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T H E S A V R V S BOLETÍN DEL INSTITUTO CARO Y CUERVO Tomo XVI Septiembre-Diciembre 1961 Número 3 RUFINO JOSÉ CUERVO EL CIENTÍFICO Y EL HOMBRE El nombre de Rufino José Cuervo, que figura con honor singular en el campo de la filología, va asociado en mi me- moria a unos cursillos de literatura que diera hace ya unos quince años en el Seminario de Vitoria don Luis Morales Oliver. La palabra siempre cálida de este excelso catador de nuestras riquezas literarias, iba siempre cargada de admira- ción, al pronunciar el nombre del ilustre filólogo colombiano. Y fue este recuerdo, casi infantil, el que despertó mi curiosi- dad cuando un día topé por pura casualidad con un impor- tante legajo de cartas de Cuervo en una biblioteca italiana. Pasaba yo unos días en Venecia, como huésped del actual Papa Juan XXIII, a quien tuve el honor y el placer, para inolvidable, de acompañar en su largo viaje por España. Una mañana, al tiempo del desayuno, me invitó el entonces Car- denal Roncalli a visitar las bellezas artísticas de la fantástica ciudad. Pero, nada más al salir del Palacio Patriarcal, pude leer en el frontispicio de la puerta de un hermoso edificio, algo que para mí fue un signo fatal: Biblioteca Marciana. Mi cu- riosidad de impenitente rebuscador de cosas viejas sacrificó el puro placer turístico a las exigencias de mis afanes de in- vestigación; pero se vio largamente compensada por el hallazgo del filón epistolar del ilustre americano. He de confesar mi ignorancia total en lo que se refiere a su figura, pues, a pesar

Rufino José Cuervo, el científico y el hombre€¦ · Emilio Teza (1831-1912), eminente lingüista, literato y poeta, 1 La;, Carlas del señor Cuerv o a Emili Tcza iian comenzad

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T H E S A V R V SBOLETÍN

DEL INSTITUTO CARO Y CUERVO

Tomo XVI Septiembre-Diciembre 1961 Número 3

RUFINO JOSÉ CUERVO

EL CIENTÍFICO Y EL HOMBRE

El nombre de Rufino José Cuervo, que figura con honorsingular en el campo de la filología, va asociado en mi me-moria a unos cursillos de literatura que diera hace ya unosquince años en el Seminario de Vitoria don Luis MoralesOliver. La palabra siempre cálida de este excelso catador denuestras riquezas literarias, iba siempre cargada de admira-ción, al pronunciar el nombre del ilustre filólogo colombiano.Y fue este recuerdo, casi infantil, el que despertó mi curiosi-dad cuando un día topé por pura casualidad con un impor-tante legajo de cartas de Cuervo en una biblioteca italiana.

Pasaba yo unos días en Venecia, como huésped del actualPapa Juan XXIII, a quien tuve el honor y el placer, para míinolvidable, de acompañar en su largo viaje por España. Unamañana, al tiempo del desayuno, me invitó el entonces Car-denal Roncalli a visitar las bellezas artísticas de la fantásticaciudad. Pero, nada más al salir del Palacio Patriarcal, pude leeren el frontispicio de la puerta de un hermoso edificio, algoque para mí fue un signo fatal: Biblioteca Marciana. Mi cu-riosidad de impenitente rebuscador de cosas viejas sacrificóel puro placer turístico a las exigencias de mis afanes de in-vestigación; pero se vio largamente compensada por el hallazgodel filón epistolar del ilustre americano. He de confesar miignorancia total en lo que se refiere a su figura, pues, a pesar

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de su indudable categoría, nunca se me atravesó en el campode mis estudios, ajenos por completo al mundo filológico yliterario. La aureola con que su nombre se grabó en mis re-cuerdos de infancia fue la que me impulsó a dar ese firmepaso inicial que se encuentra en el nacimiento de todo pro-yecto científico. Luego, claro está, he conocido a Rufino JoséCuervo y he descubierto los aspectos amables de su persona;y, como pasa siempre en estos casos, he llegado a cobrarleadmiración más fundada y hasta la simpatía inevitable quenace del contacto paciente con las figuras hondamente estu-diadas. Hoy puedo ofrecer el fruto de esta labor, aunquecon la conciencia de realizar algo totalmente parcial e incom-pleto. El Instituto Caro y Cuervo de Colombia trabaja eficaz-mente en la edición del epistolario íntegro de quien le da lamitad de su nombre y sólo entonces se podrá pergeñar mejorel volumen gigantesco de las cualidades científicas y los ricosmatices de la personalidad de Cuervo. Pero entretanto, porcumplir con las gracias de la fortuna, de quien fui distinguido,y hasta por dar satisfacción al giro sentimental que para míconservará siempre este estudio, bueno será adelantar pro-visionalmente unos trazos frescos e inéditos sobre este príncipede la filología española 1.

Todo epistolario es algo espontáneo y lleno de viveza,escrito al compás de los días con sus cargas espirituales yemocionales variadas, y por lo mismo comparable a un diarioíntimo. Cuando la serie de cartas abarca cerca de veinticincoaños del momento de plenitud de un hombre y su númerosupera con creces el centenar, nos proporciona suficienteselementos como para diseñar su retrato de alma entera y paraseguirlo, paso a paso, por la andadura de su vida toda y porlos vericuetos de sus horas gozosas o llenas de melancolía.

El destinatario de esta correspondencia es el italianoEmilio Teza (1831-1912), eminente lingüista, literato y poeta,

1 La;, Carlas del señor Cuervo a Emilio Tcza iian comenzado a publicarseen el Boletín de la Real Academia Española, t. XLI. El Instituto Caro y Cuervo,por su parte, prepara una edición completa de dichas cartas y de las respuestas delerudito italiano, con estudio preliminar y notas, en un volumen de próximapublicación.

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profesor de sánscrito e historia comparada de las lenguasclásicas en las universidades de Padua y Pisa, conocedor decuarenta idiomas, verdadero sabueso de las bellezas de todaslas literaturas y aficionado también a las cosas americanas.

Según se desprende de una carta escrita el 21 de enerode 1887, su relación se inició por el envío por parte de Cuervode un trabajo erudito: las famosas Apuntaciones críticassobre el lenguaje bogotano. A partir de aquel momento esincesante su mutua y fiel correspondencia, alimentada porsus aficiones comunes. El promedio epistolar anual es denueve o diez cartas, aunque en los años de nuestro siglo bajeconsiderablemente el número de las mismas, aumentando,por otra parte, sus muestras de afecto cordial y de fidelidadmutua. Fue la correspondencia la que encendió la chispa dela amistad y la mantuvo siempre viva, ya que en rarísimasocasiones pudieron verse y hablarse los dos amigos. Las con-testaciones de Teza podemos leerlas en los tomos IV y V de lacolección Rufino José Cuervo, Cartas de su archivo, cuya edi-ción inició en 1941 la Biblioteca Nacional de Bogotá. Mas estacolección inacabada solamente nos ofrece unas cincuenta car-tas de Teza correspondientes a la primera época de sus re-laciones epistolares. Con todo, nos servirán en alguna ocasiónpara festonear las frases de Cuervo, que es en este caso quienprincipalmente nos interesa.

Sorprende al lector de las cartas de Cuervo, repletas deerudición, concisas y secas cuando se mueve por el campo desu especialidad filológica, el tono cordial y humano con elque esmalta su ciencia a la hora de compartirla en el cli-ma de una amistad profunda. Ya en su carta número 2, del30 de marzo de 1887, se expresa de este modo:

Muy obligado me tiene Vd. con su bondadosa carta, y entre losmuchos motivos de agradecimiento para con Vd. debo contar enprimer lugar la ocasión que Vd. me presenta para manifestarle mirespetuosa simpatía, al abrirme la puerta para una correspondenciade que me vendrá tanta honra como aprovechamiento. Por otraparte, jamás olvidaré la indulgencia con que Vd. mira mis trabajos,ni menos la oportunidad y acierto de sus observaciones. En prendadel agrado con que acogeré cualquiera otra que Vd. tenga a bien

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hacerme, le diré que aquellas están anotadas en su lugar para elcaso de hacer otra edición.

Se refiere a las observaciones de Teza acerca de su obritasobre El lenguaje bogotano.

La admiración de Cuervo por Teza fue creciendo rápi-damente en el curso de este primer año de correspondencia.

"Quedo verdaderamente maravillado de la diversidad deasuntos a que Vd. se ha extendido en sus investigaciones, ymás aún, de la profundidad y acierto con que Vd. los domina"(Carta 3).

Una vez más admiro en los trabajos de Vd., aquella acribía quellamaría a l e m a n a , si la patria de Vd., de Ascoli, D'Ovidio, Restoriy tantos otros, no tuviera igual derecho a dar el calificativo. Cadadía me maravilla más el ver cómo en todos los ramos escribe Vd.como si fuese cada uno de su especialidad. ¡Qué erudición! ¡Quéclaridad! ¡Qué gusto tan acendrado! No sé cómo agradecerle loque aprendo en sus escritos, lin las mismas cosas a que yo me hededicado, está Vd. mucho más al corriente de lo que se publicaque yo (Carta 5).

Un año más tarde, en una carta rubricada con la expre-sión de "amigo y admirador fervoroso", Cuervo sigue mos-trando admiración creciente por el valor polifacético de Teza:

Al leer los otros opúsculos, no me ha ocurrido sino preguntara Vd. amistosamente y no sé si con alguna indiscreción, ¿y cómohace Vd. para tratar cualquier materia, como si en su vida nohubiera pensado en otra cosa? Esto me abate: en la cosa a queme he consagrado con el mayor empeño, digo quinientas barbaridadesa cada paso. ¿Qué sería si hubiere de tratar sobre materias tandiversas? ¿Y qué tal si me diera por hacer versos? Pero sepa Vd. quetodo no hace sino aumentar el cariño y la admiración que profesoa mis amigos, porque los veo más dignos de ellos y aumenta tambiénla gratitud al ver que no merezco !a indulgencia con que me tratan(Carta 12).

Las frases se multiplican en los años siguientes. En cartasde los años 1889 a 1892 leemos los siguientes párrafos: "Lo queVd. dice sobre mi pobre persona en el folleto de Guichardino,me llenaría de vergüenza, si no viese que es el efecto de suamistad; por eso lo recibo con el mayor placer" (Carta 22).

