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NUEVA ÉPOCA PRIMAVERA 2016 5 REVISTA MEXICANA DE LA LOGOTERAPIA EN EL MUNDO Congreso Mundial de Logoterapia, Viena 2014 Discurso Elisabeth Lukas El cuidado. Una lectura desde el Homo patiens Pablo Etchebehere Revisión de tres notas con que Viktor E. Frankl describe el ser personal Juan Fernando Sellés LA LOGOTERAPIA EN MÉXICO Espiritualidad, esperanza y voluntad de sentido en la terapia Adriana León Portilla Hablando de adopción Georgina Morales de Gutiérrez Respetar la unicidad de los hijos en edad escolar desde nuestro rol de padres Jacqueline De León Una mirada existencial que humaniza y me humaniza: la logoterapia Martha Elizabeth García Almaguer Logoterapia y Tanatología: tejiendo una gran red para la creación del Hospice “Vida, Esperanza y Amor” Blanca Ramírez

REVISTA MEXICANA DE NUEVA ÉPOCA PRIMAVERA 2016

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Page 1: REVISTA MEXICANA DE NUEVA ÉPOCA PRIMAVERA 2016

NUEVA ÉPOCAPRIMAVERA 2016

5R E V I S T A M E X I C A N A D E

l a logoterapia en el mundo

Congreso Mundial de Logoterapia, Viena 2014DiscursoElisabeth Lukas

El cuidado. Una lectura desde el Homo patiensPablo Etchebehere

Revisión de tres notas con que Viktor E. Frankl describe el ser personalJuan Fernando Sellés

la logoterapia en méxico

Espiritualidad, esperanza y voluntad de sentido en la terapiaAdriana León Portilla

Hablando de adopciónGeorgina Morales de Gutiérrez

Respetar la unicidad de los hijos en edad escolar desde nuestro rol de padresJacqueline De León

Una mirada existencial que humaniza y me humaniza: la logoterapiaMartha Elizabeth García Almaguer

Logoterapia y Tanatología: tejiendo una gran red para la creación del Hospice “Vida, Esperanza y Amor”Blanca Ramírez

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Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.

Directora Leticia A. de García

Revista Mexicana de Logoterapia

Directora Adriana León Portilla

Consejo Teórico‑Científico México Alejandro Unikel, Felipe Miramontes, Miguel Jarquín (Jalisco), Ricardo Peter (Puebla) Austria Elisabeth Lukas, Franz Vesely Argentina Gerónimo Acevedo, Marta Vigo, Claudio García Pintos, Cecilia Saint Girons, Pablo Etchebehere Brasil Paulo Kroeff Colombia Arturo Luna, Efrén Martínez España Ma. Ángeles Noblejas de la Flor, Ana María Ozcariz, Sebastián Tabernero Guatemala Marielos Mollinedo Israel David Guttmann Italia Daniele Bruzzone, Eugenio Fizzotti Uruguay Alejandro de Barbieri

Consejo Editorial Adriana León Portilla Felipe Miramontes Alejandro Unikel María Elba Flores de Mallet Marianna Delgado-Falcón Cooper

Corrección de Estilo Felipe Miramontes

Administración y difusión Cecilia García Ascencio

Diseño Oak Editorial, SA de CV

Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.Narciso Mendoza 45, Lomas Ávila Camacho, 53910, Naucalpan, Edo. de MéxicoTel. 5589-9743, Fax [email protected]: Cecilia García AscencioTel. 5682-2744, Fax 5543-6656 [email protected]@yahoo.com.mx

Revista Mexicana de Logoterapia es una publicación semestral de Ediciones lag, Leticia Ascencio Villanueva, Wisconsin #19, Col. Nápoles, 03810, México, D. F., Tel.. 682-2744, Fax 543-6656. E-mail: [email protected] de 2016d

Esta revista está registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor de la Secretaria de Educación Pública con el certificado de Reserva de Derechos al uso exclusivo del Título No. 04-2014-110718405200-203 Titular: Leticia Ascencio Villanueva.

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2 Editorial Claudia Rueda Guardia

l a l o g o t e r a p i a e n e l m u n d o

5 II Congreso Mundial de Logoterapia, Viena 2014 Discurso Elisabeth Lukas

14 El cuidado. Una lectura desde el Homo patiens Pablo Etchebehere

21 Revisión de tres notas con que Viktor E. Frankl describe el ser personal Juan Fernando Sellés

l a l o g o t e r a p i a e n m é x i c o

35 Espiritualidad, esperanza y voluntad de sentido en la terapia Adriana León Portilla

40 Hablando de adopción Georgina Morales de Gutiérrez

54 Respetar la unicidad de los hijos en edad escolar desde nuestro rol de padres Jacqueline De León

59 Una mirada existencial que humaniza y me humaniza: la logoterapia Martha Elizabeth García Almaguer

64 Logoterapia y Tanatología: tejiendo una gran red para la creación del Hospice “Vida, Esperanza y Amor” Blanca Ramírez

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La magia en el encuentroEditorialClaudia Rueda Guardia

HHola amigos, al leer esta revista me doy cuenta que siempre hay algo más que decir sobre la fuerza espiritual del ser hu-mano. Evidentemente es una realidad que nos sorprende y nos conforta una y otra vez a lo largo de nuestra existencia, aunque a veces ni siquiera le pongamos nombre. La fuerza espiritual es inesperada, lo mismo que su ca-pacidad de oponerse a lo determinado, a las contingencias y a las circunstancias desafortunadas. Parecería que al espíritu no le interesan los medios por los que se haga presente, o las vías que encuentre para darle sentido a la experiencia humana. La fuerza y la libertad de la dimensión espiritual son infi-nitas e impredecibles: es tanta la libertad con la que se mueve, que puede tomar cualquier pretexto para aparecer y rescatar una vida. Supongo que la búsqueda de “grandes salvadores” a lo largo de la historia responde a la necesidad universal de po-nerle cara y nombre al increíble poder del espíritu humano, innegable generador de esperanza y de sentido. Amigos lectores, este número hace un profundo e inteli-gente homenaje a la voluntad espiritual y al sentido que im-prime a nuestras vidas, a lo largo y a pesar de las contingen-cias de la existencia. Adriana León Portilla, con gran profundidad nos regala un escrito que nace, no sólo de su experiencia como logote-rapeuta y psicoterapeuta existencial, sino como mujer, hija, madre y esposa. Hablando con el corazón sobre los tres más grandes pilares de todo acompañamiento de corte humanista existencial: espiritualidad, esperanza y voluntad de sentido en la terapia, este escrito no se lo pueden perder. Juan Fernando Sellés hace una profunda y clara revisión de tres notas de espiritualidad con que Viktor E. Frankl des-cribe al ser persona: espiritualidad, libertad y responsabilidad. Tenemos un lindo escrito de Jacqueline De León, que toca un tema importantísimo acerca del respeto y unicidad, el cual nos muestra un enfoque poco explorado: “Respetar la unici-dad de los hijos en edad escolar desde nuestro rol de padres”.

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También la visión de Martha Elizabeth García Almaguer toca uno de los temas básicos de nuestro quehacer con su artículo “Una mirada existencial que humaniza y me humaniza: la logoterapia”. Entre muchos otros valiosos escritos, este número es un nuevo regalo de nuestros cola-boradores, colegas y maestros; es muestra, como cada semestre, de que somos la comunidad logoterapéutica más activa y productiva del mundo. Es así querido lector internacional, y por ello me felicito de pertenecer a smael. Aprovechando que les caigo bien a los editores y tomando el editorial como pretexto me robo una pocas líneas para expresar mis reflexiones derivadas de tan excelentes artículos. Pienso, ¿cuántas cosas he hecho, cuántas cosas he aprendido, cuántos conjuros he realiza-do en pro de acompañar, apoyar y validar la unicidad de mi paciente, en pro del respeto a sus creencias, y por qué no, en respuesta al amor que me despierta, siempre en miras de apoyar la fuerza de su espíritu? Quiero arrancar con esta reflexión de uno de los grandes maestros de la corriente huma-nista, James Bugental (1992): “Una observación conocida es que el psicoterapeuta es el último descendiente de una línea que se remonta a la prehistoria. Los ancestros del psicoterapeuta son el curandero, el mago, el sacerdote, y el médico familiar. En cada época, el hombre ha necesi-tado a alguien a quien recurrir para que le ayude a luchar con la desagradable incertidumbre de su destino. En forma inevitable e invariable, aquel a quien busca ha sido investido por él y por otros, con una visión y potencia supranormales. En esto consistía su recompensa, así como su más aterrante carga. Ciertamente, esto es válido también para el psicoterapeuta de hoy.” Cuando estoy con mis alumnas recién egresadas en supervisión y traen al grupo sus pri-meros casos, trato de que comprendan a profundidad lo importante de entender el poder que nos concede el paciente por el solo hecho de ser el psicoterapeuta. Y la fuerte carga, como dice Bugental, que esto representa para cualquier terapeuta responsable y sensible. Es un cargo que el “hombre doliente” que busca consuelo y salida nos regala; es un poder con el que nos en-viste y nos hace el honor de invitarnos a tocar las más profundas creencias, historias y heridas de su vida. Mil veces me he preguntado, ¿qué puedo hacer con este poder, con esta poción mágica que pone en mis manos el paciente, cómo le hago para usarlo sin abusarlo, sin decepcionarlo y sin mentirle? “Nunca le mientas a tu paciente, la autenticidad es indispensable para un encuentro ge-nuino”, este ha sido uno de los consejos más valiosos y más ciertos que he recibido. Sin em-bargo, no me ha sido fácil seguirlo. La línea que divide la autenticidad de la falta de empatía (o incluso de la falta de respeto por la unicidad del paciente) es muy delicada; la complicada estructura de creencias, ideologías, valores y significados de cada uno dificulta aún más la ya complicada tarea de entenderlo de manera profunda. ¿En qué cree?, ¿a qué le tiene fe?, ¿qué le ayuda a que el absurdo de la existencia tenga sentido? Son preguntas que debemos hacernos con miras a usar su propia magia a su favor.Cada día me convenzo más de lo necesario de flexibilizar mis creencias, de aprender a integrar a mis destrezas terapeuticas conocidas aquellas que le hacen sentido a mi paciente, aunque a mí me parezcan extrañas o me sean ajenas. Hoy me doy cuenta de lo amplio del concepto de “creer en tu paciente”. No se trata so-lamente de creerle lo que te cuenta o lo que siente, sino de creer en lo que él cree, en aquello

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que le resulta cierto y que le da certezas, tranquilidad, confianza. Se trata de aprender a creer en su fe y usarla en pro de su salud. Con esta conciencia y mucho respeto me he descubierto entrando al mundo de la magia: creyendo en la energía de los cuarzos, en lo eficiente que es purificar el ambiente con una vela blanca, pudiendo seguir a mi paciente a viajes fantásticos y curativos. En fin, he descubierto lo mucho que me ayuda seguir aprendiendo y abrir las fronteras de mi razón. Después de todo, corroboro que la infinita fuerza del espíritu trasciende los límites de las dimensiones psicofísicas, de las formas, las creencias y las culturas. Lo que cura es el encuentro humano, la reunión de dos seres con múltiples diferencias, con historias y creencias diversas y a veces antagónicas. No se trata de adoptar los significados del otro ni de hacer a un lado mis propias verdades, sino de entender y hacer uso de la profun-didad de la fe del otro y la energía que esta desencadena: la fuerza del espíritu es mas que las formas humanas que la dibujan. Recordemos también que nuestra postura nos exige confiar en el movimiento, en el creci-miento y en la energía espiritual que puede sorprendernos con su poder a través de cualquier acción humana. En su artículo, Adriana León Portilla nos recuerda un principio básico: la esperanza del cambio, de la modificación de actitudes, la esperanza en que las acciones humanas son pro-motoras de evolución y crecimiento. Hablamos del espíritu humano, que no es un absoluto, es humano, no tiene que ver con una conciencia superior, tiene la capacidad de trascender desde la relación con el otro, en el estar-junto-a-otro como una forma de existir distinta del sí mismo, así pues, lo propiamente humano se hace presente en forma de amor hacia el otro más que de conocimiento, por eso es que no podemos concebir al hombre como algo cerrado, sino como el ser que tiende al otro, a lo otro desde la trascendencia, siempre con la posibilidad de ser de otra manera, a esta “po-sibilidad de ser de otra manera” es a lo que llamo esperanza en relación con la realidad. La forma de existir del otro, única e irrepetible, implica también una forma particular de expresión del poder espiritual, por lo tanto hablamos de una realidad ajena a mi propia reali-dad, pero absolutamente potente para mi paciente, ya que es en esa en la que cree, la que cura, la que es su verdad. Verdad que en el encuentro tiene que transformarse en nuestra, sí, es a esa realidad a la que yo me integro y me acomodo, frente a la cual ambos hacemos modificaciones, juntos cre-cemos, ampliamos fronteras de sentido, de valores de actitud... en fin: hacemos logoterapia. El amor permite mirar al futuro, predecir y confiar. El amor es magia, es leer la bola de cristal y saber, sin lugar a dudas, a dónde puede llegar el amado. Es mirarlo con los ojos de lo que puede ser y darle la certeza y el permiso de llegar a serlo. Amar es mirar con los ojos del espíritu, los que ven mas allá del tiempo y de las formas. Amigos permítanse amar a sus pacientes y acompañarlos en la maravillosa aventura de descubrir la magia. Abran sus fronteras y reciban nuevas enseñanzas, nuevas técnicas y nuevas aproximaciones, y si no lo saben... investiguen.Nada es más potente que las creencias de tu paciente, nada es más sanador que un acompaña-miento genuino y humilde. Déjate sorprender por su fe, que es la fe capaz de mover montañas.

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Psicóloga clínica y psicoterapeuta.Alumna predilecta de Viktor Frankl. Directora Técnica del Instituto de Logoterapia de Alemania del Sur en Fürstenfeldbruck. Cofundadora y Vicepresidente de la Sociedad Alemana de Logoterapia. Ha publicado numerosos libros que han aparecido en once idiomas.

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II Congreso Mundial de Logoterapia, Viena 2014DiscursoElisabeth Lukas

EEstimadas Damas y Caballeros:

Después de más de siete décadas de experiencia en la vida me atrevo a decir: la vida está llena de sorpresas. Pero admito que no sólo de experiencias buenas. Algunas veces nos sorprende con golpes del destino o ásperas provocaciones que no esperá-bamos. Algunas veces también, aunque no siempre le damos el mérito que se merece, nos sorprende con ofertas fascinantes y regalos totalmente inesperados. El hecho de que hoy esté aquí es uno de esos regalos. He dado lecturas, seminarios, workshops, etc. en 53 universidades, con excepción de la Universidad en Moscú. Mis libros se han publicado en 17 idiomas, pero ninguno en el idioma ruso. Para mí es verdaderamente una gran sorpresa que la fama de mi humilde trabajo haya llegado hasta Rusia. Si me permiten, quisiera agregar lo siguiente al tema de “sorpresas de la vida”: uno debiera mantenerse receptivo hasta una edad muy avanzada. Se sabe que el miedo ante lo nuevo y lo desacostumbrado, entre otros, es señal de una existencia neurótica. Lo acostumbrado y lo cotidiano sugiere una cierta seguridad, la cual, en efecto, no existe. Uno se siente familia-rizado dentro de lo acostumbrado y conocido y se imagina poder dominar la vida. En cuanto uno más confía en poder dominar lo conocido, más chocantes serán las vivencias de cambios abruptos y situaciones nuevas. Mantenerse abierto al cambio del tiempo, lo que también exige dejar ir y cambiar de orientación, facilitará reaccionar con más flexibilidad ante las sorpresas de la vida cuando se presentan. Una de las muchas estrategias que ayudan a la logotera-pia es que nos entrena para no paralizarnos, o sentirnos to-talmente sobrecogidos, ante las sorpresas de la vida, sino a

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enfrentarlas con serenidad. ¿En qué me baso cuando afirmo esto? Bueno, la filosofía de Frankl se conecta en todo sentido y muy profundamente con la existencia humana; mientras más se penetra en esta filosofía, comienza a conectarse sucesivamente con todos los posibles mo-mentos sorpresivos de la vida, moviéndose internamente sobre bases para las cuales solamente el futuro podrá construir vías y rutas. Por ejemplo: si uno estudia las afirmaciones de Frankl sobre la tríada trágica en la vida humana, se encuentra absolutamente, y en alto grado, con su propio sufrimiento, su propia culpa, su propia muerte, por lo cual la fisura entre lo sufrido y lo todavía no sufrido, imaginaria y sustancialmente, se vuelve pequeña. Si uno estudia la tríada de los valores franklianos, se balancea felizmente en el rendimiento creativo, en la suerte del amor, en el orgullo de la valentía y nuevamente se encoje la brecha entre lo pasado y lo veni-dero. “Todo lo que vemos es cosecha, aún sí se encuentra todavía en los campos o a lo mejor ya guardada en el granero.” Esto sólo para citar una famosa parábola de Frankl. De hecho, la logoterapia nos posibilita el prepararnos para el procedimiento de la cosecha continua, para poder tratar correctamente el dolor como también el ilimitado valor de la estimación de la gracia… venga lo que venga. Así que hoy estoy parada frente a ustedes, los oyentes, pero sobre todo frente a aquellos que me han invitado a esta fiesta tan bonita. Voy a tratar de expresar mi agradecimiento y aprecio. A mi edad, por supuesto, estoy muy consciente de todos los deslumbramientos te-rrenales y sé que toda posición, prestigio y honor son extremadamente relativas y se pierden como el sonido, se esfuman. Pero esta fiesta hoy es para mí algo muy especial, porque está en conexión con seres que significan mucho para mí. Para ser exacta, debo agradecer este honor primero a mis textos y segundo a mis alumnos. Sin mis textos y sin mis talentosos y fieles alumnos como el Prof. Batthyany, nadie en Moscú se hubiera fijado en mí. ¿Pero a quién le agradezco mi literatura y a quién mis alumnos? Mi actividad literaria se la debo al Prof. Frankl, quien en el año 1978 me instó a escribir un libro sobre mis experiencias en el uso práctico de la logoterapia. Personalmente, no me hubiera atrevido a escribir el libro, pero ante su insistencia, y literalmente por mi estima a él, surgió mi primera obra. El hielo se había roto. ¿Como llegué a mis maravillosas alumnas y alumnos? Esto se lo debo a mi esposo, quien en el año 1985 tomó la iniciativa de aplanar el difícil camino para la fundación de nuestro Instituto de Logoterapia en el sur de Alemania, en Fuerstenfeldbruck, cerca de Munich. Yo no tenía la confianza en mí misma para conducir un instituto científico de psicoterapia, pero tenía fe en mí y así surgió, en cooperación, un lugar de formación, en donde, a través de los años, salieron más de mil expertos y expertas en logo-terapia. Por esta razón, quiero dedicar hoy este homenaje a estas dos personas: al Prof. Frankl y a mi esposo. Ellos han contribuido en forma decisiva a mi entera evolución. Los dos eran para mí como un faro en un mar tormentoso, quienes se preocuparon para que el barquito de mi vida no zozobrara, se hundiera o se perdiera en alguna parte en la oscuridad. Lamento mucho que mi esposo esté ahora en el hospital y no pueda acompañarnos. Pero siento que con sus pensamientos está muy cerca de mí, así como siento su presencia a mi lado, como siempre lo ha estado. Sólo quiero relatar uno de sus muchos gestos: durante unos discursos que yo daba en Estados Unidos, o Canadá, mi esposo tuvo la rara oportunidad de dar unas vueltas por avión. El poseía la licencia americana para volar y la gasolina en aquel

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entonces era bastante más barata que en Alemania. Pero él, quien era un piloto apasionado, se quedó conmigo y a mi lado en el auditorio. Respecto al Prof. Frankl, escribió disertaciones sobre “el estar con” o “estar con las cosas de nuestro interés” o “estar con las cosas de nuestra vida”, es “un estar con” el cual ciertamente se quiere expresar físicamente, pero no depende del cuerpo en sí, por lo cual me puedo imaginar muy bien que también él de alguna manera está presente entre nosotros. Basado en el conocimiento de cuán importante son los estímulos en el momento correc-to, quiero alentar ahora personalmente a los responsables de la Universidad de Moscú que no se dejen intimidar por posibles obstáculos o contrariedades psicológicas para que sigan con la ya empezada tarea de enseñanza sobre la integración del pensamiento de Frankl. Será de muchísimo provecho para ustedes y sus alumnos. Supongo que no me equivoco al decir que en las últimas décadas ha habido muchos cam-bios en Rusia. La gente ha dejado atrás un pasado muy turbulento. También aquí en Europa Central han habido cambios masivos. La palabra griega pantarhei (todo fluye) guarda una profunda realidad. La frase de Frankl, “toda época tiene su neurosis y toda época necesita su terapia” también es muy acertada. Sola, a lo largo de la vida, he podido observar diversas etapas de este país al día de hoy. Para aclarar, quisiera describirlas brevemente, aunque por supuesto, sólo puedo relatar el en-torno de mi patria: En primer lugar, existía la pobreza de la posguerra. Yo era una niña y nosotros teníamos –como la mayoría– apenas lo necesario para vivir. No había juguetes ni calefacción en el in-vierno. Recuerdo que una vez mi abuelo, con una mochila en la espalda, atravesó Viena para llegar a los campos de papa al norte del río Danubio, porque decían que allí vendían papas. Cuando regresó agotado en la noche, y con la mochila vacía porque había llegado tarde, oí llorar a mi madre. No obstante, viví esta etapa en total protección. Había unión, ayuda mutua y todavía existían valores. Luego surgió el bienestar económico de los años cincuenta, y con él la alegría. Nunca jamás he vuelto a percibir tanta alegría en mis círculos sociales. Yo estaba en la secundaria y es-taba feliz. Uno se podía comprar un libro, permitirse un vestido nuevo y, ay Dios, conseguirse una bicicleta. Era como una embriaguez y terminó como una embriaguez. El milagro económico (“Das Wirtschaftswunder”) de los años sesenta nos sobrecogió y desmoronó todo valor tradicional. La ola del libertinaje sexual nos inundó, las autoridades fueron removidas de sus puestos, la gente comenzó a desquiciarse. De repente, todos querían ser su verdadero yo, no importaba a costa de quién. Era la época de mis estudios y fui atraída por la influencia de este período revoltoso. Si no hubiera conocido al Prof. Frankl quién sabe en cual bosque psicológico equivocado me hubiera perdido en aquel tiempo. El bienestar económico se expandió y la alegría se apagó. A finales de 1970 creció una nueva generación. Los “no-future-generation” como ellos mismos se denominaban sarcásti-camente. Como yo estaba familiarizada con la logoterapia, reconocí los síntomas del “vacío existencial”, el cual se apoderaba de las personas y se las tragaba. Había automóviles y viviendas para todos, había suficiente trabajo, había toda clase de li-bertades que los ciudadanos podían anhelar, habían oportunidades de hacer viajes venturosos,

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pero las depresiones, suicidios, los jóvenes mentalmente perdidos, en drogadicción, los delitos de brutalidad y destrucción sin sentido aumentaban. Yo trabajaba como psicóloga en mi clínica, conocí por mis clientes sufrimientos innecesarios infringidos por ellos mis-mos, penas que les afectaba a ellos como a quienes les rodeaban, como resultado de su propio malestar, disgusto, aburrimiento, in-diferencia y egoísmo. De la conocida frase: “Primum vivere, deinde philosophari” (Primero vive, después la filosofa) aprendí: después de demasiada vivencia ya no hay posibilidad de filosofar. Frankl ya ha-bía pronosticado, incluso antes de la segunda guerra mundial, cuando ya no se podía ni soñar con los placeres de la vida, que moralmente no era bueno para la humanidad si en apariencia y en lo material le iba demasiado bien. La evolución iba a paso vertiginoso por todo el mundo. Con los ordenadores y la globa-lización se acercaba una nueva era. De repente, todo estaba conectado por medio de redes, los problemas del mundo comenzaron a golpear el bienestar de las naciones. A fines del milenio anterior despertó a la conciencia el hecho de que las fuentes de riqueza disminuían. El trabajo y el dinero se volvían más escasos. Mucha gente había apreciado poco la prosperidad en este país que no estaba, y aún no lo está, dispuesta a prescindir de ello. Su mentalidad comenzó a formarse en dirección de nuestra sociedad presente. Se trabaja mucho para mantener un eleva-do nivel de vida, pero el estrés tiene un alto precio. Asaltos, envidias, competencias, ataques de pánico, desmoronamiento físico y síntomas de exceso de trabajo, son los temas psiquiátricos de hoy en día. También la adicción al televisor, permitiendo que guíe y absorba más y más el alma del espectador. Crisis económicas, de energía, crisis familiares, son los temas actuales. En medio brota un inmenso deseo de calma, tranquilidad, paz, bienestar y una vida sencilla en lugar de constantes luchas por mantener un trabajo, así como complicadas situaciones de in-terrelación humana como estamos acostumbrados a ver en nuestro entorno. Yo salí del estrés, ya no trabajo, vivo desde hace 44 años en un matrimonio feliz y tengo buena relación con mis hijos, pero siento mucha lástima por mis contemporáneas más jóvenes. En todas estas fases que he mencionado está presente la pregunta espiritual. Se asoma en la pobreza y en la riqueza, en la necesidad y en la abundancia. Si uno observa cuidadosamente el desarrollo de lo relatado, vislumbra una tendencia que Viktor Frankl, desde algún tiempo, ya había vislumbrado y explicado por la creciente pérdida de tradición e instinto en la hu-manidad; es decir, que en nuestra era de tiempo digital, al contestar a la pregunta espiritual, nos vamos a quedar más solos cada vez. Se ha vuelto inquietantemente difícil formarse una opinión, aunque se trate solamente de una que tenga sentido. ¿Tendrá sentido cultivar trigo genéticamente? ¿Tiene sentido confiar niños a compañeros de vida del mismo sexo? ¿Tiene sentido darle préstamos a compañías extranjeras? ¿Tiene sentido poner información personal en el internet? A diario se nos presenta un cuestionario con preguntas sin fin, las cuales el individuo no puede contestar objetiva ni razonablemente, porque los argumentos en pro y en contra se mantienen en balance. Los medios son los fabricantes de opinión, ellos, según el color de la economía, política o razón religiosa, colman al individuo con pseudoargumentos, de los cuales casi no pueden defenderse. Cada spot en la televisión menciona a escondidas el

Se trabaja mucho para mantener un elevado nivel de vida, pero el estrés tiene un alto precio. Asaltos, envidias, competencias, ataques de pánico, desmoronamiento físico y síntomas de exceso de trabajo, son los temas psiquiátricos de hoy en día.

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“significado” de las acciones de sus protagonistas y se necesita una fortaleza de carácter –o me-jor aún, de contención–, para poder sustraerse de estas sutiles manipulaciones. Es posible que en Rusia o en otros continentes varíe esta situación, no obstante que seguramente allí también va en aumento el cautivador intento de cada individuo por encontrar sentido en la esencia de su vida, de crear sus propias obras a pesar de múltiples contrariedades e influencias. Estamos viviendo ahora, según estudios psicológicos, un “renacimiento de la pregunta por el sentido”, porque el sentido se ha vuelto incierto, casi frágil. Entonces, ¿qué puede ofrecer la enseñanza de Frankl, la cual ha estado desde hace cien años sobre las huellas del fenómeno del sentido, ante la transformación de la era posmoderna? Como pueden ver, estoy cambiando un poco el tema del congreso. No me preocupo por el “Futuro de la Logoterapia”; la logoterapia va a ganar constantemente en importancia, pero el futuro en sí es preocupante, por lo cual me pregunto: ¿Qué perspectivas nos tiene preparada la logoterapia en el futuro? Bueno, yo les cuento. En el edificio de aprendizaje de Frankl existen profundas opiniones sobre la esperanza, que son muy actuales. Quiero mencionar cuatro de ellas porque para mí son muy importantes. En primer lugar, está el aspecto sobre la conciencia –“el órgano del sentido” humano–, el cual es extremadamente lento, pero con el avance de la cultura se va afinando. Somos se-res con vida corta, por lo que no tenemos esta impresión. Pero Frankl, con su amplia visión, observó que a través de las patologías de cada época, existen, por así decirlo, mutilaciones de carácter en gran escala, como la historia lo ha demostrado repetidamente, y se mueven en la dirección positiva. Lo demuestra con el ejemplo de la esclavitud, la cual antes era legal pero hoy es rechazada mundialmente. Actualmente en todo el mundo, y en especial entre los jóve-nes, brotan mentalmente los pensamientos y las opiniones. Por los medios de comunicación moderna, los cuales hacen todo incomparablemente más transparente que antes, se levantan más y más naciones contra las dictaduras, la corrupción, el terror y la tiranía. Por desgracia, raras veces estas protestas en masa ocurren sin armas, lo que no concuerda con una revolución colectiva de conciencia. De todas maneras, es una luz de esperanza en el horizonte, que a los brutales poderosos cada vez se les hace más difícil maltratar y robar a los humildes, porque el sentido, la defensa y la conciencia de las naciones crece y pelea por la libertad, la autodeterminación y por salva-guardar los derechos humanos. Joseph Fabry, amigo de muchos años del Prof. Frankl, comentó una vez, cuando Frankl describía la conciencia como el orientador más íntimo del camino, que también era una he-rramienta para la evolución humana. Frankl opinaba, lo cito, que “en una sociedad, la cual toleraba y pregonaba el canibalismo, sólo el hombre con una conciencia altamente amplia podía tener la fuerza de enfrentarse a las normas comúnmente usadas, las cuales a él también le fueron impuestas. Mientras él obedecía a su conciencia –una conciencia– que si se atrevía a rechazar el canibalismo, lo convertía en rebelde. Posiblemente perdía su vida; pero había des-pertado la conciencia en otros. Yo pienso, que esto es el método y la manera para que avance la evolución humana”. Esto sobre la conversación entre Fabry y Frankl. El “rebelde” en el cuadro de Frankl es pacífico, solamente se niega a hacerle daño a la dignidad humana y, en caso de necesidad, se atiene a las consecuencias. Si hoy en día se empa-

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rejaran el aumento de protestas de las naciones en contra de las injusticias, de las miserias de muchos de por medio, del enriquecimiento sin medida, del enfrentamiento del progreso sin fuerza bruta y de la renuncia voluntaria surgida de la convicción, se podría estar al alcance la evolución humana. En segundo lugar, quiero hablar sobre la devastadora ansiedad por el descanso de la tur-bulencia diaria. Hace 20 años el eslogan “estar maduro para la isla” producía una sonrisa, pero también un ego notable. Desde entonces, oscila en muchas personas el sueño de un merecido “tiempo libre”, siempre y cuando se lo pueda permitir. No siempre es por tendencia a escapar. Se forma una sensación de querer salir de la famosa “rueda del hámster”, por lo que debe ha-ber una oportunidad de escapar de las abundantes tentaciones, para poder vivir una vida más simple, pero más consciente y auténtica. Aunque esto a veces no es factible, al menos se forma una esperanza al respecto en los corazones de las personas, una intensa esperanza que puede volverse cada vez más fértil. El Prof. Frankl, en un programa de radio, abogó porque “el hombre va a aprender otra vez, por un tiempo, aunque sea por un fin de semana, irse al desierto, y desiertos hay cerca de nosotros, los hay por todos lados. Sea una caminata a una choza en las montañas o una bahía solitaria en una orilla. Allí al menos puede uno terminar de reflexionar sobre sus pensamientos”. No solamente se trata de dos sentimientos: el sentimiento puramente físico-animal (como el hambre, el miedo, la cólera, la avaricia, etc.) y el sentimiento específico del valor humano (el de la amistad, la emoción, la fascinación artística o científica etc.) como fue descrito por Frankl en su libro La presencia ignorada de Dios. También hay otros dos conceptos sobre el pensamiento: el rendimiento del entendimiento cortical en combinación con la inteligencia, la memoria, el pensamiento lógico etc. Y nuevamente el específico conocimiento humano, la aceptación y la sabiduría, en el cual también encuentra su lugar la psicología y entendimiento del sentido. Frankl tenía mucha razón: solamente en el silencio, en un ambiente sin excitación, es decir, en su “desierto” personal, se puede pensar calmadamente sobre algo hasta el final; se puede sentir lo que uno verdaderamente quiere o debe hacer, y se puede ver en este instante, claramente, aquello referente al sentido del momento, para afirmarlo con un “sí”. Hemos de decir que esta manera de pensar se ha vuelto un tanto insólita para la mayoría de las personas. En referencia a esto quiero relatar un simple ejemplo. He escrito mis primeros diez libros todavía en mi máquina de escribir. Esto fue fatigoso porque cada página había que escribirla varias veces desde el borrador hasta el texto final corregido. Como era muy difícil corregir erro-res en la máquina, se había inventado entonces la capacidad de formular en su interior renglo-nes completos antes de escribir e imprimirlos. Reinaba el principio: “Primero pensar, después obrar”, es decir, primero pensar una frase y después escribirla. Cuando llegaron las computa-doras, se volvió inigualablemente cómodo y ya nadie quiere prescindir de los trabajos de texto. Pero el principio cambió. Como se puede corregir, cambiar, borrar y conceptuar de nuevo rei-na más bien el principio: “Primero obrar, después pensar”, es decir, primero escribir una frase y después corregirla o borrarla. Al escribir un libro tal vez no sea tan trágico, pero en la vida “primero obrar, después pensar” no es un principio en absoluto recomendable, porque algún procedimiento mal pensado ya no se puede corregir y podría convertirse en un bumerang.

