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REVISTA MEDIEVAL 42

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El Tesoro de Orrius • Los cristianos de Al-Andalús

NÚMERO 43 / Bimestralwww.revistamedieval.com

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5,95 €

Otro Mundo Medieval

La Mujer VikingaArte

La Miniatura AltomedievalRománico

La transición del Románico al Gótico

La Batallade Agincourt

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www.revistamedieval.com 3

Sumario

Página 28 Cruzada Albigense

Página 76 Las representaciones sensitivas en los Carmina Burana

Página 70La ruta de las tres Taifas

Página 50El arte de la guerra en Japón

5 Editorial 6 La foto del lector 8 Relatos Medievales 12 Cine 14 Genealogía 16 Cocina 18 Ferias, festivales y mercados 19 Libros / Cd / Dvd 96 Suscripción 98 En el próximo número...

Perfiles 20 La figura de Hasday Ibnschaprut

Catarismo 28 Cruzada Albigense

Filosofía Medieval 40 Gonzalo Hispano

El otro Mundo Medeival 50 El arte de la guerra en Japón

Historia Militar 60 Armamento hospitalario de los siglos XIII-XIV

Turismo 70 La ruta de las Tres Taifas Nuevos temas 76 Las representaciones sensitivas en los Carmina Burana

Arqueología 86 El castillo de Torelló

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20 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 21

PERFILES

Raúl Romero Vicepresidente de la Asociación de Amigos del Arte Altomedieval Español

La figura de Hasday Ibnschaprut

La interculturalidad en el califato andalusí del siglo X

M e van a permitir glosar brevemente la figura de Hasday, un “jaenero” (como gustan decir

por allí) de extraordinaria dimensión científica, política y cultural en el mundo occidental del siglo X.

Una figura de talla universal, reco-nocida por el Estado judío en el pri-mer nivel de sus hombres ilustres a lo largo de la historia.

Mi atracción por la figura de Has-day se debió a la lectura de los tres

tomos de una “Historia del pueblo judío” de Werner Keller.

De aquella lectura pude comprobar la singular y enorme ignorancia que existe en nuestro país de los judíos españoles que poblaron nuestra tierra, ensanchan-do sus horizontes y contribuyendo a la grandeza de nuestro pueblo en momen-tos diferentes de su historia.

En aquellas páginas descubrí por primera vez la figura de Hasday, un judío español que fuera “hagib”, can-ciller y chambelán (el actual primer

ministro) de Abd al Rahmán III, el ex-traordinario Califa de Qurtuba (Cór-doba), aquella ciudad que en poco más de cien años (850-976) reunió en torno a sí y puso a disposición del mundo cristiano de Occidente todo el saber del mundo antiguo reunido hasta entonces en la famosa Escuela de la Sabiduría de Bagdad, gracias entre otras cosas, a la imponderable labor llevada a cabo por Hasday.

Cuando hablamos de preparar el presente artículo, se me planteó la

Un rabino lee el Talmud en una sinagoga. British Library, Londres

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20 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 21

PERFILES

Raúl Romero Vicepresidente de la Asociación de Amigos del Arte Altomedieval Español

La figura de Hasday Ibnschaprut

La interculturalidad en el califato andalusí del siglo X

M e van a permitir glosar brevemente la figura de Hasday, un “jaenero” (como gustan decir

por allí) de extraordinaria dimensión científica, política y cultural en el mundo occidental del siglo X.

Una figura de talla universal, reco-nocida por el Estado judío en el pri-mer nivel de sus hombres ilustres a lo largo de la historia.

Mi atracción por la figura de Has-day se debió a la lectura de los tres

tomos de una “Historia del pueblo judío” de Werner Keller.

De aquella lectura pude comprobar la singular y enorme ignorancia que existe en nuestro país de los judíos españoles que poblaron nuestra tierra, ensanchan-do sus horizontes y contribuyendo a la grandeza de nuestro pueblo en momen-tos diferentes de su historia.

En aquellas páginas descubrí por primera vez la figura de Hasday, un judío español que fuera “hagib”, can-ciller y chambelán (el actual primer

ministro) de Abd al Rahmán III, el ex-traordinario Califa de Qurtuba (Cór-doba), aquella ciudad que en poco más de cien años (850-976) reunió en torno a sí y puso a disposición del mundo cristiano de Occidente todo el saber del mundo antiguo reunido hasta entonces en la famosa Escuela de la Sabiduría de Bagdad, gracias entre otras cosas, a la imponderable labor llevada a cabo por Hasday.

