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Revista RACEI Nº 2

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Nuevas perspectivas en Relaciones Internacionales.

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Revista RACEI Año 1, número 2. Buenos Aires, Argentina Publicación: Octubre 2015

Sede RACEIUruguay 1037 Piso 1 CABA

Equipo Editorial: Eduardo Diez, Nicolás Mancini y Paul Vasco.

2 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015

Los trabajos incluidos en este número fueron dictaminados y revisados por el Consejo Asesor y el Equipo Editorial RACEI. Las opiniones expresadas en los mismos son responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con aquellas de los integrantes del equipo editorial RACEI. Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción y difusión de material contenido en esta revista para fines educativos u otros fines no comerciales sin previa autorización escrita de los titulares de los derechos de autor, siempre que se especifique claramente la fuente. Se prohíbe la reproducción del material contenido en esta revista para reventa u otros fines comerciales sin previa autorización escrita de los titulares de los derechos de autor. Las peticiones para obtener tal autorización deben dirigirse al Equipo Editorial por correo electrónico a: [email protected]

Agradecemos el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer Stiftung para la realización de esta Revista y de los otros proyectos de la RACEI.

REVISTA RACEI

REVISTA DISPONIBLE EN: WWW.RACEI.ORG

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PRÓLOGOEstimados colegas, dar a conocer este segundo número de la Revista de la RACEI es motivo de un doble orgullo. Por un lado por ver cómo se va consolidando el proyecto de la Red en sí, que este año ha visto incrementar el número de instituciones que la componen, como así también los beneficios conseguidos para jóvenes estudi-antes e internacionalistas.

De esta manera, por ejemplo, hemos tenido la honra de contar con becas RACEI para dos Maes-trías; la de Estudios Internacionales (UCEMA) y la de Diplomacia y Política Exterior (UCES). Esto les ha permitido a distintos jóvenes poder cursar las mismas y sumar herramientas para su vida personal y profesional. Agradecemos la confianza de ambas instituciones en nosotros!

Por el otro, fortalece ver como la Red y su Revista expanden su llegada y contenido. Es así que en estos meses los seguidores de Facebook pasaron de 500 a más de 4500, el Twitter vio cuadriplicado su número y abrimos un perfil de Linkedin don-de hay más de 1600 internacionalistas nacionales e internacionales. En cuanto a la Revista, este segundo ejemplar cuenta con la mitad de sus artículos provenientes de Brasil, lo cual nos of-rece otra perspectiva que complementa la propia.

Dado este interés de estudiantes y graduados de nuestro vecino, como así también de otros países, a partir de este número los artículos po-drán ser también escritos en inglés y portugués, posibilitando así robustecer una visión todavía más regional e internacional. Queremos ser un foro donde jóvenes de distintas partes puedan

encontrarse y compartir propuestas y análisis sobre un mundo en el cual tienen crecientes roles y responsabilidades.

Pero poco de esto sería posible sin la colabo-ración de las instituciones que integran la Red, y el respaldo en particular que la Fundación Konrad Adenauer Stiftung ha brindado a la RA-CEI. Tampoco sin la participación de muchos de ustedes, protagonistas y destinatarios de distintas iniciativas y actividades que nos impulsan.

En esta revista que tienen ustedes tendrán la posibilidad de conocer sobre distintos aspectos que hacen a diversos temas de interés de jóvenes investigadores.

De esta manera, Tomás Juan Rodoreda (Univer-sidad Nacional de Rosario, Santa Fe, Argentina), combina elementos jurídicos e históricos para entender la relación existente entre el Estado Ci-udad del Vaticano y la Santa Sede, y la relevancia diplomática de esta última. En una etapa histórica donde se cuenta con el primer Papa latinoamer-icano, y varias iniciativas que ha impulsado en temas como Cuba, cambio climático, desarme nuclear y crisis en Medio Oriente; esta representa una lectura que contribuye a una mayor com-prensión sobre este actor internacional.

Por su parte, Miguel Gerardo Marchetta Rodríguez (Universidad Champagnat, Mendoza, Argentina) se focaliza en la UNASUR, teniendo en cuenta el contexto y antecedentes históricos de los procesos de integración latinoamericanos, los elementos idealistas que pueden encontrarse en la

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iniciativa y algunas de las perspectivas y desafíos actuales y futuros que pueden considerarse.

Concentrándose en un tema de larga data, Abás Tanus Mafud (Universidad Católica de La Plata, Buenos Aires, Argentina) analiza la política exterior de Argentina frente al conflicto israelí-palestino desde la Resolución 181 de la AGNU hasta la actualidad, pasando por los diferentes gobiernos. Observa así un equilibrio mayormente pragmático, marcado por la inci-dencia de los grupos de interés, el marco regional y los factores económicos. Una contribución in-teresante a la visión argentina sobre esa región.

A su vez, Nerissa Krebs Farret (Pontificia Uni-versidad Católica de Paraná, Curitiba, Brasil) desarrolla la relación entre la paz y la democracia en el sistema internacional a través de la obra “So-bre la paz perpetua” de Kant. Busca así entender cómo sería posible organizar una arquitectura internacional que garantice una paz duradera entre los estados a través de la democracia y una federación de estados libres; brindando distintos ejemplos de la etapa de la Guerra Fría, y la poste-rior a ésta. Un aporte desde la región al debate en torno a la teoría de la Paz Democrática.

En el caso de Anderson Matias Cardozo y Flávio Aires Câmara (Universidad de Campina Grande y Universidad Federal de Pernambuco, Brasil), ellos analizan a la India como una potencia en ascenso y su relación a nivel regional con China

y Japón. Asimismo, presentan la aproximación de ese país con Estados Unidos, que vendría a reemplazar lo que era Rusia en el pasado, con un carácter eminentemente instrumental, dirigido a maximizar sus intereses económicos y estratégi-cos en Asia, e incrementar su autonomía; como así también para servir como posible aliado frente al potencial expansionismo chino.

Finalmente, Daniela Sallet Lunkes y Larissa Terra Langer (Universidad Federal de Santa Maria, Río Grande do Sul, Brasil) se centran en los avances logrados en producción eólica en su país y en China, demostrando cómo distintos incentivos y circunstancias pueden colaborar para un amplio desarrollo de energías alternativas y sustentables.

En síntesis, este segundo número de la revista contiene diversos enfoques y temas, siempre des-de una óptica joven y fresca.

Hasta la próxima!

Eduardo Diez

Grupo Joven CARI/RACEI

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LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: UNA INTRODUCCIÓN

LOS PROCESOS DE INTEGRACION EN AMERICA LATINA: LA UNASUR Y SUS PERSPECTIVAS ACTUALES Y DESAFIOS FUTUROS

ARGENTINA Y EL CONFLICTO ISRAELí-PALESTINO ( EL EqUILIBRIO PRAGMáTICO )

LIBERDADE, REPúBLICA E O PENSAMENTO KANTIANO PARA UMA

íNDIA: PARCERIAS POLíTICOS-ESTRATÉGICAS E INSERÇÃO NO CONTINENTE ASIÁTICO

RETOS E INCENTIVOS A LA PRODUCCIÓN DE ENERGíA EÓLICA EN BRASIL Y CHINA

Tomás Juan Rodoreda

Miguel Gerardo Marchetta Rodríguez

Abás Tanus Mafud

Nerissa Krebs Farret

Flávio Aires Câmara

Anderson Matias Cardozo

Daniela Sallet LunkesLarissa Terra Langer

SUMARIO

Abás Tanus

Mafud

Nerissa Krebs

Farret

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íNDIA: PARCERIAS POLíTICOS-ESTRATÉGICAS E INSERÇÃO NO CONTINENTE ASIÁTICO

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LA SANTA SEDE ENEL ESCENARIO INTERNACIONAL:

UNA INTRODUCCIóN

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7LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción

Autor: Tomás Juan Rodoreda

Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales

Universidad Nacional de Rosario

Email: [email protected]

El autor es Lic. en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario. Estudiante del Profesorado Universitario de la mencionada Universidad. Adscripto a las cátedras de Funda-mentos Teóricos de la Investigación Social (Facultad de Ciencia Pol. y RRII, UNR) y Teoría Sociológica (Facultad de Humanidades y Artes, UNR). Auxiliar docente de la Facultad de Ciencias Empre-sariales, Universidad Abierta Interamericana, Rosario.

RESumEn:

La Santa Sede como actor internacional y como sujeto del Derecho Internacional ha tenido un rol protagónico y controvertido.

El primer objetivo del presente trabajo es delimitar tanto a nivel jurídico como a nivel fáctico la relación existente entre el Estado Ciudad del Vaticano y la Santa Sede. Para tal objetivo se recurre a una exploración bibliográfica del ámbito jurídico y a una revisión histórica de la relevancia de la Iglesia Católica como actor inter-nacional.

El segundo objetivo del trabajo es realizar una descripción del accionar diplomático de la Santa Sede a partir de los Tratados de Letrán de 1929, su participación en Organizaciones Internacion-ales y el rol mediador que ha tenido.

La modernidad – que ha sostenido discursivamente desde sus comienzos a la secularización como uno de los grandes aportes de ella a la cultura occidental – es heredera de tres legados que, mutatis mutandis, han perfilado un mundo occidental escindido de las culturas no europeas1.

En primer lugar, el legado romano, que aporta a la constitución de la modernidad dos conceptos fundamentales: las instituciones y el derecho. Las instituciones – el mismo Estado romano, el ejército, la religión pública, entre otras – permitieron el asentamiento y expansión de la civilización romana, desde tiempos de la República hasta la caída del Sacro Imperio Romano Germánico de Occidente. Las diferentes áreas del derecho: ius civile, ius naturale y ius gentium constituyeron los grandes aportes de la sociedad romana a la modernidad occidental. En particular el Ius gentium es el primer antecedente al derecho internacional tal como se lo conoce hoy en día.

La primacía del orden romano comienza a desestabilizarse a partir del Siglo III, cuando numerosas amenazas perjudican la unidad romana.

InTRODuCCIÓn:

1 - José Luis Romero (2011), trabaja de forma extensiva los tres legados que constituyen la cultura occidental contemporánea en el libro La Cultura Occidental del mundo romano al siglo XX.

Palabras Claves • Santa Sede

• Relaciones Internacionales

• Papado

• Vaticano

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La propia expansión transcontinental del imper-io romano – y la dificultad para la administración del mismo – dividen al imperio en dos. A su vez las amenazas externas: desde diferentes frentes – oriente, sur y norte del Imperio – debilitaron más aun la “romanidad”.

En segundo lugar, el legado hebreo. El cristian-ismo surge siendo una religión de tipo oriental, inicialmente confundida con el judaísmo, que fue a los comienzos del imperio romano considera-da como mera superstición. En plena crisis del imperio romano – señalado con anterioridad – el cristianismo comenzó a considerarse una amenaza. Como dice Romero, “(…) cristianismo y romanidad representaban dos concepciones antitéticas de la vida, y no es exagerado afirmar que el triunfo de la concepción cristiana debía herir a la romanidad en sus puntos vitales” (Romero, 2011:23). Teodosio el Grande desalojo a la triada capitolina de Roma y el cristianismo – institucionalmente ya organizado bajo la Iglesia – procedió a adoptar los esquemas organizativos del Imperio Romano. El edicto de Milán – en el año 313 – legalizó la religión cristiana y en el Concilio de Nicea en el año 325 se legitimo al cristianismo.

En tercer lugar, el legado germano. Diferenciado de los otros dos legados, éste se relacionaba al sentido heroico, exaltando el valor y la destreza como principales virtudes humanas. Esos valores permearon las sociedades conquistadas y se confundieron con las instituciones de los con-quistados: el Estado y la Iglesia.

La combinación de los dos primeros legados ha permitido constituir, mediante una relación de afinidades electivas, un actor relevante en el escenario internacional: la Iglesia Católica. La

2 - El presente artículo no pretende ahondar en el desarrollo formal de la Iglesia Católica como institución. Tal objetivo excede largamente las preten-siones y capacidades del autor. de la Iglesia Católica se referencia a: Laboa Gallego, Juan María (2011), Historia de los Papas y García Bazán, Francisco (2014), El papado y la historia de la iglesia.

adopción inicial de las estructuras institucionales romanas por parte de la Iglesia Católica permitió una expansión capilar al interior del Imperio Romano. El edicto de Milán y el Concilio de Nicea permitió eclosionar en la esfera pública la institución católica2.

La convergencia de ambos legados constituyó algo nuevo, puesto que la fe cristiana existía previamente al reconocimiento y legalización romana; y las instituciones romanas – y particu-larmente el ius gentium – existía previamente a la escisión del Imperio Romano. Lo nuevo que se constituyó fue una institución de basto alcance y en relación con el poder político.

Desde el concilio de Nicea los aconteceres de la iglesia Católica no han pasado desapercibidos del ámbito de lo público, pese a las mutaciones que lo público ha tenido.

La caída de ambos imperios romanos – el de occidente que comienza a desmembrarse a me-diados del siglo IV y el de oriente, con la caída de Constantinopla en 1453 -, el surgimiento de los regimenes feudales y la conquista de America a partir de 1492 fueron hechos que transforma-ron la concepción de lo publico, lo político, y la política, pero que no alteraron la relevancia, en el mundo occidental de la iglesia católica. Más aún, el lazo entre poder espiritual y poder político se fue consolidando.

El DEREChO InTERnACIOnAl mODERnO y lA IglESIA CATÓlICA:

Verdross (1967), afirma que el derecho in-ternacional moderno hunde sus raíces en la temprana edad media, aunque como tal no

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9LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción

surgió hasta que no se produjo una descentral-ización del Sacrum Imperium. Más, como quiera que la nueva comunidad de estados siguiera dominada por la idea de la unidad cristina, se designó como res publica o res publica sub deo (Vedross, 1967:35).

De esa comunidad de Estados eran sujetos origi-narios los Estados Soberanos y la Sede Apostólica. El derecho internacional medieval le otorgaba a la persona del Papa el lugar de mediador, pu-diendo intervenir ex officio en todos los litigios internacionales.

El advenimiento de la modernidad – siglo XV-XVI – trajo la ruptura de la iglesia Católica a partir de la Reforma Protestante, pero no por ello disminuyó el protagonismo de la Sede Apostóli-ca en los aconteceres internacionales. Más aún, tras el “descubrimiento” de America el Papa Alejandro VI publica la bula Inter Caetera (en mayo de 1493) que constituyó la base para el pos-terior tratado de Tordesillas que delimitaba las conquistas españolas y portuguesas en el nuevo continente.

El segundo periodo del Derecho Internacional moderno – así lo denomina Verdross (1967) – se da con el surgimiento de la comunidad internac-ional y el surgimiento de los estados nacionales en la Paz de Westfalia en 1648.

La misma causó, en primer lugar, el debilitam-iento del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en detrimento de la autonomía de los estados alemanes; en segundo lugar, el surgimien-to del equilibrio de poder que se vera afianzado en la paz de Utrecht de 1713; en tercer y último lugar, la paz de Westfalia, que fue el punto de quiebre de la primacía diplomática de la Santa Sede, y a partir de ella, el papado pierde parte de su fuerte peso político (Santos Abril y Castelló, 2000), dando por tierra “la idea carolingia de res

publica christianarum gentium, es decir, aquella donde no hay diferencias entre imperio e iglesia” (Gomes, 2010; 203).

Las transformaciones políticas impulsadas por la Revolución Francesa no brindaron inmediata-mente sus frutos en el derecho internacional, ya que, tras la derrota de Napoleón, la Santa Alianza restauró la monarquía, reconociendo a todos los soberanos como hermanos de la familia cristiana.

Las transformaciones territoriales de fines del siglo XVIII hasta 1871 fueron en detrimento del poderío territorial de la Sede Apostólica, y su voz se vio afectada, inicialmente por las reacciones anticlericales durante la Revolución Francesa, y posteriormente con la instalación del principio de las nacionalidades a partir de 1830 y particu-larmente en las revoluciones de 1848.

La ola revolucionaria de 1848 afectó a los Estados Pontificios. La proclamación de la Republica Italiana con capital en Roma hizo huir al Papa Pío IX buscando protección del Rey de Nápoles, recuperando el poder temporal dos años más tar-de gracias a la ayuda del emperador francés Luis Napoleón Bonaparte y otras potencias católicas. La autoridad política papal a su regreso se vio mermada, porque tras dos años de ausencias, la figura del conde de Cavour se vio consolidada en el reino de Saboya. Desde 1850 el avance del Pia-monte fue implacable, estrechando cada vez más el círculo en torno a los Estados Pontificios. En 1861, Víctor Manuel II se proclamó rey de Italia y designo a Roma como la capital del reino.

La unificación italiana solo pudo lograrse – a lo que hoy se conoce como Italia – gracias a la avan-zada de Bismarck sobre la Francia monárquica de Luis Napoleón Bonaparte. La retirada de las tropas de éste para defenderse del avance pru-siano dio como resultado la indefensión de los

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Estados Pontificios y la claudicación de estos en 1871 a manos de Víctor Emanuel II.

lA CuESTIÓn ROmAnA:

La entrada de las tropas italianas a la ciudad de Roma tuvo, señala IREBA (1995) de acuerdo a dos teorías, dos consecuencias diferentes:

1. Teoría afirmativa sobre la “debellatio totalis” (ocupación): el estado pontificio cesa su existen-cia por la pérdida del territorio y de la población. No existieron acuerdos que pudieran poner fin a este estado de cosas y, aun cuando la intención italiana no fue la de ocupar todo el territorio del antiguo estado pontificio, dicha ocupación se verificó en términos generales.

2. Teoría negativa sobre la “debellatio totalis”: sostiene que, a los fines de lograr el objetivo deseado de unificar Italia, era necesario sólo una debellatio jurídica”.

Aquí se da inicio a lo que se conoció como la “questione romana”. La misma implicó funda-mentalmente la caída del poderío territorial del Papa. En este sentido, “la autoridad espiritual del Papa alcanza su cumbre, mientras que su soberanía territorial se ve casi reducida a la nada” (Chevalier, 1971: 12).

Tras un intento de acuerdo entre el Estado ital-iano recién constituido y la iglesia católica, que culminó en el fracaso, se sanciona la ley 214 el 13 de mayo de 1871, conocida como “Ley de Garantías”. La misma comprendía, por un lado, prerrogativas del Sumo Pontífice3 y de la Santa Sede; y por otro, regulaba las relaciones entre la iglesia y el estado italiano. Desde la ocupación de

3 - La Ley de Garantías aseguraba la inviolabilidad del Papa – no pudiendo ser objeto de ninguna coerción – a su vez garantizaba la inmunidad de ju-risdicción para el Papa y los lugares pontificios. Zepeda menciona una particularidad con respecto a la ley de Garantías: “la declaración (…) reconoce únicamente la personalidad sagrada del Sumo Pontífice y la inviolabilidad con respecto a su persona. Sin embargo, cualquier persona podía libremente atacar la institución del Papado, siempre que no hiciera mención del Sumo Pontífice” (Zepeda Coll, 2011; 25).

Roma hasta el momento de la firma de los pactos lateranenses, la personalidad jurídica internac-ional de la Santa Sede fue siempre reconocida por todos los Estados, aun aquellos no católicos: este hecho demuestra claramente la separación de la Santa Sede como órgano de gobierno de la iglesia universal y la soberanía territorial hasta aquel momento existente. De hecho, el reconocimiento del Papa como un soberano extranjero – a partir de la Ley de Garantías- garantizó que “la pérdida de los Estados Pontificios no trajera consigo la interrupción de las relaciones entre la Sede Apos-tólica y los demás Estados” (Verdross, 1967: 146).

Desde que la cuestión romana tiene su comien-zo hasta los tratados de Letrán de 1929 ningún pontífice salio del territorio del Vaticano.

lOS PACTOS DE lETRán:

El 11 de febrero de 1929 fueron firmados los Ac-uerdos de Letrán entre la Santa Sede e Italia, que ponían fin a la “questione romana”.

En virtud de los Acuerdos de Letrán, se llegó a un acuerdo sobre nuevas bases. La Italia de Musso-lini reconoció a la Santa Sede

Plena propiedad y exclusiva y absoluta potestad y jurisdicción soberana sobre determinado territo-rio de la ciudad de Roma, que se llama Estado de la Ciudad del Vaticano, le reconoció el derecho de legación activo y pasivo, libertad absoluta de comunicaciones, de toda especie con el exterior, en tiempo de paz como de guerra, y declaró ab-rogada la Ley de Garantías (Podesta Costa, 1985: 79).

Los Acuerdos de Letrán constan de dos proto-

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11LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción

colos, un tratado con un convenio adyacente y un acuerdo financiero. El mismo reconoce la necesidad de garantizar a la Santa Sede la independencia absoluta, donde el Papa pueda ejercer su soberanía. Podríamos decir que fue un reconocimiento doble, porque además de otorgarle un territorio (uno de los elementos para ser considerado sujeto internacional), reconoció a la Iglesia Católica Apostólica Romana como la única religión del estado.

A partir del momento de entrada en vigor de los Pactos de Letrán, el territorio bajo potestad del Papa asumió la característica de Estado, es decir

[la Ciudad del Vaticano] está llamada a realizar actos de legislación, administración y jurisdic-ción que difieren completamente de las funciones sacerdotales de la Iglesia. Lo que ocurre es que di-cho Estado no es un Estado soberano, sino que se deriva del ordenamiento eclesiástico (Verdross, 1967: 144).

SAnTA SEDE y ESTADO CIuDAD DEl VATICAnO: lA SubJETIVIDAD InTERnACIOnAl

La Santa Sede es el basamento espiritual que da origen Estado Ciudad del Vaticano, éste es la sede tangible y territorialmente soberana de la prime-ra. En referencia a esta dualidad, Diez de Velasco dice:

(…) la Ciudad del Vaticano aparece como un me-dio jurídico necesario para asegurar la libertad y la independencia de la Santa Sede en todos los órdenes (…). El Estado de la Ciudad del Vati-cano es un ente con la especial misión de servir de base territorial a otro, la Santa Sede, y en él se dan los elementos que caracterizan al Estado y que el derecho internacional toma como base

para la subjetividad internacional de este (Diez de Velasco, 2007: 300).

Existe doctrinalmente dos corrientes sobre la relación entre ambos actores. Una primera corriente – habitualmente denominada monista - niega la existencia de dos sujetos del derecho internacional, excluyendo de esa manera toda relación posible entre ambos actores. Una se-gunda corriente – dualista – afirma que ambos actores son sujetos del derecho internacional, pero diferenciados. Ésta ultima doctrina sostiene a su vez, que el lazo existente entre ambos actores obedece a una unión personal – así lo afirma Kelsen (Kelsen, 1965) mediante el Papa, que es la cabeza visible de la Santa Sede y a su vez es el monarca del Estado Ciudad del Vaticano. Existe una tesis que sostiene que la relación entre ambos actores no es posible de ser encuadrada en un esquema teórico ya conocido, transformando la relación en sui generis (Barberis y Armas Pfirter, 1998).

lA DIPlOmACIA VATICAnA DESPuéS DE lOS TRATADOS DE lETRán4 :

El abordaje de lo internacional desde la Santa Sede puede ser realizado desde dos lugares dif-erentes. Un primer abordaje esta relacionado al actuar diplomático internacional, incluyendo las relaciones con otros Estados, Organizaciones y Convenciones Internacionales, y así también la practica de mediación y arbitraje internacional por parte de la Santa Sede. Un segundo abordaje corresponde a las ideas presentes en la document-ación oficial de la Santa Sede que da sustento a

4 - Existen ciertos temas que han quedado excluidos de su desarrollo por su complejidad y extensión: rol de la Santa Sede durante la Segunda Guerra Mundial, la relación entre la Santa Sede y la Teología de la Liberación, el terrorismo en el escenario internacional, entre otros.

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su accionar internacional. En este apartado se planteará sucintamente ambos abordajes.

Con respecto al primer abordaje debe diferen-ciarse el accionar internacional de la Santa Sede y del Estado Ciudad del Vaticano.

La Santa Sede, es de los dos actores, quien posee el derecho de legación activo y pasivo. Esta repre-sentado por los Nuncios5 , y tiene representación en 180 países, entre los que no se encuentran Chi-na, Afganistán, Arabia Saudita y Corea del Norte. Una importante cantidad de dichas misiones son acreditaciones múltiples, especialmente en el continente asiático y en el africano. Las acredita-ciones frente a la Santa Sede se realizan mediante la Secretaria de Estado, que es la que coordina el accionar exterior de la misma. Tras los tratados de Letrán se impide realizar una acreditación doble frente a Italia y a la Santa Sede. Es decir, debe haber dos embajadores, uno para Italia y otro para la Santa Sede6.

Respecto de las relaciones consulares, contrar-iamente a la práctica seguida por los estados pontificios hasta 1870, la Santa Sede no designa actualmente funcionarios consulares.

La Santa Sede es observador permanente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), desde 1964; Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO por sus iniciales en ingles), desde 1950; Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR); Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en ingles), desde 1960; Organización Mundial del Comercio (OMC), desde 1998; en la Convención Inter-

nacional de Derecho del Mar; Organización de Estados Americanos (OEA), desde 1978, entre otras organizaciones internacionales7.

La ciudad del vaticano participa, desde su creación, en el ámbito internacional. El Vatica-no ha celebrado una serie de convenciones con Italia, a fin de regular cuestiones relativas al ser-vicio postal, aduana, circulación de automotores, servicios telegráfico y telefónico, moneda, radio, exenciones imposibles, delimitación y asuntos territoriales, policía mortuoria, notificaciones en materia civil y comercial, etc. El Estado Ci-udad del Vaticano es miembro de la UPU, de la UIT y de la OMPI. Igualmente es miembro de UNIDROIT, del Consejo internacional del trigo y se ha adherido a numerosas convenciones multilaterales sobre temas diversos: propiedad intelectual, derecho internacional privado, cues-tiones marítimas, etc.

La Santa Sede ha llevado su accionar internac-ional más allá de las relaciones diplomáticas per se. Ha ofrecido sus buenos oficios desde tiempos remotos – ya mencionadas con anterioridad – y también de forma más cercana en el tiempo. Mu-chas veces los buenos oficios han sido prestados de forma directa por el Papa o un representante, en otros casos, comunidades religiosas han fun-cionado como representantes de la Santa Sede.