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"¡Qué bueno fuera que Vd. me enseñara a descubrir y leer yapreciar todo lo que se escribe en toda Europa y fuera! Estome pasma y causa envidia (santa)" (Carta 40). "Veo lainagotable erudición de Vd., su infinita acribía, y me enor-gullezco de que me llamo amigo de quien tan superior mees" (Carta 49).

En 1894 Teza presentaba al público italiano la obra maes-tra de Cuervo en un artículo titulado Del nuovo vocabolanospagnolo di Ruf. Gius. Cuervo (en Atti e Memorie della R.Accademia di Padova, X (1894), 139-146). La carta de Cuervorezuma gozo y modestia a un tiempo:

Mi incomparable amigo: ¡Qué bueno es Vd., por Dios! Y ¡quéojos y qué corazón tiene para descubrir en los demás lo que sólocu Vd. existe! Si no supiera yo lo que vale el nombre de Vd. enel orbe científico y literario, me regocijara con tanta cosa amableque dice Vd. de mí, como en fiesta de familia se ríen y celebrangracias que lo son únicamente para el cariño; pero si al ver lagente la firma de Vd., piensan que todo eso es cierto ¿no seráuna vergüenza que le haga yo quedar mal? En fin ya está hechoy primorosamente hecho; la intención es de oro, aunque los ojosenfermos de aquel amor que quita conocimiento; acepto con losbrazos abiertos la una, compadezco a los otros. De hoy en adelanteestudiaré y trabajaré más para que no se diga que quiero dejara Vd. comprometido (Carta 58).

En los años sucesivos la admiración de Cuervo se hacemás profunda al ir descubriendo cada vez mejor los nuevosveneros ocultos de su amigo: "Por Dios, ¿cómo desentierraVd. tanta preciosidad ? Yo no hallo ni tengo sino vejeces.¡Qué dicha tan envidiable en gastar en oro hallazgos tan ri-cos e inesperados!" (Carta 110). "Feliz de Vd. que es, comodicen de Shakespeare, thousendminded, tiene ventanas paratodos los lados del mundo y por todos ellos descubre objetosy perspectivas que sorprenden, enseñan y cautivan" (Carta115). Todavía en 1907 se expresa así: "Hunc undique gaza¡Del Norte y del Sur, del Poniente y del Levante! ¡Con quésanta envidia veo que Vd. no sólo lo conoce y entiende todo,sino que lo siente, y emula incomparablemente lo que losmejores han sentido y dicho! Y, ¡qué bien sabe Vd. loar y

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llorar a los grandes muertos! Consérvese Vd. con salud ytrabaje para gusto y orgullo de sus amigos" (Carta 126).

El entusiasmo de Cuervo no brotaba solamente de la eru-dición multiforme que encontraba en Teza, sino del sentidohumano y estético, que conmovía su espíritu suave y delica-do: "¿Cómo hace Vd. para saber que existen todos esos libros,y después para obtenerlos y después para leerlos y sacarleshasta la última gota de su jugo?" (Carta 55). "Alma dichosala de Vd. que palpita igualmente al amor de lo viviente, quea la piedad de los que mueren. En lo que Vd. escribe, nosólo se aprende la ciencia sino algo que vale más. . ."(Carta 116).

Por eso mismo Cuervo nos revela a un tiempo particularestima de las cualidades poéticas de Teza y una resignadamodestia en lo que se refiere a la propia incapacidad: "¡Québien se echa de ver que es Vd. poeta en ciertos toques e in-terpretaciones delicadas!" (Carta 12). "Dichoso Vd. que enprosa y en verso, en ciencias y en artes es de aquellos quosaequus amavit Júpiter. Y dichosos los que somos sus amigospara cada día quererle y respetarle más" (Carta 52). "Lascanciones bohémicas son primorosas. ¡Cómo siento que lasmusas me sean tan esquivas! ¡Hembras habían de ser! Sineso, aun sentiría la tentación de poner mano en ellas (cancio-nes, digo) y vertirlas a la castellana" (Carta 113).

Pero las vagas alusiones eruditas a Júpiter y a las Musasse aclaran en una línea de hondo sabor religioso: "Una de lascosas por que deseo volver a tener el gusto de hablar cara acara con Vd., es para preguntarle, de amigo a amigo, cómohace para conseguir tantos y tan preciosos libros; la indiscre-ción no llegará hasta querer saber cómo los Ice y les sacajugo, porque la respuesta no me servirá de nada, Ipse jecitnos et non ipsi nos" (Carta 101).

Estas frases entresacadas de su epistolario nos descubrenla intimidad de estos dos espíritus. Pero en su entraña pode-mos fácilmente apreciar los elementos que nos ponen frenteal mundo ideal y científico en el que se mueven y ante lavibración humana de sus personas, esto es, ante el aspectocientífico y el humano de su personalidad.

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RUFINO JOSÉ CUERVO: EL CIENTÍFICO

El epistolario de Cuervo no pertenece al género postizoy académico de muchos epistolarios, ficticiamente naturalesy dominados por la idea de su publicación. Sino que es algoespontáneo, vivido, reflejo fiel de las preocupaciones cotidia-nas y del trabajo constante. En él van aflorando mil detallessobre ediciones raras, lecturas difíciles, noticias intrascenden-tes, minucias sobre sus viajes frustrados a la Biblioteca Mazza-rina, consejos médicos al amigo juntamente con proyectosde vacaciones estivas, impresiones sobre las traducciones deTeza de obras clásicas o de poesías letonas, magiares, armenias,bohemias, suecas, y de elegías de Goethe, versos de Píndaro, deSchiller o de Heredia. Cuervo comunica sus adquisiciones li-breras, las subastas en curso; pregunta por diccionarios u obrasde métrica o comenta con regusto la posesión de la Biblia deFerrara con la frase "aunque se le vuelva la boca agua" (Carta70). Toda suerte de curiosidades eruditas mueven al compásestos dos espíritus gemelos. Por eso gozan con las mutuasbúsquedas y hallazgos y hablan del "botín" y de los "ricosesquilmos de sus viajes de estudios" (Carta 11).

De aquí que la nota sobresaliente de sus cartas y uno desus valores principales esté en su contenido científico. Sor-prende a lo largo de todas ellas la prodigiosa erudición deCuervo en forma de primores filológicos enriquecidos coninnumerables citas de las figuras de nuestra literatura: desdeel Mió Cid, Berceo, López de Ayala, el Arcipreste de Hita,las Cantigas y Santillana, hasta Meléndez Valdés, Reinoso,Moratín, Quintana, Bécquer y Jovellanos, sin dejar a losfray Luis, Garcilaso, Herrera, Cancionero de Baena, El la-zarillo, Solís, Rojas, Calderón, Lope y Tirso.

Toda esta flora erudita va salpicando diversos problemasfilológicos y gramaticales: la etimología de las palabras y lafijación de sus sentidos varios, pormenores de métrica y acen-tuación. Cuervo va desentrañando el sentido de vocabloscomo mentar, biombo, Persiles, baldío, regalado, antojo, pro-lijo, pringar, chaza, estripar, corbacho, cuco, vividor, escarceo,menesteroso, merchán, buja; expresiones como a mi salvo,

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bueno vas, teneos al Rey; términos antiguos como diz, fiz,estido, vido, connusco, estorcer; palabras americanas comocacahuete, ruana, poncho, guache, guarnía, masato, aloja ycastruera. Va fijando con profusión de autoridades clásicasel sentido temporal, causal, adversativo o concesivo delya que, etc. . .

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Tiene en cuenta estudios filológicos modernos y enjuiciacon seriedad y delicadeza las figuras de su tiempo. De Gaston-Paris dice en una de sus cartas: "El señor Gaston-Paris, quees siempre muy amable conmigo, me envió el artículo sobrehígado y compañeros de transformación. Es verdaderamentemaravilloso, y da no sólo que pensar, sino que reír. En elescrito del señor Gaston-Paris aparece la ciencia filológicamás consumada" (Carta 111).

Teza le hizo conocer los trabajos de algunos eruditositalianos como Croce, Meschia, Restori y Bartoli. Y Cuervocomenta complacido sus méritos poco comunes:

Me han admirado la erudición y sagacidad con que el señorRestori dilucida esta intrincada cuestión [del ''Mió Cid"j y laclaridad y método con que expone sus ideas. Descendiendo a por-menores, creo que ha demostrado que el metro fundamental es elalejandrino [ . . . ] . Fuera de esto hallo una multitud de conceptosluminosísimos, cuales son el de que el códice existente no es sacadode otro, sino de la memoria, la diferencia entre lo que hallamosescrito en dicho códice y la manera como se pronunciaba efectiva-mente, la acción niveladora de la música, la imitación inconscientede modelos franceses, etc. (Carta 4).

"El librito del señor Meschia — comenta en otro lugar —está escrito con un desenfado las más veces encantador; ysucintándome a la parte puramente científica, veo que inten-cionadamente, bajo capa de una aparente superficialidad, hasabido trazar con mano maestra un cuadro exactísimo de loselementos góticos que il dono infelice di bellezza ha traídoa Italia. Las apreciaciones sobre el purismo y su nacimientome parecen acertadísimas, y original y fecunda la idea de

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recopilar españolismos. Bien valdría la pena componer unaobra parecida con respecto al castellano" (Carta 4).

A propósito de un estudio de Croce acerca de la lenguaespañola en Italia, al que por otra parte añade correccionesmaestras, escribe: "Me pareció interesantísimo y me enseñómuchas cosas que yo ignoraba... El estudio del señor Crocees muy exacto y está lleno de noticias recónditas, a más deestar redactado en estilo y tono muy agradables" (Carta 71).

Y a propósito de Bartoli, escribe: "El Bartoli merece atodas luces el entusiasmo de Vd. Es sorprendente la claridaddel estilo, y sobre todo esa como intuición con que adivinalo que fonólogos modernos no han aprendido sino con todoslos recursos de las ciencias del siglo de las luces. Sin dudaque Bartoli debe ocupar puesto distinguido en la historia deesta disciplina" (Carta 51).

