100
C UANDO hace algunos años comencé a tomar notas para la composición de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano (2006). Mi objeti- vo era, entonces, desarrollar históricamente algunas ideas sobre el naciona- lismo cubano propuestas en Isla sin fin (1998), una compilación de mis primeros ensayos. Con el tiempo, los capítulos dedicados al siglo XIX y, sobre todo, a cuatro grandes intelectuales republicanos (Enrique José Varo- na, Ramiro Guerra, Fernando Ortiz y Jorge Mañach) y a la revista Orígenes, crecieron demasiado y me pareció mejor independizar cada volumen. Aunque un lector atento encontrará que aquí, como en Tumbas sin sosie- go, tomo distancia de algunas ideas, formuladas de manera contundente y reiterativa en Isla sin fin, estos libros pueden ser leídos como una trilogía inconclusa. Una trilogía, siempre por terminar o actualizar, ya que el perí- odo revolucionario no ha sido desarrollado en ninguno de los ensayos, a pesar de constantes alusiones al mismo. La Revolución es en estos textos una presencia o un ocaso desde el cual se atisba la historia intelectual del siglo XIX y la primera mitad del XX, pero nunca, plenamente, un tiem- po historiado. La redacción de estos ensayos no hubiera sido posible sin el año sabá- tico que me concedió el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), mi institución en la Ciudad de México, durante el primer semes- tre del 2007, y sin la invitación que amablemente me hicieron los profe- sores Arcadio Díaz Quiñones y Carlos J. Alonso, para permanecer esos meses en Nueva York, como profesor visitante en las universidades de Princeton y Columbia. A ellos dos, a la dirección del CIDE, y a los amigos que leyeron y editaron este manuscrito, especialmente a Victor Batista y Antonio José Ponte, todo mi agradecimiento. Este libro fue pensado y escrito para la editorial Colibrí, en Madrid, que felizmente lo publica. Versiones preliminares de algunos fragmentos, luego corregidos y aumentados, aparecieron, entre 2001 y 2005, en Apun- tes Postmodernos (Miami), Encuentro de la Cultura Cubana (Madrid), Cuban Prefacio 13 03_Prefacio 25/12/07 23:39 Página 13 (Negro/Process Black plancha)

Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

  • Upload
    buidang

  • View
    246

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

CUANDO hace algunos años comencé a tomar notas para la composiciónde este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin

sosiego. Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano (2006). Mi objeti-vo era, entonces, desarrollar históricamente algunas ideas sobre el naciona-lismo cubano propuestas en Isla sin fin (1998), una compilación de misprimeros ensayos. Con el tiempo, los capítulos dedicados al siglo XIX y,sobre todo, a cuatro grandes intelectuales republicanos (Enrique José Varo-na, Ramiro Guerra, Fernando Ortiz y Jorge Mañach) y a la revista Orígenes,crecieron demasiado y me pareció mejor independizar cada volumen.

Aunque un lector atento encontrará que aquí, como en Tumbas sin sosie-go, tomo distancia de algunas ideas, formuladas de manera contundente yreiterativa en Isla sin fin, estos libros pueden ser leídos como una trilogíainconclusa. Una trilogía, siempre por terminar o actualizar, ya que el perí-odo revolucionario no ha sido desarrollado en ninguno de los ensayos, apesar de constantes alusiones al mismo. La Revolución es en estos textosuna presencia o un ocaso desde el cual se atisba la historia intelectual delsiglo XIX y la primera mitad del XX, pero nunca, plenamente, un tiem-po historiado.

La redacción de estos ensayos no hubiera sido posible sin el año sabá-tico que me concedió el Centro de Investigación y Docencia Económicas(CIDE), mi institución en la Ciudad de México, durante el primer semes-tre del 2007, y sin la invitación que amablemente me hicieron los profe-sores Arcadio Díaz Quiñones y Carlos J. Alonso, para permanecer esosmeses en Nueva York, como profesor visitante en las universidades dePrinceton y Columbia. A ellos dos, a la dirección del CIDE, y a los amigosque leyeron y editaron este manuscrito, especialmente a Victor Batista yAntonio José Ponte, todo mi agradecimiento.

Este libro fue pensado y escrito para la editorial Colibrí, en Madrid,que felizmente lo publica. Versiones preliminares de algunos fragmentos,luego corregidos y aumentados, aparecieron, entre 2001 y 2005, en Apun-tes Postmodernos (Miami), Encuentro de la Cultura Cubana (Madrid), Cuban

Prefacio

13

03_Prefacio 25/12/07 23:39 Página 13 (Negro/Process Black plancha)

Page 2: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Studies (Miami), Revista Hispánica Moderna (Nueva York), Cubista Magazi-ne (Los Ángeles) y La Habana Elegante (Atlanta). Un primer borrador delacápite “Newton huye avergonzado” fue incluido en la antología de RitaMolinero, Virgilio Piñera. La memoria del cuerpo (San Juan, Puerto Rico, Edi-torial Plaza Mayor, 2002).

México D.F., octubre de 2007

14

RAFAEL ROJAS

03_Prefacio 25/12/07 23:39 Página 14 (Negro/Process Black plancha)

Page 3: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

I

UN modo posible de estudiar una época de construcción nacional, comola que se extiende entre fines del siglo XVIII y mediados del XX, en

Cuba, sería la hermenéutica de dos o tres nociones básicas, en torno a lascuales se articulan el repertorio simbólico y la formación discursiva de lacomunidad naciente. Un recorrido por las significaciones históricas que seatribuyen a entidades tan decisivas para la constitución del sujeto moder-no, como la tierra, la sangre y la memoria, permitiría remontar, por unaladera, el devenir de las representaciones nacionales.

En su libro Giro lingüístico e historia intelectual (1998), el historiadorargentino Elías José Palti proponía acelerar el tránsito de la tradicional“historia de las ideas” a la nueva “historia intelectual” por medio de unaarqueología de los conceptos socializados en un período determinado1. Sila cultura, a partir de los estudios postestructuralistas, es entendida como“texto”, la historia debe ser, entonces, una forma del saber que narre lapráctica social de nociones escritas y leídas en ese horizonte textual2.

Una topología literaria, similar a la practicada por Mario Praz en Lacarne, el diablo y la muerte en la literatura romántica (1999), por ejemplo,busca la destilación del legado intelectual postclásico, bajo la forma dealgunos conceptos recurrentes. En aquel libro, tan bien recibido por la crí-tica, Praz se enfrentaba a toda una tradición del pensamiento literario occi-dental, coronada por Max Nordau y Benedetto Croce que, desde el biolo-gicismo o el historicismo, había catalogado las representaciones culturalesde la época romántica como patologías del alma o el cuerpo3.

Introducción

15

1 Elías José Palti, Giro lingüístico e historia intelectual, Buenos Aires, Universidad de Quil-mes, 1998, pp. 19-24.

2 Ibid., pp. 25-34.3 Mario Praz, La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, Barcelona, El Acan-

tilado, 1999, pp. 33-61.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 15 (Negro/Process Black plancha)

Page 4: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Entre fines del siglo XVIII, cuando la introducción del modelo deplantación azucarera esclavista y el acceso a las primeras ideas e institucio-nes ilustradas generan, entre la población blanca, negra y mestiza, un dis-curso de pertenencia y apropiación de la tierra, hasta mediados del sigloXX, cuando se produce la modernización jurídica y política del ordenrepublicano, la cultura cubana experimenta un largo proceso de transiciónde la alteridad criolla a la identidad propiamente nacional.

En Motivos de Anteo se intenta un acercamiento a ese devenir por mediode circunnavegaciones alrededor de dos conceptos, patria y nación, y algunasde sus variantes metafóricas: tierra, sangre y memoria. Estas tres últimas nocio-nes poseen, además de un desarrollo histórico, delimitado en el tiempo y elespacio, un campo semántico descentrado y heterogéneo. Los conceptos de latierra no son idénticos en las postrimerías criollas del siglo XVIII y en la pri-mera mitad republicana del XX. Los de la sangre, por su lado, aluden tantoa las muertes en combate durante las guerras anticoloniales del XIX o lasrevoluciones nacionalistas del pasado siglo como al tejido de linajes y genea-logías nacionales e, incluso, a la clínica discursiva de las “enfermedades delalma” colectiva, practicada por varias promociones de ensayistas cubanos.

La memoria, el último de los dispositivos metafóricos rastreados enestas páginas, adquiere desde la ilustración criolla una multiplicidad desentidos. En Cuba, como en cualquier otro estado nacional en proceso deedificación, las memorias locales y provinciales, étnicas y genéricas, reli-giosas y gremiales, van acumulando, progresivamente, representacionescomunitarias hasta alcanzar, a mediados del siglo XX, una dimensiónnacional. Las políticas y poéticas de la memoria, propias de la historiogra-fía y la literatura republicanas (Ramiro Guerra, Fernando Ortiz, JorgeMañach, José Lezama Lima, Cintio Vitier...) vendrían siendo las formasdiscursivas más sofisticadas del nacionalismo intelectual en Cuba.

En Landscape and Memory (1995), el historiador londinense SimonSchama emprendió un ambicioso proyecto de historia cultural, a partir delas representaciones occidentales de tres escenarios de la naturaleza: el bos-que, el agua y la roca4. El deslumbrante relato que Schama consiguiónarrar era el de una incontenible humanización del paisaje, a través de san-grientas luchas por su conquista física y posesión simbólica, que culmina-ba en un conjunto de rituales de veneración exótica, melancolía bucólica yreminiscencia comunitaria.

16

RAFAEL ROJAS

4 Simon Schama, Landscape and Memory, New York, Vintage Books, 1995, pp. 3-19.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 16 (Negro/Process Black plancha)

Page 5: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

El bosque, por ejemplo, según Schama, cumplía diferentes funcionesen el imaginario alemán e inglés. Mientras para los alemanes el bosque eraun espacio de afirmación tribal frente a la Roma imperial, de “piedras yleyes”, para los ingleses, más aristocráticamente sedimentados, era el cotode caza real, el refugio de vagabundos, forajidos y justicieros, pero tambiénla locación propicia para el lirismo romántico.

En el mundo republicano de Francia y América, sin embargo, el bos-que aparece siempre estetizado como la otredad bella que se contrapone ala modernidad urbana. El campo motiva los discursos pastorales del repu-blicanismo atlántico y, al mismo tiempo, aquellas contrapastorales de lamodernidad, estudiadas por Marshall Berman, que, desde resistencias aris-tocráticas o moralizaciones cristianas, exaltan el universo rural. Las identi-dades nacionales, concluye Schama, se hilvanan sobre una “mística parti-cular del paisaje”, sobre una “topografía simbólica del suelo patrio”5.

La memoria de la tierra y de la sangre, es decir, la racionalización deun patrimonio económico y simbólico, podría ser definida como la formadepurada de autoconciencia intelectual de una cultura. Ese procesocomienza a ser perceptible en la historia de Cuba a mediados del sigloXIX, entre las élites criollas blancas. Sin embargo, como bien apunta lahistoriadora María del Carmen Barcia, desde entonces y hasta hoy, hanhabido otras representaciones familiares de la nacionalidad o, más bien,otras memorias nacionales, articuladas desde sujetos subalternos como losesclavos en el siglo XIX o los inmigrantes en el XX6.

La memorialización que produce toda cultura, a partir de la prácticasecular de discursos y ceremonias patrióticas y nacionalistas, puede serabrumadora. En el caso de Cuba, y de casi todos los países latinoamerica-nos, ese proceso tiene una fuerte presencia en el campo ideológico. La tie-rra y la sangre, por ejemplo, son elementos distintivos, no sólo de las narra-tivas fundacionales de esas naciones, sino, también, de una cuantiosaherencia de pensamiento agrario y populista, que apela a la conquista,defensa y reparto de la tierra y al sacrificio o la muerte por la patria7.

17

Introducción

5 Ibid., p. 15.6 María del Carmen Barcia, La otra familia. Parientes, redes y descendencia de los esclavos en

Cuba, La Habana, Fondo Editorial Casa de las Américas, 2003, pp. 81-36. Ver tambiénVerena Martínez-Alier, Marriage, Class, and Colour in Nineteenth Century Cuba, Cambridge,Cambridge University Press, 1973, pp. 103-119.

7 Juan Pérez de la Riva, La conquista del espacio, La Habana, Fundación Fernando Ortiz,2004; Reinaldo Funes Monzote, Azúcar, deforestación y medio ambiente. Los bosques de Cuba(1772-1926). Tesis Doctoral. Univesitat Jaime I, 2002.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 17 (Negro/Process Black plancha)

Page 6: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

El patriotismo y el nacionalismo, a pesar de sus diferencias teóricas ehistóricas, generalmente se identifican y confunden8. La patria y el conjuntode sentimientos y representaciones que este concepto moviliza están relacio-nados con patrimonios y afectos territoriales, con identidades étnicas y reli-giosas que no necesariamente gravitan hacia la construcción del Estadonacional. La nación y el nacionalismo, en cambio, son horizontes culturales ypolíticos más abarcadores, que remiten a comunidades raciales, lingüísticas oconfesionales, como en el romanticismo, que se articulan a partir de princi-pios republicanos o imperiales, como en las épocas neoclásica y moderna, oque discurren en torno a identidades “espirituales”, basadas en tradiciones,costumbres o “temperamentos”, como sucede en tantas experiencias postco-loniales.

En la historia intelectual de Cuba es fácilmente discernible un patrio-tismo criollo, como el estudiado por Severo Martínez Peláez para Guate-mala y David Brading para México, que se extiende desde fines del sigloXVIII hasta mediados del siglo XIX y que atraviesa discursos y prácticasrelacionados con la defensa de la Habana contra los ingleses, los intentosjuntistas de 1808, las conspiraciones masónicas, bolivarianas y abolicio-nistas de las tercera y cuarta décadas del XIX, la poesía de Rubalcava,Zequeira, Milanés, Heredia, Avellaneda y Plácido y los escritos de Caba-llero, Arango, Varela, Saco, Luz y Del Monte9.

18

RAFAEL ROJAS

8 Existe una vasta bibliografía sobre la distinción entre patriotismo y nacionalismo. Men-ciono sólo algunos títulos recientes: Homi K. Bhabha, Nation and Narration, New York, Rou-tledge, 1990; Eric Hobsbawm, Nations, and Nationalism since 1780. Programme, Myth, andReality, Cambridge, Cambridge University Press, 1990; Ettiene Balibar and ImmanuelWallerstein, Race, Nation, Class. Ambiguous Identities, New York, Verso, 1991; Gil Delannoiy Pierre-André Taguieff, Teorías del nacionalismo, Barcelona, Paidós, 1993; Marcel Gauchet,Pierre Manent y Pierre Rosanvallon, Nación y modernidad, Buenos Aires, Nueva Visión, 1995;Montserrat Guibernau, Los nacionalismos, Barcelona, Ariel, 1996; David Miller, Sobre la nacio-nalidad. Autodeterminación y pluralismo cultural, Barcelona, Paidós, 1997; Maurizio Viroli, ForLove of Country. An Essay on Patriotism and Nationalism, Oxford, Clarendon Press, 1997; Mar-garet Levi, Consent, Dissent, and Patriotism, Cambridge, Cambridge University Press, 1997;Ernest Gellner, Nacionalismo, Barcelona, Destino, 1998; Martha C. Nussbaum, Los límites delpatriotismo. Identidad, pertenencia y ciudadanía mundial, Barcelona, Paidós, 1999; Juan PabloFusi, La patria lejana. El nacionalismo en el siglo XX, Madrid, Taurus, 2003; Antonio Anninoy Francois-Xavier Guerra, Inventando la nación. Iberoamérica. Siglo XIX, México, FCE, 2003.

9 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colo-nial guatemalteca, México, FCE, 1998, pp. 99-149; David Brading, Los orígenes del naciona-lismo mexicano, México, Era, 1980, pp. 15-42.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 18 (Negro/Process Black plancha)

Page 7: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Ese patriotismo, que lo mismo puede llegar a ser republicano y sepa-ratista, como en Varela y Heredia, que reformista y monárquico, como enSaco y Del Monte, se afirma como una alteridad local dentro del territoriocultural hispánico, blanco y católico. El término de nacionalidad, que llegaa utilizar Saco, no rebasa los límites de una representación intelectual,favorable a la hegemonía de las élites agrarias criollas. La consagración dela patria como “paisaje” o como “topofilia”, analizada por Yi Fu Tuan,implica un sistema de apropiación y tenencia de la tierra y, al mismo tiem-po, un trazado de límites de inclusión en la comunidad, frente a otros suje-tos, como la población negra10.

El tránsito del patriotismo criollo al nacionalismo cubano, que seextiende desde mediados del siglo XIX hasta 1898, con las campañas ane-xionistas, las guerras de independencia, la propaganda autonomista y laobra oral y escrita de los grandes intelectuales de aquella época (Casal,Villaverde, Martí, Varona, Piñeyro, Sanguily, Montoro, Giberga, Cabrera,Rodríguez…), produce una ampliación social y racial de la subjetividadnacional, al desarrollarse el consenso de la abolición de la esclavitud eincorporarse las capas bajas de la población blanca, negra y mulata a lasopciones políticas del anexionismo, el autonomismo y, sobre todo, el inde-pendentismo.

El nacionalismo que se articula en esta época no desplaza o cancela elpatriotismo, tal y como lo vio Maurizio Viroli para la Europa de los siglosXIX y XX. Anexionistas, autonomistas y separatistas eran patriotas, queamaban la tierra en que nacieron, y comenzaban a representarse su comu-nidad bajo la forma de una ciudadanía con plenos derechos civiles y polí-ticos. Todos coincidían en que debía producirse un cambio en el estatutocolonial de la isla bajo España, pero divergían radicalmente en el tipo desoberanía que habría de adoptar el nuevo Estado. El republicanismo, queprovenía de la tradición patriótica criolla, fue reelaborado por aquellas trescorrientes, y la idea nacional, que en el separatismo martiano se conformóa toda velocidad, mientras en el autonomismo y el anexionismo avanzabalentamente, acabó envolviendo todo el espectro político cubano de finesdel siglo XIX.

Es notable, en este proceso, la ausencia de un discurso propiamenteromántico de la nación, basado en la identidad racial, lingüística o religio-

19

Introducción

10 Yi-Fu Tuan, Topophilia: A Study of Enviromental Perception, Attitudes, and Values.Englewood Cliffs, N J: Prentice-Hall, 1974, pp. 15-24.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 19 (Negro/Process Black plancha)

Page 8: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

sa de la comunidad, en cualquiera de aquellas tres corrientes políticas.Quienes estuvieron más cerca de ese discurso, por rechazar la opción repu-blicana, fueron los autonomistas, pero ya para principios de la última déca-da del siglo XIX, sus principales líderes habían abandonado los enfoqueseugenésicos más rancios, y, al igual que Martí, preferían aludir a una“comunidad de intereses” o, a lo sumo, a un “alma” o un “principio espi-ritual”, el elemento más intangible de identificación colectiva, apuntadopor Ernest Renan en su famosa conferencia ¿Qué es una nación? (1882) enla Sorbona11.

El nacionalismo postcolonial cubano, ese que arranca con la poderosacorriente antiplattista de las primeras décadas republicanas, se renueva enlos años veinte, con el Minorismo y Avance, se afianza en los movimientosy partidos políticos antimachadistas de los años treinta, y desemboca en laConstitución de 1940, registrando, en ese camino medio siglo, la mejorproducción intelectual de la isla (Loveira, Ramos, Guerra, Lamar Schwe-yer, Ortiz, Mañach, Lezama…) replantea el debate entre la visión eugené-sica y la visión republicana de la nacionalidad, siendo ésta última la matrizde la hegemonía discursiva producida a mediados del siglo XX cubano.Entre el nacionalismo transcultural del segundo Fernando Ortiz y el insu-larismo católico del primer José Lezama Lima se mueve todo el espectro dela idea republicana en Cuba.

Un modo de orientación teórica, en medio de esos nacionalismos inte-lectuales, sería la diferencia, propuesta Bernard Yack y Kai Nielsen, entrenacionalismo étnico, cívico y cultural12. Desde las primeras décadas repu-blicanas, en Cuba venía articulándose un nacionalismo étnico, basado enidentidades hispánicas, negras o mestizas. Ramiro Guerra, Alberto LamarSchweyer, Gustavo Urrutia y, más adelante, Juan René Betancourt Benco-mo, se acercaron, desde perspectivas hegemónicas o subalternas, a esa for-mulación13. El republicanismo integracionista o “armonizador” de JorgeMañach y el republicanismo transcultural de Fernando Ortiz fueron dos

20

RAFAEL ROJAS

11 Ernest Renan, ¿Qué es una nación?, Madrid, Alianza Editorial, 1987, p. 82.12 Bernard Yack, “The Myth of the Civic Nation”, Ronald Beiner, ed., Theorizing Natio-

nalism, Nre York, State University of New York, 1999, pp. 103-119; Kai Nielsen, “Cul-tural Nationalism, Neither Ethnic nor Civic”, Ronald Beiner, ed., Theorizing Nationalism,New York, State University of New York, 1999, pp. 119-131.

13 Laurence Glasco, “From Assimilation to Integration: The Narrow Spectrum of Afro-Cuban Ideology: Juan Gualberto Gómez, Evaristo Estenoz, and Juan René Betancourt”,Diaspora, Vol. V., 1996, pp. 97-117.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 20 (Negro/Process Black plancha)

Page 9: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

modalidades del nacionalismo cívico, que es el que constitucionalmente seimpone desde la Ley Morúa hasta la Carta Magna del 40. El nacionalismode Orígenes, como veremos, no es étnico ni cívico, sino cultural, ya queparte de la identidad hispano-católica para llegar a una ontologización poé-tica del “espíritu” nacional.

II

Casi todos los historiadores cubanos —desde los criollos ilustrados delsiglo XVIII (Morell de Santa Cruz, Ribera, Arrate, Urrutia, Valdés) hastalos republicanos de mediados del siglo XX (Santovenia, Guerra, PortellVilá, Leví Marrero), pasando, naturalmente, por los fundadores de la his-toriografía nacional en el siglo XIX (Arango y Parreño, Saco, Guiteras,Bachiller y Morales)— repararon en el hecho de que la palabra siboneyCuba, nombre de la isla, era uno de las pocos legados de las civilizacionescaribeñas anteriores a la llegada de Colón14.

Según Antonio Bachiller y Morales, en su obra Cuba primitiva (1884),la palabra podría significar “país” o “tierra” y su origen etimológico esta-ría en el vocablo siba, que quiere decir, en lengua siboney, roca o piedra: elelemento primordial de aquella cultura paleolítica en la época de la domi-nación taína de los siglos XIV y XV. Las dos principales civilizaciones pre-colombinas, la siboney y la taína, según Bachiller “no dejaron ruinasnumerosas que estudiar” ni una importante población, diezmada por laconquista, el trabajo forzado, las epidemias y el suicidio, pero legaronmuchas palabras (ajiaco, cocuyo, guayaba...) y, entre ellas, el nombre delpaís15. Santovenia hablará de la “ruina de la raza cobriza” y Guerra dirá quedonde único es discernible la “huella del antepasado indígena” es en “lanomenclatura geográfica…, en los nombres de Cuba y de dos de sus pro-vincias, centenares de ciudades, pueblos, caceríos, barrios rurales, ríos,valles, montañas y multitud de plantas y frutos”16.

21

Introducción

14 Carmen Almodóvar Muñoz, Antología crítica de la historiografía cubana, La Habana,Pueblo y Educación, 1986, pp. 95-158.

15 Antonio Bachiller y Morales, Cuba primitiva. Origen, lenguas, tradiciones e historia de losindios de las Antillas mayores y lucayas, La Habana, Librería de Miguel de Villa, 1883, pp.255-266.

16 Emeterio Santovenia, Historia de Cuba, La Habana, Editorial Trópico, 1939, t. I., pp.197-231; Ramiro Guerra, Historia de Cuba, La Habana, Librería Cervantes, 1922, t. I., p. 51.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 21 (Negro/Process Black plancha)

Page 10: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Uno de los primeros historiadores criollos, el regidor habanero PedroMartín Félix de Arrate, ofreció en su Llave del Nuevo Mundo. Antemural delas Indias Occidentales (1750) una visión de la escritura de la historia comoacto de gratitud a la patria, que en su caso era la villa de San Cristóbal dela Habana, no España ni Cuba, y como memoria de la epopeya del cubanoen el dominio de su tierra. Esa visión patricia de la historia, que se trasmi-tiría hasta la generación republicana de Guerra y Santovenia, Ortiz yMañach, en pleno siglo XX, se presentaba desde las primeras páginas deaquella obra como una reacción contra “el culpable silencio de los patri-cios” en la “plausible curiosidad de los extraños”, esto es, la falta de reco-nocimiento de las virtudes criollas en los discursos peninsulares y europe-os sobre Cuba. Arrate apelaba entonces a la referencia del conde ManuelThesauro, quien consideraba a los patricios turineses como peregrinos en latierra, obligados a mostrar gratitud por la patria:

Empeñándome a esto la doctrina y erudición del conde Thesauro, quecalifica de breve la vida de cualquier ciudadano que muere sin rendiralgún obsequio a la patria. No queriendo terminase la mía sin tributarleuna leve señal del amor que le tengo, y que por tantos títulos merece. Ymás cuando el ejemplo de los extraños sirve de estímulo y aun de sonro-jo a los patricios, tomando aquellos como asunto de sus plumas la mate-ria que a éstos no les ha debido ni un solo rasgo con que pudieron haberministrado más alas a la fama y nombre a la ciudad17.

En su polémica con la ilustración europea antihispánica y anticriolla(Buffon, Raynal, Robertson, De Pauw…), Arrate, como tantos otros patri-cios hispanoamericanos, echaba mano del principio clasificador de la his-toria natural para mostrar la riqueza, tanto de la fauna, la flora y la agri-cultura insulares, como de los méritos profesionales y políticos de losvecinos de la ciudad18. Así, luego de largas series de peces y mariscos (lisas,sábalos, manjuaríes, guabinas, biajacas, camarones), maderas preciosas(cedros, caobas, robles, guanadillos, guayacanes, daganes), frutas (uvas,higos negros y blancos, granadas, melones, sandías, piñas, anones, zapotes,

22

RAFAEL ROJAS

17 José Martín Félix de Arrate, Llave del Nuevo Mundo. Antemural de las Indias Occidenta-les. La Habana descripta: noticia de su fundación, aumentos y estado, México, Fondo de CulturaEconómica, 1949, pp. 6-67.

18 Antonello Gerbi, La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica (1750-1900),México, Fondo de Cultura Económica, 1960, pp. 3-72.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 22 (Negro/Process Black plancha)

Page 11: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

mameyes colorados y amarillos, naranjas, guayabas, plátanos, papayas,cocos), aves (ruiseñores, sinzontes, mariposas, chambergos, azulejos,mallos, palomas torcaces, becacinas, codornices, perdices, flamencos, gua-camayas, cotorras, periquitos, papagayos), cultivos (tabaco, caña, yuca,batata, gengibre, maíz, arroz, cacao, café) y hasta jutías y “perros mudos”,como los que vió Colón al desembarcar, Arrate insertaba extensas listas depersonalidades criollas de la Iglesia, el Ejército y el cabildo.

Toda esta discursividad naturalista desembocaba, pues, en la apologíade la tierra y la sangre, en la escritura como memoria de “la virtud y exce-lencia de los hijos del país”, de la “gloria y fama de la patria por la bondady el mérito de sus naturales”. El modelo de Arrate, naturalmente, proveníadel patriciado de las repúblicas antiguas: “¡qué honor no dieron a Espartalos Epaminondas, a Roma los Camilos, a Atenas los Arístides y Cartago losAníbales!”19. Pero además del sacrificio en la defensa de la patria, que codi-ficaba los mitos sanguíneos de la antigüedad, en Cuba, colonia de planta-ción, la epopeya de la tierra era el primer capítulo de esa gran narrativasobre la identidad patricia:

De Anteo fabularon o discurrieron los antiguos, como escriben los mitoló-gicos, que al calor y abrigo de su madre, la Tierra le daba aliento e infundióespíritus para lidiar con Hércules, cobrando esfuerzos para la lucha cada vezque rendido daba en el suelo, y que separado de este auxilio perdió el triun-fo y la vida. Ficción fue esta sin duda de los poetas, por muy propia inven-tiva, para persuadir cuánto contribuye el favor materno o suelo patrio paraesforzar al ánimo a sublimes empresas y facilitar el logro de grandes cosas20.

Cuando Arrate escribió estas páginas, la población cubana no rebasabalos 200 000 habitantes y cerca del 50% de la misma estaba compuesta pornegros y mulatos esclavos o libres. Dos siglos después, a mediados del sigloXX, los más importantes historiadores de la isla (Guerra, Santovenia,Mañach, Ortiz...) seguirán defendiendo la identidad criolla en términossimilares, a pesar de que para entonces habrán sucedido ya dos guerras deindependencia, la abolición de la esclavitud, dos ocupaciones militares deEstados Unidos, una revolución tan nacionalista como la de 1933 y de quela población insular sea cercana a los cinco millones, de los cuales tres ymedio serán blancos y uno y medio negro, mulato y chino.

23

Introducción

19 José Martín Félix de Arrate, op. cit., pp. 12-15 y 231-251.20 Ibid., p. 234.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 23 (Negro/Process Black plancha)

Page 12: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

En Azúcar y población en las Antillas (1927), por ejemplo, Guerra reto-mará casi literalmente el mito de Anteo. A partir de una frase del políticoy escritor francés Eduard Herriot —“la tierra exige presencia real”— Gue-rra defendía la vigencia del mito griego para la Cuba de las primeras déca-das republicanas: “en la lucha contra el latifundio, el pueblo cubano repre-senta a Anteo. Firmes en la posesión de la tierra, seremos invencibles; si ellatifundio acaba su obra de separarnos de ella, estaremos irremisiblementeperdidos. Hay que volver a la tierra y afirmarnos en ella, o perecer”21. Eme-terio Santovenia, por su parte, iniciará su Historia de Cuba, no con las civi-lizaciones siboney y taína, sino con la epopeya de la tierra: desde la sumer-sión y emersión geológica de la zona antillana y la disposición de unaestructura y un relieve cultivables hasta la interacción entre agricultura,comercio y ganadería impulsada por la economía de plantación azucarera yesclavista22.

Pero por el camino de aquellos dos largos siglos, las élites criollashabrán dejado otros testimonios similares de defensa de una identidadnaciente, contrapuesta a discursos de desprecio producidos en Europa yEstados Unidos, como los que abundan en la obra de José Martí y de otrosautores contemporáneos de éste, que han sido opacados por la luminosidaddel héroe, como Antonio Bachiller y Morales en Galería de hombres útiles(1859), Raimundo Cabrera y Bosch en Cuba y sus jueces (1887) y Manuelde la Cruz en Cromitos cubanos (1893), que fueron los modelos bibliográfi-cos que siguieron Jesús Castellanos en Cabezas de estudio (1902), NéstorCarbonell Rivero en Próceres (1928) y otros biógrafos de la primera Repú-blica. En todos estos libros se ofrecen semblanzas de letrados, científicos ypolíticos criollos que, con sus virtudes públicas y sus sacrificios políticos,han pagado una deuda de gratitud para con la patria y han demostrado almundo que el cubano es un sujeto capaz de autogobernarse de acuerdo conlas normas jurídicas de un Estado nacional moderno23.

24

RAFAEL ROJAS

21 Ramiro Guerra, Azúcar y población en las Antillas, La Habana, Instituto Cubano delLibro, 1970, p. 164.

22 Emeterio Santovenia, Historia de Cuba, La Habana, Editorial Trópico, 1939, t. I., pp.27-36; t. II (1943), pp. 251-272.

23 Antonio Bachiller y Morales, Galería de hombres útiles, La Habana, Instituto Nacionalde Cultura, 1955; Raimundo Cabrera y Bosch, Cuba y sus jueces, La Habana, Ricardo Velo-so, 1922; Manuel de la Cruz, Cromitos cubanos, Madrid, Editorial Saturnino Calleja, 1926;Jesús Castellanos, Cabezas de estudio, Miami, Editorial Cubana, 1996; Néstor CarbonellRivero, Próceres , Miami, Editorial Cubana, 1999.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 24 (Negro/Process Black plancha)

Page 13: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

La tierra que se domina y cultiva, la patria por la que se derrama san-gre y se sacrifican fortunas, junto con el linaje secular de los patricios,archivado en la memoria de la nación, son los grandes temas del discursocriollo. Todavía en unas célebres conferencias en el Aula Magna de la Uni-versidad de la Habana, inaugurando la Cátedra Martiana de 1951, JorgeMañach reformulaba el argumento de la “sangre y la tierra” en la culturacubana. A partir de variopintas lecturas de la primera mitad del siglo XX(Keyserling, Ganivet, Cassou, Azorín, Unamuno, Frank…) y, sobre todo,del sociólogo francés Alfred Siegfried, autor de El alma de los pueblos,Mañach sostenía entonces la existencia de “estilos étnicos” que alimenta-ban los tópicos, tan reales como ficticios, acerca del “ingenio francés”, la“tenacidad inglesa”, la “disciplina alemana”, el “misticismo ruso” y el“dinamismo americano”24.

