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Revista juan tomis

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“Mi familia de Dios”, una expresión que nos lleva al recuerdo y vivencias de un personaje inolvidable, ex-

traordinario, humano, santo : nues-tro querido Padre Juan Tomis Stack, que con acento americano, un cora-zón lleno de amor y una fe en Dios que nos demostró que verdadera-mente podía mover montañas, lle-gó a Perú dejando a su familia y su Diócesis en Bridgeport, para sem-brar esa semilla de amor a Dios que pronto dio frutos para convertirse en su Gran Familia de la Parroquia San Juan Maria Vianney de Chiclayo.

Han pasado 25 años de su encuen-tro con el Señor y los que fuimos

bendecidos en conocerlo, trabajar a su lado, aprender de su servicio, entrega y amor a los demás, mantenemos en nuestros corazones ese amor tan grande que él nos inspi-ro y recordamos como si fuera ayer cada experiencia a su lado, cada labor social, cada obra, cada idea activada en su mente agitada e incansable que impulsaba con entu-siasmo y optimismo hasta hacerla realidad, moviendo a su gente, a sus jóvenes, sus madres, sus comunidades, su clubs, sus grupos, a toda la parroquia, a todo Chiclayo.

El año pasado, fuimos invitados por nuestro actual Párroco Padre Ricardo Guerrero Orrego a la bendición de la Tumba remodelada de Padre Juan: embellecida, moderni-zada, iluminada y siempre al lado de su querida Parroquia y su inspirador patrono San Juan María Vianney. A todos los que asistimos nos llenó de mucha alegría y emoción sentir nuevamente que nuestro recordado “párroco” seguía presente entre nosotros como era siempre: con la “belleza” que Dios da a los hombres que lo llevan en su corazón y que atraía con su amor y entrega; “moderno”, adelantado a los tiempos y siempre generando e innovando maneras de acercar a su feligresía al amor y la acción por Dios, “Iluminado” como luz guía de toda su parroquia, siempre ejemplo, siempre adelante en el camino de Dios.

Los avances de la tecnología me permitieron compartir esa misma noche por Facebo-ok la foto que adjunto a esta nota, con algunos de los chicos que crecimos y forma-mos al lado de nuestro Padre Juan. La emoción y nostalgia por aquellos momentos inolvidables de nuestra niñez y juventud fue contagiante y en crecimiento, así como las personas que día a día iban uniéndose a esta red: de Chiclayo, de Lima, del Perú, de Venezuela, Argentina, de Estados Unidos, España, Alemania; con sus experiencias, sus recuerdos, colgando sus fotos guardadas con cariño, motivándose unos a otros, invitando cada vez a más personas a unirse a la red, tanto que fue necesario crear un espacio exclusivo para compartir las experiencias de los Amigos de Padre Juan. Sin duda, nuestro “párroco” volvía a poner en nosotros el bichito de la obra y acción repi-cando a nuestros oídos su recordada frase “mueva la cosa hijito”.

Las ideas de recordarlo en estos 25 años de su fallecimiento no se hicieron esperar y pronto estuvimos conformando un equipo de trabajo y esbozando lo que seria el Pro-grama de Conmemoración, que incluía la Misa Central Concelebrada, actividades de motivación con los jóvenes, de integración y compartir de toda la feligresía chiclayana y como una manera de perennizar su recuerdo y obra, la develación de un monu-

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mento conmemorativo, lanzamiento de su página Web y publicación de una revista conmemorativa que recogiera todos los ámbitos de su vida y obras; todas estas acti-vidades coordinadas y autorizadas con entusiasmo por nuestro párroco Padre Ricardo Guerrero.

Presentamos pues el fruto de este trabajo editorial, que ha querido recoger parte de la vida y obras de Padre Juan, a través de las experiencias contadas por aquellos que se forjaron a su lado en el trabajo por la obra del Señor y estuvieron con él en sus innumerables actividades y labores. Una obra de apostolado que no tuvo límites ni exclusiones: niños, adultos, madres, jóvenes, pobres, discapacitados estuvieron siem-pre en su mente, enseñando a los que tenían: la alegría de dar y a quienes no tenían: a encontrar en sus carencias la esperanza y el optimismo del cristiano.

En estos tiempos que el cristianismo es objeto de críticas y señalamientos que pueden desanimarnos, la revista quiere avivar en nuestros corazones y el de estas nuevas ge-neraciones, la alegría, el optimismo y entusiasmo del buen cristiano, con el ejemplo de un hombre que fue feliz dándolo todo, sirviendo y entregándose a los demás, con una fe y fortaleza de santo para llevar la gracia de Dios a todos los rincones; sin cansancio, sin desánimo, con MUCHO AMOR. Como refleja su frase que titula esta revista “Mi familia de Dios”, todos fuimos su familia en Dios y a él nos llevó con su vida y ejemplo.

Nuestro inmenso agradecimiento a todos los Amigos de Padre Juan que han aportado de muchas maneras para hacer realidad este proyecto editorial; a la Diócesis de Brid-geport por la bendición de traer a nuestra vidas a Padre Juan y estar siempre con sus oraciones y apoyo al lado de nuestra Parroquia; a nuestro Obispo Monseñor Jesús Mo-liné Labarta y a nuestro Párroco Padre Ricardo Guerrero, por continuar la obra iniciada por Padre Juan y animarnos en cristalizar este homenaje y a todos los que adquiriendo un ejemplar estarán avivando su recuerdo y apoyando a la continuidad de su obra en la Parroquia.

GRACIAS POR TU VIDA PARROCO QUERIDO.

Lady Chicoma de Tuesta

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Yo viví con el P. Juan Tomis durante todo el año 1971, cuando salí de la Catedral para mi nueva Parroquia “Sagrada Familia” en los PP.JJ Diego Ferré y Muro de reciente creación y necesitada

de todo, por eso el P. Juan me acogió en su casa que todavía estaba en la Urb. Caja de Depósitos.

Lo conocí cuando llegó a Chiclayo desde la Diócesis de Bridgeport (Connecticut – USA) el año 1963, para ha-cer su trabajo pastoral en la Provincia de Santa Cruz (Cajamarca), perteneciente hasta ahora a nuestra Diócesis. Llegó con el P. Juan Horgan y el P. Roberto Luther, los 3 estuvieron en Santa Cruz, hasta que el P. Juan Tomis vino trasladado a Chiclayo el año 1967 a la nueva Parroquia “San Juan María Vianney”, fundada ese año por Mons. Luis Sánchez –Moreno Lira que fue Administrador Apostólico durante ese año hasta mayo de 1968.

Con el P. Juan me unía una gran amistad que él la com-partía conmigo continuamente en sus ricos almuer-zos y en muchas reuniones que le agradezco tanto. El amaba mucho a su Parro-quia, era su todo, era su vida, era su preocupación, ya estaba proyectando esto para la juventud, aquello para los matri-monios, lo de más allá para sus pueblos jó-venes, una y otra cosa para mejorar la Pasto-ral, la Liturgia, la aten-ción a los pobres; era un Pastor. Todos lo querían.

Los amigos del P. Juan que hoy celebran los 25 años de su partida al lado del Padre Dios,

precisamente por eso, no lo olvidan y han querido rendirle un homenaje de agradecimiento. Su recuerdo está vivo en muchos corazones; sus enseñanzas, que eran las de Cristo, siguen impregnando sus vidas como verdaderos cristianos, como verdaderos miembros de la Iglesia a la que él amaba y a través de la cual Dios nos sigue hablando hasta el final de la historia.

Estoy seguro que, como amó tanto a su Parroquia, el P. Juan nos sigue ayudando. El murió el 29 de junio de 1986, hace 25 años y precisamente sin haber tenido en cuenta esta fecha se inauguró una primera etapa del complejo parroquial con arreglo de nuevas oficinas y salones el 29 de junio del año 2006; pero también el 29 de junio del año 2008, se inauguró el Oratorio, tan necesario ahora que hemos demolido el Templo anterior para guardar al Señor Sacramentado vivo y presente entre sus parroquianos.

La Parroquia “San Juan María Vianney”, tu Parroquia, te sigue recordando y orando por tí, así como espe-ramos que tú lo hagas por nosotros. Gracias P. Juan, has dejado la semilla que sigue creciendo, que sigue dando fruto, pero también te queremos decir que Chiclayo necesita mucho de nosotros, que hay mucho qué hacer. Por eso una manito desde allá. Gracias por todo. Ruega al Señor por nosotros.

P. Juan Tomis y la Parroquia “San Juan María Vianney”

P. Ricardo Guerrero Orrego, Párroco de la Parroquia San Juan María Vianney.

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Fue mucha la ilusión con que el padre Juan To-mis, junto a dos sacerdotes más, Padre Juan V. Horgan y padre Robert Luther, de la diócesis de Bridgeport Connecticut en los Estados Unidos

partieron al Perú. El entonces obispo de la diócesis, Mons. Walter Curtis, regresado de las sesiones del Concilio Vaticano II, llegó a “casa” con mucho entu-siasmo y el deseo de dar apoyo a la pastoral en Améri-ca Latina aún sacrificando a tres de sus sacerdotes como voluntarios.

Así, que un día 27 de julio de 1963 partieron rum-bo a Lima para comenzar en serio los estudios de castellano en el Instituto de Idiomas de los Padres de Santiago Apóstol en Barranco. Por supuesto comprendieron que no podrían tener éxito alguno con la pastoral, si les falta-ra la herramienta más bá-sica de la comunicación. Aunque teniendo en cuenta el carácter del padre Juan Tomis, valdría lo dicho por el Beato Cardinal Newan de Inglaterra: …“Corazón a corazón habla” … El amor supera cualquier falta de vocabulario.

Los padres llegaron a la misión de Santa Cruz, en la arquidiócesis de Chiclayo bajo la jurisdicción de su pastor Eclesiástico El Arzobispo Monseñor Daniel Fi-gueroa Villan. El padre Horgan fue nombrado superior del pequeño grupo por el obispo de Bridgeport. En estos primeros tiempos, el padre Juan se ocupaba de conocer a sus nuevos feligreses visitando los caseríos colindantes que correspondían al territorio eclesiásti-co de la parroquia. Debemos recordar que en los años 60 no fue fácil navegar los caminos rurales – pero de hecho – ese sacrificio que el padre Juan Tomis asumió, fue provechoso para que él conociera mejor y más de cerca la dureza de la vida que llevaban aquellos hijos de Dios a quienes él fue enviado.

Cada día el padre Juan Tomis ahondaba en su corazón el amor de Cristo para sus hermanos y así enamora-do de sus cargos llegó a querer entregarse más y más en servirles. Se sabe que el amor de Cristo Salvador se manifestó primero por la “Encarnación”. El asumió nuestra naturaleza para unirse mejor con nosotros. De

ese modo se podría decir, a imitación de Cristo que el padre Juan se “encarnó” en la cultura y la vida de los miembros de la gran Parroquia de Santa Cruz. Fue nombrado párroco de la misma, y se esmeró en reno-var el templo de la Inmaculada para un mejor espacio donde celebrar la Eucaristía y los Sacramentos y pos-teriormente en construir el templo de Santa Cruz que fue propiamente la nueva parroquia.

Igual entusiasmo y entrega mostró padre Juan Tomis cuando se le asignó la tarea de formar una nueva Parroquia en el sec-tor Oeste de Chiclayo, para dar servicio a las nacientes urbanizacio-nes Chiclayo, Quiño-nes, Bancarios, Caja de Depósitos, Los Par-ques, con los Pueblos Jóvenes que emergían alrededor, motivando y congregando a su

gente para formar la Parroquia San Juan María Vian-ney, por quienes entregó carne, alma y corazón. El era de ellos y ellos eran de él. El padre Horgan, escribiendo de él dijo en sus propias “memorias” que para el Padre Juan Tomis: “su gozo fue el de estar entre sus nuevos hermanos adoptivos”.

En este vigésimo aniversario de su sensible falleci-miento, alcemos nuestras súplicas por su eterno des-canso y a la vez elevemos nuestro pedido al Padre Juan Tomis, por su continua solicitud para con sus feligreses que lo recuerdan con tanto cariño y agradecimiento.

Mns. Juan Tomis Stack de Bridgeport a Perú

Rvdo, Padre Frederick Saviano, Director Diocesano de la Oficina de Propagación de la Fe de Bridgeport, Connecticut USA

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Carta de los hermanos Mary, Bill y Franck Tomis Stack

23 de Marzo de 2011

A los amigos y Feligreses de la Parroquia de la Parro-quia San Juan María Vianney:

Los familiares de Monseñor Juan Tomis Stec (*), agradecemos su especial invitación para honrar un aniversa-rio más de su partida.

Debido a nuestra edad y delicado estado de salud es imposible participar con ustedes. Siempre recordamos los muchos años de servicio de nuestro hermano Juan entre ustedes y todos sus

logros en Chiclayo y Santa Cruz. Los reportajes acerca de él, nos quedan como buenas memorias de inspiración. Siempre dire-

mos que nuestra perdida fue su ganancia.

N u e s t r o padres Bartolomeo y Verónica Tomis Stec, sintieron mucho su partida de nuestro hogar, pero las noticias que él traía cada vez que venía de visita, de cómo era querido por ustedes, les ayudó a comprender y les alegró saber que él estaba haciendo el trabajo de Dios entre ustedes.

Finalmente nos alegramos que sus reemplazantes continúen haciendo los trabajos que él empezó y siguen cumpliendo sus sueños de hacer más.

Que Dios los continúe bendiciendo a todos, y como decimos en Eslovaco (el país de nues-tros padres) “PAN BOH ZAPLAT” “QUE DIOS SE LOS PAGUE”

Verdaderamente quedamos de ustedes, La familia Tomis: Mary, Bill y Frank

(*) STEC : Escritura original en el idioma Eslovaco. STACK: Escritura en idioma Inglés

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Sus padres Bar-tolome y Vero-nica, con su her-mano Albert y su madrina Sra. Raslavsky, el día de su orde-nación.

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Consejo Parroquial- en el Plan Pastoral del Párroco Mons. Juan E. Tomis Stack

Por: Hermes Salas Morales

Los que por gracia de Dios tuvimos la oportuni-dad de conocer y trabajar con P. Juan, lo recor-damos con nostalgia pero también con alegría cristiana al estar seguros de que ocupa el lugar

que el Señor le había preparado, por su vida de en-trega y servicio a los demás. La Parroquia inicia sus actividades oficialmente el 08 de diciembre de 1967 y desde ese día va escri-biéndose año tras año la historia de nuestra que-rida Parroquia “San Juan María Vianney”. Al principio con unos cuan-tos fieles que asistían a la Eucaristía cele-brada por el Pá-rroco en la calle o a la sombra de un árbol, porque aún no existía ninguna capilla. A la Santa Misa el P. Tomis convo-caba recorriendo personalmente las calles tocando una campanita y así con perseverancia, dedi- cación y amor se fue cons- truyendo las bases de una parroquia modelo.

Paralelamente a la construcción de capillas, su ma-yor preocupación fue poner muy buenos cimientos en la formación cristiana de los feligreses, por ello es que organizó y llevó adelante durante varios años los cursos bíblicos a través de los CÍRCULOS BÍBLICOS de hombres y mujeres por separado, GRUPOS DE ORA-CIÓN, GRUPO DE LECTORES, ACOLITOS, GRUPOS JUVENILES, EQUIPOS DE AYUDA SOCIAL, CLUBES DE

MADRES, GRUPOS SCOUTS, GRUPO DEL CORO, ETC. Comunidades que iban creciendo día a día dado que la feligresía entendió y vivió el mensaje a través del conocimiento de la Palabra de Dios.

