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México, independencia, mujeres, olvido, resistencia, rebeldía, dignidad y rescate María de J. Rodríguez Guerrero* Las mujeres no deben conocer más asuntos que los de la cuna y la cocina. Refrán mexicano de mediados del siglo XIX. SUMARIO: Introducción / I. La vida de las mujeres en la Independencia / II. Participación de las mujeres en la Independencia / III. Desvalorización de la participación de las mujeres en la insurgencia / IV. Las olvidadas / V. Las insurgentes conocidas: Josefa Ortiz de Domínguez, María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba: La Güera Rodríguez, Gertrudis Bocanegra, Leona Vicario Fernández / VI. Mujeres privadas de la libertad por apoyar la Independencia / VII. Ejecuciones de mujeres insurgentes / VIII. Cómo justificaron la aplicación de sanciones a las mujeres / IX. El sexo durante la Guerra de independencia, un asunto de seguridad / X. Los que abogaron por ellas: “Mejor no me ayudes…” / XI. Epílogo / Bibliografía El motivo de este trabajo es rememorar a las mujeres presentes en el movimiento de Independencia de México, además, reconocer la participación de algunas mujeres que se encuentran casi ocultas u olvidadas, pero que también colaboraron intensamente en esa lucha insurgente al lado de los hombres, apoyando esta noble causa libertaria. Revisamos algunos aspectos acerca de las costumbres y condiciones de vida asignadas a las mujeres de esa época. La discriminación, las sanciones penales y morales que les fueron impuestas por participar en el movimiento independentista y el poco reconocimiento que la sociedad tuvo y tiene para estas mujeres The aim of this work is to remember women, which were in the historical memory of the Mexican Independence movement and to acknowledge the participation in the insurgency of some women who were hidden or forgotten although they bravely fought along with men, supporting that noble libertarian cause. In this work, some aspects about customs and life conditions assigned to women in that time are examined, as well as the sanctions they received for participating in the movement and the consideration shown to them. * Profesora Investigadora del Departamento de Derecho, UAM-A.

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Analiza papel de la mujer durante la revolución mexicana y como se involucro en diversos ámbitos políticos.

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    Mxico, independencia, mujeres, olvido, resistencia, rebelda, dignidad y rescate

    Mara de J. Rodrguez Guerrero*

    Las mujeres no deben conocer ms asuntos que los de la cuna y la cocina.

    Refrn mexicano de mediados del siglo xix.

    Sumario: Introduccin / I. La vida de las mujeres en la Independencia / II. Participacin de las mujeres en la Independencia /

    III. Desvalorizacin de la participacin de las mujeres en la insurgencia / IV. Las olvidadas / V. Las insurgentes conocidas: Josefa Ortiz de Domnguez, Mara Ignacia Rodrguez de Velasco y

    Osorio Barba: La Gera Rodrguez, Gertrudis Bocanegra, Leona Vicario Fernndez / VI. Mujeres privadas de la libertad por apoyar la Independencia /

    VII. Ejecuciones de mujeres insurgentes / VIII. Cmo justificaron la aplicacin de sanciones a las mujeres / IX. El sexo durante la Guerra de independencia, un asunto de seguridad / X. Los que abogaron por ellas: Mejor no me ayudes / XI. Eplogo / Bibliografa

    El motivo de este trabajo es rememorar a las mujeres presentes en el movimiento de Independencia de Mxico, adems, reconocer la participacin de algunas

    mujeres que se encuentran casi ocultas u olvidadas, pero que tambin colaboraron intensamente en esa lucha insurgente al

    lado de los hombres, apoyando esta noble causa libertaria. Revisamos algunos aspectos acerca de las costumbres y

    condiciones de vida asignadas a las mujeres de esa poca. La discriminacin, las

    sanciones penales y morales que les fueron impuestas por participar en el movimiento independentista y el poco reconocimiento

    que la sociedad tuvo y tiene para estas mujeres

    The aim of this work is to remember women, which were in the historical memory of the Mexican Independence movement and to acknowledge the participation in the insurgency of some women who were hidden or forgotten although they bravely fought along with men, supporting that noble libertarian cause. In this work, some aspects about customs and life conditions assigned to women in that time are examined, as well as the sanctions they received for participating in the movement and the consideration shown to them.

    * Profesora Investigadora del Departamento de Derecho, uam-a.

  • Bicentenario de la Independencia

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    Palabras clave: Mujeres, Independencia, participacin, olvido, anonimato, resistencia, pena de muerte, pena privativa de la libertad, discriminacin, sanciones penales.

    IntroduccinSabemos que las mujeres en Mxico han participado en los movimientos que se han gestado a lo largo de la historia, por ejemplo, el de la Independencia de Mxico, en ste acompaaron a los hombres en la lucha, brindndoles atencin, cuidados, alimentos, compaa y aliento. Las mujeres han colaborado tenazmente en la cons-truccin de este pas y han sido piezas fundamentales en el desarrollo de todos esos movimientos, pero tambin sabemos que en muy pocas ocasiones se ha querido reconocer la vala de su intervencin. La historia escrita, hasta hoy, sobre el movi-miento independentista y otros, ha sido realizada la ms de las veces por hombres que, con o sin intencin, han dejado fuera de sta a las mujeres, por tanto, muy pocas forman parte de la lista de heronas y prceres de nuestra patria y, muchas de ellas, son heronas sin reconocimiento, que han sido borradas de la memoria de nuestro pueblo.

    En este trabajo exploramos parte del proceso de vida de algunas mujeres en Mxico a principios del siglo xix, cuando se edific al Estado nacional mexicano. In-dagamos parte de sus costumbres y su cultura, las limitaciones, la valenta, el arrojo, el sacrificio, las sanciones penales, el castigo moral, el desprecio, el desprestigio, la recriminacin y la censura a la que fueron sometidas muchas de estas mujeres por su participacin en la independencia de Mxico, colaboracin con la que forjaron junto con los hombres la nacin a la que pertenecemos. Recordaremos a algunas de nues-tras heronas reconocidas, pero, sobre todo, en estas lneas intentaremos rescatar a las mujeres insurgentes annimas del olvido en que han permanecido, sometidas, a propsito, por parte del orden inquisitorial que vivieron y que permanece, mante-niendo en la penumbra a algunas de estas mujeres o en la inexistencia y la negacin a la gran mayora, vctimas, todas, de la indiferencia y el olvido.

    I. La vida de las mujeres en la IndependenciaNos dice Patricia Galeana que junto con los conquistadores espaoles lleg a Mxi-co la cultura de la Contrarreforma, la cultura de la intolerancia religiosa, que domi-n nuestro pas hasta el triunfo del liberalismo, y que la cultura religiosa de la Nueva Espaa consolid, arraig y perpetu el sometimiento de las mujeres a la sociedad patriarcal, en la que su funcin social se limit a la actvidad reproductiva.1

    1 Patricia Galeana, Margarita Maza, una mujer liberal. La correspondencia entre Benito Jurez y Mar-garita Maza, en Patricia Galeana, Lecciones de las mujeres en el Mxico del siglo xix y asignaturas pendientes, ao 3, nm. 5, enero de 2007, en http://www.mdemujer.org.mx/femu/revista/0305/305art04/art04pdf.pdf, p. 1.

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    La vida de las mujeres de la clase media y de la clase alta, en los aos anteriores a la Independencia y aun en los inicios de la misma, ocurra en el mbito de lo privado. La vida colonial llevaba tres siglos en Mxico y esto se traduca en restricciones que limitaban a las mujeres al hogar, al convento o a la Iglesia. Clausuradas, enclaustra-das, ya sea en la casa familiar (la del padre, marido o compaero) en las casas de Dios; o en las de recogimiento, de cualquier forma, la mujer viva y permaneca en la cultura del silencio y la discrecin.2

    La instruccin escolar para las mujeres de clases citadas se reduca tan solo a ensearles a leer, pero no a escribir, no porque las nias no pudiesen aprender el arte de la lectoescritura, sino porque la intencin era mantener un control sobre ellas y as evitar que pudiesen establecer una comunicacin epistolar, de manera privada, con otras personas, a espaldas de sus protectores.

    La lectura s fue considerada necesaria, ya que de esta forma las mujeres podan leer los misales y los libros de oraciones otorgados y previamente autorizados y re-visados por sus tutores y por sus confesores.

    Patricia Galeana considera que para estas mujeres no existan trminos medios, su conducta solo poda ondular entre la exaltacin virginal o el tropiezo, y entre la virtud o el pecado.3 Pocas mujeres se atrevan a cruzar los lmites, transgredir las r-denes patriarcales, y desafiar los modelos tradicionales construidos para las mujeres de esta poca en Mxico; como ejemplos recordemos a Juana de Asbaje,4 Leona Vi-cario, Josefa Ortiz de Domnguez, Gertrudis Bocanegra y Mara Ignacia R. La Ge-ra Rodrguez, que fueron de las pocas mujeres que se atrevieron a hacerlo, sufriendo las consecuencias y el rigor del dominio patriarcal, como les suceda a aquellas que osaban traspasar la lnea del silencio y del anonimato que se les impuso.

