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La guardaespaldas Celia Graves definitivamente ha aceptado trabajar en asignaciones extrañas, tanto humanas como sobrenaturales. Pero su trabajo más reciente se lleva la palma. Proteger a un Príncipe de terroristas y fundamentalistas religiosos es bastante difícil, pero parece que todo el mundo sobrenatural está tras este tipo también. Cuando es traicionada por aquellos que la contrataron para servir, y todo va terriblemente mal,Celia despierta para encontrarse a sí misma transformada.Ni humana ni vampiro, Celia se ha convertido en una abominación -algo que no debería existir- y ahora tanto humanos como sobrenaturales la quieren ver muerta. Con la ayuda de algunos amigos leales -un mago sexy,un hombre lobo poderoso y un policía psíquico- Celia hace todo lo posible por mantenerse viva. Huyendo de sus enemigos, Celia debe descubrir quién está detrás de su transformación, antes de que sea demasiado tarde.

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- ƸӜƷ ƸӜƷ

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Traducido por Sheilita Belikov

Corregido por masi

a guardaespaldas Celia Graves definitivamente ha aceptado participar en

asignaciones extrañas, tanto humanas como sobrenaturales. Pero su trabajo

más reciente se lleva la palma. Proteger a un Príncipe de terroristas y

fundamentalistas religiosos es bastante difícil, pero parece que todo el mundo

sobrenatural está tras este tipo también. Cuando es traicionada por aquellos que la

contrataron para servir, y todo va terriblemente mal, Celia despierta para encontrarse

a sí misma transformada.

Ni humana ni vampiro, Celia se ha convertido en una Abominación —algo que no

debería existir— y ahora tanto humanos como sobrenaturales la quieren ver muerta.

Con la ayuda de algunos amigos leales —un mago sexy, un hombre lobo poderoso, y

un policía psíquico— Celia hace todo lo posible por mantenerse viva. Huyendo de sus

enemigos, Celia debe tratar de descubrir quién está detrás de su transformación, antes

de que sea demasiado tarde.

L

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Traducido por Sheilita Belikov y Bautiston

Corregido por masi

etuve el Miata en el borde de la acera y comprobé la dirección una vez más.

Me quedé mirando el edificio y el barrio. No era lo que yo esperaba. La

entrevista que había tenido con el asistente del príncipe, había tenido lugar en

una sala de conferencias en uno de los mejores hoteles de Los Ángeles. De hecho, en

este momento sabía que la prensa y varios guardaespaldas reales estaban

posicionados en ese mismo hotel. Este lugar era agradable, incluso palaciego, pero

estaba tan alejado de los caminos transitados que había tenido que utilizar el

MapQuest1 para encontrarlo.

Apagué el motor y bajé la mirada hacia la carpeta situada en el asiento del pasajero.

Pensé en revisarla otra vez, pero ya había, prácticamente, memorizado el contenido. El

príncipe Rezza de Rusland estaba en los Estados Unidos con la bendición de su padre,

reuniéndose con contratistas de defensa privada. Públicamente el príncipe estaba

siendo la imagen misma de un conservador religioso. Rusland era un pequeño reino

en el este de Europa, ubicado principalmente entre Ucrania y Polonia, colindando

también con la República Checa.

Rusland podía ser pequeño en tamaño, pero estaba ganando un nuevo nivel de

prominencia política, gracias al descubrimiento de una enorme reserva de gas natural

en la región. Los rusos estaban casi apopléticos. Su control sobre el suministro de gas

natural de Europa era fundamental para su economía. Tener a un competidor al lado

no estaba haciéndolos felices.

A pesar de sus ancestros comunes, los rusos no habían estado contentos con los

Ruslunders desde... bueno, nunca. Sin embargo, el pequeño país logró existir

persistentemente como una monarquía en la cara del socialismo, el comunismo y el

capitalismo desenfrenado. Cómo habían logrado no ser invadidos por Alemania

1 MapQuest: es un programa americano de mapeo Web, propiedad de AOL, con incluso imágenes satélite. Básicamente un navegador en el coche.

D

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durante la Segunda Guerra Mundial, o absorbidos por la Unión Soviética después, era

una de esas cuestiones políticas candentes que nadie podía o quería responder.

Tradicionalmente, la religión pública de Rusland era Ortodoxa, pero un régimen

fundamentalista estaba ganando poder e influencia. Era el tipo de agitación política

que te hacía preocuparte por el asesinato. El príncipe había declarado, muy

públicamente, sus sentimientos anti-americanos y se había aliado con los extremistas,

que no necesariamente estaban complacidos con sus planes privados, mientras estaba

en Los Ángeles. Esa era la razón por la que un impostor estaba tomando su lugar

durante la noche, liberando al príncipe real para hacer lo que fuera que tuviera en

mente. El asistente había sido bastante recatado, pero el próximo matrimonio del

príncipe se había hecho muy público. Así que estaba suponiendo que esto era el

equivalente a la siembra de los restos de su avena silvestre. Además, usar un suplente

es una táctica bastante común cuando las personas de la realeza están tratando de

deshacerse de los paparazzi. Es difícil y costoso encontrar a alguien lo suficientemente

bueno en la magia para hacer una ilusión a largo plazo, pero existen, y siempre está el

tradicional—doble de cuerpo.

Lo que fuera. Yo no iba a juzgar, especialmente no iba a contar, la situación de Vicki.

Mi trabajo es mantener al protegido seguro. Celia Graves, consultora de seguridad

personal. En un momento u otro había servido como guardaespaldas de estrellas de

cine, políticos, escritores, celebridades, y, ahora, la realeza. Los protejo de la prensa,

los fans demasiado entusiastas, y, cuando es necesario, de los monstruos. Soy buena

en lo que hago, así que cobro mucho y permanezco en el negocio por mi cuenta, para

mí misma. No soy especialmente buena en la parte política y social del trabajo:

demasiado franca, demasiado sarcástica, no tiendo a adular y juego limpio. La —

actitud— me ha costado puestos de trabajo, así que trato de trabajar en ello... y

generalmente fracasó miserablemente.

Me estaba preparando para agarrar mi chaqueta y salir del vehículo, cuando vi el

sobre de fotos brillantemente estampado, que sobresalía por debajo de la carpeta.

Miré el reloj. Era temprano. Podía prescindir de un minuto o dos para ver las fotos de

la fiesta de cumpleaños de mi mejor amiga de esta tarde.

Tomé el sobre, lo abrí y empecé a contemplar las fotos. Las que yo había tomado no

eran grandiosas. No soy fotógrafa. Pero las otras, tomadas por uno de los miembros

del personal ante la insistencia de Vicki, eran muy buenas. Había fotos de Vicky

soplando sus velas. Estaban las flores de la novia de Vicky, Alex, y un ramo de globos

en el fondo. Una o dos tomas muy buenas de nosotras dos, y aún más de Vicki parada

frente al regalo que le había comprado.

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Su rostro estaba totalmente radiante de alegría, y no pude evitar sonreír con

satisfacción. A diferencia de Navidad, o su cumpleaños anterior, esta vez realmente

había conseguido encontrar el regalo perfecto. Vicki es una clarividente de nivel

nueve. Ella usa un espejo para enfocar su don. Yo había encontrado un espejo antiguo,

enmarcado con plata real, y lo había puesto bajo múltiples hechizos de protección

hasta que fuese casi irrompible. De esa manera ella lo podría tener en su habitación en

Birchwoods.

Suspiré. Vicki había estado en Birchwoods, una instalación de —tratamiento— de

última tecnología, desde hace casi cinco años. Probablemente podría mudarse a casa.

Por otra parte, tal vez no. Una clarividente con su poder podría realmente cambiar el

futuro si perdía el control. En este momento ella se mantenía estable, pero no me

cabía duda que el ambiente encubierto y protegido de Birchwoods la ayudaba.

Por lo tanto, no me sorprendió el que ella no mostrara ningún deseo de salir, aunque

yo sabía que Alex quería que las dos vivieran juntas.

No era de mi incumbencia. Vicki podía ser dulce y tranquila, pero tenía una voluntad

de hierro. Ella haría lo que iba a hacer, y ese era el final del asunto.

Seguía sonriendo cuando metí las fotos de nuevo en el sobre y lo arrojé detrás del

asiento del pasajero. No serviría de nada que alguien las encontrara accidentalmente.

En cuanto al mundo respecta, Vicki no está en Birchwoods. Al igual que el príncipe con

el que estaba a punto de reunirme, ella tenía un doble de cuerpo. Contratada por sus

padres ricos, la falsa Vicki retoza en la Riviera, se relaja en los Hamptons, y esquía en

los Alpes Suizos, nada de lo cual la verdadera Vicki ha tenido alguna vez el lujo de

hacer.

Sólo el pensar en eso evaporó mi sonrisa, lo cual estaba bien. Ya era hora de ponerse a

trabajar. Bajé del vehículo, agarrando mi chaqueta del asiento del pasajero. Me la

puse. Me llevó un minuto acomodar las cosas alrededor para que todo quedara

equilibrado cómodamente. A pesar de que era prácticamente una armería andante, la

chaqueta no se abultaba. La confección y los hechizos de ilusión costaron una pequeña

fortuna, pero considero que vale la pena cada centavo. Oculta discretamente debajo de

la chaqueta tenía no sólo la pistolera con mi Colt, sino también un par de pistolas de

agua marca —One Shot— llenas de agua bendita, una estaca, y un par de cuchillos

muy especiales. Ah, y un garrote. No debo olvidar el garrote, aunque honestamente,

nunca lo he usado y no podía imaginar sacarlo lo suficientemente rápido para usarlo

en una crisis. También llevaba una pistolera de tobillo con una pequeña Derringer,

pero si las cosas se ponían tan graves como para que sacara esa, yo estaba de mierda

hasta el cuello. Sin embargo, cuando se trata de armas, mejor en exceso que escasas.

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Algunos de los murciélagos más viejos eran malditamente difíciles de matar, y en mi

mejor día no me gustaría enfrentarme a un hombre lobo o gul2 sin reservas.

Eché un vistazo a mi reloj, las 10:15. No debía presentarme a mi turno hasta las once.

Todavía tenía tiempo de sobra para utilizar el nuevo artefacto ingenioso que había

recogido en mi tienda de armas favorita. Fui detrás del asiento delantero y saqué una

caja negra no mucho más grande que la cartera que llevaba en mi bolsillo trasero. La

tapa tenia goznes, como un estuche de joyería, con el logotipo de la tienda grabado en

el papel de aluminio rojo. Muy elegante. Considerando el precio, tenía que serlo.

Realmente había pensado dos veces en si comprarlo o no. Pero si funcionaba tan bien

como se publicitaba, valdría la pena el dinero.

Sonreí. Soy una geek3. Me encantan los artefactos, y éste era encantador. Apenas podía

esperar para ponerlo a prueba de manejo.

Abrí la tapa de un tirón revelando lo que lucía como un coche Matchbox y un pequeño

control remoto. Hecho sobre todo de plata, el cochecito brillaba bajo la luz de la

lámpara de la calle suspendida en lo alto. Puse el pequeño vehículo sobre el

pavimento a mis pies, de frente al edificio donde se alojaba el príncipe. Saqué el

control remoto, luego cerré la caja y la metí en mi bolsillo delantero. Presionando un

pequeño botón verde en el control remoto, dije: —Verificación del perímetro. —Tan

claramente como pude. El pequeño vehículo avanzó hacia adelante con una velocidad

asombrosa. Se detuvo justo en la entrada del edificio y dio la vuelta bruscamente a la

derecha. Lo seguí a pie, observando con placer como, con un zumbido suave, delineaba

la barrera mágica invisible que rodeaba el edificio, la cual protege a los que están

dentro de criaturas preternaturales. Lo seguí sobre el césped bien iluminado,

alrededor de la vía de servicio de un solo carril que corría a lo largo de la parte trasera

del edificio. Abruptamente el cochecito se detuvo, emitiendo un estridente y agudo

pitido. Una luz en el control remoto sobre mi mano comenzó a parpadear en rojo.

Miré del control remoto al coche y viceversa. —Bueno, diablos. Esto no puede ser

bueno. —Hurgué en mi bolsillo para sacar la caja, donde sin duda estaba el manual de

instrucciones que debí leer con anticipación, pero que no leí. Uy. Tomó un minuto,

pero finalmente logré tomar el manual de instrucciones y pasar a la página

correspondiente.

2 Gul.- es un demonio necrófago que, según el folklore árabe, habita en lugares inhóspitos y frecuenta los cementerios. Los gules profanan las tumbas y se alimentan de los cadáveres. Existe también una variante femenina, llamada ghouleh, traducida a veces como algola. 3 Geek.- es un término que se utiliza para referirse a la persona fascinada por la tecnología y la informática.

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Al encontrarse una abertura en el perímetro la unidad emitirá una advertencia en

forma de pitido.

Quien lo creería. Nunca lo hubiera imaginado. Pero eso no explicaba el espectáculo de

luces.

El tipo de energía que causa la abertura será indicado por el color de la unidad

transmisora. El color verde indica la presencia de gules u otras magias nigrománticas;

ámbar, hombres lobo; azul, vampiros. Una luz roja intermitente indica energía

demoníaca no vampírica. Una luz roja continua indica una presencia actual.

—¿Un demonio? —Miré fijamente el control remoto en mis manos con incredulidad,

mi mano temblando mínimamente. Sí, los demonios existen. Al igual que los ángeles.

Pero no es como si me encontrara con alguno de ellos todos los días. De hecho, a

menos que una persona trabaje para una de las órdenes religiosas militantes,

probablemente pasara toda su vida sin encontrarse ni con los ángeles ni los demonios

—aparte de vampiros. Los demonios reales son raros. Lo cual es bueno. Especialmente

si no tienes la más clara conciencia en el mundo. Qué tan malo era el problema,

dependía de si estamos buscando a un engendro medio-demonio, un duende o un

demonio menor o mayor. Pero incluso examinando desesperadamente las

instrucciones, no veía ninguna manera de saber que podría ser.

Mierda. Quiero decir, la buena noticia, la luz era intermitente. La mala noticia, era roja;

estaba enfrentándome a un maldito demonio de un nivel u otro, y la barrera estaba

bajada.

Necesitaba solucionar este problema. Rápido. No soy ni un mago ni una verdadera

creyente. Lo único que tenía conmigo en este momento, que dañaría a algo demoníaco,

era el agua bendita en mis One Shot. One Shot4 era tanto la marca como una

descripción literal. En un vampiro, lo quemaría como ácido, yo esperaba que con ello

tuviera el tiempo suficiente para matarlo con una de mis otras armas. Pero éste no era

un simple murciélago. Debía tratarse de algo grande y malo para atravesar una

barrera mágica permanente como ésta. Si terminaba enfrentándome a lo que fuera, mi

pequeña pistola de agua probablemente sólo lo cabrearía.

Piensa, chica... piensa. Necesitas la barrera restablecida, por lo menos el tiempo

suficiente para pedir la ayuda de un mago o un sacerdote guerrero.

Si quedaba la suficiente magia residual de antes de la abertura yo podría ser capaz de

restablecer parcialmente la barrera si podía cerrar de nuevo la abertura. No sería tan

4 One Shot: Único disparo.

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fuerte, pero sería mejor que nada. Por supuesto, si cerraba la barrera podría estar

encerrando al demonio.

Debatí los pros y los contras durante algunos segundos, y decidí que era mejor

levantar la barrera. Si encerraba al demonio, lo tendríamos en un área contenida

cuando los sacerdotes llegaran. Si lo encerraba fuera, mucho mejor.

Metí el control remoto y el manual en el bolsillo de mi chaqueta y saqué una de mis

dos pequeñas pistolas de agua de plástico. Realmente no quería utilizar las dos. Podría

terminar necesitando una si el demonio estaba todavía cerca. Como siempre, muy

cuidadosamente, quité el tapón del rellenado y comencé a verter gotas de agua

bendita en una fina línea. Cuando cada gota cayó al suelo, el pequeño escáner se movió

hacia adelante, con el pitido provocador de dolor de cabeza, emitiendo una pequeña

pausa antes de empezar de nuevo. Sin embargo, cuando la última gota cayó y mi

pequeña pistola estuvo vacía, la brecha se cerró. Supe esto porque el cochecito

plateado se quedó en silencio y se precipitó a lo largo de la barrera restablecida, dio la

vuelta en la esquina, y salió de la vista.

Corrí tras ello, a través del asfalto y el césped mojado por los aspersores, todo

mientras me mantenía alerta ante cualquier cosa fuera de lo común. Mi cabeza

palpitaba por los efectos combinados del estrés y ese pitido perforador de oídos.

Me gustaría decir que estaba sorprendida de que nadie se acercara a una ventana o a

la puerta a investigar el ruido. Lamentablemente, no lo estaba. Las alarmas significan

problemas. A la gente no le gustan los problemas. En general, la mayoría se agacharían

detrás de umbrales hechizados o dentro de círculos de poder, esperando y rezando

que lo que sea que estuviera afuera, los pasará de largo.

Di la vuelta en la esquina, a pocos pies de donde había comenzado, para encontrar a

un musculoso hombre vestido con el tipo de ropa fina que no se vería fuera de lugar

en los mejores clubes, pero que aún escondería el mismo tipo de arsenal que yo

llevaba. Estaba parado en el perímetro, sosteniendo el explorador en su mano,

examinándolo con una expresión absorta en su rostro.

Me detuve patinando en el césped mojado. —¿Johnson? —Lo miré con incredulidad.

Era Bob. Realmente lo era. Verlo parado allí me hizo sentir mejor. Debido a que Bob

Johnson es un profesional experimentado. Diablos, él es el hombre que me había

convencido de entrar en el negocio cuando salí por primera vez de la universidad.

Todo el mundo me había dicho que una —insípida— mortal sin habilidades mágicas o

psíquicas no tenía nada que hacer luchando contra los monstruos. Bob dijo que

ningún ser humano estaba a la altura de los monstruos, con talento o no, que las dos

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cosas que eran más importantes eran la inteligencia y un buen equipo. No soy

estúpida, y estoy dispuesta a pagar por armamento de primera línea.

Conocí a Bob cuando el abuelo de Vicki lo contrató para trabajar en la seguridad de la

propiedad de ella. Había sido el —regalo de inauguración de la casa— del anciano. Yo

había visto a Bob instalar todo. Él había sido lo suficientemente paciente para explicar

el cómo y el por qué de todo lo que hizo, me dejó seguirlo a todos lados durante días.

Era evidente que sabía lo suyo. Con un presupuesto casi ilimitado para trabajar, había

hecho un infierno de trabajo. Me había impresionado en ese momento. Todavía lo

hacía.

Sus rasgos poco atractivos se iluminaron con una sonrisa de placer. Se pasó una mano

por el enmarañado cabello del color de la miel cálida. —Celia Graves, ver para creer.

¿No me digas que estás aquí para proteger al príncipe?

Asentí mi afirmación, y la sonrisa de Bob se amplió. —¿Es esto tuyo? —Tendió su

mano hacia mí. El pequeño escáner parecía casi imposiblemente diminuto estabilizado

en la palma de su enorme mano.

—Sí. Lo acabo de comprar esta tarde. Funciona como un campeón.

—Lo he oído. Pero ¿por qué no lo pones en modo silencioso? ¿De qué sirve el modelo

de lujo si no utilizas todas las opciones?

—¿Tiene un modo silencioso? —¡Wow! No pude evitar una sonrisa, casi idéntica a la

que Bob tenía en su rostro.

Él resopló y puso los ojos en blanco, pero procedió a darle la vuelta al cochecito y

mostrarme un interruptor que no había notado antes. —Entonces, ¿qué pasó con la

alarma?

Le hablé de la abertura en el perímetro. Su expresión se puso seria al instante. Me dio

mi coche sin ningún alboroto y dijo: —Muéstramelo.

Se lo mostré. Él no tenía una gran cantidad de talento mágico, casi ninguno en

realidad. Pero eso no le impidió acuclillarse y usar lo poco que tenía para examinar el

área alrededor de mi pequeño trabajo —arreglado.

Él me miró con expresión seria. —Esto no va a mantenerse más que durante algunos

minutos. Tenemos que subir, advertir al cliente, y llamar a la caballería.

—De acuerdo.

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Lo dejé tomar la delantera. Ninguno de nosotros tenía un arma en la mano, pero

nuestras chaquetas estaban abiertas y nuestras manos libres para que pudiéramos

reaccionar a toda prisa en caso de ser necesario. Avanzamos deliberadamente a la

entrada lateral, con los ojos explorando la zona en busca de cualquier señal de

problemas.

Nada. Ni una maldita cosa. Lo que debía haberme tranquilizado. En cambio, sentía la

tensión en mis hombros atirantándose en otro nudo. ¿Por qué un demonio abriría una

barrera y luego simplemente se iría?

Me volví hacia un lado, dándole cobertura mientras Bob tomó la billetera del bolsillo

trasero y sacó una tarjeta. Me habían dado una tarjeta similar cuando había sido

contratada. Por el rabillo del ojo lo vi deslizar la tarjeta en la caja de seguridad negra.

Una serie de pequeñas luces verdes brillaron. Cuando la última luz prendió, escuché el

clic de la cerradura y la puerta que se abría.

Entramos dentro y la puerta se cerró, las cerraduras y los hechizos se cerraron detrás

de nosotros. Esperé mientras repetía el proceso con el ascensor de servicio.

Parpadeé, tratando de no mirarlo fijamente mientras veía su reflejo en la puerta de

acero inoxidable pulido. Su lenguaje corporal había cambiado. Se veía como el

infierno. Oh, él todavía estaba limpio, y la ropa se le ajustaba. Pero había este sentido

de derrota sobre él. Casi podías olerlo, como una colonia barata. Se veía en la caída

leve de sus anchos hombros, la vacilación en sus movimientos que nunca antes había

estado allí. Estaba pálido, pero había estado viviendo en la costa este. Probablemente

no había tenido mucho tiempo de playa. Sin embargo, hay palidez y palidez. Dudé,

intentando pensar en qué decir, y no pude llegar a ninguna maldita cosa que no fuera

indiscreta. Así que extendí la mano para tocar el botón del intercomunicador.

—Celia Graves. —Pronunciaba cada sílaba de mi nombre claramente mientras

mantenía presionado el botón para el altavoz de intercomunicación.

—Bob Johnson.

Los dos nos volvimos hacia la cámara de seguridad, dándole una buena mirada. No me

molesté en echar un vistazo al monitor, montado cerca del techo en la esquina.

—Bien —dijo, mientras esperábamos que alguien contestara—. Tienes muy buen

aspecto—muy bueno. La empresa debe estar feliz contigo.

Era mi turno para resoplar. —Difícilmente, pero gracias. —Yo, inconscientemente,

pasaba mis dedos contra mi pelo rubio ceniza. El pelo me llegaba hasta los hombros

en ese momento, que es el largo que me gusta mantener. He tenido suficientes

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negocios que no me permitieron poder cortarlo. Si no lo estuviera usando hacia atrás

me estaría volviendo loca.

—No, en serio. Te estás volviendo una belleza nocturna.

Eso me hizo mirarlo con la boca abierta. Yo no soy hermosa. Oh, claro, tengo una linda

estructura ósea, pero mis características son demasiado duras para ser considerada

tradicionalmente bonita. A los quince, ya era demasiado alta para mi tipo de cuerpo, y

mi piel va más allá de —crema— a pálida casi gótica. Mi último novio describió mis

ojos como del color gris de las nubes de tormenta con virutas de hielo. Una

descripción bastante justa, y ciertamente más poética de lo que hubiera esperado.

—Mejor que no me vea hermosa. En serio, Bob. Eso no es bueno para los negocios. Se

honesto. ¿Este equipo es... mucho? —Miré hacia abajo a mi ropa y luego lo miré a la

cara. Por último, entendió de que estaba hablando y mi pregunta lo hizo mirarme

críticamente. Yo llevaba todo negro, desde mi confortable calzado, a mis pantalones

vaqueros y mi chaqueta. El único contraste era el burdeos profundo de mi blusa.

Bueno, eso y los pendientes de color granate que hacían juego. Me había maquillado,

pero mínimamente. Yo estaba aquí, después de todo, por negocios. Me había dado

cuenta de que si me veía muy bien, a los clientes masculinos les daba una impresión

equivoca —y empezaban a tratarme como a una cita y los otros guardaespaldas no me

tomaban en serio. Es mejor mantener las cosas simples y evitar malentendidos.

Él, apenas, había abierto la boca para responder, cuando se oyó una voz por el altavoz

de arriba. —Llegas temprano. —El tono sonaba como si hubiéramos hecho algo malo,

pero escuché el zumbido de las máquinas mientras el ascensor privado descendía

hacia nosotros desde el ático.

—Vinimos temprano para ver el perímetro en busca de amenazas. Ha habido un

problema. —Bob puso su mejor voz aburrida y profesional—. Vamos a tener que

informar de ello a las autoridades.

Yo podría haber jurado que escuché maldecir, en el momento en que el portero se

cortó. Me sorprendió un poco. Una de las primeras cosas que había aprendido como

guardaespaldas era no dejar que el protegido sepa que estás molesto. Preocupado está

bien. Pero mantén la calma. Las emociones déjalas en el camino, entiérralas

profundamente. No me malinterpreten, todavía se sienten, pero están bajo control y

no se muestran.

Lo que significaba que alguien arriba no era profesional. Estupendo. Me encanta

trabajar con aficionados. (Y si te crees eso, esta ese puente...)

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Le lancé una mirada significativa a Bob, y él puso los ojos en blanco. Nos quedamos en

silencio durante unos segundos. Al final, él fue quien habló primero.

—El equipo está muy bien. No es exagerado. Lo siento. Entiendo que los cumplidos

pueden ser un arma de doble filo. —Hizo una pausa—. Así que, ¿cómo está Vicki?

Me encogí de hombros frente al cumplido. Tenía buenas intenciones, pero... bueno,

siempre me preocupan. —Aún en el hospital. Parece que le gusta estar ahí. —Le

gustaba. Yo me siento atrapada, pero a ella le gustaba la seguridad de aquello—.

¿Cómo está Vanessa?

Él se estremeció, y vi un destello de dolor en sus ojos antes de que él fuera capaz de

ocultarlo. —Estamos divorciados. —Cerró los ojos por un segundo. Cuando los abrió

de nuevo, su rostro era una máscara agradable—. De nuevo en el mercado. —Sonrió,

pero sabía lo suficiente como para saber que no lo decía en serio—. Ella se quedó con

todo, excepto la ropa que llevo y mis armas. Esa es la razón principal por la que tomé

este trabajo. En realidad no me gustó el aspecto del hombre que envió para hablar

conmigo, pero necesitaba el dinero.

—Hablando de armas, ¿qué tienes tú?

Mantuvo abierta la chaqueta para mostrarme su arma principal, una Glock 9mm con

seguro de acción, en una funda de cuero a medida. Asegurados con presillas en el forro

de su chaqueta había un par de cuchillos de lanzamiento. Yo sabía que tenían un alto

contenido de plata, y podría decir por los grabados que tenían hechizos de precisión

de lanzamiento. Pero eso era todo. Lo que no significaba que no me hubiera tomado

por sorpresa. Traté de esconder mi sorpresa, pero debe haberla notado, porque me

respondió, su voz ronca de vergüenza.

—Tuve que empeñar algunas de mis cosas para pagar el boleto de salida.

Bueno, mierda. Realmente no sabía qué decir en respuesta a eso, así que mantuve la

boca cerrada. Me parecía más seguro. —¿Y bien? Te mostré lo mío. —Él hizo un gesto,

que era más una demanda que una invitación. Lo que era justo, supongo. Pero estaba

casi avergonzada de mostrarle. Mostrándome a mí misma, abrí la chaqueta y vi que

sus ojos se ensanchaban a medida que hacia un inventario de mi armamento—.

¡Maldita sea, chica! Y ni siquiera se nota.

—Adaptaciones especiales y hechizos en la chaqueta —admití—. Y tengo las mangas

lo suficientemente amplias para poder sacar mi cuchillo. —Hice precisamente eso,

tirando de uno, con un movimiento suave y fácil. Lo que salió en primer lugar fue la

empuñadura. A nadie más le había mostrado mis cuchillos. Eran un regalo de Vicki y

son valiosos como el infierno. El trabajo del hechizo en ellos es tal, que pueden

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incluirse en los principales artefactos mágicos. La gente ha matado por poner sus

manos en ese tipo de cosas. Para mí, sin embargo, son una parte importante de mi

equipo, porque un solo rasguño de la hoja puede matar a casi cualquiera de los

monstruos. Nunca quería acercarme lo suficiente para tener que utilizarlos, pero

maldita sea si quería tenerlos cerca... por si acaso.

Bob dejó escapar un silbido largo, y pasó suavemente las manos sobre el mango de

madera pulida. Adiviné que estaba probando el trabajo del conjuro también, pero no

podía estar segura. —Maldita sea, chica, tienes los mejores juguetes.

—Regalo de Vicki —admití.

Sacudió la cabeza y movió el cuchillo con lo que era casi reverencia. —Mantenlos fuera

de la vista si puedes. No quiero tener problemas.

Me limité a asentir y pensé en la posibilidad de tener problemas. Algo de este trabajo

me estaba molestando. (Aparte del asunto obvio del demonio.) No era obvio, sólo ese

tipo de cosas como una piedra en tu zapato. Bob me había dicho que no le gustaba el

tipo que lo había entrevistado. No podía decir que no estuviera de acuerdo. El tipo con

el que había hablado había sido vago acerca de los detalles del trabajo hasta el punto

de ser tímido. No me gustan los tímidos. Había respondido a mis preguntas de una

manera que realmente no me decía gran cosa. Yo había estado bastante cerca de

rechazar el trabajo.

Y luego estaba el hecho de que sospechaba que podría haber sido elegida sólo porque

era una mujer, para obligar a Rezza, con la punta del pie, a entrar en la línea

progresiva de su padre.

No me malinterpreten, hay casos en que una mujer es especialmente necesaria —

tienes una clienta, ella necesita a alguien que revise que en el baño de mujeres no haya

problemas, que pueda ir a los vestuarios. Pero eso no es sobre eso que se supone que

esto iba a ser.

—Me siento mejor sabiendo que estas aquí —admitió Bob en voz baja.

—De nuevo contigo, gran tipo.

La campana del elevador sonó. Entramos dentro de la elegante cabina. Al pulsar el

botón de la planta superior, me volví hacia el frente viendo como las puertas se

cerraban sin problemas. Cuando se volvieron a abrir, entré en una sala de estar

amplia. Una pared entera estaba cubierta de ventanas abiertas para mostrar una vista

panorámica de las luces brillantes de la ciudad.

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Estúpido. A menos que las ventanas fueran a prueba de balas, pude ver tres lugares

perfectos para el apoyo de un francotirador, y sin siquiera intentarlo. Pensé en el

demonio de nuevo. ¿Y si estaba en la habitación con nosotros ya? Tenía que encontrar

una manera de comprobar a cada persona. Yo no podía hacerlo abiertamente, por

temor a una posible reacción violenta con rehenes. Pero filtrar un poco de agua

bendita en la palma de mi mano y luego darle la mano a todo el mundo solo podía

hacer que se viera como si tuviera las palmas sudorosas.

—Llegas temprano —dijo el guardia, reiterando su queja anterior. En las fotografías

de mi archivo de investigación, siempre estaba un paso detrás del rey, siempre con la

misma expresión adusta. Me volví hacia él, manteniendo la expresión neutra. Él se

apartó de un grupo de hombres de pie junto a la barra. Su voz era de desaprobación.

Yo había pensado que las fotos sólo le daban un aspecto de mal humor, pero habían

capturado sólo lo real. Inmediatamente me sentí mal por quien fuera su pareja.

De aproximadamente cincuenta y nueve años, era un poco más bajo que yo. Me di

cuenta de que no le gustaba. Estaba acostumbrado al parecer a mirar hacia abajo, con

la nariz respingona y mirando con esos ojos saltones negros hasta que la persona

opuesta a él se echara hacia atrás. Si eso es lo que quería, había elegido a la chica

equivocada. Yo no empezaría los problemas. Desde luego, no con un cliente. Pero yo

no me humillaba o adulaba, tampoco. No sería de mucha utilidad como

guardaespaldas si lo hiciera. Le dirigí una expresión agradable, no tan franca que me

reservo para los clientes difíciles. Tampoco le gustaba así. A veces, simplemente no

puedes ganar. Le tendí la mano empapada en agua. Miró como si fuera un error de mal

gusto.

Mierda. ¿Y ahora qué?

Bajé la mano después de un momento un poco incómodo. No habría otras

oportunidades antes de irnos. —Yo he venido un poco antes de tiempo para revisar el

perímetro, encontrarme con los otros guardias, saber quién va a estar a cargo, y

resolver los detalles. —Sonaba amable, profesional, sin siquiera una pizca de irritación

o sarcasmo. Mi abuelo estaría muy orgulloso.

—Yo estaré a cargo.

El hombre que se deslizó fuera de la barra habló con un dejo de acento y un toque de

condescendencia. Lo reconocí de sus cuadros. El príncipe tenía sesenta y dos años y

era delgado, se movía con una gracia elegante que debería ser afeminada pero no lo

era. Vestía pantalón gris con una losa de seda de color crema con los suficientes

botones abiertos para exponer ligeramente un musculoso, pero peludo pecho. Sus

rizos castaño claro estaban hábilmente despeinados, sus ojos oscuros se estrecharon

Page 19: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

con la evaluación cuando me miró de pies a cabeza. Mantuvo las manos cruzadas en la

espalda.

—En última instancia, por supuesto —me hizo un gesto de respeto—, pero en general

con un equipo de varias personas, hay un coordinador para que los guardias se

reporten. Me preguntaba quién iba a ser.

Se detuvo, apenas a dos pulgadas de distancia de mí. Creo que él esperaba que yo

reaccionara. Estaba acostumbrado a que las mujeres reaccionaran sexualmente,

obviamente, y que los hombres se echasen para atrás. No hice ninguna de las dos.

Simplemente me quedé en mi sitio, agradable e impasible, esperando a que

respondiera. Yo estaba bastante segura de que sabía lo que iba a decir. Pero tal vez me

equivoqué. Ciertamente él no era mucho más que un idiota.

—Estaré a cargo —repitió.

Al parecer, era mucho más que un idiota. ¡Oh, qué alegría! Me encogí internamente,

pero mantuve la boca cerrada, conté hasta diez para no decir nada estúpido. Yo podía

negarme a hacer el trabajo, pero el dinero era condenadamente bueno y las

conexiones eran mejores. Cualquier pequeña empresa crece por referencias boca-a-

boca. Si me marcaba con la desaprobación, podría pasar hambre durante mucho

tiempo. Pero era tentador. Debido a que por su estupidez podía conseguir que me

mataran. Por otra parte, Bob estaba aquí. Cuidaría mi espalda y yo la de él. Arriesgar

mi vida es en parte por lo que lo que me pagan. Y, de nuevo, yo iba a estar recibiendo

una cantidad casi obscena de dinero por esto.

Eché un vistazo a la habitación, para ver que el resto del equipo de seguridad estaba

de pie. Quiero decir, yo en realidad no podía ser la única persona preocupada por esto,

la única que notó los ojos vidriosos del príncipe, inyectados en sangre, ¿verdad?

¿Seguramente a alguien más le molestaba la situación?

Dos de los guardias miraban más allá de mí, como si yo fuera indigna de su interés.

Sentí que se me apretaba la mandíbula, y tuve que hacer fuerza para no rechinar los

dientes. No conocía a ninguno de ellos, lo que me sorprendió. Estoy bastante bien

conectada con la industria. He trabajado con la mayoría de los independientes en un

momento u otro, y la mayoría de ellos han llegado a respetar mis habilidades y me

tratan como a una igual. Tendría la mitad de la apuesta ganada en que estaban

molestos porque yo era una mujer. He tratado con el prejuicio antes. Uno pensaría que

ya estaría acostumbrada a ello.

Podrías equivocarte.

Page 20: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

La tos suave de Bob atrajo la atención de todos, mientras yo le estaba dando la mano

al tercer guardia. Él estaba limpio... o por lo menos era humano.

—Revisamos el perímetro. Había pruebas de que había sido roto por una presencia

demoníaca. La Sra. Graves puso un parche temporal, pero tenemos que ponernos en

contacto con las autoridades.

Dijo mi nombre como si no me conociera de antes de esta noche. Yo podría haberle

dicho algo, pero él me dirigió una mirada reprimida. Probablemente tenía razón. El

príncipe no parecía ser del tipo que aprecia la socialización entre el personal, y por

otra parte, eso serviría para que los otros guardias se enojaran con él.

Los ojos del príncipe se redujeron, y me lanzó una mirada larga, evaluándome. —Mi

gente contactó a las autoridades mientras venían hacia arriba. —Se volvió hacia uno

de los guardias más cercanos, un hombre bajo y ancho, con características romas y

pequeños ojos oscuros—. Jean Paul, toma las escaleras con Josef y verifica el parche de

la Sra. Graves.

Los dos hombres se apresuraron fuera, sin verse particularmente felices. Por otra

parte, no parecían verse felices con nada. Tal vez se les pagaba para ser hoscos. En ese

caso, Josef merecía un bono.

El Príncipe Rezza me miró fijamente, tratando de juzgar mi reacción. Traté de

mantener la neutralidad, pero fracasé. Su expresión se oscureció. —Está siendo

verificado. ¿Satisfecha? —Su tono era un reto.

En realidad no. Estaría más satisfecha cuando algunos de los militantes religiosos

entraran en escena. Pero decirlo sólo lo enojaría más. Él tenía el poder. Incluso se

podría crear un incidente internacional. Habíamos empezado con el pie equivocado,

así que mantuve la boca cerrada y asentí con un golpe seco de cabeza.

—Bien.

Page 21: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por eli25

Corregido por masi

l príncipe no había querido enredarse con las autoridades. Así que nos fuimos

antes de que ellos llegaran. No me gustaba eso. Ya que era la única que había

descubierto la brecha, estaba bastante segura de que ellos querrían hablar

conmigo, no con Jean Paul. Pero se había dejado bastante claro que discutir me

costaría el trabajo. Así que dejé una tarjeta de negocios con mi número de móvil en

caso de que quisieran llamar, junto con una oferta para hacer una declaración al día

siguiente.

Así que, con la menor dilación habíamos comenzado la noche del príncipe en la

ciudad. Ahora, a las 3:00 AM, a mi turno le quedaba media hora. Hasta el momento no

había habido señales de asesinos, demonios, o realmente mucho de algo. Bien. Incluso

mejor, me las había arreglado para permanecer profesional. Eso había sido más duro

de lo que había pensado. El príncipe estaba impecablemente criado, era escoria

ridículamente adinerada. Yo no había estado lo bastante desesperada para contar los

minutos que faltaban hasta que pudiera alejarme de él, pero estuve bastante cerca.

Nos situamos en nuestro cuarto —club de striptease—. Había pensado que habíamos

alcanzado el final del depósito hace horas. Había sido demasiado optimista.

Aparentemente las cosas siempre pueden ser peores. Incluso con la poca iluminación

no pude distinguir que ese lugar era mugriento. Las —bailarinas— estaban

desesperadas, el tipo de miedo que podrías casi oler en el aire. Sus cuerpos estaban

escuálidos, excepto por una o dos quienes invertían en el tipo de cirugía plástica que

hacía que las muñecas Dolly Parton parecieran positivamente subestimadas. Ninguna

de ellas podía afrontar incluso el maravilloso encanto más barato para aumentar su

apariencia mágicamente, así que todas ellas tenían que trabajar con lo que era sus

propios recursos, y muchas de ellas habían estado viviendo difícilmente durante

mucho tiempo. Parecían rudas.

El tema de este lugar tenía algo que ver con —los gatitos—. Era capaz de deducir que

esto no era solo por la señal delantera sino también por las bailarinas que llevaban

E

Page 22: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

orejas de gato en una diadema. Las diademas eran casi sus disfraces completos, junto

con la joyería y los tangas. Los tangas eran una formalidad para que el licor pudiera

ser servido. Pagas lo suficiente para unas habitaciones privadas y ellos podían

desaparecer justo como por magia. Ilegal como el infierno, por supuesto, pero

supongo que era el punto. El príncipe estaba moviéndose por los barrios bajos, y

parecía estar dispuesto a encontrar los lugares de putas del área. Haciendo un maldito

buen trabajo de eso, también.

Honestamente, yo fuera él, me hubiera preocupado por coger algún antibiótico

resistente. Por supuesto él estaba demasiado ido para pensar en algo como eso. Él

había estado ingiriendo varias sustancias para excederse, desde antes de que yo

entrara en el turno, y estaba arruinando su jodida mente. La tortura para su gente si él

ponía nervioso a su rey.

Había pensado que contratarme había sido por publicidad. Pero no habíamos ido a

ningún lugar en el que a él le gustara encontrar paparazzi. Así que quizás, esa vez,

había sido contratada por la fuerza de mi reputación. Lo que fuera. Si se me

presentaba la oportunidad de trabajar para él otra vez, diría que no.

Bob era el único guardia que me mostró algún tipo de respeto. Los otros dos sólo me

ignoraron. Podía vivir con eso, siempre que ellos hicieran su trabajo.

Desafortunadamente, solo uno lo hacía. Así que, los tres estábamos de pie en alerta en

busca de peligro, ignorando lo que estaba pasando detrás de nosotros. Bob estaba a mi

derecha. Detrás de él estaba el hombre más grande y más negro que hubiera visto

nunca, con la piel como ébano pulido. Era como una nevera descomunal de tamaño

industrial. Enorme y cuadrado como era, habrías esperado que fuera lento. En su

lugar, se podía mover con la repentina gracia de un felino cazando. Lo había visto

cuando uno de los gorilas hizo un movimiento equivocado. Deslumbrante velocidad y

útil crueldad.

No sabía su nombre. Habíamos acabado el trabajo de esta noche y nunca le vería otra

vez. Eso no rompería mi corazón, tampoco.

El cuarto —guardia— era prácticamente inútil. A la orden del príncipe, él estaba

tomando fotos con una cara cámara digital. Era joven, y lo bastante novato como para

que accediera a los deseos del príncipe. Estúpido. Si algo salía mal, él estaría en

verdaderos problemas. El resto de nosotros insistíamos, actualmente, en hacer

nuestro trabajo. Al menos tan bien como podíamos bajo las circunstancias.

Un abogado me dijo una vez que mis contratos de negocios tenían más cláusulas

restrictivas que algunos de los principales acuerdos cinematográficos. Yo le dije que

había aprendido de la anterior experiencia.

Page 23: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Si Su Real Alteza moría por una sobredosis auto-inducida, yo no era responsable. Si él

cogía el SIDA, herpes, o cualquier otra cosa, yo no era responsable. Le protegía de la

violencia. Por un tiempo. Fin de la historia. Mi propia moral, probablemente, me

requería arrastrar su culo a un hospital si su estupidez lo hacía necesario, pero no

esperaba que ocurriera eso. Él podía andar incluso después de algún cóctel bastante

único de drogas, así que debería tener la edad para abusar de sí mismo bajo su

cinturón.

Oí algo detrás de la puerta que llevaba hacia la sala principal. Casi en un simple

movimiento los tres nos giramos para enfrentar la posible amenaza. Bob cambió su

peso, su mano cerniéndose cerca de la parte superior de su arma.

El encargado del club caminó a través de la puerta con un gorila sobre sus talones.

Ellos vinieron a través de una velocidad combada, cerrando la puerta de golpe detrás

de ellos con un nivel de pánico controlado que hizo de los pelos de mi cuello se

pusieran de punto. El encargado era un hombre pequeño pero de apariencia dura.

Tenía ojos diminutos y fieros y nariz afilada. Pero lo más notable en él eran sus

cicatrices. Un grupo de ellas se extendían desde la destrozada oreja izquierda, bajando

y cruzando su cuello. Parecía como si alguien hubiera intentado desgarrar su garganta

con una botella de cerveza o unas garras.

Él deslizó los pestillos y se giró para enfrentarnos. No parecía alarmado o asustado,

más bien enfadado. A su asentimiento, el gorila cruzó la sala hacia una segunda puerta

y comenzó a usar las llaves en un número de cerraduras. Asumí que la puerta llevaba

hacia fuera.

—Los policías están en la parte delantera. —El encargado sonaba disgustado—. Es

una redada. Tenéis que salir de aquí.

Un par de chicas gritaron y vi el destello de la carne desnuda en mi visión periférica,

cuando salieron disparadas de la pila de cuerpos, para comenzar a arrastrarse hacia la

ropa desechada más cercana.

—Tengo inmunidad diplomática. —Las palabras del príncipe fueron mal articuladas,

pero no había error en su tono condescendiente.

Se me ocurrió que el propósito de tener un doble, había sido para dar al príncipe

discreción, discreción que sería arruinada si le cogían, inmunidad o no, pero quizás él

solo estaba demasiado drogado para preocuparse por eso.

El encargado no estaba sorprendido. —Bueno, yo no, gilipollas. Y no necesito a los

medios de comunicación que vendrán contigo por ser atrapado aquí —dijo

bruscamente—, así que fuera de una jodida vez. — Señaló hacia la puerta. El gorila la

Page 24: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

abrió como sugerencia. Una luz amarilla poco iluminada sobre la cabeza, revelaba un

estrecho y mugriento callejón. Un fuerte viento golpeó a través de la puerta, fuerte y

frío. El hedor que trajo fue horrible, incluso a esta distancia.

Su Alteza se encogió de hombros y parecía aburrido, como si esto fuera un

acontecimiento frecuente. —Oh, muy bien. —Le vi ponerse toda su ropa con

movimientos descoordinados. Sus ojos estaban desenfocados, pero su velocidad no

era muy mala—. Tú, y tú... —Ondeó su mano en dirección a Bob y a mí—. Id primero.

Nosotros os seguiremos.

Alguien tenía que tomar la delantera. Yo lo habría hecho, pero Bob se movió

situándose delante de mí. Él pasó al gorila rozándole, deliberadamente dando al

hombre más grande un pequeño empujón al pasar. El gorila gruñó pero no reaccionó.

Probablemente un movimiento inteligente, cuando Bob había sacado y colocado a un

lado su nueve5 y la estaba sujetando con el tipo de confianza que no presagiaba nada

bueno para alguien que plantea una amenaza.

Me moví dos pasos detrás de Bob. Saqué mi pistola también, una Colt 1911. Había

otras 1911, pero eran clones. La Colt es el diseño clásico que era edición militar en la

Primera Guerra Mundial y es difícil de superar. Es mi pistola favorita, y

completamente fiable. Encajaba con mi mano bien y tenía mucho poder de detención.

Si disparaba algo, quería permaneciera en el suelo lo suficiente para que le estaque o

le decapite. Con eso en mi mente, mantengo mi pistola cargada con balas de plata.

Había tres escalones bajando desde la puerta trasera. Inmediatamente a la izquierda

había un Contenedor. De cerca, apestaba lo suficientemente mal para hacerme querer

vomitar. Por detrás pude oír al encargado maldiciendo y al lacónico príncipe

respondiendo.

La única luz era de la puerta detrás de nosotros y el distante brillo del halógeno de

una farola pasada la entrada del callejón a más de 18 metros. La extraña iluminación

hacía las sombras más oscuras, así que cada escondrijo en el camino parecía siniestro,

cada Contenedor una tapadera perfecta. Mantuve mis ojos moviéndose, escaneando

no solo el nivel del suelo sino también las escaleras de metal de la salida de incendios

y los tejados de los edificios. La puerta por la que habíamos salido era la cuarta en la

hilera de edificios, dándonos cerca de 18 metros que atravesar hacia la calle principal

si íbamos derechos, casi unos 90 metros si girábamos a la izquierda.

Miré al callejón, echando un vistazo a la parte delantera del edificio reflejado en el

escaparate de la tienda porno al otro lado de la calle. No vi destellos de luces

5 Con esto hace referencia a su 9 mm.

Page 25: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

reflejadas en el cristal ni alguna señal de una redada de policía. Antes de que pudiera

juntar las piezas de lo que eso significaba, un sonido me hizo girar.

Una rata corrió. Era más grande que algunos de los perros más modernos, y se había

asustado por algo. No disparé, pero eso me distrajo, costándome un segundo valioso

de concentración.

Cuando me giré de vuelta, hubo un húmedo y desgarrador sonido... entonces un

gruñido de dolor. Un disparo sonó cuando una lluvia cálida salpicó mi cara y olí a

carne cruda y sangre fresca. Así de rápido, Bob había caído. Disparé a los ojos de su

atacante que era visible sobre la garganta de la que se estaba alimentando. La herida

de entrada era aparentemente pequeña, pero sangre, cerebro, y hueso estaban

salpicados por la pared de detrás de él, deslizándose en regueros por la basta

superficie de ladrillo. El vampiro soltó a Bob, embistiendo contra mí con

(literalmente) ciega rabia. Disparé dos veces más directamente en su pecho hasta que

él cayó para mi bien y estuve segura de que no habría dejado suficiente corazón para

estacar.

—¡Tenemos murciélagos! —Apenas pude oír mi propia voz gritar el aviso a los otros

guardias cuando me giré por instinto para disparar a una forma moviéndose hacia mí

con borrosa velocidad desde un lado del Contenedor. El vampiro gritó pero siguió

acercándose, balanceando una mano con garras hacia mi cabeza. Esquivé el golpe y

esperé una fracción de segundo al momento en que su cuerpo se girara, entonces

disparé un par de veces contra la espalda en un ángulo propicio para intentar sacar su

corazón.

Él cayó, como una marioneta cuyas cuerdas han sido cortadas. Disparé a su cabeza. Mi

último disparo en la Colt.

Mi audición casi estaba perdida completamente ahora, demasiados disparos haciendo

eco en el metal de los Contenedores y las puertas de incendios, pero si había más

vampiros, estaban manteniendo las distancias. Llamé a los otros para cubrirme,

enfundando la Colt, y agarrando el cuerpo de Bob debajo de las axilas. Comencé a

arrastrarle hacia la luz que todavía salía de la puerta del club de striptease. Él estaba

herido tan gravemente que iba a morir en minutos sin ayuda. Un par de formas

oscuras se estaban acercando por delante y detrás del callejón, moviéndose con esa

gracia espeluznante que algunos de los viejos vampiros tenían.

Casi estaba en la base de las escaleras. El cuerpo de Bob no se movía, pero la sangre

aún estaba bombeando, dejando un rastro húmedo en nuestra estela que era oscura y

totalmente visible cuando volví a la luz.

Page 26: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Me atreví a mirar hacia atrás. Había una escaramuza más allá de la puerta. No podía

ver al joven guardaespaldas, pero atrapé un destello del príncipe. Cuando miré, el

cuerpo real comenzó a brillar, facciones moviéndose como si hicieran un molde

malísimo de arcilla hasta que otro hombre estuvo de pie donde el príncipe había

estado. Él y el encargado estaban disparando firmemente hacia la puerta donde el

refrigerado estaba aún de pie, a pesar de la carne y sangre de su espalda.

El tiempo disminuyó a una marcha lenta. Tenía todo el tiempo del mundo para

observar al enorme hombre negro caer hacia atrás en un lento movimiento desde las

escaleras para golpearse en el Contenedor. Cuando su cuerpo rebotó sin vida en el

suelo del callejón, la puerta de incendios se cerró sólidamente con un golpe que hizo

eco.

Con la desaparición de la luz y mi ruta de escape, los vampiros se volvieron más

intrépidos, dos de ellos se movieron hacia delante cuando un tercero cayó desde la

salida de incendios de un edificio cercano, aterrizando suave y silenciosamente como

un copo de nieve.

Joder.

No había tiempo para estacar, mi permanente pistola de agua tenía literalmente un

disparo, y mi pistola de apoyo era una Derringer. Dos disparos. Ninguno de ellos iba a

darme una maldita buena oportunidad contra ese número. Entonces Bob se movió,

luchando contra mi intento por mantenerle inmóvil. Él gruñó de dolor por el esfuerzo,

y ya que no podía hablar, el movimiento me mostró que él tenía una pistola de apoyo

que no me había mostrado antes.

Bendito seas, Bob.

Le dejé en el suelo y saqué su arma. Retrocediendo, me situé en una postura de

disparo, mi espalda contra la puerta de incendios.

Los vampiros se estaban moviendo lentamente. No pensé que fuera por precaución,

aunque ellos sabían lo que podían hacer las balas de plata. Era más para saborear el

momento, deleitándose con el olor de mi miedo. Porque al final, incluso el hombre

más duro tiene miedo de los monstruos.

Demasiadas muertes en demasiado corto espacio. El olor de la sangre y la carne

llenaba el callejón, más insoportable incluso que el hedor de la basura podrida.

No había sido intencional, pero al menos era lo bastante gráfico como para detener a

los otros murciélagos en su camino durante un segundo. Seguí disparando, ajustando

Page 27: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

el empuje de las cargas, intentando disparar al corazón, con la esperanza de romper el

grupo o al menos frenarlos.

No funcionó. El más alto, un macho desgarbado con pelo rojo y pecas quien parecía un

Opie6, desnudó los colmillos. Aparentemente él era uno de los líderes. Una mirada

suya y los otros se movían, rodeando como una manada de animales de caza. Él siseó,

desnudando los colmillos hacia mí una segunda vez. Era un sonido inhumano. Cada

pelo de mi cuerpo se puso de punta por la tensión. Mi pulso tronaba en mis oídos. Pero

me mantuve en mi sitio y disparé otra vez.

El primer disparo falló. Él se había movido demasiado deprisa: demasiado

malditamente deprisa, lanzándose hacia mí con todo lo que tenía. Seguí disparando,

incluso cuando su cuerpo golpeó el mío, empujándome hacia la puerta de detrás de mí

con un fuerza que sacó el aire de mis pulmones y fracturó mis costillas. Mi cabeza

golpeó pesadamente el duro acero, lo suficiente para que durante un segundo viera las

estrellas. La pistola cayó de mi mano, pero al menos él estaba muerto. Había alcanzado

su corazón. Demonios, había sacado la mayoría de su maldito pecho. Estaba empapada

en sangre. Luché por moverme, pero estaba clavada por la masa de su cuerpo sin vida.

Los otros usaron eso para su ventaja. Aquellos que no se habían parado para darse un

banquete con Bob y el otro guardia se acercaron a mí. No había más tiempo. Me giré y

esquivé, arreglándomelas para liberarme lo suficiente para sacar uno de mis cuchillos

de su funda en la muñeca. Cortaba al azar, cortando cualquier cosa y a todo lo que se

acercara para ponerse a tiro —rezando todo el tiempo para que la magia en la hoja de

la navaja afilada funcionara como advertencia, pero sabiendo que la primera vez que

las usaba probablemente sería la última.

Cuando los vampiros se acercaron y me hundí en un destello de intenso dolor, oí un

grito y me di cuenta de que era mi propia voz.

La muerte iba a ser por succión.

6 Opie: Un apodo que se suele utilizar por los negros para referirse a cualquier hombre blanco. En el libro podría decir que se refiere a un cateto.

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Traducido por Sheilita Belikov

Corregido por Lorena

oces flotaban sobre mí desde la distancia. Las oía, sabía que debía

reconocerlas, pero no podía hacer que mis ojos se abrieran, y mucho menos

enfocar mi mente.

Demasiado dolor, demasiadas fuentes. No podía sentir partes de mi cuerpo que sabía

que tenía que ser capaz de sentir, y otras partes que normalmente permanecían en

segundo plano estaban en el punto máximo de atención.

—Tenemos que llevarla al hospital. —Una voz de mujer. Conocía la voz. Maldita sea,

¿quién era ella?

—¡No! Solamente la estacarían y le cortarían la cabeza. —Un hombre.

—Tal vez deberían. —Fría y racional. Un pensamiento que tendría si pudiera pensar

con claridad.

—No es un murciélago. Ella no va a ser un murciélago. —Tanta determinación. Él

sonaba positivo y eso hizo que mis mejillas se sintieran calientes. O tal vez sólo era

que todo lo demás se sentía muy frío.

Una pausa, y luego un tono escéptico en sus palabras. —No sabes eso.

—Sí, lo hago. Puedo saberlo.

—¿Por qué ella es tu Vaso? —Ahora la voz de la mujer prácticamente goteaba veneno.

Quien quiera que ella fuera, yo no le gustaba, eso era condenadamente seguro.

—Te lo sigo diciendo. Ella no es mi Vaso. —La voz del hombre estaba volviéndose

desesperada—. Mira, conozco a alguien que puede ayudarla. Llevémosla de vuelta al

laboratorio. Voy a hacer algunas llamadas.

Sentí a mi cuerpo siendo levantado, y el pensamiento coherente fue tragado por una

ola oscura.

V

Page 29: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf
Page 30: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por dark heaven y MerySnz

Corregido por Lorena

olví a la conciencia lentamente, como flotando de nuevo hasta la parte superior

de un profundo pozo lleno de agua fría y negra.

¿Qué demonios…? ¿Qué me está pasando?

Sabía quién era. Pero no tenía idea de dónde estaba ni cómo había llegado hasta ahí.

Lo último que recordaba claramente era estar luchando por guardar el espejo que

había comprado para el cumpleaños de Vicky en el Miata y dirigirme hacia

Birchwoods. El espejo no había querido encajar. De hecho, me había dado suficiente

problema por lo que había estado seriamente contenta de la protección de los

encantos que había puesto en ello.

No había habido ningún peligro, ninguna amenaza. No tenía sentido para mí el haber

estado inconsciente.

Sonidos y olores estaban empezando a filtrarse a través de la niebla en mi cerebro: Me

di cuenta del zumbido y pitido de equipos médicos, pero también de pizza rancia,

papas fritas francesas, y… ¿Nocturnos7 de Chopin?

Me tomó bastante fuerza de voluntad abrir mis ojos, pero lo logré.

No estaba en el hospital. Estaba en una camilla, en un laboratorio. Un laboratorio muy

familiar, como vi después. Reconocí los brillantes cuadros de la pared con reflejos de

oro y negro y el techo acústico de cuarenta pies por encima de mi cabeza. Había visto

los azulejos y la iluminación empotrada muchas veces antes, de sumergirme en las

palabras de un profesor u otro. Mientras que en realidad no podía verlos, sabía que

había asientos, creando un semicírculo del estilo de un auditorio, con amplias

escaleras de cemento que conducían a las filas superiores. Caños metálicos pintados y

doblados de manera que no tuviesen bordes afilados que servían de pasamanos de las

escaleras. Estaban pintados de negro brillante para que coincidieran con las tiras

7 Nocturnes: El compositor polaco Fryderyk Chopin escribió a lo largo de su corta vida hasta veintiún nocturnos para piano.

V

Page 31: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

engomadas que servían como asiento y terminación de las propias escaleras. Esta era

la sala donde Warren Landingham dio sus conferencias sobre control de zombies y

gules.

Parecía un poco extraño que si bien yo no era un zombi o gul, había sido atada a la

camilla y sujeta a restricciones.

Oh, mierda. No me gustan las restricciones. Nunca me han gustado las restricciones.

Tengo mis razones—razones que no voy e examinar con nadie nunca más si tengo

alguna opción. Esos recuerdos fueron embotados por arte de magia, no borrados, y

sentí una oleada instantánea de puro terror.

Cerré los ojos y me obligué a respirar lenta y profundamente en la forma en que me

habían enseñado. Me ayudó un poco. Puedo hacer esto. Estoy viva. Este no es el

pasado. Esto es ahora. No tengo demasiado dolor, lo que significa que no estoy en

mala forma. Cuando abrí los ojos, no estaba tranquila, pero me las había arreglado

para hacer retroceder el pánico por el momento.

Había tubos que iban desde mi brazo a maquinaria médica que clicleaba y pitaba a mi

derecha. Pero me sentía bien.

¿Entonces por qué las restricciones? ¿Y por qué no había heridas? Sentí mi estómago

apretarse mientras una nueva ola de pánico se preparaba para golpearme.

Me dejé distraer por los clicks de pisadas sobre el linóleo fuera de mi visión. Los pasos

eran más fuertes que de costumbre, pero me di cuenta del ritmo de las pisadas. Emma

Landingham. Como siempre, ella era la personificación de la enérgica eficiencia. Su

ropa no se arrugaba ni sus medias se desplazaban. Nunca. Ellas simplemente no se

atrevían, del mismo modo que su cabello color miel, ninguna vez tenía la esperanza de

escaparse de los estrechos confines de su peinado. Recordaba vagamente escuchar

voces. ¿Una de ellas había sido Emma? No estaba segura. Sin embargo, tendría sentido.

—¿Qué pasa? —Traté de hablar. El gruñido que conseguí ni siquiera estaba cerca de

ser coherente. Me aclaré la garganta y lo intenté de nuevo—. Emma, ¿qué está

pasando?

Se dio la vuelta con un movimiento rápido que era la esencia de energía contenida.

Nunca vi a nadie, vivo o muerto, moverse así que no fuera un gimnasta. No hay

sorpresa. Ella había sido único. Emma no tenía gracia, pero era capaz de hacer

movimientos explosivos: potencia, energía. Y ella era hermosa: pequeña rubia dorada

perfección, a diferencia de la altura de Vicki, y la elegancia oscura y exótica belleza de

Dawna. Yo era definitivamente el patito en nuestra gente.

Page 32: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—¿Quién eres? —Emma espetó la pregunta con nitidez, sin siquiera tomarse la

molestia de mirar hacia arriba de la lectura que estaba examinando. Dios, estaba

contenta de ver que ella estaba preocupada por mí.

—Celia Graves. —El sonido de la —s— en —Celia—... sonaba mal, diferente a lo

habitual. Me tomó un segundo darme cuenta de por qué. Había adquirido el más

desnudo toque de ceceo. Nunca había tenido un impedimento del habla. Ni siquiera

tenía acento. Puro y simple inglés americano sin nada revelador. Ni siquiera la gran

burla pero razonablemente dialecto preciso de —niña del Valle.

Traté de lamer mis labios y encontré… colmillos. Oh mierda, oh mierda, oh mierda, oh

mierda.

Las palabras corrieron por mi cabeza una y otra vez. Me encontré tragando aire y tuve

que cerrar los ojos y obligarme a volver a los ejercicios de respiración. Cuando llegué

al punto en el que podía hablar con normalidad, lo intenté de nuevo. —¿Qué coño está

pasando, Emma? —Traté de parecer dura. Bravuconería pura.

El miedo produce reacciones biológicas. Lucha o huida. Ninguna era una opción viable

en este momento, pero no iba a convencer a mi sistema nervioso de eso. La adrenalina

corrió por mis venas, quitando la última de las telarañas. Mi cuerpo se tensó, listo para

la acción. Las restricciones de metal gruñeron en respuesta. El metal... ¿se quejó? Estas

restricciones fueron construidas para soportar los estragos de un zombi sin esfuerzo.

Ese simple sonido implicaba un nivel de fuerza que envió una nueva oleada de pánico

que se extendió como agua helada a través de mis venas. Un ser humano normal no

podría poner la suficiente presión contra las restricciones como para hacer eso. Lo

que significaba que ya no era humana.

—Háblame de tu familia.

Ella me ponía a prueba, asegurándose de que tenía recuerdos. Chica inteligente. Si

tuviera colmillos no sólo había sido mordida por un murciélago, sino que había sido

también, al menos parcialmente, cambiada. Lo que no tenía sentido. Los vampiros en

general sólo te mordían y te dejaban. Recibías un tratamiento y vivías, o morías. Una

vez, cada mucho tiempo, un maestro vampiro hace todo el asunto del mordisco y los

hechizos para convertir a alguien más, pero un murciélago raras veces tenía el poder

para hacerlo. Por lo tanto, si yo fuera un vampiro, debería ser salvaje y no tener

recuerdos. Pero si yo era un ser humano, no debería tener colmillos y superfuerza.

Mierda. La forma en que respondiera sería muy importante, no sólo para Emma, sino

también para las autoridades. Si estaba atada, era porque alguien estaba en camino—

alguien con un kit de exterminio. Cuanto antes le probará a Emma que todavía era yo,

Page 33: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

más pronto podría conseguir que las malditas restricciones me liberaran. Entonces,

tan calmada como pude, dije lo básico.

—Soy la única hija sobreviviente de Lana y Charles Graves. Mi hermana Ivy murió

cuando era apenas una niña. Mi madr... —Me detuve, sin saber qué decir acerca de mi

madre que no sonara seriamente horrible. ¿Ella era una borracha con la sensibilidad

moral de una gata en celo? ¿Ella haría cualquier cosa por un dólar? Me conformé con:

—Mi madre y yo no nos llevamos bien, y mi padre nos abandonó. No hablamos de él.

—Ahí, eso era lo suficientemente diplomático que incluso mi abuela no podría

objetar—. Mi abuela todavía está viva. La amo, pero ella le permite todo a mi madre y

sigue tratando de convertirme en una verdadera creyente.

—Déjala libre. —La voz masculina llegó desde el interior de la habitación, pero estaba

fuera de mi línea de visión. No sabía quién era, pero no era El Jefe, —Warren

Landingham, el padre de Emma—, ni Kevin, el hermano de Emma.

Ahora que lo pienso, nadie que yo conociera tenía una voz como esa. Si Warren no está

dando las órdenes, ¿quién es? ¿Y por qué? Warren no cedía la posición a nadie de

buena gana. Ciertamente no en su propio territorio, y no sobre mí.

—Mi padre… —Emma comenzó a protestar.

—Tu padre está todavía en su conferencia en Chicago. Tu hermano me trajo aquí

como la mejor esperanza de la Sra. Graves para sobrevivir con su cordura intacta. Si

no tienes intención de seguir mis instrucciones, sin embargo, estaré contento dejarte

por tu cuenta.

De hecho podía escucharla rechinar los dientes. Emma no aceptaba órdenes mejor de

lo que lo hace Warren, y tiene mucho menos sentido del humor.

