaci2.nes en el seno de las Alianzas las tensiones de 1973 y 1974 han dado paso aun respeto mutuo euro—americano. . .

No es de extrañar entonces que prácticamente todos los amigosy adversarios de EE . UU., si hubiesen podido,. habrfan votado por el presidente Ford en las elecciones de noviembre. Pocas óosas fueron más significativas’ que’ el hecho de que los únicos sitios donde la ‘victoria de Jimmy Crter fuese acogida con alegría no disimulada fueron Atenas’ y Nicosia que esperaban una polftica estadounidense más dura hacia Turqufa. Para la mayo.

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rfade los otros Gobiernos la campaita electoral habrá sido una fuente depreácupáciories’ e’ incluso irritadiones, cuando la polftica exterior se convirtió en preñd’a de meras consideracioñes electorales. Pero la incertidumbresobre el ‘futuro desarrollo de la política estadounidense no fue debido solo alas inherentes ambigüedades de las elecciones. Se dérivaban tambión de laambig1edad del propio talante estadounidense, Los elementos dé un nuevoconsenso aparecieron tan solo de forma gradual y cualquier presidente quese hiciera cargo del poder en 1977 se encontrarfa gobernando un pafs en -

transición. Las encuestas de opinión revelaron una nación que aún buscabaun papel en el mundo. En comparaci6n con actitudes expresadas al acabarlo ‘del Vietnam, hubo un claro aumento en la predisposición a mantener unafuerte defénsa, una creciente preocupación por las ambiciones soviéticas yuna mayor impaciencia a ser empújado en torno a un mundo hostil. Pero 1heridas de Vietnam estaban profundas y el pueblo de EE.UU. se mostró receloso de implicaciones militares en el extranjero. Al mismo tiempo la nación ‘estuvo preocupada con los grandes temas internos: honestidad y rendición de cuentas en el gobierno, reducción del poder del estado en favor delregreso a las virtudes de la empresa privada y desempleo

La nueva administración del presidente Carter comenzó a principi’os de 1977’teniendo como fondo prioridades inciertas, preocupacionesconflictivas y un consensó en formación, Aunque el nuevo presidente actua

se con rapidez para imponer la impronta de su polftica gubernamental, nodesaparecerfan con rapidez ni facilidad las ambigüedades. No en balde losdemócratas estuviéron ocho años fuera de la Casa Blanca. Tuvieron que redescubrir las palancas’ ‘y dilemas del poder, además en muchos campos tendieron de forma instintiva a continuar a partir de donde habfa quedado laúltima administración de los demócratas en 1968. Por otra parte, la nuevaadministración comprensiblemente buscó sus propios objetivos poltticoscontrastándolos conlosdel ejecutivo de Nixon y Ford. Dados los logros yla categórfa conceptual de la polftica exterior de Kissinger, fue esta una tarea intimidadora vinculada además a confundir e irri’tar a los gobiernos extranjéros. Además; laadministración tendrfa que aprender a vivir con unCongreso claramente cOntrariO a abandonar las prerrogativas obtenidas dpuós de Watergate.

Aunque una gran cantidad de nuevos talentos e ideas se introdujerori en los pasillos de la burocracia de Wáshington, ir dirección de la polftica estadounidense emergfa despuós de que grandes esperanzas se hubiesen frustado.y los desaflos de la escena internacional se vieron eran máscomplejos que lo indicado en los primeros discursos del nuevo presidente ynuevo equipo. Estos riesgos resultaron claramente visibles en dos campos:el control de armamentos y los derechos humanos

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:En su discurso inaugural el présidente Carter dio especial prio

ridad al contról de armaméntos, un punto de vista que fue compártido consus más inrriediatos asesores, pero la naturaleza de los problemas del control de armamentos hab’an cambiado desde la última administración de losdemócratas y muchas de las sugerencias hechas a comienzos de 1977 sona—ban a conceptos anticuados. Se hab1a hecho cada vez más evidente que lasrestricciones meramente cuantitativas del Acuerdo Provisional SALT no umitarran seriamente la rivalidad militar entre el Este y Occidente. Si ñopudiera encontrarse niñguna va para tratar las mejoras cualitativas arma—mentsticas, las restricciones cuantitativas solo produciran pócó más quésímbolos breves de voluntad polftica, La administración Carter sugiri6 quela salidadel estancamiento en las SALT podr]a estar en evitar aquelloSsistemas de armas -como el bombardero soviético Backfire yelmisil dcrucero estadounidense— que hab’an parado los acuerdos durante 1975 1976.

