REVISTA DIEZ - NÚMERO 130

10 de junio de 2012 - Comitán de Domínguez, Chiapas

Autor:

Enrique

Robles

Solís

ENTREVISTA CON

JOSÉ LUIS

PÉREZ

ARGÜELLO

(apicultor)

DIEZ - REVISTA DIGITAL– La revista que habla de vos.

Contenido

6.– EDITORIAL:

Árbol.

7.– ZAGUÁN:

Galería.

Fotografías de la quincena.

14.– PATIO:

Casa de citas.

Lo diariamente que es la vida.

Autor: Héctor Cortés Mandujano.

26.– BALCONES.

Doña Rome.

Autor: Enrique Robles Solís.

33.– CORREDORES.

Entrevista con:

José Luis Pérez Argüello.

Entrevistadora:

Dora Patricia Espinosa Vázquez.

40.– ACTUALIDADES.

43.– MOJOL: El cartón de la semana.

44.– En nuestro próximo número:

Jorge

Antonio

Gómez

Solís


Comitán, ciudad que habla de vos


¿EL MEJOR LUGAR PARA DISFRUTAR?

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¿Qué semejanza entre un árbol y un libro? ¿Por qué el libro, la tarde que nació,

decidió tener hojas? ¿Acaso un mismo aire los envuelve, los impulsa al vuelo?


Fotografías de la quincena



Él le pregunta a Paty si quiere

andar con él, es tan fino que,

incluso, escribe las opciones

“Sí” y “No”, para que ella

decida, pero luego confiesa que

anda “bien pedo”.

Ah, no, no, Paty, declaración

de bolo ¡no vale!



Auna es prima hermana de Aún.



Y para acabarla de

joder, mi amo escucha

el “rock de la cárcel”

con Enrique Guzmán.



¿Hay ser VICIO? ¡Pucha, pucha, qué poco sutiles!



¿Azul? ¡No, no, que se

vaya el diablo y vuelva

Jesús! Yo pintaré mi

cielo ¡de verde!







Joaquín Vásquez Aguilar. Poesía reunida (Unicach-

Juan Pablos Editor, 2010), edición crítica de Luis

Arturo Guichard, da cuenta de la producción poéti-

ca del querido y recordado Quincho (Cabeza de To-

ro, Tonalá,1947-Tuxtla Gutiérrez, 1994). Dice Luis

Arturo en su introducción que en la obra reunida

puede verse (p. 19) “un proceso de adelgazamiento

del lenguaje personal del poeta hasta reducirlo a su

forma más medular y descarnada […] volviéndose

cada vez más polisémico y sonoro, menos narrativo

y más sensorial”.

Aquí unos ejemplos (p. 65): ¡consuélame, ca-

mino,/ y regálame pasos que no tengo! (“Días del

terrible mar”).

“La muerte a veces también busca llorar/ so-

bre los hombros de alguien” (p. 71, “Poema con

Isolda triste”).

“Porque como nací pájaro/ crecí árbol/ y lle-

gué camino” (p. 73, “A petición del mar”).

“He visto/ a oscuras muchachas/ convertirse

en piedras desnudas en el río” (p. 87, “Apunte”).

“Desde tus pies sube la sal hasta tus ojos” (p.

101, “aguda sal”).

“Porque fuimos la rana,/ el tiempo de agua/ y

el sombrero” (p. 113, “Oscuras estancias”).

“La vida allá/ aquí/ un animal de tumbo en tumbo” (p. 144, “Cuerpo adentro”).

“Hay que amar con los brazos completamente hambrientos […] por el oriente nace la di-

cha como una mujer al rojo vivo” (p. 150, “Eros”).

“Ella/ tiene el vestido lleno de nidos/ la calle se puebla de aves cuando pasa/ los carros no

son más que vaivén de alas/ cuando pasa/ ella/ me deja un hasta luego que me revolotea” (p.

162, “Aves”).