En el primer caso se puede señalar: la mediación ofrecida por el Papa León XIII en el conflicto territorial entre Republica Dominicana y Haití en 1874; el intento de mediación entre Venezuela y Gran Bretaña a fines del siglo XIX, el tratado de arbitraje entre Perú y Colombia en 1905; el

5 - Es en el Congreso de Viena de 1815 donde la diplomacia de la Santa Sede sienta su base actual y se transforma al Nuncio en el representante per se de la Santa Sede. Si bien era de hecho, el Congreso de Viena lo transformó de derecho. Cuando se establece la categorización de los agentes diplomáticos, el nuncio queda instituido como jefe de misión, formando parte de la primera categoría de agentes diplomáticos.

6 - Para una visión detallada de los países con los que establece relaciones diplomáticas y las fechas de comienzo de las mismas ver: Santa Sede, “Rel-aciones Bilaterales de la Santa Sede” [en línea], Vaticano, < http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/documents/rc_seg-st_20010123_ho-ly-see-relations_sp.html>, > [Consulta: 22 de mayo de 2015].

7 - Ibídem 6.

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tribunal de arbitraje precedido por un Nuncio Apostólico para dirimir limites entre Brasil y Bo-livia en 1903; y un caso similar entre Brasil y Perú en 1904. Más adelante en el tiempo, la mediación del cardenal Samoré entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle en 1982. Fuera del continente americano, la intervención papal por las Islas Carolinas entre el Segundo Imperio Alemán y Es-paña en 1886; los intentos de mediación de Pablo VI en la guerra entre Vietnam y Estados Unidos (a partir de 1967), las mediaciones en las guerras de Irak en 1990 y 2003, la mediación en Bosnia en 1993, y la mediación en el Líbano en 2006.

En el segundo caso, se puede destacar el rol preponderante que ha tenido la comunidad de Sant´Egidio y el impacto de sus intervenciones en: Mozambique, donde se firmó un acuerdo de paz en 1990; Argelia en 1995; Guatemala en 1996; Albania en 1997; Burkina Faso en 1998; Burundi en 2001; Togo en 2005; Uganda en 2006; Costa de Marfil en 2007.

El ESPíRITu InTERnACIOnAl DE lA SAnTA SEDE:

Desde la encíclica Rerum Novarum (1891) en adelante, el pensamiento de la Santa Sede sobre el acontecer social se ha puesto de manifiesto, tanto de manera doctrinal – por encíclicas o exhortos – como mediante discursos papales.

Hasta mediados del siglo XX la relación entre las relaciones internacionales y el corpus doctrinal podía ser caratulado de tipo reactivo. Es decir, se repetición de formulas estancas que no necesari-amente servían para la acelerada transformación de las relaciones internacionales acontecidas tras las dos guerras mundiales. En este sentido, el papado de Juan XXIII marcó un quiebre sus-tantivo debido a tres razones: la convocatoria a

un Sínodo de Obispos, la reforma del Código de Derecho Canónico, y la convocatoria a un Con-cilio Ecuménico8 . Éste último hecho fue el gran aporte realizado por Juan XXIII al catolicismo contemporáneo, y tuvo lugar entre 1962 y 1965, terminando, tras la muerte de Juan XXIII bajo el pontificado de Pablo VI.

De éste papado se comienza a perfilar dos temas que continúan en la actualidad y que , en su contexto, representaron un avance conceptual y propositivo: paz y desarrollo.La encíclica Pacem in Terris, de 1963 y el Concilio Vaticano II fueron el puntapié inicial de una nueva mirada de la San-ta Sede sobre las relaciones internacionales y un intento de aporte doctrinal y fundamentalmente, ético.

Tras la carta de Pablo VI al Secretario General de Naciones Unidas U Thant en la cual se afir-ma la correspondencia entre Paz y Desarrollo comienza a generarse una sinergia entre ambas ideas que se ve coronada en la encíclica Popu-lorum Progressio (1967). Se deja de lado la visión economicista y tecnicista del desarrollo y se opta por una visión integral del Desarrollo, que abarca todas las facetas de la vida humana y no sólo la provisión de bienes para la subsistencia.

La diplomacia vaticana no ha titubeado en apoyar el accionar de Naciones Unidas, así como tam-bién en la defensa de la paz del mundo. El viaje y el discurso de Pablo VI en las Naciones Unidas, el viaje a la India, a Tierra Santa, las iniciativas de paz para Vietnam son todos elementos que hacen comprender las tendencias del accionar de la Santa Sede en las relaciones internacionales.

En 1968 Pablo VI instaura el primero de enero de cada año como el Día Mundial de la Paz, una convocatoria inicialmente realizada a todos los

8 - Concilio hace referencia a la asamblea de obispos convocada para debatir asuntos importantes referentes a la doctrina y disciplina de toda la Iglesia o de parte de ella. Ecuménico proviene del griego oicomenicós que significa universal. Para que el Concilio posea esa característica debe ser convocado o presidido por el Papa.

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católicos del mundo para reflexionar por la Paz, pero extendida a todas las religiones del mundo. En este día el pontífice dirige unas palabras al mundo convocando al trabajo por la paz y la justicia y expresa la línea diplomática de la Santa Sede para el año que comienza, enviándolo a las Cancillerias de los Estados con los que tiene rela-ciones diplomáticas.

En un clima de Guerra Fría, tras la Crisis de los Misiles de 1962, la carrera armamentista se pre-sentaba como el principal potencial de conflicto entre las Superpotencias. De hecho, la posibilidad de destrucción mutua asegurada presentaba un escenario en el cual el armamento era garante de la paz. Pablo VI se opuso a la idea de que “Una paz sin armas está siempre en peligro” en el dis-curso para la sesión especial por desarme de la Asamblea General de Naciones Unidas del 24 de Mayo de 1978. Este principio – el de destrucción mutua asegurada – demandaba una paridad de fuerzas, empujando a cada una de las superpo-tencias a mantener un margen de superioridad por la posibilidad de encontrarse en desventaja frente a la otra. Pablo VI señala que esta lógica perniciosa, que comenzó en los primeros años de la Guerra Fría y continúo, se instaló en el esce-nario internacional adquiriendo un carácter de automaticidad.

La propuesta realizada por Pablo VI de dismi-nución de gastos en armamentos y de aumento de la ayuda para el desarrollo no tuvo eco, pero sí fue una propuesta concreta y revolucionaria. Más aún, el hecho de haber sido ignorada una propuesta de este tipo en plena détente y tras la firma de los acuerdos SALT I y SALT II ratifica que el orden de Guerra Fría se dirimía en térmi-nos estratégicos militares y que las relaciones desarrollo/subdesarrollo no estaban en la cima

de las preocupaciones de ninguna de las dos su-perpotencias, ni siquiera de la propia ONU.

El período en el cual asume el papado Wojtyla es un período convulsionado, de cambio de par-adigma de las relaciones internacionales, donde un orden que prevaleció durante buena parte del siglo XX está llegando a su fin, en cierta forma comparable al tiempo de Pío XII en el cual esta lógica que con Juan Pablo II entra en decadencia en esos momentos comenzaba a aflorar. Los prim-eros años del papado de Juan Pablo II estuvieron marcados por la participación de la Santa Sede en el diferendo limítrofe entre Chile y Argentina, el restablecimiento de relaciones diplomáticas de la Santa Sede con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en 1982, con Estados Unidos en 1984; el dialogo interreligioso; la crisis de la URSS y el protagonismo de la transición en Polo-nia que el Papa polaco tuvo9 , entre otros hechos relevantes.

El periodo posguerra fría es abordado positiva-mente, sosteniendo que, tras la caída del régimen Soviético, la recristianización de Europa del este será posible rápidamente (Armengod, 2005). Lo cierto es que la política exterior vaticana no enfrentaba ese solo problema. Con la caída del muro de Berlín y el asentamiento del proceso globalizador existían otros problemas a los que la Santa Sede debía encontrar respuesta: el fin de las certezaspropio de la posmodernidad colocaba al individuo despojado de un ethos de vida. La Iglesia Católica – desde su posición de reserva moral de la humanidad – debía reinfundir un ethos particular, pero no sólo a los países que habían estado bajo el yugo del socialismo soviéti-

9 - Coincido con el análisis realizado por Laboa Gallego que afirma que “(...) con su apoyo decidido a la creación del sindicato polaco Solidaridad y con su respaldo a los derechos de los ciudadanos sistemáticamente conculcados por las democracias populares” ha contribuido de forma decisiva al declive del comunismo, fundamentalmente porque “(…) no ha sido el comunismo el que ha sido derrotado, sino la idea de que el hombre pueda vivir sin religión, sin una participación de orden espiritual” (LABOA GALLEGO, 2011: 508).

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15LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción

10 - El objetivo del presente articulo – en tanto introducción a la Santa Sede en el escenario internacional – impide el tratamiento de ciertos temas, como el terrorismo, in extenso.

co, sino también a todos los países del mundo globalizado.

Por otro lado, el nuevo orden internacional – si es que así puede denominárselo – generó una serie de nuevos problemas para el orden y la estabili-dad internacional. Los movimientos separatistas – anclados en fuertes diferencias identitarias, entre otras – fueron las causantes de la guerra de Bosnia y Croacia (1992), la guerra de Bos-nia-Herzegovina (1992), que marcaron la década de 1990; otro de los problemas, y quizás el más relevante por las implicancias internacionales ha sido el surgimiento del terrorismo10.

Desde mediados de la década de 1990 la presen-cia internacional de la Santa Sede no disminuyo, pero si lo hizo la efectividad y visibilidad de su accionar. El fracaso en el dialogo interreligioso puede ser considerado como un fracaso en su política exterior. Las rispideces al interior del cristianismo – entre el papado romano y las dif-erentes ortodoxias – fueron sintomáticos de una diplomacia que reflejaba un fuerte verticalismo doctrinario por parte de Juan Pablo II, y un claro proteccionismo y recelo por parte de las orto-doxias.

La debilitada salud del Papa también influyó en el accionar internacional de la Santa Sede. Un cargo de alta complejidad y compromiso político para un cuerpo y una mente deteriorada por el parkinson, los años, el atentado de 1981, y las operaciones a lo largo del papado.

REFlExIOnES FInAlES:

Diez de Velasco sostiene que es necesario realizar una distinción entre el actor de las relaciones in-

ternacionales y el sujeto del derecho internacional público. La diferencia radica en que, mientras el primer abordaje – el del actor internacional- es una aproximación de tipo sociológica en el cual se trata de comprender las relaciones entre los diferentes actores del comunidad internacional, el segundo abordaje – el del sujeto internacional- es una visión jurídica en tanto que ser sujeto del derecho internacional implica ser titular de dere-chos y obligaciones en el ámbito internacional. Ambos planteos son aplicables al caso de estudio. La Iglesia Católica como actor internacional es de suma relevancia en tanto que en ella convergen valores e ideales de rango universal y de carac-terísticas occidentales, dotándola así de cierto soft power. Tal es así que se puede considerar que “siempre ha sido grande (…) la importancia de la Santa Sede en el desarrollo integral de la persona humana, en el mantenimiento de la paz internac-ional y en el desarrollo cotidiano de las relaciones internacionales” (Ireba, 1995: 7).

En este sentido, la Santa Sede se ha convertido en sujeto del derecho internacional no nece-sariamente porque su naturaleza o la extensión de sus derechos sean idénticos a otros sujetos internacionales, sino porque “El desarrollo del Derecho Internacional, en el curso de su historia, se ha visto influido por las exigencias de la vida internacional, y el crecimiento progresivo de las actividades colectivas de los estados ha hecho ya surgir ejemplos de acción ejercida en el plano internacional por ciertas entidades que no son estados” (C.I.J.: Rec. 1949: 178).

A la luz de reflexiones históricas y jurídicas, el objetivo del presente artículo fue dar cuenta de la constitución de la Santa Sede como actor relevante en el escenario internacional, y a su vez, como su-jeto peculiar del Derecho Internacional Público.

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Los hechos mencionados con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial fueron de carácter ilus-trativo de la relevancia de la Santa Sede. exclusión de algunos temas – rol de la Santa Sede antes y durante la Segunda Guerra Mundial, su relación con el Terrorismo tras la Guerra Fría – fueron intencionados. El autor justifica su ausencia en la

complejidad del abordaje de la temática, que no puede ser cabalmente desarrollada en este trabajo que, como se menciona supra, tiene otro objetivo. La ausencia de los temas no refleja un desconoci-miento de su relevancia.

REfEREnCIAs BIBlIoGRáfICAs:

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17LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción

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LOS PROCESOS DE INTEGRACION EN AMERICA LATINA:

LA UNASUR Y SUS PERSPECTIVASACTUALES Y DESAFIOS FUTUROS

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19LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA

RESumEn:

En el presente artículo analizaremos uno de los procesos de in-tegración sudamericanos que ha tenido mayor relevancia en los últimos años y que a su vez ha sido el más ambicioso en vistas del apoyo recibido por las naciones de la región, nos referimos espe-cíficamente a la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR). A través de este trabajo pretendemos demostrar que el interés de las naciones sudamericanas por crear mecanismos de integración ha sido una constante histórica desde los albores de la independencia que ha perdurado y se ha fortalecido pese a sus avances y retro-cesos.

Palabras Claves • Procesos de Integración,

• Política Exterior

• CAn, mERCOSuR,

• unASuR

El presente artículo tiene la finalidad de llevar adelante un análisis de uno de los temas que más relevancia ha acaparado en los últimos años den-tro de la agenda de las relaciones internacionales de la región, la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) como nuevo sujeto del Derecho Internacional y eje integracionista regional. Si bien la organización se formuló to-mando como modelo, aunque de forma parcial, a uno de los procesos de integración más exi-tosos que se han creado hasta ahora como es la Unión Europea (UE); ha atravesado un proceso de formación y de estructuración diferente a lo acontecido en Europa. Y podemos afirmar que ha sido diferente no solamente porque los procesos políticos, sociales y culturales sudamericanos son de cierta manera diferentes a los europeos sino

también porque ya existían en el sur del conti-nente dos organizaciones que a la postre serían los pilares de la futura organización, la Comu-nidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).

Si bien la preexistencia de estas dos organizaciones fueron determinantes porque sirvieron como punto de partida para la creación de la UNASUR, no podemos soslayar que sin la decisión política de los estados sudamericanos de avanzar en este proceso de integración regional, es muy prob-able que la creación de la organización hubiera quedado trunca y más si tenemos en cuenta los clásicos problemas institucionales por los que ha atravesado y aun atraviesa, en mayor o en menor medida, la región en su conjunto y la dificultad

Autor: Miguel Gerardo Marchetta Rodríguez

E-mail: [email protected]

nota Curricular: Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad Champagnat (UCH) -- Mendoza, Argentina

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persistente de establecer una agenda consensua-da que apunte a una integración tanto económica como política y que trascienda a los diferentes gobiernos que ocupan de forma temporal el pod-er. En base a esto pretendemos que los lectores logren comprender, en base a los ejes sobre los que se estructura este artículo, los desafíos que enfrenta actualmente la organización y los que deberá encarar en un futuro para lograr consol-idarse como el principal bloque de integración sudamericano.

El siguiente trabajo se estructurará sobre cuatro ejes definidos. En el primero realizaremos un breve análisis de tipo histórico en el que haremos alusión a los congresos americanos durante el Siglo XIX y seguidamente mencionaremos los organismos internacionales de mayor relevan-cia que fueron creados durante el pasado siglo. Seguidamente haremos un análisis de la teoría idealista, paradigma perteneciente a la teoría de las Relaciones Internacionales, con el fin de establecer un marco general a nivel teórico que nos ayudará a comprender la influencia que ha tenido esta teoría sobre las políticas exteriores de los países sudamericanos orientadas hacia la creación de mecanismos de cooperación como el que nos ocupa en el presente artículo.

En el tercer eje realizaremos un análisis del MER-COSUR y de la CAN haciendo hincapié en el rol que han tenido como pilares en la creación de la UNASUR. Y finalmente explicaremos el proceso de creación de la UNASUR pero haremos énfasis en las perspectivas actuales de la organización, los desafíos que tiene actualmente por delante y los que deberá enfrentar en un futuro.

COnTExTO hISTÓRICO DE lOS PROCESOS DE InTEgRACIÓn lATInOAmERICAnOS

Si hay una región que desde un principio bus-có impulsar proyectos de integración ha sido América Latina en general y Sudamérica en particular. Las primeras propuestas integracion-istas ya formaban parte de las ideas políticas de algunos de los próceres que habían intervenido en las guerras de independencia como José de San Martín o Simón Bolívar. Entendían que las nacientes naciones americanas debían asegurar y defender su independencia de los intentos de reconquista europeos y la manera más lógica de lograr esto era en base a una unión perdurable en el tiempo.

Simon Bolívar en su Carta a Jamaica sostenía: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vin-culo que ligue sus partes entre si y con todo el mundo…Que bello seria que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos.” (Bolívar, 1815).

En este mismo sentido se expresaba Don José de San Martín: “Se constituya una forma de gobierno general, que de toda América unida en identidad de causas, intereses y objeto, constituya una sola nación.” (Pérez Amuchástegui, 9, en Seitz, 13).

Eran ideas muy ambiciosas pero difíciles de llevar a cabo en vista de los problemas que cada gobier-no recientemente constituido debía afrontar. Tomando en cuenta esta problemática crucial, el primer paso que dieron fue el de organizarse

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21LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA

mediante la realización de diversos congresos interestatales.

El primero de ellos fue el congreso realizado en Panamá en 1826, con la decisiva iniciativa para que se llevara a cabo por parte de Simón Bolívar. La importancia de este congreso se vio potenciada por haber sido el primer ámbito de discusión que se llevaba adelante en el continente (más allá de la ausencia notoria de algunos estados), y por la firma final del “Tratado de Liga y Confederación Perpetua”, que establecía entre sus puntos más relevantes la resolución pacifica de las controver-sias, que cada dos años se reunieran los ministros plenipotenciarios, y la defensa colectiva de la soberanía continental.

Ante nuevos intentos europeos para reconquistar sus antiguas colonias, se llevaría adelante una nueva convocatoria para realizar una serie de congresos que no tendrían el éxito deseado, estos se realizaron en 1831, 1838, 1840 y en 1842.

En cambio, en los congresos realizados en Lima en 1848, en Santiago en 1856 y el que se hizo nue-vamente en Lima en 1864 se lograron acuerdos de mayor trascendencia.

En el primer congreso de Lima se firmó un “Tratado de Confederación”, del cual podemos mencionar su objetivo más relevante, el sosten-imiento de la soberanía y la integridad territorial de las naciones firmantes del mismo. Los estados concurrentes a este primer congreso fueron Perú, en su carácter de anfitrión, Bolivia, Chile, Nueva Granada y Ecuador. En el congreso que se llevó a cabo en Santiago los mismos estados, con la excepción de Bolivia y Nueva Granada que no concurrieron al mismo, establecieron un acuerdo

de unión, el “Tratado Continental”, que estaba abierto a la futura adhesión de otros gobiernos.

Finalmente, en el segundo congreso desarrol-lado en Lima (1864), Bolivia, Chile, Colombia, El Salvador, Perú y Venezuela se firmaron dos convenios, por un lado una “Unión y Alianza Defensiva” frente a cualquier amenaza que pudi-era afectar la soberanía territorial de los estados firmantes, y por el otro un convenio sobre el “Mantenimiento de la Paz” sobre la resolución pacifica de las controversias que pudieran sur-gir entre estados firmantes. Este principio sería puesto en valor nuevamente e incorporado en los tratados constitutivos de diversos organismos internacionales que fueron creándose en el Siglo XX.

Es cierto que los tratados mencionados anterior-mente no fueron ratificados pero ese hecho no les resta importancia. El valor simbólico e histórico de los mismos fue determinante porque fueron los primeros intentos integracionistas a nivel regional y sentaron las bases para el desarrollo de una agenda común latinoamericana dentro de las relaciones internacionales.

Pero es en el período de la segunda postguerra en el cual los países de la región vuelven a focalizar su atención en la necesidad de crear ámbitos pro-pios de discusión y de cooperación tanto a nivel político, social como económico.

Entre las organizaciones de mayor relevancia a nivel regional y hemisférico que fueron creadas en este período podemos nombrar las siguientes:

la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948, el Pacto Andino en 1969.

En 1973 nace la Comunidad del Caribe (CARI-

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COM) y en 1975 se pone en marcha el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA).

Sin dudas una de las iniciativas que tuvo mayor trascendencia en este período fue la creación de la ALALC o Asociación Latinoamericana de Li-bre Comercio. En 1960 Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay firmaron el acuerdo constitutivo de la organización, el Trata-do de Montevideo; el que luego sería suscripto por otros estados de la región. La ALALC fue el primer intento de crear un mercado común latinoamericano y en función de ese objetivo se establecieron una serie de medidas necesarias para lograrlo, incluyendo un sistema de rebajas arancelarias entre los estados miembros, el fo-mento del comercio intrarregional, eliminación de restricciones de distinto tipo y la facilitación de las condiciones para comerciar con Estados Unidos y con Europa.

Sin embargo los acuerdos alcanzados present-aban limitaciones importantes: sólo se reducían o eliminaban trabas comerciales sobre los bienes y no sobre los servicios y no existía una coordi-nación de políticas entre los estados miembros; lo que sumado a otras razones terminarían limitando los objetivos principales que se habían establecido. No podemos dejar de mencionar que las enormes asimetrías existentes entre los estados miembros también dificultaron el desen-volvimiento de la organización.

Hacia 1980 la ALALC se reorganizó y se con-formaría la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), que mediante un nuevo Tratado de Montevideo estableció la sede de la organización en esa ciudad1. Los objetivos que persigue la reestructurada organización eran

prácticamente los mismos que los de su antece-sora, siendo el más importante el establecimiento de un mercado común. Otro hecho significativo fue que en 1999 se incorporó a Cuba como nuevo estado miembro de la organización.

La ALADI busca la creación de un área de preferencias económicas para lograr su objetivo principal que es establecer un mercado común latinoamericano. Para esto se emplean tres me-canismos: una preferencia arancelaria regional que se aplica sobre los productos originarios de los estados miembros frente a los aranceles vi-gentes para terceros países, acuerdos de alcance regional y acuerdos de alcance parcial, con la par-ticipación de dos o más estados pertenecientes al bloque. En este último mecanismo encontramos una notoria diferencia de cómo se manejaban este tipo de acuerdos en la ALALC, en donde los acuerdos regionales eran los más relevantes y los subregionales y sectoriales la excepción. El enfoque que se adoptó finalmente fue darle la mayor relevancia a los acuerdos subregionales o sectoriales y los acuerdos regionales pasarían a ser el marco y a su vez el objetivo final.

No podemos soslayar dos cuestiones muy rele-vantes respecto a la ALADI: la importancia que ha tenido la organización a la hora de fomentar el desarrollo del comercio entre los países de la región y que el objetivo principal que buscaba, que era la creación de un mercado común, fue continuado y fortalecido gracias a la firma de diversos acuerdos intrarregionales como el que se firmó para llevar adelante la complementariedad de las políticas que llevaban adelante la CAN y el MERCOSUR.

1 - Los miembros actuales de la organización son la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uru-guay y Venezuela.

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23LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA

EnTEnDIEnDO lA POlíTICA ExTERIOR En ClAVE InTEgRACIOnISTA DE lOS PAíSES DE lA REgIÓn: El PARADIgmA IDEAlISTA En lAS RElACIOnES InTERnACIOnAlES

Del análisis realizado en el eje anterior se desprende que la idea inicial de lograr una inte-gración a nivel regional si vio impulsada por dos motivos muy claramente definidos y vinculados: por un lado los nacientes estados necesitaban una herramienta que les permitiera afianzar su sober-anía y su independencia y, por el otro, estaba la amenaza de que se produjera un nuevo intento colonizador por parte de los estados centrales eu-ropeos y era necesario contrarrestarlos de alguna forma.

Por lo tanto, es necesario considerar y com-prender que estos primeros intentos en el largo camino de la integración no obedecen a un mero capricho histórico o a algo que sucedió porque indefectiblemente debía darse. La variable inte-gracionista, desde el punto de vista teórico, se enmarca dentro del paradigma Idealista en las Relaciones Internacionales.

La perspectiva idealista en la conducción de los asuntos políticos podemos encontrarla a lo largo de la historia. La antigua Grecia puede ser considerada como fuente primigenia de esta per-spectiva, en donde ya se hablaba de la necesidad de que los actos de gobierno fueran no solo actos que conllevaran un valor ético intrínseco, sino que también pudieran considerarse adecuados.

Bastante más cercano en el tiempo, el filósofo Immanuel Kant sostenía en su obra “Sobre la Paz Perpetua”, y en momentos en que la Revolución

Francesa transitaba ya su última etapa, que el escenario de paz entre las naciones no era tal; en realidad los mismos se encontraban inmersos en un proceso constante de conflicto. Esta par-ticularidad sólo podría ser superada a través de un “Contrato Social” entre los pueblos. Pensaba que el Derecho Internacional debía desarrollarse en base a un “Federalismo entre Estados”. Esta idea de la existencia de un federalismo estadual remite directamente a la creación de un ámbito de discusión de las cuestiones internacionales en el que pudieran confluir diversos estados y que es el objetivo principal que persigue cualquier organismo internacional actualmente. A su vez creía firmemente que existía una tendencia de tipo histórica hacia la paz, la cual esta relacionada a una obligación de tipo moral para superar el estado de guerra permanente y el egoísmo intrín-sico propio de la condición humana.

Los que adscriben a esta corriente de pen-samiento político dentro de las Relaciones Internacionales persiguen un objetivo central y definido, establecer en el sistema internacional y en las relaciones entre las naciones las condi-ciones necesarias para lograr una paz perdurable o “paz perpetua”. Es por este motivo que la guerra es una situación insostenible que debe ser evitada de forma definitiva y la única manera de lograr este objetivo es delegando el monopolio de la fuerza a un organismo de carácter internacional que se encargaría de solucionar las controversias que pudieran surgir entre los estados y garantizar su seguridad. Este sistema de seguridad colectiva, a su vez, debía estructurarse en base a cuatro principios: se debían descartar por completo los tratados de carácter secreto y se daría una mayor participación pública en los asuntos internacion-ales, los estados renunciarán a la guerra como un

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instrumento de su política exterior, la búsqueda del equilibrio de poder será reemplazada por la de mecanismos de seguridad colectiva y se esta-blecerá un orden a nivel internacional que estará garantizado por la creación de diversos organ-ismos multilaterales que tendrán las facultades necesarias para mantenerlo.

Indudablemente la política exterior de las na-ciones latinoamericanas se ha visto fuertemente influenciada por los principios de este paradig-ma. Si bien la elaboración y posterior ejecución de la política exterior de un estado es un proceso complejo en el cual intervienen una serie de variables tanto internas como externas, debemos hacer hincapié en una de las variables externas que mayor influencia ha tenido sobre los estados latinoamericanos, que es su posición periférica dentro del contexto internacional.