Aunque Mañach se cuidaba de ofrecer una versión benevolente deaquel viejo paradigma eugenésico, heredado del positivismo y el darwinis-mo decimonónicos, con alusiones o virtudes o “dotes” del “hombre negro”—“un extraordinario sentido del ritmo y, por tanto, una marcada capaci-dad de interpretación, ejecución y creación musical”— o del “indígenaamericano” —“una peculiar sensibilidad plástica”— o del “chino” —“unapaciencia que acaso se enlaza con su sabiduría práctica o moral”— su argu-mentación ocultaba el repertorio de los “vicios” con el fin de afirmar un“imperio” y una “masa” de la sangre que, en cada cultura nacional, otorgaun singular perfil psicológico y ético a los hijos de la tierra25. La subjeti-vidad de José Martí, concluía Mañach en una réplica ponderada del ensayode Arturo R. de Carricarte La cubanidad negativa del apóstol Martí, era elresultado espiritual del encuentro entre esas dos lógicas primordiales, la dela tierra y la de la sangre, en la historia de Cuba26.

Toda vez que Mañach entendía esa “representatividad” de Martí, entérminos emersonianos, como consecuencia de la criollez del héroe, algu-nos intelectuales negros reaccionaron contra esta tesis, heredera de uninfluyente libro suyo anterior: Historia y estilo (1944). A mediados delsiglo XX, cuando Mañach operaba esa reformulación de una subjetividadcriolla hegemónica, dentro de la cultura cubana, la composición étnica dela isla experimentaba cambios demográficos, favorables a dicha hegemonía.

25

Introducción

24 Jorge Mañach, El espíritu de Martí, San Juan, Puerto Rico, Editorial San Juan, 1973,p. 53.

25 Ibid., p. 52.26 Ibid., pp. 63-71.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 25 (Negro/Process Black plancha)

Page 14: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Según el censo de 1953, en Cuba había 5 829 029 habitantes, de los cua-les 4 243 956 eran blancos, 725 311 negros, 843 105 mulatos y 16 657chinos27. Discípulos de Martí, como Luis Rodolfo Miranda, interpretabanesa mayoría blanca como la consolidación de aquella “sangre nueva”, crio-lla, profetizada en las páginas del periódico Patria, que corregía los viciosdel carácter español y encabezaba la modernización republicana de la isla28.

De ahí que intelectuales negros como Ángel César Pinto Albiol yArmando Guerra criticaran abiertamente esta hermenéutica del sujetonacional. El primero lo hizo en su ensayo El doctor Mañach y el problema negro(1949), que ha sido comentado ampliamente por Duanel Díaz en la últi-ma parte de su libro Mañach o la República (2003)29. El segundo, menosconocido y ni siquiera mencionado en el más arduo estudio sobre el tema—Una nación para todos. Raza, desigualdad y política en Cuba. 1900-2000(2000) de Alejandro de la Fuente— a través del libro Martí y los negros(1947). El libro de Guerra, que apareció con un prólogo inteligente deJuan Marinello, retomaba la tradición de intelectuales negros martianos,como Rafael Serra en Para blancos y negros (1907), Martín Morúa Delgadoen Amarguras y realidades (1910) y Gustavo E, Urrutia en su serie “Idealesde una raza” en Diario de la Marina, con el fin de desarrollar aún más elargumento republicano de su ensayo El sentimiento étnico de José Martí,publicado en 1925 con un prólogo de Néstor Carbonell30.

Marinello y Guerra coincidían en que era preciso sacar el tema racialde la invisibilidad a que lo sometía la retórica republicana. El primero, porejemplo, reaccionaba contra “la necesidad de ocultar, de cubrir con la con-quista legal el usufructo de las viejas desigualdades” y criticaba a los “blan-cos que ruegan aún con sugestivo lamento a los escritores de su raza elsilencio más absoluto en torno a la tragedia del hombre negro”31. Perotanto Marinello, como Guerra, aunque rechazaran el republicanismo de

26

RAFAEL ROJAS

27 Las estadísticas demográficas cubanas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975,p. 69.

28 Luis Rodolfo Miranda, Pensando en Martí, La Habana, Sociedad de Antiguos Alum-nos del Seminario Martiano, 1947, pp. 3-11.

29 Duanel Díaz, Mañach o la República, La Habana, Letras Cubanas, 2003, pp.163-178.

30 Armando Guerra, Martí y los negros, La Habana, Imprenta Aramburu, 1947, pp. 17-30.

31 Ibid., p. 8. Ver también Martín Morúa Delgado, Integración cubana y otros ensayos, LaHabana, Edición de la Comisión Nacional del Centenario de Martín Morúa Delgado,1957, pp. 47-107 y 239-245.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 26 (Negro/Process Black plancha)

Page 15: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Mañach y le atribuyeran al republicanismo martiano una fuerte radicalidadigualitaria, enfrentaban el problema racial desde un punto de vista mar-xista, es decir, subordinando la emancipación étnica a la lucha de clases: “estiempo de que el negro orientador advierta con toda claridad que su casoforma parte del caso del mundo y no cuestión específica susceptible de tra-tamiento privativo”32.

Otras formas de sociabilidad, además de la racial y la religiosa, alcan-zaron un desarrollo considerable en las décadas previas al triunfo de laRevolución. Una prueba más de aquel proceso de diversificación social seobserva en la masonería, estudiada por Eduardo Torres Cuevas. En 1959,según este historiador, las logias cubanas alcanzaron el mayor número demiembros de su historia —32 000 afiliados— y a partir de ahí iniciaronuna gradual disminución que sólo en los primeros años del siglo XXIcomenzó a ser revertida33. La Revolución que triunfó ese año, lejos de acen-tuarla con su dramático cambio social, implicó un acotamiento de aquelladiversificación, por medio de políticas equitativas de distribución delingreso, satisfacción mayoritaria de derechos sociales y homogeneizaciónideológica y política de la ciudadanía.

III

Desde fines del siglo XVIII, la cultura latinoamericana comenzó a expe-rimentar esa modernización de las formas de sociabilidad cultural y políti-ca. El sistema estamentario del antiguo régimen, que remitía al descenditabsolutista de Santo Tomás: Dios-Monarca-Reino-Ciudad, fue invertido porla lógica de la representación ciudadana. Otros vínculos ascendentes, comolas sociedades patrióticas, los clubes jacobinos, las alianzas parlamentarias,las logias masónicas y los salones ilustrados, que al decir de Emile Cioraneran “jardines de dudas”, desbordaron los cuerpos de las monarquías. Surgióasí lo que Jürgen Habermas ha llamado el espacio público: una zona de con-tacto entre la sociedad y el Estado, donde se articulan los discursos y las ins-tituciones de la opinión civil y la representación política34. La esfera públi-

27

Introducción

32 Ibid., p. 14.33 Eduardo Torres Cuevas, Historia de la masonería cubana, La Habana, Imagen Contem-

poránea, 2004, pp. 209-246.34 Jürgen Habermas, El cambio estructural de lo público, Buenos Aires, Amorrortu Edito-

res, 1987, pp. 63-67.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 27 (Negro/Process Black plancha)

Page 16: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

ca ilustrada completó entonces el tránsito del orden holístico, en el que losciudadanos estaban integrados al todo estatal por medio de corporaciones,al orden moderno, esa gran concurrencia de individuos libres e iguales en unacivilidad horizontal35.

En la América española se había fijado con fuerza el antiguo régimeneuropeo. A las corporaciones militares y eclesiásticas se sumó un complejosistema de castas que reproducía aun más los vínculos estamentales. Estafragmentación del todo social extendió los espacios cerrados de la culturahasta hacerlos predominantes. La Iglesia, el mercado y las festividadeslitúrgicas conformaban la estrecha dimensión de lo público, mientras lafamilia y los cuerpos acogían las prácticas esenciales de la vida civil y reli-giosa. La piedad compartida, el rezo del rosario, la veneración de las reli-quias, las plegarias manuscritas y la identidad heráldica gravitaban sobreuna imagen doméstica del mundo36. Así, el ámbito de lo reservado no sólocreó las instituciones, sino el imaginario político y cultural de Occidenteen el antiguo régimen37. Es por ello que, con la Ilustración, el desplaza-miento del orden holístico por el moderno se expresó también como unapugna entre lo público y lo privado. La nueva civilidad suponía el des-montaje de aquellos cónclaves que trocaban el saber en misterio.

Cuba no experimentó un orden holístico como el del mundo colonialhispanoamericano. La transición de la alteridad criolla a la identidad nacio-nal no comenzó hasta mediados del siglo XIX y por eso la independenciallega cuando Europa y América han practicado ya varias modernizaciones.El antiguo régimen cubano, es decir, la sociedad colonial del siglo XIX,estaba parcialmente secularizado por el liberalismo español de esa época. LaIglesia, el Ejército, la Inquisición, los tribunales, las audiencias, los cabil-dos y las órdenes religiosas eran cuerpos débiles. Es cierto que la esclavitudno se abolió hasta 1886, pero aun así la inexistencia del metarrelato jurí-dico de las castas posibilitó un mestizaje intenso y una acelerada cohesióncultural de la nacionalidad. La colonia insular no era tan libre como paraser moderna ni tan corporativa como para ser tradicional. Ambas insufi-ciencias, la de la tradición y la de la modernidad, formaron esa mixtura quedesde siempre ha signado la casuística excepcional de la isla, tan fastidiosa

28

RAFAEL ROJAS

35 Louis Dumont, Homo aequalis, Madrid, Taurus Ediciones, 1982, p. 14.36 Pilar Gonzalbo Aizpuru, “Hacia una historia de la vida privada en Nueva España”,

Historia Mexicana, Vol XLII, Núm. 2, 1992, pp. 355-357.37 Philippe Ariès y Georges Duby, Historia de la vida privada, Madrid: Taurus, t. III,

1987, pp. 7-19.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 28 (Negro/Process Black plancha)

Page 17: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

como ineludible. Más que una historia de transiciones, bruscas o suaves, almundo moderno, como Europa y América, Cuba ha vivido en una tensiónsucesiva entre la modernidad y sus resistencias tradicionales o utópicas.

La falta de un pasado corporativo, de un verdadero ancien régime, dejósin referencias históricas al conservadurismo. En Cuba es difícil encontrarun pensamiento como el de los mexicanos Lucas Alamán y José MaríaGutiérrez de Estrada, de los peruanos Felipe Pardo y Aliaga y Benito Laso,del ecuatoriano Gabriel García Moreno o del centroamericano José Anto-nio Irisarri. Ni siquiera Unión Constitucional, el partido español de lasúltimas décadas coloniales, contrario a la independencia y a la autonomíainsular, alcanzó la definición ultramontana que poseían las grandes orga-nizaciones conservadoras del continente, como el Partido Conservador deChile y los grupos monarquistas del Brasil, México y Perú38. Esta ausen-cia de tradición conservadora, lejos de movilizar las reservas ideológicas entorno al liberalismo, las dividió en dos nuevos polos. La cultura políticacubana, desde sus orígenes, desplazó su eje hacia la izquierda —o disolvióambos extremos en un centro amorfo— y en vez de un enfrentamientoentre el polo moderno y el tradicional se ha dado, al igual que en otras cul-turas revolucionarias, como la francesa, estudiada por Michel Winock,Michel Surya y Antoine Compagnon, la hostilidad entre un liberalismoincompleto y un antiliberalismo intransigente39.

El desplazamiento a que hacemos referencia produce una impresión defalta de forma, de ausencia de una geografía política bien delineada, segúnel modelo occidental. Sin embargo, a pesar de esta resistencia a la formali-zación, la cultura política cubana no se libra de esa “dicotomía primordial”en la que caen todas las incursiones en la esfera del Estado. Norberto Bob-bio ha presentado la díada fundamental de la siguiente manera: desde lostiempos de Rousseau y Burke las izquierdas ponen un énfasis mayor en elvalor de la igualdad, mientras las derechas concentran sus discursos y prác-ticas en el ideal de la libertad40. También en el caso de Cuba, como hemos

29

Introducción

38 Ver “El pensamiento conservador en el siglo XIX”, en José Luis Romero, Situacionese ideologías en Latinoamérica, México, UNAM, 1981, pp. 115-146.

39 Michel Winock, Les voix de la liberté. Les écrivains engagés au XIX siècle, Paris, Éditionsdu Seuil, 2001, pp. 17-62; Michel Surya, Le révolution revée. Pour une histoire des intellectuelset des ouvres revolutionnaires, Paris, Fayard, 2004, pp. 419-434; Antoine Compagnon, Losantimodernos, Barcelona, Acantilado, 2007, pp. 65-97 y 241-252.

40 Norberto Bobbio, Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política.Madrid: Taurus, pp. 133-164.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 29 (Negro/Process Black plancha)

Page 18: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

visto, esta antítesis adquiere sentido al observar lo que cada polo está dis-puesto a sacrificar en la definición de sus prioridades: la izquierda siemprerecurre a formas autoritarias del poder que limitan la libertad; la derechasiempre sostiene una concepción jerárquica del orden que restringe laigualdad.

Con la primera República (1902-1933), apareció el primer escenariopara una posible polarización entre defensores del antiguo y el nuevoorden, es decir, el marco histórico para una geografía política moderna enCuba. Antes de 1902 el problema de la soberanía dislocaba cualquier ten-sión entre las fuerzas políticas. Pero, paradójicamente, casi todos los inte-lectuales, de una u otra inspiración ideológica, que pugnaban por la fun-dación de un Estado nacional, idealizaron el antiguo régimen colonial.Como demostró Raúl Cepero Bonilla en Azúcar y abolición, Manuel San-guily y Rafael Montoro, Francisco Figueras y Manuel Márquez Sterling,Raimundo Cabrera y Enrique Collazo, autonomistas y separatistas, refor-mistas y revolucionarios, compartían, en la primera década republicana, laimpresión nostálgica de que la independencia traspasaba los dominioscubanos a manos extranjeras41. El propio Enrique José Varona, para quienla inercia colonial era el gran obstáculo de la modernidad republicana,escribió alguna vez que tras las guerras separatistas “el cubano había per-dido la supremacía económica, y no había conseguido el poder político”42.Así surgió el mito del paraíso colonial perdido, como enunciado paralelo aldiscurso de la frustración republicana.

Fernando Ortiz y Jorge Mañach, al testificar la crisis cultural de la pri-mera República, en cierta forma jugaron con la metahistoria de OswaldSpengler: el esplendor de la colonia era rebasado por la decadencia repu-blicana. “La sociedad cubana se está disgregando. Cuba se está precipitan-do en la barbarie”, advertía Ortiz en 192443. Al año siguiente Mañachalertaba que la “cultura era un naufragio y el esfuerzo un arisco sálvesequien pueda”44. Pero un Estado de veintidós años no tenía tiempo de expe-

30

RAFAEL ROJAS

41 Raúl Cepero Bonilla, Escritos históricos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,1989, p. 163.

42 Enrique José Varona, De la colonia a la república, La Habana, Sociedad Editorial CubaContemporánea, 1919, p. 229.

43 Fernando Ortiz, “La decadencia cubana” en Orbita, La Habana, UNEAC, 1973,p. 71.

44 Jorge Mañach, La crisis de la alta cultura en Cuba, Miami, Florida, Ediciones Univer-sal, 1991, p. 42.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 30 (Negro/Process Black plancha)

Page 19: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

rimentar cierto auge y luego caer en el abismo. Además, la historia de losdos primeros decenios republicanos dejaba mucho que desear: intervencio-nes norteamericanas, guerras raciales, levantamientos de caudillos, farsaselectorales, latifundio, choteo y fulanismo. Sin dudas, el ocaso cultural alque se referían Ortiz y Mañach era confrontado con alguna época de civili-zación y solidaridad: con la edad de oro que exige todo cambio en el espí-ritu y toda utopía en la sociedad. Y esa época no era otra que el ciclo moraly político del siglo XIX, cuando el cubano poseyó la tierra, imaginó unacultura, ideó la nación y conquistó el Estado.

La más completa y creíble mitificación del orden colonial apareció enla obra de Ramiro Guerra. Desde Azúcar y población en las Antillas hastaMudos Testigos y Por las veredas del pasado, Guerra construyó una imagen idí-lica del mundo físico y moral del criollo. La agricultura de los siglos XVIIIy XIX era, según él, un modelo de eficiencia, mercantilización, pequeñapropiedad circulante y cultivos distribuidos. El patricio era el hijo de latierra, el sujeto natural que creaba el lenguaje de la nacionalidad. Por eso,en su imagen del criollo, Guerra fundía las dos figuras claves del patriotis-mo épico: la del héroe y la del rapsoda. Del primero provenía el acto polí-tico que registra la historia y del segundo el testimonio espiritual que com-pone la memoria. Pero ambos debían el gesto y la voz a la posesión de latierra. Y aquí Guerra, usando el mito de Anteo, daba el movimiento finaldel discurso criollo que se había iniciado en el siglo XVIII. Pues, si paraJosé Martín Félix de Arrate, Anteo, el indiano, hijo de España, desactivabala metáfora telúrica al vivir sin el auxilio de la Madre Patria, para Guerra,Anteo, el criollo restablecía el mito clásico, transformando la tierra ennación45.

Ortiz, Guerra y Mañach encabezan, hacia mediados de los veinte, eltránsito, del discurso de la frustración republicana, la cubanidad negativay la decadencia, al discurso de la renovación cívica nacional46. El nuevorelato de la identidad esta vez requería de una trama histórica que impul-sara sus expresiones culturales y políticas. Fue así como se extendió el textode la memoria insular, a través de los estudios de Domingo Figarola-Cane-da, Emeterio Santovenia, Emilio Roig de Leuchsenrig, Juan M. Coscullue-

31

Introducción

45 Ramiro Guerra, Azúcar y población en las Antillas, La Habana, Editorial de CienciasSociales, 1970, p. 164.

46 Rafael Rojas, “El discurso de la frustración republicana en Cuba”, en El ensayo en Nues-tra América, México: CCYDEL, UNAM, 1993, pp. 398-432.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 31 (Negro/Process Black plancha)

Page 20: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

la, Carlos M. Trelles, Francisco González del Valle, Joaquín Llaverías, JoséMaría Chacón y Calvo, Enrique Gay Calbó, Fernando Portuondo, JoséLuciano Franco y Herminio Portell Vilá, entre otros. Esta vastísima histo-riografía republicana, cuyo testimonio último fue la Historia de la nacióncubana en 1952, tuvo como correlato la arqueología del pensamiento insu-lar que juntaron las obras precursoras de Roberto Agramonte, MedardoVitier, Elías Entralgo y Humberto Piñera Llera. De manera que, en ellapso que va de 1933 a 1952, o sea, durante la génesis, existencia y muer-te de la segunda República, la escritura de la historicidad cubana alcanzóuna profusión inédita. Por fin la historia insular se presentó como un cuer-po tangible, capaz de desglosarse en símbolos morales y cívicos. Esta con-versión del tiempo en discurso se verificó en el ámbito de las institucionesacadémicas del saber: la Sociedad Económica de Amigos del País, la Uni-versidad de la Habana, la Academia de la Historia de Cuba, la InstituciónHispano-Cubana de Cultura. El mayor o menor traslado de esa imagen his-tórica a la mentalidad colectiva debió ejercer algún efecto sobre la politi-zación nacional que estremeció el país entre las dos revoluciones.

La sensación de no tener pasado estimuló la memoria de los intelec-tuales republicanos y el acto de construir una imagen del devenir insularcompletó el discurso de la identidad cubana. Los criollos del siglo XIXcifraron los orígenes de la historia nacional, pero eran criaturas sin pasadopropio y con memoria ajena. Como decía la Condesa de Merlin, “les falta-ba enteramente la vista de los recuerdos, la fe en las reliquias”47. La crisisde la República de 1902 hizo crecer la memoria hasta describir proyec-ciones decisivas para el destino estatal de la nación. De hecho, los prime-ros partidos políticos, cuyos programas se inspiraban en un discurso histó-rico de la nacionalidad, surgieron durante el movimiento revolucionario delos años treinta. La Joven Cuba, el Partido Revolucionario Cubano (Autén-tico) y el ABC reprodujeron en sus plataformas el mito de la propiedadterritorial del criollo. En los tres casos, la oposición al latifundio, el mono-cultivo y la injerencia se basaba en una crítica del orden republicano a laluz del pasado colonial. Fue así como la recuperación imaginaria del anti-guo régimen quedó capitalizada por tendencias nacionalistas, de derecha oizquierda, que se inscribían en el espectro liberal. En esos años el discursomás cercano a una tradición conservadora —Alberto Lamar Schweyer u

32

RAFAEL ROJAS

47 Condesa de Merlin, Viaje a la Habana, La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1974,p. 116.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 32 (Negro/Process Black plancha)

Page 21: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Orestes Ferrara, por ejemplo— tuvo que justificar su apología de la dicta-dura con una referencia exterior: el pasado jerárquico y corporativo de lassociedades “hispanas” y “latinas”48.

La Asamblea Constituyente de 1940, resultado del movimiento nacio-nalista de los años treinta, fue la señal más clara de aquella reintegraciónrepublicana. Los temas de la frustración política y del límite cultural de lacubanidad parecían superarse, a pesar de que aun en 1938, Enrique GayCalbó publicaba su ensayo El cubano, avestruz del trópico. Tentativa exegéticade la imprevisión tradicional cubana. Ortiz y Mañach creyeron que la cruzadacívica de los veinte, al advertir el abismo, conjuraba en parte las fuerzas dela disolución49. La revista Cuba Contemporánea, que desde 1913 señalaba elcaos, dejó de publicarse en 1927. Y ese año, como si se tratara de un rele-vo, apareció Avance: la utopía cultural vanguardista y democrática, nacio-nalista y cosmopolita de la primera mitad del siglo XX, que se autodisol-vió en poco tiempo. Sin embargo, luego de este orgánico rechazo a lascorrientes disgregadoras y casi junto con la segunda República, emergióuna nueva generación de intelectuales que llevaría el discurso de la crisisrepublicana a dimensiones insospechadas. Se trata del grupo de escritoresy artistas que se cohesionó alrededor de José Lezama Lima en cuatro pro-yectos editoriales: Espuela de Plata, Nadie Parecía, Clavileño y Orígenes. Lasúltimas páginas de este libro están dedicadas a esa experiencia.

IV

El deslinde saussureano entre langue y parole bien podría trasladarse ala política50. Así, dentro del lenguaje político moderno, se articularíanvarias lenguas: la liberal, la democrática, la republicana, la conservadora, lasocialista. Cada lengua, a su vez, puede descomponerse en múltipleshablas. El habla política sería el resultado de una lectura y un ejercicio sin-gular de las lenguas modernas. Una asimilación y un uso que se constru-yen desde la referencia histórica de algún territorio del mundo, de alguna

33

Introducción

48 Orestes Ferrara, Las enseñanzas de una revolución, La Habana, Editora Cultural S. A.,1932. Alberto Lamar Schweyer Biología de la democracia. Ensayo de sociología americana, LaHabana: Editorial Minerva, 1927.

49 Fernando Ortiz, op. cit., p. 69. Jorge Mañach, op. cit., p. 45-50. 50 Ferdinand de Saussure, Curso de lingüística general. México: Ediciones Nuevomar,

1982, pp. 40-42.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 33 (Negro/Process Black plancha)

Page 22: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

zona cultural o de alguna nación. Es en este último sentido que podemosaludir a un habla cubana del lenguaje político moderno y, en particular, aun habla cubana de la lengua comunista. Sólo que sugerir la idea de unhabla política nacional no significa establecer que cierta cubanidad ideoló-gica, moral o poética se manifieste por medio de sus voces. Una cosa es vis-lumbrar Cuba como historia abierta, lectura, práctica, habla o escritura, ala manera de Fernando Ortiz; y otra, muy diferente, es asumirla como fun-damento poético, sustancia, cifra, emblema, ideología, lenguaje, al estilode Cintio Vitier51.

Cuando Fernando Ortiz escribió su primer Catauro de cubanismos se pro-puso ilustrar la posibilidad de un habla cubana dentro de la lengua espa-ñola52. El motivo primordial del texto reflejaba ya una asunción de aque-lla idea de Ferdinand de Saussure, que luego aparecería en el centro de losdebates estructuralistas. Ortiz no llamó a su libro Glosario, Léxico, Vocabu-lario, Enciclopedia o Diccionario, que eran las palabras recomendadas por elcastellano, sino que usó el cubanismo Catauro (caja rústica hecha de jagua)para reunir las voces cubanas. Sin embargo, un habla nacional, un lexiconhabano —como hubiera dicho José María Peñalver— no se formaba sólocon las palabras vernáculas. También debía incluir los usos de la lenguaoriginaria, los significados del significante, la construcción de nocionespropias a partir de signos ajenos; en una frase: “la lengua trabajada por elpoder”53. Un habla cubana de la política actual, por ejemplo, además deintroducir cubanismos, como cederista, jinetera, maceta o paladar, tendríaque comprender la semántica nacional —si es que algo tan monstruosoexiste— de valores universales, como son la soberanía, la libertad, la igual-dad y la justicia54.

El habla cubana ha recorrido casi todas las lenguas políticas —a las queRoland Barthes llamada jergas, por su reproducción de los mecanismos dela moda— de la modernidad. En la Colonia predominaron las hablas libe-rales y conservadoras, en la República las socialdemócratas y republicanas

34

RAFAEL ROJAS

51 Fernando Ortiz, “Los factores humanos de la cubanidad”, en Estudios etnosociológicos, LaHabana, Editorial de Ciencias Sociales, 1991, pp. 10-30 ; Cintio Vitier, Lo cubano en lapoesía, La Habana, Instituto del Libro, 1970, pp. 570-585.

52 Fernando Ortiz, Nuevo Catauro de cubanismos. La Habana: Editorial de Ciencias Socia-les, 1985, p. 29.

53 Roland Barthes, El placer del texto. México: Siglo XXI, 1974, p. 138.54 Ver el acápite “Civilización universal y culturas nacionales” en Paul Ricoeur, Historia

y verdad. Madrid: Ediciones Encuentro, 1990, pp. 251-263.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 34 (Negro/Process Black plancha)

Page 23: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

y en la Revolución ha prevalecido el habla “socialista”. El predominio deun habla sobre otra, en cada época, se logra por medio de mecanismos deimposición y distribución del poder y el saber55. Las lenguas políticas cir-culan con mayor o menor intensidad, según sea la adscripción doctrinal delEstado y el margen que éste concede a la sociedad civil y su esfera pública.De modo que habría que ponderar la existencia de hablas dominantes yhablas dominadas en cada cultura política; aún cuando no todas las hablas,no todos los discursos que se movilizan en el espacio civil, demuestren unavoluntad de dominio o una pulsión hacia el Estado. Así como hay políti-cas menores, políticas del cuerpo y el sexo, de la raza y el gremio, de la vozy el texto, hay también un habla menor: el de las minorías y los sujetosnómadas, el de las comunidades secretas y las fronteras traslaticias, el delpaso transgresor y el comentario frívolo56.

Si bien el habla política de la Revolución cubana se basa en un uso par-ticular de la lengua comunista, el discurso revolucionario no actúa única-mente dentro de la semiótica doctrinal del marxismo-leninismo. Los líde-res cubanos apelan a otros ideologemas, como pueblo, patria, nación,independencia, justicia social, que son poco frecuentes en los textos de Marx,Engels y Lenin. Se trata, strictu sensu marxista, de valores modernos, bur-gueses, que la Revolución resemantiza desde la práctica del socialismo. Elorden revolucionario hereda estas nociones de la cultura política colonial yrepublicana, radicalizando sus significados e imprimiéndoles una atmósfe-ra de significación, por momentos, jacobina y bolchevique. Pueblo, patria,nación, sociedad, masas son términos que aluden a una misma esfera depoder, a un mismo andamiaje institucional: el del Estado socialista. Ladiferencia conceptual entre Nación y Estado, pueblo y gobierno, sociedadcivil y sociedad política, que es la base de todo sistema moderno, se pier-de, se borra dentro del habla oficial cubana57.

Por el hecho de ser Cuba un socialismo postcolonial en el Caribe —eseMediterráneo entre dos Américas— las tramas originarias de la moderni-

35

Introducción

55 Sigo aquí la argumentación de Pierre Klossowski en su ensayo “El lenguaje, el silen-cio y el comunismo”, Tan funesto deseo. Madrid: Taurus, 1980, pp. 103-119.

56 Ver Agnes Heller y Ferenc Fehér, Políticas de la postmodernidad. Ensayos de crítica cul-tural. Barcelona: Península, 1989, pp. 281-283; y, más recientemente, Chantal Mouffe,El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical. Barcelona: Pai-dós, 1999, pp.101-105.

57 Velia Cecilia Bobes, Los laberintos de la imaginación. Repertorio simbólico, identidades yactores del cambio social en Cuba, México, El Colegio de México, 2000, pp. 144-165.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 35 (Negro/Process Black plancha)

Page 24: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

dad política adquieren para ella una vigencia desconcertante. Atributosindispensables de cualquier Estado nacional moderno, como la soberanía,el comercio, la representación o el territorio, no se cumplen o se ven aco-tados: viven una existencia virtual. La idea de la modernidad inconclusa,que tanto apasionó a Jürgen Habermas, parece aplicable a Cuba por anto-nomasia, aunque a veces, lo “insuficiente” o “inacabado” de esa moderni-dad no sea más que el reflejo, como en tantos países latinoamericanos, desu implementación salvaje58. De ahí que el registro plural de la ideologíarevolucionaria, más que una simple “adaptación del marxismo-leninismo”al caso histórico de la isla, resulte una confluencia de discursos moderniza-dores, autoritarios y emancipatorios. Discursos que provienen del vastolegado de asunciones, rechazos y hechuras que conforma una política nacio-nal. Tal vez, además de las corrientes socialistas mundiales, las dos tradi-ciones que logran un mayor peso en esa confluencia sean la descolonizado-ra del independentismo latinoamericano y la justiciera y nacionalista de lamoral cubana59.

Por lo general, en la oratoria de los líderes y en la propaganda de losmedios informativos, las nociones básicas del habla política se funden enun sólo significado, que llega a ser una ausencia de significados: una ambi-güedad. A los conceptos de Patria, Nación, Estado, República, Revolución ySocialismo se les atribuye un contenido único, una suerte de sinonimia quedisuelve los campos del discurso, impide la construcción de nuevos senti-dos y facilita el despliegue de una simbología totalitaria. Los escasos deba-tes intelectuales y académicos sobre el socialismo cubano también recreanesa identidad, esa disolución de las palabras en un magma retórico y uná-nime. Se podría pensar que dicha disolvencia de significados es propia dela discursividad política. Pero en el saber, en las ciencias sociales, en elplano teórico de una cultura, la singularidad de cada concepto es la base decualquier proposición60. Por eso, un buen punto de partida, para recons-truir el proceso cultural de la Revolución cubana, sería el glosario de nocio-nes claras y distintas del habla política. Un catauro, que aunque sólo sea elcompendio de voces de una persona, sirva, al menos, para hacer más fluídala comunicación intelectual.

36

RAFAEL ROJAS

58 Júrgen Habermas, “La modernidad, un proyecto incompleto”, en Hal Foster, JürgenHabermas, Jean Baudrillard, La postmodernidad, Barcelona, Editorial Kairos, 1988, pp. 19-36.

59 Rafael Rojas, Isla sin fin. Contribución a la crítica del nacionalismo cubano, Miami, Edi-ciones Universal, 1998, pp. 10-40.