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No faltan juicios sobre algunos españoles de nota. DelTesoro de Cejador afirma que "demuestra gran saber y labo-riosidad; no sé si está trabajado algo de prisa" (Carta 132).Habla en su carta 57, del 14 de octubre de 1896, de la Anto-logía de poetas líricos castellanos de Menéndez y Pelayo; ymás tarde, refiriéndose a las ediciones del Cancionero de Bae-na y a las diferencias de transcripción del manuscrito deLeipzig y de Madrid, añade: "Cuando el señor Menéndezy Pelayo hizo al editor Michel el cargo de haberse aprovecha-do del trabajo del de Madrid, acudí al original y me persuadíque uno y otro habían sacado su copia independientemente,como yo lo tenía ya comprobado en los impresos. Michel seequivoca a veces por falta de conocimiento de la lengua, peroes evidente que es más escrupuloso o más hábil paleógrafo"(Carta 83).

Es notable por su tono positivo y por el sentido proféticoque a cincuenta años de distancia podamos ver en él, el juicioque emite acerca de Menéndez Pidal:

Está en efecto esmeradísima la Crónica general de nuestro exce-lente amigo Menéndez Pidal, y sería gran cosa que se animara a

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hacer el Vocabulario general del castellano antiguo, para el cual,fuera de los de la Crónica, tiene acopiados tantos materiales, segúnse colige de otros libros suyos. Sé que está adelantada la impresiónde su trabajo sobre el poema del Cid y no dudo que será cosa buena.Por fin tenemos en España un representante eximio de la modernafilología (Carta 125, del 3 de marzo de 1907).

También nos encontramos con juicios referentes a perso-nalidades americanas del campo literario o filológico: deJuan Montalvo dice pocos meses después de su muerte enParís que "es sin duda el mejor escritor del Ecuador: docto,original, vigoroso, correcto. Su estilo tiene el defecto de serdesigual, sin duda a causa de haberse dejado llevar por susterribles pasiones en las muchas polémicas personales y po-líticas que sostuvo" (Carta 23). A propósito de la obra litera-ria de Maso, evoca a Gabriel Alonso de Herrera, de quiendice que "a pesar de ser doctísimo, como que cita a cada pasoa Columela, Plinio, al Crecentino y demás autores de rústica,tiene un sabor campesino que enamora. Hablando por ahídel modo de distinguir los huevos que se echan a las gallinas,marcándolos con un carbón, dice: Y esto vi que hacía miseñora y madre doña Juana González, que santa gloria haya.¿No es esto muy bonito?" (Carta 63).

Las alabanzas de Cuervo no conocen límites al hablar delos excelsos compañeros de fatiga filológica Caro y Bello. Delprimero escribe: "Mucho me ha complacido que agraden aVd. las traducciones de mi amigo Caro, que es, sin que meciegue el afecto, una de las joyas de nuestra literatura con-temporánea" (Carta 19). De la Gramática de Bello afirmaque "es por voto unánime de las personas entendidas quela conocen, lo mejor que tenemos en castellano [ . . . ] . Belloescribió además una Ortología y métrica, igualmente sin ri-val" (Carta 11). Pero aún rezuma más hermandad americanaaquel texto de la carta del 14 de septiembre de 1887 en elque al hablarle de los estudios de Bello (1823 y 1834) sobreel Mió Cid, escribe con vibración patriótica:

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Creo que no dejará de interesarle a Vd. la siguiente noticia,que le comunico con tanto más gusto cuanto al darla reclamo algopara mi América [... ] el filológico venezolano no llegó a dar laúltima mano a su obra y es cierto que ella no puede equipararsea los trabajos análogos de que hoy se glorían la crítica y la herme-néutica, tanto por aquella circunstancia como por la época en quese escribió, y por haber llevado a cabo mucha parte de ella sin losrecursos de los grandes centros literarios; pero aun así, es indudableque merece estudiarse por todos los que se interesan en nuestraantigua literatura española. No dejarán éstos de encontrar ahí sólidainstrucción, gran conocimiento de ia lengua y sagacidad poco común(Carta 4).

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Destacamos también alusiones de interés a literatos dela época en las cartas de Cuervo. Respecto a la polémicamantenida con Valera acerca de la alteración sufrida por lalengua, dice: "Lo de que Valera imitó todo lo que se lee enel Quijote, lo aduje para probar de manera palpable que laslenguas se alteran por sí solas y que es falsa la idea cíe fija-ción" (Carta 110). Y en 1903 al poner fin a la polémica, es-cribe con sentimiento rayano en amargura: "Con pena leremito el fin de la polémica con Valera: este señor me hasacado de mis casillas con la pretensión de burlarse de mí,y no sé si no he hecho mal en no aguantarlo. Por descontadoque a la ciencia nada importa que él entienda de lingüísticao no, o que yo haya dicho esto o lo otro o lo de más allá.Por eso he enviado el folleto a poquísimos amigos d eo f i c i o " (Carta 118).

Teza conoció a Núñez de Arce en su viaje por Españay comunicaba a Cuervo su pobre impresión sobre el poeta:"Conocí personalmente a Núñez de Arce; pero si tuviera de-recho a hablar, yo sería más severo juez de sus poesías quela mayoría de sus compatriotas. La Visión de Fray Martínme parece demasiado pálida y lamartiniana; y el Idiliocarece de verdad y de sencillez" {Cartas de su archivo, IV, 50).Cuervo aprueba tímidamente el juicio desfavorable de Tezaen su respuesta: "Voy a hacer una confesión que acaso es-candalizaría a muchos españoles, y que acaso tampoco se

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aparta mucho de la opinión de Vd., a saber: Núñez deArce me parece superior como estilista y versificador a loque es como poeta". Y después de hacer un cotejo entre laestrofa 10 del Idilio de Núñez de Arce con el canto II delMireille de Mistral e insinuar su marcada semejanza, con-cluye: juicio temerario, "aunque la coincidencia en caso deserle, tendría algo de poco común" (Carta 5).

También Teza hablaba en sus cartas de Ruiz de Alarcóny reclamaba el juicio de su amigo: "Deseo el juicio de ustedsobre el estilo del novelista Alarcón: En España me lo ala-baron muchísimo, pero al compararlo con la sencillez antiguade Valera y con las audacias ingeniosas de la Bazán, meparece demasiado verboso y de poco vigor" (Cartas de suarchivo, IV, 138). Cuervo concuerda con el italiano y tratade salvar al literato por razones de orden extraliterario: "Leconfesaré a Vd. que me allego a su parecer sobre el estilo deAlarcón: me parece soso y de poco aliento. Sé por personasque lo han tratado que es hombre excelente, y esto sin dudacontribuye a la simpatía que como escritor le profesan losespañoles" (Carta del 6 de junio de 1889).

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En su viaje por Italia hacia 1878, Cuervo tuvo noticiade la fama de Carducci como poeta y movido por los elogiosescuchados llegó a conocimiento de sus poesías. En ellas ad-miraba "la alianza del sentimiento político más exquisitocon el conocimiento más profundo del arte". "Todo lo quehe oído y visto después — concluye— agranda este concepto.Italia siempre ha sido y es madre de poetas y de sabios"(Carta 37).

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Son dignas de ser recogidas algunas apreciaciones que serefieren al campo literario. Teza le insinuaba en carta del 5de mayo de 1889 la necesidad de un remozamiento de los

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moldes poéticos de la literatura española de aquellos años:"Se me ocurre también preguntarle: ¿No sería ventajoso parala literatura española, que se aumentara brío y fuerza al versoespañol, con variedad de acentos y los diéresis? Se parecedemasiado al verso de nuestro siglo xvi, un poco cansado:necesita ser educado en la escuela de un Foseólo español yde un Leopardi español. ¿Qué le parece?" {Cartas de suarchivo, IV, 138). Cuervo, que no llegó a conocer la renova-ción de la poesía española en nuestro siglo, registraba el hechoaducido por Teza y aducía una explicación, al contestarle:

El verso suelto es en castellano más una ostentación de parte delos buenos poetas, que una fórmula gustada por el público. Rarascomposiciones en este metro son leídas de toda clase de personas, ysin duda por esto no ha logrado toda la variedad y perfección de quefuera capaz. Los versos sueltos de los poetas antiguos son ilegibles;Meléndez, Jovellanos, Moratín y Quintana les dieron un gran impulsoy no creo, en general, que después nadie haya pensado en adelantaralgo; ellos son todavía el modelo (Carta 20).

Cuervo se queja del pobre estado de los estudios filoló-gicos y gramaticales en España y atribuye a ignorancia lapérdida del uso del hiato tan frecuente en los clásicos; enello ve que "ha influido el amortecimiento de los buenosestudios; pues Vd. sabe que raro español, sea de aquende oallende el charco, lee los autores de su lengua, ni estudia suprosodia" (Carta 34). La misma razón explica la pobrezadel conocimiento del habla popular: "No tengo conocimientoalguno sobre el lenguaje en que nuestros dramáticos hacenhablar a los campesinos. Tema curioso, pero difícil de tratar-se fuera de España, donde como Vd. sabe, el estudio delhabla popular está por hacer, de manera que acá nos faltanmateriales. Además de que para distinguir lo copiado de loimaginado, sería menester fijar la localidad cuya hablase ha pensado imitar, y esto pasados dos siglos" (Carta 35).Mayor dureza emplea al hablar de los estudios lingüísticos enArgentina: "sobre el estilo y lenguaje de los argentinos hay

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mucho que decir. Los mejores dan caídas pavorosas. Alláhacen gala de no estudiar su lenguaje. Su efímera prosperi-dad les volvió el seso" (Carta 35). Por lo demás, es curiosoel juicio de Cuervo acerca del aislamiento de las nacionesamericanas: "En América puede decirse que no hay relacio-nes entre las diversas naciones, sino hacia las fronteras o entrelas muy vecinas. Creo no haber conocido más de tres o cuatromejicanos y otros tantos argentinos" (Carta 56).