Incluso luego del largo y complejo proceso inde-pendentista, se acentuaría aun más esta condición. La construcción tardía de un sistema republicano y democrático; las deudas económicas que había dejado el proceso independentista; los conflictos internos que habían quedado sin resolver y que en muchos países llevaron a guerras civiles; y la amenaza aun latente de una reconquista de estos territorios por parte de las potencias europeas, no hicieron mas que ahondar aun más la posición periférica de la mayoría de los estados de la región.

Como ya habíamos mencionado anteriormente, esta condición periférica provocó que los principios del Idealismo influyeran de forma de-terminante sobre la política exterior de los países de la región. Los congresos realizados durante el Siglo XIX van en concordancia con esto y los tratados que de ellos surgieron fueron codifi-cando una serie de normas de carácter legal que

lograrían perdurar en el tiempo, y que significa-ron un valioso aporte al Derecho Internacional2.

Si bien estos primeros congresos fueron los pi-lares de la política exterior latinoamericana en clave integracionista, podemos hacer otra lectura para entender porqué su realización obedeció a una serie de factores determinados. Habíamos mencionado anteriormente que uno de los hechos que propiciaron la convocatoria a los mismos fue la necesidad de consolidar la inde-pendencia recientemente conquistada y procurar mecanismos que impidieran un nuevo avance de los estados europeos. Sin embargo, la existencia de valores, intereses e instituciones comunes a to-dos los estados sudamericanos también tuvieron una influencia determinante para afianzar este proceso integracionista.

Los países sudamericanos han buscado edificarse en torno a una estructura de cooperación política basada en un patrimonio histórico, cultural e institucional en común y es así como debemos entender esta política exterior latinoamericana en clave integracionista.

El mERCOSuR y lA CAn COmO PIlARES En El PROCESO DE COnFORmACIÓn DE lA unASuR

Hemos podido apreciar que han sido numerosos los intentos por parte de los países latinoamerica-nos en general y los sudamericanos en particular, para alcanzar un determinado nivel de integración económico y/o político y que estas iniciativas se tradujeron en la creación de diversos organismos intergubernamentales de cooperación como los anteriormente vistos. Pero no es menos cierto que determinadas problemáticas de la región como han sido la inestabilidad política, la desigualdad

2 - Es importante resaltar que el paradigma Idealista tiene una fuerte impronta legalista que a su vez es la base del Derecho como doc-trina.

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3 - También podemos nombrar al Grupo de Río, que si bien no fue una organización internacional propiamente dicha, ha funcionado como un foro intergubernamental en donde se han abordado diversos temas propios de la agenda sudamericana. En su cumbre real-izada en México, en el 2010, los jefes de estado allí reunidos decidieron la creación de un nuevo organismo que continuaría con los objetivos del Grupo de Río, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

y las grandes crisis económicas impidieron que los objetivos centrales de esos organismos se ejecutaran como habían sido planteados. Entre las excepciones a esta regla podemos nombrar la puesta en marcha de la ALADI, que como ya hemos mencionado, entró en funciones en 1980 y fue la organización sucesora de la ALALC3.

Pero previamente a esto, con la creación de la CAN y del MERCOSUR se empieza a perfilar la construcción de espacios de integración a nivel subregional más complejos y que están dotados de órganos permanentes, propios e independientes, que son reconocidos como sujetos del Derecho Internacional y que son capaces de gestionar intereses colectivos.

La Comunidad Andina de Naciones (CAN) es un bloque comercial integrado por Bolivia Co-lombia Ecuador y Perú. En 1996 se produjo una reorganización del Pacto Andino, su antecedente directo, y la organización adoptaría finalmente su denominación actual. El Pacto Andino fue crea-do mediante el Acuerdo de Cartagena en 1969 y las naciones firmantes de su tratado constitu-tivo fueron Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y el Perú. En 1973 se incorporaría Venezuela, pasando a ser seis las naciones integrantes de la organización. Sin embargo, Chile se retiró de la organización en 1976 y el mismo camino seguiría Venezuela en 2006. La sede central de la organ-ización está ubicada en la ciudad de Lima, Perú. El objetivo principal de la organización era con-solidar los procesos de industrialización de sus miembros con el fin de reducir la brecha de de-sarrollo en relación con las principales economías de la región. Esta estrategia de industrialización se apoyaba en un programa de sustitución de importaciones, con fuertes barreras comerciales

hacia terceros, que se traducía en una estructura fuertemente proteccionista.

Para muchos internacionalistas el punto de partida para la creación del MERCOSUR fue la Declaración de Foz de Iguazú suscrita por los Presidentes de Argentina y Brasil en 1985, Raúl Alfonsín y Jorge Sarney respectivamente. En 1991, y por intermedio de la firma del Tratado de Asunción, se decide la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), que comprende actualmente Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela como miembros plenos. A su vez la organización considera como estados asociados a Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

Buscando consolidar la iniciativa, el 16 de diciem-bre de 1994 se firma el Protocolo de Ouro Preto, complementario del Tratado de Asunción, por medio del cual se instituyó al MERCOSUR como persona jurídica del Derecho Internacional y se estableció un arancel externo común dentro del marco del proceso de integración. Los objetivos centrales de la organización son fomentar el libre intercambio y movimiento de bienes, personas y capital y avanzar en una mayor complementa-riedad política, social y cultural. Desde 1995 el MERCOSUR constituye técnicamente una zona de libre comercio (aunque imperfecta todavía), donde se busca que exista un libre intercambio de todos los bienes que circulan por el bloque, y desde 1999 se conformó una zona libre de arance-les aunque se exceptúan de la misma algunos productos como el azúcar y el sector automotriz. El objetivo final del MERCOSUR es convertirse en un mercado común pleno afianzando la integración política, económica y social de sus miembros. En consecuencia se promueven, desde el punto de vista económico, la libre circulación de bienes, servicios y factores relacionados a la

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producción, el establecimiento de un arancel ex-terno común, la puesta en marcha de una política comercial común y la coordinación de políticas macroeconómicas. Sin embargo no podemos dejar de mencionar que la mayoría de estas pro-puestas no se está cumpliendo en plenitud, lo que ha ocasionado que la organización haya entrado en un proceso de estancamiento significativo; y que varios de sus miembros manifiesten quejas de distinto tipo sobre su funcionamiento.

Si algo ha quedado claro es que el proceso de integración emprendido por los estados su-damericanos encontró finalmente una vía por la que se podían canalizar las diversas prob-lemáticas propias de la agenda regional.-pias de la agenda regional. Es por eso que al crearse los organismos que acabamos de analizar, y al ser dotados de una personalidad jurídica propia y de una estructura orgánica permanente, iba a resultar mas sencillo consolidar y ejecutar las iniciativas socio-políticas y económicas de cada estado, mejorar el comercio intrarregional, poner en relieve temas concernientes a todos los estados como es la lucha contra la pobreza y la protec-ción del medio ambiente y, por sobre todo, iba a permitir una mejor inserción de las naciones dentro del sistema internacional, fortaleciendo su posición negociadora de cara a otros organismos internacionales y/o grupo de estados.

Era una decisión lógica que los gobiernos de los países miembros de cada bloque acordaran que ambos organismos se debían constituir en los pi-lares de la futura organización teniendo en cuenta el nivel de desarrollo que ambos bloques habían alcanzado y por la necesidad de canalizar en una sola organización todo lo que se había avanzado dentro del esquema integrador subregional.

lA unASuR: EnTRE El PRAgmATISmO

InTEgRACIOnISTA O lA RETÓRICA IDEOlÓgICA lATInOAmERICAnA

Cuando hablamos de pragmatismo y de retórica generalmente nos referimos a dos términos que se contraponen. Cuando decimos que una decisión política es “pragmática” hacemos alusión a un objetivo concreto y que ha sido planteado por los encargados de tomar decisiones a nivel político y que es ejecutado en tiempo en forma. En cambio, cuando caemos en el nivel de la retórica, que suele estar influenciada por la ideología política del gobernante de turno, observamos que la toma de decisiones y la ejecución de un objetivo concreto no termina siendo todo lo eficiente que debería ser. Esta contraposición entre estas dos formas de tomar decisiones ha provocado que proyectos muy ambiciosos terminen dilatándose en el tiempo y no cumplan cabalmente con los objetivos que se plantearon al momento en que fueron creados.

Esta explicación es útil para comprender el porqué desde sus inicios UNASUR fue una inici-ativa con una clara influencia brasileña. Es parte de la visión pragmática que tiene Brasil acerca de la importancia de la región en su estrategia de in-serción internacional, lo cual es más que evidente si consideramos que los límites geográficos de la nación brasileña abarcan prácticamente la mayor parte del territorio sudamericano.

En el marco de la VII Reunión del Grupo de Río, en 1993, el presidente de Brasil Itamar Franco pro-pone la creación del Área de Libre Comercio de America del Sur (ALCSA), iniciativa considerada por diversos analistas como antecedente directo de la futura conformación de UNASUR. En concordancia con esto, al año siguiente los Min-istros de Economía y Finanzas del MERCOSUR

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27LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA

reafirmaron su apoyo a la liberación comercial en todo el subcontinente y en 1998 se instrumentó el Acuerdo Marco para la conformación de una zona de libre comercio entre el MERCOSUR y la CAN, el cual recién sería institucionalizado en 2004 en la ciudad de Montevideo. Este paso confirmaría la importancia que ambas organiza-ciones han tenido en el proceso de integración sudamericano y que influirían decisivamente en la creación de la organización.

A su vez, las Cumbres de Presidentes de América del Sur4 lograrían consolidar las bases de la futura organización. La primera se realizó en Brasilia en el año 2000, en cuya declaración final expresaría el interés de los países concurrentes en fortalecer la cooperación, la paz, la democracia, la inte-gración y el desarrollo económico de la región. Luego seguiría la cumbre desarrollada en Guay-aquil en 2002, en donde se discutieron acciones tendientes a la concreción de un espacio común sudamericano. De este encuentro se desprenden también dos declaraciones: una de ellas fue sobre la constitución de la Zona de Paz Sudamericana y la otra respecto a la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible.

El tercer encuentro tendría lugar en la ciudad de Cuzco, en 2004. El hecho más destacable fue la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) por parte de los Presidentes allí convocados.

La cumbre propició que se concertaran una serie de objetivos comunes en pos de la inte-gración tales como: la coordinación política y diplomática que afirme a la región como un factor diferenciado en sus relaciones externas, la profundización del proceso de convergencia ya iniciado entre el MERCOSUR y la CAN

a través del perfeccionamiento de la zona de libre comercio, el afianzamiento del proceso de integración energético y de comunicaciones sobre la base de las experiencias bilaterales, regionales y subregionales, la armonización de políticas que promuevan el desarrollo rural y agroalimentario y la transferencia de tecnología y la cooperación en los ámbitos concernientes a la ciencia, la educación y la cultura. Cabe resaltar que en el encuentro de Cuzco ya era evidente que si antes era viable la conformación de un área de libre comercio que fuera afín a la propuesta estadounidense del ALCA, ahora se planteaba concretar un modelo similar pero que hiciera contrapeso a la iniciativa de los Estados Unidos. Otra declaración de relevancia fue la relativa a las cuestiones de seguridad, en donde se planteaba la idea de enfrentar de manera coordinada las amenazas regionales.

En el año 2005 se concretaría un nuevo encuen-tro en la ciudad de Brasilia, el cual fue la Primera Cumbre de los Jefes de Estado de la Comunidad Sudamericana de Naciones. En esta ocasión se revisó y se amplió la agenda que ya se había establecido en las anteriores reuniones, haciendo hincapié en los objetivos trazados en la cumbre de Cuzco. En 2006 se desarrolló en la ciudad de Cochabamba, en donde se empieza a hablar de la constitución de una ciudadanía sudamericana, una idea similar a la existente ciudadanía europea impulsada por la Unión Europea.

La decisión más importante de las adoptadas hasta el momento se concretaría en el marco de la reunión extraordinaria realizada en el 2008 nuevamente en Brasilia, en la cual se suscribió el Tratado Constitutivo que le daría el nacimiento formal a la nueva organización. Los firmantes del mismo fueron Argentina, Bolivia, Brasil, Chile,

4 - Podemos encontrar más detalles sobre los antecedentes de la UNASUR en: Díaz Barrado, Castor Migue, y Cano Linares, María de los Ángeles, “La Unión de Naciones Sudamericanas, análisis e instrumentos”. Cuadernos Iberoamericanos. Centro de Estudios de Iber-oamérica, N. 1,2007.

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Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. También es rele-vante resaltar que entre los objetivos a alcanzar en el mediano plazo está la creación de una moneda común para todo el bloque y que sustituiría a las de curso legal que actualmente circulan en los doce estados miembros. La creación de un pasaporte común es otro objetivo que espera alcanzarse a la brevedad, por lo pronto cualquier ciudadano sudamericano puede circular libremente por la mayoría de países de la región (con la excepción de Guayana y Surinam) únicamente presentado su documento de identidad ante las autoridades migratorias correspondientes.

AlgunAS COnSIDERACIOnES FInAlES

En base a lo analizado, el proceso de integración latinoamericano, y en especial el sudamericano, no ha sido un proceso lineal y mucho menos exento de problemas. Desde la organización de los primeros congresos hasta llegar a la puesta en marcha de la UNASUR, los países de la región han atravesado por diversas situaciones, mo-mentos de crisis internas y amenazas externas que dificultaron cualquier acuerdo posible; al menos hasta que situaciones de mayor tranqui-lidad institucional permitieron la concreción de proyectos más sólidos que facilitaron un cierto grado de integración a nivel político, social y económico.

Centrándonos en el tema principal del presente articulo, la creación de la UNASUR ha sido, hasta la fecha, el proyecto más ambicioso que se haya

llevado a cabo a nivel sudamericano para lograr conformar una organización internacional se-mejante a la Unión Europea. Este desafío se ha visto potenciado y, de alguna forma beneficiado, por una serie de factores relevantes, como es la existencia de dos organizaciones que ya habían alcanzado un alto nivel de desarrollo institucion-al, la decisión política de los Jefes de Estado de seguir adelante con el proceso de integración, la situación actual de la región que ha logrado una relativa estabilidad política y económica y el clima de paz existente en América del Sur. Pero no es menos cierto que la organización aun debe enfrentar una serie de retos, tanto actuales como futuros. En el mediano plazo debe avanzar en el proceso de confluencia pactado entre el MERCO-SUR y la CAN para establecer de forma completa una zona de libre comercio y terminar de esta-blecer una estructura orgánica propia, en vistas de que hasta el momento únicamente ha entrado en plenas funciones la Secretaría General.

De cara al futuro la organización deberá sortear los vaivenes políticos y económicos que suelen afectar a la región, elaborar y ejecutar una política exterior común que tenga una serie de lineami-entos claramente definidos, concretar los grandes proyectos de infraestructura diseñados -como el Anillo Energético Sudamericano- y lograr un niv-el de integración definitivo tanto a nivel político como económico, que es el objetivo final que se ha trazado la organización. Solo el tiempo dirá si esta nueva propuesta integradora logrará concre-tar sus objetivos fundacionales o, por el contrario, terminará siendo un foro intergubernamental en donde únicamente se discutirán temas de escasa relevancia para los intereses de la región.

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29LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA

REfEREnCIAs BIBlIoGRáfICAs

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--Pérez Amuchástegui, A. J. (1977), Ideología y acción de San Martín, Buenos Aires.

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30 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015

Autor: Abás Tanus mafud

Universidad Católica de La Plata

[email protected]

Lic. en Ciencias Políticas (UNSJ) - Candidato a Magister en Economía y Política Internacional (UDESA)-

Profesor de Política Transnacional en la

Universidad Católica de La Plata- Asesor en la Honorable Cámara de Diputados- Certificate en Geopolítica en el Mundo Árabe (USEK-Líbano).

ARGENTINA Y EL CONFLICTO Israelí-Palestino ( El Equilibrio Pragmático )

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31ARGENTINA Y EL CONFLICTO Israelí-Palestino

RESumEn:

Este artículo analiza la política exterior de Argentina frente al conflicto israelí-palestino desde la Resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas (partición del territorio en dos Es-tados), hasta la actualidad. Definiendo la misma dentro de un equilibrio pragmático marcado por la incidencia de los grupos de interés, el marco regional y los factores económicos. Para ello se realizan algunas consideraciones acerca del conflicto israelí-pales-tino; se presentan las diferentes posiciones que los gobiernos han adoptado acerca de los hechos sucedidos en el conflicto y, para finalizar, se extraen los factores comunes todos ellos.

Palabras Claves

• Argentina

• Conflicto israelí-palestino

• Equilibrio pragmático

• Política exterior

El presente trabajo tiene como objetivo explicar la política exterior de Argentina frente al con-flicto israelí-palestino desde la Resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas (del 29 de noviembre de 1947, representó la partición del territorio en dos Estados) hasta la actualidad. Dicho conflicto lleva 67 años de existencia, incidiendo en las agendas externas de diferentes Estados, debido a su trascendencia política, estratégico-militar y económica; junto a un rol activo de diferentes grupos de interés que pujan en un escenario estratificado y complejo, buscando aliados para su causa en la sociedad internacional, por ejemplo, la American Israel Public Affairs Comitee (AIPAC) en Estados Un-idos y las diferentes representaciones consulares de la Liga de los Estados Árabes.

Instalado el tema en la agenda internacional, Argentina no quedó exenta de tomar posición en el mismo. Los diferentes gobiernos nacionales adoptaron una política exterior que se caracterizó por el pragmatismo y el equilibrio entre las partes en conflicto. Esta posición quedó determinada por la incidencia de diferentes factores en los

decisores púbicos: primero, la capacidad de lobby de grupos de interés, traducidos en instituciones de las colectividades árabes (Comité Argentino Árabe en Defensa de Palestina y la Federación de Entidades Árabes Argentinas (FEARAB)) y judías (AMIA-DAIA Agencia Judía en Argentina y la Organización Israelita-Agrupación Peronis-ta); en segundo lugar, la inserción internacional argentina traducida en la capacidad de consoli-dar nuevas relaciones comerciales y consulares; finalmente, el marco regional que en los últimos años incidió determinadamente en el reconoci-miento de las partes en conflicto como Estados soberanos y autónomos.

Asimismo, este trabajo se enmarca en el rango temporal que incluye los hechos más relevantes del conflicto, es decir, desde la partición de Pal-estina en dos Estados y los consiguientes sucesos: creación del Estado de Israel (1948) y Nakba; hasta la última operación militar que llevó a un nuevo enfrentamiento bélico entre ambos: “Op-eración Borde Protector”. En el marco nacional, la adopción de esta delimitación temporal se tra-duce en la posibilidad de observar cómo juegan

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los factores mencionados en el párrafo anterior, por ejemplo, durante el primer gobierno del Presidente Juan Domingo Perón, la necesidad de contar con el apoyo de los recién creados Estados árabes fue el factor determinante para la abstención en la votación de la resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas; pero el factor comercial y el rol activo de Carlos Grum-berg (Oficial de Enlace entre el Estado de Israel y la República de Argentina) se cristalizaron en el reconocimiento oficial de Israel al año siguiente (14 de Febrero de 1949).

En otras palabras, el equilibrio pragmático se tra-duce en la realización de gestos diplomáticos para una parte seguido por uno de similar relevancia para la otra, pero primando siempre los intereses de Argentina.

La estructura de este artículo se configura en torno a tres apartados: “Algunas consideraciones sobre el conflicto israelí-palestino”, en el cual se describe de forma breve el origen y los acon-tecimientos relevantes del mismo; “La posición adoptada por los diferentes gobiernos argenti-nos” se refiere a los instrumentos de la política domestica y regional que tomaron un rol clave- “El equilibrio pragmático”, se explica cuáles son los factores comunes que existieron en todos los gobiernos, para definir la posición en relación al conflicto; y las conclusiones finales.

AlgunAS COnSIDERACIOnES SObRE El COnFlICTO ISRAElí-PAlESTInO

“A fines del siglo XIX surgió el sionismo como fuerza política que demandaba la colonización de Palestina y la reunión de todos los judíos” (Masalha; 2009). Esta premisa, que tomó fuerza gracias a la acción de hombres como Theodor Herzl y Leo Pinsker, se transformó en el punto

inicial de lo que sería un proceso que desenca-denaría en la fragmentación y en el consiguiente conflicto bélico.

Comenzado el siglo XX, los territorios del Impe-rio Otomano pasaron a ser controlados por las dos potencias europeas continentales más fuertes de la época: Francia e Inglaterra. El Acuerdo Skyes-Picot determinó que Líbano y Siria fueran administradas por el Estado francés, mientras que Palestina, Jordania e Irak estén bajo la órbita inglesa.

A partir de ello, Inglaterra debió enfrentar los dif-erentes puntos de conflicto que irían surgiendo entre la población árabe palestina que rechazaba la continua inmigración de judíos al territorio y los colonos que irían aumentando en número y en pretensiones territoriales. En este marco se produce la Declaración de Balfour (1917), la cual sostiene que “el gobierno de Su Majestad contem-pla con simpatía el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo Judío…” (Declaración de Balfour)1. Este hecho solo gen-eró rechazo en la población árabe, que no sólo veía que el protectorado se inclinaba hacia las pretensiones soberanistas judías, sino que tam-bién obviaba sus reclamos hacia la inmigración debido a que “cuando los ingleses hicieron su primer censo en 1922, había en Palestina 760.000 habitantes, de los que algo más de 80.000 eran judíos, o sea el 11%” (Walsh; 1974).

Sumado a los factores anteriormente menciona-dos, el escenario internacional generó un nuevo elemento en este complejo escenario: la llegada de Adolf Hitler (1933) al poder en Alemania y las leyes de Núremberg que implicaban la dis-criminación arbitraria hacia los judíos europeos. Esto fomentó una campaña sionista de retorno de judíos a su kibutz en Palestina para escapar de las

1 - Declaración de Balfour obtenida de la página: www.recortesdeorientemedio.com

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33ARGENTINA Y EL CONFLICTO Israelí-Palestino

atrocidades que el Holocausto estaba producien-do.

La entrada en la Segunda Guerra Mundial se cristalizó en el apoyo de fuerzas judías y árabes a los Aliados. Entonces, desde Londres y con la in-tención de compensar a la población palestina, se publicó el “Libro Blanco”, en el cual “se prometía proteger los derechos de los palestinos sobre su tierras, en vastas regiones, de las adquisiciones sionistas. También se comprometía a pedir el consentimiento de los palestinos para nuevas inmigraciones sionistas masivas” (Institute for Palestine Studies).

Terminado el conflicto bélico entre las potencias, Inglaterra quedaría a cargo del control de los intereses occidentales en Medio Oriente, “la línea general de la política británica consistió en apo-yar la independencia árabe y un grado mayor de unidad, sin embargo, en Palestina, la resolución de los intereses antagónicos fue imposible y este problema provocaría un prejuicio perdurable a las relaciones entre los árabes y las potencias occidentales” (Hourani; 2003).

Los colonos habían logrado la creación de in-stituciones fuertes y consolidadas en diferentes aspectos de la vida local. Además se llevó a cabo una campaña internacional a favor de la instaura-ción de un Estado judío, debido a los aberrantes hechos que había provocado el Holocausto. En cambio, los palestinos no contaban con una es-tructura solida interna y sólo recibían el apoyo de la recién creada Liga de los Estados Árabes.Entendiendo que la disputa debería llegar a una solución urgente, Inglaterra y Estados Unidos crearon un comité anglo-norteamericano de investigación, se delinearon diferentes propues-

tas a las partes, las cuales no lograban satisfacer en ocasiones a los intereses judíos y en otros a los árabes. Por ende, “en 1947 Gran Bretaña de-cidió traspasar el asunto a las Naciones Unidas” (Hourani; 2003), retirándose un año después de Palestina.

Ese mismo año, la Asamblea General de Naciones Unidas dicta la resolución 181, en la cual se planteaba la partición territorial administrativa de Palestina y el establecimiento de dos Estados. Como consecuencia, el 14 de Mayo se proclama el Estado de Israel: este hecho desencadenaría la “Primera guerra árabe-israelí”. Las tropas de los países limítrofes de conformidad a lo esta-blecido en la carta fundacional de la Liga de los Estados Árabes, entraron en territorio palestino; sin embargo, las fuerzas israelíes estaban mejor capacitadas y lograron un claro triunfo en el campo de batalla. Como resultado, se desarrolló uno de los hechos más trágicos en este conflic-to, la Nakba, “se empujó al 78% de la población árabe palestina fuera de la frontera” (Hilal; 1985). El resultado de este hecho se cristalizó en que “alrededor del 75% de Palestina fue incluida tras las fronteras de Israel, una franja de territorio en la costa meridional, desde Gaza hasta la frontera egipcia, pasó al control de la administración egipcia; el resto fue anexionado al Reino hachemí de Jordania” (Hourani; 2003).

Los migrantes palestinos se refugiaron en los países vecinos (Líbano, Siria, Irak y Jordania), donde empezaron a delinear el plan para hacer frente a esta situación desfavorable, por ejemplo, en 1958 se creó Al-Fatah (Movimiento Nacional de Liberación Palestina-Harakat Al-Tahrir A Watani Al Falastini), dirigida por Yasser Arafat. Esta organización desembocaría luego en la creación de la Organización para la Liberación

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Palestina (OLP) y, junto con el apoyo de Siria y Egipto, colisionan nuevamente con Israel, en la “Guerra de los Seis Días” (1967). El resultado de esta decisión sería desastroso para todos los protagonistas árabes. Israel ocupó Cisjordania, la Franja de Gaza, los Altos de Golán (Siria) y la Península de Sinaí (Egipto).

Tras el conflicto, en 1967, se establecieron los límites que serían el puntapié inicial para todas las negociaciones de paz entre las partes. Cisjordania y la Franja de Gaza quedarían bajo el manejo de Palestina; Israel se retiraría de estos lugares. Je-rusalén quedaría dividida en dos partes, con la continua supervisión de las potencias mundiales.

En 1970 la Asamblea General de Naciones Unidas, mediante la resolución 278, reconoce los derechos inalienables del pueblo palestino: autodeterminación, independencia y soberanía nacionales; junto al otorgamiento del status de observador a la OLP. Este gran logro diplomático no logró plasmarse en el territorio, donde las fuerzas del General Sharon desplazaron a 12.000 civiles palestinos y tres años después se produciría la “Guerra de Yom Kipur o Guerra de Ramadan”.