60 Paul Ricoeur, Historia y verdad. Madrid: Ediciones Encuentro, 1995, pp. 279-294.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 36 (Negro/Process Black plancha)

Page 25: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

En un libro que, hace una década, causó cierto revuelo en el medio aca-démico norteamericano, Wilbur Zelinsky propuso que los conceptos cla-ves (key terms) de la modernidad política se extraigan de ese ajuste de fron-teras, o pelea por los límites, que entablan la Nación y el Estado61. Patria,Nación, Estado, República, Revolución y Socialismo son, en este sentido, pala-bras claves de la modernidad cubana: nombres políticos del país. Pero aúncuando admitamos —siguiendo todavía a Hegel— que son nombres de unmismo ser, ningún argumento podría refutar —siguiendo todavía a Hei-degger— el hecho de que ese ser, el país, Cuba, sea diferente bajo cada unode sus nombres. Cuba como patria no es idéntica a Cuba como nación62.El Estado cubano es una cosa y la República de Cuba otra. La Revolucióny el Socialismo son procesos políticos que, aunque se complementan yentrelazan, recurren a símbolos, ideas y prácticas distintos e incluso llegana deslindarse en el orden performativo de sus actores e instituciones.

Entre estos seis vocablos hay cuatro que sufren un discernible procesode reconstrucción de sus significados en la historia de la cultura políticacubana. Se trata de las cuatro palabras cardinales de la nacionalidad: Patria,Nación, República y Revolución. Cada una responde a un momento de géne-sis semántica en el que se le atribuyen contenidos originarios y se le apli-can usos permeables. Luego, a lo largo de la historia, esos contenidos se vanresemantizando e infiltrando en el campo de significación de otras palabrasnacionales. A su vez, cada una de esas palabras se inscribe en el habla de unsujeto social que, al desaparecer en la historia, cede su significante a losnuevos sujetos emergentes que socializan sus propios significados.

Así, la idea de Patria es una construcción semántica del patriciadocriollo en la segunda mitad del siglo XVIII; la de Nación es obra de las éli-tes coloniales de la segunda mitad del siglo XIX; la de República surge den-tro de la cultura política anticolonial, sobre todo, de los separatistas y losanexionistas, a fines del siglo XIX, y se afianza en la primera mitad delXX; la de Revolución se debe al discurso de la frustración republicana en laprimera mitad de la pasada centuria y se socializa en la segunda mitad delXX. Las cuatro palabras nacionales corresponden a cuatro tiempos de fun-dación de significados en la cultura política cubana: el tiempo patriótico

37

Introducción

61 Wilbur Zelinsky, Nation into State. The Shifting Symbolic Foundations of AmericanNationalism. The University of North Carolina Press, 1988, pp. 4-9.

62 Martin Heidegger, “El concepto de experiencia de Hegel”, en Caminos de bosque,Madrid, Alianza Editorial, 2000, pp. 91-156.

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 37 (Negro/Process Black plancha)

Page 26: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

(1760-1868), el tiempo nacional (1868-1898), el tiempo republicano(1898-1930) y el tiempo revolucionario (1930-1968). Pero lo usos deestas palabras no se circunscriben a los periodos de su génesis semántica.De hecho, las prácticas del habla política socializan los significados antes ydespués de la época de fundación. La palabra patria, por ejemplo, es másusada en los siglos XIX y XX que a mediados del siglo XVIII. Pero estasocialización, que supone también una resemantización, se hace posible porel cambio del sujeto social que construyó su significado originario.

La pregunta ¿quiénes hablan? es, entonces, ineludible para la historiaintelectual. Quienes dicen patria, nación, república y revolución en 1761,1808, 1868, 1895, 1902, 1933, 1940, 1959 y 1961 no son los mis-mos sujetos y, por lo tanto, atribuyen diferentes significados a esas cuatropalabras. Los personajes que se estudian en este libro, aunque socialmentereproduzcan un sujeto similar —las élites letradas coloniales y republica-nas— captan la transformación semántica de esos términos en el lapso dedos siglos. Por la voz de ellos, también hablan los otros, aunque, muchasveces, el ejercicio de la representación simbólica implique la jerarquía deun orden social y el silenciamiento de las hablas más incómodas. Una vezmás, como decía Sartre, lo que escriben los intelectuales es importante, porlo que dicen y por lo que callan.

38

RAFAEL ROJAS

04_Introducción 25/12/07 23:40 Página 38 (Negro/Process Black plancha)

Page 27: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Parte I

LOS NNOMBRES DDE CCUBA

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 39 (Negro/Process Black plancha)

Page 28: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 40 (Negro/Process Black plancha)

Page 29: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

LOS mitos modernos de la nación cubana son invenciones de la culturacriolla. Las ideas de Patria y Estado, de República y Revolución sur-

gieron en el imaginario de los patricios blancos, a mediados del siglo XIX.Este origen colonial de las imágenes nacionales marca el devenir de la cul-tura política cubana y, de algún modo, la distingue entre los países latino-americanos, que tuvieron un siglo XIX postcolonial, impelido por la cons-trucción de los estados liberales. Durante las épocas republicana(1902-1959) y revolucionaria (1959-2007), los mitos criollos han sidorecodificados por nuevas lecturas, nuevos usos, nuevas ceremonias y nuevossimulacros. La modernización de las relaciones civiles y políticas, experi-mentada desde mediados del siglo XX, hace pensar que, finalmente, lamitología criolla ha sido reemplazada por una ideología cubana, que laPatria del Criollo ha sido trascendida por la Nación del Cubano. Pero no esasí del todo. En Cuba, lo que podría concebirse como una “persistencia delantiguo régimen dentro de la modernidad” se da como una serie de recons-trucciones del imaginario criollo en la República y en la Revolución1.

Patria es la noción criolla, arcaica, de pertenencia a la nacionalidad. Ensus orígenes, a mediados del siglo XVIII, es una palabra que sirve para sig-nificar ese “amor ridículo a la tierra”, que rechazaba el joven Martí. Másadelante, en las primeras décadas del siglo XIX, se apela a la voz patria bajocircunstancias de dominación o amenaza externa. El campo semántico delconcepto ha quedado, desde entonces, referido a una dimensión defensiva:cuando la soberanía nacional corre el peligro —real o imaginario— de servulnerada por un tirano, un grupo político o una potencia extranjera, el

I.1Tierra, ssangre yy mmemoria

41

1 Arno J. Mayer, La persistencia del Antiguo Régimen. Europa hasta la gran guerra. Madrid,Alianza Editorial, 1984, pp. 14-25. Ver también Ernest Gellner, Nacionalismo, Barcelona,Ediciones Destino, 1998, pp. 117-142 y Juan Pablo Fusi, La patria lejana. El nacionalis-mo en el siglo XX, Madrid, Taurus, 2003, pp. 227-236.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 41 (Negro/Process Black plancha)

Page 30: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

enunciado de la patria adquiere toda su positividad. La patria es algo quedebe ser conquistado o defendido, algo que reclama lealtad y sacrificio.Durante la República, en cambio, se articuló toda una nueva discursividadmoral sobre la patria, basada en la sensación de que la independencia erauna fantasía y que proyectaba el patriotismo contra la injerencia económi-ca y política norteamericana. En la Revolución, esta sensibilidad se exacer-ba por el hecho de que el nuevo orden político se construye, por primeravez, sobre la base de la confrontación con Estados Unidos2.

Nación, en cambio, es la idea moderna de la comunidad cubana, por lacual se consideran ciudadanos en plenitud de sus derechos civiles y políti-cos todos los habitantes de la isla. No es hasta fines del siglo XIX que estanoción aparece cabalmente dentro del discurso separatista, autonomista yanexionista. Algunos intelectuales criollos, como Félix Varela y José MaríaHeredia, que eran partidarios de la independencia, reproducían el concep-to nación desde los años veinte. Otros, vinculados a las corrientes reformis-tas, como José Antonio Saco, Domingo del Monte y José de la Luz y Caba-llero, preferían hablar de nacionalidad. Sin embargo, ambos términosaludían a una identidad espiritual que compartía una reducida élite depatricios blancos y que no contemplaba a la población negra dentro de esaciudadanía real o virtual. La palabra nación, al igual que la de patria, movi-liza en la República un conjunto de ansiedades míticas y frustraciones his-tóricas entre las élites postcoloniales. Con la Revolución, en cambio, losusos de aquellas nociones se fortalecen y se vuelven recurrentes, dentro dela retórica de un poder, sumamente capacitado para construir un universode sentidos, comunicable a las masas3.

En Cuba, como en el resto de Hispanoamérica, la voz patria surge,pues, dentro del ideal criollo de nación4. Es el principio de un imaginariode alteridad, con respecto a la Metrópoli española, que denota pertenencia

42

RAFAEL ROJAS

2 Louis A. Pérez Jr., On Becoming Cuban. Identity, Nationality and Culture, Chapel Hilland London, The University of North Carolina Press, 1999, pp. 279-353.

3 Desde muy diversas latitudes teóricas, dos autores han trabajado el tema del papel delhabla política en la construcción de sentidos colectivos: Víctor Klemperer, La lengua delTercer Reich, Barcelona, Editorial Minúscula, 2001, pp. 67-77; Ernesto Laclau, La razónpopulista, México, FCE, 2005, pp. 91-157.

4 Jacques Lafaye, Quetzalcóatl y Guadalupe. La formación de la conciencia nacional en Méxi-co. México, FCE, 1985, pp. 133-160. Ver también la excelente conferencia “El republica-nismo clásico y el patriotismo criollo: Simón Bolívar y la Revolución Hispanoamericana”de David Brading, en Mito y profecía en la historia de México. México, Editorial Vuelta, 1984,pp. 78-111.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 42 (Negro/Process Black plancha)

Page 31: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

física y espiritual a la tierra, creación del suelo, ataduras del cuerpo y eltexto al lugar de origen. Ese vínculo patriótico, que comienza a experi-mentar la élite criolla en los siglos XVII y XVIII, llegará a regir y tras-cender los nexos familiares, de fortuna o de sangre, que habían establecidolos primeros colonos e inmigrantes. De manera que el nacimiento de unanoción comunitaria en la cultura cubana, como la de patria, podría indicarun cambio decisivo en la sociabilidad política colonial5. El patriotismocriollo, es decir, el conjunto de acciones y sacrificios del criollo por el biende la patria, crea una base nueva para la conformación de las élites nacio-nales y, en especial, para las intervenciones públicas de lo que Ángel Ramallamaba una “ciudad letrada”6. Esa nueva base o plataforma simbólica estácompuesta por el repertorio de significantes que identifican la moral cívi-ca del patricio.

El enunciado de la patria produce un efecto performativo en circuns-tancias de amenaza o agresión, deterioro o usurpación del espacio vital. Esla voz que comunica una voluntad de dominio y defensa del territorio. Poreso, aunque el concepto de patria sea protonacional, su uso se reproduce,desde nuevas acepciones, más allá del período criollo y aún después deconstituida la nación. En la segunda mitad del siglo XIX, justo cuandodeclinan los valores criollos, la palabra patria es resemantizada por los dis-cursos autonomistas, anexionistas y separatistas. A partir de ahora ya noaludirá tanto al suelo, a la tierra, como al país autónomo o independienteque se desea: de comunidad de origen pasa a ser comunidad de destino.Luego, durante la República, la noción de patria acogerá todo un comple-jo de residuos nostálgicos y aristocratizantes, que observaran Severo Mar-tínez Peláez en la cultura criolla guatemalteca y Adolfo Prieto en la argen-tina, aunque instrumentados, casi siempre, por el reformismo cívico deintelectuales como Ramiro Guerra, Jorge Mañach, Alberto Lamar Schwe-yer y Emilio Gaspar Rodríguez7.

43

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

5 David Brading, Orbe indiano. De la monarquía católica a la república criolla. México, FCE,1991, pp. 323-344.

6 Ángel Rama, La ciudad letrada, Hanover, Ediciones del Norte, 1984, pp. 90-92.7 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colo-

nial guatemalteca. México, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp. 200-259. Adolfo Prie-to, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Buenos Aires, Siglo XXI2006, pp. 145-187. Pienso, sobre todo, en libros como Azúcar y población en las Antillas(1928) de Guerra, La crisis del patriotismo (1929) de Lamar, La crisis de la alta cultura enCuba (1925) e Indagación del choteo (1928) de Mañach y Hércules en Yolcos (1923) de Emi-lio Gaspar Rodríguez.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 43 (Negro/Process Black plancha)

Page 32: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

El tránsito secular del discurso del patriotismo criollo al nacionalismorepublicano está delimitado por dos modernizaciones: la que se produceentre fines del siglo XVIII y principios del XIX, con la introducción delmodelo de plantación esclavista, y la que tiene lugar entre fines del XIX yprincipios del XX, con la inscripción de la isla en la hegemonía regionalde Estados Unidos. Ambas modernizaciones, que resultaron tan costosaspara las élites agrícolas y ganaderas criollas, aseguran, como han estudiadoJosé A. Piqueras y Fe Iglesias García, un cambio en la funcionalidad de laisla dentro del imperio español: de emporio a colonia y de colonia a repú-blica8. En este largo proceso, el rechazo criollo a la concentración de lapropiedad territorial en manos extranjeras, primero españolas y luego nor-teamericanas, actúa como el sustrato simbólico de la conquista de la sobe-ranía y de la construcción del Estado nacional republicano.

El patriotismo telúrico

La cultura criolla contiene los valores propios del antiguo régimen euro-peo: el estilo aristocrático, la distinción racial, el culto a las tradiciones,la voluntad de linaje, el respeto a una moral patricia, la filantropía cívi-ca. Sin embargo, en la historia de Cuba no logró consolidarse, plena-mente, un antiguo régimen criollo. La desaparición de los indios, desdemediados del siglo XVI, dificultó el nacimiento de una economía colo-nial agraria, basada en la encomienda y el servicio personal de los natu-rales. El sistema de castas, que reflejaba el orden legislativo del antiguorégimen hispánico, no pudo implantarse, según el modelo virreinal de laNueva España, la Nueva Granada y el Perú. Hasta el siglo XVIII, comoha indicado Julio Le Riverend, el campo cubano conserva una estructurade grandes latifundios ociosos, virtualmente paralizados por la escasez deinsumos, mercado interno y mano de obra9. De manera que no es hastadespués de 1760, que puede hablarse del surgimiento de una base socialpara la cultura criolla; justo cuando se perciben los efectos de la recolo-

44

RAFAEL ROJAS

8 José A. Piqueras, Cuba, emporio y colonia. La disputa de un mercado interferido, Madrid,Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 13-35; José A. Piqueras, comp., Azúcar y esclavi-tud en el final del trabajo forzado, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 11-33;Fe Iglesias García, Economía del fin de siglo, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2005, pp.125-147.

9 Julio Le Riverend, Historia económica de Cuba. La Habana, Editorial Pueblo y Educa-ción, 1981, pp. 3-17.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 44 (Negro/Process Black plancha)

Page 33: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

nización inmigratoria y el desarrollo del tabaco y la ganadería ya es con-siderable10.

En 1774, durante el gobierno del Marqués de la Torre, se confeccionóel primer censo de la población cubana. El resultado es el siguiente: de untotal de 171 620 personas, 96 440 son blancas (56%) y 75 180 son decolor (negros y mulatos) (44%). Entre estos últimos, 30 847 eran libres y44 333 esclavos (25%)11. Veinte años después, en 1792, el censo elabo-rado por orden de Luis de las Casas arroja proporciones similares: de untotal de 272 300 habitantes, 153 559 (56%) son blancos y 118 741 decolor (44%). Pero los esclavos representan, en 1792, el 23% de la pobla-ción insular, es decir, dos unidades menos que en 1774. De manera que hacrecido la suma total de hombres libres, ya que, en esos veinte años, la con-cesión de cartas de libertad ha sido mayor que el ingreso de esclavos a laisla12. Este desequilibrio racial, que garantiza la mayoría blanca y reducegradualmente la población esclava, es el eje de la cultura criolla. Sinembargo, el próximo censo, de 1810, organizado por don Francisco deArango y Parreño, ofreció un cuadro demográfico muy diferente. Para esafecha existían 600 000 cubanos: 274 000 blancos (46%) y 326 000negros y mulatos (54%). Las proporciones se habían invertido y los escla-vos representaban ya un 35% de la población13.

En los años noventa del siglo XVIII se produjo un cambio sustancialde la economía y la sociedad de la isla. Atraída por el mercado anglo-ame-ricano, Cuba adoptó el modelo colonial de la plantación azucarera. Las doscondiciones primordiales para esta reorganización de la economía eran ladisponibilidad de las tierras, que se destinarían al cultivo de la caña de azú-car, y un abastecido comercio de esclavos africanos. Los bosques, las fincasganaderas, los plantíos de café, las vegas de tabaco, las haciendas frutalesserían desplazados por el cañaveral, el ingenio y el barracón. La trata escla-vista se incrementaría y la población negra aumentaría hasta rebasar lacomunidad de patricios blancos. La transformación del paisaje natural yracial sería tan profunda que, en unos años, la élite criolla no podría reco-

45

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

10 Manuel Moreno Fraginals, El Ingenio. Complejo económico social cubano del azúcar, Bar-celona, Crítica, 2001, pp. 108-115; Leví Marrero, Cuba: economía y sociedad. Azúcar, ilus-tración y conciencia, Madrid, Editorial Playor, 1986, t. 13, pp. 65-80.

11 Las estadísticas demográficas cubanas. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975,p. 14.

12 Ibid., p. 15.13 Ibid., p. 17.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 45 (Negro/Process Black plancha)

Page 34: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

nocer su país. Francisco de Arango y Parreño, quien proyectó el modelo deplantación en su Discurso sobre la agricultura de la Habana (1792), habríaconstatado, al leer los resultados del censo de 1810, la violenta desfigura-ción de la “siempre fiel isla de Cuba”, “la preciosa alhaja que por sí solabastaba para vivificar la nación española”14.

De manera que la época criolla, en nuestra historia, no duró, siquiera,medio siglo. La Cuba criolla de los cafetales y las vegas, del ganado y lafruta, del bosque y la hacienda, de la mayoría blanca y los notables delcabildo, fue, apenas, un esbozo, una insinuación. La segunda mitad delsiglo XVIII sería eso, nuestro esbozo de un mundo criollo. Es por ello quela cultura de ese antiguo régimen inexistente, de esa aristocracia malogra-da, se expresa siempre a través de un malestar y una frustración, de unanhelo y una nostalgia: el anhelo de realizarse alguna vez en la historia, yla nostalgia por la edad dorada en que esa realización fue casi un hecho. Laignorancia del presente y una intensa gravitación hacia el pasado o el futu-ro ha sido el signo distintivo de la cultura política criolla. Para el criollo,la gloria es algo que ya pasó o que está por venir; pero nunca es algo quese posee. Es esa falta de densidad histórica la que convierte los motivospolíticos del criollo en mitos de una cultura ansiosa.

Ya en una carta, de principios del siglo XVII, del Gobernador de Cubadon Pedro de Valdés a Felipe III, encontramos el primer indicio de la for-mación de un patriotismo criollo. Valdés, quien ha tomado el mando de laisla en 1602, se queja ante el Monarca de la “igualdad, falta de distincióny justicia de compadres con que los gobernadores tratan a la gente de la tie-rra”15. El documento es de 1604. Ese mismo año, el capitán Pedro de lasTorres Sifontes, vecino de la Villa de Puerto del Príncipe, dedica un sone-to a su paisano Silvestre de Balboa, elogiando la “sublime obra” Espejo depaciencia. Los versos finales de aquel poema decían: “Recibe de mi mano,buen Balboa,/ Este soneto criollo de la tierra,/ En señal de que soy tu tri-butario”16. En ambos textos, la trama de la tierra revela un dominio, unaposesión del espacio insular, que se abre paso en los órdenes de la propie-dad y el símbolo: una ocupación económica y cultural del territorio. El ori-

46

RAFAEL ROJAS

14 Francisco de Arango y Parreño, Obras. LaHabana, Dirección de Cultura, Ministerio deEducación, 1952, t. I, p. 116.

15 Hortensia Pichardo, Documentos para la historia de Cuba. La Habana, Editorial de Cien-cias Sociales, 1973, t. I, p. 124.

16 Silvestre de Balboa y Troya de Quesada, Espejo de paciencia. La Habana, Editorial deArte y Literatura, 1975, p. 51.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 46 (Negro/Process Black plancha)

Page 35: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

gen de la comunidad criolla está ligado a ese imaginario que suscita elhallazgo de lo propio. La tierra es, para el criollo, fuente de riqueza y raíz dealteridad, poder y distinción, patria y capital.

El discurso de los criollos ilustrados articula el relato de esa apropia-ción de la tierra. “Del seno fértil de la madre Vesta” nace “la pompa de laPatria”, la cornucopia vegetal y el bestiario fabuloso de la isla. DesdeZequeira y Rubalcava hasta Plácido y Heredia se da lo que Cintio Vitierha entendido como una “preparación poética del paisaje político de laindependencia”. La idea criolla de la patria, antecedente de la idea cubanade la nación, “empieza por la idiosincracia de los dones naturales”17. Estainscripción de la tierra en el discurso también puede leerse en la historio-grafía del siglo XVIII. Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, José MartínFélix de Arrate, Nicolás Joseph de Ribera, José de Urrutia y Antonio JoséValdés usan la palabra patria para enmarcar un territorio dentro del vastoimperio español, que le corresponde al criollo insular. Por momentos pare-ciera que, en estos textos, la isla es tratada como una virtual provincia dela Monarquía borbónica. Pero esa voluntad de gobierno propio, esa estado-latría criolla, aparece siempre mediada por una relación mítica con la tie-rra, por eso que Yi-Fu Tuan ha llamado la topofilia18.

En Llave del Nuevo Mundo. Antemural de las Indias Occidentales, de Arra-te, el vínculo genésico del criollo con la tierra se expresa de forma mítica.Los hijos de la Habana, “patria amada”, “ciudad esclarecida”, han nacidobajo los signos de Marte y Minerva. Para demostrarlo, Arrate hace unalarga relación de dignidades militares y eclesiásticas, letrados y empresa-rios: todos naturales de la isla. Este criollo virtuoso es como Anteo, elgigante hijo de Gea, que mientras pisa la tierra recibe el don de la fuerzatelúrica, pero cuando Hércules lo alza en vilo se debilita19. Por eso al crio-llo habanero y, en general, al indiano, se le dificulta el ascenso en la socie-dad española. Su aliento, su espíritu, son “favores maternos del suelopatrio”. Ese mito de Anteo experimentará nuevas apropiaciones en la

47

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

17 Cintio Vitier, Lo cubano en la poesía. La Habana, Instituto Cubano del Libro, pp. 49-61.

18 Yi-Fu Tuan, Topophilia: A Study of Enviromental Perception, Attitudes, and Values.Englewood Cliffs, N J: Prentice-Hall, 1974, pp. 15-24. Sobre el “espacio sagrado”, vertambién Kart W. Bunzer, ed., Dimensions of Human Geografy, Chicago, University of Chi-cago, 1978, pp. 84-99.

19 José Martín Félix de Arrate, Llave del Nuevo Mundo. Antemural de las Indias Occidenta-les. México, FCE, 1949, p. 234.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 47 (Negro/Process Black plancha)

Page 36: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

República, dentro de Azúcar y población en las Antillas de Ramiro Guerra yde la novela Anteo (novela gaseiforme) de Enrique Labrador Ruiz. Guerra, porejemplo, en el acápite “Tierra propia para el cultivador”, de aquella obra,escenificaba el mito de este modo: “cuando el gigante Anteo, hijo de Posei-dón y de la Tierra, fue atacado por Heracles en las arenas que habitaba, envano éste le derribaba. Cada vez que Anteo tocaba con su cuerpo en sumadre divina, la Tierra, le devolvía las fuerzas y reanimaba. En la luchacontra el latifundio, el pueblo cubano representa a Anteo”20.

Anteo, el patricio, hijo de la patria, que el reformismo borbónico reco-noce ya como un “hijo del país”, es el hidalgo criollo. El fijodalgo, como hadocumentado Américo Castro, es un término de la España medioeval, deraíz árabe, que denomina al “hombre libre por linaje”. Sin embargo, estelinaje del “hijo de algo” no está dado por la sangre, sino por alguna acciónvirtuosa que le reporta beneficios morales y materiales. De ahí que el hidal-go sea un “hijo de bondades, buenas obras o mercedes”21. A diferencia delos primeros colonos, que ganaron su hidalguía en la empresa de la coloni-zación, los criollos deben su nuevo tipo de nobleza a las buenas acciones porel bien de la patria que exige su condición de vecino notable o propietario.El patricio es un hombre blanco, libre, que se autodistingue del plebeyo,del esclavo, por un acceso privilegiado al ideal de la patria y a sus bienes yservicios.

A diferencia del criollo, el negro afrocubano no recibe ese “don natu-ral de la tierra” porque nace esclavo. Su acceso a la nacionalidad no estádado por la apropiación del suelo, por la pertenencia a un patriciado, sinopor una liberación de sí —similar a la de la dialéctica hegeliana del señory el siervo— que sólo puede consumarse dentro de la redención o defensade la patria, que es patrimonio moral del blanco. Este contrapunto entre elpatricio blanco y el patriota negro, que recorre la época criolla pre-aboli-cionista, puede ilustrarse con dos personajes de Espejo de paciencia: MiguelBaptista y Salvador Golomón. Ambos son vecinos de Bayamo, pero elpoeta los presenta de diferente manera: “Luego pasó con gravedad y peso/un mancebo galán de amor doliente,/ criollo del Bayamo que en la lista/ sellamó y escribió Miguel Baptista... Andaba entre los nuestros diligente/

48

RAFAEL ROJAS

20 Ramiro Guerra, Azúcar y población en las Antillas. La Habana, Editorial de CienciasSociales, 1970, p. 164.

21 Américo Castro, España en su historia. Barcelona, Editorial Crítica, Grijalbo, 1983,pp. 70-77.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 48 (Negro/Process Black plancha)

Page 37: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Un etíope digno de alabanza,/ Llamado Salvador, negro valiente,/ De losque tiene Yara en su labranza...”22. El blanco es “criollo del Bayamo”: esde la villa, mientras el negro es “un etíope, de los que tiene Yara en sulabranza”: está en la villa. Pero el negro se destaca en la defensa de Manza-nillo contra los corsarios franceses. Con su lanza derriba al capitán Gilber-to Girón y decide la victoria. Entonces el “etíope” se gana el título de “Sal-vador criollo”, “negro esclavo, sin razón cautivo”. El poeta, que es tambiénun patricio criollo, pide a la ciudad que lo libere por su hazaña: “Y tú, claroBayamo peregrino,/ Ostenta ese blasón que te engrandece;/ Y a este etío-pe, de memoria digno,/ Dale la libertad pues la merece”23.

La relación entre Domingo del Monte y el poeta Juan Francisco Man-zano expresa también dicho contrapunto. El patricio blanco prefiere laencadenada lira de este negro esclavo a los nugs canors de un mulato libre,“oficial laureado” y “poeta envilecido”, como Plácido24. Se sabe que DelMonte protegió y alentó a Manzano, que llegó a recolectar, entre las élitescriollas, el dinero suficiente para comprar la libertad del poeta25. Pero elorigen de ese gesto filantrópico era la certeza, alcanzada por el patricio, deque el negro esclavo poseía un don, ya no de la tierra sino del espíritu: “unaimaginación realmente poética”. Ese don espiritual del poeta, que era pri-vativo de los patricios blancos, le concedía el ingreso a la esfera de los crio-llos libres, es decir, a la patria. Un ingreso que jamás llegaría a realizarseporque era antinatural: se basaba en un artificio, en una rareza. Una vezliberado el poeta Manzano, su don desaparecería y, con él, el salvoconduc-to de su acceso al patriciado26.

La relación moral con la tierra provocaba en los patricios una voluntadde progreso y, a la vez, una conciencia muy clara de su hegemonía racial.En Francisco de Arango y Parreño dicha voluntad aparece en su mayor ple-nitud, como puede observarse, no sólo en el Discurso sobre la agricultura en

49

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

22 Silvestre de Balboa, op. cit., pp. 83 y 92. Ver los comentarios de Cintio Vitier a estosversos en Lo cubano en la poesía, op. cit., pp. 32-34.

23 Ibid., p. 94.24 Domingo del Monte, Escritos. La Habana, Cultural S. A., 1929, t. II, pp. 149-150. 25 Urbano Martínez, Domingo del Monte y su tiempo, La Habana, Ediciones Unión, 1997,

pp. 250-261.26 Ver el estudio introductorio de Iván Schulman en Juan Francisco Manzano, Autobio-

grafía de un esclavo. Madrid, Ediciones Guadarrama, 1975, pp. 13-50; también AdrianaLewis Galanes, Poesías de J. F. Manzano. Esclavo en la isla de Cuba. Madrid, Betania, 1991,pp. 15-48; y el sugestivo ensayo de Antonio Vera León, “Juan Francisco Manzano: el esti-lo bárbaro de la nación”, Hispamérica. XX.60, diciembre, 1991, pp. 3-22.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 49 (Negro/Process Black plancha)

Page 38: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

la Habana y medios de fomentarla (1792), sino en otros textos menos cono-cidos como “Primer papel sobre el comercio de esclavos”, “Representaciónmanifestando las ventajas de una absoluta libertad en la introducción denegros”, “Sobre la escasez de hembras esclavas y medios de propagar laespecie negra”, “Sobre la introducción de negros bozales y existencia y dis-tribución de la gente de color en la isla de Cuba” o “Sobre la escasez de bra-zos en las haciendas, especialmente en los ingenios”27. Entre 1790 y1825, por lo menos, la obra de Arango estuvo destinada, “patrióticamen-te”, a consolidar el sistema de plantación, entendiendo a los negros escla-vos como artefactos de producción y no, naturalmente, como sujetos dederechos. Cuando, en la tercera década del siglo XIX, aquella poblaciónafricana comenzó a pesar demográficamente, Arango, con el mismo patrio-tismo, comenzó a enviar representaciones a Fernando VII en las que se opo-nía a la trata esclavista y advertía sobre el peligro de que el destino de Cubafuera similar al de Barbados, Jamaica o Haití. Esa será la tónica de escritoscomo “Consulta sobre los riesgos que amenazan a Cuba al terminarse el año1825”, “Representación al Rey sobre la extinción del tráfico de negros ymedios de mejorar la suerte de los esclavos coloniales” (1832) o su famosa“Carta a Don Juan Gualberto González sobre la efectiva abolición del trá-fico de negros” (1832)28.

En la evolución de Arango, como después en la de Saco con respectoa la esclavitud misma, se observa el creciente dilema entre plantación azu-carera y nacionalidad criolla. Ésta vendría siendo el origen de aquella,pero, a partir de un momento, la propia plantación amenaza el sujetohegemónico criollo y su control demográfico sobre la isla. En el ensayo“Arango y Parreño. El estadista sin Estado”, una conferencia leída en elInstituto Nacional de Previsión y Reformas Sociales, en 1937, RaúlMaestri definirá, atinadamente, al político criollo como un “reformador,no un revolucionario, un monárquico, no un republicano, un liberal, noun separatista y un patriota, no un nacionalista”. Este último discerni-miento merecería una mayor atención, puesto que coloca la ideología delpatricio criollo en un terreno previo a los discursos y prácticas referidos aalgún “espíritu” de la nación romántica, aunque distante, aún, del clasi-

50

RAFAEL ROJAS

27 Francisco de Arango y Parreño, Obras, La Habana, Publicaciones de la Dirección deCultura del Ministerio de Educación, 1952, t. I, pp. 97-102, 114-174, t. II, pp. 196-198, 199-202 y 203-204.

28 Ibid., pp. 399-403, 529-536 y 615-617.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 50 (Negro/Process Black plancha)

Page 39: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

cismo republicano difundido por la Ilustración y las revoluciones nortea-mericana y francesa:

Arango y Parreño estima como valor más alto la “libertad de los indivi-duos” que “la independencia de las naciones”. Es un patriota, y su propiaejecutoria es la mejor prueba, pero no es lo que hoy llamaríamos un“nacionalista”. En su patriotismo no hay incongruencia alguna entreCuba y España. Ni en su biografía ni en la historia de su tierra natal,encuentra motivos para el resentimiento o el rencor contra España. Polí-ticamente, Cuba es una provincia de España, sometida a la vigencia de lasmismas leyes que las de la Península. Arango subraya con energía, elvalor y la justicia de esta situación29.

Como Del Monte o Arango, también era patricio Félix Varela. A dife-rencia de José Antonio Saco, quien veía al país como una nacionalidad enformación, Varela consideraba que el ingreso de Cuba al orden nacionalmoderno sólo podría lograrse por medio de la independencia. Admitía, conSaco, que la sociedad cubana era aún sumamente discorde, que el cuerposocial de la isla no estaba plenamente integrado. Pero, según Varela, nohabía que esperar la evolución natural de Cuba para que los nexos socialesse consolidaran, sino acelerar la historia, aprovechando la unión que generauna empresa política: la independencia30. En sus Lecciones de filosofía aparececlaramente esta idea, marcando una distancia crítica con el contractualis-mo liberal. La “sociedad imperfecta” no es, para Varela, aquella en la que“sus miembros no se prestan auxilio y no conspiran, todos, al bien gene-ral”, sino “aquella que depende y está sujeta necesariamente a otra; comouna familia en una ciudad, y ésta en un reino”31. Para constituir una naciónmoderna no bastaba decretar que sus ciudadanos son libres e iguales antela ley. Antes era preciso que esa nación poseyera un Estado soberano.

