Peter Straub - Casas Sin Puertas

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CASAS SIN PUERTASPeter Straub

A Scott Hamilton y Warren Vach Condenada est la casa sin puerta por la que penetra el sol. Despus se quita la escalera porque la fuga se ha consumado. EMILY DICKINSON

CASAS SIN PUERTAS

Vio a un hombre joven que vesta jersey negro holgado y pantaln tambin negro, y que caminaba calle abajo en direccin a ella. Su cabello negro ondeaba al viento y su rostro pareca estar iluminado por una sonrisa. Pens que siempre era agradable ver a alguien sonriendo en la calle; era como una seal de afabilidad. Cuando estaban a punto de cruzarse, ella se dio cuenta de que estaba haciendo muecas, no sonriendo, y de que tena los ojos humedecidos. Esto sucedi en Nueva York, uno de esos das en que el cielo tiene un color gris plomizo, el aire es gris y fro y la gente se pone la chaqueta y el jersey por primera vez. Ella se volvi y lo mir mientras pasaba por delante de ella, preguntndose qu poda haberle ocurrido. Al joven an le envolva una extraa luminosidad, y la mujer se dio cuenta de que otras personas tambin lo estaban mirando.

LA ROSA AZULA Rosemary Clooney

1En un sofocante da de verano, los dos muchachos ms jvenes de los cinco hermanos Beevers, Harry y Little Eddie, estaban sentados en sillas con respaldo de mimbre en el desvn de su casa de la calle South Sixth de Palmyra, Nueva York. Su padre lo llamaba el cuarto de los trastos de la planta de arriba debido a que aquel amplio espacio irregular se destinaba a guardar cajas llenas de manteles, un montn de abrigos para nia, de tallas cada vez ms pequeas, y los viejos vestidos con olor a humedad que Maryrose Beevers haba momificado como testimonio de la superioridad de su pasado sobre su presente. Un espejo alto que poda bascular en su marco, un recuerdo de los tiempos gloriosos que una vez disfrut su madre, revelaba ahora a Harry la nuca de Little Eddie. Aquel objeto, que en realidad pareca ms maleable que lo que debiera parecer una cabeza, asomaba precisamente por detrs del respaldo de la silla. A Harry le pareci que incluso la nuca de Little Eddie estaba tensa. Escchame dijo Harry. Little Eddie se retorci en la silla, y la silla tambaleante se retorci con l. Te crees que te estoy tomando el pelo? La tuve el curso pasado. Bueno, pues ella no te mat replic Little Eddie. Por supuesto que no me mat. Yo le caa bien, estpido. Slo me peg un par de veces. A otros chicos les pegaba cada da. Pero los profesores no pueden matar a la gente contest Little Eddie. Con nueve aos, Little Eddie era slo un ao menor que su hermano, pero Harry saba que para ste, muy poco desarrollado para su edad y siempre quejumbroso, l formaba parte del mundo de los adultos, al igual que sus hermanos mayores. La mayora de los profesores no puede contest Harry. Pero y si viven en el mismo edificio que el director? Y si les han dado premios por su trabajo, eh? Y si todos los dems profesores de la escuela les tienen pnico? No te crees que pueden asesinar a alguien impunemente? T crees que alguien echara de menos a un mocoso como t, a un renacuajo como t? La seora Franken llev a un chaval, al enano de Tommy Golz, al guardarropa, y all mismo lo mat. Yo lo o gritar. Al final slo pareca como si balbuceara. l intentaba gritar pero tena la garganta demasiado llena de sangre. Nunca regres, y nadie dijo ni po al respecto. Ella lo mat, y el prximo curso ser tu profesora. Espero que ests asustado, Little Eddie, porque tienes razones para estarlo. Harry se inclin hacia adelante. Tommy Golz incluso se pareca un poco a ti, Little Eddie. El rostro de Eddie se crisp como si lo hubiera atravesado un rayo. En realidad, el pequeo Golz haba sufrido un ataque de epilepsia y lo haban sacado del colegio, como Harry muy bien saba. La seora Franken odia sobre todo a los mocosos egostas que no comparten sus juguetes con los dems nios. Yo comparto mis juguetes gimi Little Eddie, mientras las lgrimas empezaban a correrle por las delicadas manchas de suciedad que le cubran las mejillas. Todos cogen mis juguetes, eso es lo que pasa. Entonces dame tu descapotable ultrarrpido orden Harry. El descapotable haba sido el regalo de cumpleaos que tres das antes le haban hecho a Little Eddie un

padre radiante y una madre malhumorada. O se lo dir a la seora Franken en cuanto vuelva a la escuela en otoo. Bajo la capa de suciedad, el rostro de Little Eddie se iba volviendo casi del mismo tono gris blanquecino de su cabello. De repente se oy un portazo de mal augurio. Nios? Qu estis haciendo ah arriba en el desvn? Venga, bajad! Slo estamos sentados en las sillas, mam grit Harry. No destrocis esas sillas! Bajad aqu inmediatamente! Little Eddie se levant de la silla y se prepar para marcharse. Quiero ese coche susurr Harry. Y si no me lo das, le dir a mam que has estado jugando con sus vestidos viejos. Yo no he hecho nada! gimi Little Eddie, y se precipit hacia la escalera. No hemos roto nada, mam! De verdad! grit Harry. Consigui unos minutos ms de tiempo al aadir: Voy enseguida! Se levant y se dirigi a una caja de cartn llena de libros interesantes que haba descubierto el da anterior al cumpleaos de su hermano y que haban sido su objetivo antes de que se acordara del cochecito de juguete y engatusara a Little Eddie para que subiera all arriba. Cuando Harry sali, un poco ms tarde, y empez a bajar los peldaos del desvn, llevaba en la mano un libro de bolsillo muy viejo y roto. Little Eddie estaba temblando de miedo y rabia en la puerta del dormitorio que los dos nios compartan con su hermano mayor Albert. En la mano tena un cochecito azul de metal que Harry cogi al instante para introducirlo seguidamente en el bolsillo delantero de sus tejanos. Cundo me lo devolvers? pregunt Little Eddie. Nunca replic Harry. Slo los egostas quieren que se les devuelvan los regalos que hacen. No lo sabas? Cuando Eddie frunci su rostro para empezar a lloriquear, Harry dio unas palmaditas al libro que tena en sus manos y aadi: Aqu tengo algo que te ayudar con la seora Franken, as que no te quejes.

Su madre le cort el paso mientras bajaba por la escalera hacia la planta principal de la casita, donde se hallaban la cocina y la sala de estar, ambas habitaciones con el suelo cubierto de linleo descolorido, el verdadero cuarto de los trastos, separado por una cortina tiesa marrn de lana de la pequea habitacin improvisada donde dorma Edgar Beevers, y el dormitorio ms amplio reservado para Maryrose. A los nios nunca se les permita adentrarse ms que unos pocos pasos en aquella horrible habitacin porque podan desordenar los misteriosos papeles de Maryrose o tropezar con las filas de muecas antiguas colocadas sobre el asiento de la ventana, que era la nica y ms apreciada distincin arquitectnica de la casa de los Beevers. Maryrose Beevers se hallaba al pie de la escalera, observando con suspicacia a su cuarto hijo. Ella nunca haba tenido el aspecto de una mujer que juega con muecas, y ahora menos que nunca. Llevaba el pelo recogido en un moo en la nuca. El humo de su cigarrillo formaba espirales al pasar por delante de los gruesos cristales de sus gafas, que eran como las alas de un pjaro y agrandaban sus ojos.

Harry introdujo la mano en el bolsillo y cogi el cochecito con los dedos, como si lo quisiera proteger. Las cosas que hay ah arriba pertenecen a mi familia coment ella. Ensame lo que has cogido. Harry se encogi de hombros y mostr el libro cuando estuvo cerca de ella. Su madre se lo arrebat e inclin la cabeza para ver la cubierta del libro a travs del humo del cigarrillo. Oh! Es uno de los libros que estn en la cajita de ah arriba? Tu padre sola fingir que lea libros. Intent leer el ttulo de la cubierta. Hipnotizar es fcil. Debe ser alguna de esas porqueras que venden en el drugstore. De verdad quieres leerlo? Harry asinti. Supongo que no puede hacerte dao. Le devolvi el libro con indiferencia. La gente de buena clase lee libros, sabes? Yo sola leer mucho antes de quedarme aqu atrapada con un puado de intiles. Mi padre tena muchos libros. Maryrose casi roz con la mano la parte superior de la cabeza de Harry, pero luego la apart bruscamente. T eres mi pequeo intelectual, Harry. T eres el nico que va a ver mundo. El prximo curso voy a ir bueno en la escuela. No bueno sino bien; vas a ir muy bien. Siempre y cuando no desperdicies tus oportunidades por hablar como tu padre. Harry sinti aquel dolor caracterstico, una mezcla de desprecio, vergenza y terror, que se apoderaba de l cuando Maryrose hablaba de su padre de aquel modo. Murmur algo que sonaba a conformidad y dio unos cuantos pasos lateralmente y alrededor de ella.

2El porche de la casa de los Beevers se extenda casi dos metros a ambos lados de la puerta principal, y en l estaban depositados los muebles que resultaban demasiado grandes para que cupiesen en el cuarto trastero o demasiado humildes para ser conservados religiosamente en el desvn. En el porche, debajo de la ventana de la salita, haba un columpio hundido a la izquierda de un sof verde antiguo de imitacin de cuero que haba sido reparado con cinta adhesiva de color negro. Al otro lado de la puerta principal, de la que en aquel momento estaba saliendo Harry Beevers, haba una nevera inservible de la poca en que los Beevers se casaron, y dos sillas cojas plegables que Edgar Beevers haba ganado jugando a las cartas. A esos objetos nunca se les haba permitido entrar en la casa. Aunque no de forma oficial, ese lado del porche estaba reservado al padre de Harry, y por consiguiente posea una atmsfera totalmente distinta de frustracin, anarqua, vergenza, de la que reinaba en el lado del columpio y el sof. Harry se arrodill en territorio neutral, delante mismo de la puerta principal, y sac el cochecito del bolsillo. Coloc el libro de hipnotismo sobre el porche e hizo rodar el cochecito de metal por su parte superior. Luego le dio un fuerte empujn y lo contempl mientras su morro chocaba con la madera, produciendo un ruido metlico. Repiti esto varias veces antes de apartar el libro, estirarse boca abajo y dar al cochecito un empujn decisivo hacia el columpio y el sof.

