Piedras Angulares de Un Hogar Feliz

8/14/2019 Piedras Angulares de Un Hogar Feliz

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PIEDRAS ANGULARES DE UN

HOGAR FELIZ

Discurso dado por el presidente Gordon B. Hinckley en la charla fogonera paramatrimonios llevada a cabo en el Tabernculo de la Manzana del Templo el 29 de

enero de 1984.

iempre tengo presente la ternura de mipadre hacia mi madre. Ella muri a laedad de 50 aos y durante su

enfermedad, mi padre se desviva por atenderla yhacerla sentir tan cmoda como pudiera. Pero esto

no fue algo que aconteci debido a la enfermedad demi madre, sino que siempre fue as.

En nuestro hogar de la infancia, nosotrossabamos, y nos resultaba evidente debido a lo quese perciba y no a ninguna declaracin, que ellos seamaban, se respetaban y se honraban mutuamente.

Que bendicin ha resultado eso para nosotros. De nios nos proporcionaba unainmensa seguridad. Al ir creciendo nuestros pensamientos y nuestras acciones, sevieron inspirados por el recuerdo de aquel ejemplo.

Mi amada compaera y yo hemos estado casados ya por ms de medio siglo.Tambin ella tiene la bendicin de haber sido criada en un hogar en el que reinsiempre un espritu de compaerismo, amor y confianza. S que la mayora deustedes proviene de hogares as; lo que es ms, s que la mayora de ustedes vivevidas felices y llenas de amor en sus propios hogares. Pero tambin hay muchaspersonas, realmente muchas, que no son tan felices.

DIFICULTADES EN EL MATRIMONIO

Confieso que me resulta difcil entender los relatos trgicos de parejas quevienen a m con enormes problemas. Hjiblan de maltrato fsico y verbal, hablan deactitudes dspotas y de maridos que abusan de su hombra en su propio hogar.Hablan de violacin de confianza y de ruptura de convenios. Se habla de divorcio, sederraman lgrimas y se cae en el desconsuelo. No hace muchos das lleg a mioficina la carta de una mujer que se refera largo y tendido a sus problemas. Sumidaen la desesperacin, me preguntaba: "Tiene acaso una mujer alguna esperanza dealgn da llegar a ser considerada una integrante de primera categora de esta raza

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humana? Ser acaso siempre una pieza decorativa que se limita a actuar nicamentecuando se lo permite su amo o seor marido?"

Ms adelante deca: "Para m las respuestas a estas preguntas ya no sonimportantes, pero tengo hijas. En el caso de que una mujer pueda aspirar a algo msen la eternidad que a estar confinada en la casa y embarazada, quisiera enserselo".

Se descubre en las lneas de esa carta una amarga tragedia, y temo que hayamuchas otras personas que piensen de igual manera. La situacin es trgica debido ala diferencia que existe entre la forma en que algunos actan y lo que nuestro PadreCelestial desea para sus hijas. Detrs de las palabras de esta carta, veo la imagen deuna mujer abatida, hambrienta de cario, lista para darse por vencida y sin saber qurumbo tomar. Veo la figura de un hombre que ha fallado en sus sagradasobligaciones, un hombre de sentimientos amargos, envuelto en el egosmo, negandoen su forma de actuar la esencia misma del evangelio de Jesucristo.

No dudo que tal vez ella haya tenido algo de culpa tambin, pero me inclino a

pensar que el caso de l es mucho ms serio.IGUALDAD EN EL MATRIMONIO

A los hombres que me escuchan, dondequiera que se encuentren, les digo que sison culpables de un proceder menoscabante hacia sus respectivas esposas, si tienenla tendencia a actuar dictatorialmente para con ellas, si son egostas y abusadores ensus acciones en el hogar, si as es, detnganse y arrepintanse. Arrepintanse ahoramientras tienen la oportunidad de hacerlo.

ustedes esposas que pasan la vida quejandose y viendo nicamente la partenegativa de las cosas y que sienten que no se les ama ni se les estima, autoanalcense.Si descubren que hay algo equivocado, corrjanlo. Anmense a sonrer, cuiden suapariencia personal y su atractivo. Se negarn a ustedes mismas la felicidad ysembrarn slo miseria si constantemente se quejan y no hacen nada por enmendarsus propias faltas. Elvense por encima de los clamores de los derechos femeninos ycaminen en la dignidad que les corresponde por ser hijas de Dios.