Esta percepción prioritaria de la independencia, esta idea estatal de lanación cubana, distingue a Varela dentro de la cultura política del patri-ciado. Él mismo podría encarnar el tránsito entre el patricio criollo y elpatriota cubano, si no fuera porque su definición del sentimiento patrioconserva aún el imaginario telúrico del criollismo. Por eso señala que “en

51

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

29 Raúl Maestri, Obras escogidas, Valencia, Aduana Vieja, 2006, pp. 391-419.30 Félix Varela, Escritos políticos. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1977,

p. 125.31 Félix Varela, Obras. La Habana: Editora Política, 1991, t. I, pp. 326-327.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 51 (Negro/Process Black plancha)

Page 40: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

cierto modo nos identificamos con la patria, considerándola nuestra madre,y nos resentimos de todo lo que pueda perjudicarla”32. Sin embargo, alimaginar una opción separatista para la soberanía cubana, Varela imprimea la voz de patria un contenido protonacional, una virtualidad política, quela separa de su acepción criolla. La patria viene a ser una entidad a priori,preexistente, que antecede a la propia criatura patriótica, pero que debeperfeccionarse, reformarse, defenderse, por medio del sacrificio, la virtud yel amor. En este sentido se orienta su definición.

Al amor que tiene todo hombre al país en que ha nacido, y el interés quetoma en su posteridad, le llamanos patriotismo... Como el hombre no sedesprecia a sí mismo, tampoco desprecia, ni sufre que se desprecie a supatria, que reputa, si puedo valerme de esta expresión, como parte suya.De aquí procede el empeño en defender todo lo que le pertenece, ponde-rar sus perfecciones y disminuir sus defectos... No es patriota el que nosabe hacer sacrificios en favor de la patria... El patriotismo es una virtudcívica33.

Las Lecciones de filosofía son de 1818. En ese año, Varela todavía es par-tidario del orden colonial y ha redactado un Elogio a su Majestad, el SeñorDon Fernando VII, justo cuando se intensifican la contrainsurgencia enAmérica y la restauración del absolutismo en España. Su Despedida a loshabitantes de la Habana, antes de marchar a ejercer la diputación en lasCortes liberales de 1822-23, tenía como exergo un pasaje del artículo 6°de la Constitución de Cádiz: “El amor a la Patria —es decir, a España— esuna de las principales obligaciones de los españoles”34. Aquí los valores delpresbítero habanero son semejantes a los del obispo Juan José Díaz deEspada, quien en su Carta Pastoral de 1811 instruía a los feligreses en “ladefensa de nuestra santa Religión, nuestra Patria y nuestro Rey” contra los“sacrilegios imperiales” de Napoleón Bonaparte35. Pero su desempeño antelas Cortes demostrará cómo, en la sede del Imperio, la Provincia se le vuel-ve la Patria. Sus dos proyectos legislativos, el de Abolición de la esclavitud y

52

RAFAEL ROJAS

32 Ibid., p. 330.33 Ibid., pp. 329-333.34 Félix Varela, Escritos políticos. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1977,

p. 259.35 Obispo Espada, Ilustración, Reforma y Antiesclavismo. La Habana, Editorial de Ciencias

Sociales, 1990, pp. 277-289.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 52 (Negro/Process Black plancha)

Page 41: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

el de Gobierno Autonómico, confirman lo que después dirá en El Habanero:“la imagen de la Patria jamás se separa de su vista”.

Ahora bien, para Varela, el “amor patrio”, la “virtud cívica” que supo-ne el patriotismo, sigue siendo una facultad exclusiva de los “naturalesilustrados”, de los criollos blancos. Los negros son “africanos”, “infelices”,“desdichados”, que “experimentan los efectos consiguientes a su nacimien-to” y “tienen por naturaleza un signo de ignominia”36. Es cierto que admi-te que una “rápida ilustración de los libertos, en el sistema representativo,los instruiría en sus derechos, que no son otros que los del hombre”37. Perosiempre que se refiere a sus “compatriotas”, al “pueblo” de la isla, a la“voluntad general” cubana, piensa —como veremos— en sus electores: losciudadanos, libres y blancos, que representan, a lo sumo, el 45% de lapoblación insular. Una frase de su Memoria sobre la esclavitud nos persuadede esto: “yo estoy seguro de que pidiendo la libertad de los africanos, con-ciliada con el interés de los propietarios y la seguridad del orden públicopor medidas prudentes, sólo pido lo que quiere el pueblo de Cuba”38.Aquí, el pueblo de Cuba no es más que la comunidad de los propietarioscriollos y sus representantes intelectuales, es decir, los patricios letrados.

En el estudio de Manuel Moreno Fraginals sobre José Antonio Saco —un ensayo que debería releerse con cuidado— se habla de cierta tensiónentre esta intelectualidad criolla de principios del siglo XIX y la nuevasacarocracia39. Lo que Jorge Mañach, Raúl Lorenzo, Cintio Vitier y otrosescritores leyeron como un nacionalismo, en la obra de Varela, Saco, Luz yDel Monte, para Moreno es el aliento final del criollismo dieciochesco.Desde esta óptica, Saco es “el último representante de los ideales que for-maron el sentimiento criollo de las oligarquías municipales, ganaderas,cafetaleras y vegueras del siglo XVIII”40. El nuevo modelo de país, regidopor la plantación azucarera y los intereses comerciales y políticos de unascuantas empresas norteamericanas, fue rechazado por los últimos patricios.Así, sacarócratas como Francisco de Arango y Parreño, Nicolás Calvo y el

53

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

36 Félix Varela, op. cit., pp. 260-267.37 Ibid., p. 265.38 Ibid., pp. 262-263.39 Manuel Moreno Fraginals, José A. Saco. Estudio y Bibliografía. Universidad Central de

las Villas, Dirección de Publicaciones, 1960, pp. 33-51. La idea se perfila aún más en elacápite “La transformación ideológica” del tomo primero del Ingenio. La Habana, Editorialde Ciencias Sociales, 1978, pp. 126-133.

40 Ibid., p. 35.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 53 (Negro/Process Black plancha)

Page 42: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Conde de Pozos Dulces serían los continuadores de una tradición agro-industrial y exportadora, que arranca con Agustín Cramer a mediados delsiglo XVIII. Mientras que los patricios ilustrados, como Saco, Del Monte,Varela y Luz, en la línea de José Martín Félix de Arrate y José AgustínCaballero, articularían, contra esa flamante sacarocracia, un discurso dereacción, en nombre del paraíso criollo perdido41.

Cuando Varela arremete contra esos “especuladores”, “traficantes depatriotismo”, que no fomentan “otra opinión que la mercantil” y sólo sien-ten amor por “las cajas de azúcar y los sacos de café”, demuestra su recha-zo a una oligarquía advenediza, a los “nuevos ricos” del sistema colonial42.La estrecha alternativa que planteó, al decir que “en la Isla sólo deben dis-tinguirse dos clases: los patriotas y los especuladores”, revela el conflictoentre dos grupos sociales: el de los llamados “patriotas”, que son los patri-cios del antiguo régimen criollo, y el de los llamados “especuladores”, queson los sacarócratas del nuevo modelo de plantación e ingenio43. En el Elen-co de Doctrinas de Psicología, Lógica y Moral (Colegio de San Cristóbal,diciembre de 1835) de José de la Luz y Caballero, se reproduce esta ten-sión social, por medio de una antinomia entre “moralidad e interés”, entre“patriotismo verdadero y patriotismo especulativo”. El principio de la“utilidad” o del “interés” en las acciones humanas supone, según Luz, una“moral de la tiranía”, que entre otros males, produce la “degradación delcarácter nacional”. Quienes se guían por este principio —y los sacarócratasdebían hacerlo— sufren “un desarreglo del amor patrio” que los convierteen “traficantes de patriotismo”44.

El “patriotismo verdadero” de los últimos patricios aparece cifrado poruna economía de los bienes morales, que intenta desplazar o sustituir a laeconomía monetario-mercantil de la plantación azucarera45. Ese patriotis-mo, como señalaba Varela, es una “virtud cívica”, que sólo posee el ciuda-dano criollo y que se realiza por medio de la filantropía, la educación, la

54

RAFAEL ROJAS

41 Ibid., p. 46.42 Félix Varela, op. cit., pp. 115-118.43 Ibid., p. 129.44 José de la Luz y Caballero, Elencos y discursos académicos. La Habana, Editorial de la

Universidad de la Habana, 1959, pp. 107-110.45 Partiendo de los estudios precursores de Edward P. Thompson, podríamos hablar

aquí ya no de una “economía moral de la multitud”, sino de la “economía moral de unaélite”. E. P. Thompson, Tradición, revuelta y consciencia de clase. Estudios sobre la crisis de lasociedad postindustrial. Barcelona, Editorial Crítica, 1989, pp. 62-134.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 54 (Negro/Process Black plancha)

Page 43: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

reforma administrativa, la moral o la política. La cultura y el Estado, y nola plantación, el ingenio, el ferrocarril o el puerto, son las áreas de influen-cia del patricio. Por eso Domingo del Monte, en su Informe sobre la enseñan-za primaria de 1836, luego de proponerle al gobierno de la Isla que se ocu-para de la educación elemental y modernizara el sistema carcelario,recomendaba que los miembros de los Consejos de Educación —institucionesque llevarían adelante la reforma— no recibieran sueldos. Dichos conseje-ros no debían ser burócratas, asalariados del Estado, sino “varones de vir-tud y de doctrina”, esto es, “personas que tengan todo el caudal o todo elpatriotismo suficientes para no necesitar que se les retribuyan los serviciosque hicieren a su país”46. El caudal, la fortuna que posee el patricio no esmotivo de envilecimiento o degradación, porque, mayormente, provienede una herencia que garantiza el linaje. Esa mentalidad aristocrática delcriollo le imprime cierta nobleza e hidalguía a su patriotismo. Pero recibirdinero por una acción patriótica, vender lo que se considera una “virtudcívica”, es inadmisible para el patricio.

La patria de Varela, Luz, Saco y Del Monte sigue siendo, pues, la“patria del criollo”. El negro aún no pertenece a ese espacio proto-nacional.Las campañas de Saco y Del Monte contra la trata esclavista se inspirabanen un miedo ancestral a que la población negra creciera demasiado y queCuba fuera escenario de una guerra racial, como la de Haití. La negrofobiaes la raíz de todo el discurso reformista, filantrópico y moralizador de Sacoy Del Monte. Saco piensa que, sin inmigración de braseros blancos y sindiversificación de la agricultura, el destino de la nacionalidad es, literal-mente, “negro”; como el de las antillas inglesas. Del Monte no puede ocul-tar sus simpatías por el poeta negro y esclavo, Juan Francisco Manzano, ysu profundo desprecio por Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), unmulato libre, también poeta. Según Del Monte, el negro, por ese don poé-tico que el Espíritu Santo depositó en su alma, no merece la esclavitud. Sinembargo, el mulato, aunque posee la misma gracia espiritual, no merece sulibertad47. En esa paradoja se refleja la tensa combinación de filantropía ynegrofobia que practicaba la moral criolla.

Varela, a pesar de la estela de apologías que ha dejado, nunca llegó adefinir una posición cultural y política, propiamente republicana, frente ala comunidad negra de Cuba. De ahí que su idea de la nación sea incom-

55

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

46 Domingo del Monte, Escritos. La Habana, Cultural S. A., 1929, t. II, pp. 31-32.47 Domingo del Monte, Escritos. La Habana, Cultural S. A., 1929, t. II, pp. 149-150.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 55 (Negro/Process Black plancha)

Page 44: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

pleta. En sus Observaciones sobre la Constitución de Cádiz, admitió los capí-tulos I, II y IV, que excluían de la nación española a las personas origina-rias de África. A Varela le preocupaba la “peligrosa heterogeneidad racial”de Cuba. La independencia debía lograrse cuánto antes para evitar que esaheterogeneidad racial degenerara en una guerra fratricida. Pero los actoresdel cambio político, que convertiría a Cuba en una República, eran lospatricios, es decir, los criollos blancos que habían establecido un vínculomoral con la Patria. Estos patriotas debían enfrentarse a sus verdaderosenemigos, los sacarócratas, que se beneficiaban con las ventajas comercia-les que España les ofrecía. Por eso Varela llega a decir.

Yo desearía que mis compatriotas (y doy este nombre no sólo a los natu-rales [libres] de mi país, sino a los que le han elegido por Patria) tuvie-sen siempre por norma que en la Isla sólo deben distinguirse dos clases:los amigos de su prosperidad con preferencia a todos los países de la tie-rra, y los egoístas que sólo tratan de hacer su negocio aunque se arruinela Isla; en una palabra: patriotas y especuladores48.

De manera que para aquellos patricios criollos, que sacralizaban laPatria, había dos amenazas: la de los mercaderes o especuladores, es decir,los sacarócratas, y la de los plebeyos, es decir, los negros y mulatos. Lamoral cívica, más que una condición política del republicanismo moderno,era en ellos un vínculo distintivo y privilegiado con el espíritu de la Patria.La ética era, precisamente, una facultad espiritual que elevaba al patricia-do por encima del pueblo y lo convertía en la nueva aristocracia política delpaís. José de la Luz y Caballero quizás sea la mejor encarnación de ese eli-tismo moral, en el siglo XIX cubano. Toda su pedagogía está destinada arearticular una élite criolla, cuyo emblema sea la certeza moral de la Patria,que conduzca a la nación por su sendero providencial. Ese criollismo tras-nochado de Luz aparece claramente en su concepción política de las razas.El aforismo 448 decía: “Sólo a la raza quiero poner por testigo ¿Por qué lamisma doctrina es más eficaz en el europeo que en el judío?”. Esta dife-rencia entre las razas es, según Luz, el principio básico de una física huma-na, que debe estudiarse para ser aplicada desde el Estado49.

56

RAFAEL ROJAS

48 Félix Varela, Escritos Políticos. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1977,p. 129.

49 José de la Luz y Caballero, Aforismos. La Habana, Editorial de la Universidad de laHabana, 1945, p. 288, 307.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 56 (Negro/Process Black plancha)

Page 45: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Incluso en un poeta tan plenamente republicano, como José MaríaHeredia, quien, a diferencia de Varela, no llega a esa posición desde elautonomismo gaditano, es posible encontrar la representación típicamentecriolla de la patria. En poemas como “A Emilia”, “La estrella de Cuba”,“Himno del desterrado” y “Niágara”, donde busca y no encuentra, en la“caverna inmensa”, las “palmas deliciosas”, la topofilia es evidente: el sol,el mar, la vegetación, las montañas, las llanuras de la isla, y hasta el “pan”de Matanzas, que divisa desde el barco que lo lleva de Nueva York a Méxi-co, aparecen bajo un idilio con el paisaje cubano, que constantemente seenfrenta a la tiranía y el despojo que rigen la vida moral y política50. PeroHeredia, como muchos republicanos de la generación bolivariana, y espe-cialmente aquellos que se formaron en Nueva York y Filadelfia a mediadosde los veinte (Fray Servando Teresa de Mier, Vicente Rocafuerte, ManuelLorenzo de Vidaurre…) consideraban que Cuba, México, Perú o Ecuadoreran sólo patrias y que la nueva nación era América.

Así como el canto a la tierra representa el vínculo con la Patria para lageneración de Arrate, Rubalcava y Zequeira, la moral es el motivo patrió-tico de la generación de Varela, Heredia y Saco. La poética del paisaje y lamoral cívica son dos formas de enmarcar una misma entidad: la patria delcriollo. Para la generación siguiente, es decir, para hombres como CarlosManuel de Céspedes o Ignacio Agramonte, el vínculo con la Patria se esta-blecerá por medio de la guerra. Ya desde los orígenes de la cultura criolla,la guerra es un camino hacia la notabilidad del cabildo, que conformaba,en los siglos XVII y XVIII, una especie de patria chica. Cuando la ciudadera saqueada por corsarios y piratas, sus hijos debían defenderla con patrio-tismo. En su Espejo de Paciencia, Silvestre de Balboa, después de elogiar lavalentía del esclavo Salvador Golomón, en su combate contra el corsariofrancés Gilberto Girón, le pide al Ayuntamiento de Bayamo que le conce-da la libertad a “ese negro sin razón cautivo” y lo declare hijo honorable dela ciudad51. El honor alcanzado en la guerra contra los ingleses convierteal habanero Pepe Antonio en el héroe criollo, por antonomasia, de la his-toria de Cuba.

Céspedes y Agramonte también imaginan la guerra como un escenariodonde alcanzar la hidalguía patriótica. En varios pasajes de su Diario, Cés-

57

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

50 José María Heredia, Niágara y otros textos, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990, pp.56-60, 68-70, pp. 140-143.

51 Silvestre de Balboa, Espejo de paciencia, La Habana, Editorial de Arte y Literatura,1975, pp. 93-94.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 57 (Negro/Process Black plancha)

Page 46: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

pedes insiste en que su condición de soldado es un sacrificio por la patria,y que, aunque sus subordinados no siempre compartan sus decisiones, lasimple resolución de ir a la guerra es ya un gesto que honrará la memorianacional52. En las proclamas de Agramonte se juntan la fraseología repu-blicana moderna, reflejada en el uso obsesivo de la noción de “ciudadana”para referirse a la amada: “Ciudadana Amalia Simoni de Agramonte, cartade amor de marzo de 1869, Amalia adorada, ansiedad por verte, no puedovivir lejos de mi ángel”, y una sutil criollización aristocrática del Ejército.Los soldados errantes del Camagüey son, para Agramonte, herederos deuna estirpe, de un linaje, que basan el compromiso con la Patria en lainmolación y que forman una “milicia sagrada e invencible del derecho”53.Pero esta criollización de la insurgencia se refleja, sobre todo, en el gobier-no civil de la República en Armas, es decir, en la Cámara de Representan-tes. Allí, los diputados se consideraban notables de un cuerpo político deantiguo régimen y en esa distinción social basaban su trato con los jefesmilitares y la soldadesca. La Constitución de Guáimaro, reproduciendo elesquema notabiliario de la política criolla, no decretó la abolición de laesclavitud.

Ciertamente, como quería Martí, la guerra de 1895, luego de más dequince años de protagonismo político del autonomismo, movimiento acen-dradamente criollo, fue el principio histórico de un largo y accidentadodesplazamiento del ideal de la “patria criolla” por el de la “nación cubana”que no culminará, por lo menos, hasta mediados del siglo XX. Después delambivalente desenlace de aquella guerra, con la intervención norteameri-cana de 1898, la Enmienda Platt y la República de 1902, el criollismo seconvirtió en la matriz discursiva de una nostalgia por el antiguo régimenque funcionaba como reacción contra el statu quo republicano. Los másimportantes pensadores y ensayistas de la primera y la segunda República(Enrique José Varona, Fernando Ortiz, Jorge Mañach, Manuel MárquezSterling, Ramiro Guerra, Medardo Vitier, José Lezama Lima, CintioVitier...) hicieron de la nostalgia criolla un testimonio del malestar de lacultura republicana.

De manera que la voz Patria, con toda su carga moral antidemocráticay anticapitalista, sobrevivirá, pues, en las tres fases culturales posteriores,

58

RAFAEL ROJAS

52 Eusebio Leal Spengler, Carlos Manuel de Céspedes. El diario perdido, La Habana, Edito-rial de Ciencias Sociales, 1992, p..

53 Ignacio Agramonte, Patria y mujer. La Habana, Dirección de Cultura, 1942, pp. 25y 65.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 58 (Negro/Process Black plancha)

Page 47: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

dominadas, respectivamente, por los enunciados de Nación, República yRevolución. Por su mirada aristocrática hacia el territorio, el patriotismoproducirá entonces el efecto de una tara simbólica que rearticula constan-temente el mito de un paraíso perdido, localizado en el pasado reciente. AsíMartí sentirá añoranza por la época de Varela, Saco y Luz; Mañach lamen-tará la ausencia de una ilusión patriótica como la de Martí, Sanguily yVarona; y en la época postcomunista se echa de menos la energía cívica deintelectuales como Mañach, Ortiz y Guerra. Si en el siglo XIX las guerraseran prácticas donde se recomponía la hidalguía del patricio, en el sigloXX esa función será cumplida, en buena medida, por la epopeya cívica delletrado. La memoria, el rechazo del latifundio, la educación, el ceremonial,la crítica de la corrupción y el reclamo de independencia frente a EstadosUnidos serán las batallas donde el intelectual republicano exhibirá su“amor a la patria”. Cualquier reforma, cualquier revolución se hará ennombre de la patria, porque sólo así, como advertía Rodó al principio desus Motivos de Proteo, las naciones confirman no ser una, sino muchas, en per-petua metamorfosis54.

Lo anterior nos conduce al tema, tan debatido actualmente, sobre lanaturaleza histórica del republicanismo americano, en contraste con eleuropeo55. Cuba, al igual que Estados Unidos y todos los países hispanoa-mericanos, nace como Estado nacional bajo la forma republicana de gobier-no y sin tentaciones monárquicas como las que se dieron en Brasil, Argen-tina, México y Perú. La ausencia de una verdadera nobleza de antiguorégimen es restituida allí por vías militares, políticas y culturales, quearman el complejo proceso simbólico del patriotismo. De ahí la ambiva-lente relación del sentimiento patriótico con la modernidad política: setrata, como diría William Hazlitt, de un “espíritu de obligación” moral,de una fisonomía del deber que, por un lado, institucionaliza atavismosaristocráticos en forma de castas sociales y estatales, con sus propios ritos yheráldicas, y, por el otro, aporta la religiosidad civil que exige toda ciuda-danía republicana. En suma: una mueca y luego un guiño al orden demo-crático56.

59

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

54 José Enrique Rodó, Motivos de Proteo. Barcelona, Editorial Cervantes, 1923, pp. 9-11. 55 Francois Furet y Mona Ozouf, Le siècle de l’avènement républicain. Paris, Ed. Gallimard,

1993, pp. 7-22; Philip Pettit, Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno. Bar-celona, Paidós, 1999, pp. 225-239.

56 William Hazlitt, El espíritu de las obligaciones, Barcelona, Alba Editorial, 1999, pp.87-103.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 59 (Negro/Process Black plancha)

Page 48: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

El patriotismo sanguíneo

En su poema “Canto de la sangre”, dedicado a Miguel Escalada, RubénDarío realizó un viaje por la simbología de la sangre en la cultura occiden-tal. Darío comenzaba refiriéndose a la sangre de las guerras y, en especial,a la de las “luchas fraternales”, como la escenificada por Caín y Abel en laBiblia. Luego hablaba de otras sangres: la de Cristo y la de los mártires, laque se confunde con el vino y la que vierten en sus cuernos los cazadores,la de las vírgenes y la de los suicidas, la de la ley y la del “rojo cometa queanuncia la muerte”57. Cualquier cultura nacional posee un archivo derepresentaciones de la sangre que contempla aquella tipología sugerida porDarío.

En el siglo XIX cubano, desde los primeros indicios del patriotismocriollo hasta las guerras de independencia, se construyó un discurso de lasangre en el que las metáforas giraban en torno a los grandes temas delsacrificio por la patria y la fijación de un linaje nacional. En dicho discur-so es fácil discernir la asunción de la tierra, la sangre, la guerra y la memo-ria como atributos del sujeto criollo. La conquista de la tierra por medio dela invención de una herencia, de una genealogía espiritual o de una “san-gre espiritual” es, en buena medida, el paso previo a la apropiación delsuelo a través de la guerra y la ulterior memorialización de un legado.

En la poesía de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Luisa Pérez de Zam-brana encontramos la sangre de las vírgenes, el líquido coagulado del Cris-to en la cruz o de los esposos, hijos y hermanos muertos. Pero ya en Joa-quín Lorenzo Luaces vemos la sangre del patriotismo republicanodesplegada en toda su simbología fundacional. En sus poemas “Bruto, elprimer cónsul” y “Caída de Misolonghi”, la sangre es la “purpurina” delpuñal del patricio republicano y la de la “venganza de la patria dolorida”:“en el campo de batalla murieron los soldados,/ murió el etolio en la ciu-dad sagrada;/ y fue tanta la sangre derramada/ que el mar, de verde, se trocóen carmín”58. Luaces murió en 1867, un año antes del Grito de Yara, ydejó escrito un “poema mitológico”, titulado “Cuba”, en el que la isla esuna virgen cuyo amor se disputan Apolo y Eolo. Toda vez que Cuba pre-fiere a Apolo, Eolo se enfurece y desencadena una terrible tempestad sobrela isla, de la que la salva Neptuno.

60

RAFAEL ROJAS

57 Rubén Darío, Poesía, La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1994, pp. 290-291.58 José Lezama Lima, Antología de la poesía cubana, Madrid, Editorial Verbum, 2002, t.

II, pp. 103-108.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 60 (Negro/Process Black plancha)

Page 49: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

A Lezama le atraía sobremanera el desenlace del poema, en el que laisla salía ilesa del huracán, salvada por Neptuno: “pero serena al fin, Cubada cuenta/ de los pasados lúgubres sucesos;/ sus peligros horribles, la tor-menta/ del osado Eolo los excesos. Apolo jura castigar la afrenta/lo ablan-da la beldad con mudos besos;/ insiste el Numen, Cuba lo avasalla, triun-fa el Amor y la Natura calla”59. El silencio de la naturaleza, después delvendaval, era, para Luaces y, también, para Lezama, la metáfora perfecta dela paz después de la guerra: la reafirmación de la tierra luego del derrama-miento de sangre, del sacrificio del criollo por la patria. La tempestad, latormenta es un tópico recurrente de la imaginación romántica, como se veen tantos óleos de Turner y tantos poemas de Byron. En Cuba, como estu-diara Fernando Ortiz, la tormenta por antonomasia es el huracán, que apa-rece, en el habla de la cultura política, como metáfora de la revolución.

El discurso de la sangre pasó, sin mayores alteraciones, del movimien-to anexionista de Narciso López al separatismo de Céspedes, Agramonte ydemás líderes de la Guerra de los Diez Años. En algunos poetas de El laúddel desterrado (1858), especialmente, en Miguel Teurbe Tolón, aquellasfiguraciones de la sangre estaban perfectamente incorporadas a una mito-logía republicana. En un poema dedicado al segundo aniversario de superiódico La Verdad, órgano del movimiento anexionista fundado por Nar-ciso López y que se editó, entre 1848 y 1853 en Nueva York, y, luego,entre 1854 y 1860, en Nueva Orleans, Teurbe Tolón hablaba de una“legión patriótica” de “mártires preclaros” que se enfrentarían al “déspotainsolente” y vaticinaba la entrada triunfal de aquella publicación exiliadaen la isla: “... entre los rojos pliegues/ del sacro pabellón de Cuba libre,/pronto será que a nuestra patria llegues,/ “Verdad”, fanal del pueblo,/ yentre falanges bélicas cubanas,/ triunfante al fin tu alzado acento vibre/ enalcázares, montes y sabanas,/ por la muerte y baldón de las hispanas”60.

Los “rojos pliegues del sacro pabellón” a los que aludía Teurbe Tolón,en 1850, eran los de la bandera nacional, diseñada por Narciso López y élmismo y bordada por su esposa y prima, Emilia Teurbe Tolón, en junio delaño anterior, en un departamento de Church Street y ante la presencia deotros intelectuales y conspiradores anexionistas como Cirilo Villaverde,Pedro Santacilia y Gaspar Betancourt Cisneros. La bandera “nacional repu-

61

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

59 Ibid., pp. 99-100.60 Matías Montes Huidobro, El laúd del desterrado, Houston, Texas, Arte Público Press,

1995, pp. 39-40.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 61 (Negro/Process Black plancha)

Page 50: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

blicana“, inspirada en las barras y estrellas de la enseña norteamericana,según López, debía poseer un triángulo equilátero de color rojo que sim-bolizara tres valores fundamentales de la guerra: fuerza, unión y sangre. Esabandera, como es sabido, ondeó, por primera vez, en el edificio del ayun-tamiento de Cárdenas, en mayo de 1850, y, un año después, desembarcó,en manos del general López, en “Las Playitas”, Pinar del Río, donde el cau-dillo venezolano fue capturado y ejecutado por garrote vil61.

La simbología de la sangre, como líquido del sacrificio que debía serderramado por el patricio criollo para fertilizar la tierra y conquistar lapatria, recorre todo el discurso de la Guerra de los Diez Años. Aunque labandera utilizada por Céspedes el 10 y el 11 de octubre de 1868, en LaDamajagua y Yara, hilvanada a la carrera, la noche del 9, por otra mujer,Candelaria Acosta, no era la de Narciso López, sino una parecida a la de laRepública de Chile —en gratitud por el respaldo de los chilenos, enfren-tados a España en la Guerra del Pacífico, y, en especial, del escritor Benja-mín Vicuña Mackenna, quien desde Nueva York apoyaba a la SociedadRepublicana de Cuba y Puerto Rico con su periódico La Voz de América—el cuadrado rojo representaba, como el triángulo en la bandera de López, lasangre que los cubanos estaban dispuestos a verter por la independencia deCuba62.

El otro documento primigenio de la simbología nacional, el himno deBayamo, compuesto en agosto de 1867 por Pedro Figueredo y ManuelMuñoz, y con la participación de otros dos patriotas bayameses, FranciscoMaceo Osorio y Francisco Vicente Aguilera , fue cantado, oficialmente porprimera vez, el 25 de octubre, para celebrar la victoria de Bayamo, por un“coro de ambos sexos”, acompañado por una banda musical, después de lamisa y el Te Deum, oficiados por el Capellán Mayor del Ejército Liberta-dor, Emiliano Izaguirre63. En sus primeras estrofas, el himno exhortaba alos bayameses a hacer la guerra, ante los ojos de la Patria orgullosa —ale-goría femenina, que, como ha ilustrado para el caso de México, EnriqueFlorescano, es propia de la masculinidad republicana— sin miedo a la

62

RAFAEL ROJAS

61 Edwin T. Tolón, Homenaje a la bandera cubana. Centenario: su historia, La Habana, Cer-vecería Polar, Imprenta “La Revoltosa”, 1950, pp. 25-45.

62 Ramiro Guerra, Guerra de los Diez Años, La Habana, Instituto Cubano del Libro,1972, t. I, pp. 62-65. Ver también Enrique Gay Calbó, La bandera, el escudo y el himno, LaHabana, Academia de la Historia de Cuba, 1945, pp. 5-39 y Rolando Rodríguez, Cuba.La forja de una nación, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1998, t. I., p. 191.

63 Rolando Rodríguez, Ibid., p. 194.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 62 (Negro/Process Black plancha)

Page 51: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

muerte, ya que, según la tradición republicana clásica, “morir por la patriaes vivir” (pro patria mori)64.

La bandera de Yara, enarbolada por Céspedes, fue motivo de la prime-ra disputa por los símbolos nacionales de la historia moderna de Cuba.Durante los seis primeros meses de la guerra, esa bandera fue asumida porlas tropas del Departamento Oriental, mientras que la enseña de López sedifundió en las campañas de Camagüey y Las Villas. Uno de los temas demayor debate durante la Asamblea Constituyente de Guáimaro, en abril de1869, fue precisamente el de la bandera. Los líderes camagüeyanos o del“centro” (Salvador Cisneros Betancourt, Ignacio Agramonte, AntonioZambrana...), más radicalmente abolicionistas y más tentativamente ane-xionistas que los orientales (Carlos Manuel de Céspedes, Francisco Vicen-te Aguilera, Pedro y Luis Figueredo...), defendían la bandera de López encontra de la de Bayamo. Céspedes, en franca minoría ante camagüeyanos,villareños y occidentales, durante aquella Asamblea, se les opuso, pero fuederrotado en el debate. Los dos bandos, sin embargo, defendieron sus res-pectivas banderas con el mismo argumento: la gratitud a la sangre derra-mada por una u otra enseña, en seis meses de guerra65.