“Palomita mía/ santísima/ filigrana de mi telaraña” (p. 195, “Vertebras”).

“Hacer lo mismo que las moscas/ vivir/ ¡qué cosa!” (p. 220, “La buena cosa de vivir”).

“Era única/ era ideal/ era jodona” (p. 227, “Hace muchos años”).

“Mi padre que es muy garza/ muy canoa” (p. 229, “Casa”).

“Te di una mirada como un abrazo” (p. 244, “Otro poema a Isolda”).



“Miedo de que no todo salga bien a la hora de amar/ […] Me da miedo la muerte por es-

to de la vida (p. 247, “Lo que muestra la puerta”).

“Te escribo esta ramita secándose/ esta mirada tiritando que debió ser mi voz calurosa/

[…] felices todas las cosas que están en su sitio/ pero yo soy un apagón inoportuno/ un trueno

sin lluvia/ la sal en el plato vacío/ […] sé decir río aunque me tiren brasas” (p. 249, “Poemas

abandonados”).

Este poema está dedicado a la actriz Mía Farrow: “Mía/ daría la cena que no tengo/ por

sentir de nuevo tu beso histriónico/ desde mi alma butaca de cinéfilo” (p. 255, “Cinefilia”).

“Esta tristeza que me nubla/ esta desesperación que golpea mis hígados,/ este David sin

honda que soy,/ este olor a suicidio que me ronda” (p. 266, “Recado de familia”).

“Habíase de ver la palmera moverse como la cola del perro/ habíase de oler la tierra a

goterones/ había de mojarse el corazón” (p. 400, sin título).

***

La canción que inicia la comedia francesa Un tonto a domici-

lio (Le Diner de Cons, 1998, dirigida por Francis Veber) dice

algo que creo es cierto: los viejos creen que los jóvenes son

tontos y los jóvenes que los tontos son los viejos. Pero los ton-

tos no tienen edad, dice el tema de esta comedia un poco exas-

perante, pero bien hecha, bien tramada. Está basada en una

obra de teatro (Una cena para idiotas) del mismo guionista y

director de la cinta, que ya tuvo, nomás eso faltaba, su rema-

ke en Hollywood y su temporada teatral en México.

***

Voy por primera vez a un concierto de Iraida Noriega y gozo

con la variedad infinita de su registro vocal. Del bajo total al agudo impresionante, pasando

por un sinnúmero de sonidos que salen de su prodigiosa garganta, esta mujer recorre con su

voz muchas de las canciones que le he oído en disco, pero que aquí tienen fuerza, vitalidad,

una camaleónica interpretación que tal vez sea porque se siente a sus anchas con los músicos

espléndidos (bajo, piano, batería) que la acompañan.

No me gustó la enésima versión a “Los amorosos”, de Sabines, y me encantó su homena-

je sin cursilerías (con “Farolero”) a Fredy Noriega, su padre, el viejo cantante que rejuvene-

ció el bolero con su voz jazzística heredada a esta mujer que me hizo tan feliz en esa primera





noche que pasamos juntos: ella en el escenario y yo en mi silla de espectador.

***

Me volví sin quererlo, en un principio por ayudar a mi mujer en las cosas pesadas, un jardine-

ro. Eso ha hecho que converse con mujeres (Sonia, Linda, mi hermana María) sobre acodos,

trasplantes, abono, plantas de sol y de sombra…

Mientras esperábamos a un amigo, Lupita y yo comenzamos a conversar sobre los modos

de hacer un jardín (su marido y mi mujer apenas participaban). Una amiga, quien tampoco

podía aportar al tema experiencias concretas, nos dijo un pensamiento oriental, que nos dejó

patidifusos. Palabras más, palabras menos, dice así: Si tienes un problema, resuélvelo; si tienes

tres problemas, piensa qué está pasando contigo; si tienes mil problemas, trabaja en tu jardín.

