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Capítulo XIII: En el Ojo del Huracán de la Guerra Fria 1970 – 1973 (2): La llegada de la Unidad Popular mostró uno de los rasgos más perdurables de la relación establecida entre Chile y el mundo: la expectativa global de estar ante la presencia de una verdadera “utopía moderna”. En varios sectores de la sociedad, como también de personas que vivían en el exterior, veían su interés en la “experiencia chilena”. Política exterior: Nueva interpretación de la comunidad. Los poderes revolucionarios tienden a propagar la revolución en su entorno internacional y una vez que ha pasado algo de tiempo, aprenden a convivir con sistemas que se muestran antirrevolucionarios, quienes a su vez deben adaptarse a su contraparte. Así ocurrió primero con la URSS y así le pasaría al Chile de la UP. La política exterior estuvo definida como una manera de facilitar los cambios internos los cuales, no siendo revolucionarios, serían un soporte a la transformación de la sociedad chilena. Lo netamente revolucionario iría con la orientación internacional de Chile como sociedad con respecto a la política mundial del siglo XX. Por ende, el Ministro de RR.EE fue Clodomiro Almeyda, siendo un teórico de la revolución violenta. Estaba considerado como uno de los líderes del socialismo y provenía de una familia de linaje profesional, por tanto también era parte de una “clase dirigente”. Dado a su habilidad táctica para moverse en los temas de las RR.II, estaba preparado para el cargo. A pesar de estas características, mantuvo una marcada continuidad con la diplomacia tradicional chilena. Incluso en materia de intereses nacionales como cuestiones limítrofes, lograba acercarse a todos los sectores políticos sin distinción. No obstante esto no quería decir que Almeyda dejara de lado sus objetivos ideológicos con respecto a la orientación ideológica del país: Claramente esto quedó demostrado durante la Conferencia de los No Alineados, donde la postura del país era vigilada.

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Capítulo XIII: En el Ojo del Huracán de la Guerra Fria 1970 – 1973 (2):

La llegada de la Unidad Popular mostró uno de los rasgos más perdurables de la relación establecida entre Chile y el mundo: la expectativa global de estar ante la presencia de una verdadera “utopía moderna”. En varios sectores de la sociedad, como también de personas que vivían en el exterior, veían su interés en la “experiencia chilena”.

Política exterior: Nueva interpretación de la comunidad.

Los poderes revolucionarios tienden a propagar la revolución en su entorno internacional y una vez que ha pasado algo de tiempo, aprenden a convivir con sistemas que se muestran antirrevolucionarios, quienes a su vez deben adaptarse a su contraparte. Así ocurrió primero con la URSS y así le pasaría al Chile de la UP.

La política exterior estuvo definida como una manera de facilitar los cambios internos los cuales, no siendo revolucionarios, serían un soporte a la transformación de la sociedad chilena. Lo netamente revolucionario iría con la orientación internacional de Chile como sociedad con respecto a la política mundial del siglo XX.

Por ende, el Ministro de RR.EE fue Clodomiro Almeyda, siendo un teórico de la revolución violenta. Estaba considerado como uno de los líderes del socialismo y provenía de una familia de linaje profesional, por tanto también era parte de una “clase dirigente”. Dado a su habilidad táctica para moverse en los temas de las RR.II, estaba preparado para el cargo.

A pesar de estas características, mantuvo una marcada continuidad con la diplomacia tradicional chilena. Incluso en materia de intereses nacionales como cuestiones limítrofes, lograba acercarse a todos los sectores políticos sin distinción. No obstante esto no quería decir que Almeyda dejara de lado sus objetivos ideológicos con respecto a la orientación ideológica del país: Claramente esto quedó demostrado durante la Conferencia de los No Alineados, donde la postura del país era vigilada.

Almeyda sin embargo sería reemplazado en 1973 por algunos meses por Orlando Letelier. Esta persona venía del mundo de los asuntos internacionales o de las empresas públicas. Letelier, como embajador en Washington entre 1971 y 1972, logró vincularse con los sectores liberales, algo que le sería muy útil una vez que partiera al exilio. La cancillería por tanto mantenía su institucionalidad tradicional.