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Respecto a las discusiones suscitadas por la edición con-temporánea del Diccionario de la Real Academia, Cuervo seexpresa con dureza en carta del 7 de febrero de 1888: "Lasnotas sobre las contiendas suscitadas por la última edicióndel Diccionario de la Academia son interesantísimas. Sólosiento que la delicadeza de Vd. no le permitiera cargarle lamano a Escalada. Este señor, que es el mismo que con elnombre de Venancio González escribió los Ripios aristocrá-ticos, creyó que era tan fácil meterse a filólogo como hacerreír, muchas veces con chistes de cuartel (pues es militar), acosta de unos versos entresacados acá y allá de obras, pordesgracia no siempre excelentes. Vd. habrá visto sus desacier-tos y su mala voluntad, y no hay para qué hablar más sobreel particular" (Carta 6). Y poco más tarde vuelve a referirsecon moderación a la necesidad de una crítica seria y bienfundada: "Creo que una crítica moderada y fundada comola que Vd. podría hacer del Diccionario de la Real Academia,sería útil. Tal vez podría Vd. remitirla privadamente a lamisma Academia y publicarla luego. Yo sé de personas quehan remitido observaciones y han sido muy bien acogidas.Yo creí conveniente en el prólogo del Diccionario de construc-ción, etc. etc., dar a entender que no aprobaba las etimologíasde la Academia ni otras cosillas. Por lo mismo que ella tieneautoridad, y merecida, necesitaba yo abroquelarme con tiem-po para que no me combatieran alegándome sus opiniones,como acaso sucederá en varios lugares en que se habla español.

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Porque no están muy adelantados en materias filológicas"(Carta 7) 2.

Sería interminable dar cuenta de toda la riqueza científicadel epistolario de Cuervo; solamente su lectura reposadapuede descubrirnos la anchura y profundidad de su erudición.Más por suscitar el apetito de sus posibles lectores, indicarésucintamente algunos de los puntos tratados con más omenos extensión: la décima o copla real, anormalidades enel endecasílabo en el Mió Cid, la falsa paternidad cervantinade algunos romances, el lenguaje aljamiado, notas críticassobre la Diana de Montemayor, las ediciones de Nebrija, elArcipreste de Hita y el Cancionero de Zúñiga, la Vida deS. Ildefonso y Aminta, Lope de Vega, Calderón, el Lazarilloo las traducciones de Teza de la Cristabella y Dora, etc.

Este es el científico y éste el valor de su epistolario. Enél nos descubre su sabiduría vastísima, sus descubrimientosy sus insuficiencias, el mundo por el que campea su espíritusiempre codicioso de nuevo saber, la seriedad y rigor de sutrabajo. Una palabra resumiría el vagar fecundo de su es-píritu: los libros. Estos constituyen su limitación: "Paraaumentar los Ni y los Ne, diré a Vd. que tampoco conozcoel Barros: los libros son como el agua, se meten por bajo dela tierra, y aparecen donde uno menos se lo figura" (Carta111). Los libros le aplastan al argüirle de su impotencia parallegar a todos ellos:

Me causa miedo, casi horror, adquirir libros nuevos, pues vivotan atareado que comprar uno es comprar una desilusión: le recibocon gran gusto y después de buscarle puesto en la apretura de estoscuartos parisienses, se queda ahí como el cadáver en su nicho, porqueno puedo volver a tocarlo. ¿No es ésta una calamidad? ¡Cómoenvidio a Vd. que trabaja más y mejor que yo, y todo lo lee conprovecho! (Carta 53).

También manifiesta desacuerdo a propósito de las normas académicas sobreacentuación de textos antiguos, en una carta donde expone su criterio sobreedición de versos de autores antiguos: "Los versos de autores como Cervantesy Guillen de Castro merecen siempre publicarse; los de autores desconocidos uoscuros, sólo cuando son buenos o importantes para la historia literaria" (Carta 21).

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Por eso ve con angustia dispersarse las bibliotecas reuni-das con tanto esfuerzo y su sentimiento prevalece sobre suespíritu comercial cuando presencia las subastas parisinasde librerías, saqueadas por bibliófilos sabuesos:

Estos días se ha estado vendiendo en almoneda la biblioteca deMaglione y poco antes los restos de la "Salva" — dice en carta del26 de mayo de 1894 —. Naturalmente acudí con más frecuencia aesta venta que a la otra; pero en ambas he conseguido por preciosinesperados libros que jamás volverán a salirme al paso. Por ejemplo,la I1 edición del Corteggiano de Castiglione, y también la primeratraducción lindísima de Boscán, aquella en seis francos y ésta endos. Da lástima cómo se dispersan colecciones formadas con inauditostrabajos y sacrificios, con un desprecio que llenaría de amargura asus dueños (Carta 59).

Y dos años antes se ensañaba por igual motivo con losbibliófilos: "En estos días se está haciendo la segunda almo-neda de los libros de Heredia, colección admirable, única,de libros españoles: algo útil he podido comprar; los libre-ros y bibliófilos son como el perro del hortelano: no leenni dejan leer. Algunos libros han subido horriblemente"(Carta 41). Cuando por razones de salud ha de abandonarsu casa, se encuentra "secuestrado" de sus libros (Carta 22).Cuando le cerca gran soledad, vuelve a sus libros, a quienesllama "grandes consoladores" (Carta 97). "Mi salud — diceen otra carta — tiene sus altibajos, pero en los altos no puedoprescindir de mi manía de hojear libros y sacar notas que noaprovecharé jamás" (Carta 123). Y al fin, cuando arrecianlos achaques y su cabeza no soporta el trabajo serio, el rebus-car libros viejos le produce alivio y consuelo: "De algúntiempo a esta parte — dice pocos años antes de su muerte —estoy bien achacoso, y escribir cuatro letras como éstas mecuesta harto trabajo y me deja alguna fatiga: pero al fin aúnpuedo rebuscar libros viejos y hojear uno que otro nuevo, loya es algún consuelo" (Carta 127).

Esta que él bautiza como "santa manía" (Carta 115) esel eje de su vida laboriosa. Su mejor testamento como hombrede ciencia es aquella frase plena de sentido: "EL TRABAJO ES LA

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VIDA Y EL BÁLSAMO SOBERANO PARA INFINITAS DOLENCIAS" (Car-ta 121, del 29 de diciembre de 1903).

RUFINO JOSÉ CUERVO: EL HOMBRE

Tanta o mayor belleza que esta vertiente científica de lapersonalidad de Cuervo encierra su lado humano, que aunquemás íntimo, se trasluce suficientemente en sus cartas. NietoCaballero en la introducción al IV tomo de Cartas de suarchivo, pág. n, nos habla del carácter hospitalario de sucasa, en la que obsequiaba con una copita de Málaga a susvisitantes, charlaba familiarmente de todo menos de sus tra-bajos, eso sí, a discreción de su vieja sirvienta, que debía serla administradora de su conservación. Es curioso que en algúncaso interrumpe su carta con esta frase familiar que nos re-vela la dulce dictadura de su ama de casa: "Me han llamadoa almorzar y Vd. sabe que las cocineras no son muy pa-cientes" (Carta 120). Cuervo se vio repetidamente obligadoa mudar de casa; y podemos imaginarnos fácilmente las an-gustias de un hombre de libros condenado a tales menes-teres, tanto por la cuantía de sus queridos papeles e impresos,como por el escaso sentido práctico de su propietario. Una deestas mudanzas tuvo lugar en la primavera de 1891 y de ellaescribe en carta del 24 de mayo de ese año: "¿Mi silenciono le ha hecho a Vd. figurarse que en la mudanza de casase me ha caído encima algún estante, baúl o cosa parecida?Nada de ello; pero el ajetreo de esta faena vale tanto comoeso" (Carta 36). Nuevamente en 1897 pasó a 2, rué Lar-gilliére, que ofreció en seguida al amigo italiano:

Esta habitación será de Vd. y de la señora (c. p. b.) como lasotras. La memoria de UU. poblará su soledad, y ojalá algún díapudieran tomar posesión efectiva de ella, viniendo a esta ciudad. Puedodecirle que viviré más en el campo que en la ciudad, pues estaré ala orilla del Bois de Boulogne, con mucho aire, mucho sol y muchaluz; al mismo tiempo es grande la facilidad de comunicación, demodo que en pocos minutos podré trasladarme al centro de mis ne-cesidades. Las molestias no podré contarlas hasta que el tiempo lasdescubra (Carta 80).

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Por cartas sucesivas sabemos que en 1903 pasó a 18, ruéde Siam; y que anteriormente vivió en 1887 en 3, rué Meis-sonier y en 1891 en la calle Frédéric Bastiat.

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Sus cartas siguen de cerca el curso de sus trabajos. En1889-1890 se ocupaba en la corrección de la Gramática deBello (Cartas 23, 27, 30). Hacia 1891 trabajó en la redacciónde la Vida de su padre en colaboración con su hermano. Enjulio del citado año escribe a Teza: "Ya estamos avenidoscon el impresor para la publicación de la vida de nuestropadre. Como él figuró mucho en el país y guardó documentosy una extensa correspondencia, hemos querido hacer algocomo sus m e m o r i a s ; con lo cual el libro saldrá bastanteextenso. Así tratamos de cumplir un grato deber de piedadfilial, y esperamos que este buen deseo logre el premio delbuen éxito" (Carta 37). "La Vida — dice un año después —está encuadernándose; pronto, muy pronto irá a besar a Vd.la mano, y aunque es cosa de mi país remoto a que por acáse hace poca justicia, Vd. tiene el corazón y cerebro abiertopara todo el mundo y practica el homo sum; así confío queverá con curiosidad algunas páginas" (Carta 43).

Teza leyó con interés los dos tomos de los hermanosCuervo y comunicó inmediatamente a París su buena im-presión. Esta fue gozosamente acogida por Cuervo, quien dacuenta de su alegría en carta del 4 de agosto de 1892:

Mi hermano y yo hemos tenido día de fiesta con la amable cartaescrita por Vd. al acabar de leer la Vida de nuestro padre. El que aVd. le haya interesado, es la mayor recompensa a que podemos aspi-rar, pues con esto concebimos la esperanza de que interese a todoslos hombres honrados y doctos a cuyas manos llegare. Nuestro deseono ha sido otro que el de atraer a la memoria de nuestro padre algunasimpatía y respeto (Carta 44).

La perspicacia de Teza creyó distinguir los estilos diver-sos de los dos hermanos en la redacción de la obra y a ellohizo alusión en su carta. Cuervo responde vivamente inquie-tado por el atisbo del italiano:

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Tengo curiosidad de saber el juicio definitivo de Vd. sobre ladiferencia de redacción de la Vida. Como dije a Vd., aquello estátan revuelto y ambos hemos procurado conformarlo todo, que mecaerá en gracia que al fin se vieran las costuras. Esto me hará rece-lar que aun en cosas en que yo sólo pongo la mano, se nota lalucha entre el espíritu de mi escritorio, rodeado de venerables espa-ñoles, y el de la calle cundida de gabachos. El juicio de Vd. mepondrá sobre aviso (Carta 45).