—Es la luz del día. Podría hacerle daño, —argumentó.

La voz del hombre estaba satisfecha. —Su despertar temprano puede significar que es

más humana que vampiro. O podría decirse que todavía habrá una conexión más

fuerte con su supuesto señor. Ellos dos tendrán una obligación de encontrarse. Si es

así, nos dará una mejor oportunidad de cazarlo antes de que él encuentre a la Sra.

Graves, y bien la mate o termine de convertirla.

No me gustaba ninguna de esas opciones, pero el hombre estaba en lo cierto.

Me giré a la derecha y tensé el cuello para echar un vistazo al dueño de la voz, pero él

se había movido de nuevo. Frustrante.

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—Será mejor que se dé prisa, Sra. Landingham. —La voz del hijo de puta tenía un

toque de diversión—. Querrás terminarlo antes de que tu hermano regrese.

—Mi hermano nunca me haría daño. —Emma habló con fría certeza. Y bien que

debería. Kevin adoraba a su hermana pequeña. No había manera en el infierno que

alguna vez hiciera alguna cosa para ponerla en riesgo.

—¿Está segura? Los hombres lobo pueden ser muy impredecibles... Especialmente en

luna llena. —Él sonaba tan seguro, tan razonable. Probablemente exactamente el

mismo tono que la serpiente había utilizado con Eva cuando hablaba de esa molesta

manzana.

—¡Qué gilipoooollas! —murmuré las palabras en voz baja, pero Emma lo escuchó. Ella

me miró, y un parpadeo de algo parecido a la comprensión pasó a través de su rabia.

La razón principal por la que nunca fuimos cercanas era el hecho de que yo soy muy

irrespetuosa y rebelde: —Quedándose en los trece años de desarrollo mental—. Ella

odia que Warren y Kevin se preocupen tanto por mí. Ahora, probablemente por

primera vez, el cartel de Infancia por la represión estaba tomando una caminata en

mis zapatos. Volar por el asiento de sus pantalones en una situación peligrosa, no la

hacía más alegre de lo que normalmente yo era.

Ella pulsó el botón para liberarme de las restricciones. Ellas hicieron un sonido

chirriante que hizo que me dolieran los oídos y me detuviera a mitad de camino, al

parecer no les gusta la forma en que los había doblado. Normalmente se deslizaban

suavemente por la superficie de la mesa del laboratorio. Maldita sea. El Jefe

probablemente me va a hacer pagar por las reparaciones.

Me senté y traté de encontrar la manera de eliminar todos y cada uno de los

electrodos y tubos. Se necesita una cierta delicadeza para retirar equipos médicos sin

dañar ni tu cuerpo ni el equipo. Me curaría, pero si arruinaba alguna cosa más de

Warren, él estaría seriamente molesto.

Me di la vuelta y miré al extraño. Él se encontró con mi mirada sin pestañear. Sus ojos

no deambularon, ni siquiera hasta el tatuaje. Tengo una enredadera de hiedra tatuada

en mi pierna izquierda, serpenteando alrededor de la pantorrilla y hasta el muslo. Está

hermosamente hecho y muy llamativo. La gente siempre hace comentarios cuando me

pongo pantalones cortos o una falda. Pero él no dijo una palabra. Mi cuerpo era sólo

eso... un cuerpo.

Me miró con fría evaluación, viéndose divertido mientras yo hacía los mismo en

respuesta. No era guapo ni feo, o en verdad mucho de nada. Podías mirarlo de cerca y

cinco minutos más tarde te habrías olvidado de él. Características agradables, ojos

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castaños, pelo de ese color que oscila entre rubio y marrón, de un corte que no era ni

corto ni largo. Su traje de color carbón era de la clase de estante-a-mitad-de-precio,

pero no un traje barato que el promedio de hombres de negocios usaría. Mi conjetura

es que él, en la actualidad, estaba trabajando o había trabajado para una agencia de

tres letras de un tipo u otro y que se presentaba a sí mismo como “Mr. Smith”.

La única cosa que no era estudiadamente ordinaria en él eran las cicatrices que

asomaban desde debajo de su cuello blanco almidonado. Había que mirar muy de

cerca para verlas, pero ellas estaban ahí.

—Hola, Sra. Graves. Soy John Jones.

No “Smith”, pero lo suficientemente cerca.

Extendió su mano para saludar. Cuando la tomé tuve una sacudida de energía psíquica

que puso un involuntario grito de asombro de mis labios y una leve sonrisa en los

suyos.

Pude ver en sus ojos. Él lo había hecho deliberadamente. Me estaba probando. No me

gustaba, no le gustaba. Pero yo tendría cuidado. Debido a que el Sr. Jones no era

peligroso, era mortal. No estaba segura de que lo quisiera de mi lado, pero yo desde

luego no lo quería trabajando en mi contra.

Y Kevin lo conocía lo suficientemente bien como para pedirle un favor. Siempre me

preguntaba sobre el pasado de Kevin.

Los hombres lobo viven varias décadas más que los seres humanos. No sabía

exactamente cuántos años tenía, sólo que él era el producto de la juventud perdida de

Warren y había decidido ir a la universidad más tarde que la mayoría, para que él y

Emma solo estuvieran un curso de diferencia. Pero él había estado alrededor un

tiempo, porque así es permanencia de Warren. Pero Kevin no habla sobre el pasado.

Nunca. Cometí el error de preguntar... una vez. No soy tan estúpida como para repetir

ese error. Por supuesto que no me impide ser curiosa como el infierno. Pero Kevin es

mi amigo e hijo de Warren. No voy a husmear. Sin embargo, sobre la base de Jones

parece que Kevin podría haber vivido una vida aún más colorida de la que le había

dado crédito en mis imaginaciones más salvajes.

Eché un vistazo alrededor de la habitación, sintiéndome de pronto muy torpe. La ropa

puede no hacer a la mujer, pero correr desnuda por lo general te pone en una

situación de desventaja. Debes estar muy segura de tu cuerpo para estar desnuda

entre un grupo de personas completamente vestidas. No soy mojigata, pero no soy tan

segura. Así que estuve muy agradecida cuando Emma sacó unas de mis bolsas de lona

del armario de almacenamiento del laboratorio. Todo lo que necesitaba estaba ahí,

Page 36: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

perfectamente embalado. Y extendido en la parte superior había algo que no era

necesario, pero absolutamente quería, las fundas con mis armas y el estuche de

madera pulida que tenían mis cuchillos cuando no los estaba usando. Una 9mm sin

funda pero limpia y pulida se apoyaba en la parte superior de mi cartera y una pila de

ropa cuidadosamente doblada. No era mi arma, ¿así que por qué estaba con mis cosas?

Sentí una punzada de algo que no era un recuerdo mientras puse un dedo sobre la

empuñadura. Traté de forzarlo, pero cuanto más trataba de recordar detalles, más que

se me escapaban.

Frustrante.

Gruñendo en voz baja, metí la pistola a un lado y presté de nuevo atención al estuche

de cuchillos. Abrí la tapa y ahí estaban, limpios, todo brillantes y engrasados. La

atención minuciosa del trabajo de Kevin, pero él no podía haber tocado los cuchillos.

Son mágicos, y fueron creados específicamente para matar monstruos. Sin embargo,

quien los había limpiado había hecho un buen trabajo.

—Todavía no me han dicho que hay de malo en mí. —Mantuve mi voz neutra mientras

le preguntaba a Emma. Sin embargo, fue Jones, quien respondió.

—Eres una abominación.

—¿Perdóneme? —Levanté las cejas, mi voz bordeando la ofensa. Él se echó a reír. Por

la expresión de su rostro, lo tomó por sorpresa.

—Supongo que no te ríes mucho.

—En realidad no —admitió. El humor se había ido, como si hubiese borrado una

pizarra. Él me estaba hablando directamente, como si Emma ni siquiera existiese, pero

eso no parecía molestarle a ella. Yo habría estado enojada. —“Abominación” es el

término utilizado por los vampiros para ese pequeño grupo de personas que deberían

haber muerto, o convertido, pero que sobrevivieron a los cambios fisiológicos sólo

parcialmente. Ellos viven, tienen un alma y poseen sus propios recuerdos, pero han

sido alterados significativamente. Cada persona cambia su fisiología de maneras

diferentes. Todavía estamos determinando eso contigo.

—Ya veo. —Lo hacía. No me gustaba, pero definitivamente veía a dónde quería llegar.

Ahora estaba en posesión de más fuerza que la media del oso, ceceo, y un par de

colmillos realmente impresionantes. ¿Qué más había cambiado? ¿Sería capaz de salir a

la luz del día? ¿Podía comer comida de verdad, o había desarrollado un gusto por la

sangre? Dios, esperaba que no. Incluso sólo pensarlo era tan asqueroso—. ¿Así que me

van a seguir y vigilarme? ¿Ver lo que hago y lo que me apasiona? ¿Es esa una buena

idea? —Me imagino que era una forma muy peligrosa de manejarlo.

Page 37: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Él se encogió de hombros. —Cuando hemos trabajado con abominaciones en el

pasado, normalmente los mantuvimos abajo durante todo un mes para debilitar el

lazo con su señor.

No le pregunté quiénes eran “nosotros”. Tuve una fuerte sospecha, pero en realidad

no quería saberlo. Tampoco creo que él me lo dijera. O tal vez lo haría. Lo que podría

ser peor.

—¿Funcionó, y si es así, por qué estoy despierta? —¿O había pasado un mes? Quizá

debería preguntar en qué mes y año en estaba—. ¿Cuánto tiempo he estado acá, de

todos modos? —Me puse un par de bragas de encaje azul elegantes y un sujetador a

juego, a continuación, rápidamente los cubrí con un traje. Utilicé una goma elástica

para poner mi pelo en una cola de caballo en la parte de atrás de mi cabeza. Parecía

ser de la misma longitud que tenía esta mañana. O cuando fuera. Recordé una vez más,

encontrar tiempo para un corte de pelo. Por supuesto, se me ocurrió que mi pelo

puede que no creciera de nuevo... nunca. Hombre, será mejor que encuentre un muy

buen estilista si voy a cortarme mi pelo por última vez.

—Usted ha estado acá unas seis horas. Son alrededor de las 10 A.M. Y un mes no

funcionó perfectamente. No.

No dio más detalles, y su tono era absolutamente neutral. Demasiado neutral. A veces

la ausencia de algo me dice más que su presencia. Mi conjetura sería que la misión a la

que se había estado refiriendo había ido muy mal, muy rápidamente. Incluso podría

ser el origen de la cicatriz de su cuello. O no. No pregunté. Era grosero. Sí, ya que al

parecer era una abominación probablemente debería averiguar lo más que pudiese, y

lo haría... con el tiempo. Pero ahora tenía que averiguar qué había sucedido en las

horas que había olvidado. Porque no solo acababa de perder seis horas. Lo último que

recordaba era estar a punto de ir a visitar a Vicki.

—¿Puedes sentir a tu señor? —Las palabras de Jones me trajeron de vuelta a la

situación actual.

Pensé en ello. Nada. No había dolor o rabia o incluso felicidad relacionada con la falta

de una conexión. Sólo neutralidad suave. —No. ¿Hay algún truco para hacerlo?

—No. En general, la conexión esta sólo ahí. —Parecía realmente desconcertado y no

especialmente satisfecho.

—Eso no es terriblemente útil, ya sabes —dijo Emma con frialdad. Ella no lo miraba

mientras lo dijo.

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En cambio, estaba limpiando y guardando con mucho cuidado cada elemento de los

equipos que habían usado. En momentos no habría rastro de que yo haya estado aquí

en absoluto. Excepto, por supuesto, la cámara de vídeo.

—Asegúrese de que mantengan la película de mi presentación.

—¿Por qué? —Emma parecía sorprendida.

Quería verlo, para ver si el vídeo despertaba algún recuerdo. Pero eso no es lo que

dije.

—La policía puede querer una prueba de que no dejé la escena del crimen por mis

propios medios.

—No hay policía. —Jones sonaba como si estuviera regañando a un niñ,

particularmente de pocas luces.

—Mira, es bastante obvio que fui atacada, y no me habrían abandonado sin por lo

menos unos cuántos disparos hechos. Esa arma en la parte superior no es ni siquiera

la mía, así que las armas fueron utilizadas. La policía tiene balística de la mayoría de

mis armas de un par de incidentes anteriores. Ellos van a hacer coincidir las piezas

cuando empiecen a examinar la escena. Ellos saben lo que hago para ganarme la vida,

por lo que no suele ser un problema. No es un crimen matar a un vampiro, pero la

gente generalmente tiene que informar de ese tipo de cosas.

Jones se encogió de hombros. —Ah. Una buena ciudadana, respetuosa con la ley. —

Había un toque de diversión condescendiente.

Para mi sorpresa, su tono no me irritó. Probablemente porque él lo estaba intentando

demasiado duro. Tengo mal genio, pero no me gusta jugar a las expectativas de la

gente. Así que sonrío y le hablo con dulzura. —Hace la vida más fácil. Me gusta lo fácil.

Emma me dirigió una mirada extraña. Ella me conoce lo suficientemente bien como

para esperar más pelea. La vi abrir la boca como si fuera a hablar, a continuación,

cerrarla, comprimiendo los labios con fuerza.

Miré de uno al otro. —Esto es lo que propongo. Llamo a la policía, arreglo que vengan

y tomen mi declaración. —No es que yo pudiera decir mucho sin recuerdos de lo que

había sucedido. Pero podría ser capaz de obtener alguna información. Incluso podría

aumentar mi memoria. O no.

Ese tipo de cosas se utilizaban tan sólo como último recurso —demasiado traumático

para el testigo. Además, los tribunales están divididos sobre si o no las pruebas

Page 39: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

obtenidas de esa manera podrían ser utilizadas debido a los casos probados de

manipulación mental. Aún así, merece la pena intentarlo.

—Después de eso voy a Vicki, a ver lo que ella sabe, tal vez ver si me puede ayudar a

realizar el seguimiento del escondrijo de día de mi señor. Si eso no funciona, volvemos

a donde quieran que me encontrarais y veré si podemos encontrar alguna pista. —Si

mi señor iba a estar al acecho, con muerte o no muerte en la mente, quería conseguir

saltar sobre él. Preferiblemente en plena luz del día con tanto armamento

especializado como pudiese llevar. He luchado contra vampiros. Los he matado. Pero

la mayoría eran unos bebés nuevos en el juego. Vampiros que tienen edad suficiente

para realmente persuadir a los seres humanos más buenos. Bastante espantoso.

Tienen la fuerza, magia, juegos mentales, los trabajos. Yo iba a necesitar todas las

ventajas que pudiese tener para acercarme lo suficiente como para matar al hijo de

puta, antes de que él me matará. Vicky tiene una mejor tasa que 99% de exactitud. Lo

más probable es que ella supiese bien lo que estaba pasando o pudiese deducirlo. Y

ciertamente no pasaría nada por intentarlo.

Emma asintió, lo cual esperaba, ya que conocía a Vicki casi tan bien como yo. Pero no

esperaba que Jones hablara.

—Lo recomiendo. Pero sugiero que veas primero a Vicki. La policía está veinticuatro

horas los siete días de la semana abierta. Birchwoods no lo está. —Eso era interesante.

¿Cómo sabía Jones sobre Vicky? Si bien es posible que Emma o Kevin se lo hubiesen

dicho, no parecía probable. No, estaba apostando a que Jones se había enterado de la

información por su cuenta. Si es así, había estado investigándonos a todos. Tal vez lo

había hecho después de que Kevin lo hubiese llamado. Pero lo dudaba. Había tenido

que trabajar con rapidez y ser increíblemente bueno. Debido a que sé que Birchwoods

tomaba la confidencialidad muy, muy enserio. Si una estrella o el ejecutivo querían

simpatía, visitaban una de las instalaciones de rehabilitación. Si querían un secreto a

la tumba y más allá, elegían a Birchwoods. Es caro como el infierno, pero para la gente

que valora su privacidad, Birchwoods vale cada centavo. Y no había manera de que los

padres de Vicki filtraran que ella estaba ahí. Sería muy perjudicial para su reputación

blanco níveo. Infiernos, están tan preocupados por su imagen que contrataron a un

doble para hacerse pasar por ella para la prensa. Entonces, ¿cómo se había enterado

Jones?

Me giré hacia él, mi expresión estudiosamente neutral. — ¿Estás en esto por la

duración?

Él se encogió de hombros. —Le debo a Kevin Landingham un favor significativo.

Ayudándote a ti pagaré eso.

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—Es lo suficientemente justo.

Me volví, lanzándole a Emma una larga y dura mirada. Lo que estaba a punto de hacer

prácticamente garantiza molestarla, pero era necesario. Sí ella llegó aquí, ella sabe el

camino. Además, no quería esperar a Kevin, pero quiero sentarme en el asiento del

copiloto lo más pronto posible. Llámeme paranoica, pero mi espalda no se fiaba de

Jones. No lo conocía lo bastante bien. —Cuando tu hermano vuelva…

—Me voy contigo. —interrumpió, pero seguí hablando sobre ella.

—Dile a él a dónde iremos para que él pueda ponerse al día.

—Podemos dejarle una nota. Iré contigo. No estaré sentada aquí esperando como una

niña buena. —No estaba gritando, no estaba histérica. De hecho, había un nivel de

frialdad y dura determinación que nunca antes había visto en ella. No tenía sentido.

¿Por qué ahora de todas las veces, y acerca de esto?

—Em…

—No.

— ¿Tú no, qué? —Nosotras nos giramos al unísono con el sonido de la voz de Kevin.

Él estaba de pie en la puerta de la entrada, luciendo mejor que cualquier hombre que

conozco. Mi corazón se aceleró ante su visión. En ese momento, su cabello rubio

estaba un poco largo, por lo que caía delante sus ojos del color de un perfecto cielo de

verano. Su losa y pantalones descoloridos y usados, y sólo lo suficientemente

ajustados para lucir un cuerpo para morirse. Nunca puedo mirarlo sin que mi cuerpo

no reaccione. No es sólo su aspecto, tampoco. Él es el paquete completo, cerebro,

cuerpo y sentido del humor. Su fuerte mandíbula se suavizaba por profundos

hoyuelos. Él tiene una sonrisa que puede hacer que la ropa quiera desprenderse de mi

cuerpo. Lo he querido desde el primer minuto en que puse mis ojos en él. Yo no

hubiera hecho nada al respecto cuando estaba con Bruno, pero eso terminó hace

mucho tiempo. Pero Kevin está con Amy. No sé si ella es un hombre lobo o no, pero

eso no importa. Tengo ética. Además, esa mujer da miedo.

—¿Qué estás haciendo levantada? —Las palabras fueron dirigidas a mí. La mirada, sin

embargo, fue primero a Jones, después a Emma.

—Lo dije yo —dijo Jones. Él le dirigió a Kevin una amplia sonrisa que no llegó a sus

ojos—. Es necesario. Nosotros tenemos que encontrar a su Señor. Haciéndolo en la luz

del día, cuando él es indefenso, sería preferible, ¿No te parece?

—No si matas a Celia en el proceso —gruñó Kevin.

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La sonrisa se amplió, y los ojos de Jones comenzaron a brillar. —Bueno, estás de

suerte. Ella no murió.

Dejé escapar un bufido muy poco femenino de risa. No pude evitarlo. Apesto para el

sarcasmo. Además, él tenía razón.

Los tres se volvieron para mirarme. Yo no me moví, ni siquiera me inmuté. Levanté

una mano para aplacarlos. —No hay punto de discusión. Me levantaré. No hay

problema. Y tengo trabajo que hacer.

La expresión de Kevin fue obstinada. Cruzó los brazos sobre su pecho, su postura

equilibrada y sólida. —Dime lo que recuerdas.

Mierda. Él preguntaría eso. —Ninguna maldita cosa.

—El décimo cuarto —dijo con importancia. ¿Debería significar algo? Sabía que perdí

todo un día.

Bueno, mierda. Ayer debió haber sido el cumpleaños de Vicki. Yo estuve lista para ir,

¿Pero la había visitado? No lo recuerdo. Ella se molestara porque me lesioné. Pero ella

estaría herida si olvidé su cumpleaños. Y quería tener su regalo. Es decir, me había

llevado meses encontrar el regalo y conseguir que los hechizos funcionaran. Pero no

sé si ella sabe si estuve allí para dárselo.

Kevin me miró durante un largo rato, como si estuviera leyendo mi mente. — ¿Tú

piensas que estás en condiciones de salir a cazar a tu Señor, cuando no puedes

recordar un cumpleaños? —No se molestó en ocultar su desprecio, lo que me puso los

pelos de punta.

—Creo que no tengo muchas opciones, Kevin. Jones sólo me ha dicho que me sentiré

obligada a encontrarlo muy pronto. No voy a sentarme a esperar a que él quiera

cazarme a mí, y prefiero ir a buscarlo antes de convertirme en una idiota babeante. A

ti no te persigue un Señor vampiro de la noche, y si no lo encuentro, él me matara

primero, él estará a mi acecho tan pronto como se ponga el sol, —a menos que tu

amigo Jones estuviera mintiendo.

—Él no lo hizo —admitió a regañadientes Kevin—. Pero tú no tienes que ir a cazarlo a

él.

—¿Tuviste algo de suerte regresando a dónde encontraste a Celia? —El tono de Jones

fue engañosamente ligero.

Kevin respondió la pregunta de Jones con una de las suyas. —La luz del día es extensa.

Celia. ¿Sabes si puedes salir a la calle? —La voz de Kevin se había suavizado solo un

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poco, como si él sintiera angustia que no estaba dispuesta a mostrar. ¿Quizás él podría

olerlo? No sabía lo suficiente acerca de hombres lobos para saberlo de una manera u

otra. Dejó pasar esa clase en los dos semestres de historia de la magia.

Me estremecí involuntariamente, sólo un poco. Necesito mantener mi cabeza en el

juego, pero realmente estaba teniendo dificultades para concentrarme. Mierda. —

Únicamente hay una manera de averiguarlo. —Le dirigí a él mi sonrisa más animada y

poco sincera, y fui recompensada por un oscuro rubor extendiéndose por su cuello.

—Tú. —La mirada de Jones iba de mí hacia Kevin y nuevamente de regreso—. Son

muy valientes o muy estúpidos.

—Ambos —dijo secamente Emma.

—Vaya, gracias. —Todavía estaba balbuceando un poco, pero estaba determinada a

ignorarlo. Le di algunas vueltas a la tela gruesa de los calcetines y zapatos para correr,

y luego los dejé caer en el borde de la losa para ponérmelos, dejando a los demás

discutir entre sí, lo cual procedieron a hacer. Con vigor. Ignoré la mayor parte. Tenía

otras cosas en mi mente. Como la luz solar, la combustión espontánea, el hecho de que

tendría realmente, realmente, un difícil momento explicándole a mi abuela sobre mi

aversión a los objetos sagrados.

Los tres seguían todavía discutiendo cuando terminé con los zapatos y los calcetines.

Pienso que por eso no escucharon la conmoción en el pasillo. Emma pasaba por alto

cualquier cosa, pero los hombres lobos tenían un excelente oído y él se sacudió

cuando lo toqué, Jones no era un ser humano promedio. Pero escuché y, aun más raro,

lo olfateé. Tres hombres de zapatos de vestir de suela dura venían por el pasillo.

Caminaban con la clase de confianza que viene con el peso de la autoridad. Yo olía el

aceite de armas y un pequeño rastro de polvo, como si el arma no hubiera sido

limpiada tan bien como debería, después de su último uso.

Ellos desaceleraron deteniéndose fuera del acero pesado de la puerta principal. Oí el

chirrido de metal cuando alguien comenzó a abrir, y una voz que reconocí como

perteneciente al Dr. Reynolds, de la clínica de salud de la universidad, balbuceando

con nerviosismo. Miré, alerta, como las figuras se recortaban contra la luz del sol del

pasillo exterior de paredes de vidrio. La luz del sol también brillaba, era como mirar

directamente un proyector teatral. Me pica la piel, incluso desde la distancia, y sentí

mis músculos temblando. Eso es molesto.

Por el rabillo del ojo vi que la discusión entre Emma y Kevin cesaba. Jones

simplemente había desaparecido. Me gusta la magia. Excepto que sé de magia… y

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ninguna vez he sabido o escuchado de alguien que sea capaz de hacer ese truco en

particular.

El hombre quien abrió la puerta me era familiar, y probablemente a cada estudiante

que aparecía en las salas de la USC Bayview. El presidente de la universidad Donald

Lackley, tenía una mirada de estrella de cine, un bronceado permanente, y zapatos de

quienes vagan libres por los pantanos de Florida. Su traje de diseño era impecable,

perfectamente ajustado, y probablemente valía tanto como el auto que yo manejo. Él

es una presencia, y como tal nunca se pierde una sesión fotográfica o una oportunidad

de hacer donaciones para el campus. Dicho esto, él todavía es un cabrón capaz de

administrar. Ningún detalle es lo suficiente pequeño para que se escape de la atención

de aquellos oscuros ojos. La mayoría de las personas se habrían sorprendido de que él

haya elegido conducir hasta aquí por sí mismo. Yo no lo estaba. Si él estaba aquí podía

controlar la situación. Como la mayoría de los administradores, Lackley era todo sobre

control. Si él no estuviera casado, tendría que decir que era el complemente perfecto

para Emma Landingham.

—Buenos días, Emma… Kevin. —La voz de Lackley fue mucho más fría de lo habitual

cuando se dirigió a ellos. Sabía mi nombre, pero no me saludó. No me sorprendió.

Miró a Emma. —El Dr. Reynolds me explicó que ha habido un… incidente que gira en

torno a la Sra. Graves.

Kevin miró al buen doctor, que se estremeció un poco bajo el calor de su mirada.

—Dije que tenía la situación bajo control. —masculló el doctor.

Lackley perdonó al médico con una mirada elocuente. El pobre hombre se apoyó

nerviosamente de un pie a otro. Él era un hombre pequeño, poco tímido, con un

retroceso en la línea de su cabello y una leve panza que no se mostraba cuando llevaba

una bata de laboratorio. Parecía un buen doctor, pero un pobre político. Hoy no

tendría un descanso. No importa que hiciera, él sería pisoteado por alguien.

—Lo hiciste. Pero sería negligente si no verificaras personalmente, para asegurarte de

que un monstruo potencialmente mortal no ha sido traído a la escuela.

Sonreí y esperé que los colmillos no se mostraran. —Estoy bien, Presidente Lackley.

Pero gracias por su preocupación. —A diferencia de Kevin y el doctor, yo no trabajo

para la universidad y por lo tanto estoy exenta de besar el trasero a la administración.

Mientras pagué mis estudios a tiempo, no hay mucho que ellos puedan hacerme.

Podría ser tan sarcástica como yo quiera, con tal de no parecer una amenaza.

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Miré los músculos de la mandíbula de Lackley contraerse, pero no dijo una palabra en

respuesta. Así que volví mi atención hacia el tercer hombre de su feliz pequeño grupo.

C.J. —Rocky— Rockford era la cabeza de las fuerzas de seguridad del campus.

Nosotros tuvimos ocasiones de correr el uno con otro, y aunque él probablemente

sabe que no me gustaba, él lo hacía. Incluso nosotros fuimos al campo de tiro y

trabajamos en el gimnasio y vamos a la habitación de pesas ocasionalmente. —Hola,

Rock.

Rocky es un tipo grande, un antiguo boxeador y tan resistente como ellos lo son. Su

piel es de color marrón oscuro con toques brillantes cobrizos. Él mantiene su cabello

tan corto que se puede ver el cuero cabelludo por debajo de él. No es un hombre

guapo, pero es impresionante. Lo cual permite, en las inmortales palabras de Patrick

Swayze, “Es agradable, hasta que llega el momento de no ser agradable”. Rocky

siembre estaba armado, pero hoy él cargaba una mochila de nylon negra. Apuesto a

que sé que hay dentro: artículos santos, una estaca, una mazo, lo que llamaría, su

típico kit para vampiros.

—Graves. ¿Qué pasó? —Su voz no sonaba particularmente amable esta mañana y él

frotaba su dedo a lo largo de la cicatriz en el puente de su nariz. Él hace eso cuando

está nervioso. No podría decir que lo culpo. Nunca se hacen las cosas fáciles cuando el

jefe mayor tiene un interés personal. Además, me gustaría pensar que Rocky no piensa

en replantearse la decapitación de su compañera de entrenamiento.

—Realmente no recuerdo mucho acerca de ello. Debería estar muerta, por lo que me

he enterado. Pero no lo estoy y, a pesar de los colmillos, recuerdo quien soy. Estaba

sobre la losa hace tan solo unos minutos.

Él parpadeó un par de veces con sorpresa, pero finalmente logró preguntar. — ¿Aquí?

¿Aquí en el campus?

Kevin respondió a eso. —No.

—Entonces, ¿Por qué ella está aquí? —La mirada de Lackley atravesó a Kevin y

ninguno de los dos parecía dispuesto a dar marcha atrás.

—Fue mi culpa. —Emma habló en voz baja—. Soy clarividente de nivel-cuatro. Sabía

que Celia estaba en grave peligro. Llamé a mi padre y mi hermano y les dije lo que vi.

Mi hermano fue a buscarla. Papá está en Chicago por negocios, por lo que él llamo al

Dr. Reynolds. Nadie quería arriesgarse después de lo que ocurrió en la sala de

emergencia en Denver, por lo que él la trajo aquí y el equipo. Las restricciones en la

mesa son clasificadas para mantener un descontrolado gul si fuera necesario.

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Pensamos que ellos serían lo suficientemente fuertes para manejar lo que sea que ella

hiciera.

Estaba sorprendida. El don de Emma es esporádico a lo sumo, y por lo general su

conexión únicamente trabajaba con las personas que a ella le importaban. No me he

puesto a mi misma en esa lista. Ella salvo mi vida. Por supuesto, ella había cambiado y

corrido el riesgo horas más tarde. Me volví para mirarla a los ojos.

—Gracias.

Ella parpadeó, obviamente sorprendida. —De nada.

—Por lo tanto, tú admites traer un monstruo potencialmente peligroso al campus y no

lo informaste.

Emma enrojeció por la crítica implícita. —Hice un reporte. A la policía local, por

teléfono, mientras el Dr. Reynolds estaba dándole a Celia una transfusión de sangre. —

Ella miró a Lackley de frente, con la barbilla levantada con rebeldía—. Y usted puede

comprobarlo si revisa el correo de voz de su oficina, usted encontrará un mensaje mío

urgente.

Lackley no mordió el anzuelo. —¿Qué dijo la policía?

—Ellos dijeron que la buscarían. —Ella se giró hacia mí entonces—. Cuando me

llamaron de regreso, dijeron que no había cadáveres en esa dirección, o incluso en el

área, monstruo, humano, o cualquier otro.

Parpadeé. Eso no tenía sentido. Ninguno. Parpadeé un par de veces más, tratando de

procesar lo que acababa de decir, sin mucho éxito.

—El oficial con el que hablé parecía dar a entender que estaba histérica. Fue educado.

Extremadamente educado. Pero tengo la impresión que él me consideró una loca.

Lo que implicaba que él estaba implicado, que ellos debían probablemente haber

trabajando en esto. Ella seguramente no ha había tenido una particular buena

impresión—ella probablemente es una piedra en sus zapatos, y ellos no lo tomarían

enserio. Pero alguien probablemente está haciendo el trabajo de campo. Ellos están

hablando de monstruos y cadáveres muy en serio.

—Para el registro. —Me volví y hablé directamente a Lanckey. Yo no quería que

Warren y los otros se metieran en problemas por salvar mi vida. Desde que

escucharon eso, ellos lo hacen. Si no de la universidad, de las autoridades. Poner en

peligro al público es un crimen serio. No puedo hacer mucho al respecto, pero podía

hacerle frente a los altos mandos de la universidad. Por lo menos es lo que creo que

Page 46: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

puedo hacer—. Soy una de las estudiantes que se inscribieron en el grupo completo de

ex alumnos.

—Lo sé. —¿Podía Lackley hacer que las palabras fueran más secas? Por supuesto,

realmente no le culpo.

Bayview, como cualquier institución de educación superior, estaba siempre

necesitada de donaciones. Algunos ex alumnos tienen la brillante idea de donar mucho

dinero. Se basa en el mismo principio de las membrecías en gimnasios, la hipótesis de

atrición. Oferta por un tiempo limitado de común acuerdo. Donando una determinada

gran cantidad, te reactivan como si fueras un estudiante. Tengo por completo los

beneficios, uso de las instalaciones deportivas, descuentos para estudiantes, uso de las

instalaciones de salud, y seguros, mientras te matricules en dos clases por semestre y

te mantengas en un buen estado.

La mayoría de las personas que realizan ese nivel de donación realmente no necesitan

los beneficios. El primer inconveniente sería dejar de inscribirme para las clases, y si

eso pasará, la universidad puede obtener su dinero y ninguna remota obligación. No

soy como la mayoría de la gente. Teniendo en cuenta lo difícil que es para una mujer

con la descripción de mi trabajo obtener un seguro de salud, el acuerdo parecía un

robo por el doble del precio. Aproveché la oportunidad, y estuve trabajando a mi

manera, a través de cada elección en la lista. Diablos, en algún momento yo sería algo

seria al respecto y obtendría mi maestría.

—¿Qué cursos estás tomando este semestre? —Pude escuchar la resignación en la voz

de Lackley.

—Apreciación Musical y Jardinería Ornamental.

Kevin resopló y me fulminó con la mirada. —No te burles. David ha estado hablando

acerca de cambiar los jardines y Vicki cree que al menos uno de nosotros debe saber

de lo que él está hablando. —David e Inez viven en la finca y cuidan del lugar por

Vicki. Yo alquilé la casa de huéspedes. Fue un acuerdo que habíamos elaborado poco

antes de la graduación y que ha funcionado bien para nosotros durante varios años.

—La mesa de pruebas de Gul muestra que tomaron precauciones para no poner en

peligro el campus. —La voz de Rocky fue baja, un suave retumbar.

Los ojos de Lackley se estrecharon, pero él fue cortante con Rocky. Era obvio que

Lackley estaba muy descontento con la situación, pero incluso él dudo en ir en contra

de El Jefe8. Apodo que debió haber comenzado como una broma, pero porque Warren

8 El Jefe: texto original en español

Page 47: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

es —el Jefe— cuando se trata de lo paranormal. Es reconocido internacionalmente y

trae mucho prestigio y dinero a la universidad. Lackley puede ganar esta batalla en

particular, pero molestar a Warren le costaría muy caro a largo plazo, y sé que él

también es un astuto político.

—Dr. Reynolds, ya que la Sra. Graves aparenta estar viva y en plena posesión de sus

facultades y su memoria, ¿Hay alguna razón por la cual deba permanecer aquí en lugar

de recuperarse en la comodidad de su propia residencia?

—Bueno, señor… —Reynolds tartamudeó un poco. Sé que él va a discutir. Como

doctor se sentirá obligado a tomar una postura conservadora con respecto a las

pequeñas cosas como, la luz del sol, el agua bendita… Pero sé que le irá mal si él lo

hace. Él no tenía la influencia de Warren, pero lo que prácticamente es indefenso, y

Lackley estaba con un estado de ánimo que buscaba a quien rasgarle un nuevo orificio.

No quería que el Dr. Reynolds fuera castigado por salvarme, por lo que tomé la

palabra antes de que pudiera discutir. —Está bien, Doctor. Estaba pensando en

hacerlo de todos modos.

—Odio esto —dijo Kevin mirándome cuando lo dijo, y podía sentir el calor de su ira—.

No debes correr el riesgo de salir a la luz el sol. —Sé que su bestia estaba cerca. Podía

sentirlo. Por lo general tenía un mejor control que esto, y me puse nerviosa. No tenía

miedo de él. Tenía miedo por él. Porque la mayoría de las personas lo ven como

monstruos y creen que todos los hombres lobos deberían estar muertos o encerrados,

razón por la cual nadie en la universidad sabía acerca de su condición. Sí Kevin les da a

ellos una excusa, nosotros tendríamos más y peores problemas de los que ya tenemos.

Traté de mostrárselo todo con una mirada, y cedió un poco.

—Necesito saber cómo de malo va a ser, Kev. Sí tengo que permanecer aquí, lo haré.

Pero si puedo manejar la luz del sol, me voy. —Tomé una respiración profunda,

haciendo acopio de mis nervios. Sí voy a hacer esto, necesito acabarlo de una vez.

El presidente Lackley y los otros salieron del camino, Rocky incluso se adelantó para

abrirme la puerta.

El pasillo daba a una pared entera de ventanas que dan al patio del campus. La luz

brillante del sol entraba a raudales a través del cristal orientado en el este.

Todo el mundo se quedó en silencio, callados cuando me detuve en el borde de la

última sombra.

Tomé una respiración profunda, me acerqué a la luz.

Page 48: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

No me incineré. ¡Yay!

—Estoy excelente. —Muy bien, —excelente— era una exageración. De hecho, podía

sentir mi piel calentándose: igual como una quemadura de sol avanzando

rápidamente.

Di un paso atrás hacia las sombras, preguntándome si mi fiel SPF 309 sería de gran

ayuda, y por cuánto tiempo. Siempre he tenido, naturalmente, la piel pálida, así que

tenía botellas de protector solar prácticamente en todas partes. Por supuesto, podría

conseguir SPF 45, o incluso bloqueador solar. Pero si eso no funcionaba, la vida iba a

ser malditamente inconveniente. Estábamos, después de todo, viviendo en la soleada

California del Sur, cerca del Pacífico. Es mi hogar y maldita sea, me gusta estar aquí.

Kevin estaba a mi lado. Sus palabras fueron como un soplo de aire limpio, habló solo

para mis oídos. —Puedo oler tu piel quemándose, Celia.

Di un paso atrás, pero sus ojos brillaban. Sentí su poder atravesando mi piel,

levantando los vellos de mi cuerpo. No fue sorprendente. Fue… inquietante… mi

energía aumentó en respuesta, haciendo que mi piel blanca brillara lo suficiente como

para desterrar las sombras del pasillo. Mis ojos se sentían… extraños, mi visión

cambió a una especie de hipersensible, que me mostró cada partícula de la pared

pintada, cada error en el vidrio. Pude ver el pulso palpitando en la garganta de un

estudiante caminando de prisa por la acera, a un centenar de metros de distancia, e

hizo que mi estómago gruñera.

Oh, mierda.

—¿Debería ser capaz de hacer eso? —Emma estaba obviamente fascinada. Había

escuchado emplear el mismo tono de voz cuando hablaba de los resultados de la

investigación de su padre.

Kevin me lanzó una larga mirada de evaluación. —Eso, y mucho más. Ella ya no es

humana.

Había tanto miedo y… excitación en su voz cuando lo dijo. Sí yo hubiera sido capaz de

conseguir que mi garganta se abriera para hablar, yo sólo hubiera tenido lugar para el

miedo.

9 SPF 30: Cremas para el cuerpo que protegen de los rayos UVA, dependiendo del número tienen más o menos protección.

Page 49: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por rihano

Corregido por andre27xl

os vampiros se parecen bastante a los humanos… bueno, a excepción de los

dientes, y la palidez antinatural. Y por supuesto, estaba toda esa cosa de la

mirada rojo-dorado. Pero los vampiros son puramente nocturnos. Mueren

cuando el sol se levanta. Cuando amanece completamente. Así que, aunque mi reflejo

en las ventanas presentara a alguien antinaturalmente pálido, con un juego

verdaderamente impresionante de caninos, estaba muy segura que no conseguiría

pasar por un vampiro. Tal vez. Esperaba.

Mi “quemadura” se calmaría en un minuto o dos. En verdad, podía ver mi piel sanar.

Muy horripilante. Sin embargo, útil. Me pregunté cómo funcionaría. ¿Cuál era el

promedio de sanación comparándolo con el de un humano normal?

¿Había algunas referencias que podría usar para averiguarlo? De lo que ellos

estuvieron diciéndome, no sonaba como si esto fuera exactamente un problema

común. Lo cual era probablemente el por qué ellos no lo habían explicado en ninguno

de mis cursos.

Mientras caminábamos por el vestíbulo, siendo caballero y llevando mi bolsa y la

sombrilla que le había pedido prestada a Emma, Kevin bajó su voz hasta que esta fue

el más mínimo susurro. Aunque yo podía escucharlo tan claramente como si estuviera

gritando las palabras. —Vamos a dejarte ir, y he conseguido que Jones prometa no

seguirte. Pero quiero que llames cada pocas horas. Y si sientes cualquier cosa extraña,

llama inmediatamente y vendré a buscarte. ¿Está bien?

Se me ocurrió entonces que me estaba siendo dado un regalo raro… estaba siendo

liberada. La conferencia sobre vampiros de Warren regresó para oprimir mi pecho y

hacer que mi corazón golpeara. Los vampiros nunca son liberados una vez que están

en cualquier tipo de custodia. Eran estacados, encarcelados o analizados. Pero no eran

dejados en libertad. Mierda. Eso podría desaparecer en un instante si no era

cuidadosa.

—Gracias. No llamaré la atención. Mayormente quiero hacer algo de investigación y

encontrarme con las personas. —Eso no era precisamente cierto, pero la mayoría sí.

L

Page 50: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Haría la investigación, cuando tuviera tiempo. Justo ahora habías cosas más

importantes que necesitaban ser atendidas. Así que agarré mi bolso y la sombrilla, y

caminé con falsa confianza hacia la iluminada entrada. Kevin comenzó a

acompañarme, pero el presidente Lackley lo detuvo con un gesto firme—, tengo unas

pocas preguntas más para usted, Señor Landingham. Si no le importa.

Obviamente le importaba. Pero no discutió. No podía, si quería mantener este trabajo.

Lackley estaba en esa falta de un estado de ánimo. Podía escucharlo tratando de

hablarle a Reynolds en la alfombra, con un mínimo de éxito. El doctor tenía más

carácter que el que yo le había concedido. También, conocía su negocio. Esto era un

campus, con estudiantes en fiesta permanente. La mía no era la primera mordedura de

vampiro que había tratado. La mayoría de las mordeduras individuales no son fatales.

Un vampiro solo no puede tomar tanta sangre. Oh, ellos pueden deliberadamente

abrir varias heridas y dejar que la víctima se desangre, pero generalmente no lo hacen.

Como todo buen parásito, conocen el valor de mantener al huésped vivo y en la

despensa. Solamente cuando hay un grupo todos drenan a una sola víctima, o un

maestro vampiro engendrando a un bebé, hace que dejen a la víctima seca. Ya que rara

vez un murciélago ataca a la misma persona dos veces, lo cual implicaría más

planificación de la que la mayoría tiene, el procedimiento estándar es reemplazar la

sangre perdida y poner a la victima bajo un encantamiento de sueño durante cuatro

horas en caso de complicaciones. Lo cual era exactamente lo que Reynolds había

hecho, solo con la precaución adicional de las restricciones.

Podía oír sus voces, aún discutiendo, todo el camino hacia el estacionamiento

mientras caminaba hacia mi coche en la sombra provista por la sombrilla.

Sabía que me veía ridícula, y esto me molestaba. No lo suficiente para que me

arriesgara a quemaduras de segundo y tercer grado, pensaba, pero lo suficiente para

ponerme irritable. Según lo prometido, no conseguí ningún indicio, o visión o aroma

de que Jones estuviera en los alrededores, lo cual era una preocupación de diferente

tipo. Había habido una cierta tensión real entre él y Kevin antes de que Jones hiciera

su acto de desaparición, lo cual me hizo preguntarme acerca de su relación.

Obviamente no eran amigos. Antiguos socios de negocios era lo más probable. ¿Y

cómo infiernos se había desvanecido Jones así? Los expertos habían estado trabajando

sobre hechizos de invisibilidad durante décadas sin éxito. ¿Ilusión tal vez? Ese tipo de

cosas es difícil, pero el menos ligeramente posible para gente con suficiente talento.

Reflexioné sobre esto todo el camino a través del estacionamiento mientras buscaba

mi vehículo. Kevin había usado la llave de repuesto para mover mi coche de donde

fuera que lo hubiera dejado estacionado. Hice malabares con la sombrilla, el bolso, y

las llaves mientras caminaba cruzando el ardiente asfalto hasta un lugar en la última

Page 51: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

fila. Ahí, metido entre dos camiones monstruosos, estaba colocado mi brillante

convertible azul medianoche.

Bueno, demonios.

Sí, la capota estaba arriba, pero el pensamiento de que no pudiera ser capaz de

conducirme durante el día con el techo abajo me molestaba aún más. Pero estaba viva.

Y tenía cosas más importantes en las que pensar. Tenía mucho que hacer. Primero,

quería llamar a la Abuela. Se suponía que tenía que haber cenado con ella anoche, así

que ahora probablemente contactaría a las autoridades para asegurarse que no había

tenido un accidente. Entonces, de nuevo, quizás no. Tengo tendencia a trabajar en

horas extrañas.

Segundo, definitivamente necesitaba hablar con la policía. Algo muy extraño iba a

pasar y yo estaba en el medio de esto. Quiero decir, ¿no hay cuerpos? No tendría que

haber salido en la noche sola. Había estado fijando un horario para un trabajo. Si

yo/nosotros hubiéramos sido atacados, habría habido más víctimas que yo sola. Soy

bastante buena en no rendirme sin pelear. Así que, ¿por qué no hay cuerpos? ¿Quién

los movería? ¿Y por qué? Deshacerse de ese tipo de evidencia supone un verdadero

trabajo.

Puse mi bolsa en el minúsculo maletero. Este entró, pero no había una gran cantidad

de espacio de sobra. Amo mi pequeño carro deportivo. Es una alegría para conducir y

todo lo que siempre he querido. Pero práctico no es. Cerré la sombrilla y entré al

coche, dejándola caer en el suelo del lado del pasajero.

El coche era un horno. En segundos, el sudor comenzó a gotear por mi espalda, entre

mis omoplatos, y por debajo de mis pechos. Puse en marcha el motor, encendiendo el

aire acondicionado a todo volumen, y me puse a buscar pistas.

La primera y más obvia era el archivo encarpetado colocado en el asiento del pasajero.

Sabía que eso era, mi investigación sobre el príncipe Rezza. Que eso estuviera aquí en

el coche, en lugar de en mis archivos en la oficina, decía que en verdad lo había hecho

en cuanto salí para el trabajo. Más interesante para mí por ahora era el pequeño sobre

multicolor de fotos saliendo desde debajo del asiento.

No recordaba la celebración del cumpleaños de Vicky, pero aparentemente la

habíamos hecho. Pasé a través de las instantáneas una y otra vez, tratando de

recordar. Obviamente, habíamos tenido un gran momento. Por la expresión en su cara,

le había gustado el espejo y la tarjeta. Había fotos de nosotras riéndonos y

abrazándonos. Pero no lo recordaba. Traté, pero no había nada. Ni una maldita cosa.

Sentí algo grueso en mi garganta y un dolor en mi estómago. Los recuerdos perdidos

Page 52: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

solo eran eso, perdidos. Seguro, habría más sonrisas, pero había perdido esto y ni

siquiera las fotos podrían devolvérmelas. Ellas podían, también, ser fotos de dos

extraños.

Deslicé las fotos de regreso en el sobre y me estiré para abrir la guantera.

Normalmente meto mi teléfono celular ahí cuando salgo del trabajo. Después de todo,

no había ninguna llamada cuando estás en servicio.

Éste no estaba ahí. Juré en voz baja. Si no estaba en la guantera, probablemente habría

estado en mi bolsillo. Lo cual quería decir que se había ido, junto con lo que sabía de

todo lo demás.

A partir de que puse el archivo en el coche, debo haber ido al trabajo, y haber estado

usando mi chaqueta y llevando mi nuevo aparato, los cuales eran valiosos, ambos, y

ninguno de los cuales tuve por mucho tiempo. ¡Maldición!

Pensé acerca de qué hacer mientras el motor del coche hacía su mejor esfuerzo para

soplar aire más frío a través de las ventilas. Alcancé la guantera y agarré una botella

de loción bronceadora. El factor de protección solar 30 tendría que servir. Ya podía

sentir mi piel reaccionando donde estaba expuesta a los parches de luz solar. El olor

del coco, aloe, y químicos llenaron el coche mientras yo untaba un espeso líquido

blanco sobre mi carne expuesta, esperando que lo que estaba a punto de hacer no

fuera tan estúpido como pensaba que era.

Los teléfonos públicos no eran fáciles de encontrar en la era del celular. Los días

cuando Superman podía cambiarse en la cabina de teléfono más cercana se habían ido

hace tiempo. El único lugar en el que puedes encontrar un teléfono público utilizable

es en la esporádica tienda que abre hasta tarde, y aún así es igual de probable que esté

fuera de servicio.

Afortunadamente, estaba en el campus. Conocía al menos tres de esas tiendas que

surtían a los estudiantes. Seguramente una de ellas tendría un teléfono que pudiera

usar. Dejé el estacionamiento con un 7-eleven en particular en mente.

La primera tienda tenía un teléfono, pero el cable había sido cortado. Conseguí un

teléfono en la segunda tienda. El teléfono aún estaba en la pantalla. Sí, tenía un grafiti,

pero los cables estaban todos conectados, no estaba cubierto con nada pegajoso o

desagradable, y cuando lo levanté conseguí tono para marcar. Deposité un par de

monedas que conseguí revolviendo en el cenicero de mi coche en la ranura y marqué

el número de la Abuela de memoria. Dejé que sonara ocho veces. Sin respuesta. Ya que

ella no tenía correo de voz o una máquina contestadora, colgué.

Page 53: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Pero yo tengo correo de voz. Puede ser que me dejara un mensaje. Deposité las

monedas otra vez en la ranura y marqué el número de mi buzón.

Desafortunadamente, el registro me dijo que el servicio no estaba actualmente

disponible y sugirió que llamara más tarde.

Bueno, eso fue un desperdicio de monedas, pero definitivamente tendría que estar

revisando de nuevo frecuentemente. Esto podría ser la llave a mi propio pasado.

Después de buscar alrededor y entre los asientos, encontré más cambio. Lancé otro

par de monedas en la ranura, marcando un número diferente.

El teléfono sonó exactamente una vez antes de que una voz femenina en un tono

profesional respondiera. —Policía, habla la Detective Alexander.

—Hola, Alex. —Saludé a la mujer en la otra línea, con despreocupada familiaridad que

era solo un poco forzada. Me gusta la amante de Vicki. Las tres habíamos salido a

cenar unas cuantas veces desde que se conocieron, incluyendo, aparentemente, la

fiesta de cumpleaños. Pero tengo que admitir que esto ha sido un poco embarazoso.

Tal vez Alex y yo sólo somos demasiado parecidas, ambas casos difíciles con un doblez

sarcástico. Cual fuera el problema, las cosas entre nosotras siempre han sido un poco

tensas. Sin embargo, ambas amábamos a Vicki por completo. Ella es mi mejor amiga y

la amante de Alex, así que nosotras pretendemos que todo está excelente.

—Graves. Acabo de recibir la llamada más extraña con respecto a ti. —La voz de Alex

era brusca pero no hostil—. Un amigo mío del piso de abajo llamó, dijo que había un

reporte acerca de ti siendo mordida por murciélagos y llevada para tratamiento

médico, pero nadie podía encontrarte en ninguno de los hospitales. Entonces, cuando

revisaron el sitio del supuesto ataque, no había evidencia de nada. El callejón estaba

limpio. Lo cual es malditamente extraño.

—Bueno, fui atacada. Estuve malditamente cerca de ser asesinada, aparentemente

algún tiempo después de la fiesta de Vicki. Así que debería haber evidencia si ellos

buscan lo suficiente.

—¿Estás bien?

Pensé acerca de cómo responder a eso durante unos pocos segundos. A los policías no

les gustan los monstruos. ¿Ella me consideraría uno? Esperaba que no. ¿Pero cuál era

la razón de mentir? Al primer momento en que colocara sus ojos sobre mí, sabría la

verdad. —Sí, y no. ¿Has oído alguna vez de una abominación?

—No. ¿Qué es eso? —Su voz sonaba cansada, resignada, como si realmente no quisiera

saber, pero lo necesitara.

Page 54: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Expliqué lo que había pasado y mucho de lo que significaba para mí como Jones había

tenido tiempo de explicarlo, lo cual no era mucho, en realidad.

—Si eso es verdad, entonces el maestro que te mordió va a estar detrás de ti, y estás

predispuesta a acabar con lujuria de sangre.

—No soy un monstruo, Alex. No voy a ser un monstruo. Solo soy una humana que

necesita un buen dentista. —Mi voz era fría, firme e intransigente.

—Espero que estés en lo cierto. —La voz de Alex era tan firme como la mía lo había

sido, quizás más. Desde luego, ella es un policía—. Pero vamos a dejar esto bien claro

desde el principio. Si alguna vez muestras signos de llegar a ese borde te eliminaré. Sin

vacilación. Con Vicki o no.

Ella lo haría. Lo sabía. De hecho, estaba contando con eso. —Si me acerco a ese borde,

quiero que lo hagas.

Hubo un largo momento de silencio entre nosotras, cada una perdida en

pensamientos que era mejor no compartir.

No quería pensar en la lujuria de sangre, el impulso de mirar a mis compañeros

humanos como bocadillo, pero lo necesitaba. Necesitaba pensar sobre eso y tantas

otras cosas. Pero si lo hacía, era capaz de perderlo, y eso podría matarme. Así que,

obligué al miedo y a la preocupación a alejarse con fuerza, aún sabiendo mientras lo

hacía, que después me pasaría factura.

La negación es un gran mecanismo a corto plazo de enfrentamiento. A largo plazo es

muy destructivo, pero hola, solo quería llegar al largo plazo.

Rompí el silencio antes de que se volviera demasiado incómodo. —¿Puedes

conseguirme la dirección del callejón? Voy a tener que ver si puedo conseguir una

autorización de búsqueda, entonces ver si puedo conseguir alguna evidencia y

rastrear al bastardo mientras aún hay luz de día.

—No, Celia. No comprendes. Y no estoy autorizada a explicártelo. Basta con decir que

el callejón al que nos envió tu amigo está limpio. Alguien, incluso, tiró toda la basura.

El resto del vecindario es un antro, pero mi amigo jura que podías roer el pavimento

en ese callejón.

—Que el… —Parpadeé unas pocas veces conmocionada—. Eso es… extraño.

Su tono dijo que ella estaba de acuerdo. —Como dije, extraño. Alguien se tomó muchas

molestias para deshacerse de la evidencia de algo, presumiblemente del vampiro que

te atacó. A mi amigo le gustaría saber por qué.

Page 55: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—A mí también.

—Ellos van a ver si alguna de las tiendas en el área tienen video de vigilancia, pero él

no está particularmente esperanzado, considerando el vecindario. Obviamente, quería

tomar tu declaración.

—¿Cómo de pronto necesito estar ahí?

—Más temprano es mejor que tarde. Ve al escritorio del frente y pregunta por Gibson.

Le diré que te espere.

Yo suspiré. No quería hacer esto. Pero si jugaba bien con los policías, estarían más

propensos a emitir la orden validando mi búsqueda y yo podía ser capaz de mantener

mi permiso de portar armas. Si yo no accedía al interrogatorio… bueno, el papeleo

puede perderse, retrasarse, estar mal archivado, toda clase de cosas. Ellos no lo harían

para conseguir para conseguir que me mataran. De hecho, probablemente estarían

cazando al bastardo que me hizo esto tan intensamente como yo lo estaba. Pero me

mantendrían fuera de esto. Yo no quería que me sacaran de esto.

Ella rió, pero no parecía que fuera por diversión. —Suenas tan martirizada. Esto no

tomará tanto tiempo. Además, si tu cooperas, él puede estar deseando adelantar algo

con la poca información que ellos han sido capaces de reunir. El maestro vampiro que

trató de convertirte va a tratar de cualquier modo de matarte o de terminar la

conversión. Y alguien se tomó muchas molestias y gastos cubriendo esto. Vas a

necesitar toda la ayuda que puedas conseguir.

—Sí. Deseo saber con qué necesito ayuda —dije para beneficio de Alex, pero era la

verdad. Los vampiros frecuentemente se desplazan en manadas, pero no son

organizados. Generalmente no limpian su desastre, de cualquier modo.

Algo grande estaba pasando y, para mi suerte, estaba parada justo en el medio de esto.

—Mira, solo estás a diez minutos. Ven directamente. Te encontraré en el vestíbulo y te

traeré arriba. Si no, la gente es capaz de asustarse cuando te vean.

Ella no estaba equivocada. Solo en el corto viaje hasta el coche desde el laboratorio me

había dado cuenta de un par de personas dudando y alejándose de mí. Luz de día o no,

algo acerca de mí los asustaba, incluso conmigo llevando la linda sombrilla floral de

Emma.

Alex pareció sentir algo en mi silencio. —Solo ven aquí. Paso a paso.

—Correcto. Te veré dentro de poco.

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Ella colgó sin decir adiós, pero desde luego, usualmente lo hacía. Coloqué el teléfono

en su base y me fortalecí para entrar. Quería reemplazar el teléfono celular lo antes

posible. Puedes conseguir un teléfono básico barato y fácil en muchas de las tiendas

que abren hasta tarde, tal como el que tenía en frente, y solo tomaba un par de

minutos activarlo y cargar algunos minutos. Tal vez encontraría mi teléfono usual. Si

no, podría conseguir que lo reemplazaran por una pequeña cuota por la compañía que

tenía mi plan. Pero mientras tanto, necesitaba algo.

Tomé una profunda respiración, diciéndome que esto era a plena luz del día. Todos

sabían que los murciélagos son nocturnos.

Estaría bien. Aún estaba repitiéndolo como un mantra cuando la empleada detrás del

mostrador dejó salir un chillido ensordecedor de abierto terror, agarrando una de

esas enormes pistolas de chorro de varios tanques, y comenzó a regarme con agua

bendita.

No era como que hubiera querido probar si podía o no manejar el agua bendita, pero

hola, tuve suerte. No quemó. Ni la cruz que ella llevaba brilló, quemó o reaccionó ante

mí de cualquier forma. Estaba agradecida por eso.

Pero esto me avergonzó como el infierno, y me puso solo un poco molesta. Porque

todos en la tienda se estaban mirando y murmurando los unos a los otros en voz baja,

incluso mientras la empleada se disculpaba y me entregaba toallas de papel para secar

mi cara y cabello.

Prácticamente lancé el dinero en el mostrador por el teléfono, los minutos, y una gran

cruz bendita con suficientes diamantes de imitación para cegar al incauto, y salí de la

tienda.

Sentada en mi coche, traté de no llorar. Estúpido, en verdad. Estaba viva. El agua no

me había quemado, ni herido en absoluto. Por un breve momento, me sentí aliviada

más allá de lo posible.

Pero aún podía ver la expresión en la cara de esa mujer, el miedo desnudo en sus ojos,

podía ver y oír el pulso golpeando en su garganta.

Esto hizo mi boca agua.

Odiaba sentirme indefensa. Sí, lo sé, casi todo el mundo lo hace. Pero yo lo odiaba. He

pasado años en terapia, y más años haciendo simplemente el trabajo duro, para ganar

tanto control como puedo sobre mi vida. Entrenando mi cuerpo, mi mente. Manejo mi

propio negocio así que ninguno puede ordenarme. Me aseguro que cada trabajo esté

Page 57: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

planeado hasta el último detalle, y tener el equipo más favorable así puedo controlar

todo tanto como puedo.

Su miedo me hizo sentirme hambrienta. ¿Cómo demonios se supone que iba a hacer

frente a eso?

Pensé en llamar a mi oficina, pero tenía que cargar el teléfono primero y luego cargar

los minutos. Un patrullero policial blanco y negro entró en el aparcamiento y decidí no

usar el teléfono público de nuevo.

Aparentemente a la empleada no le gustó que yo aún estuviera ‘al acecho’ afuera. Dije

un par de cosas poco halagüeñas en voz baja y encendí el motor. Ni siquiera le di a los

policías un pequeño y alegre saludo mientras pasaba por delante.

¿Rencorosa? Posiblemente. Pero esto me hacía sentir un poquito mejor. Hoy, tomaría

todo lo que ayudara un poco.

Me detuve por la oficina y revisé mis mensajes después de que terminara de hablar

con la policía. No me quedaría mucho.

Ya estaba cansada, y tenía muchas cosas que hacer si iba a estar lista para cazar a mi

señor.

Estaba lo suficientemente distraída para que casi perdiera mi salida. Me las arreglé

para conseguir entrar a la curva, pero tuve que cortar a través de dos carriles de

tráfico para hacerlo. El tráfico estaba más ligero de lo usual, así que hice buen tiempo.

Normalmente habría deslizado un disco compacto, pero en su lugar, encendí la radio.

Estaba escuchando las noticias. Si me hubiera pasado camino al trabajo y el príncipe

hubiera desaparecido, sería un encabezado al principio de la hora. Si él no lo había

hecho, los políticos probablemente barrerían todo el asunto bajo la alfombra. Porque

mientras la prensa podía amar un escándalo, la realeza generalmente no,

particularmente cuando la gente que regresaba a casa eran fundamentalistas.

Las noticias comenzaron justo cuando estaba entrando en el estacionamiento de

varios niveles que usaba el departamento de policía de Santa María de Luna. Nada

sobre el príncipe. De hecho, excepto lo que no fueran los disturbios en Pakistán y las

conversaciones de paz en las ex naciones soviéticas, no parecía estar sucediendo

mucho.

Sabía por experiencias pasadas que si aparcaba en el estacionamiento anexo al

departamento de policía podía tomar un ascensor directamente al vestíbulo del

segundo piso del edificio. Sin luz solar. La cual de todas las cosas a considerar,

probablemente era una buena idea. Sí, si tuviera que hacerlo, yo podía usar la

Page 58: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

sombrilla de nuevo, pero no quería. Tal vez estaba negando, o simplemente era por

terquedad, pero esconderme del sol solo se sentía… equivocado.

El estacionamiento estaba oscuro y frío lo suficiente para ser casi bienvenido después

del calor del coche. El suave sonido de mis zapatillas se perdió en la pared de la

alarma de un coche haciendo eco fuera del concreto.

Presionando el botón para el ascensor, traté de sacudir un creciente sentimiento de

malestar. Toda esta situación era demasiado extraña. Nada tenía sentido. Emma nunca

lo creería, pero en realidad soy una criatura de orden. Planeo las cosas prácticamente

hasta la muerte, y luego las reviso dos y tres veces. Porque quiero controlar lo que

puedo. Invariablemente hay muchas cosas que tú no puedes controlar, cosas

completamente impredecibles que te fuerzan a improvisar y pensar sobre la marcha.

Pero si has conseguido manejar el otro asunto, tienes una mejor oportunidad de éxito

en tratar con la mierda fortuita. Al menos eso es lo que me digo a mi misma. Pero en

palabras de mi Abuela, toda esta situación estaba ‘mal’ y ‘apestaba como pescado de

una semana.’

La campana sonó, y las puertas del elevador se abrieron con un suave sonido

deslizante. Me paré sobre el umbral de metal en un moteado linóleo blanco encerado

hasta un máximo brillo. El aire acondicionado golpeaba mis ropas mojadas,

haciéndome estremecerme. En la distancia podía escuchar el suave flujo de agua sobre

piedra. Me congelé. Corriendo agua… un gran vampiro no, no. ¿Esto iba a ser un

problema? El agua bendita no lo había sido. Traté de pensar en una forma de

descubrirlo sin hacer un espectáculo de mi misma y quedarme en blanco.

Al diablo. Solo enfréntalo. Graves. Encuadrando mis hombros, marché hacia el

vestíbulo. La corriente de chorro que alimentaba el foso de agua mágica que rodea las

celdas era sorprendentemente linda. No solamente era la cascada la que se suponía

inspiraba sentimientos de paz en los prisioneros, sino que también anulaba cualquier

hechizo que pudiera tratar de romper la gente.

Lo pasé sin siquiera inmutarme, lo cual me hacía seriamente feliz. Hasta ahora estaba

probando ser más un humano que un murciélago, lo cual estaba muy bien para mí.

Solo esperaba que la tendencia se mantuviera.

Me detuve en los escáneres automáticos colocados para detectar armas y magia

ofensiva. El sudor cálido se escurría sobre mí, desde la cabeza a los pies y espalda.

Cuando la luz relampagueó verde caminé para admirar la fuente que era parte de un

monumento en memoria a los oficiales heridos y caídos del departamento. A la vista

de la entrada del edificio principal, solo pasé el principal banco de escáneres y cerca

de cinco yardas a la derecha del escritorio de recepción.

Page 59: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

La fuente tiene un juego de cinco escalones largos y estrechos de mármol negro pulido

naciendo desde una piscina superficial llena con piedra de río hasta una estatua de

bronce de ocho pies de la Justicia ciega10. Detrás de ella, sobre una pared de mármol

negro, hay filas de placas de oro y plata de una por dos pulgadas. Grabado en cada una

están el nombre, rango y años de servicio del oficial honrado: plata para aquellos

heridos y discapacitados, oro para esos quienes murieron en la línea del deber. Ellos

no llenan completamente la sección entera, pero estaba cerca. Reconocí a más de un

nombre, la mayoría de ellos en las placas más brillantes.

No soy particularmente religiosa, pero dije una callada plegaria por las almas de los

caídos a quien fuera que pudiera estar escuchando. Han sido un par de años difíciles.

Los expertos han estado debatiendo el por qué. Tal vez es solo un ciclo natural. Tal vez

no. Nadie parece tener una respuesta, ni siquiera El Jefe y el resto de los expertos. Así

que las órdenes religiosas y los policías hacen lo mejor que ellos pueden peleando una

batalla cada vez más perdida contra el mal y la destrucción.