Durante los años que van desde 1975 a 1987, Is-rael afrontó otro campo abierto de conflicto, que sería la guerra civil libanesa y en especial la ac-ción de la OLP dentro de los campos refugiados. Sin embargo, cuando las fuerzas se concentraban en esta disputa, en 1987 se inició la Primera Inti-fada: el pueblo palestino utilizó todos los medios disponibles para enfrentarse a las autoridades israelíes, que bloqueaban el acceso de diferentes recursos. En este escenario, gana popularidad Hamas (Movimiento de la Resistencia Islámica).

Llegada la década del 90, la Guerra del Golfo debilitaría a uno de los principales aliados de Arafat, Irak. Este escenario se cristalizó en una oportunidad de negociación entre las partes, por lo que el 13 de Septiembre de 1993, “el Primer

Ministro de Israel, Isaac Rabin y el líder de la OLP, Yaser Arafat, firman en Washington una Declaración de Principios que se basa en los acu-erdos negociados en secreto en Oslo y que otorga la autonomía de Gaza y Jericó” (ABC España; 2009).

En los años siguientes la situación política mejo-raría: se firma la retirada de las fuerzas israelíes de la ciudad cisjordana de Hebrón y se consolida el status de Representante de los intereses pales-tinos frente a la comunidad internacional de la Autoridad Nacional Palestina. Sin embargo, la victoria de Ariel Sharon y la consiguiente visita a la explanada de las mezquitas de Al Aqsa en Jerusalén, desembocó en la “Segunda Intifada” (2000), cuyo resultado se tradujo en 2000 muer-tos y más de 10.000 heridos.

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35ARGENTINA Y EL CONFLICTO Israelí-Palestino

Luego de la muerte de Arafat (2004) acaecieron la asunción de Mahmoud Abbas como máximo representante de la Autoridad Nacional Palesti-na (ANP); la guerra en el Sur del Líbano entre Hezbollah e Israel (2006) y la reunión de Annap-olis para la paz (2007). El escenario planteaba el dilema de cómo estos hechos se anexionarían a las relaciones israelíes-palestinas y, más allá de las visiones optimistas, el recurso militar volvería a predominar. Comenzando la “Operación Plomo Fundido”, fuerzas israelíes invaden la Franja de Gaza, causando la muerte de 1400 personas.

En razón de los efectos negativos que genera la guerra, Abbas comenzó una campaña diplomáti-ca de reconocimiento de Palestina como Estado, logrando su mayor éxito en 2012, cuando “Pal-estina fue reconocida como Estado observador no miembro de Naciones Unidas, lo que se con-stituye en un hito histórico” (Naciones Unidas; 2012). Pero este acontecimiento no terminó de ser exitoso debido que la totalidad del territorio no está manejada por la ANP. En la Franja de Gaza, los partidarios de Hamas continuaron con su campaña militar contra el Estado de Israel, configurada en torno al lanzamiento de misiles que generó una nueva operación militar denomi-nada “Borde Protector”.

Para concluir, el resultado del conflicto is-raelí-palestino se traduce en 67 años de disputa; posiciones que no logran encontrar un óptimo de Pareto; un entramado escenario regional con status de declaración de guerra latente; 52.300 muertos y miles de heridos (la mayoría de las víc-timas son civiles); aproximadamente el 75% de la población palestina vive fuera de su territorio; el aumento de la instalación de colonias israelíes en territorio árabe; la necesidad de los habitantes de Israel de poder tener una vida pacífica y el in-

cumplimiento de los acuerdos que garantizaban la existencia de los dos Estados.

lA POSICIÓn ADOPTADA POR DIFEREnTES gObIERnOS ARgEnTInOS.

lOS gObIERnOS DE JuAn DOmIngO PERÓn (1946-1955)

En el escenario internacional, y con las primeras sesiones de la Asamblea General de Naciones Un-idas transcurriendo, el gobierno de Perón apuntó al establecimiento de relaciones diplomáticas con los países árabes, por lo que se sucedieron los in-tercambios de notas diplomáticas con Líbano (22 de Noviembre de 1945), Siria (23 de Noviembre de 1945), Arabia Saudita (16 de Febrero de 1946), Irak (29 de Marzo de 1946), Egipto (9 de Junio de 1947). “Así cuando el problema palestino comien-za a tratarse en el ámbito de Naciones Unidas, a mediados de 1948, Argentina había establecido relaciones con cinco de los sietes países árabes independientes de esa época” (Botta; 2011).

Por otra parte, en el plano interno, la fuerte cor-riente migratoria judía y árabe se cristalizó en la fundación de diferentes organizaciones, por ejemplo: sociedades de socorros mutuos, enti-dades culturales, organizaciones de defensa de los intereses comunes, entre otras. Es decir, cuando estalló el conflicto entre las partes, los represent-antes de las colectividades no quedaron exentos de tomar una posición en relación al tema, como consecuencia, en Argentina, se creó el “Comité Argentino Árabe de Defensa de Palestina quienes llamaron a las instituciones sirio-libanesas para que la Argentina se opusiere al surgimiento del Estado de Israel” (Klich; 1995). Por otra parte, la colectividad judía nucleó sus esfuerzos a través

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36 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015

de la Delegación de Asociaciones Israelitas Ar-gentinas y la Agencia Judía en Argentina.

Por ende en este entramado complejo, el peronis-mo llegó a la votación de la Asamblea General de Naciones Unidas con la necesidad de respetar la nueva alianza con los países árabes, lo que le garantizó al país la entrada en el organismo y la posibilidad de poder luego colocar temas relevantes en la agenda de la política exterior (Malvinas); pero también con una colectividad judía nacional que presionaba para el reconoci-miento del Estado de Israel.

En este dilema, el sector pro árabe encabezado en ese entonces por el Embajador Argentino en Naciones Unidas, José Arce, se encontró con una estrategia totalmente diferente por parte de la mayoría de los países de Latinoamérica: en la votación el resultado fue “trece de los 33 votos de la Asamblea General de Naciones Unidas a favor de la Partición provinieron de votaciones latinoamericanas” (Baeza; 2012). En relación a esto Argentina decidió abstenerse, fundamentan-do en las palabras de Arce: “Argentina debe estar satisfecha con su imparcialidad frente a esta grave disputa. En esa línea de conducta continuamos obteniendo el respeto de árabes y judíos, y de las potencias que, en virtud de los grandes intereses en juego, desean manejar el problema conforme a sus conveniencias” (Botta; 2011). p a l a b r a s de Arce: “Argentina debe estar satisfecha con su imparcialidad frente a esta grave disputa. En esa línea de conducta continuamos obteniendo el respeto de árabes y judíos, y de las potencias que, en virtud de los grandes intereses en juego, desean manejar el problema conforme a sus con-veniencias” (Botta; 2011).

La votación argentina determinaba un triunfo relativo de los intereses árabes sobre las preten-siones judías. A partir de ello, consciente de que diplomáticamente las autoridades israelíes re-querían el apoyo de todos los Estados posibles

y siendo Buenos Aires una ciudad central para la comunidad judía, se comenzó una campaña encabezada por Carlos Grunberg (Enlace entre el Estado de Israel y la República Argentina) para que Argentina votara a favor del reconocimiento de Israel como Estado en las próximas sesiones de Asamblea General de Naciones Unidas.

En este contexto de avance de las relaciones, se produjo el 14 de Febrero de 1949 un destacado acontecimiento: Argentina reconoce al Estado israelí mediante el decreto 3668, motivado por la posibilidad de lograr que los judíos argentinos establezcan negocios con sus pares y compensar el voto abstencionista respecto de la Resolución 181. Sin embargo, los representantes árabes no vieron con agrado este hecho, haciendo exten-sivas cartas en las que se solicitaba dar marcha atrás con el reconocimiento otorgado.

En los últimos años del peronismo se sucedieron una serie de gestos para ambas partes. Por un lado en Abril de 1950 se firmó el primer acuerdo bilateral con Israel. Mientras que por otra parte, la tercera posición en la política exterior argen-tina encontró su par en el no alineamiento del General Nasser (Presidente Egipcio y defensor de la unidad árabe); como consecuencia, se intensi-ficaron los vínculos entre las partes, retomando el abstencionismo inicial.

Para concluir, el origen del conflicto israelí-pal-estino movilizó factores internos y externos de la política nacional ya que el gobierno argentino apostó a una posición equilibrada, marcada por gestos para ambos sectores, privilegiando la posición del país en el escenario internacional y los posibles acuerdos comerciales. Con este pan-orama, se llega al momento en que el Presidente Perón es derrocado por Lonardi y Aramburu, instaurando la Revolución Libertadora y la pro-scripción del peronismo con fuerza política legal.

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DESDE lA REVOluCIÓn lIbERTADORA Al PROCESO DE REORgAnIzACIÓn nACIOnAl (1955-1983)

Durante los veinte años que van desde el derro-camiento del Presidente Perón a la instauración del Proceso de Reorganización Nacional, la posición argentina en torno al conflicto is-raelí-palestino mantuvo ambivalencias pese al abstencionismo. Los giros de la misma se rela-cionaban las necesidades argentinas de mantener el apoyo árabe en el reclamo de soberanía de las Islas Malvinas y el fuerte rol que la colectividad judía tenía en Argentina, plasmado en el sector político y en la prensa.

En la gestión de la Revolución Libertadora el Pod-er Ejecutivo argentino decretó elevar la categoría de Embajada a la Representación diplomática permanente de la Republica del Estado de Israel (Decreto Ley 1114/56). Asimismo, se aprobó un Convenio Comercial y Financiero en el cual se acordaba el otorgamiento de facilidades en mate-rias de aduana, tasas y cargas fiscales.

Años después, durante la década del 70’, el debate en el país acerca de los orígenes del conflicto y las posibilidades de una solución pacífica al mis-mo giró en torno a diferentes representantes de ambas colectividades; en el caso judío, como se menciono anteriormente, la DAIA fue institución que compartió su rol con el “Idisher Cultur Far-band o Federación de Instituciones Culturales Judías” (ICUF). Por otra parte, en el caso de los árabes, en el año 1971 se celebra el Primer Con-greso Argentino Árabe que “fija las bases para la creación de la Confederación de Entidades Argentino Árabes” (Trovalleri Maslup; 1998).

Asimismo, el retorno del peronismo a la vida política nacional brindó una oportunidad para que los sectores nacionales y de izquierda cerraran

filas a favor de la causa árabe. Este posicionami-ento era considerado por el sector intelectual judío (por ejemplo en la Revista Mundo Israelita) como “producto de cierta fascinación por la irra-cionalidad” (Kahan; 2012).

En 1976 se produce el golpe cívico-militar que termina con el mandato de María Estela Martínez de Perón. La Junta presidida por Videla pone fin al modelo de política exterior de su predecesor, pero sin dejar de lado aquellos aspectos positivos, ya que adoptaron una posición pragmática en torno a la relación entre ambas potencias (UR-SS-Estados Unidos).

En este marco, “la posición del régimen militar respecto del conflicto árabe-israelí tuvo algún síntoma de ambigüedad producto tal vez de la falta de acuerdo entre los distintos canales que decidían en cuestiones de política exterior argentina” (Escude; 2000). Como consecuencia, durante los primeros años el sector nacionalista imprimió una mirada pro árabe a sus decisiones: se rechazó la ocupación por parte de colonos judíos de los territorios que le correspondían a Palestina en base a los acuerdos de 1967 y se reconoció a la OLP como el representante de los intereses palestinos.

Por otro lado, un tema relevante para la comu-nidad judía fue la liberación en 1979 del Jacobo Timerman, quien recibió durante su encarcelam-iento el respaldo de la Organización Sionista y de las autoridades israelíes. La presión de ambos actores terminó siendo significativa para la lib-eración del mismo y la concesión de la condición de refugiado.

Durante las siguientes reuniones de la Asamblea General de Naciones Unidas, Argentina continuó aplicando su posición equilibrada respecto a la necesidad de que ambas partes en conflicto reconocieran su existencia, derechos y obliga-

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ciones para poder llegar a una resolución pacífica de la controversia.

La política exterior argentino realizó un nuevo giro: debido a los efectos de la Guerra de las Malvinas (1982) Argentina le reconoció el status diplomático a la representación de la Liga de los Estados Árabes, basándose en el apoyo de la di-plomacia árabe a la cuestión Malvinas.

Para concluir, pese a las críticas que Israel hizo extensivas a la decisión argentina, el Canciller, Isaac Yitzhak Shamir, visitó en misión oficial el territorio argentino, reuniéndose con diferentes autoridades nacionales, entre ellas el entonces Presidente Bignone, con quien dialogó sobre los desaparecidos judíos y la posición pro-árabe adoptada en las últimas decisiones.

lAS PRESIDEnCIAS DEl RAúl AlFOnSín y DE CARlOS SAúl mEnEm (1983-1999)

Tras los efectos del gobierno militar en la Ar-gentina, la democracia vuelve a ser el epicentro del sistema político argentino, siendo electo Presidente Raúl Alfonsín, quien debió enfrentar la difícil tarea de recuperar en el plano interno las instituciones que habían sido afectadas fuer-temente por la represión y la corrupción militar, y una no menos difícil tarea en el plano exterior, donde Argentina había quedada sumida en un aislacionismo puro, producto de la Guerra de Malvinas y la mala interpretación del escenario internacional ejecutada por el Canciller Nicanor Costa Méndez.

En relación a Medio Oriente y especialmente al conflicto israelí-palestino, el cual atravesaba una etapa de recrudecimiento dentro de otro enfrentamiento bélico (guerra civil libanesa y la intervención israelí en los campos de refugiados

palestinos en Líbano (masacre de Shatila); la nueva administración “mantuvo un bajo perfil de relaciones” (Fabani; 2011) enmarcándolas a las mismas dentro de la lógica de Cooperación Sur-Sur, contando con el apoyo de los países árabes para la renegociación de la deuda y para la intención del retorno a las negociaciones diplomáticas con Reino Unido en torno a la so-beranía de las Islas Malvinas.

Estos pequeños gestos de los países árabes se tradujeron en que los máximos representantes argentinos en Naciones Unidas (ya sea Emba-jadores o Ministro de Relaciones Exteriores), hicieran continua referencia a la necesidad de que “el pueblo palestino pueda ejercer su dere-cho inalienable a la autodeterminación y a la independencia” (Caputo, 1985); instando a que el Estado de Israel retire sus fuerzas de los territori-os palestinos, a cambio de que Hamas y Al-Fatah garanticen el derecho de los israelíes a vivir en paz.

Durante el bienio 1987-1988, Argentina ocupó un asiento como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, debiendo hacer frente a la Primera Intifada: la práctica de políticas represivas contra la po-blación civil determinaron el apoyo argentino a la Resolución N°605 del Consejo de Seguridad, donde se lamentaba la continua violación de los derechos humanos.

En el marco regional, “los últimos años de la década del 1980 fueron marcados por la Primera Intifada y la proclamación del Estado palestino por la OLP en Argel en noviembre de 1988” (Bae-za; 2012). América Latina no logró consensuar una posición común en torno a estos hechos, re-inando nuevamente la divergencia, por ejemplo, la resolución 43/177 que reconocía la independ-encia de la OLP, contó con el apoyo de 10 Estados

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39ARGENTINA Y EL CONFLICTO Israelí-Palestino

(Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Ec-uador, México, Nicaragua, Panamá y Perú), pero sólo dos países transformaron a esta posición en acciones concretas de mejora en el status de Palestina, Nicaragua y Cuba, que reconocieron formalmente al Estado Palestino.

Por otra parte, retomando, al ámbito interno, FEARAB (Federación de Entidades Árabes Argentinas), atravesaba un periodo complicado marcado por la guerra civil libanesa, lo que mo-tivó un apaciguamiento de las tareas realizadas en defensa del Estado Palestino y un retraimiento para resolver los conflictos internos. Asimismo, en 1985 Suhail Hani Daher Akel, figura promi-nente de la colectividad palestina, logró “bajo su responsabilidad abrir en la Argentina la primera Oficina Palestina en la ciudad de Rosario, desde la cual impulsó la formación del Club Social y Cultural Palestinos de Rosario”. (Akel; 2000). Por otro lado, AMIA y DAIA junto a funcionarios del gobierno radical, comenzaron las gestiones para la visita oficial de Herzog (Presidente de Israel) al país.

La crisis económica motivada por la hiperin-flación, determinó la llegada anticipada a la Presidencia de Carlos Saúl Menem. La política exterior de esta nueva gestión se apegó a otro enfoque en relación al aplicado por la autoridad precedente. Este nuevo modelo se orientó tanto a los aspectos comerciales, inspirados en un mayor pragmatismo, como así a la idea de buscar una inserción en el escenario global. En este marco, varios factores determinaron que la colectividad árabe considerara que recibiría una especial atención: primero, la ascendencia siria del Presi-dente; segundo, la importancia de esos mercados para las exportaciones argentinas y, por último, el

alineamiento que la mayoría de ellos poseía con Estados Unidos.

Pese a estas consideraciones, el 8 de Julio de 1990 Menem recibió en la Casa Rosada al entonces Presidente de Israel, Chain Herzog. Sumado a ello, la primera visita oficial de Menem a Medio Oriente fue una respuesta a este gesto. Como consecuencia, estos acontecimientos produjeron un fuerte rechazo dentro de la colectividad árabe en Argentina, quienes habían brindado en su mayoría apoyo al menemismo.

“Hacia mediados de 1991 Menem llevó adelante su primera gira por Medio Oriente y el lugar elegido para comenzar esta serie de visitas fue Is-rael. Una vez allí, el Presidente argentino insistió en fortalecer sus lazos, en obtener un espacio en la región, al ofrecer a Buenos Aires como sede de la conferencia de paz de Medio Oriente que finalmente tuvo lugar en Madrid” (Fabani; 2011). Sin embargo, estas pretensiones sólo quedaron plasmadas en el discurso sin formalizarse en hechos concretos.

Tres acontecimientos políticos marcaron la agen-da argentina en relación a este tema. En primer lugar, los atentados a la Embajada Israelí y a la institución judía AMIA, hechos que pusieron el punto de mira en la OLP. Más allá de estos hechos, dicha organización logró la apertura de una rep-resentación diplomática en la Argentina gracias al acuerdo entre Arafat y Di Tella (en Túnez-1995). Finalmente, la decisión del gobierno nacional de participar en las misiones de paz dirigidas por la Organización de Naciones Unidas en Medio Oriente.

Por último, en relación a los aspectos comer-ciales, la política menemista se destacó por un incremento en las exportaciones argentinas

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(especialmente de alimentos y manufacturas de origen industrial) hacia Arabia Saudita, Kuwait, Siria, Líbano y Egipto. Junto a una perspectiva positiva por parte de los principales inversores israelíes quienes se beneficiaron de las nuevas medidas económicas.

lOS gObIERnOS DE néSTOR KIRChnER y CRISTInA FERnánDEz DE KIRChnER (2003-2015)

Las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner “le imprimieron a su política exterior un rumbo que parecía distan-ciarse de la de sus predecesores” (Russell; 2010), el objetivo era reinstalar a la Argentina en el mundo, apuntando a un rol clave del multilat-eralismo como medio para el tratamiento de los diferentes temas del sistema internacional y, a su vez, apoyándose en la Cooperación Sur-Sur (es-pecial consideración América del Sur y África).

En referencia al conflicto israelí-palestino, otro elemento aportó su cuota de protagonismo: la transferencia de la política de defensa de los dere-chos humanos traducida en un rechazo a toda acción que implique una violación de los mismos y consecuentemente implique ir en contra del derecho de ambos pueblos a convivir pacífica-mente. “En este marco se subraya que continuó el acercamiento propiciado con la región a partir de las reuniones que tomaron lugar en el marco de las Cumbres de América del Sur-Países Árabes (ASPA” (Fabani; 2012).

El final del gobierno de Néstor Kirchner coincidió con la Conferencia de Paz de Annapolis, mien-tras que el primer mandato de Cristina afrontó la Operación Plomo Fundido. En base a estos acontecimientos y los principios esgrimidos con anterioridad, Argentina participó en la Confer-

encia de Donantes para Palestina; a su vez, instó a las partes a llegar a un cese de fuego y la pronto firma de un acuerdo para restablecer los límites territoriales de 1967.

Por otra parte, en este periodo se sucedieron las visitas de Shimon Peres (2009) y Mahmoud Ab-bas, con una semana de diferencia entre ambas. El mandatario israelí aprovechó la oportunidad para consolidar las relaciones comerciales entre Argentina y su país, reuniéndose luego con la Presidenta de la Nación; este encuentro fue clave debido al incremento de las exportaciones argen-tinas hacia Israel y la exploración de nuevas áreas de cooperación. Por otro lado, la visita de Abbas (2009) estuvo marcada por una agenda política y económica, que acompañó actividades oficiales y una conferencia en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).

Esta sucesión de gestos continuos equilibrados cambió debido al Decreto Nacional 1882/2010, que significó el reconocimiento oficial de Palesti-na como Estado libre e independiente. Su letra hace referencia “al derecho del pueblo palestino a constituirse en un Estado independiente, así como el derecho del Estado de Israel a vivir en paz junto a sus vecinos, dentro de fronteras se-guras internacionalmente reconocidas” (Boletín Oficial; 2010). La decisión argentina se encuadró dentro de la iniciativa del MERCOSUR, la cual constó en un reconocimiento en simultáneo por parte de Brasil, Uruguay y nuestro país. En respuesta a este acontecimiento, “el Embajador palestino en Buenos Aires, Walid Muaqqat, manifestó su alegría con la decisión adoptada por la Presidenta y afirmó que de esta manera la Argentina contribuye a pavimentar el camino hacia una solución definitiva de una paz justa y duradera entre palestinos e israelíes” (Jorquera; 2010). Como contraparte, Yigal Palmor, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel,

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41ARGENTINA Y EL CONFLICTO Israelí-Palestino

se pronunció lamentado por la nueva posición argentina.

Esta posición en bloque adoptada por la Argen-tina sirvió de base para la votación en Asamblea General de Naciones Unidas acerca del otor-gamiento de status de Estado no observable dentro de dicha organización; donde los países del MERCOSUR abogaron por votar positiva-mente, considerando que de esta manera “envían un claro y sincero mensaje a Palestina y a Israel de que el camino para la superación diplomática de la presente crisis pasa por la diplomacia y el dialogo” (Ministerio de Relaciones Exteriores; 2012).

La posición argentina contó con el beneplácito de los Estados árabes, quienes en el ASPA man-ifestaron su agradecimiento y, al mismo tiempo, volvieron a expresar el apoyo a los reclamos ar-gentinos para la reanudación de las negociaciones con Gran Bretaña para encontrar una solución pacífica a la disputa en torno a la soberanía de las Islas Malvinas. A su vez, esta inclinación hacia la parte Palestina, se consolidó con un incremento de las exportaciones argentinas hacia esos desti-nos.

Consciente de la orientación equilibrada y pragmática que continuamente ostentó el país respeto de esta disputa, el Canciller Argentino realizó una misión oficial a Israel (2014), donde se reunió con la Ministra de Justicia, Tzipi Livni (negociadora en el proceso de paz con Palestina), el Presidente Shimon Peres y el Canciller Avidgor Liberman. El objetivo central de estas reuniones era apaciguar los reclamos israelíes acerca de la posición argentina y demostrar que Israel (junto a la comunidad judía), es un actor importante para el país. Sin embargo, pese a los avances que había generado la visita del Ministro a Israel, diferentes acontecimientos trabaron esta perspectiva: la Operación Borde Protector que implicó graves violaciones a los derechos humanos (entre ellos

el bombardeo a una escuela de Naciones Unidas), implicó por un lado el rechazó al accionar israelí (junto a un llamamiento a que Hamas deje de lanzar misiles a territorio de Israel); el protago-nismo que volvió a tomar la causa vinculada a los atentados a la Embajada de Israel y la sede de la AMIA; las acusaciones en contra de la Presidenta y de la mandataria hacia la comunidad judía; la muerte del Fiscal Nisman, entre otros hechos.

Para concluir, el resultado de las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirch-ner se cristalizó en la aceptación de Palestina como Estado Libre; las visitas oficiales de Shimon Peres y Mahmoud Abbas; el conflicto con Israel vinculado a la causa AMIA; el aumento de las rel-aciones comerciales con los países árabes e Israel; entre otros fenómenos. Quince años activos en los que Argentina se valió de factores domésticos y externos para tomar posición.

COnCluSIÓn: El EquIlIbRIO PRAgmáTICO

El conflicto israelí-palestino ocupa un lugar en la agenda externa de cualquier Estado, vari-ando su grado de importancia. Este fenómeno se fundamenta en los problemas que trae sobre la población civil de las partes involucradas los efectos económicos en la región y su carácter estratégico por la posición en el mundo.

En este sentido, Argentina desde la partición del territorio palestino mediante Resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas, hasta la última operación militar (Operación Borde Protector), vivió el conflicto a través de la lógica de diferentes elementos de la política domestica y regional. Por ejemplo, en el país existían in-stituciones de las colectividades árabes y judías que frente al conflicto empezaron a realizar tarea de lobby, manteniéndose activos durante este

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tiempo en búsqueda de inclinar la política argen-tina hacia algunas de las Partes.

Por ende, frente a este fenómeno, los diferentes gobiernos por cada gesto diplomático hacia una de las partes, le sucedieron un equivalente hacia la otra, para evitar de esta manera generar ventajas que afectaran sus cuestiones internas y especialmente su inserción internacional.

Recordemos que la abstención argentina en la votación de la Resolución 181 se fundamentó en el establecimiento de las relaciones bilaterales con los países árabes y la necesidad de que ellos apoyen en el seno de Naciones Unidas la solución del tema vinculado a la soberanía de las Islas Malvinas. Pero luego de esta decisión, en 1949, se otorgó el reconocimiento formal al Estado de Israel, para cumplir con los esfuerzos de los sectores pro-israelíes.

Asimismo, las diferentes guerras que se sucedi-eron entre israelíes y palestinos (Primera guerra árabe-israelí; Guerra de los Seis Días; Yom Kipur; Primera Intifada; Segunda Intifada; Operación Plomo Fundido; Operación Borde Protector), consolidaron en la mayoría de los regímenes na-cionales un llamamiento a una solución pacífica, abogando por los principios que guían la política exterior argentina, los cuales tienen una fuerte tradición en el respeto de las normas del derecho internacional. Como fue destacado antes, no to-dos actuaron de la misma manera: los regímenes militares de la Revolución Libertadora y el Proce-so de Reorganización Internacional fueron caras contrapuestas: el primero apoyó abiertamente una relación fuerte con Israel en detrimento de las relaciones con los países árabes, mientras que

en el segundo caso el sector nacionalista gober-nante mostró una clara posición pro-palestina.