El cochecito rod unos cuantos centmetros hasta que un listn irregular lo hizo ladearse y detenerse. Coche estpido le increp Harry, volvindolo a coger. Esta vez le dio un empujn ms fuerte hacia el reino de su madre. Un trocito de pintura, frgil y rgido, que se haba desprendido de la plancha del coche, se parti por la mitad y qued encima del cochecito inmvil como un colchn en miniatura. Harry arranc el pedacito de pintura y lanz el coche hacia atrs, al otro lado del porche, donde de nuevo se descontrol y choc con la parte lateral de la nevera. El muchacho corri porche abajo y esta vez lanz el cochecito de nuevo en direccin al columpio. El cochecito choc contra el asiento acolchado del columpio y cay con fuerza sobre la madera. Harry se arrodill frente a la nevera, jadeando. Harry se senta extrao; era como si tuviera la cabeza llena de toallas mojadas y calientes. Se levant y se dirigi hacia el lugar donde yaca el coche delante del columpio. Odiaba el aspecto que tena, pequeo y desamparado. Entonces prob a colocar uno de sus pies sobre el cochecito y percibi la presin del mismo sobre la suela del mocasn. Harry levant el otro pie y lo coloc igualmente sobre el coche, pero no ocurri nada. Salt encima del coche, pero el mocasn no tena ms efecto que el pie desnudo. Harry se inclin y recogi el cochecito. T, cochecito estpido dijo. No sirves para nada, ests hecho un cacharro. Le dio unas vueltas con las manos. Seguidamente introdujo sus pulgares entre el chasis y uno de los pequeos neumticos. Al empujar, el neumtico se movi. Sinti que su rostro arda. Apret el neumtico con fuerza con sus pulgares, y el pequeo donut negro sali disparado hacia los hierbajos altos y espesos que crecan delante del porche. Tena dificultades para respirar, pero ms por la emocin que por el esfuerzo realizado. Harry hizo saltar el otro neumtico frontal hacia la maleza. Luego se dio rpidamente la vuelta y empez a rascar el coche contra la pared que estaba junto a la ventana del dormitorio de su padre. En la pintura aparecieron araazos largos y profundos. Cuando Harry mir la parte superior del coche, descubri que tambin estaba araado. Descubri la cabeza de un clavo que sobresala algo ms de medio centmetro de la pared frontal de la casa, y rasc el coche contra l, arrancando una larga corteza pintada de azul del lado del conductor del cochecito. El metal gris empez a relucir a travs de los araazos. Harry golpe el coche varias veces contra el saliente del clavo, arrancando cada vez trocitos de pintura. Jadeando, extrajo los dos pequeos neumticos traseros y se los meti en el bolsillo porque le gustaba el aspecto que tenan. Sin neumticos, lleno de rascadas y abollado, el descapotable deportivo ultrarrpido haba perdido la mayor parte de su poder. Harry lo mir con profunda y amarga satisfaccin, cruz el porche y lo empuj hacia la maleza. Desde el interior de tallos y hojas, el metal gris y la pintura azul le lanzaban destellos. Harry introdujo las manos en el interior de la maleza y movi sus brazos hacia atrs y hacia adelante. El coche cay dando vueltas y desapareci. Cuando Maryrose apareci malhumorada en el porche, Harry estaba sentado tranquilamente en el columpio chirriante, hojeando las primeras pginas de libro de bolsillo. Qu ests haciendo? Qu eran todos esos golpes?

Estoy leyendo. No he odo nada replic Harry.

3Hombre, pero si est aqu el to mierda ese! dijo Albert, subiendo a saltos los peldaos del porche media hora ms tarde. Tena grandes manchas negras de grasa en el rostro y en la camiseta. Albert, un muchacho bajito y musculoso de trece aos, pasaba todo el tiempo que poda holgazaneando por la gasolinera, que quedaba a dos manzanas de su casa. Harry saba que Albert lo despreciaba. Albert levant un puo e hizo un movimiento espasmdico y amenazador hacia Harry, quien se ech hacia atrs. Albert sola propinarle tremendas palizas, al igual que sus otros dos hermanos mayores, Sonny y George, que actualmente estaban destinados en bases del Ejrcito en Oklahoma y Alemania, respectivamente. Lo mismo que Albert, sus dos hermanos mayores haban decepcionado profundamente a su madre. Albert se ech a rer, y esta vez blandi su puo a pocos centmetros del rostro de Harry. Al tirar el puo hacia atrs, hizo saltar el libro de las manos de Harry. Gracias dijo Harry. Albert sonri con afectacin y desapareci por la puerta principal. Casi el instante, Harry oy a su madre que empezaba a gritar al ver la grasa que cubra la cara y la ropa de Albert. Albert subi la escalera con fuertes pisadas. Harry abri sus dedos apretados y luego los extendi, cerr la mano y luego volvi a extender los dedos. Cuando oy que la puerta del dormitorio de arriba se cerraba, se atrevi a saltar del columpio y recoger el libro. Estar cerca de Albert le haca sentirse como un muelle encerrado en una caja. Desde la parte de atrs del piso de arriba de la casa, Little Eddie lanz un gemido fantasmal. Maryrose le amenaz vociferando que iba a abofetearlo si no se callaba, y eso fue todo. Aquellas tres infelices vidas que se hallaban dentro de la casa volvieron a quedarse en silencio. Harry se sent, localiz la pgina en que se haba quedado y empez a leer de nuevo. Hipnotizar es fcil haba sido escrito por un tal doctor Roland Mentaine, y su vocabulario era ms extenso que el de Harry. El doctor Mentaine utilizaba palabras como orquestar, inefable y realizar, y algunas de sus frases seguan una trayectoria a travs de tantas oraciones subordinadas que Harry perda el hilo. Pero a Harry, que haba empezado a leer el libro sin demasiadas esperanzas de poder entender algo, le pareci que era maravilloso. Ya haba conseguido leer casi todo el captulo titulado El poder de la mente. A Harry le pareca fabuloso que mediante la hipnosis uno pudiera dejar de fumar, de orinarse en la cama y de tartamudear. (l mismo haba estado orinndose en la cama casi cada noche hasta unos meses despus de cumplir nueve aos. Dej de mojar la cama una noche en que tuvo un sueo particularmente agradable. En el sueo tena unas ganas tremendas de orinar y corra a toda velocidad por un pasillo de un castillo de piedra, pasando por delante de armaduras y antorchas situadas en las paredes. Al final, Harry alcanz una puerta abierta a travs de la cual vislumbr el cuarto de bao ms esplndido que haba visto en su vida. Los suelos eran de mrmol reluciente y las paredes estaban cubiertas de azulejos blancos. Cuando entr en el cuarto de bao, un mayordomo

uniformado le seal con la mano la hilera de urinarios. Harry empez a bajarse la cremallera de los pantalones, y con torpes movimientos logr sacar el pene de los calzoncillos justo a tiempo. Mientras estaba orinando en el sueo, Harry se despert oportunamente.) Gracias al hipnotismo uno puede introducirse en la mente de otra persona y hacer cosas en ella. Se puede conseguir que alguien hable en un idioma extranjero que haya odo alguna vez, incluso aunque slo lo haya odo una vez, y tambin que alguien acte como un beb. Harry consider lo estupendo que sera ver a su hermano Albert tumbado en el suelo, chillando y con la cara roja, incapaz de andar o hablar, mientras se haca pip encima. Adems, y eso era un pensamiento nuevo para Harry, se poda hacer retroceder a alguien a todas las vidas que haba vivido antes de convertirse en la persona que era actualmente. A este proceso de renacimiento se le llamaba reencarnacin. Algunos de los pacientes del doctor Mentaine haban sido reyes egipcios y piratas del Caribe; otros haban sido asesinos, novelistas y artistas. Ellos recordaban las casas en las que haban vivido, los nombres de sus madres, criados e hijos, el lugar donde se hallaban las tiendas donde haban comprado comida. Muy interesante, pens Harry. Se preguntaba si alguien que hubiera sido un asesino famoso haca mucho tiempo podra recordarse a s mismo apualando a alguien o golpendolo con un martillo. Harry record que arriba, en la caja de cartn, haba una gran cantidad de libros que parecan tratar sobre asesinos. Pero no tendra ningn sentido hacer retroceder a Albert a una vida anterior. Si Albert hubiera tenido otras vidas, habra sido algn objeto inanimado, tal vez un canto rodado o un yunque. Es posible que en otra vida Albert hubiera sido un arma asesina, pens Harry. Eh, universitario! Joe College!1 Harry mir hacia la acera y vio la gorra de bisbol y la barriga cubierta por una camiseta del seor Petrosian, que viva en una diminuta casita cerca del bar situado en una esquina de las calles South Sixth y Livermore. El seor Petrosian siempre soltaba cosas geniales a los chicos, pero Maryrose no permita que Harry y Little Eddie hablaran con l. Deca que el seor Petrosian era tan vulgar como la basura. Trabajaba de conserje en el edificio de la Telefnica y se beba una caja de cervezas cada noche, sentado en el porche de su casa. Es a m? pregunt Harry. S! Sigue leyendo libros y llegars a la universidad, no es cierto? Harry sonri sin comprometerse. El seor Petrosian levant uno de sus grandes brazos y sigui bajando torpemente la calle hacia su casa cercana al bar Idle Hour. A lo pocos segundos, Maryrose sali disparada por la puerta, doblando un trapo de cocina blanco y viejo. Quin era se? He odo la voz de un hombre. l contest Harry, sealando la espalda corpulenta del seor Petrosian, que ahora ya estaba a medio camino de su casa. Qu te ha dicho? Viniendo de un conserje armenio no puede tratarse de nada interesante. Me llam Joe College. Maryrose lo sobresalt al sonrer. Albert dice que quiere volver a la gasolinera esta noche, y yo tengo que irme pronto al trabajo. Maryrose trabajaba de secretaria en el hospital St. Joseph, en el turno1 Expresin coloquial con la que se denomina a un estudiante universitario. (N.del T.)

de noche. Dios sabe cundo aparecer tu padre. Ve a buscar algo de comer para ti y para Little Eddie, de acuerdo? Tengo muchas cosas que hacer, como siempre. Comprar algo en Big John's. Era un puesto de hamburguesas, un lugar mgico para Harry, construido el verano anterior en un solar de la calle Livermore, dos manzanas ms abajo del Idle Hour. Su madre le dio dos dlares cuidadosamente doblados y l se los meti en el bolsillo. No dejes que Little Eddie se quede solo orden su madre antes de regresar al interior de la casa. Que te acompae. Ya sabes lo miedoso que es. Claro replic Harry, y volvi a concentrarse en el libro. Acab el captulo sobre El poder de la mente, cuando Maryrose se march a la parada del autobs de la esquina y despus de que Albert se hubo marchado haciendo ruido. Little Eddie estaba rgidamente sentado ante su culebrn televisivo en la sala de estar. Harry volvi una pgina y empez a leer Las tcnicas del hipnotismo.

4A las ocho y media de la noche, los dos muchachos estaban sentados solos en la cocina, cada uno en un extremo de la mesa de formica de bamb amarillo. De la sala de estar llegaba el sonido de Sid Caesar parloteando en falso alemn con Imogene Coca en la serie Tu programa favorito. Little Eddie se quejaba siempre de que Sid Caesar le daba miedo, pero cuando Harry regres del puesto de hamburguesas con una hamburguesa Big John (la ms completa) para l y una Mama Marydog para Eddie, dos raciones de patatas fritas y dos batidos de chocolate, Eddie, que haba estado mirando la televisin, tena el rostro humedecido con lgrimas de agravio moral. Por lo general, a Eddie le gustaban las Mama Marydogs, pero esta vez dio tan slo un par de mordiscos a la que tena delante, y desconsoladamente hizo esfuerzos para mojar una patata frita en una gota de ketchup. De vez en cuando se limpiaba los ojos, dejando manchas de ketchup casi simtricas que se secaban sobre sus mejillas. Mam dijo que no me dejaras solo en casa dijo Little Eddie. Yo lo he odo. Lo dijo durante Al filo de la noche, y estabais en el porche. Me parece que me voy a chivar. Lanz una mirada a Harry. Luego volvi a concentrarse en la patata frita y la sac del charquito de ketchup. Me da miedo quedarme solo en casa. Algunas veces la voz de Eddie era como una rara versin mecnica y ms acelerada de la de Maryrose. No seas tonto dijo Harry de forma casi cariosa. Cmo puedes tener tanto miedo en tu propia casa? T vives aqu, no? Me da miedo el desvn contest Eddie. Tena la patata frita rezumante delante de la boca, y seguidamente la empuj hacia dentro. El desvn hace ruidos. Un reguero rojo se desliz por las comisuras de sus labios. Te dijeron que me tenas que llevar contigo. Eddie, t siempre me haces perder mucho tiempo. Slo quera comprar la comida y regresar. Te he trado la cena, no? No te he trado lo que te gusta? La verdad es que a Harry le gustaba moverse solo por Big John's, porque despus poda hablar con Big John y escuchar sus teoras. Big John se denominaba a s mismo un papista renegado y consideraba a Hitler el hombre ms importante del siglo XX, seguido