    La vida de las mujeres pobres y de las mujeres indgenas en Mxico, en la poca de la Independencia fue especialmente difcil, al igual que una importante propor-cin de mujeres de clases media o alta, carecan de instruccin escolar.

    La Iglesia se encargaba de dar la instruccin religiosa a la poblacin en general y, sobre todo, a los nios y a las nias; el catecismo represent, en algunas ocasiones, la nica instruccin formal que reciban las mujeres. El analfabetismo en la clase pobre era de 100 por ciento y, sobre todo, tratndose de las mujeres.

    Para las mujeres pobres los controles de obediencia y conducta eran tan estric-tos como los que deban observar las mujeres de cualquier otra clase econmica, pero que, desde luego, se vea agravado, cuando exista desigualdad y marginacin. Adems, las mujeres pobres ya padecan, desde entonces, un problema que aun en la actualidad no se ha solucionado: ser madres solteras abandonadas, y sin embargo, esto no ha sido limitante para que la gran mayora de estas mujeres hayan logrado que sus hijos alcancen una mejor forma de vida, menos dificil en todos los mbitos.

    2 Julia Tun Pablos, Mujeres en Mxico, una historia olvidada, en Patricia Galeana, op. cit. 3 Op. cit. 4 Julia Tun Pablos, op. cit.

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    La vida de estas mujeres significaba que realizaran labores domsticas muy compli-cadas, por ejemplo, la preparacin de los alimentos que, como sabemos, implicaba en la dieta de las masas pobres, al igual que hoy, el consumo de tortilla, y esto quiere decir que las mujeres tenan que hacer las tortillas, elaboracin que consista en des-granar el maz, hacer la coccin del nixtamal, molerlo y, finalmente, transformarlo en aquel alimento que deba cocinarse utilizando lea u otro combustible de la zona, por ejemplo, en las regiones semidesrticas, se utilizaba la penca de maguey seca, que la misma mujer deba recoger para el fogn de su cocina.

    Tambin en la elaboracin de la ropa las mujeres estaban a cargo, adems del lavado y limpieza de la misma; el proveerse de agua potable para beber y para la coccin de los alimentos, en la mayora de los casos, tambin era una labor realizada a cargo de las adultas y de las nias. Agreguemos a esto la crianza de los nios y el cuidado en general de la familia. Comprendemos entonces que las mujeres en ver-dad tenan una vida difcil; y sin embargo, muchas de ellas caminaron junto con los insurgentes, sirvindoles de guas, cocinando, curando, acompaando, alentando y auxiliando, como estaban acostumbradas a hacerlo cada da de su vida.5

    II. Participacin de las mujeres en la IndependenciaInvestigaciones como la titulada Mujeres de Latinoamrica en cifras, realizada por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en 2003, demuestran que sin la participacin de las mujeres el triunfo de la Independencia no hubiera sido posible y, a pesar de ello, sus acciones no aparecen en la historia.6

    La Guerra de independencia, iniciada la madrugada del 15 de septiembre de 1810, en el pueblo de Dolores, en el actual estado de Guanajuato, cont, desde antes que estallara, con la participacin de mujeres, como Josefa Ortiz de Domnguez, quien contribuy en su organizacin en la ciudad de Quertaro. Pero fueron miles las que siguieron a las fuerzas independentistas, las que participaron en los com-bates, las que caminaron y permanecieron al lado de las tropas para alimentarlas y para curar a los enfermos y heridos, muchas ms aportaron su dinero, cuidaron a los hurfanos y hurfanas, sirvieron de correo, de informadoras, de guas por los caminos y veredas, y abastecieron con alimentos, agua, ropas y armamento a las fuerzas insurgentes.7

    Las mujeres que permanecieron en sus comunidades y en sus casas, no solo se sentaron a esperar pacientemente el retorno de sus esposos que luchaban en los cam-pos de batalla, sino que estuvieron tan activas como las que se fueron a la guerra.

    5 Enrique Semo, Historia del capitalismo en Mxico, Mxico: Era, 1975, p. 130. 6 cimac. Comunicacin e Informacin de la mujer, en www.cimacnoticias.com./.../08091502-Mujeres-sin-

    su-luc.34821.0.html Consulta: 16.09.2003. 7 Loc. cit.

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    Su actividad consisti en sostener a sus familias en pie, mantener a sus comunida-des de igual manera y soportar los ataques y el asedio de los espaoles, sobre todo cuando se trataba de compaeras, novias, esposas, hijas o hermanas de insurgentes.8 Tambin eran muy castigadas las comunidades consideras protectoras de rebeldes, y quienes permanecieron en las comunidades fueron las mujeres de todos los estratos, las criollas de clase media o alta y las mujeres del pueblo.

    Expresa Guadalupe Gmez, que fueron tambin las mujeres quienes limpiaron la sangre derramada en calles y casas de los pueblos donde se libraron batallas y las que, durante los sitios a ciudades y comunidades, se arriesgaron a salir en busca de vveres, agua y ayuda.9

    Hay ejemplos de mujeres que al conocer la falta de alimento de los insurgentes en algunos momentos crticos, incluso ofrecieron la carne de su propio cuerpo para que sta sirviera de alimento; por ejemplo en Heronas de la Independencia, se narra que en el hoy estado de Guerrero, durante el sitio a Tlacotepec, cuando el hambre era angustiante para los insurgentes, ante el general Nicols Bravo se presentaron Anto-nia Nava y su amiga Catalina Gonzlez al frente de un grupo de mujeres, diciendo: No podemos pelear, pero podemos servir de alimento para que sea repartido como racin a los soldados, y Antonia intent herirse con un pual. Todos impidieron la accin y el desaliento desapareci de los soldados, entonces las mujeres se armaron de machetes y garrotes y salieron tambin a pelear contra el enemigo.10

    Patricia Galeana considera que muchas mujeres participaron activamente en la lucha por la independencia de Mxico; sin embargo, pocas han sido rescatadas del olvido y, peor aun, nunca se ha reconocido la importancia que tuvieron sus acciones. La historiografa solo ha destacado a Josefa Ortiz de Domnguez, a Leona Vicario y, en menor medida a Mariana Rodrguez del Toro de Lazarn, a Gertrudis Boca Ne-gra, quien fue fusilada en 1818 por los realistas, y a Mara Ignacia Rodrguez de Ve-lasco y Osorio Barba La Gera Rodrguez, que trascendi no solo por su apoyo a la insurgencia sino por ser considerada en su poca transgresora al deber femenino.11

    De los textos revisados podemos analizar, que las mujeres durante la poca de la insurgencia participaron de varias maneras: algunas de forma pasiva y otras de manera activa, estas ltimas directamente en los campos de batalla, batindose en la guerra de independencia, hombro con hombro al lado de los hombres, sirviendo tambin de enfermeras o sepultando a los hombres cados, sirviendo a los rebeldes como guas por los caminos, transformandose en espas, pasando informacin til

    8 Mara Jos Garrido Asper, Entre hombres te veas. Las Mujeres de Pnjamo y la Revolucin de inde-pendencia, en Francisco Castro y Marcela Terrazas (coords.), Disidencia y disidentes en la historia de Mxico, Mxico: unam, 2003, p. 174.

    9 Guadalupe Gmez y Zacil Sansores, Sin la lucha de las mujeres no habra Independencia, Mxico: El Porvenir, 2008.

    10 Gerardo Silva, Glorias nacionales, Mxico: s/n, 1879. 11 Patricia Galeana, loc. cit.

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    a los insurgentes, sirviendo de correo o como proveedoras de alimentos, ropas, armas, y pertrechos.

    Hubo mujeres que ocultaron en sus casas a los insurgentes perseguidos, otras prestaron sus casas a las tropas rebeldes, para que en ellas descansaran y se alimentaran, unas ms proporcio-naron animales para la guerra insur-gente como caballos y bestias de carga, tambn las hubo quienes se deshicieron de sus propiedades vendindolas para

    colaborar econmicamente con la causa insurgente, otras quemaron sus pertenen-cias y propiedades para que no pudiesen ser aprovechadas por las tropas realistas. Un ejemplo emblemtico es Mara Herrera, hurfana de madre, quien quem su hacienda para no proporcionar recursos a los realistas. Aloj en su rancho del Ve-nadito a Francisco Javier Mina y ambos fueron ah apresados por el enemigo; Fue perseguida, robada e insultada y tuvo que vivir en medio de los bosques, desnuda y hambrienta como una ermitaa en la soledad.12

    Las mujeres que participaron de forma pasiva, se quedaron en sus comunidades y en sus casas, realizando actividades igual de valientes e importantes para el movi-miento histrico independentista, sosteniendo a las familias, cuidando de los nios, y de los ancianos, manteniendo de pie las propiedades de los que se fueron a la Guerra de independencia, conservando productivos los campos y los animales que representaron en esos difciles aos los nicos medios de sustento para las familias y los insurgentes.