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La generación de hoy también debería volver al “primero pensar, después obrar”, esto le sería más fácil si se acostumbrara a hacer regularmente excursiones al desierto privado, allí en donde uno puede pensar en silencio y “pensar hasta el final”. Allí puede encontrarse a sí mismo. Puede oír la llamada espiritual de la hora. Este paso regenerativo al desierto exige, por supuesto, un sacrificio que consiste en la autolimitación y la humildad. Quién llena su tiempo libre con eventos y diversiones, con compras, surfear, telefonear y otros pasatiempos, le irá como a aquél que llena su casa con cosas que ni siquiera necesita: se ahoga en la abundancia. Limpiar, tirar cosas y conformarse de nuevo en cambio, serían los elementos liberadores para satisfacer en alta medida los más íntimos anhelos del ser humano, por lo menos en nuestra sociedad occidental. Estos anhelos son totalmente diferentes a los que nos son ofrecidos por la propaganda. Confiemos entonces en una nueva cultura de reflexión, esto podría ayudar notablemente a cambiar la faz de la tierra. La mención del ordenador nos lleva a otro aspecto esperanzador, que sobresale cristali-zado del tumulto de nuestro tiempo. El humano ha adquirido un “tercer cerebro”. Adicio-nalmente a su arcaico tronco cerebral, las regulaciones de funcionamiento homeostáticas y su enorme corteza de asociación integrada, el neocortex, el homo sapiens ahora tiene también la computadora a mano con todo su alto rendimiento, la que con su impresionante banco de datos y rapidez del rayo puede suministrar información de su programa de búsqueda, a la cual el análisis y la investigación humana sola nunca podrían llegar. Aparte de esto, las informacio-nes que suministra el ordenador no son afectadas de emociones y suposiciones, como lo es el caso en el proceso del pensamiento humano. Por supuesto, todo puede ser mal usado, como lo demuestran algunas experiencias gra-ves en el internet. Qué inteligente se expresaba Frankl en su frase “jamás ni nunca dependa de una técnica sino siempre del intelecto en el cual se maneja”. Aparte de cualquier abuso, el tercer cerebro facilita al ser humano cualquier oportunidad de adentrarse en los secretos reales del ser, los cuales nos rodean e incluyen para seguir adelante y en síntesis, conocer y entender mejor la realidad. Cualquiera que haya trabajado terapéuticamente con los que buscan consejo sabe cuánto depende de una evaluación real. No sólo ensombrece dramáticamente la vida de los pacien-tes psíquicamente enfermos el no aceptar la realidad. También los neuróticamente enfermos sufren bajo imaginaciones de miedo irreal y hundimiento aparente del yo. Aún personas a las que uno consideraría anímicamente sanas, se comportan a veces en contra de su situación real metiéndose a lo mejor en deudas, las cuales no pueden pagar, consumiendo alimentos que les hacen daño o dando precipitados consentimientos que no pueden cumplir. No aceptar la realidad es un proceso de castigo propio que generalmente tiene malas consecuencias, tanto en lo grande como en lo pequeño. Historiadores han podido demostrar que las dos tremendas guerras mundiales del milenio anterior empezaron por puro error de evaluación de la realidad, y no sólo por mandatos en los altos gremios políticos, sino también por las masas de la pobla-ción. Entre más se fortalecen las ideologías, más se alejan de la realidad. El “tercer cerebro” de la humanidad puede, si se usa correctamente, ayudar a evaluar la realidad. Con su ayuda se logró desembarcar un vehículo en Marte, solo por mencionar un detalle entre muchos. Para obtener tal éxito se necesitaba de una inmensa precisión y descu-

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brimiento de conexiones físicas. El más pequeño error, por ejemplo, en el cálculo de la pista de aterrizaje, hubiera arruinado todo el proyecto. Por supuesto las computadoras no pueden definir si realmente tiene sentido aterrizar en Marte. Cuando nosotros, los humanos, creemos que algo tiene sentido tal vez entonces se nos hace saber si es posible realizarlo y de qué manera. Hemos partido desde el complejo problema de nuestra época: saber diferenciar entre el saber y el no saber juzgar. Nadie ni nada puede ayudarnos con esta tarea; ella permanece siendo responsabilidad del ser humano. Ante esta dificultad, las máquinas, cada vez más hábiles, pue-den entregar minuciosas informaciones para ser utilizadas en planos, hasta con pronósticos de consecuencias que repercuten en la naturaleza por nuestra acción de intervenir. Podrían ser colocadas en la búsqueda de sentido y encuentro de sentido mientras filtran ilusiones y anudan ideales con capacidad. La condición es que se pongan “al servicio”, es decir, son sir-vientes, dominados por el ser humano, no al revés. Creo que esto es el trabajo más grande que tendría que ser llevado a cabo por la juventud: apagar y encender la computadora, usarla para la orientación con sentido, sin doblegarse a sus seducciones. Si lo logra, puede con ayuda de su tercer cerebro, conquistar opciones fabulosas para el futuro. Todavía quiero tocar un cuarto aspecto: la globalización, la cual revuelve los ánimos, aun-que con seguridad no se podrá volver atrás. Al contrario, todo se mezcla en este mundo y todo lo que sucede se revuelve con todo lo sucedido. Las naciones individualmente ya no pueden “cocinar su propia sopa”; otras naciones les acusan con hechos ajenos, les guste o no. Uno se puede quejar e ir en contra pero sabemos, desde la psicoterapia, que las contraposiciones no son constructivas. Lo constructivo siempre está situado en el acuerdo, en este caso: estar de acuerdo con el mundo que se merece ser habitado. La expresión de Frankl, “el mundo no es sano, pero puede ser sanado”, tiene mucho significado en estos días. ¿En qué puede entonces contribuir el saneamiento a las naciones que por fuerza se tienen que amontonar inconteni-blemente cada vez más? Pensemos: ¿por qué hay fricciones tan fuertes entre los vecinos cercanos y lejanos? La respuesta es porque son diferentes. Diferentes razas, diferentes puntos políticos, diferentes partidos, diferentes deseos y penas, diferentes capacidades, diferentes adaptaciones antiguas a la vida, una diferencia sin fin. ¿Cómo, entonces, pueden entenderse? A pesar de ello gozan de una gran unión entre ellos, esta comprensión se la debemos al Prof. Frankl, de quien no tenemos un vago conocimiento, sino importantes palabras: cada ser humano de cada nación es una persona espiritual, noética, noológica. Esto es básicamente la única unión entre todos nosotros. Esto es lo que nos une: espiritualidad, y con ello la libertad, responsabilidad, poten-cial creativo y dignidad personal ilimitada e intangible. Aunque sorprenda, justamente en el fenómeno de la globalización podría ser útil que nos fijemos en esta unión. Si comprendemos que nuestro bienestar y padecimiento están unidos, que ninguno se puede zafar o que se avecinan catástrofes (por ejemplo, las amenazas climáticas o que sólo nos sentimos bien o mal estando unidos), podría formarse un credo único que más o menos se aproxima a lo que Frankl ya había exigido: un monantropismo (léase monoantro-pismo, que llevaría a la paz). La fe de la única humanidad a la que todos pertenecemos. La fe que sería capaz de atravesar todas las barreras de la diferencia es lo que nos agita desesperada-mente hoy día.

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Como una de las más antiguas alumnas de Frankl, permítanme hacer un resumen de aquello que Frankl supuestamente le hubiera dado al hombre para el camino en búsqueda de sentido al principio del siglo xxi. Probablemnete le diría: “¡Levántense! Levántense en contra de los permanentes orígenes del sufrimiento alrededor, abran su sutil sentido a los valores ver-daderos y peleen por la tolerancia y el mutuo respeto; pero renuncien a las contra agresiones y a cualquier pelea furiosa”. Frankl nos enseñó que los remedios malos rehúyen de la mejor causa. Él nos ha dejado con su conmovedora obra de teatro un llamamiento: “¡Jamás quere-mos pagar injusticia con injusticia, odio con odio y poder con poder! ¡La cadena, la cadena finalmente se tiene que romper!”. Esta es una herencia que no podría ser más convencedora. También diría: “Sean más humildes. No se dejen deslumbrar por las ruidosas llamadas del consumo masivo y retírense algunas veces a su desierto. ¡Escuchen allí la voz de la trans-cendencia!” Él nos aconsejó en una época en la que los diez mandamientos parecían perder su validez, observar los diez mil mandamientos que están escondidos en las diez mil situaciones de nuestra complicada vida. Pero ¿cómo puede alguien percibir estos diez mil mandamientos? Muy sencillo, en el silencio se manifiestan, pedazo por pedazo y no como órdenes severas de “arriba”, sino como cariñosos susurros del amigo más leal que tenemos: nuestra conciencia. Frankl probablemente seguiría diciendo lo siguiente: “Mientras tanto ustedes se han apropiado de un repertorio técnicamente fantástico, que les ofrece oportunidades gigantescas, ¡cuídenlo con esmero! Toda técnica necesita un control a través de algo metatécnico para no ponerse en contra de sus propios inventores”. Frankl comentaba, basándose en las técnicas psicoterapéuticas, que deben unirse con el arte y sabiduría del terapeuta, pero que también ni el arte ni la sabiduría son suficientes si no se agrega lo humano; la humanidad se tiene que colocar en su sitio merecido y limitado. Como última suposición, Frankl diría: “No olviden ustedes nunca que son los seres que siempre deciden. Deciden que serán en el siguiente momento. Ustedes, gracias a su potente espíritu son activos colaboradores de su destino. Unidos a la humanidad son colaboradores activos de la historia humana. Con sus obras escriben en un libro la historia en donde ya nada se puede borrar, ni lo glorioso ni lo espantoso, pero ante ustedes habrán todavía incontables páginas blancas, vacías, las cuales al final darán fe de ustedes. Conviertan esto en una propo-sición en común digna de ustedes.” Recuerdo una anécdota de Frankl sobre unos estudiantes que se habían separado totalmente peleados hasta el día en que su autobus se quedó atascado en el fango. De pronto, se esforzaban hombro con hombro para liberar el autobus y todas las desavenencias se esfumaron. Frankl acentuaba que no existía nada tan apaciguador como la entrega a un deber en común y significativo. Por lo que, probablemente, cerraría con estas palabras: “¡Tomen a estos niños como ejemplo! Hay suficientes preciosidades en el mundo que pueden ser liberadas del fango con nuestras fuerzas unidas. Trabajen con toda confianza, hombro con hombro, cada quién con sus talentos para que el “optimismo trágico”, el cual he cuidado toda mi vida, se convierta en su vida poco a poco en un “optimismo con derecho”. Uno no se puede expresar mejor que el Prof. Frankl y por eso le agradecemos sus textos inspiradores. Y yo les doy las gracias por escucharme.

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El cuidadoUna lectura desde el Homo patiensPablo EtchEbEhErE

l a l o g o t e r a p i a e n e l m u n d o

E

Doctor en Filosofía por la Universidad Católica Argentina, donde se desempeña como profesor de Antropología Filosófica y Metafísica.

En la historia de la filosofía el tema del cuidado de sí ha te-nido sus momentos de esplendor, pero también su olvido. A finales del siglo pasado el tema volvió a cobrar importancia en el ámbito de la filosofía. Nuestro propósito será entonces interpretar este cuidado de sí desde la perspectiva de una an-tropología basada en la noción de Homo patiens.

la filosofía y el cuidado de síLa filosofía, como se sabe, tiene dos ramas. Una crece hacia la teoría, hacia la contemplación y su finalidad es el conoci-miento por el conocimiento mismo. La otra rama orienta a la praxis, y se desarrolla en forma de ética. Su finalidad está en conocer, pero conocer para poder actuar. Ambas ramas no crecen con la misma fuerza, por eso en la historia de la filoso-fía nos encontramos con épocas donde predomina el saber y en otras el hacer. De acuerdo con este esquema –que no es más que eso– algunas épocas se centran en el conocimiento de la naturale-za, del mundo y buscan, podemos decir, un conocimiento de tipo objetivo. Lo que al hombre le sucede o le afecta estará de-terminado por su saber sobre el mundo y es deducido de éste. Luego de estos momentos surgen tiempos donde el centro ya no es la naturaleza sino el hombre y el conocimiento poco a poco se vuelve más subjetivo, más humano. Como a todos los hombres, nos han tocado tiempos ex-traños para vivir. Los conocimientos científicos nos abruman en su vértigo y nos resulta imposible abarcarlos, tanto que desesperamos de saber algo. De esta manera, el ideal de la Ilustración llega a su término, puesto que una vez que hemos alcanzado el conocimiento del mundo queda aún la tarea pro-pia de la Ilustración: volver al hombre señor de sí mismo.

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En este contexto, a mi entender, renace el tema del cuidado de sí en la filosofía de fines del siglo pasado y comienzos de este. Obras como la de Pierre Hadot1 y las lecciones finales dictadas por Michel Foucault2 son prueba de esta tendencia. Para nuestro tema es interesante la distinción que establece Foucault en cuanto al modo de acceder al saber. Para él, hay dos formas, una que llama “cartesiana” y según la cual el acceso a la verdad es inmediato y no produce en el hombre transformación alguna. La otra forma de acceso a la verdad, en cambio, exige como condición previa una transformación del sujeto, el sujeto debe ejercitarse para poder acceder a la verdad y luego al poseerla se ve nuevamente transformado. En esta forma de acceso consiste el cuidado de sí y que Foucault asocia a la espiritualidad. Por lo tanto, la preocupación de sí, la cura de sí (Sorge) ha logrado un puesto central, no sólo en las antropologías basadas en Martin Heidegger. La preocupación ha dado forma al hombre, en tanto que configura su futuro, porque “todo lo que hace el hombre lo hace para evitar la preocupación” (Abendhazan).3 Ahora bien, ¿qué relación guarda esta tendencia con la antropología frankliana? Quisiera responder a esta pregunta desde la noción de Homo patiens.

Homo patiensYa la expresión propuesta por Viktor Frankl marca una ruptura con las antropologías previas e incluso, me atrevo a afirmar, una forma novedosa de hablar sobre el hombre. Ya no veremos de aquí en más al hombre como un Homo sapiens (hombre que sabe), ni como Homo faber (hombre que hace), formas que resumen los ámbitos de la filosofía a los que hicimos alusión anteriormente. Pero ¿qué entendemos por Homo patiens? No cabe duda que el tema pasa por aclarar el término patiens. Su riqueza es grande y no debemos perder ningún matiz, lo cual llevaría a ocultar todo su potencial. Gramaticalmente patiens es el participio presente del verbo latino patere, de modo que se puede traducir como “el que realiza la acción de padecer”. Aquí ya nos encontramos con una novedad. Padecer no es propiamente una acción sino una pasión. Padecer no es hacer ni –lo que más nos importa recalcar– sólo sufrir. Padecer es propiamente un recibir, un hospedar, un acoger. Dije que nos encontrábamos con una novedad, porque considero que nuestra cultura, tal como se manifiesta en el lenguaje, tiende a ocultar este sentido de padecer. Cuando escucha-mos por ejemplo la palabra pasión generalmente imaginamos una acción descontrolada, una acción desmesurada y sin sentido, transformamos algo que es pasivo en activo. Tenemos así una primera característica del Homo patiens. Lo humano del hombre se despliega inicialmente en forma de pasión, esto es, bajo la forma de la recepción, de la hospi-talidad. La pasión, así entendida, es el modo inicial de la transcendencia. Con esta afirmación queremos recalcar que la transcendencia no es solamente una acción, una salida de sí, sino que, para que se pueda dar esa salida, tiene que haber previamente una llamada y una escu-

1 Por ejemplo, La ciudadela interior. Barcelona, Decay, 2013 y sobre todo Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Madrid, Siruela, 2006. 2 Hermenéutica del sujeto. Buenos Aires, FCE, 2014.3 Citado por José Ferrater Mora. Diccionario de filosofía. Voz cuidado.

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cha de esa llamada. Esa escucha es la pasión. Al escuchar la llamada se rompe mi encierro, se rompe mi soledad, porque es lo otro, lo distinto de mí que se hace presente. Esta es entonces la primera forma en que se manifiesta el Homo patiens: escuchando la llamada del sentido, de los valores, y así transcendiéndose. Pero la pasión puede tener otro significado y que es el del sufrimiento. Asumir este sen-tido es uno de los aportes de Frankl, pero que siempre ha provocado malos entendidos. El Homo patiens no es aquél hombre que alcanza su humanidad en razón o por gracia de haber sufrido. El Homo patiens, como dice Frankl, no es un masoquista. Tampoco el sufrimiento en cuanto tal hace mejor a un hombre que a otro. El sufrimiento no es una medalla ni un trofeo, aunque a menudo esta idea ronde en algunas expresio-nes en el ámbito de la logoterapia. El lema de Frankl es contrario a esta idea: lo que él nos quiere enseñar es que aún en el sufrimiento, que a pesar del sufrimien-to, la vida tiene sentido. Lo que hace mejor al hombre no es el sufrimiento, sino la actitud que toma ante el sufrimiento, frente al mal. Si el sufrimiento fuera fuente del sentido, enton-ces cabría que nos preguntáramos ¿qué sentido tiene el bien?, ¿qué sentido tiene la alegría? Si el sufrimien-to brindara sentido ¿no sería entonces el mal mejor que el bien? ¿No tendríamos que bendecir a aquellos que nos hacen sufrir y maldecir a los que nos hacen el bien? Así podríamos decir al médico que nos cura que nos ha impedido darle sentido a nuestra vida. Tenemos así nuestra segunda característica del Homo patiens. El hombre se vuelve huma-no en su capacidad para sobreponerse al mal, sobreponerse a aquello que lo lastima, que lo lacera. De este modo podemos concluir que no se es más humano sabiendo (Homo sapiens) ni tampoco haciendo (Homo faber) sino –y misteriosamente– hospedando tanto al bien como al mal y así transcendiéndose. El hombre es humano en cuanto que se apasiona, se involucra tanto por el bien como por el mal que la vida nos muestra.

la pasión y el cuidadoQueda finalmente ver la relación que hay entre el cuidado y estas características que señala-mos del Homo patiens. Tanto en griego como en latín, las dos lenguas fundantes de nuestro castellano, la palabra cuidado se desdobla en dos etimologías. Por un lado la cura y por otro la solicitud. Así, podríamos intuir que el cuidado implica una actitud de atención a lo que pasa fuera del hombre, a lo que lo rodea y le exige una respuesta. Es por eso que tal vez nos pode-mos preguntar si el término cuidado no es otra forma de nombrar a la responsabilidad. De este modo, ser responsable no es cumplir con normas o leyes de un modo correcto sino estar atento a lo que nos rodea, no sólo para ayudar si acaso irrumpe el mal, como también disfrutar el bien cuando éste llega. ¿Cuántas veces decimos que no hay sentido cuando en realidad no podemos ver lo que nos rodea y que de algún modo nos llama hasta a gritos?

El hombre se vuelve humano en su capacidad para sobreponerse al mal, sobreponerse a aquello que lo lastima, que lo lacera. De este modo podemos concluir que no se es más humano sabiendo (Homo sapiens) ni tampoco haciendo (Homo faber) sino –y misteriosamente– hospedando tanto al bien como al mal y así transcendiéndose. El hombre es humano en cuanto que se apasiona, se involucra tanto por el bien como por el mal que la vida nos muestra.

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Así entonces, el cuidado es la mirada del hombre no dirigida hacia sí mismo sino al otro, ya sea una persona, una obra de arte o la naturaleza misma. Por eso nos podemos también preguntar ¿es conveniente hablar de un cuidado de sí? ¿Puede ser esta una prima intentio o en realidad es el resultado de habernos preocupado por el otro? Creemos que el cuidado de sí como algo a lograr puede ser contraproducente en tanto que lleva a una especie de narcicismo, de una excesiva atención sobre sí mismo. Creemos que el sentido no se encuentra en una hipe-rreflexión, sino en un olvido de sí y en una atención al otro. Porque digámoslo directamente: el Homo patiens en sí considerado, en cuanto es recepción y hospedaje, es un despojado, un olvidado de sí. Dijimos que el cuidado es una forma de la responsabilidad, recién dijimos que el cuidado de sí no es algo a intentar sino algo que viene por añadidura. Para concluir afirmamos que el cuidado muestra el rasgo principal del Homo patiens: su vulnerabilidad. Se ha hablado de tiempos fuertes, de épocas líquidas, se ha hablado de la muerte de la tragedia, creo que es hora de presentar una forma positiva de ver la cultura y ésta sería la de una época de la vulnerabi-lidad, de la fragilidad. Creo que el Homo patiens rescata ese rasgo de la vida humana. No se afirma en el saber ni en el hacer, sino en el gesto del que tiende la mano, que la tiende para pedir y que la tiende para dar. En ese gesto se esconde la esencia del cuidado.

BibliografíaFrankl, Viktor. El hombre doliente. Fundamentos antropológicas de la psicoterapia. Barcelona, Herder,

1987Foucault, Michel. Hermenéutica del sujeto. Buenos Aires, F.C.E, 2014.Hadot, Pierre. Ejercicios espirituales y filosofía antigua. Madrid, Siruela, 2006.Heidegger, Martin. Ser y tiempo. Trad. de Jorge Eduardo Rivera C. Chile, Editorial Universitaria,

1997.HistorischesWörterbuch der Philosophie. Herausgegeben von Joachim Ritter und Rudolf Eisler. Stutt-

gart, Basel, Schwabe& Co. Verlag, 1971-2004.ReallexikonfürAntike und Christentum.SachwörterbuchzurAuseinandersetzung des Christentumsmit der

Antiken Welt.Stuttgart, AntonHiersemann, 1976.

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EResumen: en este trabajo se estudian tres notas con que V. E. Frankl describe a la persona humana: espiritualidad, libertad y res-ponsabilidad. Se busca saber si, según las descripciones franklea-nas, éstas se pueden tomar como realidades de orden categorial o manifestativo en el hombre, o por el contrario, como dimensio-nes de orden trascendental, es decir, características de la intimi-dad personal humana. Palabras clave: V. E. Frankl, espiritualidad, libertad, respon-sabilidad, categorial, trascendental.

Summary: In this paper we study three notes in V. E. Frankl’s An-thropology in which he describes the human person: spirituality, freedom and responsibility. He wanted to know if, according to Frankl’s descriptions, they can be taken as categorial realities, ma-nifestatives, or conversely, as dimensions of transcendental order, i.e. features of human personal intimacy. Key words: V. E. Frankl, spirituality, freedom, responsibility, categorical, transcendental.

Preliminares: De los nombres a la realidadPara Frankl, ‘persona’ no equivale a ‘hombre’, pues la primera es la capa superior de lo humano, la más relevante y la que está por encima de lo psíquico y de lo biológico en nosotros. Esta visión tripartita de lo humano es tan inusual como cer-tera en el pensamiento del siglo xx1. Frankl llama a la persona

1 Se encuentra en pocos autores: en Scheler del segundo periodo, el católico, en Nédoncelle, en L. Polo, en Guardini y en Ratzinger. Cfr. sobre Scheler mi trabajo: Intuición y perplejidad en la antropología de Scheler. Introducción, textos, glosas. Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria, nº 216, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2009. De Nédoncelle se puede revisar mi investigación: La antropología trascendental de Nédoncelle, Madrid,

Revisión de tres notascon que Viktor E. Frankl describe el ser personalJuan FErnando SElléS

l a l o g o t e r a p i a e n e l m u n d o

Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra (1994), profesor Titular de Antropología en dicha institución. Ha impartido 15 materias distintas de filosofía, 14 cursos de doctorado y 21 de Maestría. Es Profesor Visitante de 10 universidades extranjeras, la Panamericana de la Ciudad de México. Ha publicado 42 libros, más de 200 artículos, varias ‘Notas’ y ‘Presentaciones’ de libros y ‘Reseñas’ bibliográficas. Es, asimismo, editor de 13 libros. Sus dos líneas de investigación son la Antropología filosófica y la Teoría del conocimiento. Comenzó su actividad docente, su investigación y sus publicaciones desde el inicio de su Tesis Doctoral en 1990.e.mail: [email protected]

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de diversas maneras, a saber, individuo, yo, personalidad, existencia, espíritu, corazón, deve-nir. Pero, en rigor, no todos estos términos son adecuados para nombrar a la persona, es decir, no todos ellos se pueden usar como sinónimos. Ahora bien, si saltamos de los nombres a la realidad personal tal como el pensador vienés la entiende, podemos atender sintéticamente a tres notas reales intrínsecas con que describe a la persona: la espiritualidad, la libertad, y la responsabilidad. Como la libertad y la responsabilidad requieren de la espiritualidad, se atenderá en pri-mer lugar a ésta. Luego a la libertad, y en tercer lugar a la responsabilidad, que es la otra cara de la moneda de la libertad. Tras la descripción de todas ellas se añadirá una breve revisión de las tres, y ambas cosas de modo conciso porque, dado que los textos franklianos en los que se describen dichas notas son abundantes y que las revisiones de su significación también de-berían serlo –el estudio de cada una de ellas daría para un amplio trabajo aparte–, debemos resumir todo lo posible. Trataremos, pues, seguidamente de la espiritualidad, a las otras dos notas que siempre aparecen unidas entre sí en los textos de Frankl: la ‘libertad’ y la ‘responsabilidad’.2 Si ‘perso-na’ es, para Frankl, sinónimo de ‘existencia y de ‘espíritu’, “de las realidades existenciales del hombre forman parte: la espiritualidad, la libertad y la responsabilidad del hombre. Estas tres realidades existenciales no caracterizan sólo la existencia humana como tal, como humana, sino que más bien la constituyen. En este sentido, la espiritualidad del hombre no es sólo un caracteristicum sino un constituens: lo espiritual… es algo que distingue al hombre, que le corresponde sólo a él y ante todo a él”.3 Si la persona es espíritu, a este planteamiento hay que añadir que no sólo serán tal las personas humanas, sino también las demás. Pero éstas (las divinas y las angélicas) son tema propio de la teología sobrenatural, no de la antropología, y Frankl no las tiene en cuenta.4 Atendamos, pues, en primer lugar a la espiritualidad del hombre.

Ápeiron, 2015. Cfr. de L. Polo sus dos tomos de Antropología trascendental. I La persona humana, Pam-plona, Eunsa, 1999, y II. La esencia de la persona humana, Pamplona, Eunsa, 2003. Cfr. de Guardini su libro: Quien sabe de Dios conoce al hombre, Madrid, PPC, D.L., 1995. Cfr. de Ratzinger: Introducción al cristianismo, Salamanca, Sígueme, 1970. 2 “Ser libre no es sino el aspecto negativo de un fenómeno total, cuyo aspecto positivo es ser responsable”. Frankl, V., Psicoterapia y humanismo, México, FCE, 1992: 65; “Ser humano implica ser libre y responsa-ble”. Psicoterapia y existencialismo. Escritos selectos sobre logoterapia, Barcelona, Herder, 2ª ed., 2001: 98; “La liberté est en réalité un concept négatif qui requiert un complément positif. Et le complément positif est le sens de responsabilité”. Raisons de vivre, Bellegarde, Ed. du Tricorne, 1993: 45. 3 Frankl, V., Logoterapia y análisis existencial, Barcelona, Herder, 1990: 77-78. Esto lo reitera más adelante así: “La responsabilidad, igual que la espiritualidad y la libertad, es un fenómeno originario y no un epife-nómeno”. Ibid., 116. 4 De ellas declara que “siendo el espíritu humano de índole personal, no podemos concluir sin más que el espíritu divino sea igualmente espíritu personal; la conclusión correcta es que el espíritu divino es al menos tan persona, pero en rigor es suprapersonal”. Frankl, V., El hombre doliente, Barcelona, Herder, 1987: 290.

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la espiritualidad (Geistigkeit)De ordinario, la espiritualidad se ha atribuido a la inteligencia5 y, por extensión, al alma hu-mana.6 Pero Frankl, que distingue a la persona (el ser) de su alma y de su cuerpo (el tener), atribuye la espiritualidad a la persona, asunto que tomó seguramente de Scheler.7 En su pri-mera obra, Las raíces de la logoterapia. Escritos juveniles, Frankl ya afirmó que el anclaje del análisis existencial está en lo espiritual del hombre,8 y como esa zona de lo humano es libre, el psicoterapeuta debe respetar la libertad personal.9 Por su parte, en El hombre en busca de sentido añade que “a pesar del primitivismo físico y mental imperantes a la fuerza, en la vida del campo de concentración aún era posible desarrollar una profunda vida espiritual”,10 vida a la que atribuye reiteradamente la libertad, lo cual indica que por encima de los condiciona-mientos físicos y psíquicos, extremos de dicha situación, en el hombre impera lo espiritual; en consecuencia, que la franja superior de lo humano es el espíritu. Esto supone distinguir –como se lleva a cabo en la revelación judeocristiana11– entre espíritu y alma.

5 Cfr. por ejemplo: Torralba Roselló, F., Inteligencia espiritual, Petrópolis, Plataforma, 2011. 6 Cfr. entre otros: Rey Altuna, L., La inmortalidad del alma a la luz de los filósofos, Madrid, Gredos, D.L., 1959. 7 Cfr. Wierzba, G., “‘Spirito’ e ‘dimensione spirituale’. Un denominatore commune tra Max Scheler e Vik-tor Frankl”, Ricerca di senso, 3/1 (2005) 49-83.8 Frankl, V., Las raíces de la logoterapia. Escritos juveniles, Barcelona, Herder, 2007, 253. Más abajo añade: “La psicoterapia sólo agotará todas las posibilidades terapéuticas cuando, orientada por la dimensión del espíritu y convertida en análisis existencial, vea detrás del hombre que sufre psíquicamente al hombre que lucha espiritualmente”. Ibid., 264. Esta tesis la reitera es las obras sucesivas. Así, en Psicoanálisis y existen-cialismo, escribe que la psicoterapia “arranca de lo espiritual”. 21. Y más abajo repite: “la logoterapia es la psicoterapia ‘que parte de lo espiritual”. México, FCE, 4ª ed., 1963, 38. “La actitud espiritual de la persona (espiritual) ante la enfermedad psíquica que le aqueja es el punto de partida de la logoterapia”. 249. Cfr. también: Ibid., 278. En La voluntad de sentido agrega que la logoterapia “se orienta hacia lo espiritual”, Barcelona, Herder, 1988, 120. En El hombre doliente insiste en lo mismo: en “una psicoterapia que arran-que ‘de lo espiritual’ –que es la definición que yo propongo de la logoterapia– o una psicología orientada ‘hacia lo espiritual’ –que es como yo defino el análisis existencial–”. Cit., 88. Y formula ese entronque de la psicoterapia en lo humano espiritual a modo de credo: “nuestro credo psiquiátrico: la fe inquebrantable en el espíritu personal, la fe ‘ciega’ en la persona ‘invisible’, pero indestructible”. Ibid., 134. Cfr. asimismo: Ibid., 211. Cfr. también: El hombre en busca del sentido último. El análisis existencial y la conciencia espiritual del ser humano, Barcelona, Herder, 1997: 37 y 39. Psicoterapia y existencialismo, ed. cit., 84. 9 “La psicoterapia debería garantizar el respeto por la autonomía propia de todo lo espiritual, y ya por esa sola postura debería evitar intromisiones psicologistas por parte del psicoterapeuta”. Frankl, V., Las raíces de la logoterapia, ed. cit., 270. Cfr. también La presencia ignorada de Dios, Barcelona, Herder, 1977: 18.10 Frankl, V., El hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, 1980: 44. 11 “Bendecid, almas y espíritus justos, al Señor”. Dan., III, 86.“Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”. Lc., I, 47.“Que vuestro ser entero -espíritu, alma y cuerpo- se mantenga sin mancha”. I Tesal., V, 23; “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo: entra hasta la división del alma y del espíritu”. Hebr., IV, 12. Similar a éstos son los siguientes textos: “Porque si yo orare en lengua desconocida, mi espíritu ora; mas mi entendimiento es sin fruto. ¿Qué pues? Oraré con el espíritu, más oraré también con el entendimiento I Cor., 14-15.

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En Psicoanálisis y existencialismo este pensador austríaco indica que al campo de lo espiritual en el hombre, que es el superior, pertenecen los valores.12 En La presencia ignorada de Dios toma a la persona como el centro espiri-tual en torno al cual gira lo psicofísico,13 núcleo del que dice que es inconsciente.14 Por su parte, en La voluntad de sentido señala que lo espiritual en nosotros es ‘el sí mismo’,15 lo que perdura tras la muerte, al que identifica ‘con la persona’16 y con ‘el yo’.17 En El hombre doliente, trabajo en el que Frankl busca el sentido del sufrimiento, nos dice que “la interpreta-ción del sentido supone que el hombre es espiritual”.18 Paralelamente, en esta obra sostiene que “el sentimiento de falta de sentido de la vida… no es una enfermedad

psíquica, es la expresión de un agotamiento espiritual”.19 Las psicoterapias biologicistas o psicologistas, que no logran “dar con lo espiritual como esfera independiente y esencialmente diversa de lo anímico”,20 no logran dar con el sentido personal. En esta obra agrega que lo peculiar de los seres espirituales es, a distinción de los materiales, la mutua penetración,21 que es cognoscitiva,22 y a la que llama ‘intencionalidad’. Sostiene que ser espiritual es la ‘esencia’ del hombre.23 De dicho ser afirma que, filosóficamente, no sabemos de dónde procede,24 y tampoco si sobrevive o no a la muerte corpórea.25 Sin embargo, a esto último cabe replicar que se puede saber filosóficamente que la persona humana procede de Dios y que a él retorna, si es que no reniega del Creador, porque –como Frankl mismo afirma en esta obra– el espíritu humano es libre.26 Sostener la hipótesis contraria, la de la ignorancia natural sobre el origen y destino de la persona humana, supone incurrir en fideísmo. Frankl llama también a la franja espiritual de lo humano ‘corazón’, y lo designa como lo que uno ‘es’.27

12 Cfr. Frankl, V., Psicoanálisis y existencialismo, ed. cit., 17. 13 Cfr. La presencia ignorada de Dios, Barcelona, Herder, 1977: 26. 14 Cfr. Ibid., 30. 15 Cfr. La voluntad de sentido, Barcelona Herder, 1988: 56. 16 Cfr. Ibid., 107, 108. 17 Cfr. Ibid., 123. 18 El hombre doliente, ed. cit., 45. 19 Ibid., 69. 20 Ibid., 88. 21 “La posibilidad de que el ser espiritual ‘esté presente en’ otro ser es una facultad originaria, es la esencia del ser espiritual, de la realidad espiritual”. Ibid., 110. 22 Ibid., 111. 23 Cfr. Ibid., 140, 143. 24 Cfr. Ibid., 145. 25 Cfr. Ibid., 163. 26 Cfr. Ibid., 174, 190. 27 Cfr. Ibid., 279.

Frankl llama a la persona de diversas maneras, a saber, individuo, yo, personalidad, existencia, espíritu, corazón, devenir. Pero, en rigor, no todos estos términos son adecuados para nombrar a la persona, es decir, no todos ellos se pueden usar como sinónimos. Ahora bien, si saltamos de los nombres a la realidad personal tal como el pensador vienés la entiende, podemos atender sintéticamente a tres notas reales intrínsecas con que describe a la persona: la espiritualidad, la libertad, y la responsabilidad.