Escuché el zumbido de la puerta de seguridad abriéndose y me volteé para ver a Alex

parada en una puerta discretamente empotrada, haciéndome señas. Parado cerca de

ella estaba un hombre de mediana edad con canoso cabello rubio muy corto. Todo

acerca de él era cuadrado y ajustado. No era alto, probablemente 170 centímetros o

algo así, pero era fornido. Sin grasa, pero ancho y fuerte, como un ex apoyador11 quien,

mientras precisamente no ejercita, no se permite llegar al abandono, de ninguna

forma. Tenía una mandíbula cuadrada y grande, manos de dedos chatos. Su joyería era

solamente un simple reloj de oro. Su traje era de un gris mediano que era casi el tono

exacto de los ojos que me miraban desde detrás de un par de lentes sin monturas. Su

piel blanca tenía casi un suave matiz verdoso y una calidad flácida que hablaba de

mala salud. Se estaba muriendo. No sé cómo supe esto, pero lo hice, tanto como sabía

que su sangre sabría amarga de las toxinas que sus defectuosos riñones no estaban

procesando más. Él no sabría bien.

Me estremecí un poco ante el miedo y la repulsión. Era un hombre. No alimento. Pero

tanto como esto me aterrorizaba, no podía recuperar ese pensamiento errante, el

pensamiento de un vampiro. Dios me ayudara.

10 Justicia Ciega: Es la estatua que vemos en algunos organismos de una mujer con los ojos vendados y una balanza en su mano. 11 Linebacker (LB) (posición conocida en México como apoyador) es una posición en el fútbol americano y fútbol canadiense inventado por el entrenador de fútbol americano Fielding Yost, de la Universidad de Míchigan. Los linebackers son miembros del equipo defensivo

Page 60: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por Dham- Love

Corregido por andre27xl

uedes olerlo en mí, no es así? —Gibson habló suavemente,

cada palabra medida.

Me senté en la mesa en una sala de interrogatorio que se

parecía bastante a las que muestran en los programas

policíacos de la televisión. Ésta estaba limpia, con una capa

de pintura fresca como para todavía oler los químicos. Me senté en una mesa llena de

marcas de Gibson, quedando de frente a un gran banco de espejos de vidrio que

probablemente daban a una oficina o a dos una vista sin interrupción del

procedimiento. En la esquina, cerca al techo, había una grabadora —del tipo de audio

y de video. Las luces no estaban encendidas, pero eso era porque Gibson no había

oprimido el botón del control remoto.

Habíamos parado por la comisaría por una taza de café antes de venir. Estaba en la

mesa delante de mi. No podía beberlo. Tenía demasiadas nauseas. De cerca el aroma

de su cuerpo en descomposición me estaba haciendo atragantarme. Sólo el mantener

el café directamente bajo mi nariz lo hacía tolerable. Me cambié de posición

incómodamente en la dura silla de plástico y deseé estar en cualquier otro sitio menos

aquí. Mi nariz no había sido tan sensible antes. ¿Podría ponerse peor?

—Lo vi en tus ojos en el vestíbulo. —Sus labios se torcieron en lo que se suponía era

una sonrisa de humor seco y burlesco—. Si Alexander no me hubiera dicho que fuiste

mordida por un vampiro, hubiera asumido que eras un licántropo. Hasta ahora han

sido los únicos que pueden sentirlo. —Su expresión se torció en un gesto—. Ellos

actúan como si tuviera un problema muy serio de mal olor. La reacción marginó a

unas cuantas personas que nunca hubieran sospechado siquiera.

—¿Los entregaste?

—¿P

Page 61: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Sus ojos se encontraron con los míos, su expresión era difícil. —Técnicamente, no va

en contra de la ley ser un licántropo— siempre y cuando no pongas en peligro al

público.

Técnicamente, no. Pero eso no detenía la persecución. Hay más de unas cuantas

personas que dicen que los licántropos ponen en peligro al público con tan sólo

respirar. La actitud vigente es ‘enciérrenlos o mátenlos’. De hecho, ese lema exacto ha

sido usado por uno de los políticos más populares.

Soy perfectamente capaz de matar monstruos si me ponen en peligro a mí o a las

personas que estoy protegiendo. Pero durante el resto de los días, excepto los tres

días de cada ciclo lunar, los licántropos eran ciudadanos absolutamente normales, con

familias y trabajos. Si tomaban las precauciones apropiadas, no había necesidad de

que fueran prisioneros.

Evidentemente Gibson estaba de acuerdo conmigo, y eso me hacía pensar mejor de él.

—¿Acaso Alex sabe de tu condición? —le pregunté.

—No. No le he dicho a nadie aquí en el trabajo. Se enteraran lo suficientemente

pronto. Mientras tanto, no quiero su lástima —me dirigió una mirada oscura—. Y no

quiero dejar un gran caso abierto.

—¿Y piensas que puedo ayudar? —Deliberadamente mantuve mi voz neutral, mi

expresión agradable pero sin compromiso—. ¿Qué clase de caso es?

Él no respondió. —¿Qué recuerdas de anoche?

—Ni una maldita cosa. He perdido todo lo de ayer —suspiré—. Había murciélagos, así

que asumo que el ataque tuvo lugar en la oscuridad. Todavía estoy viva, entonces

imagino que tuvo lugar unos cuantos minutos antes de que mis rescatadores llegaran.

Pero eso son sólo suposiciones basadas en la lógica. Estoy completamente en blanco

desde la mañana de ayer hasta que me desperté atada a la mesa de zombie en el

laboratorio de la universidad.

Me dio una mirada aguda y suspiré. —No estoy mintiendo. Ojala. He estado tratando,

luchando para encontrar algo, pero nada. Me enfada también. —Porque esas horas

faltantes eran de las importantes en mi vida.

La mirada que me dio parecía taladrar en mi cerebro. Finalmente él asintió. —De

acuerdo. —Metió la mano a su bolsillo y sacó una grabadora pequeña negra de

minicassette. No me sorprendía que estuviera usando una. Sentencias recientes

habían causado que algunas pruebas fueran desechadas porque los dispositivos de

grabación digital eran demasiado fáciles de manipular. Así que los policías estaban

Page 62: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

usando de vuelta los viejos dispositivos. Accionando el botón, puso la grabadora sobre

la mesa entre nosotros antes de alcanzar el control y encender la cámara.

—De acuerdo, empezaremos por el principio. Con tu permiso, utilizaré un hechizo

para hacer que las cosas que pasaron durante el día lleguen a ti. Nos detendremos en

la puesta de sol, como para no arriesgarnos a disparar ningunos recuerdos

traumáticos. Pero algunas veces ir primero por las cosas mundanas ayudan a recordar

más detalles de lo que pasó.

Asentí en forma de consentimiento.

—Soy el detective Karl Gibson, medalla número 45236, departamento de Policía de

Santa María de Luna. Son las once de la mañana del 14 de Octubre. —Medio escuché

mientras él seguía, dando todos los detalles necesarios para hacer la declaración

oficial. Había hecho esto antes. Sabía las instrucciones. En unos cuantos segundos me

pediría decir mi nombre, dirección, y que estaba dando esta declaración bajo mi

propio deseo y voluntad y que le daba permiso de usar el hechizo para obtener los

recuerdos.

Di las respuestas apropiadas. Lentamente, pacientemente, me condujo hacía el día

anterior. Recordé mucho de este con bastante claridad. Era el cumpleaños de Vicki y

había trabajado realmente duro para encontrarle un regalo súper especial.

—Buenas tardes, Srta. Grave. Si se estaciona por la caseta de vigilancia

terminaremos la inspección allí.

Reconocí la voz que venía por el altavoz. Era Gerry, el supervisor de seguridad

de turno en Birchwoods. Era una posición ejecutiva, y yo imaginaba que el pago

era más impresionante. Debería serlo. Las personas que visitaban las

instalaciones podían y eran capaces de pagar sumas exorbitantes para

benditamente asegurarse que nadie sabría que ellos estaban aquí o por qué. En

todos estos años que el lugar había estado en el negocio, ni siquiera una vez se

había filtrado el nombre de un paciente celebré—bastante era la frustración de

la prensa, quienes flotaban en torno a la distancia legal requerida de una

institución psiquiátrica.

Deslicé mi tarjeta de visitante en mi cartera y lo metí todo de nuevo en mi bolsa.

Oí el clic de los interruptores de bloqueo, seguido por el zumbido de los equipos

electrónicos. Un momento después, la puerta exterior se hizo, sin problemas, a

un lado.

Pisoteé el acelerador. El Miata saltó positivamente hacia adelante. Lo había

puesto a punto hace unos cuantos días, y todavía no estaba muy acostumbrada al

Page 63: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

cambio de potencia. Aún así, era mejor moverse rápido. Tenía cuarenta y cinco

segundos para pasar a través de la red exterior antes de que la puerta se cerrara

de un golpe. Sería necesario el control manual de la llave de un supervisor para

abrir la puerta de nuevo. Lo sabía porque habían estado atrapado aquí una vez

por una atolondrada que había decido revolver en su bolso por algo más que

momento.

Estacioné el auto en uno de los cuatro puestos al frente de una pequeña

construcción de ladrillos blancos con un techo rojo. Mientras apagaba el motor,

Gerry salió por la puerta principal. Estaba sorprendida de verlo en la tarea de la

puerta. Dado su ascenso a gerencia, estaba muy por debajo de su nuevo rango el

estar verificando identificación. Aún así, allí estaba, grande como la vida y dos

veces más feo. Estaba luciendo un dispositivo electrónico sujetado a la cintura de

sus pantalones de traje, con un cable que lo conectaba a la varita que llevaba en

su mano izquierda. Detrás de él había una mujer con un uniforme estándar de la

marina y de seguridad blanco. No era de la tripulación regular. Después de todo

este tiempo conocía bastante bien a todos los que trabajaban en Birchwood,

cualquiera que fuera el cambio. Y ‘Lydia’ (de acuerdo al nombre en su pequeña

placa de bronce) no me era familiar.

Ella era una maga de algún tipo. Podría apostarlo. Sus talentos podían no ser tan

versátiles o tan peligrosos como otros de los ‘dones’ pero eran de lejos más

negociables y fáciles de controlar.

Le eché un vistazo. Probablemente estaba por sus treinta, tenía el cabello oscuro

tirado con fuerza hacia atrás de su rostro para revelar una fuerte estructura ósea

que la hacía más dura por la falta de maquillaje o de joyas. Era el tipo de rostro

que luciría mejor en fotografías que en persona.

La mujer se acercó hasta el asiento del pasajero, ignorándome completamente.

Sus ojos estaban solamente en los paquetes que están en la silla del frente. Sí.

Definitivamente una maga. Había sentido el poder que emanaba de ellos.

—He arreglado esos con la administración. Son regalos de cumpleaños para

Vicki. Ya que son de vidrio, el administrador requirió que los pusiéramos bajo un

encanto nivel cinco para prevenir que se rompieran.

—Asintió suavemente pero no me tomó la palabra. En lugar de eso, retiró un

objeto del tamaño de la palma de la mano del bolsillo de su uniforme y empezó a

pasarlo por el exterior del paquete mientras murmuraba palabras que no podía

entender. Gerry, mientras tanto, había estado ocupado anotando las placas de mi

coche y verificándolas con el número publicado en el tablero justo en el interior

Page 64: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

del parabrisas del lado del conductor. Luego pasó la varita a través de mí para

verificar si llevaba armas tradicionales y me hizo firmar el formulario de

visitante con una pluma de plata—probablemente encantada para asegurarse

que no pudiera forzar la firma de nadie más. El computador podría entonces

comparar no sólo con todas mis demás firmas sino también con el archivo y la

firma de mi licencia de conducción. Por último, pero no menos importante, fui

revisada por encantos de ilusión y rociada con agua bendita para asegurar que

no era un vampiro haciendo trucos mentales. Esto a pesar de que era pleno día y

los vampiros normales estaba seguramente confinado en sus ataúdes, muertos

para el mundo.

Pasábamos por eso todo el tiempo. Bueno, la mayoría. Inspeccionar los regalos

era inusual pero no inesperado.

Ya que yo venía de visita tres o cuatro veces por semana me había acostumbrado

bastante a todas las galimatías. Usualmente incluso bromeaba con los guardias.

Los conocía a la mayoría por el nombre y sabía un poco de ellos – de esas veces

que había sido forzada a esperar en admisión después de que un grupo de

terapia entrada, o por cualquier otra razón. Hoy, sin embargo, todo el mundo

estaba actuando sombrío y profesional.

—¿Qué pasa Gerry? —pregunté suavemente, mientras la guardia mujer pasada

por el exterior de mi camioneta. No estaba segura de que él respondería, incluso

si ella no podía escucharlo, pero debería hacerlo.

—Hemos tenido un incidente

Mis cejas se levantaron de sorpresa. Quiero decir, hay prisiones e instalaciones

del gobierno que no tienen la clase de programas de investigación de

antecedentes personales a las que sometían a las personas que trabajaban aquí.

Y nunca, ni una sola vez, había visto ningún tipo de escapatoria a las reglas o

algo, lo cual es muy impresionante considerando todas las cosas.

—¿Qué clase de incidente?

El rostro de bebé de Gerry se endureció en ásperas líneas, y sus ojos se

oscurecieron casi al negro. Podía ver los tendones tensarse en su cuello mientras

lo pensaba. Por un momento, pensé que se negaría a decirlo, pero me sorprendió

de nuevo.

—Uno de los guardias fue encontrado asesinado. Su mano derecha había sido

cortada de su muñeca. El cuerpo ha sido congelado, así que no sabemos cuánto

ha estado muerto.

Page 65: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Mi estómago se cerró en reacción. Odiaba preguntar, pero tenía que hacerlo.

Había una buena posibilidad de que fuera alguien que yo conocía. —¿Quién?

—Louis.

Mierda. Louis, que tenía cuatro hijos de diez años, cuyas fotos sacaba de la

billetera en cada oportunidad que tenía, así podría jactarse de su último boletín

de notas, o recital de baile, o evento deportivo. Maldición.

—Julie se ha llevado a los niños a visitar a sus abuelos en Idaho durante una

semana. Dice que hablaron por teléfono cada noche hasta el jueves. Esa noche

recibió un correo de él diciendo que había perdido su teléfono, así que le

enviaría correos en su lugar.

—Pero lo vi… —Deje que la oración se desvaneciera sin terminar. No podía

haber sido él. O no. Era del personal de la noche. Pero no habían muchas

criaturas que pudieran usar la magia y el ilusionismo lo suficientemente bien

para entrar. Los que podían hacer las huellas digitales. Pero no podían hacer el

aceite en una mano humana. O el ADN. Oh, mierda. Esto era malo. Y eso explicaba

las búsquedas extras y los cambios de personas.

—¿Alguna idea de por qué?

Él sacudió su cabeza. —Podría ser cualquier cosa. Tenemos personas de mucho

dinero y gran perfil. Hay mucha gente que no se detendría ante nada para entrar.

—Y ahora alguien lo ha hecho.

—Abra el baúl ahora. —La voz de la maga cortó nuestra conversación como un

filoso cuchillo—. Necesito ver el interior.

Empecé a abrir la puerta del coche y Gerry salió de mi camino. Normalmente, me

hubiera quedado sentada, pero algo acerca de ella me molestaba. No me gustaba

tenerla mirándome literalmente hacia abajo. —Soy un guardaespaldas

profesional. Mis armas están en el baúl. Las pongo allí cuando vengo de visita. —

También encierro en el carro la chaqueta negra especial que lucía en mis

asuntos. Había cosas encantadas escondidas debajo del forro de seda. Esa

chaqueta cuesta más que alguna de mis armas, y le tengo mucho cuidado.

Apuesto que se pueden establecer todo tipos de radares con ella.

Me deslicé fuera del auto, parada con deliberada facilidad, dejando sólo

suficiente espacio para un movimiento rápido en cualquier dirección.

Page 66: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Ella se dio cuenta de eso, y no le gustó. Se giró hacia mí, con sus fríos ojos azules

del color de un cielo de Diciembre posándose sobre cada pulgada en mí.

Sus ojos se detuvieron en mi ropa, y el estado del cuerpo en ellas. Ya no me

ejercitaba fuerte, pues era obvio que estaba en forma. El entrenamiento de ballet

me había dado la agilidad y la buena postura, pero correr, nadar, y las maquinas

de ejercicio me daban fuerza y definición muscular. Se veía, incluso bajo la ropa.

No era vaga incluso en el área muscular.

Su expresión seguía neutral, excepto por los ojos. Por primera vez deseaba sólo

un poco de talento psíquico.

—¿Cuánto deseabas eso? —La voz del Detective Gibson traspasó mi memoria y

empecé. Mis ojos pestañearon varias veces, tratando de concentrarme en el aquí y en

el ahora. Cuando lo hice, la implicación llegó.

Él estaba tratando de hacerme tropezar. Probablemente funcionaba bien cuando había

algo de culpa. Pero no tenía ninguna, así que no me molestaba. —Por favor. Sé realista.

No soy perfecta, pero me gusta quien soy. Un vampiro te convierte, pierdes tu

identidad, pierdes todo. Además, si me hubiera pedido esto, ¿No crees que me hubiera

quedado por ahí para verlo terminado?

No picó el señuelo. Sólo giró su dedo en forma circular. —Continúa.

Trate de recordar dónde estaba. Ah sí. Discutiendo con la perra maga sobre el baúl.

—Lo siento, pero no podemos permitir armas de ningún tipo a partir de la

segunda puerta. Necesito verlas. Luego puedes ingresarlas con el Sr. Meyers aquí

en la estación de seguridad y recogerlas a la salida.

No había duda en su voz y no había señales de respeto. Él podría ser el del título,

pero ella era definitivamente la persona a cargo. Le di a Gerry una mirada

indagadora y se sonrojó pero no dijo nada.

—Preferiría no hacer eso —dije calmadamente. No estaba enojada. Pero algo

sobre ella me enojaba. No la quería husmeando en mis cosas. No tenía ninguna

razón para no confiar en ella, para no creer que ella estaba haciendo su trabajo.

Pero no la iba a dejar meterse en ese baúl.

Ella me miró, su expresión completamente imperturbable. —O yo reviso el baúl

o te tendrás que ir.

—En realidad, hay una tercera opción. —Sonreí cuando lo dije, una tímida y

brillante sonrisa de la que ella fue lo suficientemente sensible para no confiar.

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— ¿Qué? —La voz de Gerry estaba llena tanto de sospecha como de una

cautelosa distracción. Él me conocía. Y si bien podía respetar la Srta. Maestra de

la Magia no le agradaba. Ni siquiera un poquito. No me ayudaría a hacerla a un

lado, pero no le importaría mirar mientras yo lo hacía.

—No verifico las armas. Verifico el auto.

Me miró con un atónito silencio.

Gerry se rió y retrasadamente intento cubrirla con tos.

Eso la hizo sonrojar, pero mantuvo su temperamento admirablemente. Su voz

era engañosamente agradable cuando hablaba. —Esos paquetes parecen bien

pesados. ¿Estás segura que quieres cargarlos todo el camino hacia la entrada

principal?

—No es un problema. —Alcancé mi maleta y abrí mi celular. Oprimí marcación

rápida. El recepcionista contestó en la primera timbrada.

—Molly, soy Celia. Tengo que dejar el coche en la puerta exterior por razones de

seguridad, pero tengo unos regalos de cumpleaños para Vicki. ¿Podrías enviar a

un botones que trajera uno de esos carros para mí? Estaría muy agradecida.

—Por supuesto madame, estará abajo en seguida.

El resoplo de Gibson me saco del hechizo inducido de nuevo. Él era, malditamente

bueno, para entrarme y sacarme del hechizo de memoria así. No había sentido una

cosa cuando había hecho su magia. Oh, no tenía el poder de Bruno, pocos lo hacían,

pero Gibson era lo suficientemente suave para compensar la diferencia.

—Inteligente, muy inteligente. —Me sonrió, y la expresión traviesa en su rostro

persiguió de nuevo la muerte en mi cabeza por un momento.

—Gracias. —Le sonreí de vuelta—. Eso pensé.

—Pero eso la enojó.

—Oh sí. —Ni siquiera traté de esconder la satisfacción en mi voz. Eso lo hizo sacudir

su cabeza y reírse entre dientes.

—Entonces, celebraste el cumpleaños de tu amiga, ¿Después qué?

—Había una cena en La Cocina. —Las palabras salieron de mi boca bajo su propia

voluntad. Pestañeé asombrada. En realidad ni siquiera lo recordaba, no podía haber

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dicho lo que ordené, pero a la misma vez estaba absolutamente segura que era verdad.

Era extraño.

—¿Algo más?

Traté de relajarme, sólo dejar que la información fluyera, pero no había nada. Sacudí

mi cabeza. Con el hechizo obligándome, no podía fingir ninguna falta de conocimiento.

En realidad, esperaba que el hechizo pudiera sacar algo más de mi mente. No tuve

semejante suerte.

—¿Eso es todo? —Sonaba decepcionado. No lo culpaba. Era malditamente frustrante.

Gibson me miró por un largo momento. Podía ver que me estaba evaluando,

juzgándome contra alguna escala. Tal vez estaba tratando de ver si yo estaba

mintiendo, a pesar de la magia. Muchas personas lo hacían. Algunos deliberadamente,

porque querían darles instrucciones equivocadas a los policías: algunos lo hacían por

hábito, o por recuerdos defectuosos. Pero la manera en que me había esforzado, la

memoria debería estar allí. Si el jodido murciélago no hubiera dañado mi cabeza.

—¿Cúanto quieres recordar?

Encontré la intensidad de su mirada sin pestañear. —No quiero recordar —le dije—.

Lo necesito.

Alcanzó la grabadora y abruptamente oprimió el botón de detener. Vi las pequeñas

ruedas que movían la cinta parar, preguntándome qué demonios estaba pasando. —

¿Cuánto dinero tienes?

Pestañeé un poco con sorpresa. Alex es increíblemente franca, honesta y honorable.

No podía creer que un hombre en el que ella confiaba tanto como en Gibson pudiera

ser torcido, pero ciertamente estaba actuando de manera sospechosa. Escogí mis

palabras con cuidado, tratando de mantener mi voz totalmente neutral. —No mucho,

pero mi oficina está a un par de bloques de aquí y puedo conseguir algo más. ¿Por

qué?

Sonrió con una lenta y perversa sonrisa que no alcanzaban sus ojos. —Como policía,

no tengo permitido contratar servicios de clarividentes para mirar en el pasado, o de

contratar un mago o un hipnotista que te haga recordar. Particularmente desde el

accidente has estado traumatizada y eso podría causarte daño cerebral. —Sonaba

tanto de manera amarga como resignado—. Pero si, —forzó a su rostro para que se

mantuviera neutral—, tú, como ciudadana, escoges contratar uno de esos estimados

individuos, y si de casualidad escogieras tenerme presente…

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—Eso es romper horriblemente bien las reglas, Detective Gibson. —Me aseguré de

que mi voz no sonara a manera de juicio. Pero yo sabía tan bien como él que las cortes

desaprobaban esta clase de cosas. La magia es un hecho de la vida, pero es muy fácil

de manipular. Por eso, es la tecnología más nueva y llamativa— que era la razón por la

que Gibson estaba usando una grabadora en lugar de una grabadora digital. En un

punto del camino también había apagado la cámara. Podía decirlo porque no había

luces brillando en la habitación.

—Señorita Graves, —Gibson se quitó las gafas y se froto el puente de su nariz con el

pulgar y el dedo índice—, hay cosas que no le decimos a la prensa. Principalmente

porque si la gente las supiera, entrarían en pánico y harían las cosas mucho peores

para todos.

Asentí. Tenía sentido. No me gustaba, pero había visto la mentalidad de la multitud en

acción una vez antes. Me había asustado demasiado, y no tuve que tratar de

detenerlos. Los policías eran los que enfrentaban esa clase de cosas y eran

crucificados después, sin importar cómo hubiesen manejado la situación. Podía

entender la necesidad de…discreción.

—Necesito su ayuda, así que voy a decirle algo—pero no lo escuchaste, y estás segura

como el demonio que no fue de mí.

—Puedo mantener mi boca cerrada.

—Bien. Porque no necesitamos que esto salga, especialmente no ahora. Pero necesitas

saber por qué nos estamos tomando esto tan seriamente, y por qué estoy dispuesto a

ceder un poco para obtener un buen trabajo.

—Dígame.

Gibson se reclinó y me habló aún más suavemente. —Hubo un hechizo usado en ese

callejón para eliminar cada pedazo de forma viviente hasta el nivel pre-celular. Ni

siquiera las bacterias sobrevivieron. El hechizo que fue usado es anathema. ¿Sabe lo

que eso significa?

Forcé mi mente de nuevo a las clases de historia mágica en la universidad y recité de

memoria. —La iglesia católica declaró que anathema era toda clase de magia que

estaba basada en poder demoníaco, magia que podía ser ejecutada sólo por un

demonio o un engendro mitad humano/mitad demonio. Cualquier parte humana con

ese tipo de magia es automáticamente descomulgada.

—Sí. —él estuvo de acuerdo—. Todos los hechizos de anathema han sido

incorporados en los acuerdos de Núremberg. Su uso es considerado un crimen en

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contra de la humanidad y causa ser llevado ante el tribunal internacional. Los

hechizos demoníacos son crímenes de guerra… incluso cuando no hay guerra.

Demoníacos. Algo debió haberse mostrado en mi expresión, porque él dijo: — ¿Qué?

Has pensado en algo.

Era tan frustrante, casi recordaba algo… un sonido como un silbido, luces

intermitentes… pero fuera de contexto no tenía sentido.

Gibson me dio un poco de espacio. Nos sentamos y bebimos café y miramos hacia la

nada durante unos cuantos minutos. Cuando tuve un mejor control de mis emociones

rompí el silencio. —Así que estamos lidiando por lo menos con algo semi-demoniaco.

Dejo salir un pequeño gruñido y bajó su voz. —No digas eso muy fuerte, y nunca en

público. Tenemos la Serie Mundial viniendo a unas cuantas millas en Anaheim.

Bien, eso ciertamente explicaba porque la policía había decidido actuar sin palabras

con Emma y porque Alex había sido tan cuidadosa con lo que me decía. Asumiendo,

por supuesto, que ella en realidad sabía algo. No podría saberlo.

Gibson deslizó sus gafas y se escabulló de vuelta en su silla. Sacó un pequeño cuaderno

de su bolsillo y empezó a leer de este. —Los primeros oficiales en la escena fueron

Conner y Watson. Llegaron a diez minutos de la llamada de la Sra. Landingham. El

lugar estaba desierto, pero ellos veían lo que podían ser los restos de dos adultos

hombres en el piso cerca al pie de la escalera trasera al lado del Dumpster y luego una

gran pila de cenizas que serían los restos quemados de múltiples vampiros. Pidieron

refuerzos por radio y procedieron hacia el callejón. Watson estaba dirigiendo.

Mientras acercaba su brazo izquierdo hacia el callejón con su linterna para alumbrar

los restos, sintió… —Gibson dudó por un segundo antes de continuar con el mismo

desprendimiento de clínica que los médicos forenses usar para mantenerse cuerdos—

… una sensación de ardor y de hormigueo en su brazo. Le dijo a su compañero que se

quedara allí y que llamara a los refuerzos mágicos.

La mandíbula de Gibson se cerró, y vi un pequeño sonrojo subir por su cuello. Lo

mantuvo bajo control, pero podía sentir la rabia emanando de él como el calor

emanaba de un horno. —En menos de dos minutos, los cuerpos en el callejón

empezaron a desintegrarse, juntos con otras cosas que habían sido alguna vez, cosas

vivientes, incluyendo el algodón de la losa de Watson y el brazo bajo esta.

Los ojos de Gibson se sellaron con los míos y no podía apartar la mirada. Su mirada

me obligaba a mirarlo, a enfrentar lo que tenía que decir después. Sin esconderse. Sin

pestañear. —Empezó en la punta de sus dedos y empezó a abrirse camino hacia

arriba, su brazo se desintegró en un fino polvo mientras él veía. Podía haber seguido si

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a Conner no se le hubiera ocurrido correr al auto por el kit de vampiros y por el

hacha... —Su mandíbula se cerró, y las palabras se cortaron, golpeadas por su rabia.

Trabajó para mantener estable su agitada respiración. Tomó un par de minutos, pero

esperé silenciosamente. No había nada que decir. Sólo el pensamiento de que eso era

aterrorizante. Sentía que mi estómago daba vueltas del asco y no tenía nada que ver

con el olor de su enfermedad—. El oficial de asuntos internos vomitó viendo el video.

Trajeron un sacerdote para bendecirlo y rociaron la cinta con agua bendita—en caso

de que verla activara otro hechizo. —Gibson se detuvo de nuevo—. Watson y Conner

están todavía vivos. Los doctores piensan que pueden alterar mágicamente sus

recuerdos para dejarlos fuera de la sala de psiquiatría y enviarlos a casa.

Los ojos de Gibson taladraban en mí como láser. —Quiero a los bastardos que hicieron

esto. El sacerdote puede lidiar con los demonios, pero alguien humano tiene que

convocarlos—tiene que estar trabajando con ellos. No haré nada que arriesgue a un

débil para sacarlos. Pero los quiero.

Estuve de acuerdo de todo corazón. La mejor parte era, que debí haberme ido para

entonces. Incluso si yo recordaba el resto de mis memorias, no tendría que recordar

ver a un policía cortar el brazo del otro con un hacha. Ya incluso tenía idea de cómo

avanzar por el camino indicado. —Detective Gibson, mi mejor amiga es una

clarividente nivel nueve. ¿Qué dice si le pagamos una visita?

Él sacudió su cabeza. Alex debió haber sugerido la misma cosa. —No hay oportunidad.

Vicki Cooper es una paciente internada en una institución mental. Todo lo que pueda

salir de sus manos puede estar contaminado.

Mierda. Él tenía razón. Lo cual apestaba, porque ella era la mejor y confiaba en ella

ciegamente.

—¿Entonces qué sugieres?

—No qué, Sra. Graves. Quién.

Page 72: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por Gayanita

Corregido por Marina012

orothy Simmons era una dulce y pequeña señora mayor, con un suave pelo

canoso y una cara redonda. Ella nos encontró en la puerta de una

urbanización de diminutos duplex de ladrillo rojo que hicieron

subvencionados por el gobierno, como alojamiento para los ancianos de nuestra

ciudad. Ella llevaba un chándal lavanda de terciopelo, con una camiseta blanca sin

mangas y la clase de zapatos blancos, sensibles y pesados que ves en revistas para

enfermeras y otras personas que pasan la mayoría de su tiempo estando de pie. En su

invitación, nosotros la seguimos dentro, moviéndonos lentamente cuando ella

arrastró sus pies por el camino, usando uno de esos andadores de aluminio con bolas

verdes brillantes adjuntas a los pies delanteros para la tracción.

Nosotros habíamos venido aquí, porque la Sra. Simmons no tenía una historia de

inestabilidad emocional. Yo estaba pagándole a ella 50 dólares, porque ella tenía un

ingreso fijo y necesitaba el dinero. Me parecía un precio bastante pequeño a pagar, si

ella pudiera ayudarme.

En la sugerencia de Gibson yo había estado inquieta un poco más atrás entre las

sombras, por unas rosas rosadas trepadoras. Él no quería que mi aspecto la asustara.

Después de mis experiencias anteriores, yo no le culpaba.

—Dottie, tengo alguien conmigo, que fue atacada la pasada noche. Ella es una víctima,

yo te llevaré a ella, no es un peligro para ti.

—No, seas tonto, Karl. Yo sé que no me pondrías en riesgo. Señorita… venga. No hay

ninguna necesidad de esconderse tras las sombras.

—Sí, madre. Si tú lo dices. —Yo intenté enseñar mi aprecio con una sonrisa. Yo no debí

tenerla. Brillaron mis colmillos. Ella se distanció atrás bruscamente, y casi se cayó, su

cara tan blanca como una muerta, sus ojos azules abiertos como platos.

D

Page 73: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

— Dottie… Dot, todo está bien. —Gibson le aseguró a ella—. A Celia, le tendieron una

emboscada la pasada noche. Ella fue rescatada antes de que el proceso fuera

demasiado lejos. Pero nosotros necesitamos tu ayuda, para saber que pasó

exactamente en ese callejón. Nosotros necesitamos coger al murciélago, que le hizo

eso.

—Oh, yo… —Dottie puso su mano en su garganta, su aliento venía en pequeños golpes.

Cogí un momento, antes de que ella se calmara bastante para hablar—… Lo siento,

querida, pero me diste un susto. —Ella giró su cabeza—. Así, que tonta. Yo estoy

mejor. Un vampiro no podría salir en este momento del día. Ya… —Ella giró su cabeza

de nuevo—. Esto es un golpe. Pobre. Tú estás afrontado un momento duro. Yo veo

como reacciona la gente, antes de que piensen, justo como lo hice. ¿Cómo te

encuentras?

Me encogí. —Físicamente me recupero, mentalmente no recuerdo mucho y estoy muy

feliz de negarlo. —Puse mi voz tan calmada, como podía—. Yo sé, que esto me va a

costar más tarde o más temprano. Pero ahora mismo, tengo que averiguar que nos

pasó, antes de que el murciélago que me atacó vuelva para terminar su trabajo.

Otra vez, sus ojos se ampliaron, cuando ella entendió lo que quise decir. —Oh, querida.

Nosotros no podemos hacer eso. Absolutamente no. —Dottie se puso nerviosa—. No

desde luego que no. Vengan. Vengan. Tomen un asiento en el sofá, mientras yo voy a

conseguir mis provisiones. No será más de un minuto.

Bien, yo no sentía justo un infierno, espantando la mierda fuera de una señora

viejecita y agradable. Pero todavía podría esperar solamente que mi abuela no

reaccionara de la misma forma, la próxima vez que me viera. Ella ya había tenido un

infarto. Un golpe bastante fuerte ahora, en realidad podría matarla.

Me moví sobre el relleno del sofá y miré alrededor, para pasar el tiempo. Era un

apartamento agradable. Un poco excesivo, con todos los adornos, estampados florales

y tapetes, pero bonito. La entrada al lugar olía a aire fresco y no tenía ningún rastro de

suciedad de las estatuas de cerámica, tazas, colecciones de platos que llenaban las

estanterías cogidas a la pared: muchos gatos y gatitos en toda clase de posiciones.

Gatitos pintados retozaban sentados en la base de la lámpara al final de la mesa. Pero

no había ningún gato real que yo viera o evidenciara. Entonces, esto otra vez era una

casa del gobierno. Ellos probablemente tendrían una cláusula de —nada animales

domésticos—. Qué lástima. Ella parecía ser buena con las mascotas.

Dottie apareció en poco tiempo. Una bandeja estaba enganchada enfrente de su

andador. Equilibrando en la bandeja había un tazón minuciosamente grabado de

cristal con un borde de plata y una jarra de plástico medio llena de agua bendita. Con

Page 74: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

cada paso que ella andaba, el tazón sonaba contra la pata de metal del andador y la

garra de balanceaba hacia atrás y hacia delante.

Yo empecé a levantarme para ayudarla, pero Gibson me ganó. Él agarró la taza con

ambas manos, poniéndola gentilmente sobre la mesa del café. Después el cogió la

botella de agua bendita, la abrió y empezó a verterla dentro de la taza, cuando Dottie

cuidadosamente se bajó sobre un gastado pero suave sillón.

—¿Tienes alguna cosa que estuvieras usando cuando fuiste atacada? —preguntó

ella—. Puede ser algo lo suficientemente pequeño para caber en la taza, pendientes,

llaves del coche… —Ella dejó la frase sin terminar, porque ya había empezado a

cabecear. Mis ropas podrían estar en la basura. No tenía mis llaves. Pero había unos

pequeños pendientes granates en mis orejas. Desde que me desperté con ellos, yo

debía haberlos llevado la pasada noche. Lo mejor de todo, es que eran un juego de

plata, que debería hacerlos incluso mejor como objetivo.

Yo alcancé a cogerlos de mis orejas, cuando ella colocó frágilmente un dedo en cada

parte de la taza y empezó a murmurar una canción suave, que reconocí como un

ejercicio básico de enfoque. Yo dejé caer los pendientes en el centro de la taza sin

decirlo.

Los círculos concéntricos del agua corrían hacia el borde de la taza. Cuando golpearon

el cristal, las llamas estallaron corriendo hacia el borde de la plata. El humo se juntó

encima de la superficie del agua para formar una imagen en blanco y negro de un

desaseado bar. Miré desde arriba, mirando simultáneamente aburrida y disgustada

por la escena lasciva, justo por encima de mi hombro. Había muchos miembros

desnudos y sudorosos, metiendo mano, para mi gusto. Yo estaba vigilando con un ojo

al príncipe —al cual reconocí desde el archivo en mi coche— y aparentemente no me

gustaba esto. Hay algunas cosas que es mejor no recordar. Entonces un par de

hombres entraron en la habitación y la situación tomó un sentido urgente. Nosotros

salimos corriendo al oscuro callejón. La imagen era tan detallada que yo podría

distinguir ladrillos individuales y las largas y escamosas colas de las ratas festejando

en un montón de basura. Yo en realidad podría escuchar sus gorjeos y chirridos con

los sonidos a distancia de la ciudad.

Vicky usa un espejo como su foco. Es impresionante. Pero esto era justamente… genial.

Miré hipnotizada como las sombras cambiaron, se solidificaron, para revelar a los

vampiros estando a la espera. Sostuve mi aliento cuando un rectángulo blanco de luz

apareció por la puerta de atrás del edificio abierto. La imagen en miniatura de Bob

Johnson dio un paso en el callejón conmigo siguiendo unos pies detrás de él.

Page 75: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

¿Bob estaba allí? Pero él estaba con sede fuera de Nueva York, ahora. ¿Qué demonios?

Sacudí mi cabeza, esforzándome para concentrarme en lo que estaba viendo. Me

observé mirar ambos caminos abajo el callejón.

Una de esas ratas, se largó y yo me di la vuelta, con mi arma rastreando su

movimiento. Los vampiros atacaron.

Cuando la lucha pasó a terminar en frente de mí, en miniatura, los destellos viscerales

me golpearon como perforadoras en la barriga, el olor del polvo de los explosivos,

mezclado con el pesado olor de la sangre abrumando el hedor del callejón. Las

palpitaciones de mi corazón, cuando arrastré a Bob a través de la luz y de la seguridad,

sólo para tener una ruta de escape, cortados detrás de nosotros por… la cosa que

pretendía ser el príncipe heredero.

Las gotas de sudor en mi frente. Jadeando, me sentí luchando cuando ellos arrancaron

mi chaqueta para llegar a mis muñecas y garganta, sentí que mis piernas parecían

cintas de hierro que me fijaban a la tierra como colmillos agudos que me rasgaban mi

muslo de arriba. Aunque yo sabía, que estaba segura y a salvo, en el sofá confortable

de Dottie, yo no podía evitar esas sensaciones.

Me escuché gritando, un sonido de desesperación y rabia, y en realidad una parte de

mí sabía que Dottie había cortado el encanto. Yo permanecía atrapada en la memoria.

En mi mente vi a un vampiro de pelo oscuro, levanté su cabeza de mi muslo, mi sangre

untada sobre su cara goteando desde la ridícula alma sobre su barbilla, cuando él

comenzó a cantar en un idioma, que yo no conocía. La magia se elevó como una ola. Yo

no podía respirar y me sentí debilitando cuando la sangre bombeaba desde mis

heridas.

Una forma femenina se levantó en un movimiento trasparente de donde ella había

estado festejando con Johnson. —¿Estás loco? —Conseguirás que nos maten a todos.

Ella se suponía que debía morir así ellos podían culpar a Edgar.

Ella comenzó a avanzar, para interferir, pero una voz melódica la paró en seco.

—¿De verdad? Muy interesante.

Cada vampiro en el callejón, se giró con el sonido de esa voz. El cántico sobre mí, se

paró a media sílaba. Suave como un suspiro, tres formas se dejaron caer frente el final

del callejón desde los tejados. Sólo tres, pero incluso en miniatura podrías ver el

miedo en sus ojos de los murciélagos que habían estado festejando encima de mí. Yo

asumí que el nuevo murciélago era Edgar. Él y dos compañeros se deslizaron

lentamente hacia delante. En la distancia escuché el ruido de unos neumáticos y el

Page 76: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

golpe de las puertas de un coche, seguidas de unos pies corriendo. Edgar se

entusiasmó suavemente e hizo gestos a sus compañeros.

Edgar y los dos vampiros desaparecieron, sin mucho más que una nube de humo

abandonando a los otros murciélagos para tratar con el par de hombres lobo

gruñendo que se lanzaron a través de la boca del callejón.

Una palmada áspera, acunó mi cabeza hacia atrás y parpadeé, intentando enfocar

cuando me encontré bruscamente de vuelta, en el salón soleado de Dottie. Me dolió mi

garganta por el grito y la alfombra estaba mojada donde la taza de cristal había caído

de la mesa.

Temblé, mis dientes castañearon, del frió físico y del golpe psíquico.

Yo me acordaba.

Fuertes golpes enfrente de la puerta hicieron saltar a Dottie tan bruscamente como

para tropezarse. Gibson se dirigió para agarrarla, antes de que ella cayera, y queriendo

ir a ver quien era. Un vecino alarmado probablemente. No es que yo me preocupara.

No lo hice. Yo incluso podría pensar en el ruido rápido de mi propio pulso, inyectado

adrenalina bombeando la sangre a través de mi cuerpo.

Así, que desde una estupenda distancia, yo escuché una voz preocupada de hombre

llamando. —¿Dottie, estás bien?

—Estoy bien, Robert. —La voz de la viejecita mujer era sorprendentemente impasible.

Ella me dio una significativa mirada, antes de continuar—. Celia está aquí, acaba de

ver un ratón. Ella se asustó.

Yo no iba a discutir. Estaba bastante ocupada hiperventilando. La supresión de la

memoria es un mecanismo psicológico de defensa. El subconsciente de la mente

intenta sorprendentemente protegernos de las cosas que no estamos preparados para

tratar y deletrear vampiro había ayudado. Había sido demasiado pronto para destapar

esas memorias particulares. En otro tiempo, en el próximo milenio debería haber sido

también demasiado pronto. —Trauma— es una palabra tan agradable y estéril que

rasgaba a través de mi cerebro y mi pecho.

Un hombre anciano se precipitó bruscamente pasando por delante de Gibson, para

ponerse de pie delante de Dot, con sus ojos estrechándose de sospecha. Se giró hacia

mí, quedándose con la boca abierta.

—Tengo fobia —logré decir entrecortadamente para mentir y vi la real sensación de

alivio a través de los rasgos de mi anfitriona.

Page 77: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Realmente Robert, necesitamos buscar aquí, un exterminador. Lo que yo daría por

tener a mi querida Minnie. Ella era la mejor. Minnie Mouse. Era enfermizo. Pero yo la

quería.

Me encontré ahogándome sobre una risa histérica.

—¿Estás bien? —Los ojos de Gibson se pusieron sobre los míos y estaban oscuros con

preocupación.

—Estoy bien. —Era mentira—. Bien. —Había ido a unas magnificas largas vacaciones

en algún sitio junto con mi sensatez. Pero yo estaba viva y aquí condenada, y bien

necesitada por conseguir juntar mi mierda, si fuera a sobrevivir a esto. Me lo busqué.

Dottie pasó por encima de mi pie extendido sobre su agradable alfombra.

—Querido Robert, hay una jarra de limonada en la nevera.

—No. —Sacudí mi cabeza e intente serenarme—. Gracias, pero no. Estoy bien ahora,

pero necesitamos irnos.

—¿Estás segura, querida? —Dottie no quería que Robert supiera lo que había

ocurrido, pero ella obviamente estaba preocupada por mí.

Sacudí mi cabeza de nuevo. Mi cerebro estaba llenándose de verdades de nuevo a

nuestro alrededor, y yo estaba feliz de contar la verdad. —Yo, estoy bien… Solamente

déjeme limpiar este lío y saldremos rápidamente.

—Oh, no tienes que hacerlo. —Pero ella estaba apurándose para hacerlo de cualquier

forma.

—De verdad. Insisto. ¿Hay toallitas de papel en la cocina?

—Sí, querida. En una estantería de la pared sobre la nevera. No te puedes perder.

Cogí mis pies y me apresuré fuera de la habitación. Sí, yo limpiaría el desorden. Pero

más que eso, yo quería tomarme un par de minutos a solas.

El príncipe era un impostor. Allí no había habido un asalto. No habían policías en ese

callejón. El trabajo entero desde el principio hasta el fin había sido un juego. Yo había

estado expuesta a morir y todo eso, era culpa de un vampiro llamado Edgar… ¿Por

qué? Maldición… ¿por qué? ¿Y quién estaba detrás? Creo que el significado entero, era

alguien con bastantes recursos y dinero para hacerlo, todos pasan de tener acceso a

los demonios o medio demonios capaces y dispuestos a trabajar el maleficio odioso.

Page 78: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Yo había venido aquí por respuestas, y me había ido con muchas más preguntas

tenebrosas.

Page 79: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por andre27xl, *ƸӜƷYosbeƸӜƷ*

Corregido por Marina012

ibson deslizó su celular de vuelta al bolsillo de su chaqueta. Había llamado y

dejado un mensaje de voz a sus superiores tan pronto como nos metimos en la

privacidad de su auto. Ahora que la llamada estaba terminada, me miró desde

el asiento del conductor. —Pareces estar hecha un desastre.

No lo dudé, pero eso no significaba que me gustaba que lo dijera en voz alta. —Hey,

gracias. —Hice sonar las palabras tan secas y sarcásticas como pude, y trajo una

sonrisa estirada a su rostro—. Trata de recordar tu propio asesinato alguna vez, a ver

si te gusta.

—No, creo que pasara. —Volvió su completa atención a la calle.

—Por cierto, rápida respuesta… decirle al vecino que había visto un ratón.

—Bueno, tenía que decir algo, estabas gritando asesinato sangriento. Y Dottie no

quiere que nadie sepa acerca de su talento. La última vez que la gente se enteró, la

persiguieron constantemente, queriendo que —descubriera cosas—. No tuvo un

minuto de paz.

Sacudí mi cabeza. La mentira me hizo ver como una idiota, pero había seguido

jugando. —¿De verdad tenía un gato llamado Minnie la Cazadora de ratones?

—Hasta que el propietario la hizo deshacerse de Minnie.

—Bastardo.

Él se rió entre dientes. —¿Supongo que te gustan los animales?

—Los amo. Pero mi horario es raro.

Dejó salir un suspiro pesado mientras cruzaba hacia la izquierda. —Qué mal. Esperaba

que quisieras un gato. En realidad es muy buena cazadora.

G

Page 80: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Comencé a reír. Era un poco histérica, pero no podía evitarlo. Algunas veces o ríes o

lloras, y llorar no traería nada bueno.

Desafortunadamente, reí lo bastante fuerte como para que empezaran las lágrimas.

Entonces lloré. Gibson no dijo nada, sólo se acercó cuando llegamos a un semáforo en

rojo y abrió la guantera. Dentro había una caja de pañuelos.

Usé algunos para secar mis ojos y sonarme la nariz. Pretendió no notarlo. Era un

alivio, en serio. No me gusta llorar. Me hace sentir débil y fuera de control. No soy

débil, pero fuera de control... hoy era algo para subestimar. Además, Bob Johnson era

un amigo, y juzgando por lo que había visto en la visión, estaba muerto e ido. ¿Cómo

demonios iba a darle la noticia a Vanessa?

Lloré fuertemente, pero no por mucho tiempo. Aun así, la más pequeña liberación era

buena para mí. Estaba sintiéndome un poquito mejor cuando Gibson entró en el

estacionamiento de mi edificio. Mi oficina no estaba justamente en el centro de la

ciudad. Incluso compartiendo oficina no podía costearlo. En su lugar, estábamos como

a cuatro bloques de distancia. Estábamos más cerca de la cárcel del condado, lo que

funcionaba bien para los fiadores. Estar en el mismo edificio que los agentes de

finanzas (quienes no pueden y éticamente no pueden realmente referir a los clientes a

un abogado específico) es bueno para el abogado. Porque enfrentémoslo. Aun sin una

referencia, un lugar obvio significaba que iban a ser notados.

Restos de una época pasada, rodeado de edificios de oficinas escuetas, nuestro edificio

Victoriano de tres pisos, una vez una mansión, tiene más encanto y estilo que

cualquier otro lugar dentro de varias millas. La mayor parte de él está pintado de

pizarra de muchos grises, pero hay bastantes ajustes hechos en blanco, borgoña y

negro. Una parte de los alquileres se reúne en un fondo que paga por el

mantenimiento del edificio, incluyendo el cuidado del césped, por lo que el hijo de

David viene una vez a la semana para mantener la base de una imagen perfecta,

incluyendo los enormes árboles que dan sombra a los porches delanteros y traseros.

El lugar tiene sus inconvenientes. El estacionamiento es pequeño, sólo guarda seis

autos. Y los techos altos y el suelo entrecortado hacen difícil el mantener una

temperatura razonable. En verano, los pisos superiores se ponen terriblemente

calientes. En invierno... bueno, digamos que estoy feliz de que sea California y que no

se vuelve demasiado frío. No obstante, es un edificio que es una gema, con la madera

oscura manchada original en los asientos y puertas, un gran ventanal de vidrieras en

el rellano del segundo piso, y un torreón en el que puedo sentarme y comer mi bagel

de las mañanas y ver el mundo pasar. Puedo alquilar cerca de la mitad de la tercera

planta, incluyendo el torreón, ya mencionado.

Page 81: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Gibson estacionó su Sedan en el espacio marcado con mi nombre. Era uno de sólo dos

en la sombra. Lo observé dar una aparente mirada casual a los alrededores mientras

tomaba en cuenta cada detalle. No me importó. El lugar se veía bien. Hasta las

ventanas eran lavadas regularmente.

Miró alrededor y sonrió. —Lindo. ¿Quieres arreglarte antes de entrar? —Desabrochó

su cinturón y salió del auto. Se movía lentamente, con una rigidez innatural que

hablaba del dolor que estaba tratando de ocultar.

Eso me dejó congelada. —No, ¿por qué? —Me salí también. Y mientras empujaba la

puerta cerrada capté un destello de mi reflejo de la ventana del auto. Gibson estaba en

lo correcto. Me veía horrible. En algún momento durante el transcurso de la mañana

había perdido la cola de caballo, y mi cabello estaba suelto. Pasar mis manos por el

enmarañado desastre no ayudó mucho, y nada iba a hacer a los círculos oscuros bajo

mis ojos enrojecidos menos obvios.

Ah bueno. No había nada que pudiera hacer para cambiar las cosas ahora, así que no

había punto en darle vueltas a ello.

Gibson esperó pacientemente a que lo acompañara en las escaleras hacia el gran

porche del frente. Me toqué el dedo a la oscilación del pórtico para ponerlo en

movimiento. Lo hacía cada vez que caminaba por allí, y no tenía idea de por qué.

Quizás como un contrapunto hacia los otros muebles. No sería bueno empujar las

sillas más débiles. Estaban pegadas permanentemente al suelo. Graciosamente

mantuvo la puerta abierta para mí, así que entré hacia las sombras calladas del

vestíbulo. Me tomó un minuto ajustarme a la oscuridad relativa, así que escuché el

jadeo de Dawna antes de poder verla.

—Celia… Oh Dios mío. —Los ojos de Dawna eran grandes y como los de un conejo

bajo circunstancias normales. Ahora eran del tamaño de los platos. Su mandíbula cayó

abierta—. ¿Qué ha pasado contigo? Quiero decir, Kevin dijo que habías sido atacada

anoche, pero dios mío tienes colmillos y tu piel… —Las palabras salieron con una

rapidez sin aire. Estaba balanceándose sobre sus pies lo suficiente como para que

Gibson se adelantara para llevarla a la silla más cercana… el pequeño número rodante

tras el mostrador de la recepción.

—Fui atacada por murciélagos. Uno de ellos era un jefe, y comenzó a transformarme,

pero la caballería llegó antes de que pudiera terminar el trabajo. No soy un

murciélago. No voy a ser un murciélago.

—Pero te ves... —Ella estaba susurrando.

Page 82: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Como algo que debiera ser estacado y sin cabeza. —Salió más amargo de lo que

había intentado, y ella se estremeció, con sus lágrimas llenando sus ojos. Mierda—. Lo

siento Dawna. No quise decir…

Ella meneó su cabeza. —Está bien. En serio. Quiero decir, no me puedo ni imaginar. —

Se detuvo, evidentemente sin palabras, lo que no era propio de Dawna. La amaba

como una hermana, pero ella podía y hablaría bastante si le dabas la oportunidad.

Para lo que no teníamos tiempo ahora.

—Este es el detective Gibson. —Gibson se volteó de donde estaba examinando el

elegante estampado impresionista que colgaba sobre una chimenea bordeada por

estanterías construidas en la parte más lejana de la habitación. Continué—. Está

investigando un incidente de la noche pasada. Va a necesitar copias de algunos de los

registros de llamadas… —La oración fue cortada mientras ella meneaba la cabeza.

—Hola, detective. —Se levantó, extendiendo su mano mientras él se aproximaba, y

obtuve una mejor vista de ella. Estaba usando un traje clásico de seda de color azul

marino con una blusa carmesí. La falda era lo suficientemente corta para mostrar un

excelente par de piernas, hechas para parecer más largas por un par de tacones que yo

no habría intentado usar. Aun así, se veía bien. Otra vez, siempre lo hace, y sin recurrir

a nada mágico. Sólo una buena genética y buen ojo para sacar el mejor provecho de

sus atributos.

Se esforzó lo suficiente para tener su mejor comportamiento profesional, pero podía

notar que tenía un gran shock. Lo sentía por eso, y deseé como el infierno haber

tomado tiempo para llamar antes. Otra vez, Kevin la había advertido y eso no la había

hecho ningún bien.

—Lo siento Celia, normalmente estaría feliz de ayudar al detective. Pero mi

computadora se dañó esta mañana. Todos los archivos de la computadora, todas las

cuentas, todo se ha… perdido.

Oh, mierda. Bueno, eso apestaba. Gran momento. Pero mientras obviamente no estaba

feliz, no estaba teniendo un ataque. Quizás verme la puso en perspectiva.

—Oh, señor. Espero que tengas resguardos.

Ella suspiró. —Los resguardos están borrados, también. Debió haber sido alguna clase

de subida de tensión eléctrica.

Me encogí con simpatía. Yo mantenía copias de todo, además de mi unidad flash, pero

algunos de los otros no. Iba a ser una tarea monumental volver a crear todos los

registros desde el principio. Al menos le podía dar unas buenas noticias.

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—Bueno, si te hace sentir un poco mejor, tengo todas mis cosas respaldadas hasta en

un lápiz de memoria y mi ordenador portátil está en mi caja fuerte. Te ahorrarás tener

que volver a crear mis cosas al menos.

—Eso es algo, supongo. —Suspiró y se volteó para mirarme, su expresión

preocupada—. ¿Segura que estás bien? Un par de agentes federales estuvieron aquí

antes buscándote. Dijeron que habías sido herida anoche, me hicieron revisar que no

estuvieras inconsciente en tu oficina. Por eso llamé a Kevin. Generalmente sabe dónde

estás.

¿Agentes federales? Miré a Gibson, pero si estaba sorprendido, no lo demostraba.

Continuó observando el decorado con una cara aparentemente inocente. ¿Pero qué

sucedió? Lo sabía ahora, pero no quería hablar de ello. Los recuerdos todavía estaban

muy crudos. Así que lo olvidé volviéndome hacia Gibson. —Eso fue horriblemente

rápido. ¿Piensas que tu gente los llamó?

—Posiblemente. —Su voz sostuvo una nota de duda, que compartí. Las ruedas de la

justicia federal rara vez rodaban rápidamente. A través, sí. Dios, sí. ¿Pero rápido? No

tanto. Entonces otra vez, estábamos lidiando con realeza extranjera, una amenaza de

un incidente diplomático mayor podría haber sido suficiente para encender una fogata

bajo de ellos. Pero quién, antes que yo, ¿podría haberles hablado del príncipe? Esa es

la única razón en la que podría pensar por la que los Federales estarían involucrados,

y si lo hubieran sabido por Alex, habrían sabido que yo estaba en la estación. Me

volteé hacia Dawna. —¿Todavía siguen aquí?

—No, pero te los perdiste por un par de minutos. Dejaron una tarjeta. Se supone que

tienes que llamarlos. —Ella arqueó una ceja elegantemente—. Y Birchwoods dejó un

mensaje urgente. Pero si yo fuera tú llamaría a Kevin en primer lugar. Está a punto de

estallar. Juro por Dios que ha llamado por lo menos diez veces.

Suspiré. Me había dicho que llamara y lo había olvidado por completo. Probablemente

estaba más molesto que nunca. Era casi sorprendente que no estuviera esperando en

la siguiente habitación. —Devuélvele la llamada. Dile que estoy ayudando a los

policías con su investigación y que estaré de vuelta con él tan pronto como esté libre.

—No le va a gustar eso.

Por supuesto que no. Pero tendría que vivir con eso, porque necesitaba cooperar con

la policía para que la policía cooperara conmigo.

—¿Quieres que llame a los agentes, y les diga que estás aquí?

Page 84: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Miré a Gibson, quien estaba meneando la cabeza en negativa. No lo culpaba. Un

fastidioso concurso jurisdiccional no haría sino retrasarlo. Les daría cualquier

información que quisieran. Pero me gustaba Gibson, así que obtendría los primeros

derechos.

—Todavía no. Déjame terminar con el detective primero.

—Está bien. ¿Hay algo que les pueda traer? Puedo hacer una jarra de café recién hecho

si quieren.

—No hay necesidad de molestarse. —Gibson le brindó una sonrisa encantadora—. No

pienso quedarme tanto.

—Oh, no es molestia. —Ella se sonrojó. Le quedaba bien. Hasta ese instante no se me

había ocurrido que ella y Gibson se habían estado mirando. Déjaselo a Dawna. Mi

mundo iba al infierno, la oficina estaba en ruinas, y sin embargo de alguna manera se

las había arreglado para conseguir a un hombre elegible. Juro que tiene un radar. O

quizás su abuela lanzó alguna magia Vietnamita sobre ella que los volvía como moscas

a la miel. Lo que sea. Tan pronto como Gibson estuviera fuera del alcance de escucha

le advertiría. Él estaba muriendo. Involucrarse con él sería una invitación al dolor.

Comencé a subir las escaleras. Gibson me siguió. La escalera no es grande y es

empinada, con peldaños estrechos. La mayoría de la gente se queda sin aliento al

llegar al primer piso. Al momento en que llegan a mis excavaciones en el tercer piso,

usualmente están sin aliento e irritables. Si el edificio no hubiera sido designado un

hito histórico, probablemente hubiéramos sido forzados a instalar un ascensor y a

hacer todo lo inaccesible para los incapacitados accesible. En su lugar, teníamos una

rampa que llevaba al porche trasero y una sala de conferencias compartida y accesible

en el primer piso.

La escalera terminaba en un área abierta en el tercer piso. Es un lugar soleado,

iluminado por ventanas grandes orientadas hacia el este. Generalmente me gustaban,

pero hoy me apresuré por el pasillo, pasé la puerta de Libertad de Fianzas, para abrir

la puerta de mi oficina.

En algunas formas mi oficina es muy femenina. Las paredes están pintadas de un color

durazno profundo y acogedor. El rodapié está pintado de blanco, al igual que el techo

de lata elegantemente modelada. Cortinas pesadas estampadas con rosas repollo en

durazno blanco y rojo, cubren las distintas ventanas. Toda esa feminidad está

bellamente contrastada con el amueblado en madera oscura, gabinetes de metal

negro, y una pistola negra grande, brillante segura atornillada al piso.

Page 85: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Es lo suficientemente grande como para sostener un arsenal. Tuvimos que reforzar el

suelo para que no se hundiera hacia el baño del segundo piso, lo que no hacía a la

gente del hito histórico muy feliz. Paseé alrededor de casas antiguas por casi un mes

para encontrar suficientes vigas de madera justo en el momento en que fuimos

calificados para la placa de bronce.

La seguridad es de la más alta de la línea, con cerraduras no sólo resistentes, sino

también a nivel y con ocho salas mágicas que lo protegen. Cualquiera que trate de

meterse con él sufrirá hasta el culo por lo menos, y probablemente estará en el

hospital una estancia prolongada. Había hecho las protecciones letales, pero a la

policía no le gustaba esa clase de cosas.

Mi madre se queja con mi abuela acerca de cómo hago tanto dinero, ¿dónde podría

gastarlo? Estaba mirando un trozo de ello. Mucho va para ahorros e inversiones, por

supuesto. No importa qué tan bueno seas, te van a herir en este trabajo… si no te

matan. Las compañías de seguro no dan a los guardaespaldas una póliza de

discapacidad. Así que te tienes que preparar para lo peor por tu cuenta.

Tengo un pequeño nido de huevos, y cualquiera que firme mi contrato tiene que

garantizar un pago único de un cuarto de millón en caso de fallecimiento o invalidez

permanente. Puedo cobrar una tasa que es lo suficientemente importante como para

que yo viva muy bien. Lo que queda más bien se invierte o se gasta en cosas como la

caja fuerte y las armas.

Y arte. Un par de láminas pequeñas de alta calidad enmarcadas se cuelgan en las

paredes exteriores. Los marcos de cerezo partido de madera de la mesa de centro y los

brazos de las sillas de los visitantes. Las pinturas fueron creadas por un mago antes de

varios siglos. Juro que hay en ellos más que paisajes bonitos. Sólo que todavía no había

descubierto qué.

La pared interior es todo el negocio a gran escala, un mapa detallado de la ciudad y sus

alrededores. Había sido laminado y montado sobre corcho y ocupa la mayor parte de

la pared. Yo lo uso para planificar las rutas de transporte y de evacuación de

emergencia, entre otras cosas. He marcado los proyectos en curso de construcción y

desvíos. Porque si un mapa no se precisa es inútil.

Gibson paseó alrededor de la habitación, viendo todo. Pasé por atrás del escritorio y

arriba hacia la caja fuerte. Dije mi nombre muy claramente, y un panel se deslizó hacia

fuera. Puse mi mano izquierda en él, con la palma hacia abajo, manteniéndola así

mientras que una luz azul la escaneaba de izquierda a derecha, luego de arriba hacia

abajo. Dos de las luces en el panel cambiaron a verde. La tercera, sin embargo, se

mantuvo roja.

Page 86: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—¿Qué demonios? —Miré la máquina. La parte tecnológica de la seguridad

funcionaba bien: mi voz había pasado, mi palma y huellas dactilares aceptadas. Pero la

guarda mágica, las que estaban unidas a mi ADN, no aceptaba mi identidad. No podía

abrir la caja fuerte.

—¿Hay algún problema?

—La caja fuerte no me reconoce. —Mantuve mi voz agradable, pero estaba

maldiciendo internamente. Esto era malo. Muy malo.

—¿Cuánto tiempo antes de que las guardas bajen? —dijo como si pensara que era una

cuestión de horas. Sabía muy poco.

—Probablemente una década o algo así.

Me miró con los ojos muy abiertos. Probablemente le tomó un minuto completo antes

de que reuniera todas sus fuerzas para decir: —¿Eso no es un poco excesivo?

Sacudió su cabeza, obviamente fastidiado y asombrado.

Me alegraba de que pudiera encontrar algo gracioso en ello. Yo no lo hacía. La mayoría

de mis armas, y todos mis archivos del computador, estaban encerrados tras esas

guardas. Nunca se me había ocurrido que no iba a poder sacarlas. Mierda.

Me di la vuelta hacia el escritorio y tomé el teléfono con mi mano derecha mientras le

echaba un vistazo a mi Rolodex pasado de moda con mi izquierda.

Encontré el número lo suficientemente rápido y estuve complacida de que el técnico

contestara al tercer tono, sin pasarme por un fastuoso sistema de mensajes de voz.

—Moore Seguro y Seguridad, aquí Justin.

Parpadeé un par de veces con sorpresa. Justin es el dueño, y el hombre que viene más

frecuentemente a restaurar el conjuro. No podía imaginarme que podría estar

pasando para que estuviera contestando los teléfonos.

—Justin, soy Celia. Tenemos un problema. —Me senté en la silla de mi escritorio

mientras le explicaba que la caja de seguridad estaba... o, más específicamente, no

estaba funcionando.

—¿Existe la posibilidad de que esté embarazada? —preguntó él—. Ese tipo de cambio

biológico de alta resistencia puede causar estragos en el sistema.

Miré el teléfono por un largo momento en silencio. No podía ser. No. Imposible. Pero la

pregunta en sí era inesperada. Nunca se me había ocurrido que esa clase de cosas

Page 87: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

podría ser un problema. Quiero decir, sí, estás cargando un bebé, pero sigues siendo

tú. Fue mucho tiempo. Él dejó escapar una risa suave que logró mezclar la diversión

irónica con simpatía.

—Disculpa, o felicidades, la que mejor venga.

—No, no es eso. —Sacudí mi cabeza, aunque él no pudiera verlo—. Quiero decir, no lo

estoy. Pero fui atacada por un murciélago ayer en la noche, y trató de cambiarme.

El humor se evaporó inmediatamente, sustituido por un nivel adulador de

preocupación. —Oh, mierda. ¿Estás bien?

—Aparentemente la caja de seguridad no lo piensa igual. —Traté de hacerlo un chiste,

pero no pude sacarlo por completo. Sólo hubo una pista de temblor en mi voz.

Continué de todas maneras, esperando que no lo notara—. ¿Alguna idea de cómo

podemos arreglar esto? —Probablemente Gibson estaba escuchando, pero no le dio

mucha importancia. Abrió la puerta que daba al balcón y salió, se inclinó contra la

baranda y disfrutó. Un brillante sol iluminaba los duros contornos de su rostro.