Cierro este capítulo en el que brilla el afecto filial deCuervo con la respuesta que éste da a la gacetilla publicadapor Teza sobre la obra en la revista italiana Natura ed Arte:"La noticia que Vd. da de nuestro libro, supera nuestro deseo,y si al saber que a Vd. le había interesado la Vida de nuestropadre nos llenamos de contento, ahora estamos orgullosos.Conservaremos este número de Natura ed Arte con religiosoesmero, tanto por contener prenda tan valiosa de la amistadde Vd., como en calidad de título literario" (Carta 49).

Especial atención concedió Cuervo a su pequeño librosobre el lenguaje bogotano, tratando de mejorar sus sucesivasediciones. Hacia 1892-1894 preparaba su reedición retocada(Cartas 50, 53 y 60). Luego fue extendiendo el campo deestudio al lenguaje popular de los países de habla castellana(Cartas 93 y 95). Su esmero por apurarlo todo, hacía suesfuerzo interminable: "Recelo — dice en 1904 — que es efectode mi debilidad de cabeza el empeño de apurarlo y averiguar-lo todo, lo cual me hace perder infinito tiempo. Esto mefastidia porque no soy dueño del tiempo y acaso todo serátrabajo perdido" (Carta 122). Todavía en 1906 sigue ocupán-dose de la obra, a la que califica de "ocasión de nuestra sin-cera amistad" (Carta 125): "¿Recuerda Vd. que el libritoaquel sobre el lenguaje bogotano fue ocasión de nuestra yavieja y por lo mismo siempre mejor, como el vino, de nues-tra ya vieja amistad, digo? Pues quería que el 1? de enerode 1907 se apareciese en casa de Vd. con la cara algo lavada,aunque siempre cojo y manco, pues los vicios de nación (sic)por milagro se curan; pero los impresores no lo han querido,y así no irá a Vd. a besar la mano sino cuando ellos y losencuadernadores lo permitan" (Carta 124). La edición le

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costó sudores y esfuerzos, ya que, según él, trató de refundirel libro y hacerlo casi nuevo: "Este año pasado — se refiereal 1905 — se me ha pasado en t r a b a j o s f o r z a d o s : mecomprometieron a hacer nueva edición del librito aquel sobreel 1. b., y no supe a lo que me obligué. He tenido que hacerlonuevo casi todo, a medida que lo que voy enviando a la im-prenta. Así es seguro que si desaparecerán algunos errores ydefectos, resultarán otros. Allá irá en busca de correcciónamistosa" (Carta 123).

Todavía en 1909 trabajó, a petición de los editores, en lapreparación de una nueva edición: "He puesto mejor en ordenalgunas cosas, corregido unas cuantas; pero el pecado origi-nal no puede quitarse, que consiste en casar lo familiar conlo científico" (Carta 130). Y casi cierra su epistolario conuna postrera mención del famoso librito: "Estoy haciendootra edición del libro sobre el lenguaje bogotano, en quecorrijo y enderezo unas cuantas cosas de la anterior, y añadoalgo. Sobre todo, he hecho un nuevo prólogo en reemplazodel antiguo, que está anticuado, y dejaba ver los remiendosque en cada impresión iba poniendo. No se admire Vd. deque la obra se haya acabado; es libro casero, y en mi patrialo emplean para los colegios" (Carta 131, del 30 de di-ciembre de 1910).

A lo largo de los años 1890-1894 son múltiples las refe-rencias a la obra monumental del Diccionario. El 22 de fe-brero de este último año habla, por fin, del envío del segundotomo del mismo:

El segundo tomo del Diccionario supongo que se habrá entrado sindecir oxte ni moxte por la casa de Vd. El día que lo despaché sefue todo el tiempo en otras bagatelas, y no lo tuve para anunciar aVd. la llegada de ese huésped; el cariño que Vd. me dispensa, measegura que él será bien acogido y tendrá un lugarcito caliente entrelos a m i g o s de Vd. Cuando Vd. tenga lugar de hojear el libro, re-cuerde que el trabajo que me ha costado no puede tener mejorrecompensa que el que mis amigos vean, que si no he acertado, alo menos no me ha faltado amor desinteresado a la ciencia, o sea ala verdad" (Carta 57).

Los achaques, a los que alude frecuentemente en lascartas de esta época, hicieron particularmente fatigosa la

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elaboración del Diccionario; y no faltaron dificultades crea-das por la prisa de los editores en publicar, y por la mezquin-dad a la hora de pagar el trabajo. "Da grima — dice en 1890 —la manera en que ciertos editores entienden sus deberes;creen que todo consiste en mandar a un escribiente a sacaruna copia, darla a los cajistas y sin más ponerla a vender.Hace días que tengo una desconfianza absoluta de casi todolibro recién impreso, y ya me arrepiento de haberme validode algunos para mis trabajos" (Carta 24). En 1894 habla yadel tomo tercero: "Está algo retrasado por desavenenciascon los editores, con quienes he tenido el pecado de serexcesivamente cumplido; Vd. sabe que para los comerciantesha de ser uno como una fiera; un año hace que estoy endisputa para que me arreglen mi cuenta. Vd. me dirá porqué no voy a otra parte; respondo: por miedo de dar enotros peores" (Carta 61).

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El epistolario nos permite fijar con bastante detalle elmarco cronológico de la vida de Cuervo. En 1887 mencionael viaje que "hace años" hizo a España; y poco más tarderecuerda su paso por Italia hacia 1878 (Cartas 5 y 37). Denoviembre de 1889 a abril de 1890, lo encontramos en Monaco-Condamin. Este mismo año de 1890 pasó algunas semanas enlos Vosgos y tuvo la alegría de ser visitado en París por Teza,a quien en este otoño vio por vez primera. En 1891 descubresu propósito de ir a veranear junto al mar; pero en 1892estuvo en Brunnen (Suiza), giró por el Righi, Luzern yatravesó el San Gotardo para visitar la maravillosa región delos lagos. Los años 1893-1895 pasó su temporada campestreen Wegis (Suiza), Mont-Dore y Aix-les-Bains.

En 1896 moría en París en mayo el hermano de RufinoJosé Cuervo. Esta pérdida familiar supuso el más rudo golpepara su alma sensitiva: a partir de ese momento, a sus acha-ques crecientes se unirá como el más fuerte de todos ellos,la soledad vivamente sentida:

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La muerte de mi querido hermano, tan rápida, pues no duróen cama sino cinco días, me ha dejado tan quebrantado, que mefalta ánimo para escribir y para todo. No crea Vd. que me dejoabatir; pero considere que a más de esta amargura, mi casa se hadesorganizado, porque la persona que la manejaba cayó enferma acausa de la fatiga de aquellos días, y yo he estado cosa de dos sema-nas comiendo fuera, como vagante. Dicen que los males no vienensolos y parece que la Divina Providencia nos quisiera arrancar denuestro dolor para que no nos cebemos en él y nos abandonemos(Carta 73).

Un mes más tarde agradecía conmovido las atencionesde Teza: "De grandísimo consuelo me han sido las cariñosaspalabras de Vd. y el lindo Ars amandi. Cuando ha tenidouno desgracias como la mía, todos al principio le acompañan,y poco a poco le van dejando solo con su pena. Entonces nose atreve uno ni a mostrarse triste para que no parezcaacusar el abandono. ¡Y cuánto agradece a los que no le juzganolvidadizo! Vd. es de los amigos del principio y de siempre:Mil y mil gracias" (Carta 74). Su delicadeza se va refugiandoen su propio mundo interior, sin atreverse a manifestarsesino a la intimidad fiel de su amigo italiano: "Yo estoyachacoso y en creciente soledad" (Carta 75, del 5 de octu-bre de 1896).

Al año siguiente, 1897, parece haber recobrado el ánimo;inició sus días veraniegos en Inglaterra, aunque pasó muypronto a Normandía por razón de las fuertes comidas ingle-sas. Probablemente sus achaques impidieron su salida en1898-1899. En 1900 abriga proyecto de ir al mar, aunqueconfiesa que ya lo asustan los viajes (Carta 104). En 1901volvió a gozar del fresco de Normandía por espacio de tresmeses; y en 1903 se atrevió a alquilar una casita en Yport,a la que fue con su sirvienta. En 1904 estuvo en Neuchátel(Suiza). En 1907 tenía intención de llegar hasta la Rivieraitaliana. Al año siguiente lo vemos por Engelberg (Suiza)y los lagos italianos. Y por fin en 1910, un año antes de sumuerte, no quiso ir a la montaña, sino al mar.

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Adentrándonos más en la intimidad de Cuervo, mere-cen recogerse dos alusiones a su primera infancia:

Me llama la atención — dice en la primera — ver la multitudde nombres populares que tienen las estrellas, y los pocos que yohe oído, a pesar de que, cuando niño, pasaba largas temporadas enel campo, tratando con los labriegos. No recuerdo haber conocidoentonces sino los Tres Reyes (o las Tres Marías) que, si no meengaño, llaman al cíngulo de Orion; las Cabrillas o Pléyadas y laCruz de Mayo (o del Sur), gloria de nuestro hemisferio. Me olvida-ba del Lucero (de la tarde o de la mañana). La última vez quevolví a mi casa, me sentí como en mi patria y en mi cielo, al verpor primera vez desde el buque la magnífica constelación adivinadapor Dante. No pude mirar al cielo sin echarla de menos (Carta 60).

En 1901 comenta con gracia su intención determinadade dejar para el final de la carta el agradecer a Teza susopúsculos: "Cuando yo era muchacho, siempre que me ser-vían un huevo estrellado, comenzaba a comer la clara ydejaba para lo último la yema, que era lo que más me gus-taba. Así hago ahora: dejo para la postre, agradecer a Vd.los seis opúsculos que me ha remitido" (Carta 110).

