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PRÁCTICA 1. CREACIÓN Y CREATIVIDAD. La teoría mimética de Platón se nos presenta en un texto de “La República” en el que se argumenta que la labor del pintor y del poeta trágico es una labor imitadora. José Jiménez, en su libro “Teoría del arte” nos dice que el término utilizado por Platón, más que como imitador, podría traducirse con más exactitud como “productor de imágenes”. Con ello se reconocerían algunas indicaciones importantes presentes en el concepto de mimesis. En primer lugar que esa mímesis es una acción, un hacer, una producción. Una producción bien diferente a la que encontramos en el texto del “Timeo”, en la que el Demiurgo verdaderamente crea realidad, o más bien, transforma, ordena, las ideas preexistentes en objetos sensibles. Dentro de su teoría filosófica se diferencian dos planos, el de la realidad objetiva, alcanzada a través de la intelección, y el de la apariencia sensible, captada por los sentidos. El artista, como productor de imágenes está ligado a la apariencia sensible, que en este esquema conceptual es sinónimo de falsedad, de engaño, de ahí el carácter peyorativo con el que Platón trata a los artistas. Otra nota no menos importante que revelaría el concepto de mímesis es un sentido de unidad presente en los distintos lenguajes de representación que hoy llamaríamos arte. Se trataría por tanto de una teoría del arte que si bien en Platón es explícita, se encontraba ya latente en la Grecia Clásica. Lo más importante de la argumentación de Jiménez es que en este concepto de mímesis podemos encontrar el origen del arte, como el vaciamiento funcional, de tipo religioso o espiritual, de la representación. Es decir que el arte se originaría cuando la representación cobra sentido y valor por sí misma, más allá de su función simbólica, cuando produce deleite su mera contemplación. Es una idea que estaría presente en la diferenciación de téchne mimetike, de la simple téchne, llegando algunos autores clásicos a señalar la inutilidad de la primera. Yo estaría de acuerdo

PRÁCTICA 1. Mímesis y Téchne

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Los orígenes del arte en la antigüedad griega a partir de textos de Platón y Esquilo.

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PRÁCTICA 1. CREACIÓN Y CREATIVIDAD.

La teoría mimética de Platón se nos presenta en un texto de “La República” en el que se argumenta que la labor del pintor y del poeta trágico es una labor imitadora. José Jiménez, en su libro “Teoría del arte” nos dice que el término utilizado por Platón, más que como imitador, podría traducirse con más exactitud como “productor de imágenes”. Con ello se reconocerían algunas indicaciones importantes presentes en el concepto de mimesis. En primer lugar que esa mímesis es una acción, un hacer, una producción. Una producción bien diferente a la que encontramos en el texto del “Timeo”, en la que el Demiurgo verdaderamente crea realidad, o más bien, transforma, ordena, las ideas preexistentes en objetos sensibles. Dentro de su teoría filosófica se diferencian dos planos, el de la realidad objetiva, alcanzada a través de la intelección, y el de la apariencia sensible, captada por los sentidos. El artista, como productor de imágenes está ligado a la apariencia sensible, que en este esquema conceptual es sinónimo de falsedad, de engaño, de ahí el carácter peyorativo con el que Platón trata a los artistas. Otra nota no menos importante que revelaría el concepto de mímesis es un sentido de unidad presente en los distintos lenguajes de representación que hoy llamaríamos arte. Se trataría por tanto de una teoría del arte que si bien en Platón es explícita, se encontraba ya latente en la Grecia Clásica. Lo más importante de la argumentación de Jiménez es que en este concepto de mímesis podemos encontrar el origen del arte, como el vaciamiento funcional, de tipo religioso o espiritual, de la representación. Es decir que el arte se originaría cuando la representación cobra sentido y valor por sí misma, más allá de su función simbólica, cuando produce deleite su mera contemplación. Es una idea que estaría presente en la diferenciación de téchne mimetike, de la simple téchne, llegando algunos autores clásicos a señalar la inutilidad de la primera. Yo estaría de acuerdo con esta idea, lo que hace el arte es su inutilidad, su sentido por sí mismo, su capacidad para producir experiencias estéticas. No obstante hay que tener en cuenta el contexto cultural griego, en el que el arte no es solo goce, es expresión de los grandes ideales de la cultura, es un arte de modelos, educativo, formativo, tremendamente funcional por tanto, de hecho, tiene como función la que probablemente sea la más importante de la cultura. Pero ya existe en Grecia esa adoración de la imagen por su perfección, un sentido plenamente artístico, que se revela en el respeto por las personalidades artísticas, que firman sus obras.