—Bueno... um... wow —murmuró bajo su aliento, mientras él pensaba yo golpeaba mis

dedos impacientemente sobre el escritorio—. Teóricamente el mismo procedimiento

debería funcionar. Quiero decir, nunca lo he probado, pero el principio es el mismo —

suspiró—. Y esperemos que lo sea, porque si no estás jodida.

—¿Qué hago?

—Necesitamos muestras de tu ADN antes de que cambiaras. Cabello, uñas, algo así.

—Puedo obtener algo de mi cabello de mi cepillo en el baño.

—Bien. Una vez que lo tengas, presiona el botón de borrar, has el reconocimiento de

voz y de la palma de la mano, luego di, —invalidar embarazo—. Dos pequeñas gavetas

se abrirán bajo el lector de palmas. Deja caer los cabellos en la izquierda. La derecha

tiene un punto afilado en ella. Presiona tu dedo allí hasta que salga sangre.

Ow.

—Las gavetas se cerrarán, y la máquina empezará a cruzar y emparejar el ADN entre

las dos muestras. Tomará veinticuatro horas. Cuando termine, si estás despejada,

obtendrás la luz verde y se grabará la “nueva tú”.

—¿Y si no lo hace?

Una larga pausa. —Me llamas otra vez.

Page 88: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Claro.

Colgó sin decir adiós… quizás para encontrar y estudiar los manuales de tecnología.

Fui por el pasillo hasta el baño que compartía con los de la compañía de Libertad de

Finanzas y busqué mi cepillo para el cabello. Seguí las instrucciones de Justin

cuidadosamente, con un Gibson de asistente fascinado.

—¿Piensas que funcionará? —preguntó.

Suspiré y me armé de valor antes de apuñalarme a mí misma el pinchazo en el dedo.

—Ow. Nunca es bueno cuando el chico de la tecnología empieza diciendo cosas como

“teóricamente” y “en principio”.

Gibson hizo una mueca, pero si era por simpatía o frustración por el hecho de que

todos mis archivos estaban inalcanzables, no podía estar segura.

—Aunque funcionara, pasarán veinticuatro horas antes de que te pueda dar más

información.

Puso ambas manos en la parte trasera de la silla de invitados, apoyando su peso en

ella. —¿No tienes nada que no esté en la caja fuerte? ¿Notas escritas? ¿Notas

amarillas?

Meneé mi cabeza. —En realidad no. Todo está en la computadora... —Acabé dejando la

frase colgando mientras mi mente divagaba—. Excepto... recuerdo el nombre y

dirección del lugar donde me reporté para trabajar. Puedo llevarte allí.

Meneó su cabeza. —De ninguna manera, Graves. Esta situación es una pesadilla

política, un fastidio incidente diplomático esperando suceder. Me vas a dar el nombre

y la dirección del edificio y todo lo demás que puedas recordar acerca de cómo fuiste

contratada y luego vas a mantenerte malditamente alejada de esa parte. Ya va a ser lo

suficientemente difícil descubrir si el príncipe que estabas custodiando era el real o un

doble de cuerpo y qué sucedió. Al Departamento de Estado le va a dar un ataque, y van

a involucrarse. También van a querer que estés fuera de ello excepto como testigo.

—Pero… —comencé a protestar.

—Te mantendré informada. Pero mantente alejada de ello. Confía en mí, tendrás

suficiente en tu plato, tratando con lo del vampiro y cómo termina la cosa. —

Probablemente estaba en lo cierto. No significaba que tenía que gustarme. Le fruncí el

ceño pero le di la información sin discutir más.

Gibson buscó su bolsillo, sacó un cuaderno y un bolígrafo plateado Cross, y escribió la

dirección del hotel.

Page 89: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Voy para allá ahora mismo. Mientras tanto, gracias por tu cooperación. Si piensas en

algo más antes de que regrese —buscó en el bolsillo de su traje una tarjeta de

negocios—, llámame. De otra manera, me encontraré contigo aquí, mañana.

Mierda. Él iba a dejarme aquí atrapada sin mi carro. Me refiero, sí, él está en medio de

una importante investigación y era sólo un par de manzanas, pero tenía que

considerar toda esa cosa de la alergia al sol. —Bien.

El paró tan abruptamente que me pregunté si había escuchado mi pensamiento.

—¿Necesitas que te lleve a tu coche?

Puedo decir que por la manera en que lo dijo que él estaba esperando que dijera que

no. Él sólo estaba ansioso de echarle la mano a la investigación.

—Le puedo dar un aventón. —Dawna apareció en el pasillo, cargando una bandeja con

café y crema.

—Gracias. —Él tomó un vaso de de poliestireno de la bandeja y tomó un largo trago—.

Aprecio eso. —Tomó otro trago, luego puso el vaso en la bandeja y comenzó a bajar las

escaleras.

—No hay problema. —Le dio una sonrisa que podría haber iluminado toda la Costa

Oeste.

Ella lo vio por unos cuantos minutos, hasta que desapareció de la vista. Cuando la

puerta se cerró, su cara tomó un aspecto calculador que conocía con gran experiencia.

Ella había puesto su mirada en el detective.

—No.

—Pero…

—De verdad, Dawna. Mala idea.

Ella hizo un puchero con mala cara y resopló, lazando su larga y negra cola de caballo

sobre su hombro. —Maldición. Ya vas tú, arruinando todo. ¿Es tuyo? ¿Ese es el

problema?

—No —admití—. Él está enfermo. Hay algo mal con él. Puedo olerlo.

—¿Puedes olerlo? ¿De verdad?

—Sí.

Page 90: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

— Ewwww. Eso es simplemente… asqueroso. —Ella sacudió la cabeza—. ¿Cómo

huelo?

No tenía ni que pensarlo. —Channel Número Cinco, cuero de primera calidad y

ensalada de pollo en whisky de centeno.

Ella parpadeó. —Bueno, está bien entonces. —Luego, dando un fuerte suspiro—. Qué

pena, sin embargo. Parecía agradable. Un poco viejo. Pero agradable.

No respondí. Estaba agarrando una taza de café de la bandeja y estaba tomando un

largo trago de nirvana líquida. Cafeína, el néctar de los dioses. No me lo trago, estaba

muy caliente para eso, pero saboreo cada sorbo, dejando que la esencia llene mi nariz

y ahuyente el hedor de la enfermedad.

—Gracias por eso. Dame unos minutos más, ¿ok? Tengo que hacer unas llamadas.

Empezaré con mi abuela, la cual será lo suficientemente fuerte. Pero en cuanto

termine con eso tendré que llamar a la esposa de Bob y darle las noticias.

La abuela todavía no contesta el teléfono. Eso era siniestro por si sólo. Ella está sana

como un caballo, pero no es joven. Por supuesto, era mucho más probable que ella

estuviera evitando mis llamadas. Ella lo hace cada vez que mi mamá habla con ella

sobre algo que ambas saben que no voy a aprobar… pequeñas cosas, como dejar que

mi madre, la cual tenía su licencia revocada y es una borracha nada segura, tomara el

carro.

No pienses en ello. No sabes que es lo que está pasando. Ella podría estar ocupada en

la iglesia. Traté de llamar a Kevin. Realmente lo hice. Pero él no contestó. Le dejé un

mensaje de voz diciendo que estaba aquí, que no se preocupara y le agradecí a él, a

Emma y a Amy por salvar mi vida

Mi propio mensaje de voz estaba todavía actualmente no disponible. Si no tenía acceso

en las próximas horas o algo así, iba a llamar a la central telefónica y quejarme con mi

compañía.

Dudé antes de marcar el siguiente número.

Gwendolyn Talbert ha sido una de las mejores terapeutas en el negocio hasta que se

retiró dos años atrás por problemas de salud. Ella se había especializado en victimas y

traumas, particularmente niños. Ella salvó mi cordura, y probablemente mi vida

después de los eventos que causaron la muerte de mi hermana y mi propia tortura.

Fue el delicado uso de la magia de Gwen que había mitigado los recuerdos del trauma,

haciéndolo soportable, lo que me permitió tener con el tiempo, una relación de amor

Page 91: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

normal con Bruno DeLuca. No, yo no había tenido citas con nadie después de que

rompimos, pero eso por decisión, no porque no pudiera.

Ahora necesitaba ayuda. Yo estaba colgando de mi salud mental con los dientes y uñas

de los pies, sobre todo por no pensar deliberadamente en las cosas. Pero eso no

duraría. El choque iba a desaparecer y cuando eso pasara iba a necesitar un maldito

buen terapeuta. Quería que fuera Gwen.

El teléfono sonó tres veces antes de que cayera el buzón de voz. Aparentemente no era

mi día para contactarme con nadie. Escuché la calmada voz femenina diciendo, —Te

has contactado con Gwendolyn Talbert. Si has llamado por un asunto profesional, lo

siento pero ya no estoy viendo pacientes. Si es una llamada personal, por favor déjame

tu nombre con un número después del tono.

Esperé por el pitido. Tomando un profundo suspiro, hablé tan claro y calmado como

pude hacerlo. —Gwen, soy yo… um, Celia Graves. Um, algo pasó. Necesito hablar con

alguien. Sé que estas retirada, pero no confío en nadie más. Si no puedes atenderme,

¿puedes por lo menos darme un nombre? ¿Alguien en quién confíes? ¿Por favor?

Dios sonaba patética. Desesperada. Otra vez, lo estaba. Dejé el numero de la oficina y

colgué. Le habría dejado el número del celular nuevo, si solamente lo hubiese escrito

en cualquier lado para recordarlo.

Mientras estaba haciendo llamadas inútiles, le dejé un mensaje a El Jefe. Necesitaba

saber todo lo que podía acerca las abominaciones y repasar cualquier que técnica de

los cazadores han usado para encontrar la guarida de los vampiros durante el día. No

estaba segura si él estaba de regreso en Chicago, así que decidí hacer investigación yo

misma.

Pero primero, tenía que hacer una llamada más. Dawna me había conseguido el

número en internet. No estaba segura si ella estaría en casa. Sin embargo, reconocí la

voz de Vanessa en cuanto agarró el teléfono en el tercer repique. Traté de entrarle con

gentileza. Fui recompensada por una corriente de improperios gritados a todo

volumen, tan altos que tuve que alejar el auricular de mi oreja hasta mi brazo. A

continuación me culpó por la muerte de él, luego sollozando histéricamente y me

colgó. Bob no tenía ningún otro pariente vivo, así que no sabía a quién más llamar.

Pero eso lucía mal. Él había sido un buen hombre. No era perfecto, ¿pero quién lo es?

Se merecía a alguien más que yo, llorándolo. Tal vez sí había alguien. No me había

dado cuenta que ellos se habían divorciado hasta la voz gritona en mi oído

informándome de ello en términos no muy ciertos. ¿Él tenía una nueva novia? No

había manera de saberlo. Y yo desde luego no iba a llamar a Vanessa de nuevo.

Page 92: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Tal vez en un día o dos, cuando las cosas se calmaran, haría un esfuerzo por

averiguarlo. Pero primero, quería encargarme de la crisis del momento.

Me preparé y salí corriendo de la acera a las puertas de la biblioteca universitaria.

Dado que la mayoría de la fachada frontal del edificio es de cristal, no estaba

realmente segura hasta que había llegado a mitad de camino por las escaleras hasta el

sótano.

Había considerado siempre una molestia que ellos pusieran la sección de lo

paranormal ahí abajo, por sí sola, detrás de cada tipo de protección que se conozca.

Ahora no lo sentía. Estando en el sótano significaba que sería capaz de tener una sala

de estudio sin ventanas para trabajar adentro.

A mitad de camino en las escaleras, golpeé una barrera mágica que no podía ver y casi

pierdo el equilibrio. Tuve que agarrarme de la barandilla y no perder el equilibrio por

un minuto antes de que pudiera avanzar.

Cuando lo hice me sentí… extraña… como si estuviera forzando mi camino a través de

una pared de gelatina. Diminutas chispas explotaron en contra de mi piel. Ninguna de

ellas era fuerte, pero eran muchas. La sensación era similar a la de estar en un cuarto

con muchas electricidad estática. No me podía mover hacia atrás y moverse hacia

adelante era lento. No mejoró hasta que bajé por las escaleras. Cuando lo hice, el

cambio de la presión hizo que mis oídos explotaran y las fosas nasales se contrajeran.

Reconocí a los miembros del personal detrás del bufete. Anna ha estado a cargo de la

Sección de Parapsicología y Metafísica cerca de una década. Ella me había ayudado

con la investigación de muchos proyectos, y podía recitar donde estaba cada libro o

artefacto de memoria. Una mujer de voz suave de —cierta edad—, ella tenía el cabello

gris y cálidos ojos marrones escondidos detrás de gruesos lentes. Siempre había

admirado su extraño sentido del humor, y sabía que tenía suficiente talento para ser

un mago capaz de manejar cualquier accidente de aprendices que pudieran ocurrir

debido al mal manejo de la mercancía. No tenía duda que fue su hechizo por el que

pase hace un momento.

―Detente justo allí. ―Su voz sonó con autoridad. Se levantó, apoyando ambas manos

en el mostrador—. No tienes por qué estar aquí.

La ira se alzó en una ola. ¿Cómo se atrevía? —Es plena luz del día, Anna. —No me

molesté en mantener el desprecio de mi voz—. Yo no soy un murciélago.

—Si fueras un murciélago —respondió fríamente—, no habrías logrado pasar a través

de las salas. Pero eso no significa que no seas peligrosa. En realidad, eso lo hace

todavía más. Porque todavía eres lo suficientemente humana para pasar sin trabas.

Page 93: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Sentí una oleada de ira que puso a la sangre palpitar a través de mis venas. Mi visión

se redujo, enfocándose en el pulso palpitante en la base de cuello fibroso; el olor de

adrenalina mezclada con miedo subió a mi nariz como el aroma de un buen vino. Casi

podía probarlo…

Cerré mis ojos, sacando la imagen de su pulso. Lentamente, cuidadosamente, peleé

para controlar a mi temperamento mediante el control de la respiración, jadeando con

la boca abierta para que los olores no me abrumaran.

No se sentía que fuera ya la noche, pero mi cerebro me estaba diciendo, tiempo de

cazar.

No soy un vampiro. No soy un maldito murciélago. No haré esto.

Tomó su tiempo. No era fácil y probablemente no era muy agradable, pero luché con la

bestia dentro de mí. Cuando abrí mis ojos, era yo otra vez.

El silenció se prolongó por un largo momento mientras Anna me observaba. Cuando

finalmente habló, su voz era suave y cuidadosa. Era el mismo tono que usas con la

gente que está a punto de lanzarse de un precipicio o con animales salvajes que no

quieres asustar. —No debí haberte amenazado Celia. Eso fue estúpido. Pero no puedes

estar aquí. No puedes estar en ningún lugar público. No es seguro. Hay mucha gente.

Mucha tentación.

Su expresión era tan seria, tan llena de dolor que sabía que había una historia

personal detrás de su reacción. Sabía que debería importarme. Pero que Dios me

perdone, no lo hice. No realmente. Todo lo que me importaba era salir de ella y

encontrar que podía hacer para arreglar esto. Tenía que haber algo. Cuando se trata

de la metafísica, hay muy pocos absolutos. Casi siempre había algo que se podía hacer.

Podía ser difícil hasta el punto de ser casi malditamente imposible… pero casi nada en

realidad era irrealizable, con suficiente poder, tiempo y dinero.

—Necesito saber acerca de las abominaciones, Anna —lo dije tranquilamente, y

mientras no pudiera controlar el siseo, hice mi mejor esfuerzo por sofocar esa parte

de mí que quería rabiar por la injusticia de la situación—. Necesito saber cómo

solucionarlo.

—No puedes. —Sus palabras apenas eran un susurro al viento. Normalmente no las

habría escuchado.

Cerré mis ojos en contra de su dolor. No quería verlo. No quería saberlo. Tenía

suficientes problemas con los míos―. Por favor. Necesito tratar.

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Escuché su silla echarse hacia atrás mientras se alejaba del escritorio. ―Supongo que

sí lo necesitas. ―Las palabras trepidaron, un poco solamente. Pero por su sonido, su

miedo estaba siendo sobrepasado por una combinación de compasión y

determinación—. Pero no tienes que hacerlo aquí. Y no te permitiré que pongas en

peligro a los otros estudiantes y al personal.

—¿Entonces qué? ¿Qué hago?

—Ve a tu oficina. Ya he escaneado y enviado por correo copias de todo lo que

obtuvimos del Dr. Reynolds, el Profesor Landingham y un detective de la policía. —

Obvio. ¿Por qué estaba sorprendida de que todos tuvieran la misma idea?—. Te

enviaré los documentos a tu cuenta estudiantil. Puedes imprimirlo o lo que quieras.

¡Ahora vete!

Sentí que el aire entre las dos se endurecía hasta formar una sólida pared de fuerza.

Lentamente, inexorablemente, comenzó a empujarme hacia atrás. Era realmente

genial que pudiera hacer eso. Todavía estaba molesta. Podía apreciar su técnica sin

admirar la causa.

La caminata de regreso a la oficina no tomó mucho tiempo, pero en el momento en

que llegué el lugar estaba con llave. Era momento del almuerzo, y Dawna había

colgado uno de esas señales con un reloj diciendo que volvería a la 1:00.

Entré, agarré mis mensajes y faxes y subí las escaleras hacia al cuarto de copiado en el

segundo piso. Mi laptop estaba cerrada con llave en la caja fuerte, pero teníamos un

ordenador viejo conectado en la sala de copiado para que las personas lo utilizaran en

una emergencia.

Está conectado directamente a la impresora grande, así que incluso si la red se caía,

todavía era posible imprimir. No tenía idea si Dawna había conseguido arreglar las

computadoras, pero incluso si no lo hubiera hecho, debería poder bajar el email de

Anna e imprimirlo. Mientras estaba con eso, enchufé el nuevo celular para cargarlo.

No tardó demasiado en encontrar el email correcto, pero tardó algo en imprimirlo.

Habían un montón de páginas. Buenas noticias para mí. Tal vez en algún lugar allí

encontraría información que me ayudara a pasar por esto. Espero que sea así.

Mientras esperaba que la impresora terminara, comencé a revisar mis mensajes.

Kevin había llamado nuevamente. Dawna finalmente había recurrido a una especie de

código. —K 29—. ¿Veintinueve? Wow. Lo intentaría de nuevo en cuanto llegara a la

oficina.

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Ninguno de los otros mensajes eran de gran importancia: cosas del trabajo, una

llamada de Gibson preguntando si estaba segura de la dirección que le había dado, y el

Dr. Reynold diciendo que me había dejado con tanta prisa que no había tenido la

oportunidad de darme las órdenes a seguir, por lo que él lo enviaría por fax a mi

oficina.

Pasé las páginas hasta que llegué a su fax. Sus órdenes estaban escritas a mano y

difícilmente legibles. Estaba exhausta. No tardó mucho antes de que las palabras en las

páginas comenzaran a ser borrosas a mis ojos. No intenté cerrarlos, no tenía intención

de dormir. Pero no pude evitarlo.

Ven a mí, Celia.

Él estaba en un muy ordinario cuarto de hotel. Reconocí la decoración… o la falta de

ella. Las cortinas se habían ceñido. La única luz provenía de una de esas pequeñas

lámparas montadas en la pared. Estaba sentado en una mesa en el lado opuesto de la

habitación.

Mi Señor se parecía a un niño de unos diecisiete años más o menos. Pelo oscuro, pero

con la piel que probablemente había sido tan clara como la mía, incluso antes de que

alguien lo hubiese convertido. Probablemente era tan viejo como el polvo, pero había

sido lo suficientemente joven en su muerte que no podía dejarse crecer una barba

decente. Lo único que tenía era una pequeña porción de vello debajo de sus labios.

Parecía un poco tonto, lo que lo hizo sólo una fracción menos atemorizante.

Debes venir a mí.

Al diablo con lo que digas.

Él frunció el ceño, como si hubiese escuchado el pensamiento. Tal vez lo había hecho.

Me refiero, si esto era real y no un extraño sueño, entonces él era un Caminante

Diurno. Él no podría ser capaz de soportar la luz del sol, pero no estaba muerto en el

día tampoco. Ni siquiera lo vampiros expertos podían hacer eso. Lo que significaba

que él podía lucir como un adolescente y vestirse como un adolescente, él había

existido el tiempo suficiente para ser muy, muy bueno.

También por supuesto, podría ser un sueño.

El ceño se profundizó. Él volteó su cabeza así que lo pude ver completamente. Su

expresión cambió, y mientras su cuerpo todavía era joven, la expresión de su cara era

vieja, vieja y corrupta de poder. Sus pupilas se dilataron hasta que sus ojos eran

totalmente negros. Podía sentir el poder de ellos chupándome como si me ordenara a

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encontrarme con su mirada. Era como pelear con una corriente en océano, un arrastre

que era irresistible, implacable.

Como en respuesta a ese pensamiento empezó a oler a agua salada y pescado, escuché

los sonidos familiares de la playa, el choque de las olas, el sonido de las gaviotas.

¿Qué demonios?

Me desperté con un sobresalto al son de un ligero golpe en la puerta. ―¿Celia? —El

cuarto estaba oscuro excepto por las luces parpadeantes de equipos electrónicos. Al

parecer me había quedado dormida. Cuando no me había movido durante más de diez

minutos, las luces se habían apagado automáticamente, lo que me permitió dormir...

como una cosa muerta. Cuando me senté se encendieron nuevamente. Pestañeé,

tratando de adaptar la mirada y mis pensamientos confusos.

Me limpié un poco de baba de la comisura de mi boca y me pinché la parte de atrás de

nudillo con un colmillo. Me punzó por un segundo, luego se entumeció. Sin embargo, la

sangre fluía libremente, más libremente de lo que debería haber hecho.

Maldiciendo en voz baja, usé el dobladillo de mi blusa para aplicar presión, y grité: —

Pase.

Dawna no entraba, pero si se abrió la puerta. Todo lo que pude ver a través de la

grieta fue la punta de su nariz dorada y el reflejo de sus gafas de lectura.

—Celia, ¿qué estás haciendo allí?

—Nada. Imprimiendo, leyendo cosas que me envió la biblioteca. ¿Por qué?

―Porque casi dos minutos atrás cada parlante de cada computadora, celular, el Tv de

Bubba —todo— comenzó a tocar el sonido del océano. El golpe de las olas, ballenas y

gaviotas. Se detuvo cuando golpeé la puerta. Pero la fuente era este cuarto. Así que

pregunto otra vez. ¿Qué estás haciendo allí adentro?

―¿Es acaso eso posible?

Ella le dio a la puerta un pequeño empujón, por lo que quedó totalmente abierta,

permitiendo que ella me diera un vistazo, pero se quedó afuera. Ella se estrecho a sí

misma, abrazando sus brazos al cuerpo como si tuviera frío. Pero ella no lo tenía. Su

cuerpo irradiaba calor… la vida que casi vibraba a su alrededor.

Me sentí atraída por ese calor, quería que me envolviera y el frío se filtraba fácilmente

en mis dedos.

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La observé, parada en la puerta, su postura vigilante mientras ella miraba cada detalle

del cuarto… y de mí. Supongo que estaba buscado cualquier evidencia de algo raro o

inquietante. Lo único que había era la mancha de humedad en la página en la que

babeé mientras dormía. Embarazoso, pero apenas escalofriante.

Por supuesto que ella lo notó. Y sólo por un segundo su expresión cautelosa se suavizó

un poco.

Casi creía haber visto un destello de diversión a través de sus ojos. Pero si era así, se

había ido en un instante, para ser sustituida por otra mirada de preocupación.

—Dawna, ¿qué va mal?

—Necesitamos hablar. Leí esas notas del Dr. Reynold, y El Jefe te envió por fax un

montón de investigaciones en la máquina de abajo. Esta cosa que te pasó… es

realmente una mierda muy seria. —Su voz sonó temblorosa, y pude ver su pulso saltar

en la base de su garganta. No estaba hambrienta, en realidad sentía náuseas, pero no

podía dejar de notarlo. Tragué fuerte, mirando hacia arriba, encontrándome con sus

preocupados ojos almendrados.

—Sí. Lo es.

—¿Qué vas a hacer?

Una parte de mi quería mentir, quería darle la tranquilidad que tan obviamente

necesitaba. Pero Dawna era mi amiga, una de mis mejores amigas. No le mientes a los

amigos. Simplemente no lo haces. ―A largo plazo, no lo sé. Pero si quiero que exista

un largo plazo, tengo que encontrar al vampiro que trato de convertirme y agarrarlo.

Preferiblemente antes de la noche. —Miré alrededor, tratando de encontrar un reloj.

No había ninguno. Ni una ventana tampoco―. ¿Qué hora es por cierto?

―Son casi las cuatro y media. ¿Encontraste algo útil en lo que te envió la librería?

―Todavía no. ―Lo que era verdad sobre lo que pasó—. Muchas cosas interesantes,

pero ninguna respuesta.

—Tal vez no haya una.

Hinché el pecho e imité a El Jefe en su momento más pomposo. —En la magia, como en

la naturaleza, hay un balance. Donde hay un hechizo, hay una contra.

Ella sonrió, pero no como si quisiera. ―Es lindo pensar eso.

—El Dr. Landingham sabe lo suyo.

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—Absolutamente. Pero esto no es sólo magia. Es anatomía. Y eso es un poco menos…

flexible.

Al igual que la atracción de los ojos de Mi Señor era inflexible. Todavía estaba por ahí,

seguía llamándome. Yo no podía oír el sonido del mar. Mis músculos empezaron a

flexionarse, a empujarme hacia abajo. Quería irme, incluso sin saber a dónde. Podía

sentir mi voluntad disminuyendo cada momento, hasta que…

—¿Estas segura qué el sonido del océano se originó de este cuarto?

—Como si hubiera un estéreo a toda potencia.

Sacudí la cabeza. —Eso es muy extraño. No estaba hacienda ningún sonido, pero podía

escucharlo en mi sueño.

Sus cejas cuidadosamente depiladas descendieron a la par mientras ella se irguió

hacia atrás un poco y echó un vistazo alrededor del cuarto.

—Raro. Muy raro.

Ella tenía razón. Tristemente, como sea, esa era la menor de mis preocupaciones.

Había perdido mucho tiempo dormitando. Si quería encontrar y matar a El Señor tenía

que saber dónde y cómo, ahora.

Era momento de visitar a Vicki.

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Traducido por Gayanita

Corregido por coral

na cosa buena, sobre mi siesta, es que había tenido tiempo para cargar mi

nuevo teléfono. No duró mucho tiempo, en absoluto, para cargarse. Le dí el

nuevo número a Dawna, así que ella podía contactar conmigo si había nuevas

emergencias y salir corriendo hacia la puerta. Llamé a Kevin. Otra vez salió

directamente el buzón de voz.

—Hola Kev. Soy yo. Estoy de camino a Birchwoods para ver a Vicky y ver si ella puede

darme una pista del paradero de Mi Señor. Ya veo que has salido esta noche al

desierto, así que te llamaré por la mañana. No intento preocuparte.

Inútil petición. Él ya estaba preocupado. Pero, eh, eso era lo mejor que yo podía hacer.

Y al menos él no sería capaz de quejarse por no devolverle las llamadas.

También pensé telefonear de camino a Birchwoods, para que Vicky supiera que iba.

Pero ella estaba en un grupo de 3:00 a 5:00. Para el momento que ella viera el

mensaje, yo ya estaría allí. Además, yo estaba aún un poco agitada por mi

sueño/visión. Necesitaba un poco de tiempo lejos de todo.

Hice una llamada a un número de teléfono de la agenda que tenía del príncipe.

Conseguí una grabación, diciéndome que no estaba disponible, las tres veces que

llamé. No era buena. Yo necesitaba tratar una cosa primero con el señor vampiro, pero

mañana estaría comprobando con la familia real. Si a Gibson no le gustaba era porque

era muy aburrido.

Puse el teléfono móvil sobre el asiento del copiloto, fácil para cogerlo y empecé a

conducir el coche. Tomé la vista del océano, mucho mejor que la autopista,

diciéndome que no quería que me cogiera con las prisas el tráfico, pero

probablemente lo habría hecho de todas formas, para estar cerca del mar. Conduje el

Miata tan rápido que debería haber pasado por encima de los caminos tortuosos

alargando las sombras desvaneciéndose en la luz del día. Los antiguos árboles y altas

paredes se habían escapado de la tierra de tal forma que proporcionaban privacidad y

seguridad, sin parecer sombrío. Podría probar el sabor fuerte de la sal en el aire de la

brisa que soplaba por encima del agua. La estridente llamada de las gaviotas era más

fuerte de lo normal, pero soy una de esas personas extrañas que en realidad le gusta el

U

Page 100: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

ruido de las gaviotas. La mayoría de gente de por aquí, las considera como ratas con

alas, como palomas que vuelven al este. Pero me gusta… la forma en que bajan en

picado y bailan sobre las corrientes alrededor de las orillas. No podía montar a caballo

bajo la cima, pero nada me paró de abrir las ventanas amplias, ver y escuchar.

Todavía sentía un poco de náuseas. En parte por los nervios. Pero no había comido

desde la pasada noche. Podía saltarme alguna comida, sin demasiados problemas,

pero si lo dejara de hacer durante mucho tiempo, terminaría enferma, gruñendo y no

del todo hambrienta. Probablemente tenía que esforzarme para comer, pero eso debió

ser más tarde. Primero, quería meterme en el cerebro de mi mejor amiga para

cualquier recuerdo que tuviera de sus dos años de estudios de vampiros. Entonces,

tuve que echar una mirada en ese espejo que le había comprado a ella, para ver si

nosotras encontrábamos alguna información útil.

Si todo lo demás fallara, vería si podía discutir, para que me dejara acampar fuera, en

las instalaciones de la capilla, toda la noche. Asumiendo que pudiera. Hasta ahora,

había estado haciéndolo muy bien en contra de los instrumentos de los que estaban en

contra de los vampiros, pero no me había probado en tierra santa. Pero diablos, si me

pasara mucho tiempo pensando duramente en ello, la lista de cosas a la que fuimos

obligados para tener este problema, solamente me abrumaría. Necesitaba enfocarme.

Dar un paso adelante, en el tiempo. Visitar a Vicky. Encontrar un lugar seguro durante

la noche. Entonces, cuando viniera la luz del día, Kevin volvería de cazar y nosotros

hablaríamos del plan.

Pensar en mis amigos, me hizo sentirme mucho mejor sobre todo el lío. No mucho

mejor, pero hey, tomaría lo que pudiera coger. Ellos me mantendrían pasara lo que

pasara. Ya lo habían hecho. Y si había una respuesta, nosotros la encontraríamos. Todo

lo que tenía que hacer era estar viva durante bastante mucho tiempo, para ser más

buena. Podría hacerlo.

Quizás.

Tomé un profundo respiro, intentando convencerme que era capaz de tomar parte en

esta situación. Casi empecé a creérmelo. Subí hacia la derecha, hasta que

inmediatamente la temperatura del coche comenzó a bajar.

¿He mencionado que me cazaron los fantasmas? Esto era una de mis rarezas cuando

era aún una insípida humana. Mi canguro había sido una médium muy poderosa. Si el

apellido Graves viniera de un antepasado con el mismo talento o era solamente una

dosis de ironía, yo no lo sabía. Realmente estoy agradecida de no haber nacido con el

don. Los muertos pueden tratar de contactar conmigo, pero no es fácil. No pueden

Page 101: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

hacerlo, si no estoy allí. Así que solamente los espíritus más poderosos pueden salir a

través de ellos, en un espíritu que me conectara con su muerte… Ivy mismamente.

Ella no se manifiesta a menudo, pero generalmente cuando lo hace es memorable. Si

tuviera el talento de ella, podría usar mi cuerpo para hablarme con nuestra propia

boca. Pero no lo hago. Así que ella tiene que hacer las cosas de forma más complicada.

A veces, esto la hace frustrarse para yo terminar con la conducta de un poltergeist. Los

niños piensan que tienen los mejores temperamentos para las rabietas, pero los niños

fantasmas les superan por una milla. No es algo que necesites cuando estás al volante.

Tiré por la calle transversal más cercana y puse el freno, con mi aliento confuso

empañado por el aire del interior del coche, a pesar de las ventanas abiertas. Una de

las primeras manifestaciones de un espíritu es la rapidez, la temperatura drástica, la

gota.

—Sé que estás aquí. Está bien. Pero no ensucies el Miata, Ivy. Sabes lo mucho que me

gusta este coche —bajé mi voz, usando un tono calmado. Volviéndome inquieta

creaba una clase de energía que hacía que los fantasmas más probablemente,

aparecieran. La luz de la cúpula se encendía y apagaba. Si fuera Ivy, nosotras habíamos

calculado un código durante años. Uno era un si. Dos era no.

—Ivy, ¿eres tú?

Dos destellos.

—¿No?

Bien, qué mierda. No era Ivy, pero quien quiera que fuese, ¿sabía el código? ¿Hablaban

los fantasmas? Quiero decir que se preocupan bastante por quedarse y pegarse a

alguien. Había generalmente una razón, y casi siempre intentaban hablar en el salón,

pero ¿cómo se comunicaban el uno con el otro? Eso no lo sabía. Caray. Sacudí mi

cerebro. Los fantasmas se enganchaban a una persona o cosa que fuera importante

para ellos en sus vidas, algo o alguien que consideraran asuntos pendientes. Hasta que

los asuntos estuvieran puestos en su sitio o en un cuerpo incinerado, ellos no se

movían en la vida eterna. El problema era que yo nunca había averiguado que quería

Ivy de mí.

Los verdaderos creyentes casi nunca eran fantasmas, así que éste era alguien que yo

sabía que no era un practicante. No hay muchos de esos en mi vida, ¿los hay?

Um… más o menos, salvo mi abuela. Pero considerando el nivel de violencia en mi

vida, allí había habido actualmente muchas fatalidades. ¿Podría ser Bob Johnson? Era

oportuno, fue correcto y él había estado conmigo una vez, cuando Ivy se había

Page 102: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

manifestado. Yo no podía pensar porque él se había pegado a mí, pero cosas más

extrañas habían ocurrido. El coche prácticamente era un armario particular de carneb

en ese momento, y temblé, mi piel se puso lentamente como carne de gallina.

—¿Bob, eres tú?

Dos destellos. Equivocada de nuevo. El espíritu, quien fuera que fuese, estaba

empezando a frustrarme. Podía sentir una corriente eléctrica creciendo en el aire, lo

suficiente para que mi pelo empezara a encresparse.

—Fácil. Pensar es más fácil—. Yo sé que estás intentando comunicarte. Podemos

trabajar esto fuera —un pensamiento cruzó mi mente. Debía trabajar -o no-

dependiendo de cómo enfocara y de lo poderoso que fuera el fantasma—. Mira, si tú

puedes enfocar el frío y usar la escarcha para escribir en la ventana —si fuera un

fantasma mayor, ellos eran capaces de hacerlo. Señalé la superficie dada la vuelta del

parabrisas. En respuesta, la temperatura bajó aún más. Mis dientes comenzaron

chirriando como una ráfaga ártica, mi pelo encrespado golpeó con precisión un

puntito y con fascinado horror cómo una escritura familiar tomó forma y comenzó a

escribir su nombre.

Vicky.

Mi corazón se paró por un momento y me sentí asustada. No, ¡NO! Caray, no era… ella

no podía ser…

—¿Vicky? —mi voz era un susurro áspero. Miré fijamente en la helada sobre la

ventana, lágrimas rasgando mis mejillas, un nudo tan duro como una piedra en mi

garganta. Apenas podía respirar.

El fantasma reaccionó con mis emociones. Siempre lo hacían. El Miata comenzó a

balancearse hacia delante y atrás, la radio haciendo una explosión de ruido,

lloriqueando sin moverme y crujiendo desde los altavoces, bastantes altos para

abatirme. La luz de la cúpula y de las linternas estaba destellando.

Me estremecí de frío. Cada aliento quemaba la entrada a mis pulmones. Cada

espiración era como una niebla visible en el interior del coche.

—Para Vicky, tienes que parar. Por favor, me estás haciendo daño —era como si

golpeara un interruptor. Todas las actividades poltergeist pararon. Pero el frío no

disminuyó. Ella estaba todavía allí.

—Dios, ¿qué pasó? ¿Cómo? Quiero decir, ¡estabas excelente! —recogí las fotos como si

ella pudiera mirarlas—. ¿Las ves? Eres feliz —lágrimas calientes bajaron hacia mis

Page 103: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

mejillas que se sintieron agrietadas por el frío. No podía creerlo. No tenía ningún

sentido.

Incluso más lentamente, vi como se escribía en la humedad de la ventana. Letra a

letra, hasta que pude leer entero su mensaje.

Te quiero.

Y entonces, ella se fue.

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Traducido por Melo

Corregido por coral

asó un rato antes de que pudiera recuperarme lo suficiente para conducir. Mi

mejor amiga estaba muerta. El choque fue terrible. Por encima de todo lo

demás, era demasiado. Ella no estaba muerta. Yo no lo quería creer... no lo

podía creer…

Lloré. Grité. Lloré un poco más. Con el tiempo, tuve suficiente autocontrol para

reiniciar el coche. Ahora estaba definitivamente excediendo la velocidad, pero

necesitaba llegar a Birchwoods, averiguar qué demonios estaba pasando. Sí, pude

haber llamado. Pero yo quería oírlo en persona. Allí la discreción era hasta la

sepultura, así que tenía que luchar para obtener respuestas. Yo acababa de obtener

evasivas en el teléfono y ellos tendrían tiempo para preparar una respuesta…o un

equipo de seguridad.

Puse el coche frente a la puerta y pasé mi tarjeta. Entré sin problemas y me detuve

antes de la segunda puerta, bajando mi ventana. Gerry estaba en la puerta de nuevo.

Dio un respingo cuando me vio, y esta vez cuando corría a través del protocolo de

seguridad, lo hizo como si significara algo. Pasé con gran éxito, pero eso no pareció

tranquilizarlo mucho.

—El Dr. Scott ha pedido que vaya a su oficina en el edificio administrativo principal. Él

tiene que hablar con usted con urgencia. —La voz de Gerry era vacía, la más

profesional, no me trasmitía nada. Me estremecí. Su actitud no le estaba ayudando a

mi negación.

Mi estómago era un nudo apretado, haciendo mis nauseas aún peor. Pero no me hizo

ninguna pregunta más, sólo devolvió el portapapeles, junto con mi licencia de

conducir.

Gerry me devolvió mi licencia.

—Toma el cruce a la izquierda de la carretera, el edificio administrativo se encuentra

en la parte de atrás.

P

Page 105: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Ya lo sé. —Duh, ¿Cuántas veces he estado aquí?

Gerry dio un paso atrás del coche y le dio una señal al operador de la puerta. Con el

simple accionamiento de un interruptor la pesada estructura metálica que me cerraba

el paso se movió suavemente a un lado. Me encontré que, con todo lo que había visto,

no sabía que existía la facilidad de que las protecciones mágicas respondieran a la

apertura de la puerta. Conduje a través del camino, doblando por la senda que me

conducía a la parte administrativa del complejo. Los edificios eran de ladrillos blancos

y relucientes, como perlas cristalinas dispersas decorando todo el verde intenso del

césped bien cuidado.

Manejé despacio. Odiaba esto. Lo odiaba tanto. Dios, apenas ayer había tenido al mozo

subiendo las cosas en esta colina. ¿Qué demonios había sucedido?

Ella no se pudo haber ido. ¿Cuántas veces había conducido hasta aquí en los últimos

años, trayéndole noticias del mundo exterior? ¿Cuántas tardes habíamos recorrido el

camino alrededor del estanque de agua dulce detrás del complejo principal?, ¿o

alimentado con pan a los patos que se congregaron allí?

He tenido pérdidas antes. El abandono de mi padre, la muerte de mi hermana, incluso,

en cierto modo, el retiro de mi madre por estar con una botella. Uno pensaría que yo

estaba acostumbrada a ello, que había desarrollado un caparazón duro que me

protegería. Supongo que eso es exactamente cómo me ven las personas que no me

conoce. Pero eso es mentira.

Entré en una de la media docena de plazas de aparcamiento con signos impresos que

proclamaban perfectamente: ESTACIONAMIENTO PARA VISITANTES y salí. El sol

estaba lo suficientemente bajo en el cielo como para necesitar paraguas, pero lo usé de

todos modos.

Cerré la puerta del coche, tirándola con más fuerza de la que era realmente necesario

y escuché un funesto sonido por el debilitamiento del metal que los músculos

humanos normales no podrían haber hecho. Otra de las cosas rotas. Yo estaba rota,

Vicki se había roto... ¿por qué no todo lo demás?

Me apresuré hasta la suave pendiente de la entrada para minusválidos sintiéndome

una idiota y como un niño que ha sido golpeado una y otra vez demasiadas veces.

Cuando llegué a la sombra del pequeño porche de la entrada protegido y adornado

con la hiedra, dejé caer el paraguas. Las puertas automáticas se abrieron con un

zumbido y entré.

—Buenas tardes, Sra. Graves. —La recepcionista estaba de pie mientras yo atravesaba

la puerta. Ella tuvo que notar la palidez y los colmillos pero se las arregló para ocultar

Page 106: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

su reacción admirablemente. No podía ocultar el hecho de que estaba a punto de

estallar en lágrimas. Ella llevaba uno de esos trajes equipados que se adaptan para

destacar cada curva. Era rojo tomate y el dobladillo permitía que se mostraran las

piernas lo suficiente para ser atractiva sin llegar a ser inapropiada. Su pelo oscuro

había sido recogido en un moño. Eso, junto con un escote corazón, mostraba un

montón de cuello color crema y para resaltar su escote discretamente, llevaba un

collar de perlas y pendientes.

—Si toma asiento, le haré saber al Dr. Scott que ha llegado.

Hizo un gesto en dirección a los sofás de cuero costoso que le daban a la sala de espera

un toque de buen gusto.

—Gracias. —Mis pies se hundieron en el dorado intenso de la alfombra cuando crucé a

la sala para sentarme en las cómodas sillas. Había revistas, por supuesto. La copia más

reciente de People estaba en la mesa café de caoba pulido. Los padres de Vicki estaban

en la portada, bajo el título “Las parejas más poderosa de Hollywood”.

Negué con la cabeza tristemente y alcancé la US Weekly en su lugar. Probablemente

tendría que verlos en el funeral. No estaba buscando encontrarlos. Maldición. Me

pregunté cómo iban a tratar la muerte de su hija de tal manera que no revelaran la

embarazosa verdad sobre Vicki al mundo.

Eso fue cínico de mi parte, y yo lo sabía. Pero había sido un gran desengaño de Vicki, y

sus padres no podían manejar quien y lo que ella era.

No leí la revista, en realidad. Si me preguntabas cuál era la página que estaba mirando,

no sería capaz de decirlo. Pero yo estaba en el área de recepción. La lectura de revistas

es lo que haces. Así que fingí pasar las páginas, mientras que mi mente estaba a un

millón de millas de distancia. Podía sentir las miradas de las otras personas en la sala

de espera, pero fingí no darme cuenta.

La recepcionista reapareció después de sólo un minuto o dos. Se acerco a mí en lugar

de los otros que habían estado esperando y que levantaron algunas cejas. No me

importó. Yo estaba demasiado frágil, el dolor era demasiado fresco para mí como para

soportar estar en público por mucho tiempo más.

—El Dr. Scott la verá ahora.

La seguí por un largo pasillo con paneles de madera que tenían pinturas

impresionistas en marcos dorados hasta que llegamos a una serie de pesadas puertas

caobas. A pesar de su aparente peso, la recepcionista arrastro en silencio una de ellas

abriéndola y sosteniéndola para mí con facilidad.

Page 107: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Pasé por encima del umbral y di un vistazo alrededor.

Decir que la oficina del Dr. Scott era espaciosa era un eufemismo. La casa en la que

crecí probablemente hubiera cabido dentro. Aunque la casa tenía un baño. Ahora que

lo pienso, probablemente estaba detrás de una de las dos puertas en la pared norte.

La pared oeste estaba llena de ventanas, de modo que incluso a través de la telilla fina

color crema de las cortinas—pude ver una gran extensión de mar y una espectacular

puesta de sol coloreando las nubes y el agua con tonos malva, naranja, púrpura y

morado. Era justo el tipo de puesta de sol que Vicki y yo habíamos visto solo unas

cuantas semanas antes en su habitación, bebiendo un refrescante té helado con un

poco de durazno mientras respirábamos el penetrante olor del océano.

La puesta de sol se expandía en esta habitación, decorada para incorporar la vista —el

suave dorado de la arena con los azules y verdes del mar y el cielo. El Dr. Scott estaba

sentado detrás de una mesa de cristal y madera que parecía flotar. En lugar del

tradicional traje, llevaba pantalones de color caqui y una losa polo color melón, que

mostraba su piel oscura y hacia brillar su pelo canoso y la barba. Los mocasines sin

calcetines completaban su atuendo.

—Entra, entra. —Hizo un gesto hacia un área lejos de los parches de dispersión de luz

solar—. Perdona mi aspecto. Había previsto tener el día libre.

Me dio una mirada penetrante, estudiando los ojos rojos, la nariz rota que ya se estaba

curando…

—No necesito decírtelo, ¿verdad?

Negué con la cabeza, las lágrimas amenazaban de nuevo mientras mi estómago quería

arrojar todo su contenido, y murmuré:

—No.

Él se movió detrás del escritorio, apoyándose en la silla alta de cuero ejecutiva.

—¿Vió lo que filtró la prensa?

—Yo no. —Mi voz sonó fuerte, no me sorprendió. Era todo lo que podía hacer para

obligar a que las palabras salieran más allá del nudo en mi garganta—. Yo estaba

pasando por ahí para una visita cuando su fantasma apareció en mi coche.

—Teniendo en cuenta lo cerca que estaban y la intensidad de su fuerza de voluntad,

no estoy sorprendido. —Movió la cabeza tristemente y moduló su voz—. Estoy muy,

muy triste por su pérdida. Puedes estar segura de que hicimos todo lo que pudimos.

Page 108: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Por desgracia, en base a su historial médico, siempre supimos que era una

posibilidad…

Me bajé de la silla giratoria sin responder. Yo no sabía que era una posibilidad. Nunca

me había preguntado nada acerca de la historia clínica de Vicki. Él podría estar

diciendo la verdad o mintiendo entre dientes. No tenía manera de saberlo.

—Lo cual fue la razón por la que existían procedimientos para su cuidado en caso de

emergencia. —Continuó hablando sin dudarlo. Si percibió mi estado de ánimo, lo

ignoró. Inclinándose hacia delante sobre la mesa, se dirigió a mí con respeto, su

expresión seria—. Como es el caso de la muerte de uno de nuestros pacientes, hemos

denunciado el incidente a las autoridades, y pondrán en marcha sus investigaciones

habituales. No espero que encuentren alguna negligencia.

Menos yo. Incluso si había algún problema, había suficiente dinero flotando alrededor

de ese lugar que apostaría a que se podía manejar con discreción. Pero yo no iba a

decir eso. Sería grosero. Y mientras yo soy más que capaz de ser grosera cuando la

ocasión lo requiere, quería información.

—Agradezco su preocupación. Sé que Vicki eligió Birchwoods debido a su reputación

estelar.

—Gracias. —Me dio una sonrisa amable—. ¿Puedo brindarle un trago? Le ofrecería

comida, pero el único invitado que hemos tenido con su condición no era capaz de

procesar los sólidos, así que no estoy seguro de que sea apropiado.

Así que, las cortinas cerradas no eran una coincidencia. Gerry debió haber llamado

antes, lo que también explicaba la falta de reacción de la recepcionista. Me pareció

muy interesante la forma en la que trataron a alguien con mi condición... sobre todo

porque se creía que mi condición era malditamente rara. Estaba curiosa, pero él

quería preguntarme, así que perversamente evité las preguntas y llegué al punto de

mi visita.

—¿Puede decirme qué pasó?

Era una pregunta deliberada, porque yo no soy parte de la familia de Vicky. Él asintió

con la cabeza, una pequeña gota caía de su barbilla, y cruzó las manos sobre la mesa

de vidrio.

—La Sra. Cooper dejó por escrito los permisos adecuados para que podamos hablar

con usted con franqueza. Eres probablemente consciente de que, como era un caso

con altos niveles psíquicos, Vicki frecuentemente sufría tanto de migrañas como de

insomnio grave.

Page 109: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Bueno, eso yo lo sabía. Vicky siempre estaba tratando de tener los últimos

tratamientos homeopáticos para dolores de cabeza—desde hierbas extrañas a

artilugios que podían cambiar la iluminación de la sala e incluso vendas mágicas para

modificar sus —patrones de energía—. Y siempre me llamaba por teléfono a horas

extrañas. Pero nunca relacioné esas cosas con su capacidad psíquica. Muchas personas

sufren de migrañas y no pueden dormirn —me vi envuelta en recuerdos, y casi pierdo

lo que dijo a continuación—. La enfermera del último turno tenía el deber de

chequearla cuando llegara al servicio de las once y otra vez a las dos. Si la Sra. Cooper

estaba teniendo problemas para dormir, a las 2:00 a.m. se le daría la opción de tomar

la medicación para dormir.

Asentí con la cabeza. Esto no era noticia.

—Los archivos muestran que cuando la enfermera la revisó a las once, la Sra. Cooper

estaba bien. Estaba usando el espejo que usted le dio para direccionar sus visiones y

parecía muy feliz y satisfecha con los resultados. La enfermera —giró una página en el

expediente para comprobar su nombre— Phillips declaró que Vicki indicó que fue su

mejor cumpleaños, y dijo que iría a la cama un poco después.

Eso me hizo sonreír. Había trabajado duro para tener ese espejo hecho, así que

funcionaría perfectamente. Leyó de las notas en su escritorio.

—Cuando vio que la luz seguía encendida a la una y cuarenta y cinco, la enfermera

Phillips llamó a la puerta. Cuando no hubo respuesta, entró y encontró a la Sra. Cooper

inconsciente y sin reaccionar en el piso. Llamó a código azul y de inmediato comenzó

la RCP.

Estaba tratando de escuchar lo que decía. Oí las palabras. Pero no lograba

concentrarme en su significado. Algo parecía mal, y yo no podía entender por qué

hasta que me golpeó entre los ojos.

—Espera. ¿Ella murió ayer por la noche? —¿casi al mismo tiempo en el que hice…?—.

Entonces, ¿por qué sólo se manifestó en mi coche hace unos minutos? ¿Y por qué

nadie se puso en contacto conmigo hasta ahora?

Sus cejas se elevaron sólo lo más mínimo.

—Pero tratamos de comunicarnos con usted. En varias ocasiones. Supuse que viniste

ahora por mis mensajes.

Basura. Así que había estado tratando mis estúpidos problemas, mientras que mi

mejor amiga había estado aquí, ¿muerta? el tiempo suficiente como para venir a

buscarme y darme la noticia. Otro dolor me golpeó en el pecho y sentí que mis manos

Page 110: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

agarraron los brazos del sillón con tanta fuerza que la tela empezó a rasgarse en mis

manos.

El Dr. Scott siguió hablando.

—Naturalmente, ella sólo ahora es capaz de manifestarse porque toma un tiempo que

el alma abandone el cuerpo, que rechace la transición natural a la otra vida, y que

regrese a la Tierra. En realidad, el proceso normalmente toma más tiempo, pero Vicki

era una persona extraordinariamente dotada. Ella ya estaba en un plano superior de

conciencia, así que está muy claro por qué su regreso fue más rápido.

¿Claro? No parecía claro para mí. De hecho, de repente estaba teniendo problemas

para pensar con claridad acerca de cualquier cosa. Los últimos rayos de la luz del sol

detrás del Dr. Scott se habían vuelto rojo sangre, mostrando claramente el fin del día.

Me encontré mirando su nuca por debajo del cuello color melón, observando el latido

bajo su piel colorada. Podía oír el bombardeo de la sangre por sus venas. Mi boca

comenzó a babear y mi estómago rugía audible.

Tuve que luchar para no lanzarme atravesando la distancia entre el médico y yo.

Saqué mis dedos de los brazos del sillón y sentí que se hundía, y caía. Un extraño

chirrido acompañó la sensación, poniéndome nerviosa.

Los ojos del Dr. Scott se ampliaron y empezó a sudar. El olor de su miedo repentino

sabía a salado en mi lengua. Mi estómago rugió de nuevo, pero no me moví. Esa

pequeña parte de mi cerebro que aún tenía cada onza de voluntad terca, se negó a

ceder ante las ansias abrumadoras que no tenían nada que ver conmigo, aquí y ahora.

Moví mis manos a mis piernas, sosteniéndolas forzadamente. No me levantaría.

Los últimos vestigios de luz se instalaron en el mar y el cielo azul pálido se volvió

oscuro.

Inesperadamente, las cosas en la habitación se hacían más brillantes, como si cada

pieza del mobiliario tuviera luz interna.

El más brillante de todos era el propio Dr. Scott. Brillaba y palpitaba saludablemente,

vibrante de vida y yo sabía absolutamente que tendría un sabor más dulce y viscoso

que el mejor chocolate suizo derretido.

Mis ojos lo siguieron con una claridad sobrenatural mientras se movía con una

lentitud exquisita para llegar a la extensión de teléfono al final de la mesa junto a él.

—Srta. Graves, ¿me oye? ¿Sigue ahí?

—Ssssiiiiii. —Mi voz sonaba extraña y tensa.

Page 111: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—¿Cuándo fue la última vez que comió algo? —Empezó a presionar números...

marcándolos mal, así que tuvo que intentarlo de nuevo. Pero su voz era firme y

mantenía la calma junto a él.

Siempre y cuando no corriera, no se moviera, estaba casi segura de que podría

aguantar. Casi.

—Antes del ataque.

Tragó convulsivamente. Vi su manzana de Adán moverse, vi el pulso en su garganta

acelerarse. Me obligué a cerrar los ojos, respirando profundamente por la boca en vez

de la nariz hasta que estuve casi jadeando. Si no veía su pulso, si no olía su miedo, tal

vez sería más fácil mantener el control. Necesitaba hacer algo, porque cada segundo

deshilachaba el último hilo de humanidad al que me aferraba.

—Heather, necesito sustento para la Sra. Graves. AHORA. —Él no parecía presa del

pánico, pero el tono de su voz no dejó dudas de que era una emergencia. Tuve que

admirar su auto-control. Como guardaespaldas había visto hombres que parecían muy

duros que se les desmoronaba la cara con éste tipo de estrés. Oí que puso el teléfono

con cuidado de nuevo en su cuna.

—Necesitas soportar unos pocos minutos más. Me voy a quedar quieto.

—Voy a tratar. Permanecer quieto sería bueno. —En realidad, aún no era bueno, a lo

que mi estómago se refiere. Yo quería correr hacia él. Quería que gritara y que cayera

y que arañara la alfombra en un vano intento de escapar. Mi voz era tenue, pero

extrañamente, el ceceo se había ido completamente. Y mi cuerpo no se movía. De

hecho, podía sentir mis uñas cavar a través de la tela sudorosa, lo suficiente para

extraer sangre de mis muslos temblorosos. El dolor me centró, me hizo sentir un poco

más humana.

—Srta. Graves, escúcheme. Usted debe comer cada cuatro horas sin fallar, y tendrá

que tener especial cuidado para comer justo antes de la puesta del sol. En este

momento se siente presa del hambre combinado con el suyo. Esto hace que su

autocontrol sea mucho más... difícil. ¿Entiende?

Yo no había dicho nada. No estaba segura de poder. Los pensamientos coherentes se

desvanecían en una bruma de imperiosa necesidad que latía en el tiempo al ritmo

lento de mi repentinamente corazón no-muerto.

—Srta. Graves, Celia. Es necesario que me respondas. Quédate conmigo.

—Hambre. —La palabra era un gruñido, un silbido casi, y podía sentir el calor de la

magia llenar la habitación. Aún así, obligué a mi cuerpo a permanecer inmóvil, a pesar

Page 112: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

de que parecía no poder recordar por qué era tan desesperadamente importante. Oí

crujir la puerta abierta, sentí el ligero desplazamiento del aire al desplazarse.

—¡No entre! Deje la bandeja junto a la puerta.

Mi cabeza giró rápidamente y atrapé a la intrusa con una mirada. Ella estaba radiante,

tan brillante que no podía ver el color de su pelo o su piel. Pero sus ojos... eran azul

oscuro. Y ellos eran míos. Heather respondió como si acabara de encontrar a un puma

o a un lobo en su habitad. Yo podía ver cada vello de sus brazos y a sus músculos

contraerse.

—Señor… —Había miedo en su voz, que resonó a través de mi cuerpo, como el tañido

de una campana. Me estremecí, y mi cuerpo se sacudió mientras luché contra el

instinto de lanzarme a la tan humana fuente del terror. Su resplandor era fuerte,

demasiado, y su temor era una cosa vibrante casi con vida propia.

—Cierra los ojos, Heather. No dejes que entre. Solo pon la bandeja en el suelo y te vas.

—Hizo una pausa y finalmente alzó la voz—. ¡Hazlo!

Los ojos azules se cerraron, y mi apego a ella se desvaneció. Oí el ruido de los

cubiertos contra la porcelana cuando ella perdió el control. Seguí cada uno de sus

movimientos mientras ponía la bandeja sobre la alfombra. Se retiró con un

movimiento brusco, la puerta se cerró detrás de ella con la firmeza del pánico.

Ahora yo jadeaba en serio, respirando tan fuerte como si hubiera corrido 10 millas.

Escuché un movimiento, sabía que el doctor estaba incomodo en su silla giratoria.

—Quiero que mires la planta en la esquina, Celia. Mira la planta. Alta, exuberante... con

vida.

Dirigí mi mirada hacia el impresionante ficus. Era alto y frondoso y vivo, pero no tenía

el pulso del Dr. Scott, con su glorioso brillo. La luz brillante de su sangre empezó de

nuevo a hacer que doliera no moverme, no perseguirlo. Su voz llegó otra vez, suave y

relajante.

—Voy a salir de la habitación ahora. La comida está aquí. Cuando hayas terminado, y

seas tú de nuevo, puedes llamarme y voy a volver. ¿Entiendes?

Hice un ruido que debió haber sido un asentimiento. Fue más bien el gemido de un

animal. Aún así, me aferré, sintiendo la humedad de la sangre en mis pantalones

cuando las uñas cavaron más profundo para que no cazara. Miré fijamente la planta.

Incluso cuando escuché que se movía, el olor de su miedo era como el del pan

horneado, el cual yo debía seguir hasta llegar a la fuente.

Page 113: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Sólo cuando oí la puerta cerrarse y el sonido del pestillo deslizarse, me dejé ir y moví

mis ojos.

Apenas podía ver a través de los vasos sanguíneos que habían estallado en mis ojos.

Pero podía oler. Comida. Había comida. Me moví rápido viendo la habitación

desdibujarse mientras la atravesaba. No hice caso de la taza o de la cuchara y apenas

agarré la jarra, derramé el líquido caliente exactamente a temperatura corporal por

mi garganta tan rápido que parte de ello se derramó de mi boca y cayó en la parte

delantera de la losa. La sangre y los jugos eran excelentes, casi como la carne fresca.

Sin sal o condimentos. Debió producirme nauseas. No lo hizo.

Page 114: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por eli25

Corregido por masi

abía tenido razón sobre el cuarto de baño. No solo él tenía uno, sino que era

tan descomunal y tan lujoso como el resto de la oficina. El reluciente mármol

color crema con vetas de gris, caramelo, y dorado cubrían el 90 por ciento de

las superficies. El techo estaba pintado del color de la arena de California. La alfombra

tirada hacía juego con las toallas casi del tamaño de las sábanas, ambas en un

profundo caramelo dorado que exactamente hacían juego con las vetas del mármol. La

pared detrás de la encimera y con lavabos descomunales doble que tenían una simple

plancha de espejo.

El reflejo que me miraba era la cosa de las pesadillas.

Mi piel brillaba blanca. No puro blanco, sino pálido grisáceo con un tono debajo

verdoso sepulcral. ¿Qué era lo que Emma había visto? Mis ojos lanzaban una luz roja

dorada que era el único color aparte de las escuetas manchas que mojaban mi ropa. El

algodón estaba pegado a mí como una segunda piel y las gotas marrones rojizas

dejaron un oscuro rastro donde olvidé esa piedra pálida, maravillosa. Había apartado

mi pelo cuando me limpié en la oficina, para que no hubiera nada para suavizar o

distraer de la ferocidad primordial de una cara que era cara y no lo era.

Miré mi reflejo con aterradora fascinación, incapaz de apartar la mirada.

Oí el crujido de la puerta exterior con inusual claridad, pero no me hizo reaccionar de

la manera que lo había hecho antes. Podía oler al Dr. Scott al otro lado, pero ahora era

solo su colonia y el persistente golpe de jabón Irish Spring en lugar del olor de su

sangre volando debajo de la delgada piel. —Sra. Graves, dejo un montón de ropa y

toallas fuera en la puerta. Cuando haya acabado de lavarse, necesitamos hablar.

El sonido de su voz me trajo a mis sentidos. Me giré hacia la puerta para responderle.

—Gracias.

Estaba bastante segura de que habría una señal de alivio en sus siguientes palabras. —

No hay problema.

H

Page 115: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Él sonaba tan... tranquilo. Era asombroso. Por supuesto, el peligro había acabado. Mi

vientre estaba lleno, la lujuria de sangre saciada, si solo por el momento.

¿Qué me estaba pasando?

Estúpida, pregunta estúpida. Sabía lo que estaba ocurriendo. Solo que no sabía lo que

hacer.

Me quité mis asquerosas ropas y las dejé caer en una pila en el suelo, luego caminé,

desnuda, hacia la puerta. Manteniendo mi cuerpo escondido mayormente por la

puerta, la abrí y agarré el prometedor montón. Dejando las ropas en la encimera, tomé

el jabón, champú, y acondicionador conmigo y caminé hacia la ducha.

Una larga, caliente ducha podía restregar mi cuerpo limpio de la sangre, pero no podía

limpiar mi mente de la imagen en el espejo. Ya no era humana. Podría no ser un

vampiro, pero no era humana, tampoco. Aún así, se sentía bien estar limpia, y

escondida en la ducha iba a conseguir nada. Así que salí del puesto y comencé a

secarme con la toalla.

Las ropas que él proporcionó eran suaves. Sudaderas de alta calidad de gris llano con

un sujetador de deporte y ropa interior con la etiqueta aún puesta. Él había adivinado

con bastante precisión la talla. El sujetador me sentaba bien. Las bragas estaban un

poco flojas, pero no iba a discutir por eso.

Me puse los pantalones deportivos, sobre pernas que ya habían curado las punciones

sangrientas que les había causado. Usando el cordón, tensé la cintura para fijarlo.

Recordé a Vicki hablando sobre cómo, las primeras dos semanas en las que se

quedaban aquí, a todos se les requirió llevar las mismas sudaderas lisas. Sin joyería.

Sin señal de estatus o prestigio. Ella dijo que era un gran nivel, evitar que la gente se

distrajera por trivialidades y oposición sin atractivo mientras se suponía que estaban

concentrándose en hacerlo bien.

Sentí otra puñalada de pérdida de memoria. Maldita fuera de todas formas.

—¿Sra. Graves? —La voz del doctor llegó a través de la puerta—. ¿Casi está lista?

Necesitamos hablar.

Mierda. —Ahora mismo salgo.

Mis zapatos estaban salpicados pero no mojados, así que me los volví a poner y

regresé a la oficina principal.

Page 116: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Él estaba sentado detrás del escritorio, la lámpara proporcionaba una dramática

iluminación que proyectaba los finos huesos de su cara en los duros planos de luz y

sombras. Él gesticuló sin palabras hacia el asiento delante de él. Lo tomé.

—Me tomé la libertad de comprobar con Seguridad. Nuestro vídeo de su visita ayer

muestra que usted conduce un coche descapotable y sin señal de su reciente...

condición. ¿Actualmente fue atacada hace menos de veinticuatro horas?

—Sí, la pasada noche en algún momento. No sabemos exactamente cuando.

Sus oscuros ojos se abrieron de par en par. Durante un largo momento él no pareció

capaz de acelerar. Aún así, se las arregló para componerse, y cuando habló su voz era

de admiración. —Tengo que admitirlo, me sorprende. Asumí que había tenido su

condición durante algún tiempo y que meramente estaba usando la ilusión para cubrir

los efectos más obvios. Por lo demás nunca hubiera sido tan descuidado,

particularmente a la puesta del sol. Mis disculpas.

—No podía saberlo. Pero ¿por qué ha pensado eso?

—Por la manera en que se presentó. —Se apoyó hacia atrás en su silla, poniendo sus

largos dedos delante de su cara cuando habló—. En el curso de mi carrera he conocido

exactamente a una persona con su condición y marcó a otros dos. Incluso después de

semanas o meses de tratamiento, ninguno de ellos estaba tan... tranquilo por eso, o

tuvo una fracción del control que usted ha exhibido desde la puesta de sol. Aunque…

—Él dejó la frase sin acabar, su expresión pensativa—. ¿Recientemente está en terapia

con alguien?

—Vi a la Dr. Talbert durante varios años cuando era adolescente. Pero ella se retiró

recientemente por razones de salud. Desde entonces, no.

Él me dirigió una larga mirada sobre sus dedos afilados. —¿Dr. Gwendolyn Talbert?

Especializada en trauma infantil. ¿creo?

—Sí. —Mi voz sonaba llana, sin inflexión. Si Dr. Scott quería más información, tendría

que trabajar para ella. Y francamente, no teníamos tiempo para entrar en mi —trauma

infantil—, no si iba a cazar a mi señor o conseguir un santuario.

Una insinuación de una sonrisa tiró de la esquina de la boca del Dr. Scott. —No revela

mucho, ¿verdad?

—Generalmente no.