Cuando hablamos de preparar el presente artículo, se me planteó la

Un rabino lee el Talmud en una sinagoga. British Library, Londres

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28 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 29

Cruzada Albigense

La cruzada albigense (denomi-nación derivada de Albi, ciu-dad situada en el suroeste de Francia), también conocida

como cruzada cátara o cruzada contra los cátaros, fue un conflicto armado que tuvo lugar entre los años 1209 y 1244, por iniciativa del Papa Inocencio III con el apoyo de la Dinastía de los Capetos (re-yes de Francia en la época), con el fin de reducir por la fuerza el catarismo, un mo-vimiento religioso calificado como herejía por la Iglesia Católica Romana y asentado desde el siglo XII los territorios feudales del Languedoc; favoreciendo la expansión hacia el sur de las posesiones de la monar-quía capetana y sus vasallos. La guerra, que se desarrolló en varias fases, se inició con el enfrentamiento entre los ejércitos de cruzados súbditos del rey Felipe Au-gusto de Francia con las fuerzas de los condes de Toulouse y vasallos, provocan-do la intervención de la corona de Aragón que culminó en la batalla de Muret. En una segunda etapa, en la que inicialmen-te los tolosanos alcanzaron ciertos éxitos, la intervención de Felipe II decidió la sumisión del Condado certificada por el Tratado de París. En una prolongada fase final, las operaciones militares y las activi-dades de la recién creada Inquisición se centraron en la supresión de los focos de resistencia cátara, que desprovistos de sus apoyos políticos, terminaron por ser re-ducidos. La guerra destacó por episodios de gran violencia, provocó la decadencia del movimiento religioso cátaro, el ocaso de la hasta entonces floreciente cultura languedociana y la conformación de un nuevo espacio geopolítico en Europa oc-cidental.

Política geoestrategica OccitanaA principios del siglo XIII, las regiones del Languedoc se encontraban bajo el do-minio de varios Señores:-El Condado de Toulouse encabezado por Ramón VI de Tolosa , dominaba la zona comprendida entre los valles del Garona, Rouergue y Quercy, a los que se añadían sus posesiones en la Alta Provenza. -El Condado de Cominges con Bernar-do IV de Cominges, conde de Cominges

CATARISMO

Por David Odalric de Caixal i MataHistoriador colaborador

del Centro de Historiay Cultura Militar del Ejército

Los habitantes de Carcasona se revelan contra la familia Trencavel

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Cruzada Albigense

La cruzada albigense (denomi-nación derivada de Albi, ciu-dad situada en el suroeste de Francia), también conocida

como cruzada cátara o cruzada contra los cátaros, fue un conflicto armado que tuvo lugar entre los años 1209 y 1244, por iniciativa del Papa Inocencio III con el apoyo de la Dinastía de los Capetos (re-yes de Francia en la época), con el fin de reducir por la fuerza el catarismo, un mo-vimiento religioso calificado como herejía por la Iglesia Católica Romana y asentado desde el siglo XII los territorios feudales del Languedoc; favoreciendo la expansión hacia el sur de las posesiones de la monar-quía capetana y sus vasallos. La guerra, que se desarrolló en varias fases, se inició con el enfrentamiento entre los ejércitos de cruzados súbditos del rey Felipe Au-gusto de Francia con las fuerzas de los condes de Toulouse y vasallos, provocan-do la intervención de la corona de Aragón que culminó en la batalla de Muret. En una segunda etapa, en la que inicialmen-te los tolosanos alcanzaron ciertos éxitos, la intervención de Felipe II decidió la sumisión del Condado certificada por el Tratado de París. En una prolongada fase final, las operaciones militares y las activi-dades de la recién creada Inquisición se centraron en la supresión de los focos de resistencia cátara, que desprovistos de sus apoyos políticos, terminaron por ser re-ducidos. La guerra destacó por episodios de gran violencia, provocó la decadencia del movimiento religioso cátaro, el ocaso de la hasta entonces floreciente cultura languedociana y la conformación de un nuevo espacio geopolítico en Europa oc-cidental.

