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Resolución N° 46709
Córdoba, 10 de diciembre de dos mil nueve.-
Y VISTOS:
Estos autos caratulados “BONGGI, Claudio Pedro
y otros p.ss.aa. extorsión reiterada”, Expte. Nro.
18.564, -y su acumulado, Expte. Nro. 18.900-, venidos a
despacho a los fines de resolver la situación procesal de
Claudio Pedro Bonggi, argentino, D.N.I. Nro. 16.110.277,
de ocupación Subcomisario de la Policía Federal, de
estado civil casado; Héctor Oscar Gómez, argentino, D.N.I
Nro. 20.030.890, de ocupación Subinspector de la Policía
Federal Argentina, de estado civil casado; Marcelo
Claudio Saldanio, argentino, D.N.I. Nro. 14.446.551, de
ocupación Suboficial de la Policía Federal, de estado
civil casado; Armando Miguel Montoya, argentino, D.N.I.
Nro. 14.022.143, de ocupación Suboficial Sargento de la
Policía Federal, de estado civil casado; Antonio Juan
Terlikar, argentino, D.N.I. Nro. 16.320.900, de ocupación
Auxiliar de inteligencia de la Policía Federal, de estado
civil casado; Roque Ariel Alfonzo, argentino, D.N.I. Nro.
26.038.600, de ocupación Subinspector de la Policía
Federal, de estado civil casado; y de Walter González
Galzerano, argentino, D.N.I. Nro. 12.632.254, de
ocupación Comisario de la Policía Federal (ex Jefe de la
Delegación Córdoba), de estado civil casado; de los que;
RESULTA:
I- Que en lo que respecta al Expte. 18.564 –
hechos nominados primero, segundo, tercero, cuarto de la
requisitoria fiscal de fs.426/56- con fecha 31 de marzo
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de 2008 personal de la Policía Federal Argentina procedió
al allanamiento de diversos locales comerciales ubicados
en la Galería San Martín de esta ciudad, oportunidad en
la que los policías Bonggi, Gómez, Saldanio, Montoya y
Terlikar, con la ayuda y colaboración del Comisario
González Galzerano, quien como Delegado de la Policía
Federal le habría suministrado a su personal –con
conocimiento de la finalidad real- los medios materiales
y humanos para que se llevaran a cabo tales
procedimientos, ingresaron a los negocios de los
comerciantes Vivas, Durbano y Castillo, supuestamente
dedicados al rubro compra y venta de moneda extranjera,
exigiéndoles bajo amenazas la entrega de dinero en
efectivo, proceder que también repitieron con Rubén
Bancher quien fue interceptado en la vía pública y que,
junto con Carlos Cifuentes –ambos “arbolitos”, fueron
trasladados hasta el edificio de la Delegación de la
Policía Federal donde permanecieron detenidos varias
horas hasta retirarse de ese lugar.
Que con respecto al señor Vivas, el día 24 de
abril, luego de sucesivos encuentros, fue requerido por
los policías quienes le exigieron el pago de dinero,
acordando reunirse en horas de la siesta en las
inmediaciones de la Plaza San Martín, donde luego de
producirse el contacto, se produjeron las detenciones de
los imputados.
Por otra parte, de la requisa practicada al
automóvil VW Golf dominio DJB-986 que tuviera lugar el
día 24 de abril de 2008 en las inmediaciones de la Plaza
San Martín de esta ciudad en el marco de los
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procedimientos ordenados por este Tribunal que
concluyeron con la detención de los supuestos
responsables, se logró secuestrar entre otras cosas,
desde el sector trasero de la luneta, un portafolio negro
Eurocase en el que había una orden de requisa para el
ciudadano Dante Lucero y una orden de allanamiento para
el domicilio de calle General Soler 2225 de la ciudad de
Río Cuarto, ambas libradas por este Juzgado Federal Nro.
3, no diligenciadas ni devueltas al Tribunal.
Asimismo, el día 28 de enero de 2008 los
policías Marcelo Saldanio y Antonio Terlikar, cumpliendo
instrucciones del Subcomisario Bonggi interceptaron una
camioneta de la empresa “Marplast” conducida por el señor
Jaime Saúl Nicolaevsky y bajo el pretexto de la comisión
de un delito y/o infracción aduanera procedieron a la
requisa de la mercadería que transportaba, al secuestro
de la misma, como así también a la detención del nombrado
a quien trasladaron en tal carácter hasta la Delegación
de la Policía Federal.
En similares circunstancias, el día 1° de
febrero de 2008 los policías Marcelo Saldanio y Antonio
Terlikar, cumpliendo instrucciones del Subcomisario
Bonggi interceptaron una camioneta de la empresa “Expreso
Alex” conducida por el señor Carlos Maximiliano Sosa y
bajo el pretexto de la comisión de un delito y/o
infracción aduanera procedieron a la requisa de la
mercadería que transportaba, al secuestro de la misma,
como así también a la detención del nombrado a quien
trasladaron en tal carácter hasta la Delegación de la
Policía Federal.
4
Por otra parte, del expediente conexo acumulado
a los presentes actuados –Expte. Nro. 19.900- se
desprende que en el mes de febrero de 2008 Marcelo
Claudio Saldanio se habría hecho presente en el comercio
ubicado en calle Buenos Aires 330, local 2, de esta
ciudad, y le habría exigido mediante amenazas al
comerciante Artín Alejandro Merdinián el pago de una suma
dineraria a cambio de protección para no realizar
inspecciones, allanamientos ni secuestrarle mercadería.
Aproximadamente durante los últimos días del
mes de marzo y los primeros del mes de abril de 2008
Marcelo Saldanio y Héctor Gómez concurrieron al negocio
comercial “Eme&Eme” sito en Pje. Emilio Huespe 33 de esta
ciudad en momentos en que Patricia Gabriela Martino y
José A. García se encontraban transportando mercadería
del local al depósito de la firma solicitándoles la
documentación con los números de despacho de importación
de dicha mercadería, y bajo la amenaza de proceder al
secuestro de la misma en función de una supuesta
infracción aduanera le ofrecieron “arreglar” para evitar
su incautación exigiéndole a cambio el pago de una suma
dineraria que luego fue entregada a un tercer policía no
identificado.
Por otra parte, aproximadamente desde fecha
cercana a la Semana Santa del año pasado Walter González
Galzerano y Claudio Pedro Bonggi habrían realizado una
serie de maniobras extorsivas en perjuicio del Presidente
de la Cámara de Comerciantes Mayoristas, Héctor Luna, con
el objeto de que por su intermedio, alineara a los
comerciantes de dicha agrupación para lograr que los
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mismos realizaran una “contribución” o “colaboración” a
cambio de protección y de tal manera recaudar dinero para
la organización que conformaban, obteniendo a través de
Luna una lista con los comerciantes que se habían anotado
a tal fin, los que después fueron visitados en sus
negocios por parte de Gómez y Saldanio.
También en fecha próxima a la Semana Santa del
año próximo pasado, los policías federales Saldanio,
Gómez y Terlikar, con la anuencia y directa decisión del
Subcomisario Bonggi, bajo el montaje de un supuesto
operativo policial interceptaron en la zona céntrica de
esta ciudad una camioneta de la firma Nantex S.A.
propiedad del comerciante Tufih Sahade, que en esos
momentos era conducida por el señor Roque Bebelaqua, y
con el pretexto de una supuesta infracción aduanera
relativa a los despachos de importación, trasladaron el
rodado junto con el chofer –detenido- hasta el edificio
de la Delegación de la P.F.A.
Asimismo, el día 17 de abril de 2008 en
circunstancias en que el comerciante Raúl Bedud se
encontraba descargando mercadería de su propiedad en un
galpón ubicado en la zona céntrica de la ciudad cuando
fue interceptado por los policías Saldanio, Montoya,
Terlikar, Gómez y otros no identificados, quienes, a
través de éste último le habrían exigido la entrega de
una suma dineraria para no proceder, aún sin motivo, al
secuestro de la mercadería.
Finalmente, presumiblemente desde el mes de
febrero de 2008 hasta la detención de los policías que
tuviera lugar el día 24 de abril de ese mismo año los
6
policías federales Walter González Galzerano, Claudio
Pedro Bonggi, Héctor Oscar Gómez, Marcelo Saldanio,
Armando Montoya y Antonio Juan Terlikar habrían llevado a
cabo, organizadamente, múltiples maniobras delictivas,
teles como requisas, secuestros y detenciones ilegales,
privaciones ilegales de la libertad, extorsiones, etc.,
todo ello producto de un acuerdo común, con la finalidad
ilegal de recaudar dinero en beneficio de sus cabecillas
–González Galzerano y Bonggi- y del resto de los
integrantes del grupo.
II- Que con motivo de las imputaciones
formuladas por el Ministerio Público Fiscal se les
recibió declaración indagatoria a los encartados Marcelo
Claudio Saldanio (fs. 1211) en relación a los hechos
nominados primero (Merdinián), segundo (Bedud), cuarto
(Sahade, “Nantex) y séptimo de la requisitoria fiscal de
fs. 1048/62 –que se calificaron provisoriamente como
extorsión, dos hechos (primero y segundo), abuso de
autoridad (cuarto) y asociación ilícita (séptimo)- y
respecto del hecho descripto en la ampliación de la
requisitoria fiscal de fs. 1202/3 (Martino “M&M),
calificado también como extorsión. Posteriormente, y en
virtud de la requerimiento fiscal ampliatorio de fs.
1313/6, fue indagado por los hechos nominados como
primero (Bevelaqua “Nantex”), segundo (Nicolaevsky
“Marplast”), y tercero (Sosa “Expreso Alex”), los que
fueron calificados como privación ilegítima de la
libertad (primero y tercero) y detención e incomunicación
ilegal (segundo), todos ellos concursados en forma real,
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y en ambas oportunidades el imputado negó tales
acusaciones y se abstuvo de declarar.
Armando Miguel Montoya fue indagado en relación
a los hechos nominados segundo (Bedud) y séptimo de la
requisitoria fiscal de fs. 1048/62, que se calificaron
provisoriamente como extorsión y asociación ilícita (fs.
1212), respecto de los cuales el nombrado negó su
responsabilidad y manifestó su voluntad de no declarar.
Por su parte, Antonio Juan Terlikar prestó
declaración indagatoria por su supuesta intervención en
los hechos nominados cuarto (Sahade) y séptimo de la
requisitoria fiscal de fs. 1048/62 que se calificaron
provisoriamente como abuso de autoridad y asociación
ilícita, oportunidad en la que el encartado negó los
cargos y se abstuvo de seguir declarando. Asimismo, el
personal de inteligencia fue citado en los términos del
art. 294 del C.P.P.N. en orden a los hechos nominados
primero (Bevelaqua, Nantex), segundo (Nicolaevsky,
Marplast) y tercero (Sosa Expreso Alex), de la
requisitoria fiscal de fs. 1313/6, que fueron subsumidos
en las figuras penales de privación ilegítima de la
libertad (primero y tercero) y detención e incomunicación
ilegal (segundo), todos ellos concursados en forma real.
Con relación a esta nueva declaración, esta vez con la
asistencia técnica de la Defensora Oficial de estos
Tribunales Federales, Antonio Terlikar formuló su
descargo en el que reconoció su presencia en los
distintos operativos y en lo sustancial expresó que él
era funcionalmente incompetente para disponer controles,
8
requisas, secuestros y detenciones (para mayor
abundamiento me remito a su declaración de fs. 1324/6).
En el caso del Subcomisario Claudio Pedro
Bonggi, el imputado fue citado a prestar declaración
indagatoria (fs. 1215) en función de los hechos nominados
tercero (Luna) y séptimo de la requisitoria fiscal de
fs. 1048/62 que se calificaron provisoriamente como
extorsión y asociación ilícita en calidad de organizador,
como así también en orden a los hechos nominados primero
(Bevelaqua, Nantex), segundo (Nicolaevsky, Marplast) y
tercero (Sosa Expreso Alex), de la requisitoria fiscal de
fs. 1313/6, que fueron subsumidos en las figuras penales
de privación ilegítima de la libertad (primero y tercero)
y detención e incomunicación ilegal (segundo), todos
ellos concursados en forma real, y en ambas oportunidades
el imputado negó tales acusaciones y se abstuvo de seguir
declarando (ver ampliación de indagatoria de fs. 1327).
Asimismo, el Oficial Inspector Héctor Oscar
Gómez declaró en los términos del art. 294 del código
ritual (fs. 1216) en relación a los hechos de la
requisitoria fiscal de fs. 1048/62 nominados segundo
(Bedud), cuarto (Sahade), sexto (órdenes judiciales) y
séptimo, que se calificaron provisoriamente como
extorsión, abuso de autoridad, violación de los deberes
de funcionario público y asociación ilícita, a los que
luego se sumó el hecho nominado primero (Bevelaqua) de la
requisitoria de instrucción de fs. 1313/6 que se calificó
como privación ilegítima de la libertad (fs. 1328), y por
último, se lo intimó del hecho extorsivo descripto en la
requisitoria fiscal de fs. 1202/3 (Martino),
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oportunidades en la que el nombrado negó cada uno de los
mismos y se abstuvo de declarar (fs. 1351).
Por último, el Comisario Walter Claudio
González Galzerano prestó declaración indagatoria en
orden a los hechos nominados tercero (Luna) y séptimo de
la requisitoria fiscal de fs. 1048/62 que se calificaron
provisoriamente como extorsión y asociación ilícita en
calidad de jefe, como así también respecto de los hechos
intimados en la requisitoria fiscal de fs. 1205/7 –que
rectifica la acusación formulada en su contra en el hecho
nominado quinto de la requisitoria de fs. 1048/62- que
se calificaron como partícipe necesario en los delitos de
extorsión en perjuicio de Vivas, Castillo, Durbano y
Bancher, y partícipe necesario de los delitos de
privación ilegítima de la libertad en perjuicio de
Bancher y Cifuentes, hechos éstos descriptos en la
requisitoria fiscal de fs. 246/56, quien con el
asesoramiento de su abogado defensor negó cada una de las
acusaciones formuladas en su contra.
Posteriormente, en ejercicio de la defensa
técnica de González Galzerano, los abogados Sonzini
Astudillo y Gáname, presentaron un escrito –a cuyas
consideraciones me remito- solicitando el sobreseimiento
de su defendido (fs. 1339 y ss.-).
III- Que los elementos de juicio hasta el
momento colectados a la causa se componen de:
TESTIMONIALES: Hugo Patricio Vivas (fs. 5/6, 9, 26/7,
328, 454/9), Rubén Omar Bancher (fs. 15/6, 329, 513/6),
Juan Ignacio Durbano (fs. 18/9, 330, 532/5), Fernando
Gastón Herrero (fs. 20/1, 524/7), Fabián Alberto Castillo
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(fs. 22/3, 498/03), Mariana Judith Vivas (fs. 31/3,
451/3), Ag. PSA Gabriel Heredia (fs. 212, 612/6), Ag. PSA
Fernando Bruno (fs. 213), Ag. PSA Carina Brizuela (fs.
216), Ag. PSA René Cardeilhac (fs. 217/8), Ag. PSA Jesús
Cuello (fs. 219/20, 366/74), Ag. PSA Carlos Guerrero (fs.
227), Ag. PSA Sergio Monteros (fs. 228), Ag. PSA Esteban
Astudillo (fs. 229), Ag. PSA Héctor Zamora (fs. 230/1,
554/7), Dr. Maximiliano Davies (fs. 294/7), Carlos Daniel
Cifuentes (fs. 306/7), Of. Ppal. Gabriel Fernández (fs.
412/3), Víctor Elcides Bresso (fs. 421/4), Nicolás
Sachetti (fs. 528/31;, Claudio Fabián Gigena (fs. 617),
Walter A. Domínguez (fs. 618/9), Leonardo Reinoso (fs.
710/11), Ángel Elías (fs. 712/3), Raúl A. Bedud (fs.
977/8 y 1271/3)), Artín A. Merdinián (fs. 981/2),
Carolina del Valle González (fs. 986/7, 990, 1065/70),
José A. González (fs. 988/9), Liliana Noemí Ludueña (fs.
1002), Norma Palmieri (fs. 1003/4), Tufih Sahade (fs.
1006/7 y 1244/8), Héctor Luna (fs. 1008/10 y fs. 1230/8),
Jorge Kaplan (fs. 1015 y fs. 1239/42), Bernardo Romero
(fs. 1016/), Of. Walter Funes (fs. 1040/41), careo
Bresso-Funes (fs. 1043/47), Lucas Romero Celiz (fs.
1138/39), Víctor Bonugli (fs. 1140/41), Elizabeth
Mortigliengo (fs. 1142/3), Fabián García (fs. 1144/6),
Antonio Lion (fs. 1147/8), Patricia Martino (fs.
1149/52), Héctor Paz (fs. 1153), Juan Barea (fs. 1154/5),
Antonio Truisi (fs. 1156), Alberto Stekelberg (1157/9),
Diego Panosián (fs. 1160/2), Ángel Olmos (fs. 1163/5),
Horacio Padilla (fs. 1166/7), Juan C. Merdinián (fs.
1168), Cristian Truisi (fs. 1169/70), José E. Huespe (fs.
1171/2), Miguel Santonino (fs. 1173/4), Daniel Fleiderman
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(fs. 1175), Gemán Olocco (fs. 1176/7), Hugo García (fs.
1178/9), Roberto Goldsmit (fs. 1180/81), Antonio Aquere
(fs. 1183), Samsón Merdinián (fs. 1184), Jhonny Longhy
(fs. 1186/7), Leonardo Rey (fs. 1188), José A. García
(fs. 1195, José R. Colomé (fs. 1196/7), Jaime Saúl
Nicolaevsky (fs. 1276/8), Marcelo Rubinowicz (fs.
1279/81), Carlos Maximiliano Sosa (fs. 1282/4), Roque
Ramón Bevelaqua (fs. 1285/6), Dr. Gerardo Machado (fs.
1301/2); RECONOCIMIENTOS EN RUEDA: (fs. 108/27, 331/3,
Luna fs. 1091/3, Carolina González fs. 1094/5, Artín
Merdinián fs. 1096/99, Tufih Sahade fs. 1100/3, Raúl
Bedud (fs. 1104/8), fotografías de la rueda de personas
(fs. 1190/93); INFORMATIVA: fotografías de los imputados
(fs. 201/3 y 205/11), informativa fs. 215, 357, planillas
prontuariales (fs. 232/41), informes médicos y mentales
(fs. 274/8), Memorando PFA (fs. 279), R.N.R. (fs. 312/5,
323/4), informes remitidos por la AFIP reservados en
Secretaría (fs. 379, 549), partes de información (fs.
388/402), informe PFA (fs. 484/5, 487/96), Banco Francés
(fs. 508/12), certificado Insp. PFA Karina Bolbochán (fs.
517) documental ofrecida por la defensa del imputado
Terlikar (fs. 606/7, 740), planilla de socios de la
Cámara de Comerciantes Mayoristas (fs. 1082/3),
invitación a reunión de socios (fs. 1084), informe de
Secretaría de fs. 1298, informe elaborado por la Dra.
