RETIRO ABRIL:

JESÚS ES BUENA NOTICIA CON SU RESURRECCIÓN.

“Si estáis alegre,miradle resucitado; que sólo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Mas, ¡con qué claridad y con qué hermosura!, con qué majestad, qué victorioso, qué alegre! Como quien tan bien salió de la batalla adonde ha ganado un tan gran reino, que todo le quiere para vos y a sí con él. Pues ¿es mucho que a quien tanto os da volváis una vez los ojos a mirarle? C. 26,4

Teresa, insistente ella, nos invita hoy a MIRARLE RESUCITADOy adecir esta alabanza: “Oh,

Rey de gloria y Señor de todos los reyes! ¡Cómo no es vuestro reino armado de palillos, pues no tiene fin!

(…) Con mirar vuestra persona, se ve luego que es sólo el que merecéis que os llamen Señor, según la

majestad quemostráis…” (V. 37, 6). “Dios lo resucitó al tercer día y nos los hizo ver… a los testigos que Él

había designado, a nosotros que hemos comido y bebido con Él” (Hech. 10, 17…) Se trata de ver por

dentro, entender sabrosamente. Y le diremoshumildemente: Que te pueda “ver” vivo y presente en mí y

en mis hermanos; que te descubra en el corazón de la vida…

“OS ALEGRARÁ”:Es un fruto de la resurrección, el regalo del resucitado que pediremos a

lo largo del día. Es el resultado de haber recibido la buena noticia de que el Señor está vivo, nos da vida

y nos invita a favorecer la vida. No es una alegría externa, que dependa de que las cosas nos vayan bien

o mal sino de la donación del Reino que nos hace el Señor resucitado, de la paz transmitida y señalada

en las llagas del crucificado.

“HA GANADO UN TAN GRAN REINO”. Jesús ha entrado en la vida definitiva de Dios. Por

eso, los primeros predicadores dicen que Jesús ha sido “exaltado” por Dios (Hch 2, 33), y los relatos

evangélicos presentan a Jesús viviendo ya una vida nueva, que no es la de aquí abajo.

“TODO LE QUIERE PARA VOS”.Este Señor nuestro resucitado,“EL QUE TANTO OS DA”nos hace partícipes de la VIDA nueva que posee. Recibimos de su Plenitud.

TODO VUELVE A SER POSIBLE DESDE EL AMANECER DEL PRIMER DÍA DE LA SEMANA

La mejor buena noticia que corría de boca en boca entre los seguidores de Jesús de aquella

primera generación era la noticia de la resurrección. Tan buena noticia, que la fe cristiana sólo se apoya

en esta experiencia, y sin ella todo carece de sentido. “Ya podía haber hecho Jesús todos los milagros y

conocer toda la ciencia, ya podía haber dedicado noches enteras a la oración y haber llamado ABBA a

Dios como Padre… ya podía haber comido con pecadores y pronunciado palabras de consuelo a los

desvalidos… ya podía haber iniciado la revolución de la paz y del amor… ya podía haber entregado su

cuerpo en la cruz por nuestra salvación… Si no hubiera resucitado, no habría pasado de ser un hombre

extraordinario, no sería, ni entonces ni ahora, nuestro Dios y Señor”.“Si Cristo no resucitó, vana es

nuestra predicación, vana también vuestra fe”.“Así escribía Pablo de Tarso hacia el año 55 a un grupo

de cristianos de Corinto. Si Cristo realmente no ha resucitado, la Iglesia se debe callar porque no puede

anunciar ninguna Buena Noticia de salvación para nadie. Toda nuestra fe quedaría vacía de sentido. No

tendríamos ninguna esperanza verdaderamente definitiva para aportar al mundo. Solo la resurrección

de Jesús fundamenta y da sentido a nuestra fe cristiana.”(Pagola)

Podemos decir con verdad que estamos edificadas en la roca de la fe de los primeros testigos.