Hay que plantear ese desprecio de Platón por los artistas, que ciertamente no puede disculparse. En esa Grecia de pavos reales, en la que el lenguaje del arte había sido hasta el momento el guía de la cultura, poco a poco y quizás por necesidad interna, por una necesidad de lógica, empieza a imponerse la cultura filosófica, con nuevos modelos e ideales. Son estos ideales los de la sabiduría, el ascetismo del conocimiento y la verdad. Unos nuevos ideales y una nueva cultura que debieron chocar con los precedentes, con la cultura poética, gimnástica, religiosa que había cohesionado la polis. Esto lo expresa muy bien Aristófanes en “Las Nubes” aun siendo injusto con la tarea de Sócrates, reduciéndolo a la imagen popular del sofista. El cómico, a pesar de desconocer ese intento de lógica y clarificación conceptual, si comprende plenamente la contraposición de dos modelos culturales, expresándola de manera agonal. No sería

extraño que el escarnio al que sometió a Sócrates, le acarreara a éste tanta animadversión en Atenas que fuera indirectamente uno de los motivos que lo llevaron a juicio y finalmente a beber la cicuta. Tampoco es improbable que Platón pensara esto mismo y fuera uno de sus motivos para proclamar la expulsión de los poetas de la urbe. Esos poetas podían mover la opinión del público, y la tarea de la educación, tarea de estado (no olvidemos que “La República” es un tratado político) debía de recaer ya sobre los sabios, por lo que el arte había que censurarlo. Ese desprecio hacia los artistas cabría interpretarse de esta manera como un agón, en una larga batalla por las directrices de la cultura. Según Jiménez, Aristóteles concilió esa necesidad de arte y de lógica de los griegos, pero con él, el ideal de la filosofía queda en realidad consagrado. Si nos vamos al siempre polémico Nietzsche, la necesidad de arte se interpreta como la culminación espiritual de un pueblo en la plenitud de su fuerza, y la necesidad de lógica como un síntoma de decadencia. Y es que Nietzsche está lejos de una tarea como la teoría del arte, y se propuso, más bien, hacer del arte una filosofía.

Ya hemos comentado que el concepto creación está reservado al demiurgo. El demiurgo crea el mundo sensible a través de las ideas preexistentes, universales y eternas. El demiurgo imita las ideas, el artista imita la apariencia sensible. Tener como modelo las ideas universales puede hacer del demiurgo un creador, pero no un creador en sentido estricto, tal como es en la tradición judeo-cristiana. Es al Dios de esta tradición al que se llama más propiamente creador, al que se le atribuye la “creatio ex nihilo”, la creación desde la nada. Para la filosofía griega este concepto de creación de la nada no es ni siquiera concebible, pues entre los griegos impera la lógica metafísica, esa lógica que dice algo parecido a esto, que de la nada no puede engendrarse el ser y que por tanto el ser es eterno. No hay duda de que las tradiciones monoteístas o del libro deben mucho a los griegos en la clarificación de su visión religiosa del mundo. Seguro que algún platónico del Medievo fue declarado hereje por argumentar la preexistencia de las ideas y la creación por necesidad (lo que es de razón es necesario) al estilo de cómo lo hace Platón en este texto del “Timeo”. La tradición judeo-cristiana acabará amalgamando la visión voluntarista de Dios con la racional. Dios crea por amor, por voluntad, pero también con inteligencia el mejor de los mundos posibles, conforme a las ideas o la razón de su mente, que forman igualmente parte de “Él”. Esta podría ser una afirmación clásica de teólogo medieval. Lo que a nosotros nos interesa, mucho más que estas sutilezas metafísicas, es cómo a partir de esta idea de la tradición judeo-cristiana, se configura una visión de la creación artística de carácter esencialista. Se traspasa esta idea de creación (muy tardíamente) al mundo del arte y se ve al artista como un creador desde la nada. Es una visión muy ideal y acrítica de la creación, que no tiene en cuenta el componente imitador de todo fenómeno cultural, el artista no crea desde la nada sino desde una tradición, unos materiales, soportes y temáticas, o al menos desde un fondo hermenéutico y de significado común.

En las pinturas que se han puesto para el comentario aparecen algunas cosas interesantes relacionadas con esta temática. En la ilustración medieval vemos esas dos notas señaladas de razón y voluntad. La razón, la medida, vendría representada por el compás, mientras que la voluntad viene marcada por el esfuerzo reflejado en su postura

y sus ojos, esfuerzo físico y mental. El esfuerzo voluntarioso aparece con mayor intensidad en el detalle de la capilla Sixtina, con Dios brazos en alto separando la luz de las tinieblas. El de Blake es particularmente el que más me gusta. A través de la negrura de la nada, del vacío, de la inexistencia, se abre paso nuestro Dios militante, en un gran contraste de brillo y color. Es el que mejor representa la creatio ex nihilo, el principio de los días, del tiempo, el paso de la nada al ser por la gracia de Dios.

PRÁCTICA 2.