El presidente de la República por su parte gozaba de amplios poderes en materia internacional: Nombraba a los embajadores y muchos de los enviados no eran profesionales, siendo elegidos por cuestiones políticas. También podía contar con funcionarios al estilo Letelier en organizaciones como la CEPAL o la ONU, simpatizantes del marxismo o de las políticas de planificación: Eran parte de la “izquierda elegante” o “red set”. Fue este grupo el que influyó en propagar la imagen brillante que invistió al gob.de Allende en el mundo.

Aunque los gobiernos de la región y de los diplomáticos de la mayoría de los países occidentales vieran con escepticismo este proceso, lo cierto es que las sociedades de cada uno de ellos mostraban una cierta curiosidad, simpatía y entusiasmo, lo que no era despreciable.

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Coexistencia con los países latinoamericanos.

Los países de la región debían ser hostiles al gobierno de Allende puesto que predominaban regímenes militares antimarxistas, aunque Perú es un caso más o menos distinto. El temor para los militares chilenos era Argentina, ya que la llegada de un gobierno marxista implicaría una actitud agresiva por parte de ellos y que tendría el apoyo de EEUU.

A)Argentina: El gobierno militar argentino sin embargo había empezado a debilitarse en 1968, quizás por los constantes cambios de liderazgo: Primero Onganía, luego Levingstone y finalmente Lanusse. Lanussese mostraba como una alternativa a Perón al mostrarse de forma amistosa con Santiago, aunque al final no daría resultado y se vería obligado en entregar el poder a Cámpora. No obstante y pese a las diferencias, el embajador chileno Ramón Huidobro comentaba en un informe de mayo de 1973 que se buscaba afianzar las relaciones entre los dos países de manera que las diferencias ideológicas no fueran un obstáculo para solucionar temas pendientes.

Se dio el resultado, ya que las relaciones se distendieron. Esto se demostró por el viaje de Allende a Salta, donde fue aclamado junto a Lanusse. Fue crucial el encuentro ya que ahí se firmó el acuerdo de recurrir a una corte arbitral para el diferendo del Beagle, siendo esta la culminación de un largo proceso. Además, la declaración conjunta de los dos presidentes dejaba en claro que no habría intervenciones y que se aceptaba el pluralismo en la comunidad internacional. Argentina por su parte le otorgó créditos a Chile y el propio Lanusse viajó a Antofagasta.

Hubo un punto negro sin embargo: Fue con el tema de “los guerrilleros” de agosto de 1972. La izquierda chilena buscaba la libertad de los guerrilleros, lo que ponía en aprietos a La Moneda. Por su parte Buenos Aire y gran parte de la opinión pública argentina exigían la entrega inmediata. Al final se enviaron a Cuba, siguiendo el criterio de la “solidaridad entre las causas revolucionarias de América”. Si bien Argentina reaccionó de manera fulminante las cosas se fueron calmando, ya que dicho país no poseía el armamento como para entrar en una guerra con Chile. Al final Allende sería invitado al cambio de mando en donde se traspasaba el poder de Lanusse al peronista Cámpora. Si bien el peronismo era antimarxista, su oposición era diferente a la que manifestaban los militares chilenos: Prueba de ello fue la condena de Perón al derrocamiento de Allende, aunque ambas naciones seguirían manteniendo relaciones.

B) Brasil: Se consideraba como el custodio del antimarxismo de la región. En el siglo XIX este país tenía un rol importante en las relaciones exteriores de Chile: Había incluso una leyenda popular que mencionaba a Brasil como un aliado secreto de Chile en caso de que hubiese guerra con Argentina. Si bien dicha leyenda jamás fue real en el siglo XX, era evidente las buenas relaciones que se mantenían ambos países.

Ante el triunfo de Allende, Brasil veía a Chile como una nación más peligrosa que la misma Cuba. RaulRettig, quién venía del ala derecha del radicalismo, sería embajador en dicho país. Sería la persona ideal en Brasilia, diciendo que las relaciones exteriores de Chile con el país no se fundamentarían en la ideología y la actitud de ambos gobiernos.

Si bien Brasil no participó en el “bloqueo invisible” al ofrecerle créditos a Chile y tampoco existía un casus belli para el conflicto abierto entre ambos países, lo cierto es que el gobierno de Brasil habría enviado señales a los militares chilenos para que derrocaran a Allende: Una prueba de ellos sería la presencia de Antonio Cándido da Camara en la jura del primer gabinete de la Junta.