Comenzamos nuestro itinerario cristiano acogiendo de puntillas el misterio que les fue revelado a los

apóstoles: “Os recuerdo, hermanos la buena noticia que os anuncié, que recibisteis y en la que habéis

perseverado. Es el evangelio que os está salvando, si lo guardáis tal como os lo anuncié…que Cristo

murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado y resucitóal tercer día según las

Escrituras, que se apareció…”(1Cor 15, 1-4). Breve testimonio de Pablo que nos afecta profundamente y

nos involucra en el acontecimiento salvador. La resurrección de Jesús no es un hecho que le afecte sólo

a Él. El ser humano, cada una de nosotras, somos los receptores de este don. Sólo se nos pide

reconocernos necesitados de salvación y permanecer abiertos a ella. Y nos empuja a tomar una postura

nueva ante la vida poniendo en juego todas nuestras fuerzas y, al mismo tiempo, nuestra esperanza en

Jesucristo.“Os he destinado a que deis fruto” pero “Sin Mí nada podéis hacer”.

Esta Buena noticia predicada y anunciada nació de sucesivas experiencias de encuentro con el

Resucitado en las que discípulos y discípulas pudieron escucharle, caminar y comer con Él, recibir su paz,

cerciorarse de que era el mismo que les había llamado y con quien habían compartido caminatas y

conversaciones.Alguno llegó a tocar las llagas de su pasión y todos cuantos le “vieron” se sintieron

invadidos por una fuerza arrolladora que les impulsaba a proclamar que estaba vivo.

¿Cómo afecta a mi vida la celebración de la Pascua? ¿Qué se despierta en mí ante la Buena Noticia

de que Jesús está vivo y me transmite vida? ¿Está dando mi vida frutos de conversión y de misión?

1. MIRARLE RESUCITADO

Porque “a los que ve se han de aprovechar de su presencia, Él se les descubre; que aunque no le

vean con los ojos corporales, muchos modos tiene de mostrarse al alma por grandes sentimientos

interiores y por diferentes vías.” (C.34,11).

Teresa, hablando de la Eucaristía, nos invita a cerrar los ojos de cuerpo y abrir los del alma para

contemplar a Jesús. No se trata de imaginar nada sino de silenciar nuestro interior y reconocer su

Presencia viva y actuante. Mirarle y ser mirada es poner atención a su Presencia y despertar la fe, CREER

que su mirar es amar, que su mirada es salvadora y que nos injerta vida nueva.

“¿Quién nos quita estar con Él después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el Sacramento,

adonde ya está glorificado?(…) Hele aquí sin pena, lleno de gloria, esforzando a los unos, animando a los

otros, antes que subiese a los cielos, compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue

en su mano apartarse un momento de nosotros. ESTE SEÑOR NUESTRO ES POR QUIEN NOS VIENEN

TODOS LOS BIENES” (V.22,6.7).

Somos invitadas a permanecer largo rato mirando al resucitado. Pronunciar su nombre: Cristo,

Jesús… Señor… Maestro…puede ayudarnos a centrar nuestra atención.

2. OS ALEGRARÁ

“Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”(Jn 20,20). Antes habían sido días de miedo,

frustración y desconcierto. Al amanecer el primer día de la semana, las discípulas primero y los

discípulos después, comprueban signos de novedad -aunque no acaban de creer-: la piedra del sepulcro

movida, el sepulcro vacío, unas vendas y un sudario, ángeles que comunican la resurrección… hasta que

Jesús se deja ver, se vuelve a encontrar con los suyos. Se trata de un encuentro cuya iniciativa no está

en los discípulos sino en Jesús. Es el mismo Jesús vivo el que interviene en sus vidas, se les hace

presente y se les impone lleno de vida, obligándoles a salir de su desconcierto e incredulidad.

Pablo, “el último de los apóstoles”, llama a su experiencia “gracia”, regalo de Dios (1 Co 15, 10), y

cuando quiere describirla, nos dice que “ha sido alcanzado por Cristo Jesús” (Flp 3,12) y que “ha

descubierto el poder de su resurrección” (Flp 3, 10). Por eso, cuando los creyentes tratan de presentar

esta experiencia de manera narrativa, la describen con una gran variedad: Jesús resucitado les saluda,

les da la paz, los bendice, los llama, les enseña, los consuela, los envía a una gran misión. Es decir, el

encuentro con el Resucitado los ha cogido, los ha transformado y ha puesto en marcha la fe de la

pequeña comunidad. ¿Siento que Jesús sigue haciendo hoy lo mismo con nosotras?

Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor porque el mismo Jesús se ofrecía como dador

de paz y de Espíritu. Se confirmaba en cada uno de los encuentros que “sus palabras son obras”, que

sus palabras se cumplen en quienes las reciben con corazón abierto.

La alegría que Jesús transmite no es una alegría facilona sino una alegría que ha pasado por la

prueba y es veraz. Hay alegrías humanas que son acogidas, corregidas, ensanchadas y referidas al Padre.

Y hay una “alegría mayor” que nace directamente del Señor. Es uno de los dones del resucitado. Esa

“alegría mayor” está llamada a inundar las alegrías pequeñas y a mezclarse con ellas, como la levadura

en la masa, pero esa “alegría mayor” de la que hablamos nace de la otra orilla, de la Orilla de Dios. Es

puro regalo suyo a nosotros.Esa “alegría mayor” transcurre en dos direcciones: alegrarnos por lo que

Jesús ES y alegrarnos por lo que Jesús trae.

“Se llenaron de alegría al ver al Señor”…Solo quien ha querido mucho a Jesús sabe cuánto cariño

hay en esta alegría de sus discípulos. Es un regalo sentir alegría por Jesús. “Me alegro por Ti, Señor, ¡por

Ti! No solo por la salvación que Tú traes, sino por la salvación que Tú eres! ¡Me alegro tanto de que seas,

de que existas, de que estés vivo, de que seas Señor!” En esa alegría por “por Ti” van a descansar todas

las alegrías “por lo que Tú traes” al mundo de salvación, de esperanza, de capacidad de amar… Ese “por

Ti” hace que esa alegría por el mundo sea una alegría encarnada, con rostro.

Lo que Jesús nos trae con su vida, muerte y resurrección es sencillamente, impresionante.Y al

escucharlo entendemos un poco eso de que “esa alegría no nos la quitará nadie”. Nada ni nadie nos la

puede quitar porque se trata de una alegría así:

“Alegría porque gracias a la resurrección, fiarse de Dios no es temeridad. Abandonarse en Dios no es arrojarse al abismo, Tomar a Jesús por modelo no es mimetismo que anula la propia personalidad. Vivir como Jesús vivió no es locura sino necesidad sentida. Tratar con el Resucitado es regalo de Pascua. Amar a los pequeños y luchar por la justicia no es voluntarismo buenista. Tener deseo de ir detrás de Jesús no es por subjetividad emocional sino por obediencia gozosa. Arriesgarse por amor no es una excentricidad. Descansar en Dios demuestra que se da crédito a la Palabra del Resucitado, por la que se supera el miedo… Es reconocer que el sufrimiento no es anónimo, que la muerte no es la meta, que el mal no es eterno, que la oscuridad tiene límite, que la paz se instala en la hondura del ser, que la alegría perdura en la prueba. Porque nuestra esperanza tiene en el Resucitado su más firme aval” (Ángel Moreno de Buenafuente) ¡Todo lo que Jesús es y nos trae es tan buena noticia que nos faltaría vida para comenzar a dar

gracias y no parar hasta el último de nuestros días!

3. HA GANADO UN TAN GRAN REINO

En el encuentro con el Resucitado los discípulos descubrieron que Jesús, a pesar de haber pasado la prueba del dolor y la muerte, es el Señor de la vida porque en Él ha comenzado ya la liberación total y definitiva de todos los hombres. Esta victoria de Jesús es el comienzo de nuestra victoria.

Pido luz al Señor para mirar mi vida y descubro:

¿De qué hago depender mi alegría? ¿En qué la apoyo? ¿Qué o quiénme la quita?

¿Soy capaz de alegrarme con las alegrías de mis hermanas o de las personas con las que

me relaciono?

¿Cómo gestiono las dificultades grandes o pequeñas de la vida ordinaria para que no

superen mi llamada a ser feliz y hacer felices a otros?

