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pueblo admirable Caracas - Venezuela - 2013 www.mincultura.gob.ve - www.minci.gob.ve www.agn.gob.ve - www.cnh.gob.ve 19 Siempre que hacemos una lectura reflexi- va sobre nuestra historia nos encontramos con muchos hechos y situaciones que, con el correr del tiempo, llegan a aceptarse con im- precisiones y fallas muy notables. Como ocurre, por ejemplo, cuando hablamos de la Campaña Admirable que Bolívar concibe y ejecuta magistralmente y que da a las fuerzas republicanas y patriotas la restauración de la República de Venezuela, que yacía oprimida bajo el yugo feroz del general Monteverde. En efecto, muchos restringen esta Campaña al territorio venezolano, o sea a las acciones que se llevaron a cabo entre el Táchira o Mé- rida y Caracas. Confundiendo la parte con el todo, presentan los hechos culminantes y ol- vidan los que engendraron y constituyeron la campaña desde el punto de vista ideológi- co, político, social y militar. Ya es hora de se- ñalar que la Campaña Admirable, por la cronología, por el impulso y las acciones de su naturaleza, comienza en Cartagena a fina- les de 1812, se inicia con los combatientes cartageneros que acompañaron a Bolívar al pueblito de Barranca, se pertrecha de hom- bres y armas en Tenerife y Mompós, funda su cuartel en Ocaña y recibe en Cúcuta los refuerzos y el apoyo solidario que le brindan Antonio Nariño desde Santa Fe de Bogotá y Camilo Torres desde Tunja. Todo ello mate- rializado en un mismo envión, con un ímpe- tu y una originalidad asombrosa, que algu- nos subdividen en tramos como el de la llamada campaña del río Magdalena, el de Ocaña a Cúcuta y el que culmina en Caracas. Pero la Campaña Admirable es una y hay que empezar por afirmar que se inicia con la más rutilante victoria que es la del verbo, la de la idea revolucionaria, la del pensamiento constructivo, la del líder político que se abre paso entre la confusión y contradicciones que paralizaban a venezolanos y granadinos a finales de 1812. El 2 de noviembre, recién llegado a la Ciudad Heroica con un grupo de venezolanos desplazados, Bolívar escribió un manifiesto A los Americanos, sobre la conducta del gobierno de Monteverde en Ve- nezuela, concluyen do en forma categórica: “La guerra, sólo la guerra puede liberarnos de los tiranos odiosos y desleales”. La cobardía y las vacilaciones frente a un enemigo san- guinario e intransigen- te, son inaceptables einconcebibles pa- ra todo republi- cano. Por eso su llamado a la lu- cha es inequí- voco: “Ved cuál es el carácter de vuestros enemigos. Lo que podéis esperar de su amis- tad, cuando a la faz del mundo y bajo la fe de los tratados, violan abiertamen te no sólo las estipulaciones que ellos mismos hacen, sino el sagrado derecho de gentes (...) La guerra, la guerra sola puede salvarnos por la senda del honor”. La filosof ía utilitarista ha pretendido que conceptos como el del honor, la dignidad y la virtud son simples arcaísmos que estorban las relaciones sociales modernas. Pero Bolí- var nos habla y nos apremia cuando nos en- seña esa cualidad moral que nos impone el cabal cumplimiento de nuestros deberes; que nos incita a hacernos merecedores de una honrosa reputación y a ser dignos de nuestras responsabilidades y dignidades cí- vicas, políticas y sociales. Nos reclama ser éticos y nos compromete a los más altos ni- veles de la lucha revolucionaria contra el afrentoso sistema que quiere envilecernos, en una existencia llena de deshonor, indigni- dad y crueldad. La estrategia de la Campaña Admirable ya estaba concebida por Bolívar, cuando en su manifiesto a los americanos desde Cartage- na concluye: “Cerremos para siempre la puerta a la conciliación y a la armonía: que ya no se oiga otra voz que la de la indignación. Venguemos tres siglos de ignominia, que nuestra criminal bondad ha prolongado; y sobre todo, venguemos con dignamente los asesinatos, robos y violencias que los vándalos de España están cometiendo en la desastrada e ilustre Caracas”. Días después, el 27 de noviembre, en su calidad de Coronel del Ejército y Comandante de Puerto Ca- bello, Bolívar escribe desde Cartagena una exposición motivada para el Soberano Con- greso de la Nueva Granada, en la que hace una síntesis crítica y autocrítica sobre las cir- cunstancias y factores que determinaron la pérdida de la Primera República en Venezue- la. En su exposición solicita que se le permi- ta a él y a sus compañeros, tomar parte en la lucha republicana que se libra en el territorio granadino. Desde un principio entiende que la unión de fuerzas y recursos de granadinos y venezolanos se identifica con la causa de los pueblos de América”. La Campaña Admirable, estratégicamen- te hablando, ha de ser un escalón formidable dentro del ascenso de las luchas populares para culminar la guerra de la primera inde- pendencia de Nuestra América. La recupe- ración de Caracas es, por lo mismo, no un fin sino un medio indispensable para el proceso estratégico completo. Y a los granadinos en- trega Bolívar el papel protagónico esencial de esa tarea: “Sí, los más ilustres mártires de la libertad de la América Meridional, tienen colocada su confianza en el ánimo fuerte y li- beral de los Granadinos del Nuevo Mundo”. Tomado de: Juvenal Herrera Torres. Bolívar y su Cam- paña Admirable. Lecturas Bolivarianas Ediciones Convivencias de la Corporación Bolivariana Simón Rodríguez. Tercera Edición, Caracas, 2005 “la Campaña Admirable es una y hay que empezar por afirmar que se inicia con la más rutilante victoria que es la del verbo, la de la idea revolucionaria, la del pensamiento constructivo” Mucho más que un hecho militar en Venezuela “muchos restringen esta Campaña al te- rritorio venezolano, o sea a las acciones que se llevaron a cabo entre el Táchira o Mérida y Caracas. Confundiendo la parte con el todo, presentan los hechos culminantes y olvidan los que engen.draron y constituyeron la campaña desde el punto de vista ideológico, político, social y militar” Champán del Magdalena. En: Edward Walhouse Mark. Acuarelas. Bogotá, Banco de la República/ El Áncora Editores, 1997. Camilo Torres. Colección Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional.