Pero dejaron de reconocer que estos sistemas provócáronmásque meros sistemas técnicos: el verdadero problema estaba en lo inadecuádo de que el marco existente para el cóntrol de armamntos incluyera unanueva clase de armas que no se adaptaban a las viejas definiciones de ar-mas “estratégicas. La idea de que un amplio tratado de prohibición de prtbas pararra eficazmente la carrera de armamentos volvió a tomarse de losconceptos de la década de los 1960 de que las restricciones en las pruebascon cabezas de guerra restringirran también el desarrollo de las mismás.Pero esta era una hipótesis discutible: las armas podrían adquirirse sin —

probarlas, y ambas partes hab:tan aprendido a vivir con una grado de incertidumbre en la fiabilidad operativa y de sus sistemas. En cualquier caso•,el cese de las pruebas eliminarfa uno de los pocos patrones objetivos sobrela capaóidad de las armas y dejaba que las decisiones sobre adquisición de

pend.iesen todavfa más de pretensiones subjetivas. La verdadera misión ala que enfrentarse los proponentes del control de armamento serua la de revisar viejas hipótesis a la luz de los nuevos avances; la repitición de viejdoctrinas no seria suficiente.

El énfasis dado a los derechos humanos por la nueva administración supuso otros dilemas. No hay duda que la preocupación por los derechos humanos es inherente a la práctica de un gobierno democrático, yproclamarlo sin ambigüedades, como ló hizo el presidente Carter a principios de su administración, es perfectamente legitimo. El problema estabaen otra parte.En primer lugar, las acusaciones de que otro pafs había violado derechos húmanos básicos, ¿seguirán la prosecución de relaciones pac1ficas con dicho pafs más o menos prometedoras? .Aunque la cooperaci6nde algunos estados totalitarios no era esencial para el mantenimiento de la

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paz y estabilidad, sI lo era la de otros y esto era aplicable sobre todo alprimer objetivo de los criticos de Carter, y a la URSS . Carter aclaró queintentaba mantener separados el problema de los derechos humanos y lasrelaciones con la URSS relativas al control de armamentos. Pero, la re——nuncia ala “politica de vinculaciones” —una estrategia prevista para hacerentrar en juego todas las preocupaciones mututas sobre cada aspecto de lapolitica— ¿demostró ser realista? . En el pasado los perlodos de la distensión Este-Occidente hablan coincidido en general con los esfuerzos soviéticos por aumentar el control interno; una indicación de que para el mando soviético el vInculo entre mejorar las relaciones Este—Occidenté y la intran—quilidad interna fue siempre indiscutible, incluso cuando no existia ningunaestrategia occidental que diese prominencia a los derechos humanos. Si lacampauia de Carter fuese confrontar a los dirigentes soviéticos con la elección entre continuar la distensiÓn en el extranjero o mantener incuestiona—blemente el control nacional y del bloque comunista, la prioridad de esto último seria indudable, Tampoco seria probable que el presidente pudiese evitar en la mente del pueblo estadounidense. Precisamentecuando en los últimos aPios la preocupación liberal por la represión soviética a los disidentes habla minado el apoyo popular a la disuasión en EE.UU.,entonces una campaita incrementada sobre los derechos humanos corria elriesgo de presentar a la URSS como un interlocutor no fiable en ningún aspecto y de hacer la aceptación de las SALT o de otros acuerdos con el Estemás controvertibles por parte del Congreso.