Por otra parte, Argentina fue alternando su pos-tura en base a la coyuntura que la agenda externa nacional imponía, por ejemplo: post guerra de Malvinas, la alianza con el sector árabe se trans-formó en necesaria para contar con votos en la Asamblea General de Naciones Unidas. Mientras que durante la gestión de Carlos Saúl Menem el acercamiento con Israel era fundamental debido al status privilegiado que ese Estado tenía en rel-ación con Estados Unidos.

Con las Presidencias de Néstor Kirchner y Cristi-na Fernández de Kirchner, otros factores jugaron un rol clave, tales como el multilateralismo y la preponderancia de la política de los derechos humanos.

Como consecuencia, se rechazaron a las inter-venciones armadas israelíes y se reconoció al Estado de Palestina. Estos hechos afectaron las relaciones con Israel, especialmente si se consid-eran los recientes hechos sucedidos en la política domestica.

Para concluir, en sesenta y siete años de con-flicto israelí-palestino, Argentina ha adoptado un equilibrio pragmático, demostrando que a la hora de la toma de decisiones intervienen varios factores (interés nacional; grupos de interés; con-texto regional; política comercial) y que, pese a la distancia con el territorio en conflicto, el tema siempre ocupo un lugar en la agenda externa.

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43ARGENTINA Y EL CONFLICTO Israelí-Palestino

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44 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015

Liberdade, República e o Pensamento Kantiano para umaPaz Perpétua

Autor: Nerissa Krebs Farret

Pós-Graduanda em História Contemporânea e Relações Internacionais pela Pontifícia Universidade Católica do Paraná (PUC PR), Curitiba, Brasil.

Resumo

O presente artigo tem por objetivo analisar a relação entre paz e democracia no sistema internacional através da obra “À Paz Perpétua”, de Kant. Para tanto, é preciso partir da ideia de liberdade e república, conceitos centrais no pensamento kantiano, para compreender de que maneira seria possível orquestrar uma arquitetura internacional que garantisse uma paz duradoura entre Estados. Assim, conclui-se que esse ideal só pode ser alcançando através de dois pilares principais: a democracia e uma confederação de Estados livres. Isso se comprova, com alguns exemplos do cenário internacional durante e no pós-Guerra Fria, demonstrando a aplicação prática do teorema kantiano.

Palavras-chave: Paz Perpétua, Democracia, Liberdade, República.

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45Liberdade, República e o Pensamento Kantiano para uma Paz Perpétua

InTRODuçãO

Kant em sua obra, “Á Paz Perpétua”, elenca alguns pressupostos para que os Estados alcancem o ide-al de paz definitiva no sistema internacional. No presente trabalho serão discutidos dois, dos três artigos definitivos teorizados pelo pensamento kantiano. Assim, de acordo com os dois primei-ros artigos definitivos para uma paz perpetua, é preciso que os Estados sejam republicanos e também, que estejam associados a uma confed-eração de estados livres. Entretanto, para que se possa compreender a fundo esse debate, não se pode deixar de lado dois conceitos fundamentais de todo pensamento político kantiano: a ideia de liberdade e república.

A tradição Republicana, tanto a antiga quanto a moderna, tem suas raízes fundadas na ideia de liberdade. Benjamin Constant observa dois tipos de liberdade, a dos antigos e dos modernos enquanto Berlin, tematiza sobre a liberdade em seus dois sentidos, o positivo e o negativo. Já para Rousseau e Kant, não se observam mais as fronteiras entre liberdade positiva e negativa, liberdade dos antigos e dos modernos e sim, uma liberdade republicana, tanto positiva, quanto negativa, tanto “antiga” quanto “moderna”.

Para Kant, a ideia de liberdade consistia no cerne da República, fundamental e imprescindível para o estabelecimento de um Estado ideal. Essa ideia, que o acompanhou em toda a constituição de sua filosofia política não poderia deixar de estar presente no seu ensaio “Á Paz Perpétua”. Assim, ao tematizar a paz, Kant relaciona as ideias de liberdade e república, que atualmente, está as-sociada à ideia de democracia. A atualidade do teorema de paz kantiano pode ser percebida no

cenário internacional que se formou durante e após a Guerra Fria.

Para tanto, além de explicitar a relação entre repú-blica e democracia, também se torna pertinente remontar a discussão sobre liberdade e demon-strar a forma como esse conceito foi entendido e interpretado ao longo da história. Só assim, é possível compreender de que forma a república, a democracia e finalmente a paz perpétua, encon-tram o seu lugar no pensamento kantiano.

1-lIbERDADE E REPúblICA

Benjamin Constant, em seu famoso discurso pronunciado no Athénée Royal de Paris, em 1819, distingue duas concepções de liberdade até então muito pouco discutidas. A primeira des-sas concepções trata da forma como os antigos encaravam a ideia de liberdade, observada nas cidades-estados da Grécia e em Roma. A se-gunda concepção explicitada por Constant trata da liberdade para os modernos. Nesse sentido, de acordo com o autor, jamais se viu em uma sociedade antiga o governo representativo que encontramos hoje, o qual é a única forma em que a liberdade e a tranquilidade são possíveis para os modernos.

Segundo Constant, o objetivo dos antigos era a distribuição do poder político entre todos os ci-dadãos de uma mesma pátria, ou seja, liberdade consistia em exercer coletiva, mas diretamente, várias partes da soberania inteira. Ao fazer isso, entretanto, os antigos assumiam como compatível a submissão completa do indivíduo à autoridade do todo.

Assim, o indivíduo, quase sempre soberano nas questões públicas, era escravo em todas as esferas da vida privada, inclusive nos assuntos que pareci-

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am mais insignificantes. Em Roma, por exemplo, a vida doméstica e os interiores das famílias eram vigiados. As leis regulavam os costumes e, como tudo dependia dos costumes, a lei estava presente em todas as esferas da vida do cidadão.

os homens não eram, por assim dizer, mais do que máquinas das quais a lei regulava as molas e dirigia as engrenagens. A mesma submissão caracterizava os belos séculos da república romana: o indivíduo estava, de certa forma, perdido na nação, o cidadão, na cidade. (Con-sTAnT, 1819, p. 5)

Enquanto parte do corpo social, o indivíduo dispunha de liberdade e autoridade para decidir sobre a paz e a guerra, interrogar, destituir, condenar, atingir seus superiores e participar da formulação das leis. Percebe-se que suas ações eram ativamente e constantemente voltadas para o poder coletivo, para atingir o bem comum e nunca, o bem individual, pois não tinham essa noção de direitos individuais. Cada cidadão, sentindo com orgulho o que valia seu voto, experimentava uma grade compensação na consciência de sua importância social mesmo que na esfera particular, tivesse seus movimentos limitados e vigiados e como sujeito do corpo coletivo, pudesse ser destituído de sua posição e privado de suas honrarias pela vontade arbitrária desse todo ao qual pertencia.-dos e como sujeito do corpo coletivo, pudesse ser destituído de sua posição e privado de suas honrarias pela vontade arbitrária desse todo ao qual pertencia.

Já para os modernos, a liberdade nada mais é do que o exercício pacífico da independência privada. A participação do indivíduo na sobera-nia nacional, como nos diz Constant, não passa de uma suposição abstrata. Mesmo em épocas determinadas, quando o cidadão exerce sua parcela de soberania, é cercado de impedimentos, e sempre para abdicar dela mais à frente. Assim, percebe-se claramente que para os modernos, a

liberdade individual torna-se mais importante do que a busca pelo bem comum e não faz sentido abdicar das garantias individuais em prol do todo. O exercício dos direitos políticos para os moder-nos proporciona pequena parte da satisfação que os antigos nela encontravam.

Nesse sentido, para os modernos, liberdade é

[...] para cada um o direito de não se submeter senão às leis, de não poder ser preso, nem detido, nem condenado, nem maltratado de nenhuma maneira, pelo efeito da vontade arbitrária de um ou de vários indivíduos. É para cada um o direito de dizer sua opinião, de escolher seu trabalho e de exercê-lo; de dispor de sua proprie-dade, até abusar dela; de ir r vir, sem necessitar de permissão e sem ter que prestar conta de seus motivos ou de seus passos. É para cada um o di-reito de reunir-se a outros indivíduos, seja para discutir sobre seus interesses, seja para professar o culto que ele e seus associados preferirem, seja simplesmente para preencher seus dias e suas horas de maneira mais condizente com suas in-clinações, com suas fantasias [...] (ConsTAnT, 1819, p. 3)

A liberdade individual, portanto, é a primeira das necessidades modernas e a verdadeira liberdade para os modernos. Dessa forma, a liberdade política é apenas um meio de garantir a liberdade individual, por isso, nunca se deve pedir o sac-rifício do individual pelo todo. Dessa ideia, nasce a necessidade do governo representativo, pois é o único no qual o cidadão moderno consegue ex-ercer sua liberdade e tranquilidade. Desse modo, o cidadão influi – seja pela nomeação de certos funcionários, seja por representações ou reivin-dicações - sobre a administração do governo, mas não a exerce diretamente.

o objetivo dos antigos era a partilha do poder social entre todos os cidadãos de uma mesma pátria. Era isso que eles denominavam liber-

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dade. o objetivo dos modernos é a segurança dos privilégios privados; e eles chamam liberdade as garantias concedidas pelas instituições a esses privilégios. (ConsTAnT, 1819, p.13)

A origem dessa diferença entre as duas con-cepções de liberdade encontra-se ligada às transformações no modo de organização da so-ciedade e também, relaciona-se com a extensão dos Estados, ou seja, com a territorialidade. Todas as repúblicas antigas eram fechadas em limites estreitos e como consequência, cada povo ameaçava constantemente seus vizinhos ou era ameaçado por eles. Segundo Constant, todos comparavam à segurança, a independência, a existência inteira, ao preço da guerra, tornando-a a ocupação quase habitual dos Estados livres da antiguidade. Como resultado disso, todas as repúblicas antigas possuíam escravos, aos quais eram confiadas as atividades mecânicas e muitas vezes, industriais.

Outro ponto fundamental para o surgimento dessa diferença na concepção de liberdade é o advento do comércio. Para Constant, a guerra é anterior ao comércio, pois a guerra e o comércio nada mais são do que dois meios diferentes de atingir o mesmo fim: o de possuir o que se deseja. Apesar de existirem povos comerciantes entre os antigos, como os fenícios e os cartaginenses, por exemplo, esse comércio era impregnado pelo es-pírito belicoso da época, um acidente feliz. Além disso, existiam algumas limitações que impediam o comércio de se desenvolver plenamente, uma delas, é o desconhecimento da bússola, que tornava a navegação distante um grande perigo e obrigava os antigos a não perderem de vista a costa

Com a evolução do comércio, da religião e os progressos morais e intelectuais da humanidade, houve uma série de mudanças nos Estados. Primeiramente, não existem mais escravos entre as nações. Todas as atividades antes exercidas por

essa mão-de-obra, agora cabem ao homem livre. Como consequência direta disso, a população livre não tem mais tempo, como antigamente, para deliberar em praça pública sobre os destinos do Estado.livre não tem mais tempo, como antig-amente, para deliberar em praça pública sobre os destinos do Estado.

Além disso, com o aumento considerável da extensão dos Estados e o progresso do sufrágio universal, a importância política de cada cidadão diminuiu, ou seja, sua influência pessoal torna-se um elemento imperceptível da vontade social que imprime ao governo sua direção. Como afirma Constant, o republicano mais obscuro de Roma e de Esparta era uma autoridade, o que não ocorre com um simples cidadão da Grã-Bretanha ou dos Estados Unidos.

Por sua vez, o comércio inspira uma dupla mu-dança dos antigos para os modernos. Primeiro, para os antigos, sendo o intervalo entre as guerras marcado por um período de inatividade na vida dos homens, estes ficavam livres para deliberarem em praça pública sobre os mais diversos assun-tos e sem esse recurso, se teriam entediado. Na vida do homem moderno, essa atividade levaria apenas ao cansaço e a perturbação, desviando o indivíduo de suas atividades. Percebe-se aí, que a noção de indivíduo e o surgimento de interesses que se estendem além do Estado devem-se, em grande parte, ao surgimento do comércio. Esta é, então, a segunda mudança pela qual o advento do comércio é responsável.

[...] o comércio inspira aos homens um forte amor pela independência individual. o comércio atende a suas necessidades, satisfaz seus desejos, sem a intervenção da autoridade. (ConsTAnT, 1819, p. 10)

Entre os antigos, existia uma única república que era exceção à forma de governo estabelecida na época, a república de Atenas. Nessa cidade-esta-

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do, percebe-se que muitas das diferenças que se observam entre os povos antigos e os modernos haviam desaparecido devido ao fato de Atenas ser a cidade mais comerciante da antiguidade. Entre-tanto, existiam ainda vestígios das circunstâncias que ajudavam a determinar o caráter das nações antigas como à pequena extensão do território e a população escrava para realizar os trabalhos pesados.

Ao comentar o texto de Constant, Bobbio1 mostra que na forma da contraposição entre liberdade dos modernos e liberdade dos antigos, a antítese entre liberalismo e democracia foi enunciada e sutilmente defendida por Benjamin Constant. Essa antítese estabelecida sobre a liberdade, remonta aos fundamentos das discussões sobre poder político, suas limitações e sua distribuição, bem como a questão da territorialidade.

A distinção entre os dois tipos de liberdade, que para Constant estava vinculada aos antigos e aos modernos, também foi expressa por Isaiah Berlin. Para o autor, a liberdade individual poderia ter dois sentidos, um “negativo” e outro “positivo”.

o primeiro desses sentidos políticos de liberdade individual ou liberdade institucional (farei uso de ambas as expressões para dizer a mesma coisa), o qual (com base em muitos precedentes) chamarei de sentido “negativo”, vem incorpora-do na resposta à pergunta “Qual é a área em que o sujeito – uma pessoa ou um grupo de pessoas – deve ter ou receber para fazer o que pode fazer, ou ser o que pode ser, sem que outras pessoas in-terfiram?” o segundo, que chamarei de sentido positivo, vem incorporado na resposta à pergun-ta “o que ou quem é a fonte de controle ou de interferência que pode determinar que alguém

faça ou seja tal coisa e não outra?” (BERlIn, 1981, p. 136).

A liberdade em seu sentido positivo, conforme nos demonstra Berlin, tem origem no desejo do indivíduo de ser seu próprio amo e senhor; no desejo particular de que suas decisões dependam apenas de si mesmo e não de forças externas de qualquer tipo, inclusive sem ser usado nos atos de vontade de outros homens. Assim, entende-se por liberdade positiva, a busca pelo autodomínio. O sentido positivo de liberdade significa autono-mia, ou ainda, a propriedade dos seres racionais de legislarem para si próprios.

Entretanto, apesar de parecer simples, não seria o indivíduo, escravo de suas próprias paixões irrefreáveis? Ou mesmo, escravo da natureza? Será que os homens tiveram a experiência de se libertarem a si mesmos da escravidão espiritual ou da escravidão à natureza, e será que não se tornaram conscientes de um lado, por um ego que domina e por outro, de algo interior que é dominado? Nesse sentido, esse “ego que domina”, identificado com a razão, contrasta com os impul-sos e paixões irracionais e pode ser reconhecido como algo mais amplo que o próprio indivíduo, ou seja, como um todo social do que o indivíduo constitui apenas um elemento, por exemplo, um cidadão dentro do Estado.

Esse tipo de liberdade, na qual o “todo” pode ser identificado como o “ego verdadeiro” é aquela capaz de garantir uma liberdade superior e está associada, para Constant, a forma como os an-tigos encaravam a liberdade individual, ou seja, perdida no todo. Por isso, a república dos antigos difere da república dos modernos. Nas sociedades gregas e romanas, com a exceção já mencionada de Atenas, o cidadão tinha direito a exercer seus direitos políticos diretamente, enquanto

1 - Conferir BOBBIO, Liberalismo e Democracia. São Paulo: Brasiliense, 2000.

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nas repúblicas modernas, a liberdade é exercida através da maximização da liberdade individual.

Para Berlin, a liberdade negativa, estabelecida por Constant como a liberdade dos modernos, está fundada na contenção dos poderes externos, na garantia de direitos individuais tais como liberdade de expressão, propriedade e crença. A liberdade negativa é orientada para a vida privada e todo apelo em favor de liberdades civis e de direitos individuais, todo protesto contra a ex-ploração e humilhação, segundo Berlin, tem sua origem na concepção individualista do homem, doutrina essa, que é relativamente moderna. O conceito de direitos individuais, como citado anteriormente, não existia nas concepções legais dos romanos e dos gregos; o mesmo parece ocor-rer com os judeus, os chineses e todas as outras civilizações antigas.

sem dúvida, qualquer interpretação da palavra liberdade, mesmo que seja uma interpretação incomum, deve incluir um mínimo daquilo que chamei de liberdade “negativa”. Deve haver um lugar onde não me sentirei frustrado. nen-huma sociedade suprime literalmente todas as liberdades de seus membros; um ser a que outros proíbem fazer qualquer coisa sozinho não é um agente moral e não poderia, legal ou moralmente, ser reconhecido como ser humano, mesmo que um fisiologista, um biólogo ou até um psicólogo se sentissem compelidos a classifi-ca-lo como um homem. (BERlIn, 1981, p, 162)

De acordo com Mill2, a concepção “negativa” de liberdade está relacionada ao fato de que qualquer tipo de coerção é má, mesmo que as vezes seja necessária para evitar outros males maiores. Por sua vez, a não interferência é boa, e permite aos homens desenvolver um caráter crítico, original,

e não conformista. Sendo assim, a liberdade neg-ativa relaciona-se principalmente com a área de controle, e não com sua fonte de poder.

Como a liberdade que os modernos valorizam é diferente da dos antigos - a qual se aproxima da liberdade positiva - é necessário ao Estado se or-ganizar de forma diferente, pois se as repúblicas antigas são diferentes das repúblicas modernas na medida em que as sociedades modernas priorizam a dedicação aos interesses privados, é natural que a forma de exercer os direitos políti-cos também seja diferente.

2 - A lIbERDADE REPublICAnA

Para Robert Dahl3, existem pelo menos duas variantes da tradição republicana: a primeira é a tradição republicana democrática, da qual a At-enas do ostracismo é o modelo ideal; a segunda é a tradição republicana aristocrática. A variante democrática considera que o governo ilimitado do povo é a melhor solução contra o predomínio de grupos dominantes, pois este é o fator prin-cipal para a degeneração da república. Por sua vez, a variante aristocrática defende que o povo é corruptível e manipulável, ou seja, incapaz de enxergar o bem comum.

De acordo com Pinzani4, o elemento comum dessas duas tradições é a crença de que o egoísmo dos cidadãos possa levar a ruína do Estado e, portanto, tanto para o pensamento republicano antigo quanto para o moderno, é central contro-lar o poder de ação dos indivíduos.

Nas repúblicas antigas, como demonstrado anteriormente, o controle se dava através da sub-ordinação do indivíduo ao todo e nas repúblicas

2 - Citado por BERLIN, Isaiah. Quatro ensaios sobre Liberdade. Brasília: Editora Universidade de Brasília, 1981.

3 - Conferir: DAHL, Robert A. Democracy and its critics. London: Yale University Press, 1989.

4 - Conferir: PINZANI. Republicanismo(s), Democracia, Poder. IN: Veritas, Porto Alegre. v. 52, n.1, Março 2007, p. 5-14

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modernas, o indivíduo é livre, mas as decisões políticas são controladas por uma minoria escol-hida.

Nesse sentido, duas possíveis soluções são apre-sentadas por Günter Frankenberg5: a solução internalista e a solução externalista. A primeira solução, ou seja, a internalista defende que é preciso incentivar a virtude e autodisciplina dos cidadãos. Nesse caso, de acordo com Pinzani, a ideia de que as virtudes cívicas sejam necessárias para a sobrevivência do Estado constitui segu-ramente uma das marcas mais características do pensamento republicano antigo e moderno. Apesar de não haver consenso entre as virtudes fundamentais a serem desenvolvidas nos ci-dadãos, existe uma entre essas virtudes que todos concordam: a capacidade dos cidadãos de sacri-ficar seu interesse pelo bem comum.

A outra solução, chamada de externalista, consiste em deixar que uma instância externa, o Estado, controle e delimite as leis e as esferas jurídicas dos cidadãos. Nesse caso, predomina a ideia de que os efeitos negativos do egoísmo dos indivíduos podem ser controlados através de me-canismos institucionais apropriados, sem outra preocupação que não a de garantir a igualdade política entre os cidadãos.

Ainda de acordo com Pinzani, algumas posições externalistas, além de visarem garantir essa igualdade política, também se preocupam com a igualdade econômica. Rousseau, por exemplo, em seu projeto constitucional para a Córsega, prevê uma sociedade fechada, baseada em uma agricul-tura de subsistência, na ausência quase absoluta de comércio, na ausência completa de dinheiro, em uma inexistência de mobilidade social e física que impede os indivíduos de mudar, não somente

sua posição social, mas até de transferir-se para outra cidade, sem perderem seus direitos civis.

A maioria dos republicanos clássicos aponta para a necessidade de igualdade econômica entre os cidadãos a fim de impedir que se estabeleça uma situação em que indivíduos poderosos, ou mesmo facções poderosas, consigam controlar os votos e através disso, acabem por controlar a própria república. Para conciliar essas duas posições, uma ideia seria a tomada democrática do poder.

Entretanto, existe um paradoxo nessa questão da tomada democrática de poder que consiste no fato de que os mecanismos para essa escolha, normalmente estão nas mãos desses grupos e facções dominantes. Percebe-se assim, que a de-mocracia liberal6, pode representar, na verdade, um obstáculo para uma democracia substancial7.

Assim, para uma democracia substancial, na qual mesmo que existam desigualdades econômicas - de acordo com Pinzani é utópico acreditar no fim desse tipo de desigualdade – estas não se convertam em poder político, é preciso repensar o próprio conceito de poder. Advém dessa noção, segundo Bobbio, a distinção entre a democracia direta dos antigos, a democracia representativa dos modernos e a formação dos Estados liberais.

Para o republicanismo, poder é a capacidade de influenciar as ações dos outros. Na tradição republicana antiga, a forma de exercer o poder, como citado anteriormente, era através da partic-ipação de cada cidadão, ou seja, uma democracia direta. No transcorrer do século, apesar de o sig-nificado do termo “democracia”, como o governo de todos, não ter se alterado, o modo de exercer esse direito mudou. Nas repúblicas modernas,

5 - Citado por PINZANI. Republicanismo(s), Democracia, Poder. IN: Veritas, Porto Alegre. v. 52, n.1, Março 2007, p. 5-14

6 - PINZANI utiliza o termo “democracia liberal” para se referir à democracia representativa.

7 - Para Bobbio, “democracia substancial” refere-se ao governo para o povo, no qual os princípios democráticos promovem uma igualdade real.

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a democracia, antes direta, passa a ser represent-ativa, a existência individual menos englobada na política.

Para Bobbio, há uma acepção da liberdade – que é a acepção prevalecente na tradição liberal – segundo a qual “liberdade” e “poder” são dois termos opostos e incompatíveis. Cita-se, como exemplo, a relação entre duas pessoas, pois à medida que se estende o poder de um indivíduo (poder de comandar ou de impedir), diminui a esfera de liberdade em sentido negativo do outro. Assim, remonta-se a ideia de Mill, sobre a coerção ser um mal muitas vezes necessário para evitar males maiores, como por exemplo, a com-pleta subjugação de um indivíduo a outro. Nessa ideia, estão presentes as bases para a concepção de Estado liberal.

o pressuposto filosófico do Estado liberal, en-tendido como Estado limitado em contraposição ao Estado absoluto, é a doutrina dos direitos do homem elaborada pela escola do direito natural (ou jusnaturalismo): doutrina segundo a qual o homem, todos os homens, indiscriminadamente, têm por natureza e, portanto, independente-mente de sua própria vontade, e menos ainda da vontade de alguns poucos ou de apenas um, cer-tos direitos fundamentais, como direito à vida, à liberdade, à segurança, à felicidade. (BoBBIo, 2000, p. 11)

Percebe-se então, no pensamento liberal que se constituiu, a noção de liberdade individual (ou negativa) assegurada não apenas pelos mecan-ismos constitucionais do Estado de direito, mas também, pelo fato de que nenhuma sociedade é livre exceto se governada, de uma maneira ou de outra, por dois princípios inter-relacionados. O primeiro desses princípios está alicerçado no fato de nenhum poder – apenas o direito – ser consid-

erado absoluto. Isso permite a todos os homens, preservarem o direito de se recusar a agir de for-ma desumana. O segundo princípio, afirma que há áreas limitadas, traçadas naturalmente, onde os homens devem ser invioláveis, e cujos limites são definidos segundo regras tão extensamente aceitas, que observá-las já constitui participar da concepção do que é ser humano e, consequente-mente, do que é agir de maneira desumana. Nessa concepção, o processo de formação do Estado liberal pode ser identificado com o progressivo alargamento da esfera de liberdade do indivíduo diante dos poderes públicos.

Nesse sentido, a diferença entre liberdade positiva e negativa, ou liberdade dos antigos e dos moder-nos, vistas até agora como conceitos opostos, vai perdendo sua força. As fronteiras entre elas não são mais tão claras quando se fala no alargamento progressivo da esfera de liberdade na República e abre-se assim, espaço para um novo tipo de liber-dade, presente na discussão de Rousseau e Kant.

Apesar de Berlin e Constant tentarem vincular a liberdade positiva ou dos antigos como aquela defendida por Rousseau, e por isso impossível para os modernos, para Maurizio Viroli8.

o entendimento de Rousseau sobre a liberdade não pode ser definido em ternos de liberdade positiva ou negativa. De acordo com Rousseau, há apenas uma forma de liberdade: a liber-dade Republicana. Esta é a liberdade de que os indivíduos desfrutam sob a lei e em virtude de uma constituição política justa que os libera de uma estreita dependência da vontade individ-ual dos outros. Ela é “positiva” porque envolve a obediência as leis que foram sancionadas por homens individuais; ela é “negativa” porque a soberania da lei protege cada um e todos das injustiças, das ofensas e das interferências arbi-

8 - Conferir: VIROLI, Maurizio. Jean-Jacques Rousseau and the “well-ordered society”. Tradução Derek Hanson. Cambridge: Cambridge University Press, 2002.