***

No sé si haya muchos casos, pero Jean-Paul Sartre parece ser el único escritor que ha rechaza-

do, en 1964, la concesión del Premio Nobel de Literatura. Según Wikipedia lo hizo “explicando

en una carta a la Academia Sueca que él tenía por regla declinar todo reconocimiento o distin-

ción y que los lazos entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar

por las instituciones”.

No había leído ninguna obra de teatro suya hasta Kean (Alianza Losada, 1983) que cuenta

la historia de un actor tan genial que es capaz de interpretar, a sus 40 años y convincentemente

según se dice, a toda una galería de personajes nacidos por la pluma de Shakespeare: desde el

adolescente Romeo, pasando por el viejo y gordo Falstaff, hasta llegar al anciano decrépito rey

Lear. Piensa que el gran dramaturgo (p. 194) “es un queso […] Un queso. Y yo iba vendiéndolo

por rodajas”.

Dice (p. 37): “He sentido todas las pasiones; cada mañana tomo una que hace juego con mi

frac y que me dura el día entero”. No se deja seducir, como el propio Jean-Paul, por las riquezas

(p. 60): “Desde hoy te prohíbo que vuelvas a pronunciar en mi presencia esa palabra obscena.

¡Dinero!”

La comedia es muy divertida y con muchas ideas. Elena, por ejemplo, explica a Kean sobre

la fealdad femenina (p. 222): “¡Amigo mío, todas las mujeres son feas! La belleza es un trabajo;

si supiera usted lo penoso que es tener que pintar y perfumar todos los días a un largo animal

blanco”.

http://es.wikipedia.org/wiki/Academia_Sueca





***

Hace años, sin saber quién era Javier Marías, compré Mañana en la batalla piensa en mí, por-

que me pareció un título deslumbrante. No la leí de inmediato y no sé si la perdí o me la roba-

ron, lo que para el caso es lo mismo.

Me la compré de nuevo y aunque he leído dos o tres veces Ricardo III, de Shakespeare, no

identifiqué que de allí proviene la oración del título (que Marías descubre en una de sus notas

finales) y que me ha llevado dos veces a esta novela.

La trama es envolvente desde el principio y Javier, novelista experimentado, hijo del filóso-

fo Julián Marías, hace que su personaje piense con buena cabeza. Oye su propia voz en la gra-

bación de una contestadora cuando llamó por primera vez a una mujer casada, quien luego casi

se convierte en su amante (p. 94): “Todo cortejo resulta ruin si se lo ve desde fuera o se lo re-

cuerda, una mutua manipulación consentida, el mero cumplimiento trabajoso de un trámite y

la envoltura social de lo que no es más que instinto”.

Luego piensa (p. 258): “Nos avergonzamos de demasiadas cosas […] De habernos enamo-

rado de quien nos enamoramos y haber sido amigo de quienes lo fuimos, las vidas son a menudo

traición y negación continuas de lo que hubo antes”.

Conoce al marido de Marta, la mujer a quien tuvo en la cama y a quien no pudo poseer por

la súbita muerte de ella. Con eso arranca la historia. El hombre le cuenta que él también le era

infiel a la muerta, con una enfermera; decidió dejarla, pero no pudo porque ella se embarazó

para retenerlo (p. 382): “Las mujeres trafican con sus cuerpos y los manipulan, tienen esa es-

pantosa capacidad para transformarlos, para hacer que les brote una excrecencia de su trato

con cualquier hombre, cualquiera, hasta con el más inhumano o el más abyecto”.

La novela, por su trama, decía, es cautivante, pero también es una sucesión de ideas sobre

varios temas, incluso la política (p. 167): “A lo largo de la historia no ha habido un solo gober-

nante ni rey que no haya tenido responsabilidad en muertes, casi siempre directa y si no indi-

recta, así ha sido siempre y en todas partes. A veces es sólo que no las han impedido, o que no

han querido enterarse. Pero con eso ya basta para no estar a salvo”.