El otro dilema era si los derechos humanos podfanpromoversemejor por acción directa o indirecta y si el éxito deberla juzgarse por ladisposición o por el resultado. Esta era dificil en particular para una nueva administración que no habla tenido aún oportunidad de reconciliar susprioridades conflictivas dentro de una estrategia. Durante su visita a Japónen enero de 1977 el vicepresidente Mondale anuncié que las fuerzas terrestres de EE . UU. se retirarian de forma gradual de Corea del Sur. Aunqueesta decisión estaba influida por la repugnancia estadounidense a los métodos represivos del régimen del presidente Park, no se hizo intento algunode empleo de la amenaza con reducción de fuerzas como un instrumento para fomentar los derechos humanos en Corea, posiblemente la única amenaza que hubiese sido eficaz. An Africa, Carter proclamé su desaprobación ala politica practicada por el régimen de Vorster en Africa del Sur. Pero algún grado de apoyo limitado para Africa del Sur fue qui á la Única formacon la que Vorster pudo ser movilizado para presionar sobre el primer ministro rodesiano, Smith, para conceder derechos humanos básicos a la población negra de dicho pais.

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Sin embargo, era demasiado pronto para juzgar’ a la nueva ad— -

ministración, sobre la base de una combinación de promesas electorales ytempranas declaraciones. El nuevo equipo de Wáshington se componra de,hombres experimentados, inteligentes y capaces de aprender. Después dela euforia de los primeros cien dras, los elementos .de continuidad de los intereses estadounidenses e instrumentos de poder que hablan sido visibles a.pesar de todas las recientes crisis de polltica interior y exterior estadounidense pudieron reafirmarse, ayudados por las presiones del mundo real ,lanecesidad de conseguir apoyo popular y del Congreso y el rconocimi-ento -

—tan penoso para todos los poltticos— de que su capacidad para promover. -

cambios es limitada.

Sin-embargo, el proceso de aprendizaje de Wáshington exigraun precio. Para los aliados de EE.UU. hubo un periodo de incertidumbree irritación. Donde más hondamente se sentirla ésto fue en aquellos alia--..dos -como Japón y Alemania Occidental-, sobre cuyo apoyo EE.UU. ten--..dna que depender para el cumplimiento de su nuevo programa económiçohacer frente a la proliferación de rmas y tecnologla nuclear y para mantener la cohesión de la Alianza y la estabilidad regional. Ni Japón ni la República Federal se sintieron suficientemente impresionado.s con el plan :‘. delpresidente Carter para sanear la economia occidental, aumentando el consumo hasta arriesgar sus propios décididos esfuerzos por combatir la in——

flación y mantener saneadas balanzas comerciales. ‘

Para Japón,. el anuncio de que las fuerzas terrestres estadounjdenses se retirarlan de Corea del Sur, fue hecho sin consulta previa’,. au——mentó la desgraciada perspectiva de una mayor confianza en sus propios —.

medios para las cuestiones de seguridad, lo que. se aítadió a la incertidumbre sobre la estabilidad polftica interna creada por las elecciones dedÍciernbre. . . . . .

Para la. República Federal , la presión’ estadounidense para im—,

pedir el establecimiento a Brasil de plantas enriquecedoras y separadorasnucleares, acordada un aito antes en un tratado firmado con aquiescencia.estadounidense, tenfa la posibilidad de causar honda crisis entre los dosprincipales miembros dela Alianza Atlántica. Si Alemania Occidental ce—dra a las demandas de EE.UU., seria por reconocimiento de su propia vulnerabilidad en lo referente a la seguridad, una frustación potencial ‘mucho

más profunda que la sentida cuando Kissinger ( en su discurso-”Año Europeo1’ de abril d e 1973 ), pareció, a los ojos europeos, amenazar con utili—zar la dependencia militar eu.ropea para conseguir concesiones económicas.

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;CrisisenEuropa?

Estas incertidumbres se reforzaron por el escepticismo eré-ciente en Europa Occidental sobre si el marco de postguerra para la cooperación occidental podría satisfacer las espectativas cambiantes económicasy políticas. Esto se debía sobre todo a dos cuestiones: si los gobiernos serían capaces de tomar medidas para superar una crisis económica prolongada; y si los nuevos movimientos políticos internos interrumpirían el viejo consenso occidental sobre seguridad colectiva y cooperación internacional.