Política geoestrategica OccitanaA principios del siglo XIII, las regiones del Languedoc se encontraban bajo el do-minio de varios Señores:-El Condado de Toulouse encabezado por Ramón VI de Tolosa , dominaba la zona comprendida entre los valles del Garona, Rouergue y Quercy, a los que se añadían sus posesiones en la Alta Provenza. -El Condado de Cominges con Bernar-do IV de Cominges, conde de Cominges

CATARISMO

Por David Odalric de Caixal i MataHistoriador colaborador

del Centro de Historiay Cultura Militar del Ejército

Los habitantes de Carcasona se revelan contra la familia Trencavel

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40 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 4140 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

FILOSOFÍA MEDIEVAL

H ablar de filósofos medie-vales, especialmente si tenemos en cuenta la baja Edad Media, nos suele

retrotraer a las nacientes instituciones universitarias, resaltando principalmen-te las universidades de Oxford y París. Muchos de ellos pertenecientes a las nuevas órdenes mendicantes como la Orden de Predicadores o la Orden de Hermanos Menores y otros también pertenecientes al clero secular. Nom-bres tan célebres como Tomás de Aqui-no (1225-1274), Buenaventura (1217-1274) o Enrique de Gante (1217-1293) en el siglo XIII, o Eckhart de Hochheim conocido como Maestro Eckhart (c. 1260-c. 1238), Juan Duns Escoto (1266-1308), y Guillermo de Ockham († 1239) en el siglo XIV son fácilmente reconoci-bles. Pero existen otros muchos menos conocidos, pero dignos de ser recorda-dos; se trata de pensadores –filósofos y teólogos– que tuvieron una gran re-

percusión en su época y una influencia significativa. Algunos de ellos ejercieron su docencia o su trabajo teológico en las nacientes nuevas realidades de la Pe-nínsula Ibérica, otros fueron significati-vos en instituciones de prestigio como Bolonia o París.

Una serie de personajes medievales, intelectuales, también desempeñaron importantes cargos dentro de las ins-tituciones de la época de trascenden-cia teológica. Este es el caso Gonza-lo Hispano, un fraile de la Orden de Hermanos Menores, un franciscano que se significó como teólogo, con una penetrante mirada filosófica en un mo-mento trascendental de la historia de la filosofía y el pensamiento occiden-tal, y que además tuvo que lidiar con adversas circunstancias bajo la impor-tante responsabilidad que desempeñó dentro de la Orden franciscana. Nos situamos a finales del siglo XIII y prin-cipios del XIV.

Manuel Lázaro PulidoInvestigador en el Gabinete de Filosofia Medieval

de la Universidade do Porto

Gonzalo Hispano

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40 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 4140 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

FILOSOFÍA MEDIEVAL

H ablar de filósofos medie-vales, especialmente si tenemos en cuenta la baja Edad Media, nos suele

retrotraer a las nacientes instituciones universitarias, resaltando principalmen-te las universidades de Oxford y París. Muchos de ellos pertenecientes a las nuevas órdenes mendicantes como la Orden de Predicadores o la Orden de Hermanos Menores y otros también pertenecientes al clero secular. Nom-bres tan célebres como Tomás de Aqui-no (1225-1274), Buenaventura (1217-1274) o Enrique de Gante (1217-1293) en el siglo XIII, o Eckhart de Hochheim conocido como Maestro Eckhart (c. 1260-c. 1238), Juan Duns Escoto (1266-1308), y Guillermo de Ockham († 1239) en el siglo XIV son fácilmente reconoci-bles. Pero existen otros muchos menos conocidos, pero dignos de ser recorda-dos; se trata de pensadores –filósofos y teólogos– que tuvieron una gran re-

percusión en su época y una influencia significativa. Algunos de ellos ejercieron su docencia o su trabajo teológico en las nacientes nuevas realidades de la Pe-nínsula Ibérica, otros fueron significati-vos en instituciones de prestigio como Bolonia o París.

Una serie de personajes medievales, intelectuales, también desempeñaron importantes cargos dentro de las ins-tituciones de la época de trascenden-cia teológica. Este es el caso Gonza-lo Hispano, un fraile de la Orden de Hermanos Menores, un franciscano que se significó como teólogo, con una penetrante mirada filosófica en un mo-mento trascendental de la historia de la filosofía y el pensamiento occiden-tal, y que además tuvo que lidiar con adversas circunstancias bajo la impor-tante responsabilidad que desempeñó dentro de la Orden franciscana. Nos situamos a finales del siglo XIII y prin-cipios del XIV.