    III. Desvalorizacin de la participacin de las mujeres en la insurgencia

    La poca histrica en que se gestan los movimientos de independencia de Mxico son momentos en los que la igualdad de gnero, el respeto y la tolerancia hacia las mujeres distaban considerablemente de la situacin y el escenario actuales. Circuns-tancia y condiciones que, aunque en la actualidad encontramos insertos continua-mente en los discursos polticos, universitarios y sociales, estn muy alejados de concretarse en la realidad de las mujeres mexicanas, sin importar el estrato social, la educacin, o el mbito en el que se desenvuelven.

    La desvalorizacin de la actividad femenina tiene diversas causas: la influencia de la iglesia catlica; los roles tradicionales femeninos, un sistema poltico altamente

    12 Guadalupe Gmez y Zacil Sansores, loc. cit.

    De los textos revisados podemos analizar, que las mujeres durante la poca de la insurgencia participaron de varias maneras: algunas de forma pasiva y otras de manera activa.

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    excluyente y una cultura poltica autoritaria y machista. El licenciado Luis Miguel Lpez Mena, vocero del Inmujer comenta:

    El crecimiento de la poblacin femenina mexicana ha sido notable desde 1810 a la fecha, pero las mujeres siguen enfrentndose a la discriminacin por motivos de gnero, raza, edad, condicin socioeconmica e incluso, estado civil. Esto a pesar de diversos logros alcanzados por las mujeres a lo largo de la historia, como el derecho de igualdad ante la ley; el acceso a la salud y a la educacin, as como el derecho a la no violencia y a la no discriminacin establecido en diversos instrumentos internacionales rati-ficados por Mxico.13

    En Mxico, en el siglo del episodio independentista (xix), un buen nmero de muje-res se vieron envueltas en un proceso de ruptura con el orden colonial, por experi-mentar en carne propia la humillacin, el desprecio y la segregacin, o por rechazo a la injusticia y a la discriminacin. Nos dice Natividad Gutirrez, tal vez no hubo muchas mujeres que alcanzaran sus ideales independentistas o defensivos con base en una discusin y acceso sistemtico a las ideas (la ilustracin o la Independencia de Norteamrica), pero cabe destacar que la capacidad de reaccin ante la desven-taja, la exclusin o ante la defensa de lo propio, supera el campo de la instruccin escolar. La gran mayora de mujeres de esa poca no aprendieron a ser patriotas y nacionalistas a travs de la educacin; su conciencia patritica la forjaron innumera-bles circunstancias de inestabilidad,14 de injusticia o de invasin familiar provocadas por las reformas borbnicas,15 los lazos de parentesco que las unan a los soldados insurgentes, los sentimientos patriticos, y que vieron en la guerra un mecanismo para manifestar su rebelda contra la sociedad.

    En Disidencia y disidentes en la historia de Mxico Mara Jos Garrido, men-ciona que a pesar de la escasa bibliografa sobre el tema de la insurgencia femenina, con la misma se ha podido demostrar lo valiosa que fue la participacin e interven-

    13 La Jornada de Veracruz, 15 de septiembre de 2009. 14 Natividad Gutierrez, Mujeres, patria, nacin 1810-1920, en la ventana. Revista de estudios de gnero,

    vol.ii nm.12 15 Las Reformas borbnicas fueron los cambios introducidos por los monarcas borbones de la corona es-

    paola, Felipe V, Fernando VI y especialmente Carlos III, durante el siglo xviii, en materias econmica, poltica y administrativa, aplicados en el territorio peninsular y en sus posesiones ultramarinas en Am-rica y las Filipinas. Estas reformas de la dinasta borbnica tienen su base en la Ilustracin. Las reformas se fueron aplicando dentro del margen del gobierno ilustrado, bajo todo el poder de un monarca absoluto. Entre 1760 y 1808 se fueron implantando cambios en materia fiscal, en la produccin de bienes, en el mbito del comercio y en asuntos militares. Estos cambios procuraban aumentar la recaudacin impo-sitiva en beneficio de la Corona, reducir el poder de las elites locales y aumentar el control directo de la burocracia imperial sobre la vida econmica. Las reformas intentaron redefinir la relacin entre Espaa y sus colonias en beneficio de la Pennsula. Aunque la tributacin aument, el xito de las reformas fue limitado; es ms, el descontento generado entre las elites criollas locales aceler el proceso de emancipa-cin por el que Espaa perdi la mayor parte de sus posesiones americanas en las primeras dcadas del siglo xix. Una de las instituciones afectadas por el despotismo ilustrado espaol fue la Iglesia catlica,

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    cin de las mujeres para el movimiento de independencia, adems que fue comple-mentaria al esfuerzo de los hombres insurgentes, revisando estos temas observamos cmo se alter la vida de las mujeres as como su condicin en la sociedad. Al ana-lizar estos estudios es posible suponer que el auxilio que estas mujeres brindaron al movimiento estuvo exento de cualquier aspiracin poltica, esto se debi a que las mujeres de esa poca fueron educadas para considerarse a s mismas ajenas a la poltica, a diferencia de los hombres, que s tenan en su pensamiento la concepcin de s mismos como seres polticos.16

    Mara Jos Garrido supone que las mujeres o algunas de ellas, que durante la guerra de independencia optaron por la insurgencia, colaboraron como integrantes de su comunidad con los insurgentes de la zona en que habitaban y que fueron los cambios sustanciales en las condiciones econmicas de la regin del Bajo las causas inmediatas que las condujeron al camino de la rebelin.17

    Trasladamos esta idea a los sucesos que surgieron y continan aconteciendo en Chiapas, desde el 1 de enero de 1994 a la fecha, respecto al movimiento de li-beracin nacional del ezln, y la participacin de las mujeres indgenas en dicho movimiento, quienes han participado de igual manera que lo hicieran las mujeres insurgentes, puesto que las mujeres zapatistas del ezln al observar, vivir y conocer la situacin en que se desarrollaban sus familias, supieron que no haba otra opcin ms que la rebelin. En este caso, las mujeres estaban y siguen estando conscientes de que integrarse al movimiento zapatista era y es riesgoso y que existan pocas opciones de xito y sobrevivencia, pero por otro lado, calcularon que no les quedaba otra alternativa ms que morirse de hambre y miseria con sus hijos y sus familias, o morir junto a stos en la lucha y la rebelda.18

    ya que la Corona pretendi afirmar el poder secular sobre el religioso. Esto inclua la restriccin de los privilegios y exoneraciones fiscales que gozaban las rdenes religiosas. Fueron los jesuitas los que ms se opusieron al proyecto centralizador de los borbones, por lo que fueron expulsados de Espaa y sus posesiones ultramarinas en 1767. En este ao, Carlos III decret la expulsin de la Compaa de Jess. Las reformas borbnicas llegaron del exterior, concretamente de la corte imperial de Madrid; llegaron de fuera como lleg la conquista en el siglo xvi. Afectaron todo el Imperio, pues no eran solo para la Nueva Espaa y menos privativas del noroeste. El objetivo ltimo de los monarcas de Borbn era la sujecin de las colonias para beneficio econmico de la Metrpoli: corregir las fugas fiscales y promover la produccin para aumentar as la recaudacin de impuestos. Para lograrlo se necesitaba reformar ins-tituciones y procedimientos viciados a juicio de los reformadores que se haban incrustado en las sociedades coloniales y con los que ciertos grupos de privilegiados medraban al amparo de la debilidad de los gobernantes de la casa de Habsburgo. El Consulado de Comerciantes, algunas corporaciones reli-giosas como la Compaa de Jess y la misma institucin del virreinato fueron el blanco de los golpes de los reformadores. Gonzalo Anes, El antiguo rgimen: los Borbones, 2. ed., Madrid: Alianza Editorial/Alfaguara, 1976, pp. 272-324.

    16 Mara Jos Garrido Asper, op. cit., p. 171. 17 Loc. cit. 18 Mercedes Olivera, El Ejrcito Zapatista y la emancipacin de las mujeres chiapanecas, ciam-Chiapas.

    Ponencia presentada en el Foro Regional Una Mirada Feminista a la Participacin de las Mujeres en los Conflictos Armados en Centroamrica y Chiapas, San Salvador, 5-8 de diciembre de 1995.

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    IV. Las olvidadasDe algunas mujeres participantes en la Guerra de independencia solo se saben sus apellidos, como Gonzlez, Moreno y La Mar, y de muchas otras unicamente qued registrado el lugar de sus actos heroicos, como Soto la Marina y Huichapan, Manue-la, Fermina, Mara, Tomasa, Luisa, Ana, Magdalena, Catalina, Gertrudis Jimnez, Juana Villaseor, Mariana Anaya, Josefa Sixtos, Petra Arellano, Francisca Torres, Antonia Ochoa, Antonia Pia, Mara Dolores Basurto y su hija Margarita, Carmen Camacho, Mara de Jess Iturbide, Mara Antonia Garca, Mara Andrea (La Cam-panera), son los nombres reales de algunas mujeres poco conocidas, que ofrendaron su vida por la patria y sin las cuales, probablemente la independencia de Mxico no se hubiera consumado o su desenlace habra sido diferente.19

    Recordemos a algunas de estas mujeres mediante breves relatos de algunas de sus acciones.