La crisis económica afectó a más que a los meros niveles devida, provocó una crisis de confianza en los medios para hacer frente a aquella. Las estadísticas de inflación y desempleo fueron preocupantes, pero nosin precedentes en la historia reciente del mundo industrializado.Lo nuevofue la incertidumbre de los dirigentes políticos sobre cómo hacer volverlas cosas a la normalidad. Era como intentar curar a un enfermo inmune alos antibi6ticos. Las economías de Occidehte ya no respondían a los remedios de la postguerra . La única alternativa prometedora era un grado mucho más elevado de coordinación occidental en política monetaria, energética y de materias primas, pero esto requeriría un esfuerzo de voluntad política, que los gobiernos enfrentados con la necesidad de hacer frente a lasexigencias de sus respectivos electorados nacionales, encontrarían difícilde general. En el peor de los casos, la frustación resultante llevaría a unadesintegración progresiva del sistema de coordinación económica occidental y de la aceptación de interdependencia implícita, en favor de alternativas nacionales y nacionalistas que sería improbable funcionasen . En el mejor de los casos, daría lugar a un gran debate en todas las sociedades occidentales para definir su nuevo balance de sacrificios y ventajas, el papel -

del estado como dispensador del bienestar y definidor de las condiciones —

económicas, la compatibilidad de soluciones nacionales y dependencias internacional, en resumen la dirección de las prioridades futuras. En cual-—quier caso, la seguridad en Occidente y para Occidente no dejaría de verseafectada.

No menos riesgo a la cohesión de las democracias occidentalessupusieron los nuevos agrupamientos políticos fuera del aspecto tradicionaldel consenso resolutivo del poder en un cierto número e países. Esto fuemás claro en Italia, donde el partido comunista despuós de acabar el largocaminó hacia la respetabilidad democrática, a los ojos de grandes sectoresdel electorado, pasó a ser un componente indispensable para el funciona——miento del gobierno. Pero esto fue más que un fenómeno meramente italia—

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no o comunista. Si hubo una característica común para todos los estadosoácidentales, inclufdo Japón, fue que la antigua unanimidad ya no podTa tenerse por descontada. Durante los decenios habta sido posible para la AlianzaOccidental vivir con cambiós poirticos internos, porque cualquiera que fuese el resultado de las elecciones de los nuevos dirigentes cabfa esperar -

compartiesen dentro del consenso básico la necesidad de cooperación y alianza, En el futuro seria necesario un esfuerzo consciente y explicito paramantener el consenso y, en donde fuese necesario, ajustarlo a las nuevasnecesidades

Cualquiera que fuese la irritación inicial producida por la nue

va administración estadounidense, el planteamiento polrtico de Carter mantenfa algunas perspectivas de llevar a cabo el debate que serfa necesariopara la formación de un nuevo consenso occidental. En verdad, cierto número de hechos en da agenda sobre defensa de la nueva administración pa—recra probable estimulase discusiones sobre el futuro de las relaciones dela Alianza. Existfa la posibilidad de que en su esfuerzo para facilitar el control de armamentos, la administración pudiera inclinarse por un “mfnimode disuasión nuclear, buscando fuerzas estratégicas suficientes para con——testar a un ataque sobre la metrópoli estadounidense pero nada más