Manuel Lázaro PulidoInvestigador en el Gabinete de Filosofia Medieval

de la Universidade do Porto

Gonzalo Hispano

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www.revistamedieval.com 5150 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 5150 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

El arte de la guerra en Japón

Lillian Céspedes GonzálezUniversidad de Winchester

OTRO MUNDO MEDIEVAL

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El arte de la guerra en Japón

Lillian Céspedes GonzálezUniversidad de Winchester

OTRO MUNDO MEDIEVAL

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60 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 61

HISTORIA MILITAR

Armamento hospitalario de los siglos XIII-XIV

Albert Pratdesaba Sala Historiador y Arqueólogo

L a orden de San Juan del Hospital de Jerusalén, mas conocidos como Hospitalarios no fueron creados como re-

sultado de la primera cruzada en 1099. La comunidad ya existía, pero la forma en que la Orden se transformó desde una organización caritativa a una de las fuerzas militares más efectivas de la Edad Media, fue a consecuencia del mo-vimiento de las cruzadas.

En el proceso, los Hospitalarios se convirtieron en reconocidos expertos en capacidad militar para enfrentarse a los ejércitos islámicos y tanto como su im-portancia militar crecía, las Órdenes Mi-litares se imponían cada vez más, incre-mentando su independencia en asuntos de guerra y paz con las gentes vecinas.

Mientras los hospitalarios incremen-taban su poder e influencias en Oriente Próximo, su sistema financiero y apo-yo logístico, que crearon en el oeste de Europa, creció en tamaño, riqueza e influencia política. La presencia hospita-laria en el oeste de Europa era amplia-mente no militar, con la excepción de la Península Ibérica. Aquí es donde tenían el segundo frente contra el mundo islá-mico.

Orígenes y militarización El Hospital de San Juan en Jerusalén existió antes de que se lanzara la prime-ra cruzada. En 1048 fue fundada por un grupo de mercaderes italianos de Amalfi -bajo la disciplina de la regla benedicti-na- un monasterio, como parte de un ex-tendido movimiento de ayuda y asisten-cia a los peregrinos. Esta organización vivía una vida casi religiosa y atendían además a los enfermos. Esta organiza-ción “médica” se encargaba además de la iglesia que tenían colindante de su hos-pital: Santa María la Latina.

La regulación de la orden se empezó

a establecer como tal alrededor de dos figuras clave: el primer maestro, fray Gerardo y el segundo, el papa Pascual II, que aproximadamente en 1113 apro-baron la primera regla de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén.

Tras la muerte de fray Gerardo, ocu-pó el cargo en la dirección del Hospital, el maestro Ramón del Puig. Este nuevo maestro hizo redactar en los estatutos que los frailes llevaran armas. Sin embar-go, no queda suficientemente claro si se seguía este punto rigurosamente ya que al parecer, cogían las armas cuando era estrictamente necesario, tanto en Tierra Santa como en la Península Ibérica.

El sucesor del maestro Del Puig, Au-ger de Balben estableció que los pobres y la región, se debían de proteger. Es por ello que en el año 1160 podría ser consi-derado como el año en que la Orden del Hospital entró dentro de las tareas mi-

litares de salvaguarda de los peregrinos, heridos, enfermos etc. dentro del territo-rio de Oriente Próximo, especialmente.

Siguiendo la conquista de Jerusalén, por la primera cruzada, muchos guerre-ros cruzados regresaron a casa, dejando a los recién creados Estados Cruzados de Jerusalén, Trípoli, Antioquía y Edesa es-casas tropas. Afortunadamente para es-tos nuevos estados, los vecinos islámicos tardaron varios años en convertirse en su principal problema crónico de fragmen-tación.

Durante estos primeros años, el Hos-pital de San Juan se mantuvo como orga-nización médica y asistencial. Esta orden se desarrolló bajo el liderazgo del maes-tro Gerardo, quien muy probablemente fue el guardián del Hospital originario, antes de la llegada de los invasores cru-zados, y se mantuvieron en la ciudad du-rante el asedio de los mismos.