Ha llegado el momento en que debemos dejar el pasado atrs en un espritu dearrepentimiento y vivir el evangelio con renovada dedicacin. Ha llegado elmomento en que los cnyuges que se hayan ofendido mutuamente pidan perdn y

resuelvan cultivar el respeto y el afecto recproco, caminando ante el Creador comohijos e hijas dignos de sus bendiciones.

Quisiera leer las palabras del Seor con unas pocas modificaciones:

"El que los hizo al principio, varn y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombredejar padre y madre, y se unir a su mujer, y los dos sern uno. Y ya no sern dossino que sern uno." (Mateo 19:4-6.)



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Dios, el Eterno Padre, dispuso que furamoscompaeros. Eso implica igualdad.

El matrimonio no es una aventura a la quenos lanzamos intrpidamente. Por supuesto quehay peligros, pero stos son secundarios ante las

grandes oportunidades y mayores satisfaccionesque derivan del hacer el egosmo a un lado yprocurar el bienestar mutuo.

Hace algunos aos recort de un peridicoun artculo en el que se lea:

"Parece haber una supersticin entre muchos miles de jvenes que se toman dela mano y se abrazan amorosamente en los cines, en el sentido de que el matrimonioes una cabana rodeada de malvas perpetuas, a la que un esposo perpetuamente joveny bien parecido llega a los brazos de una esposa perpetuamente joven y hermosa.

Cuando las malvas se marchitan y el aburrimiento y las cuentas comienzan aaparecer, los tribunales civiles se atestan de casos de divorcios.

"Todo aquel que suponga que este proceso es normal ir a perder una enormecantidad de tiempo gritando a los cuatro vientos que .ha sido robado . . .

"La vida es como un viejo camino campestre: las demoras, las piedras, losabrojos, el polvo, son de tanto en tanto interrumpidos por un paisaje hermoso y algnque otro tramo llano en el camino. El secreto est en dar gracias al Seor porpermitirle a uno tan siquiera haber salido de paseo."

El secreto, mis hermanos y hermanas, est en disfrutar del viaje, tomados de la

mano como compaeros enamorados. Todos podemos hacerlo mediante un esfuerzodisciplinado de vivir el evangelio.

Recuerden que "si Jehov no edificare la casa, en vano trabajan los que laedifican". (Salmos 127:1.)

CUATRO PIEDRAS ANGULARES

Arriesgndome a repetir algo que quizs haya dicho antes, quisiera sugerircuatro piedras angulares sobre las que edificar y nutrir nuestros hogares. No vacilo

en prometerles que si as lo hacen, sus vidas se enriquecern y derivarn de ellasmayor bienestar y la dicha ser eterna.

1. RESPETO MUTUO

La primera de estas cuatro piedras angulares es el respeto mutuo.

Cada uno de nosotros es una persona distinta; somos entes autnomos. Y esascosas que nos hacen diferentes merecen ser respetadas. Y aun cuando es necesario



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que el hombre y la mujer se esfuercen por acortar talesdiferencias, se deben reconocer que existen y que no sonnecesariamente indeseables. Debe existir respeto del unopara con el otro, por encima de esas diferencias. Dehecho, son precisamente esas diferencias las que hacen el

matrimonio algo ms interesante.Por mucho tiempo he sostenido que la felicidad enel matrimonio no dependet anto del romanticismo como del constante inters hacia elbienestar del cnyuge. Eso requiere estar dispuesto a pasar por alto debilidades yerrores.

Un hombre dijo:

"El amor no es ciego el amor ve ms, no menos. Pero precisamente por verms, est dispuesto a ver menos." (Julius Gordon, Trea-sure Chest, ed. Charles L.Wallis [New York: Harper and Row, 1965], pg. 168.)

Muchas son las personas que deben dejar de buscar errores y comenzar areconocer las virtudes. Un conocido escritor declar en una oportunidad que "laesposa ideal es cualquier mujer casada con un hombre ideal". (Booth Tarkington,Looking Forward and Others [Gar-den City, N.Y.: Page and Co., 1926], pg. 97.]{Lamentablemente hay mujeres que quie4 jren volver a crear a sus respectivosesposos: conforme a su diseo. Algunos esposos lo aceptan como su prerrogativa afin de esperar que sus esposas se ajusten a aquellas normas que ellos consideranideales.