de cerca por Pablo XI, el Padre Po, a quien le sangraban las palmas de las manos, y Elvis Presley. Todos estos acontecimientos ocurrieron en lo que suele denominarse, aunque no de forma correcta, una poca ms fcil, antes de Kennedy, el feminismo y la ecologa, antes de la presidencia de Nixon y del Watergate, y antes de que los soldados norteamericanos, entre ellos un Harry Beevers de veintin aos, se marcharan a Vietnam. A pesar de todo voy a chivarme replic Little Eddie, introduciendo otra patata frita en el charquito de ketchup. Y el coche era mi regalo de cumpleaos empez a gimotear. Albert me pega y t me robas mi coche y me has dejado solo, y he tenido miedo. Y no quiero tener a la seora Franken el curso prximo, porque creo que me va a hacer dao. Harry casi haba olvidado que le haba hablado a su hermano de la seora Franken y de Tommy Golz, y este comentario le record de repente la destruccin del regalo de cumpleaos de Little Eddie. Eddie lade la cabeza y se atrevi a echar otra mirada a su hermano. Me devuelves mi descapotable ultradeslizante, Harry? Me lo vas a devolver, no? Si me lo devuelves, no le dir a mam que me has dejado solo. Tu coche est perfectamente contest Harry. Est en un lugar secreto que yo s. ;Me has estropeado el coche! chill Eddie. Eso es lo que has hecho! Cierra el pico! grit Harry, y Little Eddie se acobard. Me ests volviendo loco! aull Harry. Se dio cuenta de que estaba inclinado sobre la mesa y que Little Eddie se estaba preparando para empezar a llorar otra vez. Se sent. No me grites de esa manera, Eddie. Le has hecho algo a mi coche replic Eddie con una sorprendente seguridad. Ya lo saba. Mira, voy a demostrarte que tu coche est perfectamente dijo Harry, y sac de su bolsillo los dos neumticos traseros para colocarlos en la palma de su mano. Little Eddie los mir fijamente. Parpade, y luego intent apoderarse de los neumticos. Harry cerr el puo. T crees que les he hecho algo? Los has arrancado del coche. Pero no tienen buen aspecto? No son perfectos? Harry abri el puo, lo cerr de nuevo, y volvi a introducir los neumticos en su bolsillo. No quera ensearte todo el coche, Eddie, porque te excitaras demasiado, y me lo diste, no te acuerdas? Slo quera ensearte los neumticos para que te convencieras de que todo el coche estaba bien. De acuerdo? Te has enterado? Eddie mene la cabeza, sintindose desdichado. De todos modos, te voy a ayudar, como ya te dije. Con la seora Franken? Una gran parte de la expresin de tristeza abandon el rostro manchado de Little Eddie. Claro. Has odo hablar alguna vez de una cosa que se llama hipnotismo? He odo hablar del hipnotismo. Little Eddie estaba enfurruado. Todo el

mundo ha odo hablar de eso. Hipnotismo, estpido, no hipnotismo. Claro, hipnotismo. Yo lo vi en la tele. Lo dieron en El mundo gira. Un hombre durmi a una seora y le hizo creer que iba a tener un nio. Harry sonri. Eso slo pasa en la tele, Little Eddie. El hipnotismo de verdad es mucho mejor que eso. Yo lo he ledo todo sobre el hipnotismo en uno de los libros del desvn. Little Eddie todava estaba enfurruado por el coche. Por qu es mejor? Porque te permite hacer cosas asombrosas replic Harry. Luego cit unas frases que haba escrito el doctor Mentaine. La hipnosis desbloquea la mente y te permite usar todo el poder que realmente posees. Si comienzas ahora, para cuando empiece otra vez el colegio ya dominars todos esos libros. Aprobars todos los exmenes que te ponga la seora Franken, como yo, que los aprob todos. Se inclin sobre la mesa y agarr la mueca de Little Eddie, obstaculizando el paso a una patata frita grande y marrn que se diriga hacia el charco de ketchup. Pero no slo te ayudar a ir bien en la escuela. Si me dejas que lo pruebe contigo, estoy completamente seguro de que podr demostrarte que eres mucho ms fuerte de lo que te imaginas. Eddie parpade. Y conseguir que no vuelvas a tener miedo a nada. El hipnotismo es un buen remedio para eso. En este libro he ledo algo sobre un tipo al que le daban miedo los puentes. Slo de pensar que tena que cruzar un puente se mareaba y empezaba a sudar. Le pasaron cosas terribles: perdi el trabajo, y una vez tuvo que atravesar un puente en coche y se hizo caca encima. Fue a ver al doctor Mentaine y l lo hipnotiz y le dijo que nunca ms volveran a asustarle los puentes, y as fue. Harry sac el libro del bolsillo. Lo coloc abierto encima de la mesa y empez a pasar pginas. Aqu. Escucha esto: Se observaron efectos beneficiosos del tratamiento en todos los aspectos de la vida del paciente y se obtuvieron ptimos resultados por los cuales el hombre hubiera pagado cualquier precio. Harry ley estas palabras con vacilacin, pero comprendindolas perfectamente. El hipnotismo puede hacerme fuerte?pregunt Little Eddie, que obviamente haba retenido ese punto en su mente. Fuerte como un toro. Fuerte como Albert? Mucho ms fuerte que Albert. Tambin mucho ms que yo. Y podra pegarles una paliza a los grandullones que me hacen dao? Slo tienes que aprender cmo hacerlo. Eddie salt de la silla, vociferando tonteras. Flexion sus minsculos bceps y durante un rato se dedic a contorsionar su cuerpo, adoptando posturas de culturismo. Quieres probarlo? pregunt finalmente Harry. Little Eddie se sent de nuevo en la silla y fij su mirada en Harry. La banda del cuello de su camiseta le colgaba hasta el esternn sin tocar su pecho en ningn momento. Quiero empezar. De acuerdo, Eddie, eres un buen chico. Harry se levant y coloc las manos

encima del libro. Vamos al desvn. No quiero ir al desvn replic Eddie. Todava segua mirando fijamente a Harry, pero tena la cabeza ladeada como un misterioso eco de Mrayrose en pequeo, y su mirada se volvi suspicaz. No voy a quitarte nada, Little Eddie prometi Harry. Lo nico que pasa es que deberamos estar fuera de la vista de los dems. El desvn es el lugar ms tranquilo. Little Eddie meti la mano dentro de la camiseta y dej el brazo colgando de la mueca. Has convertido la camiseta en un apoyabrazos coment Harry. Eddie, de un tirn, sac la mano de la camiseta. Si lo hacemos en el dormitorio, Albert podra entrar haciendo ruido y estropearlo todo. Pues sube t primero y enciende la luz respondi Eddie.

5Harry, que sostena el libro abierto sobre sus rodillas, apart la mirada del libro para dirigirla hacia el rostro manchado y tenso de Little Eddie. Haba ledo aquellas pginas muchas veces mientras estaba sentado en el porche. El hipnotismo se reduca a unos pocos y sencillos pasos, cada uno de los cuales conduca al siguiente. Lo primero que tena que hacer, segn el doctor Mentaine, era lograr que su hermano comenzara correctamente, es decir, relajado y receptivo. Little Eddie se removi en la silla con respaldo de mimbre y junt las manos. Su sombra, proyectada por la bombilla que colgaba por encima de sus cabezas, lo imitaba como un monito negro atado a una silla. Quiero empezar. Quiero ser fuerte dijo Eddie. Este libro dice que tienes que estar relajado coment Harry. Pon las manos sobre las piernas, suavemente, con los dedos sealando hacia adelante. Luego cierra los ojos, toma aire y explsalo un par de veces. Piensa en que te sientes bien y cansado, y dispuesto para irte a dormir. No quiero irme a dormir! En realidad no se trata de dormir, Little Eddie; es slo algo parecido. Seguirs estando despierto, pero de una forma agradable y relajada. Si no, no podr funcionar. Tienes que hacer todo lo que yo te diga. De lo contrario todo el mundo te seguir pegando, como hacen ahora. Quiero que prestes atencin a todo lo que yo te diga. Vale. Little Eddie hizo un evidente esfuerzo por relajarse. Puso las manos sobre sus muslos, tom aire y lo expuls dos veces. Ahora cierra los ojos. Eddie cerr los ojos. Harry se dio cuenta de pronto de que aquello iba a funcionar. Si haca todo lo que deca el libro, iba a ser capaz de hipnotizar a su hermano. Little Eddie, quiero que te limites a escuchar mi voz orden Harry, esforzndose por mantener la calma. Ya ests empezando a sentirte cmodo y relajado, tan cmodo y tranquilo como si estuvieras acostado en tu cama, y cuanto ms escuches mi voz, ms cansado y relajado estars. No hay nada que pueda molestarte. Todo lo malo est muy

lejos de ti, y t ests sentado aqu, inspirando y espirando, cada vez ms cmodo y sooliento. Comprob en el libro si lo estaba haciendo correctamente, y luego continu: Es como si estuvieras acostado en tu cama, Eddie, y a medida que oyes mi voz vas estando ms cansado y sooliento, cada vez un poco ms sooliento. Todo lo dems se est desvaneciendo, y lo nico que puedes or es mi voz. Te sientes cansado pero bien, como antes de quedarte dormido. Todo va bien y t vas dejndote llevar lentamente, te dejas llevar, y ests preparado para levantar la mano derecha. Alarg la mano por encima y acarici suavemente el dorso de la mugrienta mano derecha de Little Eddie, quien estaba repantigado en la silla con los ojos cerrados, respirando suavemente. Harry hablaba muy despacio. Voy a contar hacia atrs desde diez, y cada vez que pase de un nmero a otro, tu mano se ir volviendo ms ligera. Mientras cuento, tu mano derecha va a sentirse tan ligera que ascender flotando y finalmente tocar tu nariz cuando me oigas decir uno, y luego te sumirs en un profundo sueo. Ahora empiezo: Diez. Tu mano ya se empieza a sentir ligera. Nueve. Desea subir flotando. Ocho. Ahora ya sientes que tu mano es realmente ligera. Ya va a empezar a subir. Siete. La mano de Little Eddie ya se haba separado obedientemente de su muslo un par de centmetros hacia arriba. Seis. La sucia manita se alz otros pocos centmetros. Cada vez es ms y ms ligera, y cada vez que digo otro nmero se acerca ms y ms a tu nariz. Y t ests cada vez ms y ms dormido. Cinco. La mano se elev varios centmetros ms en direccin al rostro de Eddie. Cuatro. Ahora la mano colgaba, como un pjaro durmiente, a medio camino entre la rodilla y la nariz de Eddie. Tres. La mano se elev hasta casi la mejilla de Eddie. Dos. La mano de Eddie se hallaba a pocos centmetros de su boca. Uno. Ahora vas a dormirte. El dedo ndice, ligeramente doblado y manchado de ketchup, roz la punta de la nariz de Little Eddie y permaneci all mientras Eddie se hunda contra el respaldo de la silla. El corazn de Harry lata tan fuerte que tema que el sonido pudiera hacer salir a Eddie de su trance. Eddie permaneci inmvil. Harry respir tranquilamente durante un minuto. Ahora puedes bajar la mano hasta la rodilla, Eddie. Vas a dormir cada vez ms profundamente. Ms profundamente. Ms profundamente. La mano de Eddie descendi con suavidad. A Harry le pareca que en el desvn haca tanto calor como en una fundicin. Sus dedos dejaban huellas de sudor en las pginas abiertas del libro. Se limpi la cara con la manga y contempl a su hermano. Little Eddie se haba hundido tanto en la silla que su cabeza ya no se vea en el espejo basculante. El desvn, en perfecta calma y tranquilidad,