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C) México: El tercero de los “tres grandes” de América Latina le dio una fraternal bienvenida a Allende en 1972. Su presidente Luis Echeverría se identificó retóricamente con la figura de Allende, haciendo buenas relaciones con Chile. Por su parte Allende le dio credenciales “revolucionarias” a Echeverría y al sistema dominado por el PRI. Si bien la identificación retórica con la UP era parte de dar una forma de legitimidad, México se veía como un aliado más o menos estrecho de EEUU.

D) Perú: Las relaciones por esos tiempos estaban cargadas no solamente por el tema del Tratado de 1929, sino porque por esos años una parte del país marcadamente nacionalista veía a Chile como el enemigo por autonomasia. Por ende Allende ya se había preocupado de enviar un mensaje de buena voluntad al líder de ese país, Juan Velasco, siendo su portador Pablo Neruda.

Luego, durante una visita de Allende a Lima, la Declaración Conjunta mostraba conceptos comunes como “antiimperialismo”, el objetivo de transformar la economía mundial, de terminar con la “dependencia” e impulsar las nacionalizaciones. En este punto Chile había apoyado al Perú en su conflicto con los EEUU por la expropiación de los intereses petroleros norteamericanos. Además ambos países aunaron esfuerzos en el CIPEC, que buscaba manejar los precios del cobre como lo hacía ya la OPEC con el petróleo.

Sin embargo, el populismo de izquierda de Velasco mostraba una clara diferencia con el modelo marxista. Junto a esto, en 1973 se veía venir una compra de armamentos por parte del Perú a la URSS. Esta compra reforzaba la desconfianza latente entre ambos países, que a su vez alimentaba una tensión interna entre la Moneda y las FFAA.

E) Bolivia: Cuando llegó Allende, Bolivia tenía un gobierno de izquierda luego del golpe del general Juan José Torres, quién tenía una orientación similar a la de Velasco. Torres sin embargo sería derrocado por un levantamiento antimarxista en 1971, que llevaría al poder al general Hugo Banzer. Este cambio de régimen tuvo sus repercusiones: Para empezar, La Paz acusaba a Chile de cobijar terroristas, a la vez que el gobierno autorizaba el exilio de algunos militares chilenos que habían conspirado antes de 1970. Pese a todo, las relaciones entre ambos países no habían cambiado la inmovilidad que venía desde 1962.

Por último se puede decir que el gobierno de Allende había adherido con entusiasmo al Pacto Andino, aunque la crisis económica impidió concretar muchos programas. A pesar de esto y de las relaciones con sus vecinos, lo cierto es que una amplia simpatía en latinoamerica había sido despertada por el gobierno.

Europa Occidental y la “moderna utopía”:

Aunque los diplomáticos de las principales potencias europeas veían con escepticismo tanto la “experiencia chilena” como sus credenciales democráticas, esa visión no era compartida por la opinión pública y su clase política.

A) Suecia:No siendo marxista, este país se identificaba y a la vez tenía conciencia culposa de su propia riqueza, la que compensaba al ayudar a países subdesarrollados que luchaban contra la pobreza como Cuba. Por tanto la experiencia en Chile había entusiasmado al embajador sueco Harold Edelstam, al punto de que en conjunto con Cuba habían preparada una posible lucha armada.

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Por su parte había simpatía no solo por los rebeldes del 68, sino que también por círculos más moderados o incluso hasta conservadores: Esto última tenía como causa a que en Europa se debía respetar el orden, mientras que en el Tercer Mundo, dado que había subdesarrollo, se requerían de cambios profundos, que podrían haber sido revolucionarios. Pese a todo se veían envueltos en un mundo extraordinario y entretenido.

B) Inglaterra: Tradicional aliado de EEUU, mostraba igual preocupación por el avance soviético. Y al igual que los otros gobiernos europeos, no mostraron una actitud hostil hacia los chilenos, siempre que sus intereses no estuvieran en peligro: El embajador no dejaba de anotar que toda nacionalización de intereses británicas se había hecho de común acuerdo y que en general no se tocaban las empresas británicas.

C) Francia: La defensa de los intereses económicos fue algo constante en la política francesa. El público francés era sin embargo uno de los más fervientes admiradores de la “experiencia chilena”: Quedó claro unos días antes del 11 de septiembre, en donde miles de personas se manifestaron contra la posibilidad de un golpe. El gobierno de Pompidou, por su parte, era escéptico y no mostraba simpatía por la UP, aunque su embajador en Santiago si lo hiciera.