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9 - Conferir: VIROLI, Maurizio. Repubblicanesimo. Roma: Laterza, 1999.

trárias de seus direitos perpetrados por outrem, sejam indivíduos privados ou magistrados. A liberdade fundada sobre a soberania da vonta-de geral e sobre a força da lei é o bem máximo de que podem desfrutar os indivíduos em uma sociedade bem ordenada. (VIRolI, 2002, p. 11)

Ainda, Viroli9 afirma que a liberdade republicana também não se enquadra em nenhum dos dois conceitos de liberdade propostos por Constant, pois ela não se resume ao exercício coletivo e direto da soberania – que caracteriza a liberdade para os antigos – e nem nas garantias dadas pelas instituições ao usufruto das posses e das garantias individuais – a liberdade dos modernos. De acor-do com Moscateli, o objetivo de Rousseau era não apenas que os cidadãos exercessem a soberania, mas igualmente que a lei fosse transformada na salvaguarda contra a dependência pessoal, que conduz ao poder arbitrário.na salvaguarda con-tra a dependência pessoal, que conduz ao poder arbitrário.

Kant corrobora essa ideia ao afirmar que liber-dade é agir segundo as leis, pois estas descrevem relações de causa e efeito. Sendo assim, os homens são livres quando causados a agir e nos seres ra-cionais, a causa dessas ações é o próprio arbítrio. De acordo com Andrade,

Kant preocupa-se, sobretudo, com a liberdade moral dos indivíduos, que está vinculada a uma norma universal, na forma de um imperativo categórico: “Aja sempre em conformidade com o princípio subjetivo, tal que, para você, ele deva ao mesmo tempo transformar-se em lei universal”. Assim, para Kant, a liberdade é “negativa”, pois se trata da ausência de determinações externas do comportamento e é “positiva”, na medida em que a liberdade segue leis auto impostas, ou seja,

a liberdade é a autonomia dos seres racionais de legislarem para si próprios.

Tanto Kant como Rousseau recusam a ideia de que a liberdade implique na ausência de paz ou que a paz só possa ocorrer mediante a sub-missão ao Estado. Para eles, liberdade e Estado são termos compatíveis mediante o conceito de autonomia, ou seja, as leis do soberano são as leis que os homens deram a si próprios.

Deriva dessa ideia, a análise kantiana sobre a doutrina do direito. Nela, Kant diferencia a liberdade moral da liberdade jurídica. A primeira se alcançaria pela eliminação dos desejos e in-clinações que impedem a adequação da conduta aos comandos da razão; a segunda consistiria em não ser impedido externamente de exercer seu próprio arbítrio. Nesse sentido, de acordo com Andrade, justiça, para Kant, é o “conjunto das condições sob as quais o arbítrio de um pode ser unido ao arbítrio de outro segundo uma lei universal de liberdade”. Essa lei universal de liberdade, ou ainda, “lei universal do direito”, é a seguinte: “Age externamente de tal maneira que o livre uso de teu arbítrio possa coexistir com a liberdade de cada um segundo uma lei universal”.

segundo Kant, a sociedade se organiza conforme a justiça, quando, nela, cada um tem a liber-dade de fazer o que quiser, contanto que não interfira na liberdade dos demais. [...] o direito, como legislação constitutiva da sociedade justa e matéria por excelência da atividade política, realiza, no plano das relações sociais, aquilo que constitui essencialmente o homem: a liberdade, tanto no sentido negativo como positivo do ter-mo. (AnDRADE, 2001, p.55)

Retomando a ideia do jusnaturalismo, Kant faz uma diferenciação entre a lei natural e a lei pos-

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itiva – segundo a fonte – e entre direitos inatos e adquiridos – segundo sua exigibilidade dependa ou não de seu acolhimento na lei positiva. Se-gundo Andrade, para Kant, as leis naturais não necessitam de promulgação pública e constituem o direito privado. As leis positivas, por sua vez, expressam a vontade do legislador, ou seja, expressam a vontade geral do povo unido na so-ciedade civil, dependem de promulgação e estão na esfera do direito público. A semelhança entre o direito privado e o público, consiste no fato de que ambos estão balizados no mesmo fundamen-to, o da autonomia da vontade.

o direito público, ou positivo, não é idêntico ao direito natural; mas é necessário pressupor a existência de um nexo sistemático entre eles, através do qual, o princípio comum da justiça como liberdade opera, em grau maior ou menor, na esfera do direito positivo e constitui dessa forma, a sua juridicidade.

Nesse sentido, observa-se que na distinção kan-tiana entre direito privado e público, ressalta-se a existência, no estado de natureza, de certo tipo de sociabilidade natural derivada da racionalidade humana. Como visto até então, toda filosofia de Kant repousa sobre a concepção dos homens como seres racionais. Assim, o estado de natureza não é oposto ao estado de sociedade, apenas se contrapõe à sociedade civil, a qual se constitui por meio de um contrato social.

Como coloca Andrade, a transição a sociedade civil, na visão de Kant, é um dever universal e objetivo, pois decorre de um imperativo moral: o estado civil é a realização da ideia de liberdade tanto no sentido negativo quanto positivo. Por-tanto, a ideia da passagem do estado de natureza para a sociedade civil não obedece a motivos de utilidade, ou seja, é um objetivo a priori da razão. Entretanto, é preciso destacar que para Kant, não

é importante saber se o contrato originário foi de fato realizado na história, pois ele não constitui a sociedade, apenas a explica e contém o ideal de legislação, administração e de justiça pública legal.de fato realizado na história, pois ele não constitui a sociedade, apenas a explica e contém o ideal de legislação, administração e de justiça pública legal.

Portanto, cabe ao Estado promover o bem público e garantir a juridicidade das relações interpessoais. A legislação deve assentar sobre princípios universais e estáveis, que garantam para cada cidadão sua liberdade perante a lei, ao passo que as preferências subjetivas e a busca pela felicidade, são variáveis de indivíduo a indivíduo.

Como nos diz Andrade, toda a filosofia kantiana do direito, da política e da história repousa sobre essa concepção dos homens como seres morais que devem organizar-se segundo o direito, adotar a forma republicana de governo e estabelecer a paz internacional, porque tais são comandos a priori da razão.

Nas palavras de Kant, a república é o espírito do contrato originário, através do qual os gover-nantes são obrigados a aproximar-se da ideia de uma Constituição política legítima. O princípio fundamental da constituição republicana é a liberdade e nela se conjugam a soberania popular e a soberania do indivíduo na esfera juridicamente limitada de seus interesses e valores particulares.

É importante destacar que, para Kant, as formas de um Estado (civitas) eram divididas entre for-ma de soberania (forma imperir), ou seja, quem detém o poder do Estado e a forma de governo (forma regiminis), ou seja, o modo de governo do povo por seu chefe. A forma imperir pode ser dividida entre o poder nas mãos de uma pessoa (autocracia), nas mãos de alguns (aristocracia) e,

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por fim, nas mãos de todos (democracia). Por sua vez, a forma regiminis poderia ser republicana ou despótica.

A constituição instituída primeiramente segundo os princípios da liberdade dos membros de uma sociedade (como homens), em segundo lugar segundo princípios da dependência de todos a uma única legislação comum, (como súditos) e, terceiro, segundo a lei da igualdade dos mesmos (como cidadãos) – a única que resulta da ideia do contrato originário, sobre a qual tem de estar fundada toda legislação jurídica de um povo – é a constituição republicana. Esta é, portanto, no que concerne ao direito, em si mesma aquela que está originariamente posta como fundamento de todos os tipos de constituição civil. (KANT, 1989, p. 33-34)

Assim, a República é a melhor constituição do ponto de vista do modo de funcionamento, ou forma regiminis, independente de quem gov-erna. O princípio político do republicanismo é a separação entre o poder executivo, ou seja, a administração, e o legislativo. Em um governo despótico, ao contrário, o soberano executa as leis que ele mesmo decretou. Por isso, o Esta-do, da perspectiva de quem governa, pode ser monárquico, aristocrático ou democrático, desde que seja republicano.

Em outras palavras, para que se preserve a liberdade política, é necessário que a esfera pública mantenha-se rigorosamente imune as influências particulares ou privadas. Para que esse supremo valor político (que é ao mesmo tempo moral e jurídico) se realize, é imperativo que ele assuma a forma que a razão a priori lhe recomenda. Essa forma é a tripartição do poder estatal. Em resumo, a dedução é a seguinte: o legislativo (a autoridade soberana) emite puros

comandos universais ou leis. o governante (rex, princeps), ele mesmo submetido às leis, não pode legislar; ele executa os comandos gerais em situações cambiantes, através de decretos e regulamentos. o judiciário aplica a lei a casos individuais após julgamento pelo júri. (An-DRADE, 2001, p. 63)

Nesse sentido, a soberania para Kant é uma unidade determinada e se constituí como a sín-tese dos três poderes. Essa arquitetura política promove a cooperação e impede que um poder usurpe as atribuições do outro e instaure o des-potismo.

Na prática, percebe-se que a soberania do Estado contém, portanto, sua própria negação e o poder é mediado por instituições políticas, necessari-amente representativas. Assim, a soberania não se encontra em uma só pessoa e a vontade geral se compõe de várias partes, em oposição ao des-potismo. Assim, a forma republicana realiza o imperativo categórico da vida social assegurando a cada cidadão o que é justo e direito através das relações de coordenação e subordinação entre os poderes.

3 - A PAz PERPéTuA

O pensamento kantiano tematizou a liberdade, a república e estruturou sua arquiteturaa república e estruturou sua arquitetura para que pudesse ser aplicada também nas relações entre os Estados. De acordo com Valerio Rohden10, Kant fundou a existência da razão na liberdade, de modo que sem a primeira, a segunda deixa de existir. Com base nesses dois preceitos, pode-se dizer que a evolução da filosofia política kantiana transformou-se em um projeto político para a

10 - Introdução do livro Kant e a Instituição da Paz/ Coord. de Valerio Rohden. – Porto Alegre: Ed Universidade/ UFRGS, Goethe-In-stitut/ICBA, 1997.

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11 - Cabe citar esses artigos para compreender as condições preliminares para a paz segundo o pensamento kantiano. Entretanto, evitan-do fugir a proposta deste trabalho, não serão discutidos mais detalhadamente.

paz perpétua. Assim, essa ideia de paz, constitui a realização política de todo o projeto kantiano.

Convém que nos detenhamos no significado do adjetivo “perpétua” para a determinação dos próprios conceitos de paz e de instituição da paz no sentido kantiano. Esse adjetivo não possui, no caso, uma função sintática acessória, portanto, secundária, de adjunto adnominal do substantivo paz, mas é elemento imprescindível do seu conceito. Uma paz que não seja perpétua não passa de armistício, o qual, sem hostilidade declarada em geral identifica-se com um estado de guerra, como por exemplo, o vivido durante o último meio século com a corrida armamentis-ta. (RoHDEn, 1997, p. 13).

Para Kant, a paz só é instaurada em conjunto com certa ordem jurídica, fundada sobre os princípios de liberdade, dependência de uma legislação comum e igualdade entre os cidadãos. Se a um Estado falta algum dos princípios citados acima, as hostilidades entre os seres humanos reunidos, de acordo com Rohden, mantêm-se em tensão latente e podem irromper a qualquer momento. O Estado de paz é o estado civil fundado na ideia a priori de um contrato social originário, que se institui progressivamente na medida do reconhe-cimento dos direitos de cada indivíduo em uma sociedade organizada autonomamente.

Entretanto, a ideia de contrato originário inter-nacional se diferencia da ideia de contrato social nacional, explicitada anteriormente, em dois aspectos fundamentais. O primeiro deles é o fato de que no cenário internacional, o estado de paz entre os homens vivendo lado a lado não é o es-tado natural, o estado natural internacional é um estado de guerra.

Pode-se supor que esse tom pessimista reflita o quadro de incessantes guerras na Europa, que

Kant tem sob os olhos. o “estado natural de guerra” nesse contexto refere-se às relações entre Estados, às quais Kant parece negar qualquer traço de juridicidade, mesmo provisória. Por conseguinte, o estado de natureza nessa passagem parece conceber-se numa zona de penumbra entre a ideia e o fato. (AnDRADE, 2001, p. 69)

A segunda diferença deriva dessa ideia de estado de guerra. Embora Kant defina que a paz é um princípio a priori da razão, a suspensão definiti-va dos conflitos requer um acordo real entre as potências, ou seja, um contrato originário que não seja simplesmente uma ideia para explicar a organização da sociedade. Nas palavras de Kant, “o estado de paz deve ser estabelecido” caso contrário, a estrutura anárquica do sistema internacional poderia levar os países a um eterno “dilema da segurança”, onde um Estado, com o objetivo de se proteger de ameaças externas, passa a armar-se e preparar-se para um possível confli-to. Isso faz com que os outros Estados comecem a agir da mesma forma, levando a uma corrida armamentista e a uma instabilidade crescente no cenário internacional e por fim, ao conflito.

Para que esse contrato seja firmado, terminando com o “dilema da segurança”, é preciso que os Estados cumpram, de acordo com o pensamento kantiano, alguns pressupostos essenciais. Nesse sentido, o ensaio kantiano “Á Paz Perpétua”, de 1795, é um marco na trajetória de construção de um conceito de paz baseado não mais na visão religiosa e estagnada e sim, em um tratamento jurídico-político do assunto. Sua obra é dividida em duas seções.

Na primeira seção, Kant apresenta os artigos preliminares11 fundamentais à paz perpétua. São eles:

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1- não deve viger nenhum tratado de paz como um tal que tenha sido feito com a reserva secreta de matéria para uma guerra futura.

2. nenhum Estado independente (pequeno ou grande, isto vale aqui igualmente) deve poder ser adquirido por um outro Estado por herança, troca, compra ou doação) .

3. Exércitos permanentes (miles perpetuus) de-vem desaparecer completamente com o tempo”.

4. não deve ser feita nenhuma dívida pública e relação a conflitos exteriores do Estado.

5. nenhum Estado deve imiscuir-se com empre-go de força na constituição e no governo de um outro Estado.

6. nenhum Estado em guerra com um outro deve permitir hostilidades que tenham de tornar im-possível confiança recíproca na paz futura; como tais são: emprego de assassinos (percussores), envenenadores (veneci), quebra da capitulação, instigação à traição (perduellio) no Estado com que se guerreia etc. (KAnT, 1989, p 26-30)

A segunda seção, por sua vez, contém os artigos definitivos para a paz perpétua entre Estados. São eles:

1. A Constituição Civil em cada Estado deve ser republicana.

2. O direito das gentes deve ser fundado sobre um federalismo de Estados livres.

3. O direito cosmopolita deve ser limitado às condições da hospitalidade universal.”12 .(KANT, 1989, p 32-46)

12 - Na presente discussão, as implicações deste artigo não serão abordadas diretamente, pois, o objetivo deste trabalho está centrado na explanação entre a relação de democracia e paz previstas pelos dois primeiros artigos definitivos. Assim, qualquer tentativa de aprofun-dar esse terceiro artigo poderia ser superficial e fugiria a presente proposta.

13 - Ver CZEMPIEL, Ernst-Otto. O Teorema de Kant e a Discussão Atual sobre a Relação entre Democracia e Paz. IN: Kant e a Institu-ição da Paz. Coord. de Valerio Rohden. Porto Alegre: Ed. Universidade/ UFRGS, Goethe-Institut/ICBA, 1997.

No primeiro artigo definitivo, de acordo com Trindade (2007), Kant coloca que a dependência da vontade do povo para que haja paz ou guerra não se trata de considerações de justiça ou de moralidade, mas se deve à questão objetiva de saber qual é o interesse daqueles que suportam di-retamente as aflições e os danos da guerra. Assim, colocando a situação dos interesses da sociedade burguesa como a causa da paz, o pensamento kantiano identificou o processo democrático-re-publicano como o mecanismo que traduz esse fundamento em decisões de política externa.

Um Estado que adota uma Constituição Republi-cana nos moldes kantianos, tendo a democracia representativa como forma de manifestação da vontade popular, abre caminho à promoção da tolerância e da aceitação da diversidade como instrumentos de inclusão dos indivíduos no sistema social, evitando a marginalização e o conflito entre os diversos agrupamentos étnicos, sociais, religiosos e culturais que compõe a re-spectiva sociedade. (TRInDADE, 2007, p 91)

Entretanto, é preciso observar que apesar de em “Á Paz Perpétua”, Kant contrapor a república e a democracia, afirmando que entre as três formas de Estado, a democracia necessariamente levaria a um despotismo, pois ela “funda um poder ex-ecutivo onde todos deliberam sobre e, no caso extremo, também contra um (aquele que, por-tanto, não assente)”, esse diferenciação tem a ver com a linguagem de sua época e se referia a uma democracia direta. De acordo com Czempiel13, tendo como centro o assentimento dos cidadãos, o conceito kantiano de república corresponde à compreensão atual da democracia de matriz liberal-democrática.

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Percebe-se então, que o tipo de regime de-mocrático exerce uma influência moderadora sobre o conflito e as tendências de guerra entre os Estados. As orientações normativas e as barreiras estruturais ancoradas na separação dos poderes e no processo decisório das democracias levam a uma desistência da violência e conflito, ou seja, a democracia é o cerne para a paz perpétua.

[...] Kant é o primeiro, a fundamentar e tem-atizar o nexo entre a democracia e a paz ou, mais precisamente, o nexo entre a democracia e a desistência do recurso à violência na política externa. (CZEMPIEl, 1997, p. 122).

Juntamente – e derivada – da necessidade de cogestão dos cidadãos através de uma arquitetura democrática de governo, tem-se o segundo artigo definitivo para a paz perpétua, que versa sobre a necessidade de o direito das gentes ser fundado sobre um federalismo de Estados livres. Com isso, Kant demonstra que uma república incen-tiva outros estados, por meio de seu exemplo, a organizar-se da mesma maneira desenvolvendo assim, uma liga de paz que deve, acima de tudo, preservar a liberdade. De acordo com Czempiel,

Ela dá para os outros Estados um centro da união federativa para juntar-se a ela e assim assegurar o estado de liberdade dos Estados, conforme a ideia do direito das gentes, e expandir-se suces-sivamente sempre mais por várias ligações desse tipo. (CZEMPIEl, 1997, p. 136)

Portanto, a ideia de república claramente vinc-ula-se ao ideal kantiano da Liga das Nações na medida em que, se por um lado, a paz depende de que em cada país os povos tenham-se organizado em uma sociedade-jurídica e se, consequente-mente o pacto originário em cada Estado cria a república; o pacto originário que cria a Liga das Nações pressupõe a república como regime político nos países contratantes. Assim, como explicita Andrade, é dever dos Estados, na ideia

kantiana, enquanto pessoas morais, pactuar entre si o fim das hostilidades de acordo com a razão e estabelecer, dessa forma, uma comunidade juríd-ica internacional.

O teorema kantiano se orienta então, a partir dos seguintes valores: a sociedade deve exigir sempre uma política externa isenta de violência; um Estado deve possuir um sistema democrático de dominação, que execute as exigências da socie-dade e lhe dê uma possibilidade suficientemente grande de controle. A validade deste pensamento para a paz pode ser claramente percebida ao longo da história e sua atualidade, comprovada por exemplos recentes observados na arquitetura do sistema internacional durante e após a Guerra Fria.

O “dilema de segurança”, que gera uma corrida armamentista, explica a relação entre União Soviética e Estados Unidos durante esse período. Em um mundo marcado pela insegurança, os dois Estados buscavam meios de garantir a sua sobre-vivência e proteger-se contra um possível ataque. Essa situação levava apenas a uma instabilidade crescente no sistema internacional e só teve fim, quando EUA e União Soviética perceberam que a guerra nuclear era um perigo real e poderia levar ao fim da humanidade. Nas palavras de Czempiel,

A corrida armamentista que iniciou em meados dos anos 60 e foi alimentada igualmente pelo ocidente e pelo pacto de Varsóvia, exige uma explicação, assim como a desistência de confron-tos bélicos de ambos os lados, observável desde 1956. Aqui se pode aplicar o teorema de Kant: as armas nucleares de alcance estratégico não con-hecem etapas, razão pela qual os responsáveis pelas decisões em Moscou e Washington teriam sido obrigados a deliberar sobre todas as aflições da guerra [nuclear] sobre si próprios. (CZEMP-IEl, 1997, p. 135)

Nesse sentido, o segundo artigo definitivo de

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Kant, que exige “o direito das gentes fundado sobre um federalismo de Estados livres” torna-se pertinente nesta análise, pois, essa liga de paz, através da união dos países em organizações internacionais, passou a se estruturar no con-texto pós- Guerra Fria. Nesse mesmo período, a democracia começa a figurar como ideal a ser perseguido por todos os Estados ocidentais e a paz perpétua, comprovando o teorema kantiano, só poderia ser atingida nessa democratização.

De acordo com Czempiel, “quem quiser pacificar um subsistema internacional deve democratizar os sistemas de dominação dos países e criar entre eles uma organização internacional”. Ao longo do último século, citam-se alguns exemplos que cor-roboram o teorema kantiano. O primeiro deles é a Organização das Nações Unidas, reunindo, em nível global, os Estados amantes da paz em uma organização internacional.Outro exemplo perti-nente é o caso da União Europeia, cujo grau de democratização dos Estados membros é elevado bem como o grau de cooperação entre eles tanto em nível econômico quanto político ou social. Esses elementos fazem com que a paz entre esses Estados esteja assegurada.

Por fim, percebe-se também, por parte dos Es-tados Unidos da América, um esforço crescente para garantir a estabilidade no sistema internac-ional através da sua atuação no Plano Marshall para reconstrução da Europa no pós Segunda Guerra Mundial. Essa iniciativa ajudou a con-solidar as relações entre a Europa e os Estados Unidos da América bem como, foi essencial para difundir e assegurar o capitalismo e a democracia entre os países em situação difícil.

COnSIDERAçõES FInAIS

Todo pensamento kantiano, como se pode ob-servar ao longo deste trabalho, se alicerça em

torno do conceito de liberdade e república. Para Constant, a ideia de liberdade se transformou ao longo da história e da evolução das sociedades. Para os povos antigos, como os gregos e os ro-manos, liberdade era o exercício da cidadania e dos direitos políticos, o indivíduo se perdia no todo; já para os modernos, liberdade está relacio-nada com a capacidade de exercer seus direitos e vontades individuais.

Por sua vez, Berlin, ao diferenciar esses dois tipos de liberdade, embasa seu argumento no sentido positivo e negativo do termo. Assim, liberdade positiva é aquela na qual o “todo” pode ser identi-ficado como o “ego verdadeiro”, capaz de garantir uma liberdade superior e está associada, para Constant, a forma como os antigos encaravam a liberdade individual, ou seja, perdida no todo. A liberdade positiva tem a ver com a autonomia dos seres racionais de legislarem sobre si próprios. A liberdade negativa então estaria vinculada a ideia de Constant de liberdade para os modernos, na qual os direitos individuais e a ausência de co-erção são o ideal a ser buscado.

Entretanto, no pensamento kantiano, percebe-se uma mistura dos dois significados de liberdade. Uma não é mais oposto da outra, pois para Kant, a liberdade é “negativa”, pois se trata da ausência de determinações externas do comportamento e é “positiva”, na medida em que segue leis auto impostas, ou seja, a liberdade é a autonomia dos seres racionais de legislarem para si próprios.

Nesse sentido, essa liberdade ao mesmo tempo negativa e positiva, é a chamada liberdade re-publicana. Assim, toda ideia de República está estruturada em torno do conceito de liberdade e são esses dois elementos, que além de se tornarem a base para todo o pensamento político kantiano,

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59Liberdade, República e o Pensamento Kantiano para uma Paz Perpétua

vão dar o fundamento para todo o seu projeto de paz.

Antes de Kant estabelecer a ideia de que a paz perpétua, nas palavras do autor, “não é uma ideia vazia, mas uma tarefa que, solucionada pouco a pouco, aproxima-se continuamente de seu fim”, tanto a ideia de paz como de guerra eram encar-adas como realidades inalteráveis na filosofia, no direito e na moral.

No primeiro artigo definitivo para a paz perpétua, Kant exige que a constituição civil em cada Estado seja republicana. Como demonstrado ao longo do presente artigo, a república kantiana vincula-se ao ideal de democracia, pois ambas são fundadas no assentimento dos cidadãos. O segundo artigo afirma que o direito das gentes deve ser fundado sobre um federalismo de Estados livres. Dessas duas partes, derivam as seguintes conclusões: a paz perpétua só é possível através da cogestão democrática dos cidadãos na política externa de seu país e da associação dos países democráticos em uma organização internacional, uma liga de nações para a paz.

No cenário internacional que se formou durante a após a Guerra Fria, percebe-se a atualidade e a praticidade do teorema. A corrida armamentista só teve fim quando os Estados se deram conta

de que uma Guerra Nuclear não era interessante para nenhum dos lados, e poderia levar ao hol-ocausto. Depois disso, a democracia difundiu-se no mundo, diversos países amantes da paz se organizaram em torno de uma Organização das Nações Unidas. Além disso, percebe-se na Eu-ropa, uma organização altamente democrática e cooperativa, garantindo a paz em sua região.

Logo, o teorema kantiano tem sua base nas ideias de liberdade, república e democracia. Es-ses três elementos são as peças essenciais para a construção de uma paz perpétua entre Estados e somente sua combinação podem garantir um sistema internacional harmonioso, na qual a democracia seja cada vez mais a regra e ajude a fomentar um maior número de ligas entre nações voltadas para a conquista deste ideal.

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REfERênCIAs BIBlIoGRáfICAs

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-- Dahl, Robert A. (1989), Democracy and its critics. London: Yale University Press.

-- Howard, Caygill (2000), Dicionário Kant. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Ed.

-- Kant, Immanuel (1989), À Paz Perpétua. Porto Alegre: L&PM.

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61

íNDIA: PARCERIAS POLíTICOS-ESTRATÉGICAS E INSERÇÃO NO CONTINENTE ASIÁTICO

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RESumO

O cenário indiano na década de 1990 é marcado por profundas transformações em termos de política econômica, bem como na condução da política externa sob a perspectiva de ampliação de parcerias políticas-econômicas. Verifica-se, desde então, um redi-recionamento mais efetivo para a região asiática, tendo em vista suas potencialidades. Preocupação corporificada com a Look East Policy, numa clara demonstração estratégica de inserção regional. Por sua vez, China, Estados Unidos, Japão e Rússia são atores que exercem influências políticas-econômicas na região, e a relação indiana com esses estados, em grande parte, definirá seu papel no continente asiático, questão na qual o presente artigo tenta explorar.

A APROxImAçãO COm A ChInA: PARCEIROS Ou COmPETIDORES?