Mañana en la batalla piensa en mí es el título ideal para una novela que está a la altura de

lo que promete.

Contactos: [email protected]









4a. calle norte oriente No. 10

Comitán de Domínguez, Chiapas





Enrique

Robles

Solís

Doña Rome, de niña.



El 31 de mayo, doña Rome se adelantó en el camino para siempre. A pesar de sus 81 años,

unos meses antes de su partida, aún trabajaba afanosamente, como toda su vida, en su res-

taurante “Las Cabañas”, en donde quienes la queríamos de verdad, la visitábamos cotidiana-

mente.

Hurgando en los significados de los nombres, me encontré lo siguiente: ROMELIA: de

origen hebreo, que significa la muy amada por Dios. Su nombre dice que es un “personaje”,

es una persona independiente, que cuando vive en el seno de una familia, a veces desea la so-

ledad que necesita para recobrar fuerzas y pensar, tranquilamente, lejos de ojos indiscretos.

Parece reservada ya que es prudente y tímida, pero su apariencia emana fuerza. Cuando en-

trega su amistad, lo entrega para toda la vida. Siempre se puede contar con ella y con su sen-

tido de responsabilidad. Es apreciada por sus cualidades de escucha y su don para dar conse-

jos. Dueña de una gran capacidad de trabajo, de una inmensa creatividad, de fuerza moral y

determinación. No soporta los ambientes hostiles ni violentos, le gusta encontrar la paz, la

calma y la tranquilidad.

Cuando el ciclo de nuestros estudios nos obligaba partir de Comitán para estudiar la ca-

rrera profesional, el destino común era el Distrito Federal y la referencia histórica era la casa

de doña Rome. El requisito de ingreso, impuesto por ella, era una inmediata investigación de

los orígenes del solicitante: ¿quienes son tus papás?, ¿quienes tus abuelos?, y ¿por dónde

vivís?, (el apodo era opcional). Cumplido este cuestionario, un pasá adelante aparecía y todo

quedaba resuelto. Roberto, El Negrito, era el encargado de poner al tanto al nuevo

“abonado” de las reglas de la casa, el costo de la manutención y qué incluía ésta, los horarios

de comida y todo lo demás. Te asignaban tu cuarto, que generalmente debía compartirse con

otro paisano y te tenías que aprender el nombre de dos hermosos chuchos weimaraner: “el

junior” y “la nancy”, que también eran comitecos.

La casa ubicada en Eugenia 1416, esquina con Avenida Universidad, era un pequeño

Comitán. Nuestra forma de hablar, nuestras tradiciones, nuestras comidas, el sabor añejo de

nuestra casa, la nostalgia de la distancia, se reflejaba en un ambiente de camaradería, respe-

to, afinidad y ánimo, impuesto sin tener que dictar reglas, por la figura de doña Rome.

Ahí compartíamos nuestros espacios, los hermanos Gómez Aranda, Víctor Aranda, El

Chato de la Fuente, Alonso García, Jorge Antonio Domínguez, Eduardo Suárez, Rafa Ruiz,

Los hermanos Guillén Cota, Rafael Rovelo, José Angel Mandujano, Víctor Mora, Alejandro

Molinari, Rodolfo y Enrique Robles y algunos otros que en este momento no puedo recordar.


Doña Rome, con su hijo Pepe.



Horarios disímbolos de clases y en consecuencia para la hora de las comidas, doña Ro-

me con su infaltable mandil gris de cuadritos en blanco, atendía a todos los comensales, con

el mismo ánimo, la misma sonrisa, la misma alegría. Nuestras “travesuras” y hasta nuestros

desmanes eran parte de su tolerancia y cuando de plano nos pasábamos en la conducta, nos

llamaba para aconsejarnos y orientarnos, seguido después de un recordatorio de las reglas

que nos daba, de igual manera amable y cordial, El Negrito.