En los textos de Azúa, que habla de la tradición judeo-cristiana, y de José Jiménez, que habla de la tradición griega, se presenta la idea de las artes como algo homólogo al resto de los oficios. El arte es una pericia, requiere una técnica y una tradición de esa técnica. No está por tanto tan desligado en origen de otras creaciones que hoy consideraríamos de orden más utilitario, la razón estaría en que lo que hoy llamamos artes también era muy funcional y útil. Esta idea está definida en el significado y campo semántico de la palabra griega téchne. Es en el Renacimiento cuando el artista empieza a ser considerado como un creador de una índole más especial, y ya en el siglo XIX cuando la independencia del arte y los artistas es un hecho.

En las versiones que se han dado del mito prometeico se ve muy bien la idea de téchne de los griegos. El arte corre parejo al resto de creaciones culturales. Grecia no está exenta de una perspectiva gremial de las artes, que se ven como un saber hacer, como una tradición, a pesar de tener como ya se ha dicho un valor estético por sí mismas y de cargar con esa función de envergadura que es la paideia. Voy a comentar por último algunas características y diferencias entre las versiones del Prometeo y el Génesis. En primer lugar parece, cosa extraña, que la versión de Hesíodo del Prometeo tiene más en común con el Génesis que con la versión de Esquilo. En la versión de Hesíodo está el concepto de sacrilegio, de falta contra los dioses, de igual manera que en el Génesis está el concepto de pecado original. Es el sacrilegio, el pecado, la causa que explica los males del hombre, Prometeo y Eva son malhechores, culpables. Ambos mitos provienen de tradiciones populares en las que el trabajo duro condiciona una dura existencia, y eso necesita ser explicado a través del mito. Incluso Hesíodo, al igual que el Génesis, echa mano de la misoginia popular para culpar a una mujer de los males del hombre, introduce a Pandora, y su caja de desgracias. En ambos mitos, la situación de miseria actual, el estado de la cultura, viene precedido de una edad de oro, de un Edén.

Lo de Esquilo es otra cosa, la situación anterior al estado de cultura es de desorden, un desastre. Esquilo celebra el paso de la animalidad a la humanidad, se jacta de sus invenciones y de su sabiduría, en una larga enumeración canta la lista de los progresos a él debidos. En el robo del fuego Esquilo ve el símbolo de toda cultura y en Prometeo poco menos que el símbolo de una humanidad orgullosa de sus creaciones. Prometeo, sabio y orgulloso aunque caído Titán. ¿Pero que representa el destino trágico de Prometeo en la versión de Esquilo? Es quizás una maldición inherente a la creación, con

ella el hombre también puede perderse, salirse de los límites, quedar cegado por la até, a causa de sí mismo. Esquilo escribe ya en una polis triunfante tras “Maratón”, en una ciudad que empieza su escalada a lo más alto. El mito muta y tiene que significar otra cosa, ya no puede ser el mito de tradición campesina de Hesíodo.

Algunas diferencias entre el mito prometeico y el Génesis pueden verse en las obras pictóricas propuestas al comentario. En las representaciones de Adán y Eva puede verse miedo, desamparo, inocencia incluso. Al fin y al cabo la culpa es de Satán, el hombre, tentado, engañado, engatusado, no sabía muy bien lo que hacía. Su pecado es más bien un pecado pasivo. Comparemos, por ejemplo, la imagen de Botero, con la del Prometeo de Cossiers, ¡qué mirada de zorro astuto! Y es que lo de Prometeo es un pecado activo y la culpa es suya, esto lo ha sabido representar bien. O comparemos la obra de Alonso Cano, oscura, Adán y Eva con dolores y trabajos, con la de Cossimo, con el conformador de hombres, captando el sentido esquileo, el orgullo de la creación.

Para concluir una reflexión personal. Creo que el arte, como elemento de la cultura, es tanto imitativo como creativo. La cultura se aprende, y en el aprendizaje es necesaria la mímesis, es un trasvase de información sujeto a normatividad. Somos seres miméticos. Pero la cultura también es creativa por definición, un constante interpretar el mundo y someterlo, una constante experimentación. Con la experimentación se van ganando conocimientos, técnicas, perspectivas, que se unen al bagaje y lo enriquecen, o conforman un nuevo axioma desde el que articular una nueva concepción. Es difícil decir lo que es creatividad. Desde este punto de vista, casi todo lo que hace el hombre lo es, en tanto que diferente a la generación natural y función de sí y para sí mismo. Somos seres creativos. En lo que respecta a la creación artística, es más complejo, más allá de definiciones, me parece muy buena la afirmación que José Jiménez que dice que es arte todo lo que llamamos arte, también la visión de Gadamer del arte como juego y en fin aquella expresión de “el arte por el arte” creo que también viene bien al caso.

Bibliografía.

TEORÍA DEL ARTE. Capítulo 2. Téchne. José Jiménez.

EL NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA. Prólogo tardío o epílogo. Friedrich Nietzsche.

PAIDEIA. Los ideales de la cultura griega. Libro 1. “Hesíodo”. Libro 2. “Esquilo” y “Aristófanes”. Werner Jaeger.

LAS NUBES. Aristófanes.