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REFLEXIONES SOBRE LA ORDEN (PRIMERA PARTE ) Un tema que creemos es materia fundamental y debe ser objeto de reflexión y preocupación, es el de la formación de una Orden que haya asumido plenamente la Tradición y que mediante la acción, actúe sobre el mundo junto con todas las fuerzas que sostienen el espíritu tradicional contra el mundo moderno. Una Orden es todo lo contrario de un partido político y de cualquier otro tipo de sociedad o agrupamiento. A la Orden no se accede llenando fichas de afiliación: la Orden no es un club ni ninguna sociedad que ofrezca ventajas materiales o negocios. Lo que ofrece la Orden es un puesto de combate en la primera línea de fuego. Si se ofrecen negocios vendrán los fenicios, pero si se ofrece heroísmo vendrán los héroes. La Orden es pues una sociedad de varones destinada a ser la columna vertebral de un Estado Tradicional y a dar el tono al conjunto, de ahí deriva la importancia decisiva de su formación. Y ahora pasemos a considerar una cuestión por la cual, sin la misma, no se concibe a una persona como miembro de la Orden. Dice Julius Evola en su opúsculo “Orientaciones” publicado en 1950: “Un factor religioso es necesario como fondo para una verdadera concepción heroica de la vida, lo que debe ser esencial para nuestra lucha: Es necesario sentir en nosotros mismos la evidencia de que más allá de esta vida terrestre existe una vida más alta, ya que solamente quien siente de este modo posee una fuerza irrompible e indoblegable, solo él será capaz de un lanzamiento absoluto…”

Reflexiones Sobre La Orden

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REFLEXIONES SOBRE LA ORDEN (PRIMERA PARTE )Un tema que creemos es materia fundamental y debe ser objeto de reflexin y preocupacin, es el de la formacin de una Orden que haya asumido plenamente la Tradicin y que mediante la accin, acte sobre el mundo junto con todas las fuerzas que sostienen el espritu tradicional contra el mundo moderno. Una Orden es todo lo contrario de un partido poltico y de cualquier otro tipo de sociedad o agrupamiento. A la Orden no se accede llenando fichas de afiliacin: la Orden no es un club ni ninguna sociedad que ofrezca ventajas materiales o negocios. Lo que ofrece la Orden es un puesto de combate en la primera lnea de fuego. Si se ofrecen negocios vendrn los fenicios, pero si se ofrece herosmo vendrn los hroes. La Orden es pues una sociedad de varones destinada a ser la columna vertebral de un Estado Tradicional y a dar el tono al conjunto, de ah deriva la importancia decisiva de su formacin. Y ahora pasemos a considerar una cuestin por la cual, sin la misma, no se concibe a una persona como miembro de la Orden. Dice Julius Evola en su opsculo Orientaciones publicado en 1950: Un factor religioso es necesario como fondo para una verdadera concepcin heroica de la vida, lo que debe ser esencial para nuestra lucha: Es necesario sentir en nosotros mismos la evidencia de que ms all de esta vida terrestre existe una vida ms alta, ya que solamente quien siente de este modo posee una fuerza irrompible e indoblegable, solo l ser capaz de un lanzamiento absoluto Claro, simple y sencillo, como toda gran verdad, sin necesidad de elucubraciones intelectualoides a las que son tan afectos legiones de comemierdas contemporneos. Y aqu cabe una advertencia para evitar confusiones. Cuando se habla del factor religioso debe quedar totalmente excluido todo clericalismo consistente en la subordinacin de la Orden a cualquier casta sacerdotal, total o parcialmente. Ello sera fatal, mxime teniendo en cuenta lo que son hoy en dia las jerarquas de las distintas religiones que se arrastran por el mundo moderno y que concilian con l. Tambin deben ser objeto de rechazo aquellos que son de misa diaria y de estricta observancia, pero que, una vez transpuesta la puerta del templo, se comportan como buenos burgueses. En nuestro pas hubo gobernantes de esa calaa y que nombraban como ministros de economa a representantes de las finanzas mundiales y de la usura, con una concepcin del mundo y de la vida totalmente materialista y economicista. Les cabe el dicho evanglico de sepulcros blanqueados, blancos por afuera y llenos de podredumbre por adentro. La hipocresa reina en el mundo moderno. La Orden necesita de varones que den la cara, que digan lo que piensan y vayan de frente.San Carlos de Bariloche, 12 de junio del 2013.JULIN RAMREZREFLEXIONES SOBRE LA ORDEN (segunda parte) La Orden es una lite, pero no una lite cualquiera, no es un grupo que persigue objetivos limitados al beneficio personal de sus miembros, ni a la defensa de intereses materiales, ni privilegios de ningn tipo. La Orden est al servicio de la Idea superior de la Tradicin. La Orden es aristocrtica y como es una palabra que ha sido devaluada por la confusin semntica de nuestros das y en forma intencional tanto por el liberalismo como por el marxismo, cabe hacer las debidas aclaraciones. Conforme a su origen etimolgico, aristocracia significa el gobierno de los mejores por su nivel espiritual, su heroicidad y por su capacidad de sacrificio activo. Fue una forma de gobierno de todas las sociedades tradicionales, y est magistralmente desarrollada por Platn en Politeia (lo