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En La idea psicológica del hombre el fundador de la logoterapia añade respecto de los es-tudios precedentes que “por más que el hombre sea según su esencia, un ser espiritual, sigue siendo, a pesar de ello, un ser finito y limitado”.28 Continúa manteniendo que lo espiritual es lo central en el hombre,29 lo cual penetra lo corpóreo y lo psíquico.30 La idea de la finitud del espíritu humano la reitera en Ante el vacío existencial.31 Por otro lado, en La psicoterapia al alcance de todos describe la generalizada enfermedad espiritual de nuestro tiempo como ‘cansancio’ y ‘hastío’, hasta el punto de que al hombre contemporáneo le gustaría acabar con su espiritualidad y con su libertad y su responsabilidad.32 En efecto, repárese en que esas ne-gaciones son propias del reciente neomaterialismo de múltiples cabezas (neurológico, laicista, culturalista o posmoderno, etc.) que, sin duda, está en auge. Asimismo, describe al espíritu como el ‘huesped’ del cuerpo y del medio ambiente, y a éstos como ‘instrumentos’ del espí-ritu.33 En efecto, frente a Marcel,34 Frankl mantiene que la persona humana no ‘es’ cuerpo, sino que ‘tiene’ cuerpo, pues sostiene –como después dirá Polo35– que la persona humana es un espíritu en el tiempo; también en el mundo. En Logoterapia y análisis existencial Frankl concibe la ‘penetración’ entre espíritus de este modo: “El ente espiritual ‘está junto a’ otro ente. Sólo que este ‘existir junto a’ no se debe imaginar de manera espacial, precisamente porque no es un ‘existir junto a’ espacial sino un existir ‘real’; sin embargo, esta ‘realidad’ no es ninguna realidad óntica sino una realidad on-tológica. Por consiguiente, el espíritu no está ‘afuera’ en sentido óntico, sino que en cada caso está casi afuera en el sentido ontológico”.36 Es claro que para Frankl esta relación es cognos-citiva, y, por tanto, no física, lo que equivale a indicar que el conocer es una nota distintiva del ser espiritual. A esa propiedad del conocer humano denomina ‘intencionalidad’.37 El ‘ser

28 Frankl, V., La idea psicológica del hombre, Madrid, Rialp, 1984: 125. 29 Cfr. Ibid., 154. 30 Cfr. Ibid., 169. 31 Cfr. Frankl, V., Ante el vacío existencial. Hacia la humanización de la psicoterapia, Barcelona, Herder, 1980, 105. 32 Cfr. Frankl, V., La psicoterapia al alcance de todos, Barcelona, Herder, 1986, 139. En Logoterapia y aná-lisis existencial, además de ‘hastío’ (cfr. cit., 92) habla de ‘aburrimiento’ e ‘indiferencia’ (cfr. Ibid., 277), de ‘insignificancia’, ‘absurdidad’ y ‘apatía’ (cfr. Ibid., 283). 33 Cfr. La psicoterapia al alcance de todos, ed. cit., 168-9. 34 “Yo soy mi cuerpo, es decir, yo no puedo tratarme en absoluto como un término distinto de mi cuerpo, que estaría con él en una relación determinante… es evidente que mi cuerpo, en ese preciso sentido, soy yo mismo, pues no puedo distinguirme de él más que a condición de convertirlo en objeto, es decir, de no tratarlo más como mediador absoluto”. Marcel, G., Ser y tener, Madrid, Caparrós, Madrid, 1996: 22-23.35 Cfr. Polo, L., Quién es el hombre. Un espíritu en el tiempo, Madrid, Rialp, 2003. 36 Frankl, V., Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 78. 37 “¿Qué es, pues, en última instancia este ‘estar junto a’ del ente espiritual? es la intencionalidad de este ente espiritual. Sin embargo, el ente espiritual es intencional en lo profundo de su esencia y de este modo se puede decir que el ente espiritual es ente espiritualmente, es ser consciente, ‘está junto a sí’, mientras ‘está junto a’ otro ente, mientras ‘tiene conciencia’ de otro ente. De esta forma el ser espiritual se realiza en el ‘estar junto a’ y este ‘estar junto a’ del ser espiritual constituye su posibilidad más propia, su capacidad primordial específica. El ente espiritual no sólo es capaz de ‘estar junto a’ otro ente, sino que también pue-de, en especial, ‘estar junto a’ un ente de la misma clase, es decir, junto a un ente igualmente espiritual, es

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junto a’ lo podemos describir como ‘coexistencia’, en el sentido de que una persona no puede ser intrínsecamente aislada, pues su ser es acompañante. Esto lo describe Frankl diciendo que “el ‘estar uno junto al otro’ constituye el ‘ser’ de una persona ‘junto a’ la otra como tal, y esto quiere decir lo mismo que ‘junto a’ esta otra persona en su absoluta ‘alteridad’”.38 Con todo, esta última palabra puede ser matizada, si por ‘alteridad’ se entiende cierta oposición, puesto que ninguna persona es opuesta a otra, sencillamente porque es remitente a ella hasta el punto que no puede ser sin una persona distinta. También en esta obra Frankl reitera que la espiritualidad humana es inconsciente,39 a lo que añade que es “la fuente y raíz de toda espiritualidad consciente”,40 lo cual es certero, porque la conciencia en el hombre siempre llega tarde, o si se quiere, es posterior al ser, porque es sobre todo relevante para el obrar, pero éste sigue al ser. Reitera asimismo que la persona está orientada hacia los valores.41 También que la persona espiritual es limitada, en el sentido de que “la persona espiritual no es capaz de imponerse absolutamente a través de los estratos psicofísicos”.42 Con todo, más ade-lante añade que, si bien, “todo lo humano es limitado... es realmente humano sólo en la medi-da en que se eleva sobre su propia limitación, superándola y, por tanto, ‘trascendiéndola’. Así que un hombre en general es sólo un hombre en la medida en que –como ser espiritual– está por encima de su ser corporal y psíquico”.43 En cualquier caso, es claro que Frankl mantiene –y esto es lo más relevante porque asume la distinción real entre ‘persona’ y ‘hombre’– que “la persona espiritual es aquella parte del hombre que puede confrontarse siempre y en cualquier momento”.44

En El hombre en busca del sentido último Frankl sostiene que la responsabilidad deriva de la espiritualidad45, sigue manteniendo que el espíritu es inconsciente46 y que es el centro de lo humano.47 Por su parte, en Psicoterapia y existencialismo añade que la espiritualidad en el hom-

decir, del mismo tipo. Este ‘estar junto a’ del ente espiritual junto a otro ente espiritual, este ‘estar junto a’ entre entes espirituales, lo llamamos ‘estar uno junto al otro’. Resulta, pues, que el pleno ‘estar uno junto a’ se hace posible solamente y ante todo en semejante ‘estar uno junto al otro’, por consiguiente sólo entre existente de la misma clase. Pero esto sólo es posible en aquel ‘estar entregado uno al otro’ enteramente que llamamos amor”. Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 80-81. Más adelante afirma: “La intencionalidad forma parte de la esencia de la existencia humana”. Ibid., 110. 38 Ibid., 81. 39 “Entendemos por espiritualidad inconsciente una espiritualidad cuyo carácter inconsciente consiste en la carencia de la autoconciencia reflexiva”. Ibid., 81. 40 Ibid., 82. 41 Cfr. Ibid., 112-113.42 Ibid., 87. Más abajo refiere: “El espíritu humano es limitado, no menos pero tampoco más. El cuerpo no origina nada; él sólo limita; pero esta limitación el espíritu humano consiste, no en último lugar, en la dependencia del espíritu humano de su cuerpo”. Ibid., 89. 43 Ibid., 99. 44 Ibid., 100. 45 “Sólo desde el punto de vista de la espiritualidad o existencialidad del hombre se hace posible descubrir al ser humano en términos de ser responsable”. Frankl, V., El hombre en busca del sentido último, ed. cit., 37.46 Cfr. Ibid., 39, 40, 45, 46, 54, 56, 83.47 Cfr.Ibid., 42-3.

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bre es la condición de posibilidad no sólo de la responsabilidad sino también de la libertad;48 agrega asimismo que ‘espiritual’ no tiene una connotación religiosa,49 sino antropológica, y reitera que esta dimensión, ‘genuinamente humana’ es la que nos permite trascender hacia el deber ser.50

la libertad (Freiheit)51

En El hombre en busca de sentido Frankl sostuvo que la espiritualidad es propia del ‘yo íntimo’, al que atribuye la libertad.52 Es correcto que la libertad sea radical, porque si la persona no fuera libertad desde el inicio, no podría adquirirla con el transcurso del tiempo, ya que lo su-perior no surge de lo inferior. Tampoco la podría extender a su inteligencia y a su voluntad, las cuales inicialmente son potencias pasivas (tabula rasa llamaba Aristóteles a una de ellas), y por tanto, carentes de libertad. Por lo demás, lo que precede es tesis clásica, pues Tomás de Aquino sostenía que la libertad inviste a dichas potencias inmateriales humanas cuando éstas adquie-ren, respectivamente, hábitos y virtudes.53 A la par, como Frankl advirtió, la libertad personal no es aislada, sino que “la libertad presupone vínculos, tiene que contar con vínculos”.54 En efecto, la libertad personal humana es orientada, tiene una dirección. ¿Con qué se vincula? Con lo que él denomina ‘destino’: “Tener un destino significa tener cada uno su destino. Con su destino peculiarísimo el individuo está, como si dijéramos, solo en todo el universo. Su destino no

48 Cfr. Psicoterapia y existencialismo, ed. cit.,75. 49 Cfr. Ibid., 83. 50 Cfr. Ibid., 139. 51 Cfr. sobre este tema: Fizzotti, E., “La libertà. Sfida per l´uomo che vuole essere se stesos. Aspetti dell´an-tropologia di Viktor E. Frankl”, Teoresi, 29 (1974) 42-70. 52 “No cabe duda que las personas sensibles acostumbradas a una vida intelectual rica sufrieron muchísimo (su constitución era a menudo endeble), pero el daño causado a su ser íntimo fue menor: eran capaces de aislarse del terrible entorno retrotrayéndose a una vida de riqueza interior y libertad espiritual”. Frankl., V., El hombre en busca de sentido, ed. cit., 44. Más adelante añade: “¿No hay una libertad espiritual con respecto a la conducta y a la reacción ante un entorno dado?... El hombre puede conservar un vestigio de libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión psíquica y física… al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias– para decidir su propio camino”. Ibid., 68-9; “La libertad íntima nunca se pierde… Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”. Ibid., 70. 53 “La libertad sobre las cosas que se disponen, sigue a los hábitos y a los actos. Y por eso, varía según la di-versidad de los actos y los hábitos”. Tomás de Aquino, In II Sententiarum, d. 25, q. 1, a. 4, ad 1. “El hábito es aquello por lo cual el que obra lo hace cuando quiere, como se dice en el III De Anima”. Q. D. De Malo, q. 16, a. 11, ad 4. Otras referencias sobre lo mismo se encuentran en: Q. D. De Veritate, q. 1, a. 12, ad 15; Reportationes Ineditae Leonina, n 3. 13, vs 8; Summa Theologiae, I-II ps., q. 58, a. 1, co; III ps., q. 11, a. 5, ad 2. El de Aquino cita en este punto al Comentador, es decir, a Averroes, en innumerables ocasiones. Cfr. In III Sententiarum, d. 23, q. 1, a. 1, sc. 1; d. 34, q. 3, a. 1, c, sc. 1; Summa Contra Gentiles, l. II, cap. 60, n. 12; Q. D. De Malo, q. 6, co; q. 16, a. 8; q. 16, a. 11, ad 4; In Ethicorum, l. III, lec. 6. N. 4; l. VII, lec. 3, n. 15; Summa Theologiae, I-II ps., q. 50, a. 5, co; I-II ps., q. 51, pr. 7; I-II ps., q. 78, a. 2, co; q. 107, a. 1, co; II-II, q. 137, a. 4, ad 1; III ps., q. 11, a. 5, ad 2; Reportationes Ineditae Leoninae, 3, 13, 8.54 Frankl, V., Psicoterapia y existencialismo, ed. cit., 96.

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se repite… Libertad sin destino es imposible; la libertad sólo puede ser libertad frente a un destino, un comportarse con el destino”.55 En los textos de Frankl no hay que interpretar lo que llama ‘destino’ como cualquier tipo de fatalismo. Es mejor entenderlo como ‘encargo’, ‘cometido’, ‘misión’, ‘llamada’, ‘vocación’,56 ‘meta’, ‘designio divino’. Ahora bien, si la libertad tiene un destino y es una orientación abierta a él, no es irre-levante que se incline o no a él o que lo haga de un modo u otro. Por eso, debe corregirse la visión frankliana según la cual “el análisis existencial no debe preocuparse de qué sea lo que elija el enfermo, de la meta que se trace, sino simplemente de que elija, de que se decida por lo que sea”,57 sencillamente porque unas orientaciones le apartarán de su destino, mientras que otras le acercarán a él, y sólo éstas otorgarán sentido al existente, restándoselo aquéllas. Como el mismo Frankl advierte, la libertad personal decide sobre el ser del hombre. Esto indica que si la libertad se juega el ser del hombre es porque a él pertenece. Según esto, no se puede en-tender la libertad como una dimensión humana de orden categorial, sino como otra de nivel trascendental, radical o íntima. Pero esta tesis debe ser contrastada pacientemente con lo que este pensador afirma en otros textos. En cualquier caso, frente a la opinión de Frankl cabe notar que, si para la salud ‘personal’ del existente no es irrelevante la orientación final que éste tome, tampoco lo puede ser para la logoterapia y el análisis existencial que tratan de ayudar al existente a descubrir su propio sentido. Y si esa orientación tiene que ver con el fin o referente último de la persona, que es Dios, la psicoterapia no puede ser aséptica respecto de la divinidad. Eso es así, sencillamente porque la apertura del hombre a Dios es natural. Considerar –como Frankl sostiene reitera-damente– que la religión, o sea, la religación del ser personal humano con Dios no es natural, sino otorgada exclusivamente por un don sobrenatural divino, y que, en consecuencia, debe ser relegada sólo a la fe sobrenatural es fideísmo, un error constante en el pensamiento occi-dental. En La presencia ignorada de Dios Frankl escribe que “toda libertad tiene un ‘de qué’ y un ‘para qué’. Si preguntamos ‘de qué’ es libre el hombre, la respuesta es: de ser impulsado, es decir que su yo tiene libertad frente a su ello; en cuanto a ‘para qué’ el hombre es libre, con-testaremos: para ser responsable. La libertad de la voluntad humana consiste, pues, en ser una libertad de ser impulsado para ser responsable, para tener conciencia”.58 Como se ve, por un lado, Frankl nota –frente a Freud– que la libertad no está subsumida bajo los impulsos (el ello), sino que es superior y se puede enfrentar con éstos. Por otro lado, vincula la libertad con la responsabilidad y con la voluntad. En cuanto a lo uno, efectivamente, libertad y responsa-bilidad están entrelazadas, pues si la libertad está constitutivamente inclinada a un norte, el dirigirse libremente a él es la respuesta natural de tal inclinación natural; el volverle la espal-

55 Ibid., 96. Cursivas en el original. 56 Cfr. Abrami, L. M., “Vocation and Freedom”, The International Forum for Logotherapy, 35/1 (2012) 80 ss.57 Frankl, V., Psicoterapia y existencialismo, ed. cit., Ibid., 282. Lo mismo indica en otras obras: Así, defien-de la autonomía absoluta de la psicoterapia respecto de la religión. Cfr. también: La presencia ignorada de Dios, ed. cit., 84–5. 58 Ibid., 57.

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da, en cambio, lo contrario. Tal estrella polar, como el pensador vienés explicita, es Dios.59 En cuanto a lo otro –y esto recuerda a la tesis de Kierkegaard al respecto60–, Frankl vincula la libertad a la voluntad, y en esa medida no se puede considerar la libertad como nativa o trascendental, sino como categorial, porque la voluntad, que es originariamente inactiva, es decir, sin libertad alguna, no es la persona, que es el ‘acto’, sino de la persona, en concreto, una ‘potencia’ que nativamente es pasiva. Además, cuando con el paso del tiempo la persona inviste de libertad a su voluntad, es decir, la activa, la libertad que esta facultad ‘tiene’ queda referida a los medios, no al fin último, y es claro que los medios son de orden categorial. Lo que precede indica que Frankl –de modo similar a Escoto– atribuye mucha relevancia a la voluntad, tanta que parece considerarla lo superior en el hombre, y por tanto, indepen-diente: “La voluntad no puede ser solicitada, mandada, ordenada. No se puede querer que-rer”.61 Sin embargo, esta tesis se opone al parecer de Tomás de Aquino sobre esa potencia, y ello por doble motivo: uno, porque éste sostiene que la voluntad es solicitada externamente por el bien, en rigor, por el fin último; otro, porque mantiene que no es ni espontánea, ni autónoma, ni independiente, pues en su arranque la voluntad es activada por una dimensión humana superior a ella que es nativamente activa y de orden noético, a saber, el hábito innato de la sindéresis, que además de conocer a la voluntad, refuerza o corrige su querer; de modo que tal hábito si puede ‘querer’ que la voluntad ‘quiera’. Con todo, hay que tener en cuenta que, para Frankl, el papel que los medievales atribuían a la sindéresis, él lo predica de la con-ciencia.62

Como es claro, la anterior visión frankliana de la voluntad tiende al voluntarismo. ¿Cómo evita Frankl tal desliz? Sencillamente diciendo que ‘la voluntad es de sentido’, es decir, supe-ditando el ‘querer’ al ‘sentido’ humano; con otras palabras: diciendo que lo que la voluntad quiere no es querer, poder, etc., sino el sentido, el cual no es volitivo, sino –diría él– noológico. Lo que precede equivale a sostener que la libertad está amenazada de degenerar en arbitrismo a menos que sea orientada de una manera responsable.63 Por eso Frankl enseña que la clave de su logoterapia no es sólo el concepto de ‘voluntad de sentido’ (Wille zum Sinn), sino el de ‘sentido de la vida’ (Sinn des Lebens),64 subordinando el primero al segundo. En La voluntad de sentido Frankl añade: “La libertad tiene un doble aspecto: positivo y negativo. Desde el punto de vista negativo se halla ‘libre de’…, en el sentido positivo es

59 “Hasta tal punto el hombre es libre, ha sido hecho libre por su Creador, que esta libertad es una libertad hasta el no, va tan lejos que la criatura puede decidirse aun en contra de su propio Creador, puede incluso negar a Dios”. Ibid., 62.60 Cfr. mi trabajo: La antropología de Kierkegaard, Pamplona, Eunsa, 2014. 61 “La volonté ne peut pas être sollicitée, commandée ou ordonnée. On ne peut pas vouloir vouloir. Et si la volonté de sens doit être provoquée, le sens lui-même doit être élucidé”. Frankl, V., Raisons de vivre, ed. cit., 41. 62 Cfr. El hombre doliente, ed. cit., 19.Cfr. al respecto: Caponnetto, M., “La revalorización de la sindére-sis en la noción frankliana de la conciencia”, Revista Logo: teoría, terapia y actitud, IX/16 (1993) 6-ss. 63 Cfr. Frankl., V., Raisons de vivre, ed. cit., 46. 64 “C´qui est révolutionnaire, cependant, ce n´est pas seulement le concept de la volonté de sens de la logo-thérapie, mais aussi son concept du sens de la vie”. Ibid., 149.

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‘libre para’… Es decir, es la libertad de ser así y la libertad para la existencia. Esta existencia del hombre equivale en último término a ser responsable”.65 Esto es correcto, si –como se ha adelantado– se entiende la libertad y su respuesta, la responsabilidad, como abierta nativa o constitutivamente a Dios. Sin embargo, en la mayor parte de los textos, Frankl la entiende en el orden categorial, a saber, como ‘disposición’, a saber, referida al uso de nuestras facultades y de sus actos sobre asuntos menores a la propia persona: “Todo estado de libertad humana consiste finalmente en un poder disponer”.66

Con todo, él es consciente de esa doble dirección de la libertad –hacia lo superior a la persona y hacia lo inferior a ella–: “La libertad del hombre tiene dos aspectos: uno hacia abajo y otro hacia arriba, uno negativo y otro positivo… ‘libertad de’… y ‘libertad para’. Y como ‘libertad para’, he-mos señalado el asumir de la responsabilidad. El existen-cialismo contemporáneo ve generalmente sólo la ‘libertad de algo’… Responsabilidad significa siempre una ligazón de la libertad, un estar ligado a un orden (superior)… re–ligio”.67 Por tanto, Frankl acierta en que la libertad y la responsabilidad no están orientadas primariamente hacia

lo menor –como pensaba la tradición filosófica clásica griega y medieval al tratar del ‘libre albedrío’ y entenderlo como ‘dominio de nuestros actos’–, sino que lo están hacia Dios.68 No obstante, el propio Frankl no parece acabar de ser por completo coherente con esta tesis suya, porque admite que la libertad humana es ‘finita’,69 y es claro que si la libertad personal huma-na se vincula con Dios, no puede entenderse como limitada, sino como ‘irrestricta’, pues de lo contrario no podría corresponderse con el ser divino. En El hombre doliente Frankl sale al paso de la anterior contraposición de la libertad –li-mitación-irrestricción– sosteniendo que las necesidades con que el hombre se encuentra y la libertad frente a ellas están en diverso plano: “El hombre está siempre referido a las necesida-des, pero en una referencia libre. La necesidad y la libertad no se encuentran en el mismo pla-

65 Ibid., 48. 66 Ibid., 48. 67 Ibid., 75. 68 “Nosotros hablamos del ser humano como responsable precisamente en razón de la libertad natural del hombre. Y la relación entre la libertad y la responsabilidad manifiesta que la libertad no es solamente ‘liber-tad de’, sino también ‘libertad para’ y asumir la responsabilidad significa aquello para lo cual el hombre es libre… A esta manera de ser del hombre, que tiene su razón final en el fenómeno de la responsabilidad, se le llama existencia”. Ibid., 101. 69 “La libertad es uno de los fenómenos humanos. Pero también es ella un fenómeno demasiado humano. La libertad humana es finita: el hombre no es libre de condicionamientos, sino que es libre solamente respecto a la actitud como ha de asumirlos. Pero el hombre no está determinado unívocamente. Pues, finalmente, le incumbe a él decidir si se deja vencer, si se somete a los condicionamientos”. Ibid., 150; “L´homme est libre et responsable. Mais sa liberté est finie. La liberté humaine n´est pas la omnipotente. De même que la sagesse humaine n´est pas l´omniscience”. Ibid., 62. “La libertad de un ser finito como el hombre es una libertad con límites”. Psicoterapia y existencialismo, ed. cit., 19. Cfr. también: Ibid., 40.

…en la mayor parte de los textos, Frankl la entiende [la libertad] en el orden categorial, a saber, como ‘disposición’, a saber, referida al uso de nuestras facultades y de sus actos sobre asuntos menores a la propia persona: “Todo estado de libertad humana consiste finalmente en un poder disponer”.

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no… La libertad rebasa y trasciende toda necesidad”,70 asunto que es obvio, porque es mejor ser libre que no serlo. Admite, además, que la libertad ‘se juega’ respecto de sí y, por tanto, que tal libertad puede seguir creciendo, o puede culpablemente decrecer: “Cuando (el hombre) no aparece como libre, es porque ha renunciado –libremente– a su libertad… El hombre posee, pues, siempre la libertad; sólo que a veces abdica de ella: abdica libremente”.71 Añade que la conciencia es inferior a la libertad,72 lo cual es un buen síntoma de que aquí está entendiendo la libertad como trascendental, pues la conciencia es condición de posibilidad de la ética, que mira a los actos manifestativos humanos, no de la antropología, que mira a la intimidad, y la ética es de índole categorial, no trascendental, como la antropología.73 En La idea psicológica del hombre Frankl vincula la libertad a la voluntad,74 y en esta me-dida hay que decir que la toma como categorial. En este sentido, y en esta misma obra, indica que “la cualidad del hombre de ser libre no es un ‘factum’, sino simplemente una facultad”,75 pero, de tomar esa última palabra en sentido preciso, hay que decir que se debe negar que la libertad sea una potencia o una facultad, ya que no es algo de la persona o algo que la persona

70 El hombre doliente,ed. cit., 172. 71 Ibid., 174. En otro lugar añade: “No hay nada concebible que pueda condicionar del todo a un hombre, es decir, sin dejarle la más mínima libertad… Más bien el hombre se determina a sí mismo. Determina no sólo su destino, sino también su sí mismo, porque el hombre no sólo forma y configura el curso de su vida sino también su propio yo. El hombre es no sólo responsable de lo que hace, sino también de lo que es, en la medida en que no sólo se comporta de acuerdo con lo que es, sino que además se convierte en lo que es de acuerdo a como se comporta. En definitiva, el hombre llega a ser lo que él ha hecho de sí mismo”. Psi-coanálisis y existencialismo, ed. Cit.,72-3. Con esto concuerda lo que dice Ecónomi; “sta sempre alla singola persona l´ultima ed intima libertà di lasciarsi andare verso una situazione esistenziale, caratterizzatta dala chiusura interiore, oppure di aprirsi verso il ‘novum’, assecondando allora il suo anelito all´autotrascendi-miento verso un significato sempre più alto, verso, infine, un senso ultimo della vita di natura metafisica”. Economi Cl., Un itinerario antropológico-spirituale dall’ uomo a Dio: significato esistenziale autotrascendenza e trascendenza negli scritti di Viktor Frankl, Roma, Pontificiam Universitatem S. Thomae, 2000, 347.72 “No siempre es consciente de su propia libertad; pero la libertad puede y debe hacerse consciente. Es el objetivo que persigue el análisis existencial como análisis de la existencia en la dimensión de la libertad y la responsabilidad.; y es misión de esa forma psicoterapéutica de análisis existencial que es la logoterapia el apelar a la libertad después de hacerla consciente. Hay que añadir algo más sobre la libertad de lo espiritual: Lo espiritual es ya por definición lo libre en el ser humano. Llamamos ‘persona’ a aquello que puede com-portarse libremente, en cualquier estado de cosas. La persona es aquella dimensión del hombre que es capaz de oponerse siempre, oponerse a cualquier posición: no sólo a una posición externa, sino también interna; pero la ‘posición interna es exactamente eso que se llama disposición (así se denomina a veces el carácter)”. El hombre doliente, ed. cit., 174.73 Así se entiende que Frankl escriba: “nunca puedo prever y predecir cómo se comportará de hecho (un hombre), ya que el ser humano no actúa en última instancia ‘desde su carácter’, sino que su persona toma postura frente a todo y también frente a su carácter. La cuestión alcanza su plena evidencia en la simple, pero certera fórmula que acuñó Allers: el hombre ‘tiene’ un carácter, pero ‘es’ una persona. Podemos añadir aún: como persona que es, el hombre tiene carácter, y frente a ese carácter, tiene libertad”. Ibid., 177. a lo que precede habría que matizar que más que ‘tener’ libertad, la ‘es’, porque si no la fuera originariamente, luego no la podría tener. 74 Cfr. La idea psicológica del hombre, ed. cit.,129. 75 Ibid., 159.

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‘tenga’, sino que ‘es’ la persona: cada persona es una libertad distinta. Esta visión categorial de la libertad la repite en Ante el vacío existencial: “Nos queda por mencionar una tercera cosa: algo que va más allá de la voluntad de sentido y del sentido del sufrimiento. Nos queda por mencionar, para completar nuestras consideraciones sobre la imagen del hombre de la psico-terapia, la libertad de la voluntad”76. Y otro tanto encontramos en Psicoterapia y humanismo: “La libertad humana es finita”.77 No obstante, esta visión reductiva de la libertad personal humana es genialmente rectifi-cada por el propio Frankl en La psicoterapia al alcance de todos, y lo hace en la segunda parte del siguiente texto: “El hombre tiene impulsos, pero los impulsos no lo tienen a él… Lo pri-mero que se tiene que afirmar, antes que cualquier impulsividad, es la libertad de decir ‘no’ –incluso con respecto a sí mismo–… El hombre tiene impulsos, pero tiene también libertad. Esto es lo que lo diferencia de los animales, pues el animal no tiene impulsos, sino que, en realidad, el animal es sus impulsos… Por otro lado, la idea de que el hombre tiene libertad no es del todo correcta, ya que en realidad habría que decir: igual que el animal es sus impulsos, el hombre es su libertad”.78 En suma, aquí advierte y defiende explícitamente que el ser personal es libertad, y eso equivale a entender la libertad como un trascendental personal. Esta tesis de gran calado es explicita en Scheler,79 Nédoncelle80 y L. Polo.81 En Raisons de vivre Frankl repite que “la libre voluntad implica la libertad de la voluntad humana, y ésta es la voluntad de un ser finito. La libertad del hombre no es una libertad sin condiciones, sino más bien la libertad de tomar posición cualesquiera que sean los condicio-namientos que tenga que afrontar”.82 Como se ve, sigue ciñendo la libertad a la voluntad, y la sigue considerando limitada. Por ambos aspectos en modo alguno se puede considerar la libertad como un trascendental personal. Cuando en Logoterapia y análisis existencial Frankl atiende a la libertad parte diciendo que “nuestra autocomprensión nos dice que somos libres”.83 A renglón seguido parece distinguir la libertad del libre albedrío, lo cual es un buen indicio de que considere a la libertad como trascendental, puesto que el libre albedrío versa sobre nuestros actos y es de orden categorial. Con todo, seguidamente pasa a entenderla –more kantiano– como ‘autonomía’, lo cual im-

76 Ante el vacío existencial. Hacia la humanización de la psicoterapia, Barcelona, Herder, 1980: 123. 77 Psicoterapia y humanismo, México, fce, 1992: 50. 78 La psicoterapia al alcance de todos, Barcelona, Herder, 1986, 141-142. En sentido trascendental parece entenderse también la libertad en el siguiente texto: “Para explicar la cualidad de la libertad del hombre, debería bastar la cualidad existencial de la realidad humana; sin embargo, para explicar su condición de responsabilidad, debe pasar a considerarse la cualidad trascendente de la conciencia”. El hombre en busca del sentido último, ed. cit., 74. 79 “‘Libre’ es originariamente un atributo de la persona y no de determinados actos (como el querer), ni del individuo. Las acciones de un hombre no pueden jamás ser más libres que él mismo”. Scheler, M., Fenomenología y metafísica de la libertad, Buenos Aires, ed. Nova, 1960, 33.80 Ma liberté est ma personne”. Nédoncelle, M., Vers une philosophie de l’amour et de la personne, Paris, Aubier, 2ª ed., 1957, 124.81 Cfr. por ejemplo, Polo, L., Persona y libertad, Pamplona, Eunsa, 2007.82 Frankl, V., Raisons de vivre, ed. cit., 18. 83 Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 93.

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plica privarle de constitutiva referencia,84 hipótesis que en modo alguno es correcta, porque la libertad denota apertura y una apertura sin constitutiva referencia o hacia nada no es tal. Sin embargo, en otro trabajo suyo que compone este libro y que está referido a Rudolf Allers, Frankl sostiene que el norte de la libertad es la verdad,85 tesis que es correcta y contrasta con la anterior descripción. Además, como también distingue por elevación a la libertad de la necesi-dad86, y dado que los niveles noéticos humanos que conocen lo necesario son los racionales y algún hábito innato superior a la razón, pero no es el nivel noético personal, según esto, parece que la libertad a la que Frankl alude aquí es la trascendental. Seguidamente indica que la libertad humana lo es frente a tres asuntos: a) los instintos, b) la herencia y c) el medio ambiente. Como estas realidades son biológicas y psicológicas, si la libertad está por encima de ellas, puesto que les hace frente, estará en el plano del espíritu, es decir, será trascendental.87 De otro modo, Frankl indica que la ‘actitud personal’ y libre del hombre se alza sobre la ‘disposición vital’, que estudia la biología y la psicología, y la ‘situación social’, que estudia la sociología.88 En suma, admite que “lo espiritual es ya por definición sólo lo libre en el hombre”.89 En conclusión, hay que sostener que a lo largo de la obra de Frankl hay una oscilación en-tre entender la libertad como una ‘cualidad’ o ‘facultad’ humana de orden categorial, especial-mente vinculada a la voluntad, o entenderla más bien como un rasgo trascendental personal, es decir, como una realidad radical, nuclear o constitutiva del ser humano. Esto último es co-rrecto y es, además, condición de posibilidad de que la libertad se manifieste categorialmente en las diversas potencias humanas.

la responsabilidad (Verantwortung)90

En Psicoanálisis y existencialismo Frankl toma la ‘responsabilidad’ como una pieza clave de la ética.91La ética es la dimensión humana que coordina al unísono todas nuestras potencias y dirige nuestros actos. Sin embargo, antes de responder con nuestros actos manifestativos de

84 “Para explicar la libertad humana es suficiente la existencialidad, sin embargo, para explicar la responsa-bilidad humana tengo que recurrir a la trascendentalidad de la conciencia”. Ibid., 117. 85 Cfr. Ibid., 238.86 “La necesidad y la libertad no están en el mismo plano, más bien la libertad está y se construye por enci-ma de cualquier necesidad”. Ibid., 94. 87 Cfr. Ibid., 96. 88 Cfr. Ibid., 97. 89 Ibid., 100. 90 Cfr. Fizzotti, E., Lottare per l´uomo. Coscienza e responsabilità, Napoli, Dehoniane, 1981. 91 “El concepto de la responsabilidad es forma, desde el punto de vista ético; no entraña ninguna clase de determinaciones concretas. La responsabilidad es, además, éticamente, un concepto neutral y, por ello mis-mo, un concepto ético límite, ya que nada nos dice acerca del ‘ante quién’ o del ‘porque’ de la responsabilidad”. Psicoanálisis y existencialismo, ed. cit., 281. Lo mismo admite en otras obras: por ejemplo, en Logoterapia y análisis existencial escribe: “existe un valor ético formal que es él mismo condición de todas las demás evaluaciones sin determinar en sí un orden de rango: la responsabilidad. Ésta representa aquel valor límite, por así decir, de neutralidad ética hasta el que la psicoterapia, como acción que evalúa implícita y explícita-mente, puede –y debe- penetrar”. Cit., 45.