    Altagracia Mercado, Herona de Huichapan, en el estado de Hidalgo, de su pro-pio dinero arm un pequeo ejrcito en cuanto se enter de la lucha por la libertad. Encabez un pequeo ejrcito y se enfrent a los realistas. Desgraciadamente, en un encuentro perdi y cuando se percat de las circunstancias, solo quedaba ella en pie. Sin demostrar temor, al contrario, con la valenta que la caracterizaba, sigui peleando hasta que la captur el enemigo. Su valor caus mucha admiracin a los jefes espaoles y como la costumbre era no tomar prisioneros sino fusilarlos, orden el coronel que los comandaba que la dejaran en libertad diciendo: Mujeres como ella no deben morir.20

    Mara Soto la Marina, quien con valenta ayud a las tropas del general Francisco Javier Mina. Las huestes de los realistas se enfrentaron con los insurgentes cerca del ro Soto la Marina, el general Mina no cont con un enemigo quiz ms poderoso (la sed), pues los espaoles estratgicamente se haban apoderado del ro; no podan romper el cerco para llegar hasta el agua. Al darse cuenta la valiente mujer, saliendo de la retaguardia tom dos cntaros y sin importar las balas enemigas comenz a traer agua para que tomaran los soldados insurgentes. Una y otra vez atraves las lneas enemigas sin importar su seguridad, hasta que todos pudieron calmar su sed sin que sufriera ningn dao.21

    Relata el cronista Luis Gonzlez Obregn que Mariana Rodrguez del Toro celebra-ba, junto con su esposo Manuel, el lunes santo de 1811, una tertulia en su casa en

    19 cimac, loc. cit. 20 soberaniapopular.blogspot.com/.../mujeres-que-forjaron-patria-relegadas.html 21 Loc. cit.

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    la Ciudad de Mxico, a la que acudan personas simpatizantes de la Independencia, despus de las ocho y media de la noche, un brusco toque de campanas de la Cate-dral y una salva de artillera alarmaron a los presentes a la tertulia. El gobierno vi-rreinal, regocijado por la prisin de Miguel Hidalgo y de sus compaeros anunciaba as el acontecimiento.

    En casa de Mariana esta noticia cay como un rayo. El pnico, dice el cronista, enfri las venas de los ms tmidos. Mariana se levant en medio de todos diciendo: Qu es esto, seores? ya no hay hombres en Amrica? Los asistentes se pregun-taron qu podemos hacer?.

    Libertar a los prisioneros!, dijo Mariana. Pero cmo?, volvieron a preguntar, y ella respondi resuelta: Apoderadse del Virrey en el paseo, y ahorcadlo!. Esa noche naci la conspiracin conocida como La conspiracin del ao 11, que fraca-s, pero despert en muchos habitantes de la Colonia el espritu de lucha.22

    Manuela Medina, nacida en Texcoco y llamada La Capitana, levant una com-paa de independientes, particip en siete acciones de guerra y viaj ms de cien leguas para conocer a Jos Mara Morelos. Muri en 1822 como consecuencia de dos heridas que recibi en combate y que la tuvieron postrada en el lecho del dolor, narra Gonzlez Obregn.23

    Mara Fermina Rivera fue viuda de un coronel de caballera y escribi Jos Joaqun Fernndez de Lizardi tuvo que luchar con hambres terribles, caminos fra-gosos, climas ingratos y cuanto mal padecieron sus compaeros de armas. Algunas veces tomaba el fusil de algunos de los muertos o heridos y sostena el fuego al lado de su marido con el mismo bro y valenta que tuviera un soldado veterano. Muri esta mujer en la accin de Chichihualco, defendindose al lado de Vicente Guerrero, en 1821.24

    Luisa Martnez tena, junto con su esposo, un tendejn en Erongarcuaro, en el hoy Estado de Michoacn, dice Gonzlez Obregn, todos eran partidarios de los rea-listas, pero ella era insurgente y proporcionaba a stos noticias oportunas, vveres, recursos y les enviaba, adems, comunicaciones de los jefes superiores con quienes sostena continua correspondencia. El hombre que trabajaba como su correo fue sor-prendido y Luisa huy, pero la persiguieron, la encarcelaron y fue encapillada. Para recobrar su libertad dio dos mil pesos y prometi no volver a comunicarse con los insurgentes. Pero no lo hizo as y tres veces ms se le persigui, encarcel y mult, hasta que no pudo pagar cuatro mil pesos y fue fusilada en el cementerio del lugar, en 1817.25

    22 cimac, loc. cit. 23 Loc. cit. 24 sepiensa.org.mx/contenidos/heronas/heroinas3.htm 25 www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id...

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    Mara Petra Teruel de Velasco protegi a los insurgentes presos.Ana Garca acompa a su esposo Flix a la guerra y lo salv de dos sentencias

    de muerte.Las hermanas Gonzlez, de Pnjamo, sacrificaron su fortuna y derribaron su

    casa para unirse a la lucha. Tambin las hermanas Moreno, as como Francisca y Magdalena Godos, que durante el sitio de Coscomatepec hacan cartuchos y cuida-ban a los heridos.26

    Como observamos, en la mayora de los casos pocos son los datos con los que se cuenta para conocer a fondo y de manera ms adecuada, la participacin de las mujeres en el movimiento de independencia.

    V. Las insurgentes conocidasJosefa Ortiz de Domnguez

    Una de las mximas heronas mexicanas, que arriesg su libertad, su familia y su vida por la lucha contra la opresin a la que se encontraba sometido el pueblo de Mxico es, sin duda la corregidora de Quertaro doa Josefa Ortiz de Domnguez, el nombre que llev de soltera fue Mara de la Natividad Jo-sefa Ortiz Girn, naci en Valladolid capital del Virreinato de la Nueva Espaa, hoy Mo-relia, Michoacn, Mxico; el 19 de marzo de 1771 (aunque algunos de sus bigrafos datan su fecha de nacimiento en el ao de 1774 y otros consideran que fue el 8 de septiembre de 1768). Fue hija de un capitn del regimien-to de los morados el seor Juan Jos Ortiz y su esposa Manuela Girn. Qued hurfana, bajo la patria potestad de su hermana mayor, Mara Sotero, quien solicit al Real Colegio de San Ignacio de Loyola, tambin conocido como Colegio de las Vizcanas, un lugar para Josefa, el cual le fue concedido a partir de mayo de 1789.27

    26 Guadalupe Gmez y Zacil Sansores, op. cit. 27 Gabriel Agraz Garca de Alba, Los corregidores. Don Miguel Domnguez y Doa Josefa Ortiz y el Inicio

    de la Independencia, t. I y II, Mxico, Exlibris, 1972, pp. 75-83.

    Josefa Ortiz de Domnguez era una mujer ilustrada, su participacin en la organizacin

    del movimiento de independencia fue fundamental.

  • Bicentenario de la Independencia

    366 alegatos, nm. 73, Mxico, septiembre/diciembre de 2009

    El licenciado don Miguel Domnguez, un viudo, visitante regular del Colegio de las Vizcanas, se enamor de Josefa y decidi hacerla su esposa. Cuando el idilio se haba formalizado, Mara Sotero intervino y sac del colegio a su hermana el 31 de marzo de 1791. Miguel Domnguez insisti y dos aos despus, el 24 de enero de 1793, se realiz el enlace. Josefa Ortiz de 22 aos y Miguel Domnguez de 37 aos.

    El licenciado Domnguez trabajaba en la Secretara de la Real Audiencia y algu-nas consideraciones le tenan los Virreyes Branciforte y Azanza y las que le ofreca don Flix Berenguer de Marquina, mandatario que le otorg el nombramiento de Corregidor de la ciudad de Quertaro, en el ao de 1801.

    Cuando llegaron a la ciudad de Quertaro doa Josefa y don Miguel, fueron recibidos con simpata por los principales de la sociedad queretana, pues los iden-tificaron como un matrimonio entusiasta y con experiencia. Poco a poco, en las plticas y tertulias la pareja de corregidores manifestaban su inters por la justicia; su preocupacin frente a los abusos y sus ideas en apoyo de los indios despojados y de las clases miserables, carentes de conocimientos y de proteccin.28

    En 1908 el corregidor Domnguez fue llamado por el Virrey a permanecer en la Ciudad de Mxico por un tiempo y en su permanencia escuch la idea de or-ganizar el Virreinato considerando las doctrinas democrticas, representativas e igualitarias.