que en nuestro idioma se llama Repblica, trmino tan manoseado en nuestros das por liberales. progresistas y marxistas). La ignorancia y mala fe de toda esta gente pretende asimilarla a oligarqua que es todo lo contrario. Oligarqua es el gobierno de unos pocos fundado en la posesin de bienes materiales, en el dinero y en la defensa de privilegios, y siendo precisamente la sacrosanta democracia la que abre camino a la oligarqua, tal como lo vemos en el orden mundial que se trata de imponer. Aristocracia es todo lo contrario, es situarse por sobre la falsa opcin de pueblo versus oligarqua, disyuntiva a la que son afectos cuanto demagogo y politiquero anda suelto. En nombre del pueblo, que es sujeto pasivo e incapaz de autogobernarse, gobiernan verdaderamente las oligarquas, que de tanto en tanto, y ante el descrdito de los politiqueros, dan un golpecito, y vuelta a empezar. Ntese que en todos los golpes militares habidos en nuestro desgraciado continente siempre se prometi restaurar la democracia, y se cumpli, tal como lo demuestra la historia. Estamos verdaderamente en un crculo vicioso y si bien ahora no hay golpes militares, se logra el mismo efecto con elecciones y con el descomunal manejo de los medios de comunicacin, ayudado todo ello por la corrupcin que parece haberse instalado a sus anchas, no solamente en los gobiernos, sino tambin en el pueblo. La putrefaccin comenz por la cabeza y ahora invade todo el cuerpo social. No se trata entonces de reiterar siempre lo mismo, y en todos los casos respetando el poder mundial de la usura y las finanzas. En nuestro pas, la Argentina, por ejemplo, la renta financiera no paga ningn impuesto, que por otra parte s se gravan a los consumos ms elementales y necesarios, como ser los alimentos. Una Orden aristocrtica, guerrera y heroica se impone como una necesidad, y a esta altura por razones de supervivencia de la humanidad. Ortega y Gasset, criticando el dicho de que la poltica es el arte de lo posible, deca con razn. que la poltica es el arte de hacer posible lo necesario.San Carlos de Bariloche, 24 de junio del 2013.JULIN RAMREZ.REFLEXIONES SOBRE LA ORDEN (tercera parte)En la primera parte de estasReflexionesnos hemos ocupado del factor religioso que deben asumir plenamente los miembros de la Orden. En la segunda parte hemos considerado la aristocracia de la Orden diferencindola totalmente de lo que es un partido poltico o cualquier otro tipo de asociacin. En esta tercera entrega entraremos a considerar el aspecto guerrero, de guerra santa, y para ello nada ms apropiado, y tomando en cuenta lo mejor de nuestras tradiciones catlicas, que remontarnos a San Bernardo de Claravall, abad benedictino que en 1132 1137 escribi un opsculo tituladoAlabanza de la nueva milicia a pedido de Hugo de Payens, a la sazn Gran Maestre de la Orden de los Templarios, en la cual plantea, desde la perspectiva catlica, la guerra santa y el elogio del monje-guerrero, a pesar de pertenecer a una orden religiosa contemplativa, pues nos dice: no me era permitido servirme de la lanza. Transcribiremos a continuacin algunas frases del santo cuya claridad exime de cualquier equvoca interpretacin: La muerte de los santos ser siempre preciosa delante de Dios; mas la que ocurre en la guerra es tanto ms preciosa cuanto mayor es la gloria que la acompaa El nuevo gnero de milicia no conocido en los siglos pasados, en el cual se dan a un mismo tiempo dos combates con un valor invencible: contra la carne y la sangre y contra los espritus de malicia A la verdad hallo que no es maravilloso ni raro resistir generosamente a un enemigo corporal con las solas fuerzas del cuerpo. Tampoco es cosa muy extraordinaria, aunque sea loable,hacer guerracon la virtud del espritu pues se ve todo el mundo lleno de monjes que estn continuamente en este ejercicio. Mas quin no se pasmar por una cosa tan admirable y tan poco usada como ver a uno y otro hombre poderosamente armado de estas dos espadas? Estando fortalecido con estas dos suertes de armas, no teme ni a los demonios ni a los hombresno teme la muerte puesto que desea morir Vivamos o muramos, somos de Dios Con cuanta dicha vuelven del combate estos vencedores con cuanta dicha mueren estos mrtires en la pelea Qu seguridad hay en la vida que espera la muerte sin temorla muerte que se da o se recibe por amor de Jesucristo, muy lejos de ser criminal mata seguro a su enemigo y muere con mayor seguridad! Todas estas citas de San Bernardo nos indican con claridad la esencia de la guerra santa catlica hoy da totalmente olvidada y dejada de lado por el Vaticano y la totalidad de la jerarqua de la Iglesia. Remarcamos la misma orientacin tradicional con el concepto de yihad, es decir, la guerra santa islmica, la que se encuentra en pleno desarrollo en varias partes del mundo. La unidad trascendente de las religiones superiores es una de las grandes verdades de la Tradicin. Al empuje heroico que hoy est desarrollando el fundamentalismo islmico es necesario completarlo con guerras santas surgidas de otras religiones, y desde la nuestra, la catlica, debemos dirigirnos en esa direccin. Pero esta vez no contra el Islam, como alguna vez pas, sino contra el enemigo comn, el mundo moderno.San Carlos de Bariloche, 2 de julio del 2013.JULIN RAMREZ