se extenda alrededor de los chicos, esperando, al menos as se lo pareci a Harry, qu iba a suceder a continuacin. Los bales de Maryrose estaban alineados bajo los aleros detrs del espejo, y sus vestidos viejos colgaban silenciosos en el armario empolvado. Harry frot las manos contra sus tejanos para secrselas, y pas una pgina con la elegancia de un viejo erudito que se ha pasado media vida en la biblioteca. Sintate erguido en tu silla le orden. Eddie se puso erguido. Ahora quiero que demuestres que ests realmente hipnotizado, Little Eddie. Esto es como un examen. Quiero que extiendas tu brazo derecho hacia adelante. Ponlo tan rgido como puedas. Esto te ensear lo fuerte que puedes ser. Eddie levant un brazo plido y lo extendi hasta la mueca, dejando los dedos colgando. Harry se levant y dijo: Eso est muy bien. Dio dos pasos hasta situarse junto a Eddie, agarr el brazo de su hermano y desliz sus dedos a todo lo largo del mismo, estirando suavemente la mano de Eddie. Ahora quiero que te imagines que tu brazo est cada vez ms duro. Se est poniendo tan duro y rgido como una barra de hierro. Todo tu brazo es una barra de hierro y nadie en el mundo sera capaz de doblarlo, Eddie. Es ms fuerte que el brazo de Superman. Retir sus manos y retrocedi. Vamos a ver; este brazo es tan fuerte y est tan rgido que no puedes doblarlo, aunque lo intentes con todas tus fuerzas. Es una barra de hierro y nadie en el mundo lo puede doblar. Intntalo. Intenta doblarlo. El rostro de Eddie se puso tenso y su brazo se alz unos pocos centmetros. Eddie gru al hacer un esfuerzo que no era visible; era incapaz de doblar el brazo. Muy bien, Eddie, de verdad que lo has hecho muy bien. Ahora tu brazo se est relajando, y cuando yo empiece a contar hacia atrs desde diez se ir relajando cada vez ms. Cuando llegue a uno, tu brazo volver a ser normal. Empez a contar. Los dedos de Eddie perdieron rigidez, cayeron, y finalmente el brazo se coloc de nuevo en posicin de descanso sobre su pierna. Harry volvi a su silla, se sent y mir a Eddie con gran satisfaccin. Ahora estaba seguro de que sera capaz de realizar la siguiente prueba, lo que el doctor Mentaine llamaba El ejercicio de la silla. Ahora ya sabes que todo esto funciona, Eddie, as que vamos a hacer algo un poco ms difcil. Quiero que te coloques en pie delante de tu silla. Eddie obedeci. Harry tambin se levant y movi su silla hacia adelante y hacia un lado, de modo que el asiento de mimbre quedase a una distancia de aproximadamente un metro del lugar donde se hallaba Eddie. Quiero que te estires entre estas dos sillas, colocando la cabeza sobre tu silla y los pies encima de la ma. Y quiero que mantengas las manos a los lados. Eddie se dispuso a seguir la orden sin rechistar, y recost la cabeza sobre el asiento de su silla. Sostenindose con los brazos, levant una pierna y coloc un pie encima de la silla de Harry. Luego levant el otro pie. Inmediatamente su rostro reflej que estaba teniendo dificultades. Levant los brazos y los sujet a su cuerpo con tantas fuerza que pareca que estuviera atado.

Eddie, ahora tu cuerpo se est volviendo tan duro como el hierro. Tu cuerpo entero es una de las cosas ms duras de la Tierra. No hay nada que pueda doblarlo. Podras permanecer en esa postura eternamente y jams sentiras el ms mnimo dolor ni las ms mnima incomodidad. Es como si estuvieras acostado sobre un colchn. Eres muy, muy fuerte. La expresin de esfuerzo se borr del rostro de Eddie. Extendi lentamente los brazos y los relaj. Yaca como una cuerda tirante entre las dos sillas, con tanta tranquilidad que pareca que ni siquiera respiraba. Mientras te hablo, te irs haciendo cada vez ms fuerte. Puedes aguantar el peso de cualquier cosa. Incluso podras aguantar el peso de un elefante. Voy a sentarme encima de tu estmago para demostrrtelo. Harry se sent con cuidado sobre el diafragma de su hermano. Levant las piernas. No ocurri nada. Despus de contar lentamente hasta quince, Harry baj las piernas y se levant. Ahora voy a quitarme los zapatos, Eddie, y me pondr de pie encima tuyo. Se dirigi apresuradamente hacia el taburete del piano, tapizado con una tela estampada a base de ramos de rosas, y lo llev hasta su sitio; luego se quit los mocasines y se subi encima del taburete. En el momento en que puso un pie sobre el vientre raqutico y desnudo de Eddie, la silla en la que su hermano tena recostada la cabeza se tambale. Harry se qued inmvil como un poste durante un momento, pero la silla no cedi. Levant el otro pie del taburete. La silla no se movi. Coloc el otro pie encima de su hermano. Little Eddie lo soport sin ningn esfuerzo. Harry prob a ponerse de puntillas, y seguidamente se apoy sobre sus talones. A Eddie no pareci que aquello le afectara lo ms mnimo. Harry salt a continuacin unos tres centmetros de altura. Cuando volvi a caer sobre Eddie, ste ni siquiera gru, por lo que continu saltando, cinco, seis, siete, ocho veces, hasta que empez a jadear. Eres asombroso, Little Eddie dijo Harry, y salt al taburete. Ahora puedes empezar a relajarte. Puedes poner los pies en el suelo. Luego quiero que te sientes erguido sobre el respaldo de la silla. Tu cuerpo ya no se sentir rgido. Little Eddie haba empezado a intentar bajar un pie, pero tan pronto como Harry termin de hablar, su cuerpo se dobl por la mitad y cay pesadamente al suelo, dndose un golpe en las posaderas. La silla de Harry (la silla de Maryrose) perdi el equilibrio, pero fue a aterrizar silenciosamente sobre un montn de abrigos de lana. Movindose como un robot, Little Eddie se sent erguido en el suelo muy despacio. Tena los ojos abiertos pero la mirada desenfocada. Ahora puedes levantarte y regresar a tu silla orden Harry. No era consciente de haber saltado del taburete, pero lo haba hecho. Gotas de sudor descendan hasta sus ojos. Se enjug el rostro con la manga de su camisa. Durante un instante sinti un atisbo de pnico. Little Eddie se encaminaba como sonmbulo hacia su silla. Cuando se sent, Harry dijo: Cierra los ojos. Vas a dormirte cada vez ms profundamente. Ms y ms profundamente, Little Eddie. Eddie se sent en su silla como si nada hubiera ocurrido, y Harry, aliviado, se

acomod de nuevo en la suya. Seguidamente cogi el libro y lo abri. Las letras bailaban ante sus ojos. Harry movi la cabeza y mir nuevamente, pero las lneas impresas seguan serpenteando por la pgina. Se frot los ojos con las palmas de las manos, y de repente empez a ver una explosin de manchas rojas. Retir las manos de los ojos, parpade, y descubri que aunque ahora las lneas impresas ya no se movan, l ya no quera continuar con aquello. En el desvn haca mucho calor y l estaba demasiado cansado. Adems, la silla se haba cado y haba estado a punto de ocasionar un desastre. Sin embargo, durante un rato estuvo pasando pginas, buscando algo determinado en el libro mientras Eddie continuaba en trance. Fue entonces cuando encontr el apartado Sugestiones posthipnticas. Little Eddie, slo vamos a hacer una cosa ms. Si alguna vez volvemos a probar esto, lo que vamos a hacer nos ayudar a ir ms deprisa. Harry cerr el libro. Saba exactamente cmo se haca, incluso iba a utilizar la misma frase que el doctor Mentaine usaba con sus pacientes: Rosa azul. Aunque no saba exactamente por qu, le gustaba cmo sonaba aquella frase. Eddie, voy a decirte una frase, y desde ahora, siempre que me oigas pronunciar esta frase, te dormirs al instante y volvers a estar hipnotizado. La frase es: Rosa azul. Rosa azul. Cuando me oigas decir Rosa azul te quedars dormido, como ests ahora, y podremos conseguir de nuevo que seas ms fuerte. La frase Rosa azul es ahora nuestro secreto, Eddie, porque nadie ms debe saberlo. Cul es la frase? Rosa azul repiti Eddie, con voz apagada. Muy bien. Voy a contar hacia atrs desde diez, y cuando llegue a uno volvers a estar completamente despierto. No recordars nada de lo que hemos hecho, pero te sentirs feliz y fuerte. Diez. Mientras Harry contaba hacia atrs, Little Eddie se retorci y se estir dejando caer los brazos a los lados, luego coloc un pie en el suelo con fuerza, y al or uno abri los ojos. Ha funcionado? Qu he hecho? Soy fuerte? Como un toro contest Harry. Se est haciendo tarde, Eddie, es hora de bajar. Harry supo calcular el tiempo de una forma tan precisa que resultaba casi inquietante. Tan pronto como los dos muchachos cerraron la puerta del desvn, oyeron que se abra la puerta de entrada de la casa y una cacofona de toses fuertes y de refunfuos ahogados, seguidos por el sonido de pisadas inseguras en direccin al cuarto de bao. Edgar Beevers estaba en casa.

6Entrada la noche, los tres hijos Beevers que an vivan en casa estaban acostados en camas separadas, en la ampla habitacin de la segunda planta que se hallaba junto a las escaleras que conducan al desvn. El dormitorio estaba situado exactamente encima de la habitacin de Maryrose, y sus dimensiones eran casi idnticas, salvo que en la habitacin de los muchachos, el dormitorio comunitario, no haba un asiento junto a la ventana y las escaleras del desvn ocupaban unos centmetros de la zona de Harry. Cuando los otros muchachos vivan en la casa, Harry y Little Eddie dorman juntos, Albert dorma en una cama con Sonny, y slo George, que en la poca de su alistamiento en el Ejrcito meda

metro ochenta y pesaba unos noventa kilos, dorma solo. En aquellos tiempos, Sonny se las arreglaba con frecuencia para hacer gritar a Albert durante la noche. El solo hecho de pensar en George an haca que a Harry se le encogiera el estmago. Aunque ya era muy tarde, de la calle entraba la suficiente luz a travs de las delgadas cortinas blancas de red para formar sombras complejas sobre los abultados msculos del brazo de Albert, que estaba acostado encima de las sbanas. Las voces de Maryrose y Edgar Beevers, una aproximadamente sobria y el otro inequvocamente ebrio, llegaban claramente all arriba a travs de la puerta abierta. Quin dice que yo malgasto mi tiempo? Yo no malgasto mi tiempo. Supongo que consideras que has tenido un duro da de trabajo por haber sustituido a un barman durante un par de horas y luego haberte gastado todo el sueldo en alcohol! Esa es la historia de tu vida, Edgar Beevers, y es una historia muy triste de des-perdi-cio. Si mi padre viera en lo que te has convertido... No soy tan malo, maldita sea. Tampoco eres tan bueno, maldita sea. Albert llam Eddie en voz baja desde su cama situada entre sus dos hermanos. Como si la voz de Eddie le hubiera galvanizado, de repente, Albert se incorpor en la cama, se inclin hacia adelante e intent dar un puetazo a Eddie. Yo no he hecho nada! protest Harry, y se arrastr hasta el extremo de su colchn. Saba que el golpe iba dirigido a l y no a Eddie, pero Albert era demasiado gandul para levantarse de la cama. Te odio a muerte replic Albert. Si no estuviera tan cansado para levantarme de esta asquerosa cama, ahora mismo te rompera la cara. Harry me rob mi coche, mi regalo de cumpleaos dijo Eddie. Haz que me lo devuelva. Un da deca Maryrose en el piso de abajo, al final del verano, al atardecer, cuando yo tena diecisiete aos, mi padre le dijo a mi madre: Cario, voy a salir con nuestra pequea y bonita Maryrose y le voy a comprar algo especial, y me llam desde la sala de estar para que me pusiera guapa y lo acompaara, y como mi padre era un caballero y un hombre de mundo, yo estuve lista en un abrir y cerrar de ojos. Mi padre llevaba un traje marrn muy elegante, una corbata roja de pajarita y su canotier. Lo recuerdo como si lo estuviera viendo ahora mismo. Estaba esperndome al pie de la escalera, y cuando baj me cogi del brazo y salimos por la puerta principal como una pareja de novios. Descendimos por el caminito de piedras que mi padre haba construido con sus propias manos, a pesar de que era un oficinista, y bajamos por la calle Majeski cogidos del brazo en direccin a la avenida Palmyra Sur. En aquellos das todas las personas importantes, todas las que eran alguien, hacan sus compras en las tiendas de la avenida Palmyra Sur. Me gustara hacerte tragar los dientes de un puetazo dijo Albert a Harry en tono de amenaza. Albert, l me ha cogido el coche de mi cumpleaos, de verdad que lo ha hecho, y quiero que me lo devuelva. Tengo miedo de que lo haya destrozado. Si no me lo devuelve, me morir. Albert se apoy sobre un codo y por primera vez mir a Little Eddie. Eddie gimote.