—Bien. Ese tipo de auto control podría ser bueno para empujarla a través de esto. —

Él envió sus brazos sobre la mesa delante de él y alcanzó la libreta y un lapicero—.

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Creo que debería considerar examinarse en un centro. —Él continuó

apresuradamente, en respuesta a la mirada que le di—. No tiene que ser en este.

Aunque es, por supuesto, bienvenida aquí. A pasado a través de un serio trauma antes,

así que sabe cómo de difícil puede ser adapatarse. Combinando eso con los cambios

fisiológicos...

—No.

Él levantó una mano apaciguando. —No estoy sugiriendo un centro del estado. —Él se

encogió de hombros—. No consideraría a un perro rabioso para uno de esos. Pero...

—No. Ni allí. Ni aquí. —No iría. Literalmente preferiría morir antes de ir a un —

centro—. Si incluso la mitad de lo que había oído que ocurrió en esos centros es cierto,

cuanto más lejos, más afortunada para solo matar ese cometido. Otros tipos de

peligros mágicamente para encerrarte, pero los vampiros seguían estacando y

decapitando. ¿Una abominación? ¿Quién sabía? Al menos había una esperanza de

conseguir a alguien más. Una minúscula esperanza, pero una esperanza. No por los

pelos, como Kevin. Y, sospechaba, no por mí.

No podía hacerlo. No podía encerrarme voluntariamente y arriesgarme a ser

oficialmente etiquetada de peligrosa. Eso me pondría en la línea para ir a uno de esos

lugares si algo pasara en el futuro. Sí, Birchwoods probablemente podría ayudarme. Y

hacerme una vida mejor, así que no era por el dinero, aunque Dios sabía que un lugar

como ese me retrasaría. Pero a menos que supiera absolutamente que era una

amenaza para mí misma y el público, no sería examinada. Aún así, necesitaba tener

cuidado. Porque el buen doctor podría obligarme. No era un juicio en la ciudad quien

le negaría eso. El nivel por obligación era —¿Es él/ella un peligro para él/ella misma y

otros?— Basada desde mi punto de vista hace un pequeño mordisco, obviamente era

totalmente. Mantuve mi voz tranquila, sin traicionar incluso una insinuación de miedo.

—Si es posible, preferirá un tratamiento de paciente externo.

—Sra. Graves...

—Dr. Scott, no estoy siendo deliberadamente difícil. De verdad. Pero hay...

consideraciones prácticas, cosas con las que necesito tratar no pueden ser aplazadas.

No le ataqué. Dijo que necesitaba comer cada cuatro horas. Puedo hacer eso como un

paciente externo. Dijo que necesitaría terapia. Puedo hacer eso, también. —Necesitaba

que él me creyera. Necesitaba que él trabajara conmigo así. Cuando enfoqué mis

pensamientos, me di cuenta que podía casi oír el sonido de las olas a través de la

ventana detrás de él. Olía el agua salada en el aire.

Page 118: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Él me miró a través de sus estrechos párpados. Sentí el peso de esa mirada. Él me

estaba examinando. Largos minutos pasaron antes de que hablara. Me senté en

silencio, esperando. Sin retorcerme. Sin reaccionar mucho a todo.

—Las dos personas con su condición que leí fueron asesinadas por sus señores en

veinticuatro horas después de dejar un centro protegido.

—¿Y al que trató?

—Suicidio, otra vez después de dejar el centro. Ella aparentemente no podía vivir con

la culpa de lo que había hecho.

Pregunté porque él esperaba que hiciera eso, sino porque quería saberlo. —¿Qué

había hecho?

—Ella asesinó a su madre... le arrancó la garganta, bebió hasta que estuvo llena, y

luego la dejó desangrarse hasta morir. Incluso aunque ella recordaba quien era, la

lujuria de sangre era demasiado para ella.

Si él estaba esperando sorprenderme en rendición, no funcionó. Oh, sería cuidadosa,

malditamente cuidadosa. Pero la única manera de que él me consiguiera como un

paciente hospitalizado en alguna parte era por la fuerza. —No soy fácil de matar y no

he matado a nadie. Puedo hacer un tratamiento de paciente externo, Dr. Scott. Puedo.

El silencio se extendió largo otra vez. Ahora podía oír el estruendo de las olas girando

contra las rocas... incluso aunque no había acantilado fuera. El fuerte graznido de las

gaviotas parecía justo fuera de la ventana. Mis ojos giraron cuando vi un movimiento

sobre el hombro del Dr. Scott. Había gaviotas justo fuera de su ventana. Volando y

descendiendo en una brillante danza. Libre unas pocas por alguna razón. Un poco

extraño cayendo la noche, pero no soy una experta en aves de playa.

La cabeza del Dr. Scott se ladeó y él giró su asiento hacia la ventana. Observó a las

gaviotas descendiendo alrededor del brillo de la lámpara. Para todo el mundo como

gigantes polillas cerca de una llama. Él sacudió su cabeza como si intentara aclararla y

parpadeó repetidamente. Cuando se giró otra vez y habló, su voz era tensa. —Haré un

trato con usted, Sra. Graves. Lo intentaremos a su manera, si está de acuerdo en seguir

la dieta que le voy a poner, toma los suplementos y las medicaciones que le prescriba,

y venga a este centro como un básico paciente externo tres veces por semana. Pero si

determino que la situación se ha convertido en demasiado peligrosa, estará de

acuerdo en tolerar por mi juicio y voluntariamente a obligarse durante dos meses el

tratamiento como paciente interno.

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Era la mejor oferta que iba a conseguir. Podía decir por el conjunto de sus hombros, la

severa determinación en su cara. A él no le gustaba torcerse tanto.

—Estaré de acuerdo, tanto como estoy de acuerdo en dar un tiro justo. Sin engaños y

sin ordenarme entrar sin causa.

—Sin engaños. —Él repitió la palabra secamente—. Bien. Estamos de acuerdo. No me

haga lamentarlo.

No respondí, meramente observé como el garabateaba una larga lista de notas.

Parando brevemente, él golpeó el lapicero contra sus dientes unas pocas veces, luego

continuó hasta que la mayoría de la página estuvo llena. Decidí usar el tiempo para

observar a los pájaros fuera, pero cuando miré fuera de la ventana no estaban. Quien

sabía por qué. Así que miré a las luces de abajo sobre la playa en su lugar. Alguien

estaba teniendo una fiesta, si la parpadeantes luces tiki eran alguna indicación.

Cuando él finalmente levantó la mirada otra vez, encontró mis ojos. —Tendré a mi

ayudante llamando a tu farmacia. De esa manera podemos tener todo listo y esperarla

cuando llegue. Debería tomar una dosis del suplemento inmediatamente. Mientras no

tengamos manera de saber con seguridad, pareció ayudar al control de Rachel en su

lujuria de sangre.

Asentí mi acuerdo. —Haré eso.

—¿Dónde debería llamar Heather?

Le di el nombre y la dirección del lugar que normalmente usaba para m control de

nacimiento y vitaminas y él garabateó la información encima de la página.

—Creo que hemos terminado por ahora. —Él se levantó y yo hice lo mismo—. En

respuesta a los temas que no tuvo la oportunidad de expresar antes,

independientemente de que los examinadores estarán al lado para mirar la muerte de

Vicki a conciencia. Debería también mencionar que la razón por la que le hablé de algo

de esto es porque Vicki firmó una petición escrita para explicarnos los detalles de su

muerte a todos sus herederos y concebir a su Will. Naturalmente, cumplimos sus

deseos y te mantendremos informada de los resultados de cualquier investigación. Me

imagino que los investigadores querrán hablar con usted también.

Sus palabras confirmaron lo que había sospechado en algún momento ahora. Él era un

telépata, y uno malditamente bueno. Él había empujado la pregunta sobre una

investigación fuera de mi cabeza, además Dios solo sabía qué más, sin yo ni siquiera

notarlo. Hombre peligroso. Por supuesto, sería más fácil estar en terapia con alguien

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que actualmente no tenía con el que hablar. Había muchas cosas que preferiría no

lanzar al aire.

Como si él pareciera estar insinuando, yo había heredado dinero de Vicki, tendría que

tener un maldito motivo, y entrar corriendo en los círculos probablemente sería

posible para mí arreglar un golpe profesional. No lo haría. Pero eso no significaba que

no pudiera. Mierda.

—Ms. Graves, ¿Podría hacerla una pregunta directa?

—Supongo.

—¿Conoce los contenidos del Testamento de Victoria Cooper?

—No. Nunca me los dijo, y no eran asunto mío. Asumo que ella me dio el legado

menor, justo como yo haría con ella, y que muchas de las cosas irían tanto a Alex como

a sus parientes. Ella no tenía ninguna otra familia.

Él me dio una seria mirada. —Creo que podría llevarse una sorpresa. Serás sus

parientes los que recibirán un legado menor. Ellos, después de todo, ya tienen sus

propias fortunas. Y ha habido un... distanciamiento entre Vicki y su madre por algún

tiempo.

Un duro nudo se formó en mi garganta, haciendo difícil tragar. No. Ella no lo haría...

¿verdad?

Él notó mi expresión y puso una ligera mano sobre mi hombro. —Celia, ¿realmente

quieres salir al público, durante la tormenta de fuego de la prensa, en tu reciente

condición? ¿Estás segura que no preferirías quedarte aquí durante un tiempo...

aprender algunas habilidades para mantenerte, y al público, a salvo?

Tomé una profunda respiración y la solté lentamente. Sí, esta nueva información

complicaba las cosas. Las complicaba mucho. Pero... —Dr. Scott, una caja dorada

siempre es una caja dorada. Un sabe tan bien como todos que esconder tus problemas

no los aleja.

Él dio un asentimiento que casi era una reverencia. —Mi oferta sigue en pie. Si

encuentras que no puedes sobrellevarlo, eres bienvenida aquí.

—Gracias. Lo aprecio. —Lo hacía. Pero no lo tomaría a menos que no hubiera otra

elección. Había demasiados recuerdos aquí. Buenos recuerdos la mayor parte, pero

eso no lo hacía más fácil. Si algo, sería más duro. Todo me recordaría a Vicki, a su

pérdida.

Page 121: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

El Dr. Scott me escoltó a través del vestíbulo hacia las puertas de cristal que guiaban al

aparcamiento. Su lenguaje corporal era duro, reluctante, casi como si estuviera

forzado a dejarme ir contra su sentimiento. Pero lo hizo. Y estaba agradecida como el

infierno por ello. Porque necesitaba estar lejos de allí. Estúpida, supongo. Este lugar

probablemente era tan seguro como podía serlo o más seguro para mí que cualquier

otro lugar ahora mismo. Pero necesitaba irme. No era inteligente, no era lógico. Pero

necesitaba hacerlo igualmente.

La puerta se cerró detrás de mí, y oí la muesca del muerto pestillo al girarse. No me

giré. Solo me quedé de pie en el escalón de hormigón, dejando que la brisa cálida que

llevaba los olores del agua salada y alga marina a mis orificios nasales. Las gaviotas no

estaban. Pero escuché fuerte, aún podía oír el océano. Durante un largo momento solo

estuve allí de pie, bebiéndolo dentro, dejándolo calmarme tanto como algo pudiera.

El mío era el último coche en el aparcamiento, brillante azul medianoche debajo de las

farolas de la calle. Crucé la amplia extensión de asfalto, abrí la puerta, y entré.

Soltando una irregular respiración, me forcé a volver a la tarea entre manos. Tenía

llamadas que hacer. Las noticias de la muerte de Vicki no podrían haber llegado a la

prensa ya, pero lo harían pronto. No quería que Kevin, Bruno, o, oh Dios, Alex lo

averiguaran de esa manera. Ellos se merecían una llamada. Así que, incluso aunque

sabía que él debería estar fuera cazando, marqué el número del apartamento de Kevin

y Amy y estuve sorprendida cuando él respondió a la primera señal.

—¿Kevin?

Su voz era lívida. Las palabras salieron de él en una inundación de emoción que me

dejó aturdida. —¿Dónde demonios has estado, Celia? ¡Hemos estado enfermos de

preocupación! ¿Nunca respondes a tu jodido teléfono?

Después de todo, era solo demasiado. Tener a Kevin gritándome con semejante

intensidad... estuve a esto de cerca de colgarle. No me gustaba que me gritaran. Pero

se lo debía, un gran momento. Además, había luna llena. Él probablemente tendría

temas de agresión. Mi ser cabreado no ayudaría. Pero ¿cómo demonios se suponía que

respondería? Quiero decir, había ocurrido demasiado en las pasadas pocas horas.

—¿No lo hiciste? Te he estado intentado llamar. Seguía consiguiendo tu buzón de voz.

Y francamente, llamé a tu oficina. Dawna dijo que saliste hace horas, algo sobre ir a

Birchwood. ¿Vicki te ayudó a averiguar algo?

Paré, no lo bastante segura de cómo procesar. Entonces solo lo dije. —Vicki está

muerta, Kevin. Ella murió la pasada noche, casi a la misma hora en la que fui atacada.

—Mi garganta se tensó y luché contra una ola de lágrimas.

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Hubo un silencio sin sentido y entonces él fuerte golpe del receptor golpeando la

mesa. Aparté el teléfono de mi oído en un apuro. Echaba de menos mi vieja audición.

Él se las arregló para levantar el teléfono otra vez y yo pude oírle respirar durante

unos pocos momentos mientras reunía sus pensamientos. —Oh, mierda. Celia. Cariño,

lo lamento mucho. ¿Estás bien?

Demonios no, no estaba bien. ¿Qué tipo de estúpida pregunta era esa? ¿Y acababa de

llamarme cariño? —He estado en Birchwood para reunirme con el Dr. Scott por eso.

Ellos no saben la causa aún, pero aparentemente fue de repente. Espero que —de

repente— signifique —sin dolor—. Pero necesito hablarte de algo más. Mientras

estaba allí... —Me estremecí para encontrar las palabras correctas para describir lo

que había ocurrido pero estaba en blanco. Las palabras solo parecían totalmente

inadecuadas para la situación. Además, ¿cómo se suponía que le diría a un hombre que

se convertía en un monstruo durante tres días al mes cómo de aterrador había sido mi

propia lujuria de sangre sin insultarle? —El sol se está ocultando.

Él se figuraba lo que quería decir sin ninguna indicación más y comenzó a jurar.

Cuando él estuvo bajo control para preguntar, su voz tensa con la tensión. —¿Mataste

a alguien?

Guau. Vale entonces. Hablando sobre pensar en términos de los peores casos de

escenarios. Pero probablemente le preguntaría lo mismo, así que ¿a quién estaba

juzgando? —No. Me las arreglé para controlarme lo suficiente para que ni siquiera

hiciera daño a nadie.

Su suspiro de alivio se hizo eco en la línea del teléfono. —Gracias a Dios por eso. No

tienes ni idea de cómo de preocupados hemos estado. Todo lo que hemos sido capaces

de encontrar dice que unos actos de abominación es lo mismo que un hombre lobo

recién convertido o un vampiro. Su primera alimentación es casi siempre fatal para la

víctima. —Él suspiró—. Juro que no lo sabía. Jones no me lo dijo. Si lo hubiera hecho,

no te hubiera permitido salir libre así. Dios, podrías haber...

—Bien, no lo hice —dije bruscamente. ¿Él no me dejaría salir libre? No me gustaba el

tono que esta conversación estaba tomando. Sí, él probablemente podía haberme

golpeado fríamente antes de darme cuenta de lo que estaba ocurriendo en el

laboratorio. Pasar por eso ahora, probablemente ni siquiera me permitirían salir de

las limitaciones, o dejarme salir sin un guardia. Pero oírlo puesto tan rotundamente

me hizo enfadar.

—Celia... —Había un aviso en su voz, como si él hubiera sentido mi irritación. Quizás

lo hizo. La sutileza no es, después de todo, mi mejor arma.

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—Mira, la muerte de Vicki aún no se ha hecho pública, pero probablemente lo será

pronto. ¿Puedes llamar a Dawna, Emma, a tu padre, y a los otros?

Él suspiró. —Será mejor si Dawna lo oye de ti. Pero se lo diré a Emma y a Papá.

Apenas le oí y no podía al parecer parar de hablar. —Lo haré yo misma, —tomé una

temblorosa respiración—, pero necesito hablar con Alex. Realmente no quiero

hacerlo, pero no sé a quién más podría...

Hubo un asombroso silencio. —Oh joder. Alex.

—Sí.

—Haré las llamadas. —Pude oír el roce de su pelo a través del auricular cuando él

indudablemente sacudió su cabeza—. Pero Celia, necesitas conseguir algún sitio...

menos público. Y cuanto antes mejor.

—Gracias. Lo sé. Y lo haré. Lo prometo. —Lo haría, también. Era demasiado tarde para

cazar a mi señor esta noche, y no estaba en condiciones para hacerlo. Y mientras

tuviera mucha confianza en mí misma, realmente no sería ni temeraria ni estúpida. Así

que esta noche iría a la finca y me encerraría fuertemente, con muchas armas para

protegerme. Mañana... bueno, trataría con el mañana cuando llegara allí—. Mira, hay

cosas que necesitamos discutir que no deberíamos hablar por teléfono. Si no vas a

salir hacia el desierto, ¿podemos reunirnos en mi casa en dos horas?

—¿Dos horas? Crees que esto necesita ser tratado con una rapidez así.

Tuve el nítido sentimiento de que estábamos hablando sobre cosas diferentes. No

estaba segura de lo que su “esto” era, pero apostaba que no era lo mismo que mi

“esto”. —Mira, tengo que parar en la farmacia para recoger las cosas que pidió el

doctor. Además, necesitas conseguir algo de cena. No has comido, ¿verdad? —Cambié

el tema tan elegantemente como pude, poniendo la pelota directamente en su campo.

Sí, iba a ir a la farmacia. Pero eso sólo llevaría unos pocos minutos. Quería el tiempo

extra para estar sola.

Pero primero necesitaba llamar a Alex.

Solo pensar en hacerlo hacía que mis ojos se llenaran de lágrimas y que mi garganta se

tensara. Dios, ¿cómo iba a contárselo? Ella adora... adoraba a Vicki demasiado. Esto

solo iba a matarla. Pero sería peor, mucho peor, si lo averiguaba por las noticias, o de

algún estúpido reportero. No. Tenía que hacer esto. Tenía que hacerlo.

Alex no estaba en el trabajo. Me alegré por eso. Nadie quiere conseguir este tipo de

noticias en la oficina. Ella no respondió en casa al principio, dejé pasar la llamada a su

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viejo contestador. Solo después de que comenzara hablar, dando mi nombre y

pidiéndola que me llamara, ella descolgó.

Sonaba como el infierno. Era obvio que había estado llorando. Su voz estaba ronca y

tenía esa extraña cualidad espesa que venía cuando tu nariz está llena por llorar.

—Estás llamando para decírmelo, ¿verdad?

—Ya lo sabes. —No era una pregunta.

—Ella vino a mí en el coche de camino a casa desde el trabajo. Apenas me las arreglé

para salir de la carretera sin provocar un accidente.

No estaba sorprendida, después de todo, ¿no era eso exactamente lo que Vicki haría

conmigo? Y mientras ella me adoraba como a una amiga, Alex era su amante, la mujer

que ella eventualmente podría haberse casado, ahora que la ley lo permitía.

—Lo siento mucho, Al. Sé que estabais muy enamoradas.

—Sí. —La palabra sonó estrangulada y ronca, apenas audible.

—¿Estarás bien? —Apenas pude decir las palabras y las lágrimas estuvieron cayendo

por mi cara, empapando mi nariz.

—No.

—Yo tampoco.

Colgué y las lágrimas me vencieron, como si una presa se hubiera roto, Profundos,

ruinosos sollozos de pena y pérdida sacudieron mi cuerpo. Solo había comenzado a

conseguir un agarre por mí misma cuando otro recuerdo me golpeó, enviándome otra

ola de pena. Lloré hasta que no hubo más lágrimas, mi cabeza dolía, mi garganta

estaba irritada.

Durante un largo tiempo después de eso me senté sola allí, entumecida y demasiado

exhausta para moverme. Eventualmente, me empujé y encendí el motor con un

rugido. Con un chirrido de las ruedas que estaban visceralmente satisfechas entré en

la noche.

Podía haber girado justo hacia la autopista, tomando el artificialmente brillante, recta

de cuatro carriles autopista directamente a través de la ciudad. El tráfico sería ligero a

esta hora de la noche. Pero elegí girar a la izquierda, de vuelta hacia Ocean View. No

sabía cuánto tiempo malgasté llorando, y no me importaba. Si llegaba tarde, Kevin solo

tendría que esperar. Demasiado había ocurrido en las pasadas veinticuatro horas.

Necesitaba unos pocos minutos de paz y soledad para conseguir un agarre.

Page 125: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Así que bajé la capota y aceleré a lo largo de la carretera sinuosa. El cielo estaba

perfectamente claro, la luna en lo alto del cielo, bañaba el océano en luz plateada que

se fragmentaba en ondas cuando las olas rompían en la orilla. El viento cargado de sal

golpeaba mi pelo. Encendí la radio en la emisora clásica, girando el volumen tan alto

que podía oírlo sobre el viento. Demasiado pronto estaba de vuelta en las afueras de la

civilización, donde las farolas lanzaban franjas de luz del día artificial que solo hacía

que las sombras parecieran más oscuras y más amenazantes. Porque no había error,

los depredadores estaban allí fuera. Decía lo que ellos harían sobre —tomar de vuelta

la noche,— muchos humanos preferían quedarse en casa, detrás de los umbrales. Esos

quienes se aventuraban a salir para mayormente asistir a los grandes eventos donde

la policía y los guerreros sacerdotes estaban fuera en la fuerza para proporcionar

protección.

Apagué la radio cuando comenzó a tocar otra apertura de anuncio comercial de

trabajo para los —verdaderos creyentes— para trabajar en el turno de noche. Era

triste decirlo, incluso con absoluta prueba de monstruos y demonios, los verdaderos

creyentes aún era difícil que fueran. Bastante difícil que las tiendas de conveniencia

realmente no podían afrontar para pagarles lo que ellos valían, ninguna de esas

tiendas podía afrontar más juicios por cajeros masacrados.

En esa nota particularmente alegre entré en la carretera de mi farmacia de

veinticuatro horas. Sentí el cosquilleo de poder cuando pasé los límites mágicos, pero

no fue doloroso. Ni siquiera cerca de las barreras que ellos habían levantado hacia la

librería o la clínica. Entonces otra vez, esta era una cadena de tiendas. Solo ponían

suficiente dinero para hacer lo mínimo necesario para salvar sus conciencias y mitigar

algunos daños que deberían ir a juicio.

Una campana sonó cuando me puse debajo del toldo. Un adolescente con los dientes

torcidos y una brillante cruz plateada como gargantilla en un lazo de cuero negro

alrededor de su cuello se deslizó por la ventana para saludarme. —Bienvenida a

PharMart. ¿En qué puedo ayudarla?

—Soy Celia Graves. La oficina del Dr. Scott se supone que ha llamado previamente...

—Oh guau. —Me miró, parecía asustado y aterrado—. ¿Eres tú? Lo siento, pero...

—Mira, he sido mordida, pero sólo parcialmente cambiada. No estás en peligro por mí.

—Sí. Cierto. —Él no fue sarcástico, pero aún así estaba asustado—. El pedido es

demasiado grande para entregarlo a través de la ventana. Tendrás que entrar.

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Bien, mierda. Si era demasiado grande para la ventana probablemente iba a tener un

momento difícil para meterlo en el coche. Maldición. —¿Estás seguro de que irá bien?

La gente tiende a alucinar cuando consiguen una buena mirada de mí.

—Puedo ver por qué. —Tragó fuertemente—. Mira, aparca el coche y dame un par de

minutos para avisar a todos antes de que entres.

¿Me veía tan mal? Una mirada en el espejo decía que lo hacía. Los hinchados ojos

enrojecidos los hacía parecer más grandes y más oscuros de lo normal y el tinte rojo

casi había superado el ámbar. —Cierto. —Fui alrededor del edificio y tomé el

estacionamiento más cercano del punto que no había sido marcado para solo el uso de

los discapacitados. Eso me puso en el último borde brillante antes de las sombras pero

bien en las protecciones del conjuro. Así que apagué el motor y esperé los minutos

requeridos antes de salir, asegurándome de que mi tarjeta de crédito estaba en mi

billetera. Apostaba que este pequeño viaje me traería justo al límite del crédito, y es

una tarjeta de un límite alto.

Las puertas automáticas se deslizaron suavemente abiertas cuando pasé bajo las

cámaras de seguridad y entré en las brillantes luces fluorescentes. Una de ellas estaba

parpadeando un poco, y pude oír el zumbido, como un gran insecto pesado.

La tienda estaba vacía. En serio. Completamente vacía excepto por el adolescente que

había hablado conmigo a través de la ventana del conductor.

Parpadeé, mirando alrededor. Había el precio de una pistola sobre la encimera en

Cosméticos, un carro medio lleno. Pero aparte de él, sin gente. Extraño. —¿Dónde

están todos?

—Todos los demás se fueron de vuelta dentro del área de farmacia donde el conjuro

es mejor. Solo por si acaso.

—¿Qué, te ha tocado a ti? —No quería decirlo para que sonara amargo, pero lo hizo.

Esto por completo infundía miedo en todos los que eran realmente viejos, realmente

rápidos.

Él se encogió de hombros. —La oficina del Dr. Scott dijo que habías sido mordida y

que estabas pasando un cambio parcial pero que deberías estar a salvo. Le conozco. Él

no mentiría sobre algo así. Además, si alguien va a salir heridos, mejor que sea yo.

Un héroe en preparación. Casi sonreí... entonces recordé los colmillos. —Todo bien

entonces, hagamos esto.

Había un enorme montón esperándome en la encimera de la caja, entre un carro de

comprar listo para tomar la carga. Había una licuadora, tarros de comida para bebé

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(sin fórmula, gracias a Dios), contenedores individuales de sabores —combinados—

de un líquido popular de rápido programa, una jarra que contenía la forma de un

líquido de una multi vitamina y suplemento mineral, jarras de ternera deshidratada y

caldo de pollo, y más. Nada parecía particularmente apetecible. Por supuesto, parte

del problema era que en alguna parte podía olerla pizza fresca y caliente. El aroma me

recordaba por la fuerza lo que no debería comer... posiblemente nunca otra vez.

Intenté no asegurarme sobre eso cuando él reunió el pedido. Desafortunadamente, el

total seguía siendo demasiado alto, y el olor seguía aumentando más fuerte. En el

momento que él recorrió mi tarjeta de crédito a través yo estaba más que un poco

malhumorada.

—¿Quieres algo de ayuda para llevar todo esto al coche? —Ahora que no había

mostrado ningún signo de agresión él comenzaba a relajarse. Sonrió. A pesar de los

dientes torcidos, era una sonrisa bonita, amistosa, sin falsedad, sin ese tono lascivo

que conseguía muchas veces. Desde que era más cosa de lo que el carro aguantaba,

acepté, con un gracias. Quería salir de allí e ir a casa.

Me llevó algo de trabajo meter toda mi compra en el maletero y el lado del pasajero

del Miata, pero nos las arreglamos. El empleado se había tensado en el maletero y

agarró el carro, comenzando a alejarse de mí, cuando él solo... se congeló. La cruz en

su cuello llameó blanca caliente cuando su cara se aflojó y se quedó sin expresión, los

ojos verdes apagados y vacíos. Un pie planeando en la mitad del aire desde el escalón

que él no había completado. Sin el carro para equilibrarle, debería haber caído en

redondo y nunca haberse dado cuenta.

Sentí el frío poder como una serpiente frotándose contra mí, deslizándose por mi piel

y moviéndose. Me giré hacia ese poder, giré hacia las sombras más profundas justo

pasando la barrera mágica, para ver a tres figuras poco claras apoyadas causalmente

contra un sedan de medio tamaño.

No podía ver sus gestos, pero reconocí al hombre en el centro de la visión de Dottie.

Edgar.

Encendió una cerilla y la luz llameó naranja, arrojando a sus gestos en filoso alivio

cuando dio una calada a un cigarrillo para que se encendiera. Él mató la llama con un

práctico giro de su muñeca, dejando caer la usada cerilla al suelo a sus pies.

Él estaba vestido como el Dr. Scott. Una camiseta caqui, calidad casual para la clase

media alta. Ni una insinuación de sangre en alguna parte. O Edgar era seriamente

bueno con la ilusión o él se había limpiado de su anterior —comida—. Parecía más

como un ordinario hombre de negocios que un monstruo no muerto.

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Mis ojos se ajustaron y fue capaz de distinguir a la segunda figura masculina. Un

hombre negro, él había sido asesinado en su adolescencia o antes de los veinte y

estaba vestido en un tipo de ropa que había esperado ver en la universidad. Parecía

como cualquier otro... excepto por los ojos. Esos orbes marrón oscuro soportaban el

conocimiento de alguien mucho más viejo. Ellos estaban sin calidez, apenados, o sin

rastro de humanidad.

La tercera figura era una mujer, pero a pesar de mis mejores esfuerzos, no pude verla

claramente. Era su poderosa mente mágica la que sujetaba al chico embelesado y me

mantenía en el muelle. Pero, poderosa como era, aparentemente ella no podía

conseguir pasar las barreras que rodeaban la propiedad. Porque si pudiera hacerlo, lo

habría hecho. Sentí su hambre, su malicia al ser denegada lo que ella consideraba su

presa justa.

—Buenas tardes. —Edgar soltó una ráfaga de humo cargado de tabaco cuando me

saludó, su tono agradablemente coloquial.

—Hola.

Él miró a los contenidos del asiento del pasajero que rebosaban, su expresión

forzadamente divertida. —¿Te has dado cuenta que sería más fácil y más barato solo

tomar ese último paso?

—No, gracias, más bien no lo haría. —¿No, gracias? Mis palabras sonaban extrañas

incluso para mis propios oídos. Pero la Abuela me había machacado los buenos

modales y, la mayor parte, las revertía cuando estaba nerviosa. Sin importar lo que

estuviera pensando, decía las cosas delicadas. Ella habría estado muy orgullosa.

El hombre negro se rió por lo bajo, su expresión condescendiente. Eso me cabreó. No

lo suficiente para hacer algo estúpido, pero se llevó el minúsculo borde de mi miedo,

haciéndome capaz de pensar más claramente.

Edgar no dijo ni una palabra. Él simplemente miró al otro hombre. Solo le miró. Y el

otro murciélago instantáneamente se calmó.

—Tú no eres mi señor, Edgar. Déjalo.

—¿Recuerdas? Estoy impresionado. —Él sonaba divertido—. Entonces otra vez,

supongo que no debería estar sorprendido. Pareces ser una mujer sorprendente. Y,

tanto como eso fastidia a mis socios. —Su casual mano gesticuló haciendo a las brasas

en la punta del cigarrillo brillar brevemente más—. He decidido que, por el momento,

eres más útil para mí viva que muerta.

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Buenas noticias para mí. Porque creía, bien y realmente, que si ellos me quisieran

muerta, lo estaría. Había gente que eran gallitos porque pensaban que eran buenos.

Otros no tenían que ser gallitos. Eran muy buenos. El profesionalismo es fácil para

señalar pero difícil para definir. Yo soy una profesional. No soy solo una decoración o

músculo sin cerebro. Había tres monstruos profesionales. Podía decir. Conozco ese

sonido estúpido. Pero eso no lo hace menos cierto.

—¿Podría preguntar por qué?

Él tomó gran calada de su humo mientras lo consideraba. Lo tiró medio consumido,

aplastándolo con la punta de su pie. Cuando habló, su voz era mesurada, sosa. —

Necesito llevar un mensaje para Kevin Landingham, si estás de cuerdo.

—¿Cuál es el mensaje?

—Dile que fue una maquinación. Planes dentro de planes. La meta principal no ha

tenido nada que ver contigo. Se supone que deberías haber sido asesinada, y yo iba a

ser culpado por eso. Ellos le querían para volver a la nómina, cazando a los objetivos

difíciles. —Intentó encontrar mi mirada, pero evité mirarle. Quizás en mi reciente

condición estaría a salvo, pero no apostaría mi vida en ello. Así que mantuve mis ojos

en su barbilla, la cual me dio una breve vista de la insinuación de una sonrisa que

tiraba de sus labios cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo.

—¿Quiénes son ellos?

—Él lo sabrá. Solo díselo.

Solté una frustrante respiración. —¿Por qué debería?

Su cara se iluminó con una diversión honesta, sus ojos muertos brillaron. —

Inteligente y precavida. Estoy empezando a comprender lo que Kevin vio en ti.

—Ella solo se ve apetecible. —Se burló el hombre negro.

—Ella mató a Luther. —La mujer dijo en un alto, suave y persuasiva música, haciendo

que mi mirada se volviera borrosa. La rabia del otro volvió. Me miró. El odio hizo su

poder aumentar en una acaricia ardiente que calentaba el aire entre nosotros.

—Eso sólo fue suerte, y esos malditos cuchillos. Yo no seré tan fácil.

—Suficiente. —La palabra de Edgar cortó como un látigo, y el vampiro de apariencia

más joven siseó—. Dale a Kevin mi mensaje.

Antes de que dijera una palabra en respuesta, se habían ido. Cuando desaparecieron,

el hechizo que cautivaba al empleado cayó. Él parpadeó, sacudió su cabeza, y miró

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alrededor, pero no como si él sospechara algo. Algo bueno. Realmente no estaba

segura de querer explicar lo que acababa de ocurrir.

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Traducido por Xhessii

Corregido por masi

o perdí el tiempo en mi camino a casa. Un montón de Iglesias ofrecían un

santuario. Pero ellos esperaban que tú llegaras allá antes de la oscuridad.

Certeramente no invitarían a alguien con colmillos, sin importar que tan fácil

pudiera caminar por la puerta. Gracias a Bob y después a Justin, la finca de Vicki se

había mantenido completamente en las proyecciones del estado del arte12, inclusive

aunque ella ya no viviera ahí por el momento. Estaría ahí igual o más a salvo que en

cualquier otro lugar al que pudiera llegar con una corta consciencia. Además, era estar

en casa. Era normal. Necesitaba algo normal a lo que aferrarme… si quieres un osito

de peluche psicológico.

La finca cubría diez acres [40,468.6 m²]. Me detuve en la entrada para descansar mi

mano en el escáner, dejándolo leer mi huella. La luz parpadeó verde, abriendo el

sistema de seguridad computarizado y abriendo la entrada. Pasé por ella rápidamente.

Está programada similarmente a la entrada de Birchwoods, permaneciendo abierta

por solamente treinta segundos. Apenas lo justo para que pases y des unos cuantos

pasos antes de que baje la puerta. Me detuve después de pasar y miré que la entrada

se cerraba, asegurándome que nadie más entrara. No confiaba en Edgar y confiaba

menos en sus —amigos—. Pero los guardas mágicas fueron puestas en su lugar por

Bruno, y el es uno de los mejores en su trabajo. No podrían pasar una vez que las

puertas estuvieran aseguradas.

Seguí el camino ancho y pavimentado que conduce a la casa principal que tenía el

estilo de un palazzo [palacio] Italiano. Es enorme, con servicios como: un real salón de

baile, un salón de proyección de películas (ya sabes son las cosas de todos los días).

Hay un ala de sirvientes, donde David e Inez viven. Es de veinticinco pies cuadrados de

largo, renovada y decorada a su gusto, separada con una entrada al aire libre para

asegurar su privacidad. Hay una casa de la piscina que va con una piscina de tamaño

Olímpico. Vicki tiene un salón de pesas y ejercicio con aparatos adentro. Mi renta

12

State Of The Art: Hace referencia al nivel más alto de desarrollo conseguido en un momento determinado sobre cualquier aparato, técnica o campo científico.

N

Page 132: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

incluye el uso de la piscina y facilidades para los ejercicios si yo quiero. Nado todos los

días (en la piscina o en el océano) y uso la casa de la piscina para hacer mis

estiramientos de ballet y mis artes marciales y karate. Pero no hago entrenamiento de

peso, así que ésas máquinas se estarían llenando de polvo si David no hubiera

decidido quitarse esos casi 5 kilos de peso que le sobran.

Mi lugar es la casita de campo para invitados. Está asentada a un par de cien yardas

detrás de la casa principal, al final del zigzagueante camino de ladrillos que pasa

hermosos paisajes de plantas en flor y árboles de sombra y un pequeño riachuelo

burbujeante hecho artificialmente en un banco de rocas. La casita de campo no es

larga, como son esas cosas, probablemente tenga ochocientos pies cuadrados, con una

habitación, un cuarto de baño muy ordinario… bueno, ordinario excepto por la gran

bañera con pies en forma de garra… y una cubierta trasera que está a sólo unos 90

metros de la pequeña franja de arena y piedras que están al borde del océano. Es

demasiado accidentado y rocoso para una verdadera natación, para navegar o para

surfear. Pero es hermoso. Cuando tengo algún lío voy ahí y me siento en una singular

piedra, oyendo al océano mientras miro a las gaviotas que vuelan en picada y bucean

para completar sus pedacitos de comida sabrosa. Cuando quiero nadar en agua salada,

tengo que ir un poco más lejos en la playa. Todos los residentes tienen acceso

ilimitado a la playa privada.

Este sitio apartado ha sido mi hogar desde hace varios años, desde antes que Vicki

fuera a Birchwoods. Cuando mi contrato de arrendamiento terminó, nunca más

volvimos a firmar ningún otro. Pagué mes a mes, directamente al abogado. Cómo sería

mi estatus una vez que el testamento de Vicky se leyera, no tenía idea. Podría heredar.

O tal vez podría ir con David e Inez, o a la caridad. Lo más probable es que fuera con la

gente de Vicki.

No quería pensar en cosas como «heredar». Era demasiado pronto, y preferiría ser tan

pobre como mientras crecía que perder a Vicki. Daría cualquier cosa por tenerla de

vuelta. Pero todo el dinero, todo el poder, en el mundo no pueden manejar eso. Magia

o no, los muertos todavía siguen muertos.

Saqué de mi mente del hoyo negro de dolor de pensar en cosas prácticas… primero mi

supervivencia en curso. Tenía el sentimiento de que tanto como Edgar me consideraba

útil no me mataría él mismo. Creía eso. Lo que no podía decir por sus asociados. Y no

quería apostar mi vida por si el sería capaz de matarme o de mantenerme en sus filas.

Entonces, por supuesto, estaba mi señor… quienquiera que fuera… y la gente quien me

dejó en un callejón. Se suponía que moriría. En su lugar, estaba viva y era una testigo

para cualquier cosa que el infierno estuviera haciendo. No les gustaría eso. Ni siquiera

un poquito.

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Oh, y no olvidemos la descendencia del demonio. Ninguna otra cosa podría hacer de

eso una perfecta imitación. Entre en el pequeño estacionamiento de la casa y salí del

coche, sacudiendo la cabeza. Había una línea: una línea de maldita gente que quería

verme muerta. Peor aún, no eran personas normales. No, tenía a monstruos y a

asesinos profesionales, cazándome.

Tales eran mis alegres pensamientos, que caminé hacia la acera, cargada con bolsas de

comestibles.

Había una nota con la letra de Inez pegada en la puerta con una tira de cinta adhesiva.

Dawna trajo una olla del Pho13 de su abuela para ti. Lo puse en el refrigerador. Tenía

miedo de que si no lo traía aquí David se lo comiera todo. Espero que estés bien.

Hablaremos en la mañana.

La abuela de Dawna es Vietnamita. Ella se casó con Al, un Infante de la Marina,

durante la Guerra de Vietnam, viniendo con el a los Estados. Pequeña, exquisita,

inteligente, dura y un demonio en la cocina. Su Pho es legendario. Tal vez tenga que

correr como la nueva licuadora, pero por Dios que lo comeré. De hecho, ya lo puedo

oler, aunque sea levemente.

Me prometí que me recompensaría tan pronto como pusiera las compras en su lugar.

Tomo un par de viajes poner todo adentro. La bolsa de las armas también entró. Lo

pondré momentáneamente con mis navajas… sólo por si acaso. Me refiero, pensé que

los pupilos podrían esperar. Mejor segura que lamentarse.

Mientras sacaba todo del carro encontré el nuevo celular. La luz estaba parpadeando.

Todavía no había organizado mi buzón de voz, pero tenía un montón de llamadas

perdidas y mensajes de texto. Los textos probablemente eran de Dawna. A menos que

ella le hubiera dado el número a todo el mundo. Lo que ella podría hacer.

En verdad no quería hablar con nadie. Pero podría mandar textos. Envié un par de

mensajes rápidos, dejándole saber a todo el mundo que estaba segura en casa,

agradeciendo a Dawna por el Pho, mandando condolencias a lo largo y ancho por

perder a Vicki. No tomó mucho tiempo, y mis amigos necesitaban saber de mí si no

quería preocuparlos.

La «casa de campo» no es tan larga como el lugar de David e Inez, pero es más grande

que la casa en que crecí, más grande que la de mi abuela. También es mucho más

13 El Pho es el platillo nacional de Vietnam. Es una sopa, basada en un caldo ligeramente especiado hecho a base de hervir lentamente huesos de ternera, verduras y otros ingredientes. A este caldo muy caliente se añaden en el momento de servir fideos ya hervidos, finas lonchas de ternera, verduras y hierbas crudas que se cocinan al instante al contacto con el caldo caliente.

Page 134: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

bonita. La sala esta aireada y abierta, con puertas francesas que conducen a la terraza

y las claraboyas permiten que las luz del sol y que la luz de la luna moteen con las

sombras de las palmas que rodean al edificio. Enchufé el calentador lento con el Pho,

subí la esfera y luego miré hacia fuera. Pondré todo en su lugar más tarde. Ahora

quiero el tipo de consuelo que solo se puede encontrar junto al océano.

Me dirigí por el camino familiar que conduce a la pequeña franja rocosa de la playa, mi

corazón estaba pesado y mi mente demasiado llena para enfocarse en sólo una cosa.

Menos mal, supongo. Cualquiera de mis pensamientos parecía que me iba a llevar al

límite.

Emergí del camino hacia la arena suave que reluce con la misma luz de luna que se

muestra de un plateado brillante sobre la superficie del agua, y suspiré de alivio. Las

estrellas tenues parpadeaban como diamantes desde el aterciopelado cielo negro. Me

trepé en una piedra grande, arañándome la mano. Rápido como el pensamiento, la

herida empezó a sanar. Vi a la piel juntarse. Era extraña y profundamente

preocupante.

—¿Qué estás pensando?

Brinqué y me giré, saqué la navaja de plata, para encarar la fuente. Mi piel empezó a

brillar con poder. —¡Demonios! ¡Kevin, me asustaste! ¿No podrías hacer ruido o algo?

Salió del océano, desnudo, el agua se escurría por los largos músculos y por las líneas

de su cuerpo de una manera que abrí los ojos. Mi irritación se evaporó mientras lo

observaba deslizarse hacia delante con una gracia inhumana.

Normalmente trabaja para verse humano. Esta noche, bajo la luz de la luna llena, él no

se molestó. Bajo circunstancias normales tendría una ola de lujuria. Pero estas no eran

circunstancias normales. O bien el estrés o la tristeza estaban manteniendo mi libido a

raya. Lamentable.

Él sintió mi falta de interés, pero no lo molestó. Ni la navaja afuera. Vino al pie de la

roca, se agachó y se acomodó en la arena, dándome la cara.

—No es seguro para ti estar aquí. Deberías estar en el santuario.

—El sol se fue para el tiempo en que había terminado en el hospital —expliqué—. Y

este lugar está protegido de nueve maneras. Me sorprende que fueras capaz de entrar.

—El agua en movimiento no molesta a un hombre lobo de la manera que lo hace a un

vampiro, e inclusive los guardas permanentes no son tan poderosas debajo del agua.

Nadé. Me quemé un poco por culpa de las guardas, pero ya me curé. Y si puedo entrar,

puedes apostar que Edgar encontrará una manera de entrar.

Page 135: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Miré al océano y al creciente y decreciente oleaje. ¿Quemaría si nadara? Nací como un

bebé de agua, un Piscis. Nunca viví alejada del océano. Si no pudiera nadar…

demonios.

Pero no tenía sentido hablar de eso. —No estoy preocupada por Edgar esta noche. —

Deslicé la navaja de regreso a su funda y me acomodé sentada en una posición

cómoda.

—Deberías estarlo. Celia… —La voz de Kevin se empequeñeció casi una octava y sonó

al borde de un gruñido, pero no fue un gruñido del todo—. No lo conoces como yo.

Créeme…

Lo interrumpí antes de que se molestara más. —Oh, bien, él es el maldito principal.

Saca lo peor de mí, si quieres saber la verdad —Me encogí los hombros un poquito,

pensando acerca de lo que dije antes—. Pero él no es mi señor, y él quería asegurarse

de que te lo hiciera saber. De hecho… —Hice una pausa para darle dramatismo—. Me

dio un mensaje para ti.

—¿Qué quieres decir, con lo de que no es tu señor? ¿Hablaste con él? ¿Cuándo?

¿Dónde? —La voz de Kevin era fría y sus ojos se habían oscurecido. Podía ver los

músculos de su mandíbula tensarse mientras peleaba por controlar su ira.

—No lo es. Confía en mí. Edgar se mostró con dos más de su gente cuando estaba en la

farmacia. No pudieron cruzar las protecciones.

—No estés tan segura. Si Edgar es tu señor…

—¿Hola? No estás escuchando. Edgar no es mi señor. —Corrí mi mano por el pelo

húmedo por el spray—. Él y sus amigos se mostraron después de que fuera mordida,

antes de que tú y Amy vinieran al rescate. Y gracias otra vez por eso.

Kevin se encontró con mis ojos, los suyos se engrandaron. —¿Recuerdas?

Miré a lo lejos, a las estrellas, al océano, lo que sea en lugar de ésos ojos demandantes.

—Un detective que está investigando lo que pasó me llevó con un clarividente. Y sacó

los recuerdos.

—Oh. —La palabra cayó al aire entre nosotros como si una piedra se hubiera tirado a

un pozo muy profundo. Nos sentamos en silencio por un momento antes que

contestara la pregunta que no había formulado pero que esperaba por una respuesta.

—Mi señor era un chico delgado que parecía un niño, con pelo oscuro de corte corto.

Murió lo suficientemente joven para no ser capaz de que le creciera una barba

Page 136: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

decente, sólo era el pequeño parche del alma. Recuerdo mi sangre saliendo mientras

empezaba a cantar el hechizo.

Giré mi cabeza, para mirar la reacción de Kevin. Valió la pena mirar. Normalmente él

era muy bueno manteniendo la cara neutral. Pero no lo fue ahora. Se sentó en la arena,

su cuerpo entero vibraba con rabia contenida, sus ojos brillaban con la magia que el

contuvo por fuerza de voluntad.

—Me imagino que lo conoces. Cuidado con compartir un nombre, ¿tal vez un lugar de

descanso durante el día? —Cuando Kevin no respondió continué—. Él y los otros en

un callejón fueron asustados hasta la muerte por Edgar y los vampiros con él. —

Sacudí mi cabeza—. No puedo decir que los culpe. Edgar me quería viva para darte el

mensaje, pero el otro tipo me mataría justo en el estacionamiento si él pudiera. Y la

mujer estaba sólo…

Luché por encontrar las palabras correctas que sentía acerca de ella. Pero no podía. —

Él no pudo sostenerlos. Él tal vez sea su maestro, pero él no era capaz de sostenerlos.

En realidad me querían bien muerta.

—¿Dijeron por qué? —La voz de Kevin era insulsa. Su expresión no lo era. No sólo

podía ver el músculo de su mandíbula agitarse, sus manos que estaban agarrando sus

rodillas tenían los nudillos blancos. Si él no se curara tan rápido, habría magulladuras

debajo de ellas.

—Algo sobre mi asesinato a Luther.

Parpadeó lentamente. Dos veces.

—¿Mataste a… Luther? —El ritmo de su voz hizo una pregunta.

Me encogí de hombros, todavía no estaba segura de lo que significaba. —Maté a un par

de murciélagos en el callejón. Uno con una pistola y otro con una de mis navajas. Uno

de ellos debió ser Luther. No lo sé. No es como si se hayan presentado. Por qué, ¿es

importante?

Kevin resopló combinando molestia con diversión, luego sacudió su cabeza y

murmuró algo debajo de su respiración que no capté. Un día o algo así atrás me

hubiera sentido insultada por la reacción. Me refiero, soy una profesional. Pero eso era

antes de que conociera a Edgar y compañía. Si ellos estaban impresionados, bueno…

Ahora no sólo no me sentía insultada estaba casi tan sorprendida como Kevin. Por

supuesto no dije eso. En cambio, traté de parecer reservada mientras observaba las

olas venideras.

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—Luther era muy viejo y muy inteligente. También era despiadado como el infierno.

Yo no quisiera haberlo cazado solo. Estoy muy sorprendido de que fueras capaz de

combatirlo. —Kevin me miraba como si realmente me estuviera viendo como persona

por primera vez, en vez de como si fuera algún padre de algún estudiante o la

hermana de un amigo. Era un poquito desconcertante—. ¿Cuál es el mensaje de

Edgar? —preguntó.

Repetí lo que el vampiro me había dicho, literalmente. Kevin se sentó como si

estuviera congelado. No respondió.

No actuó como si lo hubiera escuchado. Pero sabía que lo había hecho.

Pasó mucho tiempo antes de que rompiera el silencio. —¿Puedo preguntarte algo?

Dio un seco movimiento con la cabeza.

—¿Quiénes son esta gente?

Sacudió su cabeza. —No puedo decírtelo. Aunque desearía poder hacerlo, porque no

estás tan lejos de que tal vez nunca más vuelvas a ver la luz del día.

—¿Qué debería hacer?

Se puso sobre sus pies en un simple y fluido movimiento. —Comer, luego descansar.

Pero no duermas mucho. Voy a salir para revisar un par de cosas. Tratar de poner

todo en contexto.

—¿Y si no puedes?

—Eso sería muy, muy malo.

Asentí con tristeza. Tenía miedo de eso. Se puso de pie y yo me paré con él. Miramos al

océano por un largo momento antes de que dijera. —Siento lo de Vicki, Celia.

Sin aviso, me acercó hacia sus brazos y me sostuvo. Sólo me sostuvo. Presioné mi

mejilla contra su piel tibia y dejé salir una respiración andrajosa. No lloraría otra vez.

No lo haría. Pero era tentador. Acarició mi cabello y me dejó respirar y tomar control

de mi misma. Había pasado mucho tiempo desde que un hombre sólo me sostenía.

Desde Bruno, en realidad. Había cientos de cosas que le quería decir a Kevin, y crees

que tal vez éste era el momento perfecto. Pero no lo era. Éste era un momento de

silencio, la calma antes de que sin duda llegara la tormenta. Y mientras me daba

cuenta que su cuerpo empezaba a reaccionar, bastante fuerte, a mi presencia, no dejó

que la tensión se constituyera. Había consuelo en el conocimiento de que nos

podíamos tocar, piel contra piel, sin el sentimiento de necesitar ir más allá.

Page 138: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Tenía un poquito de miedo de ir más allá con Kevin. También, no quería arruinar lo

que él tenía con Amy. No sería justo para ninguno de nosotros. Y después estaba la

pregunta de si él me quería. Tal vez, algunas veces. Tal vez no. Para el tal vez solo era

otra «hermana pequeña» o tal vez «una buena amiga».

Pero no me preocuparía por eso esta noche. Por ahora tomaría su consuelo. Había

muy poquito para pedir más.

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Traducido por ANNA ROSE

Corregido por Lorena

loré mucho, escuché mi disco favorito, caminé por la playa, y nada había

ayudado a deshacerme de la tristeza, el dolor, la ira, y la sensación de muerte

inminente. Lo último que me faltaba por probar era un baño. No cualquier

baño... uno muy largo con burbujas y muy caliente. Preparé una margarita, para

disfrutar de ella mientras estaba en la tina. Era parte del ritual, acostarme en el agua y

beber el néctar de limón con sabor de los dioses, lamiendo cuidadosamente cada

grano de sal del borde del vaso, y no salir hasta que las burbujas o la bebida se hayan

terminado. Tome una segunda copa y me realicé un pedicura en casa y un tratamiento

facial de barro del que todo el mundo se ríe pero les gusta.

Esta noche coloqué una pistola en el asiento del inodoro y observé mi cara. Mi piel

parecía humana, pero no estaba segura si iba a reaccionar mágicamente al estar

impregnada de barro.

Me quedé en el cuarto de baño, envuelta en una toalla y traté realmente, realmente, no

pensar demasiado sobre cualquier cosa, es más difícil de lo que parece, sobre todo

cuando podía ver los cortes de la maquinilla de afeitar sanar más rápido que un

pensamiento y ver como las lesiones de la noche anterior se desvanecen tan rápido.

Después de la tercera margarita pensé que era lo más relajada que iba a estar. Me metí

en el más cómodo —pijama— que tengo: una camiseta gastada, losa que le había

robado a Bruno en la universidad y un par de bóxers de franela. Metí la pistola en el

cajón de mi mesa de noche y me fui a la cama. Casi tan pronto como mi cabeza toco la

almohada, ya estaba dormida.

Esto era un sueño. Lo sabía. Pero no podía despertar. Ya sabía lo que venía. Siempre

era lo mismo. El sueño terminaba de la misma manera que había terminado en la vida

real. No quería ir allí, pero no tenía otra opción.

Era tan claro, como si el sol de aquella mañana de hace mucho tiempo entrara por las

ventanas calentando mi piel ahora mismo.

L

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Estábamos en la vieja camioneta. Mis padres estaban en frente. Ivy y yo estábamos en

el asiento trasero. Mis regalos de cumpleaños se amontonaban en la parte trasera. Era

mi cumpleaños número once. Me sentía como una niña grande. Y yo estaba muy

emocionada porque estaba segura, casi segura, que había conseguido exactamente lo

que quería.

Conducíamos por el cementerio de Woodgrove. Normalmente tomábamos otro

camino, pero estaban construyendo y los caminos estaban cerrados y ya era tarde. Así

que pasamos por Woodgrove.

Mi memoria trabajaba inexorablemente, como la reproducción de una película en mi

mente. Podía oír a mis padres hablar de si podíamos o no darnos el lujo de que yo

continuara teniendo clases de ballet. El profesor me dijo que tenía talento real, y

podría hacer una carrera de ella, por lo que realmente quería seguir adelante. Pero era

caro, y en la compañía de papá podría haber despidos en breve.

Nuestra pequeña familia feliz pasó por delante del cementerio, con su césped

minuciosamente cuidado, de ladrillo y rejas de hierro forjado, y filas y filas de lápidas.

Y la tierra se estremeció, visiblemente a nuestro lado el pavimento se agrieto. Un

camión de mantenimiento se bamboleó sobre sus ruedas en el camino de tierra detrás

de la valla, y vi al jardinero tirar sus herramientas y alejarse del vehículo a la carrera,

observé como las lápidas se volcaban y manos esqueléticas comenzaron a arañar para

liberarse de la tierra, y organismos en descomposición siguieron su ejemplo.

Mi madre empezó a gritar, mi padre a maldecir y apretó el acelerador, virando entre

los vehículos más lentos, como si se tratara de una carrera de Fórmula Uno y que se

dirigía a la bandera a cuadros. Los fantasmas comenzaron a azotar el coche e Ivy

aplaudió y gritó de alegría.

Pero todo eso era sólo el ruido de fondo. Porque yo no podía apartar mis ojos de la

inmundicia, los cuerpos en descomposición que arrastraban los pies por las paredes,

trepaban la valla, y se lanzan en una barrera invisible una y otra y otra vez... tratando

de llegar a nosotros.

Salimos de ahí sin destrozar el coche. Las cosas se pusieron mejor mientras más nos

alejábamos del cementerio. En el momento en que dejamos el coche, aunque la mayor

parte de los fantasmas se habían ido, mi hermanita les decía adiós a través de la

ventana trasera.

Salí primero, después Ivy. Pasó largo tiempo antes de que mamá saliera, se le podía

ver una mancha enorme húmeda en la parte posterior de su vestido donde había

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estado sentada. Ella se movía como si tuviera un centenar de años, al salir del coche.

Cerró la puerta suavemente, y dio un paso atrás con una expresión triste.

Mi padre se marchó con un chirrido de neumáticos, que dejó marcas de negro sobre el

camino de la entrada. Lo vi pasar, como si fuera sólo a aparcar el coche. Pero él nunca

miró hacia atrás. Siguió conduciendo por la carretera. Y, por último, mi madre rompió

a llorar.

Me senté de golpe en la cama, temblando de frío que no tenía nada que ver con la

temperatura. Tenía la piel de gallina y me sentí como si me arrastrara fuera de mi

cuerpo. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, mi respiración se hizo entrecortada y

rápida.

Fue sólo un sueño. Sólo un recuerdo. Un sueño no puede hacerme daño. Por supuesto

que era una mentira. Si me había herido, era el infierno, todavía me duele cada vez que

me dejo pensar en ello, que es cada vez que tengo —el sueño—.

Eché un vistazo al reloj sobre la mesita de noche: 3:15. Había dormido durante toda la

alarma y me había retrasado para alimentarme. No importaba que yo no tuviera

hambre, de hecho, tenía un poco de náuseas. Me pregunté si tal vez eso era una señal

de advertencia. Yo no quería que se repitiera el incidente con el Dr. Scott, así que

entonces yo comería… o más bien bebería. Ah, mierda. Había abandonado en la cocina

el Pho. Me distraje hablando con Kevin, y se me olvidó por completo. Bueno, es sin

duda suficiente para comer por ahora. Y no volver a dormir.

Cuando estoy estresada tengo pesadillas. Tres pesadillas en particular. Basadas en

recuerdos, y no importa lo que haga, no puedo evitar que lleguen a su fin. El yo adulto

es un observador impotente de las peores cosas que me pasaron cuando era niña.

Es un asco.

Si me volvía a dormir ahora iniciaría donde lo dejé. Por lo que mejor no.

Retrocediendo, me senté en el borde de la cama. La luz de la luna iluminaba la cocina.

Iba a alcanzar el interruptor de la luz cuando vi una sombra que se movía fuera. Me

quedé helada. Escuchando, podía oír el susurro de las hojas y lo que podría haber sido

una pisada cuidadosa en los escalones de madera de la parte posterior. Todo lo

sigilosamente que pude, me deslicé hasta donde mi bolsa seguía colocada en la barra

del la cocina.

La alcance, saqué la pistola de Bob y la revisé. Estaba cargada. Bien. Al escuchar otro

ruido afuera, me puse de pie y caminé con suavidad a través de la alfombra hacia las

puertas francesas que conducen a la parte trasera. A la luz plateada de la luna casi

Page 142: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

llena, pude ver una sombra en cuclillas en la base de la casa, cerca de la puerta de la

cocina.

Mi visión cambió, como esta mañana, a una especie de hiperenfoque. Podía ver cada

punto en el pasamontañas negro que llevaba el merodeador, cada marca en el patrón

de camuflaje gris y negro de su ropa. Silenciosamente, giré la llave en la cerradura de

la puerta delante de mí y levanté la barra de refuerzo que sirve como una segunda

cerradura, bloqueando el movimiento de la puerta. Me encogí ante los ruidos

metálicos que pude evitar hacer. Con la barra en su camino, no aparté los ojos del

hombre, que había puesto una pistola en el piso y toma una llave desde el interior de

una mochila negra. Un inconfundible olor llenó el aire.

Oh, mierda. Manipulo la línea de gas.

Necesitaba salir de aquí. Ahora.

Metí el arma en la pretina de mis bóxers. Un arma sería peor que inútil en este

momento. Podía oír el silbido del gas escapándose. Me dirigí a la puerta y corrí hacia

adelante, golpee contra él, caímos dando volteretas por las escaleras hasta caer en la

acera de cemento.

Comenzó a maldecir, y rodamos juntos, luchando por la supremacía. Yo era fuerte

para un ser humano, incluso antes del murciélago. Ahora era más fuerte. Pero era

bueno para mí, no sólo por el poder, sino también por la habilidad. Me miro a los ojos,

obligándome a volver hacia atrás. Silbé, mis colmillos salieron, y mi poder comenzó a

aumentar, haciendo que mi piel brillara de un pálido blanco verdoso y emitiera una

luz inquietante sobre la sombra que lo rodeaba. Hizo una pausa por un instante.

Menos de un segundo, pero fue suficiente. Puse todo lo que tenía en un puñetazo en la

mandíbula, y la luz de los focos nos alumbraron, David gritó desde la casa principal

que había llamado a la policía.

El hombre estaba sin fuerzas debajo de mí, con la mandíbula en un ángulo que

prácticamente gritaba —roto—. Su pulso, sin embargo, aún latía con fuerza en su

cuello. Él volvería pronto. Para entonces yo quería estar lejos de la casa y mi agresor

con seguridad detenido.

David venía hacia nosotros, sosteniendo una escopeta con la autoridad de un hombre

que había cazado la mayor parte de su vida. Me miró como si nunca me hubiera visto

antes. Y, en cierto modo, no lo había hecho. No me cabe duda de que Dawna le había

dicho a David e Inez acerca de mi condición, pero oír hablar de ella y realmente ver la

realidad son dos cosas completamente diferentes.

Hablé, y felizmente, era mi voz normal. —No dispares. Tenemos una fuga de gas.

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Comenzó a maldecir, y retrocedió. No sólo de la casa de huéspedes, pero también de

mí. —¿Estás bien, Celia? Los policías están en camino.

Era una pregunta capciosa. Yo lo sabía. Pero necesitaba un poco de consuelo ahora.

—Estoy bien. —En realidad no. Me duele como el infierno, donde los golpes habían

aterrizado. Había perdido la pistola de Bob en algún lugar del camino. Pero más que

eso, yo no podía apartar mis ojos de los latidos del pulso por debajo de un pequeño

lunar en la garganta del hombre, donde se había resbalado la máscara de esquí para

exponer su piel desnuda.

Podía oler la sangre, el miedo, y el sudor, y el resplandor a mí alrededor se hacía más

brillante, arrojando las sombras. Mi estómago gruñó, y sentía dolores reales de

hambre, como si un animal salvaje estuviera atrapado en mi vientre, tratando con

uñas y dientes de salir.

Me obligué a ponerme de pie, tambaleándome un poco.

Mi atacante debe de haber estado fingiendo, porque escogió aquel instante para

golpearme. El movimiento fue demasiado rápido para verlo. Su pierna se movía con tal

velocidad que solo fue un espectro borroso, apuntada directamente a mi rodilla que

sostenía la mayor parte de mi peso.

Caí emitiendo un grito de dolor, golpeando mi cabeza contra el concreto del piso lo

suficientemente fuerte como para hacerme ver estrellas. Se dio la vuelta, luego se puso

de pie, agarrando su mochila.

Lancé un golpe torpe, incapaz de hacer mucho más con una rodilla dislocada que me

tenía en una agonía sin alivio.

No pude atraparlo. Me las arreglé para agarrar la correa que colgaba de su mochila de

lona. La dejó, corriendo en la dirección a la playa. David empezó a apuntar, luego lo

pensó mejor. Gracias a Dios. Lo último que necesitaba era una explosión de gas.

Las sirenas y las luces se acercaban. La policía estaría aquí en cualquier momento.

Dejé caer la bolsa, luego cojeé a la conexión de gas, pensando que podía apretar la

válvula de nuevo. Desafortunadamente, él había hecho más que aflojarlo. La había

roto. Íbamos a necesitar a la compañía de gas.

—Deberías salir de aquí, Celia. Si la policía te ve...

David tenía razón. Verían a un monstruo y actuarían en consecuencia. Más tarde, se

sentirían muy apenados por el error. Pero yo podría para ese entonces estar muerta o

encarcelada.

Page 144: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Bien.

—Apagaré la energía hasta que logren controlar la fuga de gas. —Se movía con

seguridad sin problemas hacia la caja del interruptor, la escopeta a su lado.

—Llama a mi oficina cuando todo esté despejado —grité cojeando por las puertas

francesas tan rápido como pude. El olor a gas era intenso. No me atreví a permanecer

más de un minuto o dos. Aún así, me tomó un segundo tomar las llaves, el teléfono, las

armas y la cartera y salir —corriendo— hasta el coche.

Page 145: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por **Liseth_Johanna18**; ANDRE_G

Corregido por Lorena

ui a la oficina. Eran altas horas de la mañana. Normalmente uno de los guardas

estaría allí, pero no había autos en el parking. Sin embargo, el lugar estaba bien

iluminado, las luces de seguridad estaban cuidadosamente instaladas,

asegurando que no había profundas sombras en donde los monstruos o chicos malos

pudiesen esconderse.

Fui directo a mi lugar usual en el parking y apagué el motor. Me dolió la pierna. Estaba

sanando. Podía sentirlo.

Pero dolía, maldita sea, y usar la transmisión manual no había ayudado.

No me gustaba el hecho de que había tenido que evadir a la policía. Tenía sentido.

Pero no me gustaba. Pero de Nuevo, no había muchas cosas sobre mi actual situación

que sí me gustaran. Tal vez la sanación. Si no fuese por las habilidades vampíricas de

sanación estaría buscando una cirugía en la rodilla. Pero incluso eso era raro. Algunas

cosas estaban sanando prácticamente de forma instantánea. Otras heridas, unas que

no parecían realmente peores, estaban llevándose más tiempo.

Cojeé hasta la puerta principal, entré, y presione los botones para restablecer la

alarma mientras intentaba recordar si había dejado los fax y documentos en la

fotocopiadora o los había llevado arriba, a mi oficina.

Arriba.

Oh, diablos. Eso iba a doler. Mucho.

Dolió. Y fue un proceso lento. Tuve que detenerme cada tres pasos o así para

descansar la rodilla. Estaba en el quinto escalón cuando el reloj del abuelo marcó las

cuatro. No estaba, ni siquiera, en la cima cuando dio las cuatro y quince.