Eso jams da resultado. Lleva nicamente a la contencin, a la falta de

comprensin y a la amargura.Debe existir respeto hacia los intereses mutuos. Debe haber oportunidades y

estmulo para el desarrollo y la expresin de los talentos individuales. Todo hombreque niega a su esposa el tiempo y el estmulo para que ella desarrolle sus talentos seniega a s mismo y a pus hijos una bendirirn que podra engalanar su hogar y suvida.

Es comn que digamos que somos hijos e hijas de Dios. El evangelio no ofreceninguna base para suponer que exista superioridad e inferioridad entre el hombre y lamujer. Es que acaso creemos que Dios, nuestro Padre Eterno, ama menos a sus hijas

que a sus hijos? Ningn hombre puede menospreciar a su esposa e inferiorizarlacomo hija de Dios sin ofender al hacerlo a su Padre Celestial.

Me ofende la sofistera de que para lo nico que sirve una mujer Santo de losltimos Das es para "estar confinada en la casa y embarazada". Se trata de una fraseastuta, pero falsa. Por supuesto que creemos en tener hijos. El Seor nos dijo que nosmultiplicramos en la tierra a fin de poder tener gozo en nuestra posteridad, y no haymayor gozo que aquel que deriva de tener hijos felices y darles un buen hogar. Peroel Seor no ha especificado cantidad alguna ni tampoco lo ha hecho la Iglesia. Ese es



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un asunto que queda entre la pareja y el Seor.

La declaracin oficial de la Iglesia en este asunto dice lo siguiente:

"Los esposos deben ser considerados para con sus respectivas esposas, quienestienen la mayor responsabilidad no solamente de dar a luz a los hijos sino de velarpor ellos desde su infancia, y deben ayudarlas a conservarse saludables y fuertes. Las

parejas casadas deben ejercer autocontrol en todos los aspectos de su relacin. Debenprocurar la inspiracin del Seor en todas las instancias de su vida matrimonial y enla crianza de sus hijos conforme a las enseanzas del evangelio." (Manualgeneral deinstrucciones, seccin II, "Normas".)

Esposos, esposas, resptense mutuamente y vivan dignos de ese respeto mutuo.Cultiven esa clase de respeto que se expresa a s mismo en la bondad, en lacontemplacin, en la paciencia, en el perdn, en el verdadero afecto, sin prepotenciay sin exceso de autoridad.

2. LA BLANDA RESPUESTAAhora paso a la segunda piedra angular. Por carecer de una definicin mejor, la

llamar "la blanda respuesta".

El escritor de los Proverbios declar hacemucho tiempo:

"La blanda respuestaquita la ira; mas lapalabra spera hace subir el furor" (Proverbiosl5:l)

A menudo escucho quejas de hombres ymujeres en el sentido de que no se puedencomunicar entre s. Es posible que yo sea muyingenuo, pero es algo que no puedo entender.

La comunicacin est basada en gran parte en la conversacin. Toda pareja tiene quehaber tenido algo de comunicacin cuando estaban de novios. Es que acaso nopueden seguir hablando una vez casados? Hay algo que les impida analizar juntosen una forma - sincera, espontnea y feliz todos sus intereses, sus problemas y susaspiraciones? Personalmente considero que la comunicacin est basada en el hablarel uno con el otro.

Hagamos que esa conversacin sea blanda, pues la conversacin blanda es ellenguaje del amor. Es el lenguaje de la paz, es el lenguaje de Dios.

Es precisamente cuando levantamos la voz que los pequeos peascos de lasdiferencias se transforman en montaas de conflicto. Me da la impresin de que hayalgo bastante significativo en la descripcin de Elias cuando disput con lossacerdotes de Baal:

"Un grande y poderoso viento rompa los montes y quebraba las peas."



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Se trata de una descripcin vivida de algunas de las discusiones que tienen lugarentre esposo y esposa, pero el autor de este pasaje de las Escrituras agrega:

"Pero Jehov no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehovno estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehov no estaba en elfuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado" (l Reyes 19: 11-12).

La voz de los cielos es un silbo apacible y delicado. Tambin lo debe ser la vozde paz en el hogar.

Existe una gran necesidad de disciplinanenj el matrimonio, y no disciplinaimpuesta sobre el cnyuge, sino sobre uno mismo.

Esposos y esposas, recuerden que "mejor es el que tarda en airarse que el fuerte"(Proverbios 16:32). Cultiven el arte de la respuesta blanda. Ser una bendicin parasus hogares, para sus vidas, para el matrimonio en s y para los hijos.