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Cuervo se sentía profundamente americano y hablará de"mi América". Pero su largo contacto con nuestros clásicos— los "venerables españoles", como los llama — unido a loslazos de sangre, mantiene siempre vivo su sentido español,aunque alejado de las "cosquillas de la nacionalidad". Ha-blando del parecer del italiano Meschia acerca del origenespañol del purismo literario, escribe a Teza esta frase:

Un español que tuviera la sangre caliente del abate Lampallas,saltaría sin duda al leer que 'il cattivo gusto, il concettismo, il cultismo,passarono di Spagna in Italia', y es muy posible que retorciera lafrase. Los americanos, que al romper los vínculos políticos con lametrópoli, conservamos el amor de la lengua y la literatura sin lascosquillas de la nacionalidad, nos arrimaríamos de grado al tempe-ramento, al parecer justo, que entre los dos extremos proponeTicknor. ¿Nos culparía Vd.? (Carta 4).

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Teza visitó España en 1887, recorriéndola desde Tolosa aGranada y desde Toledo hasta Barcelona. "Para mí — decíaa Cuervo — fue un verdadero placer y hoy no tengo otro deseoque el de volver" {Cartas de su archivo, IV, 50). Cuervo le escri-be complacido, haciendo la más entusiasta profesión dehispanismo:

Me ha complacido sobremanera que haya Vd. hecho una ex-cursión por España. Aunque yo no soy español, mis abuelos lo fueron,y yo guardo cariño por la antigua patria, reconociendo que lo buenoque tengamos los americanos lo hemos heredado de las eximiascualidades de esta nación de caballeros. Yo hice también una corre-ría hace años, y me ha quedado como a Vd. el deseo de volver. ¡Hayallí tanto que admirar! Siento la más pura satisfacción en ver quepersona como Vd. ha estado contenta en la patria de mis mayores(Carta 5, del 26 de diciembre de 1887).

Su corazón verdaderamente grande, quería compaginarel afecto a la Madre Patria y a las Naciones Hijas. Con oca-sión del desastre español de Cuba, brotó en la pluma deCuervo esta frase concisa, pero justa y ardiente: "Estoy tam-bién muy contristado con las cosas de España. Por más quesin ofender a mis padres, no puedo yo menos de simpatizarcon la independencia de Cuba, la arrogancia de los EstadosUnidos con un país pobre y débil, me irrita. ¿Cuándo vere-mos el reinado de la justicia?" (Carta 92, del 15 demayo de 1898).

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Pero en Rufino José Cuervo, como hombre, la nota quemás destaca es su sencillez y modestia. La manera de hacer susestudios no le da otro título que el de "aficionado" y sientepudor en que sus cosas caigan en manos de los "profesores"(Carta 5). Le parece excesivo el que le cite Teza en sus tra-bajos, aunque piensa que, al ver la gente que es su amigo,le "creerán algo" (Carta 21). Cuervo expresa su admiraciónsincera ante la extensión y la profundidad de los conocimien-tos de Teza, y se avergüenza de no enviarle nada publicado:"con haberme toda mi vida casi consagrado al estudio de mi

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lengua, no logro dar a mis borrones una perfección siquierarelativa" (Carta 3). Se lisonjea al recibir los libros de Teza,aun sobre materias de las que no entiende "ni jota", al verque "un amigo suyo con ser tan superior a él, le quiere yestima" (Carta 53).

En 1894 Teza hizo nombrar a Cuervo socio honorariode la Real Academia, en premio a su obra máxima, el Dic-cionario. Cuervo se asusta ante tante gente venerable: "Nopor eso seré más de lo que soy. UU. sí que serán más, conprobar que estimulan las buenas intenciones, única cosa queposeo. No me harán 'académico', sino estudioso y agradecido"(Carta 59, cfr. núms. 58 y 60).

También Teza, al declinar de su vida, comulgaba conCuervo en modestia rayana en pesimismo: "Por mucha ex-periencia que yo haya adquirido, el huir de los años viejos yel aproximarse de los nuevos y desconocidos me llena demelancolía: Mirando atrás ve uno que no ha hecho nada ocasi nada" (Cartas de su archivo, IV, 234). Cuervo trataba deentonarlo con su respuesta: "No diga Vd. que fastidia con loque, fastidiado, escribe y trabaja; los juicios que uno formasobre sí mismo desfavorables o adversos, no son siempreacertados; y aquí protesto yo contra los de Vd." (Carta 126).Olvidaba el sabio médico de la enfermedad ajena, que lafrase tenía aplicación perfecta en el caso de sus propias apre-ciaciones personales sobre sus trabajos.

Una forma delicadísima de modestia, muy rara en elhombre de letras, es el equilibrio espiritual que muestraCuervo al saber discriminar con justicia todo lo bueno quese encuentra en obras que acaso por pequeneces y nimiedadesse aceptan con disgusto: "Es común — dice — que todos in-curramos en la injusticia de reparar las erratas, o sea que entreun millón de letras bien puestas hay cinco o seis mal puestas:no agradecemos aquellas, y nos quejamos de éstas; unaobservación no conforme con nuestro modo de ver las cosas,nos saca de nuestras casillas; y la obra entera que hemosaprendido y gozado no nos merece un aplauso" (Carta 71).He aquí expresiones similares en su última carta, que bien

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pudiéramos calificarla de testamento del científico y delhombre:

Las Enmiendas de Toro son obra de un joven que ha hechobuenos estudios y hace patentes descuidos y errores en el Dicciona-rio de la Academia. Vd. sabe mejor que yo, lo injustos que somoscon los diccionarios: un error, un descuido, nos saca de paciencia, yno pensamos en los infinitos servicios que a cada hora nos prestan.Sin embargo, mejor fuera que esos errores no existieran; y el hacer-los notar con justicia y moderación, para que se corrijan, es servicioque en pro de todos redunda (Carta 132, de 24 de febrero de 1911).

* • *

Es forzoso ya pasar al capítulo que más párrafos ocupaen sus cartas y que sin duda define uno de los aspectos esen-ciales de la personalidad humana de Cuervo: su débil salud.En realidad casi desde las primeras cartas a la última esinsistente la mención de sus achaques. Ya en 1887 vio frus-trados sus deseos de estudiar en verano los trabajos de Restoriy Meschia, amablemente enviados por Teza: "Al salir deParís eché los libros en la maleta, pensando que podría haceralgo, y quedaron otra vez burladas mis esperanzas, pues misfuerzas tampoco dieron nada de sí" (Carta 4). En 1889 tuvouna fuerte afección de ojos que le obligó a suspender poralgunos días cualquier lectura (Carta 20). Ese mismo añoescribía a Teza desde Monaco:

Mi suerte ha corrido algo diferente: hace más de seis meses quemi salud ha padecido por muchos altibajos; en el mes de septiembretuve una fiebre violenta que, aunque breve, me dejó exánime, y aconsecuencia de esto el médico me 'condenó' a salir de París duranteel invierno. Aquí me tiene Vd. secuestrado de mis libros, obligado acortar casi del todo mis trabajos, sin otra satisfacción que la dehallarme a las puertas de la sin par Italia, y como en su penumbra,según lo que se oye hablar aquí italiano o cuasi-italiano. ¡Qué buenofuera que esta proximidad diese ocasión que pudiese estrechar lamano a Vd., mi buen amigo! (Carta 22).

Y días más tarde: "La salud no va mal. Como no tengonada que ver con estas gentes no lo paso muy bien; gozo

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del aire puro y del mar incomparable, sin pensar en tantosque no merecen disfrutar de ellos" (Carta 23). En 1890 y1891 frecuentemente alude a catarros o se queja del tiempo"abominable" o "endiantrado" (Cartas 30, 33 y 36).

Después de gozar del campo en 1891 con buena salud,volvió a París en septiembre; confiesa que no ha tenido díasano y que se encuentra encerrado en casa y bajo atenciónmédica. También fue traidora la primavera de 1892 y locubrió de achaques. "El espíritu ha estado pronto — dice —pero la carne flaca" (Carta 41). Al fin de año le sobrevinie-ron fiebres que le obligaron a no salir de casa. "No me que-jaré más, porque en estos días de Nochebuena y Año nuevo,no es bueno hablar de cosas tristes" (Carta 50).

En 1894, se queja de reumatismo, insomnio y bronquitispor duplicado; además, le sienta muy mal el calor (Cartas60-1, 66, 68 y 78). "Fuera cuento de nunca acabar", dice encarta de junio de 1895, "si hubiera de referir a Vd. todos losachaques que han llovido sobre mí en esta primavera. Comonúcleo ha figurado una bronquitis que me ha tenido ence-rrado, y casi condenado a un silencio de trapista, semanas ysemanas. En fin, ya voy saliendo al otro lado; pero como nohay forma de que haga buen tiempo, se prolonga mi clausu-ra mucho más de lo que yo quisiera" (Carta 65).

Cuervo sufrió el más rudo golpe con la muerte casirepentina de su hermano. La soledad en que quedó este hom-bre célibe, fue pesando cada vez más sobre su alma, sensibley melancólica; los achaques le impedían el acceso al bálsamodel trabajo y lo forzaban a vivir encerrado con sus pensa-mientos siempre más tristes. "A los profesores les sucede loque a los padres que tienen hijos pequeños: se hacen jóvenesy gozan de los beneficios de la juventud. Yo siento cadadía más la soledad: mi cuerpo con mi espíritu se caen yno hallo ocasión de remozarlos" (Carta 90, del 28 demarzo de 1898).

A propósito de profesorado le escribía Teza las siguientesfrases: "Corro a los exámenes a oír profanar a Demóstenes ya Sófocles. ¿Quiere saber una cosa? Las m e j o r e s esco-l a r e s n u e s t r a s son las mujeres; y no digo l o s me-

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j o r e s e s c o l a r e s , en bien de la Gramática, porque eneste caso sería una injusticia. El sexo p r í n c i p e deberá seraquel que se llamaba el bello, y que esperamos se embrutezcacomo el nuestro, para que no aumente demasiado su poderío.Hago esta confesión por escrito, yo que soy (y seguiré siendo)el más grande enemigo de una cultura demasiado intensade las mujeres" {Cartas de su archivo, V, 273). Cuervo norecoge la chispa del gracejo de Teza y se limita a respondercon gravedad: "¡Qué lástima le tengo a Vd. al verle enfras-cado en exámenes! Que salga Vd. de la brega de sus exáme-nes y pueda volar afuera a respirar aire libre" (Carta 67, del1 de julio de 1895).