En una ocasión, todos los Gómez Aranda se fueron de vacaciones a Comitán, se enfermó

la hermana Merme de doña Rome y todos fueron a visitarla. Partieron en una camioneta

verde inmensa que era de la familia y que al parecer era el antecedente de las suburbans de

hoy. El Chato de la Fuente, en pleno sábado después de que los pumas le habían recetado un

elegante 3-0 al América, nos convocó para que en la noche, a la hora de la cena, nos comiéra-

mos unas chuletas que estaban en el congelador. La petición del chato fue, que en caso de ser

descubiertos, todos lo secundáramos y, en todo caso, pagáramos las chuletas. Así lo hicimos,

en la noche, a la hora del pokarito, el Chato y Alonso sacaron las chuletas congeladas, las pu-

sieron en agua caliente y mientras jugábamos una mano, éstas se fueron descongelando, al

punto que en una hora estaban tiernas y jugosas. Se pusieron en el comal, pero ¡eran mu-

chas!, tantas que nos tocó repetir varias veces y alcanzó perfectamente para completar tres

pomos de Viejo Vergel.

Después de una semana, la familia Gómez Aranda regresó a la casa y nuestra expectati-

va era saber a qué hora descubrían nuestra incursión al refrigerador y la desaparición de las

chuletas. No pasó mucho tiempo para que, un sábado cuando estábamos todos reunidos en

torno aquella mesa inmensa de madera en la que tomábamos nuestros alimentos, doña Rome

estando en la cocina, soltó una sonora carcajada y con su peculiar estilo y timbre de voz, sin

salir de la cocina nos dijo: “¡cómo serán de burros, se comieron las chuletas de los chuchos!”

El día del sepelio, nos encontramos muchos de los abonados de doña Rome, estoy seguro

que otros de verdad no pudieron venir y quizá otros ya no estén para acompañarnos. Sus

hijos, con verdadera fortaleza, madurez, fe y convicción admitieron el suceso, seguros que les

queda el legado extraordinario de una mujer extraordinaria.

Ahora que investigué y leí lo que significa el nombre de Romelia, estoy seguro que,

quien lo escribió, conocía a doña Rome y se inspiró en todas sus virtudes y cualidades para

definir su nombre. Yo la recordaré en cada recuerdo de mi vida de estudiante, en cada tarde

de lluvia, en cada amanecer de Uninajab, en el canto de los arroyos y la melodía nostálgica

del silencio de las noches.



Doña Rome, en su cumpleaños.

Fotografías tomadas del álbum de la familia Gómez Aranda.






Entrevistadora: Dora Patricia Espinosa Vázquez




José Luis Pérez Argüello se dedica a cuidar a las abejas, es apicultor desde hace más de treinta años.

Ha aprendido el lenguaje de las plantas y de las abejas, ama convivir con ellas diariamente. Lo llena

de emoción y agradecimiento a la vida verlas recolectar néctar de diversas flores en la hermosa tierra

de Las Margaritas. Al respecto responde las siguientes preguntas:

¿Por qué la apicultura?

Comencé con lo de las abejitas en la Escuela Secundaria Técnica. Ahí no había otro trabajo más

que la apicultura. Me dediqué de lleno a estudiar lo que son las abejas; mis compañeros y mis

amigos apicultores me ayudaron mucho y me aficioné a lo que es la apicultura formalmente.

Me encantó y desde entonces me he dedicado exclusivamente al cuidado, cría y explotación de

las abejas.

¿Es sencillo este trabajo?

Se dice que es sencillo, nada más que hay que ser constantes. Hay que darles a las abejitas una

atención adecuada. La mitología Maya dice que las personas que cuidan a las abejas se consi-

deran con un don: son personas muy amables con la gente, desprendidos; el apicultor siempre

va a ayudar a quien pueda. Si alguien es un poquito agresivo o como decimos un poquito ma-

landrín no logran vivir las abejas con la persona que los cuida. Los apicultores andan siempre

bien, no andan diciendo: ‘No tengo esto, o me falta aquello’. La miel es algo sagrado, los mayas

la consideraron el néctar de los dioses. La miel sólo se daba a las parejas cuando se casaban.

