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El bosque de las laderas de la montaña

placer y se vestían de todos los colores para adornarlo. Había mariposas de todas las especies. Al observarlo desde lejos parecía que el bosque bailaba y cambiaba de colores. Había miles de aves que nunca dejaban de cantar y entre ellas estaban los colibríes verdes, incansables en el

movimiento de sus alas.

Los armadillos, las guantas, osos de anteojos, venados, serpientes y muchos animales del día y de la noche, también vivían ahí y amaban el bosque porque era su hogar.

Un día, muy temprano, escucharon ruidos que jamás habían escuchado, vieron unos seres que jamás habían visto y conocieron unas máquinas que nunca habían conocido, las que con su ruido ensordecedor interrumpían la música de ese

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maravilloso paraíso.Eran unos hombres de metal que estaban en la parte baja de la ladera con unas máquinas también de metal, con enormes sierras brillantes. El primero en verlos fue un colibrí verde, que dio aviso inmediatamente a los otros animales.Todos se alarmaron y fueron a ver lo que sucedía, entonces se dieron cuenta de que estaban talando los árboles mágicos. Los animales los vieron caer y dar un gemido de despedida.

Su dolor fue tan grande que los habitantes del bosque encantado se quedaron mudos, no podían creer lo que estaba sucediendo. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Qué sería de su bosque? ¿Cómo podrían salvarlo?

Entonces los venados corrieron para convocar a todos los seres vivos que lo habitaban y reunirse en la parte más alta del bosque. Fue el oso de anteojos el que tomó la palabra: “Habitantes de Bosque Encantado, todos hemos visto lo que está sucediendo. No podemos dejar que destruyan nuestro hogar, es nuestra misión hacer entender a los hombres de metal que si talan los árboles, la tierra de las laderas empezará a deslizarse y cubrirá las casas de la gente del pueblo, porque son las raíces de los árboles las que

permiten mantener en pie nuestro bosque encantado y si no se detienen, todos desapareceremos”.Tenemos que volver a sembrar los lugares donde han talado los árboles –continuó oso de anteojos- así que cada uno de nosotros trabajará día y noche para lograrlo y así, cuando los hombres de metal regresen, habrá unos nuevos en el lugar donde ellos los arrancaron. Lo haremos hasta que ellos comprendan el mensaje que queremos darles.

Desde entonces, cada noche los animales se dedicaron a sembrar y al amanecer nuevamente había árboles en la ladera que los hombres de metal volvían a talar.

Así sucedió durante algún tiempo, hasta que un día un anciano del pueblo les dijo: ¿Es que no se dan cuenta de lo que está pasando? La madre tierra les está enviando un mensaje: si talan los árboles, el bosque morirá y la montaña caerá sobre nosotros. Ella nos está avisando y si ustedes no quieren entenderlo, nosotros lo defenderemos.

Los animales que lo habían visto todo hicieron nuevamente un gran ruido que se escuchó en todos los bosques y montañas, esto asustó a los hombres de metal y dicen que nunca más regresaron.