Las diferencias de Céspedes con Aguilera, desde las primeras semanas dela contienda y hasta la destitución del Presidente, y con Agramonte, en losmeses previos y posteriores a Guáimaro, es uno de los temas más debatidospor la historiografía cubana del siglo XX. El tópico ha producido una buenacantidad de ejercicios plutarqueanos en los que las vidas paralelas de aquellospróceres establecen un contrapunto entre visiones moderadas y radicales,democráticas y autoritarias, modernas y tradicionales, azucareras y ganaderas,orientales y camagüeyanas de concebir la independencia, la esclavitud y,sobre todo, la dirección política de la guerra. Un repaso breve de la literatu-ra historiográfica y biográfica del último siglo, que se ocupa de estos parale-los, nos persuade de que en la República (1902-1959), hubo tantos defen-sores de Céspedes como de sus oponentes, mientras que después de laRevolución, el cespedismo se vuelve hegemónico en el discurso histórico.Esta breve digresión permite observar el procesamiento que la memoria hacede la tierra y la sangre como nociones centrales de una tradición política.

63

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

64 Un excelente estudio sobre esa tradición del sacrificio patriótico se encuentra en ErnstH. Kantorowicz, Mourir pour la patrie, París, Fayard, 2004, pp. 127-140. Ver, también,Enrique Florescano, La bandera mexicana. Breve historia de su formación y simbolismo, México,FCE, 2001, pp. 160-183.

65 Ramiro Guerra, op. cit., pp. 254-255.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 63 (Negro/Process Black plancha)

Page 52: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

En la época prerrevolucionaria, hubo hitos de la historiografía cespe-dista como La Revolución de Yara (1902) del coronel Fernando FigueredoSocarrás o la clásicas biografías escritas por el hijo del caudillo bayamés,Carlos Manuel de Céspedes y Quesada: Carlos Manuel de Céspedes (1895),Manuel de Quesada (1925) y Las banderas de Yara y Bayamo (1929). Sinembargo, tampoco escasearon estudios biográficos e históricos sobre Agui-lera y Agramonte como Francisco Aguilera y la Revolución Cubana (1909) deEladio Aguilera Rojas, Ignacio Agramonte y la Revolución Cubana (1928) deEugenio Betancourt Agramonte o los excelentes libros sobre el caudillocamagüeyano de Juan J. E. Casasús, Carlos Márquez Sterling y GerardoCastellanos. Los apellidos de estos autores (Figueredo, Céspedes, Quesada,Aguilera, Betancourt, Agramonte...) refieren la existencia de una tradiciónde textos biográficos sobre la guerra, escritos por descendientes de aquelloshéroes. La sangre, no sólo como sustancia del sacrificio por la patria, sinocomo hilo conductor de la memoria, que entremezcla la historia familiarcon la nacional, es, también, la tinta con que se escriben esos textos.

El más profesional de los historiadores republicanos, Ramiro Guerra,escribió muchas páginas sobre Céspedes, llenas de admiración y reconoci-miento de la paternidad fundacional del héroe de La Demajagua66. Pero suvaloración del papel de los constituyentes de Guáimaro, de los miembrosde la Cámara (Salvador Cisneros Betancourt, Tomás Estrada Palma, Fer-nando Fornaris, Jesús Rodríguez, Eduardo Machado, Marcos García, JuanBautista Spotorno, Ramón Pérez Trujillo y Luis Victoriano Betancourt),que destituyeron a Céspedes en 1873 e, incluso, de los integrantes de laJunta de Nueva York (José Morales Lemus, Miguel Aldama, José ManuelMestre, José Antonio Echevarría, Antonio Fernández Bramosio, Carlos delCastillo, Luis Embil...), con quienes el héroe había tenido reiteradas dife-rencias que lo llevaron a tomar la decisión, considerada por Aguilera yotros como un acto despótico, de imponer como su representante en elexterior a Manuel de Quesada, fue siempre ponderada, flexible y hasta vin-dicativa. A propósito de la insistencia de aquellos líderes en respetar lasnormas de la democracia representativa, en medio de la guerra, y del gestoparlamentario de deponer a Céspedes, decía Guerra:

Toda esa ingente labor, la Cámara llevóla adelante con buena fe y eleva-do espíritu, ya se le juzgue con criterio favorable o adverso, en cuanto a

64

RAFAEL ROJAS

66 Ramiro Guerra, Manual de historia de Cuba, La Habana, Pueblo y Educación, 1980,pp. 666-699.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 64 (Negro/Process Black plancha)

Page 53: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

su adaptación a las circunstancias y a las cambiantes demandas delmomento. En el desempeño de esa misión, los hombres civiles de laRevolución al frente del Poder Legislativo tuvieron diferencias de crite-rio y controversias frecuentes y agudas con Céspedes, hecho que no puedeconsiderarse improcedente ni condenable. El Poder Legislativo se ha esta-blecido en los Estados de organización democrática, entre otros fines,para contrabalancear la fuerza del Ejecutivo, inclinado y propenso, por lanaturaleza de sus funciones y de sus responsabilidades, a proceder conarreglo a las necesidades del momento, sin un escrupuloso respeto alordenamiento legal vigente, sobre todo en los casos de emergencia, fre-cuentísimos en un estado de guerra. La Cámara cubana llenó esa función,de 1869 a 1873, en el campo revolucionario como mejor supo y le fueposible. Su historia la hizo acreedora al respeto y la estimación de sus con-ciudadanos67.

Guerra comprendía la impaciencia con que aquellos parlamentarios, enplena manigua, aspiraban a vivir en democracia y a regirse por las leyes deuna república liberal. No le extrañaba, pues, que luego de cinco años comoPresidente de la República en Armas, consideraran que había llegado elmomento de una sucesión en el poder ejecutivo, entre otras cosas, para ata-jar las tentaciones de mando perpetuo68. Después de la Revolución de1959, esta flexibilidad historiográfica fue rechazada por una visión intran-sigente y militarista de la política que procuraba la legitimación del ordensocialista por medio de un relato antidemocrático del pasado colonial yrepublicano. La defensa de la figura de Céspedes, en tanto alter ego colo-nial de Fidel Castro, y la detracción de sus opositores, como equivalentesde los demócratas y liberales “contrarrevolucionarios”, se convirtieron enmisiones de la nueva historiografía oficial.

Los ejemplos de este neocespedismo revolucionario son muchos: desdelos tempranos estudios de Leonardo Griñán Peralta y Jorge Ibarra hasta lassemblanzas, más recientes, de Juan J. Pastrana, Eusebio Leal, Rafael Acos-ta de Arriba y Rolando Rodríguez. En esta poderosa corriente cespedista,dentro de la historiografía revolucionaria, que constantemente reniega adestiempo del anexionismo de los reformistas del Círculo de la Habana yla Junta de Nueva York y del parlamentarismo de los camagüeyanos yvillareños, la defensa del mando único y perpetuo del Jefe de la Revolución

65

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

67 Ramiro Guerra, Guerra de los Diez Años, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,1972, t. II, p.207.

68 Ibid., p. 218.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 65 (Negro/Process Black plancha)

Page 54: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

es una alegoría extemporánea de la lealtad a Fidel Castro y su omnímodoy eterno poder, en la segunda mitad del siglo XX69. Dicha corriente podríadividirse en dos ramas: la de quienes, como Ibarra, tratan de disminuir lasdiferencias entre Céspedes y sus opositores —”las diferencias entre Céspe-des y Agramonte eran de carácter político, táctico, no ideológico o estraté-gico”, dice Ibarra en Ideología mambisa (1972)— y la de quienes, comoRolando Rodríguez, toman partido por Céspedes como si la Guerra de losDiez Años no hubiera terminado y los parlamentaristas de Guáimaro vivie-ran refugiados en Miami. Veamos cómo plantea la cuestión este historia-dor, el más autorizado de cuantos integran la historiografía oficial de laisla, en un libro, Cuba: la forja de una nación (1998), que viene siendo elequivalente revolucionario de la gran obra republicana de Ramiro Guerra.

Sin dudas, los camagüeyanos confundían las cosas: la guerra no es la paz.Las instituciones de la paz no le abrochan bien a la guerra. Esta termina,necesariamente, reventándoles las costuras. Aún menos en un país en laforja de su nacionalidad, moteado de cantones en que cada caudillo seño-reaba, con masas de campesinos y hombres brutalizados por la esclavitud,desordenadas e indisciplinadas y poco ilustradas y lejanas a la más safia—sic— y elemental cultura política. En el verbo, el idealismo doctrina-rio suena majestuoso, lógico, cautivante, pero aplicado durante la guerray para conducir la guerra, resulta lo menos práctico del mundo. Aquellospróceres desoían el consejo de las contiendas americanas en las cuales pri-mero la espada ganó el derecho de establecer el cabildo y la palabra70.

Y más adelante, al final del capítulo “¿Una forma necesaria o inconve-niente?”, a propósito del orden constitucional de la República en Armas,adoptado en Guáimaro, concluye Rodríguez:

66

RAFAEL ROJAS

69 Leonardo Griñán Peralta, Carlos Manuel de Céspedes. Estudios caracterológico, Santiago deCuba, Universidad de Oriente, 1968, pp. 30-47; Jorge Ibarra, Ideología mambisa, La Haba-na, Instituto del Libro, 1972, pp. 77-102; Juan J. Pastrana, ed., Ignacio Agramonte; su pen-samiento político y social, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1987, pp. 15-32; Euse-bio Leal Spengler, Carlos Manuel de Céspedes. El diario perdido, La Habana, Editorial deCiencias Sociales, 1992, pp. 1-66; Rafael Acosta de Arriba, “Retorno a una añeja polémi-ca historiográfica”, en Rafael Acosta de Arriba, Debates historiográficos, La Habana, Editorialde Ciencias Sociales, 1999, pp. 147-174; Rolando Rodríguez, Cuba: la forja de una nación,La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1998,t. I, pp. 224-263.

70 Rolando Rodríguez, Cuba: la forja de una nación, La Habana, Editorial de CienciasSociales, 1998, t. I, p. 200.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 66 (Negro/Process Black plancha)

Page 55: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

En realidad, el enorme error había consistido en crear fórmulas para laconducción del proceso que nada tenían que ver con el objetivo perse-guido; ante todo, vencer en la contienda. Creían haber seguido el ejem-plo del Congreso Continental de la independencia de las trece coloniasnorteamericanas, sin haberlo conocido en sus aspectos negativos, sintomar en cuenta realidades distantes en cuanto a condiciones de la lucha.En todo caso, la cubana estaba mucho más cercana a la experiencia de laindependencia hispanoamericana que a la sajona. Pero no lo percibían. Ladecisión tomada en Guáimaro, influida también por la representacióndiplomática cubana en el exterior, que impulsó la creación de la cámara—sobre todo, para demostrar ante Estados Unidos que había un gobier-no de la revolución constituido y que esto contribuyera al reconocimien-to de la independencia y la beligerancia cubanas—, se había convertidoen un obstáculo a la lucha. Los hechos demostrarían, además, que si deconseguir tal reconocimiento se trataba podrían haber prescindido conventaja de aquel artificio institucional, porque en definitiva el vecinonada hizo al respecto. No cabe duda alguna de que sin crear el cuerpolegislativo, los patriotas se habrían acercado mucho más a la victoria. Elórgano legislativo, en todo caso, vino a entorpecerla. El precio que sehabía pagado por la unidad, empezaba a demostrarse que era muy caro71.

Desde la generación siguiente a la de Yara, hubo críticas al excesivoparlamentarismo de la Constitución de Guáimaro como las de José Martíy Manuel Sanguily. Pero ninguno de estos, ni ninguno de los grandes his-toriadores republicanos —incluyendo a los marxistas— llegaron al extre-mo de Rodríguez y otros historiadores revolucionarios, de negarle valorhistórico a la Cámara de Representantes. Sanguily, por ejemplo, pensabaque la peor consecuencia de las “inevitables” pugnas entre el Presidente yla Cámara fue la inhibición de los liderazgos militares necesarios para ganarla guerra72. Martí, por su parte, en sus famosas vidas paralelas de Céspedesy Agramonte, con afán de equilibrio, se cuida de enjuiciar definitivamen-te a uno y a otro: “mañana, mañana sabremos si por vías bruscas y origina-les habríamos llegado a la libertad antes que por las de sus émulos; si losmedios que sugirió el patriotismo por el miedo a un César, no han sido losque pusieron a la patria, creada por el héroe, a merced de los generales deAlejandro”73. Pero el propio Martí, como es sabido, insistirá, en su cono-

67

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

71 Ibid., p. 258.72 Manuel Sanguily y Garrite, Páginas de la historia, La Habana, A. Dorrbecker Impre-

sor, 1929, t. I., pp. 206-207.73 José Martí, Obras completas, La Habana, Editorial Lex, 1953, t. I., p. 516.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 67 (Negro/Process Black plancha)

Page 56: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

cida carta a Gómez, del 20 de octubre de 1884, y luego en toda la docu-mentación política del Partido Revolucionario Cubano, entre 1891 y1895, en que la guerra deberá hacerse con “espíritu y métodos republica-nos”74. Y en su testamento político, la carta a Manuel Mercado, del 18 demayo de 1895, escribirá:

La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas que antesle opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventudcelosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva promi-nencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolu-ción a la vez sucinta y respetable representación republicana75.

Este republicanismo de Martí, a pesar de su flexibilidad, despertó lassuspicacias de Antonio Maceo y otros jefes militares de la guerra del 95.En la mítica reunión del ingenio de La Mejorana, ambas visiones de la gue-rra chocaron. Martí anota, el 5 de mayo, en su diario: “Maceo tiene otropensamiento de gobierno: una junta de los generales con mando, por susrepresentantes, y una Secretaría General: la patria, pues, y todos los oficiosde ella, que crea y anima al ejército, como Secretaría del Ejército”76. A loque el propio Martí responde: “comprendo que he de sacudir el cargo, conque se me intenta marcar, de defensor ciudadanesco de las trabas hostilesal movimiento militar. Mantengo, rudo: el Ejército, libre, y el país, comopaís y con toda su dignidad representado”77. Esta concepción civil de laguerra, este ordenamiento republicano de la revolución, como decíamos,fue subscrito por la mayoría de los historiadores marxistas de la época pos-tcolonial. El caso más conspicuo de republicanismo marxista tal vez sea eldel historiador Raúl Cepero Bonilla, quien, a pesar de juicios tan severossobre la ambivalencia de los hombres del 68 en cuanto a la esclavitud y laanexión a Estados Unidos, ponderó el valor político de la experiencia legis-lativa de Guáimaro y la Cámara de Representantes y hasta celebró la cru-zada contra la censura y a favor del sufragio femenino y los derechos labo-rales de un periódico reformista como El Siglo78.

68

RAFAEL ROJAS

74 Ibid., pp. 298-310.75 Ibid., p. 273.76 José Martí, Diarios, Barcelona, Círculo de Lectores, Galaxia Gutenberg, 1997,

p. 109.77 Ibid., p. 110.78 Raúl Cepero Bonilla, Escritos históricos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,

1989, pp. 123-149 y 190-193.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 68 (Negro/Process Black plancha)

Page 57: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

El republicanismo martiano no fue, por cierto, el único intento deorganización del archivo simbólico de la Guerra de los Diez Años, que seprodujo en las últimas décadas del siglo XIX. Esa labor fue adelantada porimportantes intelectuales anexionistas, en los Estados Unidos, desde losaños sesenta y setenta del siglo XIX. Néstor Ponce de León, por ejemplo,realizó en Nueva York dos ediciones de The Book of Blood. An AuthenticRecord of the Policy Adopted by Modern Spain to Put an End to the War for theIndependence of Cuba, la primera en 1871, que recogía los datos de la repre-sión y la contrainsurgencia peninsulares entre octubre de 1868 y diciem-bre de 1870, y la segunda, en 1873, que avanzaba en dicha investigaciónestadística hasta noviembre de aquel año79. En esta última, que corregía yactualizaba la primera edición, Ponce de León hablaba de “carnival ofblood”, “butcheries of cubans, american citizens, and english subjects”,cometidas por los gobiernos españoles de Lersundi, Dulce, Caballero deRodas, Ceballos, Pieltain y Jovellar80. Y luego de lanzar una analogía, quese volvería recurrente en la prensa norteamericana después de la voladuradel Maine —“americans must not forget the execution in Mexico, in1848, of the Batallion of Saint Patrick”— transcribía la lista de los 2927prisioneros políticos ejecutados, 4672 desaparecidos, 255 sometidos acorte marcial y condenados a garrote vil y los centenares de civiles —admi-nistradores de ingenios, arquitectos, abogados, ingenieros, campesinos,notarios, masones…— deportados a Ceuta y Fernando Poo81.

El encomiable trabajo como traductor e impresor de Ponce de León, enNueva York, que tanto admiró Martí, en especial, sus estudios colombi-nos, fue acompañado y continuado por otros patriotas exiliados en EstadosUnidos, desde los años sesenta hasta la primera década del siglo XX, apesar de las recurrentes querellas entre “aldamistas”, “quesadistas”, ane-xionistas, autonomistas y separatistas que dividían aquella colonia de emi-grantes. Cirilo Villaverde, por ejemplo, tradujo al castellano La historia delprimer año de la guerra del sur (1863) de Edward Alfred Pollard, la novelahistórica María Antonieta y su hijo, de la escritora alemana Clara Mundt, yDavid Copperfield de Charles Dickens. Luego de su labor editorial en losperiódicos anexionistas La Verdad y El Independiente, en época de Narciso

69

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

79 Néstor Ponce de León, The Book of Blood. An Authentic Record of the Policy Adopted byModern Spain to Put an End to the War for the Independence of Cuba, New York, N. Ponce deLeón, 40 & 42, Broadway, 1873.

80 Ibid., p. III.81 Ibid., pp. VI, 1-34, 36-57 y 59-62.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 69 (Negro/Process Black plancha)

Page 58: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

López, Villaverde se vinculó a la Sociedad Republicana de Cuba y PuertoRico, embrión de la Junta Revolucionaria de Nueva York que, encabezadapor José Morales Lemus, Miguel Aldama, José Antonio Echeverría y JoséManuel Mestre, buscaría el reconocimiento de beligerancia, por parte deEstados Unidos. En los años sesenta, setenta y ochenta, Villaverde colabo-ró en publicaciones como La Ilustración Americana, El Avisador Hispanoame-ricano y El Espejo, que llegó a dirigir, y en todas publicó artículos favora-bles al derecho de beligerancia y a la anexión de Cuba a Estados Unidos.Las diferencias de Villaverde con la Junta, planteadas en su folleto La Revo-lución de Cuba vista desde Nueva York (1869), que lo llevaron a él, Bellidode Luna y otros a fundar clubes anexionistas independientes, como hadocumentado Gerald E. Poyo, se debían a los residuos autonomistas que elpatriota anexionista veía en los máximos líderes criollos82.

El cabildeo, la propaganda y el trabajo histórico sobre Cuba y su cul-tura, de aquellos cubanos en Nueva York, apasionadamente descritos porEnrique Piñeyro en su temprana biografía de Morales Lemus, fue política-mente heterogéneo y constante, en vida de Martí y después de su muerteen 189583. Ahí están, por ejemplo, las tres importantes biografías escritaspor José Ignacio Rodríguez —Vida de Don José de la Luz y Caballero (1874),que provocó la polémica con Sanguily y una poco conocida vehementereacción de Antonio Maceo en carta a Eusebio Hernández, Vida del presbí-tero Don Félix Varela (1878) y Vida del Doctor José Manuel Mestre (1909)—y su gran Estudio histórico sobre el origen, desenvolvimiento y manifestaciones dela idea de la anexión de la isla de Cuba a los Estados Unidos de América (1900),como ejemplos del aporte de los anexionistas a la organización republica-na del archivo de la naciente memoria nacional84. Por no hablar de la for-

70

RAFAEL ROJAS

82 Cirilo Villaverde, La Revolución de Cuba vista desde Nueva York. Informe redactado parasu remisión al Presidente de la República Carlos Manuel de Céspedes, New York, Imprenta de laRevolución, 1869, pp. 5-32; Gerald E. Poyo, Con todos y para el bien de todos, La Habana,Editorial de Ciencias Sociales, 1998, pp. 85-93.

83 Enrique Piñeyro, Morales Lemus y la Revolución de Cuba, Nueva York, Unión de Cuba-nos en el Exilio, 1970, pp. 1-134.

84 José Ignacio Rodríguez, Vida de Don José de la Luz y Caballero, New York, Imprentade “El Mundo Nuevo-La América Ilustrada”, 1874, p. V; Vida del presbítero Don Félix Vare-la, New York, Imprenta “El Nuevo Mundo”, 1878, p. VII; Vida de José Manuel Mestre, LaHabana, Imprenta “Avizador Comercial”, 1909, pp. 124-125; Anexión de la isla de Cuba,Miami, Editorial Cubana, 2001. En la carta de Maceo a Hernández se lee: “la esclavituddel hombre por el hombre fue sostenida por él –Don Pepe de la Luz y Caballero- tan des-interesado como aparece hoy por nuestros historiadores, testó a sus esclavos cuando desapa-

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 70 (Negro/Process Black plancha)

Page 59: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

midable obra de Raimundo Cabrera y Bosch, también en Nueva York, enla última década del siglo XIX. El autor de Cuba y sus jueces (1887) —tra-ducido al inglés como Cuba and the Cubans (1896), con prólogos de LouisEdward Levy y Rafael Montoro y exergo del tratado sobre el gobiernorepresentativo de John Stuart Mill— y fundador de Cuba y América, en1897, quien regresaría a la isla al año siguiente y continuaría la edición deaquella revista hasta 1917, escribió, entre tantos ensayos y novelas, el libroLos Estados Unidos (1889), una versión en castellano de la obra de AndrewCarnegie Triumphant Democracy85. Aquí Cabrera criticaba el autonomismo,la corriente política a la que había pertenecido, por su ambigüedad monár-quica y su “inútil” espera por reformas de Madrid, aunque reconocía su tra-bajo de pedagogía política dentro de la sociedad insular. Y luego de unasíntesis elogiosa del avance de Estados Unidos en el orden económico, polí-tico y social, anotaba:

No obstante la proximidad de Estados Unidos y sus constantes comuni-caciones con los puertos de la isla de Cuba, las preocupaciones respecto alcarácter del pueblo americano y la ignorancia acerca de sus asombrososprogresos sociales y de su verdadero estado, están muy generalizadosentre nosotros. Frente a adelantos tan reales como inconcebibles del pue-blo americano, un sentimiento de profunda amargura, de decepción des-consoladora me lleva a pensar a cada paso en la suerte miserable, en el pre-sente angustioso, en el provenir sombrío de la patria cubana, no obstantesus riquezas naturales, su vegetación, su clima, su topografía y el gradode cultura notable de sus hijos86.

El republicanismo, separatista o anexionista, durante los treinta años quevan del estallido de la primera guerra de independencia, en 1868, a la inter-vención de Estados Unidos, en 1898, además de propiciar aquella tensiónentre prácticas revolucionarias y representativas, permitió entrelazar los dis-

71

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

recía de esta Babel de miserias humanas, para confundirse en la otra vida con los impíos.No hubo pureza en José de la Luz y Caballero”. Y continúa: “Rodríguez, el autor de su bio-grafía, no amó la justicia, que Sanguily quiere expresar con el sentimiento de su pasado.Pepe de la Luz fue el educador del privilegio cubano…” José Antonio Portuondo, El pensa-miento vivo de Maceo, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1962, pp. 58-59.

85 Raimundo Cabrera, Cuba and the Cubans, Philadelphia, The Levytype Company,1896, pp. 17-26.

86 Raimundo Cabrera, Los Estados Unidos, La Habana, Imprenta de Soler, Álvarez yCompañía, 1889, p. X.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 71 (Negro/Process Black plancha)

Page 60: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

cursos de la tierra y la sangre dentro de un imaginario de libertad política eigualdad racial. Blancos y negros, militaristas y civilistas apelaban a los tópi-cos del derramamiento de sangre y el enterramiento de los muertos, en lamanigua, como rituales de purificación del suelo patrio, previos al ceremo-nial cívico de la nueva República. Antonio Maceo, por ejemplo, en una cono-cida carta al nuevo Presidente de la República en Armas, Tomás EstradaPalma, en mayo de 1876, se describía a sí mismo como un “hombre queingresó en la Revolución sin otras miras que la de dar su sangre para ver sisu patria consigue verse libre y sin esclavos”87. Martí hablaba del campo des-pués de la batalla como “una tierra saneada con sus muertos, amparada por lasombra de sus héroes, regada con los caudales de su llanto”88. Maceo, encambio, reforzará en su discurso de la tierra y la sangre, la igualación racial,típicamente republicana, que implican la muerte y las heridas por la patria.En esa misma carta, hablando de sí, dirá: “no obstante no tener ningunaambición y de haber derramado su sangre tantas veces, lo cual justifican lastantas heridas que tiene recibidas, y tal vez porque sus envidiosos le han vistoprotegido por la fortuna, apelan a la calumnia”89. A lo que agrega: “y el quehabla, como su conciencia la lleva sin sangre..., pertenece a la clase de color,sin que por ello se considere valer menos que los otros hombres”90.

Como es sabido, las dos constituciones establecidas durante la guerrade 1895, la de Jimaguayú, en septiembre de aquel año, y la de la Yaya, enoctubre de 1897, desecharon el artículo 15 de la de Guáimaro, que pro-ponía un poder legislativo permanente, como quería Martí, y concentraronel poder político en un Consejo de Gobierno y el militar en un EstadoMayor. Esta ruptura con el parlamentarismo del 68, defendida por Gómezy Maceo, se dio acompañada de un avance claro a favor de una imagen terri-torialmente unitaria del nuevo país. Mientras en Guáimaro, los represen-tantes articulaban la voz de las provincias, concebidas federalmente comocuatro “estados” (Oriente, Camagüey, las Villas y Occidente), en Jimagua-yú y la Yaya, el presidencialismo e, incluso, el ejecutivismo, defendido porhombres como Salvador Cisneros Betancourt, Rafael Manduley, FermínValdés Domínguez, Domingo Méndez Capote y Cosme de la Torriente,

72

RAFAEL ROJAS

87 Hortensia Pichardo, Documentos para la historia de Cuba, La Habana, Editorial de Cien-cias Sociales, 1973, t. I., p. 396.

88 José Martí, Obras completas, La Habana, Editorial Lex, 1953, t. I., p. 351.89 Hortensia Pichardo, Documentos para la historia de Cuba, La Habana, Editorial de Cien-

cias Sociales, 1973, t. I., p. 396.90 Ibid.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 72 (Negro/Process Black plancha)

Page 61: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

prescindía de cualquier insinuación federalista. En el preámbulo de la cartade Jimaguayú se hablaba de una “Revolución de independencia” que crea-ría la “República democrática de Cuba”, cuya “confirmación entre las divi-siones políticas de la tierra” estaba garantizada por el acto representativo yel texto constitucional. En la de la Yaya se insistirá, por primera vez, enque las leyes republicanas y separatistas no sólo rigen en territorio armado,sino que la “república de Cuba comprende todo el territorio de la Isla deCuba y de las islas y cayos adyacentes“, aunque difería el tema de la “divi-sión territorial” para una legislación ulterior91.

Cuando la guerra termina, en 1898, con la intervención de EstadosUnidos en la isla, la política cubana sufre un dramático reacomodo, atri-buido, en gran medida, a la reconstitución de la sociedad civil postescla-vista y a la recomposición de las élites económicas postcoloniales92. Comoafirma el historiador Louis A. Pérez Jr., entonces “todo está en transición”:desde la reinserción en el mercado de trabajo de la población negra y mula-ta, recién liberada, hasta la integración a la vida civil de los miembros delejército separatista, pasando, naturalmente, por la mutación simbólica delespacio público, las festividades, la toponimia y el panteón heroico, estu-diados por Marial Iglesias93. La conquista de la tierra, defendida por sepa-

73

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

91 Leonel Antonio de la Cuesta, Constituciones cubanas. Desde 1812 hasta nuestros días,Nueva York, Ediciones Exilio, 1974, pp. 126-135.

92 Philip S. Foner, La guerra hispano/cubano/americana y el nacimiento del imperialismo nortea-mericano, Madrid, Akal Editor, 1972, t. 2, pp. 264-324; Áurea Matilde Fernández, España yCuba: 1886-1898. Revolución burguesa y relaciones coloniales, La Habana, Editorial de CienciasSociales, 1988, pp. 167-209; Pablo Riaño San Marful, “Pensando la nación en el interregno:Cuba, 1899-1902” y Leida Fernández Prieto, “Fronteras disputadas, fronteras silenciosas:agricultura y nación en el tránsito cubano hacia la modernidad”, en María del Pilar Díaz Cas-tañón, comp., Perfiles de la nación, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2004, pp. 31-50 y 51-76; María del Carmen Barcia Zequeira, Élites y grupos de presión. Cuba, 1868-1898,La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1998, pp. 40-74 y 140-160. José A. Piqueras,Sociedad civil y poder en Cuba. Colonia y poscolonia, Madrid, Siglo XXI, 2006, pp. 295-360.

93 Louis A. Pérez, Jr., Cuba Under the Platt Amendment, 1902-1934, Pittsburgh, Uni-versity of Pittsburgh Press, 1986, pp. 3-28 y 56-87; Marial Iglesias Utset, Las metáforasdel cambio en la vida cotidiana: Cuba, 1898-1902, La Habana Ediciones Unión, 2003, pp.22-51, 52-108, 150-173 y 218-256; Yoana Hernández Suárez, “Las iglesias protestan-tes ante la independencia de Cuba y la ocupación norteamericana”, en Ricardo Quiza More-no, coord., Nuevas voces. Viejos asuntos. Panorama de la reciente historiografía cubana, La Haba-na, Editorial de Ciencias Sociales, 2005, pp. 135-168; Mario Riera Hernández, Cuba libre,1895-1958, Miami, Colonial Press of Miami, 1968, pp. 45-92; Mario Riera Hernández,Cuba republicana. 1899-1958, Miami, Editorial AIP, 1974, pp. 1-34.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 73 (Negro/Process Black plancha)

Page 62: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

ratistas, autonomistas y anexionistas por vías contrapuestas —la guerracontra España, el autogobierno provincial y la incorporación a EstadosUnidos— se vuelve una finalidad parcialmente lograda, estableciendo unacompleja ambivalencia, que marcará buena parte de la cultura y la políti-ca republicanas de la primera mitad del siglo XX. Con la Constitución de1901, la retirada de las tropas norteamericanas y el traspaso de poderes deLeonard Wood al primer presidente de la Cuba moderna, Tomás EstradaPalma, la relación con el suelo adoptó dos nuevas modalidades: el rechazoa la Enmienda Platt, como limitación de la nueva soberanía conquistada, yla demanda de una distribución de la propiedad que no reemplazara lanaciente posesión criolla de la tierra con una expansión del latifundio enmanos extranjeras.

El antiplattismo y el antilatifundismo de intelectuales y políticos delas últimas generaciones coloniales, como Salvador Cisneros Betancourt,Bartolomé Masó, Manuel Sanguily, Enrique José Varona, Enrique Collazoo Julio César Gandarilla, salvando diferencias de acentos o preferenciasideológicas, fueron heredados por representantes de la primera generaciónrepublicana como Ramiro Guerra, José Antonio Ramos, Emilio Roig deLeuchsenring, Fernando Ortiz, Jorge Mañach o José Antonio Fernández deCastro94. Con cierta razón, Julio Le Riverend, en el prólogo a la reediciónde Los americanos en Cuba, contrapuso esta discursividad al tópico eugené-sico de la fatalidad criolla desarrollado por importantes autores como Fran-cisco Figueras, Roque Garrigó, Alberto Lamar Schweyer y RaimundoMenocal y Cueto95. Sin embargo, olvidó mencionar que algunos de esosintelectuales, como el propio Lamar, también se opusieron a la EnmiendaPlatt96. La recomposición de la sociedad civil y las élites políticas, en eltránsito de la época colonial a la republicana, tan bien estudiada por JoséA. Piqueras, se ve marcada, en buena medida, por un sentimiento de fata-lidad, motivado por la ausencia de una soberanía plena97.

74

RAFAEL ROJAS

94 Véanse, por ejemplo, la serie de libros de Enrique Collazo, Los americanos en Cuba, LaHabana, Imprenta C. Martínez, 1906, 2ts, Cuba intervenida, La Habana, Imprenta C. Mar-tínez, 1910, y Cuba heroica, La Habana, Imprenta La Mercantil, 1912.

95 Enrique Collazo, Los americanos en Cuba, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,1972, pp. VII-XIX. Ver también Jorge Ibarra, Un análisis psicosocial del cubano: 1898-1925, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985, pp. 235-258.