Quien tiene miel en su casa siempre tiene dulzura y amor, en su casa no hay pleitos.

¿Cualquiera puede ser apicultor?

No todos tienen el don de poder cuidarlas, darles constancia, atender bien a las abejas. Muchos

que se hacen llamar apicultores sólo llegan a la colmena cuando ya tiene miel, se la quitan y lo

dejan, nosotros les llamamos mieleros. Las abejas necesitan sus cuidados. Hay que cuidarlas de

las hormigas o en ciertas épocas del año que no hay floración hay que apoyarlas, darles de co-

mer; se les da un jarabe de azúcar. Las tenemos que apoyar o se van a morir de hambre o sim-

plemente emigran, abandonan la colmena, dejan la cría y se van para buscar nuevas fuentes de

alimento.

¿Cómo es la labor de la abeja reina?

Se dice que la abeja reina tiene una gran capacidad porque puede decidir qué va a ser su hijo.

Es la abeja más grande y delgadita. Su tamaño es de 15 mm aproximadamente, es amarillita,

con las alas cortas, su cuerpo bien formado, no es panzona sino que es como una libélula. Es la

madre de mil quinientos huevecillos por día. La reina puede estar viviendo en su colmena alre-



dedor de cinco años, nada más que se vuelve viejita y ya comienza solo a ovular y puro zángano

nace; por el contrario, si ella está totalmente jovencita pone huevecillos fértiles, un óvulo y un

esperma, que es de donde nace una abejita obrera. La función de los zánganos es fecundar a la

reina cuando está en época de celo. Según los estudios que se han hecho, la reina sólo una vez en

su vida entra en periodo de celo y es fecundada por dos, tres o hasta seis zánganos. Ella tiene un

órgano que se le llama espermateca, donde deposita sus espermatozoides. Cada zángano deposi-

ta alrededor de 5.5 millones de espermatozoides y la abeja queda provista aproximadamente

por 33 millones de espermas. La fecundación se hace afuera, en la celdilla. En las temporadas

en que no hay floración no deposita muchos huevecillos de zánganos porque no va haber que

comer. Ella sabe bien cuándo hay néctar y mucha comida para sustentar a toda la familia.

¿Hay problemas familiares cuando nace otra reina?

Si es una abeja reina hija es cuando se hace una división. La abeja reina madre se va a otro lado

con un grupo de abejas adultas y deja a la abeja hija en el trono. Cuando por azares del destino

muere la reinita y quedan varios huevecillos y nacen varias reinas, entonces sí hay una lucha en-

tre todas las hermanas y la abeja reina que triunfa se queda en la colmena. Muchos dicen: ‘yo te

pongo y Dios que te cuide’ eso no está bien, no es bueno. Al ver que ya no hay reina debemos

tener mucho cuidado en dejar una sola celda real donde va a nacer la siguiente reina, si hay más

reinas se van a pelear y ni una de todas queda buena, todas quedan dañadas, algunas sin una

alita o una patita. En la lucha no todas salen limpias, a menos que una no pelee y se quede bue-

na y sea la que reine pero eso no se da, es un caso especial que una se proteja solita.

¿Qué podemos aprender de las abejas?

Muchas cosas. Ellas trabajan juntas. Las abejas están divididas en ciertos trabajos. Primero va

la abeja obrera, es la que sale al campo a recolectar polen y néctar. Llega a la colmena y le da a

probar a la abeja almacenista, se la van pasando de abeja en abeja y el néctar queda más con-

densado y la pueden poner en las celdillas. Luego la abejita ventiladora es la que quita humedad

para que se vaya formando la miel. Luego viene la abeja química que le va dejando un poquitito

de ácido fénico a las celdillas para que la miel se conserve. La miel puede durar diez o quince

años y no le pasa nada, no se descompone. Las abejas operculadas son las que tapan y cierran

las celdillas y ahí queda la miel. La miel ya está procesada pero tarda alrededor de quince o

veinte días para que quede totalmente madura y sólo se obtiene en épocas de bastante floración.