Al mismo tiempo hubo una creciente intranquilidad sobre el cometido de las armas nucleares en el teatro europeo y en otras partes y sepidió la clarificación de la doctrina para las armas nucleares de teatro deguerra. En relación con esto aumentaron las presiones para que la OTANestuviese preparada para una clase diferente de guerra: una “guerra relárnpago” soviética. Lo que dio importancia polttica a todos estos acontecimientos fue el hecho de que todos ellos afectaban a la esencia de la Alianza ¿Podrfa mantenerse la disuasión contra la presión polftica y las amenazas mi

litares soviéticas a Europa Occidental si los EE.UU. optasen por una aptitud estratégica y militar de disuasión tlmfnjmall? ¿El intento de aclarar lafunción precisa de las armas nucleares del teatro de guerra favorecerfala disuasión o la debilitarfa al suavizarse la vinculación entre conflicto deun teatro de guerra y disuasión entre superpotencias? ¿El énfasis sobre laadquisición de capacidad para una “guerra corta” indicarfa una pérdida enla capacidad para reíiir uña guerra larga en Europa? . Una de las principales pruebas a las que ha de enfrentarse la Alianza en el futuro próximo será en qué medida se tratarán estas cuestiones no como meras preocupaciones tecnocráticas, sino como hechos polfticos que son.

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MásalládelEspectroEste-Occidente

Si las relaciones Este-Occidente e interalianzas una vez másasumieron importanciá central durante 1976, el área en que se llevaron acabo se. ampli6, La renovada preocupación sobre los problemas de seguridad entre Esta y Occidente no supusieron un regreso a la guerra fria, conun mundo dividido entre el Este y Occidente; por el contrario, los nuevosestados, intereses y movimientos que se hicieron sentir no pudieron ajustarse a un simple esquema Este—Occidente, La noci6n de un “Tercer Mundo” fue demasiado simple, al igual que el concepto de un conflicto “Norte—SurU fue impreciso. Mucha de la actividad dentro y entre los paIses en desarrollo no afecté al “primer” y “segundo” mundos de Occidente y el Este,y solo aquellos paises en desarrollo que controlan recursos energéticos ymaterias primas vitales o que ocupan posiciones estratégicas sensibles influyeron en el comportamiento e interai&i Este-Occidente. Y muchos delos conf1ictos ocurridos durante el afio dejaron de corresponder a la dicoto

mfa hlNorte_Suri la guerra civil del Libano, las guerras de guerrillas enAfrica del Sur, las guerras y tensiones eny en torno al llamado “Cuernode Africa” o los choques fronterizos en el Sudeste Asiático,

AfricadelSur

El conflicto en Africa del Sur mantuvo las mayores posibilidades de precipitar una confrontación de las principales potencias. El conflicto racialentre las mayorlas negras y los gobiernos minoritarios blancospresentaronen constelación de oportunidades que la URSS encontrarla diffcii de poder resistir: no solo el apoyo a los movimientos de liberación ne-—gros era atractivo desde un punto de vista ideológico, sino que también parecIa ir acompaíiado de poco riesgo politico, En Angola, Occidente en gerral y lEE . UU. en particular, cometieron el error de encontrarse en el ladoperdedor y, además, e,n el lado apoyado por Africa del Sur, La cambiantediplomacia de Kissinger en Africa durante el aiio estuvo pensada para restablecer la credibilidad estadounidense con el fin de buscar un acuerdo pacifico al conflicto más grave de la región, Rodesia, y a no ser por el primerministro Tan Smith, casi lo hubiese conseguido. La administración Carterse movilizó eón menos ambigiledad hacia un apoyo al Africa negra, perdiendo un ciertó grado de influencia sobre Africa del Sur, pero al mismo tiempo asegurándose de que EE,UU, no volviesen a ser cóg los desprevenidosen su politica africana.

A finales de afio habla pocas esperanzas de que el prolongadoconflicto en dicha región pudiese acabarse. Aunque ninguno de los gobier—