É certo que as relações entre China e Índia têm um histórico marcado por guerra e desconfiança mútua, em especial a partir da década de 1960. No entanto, o processo de liberalização econômi-ca adotado por estes países parece ser um contributo para um melhor relacionamento. A partir da década de 1990 com as refor-mas econômicas indianas, há uma maior aproximação de bases econômicas entre eles. Lançando suas economias para o mercado internacional, a industrialização destes países passou a ser es-timulada principalmente pelo setor externo, gerando uma maior integração com outras economias do mundo, mas, em especial há uma forte concentração na região asiática (Mohanty & Chaturvedi, 2005: 4).

Essa nova configuração liberal em torno das economias chinesa e indiana suscita algumas interpretações, dentre as quais, a da maior interdependência entre estes países Ghoshal (2003: 525), é bem categórico quando reconhece que tanto China e Índia atualmente têm visualizado mais as vantagens em mercados que podem obter

Flávio Aires Câmara

Licenciatura e Bacharelado em Ciências Sociais pela

Universidade Federal de Pernambuco. (UFPE); Graduando em Filosofia pela Universidade Federal de Pernambuco.

[email protected]

Anderson matias Cardozo

Cientista Social pela Universidade Federal de Pernambuco (UFPE); Mestre em Relações Internacionais pela Universidade Estadual da Paraíba (UEPB);

Especialista em Ciências Políticas; Doutorando em Ciências Sociais pela Universidade Federal de Campina Grande (UFCG). essor da Unesc Faculdades (Campina Grande).

[email protected]

Palavras-Chave: • índia

• política externa

• inserção regional

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63ÍNDIA: PARCERIAS POLÍTICOS-ESTRATÉGICAS

um do outro, deixando de lado questões des-agradáveis do passado. No entanto, somam-se a estas questões econômicas, interesses ligados ao setor energético e questões geográficas na região, como a entrada ao Oceano Índico.

Na Índia, não é consenso que a China é um viz-inho benigno e grandemente confiável. Muitos veem os chineses com uma política expansionista e agressiva. Por outro lado, conforme apontam Ranganathan & Khanna (2000: 155 apud Singh 2008: 84), é crescente o pensamento de que a Chi-na é uma civilização antiga e irmã, prevalecendo nos dias atuais relações amigáveis e cooperativas. Entre estes dois extremos nota-se que as relações bilaterais melhoraram desde final dos anos 1980, e que os focos potenciais nas relações, tais como disputas territoriais e a questão do Tibete, estão efetivamente mais tranquilas ou marginalizadas (Mohan 2003: 10; Sidhu e Yuan 2003: 49 in Singh, 2008: 85).

Bilateralmente, o comercio entre China e Índia tem se mostrado altamente satisfatório. Isso fica patente a partir dos dados estatísticos expostos pelo estado chinês, que mostrou que após 20 anos de liberalização (1978-1997), enquanto o comércio internacional da China cresceu 14 vezes, o comercio entre Índia-China aumentou em 16, como são bem representativos os valores anuais, que passou de 1,9 bilhões em 1998 para 30 bilhões em 2007 (Singh, 2008: 93).

Para além das questões econômicas, o cenário regional envolve China e Índia em fatores com-plexos político-estratégicos, com interesses que não necessariamente estão no nível de convergên-cia. Fiori (2007: 18) faz questão de destacar que, depois dos anos 1990, “Índia e China se proje-taram dentro do sistema mundial como potências

econômicas e militares, com claras pretensões hegemônicas nas suas respectivas regiões”.

Percebe-se ao mesmo tempo, como a interde-pendência econômica criada em torno dessa relação atende de modo mais imediato à política indiana de globalização, ancorada na liberalização econômica e na manutenção dos seus bons níveis de crescimento econômico. Como ficou claro com a Look East Policy, os indianos priorizaram o Leste Asiático como ambiente capaz de pos-sibilitar tais benefícios para sua economia. Em outras palavras, a Índia que hoje chama atenção da comunidade internacional, é aquela que vem passando uma imagem de um estado que soube se adaptar ao comércio internacional, e onde vem tirando vantagens significativas para seu desenvolvimento. Sob esta perspectiva de ganhos mútuos, chineses e indianos vêm aumentando os níveis de cooperação, e que se estende para diferentes setores.

O entusiasmo com este ambiente não se dá por um mero otimismo especulativo. Em termos práticos, como foi salientado anteriormente, o comércio entre estes dois países chama atenção pelo seu crescimento. Como divulgado pelo Con-gressional Research Service (2011: 24), a China é atualmente o principal parceiro comercial da Índia:

China has in recent years overtaken the United states as India’s leading trade partner. The value of India-China trade surpassed $62 billion in 2010, up an impressive 43% over the previous year. China is the single largest source of imports for India, accounting for above $40 billion worth or more than 11% of all imports in 2010/11. China is also the third largest export market for Indian goods (behind the United Arab Emir-ates and United states), accounting for $19.4 billion worth or about 7.7% of all exports in

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2010/11[…] (Congressional Research service, 2011: 24). [grifo nosso].

Para além dos números positivos, é latente a des-confiança, sobretudo, a partir realidade pós 1962, onde é inequívoco suspeitar de possíveis conflitos. Ao observarmos a histórica disputa fronteiriça, relação de alianças mais estreitas nos próximos anos passaria pela resolução desse litígio. Outro fator que contribui para uma visão de desconfi-ança dos indianos em relação aos chineses é saber que foram eles que cooperaram no armamento nuclear do Paquistão. Não por acaso, a política externa da Índia durante quatro décadas foi estruturada em torno das ameaças do Paquistão e da China (Andersen 2001: 767). Além disso, a China construiu fortes laços políticos e econôm-icos com quase todos os vizinhos da Índia no Sul da Ásia, no qual pode ser interpretado como uma forma de amarrar a Índia dentro de um quadro regional que tem sido largamente prejudicial aos seus interesses e intenções (Rajagopalan & Sahni, 2008:16).

A Índia se ressente da liberdade de que dispõe o governo chinês para modernizar seu programa nuclear sem sofrer a pressão contrária de fóruns internacionais, assim como do auxílio que a China teria fornecido ao programa nuclear paquistanês.

Os indianos continuam a observar algumas ações da China como sendo uma clara demonstração de tentar cercar e restringir o raio de ação da Índia. As relações amistosas da China com o Paquistão, com Bangladesh e com Sri Lanka reforçam esse pensamento, tendo em vista o aumento da in-fluência chinesa no Sul da Ásia, zona de influencia imediata dos indianos. Por sua vez, os chineses não veem com bons olhos a aproximação dos indianos com os Estados Unidos, especialmente quando se trata da nova parceria estratégica e atômica. Atitudes que são vistas como uma forma de tentar fazer um “cerco” à China (Fiori, 2007: 17-18). O clima de tensão latente, juntamente

com as boas relações econômicas entre os dois países evidencia o nível de complexidade que se estabelece nessa relação, no qual, fazer projeções tendo como variável apenas questões puramente econômicas ou políticas acaba por ter uma visão reduzida do cenário que envolve as duas econo-mias que mais crescem no mundo na atualidade. Pode-se conjecturar a emergência de um clima cada vez mais conflituoso, onde as questões es-tratégicas dão o rumo da política na região:

Tudo isto, são fatos, expectativas e desdobra-mentos que caracterizam uma relação muito próxima de competição territorial e bélica, em torno da supremacia no sul e no sudeste da ásia, envolvendo Estados Unidos, China e Ín-dia. Além disto, como já vimos, China e Índia também competem, neste momento, na ásia Central, no oriente Médio e na áfrica, na luta para assegurar sua “segurança energética”. A China investe hoje pesados recursos na mod-ernização de suas forças armadas e dos seus arsenais. Como no caso de sua frota submarina chinesa, movida, simultaneamente, à energia diesel e à energia atômica, o que caracteriza uma indiscutível preocupação de controle marí-timo do Pacífico sul. E o mesmo se pode dizer do recente desenvolvimento do novo sistema chinês de ataque e destruição de satélites - tecnologia que só tinham os Estados Unidos e a Rússia - e que coloca a China em condições de destruir o nexo básico de controle da nova tecnologia de guerra norte-americana [...]. o expansionismo chinês, fora da ásia, tem sido quase estritamente diplomático e econômico. Mas dentro da ásia, o projeto chinês é claramente hegemônico e competitivo, também do ponto de vista militar. (fiori, 2007: 17-18). [grifo nosso].

Raposo (2007: 6) vai além ao analisar as estraté-gias e interesses dos chineses em relação à Índia. Para ele, há um processo simultâneo, no qual a China desenvolve laços comerciais e ao mesmo

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tempo, uma política de contenção geopolítica à Índia. Nas palavras do autor (Ibidem), “enquanto estabelece laços econômicos com a Índia, reforça a ligação política e estratégica com o arquirrival da Índia, o Paquistão”. Para tanto:

A China pretende expandir a auto-estrada Kar-akoram (que liga a China à costa paquistanesa) e já construiu um porto de águas profundas em Gwadar; Pequim também já tem acordos navais com a Birmânia e o sri lanka, no flanco oriental da Índia. Através desta estratégia (Birmânia, sri lanka, Paquistão), a China pretende cercar a Índia, afirmando-se como indiscutível senhora da ásia (Raposo, 2007: 6).

A resposta indiana viria, através do fortalecimen-to dos laços com os estados vizinhos da China, estruturada em torno da Look East Policy, além de estabelecer novos laços com o Japão, Vietnã e Taiwan, e reforçando os já existentes com a Austrália e Nova Zelândia, e a parceria com os Estados Unidos é o fechamento de uma estrutura dentro da lógica da Look East Policy (Raposo, 2007:6).

Agrega-se a esta lógica de relações bilaterais e multilaterais, uma aproximação bem particular com Japão e Austrália, tida como a formação de um eixo democrático, denominado de iniciativa quadrilateral.

Além disso, há uma dimensão de segurança com Singapura, potencializada através da realização de manobras navais conjuntas. Há também o interesse indiano de se inserir nos quadros mul-tilaterais asiáticos a par da China, o que inclui a Cúpula da Ásia Oriental, o Fórum Regional da ASEAN, bem como o interesse em participar da Asia-Pacific Economic Cooperation (APEC) (Gaspar, 2008).

Por outro lado, a China desponta como uma grande força no continente asiático, não apenas

em termos econômicos, mas em seu poderio bélico e cultural.

Diante das ambições indianas de maior inserção regional, a China é um ator chave, seja como um parceiro ou adversário. O passado conflituoso é o combustível para alimentar um sentimento de desconfiança e distanciamento, ao mesmo tempo em que os ventos do liberalismo fomentaram maior aproximação e parcerias, mostrando-se como aliados com interesses comuns, tendo em vista o desenvolvimento econômico. Deve-se levar em conta que o nível de cooperação entre Pequim e Nova Delhi ultrapassa a geografia regional. A aproximação entre os países do chamado eixo Sul-Sul, onde China e Índia estão inclusos, vem desenvolvendo uma articulação política e comercial cada vez mais incisiva nos fóruns multilaterais, envolvendo parceiros de outros continentes.

Mohanty & Chaturvedi (2005: 4) se voltam para análise da relação chinesa e indiana com os países emergentes, onde destaca que houve um aumento nas importações e exportações, em detrimento dos países desenvolvidos, no qual, as taxas médias de crescimento de exportações indianas para os países em desenvolvimento au-mentaram de 12,2 por cento durante 1985-1994 para 16,5 por cento no período entre 1995-2004, enquanto as taxas similares para os países desen-volvidos caíram de 13,6 por cento para 8,9 por cento, durante os períodos correspondentes. Isso reflete uma mudança estrutural, ou seja, num novo tipo de parcerias e estratégias que passa a compor o grupo dos países do chamado eixo Sul-Sul, alterando a dependência de importações, que no caso de China e Índia, transfere dos países desenvolvidos para os países emergentes. Entre os períodos de 1985-1994 e 1995-2004, a partic-ipação das importações da Índia, advindas dos

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66 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015

países desenvolvidos caiu de 56,4 por cento para 43,1 por cento (Ibidem: 4-5).

Também deve ser salientado o crescimento das importações indianas e chinesas para a Ásia, em particular, a intensificação que se deu no período de 1995-2004, onde este comércio cresceu 21.0% em comparação a 1985-94 que apresentou uma porcentagem de 12.6. Consequentemente, houve uma diminuição das importações da Europa, o que comprova a preocupação indiana em diminuir sua dependência com parceiros tradi-cionais.

Portanto, estes estados estão inseridos numa estrutura cooperativa complexa e que envolve outros países emergentes no âmbito global, como Brasil e África do Sul. Basrur (2009: 16) conclui que “apesar das reservas indianas sobre as intenções da China, a relação entre ambos passou de um jogo de soma zero para um jogo misto”, simultaneamente com uma cooperação no comércio para benefício mútuo. Isso se traduz na política externa indiana, onde reconhece o grande custo potencial de uma relação antagôni-ca com os chineses.

Politicamente a Índia se lança num processo de inserção regional, o que pode ser visto como algo que choca com os interesses hegemônicos chineses. Há algumas questões litigiosas no seio dessa relação e, geradoras de climas conflituosos, latentes ou abertos. No entanto, a imagem de potência emergente associada à Índia está anco-rada em muito ao seu fortalecimento econômico pós-liberalização – além de suas capacidades béli-cas, populacionais, geográficas, de liderança dos países emergentes, etc. Portanto, um dos pilares sustentadores do poderio indiano atual é o fator econômico que, por conseguinte, bebe muito da relação com os chineses. Assim sendo, por mais que a Índia tenha um poder de autonomia e uma diversificação de parcerias, num futuro próximo, não deverá abrir mão da aproximação com a Chi-

na, principalmente pelo fato de ter no paradigma de fortalecimento econômico, a pedra angular de sua inserção regional.

O que também conta para o não distanciamento do continente asiático, e onde incluímos a China, é perceber que empiricamente a relação da Índia com o Ocidente foi marcada por exploração e desconfiança. Portanto, para a Índia é muito mais interessante extrair do chineses as potencial-idades que ora se vislumbram, o que torna um possível conflito entre ambos, algo não factível nos próximos anos.

A aproximação com o Japão: uma estratégia para conter a China?

A ascensão chinesa na Ásia vem a transformar a política externa de outros estados da região, a exemplo do Japão, que inicia uma nova postura estratégica, vista como positiva aos interesses da Índia (Rajagopalan & Sahni 2008: 16). Assim, o fator China tem uma relação direta com as relações indo-japonesas, ou seja, a emergência regional chinesa influenciou o estreitamento das relações da Índia com o Japão, diferentemente da configuração que estes países experimentaram no período de bipolaridade.

Ao longo da Guerra Fria, o Japão se mostrou distante da Índia, chegando ao ponto de reagir negativamente aos testes nucleares para fins pacíficos realizados pela Índia em 1974, quando, prontamente, os japoneses assinaram o Tratado de Não-Proliferação Nuclear em 1976. A partir de então, se tornou um forte defensor ao lado dos outros países nucleares na prevenção da expansão do clube dos países nuclearizados. A reação japonesa não foi diferente diante dos no-vos testes nucleares indianos em 1998, onde na ocasião, suspendeu todas as subvenções e novos empréstimos (Jain in Paul, 2008: 106).

Configurando-se como um divisor de águas nas relações indo-japonesas, o período pós

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1991, abriu espaço para as relações de natureza econômica. No entanto, como chama atenção Paul (2008: 99), “a mudança na dinâmica asiática, especialmente com a ascensão da China [...], forçou o Japão a revigorar melhores relações com os outros países asiáticos”, a exemplo da Índia. Relações de aproximação entre estes países, po-tencializada também pelo setor de tecnologia da informação e comunicação (TIC’s), central no desenvolvimento da economia indiana.

A Look East Policy também veio a favorecer a convergência de interesses entre o Japão e a Índia, culminando num maior estreitamento dos laços, com base nos “valores e princípios democráticos de mercado”. Portanto, ambos são susceptíveis de se tornarem parceiros intimamente ligados nos próximos anos com base em valores co-muns e interesses estratégicos, além de ser um complemento útil para a tradicional dependên-cia estratégica do Japão sobre os EUA (Reddy, 2011: 143). Agrega-se a isso, o relativo declínio da presença dos norte-americanos no Leste da Ásia, e a emergência da China como um novo centro de poder regional, compelindo o Japão a reorientar sua política para a Ásia, “forçando-o” a adotar um viés cooperativo para a segurança regional (Drifte, 1996: 50 in Paul, 2008). O Japão vem reforçando a participação da Índia na região Ásia-Pacífico, também apoiou a candidatura in-diana para o Fórum Regional da ASEAN (ARF) que discute assuntos relacionados à segurança. Fato que reflete estrategicamente no posiciona-mento japonês em ter sob seu terreno regional a presença da Índia (Gordon in Paul, 2008).

Paul (2005 apud Paul, 2008: 108) relaciona esta nova iniciativa japonesa não apenas como algo significativo perante o contexto de disputa China-Japão, mas aponta para uma fase genu-inamente nova nas relações entre Índia e Japão, simbolizando o reconhecimento deste último em relação à importância estratégica da Índia

na Ásia, em especial no que tange ao seu papel político e militar:

Japan’s new approach to India culminated in the understanding that a better strategic engage-ment with India is necessary for the preservation of Asian security, even though Japan had always preferred the Us for ensuring peace and stability in Asia (Paul, 2008:108).

No seu terceiro Programa Nacional de Defesa, Diretrizes de 2004, China e Coréia do Norte fo-ram referidas como as principais “ameaças” para Japão (Shimoyashi 2004 in Paul, 2008: 110).

Esta apreensão foi agravada pelo crescimento econômico da China, e pelo qualitativo acúmulo de suas forças armadas. Uma parceria mais forte de longo prazo com a Índia é necessária, tendo em vista as prioridades estratégicas do Japão.

A partir de agora, a relação estratégica entre os dois países, é, sobretudo, visível em dois domíni-os: segurança marítima e de segurança energética (Ibidem: 112).

A Índia tem hoje uma grande preocupação com a segurança energética, relacionada, sobretudo, com seu modelo de desenvolvimento econômico, que demanda uma maior capacidade para este setor, primordial à manutenção do crescimento de sua economia. Nesse contexto, o Japão surge como um grande parceiro para os projetos indianos de incrementação energética. Como bem salientado por Gopalakrishnan (2005: 2936 apud Paul, 2008: 114), o departamento de energia atômica da Índia colocou em prática um ambicioso plano para gerar 20.000 Mwe através de energia nuclear até 2020 dos atuais 1.840 Mwe, assim atendendo a 10% das necessidades energéticas da Índia. Essa parcela seria reforçada para 25% da produção total de energia em 2050. Portanto, o Japão pode oferecer tecnologia sofisti-cada e de hardware para o programa de energia nuclear civil indiano - O Japão é o terceiro maior

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produtor de energia nuclear depois dos EUA e da França.

Em termos políticos, o relacionamento da Índia com o Japão vem sendo impulsionado a partir da percepção de que a China pode ser uma ameaça futura à segurança regional. Dentro de uma análise com base na balança de poder, Mear-sheimer (2006: 160 apud Paul: 2008: 115) faz uma reflexão acerca de uma estrutura política na Ásia, onde a China e seus aliados estariam em um dos polos, enquanto os Estados Unidos com seus antigos aliados, incluindo o Japão e até mesmo a Índia, comporia a outra ponta.

Nota-se que a possibilidade de uma maior inter-ação estratégica entre a Índia e o Japão, aponta para um relativo ambiente de estabilidade e paz na região (Paul, 2008: 116).

Portanto, mais do que uma aproximação de bases econômicas, Índia e Japão veem com bons olhos uma aproximação para fins estratégicos, e neste caso, a figura definidora desse processo é a China. É certo que, o dinamismo da economia chinesa vem gerando vultosos benefícios para as economias indiana e japonesa. No entanto, não é simplesmente ao apego às questões econômicas que estão em jogo na política internacional. Ao que parece, esse é o pensamento presente nestes dois países, e que, portanto, olham com desconfi-ança o papel que a China vem desempenhando na Ásia, que hipoteticamente tende a se desdobrar para uma prática expansionista. Assim, gera-se um nível de convergência política em torno da segurança regional, que faz Índia e Japão estreitar seus laços, e juntamente com os Estados Unidos, iniciar um jogo político de contenção à China.

A aproximação com os Estados unidos: parcei-ro estratégico na ásia?

O estabelecimento da nova política externa e

econômica indiana pós reformas econômicas, alicerçada pelo viés de inserção regional e práti-cas neoliberais, respectivamente, remodela o relacionamento do país com importantes atores dentro das relações internacionais, em especial, os EUA. O fortalecimento das relações Índia-EUA tem como um de seus condicionantes, a emergên-cia chinesa como grande força econômica e política no continente asiático, o que faz crescer a importância da Índia para os planos dos Estados Unidos em conter um possível expansionismo chinês. Por outro lado, segundo Bonnor (2008: 169), “é interessante para os indianos terem os norte-americanos ao seu lado como uma força estabilizadora na segurança asiática”.

No entanto, isso não significa que as ações políticas a serem tomadas pela Índia estarão entrelaçadas eminentemente para satisfação dos interesses estratégicos dos Estados Unidos. A capacidade que a Índia possui atualmente em termos políticos e econômicos lhe possibilita certo grau de autonomia para fazer valer os seus interesses na região.

É bem verdade que a política liberal da Índia iniciada na década de 1990 favoreceu uma maior aproximação com os norte-americanos. No entanto, a formalização de relacionamento mais estreito se deu com a assinatura em 2005 de um acordo de dez anos, “abrindo caminho para a produção conjunta de armas, cooperação em matéria de mísseis de defesa e suspensão do controle americano sobre vendas à Índia de tec-nologias militares sensíveis” (Oliveira: 2008: 11).

No mesmo ano, foi criado um Fórum de Políti-ca de Comércio com o objetivo de expandir o engajamento econômico bilateral. Em 2010, por exemplo, o comércio entre Índia e Estados Unidos atingiu 48,753 bilhões de dólares, com a Índia exportando 29,531 bilhões e os Estados

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Unidos 19,222 bilhões, o que fez da Índia o 12º maior parceiro comercial para os EUA (Con-gressional Research Service, 2011: 74). Medidas norte-americanas de integração com o comercio indiano materializam o pensamento de que a Ásia atualmente é o grande centro dinâmico do mundo em termos econômicos e comerciais, sendo “a globalização cada vez mais asiática”.

Como ficou patente no período de bipolaridade, a Índia tinha na URSS seu principal parceiro econômico e político estratégico. No entanto,

o declínio econômico da Rússia após a desinte-gração soviética, a sua transição desconfortável para uma economia de mercado, o envolvimento da Rússia a novas amizades e aliados incluindo os EUA, a China e a União Europeia (UE) e uma abertura russa com o Paquistão levou à crença em nova Delhi de que a Rússia não poderia mais ser um parceiro estável para a Índia. Por outro lado, a Índia com o status recém-adquiri-do como uma grande força, atraente para o seu crescimento econômico, de mercado, de classe média e novas aspirações, agora atrai os EUA (Chenoy, 2008: 51) [tradução livre].

Assim, diante de tais transformações no mapa político indiano, os Estados Unidos têm em mente ser o substituto da Rússia no que tange às questões de defesa indiana, precisamente, como um grande fornecedor de armas, principalmente ao perceber que a Índia gasta bilhões de dólares com este comércio (Chenoy, 2008: 55).

Raposo (2007: 3) também sinaliza uma mudança a partir do acordo nuclear EUA-Índia:

o acordo nuclear EUA – Índia é o dado que oficializa o ingresso de nova Delhi no clube dos Grandes Poderes. Ao reconhecer o programa nuclear indiano, os EUA permitem a entrada da Índia no clube que pertencia em exclusivo, aos

vencedores da II Guerra (China, frança, Ingla-terra, Rússia e EUA). não há sinal político mais importante do que este.

Os dois lados apresentam um discurso pautado na “naturalidade” desta parceria. Para os Estados Unidos, a Índia é um aliado natural diante da ascensão chinesa. Raposo (2007: 6) argumenta que o papel da Índia é bem específico, ou seja, de contenção à China, não entrando no tratamento das questões de combate ao terrorismo. Portanto, como reconhece o presente autor, esta é uma es-tratégia de longo prazo. Nos Estados Unidos, há um desvio na configuração das relações de força, deslocando o eixo da relação Índia-Paquistão do período de Guerra Fria, para o terreno da relação Índia-China. Neste sentido, a Índia passa a repre-sentar para os norte-americanos muito mais do que um parceiro comercial, mostrando-se, neste início de século XXI como um ator fundamental diante dos interesses norte-americanos no conti-nente asiático.

Uma das grandes preocupações do governo Oba-ma é investir em diálogos bilaterais, enfatizando a importância das novas forças. Estratégia que colo-ca a Índia no cerne da política norte-americana para o continente asiático, fazendo dessa parceria o imperativo para fazer valer seus interesses na região, sobretudo, na continuidade do acesso aos recursos energéticos (Moreira Jr., 2011-2012).

Ao mesmo tempo, há a identificação de questões políticas-normativas reforçando a aproximação Índia-EUA. Em outras palavras, há uma mudança de perspectiva no pensamento indiano que mexe profundamente com sua política externa em relação aos norte-americanos, se estendendo para além da questão do poder. Passa a ser incorporada ao imaginário identitário do país a percepção da legitimidade internacional da democracia liberal. Desde sua independência em 1947 que a democ-

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racia é uma marca nacional, no entanto, como defende Tavares (2007: 7), diferentemente de antes, a Índia coloca hoje a democracia no centro de sua política externa, transferindo o idealismo de solidariedade entre os povos colonizados, de outrora, para uma concepção identitária em tor-no de valores liberais.

Portanto, de acordo com esse pensamento a relação entre esses estados representa uma con-vergência de interesses políticos e econômicos que tem em questões normativas sua legitim-idade de ação. Situação na qual a Índia poderá tirar proveito para reforçar seus laços estratégicos com os Estados Unidos e demais democracias asiáticas (Japão, Austrália, por exemplo), assim contribuindo com seu projeto de inserção re-gional. Do lado norte-americano a percepção é de que a Índia é prioridade na consecução de sua política externa, onde sua importância pode ser comparada a do Japão e dos europeus no mapa de suas parcerias. Seja nos cálculos estratégicos ou econômicos, a Índia é fundamental para os norte-americanos (Tavares, 2007: 8-9).