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una determinada manera, hay que notar que estas respuestas manifestativas dependen de que la persona en su intimidad se conciba a sí misma de un modo u otro, se acepte o no, ‘responda’ personalmente o no, es decir, acepte su ser o lo niegue, porque toda persona es respuesta. Por eso, la ética, que es del plano categorial o manifestativo, es segunda respecto de la antropología de la intimidad, que es trascendental. En suma, antes de decir que el hombre ‘responde con’ sus actos, hay que sostener que cada persona ‘es respuesta’; cada quién es una respuesta distinta. Teniendo esto en cuenta veamos en cuál de los dos planos entiende Frankl la responsabilidad. En La presencia ignorada de Dios Frankl radica la responsabilidad en lo más profundo del hombre, en lo personal: “Al análisis existencial le corresponde la virtud que hemos llamado ‘sentido de responsabilidad’. El análisis existencial entiende efectivamente en lo más profundo del ser humano como ser responsable, y se entiende a sí mismo como ‘análisis referido al ser responsable’”.92 Por eso, es correcto que en esta obra llame al ser responsable ‘existencia’, y que entienda por ésta el ser personal, el cada quien.93 También lo es que acepte que la respuesta personal humana quede referida al ser divino: “El yo no puede ser responsable ante sí mismo, el yo nunca puede ser su propio legislador ético. Así que en definitiva tampoco puede haber un ‘imperativo’ autónomo, ya que todo imperativo categórico ha de estar a fin de cuentas legi-timado por la trascendencia, y no por la inmanencia”.94 Esta crítica palmaria a Kant es certera. Sin embargo, no es correcto afirmar que esta responsabilidad se dé solo respecto de nuestras acciones que versan sobre el aquí y ahora.95

Por su parte, en La voluntad de sentido Frankl añade: “Nada necesita el hombre… más urgentemente que la más alta conciencia de su propia responsabilidad. Por eso toda psico-terapia, y muy especialmente la logoterapia, debe acentuar al máximo la importancia de la responsabilidad humana respecto de su libertad”.96 En esta obra sigue admitiendo que tal respuesta activa se concreta en el aquí y ahora,97 y asume asimismo que la responsabilidad es la nota más profunda del ser humano.98 La sigue vinculando a la libertad e indica que la re-ferencia trascendente de la responsabilidad sobrepasa el alcance humano, con lo que incurre de nuevo en el fideísmo ya aludido: “Hemos señalado a la responsabilidad como la razón de la libertad, ahora se presenta un último interrogante: el interrogante por el ‘ante qué’ de la responsabilidad. Y a esta pregunta el análisis existencial no puede contestar: el interrogante queda abierto. Se mantiene abierta en el análisis existencial del mismo modo que la puerta que da a la trascendencia… En lo trascendente, sin embargo, mora lo absoluto. Y lo absoluto permanece en lo trascendente”.99 Sin embargo, ya se ha dicho que no hay que relegar a la fe

92 La presencia ignorada de Dios, ed. cit., 18.93 “El análisis existencial tiene como objeto el ser hombre precisamente no como impulsado, sino como ser responsable; dicho de otro modo, la existencia (¡espiritual!)”. Ibid., 20. Cfr. también: 22. 94 Ibid., 64. 95 “La responsabilidad de nuestro ser no lo es solamente ‘en la acción’, sino que tiene también que serlo forzosamente ‘en el aquí y ahora’”. Ibid., 19.96 La voluntad de sentido, ed. cit., 47. 97 Ibid., 49. 98 Cfr. Ibid., 58. 99 Ibid., 103. Este fideísmo es atemperado en otra obra suya, Ante el vacío existencial: “En lugar de la

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lo que naturalmente es asequible, pues suponer lo contrario equivale a aceptar implícitamente que el ateísmo (también el indiferentismo y el agnosticismo religioso) sean naturales. Pero en modo alguno lo son, porque suponen un oscurecimiento adquirido en los niveles cognosci-tivos humanos superiores (el hábito de los primeros principios, el hábito de sabiduría y el in-telecto agente, en terminología clásica). Explicitar en mayor medida esta afirmación requiere de un mayor abundamiento en la teoría del conocimiento humano, lo cual nos alejaría de nuestro actual campo de estudio.100 En La psicoterapia en la práctica médica leemos que “el ser-hombre siempre significa en el fondo ser-responsable y que el hombre es en última instancia un ser que lucha espiritualmen-te por el sentido concreto de su existencia personal”.101 También en El hombre doliente Frankl reitera que “ser hombre significa decidir siempre lo que he de hacer de mí mismo, y esto a su vez significa asumir la responsabilidad de eso que he hecho de mí mismo”,102 responsabilidad que sigue vinculando a la libertad personal: “Hemos considerado al ser humano radicalmente responsable. Pero esto sólo es posible sobre la base de una libertad última, de una imagen del hombre que permita calificar a éste de libre. El hombre se nos ha revelado como un ser libre por ser espiritual, y cuando no es libre de hecho, lo es facultativamente, puede ser libre. En este sentido, y sólo en éste, el hombre es ‘incondicionado’”.103 Los condicionamientos son psi-coorgánicos, pero no espirituales, porque el espíritu es pura apertura, libertad. En La psicoterapia al alcance de todos Frankl indica que “todo quehacer psiquiátrico debe tener como objetivo acostumbrar al enfermo a asumir con satisfacción su responsabilidad”.104 En Logoterapia y análisis existencial considera que la responsabilidad es una categoría más antropológica que ética;105 más aún, la ve como “la esencia de la existencia humana”.106 En muchos lugares, y también en este libro, afirma que algunos pacientes no son responsables de ciertas enfermedades psiquiátricas, pero que sí lo son de su actitud respecto de ellas, a lo que añade que el análisis existencial, frente al existencialismo, responsabiliza al hombre.107 Agre-ga que “una imagen del hombre como un ser ciertamente libre pero no responsable está no menos lejos de nuestra concepción antropológica del hombre como un ser que decide, que la ‘teoría’ (es decir, la ‘visión’) analítico-dinámica que considera al hombre como un ser simple-

pregunta del para qué, en la psicoterapia debe plantearse y quedar abierta la pregunta del ‘ante quién’ de nuestro ser responsable. Debe darse al paciente la decisión de cómo interpreta su responsabilidad, si como responsabilidad ante la sociedad, ante la humanidad, ante la conciencia, o bien ante algo, sino ante alguien, ante la divinidad”. cit., 112. 100 Trato de ello en otros trabajos como: “El acceso a Dios del conocer personal humano”, Studia Poliana, 14 (2012) 83-117; “La teología natural según L. Polo”, Revista de Humanidades, 28 (2013) 45-69.101 Frankl, V., La psicoterapia en la práctica médica, Buenos Aires, Plantín, 1955:19. 102 El hombre doliente, ed. cit., 75. 103 Ibid., 190. 104 La psicoterapia en la práctica médica, ed. cit., 38. 105 “La responsabilidad de la persona humana considerada como concepto antropológico central significa también, sin embargo, un concepto ético límite, es decir, un concepto que todavía es neutro desde el punto de vista ético”. Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 22-23. 106 Cfr. Ibid., 47. 107 Cfr. Ibid., 105.

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mente arrastrado y que incluso se siente satisfecho de ello”.108 A continuación completa esa visión sos-teniendo que la responsabilidad puede ser doble: ‘de qué’ (placer o valor; instinto o sentido), y ‘ante qué’ (algo: la conciencia; o alguien: Dios). En sus memorias sostiene que “el ser respon-sable es un rasgo tanto básico como esencial de la existencia humana”.109 En El hombre en busca del sentido último concreta que “nuestra responsabili-dad es siempre una responsabilidad ad personam y ad situationem”,110 que “ser humano es, ante todo, ser responsable, existencialmente responsable, res-ponsable de su propia experiencia”,111 y de sí mis-mo, aunque no ante sí mismo: “Es cierto que el hombre es responsable de sí mismo, pero en todo caso no es responsable ante sí mismo”.112 En algún

texto vincula la responsabilidad a la propia conciencia humana: “Ser humano es ser alguien consciente y responsable, culminando en una síntesis entre ambos: de la toma de conciencia de la propia responsabilidad”,113 pero ya se ha adelantado que la persona responde antes y por encima de ser consciente porque la persona es respuesta, o si se quiere, es relación personal a otra persona. En Tras las huellas del logos se lee que “aquel que niega su ser-responsable, con-tradice a su propia humanidad”.114 Por último, en su obra Psicoterapia y existencialismo Frankl sigue tomado la responsabilidad como la esencia de la existencia humana,115 y continua defen-diendo que la clave de la logoterapia es rendir responsable a cada paciente.116 En conclusión, hay que sostener que la responsabilidad, que Frankl vincula a la libertad y que predica como nota característica de la persona, la concibe usualmente en el plano ca-tegorial humano, es decir, como responder mediante nuestras acciones al aquí y ahora de las situaciones humanas, y sólo por excepción –como ocurriría con la libertad– la considera en el

108 Cfr.Ibid., 105. 109 Frankl, V., Lo que no está escrito en mis libros. Memorias, Buenos Aires, San Pablo, 1997,113. Cursivas en el original. 110 El hombre en busca del sentido último, ed. cit., 36. 111 Ibid., 41. 112 Ibid., 77. 113 Ibid., 81. 114 Tras las huellas del logos. Correspondencia con Viktor E. Frankl, Buenos Aires, San Pablo, 1996, 87. 115 “El constitutivo de la responsabilidad del hombre, la esencia de la existencia”. Psicoterapia y existencia-lismo, ed. cit., 46.116 “Pese al énfasis que pone en la responsabilidad en cuanto cualidad esencial del ser humano, la logote-rapia no hace en modo alguno responsable al hombre de los síntomas neuróticos o hasta psicóticos. Sin embargo, lo hace responsable de su actitud ante estos mismos síntomas. Porque la logoterapia contempla al hombre en cuanto libre y responsable y considera que esta libertad no es una libertad de condicionantes, sino más bien libertad de adoptar una actitud, de mantener principios ante los condicionantes”. Ibid., 85.

En conclusión, hay que sostener que la responsabilidad, que Frankl vincula a la libertad y que predica como nota característica de la persona, la concibe usualmente en el plano categorial humano, es decir, como responder mediante nuestras acciones al aquí y ahora de las situaciones humanas, y sólo por excepción –como ocurriría con la libertad– la considera en el plano trascendental, es decir, advirtiendo que la persona humana es nativa y es originariamente respuesta. Este plano es superior al anterior.

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plano trascendental, es decir, advirtiendo que la persona humana es nativa y es originariamen-te respuesta. Este plano es superior al anterior.

Revisión a modo de sinopsis Frankl describe a la persona al menos con las tres siguientes notas: la espiritualidad, la liber-tad, la responsabilidad. La espiritualidad, el espíritu, se puede tomar como un sinónimo de persona. Por eso las demás notas se pueden predicar de ella. En cambio, los demás rasgos de la persona, aunque están vinculados entre sí de manera que no cabe uno sin otro, en rigor, son distintos, y lo son de modo jerárquico, pues el sentido –que aquí no hemos estudiado– es el norte de la libertad y a donde se debe dirigir la responsabilidad; por su parte, el amor –al que aquí tampoco hemos atendido– atrae al sentido. En la exposición se han unido la libertad y la responsabilidad porque se consideran como dos caras de una misma moneda, ya que la res-ponsabilidad es el sí personal o respuesta de la apertura libre. Aunque, bien entendidas, estas notas se pueden considerar como ‘trascendentales personales’, la manera como el pensador vienés las describe no siempre da pie a entenderlas como tales. Por tanto, se puede concluir que la exposición frankliana de cada una de ellas es susceptible de revisión en el siguiente sentido: a) La nota de ‘espiritualidad’, porque no es una dimensión concreta de la persona huma-na, sino común a todas ellas; de otro modo: no es un radical o trascendental personal distinto a otros, ya que todos ellos son espirituales. b) La nota de ‘libertad’, porque más que una ‘cualidad’ o ‘facultad’ humana de orden categorial, especialmente vinculada a la voluntad, como muchas veces la entiende Frankl, hay que entenderla como un rasgo trascendental de la persona, como el mismo autor admite otras veces. c) La nota de ‘responsabilidad’, porque más que responder en concreto en situaciones particulares, como Frankl reitera, el ser personal humano ‘es siempre respuesta’, y lo es nativa-mente en primer lugar al Dios personal, y en segundo lugar, a las demás personas.

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ELogoterapeuta y Terapeuta Existencial individual y de grupo. Directora de la Revista Mexicana de Logoterapia y maestra de Entrevista 2 en SMAEL.Correo: [email protected]

l a l o g o t e r a p i a e n m é x i c o

Espiritualidad, esperanza y voluntad de sentido en la terapiaAdriana León Portilla

Todos los hombres buscan la manera de ser felices.Esto no tiene excepción... Es el motivo de todos los actos de todos los hombres, hasta de aquellos que se ahorcan.

PaScal

El presente escrito es producto de mis reflexiones a partir de un libro sobre Logoterapia de Pablo René Etchebehere y del de André Comte-Sponville sobre la felicidad y la esperanza.

Desde hace algún tiempo, me he sentido en mi quehacer terapéutico, y en mi vida en general, como una especie de “verdugo” de la esperanza, sin que esto sea del todo cierto, aunque al principio así lo pensaba. Estaba, desde algún lu-gar, enojada con la esperanza engañosa, con esta especie de confianza prácticamente infantil de que las cosas van a me-jorar por sí solas, por el simple hecho de así desearlo. Con el tiempo, este “enojo” se ha ido matizando hasta llegar al lugar en donde hoy estoy, actualmente vivo, pienso y, a veces, has-ta fomento esta búsqueda de la esperanza, siempre cuidando que sea una esperanza basada en un principio de realidad, que tenga que ver con el quehacer humano, con la acción y participación de la persona, con la voluntad y el coraje, nada que ver con aquella que sólo espera y suspira por soluciones mágicas; sino con el tipo de esperanza que habla del espíritu, de la voluntad y del quehacer humano. Creo que estos tres ingredientes: esperanza, espíritu y vo-luntad de sentido, son una buena plataforma desde la cual podemos cimentar nuestro trabajo dentro de la terapia, para desde ahí poder acompañar a nuestros clientes en los mo-mentos de desesperación, miedo, soledad y hacer un trabajo, a veces casi de arqueología, para contactar con los propios re-

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cursos, los que la persona en los momentos de crisis no puede ver y mucho menos pensar en acceder a ellos. Si tomamos como punto de partida el concepto que la logoterapia tiene de la persona, vista como un ser tridimensional, decimos que el espíritu es lo fun-damental de este ser, es una de las dimensiones consti-tutivas del hombre, junto con la psicológica y la física, que nos conforman en una unidad y totalidad, es en-tonces cuando hablamos del espíritu como manifesta-ción y expresión de lo humano, como lo constitutivo del hombre. Al hablar del espiritu me refiero a la espiritualidad terrenal, a la que vemos a diario en las manifestaciones y acciones más básicas de nuestro hacer, a la que conocemos como la dimensión en donde habitan los fenómenos específicamente humanos, del existir en la práctica, en la acción. Cada vez estoy más convencida que en el ámbito de la terapia debemos de “subirle el vo-lumen a esta voz” para que pueda ser “el ser de lo espiritual” quien actúe. Creo que uno de los objetivos de la terapia es promover el contacto y la manifestación con esta parte espiritual en la acción, en el hacer que da testimonio de vida al estar junto con el otro como participante y no como observador, es ayudar y promover una toma de postura desde los valores en la realidad y no separados de ella. Es desde aquí que podemos entender el “a pesar de todo, sí a la vida” de Frankl, desde esta esperanza hacia el sentido que mueve a la voluntad para buscar significar el absurdo, el sufrimiento, el miedo, la soledad y la muerte. Decía pues que es en el espíritu en donde se encuentran los recursos y herramientas que nos hacen ser lo que somos y nos ayudan a sobrevivir de la mejor manera posible a las expe-riencias de sufrimiento, dolor y soledad que nos toca vivir, así como a las de alegría y gozo; sin embargo, el espíritu no es un objeto, entonces ¿cómo podemos hablar de él sin objetivizarlo? Lo logramos cuando lo concebimos “encarnado”, sin cuerpo no hay espíritu, es parte de la unidad del ser, se complementa dentro de la diversidad que somos. Aunque el cuerpo haya perdido habilidades o enferme, no por esto el espíritu pierde su valor, sino que permanece y dignifica el ser persona. El lenguaje del espíritu es el de la libertad, la responsabilidad y el de la dignificación del esfuerzo. No lo reducimos a objeto cuando lo vemos como espíritu “fáctico” en la lucha del hom-bre entre la libertad espiritual y su destino interior y exterior, entre el tener y el ser, cuando la persona comunica su libertad de ser mediante su humanización, es decir, cuando lo fáctico se transforma en la existencia, como una manifestación que responde a las preguntas que la vida nos plantea y que cada uno de nosotros respondemos desde nuestra unicidad, ejerciendo la libertad y la responsabilidad a través de un diálogo con lo espiritual que nos reclama desde el ser para poder ejercer, en la acción, la voluntad de sentido a manera de brújula. Así hay un doble efecto: nuestras obras hablan de una determinada espiritualidad y a la vez la conforman y confirman.

…no podemos concebir al hombre como algo cerrado, sino como el ser que tiende al otro, a lo otro desde la trascendencia, siempre con la posibilidad de ser de otra manera, a esta “posibilidad de ser de otra manera” es a lo que llamo esperanza en relación con la realidad, se trata de saber vivir, de aprender a vivir con lo que es en este momento la vida, lo que me está tocando vivir, de ahí que podamos decir que “más vale una verdadera tristeza que una falsa alegría”.

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Cuando hablamos desde la perspectiva de la “persona”, vista como sinónimo de espiri-tual, en cuanto a que ella misma es todo, no tiene partes, no puede ser dividida en sí misma porque es una unidad cambiante, que crece constantemente, desde esta perspectiva el espíritu se humaniza, es parte constitutiva de el “ser”, en lugar de ser objeto de el ser. “Ser hombre no significa ser otro, sino también poder ser otro”, como esta capacidad de sobreponernos, motivados por la voluntad de sentido y sostenidos por la esperanza de su exis-tencia a pesar de. Según el análisis existencial, la espiritualidad no puede ser reflexiva ni reflexionable por-que no es un objeto, es un conocimiento existencial porque se comprende, está presente en él, no nada más se explica, sino que se vive. Así pues, lo espiritual, en tanto que inconsciente, sólo puede ser plenamente conocido en la acción, en la manifestación. Hablamos del espíritu humano, que no es un absoluto, es humano, no tiene que ver con una conciencia superior, tiene la capacidad de trascender desde la relación con el otro, en el estar-junto-a-otro como una forma de existir distinta del sí mismo, así pues, lo propiamente humano se hace presente en forma de amor hacia el otro más que de conocimiento, por eso es que no podemos concebir al hombre como algo cerrado, sino como el ser que tiende al otro, a lo otro desde la trascendencia, siempre con la posibilidad de ser de otra manera, a esta “posibilidad de ser de otra manera” es a lo que llamo esperanza en relación con la realidad, se trata de saber vivir, de aprender a vivir con lo que es en este momento la vida, lo que me está tocando vivir, de ahí que podamos decir que “más vale una verdadera tristeza que una falsa alegría”. Es importante no dejar de ver y ni de promover en el espacio terapéutico la capacidad que tenemos todos de autodistanciarnos, contactando con el poder de oposición del espíritu, en cuanto a que podemos oponernos desde está rebeldía existencial, desde la voluntad de sentido, al destino que estamos viviendo, a lo que enfrentamos; no dejar de mirar que podemos tomar distancia de lo que nos está pasando y, desde ahí, tener una postura diferente, no de cambiar o esperar que las cosas sean diferentes. Estoy hablando de fortalecer el contacto con los valores de actitud, con la libertad y la responsabilidad apostando a que las cosas pueden permanecer iguales y ser vividas de diferente manera. Lo espiritual es, por definición, lo libre del ser humano, me refiero a la libertad de ser, no de hacer. Es una libertad de la voluntad frente al destino, libre para elegir la propia existencia, la tarea y misión con la esperanza y el deseo de poder vivirla con sentido. Esta libertad sólo puede ser concebida desde la responsabilidad y la conciencia, desde la esperanza vista como el deseo de tener el tiempo y la fuerza para poderla llevar a cabo, la conciencia de ser finitos nos hacer ser responsables: “El hombre es hombre al enfrentar lo que aparece”. La “respuesta activa” que damos a la vida es la responsabilidad movida por la voluntad de sentido. Somos responsables en las situaciones para tomar postura con la posibilidad de realizar un valor. Para Frankl “asumir nuestra responsabilidad es el sentido de la existencia humana”. Nuestra dimensión espiritual tiene un poder de resistencia, de dignidad, de resiliencia, de movimiento, es donde se encuentran la esperanza y la voluntad de la posibilidad del ser, a

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pesar de la decepción de no conseguirlo... Sin embargo, esta conciencia de la posibilidad es el lugar de la búsqueda, de la apertura, de la mirada hacia el otro y del encuentro, del deseo hacia la voluntad de sentido, hacia el significado. Esta es la materia prima con la que trabajamos los terapeutas, si no existiera este ciclo de esperanza, deseo y decepción no habría motivación al-guna para emprender ninguna acción para encontrar la satisfacción y la alegría del significado, del valor y del sentido, porque hay alegría cuando amamos lo que hacemos, cuando logramos lo que queremos, cuando puedo hacer lo que quiero. Podemos concebir a la esperanza como un deseo que se refiere a lo que no tenemos y que se refiere al futuro, ya que, prácticamente y por definición, esperar es desear sin gozar, esto no excluye que en algunas ocasiones, la esperanza se pueda referir al presente o al pasado, esperar es desear sin saber, es tener un deseo que no sabe si es o será satisfecho y, sin embargo, se es-pera, se desea, y se tiene, por lo tanto, un tanto de incertidumbre, cuando se sabe o se conoce lo que será, la esperanza se convierte en certeza, sólo se espera lo que se ignora. La esperanza habla de un deseo que no depende de nosotros, del cual no tenemos ningún poder o control, sin embargo, siempre está la posibilidad de la acción y es en esta acción en donde la voluntad y la esperanza cobran sentido. Cuando empezamos a desear lo que se puede, lo que sí está, cuando tomamos concien-cia de nuestro poder ser es cuando empezamos a hacer, actuar, ejercer nuestra voluntad con miras a un deseo que sí depende de nosotros, un deseo hacia lo que es, esta idea me ayuda a empoderarme, a tomar postura ante lo que me pasa, a ponerme de pie con la certeza de Ser con mayúscula, con esta capacidad que me dan los valores de actitud para vivir los temas que Yalom llama “supuestos básicos de la existencia”, como son la muerte, la soledad, la libertad y la falta de sentido, estos temas dentro de la terapia apelan a nuestro acompañamiento com-pasivo y humano, no a la técnica sino a la sensibilidad, a la compasión, a la esencia humana del terapeuta, a la “cura médica de almas” frankliana. Es cuando entramos junto con el otro al infierno de la angustia, de la incertidumbre, de la finitud con toda mi persona, cuando toco mi ser vulnerable y me dejo tocar por el ser de el otro, cuando logro el encuentro entre dos seres que sufren, que no saben hacia donde caminar, pero que están dispuestos a acompañarse en la búsqueda desde el genuino interés por el otro. Es entonces cuando tengo esperanza desde la ignorancia, desde el temor, desde el deseo de no esperar nada para no desilusionarme más de que las cosas sean como están siendo en ese momento determinado. Es entonces cuando me surge la duda: ¿hay que vivir sin desear nada, sin esperar nada? Creo que tampoco se trata de esto, no me gusta, no puedo ser tan sabia, tan soberbia ni des-prendida. No creo que se trate de dos bandos o extremos, no sé hacía cuál elegir, no quiero pensar que la esperanza es solamente un engaño, sin embargo, tampoco quiero cegarme ante ella, no puedo confiar sólo en ella. ¿Será cierto eso de que “sólo es feliz el que ha perdido toda esperan-za, pues la esperanza es la mayor tortura y la desesperanza la mayor felicidad”? (Sâmkaya-Sûtra citando a su vez en el Mahâbhârata, el libro de la espiritualidad India ). Tomo a manera de respuesta la idea de Spinoza, para él la esperanza, vista como el deseo, no es carencia sino potencia: potencia de existir, de actuar, de ser, es en este sentido en el que quiero y propongo vivir la esperanza, vista como motivación hacia emprender una acción,

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como una invitación que sea capaz de mover mi voluntad de sentido, vista como un esfuerzo por buscar un sentido a la existencia, de poder ser testigo de mi propia capacidad de oposición del espíritu en cuanto a la fuerza interior para crear y ejercer lo que realmente soy, para echar mano de mis herramientas, de mi ser espiritual y desde ahí sostener el “sí a pesar de...”. Creo que podemos concluir que junto con la responsabilidad y la conciencia, el amor es una manifestación de nuestro espíritu humano que apunta a lo singular de la persona, a la persona como tal, porque lo propio del amor es personalizar al otro, para que deje de ser un “otro”, es aquí cuando el amor anticipa algo: lo que tú puedes llegar a ser desde tu singularidad y unicidad, desde tu persona, así pues, el amor no es ciego, sino que “abre los ojos y aguza la mirada para percibir los valores”. El amor apuesta a la potencia del ser, le permite al hombre buscar y, a veces, encontrar su ser en el mundo. Por el acto espiritual del amor se es capaz de ver y tocar la esencia de la persona amada y de apelar a sus potencialidades para que se conviertan en realidad. En palabras de Comte Sponville: “Lo contrario de esperar no es temer, sino saber, poder y gozar”, en pocas palabras, “lo contrario de esperar, es conocer, actuar y amar”, la idea es apren-der a desear, a mirar lo que sí depende de nosotros, a amar y a esperar lo que sí es, aprender a querer y a actuar. Entonces, no se trata de emprender una guerra en contra de la esperanza, sino de apren-der a mirar desde una postura diferente que implica aprender, actuar y amar, implica desarro-llar nuestra potencia, nuestra voluntad de sentido en todo lo que se nos da, en lo que es vivir en el presente, en lo real, en lo que está, entendiendo que no es la esperanza solamente la que nos lleva a actuar, sino la voluntad, el espíritu y el amor hacia lo que hacemos para poder ale-grarnos y asombrarnos de que las cosas sean y sigan siendo.

BibliografíaComte-Sponville, André. La felicidad, desesperadamente. Paidós Contextos, Barcelona, España, 2001.Etchebehere, Pablo René. El Espíritu desde Viktor Frankl. Una lectura en perspectiva filosófica. Agape

Libros, Buenos Aires, Argentina, 2009.

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l a l o g o t e r a p i a e n m é x i c o

Hablando de adopciónGeorgina Morales de Gutiérrez

EEl presente trabajo pretende ser un estudio profundo sobre el tema de la adopción, en donde hablaré de cada uno de los tres actores que participan en este proceso: la madre biológica que por diferentes motivos cede a su hijo, los padres adoptivos, que para el presente estudio limitaré exclusivamente a las pa-rejas que no han podido tener hijos propios por infertilidad o esterilidad y, por último, los hijos adoptivos. Para lo cual hice una amplia investigación documental y realicé entrevistas a los tres actores de la adopción, así que en este trabajo se verá reflejado lo que opinan los expertos y lo que opinan las perso-nas que viven esta realidad. Este tema tiene un interés especial para mí porque yo soy una mamá que por medio de la adopción pude formar una familia feliz con mis tres hijos. A pesar de que mi familia es como cualquier otra y que con el paso del tiempo y la cotidianidad se nos olvida a todos que somos una familia formada por la adopción, sí puedo ob-servar y he podido experimentar que la adopción es una espi-na que todos tenemos clavada en el corazón y que en algunos momentos se hace presente y puede causar dolor, tristeza, du-das, incertidumbre, por lo cual considero necesario estudiar qué es lo que le pasa a cada uno de los actores de la adopción para que pueda ser vivido de una mejor manera. También puedo decir que este proceso puede ser vivido con mayor sentido si añadimos a la adopción los conceptos de la logoterapia de Frankl del amor y la autotrascendencia, de esta manera podemos trasformar el sufrimiento, la perdida, la culpa en algo más grande y más positivo, amor a una nueva persona con la que formaré mi familia, agradecimiento por tener la posibilidad de cambiar el destino de ser una pareja sin hijos o de ser un niño sin familia y trascendencia, a través tuyo y contigo puedo ser más grande y mejor.

Especialista en Análisis Existencial y Logoterapia por SMAEL.Madre por adopción.

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la adopciónAdoptar significa “aceptar como hijo a aquel que no lo es de forma biológica con la finalidad de formar una familia¨ (Mirabent, 2012, p. 17). En el diccionario de la Real Academia Española define adopción, término que procede del latín adoptio y que consiste en la acción de adoptar, a saber, ¨recibir como hijo, con sus requisitos y solemnidades que establecen las leyes, al que no lo es naturalmente¨ (RAE). La palabra adopción no es totalmente bien interpretada, está llena de estigmas que se refieren al ambiente social en que está inmersa la familia. ¨Los involucrados en la historia de adopción regularmente son descritos como víctimas, forzados por las circunstancias a vivir vidas que son disminuidas en calidad. Se dice que los padres de nacimiento que ceden, sufren por la pérdida de conexión con el hijo, y que los padres adoptantes que no pudieron tener hi-jos suyos también sufren, por la pérdida del sueño de procreación. Los estigmas que rodean la adopción constituyen parte del condicionamiento social a que están sujetas las familias forma-das por adopción, lo que en cierto modo ayuda a conformar la realidad. Según la sociedad en general, las madres de nacimiento deben conservar a sus hijos sin importar las circunstancias, pues se considera ‘antinatural’ ceder a un hijo. Las personas infértiles están condicionadas a experimentar su pérdida y muchos buscan con entusiasmo tratamientos para la infertilidad; la sociedad considera ‘natural’ que deseen tener un hijo propio, aun a costa de años de trata-mientos ‘antinaturales’ en manos de especialistas en tecnologías contra la infertilidad¨ (Men-doza, 2004, pp. 113-114). En la adopción se dan, pues, dos situaciones complementarias: la de un niño que por distintas razones necesita de una familia que le de afecto, estima y educación, y la de unos adultos que también por distintas razones desean desarrollar sus capacidades parentales con-virtiéndose en padres. Y estas situaciones se mezclan con una tercera, una madre biológica que por diferentes razones no puede cuidar a su hijo y decide buscarle un futuro, sin ella, dándolo en adopción. En este momento convergen en el tiempo y el espacio los tres actores de la adopción:

• Lamadrebiológicaquenopuedeconservarasuhijoyloentregaparaseradoptado.• Lospadresadoptivosquedeseanformarunafamiliapormediodelaadopción.• Elniñoadoptadoquesinenterarseniopinarnacedelvientredesumadreyesentre-

gado a otra familia que desde ese momento será la suya. La adopción no es un final feliz para la nueva familia, sino el inicio de una relación en la que confluyen dos historias marcadas por las pérdidas, las renuncias y, en mayor o menor gra-do, el dolor: por un lado, sin duda el dolor de un niño desprotegido que ha sufrido la pérdida de la familia biológica y ha vivido situaciones de carencia psíquica y/o física, y, por el otro, el de unos adultos deseosos de dar cariño que han sufrido, sin embargo, procesos difíciles en busca de la fertilidad (Mirabent, 2012, p. 23). Joe Soll dice en su libro adoption healing que en el proceso de la adopción tanto los padres naturales como los adoptivos tienen un enorme sufrimiento emocional y creen que este sufri-miento terminará en el momento que concluya el proceso de adopción, viendo a la adopción como una solución permanente a un problema temporal.

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Los padres adoptivos deben entender que la adopción no es una cura a su infertilidad, ni una manera de olvidar el dolor y la falta de autoestima por no ser capaz de procrear, es una forma diferente de hacer familia, de poder al fin convertirse en padres. Muchos expertos en adopción coinciden en que la adopción es creada a través de una pérdida, ya que para ‘ganar’ primero habrá que ‘perder’ (una familia, un niño, un sueño). Son estas pérdidas, y el modo en que son aceptadas, las que ponen el tono a lo largo del proceso de la adopción. La adopción es un evento que altera el curso de la vida de las personas; traspone a la persona de un lugar, de una historia, de un sistema hacia otro de diferente configuración. Estos sentimientos de los tres actores de la adopción no son tomados en cuenta ni recono-cidos por la sociedad en general, se cree que la adopción es un final feliz, así la madre adoptiva debe estar tranquila porque buscó un mejor futuro a su bebé y los padres adoptivos deben estar felices porque por fin podrán cumplir su sueño tan anhelado de ser papás. La gran mayoría de las relaciones adoptivas resultan exitosas y los estudios empíricos revelan que la vasta mayoría de los hijos adoptivos funcionan normalmente en términos de hacer algunos ajustes y tomar ciertas medidas para comprender sus inquietudes. Todo esto demuestra que los niños pueden recuperarse de los efectos adversos de sus primeros años de vida cuando son colocados en hogares adoptivos amorosos y nutricios. “El punto al que deseamos llegar no es que la adopción sea vista igual que la paternidad por nacimiento, pero sí que debería ser reconocida como una manera positiva y aceptable de consolidar el núcleo familiar, y no concebida como una pobre imitación de la paternidad por nacimiento; esto es, debemos atacar la estigmación de la paternidad adoptiva. Por tanto, debemos reconocer y dar apropiado valor a la crianza dentro de la relación parental. Hasta las acciones más sencillas en la relación interpersonal con los hijos tienen carácter de paternidad. Por lo tanto, ser padre significa, en esencia, serlo en efecto, ser educador. Así pues, varón y mujer pueden ser padres en este elevado sentido, en virtud de que son personas; ser padres en el orden de la persona humana es una realidad cuyo valor y alcances apenas pueden vislum-brarse¨ (Mendoza, 2004, pp. 116-117). Pensamos que el vínculo entre padres e hijos no necesita tener un origen biológico para ser amoroso y significativo. Todo hijo, biológico o adoptivo, necesita surgir del deseo de unos padres, sentirse deseado y querido en su realidad, este deseo es el que posibilita el desarrollo de la autoestima y de la seguridad, ambas condiciones fundamentales para que pueda ser él mismo. Tanto los padres biológicos como los adoptivos comparten ese deseo de ser padres, puede ser que unos con más intensidad y durante más tiempo pero lo seguro es que el vínculo amoroso y significativo puede darse en ambos casos.

La paternidad adoptiva se basa en la vinculación afectiva de los padres hacia el menor y de éste con los padres, y en el soporte jurídico que legaliza la unidad familiar. La adopción implica este doble proceso, el de unos padres que adoptan a un menor como hijo y el de un menor que adop-ta a unos adultos como padres. Este proceso: afectivo y jurídico permite el desarrollo del senti-miento de filiación entre padres e hijo y el del sentido de pertenencia (Mirabent, 2012, p. 22).

Es importante comprender que es un proceso de adaptación y como cualquier proceso se ne-cesita tiempo, tiempo para sanar las heridas que trae el niño y los papás, cada uno por su lado,

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antes de encontrarse en el camino de la vida, y tiempo para conocerse, para adaptarse y para quererse y empezar entonces a vivir en familia.

“En muchos aspectos su tarea cotidiana será igual a la de los padres biológicos, pero con un ‘plus’ añadido: el de paliar y reparar con su estima, comprensión y sensibilidad los daños y secuelas que el niño lleva consigo debido a su historia previa. Para educar a un hijo siempre es necesario aceptar su diferencia personal, su identidad, pero en la adopción eso es aún más imprescindible, porque solo aceptando su diferencia podrá sentirse querido y desarrollarse como persona (Mira-bent, 2012, p. 24).

En la adopción aceptar la diferencia implica aceptar que el hijo tiene un origen diferente al de los padres, ha sido engendrado por otros y ha nacido en otro lugar. Tiene una historia previa que le pertenece y que está ligada a su vida y a su identidad. El hijo adoptivo tiene una dotación biológica diferente a la de sus padres adoptivos y tendrá una necesidad diferente de información respecto a sus orígenes, a sus raíces. Aceptar todo esto por parte de los padres implica estar al lado de su hijo, ayudarlo a tolerar y entender los sentimientos que puede tener en los distintos momentos en que conecte con este hecho doloroso de su vida: que un día, la persona que le trajo al mundo no pudo cuidarlo, criarlo y tuvo que dejarle. Aceptar la diferen-cia es ayudar al hijo a asimilar y elaborar sus orígenes, a reconciliarse con ellos a lo largo de su infancia y adolescencia hasta llegar a ser adulto. Cuidar a un niño que fue adoptado también establece lazos profundos y duraderos, sin pensar mucho en ello, ya que en la cotidianidad el hijo es simplemente hijo al que se quiere, se cuida y se educa, se nos olvida que ese niño llegó por la adopción. Sin embargo, es bien sabido que los padres adoptantes pueden tener dudas en el hecho de su titularidad para criar como suyo a un niño que ellos no concibieron, es necesario que los padres se recuerden a sí mismos que ese niño es su hijo y que van a hacer todo lo posible para su buena crianza, por tanto, no deben dudar cuando cometen un error durante el crecimiento del niño. La adopción es algo maravilloso, pero los que adoptan a veces sienten temor. Esto se debe a que la experiencia trae consigo una combinación de ganancia y pérdida, de felicidad y dolor. Sin embargo, después de curar el dolor de las pérdidas y vencer el temor que causa el adoptar, se puede tener confianza en que la adopción si es una forma de hacer familia, si se crean el vínculo de la paternidad y la filiación y se puede decir que el hijo llegó por la adopción pero hoy ya es mi hijo.

la madre biológicaLa madre biológica que cede a su hijo en adopción es una mujer, o niña, que se enfrenta a un embarazo no deseado, en un momento difícil de su vida con circunstancias precarias para convertirse en madre. Algunas mujeres que quedan embarazadas cuando son adolescentes sienten que no son capaces de cuidar a un niño correctamente. Puede ser que no tengan ningún tipo de ayuda o apoyo, o pueden tener sueños para su futuro que serían imposibles o difíciles de lograr si están criando a un niño.