Mirta Rubín (fs. 1305), planilla de fs. 1307/11;
DOCUMENTAL: tarjetas personales (fs. 24/5), actas de
procedimiento, secuestro y detención (fs. 136, 138/43,
146, 149/52, 156/7, 161/3, 167/9, 173/7, 187/93, 222/4,
folios 48/9 libro de detenidos PFA (fs. 280/1), libro
12
sumarios PFA (fs. 286), DVD reservado en Secretaría
remitido por Telecor Saci (fs. 326); listas de comercios
(fs. 443/5), constancia depósito Banco Francés (fs. 446),
Legajos personales reservados (fs. 482/3), recibos de
sueldo reservados, Sumarios administrativos PFA
reservados (fs. 548), Chevallier (fs. 943), Srio. 139/08
remitido por la Gerencia de Control de entidades
financieras reservado en Secretaría (fs. 951), documental
cuya original se encuentra reservada en Secretaría (fs.
996/1001), constancias del Expte. L-8/08 del Tribunal
Oral Federal Nro. 2 (fs. 1260/8), demás documental
original y en fotocopia reservada en Secretaría;
PERICIAL: informe Nro. 925/08 del Gabinete Científico
Córdoba de la P.F.A. (fs. 354/6), Informe de la D.A.I.C.
D 477/08 (fs. 623/709, 776/837) y D 452/08 (fs. 746/75),
Centro de Cómputos (fs. 910, 919).
Y CONSIDERANDO:
I- Que en función de los variados objetos
procesales que conforman los presentes actuados,
tratándose de una causa con imputaciones múltiples por
parte del Ministerio Público Fiscal quien en diferentes
estadios ha promovido acción penal con respecto a
determinadas personas, imputaciones que varían según de
qué hecho se trate, creo que la mejor manera de realizar
un análisis prolijo de la situación procesal de cada uno
de los encartados, es realizando una primera separación
entre aquellas imputaciones todavía no resueltas que
tienen que ver con los allanamientos realizados en los
comercios de la Galería San Martín y que culminaran con
aquél procedimiento que tuviera lugar en las
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inmediaciones de la Plaza homónima con la detención de la
mayoría de los imputados, y aquellas imputaciones
formuladas en el Expte. conexo acumulado Nro. 18.900 a
partir de la denuncia interpuesta por el señor Bedud y
que tienen que ver –directa e indirectamente- con
aquellos procedimiento realizados en la vía pública por
la Brigada de la Policía Federal motivados en supuestas
infracciones al Código Aduanero que se le atribuyeran a
algunos comerciantes de nuestro medio local.
Asimismo, conviene destacar que respecto de
aquellos hechos aludidos en primer término que tuvieron
que ver con los allanamiento de las denominadas “cuevas”
y requisas de lo que aquí se denominan “arbolitos”,
téngase en cuenta que este Tribunal ya tuvo oportunidad
de expedirse mediante el auto interlocutorio de fs.
563/96 que dispuso el procesamiento de los policías
imputados –a excepción del Comisario González Galzerano-,
y que salvo en lo que respecta al oficial Alfonzo, fue
confirmado por el Tribunal de Alzada.
Por tal motivo, resta entonces en primer orden
referirnos a la supuesta participación necesaria del
Comisario González Galzerano en tales hechos, como así
también respecto a la omisión penalmente relevante que se
le endilga al oficial Gómez en función de las órdenes
judiciales secuestradas en el marco del operativo llevado
a cabo el día 24 de abril del año último en la Plaza San
Martín de esta ciudad.
Por otra parte, al momento de avocarme a los
hechos que versan sobre los procedimientos relacionados
con las tareas de prevención llevadas a cabo en la vía
14
pública con fundamento en supuestas infracciones
aduaneras (Expte. 18.900), considero conveniente dejar de
lado el orden de las distintas requisitorias fiscales de
instrucción formuladas por la Sra. Agente Fiscal, y en
cambio adoptar como criterio de trabajo, el aspecto
temporal, por orden cronológico, en que habrían tenido
lugar tales procederes.
De tal modo, esquematizado de tal manera el
análisis de este segundo grupo de hechos, los mismos
serán primeramente objeto de demostración fáctica, es
decir, se irán desarrollando e hilvanando los distintos
elementos de prueba que acreditan la existencia
individualizada de cada uno de ellos. Uno por uno se irá
aludiendo, y en función de las pruebas recabadas en esta
instrucción, se confirmará o no la hipótesis fiscal
sustentada sobre ellos.
Luego, la eficacia conviccional asignada a los
elementos de prueba en los que se apoyan las conclusiones
de hecho se verá completada mediante una valoración
global de la prueba, seguida de la calificación jurídica
de los hechos, para después adentrarnos a considerar, por
un lado, la acusación de asociación ilícita que se
atribuye a todos los encartados, y resolver
definitivamente la híbrida situación procesal en la que
se encuentra el policía Alfonzo.
II- Hechos relacionados a los allanamientos
practicados en la Galería San Martín que culminaron con
la detención de los imputados el día 24 de abril de 2008.
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Que respecto a los mismos, a los fines de
cumplir con la exigencia de motivación y autosuficiencia
que debe contener toda resolución judicial, no veo otra
manera que reiterar las consideraciones que ya fueran
realizadas por la suscripta al momento de resolver la
situación procesal de los demás coimputados respecto de
los cuales de dictó auto de procesamiento.
II.1. Hecho nominado primero de la requisitoria
fiscal de fs. 246/56 imputado en carácter de coautores a
Claudio Pedro Bonggi, Marcelo Saldanio, Héctor Oscar
Gómez, Antonio Juan Terlikar y Armando Miguel Montoya en
perjuicio de Hugo Vivas.
Concretamente en lo que tiene que ver con el
hecho del cual fuera víctima el señor Hugo Vivas, está
suficientemente comprobado que los investigados Marcelo
Saldanio, Claudio Pedro Bonggi y Antonio Juan Terlikar
ingresaron con la orden judicial referida a su local
ubicado en el interior de la galería comercial; Saldanio
se habría identificado como tal; el mismo Bonggi dijo
haber estado con Vivas y si bien a ese momento Vivas no
sabía su nombre, lo identificó el día de los
procedimientos en la Plaza San Martín; y en cuanto a
Terlikar, lo señaló con el sobrenombre “tony” y un
apellido que sonaba como “Pernica” o algo así, además de
verlo nuevamente en ocasiones posteriores. A ello se suma
que los tres policías señalados fueron reconocidos por
Vivas al momento de llevarse a cabo los reconocimientos
en rueda dispuestos por la suscripta (fs.113, 117 y 124,
respectivamente).
16
En las circunstancias relatadas Saldanio habría
le preguntado qué tenía y si quería arreglar para que no
le rompieran ni le tocaran nada, que si no pagaba le iban
a romper todo y le iban a llevar todas las cosas,
sumándose Bonggi diciendo que arreglara por la suma de
US$ 10.000 y advirtiendo que estaban hablando en tono muy
alto, interviniendo Terlikar en la conversación diciendo
que secuestraran todo y que si era necesario que
rompieran todo.
Según lo relatado por Vivas, Bonggi y Terlikar
se retiran del local, y Saldanio sin otra persona
presente, le habría rechazado la oferta de Vivas de US$
1000 y termina arreglando la entrega de la suma de US$
3000, dinero éste que Vivas sale a buscar y pedir a un
amigo, comerciante también de la galería, de nombre
Claudio Gigena.
Al regresar con la cantidad requerida,
Saldanio, se encontraba dentro del local, con otros dos
policías de civil, uno de ellos de unos treinta años de
edad, cabello ondulado color claro, patillas cortas y
orejas muy pronunciadas –Ramallo, a estar al
reconocimiento de Vivas de fs. 331, - quien ignorando
aparentemente la realidad de los sucesos, se habría
negado a confeccionar el acta de secuestro, dejando
constancia Saldanio de puño y letra, que el procedimiento
había arrojado resultado negativo.
Finalizada el acta, relata Vivas que Saldanio
ingresó nuevamente al local, y estando los dos solos, con
la puerta cerrada le dijo que la leyera y pusiera la
plata dentro del acta doblada.
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Asimismo, del análisis de las declaraciones
vertidas por Vivas, concretamente la prestada en sede
judicial el día. 1° de julio (fs. 454/9, se desprende que
quien en un principio Vivas había identificado como
“chancho” y que según la requistoria fiscal se trataría
del imputado Montoya, en realidad no habría sido éste
quien ingresara al local de Vivas el día de los
allanamientos. Vivas lo confundió con otro policía.
Montoya no estuvo en su local, siendo que además, si bien
fue reconocido en la rueda de personas (fs. 117), ninguna
mención, ni aclaración hizo Vivas sobre tal
circunstancia.
A igual conclusión se arriba por deducción de
los dichos de su hija Mariana Vivas al decir que el
policía canoso, petiso, bien morocho, como pelo de
chancho, duro, canoso y boca gruesa –que después lo ve
por televisión detenido en la Plaza San Martín- no entró
al local el día de los allanamientos (fs. 453).
Lo mismo se desprende con relación al Principal
Gómez, respecto de quien Hugo Vivas dijo en la
declaración aludida que lo había visto en la galería el
día de los procedimientos, pero que no había estado en su
local, sino que estaba en el fondo de la Galería en el
local de Fabián Castillo. Coincidentemente, su hija
declaró que al policía que describió como morocho, pelo
largo, estatura alta, flaco, de nariz bien larga que se
presentó a la semana siguiente de los procedimientos no
lo había visto ese día 31 de marzo, ni fue tampoco uno de
los cuatro policías que entró al local.
18
En cuanto a la reunión mantenida por Vivas con
los policías federales investigados, es criterio de la
suscripta que dicha cita también debe tenerse, en cuanto
a su existencia, por acreditada.
Al respecto, declaró Mariana Vivas que a la
semana siguiente de los procedimientos se presentaron en
su local el tal Marcelo “el hombre de bigotes”, de lo que
se infiere que se trataba de Saldanio con otro policía
que dijo llamarse Principal Gómez, quienes le dijeron que
lo iban a esperar a su padre en el bar City que se
encuentra ubicado en calle 25 de Mayo, en las
inmediaciones de la plaza San Martín, por lo que ella se
comunicó telefónicamente con su padre anoticiándolo de la
cita diciéndole que lo esperarían frente a la Iglesia por
Barujel.
Dicho encuentro habría tenido lugar según los
dichos de Vivas el día jueves 3 de abril; hizo contacto
en el lugar señalado por los policías y de allí se
dirigieron al bar City donde mantuvo una reunión con
Saldanio y con otro policía peladito a quien si bien en
ese momento no lo reconoció como la misma persona que
había estado adentro de su local el día 31 de marzo –
porque estaba totalmente rapado y con una gorrita dijo-,
luego de haberlo visto en la Plaza el día de los
procedimientos concluyó que se trataba de “Pernika” que
no es otro que el imputado Antonio Juan Terlikar.
En dicha juntada, a pedido de Terlikar Vivas le
habría vendido al costo U$S 1000 a cambio de $3150,
transacción que el mismo Vivas dijo que no le fue hecha
en tono amenazante sino que accedió por considerarla una
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atención. Saldanio por su parte además le habría exhibido
un anillo de bronce que tenía colocado en una de sus
manos diciéndole que quería uno de verdad a lo que Vivas
le respondió que en ese momento no tenía y que cuando
tuviera uno se la daría, pedido éste que Saldanio le
habría reiterado en otra oportunidad.
En la misma reunión, y luego de los
“pormenores” relatados el imputado Saldanio le habría
dicho a Vivas que quería hablar con él más tiempo para
armar bien el circo, y que tenía que pagar $1000
mensuales para protegerlo de cualquier allanamiento o
problema que tuviese para lo cual él le iba a avisar
antes para que sacaran las cosas (el resaltado me
pertenece).
Ya situándonos en el día 24 de abril, día en
que tuvieran lugar los procedimientos ordenados por este
Tribunal, los imputados Gómez y Saldanio habrían
concurrido nuevamente al local de Vivas en el cual se
encontraba su hija Mariana con una hermana y su tía, y al
no encontrarse allí Hugo Vivas, le pide que lo comunicara
con éste por la radio Nextel. Tal circunstancia fue
informada por Vivas a la Sra. Fiscal como surge del
certificado obrante a fs. 10.
Comentando dicha conversación Vivas manifestó
que Saldanio le dijo “para que sigas trabajando y no le
pase nada a tu familia, tenés que arreglar” (el resaltado
es propio), contestándole que él no tenía miedo y que le
iba a pagar por última vez, a lo que Saldanio le replica
que si no pagaba iba a arreglar de otra forma (fs. 9),
señalando en la misma declaración que lo estaban
20
amenazando con realizar procedimientos –allanamientos- en
los locales- y que le estaban avisando para que no
tengamos nada en el negocio que nos comprometa, que por
eso querían el pago ese mismo día porque sino al día
siguiente iban a venir con las órdenes (el resaltado es
propio).
Siguiendo con el desarrollo histórico, ese
mismo día, de acuerdo a lo que previamente había
convenido con Saldanio y para concretar la pretendida
reunión, entre las 13:30 y 14:00 hs. Vivas habría
recibido dos llamadas sucesivas a su celular Nextel
proveniente de la radio Nextel ID 174*1342 de parte del
Principal Gómez que le dijo que se comunicara con
Saldanio manifestando que intentó sin éxito comunicarse
una vez y que luego recibió otra llamada por radio Nextel
de parte de Marcelo a quien le reconoció la voz como la
de Saldanio, le preguntó si tenía el dinero para pagarle
y que se fuera a la Delegación que estaba todo arreglado
pero que ante su negativa le dijo que fuera hasta el
Banco Hipotecario. Que cuando iba caminando en esa
dirección –llevando consigo el dinero acordado para pagar
y previamente identificado-, lo llama nuevamente Saldanio
cambiándole de lugar que sería en la Plaza San Martín,
que vaya caminando y que ellos lo iban a contactar, todo
lo cual Vivas iba retransmitiendo al personal de la
P.S.A. que se encontraba apostado en las inmediaciones
del lugar supervisando todos los movimientos que se iban
produciendo.
En tales circunstancias, al llegar a la esquina
de Rivadavia y Rosario de Santa Fe, donde hay unos
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contenedores de basura, Vivas reconoció a dos de los
policías, al “chancho” –Montoya- y al pelado –Terlikar-
que lo siguieron y se sentaron en un banco cerca de los
baños públicos ubicados en el centro de la Plaza.
Continuó caminando y al llegar a la esquina de
la Plaza -San Jerónimo y Rivadavia- hace contacto con
Gómez y Saldanio y éste le pregunta si tenía la plata y
le dice que querían que estuviera conforme con el
servicio que le brindaban, a lo que Gómez añadió “ah, no
estás conforme, entonces esto va a ser peor” y le dice
que le pagara a Marcelo y en el momento en que Vivas
extrae el dinero suena el teléfono Nextel de Saldanio
diciendo éste “chancho que pasa”, y sin alcanzar a
recibirle el dinero le dice que le diera la plata en la
puerta de la Galería al pelado que había estado en el
bar. Finaliza el encuentro y Saldanio y Gómez se dirigen
al automóvil Golf no identificable que estaba estacionado
sobre la calle Buenos Aires a los que se sumó el
“chancho” Montoya, observando Vivas que el “pelado” –
Terlikar- iba caminando detrás suyo yéndose hacia la
peatonal perdiéndolo de vista.
Conforme surge de las constancias de la causa,
en ese instante se produce la intervención de la Policía
de Seguridad Aeroportuaria bajo las órdenes del Agente
Jesús Cuello quien procedió a la interceptación y
aprehensión de los imputados Montoya, Gómez y Saldanio,
arribando luego a bordo de un móvil policial
identificable el Subinspector Alfonzo y posteriormente el
Subcomisario Claudio Pedro Bonggi, sobre quienes también
el Tribunal dispuso su detención.
22
En esas circunstancias, trasladado el
procedimiento al interior de los baños públicos se
procedió a la requisa de los imputados con los resultados
que se desprenden del acta a cuyo contenido me remito por
razones de brevedad (ver fs. 136/ y 146).
II.2. Hecho nominado segundo de la requsitoria
fiscal imputado en carácter de coautores a Marcelo
Saldanio, Antonio Juan Terlikar y Claudio Pedro Bonggi en
perjuicio de Juan Ignacio Durbano.
Conforme se desprende de las sucesivas
declaraciones de Juan Ignacio Durbano (fs. 18/9, 330 y
532/5), el día 31 de marzo del corriente año, siendo
aproximadamente entre las 14:00 hs. y 15:00 hs.,
encontrándose el nombrado en el local comercial Nro. 5 de
su propiedad ubicado en la galería San Martín, junto con
dos empleados y un cliente ocasional, se acercaron a la
puerta dos policías vestidos de civil, uno medio calvo y
rubio que de acuerdo al reconocimiento realizado resultó
ser el imputado Antonio Terlikar (ver fs.123) junto con
otro –también reconocido (fs.112)- que se identificó como
Saldanio quien le habría manifestado “cómo arreglamos,
arreglemos o te la llevo toda”. Ante la negativa de
Durbano, Saldanio habría salido del local para hablar con
Bonggi –igualmente reconocido (fs.120)- que se encontraba
en el pasillo de la galería quien le habría dicho que le
llevara toda, entendiéndose esto en el sentido de
secuestrarle todo el dinero existente en el local, orden
que Saldanio le transmitió y a otro policía que según se
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deduce de lo declarado por el testigo y del
reconocimiento en rueda se trataría de Ramallo.
En esas circunstancias, de la totalidad del
dinero que había en ese momento -$31.000, U$S7706 y E50-,
Saldanio le dijo a Durbano que guardara $20000, le
entregara $10000 y que el resto lo secuestraba, cantidad
esta última que fue la que se hizo constar luego en el
acta respectiva.
Con el dinero ya tomado por Saldanio, éste
salió nuevamente del local y se dirigió al pasillo de la
galería donde se reunió con Bonggi para luego aquél
regresar nuevamente al local y decirle a Durbano que no
se preocupara que a esa plata la iba a recuperar, que ya
lo iba a llamar para ver cómo arreglaban por esa plata.
Manifestó Durbano también que días después lo
vio nuevamente a Saldanio en compañía de Terlikar, el
“chancho Montoya y otro policía morrudito que sería
Ramallo, y que el día de los procedimientos –24/4/08-
siendo alrededor de las 11:00 hs. lo vio a Saldanio junto
con Terlikar y al policía de sobrenombre “chancho”
entrevistando arbolitos de la zona agregando que Saldanio
y Terlikar fueron a su local comunicándose
telefónicamente con Saldanio que le dijo que ya iban a
pasar por ahí para arreglar pero que él no se podía
juntar a solas porque él tenía que hablar con su jefe.
II.3. Hecho nominado tercero de la requisitoria
fiscal imputado en carácter de coautores a Claudio Pedro
Bonggi, Héctor Oscar Gómez, Marcelo Saldanio, Armando
24
Montoya y Antonio Juan Terlikar en perjuicio de Fabián
Castillo.