    Al volver el corregidor a Quertaro le comunic a su esposa lo que haba escu-chado y ese elemento, entre otros, propici las reuniones en diferentes casas, incluso en la propia, para discutir las nuevas ideas.29

    El capitn del Regimiento de Dragones de la Reina, don Ignacio Allende, corteja-ba a una de las hijas de los corregidores30 y de los intercambios de ideas que tuvieron con l se form lo que en la Historia Nacional se llama La Conjuracin o Conspi-racin de Quertaro que se dio a travs de reuniones, disfrazadas como veladas o tertulias literarias en las que participaban un grupo de criollos, entre ellos, Mariano Abasolo, Juan Aldama y Miguel Hidalgo, as como abogados, militares, burcratas, comerciantes, etctera, En el grupo sobresala por su fe, su entusiasmo y lo inconte-nible de sus ansias libertarias, doa Josefa Ortiz de Domnguez; Miguel Domnguez tambin participaba pero de forma ms discreta.31

    Al llegar al mes de septiembre de 1810, se dieron cinco diversas denuncias y una de ellas hizo que el comandante militar Garca Rebollo ordenara al Corregidor Do-mnguez el cateo de domicilios y la aprehensin de don Epigmenio y don Emeterio Gonzlez a quienes hallaron, en su comercio de abarrotes, lanzas, plvora y balas.

    28 Loc. cit. 29 Loc. cit. 30 Jos Martnez Pichardo, Historia de los corregidores, Quertaro, en Josemartinezpichardo@8:54pmh

    ttp://blogdelbicentenario.wordpress.com/page/2/ 31 Loc. cit.

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    Los esposos Domnguez tomaron parte en los planes de conspiracin en favor de la Independencia; pero una vez que fueron descubiertos, el Corregidor abandon la causa e hizo encerrar a Josefa. Era el 14 de septiembre cuando doa Josefa, encerra-da con llave por su esposo el Corregidor, llam desde su recmara en forma conveni-da al alcaide Ignacio Prez; ste advirti la urgencia del llamado y acudi presuroso. Ignacio Prez (hroe de la Independencia poco reconocido) al acudir a la puerta, por el agujero de la llave, doa Josefa le coment que Joaqun Arias haba dela-tado la conspiracin y le orden que de prisa ensillara un caballo y se encaminara a San Miguel el Grande a enterar al capi-tn Ignacio Allende y que despus fuera a Dolores para comunicar lo que pasaba en Quertaro al cura Hidalgo. Prez obede-ci y el aviso de la Corregidora determin la proclamacin de la Independencia en la Congregacin de Nuestra Seora de los Dolores, la madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810.32

    Precisamente, en esta fecha, en Quertaro, la nueva denuncia hecha por el capi-tn Joaqun Arias al Alcalde Ochoa, oblig a este funcionario a librar la orden de detencin del Corregidor Domnguez y su esposa, recluyndolos en los conventos de la Santa Cruz y Santa Clara, respectivamente, donde estuvieron cuatro o cinco das, mientras dur la agitacin de los primeros momentos.

    Desde final de septiembre de 1810 hasta el 14 de diciembre de 1813 don Miguel y doa Josefa continuaron sirviendo en la corregidura de Quertaro. En la fecha ultimamente citada lleg a la ciudad de Quertaro el clebre biblifilo don Jos Ma-riano de Beristin y Souza y con violencia denunci a los esposos Domnguez como peligrosos conspiradores y a ella la corregidora, una verdadera Ana Bolena, que ha tenido valor para seducirme a m mismo, aunque ingeniosa y cautelosamente.33

    El virrey Calleja envi a Quertaro al licenciado Lopetegui para que enjuiciara y destituyera al corregidor Domnguez y orden al coronel Cristbal Ordez que aprehendiera en Quertaro a la Corregidora y la llevara a la capital al convento de Santa Teresa, lo cual fue ejecutado al inicio de 1814. Fue entonces cuando doa Josefa exclam: Tantos soldados para custodiar a una pobre mujer; pero yo con mi sangre les formar un patrimonio a mis hijos.

    El 20 de mayo de 1814, el auditor de guerra Melchor de Foncerrada expresa que doa Josefa padeca enajenacin mental y propona una reclusin si el virrey no permita que saliera del convento, dado el estado de gravidez de la procesada.

    Era el 14 de septiembre

    cuando doa Josefa, encerrada con llave por su

    esposo el Corregidor, llam desde su recmara en forma

    convenida al alcaide Ignacio Prez.

    32 Gabriel Agraz Garca de Alba, op. cit., pp. 122-124. 33 Jos Martnez Pichardo, loc. cit.

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    368 alegatos, nm. 73, Mxico, septiembre/diciembre de 2009

    Dos aos despus, el oidor Bataller pidi cuatro aos de prisin para La co-rregidora, contandolos a partir de noviembre de 1816; doa Josefa fue trasladada al convento de Santa Catalina de Sena. Al fin, el virrey don Juan Ruiz de Apodaca considera una instancia del excorregidor Domnguez en la que ste se expresa como pobre, enfermo y con catorce hijos, pide la libertad de su mujer, tambin enferma, y el virrey deja en libertad a Josefa Ortiz de Domnguez a partir del 17 de junio de 1817.

    Finalmente, cuando se consum la Independencia, los esposos Domnguez vie-ron con indiferencia a Iturbide y al Primer Imperio Mexicano. Doa Ana Huarte de Iturbide invit a doa Josefa a la Corte y ella exclam: Dgale usted que la que es soberana en su casa, no puede ser dama de una Emperatriz.

    En la casa habitacin de los excorregidores, sita en la calle del Indio Triste nme-ro 2, se reunan los generales Victoria, Guerrero, Bravo, Lpez Rayn, Michelena, etctera, y de esta nueva conjuracin sali, en marzo de 1823, el Supremo Poder Ejecutivo, el cimiento de la Repblica Federal iniciada el 4 de octubre de 1824.

    Doa Josefa Ortiz de Domnguez fue la madre de cuatro hombres y ocho muje-res en el orden siguiente: Jos, Mariano, Miguel, Ignacia, Micaela, Juana (madre de los Iglesias Domnguez), Dolores, Manuela, Magdalena, Camila, Mariana y Jos El chico.34

    Doa Josefa Ortiz de Domnguez, fiel a sus ideas libertarias, con frecuencia de-ca: el mayor castigo que Dios pudo darme es que mis hijas se hayan casado con chaquetas, palabra con la que los insurgentes se referan a los criollos realistas. A los 61 aos de vida, el 2 de marzo de 1829 dej de existir, en Mxico, D. F., sus restos fueron sepultados en el convento de Santa Catalina.

    Varios monumentos ha levantado la gratitud nacional a la memoria de doa Jo-sefa Ortiz de Domnguez, pero los principales son dos: el de Quertaro que se alza en el Jardn de la Corregidora y el de la plaza de Santo Domingo en la Ciudad de Mxico, frente al edificio de la Inquisicin que fuera el temible tribunal de la fe.35

    Finalmente, el anlisis que podemos realizar en el caso de Josefa Ortiz de Do-mnguez es que fue una mujer de clase media alta, que tuvo la posibilidad de ingre-sar en un colegio catlico, nica opcin que en Mxico tenan durante esa poca las pocas mujeres a quienes se les permita estudiar. Podemos decir que la participa-cin de Josefa Ortiz de Domnguez, en el movimiento insurgente fue muy activa, y aunque no estuvo directamente a los campos de batalla, s particip en la prepa-racin del movimiento insurgente, en la llamada Conspiracin de Quertaro y en el aviso que envi a los insurgentes Allende e Hidalgo, para prevenirlos de que el movimiento haba sido descubierto; informacin que propici adelantar la fecha de proclamacin de la Independencia. Tambin, como ya mencionamos, particip en

    34 Gabriel Agraz Garca de Alba, op. cit., pp. 137-146. 35 Jos Martnez Pichardo, loc. cit.

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    la llamada nueva conspiracin. Por tanto, consideramos que su participacin fue activa, intelectual, de resistencia y apoyo a la independencia de Mxico.

    Se han tramado variadas leyendas alrededor de Josefa Ortiz, por ejemplo, la de que fue amante, de don Miguel Hidalgo o de Ignacio Allende. La realidad es que no fue as, ya que con Hidalgo la relacin que sostuvo fue la de compaera de trabajo y reflexin sobre los temas de la insurgencia, relacin que existi entre todos y cada uno de los participantes en las tertulias preparatorias del movimiento independen-tista. Con Ignacio Allende se conoce el hecho de que ste cortejaba a una de las hijas de la Corregidora y no a ella, como equivocada y maliciosamente han supuesto algunos.36

    Lo que s es verdad es que Josefa Ortiz, a causa de su participacin en el mo-vimiento insurgente, fue privada de su libertad durante algn tiempo, considerada enferma mental, e incluso difamada y considerada una Ana Bolena y una seductora. Por otro lado, al consumarse la Independencia, trataron de utilizarla, sin que ella lo permitiera, cuando la esposa del emperador Agustn de Iturbide le invit a participar como dama de la Corte, invitacin a la que ella, rotunda y dignamente se neg.37