Conquista de Jerusalén

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HISTORIA MILITAR

Armamento hospitalario de los siglos XIII-XIV

Albert Pratdesaba Sala Historiador y Arqueólogo

L a orden de San Juan del Hospital de Jerusalén, mas conocidos como Hospitalarios no fueron creados como re-

sultado de la primera cruzada en 1099. La comunidad ya existía, pero la forma en que la Orden se transformó desde una organización caritativa a una de las fuerzas militares más efectivas de la Edad Media, fue a consecuencia del mo-vimiento de las cruzadas.

En el proceso, los Hospitalarios se convirtieron en reconocidos expertos en capacidad militar para enfrentarse a los ejércitos islámicos y tanto como su im-portancia militar crecía, las Órdenes Mi-litares se imponían cada vez más, incre-mentando su independencia en asuntos de guerra y paz con las gentes vecinas.

Mientras los hospitalarios incremen-taban su poder e influencias en Oriente Próximo, su sistema financiero y apo-yo logístico, que crearon en el oeste de Europa, creció en tamaño, riqueza e influencia política. La presencia hospita-laria en el oeste de Europa era amplia-mente no militar, con la excepción de la Península Ibérica. Aquí es donde tenían el segundo frente contra el mundo islá-mico.

Orígenes y militarización El Hospital de San Juan en Jerusalén existió antes de que se lanzara la prime-ra cruzada. En 1048 fue fundada por un grupo de mercaderes italianos de Amalfi -bajo la disciplina de la regla benedicti-na- un monasterio, como parte de un ex-tendido movimiento de ayuda y asisten-cia a los peregrinos. Esta organización vivía una vida casi religiosa y atendían además a los enfermos. Esta organiza-ción “médica” se encargaba además de la iglesia que tenían colindante de su hos-pital: Santa María la Latina.

La regulación de la orden se empezó

a establecer como tal alrededor de dos figuras clave: el primer maestro, fray Gerardo y el segundo, el papa Pascual II, que aproximadamente en 1113 apro-baron la primera regla de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén.

Tras la muerte de fray Gerardo, ocu-pó el cargo en la dirección del Hospital, el maestro Ramón del Puig. Este nuevo maestro hizo redactar en los estatutos que los frailes llevaran armas. Sin embar-go, no queda suficientemente claro si se seguía este punto rigurosamente ya que al parecer, cogían las armas cuando era estrictamente necesario, tanto en Tierra Santa como en la Península Ibérica.

El sucesor del maestro Del Puig, Au-ger de Balben estableció que los pobres y la región, se debían de proteger. Es por ello que en el año 1160 podría ser consi-derado como el año en que la Orden del Hospital entró dentro de las tareas mi-

litares de salvaguarda de los peregrinos, heridos, enfermos etc. dentro del territo-rio de Oriente Próximo, especialmente.

Siguiendo la conquista de Jerusalén, por la primera cruzada, muchos guerre-ros cruzados regresaron a casa, dejando a los recién creados Estados Cruzados de Jerusalén, Trípoli, Antioquía y Edesa es-casas tropas. Afortunadamente para es-tos nuevos estados, los vecinos islámicos tardaron varios años en convertirse en su principal problema crónico de fragmen-tación.

Durante estos primeros años, el Hos-pital de San Juan se mantuvo como orga-nización médica y asistencial. Esta orden se desarrolló bajo el liderazgo del maes-tro Gerardo, quien muy probablemente fue el guardián del Hospital originario, antes de la llegada de los invasores cru-zados, y se mantuvieron en la ciudad du-rante el asedio de los mismos.

Conquista de Jerusalén

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76 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 77

NUEVOS TEMAS

Las representaciones sensitivas en los Carmina Burana

Una cultura determina un campo de posibilidades de lo visible y de lo invisible, de lo táctil y de lo no tác-

til, de lo olfativo y de lo inodoro, del sabor y de lo insípido. Dibuja un uni-verso de representaciones sensoriales particular. Cada sociedad elabora un “modelo sensorial” particularizado por pertenencias de clases, grupo, ge-neración, sexo, etc. Es por esto que se puede considerar a los “sentidos” como elementos “culturales”, ya que están investidos de valores culturales; del mismo modo se pueden plantear como “históricos” porque sus asocia-ciones van cambiando con el paso del tiempo.