3. HONRADEZ EN LA ECONOMA

La piedra angular nmero tres es la honradez en la economa. He llegado a laconclusin de que el dinero es causa de mayordiscordia en el matrimonio que todas las demscausas combinadas.

S que no hay mejor disciplina ni otra msmerecedora de bendiciones que la obedienciaal mandamiento dado al antiguo Israel me-diante el profeta Malaquas:

"Traed todos los diezmos al alfol... yprobadme ahora en esto, dice Jehov de los ejrcitos, si no os abrir las ventanas delos cielos, y derramar sobre vosotros bendicin hasta que sobreabunde" (Malaquas3:10).

Aquellos que viven honradamente para con Dios casi de seguro vivirnhonradamente para con su prjimo. Al asegurarse de cumplir con el pago de sudiezmo y ofrendas, ganarn disciplina en la administracin de sus propios recursos.Vivimos en una poca de propaganda persuasiva y de habilidosos vendedores, todoello con el fin de inducirnos a gastar. Un esposo o esposa de hbitos extravagantes

puede poner en peligro cualquier matrimonio. Considero que es un buen principioque todos tengamos algo de libertad en nuestros gastos cotidianos, pero que al mismotiempo analicemos y lleguemos a acuerdos en cuanto a gastos mayores. Nosenfrentaramos menos decisiones apresuradas, a menos inversiones insensatas, amenos consecuentes prdidas y a menos bancarrotas si el marido y la mujer sesentaran y analizaran tales asuntos juntos y buscaran el consejo de otras personas.

Sean honrados para con el Seor. Sean honrados el uno para con el otro comomatrimonio. Sean honrados para con el prjimo. Hagan del pago de sus deudas a



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tiempo un principio cardinal en sus vidas. Consltense mutuamente y sean unidos enlas decisiones que tomen, y el Seor les bendecir por esto.

4. ORACIN FAMILIAR

La piedra angular final sobre la cual edificar una familia es la oracin familiar.

No s de ninguna otra prctica que tenga un efecto mssaludable en la vida de una familia que la de inclinarse juntosen oracin. Las palabras "Nuestro Padre Celestial" en stienen un efecto enorme. Uno no puede pronunciarlas consinceridad y reconocimiento a menos que se sientaresponsable hacia Dios. Las pequeas tormentas que parecenafligir a todo matrimonio adquieren poca consecuenciacuando uno se arrodilla ante el Seor y se dirige a El ensplica.

Las conversaciones diarias que tengan con El llevarnuna paz al corazn y una dicha a la vida que no puede provenir de ningn otro origen.El compaerismo se enternecer con el paso de los aos, y el amor se fortalecer. Elaprecio mutuo crecer.

Los hijos se vern bendecidos con un sentimiento de seguridad que deriva devivir en un hogar en donde reina el Espritu de Dios. Ellos aprendern a amar apadres que se aman entre s y nutrirn sus corazones con un espritu de respeto.Experimentarn la seguridad de palabras tiernas pronunciadas en forma apacible. Secobijarn en el refugio que ofrecen un padre y una madre que, viviendo

honradamente para con Dios, viven honradamente entre ellos y para con su prjimo.Madurarn en un sentimiento de reconocimiento al escuchar a sus padres expresaragradecimiento en oracin por las bendiciones grandes y por las pequeas. Crecerncon fe en el Dios viviente.

Ese vnculo se endulzar y se fortalecer con el paso del tiempo y permanecerpor toda la eternidad. El amor y el aprecio mutuos crecern, y con el paso de los aosuno podr decir como una famosa poetisa lo hizo:

"Cunto te amo, djame decirte . . .

Te amo ms con el paso de los das.

Te amo en silencio ante la luz del sol

y ante la apacible de una vela.

Te amo libremente, como quien busca lo bueno.

Te amo con pureza, como quien lo sencillo anhela.

"Te amo con mi aliento,

con lo triste y lo alegre que la vida da;



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y si as Dios lo dispone,

mucho ms te amar en la eternidad."

(Elizabeth Barrett Browning, Sonnetsfrom thePortuguese, nm. 43.)

Que Dios les bendiga, mis hermanos y hermanas, esposos y esposas, unidos enel sagrado vnculo del matrimonio, por esta vida y por la eternidad, lo ruego en el

nombre de Jesucristo. Amn.


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