pueblo admirable - cnh.gob.ve PUEBLO ADMIRABLE 19... · Antonio Nariño desde Santa Fe de Bogotá y Camilo Torres desde Tunja. Todo ello mate - rializado en un mismo envión, con

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pueblo admirableCaracas - Venezuela - 2013

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Siempre que hacemos una lectura reflexi-va sobre nuestra historia nos encontramos con muchos hechos y situaciones que, con el correr del tiempo, llegan a aceptarse con im-precisiones y fallas muy notables. Como ocurre, por ejemplo, cuando hablamos de la Campaña Admirable que Bolívar concibe y ejecuta magistralmente y que da a las fuerzas republicanas y patriotas la restauración de la República de Venezuela, que yacía oprimida bajo el yugo feroz del general Monteverde. En efecto, muchos restringen esta Campaña al territorio venezolano, o sea a las acciones que se llevaron a cabo entre el Táchira o Mé-rida y Caracas. Confundiendo la parte con el todo, presentan los hechos culminantes y ol-vidan los que engendraron y constituyeron la campaña desde el punto de vista ideológi-co, político, social y militar. Ya es hora de se-ñalar que la Campaña Admirable, por la cronología, por el impulso y las acciones de su naturaleza, comienza en Cartagena a fina-les de 1812, se inicia con los combatientes

cartageneros que acompañaron a Bolívar al pueblito de Barranca, se pertrecha de hom-bres y armas en Tenerife y Mompós, funda su cuartel en Ocaña y recibe en Cúcuta los

refuerzos y el apoyo solidario que le brindan Antonio Nariño desde Santa Fe de Bogotá y Camilo Torres desde Tunja. Todo ello mate-rializado en un mismo envión, con un ímpe-tu y una originalidad asombrosa, que algu- nos subdividen en tramos como el de la llamada campaña del río Magdalena, el de Ocaña a Cúcuta y el que culmina en Caracas. Pero la Campaña Admirable es una y hay que empezar por afirmar que se inicia con la más rutilante victoria que es la del verbo, la de la idea revolucionaria, la del pensamiento constructivo, la del líder político que se abre paso entre la confusión y contradicciones que paralizaban a venezolanos y granadinos a finales de 1812. El 2 de noviembre, recién llegado a la Ciudad Heroica con un grupo de venezolanos desplazados, Bolívar escribió un manifiesto A los Americanos, sobre la conducta del gobierno de Monteverde en Ve-nezuela, concluyen do en forma categórica: “La guerra, sólo la guerra puede liberarnos