96 Alberto Lamar Schweyer, Cómo cayó el presidente Machado, Madrid, Espasa Calpe,1934, pp. 13-14.

97 José A. Piqueras, Sociedad civil y poder en Cuba. Colonia y postcolonia, Madrid, Siglo XXI,2006, pp. 295-360.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 74 (Negro/Process Black plancha)

Page 63: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Antiplattismo y antilatifundismo están entrelazados no sólo en la obrade aquellos publicistas republicanos, sino en buena parte de la oposición alos gobiernos de Tomás Estrada Palma (1902-1906), Charles E. Magoon(1906-1909), José Miguel Gómez (1909-1913), Mario García Menocal(1913-1921), Alfredo Zayas (1921-1925) y Gerardo Machado (1925-1933)98. A diferencia de la política anticolonial, protagonizada por ane-xionistas, autonomistas y separatistas, las estrategias públicas del primerperíodo republicano (1902-1933) establecían una lógica de completa-miento de la soberanía, no de conquista ni de reconquista de dicho estatus,que nunca había sido históricamente experimentado99. A pesar de que elmarco jurídico de la sociabilidad republicana había sido trazado desde elprincipio de las instituciones liberales y democráticas, tres elementos pri-mordiales de la cultura política de aquella época, caudillismo, racismo yregionalismo, propiciaron recurrentes episodios de guerra civil. Uno deaquellos episodios fue el alzamiento, en 1906, de los jefes liberales contrala reelección presidencial de Tomás Estrada Palma. Entre los motivos deaquella primera guerra civil postcolonial, que desembocó en la segundaintervención de Estados Unidos en Cuba, estuvo el regionalismo. El prin-cipal líder del Partido Liberal, el general José Miguel Gómez, era gober-nador de Las Villas y convirtió esa provincia en una zona de sedición con-tra el estradismo capitalino.

Las fricciones entre las provincias venían, como hemos visto, desde laprimera guerra de independencia, cuando la Constitución de Guáimarodividió, federalmente, el pequeño territorio de Cuba en cuatro estados,Oriente, Camagüey, Las Villas y Occidente, y cuando las diferencias entrehabaneros, camagüeyanos o bayameses decidieron, en buena medida, ladestitución de Céspedes en 1873 y no pocos de los conflictos entre elmando militar y el poder legislativo de la República en Armas: la Cámarade Representantes. Era tal la fuerza del regionalismo entre fines del sigloXIX y principios del XX que en la Convención Constituyente de 1901 seescucharon propuestas federales. El texto constitucional sostuvo la formaunitaria de la República, pero concedió a las seis provincias una autonomía

75

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

98 Reinaldo Funes Monzote, “Cuba: república y democracia (1901-1940), en RafaelAcosta de Arriba y otros, Debates historiográficos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,1999, pp. 177-221; Francisca López Civeira, Oscar Loyola Vega y Arnaldo Silva León,Cuba y su historia, La Habana, Editorial Gente Nueva, 1998, pp. 117-213.

99 Jorge Ibarra Cuesta, Cuba: 1898-1958. Estructura y procesos sociales, La Habana, Edi-torial de Ciencias Sociales, 1995, pp. 7-88.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 75 (Negro/Process Black plancha)

Page 64: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

considerable. El Senado, por ejemplo, fue concebido de manera federal,como un cuerpo conformado por representantes, consejeros y “compromi-sarios” provinciales, además de que en el título primero se establecía que“las provincias podrían incorporarse unas a otras o formar nuevas”. Esteprovincialismo encontró condiciones propicias para su reproducción en elcaudillismo militar de la primera República100.

La segunda guerra civil cubana, la de 1912, fue, como es sabido, unconflicto racial entre veteranos de la gesta de independencia. En medio deuna nueva disputa por la sucesión presidencial, los líderes del Partido Inde-pendiente de Color (Ivonnet, Estenoz, Surín, Lacoste, Fournier...), proscri-to por la Ley Morúa de 1910, una enmienda al artículo 17 de la Ley Elec-toral propuesta por el senador mulato Martín Morúa Delgado, selevantaron en armas contra el gobierno de José Miguel Gómez y fueronbrutalmente reprimidos101. La del 12, tal vez la más sangrienta de las gue-rras civiles de la República, provocó otro desembarco de tropas norteame-ricanas y varios episodios de violencia racial en la Habana, Matanzas y San-tiago de Cuba102. Fue bajo estas condiciones de edificación del ordenrepublicano, en una isla del Caribe hispano, ubicada, por tanto, en un áreaprioritaria para la consolidación de la hegemonía regional de Estados Uni-dos, a inicios del siglo XX, y amenazada de fractura por las tensiones regio-nales, raciales y políticas propias de cualquier guerra civil reciente, que losdiscursos de la tierra, la sangre y la memoria tuvieron que adaptar sus sen-tidos a las demandas históricas de una nueva subjetividad postcolonial.

76

RAFAEL ROJAS

100 Louis A. Pérez, Army Politics in Cuba, 1898-1958, Pittsburgh, University of Pitts-burgh Press, 1976, pp. 3-28; José M. Hernández, Política y militarismo en la independenciade Cuba, 1868-1933, Madrid, Colibrí, pp. 234-260. Ver también Yolanda Díaz Martí-nez, “Guerra y negocio: en torno al modo de vida en la Guerra de 1895 en Cuba”en Ricar-do Quiza Moreno, coord., Nuevas voces. Viejos asuntos. Panorama de la reciente historiografíacubana, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2005 pp. 97-134.

101 Martín Morúa Delgado, Integración cubana y otros ensayos, La Habana, Publicacio-nes de la Comisión Nacional del Centenario de Don Martín Morúa Delgado, 1957, pp.239-245.

102 Sobre el origen, el desarrollo y el desenlace de este conflicto existe una reciente ymuy completa bibliografía: Ada Ferrer, Insurgent Cuba. Race, Nation, and Revolution, ChapelHill and London, The University of North Carolina Pres, 1999, pp. 179-202; Rebeca J.Scott, Slave Emancipation in Cuba. The Transition to Free Labor, 1860-1899, Princeton, NewJersey, Princeton University Press, 1985, pp. 201-278; Rafael Fermoselle, Política y coloren Cuba. La guerrita de 1912, Madrid, Colibrí, 1998, pp. 20-35; Franklin W. Knight,Slave Society in Cuba, Madison, The University of Wisconsin Press, 1970, pp. 85-120 y

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 76 (Negro/Process Black plancha)

Page 65: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

En el período republicano de la historia de Cuba, que se extiende entre1902 y 1959, los dos patriotismos aquí esbozados, el telúrico y el san-guíneo, no desaparecen, a pesar del avance en la constitución de un Estadopropiamente nacional. Uno de los procesos más fascinantes y, a la vez, des-conocidos de la historia intelectual de nacionalismos postcoloniales, comoel cubano, es la supervivencia y mutación simbólica de las nociones crio-llas, propias de las élites blancas y católicas de los siglos XVIII y XIX, den-tro de la cultura política de una ciudadanía republicana y postétnica, encondiciones de igualdad de derechos ante la ley. La historiografía y la lite-ratura cubanas de la primera mitad del siglo XX, que son las formacionesdiscursivas más sofisticadas de ese nacionalismo postcolonial, están marca-das por una recurrente nostalgia de la subjetividad criolla colonial, entanto creadora de los mitos fundacionales del patriotismo insular. Losnacionalistas revolucionarios del siglo XX cubano, como ha visto Louis A.Pérez Jr, en su reacción contra esa cultura cívica republicana, retomaron lostópicos primordiales de aquel patriotismo criollo, de aquella ética sacrifi-cial: en 1934, los campesinos del Realengo 18 se levantaron contra laCompañía Azucarera Maisí y el gobierno republicano al grito de “¡tierra osangre!” y apenas veinticinco años después, la Revolución Cubana patenti-zaba, frente a sus enemigos internos y externos, su célebre consigna de“¡patria o muerte!”103.

En La historia me absolverá (1954) de Fidel Castro encontraremos esediscurso de la tierra y la sangre presentado con toda la elocuencia de la tra-dición oratoria martiana y chibasista. Allí se hablará de los “muros salpi-cados de sangre” del cuartel Moncada, de “balas incrustadas en las paredescon fragmentos de piel, sesos y cabellos humanos” y de un “césped cubier-

77

Parte I.1 - Tierra, sangre y memoria

154-178; Aline Helg, Our Rigtful Share. The Afro-Cuban Struggle for Equality, 1886-1912,Chapel Hill and London, 1995, pp. 23-90, 117-160 y 193-226; Alejandro de la Fuen-te, Una nación para todos. Raza, desigualad y política en Cuba. 1900-2000, Madrid, EditorialColibrí, 2000, pp. 17-86; Tomás Fernández Robaina, El negro en Cuba. 1902-1958, LaHabana, Editorial de Ciencias Sociales, 1994, pp. 62-84; Silvio Castro Fernández, Lamasacre de los independientes de color en 1912, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,2002, pp. 147-214; María del Carmen Barcia Zequeira, Élites y grupos de presión. Cuba,1868-1898, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1998, pp. 164-166.

103 Louis A. Pérez Jr, To Die in Cuba. Suicide and Society, Chapel Hill, The University ofNorth Carolina Press, 2007, pp. 332-338; Alejandro de la Fuente, “¿En los márgenes dela nación? El caso del Realengo 18”, en Instituto de Estudios Cubanos, En el centenario dela República, Miami, Instituto de Estudios Cubanos, 2004, pp. 183-197.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 77 (Negro/Process Black plancha)

Page 66: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

to de oscura y pegajosa sangre”104. En aquella célebre autodefensa, FidelCastro hará un resumen de la historia de Cuba, basado en el derramamien-to de sangre. Una historia de cuatro siglos de crueldad que condensa,admirablemente, el procedimiento simbólico por el cual la memoria de lasnuevas generaciones republicanas reconstruía la epopeya de la tierra y lasangre en Cuba, dentro de una cultura política que normalizaba la violen-cia revolucionaria como mecanismo de defensa contra los abusos del poder:

Las crónicas de nuestra historia, que arrancan cuatro siglos y medio atrás,nos cuentan muchos hechos de crueldad, desde las matanzas de indiosindefensos, las atrocidades de los piratas que asolaban las costas, las bar-baridades de los guerrilleros en la lucha de la independencia, los fusila-mientos de prisioneros cubanos por el ejército de Weyler, los horrores delmachadato, hasta los crímenes de marzo de 1935105.

La historia de Cuba era, según Fidel Castro, un “río de sangre” quenacía en 1492 y desembocaba en 1953, el año del centenario del nataliciode José Martí. Para enfrentar la dictadura de Fulgencio Batista y honrar lamemoria del “apóstol” era preciso otro derramamiento de sangre, esta vez,sangre joven, “pura”, de una nueva generación de cubanos, que con susacrificio propiciaría el renacimiento de la nación. La memoria de la tierray la sangre se convertía en el dispositivo simbólico por excelencia delnacionalismo revolucionario en Cuba. Los actos de la política cubana, amediados del siglo XX, se construían desde ese imaginario y desde esa tra-dición: desde la conciencia exhaustiva de los costos históricos de una epo-peya secular por la patria. Hacer política en Cuba significaba, entonces,hablar la lengua del patriotismo criollo, resemantizada por el nacionalismorevolucionario.

78

RAFAEL ROJAS

104 Fidel Castro, La historia me absolverá, La Habana, Oficina de Publicaciones del Con-sejo de Estado, 1993, p. 72.

105 Ibid., p. 73.

05_ParteI_Cap 1 25/12/07 23:41 Página 78 (Negro/Process Black plancha)

Page 67: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

TODAS las historiografías nacionalistas, sobre todo en culturas postcolo-niales como las latinoamericanas, presuponen la existencia de períodos

oscuros, marcados por el caos y la decadencia, casi siempre contrapuestos aedades doradas, bendecidas por el esplendor y la gloria, que aseguran el“renacimiento” de la comunidad. Los relatos nacionales que conciben esosdiscursos —mitad religiosos, mitad ideológicos— son a menudo campos debatalla donde se enfrentan las fuerzas del bien y del mal, de la lealtad y latraición. En México, hasta hace muy poco, esa era la connotación de períodoscomo el Porfiriato (1876-1910) o los imperios de Iturbide (1822-1823) yMaximiliano (1864-1867). En Cuba, esa ha sido la mala imagen historio-gráfica que, desde hace un siglo, acompaña al lapso que media entre las dosguerras de independencia, la de 1868 y la de 1895, y también a la expe-riencia republicana (1902-1959) que separa a la Colonia de la Revolución.

En ambos casos, el de la época de entreguerras en el siglo XIX y el de laetapa prerrevolucionaria en el siglo XX, el estereotipo negativo se construyeen torno a una coyuntura de ausencia o limitación de la soberanía nacional:el Pacto del Zanjón, en 1878, que puso fin a la Guerra de los Diez Años pormedio de una transacción entre separatistas y realistas y que mantuvo el sta-tus colonial de la isla, y la Enmienda Platt, en 1901, que concedió a Cubauna independencia relativa, limitada por el derecho de Estados Unidos aintervenir en caso de que una guerra civil amenazara sus intereses o su hege-monía sobre la región. Esa imagen historiográfica peyorativa, que se impri-me lo mismo en estudios académicos que en discursos ideológicos y que pro-duce enunciados sobre la economía, la política, la sociedad y la cultura de esasdos épocas, es, en buena medida, una proyección del fetichismo de la sobera-nía sobre el conocimiento histórico, que imposibilita, al decir de IgnacioLewkowicz, el acto de “pensar la historia sin nación” o sin Estado1.

I.2Otras ssoberanías dde lla PPatria

79

1 Ignacio Lewkowicz, Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez, Barcelona,Paidós, 2004, pp. 41-52. Ver también Arcadio Díaz Quiñones, Sobre los principios. Los inte-lectuales caribeños y la tradición, Buenos Aires, Universidad de Quilmas, 2006, pp. 19-63.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 79 (Negro/Process Black plancha)

Page 68: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

En los últimos años, esos prejuicios intelectuales han comenzado a serimpugnados por la nueva historiografía sobre Cuba, producida dentro yfuera de la isla. Los estudios de María del Carmen Barcia sobre las élites ylos grupos de presión hispano-cubanos a fines del siglo XIX, de OscarZanetti sobre comercio y poder en torno a 1898, de Rebecca J. Scott y AdaFerrer sobre el fin del régimen esclavista, de María Antonia Marqués Dolzsobre la pequeña y mediana empresa colonial, de Imilcy Balboa Navarrosobre colonización y trabajo libre y de José A. Piqueras sobre la sociedadcivil finisecular, por ejemplo, han permitido una mejor comprensión de lasdos últimas décadas de la dominación española en Cuba y, sobre todo, deltránsito, más bien fluido, al orden republicano a principios del siglo XX.Sin embargo, todavía falta completar el cuadro de aquella transición conuna nueva historiografía de la República, la cual ya comienza a insinuarseen recientes estudios Louis A. Pérez Jr., Charles D. Ameringer, RobertWhitney, Frank Argote-Freyre, Alejandro de la Fuente, Marifeli PérezStable y Marial Iglesias2.

El avance de la nueva historiografía se enfrenta, sin embargo, a unnacionalismo maniqueo que, lo mismo en República que en Revolución,difundió la idea de que la nación y el nacionalismo surgieron, exclusiva-mente, dentro del movimiento independentista del siglo XIX. Amén decontadas excepciones (Herminio Portell Vilá, Leví Marrero, Manuel More-no Fraginals y alguien más), casi todos los historiadores cubanos modernos,desde Ramiro Guerra y Emilio Roig de Leuchsenring hasta Jorge Ibarra yRolando Rodríguez, han partido del supuesto de que las guerras de inde-pendencia, entre 1868 y 1898, constituyeron el espacio de la nación,mientras que las otras opciones políticas (reformismo, autonomismo, ane-

80

RAFAEL ROJAS

2 Véanse, por ejemplo, cuatro estudios ya clásicos: Ada Ferrer, Insurgent Cuba. Race,Nation, and Revolution, 1868-1898, Chapel Hill, The University of North Carolina Press,1999; Louis A. Perez Jr., On Becoming Cuban. Identity, Nationality, and Culture, ChapelHill, The University of North Carolina Press, 1999; Alejandro de la Fuente, Una naciónpara todos. Raza, desigualdad y política en Cuba, Madrid, Colibrí, 2000; Marial IglesiasUtset, Las metáforas del cambio en la vida cotidiana: Cuba, 1898-1902, La Habana, Edicio-nes Unión, 2003. Ver también Charles D. Ameringer, The Cuban democratic Experience. TheAutentico Year, 1944-1952, Gainesville, University of Florida Press, 2000; RobertWhitney, State and Revolution in Cuba: Mass Mobilization and Political Change, 1920-1940, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 2000; Frank Argote-Freyre,Fulgencio Batista: From Revolutionary to Strongman, New Brunswick, Rutgers UniversityPress, 2006.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 80 (Negro/Process Black plancha)

Page 69: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

xionismo...) desembocaban en formas coloniales de la soberanía3. Elimportante historiador Julio Le Riverend, por ejemplo, sostenía en su Brevehistoria de Cuba que reformistas, autonomistas y anexionistas alcanzaban,cuanto mucho, una imagen “débil e incompleta de la nación cubana” yque, en cambio, aquellos habitantes del país que “querían ser cubanos antesque norteamericanos o españoles eran los portadores del verdadero senti-miento nacional”4.

Lo que en historiadores serios como Le Riverend o Roig aparecía comoun discernimiento intelectual o una preferencia cívica, en ideólogos con-temporáneos de la historia de Cuba, como el propio Rolando Rodríguez oMildred de la Torre o Eliades Acosta Matos o Enrique Ubiera Gómez oRafael de Águila o Elier Ramírez, se presenta ya como la burda expulsiónterritorial de voces discordantes —“dardos envenenados”, les llama el últi-mo— de un legado asumido de manera unilateral y teleológica. Para estosautores, la historia nacional está jerarquizada desde la hegemonía que en elpresente ejercen quienes ellos consideran herederos únicos y legítimos delos separatistas del siglo XIX, es decir, los “revolucionarios” y “socialistas”de hoy. De ahí que, en una reedición del “tema del héroe y el traidor” deBorges, los autonomistas, reformistas y anexionistas sean vistos, a su vez,como “cipayos” o “traidores” coloniales frente a los “héroes” nacionales dela independencia y como antepasados de los “contrarrevolucionarios”,“gusanos” y “mercenarios” del último medio siglo5. En estas visiones de lahistoria de Cuba, el autonomismo y el anexionismo del siglo XIX sonentendidos como conjuras contra la nación.

81

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

3 Ramiro Guerra, Guerra de los Diez Años, 1868-1878. La Habana, Cultural S. A,1950, t. I; Jorge Ibarra, Ideología Mambisa. La Habana: Instituto del Libro, 1967 y Nacióny cultura nacional. La Habana, Editorial de Letras Cubanas, 1981.

4 Julio Le Riverend, Breve historia de Cuba. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,1995, p. 55.

5 Rolando Rodríguez, La Revolución Inconclusa. Los mangos de Baraguá contra el pacto delZanjón, La Habana, Ciencias Sociales, 2003, pp. 50-45; Mildred de la Torre, El autono-mismo en Cuba. 1878-1898, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1997, pp. Habana,Ciencias Sociales, 2003, pp. 30-54; Rafael de Águila, “Cuba 1902: el plaff de unaenmienda”, La Jiribilla, Número 320, 23-30 de junio, 2007; Enrique Ubieta Gómez,“Cuba: las razones de Baraguá”, Rebelión, (17/3/2004), pp. 1-2; Eliades Acosta Matos, “Lacanción del cipayo”, respuesta al artículo “Viva Cuba Libre” del novelista José Manuel Prie-to, Penúltimos días (21/6/2007); Elier Ramírez, “Dardos envenenados contra la historia deCuba”, La Jiribilla, Núm. 321, 30 de junio-6 de julio, 2007.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 81 (Negro/Process Black plancha)

Page 70: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Visiones maniqueas y anacrónicas de la historia de Cuba, en las queautonomistas y anexionistas, Montoro y Giberga, Rodríguez y Ponce deLeón, Tomás Estrada Palma y José Miguel Gómez, no son figuras del pasa-do, complejas y múltiples como todos los actores de la historia, sino ene-migos vivos, que deben ser expulsados del patrimonio nacional, resultan,por cierto, discordantes con la idea de Cintio Vitier, en su ensayo La luz delimposible (1957), a propósito de la coexistencia en una misma casa o en unamisma mesa del elemento “criollo” —el “hilo bordado”— y el elemento“cubano”: el “mantel de hule”. Allí decía Vitier: “la diferencia entre locubano y lo criollo se hace patente en cuanto confrontamos el separatismoy el autonomismo. Esos dos partidos tienen la profundidad de representaralgo más que soluciones políticas, porque viven un momento en que lapolítica tiene raíces poéticas”6. Aunque, como veremos, esa distinción nose puede llevar al extremo, ya que muchos líderes autonomistas asumieronla idea nacional, la presentación de Vitier no descarta que ciertos valoresdel criollismo autonomista subsistieron en el separatismo cubano.

Las páginas que siguen son un esfuerzo por responder a una preguntaque, desde hace un siglo, motiva el debate historiográfico en Cuba: ¿esposible hablar de un patriotismo e, incluso, de un nacionalismo autono-mista o anexionista? Mi respuesta es que sí, que la autonomía dentro deEspaña, al igual que la anexión a los Estados Unidos, fueron salidas de lasélites criollas al dilema del status de la soberanía que aspiraban, por medioslegales, pacíficos, evolutivos y, en algunos casos, revolucionarios, a un finno tan distinto que el del separatismo: construir en Cuba un Estado nacio-nal, legitimado por una cultura jurídica y política liberal, republicana ydemocrática7. Para argumentar este punto de vista haremos un breve reco-rrido por las tres fases del autonomismo cubano: la provincial, entre 1808y 1834; la nacional, entre 1835 y 1877; y la estatal, entre 1878 y 1898.Este proceso político de noventa años verifica el tránsito, en la mentalidadde aquellas élites, de la imagen de Cuba como provincia autónoma a laimagen de Cuba como Estado nacional. El desarrollo de la idea autonómi-ca confirma, una vez más, que la historia política de Cuba no ha sido elenfrentamiento entre sujetos nacionales y sujetos antinacionales, sino, más

82

RAFAEL ROJAS

6 Cintio Vitier, Poética, La Habana, Letras Cubanas, 1997, pp. 136-137. 7 Alejandro Sebazco Pernas, “José Martí y el autonomismo: dos alternativas de la nacio-

nalidad cubana”, en María del Pilar Díaz Castañón, comp., Perfiles de la nación, La Habana,Editorial de Ciencias Sociales, 2004, pp. 155-182.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 82 (Negro/Process Black plancha)

Page 71: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

bien, el enfrentamiento, no siempre binario, entre distintos tipos de nacio-nalismo: el revolucionario y el reformista, el democrático y el autoritario,el liberal y el comunista, el católico y el laico8.

Un recorrido similar, que desborda el alcance de estas páginas, podríahacerse con la historia del anexionismo cubano, insertando ese movimien-to dentro de la evolución de la estrategia geopolítica de Estados Unidoscon respecto al Caribe hispano y, en especial, a la isla de Cuba, en la segun-da mitad del siglo XIX. Como reconocía en sus clásicos estudios Hermi-nio Portell Vilá, una cosa fue el anexionismo vacilante o tentativo, desdela perspectiva imperial de Washington, y otra, no plenamente asimilableaunque convergente, la idea republicana y, por momentos, revolucionariade la anexión que defendieron algunas élites criollas anticoloniales desdemediados de aquella centuria. Intelectuales y políticos como Gaspar Betan-court Cisneros (El Lugareño), Cirilo Villaverde, José Morales Lemus, JoséManuel Mestre, José Ignacio Rodríguez y Néstor Ponce de León, desde elanexionismo, y Rafael Montoro, Eliseo Giberga, Rafael Fernández de Cas-tro, Ricardo del Monte y José María Gálvez, desde el autonomismo, fue-ron, además de figuras centrales y valiosas de la vida intelectual cubana delsiglo XIX, patriotas republicanos que trabajaron por la destrucción delorden colonial y esclavista sostenido por España en la isla. “Amaban a supatria y obraban según entender”, como decía Martí de uno de ellos.

Desde el punto de vista teórico, esas nociones de la historia nacional sebasan, como sabemos, en los principios teleológicos y excluyentes de lossujetos del pasado que edifican el panteón heroico oficial del presente. Perodesde el punto de vista propiamente historiográfico, la voluntad de negarpatriotismo o nacionalismo a los discursos y prácticas anexionistas y auto-nomistas, en el siglo XIX, está determinada por una visión del Estadonacional como única entidad dotada de sentido soberano. Dicha visión,como han demostrado importantes estudiosos del siglo XIX latinoameri-cano y caribeño (Jeremy Adelman, José Carlos Chiaramonte, José Murilode Carvalho, Francois Xavier Guerra, Antonio Annino, Luis Castro Leiva,Arcadio Díaz Quiñones…) ignora que otras formas de la soberanía, comolas de los cabildos, ciudades, provincias o regiones del antiguo imperioespañol, o las de los presidios, protectorados y entidades federales de lasnuevas potencias atlánticas, experimentaron un considerable reforzamien-

83

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

8 Julián B. Sorel, Nacionalismo y revolución en Cuba. 1823-1998. Madrid, FundaciónLiberal José Martí, pp. 17-31.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 83 (Negro/Process Black plancha)

Page 72: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

to en aquella centuria9. Esas formas diversas de la soberanía también inter-vinieron en la difusión de una nueva lógica representativa y de nuevosmodos de sociabilidad, al mismo tiempo en que participaban de la forma-ción del imaginario y el lenguaje nacionales y de la constitución de unanaciente ciudadanía republicana.

De provincia a nación

A fines del siglo XIX, los principales líderes intelectuales del autonomismo,en Cuba, habían llegado a producir, no sólo una política, sino un relato his-tórico propio que ubicaba sus orígenes en los movimientos juntistas de 1808y, en especial, en la Constitución de Cádiz de 1812, a la que Rafael Monto-ro pudo rendir homenaje en un discurso por su centenario en el Ateneo de laHabana, en 191210. En su narrativa histórica, los autonomistas, como Martídesde el separatismo, no sólo reconstruían el devenir de aquella corriente sinoque intentaban asimilar a sus fines políticos toda la herencia cultural criollade la isla, aun cuando proviniera de autores independentistas o anexionistas:la poesía de la Avellaneda y Mendive, la pedagogía de Varela y Luz, el hero-ísmo de Agramonte y el Lugareño, la sabiduría de Bachiller y Varona11. Sinembargo, en esa nutrida y vehemente genealogía patriótica, dos figuras des-tacaban sobre el resto de próceres intelectuales y políticos: José Antonio Sacoy Francisco de Frías y Jacott, Conde de Pozos Dulces12.

A pesar de que José Antonio Saco y otros reformistas cubanos de losaños treinta asociaron el autonomismo al status de algunas colonias ingle-sas, como Canadá, Jamaica y las Bahamas, lo cierto es que la idea de auto-

84

RAFAEL ROJAS

9 Jeremy Adelman, Sovereignty and Revolution in the Iberian Atlantic, Princeton, PrincetonUniversity Press, 2006, pp. 344-393; José Murilo de Carvalho, A construcao da ordem. Aelite politica imperial, Río de Janeiro, Universidad Federal de Río de Janeiro, 1996; José Car-los Chiaramonte, Nación y estado en Iberoamérica. El lenguaje político en tiempos de las indepen-dencias, Buenos Aires, Sudamericana, 2004; Francois Xavier Guerra, Modernidad e indepen-dencias, México, FCE, 1994; Antonio Annino, Francois Xavier Guerra y Luis Castro Leiva,De los imperios a las naciones. Iberoamérica, Zaragoza, Ibercaja, 1994.

10 Rafael Montoro, Obras. Discursos políticos y parlamentarios, La Habana, Cultural S.A.,1930, t. I., pp. 469-474.

11 Ibid., pp. 170-186. Rafael Montoro, Obras. Conferencias y ensayos filósóficos y literarios,La Habana, Cultural S.A., 1930, t. II, Vol. 1., pp. 317-342; Rafael Montoro, Obras. Con-ferencias y ensayos filosóficos y literarios, La Habana, Cultural S.A., t. II, Vol. 1., pp. 149-162y 315-330.

12 Rafael Montoro, op. cit., t. I., pp. 475-500; t. II, Vol. 2., pp. 113-122.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 84 (Negro/Process Black plancha)

Page 73: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

nomía que se introdujo en Cuba proviene de la tradición pactista del neo-tomismo español, fundada por Francisco de Vitoria, Domingo de Soto,Francisco Suárez y otros teólogos y juristas del siglo XVI. En 1808, con lainvasión napoleónica a España y el cautiverio de Fernando VII, esa tradi-ción tuvo su primera oportunidad moderna13. En ausencia del Rey, lasoberanía era asumida por las juntas provinciales que debían convocar aunas cortes nacionales. En Cuba, como en toda América Latina, la lealtada Fernando VII produjo una revolución pacífica, en la que las provinciasluchaban por la independencia nacional, es decir, de todas las Españas fren-te a Francia, a través del juntismo autonomista14.

En julio de 1808, Francisco de Arango y Parreño, José de Ilincheta, elConde de O’Relly, Tomás de la Cruz Muñoz, Agustín de Ibarra y otrosnotables del Ayuntamiento de la Habana, con el visto bueno del propioCapitán General de la Isla, Marqués de Someruelos, propusieron a los veci-nos de la ciudad el “establecimiento de una Junta Superior de Gobierno que,revestida de igual autoridad a las demás de la península de España, cuide yprovea todo lo concerniente a nuestra existencia política y civil”15. Añosdespués, Arango rememoraría aquel intento como fruto de la adaptación delas élites a una coyuntura de vacío de poder, en la que el apoyo al Rey cau-tivo no estaba en contradicción con el reconocimiento de una soberanía pro-vincial. Según Arango, las élites habaneras querían “organizar en la Isla uncentro de gobierno que, al mismo tiempo que interinamente supliese la faltaque nos hacía el supremo, consolidase el poder de las autoridades existen-tes”16. Al igual que en México, donde un proyecto similar del Ayunta-miento y la Audiencia fue sofocado por el golpe de Gabriel de Yermo con-tra el virrey Iturrigaray, la Junta habanera desató la reacción de las élitesmilitares y comerciales. Curiosamente fue otro criollo, el brigadier Francis-co de Montalvo, quien encabezó la oposición al proyecto de Arango e Ilin-cheta por considerarlo como un primer paso hacia la independencia17.

85

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

13 Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga, Breve historia de España.Madrid, Alianza Editorial, 1994, p. 419.

14 Manuel Moreno Fraginals, Cuba/ España. España/ Cuba. Historia común. Barcelona,Crítica, 1995, pp. 157-169.

15 Luis Navarro García, La independencia de Cuba. Madrid, Editorial Mapfre, 1992, pp.21-23.

16 Leví Marrero, Cuba: economía y sociedad. Madrid, Editorial Playor, 1992, t. XV, p. 11.17 Luis Navarro García, La independencia de Cuba. Madrid, Editorial Mapfre, 1992, pp.

26-33.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 85 (Negro/Process Black plancha)

Page 74: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

En 1810 fueron electos dos diputados cubanos a las Cortes constitu-yentes de Cádiz, Andrés de Jáuregui por el Ayuntamiento de la Habana, yJuan Bernardo O’Gavan por el de Santiago de Cuba. La idea de un gobier-no provincial, malograda en 1808, reaparece ahora en las instrucciones queredactan los corresponsales Jáuregui, Francisco de Arango y Parreño y elpadre José Agustín Caballero18. En la Representación del Ayuntamiento a lasCortes de Cádiz, de 1811, redactada por Arango, se solicitaba la igualdadde derechos entre los habitantes de la metrópoli y las colonias, de acuerdocon el jus romanum in integrum y con “la imagen del gobierno británico”,que “se ve copiada, y se ha visto siempre sin inconveniente alguno, en susmás remotas y pequeñas posesiones”19. Según Arango, la parálisis del régi-men colonial era obra de la ausencia de “un gobierno provincial combina-do por la prudencia conforme a las circunstancias”20. La Exposición a lasCortes escrita por el padre Caballero, también en 1811, es más explícitaaún. En ella se “suplica al Congreso Nacional” la constitución de

Una Asamblea de Diputados del Pueblo con el nombre de Cortes Pro-vinciales de la Isla de Cuba, que estén revestidas del poder de dictar lasleyes locales de la provincia en todo lo que no sea prevenido por las leyesuniversales de la Nación, ya sean dictadas nuevamente por el Congresonacional, ya sea por el antiguo establecimiento de la Legislación Españo-la en todo aquello que no sea en ella derogado21.