En el presente artículo nos propon-dremos analizar dos cuestiones. En pri-mer lugar, las representaciones sensiti-vas presentes en los poemas amatorios de los Carmina Burana- colección de cantos de los siglos XII y XIII, que se han conservado en un único códice en-contrado en 1803 en la abadía de Bura Sancti Benedicti, en Baviera, que defi-nen el universo representativo del grupo que produjo los poemas, y en segundo lugar, las resignificaciones/apropiaciones que los goliardos realizaron de los textos clásicos, presentes en sus representacio-nes, de las obras de los poetas latinos, en particular de Ovidio. Este grupo tiene hoy en día una identidad colectiva defi-nida por los historiadores a través de su particular producción literaria, no evi-denciada por los sujetos en su momento

En el transcurso de los mil años de la Edad Media hubo momentos de mayor o menor actividad cultural e intelectual. Los Carmina Burana son un testimonio

El Carmina Burana se han conservado en un único códice encontrado en 1803 en la abadía de Bura Sancti Benedicti, en Baviera

Gisela B. Coronado SchwindtCEICAM – Universidad Nacional del Sur- Argentina

“El individuo sólo toma conciencia de sí a través del sentir, experimenta su existencia mediante las resonancias sensoriales y perceptivas que no dejan

de atravesarlo”David Le Breton

de un determinado “florecimiento” cul-tural que comenzó en el siglo XI y cul-minó en el siglo XIII.

La génesis de este fenómeno reco-noce distintas causas. Por un lado, el proceso de urbanización que sufrieron las grandes metrópolis de Europa y el crecimiento económico de las mismas, provocaron un aumento de la demanda de cultura de las personas que tenían

poder económico, político y social, al que las instituciones tuvieron que hacer frente. La enseñanza, que se desarro-llaba en las escuelas monásticas, paso a ser impartida por las episcopales, orga-nizadas en torno a las catedrales y por las escuelas palatinas generadas en torno a la Corte. Estas casas de estudios, con el tiempo, dieron paso a otra institución, que impartía estudios específicos (artes,

“Feliz sonrío cuando miro todo tan fino, tan magnífico, tan suave, tan agradable”

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76 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL www.revistamedieval.com 77

NUEVOS TEMAS

Las representaciones sensitivas en los Carmina Burana

Una cultura determina un campo de posibilidades de lo visible y de lo invisible, de lo táctil y de lo no tác-

til, de lo olfativo y de lo inodoro, del sabor y de lo insípido. Dibuja un uni-verso de representaciones sensoriales particular. Cada sociedad elabora un “modelo sensorial” particularizado por pertenencias de clases, grupo, ge-neración, sexo, etc. Es por esto que se puede considerar a los “sentidos” como elementos “culturales”, ya que están investidos de valores culturales; del mismo modo se pueden plantear como “históricos” porque sus asocia-ciones van cambiando con el paso del tiempo.

En el presente artículo nos propon-dremos analizar dos cuestiones. En pri-mer lugar, las representaciones sensiti-vas presentes en los poemas amatorios de los Carmina Burana- colección de cantos de los siglos XII y XIII, que se han conservado en un único códice en-contrado en 1803 en la abadía de Bura Sancti Benedicti, en Baviera, que defi-nen el universo representativo del grupo que produjo los poemas, y en segundo lugar, las resignificaciones/apropiaciones que los goliardos realizaron de los textos clásicos, presentes en sus representacio-nes, de las obras de los poetas latinos, en particular de Ovidio. Este grupo tiene hoy en día una identidad colectiva defi-nida por los historiadores a través de su particular producción literaria, no evi-denciada por los sujetos en su momento

En el transcurso de los mil años de la Edad Media hubo momentos de mayor o menor actividad cultural e intelectual. Los Carmina Burana son un testimonio

El Carmina Burana se han conservado en un único códice encontrado en 1803 en la abadía de Bura Sancti Benedicti, en Baviera

Gisela B. Coronado SchwindtCEICAM – Universidad Nacional del Sur- Argentina

“El individuo sólo toma conciencia de sí a través del sentir, experimenta su existencia mediante las resonancias sensoriales y perceptivas que no dejan

de atravesarlo”David Le Breton

de un determinado “florecimiento” cul-tural que comenzó en el siglo XI y cul-minó en el siglo XIII.