de los tiranos odiosos y desleales”.La cobardía y las vacilaciones

frente a un enemigo san-guinario e intransigen-

te, son inaceptables einconcebibles pa-

ra todo republi-cano. Por eso su llamado a la lu-cha es inequí-

voco: “Ved cuál es el carácter de vuestros enemigos. Lo que podéis esperar de su amis-tad, cuando a la faz del mundo y bajo la fe de los tratados, violan abiertamen te no sólo las estipulaciones que ellos mismos hacen, sino el sagrado derecho de gentes (...) La guerra, la guerra sola puede salvarnos por la senda del honor”.

La filosof ía utilitarista ha pretendido que conceptos como el del honor, la dignidad y la virtud son simples arcaísmos que estorban las relaciones sociales modernas. Pero Bolí-var nos habla y nos apremia cuando nos en-seña esa cualidad moral que nos impone el cabal cumplimiento de nuestros deberes; que nos incita a hacernos merecedores de una honrosa reputación y a ser dignos de nuestras responsabilidades y dignidades cí-vicas, políticas y sociales. Nos reclama ser éticos y nos compromete a los más altos ni-veles de la lucha revolucionaria contra el afrentoso sistema que quiere envilecernos, en una existencia llena de deshonor, indigni-dad y crueldad.

La estrategia de la Campaña Admirable ya estaba concebida por Bolívar, cuando en su manifiesto a los americanos desde Cartage-na concluye: “Cerremos para siempre la puerta a la conciliación y a la armonía: que ya no se oiga otra voz que la de la indignación. Venguemos tres siglos de ignominia, que nuestra criminal bondad ha prolongado; y sobre todo, venguemos con dignamente los asesinatos, robos y violencias que los

vándalos de España están cometiendo en la desastrada e ilustre Caracas”. Días después, el 27 de noviembre, en su calidad de Coronel del Ejército y Comandante de Puerto Ca- bello, Bolívar escribe desde Cartagena una exposición motivada para el Soberano Con-greso de la Nueva Granada, en la que hace una síntesis crítica y autocrítica sobre las cir-cunstancias y factores que determinaron la pérdida de la Primera República en Venezue-la. En su exposición solicita que se le permi-ta a él y a sus compañeros, tomar parte en la lucha republicana que se libra en el territorio granadino. Desde un principio entiende que la unión de fuerzas y recursos de granadinos y venezolanos se identifica con la causa de los pueblos de América”.

La Campaña Admirable, estratégicamen-te hablando, ha de ser un escalón formidable dentro del ascenso de las luchas populares para culminar la guerra de la primera inde-pendencia de Nuestra América. La recupe-ración de Caracas es, por lo mismo, no un fin sino un medio indispensable para el proceso estratégico completo. Y a los granadinos en-trega Bolívar el papel protagónico esencial de esa tarea: “Sí, los más ilustres mártires de la libertad de la América Meridional, tienen colocada su confianza en el ánimo fuerte y li-beral de los Granadinos del Nuevo Mundo”. Tomado de: Juvenal Herrera Torres. Bolívar y su Cam-paña Admirable. Lecturas Bolivarianas Ediciones Convivencias de la Corporación Bolivariana Simón Rodríguez. Tercera Edición, Caracas, 2005

“la Campaña Admirable es una y hay que empezar por afirmar que se inicia con la más rutilante victoria que es la del verbo, la de la idea revolucionaria, la del pensamiento constructivo”

Mucho más que un hecho militar en Venezuela

“muchos restringen esta Campaña al te-

rritorio venezolano, o sea a las acciones que

se llevaron a cabo entre el Táchira o Mérida y

Caracas. Confundiendo la parte con el todo,

presentan los hechos culminantes y olvidan

los que engen.draron y constituyeron la

campaña desde el punto de vista ideológico,

político, social y militar”

Champán del Magdalena. En: Edward Walhouse Mark. Acuarelas. Bogotá, Banco de la República/ El Áncora Editores, 1997.

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