Estaba maldiciendo bastante bajo mi aliento para cuando alcancé el tercer piso. Pasé

de largo las oficinas cerradas de Freedom Bail Bonds y la oficina vacía que todos

F

Page 146: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

usábamos para almacenar basura de repuesto, y llegué a mi lugar. La mayoría de los

lugares a los que necesitaba ir no abrirían hasta las nueve o las diez. Mi abuela se

levanta a las siete, y de verdad necesitaba hablar con ella, para tranquilizarnos a

ambas. Eso me daba un par de horas para comer y seguir con la investigación.

En ese momento me di cuenta de que todo lo que tenía en el micro-refrigerador de mi

oficina era soda. Habría comida abajo, si no había nada más que uno de sus miserables

batidos de dieta que Dawna favorecía. Pero estaban abajo. El solo pensarlo era

desalentador. Estaba tan condenadamente exhausta.

Estaba teniendo mi propia fiesta de lástima cuando escuché a alguien abriendo la

puerta de abajo.

—Graves, soy yo —llamó la voz de Bubba—. No dispares. —Hubo una rápida serie de

sonidos mientras él ponía la clave de la alarma. Fuertes pisadas marcharon por las

escaleras.

Grité a través de la puerta cerrada. —Bubba, ¿me haces un favor?

—¿Qué? —sonaba de mal humor. Nada bueno. Mi apuesta era que él había tenido que

perseguir a un jumper. Como un fiador, Bubba trabajaba muy duro para asegurarse de

que sus clientes fuesen a sus audiencias. Cuando no lo hacían, los perseguía. Él es

bueno en eso. Podría ser un —buen chico duro—, pero es listo y fuerte.

Sin embargo, perseguir y capturar a un jumper era mucho trabajo, muchas molestias,

y eso siempre, siempre, lo pone irritable.

Levanté la voz a un bajo grito. —¿Puedes ir a la cocina y ver si Dawna tiene alguna de

esas cosas de Ensure14 o tal vez un batido de dieta?

—Hazlo tu misma —gruñó él.

—No puedo. Me eché a perder la rodilla y necesito beber algo nutritivo

—Bueno, Infiernos. —Él lanzo un suspiro borrascoso—. Dame un minuto.

Pisoteó escaleras abajo y lo escuché dando golpes en la cocina, murmurando en voz

baja todo el tiempo.

Eventualmente, empezó a subir de nuevo. Gritó. —Lo tengo. Espero que te guste el

sabor a banana.

Detesto la banana en todas sus formas. Pero también a los mendigos y todo eso.

14

Ensure: Polvos de batidos de sabores para problemas nutricionales.

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—Gracias, Bubba. Déjalo fuera de la puerta.

Él bufó. —Lo que sea.

Esperé hasta que oí sus pisadas bajar por el pasillo hacia su propia oficina antes de

enderezarme en la silla de la oficina e ir a la puerta. Mi rodilla no estaba muy contenta

por eso. Dejando por fuera las habilidades de sanación, tres tramos de escaleras

habían sido un error.

Abriendo la puerta, encontré un pack de cuatro latas de doce onzas.

Doblándome torpemente por la cintura, lo cogí, usando los agujeros en el cartón.

—Dawna nos contó lo que paso, pero en realidad no lo creí.

Miré hacia arriba, encontrándome con la mirada de Bubba. Estaba de pie en la puerta

de su oficina, observándome fijamente. Sus ojos eran más amplios de lo que debían

haber sido, con blancos mostrándose alrededor del azul de sus pupilas. No se veía

temeroso, precisamente, sino más bien sobresaltado. —Te ves como…

—Un murciélago. Me veo como un condenado murciélago.

—Sí. Pero, ¿aún eres tú? —lo dijo como una pregunta.

—Aún soy yo —le respondí—. Y pretendo mantenerme de esa forma.

—¡Muy bien chica! Si decides que necesitas ayuda para cazar, házmelo saber.

—Gracias, Bubba.

Él se giró, luego cerró la puerta de su oficina mientras yo abría el primer batido y lo

tragaba lo suficientemente rápido que me las arreglé para no vomitar por el sabor.

Escuché el sonido del cerrojo deslizarse en su lugar, y olí aceite para armas. Solo podía

imaginarlo sacando la 38 de su cajón y poniéndola en el escritorio a su alcance.

Solo en cualquier caso.

No podía culparlo. Yo habría hecho lo mismo.

Me quedé dormida estudiando… de nuevo. Me desperté con los sonidos de teléfonos

sonando y el olor de café recién hecho. La hinchazón en mi rodilla había bajado un

poco, pero mi cuello y espalda estaban rígidos por dormir en una posición poco

natural y mi boca sabia como si algo se hubiese arrastrado dentro de ella y muerto allí.

El reloj del abuelo marcó las ocho. Me senté, parpadeé un par de veces, e intenté

extender algunos músculos. A medida que deambulada por el pasillo para hacer uso

Page 148: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

de las instalación, me di cuenta de Bubba no estaba. No solo su puerta estaba cerrada

y asegurada, sino que tampoco había olor de aceite para armar, y no podía olerlo o

escuchar a nadie moviéndose en la oficina.

—¿Celia? —llamó Dawna por las escaleras—. ¿Te levantaste? ¿Quieres algo de café?

—¡El café sería maravilloso! —le grité de nuevo—. Oh, y tomé un par de tus batidos.

—Si, Bubba me lo dijo. Espera un minuto, ya subo.

Lavé mis manos y regresé a la oficina. Era hora de intentar llamar a mi abuela de

nuevo. Si no alcanzaba a contactarla a tiempo, pasaría por la casa. Estaba empezando a

preocuparme. Escucho de ella al menos una o dos veces todos los días. Ayer no había

podido contactarla en absoluto. Podría no ser nada, pero ella no era una mujer joven…

presioné los botones y esperé.

Ella respondió al primer timbrazo. —¡Celia! ¿En dónde has estado? He estado

llamándote desde que las noticias de Vicki salieron en la TV. ¿Estás bien? Lo lamento

mucho, cariño, sé lo mucho que te importaba. —Las palabras cayeron unas sobre otras

con ímpetu.

La prensa se había apoderado de la historia. —Lo lamento, Abuela. Traté de llamar un

par de veces ayer, pero nadie contestó en casa.

—Oh, debiste haber llamado cuando estaba fuera.

Su voz cambió abruptamente, tomando un tono evasivo que no me gusto,

principalmente porque lo conocía demasiado bien. Ella solo sonaba así cuando había

hecho algo por lo que sabía que me enojaría, usualmente algo que tenía que ver con mi

madre.

—Abuela…

—En serio, Celia… —Se puso a la defensiva a la segunda señal—. ¡Eres tan suspicaz!

Lo que haga con mi tiempo no es tu incumbencia.

Absolutamente cierto. Y normalmente no me entrometo. Pero la última vez que ella

sonó así, Mamá acaba de —pedir prestados— diez mil dólares, dejando a la Abuela sin

ahorros y sin suficiente dinero para pagar sus facturas de propiedad por el año.

No dije una palabra. No había razón para empezar otra discusión. No ahora. Ella no iba

a cambiar. Tomando un profundo respiro, cambié el tema.

—Hay algo que necesito contarte, Abuela. La otra noche, cuando estaba en un trabajo,

me lastimé.

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—¡Oh, Celia!

Continué, ignorando la interrupción. —Un vampiro me mordió, intentó convertirme.

Kevin y Amy me rescataron. No soy un vampiro. Pero ya no soy completamente

humana, tampoco. Soy pálida, y tengo colmillos... —Las palabras se apagaron.

No había vacilación en su voz, ningún miedo, y un enorme peso colgaba de mi pecho.

Si mi abuela había pensado en mí como una malvada… —Oh, cariño. Lo siento mucho.

—Luzco como un murciélago, Abuela. En serio. Es horrible. —Las lágrimas llenaron

mis ojos, pero parpadeé para desaparecerlas. No lloraría, maldita sea. No de nuevo.

Creo que ella estaba sorprendida. El silencio al otro lado del teléfono era profundo.

—Quería que lo supieras, para que te prepares y así no te asustes cuando me veas.

—No podrías asustarme jamás, cariño. ¿Se lo has dicho a tu madre?

—No. —Eso sonó frio y duro.

—Celia, es tu madre. Te ama. Merece saberlo.

No quería discutirlo, así que no lo hice. Además, ella tenía su punto, Lana es mi madre.

—Bien. La llamaré.

Hubo un incómodo momento. —Necesitarás esperar hasta mañana. En algún

momento de la tarde.

—¿Por qué?

El silencio se extendió entre nosotras. Ella no quería responder, eso era obvio. Esperé.

Eventualmente, ella no podía soportarlo por más tiempo. —Tu madre fue detenida de

nuevo por conducir sin licencia…

—¿Qué? ¿El coche que conducía de quién era? —Mi madre no tenía auto. Había sido

incautada cuando fue detenida por su segunda Falta al Conducir Bajo La Influencia del

alcohol sin seguro. Ella no había tenido el dinero para recuperarlo y yo no se lo habría

prestado. Después de todo, ella no tenía licencia, así que en realidad no necesitaba un

auto.

—Ahora Celia, ya sabes que tu madre tiene sus citas con el doctor… —Mi abuela

empezó a poner excusas, pero la corté.

—Ella puede tomar un taxi. O un autobús. O tú podrías traerla. —Mi balbuceo creció

mientras hablaba aun cuando sabia que lo que estaba diciendo era inútil. Mi abuela ha

propiciado a mi madre desde antes de que yo naciera.

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No es como si fuese probable que ella se detuviera en un fututo cercano. Pero eso no

evitaba que me volviera loca. —Y ella no fue arrestada cerca de la oficina del doctor,

¿o sí? —Peleé por mantener mi lengua bajo control.

Ella no dijo nada, lo que significaba que había golpeado donde era. Si estuviéramos

llevando esto como siempre, ella se enojaría ahora, usaría mi nombre completo y se

negaría a hablar de ello.

—Celia Kalino Graves, he tenido suficiente de tus labios. Sé que tu madre no es

perfecta. Pero lo hace lo mejor que puede.

La parte triste era que, la Abuela probablemente tenía la razón. Es solo que los mejor

de mi madre era tan condenadamente patético.

Pero no había razón para decir eso. En cambio, dije la única cosa que podía para

terminar la discusión:

—Te quiero, Abuela. En serio que sí.

—Yo también te quiero, cariño. No te preocupes demasiado por el auto. Ya no me

gusta mucho conducir de todas formas. Hay mucho tráfico, y ya no veo tan bien de

noche como solía hacerlo.

Dejé escapar un profundo suspiro. —Podemos hablar de ello en la cena del Domingo.

—Siempre tengo cena el domingo con la Abuela.

Aunque, pensando en ello, la cena podía ser problemática. ¿Tal vez podría tomar sopa?

—Estaba esperando que quizá pudieras llevarme a la iglesia el Domingo por la

mañana.

—Por supuesto que sí. —La esperanza es eterna, y la Abuela es una optimista. Una

cruz no me había molestado, pero, ¿qué tal una iglesia entera? ¿Rompería en llamas y

forzaría al padre a cambiar el sermón?

—Alguien acaba de llegar a la oficina, Abuela. Tengo que colgar.

La primera parte era verdad, y no había duda de que ella había escuchado el chirrido

de las bisagras. Dawna había entrado, cargando dos humeantes tazas de café recién

hecho que olían como el cielo mismo.

—Celia…

—Adiós, Abuela. Te quiero. —Colgué antes de que empezáramos otra discusión.

Dawna estaba sacudiendo la cabeza y riéndose bajo su aliento.

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—Tu abuela nunca se rinde, ¿cierto? —Dawna me pasó la taza. Se veía cansada, con

oscuros círculos bajo sus ojos hinchados de llorar. Pero su maquillaje estaba perfecto,

su oscuro cabello peinado, y ella estaba usando un traje color rojo tomate y tacones al

conjunto que se veían absolutamente hermosos en ella.

Se sentó en una de las sillas con espaldar, cruzando las piernas con fácil gracia. Sabía

que ella no hacía mucho dinero como recepcionista aquí, pero jamás lo pensarías con

solo mirarla. Ella tiene el don de hacer lucir como originales de diseñador las prendas

no tan caras.

Inhalé profundamente, saboreando el aroma a café recién hecho y tomando el primer

sorbo. —Nop.

Dawna me lanzó una Mirada muy directa sobre el borde de su taza de café. De hecho

podía verla procesar las preguntas que estaba a punto de hacerme.

—¿Cómo lo llevas?

—Tan bien como podría esperarse. ¿Y tú?

Ella suspiró. —No puedo creer que esté muerta. Es decir, simplemente no es real.

Acaba de llamarla y hablar con ella en su cumpleaños, me agradeció por el bolso que le

di y seguía hablando y hablando sobre el espejo y los regalos de Alex. Sencillamente

no tiene ningún sentido.

No. no lo tenía. De nuevo, nada más lo tenía, tampoco. Nos quedamos sentadas,

compartiendo un miserable silencio por un largo momento, tomando nuestro café.

—¿En cuántos problemas estás más o menos?

No era una pregunta que yo estuviese esperando, y enarqué una ceja.

—No me lances una Mirada inocente, Celia Graves. No soy una idiota. Eres mitad

vampiro, tienes colmillos, estás siendo perseguida por policías y agentes federales, y

esta mañana estás descalza y con un pijama manchado de sangres. ¡Tienes una pila de

mensajes de una pulgada de alto y abogados, y no sé si es por Vicki o por los colmillos

o por algo que no me has contado aún! Eres mi amiga, y sabes que estaré contigo. Pero

vas a necesitar mi ayuda, y si voy a poder hacer algo útil, necesito saber que tan malo

se va a poner.

Hice una mueca. Poniendo eso a un lado, sonaba bastante feo. —Ya está mal.

Honestamente no estoy segura de que tanto puede empeorar.

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Nótese que no dije que tanto podría empeorar. Siempre puede empeorar. Lo sé. Y por

lo tanto me rehúso a tentar a la suerte… Supersticiosa… probablemente. Pero la magia

existe. Así como el karma, y el karma puede ser una perra.

—¿Qué puedo hacer?

—Um, ¿No tienes un sistema operativo que reconstruir?

Ella rodó los ojos. —No estoy en mi horario hasta las nueve. Normalmente vengo

temprano para salir de casa y tomarme un café sin tener que escuchar a mi hermana

gritándoles a los niños. Así que, ¿Qué necesitas?

—En ese caso… —Di vuelta a mi silla y verifiqué las luces de la caja fuerte. Aun no

habían pasado por completo las veinticuatro horas, pero las luces centellaban verde.

El verde era bueno, pero no sabía si lo era el centello también. Esperaba que eso

significara que podía pasar la seguridad de la caja fuerte y no que toda la cosa estaba

jodida más allá de cualquier ayuda… conocido también como FUBAR15 .

—De verdad necesito algo de ropa limpia: jeans, camisetas, ropa interior, y sostenes

deportivos. Ya conoces mis tallas. Y también, una chaqueta de dril para hombre y un

par de zapatos de correr en un siete ancho. —Pensé por un momento, luego

continué—. Y probablemente sea mejor que me compres una caja de esos batidos de

dieta para mantener aquí en la oficina. De chocolate, por favor. Oh, y reemplaza los

que tomé hace rato.

—No estoy preocupada por eso. Pero, ¿No deberías tener algo un poco más…no lo sé,

substancioso?

—Hay un montón de cosas que recetó el doctor en el mostrador de mi casa. Esto es

solo para pasar por el apuro.

Ella hizo un sonido como hmph y frunció los labios. —¿Como anoche?

—Exactamente.

—¿Y qué sucedió para que llegaras aquí en pijama? No lo has dicho.

Usé el proceso de abrir la caja fuerte para conseguir un poco de tiempo e intentar

descubrir cómo responderle. Tomando un profundo respiro, me encontré desarmando

la seguridad de la caja fuerte y presioné la combinación con un poco más del vigor que

era estrictamente necesario. Cerrando los ojos y rezando una rápida oración, empujé

la palanca de la puerta.

15

FUBAR: "fucked up beyond all recognition/any repair" = Jodido más allá de toda duda

Page 153: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Dawna estaba cuidadosamente agachada detrás de mi escritorio en caso de que la

cosa entera explotara. Cuando la puerta se abrió, ambas lanzamos nuestro pequeño

alarido de alegría.

Saqué la vieja caja de dinero que tenía a mano para emergencias. Solo guardaba un par

de cientos de dólares allí, pero si Dawna no se volvía loca, eso debería ser suficiente

para cubrir lo básico.

—Anoche atrapamos a alguien jugando con la línea de gas en la casa. Antes de que

preguntes, se escapó. Y no pensé que fuese una buena idea ir con los policías después

de que oscureciera en mi actual….condición. Así que me largué antes de que llegaran.

Ella parpadeó rápidamente varias veces, su expresión era de completo shock. —Oh.

Pero por qué…

—¿Querría alguien volarme en pedazos? Ni una sola pista. Y si pudiese haber

pensando en otro lugar que fuese seguro y desocupado, lo habría hecho. No quiero

poner en peligro a nadie aquí.

Ella se enderezó, su cara pálida, su respiración acelerándose. Note el pulso en su

cuello sin querer pero fui capaz de alejar la mirada antes de que se diera cuenta. —

¿Crees que estamos en peligro?

—Honestamente, no lo sé. Ayudaría si tuviera una pista de lo que está sucediendo,

pero sencillamente no la tengo. —Le lancé una lenta sonrisa—. Pero tengo la intención

de descubrirlo.

Ella se estremeció. —A veces me asustas, ¿lo sabes?

—Son los colmillos.

—No —dijo firmemente—, no lo son.

No sabía cómo responder eso, así que cambié el tema. —¿Estás segura de que estás de

acuerdo con esto? —pregunté mientras abría la caja y contaba el dinero, que eran, de

hecho, trescientos. Yay—. Sé que es una molestia.

Ella me miró por encima del lapicero y la nota que estaba usando para hacer una lista.

—No seas una tonta —me regañó—. No me hubiese ofrecido si no quisiera ayudar.

Pondré seguro a la puerta cuando salga y con ese deberías tener todo el lugar para ti

hasta que regrese. Ron y los demás no son precisamente conocidos por llegar

temprano, y Bubba acaba de irse. —Tomó el dinero de mi mano, metiéndolo en el

bolsillo de su traje junto con la nota y el lapicero.

Page 154: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Puse la caja del dinero y la lona en la caja fuerte, luego la cerré y puse las medidas de

seguridad. Iba a estar en el pasillo por un momento, y no dejo armas sin atención.

Jamás.

—Gracias, Dawna. En serio.

—No hay problema.

Sonreí. Era su respuesta estándar para todo, a menos que estuviera molesta. Irrítala y

se pone toda formal, con —Si, señora— o —No, señor.— En cinco años, solo me he

ganado dos —señora—. Ron, por otro lado, consigue cerca de media docena de —

Señor— en el día y ni siquiera capta el sarcasmo.

Algunas personas son tan densas.

Salí de la oficina al pasillo y luego al baño. Encendiendo la luz, eché un vistazo.

Salí cojeando de la oficina y caminé por el corredor hacia el baño. Golpeando la luz,

eché un vistazo alrededor.

Era un cuarto limpio de buen tamaño. No era grande según los estándares modernos,

habría sido considerado positivamente lujoso en el tiempo en que la casa fue

construida. En aquellos días, los estándares eran tener un baño para toda la casa. Pero

este edificio había empezado su vida como una mansión. Junto con los pisos de parqué

real y una honestamente-demasiado-buena ventana con vitrales de colores en el

rellano entre el primer y el segundo piso, había sido construida con un baño en cada

nivel. La bañera original, probablemente había sido una monstruosidad de cuatro

garras, pero en algún momento alrededor de los sesenta un ambicioso dueño había

decidido modernizar los baños. Había una ducha, con baldosas cuadradas de cerámica

y una bañera muy grande de color rosado flamenco que le hacía juego. Ellos

combinaban a la perfección con el pedestal del lavamanos y el retrete. El empapelado

era a rayas como las de los bastones de caramelo en rosado, plateado, negro y blanco.

Era chillón pero indudablemente llamativo. Una sencilla cortina blanca para la ducha

colgaba de la varilla de metal, la única cosa sencilla en la habitación.

Hurgué en el closet de linos empotrado en la pared y el botiquín de medicina, había

artículos de baño alineados en el borde de la bañera. Ninguna persona en el edificio

usaba mucho las duchas, pero las tuberías funcionaron bien, y yo siempre mantenía

suministros a la mano, solo por si acaso.

Decidí primero lavarme los dientes.

Me di un vistazo en el espejo mientras exprimía crema dental en el cepillo de dientes.

Buenas noticias, tenía un reflejo; malas noticias, me veía como una mierda. Mi piel

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normalmente era pálida, pero no de esta manera. Había un corte de una pulgada de

longitud sanándose en mi mejilla derecha y desagradables hematomas verdes y

morados en mi mandíbula, ninguno de los cuales recordaba haber obtenido. Tenían

que haber salido de la riña de esta mañana, pero lucían como si fueran de hace varios

días. Mi cabello estaba estropeado, apuntando en todas las direcciones, decorado con

hojas y ramas. Jesucristo. No había duda porque Dawna se había quedado mirando.

Mi camiseta había empezado blanca pero ahora estaba deliberadamente decolorada

con sangre y manchas de hierba, y era realmente ligera para ser usada en público.

Solamente mis sencillos bóxers de franela parecían haber sobrevivido ilesos al ataque.

Pero era la fatiga y la tensión alrededor de los ojos lo que más decía. Habían sido un

par de días duros, y estaban tomando su peaje. Mi cuerpo podría estarse recuperando

mejor que el promedio humano, no tan bien como el de un vampiro, pero entonces,

¿quién lo hacía? Pero la curación, bastante bien recibida, no podía borrar los signos de

la fatiga y el dolor que no tenían nada que ver con el daño físico. Tenía oscuras bolsas

bajo mis ojos que parecían como si hubiera sido golpeada… repetidamente.

Bajé la mirada al cepillo de dientes, tratando de escapar de mi reflejo, y estaba

tratando de volverme una experta en la técnica del cepillado de los colmillos cuando

escuché una conmoción en el primer piso.

—¿Dawna? ¡¡Dawna!! —La voz baja de Ron subió fácilmente hasta el segundo piso—.

No te preocupes. Nuestra recepcionista está aquí por algún lugar.

Por supuesto. De todos los días para que Ron se reuniera con clientes temprano tiene

que ser justamente hoy. Salí del cuarto de baño, con la intención de gritar que ella

volvería enseguida, pero él estaba hablando con alguien, usando un tono que nunca

era tan cortes. Supe que debía ser un gran cliente para ganarse ese nivel de zalamería.

Los meros mortales nunca eran tratados así de bien.

—Puede sentarse en el vestíbulo si desea hacerlo. Puedo traerle algo de café.

—No, gracias.

Reconocí esa voz. Demonios, cualquiera que hubiese ido al cine en la última década

reconocería esa voz. Era Cassandra Meadows, estrella del teatro y la pantalla de cine,

—La Novia de América—, y… la madre de Vicki.

Volví a entrar al baño, levanté la mirada, y me dirigí a mi reflejo. Pues, que mierda.

Escupiendo la crema de dientes, deslice el cepillo dentro del pequeño portador de

cromo montado en la pared y en su lugar agarré desesperada un peine.

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No era como si esperara lograr lucir bien. Solo Dios hace milagros. Demonios, en

compañía de Cassandra me vería como un sapo sin importar lo que hiciera. Pero hay

una cierta tensión entre las mujeres más atractivas. Si saliera luciendo así, perdería

puntos y ella lo usaría como ventaja. No podía hacer una maldita cosa respecto a la

ropa. Pero mi cabello estaría peinado, mi rostro limpio, y mi aliento, por Dios, que

estaría fresco como la menta.

—¿Dónde están las oficinas de la Srta. Graves?

—Ellas ocupan la mayor parte del tercer piso. Es imposible que lo pase por alto. —

Podía escuchar la perplejidad en su voz, podía casi imaginármelo mirando los muy

fornidos guardaespaldas profesionales que siempre llevaba con ella y preguntándose

por qué razón querría contratarme.

Ella no lo haría. Cassandra y Jason eran una industria por sí mismos. Ganaban salarios

de múltiples millones por cada película incluso antes de los puntuaciones y los

incentivos; sus entradas rivalizaban con la economía de algunos países pequeños.

Contrataban un equipo de expertos en seguridad, realmente, uno de los mejores

equipos. Miller & Creede eran de primera. Muchos de sus equipos eran ex-militares o

espías gubernamentales. Todos ellos tenían habilidades mágicas o psíquicas de una

clase u otra, y Miller & Creede requerían certificados y educación continua. Para ser

contratado por ellos tenías que ser el mejor. Nunca apliqué. Primero, no habría

llenado los requerimientos mágicos/psíquicos. Aún más importante, no tenía la

actitud adecuada. El personal de M&C trabajaba como un equipo. Están

acostumbrados a seguir órdenes sin cuestionarlas, quejarse o comentarlas. No duraría

ni una sola semana. Demonios, probablemente no duraría ni un solo día.

Escuché pasos en las escaleras. Dos hombres en zapatos de vestir seguidos por una

mujer en tacones, luego, mucho más suavemente, un tercer hombre. Podía oler aceite

de pistola y un costoso perfume, sentir el escalofrió del poder mágico moviéndose

enfrente de ellos, en busca de amenazas. Maldita sea, sí que eran buenos.

Había peinado mi cabello y lavado mi rostro para el momento que ellos alcanzaron la

parte de arriba de las escaleras, así que estaba tan presentable como podía estarlo

cuando salí a recibirlos en el corredor.

—Hola, Sra. Cooper. —Vi ojos del color violeta del esplendor de la mañana

estrechándose ante mi uso de su verdadero nombre en lugar de su alias de estrella—.

Me sorprende verla aquí. Debió haber venido directamente del aeropuerto.

Eso último era una suposición, pero era una buena. Su traje purpura de realeza tenía

profundas arrugas cruzando su regazo, como si hubiese estado sentada por un largo

Page 157: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

tiempo, e incluso el maquillaje perfectamente aplicado no podía ocultar por completo

la evidencia de lágrimas. Estaba complacida por lo último. Vicki merecía más que unas

cuantas lágrimas.

Cassandra jadeó ante mi aparición, estremeciéndose dando un paso hacia atrás. Uno

de los grandes guardaespaldas dio un paso entre nosotras, su mano yendo

automáticamente bajo su chaqueta.

Pues, demonios. No había dicho más que un saludo y las cosas ya estaban yendo mal.

Desde luego, podía ser la piel pálida, los ojos morados, y los colmillos. Nah.

—¿Celia? —Tan solo mi nombre, pronunciado en un tono que era más cauteloso que

amigable. Se me ocurrió que la había sorprendido al no reaccionar con abierta

hostilidad. Ella sabía que no me agradaba, mayormente porque pensaba que había

tratado mal a su hija. Pero Cassandra era la madre de Vicki, y su hija la había amado

profundamente. Así que me tragué mi resentimiento, y me obligue a mí misma a jugar

a ser amable y proveer una explicación básica.

—La otra noche fui atacada por un vampiro. No soy un murciélago, pero ha habido

algunos cambios. Entra a mi oficina. Ponte cómoda. —Hice un gesto en dirección a la

puerta abierta.

Como lo esperaba, los dos pesados guardias entraron primero, pero solo después de

que se hubieran asegurado que Cassandra estaba fuera de mi alcance y protegida por

el tercer hombre. Eran grandes, impresionantemente grandes. Probablemente median

uno con ochenta y dos y uno con ochenta y cinco metros de altura, con la clase de

músculos que venían con un serio trabajo de pesas, pero sin la rigidez muscular que

ves en la gente que descuida el entrenamiento de flexibilidad. Ellos eran costosos, en

trajes azul marino hechos a la medida, con losas de almidón cuidadosamente

planchadas. El único pedazo de color en cualquiera de ellos eran sus corbatas. El

primero usaba una en nudos de seda de un amarillo pálido; el segundo, una roja más

tradicional. Los observé entrar cautelosamente en la habitación, sus ojos buscando

inmediatamente la fuente de la magia que habían sentido escaleras abajo, y

encontrándola en la caja fuerte.

—¿Qué hay en la caja fuerte, Srta. Graves? —El hombre parado entre Cassandra y yo

sonrió cuando habló. Era una buena sonrisa profesional, encantadora, mostrando

blancos dientes rectos en un rostro atractivo pero no en exceso. Al igual que yo, no

había ganado la lotería genética, pero tampoco había perdido hasta la camiseta. Tenía

una fuerte mandíbula y buenos pómulos, pero su nariz era un poco larga y ganchuda,

casi, pero no del todo, como un pico. Ojos del color de la miel se encontraron con mi

mirada con facilidad, y lo sentí midiéndome en formas que no tenían nada que ver con

Page 158: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

el sexo pero que no ignoraban la posibilidad. Su cabello era su mejor rasgo, o lo habría

sido si no se lo hubiese cortado tanto. Era un cálido café claro con reflejos dorados que

hubieran caído en suaves, rebeldes rizos si él les hubiese dado la oportunidad. En

lugar de ello, había sido cortado lo suficiente para mantenerlo bajo control.

Lo reconocí de sus anuncios de la televisión. John Creede. Segundo encabezado en el

membrete, se rumoreaba que era el verdadero poder detrás de una de las agencias

más grandes en el negocio de la protección personal. Cuando te preocupas lo

suficiente para contratar lo mejor.

—Es una caja fuerte de armas —señalé secamente—. ¿Qué cree que hay allí?

—Impresionante. —Esta vez cuando sonrió lo hizo en serio, y eso cambio su

apariencia por completo. Solo ese pequeño cambio, pero sentí que mi corazón se

aceleraba un poco, de repente mi cuerpo se hizo consciente de él. Los pequeños vellos

en la parte de atrás de mi cuello cosquillaron, tal como lo hicieron mis dedos. Dije que

esa era su magia probando lo que yo era, y eso pudo haber sido parte de ello. Pero

había algo más. Un profundo estremecimiento pasó por mi interior cuando presionó

con más fuerza su poder contra mí. Desde luego, él notó la reacción, y sus ojos

comenzaron a centellar con malicia. Maldita sea, si él no me estaba probando

intencionalmente. Jamás había sentido algo como lo que estaba haciendo. Era

primitivo, salvaje, y sin embargo, absolutamente controlado. Sus ojos comenzaron a

brillar ligeramente, miel liquida que me forzaba a mirar fijamente mientras su magia

hacia que mi piel doliera. La peor parte era que estaba segura que él ni siquiera lo

estaba intentando.

Aun así, mantuvo su voz plana y profesional cuando habló. —No sé qué es lo que tiene

allí, pero podía sentir su poder a casi una cuadra de distancia, a través del escudo del

edificio. Tiene que ser algo muy… especial para que llegue a captar mi atención. Me

hace desear chequearlo personalmente, Srta. Graves.

No estaba segura de como contestarle, pero fui salvada del problema por el oportuno

regreso de uno de los guardias, había terminado de evaluar mi oficina en busca de

amenazas.

—Puede entrar, Sra. Meadows —anunció el de la corbata roja—. Está despejado.

Cassandra entró a zancadas a la oficina, tomando la silla de visitante al otro lado del

escritorio. Cruzo sus piernas con una lenta elegancia, mostrando una larga extensión

de miembros con medias de seda. Supongo que eran unas buenas piernas, no soy juez

para tales cosas. Pero Lloyd’s de Londres las había asegurada por un montón

exorbitante de dinero durante su última película. Lo que sea.

Page 159: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Creede me hizo un gesto para que lo precediera. Era un gesto cortes, así que lo hice,

pero mis hombros estaban tiesos y nerviosos hasta que estaba en mi silla con una

pared a mi espalda. Podía saber que él lo sabía y que estaba bastante divertido.

—¿A qué debo está visita? —Mantuve mi voz amablemente neutral. Hasta ahora, las

cosas habían salido bastante bien. Si tenía suerte, nos detestaríamos cortésmente una

a la otra por unos cuantos minutos, establecer cualquiera que fuese el negocio, y yo

podría seguir con mi día.

Me miró desde el otro lado del escritorio como si las millas nos separaran en lugar de

unas cuantas pulgas de madera pulida. Permanecí imperturbable mientras esos

increíbles ojos abarcaban las manchas de sangre y las heridas. La cogí mirándome las

piernas y traté de convencerme a mí misma de que estaba mirando mi tatuaje.

Desafortunadamente, era mucho más probable que ella estuviera mirando las muy

viejas, desagradables cicatrices en las que yo trataba de no pensar pero que sabía eran

visibles bajo el dobladillo de mis boxers.

La observé buscando las palabras correctas para decir y no lograr encontrarlas.

—¿Tú y mi hija eran amantes? —Podía decir que esa no era la pregunta que ella había

pretendido hacer, pero fue la que logró pasar por sus labios.

Yo me eché a reír, cosa que la dejo perpleja. —No. Solo éramos amigas. Ella había

estado viendo a alguien durante los últimos meses. Se estaba empezando a poner

serio.

—Amigas. —Sacudió su cabeza. Era un gesto de una elegancia inconsciente que hacía

que su brillante cabello negro se moviera como algo viviente alrededor de sus

hombros. Sus ojos se encontraron con los míos y los vi brillando con lágrimas sin

derramar—. ¿Sabías que en toda mi vida de adulta nunca he tenido una amiga

femenina?

Yo no estaba sorprendida. Normalmente, las amistades están basadas en dar-y-recibir

entre iguales. No habrían muchas mujeres que fueran lo suficientemente seguras

como para sentirse su igual, y no estaba segura de que ella aceptara que lo hicieran.

Pero decir eso no sería educado, así que me resolví por algo un poco más neutral pero

no menos sincero: —Lamento oír eso.

Hizo una mueca compungida. —Vine con la intención de levantar el infierno, acusarte

de seducir a mi hija para obtener su dinero y ni siquiera preocuparte lo suficiente por

ella como para arreglar una cremación decente.

—¿Por qué no lo estás haciendo?

Page 160: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Por… —Miro a su alrededor...— Por esta oficina. Por qué al mirarte en este

momento, me doy cuenta que no puedo hacerlo. —Sonaba exasperada, frustrada—. Mi

esposo me dijo que no estabas usando a Vicki, que nunca lo habías hecho. Dijo que

fuiste la que la salvo del incendio, que la visitaste muchas veces a la semana en el

hospital, que te importaba.

Un pesar inesperado se abrió en mí. —Sí. Me importa… me importaba.

Una sola lágrima centellante, baja por su perfecta mejilla. Se sentó más derecha en la

silla y descruzo las piernas. —Me han dicho que Vicki te expresó sus deseos con

respecto a los arreglos de su funeral.

Me reí entre dientes. No pude evitarlo. Si, ella me había dicho, y a Alex y Dawna,

después de que hubieramos terminado nuestra segunda jarra de margaritas en el

pequeño restaurante mexicano a menos de una cuadra de aquí. Afortunadamente, aún

tenía la servilleta de coctel en la que había hecho que Vicki lo escribiera. Solo un

pequeño pedazo de papel blanco cubierto con una pequeña letra que se había corrido.

Lo había archivado en algún archivo con el recibo de mis propios preparativos pre-

pagados porque Vicki me había hecho prometerle que no lo perdería.

—¿Qué es tan gracioso?

—Solo estaba recordando. —Había sido una buena noche, una de las mejores, con

buenos amigas, buena comida, y un mal karaoke. Corrí la silla hacia atrás alejándola de

mi escritorio y me levanté. Me tomó un momento encontrar el archivo. Saqué la

servilleta de cóctel.

Cassandra se rió, luego dio una perpleja mirada culpable como si fuera demasiado

pronto. Estaba afligida y nada debería ser gracioso.

—Bajaré a sacarte una copia.

—Vas a conservar el original. —Lo señaló como un hecho.

Yo asentí. Ella tenía razón. Era tonto y sentimental, pero lo haría. Porque cada vez que

me encontrara ese pequeño pedazo de papel, me acordaría de esa noche y lo divertida

que había sido. Quería recordarlo. Porque en la presión del día-a-día de la vida era

demasiado fácil quedar atrapado en las cosas malas, dejar que las alegrías se

escaparan.

—Eres sentimental. Eso no lo habría esperado.

Me encogí de hombros, con la mano en el pomo de la puerta. —No me conoce.

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Sus ojos parecieron estrecharse, se habían drenado los últimos restos del humor,

dejando pena viva. —No, no te conozco.

No sabía cómo responder a eso. Ella había podido llegar a conocerme en cualquier

momento durante los últimos años, si le importara lo suficiente como para tomarse la

molestia. No lo había hecho. No más de lo que se había molestado en visitar a su hija

en Birchwoods. De cualquier forma, decir eso sería cruel. Trataba de no ser cruel, a

menos que fuera seriamente provocada.

—Tendrás que hablar con su abogado sobre los arreglos del funeral. Él ya tiene una

copia de esto y probablemente está empezando las disposiciones. Creo que ella lo hizo

a él el testamentario. —Eso obviamente era tal bofetada para los padres que lo único

que pudo hacer Cassandra fue abrir su boca en shock. Use la excusa de alguien

llamando a la puerta principal para salir antes de que ella pudiera decir algo

inoportuno.

Me encontré con Dawna en el pasillo. Había regresado de hacer sus recados. Su rostro

estaba rojo de rabia, sus ojos centellaban. Tenía varias bolsas de compra enganchadas

en su muñeca. —Si estrangulo a ese bastardo ¿me ayudarías a esconder el cadáver?

—¡Dawna! —Ron bramó. Vi que se entrecerraban sus ojos, la vi tomando un profundo

aliento como si fuera a contestar.

Tomé el paquete de sus manos. —Yo lidiaré con él —la interrumpí antes de que

pudiera llegar a decir algo que lamentaría más tarde. Ron estaba portándose como un

imbécil, pero ella necesitaba el trabajo. Y si él presionaba, probablemente podría

conseguir que los otros accedieran a despedirla incluso aunque yo me opusiera—.

¿Puedes hacerme unas cuantas copias de esto?

Ella tomó la servilleta de coctel con curiosidad, la abrió por completo para asegurarse

de que estuviera escrita solo por uno de los lados. —Ningún problema. —Bajó unos

cuantos peldaños y se detuvo. Girándose para mirar por encima de su hombro, me

sonrió—. Pero si pateas su trasero, yo podré mirar.

Me reí y seguí lentamente detrás de ella hasta el segundo piso. Mi rodilla seguía

punzando de dolor. Ella se giró hacia el cuarto de copiado. Yo continúe bajando hasta

el descansillo de las escaleras. Ron estaba tomando un aliento profundo para volver a

gritar cuando bajé los últimos peldaños. Me detuve un peldaño arriba de él. Estaba lo

suficientemente cerca como para invadir su espacio personal y lo suficientemente alto

para ponernos exactamente al mismo nivel los ojos. Sonreí y comencé a hablarle,

manteniendo mi voz suave, gentil, y todavía más atemorizante.

—¿Ronald, qué hora es?

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No se molestó en mirarme. Eso no es algo inusual en él. A veces pienso que realmente

no ve a nadie a parte de sí mismo. El mundo de Ron gira alrededor de Ron. Él dio un

paso hacia atrás con la intención de rodearme. Yo di un paso adelante, tomando de

vuelta el espacio que él se había concedido. Pregunté —¿Qué hora es?

Se irguió, tomando tanto aire como su pecho le permitía, tratando de imponerse sobre

mí. Esperaba que yo retrocediera. Casi todo el mundo lo hace. No es un hombre

pequeño, y es bulloso y odioso. La mayoría de la gente no quiere contrariarlo. Parecen

intuir que él vive para dominar a los demás. Pero yo no soy como la mayoría de las

personas. Había tenido un par de días realmente duros. Y realmente estaba bastante

cansada de toda la mierda de Ron.

—Las ocho y cincuenta. ¿Por qué? —Me escupió las palabras como si fueran

maldiciones, y empezó a ladearse para rodearme, tomando otra inmensa cantidad de

aire, preparándose para gritar.

Me paré directamente enfrente de él. —El horario de Dawna es de nueve a cinco de la

tarde. Aun no son las nueve. Ella no está de servicio.

Abrió la boca para discutir, pero lo silencié con una mirada y un gesto hacia arriba,

recordándole que teníamos clientes importantes en el lugar. —Esa clase de

comportamiento no te hace parecer importante, Ron. Te hace ver como un idiota.

Acaparar las instalaciones y el tiempo de la secretaria no te hace más importante que

el resto de los inquilinos, que pagan tanto como tú por el mismo privilegio. Te

convierte en un egoísta, odioso idiota. —No había levantado mi voz en ni ningún

momento. De hecho, mi tono era tan gentil como para estar en medio de una

conversación. Pero eso no lo engañaba. Porque yo no estaba retrocediendo. El

lenguaje de mi cuerpo era agresivo. Y mi piel, otra vez, había empezado a brillar. Se

estremeció, dando medio paso hacia atrás. Esta vez deje que lo conservara.

—Tuve dos atentados contra mi vida, como en tantos días. Estoy cansada y no tengo

paciencia. Como un favor personal para mí, Dawna fue a la tienda en su propio tiempo

para que yo no tuviera que verme con clientes potenciales luciendo de esta manera.

Desafortunadamente, los clientes vinieron temprano. Pero no la vas a amonestar por

no estar aquí a tu entera disposición. De hecho, no la amonestaras por ninguna otra

cosa.

—¿Es esa una amenaza? —Él bravuconeó, pero yo podía oler el miedo en él.

Afortunadamente, ya había comido. Mi estómago ni siquiera retumbo.

—Ronald. —Sonreí, asegurándome de mostrar una buena parte de mis colmillos—. Si

decido amenazarte, lo sabrás. Por el momento, llamemos esto como una sugerencia

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amistosa. —El silbido había regresado, pero extrañamente, no me molestaba. No me

molestaba para nada.

Y entonces fue finalmente cuando me dio una buena mirada. Retrocedió, sus ojos

enormes al ver los colmillos. Pero a pesar de su obvio temor, siguió bravuconeando.

—¡Como te atreves!

Me salvé de responder. La puerta principal se abrió y Bubba entró con mi madre

siguiéndole los talones. Justo detrás de ellos estaban Kevin Landingham y Bruno

DeLuca.

El mundo se detuvo durante diez segundos completos. Lo juro. Justo en su eje. Me

quedé ahí parada, mirando fijamente a Bruno, el hombre que había creído que era el

amor de mi vida cuando estaba en la universidad.

Mi boca se secó. Mi corazón se aceleró. Por un solo momento, el resto del mundo

desapareció y éramos solo él y yo.

Bruno había cambiado. Seguía siendo un metro con ochenta centímetros, de puro

semental italiano. Pero había toques de gris en sus sienes, y líneas de preocupación

entre sus cejas y en las esquinas de su boca. Una sonrisa estaba tirando de sus labios y

había una risa brillando en sus ojos cafés oscuros. En cualquier caso, casi siempre la

había cuando él me veía.

Fue mi madre la que rompió el hechizo, trayéndome de vuelta al presente con más

rapidez que gracia. —¿Celia? —La voz de mi madre alcanzó casi una octava entre la

primera y la segunda silaba de mi nombre—. Oh Dios mío, cariño, ¿Qué te ha

sucedido? Luces como el infierno.

Todo el mundo se giró a mirarme fijamente, incluyendo a Ron. Parecía haber pasado

su rabia, temor, y los colmillos por primera vez, mirándome desde la cabeza hasta los

pies.

—Ella tiene razón, Graves. Te ves… terrible. ¿Ese es tu pijama?

Oh, Demonios. Decidí hacerme cargo de la situación antes de que empeoraran las

cosas. No parecía probable y el mero pensamiento era aterrador, pero nunca se podía

saber.

—Sí, Ron. Vine en pijama porque la compañía de gas no iba a dejarme volver a entrar a

la casa. —Me giré hacia mi madre—. Hola, Mamá. Han sido un par de días difíciles. Ve

con Bubba a la oficina cuando hayas terminado y te llevare a casa. Kevin, Bruno, ¿Por

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qué no se unen a todo el mundo en mi oficina? Es una frecuente fiesta allí arriba. —

Muy bien, el sarcasmo se había pasado un poco de la raya, pero no pude evitarlo.

Me hice a un lado para que ellos pudieran pasar. Cuando Bruno pasó me dio un rápido

apretón en el hombro. Era un pequeño gesto, pero realmente me hizo sentir mejor.

Cuando habían pasado el rellano de las escaleras, me volví a girar hacia Ron, él seguía

mirándome fijamente, sus ojos demasiado abiertos. —¿Me estás diciendo la verdad?

¿Realmente alguien trato de matarte?

—Ssssi. —Señalé mi boca—. ¿Notaste los dientes? No los tenía la semana pasada.

—¿Dos veces?

—Sip.

—¿Por qué? —Parecía realmente confundido. Aparentemente, no le desagradaba lo

suficiente como para siquiera llegar a considerar la eliminación. Eso era algo así como

halagador.

Me encogí de hombros. —Maldita sea, si lo supiera. Pero estoy tratando de

averiguarlo.

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Traducido por dark heaven y rihano

Corregido por andre27xl

uve a Dawna entregando la fotocopia de la servilleta de papel a Cassandra y

dándoles mis excusas a todos. Necesitaba una ducha, y quería ponerme algo de

ropa que encajara para llevar delante de la gente.

Egoísta, probablemente. Gallina, definitivamente. Pero al diablo. El hecho de que haya

ido a la planta baja para un enfrentamiento con Ron me mostró más claridad que

estaba llegando al final de mi control.

Así que cerré la puerta del baño, me desnudé, y abrí el agua tan caliente como pude

soportar. Me limpié lo más que pude, verificando mis lesiones mientras tanto. La

rodilla era la peor. En conjunto las lesiones apestaban. Incluso con el impulso de mi

curación, estaban hinchadas y dolían. Había sido una idiota al bajar, y ahora estaba

pagando por eso.

Si hubiera tenido algún sentido común habría puesto unas vendas en la lista que le

había dado a Dawna. Pero no había pensado en eso, lo que significaba que

probablemente iba a tener que hacer otro viaje a PharMart. Había leído lo suficiente

de la investigación antes de dormirme para poder sacar una estimación razonable de

lo rápido que podía curarme—más o menos todo un día de curación cada hora. A ese

ritmo, la rodilla sería un problema durante unos días más, si me curaba

adecuadamente.

Salí de la ducha y me sequé con una toalla. Utilicé una segunda toalla para quitarme la

mayor parte de la humedad del pelo antes de peinarlo hacia atrás. Tendría que secarse

al aire. No había pensado en llevar un secador de pelo a la oficina. Pero eso estaba

bien. Estaba limpio. Yo estaba limpia. Abrí la bolsa y me encontré sonriendo.

Gracias a Dawna. Ella me compró la ropa interior correcta. Ropa interior de tipo ligera.

De encaje y bonita, en seda. Y la parte superior no era sólo una camiseta normal. No,

me había suministrado con las correspondientes camisetas sin manga y blusa de color

negro, probablemente el único color que de verdad se me vería bien con mi nuevo

T

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aspecto. Los pantalones vaqueros eran negros, también, y de mi marca favorita. Ella

había puesto incluso joyería —pequeños pendientes de aro y un colgante delicado de

oro blanco, no plata. No le había dado el dinero suficiente para pagar la mitad de esto.

Pero estaba muy, muy contenta de que ella lo hubiese hecho. Debido a que Bruno

estaba acá y Kevin y... bueno, extrañamente, Creede.

Y en este atuendo no tendría que sentirme completamente superada por Cassandra.

Los calcetines eran muy bonitos, pero eran de nylon en lugar de algodón. Detesto los

de nylon porque me hacen sudar, por lo que me puse los zapatos de tenis con los pies

desnudos. Dejé la chaqueta de dril de algodón en la bolsa. Era demasiado caliente para

usarla en el interior. Probablemente era demasiado caliente para llevarla fuera

también. Pero tenía que cubrir lo más que pudiera de piel.

Reflexioné con amargura que, si bien cubrirme me impediría quemarme, morir de un

golpe de calor era una clara posibilidad. Pero llevar la chaqueta me permitiría llevar

mis armas.

Todo el proceso probablemente no me tomó más de quince o veinte minutos. Cuando

estaba tan lista como iba a llegar a estarlo, tomé una respiración profunda, agarré la

manija de la puerta, y salí al pasillo, esperando escuchar voces y ver a una multitud en

mi oficina. En cambio, me encontré con el bendito silencio, excepto por el suave

chasquido de las teclas de un ordenador portátil.

—¿A donde fue todo el mundo? —murmuré.

La incorpórea voz de Bruno DeLuca me respondió, desde mi oficina. —La Sra. Cooper

y su séquito se fue con la copia de la información del funeral. Advirtió, que no le gustó

la cosa de la “no cremación”.

—Estupendo. Simplemente genial. —Caminé por el pasillo a mi oficina. Sentí un

cosquilleo extraño cuando pase por encima del umbral. Una especie de sensación de

alfileres y agujas picando contra mi cuerpo. Era desconcertante. Debí haber dicho algo,

pero Bruno ya estaba hablando.

—Kevin está llevando a casa a tu madre. Después de la escena con el abogado en la

planta baja, creo que tenía miedo de lo que pudieras hacer con ella si las dejaba acá

solas a las dos.

Me sonrojé. Probablemente no debería haber amenazado a Ron. Sí, era un idiota, pero

no es como si él pudiese cambiarlo. Es su naturaleza. Es lo mismo que culpar a un

perro por ladrar. Y tenían razón sobre mi madre, también. Porque mientras Ron es

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molesto, mi madre me lleva a un nivel completamente irracional con tanta facilidad

como respirar.

—Relájate. —Bruno me miró y sonrió, y me calentó hasta los pies. Éramos los dos más

mayores. Tal vez fuéramos incluso más sabios. Pero viendo esa sonrisa, sentí el

familiar tirón en las fibras de mi corazón y tuve que recordarme a mí misma por qué

no habíamos funcionado como pareja.

—No lo lastimaste, y por lo que escuché, se merecía una patada en el culo. —Bruno me

miró, desde la cabeza a los pies—. Me gusta el atuendo. Casi hace que tu color se vea

normal.

—Gracias. —Me puse a un lado de una de las sillas de visitantes e hice caso omiso de

la repentina punzada en mi pierna—. Y sí, Ron se merecía eso y más. Pero no me gusta

el hecho de que sigo casi perdiendo el control.

Bruno se alejó de la computadora portátil en la que había estado trabajando para

dirigirme una larga mirada.

—Vas a tener que tener cuidado con eso, Celia. He estado leyendo y, aunque los

efectos de convertirse en una abominación son muy individualizados la rabia

incontrolada parece ser bastante universal. También parece que golpea en cualquier

habilidad latente mágica que no se habían manifestado en la forma humana.

—No tengo ninguna habilidad mágica. Gracias a Dios por los pequeños favores. —De

hecho, había fallado en las pruebas estándar que había tomado en la escuela primaria

de manera tan completa hubiera conseguido una puntuación negativa, si eso fuera

posible. Pero la cosa del control de la ira iba a ser un problema.

—No todas son malas noticias. —Dio vuelta el portátil para que yo pudiese ver la

pantalla. Había estado investigando en un sitio web interno de la empresa en que

trabajaba. Me di cuenta porque el logotipo de la empresa estaba presente

destacándose en la parte superior de cada página.

—Conseguiste mejorar tu curación, fuerza y velocidad. Dependiendo qué tan lejos

avance el proceso, es posible que puedas comer poco alimento sólido con el tiempo.

Podrías comenzar con alimentos blandos y ver si puedes trabajar tu camino hacia

arriba.

Me encontré a mí misma sonriendo hasta que mi rostro dolió. Me encanta la comida.

Realmente amo la comida. Sobre todo las cosas étnicas como mexicana, tailandesa, la

buena pasada de moda italiana, con mucho ajo. Oh, mierda—ajo. ¿Iba a ser un

problema? Yo esperaba que no. Pero incluso si lo fuera, podría hacerle frente. Quiero

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decir, ajo o no, podría ser capaz de comer comida de verdad. Material sólido. Como

una persona normal. Podría empezar con huevos revueltos. Y tal vez un mordisco de

tocino. Yum.

Bruno estaba sacudiendo la cabeza con divertida incredulidad.

-—¿Qué? ¿Se supone que no tengo que preocuparme por comer?

Eso me valió una mirada. —Los alimentos sólidos deben ser lo último en lo que tienes

que pensar. Necesitas concentrarte en la búsqueda de tu señor, antes de ello.

Alejé esos pensamientos con un gesto. —Sí, sí, lo sé. Pero honestamente, estoy más

preocupada por los chicos que armaron la emboscada que sobre el murciélago

específico que me mordió. Y no creo que Kevin se largara con mamá sólo para

mantener la paz.

—¿Crees que está ocultando algo? —Bruno sonaba cansado por lo que lo mire más de

cerca—sin el brillo de la nostalgia y la atracción sexual.

Estaba cansado. Tenía líneas de preocupación y arrugas que no había notado antes. Y

mientras podía sentir un flujo constante de energía que emana de él, profunda, fuerte

y más poderosa aún de lo que había percibido desde la M & C Boys, parecía tenso. Su

cuerpo prácticamente cantaba con la tensión, incluso sentado.

—¿Estás bien?

—Han sido unos meses difíciles —admitió—. Voy a estar bien.

Una mentira blanca. Y solo como eso yo lo sabía. No sé leer la mente, bueno, no del

tipo psíquico. Más del tipo de conexión que tienes con alguien cuando has estado cerca

a ellos por un tiempo muy largo. Empecé a jurar. —Maldita sea, DeLuca. Me conoces

mejor.

Él me miró, los oscuros ojos parecían peligrosos. No respondió la acusación que me

moleste en decir. —No es como que tuviera muchas opciones. Sabes lo que está

pasando.

—Tal vez no —gruñí—. Pero sé que drenar tu poder sin descanso va a hacer que se

salga de control, incluso fallar. Sé que va a cortar más años de tu vida que el hábito de

fumar dos paquetes al día. —Los espasmos de mi rodilla me llegaron finalmente, así

que me apoyé en mis pies y descansé mis brazos sobre el escritorio. Invadiendo su

espacio personal, pero a diferencia de Ron, Bruno no retrocedió.

Page 169: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Sí, bueno, ahora sé que hay un demonio menor deambulando suelto en el área

metropolitana y mi hermano lo está cazando a pesar de los heridos, uno de mis

mejores amigas acaba de morir por arte de magia, y otro apenas sobrevivió al ataque

de vampiros. Las cosas están un poco tensas. Así que, sé una perra conmigo todo lo

que quieras, creo que tal vez mi reposo sólo tendrá que esperar.

Me balanceé sobre los talones como si me hubiera abofeteado. Hubiera sido mejor si

lo hubiera hecho. No era la única persona que contaba con un clarividente

determinado como mi mejor amigo. —¿Estás seguro de Vicky?

—Estoy seguro. —Se frotó el puente de la nariz con la mano izquierda. Era un gesto

familiar de las noches en las que se había quedado hasta tarde estudiando y estaba

cansado—. Llamaron a nuestra empresa para llevar a cabo una investigación

independiente. Tenía suficiente tracción para insistir en que llegara a tiempo.

—Dime.

—No puedo. Es confidencial, e hice un juramento. —Él se arremangó la manga

derecha, mostrándome una marca en el interior de su antebrazo. Era de color rojo

brillante y probablemente no había estado ahí hace un minuto. Negó con la cabeza—.

Si no estuviera tan condenadamente cansado, no habría dejado incluso que se me

escapara.

Di marcha atrás, porque sabía que tenía razón. Los juramentos de enlace eran... bueno,

una unión. Romperlos se supone que no es mortal, pero hay cosas peores que morir.

No me gustaba que me haya permitido ser atado, pero era un adulto. Y puesto que la

escritura era definitiva, bueno, lo mejor que podía hacer por él era dar marcha atrás.

—Está bien. La marca es sólo una advertencia de que estás en la cuerda floja, no que

has fracasado. —Me bajé de nuevo a la silla. No estaba dispuesta a hacer nada que

perjudicara a Bruno. Pero podía hacer preguntas a otras personas: gente como el Dr.

Scott en Birchwoods, que tendría una copia completa del informe.

—¿Me puedes contar algo sobre el demonio?

-—Eso no es un secreto, por lo que yo sé. Te diré al respecto en el camino hacia el

hotel. Coge tus armas. —Él asintió hacia la dirección de la caja fuerte—. Tengo que

verlas antes de ir a ninguna parte.

—Están bien. —No quería que él lo viera. Porque conocía a Bruno. Si los cuchillos

estaban incluso con un pelo menos de potencia, los llenaría. Y él necesitaba descansar,

no más trabajo.

Page 170: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Él me dirigió una sonrisa triste, como si me hubiera leído la mente. Tal vez lo había

hecho. No me sorprendería si tuviera una pizca de don psíquico, junto con el talento

de mago, y realmente no me sorprendería si no se lo hubiese contado a nadie.

—Muy bien. Pero no te empujes. —Fui a la caja fuerte.

—Sí, mamá. —A pesar de que fueron las mismas palabras, las dijo totalmente

diferente a como las había dicho Kevin.

—¡Oh, cállate! —murmuré, pero sonreía. Había extrañado a Bruno. Me encanta Kevin

Landingham. Era grande, inquietante, oh tan sexy. Pero era serio. Y secreto. Bruno

había sido siempre un soplo de aire fresco. Él tiene... dinamismo. Si consiguieras un

esmoquin, él podía citar las películas de James Bond durante toda la noche. No sólo

canta en la ducha, es un popurrí de canciones de Barry Manilow y melodías de

espectáculos. Ninguna situación es tan seria que Bruno DeLuca no bromeara sobre

ella.

Muchas personas lo encuentran molesto. Ellos asumen que no hay sustancia en el

flash. Están equivocados.

Bruno tiene su diversión, pero en el fondo es el camuflaje de una mente buena y el tipo

de determinación despiadada que lo llevó a la cima y lo mantiene ahí.

Tenerlo sentado en mi oficina, serio y preocupado, me llegó. Mucho. Podía sentirlo

detrás de mí, una presencia cercana, cálida en mi espalda. Mi pulso se aceleró, mi

cuerpo era intensamente consciente de él. Me distrajo lo suficiente que solté el control

y tuve que empezar de nuevo. Eso ganó una risa baja, mala. La que ignoré... en su

mayoría.

Al final conseguí bajar y entrar la combinación de la caja fuerte. Abriéndola, saqué la

bolsa de lona que contenía la caja con los cuchillos. Puse la caja en la mesa frente a él.

Bruno agitó la mano sobre él en un gesto casual. Por donde sea que pasara su mano,

los rastros de brillantes colores del arco iris se movían sobre la tapa.

—Eso es genial. —No había querido decirlo en voz alta. Solo se me escapó.

Él se echó a reír, y por un momento un poco del —viejo— Bruno brillo en su rostro. —

Sí, lo es. —Me sonrió—. Voy a tener que decirle, señorita, que no todos los magos

pueden hacer eso.

—Por supuesto que no. —Estuve de acuerdo—. Tú eres el hombre.

Se rió de nuevo, un sonido de verdadero placer. —Malditamente cierto. Y no lo

olvides.

Page 171: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—¿Por qué puedo ver eso? ¿Y por qué puedo sentir la magia? No podía hacerlo antes.

—Sabía que él sabría la respuesta. De toda nuestra gente, él había sido el mejor

estudiante. No era el más inteligente. Pero había tenido talento para grabar y siempre

trabajó más duro. Leyó cada tarea, tomó notas detalladas, escuchó y participo en las

clases. Sus trabajos de investigación siempre habían sido de primera categoría.

Incluso en la universidad se había suscrito a todas las revistas especializadas. Si

alguien puede decirme lo que estaba pasando, ese tenía que ser él.

—La magia es perjudicial para los vampiros, para la mayoría de los monstruos en

realidad, pero sobre todo para los murciélagos. En una conjetura, diría que la

capacidad de sentirla, es un rasgo que te pasó tu señor cuando te drenó. La magia de

detección sería una de las habilidades que mantendría a un murciélago con vida el

tiempo suficiente para convertirse en un señor.

Él abrió la caja. Los cuchillos relucieron. Los mangos de madera pulidos hasta un brillo

cálido, pero las hojas destellaban con un fuego frío. Cuando pasó su mano sobre ellos

no hubo arco iris. En su lugar una luz blanca, cegadora como una llama de magnesio,

brotó a la vida. Retrocedí, escudando mis llorosos ojos con mi brazo. No podía ver

nada, pero podía escuchar el orgullo y la satisfacción en la voz de Bruno.

—Oh sí. Lo mejor que he hecho. Tal vez lo mejor que haré. Espero que no, pero nunca

se sabe.

La luz murió. Tuve que parpadear varias veces. Lágrimas corrían de mis ojos y mis

retinas estaban aún sobrecargadas. Las limpié con el dorso de mi mano.

—Esos cuchillos salvaron mi vida la otra noche, dándome suficiente tiempo para que

Kevin y Amy vinieran al rescate.

—Ese fue el por qué los hice. —Bruno enrolló su manga izquierda para exponer un

antebrazo marcado con finas cicatrices blancas.

Antes de que pudiera preguntar lo que él iba a hacer, había levantado el primer

cuchillo. Con un movimiento practicado lo deslizó en su carne. La sangre brotó de la

herida y dejó un rastro en la plata y el acero de la hoja del cuchillo. Murmuró palabras

en un idioma que no reconocí. Hubo un siseo de poder y el aire parecía pesado y

caliente. Observé a la hoja absorber la sangre y la herida en su brazo formó costra,

entonces curó, hasta que todo lo que dejó fue otra delicada línea cicatrizada.

Colocó el cuchillo de regreso en su estuche y alcanzó el segundo cuchillo. —Tengo que

decirte, Celia, si hubiera sido cualquier otra persona… pero Vicki me juró en la

universidad que si tú no hubieras tenido el arma correcta en ese callejón, habrías

Page 172: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

muerto de ese ataque vampiro y tu cuerpo nunca habría sido encontrado. Si ella

hubiera sabido el día exacto, te habría detenido de tomar ese trabajo. Lo sé.

¿Ella sabía? ¿Aún regresó a la universidad? —Nunca me lo dijo.

—Ella no se lo dijo a Kevin, de todas formas. Solo me dijo que sabía que yo podía hacer

los cuchillos, y que eso haría toda la diferencia si lo hacía. —Me lanzó una mirada

graciosa—. No me dijo que tendría que sangrar cada maldito día por los siguientes

cinco años para conseguir terminarlos. —Él sonrió—. Hubo algunos días en que

realmente quería darme por vencido y decir a la mierda. Especialmente después de

que rompiéramos. Pero si cualquier cosa te hubiera pasado, nunca me lo habría

perdonado. Ni siquiera cuando estuve lo suficientemente enojado contigo para

estrangularte yo mismo.

Hice una mueca. ¿Cortarse a si mismo cada día durante cinco años? Ouch. Ni siquiera

supe que decir a la vista de esa clase de dedicación y esfuerzo. ‘Gracias’ no parecía ser

suficiente, pero era todo lo que tenía.

Así que lo dije. —Gracias.

Él sonrió, y suavizó su expresión, trayendo la usual calidez de regreso a sus ojos

marrón oscuro.

Se inclinó acercándose, dándome un beso rápido en la frente. —De nada.

El nivel de intensidad emocional había crecido hasta el punto en donde me estaba

sintiendo incómoda, así que cambié el tema. —Dijiste el hotel. ¿Esto significa que te

vas a descansar?

—Solo una ligera siesta. Voy a tratar de encontrarme con mi hermano Matteo antes

del atardecer… veré si él consigue alguna pista sobre ese demonio del que te estaba

hablando. Pero necesito que me lleven. Kevin me trajo aquí.

—Agarraré mis llaves. —Negué con mi cabeza en una desaprobación poco entusiasta y

tomé una decisión. No iba a decirle que el demonio estaba involucrado en mi

problema. No aún. Él podría ya no ser mi amante, pero era y siempre sería mi amigo.

Estaba preocupada por él. Los días en los que estuvimos lo suficientemente cerca

como para que yo tuviera algo que decir o influenciar sobre lo que hacía habían

pasado, si es que ellos siquiera habían existido en primer lugar. Pero si yo pudiera

retrasar el decirle unas pocas horas hasta que estuviera en mejor forma, lo haría. —

¿Espero que no te importe que me detenga en la farmacia por el camino? Necesito

vendar mi rodilla.

Page 173: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Hubo un golpe en la puerta. Nos volteamos al unísono para encontrar a Dawna parada

en el umbral, viéndose notablemente incómoda.

—¿Qué está mal?

—Lo siento, Celia, pero no vas a ir a ninguna parte por un rato. El Detective Gibson

está en el piso de abajo con un par de hombres quienes se mantienen frunciendo el

ceño y murmurándose el uno al otro en algún idioma extranjero. Y los tres están

lanzándole miradas como puñales través de la mesa del café a los tipos del FBI de

ayer. Todos ellos quieren hacerte preguntas. Ahora. De hecho, están siendo muy

insistentes en eso.

Mierda. —¿Bueno, no está esto jodido?

—No deberías hablarles sin un abogado presente, —advirtió Bruno.

—Ya he conocido a Gibson. Pero tienes razón acerca de los federales. —Dudaba de que

un abogado me ayudara mucho con los otros dos. A menos que estuviera equivocada

en mi suposición, ellos probablemente habían sido enviados aquí por el Rey de

Rusland. En verdad estaba de algún modo contenta de que ellos estuvieran aquí con la

policía. De otra forma podría haber sido llevada a algún lugar para un muy privado

interrogatorio. Tal vez uno que envolviera un cierto nivel de desagrado y finalmente

mi prematura y permanente desaparición.