Siendo aproximadamente las 15:00 hs. del día 31
de mazo, y dentro del mismo contexto histórico ya
referido, se habría hecho presente en el local Nro. 16 de
la galería comercial una persona que dijo ser policía
federal vestida de civil “con pinta de croto” –ver
testimonial de Sachetti (fs. 528/31) y Herrero (fs. 20/1
y 524/7) que se identificó como el Principal Gómez
manifestando que tenía una orden de allanamiento para
proceder a revisar el local.
En esas circunstancias, Gómez le habría dicho a
Fernando Gastón Herrero y Nicolás Sacchetti, ambos
presentes en el mencionado local, que si no le daban la
mitad de la plata existente en el negocio iba a proseguir
con el procedimiento y los iba a llevar detenidos y que
lo decidieran rápido porque cuando vengan el resto de los
policías ya no iban a poder hacer nada, pero como le
respondieron que no estando presente el propietario del
local Fabián Castillo no podían disponer del dinero, a lo
cual Gómez les habría manifestado que ya que no iban a
llegar a un acuerdo iba a continuar con el procedimiento.
En efecto, GÓMEZ comenzó a revisar las
distintas dependencias del local haciéndose presente otro
policía de civil de cabello canoso que a estar a los
reconocimientos practicados (fs. 111 y 119) se trataría
del encartado Armando MONTOYA, momento en el cual hizo su
arribo al lugar el señor Castillo, quien además de
reconocer a los dos policías señalados también manifestó
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que SALDANIO había intervenido en el allanamiento de su
local (fs.127, 114 y 119).
Del registro del local por parte de GÓMEZ,
surge que en el mencionado local había aproximadamente
U$S11.000 y entre tres y cuatro mil pesos que colocaron
arriba del mostrador.
Angustiado por las circunstancias y ante el
malestar físico de Castillo, GÓMEZ le habría dicho que se
tranquilizara que iba a hablar con su jefe para ver cómo
se podía arreglar dirigiéndose Gómez al pasillo de la
galería donde mantuvo una breve charla con otro policía
vestido de traje que resultaría ser el Subcomisario
BONGGI, reconocido por Castillo a fs.118.. Inmediatamente
GÓMEZ regresó al local y por indicación de éste Castillo
salió afuera para hablar con BONGGI quien le habría dicho
“si no querés que te llevemos todo, dame tres mil dólares
y dejá en la caja unos dos mil dólares en total, entre
pesos y dólares, lo otro sacalo”.
De regreso al local, y con los testigos fuera
del recinto, GÓMEZ le habría reiterado las indicaciones
del Subcomisario tomando de Castillo los U$S3000
convenidos que guardó en su bolsillo, hizo entrar a los
testigos y procedió al secuestro del dinero que había
dejado en la caja, monto éste que fue asentado en el acta
labrada por GÓMEZ en la ocasión.
Castillo también manifestó que GÓMEZ la habría
dicho que a partir de ese día habían empezado una
relación comercial “...y gordo hacelo tranquilo porque
sino no caminás más” advirtiéndole que iban a volver en
una semana para que arreglaran como iban a seguir.
26
Continuando con en análisis del presente hecho,
Castillo declaró que con posterioridad GÓMEZ lo llamó en
dos ocasiones para reunirse.
Dicho encuentro habría tenido lugar el día 17
de abril en el bar “Pedroca” situado en la misma Galería
San Martín –recordemos que en su declaración Mariana
Vivas comentó que Castillo le mencionó que se iba a
juntar con los policías-, el mismo día que también habría
tenido lugar en el bar “Real la reunión comentada por
varios de los damnificados.
En dicho bar habrían estado presentes GÓMEZ,
SALDANIO, MONTOYA y TERLIKAR (todos ellos reconocidos por
Castillo), manifestándoles los dos primeros que lo habían
llamado para arreglar una cuota mensual de mil pesos,
agregando SALDANIO “si no pagás gordo, no caminás más,
acordate que tenés familia e hijos”. Ante la inicial
reacción negativa de Castillo, GÓMEZ intervino tratando
de llegar a un arreglo exigiéndole la suma de $500
mensuales a lo que SALDANIO le habría replicado que eso
no iba a alcanzar que se acuerde que es para arriba,
“efecto cascada” por lo que a ellos le quedaba una parte
menor de lo que recibían.
Así fue entonces que Castillo fue hasta su
negocio regresando con el dinero exigido por los policías
entregándoselo a Gómez en las inmediaciones de los baños
públicos situados en la Plaza San Martín, momento en el
que el Principal Gómez le habría dicho que se vaya
tranquilo “mientras vos pagués nadie te va a molestar”,
que se tenía que preocupar cuando dejara de pagar.
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En lo que respecta a la existencia de los
hechos cometidos en perjuicio de Castillo, contamos no
sólo con los dichos de éste sino también con lo declarado
por Herrero (fs.20/1 y 525/7) y por el testigo Nicolás
Sacchetti (fs.528), quienes son contestes en relatar cómo
se presentaron los hechos, las amenazas proferidas por la
policías, el efecto que éstas causaron en el ánimo de
Castillo y la disposición patrimonial por éste realizada.
II.4. Hecho nominado cuarto de la requisitoria
fiscal imputado en carácter de coautores a Claudio
Bonggi, Marcelo Saldanio y Armando Montoya en perjuicio
de Rubén Omar Bancher.
Rubén Bancher declaró (fs. 15/6, 329 y 513/6)
que el día 31 de marzo de 2008, siendo aproximadamente
las 14:00 hs. encontrándose en la puerta de la galería
San Martín que da a la calle Rivadavia de esta ciudad,
aguardando un cliente con el que iba a efectuar una
transacción comercial, habría sido interceptado por una
persona que dijo ser policía federal vestida de civil que
escuchó que le decían –“chancho- quien por el
reconocimiento en rueda resultó ser el imputado Armando
MONTOYA (ver fs. 121) que le dijo que se quedara quieto
trasladándolo al fondo de la galería encontrándose con
SALDANIO y BONGGI –a quienes también reconoció (fs.115 y
122)- que le preguntaron si el bolso que había en el
local de Fabián Castillo era de su propiedad y ante la
respuesta afirmativa de Bancher le increparon diciéndole
cuánto iba a dejar para salvar la otra plata, que si no
dejaba algo iba a perder todo, bajo la amenaza dijo el
28
nombrado de quitarle el resto del dinero si no entregaba
la suma de $5.000 de un total de $20.000.
Obligado por las circunstancias, Bancher
accedió a dicho requerimiento, procediéndose al secuestro
de la plata que llevaba consigo en ese momento que
alcanzaba la suma de $4000, U$S50 y monedas de euro, lo
que fue asentado en el acta confeccionada en la ocasión.
Luego de ello, SALDANIO lo habría llevado a
Bancher hasta el local del Castillo a buscar el bolso
donde estaba el dinero -$20000- diciéndole al tal
“chancho” que lo trasladara a Bancher hasta el baño de la
galería.
En ese lugar, Bancher le habría hecho entrega a
MONTOYA de la suma requerida previamente por BONGGI y
SALDANIO -$5000-, y no solo eso sino que además le exigió
que le entregara los $15000 restantes bajo la promesa que
después en la delegación se los iban a devolver.
Efectivamente, trasladado que fuera Bancher al
edificio de la Delegación de la P.F.A. –cuestión ésta que
constituye un objeto procesal diferente y al que haré
referencia detenidamente a continuación-, estando
presentes los demás imputados que intervinieron en los
procedimientos de ese día –Gómez, Terlikar y Bonggi-,
SALDANIO le habría dicho a MONTOYA que le devolviera el
dinero –los $15.000- como efectivamente sucedió según lo
relatado por el propio Bancher.
Asimismo, SALDANIO le habría dicho en esa
reunión en la Delegación que ya lo iban a llamar para ver
cómo iban a arreglar de ahora en más y ante las quejas de
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Bancher, que se quedara tranquilo que ya iban a arreglar
de alguna forma.
II.5. Hecho nominado cuarto de la requisitoria
fiscal –privaciones ilegítimas de la libertad- imputado
en carácter de coautores a Claudio Pedro Bonggi y Marcelo
Saldanio en perjuicio de Rubén Omar Bancher y Carlos
Cifuentes.
En lo que a este hecho respecta, continuando
con el testimonio de Bancher, el mismo manifestó que una
vez terminado el procedimiento, entre las cuatro y cinco
de la tarde SALDANIO dio la orden que lo llevaran
detenido junto con Carlos Cifuentes.
Efectivamente, en ese mismo contexto, Cifuentes
(fs. 306/7) expresó que un policía de civil que de
acuerdo a su descripción física se trataría del imputado
SALDANIO se le acercó diciéndole que se quedara donde
estaba y que transcurrido aproximadamente una hora otro
policía federal que estaba vestido de traje –que después
se identificó como Subcomisiario, es decir que sería
BONGGI- le dijo que iba a ser requisado, proceder éste
que se concretó en el baño secuestrándosele la suma de
$833 sin que en momento alguno –según lo manifestara el
propio Cifuentes al prestar declaración testimonial- se
le exigiera la entrega de dinero como sucediera con los
demás damnificados.
Asimismo, luego de labrada el acta, el mismo
policía que la confeccionara, le dijo que Bancher y él
iban a ser trasladados a la Delegación pero que no se
30
preocuparan porque se trataba de una constatación de
domicilio.
Sin embargo, luego de efectuar un análisis
global de las constancias de la causa, existen elementos
suficientes para afirmar que dicha “constatación de
domicilio” y su traslado “para su identificación” no fue
sino un enmascaramiento de lo que en realidad constituyó
una privación ilegítima de libertad.
En primer lugar, tanto Cifuentes como Bancher
dijeron en el Tribunal que en el momento de ser
requisados llevaban consigo sus respectivas
identificaciones que luego exhibieron en la Delegación.
Esta circunstancia también se desprende de las misma acta
de secuestro obrante a fs. 7/8 del Expte. Nro. 14.049/08
del Juzgado Federal Nro. 2 reservado en Secretaría.
Por otra parte, de ese mismo instrumento surge
que los mismo fueron trasladado en calidad de detenidos,
y no como en su descargo manifestara BONGGI que se
trataba de la mentada “constatación de domicilio”, sino
no se comprende que en su parte final se les hiciera
lectura de sus derechos y garantías. Derechos y garantías
de qué? De la híbrida y confusa condición de persona “a
constar domicilio”? Seguramente que no. Ya en ese momento
se los había detenido y por ende privado de la libertad
sin motivos ni autorización judicial alguna. Es más, el
mismo BONGGI en su declaración del 18 de junio reconoció
minimizando la gravedad del hecho que Bancher y Cifuentes
“habrían estado detenidos menos de diez minutos cada
uno”.
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Es más, no solo que los funcionarios policiales
imputados no tenían motivo alguna para proceder de esa
forma, sino que actuaron con conocimiento de la expresa
orden contraria de no detener a ninguna persona impartida
por el Juzgado Federal Nro. 2 como así lo dejara asentado
el Sr. Secretario Penal de ese Tribunal.
En este sentido, a fs. 294/7 prestó declaración
testimonial el Dr. Maximiliano Davies y manifestó que
tratando con Saldanio quedó claro desde un principio, que
por tratarse el caso con seguridad de infracciones
cambiarias el procedimiento tenía la finalidad de
recolectar los mínimos elementos de prueba para luego ser
remitidos al Banco Central. Y más contundente fue al
señalar que por la naturaleza del procedimiento no
correspondía realizar detenciones.
Prosiguiendo con la exposición del Sr.
Secretario, señaló que durante el procedimiento recibió
una llamada de Saldanio manifestándole que dos de los
“arbolitos” –Bancher y Cifuentes- no poseían
documentación que acreditase su identidad –circunstancia
ésta que ya fue refutada por los propios damnificados y
por las actas de secuestro y detención-, por lo que si no
lograban identificarlos hasta la finalización del
procedimiento serían trasladados a la Delegación a tales
efectos, que se quedara tranquilo que se trataba de un
procedimiento de rutina, recordándole el Dr. Davies que
si se producía un traslado no debían concurrir en
carácter de detenidos ni tampoco permanecer en ese
carácter. Luego agregó el funcionario que ese Tribunal no
había dado ninguna directiva sobre detenciones, “es más
32
se ordenó que no se detenga a ninguna persona”
reiterándole nuevamente a Saldanio que no se debían
producir detenciones porque no había imputación penal (el
remarcado me pertenece).
Que el auto interlocutorio y la orden de
requisa libradas por el Juzgado Federal Nro. 2 facultaran
la requisa y el secuestro de elementos en infracción a la
ley 19.359, y en su caso a la detención de los
responsables, se entiende que ésta última atribución,
atento a su indeterminación, se encontraba supeditada a
lo que ese Tribunal dispusiera de acuerdo al desarrollo
de los sucesos, y lo que al respecto se resolvió como con
toda claridad y sin inequívocos lo expusiera el Dr.
Davies, fue el explícito mandato comunicado a Saldanio de
que no se produjeran detenciones de ningún tipo,
disposición que luego le reiterara cuando éste le
transmitiera las novedades relativas a Bancher y
Cifuentes.
Es entonces que al contrariar las expresas
directivas de ese Tribunal que la situación en la que
fueron puestos los dos comerciantes se convierte en una
privación ilegítima de la libertad. Se les labró un acta
de detención y notificación de derechos a cada uno (ver
fs. 10 y 11 del Expte. 14.049/08 del J.F.2), que da fe de
que en las circunstancias de tiempo y lugar referidas se
había procedido a la detención de los nombrados, se les
hicieron conocer los derechos que conforme el código
procesal le asisten a una persona imputada haciéndoles
saber además que en tal condición serían trasladados a la
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Delegación donde permanecieron hasta su posterior
liberación.
Tal cual, según manifestara Cifuentes –y
Bancher también-, al ingresar al edificio de la
Delegación, la oficial de guardia que los atendió –que
sería la Subinspectora Bolbochán- les hizo saber que los
iban a dejar en libertad pero que estaban detenidos a
disposición del Juzgado Federal.
Efectivamente, según las anotaciones del Libro
de Detenidos de la P.F.A. surge que el día 31/3/08 que
Bancher y Cifuentes ingresaron a la dependencia de la
Policía Federal en carácter de detenidos; que fueron
detenidos por Saldanio; y que por resolución recuperaron
su libertad (ver fotocopia de fs. 8 del mencionado
reservado en Secretaría). Si hubo libertad es porque
necesariamente existió una detención precedente.
Esto último se ve reflejado en las diligencias
de fs. 16 y 18 de las actuaciones del Juzgado Federal
Nro. 2 ya mencionadas mediante las cuales se les hace
saber a Bancher y Cifuentes que se encontraban detenidos
a disposición de dicho Tribunal, que se encuentra
cumplimentada la “constatación de domicilio”, y se lo
notifica por último que el magistrado interventor había
dispuesto su soltura –entiéndase libertad-. Que
Bancher y Cifuentes hayan sido registrados en el Libro de
Detenidos –además de las actas que les asignan el mismo
carácter-, es simplemente porque estaban detenidos. A
nadie razonadamente se le podría ocurrir hacer figurar o
asentar en un registro propio para detenidos a una
persona no privada de su libertad como de tal modo lo
34
intentara justificar el Subcomisiario Bonggi, ni tampoco
que a una persona que no tenga restringida su libertad se
le lean los derechos y garantías propios de alguien
detenido.
Por otra parte, llama poderosamente la atención
que en el mencionado Libro de Detenidos se indique como
hora de ingreso a la Delegación del detenido Bancher a
las 17:15 hs. y la de Cifuentes 17:17 hs. en tanto que
las actas de detención aludidas tienen registrada las
17:10 hs. y 17:15 hs., respectivamente, resultando por
demás extraño que Bancher haya ingresado a la Delegación
a la misma hora que Cifuentes era detenido siendo que los
dos fueron traslados en el mismo móvil policial desde el
lugar de su aprehensión.
II.6. Participación necesaria del imputado
Walter Claudio González Galzerano en los hechos
precedentes, correspondiente a la promoción de acción
penal de fs. 1205/7 rectificativa del hecho nominado
quinto de la requisitoria fiscal de fs. 1048/62.
Que analizados los distintos elementos de
prueba existentes en estas actuaciones, es criterio de la
suscripta que los mismos son suficientes para sostener la
probabilidad necesaria sobre los extremos de la acusación
formulada en contra del ex Delegado González Galzerano.
Los hechos tratados hasta ahora, y sobre los
cuales ya tuve oportunidad de expedirme -Resolución de
fs. 563/96, confirmada en cuanto a tales hechos por el
tribunal ad quem –fs. 859/92-, están debidamente
Poder Judicial de la Nación
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acreditados tal como se han expuesto en sus respectivas
consideraciones vertidas precedentemente.
Los elementos de cargo permiten afirmar –y me
permito hacer un adelanto de criterio sobre la cuestión
jurídica pues también ya ha sido materia de tratamiento y
confirmación por el Tribunal de Alzada-, que las
extorsiones cometidas conjuntamente por los demás
policías procesados en perjuicio de los comerciantes
Vivas, Durbano, Castillo y Bancher, como así también las
privaciones de la libertad de éste y su colega Cifuentes,
están por demás acreditadas.
Ahora bien, respecto de tales ilícitos,
encuentro razones suficientes para sostener que el
Comisario González Galzerano, en una suerte de
“solidarización” con el injusto ajeno, colaboró con la
realización de los mismos, facilitando los recursos
necesarios para que tales maniobras pudieran ser llevadas
a la práctica por sus consortes en la causa.
No se trata por supuesto, de pretender sacar
del ataúd al tan denostado principio, y al que se
recurriera más de una vez, del “versari in re ilicita”
para utilizarlo como fundamento de la imputación penal en
su contra. Tampoco de una responsabilidad si se quiere
“objetiva” por los hechos cometidos por sus subordinados.
Al contrario, en el caso puntual de los
procedimientos ocurridos el día 31 de marzo de 2008, las
pruebas obrantes en la causa permiten afirmar que el
Comisario González Galzerano conocía el carácter
fraudulento de las solicitudes de allanamiento que su
personal requirió al Juzgado Federal Nro. 2, pues estaba
36
más que enterado que la verdadera finalidad de su Brigada
era cometer los más variados atropellos con el propósito
mediato de obtener extorsivamente sumas dinerarias de
aquellos comerciantes que fueron víctimas del proceder
policial.
Así pues, no veo problema, y es más, es
razonable deducir que el hecho de ser en aquel momento el
Delegado de la Policía Federal Argentina, es decir, la
máxima autoridad policial de dicha fuerza, es este
concreto supuesto conocía pormenorizadamente lo que su
brigada de calle estaba realizando en la galería
comercial.
Consintió que se labraran las actuaciones
sumariales que permitieron obtener las órdenes judiciales
de allanamiento y requisa, sabiendo la verdadera
finalidad que se encubría.