El P. Juan To-mis, desde el inicio puso mu-cho énfasis en la organización y buena marcha del CONSEJO PA-RROQUIAL, pues era el grupo que se encargaba de ayudar al Párroco en el desarrollo del Plan Pastoral. El CONSEJO PA-RROQUIAL cons-tituía un orga-

nismo de apoyo y ayuda para la buena marcha de la Parroquia, velando por el desarrollo de las dife-rentes actividades de los grupos y organizando las actividades económicas para la construcción de capillas y otras necesi-dades. Su primer Pre-sidente fue el Sr. Fran-cisco Pezo Panduro y luego le seguirían en la responsabilidad los señores Carlos Ruiz Ayasta, Alejandro

Prieto Samamé, Lito Be-cerra Angulo y Hermes Salas Morales.

La elaboración del Plan Pastoral, se realizaba en re-unión de Consejo al comienzo del mes de enero de cada año. El P. Juan manifestaba cuales tenían que ser las principales actividades a desarrollarse en el año y pedía nuestras ideas para complementarlas, las que resultaban siendo pocas pues él ya las había pen-sado todas. Como siempre decía a manera de broma: “en esta Parroquia, la única cabeza que piensa es la mía”. Se calendarizaban las actividades y se designa-ban comisiones de trabajo para su organización y de-sarrollo.

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Por los años 80 se instituye los Ministerios de Servicio, con responsabilidades específicas para sus integrantes de acuerdo a sus aptitudes y cualidades. Los Ministe-rios que se formaron fueron: EVANGELIZACION, JU-VENTUD, MÚSICA, BIEN SOCIAL (Consultorios médico y dental, Consultorio Jurídico gratuito, comedores y otros), ACOLITOS, ENFERMOS, SANTÍSIMO, CATEQUE-SIS, ORACIÓN, FORMACIÓN FAMILIAR, PRO MISIONES, FORMACIÓN EDUCATIVA, LITURGIA, LECTORES, ECO-NOMIA, COMUNICACIÓN SOCIAL. Los miembros de cada ministerio asumían su compromiso en una Ce-lebración Eucarística y eran enviados a trabajar como misioneros de la Parroquia.

Es difícil resumir en pocas líneas la obra que el P. Juan realizó durante 19 años de arduo trabajo, para lograr que los hombres y mujeres de esta Parroquia, nos dié-ramos cuenta de lo que significa ser un seguidor de Jesús. El P. Fernando Basabe S.J., sacerdote y amigo, testigo del trabajo del P. Juan Tomis, decía: “Juan es un sacerdote de acuerdo al querer de Dios”. Y como él, en todos los tiempos hubo, hay y habrá sacerdotes que sirven a la persona humana por vocación y porque ese es el querer de Dios.

Un resumen quizá más fiel sobre la obra de P. Juan Tomis, está en las palabras manifestadas por el recor-dado Obispo de Chiclayo Monseñor Ignacio de Orbe-gozo y Goicoechea: “La buena semilla que sembró en tantas almas y el consuelo y paz que llevó a muchos corazones es la verdadera y valiosa obra de Monseñor Juan Tomis Stack, esta es la obra grande que no se ve”.

¡Gracias Padre Juan E. Tomis Stack!

MINISTERIOS DE SERVICIO

“Si no vives para servir, no sirves para vivir”

FIESTAS QUE SE DEDICAN A CADA MINISTERIO

Evangelización Ascención del SeñorJuventud San Luis Gonzaga y Sta. Ma. Goretti Música Santa CeciliaBien Social San Martín de PorresAcolitos San TarsicioEnfermos San JoséSantísimo Corpus ChristiCatequesis San Carlos BorromeoOración PentescostésFormación Familiar La Sagrada FamiliaPro Misiones Santa Teresa de JesúsFormación Educativa San Juan BoscoLiturgia San Pio XLectores San Pedro y San PabloEconomia Nstra. Señora del Perpetuo SocorroComunicación Social San Francisco de Sales

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En un terreno baldío, sin destino alguno, surge la Guardería… un hogar para niños necesitados cuyas madres, no podían dedicarse por entero a su cuidado porque su trabajo no se lo permi-

tía, situación que fue observada por el Padre Juan To-mis quien decidió darles la ayuda necesaria para que, tanto las madres como los niños, fueran beneficiados con un hogar de protección y cariño.

La tarea no fue nada fácil, se debía comenzar desde gestionar la adjudicación del terreno ante la Munici-palidad de Chiclayo. Gracias a Dios y guiados siempre por un ángel, tomamos contacto con personas que conocedoras del gran espíritu y labor del Padre Juan, encausaron los trámites y gestiones hasta lograr que el terreno le fuera otorgado, dando inicio a la gigan-tesca labor de lograr fondos para la construcción del edificio.

No teníamos grandes be-neficiarios que con un solo aporte fuera posible por lo menos iniciar la obra, pero si teníamos manos gene-rosas que, ladrillo a ladrillo contribuían a que este sue-ño se fuera realizando. Ri-fas, donaciones, avant pre-miers y todo lo que pudiera darnos algún beneficio o favorecernos en algo lo hi-cimos. Contamos siempre con la presencia y aliento del padre Juan que en todo momento estuvo a nuestro lado dándonos ánimo y no permitió que los contratiempos y vicisitudes de cada actividad, trajeran por tierra nuestro entusiasmo. Al fin de cada jornada, al ver su resultado, que siempre fue positivo, todo el cansancio y temor quedaban atrás y con las caras y manos llenas de cansancio nos confun-díamos en un abrazo y reíamos al recordar las anéc-dotas, miedos, chascos que por nuestra inexperiencia pasábamos. Así se pudo ver realizado un sueño que parecía imposible de concretarse y un 8 de setiembre de 1985 con un grupo de 7 niños, se inauguró la Guar-dería “Santa Ana”, ubicada en el P.J. “9 de Octubre”.

La construcción, por lo menos el primer piso estaba, la inauguración se había dado, los niños acudían y cada día aumentaba su número… era el momento de con-seguir quien los cuidara y alimentarlos en las horas que pasaban en la Guardería. Las madres de familia no podían solventar este gasto y solo dejaban a sus ni-

ños en nuestras manos, pero… ¿cómo cuidarlos, cómo alimentarlos?...¿Cómo, de donde? Una vez más la pro-videncia hizo sentir su mano generosa. Las hermanas Josefinas de la Caridad respondieron al llamado del P. Juan para el cuidado de los pequeños. Ahora, tocaba buscar cómo alimentarlos. Un pequeño Wolkswagen recorría Chiclayo, visitando a personas que sin ningu-na publicidad y sin ruido alguno contribuían con no-sotros con alimentos, tanto de sus empresas como de sus negocios, y muchas veces de sus hogares. Nunca les faltó a los niños que comer, cuando veíamos que para ese día no teníamos nada en la cocina, siempre, siempre hubo alguien que nos alcanzó algo para ellos y así los niños cantando y dando gracias a Dios, se sen-taban alrededor de sus pequeñas mesitas y comían lo que el cielo por intermedio de estas personas les había mandado.

Es hermoso recordar con regocijo, pena y alegría, todo lo que se pudo hacer para lograr que el sueño del Padre Juan Tomis se hiciera realidad. El visitaba cada mañana la Guardería, se sentaba en una de las pequeñas sillas de los ni-ños y permitía que ellos lo abrazaran y jugaran con él, como un buen padre hace con sus hijos. Desde el cielo el Padre Juan sigue dando sus bendiciones a aquellos niños que hoy, ya mayores y cada uno en su rumbo, no

olvida a quien puso en su boquita unos granos de ali-mento, que los tuvo en sus brazos y jugó como un ver-dadero padre, así como a quienes contribuyeron con esta obra, en una forma u otra, ganando un trocito de cielo que algún día brillará como una estrella en sus vidas.

La Guardería “Santa Ana”Por: Teresa Silva Tello

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El padre Juan Tomis vivió su sacerdocio, hacien-do realidad su lema: “SI NO VIVES PARA SER-VIR, NO SIRVES PARA VIVIR”. Ejemplo de esto fue su interés por brindar apoyo en la salud de

su feligresía, se preocupó por la organización del con-sultorio médico odontológico en nuestra parroquia.

Mi contacto personal con él se dio cuando asistí al matrimonio de un primo a fines del mes de Agosto de 1972. Ahí el Padre Juan nos hizo una invitación a todos los profesionales que deseemos apoyarlo en los diver-sos consultorios de proyección social. Frente a esta invitación, el siguiente Lunes me acerqué a la oficina de la parroquia, y hablé con la secretaria, la Srta. Con-suelo, manifestándole el motivo de mi visita. De inme-diato el Padre Juan salió y alegremente me dijo que estaba muy agradecido por mi decisión de apoyarlo; haciéndome la salvedad de que él no tenía nada para la instalación del mismo, a lo que yo le dije que no se preocupara, ya que había realizado un estudio situacio-nal del instru-mental odon-tológico en los diferentes establecimien-tos de salud en Chiclayo, y sa-bía a cuales se les podría soli-citar el equipo instrumental necesario para instalar el con-sultorio.

Así era Padre Juan, sensible a la necesidad humana, ilumi-nado para generar ideas de ayuda y ejecutivo para ha-cerlas realidad moviendo y comprometiendo a quie-nes sea necesario. Su noble corazón ya había captado la necesidad de la gente que no tenía recursos para acceder a un servicio odontológico e inmediatamente activó sus contactos y llamados para implementar lo que sería el Primer Consultorio Dental gratuito en una Parroquia en Chiclayo. Es así que fui tocado por ese llamado ineludible e irre-sistible de Padre Juan, comprometiendo mis oficios profesionales y personales en ese proyecto de ayuda social. Gracias a unos contactos en el Ministerio de Salud – también conmovidos con la labor que venía realizando Padre Juan Tomis por los mas necesitados

en Chiclayo – se consiguió el primer equipo e instru-mental para extracciones y previa coordinación con las autoridades de salud, comencé a atender en el mes de Octubre de 1972. Inicialmente en uno de los am-bientes del Salón Parroquial y con un mínimo de recur-sos, pero siempre cuidando de dar un servicio con la mayor seguridad y calidad posible a las personas que se atendían. Gracias a sus capacidades también de “marketing” de Padre Juan para promover el servicio, pronto los pacientes iban en aumento y atendíamos ya con “colas”. Fue importante también la ayuda de voluntarias para asistir en los tratamientos, entre ellas la señorita Blanca Urdampilleta, la Sra. Doris de Coico.

Posteriormente, el Padre Juan realizó un contacto con un colega en EE.UU. para que nos proporcionara una unidad dental y su respectivo sillón con equipo adicio-nal para el consultorio. Con esta implementación nos mudamos a otro ambiente más adecuado donde fun-cionó el consultorio ya con un servicio dental comple-

to. Los pacientes en su mayoría eran de pocos recursos y lo que aportaban por la atención era en la medida de sus posibilidades, no obstante el Pa-dre Juan se pre-ocupaba de que el tratamiento sea el mejor, por ello siempre se inge-niaba para conse-guir los recursos para asegurar ma-teriales y medici-nas de calidad.

En 1984, ya existía el Consultorio Médico “Nuestra Se-ñora de Lourdes” administrada por los sacerdotes Je-suitas y que atendía a los mismos sectores necesitados de la Parroquia, por lo que se coordinó con el Padre Fernando Basadre el trasladó del equipo dental a este consultorio y consolidar el servicio con otras atencio-nes médicas, donde continua funcionando hasta la fe-cha.

La preocupación social del Padre Juan lo llevó a brin-dar ayuda a cuanta persona llegaba a la parroquia, no solo en forma económica, sino que nos brindaba su SABIA ORIENTACIÓN Y FORMACIÓN CRISTIANA. Así se-guía el ejemplo de Jesús en su entrega, que fue total.

Consultorio Dental - Un ServicioPor: Dr. Juan F. Esquerre Allende

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El Consultorio Jurídico GratuitoPor: Dr. Lito Becerra Angulo

Quiero compartirles la edificante experien-cia del consultorio jurídico gratuito de la Parroquia San Juan Maria Vianney. Lo pri-mero que tengo que decirles, es que me

resulta difícil imaginar que un niño, joven, adulto o anciano, sano o enfermo, de aquel entonces, luego de haber tenido la oportunidad o experiencia de compartir con Padre Juan Tomis, no haya experimen-tado un impacto en su vida. Creo que a todos los que compartimos la vida de parroquia en San Juan María Vianney, por alguna razón o por algún detalle, sentía-mos que éramos los preferidos del Padre Juan, él nos amaba a su manera, nunca nos hizo sentir discrimi-nación, nos sentíamos amados y considerados por él.

Yo, ya había avanzado un poco mas de la mitad en el desarrollo de mis estudios para convertirme en abogado; me encontraba en un escenario de des-aliento, dudas y contradicciones por mi formación profesional, pedí hablar con Padre Juan Tomis y em-pecé diciéndole que quería cambiar de carrera, que era mejor elegir otra profesión que no tenga tanto conflicto y tantos problemas, que era difícil ver cada

día el sacrificio de la verdad, el remate de la justicia y el fúnebre cortejo de la ley. Con fluida amplitud y elocuencia expresiva le expliqué mis razones; y al concluir mi alegato; me miró a los ojos, esbozó su ha-bitual sonrisa, colocó su mano en mi pecho y me dijo: “USTED, SIGA SU CARERA HIJITO, A USTED TOCA UN TRABAJO FUERTE, USTED NO RENUNCIA, HAY QUE SER FUERTE, NO SE ACOBARDE, TODOS LOS DIAS LU-CHAMOS, ASÍ ES LA COSA HIJITO, PRIMERO ACABA TU CARERA Y LUEGO HAGA OTRA COSA”.

Son estas palabras las que dieron el impulso final a mi formación profesional, estas palabras llenas de sabi-duría me acompañaron para concluir mi carrera y me siguen acompañando en el diario quehacer del dere-cho, estas sabias y proféticas expresiones gozan hasta hoy de la más contundente convicción y motivación de mi dedicación profesional.

Nuestro trabajo en el consultorio jurídico, al princi-pio era en las tardes, luego se amplió a la mañana; la atención se efectuaba en el pasillo interior que unía el despacho con el jardín de la casa parroquial,

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aquel pasillo en el que estaba el mimeógrafo en el que se imprimían los boletines de la misa, la letra de los cánticos y todos los folletos de la actividad parroquial. En ese pasillo se grabó el sonoro tecleo de nuestra maquina de escribir (recuerden que aun no había computadoras) en ese pasillo se delinearon muchos, si, muchos escritos relacionados con los ca-sos de aquellos hermanos nuestros de los diferen-tes sectores y capillas de la parroquia que acudían al consultorio para el tratamiento legal y alcanzar so-lución a sus problemas de documentos, alimentos, contratos, propiedad, reclamos laborales, conflictos de orden familiar y asuntos penales.

Debo confesarles que en lo que va de mi ejercicio profesional, no he tenido tantos casos, como aque-llos años, en los que, como estudiante y bachiller en derecho, me tocó atender en el consultorio jurídico de la parroquia. Pa-dre Juan Tomis “marketeaba” el consultorio al punto que teníamos una numerosa y envi-diable “clientela”.