Afortunadamente para mí, no tenía absolutamente nada que esconder. Era poco

probable que cualquier de mis visitantes creyera eso. Pero si yo desaparecía habría

muchas y muchas preguntas incómodas y mala publicidad. Bruno se daría cuenta,

incluso si Gibson no. El rey no necesitaba mala prensa, incluso si sus allegados tenían

inmunidad diplomática.

Y por supuesto dije que cooperaría totalmente. Demonios. No pensé en esto. Grave. En

este punto si ellos querían matarme, iban a tener que tomar un número. Sólo consigue

pasar la entrevista.

Puse una sonrisa en mi cara que esperé que engañaría a Dawna. No podría engañar a

Bruno. Él me conocía demasiado bien. —Dawna, hazme un favor, llévalos al salón de

conferencia y ordena algo de café y panecillos. Voy a llamar a mi abogado.

—Ron los está llevando al salón de conferencia.

—Por supuesto que lo hace. —Sentí que mi sonrisa desfallecía pero traté de no sonar

desconcertada. Dios, ¿Por qué este no se sentía como cualquier otro día de la

semana?—. Bien. Dales café y diles que estaré en unos pocos minutos, que estamos

esperando a mi abogado. Luego ordena los panecillos. Nos encontraremos aquí en mi

Page 174: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

oficina una vez el abogado llegue. —Volteé hacia Bruno y traté de mantener la

frustración en mi voz a un mínimo. Después de todo, nada de esto era su culpa. Mía de

nadie más, si venía al caso—. Parece que tendrás que tomar un taxi.

—No voy a irme.

Comencé a protestar, pero me silenció con una mirada. —Considérame tu consejero

sobrenatural. Las leyes federales dictan que puedes tener uno cuando no eres

completamente humana. —No iba a discutir con él cuando estaba usando esa

expresión, así que no me molesté en intentarlo. Aliviado, cerró su portátil, lo puso en

el estuche, entonces se levantó y se movió hacia el otro lado del escritorio, colocando

una silla en la otra esquina.

Dawna estaba sacudiendo su cabeza divertida mientras salía por la puerta. Se iba

riendo. Ella nunca trataría de sacar a Bruno cuando estaba en uno de sus estados de

ánimo. Además, considerando que él había ido más allá para hacer esos cuchillos, yo

se lo debía.

—Te das cuenta que no te van a dejar quedarte. Consejero sobrenatural o no.

Me dio una sonrisa que era más un desnudar de dientes. —A menos que ellos sean

muy, muy buenos, ellos ni siquiera sospecharan que estoy aquí.

Parpadeé estúpidamente. —¿Puedes hacer eso? Quiero decir, pensé que no era posible

para las personas desaparecer.

¿Entonces otra vez, no era eso exactamente lo que Jones había hecho?

—Estarías asombrada de lo que puedo hacer. —Bruno me dio una genuina sonrisa

esta vez—. Pero no, no voy a desaparecer. Es una clase de hechizo de ilusión. Este me

hace pasar muy, muy desapercibido, una parte de los muebles. No me puedo

equivocar. Hay telépatas que pueden usar la manipulación mental para ti y todos en la

zona piensan que están viendo a otra persona. Pero no soy un telépata. Así que lo haré

con un poco de magia.

Más que un poco de magia, a menos que estuviera equivocada en mi suposición. Pero

no iba a comenzar una pelea si no podía ganar. Además, estaba curiosa. Había

estudiado los fenómenos paranormales por cuatro años y nada de esto había ocurrido.

—¿Así que tú consigues a un telépata lo suficientemente bueno y ellos realmente

podrían pararse en frente de la multitud y pretender ser el presidente y todos

pensarían que es él?

—Si él tuviera suficiente empuje, sí. Pero tendría que ser malditamente cuidadoso.

Porque mientras los compañeros con el don pueden influenciar lo que la gente piensa,

Page 175: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

no pueden manipular la realidad. Así que un espejo, una ventana, lo que sea, va a

reflejar lo que en verdad esté allí.

Me senté ahí por unos pocos segundos, tratando de asimilar eso. Quiero decir, los

telépatas siempre me habían asustado de alguna manera, después de todo eran

controladores de mente. Y esta es una de las habilidades del gobierno y las escuelas

mantienen las riendas bien sujetas. Pero Jones lo había hecho. Había tenido que

hacerlo. Yo solo estaba comenzando a sopesar las implicaciones de eso cuando la voz

de Bruno me regresó al presente.

—Mejor llamas a ese abogado. Tus invitados no esperarán por siempre.

Miré hacia arriba, con la intención de lanzarle una mirada, y él no estaba allí. Oh,

estaba. Y si me esforzaba en mirar, podía verlo. Pero a primera vista, demonios, ni

siquiera al segundo vistazo, habría jurado que era un árbol de caucho. Salvo que no

tengo un árbol de caucho.

—Presumido.

—Sí, bueno, es un hechizo, no manipulación síquica, así que no me puedo mover y

mantener la ilusión. Y no mires o ellos sabrán que algo pasa.

No mirarlo era más difícil de lo que sonaba. Traté de practicar, mirando a todas partes

menos al árbol de caucho en la esquina mientras marcaba el número de mi abogado.

Me llevó un par de minutos conseguirlo pero considerablemente menos tiempo de lo

que debería. Encontré a mis abogados a través de referencias de Vicki. Para los

estimados profesionales Pratt, Arons, Ziegler, Santos y Cortez yo solo era un diminuto

pececito en un gran estanque. Es una gran firma, con especialistas en varias áreas de

la ley. Son lo mejor, pero tienes que pagarlo. No había duda, en absoluto, en mi mente

de que la única razón de que ellos trataran conmigo era como un favor hacia Vicki.

Que no me dejaran en suspenso por diez minutos con la secretario significaba algo.

Solo que no estaba segura de qué.

Roberto Santos es el abogado principal en materia de defensa penal. Si no has oído de

él, presumo que has estado viviendo en un convento carmelita o escondido en alguna

parte debajo de una roca. Representa a los famosos e infames, prueba de que ellos

pagan sus facturas. Él es el tipo de hombre de costos y beneficios. Puedo respetar eso.

Soy de la misma forma. Nunca he sido un cliente lo suficientemente grande para

merecer una presentación. Mis cosas siempre han sido manejadas por asociados muy,

muy subordinados. Así que lo último que esperaba era que el hombre mismo se

encargara del asunto.

Page 176: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Roberto Santos, Señorita Graves. ¿Entiendo que tiene un problema? —Su voz era

suave, educada, flotando como chocolate fundido por la línea. Impresionante como era

por teléfono, solo podía imaginar la reacción de un jurado en persona.

Me tomó un segundo recobrar mi ingenio, pero lo logré. Tan brevemente como pude,

le conté todo rápido.

Él me dejo hablar. Podía oír el rasgar de una pluma a través del papel mientras

tomaba notas, pero no interrumpió ni una sola vez mientras yo contaba los hechos.

Una vez que terminé, sin embargo, hizo preguntas. Minuciosas e inteligentes

preguntas. Las expresó con enérgica eficiencia, y realmente escuchó las respuestas. La

conversación completa duró quizás veinte minutos.

—Puedo estar en su oficina en media hora. Mientras tanto, quiero que imprima copias

y haga un disco compacto para mí de todo lo que tiene. Probablemente no queramos

compartir todo, pero nos ahorrará tiempo y esfuerzo si tiene todo listo cuando llegue

allí.

—Está bien. ¿Cuánto voy a deberle por esto? —En verdad no quería saber, pero lo

necesitaba. Solo esperaba que no me llevara a la bancarrota.

Me las ingenié para no jadear por el monto que citó. Me quedé con la firma bajo

contrato, pero los honorarios por hora de trabajo real, bueno, podía afrontarlos…

apenas. Siempre, por supuesto, que las cosas no se complicaran. —Tendré un cheque

listo para usted cuando llegué.

—Gracias. La veré pronto.

Colgué el teléfono y comencé a preparar todo para él. No era mucho. Mensajes

telefónicos, algunas notas escritas a mano. Eché un vistazo a lo que estaba en la

computadora, que afortunadamente Dawna había conseguido trabajando. El contrato

firmado ya estaba en el archivo.

No muchos minutos después oí pisadas en la escalera y olí a café fresco mezclado con

el aroma de canela dulce de productos de panadería. Gracias al buen señor por la

canela. Mi estómago rugió audiblemente en respuesta.

Dawna estaba charlando amigablemente con el repartidor de la panadería y yo podía

escuchar a Roberto quejándose de que con este tipo de entrenamiento no necesitaría

el StairMaster. Bueno. Preferiría que no tuviéramos que esperar mucho más tiempo.

De hecho, quería terminar con esto lo más rápido y sin dolor posible.

Abrí la computadora portátil y estaba en el proceso de conectar los cables a la

impresora cuando tres hombres entraron caminando. Dawna y el repartidor

Page 177: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

comenzaron animadamente, alrededor de la esquina, a colocar los productos

horneados. Roberto movió una de las sillas, así estaría sentado cerca del escritorio.

Estreché la mano de Roberto antes de que se sentara. Apenas miró mis colmillos.

¿Quién sabe? Tal vez había visto cosas peores. Dawna se mantuvo lanzando miradas

disimuladas hacia el árbol de caucho, parecía confusa. Pero no dijo nada, solo se quedó

ayudando al repartidor. Cuando terminaron con la comida, ella comenzó a reorganizar

las sillas, incluso trayendo las sillas del patio desde el balcón, así habría suficientes

asientos para todos. Solo cuando había terminado y salió del cuarto, Roberto habló.

—Le dije a las personas del piso de abajo que necesitaba diez minutos a solas con

usted antes de que ellos se acercaran. Ya hemos perdido casi la mitad de este. Así que

mejor nos apuramos. Deme lo que ha conseguido.

Le pasé las copias y conecté una unidad de memoria portátil en uno de los puertos de

la computadora para transferir los archivos para él mientras estaba revisando las

páginas impresas. No le tomó mucho.

—¿Hay algo que no me hayas dicho? ¿Cualquier cosa que necesite saber? —Sonaba

receloso. Supuse que era natural. Es un abogado de defensor. La gente les miente a sus

abogados todo el tiempo.

Así que le dije el resto de la información. Tristemente, no había manera de que Bruno

no escuchara.

Page 178: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por Bautiston

Corregido por andre27xl

engo una oficina razonablemente grande. Pero estaba bastante concurrida con

todos hacinados allí. Gibson se había sentado en la silla del patio más cercana a

las puertas del balcón. Estaba tranquilo, moderado, y actuando mucho como si

no hubiéramos pasado una buena parte de la noche juntos. Así que, o ya les había

dicho o no lo había hecho y no quería. De cualquier manera estaba bien para mí.

Los federales eran similares y opuestos. Sus nombres eran Erikson y Rizzoli. El

primero era verdaderamente nórdico y guapo de la misma manera que los modelos de

los anuncios de Tommy Hilfiger. Rizzoli era de media estatura, construido en bloques,

e italiano como la pasta, incluso más italiano que Bruno -algo que yo no habría creído

posible si no lo hubiera visto por mí misma. Ambos agentes estaban vestidos con

idénticos trajes conservadores y los hacía ver de una manera que gritaba Federales.

No sé lo que hacen en el centro de entrenamiento federal, pero los hombres y las

mujeres que pasan el programa tienen una cierta manera de moverse y vestirse que es

fácil de detectar una vez que las has visto.

Los criados del Rey tenían nombres largos que yo no tenía esperanza de pronunciar.

Estaba vestidos impecablemente, sus trajes a medida, en el tope de la moda europea

de último momento. También podía sentir un escalofrío de poder que dijeron que

había sido escrito, probablemente con la misma magia oculta que había tenido en mi

chaqueta. Incluso si lo considero puedo pensar que me responderían que vinieron con

un garrote. Pero decidí no hacerlo. No parecía que tendrían un sentido del humor

acerca de ese tipo de cosas. De hecho, a pesar de las apariencias, parecían ser

precisamente del tipo de gente que usa ese tipo de arma. Eran grandes y lucían

intimidatorios, con rasgos europeos del este. ¿Tal vez el plan era asustarme para que

revele todos mis secretos? Su inglés era casi perfecto, excepto por un poco de

formalidad en las respuestas y el giro extraño de vez en cuando una frase. En mi

T

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cabeza los califique Tweedledee y Tweedledum16. Dee era el mayor; Dum, el más

poderoso.

Hicieron preguntas.

Respondí.

Los federales preguntaron.

Les respondí.

Luego de vuelta a los criados.

Se hizo aburrido. Luego tedioso. El tiempo para el desayuno pasó. Luego el almuerzo.

Sabía que se suponía que iba a tomar algo, pero pensé que no era prudente pedir un

descanso. Así que crucé los dedos y me concentré en responder las preguntas.

Todos teníamos todo el café que queríamos, pero mientras que los hombres al parecer

tenían vejigas de hierro, yo no. Tal vez era una especie de concurso de meadas no-

meando. Lo que sea. Finalmente, me rendí y dije a todos que necesitaba ir al baño.

Había planeado tomar un batido cuando llegué allí, pero la caja no estaba. ¿Estaba en

el refrigerador? En realidad no importaba, porque no pienso que mi público me

aprecie tomando diez minutos para ir a la planta baja a la cocina a conseguir uno.

Cuando volví, estaban charlando amigablemente y comiendo rollos de canela. El olor

me empezó a volver loca, así que decidí unirme a ellos.

Grave error.

Di un mordisco. Mordí (que, dicho sea de paso, es un truco bastante complicado

cuando se tiene colmillos). Y me ahogué. Mal.

No podía tragar.

Traté de bajarlo con el café.

No hubo suerte.

Un solo bocado pequeño y bien masticado, y no iba a bajar. Se quedó atorado. Bien y

verdaderamente atrapado, en medio de mi cuello. Tosí y tragué e incluso metí un dedo

en mi garganta, con la esperanza de empujarlo hacia abajo.

Me senté en mi escritorio, volviéndome ligeramente azul, mis huéspedes viéndose

cada vez más alarmados. Incluso el árbol de plástico estaba temblando.

16

Tweedledee y Tweedledum son dos idiotas que conocemos y vemos siempre juntos, nunca aparece uno sin el otro, son como si fueran siameses. Del libro Alicia en el País de las Maravillas.

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Finalmente me di por vencida y me excusé de nuevo, entré en el cuarto de baño, y metí

el dedo hasta el fondo de mi garganta hasta que vomité. Me pasé el cepillo de dientes

de nuevo, cepillando hasta que mi respiración fue de menta fresca. Me quedé mirando

mi reflejo en el espejo y lloré. Tenía colmillos. No podía comer alimentos sólidos. Era

real. Era permanente. Ya no era más un ser humano.

No lloré mucho. A pesar de haber pasado un día o dos, yo no soy del tipo que llora.

Además, había agentes y un abogado que me esperaba. Así que cogí una toalla del

armario y moje mi cara con agua fría. Dado que todavía parecía un poco manchada,

tomé la pequeña bolsa de seda que guardaba mi maquillaje y comencé a ponérmelo.

Unas gotas de Visine17 ayudó con los ojos, pero no la cara.

Parecía un payaso.

Siempre había sido pálida, pero mi piel ahora era blanco puro y los colores que antes

habían sido sutiles ahora eran llanamente chillones.

Maldije en voz baja, lavando todo. Luego tomé mi cabello y lo peiné hacia fuera. Me

quedé mirando mi reflejo. Mejor. Miré mejor. No es bueno. Todavía había un poco de

pánico en los ojos. Pero no había mucho que pudiera hacer al respecto. La vida

continúa, ya sea que estés preparado para ello o no. Desde que estaba preparada para

ser lo que iba a ser, salí al pasillo. Tomando una respiración profunda, regresé a la

guarida del león.

Habían estado discutiendo, en voz alta, mientras me había ido. Pero se hizo el silencio

instantáneamente cuando di un paso dentro de la habitación. —Esto no nos está

llevando a ninguna parte. Estás perdiendo el tiempo. — El toque de acento se

deslizaba en la voz de Dee, probablemente porque estaba enfadado—. Nos gustaría

ver por nosotros mismos lo que ha sucedido. —Su rostro estaba enrojecido todavía de

discutir—. Creo que ya han aumentado la memoria mágica y visitado a un psíquico,

¿no? —Él miró a Gibson, quien se mantuvo impasible a excepción de un músculo que

se movió en la mandíbula donde estaba apretando los dientes.

Sentí mis cejas trepando por mi frente. ¿Cómo demonios sabían acerca de mi visita a

Dottie? No me gustaba eso. Y realmente no me gustaba la idea de estos dos

aterrorizando a una buena viejita. A juzgar por la expresión de Gibson, no le gustaba

mucho, tampoco.

—Usted lo volverá a hacer. Para nosotros. Ahora. —No era una petición. A su

alrededor la gente de la habitación estaba histérica. Mi abogado comenzó a discutir,

pero el Ruslander continuó, hablando sobre él—. Preferiríamos que mi compañero la

17 Visine: es la marca de gotas oftálmicas más popular y las más fiables en los EE.UU

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asistiera. Pero si no, tal vez su amigo en la esquina —se agitó en la dirección de Bruno,

el árbol de plástico— puede hacer algo más que esconderse. ¿Humm?

Bueno, mierda. Esto era embarazoso. Todos en la sala se volvieron para mirar a la

esquina hasta que, con un suspiro, Bruno se dio por vencido y dejó caer la ilusión.

—¿Y quién diablos es usted? —La voz de Erikson goteaba carámbanos.

—Su nombre es Bruno DeLuca —respondió Rizzoli. Cuando su pareja se volvió a darle

una mirada que responde a la pregunta sin respuesta con un seco—: Hemos

cumplido—Se volvió a Bruno—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Bruno abrió la boca para hablar, pero era Dee, quien respondió. —Él ha estado

involucrado con la Sra. Graves durante muchos años. Estuvieron comprometidos una

vez. Esta aquí sin duda para protegerla de cualquier... —Parecía buscar la frase

adecuada—. ¿Negocio divertido?

Los ojos de Bruno se redujeron y asintió.

Robert me lanzó una mirada fría. Muy bien, así que no le dije todos mis secretos.

Esperaba no perder los servicios de la empresa.

—Bien —dijo con frialdad Dum—. No tenemos ningún problema con que el Sr. DeLuca

esté presente. Simplemente tenemos que saber exactamente lo que ha ocurrido. Y el

tiempo es efímero. Así que, Srta. Graves, ¿si fuera tan amable?

Lo expresó como una solicitud, pero no lo era. Y mientras los federales plantearon

objeciones, realmente no les importaba, y todos lo sabíamos.

—¿Qué es exactamente lo que piensa hacer? —La mirada que Bruno le dio al otro

mago dejó en claro que era mucho más que un tipo duro, un mago, no como los demás

presentes.

Dee empezó a explicar, pero sólo dijo un par de frases antes de que los argumentos

comenzaran. Bruno estaba empezando a acalorarse sobre conceptos que no estaban ni

cerca de comprender. Al parecer, no era el hecho de que hubiera un encantamiento

sino lo que suponía. Luego Erikson tosió suavemente, llamando la atención de todos.

—Todos tenemos suficiente información para iniciar nuestras diversas

investigaciones. Le sugiero que deje a la Srta. Graves descansar un poco. Siempre se

puede recurrir a medidas más drásticas si la investigación termina en callejones sin

salida.

—Suponiendo que viva tanto tiempo. —La sonrisa de Tweedledum no llegó a sus ojos.

Por otra parte, tampoco la mía.

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—Haré mi mejor esfuerzo. —Estaba cansada de la situación, cansada de ellos. Así que

hice un gesto hacia la puerta abierta. Era un despido, y que no les gustó nada. Aun así,

todo el mundo, incluido Bruno tomó la indicación. Esperé en la puerta por un

momento, escuchando. Podía oír sus pisadas y la conversación silenciosa incluso

cuando llegaron a la planta baja.

La voz de Dawna llegó más clara. —Perdone, agente Erikson, no se olvide de su pluma.

Que dejó en mi escritorio esta mañana.

Alguien murmuró algo que fue probablemente gracias. Oí el chirrido de la puerta

abierta, entonces el golpe de la pantalla, y se habían ido.

—Gracias a Dios que se acabó. —Lo dije con gratitud, no como blasfemia. Aunque

desde que mi relación con el Todopoderoso era un poco incompleta, supongo que

podría ser tomada en ambos sentidos. Fui a mi oficina. Empujando la puertas tras de

mi, me hundí con gratitud en mi silla. Estaba agotada, pero tensionada y nerviosa en

vez de somnolienta. El olor de los rollos de canela que había sido tan apetitoso

anteriormente ahora me daba náuseas. Pensé en bajarlos a la cocina, pero sólo parecía

demasiada molestia.

—Yo no contaría con eso. — La voz de Bruno llegó desde la silla al otro lado de la

mía—. Los chicos extranjeros no son del tipo que renuncia. Tenían que actuar, porque

todos los demás estaban aquí. Pero eso no significa que no traten de capturarte más

tarde.

—Ya lo sé. —No escondí mi exasperación—. No soy idiota, ya sabes. —Abrí los ojos

para mirarlo. Estaba cansada e irritable. Pero lo más preocupante, mi mirada se

mantuvo en los puntos del pulso... la base de su garganta... las muñecas—. ¿Qué hora

es?

La dijo y di un respingo. Mierda. Estaba muy atrasada para una comida. Extendiendo

mí brazo, apreté el botón del intercomunicador. —Dawna, ¿me podrías traer uno de

los batidos?

—En camino.

Cerré los ojos. Si no lo veía y no me movía debería ser más fácil pasar por alto el hecho

de que me había estado preguntando acerca del sabor de Bruno.

—¿Estás bien?

—Diablos, no. —Lo admití libremente. Afortunadamente, el toque de Dawna en la

puerta me salvó de tener que explicar. Ella entró y me dio un par de latas llenas con la

Page 183: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

nutrición de chocolate negro que me debía hacer pasar por otras cuatro horas sin

incidentes. Tenía la esperanza.

Pasé la lengua y derribé la primera copa de un largo trago. Golpeó duro en mi

estómago vacío, y tuve que luchar para mantenerlo. Decidí que probaría el segundo,

mientras pudiera ignorar los calambres que me daban ganas de doblarme en posición

fetal.

Dawna salió, tirando de la puerta que se cerró detrás de ella. Cuando estaba fuera del

alcance del oído, Bruno dijo: —Lo siento, Celia. Sé que puedes cuidar de ti misma. Lo

sé. Pero esto...—Su voz se apagó. Al parecer, se había quedado sin palabras.

Puse la bebida sobre mi escritorio, arrastré mi silla y abrí la caja fuerte de armas.

Mirando el contenido de mi caja fuerte, me debatí entre qué armamento quería tener a

mano. Las posibilidades eran buenas, no lo volvería a hacer aquí o en la casa antes del

anochecer, así que quería estar preparada. Además, me sentía un poco paranoica. Por

supuesto, había una creciente lista de personas que venían por mí, así que tal vez —

paranoica— no era la palabra correcta. Digamos que era reactiva.

—Si no me hubiera quedado, ¿me hubieras dicho sobre la prole del demonio? ¿O me

dejarías a ciegas? —El tono de Bruno era perfectamente el de una conversación, pero

yo sabía que no debía creer en que sus preguntas fueran casuales.

No lo miré a los ojos mientras revisaba a toda máquina la chaqueta de Jean sobre el

escritorio. No era de la misma marca que la que solía llevar, pero los bolsillos estaban

llenos de algodón y con tachuelas de la misma manera, tenía un buen par de ranuras

pequeñas que eran del tamaño perfecto para usar una de las pocas armas de un tiro o

una estaca. Agarré uno de cada uno de la caja fuerte. Consideré un par de discos de

cerámica que contenían —boomers—, un hechizo similar a los golpes de luz utilizados

por los militares, o tal vez una de las maldiciones de inmovilización, pero decidí no

hacerlo. Son útiles como el infierno en determinadas circunstancias, pero realmente

no creo que los necesitaría y no era mucho lo que podía llevar en la chaqueta. —Sin

duda, te lo habría dicho. — Miré por encima y le di una sonrisa irónica—. Después de

la siesta.

Dio un resoplido que podría haber pasado por risa.

—Te estás deteriorando. Tienes el poder para hechizar, pero no te servirá de nada si

estás demasiado cansado para usarlo correctamente. —Esperaba que discutiera, pero

no lo hizo. Termino dando un gruñido de esos. Sabiendo que no iba a llegar a ninguna

parte persiguiéndolo, cambié de tema.

Page 184: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—¿Cómo conoces a Rizzoli de todos modos? No pareces gustarle. —Agarré el par de

fundas de muñeca que había comprado para los cuchillos. Era trabajo de un minuto

ponerme las correas. Bruno me pasó los cuchillos de uno a la vez, el puño en primer

lugar, sin comentarios. Yo los deslicé en su lugar, sintiendo el poder tararear a través

de mis dedos cuando lo hice. Maldita sea, era bueno. Mejor que en la universidad, y él

no se quedaba atrás entonces. Pero todavía estaba preocupada por él. Había empujado

a sí mismo demasiado duro, demasiado tiempo. No estaba cansado, era más bien algo

profundo en los huesos. Una pequeña —siesta— no iba a hacer diferencia. Negué con

la cabeza, rozando el pensamiento de distancia con un gesto. No tenía sentido

preocuparse por eso. No podía hacer que el hombre descansara. Y él tenía un punto.

Infierno, en sus zapatos estaría haciendo la misma maldita cosa.

—Vine a esta dirección hace unas semanas para reclutar a su ex pareja. —Él me dio

una mirada divertida—. No sé si está más molesto de que haya reclutado a Manny o

que yo no lo reclutara a él.

Me reí. Ah, el orgullo herido. Eso era. Y también explicaba por qué pensaba que Rizzoli

y Erikson no se sentían cómodos el uno con el otro. La sociedad era demasiado nueva.

Metí la mano en la caja fuerte para recuperar una pistolera de hombro. Era una pieza

de encargo, a medida, hecha por el mismo hombre que había tomado las medidas de

mi perdida y lamentada chaqueta. Isaac Levy trabajaba en una pequeña tienda

ubicada entre una tintorería y una tienda de hombres. El modesto lugar miente acerca

de la agradable renta que se lleva a casa y pasa a su esposa e hijos. Gilda Levy era, de

hecho, tan —dorada— que la mayoría de las veces prácticamente tintineaba. Sus

anillos, uno en cada dedo, podían poner tus ojos fuera de la luz. Decir que a Gilda le

gusta la joyería es como decir que el Papa es católico. Tenía el número de Isaac

programado en mi teléfono celular, por lo que no me había molestado en

memorizarlo. Tendría que pasar por la tienda o llamarlo pronto. Quería reemplazar

esa chaqueta tan pronto como fuera posible y tal vez obtener una segunda, también,

asumiendo que el precio no fuera demasiado alto.

La funda no era del todo cómoda sobre la delgada tela de mi nueva remera, pero, rara

vez lo son. Te acostumbras cuando los usas con bastante frecuencia. Revisé la Colt,

asegurándome que estaba completamente cargada con plata, haciendo clic sobre el

seguro, y enfundándola. Puse algo de munición extra en ambos bolsillos de la

chaqueta.

—¿Tienes algo allí para mí? Iba rápido, así que no traje la mía.

Le di una mirada inquisitiva. Sabía que Bruno sabía cómo disparar. Pero nunca supe

que llevara un arma. Nunca. —¿Tienes permiso de porte de armas?

Page 185: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Es necesario para el trabajo. Tienen que ser re-certificados con exactitud cada seis

meses, también. —Él me dio una sonrisa maliciosa—. Apuesto a que puedo limpiar tu

reloj a distancia.

—En tus sueños, DeLuca. En tus sueños.

Page 186: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por MerySnz

Corregido por Marina012

os anuncios dicen: Si tú lo quieres, tú puedes encontrarlo… en PharMart. Hasta

ahora había encontrado un poco de lo que quería: una venda Ace para mi

rodilla, protector solar resistente, un sombrero de jardinería que, me hará ver

tonta, era tan ancho que podría confundirse con una paraguas y no corría el riesgo de

tostarme. Ah, y una gran cruz visible de oro, con una gran cantidad de diamantes de

imitación, una estrella de David, y un collar de Buda, todos de una línea especial

llamada “Certificado Santísimo De Artículos Sagrados de los Verdaderos Creyentes”.

Aunque no soy una verdadera creyente, las miradas que obtenía en plena luz del día

me hizo decidirme que necesitaba algo obviamente sutil si quería salir sin que la gente

trate de clavarme una estaca o rosearme nuevamente con agua bendita. Sutil no lo era,

pero estaba empezando a aprender que la mayoría de los seres humanos no piensan

en términos sutiles cuando se trata de vampiros. El miedo viene más de la parte

animal del cerebro, pelear o huir. Lo cosa que fuera, un vampiro real podría pasar

desapercibido, mientras que yo, que no he cambiado por completo, no podía. Debí de

haber perdido algo del camuflaje por magia o algo.

Di otro par de sacudidas, sólo por si acaso, y puse la alarma de mi teléfono celular para

que sonara en cuatro horas. Todavía tenía el café de antes, pero quería algo frío para

beber, entonces cogí una Pepsi extra-grande, bebiendo precavidamente primero. ¿Los

vampiros puede digerir el gas? ¿Podré digerirlo yo? Pero para mí deleite, descubrí que

sí, podía beber refresco. ¡Aleluya!

Bruno ha llamado a su hermano Matteo desde el auto mientras nosotros estábamos en

camino hacia la tienda. Matteo ha estado maravillado con tener una ventaja sobre el

demonio, pero ha estado regiamente molestando con mi manera de conducir. Por lo

cual estaba contenta de tener un pretexto para permanecer justo donde estaba, sin

embargo tomó un largo tiempo.

Tuve, inevitablemente, que elegir la única fila con caja para pagar en la tienda, donde

una viejecita quería el cambio sin recibo, quería que el gerente mirara y viera si ellos

L

Page 187: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

tenían algo en la habitación de atrás, que ellos tenían en las estanterías, y ahora

procedía a contar su pago en pequeñas monedas. Bruno ha ido a la caja rápida con su

compra de incienso y agua bendita. Podía verlo en el exterior discutiendo con su

hermano.

El Padre Matteo DeLuca es un sacerdote católico de la Orden de St. Michael. Es una

orden militante. Ellos activamente buscan vampiros, demonios y monstruos y en

cualquiera de los casos los matan o los envían de vuelta a su condenación eterna, lo

que corresponda. Si bien yo no era técnicamente una de las primeras, tuve la definitiva

impresión de que el Padre Matteo no le importaría ahora hacer un poco lo correcto.

Oh, no me malinterpreten. Él no lo haría. Pero él era un humano con la suficiente

tentación allí. Yo tuve, después de todo, que rompe el corazón de su hermano. No

importa que él haya roto el mío, también. Entonces, mientras esperaba en mi versión

personal del purgatorio, Bruno estuvo tratando de explicar mí palidez sobrenatural y

mis nuevos dientes de fantasía.

Mejor él que yo.

Un aburrido empleado estaba ajustando los nuevos tabloides y revistas dentro de los

bastidores en los estantes más visibles cerca de la caja de pago. Una de ellas

proclamaba orgullosamente que Abraham Lincoln no únicamente había sido una

mujer, pero también fue en realidad la madre del chico murciélago. Wow. Eso hizo que

girara sobre mis talones en el momento exacto cuando la mujer delante de mí

terminaba de contar su cambio… y descubrió que ella no tenía suficiente, así que iba a

tener que regresar algunas cosas. ¿Elvis fue un padre después de la muerte, gracias a

la abducción extraterrestre? La total perversidad era casi suficiente para volver a leer

la publicación en cuestión. Actualmente, podría haber comprado una copia para

Bruno, pero la portada era de poco entretenimiento, muchas revistas más conocidas

llamaban mi atención.

Mierda, estaba el príncipe y el resto de la familia real posando frente a una fila de

hombres fornidos y fuertemente armados que se parecían más a militares que a

guardaespaldas, con la nueva prometida del príncipe.

Me quedé allí de pie, parpadeando estúpidamente por lo menos durante un minuto

completo, tiempo suficiente para que el cajero tuviera que decir algo para llamar mi

atención. Agarré la revista, lo arrojé en la pila de cosas que estaba comprando. Leí en

el auto mientras Bruno y Matty estaban reforzando las salas alrededor de PharMart.

Ellos se rehusaron a salir de noche indefensos, particularmente después de que le

hablara a Bruno sobre la compañera de Edgar y cómo ella había sido capaz de lanzar

un hechizo al chico la noche de ayer —a través de la línea de protección y con su cruz

resplandeciente—, sin ni siquiera comenzar a sudar. De hecho, esa pequeña prueba,

Page 188: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

combinada con la capacidad de ella para nublar mi cerebro, hizo que ambos hombres

se pusieran muy nerviosos.

O bien ella era una übervamp, con un millón de años o más, o ella era ese demonio

menor que Matty y sus compañeros sacerdotes han estado cazando. Por supuesto,

ellos han estado ocupados haciendo el parentesco, argumentando cosas que no

pensaba que girara en torno a la investigación. Tuve la oportunidad de conocer a todo

el clan DeLuca en una Navidad, cuando Bruno y yo estábamos comprometidos. Ello

discutían largo y fuerte, pero nunca les impedía hacer su trabajo, y no les impedía

unirse contra algo o alguien que persiguió a otro miembro de la familia. Era un

perfecto ejemplo del clásico —nadie le dice eso a mi hermano, excepto yo— actitud

que se encuentra en unas tantas grandes familias, y me había hecho ponerme

nostálgica por mi propia hermana.

Pagué por mis compras, pero mi mente estaba en otra parte. Algo acerca de la

fotografía en la revista me molestó. De hecho varias cosas, pero si era el estrés, la falta

de sueño o algo completamente distinto, no parecía poder exprimir mi cerebro para

encontrar la respuesta.

Con el ceño fruncido, mi sombrero bajo hasta las orejas, apresurando el paso salí de la

comodidad del aire acondicionado de la tienda hacia una acalorada discusión que se

detuvo de manera abrupta y torpe cuando ellos me vieron. Vaya, ¿Creo que estaban

hablando de mí?

Decidí pretender que no lo había notado. Sonriendo, me volví hacia el mayor de los

dos. —Hola, Matty. He pasado un largo tiempo sin verte. Entonces, ¿ella es el demonio

y piensan que volverá aquí?

Matty se giró, con el calor suficiente que esperaba para estar a punto de estallar en

llamas en cualquier momento. Sus ojos color chocolate se había oscurecido a negro y

había una peligrosa descarga arrastrándose hacia su cuello. Todavía, mamá DeLuca

educaba a sus hijos para ser caballeros. Él respondió cortésmente… a través de los

dientes apretados. —Hola, Celia. Estábamos discutiendo eso mismo.

¿Nadie jamás le dijo que mentir es un pecado, Padre?

—¿En serio? ¿Qué se les ocurrió?

Matty comenzó a decir algo negativo, pero Bruno le interrumpía, obteniendo un

aspecto aún más oscuro del que yo le había dado. Como el hombre valiente que es, él

lo ignoró. —Ella no es un demonio. Sólo un antiguo y peligroso murciélago. Pero, ¿por

qué crees que va a volver?

Page 189: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Era una buena pregunta. Lógicamente, no debería. Había un mundo entero de víctimas

por ahí, un verdadero buffet. Pero apostaría mi dinero que estaría de vuelta aquí esta

noche, esperando a que esas protecciones fallaran.

—¿Celia? —No, los chicos DeLuca no son impacientes. No, en absoluto.

Traté de explicar lo que había estado pensando. —Ella odia no poder llegar a él. Casi

como si se tratara de una afrenta personal. Y no le gustó que Edgar ordenara su

regreso. No puedo jurarlo, pero apuesto a que ella estará de regreso, no por otra razón

sino para demostrarle a él que no la controla. —Mezquina, incluso estúpida. Pero

mientras que los vampiros no pueden mantener sus recuerdos, ellos pueden

mantener los rasgos básicos de su personalidad. Estaba apostando que la Sra.

Übervamp ha estado siendo bastante perra siempre.

—¿Estás seguro acerca de la cosa del demonio?

—Positivo. —Matteo sonrió, dejando al descubierto los dientes. Metiendo la mano

dentro del bolsillo de su pantalón negro del uniforme, sacó un pequeño auto muy

similar al que yo había perdido, a excepción de éste tenía un crucifijo sobre su capó en

un adorno diminuto.

Silbé, impresionada. Lo miré uno de esos otros días. El precio había estado tan lejos de

mi alcance.

—Entonces, ¿cuál es el plan? Ella no es lo que tú, pero ella es una amenaza seria.

Incluso aunque pusimos la barrera de seguridad, ella pudo hechizar al chico de ayer

como si no hubiera ninguna barrera. Podría hacerlo de nuevo.

Bruno miró a su hermano. —¿Matty?

Matty suspiró. —No podemos darnos el lujo de sacar a alguien de la caza principal.

Pero si ella ha puesto sus manos en el chico lo suficientemente profundo, será capaz

de llamarlo. No puedo correr ese riesgo. Me quedaré y haré frente a esto.

—Tú no lo harás solo. —Eso no fue diplomático. Sí, él había cazado murciélagos

profesionales. Pero él no la ha conocido. Yo lo hice. Una persona no podría acabar con

esto.

—¿Perdón? —Matty se infló en toda su estatura y con mucho gusto se hubiera lanzado

hacia mí, pero Bruno se interpuso entre nosotros.

—Ella no quiso decirlo así, Matt. Y es un murciélago viejo. Tú mismo has dicho que

cualquier murciélago de más de doscientos necesita al menos un equipo de dos

personas.

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Matty me miró por encima del hombro de su hermano, pero él no discutió, entonces

Bruno continuó. —Además, ha pasado mucho tiempo desde que trabajamos juntos.

Oh, Señor. Conexión de hombre. Conexión entre hombres de familia. Tuve que detener

esto antes de que me ahogara en la testosterona. —¿Es Matty un mago, también?

—Síííí. —Bruno pronunció la palabra lentamente. Fue una manera sutil de decirme

que, si bien Matty era un mago, no estaba en la misma liga que Bruno. No fue una

sorpresa, pocos lo eran.

—Sólo estoy de nivel seis. —Matty habló con calma, pero el rubor aún estaba allí y la

mandíbula era empujada hacia fuera, un poco más agresivo de lo que me hubiera

gustado.

—Seis es suficiente para hacer una fuerza de alarma , ¿no? —Me volví a Bruno para su

confirmación. Pensé que recordaría mis lecciones correctamente, pero mi última clase

en lo paranormal había sido hace un maldito largo tiempo.

Él sonrió, mostrando los hoyuelos profundos y muchos dientes blancos. —Sí lo es, eres

una chica inteligente.

Matty miró de uno al otro. Él era lo suficientemente brillante como para saber que se

había perdido algo, pero no compartía suficiente de los mismos antecedentes y

educación para saber exactamente qué. Yo podría decir que le irritaba, pero debajo de

la ira frustrada hubo un atisbo de comprensión. Hasta ese momento creo que él se

imaginaba que yo era solamente el caramelo del brazo con el cual su hermano se había

encaprichado. Nuestra capacidad de terminar los pensamientos del otro, sin embargo,

significaba que había más de nuestra relación de lo que Matty había pensado

originalmente. Y mientras sus cálculos no cambien una maldita cosa, me hacía sentir

un poco mejor. Porque maldita sea, no soy una delicia para la vista.

—¿Preocúpense por iluminarme? —Él miró de Bruno a mí, impaciente porque

cualquiera de nosotros diera más detalles.

Bruno me dio el visto bueno, así que comencé a explicar.

—Cualquiera de ustedes sólo podría poner la barrera. Pero si lo hacen, ella lo sentirá.

Y va a irse a otro lugar para matar esta noche y podríamos perderla.

—Ya sé eso. —Él frunció el ceño.

—Pero no nos atreveremos a salir desprotegidos a sabiendas de que ella se

singularizara con un lugar fuera, y con ese chico en particular.

Page 191: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Él estaba perdiendo la paciencia, pero quería asegurarme de que todos estábamos en

la misma página sobre el plan. Si él quería irritarse fácilmente, bien, pero más vale

prevenir que lamentar. No había margen para error aquí. No con vidas en juego.

—Entonces, crearemos una línea invisible de límite, una fuerza de alarma mágica por

así decirlo. Cuando ella lo cruce, será la señal para ambos de que cada uno debe

aumentar el perímetro… uno frente de ella, uno detrás. Atrapada entre ustedes, ella se

cubrirá suficiente como para no tomar un riesgo mínimo.

Lo vi rodar el plan en su mente, en busca de defectos. Honestamente, me sorprendió

que no fuera uno de los planes estándar utilizado por el orden, pero de nuevo, tal vez

ellos no obtuvieron una gran cantidad de magia. No me sorprendería. La iglesia no

paga tan bien como el sector privado, y mientras que las órdenes militantes sólo piden

un periodo de cinco años, ellos todavía requieren la abstinencia durante el período. No

mucha gente está interesado en ese estilo de vida.

El plan no es perfecto, por cualquier medio. En primer lugar, estoy asumiendo que

ella vendrá aquí esta noche. Pienso que lo hará. Pero no soy una clarividente. Estoy

basando toda la idea en una corazonada y mi experiencia personal de la naturaleza

humana. Todavía apostaría dinero a que descubriríamos a la vampiresa aquí en la

noche… pero no mucho dinero.

También, se necesitaría un esfuerzo coordinado. Y con Bruno y Matty vinculados en el

trabajo del hechizo, tendré que sacarla. No es que no pudiera hacerlo. Lo he hecho con

un pequeño número de vampiros en mi tiempo, después de todo. Balas de plata y el

agua bendita en una herida será lo suficiente como para que ella no pueda moverse

cuando vaya a matarla, luego un estaca, y la decapitación con una hacha. Sucio y bruto,

pero eficaz. Por supuesto, ahora que tengo mis nuevos cuchillos de gran calidad,

podría ser más fácil usarlos para la matanza. Todavía haría el replanteo y la

decapitación, después, y todavía me aseguraré de que las autoridades tomen el cuerpo

y la cabeza por separado hacia el crematorio y esparcieran las cenizas en agua

corriente. ¿Paranoica? Tal vez. Pero no me gusta correr riesgos. En particular no me

arriesgaré con una criatura tan antigua y poderosa como ésta.

—En realidad, podría funcionar. —Había una cantidad poco favorecedora de sorpresa

en la voz de Matty. Siendo una persona madura, lo ignoré.

—¿Puedes pensar en otra cosa mejor? —desafió Bruno.

Matty suspiró. —No. —Él hizo la concesión de mala gana, pero he apreciado su

honestidad.

—Entre nosotros tres, podemos manejar un vampiro. —Bruno sonaba muy confiado.

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Hablamos acerca de sus famosas últimas palabras.

Page 193: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por ηịịị ღ

Corregido por Marina012

ebería haber estado exhausta. Dios sabe que han sido un par de días difíciles y

he dormido muy poco. Pero estaba alerta y nerviosa, demasiado cansada para

dormir. Así que dejé a Bruno afuera de su hotel, prometiéndole recogerlo

mucho antes del atardecer. El resto de la tarde la pasé haciendo recados: visitando al

abogado por los arreglos del funeral de Vicky, viendo a Isaac para hablar sobre hacer

una chaqueta de repuesto y tenerla entregada lo antes posible. Dawna me había

enviado mensajes de texto varias veces, la mayoría sobre Bruno, aunque sí me había

enviado un mensaje que decía que Gwendolyn Talbert me había devuelto el llamado.

Esa era una llamada que necesitaba regresar. Me detuve en un estacionamiento con

sombra para poder marcar.

—Hola.

—¿Gwen? Soy yo.

—¡Celia! Es bueno oír tu voz. —Se detuvo—. Sentí mucho escuchar sobre Vicky.

¿Cómo lo estás llevando?

—Nada bien —admití—. ¿Recibiste mi mensaje?

—Sí, y no puedo decir lo mucho que siento no poder ayudarte. Cuando me retiré dejé

mi certificación de confidencialidad. Pero tengo un par de nombres para ti. Son

realmente excelentes. Y si estás dispuesta a intentar una estancia en el hospital…

—No.

Ella suspiró. —Sé que no te gusta la idea. Pero admitir que necesitas ayuda no es un

fracaso.

—No me voy a encerrar, Gwen. Especialmente no ahora. No si puedo evitarlo.

—¿Por qué especialmente no ahora?

D

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Me forcé a mí misma a calmarme y responder la pregunta racionalmente. —Porque

me veo como un monstruo, un vampiro. Asusto a la gente. Si ellos me encierran, tal vez

sólo se limiten a tirar lejos la llave. —Las siguientes palabras se deslizaron fuera como

si fuera su propia voluntad—. Y cuando el dinero se haya ido, me enviarán al estado.

Ella no discutió ese punto. Era demasiado honesta para eso, lo suficientemente

honesta como para admitir que tenía razón para estar asustada. —¿Pero puedes estar

segura de que no te encerrarán de cualquier forma? Si realmente eres tan aterradora

como dices, ¿qué es lo que evita que las autoridades te traten como a cualquier otro

monstruo?

Nada. Absolutamente nada. Y eso era malditamente aterrorizante.

Cuando no respondí, ella lo dejó pasar, sin empujar más allá. —Es tú elección. Pero me

preocupo por ti Celia.

—Tú y yo, ambas lo hacemos.

Ella suspiró. —Sólo piénsalo, ¿está bien? Mientras tanto, prueba con alguno de ellos.

Escribí los nombres y números telefónicos que me dio en la parte de atrás de un sobre.

Ella no habló mucho después de eso. Había una incomodidad entre nosotras que

nunca había estado ahí antes, como si la muralla del profesionalismo se hubiera vuelto

más alta y gruesa luego de que ella se retirara. Me hizo sentir un poco triste. Aun así, le

agradecí y prometí que arreglaría una cita con alguno de ellos.

Seguí revisando mi espejo mientras conducía alrededor de la ciudad haciendo mis

diligencias. Había esperado encontrarme a Dee y Dum siguiéndome, pero aún no había

ninguna señal de ellos o eran lo suficientemente buenos como para que yo no pudiera

atraparlos. Inquietante pensamiento, ese. De todas formas, pretendí que no me

molestaba y seguí haciendo mis cosas. Para el momento en que entré en la suite del

hotel de Bruno había logrado terminar bastantes, pero ninguna de ellas era de las que

estremecían la tierra.

Mientras abría la puerta, pude oír finalmente el sonido del agua corriendo y a Bruno

cantando —Copacabana— con una total entrega de espíritu. Sacudí mi cabeza,

sonriendo. Algunas cosas nunca cambian. En un punto u otro, los seis chicos de mamá

DeLuca habían sido llamados a cantar en el salón de su tío Sal. Pero sólo Bruno aceptó.

Tenía una gran voz y un amor sincero por las canciones de amor que yo considero

demasiado cursis.

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—Soy yo —grité, incluso a pesar de que estaba bastante segura de que él ya lo sabía—.

Y traje comida china —dije de la forma en que la unidad de seguimiento suele hacerlo

para no asustar a nadie.

Escuché apagarse el sonido del agua. —Dios te bendiga mujer, estoy hambriento.

Él siempre estaba hambriento. Sólo el hecho de que tenía el metabolismo de una

ardilla a alta velocidad había evitado que fuera tan gordo como era de alto. Había

escogido comida china porque es el único tipo de comida étnica que no me gusta. Es

algo sobre el olor, creo. O tal vez que sólo verla me funciona como el contrario de un

afrodisíaco. Pero podía traerle comida china y no ser agravada por tener que aguantar

otra sacudida.

Miré alrededor de la habitación. Era agradable pero no elegante. Un par estándar de

camas dobles, una recientemente usada, una gran ventana con cortinas negras, una

linda mesa de madera oscura y sillas, con un armario a juego para la televisión de la

casa y almacenar la ropa. Saqué una silla de la mesa y me senté justo mientras Bruno

se agachaba fuera del baño usando nada más que una toalla y una sonrisa.

Yo lo miré fijamente.

Infiernos, reto a cualquier mujer heterosexual de sangre roja a no hacerlo.

Quiero decir, el hombre se veía bien. Oh, habían un par más de cicatrices y canas, pero

no había ni gramo de grasa en exceso en ese cuerpo. De hecho, estaba en mejor forma

que cuando habíamos estado juntos. Hombros anchos, cintura estrecha, y piernas

musculosas, lo que decía que aún corría por las escaleras, como solía hacerlo en las

gradas de la escuela.

Él rió y su sonrisa se ensanchó en esa sonrisa maliciosa que yo recordaba tan bien.

—No tenemos tiempo —bromeó.

—No, no tenemos —concordé, pero no pude evitar sentir que era una maldita lástima,

y no desvié la mirada. Aun así, había un pesar verdadero en mi voz cuando dije —.Y

probablemente tampoco lo haríamos si lo tuviéramos.

—No apuestes por eso. —Él agarró la bolsa de comida de mi mano y metió la mano en

ella para sacar un rollo de huevo. Esto, por supuesto, dejó a la toalla sujetándose sólo

por un pequeño medio nudo flojo. Un pequeño tirón… él me dio un guiño—. Quiero

decir, me acabo de recuperar de la última vez.

Me sonrojé. No puede evitarlo. Con él de pie ahí, de esa forma, el recuerdo de la última

vez estaba demasiado fresco.

Page 196: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Él rió otra vez, un sonido de puro deleite. —Dios, te he extrañado, Celia. —Se inclinó

hacia mí, dándome un beso gentil que sabía a rollo de huevo. Combinado con la suave

caricia de su mano a un lado de mi rostro, puso las cosas en movimiento por todo mi

cuerpo—. Conozco todas las razones por las que no funcionó. Pero sí te extraño.

—También te extraño. —Sentí una pequeña punzada de dolor al admitirlo en voz alta.

Lo había amado tanto, quería tanto que todo funcionara, pero simplemente no lo había

hecho. Pero incluso nuestro peor sexo había sido espectacular, y lo suficientemente

atlético como para que de hecho rompiéramos el marco de su cama.

Se inclinó hacia adelante y me besó otra vez, esta vez con más… entusiasmo. Incluso

logró besarme a la francesa sin clavarse el mismo con mis colmillos. Me empujó sobre

mis pies y yo lo dejé. Suaves músculos me apretaron más cerca de él hasta que gemí.

Luego su boca estaba en mi cuello, mordisqueando y besando hasta que sentí tensión

en lugares que no había sentido desde hace un largo tiempo. Sus manos se movían

subiendo y bajando por cuerpo con soltura, recordando las curvas y puntos calientes

que hacían que mis rodillas se debilitaran sin siquiera intentarlo. No puede evitar

deslizar mis dedos por su aún húmeda espalda. Estaba tentada de tirar lejos la toalla y

empujarlo hacia el suelo, sobre mí. Al infierno con los vampiros, o los federales, o

cualquier otra cosa. Extrañaba sentirme de esta forma. Lo extrañaba a él.

Él gimió entonces, aparentemente pensando en la misma cosa, porque sus manos

encontraron su camino bajo mi camiseta y comenzaron a hacer temblar mis pechos y

partes bajas con esa extraña y familiar magia. Incluso antes, él había sido capaz de

usar magia durante el sexo para hacer que las cosas se sintieran… mejor. Ahora no era

sólo mejor, era asombroso. Mis músculos comenzaron a doler con necesidad, y el calor

de mi vergüenza anterior se había convertido en un calor de una clase completamente

distinta.

Las sensaciones eran aterradoramente grandiosas, y él lo notó también. Caricias

suaves se volvieron desesperadas y demandantes, nuestras manos aferrándose a

cualquier indicio de piel desnuda. Pasó tan rápido que no pude recuperar mi aliento y

me di cuenta de que éramos un bomba de tiempo andante. Si no nos deteníamos

pronto, un montón de cosas iban a ocurrir, algunas de las que probablemente nos

arrepentiríamos. Pero sólo algunas.

Él se retiró del beso, sus pupilas completamente dilatadas y respirando pesadamente.

Un completo estremecimiento se arrastró por su cuerpo y sus manos se cerraron en

puños, como si estuviera luchando contra su mejor juicio para alcanzarme otra vez.

Conocía la sensación.

Page 197: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Será mejor que me vaya a vestir. —Mientras daba un paso atrás, fuera de alcance,

noté que la toalla se levantaba lejos de su cuerpo.

—Es eso o que tomes una ducha fría —le grité después de su rápida retirada. No

escuché su respuesta pero estaba dispuesta a apostar que fue profana. Francamente,

yo misma podría utilizar una ducha fría. Mis labios aún hormigueaban debido a la

magia residual y al calor corporal puro. Demonios, iba a ser un hombre difícil de

ignorar mientras estuviera en la ciudad.

Aún estaba temblando cuando crucé la habitación para sentarme en la mesa cerca del

balcón. El sol del atardecer brillaba a través de la tela metálica de los largos visillos.

Saqué la silla más cercana, colocándola en las sombras un poco más allá del borde de

la luz, y me instalé cómodamente a esperar. La misma revista que había comprado

antes estaba instalada sobre la superficie de madera pulida de la mesa. Miré la

cubierta, intentando descubrir exactamente qué era lo que me molestaba de la

imagen.

Obviamente sentía lástima por la novia. Quiero decir, si el verdadero príncipe se

parecía en algo al falso, era una completa basura. Pero ahí estaba ella, sentada en una

larga mesa en una habitación elaboradamente decorada, enfrentando a una multitud

de prensa. Ella estaba sentada entre el príncipe y un viejo de aspecto agrio en un traje

tradicional que sólo podía ser su padre.

Ataviadas en un ángulo detrás de ellos a cada lado de un par de banderas nacionales

estaba lo que parecían ser guardaespaldas militares, todos grandes, todos hombres.

No había ni una sonrisa que se pudiera ver en el grupo. Maldita sea, ¿qué pasaba con

ésta foto? Intenté obligar a mi cerebro a que olvidara la información, pero no resultó.

Tal vez si leía el artículo.

Comencé a hojear la revista y justo había alcanzado la página que quería cuando

Bruno ingresó a la habitación, completamente vestido. —Bien, vamos. La luz del día

está quemando.

Regresamos a PharMart mientras el sol se hundía en el cielo del oeste.

Bruno y yo habíamos corrido a través de una de las cadenas de restaurantes de carne

asada. Él tenía el francés, y yo tenía la inmersión. No era una solución perfecta, pero

teníamos que hacer algo. Es sol estaba comenzando a desaparecer en el horizonte del

oeste y podía sentir mi cuerpo comenzar a tensarse. Todo era tan intenso. Podía oír

los latidos del corazón. La esencia del sudor y el miedo en formas que nunca hubiera

creído posibles.

Page 198: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—¿Vas a ser capaz de hacer esto? —La voz de Bruno era gentil, pero no me miró,

deliberadamente pretendiendo que detener el auto rentado en un lugar de

aparcamiento del casi vacío PharMart necesitaba cada pedazo de su atención.

—Estoy bien. —Lo estaba… mayormente. Mi piel no estaba brillando y mi visión no se

había vuelto híper enfocada. Pero sí me pregunté si tendría una repetición de la última

noche si no hubiera comido. ¿Sería cada atardecer una batalla? Pensamiento

aterrador, y uno que me negaba a seguir reflexionando. Por ahora, había vampiros que

matar. Matteo ya estaba ahí, había terminado su meditación y estaba listo para partir.

No sabíamos cuándo, o si, la batalla se realizaría. Así que necesitábamos estar listos.

Matteo golpeó sobre la ventana. Si estaba nervioso, no podría decirlo. Su expresión era

seria, incluso triste, pero eso era todo.

—Llamé a la orden. Confirmaron que no recibiré ningún refuerzo de mis compañeros

sacerdotes —suspiró—. Admiten que el vampiro es una seria amenaza, pero nuestros

recursos se estiran y vuelven cada vez menos en la Costa Oeste. —Él lo hizo sonar

como un hecho, pero me sorprendió. Es una gran orden, con un montón de recursos.

¿Ni siquiera podían prescindir de un monje? No tenía sentido. A menos…

—Ya no es sólo un demonio menor, ¿no es así? —Hablé suavemente, mayormente

porque estaba asustada. Tal vez no recuerde todo lo de la Universidad, pero los

capítulos sobre demonología fueron lo suficientemente terribles como para quedar

inolvidablemente grabados en mi mente.

—Yo no dije eso. —Matteo había empalidecido y comenzó a temblar—. Y no lo digan

ustedes tampoco. No podemos permitir que salga una palabra de esto. Comenzaría el

pánico.

—Oh, mierda. ¿Deberías siquiera estar aquí? —La voz de Bruno estaba un poco

entrecortada. Evidentemente no era la única que recordaba sus estudios.

Matteo cerró los ojos y suspiró. —Se supone que estoy con licencia médica. No tengo

permitido ayudar con el otro problema, así que bien puedo estar aquí.

No había visto ninguna herida, pero si estaba lo suficientemente herido como para que

ellos no lo dejaran ir a la cacería del demonio, probablemente estaba demasiado

herido para hacer esto. Abrí mi boca para decir eso, pero una mirada de Bruno me

silenció.

Ah, orgullo masculino, o tal vez sólo el orgullo DeLuca. Matteo no podía estar en la

caza del gran demonio, pero necesitaba hacer algo. Así que le estábamos dando la

segunda mejor cosa, un vampiro. Si las cosas salían de acuerdo al plan, deberíamos ser

Page 199: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

capaces de derribarlo sin que nadie saliera herido. Por supuesto, ¿qué tan a menudo

las cosas salen de acuerdo al plan?

Aplasté ese pensamiento como a una cucaracha. Era un plan tan bueno como lo

habíamos podido hacerlo. Estábamos completamente armados. Matteo era el más

débil de los dos hermanos en cosas de magia, por lo que reactivó el anillo exterior de

las defensas. Se necesitaba menos poder para recargar algo que ya está establecido

que para iniciar algo nuevo. Bruno hubiera tenido el trabajo más duro, pero no dudo

que hubiera sido capaz de hacerlo. Yo estaba allí para interpretar a la mujer gatillo.

Si las autoridades aparecían, ellos harían el trabajo sucio por mí, pero no creo que

ellos aparecieran por ahí. Había realizado mis deberes cívicos y había realizado la

petición de que la sanción fuera eliminada, pero las fuerzas policiales estaban

malditamente ocupadas esta semana. Anaheim era anfitrión de la Serie Mundial por al

menos dos juegos; juegos nocturnos. Todas las manos tenían que estar en cubierta,

particularmente con la orden militante de los sacerdotes ocupados en otras cosas.

Entonces de nuevo, tal vez eso era el porqué los demonios y murciélagos se estaban

moviendo ahora. Tal vez fueran malvados, pero no eran estúpidos.

Matty caminó a través del anillo usando agua bendita. Sentí el ruido de la vibración de

la magia a través del suelo bajo mis pies. Hizo que se levantaran todos los pelos de mi

cuerpo, y me pregunté si tal vez no sería demasiado. Si yo podía sentirlo, entonces, tal

vez ella lo haría también. Si ella lo hacía, no cruzaría la línea ni quedaría atrapada en

nuestra trampa. Abrí mi boca para decirlo, pero la magia se desprendió al exterior

antes de que pudiera decir una palabra.

Sacudiendo mi cabeza, retrocedí para examinar mis armas. Nada había cambiado

desde cuando las había revisado antes, pero necesitaba asegurarme. Encontré el borde

de la hoja de un cuchillo y el olor a aceite para armas reconfortante. Demándeme.

Una vieja y golpeada camioneta se detuvo en el estacionamiento y un empleado

adolescente salió de ella. Estaba en su uniforme, listo para el cambio de turno. Me vio

y me dio una sonrisa mientras saludaba con su mano y se apresuraba a entrar al

edificio.

Eso fue espeluznante. Quiero decir, sé que él no recordaba ser embrujado. Pero yo sí lo

hacía.

El sol se hundió más al Oeste y las luces automáticas se encendieron, iluminando todo

con una luz naranja que hacía que las sombras se vieran aún más oscuras. El día se

transformó en noche con poca fanfarria. Los autos circulaban cerca por la carretera

principal, con las radios resonando. Cuando la luz del semáforo se volvió roja, bocinas

Page 200: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

de mariachis compitieron contra los graves sonidos del hip-hop. Yo estaba encorvada

en el asiento del sedán rentado de Matty, esperando fuera de vista, alternadamente

esperanzada y preocupada de haber estado equivocada, de que ella no apareciera. No

sabía dónde se estaban escondiendo Bruno y Matty.

El tiempo pasó. Mi espalda comenzó a tener espasmos en protesta de la posición

innatural en la que estaba. La incomodidad era tal, que casi intenté salir del auto y

estirarme. Tal vez lo hubiera hecho, si no hubiera oído el ronroneo del motor de un

auto deteniéndose lentamente en el estacionamiento cubierto de sombras a poca

distancia nuestra. Escuché el suave golpe de la puerta al cerrarse y el inconfundible

crujido y clic de los tacones altos sobre asfalto pedregoso.

Y luego la sentí, como el más mínimo roce de la brisa sobre la piel empapada en sudor:

poder, suave como el susurro de un amante, llamando. Era seductor, irresistible. Justo

en ese momento y lugar agradecí a Dios que ella no me estuviera llamando. Porque

hubiera ido, hubiera ido con una sonrisa sobre mi cara y una canción en mi corazón.

Hubiera ido corriendo de cabeza, gustosa, a los brazos de la muerte. Ella era así de

buena.

Escuché abrirse la puerta automática de la tienda, escuché voces gritando en protesta.

Y aun así esperé. Apresúrense chicos. Nos estamos quedando sin tiempo.

Casi como si hubieran oído mis pensamientos sentí el repentino surgimiento de

energía mientras fuertes murallas de poder se erguían en su lugar.

Tiempo de moverse.

Me levanté y salí del auto, sacando mi arma y destrabando el sello de seguridad

mientras lo hacía. No me estaba moviendo rápido. No quería cometer ningún error.

Ella me escuchó venir y se giró, silbando, mostrando sus colmillos de marfil; la piel de

su cara estaba tensa sobre su cráneo de una forma en que parecía no quedarle restos

de humanidad. Su piel brillaba, creando su propia luz, así que podía ver mi blanco con

absoluta claridad.

Escuché al chico gritar y correr a través la puerta de la tienda, su hechizo sobre él roto

por su distracción. Estableciéndome en una postura clásica para disparar, disparé

deliberadamente dos tiros a su pecho. Luego del primer disparo, la sangre y la piel

explotaron hacia atrás desplazándose a través del aire pesado que formaba una pared

detrás de ella.

El segundo disparo no le dio a la vampira, hundiéndose en su lugar en un paquete de

periódicos. Para entonces se estaba moviendo, corriendo entre los dos anillos de

Page 201: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

poder, perdiendo litros de sangre mientras las arterias que bombeaban su corazón

expulsaban su contenido a la noche. Ella estaba buscando una debilidad en alguna de

las murallas, un escape, pero Matteo y Bruno habían hecho su trabajo demasiado bien.

Ella gritó, un sonido sobrenatural de rabia combinado con una enorme potencia

mágica que casi me dejó sorda.

En mi visión periférica vi a los chicos salir de sus puntos de escondite. Bruno apuntaba

el arma que yo le había prestado. Matteo estaba armado con algo igual de mortífero

para un murciélago, una de las gigantescas pistolas de agua, llena con lo que tenía que

ser agua bendita.

Él abrió fuego, apuntando no a su cuello o a su corazón sino directo a sus piernas con

flujo constante. No era suficiente para cortar sus piernas, pero la hizo caer al suelo

chillando de dolor, dándome una oportunidad de dispararle otra vez a su pecho que

casi había sanado por completo.

Yo estaba casi sorda en este punto, y sentía el fluido correr por mi cuello. Lo que sea

que fuera, sudor o que mis oídos estuvieran sangrando, no me importaba. Me dejé

caer sobre una rodilla, afirmé mi codo contra la base de concreto de un poste de luz, y

apunté a su cuello, esperando romper si espina dorsal y cortarle la cabeza, poniéndole

un fin a todo esto. Me estaba concentrando duramente, esperando por el tiro perfecto,

lo que es mi única excusa.

No lo oí venir, no vi el auto hasta que se estrelló contra Matteo, enviándolo volando a

través de la línea de protección quedando recostado, contorsionado y sangriento, al

lado del vampiro. Ella gritó de rabia triunfante, agarrándolo y empujándolo hacia su

regazo para usar su cuerpo como un escudo. A pesar de lo que debían ser seria

heridas, él lucho hasta que ella forzó a su mirada a encontrarse con la suya. Observé

furiosa cómo su resolución se fundía en una sonrisa pasiva que era horripilante,

perturbadora y vacía.

Apunté hacia el ojo que se asomaba por encima de la cabeza de Matty pero fui

distraída por un borrón de movimiento en mi visión periférica. Se estaba moviendo

demasiado rápido para ser humano, así que apreté el gatillo mientras me giraba.

Sangre y cosas peores emergieron de la parte posterior del vampiro mientras las balas

perforaban su pecho. Él gruñó con dolor, pero el impulso lo empujó contra mí,

estrellándome contra el concreto con un vicioso impacto que envió mi arma girando

lejos de mi mano.

Que él estuviera sorprendido fue lo único que me salvó. Peleando con fuerza anormal

y desesperación absoluta, logré salir de debajo de él. Mientras me arrastraba lejos

Page 202: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

torpemente, como un cangrejo, Bruno disparó un tiro tras otro. Los disparos

atravesaron el cuello de la criatura, cortando su cabeza. Fue complicado pero efectivo.

La sangre salpicó y se agrupó a su alrededor, pero su pecho dejó de moverse y sus ojos

miraban hacia arriba al vacío.