Facilitó a través de su hombre de confianza –
Bonggi- los medios necesarios e indispensables para que
la Brigada pudiera operar con “tranquilidad” y sin
sobresaltos en las “cuevas” allanadas, asignando móviles
policiales y un número desproporcionado de policías para
que custodiaran el ingreso y salida de la galería
comercial, y de esa forma lograr el fin perseguido que no
era otro que, mediante el subterfugio de las órdenes
judiciales, amenazar a las víctimas y exigirles la
entrega de dinero.
Contamos al respecto con los dichos de Bresso
que en relación a este procedimiento expresó que el
Comisario Galzerano formó un grupo de combate, tipo
sección de choque, con total hermetismo, un despliegue
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inusual y que le dijo que se iba a allanar en el centro,
enterándose que después del procedimiento habían llevado
a dos personas que estuvieron sentadas en la guardia de
la delegación (fs. 1035/38).
No solo que sabía de lo que estaba ocurriendo
en la mencionada galería, fue el propio González
Galzerano quien como cabeza de la fuerza desvió y
direccionó al personal subalterno para que se avocara a
realizar esta clase de procedimientos por infracción a la
ley cambiaria –entre otras leyes especiales- cuando en
verdad la autoridad de contralor es el mismo Banco
Central.
A igual conclusión debemos arribar respecto de
las privaciones de la libertad de Bancher y Cifuentes.
En este sentido, y como ya lo sostuviera en la
resolución anterior, entiendo que las ilegales
detenciones de los dos “arbolitos” no fueron sino una
demostración de poder de parte de los inculpados a los
fines de reforzar la maniobra intimidatoria que venían
desplegando. En otras palabras, el traslado de Cifuentes
y Bancher a la Delegación en calidad de detenidos daba
mayor sustento a la amenaza proferida a algunos
comerciantes en cuanto a que si no entregaban el dinero
exigido “los iban a detener”.
En otra parte, tales detenciones fueron parte
de la planificación diseñada por los policías para lograr
el éxito de los “procedimientos” y González Galzerano no
fue ajeno a esa diagramación. Reitero, sin su venia sus
subalternos no habrían procedido como lo hicieron
cometiendo semejante avallasamiento, “levantando” a los
38
dos arbolitos a quienes llevaron ilegalmente hasta sus
mismísimas oficinas.
En definitiva, no veo inconveniente a esta
altura del proceso para sostener que mediante la
infracción a los deberes emergentes de su rol, y ante la
recognocible propensión a los hechos por parte de sus
hombres, con su actuar y omitir, González Galzerano
incrementó significativamente el riesgo penalmente
relevante para el bien jurídico afectado, lo cual
fundamenta y avala la imputación como partícipe necesario
de tales ilícitos tal como lo ha propuesto el Ministerio
Público Fiscal, debiéndose en consecuencia ordenar su
procesamiento en orden a los mismos conforme lo preceptúa
el art. 306 del código ritual.
En cuanto a la calificación legal de tales
conductas, tal como sostuviera con anterioridad, las
mismas deben ser encuadradas en la figura de extorsión
prevista en el art. 168 del Código Penal, en lo que
concierne a los hechos que tuvieron como víctimas a
Vivas, Durbano, Castillo y Bancher, mientra que en lo que
respecta a éste y al señor Cifuentes, sus privaciones
ilegítimas de la libertad encuadran en el supuesto
previsto en el art. 142 inc. 4° del Código Penal, todos
éstos en calidad de partícipe necesario.
III- Incumplimiento de los deberes de
funcionario público atribuido a Héctor Oscar Gómez,
correspondiente al hecho nominado sexto de la
requisitoria fiscal de fs.1048/62.
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En lo que a este hecho concierne, consistente
en haber Gómez incumplido diversas órdenes judiciales
emanadas por parte de este mismo Tribunal, corresponde
ordenar el sobreseimiento parcial del nombrado toda vez
que el hecho a él intimado no existió.
En efecto, la Sra. Fiscal le atribuye al
encartado haber incumplido, sin justificación alguna, la
orden de requisa en contra del ciudadano Dante Lucero y
la orden de allanamiento para el domicilio de calle Soler
225 de la ciudad de Río Cuarto dispuestas por este
Tribunal, ambas correspondientes a las entonces
actuaciones Nro. 213/06 de la Fiscalía Federal Nro. 3
posteriormente radicadas en este Juzgado Federal Nro. 3
bajo la carátula “Lucero, Dante p.s.a. art. 7° ley
23.737”, Expte. Nro. 18.558, y finalmente radicados en el
Tribunal Oral Nro. 2 (ver certificado de fs. 1255),
siendo que de las copias certificadas agregadas a la
presente se desprende el efectivo diligenciamiento y
cumplimiento de las medidas judiciales con el
consiguiente logro del objetivo pretendido en tales
actuados (ver fotocopias glosadas a fs. 1260/8).
En particular, de la lectura de las mismas
surge que Lucero fue detenido al allanarse la vivienda
sita en calle Andalucía 3080 por parte del comisionado
policial Subinspector Roque Ariel Alfonzo (fs. 1263) como
también que el oficial Gómez cumplimentó la orden de
allanamiento respecto de la finca sita en calle Gral.
Soler 2225 de la ciudad de Río Cuarto el día 18 de abril
de 2008 (fs. 1266/7).
40
En otros términos, la orden judicial de
allanamiento cuyo incumplimiento se le recrimina a Gómez
fue en realidad cumplimentada por el nombrado, en tanto
que la requisa del ciudadano Lucero devino abstracta pues
el nombrado fue detenido en la finca allanada sita en
calle Andalucía 3080 de B° General Urquiza de esta ciudad
por parte de personal policial comisionado a tales
efectos.
En consecuencia, demostrado que los hechos
investigados y endilgados a Gómez, subsumidos en su
momento bajo la figura del art. 249 del C.P., no
existieron, pues, reitero, las órdenes judiciales
supuestamente incumplidas a criterio del Ministerio
Público Fiscal, en realidad sí fueron diligenciadas por
la autoridad policial, es que corresponde ordenar el
sobreseimiento del nombrado conforme lo preceptuado por
el artículo 336 inc. 2° del C.P.P.N.
Por otra parte, en lo que respecta al hecho que
menciona la Sra. Agente Fiscal como formando parte de la
plataforma fáctica de que Gómez no habría devuelto dichas
órdenes al Tribunal, lo cierto es que tal deber surge en
caso de no diligenciamiento, hipótesis que tal como se ha
visto, no sucedió. De allí que el hecho que Gómez hubiese
tenido en su poder las órdenes sin haberlas devuelto al
tribunal, más que una cuestión de índole disciplinaria,
no constituye un comportamiento susceptible de reproche
penal, máxime cuando no existe ningún elemento que
permita sospechar sobre un hipotético aprovechamiento o
utilización irregular de las mismas.
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IV- Procedimientos realizados por la Brigada en
perjuicio de comerciantes agrupados en la Cámara de
Comerciantes Mayoristas presidida por el Sr. Héctor Luna.
Es momento ahora de entrar al análisis del
segundo grupo de hechos, referidos tal como se dijo al
inicio, a los distintos procedimientos realizados a
partir del mes de enero de 2008, aproximadamente, por
parte de algunos miembros de la Brigada de calle de la
Policía Federal con la excusa de estar realizando tareas
de prevención de infracciones aduaneras en la que se
vieron involucrados distintos comerciantes mayoristas que
operan en la zona céntrica de esta ciudad, como así
también lo que tiene que ver con aquellas maniobras
tendientes a obtener un lucro indebido de parte de
algunos comerciantes, miembros o asociados, a la Cámara
de Comerciantes Mayorista presidida por el señor Héctor
Luna.
Asimismo, como igualmente fuera señalado al
comienzo, a continuación se irán considerando, por orden
cronológico, cada uno de los hechos que motivaran el
inicio de las nuevas actuaciones (Expte. 18.900) luego
acumuladas a la presente causa.
IV.1. Privación de la libertad del ciudadano
Jaime Saúl Nicolaevsky –firma Marplast- imputado a
Marcelo Claudio Saldanio, Antonio Juan Terlikar y Claudio
Pedro Bonggi (hecho nominado segundo de la ampliación de
requerimiento fiscal de instrucción de fs. 1313/16).-
Que según la versión acusatoria, el día 28 de
enero de 2008, los policías Marcelo Claudio Saldanio,
42
Antonio Juan Terlikar y Claudio Pedro Bonggi, sin contar
con orden judicial que los autorice, requisaron
ilegalmente el vehículo conducido por el seño Jaime Sául
Nicolaevsky, procedieron ilegalmente al secuestro de la
mercadería que por entonces transportaba, y sin orden
judicial ni notificación al Juzgado de turno lo privaron
de su libertad trasladándolo en forma ilegal en calidad
de detenido hasta el edificio de la Delegación de la
Policía Federal donde permaneció alojado en carácter de
incomunicado hasta su soltura sucedida horas después.
En lo que respecta a la ocurrencia del hecho en
cuestión, es criterio de este Tribunal que las pruebas de
la causa –tanto las agregadas al expediente como aquellas
reservadas en Secretaría-, son lo suficientemente
contundentes para avalar la hipótesis propuesta por el
Ministerio Público Fiscal.
Sustento de lo que aquí se afirma son, por una
parte, las declaraciones vertidas en autos por los
comerciantes de la firma Marplast tal como se verá a
continuación.
Quien primero aludió a este suceso en
particular fue el comerciante Alberto Bernardo Stekelberg
(fs. 1157/9). Dijo en su exposición que una semana antes
de que tuviera lugar la reunión de socios de la Cámara de
comerciantes e Industriales Mayoristas convocada por el
Sr. Luna “tuvimos un inconveniente o un operativo de la
Policía Federal”: que la Policía Federal rodeó una
camioneta que estaba 1estacionada frente al negocio
ubicado en pje. Morel 319 con mercadería que estaba a
punto de ser descargada, pidiendo los despachos de aduana
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y que si no se los daban en ese instante se llevaban
todo, incluido la camioneta y el chofer, lo que
efectivamente ocurrió. Que se llevaron todo a la calle
Hipólito Yrigoyen esquina Ituzaingo. Que al chofer de la
camioneta –Jaime Nicolaevsky- le dijeron en la Delegación
que se quedara quieto y que no hablara porque sino se lo
llevaban al calabozo, y que lo liberaron aproximadamente
dos horas más tarde.
Asimismo, Stekelberg añadió que al día
siguiente acompañaron a la Delegación los despachos de
importación y le informaron que estaba interviniendo una
jueza que era la que tenía que dar la conformidad, y que
como la policía federal no era entendida en el tema de
importación, a la constatación de los despachos de
importación lo debía hacer personal de Aduana. Al día
siguiente, dijo el comerciante, le liberaron la
camioneta, la mercadería trasladada hasta el depósito de
la aduana hasta que se la devolvieron a los dos meses.
De manera coincidente –y con mayores
precisiones en algunos aspectos, el contador de la firma
Marcelo Rubinowicz afirmó (fs 1279/81) que el hecho tuvo
lugar entre fines y principios de marzo, en las mismas
circunstancias ya relatadas por Stekelberg.
Que habrán sido cuatro los policías –de civil-
que intervinieron y que la persona que directamente habló
con él y que se presentó en nombre de la policía, a cargo
de la brigada, dijo llamarse Marcelo Saldanio a quien
describió como “un hombre grandote, y el rasgo más
particular era que tenía bigotes y el pelo algo canoso”.
44
Que el resto de los policías que acompañaban a
Saldanio colaboraban con lo que éste les decía,
recordando que había uno “medio peladito, rubio” que lo
llamaba por “tony”.
Que Saldanio –agregó Rubinowicz- le dijo que el
problema con la mercadería era que no tenía los números
de despacho de importación y por eso secuestraron la
mercadería importada, incluyendo la camioneta en cuestión
que llevaron hasta la Delegación, donde fue recibido
nuevamente por Saldanio que lo hizo subir por unas
escaleras donde habló con un subcomisario de nombre Pedro
Bongi que en mala forma dijo que tenía que tener la
documentación de la mercadería porque sino era
contrabando.
Siguiendo con el relato, dijo que al chofer
Nicolaevsky lo sentaron en una oficina, que no se podía
ir pero sin saber en qué calidad se encontraba, que le
habían dicho que estaba demorado y que lo liberaron como
a las dos horas.
También hizo referencia, al igual que
Stekelberg, sobre la supuesta intervención de una jueza
en el asunto, que ya se habían labrado actuaciones
sumariales, y que por lo tanto, la magistrada o su
secretaria tenían que dar la autorización, y que
finalmente todo había pasado a manos de la Aduana que
tiempo después les restituyó la mercancía.
Asimismo, a los fines de tener por acreditada
la ocurrencia de este acontecimiento resulta de suma
importancia remitirnos al testimonio de la propia víctima
del accionar policial, que en este caso es el chofer
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Jaime Saúl Nicolaevsky, empleado de la firma Mar Plast
(fs. 1276/8).
Así es que sobre lo sucedido aquél día,
Nicolaevsky testimonió que en circunstancias que se
encontraba operando con mercadería de la empresa
(Marplast), cuando estaba abriendo la compuerta trasera
de la camioneta Ducato aparecieron tres o cuatro personas
de sexo masculino vestidos de civil que le dijeron que
eran policías federales que no hiciera nada, que querían
saber qué transportaba, preguntándole si llevaba
mercadería importada.
Uno de los policías, dijo Nicolaevsky, el que
le mostró la credencial, tenía una voz media gruesa tipo
autoritaria, de contextura normal, cabello cortito que le
pareció de color rubio, cara redondita, y tez medio
coloradita, tipo “italiano” por su fisonomía.
Que otro tenía el cabello más bien largo,
canoso y que creía que había visto que tenía bigotes. Es
más, dijo que lo había visto nuevamente en el edificio de
estos Tribunales el mismo día que prestó declaración.
También hizo mención de un tercer policía de
contextura grande, morocho, que no sabe si llegó junto
con los otros o después.
Volviendo al procedimiento, Nicolaevsky señaló
que el policía de bigotes le pidió los papeles de la
mercadería que transportaba haciéndole entrega de los
remitos que tenía en la cabina de la camioneta y que
después llegó el contador Rubinovich quien siguió las
tratativas con los policías.
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Entre otros aspectos relevantes, Nicolaevsky
expresó que ante el requerimiento de los policías se
identificó con el documento de identidad que llevaba
consigo.
Que le dijeron que tenía que ir a la Delegación
y que él fue manejando –con mucho miedo- acompañado por
dos de los policías.
Que al llegar a la Delegación, lo hicieron
pasar a una sala que está ubicada después del ingreso
sobre la izquierda donde estuvo aproximadamente dos horas
hasta que el mismo policía de bigotes que había estado en
el procedimiento le dijo que ya estaba desocupado y que
se podía ir.
Asimismo, lo narrado por los testigos sobre lo
sucedido tiene respaldo en las actuaciones sumariales
Nro. 32/2008 de la Policía Federal que se encuentran
reservadas en Secretaría.
Así pues, de la declaración testimonial del
Sargento Saldanio (fs. 1) y las respectivas actas de
secuestro y detención (fs. 2 y 3), a las que en honor a
la brevedad me remito, no hay la menor duda que el
operativo policial efectivamente existió y que
Nicolaevsky fue llevado al edificio de la Delegación. De
ello dan cuenta también las restantes constancias del
referido sumario.
A su vez, las constancias que surgen de dichas
actuaciones se encuentran asentadas tanto en el libro de
sumarios (fs. 32) como en el libro de detenidos (fs. 194)
–secuestrados y reservados en Secretaría-, y que aluden
al procedimiento policial.
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IV.2. Privación de la libertad del ciudadano
Carlos Maximiliano Sosa –firma Expreso Alex- imputado a
Marcelo Claudio Saldanio, Antonio Juan Terlikar y Claudio
Pedro Bonggi (corresponde al hecho nominado tercero de la
ampliación de requerimiento fiscal de instrucción de fs.
1313/16).-
El hecho que se les atribuye a los imputados
Saldanio, Terlikar y Bonggi consiste en que el día 1° de
febrero de 2008, en la zona céntrica de esta ciudad,
habrían requisado ilegalmente el vehículo en el que se
conducía el ciudadano Carlos Maximiliano Sosa,
procediendo al secuestro de mercadería importada que
había dentro del utilitario, y luego trasladarlo en
calidad de detenido también de manera ilegal hasta el
edificio de la Delegación donde permaneció privado de su
libertad por un tiempo aproximado a las siete u ocho
horas.
Que al igual que lo sostenido en el hecho
anterior, es criterio de la suscripta que también aquí se
encuentra por demás demostrada que los hechos ocurrieron
tal como se desprende de la pieza acusatoria. Así pues,
estimo que las pruebas colectadas hasta el momento –tanto
las agregadas al expediente como aquellas reservadas en
Secretaría-, me llevan a resolver en sentido
incriminatorio.
En primer lugar, contamos con los testimonios
de los comerciantes de la firma Expreso Alex que se
vieron perjudicados con el accionar policial.
48
Fue el comerciante –socio gerente de la firma
Expreso Alex S.R.L.- Germán Jorge Olocco quien realizó
una primera aproximación a lo acontecido aquél día (fs.
1176/7). Dijo que a comienzos de 2008 un grupo de
policías federales les paró un vehículo de la empresa que
trasladaba mercadería que fue llevada hasta la Delegación
porque necesitaban verificar unos códigos de importación.
Al mismo procedimiento se refirió genéricamente
el comerciante Hugo García de la firma Expreso Alex
S.R.L. (fs. 1178/9).
José Ramón Colomé –otro de los socios de la
firma-, dio mayores precisiones sobre lo sucedido (fs.
1196/7). Así, manifestó que unos días antes de Navidad de
2007, en horas de la mañana, el chofer Maximiliano Sosa
le avisó por radio que estaba en la zona céntrica de esta
ciudad, que la Policía Federal había interceptado la
camioneta Rodeo, que la habían secuestrado y que la
estaban llevando al edificio de la Delegación a donde se
dirigió.
Dijo también Colomé que en la Delegación fue
atendido en una oficina ubicada en el primer piso por el
señor Saldanio –de bigotitos- que le informó que había
retenido la camioneta porque los papeles de la mercadería
no estaban en regla, que los números de despacho no
coincidían. Que además de Saldanio, en dicha Sala había
otros policías de civil, uno coloradito, pelado, de unos
35 años, y otro de pelo largo de unos 30 años.
Agregó que al chofer Sosa lo ubicaron en una
sala de la planta baja como incomunicado, retenido, y que
pese a que lo quiso mandar a trabajar, no lo dejaron. Que
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recién se retiró de la Delegación con Sosa alrededor de
las 20:00 hs.
Siguiendo con la misma metodología corresponde
ahora remitirnos a la declaración del chofer Carlos
Maximiliano Sosa (fs. 1282/4).