La génesis de este fenómeno reco-noce distintas causas. Por un lado, el proceso de urbanización que sufrieron las grandes metrópolis de Europa y el crecimiento económico de las mismas, provocaron un aumento de la demanda de cultura de las personas que tenían

poder económico, político y social, al que las instituciones tuvieron que hacer frente. La enseñanza, que se desarro-llaba en las escuelas monásticas, paso a ser impartida por las episcopales, orga-nizadas en torno a las catedrales y por las escuelas palatinas generadas en torno a la Corte. Estas casas de estudios, con el tiempo, dieron paso a otra institución, que impartía estudios específicos (artes,

“Feliz sonrío cuando miro todo tan fino, tan magnífico, tan suave, tan agradable”

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TURISMO

70 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

U na de las peculiaridades del Camino del Cid es que sus diversas rutas nos per-miten avanzar geográfi-

camente desde el interior de Castilla hasta el Mediterráneo, pero también cronológicamente en el lapso tem-poral que separa los intentos de los colonos de la cuenca del Duero por sobrevivir a los ataques califales en el siglo X, de la conquista de Valencia por Jaime I en 1238. Entremedias está la figura histórica del Cid (siglo XI) y la literaria (finales del siglo XII o principios del siglo XIII) que une y da sentido a una serie de poblaciones con una intensa historia medieval.

La ruta de las Tres Taifas, que co-mienza en la localidad zaragozana de Ateca, muy cerca de Calatayud, y ter-mina en Cella (Teruel) tiene como ar-gumento el paso del Cid y de sus gen-tes por estos territorios muy diversos entre sí: sitios que aparecen citados en el Cantar de mio Cid como sim-ples lugares de paso o bien enclaves geoestratégicos de gran importancia y desde los cuales los hombres del Cid se lanzaban al saqueo. Pero además, las localidades que vamos a recorrer nos cuentan otras historias, posterio-res en el tiempo pero muy interesan-tes, que tienen como protagonista a Alfonso I el Batallador. Aunque Al-fonso I conquistó Calatayud en 1120, veintiún años después de la muerte de Rodrigo, es posible, como apunta Gonzalo Martínez Díez, que en 1097 ambos combatieran juntos contra los almorávides en Bairén (Gandía), en compañía de Pedro I de Aragón, her-mano del por entonces jovencísimo Alfonso.

La sombra de Alfonso I se proyec-ta, así, sobre esta ruta que comienza en Ateca (Zaragoza), en cuyos alrede-dores tuvo lugar la batalla de Alcocer: allí, según cuenta el Cantar, el Cid se enfrentó en sangrienta batalla a un ejército almorávide llegado de Valen-cia. No existe constancia histórica de que esta batalla tuviera lugar, e inclu-so se dudó durante mucho tiempo de la existencia de esta villa fortificada, Alcocer, hasta que a finales del siglo

El Camino del Cid:

La ruta de las Tres Taifas

Texto y fotos: Emilio Cappa Segisescritor

Castillo de Huesa del Común (Teruel)

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TURISMO

70 ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

U na de las peculiaridades del Camino del Cid es que sus diversas rutas nos per-miten avanzar geográfi-

camente desde el interior de Castilla hasta el Mediterráneo, pero también cronológicamente en el lapso tem-poral que separa los intentos de los colonos de la cuenca del Duero por sobrevivir a los ataques califales en el siglo X, de la conquista de Valencia por Jaime I en 1238. Entremedias está la figura histórica del Cid (siglo XI) y la literaria (finales del siglo XII o principios del siglo XIII) que une y da sentido a una serie de poblaciones con una intensa historia medieval.

La ruta de las Tres Taifas, que co-mienza en la localidad zaragozana de Ateca, muy cerca de Calatayud, y ter-mina en Cella (Teruel) tiene como ar-gumento el paso del Cid y de sus gen-tes por estos territorios muy diversos entre sí: sitios que aparecen citados en el Cantar de mio Cid como sim-ples lugares de paso o bien enclaves geoestratégicos de gran importancia y desde los cuales los hombres del Cid se lanzaban al saqueo. Pero además, las localidades que vamos a recorrer nos cuentan otras historias, posterio-res en el tiempo pero muy interesan-tes, que tienen como protagonista a Alfonso I el Batallador. Aunque Al-fonso I conquistó Calatayud en 1120, veintiún años después de la muerte de Rodrigo, es posible, como apunta Gonzalo Martínez Díez, que en 1097 ambos combatieran juntos contra los almorávides en Bairén (Gandía), en compañía de Pedro I de Aragón, her-mano del por entonces jovencísimo Alfonso.