Gaspar (2008) ao analisar a mudança nas relações da Índia com os Estados Unidos com o fim da Guerra Fria, e de forma mais pontual após o 11 de setembro, acredita que muitos interesses recíprocos estão em jogo, sobretudo, em barrar uma possível hegemonia chinesa na Ásia. Não por acaso, a Índia tem estreitado suas relações com estados aliados dos norte-americanos, como Japão e Austrália. Por sua vez, os Estados Unidos têm como estratégia criar um esboço em torno de um “Quadrilátero Democrático” (Estados Unidos, Índia, Japão e Austrália). Essa equação poderia vir a configurar uma estratégia de segu-rança a nível regional entre Austrália e Japão, em articulação com os Estados Unidos, formando com isso uma Segurança Trilateral. Quadro que

pode ser alargado caso a Índia seja adicionada. Para Gaspar (2007: 132), “esse quadro pode apon-tar, senão para a criação de uma aliança militar, pelo menos para uma convergência política entre as democracias, criando uma clivagem adicional importante na competição asiática, que opõe a Índia e o Japão à China”. No entanto, o autor (Ibidem) tem a percepção de que, em relação à aproximação Índia-Estados Unidos, há uma lim-itação às questões estratégicas (do lado indiano), onde os interesses são convergentes, diferente-mente do Japão, que desde a década de 1950 é um aliado natural dos norte-americanos.

Na ótica de Moreira Jr. (2011-2012: 78), diante da busca indiana em alcançar inserção regional e influência global, os laços com os Estados Un-idos são determinantes, e “muitos dos aspectos tradicionalmente reconhecidos na postura inter-nacional indiana, desde os tempos de líder dos países não alinhados, continuarão marcando suas opções na política internacional contemporânea”. Porém essa dinâmica se dá sob nova roupagem, com o país agora tendo em mãos um maior peso econômico e novas dimensões de poder político e militar. Moreira Jr. encerra seu pensamento argumentando que o avanço nos fóruns de co-operação Sul-Sul, como G-20 e IBAS, vem lhe conferindo uma crescente autonomia na arena política internacional (Ibidem: 78-79).

O caráter autônomo conferido à política indiana no plano internacional reflete no desenho de suas parcerias. Como ficou patente, o fim da Guerra Fria e o “mergulho” indiano ao liberalismo, tor-nou possível uma aproximação com os Estados Unidos, e de onde se pode conjecturar apoio político e maiores relações comerciais. O con-texto dessa aproximação é pautado em interesses convergentes e numa mudança no sistema inter-

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nacional, com ascensão de novos polos de poder e o enfraquecimento de algumas potências.

Neste cenário, a Índia entra em cena como uma potência em ascensão, que tem no recorte re-gional seu raio de atuação mais imediata. Região essa, onde está presente a China, um potencial competidor. Neste sentido, os Estados Unidos surgem como parceiro mais apropriado, tendo em vista suas capacidades e influência na região. País simpático com o projeto indiano de inserção regional, e que tem a preocupação de não ver desenvolver um expansionismo chinês na Ásia. A convergência de interesses tem na formalização de parcerias a materialização de interesses com-partilhados.

Por outro lado, essa Índia que se vê próxima dos Estados Unidos é a mesma que vislumbra apro-

priação de poder e ampliação de sua autonomia no plano internacional. Portanto, qualquer tipo de aproximação com uma grande potência terá um caráter eminentemente instrumental, direcio-nado para maximizar seus interesses econômicos e estratégicos no continente asiático. Assim, a figura dos Estados Unidos se mostra como mais um ferramenta contributiva para seus interesses proativos, o que não pode ser interpretado como o início de uma aliança que coloque os indianos na orbita dos norte-americanos, ao ponto de ser mais uma peça chave no continente asiático, correspondente aos seus interesses, a exemplo do que é o Japão.

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73RETOS E INCENTIVOS A LA PRODUCCIÓN DE ENERGÍA EÓLIca

RETOS E INCENTIVOS A LA PRODUCCIÓN DE ENERGíA EÓLICA

EN BRASIL Y CHINA

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74 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015

Universidad Federal de Santa Maria- UFSM

Av. Roraima nº 1000, Caixa Postal 5082

Cidade Universitária. Bairro Camobi.

Santa Maria – RS–Brasil. CEP: 97105 – 900t

RESumEn

Desde la Conferencia de Estocolmo, en 1972, las cuestiones ambientales ganaron mayor atención de las autoridades políticas. Algunos argumentan que es un discurso de los países ricos para retardar el crecimiento de los que se encuentran en vías de desarrollo, pero el artículo no entra en esta cuestión y cree que las autoridades estatales y empresas privadas están empeñadas en crecer sin dañar tanto el medio ambiente y reducir las devastaciones que su crecimiento causa. El artículo abordará los casos de Brasil y China, demostrando cómo esos países han incrementado su empeño en el uso de energías renovables, enfatizando en particular el análisis del empleo y producción de energía eólica en cada uno de ellos.

Daniela Sallet Lunkes

Académica del 7º semestre de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Santa María y miembro del centro de investigación en Relaciones Internacionales - PRISMA en el área de poder y política internacional.

[email protected]

Larissa Terra Langer

Académica del 7º semestre de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Santa María.

[email protected]

Palabras Clave • brasil

• China

• Seguridad energética

• Energía eólica

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75RETOS E INCENTIVOS A LA PRODUCCIÓN DE ENERGÍA EÓLIca

InTRODuCCIÓn

El presente artículo parte de considerar la imple-mentación de energía sustentable en diferentes países. Más específicamente reflexionar sobre lo que lleva a dos gigantes continentales, Brasil y China, a optar por el incentivo a la energía eólica.

El objetivo del trabajo es analizar los avances que se dieron en el aumento de la capacidad de generar energía eólica en los últimos tiempos, sea por incentivos gubernamentales o privados. La selección de China para la comparación con Bra-sil se da por los rasgos comunes de los dos países, actores emergentes que crecieron enormemente en la última década y que, frente al aumento en la demanda energética, encontraron más que nece-sario buscar fuentes alternativas y renovables.

Así, en la primera parte del artículo se realizará un análisis sobre qué es la energía eólica, cuáles son las ventajas de utilizar ese recurso renovable y la creciente demanda por esa energía limpia, una de las que menos causa daños ambientales, y donde las inversiones en ese sector ya se pueden ver concretadas en el medio plazo.

Posteriormente, será desarrollado el perfil del uso de las energías renovables en Brasil, y cómo la energía eólica ha conquistado espacio en el país. En 2014, Brasil adicionó 1,3 GW de nueva ca-pacidad, lo que representa 7% de todas las nuevas ventas de turbinas eólicas, y refuerza su liderazgo en este campo a nivel latinoamericano.

En la última parte, será contemplado el perfil del uso de las energías renovables en China, ya que actualmente ese país encabeza el ranking de los estados que más han acumulado capacidad de energía eólica, seguido por Alemania, Brasil, India y Estados Unidos. Es así que China alcanzó

una capacidad eólica total de 98 GW en junio de 2014.

EnERgíA EÓlICA y SuS bEnEFICIOS

Ante la crisis del petróleo de la década de 70, del surgimiento del concepto de desarrollo sustenta-ble y, más tarde, de la elaboración del Protocolo de Kyoto, surge en Europa un movimiento que apuntó al perfeccionamiento del uso de energías renovables, convirtiendo la sustentabilidad ecológica en criterio normativo, y a buscar ser contenido y regulado el modo de desarrollo industrial que países como Estados Unidos, y previamente Inglaterra, habían venido impulsa-do y que se había reproducido en buena parte del mundo.

A su vez, gracias al avance de la investigación científico-tecnológica, empezaron a ser imple-mentadas distintas formas de producción de energía limpia y sustentable, siendo la eólica una de ellas.

La energía eólica consiste en utilizar la energía del viento para la generación de electricidad, recarga de baterías, bombeo de agua y para moler granos, entre otros usos. Generalmente se usa de forma autónoma a través de una red de energía, que se combina a un sistema fotovoltaico. Para una escala de producción mayor, las turbinas general-mente son construidas juntas, formando así una granja o parque eólico que suministra energía a la red. Se destaca asimismo la actual construcción de esos parques también en el mar, donde se logra alcanzar una potencia mayor por aerogenerador utilizado.

Los países desarrollados tienen una posibilidad financiera mucho mayor para invertir en la di-

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76 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015

versificación de sus matrices energéticas pero, incluso siendo considerada un estado en vías de desarrollo, China logró superar a todos ellos en la producción de energía eólica, tornándose el primer generador de ese tipo de energía. Brasil, por su parte, debido a su gran territorio y el au-mento poblacional, ha venido expandiendo su infraestructura e construyendo grandes plantas industriales, lo que también genera un mayor in-terés por la búsqueda de otras fuentes de energía que no sean solo la hidroeléctrica.

Actualmente, la energía eólica se afirma cada vez más como la fuente de energía renovable as-cendiente en términos de producción de energía eléctrica en el corto plazo, al considerarse los factores de seguridad energética, las cuestiones de costo socio ambiental y las problemáticas de la viabilidad económica. (BUTTERBY; fER-REIRA: 2009).

Buzan (1998) asegura que todas las actividades humanas dependen de la manutención de la bios-fera local y planetaria y considera eso la seguridad ambiental. Los procesos de securitización ambi-ental surgen de la constatación de las amenazas ambientales que pueden causar la degradación o ser efectos de ella.

La energía eólica fue testigo de un salto en el número de fabricantes de aerogeneradores en la década de 80, debido a incentivos gubernamen-tales en investigación y desarrollo. Eso mejoró la performance y redujo los costos de fabricación. Así, cada vez más tecnologías vienen siendo incorporadas a este tipo de energía, lo que hace mejorar cada vez más su potencial y los benefici-os oriundos de ella.

La energía eólica contribuye al medio ambiente

en la medida en que ahorra agua, economiza en costos de salud, mejora la salud ambiental, sirve como un administrador ambiental y evita el car-bono. Ella refuerza la economía en la medida en que internaliza nuevas manufacturas, reduce cos-tos de electricidad y la dependencia de los precios de combustibles y hace que el retorno económico rápidamente se difunda.

El uso de energía eólica puede ayudar también a disminuir el uso de otras fuentes de energía. Por ejemplo, reduciendo la producción de las usinas hidroeléctricas, sustituye así la generación de energía por combustibles fósiles, que son más caros y contaminantes. “Por reducir el uso de combustibles fósiles, la energía eólica limita substancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes perjudiciales” (AWEA).

En términos de capacidad recién añadida, la por-ción de los cinco mayores productores (China, Alemana, Brasil, India y Estados Unidos) au-mentó del 57% al 62%. El mercado chino mostró un desempeño muy fuerte, alcanzó una capaci-dad eólica total de 98 GW en junio de 20141.

A continuación, se abordará cómo están siendo implementadas las medidas de refuerzo de la capacidad eólica en Brasil y en China y cuáles pueden ser los retos y perspectivas de este incre-mento en el uso de energía renovable. Los países fueron escogidos debido a sus tamaños, tener gran posibilidad de producción de energía hidro-eléctrica, y estar destacándose cada vez más en el escenario internacional.

Perfil del uso de energías renovables en brasil

Brasil es un país de grandes extensiones ambien-

1 - La Asociación Mundial de Energía Eólica (AWEA) es una organización que trabaja con el objetivo de contar con un sistema energético mundial total-mente basado en las varias tecnologías de energía renovable, con la energía eólica como principal. La organización favorece la transferencia internacional de tecnología y actúa como plataforma de comunicación para todos los actores de energía eólica del mundo, además de aconsejar a gobiernos nacionales y organizaciones internacionales acerca de las políticas favorables para la implementación de energía eólica. China ya fue anfitrión de la Conferencia anual en 2014 (Shangai) y previamente en en 2004 (Beijing), mientras que Brasil nunca organizó he domiciliado (aunque en nuestra región, en 2007 la conferencia se desarrolló en Mar del Plata, Argentina).

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77RETOS E INCENTIVOS A LA PRODUCCIÓN DE ENERGÍA EÓLIca

2 - Datos del Banco Mundial, de 2013.

3 - Mega es una unidad de medición. Así, 1 megavatio equivale a 1 millón de vatios (potencia). Un giga es mil millones de vatios.

4 - 1 teravatio equivale a 1000 gigavatios.

tales, categorizado como un país en desarrollo. Presenta una población de 200,4 millones de per-sonas y un Producto Bruto Interno Bruto (PBI) nominal de 2.246 billones2 de dólares. No ob-stante la energía eólica no ser competitiva todavía en términos de costos privados, el incentivo a esa energía alternativa ayudaría al país a lograr diferentes objetivos en los campos económico y ambiental.

Son tres los programas de incentivo posibles para ese tipo de energía: el primero se basa en cuotas y licencias, para sustituir parcial y gradualmente los combustibles fósiles de las usinas termoeléc-tricas. El resultado sería la instalación de una capacidad eólica de entre 18,7 y 28,9 GW; otro programa consiste en optimizar el Sistema Inter-conectado Nacional. Este incluiría tarifas basadas en compras obligatorias de energía a precios fijos (feed-in-tariffs) resultando en una capacidad instalada de 15,5 GW a 65,4 GW.

El tercer programa tendría como fin la creación de una industria nacional de tecnología eóli-ca. Incentivos basados en feed-in-tariffs, para estimular a los fabricantes de turbinas eólicas de invertir en Brasil, ayudarían a la instalación de una capacidad que varía de 29,1 GW a 217 GW, para feed-in-tariffs de 60 US$/MWh a 75 US$/Mwh3, respectivamente. El físico Fernando Barros Martins publicó un estudio en la Revista Brasileña de Enseñanza de la Física, donde afirma que “si todo el potencial eólico brasileño fuera convertido, sería posible generar cerca de 272 teravatios/hora (Twh)4 por año de energía eléctri-ca”. Eso representa más de la mitad del consumo nacional de 2006. Para el físico:

El incentivo que el gobierno ofrece en el área de energía renovable todavía es bajo, el gobierno tiene que dar subsidios, como hace con el Pro-al-cohol, que se volvió un ejemplo en todo el mundo. Brasil tiene sol todo el año, somos un país tropical y no tenemos casi nada para la energía solar, por ejemplo. (REPPITEC; 2006).

Con la estabilidad económica alcanzada a partir del Plan Real, en 1994, el país creció y, junto con esto, aumentó la demanda nacional por energía eléctrica. Previendo la posibilidad de un desa-bastecimiento y buscando evitarlo, el Gobierno Federal creó en 2001 el Programa de Incentivo a la Fuentes Alternativas de Energía Eléctrica (Proinfa), a través de la Ley nº 10438/2.

El Proinfa fue instituido “con el objetivo de au-mentar la participación de la energía eléctrica producida por emprendimientos con base en fuentes eólica, biomasa y pequeñas central-es hidroeléctricas y en el Sistema Eléctrico Interconectado Nacional” (REPPITEC; 2006). Así, busca diversificar la Matriz Energética Bra-sileña utilizando alternativas que garantizan la seguridad en el abastecimiento de energía eléc-trica.

El Proinfa es un programa pionero en energía eólica y otras fuentes sustentables, que ayudó a que Brasil pasara en 3 años de 22 MW a 414 MW de energía eólica instalada. El país es uno de los pioneros en la investigación, desarrollo y uso de fuentes de energía renovables, mientras la media mundial era de 16,7%. El programa tiene su costo dividido en cuotas mensuales.

Gracias a esta y otras iniciativas y programas, Brasil se convirtió en el tercer mayor mercado

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para nuevas turbinas eólicas en 2014, con 1,3 GW de nueva capacidad que representa 7% de todas las nuevas ventas de turbinas eólicas. Con eso, el país ha sido capaz de aumentar su liderazgo en Latinoamérica. Para 2015, el Proinfa prevé una suma de cuotas equivalente a R$ 2,6 mil millones y la generación de 11,1 millones de MW/h de energía, en las 131 usinas participantes, siendo 52 de ellas de energía eólica (ANEEL; 2014).

Para ampliar el uso de los biocombustibles, Brasil busca auxilio de los principales foros y socios in-ternacionales. Multilateralmente, Brasil procura aumentar las políticas en energías renovables mientras expande sus asociaciones regionales y extra regionales. En particular, la integración re-gional en energía contribuye a elevar la seguridad energética y promover el desarrollo de América del Sur. Por eso merece destacarse la cooperación energética realizada en el ámbito del Mercosur.

Ya en el plano Sur-Sur, el IBAS (India, Brasil y África del Sur) cuenta con incentivos que buscan la promoción de la cooperación y el estableci-miento de una fuerza de tareas trilateral sobre biocombustibles (2008). Además de eso, hay incentivos para la promoción del entendimien-to acerca de Cooperación en Recursos Eólicos (2009) y en Energía Solar (2010).

Entre los presidentes de Brasil y China fue firma-do también un Comunicado Conjunto en el cual las dos naciones tienen gran potencial de coop-eración en el sector energético, especialmente en las energías hidroeléctrica, nuclear y biológica. El documento prevé además la posibilidad de inver-siones conjuntas en proyectos eólicos y solares en Brasil, como también el desarrollo de estudios en proyectos hidroeléctricos en ese país y en activ-

idades de investigación y desarrollo. El acuerdo tiene validez por tres años.

En Brasil, el 70% de la población se concentra en el área costeña, que es donde hay más viento y, consecuentemente, puede generarse más energía. Los vientos brasileños generalmente son fuertes y estables, llevando a un equilibrio anual en la generación de energía. Según datos de la Organ-ización AB eólica (2015), la capacidad instalada de energía eólica en Brasil hoy pasa de 7 GW, lo que corresponde a cerca de 7000 MW.

Perfil del uso de energías renovables en China

Con una población de 1.357 millones de perso-nas y un PBI nominal de 9,24 billones de dólares5 , China viene destacándose cada vez más como gran productora de manufacturas, lo que hace que necesite cada vez más energía para asegurar el crecimiento de su producción.

Es así que el uso de energías renovables se pre-senta como una alternativa para la dependencia que China presenta de la importación de petróleo y, además de eso, disminuye las consecuencias de su crecimiento acelerado, pues las fuentes sus-tentables que vienen siendo buscadas no emiten carbono y ni extraen recursos naturales escasos. Según un equipo de investigadores de las Univer-sidades de Harvard (Estados Unidos) y Tsinghua (China), todas las demandas de energía de China previstas para 2030 podrían ser cubiertas sola-mente por medio de esas fuentes.

Para lograr tal resultado, ellos elaboraron un modelo que calculaba los incentivos guberna-mentales y el costo de la energía.

El análisis indicó que una red de turbinas eólicas operando a apenas 20% de la capacidad podría generar 24,7 petavatios/hora de electricidad anualmente, más de siete veces el consumo de la

5 - Datos del Banco Mundial, de 2013.

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China actualmente. Esa red sería suficiente para acomodar toda la demanda china de energía proyectada para el año 2030 (RUTTER; 2009).

China es el país que más invierte en energía eólica, siendo responsable por ¼ de la capacidad eólica mundial. En números absolutos, ella so-brepasa 30 veces la capacidad eólica de Brasil. Sin embargo, Gran Bretaña le lleva delantera todavía en la generación de incentivos para reducir la contaminación ambiental que la producción de electricidad causa. Otros países se quedan en un nivel bajo en comparación a estos dos estados industriales, pero también se debe considerar que esos países ensucian mucho más que otros que son menores y de menor producción manufac-turera.

No obstante, los incentivos para el uso de energía eólica en China se presentan promisorios y con perspectivas de aumentar cada vez más. En agos-to de 2012, el ministro de Ciencia y Tecnología de la República Popular de la China, Wan Gang, firmó un acuerdo de cooperación que amplía las actividades del Centro China-Brasil de Cambios Climáticos y Tecnologías Innovadoras para la Energía. Se destaca también, la cooperación que China tiene con Brasil en esa área: la Universidad China de Coppe y la brasileña UFRJ cooperan en el uso de energías de fuentes no tradicionales en general, entre ellas la eólica, la solar, biomasa y biodiesel; además de tecnologías de movimiento de océanos y tecnologías de producción y ve-hículos eléctricos.

Aunque China tenga grandes yacimientos de carbón, el país constató que utilizarlos de man-era extremadamente intensiva no es bueno. Las termoeléctricas tradicionales son responsables por buena parte de la contaminación atmosférica que ya ocurre sobre el país. De esa forma, son

factores geopolíticos y ambientales que guían el proyecto sustentable chino. No obstante esos esfuerzos, el gobierno de Beijín aún se resiste a seguir el acuerdo elaborado en la Conferencia de Copenhague, respecto a la emisión de gases del efecto invernadero. A pesar de ello:

las autoridades chinas asumieron el compromi-so de cerrar más de cien de las antiguas usinas a carbón y abrir hasta 2011, en cambio, termoeléc-tricas que funcionan con el mismo combustible, pero dotadas de tecnología más moderna y menos contaminante. solamente ese cambio ya traería una reducción de 15% en las emisiones. otra medida de impacto involucra los subsidios destinados a proyectos de energía renovable: los chinos tienen invertidos billones de yuanes en ese sector, con la expectativa de hacerlo responder por 15% de la matriz energética del país para alrededor de 2020. la meta del plan del gobierno es reducir, en más de una década, las emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB en aproximadamente 45% de los niveles de 2005 (ARRAIA; 2010).

En un estudio de la consultora Ernst & Young, China fue considerada el país más atrayente para invertir en energía renovable, dejando atrás a Estados Unidos, que hasta entonces ocupaba esa posición. Fondos de ese último país cada vez más han sido aplicados en el primero. Con una gran cantidad de recursos a disposición, el gobierno chino tiene mayores posibilidades de implemen-tar sus programas de energías sustentables.

“Un reflejo de eso es que 39% de las turbinas eólicas producidas este año vienen de fabricas chinas, ante 12% de los Estados Unidos. la diferencia se queda aún mayor en el caso de los paneles solares: 43% de ellos tienen origen

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en China, ante 9% en los Estados Unidos” (AR-RAIA; 2010).

Con los incentivos a la innovación en esta área, no está lejos la posibilidad de que los precios de las energías solar y eólica se equipararen a los preci-os de la energía producida en las termoeléctricas. Los chinos están empeñados en transformar su crecimiento de cuantitativo a cualitativo y proyectan ser “la economía más exitosa de bajo carbono” - Johny Kwan, vice presidente de Basf. El desarrollo de la energía eólica a gran escala tiene gran influencia en el objetivo de reducir la emisión de gases de calentamiento global y favorecer cambios climáticos positivos.

Entretanto, uno de los principales desafíos es integrar la cadena productiva de la energía eólica. Las regiones donde hay más viento, como Xin-jiang, acostumbran estar muy lejas de las grandes ciudades, donde la demanda por energía eléctrica es mayor. El valor de la construcción de campos eólicos, no obstante, acostumbra exceder lo de las conexiones necesarias para ligar las turbinas a las redes de distribución.

Otro problema está en las líneas de distribu-ción, que presentan dificultades en adaptarse a las intermitencias de la energía generada por el viento. La integración de la energía eólica a gran escala puede causar sobrecarga en las líneas de transmisión, aumentando la posibilidad de cor-tocircuitos y de afectar la estabilidad temporaria del sistema de potencia.

Los incentivos a la inversión en energías reno-vables son parte de los objetivos del 12vo Plan Quinquenal, que tiene vigencia entre 2011 y 2015. A través de este plan, China quiere multiplicar la producción hidroeléctrica, la energía eólica y so-lar en los próximos años y proporcionar equipos

avanzados para proyectos de infraestructura en-ergética en el país. Es un plan que ya está teniendo resultados.

Las empresas multinacionales entraron en los mercados de tecnologías limpias de energía y los fabricantes de turbinas eólicas de China han invertido en la construcción de instalaciones de parques eólicos. Algunos todavía se dedican al desarrollo y operación de estos parques. Por otra parte, los inversores deben operar con cautela porque las directrices en estas áreas están evolu-cionando y cambiando.

Los datos más recientes, de 2012, indican que mientras el carbón genera 75% de la electricidad del país, el viento produce 2% (en Brasil este porcentaje es de 1,7%). En 2013, la energía eóli-ca superó la nuclear y se convirtió en la tercera matriz energética del país, después de carbón térmico y de la energía hidroeléctrica.

La escala del mercado eólico chino ha ayudado a reducir los costos de producción y el fomento de la renovación en el sector. Antes los chinos ob-tenían licencias occidentales para la producción de turbinas; pero ahora el auge de la industria ha llevado a una avalancha de nuevos -y más mod-ernos- modelos nacionales.

COnSIDERACIOnES FInAlES

Mediante el análisis de las políticas que se prac-tican en Brasil y en China sobre el uso de fuentes renovables, se puede ver que este sector tenderá a crecer mucho en los próximos años. Los in-centivos que se les ha dado a las innovaciones tecnológicas en el área de recursos energéticos alternativos demuestran la preocupación que la

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sociedad está tomando para preservar el medio ambiente.

El gran salto que China ha hecho en términos económicos la ha convertido en un contaminador importante; sin embargo, esto no significa que haya dejado de preocuparse por el bienestar de su población y la preservación del medio ambiente. Como es consciente que la demanda de electrici-dad aumentó, y que el uso de carbón y petróleo para la generación de energía ha contribuido sig-nificativamente a la contaminación atmosférica local, China ha invertido cada vez más en fuentes renovables, convirtiéndose en el más grande pro-ductor de energía eólica en el mundo.

Brasil, por su parte, desde el inicio de las confer-encias ambientales, formó parte de todas ellas, y participó sustancialmente en la implementación y ejecución de sus conclusiones. Con un gran potencial hidroeléctrico y un territorio cono-cido por sus abundantes recursos naturales y la diversidad biológica, Brasil está diversificando sus fuentes de energía, para no depender de la hidroeléctrica y no tener como únicas fuentes de energía aquellas excesivamente contaminantes.

Hoy en día hay acuerdos entre Brasil y China para

que los dos países desarrollen conjuntamente políticas que fomenten la innovación y amplíen la eficacia de los programas ya establecidos por cada uno de ellos. Las empresas extranjeras también han mostrado interés en la creación de plantas de producción en estos países, especial-mente en China, lo que disminuye los costos de producción, debido a la mayor oferta de los equipos necesarios para producir energía eólica y su mayor eficiencia.

Así como Brasil y China se han posicionado cada vez más juntos en foros multilaterales para la reforma del orden económico, especialmente a través del BRICS, la expectativa es que este potencial para la innovación y la preocupación ambiental que los dos ya tienen se extienda a otros miembros del bloque y luego a otros países a través de la transferencia de tecnología. Esto reduciría el costo de la instalación de parques eóli-cos y otras fuentes alternativas en los países que no cuentan con la mayor cantidad de característi-cas, pero también deben tener la oportunidad de crecer. Además, con instalaciones de producción eficientes, uno puede esperar una reducción de precios en el costo de la energía para los consu-midores.

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Diseño y diagramación por:

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