Esta miel es exclusivamente hecha por las abejas, el hombre no interviene en este proceso.

¿Qué beneficios proporciona el consumo de la miel?

El beneficio es grandísimo. Se dice que si el ser humano consume diario una cucharada de miel







reúne todo lo que el cuerpo necesita; cobre, zinc, magnesio, vitaminas, minerales, proteínas.

Muchas veces podemos decir que estamos comiendo bien, pero si nosotros no le ponemos miel a

nuestro cuerpo, no reúne todo lo necesario para un buen funcionamiento. Muchos no creen que

la miel sea tan buena y no la consumen. En otros países como en Alemania, Estados Unidos,

Holanda, no alcanza la miel que ellos producen para mantener a su pueblo. México casi exporta

alrededor del 90 por ciento de la miel. Nosotros quedamos apenas con un 10 por ciento de la

producción de miel para nuestro consumo y lo consume muy poca gente. En promedio la gente

consume al año entre 300 y 400 gramos de miel; en cambio, en otros países se consume de 60 a

80 kilos al año.

¿Dónde aprendió la elaboración de productos apícolas?

Realmente a nosotros nos enseñó una doctora cubana que viene acá a México. Hace como veinte

años tuvimos unos cursos especiales, nos llevaron a Cuba a estudiar la industrialización de los

productos apícolas, combinar todos los productos como la miel, el polen, la jalea real. Aprendi-

mos a elaborar otros productos como el Champú con jalea real, pero ahí si se requiere de otros

ingredientes como la sustancia jabonosa y otros productos para formar la base y agregarle co-

mo activo la miel y jalea real. La crema con jalea real, sábila, miel y tequila es muy buena, na-

da más que hay que saber hacerla porque tiene un proceso. El propóleo es uno de los productos

maravillosos que elaboran las abejas, hace que crezcan las defensas para el ser humano. Es uno

de los productos que según la doctora, es el futuro beneficioso para combatir el SIDA. Imagína-

te, si una persona consume el propóleo está aumentando sus defensas y no tan fácil se enferma.

El uso de las gotas de miel para los ojos ¿tiene algún riesgo o alguna reacción secundaria debido a lo

delicados que son?

No. Científicamente se ha comprobado que las abejas son muy higiénicas, no contaminan el

néctar. Las abejas meliponas trabajan en lugares muy especiales. Acá en la región esta abeja se

cultiva desde el tiempo de los mayas. Según estudios que se han hecho, las abejas recolectan el

néctar de plantas curativas y lo llevan a su colmena, esta miel se produce en forma de burbu-

jas. Se obtiene con unas jeringas especiales, bien limpiecitas y se deposita en recipientes esterili-

zados. Algunos lo pasan por otro sistema, la esterilizan y la revuelven con agua destilada. Esta

miel se aplica directamente a los ojos. Es muy buena para el problema de la conjuntivitis, cata-

ratas, carnosidad. Por ser muy ácida la miel hace que la carnosidad se caiga como si fuera una

lagaña, poco a poco se va quitando la telita y no vuelve a nacer. El ojo queda muy resistente sin

necesidad de operación, según varias personas que se han curado y han dado su testimonio.



¿Es cierto que el que anda entre la miel algo se le pega?

Si, es cierto. Pero a veces se nos pega lo malo que lo bueno. Sería muy bueno que muchas perso-

nas fueran apicultores de verdad, ¡nuestro mundo cambiaría! No acabaríamos las plantas, no

destruiríamos la vegetación. Lamentablemente ¡somos destructores!, no nos dedicamos a pro-

ducir, a cultivar plantas, que es lo que necesita nuestra tierra para mantenerse bien. Hace tiem-

po platicaba con un francés y me decía que en Francia es difícil tener abejitas porque ya no hay

vegetación, se está acabando; admiran a Chiapas, a México, que todavía está un poquito bien.