Eres un idiota dijo Albert. Ojal te mueras, Eddie, ojal te caigas muerto aqu mismo, as podramos enterrarte y olvidarnos de ti. Yo ni siquiera llorara en tu funeral. Probablemente ni siquiera me acordara de tu nombre. Dira exactamente: Ah s! Era aquel asqueroso niato que no dejaba de llorar. Me alegro de que est muerto. Eddie se haba vuelto de espaldas a Albert y lloraba silenciosamente, y su cara sucia distorsionada por las sombras reflejaba la imagen misteriosa de la tragedia. Sabes? De verdad que no me importara un comino si ahora mismo te cayeras muerto aadi Albert, ni t tampoco, gilipollas. ...di cuenta de que me llevaba a Allouette's. Seguro que cuando eras pequeo mirabas los escaparates. Te acuerdas de Allouette's, verdad? Nunca ha existido nada tan hermoso como aquellos almacenes. Cuando era pequea y viva en la casa grande, toda la gente importante sola ir all. Mi padre me hizo entrar, rodendome con su brazo. Subimos en el ascensor y nos dirigimos directamente a la seora que se encargaba de la seccin de vestidos. Quiero lo mejor para mi pequea dijo. No importa el precio. La calidad era lo nico que le importaba. Quiero lo mejor para mi pequea. Me ests escuchando, Edgar? Albert roncaba con la cara hundida en la almohada; Little Eddie se retorca espasmdicamente y sollozaba. Harry estuvo despierto durante tanto tiempo que pens que ya nunca podra dormirse. Ante l segua viendo la cara de Little Eddie completamente relajada y atontada bajo los efectos de la hipnosis. La cara de Little Eddie le haca sentirse febril e incmodo. Ahora que estaba acostado, a Harry le pareca como si todo lo que haba hecho desde que regresara de Big John's lo hubiera hecho otra persona, o como si hubiera sucedido en un sueo. Entonces se dio cuenta de que necesitaba ir al cuarto de bao. Harry sali de la cama sin hacer ruido, cruz la habitacin con sigilo, sali al rellano oscuro y baj la escalera a tientas hasta el cuarto de bao. Cuando sali, la luz del cuarto de bao le permiti vislumbrar el contorno negro del telfono encima de la gua telefnica de Palmyra. Harry se dirigi hasta la mesita del telfono situada al lado de la escalera. Con una mano levant el telfono y con la otra abri la gua, ancha como un cuaderno de dibujo. Tal como ya haba hecho otras muchas noches cuando la vejiga le obligaba a bajar las escaleras, Harry se inclin sobre una pgina y seleccion un nmero. Lo retuvo en su memoria mientras cerraba el listn telefnico y volvi a colocar el telfono en su sitio. Marc el nmero y ste son tantas veces que Harry perdi la cuenta. Al final contest una voz ronca. Harry dijo: Te estoy vigilando y eres hombre muerto. Seguidamente deposit suavemente el auricular en su sitio.

7La tarde siguiente, Harry alcanz a su padre justo cuando Edgar Beevers haba empezado a subir por la calle South Sixth hacia la esquina con la calle Livermore. Su padre llevaba su atuendo habitual de pantalones bombachos grises hasta ms arriba de la cintura y recogidos con un cinturn de doble hebilla, una camisa de cuadros escoceses rojos y blancos y un sombrero de fieltro marrn encasquetado hasta los ojos. Su larga nariz

carnosa se balanceaba ante l, cortada en el centro por la sombra del borde del sombrero. Pap! Su padre lo mir sin curiosidad, y seguidamente se meti las manos en los bolsillos. Se volvi hacia un lado y continu andando abajo, aunque quizs un poco ms despacio. Qu hay? No vas a la escuela? Es verano. Tenemos vacaciones. Haba pensado en acompaarte un ratito. Bueno, no tengo mucho que hacer. Tu madre me ha pedido que compre unas hamburguesas en Livermore, y he pensado en entrar un momento en el Idle Hour para echar un trago rpido. Supongo que no me delatars... Claro que no. No eres mal chico, Harry. Pero tu madre tiene montones de preocupaciones. Algunas veces yo tambin estoy preocupado por Little Eddie. Claro. Qu hay de esos libros? Es que lees mientras andas? Slo les echaba un vistazo replic Harry. Su padre puso su mano bajo el codo izquierdo de Harry y sac un par de libros de bolsillo con cubiertas espeluznantes: Asesinato, Sociedad Annima y Los campos de muerte de Hitler. Harry adoraba aquellos dos libros. Su padre gru y le devolvi Asesinato, Sociedad Annima. Levant el otro libro hasta casi la altura de su nariz y ech un vistazo a la cubierta que representaba una mujer desnuda apretndose contra una pared de alambres de espinos, mientras un nazi uniformado la apuntaba con un rifle por la espalda. Al mirar a su padre, Harry vio que, bajo la lnea dura de la sombra del borde del sombrero, los pelos de su mostacho crecan indiscriminadamente con diferentes colores y formas. Negras y marrones, rojas y naranjas, las pas centelleantes formaban remolinos que cruzaban la mejilla de su padre. Yo compr este libro pero no se pareca en nada a esto le explic su padre, y le devolvi el libro. El qu no se pareca? Ese lugar, Dachau, ese campo de concentracin. Cmo lo sabes? Estuve all. T entonces ni siquiera habas nacido. No se pareca en nada a la ilustracin de ese libro. A m me pareci una mierda, como la mayora de los sitios que vi cuando estuve en el Ejrcito. sta era la primera vez que Harry oa que su padre haba estado en el Ejrcito. Quieres decir que estuviste en la Segunda Guerra Mundial? S, estuve en la Gran Guerra. All me nombraron cabo, y tambin me pusieron un apodo, Beans, Beans Beevers. Y me concedieron la medalla Corazn prpura cuando cog una enfermedad infecciosa. Viste Dachau con tus propios ojos? Y bien de cerca que lo vi! De repente se inclin hacia abajo. Eh... procura que tu madre no te pille leyendo ese libro. Secretamente halagado, Harry movi la cabeza. Ahora el libro y el campo de concentracin eran un vnculo entre l y su padre. Has matado alguna vez a alguien?

Su padre se limpi la boca y las dos mejillas con una de sus grandes manos. Tras la sombra del borde del sombrero, Harry vio en sus ojos que estaba meditando la respuesta. Una vez mat a un tipo. Se produjo una larga pausa. Le dispar por la espalda. Su padre se limpi otra vez la boca y luego seal con la cabeza hacia adelante. Tena que ir al bar, a la carnicera, y luego regresar en un perodo de tiempo muy cuidadosamente determinado. Quieres realmente or esto? Harry asinti. l trag saliva. Supongo que te interesa orlo. De acuerdo. Nos enviaron a ese campo, a Dachau, al acabarse la guerra, para procesar a los prisioneros, arrestar a los guardianes y al comandante. Todo estaba dispuesto. Un puado de oficiales de la divisin iba a venir a realizar una inspeccin, as que tuvimos que esperar all un par de das. Tenamos a todos esos guardianes all alineados, sabes?, y aquellos viejos esquelticos iban hacia ellos y les pegaban con rabia. Se supona que no tenamos que dejar que se acercaran demasiado. Estaban pasando frente a la casita de cartn piedra del seor Petrosian. Harry se sinti aliviado al comprobar que el seor Petrosian no se hallaba fuera, en su diminuto porche, bebindose su caja de cervezas. El Idle Hour se hallaba a tan slo unos pasos ms adelante. Pero uno de estos guardianes, uno de los peores, de repente decide echar a correr y escaparse. Se va corriendo como un loco hacia el bosque. Qu hago?, me pregunto. Nadie sabe qu demonios hacer. Pgale un tiro, va y dice uno. As que le dispar por la espalda. Y as es como acab. Ya haban llegado a la puerta que conduca al interior del Idle Hour, y los olores a malta y lpulo saturaban el aire. Te ver en casa le dijo su padre, y desapareci por la puerta con tela metlica como un si fuera un mago.

8Despus de haber ledo un centenar de pginas de Asesinato, Sociedad Annima, los asesinos favoritos de Harry eran Louis Lepke Buchalter y Abe Kid Ttvist Rels. Eran profesionales de confianza. Una especie de aureola de luz negra los envolva y los haca brillar. Lepke Buchalter y Abe Rels miraban el mundo desde las sombras de las alas de sus sombreros. Vivan en habitaciones lbregas y miraban al exterior a travs de las cortinas. Aparecan en una esquina oscura antes que su aterrorizada vctima, hacan su trabajo y se marchaban, subindose el cuello del abrigo. Suponte que tienes un tipo de trabajo que te obliga a viajar por todo el pas, como el de un vendedor, reflexionaba Harry mientras pasaba la tarde leyendo en el columpio del porche. Suponte que tienes un trabajo que te lleva de una ciudad a otra. Suponte que matas a alguien en cada una de esas ciudades, cuidadosa y silenciosamente, y que escondes los cuerpos de tal modo que pasa mucho tiempo antes de que alguien pueda descubrirlos. Nunca se te acabara el trabajo.

9Rosa azul dijo Harry.

Little Eddie se dej caer contra el respaldo de mimbre de la silla con la boca abierta y las manos relajadas sobre las rodillas. Haba funcionado. Harry mir a su alrededor, como si esperara recibir aplausos, y sinti como si todos los objetos que se hallaban en el desvn le miraran con sincera aprobacin. Eran las nueve y media de la noche. l y Eddie, solos en la casa, estaban en el desvn sin riesgo alguno de ser descubiertos. Harry quera probar si era capaz de hipnotizar a otras personas y mandarles hacer cosas. Pero por el momento, por esta noche, se contentaba con experimentar con Eddie. Poco a poco vas a quedarte profundamente dormido, Eddie, cada vez ms profundamente dormido, y ests escuchando cada palabra que te digo. Te vas sumiendo en un sueo ms y ms profundo, escuchando cmo mi voz llega hasta ti, sumergindote en un sueo ms profundo con cada palabra que te digo, y ahora ya ests completamente dormido y preparado para empezar. Little Eddie estaba hundido en la silla de Maryrose de respaldo de mimbre; su mejilla tocaba el pecho y su boquita rosada se hallaba abierta. Tena el aspecto de un nio de siete aos poco desarrollado para su edad; pareca un alumno del segundo curso en lugar de uno del cuarto, que era el que iba a iniciar cuando fuera a la clase de la seora Franken en otoo. De repente, a Harry le record el cochecito descapotable ultrarrpido, rascado, abollado y con los neumticos arrancados. Esta noche vas a darte cuenta de lo fuerte que eres realmente. Incorprate, Eddie. Eddie se puso erguido y cerr la boca, obedeciendo de una forma casi cmica. Harry pens que sera divertido hacer creer a Little Eddie que era un perro y mandarle correr a cuatro patas por todo el desvn, ladrando y levantando la pata. Luego se imagin a Little Eddie tambalendose por el desvn, con la lengua colgando fuera de la boca, apretndose la garganta con las manos, cada vez con ms fuerza. Quiz tambin intentara eso despus de realizar algunos otros experimentos que haba descubierto en el libro del doctor Mentaine. Palp el interior del cuello de su camisa por quinta vez aquella tarde y comprob que an segua all el alfiler de sombrero, largo, delgado, puntiagudo y con cabeza de perla que haba logrado sacar a escondidas del dormitorio de Maryrose, tras haber estado leyendo Asesinato, Sociedad Annima, despus de que ella se fuera a trabajar. Eddie dijo Harry, ahora ests dormido, profundamente dormido, y eres capaz de hacer todo lo que yo te diga. Quiero que levantes el brazo derecho y que lo mantengas extendido frente a ti. Eddie extendi el brazo, y ste qued tan tieso como un palo. Muy bien, Eddie. Ahora quiero que sientas cmo tu brazo pierde por completo la sensibilidad. Se va entumeciendo, entumeciendo. Ya no parece que sea de carne y hueso. Es como si fuera de acero o algo parecido. Est tan entumecido que ya no tiene sensibilidad. Ni siquiera puedes sentir dolor en el brazo. Harry se aproxim a Eddie y desliz rpidamente sus dedos a lo largo del brazo de su hermano. Sientes algo? No contest Eddie lentamente y con voz profunda. Y ahora sientes algo? dijo Harry mientras pellizcaba la parte interior del antebrazo de Eddie. No. Y ahora? Esta vez Harry hundi con fuerza las uas en uno de los bceps de Eddie, dejndole seales moradas en la piel. No repiti Eddie. Y ahora? Golpe el antebrazo de Eddie con tanta fuerza como fue capaz. Se oy un