Y más adelante desarrollaba la noción de soberanía provincial, insis-tiendo en que dichas Cortes, aunque coexistieran con un Consejo Ejecuti-vo provincial, no sólo desempeñarían funciones parlamentarias o legislati-vas, ya que

Constituidas las Cortes Provinciales serían soberanas en el recinto de laIsla y se refundirían en ellas todas las funciones gubernamentales de laIntendencia, de la Junta de la Real Hacienda y Tribunales de Cuentas, las

86

RAFAEL ROJAS

18 Leví Marrero, Cuba: economía y sociedad. Madrid, Editorial Playor, 1992, t. XV, pp.32-38.

19 Luis Navarro García, La independencia de Cuba. Madrid, Editorial Mapfre, 1992,p. 46.

20 Ibid., p. 45.21 Leví Marrero, op. cit., p. 32. Ver también Beatriz Bernal, Cuba: fundamentos de la demo-

cracia. Antología del pensamiento liberal cubano. Madrid, Fundación Liberal José Martí, 1994,pp. 72-76.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 86 (Negro/Process Black plancha)

Page 75: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

de las Juntas de Derechos, las de Maderas, de la Temporalidad y demásgubernativas que hubiese en la Isla. Elegirán su presidente y demásmiembros necesarios para la división y despacho de las tareas y respecto aque las Audiencias tienen el tratamiento de Alteza, debía ser el mismo elde las Cortes Provinciales, en consideración a sus altas y soberanas facul-tades22.

Entonces la Capitanía General estaba dividida en ocho jurisdicciones(la Habana, Santiago de Cuba, Puerto Príncipe, Trinidad, Villaclara, SanJuan de los Remedios, Sancti Spíritus y Matanzas). El proyecto del padreCaballero recomendaba que las Cortes Provinciales estuvieran integradaspor treinta diputados de la Habana, nueve de Santiago de Cuba, seis dePuerto Príncipe y tres de cada una de las restantes jurisdicciones. Esta des-proporción viene a confirmar que para el primer autonomismo cubano lanación es España, la provincia es Cuba y el país es la Habana. Con el trán-sito de la fase provincial a la fase nacional veremos cómo la representacióndel país, aunque sin dejar de estar centrada en la Habana, se distribuyemejor a lo largo y ancho de la isla.

Jáuregui nunca presentó el proyecto autonomista del padre Caballeroen las Cortes y sí desempeñó, en cambio, un papel decisivo en la reproba-ción de la propuesta de abolición gradual de la esclavitud, presentada porel novohispano Miguel Guridi Alcocer23. El regreso de Fernando VII y larestauración del absolutismo en 1814 deshicieron, entonces, aquellacorrespondencia entre la lealtad al Rey ausente y la retrocesión de la sobe-ranía a las provincias. Sin embargo, con el levantamiento de Rafael deRiego en Cabezas de San Juan y el trienio liberal de 1820 a 1823 reapa-rece la demanda autonomista en las Cortes24. Esta vez será el diputadohabanero Félix Varela y Morales quien, a principios de 1823, presentaríacon otros seis diputados un Proyecto de instrucción para el gobierno económico-político de las provincias de Ultramar, que buscaba “ampliar las facultades delas diputaciones provinciales de América, presentándolas como una barre-ra contra la arbitrariedad”25. El padre Varela no sólo concebía dicha refor-ma como un medio de difundir los principios constitucionales de Cádiz enAmérica y propiciar la adopción del modelo autonómico canadiense, sino

87

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

22 Ibid., pp. 32-34.23 Leví Marrero, op. cit., p. 62.24 Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga, op. cit., pp. 431-432.25 Leví Marrero, op. cit., p. 64.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 87 (Negro/Process Black plancha)

Page 76: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

como una medida que tal vez lograra el reingreso de las nuevas repúblicashispanoamericanas al Imperio26.

El segundo momento del autonomismo cubano, que en la historiogra-fía se identifica con las campañas reformistas de mediados del siglo XIX,se inicia justo allí donde empieza la desilusión del padre Varela con la víaautonómica. Históricamente, esta fase podría enmarcarse entre la oposicióncriolla al régimen de facultades omnímodas de Miguel Tacón y la exclu-sión de los diputados cubanos de las Cortes, hacia 1837, y el fracaso de laJunta de Información de Madrid y estallido de la primera guerra separa-tista treinta años después27. Llama la atención que casi todos los reformis-tas criollos de esas décadas, José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero,Domingo del Monte, Francisco de Frías y Jacott..., aunque le reprochabana los gobiernos de Ultramar que trataran a Cuba como colonia y no comoprovincia, imaginaban a Cuba ya no como una provincia, sino como unanacionalidad y, en algunos casos, como una nación28.

Saco fue, tal vez, el primer intelectual que aplicó la noción de naciona-lidad a la sociedad cubana. Es cierto que en los años treinta todavía habla-ba de Cuba como la “patria” y de España como la “nación”. Así, por ejem-plo, en su Carta de un patriota, o sea, clamor de los cubanos, dirigida a lasCortes en 1835, defiende el fin de la trata, la colonización blanca y el esta-blecimiento de una Junta Provincial —reclamo básico del autonomismo—aunque ya habla de Cuba como “un hermoso país, que el solo vale unreino”29. Pero apenas dos años después, en su Paralelo entre la isla de Cubay algunas colonias inglesas, insiste en que, a pesar de sus simpatías por elmodelo colonial británico, “no sería tan criminal que propusiese uncir mipatria al carro de la Gran Bretaña”, ya que los “esfuerzos de todo buencubano deberían dirigirse a darle una existencia propia, independiente, y siposible fuera tan aislada en lo político como lo está en la naturaleza”; ideaesta que está tomada, casi textualmente, de una página de El Habanero deFélix Varela30.

88

RAFAEL ROJAS

26 Luis Navarro García, op. cit., 84-86.27 Raimundo Menocal y Cueto, Origen y desarrollo del pensamiento cubano. La Habana, Edi-

torial Lex, 1947, vol. II, pp. 140-193.28 Manuel Moreno Fraginals, Cuba/ España. España/ Cuba. Historia común. Barcelona,

Crítica, 1995, pp. 190-205.29 José Antonio Saco, Obras. Nueva York, Roe Lockwood e Hijo, 1853, t. I, pp.

98-104.30 Ibid., p. 170.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 88 (Negro/Process Black plancha)

Page 77: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

La idea de nacionalidad aparece con fuerza, en la década siguiente, den-tro de su campaña pública contra el anexionismo. Recordemos, a propósi-to, que esa idea, en lo que atañe a un reformismo patriótico, a medio cami-no entre el sentimiento y el pragmatismo, está presente en casi toda la obrade Saco, previa y posterior al debate con los anexionistas: desde sus escri-tos sobre la vagancia, el juego y los caminos, la defensa de la AcademiaCubana de Literatura y la oposición a la trata esclavista hasta su desempe-ño legislativo como representante en las Cortes españolas, a mediados delos años treinta, y el Paralelo entre la isla de Cuba y algunas colonias inglesas(1837)31. Reproduzcamos, por ejemplo, dos pasajes ilustrativos: uno delya citado Paralelo y otro del valiente ensayo Ideas sobre la incorporación deCuba a los Estados Unidos (1849), con el fin de observar el sentido coyun-tural y flexible que Saco otorgaba a su identidad patriótica:

He aquí cuál sería el blanco —la independencia— a donde debieran diri-girse los esfuerzos de todo buen cubano. Pero si arrastrada por las cir-cunstancias, tuviera que arrojarse en brazos extraños, en ningunos podríacaer con más honor ni con más gloria que en el de la Gran ConfederaciónNorteamericana32.

Debo decir, francamente, que a pesar de que reconozco las ventajas queCuba alcanzaría formando parte de aquellos Estados, me quedaría en elfondo del corazón un sentimiento secreto por la pérdida de la nacionali-dad cubana33.

¿Qué entiende Saco por nacionalidad cubana? Ni más ni menos que esapoblación de 500 000 blancos criollos y españoles, que, “dada la superfi-cie de la isla podría crecer hasta algunos millones de hombres”, los cualesconforman, en sus palabras, una “humanidad blanca, muy superior a lanegra por muchos títulos sociales, y por lo mismo más digna de la vida yel bienestar”34. Ese triple programa reformista de Saco, que combinaba lasupresión de la trata, la autonomía y la inmigración blanca, con el fin deafianzar el biopoder nacional de esta raza, es, en esencia, el mismo quedifundió Francisco de Frías y Jacott, Conde de Pozos Dulces, desde las

89

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

31 José Antonio Saco, Ibid., t. I., pp. 147-169.32 Ibid., p. 170.33 Ibid., t. II, p. 8.34 Ibid., t. I, p. 225; t. II, p. 9.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 89 (Negro/Process Black plancha)

Page 78: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

páginas de El Siglo. En su polémica con Reynals y Rabassa, contenida enlos folletos “La cuestión de Cuba” y “En defensa de Cuba”, se expresa cla-ramente el tránsito de la noción de provincia a la de nacionalidad dentro dela tradición autonomista. Ese tránsito, según el Conde, se verifica cuandolas élites criollas comprenden que “el espíritu del provincialismo no es otracosa que la primera manifestación de una nacionalidad latente”35.

El nacionalismo del Conde de Pozos Dulces, aunque negrófobo comoel de Saco, alcanzó una intensidad retórica hasta entonces desconocida enla cultura cubana. A las preguntas de Reynals: “¿qué páginas ha dado a lahistoria la nacionalidad cubana?... ¿qué artes, qué ciencias, qué sentimien-tos y costumbres propias posee?”, Frías respondió indignado:

Todos aquellos que vosotros no habéis querido o podido darnos o inspi-rarnos, y que nosotros por índole natural, por industria propia y por legí-tima ambición hemos adquirido y atesorado, poniendo a contribución losadelantos de todos los países donde nos llevaron la curiosidad o la expa-triación ¿Os atrevéis a dudarlo, vosotros los de la metrópoli, a quien todoslos viajeros pintan como rezagada de un siglo respecto de su colonia cuba-na? ¿Qué son vuestra agricultura, vuestras vías férreas, vuestros telégra-fos y vuestros vapores comparados con los nuestros? ¿En qué ciencias físi-cas, naturales o morales tenéis vosotros representantes que desluzcan a losnuestros? ¿Tenéis vosotros un poeta que sobrepuje nuestro Heredia,inmortal autor de El Niágara? ¿Escritores más castizos que Del Monte ySaco? ¿Filósofo más profundo y enciclopédico que José de la Luz y Caba-llero? ¿Sacerdote que en ciencias, en caridad y virtudes se pueda compa-rar con el evangélico Varela? Mostradnos, entre vosotros, físicos y natu-ralistas más alcanzados que los Poey, padre e hijo; facultativos másdistinguidos que los Gutiérrez, Jorrín y Díaz; químicos más eminentesque Alvaro Reynoso; jurisperitos de la talla de Anacleto Bermúdez y delciego Escobedo. Y por fin, ¿en cuál de vuestras ciudades, incluso la capi-tal, se levanta hoy una generación tan aplicada, tan estudiosa y tan aptapara todas las carreras y destinos de humana actividad, como la que hoybrilla en el suelo cubano y que tantos timbres de gloria promete a supatria y a la civilización? ¿Osarías poner en parangón vuestras costumbrescorrompidas, vuestra empleomanía, vuestros hábitos de estafa y confu-sión, vuestro mentido liberalismo, con la proverbial pureza, la hospitala-ria generosidad, los sentimientos desinteresados y la innata cultura y libe-

90

RAFAEL ROJAS

35 Francisco Frías y Jacott, Reformismo agrario. La Habana, Publicaciones de la Secretaríade Educación, Dirección de Cultura, 1937, p. 150.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 90 (Negro/Process Black plancha)

Page 79: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

ralismo que distinguen a la raza cubana, y que forman su fisonomía espe-cial entre todas las que proceden del tronco español?36

Aquel cándido patriotismo criollo, a lo Arrate, que exaltaba las virtu-des de los españoles nacidos en Cuba, se ha convertido ya en un patriotis-mo étnico, de la “raza cubana”, que se define en violenta contraposición ala cultura española. De hecho, más que de un patriotismo o nacionalismoétnico, encaminado a la preservación de lo que Foucault llamaría el biopo-der blanco, este discurso está cerca de un nativismo antigachupín, como elque se dio en México durante el Imperio de Iturbide y la primera Repú-blica Federal, y que persuadía a Francisco Frías de la imposibilidad cultu-ral de una absorción de Cuba por los Estados Unidos. Sin embargo, a pesarde su ingenua agresividad, ese patriotismo étnico fue compartido por casitoda la intelectualidad criolla, incluyendo a reformistas como AntonioBachiller y Morales o Raimundo Cabrera, anexionistas como GasparBetancourt Cisneros o Cirilo Villaverde y separatistas como Manuel de laCruz y Manuel Sanguily. No es raro, entonces, que en sus momentos demayor exaltación, el Conde de Pozos Dulces, sin renunciar al autonomis-mo, llegara al mismo punto de los separatistas:

Y cuando todo tiende a caracterizarnos y a distinguirnos, cuando no hayuna sola fibra de nuestra constitución que no proteste contra la depen-dencia de España cuando no sólo la geografía sino todos los sentimientosdel alma cubana claman a gritos por la separación, nos habláis todavía decomún nacionalidad, idéntica historia y recuerdos solidarios... Cuandosuene en el reloj del tiempo la hora de vida para una nueva nacionalidadde nada sirven argumentos retrospectivos ni apelaciones a vínculos muysagrados si se hubieran sabido respetar... Esa nacionalidad de Cuba, queresume todos sus agravios y todas sus esperanzas, es ya un hecho quepodrá anonadarse por la fuerza, si Dios lo permite, pero que no se trans-forma ni modifica a impulsos de concesiones y de reformas que ya son tar-días. La nacionalidad española en Cuba murió a manos de los legislado-res de 1837. La nacionalidad cubana nacida en esa noche de demencia yde crimen, sólo aguarda, para proclamar su sucesión ante el mundo, quese lleven el cadáver de la madre todavía velado por un ejército de treintamil bayonetas37.

91

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

36 Ibid., pp. 158-159.37 Ibid., pp. 160-162.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 91 (Negro/Process Black plancha)

Page 80: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

No es por su evidente aproximación a la idea separatista que un parti-dario de la autonomía como el Conde de Pozos Dulces llega a levantarsemejante monumento retórico al nacionalismo; es, sencillamente, porquela voluntad de construir una nación moderna también actuaba en la cultu-ra política autonomista. El status de la soberanía insular era, a todas luces,secundario para aquellos reformistas, convencidos, como estaban, de que laisla poseía, a mediados del siglo XIX, una identidad nacional distintivaque evolucionaría lentamente hacia el modelo político más adecuado a sustradiciones y costumbres. Al igual que Tocqueville, Stuart Mill y casitodos los liberales de la época, Saco y el Conde de Pozos Dulces creían quelas formas de gobierno eran electivas y que lo determinante, para una socie-dad, era el contenido moderno de sus valores, sus instituciones, sus cos-tumbres y sus prácticas políticas.

¿Una vía autonomista hacia la República?

La última oportunidad política del autonomismo cubano, en su fase nacio-nal, fue la Junta de Información de Madrid. Después de su fracaso en 1867y el estallido de la insurrección de Yara, al año siguiente, algunos delega-dos cubanos, como Nicolás Azcárate, José Silverio Jorrín, José AntonioEcheverría y el propio conde de Pozos Dulces permanecieron fuera deCuba, en un exilio cercano al de muchos separatistas y anexionistas. Eseexilio fue, en buena medida, la escuela política de una nueva generación deautonomistas que se formaría en Madrid y Barcelona en un ambiente cul-tural dominado por la difusión de la filosofía neokantiana y el espiritualis-mo nacionalista francés de Taine y Renan, activado por la guerra franco-prusiana de 1871. Rafael Montoro, Eliseo Giberga, José del Perojo yMiguel Figueroa, líderes intelectuales del autonomismo, vivieron de cercala crisis política española que, tras el fracaso de la primera República y laagonía del cantonalismo, vino a confirmar la tradición liberal del monar-quismo parlamentario, expresada en la Constitución de 1876, cuya legis-lación colonial favorecería, en el corto plazo, la pacificación de la guerra deCuba38.

La fundación del Partido Liberal Autonomista, en 1878, fue una de lasconsecuencias inmediatas de la modernización política que produjo el

92

RAFAEL ROJAS

38 Miguel Martínez Cuadrado, Restauración y crisis de la monarquía. (1874-1931).Madrid, Alianza Editorial, 1991, pp. 9-40.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 92 (Negro/Process Black plancha)

Page 81: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Pacto del Zanjón y cuya efecto dilatador, en la esfera pública, ha sido tanbien estudiado por Alain Basail Rodríguez39. En dicha organización seunieron los jóvenes intelectuales formados en España con otros que per-manecieron en Cuba, como Ricardo del Monte y Antonio Govín, y conalgunos separatistas que, como Antonio Zambrana, José María Gálvez yRaimundo Cabrera, no vieron mucha diferencia entre un enfrentamientoarmado con el régimen colonial y la oposición legal al gobierno español enla isla. Durante veinte años el Partido Liberal Autonomista trabajó por laformación, en Cuba, de una Asamblea Provincial en tanto órgano repre-sentativo de la ciudadanía insular, que verificara la descentralización admi-nistrativa y fiscal que propugnaba la Constitución de 1876. Durante losaños 80, la política autonomista logró muy poco de la regencia de MaríaCristina, abrumada, primero, por los vaivenes de liberales y conservadoresque culminaron en el Pacto del Pardo y, luego, por el establecimiento deuna alternancia en el poder, favorable a Práxedes Mateo Sagasta, cuyo libe-ralismo, paradójicamente, se avenía muy mal con la propuesta autonómi-ca40. En los 90, en cambio, la opción autonomista ganó terreno en la esfe-ra política española, tanto bajo Cánovas como bajo Sagasta, cuyo Ministrode Ultramar, Antonio Maura Montaner, había intentado promoverla en1894, aunque sólo llegó a materializarse en el otoño de 1897, tras lamuerte de Cánovas41.

A pesar de la evidente asimetría entre la cultura política española y lacubana, el Partido Liberal Autonomista de la isla intentó siempre enmar-carse dentro del perfil del liberalismo peninsular. Así, por ejemplo, RafaelMontoro definía la solución autonomista como una alternativa consustan-cial al principio descentralizador que propugnaban los liberales y afirmabaque la autonomía era un

Régimen que nadie puede desconocer sin negar la evidencia, ya que daforma a la descentralización administrativa y económica, encomendando

93

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

39 Alain Basail Rodríguez, El lápiz rojo. Prensa, censura e identidad cubana (1878-1895),La Habana, Centro de Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2003, pp. 27-62y 147-230; Alain Basail Rodríguez, “Imagen y nación: narrativas de la identidad en laprensa (Cuba, 1878-1895)”, en María del Pilar Díaz Castañón, comp., Perfiles de la nación,La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2004, pp. 77-122.

40 Miguel Martínez Cuadrado, Restauración y crisis de la monarquía española. (1874-1931). Madrid, Alianza Editorial, 1991, pp. 55-61.

41 Ibid., p. 70.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 93 (Negro/Process Black plancha)

Page 82: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

a instituciones propias el gobierno y dirección de los intereses comunes alas seis provincias cubanas, y que permite que el país tenga intervencióndirecta y eficaz en lo que a sus asuntos atañe; y ofrece condiciones deorden, de acierto y de responsabilidad directa y efectiva, sin que sufran enlo más mínimo las instituciones fundamentales del Estado ni la soberaníade la Nación, bases de la unidad de la patria42.

Es interesante hacer notar que cuando Montoro describe la isla comoun espacio compuesto por “seis provincias”, con sus respectivas alcaldías,gobiernos y legislaturas provinciales, trasciende automáticamente la repre-sentación de Cuba en tanto provincia autónoma, al estilo de Arango oCaballero, y se coloca dentro de una plena representación nacional, similara la de Saco o el Conde de Pozos Dulces. Sin embargo, al insistir en el apa-rato administrativo insular como un gobierno al interior de un Estado o,más claro aún, como un Estado dentro de una Nación, su perspectiva auto-nomista alcanza ya una nueva dimensión, hasta entonces desconocida: ladimensión estatal. En el texto Nuestra Doctrina, programa que el PartidoLiberal Autonomista presentó en 1881, a pesar de la retórica autocontro-lada que se evidencia, emerge esa singular visión de Cuba como una naciónestatal dentro de la Madre Patria:

Entre Cuba y España, entre la Nación y la Isla de Cuba hay diferenciasgeográficas, de clima, latitud, de población y de economía. Si a todo estoañadimos la diferencia de instituciones, leyes, reglamentos administrati-vos, de todo lo que constituye la vida de relación, no podrá menos de reco-nocerse que el carácter local, y con éste un modo de ser distinto, propio,esencial e irreductible, existen en la colonia respecto de la metrópoli; y tie-nen que reflejarse en los programas de sus partidos, en la orientación detodas sus actividades. Son, pues, dos estados del espíritu, dos maneras depensar y sentir. Se trata, entonces, de combinar la centralización políticade la nación española con la descentralización económica y administrativade sus provincias. Y alcanzar, así, en la isla de Cuba un régimen autonó-mico; esto es, un estado cubano dentro de la nación española43.

La diferencia más visible entre el programa de El Triunfo y El País,órganos del autonomismo ya en su fase estatal, y su predecesor El Siglo,

94

RAFAEL ROJAS

42 Rafael Montoro, Ideario Autonomista. La Habana, Secretaría de Educación, 1938,p. 51.

43 Ibid., p. 58.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 94 (Negro/Process Black plancha)

Page 83: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

órgano del autonomismo en la fase nacional, es, precisamente, este énfasisen la construcción de un Estado insular. Miguel Figueroa, Eliseo Gibergay el propio Montoro, durante los periodos en que representaron a Cubacomo diputados en las Cortes de Madrid, dejaron muy claro que una de lasprioridades del Partido Liberal Autonomista era disponer en la isla de unsistema presupuestal de ingresos y egresos, acorde con las necesidades delpaís. Y esta interpretación plenamente moderna de las funciones de unEstado y, sobre todo, de una Legislatura —la tan deseada Diputación Pro-vincial—, a pesar de lo que ha establecido la historiografía nacionalistacubana, no estaba reñida, para ellos, con la abolición de la esclavitud. Nodebería olvidarse que Figueroa presentó en las Cortes un proyecto de leypara la supresión de esa oprobiosa institución en Cuba y Puerto Rico y quecasi todos los miembros del Partido Liberal Autonomista aplaudieron, en1886, la abolición definitiva del trabajo esclavo en las colonias españo-las44.

Para los últimos autonomistas, el Estado, y no la Nación, era lo prio-ritario. En cierto modo, ellos invertían la fórmula de Saco y el Conde dePozos Dulces: Cuba era el Estado y España la Nación. Tal vez, esta muta-ción política explique el hecho de que, a pesar de seguir adscritos al libe-ralismo monárquico español, estos autonomistas hayan contribuido a sen-tar las bases culturales del orden republicano en la isla. Fue RafaelMontoro, el principal ideólogo del autonomismo, quien escribió los Prin-cipios de moral e instrucción cívica, un manual que, con prólogo de EnriqueJosé Varona, fue leído y recitado de memoria por cientos de miles de niñosy jóvenes cubanos a partir de 1902. Todavía, en 1937, en medio de la cri-sis postrevolucionaria que daría paso a la gestación de una segunda Repú-blica, aquel manual de Instrucción Moral y Cívica de Montoro fue nueva-mente adaptado a la enseñanza general de la isla45. Difícilmente podríaencontrarse otro aporte más sustancial del legado autonomista a la forma-ción, débil y accidentada, de un nacionalismo republicano en Cuba.

Pero este patriotismo republicano es legible, en ciernes, desde antes: enla propia obra de Montoro, Giberga, Cabrera y otros letrados autonomistasa fines del siglo XIX. La estela de aquella defensa instintiva de las élites

95

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

44 Ver Eliseo Giberga, El problema colonial contemporáneo. Madrid, Estudio Tipográfico deA. Avrial, 1895, y Miguel Figueroa, El presupuesto de Cuba de 1886-1887. Madrid,Imprenta de los Hijos de J. A. García, 1886.

45 Rafael Montoro, Instrucción Moral y Cívica arreglada para las escuelas de Cuba. La Haba-na: Cultural S. A., 1937.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 95 (Negro/Process Black plancha)

Page 84: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

criollas, que proviene de Arrate, Arango, Saco y el Conde de Pozos Dulces,se percibe, ya ponderada y resuelta, en textos biográficos de tendenciareformista, autonomista o separatista como Biografía del Sr. D. José de laLuz y Caballero (1862) o Galería de hombres útiles (1865) de Antonio Bachi-ller y Morales, Cuba y sus jueces (1887) de Raimundo Cabrera, Cromitoscubanos (1892) de Manuel de la Cruz y múltiples discursos y ensayos deMontoro y Giberga. En sus discursos de los años setenta y ochenta, Mon-toro, por ejemplo, se enfrentaba, prioritariamente, al conservadurismo delpartido integrista Unión Constitucional, defendiendo las libertades públi-cas modernas —de prensa, de asociación, de culto— como base del self-government o “gobierno del país por el país”. Un régimen de derechos, comoel establecido por el Pacto del Zanjón, gradualmente profundizado, pro-duciría la modernización cívica que necesitaba la isla:

La libertad concluirá la obra. Las virtudes austeras que con ella se des-arrollan, los cívicos deberes que impone, la enérgica y poderosa educaciónsocial que la acompañan, realizarán, aquí, como en todas partes, unamaravillosa redención46.

Aunque inscrito en el horizonte del liberalismo monárquico peninsu-lar, Montoro se acercaba a la tradición republicana del buen gobiernorepresentativo desde múltiples referencias. En un temprano discurso de1878, por ejemplo, defendía la III República en Francia, contraponiendola figura despótica de Napoleón III al liderazgo tribunicio de Louis Adol-phe Thiers47. Pero así como celebraba la caída del Segundo Imperio enFrancia, Montoro seguía con atención la vida parlamentaria británica, laselecciones presidenciales y legislativas en Estados Unidos y los debatespúblicos en las sociedades modernas de Occidente. Sobre el derecho de aso-ciación en Gran Bretaña decía que se trataba de un “espectáculo grandiosoy conmovedor”, en el que las “libertades necesarias… forman la opinión,detienen o impulsan a los gobiernos y a veces los derriban, sin apartarsejamás de la legalidad”48. Las preferencias políticas de Montoro estaban enGran Bretaña, así como las filosóficas en Alemania y las literarias en Fran-cia, pero su interés por la vida pública norteamericana fue siempre cons-

96

RAFAEL ROJAS

46 Rafael Montoro, Obras. Discursos políticos y parlamentarios, La Habana, Cultural S.A.,1930, t. I., p. 8.

47 Ibid., p. 15.48 Ibid., p. 18.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 96 (Negro/Process Black plancha)

Page 85: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

tante. Así, por ejemplo, celebraba el hecho de que la opinión pública deNueva York abriera espacios a escritores anarquistas y radicales, aunquecon la “exageración censurable de ese precioso derecho, labren su propiodescrédito con absurdas declamaciones”49.

Esta defensa de las libertades públicas, en Montoro y otros autonomis-tas, era inseparable del patriotismo. En muchos discursos de los 80, Mon-toro reiteraba la afirmación de que en Cuba la política poseía una “natura-leza local”, debido a la singular composición étnica y social de la isla dentrodel imperio español. El arte regio, el buen gobierno republicano, a su jui-cio, consistía en “mostrar cómo se conciertan los elementos propios y defi-nidos” de esa política, cómo se “combinan armónicamente, bajo el ideal delibertad y el más alto concepto de democracia”50. ¿No escribía José Martífrases parecidas por esos mismos años? Montoro definía la gestión públicacomo una actividad intelectual basada en el estudio de “las condiciones denuestro país, así en lo social como en lo político y en lo económico”51. Sinembargo, la posición de Montoro en cuanto a la abolición de la esclavituddelataba resabios oligárquicos, ausentes en el separatismo martiano. Aunqueno se oponía al fin de aquella institución infame, Montoro insistía con luci-dez en que “la cuestión social no quedaba resuelta por el mero hecho deemancipar a los esclavos” y acto seguido no ocultaba su miedo racial y cla-sista a la ampliación del mercado de trabajo que provocaría la abolición52.

No sólo en el entendimiento de la política como relación de elementosnaturales de un país Montoro coincidía con Martí, también los unía aambos el rechazo del discurso eugenésico y darwinista del positivismo fran-cés y británico. Cuando Montoro trataba de explicarse el fracaso de la repú-blica en España y el creciente despotismo militar de los gobiernos latinoa-mericanos no utilizaba los argumentos raciales o civilizatorios al uso, sinoque prefería un enfoque arqueológico en el que se ponderaba el papel de lastradiciones institucionales y jurídicas y las deficiencias de la pedagogíacívica. Aunque refiriéndose más a España que a Cuba, la idea de la naciónde Montoro, como la de Martí, era plenamente republicana, ya que se basa-ba no en el “espíritu” o el “alma” de la comunidad sino en sus “derechosindividuales”, su “libertad de pensar”, el “self-government” y el “sufragio

97

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

49 Ibid. p. 19.50 Ibid., pp. 28-29.51 Ibid., pp. 31-32.52 Ibid., p. 35.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 97 (Negro/Process Black plancha)

Page 86: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

universal”53. La idea nacional de Montoro recogía las mejores herencias delpensamiento político moderno, desde las revoluciones francesa y nortea-mericana de fines del siglo XVIII hasta las repúblicas democráticas ymonarquías parlamentarias de fines del XIX, y desembocaba en una defi-nición plena de una nueva comunidad de ciudadanos libres. Como un Sie-yés del Caribe, Montoro decía:

La realidad nacional no puede confundirse con ningún interés personal opasajero, porque la nación es impersonal y eterna. No puede consistir enprivilegios y en explotaciones, porque la nación es madre común de todossus hijos54.

Montoro resolvió, pues, el problema del “espíritu nacional” a la maneradel republicanismo clásico, es decir, por medio de la identidad jurídica deuna ciudadanía, y no como los románticos, codificando moralmente el “almade la nación”. El hecho de que esa solución remitiera el concepto de lo “nacio-nal” a la península no cambia mucho las cosas, ya que la política autonomis-ta que él defendía se basaba en el rechazo a una “incompatibilidad irreducti-ble entre los intereses legítimos de Cuba y la realidad nacional” y a que la islano fuese regida de acuerdo con el mismo régimen representativo que avanza-ba en la Metrópoli. En su participación en la conferencia “El problema colo-nial contemporáneo”, en el Ateneo de Madrid, en el invierno de 1894, Mon-toro, convencido ya de que la guerra sería inevitable, desglosaba el programaautonomista ante un insensible auditorio peninsular:

Queremos, en una palabra, que la esencia de la nacionalidad, es decir, loque propiamente constituye la ciudadanía sea igual en Europa y en Amé-rica… Autonomía en toda su pureza: constitución de un cuerpo o asam-blea insular, representación directa del pueblo de la isla, con facultadespara deliberar y resolver sobre todas las materias de interés local, sininfracción ni desconocimiento de los derechos de la soberanía nacionalmetropolitana55.

Otro líder intelectual autonomista, Eliseo Giberga, también participóen aquella conferencia sobre el problema colonial en el Ateneo de Madrid.

98

RAFAEL ROJAS

53 Ibid., p. 58.54 Ibid., p. 83.55 Ibid., p. 431.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 98 (Negro/Process Black plancha)

Page 87: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

Pero Giberga, aunque compartía con Montoro la crítica al positivismo y laplataforma del Partido Liberal Autonomista, otorgaba a sus discursos yescritos políticos un patriotismo, por momentos, exaltado y eugenésico. Ensu nacionalismo intelectual, Giberga llegaba a hablar de una “civilizacióncubana”. A su juicio, quienes negaban la existencia de algo así se “empe-ñaban en cerrar a la realidad los ojos para no ver allá, en medio de Améri-ca, lejos, muy lejos de Europa, y a un paso de la gran República sajona unpueblo de nuestra raza”56. La condición fronteriza de Cuba, en tanto nacio-nalidad hispana y católica, vecina de Estados Unidos, aparecía aquí bajouna perspectiva providencial. Giberga, como ese Martí al que alguna vezdedicaría frases poco amables, no sólo pensaba “sociológicamente” queCuba era un “pueblo con caracteres propios y distintos, con peculiares con-diciones, con particular historia y particulares costumbres”, sino que lle-gaba a fanfarronear sobre la inteligencia de los cubanos:

La cultura en Cuba está más extendida que en muchas naciones europeas;y por esto pudo, con justicia, decir un general que había recorrido la isladesde la punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio, que en Cuba habíaencontrado muchas clases de gentes, blancos y negros, ricos y pobres,doctos e ignorantes, pero no había encontrado a ningún cubano bobo57.