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Las razones que dan las mujeres para optar por dar a sus bebés en adopción, en lugar de tener un aborto o elegir criar al niño, va-rían según las circunstancias. En la mayoría de los casos, la entrega de un niño en adopción es un acto de amor, y la madre biológica quiere que ese bebé viva, pero quiere para él mejores condiciones de las que ella le puede dar. Es conveniente subrayar que, en la mayor parte de los casos, la madre cede a su bebé para asegurarle amor, cuidados y seguridad por parte de ambos padres en una situación hogareña normal que ella en ese periodo no puede proporcionarle (Smith, 1963). Norma Mendoza en su libro Adopción y familia después de entrevistar a muchas mujeres que dieron a sus hijos en adopción nos dice: “para ceder en adopción a un hijo recién nacido, los padres de nacimiento se enfrentan a factores tales como la soltería, el deseo de que el hijo tenga una familia, el deseo de terminar sus propios estudios, la vergüenza, pocos medios eco-nómicos, carencia de preparación para la maternidad y presión de los padres y de la sociedad. Por otro lado, deducimos que las relaciones con la ‘pareja’ son más significativas de lo que se reconoce usualmente y que los sentimientos de pérdida, dolor y luto permanecen en la mayo-ría de las madres (tal vez de los padres también) durante muchos años después de la cesión. Lo que si me di cuenta es que el bebé no tenía la culpa, él no había pedido nacer de una ma-dre soltera en esas circunstancias, y que no le podía dar lo que hubiera querido, tome la decisión de darlo en adopción y fue muy duro. Dice una mamá en una entrevista. Las mujeres que dieron a su hijo en adopción pueden sentirse fracasadas y tener senti-mientos de culpa e inutilidad. Actualmente, lo que más les importa a las madres de nacimiento es que sus hijos nunca las perdonarán por haberlos abandonado. Muchas de ellas desearían saber de su hijo en el fu-turo, donde quiera que esté. Bebé sé que tal vez puedas sentir rencor por mí, pero créeme que es lo mejor que te puedo ofre-cer. Espero me perdones por solo darte la vida y una familia adoptiva para que estés bien, escribe una mamá en una carta que le dejó a su hijo. En cuanto al padre de nacimiento, generalmente no se tiene información, está ausente en el momento de la adopción, la madre se encuentra sola y sin apoyo de una pareja y sola enfrenta, en la gran mayoría de los casos, el proceso de dar a su hijo en adopción. El hijo no tiene información sobre su padre biológico y puede desarrollar en su mente una imagen distorsionada al respecto; puede creer que el padre es un villano y que hubo algo muy malo en él que lo hizo evadir toda responsabilidad y victimizó a la madre de nacimiento; o bien, no tener ninguna imagen del padre, como si el hijo tuviese solamente una madre bio-lógica (Sorosky, 2008, p. 49). Después de firmar los papeles legales de la adopción del bebé, los padres (o en todo caso la madre) de nacimiento, se convierten en padres que ‘desaparecen’, ya que en nuestra socie-dad existe una gran ambivalencia hacia ellos. Es bastante obvio, sin embargo, el que las madres de nacimiento nunca olvidan el hecho de haber tenido un hijo después de haberlo cedido, por lo que esto resulta en problemas emocionales profundos.

En la mayoría de los casos, la entrega de un niño en adopción es un acto de amor, y la madre biológica quiere que ese bebé viva, pero quiere para él mejores condiciones de las que ella le puede dar.

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Derivado de lo anterior, pueden presentarse problemas como depresión, dependencia, ansiedad y generalmente todo esto se sufre en soledad porque las madres biológicas que cedie-ron a su hijo en adopción pasan al olvido, ellas tratan de olvidar en silencio, sin tener mucho éxito, y la sociedad también se olvida de ellas, no se les brinda atención psicológica ni emo-cional, pareciera como un tema que ya nadie quiere tratar, se cree que ellas podrán rehacer su vida y que si no se habla de estas mujeres los padres adoptivos tendrán una mejor oportunidad para criar a sus hijos como si fueran propios.

los padres adoptivosLos padres que se apuntan en la larga lista de solicitantes de adopción, en un 75% son per-sonas que tienen serias dificultades para tener hijos por la vía biológica, de estos una tercera parte son infértiles por causa desconocida y el resto cuenta con un diagnóstico de infertilidad. En general, tanto las parejas infértiles como las estériles han pasado por una gran cantidad de intervenciones médicas, que provocan sufrimiento físico y psíquico. A menudo las parejas explican cómo han sentido su intimidad invadida, controlada por las temperaturas y los días señalados, con gran tensión y desgaste. También hablan de cómo esta realidad ha influido en su vida de pareja y en su propia personalidad. En este tiempo se sufren diversos duelos y altibajos emocionales entre la oscilación de la esperanza de un hijo y la decepción de no ver realizado su sueño. Luego de muchos intentos sin resultado las parejas suelen ir al especialista para conocer la causa por la que no han podido quedar embarazados y ponerle una solución, puede que el médico dicte la causa de la esterilidad y para estas parejas resultará un alivio temporal, el saber la causa, conocer que hay una razón, otras parejas nunca conocerán el diagnóstico definitivo porque hay un gran porcentaje de infertilidad sin razón aparente. Ante esta situación, las parejas suelen recorrer un nuevo duelo: una gran sensación de ha-berse quedado sin rumbo. En este momento se presentan las alternativas médicas y las prome-sas milagrosas: consultas, tratamientos, intervenciones quirúrgicas y un nuevo duelo cuando esto no da resultado. Esto trae consecuencias en la vida personal y en la pareja, hasta extremos de contaminarlo todo: sexualidad, cotidianidad, autoestima, vida laboral. En lo social las parejas que están pasando por este período de infertilidad suelen aislarse y evitar reuniones sociales debido a que los amigos están transitando la etapa de embarazos y bebés y esto es terriblemente doloroso y profundiza la tristeza. En lo personal y laboral, si la pareja decide empezar un tratamiento de fertilidad, resulta muy difícil mantenerlo en secreto, y así la intimidad se ve expuesta ante miradas y consejos de personas que están fuera de sus afectos. El impacto emocional es brutal en la pareja, no solo por tener que resolver infinidad de duelos y renunciar a anhelos y esperanzas, además tiene que lidiar con la separación entre se-xualidad y reproducción ya que la sexualidad gira, casi de forma exclusiva, en torno a la repro-ducción esto puede llevarlos a una asexualidad, a una apatía o mecanización de la sexualidad, llevándolos a sentirse poco amados y poco comprendidos. Es importante que las parejas se planteen hasta donde deben llegar sus intentos científicos para lograr el embarazo, hasta donde debe llegar la exposición de su cuerpo, de su sexualidad,

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de su intimidad, hasta donde debe llegar el desgaste emocional y el enrarecimiento de la vida de pareja con el único fin de ser padres biológicos casi a fuerzas. Generalmente los doctores no ponen fin a este martirio, siempre hay algo más que hacer, algo nuevo que intentar, así que es la pareja la que debe poner un límite que le asegure parámetros saludables, que marque lo que no está permitido, lo que no se desea y hasta cuándo se debe parar.

Transitar el dolor del hijo que no se engendrará y despejar el espacio psíquico para que no per-manezca ocupado de falsas ilusiones permitirá un sano recorrido del duelo que no se puede saltear, para poder construir una nueva manera de encarar el proyecto de vida (Tomaello, 2011, pp. 32-35).

En este momento la pareja puede ver nuevas opciones, puede decidir no tener hijos y desde ahí hacer nuevos proyectos de vida solo para dos, retomarse como pareja, dedicarse al trabajo y a curar el duelo de no tener descendencia. La otra opción es la de formar una familia a través de la adopción. La adopción no es una cura a la infertilidad y tampoco es el camino para borrar el dolor por la pérdida ni la baja autoestima por no haber sido capaz de tener un hijo propio. Por lo cual es importante que la pareja que se ha decidido por la adopción se tome un tiempo para reflexionar sobre los motivos que tiene para adoptar y se dé tiempo para cerrar el duelo de la pérdida de su función reproductiva y el duelo de la pérdida del hijo biológico que estaban esperando y que nunca llegó. Cuando hayan resuelto sus propios sentimientos de pérdida, estarán en una mejor posición para ayudar al niño adoptado a manejar sus propias pérdidas. Las parejas que deciden adoptar empiezan el proceso de adopción muy confundidos y con una gran carga emocional y social, por un lado están cerrando sus duelos y aceptando su infertilidad, están lidiando con los sentimientos de culpa cuando se sabe que uno de los dos es el estéril y están enfrentando las expectativas personales y sociales de que deben ser mejores padres que los biológicos para ser aprobados como padres adoptivos y que deben ser mejores porque han esperado tanto, han pasado por tanto y tienen tanto amor para dar, manejar todos estos sentimientos se vuelve angustioso ante tanta exigencia y tantas expec-tativas. Los padres adoptivos se encuentran en una doble disyuntiva, educar y querer a su hijo como propio pero decirle que no lo es. Los padres adoptivos deben creerse que son los padres verdaderos de ese bebé, deben quitarse el miedo a ser papás, deben ser solo padres. No hay padres adoptivos, solo hay padres. De la misma forma que no hay hijos adoptivos, solo hijos. Las etiquetas que se ponen son un mero trámite administrativo. La adopción es para bebés que necesitan papás y no para papás que desean bebés. Aunque en la adopción se busca por encima de todo el bienestar del niño, no debemos olvidarnos de los padres que vienen cargando un sin fin de sentimientos, pérdidas, inseguri-dades, auto exigencias así como mitos y creencias de que con la adopción todo pasará y serán felices automáticamente, cuando en realidad necesitan un período de adaptación para un cambio tan importante como es el de convertirse en padres.

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Este período de adaptación se ve dificultado por la idealización de la maternidad que circula y en la que es muy difícil no quedar atrapados. Se supone que una vez llegado el bebé, la madre debe saber que hacer, esto está basado en el supuesto instinto materno que toda mujer debe tener y que apenas nace el bebé, aflora. Una madre debe diferenciar los distintos llantos de su hijo y, por tanto, satisfacerlo cada vez; ‘debe’ amarlo profunda e incondicionalmente desde el primer segun-do de su nacimiento; debe sentirse plena y todo el día feliz por su llegada; ‘debe’ de tener ganas de estar todo el día con él. Quienes escuchamos a las madres en su decir más auténtico sabemos que esto no es así, aunque parecería que no es lo normal (Tomaello, 2011, pp. 47-48).

Así vemos que no es tan diferente lo que pasa una madre adoptiva de una mamá biológica, lo que sucede es que la mamá adoptiva es más consciente, está en continua observación de su quehacer como madre y es mucho más exigente ya que tiene tatuado en su cabeza que tiene que ser mejor madre ya que está más observada por los demás. Los padres adoptivos tardan en sentirse padres, no lo dan por un hecho, primero expre-san su enorme gratitud a ese bebé que les cambió su vida, enriqueciéndola y haciéndola más feliz. Generalmente los padres adoptivos se sienten inseguros en su rol de padres y tienden a ser sobreprotectores, muy indulgentes, permisivos y ejercen poco la disciplina. Estos com-portamientos inconscientes son una manera de probar que son buenos padres. Estos padres adoptivos también suelen sobre reaccionar ante las enfermedades y sienten mucho miedo de cualquier cosa que les pueda pasar a sus hijos y que los aleje de ellos (Sorosky, 2008, p. 77). Son hijos muy deseados, muy buscados. Lo que quieres realmente son hijos, de la manera que lleguen no importa, le agradezco inmensamente a Dios por poder formar mi familia, comenta un padre adoptivo. Los padres adoptivos también pueden tener expectativas muy altas sobre sus hijos, estas expectativas pueden traer decepciones en los padres y frustraciones en los hijos por no ser lo que los padres quieren que sea. Así vemos que los padres adoptivos han pasado un proceso muy doloroso cuando inten-taban tener un hijo biológico, han tenido que vivir un duelo para aceptar la infertilidad, se vuelven a meter en un proceso largo y complicado cuando deciden adoptar y deben enfrentar-se al hecho de convertirse en padres adoptivos con toda la alegría que conlleva pero también hay que hacerse cargo de los miedos, las inseguridades y la incertidumbre y resolver todo esto para poder ser fuerte ante los miedos, inseguridades e incertidumbres del hijo adoptivo.

El niño adoptado

“La situación real del niño adoptado: primero ha sido ab-optado (del latín ‘poner de patitas en la calle’) de un grupo, y casi al mismo tiempo ha sido ad-optado (del latín ‘invitar a alguien a una fiesta’) por otro grupo, sin tener la posibilidad de elegir si desea participar en este tipo de fiesta” (Peter, 2012, p. 170).

El niño adoptado tiene un sentimiento que le causa aflicción a lo largo de toda su vida, sentir-se abandonado, lo cual significa sentirse aislado, dejado a su suerte y según sea el carácter de la persona, lo llevará más o menos bien, pero sentirá ese dolor por saber que existen unos padres que no conoce. La aflicción casi siempre es consecuencia de una pérdida. Tiene muchas ma-

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nifestaciones emocionales y de comportamiento: conmoción, enojo, depresión, desesperanza, sentimiento de impotencia, vacío, etc. Sin embargo, usualmente es una respuesta normal y adaptativa a la experiencia de pérdida. Cuando hay una separación prematura del bebé con su madre, el bebé experimenta ser arrancado de todo lo que es seguro en el mundo y puesto en un lugar con extraños (bien inten-cionados con toda seguridad) en donde nada se siente seguro, nada se siente bien, ni suena bien, ni se ve bien, incluso ni huele bien porque no es mi mamá, la mamá que sentía, oía, olía mien-tras me llevaba en su vientre, este es el primer trauma del niño adoptado (Soll, 2005, p. 10). Un niño que es adoptado después de su primer año de vida a menudo tiene problemas más adelante, pues el pequeño ya ha desarrollado apego con las primeras personas que lo cui-daron. Para los niños que se adoptan a una edad mayor a los tres años, la pérdida puede ser traumática y les supone una gran tensión. Pero incluso para los niños que se adoptan poco después de nacer existe también una pérdida que, aunque es menos traumática, puede llegar a dar forma especial a su personalidad. Los niños que son colocados en familias que los reciben a los pocos días de nacidos pueden afligirse años después no solo por los padres que nunca conocieron, sino por otros aspectos de sí mismos que se perdieron en la adopción, como por ejemplo la pérdida de sus orígenes y la pérdida de un sentimiento de plenitud de sí mismo, de su continuidad genealógica. Sin embargo podemos ver en la realidad que no se puede predecir como vivirá cada niño este sentimiento de pérdida y de abandono, quien se sentirá incompleto y abandonado y quien se sentirá querido y deseado; cuál escogerá resaltar la parte de la ‘pérdida’ en su experiencia de adopción y cuál se dirigirá a la parte del ‘encuentro’ familiar solamente. Las dos reacciones son comprensibles y forman parte de un proceso de adaptación sano y dependerá tanto del carácter del niño como de la experiencia de amor y diálogo con los padres adoptivos. La pérdida jamás es olvidada por completo, permanece a lo largo de la vida ya sea cons-ciente o inconscientemente y el niño percibe esta experiencia en el contexto de la búsqueda de sí mismo, en cómo se ve a sí mismo. Los sentimientos de pérdida son exacerbados por sutiles sentimientos de rechazo. Los adoptados aun en edades tempranas se dan cuenta de que, para haber sido ‘escogidos’, primero tuvieron que ser ‘cedidos’ o no escogidos, lo cual refuerza su bajo concepto de sí mismos. El niño adoptado siente pánico de ser nuevamente abandonado y por ello se vuelve muy sensible a cualquier rechazo por lo que hará todo lo posible por ganarse las alabanzas y el amor del otro, está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de satisfacer a los demás, sus miedos de ser abandonado son enormes y eso es lo que lo convierte en alguien muy dependiente y en cierta manera, consciente o inconscientemente, provoca aquello que le hace sufrir, que el otro lo rechace o lo abandone. También puede optar por abandonar a la otra persona antes de que lo abandonen a él. Por otro lado el niño adoptado siente afecto por sus padres adoptivos y no quiere con-trariarlos, puede ser que cuidando el no ser rechazado por ellos y cumpliendo las enormes expectativas que han puesto en él, desde que llegaste nos cambió la vida y por ti somos felices, te escogimos de entre muchos, eres muy afortunado por llegar a esta familia, por lo que el niño no cree que deba decir lo que realmente siente a estos papás adoptivos, se encuentra muy confun-

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dido con tantos sentimientos y no quiere ser rechazado por sus papás por lo que generalmente el niño vive todos sus sentimientos y miedos en soledad. Los adoptados experimentan muy seguido el sentimiento de aislamiento no sólo por las dificultades que tienen para confrontar sus propios sentimientos sino por la inhabilidad de compartir su realidad emocional con otras personas que le son significativas, particularmente los padres adoptivos. Siente miedo de hablar de los sentimientos que les genera la adopción con sus padres adoptivos porque siente miedo de lastimarlos. Además los adoptados se sienten muy confundidos con sus sentimientos de lealtad, por un lado sienten coraje por la madre que los abandonó pero sienten remordimientos por este sentimiento, ya que es su madre, la que le dio la vida. En otros momentos sienten coraje con sus padres adoptivos y hasta llegan a pensar que estarían mejor con sus padres biológicos y

también sienten remordimientos por no ser agradeci-dos con su familia, entonces su lealtad queda entre dos frentes que le son importantes. Todo esto influye en el desarrollo de su identidad, según el gran psicólogo Erikson, una de las claves para el desarrollo de la identidad en el adolescente es su comprensión de cómo es diferente de sus padres. En el

caso de la adopción, está es definida por lo que uno es y por lo que no es, el adoptado tiene que descubrir en que es similar y diferente de dos parejas de padres. Los padres de nacimiento que ceden a su hijo son padres y a la vez no. Los padres adoptantes se convierten en padres en un momento dado. Los hijos nacidos en una familia, que se convierte para ellos en una familia sin nombre, pierden una identidad y toman otra de la familia que los adopta. Para algunos la adopción impide que tengan un sentido completo o integrado de sí mismos. Los adoptados tienen huecos en su identidad, por la incompleta información que tiene de su pasado. Los adoptados saben quiénes son (por lo que sus padres han dicho que son) y al mismo tiempo no saben qué fue lo que sucedió en el pasado, sin saber quiénes eran sus papás, sus hermanos, abuelos, tíos, sin saber por qué lo abandonaron, si lo quisieron o no, sin cono-cer que fue de él en los días anteriores a mi adopción, es muy difícil poder construir sin estos cimientos y madurar una identidad sin sentir miedo a equivocarse. David Brodzinsky en su libro Being Adopted, the lifelong search for self nos habla de cómo Erik Erikson creó un modelo del ciclo de la vida describiendo las etapas de desarrollo psi-cosocial, en cada etapa la persona debe resolver el conflicto entre dos fuerzas que compiten. Cuando el conflicto está resuelto el individuo se mueve a la siguiente etapa, estos conflictos van dejando de tener importancia pero no desaparecen del todo. Si a todo esto le sumamos lo que el niño adoptado va pasando a lo largo de su vida tratando de construir su identidad podemos decir: En la infancia el niño oscila entre la confianza y la desconfianza aquí no hay verdadera conciencia de haber sido adoptado. En la niñez temprana, el niño lucha entre la autonomía y la vergüenza y la iniciativa vs la culpa, aquí tiene más conciencia de haber sido adoptado aunque no lo comprenda, ni alcance a ver sus consecuencias.

Los adoptados aun en edades tempranas se dan cuenta de que, para haber sido ‘escogidos’, primero tuvieron que ser ‘cedidos’ o no escogidos, lo cual refuerza su bajo concepto de sí mismos.

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Generalmente los niños adoptados en edad preescolar en donde la lucha es entre la indus-tria y la inferioridad, tienen sentimientos muy positivos sobre la adopción, porque entienden la historia que les contaron de cómo fueron deseados, buscados y escogidos y la felicidad que trajeron a la vida de sus papás. Poco a poco, van entendiendo que al haber ganado una familia tuvieron que haber perdido otra, en este momento puede aumentar la agresión, el enojo, el no comunicarse, la depresión y problemas de autoimagen. La adolescencia trae consigo una crisis de identidad que lucha contra la confusión, esta etapa es especialmente complicada para los niños adoptados ya que no solo tienen que in-dependizarse de sus padres adoptivos para formar su personalidad, también tienen que in-dependizarse de sus papas biológicos y resulta especialmente complicado porque no saben si realmente existen y de quien no saben casi nada. En la juventud que se destaca por la crisis de la intimidad vs el aislamiento, aquí se dan cuenta que realmente nunca han llorado conscientemente sus pérdidas, de sus padres biológi-cos y de todos sus parientes. En la adultez, en donde el conflicto es de la generatividad contra el estancamiento, se caracteriza por construir un legado para los descendientes, aquí los adoptados se dan cuenta que para ver y construir un futuro, se debe ver hacia el pasado, en esta edad hay que volver a enfrentar todos esos espacios en blanco de la historia personal, el no conocer el propio origen y no poder responder al sin fin de preguntas que lo acompañan. En la vejez, la lucha de esta etapa es la integridad vs la desesperanza, la persona hace un balance de su vida, repasando los sucesos de su vida, los agradables y desagradables y parece archivar una visión de sí mismo más integrada y significativa. Para los adoptados la vida les ofrece una última oportunidad de responder a la pregunta: ¿qué ha significado el haber sido adoptado? Podemos ver que para unos ha sido el tema central de su existencia mientras que para otros es una vaga y efímera condición que difícilmente se conecta ya con ellos. Es importante que las personas adoptadas aprendamos a aceptar que existe en nosotros una herida, y que es parte de nuestra historia, una historia que no elegimos, que es incambiable y en la cual carecimos de un control y de opción alguna, pero la cual no nos determina ni merma nuestro futuro.

Tal vez no sepa de dónde vengo pero si se lo que he logrado, en lo que me he convertido, en lo que soy en el presente y de esta manera puedo dirigirme hacia el futuro que quiero construir. (Chapiro)

ConclusionesConsidero necesario definir proceso de adopción como la etapa que empieza con la decisión de los padres de adoptar a un niño y que no termina hasta su muerte, este proceso se vuelve una forma de vida, una forma de existir para los tres actores de la adopción. Este proceso se puede llevar de una mejor manera sí lo vivimos de una manera más cons-ciente, profundizando, estudiando y viviendo los diferentes duelos, hablando del tema con la verdad, dando espacio a expresar los diferentes sentimientos para poder acomodar en el cora-zón la condición de la adopción.

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Me parece muy importante incluir los conceptos de amor y autotrascendencia según la visión de la logoterapia y el análisis existencial en el tema de la adopción, para vivir la adop-ción con mayor sentido. Frankl nos dice: Sólo el hombre tiene capacidad de amar, es una característica de la di-mensión espiritual de la persona humana por medio de la cual el hombre expresa su huma-nidad, saliendo de sí mismo, y con lo mejor de sí mismo, y va hacia algo o alguien para apre-henderlo, viéndolo como un tú completo, que me completa y me fascina y para quien deseo “ser para” el otro. Para Frankl “el amor es el único camino para arribar a lo más profundo de la personali-dad de un hombre. Nadie es conocedor de la esencia de otro ser humano si no lo ama. Por el acto espiritual del amor se es capaz de contemplar los rasgos y trazos esenciales de la persona amada; hasta contemplar también lo que aún es potencialidad, lo que aún está por develarse y mostrarse¨ (Frankl, 2004 p. 133). El amado se puede ver como persona digna de ser amada, amable, valiosa y llena de po-sibilidades en los ojos del amante. Con el amor puedes regresarle a cualquier persona toda su valía, todas sus posibilidades, su fe y su esperanza en ella misma así como su unicidad. La autotrascendencia para Frankl es ¨el hecho antropológico fundamental de que el ser humano remite siempre, más allá de sí mismo, hacia algo que no es él: hacia algo o hacia al-guien, hacia un sentido que el hombre colma o hacia un semejante con el que se encuentra. Y el hombre se realiza a sí mismo en la medida en que se trasciende: al servicio de una causa o en el amor a otra persona¨ (Frankl, 2003, p. 26). La autotrascendencia no se limita a las personas, incluye el mundo, los valores, los sentidos de vida, el trabajo, causas nobles y grandiosas, la autotrascendencia es una potencia exclusiva-mente humana se trata de como el ser humano vive en el mundo y como se relaciona con él. A través de ser consciente de que el proceso de adopción es un proceso de autotrascen-dencia y de amor, puede vivirse de mejor manera, esto no excluye el sufrimiento de cada uno de los actores pero le da un sentido más alto, más profundo que puede ser reparador y ayuda a pararse de una manera diferente en el mundo de la adopción. Así en el amor que es ver al otro en toda su valía y en todo lo grande que puede llegar a ser y en la autotrascendencia, que es salir de mí, con todo lo mejor de mi buscando lo mejor para ti, es donde puedo encontrar el sentido para todos y cada uno de los actores de la adopción. La madre biológica podrá tener la tranquilidad en su corazón que tomó una decisión amo-rosamente responsable, con las circunstancias que tenía en ese momento determinado, buscan-do el mejor bien para su bebé, que lo amarán y lo cuidaran porque ella no podía hacerlo, en esta decisión responsable podrá encontrar el sentido en momentos de duda o arrepentimiento. Una mamá adoptiva comenta: cargaba una responsabilidad extra, sin darme cuenta, de ser la mejor mamá porque tenía que responder a esa mamá que buscó lo mejor para su bebé. Los padres adoptivos encuentran sentido a través de la autotrascendencia al verse conver-tidos en padres, encontrando donde verter todo su amor, cuidado y protección. Un papá adoptivo me comenta: A mis hijos me gustaría darles las gracias, que padre que ha-yan hecho mi vida, me han hecho mejor persona, he aprendido mucho de ellos, me enseñan mucho y todo lo que hago es por ellos porque los amo.

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Los hijos adoptivos encuentran en donde aprender a amar y ser amado. Algunos de los hijos adoptivos entrevistados comentan su profundo agradecimiento a sus papás y a la adopción: gracias por adoptarme, si no no tendría esta familia y por criarme. Siento que tomaron la mejor decisión y si soy muy feliz. Gracias porque te eligen y porque me han dado una buena vida, yo los quiero mucho, muchas gracias por la familia. Elisabeth Lukas dice que en la familia es el lugar donde encontramos amparo, cobijo, protección lo cual define como la convicción primordial sin apoyatura racional de que se po-see valor, de que se es considerado valioso de manera incondicional. “El mayor amparo que un ser puede hallar en el mundo se lo da la familia intacta. No hay institución, ni grupo, ni equi-po que pueda brindar lo que ella brinda, valorando y apreciando sin restricciones de ninguna índole a cada uno de sus miembros. Para la familia intacta no es prioritario que sus miembros sean jóvenes o ancianos, sanos o enfermos, útiles o inútiles. Aunque carezca de títulos, méri-tos, posesiones o cargos, –una personita desnuda y desvalida, será nuestro ‘bebé’, nuestro ‘her-mano’, nuestra ‘madre’, etc., ‘escondido/a en el amor de sus seres queridos’. Normalmente, en ningún lugar de la tierra seremos tan amados y bienvenidos por lo que somos como en nuestra familia” (2003 pp. 11-12). Siguiendo a Elisabeth Lukas puedo concluir que lo más grande de la adopción es dar amparo, cobijo, protección a un niño en una familia adoptiva donde puede sentirse amado de manera incondicional. Esta idea nos queda muy bien para los hijos adoptivos pero puedo aumentar que ese niño adoptado es amparo, cobijo y protección del amor para los padres adoptivos, es donde su amor filial puede por fin realizarse plenamente. Y por último diría que esta nueva familia formada por la adopción puede servir de amparo, cobijo y protección a la madre biológica ya que cuando tomó su decisión responsable y amorosa de ceder a su hijo, eso era lo que buscaba para él. Descubro también la grandeza de la coincidencia, como los tres actores de la adopción se tocan en un momento, en el tiempo y espacio adecuado para coincidir cada uno con su dolor, con sus pérdidas, con sus sueños, uno de ellos se separa, pero queda presente, la madre biológica, desde este momento sus vidas quedan entrecruzadas para siempre en el amor y la autotrascendencia.

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Psicóloga con especialidad en el área educativa por la Escuela de Psicología en la Universidad Anáhuac (1995-1999), Logoterapeuta por la Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia SMAEL (2012-2015). Está capacitada como facilitadora de duelo individual y de grupos por el Instituto John Bowlby Consultores (2015).Experiencia actual: acompañamiento desde la Logoterapia a madres que han perdido hijos en la fundación ACOMPAÑA; acompañamiento psicoterapéutico desde la práctica privada; maestra adjunta de la materia “orientación existencial” en SMAEL.

A

Respetar la unicidad de los hijos en edad escolar desde nuestro rol de padresJacqueline De León

Puedes darles tu amor, pero no tus ideas, porque ellos tienen sus propias ideas.

Puedes alojar sus cuerpos, pero no sus almas. Porque sus almas moran en la casa del mañana,

y tú no puedes visitarla ni en sueños. Gibran Kahlil Gibrán

Aún cuando no todos los seres humanos somos padres, el ser-lo conlleva una manera de conducirse desde la tradición y la transmisión de valores de una generación a otra. Sin embargo, cada día son más quienes se resisten a aceptar la simple anti-güedad de una institución, llámese familia, escuela o gobierno, como una razón válida para creer en ella. De ahí que hoy, en lo que se ha denominado “época moderna”, predomina la sensa-ción de absurdo y cuestionamiento de valía de esas tradiciones que antes dieron sentido a nuestra conducta (Fabry, 2009). Ante tales cuestionamientos, Frankl (citado por Fabry, 2009) responde que si bien la tarea de quien educa consiste prácticamente en la transmisión de valores de una generación a otra, hoy no se debe limitar exclusivamente a ello, sino que se ha de actualizar de manera tal que quien educa, ayude a las personas a perfeccionar su conciencia individual. Esto per-mitirá que la persona pueda descubrir los sentidos únicos de su existencia personal, aún cuando los valores tradicionales puedan desaparecer. Siguiendo la cita anterior, este pretende ser un escrito que promueva la reflexión y el cuestionamiento en el lector sobre su labor de acompañamiento como padre de familia. ¿Qué tanto es el padre que cree que debe ser? O bien, ¿qué tanto es el padre que quiere y puede ser? Siempre teniendo presente al hijo como un ser ontológicamente único e irrepetible en su carácter de ser humano.

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Me gustaría empezar por hacer énfasis en que la vida es un proceso y que el respeto a la persona única e irrepetible de nuestros hijos no depende de la etapa de desarrollo en la que ellos se encuentren, sino que nuestra manera de expresar el respeto a su unicidad e irrepetibi-lidad, inherente a ellos mismos, es la que debe cambiar con la edad. En el caso del niño en edad escolar,1 ya tiene la capacidad de responder al mundo y no sólo reaccionar a él como en etapas anteriores. Sin embargo, todavía necesita sentir que de algún modo puede predecir las consecuencias, para así poder ir descubriendo aquello que le da sentido en ese momento único. Los padres, en este aspecto, pueden acompañar a los hijos a ir haciendo las elecciones que les permitan sentirse bien consigo mismos, sin pasar por encima de otros, favoreciendo en el hijo las oportunidades en cuanto a la reflexión de sus sentimien-tos. Por ejemplo: si de pronto nuestro hijo nos dice que por algo que le dijo un niño con el que parecía estar jugando muy divertido ya no quiere jugar más con él, será diferente decirle: “¿Qué paso, qué te molesto tanto de lo que te dijo tu compañero?”, a decirle: “Ay bueno, a lo mejor te contestó así porque estaba de malas”. Al favorecer la reflexión, lo estoy respetando y reconociendo que él percibió la situación de manera única e irrepetible. En este mismo orden de ideas, me parece que mientras el niño se sienta respetado, su autoestima será mayor y mayor será también la posibilidad de reconocerse y aceptarse como el ser único que es, lo que se traducirá más adelante en el reconocimiento de que lo que hace le afecta a él y a otros. La literatura revisada en cuanto a la etapa de desarrollo evolutivo de los niños de primaria indica que los dos retos principales en esta etapa de la vida son la formación del autoestima, que depende en gran medida de la ejecución del niño en aquellos ámbitos que valora (por ejemplo, los deportes, las amistades, las actividades escolares) y por otro lado, de la retroali-mentación que obtiene de su desempeño en tales ámbitos por parte de sus personas signifi-cativas, principalmente los padres. Es así como podemos encontrar a dos niños que cursan el mismo grado de primaria, ambos tienen un rendimiento académico bajo y, sin embargo, uno tiene un autoestima mayor que el otro. Desde su unicidad e irrepetibilidad, el niño que valora lo académico a pesar de que sus padres no lo reprendan por sus notas, tenderá a tener un autoestima menor que aqual niño cuyo rendimiento académico es igualmente bajo, si es que este valora más lo social y es capaz de formar buenas relaciones de amistad a pesar de que sus padres sí lo reprendan por sus notas. El ejemplo anterior nos permite entender de manera muy clara que los hijos son seres humanos independientes y diferentes de nosotros desde el nacimiento. Como diría Frankl: los padres prestamos los ladrillos no somos los arquitectos. Aún cuando ejemplificado resulta muy “lógico”, lo lógico no siempre es simple, y es que en la cotidianidad, a veces como padres nos cuestionamos más el comportamiento de los hijos que nuestra manera de acercarnos a ellos desde nuestra propia percepción de la situación, tan única e irrepetible como el mismo hijo. Por ejemplo: “¿Por qué te agobias tanto por las notas, ya te dijimos que no pasa nada si te va mal?” Y quizá la pregunta debería ser: “¿Qué representa para mi hijo sacar mala nota que se agobia tanto a pesar de tener nuestro apoyo?”

1 Edad escolar hace referencia a niños que cursan la escuela primaria. Para este escrito los niños en edad escolar, que cursan primaria, son niños que

van de los 6 a los 12 años de edad.