Así, según dijera el propio Sosa, a la hora de
la mañana, encontrándose a bordo de una camioneta de la
empresa descargando mercadería en la calle Rivadavia,
entre 25 de Mayo y Av. Olmos en compañía de Ezequiel
Martínez aparecieron tres o cuatro policías que se
conducían en un VW Gol. Uno de ellos, medio canoso y con
bigotes se identificó como Saldanio –que fue el que
siempre trató con él- y a otro describió como medio
pelado, tipo gringuito, de contextura morruda, de unos 36
o 38 años que le dijo que venía directamente de Buenos
Aires a controlar mercadería importada sin documentación
de la Aduana.
Agregó que los policías le preguntaron qué
traía, si traía alguna mercadería del negocio de Mega
Music del señor Bolognino quien se hizo presente en el
lugar y que le dijeron que necesitan los papeles donde
estaban los números de despacho de aduana de la
mercadería de su negocio; que la documentación que tenía
no les servía porque no estaban los números de despacho
que ellos estaban buscando.
Que raíz de ello Saldanio y “el peladito” le
dijeron que tenían que llevar la camioneta con la
mercadería a la Policía Federal y que él quedaba detenido
porque era el responsable en ese momento de la
mercadería. Añadió Sosa que la camioneta fue conducida
50
por él acompañado de Martínez y de uno de los policías
que participó en el procedimiento.
Ya en la dependencia de la Delegación, dijo
Sosa que fue llevado a la guardia donde le tomaron los
datos, le pidieron el documento que tenía consigo, y que
recordaba haber firmado un libro de actas. Que mientras
estuvo en ese lugar –desde las once de la mañana hasta
las siete y cuarto de la tarde- mantuvo consigo su
teléfono celular y que varias veces habló con el señor
Colomé, que como ya vimos, también estuvo en la
Delegación.
Siguiendo con la declaración de Sosa, éste
expresó que no recordaba que en algún momento le hubiesen
dicho que estaba detenido ni que estuviese a disposición
de algún juez pero sí haberle preguntado a Saldanio y al
policía identificado como “el peladito” si le iban a
pintar los dedos para evaluar si llamaba algún abogado a
los que le contestaron que no hacía falta, que se trataba
de “algo rutinario”.
De la misma manera que el caso anterior de
Nicolaevsky, aquí también lo narrado por los testigos
sobre lo sucedido tiene respaldo en las actuaciones
sumariales Nro. 33/2008 de la Policía Federal que se
encuentran reservadas en Secretaría.
En particular, de la declaración testimonial
del Sargento Saldanio (fs. 1) y las respectivas actas de
secuestro y detención (fs. 2 y 3), a las que en honor a
la brevedad me remito, está debidamente acreditado que el
operativo policial efectivamente existió y que Sosa fue
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llevado al edificio de la Delegación. De ello dan cuenta
también las restantes constancias del referido sumario.
A su vez, las constancias que surgen de dichas
actuaciones se encuentran asentadas tanto en el libro de
sumarios como en el libro de detenidos –secuestrados y
reservados en Secretaría-, y que aluden al procedimiento
policial.
IV.3. Extorsión en perjuicio del ciudadano
Artín Merdinián –firma Polirubro Rex- imputado a Marcelo
Claudio Saldanio (corresponde al hecho nominado primero
del requerimiento fiscal de instrucción de fs. 1048/62).
Que según la hipótesis sustentada por el
Ministerio Público Fiscal, aproximadamente a mediados del
mes de febrero de 2008 el imputado Marcelo Saldanio se
habría hecho presente en el negocio “Polibrubro Rex”,
sito en la zona céntrica de esta ciudad, propiedad del
señor Artín Alejandro Merdinián a quien le habría
exigido, para “no victimizarlo injustamente en el futuro,
producto de inspecciones de algún ente recaudador o de
control y no ser víctima de allanamientos o secuestro de
la mercadería…” la suma de mis pesos que Merdinián le
entregó en ese mismo momento, lo que “se trataba de una
cuota por la protección antes aludida”.
Que la prueba sobre el hecho que venimos a
considerar ahora surge de los propios dichos de la
víctima vertidos en su declaración ante el Ministerio
Público Fiscal.
Dijo Merdinián (fs. 981/2) que una mañana, por
mediados del mes de febrero, se hicieron presentes en su
52
negocio dos policías federales que procedieron a
controlar un camión que estaba descargando mercadería ya
nacionalizada en el local pidiéndole fotocopia de los
despachos a lo que les respondió que él no era importador
mostrándoles el número de despacho que figuraba en el
remito.
Ante su respuesta, los policías primero le
dijeron que le tenían que llevar la mercadería para luego
manifestarle que no lo iban a hacer, que si podía ir al
día siguiente a la repartición para hablar con el
comisario un oficial superior y que llevara la
documentación de la mercadería que finalmente quedó en su
negocio.
Merdinián dijo que uno de los policías era
morocho, rellenito, medio barbudo de unos cuatro días,
pelo crespo y usaba lentes de sol, mientras que su
acompañante tenía tez blanca, medio tirando a colorado,
peladito, “rellenito”, de entre 30 a 35 años que fuel el
que le dijo que tenía que hablar con Marcelo Saldanio.
Añadió el testigo que al día siguiente, cuando
estaba por ir a la repartición policial apareció en su
comercio Marcelo Saldanio con quien mantuvo una
conversación dándole a entender que lo que quería era que
le diera dinero, que pusiera lo que pudiera, dándole en
esa ocasión a Saldanio un sobre con mil pesos en su
interior.
Que el 1° de abril de ese mismo año, Saldanio
fue nuevamente a su negocio, esta vez acompañado de otro
policía, pelilargo, de barbita tipo candado, con nariz
prominente, manifestándole Saldanio en esta oportunidad
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que se estaban organizando, que irían del 1 al 5. Que
esta vez, afirmó Merdinián le entregó a Saldanio la suma
de quinientos pesos.
Por otra parte, obra a fs. 1096 el
reconocimiento efectuado por Merdinián respecto del
policía Marcelo Saldanio el cual arrojó resultado
positivo.
Respecto a los demás sujetos mencionados por el
testigo, si bien los mismos no han sido acusados
formalmente por parte del Ministerio Público Fiscal según
surge de la respectiva requisitoria, no está demás
señalar, por cualquier eventualidad, que Merdinián no vio
a ninguno de ellos presentes en la rueda de
reconocimiento (fs. 1097, 1098 y 1099).
IV.4. Extorsión en perjuicio de los ciudadanos
Adrián García y Patricia Gabriela Martino –firma ene&eme-
imputado a Marcelo Claudio Saldanio y Héctor Oscar Gómez
(corresponde a la ampliación de requerimiento fiscal de
instrucción de fs. 1202/3)-.
Que según lo sostiene la acusación formulada
por la Sra. Agente Fiscal, a mediados del mes de marzo de
2008 los policías Saldanio y Góomez se presentaron en el
negocio de “Ene&Eme” ubicado en la zona céntrica de esta
ciudad exigiendo a Patricia Martino, bajo la amenaza de
incautar la mercadería que en ese momento había en una
camioneta del comercio, una suma dineraria que finalmente
fue de $500 que el señor José Adrián García hizo efectiva
instantes después a otro policía no identificado que pasó
por el lugar.
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Que la prueba sobre lo sucedido respecto de los
comerciantes del negocio “Ene&Eme” está conformado por
los testimonios brindados en este Tribunal por Patricia
Gabriela Martino y José Adrián García.
Así pues, primero fue Martino (fs. 1149/52)
quien relató a la suscripta que aproximadamente en el mes
de abril de ese mismo año en circunstancias en que
empleados del negocio se encontraban cargando mercadería
en uno de los transportes, apareció un grupo de policías
federales que les exigió las facturas y los números de
despacho de esa mercadería.
Del grupo de policías que participaron del
procedimiento Martino describió que uno de ellos tenía el
pelo largo, de tez trigueña y de unos treinta y cinco
años, mientras que otro de los policías, de bigotes y que
dijo ser el jefe del grupo, luego se enteró que era el
Sargento Marcelo Saldanio.
Que en un momento dado, Saldanio la apartó del
resto de las personas y le propuso llegar a un arreglo,
“vamos a tomar un café y arreglemos el número”, le habría
dicho, manifestando Martino que el estado de nervios era
tal que le contó a su jefe Adrián García lo que le habían
propuesto, entablándose una conversación entre éste y
Saldanio, diciéndole que no había nada que arreglar
porque estaba todo en regla.
Que pese a la negativa de su jefe, Saldanio
siguió insistiendo diciendo que otros comercios ya
estaban pagando y que si no arreglaban en ese momento se
llevaban la camioneta, exigiéndole el pago la suma de mil
pesos a lo que García le dijo que no, contraofertando
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Saldanio que se fijara cuánto podía ser, todo lo cual era
presenciado por el policía de pelo largo que lo amenazaba
diciéndole a Saldanio que no perdiera su tiempo.
El desenlace –como manifestó Martino- se
produjo momentos después cuando otro policía de civil
pasó por el negocio llevándose un sobre con la suma de
quinientos pesos.
Idéntica versión dio el señor José Adrián
García (fs. 1195 y vta.). Así, de su declaración
testimonial surge que entre abril y mayo de 2008 recibió
un llamado de Gabriela Martino informándole que la
Policía Federal estaba efectuando un procedimiento en la
vía pública en relación a una camioneta que estaba siendo
cargada con mercadería de la firma.
Que en función de ello García se dirigió al
lugar donde vio que había dos policías haciendo el
procedimiento, uno de alrededor de 55 a 60 años, de tez
morocha, cabello negro, de 1,80 mts. aproximadamente, de
contextura normal, que según cree tenía bigotes, y el
otro más joven, morocho, pelo largo, de unos 35 años.
Agregó que más tarde llego al lugar un tercer individuo
con chaleco e identificación de la Aduana que era rubio,
de tez blanca y poco cabello.
García manifestó que les exhibió las facturas
de compra de la mercadería, diciéndoles los policías que
si bien contaban con los despachos de importación
“nuestras facturas no los tenían consignados, por lo que
ellos debían incautar la mercancía”.
Que el policía de bigotes le manifestó que
podían llegar a un acuerdo, que le ofreciera algo a lo
56
que el testigo le propuso pagarle quinientos pesos “como
si fuera un agradecimiento de que no nos quitaran la
mercadería”, dijo García, a lo que los policías aceptaron
diciéndole que después pasaría una persona por el local a
retirar la “colaboración”.
Efectivamente, García nos relata que al poco
tiempo de ese mismo día, pasó por el local sito en Pje.
Huespe un sujeto vestido de civil a quien se le entregó
un sobre con el dinero.
IV.5. Extorsión en perjuicio del ciudadano
Héctor Jorge Luna (Presidente de la Cámara de
Comerciantes Mayorista) imputado a Walter González
Galzerano y Claudio Bonggi (corresponde al hecho nominado
tercero del requerimiento fiscal de instrucción de fs.
1048/62).
En lo sustancial, el hecho que la Fiscalía le
reprocha a los oficiales superiores consiste en haber
ejecutado, en varias oportunidades, maniobras extorsivas
en perjuicio del señor Luna a quien, como Presidente de
la Cámara de Comerciantes e Industriales Mayoristas de
esta ciudad, le habrían exigido para que intermedie ante
los demás comerciantes asociados con el propósito de
alinearlos para que colaboraran económicamente a cambio
de brindarles protección, instruyéndolo a tal fin que
confeccionara una lista de comerciantes.
Que teniendo a la vista el plexo probatorio,
siguiendo e hilando las distintas declaraciones de
aquellos testigos que dieron su versión respecto de este
hecho, advierto que para ser fieles a tales relatos, no
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debemos circunscribirnos a uno único y específico
momento sufrido por el señor Luna, sino que la afectación
de su ánimo se debió a una situación con cierta
permanencia generada a partir de una continuada
seguidilla de amedrentamientos y amenazas en su contra.
No se puede dejar pasar por alto remarcar la
importancia que tenía Luna para el grupo de policías
imputados, por cuanto éste era nada menos que el
Presidente de la Cámara de Comerciantes Mayoristas de
esta ciudad, con lo cual, a través de él, podían llegar
al resto de los comerciantes tal como era el propósito
descifrado de los encartados.
El móvil era la recaudación de dinero, y para
ello nada mejor que direccionar su puntería a la cabeza
del cuerpo de comerciantes, lo cual facilitaría el armado
del negocio y su posterior “cobranza” indiscriminada.
Así es que estas maniobras tuvieron comienzo en
aquella reunión mantenida en el conocido Restaurante
“Rancho Viejo”, muy próximo a estos estrados, en donde
Luna, y otro comerciante de apellido Kaplan se reunieron
con la cúpula de la Policía Federal: González Galzerano,
Bonggi y un tercer policía que sería el subcomisario
Arriazu.
El motivo de esa reunión, según los dichos de
Kaplan (fs. 1015 y fs. ) era conversar de los
procedimientos aduaneros que se venían haciendo en la
zona por parte de la fuerza como el caso de Marplast del
comerciante Stekelberg, en donde se había producido la
detención del chofer Nicolaevsky y el secuestro de
mercadería (ver supra punto IV.1).
58
En dicho evento, siguiendo los dichos de Luna
(fs. 1008/11 y fs. 1230/8), los policías le dijeron que
querían convertir la Delegación “en algo bonito,
ejecutivo, que no tenían ni para combustible”, y que por
eso “solicitaban” la colaboración de los comerciantes
agrupados en la Cámara. Este comentario me trae a la
mente, por su manifiesta contradicción, aquella
declaración que efectuara el propio Bonggi en una de sus
tantas intervenciones donde había expresado que su Jefe –
González Galzerano- le había dicho al asumir que quería
ampliar el trabajo operativo de la Brigada para lo cual
contara con todo su apoyo y que para eso tenía todos los
móviles, combustible y personal (ver declaración del día
19 de junio de 2008).
Según la intuición de Luna, este pedido que se
le formuló era a cambio de protección de “algo”, como una
especie de “paraguas” a los asociados, como por ejemplo,
evitar parar camiones –aquí Luna hace mención al daño que
ya venían produciendo la Policía Federal en clara
referencia a procedimientos realizados en la vía pública-
, y él lo tomó como que “debían colaborar”, es decir, no
como algo voluntario o que quedaba a criterio y
discreción de cada comerciante, y que por ello él se
sintió presionado, sobre todo al decirle –o remarcarle-
González Galzerano que ninguno de ellos estaba “limpio”.
De allí que Luna haya dicho que esto nada tenía
que ver con el Club de Amigos de la Policía Federal.
Lo cierto es que el plan pergeñado por los
policías, cautelosamente e indirectamente expuesto en ese
almuerzo queda definitivamente al descubierto cuando con
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motivo de un procedimiento llevado a cabo por la Policía
Federal en relación a una mercadería del comerciante
Tufih Sahade –hecho que veremos en el próximo acápite-,
Bonggi lo recibe a Luna en su oficina de la Delegación, y
en esa ocasión, le dijo sin medias tintas que tenían que
colaborar.
Que tenía (Luna) que alinear a los asociados
para que colaboren, recordándole lo que le había dicho en
el almuerzo en el Rancho Viejo a lo que Luna rotundamente
se negó respondiéndole que la Cámara no estaba par esto,
que no eran un ente recaudador.
Sin embargo, según la impresión de Luna que
transmitió al Tribunal, él sintió como que con el
procedimiento realizado en contra de Tufih Sahade, los
policías querían demostrarles que ellos podían hacer lo
que se les antojara, al punto tal que el propio Bonggi le
hizo ver que ellos podían hacer todo, parar camiones,
“que todo era legal”, y que por eso los comerciantes
tenían que ser generosos y que cada negocio tenía que
poner en función de su tamaño.
Así fue, entonces, que Luna se vio obligado,
primero a convocar a una reunión de la Comisión Directiva
y luego a una reunión de socios en la que les transmitió
las “novedades” de la Policía Federal, y en donde la
misma víctima manifestó y expresó sus propios
sentimientos, o mejor dicho, sus más íntimos sufrimientos
a la hora de comunicar a los demás comerciantes sus
vivencias con la jefatura policial. “Lo que yo les
transmití (a los socios) eran los miedos que yo tenia, a
mí me picotió (sic) la cabeza no pertenecer a ese mundo y
60
escuchar esa jerga, esa pinta, lo que hablaban” (fs. 1234
vta.).
Con el objeto de acreditar aquél estado anímico
de Luna, a continuación pasaré a valorar los testimonios
de aquellos comerciantes que estuvieron presentes en la
reunión llevada a cabo a instancias de la Cámara de
Comerciantes presidida por aquél, y que además dieron una
versión de lo que allí se dijo que permite avalar la
hipótesis acusatoria, como así también de aquellos que no
habiendo estado presentes fueron anoticiados de lo
ocurrido ya sea por sus pares, o bien directamente por
Luna:
a) que a través de Luna los habían amenazado a
todos, que habían sido apretados por la Policía Federal,
que estaban presionados, que había operativos
indiscriminados, sin sustento legal donde retenían la
mercadería, que le habían sacado el tema de la droga así
que tenían que recaudar de otra forma, que le habían
dicho a luna que tenía auto, familia. Que luna estaba
preocupado. Que personalmente a él no lo amenazaron sino
que las amenazas fueron a Luna y a través de él al resto
de los comerciantes (Fabían García, “El Volcán”, fs.
1144/6);
b) que la Policía Federal había pedido una
lista de los comerciantes que iban a colaborar de una
manera no voluntaria, que era gente muy pesada, que Luna
estaba muy mal, que lo habían amenazado y para
amedrentarlo le dijeron que conocían a su familia, que
tenían un grupo bien armado, que no se podía hacer la
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denuncia, y que si no pagaban no iban a poder trabajar
(Patricia Martino, “N&M”, fs. 1149/52);
c) que Luna transmitió que la Policía Federal
necesitaba una colaboración, y que por lo ocurrido en la
reunión se sintieron presionados por miedo a represalias
y que cuando habló con Luna lo notó asustado y preocupado
(Diego Panosián, “Pano S.R.L.”, ausente en la reunión,
fs. 1160/2);
d) que Luna le comentó del problema que había
tenido Sahade, que había que poner mínimo quinientos
pesos y que iba a ser visitado; también le dijo –Luna-
que ellos ya habían colaborado, que sintió que la
Comisión Directiva se sentía presionada y preocupada
(Juan Carlos Merdinián, ausente en la reunión, fs. 1168).
e) que la Policía Federal quería la
colaboración de la Cámara para lo cual iban a ejercer
presión reteniendo los camiones y retrasando la
mercadería (Miguel Santonino, “San San”, fs. 1173/4);
f) que esta gente (por la Policía Federal) iba
a regular la entrada y salida de camiones y mercadería,
aunque estuviera todo en regla como el caso de Tufih
Sahade, que lo habían apretado a Luna que dijo que
corrían peligro las familias, que estaba asustado y
preocupado, que era gente pesada (Horacio Padilla,
“Necy”, fs. 1166/7);
g) que Luna estaba asustado y dijo que la
Policía Federal iba a proteger la zona y a ayudar dando
más seguridad, por lo que requerían una colaboración
(Víctor Bonugli, “Lencería Sueños”, ausente en la
reunión, fs. 1140/1);
62
h) que habían sido apretados, que el problema
era muy grave, que los amenazaron en la Policía Federal
diciéndoles cosas muy fuertes en relación a sus familias
como que le podían explotar el auto, que Luna estaba muy
asustado, y a su vez, ese miedo se transmitió a los
comerciantes para que consideraran la situación, que
podían ser observados, que tendrían los teléfonos
“pinchados” (sic), que la Cámara tenía los teléfonos
intervenidos (Norma Palmeri, “Lencería Sueños”, fs.