Necesitamos hacer mucha conciencia, cuidar a las plantitas. Se dice que cuando ya no haya

plantas y abejas es cuando todos vamos a estar muriendo. Tendremos que vivir adentro de in-

vernaderos con oxígeno, ya no podremos salir a la calle como ahora, todo será un desierto si lle-

gamos a descuidar demasiado a nuestra tierra, nuestro hogar. Los apicultores invitamos a la

gente a que cultive, a que siembre plantas silvestres y naturales.

¿Está satisfecho con su trabajo?

Sí y muy feliz. Yo soy aficionado a las abejas. Cuando voy a cuidar a mis abejitas me olvido de

todo, hay ocasiones en que descanso a las ocho o nueve de la noche, no porque no quiera seguir

trabajando con las abejitas sino porque ya no se ve. Es muy bonito cuidar a las abejitas. Dicen

que los apicultores tienen un tiempo un poquito más largo que cualquier persona porque reci-

ben muchos piquetes de abeja. Cuando yo llegue a los setenta o a los ochenta años les voy a de-

cir si realmente funcionó la apicultura. El piquete permite a uno vivir más tiempo, se conserva

más, igual que la miel.

¿Qué significa ser un aficionado?

Significa sembrar plantas, cuidar a las abejas como a uno mismo. Cuando aumenta una colme-

na más, digo ‘tengo una hija más’. Cuando la gente me dice “oye, ¿A dónde vas haragán?” les

contesto “pues voy a ver a mis muchachas”. Mis muchachas son mis abejitas porque son las que

trabajan y nos dan de comer a nosotros los apicultores. Yo quiero mucho a mis abejitas, como si

fueran parte de mi familia.

¿Alguna anécdota que recuerde en relación con las abejas?

Una vez uno de mis compañeros apicultores falleció y en el panteón donde lo fueron a enterrar

se fueron las abejitas también. Las abejitas persiguen el olor de la persona, como que impregna-

mos el olor a la abeja y nos convertimos en los hombres abeja.

Don José Luis disfruta compartir su tiempo con las abejas. Concluyó agradeciendo a todos aquellos

que cuidan el medio ambiente, a los que son apicultores de verdad y siembran día a día para devolver

algo de la miel que brinda el planeta tierra.


Programa del martes 5 de junio de 2012.

Con motivo al 75 aniversario de la Escuela Secundaria del Estado Comitán,

asistieron el Director, Profr. Francisco Javier Domínguez Irecta, el Subdirector, Dr.

Roberto Antonio Álvarez Solís, y el Lic. Efraín Albores Cancino, integrante del

Consejo Ciudadano de Cultura. Comentaron los actos realizados con motivo a la

celebración.

En la foto: Efraín, Roberto, Genaro, Paty y Francisco Javier.

Crónicas de Adobe también se escucha por Internet

www.imer.gob.mx

Martes, de 3 a 4 de la tarde.




La señora Leticia Coello,

mamá del Lic. Manuel

Velasco Coello, candidato al

gobierno del estado de

Chiapas, por la coalición PRI-

VERDE-ALIANZA, asistió

como testigo de honor al Foro

de Consulta y Participación

Ciudadana que se efectuó el

martes 5 de junio, a partir de

las diez de la mañana, en el

Salón de Exposiciones

Temporales del Centro

Cultural Rosario Castellanos.

El Foro contó con la

participación entusiasta de

destacados ciudadanos que

aportaron ideas y propuestas

en diversos temas, como

Salud, Educación, Cultura y

otros.




Don Frank, “El Gorrión”.

Locutor de la estación “Brisas de Montebello”, de La Trinitaria.



EN NUESTRO PRÓXIMO NÚMERO


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