Y un mes más tarde, preguntándole Teza por su viday milagros, le responde: "Como dice una copla, 'mi vida yano es mi vida', y los milagros, he perdido toda la virtud dehacerlos" (Carta 91).

En 1899 la muerte visitaba a Teza, arrebatándole suesposa. Cuando le escribe Cuervo con ocasión del día dedifuntos, su pluma se eleva a pensamientos altos:

En estos días en que todos vuelven los ojos a las tumbas de lossuyos, al verme solo en el mundo no he dejado de pensar en Vd.,cuya suerte es tan paralela a la mía [ . . . ] . No me he contentadocon leer la Morte ¿'Arturo, sino que para mejor saborearla, la hecotejado con el original. Creo que no pudiera Vd. haber encontradoobra ajena más apropiada para consagrarla a la memoria de su amadacompañera: ese dolor intenso y sereno apoyado en santa resignacióny dulce esperanza, es, áurea catena, no sólo para los dos esposos porbreves días separados, sino para cuantos saben lo que es amar: todosellos se unirán a Vd. y le harán compañía (Carta 96).

Es curioso el anotar la particular melancolía que anegael espíritu de Cuervo en días señalados como los de Fin deAño o Navidad: "Verdaderamente que estos días en quetodos parecen alegres — dice poco antes de la Navidad de1899 — aumentan la tristeza de los que ya no pertenecemosal mundo, sino por el cuerpo. Por lo mismo necesitamos ha-cernos mayor fuerza para llevar la cruz y correr con alientoadonde nos llaman los que nos han precedido" (Carta 98).Y pocos días más tarde: "Quiero que estas cuatro letras le

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lleven el 1° de enero de 1900 mi cariñoso recuerdo, enprenda de la compañía que quisiera hacer a Vd., en díasque para nosotros son tanto más tristes, cuanto que para losotros son de más alegres ilusiones. Ruego a Dios dé a Vd.mayor serenidad en su desolación y salud y fuerzas parabuscar en las letras el mejor remedio humano para la sole-dad" (Carta 99).

La debilidad extrema de cabeza imposibilita a vecestotalmente su trabajo; lo derriban los achaques, aunque in-tente ir "trampeando" (Carta 82). Su decaimiento crece; lehace mucho daño la niebla parisina (Carta 84). Su indispo-sición aumenta en 1898-1899 y lo obliga a permanecer inmo-vilizado (Cartas 91 y 95): "Me fastidian los libros y todo loque exija atención: la conversación, todo me hace daño [...]tengo hoy la cabeza como un trapo" (Carta 103). Tan decaídoy sin fuerzas se encuentra, que participa a su amigo en plenomes de julio de 1900 que "aún no ha asomado las narices"a la Exposición de París (Carta 105). Aquel verano seagravaron sus dolencias y hubo de pasar largas horas acosta-do; acompañaba a Teza en espíritu pensando que los aireslimpios calmarían y dulcificarían su alma, "dándole aquellapátina de resignación y esperanza, que es lo único que apete-cemos los que hemos sabido amar" (Carta 104). Los últimosdías del año, imposibilitado para todo trabajo serio, se dedicóa ordenar las cartas de su amigo (Carta 107).

Tras el descanso veraniego en Normandía en 1901, me-joró algo su salud: "he vuelto a la s a n t a manía de los libros;pero todo el entusiasmo no me alcanza para trabajar doshoras por día [... ] todo esfuerzo de atención me deja exá-nime. Ya supondrá que toda mi vida no es muy fructuosa"(Carta 115).

Al año siguiente padeció de granos e inflamación nasal;tampoco anduvo bien su cabeza (Cartas 116-117). En 1903descansó en Yport; pero leyó más de lo debido así como ensus primeros días otoñales de París. Su cabeza estuvo "dadaa la trampa" y se sentía incapaz de escribir una carta. "Nopor eso — dice — me abandono a la tristeza, y espero sinafán mejores días; si no llegan, paciencia y barajar" (Carta

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121). En 1905 padeció un catarro violento con "tos perruna"."Mi salud tiene sus altibajos, pero en los altos no puedoprescindir de mi manía de hojear libros y sacar notas que noaprovecharé jamás" (Carta 123). Ese mismo año pasó algu-nas semanas de verano en los Pirineos, sin que mejorara no-tablemente su salud (Carta 124).

En 1907 era presa de la fatiga general: el hojear unlibro era ya algún consuelo (Carta 127). Al año siguientese queja del daño insufrible que le produce el mínimo es-fuerzo (Carta 129). En 1910, pocos meses antes de su muerte,se anuncia ya la ruina total de su salud, aunque emerge detan lastimoso estado su pasión científica: "Yo no estoy nadabueno. Temeroso de emprender largos viajes con el maltiempo que hizo en el verano, renuncié al acostumbrado via-je a las montañas, e hice el disparate de irme a orillas del mar.Me sentó bien mal; se me agravaron mis achaques, y pocopuedo trabajar. Sin embargo, no decae el amor de los libros,ni se desvanece la ilusión de poder sacarles algún jugo. Asíse pasa la vida" (Carta 131, del 30 de diciembre de 1910).

* # #

Esta vida aquejada por continuos altibajos en su templecorporal se vio animada por la llama del más serio y entu-siasta trabajo científico, como hemos podido comprobar enlas páginas anteriores. Pero hubo otra llama secreta que ali-mentó constantemente este distinguido espíritu y nos refle-ja mejor que nada sus exquisitas condiciones humanas: fueel calor de la más pura amistad. Desborda mis intencionesel reconstruir la constelación de espíritus nobles que se movióen el firmamento de Rufino José Cuervo. Mas, limitándomesiempre a su relación con Emilio Teza, sí puedo afirmar queel sabio italiano fue uno de los puntales de la dimensiónamical del colombiano.

Sorprende la delicadeza y ternura de las frases con queremata sus cartas el amigo suyo "muy querido". Cuervo seprofesa "admirador apasionado", "leal amigo y seguro ser-vidor", "afectísimo y agradecidísimo", "viejo amigo", "since-

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ro amigo y admirador". Lo llama "inolvidable" e "incompa-rable" amigo. Otras veces rubrica sus cartas con frases comoéstas: "soy suyo muy de veras", "suyo y muy suyo siempre","quedo suyo de corazón", "verdadero invariable amigo", "susincero, invariable, agradecidísimo amigo", "fac ut ames me".Los amores de Cuervo son los amigos y los libros (Carta 61).

Y en alguna ocasión llega a decir: "¿Qué es la vida sinafectos, sin amigos?" (Carta 69). No hay para él satisfacciónmayor que "descubrir cada día en mis amigos nuevos méri-tos para respetarlos y quererlos más" (Carta 1) y el verloses "placer indecible" (Carta 40). Sus delicadezas y felicitacio-nes de año quieren probar "que en un cuerpo achacoso pue-de encerrarse un corazón sano y agradecido" (Carta 40).

La amistad la entiende en buena parte como serviciaíidadmutua: ese sentido encierran las consultas mutuas, los servi-cios de biblioteca para identificación de datos, hasta las rece-tas y consejos médicos. "Vea en qué puedo serle útil a Vd.,este su afectísimo amigo y apasionado" (Carta 10). Y enotra carta dice: "estamos conformes en que es para mí ungran placer mostrar a Vd. cuánto deseo servirle, y en que Vd.hace lo mismo, sin entrar en cuentas y recuentas. Eso esamistad; lo demás son historias" (Carta 84).

Pero esta amistad era profundamente espiritual, ya quesu encuentro en la vida fue rarísimo y efímero: una comu-nión de ideales y afanes y una profunda afinidad natural fueel aglutinante que unió sus dos espíritus. Casi resulta unaconfesión personal el comentario de Cuervo a una traduc-ción de Teza:

¿Qué le diré del Bartrihari? ¡Cómo gusta leer estas obras demoral práctica! Son como espejos que nos muestran todo lo que nosfalta para ser buenos e n r e a l i d a d d e v e r d a d . Muy verdade-ro es lo que Vd. nota sobre la distancia que hay entre la doctrinay la práctica de la moral; pero Vd. como yo, habrá hallado tantasalmas buenas cuyo trato nos consuela, nos conforta: sus palabras,sus acciones son como efluvios de un mundo mejor; y a todo estotan calladas, tan esquivas a los rumores de la fama, a los atractivosde la riqueza o el orgullo, que pocos, muy pocos las conocen. Paraconsuelo mío hallo que hay una estancia que siempre he practicado:

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Cercar di star in compagnia degli ottimi,gran rispetto a maestri: aver piacered'ogni mérito altrui... (Carta 82).

En realidad, las almas buenas cuya compañía buscabaCuervo, no eran sino el reflejo y como el complemento desu propio modo de ser: su ideal nos revela en buena partela naturaleza de la mejor parte de su personalidad.

A medida que pasan los años, los achaques y mil impon-derables van reduciendo la correspondencia entre los dosamigos; pero sus cartas menos frecuentes se revisten de máshonda ternura:

Tres días llevo de encierro... — dice en 1899 — Vd. me hahecho obra de bonísimo amigo, acompañándome, y espero que susafectuosos deseos corregirán el sinistrutn ornen. Todas las cosas de-licadas y graciosas que, después de tanto silencio, me dice Vd. meconsuelan, y me provocan a corresponder con otras tales; pero ¿quéquiere Vd. que salga de un cuasiviejo catarroso, que se encoge yacoquina al menor vientecillo? Afortunadamente el corazón estáfresco, y de él salen los fervientes votos que envío a Vd. y a laseñora para la felicidad en 1899 (Carta 93).

El paso del siglo y los albores del inmediato siglo xxson un pretexto para manifestar los nobles sentimientos:

Quiero que estas cuatro letras empleen las últimas horas delsiglo xix y las primeras del xx para llegar a Padua y decir a miquerido amigo el señor Teza todos los gratísimos recuerdos quesu afecto me deja, todas las dulces esperanzas y los cariñosos votosque el mío abriga porque la nueva era traiga salud y tranquilidadde ánimo. Quiera el cielo que sus buenos compañeros los librosdulcifiquen la soledad y que su recreo sea para los amigos fuente desaber y deleite (Carta 109).