D) Las dos Alemanias: Desde los 50’, la izquierda marxista presionaba porque se abrieran relaciones diplomáticas con la República Democrática Alemana RDA. Al asumir Allende, se enfrentaba a la “Doctrina Hallstein”, según la cual el gobierno de la RFA en Bonn rompería de forma automática las relaciones con cualquier país que establecería relaciones con la RDA, a excepción de la URSS: Se llegaba a tal punto que la embajada de la RFA se preocupaba por cualquier contacto semi oficial que hubiese entre la RDA y las autoridades chilenas. A fines de los 60 esa doctrina se iría erosionando, lo que facilitaría las cosas para el gobierno de Chile.

Con el fin de no ver dañada las relaciones con Bonn, Allende envió a Hernán Santa Cruz a entrevistarse con Willy Brandt con el fin de que le explicase que la apertura de relaciones con la RDA no debía interpretarse como un mensaje hostil a la RFA. Bonn además no se sustrajo a la simpatía que provocaba la “experiencia chilena”. Era claro que la atmosfera de los Ostverträge, que eran los acuerdos que tenía Bonn con los países marxistas, había ayudado en la distensión.

E) España: Se pensaba que la España franquista era el némesis de la izquierda chilena: Allende era hijo del Frente Popular de 1938. Debía existir hostilidad aunque no guerra política. Pero sorpresivamente ocurrió lo contrario: Las relaciones eran tan buenas que incluso estaba la idea de invitar a Allende a España.

Lo interesante de este caso es que fue el gobierno español quién dio la iniciativa. Su ministro de RREE, Gregorio López Bravo, mantenía una política de orientación “europeísta” y de pretensiones “neutralistas” en la lucha bipolar. Por tanto Madrid no tendría recelos ideológicos hacia Chile. El nuevo embajador, Enrique Pérez Hernández, hizo relaciones personales con Allende y le dio a Madrid un cuadro optimista a las relaciones. Allende por su parte, insistiría que las buenas relaciones eran obra de López Bravo.

Por tanto no deja de impresionar la apertura hacia la “experiencia chilena” por parte del régimen franquista: España mantendría una línea de crédito con Chile y le ofrecería ayuda comercial.

El “imperialismo”: Las relaciones con EEUU:

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La estrategia de Chile ante Washington marcaba una diferencia clara con la que tenía Cuba: En lugar de hacer un ataque frontal al “imperialismo”, habrían buenas relaciones. De forma simultanea se rompía el lazo esclavizante que vinculaba al país con el “imperialismo”, una vez ocurrida la nacionalización del cobre. Por otro lado se buscaba erosionar la posición internacional de EEUU. Pese a ello Nixon había enviado un mensaje diciendo que EEUU estaba listo para la mantención de las relaciones con Chile.

En teoría el enfrentamiento no era con EEUU, sino con las empresas del cobre que eran propiedad de norteamericanos. Además, luego del abandono económico de la URSS, se volvieron de manera tímida a Washington para buscar un acomodo en lo del cobre. Aunque la política entera era antinorteamericana, no se mostraba directamente confrontacional. De forma paradójica Washington seguía una política similar hacia Chile, teniendo una política “correcta, pero fría”. La verdadera política norteamericana seguía las recomendaciones del embajador Korry y partía del supuesto de que la UP buscaría crear una sociedad marxista como la que había en Cuba, pero sin un Fidel Castro. Por tanto se debían apoyar las fuerzas de resistencia, en especial los diarios de oposición. Kissinger por su parte daba las razones políticas para la confrontación softcon Chile, donde se dejaba en claro la peligrosidad de que Chile adoptara un modelo marxista.

Como resultado surge lo que sería la política norteamericana hacia Chile: Por un lado se financiaba a partidos como la DC y el Partido Nacional, como también a la prensa en donde destacaba El Mercurio. Por contrapartida y como se sabría después, la URSS y Cuba asistía de forma financiera y logística a los partidos de la UP, lo que en la práctica atraía la atención de ambas superpotencias. Los recursos que daba EEUU no solo se canalizaban en la supervivencia de la prensa y el activismo político, ya que también se derivaba en la incitación de contramovilizaciones, que debían culminar con la caída de la UP o forzarla a abandonar su programa.