chasquido agudo y sonoro, y Harry sinti un hormigueo en los dedos. Si Little Eddie no hubiera estado hipnotizado, habra echado abajo las paredes con sus chillidos. No respondi Eddie. Harry sac el alfiler del cuello de su camisa y examin el brazo de su hermano. Lo ests haciendo muy bien, Little Eddie. Eres el ms fuerte de tu clase, y probablemente el ms fuerte de todos los chicos de la escuela. Dio la vuelta al brazo de Eddie, quedando la palma de la mano hacia arriba y el antebrazo blanco, a travs del cual se transparentaban ligeramente multitud de venitas azules, frente a l. Harry desliz con cuidado la punta del alfiler por el antebrazo plido y venoso de Eddie. La punta dej tras de s un araazo fino y blanco como la tiza. Por un momento, a Harry le pareci que el suelo del desvn se mova bajo sus pies; luego cerr los ojos y clav el alfiler en el brazo de Little Eddie con tanta fuerza como pudo. Abri los ojos. El suelo segua movindose bajo sus pies. De la parte ms baja del brazo de Eddie, el alfiler sobresala unos quince centmetros de los diecisiete que meda, y la cabeza de madreperla centelleaba a la luz de la bombilla que se hallaba sobre sus cabezas. En la piel de Eddie haba una gota de sangre del tamao de una pepita de sanda. Harry se dirigi de nuevo hacia la silla y se sent pesadamente. Sientes algo? No contest Eddie de nuevo con aquella extraa voz profunda. Harry contempl fijamente el alfiler clavado en el brazo de Eddie. La gota de sangre ovalada se iba extendiendo sobre la piel blanca y empez a rezumar lentamente hacia la mueca de Eddie. Harry la contemplaba mientras avanzaba por la parte interior del antebrazo plido de Eddie. Finalmente regres junto a Eddie. La gota de sangre alargada haba dejado de moverse. Harry movi el alfiler, balancendolo. Eddie no senta nada. Harry asi la centelleante cabeza del alfiler entre sus dedos pulgar e ndice. Su rostro arda como si estuviera sentado al lado de una chimenea. Hundi el alfiler un centmetro ms adentro en el brazo de Eddie, y de nuevo empez a brotar una pequea cantidad de sangre de la base del mismo. Mientras lo mantena agarrado, a Harry le pareca que el alfiler se mova hacia atrs y hacia adelante, como si estuviera respirando. Estupendo exclam Harry. Estupendo. Agarr el alfiler fuertemente con la mano y estir. El alfiler sali con facilidad de la herida. Harry levant el alfiler hasta la altura de los ojos, como un mdico al levantar un termmetro para leer la temperatura. l haba imaginado que toda la parte inferior del alfiler estara teida de rojo, pero comprob que slo se haba adherido al alfiler una pizca de sangre seca. Durante un instante pens en introducir la punta del alfiler en su boca y lamerla hasta que quedara limpia. Quizs en otra vida fui Lepke Buchalter, pens. Sac un pauelo del bolsillo delantero de su camisa, un cuadrado sucio de tela de pijama roja, y limpi la sangre seca de la aguja. Luego se inclin sobre Eddie y le limpi cuidadosamente la mancha de sangre de la parte interior de su brazo. Harry volvi a doblar el pauelo de forma que no se viera la sangre, se limpi el sudor de la cara y lo introdujo de nuevo en su bolsillo. Esto ha estado muy bien, Eddie. Ahora vamos a hacer algo un poquito diferente. Se arrodill al lado de su hermano y levant con delicadeza el brazo casi ingrvido y

cubierto de venitas de Eddie. Todava no puedes sentir nada en este brazo, Eddie, porque est completamente insensible. Est dormido y no se despertar hasta que yo se lo ordene. Harry cambi de postura para no perder el equilibrio mientras estaba de rodillas, y coloc en posicin casi horizontal la punta del alfiler contra la piel del brazo de Eddie. La empuj hacia adelante lo suficiente como para levantar una pequea arruga de piel. La punta del alfiler se hundi en la piel de Eddie, pero no la desgarr. Harry empuj ms fuerte y el alfiler hizo que la piel se levantara slo un poco ms, pero de modo apreciable. Atravesar la piel era algo mucho ms difcil de lo que l se hubiera podido imaginar. El alfiler empezaba a hacerle dao en los dedos, de modo que Harry abri la mano y coloc la cabeza del alfiler contra la base de su dedo anular. Haciendo muecas, empuj su mano contra el alfiler. La punta del alfiler asom de repente a travs de la pequea arruga de piel. Eddie, ests hecho de latas de cerveza dijo Harry, y arrastr con fuerza la cabeza del alfiler hacia atrs. La arruga de la piel se alis. Ahora Harry poda empujar otra vez el alfiler hacia adelante introduciendo el cuerpo de aqul cada vez a mayor profundidad bajo la superficie de la piel de Littlle Eddie. Poda ver la huella del alfiler bajando por el brazo de su hermano, dejando un surco tan prominente como el que deja un conejo de dibujos animados a su paso por una extensin de csped. Cuando la cabeza de madreperla estuvo a unos ocho centmetros del orificio de entrada, Harry la hundi ms en el interior de la carne de Little Eddie, levantando as la punta del alfiler. Dio un fuerte manotazo a la cabeza del alfiler, y la punta reapareci en el extremo del surco de la piel de Eddie, asomando a travs de una manchita de sangre. Harry empuj el alfiler hacia adentro con ms fuerza. Ahora ya sobresalan por cada extremo unos cuatro centmetros de metal gris. Sientes algo? Nada. Harry sigui moviendo la cabeza del alfiler y una burbuja de sangre apareci por la entrada de la herida y empez a fluir por el brazo de Eddie. Harry se sent en el suelo del desvn, al lado de Eddie, y contempl su obra. En su mente no haba pensamientos sino slo una gran variedad de sensaciones, y eso le resultaba agradable. Senta un zumbido en la cabeza pero no poda orlo, y sus ojos parecan estar empaados por una pelcula borrosa. Respir por la boca. En cierto sentido, el largo alfiler atravesado en el brazo de Little Eddie tena un aspecto monstruoso, pero por otro lado era simplemente hermoso. Piel, sangre y metal. Harry nunca haba visto hasta entonces nada parecido. Se acerc de nuevo y empez a retorcer el alfiler, haciendo que otra gotita de sangre se desparramara desde la herida por la que sala el alfiler. Harry vea todo aquello como a travs de unos cristales empaados, pero no le importaba. Saba que ese efecto era slo mental. Toc otra vez la cabeza del alfiler y la movi de un lado a otro. De ambos pinchazos brot un poco ms de sangre. Luego empuj el alfiler hacia adentro, lo sac un poquito de modo que la punta casi desapareci de nuevo dentro del brazo de Eddie, la movi otra vez hacia adelante y repiti el mismo movimiento, hacia atrs y hacia adelante, durante un rato, como si estuviera cosiendo a su hermano. Finalmente retir el alfiler del brazo de Eddie. Dos largos regueros de sangre casi

haban alcanzado la mueca de su hermano. Harry se frot los ojos con la parte inferior de la mano, parpade y descubri que su vista se haba aclarado. Se preguntaba cunto tiempo haca que l y Eddie estaban en el desvn. Podran haber sido horas. No poda recordar claramente lo que haba ocurrido antes de introducir la aguja en la piel de Eddie. Ahora era su mente la que estaba borrosa y no su vista. Unas pulsaciones inquietantes latan con fuerza en sus sienes. Volvi a limpiar la sangre del brazo de Eddie. Se levant, dndose cuenta de que sus rodillas estaban temblorosas, y regres a su silla. Cmo est tu brazo, Eddie? Dormido contest Eddie con su voz profunda y soolienta. Esta sensacin ya est desapareciendo. Muy, muy lentamente. De nuevo ests empezando a sentir tu brazo, es una sensacin agradable. No experimentas ningn dolor. Es como si le hubiera estado dando el sol toda la tarde. Est fuerte y sano. Ests empezando a tener sensibilidad en el brazo, ya puedes mover los dedos y todo lo dems. Cuando acab de hablar, Harry se ech hacia atrs en la silla y cerr los ojos. Se limpi el sudor de la frente con una mano y se sacudi la humedad de la camisa. Cmo est tu brazo? pregunt sin abrir los ojos. Bien. Eso es fabuloso, Little Eddie. Harry extendi las palmas de las manos sobre su rostro sofocado, se sec las mejillas y abri los ojos. Puedo hacer esto cada noche pens. Puedo traer a Little Eddie aqu arriba cada noche, al menos hasta que empiece el colegio. Eddie, cada da te vas haciendo ms fuerte. Esto te est ayudando una barbaridad. Y cuanto ms lo hagamos, ms fuerte sers. Me entiendes? Te entiendo contest Eddie. Por esta noche ya casi hemos terminado. Slo hay una cosa ms que me gustara probar. Pero tienes que estar profundamente dormido para que funcione. As que quiero que te vayas durmiendo tan profundamente como puedas. Reljate. Ahora ests profundamente dormido, profundamente, profundamente, y relajado, y preparado, y te sientes bien. Eddie estaba sentado, en posicin relajada, con la cabeza inclinada hacia atrs y los ojos cerrados. Dos minsculas manchas oscuras de sangre, como picadas de mosquito, destacaban en la parte inferior del antebrazo derecho. Mientras yo te est hablando, Eddie, te irs volviendo gradualmente ms joven. Vas a retroceder en el tiempo, de modo que ahora ya no tienes nueve aos, tienes ocho, estamos en el ao pasado y ests en tercer curso, y ahora tienes siete, y ahora seis... y ahora tienes cinco, Eddie, y es el da de tu cumpleaos. Hoy has cumplido cinco aos, Little Eddie. Cuntos aos tienes? Cinco. Harry descubri con agradable sorpresa que la voz de Little Eddie sonaba realmente como la de alguien ms joven, y tambin la postura encorvada en la que se encontraba en aquel momento resultaba de nio ms pequeo. Cmo te sientes? Mal. No me gusta nada mi regalo. Es horrible. Lo ha comprado pap, y mam dice que no quiere tenerlo en casa porque no es ms que basura. Ojal nunca volviera a ser mi