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nos en dicha región favorecieron la introducción de ayuda militar exteriora gran escala,, y los estados negros en “la lfnea del frenteU procuraron evitar.conver,tirse en campo para la rivalidad Este-Occidente, su capacidadde resistir presiones para açciones militares más amplias, se verá máspuesta a prueba en el futuro. Una soluci6n militar no será rápida. Las capacidades militares de Africa del. Sur y Rodesia permanecerlan superio-res por algún tiempo, a las de, los.estados del Africa negra, pero la eficacia de las acciones de guerrillas dependen para su éxito de la intimidaciónmás que de victorias militares. A pesar del aumento en la emigración blanca, una disminución en la confianza de los ‘inversores extranjeros y —en A—f rica del Sur— una creciente intranquilidad negra, los gobiernos de mino——rla blanca en Salisbury y Pretoria tuvieron la oportunidad de resistir;aunque no fueron capaces de hacer cambiar el rumbo, al.menos.pudie.ra ganar.tiempo. Una victoria negra en Rodesia no producirla una repentina armonfa; una lucha entre los diversos movimientos de liberación parecerfa pro’bable a corto plazo, en gran parte debido al fraccionamiento fomentado para la demora de los blancos Sin embargo, fue diflcil imaginar que gobiernos fuera de la región pudiesen permanecer alejados de los acontecimientos de allI. Después de todo el racismo fue una de las pocas injusticias universales permanentes.y unpoderoso catalizador para la confrontación poiftica entre los paIses en desarrollo y Occidente desarrollado, y dentro deéste último. En 1974 el primer ministro de Africa del Sur, Voster, advirtió de que un fracaso en lograr acuerdos tendrta consecuencias “demasia.—do horribles que contemplar”; en 1976 las perspectivas de acuerdo, des——pués de una esperanza inicial , se hicieron más remotas .

Los.EstadosPetrollferos ‘ ‘ .

Si Africa del Sur llegó a convertirse en un foco de solidaridadpara el mundo en vlas de desarrollo, la organización que habla sido el mstrumento mundial más potente para precisar sobre los estados industriali—zados, la OPEC, pareció enfrentarse a la posibilidad de quebrar. En su.conferencia de diciembre los estados miembros no’ consiguieron llegar. a -

un acuerdo sobre una subida común en el precio del petróleo. Con ArabiaSaudita y los Emiratos Arabes Unidos que rehusaron ir :más allá de un aumento del 5% se desafiaba directamente la decisión mayoritaria de. aumentar los precios al doble de dicha cifra. Pero estuvo claro.que esta grietaen el poderoso equipo. monopolista del., petróleo no serIa solo temporal,

El único freno.real al pqder de la OPEC -un programa firmepara conservación de energla y una polftica energética coordiñada entre

los principales consumidores— quedaba muy remoto. En realidad el apoyo

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en el crudo importado por parte de un pars, que podrla resistir concebible-mente un embargo de petr6leo, nos estamos refiriendo a EE.UU. ,subi6 del13,5% en 1972 al 29,5% de la demanda nacional total en 1976; y la proporción de las importadiones procedentes de los estados árabes aumentó del —

21% en 1973 al 46% en 1976. De esta forma no hubo razón alguna para quela OPEC perdiese su situación dominante, sobre todo puesto que la decisiónde Arabia Saudita tomada para permitir recuperarse a las debilitadas economlas occideñtales, se condicionó también a mayores esfuerzos occidentales para obtener un acuerdo en Oriente Medio, un sútil empleo del ‘tarmapetrolífera” por el único productor de petróleo, cuya casi ilimitada flexibilidad sobre los ingresos petrolíferos, le permitió usar el petróleo al máximo como palanca polltica.

Proliferaci6nNuclear

La preocupación por el peligro de proliferación nuclear, expresada con la máxima energfa por Carter durante su campa?ía electoral y confirmada en su discurso inaugural como presidente siguió siendo alta en laagénda po1tica estadounidense y objeto de muchos debates internacionalesAunque aument6 la consciencia del problema, una solución duradera, si esque la hubiera, no pareció progresar. El esfuerzo para detener la proliferación de las plantas nacionales con recuperación de plutonio, estableciendocentros regionales o internacionales de recuperación no obtuvo mucho apoyo, debido a la infraestructura polftica que requerirfa el manejo de talescentros y debido a las aspiraciones de control nacional que no podfansersatisfechas por esta propuesta. El concepto estadounidense de polftica de noproliferación -parando la exportación de instalaciones nucleares importantes como plantas para recuperación del plutonio y enriquecimiento de ura—nio— probablemente tendría el apoyo de otros exportadores importantes como Francia y la República Federal en negociaciones futuras, pero ambasnaciones se negaron a romper contratos que ya estaban firmados, Franciacon Paquistán y Alémania con Brasil. Además, no haba certeza de que incluso con un embargo plenamente vigilado, los pafses cesarfan de inclinar-se por alcanzar la opción de armas nucleares