El consultorio se inició con tres ope-radores, Padre Juan que era el promotor y orientador de los usuarios. La invita-ción que él extendía a los “clientes” era garantía de la solución de sus problemas. Yo, por mi parte, me encargaba de la implementación de las acciones y trámites legales de cada caso; y como era necesario contar con la autorización de un abogado colegiado, dado que aún no ostentaba mi título, tuvi-mos el valioso apoyo de la Doctora Maria Antonieta Arroyo Pino, a quien por su ayuda y orientaciones le prodigamos aprecio, gratitud y respeto por su solida-ria contribución con el proyecto.

Hay muchos detalles que se asocian al consultorio jurídico, uno de los mas importantes es que a pe-sar de las franciscanas condiciones del mobiliario e infraestructura, nuestra producción jurídica gozaba de eficiencia y eficacia. Solucionábamos problemas de la mejor manera y con el menor costo, bueno, a veces o muchas veces, Padre Juan Tomis asumía el costo de los gastos judiciales, o de las publicaciones,

cuando estos habían, o cuando ya no era posible ale-gar el auxilio judicial que la norma permite; o cuando la demora de este trámite significaba el incremento de una apremiante espera para alcanzar la solución del problema.

Nuestro Párroco Juan Edmundo Tomis Stack, tenia un cúmulo de experiencias, de tal suerte que, con relación al quehacer jurídico puedo decir que sólo necesitaba el Título de Abogado, él sabia lo que se debe hacer, sabia cómo se debe defender los dere-chos de la gente, sabía como preservar los derechos de SU FAMILIA DE DIOS. Algunas veces me acompa-ñaba, dicho de mejor manera, compartíamos aseso-ramiento.

En di- ferentes ocasiones acudíamos con él a las oficinas de la Policía de In-vestigaciones del Perú, hoy DIVIN-CRI; el Reveren-do conocía a tantos policías y oficiales que todos venían a saludarlo. Dos veces tuve el pre-ciado honor de ser su abogado, una vez

cuando aún nos obsequiaba su viva presencia, y fue en las oficinas de la

PIP para realizar un descargo de rutina por hechos en los que no concurría dolo alguno; y la otra opor-tunidad fue cuando tuve que realizar las gestiones y trámites para el otorgamiento de la autorización para que sea sepultado en la parroquia. Sobre este hecho, nos compartía Padre Fernando Basadre S.J., que Monseñor Ignacio de Orbegozo mencionó que si la voluntad de Padre Juan Tomis era tener sepultu-ra en su parroquia, eso había que hacer.

Padre Juan y este apostolado me enseñaron que un abogado posee la suficiente capacidad para delinear su camino de salvación, en tanto sea solidario con los pobres y humildes; en tanto sirva con gratuidad a los desposeídos, en la medida en que muestre a los demás el rastro de Cristo para poder seguirlo. Gra-cias Padre Juan.

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Los Club de MadresPor: Enriqueta Terán de Guerrero

Si hay un rasgo que tengo muy presente del Padre Juan, es la humildad y sencillez al brindarnos su amistad, además nos dio la oportunidad de inte-grarnos y trabajar en algún grupo parroquial, siem-

pre estaba invitándonos y animándonos para trabajar apostólicamente.

Conocí al Padre Juan al poco tiempo de llegar a vivir con mi familia a la Urb. Chiclayo (1972). Los domingos antes del medio día, llegaba con su camioneta llena de jóvenes; ellos preparaban el altar – una vecina prestaba la mesi-ta – tocaban la campanita, se ensayaban las canciones y debajo del árbol de algarrobo en el centro del parque ce-lebraban la Santa Misa.

Hoy ésta comunidad que ha crecido y que se ha fortaleci-do en la fe, abarca además de la Urb. Chiclayo, La Prima-vera, Patazca y tienen como recuerdo de su dedicación y empeño La Capilla Nuestra Señora de Lourdes, que fue la última que por su iniciativa se construyó y en la que todos los vecinos pusimos un granito de arena para levantarla. Actualmente es parte de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe.

Cuando en el evangelio Jesús nos habla de las parábolas del reino, nos dice: Que el agricultor siembra la semilla, luego viene unas fases de crecimiento y sin que el hombre se dé cuenta, esté dormido o despierto, de día o de no-che, la espiga madura y está lista para la cosecha (Mc. 27) y San Pablo nos dirá posteriormente: “sólo Dios es quien hace crecer”.

Padre Juan fue un trabajador, un sembrador incansable; sembró en el corazón de todos y de cada uno el amor a Cristo, a su Palabra Viva y actual, a la necesidad de la Oración, Eucaristía, los Sacramentos y en general la for-mación de Grupos Parroquiales de los que todos éramos: “su familia de Dios”, como él nos decía.

Cuantas buenas, verdaderas e inseparables amistades hi-cimos a partir de conocernos en la parroquia, ahí cono-cí a Esperancita de Quesquén (1973), cuando el Club de Madres que tenían a cargo las religiosas de María Repa-radora de la Casa de Retiros pasó a la parroquia, todos los viernes en la tarde nos encontrábamos en la reunión que comenzaba con la charla que daba el padre Juan Tomis a un grupo de más de 100 señoras de PP.JJ. a quienes cari-

ñosamente decía: “que éramos un ejército”.

Luego compartíamos la dotación que Caritas Chiclayo proporcionaba a la parroquia. También se dictaban cur-sos: de tejidos, manualidades, costura, cosmetología, pri-meros auxilios y otros. La Sra. Carmencita Malatesta, fue encargada de dictar varios de estos cursos por espacio de 22 años.

Al padre Juan le afectaba mucho la situación de las fami-lias más pobres de la parroquia, sobre todo de aquellas que recién llegaban a instalarse en algún sector que luego se convertirá en PPJJ. Se acercaba a estas familias expues-tas a la intemperie o en precarias casitas de esteras y car-tones y les llevaba alimentos, atención médica, los acogía con delicadeza atendiendo primero a los más pequeños. Y cuando pasaba esa primera etapa de “invasión” el padre Juan se preocupaba de solicitar un lote de terreno para hacer una capilla, un salón de catequesis o de usos múl-tiples para las personas de ese sector. Lo ví hacerlo así, en P.J. Túpac Amaru, Upis Cruz del Perdón y en Cerropón.

Su sensibilidad por los más necesitados fue real, porque veía en ellos el rostro sufriente de Cristo. Padre Juan sem-bró la semilla del servicio y la Parroquia continuó su pas-toral social, adecuándose a los tiempos, las circunstancias y a los cambios sociales y políticos. Hoy se cuenta con 7 comedores parroquiales donde se tienden a familias com-pletas, ancianos y personas en riesgo, buscando no sólo el bienestar material sino también recibir la palabra de Dios, participar y colaborar de la vida parroquial. Tenemos el apoyo de Cáritas, cuya organización descansa sobre las hermanas colaboradoras Edel de Aurich, Olga Mayorga, Aura Adrianzen, Norita de Urdampilleta, Keti de Salas, Charito Cáceres, Esperancita de Quesquén y Toti de Gue-rrero, además de 30 señoras responsables de cada come-dor. Nos reunimos con puntualidad cada lunes para una tarde de oración, de catequesis y también para organizar las actividades propias de nuestro programa.

Ya no está Padre Juan, pero todos los párrocos que lo han sucedido han apoyado éste programa íntegramente, por eso siento que es el Señor quien lo permite y también es una gracia de Dios para amarlo más, vivir más unidas a Él y a través de Él entre nosotros.

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Padre Juan de la mano con los DiscapacitadosEn la actualidad, hablar de las personas discapacitadas está relacionado a la igualdad de derechos, de oportu-nidades, de inclusión social y existen movimientos e ins-tituciones que han logrado concientizar e interiorizar en la comunidad estos conceptos. No obstante, en las dé-cadas de los `70 y `80 la situación de este segmento de personas era muy distinta y veían afectado su desarrollo personal, familiar, social y profesional.

Fiel a su espíritu cristiano, el Padre Juan Tomis siempre mostro interés y preocupación por la situación de estas personas, con acciones concretas en la Parroquia bajo el “Plan Pastoral de los Minusválidos” con programas de apoyo y formación orientadas a reconocer y valorar sus capacidades. En el marco de dicho Plan, se realizó el Cen-so Parroquial de Personas con Discapacidad, Jornadas de Motivación con las familias, la preparación para recibir los Sacramentos y la conmemoración del Día del Minus-válido el 18 de octubre.

A nivel departamental, la lucha del Padre Juan Tomis por lograr la inclusión de estas personas era reconocida, des-tacando su participación en la Fraternidad Cristiana de Enfermos, institución que agrupa a las personas disca-pacitadas como el caso de nuestro amigo “Pancho” Ven-tura, quien fue directivo y nos ha alcanzado la siguiente nota sobre el trabajo de Padre Juan.

FRANCISCO VENTURA ZAPATASoy una persona con discapacidad física adquirida por un accidente de trabajo, de 60 años de edad, dirigente y deportista hasta el momento en deporte sobre silla de ruedas o deporte adaptado para persona con discapaci-dad física. Integrante de la selección del Perú en tenis de mesa, con participación internacional en 7 países.

Conocí a mi amigo para siempre Padre Juan Tomis, a tra-vés del movimiento de la Fraternidad Cristina de Enfer-

mos (Diócesis de Chiclayo) ahora llamada “Fraternidad Cristiana de Personas Enfermas y con Discapacidad del Perú”, un movimiento de personas con y sin discapacidad que llevan a cabo pláticas de formación humana y espi-ritual con el propósito de que las personas que sufren ante la pérdida de algo o alguien, salgan adelante. Es un Movimiento de Iglesia, enmarcado en el Apostola-do seglar e integrado en la Acción Católica.

El Padre Juan Tomis fue nuestro asesor en los años 80, siempre estaba presente en las reuniones o Asam-bleas que realizábamos en la Parroquia Vianney, con un compromiso e identificación tal con el Movimien-to, que siempre era ratificado por el Consejo Directi-vo, constituyéndose en el Asesor que mas tiempo nos duro.

Siempre recuerdo su cariño hacia nosotros, un sacer-dote que orientaba y cuidaba de los que lo necesita-ban, con un carisma de un santo, estaba muy atento siempre a la preparación de los aspirantes a la FRA-TER con coordinaciones del vocal de formación. Fue el nexo entre la FRATER, el Consejo Directivo y las auto-ridades, alentándonos siempre con su frase “YO SOLO LOS ACOMPAÑO EN EL CAMINAR”. Como a muchos otros compañeros, con su asesoría espiritual padre Juan me ayudó a descubrir y valorar mis capacidades, me formó la idea de participar en el deporte en silla de ruedas pensando siempre “mente sana en cuerpo sano”. Me dejó muchas ganas de vivir por que fui testigo de cómo ayudaba personalmente a los discapacitados y luchaba por sus derechos.

Gracias Padre Juan porque gracias a tu trabajo, des-pués de 25 años de tu fallecimiento las Instituciones donde el participaste siguen aun en pie y podemos de-cir los deportistas:“LAS SILLAS SEGUIRAN RODANDO”.

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Al pretender hacer una remembranza sobre la obra de nuestro gran amigo Monseñor Juan Edmundo Tomis Stack, es imprescindible ha-blar del “Programa de Vacaciones Útiles”, el

cual se daba durante los meses de enero, febrero y marzo en los colegios de la jurisdicción de la parro-quia San Juan María Vianney, quienes cedían sus ins-talaciones gracias a las coordinaciones que realizaba nuestro Párroco.

Recuerdo perfectamente que Padre Juan solicitaba personas que lo apoyasen en el dictado de clases para niños del primero al sexto grado de educación prima-ria, llamado al que acudíamos muchas personas.

En el colegio Rosa Flores de Oliva, se congregaba un grupo humano de jóvenes adultos que gustosamen-te dictábamos las clases a los niños del nivel primario, niños que provenían de las urbani-zaciones Ban-carios, Liberta-dores, Caja de Depósito, Remi-gio Silva, Quiño-nes, tres de Oc-tubre, Mochicas así como de 9 de Octubre, ni-ños que desea-ban tener una preparación en cursos básicos, y obligatorios en el programa, de Matemática y Len-guaje (lo que hoy es Comunicación), pero padre Juan sumaba el área de Religión, de tal manera que cada alumno participante del programa de verano tuviera una formación sólida que ayude en su comportamien-to ante la sociedad y engrandezca su amor a nuestro padre Dios.

Es imposible olvidar las mañanas en que se recibía la visita de Padre Juan a cada aula a preguntar a los par-ticipantes cómo les iba, así como la forma en que les hablaba; verlo conversar con ellos durante los recreos era realmente fabuloso.

Durante el tiempo en el que se desarrollaba este pro-grama de Vacaciones Útiles, los alumnos recibían dia-riamente su desayuno y Padre Juan se preocupaba

cuando éste se demoraba en llegar.

Es importante resaltar la confianza que depositaba nuestro gran amigo Juan en cada una de las personas que impartíamos las clases en el vacacional, a quienes no reunía antes de iniciar el curso para darnos orien-taciones generales, así como la libertad de encontrar y aplicar las estrategias que consideráramos necesarias para llegar al alumno y hacer que éste aprenda y so-bre todo se sienta contento y con ganas de regresar al año siguiente.

Cada curso vacacional culminaba con un gran encuen-tro, en la Parroquia, de todos los programas que se dictaban en los diversos lugares donde Padre Juan te-nía una capilla, en este encuentro los chicos hacían gala de sus habilidades deportivas y de su desempeño

en juegos gru-pales; al finali-zar cada estu-diante llevaba una sorpresa, que como siem-pre la conseguía nuestro querido Padre Juan.

Los adultos jó-venes que ac-tuábamos de p r o f e s o r e s , aunque algunos lo eran, otros estábamos es-tudiando la carrera, no éra-

mos ajenos al agradecimiento de parte de Padre Juan, pues debido a su gran espíritu y nobles sentimientos, nos organizaba un almuerzo, el cual se llevaba a cabo en el Salón Parroquial, y, al culminar nos entregaba un presente, regalos que hasta hoy guardamos con mu-cho cariño.

Sin embargo, hay algo que Padre Juan sembró en no-sotros y fue el hecho de poder dar sin esperar recom-pensa, el hecho de servir para vivir cada día mejor; es allí donde aprendimos, sin lugar a dudas, el dicho de Padre Juan “SI NO VIVES PARA SERVIR, NO SIRVES PARA VIVIR”.

Gracias Padre Juan por haberme dado la oportunidad de conocerte, trabajar a tu lado y sobretodo servir al prójimo.

Vacaciones ÚtilesPor: Rosa Calmet Zúñiga

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Juventud Inquieta Cristiana “JIC”¡Quien pudiera volver a ser Joven!

Por: Martha Pezo de Marín

Es una misión imposible volver a ser joven, pero se hace posible al recordar eventos agradables que marcaron nuestra vida especialmente en los años de juventud.

Eso es lo que trataré de hacer al escribir estas líneas como un homenaje al que fuera gestor del grupo “Ju-ventud Inquieta Cristiana” (JIC ), nuestro querido y recordado Padre Juan Tomis de quien estamos cele-brando 25 años de su fallecimiento. A pesar de que él no estuvo directamente a cargo del grupo por sus múl-tiples ocupaciones como párroco, nunca dejó de estar al pendiente de nosotros los jóvenes y así lo sentimos a través de su constante presencia física y espiritual propias de un “Padre”.