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El segundo aspecto fundamental a tomar en cuenta en el desarrollo del niño de prima-ria, es el desarrollo moral del menor. Los niños de 6 a 12 años ya son conscientes de tener un punto de vista particular y el contacto con otras personas como maestros y amigos, además de los padres, les permite darse cuenta de la importancia que tiene para ellos mostrar esta visión única del mundo. Desde esta perspectiva, en la que la moralidad única del niño se está for-mando, y para hacerlo buscan indicios de la moralidad adulta, nos toca modelar con nuestra conducta la congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos. No con afán de que actúen como nosotros quisiéramos, pues a esta edad, ya se han ido adquiriendo valores propios desde sus competencias y relaciones, sino para que aprendan a responder a la vida desde lo que para ellos es valio-so. Si somos respetuosos de nuestras propias creencias como padres y actuamos en consecuencia, estaremos modelando a nuestros hijos el respeto por la propia existencia independientemente de su conducta. Otra de las consideraciones que debemos hacer como padres si hablamos de respeto a los hijos en esta edad, escuela primaria, es no disfrazar la verdad pen-sando que son muy pequeños para formarse un criterio propio sobre determinada situación. Los niños de 6 a 12 años ya son capaces de darse cuenta de sus habilidades, principalmente por la comparación que hacen de su desempeño con su grupo de iguales. Al intentar mitigar esas comparaciones e imponer como cierta nuestra percepción de un asunto (como sería de-cirle a un niño que se niega a jugar con otro que le lanzó el balón de manera agresiva no te lo lanzó fuerte a ti, sólo es que él es muy fuerte) los hará dudar de su percepción y por lo tanto de su unicidad-irrepetibilidad. Para argumentar el concepto de unicidad e irrepetibilidad quiero decir que es muy im-portante que si nuestros niños no pueden confiar en lo que perciben y deben confiar en la percepción de quiénes son sus personas más significativas, pueden llegar a la conclusión de que sólo pueden confiar en lo que sus padres opinan, pues son ellos quienes perciben correcta-mente. No debería entonces de extrañarnos que al llegar a la adolescencia o vida adulta joven, estos niños que vivieron de acuerdo a la interpretación que sus padres daban a los aconteci-mientos de su vida encuentren difícil tomar decisiones propias. Ahora bien, hablando del estilo educativo parental. Los tres más reconocidos son el “au-toritario”, en el que no se admite negociación y los padres se limitan a dar reglas claras; el “laissez-faire”, en el que los padres no establecen límites claros y delegan en el niño la com-pleta responsabilidad de las tareas, y un tercero propuesto por Baumrind (citado por Mietzel, 2005), en el que no sólo se establecen reglas claras sino que cuando no hay acuerdo, los padres están dispuestos a ofrecer una justificación del para qué de la regla, parecería que este último es el que más favorece una vinculación con el hijo desde el respeto. Sin embargo, si entendemos desde el concepto de unicidad de la logoterapia que no sólo se considera a cada hijo como único e irrepetible, sino que también son únicos e irrepetibles los contextos o situaciones que se presentan en la vida del niño, me parece que no cabe hablar de un estilo educativo parental determinado de manera general, sino que como padres deberemos ser capaces de movernos

Los niños de 6 a 12 años ya son conscientes de tener un punto de vista particular y el contacto con otras personas como maestros y amigos, además de los padres, les permite darse cuenta de la importancia que tiene para ellos mostrar esta visión única del mundo.

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entre uno y otro de estos estilos educativos propuestos, dependiendo de cómo la situación particular impacte en la vida de nuestro hijo menor de edad y del hijo del que se trate. Es así como habrá situaciones en las que como padres deberemos optar por un estilo “autoritario”, por ejemplo, cuando la situación implique un riesgo a la vida de nuestro hijo menor (ir a una fiesta de alberca a los ocho años en la que no habrá supervisión de un adulto) y aún así estaremos respetando su unicidad e irrepetibilidad pues estaremos respetando su vida antes que cualquier otra cosa. De igual manera, habrá ocasiones en las que podremos ser padres “laissez-faire” (escoger su ropa a los seis años para ir a jugar a casa de un amigo) y sere-mos respetuosos sin que esto hable de una excesiva libertad, más de la que por su edad puede manejar. No quisiera dejar de mencionar la importancia de las leyes de la “ontología dimensional” propuestas por Frankl (2007):

• 1a.ley:“Siproyectounvasoenelplanodelamesaenlaqueseencuentra,serepre-senta en el plano horizontal como un círculo, mientras que en el plano vertical se representaría como un rectángulo. De la misma forma como no se nos ocurre afirmar que un vaso se compone de un círculo y de un rectángulo, asimismo el hombre no se compone de cuerpo, alma y espíritu. Más bien se trata, por lo que se refiere a lo cor-poral, a lo psíquico y a lo espiritual, de dimensiones del hombre”.

• 2a.ley:“lasformastridimensionales,cilindro,conoyesferaserepresentanenelplanohorizontal, como un solo e idéntico círculo; el mismo círculo es ambiguo. De la misma forma, también un hombre y cualquier fenómeno humano llega a ser ambiguo en el momento en que lo proyecto desde el ámbito de lo humano (que se constituye en pri-mer lugar gracias a la dimensión de lo espiritual) en el plano de lo meramente corporal psíquico”.

Ya que me parece que estas leyes ontológicas permiten entender de manera muy gráfica la unicidad-irrepetibilidad, no sólo de un hijo en particular, sino al hablar de dos o más hijos. Es común que los padres, buscando siempre manifestar nuestro amor e interés por cada uno de nuestros hijos de manera equitativa, usemos con cada uno de ellos el mismo estilo educativo e intentemos darles las mismas oportunidades (que los hijos que tengamos practiquen el mismo deporte o asistan a la misma escuela), aunque quizá no todos ellos tengan las mismas habilida-des. Si bien todos ellos serán miembros de la misma familia y compartirán valores, ideologías y gustos entre otras cosas cada hijo, además de un niño en edad escolar, es un ser humano. Ha-biendo comprendido lo anterior, serán los padres quienes decidan cómo vincularse con cada uno de sus hijos desde la responsabilidad al desempeñar su rol. Por último, desde mi particular punto de vista, quisiera recalcar la importancia de que como padres tengamos presente nuestra propia unicidad. Los cuestionamientos constantes de la sociedad y de nosotros mismos, la falta de aceptación por parte de muchos padres de la etapa que viven (soy el joven amigo o el adulto maduro), han favorecido que las generaciones actuales se acerquen más en comportamiento. A pesar de que la delimitación del rol quizá hoy no es tan clara o definida como en épocas anteriores, esto no debe verse necesariamente

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como algo negativo, se abren posibilidades. En mi opinión personal, esta ausencia de una estricta delimitación de un rol, denota también la búsqueda actual por descubrir al padre que soy desde mi unicidad. La duda invita a la búsqueda y es lo que en mi caso sucedió. Hoy me doy cuenta de que no puedo ser la madre que fue mi madre, desde que soy una mujer con una historia de vida irrepetible que me hace percibir e interpretar el mundo desde mi particulari-dad, así también las circunstancias y el contexto en el que mis padres me criaron y yo crío a mis hijos son asombrosamente genuinos y originales. Valorarme como la madre que soy y la que puedo llegar a ser, me permite apreciar y va-lorar a los padres que tengo y al mismo tiempo respetar a mis hijos por ser quienes son, de acuerdo a las circunstancias que hoy les toca vivir desde sus vidas y su contexto único. Y para finalizar, dejo para la reflexión del lector y mía propia la siguiente frase de Ev-tuixenko (citado en Conangla y Soler, 2013: 67), cuando habla sobre el miedo a uno mismo y dice: “No es terrible de cerca aquello que, a menudo, nos da miedo de lejos”.

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Una mirada existencial que humaniza y me humaniza: la logoterapiaMartha Elizabeth García Almaguer

UUna mirada que revela lo que otras no hacen, lo que otras no atienden, lo que otras no contemplan: la espiritualidad. Espiritualidad que es mirada desde su antropología, filosofía y ciencia. Mirada que ve la intangibilidad del ser en lo tangible, en el paisaje único de la existencia de cada ser humano, donde es manifestada la totalidad, unicidad e irrepetibilidad. Expresión de la vida que manifiesta la transformación permanente y vigente inscrita en la interioridad y escrita en el pergamino del caminar caminando de todo hombre y mujer, que apelan al poder desafiante del espíritu, que les habita y les mueve. Mirada que despliega las capacidades espirituales del ser humano que a saber son las siguientes:

• El autodistanciamiento.Es aquella capacidad espiri-tual que permite ver la versión de sí mismo de una forma diferente que todavía no es, pero que a pesar de las circunstancias, de las situaciones límites o de la imprevisibilidad, lo inevitable y de la fugacidad de la vida, cuestiona a la persona esperando respuestas que sólo ella tiene el privilegio de dar a través de una gama de posibilidades. Distanciamiento de sí mismo que indudablemente lleva a tomar elecciones libres llenas de sentido.

• La autotrascendencia. Es la capacidad que permitemoverse hacia afuera con el otro y junto al otro, en la trascendente tarea de dejar huella existencial en la otredad. Perpetuando su propia esencia en la obertura de la esencia ajena, creando así el regalo que el otro inspira.

l a l o g o t e r a p i a e n m é x i c o

Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Coahuila. Estudió la Maestría en Consultoría Familiar, por el Instituto de Estudios Superiores de la Familia de la Universidad Anáhuac.Estudio el Diplomado de Logoterapia en la “Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.” Actualmente se desempeña como psicoterapeuta en forma particular y realiza cursos de desarrollo humano para diversas instituciones educativas y de salud. Así mismo está cursando el III semestre en la formación de Logoterapia y Análisis Existencial en el Instituto Peruano de Logoterapia “Viktor Frankl”.

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Su mirada –la de la logoterapia– como me mira y como me hace mirarme, me enamora. El romance se empezó a gestar en cada lectura recorrida en los senderos de la autoría del propio creador: Viktor Frankl, así como de todos los autores ya enamorados de su propuesta; donde cada uno imprime su singularidad y da respuesta al amor vivido en plenitud de la ins-piración que les es dada a través de la mirada existencial y deja pasar a través suyo su propia obra de arte. No hay reservas, la entrega es total y cada palabra escrita y dicha desde su óptica me lleva a elegir con un contundente “sí” la elección de acompañar desde su mirada existencial que humaniza y me humaniza. Así pues, la luz confiada desde su mirada que me descubre y descubro, que me plenifica y plenifico, que me da significado y significo agitando mi interioridad, encontró cauce en el arte de acompañar desde su visión que posibilita la máxima que promueve el ser-siendo. Goethe habla al respecto cuando afirma lo siguiente: “Si tratamos a los hombres solamente por lo que son, los hacemos peores. Tratándolos como si fuesen lo que deberían ser, podemos hacer de ellos lo que pueden llegar a ser”. La decisión está tomada bajo su tutela. Elección del camino de acompañar, una elección llena de significado El camino trazado en esta singular tarea trascendente se gesta a partir de dos convicciones personales: la fe contundente de creer en la sabiduría interior del ser humano y la esperanza-dora transformación que le acontece en situaciones de adversidad. El recorrido ha sido gratificante y en lo transitado he tenido el privilegio de ser testigo de renacimientos espirituales. Donde la luz imperecedera del acompañado tiene un brillo que alumbra no sólo su propia existencia, sino también es compartida en el escenario de la otredad. Si bien es cierto ha habido momentos de dudas, miedos, dolor y sufrimiento. De incerti-dumbre de no saber a dónde ir o que elección tomar en el proceso, en donde el acompañado se encuentra en el desbordamiento emocional y donde su fragilidad y vulnerabilidad se hacen presentes. También es cierto que los milagros se patentan en la aceptación humanizante de abrazar aquello que no se puede cambiar y asumir la actitud heroica de saber cómo vivir lo irreversible, lo inevitable, lo impredecible, lo fugaz, lo finito, lo inalterable. La elección llena de significado de acompañar sigue vigente como el aire fresco de cada amanecer, como el sol que hace su aparición cada nuevo día, como las estrellas que dan su luz en medio de la oscuridad. En cada acompañado tengo la oportunidad insondable de revelar la sabiduría de su inte-rioridad. La elección de acompañar: pregunta existencial que me cuestionó la vida. La respuesta es un sí contundente y vehemente en la sed espiritual de dar y de darme. En el arte de acompañar se encienden los reflectores de este sendero bajo el amparo de la luz del sentido, respondiendo desde su propio arte a la pregunta que cuestiona ¿qué es acom-pañar?

…los milagros se patentan en la aceptación humanizante de abrazar aquello que no se puede cambiar y asumir la actitud heroica de saber cómo vivir lo irreversible, lo inevitable, lo impredecible, lo fugaz, lo finito, lo inalterable.

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De acuerdo a la visión de Sandra Barbero, en su libro Herramientas para acompañar, la interrogante es iluminada de esta manera:

• Acompañaresfacilitarcaminos, para que la persona encuentre la posibilidad de mo-vilizar sus zonas rígidas, restringidas, y se favorezca un cambio, hacia una vida más auténtica y libre.

• Acompañaresbuscaralternativas a los conflictos de conciencia, o de valores que le per-mitan a la persona realizar su mejor elección.

• Acompañareslevantarlalámpara para que la persona, pueda ver todo lo valioso que le queda, aun en la enfermedad, dolor, o situación límite.

• Acompañar esproporcionarherramientasque le permitan a la persona, que revise su modo de amar, de elegir y de sufrir.

• Acompañarescaminarjuntoalconsultante, para encontrar el alivio a la situación límite inabarcable.

• Acompañaresbrindarcaminosparaquelapersonapueda,hacerconcienciadellímite (pa-decimientos) de la frontera entre lo psicológico, lo biológico, lo sociológico, que estos condicionamientos sean atendidos por el mismo consultante en primer lugar y luego por los especialistas, y que éstos no sean el origen de un reduccionismo personal. “Sigo siendo persona, a pesar de…”.

• Acompañares,presentaralternativas, en las que la persona pueda sentir que hay una identificación con lo que le pasa y como le pasa, pudiendo luego desplegar sus capaci-dades espirituales, y de esta manera dirigirse hacia el valor.

• Acompañareshacerquelapersonapercibaensuconsciente,lafuerzadelinconscientees-piritual.

• Acompañaresacercarcaminos, para que la persona pueda transformar sus resistencias, añadiendo algo nuevo, a lo viejo y profundo. Ese “algo más” que la persona no ve.

Así pues, luego del acercamiento desde la óptica de Barbero, acompañar en la mirada amo-rosa desde la logoterapia; es una tarea ineludible del logoterapeuta, en donde en el camino de acompañar se va escribiendo ese espacio de intimidad. Donde se gesta un encuentro que permea la humanidad del acompañado como del que acompaña, ese espacio original donde se revela y se devela un tú junto a un yo y viceversa, para tejer con cada hebra existencial, única e irrepetible ese espacio terapéutico vinculante afectivo: el nosotros. Viktor Frankl hace mención al respecto cuando afirma lo siguiente: “El amor es el único camino para arribar a lo más profundo de la personalidad de alguien. Nadie es conocedor de la esencia de otra persona si no la ama”. Sin duda alguna, ese espacio de intimidad en el cuidado del acompañado, es custodiado bajo el crisol del calor que transforma la existencia desde su interioridad, manifestada en el compromiso convincente de decidir el propio protagonismo, al cual la vida misma llama y no enquistarse o instalarse en la inmanencia del victimismo. Ese espacio de intimidad es llamado: “Empatía, un regalo que nos humaniza”

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Palabra deletreada en el contexto humanizante, donde nace el encuentro de dos seres hu-manos, donde cada cual se viste desde su unicidad e irrepetibilidad que les es donada desde la majestuosidad de la vida. Los sentidos se avivan y están en la disposición de amor de escuchar con atención desde la bondad y no desde el juicio y prejuicio, mirada que conecta con la mirada del otro donde la luz del alma se hace presente lo grávido del ser que acompaña y el otro es acariciado en la ternura de la profundidad de quien es. En donde el lenguaje de la corporeidad hace una recepción que invita al acompañado a sentirse seguro, confiado, entendido, comprendido, amado. De tal manera que en ese mismo lenguaje de lo no dicho le comunique voltearse a ver, a palparse a sí mismo y vuelque con su propio cuerpo un abrazo reconciliador que le brinde el regalo de la paz. Espacio donde en el encuentro de los corazones, el acompañado se sienta vigorizado y proceden de él las posibilidades de buscar y encontrarse en lo hallado en su espiritualidad, donde se despliega una mirada diferente y un nuevo comienzo como si fuera el recuerdo feha-ciente de ser un ser humano nuevo a cada instante. Lugar existencial donde la inspiración reorienta el andar del acompañado para dar forma y sustento a los pasos de la acción en el avanzar del significado que está a la espera de ser des-cubierto por el acompañado y darle la nota de vida en la realización de este. En el caudal de las palabras dichas por el acompañado, también hay un espacio vinculan-te de sanación en donde el otro revela la expresión de lo que es, anhelo imperante de darse a conocer y en el sublime gesto de la escucha, su anhelo es arropado dando certeza a su presencia presente en ese encuentro. También en la escucha de la empatía se germinan palabras que anuncian vida y hay una gama de colores que pintan el hogar de la interioridad del acompañado. La hondura de lo dicho es recibido por el acompañante con el honor de custodiarlo y per-manecer en la contemplación de la esperanza de que se geste los mejores tiempos encarnados en la esencia y presencia del acompañado. Como decía anteriormente su mirada –la de la logoterapia– también me ha acompañado en el despliegue de mi propia humanidad, transitando por paisajes oscuros donde la sombra de mi existencia aparecía, pero que justo en el abrazo conciliador, descubrí la luz de aquello que emanaba la vida, para celebrar el milagro de existir. Existir-existiendo, un misterio que representa un verdadero desafío en descubrir lo vir-tuoso, bello y bondadoso en los actos cotidianos y en la grandeza de los pequeños detalles de lo sustancioso de la vida. Una mirada que fecundó mi corazón y que nutrió mi “humus”, mi tierra con semillas de humanidad dando paso a mi propio alumbramiento espiritual, reconociendo y reconociéndo-me en el destello de la luz de mi conciencia; la siguiente verdad que me afirma y me sustenta: Cuando doblego mi ego, la humildad escribe en mí poesía para vivirla. En un instante me vi atrapada por mi propio ego. Aquel que me vuelve ciega pudiendo ver; que me vuelva sorda pudiendo escuchar. Me vi atrapada en ese sin sentido y sin vida en donde mis sentidos estaban anestesiados por ese avasallador egocentrismo. Donde mi afán se

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despliega en buscar el reconocimiento. En la búsqueda de que los eventos de la vida sucedan como yo quiero que sucedan, perdiéndome en el hubiera o bien en el debería ser. Afanándome en controlar lo que no es controlable, a exigir desde el derecho obsoleto de lo que me merezco. Así, anestesiada por estos barrotes, fui creando mi propia celda, atrapada, abrumada y desolada. Pero también en un instante que se volvió eternidad que redime, envuelta en la indulgencia de la vida se hizo paso la luz del amor por una hendidura de mi corazón agitado y desvalido donde la misericordia y la compasión del ser por mi ser me ilumino dándome la certeza de sentirme amada por lo que soy y no por mi hacer y tener, desde donde el ego hace su aparición y se anida. En el lenguaje de la ternura, la esperanza, la fe, el amor, la aceptación volví a la vida. Donde entonces pude ver, escuchar, sentir, oler, tocar la obra maestra del regalo; la estatua del agradecimiento; la melodía de la paz; el canto del perdón, la literatura de lo escrito con el corazón; la danza de la alegría de nuestros pasos sincronizados en el trayecto de la vida, de la poesía anhelada de una reconciliación conmigo misma; de la pintura de lo que “es” la vida con todo sus colores, formas, matices, sombras y luces; de la partitura escrita desde mi humanidad donde me encuentro en la musicalidad de mis entrañas y en la voz cantante y melodiosa de la reciprocidad en el encuentro con la otredad. Que milagro se reveló ante mí el misterio de lo que el otro te regala en una sonrisa que alimenta el alma. Un gracias que arropa tu esencia; un te quiero que permea la piel y te acari-cia; una mirada hecha desde la profundidad de su ser al tuyo; un abrazo en donde los corazo-nes quedan tatuados con la afirmación gracias por ser y estar en mi vida. Cuando a través de la mirada del otro te devela tu belleza interior; cuando en el susurro de su voz pronuncia tu nombre y aspiras a un aliento de vida. Cuando en el lenguaje de lo no dicho, el otro escribe en ti versos de amor que arrancan suspiros, porque tu esencia ha sido tocada, cuando el corazón del otro te arropa y tu alma se desnuda. Cuantos son los regalos imperecederos que aparecen en el escenario de la vida cuando doblego mi ego. Regalos gestados desde lo que soy, justamente desde ahí, desde la esencia. Regalos que solamente estaban reservados a mí y de la misma manera al otro, donde se gesta el encuentro del don de ser personas. Por quien soy cuando estoy contigo y por quien eres cuan-do estás conmigo nos invade la inspiración espiritual de regalarme y regalarte conduciéndonos a la magia de esos instantes de vida que se vuelven eternos bajo la tutela del amor. Ya no me afano más, bajo la desgatada y estéril vestidura de mi ego. Hoy por hoy mi ves-tidura es sentirme bendecida y agradecida de recibir sin afanarme y demandar. Qué gran lección de vida hizo aparición en mi existencia: a mi ego lo doblegué y trascen-dió mi esencia esa que tiene un lugar eterno, vigente y permanente en los abrazos amorosos de Dios, que me arropa con su ser. Estoy en camino y sigo aprendiendo desde su mirada amorosa que humaniza y me huma-niza: la logoterapia.

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Logoterapia y Tanatología: tejiendo una gran red para la creación del Hospice “Vida, Esperanza y Amor”Blanca Ramírez

D

El que sabe vivir puede salir.Sin miedo a rinocerontes ni tigres.

No será herido en la batalla.En él no encuentra el rinoceronte sitio para clavar su cuerno.

Ni el tigre un lugar donde meter los colmillos.Ni las armas encuentran por donde penetrar.

¿Por qué ocurre así?Porque no tiene ningún sitio por donde pueda entrar la muerte.

Lao Tse

Desde hace once años la tanatología entró en mi vida con la finalidad de resolver duelos y pérdidas añejas. De manera inexplicable, poco a poco me fui dejando atrapar por la pro-fundidad de su esencia, por crear en mí conciencia del valor de la vida y de la inevitable finitud. Me cautivó encontrar mi verdadera vocación: acompañar al ser doliente en su proceso de enfermedad terminal y de proximidad de la muerte, así como trabajar muy de cerca con su entorno, su familia, sus seres más amados, sus asuntos inconclusos, sus miedos, su proceso final, su despedida... Comencé a adentrarme en el movimiento de los llama-dos Hospices, lugares destinados a brindar apoyo físico, mé-dico, psicológico, espiritual, incluso tanatológico al Homo patiens. Básicamente se trabaja con los cuidados al final de la vida, con paliar el dolor del paciente, con la sensibilización a las pérdidas de la salud, de la capacidad física, de la seguridad, de la vida misma. Pero mi corazón, mis sueños, me repetían que algo faltaba… que no bastaba con otorgar al paciente un propósito curativo, no bastaba con brindarle una aten-ción integral para aliviar los síntomas físicos, emocionales y espirituales, no bastaba con promover una mejor calidad de vida el tiempo que fuera necesario. Faltaba ese broche dorado

l a l o g o t e r a p i a e n m é x i c o

Especialidad en Logoterapia y Análisis Existencial por SMAEL, Master Universitario en Tanatología y cuidados al final de la vida por la Universidad de la Laguna, Tenerife, Islas Canarias, España, Licenciatura en Derecho por la Universidad Autónoma Metropolitana.Ha practicado acompañamiento terapéutico a pacientes y familias en duelo en el Centro Médico Nacional Siglo xxI, en el Hospital Federico Gómez, en el Hospital de Traumatología y Ortopedia, Sede Lomas verdes, y en el Hospital Español, así como dado cursos de capacitación continua a profesionales de la salud en diversos centros hospitalarios.

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llamado logoterapia, para darle al paciente y a sus seres más queridos, además de lo anterior, el gran regalo de dignificar su existencia, de comprender y abrazar el significado de su vida, así como, a través de un encuentro honesto, abierto y fraternal con un logo-tanatólogo, descubrir un sentido a su sufrimiento, a la posible culpa y a la proximidad de la muerte, apelando a su dimensión espiritual, descubriendo los valores que le permitan trascender la enfermedad, en-contrar paz, amor, esperanza, aceptación incondicional y vida. El siguiente esquema define mi postulado:

Por lo anterior, es de mi interés proponer las bases necesarias para la construcción del Hospice “Vida, esperanza y amor”, al ir entretejiendo una firme red entre las bases de la tanatología y la logoterapia, siempre en beneficio y por amor a cada ser doliente que cruce sus puertas.

Mar adentro, mar adentro, y en la ingravidad del fondo donde se cum-plen los sueños, se juntan dos voluntades para cumplir un deseo, un beso enciende la vida con un relámpago y un trueno, y en una metamorfosis mi cuerpo no es ya mi cuerpo, es como penetrar al centro del universo. El abrazo más pueril y el más puro de los besos, hasta vernos reducidos en un único deseo. Tu mirada y mi mirada como un eco repitiendo sin palabras

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más adentro, más adentro, hasta el más allá del todo por la sangre y por los huesos. Pero me despierto siempre y siempre quiero estar muerto, para seguir con mi boca enredada en tus cabellos.

Ramón Sanpedro, en algún momento de su eterna agonía (de la película Mar adentro, Alejandro Amenábar, España, 2004)

El tema de la muerte y el morir ha sido por excelencia el tema eterno en todas las épocas, cul-turas, religiones, civilizaciones. Ha sido un tema universal y la respuesta dada a él no podía ser menos en nuestra cultura y nuestra sociedad. Por ello, se oyó en primer lugar hablar de muerte digna y posteriormente de cuidados paliativos, fruto de esa tendencia universal de dignificar la vida y como un hecho de marcada incidencia social. El mundo moderno no quiere ver delante la inevitabilidad de la muerte. Los cuidados paliativos precisan entonces del conoci-miento relativo a la muerte y han de ser capaces de ayudar a responder a la pregunta: ¿cómo prepararse y cómo ayudar a los demás a morir? La muerte, que antes solamente era tema de la persona y el cura, ha pasado a ser tema de un equipo multidisciplinario. Sería este entonces el que daría respuesta a las preguntas: ¿Cómo ayudar a los demás a vivir el final de esta vida? ¿Cómo conseguir dar sentido a la enfermedad y a la muerte? ¿Se puede aprender a morir? ¿Y enseñar? Estas y muchas otras preguntas me pasan por la cabeza y el corazón, me doy cuenta que lo que más deseo es trabajar con el paciente y su familia, brindándoles cuidados totales, activos y continuados, puesto que su expectativa no es la curación ni prolongar la vida, sino mejorar en la medida de lo posible, las condiciones presentes cubriendo no sólo las necesida-des físicas sino además las psicológicas, sociales y espirituales, extendiendo este apoyo, incluso en el período de duelo. Ante la presencia de un diagnóstico de enfermedad terminal, la propuesta de la creación del Hospice “Vida, esperanza y amor” no sólo busca brindar los cuidados paliativos necesarios para el control del dolor físico, se trata también de proporcionar al paciente un espacio de bienestar, dignidad y encuentro para el cierre de procesos pendientes, apoyo en la búsqueda de sentido de la enfermedad, del sufrimiento y de vida, así como el acompañamiento necesario, teniendo como marco los derechos fundamentales del enfermo moribundo:1

1. Tengo derecho a ser tratado como una persona humana hasta en el momento de la muerte.

2. Tengo derecho a conservar un sentimiento de esperanza, cualquiera que sea el cambio que me pueda sobrevenir.

3. Tengo derecho a ser cuidado por quienes sean capaces de conservar ese sentimiento de confianza ante cualquier cambio que me pueda acaecer.

4. Tengo derecho a expresar a mi manera mis sentimientos y emociones ante mi propia muerte.

5. Tengo derecho a participar en las decisiones que afecten a mis cuidados.6. Tengo derecho a esperar una atención médica y a una asistencia continuas, incluso en

el caso de que haya que cambiar su objetivo de curarme por el de aliviarme.

1 DUDA DEBORAH. Guía para cuidar en casa a un enfermo terminal. Editorial Pax. 1987. México.

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7. Tengo derecho a no morirme solo.8. Tengo derecho a ser aliviado de mis dolores.9. Tengo derecho a que se responda honestamente a mis preguntas.

la enfermedad terminal: el hombre doliente en su búsqueda del sentido del sufrimiento

No paramos en la muerte de súbito, sino que nos encaminamos a ella paso a paso. Cada día morimos, cada día perdemos una porción de nuestra vida, y hasta cuando crecemos, nuestra vida decrece. Perdimos la infan-cia, después la mocedad, después la juventud. Hasta el día de ayer, todo el tiempo pasado está muerto, y aún el propio de hoy nos lo partimos con la muerte. Tal como no es la postrera gota la que interrumpe el chorro en la clepsidra, sino todas las que habían manado anteriormente, así aquella postrera hora en la que dejamos de ser no es la única en producir la muer-te, sino en consumarla; entonces llegamos a la muerte, pero ya hace tiempo que hemos ido caminando hacia ella…la muerte no viene toda a la vez: la que se nos lleva es la última muerte.

Séneca, Cartas Morales a Lucilio, xxiv

¿Qué se entiende por enfermedad terminal? Presencia de una enfermedad avanzada, incurable y de curso progresivo hacia la muerte;

no hay posibilidades “razonables” de respuesta “curativa” al tratamiento específico; Pronóstico de vida limitado: entre tres y seis meses (o menos); los estudios sobre esta enfer-

medad o afección indican que aproximadamente el 95% de los pacientes fallecen dentro de ese período;

Presencia de numerosos y diversos síntomas, multifactoriales, variables e intensos; es im-portante como percibe y categoriza el paciente lo que le ocurre en función de su intensi-dad, significado e impacto sobre su estilo de vida;

Síntomas físicos tales como:• Dolor(crónico,somático,visceraloneuropático)• disneaoastenia• complicacionesmetabólicasydigestivas(anorexiaoestreñimiento)• vómitos• delirium• insomnio• ansiedad,trastornosafectivos(depresión)• hemorragias• úlceras• infeccionespulmonares.

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Profundizando en los estados de ansiedad del paciente, quisiera enfatizar algunas razones, dudas y temores que agudizan los síntomas de la enfermedad:

• Temorantelaseparacióndelosseresqueridos(quéserádeellos)• temoraresultarun“peso”paralosdemás• temoraperderelcontrol• temorahacersedependientes• temoraldoloroaotrossignosdeempeoramiento• nuevossíntomassonmotivodeangustiaydesesperanza• lasrecaídasenelcasodelcáncervanmarcandolapauta• temoranosercapazdeacabarlastareasoresponsabilidadesencomendadasodeseadas

en la vida• temoralaagonía• temoramorir(porlaincertidumbredeloquehabrámásallá)• temoralostemoresyansiedadesdelosdemásyalaspropiascapacidadesparacalmar-

los.

Estas son algunas de las pérdidas que experimentan los pacientes con enfermedades ter-minales:

• Seguridad• funcionespsicofísicas• imagencorporal• poderofirmeza(status)• independencia• autoestima• respetodeotros• delfuturooproyectodevida.

Además de lo anterior, quisiera recalcar algunas consideraciones acerca de lo que vive el enfermo terminal, para quedar inmersos en sus circunstancias, en su humanidad, en su estar en el mundo:

• LaHospitalización:Aíslaalenfermodesuentorno,susafectosydeloqueleesfami-liar y grato.

• Lanoche:Traeconsigomásdolor,pensamientosfatalistasquenopuedensercompar-tidos. Los constantes chequeos hospitalarios le impiden un sueño profundo.

• Lasoledad:Afectanegativamentealsistemainmunológicoynoshacemássusceptiblesa las enfermedades concurrentes y, precisamente, en los hospitales los enfermos cróni-cos sufren grandes dosis de soledad e incomunicación.

• Lasoledaddelenfermoterminalseexpresafrecuentementeenformadetristezaconun estilo reactivo caracterizado por la disminución de expectativas, el descenso del dintel de tolerancia a las frustraciones y las cogniciones, la vivencia de inferioridad, in-seguridad y culpabilidad; todo ello da un substrato de angustia sobre el que se organiza e implanta la tristeza.

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• Losinformesmédicos:Cuandosonnegativos,alteranlasexpectativasdefuturodelapersona, de ahí su grado de “Maldad”. Sólo se recuerda el 40% de la información re-cibida, pero en el bloqueo post-información no se recuerda nada.

• Recaídasynuevossíntomas:Debemosrecordarquelasrecaídasoreincidenciascuan-do el paciente ya se consideraba “sanado” son un golpe aún más duro para el paciente, ya que sabe de antemano por todo lo que tendrá que volver a pasar, además de que su esperanza disminuye2.

Todo ello en estrecha relación al tiempo de internamiento o enfermedad que tenga el paciente.

Tan sólo por un instante, imaginemos el sentir, el vivir de este Homo patiens. Ha sido sorprendido por una enfermedad. Podríamos decir que la vive como un acontecimiento vital que le pide una respuesta; se encuentra viviendo un tiempo sumamente difícil, lleno de preguntas, de pérdidas, de cam-bios, de enfrentamientos, de noticias no muy esperanzadoras, de sueños inconclusos, de dolores físicos, espirituales, vive una frustración en el sentido de su existencia, experimenta un gran vacío existencial, vive en un estado de desorganiza-ción, de miedo, de temores. Muchas veces el paciente experi-menta sensaciones de “autocompasión” e incansablemente se

pregunta “¿por qué a mí?”, está enojado, incluso aquel que es creyente puede mostrar ira con Dios, con la propia familia, con el médico, simplemente el paciente comienza a caer en des-esperanza…” la desesperanza es la sensación profunda de que nada de lo que haga, o nada de lo que sucede en el “afuera”, puede traer un verdadero sentido y entusiasmo por la vida. Los pacientes mueren en un estado de tensión negativa cuando les sobrecoge un sentimiento de futilidad y desesperanza” (Lawrence Le Shan, 1994). Entre toda esta gama de sensaciones, sentimientos, circunstancias, experiencias que en momentos se contraponen y otras veces caminan juntas, el paciente experimenta soledad, ais-lamiento, el “no ser comprendido” en sus dolores, en sus dudas, en su “propio campo de con-centración”. Y es aquí donde surgen tres preguntas que constantemente se repiten: 1. ¿Por qué a mí, por qué no a otro?, 2. ¿Para qué, qué sentido tiene esta enfermedad? y 3. ¿Qué necesito hacer, qué hago con esto que estoy viviendo? Sólo el paciente, acompañado en su proceso por personal médico, especialista, o de un terapeuta capacitado en áreas existenciales y vivenciales podrá encontrar respuestas a estas interrogantes y de una manera sublime podrá descubrir el “aprendizaje significativo” del evento. Ante una circunstancia así, el paciente podrá experi-mentar un cambio de mirada, de vivencia, de valor, de sentido. Quisiera partir de una pregunta muy “tanatológica” para encaminarnos al mundo de los valores, al mundo de sufrimiento del paciente: ¿Qué nos da una enfermedad terminal? Nos da

2 Guía de cuidados paliativos. Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL). Ministerio de Sanidad y Consumo. Guías y manuales, Madrid, España.

¿Qué nos da una enfermedad terminal? Nos da tiempo para la conclusión de asuntos pendientes, para las “despedidas”, para “prepararnos” psicológica, física, espiritual y afectivamente para el momento de la despedida final.

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tiempo para la conclusión de asuntos pendientes, para las “despedidas”, para “prepararnos” psicológica, física, espiritual y afectivamente para el momento de la despedida final.