Tal vez EEUU prefería que las elecciones acabaran con Allende: Para ellos era esencial detener el “experimento marxista”. Claro que si disminuía con toda ayuda directa o multilateral, y a la vez mantenía la asistencia militar, se daba un mensaje claro de que las FFAA no eran un problema. Allende, viendo el paulatino fin de la ayuda económica, veía en esto el “bloqueo invisible”, la cual habría sido la causa de la crisis económica en Chile.

Un tema pendiente era la nacionalización del Cobre: Se decía que serían expropiadas las empresas que estuviesen en manos norteamericanas. Para evitar ello las compañías llevaban a cabo una campaña para que Washington castigara al gobierno chileno. Sin embargo la Casa Blanca era renuente ya que no deseaba que un apoyo expreso a un “interés”, fuese a torpedear su política más profunda, de respaldar a la oposición en su lucha contra La Moneda. Compañías como la Kennecott llevaban a cabo campañas para impedir la venta de cobre chileno en Europa, lo que parecía dar sustento a la teoría del “bloque invisible”.

La Moneda también quería nacionalizar la Compañía de Teléfonos de Chile que era propiedad de la ITT. En medio de eso estalló el escándalo en marzo de 1972, luego de la publicación de los “ITT Papers”, algo que sería aprovechado por el gobierno de Allende para que se apresuraran a publicar dicho informe en español.

Keynesianismo a ultranza, inflación, reservas, mercado negro:

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La explicación del “bloqueo invisible”, donde EEUU impedía cualquier donación de créditos a Chile por tener veto en varios organismos económicos y sumado al boicot interno que efectuaban los sectores productivos y comerciales, requería de dos supuestos: Primero, que EEUU hubiera ayudado a financiar la “vía chilena”, cualquiera hubiera sido el fin estratégico de ésta. Y segundo, que los empresarios chilenos hubiesen mostrado una capacidad de organización y renuncia a sus intereses inmediatos en pos de un objetivo esencialmente político.

La economía chilena requería de financiamiento externo para poder mantenerse en el precario equilibrio que le caracterizaba en la “época del subsidio”. La UP como medida proponía una integración con el Tercer Mundo, el bloque soviético y los países “socialistas”, sumado con aporte de países de la Europa Occidental, aunque no con EEUU. Aun así no se pueden explicar la crisis de balanza de pagos y la inflaciónpor la falta de recursos externos, sino más bien por el desarrollo interno de la economía.

Bien se sabe que la UP buscaba una transición al socialismo. Dicha transición se efectuaba en condiciones de “sociedad abierta” en lo político y no se podía efectuar una expropiación drástica y masiva de bienes que sirviera de compensación a la caída del nivel de vida en muchas otras áreas. La izquierda tenía una tradición de oferta populista y redistributiva. De ahí que se llevara a cabo un programa con un fuerte aumento de los ingresos para vastos sectores de la población, junto a expropiaciones masivas de acuerdo a la legalidad. El resultado fue la gran masa monetaria que aumentó sueldos y salarios, provocando un crecimiento del PGB en 1971. La política monetaria para activar y traspasar a la población una gran cantidad de recursos es lo que se le podría llamar “keynesianismo a ultranza”.

La teoría decía que al inyectar dinero en la economía, este se gastaría en bienes que serían cubiertos por la “capacidad ociosa” de la producción. El control de los precios impediría la inflación, algo que funcionaría por casi un año. Las cosas cambiarían con la contramovilización que se intensificaría tras la visita de Fidel Castro, relacionada con las primeras percepciones de escasez. Dado al aumento de la masa monetaria, se agotaron los productos y el crecimiento de las importaciones, que evaporó las divisas heredadas de la administración de Frei. Con ello surgió el “mercado negro”. El engranaje económico empezaba a sufrir no sólo por la inflación y la disminución en general de la actividad a partir de 1972, sino en forma más decisiva por el agotamiento de los recursos externos: Las reservas internacionales se habían esfumado ya en 1971 y por tanto nos e podía avanzar hacia un incentivo en las exportaciones y el precio del cobre bajaba ininterrumpidamente hasta comienzos de 1973, donde empezaba a subir.