Aún más importante, el fuerte sentimiento de peligro ante laproliferación nuclear reflejado en el debate estadounidense no fue comparti.do universalmente en suficiente medida como para crear un auténtico movimiento internacional contra la. proliferación. Quedó reducido a una campafía de estados industrializados y, sobre todo, de EE . UU. Esto aumentó elriesgo de que para un cierto número de pafses una opción nuclear mfnimapudiese llegar a ser atractiva no por razones de seguridad militar sino co-

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mo resorte par a regatear concesiones estadounidenses en campos no nileares, sobre todo en el abastecimiento de armas convencionales modernasPara prácticamente todos los gobiernos de los que se sugirió podrTan adquinr el status de naciones nucleares —estados nucleares tten potencia” comoIsrael y Africa del Sur, asf como Corea del Sur, Taiwan, Paquistán,Irny Yugoslavia— el interés por recibir abastecimientos asegurados de armno nucleares fue manifiesto.

Una solución duradera al problema se basarfa en saber mos——trar inequfvocamente lo que serfa en realidad la proliferación nuclear unpeligro para la seguridad y estabilidad internacional cuando las normas para vivir en un mundo multi—nuclear estuvieron lejos de ser comprendidas.Puesto que herirían el orgullo de los pafses del Tercer Mundo, cuya cooperación .,serfa esencial para el éxito, los embargos de exportaciones, en elmejor de los, casos ofrecerran un tiempo de respiro, pero no una soluciÓna largo plazo. Mientras, tanto, la solución indireçta de salvaguardar el usóexclusivamente civil de la energfa nuclear tuvo que proseguirse a travésde la Agencia Internacional de Energía Atómica y del “Club de Abastecedores’, ampliado, y mediante la creación de una comunidad de intereses éntre abastecedores y consumidores contra los péligrós de la proliferaóíón,basándose en el Tratado de No—ProliferaciÓn, ‘que después de todo,habfa.rpresentado el comienzo del consenso internacional sobre este problema

RelacionesNorte—Sur . . , . . .

Una comunidad de intereses serfa dificil de lograr sobre cualquier punto importante de la agenda para la seguridad internacional ,ya seasobre la proliferación nuclear, proliferación de armas convencionales o finalidad de organizaciones internacionales Se hizo incluso más diffcil porel aumento de las diferencias entre el mundó rico y el pobre. Según las es

tadfsticas editadas por el Banco Mundial a final ‘de aító el crecimiento económico real en, los paises más pobres que ciientan con casi. lamitad de lapoblación mundial, estaba parado desde 1971, mientras que sus deudas ha—bfan crecido con rapidez Los pafses ricos en petróleo menos poblados, para los que el crecimiento habfa sido espectacular, habfan sido una total excepci6n a la regla. . . . ‘; . . ‘ ‘ . ‘‘ . .

Las posibilidades dé conflicto en está sit’uaci’6n se habfan vistoen una perspectiva a largo plazo. En el pasado, los’ paises industrializadoshabían tenido éxito en convencer al Tercer Mundo de que la realizaci6n,ecQnómica mejorada representaba un objetivo político realizable, que la paciencia y el trabajo duro serían recompensados Esto había sido un elemento

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importante para la establidd internacional y una de las razones por lasque la aparición de un gran número de nuevas nadiones no habra producidoun-marcado aumentoen la frecuencia de conflictos militares. Si esta perspectiva de mejora económica dejase de ser un objetivo polftico realista para muchos estados, la frustación podrla engendrar nacionalismo y éste darlugar a guerras. Incluso el pobre entre las naciones mundiales todavra se—ra capaz de permitirse los medios para acciones milItares limitadas. Muchos de estos conflictos serfan locales y tendrfan lugar en regiones de poco valor estratégico para las grandes potencias, pero no podrfa haber certeza de que tódos los conflictos Iban a quedar asr coñfinados y esta perspectiva se añadirfa a la crecienté imprevisibilidad de la seguridad internacional