El sentido del sufrimiento

Como diría Epicteto: “No pretendas que lo que sucede suceda como quieres, sino quiérelo tal como sucede y te irá bien”. Dolor y sufrimiento, cualquiera de los dos, constituye una de las experiencias más desafiantes y difíciles de la existencia humana. De esta última, se deriva un hecho lógico: pese a que, desde que nacemos experimentamos ambos estados, ambas sensa-ciones, ambas condiciones, siempre que volvemos a sentirlo es como vivirlo por primera vez, buscamos explicaciones sin cesar, no entendemos el por qué nos asusta, en muchas ocasiones nos bloquea, nos nubla la visión de vida y de nada sirven experiencias aprendidas, lo único que deseamos es volver al estado previo a él. En el transcurso de la historia, los términos de dolor y sufrimiento se han utilizado como sinónimos, hoy quisiera detallar la diferencia que existe entre ellos:3

DoloR sUFRimiENTo

Hace referencia a lo orgánico, lo corporal, lo sensorial y es inherente a todos los seres vivos.Es una señal de que hay que curar, sanar, restaurar el cuerpo.¿Cómo medir la magnitud del dolor?¿Cómo saber que el otro siente dolor?¿Cómo me vivo en el dolor?¿Cómo veo, escucho, huelo, gusto o palpo el dolor?

Hace referencia a una instancia de tipo psicológico y es inherente úni-camente a la condición humana, que puede derivarse de un dolor físico, evocando aspectos más profundos del ser. Nos indica que algo anda mal. Hay que abrazar, contener, restaurar y reconstruir y re-significar el espíritu

La pregunta que el Homo patiens hace en circunstancias así es: “¿Por qué yo?” ¿Tienen algún sentido el dolor y el sufrimiento que estoy viviendo?¿Para qué sufrir? Podríamos pensar en este momento en una frase de Nietzsche: “Lo que no nos mata, nos fortalece”. Por lo que, la respuesta obvia en este sentido sería para fortalecernos, para crecer, para madurar, para estar con el otro de manera compasiva en su propio sufrimiento, para encontrar paz, para buscar bienestar en la medida de lo posible y para transmitir a otros ese sentido que hemos encontra-do para nosotros, o no menos importante, la inquietud de una búsqueda propia. Para algunas personas, es difícil aceptar la idea de que las cosas pueden suceder sin algo que las motive, incluso, muchas de ellas ocurren al azar. El Homo patiens busca desesperada-mente conexiones, razonamientos, respuestas tratando de darle un sentido a todo lo que está viviendo. “Las cosas suceden sin ningún motivo y continuarán ocurriendo” (Apuntes del Se-minario Logoterapéutico II, 2004).

3 FRANKL, Viktor. El hombre doliente. Editorial Herder. 2006, España.

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“Descubrir un “sentido” en el sufrimiento significa vivir un proceso el cual puede verse a través de las tres preguntas (Alejandro Unikel, 2005: 53-54):

1. ¿Por qué esto, por qué a mí? Enojo, protesta, no aceptación, impotencia, pregunta que hace el ego experimentar miedo, dolor sordo e injusto. 2. ¿Para qué? La hace el espíritu, que busca ir más allá de la ¿Qué sentido tiene para mí? realidad inmediata y encontrar una explicación trascendente a los hechos; muestra también una fuerte conexión con Dios, serenidad y fuerza, apertura a recibir enseñanzas. Desde aquí puede darse una intencionalidad al sufrimiento, darle una dirección. 3. ¿Qué hago? Poner en práctica aprendizajes, comprometerse

Aquel ser que sufre, el ser doliente habrá de hacerse cargo de su propia vida con el llamado “desafiante poder de oposición del espíritu humano”. Al contactar este poder, los seres pode-mos encontrar sentido ante cualquier circunstancia, aún en aquellas en donde el sufrimiento es inevitable. Este es el reto, como dice Frankl: “Incluso cuando la vida queda reducida a la mínima expresión y todo carece de significado, permanece aún la libertad fundamental… de escoger la propia actitud frente al destino. Esta actitud quizá no cambie el destino, pero ciertamente cambia a la persona” (Frankl, 1997: 134-146). Cuando Frankl habla de la tragedia del ser humano, se refiere a lo que le toca vivir ine-vitablemente, el llamado destino, pero da gran peso a que, el espíritu, tiene la capacidad de oponerse a la posición de esos hechos, a su realidad y aunque muchas veces no la puede cam-biar, si puede transformar su calidad de vida. Para Lukas (2006: 98) “ningún sufrimiento puede derrotarnos si estamos preparados para buscarle sentido, no es concebible ninguna pérdida sin la posibilidad de por lo menos un sen-tido; esa es la respuesta que debemos dar a aquellos que buscan nuestra asesoría”. Cuando hablamos de una enfermedad terminal, vivir el sufrimiento con sentido es dar la mejor respuesta posible ante las circunstancias adversas; es tomar conciencia con todo mi ser de que no hay culpables de lo que sucede, apelando al primer paradigma de la logoterapia “la vida es”: es volverse activo, protagonista de su propia historia, de su estar, de su sentir; es tomar una actitud digna frente a lo inevitable. No se trata de vivir el dolor y el sufrimiento como una víctima, como un ser estoico. Se trata, de que, de manera compasiva pueda acompañarlo, pueda encontrarse con sí mismo, pueda amarse y aceptarse incondicionalmente, para volver a verse en su humanidad, para volver a confiar en sí mismo, y así, sólo así poder encontrar el camino hacia el sentido, la tras-cendencia, el crecimiento personal, la vivencia de una nueva etapa, el potencial de todo su ser, su propia liberación.

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No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si este llega y trata de me-terse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada.

Nietzsche

Concepto, objetivos, historia y situación actual del Hospice

El concepto de hospice se define como aquellos espacios diseñados para dar el mejor confort, bienestar, soporte emocional y espiritual, al paciente y a la familia, cuando se llega a una fase avanzada de una enfermedad terminal. El objetivo de estos lugares es brindar al ser doliente en los meses o días necesarios calidad de vida; así como mantenerlos libres de dolor controlando los síntomas que se hacen presentes por la enfermedad. Se busca que el ambiente sea lo más parecido a su hogar y que puedan también estar rodeados de sus seres queridos. En los hospices se practican los cuidados paliativos, la atención del paciente está a cargo de personal especializado, no sólo cubriendo las necesidades de salud, se incluyen también: apoyo espiritual, psicológico y religioso que se requiera. Dicha atención continúa después del fallecimiento, ya que resulta fundamental para el bienestar de los familiares y amigos. Los movimientos de hospice pueden ser comparados con los hospicios medievales de finales del siglo XIX. Desde esa época al médico se le enseñó a curar, por lo que los enfermos moribundos perdieron importancia médica. Anteriormente se atendían a los enfermos con el único propósito de aliviar los síntomas propios de la enfermedad y proporcionarles bienestar. La mayoría de las personas morían en casa. Los vivos estaban familiarizados con los muertos y con la idea de su propia muerte. La muerte era un hecho de vida cotidiano y como tal, era vivi-do con naturalidad. Se sabe que en Europa, desde el siglo IV, existieron instituciones cristianas en el periodo de Constantino que se les da el nombre de hospitales y hospicios. En Roma, Fabiola, una discípula de San Jerónimo, funda el primer hospital en el año 400 con el fin de atender a todos los peregrinos que llegaban a Ostia, puerto de Roma. En la Edad Media las personas llegaban a los hospicios por comida y alojamiento, ahí los enfermos eran cuidados, pero como la ciencia no estaba tan adelantada muchos morían, y sólo quedaba proporcionar-les ayuda espiritual. Estos hospicios estaban instalados en rutas transitadas y se enfocaban más en lo caritativo que en lo curativo; no eran lugares enfocados sólo para los moribundos. En el siglo XII San Bernardo ya utilizaba la palabra hospice para señalar el lugar donde llegaban los peregrinos. San Vicente de Paul, entre 1581 a 1660, crea hospicios en toda Francia des-tinados a gente de escasos recursos económicos. En el año de 1842, el término hospice fue utilizado por primera vez para referirse al cuidado de pacientes terminales en Lyon, Francia. Otra persona que continúa con este movimiento es Mme. Jeanne Garnier, quien con la ayuda de la Asociación de Mujeres del Calvario crea hospices o calvaries. En 1899, en la ciudad de Nueva York, Anne Blunt Storrs funda el Calvary Hospital. En la actualidad esta institución continúa atendiendo a pacientes terminales de cáncer, utilizando los cuidados paliativos. Una hermana Irlandesa de la caridad abre en Dublín Our Lady’s Hospice, en el año de 1879. Para 1948 se instalan casas protestantes en Londres, el St. Luke’s Home for the Dying Poor es una de ellas. Existen dos profesionales claves en el surgimiento de esta disciplina: Cicely Saunders y Elisabeth Kübler Ross.

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Cicely Saunders, quien en 1939, con la separación de sus padres y el inicio de la segunda Guerra Mundial estudia enfermería, concluye sus estudios en1944, posteriormente toma la decisión de estudiar trabajo social. En este ramo conoce, en 1947, a David Tasman, un polaco judío que se encontraba en fase terminal con un cáncer avanzado, a lo largo de la enfermedad comenzaron a darse cuenta que hacía falta un sitio diferente a un hospital para atender a pa-cientes terminales, tratando de mitigar el dolor, y donde fueran cuidados con amor, ayudados por personal capacitado que atendiera sus necesidades. Al morir David, Cicely pone en mar-cha el proyecto que tenían en mente. Continúa su labor de trabajadora social en el Hospital St. Luke’s y dedica su tiempo en las lecturas de memorias del centro, recopilando información del Dr. Howard Barret, quien fuera el fundador de dicho lugar. El doctor Barret le propone a Cicely estudiar medicina, por lo que a los 33 años ingresa a St. Thomas’s Hospital School. Durante siete años se dedica a la investigación del cuidado a pacientes terminales, escuchando y escribiendo sus historias. En 1961 nace la fundación St. Cristopher’s Hospice, pero es hasta el año de 1967, cuan-do se abre el primer hospice en Sydenham, al sur de Londres, con el nombre de St. Cristo-pher. Posteriormente pone en marcha el “movimiento hospice” que daría lugar a lo que hoy se conoce como “cuidados paliativos” que proporciona: atención total, activa y continuada de los pacientes y sus familias por un equipo multidisciplinario; no con la finalidad de alargar a toda costa la supervivencia del paciente terminal, sino de mejorar su “calidad de vida” y cubrir todas sus necesidades. Por otro lado, Elisabeth Kübler Ross, quien fuera profesora de psiquiatría de la Universi-dad de Chicago, comenzó en Estados Unidos la atención sistemática de los enfermos termina-les. Propuso modos de aproximación a sus ansiedades. De ahí surgió su primer libro: Sobre la muerte y los moribundos, publicado en 1969. En él describe los cinco estadios psicológicos en los pacientes terminales durante el proceso de enfermedad que finaliza con la muerte, donde predominan sucesivamente diferentes emociones como: Negación-Aislamiento-Rabia-Nego-ciación-Depresión.4

situación actual del concepto Hospice

En 1996 comienzan a surgir nuevos centros con el nombre de movimiento hospice, ya que esta modalidad fue rápidamente desarrollada en el Reino Unido; para estas fechas logró tener 217 unidades hospitalarias con una capacidad de 3,215 camas, sólo para enfermos terminales. Desde 1970 tres hechos fueron importantes para poder determinar los Cuidados Paliativos: 1. Se desarrolla la visita domiciliaria. 2. El cuidado al paciente en centros de día. 3. Equipos de soporte en los hospitales. La fundación Macmillan–Macmillan Cáncer Relief promovió desde sus inicios equipos especializados en tratamiento en Cuidados Paliativos. Para 1997 se contaba con un equipo de 1,500 enfermeras y 160 médicos que atendían a 16,000 enfermos de cáncer. Esta fundación también cuenta con profesorado como médicos oncólogos.

4 SAUNDERS, C. Cuidados de la enfermedad maligna terminal. Editorial Salvat. 1980, Barcelona.

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Otra fundación es Marie Curie Cáncer Care, dedicada al soporte social. Las enfermeras de Marie Curie atienden al 40% de los enfermos con Cáncer en el Reino Unido: alrededor de 20,000 pacientes y cuentan con 11 hospitales. En 1987 la Medicina Paliativa es reconocida como especialidad, no sólo en el Reino Unido, sino también en Austria, Polonia y Canadá.

Los cuidados paliativos en México

La medicina paliativa ofrece al paciente y a su familia una alternativa diferente, ya que tiene una filosofía que incluye el concepto de morir con dignidad considerando la muerte como un proceso natural, inevitable y personalísimo por el que todos hemos de atravesar. La medicina paliativa en México, es relativamente nueva. En la Ciudad de México, el fundador de las “Clínicas de Dolor” es el Dr. Vicente García Olivera, quien fue entrenado en Estados Unidos por el Dr. John Bonica. A su regreso a México, el Dr. García aplicó su apren-dizaje en la apertura de Clínicas del Dolor y a su vez realizó entrenamiento a nuevos médicos en el ámbito de dolor. En 1972 se inaugura la Clínica de Dolor en el Instituto Nacional de la Nutrición, bajo la responsabilidad del Dr. Ramón de Lille Fuentes. El Dr. Vicente García Olivera en el Hospital General de México, entrena al Dr. Ricardo Plancarte Sánchez, quién toma la responsabilidad en el Instituto Nacional de Cancerología de México, D.F. (INCAN). El Dr. Plancarte capacita al Dr. Jorge Jiménez Tornero, quién inicia esta práctica en Guadalajara, Jalisco, en el Hospital General de Occidente (zoquipan) junto con la Dra. Dolores Gallardo Rincón. En Jalisco esta modalidad continúa en el Hospital Civil de Guadalajara (Hospital Belén) con el Dr. Oscar Sierra Álvarez. En 1988 termina su especialidad la siguiente generación en el Instituto Nacional de Can-cerología, México (INCAN). Egresan: el Dr. Gustavo Montejo Rosas, Dr. Guillermo Aréchiga Ornelas y la Dra. Silvia Allende Pérez. En 1992, en el Hospital Civil de Guadalajara se instala la primera “Unidad de Cuidados Paliativos” por el Dr. Gustavo Montejo Rosas. El Dr. Guillermo Aréchiga Ornelas en el Hos-pital General de Occidente (zoquipan). A su vez, la Dra. Silvia Allende Pérez en el Instituto Nacional de Cancerología. Otras Clínicas de Dolor y escuelas de más reciente formación en la Cd. de México son: el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE y el Hospital Infantil de México “Federico Gómez”. En 1999, en Guadalajara, Jalisco da inicio el Centro Universitario para el Estudio y Trata-miento del Dolor y Cuidados Paliativos, bajo la dirección de la Dra. Gloria Domínguez Cas-tillejos, auspiciado por la Universidad Autónoma de Guadalajara. En agosto de 2002 abre sus puertas “Hospice Cristina”, institución privada primera en su tipo en la República Mexicana. Utiliza en todo su contexto el movimiento hospices creado por Cicely Saunders. Fue fundado por Beatriz Montes de Oca Pérez, actual directora. Cuenta con un equipo interdisciplinario para “cuidar” los síntomas derivados de la enfermedad, incluye el apoyo de Médicos Algólogos Paliativistas y ayuda Psicológica, Tanatológica y Espiritual, la cual se brinda tanto al paciente y a la familia. Ofrece “Medicina del Dolor y Cuidado Paliativo” en estancia y visita domicilia-ria. En diciembre de 2004, abre sus puertas Hospice México, asociación hermana del Hospice

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Cristina, con sede en el Distrito Federal. Ambas instituciones comparten los mismos princi-pios de atención al enfermo terminal y su familia. Hospice México es parte de una empresa privada dedicada a la medicina del dolor y cuidado paliativo, atención a enfermos terminales, oncológicos, y no oncológicos (enfermedades degenerativas, geriátricas y VIH); con venta, renta, distribución de: material, equipo, químicos y farmacéuticos. Cuenta con una Funda-ción con atención a pacientes de escasos recursos económicos y otra dedicada a la educación e InvestigaciónMédica(RevistaDigitalUniversitaria10deabril2006•Volumen7Número4•ISSN:1067-60793-9). En el acompañamiento al Homo patiens en el proceso de enfermedad ya sea terminal o crónico-degenerativa, parte fundamental es el apoyo a la familia, al cuidador primario y a su entorno más cercano. La familia forma parte indispensable del equipo interdisciplinario que trabaja en los cui-dados paliativos. Es ella quien colabora eficaz y activamente en el cuidado del paciente termi-nal. Para ello, habrá que entrenarlos en el control de síntomas, cambios de postura, higiene personal adecuada, suministro de medicamentos, alimentación, hidratación.

objetivos del Hospice

La calidad de vida y el confort de los pacientes antes de su muerte que se brindan dentro de un Hospice, pueden ser mejorados considerablemente mediante la aplicación de los conoci-mientos de los Cuidados Paliativos, cuyos objetivos son:

• Controldesíntomas. Reconociendo, evaluando y tratando adecuadamente los nume-rosos síntomas que inciden directamente sobre el bienestar del paciente. Mientras algunos se podrán controlar, en otros será preciso promover la adaptación del enfermo a los mismos.

• Apoyoemocionalyespiritual.• Comunicación con el enfermo, la familia y equipo terapéutico.• Trabajo con un equipo multidisciplinario.• Difusióndelosconocimientos, preparación y aplicación de la medicina paliativa a los

familiares más cercanos, especialmente al cuidador primario cuando el paciente desea regresar a casa a pasar sus últimos días.

• Reafirmar la importancia de la vida considerando la muerte como un proceso normal.• Establecer un proceso que no acelere la llegada de la muerte y que tampoco la posponga.• Proporcionar alivio del dolor y otros síntomas angustiosos.• Ofrecer un sistema de apoyo para ayudar a los pacientes a llevar una vida lo más activa

posible hasta que les sobrevenga la muerte.• Ofrecer un sistema de apoyo a la familia para que pueda afrontar la enfermedad del

paciente y sobrellevar el período del duelo.5

5 GÓMEz SANCHO, M. Cuidados paliativos e intervención psicosocial en los enfermos terminales. ICEPSS, 1994, Las Palmas, Gran Canaria.

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La creación de unidades de tratamiento del dolor y manejo de enfermos terminales, Hospice, ha sido una respuesta óptima, integral y sensible a esa otra parte de la medicina donde no se cura, sino que se hace algo probablemente más importante: mitigar el sufrimiento y dar alivio al ser humano en todas las partes que lo constituyen. Creo con vehemencia que la idea de pensar sobre la muerte no sólo nos puede ayudar a nosotros a vivir más plenamente sino también al paciente y a sus seres queridos, ayudándoles a reafirmarse en la vida aunque parezca extraño y la mayoría de las familias teman que el pa-ciente ni siquiera la nombre, cuando en la mayoría de los casos lo único que está haciendo es considerar la posibilidad y echar una ojeada a sus miedos. Esta comprobado que, cuando el paciente va explorando sus miedos, el dolor, la incapacidad y sus ansiedades decrecen sensible-mente y ver la posibilidad de acompañarlos en ese proceso del nacer y el morir ayudándole a encarar la vida y a darle dignidad a este momento, es decir a darle participación y autonomía sin que ello quiera decir negarle la posibilidad de elegir sobre su muerte.

Tanatología- logoterapia: delicados hilos para formar una gran redEs muy importante definir los objetivos, conceptos y misión de la tanatología y la logoterapia, ya que al unirlas, se crea una sólida y esencial estructura para la atención del paciente terminal no sólo en el ámbito médico, hospitalario, y control del dolor corporal, es buscar un espacio de confianza, esperanza, libertad, apertura, contención, aceptación incondicional, sentido, paz, introspección, silencio sanador, compasión, comprensión…todo esto al tejer finamente los hilos de cada filosofía a favor del moribundo.

¿Qué es tanatología?Es el estudio de todo lo relacionado con la muerte, el morir, las pérdidas y el duelo, incluyen-do dimensiones de la misma relacionadas con el arte, los cementerios, las tumbas, las diferen-tes edades del individuo, las enfermedades terminales, la relación de ayuda, el counseling, los cuidados paliativos y cuidados al final de la vida, la eutanasia, las visiones culturales abordadas desde la antropología y la sociología: funerales, historia, hospice, ritos, dolor, suicidio, etc., así como con las dimensiones económicas, psicológicas, sociales, morales, espirituales, biológicas y cuantos aspectos directa o indirectamente se relacionan con el final de la vida y el pensa-miento en torno a la muerte, el morir y lo que sucede después de la misma. Es una filosofía amplia y multidisciplinar (incluye aspectos biológicos, psicológicos, so-ciales, culturales, étnicos, jurídicos y filosóficos), que busca desmitificar la muerte y el morir aprendiendo a vivir con ella, educando para la vida y la muerte a niños, adolescentes y adultos para podamos no sólo vivir sino también morir con dignidad. La tanatología moderna comienza en los años sesenta con la Dra. Elisabeth Kübler-Ross. Los objetivos de la tanatología son:

• Promover calidad de vida en el paciente terminal• Acompañamiento en su estado de sufrimiento y confusión• Acercamiento y atención a las relaciones que le sean significativas• Escucha de sus últimas voluntades y asuntos pendientes

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• Atención a los aspectos legales• Acompañamiento en las pérdidas que vive día con día• Trabajo con la familia y seres amados del moribundo• Promover un ambiente de confort, respeto, soporte y comunicación• Trabajar en el duelo anticipatorio tanto del paciente como de la familia• Promover los cuidados paliativos.

Los cuidados paliativos están totalmente dirigidos al paciente y a la familia, pudiendo contemplarlos como un todo, y no se enfoca en la enfermedad en sí. Son una buena respuesta a las situaciones difíciles de carácter terminal y una excelente alternativa al costoso obstina-miento terapéutico y al abandono, ambos, fenómenos usuales entre los profesionales de la salud.6,7

¿Qué es la logoterapia?Del griego “Logos”- sentido, propósito, significado, es considerada la tercera escuela vienesa de psicoterapia fundada por Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra judío-austriaco, quien sobre-vivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de concentración nazis. La logoterapia se apoya en el análisis existencial, es decir en el significado de la existencia humana, por lo que, cada paciente se enfrenta con el sentido de su propia vida y, por consi-guiente, busca la orientación de su actuar hacia ese sentido.

Uno de sus objetivos principales es encontrar sentido al sufrimiento, la culpa y la muerte (tríada trágica), adentrán-dose a lo más profundo del ser, es decir, al espíritu, para poder llegar a la modificación de actitudes que permitan encontrar un camino, un sentido. La logoterapia sostiene que el ser humano es más que un ser biopsicosocial, está dotado de una “dimensión espiri-tual” que le permite oponerse a los destinos más absurdos, así como encontrar el sentido dentro de las situaciones límite, a través de los valores de creación, de experiencia, de actitud.8 En el caso de un paciente moribundo, la enfermedad terminal es la última oportunidad de encontrar un sentido a sus circunstancias y a la proximidad de su muerte, para los

seres amados y cercanos, es la última instancia de cerrar con el paciente su ciclo de vida, para dar paso a una nueva etapa, a un nuevo sentido. La logoterapia también involucra a los profe-sionales de la salud y los invita a que puedan mirar al paciente no sólo como aquel expedien-

6 GARCÍA, Alfonso M. Entendiendo el proceso de morir: una guía para la familia. SEIT (Sociedad Española Internacional de Tanatología), 2012, Tenerife, Canarias.7 ASTUDILLO W., MENDINUETA C., ASTUDILLO E. Cuidados del enfermo en fase terminal y atención a su familia. EUNSA (Edición Universidad de Navarra), Navarra.8 FRANKL, Viktor. El hombre en busca del sentido. Editorial Heder. 2001, España

En el caso de un paciente moribundo, la enfermedad terminal es la última oportunidad de encontrar un sentido a sus circunstancias y a la proximidad de su muerte, para los seres amados y cercanos, es la última instancia de cerrar con el paciente su ciclo de vida, para dar paso a una nueva etapa, a un nuevo sentido.

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te, aquel individuo que ocupa una cama y que esta por morir, lo coloca en otra postura, con otros lentes para que pueda ver a una persona, un ser digno que está enfrentando sus últimos momentos de vida. Los principios de la logoterapia, en el tema de este trabajo, ayudan al paciente a morir encontrando sentidos de vida, de enfermedad, de sufrimiento inevitable, de muerte. La in-terrogante aquí sería: ¿Cómo encontrar sentido en medio de la obscuridad, en medio de lo absurdo, en medio del dolor, de la desesperanza, de la vulnerabilidad, de la insensatez? ¿Puede un paciente con enfermedad terminal descubrir los valores de la logoterapia cuan-do se vive en desesperanza, cuando se ve así mismo consumido, se huele, se siente en su próxi-ma finitud? Rescatemos aquí el concepto de unicidad que Frankl establece en su hermosa logoterapia: cada persona es única en su dolor, en su estar, en sus circunstancias, en su expe-riencia de vida, tan llena de momentos, de tristezas, de soledades, de secretos, de silencios, de alegrías, de temores, de emociones, de triunfos, de lágrimas. El logoterapeuta tiene la gran fortuna de acompañar al doliente en sus recuerdos, en el recorrido y re-significación de su historia, en la dignificación de la enfermedad y de la muerte, en las despedidas necesarias, en la aceptación, en la búsqueda de sentido hasta abrazarlo, en la recuperación y fortalecimiento de su trascendencia y de la misma manera puede ir codo a codo con la familia, a su tiempo, a su ritmo recogiendo el sentido de su existencia, los valores y momentos vividos con el paciente, decisiones, palabras, emociones, reencuentros o quizá algún perdón.

Tejiendo la gran red: tanatología y logoterapiaUna vez empapados de lo que tanatología y logoterapia ofrecen en situaciones límite de enfer-medad terminal, y de cómo han venido trabajando de manera independiente, paradójicamen-te teniendo como mismo fin el Homo patiens, hoy deseo entretejer esa gran red, unir misiones, conceptos y objetivos a favor del ser doliente y de su mundo. Los especialistas al servicio del paciente moribundo hemos de promover un verdadero encuentro humano, fraternal y amoroso, tratando, en la medida de lo posible de comprender las circunstancias del ser, recordemos que el paciente se vive con una enfermedad, mas no es un enfermo, es un ser que sufre, que adolece, que se encuentra inmerso en una crisis, que está lleno de miedos y dudas. Específicamente, el tanatólogo y el logoterapeuta acompañan al ser doliente en su com-prensión de vida y de muerte, y la actitud que tiene ante ambos hechos, valida su desesperanza y su sentimiento de soledad, y brinda apoyo para la búsqueda y encuentro de sentido. Ante la vivencia de una enfermedad terminal, el paciente se enfrenta con lo que, en lo-goterapia llamamos tríada trágica, que son todas aquellas situaciones inevitables a las que nos enfrentamos los seres humanos por el hecho de experimentar la vida, dejándonos como única opción tener una actitud ante las mismas. La tríada trágica se compone de: sufrimiento, culpa y muerte. Sufrimiento: Se considera una parte inminente de la vida que en muchas ocasiones llega sin anunciarse, por lo que no siempre se puede estar preparado para recibirlo. Toca la parte más vulnerable y confronta con la parte más débil del ser. El sufrimiento tiene dos vertientes:

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cuando se vive sin sentido alguno, se vuelve intolerante, doloroso, estéril, destructivo, inútil; o se le da sentido y esto trasciende a la persona, se incorpora al ser, se buscan respuestas desde la dimensión espiritual y se vislumbra como una oportunidad para crecer. Culpa: Se trata de una parte inherente a nuestra condición humana de limitación y auto-conciencia. Se vive la culpa porque somos seres falibles, vivimos nuestra propia humanidad y en muchas ocasiones por no escucharnos, por no apelar a nuestros propios valores, erramos, elegimos sin aceptar la responsabilidad y consecuencias de dichas elecciones, quedando con una sensación desagradable, una molestia interna. De acuerdo con Frankl, cuando verdade-ramente existe un arrepentimiento ante hechos irreversibles que no pueden cambiarse, una aceptación de la responsabilidad desde la conciencia, puede ayudar a salir del estado de culpa. Muerte: La muerte es mucho más que su nombre, porque como bien dice Francois de Rochefoucauld, “La muerte es la única cosa más grande que la palabra que sirve para designar-la”. Si bien el hombre mismo le ha conferido una existencia al dotarle de un nombre propio, podremos decir que aún sin nombrarla, ella ha de presentarse. Por más que la nombremos, por más que la definamos o tratemos de evadirla, sabemos que eventualmente habrá de llegar puntual a su cita. Es el gran enigma de la humanidad: inoportuna, sorpresiva, inevitable, im-prescindible.9 Uno de los objetivos de la tanatología es acompañar al ser que vive una enfermedad ter-minal y a su familia en los aspectos que encierra la triada trágica, por lo que, acompañada de la Logoterapia, puede encontrarse, en la medida de lo posible, sentido al sufrimiento, a la culpa, a la muerte, a la enfermedad, y con ello vivir los últimos momentos con calidad, amor incondicional, dignidad y comprensión mutua. Ambas disciplinas están cimentadas en principios comunes tales como:

• Acompañar al paciente promoviendo una atmósfera de confianza, calidez, encuentro, autenticidad y paz.

• La escucha es fundamental, pues el paciente desea desnudar sus emociones y senti-mientos más íntimos, anhela compartir sus dudas, sus miedos, sus pensamientos, de-sea hacer las paces con la vida y encontrar una buena muerte.

• Aceptar incondicionalmente al paciente con sus circunstancias, con su historia, con todo su ser.

• Respetar los silencios. Ser respetuoso, paciente y auténtico.• Utilizar el humor con suma delicadeza y respeto para romper el ambiente de dolor y

tensión.• La ira y la culpa que experimenta el paciente puede desplazarse en todas direcciones y

proyectarse en el entorno, a veces al azar, por lo que no se debe tomar nada de manera personal.

• Evitar dar al moribundo “recetas espirituales y religiosas”, pues nadie quiere ser resca-tado por las creencias de otro.

• Apoyar al ser doliente a contactar con su propia fuerza, confianza, fe y espiritualidad.• Manifestar un amor incondicional, libre de todo juicio y expectativa.

9 Revista Mexicana de Logoterapia. Núm 19, Primavera 2008. Editorial LAG.

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• Mirar al paciente como el ser humano que es, igual que yo: un ser con miedos, sole-dades, deseos, necesidades, sufrimientos, tristezas… sólo así podremos abrir nuestro corazón sinceramente.

• Algunos pacientes anhelan ser tocados, anhelan ser tratados como personas vivas y no como un “enfermo”, habremos de aprender el lenguaje del amor de cada uno para brindar consuelo, esperanza y paz.

• Hacer todo nuestro esfuerzo por comprender al ser en fase terminal, validando sus sentimientos, sufrimiento, culpa, enojo, ansiedad, angustia, envidia y desesperanza.

• Estar al pendiente de las oleados de dolor y aflicción que presente.• Estar allí, a veces sin decir ni hacer nada para tratar de mejorar las cosas.• Tener apertura, recordemos que no somos los únicos que damos, se recibe mucho más

de los pacientes moribundos.• Decir la verdad de la manera más serena, sensible y afectuosa posible.• Apoyar en la resolución de asuntos pendientes de toda una vida.• Promover las despedidas.• Dignificar la experiencia de vida del paciente.• Promover la búsqueda de sentido.• Co-construir junto con el paciente, la trascendencia personal.• Caminar con el ser doliente en las múltiples pérdidas que vive, cuando siente que la

vida se le va de entre las manos.• Dar esperanza y encontrar perdón. Alentar la reconciliación del paciente con las per-

sonas o situaciones que solicite.• Practicar la compasión para aliviar el sufrimiento, ya que esta abraza y cura a los ele-

mentos del encuentro.• Solicitar, en la medida de lo posible, intimidad, ser puente entre el paciente, el equipo

médico y la familia para evitar el obstinamiento terapéutico.

la presencia de Frankl en el Hospice: conceptos de la logoterapia y los valores de actitud

La percepción de los valores no puede más que enriquecer al ser humano. Por tanto, también el amor puede enriquecer al que ama.

Viktor E. Frankl

Los valores, cualquiera que sea su naturaleza, están dirigidos a enriquecer y construir positiva-mente al ser humano, lo hacen crecer, lo guían, construyen su estar en el mundo, sus decisio-nes, sus juicios, sus actos, son fortalezas que guarda en su espíritu el hombre aventurero… la guía que enriquece el propio ser. Los valores ayudan a no perder la visión del sentido. Los “valores” tiene dos funciones primordiales:

• Ser normativos, es decir son que aquellos principios que rigen nuestra conducta, eva-lúan, juzgan y determinan nuestras acciones; y

• Son motivacionales, es decir son aquellos que nos mueven, nos impulsan a luchar y alcanzar nuestros objetivos.

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En palabras de Nietzsche: “Si se tiene un porqué para vivir, es capaz de soportar casi cual-quier como”, lo que nos hace un gran referente hacia el valor y el sentido que cobra la vida a partir de ello. Viktor E. Frankl recalca de manera especial el tema de los valores en su filosofía, ya que son éstos los que impulsan al hombre a encontrar sentido en las diversas circunstancias que puede experimentar a lo largo de su existencia. Frankl considera al ser como un ente libre y responsable para vivir en valores, y al mismo tiempo le otorga la gran tarea de descubrir el sen-tido de su existencia. Es importante conocerlos, pues es a través de ellos que el hombre puede descubrir la realización de su propio ser. Frankl hace una interesante división de los valores como vías al sentido:

• Valores de creación. Considera que son aquellos con los que el hombre responde a la vida a través de su propia conducta, de su actuar, dándose al mundo en forma de tra-bajo, servicio y ofreciendo a los demás sus actos de creación o transformación. Es un movimiento hacia afuera, es hacer, es crear, es dar. (Ascencio, S/A).

• Valores de experiencia. Son los que permiten al ser humano recibir de los otros seres humanos, del mundo, del cosmos, y si es creyente, del Todopoderoso, regalos gratui-tos como los grandes eventos naturales que nos asombran, las obras de arte que nos apasionan, las muestras de amor que nos conmueven y muchas más vivencias que recibimos y que nos enseñan la virtud del agradecimiento. (2004:191). “A través de dichos valores me abro, me dispongo a recibir, estoy dispuesto a compartir, estoy en comunión”. (Frankl citado por Ascencio, S/A: 51).

• Valores de actitud. “Incluso cuando la vida queda reducida a la mínima expresión y todo parece carente de significado, permanece aún la libertad fundamental…de esco-ger la propia actitud frente al destino. Esta elección quizá no cambie el destino, pero ciertamente cambia a la persona” (Frankl, 2012: 134-146).

Al tomar el tema del sufrimiento, de la enfermedad, de la muerte en este trabajo de in-vestigación, he elegido enfocarme a los valores más sublimes que el ser humano puede experi-mentar: los de actitud. Podría pensarse que es fácil encontrar un sentido de vida al experimentar los valores por la importancia que damos a nuestro trabajo, a nuestra construcción, a la creación de momentos y circunstancias, al experimentar el amor por otro ser o al contemplar la grandeza, el arte, la belleza… pero, ¿cómo encontrarlo, cómo vivirlo en las situaciones en donde la “tragedia” del ser humano le es impuesta por el simple hecho de existir? Frankl habla de “la tríada trágica” en situaciones que le tocan vivir inevitablemente a la persona: el sufrimiento; la culpa; y la muerte. Los valores de actitud son aquellos que dan sentido a la vida en las llamadas “situaciones límite”: “Son situaciones ineluctables, inevitables ante las que el hombre necesariamente tiene que hacer una opción fundamental” (Jaspers, citado por Pareja, p. 106). Se refieren a la actitud que la persona necesita tomar ante dichas situaciones, para dar sentido al dolor inevitable que se le presenta, y que la hace más digna frente a su sufrimiento (Ascencio, S/A). Frankl explica que, cuando el hombre se enfrenta a una situación dolorosa

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que es incapaz de cambiar, a través de sus actitudes de valor, autoestima y dignidad, se le pue-de revelar el sentido más profundo (Frankl, citado por Fabry, 2005). Apelando a los “valores de actitud” de Frankl (1997), los cuales se viven a partir de la capacidad del hombre de encontrar un sentido a su sufrimiento, éstos logran transformar una tragedia personal en un triunfo.10 “Encontrar sentido al sufrimiento, es hallar la liberación”.