    Mara Ignacia Rodrguez de Velasco y Osorio Barba: La Gera Rodrguez

    En la poca de la Independencia hubo una que otra mujer decidida, irreverente y muy rebelde, entre stas se encuentra Mara Ignacia Rodrguez de Velasco y Osorio Barba La Gera Rodrguez. Fue una mujer golpeada por su marido, logr el divorcio eclesistico, posteriormente muri aqul en Quertaro, ella se pudo casar dos veces ms. De esos matrimonios le quedaron siete hijos. Fue una mujer muy bella y de hablar rpido e ingenioso, fue famosa en toda la capital. Aprovechando que entraba en los salones ms elegantes de Mxico, escuchaba informacin valiosa para ayudar al movimiento independentista y enviaba noticias o las estrategias que iba a efectuar el ejrcito realista. Mujer decidida, partidaria de la Independencia, lleg a fascinar a hombres importantes de su poca, como el barn de Humboldt, Simn Bolvar y Agustn de Iturbide, se dice que a ste ltimo lo impuls para que consumara la Independencia.38

    Hablaba en favor de los insurgentes en los grandes saraos, cosa que lleg a odos del Santo Oficio y fue llevada ante l. El da que se present, se visti mejor que nunca, se enjoy y perfum. Cuentan que cuando lleg a la sala donde se encontraban los obispos que la iban a interrogar, entr con garbo y donaire y como no le ofrecie-ran sentarse, ella lo hizo con desparpajo y con coquetera, se arregl los pliegues del vestido y con suma delicadeza se compuso sus bucles rubios; mirndolos con

    36 blogdelbicentenario.wordpress.com/.../2007-ao-de-la-corregidora-dona-josefa-ortiz-de-dominguez-2/ 37 Gabriel Agraz Garca de Alba, op. cit., pp. 398-407. 38 Artemio de Valle Arizpe, La Gera Rodrguez, Mxico: Diana, 1978, p. 32.

  • Bicentenario de la Independencia

    370 alegatos, nm. 73, Mxico, septiembre/diciembre de 2009

    inocencia y sensualidad les pregunt que para qu se le necesitaba. Hombres recios, fuertes, por menos que eso se encogan ante los inqui-sidores, todos vestidos de morado con bonetes altos y miradas torvas y siniestras, en una sala mediaoscura y donde se saba a ciencia cierta que aquel que entraba en ese recinto para ser interrogado, ya no sala.39

    Ella, juguetonamente, los salud y cuando leyeron sus supuestos crmenes, con su des-parpajo acostumbrado les dijo a cada uno de ellos sus secretos mejor guardados, incluso a uno de ellos le reclam que la cortejara apasio-nadamente. As como entr sali con dignidad y orgullo. El Santo Oficio jams volvi a mo-lestarla. Esta mujer fue una de las que influy en los hechos histricos de Mxico. Su historia est bordada de mltiples mitos y su nombre ha sido recordado a travs de los aos.40

    Gertrudis Bocanegra

    Fue una mujer que particip tambin muy ac-tivamente en la Guerra de independencia. Hi-ja de padre espaol y madre tarasca. Naci en Ptzcuaro, Michoacn. Se cas con un realista de apellido Lazo de la Vega quien por amor a ella abandon las armas. Despus del grito de Don Miguel Hidalgo, en Dolores, su marido y su hijo se unieron a la insurgencia con las fuerzas de Manuel Muiz. Junto con su esposo salv la vida a Francisco Javier Mina y a otros caudillos en ms de una ocasin.41

    Al apoderarse de Ptzcuaro, Muiz acre-cent su tropa y atac Valladolid; desgraciada-mente, en ese ataque murieron el esposo y el hijo de Gertrudis. Ella se dedic a partir de en-

    39 http://lasamotracia.com/laguera.htm 40 Loc. cit. 41 http://www.centenarios.unam.mx

    El carcter decidido, irreverente y rebelde de la Gera Rodriguez la condujo a hacerse

    activa partidaria de la Independencia.

    Gertrudis Bocanegra, ferviente seguidora de la Independencia, fue, adems de espa,

    combatiente en el ejercito insurgente.

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    tonces en cuerpo y alma a la causa de la Independencia. Sirviendo de espa, manda-ba mensajes muy importantes a los insurgentes. Despus de un tiempo, finalmente, decide unirse al regimiento donde estaba su yerno de apellido Gaona; quien la envi a Ptzcuaro para conocer la posibilidad de un ataque. Descubierta por el enemigo, fue encarcelada junto con sus hijas, sentenciada a muerte y fusilada el ao de 1817, el da 10 de octubre.42

    Leona Vicario Fernndez

    Jug un papel definitivo durante la lucha por la independencia de Mxico, hija de padres crio-llos, naci en Toluca, en 1789, qued hurfana de padre siendo muy nia y a los 17 aos hur-fana de madre. Por disposicin de sta, qued como tutor su to Agustn Pomposo Fernndez de San Salvador. Su vida hasta cierto punto fue novelesca y llena de aventuras. Por herencia era muy rica y cuando lleg a vivir a la Ciudad de Mxico con su to, fue educada con exquisito gusto.43

    En el despacho de su tutor conoci a Andrs Quintana Roo, ambos sentan simpata por la in-surgencia y se hicieron novios. A partir de ese momento arriesgndose, mandaba medicinas y mensajes solventados de su propio dinero. Uno de los hombres que le serva de correo fue apre-hendido (Mariano Salazar); despus de torturar-lo dijo quin era la que mandaba pertrechos a las filas enemigas. Al saber Leona que haban sido descubiertos Andrs y ella se desplazaron hasta San Antonio Huixquilucan. Su to, preocupado, como era hombre de respeto y alcurnia, logr que el virrey le concediera a Leona un indulto.

    Cuando regres a la capital fue encerrada en el colegio de Beln aun cuando se le haba prometido que no la arrestaran. Sin embargo, fue capturada y durante su juicio, en 1813, admiti haber ledo libros prohibidos por la Inquisicin, entre ellos, un discurso del benedictino espaol Benito Gernimo Feijo y Montenegro. En ese

    42 Loc. cit. 43 Genaro Garca, Leona Vicario. Herona insurgente, Mxico: sep, 1945 (Biblioteca Enciclopdica Popu-

    lar), p. 26.

    Leona Vicario se uni al ejrcito de Morelos, en el que contribuy a planear estrategias, administrar las finanzas y

    cuidar a los heridos.

  • Bicentenario de la Independencia

    372 alegatos, nm. 73, Mxico, septiembre/diciembre de 2009

    juicio demostr valor y dignidad ejemplar. A pesar de todas las amenazas no delat a los jefes de la insurgencia. Fue encarcelada y sus propiedades le fueron confiscadas, pero escap y se uni al ejrcito de Morelos en Oaxaca, ayudando a planear estrate-gias, administrando las finanzas y cuidando a los heridos.

    Se cas con Andrs Quintana Roo y vivi en el territorio que lleva el nombre de su esposo, hasta el final de sus das enfrentndose a las crticas de los conservadores que la desacreditaron continuamente, menospreciando su participacin en la insur-gencia. Cuando muri, en 1842, se le rindieron los mximos honores y el general Santa Anna encabez la procesin funeraria.44

    Existe la evidencia de que el historiador conservador Lucas Alamn propag en diversos medios de la poca que Leona Vicario se haba unido a la causa independis-ta exclusivamente por amor a su marido, Andrs Quintana Roo, ms no por afinidad hacia los insurgentes, negndole la posibilidad de considerar que esta mujer tuvo iniciativa y capacidad para pensar y razonar por s misma en asuntos de tipo poltico de la magnitud del movimiento de independencia.45

    Fueron tantos los ataques directos contra esta mujer que tuvo que enfrentarse directamente a ellos mediante la publicacin de su autodefensa en el peridico de Quintana Roo, El Federalista Mexicano. Con la misma intencin escribi en 1831 una carta a Lucas Alamn en la que se expresaba de esta manera:

    Confiese Sr. Alaman que no solo el amor es el mvil de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los sentimientos de gloria y libertad no les son extraos Por lo que a m toca, s decir que mis acciones y opiniones han sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en este punto he obrado con total independencia Me persuado de que as sern todas las mujeres, exceptuando a las muy estpidas, y a las que por efecto de su educacin hayan contrado un hbito servil. De ambas clases hay tambin muchsimos hombres.46

    Notamos en este prrafo el tono claro y valiente de Leona Vicario, que resiste y enfrenta los estereotipos patriarcales; ella se convierte en portavoz de las mujeres, reconociendo valores como la libertad y la independencia, difcilmente aceptadas por el pensamiento masculino.

    En 1910, Genaro Garca escribi una obra exhaustiva y meticulosa sobre Leona Vicario, titulada La herona insurgente, en la que se muestra a una mujer con una

    44 Ibid., p. 35. 45 Ibid., p. 39. 46 Concepcin Bados Ciria, El imaginario femenino en las independencias hispanoamericanas en www.

    omni-bus.com/n26/bados.html.

    blogdelbicentenario.wordpress.com/.../2007-ao-de-la-corregidora-dona-josefa-ortiz-de-do-minguez-2/ -.