Imposibilitado para todo trabajo serio, Cuervo se entre-tiene poniendo en orden las cartas de Teza y al verlas todasjuntas experimenta gusto singular, por estimarlas "testimoniode largos años de buena amistad, fuente de tantas satisfaccio-nes y de tanta enseñanza", "corriente de dulces comunica-ciones" (Carta 107). En 1903 lamenta el frustrado encuentroen Suiza, muestra su miedo a viajar por quedar "desencua-

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dernado (para hablar en la lengua del oficio)". Pero el marle recuerda a su amigo y a través de las ondas — dice congracejo Cuervo — "le grandi e amabili congiuntrici: bravo!",se envían sus saludos y "sin Marconi, se darán la mano ourthoughts boundless, our souls as free (sin que tengamosnada de corsarios)" (Carta 119).

# # *

Los últimos años escasean las cartas, que en realidad sereducen con frecuencia a breves billetes de felicitación deAño Nuevo: pero en ellos va como remansado todo el sen-timiento depurado por los años de amistad, por la separaciónfísica y por la vejez. Son pequeños poemas saturados dehumanidad.

¡Con que otra vez Año Nuevo! — dice el 29 de diciembre de1903 — Si el tiempo sigue corriendo tan aprisa, no tardará en alcan-zarnos y atropellarnos; pero mientras eso sucede, cumpla el cora-zón su deber y empléense las fuerzas lo mejor que sea posible [ . . . ] .Sé que aunque no nos escribamos a menudo, somos buenos amigos;y, ¿no es cierto que es gran felicidad saber que uno tiene un rincon-cito en un buen corazón?. 'Un ángulo me basta entre mis lares, unlibro y un amigo'. Como los libros a veces me son nocivos, pido atodo trance el amigo. No olvide Vd. que lo soy de Vd. con todocorazón, ahora y siempre (Carta 121).

"Los años van limando las fuerzas del cuerpo — escribeel 29 de diciembre de 1904 —, pero no apagan el fuego delcorazón, que palpita siempre a la idea de la verdad, la belleza,la amistad" (Carta 122). Y el día 1<? de enero de 1906 escri-be: "Bien sé que ese taedium vitae no le impide a Vd. amarlo bueno y lo bello más y más cada día, trabajar por la verdady enseñarla a los demás. Esa chispa que arde más cuantomás merman nuestras fuerzas, hará siempre fecunda su viday no dejará apagar los afectos que hacen grata o pasadera lavida" (Carta 123).

En 1907 recuerda con melancolía: "Otro año se nosviene encima, y, al acabar éste, acuden en vuelo acariciadorlos recuerdos de los buenos amigos, y el agradecimiento y

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los afectuosos deseos. Ya pensará Vd. que en esta visión delpasado, aparece Vd. con todas sus finezas, y aviva el anhelode saber que la vida le sonríe para llenarla con amor del bieny el culto a la verdad" (Carta 127). Y, por fin, el último díade 1908, dice: "Los achaques y el daño que me hace cualquieresfuerzo de atención, aun el más pequeño, son causa de queeste cariñoso recuerdo llegue a Padua más tarde que en añospasados, más tarde, pero no por eso frío o desamorado [ • . . ] .Este año no nos hemos escrito más cartas que las de entradaen él o de salida: esto no quiere decir olvido: Ego dormio,sed cor meum vigilat. Fac ut me ames" (Carta 129).

En una de sus últimas cartas nos descubre el refugio aque acude su espíritu en sus horas de lento declive: Horacio,los trágicos griegos... Es un vigoroso aguafuerte de decre-pitud corporal, madurez intelectual y lozanía espiritual: "Cosade dos años ha, que conté a un amigo, que había estadoreleyendo a Horacio: 'Señal de vejez' me dijo él, y casi se lohe creído. Ahora en los ratos que puedo acudo a los trágicosgriegos: no sé si el amigo me diría que eso es señal de de-crepitud. Los achaques son una cosa y otra perder el gustopor lo bello inmortal: éste, Dios mediante, no lo perderé.¡Cuánto envidio a Vd. por quien no pasan los años! ¡Jovensiempre para la poesía, joven para la erudición! ¡ConsérveloDios así!" (Carta 130).

Es el canto de cisne de Cuervo. Interrumpía su vuelopor la tierra para emprender otro más ancho e inmergirse enla Verdad y en la Belleza sin mezclas. Su fino corazóndejaba de latir el 17 de julio de 1911. Un año más tarde lamuerte arrastraba a Emilio Teza.

# * #

Así fue don Rufino José Cuervo. Las noticias frías yesquemáticas que sobre su persona y vida leemos en las gran-des enciclopedias, disecan su rica personalidad y escamoteanlos amables rasgos de su intimidad humana. Junto al sabiodigno de toda admiración hemos descubierto al hombre deexquisitas cualidades; junto al investigador apasionado e in-

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fatigable, el amigo afectuoso y el espíritu noble y delicado.Con ello nos parece haber rescatado del olvido la parte másvaliosa de su persona.

Como no podía menos de ocurrir, los trazos seguros ycerteros que nos revelan las cartas son los que ya pusieron derelieve quienes conocieron muy de cerca a Cuervo. NietoCaballero lo retrata en dos pinceladas: "El tenía del sabio ytenía del anacoreta. Y era el hombre más sencillo, másmodesto, más afable y al propio tiempo más tímido quepudiera imaginarse" {Cartas de su archivo, IV, págs. i-n).

Alfonso Delgado, por su parte, destaca juntamente consu claro entendimiento y retentiva prodigiosa, su aplicaciónincansable. Pero concede la primacía a la bondad y modestiade su espíritu y al altísimo valor religioso de su personalidad:

Si intelectualmente considerado, aparece nuestro compatricio co-mo persona eminente, destaqúese más todavía cuando se examina elaspecto moral y religioso. Es católico de profundas convicciones yfe viva y caballero de costumbres severísimas (caso que sorprendetanto más que se trata de quien ha permanecido célibe). Adórnalenotable modestia, signo característico de verdadero mérito; no lepunza el ajeno bien; hállase presto a dispensar sinceros elogios dondequiera que los cree merecidos, y su pluma y su labio jamás ocasiona-ron detrimento {ibid., I, págs. VII-XII).

En ese mismo prólogo afirma Delgado que Cuervo co-nocía los siguientes idiomas: sánscrito, griego, latín, árabe,hebreo, gótico, italiano, francés, catalán, portugués, provenzal,inglés, alemán, válaco, español de Levante, sardo, vasco, ade-más de algunas lenguas americanas, como el chibeha,quichua, etc.

¡La sangre manda! Al leer los elogios singularísimos quese tributan a Cuervo, espontáneamente evocamos el perfectoretrato humano y moral que él hiciera de su propio padreen el que su paleta mezcla la afectuosidad y delicadeza conla elegancia, la cultura y la recia religiosidad (Ángel y Rufi-no José Cuervo, Vida de Rufino Cuervo y noticias de suépoca, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana,III, 1946, págs. 163-181).

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Y Tomás Rueda Vargas, de quien nos dice Nieto que alexaminar las cartas de Cuervo se detenía a saborear sus ex-posiciones, seguir sus preocupaciones, sonreírse de sus ingenui-dades, califica su carteo de "puro y alado, hecho de cariñoy de curiosidad por la lengua, por la poesía, por los senti-mientos primordiales del hombre". Por eso creó lazos afecti-vos indestructibles: "amistad con olor de alhucema [...]sin repliegues, quisquillosa en nonadas y honda y clara ycordial, hecha para vivir y para morir a la sombra de Cristo"{ibid., IV, pág. v).

Pero aún tengo la fortuna de añadir a estos testimoniosliterarios, el calor de la glosa viva sobre Rufino José Cuervo,procedente de quien lo conoció: don Ramón Menéndez Pidal.Revelé al patriarca nonagenario de nuestras letras el juicioprofético que sobre él diera en 1907 en una de sus cartas elfilólogo colombiano. En compensación he podido rescatar deese archivo viviente que es don Ramón recuerdos palpitantes,que si para nosotros son ya pura historia, recibidos de suslabios y con el acento de quien evoca escenas pasadas, todavíason páginas calientes de nuestros días. Don Ramón, que co-noció a Cuervo hace unos sesenta años y le ha dedicado pá-ginas de admiración 3, rubricó con su juicio personal las im-presiones recogidas en estas páginas. Conoció la sensibilidadexquisita de Cuervo y aún tiene presentes las palabras ama-bles que en sus cartas dedicaba a su hija Jimena, siendo muyniña, preguntando: "¿Cómo va la princesitar". Pudo palparla modestia del americano y hasta me hablaba de su sentidode inferioridad en Francia por verse desprovisto de títulosuniversitarios. Me habló de su ponderación y justeza dejuicio, afirmando expresamente: "Era tan ecuánime y tanrecto que todo lo sentía mucho; veía y defendía la justiciadondequiera que la viese". Y refiriéndose a su sentido cris-tiano, me dijo: "Fíjese hasta qué punto era cristiano quequiso vestirse de chaquet para recibir el Viático. Parece algoingenuo, pero demuestra su profundo espíritu. Se sentía tan

3 Así por ejemplo en Castilla, la tradición, el idioma, 3 ' cd., Madrid, 1955,págs. 171 y sigs.

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penetrado de su fe, que aún en la intimidad quiso dar estetestimonio y rendir este tributo de homenaje".

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Existe un delicado detalle al fin de esta correspondenciacon el que quiero cerrar estas palabras: Es el recordatoriode defunción de Rufino José Cuervo. En su parte superior,junto a su fotografía aparece una frase evangélica, que puedesintetizar la estampa espiritual del colombiano: VERITAS

LIBERABIT vos (Jo. 8, 32). El habló en sus cartas del culto ydel amor a la verdad, a lo bueno y a lo bello. Pero más quehablar, lo vivió con la realidad sencilla de su vida. Y éstafue su suprema lección, porque la verdad, la bondad y labelleza son las supremas categorías del Ser. Lección difícil,porque buscó la verdad en los afanes siempre penosos de lafilología, en la lima constante de sus escritos, en la acogidahumilde prestada a los esfuerzos de los demás, en la supera-ción de los continuos achaques de su quebrantada salud.Sobre todo esto reinaba su pasión por la verdad. Así nospudo legar, como valor máximo de su vida, sus obras; y enellas, su espíritu recto y sencillo, bueno y afable, digno delmás alto precio, y digno también de imitación por sucalidad y nobleza.

J. IGNACIO TELLECHEA IDÍGORAS.