La sombra de Alfonso I se proyec-ta, así, sobre esta ruta que comienza en Ateca (Zaragoza), en cuyos alrede-dores tuvo lugar la batalla de Alcocer: allí, según cuenta el Cantar, el Cid se enfrentó en sangrienta batalla a un ejército almorávide llegado de Valen-cia. No existe constancia histórica de que esta batalla tuviera lugar, e inclu-so se dudó durante mucho tiempo de la existencia de esta villa fortificada, Alcocer, hasta que a finales del siglo

El Camino del Cid:

La ruta de las Tres Taifas

Texto y fotos: Emilio Cappa Segisescritor

Castillo de Huesa del Común (Teruel)

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ARQUEOLOGÍA

E l castillo de Torelló, también llamado castillo de los Mo-ros o castillo de los Torelló, actualmente se encuentra

situado en el término municipal de Sant Vicenç de Torelló, en Osona. El acce-so a esta fortificación es fácil: Se puede dejar el vehículo tras las piscinas muni-cipales del mismo pueblo y emprender el camino señalizado como PR-C 45-1 que lleva hacia el castillo y que sigue una pista forestal bastante ancha. Este sendero lleva casi hasta debajo del casti-llo. Entonces se emprende un pequeño sendero que conduce hasta la cima de

la colina. Justo antes de subir arriba del todo, nos encontraremos una pequeña pared de roca madre que se puede sal-var mediante una escalera de mano me-tálica fijada a la piedra.

La historia El término del castillo comprendía los actuales municipios de Torelló, Sant Vi-cenç de Torelló, Sant Pere de Torelló y Sant Andreu de la Vola, aunque en un momento posterior esta última pobla-ción pasó a ser dominio del castillo veci-no de Curull.

Las primeras noticias documentales

de este castillo datan del año 881. Es, pues, una de las primeras fortificaciones de la Comarca de Osona. El pergamino, como la mayoría de veces, hace referen-cia a la venta de unas tierras del término del castillo al obispo de Vic: “Constat nos vindere tibi deverem, sicuti et per hac scriptura vindicionis nostre vindimus [tib]i, terra nostra in territorio Osonen-se, in apendicio de castro Torelonese, in locum ubi dicitur [ad] domum Sancti Felicis”.

Los propietarios feudales Los señores ilustres del castillo de Tore-

El castillo de Torelló

Albert Pratdesaba i Sala Historiador y Arqueólogo

Vista del castillo encima de la colina, donde se puede observar el dominio que tiene sobre el valle del rio Ges

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ARQUEOLOGÍA

E l castillo de Torelló, también llamado castillo de los Mo-ros o castillo de los Torelló, actualmente se encuentra

situado en el término municipal de Sant Vicenç de Torelló, en Osona. El acce-so a esta fortificación es fácil: Se puede dejar el vehículo tras las piscinas muni-cipales del mismo pueblo y emprender el camino señalizado como PR-C 45-1 que lleva hacia el castillo y que sigue una pista forestal bastante ancha. Este sendero lleva casi hasta debajo del casti-llo. Entonces se emprende un pequeño sendero que conduce hasta la cima de

la colina. Justo antes de subir arriba del todo, nos encontraremos una pequeña pared de roca madre que se puede sal-var mediante una escalera de mano me-tálica fijada a la piedra.

La historia El término del castillo comprendía los actuales municipios de Torelló, Sant Vi-cenç de Torelló, Sant Pere de Torelló y Sant Andreu de la Vola, aunque en un momento posterior esta última pobla-ción pasó a ser dominio del castillo veci-no de Curull.

Las primeras noticias documentales

de este castillo datan del año 881. Es, pues, una de las primeras fortificaciones de la Comarca de Osona. El pergamino, como la mayoría de veces, hace referen-cia a la venta de unas tierras del término del castillo al obispo de Vic: “Constat nos vindere tibi deverem, sicuti et per hac scriptura vindicionis nostre vindimus [tib]i, terra nostra in territorio Osonen-se, in apendicio de castro Torelonese, in locum ubi dicitur [ad] domum Sancti Felicis”.

Los propietarios feudales Los señores ilustres del castillo de Tore-

El castillo de Torelló

Albert Pratdesaba i Sala Historiador y Arqueólogo

Vista del castillo encima de la colina, donde se puede observar el dominio que tiene sobre el valle del rio Ges