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    idea alejada de los intereses econmicos, pero con ideas de libertad e igualdad. En los ltimos aos, mujeres interesadas en el tema se han preocupado por ir recuperan-do documentos de Leona Vicario, principalmente cartas y sus artculos escritos en peridicos mexicanos para defenderse de los ataques de los que fue objeto. Tambin se han revisado otros textos como los que la historiografa oficial en Mxico emiti por varios aos, esta tarea se ha realizado con la finalidad de destacar la capacidad que tuvo esta mujer para romper con los moldes y ataduras que las costumbres de su tiempo tenan destinadas a las mujeres en el Mxico del siglo xix, y el papel trascen-dental desempeado por Leona Vicario en la independencia de Mxico.47

    VI. Mujeres privadas de la libertad por apoyar la IndependenciaDurante la Independencia muchas mujeres fueron perseguidas y encarceladas, como en los casos mencionados; recordemos el pasaje en el que el oidor Bataller pidi cua-tro aos de prisin para la Corregidora, y asimismo, el de Leona Vicario Fernndez, quien fue encerrada en el colegio de Beln cuando regres a la capital, aun cuando se le haba prometido que no la arrestaran, sin embargo, fue llevada a juicio, en el que demostr valor y dignidad ejemplares.

    Pero tambin tenemos ejemplos de mujeres poco conocidas, como es el caso de las de Pnjamo, Guanajuato y de la Hacienda de Barajas del mismo Estado, del cual nos comenta Mara Jos Garrido,48 que Mara Regina Barrn, Casilda Rico, Mara Josefa Rico, Mara de Jess Lpez, Rafaela Gonzlez, Mara Manuela Suasto, Petra Arellano, Manuela Gutirrez, Luisa Lozano, Francisca Uribe y Mara Bribiesca, junto con otras mujeres (aproximadamente 300), segn consta en las cartas de las mismas prisioneras, fueron aprehendidas por el coronel Agustn de Iturbide coman-dante general de las tropas del Bajo, los das 29 y 30 de noviembre de 1814, en las calles, y en sus casas en el hoy estado de Guanajuato en el pueblo de Pnjamo. Estas mujeres, en compaa de sus hijos, fueron trasladadas unas a la ciudad de Irapuato y otras a la ciudad de Guanajuato.49

    Ah fueron encarceladas en las Recogidas de esas ciudades, a ninguna se le acus ni se les form causa alguna. Sin embargo, permanecieron privadas de su libertad, muchas de ellas en compaa de sus pequeos hijos, y su encierro se prolong por espacio de ms de dos aos.

    Para poder ser liberadas, en muchos casos, ellas mismas tuvieron que realizar acciones desde su encierro, enviando cartas o representaciones, porque en algunos casos sus familiares insurgentes haban sido fusilados o en el mejor de los casos

    47 Loc. cit. 48 Mara Jos Garrido Asper, op. cit., p. 169. 49 Idem.

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    374 alegatos, nm. 73, Mxico, septiembre/diciembre de 2009

    encarcelados. Por medio de amistades o sacerdotes, en varias ocasiones solicitaron que en justicia se les instruyera un proceso o que les otorgaran su libertad, final-mente fueron liberadas por orden del virrey Juan Ruiz de Apodaca en 1817, algunas en enero de ese ao y otras en el mes de julio, logrndose su libertad bien sea por las gestiones que ellas mismas pudieron hacer desde su encierro, bien sea debido a que Miguel Bataller, auditor de guerra (el mismo que solicit sentencia de 4 aos de crcel para doa Josefa Ortiz de Domnguez), efectu averiguaciones sobre ese caso, o quiz debido al inicio de las indagaciones que Flix Mara Calleja orden, para investigar la conducta cristiana, poltica y militar de Agustn de Iturbide.50

    VII. Ejecuciones de mujeres insurgentesGertrudis Bocanegra, como sabemos, muri fusilada en Ptzcuaro el 10 de octubre de 1817.51

    Las fuerzas insurgentes, afirma Gonzlez Obregn, nunca fusilaron a mujer al-guna del bando realista, no as stos: una noche tempestuosa de agosto de 1814, cerca del pueblo de Valtierrilla, Guanajuato, una partida de realistas se bata con un grupo de insurgentes. Fue una lucha difcil que dur desde las ocho y media de la noche hasta las siete y media de la maana.

    No se sabe quin fue el grupo vencedor, pero lo que s se sabe es que la insurgen-te Mara Tomasa Estvez, comisionada para seducir a la tropa, fue fusilada das despus en la Villa de Salamanca.52

    Iturbide continuamente daba muestra de su severidad para con las mujeres que crea eran fieles a la causa rebelde. En agosto de 1814 fusil y mand colgar la cabe-za de Mara Tomasa Estvez de Salas quien fue juzgada por seducir a la tropa en la regin de Salamanca, Guanajuato.53

    Nos dice Mara Jos Garrido, que Jos Mara Miquel V. registra en su Diccio-nario de insurgentes, 134 casos de mujeres que realizaron actividades rebeldes y/o que fueron simpatizantes de los insurgentes, de ellas, aproximadamente la mitad, 62 mujeres, fueron encarceladas y procesadas. Cuatro de ellas fueron condenadas a muerte y ejecutadas; dos ms, compartieron la misma sentencia, pero por hallarse embarazadas fueron solo encarceladas, se registraron 162 casos. Segn este recuen-to, 94 mujeres fueron encarceladas y la mayora de ellas procesadas, siete fusiladas y tres perdonadas por hallarse embarazadas.54

    50 Ibidem, p. 170. 51 http://www.centenarios.unam.mx 52 Guadalupe Gmez y Zacil Sansores, op. cit., p. s/n. 53 Mara Jos Garrido Asper, op. cit., p. 174. 54 Aurora Tovar Ramrez, Mil quinientas mujeres en nuestra conciencia colectiva. Catlogo biogrfico

    de mujeres de Mxico, Documentacin y estudio de mujeres, en Francisco Castro y Marcela Terrazas (coords.), Disidencia y disidentes en la historia de Mxico, Mxico: unam, 2003, p. 170.

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    De los casos que Mara Jos Garrido Asper documenta, dice que el ejemplo que tal vez revela con mayor claridad el recelo que los militares realistas le tenan a las mujeres es el de Bernarda Espinoza. Esta mujer fue acusada (Valladolid, 1815) de ser infidente debido a que mostr jbilo por una derrota realista, es decir, se alegr pblicamente de un suceso y en esa poca las mujeres no deban mostrar sus senti-mientos ni de manera pblica, ni privada y mucho menos si se trataba de un hecho contrario a los intereses de la mayora, deban pensar, sentir y considerar lo mismo que los hombres con quienes vivan y de los que se encontraban rodeadas, o al me-nos ocultarlo, si no deseaban ser castigadas.55

    Juan Manuel de Azcrate, teniente graduado del regimiento de la Corona y fiscal del Consejo permanente, a quien se le encomend formar la sumaria contra Bernar-da, opin:

    Uno de los mayores males que hemos tenido desde el principio de esta guerra y ha asentado ms la opinin de la rebelda, son las mujeres, que fiadas en el sexo han sido el conducto para seducir a toda clase de vivien-tes, valindose de cuanto atractivo tienen. La casualidad nos presenta hoy, poder hacer un pblico escarmiento en Bernarda Espinosa, que aunque no consta haya seducido a alguno directamente, pero si ha vertido proposicio-nes a favor de aqullos.

    Azcrate deseaba que esta mujer fuera fusilada pblicamente, pero considerando que sera contraproducente, porque en ese momento los insurgentes tenan en su poder a 37 realistas y stos corran peligro de seguir la misma suerte si fusilaban a Bernarda, entonces hizo la siguiente recomendacin:

    No hay duda: debe morir pero no pblicamente (lo que sera mejor para escarmiento de muchas despechadas que bajo la capa de fieles realistas viven con nosotros mismos escuchndonos y tal vez dando avisos; y algu-nos importantes) que esparcindose la voz de que va a las Recogidas de Mxico, por toda su vida, salga en la primera partida que se proporcione y en el camino con el mayor sigilo, previos los auxilios espirituales, sea muerta, pasndola por las armas por la espalda, como a la traidora, para que no quede sin castigo.56

    VIII. CmojustificaronlaaplicacindesancionesalasmujeresEl principal motivo por el que las mujeres insurgentes fueron detenidas, encarce-ladas o ejecutadas, se debi a su participacin en el movimiento de independencia, haya sido sta, activa o pasiva.