La Parroquia “San Juan María Vianney” que se había fundado sólo unos 2-3 años antes, debía tener un gru-po de jóvenes para formarlos en la fe católica y diri-girlos hacia un futuro de hombres y mujeres de bien. Ahora vemos esos frutos con matrimonios sólidos y vocaciones profesionales, sacerdo-tales y religiosas.

Es así como nace el JIC con sólo un puñado de jóvenes con la inquietud propia de los años mozos, de allí su nombre. Cabe mencionar aquí la gran labor que en sus inicios tuvo la Madre Louis Maria Abenanti, quien por invitación del P. Juan llegó des-

de los Estados Unidos para apoyarlo en esta misión. El grupo crecía y la amistad de sus integrantes se hacía más sólida al punto que casi pasábamos todo el fin de semana juntos entre reuniones y yendo de un lugar a otro. Nuestras reuniones eran los viernes por la no-che donde teníamos estudio de la Biblia, algún tema de formación juvenil, planeamiento de actividades de servicio y diversión. Al final de la reunión, nos quedá-bamos jugando afuera en la cancha hasta cansarnos; nos divertíamos con el famoso “mata-gente”, las ron-das pateando una pelota que no debía salir del círculo o si no perdías, “inmóvil”, “reloj” y tantos otros juegos. Eran cosas simples que nos hacían felices y que tal vez ya se perdieron.

Los sábados por la mañana íbamos a dar clases de ca-tecismo a los niños del P.J. Túpac Amaru en el taller de carpintería de un señor que muy amablemente nos ce-dió su local para esto. Recorríamos las calles cantando e invitando a los niños a asistir a las clases de catecis-mo. En verano hacíamos paseos de playa o campes-

tre. Los domingos asistíamos a la misa en la capilla del lugar donde vivíamos para tocar guitarra y cantar en el coro que animaba la misa. A medio día nos reuníamos en el canal de televisión. para la misa que el P.Juan daba por los enfermos. De allí corríamos a al-morzar a nuestras casas y en la tarde íbamos a visitar a los enfer-

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mos del Hospital Las Mercedes que generalmente no tenían quién los visite. Allí cantábamos, les leíamos el Evangelio del domingo y algunas veces les llevábamos frutas. Por si esto fuera poco, en la noche asistíamos a la misa de la juventud que era nuestra misa. De sólo recordarlo ya me siento cansada, pero en ese tiempo era el entusiasmo por hacer algo útil por los demás y el compartir con los amigos lo que nos daba la energía para hacer lo que hacíamos. Básicamente era el amor de Dios lo que nos mantenía unidos.

¿Qué decían nuestros padres? Creo que todos coinci-dían en que se sentían confiados de que estábamos en un buen lugar, haciendo cosas sanas, alejados de vicios y malas compañías. Por supuesto que eso no nos eximía de las tareas que teníamos que hacer en casa antes de salirCuando M. Luigi tuvo que irse de Chiclayo, el que tomó la dirección del grupo fue el P. Carlos Purón S.J. (Q.E.P.D.), quien con su dinamismo inyectó en el gru-po el deseo de enfrentar nuevos retos y descubrir los talentos con que Dios nos había do-tado. Con él realizamos y pusimos en escena dos obras teatra-les: “La Barca sin Pescador” y “El Médico a Palos”. Unos eran los ac-tores y otros ayudaban en conseguir el vestuario y arreglar el escenario que no le envidiaba a la mejor de las compañías de teatro.

En ese tiempo también empezamos con los campa-mentos anuales de verano donde pasamos unos boni-tos días de sana diversión y entretenimiento. Además de dormir en el suelo, teníamos que ingeniarnos para

cocinar con el mínimo de comodi-dades (¡Gra-cias a Dios que nunca tuvimos una emergencia por intoxi-cación!). A estos cam-p a m e n t o s

nos acompañaba nuestro asesor espiritual o cualquier otro sacerdote disponible. Él aprovechaba esos días para darnos charlas de formación, consejos y también era oportunidad para confesarnos.

Por ese mismo tiempo, el P. Juan tuvo la brillante idea de pedirnos organizar el “Primer Festival de Canciones Religiosas Juveniles” al que le siguieron muchos más, porque vio que dentro de la juventud de su parroquia había mucho talento por descubrir y explotar. Él decía que sería mejor cantar en las misas canciones que fue-ran compuestas por los mismos jóvenes.

Por motivos de salud, nuestro querido P. Carlos Purón se regresó a España y para ese entonces llegó a la pa-rroquia desde USA, el P. Alfredo Bietighofer (Q.E.P.D) quien con su sonrisa bonachona ganó el corazón de muchos jóvenes. Él tomó las riendas de la dirección del JIC y aunque sólo estuvo tres años, dejó una huella imborrable.

Estoy segura que hay mu-chas otras cosas que se hicieron des-pués que salí del grupo y que merece-rían ser men-cionadas, pero creo que con estos recuer-dos, le damos al lector, ya sea un adul-to o un joven, una idea de lo que significó para nosotros

el haber vivido bajo la guía de un hombre preocupado por el bienestar material y espiritual de sus feligreses, como el “Buen Pastor” al que se hace referencia en la Escritura: “Yo soy el Buen Pastor: conozco a las mías y las mías me conocen. Yo doy mi vida por mis ovejas” Juan 10,14-15. El P. Juan como buen pastor, donó su vida por sus ovejas con caridad pastoral, con humilde espíritu de servicio, compasión, paciencia y fortaleza.

Nos consideramos muy bendecidos y afortunados de haber tenido una juventud vivida plenamente y que ahora gracias a las enseñanzas de todos los que nos guiaron en esos años difíciles de juventud, podemos decir que somos personas de bien. Nues-tro homenaje de agradecimiento debe ser nuestro compromiso de continuar trabajando para engran-decer el reino de Dios en la tierra y hacer el mundo de las nuevas generaciones, un lugar digno donde reine la paz y la justicia.

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Los Festivales de la Canción Religiosa Juvenil Por: Lady Chicoma de Tuesta

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Han pasado casi 40 años, desde el mes de julio del año 1972, en que guiado por ese amor y entrega a la juventud, nuestro Párroco Funda-dor Monseñor Juan Tomis Stack con un grupo

reducido pero entusiastas de jóvenes, dio nacimiento a ese evento que a lo largo de sus 19 ediciones se fructifica-ría en la composición de más de 500 canciones llenas de amor y de alabanza a Dios : El 1er. Festival de la Canción Religiosa Juvenil.

Muchos fueron los jóvenes que tuvimos la bendición de participar de esta experiencia desde su organización, dando todo nuestro tiempo y esfuerzo al desarrollo de ese apostolado: de unir a la juventud con Dios a través del canto.

El mes de Setiembre, mes de la juventud, fue el esco-gido por nuestro Padre Juan para trabajar en el Festival y ya desde un mes antes los ajetreos de la organización llenaban los ambientes de la secretaría y el salón parro-quial, redactando las bases, las invitaciones y los oficios de colaboración a tanta gente que con cariño respondía a nuestros pedidos. Recorrer muchas veces a pie los co-legios, parroquias, universidades, clubes e instituciones, no agotaban las energías de las comisiones encargadas de motivar la participación de los diferentes grupos, lle-vando oficios, afiches y boletos para la noche del Festival.

A medida que se acercaba el día del Festival, las tensio-nes y preocupación por alcanzar el éxito del evento aso-maban en cada una de las reuniones de coordinación, pero siempre estaba nuestro director y guía Padre Juan para alentarnos y renovar nuestro entusiasmo.

El día del Festival la fiesta se vivía desde las primeras ho-

ras de la mañana:• En el salón parroquial, un grupo volcando toda su crea-tividad e ingenio para arreglar el escenario con los po-cos recursos que se podía contar: luces, cortinas, flores y papel (todo prestado u obsequiado), iban dando forma al recinto que por la noche acogería a los grupos partici-pantes.• En las calles, otro grupo, preocupado en asegurar el equipo de sonido, los premios, la asistencia de los jura-dos y los detalles finales.• En la secretaría, la labor incansable de las secretarias Carmencita y Srta. Consuelo en el tipeado, mimeografia-do y compaginación de los cancioneros.

La noche llegaba sin dar cabida al hambre ni al cansancio, y allí estaban nuevamente los jóvenes para dar la bien-venida a los participantes y público que llenaba el Salón Parroquial ya de luces y color para dar inicio al Festival.

Los ajetreos detrás de escenario continuaban, con las co-ordinaciones en la mesa de control y de los jurados; con el nerviosismo de los animadores y los encargados del orden de los participantes.

Las presentaciones de los grupos se iban dando uno a uno acompañados de la algarabía y bullicio de las barras, llenando de alegría y emoción el ambiente, hasta llegar a los momentos finales de la proclamación de las cancio-nes ganadoras.

La fiesta había terminado pasada la media noche y allí estaban nuevamente los jóvenes para volver a dejar todo en orden: abajo el escenario, luces y letras, de vuelta a la capilla las bancas prestadas y todo dispuesto para la misa del día siguiente a las 7 de la mañana.

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Nosotros crecimos asumiendo con mucho amor y entre-ga la tarea de organizar los festivales, pero sin dejar de lado nuestra responsabilidad de hijos, de estudiantes o profesionales. Nuestro Festival también creció y cada año veíamos con alegría como iba madurando en presencia y en calidad: Las 13 canciones que iniciaron nuestro primer festival, pronto se irían multiplicando hasta pasar las 30; la participación llegó a grupos de todo el departamento e incluso de la ciudad de Trujillo; los temas irían enfocan-do diferentes fuentes de inspiración de los jóvenes: de alabanza a Dios o de veneración a la Virgen María, de gratitud o de llamado a la Paz; musicalizados en los mas diversos géneros de música, desde baladas románticas, hasta alegres huaynos. Pero el mayor premio para los jó-venes era escuchar sus canciones en las misas y en even-tos juveniles, canciones que se han llegado a grabar en el extranjero y que hoy se cantan en muchas parroquias y hasta en iglesias separadas.

Así vivimos esa maravillosa etapa de nuestras vidas, con nuestro párroco, nuestra parroquia y nuestro festival; y todo, gracias a Padre Juan. Hoy, muchos de nosotros ya con familia, profesionales, con diferentes rumbos y des-tinos pero siempre unidos por esa amistad y amor a Dios que Padre Juan sembró, queremos dar gracias a Dios por el regalo de su vida.

Los Festivales fueron para muchos jóvenes fuente de ins-piración, motivo de entrega y compromiso, llamado de Cristo a la acción; por ello al cumplir 25 años de la par-tida de nuestro querido Párroco, alentamos en nuestro corazón la ilusión de que este Festival vuelva a formar

parte de la vida y de la historia de nuestra Parroquia, de nuestros jó-

venes, de nuestros hijos. Gracias Padre Juan.

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Nace un 23 de noviembre en los Estados Unidos y ya desde niño sus padres Bartolomé y Veró-nica, quedaban asombrados de su vocación de servicio que manifestaba a través de las

buenas acciones que como scout le tocó desarro-llar en algunas de las tropas de su país.

Ordenado sacer- dote un 18 de mayo de 1950, inicia su caminar al c o m p á s de nuestro lema “...Siempre Lis- to para Servir...”; p r i m e r o

en su país natal, lue-

go en el P e r ú

donde llega en el año 1963, específicamente a la ciudad de Santa Cruz, Cajamarca. A fines del año 1967 ya lo en-contramos en Chiclayo, muy atareado, cumpliendo con el encargo de fundar una nueva Parroquia en la zona oeste de nuestra ciudad, la que nace con el nombre del Cura de Ars, “San Juan Maria Vianney”.Corrían los últimos meses del año 1968 y la juventud de la zona oeste, pelotera por excelencia, miraba entre cu-riosa y asombrada el ir y venir del sacerdote que se hacía cargo de la naciente parroquia San Juan María Vianney. Este sacerdote, algo corpulento para el promedio de la población chiclayana y con un hablar castellano que ha-cía sonreír a más de uno, fue Juan Edmundo Tomis Stack, luego reconocido cariñosamente como “El Padre Juan”.

Pronto reparó que la ciudad ofrecía muy pocos espacios sociales organizados que ayudaran a resolver las necesi-dades de la niñez y juventud; y recordando su infancia la respuesta saltó a su vista: ¡Los Scouts!... es así como forma dos agrupaciones scouts, los tradicionales nume-rales 32 y 48, que junto al 62 de Lambayeque y al 65 del Colegio San Agustín, constituyeron la base del escultismo regional de aquellos tiempos. El trabajo no era fácil y para ello convocó a sus primeros voluntarios. Entre ellos, dos de grata recordación, don Francisco Pezo Panduro, brazo derecho del Padre Juan; y don José Castro Stucchi.

Padre Juan fue el primero que “utilizó” en los scouts el exitoso anzuelo para “pescar” voluntarios... “Son sola-mente dos horas a la semana que el Movimiento nece-sita de tí...” nos decía... y así caí yo, tú, él, nosotros... y todos aquellos que tuvimos la suerte de engancharnos en las numerosas actividades de servicio que ofrecía la

Parroquia, al más puro volunta-riado sin mas retribución que la satisfacción de hacer el bien.

Padre Juan, Baluarte del escul-tismo, Maestro Cristiano, Her-mano nuestro... sólo me queda recordarte con respeto y admi-ración, Padre Juan...¡UNA VEZ SCOUT, SIEMPRE SCOUT!

SCOUTS DEL PERU

Osterli E. Campos Díaz Comisionado Scout

Región II

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Padre Juan, un Scout por Naturaleza

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Padre Juan en el Movimiento ScoutPor: César A. Orrego Calderón.

El Escultismo ya estaba formado en Chiclayo y existían grupos en la ex Cooperativa Pucalá y en el Colegio San José de Chiclayo, pero se encontraban silenciados. Mon-señor Juan Tomis Stack fue uno de los más convencidos del programa Scout, es por ello que en el año de 1968 apunta su mira en la niñez y juventud de su naciente Pa-rroquia y forma los primeros grupos scouts en Chiclayo, nos referimos a los grupos “Chiclayo 32 y 48”, paralela-mente se inicia también el grupo scout “Lambayeque 62”, con la ayuda bendita de un Voluntario Scout Británi-co que había llegado de Lima, con la finalidad de formar grupos scouts en nuestro medio, éste amigo y recordado fue, John Abba.

M o n s e ñ o r Juan Tomis y John Abba empie-zan a formar lí-deres adultos, contando en ese entonces con la ayuda de hombres y mujeres decididos a apoyar esta maravillosa idea de la formación de grupos s c o u t s . Tal fue el entusias-mo de los padres de familia, que los dos grupos formados resul-taron pequeños y sur-gió la necesidad de for-mar otros grupos scouts en diferentes zonas de Chiclayo y poco a poco la familia scout iba cre-ciendo y fortaleciendo.

Chiclayo llegó a organizar en el año 1971 el Primer Congreso Juvenil Scout a nivel Nacional, gracias al entusiasmo y dinamismo que le pusieron sus diri- g e n te s , encabezados por el Padre Juan Tomis. El evento reunió a más de un centenar de muchachos scouts representan-tes de todos los departamentos del país, con la necesidad

de adaptar el escultismo a la realidad y transformación que vive el país. El Padre Juan, no contento con el éxi-to de este Congreso, solicitó en la VI Asamblea Nacional Scout realizada en Cuzco, la organización de la VII Asam-blea Nacional Scout, actividad que reunió a todos los dirigentes scouts del país para contemplar los avances y cambios del programa scout. Es así como la VII Asamblea Nacional Scout se realiza en nuestra ciudad en el mes de enero de 1974.