1003/4).
i) que escuchó de otros comerciantes que había
que colaborar con la Policía Federal, que tenían un Club
de Amigos, y que si colaboraban no los iban a amenazar e
iban a poder trabajar tranquilos (Hugo García, “Expreso
Alex”, ausente en la reunión, fs. 1178/9).
Por otra parte, para efectivizar la recaudación
dineraria, Bonggi le requirió a Luna que confeccionara
una lista con los comerciantes que hubiesen decidido
colaborar. Así fue que con posterioridad a la reunión de
socios, Luna le entregó a Bonggi la lista con los
comerciantes inscriptos.
Es más, pese a tener en su poder la lista con
todos los comerciantes “adheridos”, nuevamente a pedido
de Bonggi, que se apersonó hasta la misma sede de la
Cámara, Luna le pidió a la Secretaria de la Cámara,
Carolina González, que acompañara a los policías
recaudadores “pipa” Gómez y Marcelo Saldanio a los
distintos negocios, para facilitarles aún más las tareas
de cobranzas.
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De tal modo, y ya desenmascarados por completo,
Carolina González tuvo que acompañarlos, negocio por
negocio, a Gómez y Saldanio, quienes oficiaron de agentes
recaudadores de sus superiores.
Tales visitas, con más o menos detalles, están
acreditadas a partir de los concordantes testimonios de
Fabián García y Elizabeth Mortigliengo (“Volcán”, fs.
1144/6 y 1142/3), Antonio Aquere (“Santa Elena”, fs.
1183), Patricia Martino (“n&m,” fs. 1149/52), Samsón
Merdinián (fs. 1184), Antonio Lion (fs. 1147), Panosián
(“Pano S.R.L.”, fs. 1160/2), Juan C. Merdinián (fs.
1168), Ángel Olmos (“Olplast”, fs. 1163/4) Padilla
(“Necy”, fs. 1166/7), Goldsmith (“Goldlink”, fs. 1180/1),
Antonio y Cristian Truisi (“Monimar”, fs. 1156, 1169/70),
Bernardo Romero y Lucas Romero Celiz (“Cotillón Arcos
Iris”, fs. 1016 y fs. 1138/9), Juan C. Barea (“JJ
Distribuidora, fs. 1154/5”), Jhonny Longhi (“The
Manager”, fs. 1186/7), y Daniel Fleiderman (“Mega
Import”, fs. 1175), a cuyos contenidos, para no ser
exhaustiva en demasía, me remito.
A su vez, corroboran los dichos aludidos las
declaraciones de la propia secretaria Carolina González
como también del presidente de la Cámara Héctor Luna que
confirman que aquella acompañó a Gómez y Saldanio a hacer
las presentaciones y cobranzas a cada uno de lo
comerciantes anotados en la lista previamente
confeccionada a instancias de Bonggi y su brigada (ver
fs. 986/7 y fs. 1065/70).
Más aún, practicados los reconocimientos en
rueda de personas por parte de Héctor Luna y Carolina del
64
Valle González, los mismos arrojaron resultado positivo
respecto de Saldanio y Gómez como los dos policías, que
con la lista previamente confeccionada, acompañaron a la
secretaria de la Cámara a los distintos locales
comerciales (fs. Fs. 1091/2 y fs. 1094/95).
Sobre dicha lista, es importante refrescar la
memoria y no olvidar que hay motivos más que suficientes
–en particular me refiero a los dichos de Carolina
González- para afirmar que se trata de la misma anotación
que fuera secuestrada, días más tarde, en el marco del
procedimiento en la Plaza San Martín del día 24 de abril,
en el que resultaran detenidos los policías federales. En
esa ocasión, dentro de uno de los bolsos que había en el
automóvil en el que se conducían aquellos, se secuestró
la lista con los comerciantes “inscriptos”, la cual
estaba guardada junto con varios fajos de dinero sin que
hasta el presente alguno de los imputados pudiera
justificar, con lo que, con todas las pruebas existente,
me animo a decir que aquél dinero no era más que parte
del producto de la recaudación ilícita.
Por ello que cada vez estoy más convencida que
aquél día de los procedimiento en la Plaza, los policías
se encontraban en plena faena, recorriendo la zona
céntrica de la ciudad, cobrando “a domicilio”, cuando son
detenidos in fraganti intentando obtener la “cuota” que
Vivas debía pagar.
Como corolario de lo expuesto hasta aquí, con
la prueba reunida más que acreditada se encuentra la
intervención de los inculpados en el hecho que se les
atribuye, y no menos también cómo, con el transcurrir del
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tiempo, fueron aceitando el negocio con una clara
proyección hacia el futuro consistente en el cobro
mensual o periódico de una cuota cuyo monto era relativo
a la magnitud y movimiento comercial de cada negocio, a
cambio, sino “colaboraban” con el pago de la misma, de no
permitirles trabajar, amenazándolos además con realizar
procedimientos o controles bajo la aparente comisión de
supuestas infracciones a las leyes aduaneras,
tributarias, del régimen cambiario, etc., demostrando con
ello estar dispuestos a realizar las tropelías que fuesen
necesarias, sin medir consecuencias, para alcanzar el
objetivo recaudador que se habían trazado.
Hay otra cuestión que considero debe ser bien
esclarecida y que permite desechar cualquier tipo de
dudas sobre la verdadera intención del accionar policial
para lo cual me remito una vez más a las declaraciones de
Luna.
Dijo este comerciante en un momento de su
exposición, en respuesta a las distintos y múltiples
interrogantes que se le plantearon esa audiencia -quiso
aclarar, expresó- que a ellos (por los comerciante) “no
nos pidieron coima sino una colaboración”, con la muy
importante aclaración de que para él colaboración, coima
o regalo, subliminalmente se tratan de lo mismo, son
sinónimos. Y más importante fue lo que dijo a
continuación. Sobre la diferencia entre la colaboración y
la coima, el testigo declaró que hay momentos en que un
pedido de colaboración termina siendo una presión
asimilable a la coima.
66
Por ello que no se puede ni siquiera pretender
asimilar estas “colaboraciones” pretendidas por los
policías federales con aquellas propias realizadas
voluntariamente por la tan afamada asociación “Club de
Amigos de la Policía Federal” conformada por reconocidos
comerciantes de esta ciudad.
Como reflejo de esta afirmación nada mejor que
traer a colación los dichos de Tufih Sahade. El
comerciante dijo al respecto que hace muchos años
integraba dicho grupo, y que para él no era lo mismo la
colaboración que se hacía a través del mismo y la que
ahora le pedían los policías imputados. “Yo presiento que
son colaboraciones distintas”, aclaró, “una era muy
limpia –la anterior-, la que hacía el Club de Amigos”, en
cambio, “la de ahora era gris…”. También manifestó que
nunca, durante todos los años que integró aquél Club, le
habían pedido una colaboración de la forma que ahora se
la pedían (fs. 1244/8).
De lo que aquí se trata, y diferencia de las
prestaciones voluntarias típicas de tal agrupación, es
que los comerciantes, amedrentados, amenazados –a través
de Luna- por la patota policial, estaban extorsionados a
pagar una cuota so pena de sufrir todo tipo de perjuicios
y no poder llevar a cabo sus lícitas actividades
comerciales.
IV.6. Incumplimiento de los deberes de
funcionario público, abuso de autoridad y privación de la
libertad en perjuicio de los ciudadanos Tufih Sahade y
Roque Ramón Bevelaqua –firma Nantex- imputado a Marcelo
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Claudio Saldanio, Antonio Juan Terlikar, Héctor Gómez y
Claudio Pedro Bonggi (corresponde al hecho nominado
cuarto de la requisitoria fiscal de fs. 1056 y vta y al
hecho nominado primero de la ampliación de requerimiento
fiscal de fecha 1313/6).-
Que de los requerimientos fiscales que se
refieren a este hecho, surge que en tiempos cercanos a la
Semana Santa de 2008 los imputados Saldanio, Gómez y
Terlikar, con la anuencia y directa decisión también del
Subcomisario Bonggi, interceptaron una camioneta de la
firma “Nantex” de propiedad del comerciante Tufih Sahade,
la cual era conducida por el señor Roque Bevelaqua a
quien trasladaron a la sede de la Policía Federal junto
con la camioneta y la mercadería que transportaba,
supuestamente porque carecía de los pertinentes despachos
de Aduana, sin la debida orden judicial, consulta ni
comunicación al Tribunal de turno, procediéndose la
soltura del chofer horas más tarde.
De este operativo policial, además de las
menciones que efectuaron algunos comerciantes que
declararon en este Tribunal, dan cuenta los dichos de
Héctor Luna y Tufih Sahade, testigos presenciales de lo
sucedido.
Así, en sendas declaraciones testimoniales,
Luna dijo que el día Jueves de Semana Santa de 2008
encontrándose con Tufih Sahade, éste recibió un llamado
telefónico por el que le avisaban que la Policía Federal
había parado un camión de su empresa en las proximidades
del negocio “La Casa de las sábanas” ubicado en el centro
de la ciudad. Que a raíz de ello, ambos dos fueron hasta
68
donde se estaba realizando el operativo, que había como
siete u ocho policías, y que los que estaban a cargo –
menciona a Saldanio como el jefe y describe a otros en
sus rasgos fisonómicos- le dijeron a Sahade que el
problema era que la mercadería carecía del despacho de
aduana, y que por esta razón, a pesar de tener todo en
regla, le llevaron la mercadería y al chofer hasta la
Delegación donde luego se entrevistó con el Subcomisario
Bonggi con el que mantuvieron la conversación a la que se
aludiera en el hecho considerado precedentemente (fs.
1008/11 y 1232 y ss.).
De los reconocimientos en rueda de personas por
parte de Luna, éste señaló a Saldanio y a Gómez, y dijo
que los vio participar en el operativo, y también
reconoció al subcomisario Bonggi (fs. 1091/3).
A su turno, el comerciante Tufih Sahade declaró
que el día Jueves de Semana Santa lo llamaron de su
empresa “Nantex”, avisándole que se estaba realizando un
operativo con una camioneta del negocio por lo que se
dirigió al lugar junto con Héctor Luna. Que había seis o
siete policías, que parecía “Vietnam” en el sentido que
le pareció desproporcionado el operativo, sin entender
para qué semejante operativo, del cual estaba a cargo un
policía de apellido Saldanio y que había otros dos, uno
medio pelado, cara de gringo y cabellos medio colorados,
y el otro de cabellos largos y nariz prominente.
Señaló Sahade que Saldanio le dijo que el
problema era que la mercadería que se encontraba en la
camioneta –por ese entonces conducida por el empleado
Roque Ramón Bevelaqua-, si bien tenía factura, carecía de
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los despachos de Aduana a lo que el aquél le explicó que
esa mercadería era nacionalizada en Buenos Aires por la
firma Cotemina Argentina a quien ellos le compraban,
razón por la cual tenían la factura en la que figura el
número de despacho, pero no en la factura que su empresa
aporta a sus clientes, a lo que Saldanio le discutía que
eran necesarios los despachos de importación diciéndole
que uno de los policías que estaba ahí de civil había
trabajado en la Aduana y sabía bien lo que estaba
haciendo, que su criterio era distinto y que si quería
que se dirigiera a la Delegación, llevándose la camioneta
conducida por el chofer.
Vale recordar que cuando declaró en este
Tribunal, Sahade manifestó que cuando vende la mercadería
no es su obligación poner los números de despacho de
importación, y muy gráfico agregó que cuando la
mercadería está nacionalizada –como era este caso- “es lo
mismo que si comprara en el almacén de la esquina”. Fue
reiterativo en decir que ellos tenían las cosas en orden,
con todas las facturas y la documentación.
Que respecto del señor Bevelaqua, mientras
estuvo en la Delegación, Sahade manifestó que el chofer
entró y directamente lo pasaron para otro lado, “el
chofer mío había desaparecido, no se si lo tenían abajo
ni sé en qué calidad estaba”.
Asimismo, dijo que en la Delegación fue
recibido por el Subcomisario Bonggi con quien –junto con
Luna- mantuvieron una conversación a puertas cerradas en
la que, entre otras cosas, el oficial les dijo que
desactivaría el procedimiento, desafectando la camioneta
70
con la mercadería y al chofer Bevelaqua (fs. 1006/7 y
1244/8).
También Tufih Sahade participó de los
reconocimientos en rueda en los que reconoció a Saldanio
y a Terlikar como algunos de los policías que
participaron en el operativo, y al Subcomisario Bonggi
que los recibió en la Delegación, en tanto que al policía
de cabellos largos y nariz prominente que mencionó en su
declaración dijo que no lo vía en la rueda (fs. 1100/3).
Asimismo, los dichos de los comerciantes a su
vez están confirmados por la versión brindada en sede
judicial por el chofer Bevelaqua (fs. 1285/6). Dijo
Bevelaqua que como todos los días, le habían cargado la
camioneta con mercadería de distintos clientes con los
respectivos remitos, y que cuando estaba terminando de
entregar la mercadería en el negocio “Simes”, situado en
la calle Buenos Aires –zona céntrica-, llegó una
camioneta que se estacionó delante del utilitario. Que un
sujeto masculino, “tipo gringo grandote” que tenía una
campera que decía “Policía Federal” se le acercó y le
pidió la documentación de la mercadería, entregándole los
remitos que lleva todos los días con la documentación de
la mercadería que se transporta que, como una guía, que
indica la cantidad de bultos, número de factura, pero que
ellos –los policías- le pedían los papeles de la Aduana.
Que como no sabía de qué se trataba, dijo
Bevelaqua, se comunicó con otro empleado de la firma que
llegó al lugar minutos después, casi al mismo tiempo que
Tufih Sahade, y en ese momento dejaron irse a los otros
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dos empleados que habían estado descargando la mercadería
con él.
Agregó además el chofer que “el gringo” le dijo
que tenían que llevar la camioneta, previo colocarle una
faja, que él mismo manejó acompañado de este policía y
con un patrullero que lo seguía, hasta la Delegación de
la Policía Federal.
También aclaró el chofer que al momento de ser
interceptado, llevaba consigo su documento de identidad y
carnet de conducir.
Que una vez en la dependencia policial –eran
entre las 09:30 hs y las 10:00 hs. aproximadamente-,
refirió Bevelaqua que primero estuvo como una hora en una
oficina ubicada en la planta baja y que después lo
llevaron al subsuelo donde le “pintaron” los dedos y
firmó unos papeles, y luego regresó al mismo lugar. Que
alrededor de las 13:30 hs. vino un médico que lo desnudó
totalmente para revisarlo, inclusive la ropa interior, y
permaneció en el mismo lugar, hasta que aproximadamente
las 14:30 vino un policía que le dijo que se podía ir.
En otro orden, la documental que acredita la
ocurrencia de los hechos, a diferencia de los casos ya
vistos de los choferes Sosa y Nicolaevsky, solo está
conformada por los registros existentes en el libro de
detenidos que indican que el día 20/3/2008 el señor
Bevelaqua, valga la redundancia, fue detenido por el
policía Saldanio por infracción al Código Aduanero –Ley
22.415-, asentándose en el mismo que la privación de la
libertad se mantuvo por el sólo lapso de diez minutos
72
cuando de acuerdo a los relatos incorporados a la causa,
ello no se ajusta a la estricta verdad.
Como bien señalé, lo particular de este caso,
es que no contamos con las actuaciones sumariales que se
debieron haber iniciado con motivo de la detención del
ciudadano Bevelaqua. En este sentido, este Tribunal ha
podido detectar la grave irregularidad que pesa sobre el
Libro de Sumarios (ver fs. 46) al no existir ninguna
constancia del operativo policial ni menos de la
detención del nombrado.
En definitiva, conforme está diagramado nuestro
procedimiento criminal corresponderá al Ministerio
Público Fiscal ahondar sobre la falta de documentación de
las actuaciones sumariales como sucede en el caso de
Bevelaqua, debiéndose tener en cuenta que lo mismo sucede
con una innumerable cantidad de personas que figuran como
“detenidos” en el Libro respectivo y de los que no da
cuenta el Libro de Sumarios, con la particularidad que
casi la totalidad de estos casos se debieron a una
infracción a la Ley 22.415, y sinceramente, no creo que
ello se deba a una simple casualidad (ver Libro de
Detenidos, en especial, los registros correspondientes a
los días 28/2/08, 11/3/08, 18/3/08, 20/3/08 –caso
Bevelaqua-, 28/3/08, y luego cotejar con el Libro de
Sumarios de esas fechas).
IV.7. Extorsión en perjuicio de Raúl Alberto
Bedud imputado a Marcelo Claudio Saldanio, Héctor Gómez y
Armando Montoya (corresponde al hecho nominado segundo de
la requisitoria fiscal de fs. 1048/62).
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En lo que a este hecho concierne, el
requerimiento de instrucción sostiene que el día 16 de
abril de 2008 el policía Saldanio se habría hecho
presente en el galpón perteneciente a la empresa Once Bus
acompañado de los coimputados Gómez, Montoya, y otros
policías hasta el momento no individualizados, y en
circunstancias en que el comerciante Raúl Bedud se
encontraba descargando mercadería de su propiedad le
dijeron que no la tocara, solicitándole para poder
recuperarla la suma de $15.000, a lo que aquél se opuso,
arreglando finalmente por $10.000 que le entregó en el
mismo momento al oficial Gómez.
Tal hipótesis está sustentada en los dichos del
propio Bedud quien formuló la denuncia que dio origen a
la causa Nro. 205/08 de la Fiscalía Federal Nro. 3 (fs.
977/8)
En tal ocasión, Bedud manifestó que el día 17
de abril de 2008, en horas de la mañana, había arribado a
esta ciudad proveniente de la Capital Federal, y en
momentos en que se encontraba en el galpón de la empresa
de colectivos Once Bus de esta ciudad (Bv. Mitre)
descargando mercadería que había adquirido para después
revender, se hicieron presentes alrededor de siete
personas que se conducían en una camioneta Cherokee y en
otro auto, algunas vestidas de civil y otras uniformadas
que se identificaron como pertenecientes a la “División
Delitos Económicos” de la Policía Federal Argentina.
Siguiendo con su versión de los hechos,
manifestó el denunciante que uno de ellos –de bigotes-,
que llevaba una carpeta, le dijo que no bajara la
74
mercadería del ómnibus, “delitos económicos, aléjese y no
toque”, y que otro de los policías que se identificó como
“turco”, a cargo del operativo, le manifestó que si
quería su mercadería, “debía poner plata, que debía
arreglar el asunto”.