    55 Ibidem, p. 172. 56 Ibidem, p. 181.

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    Garrido Asper menciona que existen causas documentadas de mujeres parti-cipantes en la Guerra de independencia, quienes fueron juzgadas y sentenciadas a ser encarceladas, deportadas, ejecutadas o a quienes se les arrebataron sus propie-dades por realizar acciones rebeldes, tales como conspiracin, espionaje, seduccin de la tropa, contrabando de armas, contrabando de mensajes, por ser guas de los rebeldes por los caminos, por ser soldadas, por ser abastecedoras econmicas, por realizar labores de enfermeras en apoyo a los heridos insurgentes, por enterrar a los muertos, por llevar vveres y por llevar agua a los soldados, entre otras actividades principalmente. Pero tambin fueron acusadas de ser prostitutas y de ser escuchas e infidentes.57

    Adems, como ya lo mencionamos, se tiene el ejemplo de las mujeres de Pnjamo, Guanajuato, caso en el que las mujeres no fueron juzgadas, ni sentenciadas, pero que s fueron privadas de su libertad, apartadas de sus familias y en varios casos, incluso, apartadas de sus hijos o de alguno de ellos, es decir, se trat de hechos contrarios a la aplicacin elemental del derecho. Esta accin es sumamente relevante, pues se nota cmo una poblacin es sancionada brutalmente por ser considerada una comunidad de rebeldes insurgentes, donde deben aplicarse escarmientos sin importar en absoluto si es contra nios y mujeres. Estos escarmientos los realiz sin ningn miramiento Agustn de Iturbide en su primer papel de perseguidor de rebeldes y que se caracteriz por ser cruel y despiadado, principalmente con las mujeres.58

    los malos deben ser segregados de los buenos [.] 1 Que las mujeres e hijos menores de los maridos y padres que siguen el partido de los rebeldes, ya sea en clase de cabecillas, ya en la de simples insurgentes seguirn la suer-te de aquellos 3 El que contraviniere, y fuere encontrado por las tropas a mi cargo, u otro lugar, que no sea en compaa de su marido, o padre ser castigado con todo el rigor de la ley.59

    IX. El sexo durante la Guerra de independencia, un asunto de seguridadLas autoridades realistas, en los casos que trataron de explicar la detencin de las mujeres, refirieron siempre su condicin de gnero, por ejemplo, para las detenidas de Pnjamo hicieron referencia a su condicin de mujer, mujer familiar de soldado, cabecilla, insurgente o rebelde o simplemente por mantener un vnculo emocional con estos hombres. Adicionalmente, los realistas calificaron de prostitutas a las mu-jeres que simpatizaron o se declararon en pro del movimiento insurgente. Despresti-

    57 Ibidem, p. 175. 58 Ibidem, p. 176. 59 Bando proclamado por Agustn de Iturbide el 29 de octubre de 1814 en la hacienda de Villachuato, Gua-

    najuato, en Notable carta del cura, p. 96. Citado en Mara Jos Garrido Asper, op. cit., p. 176.

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    giando su conducta y cancelndoles la mnima posibilidad de existencia poltica, por tanto, sus acciones fueron valoradas en trminos morales y no en consideracin a su preferencia poltica.60 En una carta de Agustn de Iturbide a Calleja, fechada el 8 de julio de 1816, podemos conocer parte de su consideracin hacia las mujeres.

    y esta clase de mujeres, en mi concepto, causan a veces mayor mal que algunos de los que andan agavillados, por ms que se quieran alegar leyes en favor de este sexo, que si bien debe considerarse por su debilidad para aplicarle la pena, no puede dejarse en libertad para obrar males, y males de tanta gravedad y trascendencia: considrese el poder del bello sexo sobre el corazn del hombre, y esto solo bastar para conocer el bien o el mal que pueden producir.61

    La acusacin ms frecuente en contra de las mujeres insurgentes fue el delito de seduccin, se les acus de utilizar sus atributos femeninos para atraer, en con-tra de su voluntad, hacia el movimiento insurgente a los soldados realistas, es-to constituy para las autoridades una grave amenaza que no podan combatir. Ya mencionamos las consideraciones de Agustn de Iturbide y del teniente Azcrate: son las mujeres, que fiadas en el sexo han sido el conducto para seducir a toda clase de vivientes, valindose de cuanto atractivo tienen.62

    De esta manera, la vida privada y la conducta sexual de las mujeres se convirtie-ron, durante la Guerra de independencia, en asunto de seguridad poltica.63 Josefa Ortiz fue acusada de ser una seductora, y Leona Vicario fue considerada seguidora de un hombre, mas no seguidora de un ideal de libertad.

    La reflexin que sobre este punto hacemos notar, es que las autoridades realistas tuvieron miedo de la influencia que las mujeres ejercan sobre los hombres, influen-cia que stas manejaron en trminos de participacin poltica, capacidad que las mu-jeres en ese momento demostraron tener, a pesar de la idea que sobre ellas se haba tenido y que las mostraba como seres incapaces de razonar en trminos polticos, considerando que las mujeres no deben conocer ms asuntos que los de la cuna y la cocina, como rezaba un refrn mexicano de la poca. Una vez ms, las mujeres

    60 Mara Jos Garrido Asper, op. cit., p. 175. 61 Carta de Agustn de Iturbide a Calleja, 8 de julio de 1816, en Genaro Garca, op. cit., p. 390. Citada en

    Mara Jos Garrido Asper, op. cit., p. 178. 62 Mara Jos Garrido Asper, op. cit., p. 181. 63 Loc. cit.

    La acusacin ms frecuente

    en contra de las mujeres insurgentes fue el delito de

    seduccin.

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    resultaban culpables, ahora no solo de que Adn mordiera la manzana, sino tambin de tener la seguridad de un pas a sus plantas. Ante ese miedo, la nica salida que encontraron los realistas fue la de castigar a las mujeres privndolas de la vida, la li-bertad o confiscndoles sus bienes, con la consabida justificacin de que las mujeres utilizaban el sexo para seducir a los hombres y, por tanto, deban ser castigadas.

    X. Los que abogaron por ellas: Mejor no me ayudes...Quienes abogaron por la libertad de las mujeres, en la mayora de los casos, como el de las mujeres que fueron sentenciadas a muerte o aquellas que haban sido priva-das de su libertad, utilizaban para salvarlas, argumentos que invocaban el perdn, alegando que eran mujeres y que no saban lo que hacan, o que no podan razonar adecuadamente por ser mujeres, ya que por ser mujeres no tenan la capacidad de intervenir en cuestiones polticas, es decir, eran incapaces. Citemos, como ejemplo, el caso que Mara Jos Garrido relata en Disidencia y disidentes, sobre las mujeres recluidas en la ciudad de Pnjamo, Guanajuato, en el que su protector, un sacerdote, de apellido Labarrieta, sostuvo que eran las acciones de la autoridad las que estaban motivando la disidencia en aquella regin y afirm que las mujeres carecan no solo de inters poltico sino tambin de ideas, razones por las cuales, ni sus opiniones ni sus acciones podan influir en los acontecimientos polticos y militares de la revolu-cin; cuando ms eran vctimas de los errores de sus familiares, los insurgentes. As, unos y otros, amigos y enemigos, coincidieron en negarles cualquier tipo de inters poltico en el movimiento de independencia.64

    Las fuentes que documentan el caso, segn Mara Jos Asper, no permiten el anlisis de las decisiones personales que cada una de ellas pudo tener para adherirse a los insurgentes, ni entender a cabalidad cmo fue percibida su disidencia por s mismas, pero s permiten comprender cmo fueron vistas por los otros.

    Estas fuentes son unas cuantas cartas que, aunque rubricadas por ellas, posible-mente fueron redactadas por el cura Antonio Labarrieta o por algn abogado que ste les facilit, en esas cartas se recuperan, al menos en parte, la informacin y el sentir que estas mujeres expresaron a sus defensores sobre su detencin y encarce-lamiento.65

    XI. Eplogo Estamos prximos a la conmemoracin del bicentenario de nuestra independencia en Mxico, el reloj va en retroceso, y a travs del anlisis de los escasos textos en

    64 Ibidem, pp. 172-173 65 Loc. cit.

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    los que encontramos plasmada la vida, las ideas, las acciones y los hechos que rea-lizaron las mujeres en el movimiento de independencia, podemos afirmar que una gran cantidad de stas, en Mxico, desafiando los modelos impuestos en el siglo xix, participaron activamente al lado de los insurgentes. Su contribucin fue valiosa y decisiva para el movimiento de independencia. Con motivo de su participacin su-frieron sanciones de todo tipo, algunas penales y otras de opresin y discriminacin, fluctuaron desde el desprestigio y la persecucin, hasta la prdida de sus propieda-des, de su libertad e, incluso, la de su vida.

    Paradjicamente, a pesar de su participacin en favor de la libertad e igualdad, los acontecimientos posteriores al movimiento de independencia no ayudaron a que se considerara a las mujeres de una forma distinta, y se continu aplicando modelos patriarcales y jerrquicos exactamente iguales a los que se empleaban antes de la Independencia. En Mxico, y en la mayora de los pases latinoamericanos, sucedi lo mismo. Esta situacin motiv que las mujeres siguieran siendo excluidas de los asuntos polticos y pblicos por mucho tiempo ms. En el caso de Mxico, todava tard siglo y medio, ya que hasta octubre de 1953 se otorg a las mujeres el derecho a votar.

    Poco a poco, las mujeres en Mxico han ido incluyndose en la vida pblica y en la participacin poltica, han hecho que su voz se escuche, han resistido y continan resistiendo y superando las principales causas de discriminacin por cuestiones de clase social, raza, religin, gnero y edad.

    Queda pendiente, tanto en el campo sociolgico como en el jurdico, continuar la revisin, el encuentro y estudio de la participacin de mujeres, que con su ejemplo de lucha y valor contribuyeron a liberar nuestra Patria y a la creacin de nuestro Estado.

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