Este patriotismo providencial, desprendido de una combinación delapego a lo hispánico y la admiración a los Estados Unidos, aparece desdemuy temprano en Giberga. Ya en su célebre discurso “El pesimismo en lapolítica cubana” (1887), en el Círculo Autonomista, se refería a lo anó-malo de ese espíritu de frustración en una “raza” tan vital como la españo-la del Caribe. El pesimismo del que hablaba Giberga no era “filosófico” ycarecía de “pretensiones doctrinales”: era “espontáneo e indeliberado”, yaque partía del rechazo práctico a la “indecisión de la vida política”, a laparálisis de las reformas insinuadas en el Pacto del Zanjón y a la persisten-cia de Madrid y la Capitanía General en un régimen colonial y autoritario.“¿Qué raza existe menos propensa al pesimismo que la nuestra?” —se pre-guntaba—. “Españoles somos y raza como la española, que no ha caído enlos delirios del budismo, ha encontrado en su carácter fuerzas para amar lavida y gozar de ella, no obstante el predominio que sobre ella ejerció una

99

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

56 Eliseo Giberga, Obras. Discursos políticos, La Habana, Imprenta y Papelería de Rambla,Bouza y Cía, 1930, t. I., p. 181.

57 Eliseo Giberga, Ibid., p. 198.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 99 (Negro/Process Black plancha)

Page 88: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

religión austera y sombría, toda lágrimas y espanto”58. La incertidumbrealudida por Giberga era vital, pragmática y se movía entre los dos polosque acotaron las posibilidades del autonomismo entre 1878 y 1895, esdecir, hasta la consolidación del separatismo martiano: el status quo colo-nial y la anexión a los Estados Unidos. Para este Giberga de 1887, elmayor peligro de aquel pesimismo era, justamente, el anexionismo: la bús-queda del “remedio a nuestros males fuera de la raza”59.

Giberga distinguía patrióticamente entre el anexionismo de los criollosy el anexionismo de los peninsulares. Estos últimos, a su entender, “pensa-ban que la anexión no envolvería la pérdida de la patria, que quedaría incó-lume e independiente, allende al Océano”. Pero para los primeros, la anexiónno sólo implicaba la “perdida de la patria” sino el desalojo en su propia tie-rra. “Si Cuba se anexa —agregaba— numerosísima población de otra gentey otra raza llenaría y cubriría nuestro suelo”. La anexión, según Giberga, erael principal enemigo al que debía enfrentarse el autonomismo en las últimasdécadas del siglo XIX. De producirse la incorporación de Cuba a EstadosUnidos, los cubanos “quedarían convertidos en extranjeros en su propiosuelo”60. El anexionismo era entendido aquí como una amenaza civilizatoria,que desplazaría al criollo de la tierra, en un enfoque que se volverá predomi-nante en el pensamiento antilatifundista y anticaribeño de un Ramiro Gue-rra o un Alberto Lamar Schweyer durante la República. El miedo a la pérdi-da de la tierra motivaba, pues, un patriotismo telúrico, que sustentaba nosólo la política separatista sino, también, la autonomista. Giberga, quien confrecuencia no ocultaba su rechazo a ciertos aspectos del catolicismo, hablabadel amor a la patria como la “religión más cara al espíritu, cuyo templo es latierra en que nacemos y en cuyo culto nos inician la sangre que heredamos ylas palabras que aprendemos en la cuna”61. Tierra, sangre, herencia, los moti-vos primordiales del patriotismo cubano, aparecían desde entonces ligados aun culto providencial al “espíritu de la isla”, que en Giberga tomaba distan-cia del republicanismo neoclásico de Montoro y se aproximaba a las formu-laciones románticas de la nacionalidad.

En nuestro tiempo, y gracias a las tendencias cosmopolitas que ha produ-cido el progreso, no tiene la patria el sentido exclusivista e intolerante que

100

RAFAEL ROJAS

58 Ibid., pp. 88.59 Ibid., pp. 89-94.60 Ibid., pp. 95-98.61 Ibid., pp. 94-95.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 100 (Negro/Process Black plancha)

Page 89: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

tuvo. Pero aún hoy no es ni será nunca la patria, únicamente, el territorioen que se nace: aún es y siempre será aquella entidad, tan real como que esreal, aunque invisible e impalpable: la atmósfera en que entra el territorioy dentro del cual se fija y dilata. Pero también algo más que el territorio:recuerdos, aspiraciones, sueños, modo común de ser y sentir, fraternidaden el afecto de los ciudadanos, comunidad de carácter, de sentimientos,ideas, aficiones, costumbres e instituciones propias e ingénitas62.

El pensamiento político de Giberga operaba una simbiosis entre roman-ticismo y realismo, entre Renan y Bismarck. La patria era, para este y otroslíderes autonomistas, una comunidad de sentimientos e intereses, de iden-tidad y propósito. De ahí que la geopolítica jugara un papel tan determi-nante en su definición de la nacionalidad: el “territorio”, la isla de Cuba, seinsertaba en una “atmósfera”, España y su civilización, que lo resguardabany compensaban, culturalmente, en una región caribeña cada vez más subor-dinada a la hegemonía de Estados Unidos. Esta conciencia geopolítica que,antes de 1898, llevó a Giberga, Montoro y muchos otros líderes de las éli-tes criollas a desplegar resistencias contra el anexionismo, los llevaría, des-pués de aquel año, a valorar positivamente las ventajas de una dependenciadel poderoso vecino. Debajo del antianexionismo colonial y del plattismorepublicano de muchos autonomistas actuaba la misma certidumbre: Cuba,una isla que carecía de tradiciones parlamentrarias y que apenas nacía comoEstado, era incapaz de producir, por sí sola, una soberanía nacional. Para lle-gar a la independencia plena, que ellos deseaban tanto como los separatistasmás resueltos, era preciso experimentar una modernización dependiente.

La reparación historiográfica

Varios historiadores españoles como Antonio Elorza, Luis Miguel GarcíaMora, Antonio F. Franco Pérez, Inés Roldán de Montaud, Antonio Santa-maría, Consuelo Naranjo Orovio, José A. Piqueras y, sobre todo, MartaBizcarrondo, han reconstruido el fenómeno de aquel “patriotismo sinpatria”, de que hablara Saco, desde los orígenes del proyecto autonomistaen la fase “provincial” del liberalismo cubano del siglo XIX63. Los inten-

101

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

62 Ibid., 95.63 Luis Miguel García Mora, “La fuerza de la palabra. El autonomismo en Cuba en el

último tercio del siglo XIX”, Revista de Indias, Vol. LXI, Núm. 223, Madrid, CSIC, 2001,pp. 715-748; Antonio F. Franco Pérez, “Vae Victis! O la biografía política del autono-

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 101 (Negro/Process Black plancha)

Page 90: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

tos juntistas de José Agustín Caballero, Félix Varela y Francisco de Aran-go y Parreño en los breves lapsos del liberalismo español (1808-1814 y1820-1823), las campañas, a doble fuego, de Saco contra las “facultadesomnímodas” de la Capitanía General y contra el anexionismo del Círculode la Habana y la emigración cubana en Estados Unidos, el último esfuer-zo de la Junta de Información de Madrid entre 1865 y 1867 y el proseli-tismo reformista contra la guerra son vistos, por esta historiografía, comoantecedentes de la fase propiamente “nacional” del autonomismo cubano,la cual arranca con la fundación del Partido Liberal Autonomista en 1878.

Esta historiografía crítica del nacionalismo y de la burda partidizacióndel pasado, como es sabido, se enfrenta a viejos prejuicios contra el auto-nomismo, que no surgen con la Revolución de 1959, como casi siempre sepiensa, aunque, a partir de ese momento, ciertamente, se intensifican. Yadesde fines del siglo XIX, los ataques al autonomismo por parte de sepa-ratistas, anexionistas e integristas pasaban de la mera disputa entre opcio-nes legítimas y llegaban a cuestionar la “cubanidad” de sus principales artí-fices. Manuel Sanguily, por ejemplo, reaccionó contra algunas de lassemblanzas contenidas en los Cromitos cubanos (1892), de Manuel de laCruz, porque en ese volumen se juzgaba la mayor o menor calidad de laobra literaria o filosófica de algunos contemporáneos de ambos a partir desus simpatías políticas. En un momento de su crítica, decía Sanguily:

En esta sociedad irreflexiva y educada en la hipocresía o el disimulo, esmucho más fácil merecer el beneplácito privado y escondido, por mante-ner el separatismo, que el respeto y la estimación sinceras por defender,en armonía con la propia conciencia, soluciones menos radicales64.

Y más adelante, a propósito de Montoro y Rafael María Merchán, agre-gaba:

Afirmar, por tanto, que Montoro es autonomista y autonomista de lo quellaman “la derecha”, porque es hegeliano no me parece ni fundado ni

102

RAFAEL ROJAS

mismo cubano (1878-1898)”, Historia Constitucional, Núm. 3, junio de 2002, Universi-dad de Oviedo, pp. 1-24; Marta Bizcarrondo y Antonio Elorza, Cuba-España. El dilemaautonomista. 1878-1898, Madrid Colibrí, 2001. Ver también Rafael Tarragó, Experienciaspolíticas de los cubanos en la Cuba española. 1512-1898, Barcelona, Puvill Libros, 1999.

64 Manuel de la Cruz, Obras. Cromitos cubanos. Madrid: Editorial Saturnino Calleja S. A.,1926, t. V., p. 8.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 102 (Negro/Process Black plancha)

Page 91: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

serio. Como tampoco el decir de Rafael María Merchán, que actualmen-te aprueba y aplaude ese esfuerzo pacífico de las reformas en Cuba, por-que es un erudito y está ausente, a muchas leguas de distancia65.

La nueva visión sobre el Pacto del Zanjón, que aportan estas obras, seinscribe en el corpus de un revisionismo historiográfico que informa sobrelas posibilidades de organización política que se abrieron para las élitescriollas tras el fin de la Guerra de los Diez Años. Justo en ese año, 1878,se inicia el periodo de ascenso del autonomismo cubano, que llegará a supunto culminante en 1894, con la posibilidad de las reformas del Minis-tro de Ultramar, Antonio Maura. En menos de diez años los autonomistascrearon una importante red de simpatizantes y miembros del partido a lolargo y ancho de la isla, además de sostener una constante y eficaz presiónreformista sobre las autoridades coloniales de la Habana y sobre el gobier-no metropolitano de Madrid. A pesar de sus recurrentes fracasos es indu-dable que aquellos criollos estrenaron, en Cuba, algunas prácticas de lapolítica moderna.

En buena medida, el prestigio alcanzado por los autonomistas a finesde los ochenta se debió al poderoso capital intelectual que acumuló aquelpartido. Entre 1878 y 1895, fueron miembros de la Junta Central algu-nos de los hombres más cultos del siglo XIX cubano, como Enrique JoséVarona, Raimundo Cabrera, José Antonio Cortina, Ricardo del Monte,Rafael Montoro, Eliseo Giberga o Antonio Zambrana. Todos ellos, profe-sionales de la palabra: oradores, escritores y publicistas. Ese elenco fue res-ponsable de las grandes empresas editoriales del autonomismo cubano: losperiódicos El Triunfo y El País, el semanario La lucha, la Revista de Cuba yla Revista Cubana. Elorza y Bizcarrondo, por ejemplo, dedican al tema elinteligente, aunque demasiado breve, acápite “La nación cultural”66. Siguefaltando, pues, una historia detallada del aporte intelectual del autonomis-mo a la cultura cubana moderna.

La investigación de Bizcarrondo y Elorza, a partir de la clásica compi-lación documental de Luis Estévez y Romero, se afina en el último tramodel libro, el más difícil y entreverado, puesto que corresponde al declive yfragmentación del movimiento67. Los historiadores españoles recrean el

103

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

65 Ibid., p. 11.66 Marta Bizcarrondo y Antonio Elorza, op. cit., pp. 257-273.67 Luis Estévez y Romero, Desde el Zanjón hasta Baire, Miami, Editorial Cubana, 2000,

pp. 503-550.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 103 (Negro/Process Black plancha)

Page 92: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

entusiasmo con que los autonomistas cubanos recibieron el proyecto de Leypara el Gobierno y Administración de las islas de Cuba y Puerto Rico,anunciado por el Ministro de Ultramar, Antonio Maura, en junio de 1893.La reforma institucional de mayor importancia que se contemplaba era elestablecimiento de una Diputación Provincial que compensara la extremaautoridad ejecutiva del Gobernador de la Isla. Sin embargo, la feroz oposi-ción de los integristas habaneros y peninsulares abortó aquel proyecto dela administración Sagasta. Dos años después, a inicios de 1895, una nuevaLey, la Abarzuza, intentó retomar el hilo de la reforma, pero ya era muytarde: en febrero de ese año estallaba la revolución en la isla.

Una vez más, contra la gran corriente de la historiografía nacionalistay marxista, Elorza y Bizcarrondo demuestran que las fronteras entre elautonomismo y separatismo, durante la guerra del 95, fueron muy per-meables. Recuerdan que el grito de Jesús Rabí en Baire, el 24 de febrero,fue un ¡Viva la Autonomía! y que, al igual que algunos autonomistas delos ochenta, como José María Gálvez y Miguel Figueroa, habían sido sepa-ratistas en los sesenta, muchos partidarios del autonomismo, sobre todo enlas provincias orientales, se sumaron en 1895 a la causa de la independen-cia: José Miró Argenter, Manuel Estrada Castillo, Benjamin Tamayo, JoséFernández de Castro y hasta el hacendado azucarero Emilio Terry, quiendonó a la Revolución 25 000 dólares. También algunos intelectuales de laalta jerarquía del Partido Liberal, como Enrique José Varona, Manuel San-guily y Nicolás Heredia, emigraron a Nueva York, donde editarían, juntocon Raimundo Cabrera, la publicación separatista Cuba y América, y el pri-mero de ellos llegaría a reemplazar a José Martí en la dirección del perió-dico Patria.

La cúpula de la Junta Central (Gálvez, Montoro, Giberga...) se mantu-vo fiel a la idea autonómica hasta el final68. Sin embargo, Bizcarrondo yElorza tienen mucho cuidado en distinguir las posiciones de Montoro yGiberga frente a la insurrección, ya que el primero apoyó la política deCánovas de pelear “hasta el último hombre y la última peseta” —seguidasin piedad por Weyler—, mientras que el segundo se refugió en Niza y,aunque siempre pensó que “Cuba no estaba madura para la independen-cia”, tampoco brindó plenamente “su apoyo al Gobierno enfrente de laRevolución”. En sus Apuntes sobre la cuestión de Cuba (1897), Gibergadenunció la parálisis del gobierno de Cánovas y, aunque cuestionó a los

104

RAFAEL ROJAS

68 Ibid., 298-367.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 104 (Negro/Process Black plancha)

Page 93: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

separatistas con argumentos de clase, habló de una “insurrección formida-ble” y no ocultó su desaliento ante la falta de iniciativas de Madrid69. Losdos líderes emblemáticos del autonomismo, Montoro y Giberga, se reen-contrarán a fines de 1897 en la Habana, donde recibirán la ansiada “Cons-titución autonómica para las islas de Cuba y Puerto Rico” que, al borde deuna guerra con Estados Unidos, les concedía el nuevo gobierno de Sagasta.Otra vez, para aquellos pertinaces reformistas, la Ley llegaba demasiadotarde y la Historia demasiado temprano.

Elorza y Bizcarrondo captan la verdadera dimensión del drama de losautonomistas: después de veinte años de lucha pacífica y legal, una revo-lución rebasaba el orden político que ellos habían contemplado. Con laindependencia, Cuba alcanzaba un status de la soberanía más liberal yrepublicano que el régimen autonómico. A partir de ahí, dicen estos his-toriadores españoles, “toda continuidad en sentido estricto de la vocaciónconstructiva del autonomismo resultaba imposible”. Estoy plenamente deacuerdo con esta conclusión, pero no con la que sigue: “la única supervi-vencia —del autonomismo— podía venir de una adaptación a las cir-cunstancias con una orientación fuertemente conservadora”70. Sin duda,el tema escapa al contenido del libro El dilema autonomista y se interna enla historia política republicana. Valdría la pena, sin embargo, proponeralgunas interrogaciones.

¿Por qué la única reinserción posible de los autonomistas en la vidapolítica postcolonial debía ser “conservadora”? ¿Acaso, porque el status desoberanía insular que ellos propugnaban era más atrasado? No lo creo, yaque, al margen de aquel diseño semicolonial de autogobierno, todos losautonomistas compartían las mismas ideas liberales, republicanas y demo-cráticas de los separatistas y anexionistas. Difícilmente pueden catalogarselas carreras públicas de Montoro, Zayas, Dolz, Fernández de Castro, Terry,Zaldo o Giberga, después de 1902, como “conservadoras”. El equívoco dela frase proviene, a mi juicio, de una errada definición de “liberalismo” y“conservadurismo”, que no parte del contenido de esas tradiciones doctri-nales en Occidente, sino del tipo de soberanía nacional que los actores polí-ticos defendieron en un momento dado. Según este equívoco al uso, unpartidario de la Enmienda Platt es un “conservador” y un nacionalista anti-

105

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

69 Eliseo Giberga, Apuntes sobre la cuestión de Cuba por un autonomista, Miami, EditorialCubana, 2006, pp. 1-14 y 91-128.

70 Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo, op. cit., pp. 402-412.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 105 (Negro/Process Black plancha)

Page 94: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

yanqui es un “liberal”, cuando en muchos casos las razones de quienesaceptaron y rechazaron aquel decreto eran similares71.

Pero, incluso, si nos trasladásemos a este terreno soberanista, la trayec-toria de algunos ex-autonomistas no sería precisamente “conservadora”.Alfredo Zayas y Eudaldo Tamayo votaron contra la Enmienda Platt en elCongreso Constituyente de 1901. Montoro, Giberga y Fernández de Cas-tro apoyaron la candidatura de Bartolomé Masó, un patriota antiplattista,en las primeras elecciones presidenciales de la República. Zayas, desde elPartido Liberal y secundado por Juan Gualberto Gómez, se enfrentó en1905 a la reelección de Estrada Palma, quien estaba asesorado entoncespor otros tres ex-autonomistas, Montoro, Dolz y Freyre de Andrade. RafaelMontoro y Diego Tamayo fueron, en efecto, fundadores del Partido Con-servador en 1907, pero junto a ellos estuvo Enrique José Varona, un libe-ral resuelto. En fin, el gobierno de Zayas, de 1920 a 1924, que contó, unavez más, con el apoyo de Juan Gualberto Gómez y de Montoro en el Minis-terio de Instrucción Pública, fue oligárquico, corrupto y hasta nepotista,pero no conservador.

Es innegable que Giberga y Montoro respaldaron la Enmienda Plattcomo legisladores o como publicistas. El primero, que durante dos décadashabía criticado incesantemente el anexionismo, defendió, dentro del pro-grama del partido Unión Democrática, en 1900, y como constituyente en1901, la prolongación del gobierno interventor y la mediación norteame-ricana como parte de la que él llamaba “inteligencia amistosa con EstadosUnidos como medio de asegurar una república independiente”72. El res-paldo de Giberga a la Enmienda Platt y a la segunda intervención, la de1906-1909, era clara, pero compleja, ya que no prescindía del rechazo alanexionismo, de la suscripción del objetivo independentista ni de la críti-ca frontal a la idea de un protectorado o a las atribuciones excesivas delgobierno de Charles Magoon73. Montoro, por su parte, presentó, en susPrincipios de moral e instrucción cívica (1902), a la Enmienda Platt como unmal necesario. Pero, en su flexibilidad, Montoro fue capaz de prologar elo-giosamente el libro de Luis Machado y Ortega, La Enmienda Platt. Estudio

106

RAFAEL ROJAS

71 Mario Riera Hernández, Cuba libre, 1895-1958, Miami, Colonial Press of Miami,1968, pp. 38-42.

72 Eliseo Giberga, Obras. Discursos políticos, La Habana, Imprenta y Papelería de Rambla,Bouza y Cía, 1930, t. I., pp. 229-239.

73 Eliseo Giberga, Obras, La Habana, Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y Cía,1930, t. II, pp. 343-357; t. III, pp. 452-463 y 516-522.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 106 (Negro/Process Black plancha)

Page 95: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

de su alcance e interpretación y doctrina sobre su aplicación (1922), uno de losprimeros y mejor documentados cuestionamientos de aquel decreto, en elque pueden leerse juicios nacionalistas como éste:

La Enmienda Platt se ha convertido, por la interpretación caprichosa dealgunos funcionarios americanos que periódicamente desfilan por elpoder y gracias a la débil condescendencia de nuestros gobernantes, en unarma peligrosa que sirve de pretexto para dar visos de legalidad a la intro-misión extranjera en nuestros asuntos internos74.

Esta nueva percepción del autonomismo sería inconcebible sin el avan-ce historiográfico emprendido, sobre todo, por académicos españoles, en lasúltimas décadas, que ha creado, casi, un nuevo campo de saber que podría-mos llamar historia cubana o historia caribeña de la Restauración española. Losestudios de Inés Roldán de Montaud sobre la hacienda colonial y el parti-do Unión Constitucional, de Elena Hernández Sandoica, Antonio Elorza yMarta Bizcarrondo sobre el autonomismo y la guerra de 1895, de JordiMaluquer de Motes sobre finanzas y emigración, de José Antonio Piquerassobre azúcar y esclavitud y de Consuelo Naranjo Orovio sobre problemasraciales y migratorios de la construcción nacional cubana han sido decisi-vos para este giro historiográfico por su valiosa indagación de la perspecti-va peninsular y metropolitana que, generalmente, desconocen los acadé-micos de la isla. A esta rama pertenece, por el derecho propio de suidentidad polémica y revisionista, el libro Cuba, emporio y colonia. La dispu-ta de un mercado interferido (1878-1895) de José Antonio Piqueras75.

Piqueras inicia su estudio describiendo la imagen del período de entre-guerras construido por la historiografía nacionalista y marxista cubana delsiglo XX. Según este discurso, los atributos de esa época son el inmovilis-mo administrativo, la crisis económica permanente, la subordinación almercado de Estados Unidos hasta el punto de erigirse, estos, en una metró-poli económica que compartía con la metrópoli política, España, el dobledominio colonial sobre la isla, la decadencia de la antigua burguesía escla-vista azucarera, como resultado de la abolición de la esclavitud en 1886,el tránsito al trabajo libre y la caída de los precios internacionales del dulce,

107

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

74 Luis Machado y Ortega, La Enmienda Platt. Estudio de su alcance e interpretación y doc-trina de su aplicación, La Habana, Imprenta “El Siglo XX”, 1922, pp. 24-25.

75 José A. Piqueras, Cuba, emporio y colonia. La disputa de un mercado interferido (1878-1895). Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2003.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 107 (Negro/Process Black plancha)

Page 96: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

y, por último, el surgimiento de una nueva élite económica peninsular quefacilitó la penetración del capital norteamericano, preparando, así, la cons-trucción de un orden neocolonial, bajo la hegemonía de Estados Unidos,que José Martí y la guerra de independencia de 1895 intentaron frenar,pero ya era muy tarde.

Como bien advierte Piqueras, este relato nacionalista fue sostenido,desde ideologías diferentes y hasta contrapuestas, por tres generaciones deintelectuales cubanos: la de los protagonistas del fin de siglo (Manuel San-guily, Rafael Montoro, José Martí, Enrique José Varona), la de los histo-riadores liberales de la República (Ramiro Guerra, Emeterio Santovenia,Herminio Portell Vilá, Leví Marrero) y la de los historiadores marxistas dela Revolución (Julio Le Riverend, Sergio Aguirre, Oscar Pino Santos, Fran-cisco López Segrera)76. Si bien es cierto que algunos historiadores republi-canos, como el propio Guerra en sus libros de memorias Mudos testigos y Porlas veredas del pasado, se apartaron ligeramente esa narrativa canónica, sólouno de los historiadores marxistas, Manuel Moreno Fraginals, se resistió asuscribir ideológicamente aquella imagen historiográfica que enlazaba, enun mismo círculo vicioso, de dependencia y crisis al Zanjón con la Repú-blica.

El libro de Piqueras, exquisitamente documentado con estadísticas ytestimonios, nos cuenta otra historia. Los diecisiete años que median entreel Zanjón y Baire fueron un lapso de crecimiento económico, a pesar de lacrisis financiera coyuntural de 1883-84 y de la caída del precio mundialdel azúcar. En esas dos décadas hubo un incremento de la producción y elcomercio, las exportaciones se aceleraron y diversificaron, las importacio-nes de infraestructura y consumo ascendieron, el mercado de trabajo seensanchó con la abolición de la esclavitud, se multiplicaron las pequeñasempresas y las profesiones liberales, la inmigración peninsular se mantuvoen ascenso y la clase media urbana se dilató. Si a este proceso que narra demanera impecable Piqueras, se agregan observaciones sobre el incrementodel gasto público de la administración colonial, las importantes reformasde urbanización de los años ochenta, el crecimiento demográfico, la articu-lación de una opinión pública impresa y la fundación de dos grandes par-tidos políticos, el Liberal Autonomista y Unión Constitucional, estudiadospor él mismo en otro libro, Sociedad civil y poder en Cuba. Colonia y poscolo-nia (2006), entonces podría hablarse de una modernización colonial, natu-

108

RAFAEL ROJAS

76 Ibid., pp. 13-27.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 108 (Negro/Process Black plancha)

Page 97: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

ralmente, con los costos sociales y la estela de conflictos que toda moder-nización implica77.

Algunos datos ayudan a visualizar el dinamismo de este período. Enlos diez años posteriores al Pacto del Zanjón la población cubana, que norebasaba el millón y medio, creció en más de 200 000 habitantes, la pro-ducción azucarera, luego de una fase de estancamiento a mediados de losochenta, creció en un 60% a principios de los noventa, como consecuenciadel bill McKinley que concedió los mayores incentivos arancelarios al azú-car de la isla; más del 80% del comercio exterior cubano fue absorbido porEstados Unidos, pero las exportaciones cubanas a Gran Bretaña eran demás de 200 000 pesos y a América del Sur de más de 100 000 pesos; apesar de la dependencia norteamericana, las importaciones españolas ascen-dieron a más 500 000 pesos anuales, no mucho menos que las proceden-tes de Estados Unidos; si en el quinquenio 1885-90, dice Piqueras, elsaldo favorable a España en el comercio con Cuba era de 155 millones depesetas y las exportaciones peninsulares alcanzaron un valor de 336 millo-nes, ya en el lustro siguiente, España exportará a Cuba 544 millones y elsaldo a favor de la metrópoli será de 389 millones: casi un incremento del150%78. De ahí, el cuestionamiento frontal del relato de la crisis:

Si observamos la exportación per capita, Cuba prácticamente iguala la pri-mera posición del continente en 1870 —Uruguay— y alcanza la prima-cía en torno a 1890: ha pasado de 44,3 a 55,7 dólares, cinco veces el pro-medio latinoamericano ¿Son estas cifras propias de una economía en crisis,siquiera en recesión?... De 1850-70 a 1870-90 el crecimiento del poderadquisitivo de las exportaciones cubanas (calculado sobre las importacio-nes anuales) pasó del 2,7 al 3,8%, y ello a pesar del drástico descenso delprecio del azúcar. En todos los casos los guarismos son favorables para elpaís caribeño en términos absolutos y en comparación con la realidad lati-noamericana. De ahí que junto con Argentina y Chile, Cuba sea uno de lostres casos donde el modelo de crecimiento guiado por las exportaciones sehaya considerado un éxito en la segunda mitad del siglo XIX79.

Pero junto con el argumento de la crisis, se deshace también el argu-mento de la doble dominación colonial. Si a fines del siglo XIX, España

109

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

77 Ibid., pp. 32-35, 40-41, 44-46.78 Pp. 62-73.79 Ibid., p. 64.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 109 (Negro/Process Black plancha)

Page 98: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

era la metrópoli política y Estados Unidos la metrópoli económica, ¿cómose explica que el saldo favorable a España en la balanza comercial ascen-diera de menos de 40 000 pesetas en 1883 y 84 a más de 90 000 en1892 y 93? Piqueras demuestra que fue precisamente en la última déca-da el dominio español sobre Cuba cuando la renta colonial de la isla seincrementó más en términos absolutos y relativos. Lo que significa que laconcentración de la economía insular en el mercado norteamericano norepresentó necesariamente un quiebre de la empresa colonial ni una mermaen la transferencia de recursos hacia la Península. La crítica de Piquerastiene implicaciones muy profundas para la historiografía colonial, ya quereformula el sentido de conceptos básicos como metrópoli y colonia:

En suma, si Cuba en los años de 1890 depende más de los Estados Uni-dos, también es mayor la renta detraída por España. Quizá fuera oportu-no volver a reflexionar sobre el concepto de metrópoli, pues si referido ala política su sentido es unívoco, soberanía en manos de la potencia colo-nial, la idea de metrópoli económica es equívoca. Así, la subordinación alos intereses norteamericanos que lleva a afirmar que los Estados Unidosse había convertido en su metrópoli económica no excluye la expansiónde la detracción española porque, en definitiva, la coyuntura supone uncrecimiento de los recursos existentes y de las plusvalías realizadas80.

La conclusión de Piqueras es muy seductora: en el período de entre-guerras, Cuba se vuelve más dependiente de Estados Unidos, pero, a la vez,se convierte en una colonia más rentable para España. Esa nueva racionali-dad colonial, desde el punto de vista de la metrópoli, implicaba una dia-léctica sutil entre las nociones tradicionales de posesión y dominio. En vistade las nuevas posibilidades que se abrían en el comercio atlántico, Españadecidió ceder en su posesión imperial para incrementar su dominio colonial.Pero esta decisión no se tomó a espaldas de las élites hispano-cubanas, sinoen perfecta consonancia con sus intereses. Para la historia social de Cuba,que es el verdadero campo de batalla de las ideologías historiográficas, estatesis tiene una relevancia polémica. Una valoración del estado de las fortu-nas de las principales familias de la sacarocracia cubana (los Zulueta, losSantovenia, los Carrillo, los Peñalver, los Brunet, los Montalvo…) le per-mite a Piqueras aseverar que aquella burguesía, en vez de depauperarse,continuó su enriquecimiento, pero ahora más ligada al poder económico

110

RAFAEL ROJAS

80 Ibid., p. 120.

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 110 (Negro/Process Black plancha)

Page 99: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

peninsular. El interés de esas élites era ni más ni menos el que anunciabael Pacto del Zanjón: que Cuba fuera una provincia de ultramar con leyesespeciales, esto es, una colonia, y no un gobierno autónomo, como el quedeseaban los criollos liberales, o una entidad plenamente asimilada a lametrópoli, como querían los reformistas.

Esa porción decisiva de la élite residente, la más apegada a la defensade los intereses peninsulares e integristas, se opuso con tesón al autono-mismo, el anexionismo y, sobre todo, el separatismo. La política, en uncontexto colonial, marcado por el dilema de la soberanía, manifiesta uncomplejo nexo de subordinación a los intereses económicos. El dilema delstatus de la soberanía, en un siglo romántico por excelencia como el XIX,moviliza sentimientos y afectos que producen un entramado de mediacio-nes simbólicas. Las diversas opciones de soberanía para una misma patriachocaron en la esfera pública de la isla y no sólo allí. También en Madrid,en Nueva York, Washington y, en menor medida, México, se vivió conintensidad la lucha política por el futuro de Cuba. ¿Dónde terminaban losintereses domésticos enfrentados en aquel conflicto y comenzaban los forá-neos? ¿En qué lugar del mapa político de la época habría que encontrar eldiscernimiento entre la construcción nacional y la estrategia geopolítica delas potencias hegemónicas, entre lo propio y lo ajeno en un país, comoCuba, tan imbricado en las voluntades atlánticas? Sirvan estas preguntas,al menos, para avanzar en el reconocimiento de la diversidad ideológica ypolítica del patriotismo y el nacionalismo durante el siglo XIX cubano.

111

Parte I.2 - Otras soberanías de la Patria

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 111 (Negro/Process Black plancha)

Page 100: Prefacio - editorialhypermedia.files.wordpress.com · de este libro, pensé que se trataría del primer volumen de Tumbas sin sosiego. ... nados con patrimonios y afectos territoriales,

06_Cap 2 25/12/07 23:42 Página 112 (Negro/Process Black plancha)