Cura médica de almas

Si puedes curar, cura; si no puedes curar, alivia; si no puedes aliviar, consuela.

Dentro de la logoterapia, existe el recurso de “cura médica de almas” en el momento en que el paciente, atravesando por una situación que bloquea su espíritu, en donde se ve a sí mis-mo imposibilitado para avanzar, ante una crisis, o un episodio de sufrimiento, en el que no puede ejercer los valores de creación y de experiencia, se ve en la necesidad de echar a andar los valores de actitud, dichas herramientas nos ayudan a mantener una postura frente a la vida y son ellas quienes nos hacen abrir los brazos, el pensamiento y la razón ante situaciones tan adversas. “La vida se trata de no tener las mejores cartas, sino saber jugar con las que tenemos” (Jorge Font, 2008). Nadie puede quitarle al paciente que vive una enfermedad terminal, la libertad de elegir qué actitud asumir ante las circunstancias…y si tan sólo los profesionales de la salud física y emocional pudiéramos compartir esta filosofía con el paciente, en aquellos momentos en que todo se percibe perdido, en que no existe posibilidad de voltear los ojos al disfrute, al movimiento, al placer de experimentar la vida misma en su esencia, es ahí en don-de se incluye “la cura médicas de almas”, pues lleva al paciente, a través de diversas técnicas, contención y acompañamiento, a rescatar los valores de actitud, lo lleva a rascar desde lo más profundo de su ser, valiosas herramientas, lo lleva a armar su “kit espiritual” para seguir avan-zando a través de su existencia. Hemos de recordar que el paciente que atraviesa por una enfermedad terminal, se en-cuentra inmerso en una profunda crisis, entendiendo esto como un estado de desorganización temporal, de sensación de pérdida, de desajuste, de expectativas no cumplidas o alteradas, caos. Crisis como tal significa “oportunidad”, “crecimiento personal”, “cambio brusco” en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse, “momento decisivo de un circunstancia grave y de consecuencias importantes” (Del lat. crisis, y este del gr. κρίσις). (http://www.buscon.rae.es/drael/, 24 de enero de 2012). El Homo patiens se vive en una zona de peligro y vulnerabilidad, siente que ha perdido el control de su existencia, se siente agotado, aturdido, confundido, culpable, enojado, su campo visual existencial se encuentra reducido y nublado. De manera sublime, cautelosa, a su ritmo, a su tiempo, podremos comenzar a trabajar a través de la “cura médica de almas”, en donde,

10 Ascencio de García, Leticia, Unikel Spector, A., Seminario logoterapéutico II, Libro de texto. 2004, México.

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no sólo será fundamental trabajar con los valores de actitud del ser doliente, hemos de ampliar nuestra visión para incluir:

• Manejodesentimientos• Susensacióndesoledad• Lacontenciónyacompañamientoensusmiedosydudas• Suadaptaciónasunuevoestado,yaloquevendrá• Laaceptacióndesufinitud• Sulibertadyresponsabilidadensuspropiascircunstanciascomosercondenadoaelegir• Elperdón• Latransformaciónyvivenciasdesuspropiosvalores• Ladignificacióndesuesfuerzo• Supropiocrecimiento• Sutrascendencia• Cierredecírculosypendientes• Despedirse.

Creación del Hospice Vida, esperanza y amor

Cicely Saunders, en la idea de establecer una institución como el “Hospice” incluyó los prin-cipios, las novedades, los preceptos de la incipiente “tanatología”, estableciendo el significado y la importancia de conceptos como “calidad de vida”, “calidad de muerte”, “muerte digna”, “acompañamiento”, “proceso de duelo”, “cuidados paliativos médicos y del alma”, “equipo multidisciplinario”, “proceso de enfermedad terminal”, “sobre la muerte y los moribundos” (siempre hermanada con su colega Kübler-Ross), “bien morir”, entre otros. ¿Qué tal si invito a la logoterapia con su voluntad de sentido en la enfermedad terminal y el ser doliente?, ¿qué tal incluir el sentido de la enfermedad, el dolor, el sufrimiento, el sentido de los cuidados paliativos, el vivir para morir dignamente, construyendo en el hoy un nuevo sentido de vida? ¿Y, resignificar la historia del Homo patiens y sus seres queridos abriendo la oportunidad para una nueva forma de vida hasta el último aliento? ¿Y si rescato la trascenden-cia de lo vivido antes y después del momento de la muerte? Trabajar con los sentimientos y sensaciones que genera la presencia de la triada trágica? ¿Qué hay de promover en cada uno el contacto interno, apelando y acogiendo a la parte espiritual del ser? Hoy es mi mayor deseo, crear, construir, establecer y colocar la primera piedra de lo que será Hospice “Vida, esperanza y amor” (VEA A.C), observando tan valiosos regalos y dones que la tanatología, Saunders y Kübler nos han regalado, entrelazando los principios establecidos y creados por Viktor Frankl, a través de la logoterapia. Que este texto, sirva de punta de lanza para ver cristalizado este sueño en favor del hombre doliente y de todo aquel ser que llegue a las puertas de la institución. Comenzaré por definir objetivo, misión y visión de Hospice VEA A.C.

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ObjetivoProcurar a todo Homo patiens que se encuentre en etapa final de una enfermedad terminal o crónico degenerativa, así como a sus seres queridos, de calidad en todos los ámbitos de la persona, de esperanza, atención, amor, sentido, actitud, escucha, dignidad, espacio, tiempo y encuentro.

MisiónAcoger al ser doliente en su olos, observando su ser humano en el dolor, no sólo físico, también en su sufrimiento espiritual, en su soledad, en su incertidumbre, en su actitud digna ante la vida frente a lo que está viviendo.

VisiónSer reconocidos, a nivel mundial, como el primer centro de acompañamiento y cuidado con calidad de vida, para Homo patiens en etapa final de enfermedad crónico degenerativa o ter-minal, tanto por la calidez humana del trato a la persona y sus seres queridos, como por el profesionalismo, entrega y dedicación de quienes lo integramos.

Creando Hospice Vida, esperanza y amorTejiendo una gran red entre la tanatología, la logoterapia y Blanca RamírezHospice VEA A.C pretende ser una gran red de valores logoterapéuticos, tanatológicos y per-sonales en favor del paciente y sus seres amados, a través de diversas actividades entre las que se destacan:

• AceptarincondicionalmentealserdolientequecrucelaspuertasdelHospiceVEA A.C.• Serunagranreddevaloreslogoterapeúticos,humanosytanatológicosenfavordel

paciente y de sus seres amados.• Procuraralafamiliaycuidadoresprimariosdelpacientedeatenciónespiritual,tera-

péutica, de acompañamiento y escucha.• Creargruposdeencuentroyapoyoendondelafamiliapuedasentirseacogidayreci-

bida en su sufrimiento.• Capacitaraloloscuidadoresprimariosparalaatencióndelpacienteencasa.• Crearáreasdeoportunidadparaque,tantopacientecomosusseresqueridosllevena

cabo su proceso a su tiempo, a su ritmo en una atmósfera de encuentro y validación; atención médica, espiritual y profesional para un vivir y un morir dignos.

• Profesionalizaciónyactualizaciónconstantedelpersonalqueahílabore.• Brindarespaciosderelajaciónydescansoaloscuidadoresprimarios.• Seguimientoycontenciónenelprocesodeduelotantoanticipadocomounavezocu-

rrida la muerte.• Atravésdefondos,patronatosyaportacionesvoluntarias,brindarelservicioatodas

aquellas personas que así lo requieran.• Préstamo,rentaydonacióndematerialmédicoyhospitalario.• Crearespaciosdeconfort,higieneybienestar.• Asistenciadeunprofesional(enfermero,tanatólogo,logoterapeuta,representantereli-

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gioso, voluntario, médico) que de manera eventual pueda apoyar en casa en las necesi-dades físicas, espirituales y religiosas que requiera el paciente y su cuidador primario.

• Promoverlainvestigaciónylaaplicacióndenuevosdescubrimientosenlasáreasfísica,médica, humanista, psicológica y legal.

• Serunainstituciónalavanguardiaentemasmédicos,humanistas,paliativos.

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Hospice VEA contará con la siguiente infraestructura:• Recibidor• Estancia• Oficina administrativa• “Consultorio” para llevar a cabo el encuentro y seguimiento a la familia• Oratorio o espacio de luz, sin importar creencia, filosofía o religión• Cocina• Bodega (espacio suficiente para equipo médico, insumos médicos necesarios, entre

otros)• Habitaciones para albergar a los pacientes (un área para niños, otra para adultos), en

donde puedan encontrar privacidad, intimidad, respeto, paz• Jardín• Área de lavado• Enfermería• Biblioteca• Área de enseñanza• Área de descanso y encuentro para el equipo multidisciplinario.

Hospice VEA, estará conformado y protegido legal y administrativamente bajo las leyes de la provincia o el estado correspondiente. Contará con servicios de capacitación, docencia e in-novación manteniendo enlace con escuelas e institutos del lugar.

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Se conformará como una institución de Asistencia Privada, fortaleciéndose y mantenién-dose a través de fondos, aportaciones, donaciones externas y con las cuotas que las familias presentes puedan realizar. En Hospice “Vida, esperanza y amor” colaborará un gran equipo multidisciplinario, con gran vocación de servicio, con gran sensibilidad y compasión ante el dolor, con un profundo amor, sentido y actitud en situaciones sensibles y vulnerables como la enfermedad terminal en fase final. Entre ellos contaremos con:

• Secretariado• Personal de limpieza y cocina• Trabajadores sociales• Médico (expertos en áreas oncológica, pediátrica, geriátrica, familiar, algología, inter-

na, paliativa, nefrología)• Tanatólogo• Logoterapeuta• Ministro religioso (sacerdote, pastor, rabino, monje)• Enfermeras• Abogado.

Decálogo de Hospice “Vida, esperanza y amor”1. Todo ser que cruza las puertas de Hospice VEA es único e irrepetible, por lo que merece

atención plena, respetuosa y de escucha incondicional.2. Hospice VEA atenderá de manera holística a los pacientes y sus familias, que se encuen-

tren en el proceso final de una enfermedad terminal o crónico degenerativa.3. Ante cualquier circunstancia, el personal de Hospice VEA deberá observar una actitud

digna, cálida y empática con los pacientes y sus seres amados.4. Es necesario promover en todo momento una comunicación efectiva entre familia,

paciente y equipo multidisciplinario.5. Mantener estándares de calidad en todo momento en cada área, espacio y circunstan-

cia que se presente dentro y fuera de Hospice.6. Recordar a cada momento que no luchamos contra la muerte, buscamos una invita-

ción a vivir con sentido y actitud para morir dignamente.7. Promover la armonía, la esperanza, la tranquilidad y la paz hasta el final y más allá,

cuando acompañemos a la familia en su duelo una vez ocurrida la muerte.8. Co-construir con el paciente y sus seres queridos el sentido de la enfermedad, la fini-

tud y la misma muerte, en pocas palabras, re-encontrar de manera conjunta la vida.9. Como equipo profesional, reconocer y trabajar de manera personal nuestro propio

miedo al sufrimiento, a la pérdida y a la muerte.10. Incluir en los cuidados paliativos del Hospice los valores tanatológicos y logoterapéu-

ticos para mantener calidad de vida: ayudar a vivir hasta morir.

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AMO

R” . Hombre

doliente

Enfermería Medicinageneral Psicología

Dimensiónespiritual

Religión

Medicina de especialidad

Clínica del dolor

Cuidados paliativos

UNIVERSO DE ATENCIÓN DEL ENFERMO TERMINAL

HOSPICECicely Saunders

LOGOTERAPIAViktor Frankl

TANATOLOGIAElizabeth Kubler

Hospice: Vida, Esperanza y Amor

Blanca Ramírez

Conclusiones

Retomo el planteamiento del presente trabajo: ¿De qué manera pueden colaborar la tanatolo-gía y la logoterapia para el funcionamiento del Hospice “Vida, esperanza y amor”? Una vez caminado por este sendero de luz y sombra, de dolor, enfermedad, miedo, con-fusión, pérdida, así como de vida y esperanza, en donde mucho se ha investigado a nivel medi-cina paliativa, innovando para calmar el dolor físico, construyendo espacios para atravesar los últimos días de una enfermedad terminal de una mejor manera, apelando a recursos diversos como el obstinamiento terapéutico, la eutanasia, la distanasia, la sedación, la ortotanasia, entre muchos otros, concluyo que los sentido de la corriente de los Hospice es positivo y alentador. Pero lo es aún más la creación de Hospice “Vida, esperanza y amor” por no sólo conservar los principios básicos de dichas instituciones, Hospice VEA va más allá al proponer esa gran red de valores tanatológicos, humanistas y logoterapéuticos en favor del ser doliente, paciente y ser amado en las fases propias de la enfermedad terminal y/o crónica degenerativa, así como posterior a la muerte. Hospice VEA propone, no sólo recurrir a los cuidados paliativos como método de control para el dolor corporal, apela también al individuo en su ser más profundo: a sus creencias, a sus pérdidas, a sus valores que han construido su propia historia hasta el momento en que hoy se encuentra, a los sentidos que hasta hoy lo han llamado, lo han construido, a contemplar

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y abrazar su dimensión más humana y sabia, la espiritual. Hospice VEA es incluyente ya que invita al paciente y a sus seres queridos a vivir este proceso acompañados, con conciencia, es-peranza, amor, compasión y escucha. Al llegar a este punto, a manera de reflexión final, me hago consciente de la gran red que he comenzado a tejer, no sólo en el papel, en mi mente, en mis pensamientos, en mi vida, en mi corazón...Comencé mi sueño de crear Hospice “Vida, esperanza y amor” con el objetivo de dar mi ser a otros. Entregarme a sus seres amados acompañándolos, empatizando, acogiendo, promoviendo nuevos sentidos más vivos que nunca. Esa gran red con valores tanatológicos-lo-goterapéuticos, humanos, amorosos y necesarios han llegado a mi existencia experimentándo-los en carne propia... Hoy más que nunca deseo hacer realidad mi sueño de Hospice “Vida, esperanza y amor” en nombre de mi padre, quien a pocos meses de su gran transformación, de haberse mudado a su nueva patria, ha sido mi mejor maestro, ejemplo y motor para darle vida, forma y sentido a Hospice VEA. De todo lo vivido en su proceso, con mi madre, mi gran guerrera, mis hermanos, mi fa-milia y todos aquellos seres que permanecieron cercanos a nosotros, nutro mi red y deseo ex-tenderla a donde sea necesario, que llegue hasta donde esta mi padre, porque todo será hecho en su nombre: el sería mi primer paciente. Hospice VEA será creado para promover despedidas, despedidas desde el corazón, aquellas menos dolorosas pero llenas de sentido, esas que sirven para atesorar recuerdos y enfatizar la trascendencia. Quiero pavimentar el camino final con empatía, dedicación y amor, comple-tando el viaje por esta tierra e impulsar a cada ser a su nueva morada con todas las fuerzas po-sibles, para que encuentre su propio sendero, su propia luz. Deseo acompañar al ser doliente en su travesía, en su dolor, en su incertidumbre, en su confusión, en su alegría, en su paz. En Hospice VEA se acompañará e invitará al paciente y a sus seres amados a vivir y a aban-donar la vida con amor y dignidad, recordándoles que el proceso de morir es una verdadera invitación a vivir. Se aplicarán los cuidados paliativos como una medicina para el alma, de humano a humano, de espíritu a espíritu con actitud, comunicación, entrega, escucha incon-dicional con el corazón, con el pensamiento, con las emociones, con empatía.

Cuando pienso en la muerte parece que mi alma se llena de todas las cosas que viven en el mundo; que el cielo, la luz, los campos, los mares y muchas vidas, muchas, y todos los amores y todos los deseos del mundo están en mí, y que yo soy toda la vida, y todo se estremece con espanto dentro de mí al pensar que todo ha de morir si yo muero. La vida es muy hermosa. Yo po-dría ser el último paria de mi reino, un leproso abandonado de todos, sin recuerdo, sin esperanza de goce alguno, y aún quisiera vivir. Me bastaría con cerrar los ojos mi miseria y soñar la hermosura de la vida… ¡Soñar!

Jacinto Benavente (Dramaturgo y literato español).

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BibliografíaASTUDILLO W., MENDINUETA C., ASTUDILLO E. Cuidados del enfermo en fase terminal y atencion

a su familia. Editorial EUNSA, Navarra, España.DILTS, ROBERT. Aprendizaje dinámico con PNL. Editorial URANO, 1998, Barcelona, España.DUDA DEBORAH. Guía para cuidar en casa a un enfermo terminal. Editorial Pax, 1987, México.FRANKL, VIKTOR. El hombre en busca de sentido. Editorial Heder, 2001, España.GARCÍA HERNÁNDEz, ALFONSO. Entendiendo el proceso de morir: Una guía para la familia. SEIT,

2007, Unive rsidad de la Laguna, Tenerife, Canarias.GOMEz SANCHO, M. Cuidados paliativos e intervención psicosocial en los enfermos terminales.

ICEPSS, 1994, las Palmas, Gran Canaria.S/A Guía de cuidados paliativos de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL). Ministe-

rio de Sanidad y consumo. Guías y manuales. Madrid, España.REVISTA DIGITAL UNIVERSITARIA. 10 de abril, 2006/volumen 7/número 4. ISSN 1067-6079. REVISTA MEXICANA DE LOGOTERAPIA. SMAEL. Núm. 19/Primavera 2008. Editorial LAG.RIMPOCHÉ SOGYAL. El libro tibetano de la vida y de la muerte. Editorial Urano, 2006, Barcelona,

España.SAUNDERS, C. Cuidados de la enfermedad maligna terminal. Editorial Salvat, 1980, Barcelona, Es-

paña.TAYLOR S., BOGDAN, R. Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Editorial Paidós,

1984, España.UNIKEL SPECTOR, A. (Comp) REVISTA MEXICANA DE LOGOTERAPIA. SMAEL. Núm. 27/Primave-

ra 2012. Cura médica de almas. Editorial LAG.

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Novedades en libros de Ediciones LAG

Perspectivas en Psicoterapia Existencial. Una mirada retrospectiva y actual

Compiladores: Yaqui Andrés Martínez y Susana SignorelliColección Sentido17

¿Cuál es el fin de la existencia? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? La mayoría de las teorías contemporáneas pare-cen abstractas ante las grandes cuestiones sobre la existencia que nos han sido heredadas. Dichas teorías parecen sin vida ante los nuevos y complejos problemas que la cotidianidad presenta. Ante dichas tensiones, las psicoterapias existenciales aportan una perspectiva emprendedora, auténtica y compro-metida; en franca rebeldía a lo estático y la imposición de corrientes, métodos o programas. La existencia humana no puede determinarse por un enfoque ni tener límites establecidos. Comprender la naturaleza humana exige superar presu-puestos y abrir nuevos planteamientos apoyados en la relacionalidad y la co-construcción impostergable de la existencia. Comunicación directa, transparente y humana, fundamentan a las psicoterapias existenciales como propuestas pro-fundamente implicadas con el análisis de la vida concreta de las personas y de su mundo amplio, que comprende el diálogo constante con la riqueza de la filosofía existencial, fenomenológica y hermenéutica hasta nuestros días. La presente obra esboza varias perspectivas existenciales, escritas cada una por diferentes autores latinoamericanos que han desarrollado su trabajo sobre distintos estilos y pensadores en psicoterapia existencial, y es un referente importante tanto para especialistas como para personas interesadas en temas actuales de psicoterapia.

Pensar la logoterapia: invitación para un trabajo terapéutico actualizadoAlejandro Unikel Spector

Colección Sentido18

En el presente libro encontrarás cuestionamientos honestos que hace su autor para vivir un profundo proceso personal. Esta experiencia de estudio, investigación y aplicación que nos comparte, no es solamente una teoría, sino la narrativa de un ser humano que nos abre su corazón. Es así como en este texto encontrarás formas de aplicar la logoterapia, desde sus fundamentos, tanto filosóficos y antropológicos como los psicológicos y espirituales.

Hacerse la persona. Un enfoque fenomenológicoDaniele Bruzzone

Colección Sentido19

Acompañar el proceso de crecimiento de una persona es una actividad necesaria y sin embargo ambivalente. Para evitar que degenere en el conformismo y el autoritarismo es necesario interrogarse radicalmente sobre sus fundamentos: Cuál es la esencia del Sujeto Humano? En qué modo éste da forma a su propia existencia? Que significa ayudarlo a convertirse com-pletamente es si mismo? Este libro intenta responder a estas preguntas a través los instrumentos de la fenomenología.

Volver a los escritos de Viktor E. FranklFelipe Miramontes

Colección Sentido 20

En el presente libro el autor nos invita de manera explícita a la lectura de los textos de Viuktor Frankl, creador del análisis existencial y la logoterapia, y nos convoca a profundizar en su estudio, tanto clínico como filosófico. Todo ello, con la in-tención de aplicar la mirada logoterapéutica y analítica existencial a diversos ámbitos de la vida cotidiana. Temas como la sexualidad y el amor se ven enriquecidos con esta perspectiva.

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Publicaciones EDICIONES LAG

Colección Sentido

1. También tu sufrimiento tiene sentidoElisabeth Lukas

La doctora Elisabeth Lukas en éste texto hace una cuidado-sa descripción de las técnicas en logoterapia y su aplicación al servicio del paciente, con objeto de ayudarle a superar su sufrimiento. Con lenguaje claro y de manera sencilla hace una incursión en el tratamiento a pacientes, desde el enfo-que de la logoterapia de Frankl. Este enfoque es tratado por ella con amor, respeto y confianza y sobre todo, con fe ante un recurso casi desconocido que devuelve al hombre “la fuerza interior desafiante de su espíritu.”

2. Señales del camino hacia el sentido(Descubriendo lo que verdaderamente importa)

Joseph B. FabryEn este libro, el autor te guiará paso a paso en el sentido personal, las creencias y los valores que pueden hacer que tu vida tenga sentido. El Dr. Fabry asiste a sus lectores para superar la frustración existencial y encontrar dirección en situaciones de vacío, duda, desconsuelo, y les presenta una expresión comprensiva de nuevos pensamientos con un lenguaje popular. Viktor E. Frankl.

3. Líbranos de la perfección“En el principio”, y al instante fue el límite

Ricardo PeterEl hombre se presenta ante la terapia de la imperfección obligado continuamente a la empresa heroica de reconocer su límite. El límite obliga al hombre a tener que redefinir constantemente el significado de su vida, el significado de sí mismo, de los demás y del mundo que le rodea y con el que se relaciona. Los ejercicios prácticos que aquí se proponen, son una terapia que nos ayudará a aceptar y superar los pro-pios límites... Este libro es una guía dentro del camino del autoconocimiento y una herramienta de suma importancia para los terapeutas en general.

4. De la vida fugazElisabeth Lukas y Claudio C. García Pintos

Los autores del presente libro congregan su apelación al sentido desde estas páginas: claman a la conciencia de los jóvenes y de los adultos mayores para reactualizar el valor de la libertad, de la responsabilidad, “de la potencia resis-tente del espíritu”.

Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.Fundadora y promotora de la logoterapia en México desde 1988Premio 2002 de Viktor Frankl Foundation of the City of Vienna

5. También tu vida tiene sentido(Logoterapia y salud mental)

Elisabeth LukasPrólogo de Víktor E. Frankl

El arte de sacar a luz posibilidades de sentido es uno de los mayores talentos de la autora… Su fundamento científico, y sus contribuciones a la logoterapia unidas en una simbiosis fecunda con su experiencia práctica será seguramente algo que agradecerá el lector. Ilustra todos los casos concretos e incluso fragmentos de diálogos mantenidos por ella en su práctica profesional.

6. La búsqueda de significadoJoseph B. Fabry

Este libro del Dr. Fabry tiene la cualidad que cultivó el autor, su sencillez. Traduce en un lenguaje sencillo los principios y técnicas de la logoterapia. Es el mismo Frankl quién dedica su Prefacio. En él dice: el autor que se propone tres metas: popularizar la logoterapia sin vulgarizarla, simplificar sus teorías sin incurrir en excesos, y destacar los aspectos que puedan tener importancia para lectores educados en el actual clima cultural de los Estados Unidos. Temas como La di-mensión humana, El sentido de la vida, El reto de la libertad, El derrumbe de las tradiciones y El valor de los Valores entre otros, nos entusiasma a incursionar en éste libro impregnado de nuevas ideas para vivir mejor.

7. Viktor E. Frankl. La humanidad posibleClaudio C. García Pintos.

Este libro de Claudio García Pintos, nos invita a conocer al hombre universal que es Viktor E. Frankl a través de su vida y su obra. Nos regala una concreta visión de la Logotera-pia describiendo los fundamentos psicológicos, filosóficos y antropológicos, la importancia de los valores y el rol del lo-goterapeuta. Seguramente ofrecerá al lector una perspectiva de lo que la logoterapia ofrece como un modelo preventivo, educativo y psicoterapéutico de gran altura.

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8. Tarea y desafío. En búsqueda del sentido Eugenio Fizzotti

Con corte de divulgación, y método de síntesis, este texto nos ofrece un panorama satisfactorio del humanismo frankleano que constituye un oasis teórico-práctico en los desiertos de hoy en la búsqueda de los valores fundamentales de una so-ciedad de paz, de solidaridad y de ecología. La frustración existencial o el sentido de inutilidad de los dinamismos de fondo, provoca, de hecho, un vacío en la profundidad del ser en el que prosperan el aburrimiento, la apatía, la búsque-da de la ebriedad y de las sensaciones fuertes, la fuga en el alcohol y la droga, el miedo al silencio y al tiempo libre, la búsqueda del sexo por el sexo.

9. La Psicoterapia Existencial: una aproximaciónMiguel Jarquín

Desde esta perspectiva, en la terapia se aborda el ser en su totalidad, en relación con otros, se privilegia su individuali-dad, su libertad, su responsabilidad de elección y lo corporal (como mediador activo entre el sí mismo y el mundo). La terapia entonces, ya no puede ser más un arma de domestica-ción, de lograr la “adaptación al medio”, no puede ser objeti-va. La terapia será el encuentro auténtico de dos personas. A partir de la luz del enfoque existencial, se abren nuevos con-ceptos y felizmente se dejan otros atrás, como la neurosis, la transferencia; de manera que se abre una nueva perspectiva en donde antes que nada, se tiene frente, ya no un enfermo, un paciente, sino una persona con deseos y necesidad de dar sentido a su vida a través del encuentro de profundidad, con ese otro -el terapeuta- que lo acompaña a ver al mundo, a otros y a sí mismo en una perspectiva diferente.

10. Diez Voces y un rostro (Homenaje del Centenario de Viktor Frankl)

Diez Autores de smael Frankl fue espectador y actor del siglo xx, su vida transcurrió con la centuria: 1905-1997. Le tocaron los últimos esplen-dores de una época de oro, los horrores de las dos guerras mundiales, en carne propia la última, pero también, afortu-nadamente, disfrutó de esa productividad notable que fue coronada por el éxito. Su mensaje de que la vida siempre vale ser vivida y que el hombre merece y puede luchar por mante-ner su dignidad y honestidad en cualquier circunstancia, por difícil que sea, serán siempre el cimiento para trasponer los duros retos inherentes a la existencia humana.

11. De Freud a Frankl: El Nacimiento de la LogoterapiaEugenio Fizzotti

En este libro Fizzotti hace un recorrido por las diversas teo-rías psicológicas y filosóficas que dan origen a la Logoterapia así como por los conceptos y aplicaciones que la conforman. En un estilo claro y sencillo, sin dejar por esto de ser profun-do, nos presenta cada uno de los capítulos y permite al lector ahondar en los significados de los mismos.

12. Logoterapia dentro y fuera del Campo de ConcentraciónAlejandro Unikel S.

El lector no solamente encontrará teoría y técnicas de logo-terapia en abundancia; se encontrará con una logoterapia en-carnada, que en muchos momentos estrujará su conciencia adormecida. Le hablará de manera firme y contundente ante el compromiso de vivir la vida tal cual es, porque el autor

tiene la valentía de gritar su verdad por dolorosa que ésta sea. Hace un llamado a la profesión del psicoterapeuta que en su calidad de acompañante existencial, tiene el privilegio de ayudar a sobrevivir a otros “dentro y fuera de su campo de concentración.”

13. Ética para errantesRicardo Peter

Es a través de la parábola del Hijo pródigo (Lc. 15, 11-31) en donde dos rasgos propios de lo humano como son la falla y la compasión son tratados de forma original y contunden-te. La actuación del padre, que es la figura central de la obra, en contraste con las conductas perfeccionistas de los hijos, postula las bases para construir una ética del límite.

14. Pedagogía de las alturas. Logoterapia y educaciónDaniele Bruzzone

El autor pone en diálogo diferentes ámbitos disciplinarios; abre un horizonte de conexiones y sintonías entre los aspec-tos pedagógicos y filosóficos, psicológicos y psicoanalíticos, avalado por una vasta bibliografía. Este diálogo entre más ópticas no se da en una perspectiva que se limite a “para-frasear” el pensamiento de Frankl; el premio mayor de este texto consiste, de hecho, en la capacidad de diferenciar en una manera original elementos especulativos para las teorías pedagógicas y resultados significativos para la praxis educati-va, ofreciendo orientaciones actuales nunca antes vistas.

15. Filosofía Existencial para terapeutas y uno que otro curiosoYaqui Andrés Martínez

Tanto la Filosofía como la Psicología Existencial hablan de un modelo de aproximación a los seres humanos interesado en conocer y comprender al ser humano en su estructura y experiencia como tal, concernida siempre en una perspectiva relacional. Le interesa el ser humano y su existencia frente al mundo y frente a la vida, exige una revisión honesta de la propia existencia. El autor intenta facilitar el acercamiento a la perspectiva existencial mostrando los autores más relevan-tes y ofrece interesantes reflexiones para la comprensión de la realidad humana. Será un libro básico para el aprendizaje del enfoque Existencial.

16. Encuentro y relación de Frankl, Allers y Schwarz en el surgimiento del Análisis Existencial y la Logoterapia

Felipe MiramontesEste libro presenta una breve pero significativa revisión de la obra de Allers y Schwarz, de su pensamiento y sus propues-tas, tanto las que atañen a Frankl como las que no. Es indis-cutible que estos personajes tuvieron una influencia tangible en el creador de la logoterapia.

17. Perspectivas en psicoterapia existencial (Una mirada retrospectiva y actual)

Yaqui Andrés Martínez y Susana C. SignorelliAnte las grandes tensiones de la existencia que nos han sido heredadas, las psicoterapias existenciales aportan una pers-pectiva emprendedora y auténtica. Este libro esboza varias perspectivas existenciales, escritas cada una por diferentes au-tores latinoamericanos orientados tanto a profesionales como a personas interesadas en los temas actuales de psicoterapia.

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La logoterapia. Libro de textoElisabeth Lukas

Experiencia grupal a través de la logoterapia. Libro de texto Leticia Ascencio de García

Seminario Logoterapéutico II. Libro de TextoLeticia Ascencio de García y Alejandro Unikel

Cuadernos de Investigación 1, 2, 3, 4, 5.Aportes de smael para enriquecer la logoterapia y aplicarla adecuadamente a la problemática

de nuestro México.

Actas de CongresosMemorias de los Congresos Mexicanos de Logoterapia 2000, 2003, 2005

DE VENTA EN LIBRERÍAS DE PRESTIGIO Y EN:

SMAEL SEDE LOMASNarciso Mendoza No. 45, Ávila Camacho, Edo. de Méx. C.P. 53910

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www.logoterapia.com.mx

DISTRIBUIDORAWisconsin #19, Colonia Nápoles, México DF, C.P. 03810.

Tel. (525) 5682 27 44 Fax. 5543-6656 Administración: Liliana Coronado

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ENVIAMOS A CUALQUIER LUGAR DE MÉxICO Y DEL ExTRANJERO, EL COSTO DEL ENVÍO ES ADICIONAL.

18Pensar la logoterapia: invitación para

un trabajo terapéutico actualizadoAlejandro Unikel Spector

Hoy es difícil reconocer como invariable ninguna doctrina. Frankl puso la piedra fundamental de la logoterapia pero los logoterapeutas del siglo xxi debemos actualizar nuestros conocimientos al espacio-tiempo que vivimos so riesgo de volvernos obsoletos. El libro invita a reconocer los retos que tenemos por el posmodernismo y pretende actualizar algu-nos conceptos básicos como la espiritualidad, las constantes existenciales y la angustia. Plantea la búsqueda de sentido entre dos personajes – Viktor Frankl y Albert Camus - ideo-lógicamente distintos que, sin embargo, convergen en darle una dirección significativa a la vida humana. Este contraste aparece también en el análisis comparativo que se hace entre la logoterapia y la psicoterapia existencial para encontrar las “consonancias y disonancias “entre ambas escuelas terapéu-ticas. En conjunto el libro tiene el mensaje a los logotera-peutas de la necesidad de ver más allá de la logoterapia para regresar a ella más fortalecidos en nuestro trabajo profesional

19. Hacerse la persona. Un enfoque fenomenológicoDaniele Bruzzone

Acompañar el proceso de crecimiento de una persona es una actividad necesaria y sin embargo ambivalente. Para evitar que degenere en el conformismo y el autoritarismo es nece-sario interrogarse radicalmente sobre sus fundamentos: Cuál es la esencia del Sujeto Humano? En qué modo éste da forma a su propia existencia? Que significa ayudarlo a convertirse completamente es si mismo? Este libro intenta responder a estas preguntas a través los instrumentos de la fenomenología.

20. Volver a los escritos de Viktor E. FranklFelipe Miramontes

En el presente libro el autor nos invita de manera explícita a la lectura de los textos de Viuktor Frankl, creador del análi-sis existencial y la logoterapia, y nos convoca a profundizar en su estudio, tanto clínico como filosófico. Todo ello, con la intención de aplicar la mirada logoterapéutica y analíti-ca existencial a diversos ámbitos de la vida cotidiana. Temas como la sexualidad y el amor se ven enriquecidos con esta perspectiva.

Page 97: REVISTA MEXICANA DE NUEVA ÉPOCA PRIMAVERA 2016

Diplomado de Logoterapiaen Guadalajara

Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia (SMAEL) y

Centro de Logoterapia y Análisis Existencial de Xalisco (CELAEX)

[email protected]. 38 36 90 85

Cel. 33 16 02 70 26

Hermosillo

Instituto de Logoterapia Viktor E. Frankl

Monterrey 176Col. Centenario

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Page 98: REVISTA MEXICANA DE NUEVA ÉPOCA PRIMAVERA 2016

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