cumpleaos, los cumpleaos son horribles. Tengo ganas de llorar. Su rostro se contrajo. Harry trat de recordar qu regalo haba recibido Eddie cuando cumpli cinco aos, pero no lo consegua; slo tena un dbil recuerdo de vergenza y decepcin. Qu te han regalado, Eddie? Una radio dijo Eddie con voz lloriqueante. Pero est rota y mam dice que parece como si la hubieran sacado del vertedero. No la quiero. No quiero ni verla. S, pens Harry, s, s, s. Lo recordaba. El da en que Little Eddie cumpli cinco aos, Edgar Beevers haba aparecido con una radio de plstico amarilla, que incluso a Harry le haba parecido horrible. El dial estaba resquebrajado, y aqu y all tena marcas circulares marrones, parecidas a costras, en los lugares donde alguien haba aplastado cigarrillos para apagarlos. Haca mucho tiempo que haban abandonado la radio en el cuarto de los trastos, donde ahora yaca bajo varias capas geolgicas de basura. De acuerdo. Eddie, ahora puedes olvidarte de la radio porque ests otra vez yendo hacia atrs, eres an ms pequeo, vas a retroceder hasta tener cuatro aos... y ahora tienes tres. Observ con inters a Little Eddie, cuyo aspecto haba cambiado. En lugar de mostrarse desdichado y lloroso, ahora tena una expresin alegre y autosuficiente que Harry no recordaba haber visto nunca en l. Tena los brazos cruzados sobre el pecho. Sonrea y sus ojos eran claros, brillantes e infantiles. Qu ves? pregunt Harry. A mam. Qu hace? Mami est sentada en su mesa. Est fumando y mirando unos papeles. Eddie ri nerviosamente. Mam est graciosa. Parece que le salga humo de la cabeza. Eddie hundi la barbilla y se tap la boca para esconder su sonrisa. Mam no me ve. Yo la veo, pero ella no. Oh!, mam trabaja mucho. Trabaja mucho en su mesa. La sonrisa se esfum de repente del rostro de Eddie. Se qued petrificado durante un segundo, con una expresin ausente. Luego sus ojos se abrieron aterrorizados y su boca se puso flccida y temblorosa. Qu ha ocurrido? Harry se haba quedado con la boca seca. No, mam! gimi Eddie. No lo hagas, mam! Yo no te estaba espiando, de verdad que no. Te prometo... Sus palabras se quebraron en un chillido. NO, MAM! NO LO HAGAS! NO LO HAGAS, MAM! Eddie salt hacia arriba, despidiendo su silla hacia atrs, y se puso a correr a ciegas hacia la parte trasera del desvn. Los gritos de Eddie retumbaban en la cabeza de Harry. Oy un agudo crack! de madera que se rompa, pero eso era tan slo una nfima parte del ruido que Eddie estaba haciendo al correr enloquecido por el desvn. Eddie se haba lanzado contra una maraa de vestidos colgados, empez a dar vueltas alrededor de ellos, enredndose cada vez ms entre los vestidos, y ahora estaba intentando salir de aquella maraa, arrancando algunos de sus perchas. Un vestido color morado de manga larga con un enorme lazo en el cuello se haba enroscado alrededor de Eddie como una fantasmagrica pareja de baile, y otro vestido de un color rojo apagado se le haba enzarzado en la pierna derecha. Eddie lanz otro alarido

y consigui salir de la maraa de vestidos. Todo el perchero se tambale y finalmente se vino abajo con un tremendo ruido metlico. NO! chillaba. SOCORRO! Eddie iba derecho hacia una gran viga de madera que marcaba uno de los aleros, dio un salto y fue hacia Harry moviendo los brazos como un molino de viento. Harry saba que su hermano no lo vea. Eddie, prate dijo l, pero Eddie ya no poda orle. Harry intent que Eddie se detuviera, rodendolo con sus brazos, pero Eddie no dejaba de moverse. Dio un golpe a Harry en el pecho con un hombro, y otro en la barbilla con la cabeza. Antes de que los brazos de Harry pudieran cerrarse en torno a l, Eddie se escurri, sus ojos se desenfocaron y fue a empotrarse contra el espejo basculante. El espejo se tambale hacia los lados. Harry lo vio inclinarse con lentitud hacia el suelo, como en sueos, y luego, en un abrir y cerrar de ojos, cay y se hizo aicos. Los cristales rotos se esparcieron por todo el suelo del desvn. PRATE! aull Harry. CLMATE, EDDIE! De repente Eddie se calm. Todava llevaba colgando de su pierna derecha un pesado vestido de terciopelo rojo, desgarrado y sucio. La sangre bajaba rezumando hacia la sien desde un corte profundo encima del ojo. Su respiracin, entrecortada, liberaba el aire en pequeas exhalaciones lloriqueantes. Vaya mierda! exclam Harry, mirando a su alrededor en el desvn. En unos pocos segundos, Eddie se las haba arreglado para montar una devastacin total. Los vestidos antiguos de Maryrose yacan enmaraados en una montaa llena de polvo, de la cual sobresalan esquelticamente las perchas de alambre; huellas grises de pisadas, de la talla de Eddie, aparecan marcadas como un estampado sobre la explosin de colores apagados en la que se haban convertido aquellos vestidos. Al volcarse el perchero, haba arrancado un trozo de madera, del tamao de un plato sopero, de una mesita redonda que Maryrose consideraba especialmente valiosa por estar hecha de una sola pieza de teca una sola pieza de teca, la madera ms apreciada y rara del mundo, procedente de un lugar tan lejano como Ceiln!. El valioso espejo se haba convertido en cientos de trozos brillantes esparcidos por todo el suelo del desvn. Cada vez ms horrorizado, Harry descubri que el marco de madera se haba resquebrajado como un hueso y tena una fractura sorprendentemente blanca dentro de la superficie pintada de oscuro. Harry senta cmo la sangre se volcaba dentro de su cuerpo, casi hacindole volcar a l, como el espejo. Dios mo, Dios mo, Dios mo! exclam Harry. Se volvi lentamente. Eddie estaba de pie, parpadeando, a unos cinco centmetros de l, intentando sin xito limpiarse la sangre que le resbalaba por la frente y que ya le cubra gran parte de la mejilla izquierda. Pareca un piel roja con sus pinturas de guerra... un indio perdido, derrotado, porque sus ojos estaban turbios y su cabeza se mova de un lado al otro a la deriva. A pocos centmetros de Eddie estaba la silla sobre la que haba estado sentado. Uno de sus delgados brazos curvados de madera yaca a su lado, brutalmente arrancado. Tena el aspecto de una pata de insecto, pens Harry, o de un fusil de juguete. Harry pens por un momento que su cara tambin estaba manchada de sangre. Se

pas la mano por la frente y se mir la mano brillante. Era slo sudor. Su corazn lata apresuradamente. A su lado, Eddie dijo: Aaah... qu...? La herida de la cabeza le haba hecho despertar del sueo hipntico. Los vestidos estaban pisoteados, revueltos, hechos jirones. El espejo hecho aicos. La mesa mutilada. La silla de Maryrose volcada sobre un lado, como la vctima de un asesinato, y su brazo destrozado terminaba en un montn de ligamentos rotos. Me duele la cabeza dijo Eddie con voz dbil y temblorosa. Qu ha pasado? Oooh! Estoy todo lleno de sangre! Estoy todo lleno de sangre, Harry! Que ests lleno de sangre? Que t ests lleno de sangre? le vocifer Harry. Todo est lleno de sangre, estpido. Mira a tu alrededor! No reconoca su propia voz, que tena un sonido agudo y metlico, como si procediera de otro lugar. Little Eddie dio un paso para apartarse de l. Harry hubiera querido echarse sobre su hermano, pulverizar su cabeza sangrante hasta convertirla en fosfatina, destrozarlo, aplastarlo... Eddie levant la palma de la mano manchada de sangre y se la qued mirando. Se la limpi ligeramente con la parte delantera de su camiseta y dio otro paso. Estoy asustado, Harry murmur con su dbil voz. Mira lo que has hecho! aull Harry. Lo has destrozado todo! Maldita sea! Vers lo que nos va a pasar ahora! Qu va a hacer mam? pregunt Eddie, con una voz tan tenue que pareca un murmullo. No lo sabes? grit Harry. Ests muerto! Eddie empez a llorar. Harry cerr los puos y los ojos. Los dos estaban muertos, sa era la pura verdad. Harry abri los ojos, febriles y extraamente pesados, y contempl a su hermano lloriqueante, manchado de sangre e intil. Rosa azul dijo.

10Little Eddie dej caer las manos a los lados. Baj la barbilla y abri la boca. La sangre flua incesantemente por el lado izquierdo de su rostro formando una amplia banda, desapareca bajo la lnea de la mandbula y continuaba resbalndole por el cuello y hacia el interior de la camiseta. La sangre que formaba un charco sobre su ceja izquierda segua goteando en el suelo, como si de un grifo abierto se tratase. Te ests quedando profundamente dormido dijo Harry. Dnde estaba el alfiler? Mir hacia la nica silla que an permaneca en pie y vio la cabeza de madreperla centelleando en el suelo cerca de aqulla. Todo tu cuerpo ha perdido sensibilidad. Se dirigi hasta el lugar donde se hallaba el alfiler, se inclin y lo recogi. El alfiler metlico tena un tacto clido entre sus dedos. No sientes ningn dolor. Retrocedi hasta Little Eddie. Nada puede hacerte dao.

La respiracin de Harry pareca respirar a su vez, agolpndose en su garganta en forma de jadeos roncos y febriles, para salir seguidamente por la misma. Me has odo, Little Eddie? Te he odo respondi Little Eddie, con su voz profunda, lenta, hipnotizada. Y no puedes sentir dolor? No puedo sentir dolor. Harry ech un brazo hacia atrs, con la punta del alfiler saliendo de su puo, y luego impuls su mano hacia adelante con tanta fuerza como pudo y clav el alfiler en el abdomen de Eddie, atravesando la camiseta manchada de sangre. Exhal el aire de golpe y sinti que su aliento tena un sabor de amarga afliccin. No sientes nada. No siento nada. Harry abri su mano derecha y apret la palma contra la cabeza del alfiler, clavndola hacia adentro unos cuantos centmetros ms. Little Eddie pareca un mueco vud. Le envolva una especie de luz centelleante. Harry agarr la cabeza del alfiler con el pulgar y el ndice y la arranc violentamente. La levant e inspeccion. La luz brillante tambin volva al alfiler. La aguja larga estaba teida de sangre. Harry introdujo la punta en su boca y cerr los labios alrededor del metal caliente. Se vio a s mismo, un hombre en otra vida, de pie en una fila de hombres como l en un desolado paisaje gris, con alambres de espinos de fondo. Gente demacrada vestida con harapos arrastraba los pies hacia ellos y les escupa en la ropa. En el aire se perciba un olor a carne muerta y quemada. De repente, desapareci aquella visin y volvi a ver a Little Eddie frente a l, envuelto en capas de luz brillante. Harry haca muecas o rea, le habra sido imposible establecer la diferencia, y hundi profundamente el alfiler largo en el estmago de Eddie. Eddie exhal un leve uf. No sientes nada susurr Harry. Todo tu cuerpo se siente bien. Nunca te has sentido mejor en tu vida. Nunca me he sentido mejor en mi vida. Harry extrajo lentamente el alfiler y lo limpi con los dedos. Se acordaba exactamente de todas las cosas que le haban explicado sobre Tommy Golz. Ahora vas a jugar a un juego muy, pero que muy divertido dijo Harry. Se llama el juego de Tommy Golz, porque va a ayudarte a protegerte de la seora Franken. Ests preparado? Harry clav cuidadosamente el alfiler en la tela del cuello de su camisa, sin dejar de observar a aquel Eddie inerte que chorreaba sangre. Bandas vibrantes de luz latan rtmica e incesantemente sobre la cara de Eddie. Preparado dijo Eddie. Ahora te voy a dar las instrucciones, Little Eddie. Presta atencin a todo lo que te digo y todo saldr perfecto. Todo ir bien siempre que hagas exactamente todo lo que yo te diga. Comprendido? Comprendido. Repite lo que te acabo de decir. Todo ir bien si hago exactamente todo lo que t me digas. Un reguero de sangre resbal de la ceja de Eddie y se esparci por su camiseta ya empapada. Muy bien, Eddie. Ahora lo primero que vas a hacer es caerte al suelo; no, an no, cuando yo te lo diga. Voy a darte todas las instrucciones y luego voy a contar hacia atrs