Monseñor Juan Tomis, hombre incansable en el Movi-miento Scout, siguió promoviendo otros eventos y acti-vidades, tanto nacional, regional y local con la finalidad de que como expresaba él: los niños y jóvenes se vayan formando en valores para su vida futura. En nuestra ciu-

dad se desarrolló el Primer Seminario Nacional de Desarrollo de la

C o m u n i -dad con el apoyo del amigo Da-niel Oscar Tagata de la ciudad de Lima; el Primer curso de Insignia de Madera dictado fue-ra de Lima y muchos otros even-tos, como el tan recordado Primer Jambo-ree Nacional

Scout, realizado en el mes de ene-ro de 1983 en Pa-redones-Chongo-yape, actividad esta que concitó la expectativa de toda la comuni-dad chiclayana por la magnitud del evento que reunió a más de

tres mil scouts de todo el país. Todo esto y mucho más hizo Monseñor Juan Tomis, por la ju-ventud y niñez del Escultismo Lambayecano y Nacional.

Padre Juan Tomis, descanse usted en Paz.

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Un Sacerdote con Visión MisioneraPor: R.P. Carlos Mundaca Guerra

Se cumple en este 2011, 25 años de la muerte del Padre Juan Tomis. A distancia de tantos años quisiera hacer una sucinta memoria de mis

recuerdos para todos aquellos que le conocieron también y que sirvan de estímulo para todos.

Mis primeros recuerdos se remontan a los años de ado-lescente. En aquella época el único Canal de televisión existente era el Canal 4. Cuando llegaba el domingo era muy llamativo ver a un sacerdote con acento extranjero que celebraba la Misa para los enfermos. Años después me hacía una idea, en parte, de lo que la Misa en el Canal significaba para este sacerdote que tenía una agobiante tarea pastoral. Fue desde la televisión que con sus pala-bras, con su predicación daba esperanza a todos los enfer-mos que le seguían cada semana.

De mis años de Seminario (1979-1986) recuerdo entre otras cosas, la visita que nos hizo junto con un grupo de fieles pertenecientes a la Renovación carismática. En ese encuentro nos manifestó su deseo de colaborar con el Se-minario.

Siempre en estos años se solían organizar en la parroquia san Juan María Vianney los famosos Festivales de la Can-ción Religiosa Juvenil, una iniciativa que tenía mucha aco-gida en muchas parroquias. Allí los jóvenes ponían toda su ilusión por participar. Los seminaristas de la época solía-mos “asomarnos” los sábados por la noche para observar y deleitar la ejecución de las distintas canciones. No era difícil concluir que esta actividad conglomeraba a los jó-venes que por medio del canto trataban de acercarse a Cristo.

Además su preocupación por los jóvenes se manifestaba también cuando organizaba las Vigilias de preparación para la gran Fiesta de Pentecostés. Participaban muchos chicos. Durante la Vigilia el P. Juan junto con otros sacer-dotes se dedicaban a confesar. De esta forma los jóvenes te-nían la oportunidad de renovar su alma en el sacramento de la Penitencia.Por otra parte, en una oportuni-dad un joven (Pepe Lucho) me pidió que fuera su padrino de Confirmación. Pedí permiso al Rector y participé de la Eucaristía en la parroquia. Lo que me acuerdo de ese día fue la “pasión” con que este sacerdote, lleno de caridad pastoral, exhortaba a los pa-dres de familia y padrinos. Les instaba a no dejar solos a los chicos y les pedía que les acompañaran en su camino

cristiano.

El domingo 29 de junio, mientras hacíamos la oración ante el Santísimo sacramento, el Rector nos interrumpió y nos dio la noticia del fallecimiento del P. Juan. Todos queda-mos muy sorprendidos. Por la tarde fuimos a rezar junto al féretro que estaba siendo velado en el Salón parroquial, se originó así una espontanea vigilia de oración que duró varios días mientras se esperaba la llegada de Monseñor Walter Curtis, Obispo de Brigtport. La Misa de exequias fue multitudinaria. Allí estaban miles de fieles que se be-neficiaron de la presencia admirable de un buen pastor de almas.

A los seis meses fui a colaborar en la parroquia fundada por padre Juan como diácono. Allí ejercí mi ministerio pas-toral y tuve un contacto directo con la labor misionera de este sacerdote americano.

Así, pues, junto con las señoras Toti Guerrero, Esperan-za Quesquén y otras, comencé a tomar contacto con los diferentes Comedores de toda la parroquia. Allí estaban, entre otros, el Comedor de 9 de octubre, de Túpac Amaru etc. Además de la repartición de alimentos se les trataba de animar a estas buenas mamás para que perseveraran en la fe. Es justo decir aquí que estos comedores tuvieron vigencia gracias a las ayudas económicas conseguidas por padre Juan de parte de fieles de los Estados Unidos.

También caí en la cuenta de su gran visión misionera pues-to que se adelantó a la progresiva expansión de la ciudad y fue sembrando el evangelio y plantando la cruz en los distintos lugares. En efecto, al morir padre Juan, ya se con-taba con muchas Capillas donde los fieles se reunían para

celebrar la Eucaristía. Allí estaban la “Capilla Central”, la Capilla de Quiñones, la Capilla de Túpac Amaru, la Capilla de Patazca, la Capi-lla de 9 de Octubre, la Ca-pilla de Olaya y los terrenos de las futuras Capillas de Simón Bolívar y las Brisas.

Han pasado ya 25 años de la muerte del P. Juan To-mis y más allá de su origen norteamericano es preciso reconocer en él que fue

un sacerdote de la Iglesia Católica. En estos tiempos de confusión y escándalo, proponer su memoria nos llena de alegría y hace abrir el corazón en acción de gracias por haberlo conocido. Pensando en él pidamos al Señor que nos siga enviando pastores según su corazón: ¡Gracias pa-dre Juan!.

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Sin duda la Virgen María fue siempre compañía e impulso en la obra de Padre Juan Tomis y su devo-ción y amor a ella se refleja a lo largo de su vida sacerdotal. Ya desde su ordenación se entregaba a su protección y viniendo a Perú deja el mas bello recuerdo de su paso por Santa Cruz: “la construc-ción de la Iglesia de la Inmaculada y una creciente devoción a la Virgen María”. Al llegar a la Parroquia Vianney en Chiclayo, la Virgen seguiría presente en su vida pastoral. El mes de mayo era dedicado a Ma-ría, con actividades para niños, jóvenes, hombres y mujeres, que buscaban alentar el amor a nuestra Virgen para “unir a la Parroquia y poner amor en cada uno pidiendo a la Virgen que nos de fuerzas para vivir nuestra fe, manifestándola públicamente con orgullo”.

Los niños que habían hecho su primera comunión tenían su Semana Mariana de los Niños, conociendo y comprendiendo las diferentes advocaciones de la Virgen, aprendiendo el rezo del Rosario y teniendo su propia Procesión de la Virgen. Los Rosarios de la Aurora, se volvieron parte de la vida de la feligresía y se desarrollaban por todos los sectores de la Pa-rroquia los sábados de mayo a las 6 de la mañana, con los rezos y cánticos que avivaban y contagiaban la veneración a nuestra Madre. La juventud tam-bién ofrecía su vitalidad y entusiasmo en la realiza-

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ción del Rosario Vivo, Rosario de Colores, Rosario Misionero, con participación multitudinaria y activa de todos los Grupos Juveniles de la Parroquia.

Padre Juan hizo de la Vianney una Parroquia Ma-riana, su Aniversario 8 de diciembre es el día de la Inmaculada Concepción, todas las obras que se iniciaban se encomendaban a ella y en su mayoría se bendecían en esta fecha especial. En el año 82 la Parroquia sería consagrada a la Virgen María, “…pidiéndole para que esté abierta a la vida Pastoral y educar como cristianos comprometidos a los hijos que la alegran…” .

La llegada de Juan Pablo II a Perú en el año 1985 como Peregrino de la Paz y su declarada entrega a María (TOTUS TUUS), iluminó nuevamente el cora-zón mariano de Padre Juan Tomis para que conci-biera la idea de hacer “un Santuario para la Virgen María –Patrona de Chiclayo – donde se puedan con-centrar los fieles y que sea bendecida en la visita de Juan Pablo II a Perú”. Con el permiso y autorización de Monseñor Ignacio, la Parroquia inició la tarea de hacer realidad la imagen que sería ubicada en el cerrito “Molino de viento” y consagrada como la “Virgen de la Paz” que “atenderá nuestras oracio-

nes e intercederá ante su hijo a fin de que mueva los corazones de los hombres y reflexionemos para que pueda reinar el amor en el mundo.”

La idea de Padre Juan de hacer un Santuario a la Virgen fue enriquecida por Juan Pablo II – también iluminado por la devoción mariana –, quien solicitó a Monseñor Ignacio en el momento de bendecirla en Trujillo el 04 de febrero del 1986, que se constru-yera el Santuario con un Monasterio de Religiosas para su cuidado. Esta petición se constituyó en un proyecto de la Diócesis en la que nuestro querido Padre Juan y la Parroquia también tuvieron una par-ticipación entusiasta encabezando las actividades de toda la Feligresía Chiclayana bajo el lema “Jun-tos lo haremos”, para lograr que hoy sea realidad el Santuario Nuestra Señora de la Paz, orgullo de los católicos en Chiclayo.

Padre Juan consagró su sacerdocio, su servicio y su vida a María, sembrando y avivando en los co-razones de toda la feligresía la devoción a nuestra Virgen, que siempre ilumina y acompaña a nuestra Parroquia y nuestra Diócesis, que hoy le agradecen recordando y poniendo en práctica su frase: “Todo por María”.

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Padre Tomis en Chiclayo y Juan Pablo II en la Iglesia

(Entrevista a Padre Lucio Fernandez Sacerdote Agustino)

Los que vivimos la era de Juan Tomis en la Parroquia San Juan María Vianney, recordamos con mucho ca-riño las misas singularísimas de Padre Lucio, con su chispa y manera sencilla de hacer catequesis y teolo-gía en sus homilías. Un grupo de jóvenes (de aquellos tiempos) lo visitamos en el Colegio San Agustín y dis-frutamos de una larga, enriquecedora y entretenida charla en torno al Padre Juan Tomis, que compartimos con ustedes en un resumen muy breve.

Teníamos la cita con él a las 11 am, pero como bue-nos peruanos llegamos con algo de retraso y él ya nos estaba esperando entusiasmado como nosotros por la visita. “Como está Padre” y con la rapidez que le caracteriza nos contestó bromista: “Pues vivo todavía, aún después del fin del mundo” (hacía unos días ha-bía sido 21 de mayo del 2012, fecha que un pitoniso había pronosticado el fin del mundo). Estaba sonrien-te, lúcido y hablador como siempre.

¿Padre, como inicio su relación con la parroquia San Juan María Vianney?Fue en el año 78. Nosotros (los Agustinos) ayudába-mos en Pimentel y a pedido de Padre Tomis algunas misas en la Parroquia Vianney. Cuando me toco ir a la capilla 9 de octubre, el monitor pensó que yo era el Director del Colegio San Agustín y tuvo palabras de elogio muy efusivas, a lo que yo correspondí al termi-nar la misa “gracias por las mentiras vertidas porque yo no soy el Director”, la gente pensó “que loco este cura” y me hice famoso en el resto de capillas. Con el tiempo y con honestidad “le serruché el piso” al Padre Basabe a quien quería mucho y me quedé en las mi-sas de Quiñones.

¿Y su trabajo con Padre Juan?Cuando Padre Tomis pedía algo, era asombroso ver como uno no podía resistirse. En el momento que me pidió que lo apoyara en las misas yo quedé sumiso y absorbido totalmente por él y su obra, mis sábados y domingos pasaron a ser disposición de él, de verdad se convirtió en “mi superior”.

Un día vino Tomis y me dijo “ el lunes tienes que dar retiro a los evangelizadores; … no puedo padre, el lunes tengo clases con los chicos en el cole-gio; …. el lunes es 1ro de mayo, vas”. Es que él era todo trabajo y entre-ga, no tenía descanso, todo el tiempo lo te-

nía ocupado.

Padre Basabe una vez me preguntó: “¿ Tomis te ha pedido alguna vez un favor?; ...No, siempre son órde-nes; … a mi tampoco”, nos reíamos ambos de nuestra obediencia.

¿Cómo lo recuerda a él?Padre Juan lo dejó todo y se abandonó a la voluntad del Señor. Desde que aceptó venir a Perú dejando su familia, su país para hacer la gran obra que hizo en la Vianney, desde el primer ladrillo y el primer feligrés de la Parroquia, era un hombre extraordinario, único.

Cuando lo obligábamos a darse un descanso en las va-caciones de verano e ir a su país para recuperarse de su salud, yo lo ayudaba en varias misas (incluso las del canal 4) y veía como la gente en todos los rincones de Chiclayo lo quería, lo seguía, se preocupaba por él. Yo siempre he afirmado: “no era la Parroquia de Juan Tomis, era todo Chiclayo de Juan Tomis”.

La parroquia tenía 7 u 8 misas dominicales y Padre Juan en todas se aparecía, saludando o despidiendo, hasta corrigiendo al coro y ensayando los cánticos, era el Párroco y estaba con sus feligreses. Verdade-ramente en él se cumplía el evangelio “El pastor conoce a sus ove- jas y las ovejas le conocen a él”.

¿Como fue el deterio-ro de su salud?El se entregó a su pa-rroquia y se dejo de lado a si mismo. Los padres Jesuitas y nosotros s i e m -

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pre estábamos preocupados por su salud y sabía-mos que debía cuidarse mucho, pero él prefería llevar en silencio su sufrimiento y dolor, para no apartarse de su servicio. Varias veces tuvo que ser “raptado” por los Jesuitas en la casa de retiros para que descansara y se recuperara con los cuidados de ellos. Los últimos meses lo convencimos de venir a nuestra casa un día a la semana y desconectase de todo, sin visitas, sin llamadas, haciendo lo que quisiera. Venía los jueves de 9 am a 3 pm, pero ya estaba por la tarde en su Parroquia : No cedía en su trabajo, no paraba, nunca terminaba.

Un domingo en Patazca, pidió una silla y escuchó toda la misa. Me tocó hablar en la Homilía sobre la expresión de Jesús: “Yo a los que amo los pruebo” y les comentaba que ”Jesús prueba de 50,000 ma-neras, a unos con las tentaciones, preocupaciones y a otros con el sufrimiento”. Cuando Padre Juan me llevaba a casa escuché una expresión que nunca la había oído de él: “Padre Lucio ¿Puedes hacerme un favor?; …como no Padre Juan; …Dile a Dios que no me ame tanto”. Uy, lo que estaría sufriendo este hombre con su enfermedad, pero seguía trabajando por su Parroquia.