Que “Saldaño” (sic) le solicitó la suma de
quince mil pesos, lo que a Bedud le pareció excesivo,
contestándole el policía que le diera diez mil pesos a lo
que el comerciante accedió presionado porque necesitaba
la mercadería para seguir trabajando, haciéndole entrega
del dinero en ese mismo momento. En el interrogatorio,
previo a practicarse los reconocimientos de rueda, Bedud
se rectificó y dijo que fueron $12.000 los que le entregó
a los policías. Y en su segunda declaración señaló que
primero fue él quien ofertó $10000 y que el policía le
dijo que no, que juntara $15.000, entregándole finalmente
$12.000. Que una vez que recibieron la plata,
desaparecieron del lugar.
El testigo manifestó que el pagó se debió a que
tenía miedo de perder toda la mercadería, que él estaba
acostumbrado a este tipo de cosas, que le había pasado en
Buenos Aires, “cuando te piden una coima tenés que ceder
porque te decomisan la mercadería de una” (fs. 1271/3).
Que a los fines de individualizar a los agentes
policiales que participaron de este “procedimiento”, a
instancias del Tribunal, se llevaron a cabo los
reconocimientos en rueda, oportunidad en la que Bedud
señaló a Saldanio como el policía de bigotes que se
identificó como perteneciente a la Brigada Delitos
Económicos; a Gómez como otro de los policías al que se
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refiriera con el seudónimo de “Turco” y que recibiera el
dinero.
Finalmente, con respecto al policía que
mencionara en su declaración y que describió que estaba
vestido de civil con camisa celeste y pantalones de jean,
primero lo señaló a Montoya, e inmediatamente se desdijo
diciendo que “viendo de vuelta, el segundo –es decir,
Montoya- no es, tenía la cara más blanca y redondita”
(fs. 1104/5).
En virtud de ello, consistiendo la prueba de
cargo en contra de los acusados los dichos del propio
Bedud, y en consecuencia los reconocimientos por él
practicados adquieren suma relevancia, la respuesta
negativa del testigo respecto de Montoya, si bien haría
procedente el dictado de una falta de mérito a su favor,
la imposibilidad de recabar nuevos elementos de juicio me
inclinan a decidirme por la desvinculación definitiva del
encartado respecto de este hecho disponiéndose su
sobreseimiento parcial.
En cuanto a esta última descripción que hizo
Bedud, si bien la misma coincide en gran parte con los
rasgos señalados por otros comerciantes que sindicaron a
Terlikar, lo cierto es que más allá de estar mencionado
en la descripción fáctica, no surge de la requisitoria
fiscal una imputación concreta en su contra, como se
desprende de la calificación legal de los hechos que se
formula respecto de cada uno de los policías, en la que
expresamente no se le atribuye participación alguna en
ese hecho, siendo que tampoco el nombrado ha sido citado
76
a instancias de este Tribunal en los términos del art.
294 C.P.P.N.
Por cualquier eventualidad, es importante
señalar que el mismo Terlikar fue uno de los tantos
sujetos que integraron la rueda de personas que Bedud
tuvo a la vista y en ninguna de las oportunidades en las
que intervino lo sindicó como alguno de los policías
presentes en el operativo policial.
IV.8. Consideraciones generales de los
operativos policiales en perjuicio de los comerciantes
asociados a la Cámara de Comerciantes Mayoristas y
calificación jurídica de los hechos.
Hemos visto entonces cómo los policías
imputados actuaron con el único propósito de recaudar
dinero, mediante el sistema de “cuotas”, tanto a aquellos
comerciantes dedicados a la compraventa de dinero –lo que
los llevó a realizar los procedimientos en la Galería-,
como así también a los comerciantes del rubro mayorista
agrupados en la Cámara de Comercio presidida por el señor
Héctor Luna.
Con respecto a este subcapítulo, dentro del
accionar globalmente considerado de la Brigada, relativo
a los procedimientos realizados en la vía pública
justificados fraudulentamente en la supuesta comisión de
infracciones aduaneras, tengo la convicción, pues las
pruebas así me lo indican, que los testimonios brindados
por los comerciantes perjudicados son lo suficientemente
concordantes y verosímiles para fundamentar, respecto de
cada uno de ellos, -y salvo puntuales excepciones-, el
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dictado de un auto de procesamiento conforme lo dispone
el art. 306 del código ritual.
Por otra parte, estimo que una correcta
apreciación de los mismos no puede lograrse mediante el
análisis individualizado solamente, sino que también su
demostración deber realizarse mediante un tratamiento
global y conjunto de la prueba de cargo.
Desde este enfoque, la existencia y
participación de los inculpados en los respectivos hechos
que le atañen surge producto de los múltiples, uniformes
y concordantes relatos de los comerciantes a quienes se
les incautaron sus mercancías, inclusive respecto de
aquellos sucesos en los que no mediaron reconocimientos
por parte de las víctimas, toda vez que a esta altura del
proceso, y con todas las pruebas que han sido
incorporadas está suficientemente demostrada la
intervención de los aquí imputados en el modo y
circunstancias descriptas en las respectivas
intimaciones.
En este sentido, y sin perjuicio que el
Tribunal eventualmente disponga la realización de otras
diligencias probatorias, considero suficiente para
arribar a tal grado de convencimiento, las descripciones
realizadas por los comerciantes sumado al hecho probado
del modus operandi utilizado por la brigada.
Insisto, la consideración particularizada de
cada uno de ellos tuvo su razón no solo para facilitar la
valoración de la prueba, sino también para asegurar mejor
el ejercicio del derecho de defensa de los acusados. De
78
tal forma, está más que bien precisada la prueba de cargo
que a cada hecho intimado se refiere.
En este sentido, está más que acreditado que
los procedimientos realizado con el argumento de la
supuesta comisión de infracciones aduaneras eran parte de
una operatoria previamente diseñada por los integrantes
de la Brigada.
Esta hipótesis tiene sustento en los
testimonios de algunos comerciantes. Prueba de ello son
las declaraciones de los socios de la firma Expreso Alex.
El Sr. Olocco manifestó que ellos creían que parando sus
vehículos –lo que sucedió en varias oportunidades- los
policías federales tomaban conocimiento de la mercadería
que llegaba para después ir a visitar a los comerciantes.
“Tenían todos los datos, remitente, destinatario, bultos,
valor, etc.” (fs. 1176/7). Su socio Hugo García, también
señaló que a los choferes de su empresa “los llamaban los
policías de la Federal y les pedían toda la documentación
del traslado de Buenos Aires a Córdoba (…) donde se
detalla qué se entrega y a quién se entrega”, “los
policías buscaban los datos para ver a quién se le
entregaba la mercadería” (fs. 1178/9). Por último García
nos comentó que en varias oportunidades la Policía
Federal les había parado los camiones, pero que solamente
veían la documentación, la facturación y qué es lo que
llevaban (fs. 1196/7).
De esta forma, más el hecho de contar con un
programa –María- que les permitía conocer el ingreso de
mercadería importada, ya nacionalizada, por parte de los
comerciantes de la zona mayorista de nuestra ciudad,
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elucubraban los operativos haciéndolos aparecer como
tareas de prevención, cuando en realidad no lo eran.
Téngase muy en cuenta que ninguno de los
procedimientos que han sido materia de consideración
fueron realizados justificados en la flagrancia si tal
como sucedieron los mismos, la comisión de las supuestas
infracciones –en principio inexistentes- sólo podían ser
advertidas como consecuencia de la requisa de la
mercadería.
En cuanto a esto, no habiendo concurrido
circunstancias previas ni concomitantes de las que surjan
motivos bastantes para sospechar que los imputados se
encontraban ante la posible comisión de un delito, que
justificaran las requisas urgentes que prevé el código
procesal, el deliberado proceder de aquellos en los casos
de Nicolaevsky, Sosa y Bevelaqua, configuran un supuesto
de abuso de autoridad, previo e independiente de las
posteriores detenciones de los choferes.
Téngase en cuenta además que en última
instancia, debería ser la Aduana el organismo
específicamente encargado de realizar tales operativos en
uso de sus facultades de fiscalización y control, a tal
punto que este Tribunal –sobre todo a partir de la
cantidad de operativos por infracción a la ley 22.415
llevados a cabo por la Policía Federal- decidió requerir
a la Aduana un informe al respecto, dando cuenta dicho
organismo que desde la época de designación de González
Galzerano como Delegado de la fuerza –enero de 2007- no
se formalizaron convenios entre las instituciones, ni se
implementó ningún plan especial de trabajo (fs. 1294).
80
Tampoco se realizaron designaciones de personal
aduanero para tratar y coordinar tareas con el personal
policial, destacando que por regla general el personal de
aduana no acompaña a las fuerzas policiales, salvo que
así se disponga en la orden judicial librada por los
tribunales a tal efecto.
Con esto se demuestra, no solo que la Brigada
actuó en cada uno de los procedimientos en función de su
exclusivo arbitrio en cuestiones específicamente
aduaneras, bajo el disfraz de supuestas tareas de
prevención, sino que además lo hizo contrariando expresas
directivas emanadas de los juzgados Federales.
Al respecto, ya vimos cuando analizamos las
detenciones de Bancher y Cifuentes cómo los imputados
actuaron y procedieron contrariando las expresas
directivas del Juzgado Federal Nro. 2 transmitidas a
través de su Secretario Penal.
También en los casos de las detenciones
ilegales de Sosa y Nicolaevsky procedieron de igual forma
toda vez que actuaron incumpliendo directivas de los
tribunales federales, tal como dan cuenta las constancias
de la causa.
En efecto, en relación al Srio. Policial Nro.
33/2008 que tiene que ver con la detención del señor Sosa
(Expreso Alex), declaró Dr. Gerardo Machado, a cargo de
la Secretaría de Leyes Especiales del Juzgado Federal
Nro. 1, y en tal oportunidad manifestó que “cuando se
tratan de posibles infracciones a la ley 22.415 se le
indica al personal policial interviniente que luego de
labrar las actas de rigor, ponga las actuaciones a
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disposición de la Administración de Aduanas de Córdoba
como organismo técnico, ya que casi siempre se tratan de
infracciones, y segundo, en virtud de ello nunca se
ordenan detenciones, justamente por tratarse de posibles
infracciones aduaneras” (el resaltado es propio, fs.
1301/2).
Con respecto a la identificación de los
choferes, si bien el funcionario deslizó la posibilidad
que ello amerite su traslado a la Delegación, no es el
caso de los supuestos de autos en los que a partir de los
respectivos testimonios surge que al momento de ser
interceptados cada uno llevaba consigo su documentación
identificatoria.
Más aún, incluso en el supuesto que no contaran
con tal documentación, la falta de ella jamás pudo
justificar la privación de la libertad tal como
sucedieran.
En el mismo sentido, la Sra. Secretaria de este
Tribunal, Dra. Mirta Rubín, informó que durante la feria
del mes de enero le fue comunicada por parte la Policía
Federal sobre el “hallazgo” de un vehículo utilitario, y
que al respecto no impartió ninguna directiva respecto
del chofer del mismo, el señor Nicolaevsky, entendiendo
que la presencia de esta persona en la Delegación
obedecía al sólo hecho de haber ido ella conduciendo el
rodado hasta la sede policial. Agrega la funcionaria que
del registro de todos los nombres detenidos y fechas de
detención ocurridas durante esa feria judicial de enero,
de acuerdo a las comunicaciones recibidas por escrito y
82
telefónicamente, no figuraba el nombres del causante
Jaime Saúl Nicolaevsky entre aquellas (fs. 1305).
En síntesis, jamás hubo directivas –incluido el
caso de Bevelaqua- por parte de ninguno de los Juzgados
Federales de esta jurisdicción que faculte a los policías
federales a actuar de la manera que lo hicieron,
deteniendo a personas por supuestas infracciones a la ley
22.415 por el hecho de ser ellas quienes conducían los
vehículos al momento de ser interceptados por la brigada
policial.
En los tres casos –Bevelaqua, Sosa y
Nicolaevsky- se vuelven a repetir metodología utilizada
por la Brigada en los casos de los “arbolitos” Bancher y
Cifuentes, resultando por lo tanto aplicable lo dicho en
aquél momento en cuanto a que la “constatación de
domicilio” y el traslado de los choferes “para su
identificación” no fue más que una privación ilegítima de
la libertad encubierta.
Los tres figuran anotados en el Libro de
Detenidos de la Policía Federal, secuestrado y reservado
en Secretaría, valga la redundancia, en calidad de
detenidos: de acuerdo a las constancias del mismo, los
tres choferes ingresaron a la dependencia policial en
carácter de detenidos; que fueron detenidos por Saldanio;
y que por resolución recuperaron su libertad (ver Libro
de Detenidos reservado en Secretaría).
De esto se deduce que si Bevelaque, Nicolaevsky
y Sosa fueron registrados en el Libro de Detenidos, es
simplemente porque estaba detenidos.
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Más todavía, a Nicolaevsky y Sosa se les hizo
lectura de sus derechos y garantías, y se les labró a
cada uno, sendas actas de detención y notificación de los
nombrados, se les hicieron conocer los derechos que
conforme el código procesal le asisten a una persona
imputada haciéndoles saber además que en tal condición
serían trasladados a la Delegación donde permanecieron
hasta su posterior liberación. Lamentablemente, respecto
de Bevelaqua, nada podemos decir, pues como ya dije, no
sabemos si porque el sumario nunca se inició, se
traspapeló o qué sucedió, lo cierto es que no tenemos
documentado el procedimiento de la Brigada en contra del
empleado de Tufih Sahade.
En lo que respecta a la calificación jurídica
de las conductas de los policías imputados en perjuicio
de Artín Merdinián, Martino y García, Luna y Bedud, la
suscripta considera correcto el encuadramiento jurídico
que desde un principio fue propuesto por la Sra. Fiscal,
resultando aplicables en su mayoría las consideraciones
que sobre la cuestión legal se expusieran en el auto de
procesamiento que este Tribunal dispusiera con
anterioridad. Por ello que en gran medida me veo obligada
a reiterar tales argumentos.
En efecto, dentro del campo de los delitos
contra la administración pública, resulta claro que las
conductas de los imputados –por tales hechos-, no es
subsumible en la figura de cohecho pasivo y tampoco
devienen aplicables, a criterio de este Tribunal, las
figuras de exacciones ilegales previstas en los arts. 267
y 268 del Código Penal.
84
Se advierte en tales supuestos la concurrencia
de la intimidación típica del delito de extorsión del
art. 168 del Código Penal.
En lo que a este elemento respecta, todos los
testigos, de una u otra forma, fueron contestes en
sostener que el accionar de los imputados les produjo
temor, resultando indiferente que el objeto de los males
objeto de amenaza sea legítimo o ilegítimo. Lo que está
en el derecho de la persona (mal legítimo) si por ello
intenta un provecho patrimonial ilegítimo, constituye
extorsión. Incluso se puede amenazar, no con lo que solo
es legítimo, sino con lo que es obligatorio para la
persona del amenazante.
Por otra parte, a la maniobra intimidatoria se
suma lo ilegítimo del provecho exigido y obtenido por los
imputados que se configura cuando el mismo no puede
reclamarse jurídicamente.
Poco importa entonces si las amenazas vertidas
por los imputados eran lícitas o ilícitas, por cuanto lo
que torna extorsivo el accionar policial es el ilegítimo
provecho patrimonial obtenido por los policías federales.
Tal como se ha visto, la prueba valorada
permite sostener que en estos casos las víctimas fueron
obligadas a entregar sumas de dinero (cuotas), incluso en
el caso de Luna, quien sirvió a los policías de
instrumento para que terceros comerciantes se vieran
compelidos a satisfacer las exigencias de los imputados.
Por último, y en lo que respecta a la
disposición patrimonial perjudicial, considero que se
encuentra debidamente acreditado el ilegítimo
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desplazamiento de dinero efectuado por las víctimas a
favor de los imputados, lo que surge de las contestes
declaraciones de los damnificados, de las manifestaciones
concordantes de otros testigos presenciales, de la
situación económica floreciente puesta especialmente de
relieve en el caso del encartado Saldanio, y del
secuestro en el interior del automóvil en el que se
conducían los imputados al momento de ser detenidos, de
importantes fajos de billetes de cien pesos.
Por ello que creo que aquella manifestación de
los policías proferida en el marco del almuerzo que
tuviera lugar en el Rancho Viejo de que querían convertir
la Delegación en algo bonito, destinando lo recaudado a
la mejora y refacción del edificio y a la inversión de
equipos e instrumentos, no era justamente el objetivo
verdadero de los encartados. En realidad, sólo los
animaba un “progreso” económico en provecho
exclusivamente propio.
V- Asociación ilícita atribuido a Walter
González Galzerano, Claudio Pedro Bonggi, Armando
Montoya, Marcelo Saldanio, Héctor Gómez y Antonio
Terlikar, correspondiente al hecho nominado séptimo de la
requisitoria fiscal de fs. 1048/62.-
Sobre este hecho en particular, conforme se
desprende del requerimiento fiscal de instrucción, los
encartados, bajo el mando del entonces Delegado González
Galzerano, a su vez secundado por el Subcomisario Bonggi,
habrían conformado de común acuerdo una organización
destinada a llevar a cabo maniobras delictivas mediante
86
extorsiones y detenciones ilegales con el propósito de
recaudar fuertes sumas dinerarias en beneficio propio.
Ahora bien, y a los fines de resolver
correctamente la situación procesal de los nombrados en
la cuestión planteada, estimo conveniente efectuar
algunas consideraciones en torno a la norma endilgada
para poder determinar si el hecho existió y,
consiguientemente, si los inculpados tuvieron
intervención en tal accionar.
En tal sentido la normativa prevista por el
art. 210 del C.P. reprime a quien “tomare parte en una
asociación o banda de tres o más personas destinada a
cometer delitos por el solo hecho de ser miembro de la
asociación”.
De acuerdo a lo señalado corresponde analizar
cada uno de los elementos integrantes de este tipo penal.
En primer lugar, comenzando por el presupuesto
de la pluralidad activa, esto es, el acuerdo de tres o
más personas destinado a ejecutar el objeto social
ilícito, debo señalar al respecto, que el número de
integrantes, por tratarse de un delito colectivo, deviene
esencial a los fines de la asociación, exigencia ésta que
debe satisfacerse no solo objetivamente –en cuanto al
número- sino también subjetivamente por medio del
conocimiento que el partícipe tenga de que forma parte de
una asociación de al menos tres personas.
A la autoria plural forzosa debe sumársele un
segundo requisito consistente en el acuerdo previo que
debe existir entre sus diversos integrantes para cometer
delitos siendo que por «acordar» debe entenderse la
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concertación de voluntades que debe existir entre sus
miembros para la perpetración de los delitos,
entendimiento que es factible que se produzca por
cualquier medio. A su vez, este acuerdo debe conducir a
que los integrantes de la asociación actúen de manera
organizada y permanente a través de una estructura
estable –primordial- y demostrando sus miembros
pertenencia o adhesión para con la sociedad criminal que
no es otra cosa que “el tomar parte” que la norma señala.
También es claro que el injusto del socio
consiste simplemente en el hecho de ser miembro de la
sociedad –lo que se denomina un delito de status- y
responde, en virtud del carácter autónomo de éste, sólo
por el o los delito en el que en su ejecución intervenga.