Allende y la UP buscarían como solución la ayuda de la URSS y el bloque socialista.

El paradigma lejano: El bloque Soviético:

El PC tenía a la URSS como el paradigma esencial hacia donde debería orientarse Chile. Los modelos de esta y de Cuba, así como la de algunos sistemas revolucionarios del Tercer Mundo, constituían una parte de la imagen de sí misma de la izquierda chilena. Su papel en la izquierda chilena, fue darle la sensación de que no eran una faceta de un rincón aislado del planeta.

Gracias a la reanudación de las relaciones durante el gobierno de Frei, Moscú se preparaba para una mayor presencia estratégica política en América del Sur antes que militar. En 1967 se le habían otorgado créditos a Frei, aunque ello fue poco servible ya que suponía la compra de

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productos industriales soviéticos. Desde un principio ambas naciones habían firmado varios acuerdos: Lo que si se obtuvo del bloque soviético, fue algo magro y generoso: Primero se habían ampliado los créditos dados a Frei y se apoyó la construcción de dos fábricas, como también se firmaron acuerdos pesqueros. Con ello, cuando las cosas iban naufragando, el bloque socialista vendría en ayuda de la revolución chilena.

Los recursos de la URSS eran escasos no solo por la debilidad de su economía, sino también porque las economías marxistas no interactuaban con la economía mundial, siendo su comercio con los países desarrollado mínimo. Vistas así las cosas, los soviéticos dieron una ayuda generosa al PC y la ampliaron la asistencia a las otras agrupaciones de izquierda. La URSS hizo esfuerzos, pero para los chilenos era un esfuerzo pobre. Las razones podrían ser que ya subsidiaba fuertemente a Cuba, además de que a Chile se le consideraba un país “en construcción del socialismo”, no como un “país socialista”, ya que de ser verdad esto último se habría llevado a cabo un compromiso mayor. Pese a todo no quitaba que los soviéticos estuviesen exultantes por el triunfo de Allende. También les llamaba la atención que occidente tuviera fascinación por la “experiencia chilena”, ya que incomodaba a EEUU y parecía confirmar que el mundo iría hacia el socialismo. Pero les incomodaban las constantes peticiones de los chilenos y disgustaba que fuesen sus proveedores. Pese a todo Allende viajo a la URSS en 1972, siendo bien recibido. Pese a que obtuvo 20 millones de dólares como producto de ese viaje, lo cierto es que era una cantidad nimia para las expectativas.

Ahora bien si a los soviéticos no les gustaba una “revolución sin sacrificios”, esto sería más marcado por Beijing (o Peking): Allende había reconocido rápidamente la República Popular China, aunque el país viese a la UP en la órbita soviética. Pese a las visitas de autoridades chilenas, los chinos no mostraban el mismo entusiasmo que los soviéticos. Por consiguiente, ni Moscú, ni Beijing se mostraban ir más allá con la “experiencia chilena”, lo que sellaría el destino del gobierno de Allende.

El compromiso revolucionario: La presencia de Cuba:

La revolución cubana jugó un papel destacado en fijar a la izquierda marxista chilena en un programa que se podría llamar “anti sistema”, revolucionario en lo estratégico y en la preparación de grupos armados antes de 1970. Cuba sin embargo tuvo una influencia marginal en la política exterior del país. Mientras que su influencia en la política interior era quizás absoluta: Prueba de ello es que mientras se armaba a la extrema izquierda, Castro tenía una idea clara de que la posibilidad de consolidación de la UP pasaba por conservar la unidad de la izquierda y a la vez ir a la confrontación política y quizás militar con la oposición.

Castro, durante su gira por el país, se había entrevistado con todo tipo de gente aunque muy poca de la oposición. Venía con un discurso confrontacional. También percibió la fortaleza de la oposición, comparándola con la que hubo en Cuba en 1959. Al final, incluso sus partidarios se cansaron de asistir a todas las manifestaciones y Castro no dejó de decir que consideraba poco combativa a la UP

Pero el involucramiento del político cubano en la política chilena, quién solo visitó el país una vez, mostraba un grado extremo de “internacionalización de la política” del país, quizás más importante que la que representó la de EEUU por medio de la CIA. Por ende no sorprende que uno de los primeros actos de la Junta haya sido romper relaciones diplomáticas con Cuba.