¿Cómo le impactó su muerte?Yo quería mucho a Pa-dre Juan. Aquel 29 de Junio, día del Papa, celebrábamos en la Capilla Central algo muy maravilloso y bonito que él ha-bía instaurado en la Parroquia: “La colación de los Mi-nisterios de Servi-cio”, en una misa especial a iglesia repleta a las 5 pm. Mientras la gente aceptaba su compromiso de trabajar en los Ministerios, padre Juan sa-lía (después de 2 infartos) en ambulan-cia hacia el hospital de la FAP. Cuan-do fui a misa de 8 pm en Quiñones, me informaron que padre Juan estaba muy mal, yo me resistía a aceptarlo y todavía bromeaba: “pero si hasta ayer hemos es-tado peleando los dos tan tranquilos”. Cuando me avisaron a las 2 de la mañana de su fallecimiento, era una consternación total, un no creer que haya pasado.

¿Y la reacción de la gente?Todo Chiclayo estaba conmovido y quería despedir a padre Juan, de domingo a viernes las colas en el féretro eran interminables y todo el día había misas de cuerpo presente y homenajes… era impresionan-te. En la misa del funeral más de 50 personas habían pedido hacer uso de la palabra, todos querían mani-festar su sentimiento; estuvo todo Chiclayo, autori-dades, personalidades, instituciones. Recuerdo que emocionado el Obispo Ignacio se encaró cariñosa-mente con Papá Dios: “¿Por qué te lo has llevado? Era de los mejores sacerdotes que hemos tenido.” Algunos meses después padre Basabe, que también se hacía una y otra vez aquella pregunta, la respon-dería en una conversación: “con lo activo, trabaja-dor, independiente que era Padre Juan, no habría soportado una limitación para caminar o ver, Dios que lo amó tanto se lo llevó consigo para evitarle estos sufrimientos”. Padre Tomis ya tenía muchas dificultades para ver y caminar y Dios, que si sabe lo que hace, dijo: “me lo llevo”.

Era un hombre fuera de serie y todo Chiclayo res-pondió con cariño en su despedida.

¿A 25 años de su fallecimiento, que les diría a las generaciones que no lo conocieron?:

Los chicos de hoy no oyen, pero si ven los ejem-plos y es lo que piden de los mayores, de los sacerdotes: testimo-nios de vida. Padre Juan Tomis como Juan Pablo II dieron un testimonio con su vida; ambos de chicos, de jóvenes, de hombres, de sacerdotes, siendo ínte-gros y fieles, aún con el su-frimiento y la enfermedad si-guieron llevando en silencio su dolor, buscando siempre el servicio a los demás hasta el ultimo día.

Ellos fueron modelo de vida y entrega, por eso siempre diré: “Padre Tomis en Chiclayo … Papa Juan Pablo II en la Iglesia”.

Padre Juan tenía un amor a Dios tremendo y como consecuencia un inmenso amor a los fieles, a su parroquia, a la iglesia. Y así murió, siendo un sacerdote para los demás.

Nos despe- dimos muy contentos de la conver-sación, con una frase protocolar y una respuesta de las suyas: “Padre fue un gusto verlo, …. El disgusto es mío”. Gracias Padre Lucio.

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Misa Canal 4: El Servidor del AmorPor: Luis Carranza Solís

“Chiclayo de duelo”, “Una ausencia que se deja sentir”, “Vivió como Santo y se fue”, “Mensajero del Cristia-nismo auténtico”, “Monseñor de los pobres” “Un gran intercesor en el cielo”, “Vivió imitando a Cristo”, son algunas de las frases de titulares de periódicos y artí-culos editoriales que daban cuenta del fallecimiento de Monseñor Juan Tomis Stack luego de aquel sentido 29 de junio de 1986.Tan inesperada como repentina fue su partida, tan sentida, tan dolorosa. El pueblo chiclayano se resistía a aceptar la realidad: aquel sacerdote que siempre ha-bía estado al lado de ellos se había marchado a recibir el premio de la Gloria por su vida de entrega, ayuda y servicio. No había un corazón ajeno a ese dolor hu-mano, hombres, mujeres, niños, jóvenes, autoridades, trabajadores, políticos, se congregaban a dar ese últi-mo adiós al sacerdote amigo, padre y hermano.Monseñor Walter Curtis, Obispo de la Diócesis de Bridgeport, se aunaba a este dolor: “La Familia com-pleta de la Diócesis, comparte un dolor común con la familia y feligreses del Monseñor Tomis. El fue a Perú como voluntario para ayudar a la Diócesis de Chiclayo. El deja detrás una parroquia de alrededor de 50,000 personas y cinco capillas. En Monseñor Tomis yo he visto el cumplimiento de las palabras de San Pablo “La caridad de Cristo nos mueve”. Nosotros ofrecemos las oraciones de la Diócesis de Bridgeport y nuestra deter-minación de avanzar su trabajo en Perú”.Los funerales fueron únicos en Chiclayo y los home-najes de familias, personalidades e instituciones eran

interminables, un gran consuelo fue la decisión de Monseñor Ignacio María de Orbegozo que los restos de Padre Juan quedaran en su propia Parroquia, a la que amó y dedico su vida, al lado del monumento del Santo cura de Ars que alumbró su trabajo sacerdotal. Una de las alocuciones mas sentidas en los funerales fue la del Sr. Francisco Pezo Panduro, Presidente del Consejo Parroquial, dando cuenta de su amistad y la labor de padre Juan en la Parroquia:“… me cabe la suerte, inmerecidamente quizá, de ha-berme contado entre tus primeros amigos desde tu arribo a esta ciudad de Chiclayo en el ya lejano 1967, en que la Jerarquía Eclesiástica te confió el honroso cargo de fundar esta nuestra querida parroquia de “San Juan María Vianney”. Y en aquél entonces llegas-te a nosotros joven, robusto, con una fortaleza espar-tana, bonachón, lleno de vida y dueño de tu más gran-de virtud: trabajador indesmayable.

“Grandes y maravillosas son tus obras, Señor”, dice las Escrituras. Ahora yo te digo: “Grandes y maravillosas son las obras que dejas Juan Tomis”. Allí están como mudos testigos de tu gran dedicación y trabajo: Nues-tro imponente Salón Parroquial, Capilla Central y Casa Parroquial, La cancha de deportes por la que te agra-decen los niños y jóvenes de tu especial predilección, El Centro Social y Capilla de la Urb. Quiñones, La Capilla del P.J. José Olaya, El Centro Social y Capilla del P.J. 9 de Octubre, La arquitectónica Capilla del P.J. Túpac Ama-ru, La Capilla de la Urb. Chiclayo (Patazca), La Guarde-

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ría Infantil “Sta. Ana” del P.J. 9 de Octubre, El Comedor Infantil del P.J. 9 de Octubre, Las Casas de Formación Cristiana de la Parroquia Central y del P.J. Túpac Ama-ru, El Taller del Club de Madres, El Consultorio Médi-co y Dental, La Biblioteca Parro-quial, la Cruz de la Esperanza en la Urb. Quiñones, La Cruz del Perdón en la UPIS del mismo nombre, La Cruz de la Juventud, el Par-que Scout “Juan Luis Rospigliosi”, y tu últi-ma obra (inconclusa) el Centro Parroquial y Comedor Infantil de la UPIS Cruz del Perdón, cuya termi-nación es un reto para los que nos quedamos a continuar -en tu me-moria- el camino que nos dejas señalado”.

Los que vivimos esos mo-mentos, sentimos que él se quedó y sigue con nosotros, con su Parroquia que lo amó y a quien amó tanto. Este amor que se refleja en las palabras de Monseñor Ber-nard Scanlon, Director de la propagación de la Fe de la Diócesis de Bridgeport: “La gente de Chiclayo res-pondió al esfuerzo del sacerdote americano con afecto y entu-siasmo. “Ellos lo amaban”. “El formó una maravillosa comunidad de oración en Chiclayo. Ellos se volvieron a él, no sólo en su vida es-piritual, sino también en sus necesida-des físicas. El siempre estuvo presente para ellos. El tocó muchas vidas. El ali-mentó a las personas a través de los programas alimentarios y los alimen-tó espiritualmente también. Todos lo buscaban como orientación y líder y él lo daba generosamente”.

En estos 25 años de su partida, da-mos gracias a Dios por haber ben-decido a Chiclayo con la venida de este santo sacerdote y le pedimos a Padre Juan siga intercediendo para la continuidad de sus obras en su querida Parroquia.

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Dios Obraba a través del Padre JuanPor: Larcery Díaz Suárez

Cada domingo, por la mañana, el padre Juan Tomis llegaba al Canal 4 para oficiar la misa de ese día. Se transmitía para los enfermos y para quienes no podían acudir a la celebración que horas antes presidía en la capilla de su parroquia. En ésta, la nave rebotaba de fieles que seguían paso a paso su a veces enrevesada pronunciación española-inglesa. Después, se daba el tiempo programado para acudir hasta el set de televi-sión. Llegaba acompañado de sus acólitos y sus orna-mentos religiosos.

Allí lo conocí. Ingresaba a la televisora con toda su al-tura a cuestas, su crucifijo colgándole del cuello y su sonrisa a flor de labios. Nunca dejaba de sonreír. Creo que hasta cuando se hallaba preocupado o molesto sonreía. Además, vi siempre eso en sus característicos ojos medio achinados, en sus grandes orejas y tam-bién en su calva reluciente. Todo en él sonreía.

En el canal a veces todo estaba listo para que saliera al aire. Otras, debía esperar. De repente el programa que a esa hora se transmitía aún no concluía. O el set tenía que adecuarse: una mesa especial que serviría como ara del sacrificio; luces para ese pequeño espa-cio dominical. El boom del audio de entonces, desde lejos y encima del sacerdote, registraba su voz, el coro de los jóvenes y de cuando en vez la campanilla de los momentos supremos del acto litúrgico. Al set también llegaban vecinos de la televisora, ávidos por seguir las incidencias de la misa. Y aprovechaban para comulgar. Algunos compañeros en el canal lo llamaban Juan, a secas. Yo siempre lo llamé padre Juan. A todos nos res-pondía como si nos abriera su corazón. Y nos lo abría.Algunas veces lo acompañé como periodista en las vi-sitas que acostumbraba realizar a los pueblos jóvenes para evangelizar. La comunidad lo esperaba con an-sias. Más niños y jóvenes, a quienes su fuerte perso-nalidad, su don de gente atraía. Recorría las calles y se metía a las casas sin permiso, porque ya antes se había metido en el corazón de los pobres y en cada sitio iba dejando un halo de espiritualidad, propia de un santo.

He visto y acompañado a muchos sacerdotes, en sus tertulias filosóficas y teológicas y en sus trabajos co-munales. Pero pocos como él con tantas ganas de ayudar a la gente sin pedir al cielo que lo apoyara. Creo que si lo hubiese hecho, de inmediato Dios le ha-bría tendido sus dos manos, por las tantas almas que a cada momento él acercaba a la viña del Señor. Más, todos los que lo conocieron, ayudaron a padre Juan a que su semilla sea trasplantada en terreno fértil y que su cosecha viera los frutos que con sus oraciones predecía.

Era uno de los pocos personajes que mantenía es-trecha relación con los periodistas. Sabía hacerlo. Difundía todo lo que Dios obraba a través de él y así los fieles sabían cuál era su misión pastoral. Guió, asimismo, espiritualmente, a muchos periodistas, como personas y como profesionales. También en ellos dejó su estela evangelizadora.

Se daba tiempo para todo y para todos. Parecía te-ner el don de la ubicuidad. Ya estaba en misa; ya confesando; ya en algún sector marginal atendien-do espiritualmente a quien lo requería; ya en la or-ganización de los chicos guías, grupos de los que fue uno de sus principales impulsores. Curioso se le notaba cuando colgaba el hábito por el uniforme de boy scout. Con su pañoleta roja al cuello, mostraba su impregnada vocación por el escultismo. Pero se-guía siendo el mismo, un niño grande rodeado de muchos niños y jóvenes que asimilaban al pie de la letra sus instrucciones de servidor social como mu-chachos entregados al mundo.

Fui testigo también de su capacidad organizadora. Los festivales de la canción religiosa de San Juan María Vianney, su parroquia, fueron su fuerte. Dos o tres veces participé. Lo hice como jurado. Vi allí la tamaña fuerza que imprimía en lo que hacía. Vi cómo jóvenes de todos los sectores, en sus letras, en su música, en su forma de participar, se empe-ñaban en demostrar todo su arte por amor a Dios y a padre Juan. La parroquia retumbaba. Los segui-dores de cada participante la hacían retumbar. Por eso, me alegraba con su alegría, cada que con mu-cho éxito finalizaba uno de estos eventos que en su época dieron mucho que hablar.

Los cuarentones o cincuentones de hoy recordarán con satisfacción aquellos momentos. Quisieran revi-virlos siempre. Como yo, que aún recuerdo con sa-tisfacción esas maravillosas emociones y sensacio-nes que compartí con todo un gran personaje.

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Padre Juan sentía su misión en la Iglesia como “minis-tro de la gracia” recibida de Cristo, convencido de

que su vocación no era un dere-cho ni proyecto humano, sino un llamado personal de Jesús para su servicio, con su presencia y su compañía: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he des-tinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca...” (Jn 15, 16). Con esa gracia, se entregó día a día a su misión, comprometiendo también en la labor pastoral a hermanos sacerdotes que Dios ponía como “obreros” para apoyarlo en su obra.

La Parroquia San Juan Marìa Vianney constituía la misión de la Diócesis de Bridgeport en Perú y sus sacerdotes siempre estaban dispuestos a venir con alegría y entusiasmo. Monseñor Walter Curtis tiene un lugar especial en nuestros corazones y fue el ins-trumento para que Dios bendijera a la Parroquia con la llegada de Padre Juan y los demás sacerdotes que lo acompañaron. Todos recordamos con cariño a padre Alfredo Bietigoferd, con su apariencia inmensa como el amor y la ternura que siempre ofrecía. Acom-pañó en los primeros años a Padre Juan y trabajó llevando adelante el aposto-lado con los monaguillos y el grupo juvenil JIC (Juventud Inquieta Cristiana), con quienes cultivó una gran amistad que se mantuvo aún después de retornar a su Diocesis. Falleció en Estados Unidos pero los jóvenes que lo conoci-mos guardamos con gratitud y cariño su recuerdo.

Otros 2 sacerdotes de Bridgeport, de singular como he-terogéneo carisma, aceptaron el llamado de la misión y llegaron a Chiclayo a fortalecer la labor de Padre Juan. Padre Francisco Posluszny, de ascendencia Polaca y voca-ción espiritual, con una personalidad reservada y tímida, que asombraba por su pulcritud y cuidado en los oficios. Estuvo con Padre Alfredo en la entrega de la parroquia a la Diócesis de Chiclayo y ahora es Párroco en la Iglesia Santa Ana de José Leonardo Ortiz. Padre “Pablito” Merry, siempre con una sonrisa para todos y en cada momen-to, con las ganas de compartir con la gente y el deseo de aprender de sus costumbres y tradiciones. Lamenta-blemente no pudo acompañarnos mucho tiempo y tuvo que retornar a Estados Unidos por problemas de salud.

Actualmente trabaja en la Diócesis de Bridgeport y siempre recuerda con cariño nuestra Parroquia.