desde diez, y cuando llegue a uno, empezars a jugar. De acuerdo? De acuerdo. Bueno, pues lo primero que vas a hacer es caerte al suelo, Little Eddie. Te caes al suelo con mucha fuerza. Luego viene la parte ms divertida del juego. Te golpears la cabeza con violencia contra el suelo. Empezars a enloquecer. Te retorcers y golpears las manos y los pies contra el suelo. Esto lo estars haciendo durante mucho rato. Puedes hacerlo hasta que hayas contado hasta cien. Echars espuma por la boca y te retorcers por toda la habitacin. Te pondrs muy tenso y luego te relajars, volvers a ponerte tenso, y te volvers a relajar, y durante todo ese tiempo te irs dando golpes en la cabeza, en las manos y en los pies violentamente contra el suelo, y te irs retorciendo por toda la habitacin. Luego, cuando hayas contado mentalmente hasta cien, hars una ltima cosa. Te tragars la lengua. se es el juego. Cuando te hayas tragado la lengua, habrs ganado. Y despus ya nunca podr ocurrirte nada malo y la seora Franken ya nunca podr hacerte dao, nunca, nunca, nunca. Harry guard silencio. Le temblaban las manos. Inmediatamente se dio cuenta de que tambin le temblaban las entraas. Levant sus dedos temblorosos hasta el cuello de su camisa y palp el alfiler. Dime cmo ganars el juego, Little Eddie. Qu es lo ltimo que tienes que hacer? Tragarme la lengua. Perfecto. Y luego ni la seora Franken ni mam podrn hacerte dao, porque t habrs ganado el juego. Bien respondi Little Eddie. La luz centelleante se reflejaba a su alrededor. De acuerdo, empezaremos a jugar ahora dijo Harry. Diez. Se encamin hacia las escaleras del desvn. Nueve. Lleg a las escaleras. Ocho. Descendi un peldao. Siete. Harry descendi otros dos peldaos. Seis. Cuando hubo descendido dos peldaos ms, alz ligeramente la voz. Cinco. Ahora su cabeza se encontraba por debajo del nivel del suelo del desvn y ya no poda ver a Little Eddie. Lo nico que poda or era el sonido de la sangre al caer al suelo. Cuatro. Tres. Dos. Harry estaba ahora en la puerta por la que se acceda a los peldaos que conducan al desvn. Harry abri la puerta, la cruz, respir profundamente, y grit en direccin a la escalera: Uno! Oy un ruido sordo y luego cerr rpidamente la puerta detrs de l. Harry atraves el vestbulo y entr en el dormitorio. En el pasillo pareca notarse una extraa ausencia de luz. Durante un segundo vio, estaba seguro de ello, una hilera de rboles oscuros a travs de una pared de alambres de espinos. Harry cerr tambin aquella puerta, se dirigi hacia su estrecha cama y se sent. Senta cmo la sangre se agolpaba en su rostro y lata; sus ojos parecan arder con un extrao calor, como si los estuvieran calentando con filamentos incandescentes. Harry desenganch el alfiler del cuello de la camisa, lentamente, casi con solemnidad, y lo coloc sobre la almohada. Cien dijo Harry. Noventa y nueve, noventa y ocho, noventa y siete, noventa y seis, noventa y cinco, noventa y cuatro... Cuando hubo contado hasta uno, se levant y sali de la habitacin. Baj rpidamente las escaleras sin mirar hacia la puerta detrs de la que estaban los peldaos que conducan al desvn. En la planta baja se desliz sigilosamente en el dormitorio de

Maryrose, se acerc a su escritorio y abri el cajn inferior del lado derecho. Del cajn sac una caja forrada de terciopelo. La abri y clav el alfiler en la almohadilla claveteada, de donde lo haba cogido y en la que haba alfileres de todas las medidas y tamaos. Meti de nuevo la caja en el cajn, lo cerr, sali rpidamente de la habitacin y subi la escalera. Una vez de vuelta en su habitacin, Harry se desnud y se acost en su cama. Su rostro an arda. Debi de quedarse dormido muy rpidamente porque lo siguiente que recordaba despus de aquello fue a Albert entrando en la habitacin, dando portazos y esparciendo su ropa y sus botas por todas partes. Ests dormido? pregunt Albert. Habis dejado encendida la luz del desvn, imbciles, pero si crees que voy a salvar vuestros asquerosos culos subiendo all arriba y apagndola es que an eres ms estpido de lo que pareces. Harry tuvo buen cuidado de no mover ni un dedo, ni siquiera un cabello. Contuvo la respiracin mientras Albert se tumbaba en su cama, y cuando la respiracin de Albert se relaj y se hizo ms lenta, Harry sigui el ejemplo de su hermano mayor y se durmi. No volvi a despertarse hasta que oy a su padre en el desvn, medio gritando, medio sollozando, y eso ya era a altas horas de la noche.

11Sonny lleg de Fort Sill y George de Alemania. Entre los dos sostenan a un Edgar Beevers destrozado junto a la tumba, mientras que un clrigo que Harry no haba visto jams lea algo en una Biblia tan andrajosa y gastada como un zapato viejo. Entre sus dos hijos mayores, el padre de Harry pareca un viejo encorvado, un viejo esqueltico a slo unos pasos de su propia tumba. Harry se dio cuenta de que Sonny y George sentan desprecio por su padre; lo consolaban en su sufrimiento, en parte porque haban contribuido con treinta dlares cada uno para comprarle un traje y no queran verlo desplomarse con su propietario dentro sobre el barro apelmazado del cementerio. Su mostacho brillaba al sol y tena los ojos y las comisuras de los labios humedecidos. Temblaba tanto que ni Sonny ni George haban conseguido afeitarlo, y slo fue capaz de caminar en lnea recta despus de que George le hubo permitido tomar un par de tragos de un frasco cubierto de cuero que extrajo de su macuto de lona. El clrigo pronunci unas cuantas palabras llenas de sabidura sobre el tema de la epilepsia. Enfundados en sus uniformes, Sonny y George tenan una apariencia tan slida como una pared de ladrillos; se asemejaban a los guardianes de una prisin o a los mismos prisioneros. Junto a ellos, Albert pareca encogido y hundido. Albert vesta la chaqueta de deporte de cuadros escoceses verdes con la que se haba graduado en el octavo curso, y sus muecas sobresalan prominentes y rojas unos diez centmetros de los extremos de las mangas. Sus botas de motorista trasparentaban debajo de sus pantalones grises de tela fina, que al igual que la chaqueta verde haban perdido su distincin. Lo mismo le ocurra a Albert: desde el da en que descubrieron el cadver de Eddie, Albert no haba hecho ms que rondar por la casa como si se hubiera mordido la punta de la lengua y estuviera considerando si la escupa o no. Nunca miraba a nadie a los ojos, y en raras ocasiones

hablaba. Albert se comportaba como si le hubieran colocado un candado gigantesco en medio del pecho y fuera a ser condenado para siempre si se lo quitaba. No haba hecho ni una sola pregunta a Sonny ni a George sobre el Ejrcito. De vez en cuando haca algn comentario sobre la gasolinera con una voz tan inexpresiva que no invitaba a pronunciar respuesta alguna. Harry mir a Albert, de pie junto a su madre, con las manos entrelazadas y sin separar la mirada del palmo cuadrado de suelo que se extenda ante l, como si estuviera cumpliendo una sentencia. Albert dirigi una mirada a Harry porque se dio cuenta de que ste lo estaba observando, e hizo algo que a Harry le result extraordinario. Albert se qued petrificado. La expresin se haba desvanecido de su rostro y sus manos permanecan inmviles y juntas. Pareca tan incapaz de ver y or como una estatua. Se comporta de esta manera porque le haba dicho a Little Eddie que deseaba que se muriese, pens Harry por dcima o undcima vez desde que se haba dado cuenta de aquel comportamiento, y siempre con el mismo asombro. Harry se preguntaba si estara mintiendo. Si realmente quera que Little Eddie cayera muerto, por qu no era feliz ahora? No haba conseguido lo que deseaba? Albert nunca escupira ese trozo de lengua, pens Harry, observando cmo su hermano parpadeaba lentamente, fijando la mirada vaca en el suelo. Harry cambi la direccin de su mirada y la fij en su padre, todava sostenido por Sonny y George; oy que el sacerdote estaba llegando al final de su homila, y lanz una mirada rpida a su madre. Maryrose estaba muy erguida, con su vestido negro y sus gafas oscuras, sosteniendo con las manos las asas de su bolso delante de ella. Si no hubiera sido por el color de sus ropas, podra haber pasado por una espectadora de un partido de tenis. Harry saba, por la expresin de su rostro, que estaba deseando fumar. Se muere por un cigarrillo, pens l, ja, ja, ella que se cree tan grande es carne de cementerio. El sacerdote finaliz su sermn e hizo un gesto retrico con las manos. El atad, sostenido por unas cuerdas, se hundi en la spera tierra. El padre de Harry empez a sollozar. Primero George y luego Sonny, cogieron grandes puados de tierra hmeda que llevaban marcas de pala y los dejaron caer sobre el fretro. Edgar Beevers casi cay en la fosa detrs del diminuto terrn de tierra que acababa de tirar, pero George lo empuj hacia atrs con aire despectivo. Maryrose dio unos pasos hacia adelante, se inclin y cogi al azar un trozo de tierra con el pulgar y el ndice, como si estuviera agarrando algo con pinzas, lo dej caer y retrocedi a su sitio antes de que se oyera el golpe. Albert fij su mirada en Harry; su trozo se le haba deshecho en las manos y las migajas le resbalaban por entre los dedos. Harry neg con la cabeza. No quera echar porquera encima del atad de Eddie y producir aquel ruido. No quera volver a mirar el fretro de Eddie. Ya haba suficiente porquera sin que l tuviera que golpear aquella caja de metal como si tratara de llamar al timbre de la puerta de Eddie. Dio un paso hacia atrs. Mam dice que tenemos que volver a casa dijo Albert. Maryrose encendi un cigarrillo tan pronto como entr en el nico coche negro que haban alquilado en la funeraria, y comenz a exhalar un humo acre sobre todos los que estaban apretujados en el asiento trasero. El vehculo retrocedi por un callejn estrecho del cementerio y descendi por la avenida principal hacia las puertas de entrada. En el asiento delantero, al lado del conductor, Edgar Beevers se inclin hacia un lado

y apoy la cabeza en la ventanilla, dejando una huella de vaho en el cristal. Cmo es posible que Little Eddie fuera epilptico y que nadie lo supiera? pregunt George. Albert se puso rgido y mir por la ventana. Bueno, la epilepsia es as contest Maryrose. Eddie podra haber vivido aos y aos sin sufrir ningn ataque. El hecho de que trabajara en un hospital haca que sus observaciones cobraran un tono solemne, casi como si ella fuera mdico. Debe de haber sido un ataque opin Sonny, estrujado en su asiento entre Harry y Albert. Grand mal respondi Maryrose, y dio otra vida calada a su cigarrillo. Pobrecito hijo de puta dijo George. Lo siento, mam. Ya s que ests en las Fuerzas Armadas y que en las Fuerzas Armadas la gente habla con mucha libertad, pero te agradecera que no usaras ese tipo de lenguaje. Harry, estrujando contra una parte dura del cuerpo de Sonny, not que ste se retorca espasmdicamente