Fue esto lo que dio al diálogo Norte-Sur, celebrado en febreroen Paris y próseguido sin resultado durante el año, un significado superioral econÓmico. Si fuese posible dar a un cierto número de los paises más importantes del mundo en desarrollo una participación en la estabilidad econÓmica mundial, esto contribuiria a la seguridad regional y global tambiénPero estuvo claro que tal estratagema a largo plazo, atractiva en teoriatendria que vencer por lo ménos dos obstáculos prácticos: una firme comprensión entre los paises industriales occidentales por los sacrificios económicos que deberian ser capaces de aceptar y una preparación de la opi——nión pública occidental para aceptar estos sacrificios que al -menos durante un cierto tiempo reducirian los niveles de vida. En ninguno de estos dosaspectos ofreció mucha esperanza el año 1976. La reaparición de la seguridad Este-Occidente como preocupación central de Occidente relegó a un segundo plano las consideraciones Norte—Sur, al mismo tiempo que la preocupación por la crisis económica en el mundo desarrollado descartaron lasnegociaciones sobre acuerdos para hacer frente a las aspiraciones de losproductores de materias primas.

Oficialmente, el diálogo Norte—Sur se clausuró en diciembrepara esperar la politica al respecto de la nueva administración estadounidense; pero a pesar del apoyo declarado por el presidente Carter a los letimos intereses de los paises en desarrollo, la brecha entre las aspiraciones del “Sur” y la predisposición a la comprensión por parte del “Norte”se manifestó demasiado honda como para que en un próximo futuro puedaaparecer una estrategia valerosa e imaginativa

Agendápara1977

Haciendo balance, 1976 trajo pocas crisis internacionales importantes, ninguna deteriorización inmediata de la seguridad internacional

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y pocas divergencias nuevas. Pero comenzado 1977 resultó claro que había líjt a la extensión, en que podían posponerse los problemas. Sobreb

do, fueron dos elementos de presión: la rivalidad en Oriente Medio y lacrisis económica de Occidente

En Oriente Medio el riesgo no fue el inminente estallido de guerra sino la pérdida de impulsos para compromisos y acuerdos. Los esfuerzos de Kissinger en 1974 y 1975 tuvieron éxito en crear elementos que fo——mentaban las esperanzas árabes de que las soluciones podrían encontrarseen la mesa de negociaciones mejor que en el campo de batalla. La guerracivil en el Líbano había ayudado a renunciar a una coalición que favoreciese las negociaciones, integrando a Egipto y a Siria con el respaldo de Arabia Saudita, de creciente influencia directora, al mismo tiempo que la intervenci6n de Siria en el conflicto había rechazado la capacidad de la Orqnización de Liberación de Palestina para bloquear un compromiso apoyadopor los principales países de la zona. Este compromiso no se alcanzaría —

con facilidad. Dependería de las seguridades que los dirigentes árabes y palestinos pudieran dar a Israel a la devoluci6n de los territorios ocupadospor Israel y de la confianza de éste en estas seguridades. Los preparati——vos para una nueva sesión de la Conferencia de Ginebra se pusieron en marcha con apoyo estadounidense y soviético. Fue difícil que la Conferencia —

pudiese conseguir grandes progresos , pero a no ser por algunos éxitos tangibles logrados, se habría perdido el impulso y las espectativas para unacuerdo pacífico habrían sido desbancadas por preparativos para otra nueva guerra.

El segundo elemento de presión en la agenda fue la tarea de hacer frente a la continuada crisis económica en el mundo industrializado no

comunista. Sin éxito en ésto, la cohesión y confianza occidental tan necesarias para actitudes de firmeza con la URSS, para un planteamiento imaginativo de los problemas de la seguridad fuera de las relaciones Este—Occidente y para el apoyo nacional requerido para ambas cosas , ya no quedarían aseguradas