Sin duda, los padres Jesuitas se constituyeron en los incondiciona-les soportes de la labor de Padre Juan, no solo con el apoyo en su trabajo pastoral ayudando en las misas y los grupos de jóvenes, sino también en la atención de su salud

cuando esta se veía resquebrajada y era necesario “secuestrarlo” en la Casa de Re-tiros para cuidarlo hasta su recuperación. Los jóvenes de esa época recordamos con mucho cariño a Padre Carlos Purón, asesorando los grupos juveniles, dando retiros espirituales, inculcando la cultu-ra con la puesta en escena de obras tea-trales montadas por los propios jóvenes. Padre Fernando Basabe, una eminencia teológica y espiritual, guiando a los jóve-

nes Universitarios y feligresía hacia el cristianismo comprometido y de en-trega. Ambos hoy gozan de la gloria de Dios y estamos seguros velan junto a Padre Juan por esta Parroquia que los recuerda con gratitud. Padre Javier Purón recibió la posta de su hermano Carlos, heredando el cariño de los jó-venes y la feligresía, así como el com-promiso de apoyar la labor de Padre Juan. Hoy está en Lima a cargo de la Casa de Retiros de Huachipa pero

siempre guarda en el corazón a su gente de Chiclayo al igual que todos los que lo conocimos y seguimos man-teniendo su amistad.

Un personaje muy querido para la familia Vianney es el padre Lucio Fernández, agustino que se ganó el cari-ño de todos los parroquianos con su alegría y “chispa” única para transmitir el mensaje de Dios y llevar con sencillez y practicidad sus enseñanzas a la feligresía. Hoy, a sus mas de 90 años, sigue deleitando a la ju-ventud y a todos los que lo visitan en el Colegio San Agustín, con la misma simpatía, lucidez y locuacidad de siempre, recordando su trabajo a lado de Padre Juan y a su “gente” de la Parroquia Vianney.

Nuestra Parroquia tuvo la suerte de recibir a muchos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que Dios puso como “obreros” para apoyar el trabajo de Padre Juan, por eso le damos gracias y le pedimos que nos siga ben-diciendo siempre con “obreros” comprometidos y entre-gados a su obra y servicio.

Hermanos Sacerdotes: Obreros en la Mision de Padre Juan

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El Cielo y la Gloria: Premio a su Vida y Entrega

“Chiclayo de duelo”, “Una ausencia que se deja sentir”, “Vivió como Santo”, “Mensajero del Cristianismo auténtico”, “Monseñor de los po-bres”, “Vivió imitando a Cristo”, son algunas de

las frases de titulares de periódicos y artículos edito-riales que daban cuenta del fallecimiento de Mon-señor Juan Tomis Stack luego de aquel sentido 29 de junio de 1986.

Tan inesperada como repentina fue su partida, tan sentida, tan dolorosa. El pueblo chiclayano se resistía a aceptar la realidad: aquel sacerdote que siempre ha-bía estado al lado de ellos se había marchado a recibir el premio de la Gloria por su vida de entrega, ayuda y servicio. No había un corazón ajeno a ese dolor hu-mano, hombres, mujeres, niños, jóvenes, autoridades, trabajadores, políticos, se congregaban a dar ese últi-mo adiós al sacerdote amigo, padre y hermano.

Monseñor Walter Curtis, Obispo de la Diócesis de Bridgeport, se aunaba a este dolor: “La Familia completa de la Diócesis, comparte un dolor común con la familia y feligreses del Monseñor Tomis. El fue a Perú como voluntario para ayudar a la Dió-cesis de Chiclayo. El deja detrás una parroquia de alrededor de 50,000 personas y cinco capillas. En Monseñor Tomis yo he visto el cumplimiento de las palabras de San Pablo “La caridad de Cristo nos mueve”. Nosotros ofrecemos las oraciones de la Diócesis de Bridgeport y nuestra determinación de avanzar su trabajo en Perú”.

Los funerales fueron únicos en Chiclayo y los home-najes de familias, personalidades e instituciones eran interminables, un gran consuelo fue la decisión de

Monseñor Ignacio María de Orbegozo que los restos de Padre Juan quedaran en su propia Parroquia, a la que amó y dedicó su vida, al lado del monumento del Santo cura de Ars que alumbró su trabajo sacerdotal.

Una de las alocuciones mas sentidas en los fune-rales fue la del Sr. Francisco Pezo Panduro, Presi-dente del Consejo Parroquial, dando cuenta de su amistad y la labor de padre Juan en la Parroquia:“… me cabe la suerte, inmerecidamente quizá, de haberme contado entre tus primeros amigos des-de tu arribo a esta ciudad de Chiclayo en el ya leja-no 1967, en que la Jerarquía Eclesiástica te confió el honroso cargo de fundar esta nuestra querida parroquia de “San Juan María Vianney”. Y en aquél entonces llegaste a nosotros joven, robusto, con una fortaleza espartana, bonachón, lleno de vida y dueño de tu más grande virtud: trabajador indes-mayable.

“Grandes y maravillosas son tus obras, Señor”, dice las Escrituras. Ahora yo te digo: “Grandes y mara-villosas son las obras que dejas Juan Tomis”. Allí están como mudos testigos de tu gran dedicación y trabajo: Nuestro imponente Salón Parroquial, Ca-pilla Central y Casa Parroquial, La cancha de depor-tes por la que te agradecen los niños y jóvenes de tu especial predilección, El Centro Social y Capilla de la Urb. Quiñones, La Capilla del P.J. José Ola-ya, El Centro Social y Capilla del P.J. 9 de Octubre, La arquitectónica Capilla del P.J. Túpac Amaru, La Capilla de la Urb. Chiclayo (Patazca), La Guarde-ría Infantil “Sta. Ana” del P.J. 9 de Octubre, El Co-medor Infantil del P.J. 9 de Octubre, Las Casas de Formación Cristiana de la Parroquia Central y del P.J. Túpac Amaru, El Taller del Club de Madres, El

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Consultorio Médico y Dental, La Biblioteca Parroquial, la Cruz de la Esperanza en la Urb. Quiñones, La Cruz del Perdón en la UPIS del mismo nombre, La Cruz de la Ju-ventud, el Parque Scout “Juan Luis Rospigliosi”, y tu última obra (in-conclusa) el Centro Parroquial y Comedor Infantil de la UPIS Cruz del Perdón, cuya terminación es un reto para los que nos queda-mos a continuar -en tu memoria- el camino que nos dejas señala-do”.

Los que vivimos esos momentos, sentimos que él se quedó y sigue con nosotros, con su Parroquia que lo amó y a quien amó tanto. Este amor que se refleja en las palabras de Monseñor Bernard Scanlon, Director de la propa-gación de la Fe de la Diócesis de Bridgeport: “La gente de Chicla-yo respondió al esfuerzo del sa-cerdote americano con afecto y entusiasmo. ¡Ellos lo amaban!. El formó una maravillosa comuni-dad de oración en Chiclayo. Ellos se volvieron a él, no sólo en su vida espiritual, sino también en sus necesidades físicas. El siem-pre estuvo presente para ellos. El tocó muchas vidas. El alimentó a las perso- n a s a través de los p r o -gra-mas a l i -

mentarios y los alimentó es-

piritualmente t a m b i é n .

Todos lo busca-

b a n

como orientación y líder y él lo daba generosa-mente.

En estos 25 años de su partida, damos gracias a Dios por haber bendecido a Chiclayo con la venida de este santo sacerdote y le pedimos a Padre Juan siga intercediendo para la continuidad de sus obras en su querida Parroquia.

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CD musicales de Festival de la Canción Religiosa Juvenil:

homenaje a Padre Juan y la Juventud

Permítanme hacer un alto a mis recuerdos pa-rroquiales para trasladar a estos tiempos aque-llas épocas de inigualable dinamismo y alegría extrema con que se desenvolvía mi parroquia, tú parroquia, nuestra querida parroquia “San Juan María Vianney”.

Debo destacar con toda justicia el reconoci-miento que le dio n u e s t r o recorda-do Padre Juan a la juventud, como pilar y fuente de ener-gía inago-table para apoyar su obra. Como no recordar también que desde el día viernes hasta los domin-gos de cada semana aso- maban por las áreas de la parroquia tantos jóvenes que hábidos de traba-jar con total desprendimiento y entrega con su parroquia, se ponían a disposición de su líder y descubridor de grandes talentos como lo fue JUAN TOMIS STACK. Fue tanto el amor que tuvo a la juventud, que dentro de sus primeros minis-terios de trabajo hizo realidad el MINISTERIO DE JUVENTUD.

Una de las mas edificantes y gratificantes expe-riencias fue la realización de los “FESTIVALES DE LA CANCION RELIGIOSA JUVENIL”; que permitió a muchos jóvenes volcar su inspiración en expre-siones de amor y canto a Dios, evento al que el Padre Juan le tuvo mu-cho amor y dedicación

por ser organizado y ejecutado totalmente por jovenes. Precisamente como respuesta a esa ex-periencia y con el ánimo de mantener vivas esas inspiraciones hechas canción, un grupo de ami-gos emprendimos un proyecto que fue anhelo y sueño de Padre Juan: grabar las canciones de “nuestro Festival” y perennizarlas

en el recuer-do de toda la feligresía.

Con esta ilu-sión forma-mos hace unos años atrás el gru-po “Amigos de Padre Juan” y con espíri-tu juvenil decidimos r e n d i r l e homenaje a Padre Juan y

todos aquellos que tuvieron la ilusión de ver que su obra mu-

sical sea reconocida como expresión de amor total a nuestro Señor. Este grupo que trabajó tan cerca al lado del padre Juan fue conformado por Lady Chi-coma, Fredy Tuesta, Marco Alberca, Maritza Ruiz, Mi-l a - gros Coronado y

Por: Jhony Sánchez Quintana

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Jhony Sánchez. Sin experiencia alguna en una pro-ducción musical, pero con mucho entusiasmo y mo-tivación, nos abocamos a este proyecto dando todo el tiempo y dedicación que exigía hacerla realidad. El trabajo de recopilación de las mas de 500 cancio-nes y luego ponernos de acuerdo para la selección las que se deberían incluir en la producción, era sólo el principio, luego habría que definir el finan-ciamiento, la musicalización, la dirección, la gra-bación, la reproducción, etc.

Así fue que se hizo reali-dad la gra-bación de un primer CD musi-cal llamado “¡OH MY ¡ ” como ho-menaje a esa frase de ca-riño que uti-lizaba Padre Juan y título de la canción c o m p u e s t a para él; con-tenía también el himno Pa-rroquial, las pa-labras de Padre Juan y 12 temas que destacaron en el Festival. La acogida fue entusiasta, lo que llevo al grupo a grabar un nuevo CD que se deno-minó “VEN….ÚNETE AL CANTO”, in-corporándose en esta oportunidad nuestra amiga Pi-lar Guerra (Marco y Maritza no pu-dieron participar). Debemos destacar en el éxito de es-tas producciones, la dirección musical y arreglos de nuestro gran amigo Willy Paz,

quien Dios quiso que dejara su último trabajo mu-sical para nuestro CD y su voz en la canción “La Paz vendrá la Paz”. De igual manera el apoyo de Enri-que Barrueto, quien también vivió la experiencia del Festival como compositor e intérprete, con el mane-jo de los equipos de grabación y arreglos conjunta-mente con Willy.

Es así queridos amigos que com-partimos esta ex-periencia vivida inspirados en el hombre, conduc-tor y gran pastor de Dios que fue Padre Juan, para que la juventud de hoy conozca la vida de este ser tan amado y se animen a ser los nuevos m e n s a j e r o s de esta ge-neración ac-tual, donde

ser un cristiano e va n g e -l i z a d o r es difícil pero de verdad no imposible, que hagan sentir al mundo que todavía se puede lu-char contra la indiferen-cia de expre-sar nuestro amor a Dios y no olvidar que existieron se-res como Juan Tomis Stack que

nos enseñó a trasmitir el amor de Dios como apos-tolado, que amó tanto a la juventud por lo que ahora y siempre queremos de-cirle: Gracias Padre Juan “GRACIAS AMIGO ETER-NO DEL AMOR”.

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La vida de Padre Juan ha sido siempre una inspiración para quienes crecimos a su lado gozando de su cari-ño y aprendiendo de su entrega y servicio. Es así que algunos jóvenes quisieron volcar todo el sentimiento que despertaba en sus corazones, en composiciones propias que hacían poesía y canción para expresar todo su cariño y gratitud.

¡OH MY!, un clásico en la Parroquia que se canta des-de las épocas del JIC (Juventud Inquieta Cristiana) y en cada celebración, que incluso ya ha sido grabado en el primer CD de los Amigos de Padre Juan, recoge esta expresión y otras que en su español “masticado” ha-cían singular y único a nuestro querido párroco.

Después de su fallecimiento, casi como una necesidad, brotaron las composiciones de jóvenes que se vieron llamados a expresar el vacío y la pena que dejaba la partida de nuestro “Amigo Juan”, pero consolados al saber que había encontrado la gloria como premio a su vida de entrega y amor, seguros de que ¡Se quedo para siempre entre nosotros! en nuestros corazones, en nuestra memoria, en nuestras vidas, como el “Ami-go Eterno del Amor”.

Compartimos con ustedes estas composiciones, ha-ciendo nuestras cada una de las expresiones de cariño y aprecio, con nuestro agradecimiento a estos jóvenes que supieron hacer poesía y canto todo el sentimiento que despertó y dejó en nosotros Padre Juan.

CANCION : ¡OH MY!Sifredo Llanos Rodriguez - 1975

Hoy a tu encuentro venimos todoslos que te sentimos como hermano mayor,

eres tan dulce, lleno de vida,el que ilumina el sendero de amor.

Sentimos todos una alegríaque nos anima en un gran ideal,es bueno y tan cariñoso ¡Oh My!

el Padre Juan Tomis llegóqueremos darle un saludo de paz

para de nuevo empezar.

¡OH MY! ¡OH MY!NUESTRO CORAZON HOY ALEGRE ESTA

RINDIENDO HOMENAJE AL PADRE JUANQUEREMOS CANTAR Y TAMBIEN BRINDAR

NUESTRO AMOR DE VERDAD.

Tiene acento americano,

pero escuchamos su palabra en castellano,esta “ECLESIA” quiere ayudarte

siempre con todos los “AVISOS PAROQUIALES”,“EN OTRAS PALABRAS” quiere brindarte

este saludo en señal de amistad,es siempre toda una señal de bondad

nosotros queremos cantarel día de tu encuentro con el Señorque DIOS TE BENDIGA ¡OH JUAN!

CANCION : “AMIGO JUAN”Ronald Brenis Villacorta - 1986

Transponiendo la distanciay derramando virtudes,llevando siempre la cruz

como señal de los cristianos,que fieles se regocijan

con la esperanza de un díaestar junto al redentor

como lo estás, amigo Juan.

TU MUERTE NOS HA CAUSADODOLOR TAN DENTRO DEL ALMAPERO TU EJEMPLO ES SEGUIRTEY HACER TODO LO QUE HICISTE,

HACIENDO TODO LO NOBLE

Padre Juan Inspiración

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LO HUMILDE COMO LO PUROTU NOMBRE ESTA EN EL ESPACIO

Y LOS ANGELES TODOS LO PREGONARAN.

Porque la puerta de la Gloriase ha abierto ya para tÍ

donde estaremos un díajunto a Cristo y a Maríay junto al Cura de Ars,

a quien admirabas tantojunto a Dios quien te llamó

para que no sigas mas sufriendo.Edificaste moradas

por donde Dios te lo pedíay hoy emprendes vuelo al cielo

dejándonos un consuelo: las capillas donde tú, estarás siempre presenteno nos dejes de mirar y ayúdanos a ser mejor.

Padre, Padre, Padre Juan, Padre Juan, Te amamos Padre Juan.

CANCION : AMIGO ETERNO DEL AMORGuillermo Paz Samillán - 1986

Amigo eterno del amorpartiste en raudo vuelo,para estar con el Señory los Angeles del cielo.

Para ti gran alegríapara mi honda tristezatú maestro y gran guíade carácter y firmeza.

Tus palabras aún resuenan

como notas musicales,como agua de verdad

de los blancos manantiales

Has escrito para siempreen las páginas de gloria

en tu tierra que es Chiclayopara Dios y la historia

Juan , te llamabas Juanfiel amigo de Jesús

Juan, te llamabas Juan y te amó la juventud

Juan, te llamabas JuanMonseñor de la Verdad.

POEMA: ¡SE QUEDO PARA SIEMPRE!Edgar Tuesta Torres - 1986

Como el agua del pequeño arroyo,que sin saber, de la noche la mañana,

deja el cauce seco y pedregosohaciendo de la muerte su hermana.

Igual que la delicada Crisálidaun día, sin que lo precisemos,

tórnese en una bella mariposa,diciendo al pasar: nos veremos.

De la manera que en la noche oscurael susurro del viento nos habla

sin saber de donde llega su voz pura,sin estridencias , triste y clara.

Así se “secó” y “vuela” entre nosotros.Así, sin que lo veamos, hoy nos habla

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desde el cielo, riéndose, a nosotros,sus hermanos, sus hijos a quienes ama.

No quiso llanto ni caer de lágrimas,no deseaba que su muerte fuera

pretexto para alabanzas y hosannas,No, así no, pues sencillo era.

Ya no oiremos su voz conocida,no nos abrazará fuerte a su lado,tampoco rozará nuestra mejillas,

ni andará con su paso ya cansado.

No, ya no estará en la Tierra,pero aunque no lo escuchemos ordenando

ya sabemos lo que quisiera:Que vivamos trabajando y amando.

¡Se fue el PADRE JUAN de nuestro lado!¡No! ¡Al contrario! Se quedó para siempre!;Como vivió: Amando, amando y amando.¡No! ¡No se fue! ¡Se quedó para siempre!

HIMNO PARROQUIALLupe Chicoma Palacios/Jorge Peso Silva

SOMOS UN PUEBLO UNIDOUNIDOS POR UNA LEY

POR ESO HOY TE CANTAMOS

SAN JUAN MARIA VIANNEY(BIS)

Con la venida triunfante, del padre JUAN TOMIS STACK, se formó esta Parroquiaque siempre nos brinda calor,

San Juan María Vianney, fue un hombre lleno de amor,

es ejemplo de sus fielesy orgullo de su creador.

Amarnos unos a otroses el precepto ley

y nosotros lo aceptamos San Juan María Vianney.

Amor que siempre nos llenade fe, esperanza y paz

amor que siempre nos diceque no ocultemos la verdad.

En la batalla que libramos contra injusticia y crueldad,

con nuestra espada forjaremosun mundo limpio y sin maldad.

Lucharemos siempre unidosSan Juan María Vianney

y unidos venceremos e impondremos la paz.

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Padre Juan y la Parroquia Vianney en mi vidaCLUBER MARíN RODRIGUEZ:Sumergiéndome en el baúl de mis recuerdos, pude en-contrar que allá por los años 1973-1974 (los mejores años de mi juventud), nuestro querido Padre Juan me llamó a casa para decirme que quería hablar conmigo. Cual sorpresa la mía, era para pedirme que me hiciera cargo de las planillas de los trabajadores en la cons-trucción de la capilla de 9 de Octubre (él sabía que yo podía hacerlo pues estaba asistiendo a la universidad para ser un contador).

La única condición era que yo viviera en la casa parro-quial a lo que accedí con mucho gusto. Siempre había sido una incógnita para mi, saber cómo vive un sacer-dote y en concreto cómo vivía el P. Juan. Me imagina-ba que sería una vida muy cómoda. ¡Qué error de mi parte! y esto lo fui descubriendo cada día, levantándo-me a las 5:00 a.m., tomando un desayuno muy frugal, caminando a la construcción a las 7:00 a.m. para ins-peccionar las obras y después yendo a mis clases en la universi-dad.

Las primeras semanas fue-ron un tanto fáciles pero con el correr del tiempo me di cuenta que nuestro que-rido P. Juan no tenía un hora-rio de trabajo. Sus múltiples o c u p a c i o n e s dedicadas al ser-vicio de la gente, hacían que su alimenta-ción sea una cosa secundaria (“cuando le quedaba un poquito de tiempo entre actividades”). Nunca le dijo “no puedo” o “no tengo tiempo” a quien acudía a él para pedirle visitar a un enfermo, hacer una misa por un difunto, una confesión, llevar alimentos a una fami-lia necesitada.

Estaba presente en las reuniones de los tantos gru-pos que existían en la parroquia, por llevar el Evange-lio a toda la comunidad parroquial. Yo tuve el honor de acompañarlo a todas estas actividades durante el tiempo que viví con él y por supuesto de compartir su cansancio que nunca fue un obstáculo para llevar a Cristo consigo. Recuerdo una noche en especial, a las 11:00 de la noche, muy cansados y estando sentados en la sala de su casa me decía: “Hijito, este cuerpo está cansado y se resiste a trabajar, pero no me va a vencer,

todavía hay mucho trabajo por hacer”.

Muchos de nosotros nos preguntaremos ¿Cuál era su motivación?. En primer lugar su vocación al sacerdo-cio, pero lo que realmente lo movía de esa manera era su inmenso amor a Cristo y su Evangelio; su amor por ese Cristo sufriente personificado en sus feligreses y por quienes él dio su vida. Cristo era el centro en la vida del Padre Juan y de una manera u otra él nos dio el ejemplo de cómo seguir a Cristo y tenerlo como cen-tro en nuestras vidas.

MIGUEL SECLéN CONTRERAS:Transcurrían mis últimos años de la escuela secunda-ria, casi finales de los 70. Recuerdo muy bien ese día, un sábado de viento por la tarde, cuando mi amigo César Puse fue a buscarme a casa para ir a jugar un partido de futbol. Accedí casi de inmediato, sin saber donde ni con- tra quien sería.

Caminamos de prisa hasta lle-gar a la puerta de la parroquia San Juan María Vianney. No era el lugar que yo esperaba para jugar futbol, pero fue la mano de Dios que me llevó hasta allí ese día. Cuando nos aproxi-m a m o s hacia ella

vimos a una per-sona alta y corpulenta, era un sacerdote extran-

jero que trabajaba en la parroquia. Me puse un poco nervioso porque nunca antes había estado tan cerca de un religioso, pero con mucha informalidad, César me lo presento, “Hola, soy el Padre Alfredo” me dijo con una gran sonrisa que me hizo sentir bienvenido.

Desde ese momento mi vida comenzó a crecer al lado de la parroquia. Después de dos semanas fui invita-do a participar de un grupo juvenil en José Olaya, era el grupo JIC (Juventud Inquieta Cristiana) que se re-unía los sábados por la noche en la capilla. Allí conocí a otros jóvenes que se mostraron muy amables, me dieron una entusiasta bienvenida haciéndome sentir parte del grupo en forma casi mágica. Así empezó a crecer una gran amistad entre nosotros, aprendimos juntos a leer la Biblia, orar, cantar, compartir; con res-ponsabilidades en la capilla: mantenerla limpia, repar-tir los boletines, dirigir los cantos, la liturgia y ayudar

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en las vacaciones útiles de verano. Aprendí a tocar la guitarra, mirando y practicando las canciones escogi-das para la misa.

El Padre Juan acostumbraba visitarnos todos los sába-dos, al inicio de la reunión. Permanecía con nosotros por unos momentos porque luego continuaba con su recorrido hacia los otros grupos de la parroquia que también se reunían esa noche. En las vacaciones útiles repartíamos a los niños la leche y el pan antes de em-pezar las clases; y las frutas antes del recreo. El Padre Juan, en su carro, era el que proveía estos alimentos cada día, y al verlo llegar todos los niños gritaban y coreaban su nombre. Creo que de una manera mila-grosa, Padre Juan nos dejaba la cantidad necesaria de alimentos, porque no faltaban ni sobraban.

Después de aprender, compartir, y disfrutar de esta vida parroquial cada uno seguimos con nuestro ca-mino en la vida y ahora en esta etapa de nues-tras vidas, don-de recordamos los 25 años de la partida de nuestro pa-dre espiritual, Juan Tomis, doy GRACIAS a Dios por ha-berme per-mitido crecer en este am-biente y pue-do afirmar que él fue la semilla que Dios sembró en Chicla-yo, y que tuvo que morir para que diera los frutos que esta tierra necesita.

MARCO ABERCA BALAREZO:Gran parte de mi vida ha estado marcada por la pre-sencia de personas que me han ayudado a descubrir que Dios no es ni un mito, ni mucho menos una simple idea; comprendí con sus ejemplos y forma de vida que Dios vive en cada uno de nosotros y nos llama a corres-ponder a su inmenso amor. Una de esas personas fue Monseñor Juan Tomis Stack, su vida la resumiría en aquella frase bíblica que dice: “se hizo todo en todos”, aprendió tanto en la escuela de San Juan María Vian-ney, que al igual que el Santo cura de Ars, se olvidó de si, por volcarse a los demás y es que padre Juan buscó hacer de su vida una total entrega a Dios.

Caminar con él era no parar, sabias cuando iniciar una tarea, lo difícil era saber ¿cuándo terminar?. Siempre recuerdo que al comenzar el día solía decirnos he pen-

sado algo toda la noche, quienes le escuchábamos de-cíamos, “¡no!… padre, que ha pensado hoy”, sabíamos que había un nuevo trabajo que hacer; lo curioso es que los jóvenes de aquella época no dudábamos en dejar lo que podríamos tener que hacer, para apoyar a este hombre, bastaba que nos dijese que había que hacer alguna obra y allí estaban todo un contingente de jóvenes dispuestos a apoyarle, es que había en su persona algo que arrastraba y entusiasmaba. Nos en-seño a amar a Dios en la acción, a compartir una amis-tad sincera, a ser perseverantes, a demostrar respon-sabilidad en las tareas asignadas, a descubrir talentos ocultos; a ser generosos ofreciendo parte de nuestro tiempo, a dar sin esperar nada a cambio, a llevar la pa-labra de Dios a los que no la conocían, muchos apren-dimos a hablar en público gracias a él.

Como olvidar las Misas dominicales por televisión, las vigilias por Pentecostés, las peregrinaciones, vía crucis por las calles de la parroquia, las marchas de solida-

ridad, las concentraciones, las semanas de cuaresma, los mini reti-ros, los cursi-llos de sexua-lidad y vida, la catequesis, visita a los en-fermos, la fies-ta patronal, las vacaciones úti-les, los ministe-rios pastorales, los festivales de la canción re-ligiosa y tantas otras activida-des pastorales por las que poco

a poco Dios fue volviéndose parte importante de nuestras vidas.

Todos los que tuvimos la dicha de conocer al Padre Juan Tomis, siempre recordaremos sus consejos, su testimonio de vida, su pasión por hacer de su sacerdo-cio una total e incondicional entrega al amor de Dios. Es por todo lo que acabo de mencionar y siguiendo de alguna manera la letra de aquella canción que se pre-paró en su honor, que me animo a repetir una vez más: “nuestro corazón, hoy alegre está, rindiendo homena-je a padre Juan, queremos cantar y también brindar nuestro amor de verdad”.

LITO BECERA ANGULO:Vine a Chiclayo, solo para saludar a mi papá y conocer esta noble y generosa ciudad, luego pensaba retor-nar a mi tropical terruño pero no fue así. Una de las singulares tardes de verano de 1976, ocurrió mi en-

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cuentro con el Reverendo Padre Juan Edmundo Tomis Stack, nuestra conversación se inicio con el tema de los Scouts, pero la fluidez y acogida que brotaba de él me condujo a hablar de todo, es así que me involucró en la historia de su parroquia, la que a partir de aquel día se convirtió en la mía.

Este contacto marcó mi vida, aquella amable, apacible y reconfortante entrevista delineó un nuevo rumbo en mi vida. El me habló en su especial modo de articular el castellano, como amigo, como hermano; sentí que él también me trasmitía su experiencia de haber venido de un lugar lejano para vivir su sacerdocio en Chicla-yo. Encontrarme con él fue decisivo para quedarme en Chiclayo, significó el cambió de mis planes de estudio y la histórica decisión de seguir la carrera de derecho.

Mi vida en la parroquia se desenvolvió entre las ac-tividades del movimiento Scout, la cateque- sis, la evangelización, c o n - v e n c i é n d o m e cada vez de lo que o r - gul losamente P a - dre Juan Tomis d e - cía “SOMOS L A M E J O R P A - R O Q U I A ”, c o n verdad y h u - m i l d a d . N o s tocó vivir eventos de dife-

rente naturaleza y en todos ellos entregamos nues-tro esfuerzo y dedicación, acumulando experiencia, aprendiendo a organizar, a compartir, a ser amigos, a crecer y mirar el futuro para ser hombres de bien. Aprendimos a ser justos, honestos, espontáneos, ale-gres… Aprendimos a ser felices. Como no recordar la edición de los festivales de la canción religiosa, la co-animación que compartía con Lady Chicoma, los chicos del ministerio de música, de lectura. En la Vianney de Tomis, vivíamos intensamente cada celebración euca-rística, ayudando en las cosas de la sacristía, dirigien-do o compartiendo los cánticos, haciendo las lecturas, recogiendo las limosnas, repartiendo los boletines o distribuyendo las rifas.

Padre Juan fue artífice de mi profesión y mi anhelo era que estuviese presente el día de mi examen para abogado, sin embargo las postergaciones por la huelga que vivía la universidad no lo permitieron. Un 02 de julio de 1986 y mientras se encontraba dormido en su ataúd en el salón parroquial durante su velorio; con mi tristeza y soledad a cuestas pero sintiendo la cálida presencia de su espíritu a mi lado, acudí a mi examen para obtener aquel título por el que él había luchado y con el que había soñado.

El santo sacerdocio de Padre Juan Tomis y el cono-cimiento de los hombres y de sus almas, le permitía saber, conocer y entender distintas materias y antici-parse a los acontecimientos. Nos resultaba fácil verlo como psicólogo, como administrador, como econo-

mista, como contador, como ingeniero, como me-dico, como abogado, como chofer, como chef,

cantante y lector en su singular lengua, perio-dista, animador, y sobre todo sacerdote, padre

y amigo. Sus anotaciones de su puño y letra parecían indescifrables; pero ¡Qué fácil re-

sultaba entenderlo después conocerlo y hablar con él!. Le bastaba decir YERNA

para entender que hablaba de la nue-ra de alguien; o como cuando decía

MUEVA LA COSA HIJITO, para signi-ficar que era necesario que traba-jemos y nos dediquemos a la tarea encomendada.

Al finalizar estas muy breves pala-bras, a él le decimos gracias, por la alegría que nos obsequió, por nuestra vida de equipo y de grupo;

por que hizo de la parroquia una escuela de felicidad. Aquella escuela

donde copiar no era malo, porque copiá-bamos lo que nos hace bien, lo que nos prepara para la vida, donde todos nosotros como aplica-dos alumnos acudíamos a sus vivenciales clases diarias y/o de fin de semana para recibir nuestra licenciatura en felicidad cristiana. Gracias Parro-quito lindo.

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