¿En qué piensa Teresa cuando habla de ese “tan gran Reino” que ha ganado Jesús? Probablemente, Teresa está pensando en “aquella Vida verdadera” que le asegura la comunión plena con Cristo, donde no hay mudanza en el amor, ni inquietud, ni temor de perderle, “donde ya no seremos libres para pecar, ni lo queremos ser” porque ya estaremos entrañados con el Sumo Bien y participaremos de su gozo. Pero Teresa también conoce por experiencia que el Reino comienza aquí y ahora, en la rutina diaria, entre los pucheros. Y nos invita a que “entendamos qué pedimos en este reino”. Lo resume en “hacer cuanto pudiéremos para contentar a quien nos lo ha de dar… y “… ya no tener cuenta con cosa de la tierra…” “La misma alma -añade Teresa- no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejarle de amar porque le conoce” (cfr. C.30, 4.5)

¿Qué es amarle, qué es contentarle?, o mejor ¿está vivo en amor en mí? ¿Busco contentarle a Él o vivo centrada en “estar bien”, en mi propio gusto o contento?

La Santa, en ese “hacer cuanto pudiéremos para contentar a quien nos lo ha de dar” está jugando con ese binomio dar y recibir tan propio del Amor. “El que nos da” espera nuestra respuesta precisamente porque nos ama, porque cuenta con nosotras como colaboradoras en la construcción de su reino. Mano a mano con Él.

El Reino, decimos hoy, eshacer presente y visible el modo de ser y actuar de Jesús. “Por donde fuéredes tengo de ir”.Después de la resurrección, ese Reinoestá cargado de novedad porque lleva en sí mismo la fuerza renovadora y liberadora de la resurrección, pero es el mismo Reino anunciado, predicado y que había comenzado ya a despuntar entre los primeros seguidores. Estos, acompañados por Jesús, habían aprendido fraternidad, perdón, justicia, gratuidad, servicio… Habían descubierto en Jesús una forma nueva de mirar a los hombres y de estar con ellos.Habían empezado a vislumbrar un nuevo modo de vida, pero eran todavía torpes y lentos para reproducir sus gestos y vivir arraigados en Él. Fue necesaria la prueba de la cruz y el triunfo de la resurrección para que se realizara en los discípulos el milagro de la fe comprometida.

Cuando Jesús sopla sobre ellos y les infunde el Espíritu (Jn. 20,22) saben y empiezan a sentir que el Reino sí está dentro de ellos, y su permanencia es definitiva y para siempre. Ya no se puede dudar. Y se expande y concreta en signos de fraternidad, en mesa redonda y compartida; en justicia e igualdad. Ya no hay señores ni criados sino que todos son servidores. Es el Reino donde la libertad es patrimonio de todos los que abrazan la Verdad que es el mismo Jesús, y se adhieren a ella: “atalaya a donde se ven verdades” (V. 21,5) “verdad que hace entender que todo es mentira lo que no es agradable a Dios” (V. 40, 1).

Descubro los signos del Reino que veo en mi entorno, en las personas y grupos… y los agradezco.

4. TODO LE QUIERE PARA VOS

“Jesús quiere todo lo buenodel Reino para mí”. ¿Sólo para mí? Sería ésta una lecturasesgada de su plan de salvación.Tenemos que leer en plural. Dios quiere todo lo bueno para “nosotros” porque “la gloria de Dios es que el hombre viva”(S. Ireneo).Dios nos ha enganchadoa todos a la VIDA del Hijo de tal manera que ya no puede vivir sin nosotros o si no es para nosotros o en favor nuestro. Dios afirma al ser humano y no lo pone a su lado sino que lo sienta, como a Jesús, a su derecha. Lo dignifica hasta “alturas” insospechadas. El hombre y la mujer son las criaturas preferidas de Dios y apuesta por ellas con toda su fuerza. Esta es también nuestra tarea. Y si hay que hacer una opción preferencial será por los que tienen menos vida, menos capacidades, menos posibilidades. El gran deseo de Dios es el de una humanidad liberada del mal, reconciliada y fraterna. Y para esto nos pide ayuda. Los que hemos escuchado su llamada a seguirle sabemos que construir el Reino y seguirle es lo mismo. Como dice Leonardo Boff, seguir a Jesús es «pro-seguir su obra, per-seguir su causa y con-seguir su plenitud».

“Gratis lo habéis recibido… dadlo gratis…” dice el canto. Me quedo saboreando el estribillo y pienso si hay correspondencia entre lo que recibo y lo que doy.

¿Cómo “ayudo a Dios” a dignificar la vida de los demás y a hacer que todos tengan vida abundante?