Un último presupuesto de la tipicidad objetiva.
Que el fin que persiguen los miembros de la asociación es
el propósito de cometer delitos.
Sobre este aspecto, tan controvertido, en el
que la doctrina y la jurisprudencia de los tribunales no
se han puesto de acuerdo, sosteniendo unos que los
delitos que cometen sus asociados deben ser
indeterminados, mientras que la otra está por la
determinación de los delitos, aquí se postula una
solución superadora a esta invertebrada disputa.
En tal sentido, soy partidaria que para afirmar
la tipicidad es dable prescindir de la demostración que
la organización estaba destinada a cometer tal o cual
delito o bien –a veces para evitar problemas probatorios-
optar por una imputación genérica de indeterminación
delictiva.
88
Lo determinante para la configuración de la
asociación ilícita, en este particular aspecto, es
demostrar la efectiva concurrencia de una pluralidad de
planes delictivos. Y no debemos confundir, fines con
medios. El fin puede ser uno o varios, pero los medios
necesariamente –en función de aquél- deben ser plurales
planes delictivos.
Efectuadas estas precisiones teóricas, las
pruebas que han sido materia de estudio me obligan a
inclinarme por la tipicidad delictiva del hecho endilgado
a los acusados. En otras palabras, el cuadro probatorio
es demostrativo de este aserto, con el alcance probatorio
que caracteriza a esta etapa del proceso.
Están dados los requisitos de la cantidad de
personas y el elemento de permanencia de la sociedad
delictiva. Sobre este último aspecto, debe señalarse que
ni la ley, ni la doctrina en general han fijado un marco
o espacio de tiempo mínimo e indispensable como
presupuesto de la tipicidad. Por ello, la permanencia
debe ser vista no solo desde el pasado y presente, sino
también en relación a su proyección a futuro.
En el caso que venimos analizando, el inicio de
su conformación habría tenido lugar en el mes de enero, y
desarticulada en gran medida –al menos en lo que respecta
a los sujetos que aquí son juzgados- a finales del mes de
abril del año pasado. Es decir, se mantuvo operante al
menos durante cuatro meses que es el tiempo en el que
tuvieron lugar los ilícitos particulares que son motivo
de instrucción, encontrándose más que probado que los
planes delineados por sus integrantes tenían que ver con
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una actividad proyectada a futuro sin lapso preciso de
duración.
En cierta forma se puede sostener que la
asociación estaba dando sus primeros pasos, en el sentido
que la banda fue neutralizada cuando acababa de hacer sus
primeros movimientos, iniciando sus contactos con los
comerciantes, poniendo sus cartas en la mesa, y
obteniendo sus primeros réditos económicos. Reitero,
hasta donde alcanzo a ver, la banda estaba en el proceso
de ordenación de sus engranajes, efectuando sus
presentaciones y habiendo hecho sus primeras visitas a
los comerciantes, todo ello en función de la meta que se
habían propuesto que no fue otra que obtener pingues
ganancias ilícitas a costa de aquellos.
Al respecto puedo afirmar, no sabemos si con la
decisión directa de González Galzerano, que es a partir
de que asumió como Delegado en esta ciudad, que se
conformó la brigada de la Policía Federal. Uno a uno se
fueron reclutando bajo el mando del Subcomisario Bonggi
las personas necesarias. Inclusive, se convocaron agentes
ya retirados y otros policías con baja o nula experiencia
en las tareas propias de la brigada. Menos todavía en el
tipo específico de “infracciones” que aparentaron
prevenir y combatir.
Sobre la creación por parte de González
Galzerano de esta brigada avocada a “delitos económicos”,
dijo el Dr. Machado lo mucho que le llamó la atención lo
activo que se mostraba la Delegación en la prevención de
este tipo de delitos e infracciones aduaneras, “cosa que
en mis diez años de gestión como Secretario no había
90
ocurrido nunca” (…) “vuelvo a lo que dije antes, me
llamaba la atención la cantidad de consultas por estos
temas” (fs. 1301/2). Recordemos que también el Dr.
Davies, Secretario Penal del Juzgado Federal Nro. 2 tuvo
similares impresiones cuando declaró ante este Tribunal.
Más todavía, en lo que tiene que ver con la
estructura de la banda, dentro de la Brigada se conformó
un subgrupo integrado –organizados bajo el mando de
Bonggi- por Gómez, Saldanio, Montoya y Terlikar, como
decir, una brigada paralela a la que se dedicaba a
cuestiones de droga, que se ocupaba de los “delitos
económicos”, avocada a prevenir supuestas infracciones al
Código Aduanero, a la Ley Penal Tributaria, delitos
ambientales, de Residuos Peligrosos, Ley de Marcas, de
Transporte Automotor de Cargas, Delitos contra la salud,
etc., siendo paradigmático los casos, por ejemplo de
secuestro de motos náuticas, medicamentos o de 30
cilindros de queso muzzarella, como surge de los libros
secuestrados en la Delegación.
No puedo pasar por alto la declaración del
Oficial Bresso al decir que el Comisario González
Galzerano le había ofrecido ser jefe de una brigada
ecológica de delitos ambientales, aportándole una lista
de estaciones de servicios y de fábricas de la zona
industrial de Córdoba a los que tenía que “apretar” tenía
que cobrar fuertes sumas de dinero (fs. 1035/38). Con esto
se ve que el objetivo de la banda no tenía límites
predispuestos, y que incluso, según se deja entrever
también habrían o tenían en vista hacer “contacto” con la
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Cámara del Calzado, cuestión ésta que en definitiva
corresponde indagar al Ministerio Público Fiscal.
En función de la finalidad que se habían
propuesto, los integrantes de la banda se decidieron a
cometer cualesquiera delitos que fuera necesario sin
escatimar esfuerzos y con total desparpajo avasallaron
derechos y garantías de los ciudadanos: con tal propósito
abusarían de su autoridad, requisarían y detendrían
personas sin orden judicial, los privarían ilegítimamente
de la libertad, secuestrarían vehículos y mercadería,
amedrentarían, amenazarían, extorsionarían a cualquier
ciudadano, con el solo fin de llenar y abultar sus
bolsillos.
Hicieron letra muerta el lema “Al servicio de
la comunidad” que reza en la propia sede de la Policía
Federal, y que sirve de guía a muchos hombres y mujeres
de esa fuerza que honran y denodadamente cumplen sin
escatimar esfuerzos en su dificilísima y trascendente
misión de ser protectores de la sociedad.
En otro orden, por más que no contamos con
prueba directa que documente el convenio existente entre
sus miembros, tal acuerdo surge en su forma tácita.
Así pues, si bien cada integrante de la banda
debe responder por los hechos en los que pudieron haber
intervenido, y de este modo están formuladas las
distintas requisitorias fiscales de instrucción que
individualiza a cada uno de los partícipes en función de
los elementos de prueba, no menos ciertos compartían un
mismo y común designio criminal.
92
La división de funciones que se advierte a
partir de los diferentes roles cumplidos por cada uno de
los imputados, se deriva la existencia de un acuerdo de
voluntades o pacto implícito entre aquellos, de lo que se
infiere la existencia de la organización.
Con relación a esto, no se alcanza a ver cuál
es el fundamento esgrimido por la Sra. Fiscal para
atribuirle a González Galzerano el rol de jefe de la
asociación, más allá de haber revestido al momento de los
hechos la jefatura de la Policía Federal en esta ciudad.
No se puede a partir de tal jerarquía presuponer que
también, al mismo tiempo, comandaba y dirigía al resto de
los integrantes. En los hechos no hay prueba suficiente
para afirmar que haya sido González Galzerano el jefe de
la banda, más allá de ostentar en lo formal el más alto
rango entre los policías imputados.
Inclusive, repárese en que quien digitalizaba
toda la operatoria de la sub-brigada, articulaba y
disponía los movimientos de la misma y quien en
definitiva decidía sobre la libertad y mercancías de
quienes sufrieron su actuar, era el subcomisario Bonggi,
a veces presente en el mismo lugar donde se llevaban a
cabo los procedimientos, o bien desde su escritorio en el
piso superior de la Delegación.
Más todavía, esa subversión en cuanto a los
rangos policiales se ve expuesta, por ejemplo, en las
numerosas veces que Saldanio –suboficial, retirado y
convocado-, se presentaba ante sus víctimas como jefe del
grupo a pesar de la presencia del “pipa” Gómez –el
oficial de mayor rango dentro de la brigada-, quien
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además, de acuerdo a los testimonios brindados por los
testigos, muchas de las veces comandó los procedimientos
y decidía sobre la suerte de aquellas personas.
Por todo ello, considero que la intervención
del entonces Delegado como miembro de la organización
delictiva debe equipararse a la del resto, como uno más
de sus integrantes.
En conclusión, considerando que en estos
actuados existen sobrados elementos de prueba que
posibilitan afirmar con la necesaria convicción que
requiere esta etapa del proceso, la existencia de una
asociación ilícita en los términos del art. 210 del
Código Penal, correspondiendo en consecuencia ordenar el
procesamiento de los inculpados de conformidad a lo
dispuesto por el art. 336 inc. 3° del C.P.P.N.
VI- Por último, corresponde insistir nuevamente
con la intimación efectuada al Ministerio Público Fiscal
en orden a la investigación preliminar respecto de los
hechos puestos a su consideración (ver decreto de fs.
1332 vta.), de modo tal que ello posibilite una
tramitación simultánea de todas las causas seguidas en
contra del personal policial involucrado y de las que
pudieran emanar imputaciones penales.
VII- Situación procesal de Roque Ariel Alfonzo
en orden al delito de encubrimiento que le fuera imputado
(hecho nominado sexto de la requisitoria fiscal de fs.
246/56.
Resta por último, considerar la situación
procesal del policía imputado Roque Ariel Alfonzo contra
94
quien se promoviera acción penal por el delito de
encubrimiento al haber intentado retirar un bolso que
tenía droga, dinero y pruebas de los delitos
investigados, que había en el interior del rodado en el
que se conducían sus pares de la fuerza al momento de ser
detenidos en las inmediaciones de la Plaza San Martín de
esta ciudad
I- Así, a fs. 563/96 este Tribunal resolvió el
procesamiento del oficial Alfonzo en orden al delito de
tentativa de encubrimiento agravado por la calidad de
funcionario público, previsto en el art. 277, letra a)
inc. 3° d) del Código Penal.
II- Que contra dicha resolución la Defensora
Oficial interpuso recurso de apelación, impugnación que
fue resuelta por la Cámara Federal de Apelaciones, quien
revocó lo resuelto por este Tribunal, disponiendo la
falta de mérito del imputado, quedando así modificada la
situación procesal del encartado.
III- Ahora bien, habiéndose agotado la
instrucción sumarial con respecto a la intervención del
nombrado en el hecho nominado sexto de la requisitoria
fiscal de instrucción de fs. 246/56, y no existiendo
posibilidad de aportar nuevos elementos de cargo en lo
que respecta al aspecto subjetivo del tipo penal
atribuido a Alfonzo de forma tal que permitan avalar una
imputación a título de dolo directo, como exige, según el
criterio seguido por el tribunal ad quem, la figura penal
en cuestión, corresponde dictar el sobreseimiento del
mismo en orden al delito que le fuera intimado.
Poder Judicial de la Nación
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En este sentido sostiene Luis Darritchon que:
“El principio constitucional del debido proceso legal y
la interpretación jurisdiccional del mismo, hace que toda
persona a la que se vinculó a un proceso penal, tenga
derecho a obtener en el menor tiempo posible, un
pronunciamiento que ponga fin a la situación de
incertidumbre que ésta genera...”, “...toda persona que
ha prestado declaración indagatoria, obligatoriamente y
sin posibilidad de otra interpretación, de no haber causa
para un auto de mérito incriminador tiene el derecho -
obligación para el Estado-, de obtener un pronunciamiento
desvinculatorio, que el Código llama Sobreseimiento”
(págs. 77 in fine y 80 “Cómo es el nuevo Proceso Penal”).
En otras palabras, estamos frente a un supuesto
de duda insalvable –no legislada expresamente por nuestro
Código- pero que exige del juzgador el dictado de un auto
de sobreseimiento que, en el espíritu de nuestra Ley
ritual, abarca todas las posibilidades de frustración del
avance del proceso penal para la sentencia definitiva.
Por todo ello,
RESUELVO:
I- ORDENAR EL PROCESAMIENTO DE WALTER GONZÁLEZ
GALZERANO, ya filiado, como probable partícipe necesario
del delito de extorsión previsto en el art. 168 del C.P.,
en perjuicio de Hugo Vivas, Juan Ignacio Durbano, Fabián
Castillo y Rubén Bancher, y de los delitos de privación
ilegal de la libertad, también en carácter de partícipe
necesario, previsto en el art. 142 inc. 4° del C.P.,
respecto de Bancher y Cifuentes, todos ellos concursados
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en forma real, por los cuales fuera oportunamente
indagado, de conformidad a lo preceptuado por el art. 306
del C.P.P.N.
II- ORDENAR EL PROCESAMIENTO DE CLAUDIO PEDRO
BONGGI, MARCELO CLAUDIO SALDANIO Y ANTONIO JUAN TERLIKAR,
ya filiados en autos, como probables coautores de los
delitos de abuso de autoridad y privación ilegítima de la
libertad agravada en perjuicio de Jaime Saúl Nicoalevsky,
previsto por los art. 249 y 142, inc. 4° del C.P., por
los cuales fueran oportunamente indagados, de conformidad
a lo preceptuado por el art. 306 del C.P.P.N.
III- ORDENAR EL PROCESAMIENTO DE CLAUDIO PEDRO
BONGGI, MARCELO CLAUDIO SALDANIO Y ANTONIO JUAN TERLIKAR,
ya filiados en autos, como probables coautores de los
delitos de abuso de autoridad y privación ilegítima de la
libertad agravada en perjuicio de Carlos Maximiliano
Sosa, previsto por los arts. 249 y 142, inc. 4° del C.P.,
por los cuales fueran oportunamente indagados, de
conformidad a lo preceptuado por el art. 306 del C.P.P.N.
IV- ORDENAR EL PROCESAMIENTO DE MARCELO CLAUDIO
SALDANIO, ya filiado en autos, como probable autor del
delito de extorsión en perjuicio de Artín Merdinián,
previsto en el art. 168 del Código Penal, por el cual
fuera oportunamente indagado, de conformidad a lo
preceptuado por el art. 306 del C.P.P.N.
V- ORDENAR EL PROCESAMIENTO DE HÉCTOR GÓMEZ Y
MARCELO CLAUDIO SALDANIO, ya filiado en autos, como
probables coautores del delito de extorsión en perjuicio
de Adrián García y Patricia Gabriela Martino, previsto en
el art. 168 del Código Penal, por el cual fueran
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oportunamente indagados, de conformidad a lo preceptuado
por el art. 306 del C.P.P.N.
VI- ORDENAR EL PROCESAMIENTO DE WALTER GONZÁLEZ
GALZERANO Y CLAUDIO PEDRO BONGGI, ya filiados en autos,
como probables coautores del delito de extorsión en
perjuicio de Héctor Jorge Luna, previsto en el art. 168
del Código Penal, por el cual fuera oportunamente
indagado, de conformidad a lo preceptuado por el art. 306
del C.P.P.N.
VII- ORDANER EL PROCESAMIENTO DE CLAUDIO PEDRO
BONGGI, HÉCTOR GÓMEZ, MARCELO SALDANIO Y ANTONIO
TERLIKAR, ya filiados, como probables coautores de los
delitos de, abuso de autoridad y privación ilegítima de
la libertad en perjuicio de Roque Ramón Bevelaqua,
previsto en los arts. 249 y 142, inc. 4° del Código
Penal, por los cuales fueran indagados, de conformidad a
lo establecido en el art. 306 del C.P.P.N.
VIII- ORDENAR EL PROCESAMIENTO DE MARCELO
SALDANIO y HÉCTOR GÓMEZ, ya filiados en autos, como
probables coautores del delito de extorsión en perjuicio
de Raúl Bedud, previsto en el art. 168 del Código Penal,
por el cual fueran oportunamente indagados, de
conformidad a lo preceptuado por el art. 306 del C.P.P.N.
IX- ORDENAR EL PROCESAMIENTO DE WALTER GONZÁLEZ
GALZERANO, HÉCTOR GÓMEZ, MARCELO SALDANIO, ARMANDO
MONTOYA Y ANTONIO JUAN TERLIKAR, ya filiados en autos,
como probables coautores del delito de asociación
ilícita, en carácter de miembros, previsto en el art.
210, primera parte, del C.P., y de CLAUDIO PEDRO BONGGI,
en carácter de organizador de la asociación ilícita (art.
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210, segundo párrafo, C.P.), por el cual fueran
oportunamente indagados, de conformidad a lo preceptuado
por el art. 306 del C.P.P.N.
X- ORDENAR EL SOBRESEIMIENTO PARCIAL DE ARMANDO
MIGUEL MONTOYA en orden al delito de extorsión en
perjuicio de Raúl Bedud, por cuanto el hecho no fue
cometido por el imputado, de acuerdo a lo establecido por
el art. 336 inc. 4° del código ritual.
XI- ORDENAR EL SOBRESEIMIENTO PARCIAL DE HÉCTOR
OSCAR GÓMEZ, ya filiado, en orden al delito de
incumplimiento de los deberes de funcionario público
(relativo a las órdenes judiciales secuestras en el
operativo de la Plaza San Martín el día 24/4/2008), por
el cual fuera indagado, por cuanto el hecho intimado no
existió, de conformidad a lo preceptuado por el art. 336
inc. Xxx del C.P.P.N.
XII- ORDENAR EL SOBRESEIMIENTO DEFINITIVO DE
ROQUE ARIEL ALFONZO, ya filiado, en orden al delito de
tentativa de encubrimiento agravado, previsto y penado
por el art. 277 letra a), inc. 3° d) del Código Penal por
el que fuera oportunamente indagado (conf. art. 347, inc.
2° “a contrario sensu” del C.P.P.N.).
XIII- TRABAR EMBARGO sobre los bienes de los
encartados González Galzerano y Bonggi, hasta cubrir la
suma de PESOS CINCUENTA MIL ($40.000); Gómez, hasta
cubrir la suma de PESOS VEINTE MIL ($20.000); y Saldanio,
Montoya y Terlikar, hasta cubrir la suma de PESOS
($10.000), cada uno de ellos, o en su defecto, ordénese
la inhibición general para disponer de los mismos, a cuyo
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fin, líbrese oficio al Registro de la Propiedad que
corresponda.
XIV- Comunicar lo resuelto a la División
Asuntos Internos de la Policía Federal a los efectos que
pudieran corresponder.
XV- INTIMAR NUEVAMENTE AL MINISTERIO PÚBLICO
FISCAL para que a la mayor brevedad posible concluya con
la investigación preliminar respecto de los hechos
puestos a su consideración conforme lo señalado en el
considerando respectivo.
XVI- Protocolícese y hágase saber.-
Ante mí: