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Revista Letras Raras. Literatura, música, entretenimiento y todo lo demás. Una publicación conjunta de Editorial Sad Face y Her Majesty's Entertainment.
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L E T R A S
RARAS
r e v i s t a
Dirección editorial, redacción, mercadotecnia, ventas, diseño y todo eso: Editorial Sad Face L. Letras Raras es una marca registrada. 2013. Año 2, número 11. Fecha de circulación: julio de 2013. Revista editada y publicada por Editorial Sad Face y Her Majesty’s Entertainment. Domicilio conocido, código postal 90210. Revista producida en México. Prohibida su reproducción. Portada: E.J. Valdés. Todos los contenidos originales aquí verRdos son propiedad de sus respecRvos autores y están protegidos por INDAUTOR todo poderoso… ¡Así que no te fusiles nada, o te encerraremos en un cuarto lleno de beliebers!
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas por las leyes, esta publicación no puede ser reproducida total ni parcialmente, ni registrada o transmiRda por un sistema de recuperación de información o cualquier otro medio, sea éste electrónico, mecánico, fotoquímico, magnéRco, electrópRco, por fotocopia, o cualquier otro, sin permiso por escrito previo de la editorial y los Rtulares de los derechos.
CONTACTO
Facebook.com/LetrasRaras
@LetrasRaras
ÍNDICE
Editorial . . . . . . . . . . . 4 Sigo enamorado de Manuela . . . . . . 6 World war Z . . . . . . . . . . 9 El ciruelo . . . . . . . . . . 10 The bling ring . . . . . . . . . . 14 El mulo . . . . . . . . . . . 16 Extrañarte . . . . . . . . . . 22 Él ≠ ella . . . . . . . . . . . 24 Sopa de letras . . . . . . . . . 30 Autores . . . . . . . . . . . 31
Editorial julio 2013
Como todos los meses, es un gusto presentarles el nuevo ejemplar de la revista, que gracias a las colaboraciones que saturan nuestra bandeja de
—el pinche editor—
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entrada se mantiene en la preferencia de cientos (¿o son miles?) de lectores dispersos por el mundo de habla hispana. No es broma: las estadísticas de ISSUU revelan que un promedio de 3,104 personas dan click en el enlace de la revista y, cuando menos, ven la portada. Y si bien esto es poco comparado con el alcance de las publicaciones de papel que se encuentran en las tiendas y librerías, creemos que para ser un barquito de papel Klotando en las aguas del ciberespacio no está nada mal. Digo, por si querían saber.
No tenemos palabras suKicientes para agradecer el apoyo que tanto colaboradores como lectores brindan a esta publicación, que cronológicamente ya rebasa los dos años de existencia y está a dos ejemplares de hacerlo editorialmente. En serio: muchas gracias. Mientras tanto, les dejamos la revista de julio que, en lo personal, disfrutamos bastante realizando y estamos seguros ustedes también disfrutarán leyendo.
Nos leemos el mes que entra.
La Antología Letras Raras de narrativa y
poesía reúne todos los cuentos y poemas
originales que se publicaron en la revista
durante su primer año de circulación (junio
2011-2012).
Adquiérela a un precio muy accesible en
nuestra página de Facebook.
¡HEY!
Facebook.com/LetrasRaras
(y apresúrate porque se agota)
Luis Bracamontes
Sigo Enamorado de Manuela
M e he dado cuenta recientemente que, después de todos estos años de matrimonio, de quien realmente sigo enamorado es de mi mano izquierda. Ayer fui al supermercado; entre el pasillo del papel higiénico, los desodorantes y productos para el cabello estaba la sección de cremas para desconsideradas, mascarillas para frígidas y lociones para aquéllas que queman hasta la sopa; cuando, de pronto, vi un humectante de manos en oferta: era una presentación muy coqueta, seductora, con un envase rojo pasión y las letras blancas con el nombre y especificaciones que no me importaban mucho. Era el obsequio perfecto para ella, mi mano, que de tanta fricción y cambio de temperaturas comenzaba a resecarse. La compré y creo que también compré algo para mi esposa... una crema para estrías o algo así que me había encargado.
No pude esperar a llegar a casa, así que, ya en mi auto, abrí el humectante. Lo apliqué sobre ella, mi mano. Se sentía tan bien, era casi orgásm— celestial. Pero luego un vieneviene me interrumpió y me preguntó que si iba a salir o no. ¡Quién se cree! Aunque, bueno, es su trabajo.
En fin, llegué a casa. Todo como siempre. Allí estaba mi mujer, con su pelo recogido y desaliñado, sus nefastos crocs y su sonrisa fingida. Pero es Manuela, mi mujer, y por eso la amo. Todo va bien en mi matrimonio. Mi mujer es un primor (a pesar de la gravedad y de los cambios hormonales), sólo que a veces le da por que coincidan sus dolores de cabeza con las fechas que teníamos acordadas para intimar. Aunque no la culpo.
Yo soy Manuel, mi mujer es Manuela y a ella, mi querida, también le llamo Manuela. Siempre fiel y leal, constante y servicial. Algo dentro de mí me dice que no es sano humanizar a mi Manuela, pero ¡hey! tampoco lo era reificar o cosificar a la gente en las maquilas
6
y fábricas, o incluso aquí, como mi mujer hace con la señora de la limpieza, creyendo que es una máquina multiusos sin hambre ni cansancio. Aunque Manuela nunca se cansa antes que yo.
El otro día nos peleamos mi mujer y yo. Estábamos en la cocina. Fue sobre una insignificancia que ella vociferaba pero que yo estaba muy cansado o falto de interés como para intentar descifrar. Algo raro se revolvió en mí cuando sacó a colación a Manuela. Un fuego voraz y hostil se encendió en mí, no me pude contener y exploté. ¡Cómo se atreve a meterse con ella! Cuando ella sí estuvo allí, siempre a mi lado. Me quité el anillo, furibundo, y lo arrojé por la ventana.
Lo que no noté fue que la ventana estaba cerrada y mi intento por lucir dramático se vio frustrado y resultó fútil y patético. El anillo cayó en el fregadero y fue directo a la tubería. Afortunadamente (o al menos eso decía Manuela, mi mujer), quedó atorado en una de las navajas del triturador de comida (otra de las excentricidades de Manuela, mi mujer, por ver sus novelas puertorriqueñas de Miami).
Y sí, en efecto, pasó lo que muy dentro de mí esperaba cuando vi que tendría que meter mi mano, mi bella y delicada mano, allí para salvar ese símbolo obsoleto que me ataba a un bello matrimonio con Manuela, la de las jaquecas.
Metí a Manuela en el lavabo, luego parte del brazo; todo el tiempo tuve la sensación de que iba a suceder; algo en mí decía que no lo hiciera, que lo dejara para después. Pero la mirada neurótica de mi mujer pudo más. Forcejeé un poco. Sabía que no debía seguir, que me estaba demorando demasiado. Mi mujer miró al reloj, me volteó a ver con una sonrisa burlona. Supe lo que iba a pasar y, después de todo ese embrollo, pasó. Tonto yo. Así es... Perdí mi cita de las cuatro con mi manicurista.
FIN 7
¡Ah, chin! ¿Ganamos el mundial o qué?
Max Brooks es hijo del comediante y productor Mel
Brooks.
Leonardo di Caprio estuvo muy interesado
en adquirir los derechos para la adaptación.
World War Z es una novela de horror apocalípRco escrita por Max Brooks y publicada en 2006. Se trata de una colección de relatos/entrevistas que, enlazadas unas con otras, revelan progresivamente los pormenores de una batalla librada a escala global durante una década para contener una pandemia zombi originada en China, la cual decimó la población mundial y convirRó a los muertos en cadáveres reanimados provistos de brutal fuerza, velocidad y un apeRto de sangre y vísceras que no conoce límites.
Quizá uno de los puntos fuertes de la historia es su narraRva fragmentada, que obliga al lector a llenar los huecos oscuros con elementos de su propia imaginación, así como el hecho de que Brooks explota enormemente el contexto internacional del siglo XXI y nos presenta numerosas situaciones acontecidas a lo largo y ancho del orbe, jugando de manera muy interesante con el “que pasaría si…”. México, por supuesto, no estuvo exento de la Guerra Mundial Z (como podemos adverRr por el promocional de la página anterior) y lo sucedido en el país luego de estos eventos es… interesante (aunque a muchos seguro los hará elevar maldiciones).
La adaptación cinematográfica de este libro comenzó a planearse desde 2007, año en que, aunque no lo crean, Brad Pim y Leonardo di Caprio comienzan a
pelearse los derechos para realizar el filme. Eventualmente Pim gana la conRenda, contrata a Michael Straczynski para que escriba la adaptación (con considerables libertades), a Marc Foster para dirigir y comienza una
producción constantemente retrasada por tropiezos varios. A finales de junio la cinta por fin se
estrenó y ha tenido una buena acogida en general. Lo que es más: ya hasta están planeando una secuela... Chale.
OMFG!
9
EL CIRUELO Las noches lluviosas las aprovechaba mi hermano para leernos El gato negro. Mi mamá también aprovechaba el cuento para asustarnos. “Si no se duermen va a venir el gato negro a llevárselos”. Mis hermanos se quedaban quietos de inmediato, pero a mí no me daba miedo el dichoso gato, tal vez porque mi mente infantil no encontraba maldad alguna en esos animales. Más miedo me daba el árbol que estaba en el patio y que veía desde la ventana de mi cuarto, como llamándome con sus ramas; brazos deformes que algún día me atraparían.
Jesús Manuel Torres Medina
Un día, mi abuela llegó a la casa con un gato negro que había recogido en la calle. De inmediato sus grandes ojos amarillos se clavaron en mi mente y en mis sueños. Lo veía subido en el supuesto ciruelo, moviéndose al compás de las ramas desnudas que nunca habían dado frutos, llamándome. Sus maullidos me ponían los pelos de punta. No soportaba la presencia de aquel negro monstruo, pero era intocable: mi abuela lo cuidaba más que a sus nietos; tal vez no quería que sufriera más ese infeliz callejero. Lo odiaba al verlo comer los pedazos de bofe sanguinolento y dormir plácidamente en el patio. Pero bien
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dicen que no se odia; se teme.
Una noche, apenas conciliaba el sueño cuando escuché unos rasguños en la puerta de mi cuarto. Abrí y era el gato que buscaba refugio de la lluvia. Sus ojos ámbar suplicaban. No le di tiempo de nada, tomé mi bat y le destrocé la cabeza. Lo golpeé una y otra vez hasta que sus sesos quedaron a la vista. Allí estaba, en un lecho de sangre y materia gris, mi odiado enemigo. Después de limpiar y sin ser visto, lo enterré debajo del ciruelo. Mi abuela lo buscó unos días y se convenció de que el gato posiblemente habría regresado a la calle. Yo seguí ocultando mi crimen.
Tiempo después, una mañana lluviosa, toda la familia miraba asombrada algo sin precedentes: el árbol había dado frutos. Lo que yo vi fue al gato trepado en las ramas, y miré con horror que las ciruelas eran amarillas; tan amarillas como sus ojos.
No son más silenciosos los espejos ni más furtiva el alba aventurera; eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos. Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente; más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto. Tu lomo condesciende a la morosa caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido, el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño de un ámbito cerrado como un sueño.
Jorge Luis Borges
FIN
¡Momento! ¿Es cierto que están produciendo otra película sobre mi
hijo Heracles?
Pues sí, don Zeus, y resulta que será interpretado por nada m
enos que Dw
ayne “The Rock” Johnson. La historia tendrá lugar luego de la realización de los doce trabajos, cuando H
ércules se ha convertido en un mercenario al servicio de
los ricos y poderosos de Grecia…
Sí, suena bien chafa, lo sabem
os. Hasta 2014 no sabrem
os más de ella.
Bates Motel es una serie televisiva inspirada en Psycho, novela de Robert Bloch famosamente llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1960. Presentada a manera de precuela (¡cómo están de moda las precuelas!) y ambientada en el siglo XXI, relata el arribo de un Norman Bates adolescente a un pueblo costero de Oregon luego que su madre, Norma, al quedar viuda, adquiere un viejo motel con el cual pretende ganarse la vida. Es el poblado, sin embargo, escenario de hechos siniestros que, aunados a la inquietante cercanía de Norman a su madre, comienzan a dar forma a una pesadilla en potencia.
Bates Motel es estelarizada por Vera Farmiga y Freddie Highmore, a quien quizá recuerden como Peter en Finding Neverland, August en August Rush, y Charlie en Charlie and the Chocolate Factory, de Tim Burton. La primer temporada abarca diez episodios y se estrena en nuestro país este mes. Se transmiYrá por Universal Channel, por si quieren echarle un ojo.
THE BLING RING
UNA PELIGROSA OBSESIÓN De entre el elenco post-Harry Potter sin duda la mejor colocada (dotada, dicen unos) y más cotizada es Emma Watson, quien luego del éxito obtenido con The Perks of Being a Wallflower en 2012 está de regreso con dos proyectos para este año: uno de ellos es This is the End, una comedia apocalíptica en la cual hace una breve aparición, y el otro, más llamativo, es The Bling Ring, el más reciente film de Sofia Coppola. Esta cinta cuenta la historia de un grupo de adolescentes de California que, obsesionados con las celebridades de cine y televisión, se dan a la tarea de seguirlos, estudiar sus horarios y
aprovechar sus compromisos para… entrar a robar a sus casas.
Esta cinta, que presenta un elenco conformado por nombres nuevos en su mayoría, está inspirada en eventos que tuvieron lugar en Hollywood entre 2008 y 2009, cuando dos adolescentes del poblado de Calabasas (así, con S) y algunos allegados allanaron y robaron las casas de personajes de la farándula como Paris Hilton, Orlando Bloom, Miranda Kerr y Megan Fox. Los ladrones, liderados por una chica llamada Rachel Lee (enloquecida por los reality shows y las revistas de chismes y sociales), se enteraban de las
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rutinas de sus víctimas a través de Internet y luego de robar sus casas conservaban sus prendas o pertenencias como coleccionables o los vendían en considerables sumas (el valor de los objetos robados se estima en alrededor de tres millones de dólares). Este grupo, conocido mediáticamente como “The Bling Ring” o “The Hollywood Hills Burglars”, operó exitosamente en las sombras durante casi un año, hasta que una llamada anónima marcó el alto a sus andanzas y puso a la mayoría tras las rejas (aunque no por mucho tiempo; hoy por hoy casi todos están libres). Según revelaron posteriormente, al momento de su detención tenían planeado atracar por lo menos cincuenta casas de celebridades, casi todas ellas ubicadas y estudiadas mediante Google Maps (bien decía Jacques Futrelle que “cualquier objeto es peligroso en manos de alguien que sepa utilizarlo”).
Si bien Emma Watson es la estrella de The Bling Ring (y obviamente toda la publicidad gira en torno de ella), el suyo no es el personaje que idea y lidera los robos, sino la chica que, sin querer, se ve involucrada en las fechorías del círculo y sale bien librada una vez el teatro se les viene abajo
Esta cinta se estrenó el mes pasado en los Estados Unidos y varios países europeos, sin embargo apenas llega a los cines mexicanos este mes. Y no seamos mustios, caballeros: muchos iremos a verla nomás por el taco de ojo
BLING RING BEGINS
Según confesiones de los integrantes del Bling Ring, al m o m e n t o d e planear su primer atraco eligieron la c a s a d e u n a celebridad que no a s e g u r a r a l a s puertas y dejara dinero y objetos valiosos regados por ahí. Su primera opción fue Paris Hi lton, pues la c o n s i d e r a b a n “ t o n t a ” . N o e s t a b a n t a n errados: robaron su casa cinco veces y ella no se dio cuenta hasta la tercera. ¡Hermione, cuánto has crecido!
E.J. Valdés
EL MULO Una vez me quedé varado en una borrachera en el barrio de San Antonio, al sur de la ciudad. Estaba yo desprovisto de automóvil, iba solo, el vodka ya hacía lo suyo en mi cabeza, y aque l los inv i tados que ya se marchaban estaban demasiado tomados como para conKiarles el volante, o bien, iban por rumbos ajenos al mío. Pasaban las tres de la mañana, y aunque la caminata a mi casa era kilométrica y riesgosa (la colonia El Margarito, frecuentemente mentada en la nota roja del periódico, era paso obligado) pronto fue evidente que, si deseaba pasar lo que quedaba de la noche bajo mis cobijas, más me valía poner pies en polvorosa, de modo que abotoné mi chaqueta y salí rumbo a la Avenida Juárez. Por motivos que sólo
competen a la embriaguez y la noche, en el trayecto hacia la esquina me vino a la mente una historia que me había contado mi amigo Allan sobre un personaje conocido como “El Mulo” o “Don Mulo”, el cual, me explicó, era muy conocido entre los vecinos del cuadrante sureste de la ciudad.
Según me platicó, “El Mulo” era un señor oriundo, al parecer, de la sierra, entrado en años y más versado en náhuatl (o ñhañhu, quién sabe) que en castellano. Vecino de la colonia Doria, todos los días marchaba a los pueblos dispersos a orillas de la carretera a México para vender las muchas mercancías que le traían de Amilco, Monte Real, Mineral de Cholutla y otros lugares enclavados en las montañas, y el detalle curioso era
que “El Mulo”, hombre humilde “de los de antes”, realizaba el viaje —viaje de ap rox imadamen t e v e i n t i c i n co kilómetros— en una carreta tirada por dos mulas. De ahí que lo conocieran con ese sobrenombre. Adivinarán que el trayecto le tomaba un tiempo considerable, y si tenemos en cuenta que su recorrido podía abarcar dos o tres poblados donde, aparte, tenía que aguardar a que los paseantes se interesasen por sus bienes… Bueno, las horas se van sumando y el día para “El Mulo” se vuelve tan largo que no es hasta la madrugada que regresa a su hogar. Precisamente por eso era famoso el hombre: porque los vecinos de San Antonio, Santa Matilde, y Villas aseguraban que, en ciertas calles, se podían escuchar las ruedas de la carreta y las pezuñas de las mulas a las dos o tres de la mañana, y que si uno asomaba por la ventana podía verlo
pasar lentamente por en medio del camino, arropado con su zarape, el sombrero bien puesto en la cabeza.
Ahora, debo decir que cuando Allan me contó esta historia la asumí cono invento, o acaso una de esas leyendas urbanas arraigadas en ciertas colonias. Sin embargo, aquella noche, caminando rumbo a Juárez, me dije a mí mismo que toparme con la carreta de “El Mulo” sería la coincidencia más feliz de todo el día, pues si era cierto eso de que vivía en Doria un aventón suyo bien podía ahorrarme la agotadora caminata y el cruzar solo por El Margarito. Pero, me dije, aquello era algo que solamente podía ocurrir al interior de esos cuentecitos que tengo aKición por escribir, así que me aventuré por la prolongada avenida a toda prisa, con las manos guarecidas en los bolsillos, dejando de lado todo
eso de mulas, carretas y viejillos abriéndose paso a través de la brumosa madrugada.
¿Saben? A veces imagino a la vida como una ancha dama empeñada en darnos la mayor cantidad posible de bofetadas, con o sin guante blanco, antes que la tierra reclame nuestros huesos, y aunque estoy seguro que ya a d v i e r t e n l o q u e s u c e d i ó a continuación, elaboraré sobre ello en nombre de la narrativa.
Efectivamente: me topé con “El Mulo”. Sucedió cuando me acercaba al cruce con Manuel Ávila; de pronto escuché un traqueteo a mis espaldas, y al mirar por encima del hombro vi la carreta y la casi fantasmal silueta de su ocupante, frente al cual marchaban las viejas mulas. Me detuve y, al verme, el hombre guió a sus animales hacia la acera e hizo alto muy cerca de donde yo me encontraba.
—Buenas noches —le dije, saludando con la mano.
—Buenas noches —respondió. Tal como dijera Allan, había en su voz esa musicalidad propia de la gente de la sierra, y llevaba el zarape enrollado en torno al cuerpo (bastante Klaco según delataban sus hundidos pómulos) y el sombrero bien puesto en la cabeza. Si me pidiesen estimar su edad diría que ésta bien podía situarse alrededor de las ocho décadas.
—Disculpe, señor, me quedé sin transporte y me preguntaba si era posible me diera un aventón. Claro, si
no es mucha molestia.
—¿Pa’ dónde va?
Le dije.
—Bueno —enunció luego de levantar la mirada fugazmente, como buscando consejo en el cielo—, no voy hasta allá pero lo puedo acercar a la calle de Salazar. Súbale atrás.
—No sabe cuánto se l o agradezco —dije, apeándome.
Una vez sentado, el viejo soltó la rienda a las mulas y comenzamos a desplazarnos por la avenida, ajena al paso de los automóviles a esas horas. Al llegar al cruce con Miguel Alemán doblamos a la derecha.
—Perdóneme si soy muy entrometido —dije, mirando las luces de las farolas que parecían juguetear detrás de las altas copas de los árboles— pero, ¿de dónde viene usted?
—De Zacotitlán.
—¿En serio? Queda algo retirado, ¿no?
—Poquito. Pero así hay que hacerle pa’ ganar el pan.
—Pues sí, ¿verdad? ¿Y usted a qué se dedica? ¿Vende algo?
Esta última cuestión no tuvo respuesta. De hecho, no volví a escuchar la voz de “El Mulo” en lo que restó del trayecto; quizá el hombre no deseaba entablar conversación con un completo extraño, o quizá, como me dijo Allan, no era muy versado en la lengua castellana y por eso se abstenía
de hablar. Fuera como fuera, no me competía averiguarlo, así que hicimos el recorrido sin más sonido que las pisadas de las mulas y el traqueteo de las viejas ruedas.
Pronto dejamos atrás Miguel Alemán y nos adentramos por la calle principal de la colonia Magisterio, la cual nos condujo a Guerrero y, en consecuencia, a las inmediaciones de El Margarito, desde cuyas empinadas vecindades, imaginé, nos acechaban ojos desvelados. Cruzamos sin mayor inconveniente, y así llegamos a Salazar, donde la carreta se detuvo, cerca de la glorieta. Era momento de bajar.
—Muchísimas gracias, señor. Que pase buena noche —dije. Por toda
respuesta, las mulas echaron a andar.
Vi a “El Mulo” alejarse calle arriba hasta perderse de vista más allá del semáforo, y entonces fue mi turno de hacer camino en pos del bulevar Colosio, del cual me separaban apenas dos cuadras, y de allí a mi casa solamente restarían unos pasos. Tremendo viaje me había ahorrado el silencioso viejo. Veinte minutos después ya estaba roncando sobre las sábanas, con los zapatos aún puestos.
Por la mañana, luego de desayunar, telefoneé a mi amigo Allan para contarle mi aventura de la madrugada con lujo de detalle. Una vez hubo escuchado mi relato me hizo una revelación con notable desconcierto:
—Amigo, ¿es verdad todo lo que acabas de decir? Porque te estaba cuenteando la vez que te hablé sobre “El Mulo”. En serio: me lo inventé. Nadie por estos rumbos ha visto ni oído hablar de semejante personaje. Por el amor de Dios, ¡si es de lo más ridículo! ¿Quién se lo iba a creer? No: para mí que lo que quieres es gastarme una de tus bromitas. De seguro buscas desquitarte por lo de tus llaves el otro día, en la cantina del centro. Es eso, ¿verdad?
Tragué saliva. No queriendo mirar hacia lo evidente, busqué una salida rápida. Fingí una carcajada y le dije que me había pillado, que, efectivamente, era mi intención jugarle una mala pasada —como hacia ocasionalmente—. Puntualicé, sin embargo, que había soñado algo
relacionado con una carreta y que de allí me había surgido la idea de decirle aquello; por supuesto que no había recorrido las calles de la ciudad por la madrugada, acompañado de un anciano de la serranía. ¡Era absurdo!
Riendo, Allan dijo que había sido un buen intento y nos despedimos, quedando de vernos pronto. Mi falsa sonrisa se desvaneció tan pronto devolví el auricular a la base, y entonces sobrevino una pregunta: ¿de verdad había sucedido aquello? Estuve meditándolo buen rato, y aunque no llegué a nada conclusivo —casi me convencí de que, efectivamente, lo había soñado— al examinar mis ropas del día anterior descubrí en el pantalón lo que parecía ser paja, la cual, quizá, pudo haber estado regada en la plataforma de una carreta… Y luego, al mirar mis zapatos, me percaté de una mancha negruzca en la suela de uno de ellos que, por su aspecto y aroma, identiKiqué como excremento, el cual, quizá, pudo haber dejado una mula en el camino...
Y al mismo tiempo que cavilaba esto me asaltó un hecho que me hizo llevarme una avergonzada mano al rostro: el lugar de la borrachera estaba a sólo cinco calles de la terminal de autobuses; ¿por qué diablos no cogí un taxi?
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Extrañarte Entre el cielo abierto, el mar en vela, las ramas de febrero en centinela, sentado bajo la tarde, sin esperanza, muero de dolor por ser sin ser algo. El pesar de sobrevivir sin sombra, caminar sin dirección ni sentido, inquieta a mi noche sin estrellas, perturba a mi silueta sin figura. Te sueño sin tú pertenecerme. Te recuerdo sin tú ser nada mío. Te extraño sin tú saber que soy. Eres mi todo siendo yo tu nada.
A.H. Horacio
Se vino rumorando desde el año pasado y ya es oficial: Muse viene a México como parte de la gira promocional de su más reciente material de estudio, The 2nd Law (que, la verdad, no es de nuestros favoritos). Hasta ahora están contempladas dos presentaciones, la primera de ellas el 7 de octubre en la Arena VFG de Guadalajara y la segunda el día 18 del mismo mes en el Palacio de las Deportes de la Ciudad de México. Los boletos ya están a la venta y, por lo menos en lo que compete a las secciones más costosas, están volando.
Quién sabe de qué se ríen estos dos pero bueno...
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EL ORIGEN LA EVOLUCIÓN EL MEJOR. POR MUCHO.
Lluvia de hamburguesas 2 Nueva película del Principito
Él ≠ Ella "
Ella, con cierto temblor en la voz y con algo más (algo que Él identificó como el nacimiento de una nueva esperanza en el corazón de Ella), le dijo:
—Bueno, usted está empeñado en enamorarme...
Él, sin dudarlo un segundo, plantado frente a Ella, sosteniendo entre sus manos ese rostro que tanto había llegado a apreciar, le contestó:
—Sí, lo estoy.
Ambos se sonrojaron y se perdieron en un mar de sentimientos y pensamientos contradictorios que ninguna palabra puede explicar y que sólo un abrazo puede liberar.
* * * Gilberto Blanco
Habían pasado sólo unos meses desde que se conocieron por casualidad. Él era un soñador y Ella el complemento perfecto a sus sueños, aunque ninguno de los dos lo sabía entonces. Aquel día Él caminaba por las calles del centro de la ciudad (esa ciudad que tanto amaba) distraído, abstraído en la belleza que había a su alrededor, cuando de pronto, mientras contemplaba la catedral sin ver por dónde iba, chocó con alguien que hacía justo lo mismo… Ambos voltearon y se sonrojaron por primera vez. Ella no supo qué pensar y Él no supo qué decir: por primera vez se hacía un silencio incómodo entre ambos.
24
Estaban sentados en una estación del metro de la ciudad (esa ciudad que tanto amaba). Iban tomados de la mano, uno al lado del otro, y, sin embargo, estaban más distantes que nunca. Se sentaron en unas escaleras
* * *
que nadie utilizaba (al otro lado estaban las e l é c t r i c a s ) y a s í obtuvieron la privacidad que Ella necesitaba; la p r i v a c i d a d q u e É l deseaba.
— C r e o q u e debemos dejar de vernos —soltó, así, sin más.
Como si fuera tan sencillo soltar la cuerda que daba sentido a su vida; como si de pronto la Tierra le dijera al Sol “no necesito más tu calor” y, fuera de toda lógica, se separase de él para siempre—. Esto no va hacia ningún lado.
Ambos se sonrojaron. No era la primera vez que lo hacían y, pese a que todo indicaba lo contrario, no sería la última. Había pasado medio año desde que Él le había declarado su
intención de enamorarla. El reto no lo había tomado a la ligera. Ella, por su parte, en esos seis meses se había dejado querer y había sabido corresponder a ese cariño de forma equitativa.
Le llegó a Él el turno de hablar… Pero por primera vez no supo qué pensar, mucho menos qué decir.
Fue una despedida muy fría —apenas y se miraron—: Él no quería mirar esos ojos cafés que lo mareaban, ni esos labios finos; sabía que no podría resistir y le robaría un beso, un suspiro; sabía que no podría resistir y le robaría el brillo de sus ojos, su mirada. Ella mantenía la vista en el suelo, como llevando sobre la espalda la enorme cruz del “no intentar”, del miedo a fracasar. Sus manos se separaron por primera vez para siempre… para siempre en esta vida.
* * * Se separaron del abrazo más largo y cálido que ambos habían experimentado en la vida. Él volvió a asir su rostro entre las manos y, dándole un beso, se despidió con un “hasta mañana” y una sonrisa. Ella le correspondió el beso y la sonrisa sin pronunciar palabra alguna.
Esa noche ninguno de los dos pudo dormir. Ambos se
retorcían bajo sus cobijas: el uno lleno de una felicidad inigualable —la felicidad que sólo una mujer puede provocar a un hombre—; la otra confundida, envuelta en una erupción de sentimientos —sentimientos que sólo un hombre puede provocar a una mujer—. Ninguno sabía en ese momento que el volcán en erupción y la felicidad inigualable eran mala combinación.
conocerse, pero todo parecía ser perfecto. No: todo era perfecto.
Vivieron días llenos de alegría. Les gustaba sobre todo andar en la noche por las calles de la ciudad (esa c i udad que tan to amaban ) y contemplar la luna, narrándose el uno a l o t ro leyendas g rac iosas y fantásticas sobre el conejo plasmado en ella. Así, los días sumaron semanas y las semanas meses. Ninguno supo en qué momento habían rebasado los cinco meses de
* * * Esa noche ninguno de los dos pudo d o r m i r . A m b o s l a p a s a r o n reflexionando sobre lo ocurrido hacía apenas unas horas. Ella no dejaba de preguntarse si había sido la mejor idea marcharse. Él no dejaba de preguntarse si había sido la mejor idea permitir que Ella se marchara. Ninguno tuvo el suficiente coraje para mirarse en el espejo y responder a su pregunta.
Así, los días sumaron semanas, las semanas meses e, irremediá- blemente, los meses años; años en que ninguno supo del otro hasta que el tiempo y el destino, esféricos como el planeta mismo, los llevó a toparse en otro punto de su vidas.
* * * No podía seguir prolongando ese silencio incómodo. Tenía que hacer algo más que estar parado como idiota frente a Ella: decir algo inteligente, algo que llamara la atención de una mujer que irradiaba tanta hermosura como inteligencia.
—Realmente es hermosa la catedral, ¿no lo crees?
Ella, con cierto temblor en la voz y con algo más (¿nervios, o emoción quizás?) le respondió:
—Sí, única, ciertamente.
Ambos se percataron con gran sorpresa que les era muy fácil hablar el uno con el otro, y Él terminó por conseguir el número de Ella y una cita en una cafetería que ambos conocían y que disfrutaban tanto por su café como por su ambiente. Se despidieron y marcharon por rumbos diferentes. Él tenía la sensación de haber conocido a alguien que marcaría su vida para siempre. Ella tenía miedo de haber conocido a alguien que marcara su vida para siempre.
Esa noche ninguno de los dos pudo dormir.
* * * Habían pasado años desde la última vez en que se habían visto, y aunque el uno dejó huella en la vida del otro ya se habían olvidado casi por completo. Él tenía un trabajo en el centro de la ciudad (esa ciudad que
tanto amaba) y un día, cruzando la explanada a toda velocidad pues iba tarde para una junta, chocó con una mujer alta y esbelta que llevaba puesto un sensual vestido morado. La mujer, sorprendida, volteó a ver quién había colisionado con ella. Grande fue la sorpresa de Él al descubrir que la mujer del vestido morado era Ella. Ella se quedó igual de atónita y ambos se sonrojaron. Sería la última vez que les sucedería. Sus miradas se quedaron suspensas en el aire, como las preguntas que ambos se quisieron y nunca se atrevieron a hacer. Después de ese día jamás se volvieron a ver.
Ninguno de los dos se percató que habían chocado justo f rente a la catedra l , donde chocaron por primera vez años atrás.
Ella y Él no tienen nombre porque Ella y Él nunca existieron.
FIN
A sus 44 años Hugh Jackman está de regreso (y en muy buena forma) para encarnar al más carismáRco de los X-‐Men en Wolverine: Immortal una historia que sirve de secuela a los eventos vistos en The Last Stand (2006) cuando, dolido por la muerte de Jean Grey, Logan viaja a Japón buscando escapar de sus demonios, sólo para toparse con otros tantos. Algunos personajes de la saga que hacen aparición en esta cinta son Yukio, Viper, Lord Shingen y Silver Samurai, aunque posiblemente otros más hagan cameos.
En cines este mes.
300: Rise of an Empire es la secuela a la exitosa película de 2007 dirigida por Zack Snyder, la cual presenta la conRnuación de la Segunda Guerra Médica luego de la caída de Leonidas y sus trescientos espartanos. En esta ocasión la acción se centrará en el conflicto entre Jerjes I (Rodrigo Santoro), Artemisia de Caria (Eva Green… mmm…) y Temístocles de Atenas (Sullivan Stapleton), protagonistas de la Batalla de Artemisio y la subsecuente Batalla de Salamina, que empujó a los persas de vuelta a Asia. Su estreno está previsto para marzo de 2014 pero ya circula el primer promocional en YouTube.
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Gilberto Blanco Amante de la literatura. Recién egresado de la Escuela Nacional
Preparatoria y próximo a entrar a la Facultad de Filosova y Letras de la UNAM para estudiar historia. Sus autores favoritos son Julio Cortázar y Gabriel García Márquez.
Luis Bracamontes Radicado en Morelia. Director del colecRvo arwsRco Ala Norte.
Coordinador del consejo editorial de la revista literaria Kamikaze. Estudiante de ciencias de la comunicación en la Universidad LaRna de América.
H.A. Horacio “Arquitecto de formas asimétricas sobre restos de papel. Leer es mi
pasión; escribir, mi debilidad; pensar, mi locura; creer, mi razón de vivir.”
Jesús Manuel Torres Medina Estudiante de la licenciatura en creación literaria en la UACM,
plantel Del Valle. Originario de la Ciudad de México.
E.J. Valdés Tu amigable escritor de vecindario. Hace la columna “Libros y Otros
Viajes” en la revista Effetá y en YouTube. Locutor del programa radiofónico Códex en Radio Plaza Juárez. Renombrado crurófilo.
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