Mis oídos continuaban resonando, y mi brazo derecho estaba entumecido. Pero agarré

el arma con la mano izquierda y me arrastré hasta que mi espalda estuvo apoyada

sobre la base de una farola. Sentí la sangre empapando mi pantalón, pero no

importaba. Lo que importaba era matarla. Levanté mis rodillas, apoyando mis brazos

sobre ellas para que así mi objetivo fuera firme y constante.

Ella habló.

No lo escuché tanto como lo sentí vibrando a través de mí, como si mi cuerpo fuera

una antena de sintonía alcanzada por sus palabras.

—Podría tomarlo ahora, hacerlo uno de nosotros. —Ella arrastró uno de sus dedos

con manicura a lo largo del cuello de Matteo. Él se presionó contra ella con un suspiro

de satisfacción. Aparentemente estaba más allá del dolor, más allá de todo. Me

estremecí. Ella lo vio y se rió, un frío, amargo sonido que se raspó a lo largo de mis

terminaciones nerviosas—. Los recuerdos de su familia, su Dios, todo lo que fue, se irá,

simplemente así. —Chasqueó sus dedos.

Estaba jugando con nosotros. Atrapada y herida, aún actuaba como si tuviera el

control en sus manos. Miré hacia Bruno y me di cuenta de que sí lo tenía. Matteo nos

hubiera dicho que la matáramos, se hubiera sacrificado él mismo. Pero era el hermano

de Bruno. Bruno preferiría morir él mismo antes que dejar a Matty morir, y si ella lo

convertía en vampiro, tendríamos que matarlo. La perra lo sabía.

—Te ofrezco un trato. —Me miró a mí cuando lo dijo, como si Bruno estuviera muy

debajo de su consideración—. Me dejas ir, y lo dejo ir. Por ahora. —Miró hacia el

cadáver de su compañero y luego mi miró de regreso. Casi podía sentir su odio

quemando mi piel—. Pero esto no se ha terminado entre nosotras.

—No. No lo ha hecho —le respondió Bruno. Ella volvió su mirada hacia él. Empujó a

Matteo lejos de ella, su cuerpo golpeando el pavimento con un golpe húmedo. En un

borrón de rapidez, se había ido.

Me arrastré hasta el sacerdote caído tan rápido como pude. No enfundé mi arma. No

me había perdido la parte del —por ahora— de nuestro trato, y no me iba a entregar

para que llegara y me atacara por la espalda. Sí, ella estaba herida, pero para mí eso

sólo la hacía más letal. Además, siempre estaba Edgar. Él había estado con ellos dos

antes. ¿Estaba rondando en las sombras, esperando su oportunidad? No lo sentí aquí,

Page 203: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

pero eso no parecía significar nada. Bruno subió el cuerpo de Matteo sobre su regazo.

Las lágrimas corrían por su rostro. Sabía que Matty no estaba muerto. Podía oír la

respiración entrando y saliendo de su pecho. Había burbujas rojas en las comisuras de

sus labios. Tenía un pulmón perforado y Dios sabe qué más. Busqué en el bolsillo de

mi chaqueta y saqué mi celular de repuesto. Marqué el 9-1-1 con mis dedos

temblorosos, explicándole a la operadora lo que necesitábamos mientras ponía el

pequeño teléfono entre mi oreja y mi hombro y ponía la pistola a mi alcance en el

suelo para que así mis manos estuvieran desocupadas.

Metí la mano al interior de mi chaqueta otra vez, alejando el pequeño celular un poco,

pero no lo suficiente como para no ser capaz de seguir dando instrucciones. Mis dedos

se aferraron la dura manija de plástico que había puesto por casualidad antes. Elevé

una plegaria silenciosa, esperando que mi abuela tuviera razón, que haya un Dios allá

arriba que escucha a esos que están necesidad. Saqué la pequeña pistola de agua de su

escondite y tiré el pequeño tapón.

Me incliné hacia ellos dos, pero Bruno tiró hacia atrás de su hermano, fuera de mi

alcance.

—Déjame ver su cuello Bruno. Necesito asegurarme que ella no lo mordió mientras

estábamos enfrentándonos a su compañero.

Bruno me miró, sus ojos casi tan blancos como habían estado antes lo de Matteo.

Shock. Estaba en shock. ¡Mierda, mierda, mierda! —¡Bruno! Necesito tu ayuda amigo.

Quédate conmigo. Tenemos que revisar el cuello de Matteo.

Bruno asintió, pero el movimiento fue desigual, y las manos que utilizó para apartar el

collar clerical y la losa de su hermano estaban temblando tanto que le tomó más

tiempo del necesario. Pero lo hizo, y con el cuello de la losa abierto pudimos ver las

delicadas punciones medio sanadas.

—Oh mierda. ¡Matty! —Las palabras de Bruno no alcanzaron a ser un sollozo.

—¡Sujétalo firme! —ordené—. Esto le va a doler y es capaz de pelear.

Bruno cambió su peso, obteniendo un mejor agarre. Cuando estuvo listo, volqué el

arma un poco, echando agua bendita sobre la pequeña marca del mordisco.

Y el Padre Matteo comenzó a gritar.

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Traducido por Melo

Corregido por Coral

a policía se había ido. La ambulancia se había llevado a Matty y a Bruno al

Hospital San Joseph. Matty estaba malherido, pero hicimos lo que pudimos por

él. Sin importar como estaba, podía hacerlo. Tal vez.

Yo estaba descansando, sentada en la acera junto al dispensador de periódicos, con mi

ropa empapada de sangre y con llamativos elementos sagrados, bebiendo un batido de

fresa dietético y leyendo una revista, cuando la tradicional limusina larga y negra paró

en el estacionamiento, cruzando sin problemas en una parada justo a seis pies de mí.

Un par de grandes hombres en forma que parecían viejos, más versiones de Dee y

Dum salieron, manteniéndose de pie en la perfecta formación de guardaespaldas a

cada lado de la puerta trasera del vehículo. El que estaba a mi izquierda se inclinó y

abrió la puerta al hombre que estaba dentro.

Me levanté cuando el Rey Dahlmar salió del vehículo. No lo habría reconocido si no

hubiera estado leyendo acerca de él tan sólo unos segundos antes. Era de altura y

constitución media. Guapo, de rasgos afilados, piel aceitunada, ojos grises y

penetrantes. Tenía el cabello plateado y la barba recortada a la perfección, el

impecable traje gris oscuro era a medida para adaptarse a un hombre que no llevaba

ni una libra extra.

—Buenos días, señora Graves.

—¿Ya está? —miré mi reloj. Sí, lo suficientemente segura. Justo después de una—.

Entonces, buenos días, Su Majestad —me incliné muy ligeramente en la cintura,

teniendo la oportunidad de comprobar su reflejo en los cristales tintados. Era él. O tal

vez un engendro. Pero yo apostaba que era él. Era demasiado extraño para el

gobernante de una pequeña nación darme caza en la madrugada en el

estacionamiento a las veinticuatro horas.

Nadie crearía una falsificación que habría podido ser algo mala. Demasiado increíble.

L

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—Me gustaría hablar con usted un momento.

—Por supuesto que sí—la pregunta es si me gustaría hablar con usted.

Me dio una mirada larga, la comisura de los labios con ligeros espasmos de diversión,

antes de usar su mano para sacudir la acera al lado de donde yo había estado sentada

y bajar cómodamente al concreto. Sus sirvientes estaban muy bien entrenados para

mostrar su sorpresa con solo una ligera ampliación de ojos.

—Tome asiento. —Hizo un gesto al lugar que había abandonado a su llegada—. Le

ofrecería que se una a mí en la limusina, pero dudo que esté dispuesta.

Me senté.

—Usted tendría razón. Me gustaría obtener la sangre de todo el tapizado. No podría

recuperar el depósito.

—Ellos no tienen que hacer la realeza de depósitos. Pero odiaría arruinar la tela. —

Esta vez la sonrisa era más amplia y más genuina. Tenía una bonita sonrisa. Se le

iluminó el rostro, haciendo que sus ojos grises brillaran. El cambio en su expresión

hizo que cambiara completamente como se veía, haciéndolo apuesto. Yo apostaría que

había sido un gran rompecorazones en su juventud. A lo mejor aún lo era.

La sonrisa se desvaneció, como el sol que desaparece detrás de las nubes. Hizo un

gesto hacia la revista a mi lado, con la foto de su hijo en la portada—. ¿Usted ha leído

el artículo?

Asentí con la cabeza.

—Mi hijo mayor, Rezza, ha descubierto hace muy poco su religión. Se ha alejado de la

bebida, las drogas y de ser un mujeriego. Si es sincero o una estratagema para obtener

el apoyo de los fundamentalistas que tienen una influencia cada vez mayor en mi país

aún está por verse. —Y continuó—. Hay quienes me ven muerto, y a Rezza en el trono,

pensando que ellos podrían controlarlo.

—Uno de los peligros de ser Rey.

Me sorprendió que Dahlmar estuviera siendo tan abierto, pero teniendo en cuenta las

circunstancias, ¿a quién más podría hablarle realmente, exceptuando a la plebeya de

otro país a la que nadie le creería aún cuando lo dijera?

Él sonrió, pero fue un reconocimiento irónico, no la expresión de felicidad que había

visto antes.

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—Así es. Sin embargo, se equivocan sobre el control sobre él. Él es su propio hombre.

No el hombre que yo habría elegido, pero es él, no obstante. —Cambió su peso,

tratando de sentirse más cómodo en el concreto implacable antes de continuar—. Mi

hijo menor, Kristoff, es... —hizo una pausa, aparentemente para buscar la palabra

correcta. Finalmente se decidió por la que yo no habría esperado—. Débil. Es débil. Y

hay quienes desacreditan a mi hijo mayor con el fin de verlo en el trono en mi lugar.

Eso explica las fotos.

—Ellos piensan que pueden controlarlo.

—Oh, podrían. Fácilmente —dijo Dahlmar secamente.

Yo no sabía qué decir ante eso, así que mantuve la boca cerrada. Finalmente, continuó.

—No fue un asunto importante antes de que se encontraran los yacimientos de gas

natural. Ahora, sin embargo, tenemos riqueza y, con ello, poder. La Unión Europea nos

llama, nuestros enemigos nos temen. Es una combinación peligrosa.

Y el poder atrae complots como un cadáver atrae moscas.

—Ambos grupos quieren verme muerto. —Su sonrisa enseñaba los dientes—. No

estoy dispuesto a complacerlos.

—Puedo identificarme con eso.

Se echó a reír.

—Estoy seguro de que puede. El archivo es bastante impresionante. —Entonces, hizo

una pausa—. Usted está atrapada en medio de nuestra lucha por el poder. Uno de

estos grupos ya ha tratado de utilizarla. Las preguntas que quiero responder son —

enumeró los puntos con sus dedos—. ¿Quién en mi séquito me ha traicionado? Y, si

alguno de mis hijos, es cómplice.

Asentí con la cabeza, sin saber lo que tenía que ver conmigo.

—La situación se hace más difícil por el hecho de que hay demonios y engendros

involucrados.

Me di cuenta de esto como con una zambullida de cabeza.

—Sin embargo, yo creo que los extremistas religiosos no quieren estar involucrados

con lo demoníaco. Hay muchos ceños fruncidos en cada religión con ese tipo de cosas.

Su expresión se agrió.

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—Sí, pero por desgracia, siempre hay quienes creen que el fin justifica los medios, y la

oferta de suficiente dinero puede hacer con frecuencia que un hombre olvide sus

lealtades y sus creencias.

Metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó un sobre blanco pesado.

—Mis hombres han cuestionado al criado que habían visto en sus recuerdos.

¿Mis recuerdos? Ese comentario me hizo fruncir el ceño, ya que nunca habíamos

llegado a esa etapa en la oficina. ¿Alguien hubiera estado husmeando en mi cerebro

mientras estábamos negociando algunos puntos? Eso no me haría feliz.

Hizo una pausa, sus ojos oscureciéndose, su expresión de acero, pero su voz era

completamente carente de emociones.

—Eran muy... profundos.

Yo no podía decidir si era miedo o un gruñido. No me había gustado particularmente

el hombre que me había contratado, pero estaba empezando a preguntarme acerca de

la ética de Dee y Dum.

—Él se había involucrado con una organización que contrató a profesionales para

ejecutar un complot contra mí. Hemos aprendido lo suficiente de los detalles para

hacer los preparativos razonables.

—Me alegro.

—Pero me quedan preguntas —suspiró y sacudió la cabeza—. Como rey, esto no es ni

raro ni inesperado.

A su señal, el conductor de la limusina abrió el maletero y se dirigió a la parte trasera

del coche, donde recuperó un bolso en blanco y negro que podría haber pasado por

una bolsa de bolos, pero que no lo era.

Matty había llevado una bolsa similar. Tenía dos compartimentos interiores separados

por completo, cada uno de ellos era impermeable a la sangre, y toda la cosa había sido

bendecida. El rey continuó:

—Nosotros, finalmente, llegaremos al fondo de esto. —Parecía absolutamente seguro.

Por otra parte, podría hacerlo. Con suficiente tiempo, dinero y esfuerzo, la mayoría de

las conspiraciones pueden desenredarse, sobre todo si no eres muy exigente acerca de

la cantidad de sangre que se derrame en el proceso—. Como padre, me parece

inaceptable tener sospechas acerca de mis hijos por un instante más de lo

absolutamente necesario.

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Extendió el sobre para mí. Era en papel grueso de alta calidad y de un rico color

crema, sin un escrito de cualquier tipo en ella. Lo tomé pero no lo abrí. Estaba

esperando que sacara la otra cuestión.

—Ninguno de mis hijos ha sido bueno manteniendo un engaño cuando se enfrentan a

la verdad. Espero que usted me ayude a confrontarlos.

—Ayudarlo a usted, ¿cómo? —traté de mantener mi voz neutra, pero no lo suficiente

para lograr ocultar la cautelosa nota de sospecha.

—En ese sobre hay dos entradas para el juego de la Serie Mundial la noche del viernes.

He comprado una sección de entradas y va a asistir con mis hijos y nuestra comitiva.

¿Una sección de entradas? ¿Para un juego de la Serie Mundial? No quería ni pensar en

lo mucho que tuvo que haber costado. Y oh, su personal de seguridad no podría estar

en formación.

—Iván —hizo un gesto al conductor—, se reunirá con usted al lado de la tapa gigante

a la izquierda de la entrada principal. Él la acompañará a usted y a su invitado a mi

sección entre el canto del himno nacional y el lanzamiento de la primera bola. Y veré

cuál de mis hijos o mis guardias reacciona al ver que me acompaña. —No sonaba

mucho como un plan para mí. Pero era un rey, y hasta yo sabía que no debía señalarlo.

Así que sostuve el sobre y mantuve la boca cerrada—. Y en caso de que sea un tonto, y

mis hijos sean más mentirosos de lo que creo que son, también tendré conmigo

telépatas capacitados para leer sus pensamientos a medida que llegue.

Ahora esto me gustaba más.

—A cambio de esto, yo pagaré el dinero que se le prometió cuando se pensó que

estaba custodiando a mi hijo, y la cantidad que su seguro habría pagado por sus

lesiones. —Hizo un gesto al conductor, que vino a pararse frente a nosotros. El rey se

levanto con un movimiento fluido, y me levanté con él—. Para asegurarme de que esté

viva el viernes, he tomado algunas… precauciones adicionales.

En ese momento, el criado abrió la cremallera de la parte delantera de la bolsa,

revelando la cabeza ensangrentada de mi señor.

Um, wow. Está bien entonces.

Y si bien no me lo mostró a mí, apostaba a que el corazón estaba en el segundo

compartimiento. ¿Cómo lo habían encontrado? No tenía ni idea. Pero era él. Sin lugar a

dudas. Wow. Eso estaba mucho más allá de los límites en cuanto a pago por

adelantado.

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Yo estaba más que ligeramente sorprendida de que no lo hubiera notado cuando

sucedió. ¿No debería haber tenido algún tipo de ataque o sentir dolor o algo así?

Miré al agradable, elegante hombre, de pie, completamente tranquilo a mi lado. Todo

lo que había dicho había sido terriblemente educado, pero no me estaba está dando

una elección acerca de esto y yo lo sabía. Yo podría ayudarlo gustosamente, o no. Pero

lo ayudaría. O mi cabeza podría estar en la bolsa de bolos.

Tomé una respiración profunda, y salió en un suspiro. Estaba increíblemente cansada

de estar acorralada, pero me gustaría que esto terminara. —Estaré allí.

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Traducido por Dham-Love.

Corregido por Coral

awna se tomó su propio tiempo por la calle, pero eventualmente llegó. Cuando

llegó, me subí en el sedan alquilado y llevé la cabeza de mi señor al crematorio

más cercano. Era uno de grandes cadenas, así que cuando vieron la cabeza

sabían que era lo que había que hacer. Me dijeron que tendría tratamiento prioritario

y que podía recoger las cenizas en cualquier momento después de las dos. La mirada

que el secretario me dio decía que probablemente le gustaría empujarme en el horno

después de la bolsa. Afortunadamente, estaba de pie en un rayo de luz solar, así que no

pudo decidir qué hacer de mí y sólo tomo la cabeza y se fue.

Con eso hecho, manejé de vuelta al caro hotel donde Bruno se estaba quedando.

De ninguna manera quería hacerle frente al vestíbulo, con las manchas de sangre y mi

apariencia de vampiro, así que aparqué a la vuelta. Usando su tarjeta de invitado, me

permití entrar por una de las entradas secundarias. Podría haberme ido a casa. La

compañía de gas había hecho sus reparaciones. Pero David había llamado y dejado un

mensaje de voz diciéndome cómo el intruso había pasado por nuestra seguridad.

Había matado a nuestro chico limpia piscinas y se había llevado su mano derecha.

Exactamente lo que le había pasado a Louis en Birchwoods. La casa podría no ser

segura, lo que hacía parecer una habitación en un agradable y anónimo hotel algo

malditamente atractivo.

Caminé cansinamente hasta un conjunto de escaleras en concreto hasta que alcancé el

piso apropiado. Empujando la puerta hasta abrirla, me encontré frente a frente con un

par de hombres con trajes azul marinero casi idéntico con losa blanca y corbata

oscura. Cada uno también lucía un auricular apenas perceptible y una cruz de oro y

sostenía discretamente una pistola de agua One shoot llena de agua bendita. Estaban

parados al frente de la puerta en alerta. Bien, mierda.

—Buenos días, señorita. Somos la seguridad del hotel. Nos gustaría hacerle algunas

preguntas.

D

Page 211: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Por supuesto que querían. ¿Quién no a este punto? Sonreí agradablemente. Había

visto las cámaras de seguridad abajo. No estaba sorprendida de que la seguridad me

hubiera captado. Mi apariencia era algo…irregular.

—Por supuesto. Mi nombre es Celia Graves. Soy la ex prometida del Sr. DeLuca y

acabo de regresar de una caza de vampiros sancionada por la policía que trató de

matarme. El Sr. DeLuca y su hermano, Padre Matteo DeLuca lo verificarán. Estaré

complacida de esperar aquí mientras ustedes verifican con la policía.

El hombre más alto hizo una mueca ante el pensamiento de nosotros parados aquí, en

el corredor, a plena vista de cualquier huésped que quizás pasara. Pero estaba

demasiado paranoica entonces para ir a algún sitio con alguien que no conocía.

Demonios, estaba teniendo un momento lo suficientemente difícil con la gente que ya

conocía.

Sí, ellos parecían la seguridad del hotel, pero no, no iba a correr ningún riesgo.

Además, las probabilidades de que alguien vagabundeara por los corredores a esta

hora del día eran mínimas. Mientras permaneciéramos callados y no despertáramos a

nadie, todo debería ser muy monótono.

El hombre más bajo alcanzó la pequeña caja negra fijada a su cinturón y empezó a

hablar muy tranquilamente al despachador que estaba abajo. Sólo tomo unos cuantos

minutos para que alguien llamara a la policía, confirmaran mi historia, y obtuvieran

una descripción detallada de mi apariencia.

—Una caza de vampiros sancionada, ¿eh? —El hombre grande me miró con algo de

sorpresa. Aparentemente no estaba acostumbrado a la idea de que las mujeres fuesen

cazadoras. Tampoco era fácil para que las autoridades te dieran la aprobación.

Estaban cansados de esa clase de cosas. Supongo que eso viene de todos los idiotas y

adolescentes que salen y se emborrachan, y luego piensan que pueden luchar con los

murciélagos.

—Parece que lo atrapaste. —Su voz era baja y respetuosa mientras señalaba a mis

jeans manchados de sangre.

—Atrapé a uno de cualquier forma.

—¿Había más de uno? —El hombre bajo parecía sorprendido. Obviamente, nunca

había tenido que lidiar con vampiros. Su compañero, sin embargo, era más

comprensivo.

Page 212: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—¿No los hay siempre? —El sujeto alto sacudió su cabeza tristemente—. Ése es el por

qué por el que dejé de cazar. Si no los obtienes en primer lugar, eso sólo enoja a los

sobrevivientes. Y no quieres lidiar con murciélagos enojados.

—¿Crees que van a venir aquí? —El chico sonaba tanto nervioso como ansioso. Era tan

malditamente joven. O tal vez yo sólo estaba envejeciendo. Ahí más que envejecer que

sólo cronológicamente.

El hombre alto sacudió su cabeza.

—Es de día, John. Los vampiros están muertos en sus ataúdes a esta hora. Pero

llamaremos a Manutención y estaremos preparados sólo por si acaso. —Miró hacia la

pálida alfombra que ahora estaba manchada con la marca de sangre seca con la forma

de mis zapatos. Oops—. Y a la limpieza. Querrán tener limpia la alfombra para cuando

el resto de los huéspedes se hayan levantado.

Me dio un asentimiento brusco mientras yo deslizaba la llave de la habitación en la

ranura.

—Buena Suerte. Sra. Graves. —Su expresión se volvió más seria—. Espero que consiga

al resto de ellos antes de que ellos a usted.

—Gracias. Yo también lo espero.

Traté de no pensar mucho en sus palabras mientras entraba en la habitación e

inmediatamente arrancaba la señal de NO MOLESTAR de la perilla de la puerta. Con

eso hecho, me metí en el baño y me quité toda la ropa. No quería pensar. Quería una

ducha caliente, una bebida fuerte, y dormir. Oh, Dios, cuanto deseaba dormir. Sí,

estaba preocupada por Matteo y Bruno, pero mi cuerpo estaba al borde del colapso.

Sólo la terquedad pura y miedo de lo que me pudiera sorprender era lo que me estaba

manteniendo en pie. Necesitaba descanso; estaba prácticamente inútil. Pero me

asustaba el pensar que podría pasar si me rendía y cerraba mis ojos. Entré en la

ducha. La ropa estaba en la basura. No tenía ni idea de que me iba a poner cuando

dejara la habitación, pero me preocuparía por eso más tarde. Ahora mismo estaba fría

y temblorosa del cansancio y los nervios. No era gran sorpresa. Era una de esas

personas que eran geniales durante la crisis, y luego se desmoronan, cuando la

adrenalina se va.

Me las había arreglado para mantenerme lo suficiente para poder llegar a la puerta

cerrada, pero ya estaba cerrada. Claven un tenedor en mí, no sólo estaba hecha sino un

crujiente y crepitantemente cerrada. Prendí la ducha a toda su capacidad, caliente

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como para soportar un masaje en todo el cuerpo, y entré, dejando que el agua se

deslizara por mí en torrentes, limpiando la sangre, el sudor, y sí, las lágrimas.

No sé cuánto tiempo estuve allí. Lo suficiente como para que mi piel se arrugara. Mi

calentador de agua en la casa se hubiera dañado por el esfuerzo. Pero cuando salí y me

sequé me sentí mucho mejor. No bien. Eso hubiera sido esperar mucho. Pero

definitivamente mejor. Me envolví en una toalla y salí hacia los tenues límites de la

habitación principal.

Me hundí en el borde de la cama y agarré el teléfono. Oprimiendo el botón para una

llamada externa, marqué el número de celular de Bruno. Fue respondido en el primer

timbrazo.

—Alo.

—¿Bruno? —No sonaba como Bruno. La voz era demasiado baja, con un bajo

estruendo que sonaba vagamente familiar pero no podía identificar.

—¿Quién es?

—Celia.

—Ah, Graves. Debería haberlo sabido. Espera un segundo. Sal quiero hablar contigo.

Sal, como el Tío Sal. Oh, mierda. Había estado hablando con el primo pequeño de

Bruno, el Pequeño Joey. Con razón la voz me había sonado familiar. Sólo lo había visto

una vez, pero es la clase de chico que deja una impresión indeleble.

Un barítono suave se escuchó en la línea. Su voz era agradable y culta. Casi

exactamente como la del rey Dahlmar. Una parte de mí estaba absolutamente segura

que el Tío Sal sonaría agradable y culto ordenándole a alguien que te rompiera las

rótulas. No es que él alguna vez hiciera una cosa tan terrible y retorcida. La mafia

italiana era un invento de los medios. Totalmente inventado. Correcto.

Aún así, cualquier otra cosa que dijeras o creyeras sobre él, el Tío Sal nunca perdía su

serenidad.

—Hola, Celia.

—Hola, Sr. DeGarmo.

—¿Asumo que llamas para verificar a mis sobrinos?

—Sí, señor.

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—Matteo salió bien de la cirugía. Está estable. Las siguientes horas harán el resto. —Él

se detuvo, y yo espere, llena de nervios, para que continuara—. Lo drogaron bastante,

pero despertó faltando media hora para del amanecer. Dijo que ella lo estaba

llamando. Incluso drogado y en tierra bendita, podía escucharla. Dice que su nombre

es Lilith.

Oh, mierda. ¿Ella tenía suficiente control de su mente para presentarse?

—Pero él no trato de ir. Dijo que podía escucharla, pero que no sentía una atracción,

incluso aunque recordaba el haber sido mordido.

Dejé salir un suspiro que había estado conteniendo.

—Bruno me dice que fuiste tú quien pensó en buscar el mordisco y limpiarlo con agua

bendita.

—Sí, señor.

—Eso fue inteligente. —Se detuvo, como si no estuviera realmente sorprendido—.

Gracias.

No estaba realmente segura de cómo responder. Quiero decir, lo habría hecho por

cualquiera. Pero él me estaba agradeciendo, y yo tenía que decir algo.

—De nada. No fue gran cosa.

—Tal vez no en su momento, pero después habría sido importante. Así que te voy a

dar un consejo.

Ahí estaba. Un consejo del Tío Sal es como escucharlo de E. F. Hutton. Él habla. Tú

escuchas.

—No vengas al hospital. Bruno estará feliz de verte. Demonios, Matty, también

después de eso. Pero mi hermana… no tanto. Les diré a los muchachos que llamaste.

—¿Admitieron a Bruno? —Estaba sorprendida. Él no había sido herido. Un poco

sorprendente, pero no había pensado que estuviera así de mal.

—Cansancio, sobreesfuerzo de su magia. —Se rio entre dientes Sal—. Yo le dije que se

quedara. No le gustó mucho. Es la primera vez que ha discutido de verdad conmigo.

Quiere ir tras el murciélago que le hizo esto, pero no está listo. No ahora —Hizo una

pausa significativa—. Y tampoco lo estás tú. Sea la luz del día o no.

No iba a discutir. Tenía razón. Algunos de los vampiros realmente viejos no

necesitaban mucho descanso. Un par de horas y estarían frescos como una margarita.

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Tal vez no salieran a la luz del día, pero no podías contar con que no estarían

pendientes tampoco.

Dado que ella era lo suficientemente vieja para ser uno de esos vampiros,

probablemente ya estaba de pie es ese momento. Por supuesto, venía el anochecer, y

estaría buscándome. Tanto como lo había dicho.

—No planeo irme de caza. —Fui honesta con él—. Pero ella me amenazó. La herimos y

matamos a su compañero, y me culpa por eso.

—Eso he escuchado.

Apuesto que lo había hecho. Justo podía imaginar a Bruno diciéndolo. A viva voz. Y eso

no habría sido una maldita diferencia para Sal. Porque, a la larga, Bruno es familia. Yo

no. Mantenerlo vivo es más importante para ellos que yo. Más importante para mí

también, ahora que lo pienso.

Sal siguió hablando.

—Así que hice una llamada; le dije al Arzobispo Fuentes sobre este murciélago, como

podría llamar a un pastor en tierra sagrada. No le gustó como sonaba eso. Decidió que

tal vez mandarían algo de sus refuerzos de México y Sudamérica. Unas cuantas

docenas o algo así. Deberás arreglártelas por un día o dos, y luego todo estará

solucionado.

Whoa. Cuando lo decía de esa manera, me daba cuenta que tenía razón. ¿Un vampiro

llamando a un pastor en tierra sagrada? Esa posibilidad levantó unas cuantas cejas en

el vaticano.

—Gracias. —Lo decía de corazón. Quiero decir, no todo el mundo hubiera sido capaz o

hubiera querido hacer algo como eso, particularmente no por la ex novia de su

sobrino.

—De nada —citó mis propias palabras con sólo un toque de diversión—. No fue gran

cosa. Cuídate.

—Lo intentaré.

Se despidió y colgó y yo hice lo mismo. Por un par de minutos sólo me senté al borde

de la cama, mirando a la pared opuesta. Wow. Emm...Wow. De acuerdo, entonces.

Decidí que me iba a tensar si pensaba demasiado en eso, y estaba demasiado cansada

para pensar coherentemente de todas formas. Así que sin ir más allá, lancé la toalla al

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piso y me metí bajo las sabanas. Estaba dormida casi tan pronto como mi cabeza tocó

la almohada.

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Traducido por ANNA ROSE

Corregido por masi

awna dijo: —Tú eres la única cosa que ahora está en su camino. Te va a matar

si puede.

Me atraganté. —¿Ese es el mensaje? —Había llamado a la oficina del Servicio a

la habitación y estaba esperando mi doble orden de sopa de tomate.

—No todo eso, pero sí. Una viejita se acercó y lo dejó caer, junto con un par de aretes

de diamante. Dijo que su nombre era Dottie y que necesitaba asegurarse de que

recibieras el mensaje de inmediato, que era muy importante.

No es una broma. Eso parece. —¿Hace cuanto te lo dio?

—Hace aproximadamente una hora y media.

Bueno, no era como si el vampiro no le hubiera dicho lo mismo. Pero maldita sea de

todos modos.

—Ella también dijo que te mencionara que lo sentía mucho, que esperaba que no te

importara, pero los hombres de su visión, fueron los que tomaron los pendientes. Ella

no logró detenerlos. Así que me dio estos para reemplazarlos. —Dawna hizo una

pausa—. Parecía como si hubiera estado llorando.

Aug. ¿Asustaron a una dulce señora? Tuvo que haber sido Dee y Dum. Así que de esa

forma se apoderó de mis recuerdos. Jerks. No, que idiota… —Ella no tiene que

reemplazar los pendientes. No eran tan valiosos.

—Se lo dije pero ella insistió. Y hay que ver estas cosas. Son como de un quilate cada

uno.

Eso no me hace sentir mejor. Es peor, en realidad. —Por Dios, ella no debería tener

para esto. Se supone que solo debería tenar un ingreso fijo, por el amor de Dios. — No

debería tener para algo tan caro.

D

Page 218: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Bueno, a juzgar por el desgaste de la caja en que están, pueden ser que ya los

tuviera desde hace tiempo. Pero si no los quieres…

—No es una casualidad. Les estoy dando la espalda. —Pobre Dottie. Es que más me

enfado al pensar en Dee y Dum intimidando a la dulce viejecita. Imbéciles. —¿Dejó un

número?

—No. Ella dijo que había decidido irse por un tiempo. No quería estar cerca por si

alguien más venia a buscarla. Pero tenía que decirte que todo puede que saliera bien,

pero tienes que estar atenta y recordar tu educación. Ah, y me dijo: 'Gracias'.

—¿Por qué?

—No lo dijo.

Aun no he hecho nada bueno para que me lo agradezca, sin embargo, tuve que asumir

que eran cosas típicas de una clarividente. Vicky siempre estaba agradeciéndome por

las cosas que iba a hacer. Era confuso y a veces frustrante, pero era parte del paquete.

Y aunque me hubiera gustado hablar con Dottie de nuevo, sólo para tranquilizarla y

sobre los pendientes, me sentía un poco alegre de que hubiera decidido ocultarse. Me

sentiría peor si algo llegara a sucederle.

Dawna rompió el silencio que había crecido mientras yo estaba perdida en mis

pensamientos. —Por lo tanto, cuéntame. ¿Qué pasa entre tú y Bruno? Podía sentir la

tensión entre los dos. Demonios, incluso Ron lo comentó.

No entiendo cómo Ron podría haber notado algo. Quiero decir que sólo nos había

visto juntos como un minuto y medio, mientras tropecé con él.

—No está pasando nada. Él está aquí para trabajar.

—Sí, claro.

—Dawna. —Mi voz sonó en tono de advertencia.

—Bien, bien. Lo que tú digas. Siéntete libre para llevarlo en cualquier momento y

puedes tontear con él, si te interesa. ¿Vas a ir a la oficina hoy?

Negué con la cabeza, a pesar de que ella no lo vería. —Hoy no, después. Tengo que ir a

esparcir algunas cenizas, y luego tengo una cita con el médico. Y después voy a ir a la

iglesia de mi abuela. Quiero estar en el templo antes de que oscurezca. —No le dije

Dawna que no iba a ir a la oficina a menos que fuera absolutamente necesario, hasta

que este lío estuviera aclarado. La oficina y la finca serían los primeros lugares en los

que me buscarían. Entonces, serían los últimos lugares en los que me presentaría.

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Mientras que no fuera allí, Dawna y los demás estarían seguros. No molestaría si no

tenía que hacerlo y mantenerme alejada era lo mejor que podía hacer por ellos. No lo

suficiente, pero me encogí ante el recuerdo de la horrible escena de la alberca.

—Celia... ¿Estás bien?

Al parecer, había estado en silencio por mucho tiempo. Forcé una sonrisa y esperé que

no se notara en mi voz. —Sólo estoy cansada. Han sido unos días muy largos.

—Amén a eso.

—Voy revisar a los mensajes.

Ella suspiró y me di cuenta de que comprendió que no estaba bien. —Avísame si

necesitas algo. Y trata de comer.

—Lo hago, lo hago. —También, lo hago. Quizá no cada cuatro horas, pero si las veces

que puedo hacerlo. Tomo la sopa de tomate.

Colgamos y marqué el siguiente número a mi lista. Bruno respondió su teléfono esta

ocasión, al primer timbre. Su —Hola— sonó molesto. —No eres el más paciente del

mundo, ¿eh? —Luché por contener la risa, he empezado a tener cierta simpatía por las

enfermeras. Lidiar con el clan DeLuca iba más allá de la llamada normal de deber. En

particular, con Mama Rose. Esa mujer da miedo.

—Llamé porque voy a tener que tomar prestada un poco de tu ropa. La mía se arruinó

por cazar al vampiro.

—¿Qué ropa?

—Bueno, necesito unos pantalones, una blusa limpia, y una gorra.

—Una gorra. —Lo dijo con un tono amargo. No me sorprendió. De hecho, me encontré

sonriendo por primera vez esta mañana.

—Bueno... —Alargué la palabra. Su respuesta ha valido la pena. Bruno DeLuca. Me

hacía sonreír.

—¡Maldita sea, Celia! La única gorra que tengo es mi gorra de los Mets. ¿No habrás

tomado mi gorra de los Mets?

Intenté mantenerme seria, contenta de que él no pudiera verme reír a su costa. —No

tengo ningún protector solar aquí, Bruno. Puedo buscar una en la tienda de regalos...

—Hice una pausa durante un largo momento, dejando que mi sonrisa creciera. Sabía

Page 220: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

que en la tienda de regalos no venden, ya había preguntado cuando llamé para pedir la

sopa.

Gruñó, pero pude oír que no hablaba en serio. También estaba bromeando. —La voy a

querer de regreso antes del juego de mañana por la noche.

—¿Vas a ir al juego? —He estado pensando en pedirle que vaya conmigo. No confío en

la gente fácilmente, y probablemente confío en Bruno más que nadie en el mundo. Si

me encontraba con el Rey, quería a alguien de confianza a mi lado. Pero si Bruno ya

tenía planes, yo no quería arruinarlos. Confíe en él para obtener los boletos que eran

imposibles de conseguir para cualquier otra persona. Sí, los locales apoyan a Los

Ángeles, pero el mundo animaba a los Cachorros. Quiero decir, vamos, que no habían

ganado un campeonato desde… ¡Dios! desde que era una bebé. Incluso los

revendedores estaban teniendo dificultades para conseguir entradas.

—Gracias a un bono del jefe. Yo tenía cuatro asientos, en las gradas cerca de la

primera base. Llevaría a Sal y Joey. Iba a preguntarle a Matty, pero como está en cama,

Kevin viene en su lugar.

No podía decidir si estaba molesta porque Bruno no hubiera pensado en invitarme.

Quiero decir, realmente no me gusta tanto el béisbol y realmente voy a ir por la

empresa, pero…

Además, fue mi segunda opción después de Kevin. Pero mantuve mi tono alegre. —No

necesitas la gorra, los Mets no están jugando.

—Es mi gorra —dijo lo que era algo evidente. No sé, pero yo no iba a discutir. Esto

debe ser una de esas cosas de hombres.

—Bien, bien. No me la voy a llevar. Voy a tomar algo en la tienda y luego te llevare la

gorra mañana por la mañana al hospital.

—No te molestes. Voy a dejar el hospital.

—Bruno —comencé a protestar.

—No me digas nada. Eso si que no. Ya he oído hablar de eso a mi madre, mi hermano y

mi tío. Puedo descansar del mismo modo en un hotel de cinco estrellas con todas las

comodidades que en el hospital maldición, y yo me voy a perder el juego.

Probablemente podría descansar en el hotel. Si realmente lo hiciera.

—¿Celia? ¿Estás ahí?

Page 221: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Había estado en silencio mucho tiempo... otra vez. Estaba teniendo problemas para

concentrarme esta mañana. Por otra parte, todavía no había tomado mi café. ¡Que se

apresure, el Servicio a la habitación!

—Sí, estoy aquí. Solamente un poco cansada. Y preocupada.

—Tú eres la que debe descansar. Volviste después del amanecer y ya estás arriba. Y

has tenido un par de días cojonudos. —Su voz era suave, y me hizo sonreír. Bruno es

un tipo duro originario de Italia. Pero también es un amor, mi amor. Bien, mi antiguo

amor. Pero siempre lo amaré. No importa lo que pase. Y si él tenía razón sobre

descansar, pero no lo iba a hacer. Todavía tenía amenazas en contra de mi vida.

—En ese caso no te devolveré la gorra. Porque si lo hago ninguno de los dos

descansará. —Estaba bromeando. Recordé la noche del beso con tanta claridad que

me hizo estremecer.

—¿Qué tal si la traes a la piscina del hotel? ¿Mañana, a la una y media? —sugirió con

un toque de risa en su voz—. Es agradable y pública. Deberíamos estar seguros.

—Haré eso y me puedes comprar una margarita.

—Que sea una jarra.

—¿Estás pensando en emborracharme y aprovecharte de mí?

—¿Cómo voy a hacer una cosa así? —habló con un acento exagerado que me hizo reír.

Todavía me estaba riendo cuando colgamos el teléfono.

Pensé en tomar la mayor parte del día para el juego mientras, vertí la mitad de las

cenizas del vampiro en el océano y otra mitad en el vertedero sobre el río y seguía

pensando en eso mientras conducía a Birchwoods para mi cita con el médico.

Sí, mi cita con el médico. Uno de los nombres que Gwen me había dado era de un

médico en Birchwoods. Ella le había pedido al Dr. Scott específicamente un poco de

tiempo para adaptarme.

Estupendo. Sabía que era importante, que realmente necesitaba hablar con alguien,

pero yo no quería a un extraño. Además, odio las citas. Sí, las hice, durante años.

Entonces lo hice, y estuve contenta por ello. Sólo puedes salir de un tratamiento

psiquiátrico si estás dispuesto a hacerlo, lo sé. También sabía que necesitaba el

tratamiento entonces y también ahora. Había sido paciente de uno de los mejores en

el negocio, y había ido bastante profundamente en algunos de mis lugares de dolor y

oscuridad. Estaba agradecida. Pero no había sido fácil para nadie. ¿Quién podría

culparme si no estaba ansioso por repetir el proceso?

Page 222: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Además de eso, me veía completamente ridícula. Dawna tendría un derrame cerebral

si me viera. Las únicas cosas de Bruno que me podía poner eran una camiseta roja y

un par de pantalones cortos de nylon negro de gran tamaño para baloncesto. La

camiseta no era tan mala, pero los pantalones pasaban mis rodillas y me veía como

una maldita tonta, en particular con el toque añadido de la chaqueta de mezclilla,

gorra y tenis sin calcetines.

Saqué mi culo oh-tan-elegantemente vestidos hacia la acera iluminada por el sol lo

más rápido que pude, acurrucada bajo el paraguas que había conseguido. Había

comprado protector solar en la tienda de regalos del hotel, pero era una botella muy

pequeña y sólo de FPS 15, que en realidad no ayudaba mucho a mi nuevo color

palidez. Si tenía tiempo antes del atardecer, definitivamente iba a comprar algo digno

de llevar, un sombrero de reemplazo, y protector solar resistente. Hasta entonces, me

decidí a fingir una alegre indiferencia.

Había una recepcionista diferente esta mañana. Ésta era tan atractiva como el modelo

anterior, pero más joven. Su cabello rubio estaba más oscuro que el mío, exactamente

como el color de la miel, pero con toques de luz bien aplicados. Su ropa era

impresionante le ajustaba muy bien. No quise saber cuánto le cortaron esos zapatos

de diseñador.

También fue muy amable a pesar de mi apariencia. Parpadeó rápidamente, varias

veces, mirando el paraguas, como si no estuviera segura lo que veía delante de ella.

—Estoy aquí para ver... —Saqué del bolsillo de la chaqueta la nota donde había

garabateado el nombre. Al Dr. Greene.

—Ah. —Ella sonrió, sus ojos se iluminaron al comprender—. La Sra. Graves. —Buscó

bajo el mostrador y sacó un bloc de notas y una gruesa pila de formularios—. Por

favor, tome asiento y llene estos formularios para nosotros, el Dr. Greene estará con

usted pronto.

Pronto es un término relativo.

Había estado allí el tiempo suficiente para terminar con el papeleo y exploraba mi

segunda revista cuando una voz atrajo mi atención.

—¡Perra! —Cassandra Meadows se dirigía hacia mí, delante de su marido y sus

guardaespaldas y sin hacer caso de los otros pacientes en el vestíbulo, gritaba. —

¡Cómo te atreves!

Era un vestíbulo grande, pero apenas tuve tiempo suficiente para levantarme antes de

que ella estuviera delante de mí. Ella giró su mano hacia mí, con la intención de

Page 223: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

pegarme, pero tome su brazo y bloque el golpe antes de que pudiera tocarme. Si no

estuviera controlando mis sentidos, yo la habría roto en dos. Entonces, al soltarla hiso

una mueca de dolor.

—¡Qué demonios, Cassandra!

Los guardaespaldas se interpuso entre nosotras, y Jason tiró de su esposa para

acercarla a él. Ella no dejar de luchar, estaba muy furiosa. Yo sólo lamentaba no saber

por qué.

—¿Qué diablos te pasa? —Traté de hablar con ella entre las paredes de músculo que

se habían interpuesto entre nosotros, y otros dos guardaespaldas se desplegaron

alrededor de Jason.

—¿Cómo te atreves! —repitió, su voz era un silbido venenoso.

Me estremecí, por la expresión de su cara y por una ráfaga de aire helado, que

esperaba proviniera del aire acondicionado. Lo último que necesitaba era que Ivy

empezara a actuar.

—¿Qué es exactamente lo que cree que hice? —le pregunté a Jason. Estaba rígido de

furia, pero trataba de mantenerse tranquilo, porque teníamos a la empresa sobre

nosotros. Casi todos en el edificio había venido corriendo a ver porque Cassandra

Meadows había gritando como una arpía. Ella tendría mucha suerte si antes del ocaso

no existieran fotos de altercado en Internet.

Respondió, con voz tranquila, pero frío. —Alguien filtró una historia a la prensa sobre

la estancia de Vicki aquí. Fue muy específico sobre el número de visitas que tus padres

han realizado, y se ilustra con un surtido de fotos de ella contigo. — Había una mirada

en su cara que no me gustaba. Era de decepción y repulsión... como si hubiera pensado

mejor de mí y yo lo hubiera decepcionado.

Obviamente, yo no lo hice, pero me quede mirándolo fijamente, un pensamiento

horrible se formo en mi mente. No quise, pero tenía que preguntar. —¿Fueron

tomadas en una cena familiar?

Él asintió y mi corazón se hundió. Yo siempre pensé que mi madre tenía algunos

límites. Al parecer, estaba equivocado. No estaba segura de cómo averiguaron el

número de visitas, pero probablemente el dinero estuvo involucrado.

—Podría matarte. —Cassandra había bajado la voz, pero fue ruda. En ese momento,

quería decir cada palabra. No serviría de nada protestar y declararme inocente, si en

cierto modo, fue mi culpa. Al dejar las fotos en casa de mi abuela, era el equivalente de

dejar un collar de diamantes en frente de un cleptómano.

Page 224: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

La temperatura bajó aún más, y por lo menos una de las grandes bestias delante de mí

sabía lo que significaba. Su expresión se mostraba desconfiada... justo antes de que se

pusiera blanco. Él se dio vuelta hacia Jason y Cassandra, no se movía por su voluntad.

Antes, se había movido con la velocidad y la gracia de un depredador. Este

movimiento fue más suave, más femenino. Se necesita un montón de fantasmas que

hacer algo por el estilo. Estamos hablando de algo muy fuerte. Sentí un escalofrío de

terror correr por mi espina dorsal como agua helada. Me estremecí, pero obligué al

miedo a retroceder y encerrarlo bajo llave.

—Ella no lo hizo, fue su madre. —Era la voz de Vicky, pero fría y dura, muy diferente

de cómo la había oído hablar. Los objetos comenzaron a levitando, lentamente al

principio, luego más con rápido. El estéreo que había estado tocando música suave en

el fondo repentinamente trasmitió solo estática con un sonido ensordecedor. Sabía lo

que eso significaba, tenía que detenerla antes de que alguien se hiciera daño.

—Vicky, ¡Detente! ¡Alto! —grité tan alto para hacerme oír por encima del estruendo.

Todo se detuvo tan abruptamente como si hubiera golpeado un interruptor. Los

objetos que volaban se cayeron al suelo. El estéreo se apagado.

—Estás llorando. —Vicky suavizó la voz, sonaba más como la mujer que yo conocía.

Los objetos comenzaron a subir de nuevo—. Ella te hizo llorar.

Interrumpí a Vicki antes de que las cosas se salieran más de control. —Han sido un

par de días horrendos. Mira, perdí a mi mejor amiga —Traté de sonar sarcástica, pero

mi voz se quebró. No sólo estaba asustada, me dolía. Esta era Vicki, o una parte de ella.

Y yo la extrañaba. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo que esta pérdida no

había tenido tiempo de enfrentarlo. Ella estaba muerta. Desapareció. Para siempre.

Esta podría ser la última vez que oír su voz.

Cerré los ojos contra el dolor, las lágrimas corría por mis mejillas.

Por lo general los fantasmas se sienten fríos, pero ella no. El aire que se mueve

alrededor de mí en una suave brisa era cálida y ligeramente perfumada con un

perfume familiar. Sentí como un dedo trazaba la curva de mi mejilla.

Respiré irregularmente, luchando por mantenerme bajo control. Me tomó un par de

intentos fallidos antes de que pudiera hablar, obligando a las palabras a salir más allá

del nudo que se había formado en mi garganta. Mantuve los ojos cerrados,

conservando la ilusión de la Vicki que yo recordaba. —Tu madre te ama, Vicki. Es por

eso que ella trató de darme una bofetada. Ella pensó que yo te había traicionado y a

ellos.

—Tú no lo harías. —La ira se filtró de nuevo en su voz, que se hacía hueca, profunda.

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—No. Pero ella no lo sabía. Ella nunca ha tenido una amiga. No hay manera de que ella

pudiera entenderlo.

Escuché movimiento, olía un olor diferente, más pesado, y sabía que Cassandra estaba

allí. Ella habló con el fantasma, su voz ronca por la emoción. —Lo siento, nena. Lo

siento mucho. Yo estaba equivocado, sobre ella, sobre todo. Haría cualquier cosa para

recuperarte, para arreglar las cosas.

—No puedes. Estoy muerta.

Ouch. Los fantasmas no puede mentir, pero eso era frío y duro como el infierno.

Abrí los ojos, mirando al hombre cuyo cuerpo estaba usando. —Vicki. Dijo que lo

siente, que estaba equivocada. ¿Qué más puede hacer? —Sentí el aire todavía a mi

alrededor. Estaba cerca, tan cerca. Si dijera las palabras correctas, Vicki sería libre,

cruzaría, y sería libre. Pero también la perdería para siempre. Eso me hizo más difícil

decir las palabras correctas, pero a veces tienes que hacer la cosa aun que sea muy

difícil—. Te quiero, Vick, lo hago. Y yo no quiero que te quedes aquí para siempre,

porque te niegas a perdonarla. Te mereces algo mejor que eso. Eres mejor que eso.

Tienes que dejarlo ir.

El silencio que siguió fue profundo. Creo que todos estábamos conteniendo la

respiración, esperando. Y luego volvió a hablar. —No estoy aquí por ella, Celia. —Sólo

eso. Entonces la presión de aire en la sala cambio. Y el guardaespaldas corpulento al

que yo había estado dirigiéndome se derrumbó en el piso.

Page 226: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por masi

Corregido por Lorena

ueno, eso fue sin duda... —La Dra. Greene se esforzó por encontrar

la palabra correcta. Ella finalmente consideró adecuada,

“interesante”.

Sonreí un poco con ironía, y ella también sonrió. Era una sonrisa buena y profesional,

mostrando dientes rectos y buen humor en general, pero sin ningún significado

particular. No estaba sorprendida. Cada centímetro de ella le daba aire de profesional,

desde la punta de sus sensibles pero estilizados zapatos bajos de charol, hasta el sin

sentido pero favorecedor corte de su pelo corto y oscuro. Su maquillaje era discreto,

sus joyas de buen gusto. Su traje era bonito y combinaba bien con la blusa blanca que

llevaba, pero que era de un tono medio gris. Toda su apariencia estaba destinada a ser

profesional, reconfortante, y no amenazante. Lo que, supuse, tenía sentido.

Nos habíamos retirado a su oficina, dejando que el Dr. Scott tratara con Cassandra,

Jason, y el resto de personas del vestíbulo. Yo estaba agradecida de estar lejos de ellos.

Toda la escena había sido demasiado. Una emboscada emocional. Cerré mis ojos,

sintiéndome agotada y vieja. Una parte de mí quería estrangular a mi madre. Esto

tenía que ser obra suya. Ella sería más que feliz de traicionar a Jason y Cassandra por

lo que pagaría la prensa sensacionalista. Y la Abuela claramente no la detendría. Ni

siquiera podría desalentarla ni un poco.

La Abuela no estaba de acuerdo con la forma en que los Meadowses habían tratado a

su hija y la gran humillación era como una herramienta de enseñanza.

—¿Necesitas algo de comer o beber?

—Agua estaría bien —admití. En realidad, una pizza sería deliciosa, pero simplemente

me deprimiría más cuando tuviera que vomitarla.

—Volveré enseguida.

—B

Page 227: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Abrí mis ojos, echando un vistazo alrededor. Era una oficina agradable: no tan

agradable como la del Dr. Scott, pero él era el jefe administrador. Ella no era más que

una de las psiquiatras del personal. Sin embargo, la sala era amplia, las paredes

estaban pintadas de un suave azul celeste con toques blancos. Sólo había una ventana,

pero era una grande. Las pesadas cortinas de satén, que eran de un tono rico de color

azul marino, coincidían tanto con la tapicería de las sillas, como con el estampado de

la alfombra de la felpa Oriental bajo mis pies. Los muebles tenían un acabado cereza

brillante, que hacía juego con el color borgoña de la alfombra y la pantalla de la

lámpara de su escritorio despejado. Un grupo de fotos familiares enmarcadas en negro

estaban dispersas en el aparador de detrás de su asiento, mostrando a la doctora, dos

niños hermosos, y un enorme perro pastor Inglés en varias tomas.

La doctora volvió a aparecer, con un vaso de cristal y una botella de agua. —Aquí

tiene. —Me los dio, antes de volver a su lugar en la silla detrás de su escritorio—.

Podemos sentarnos en el área de charla, si lo prefiere —sugirió mientras se inclinaba

para ajustar el temporizador de su BlackBerry por treinta minutos.

—No, esto está bien. ¿Por dónde quieres empezar?

—Bueno, supongo que debemos comenzar con las presentaciones. Soy Evelyn Greene.

Ella me extendió su mano para estrechármela. La cogí y respondí: —Celia Graves.

—Es un placer. —Ella sonrió de nuevo—. ¿Sabes por qué el Dr. Scott me recomendó al

Dr. Talbert?

—¿Porque eres buena? —sugerí.

—En general, sí —respondió sin ni siquiera un atisbo de falsa modestia—. Pero podría

haber sugerido a cualquiera de nuestros terapeutas. Él me eligió a mí por una razón

específica.

Sentí que mis cejas se alzaban. Yo sabía que ella quería que le preguntara, y así lo hice.

—¿Por qué razón?

Ella me miraba atentamente mientras hablaba, su expresión vigilante. —Él estaba

muy preocupado por el hecho de que hubieras podido utilizar los poderes de vampiro

para manipularlo psíquicamente hasta el punto en que él esté conforme con tu “trato”.

Sentí que mis ojos se abrieron como platos. ¿Qué demonios? —No lo hice.

Ella juntó sus dedos. —Oh, lo hiciste. Él me dijo que no creía que lo hicieras

intencionalmente. Pero, para asegurarse de que nada como eso vuelva a suceder,

accidentalmente o de otro modo, me pidió que trabajara contigo.

Page 228: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Contuve mi irritación, manteniendo mi expresión tan neutral como pude. De repente,

me di cuenta que ella era uno de esos terapeutas que te hacían hacer todo el trabajo,

sin decirte nada realmente, sólo dirigiéndote con la nariz hasta que llegaras a donde

querían que fueras y señalando las conclusiones que ellos querían que sacaras. Una

gran parte de mí quería actuar de manera estúpida, sólo para ver cuánto tiempo

pasaría antes de que ella me dijera lo que quería averiguar. Pero podrían pasar años. Y

estaba pagando esto de mi propio bolsillo. Odio malgastar el dinero.

—¿Eres un null? —conjeturé.

Esta vez su sonrisa, realmente, se extendió a sus ojos. —Sí.

Bueno, eso era de alguna forma interesante. Antes del mordisco había sido una simple

humana. No podía usar la magia y no tenía nada de regalos psíquicos. Pero las cosas

mágicas y psíquicas habían funcionado sobre mí. Un verdadero null era diferente, y

mucho más raro. Un psíquico tiene una radio mental que juega en su cabeza sin parar.

En la mayoría de la gente, la radio mental está apagada a menos que, específicamente,

se encienda. La Dra. Greene ni siquiera tenía una radio. La magia no trabajada en

nulos. Psíquicamente eran inalcanzables. Los clarividentes no podían —verlos—; los

telépatas no sabían leer ni influir en ellos. Pueden caminar a través de los círculos de

poder mágicos, sin que nadie, siquiera, sepan que están allí. Se consideraba por la

mayoría como un defecto congénito poco común, pero yo siempre había pensado que

en un trabajo como el mío sería condenadamente práctico. Los vampiros podían

utilizar su fuerza física en un nulo, pero ellos no podrían hechizar a uno, nunca serían

capaces de convertir a uno. Un nulo mordido por un hombre lobo puede morir, pero

nunca se volverían peludos.

—Quería que lo supieras, de esa forma no habría ningún malentendido entre nosotras.

—Gracias.

—El Dr. Scott también quería que te pidiera que reconsideraras seriamente quedarte

hospitalizada las próximas semanas, hasta que hayas tenido la oportunidad de

averiguar la magnitud de tus cambios fisiológicos y adaptarte a ellos. Lo que te ha

ocurrido es extremadamente traumático tanto física como mental y emocionalmente.

Es peligroso para ti…

Yo la interrumpí —Lo sé. Pero justo ahora hay cosas que tengo que hacer. Dentro de

unos días…

Era su turno de interrumpir. —Puede que no tengas unos días. Estamos hablando

acerca de tu supervivencia física y mental. Seguramente sea lo que sea puede esperar.

Page 229: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Su tono de desaprobación lo hizo más una sentencia, pero contesté como si hubiera

sido una pregunta. —No, realmente no puedo —suspiré—. Aparte del incidente con el

Dr. Scott, he sido capaz de mantener las cosas bajo control.

Ella abrió la boca, pero yo le hice señales con la mano para silenciarla.

—Estoy siguiendo sus instrucciones al pie de la letra. —Bueno, tal vez no exactamente

al pie de la letra, pero casi. Y no era fácil, tampoco—. Pero en los últimos días he

tenido varios atentados contra mi vida. No puedo quedarme en un lugar donde ellos

pueden encontrarme y llegar a mí fácilmente.

—Te aseguro…

La interrumpí de nuevo. —Llegaron a Vicki. Tuvieron que matar a Louis para hacerlo.

Pero entraron, y la mataron. Y lo sabes. Y traspasaron las protecciones, que eran muy

buenas, de la propiedad de Vicki. Mataron a un dulce niño al que simplemente le

gustaba limpiar piscinas, porque tenía útil una parte del cuerpo. No, gracias. No voy a

ser un blanco fácil, y no voy a poner a tus pacientes y personal en riesgo.

—Podría forzar la situación —dijo con frialdad.

—Eso sería un error —respondí, con la misma frialdad. Salvo que no era indiferente.

Estaba enojada. Mientras miraba sus ojos azules oscuro, se me ocurrió que me estaba

provocando deliberadamente, tratando de hacerme perder la calma, así ella tendría la

excusa. Zorra. Mantuve la calma y no mordí el anzuelo.

Nos sentamos en una silenciosa batalla de voluntades durante mucho tiempo, ninguna

de las dos dispuesta a ceder. Cada tic-tac del reloj de pared desembocaba en el silencio

y el sonido del aire acondicionado en funcionamiento era casi, sorprendentemente,

alto.

Me incliné hacia delante, abriendo la botella de agua, vertiendo el líquido en el vaso.

Me lo bebí en silencio, cómodamente, cruzando las piernas con deliberada

indiferencia. No estaba cediendo a su mierda. Si esta era su manera de hacer las cosas,

no iba a ser su paciente pasada la primera reunión. El Dr. Scott debería haberme

remitido a otra persona. De hecho, el Doctor debería haber hecho mi asesoramiento

mientras se sentaba dentro de un círculo sagrado.

—Esto no nos está llevando a ninguna parte —anunció.

No podía discutir contra eso, así que no lo hice. En cambio, alcé las cejas y tomé otro

sorbo de agua, siendo siempre muy cuidadosa de no mostrar ningún atisbo de placer

al tener que ser ella la que rompiera el silencio.

Page 230: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Va a ser muy difícil hacer progresos si te niegas a cooperar. —Ella sonaba un poco

irascible. Su conducta profesional estaba decayendo sólo un poco.

—No me estoy negando a cooperar. Me limito a elegir el tratamiento de paciente

externo, que era una opción que se me ofreció.

Ella dejó escapar un pequeño resoplido, sus ojos se estrecharon. Ella miró el elegante

reloj de oro de su muñeca y negó con la cabeza. —No tenemos mucho tiempo.

—¿Por dónde quiere empezar? —pregunté.

—Supongo que depende de ti. ¿Por dónde crees que deberíamos comenzar?

Me incliné hacia atrás, pensando en ello. Había muchas opciones. Pero la que estaba

arriba de mi lista, en este momento, tenía que ver con la escena del vestíbulo.

—Vamos a seguir con la tradición y comenzar con mi madre. —Tenía intención de

sonar más humorística de lo que salió.

—¿Tu madre?

—¿Has hablado con el Dr. Talbert sobre mi pasado?

—Me gusta empezar de nuevo. —Sonrió, pero no alcanzó sus ojos—. ¿Qué quieres

contarme sobre tu madre?

Wow. ¿Por dónde empezar? Quiero decir, había tantas cosas y ninguna de ellas

particularmente buena. Yo ni siquiera sabía si la quise alguna vez. Pero estoy

malditamente segura de que no me gustaba.

Todavía estaba tratando de encontrar las palabras adecuadas, cuando sonó la

campana, indicando el final de la sesión.

Típico.

La Dra. Greene cogió su BlackBerry con un suspiro. —¿Por qué no quedamos para el

lunes a las 11:15? Eso te dará el fin de semana para decidir cómo empezar. —Ella alzó

la mirada, encontrándose directamente con mis ojos—. A pesar de que creo realmente

que debo intentar, una vez más, convencerte de que sería beneficioso para ti, en este

momento, seguir un tratamiento en el hospital… —Ella dejó que el final de la frase se

arrastrara con esperanza. Ella no tenía por qué haberse preocupado. Negué con la

cabeza.

Dejó escapar una pequeña exhalación de disgusto, pero no planteó ninguna objeción

adicional. —Está bien. Lunes a las 11:15. —Ella introdujo la cita en su BlackBerry.

Page 231: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Todavía estaba pensando en mi madre mientras conducía el Miata por la carretera

principal de vuelta a la ciudad.

El tráfico no era bueno, lo que significaba que no iba a tener tiempo para hacer una

parada para comprar ropa decente. No, si yo quería conseguir algo de alimento para

mí y llegar a la iglesia antes de la puesta del sol.

Una parte de mí quería estrangular a mi madre por lo que había hecho. Oh, no tenía

ninguna prueba. Pero lo sabía. Era tan típico de... ella. Maldita sea de cualquier modo.

Sabía que no debería dejar que eso me fastidiara. Quiero decir, Dios sabía que no era

la primera vez que me había traicionado. Debería estar acostumbrada a ello y no

esperar nada mejor de ella. Y, sin embargo, había esa pequeña parte de mí que

simplemente no perdería la esperanza: la esperanza de que ella cambiaría, se

rehabilitaría, se convertiría en la madre que una vez fue y que yo recordaba.

El dolor y la rabia formaban un nudo firme en mi garganta, dificultándome el tragar.

—Madura, Graves —me dije con severidad, mientras tomaba la salida de la Avenida

Treinta y ocho, que era la ruta más rápida para ir a Old Town—. Ella es como es. No va

a cambiar. —Y quizás ella había sido siempre de esa forma y yo, simplemente, la

recordaba a través de unas lentes color de rosa. Tal vez, simplemente, había sido mi

padre quien la mantenía bajo algún tipo de control.

Pasé por una auto-farmacia y compré algunas bebidas nutritivas y la versión líquida

de una popular multi-vitamina. Engullí dos de las primeras y me tomé una dosis de

esta última antes, incluso, de salir del aparcamiento. Yo iba a una iglesia, la iglesia de

mi abuela, para refugiarme. Necesitaba estar malditamente segura de que no iba a

perder el control cuando el sol se pusiera.

Me obligué a prestar mucha atención hacia dónde iba. No quería perderme, no en este

barrio. Cuando mi abuelo estaba vivo, Old Town había sido una zona de clase obrera.

Mucha clase obrera.

En aquel entonces, no había ninguna banda de la que hablar y los murciélagos y los

monstruos no eran ni de cerca el problema que es ahora. Las cosas cambian.

La Capilla Cristo Nuestro Salvador es un pequeño edificio hecho de tablillas blancas y

de ladrillo, en uno de los distritos más decadente de la ciudad. El aparcamiento es de

tierra infértil, pero no hay nada de basura en ella. Las ventanas están limpias y las

puertas de madera relucen con cera. La última vez que alguien trató de grafitear el

lugar, el Reverendo Al lo atrapó. Con la aprobación de la madre del niño, el buen

Page 232: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Reverendo puso al niño a fregar el suelo del santuario, con un cepillo de dientes,

mientras Al le leía las Sagradas Escrituras. Mi abuela jura que el niño todavía viene a

las misas todos los domingos y alternando las noches de los miércoles.

Metí mi pequeño coche deportivo en el sitio vacio del aparcamiento entre el antiguo

Chevy del Reverendo Al y el Oldsmobile de mi abuela, recién salido del depósito

municipal, justo cuando los últimos rayos de sol se estaban ocultando en el horizonte,

por el Oeste. Yo tenía la esperanza de que el Miata estaría bien. Lo último que

necesitaba era que algo le ocurriera al coche. Pero el sol se estaba ocultando

rápidamente, y necesitaba estar en tierra santa.

Tan pronto como estuviera a salvo, lo cogería para dar un largo paseo a lo largo de la

costa. Tendría que ser por la noche si quería abrir la capota, pero me gusta la luz de la

luna.

Era una meta a la que aspirar.

Pero por esta noche, iba a seguir el consejo del Tío Sal y no llamaría la atención. Y sólo

en caso de que el supermurcielago tuviera alguna idea, de venir después a por mis

seres queridos, mi abuela iba a estar allí conmigo.

Me apresuré por la acera de hormigón agrietado que llevaba a las puertas de vidrio

principales, mientras el resplandor anaranjado de las luces halógenas iban de un lado

a otro de las calles. Tiré de la manivela, atravesando el umbral hacia el refugio seguro

y terminé de pie a menos de 15 centímetros de distancia de mi madre.

Sentí una oleada de emociones al minuto de poner mis ojos sobre ella. Ira, mucha ira,

pero la frustración y la pena también estaban allí, y una profunda tristeza, en la que no

me gustaba pensar.

Ella estaba discutiendo con la abuela, alzando su voz, sus palabras mal articuladas. Si

ella no estaba ya completamente borracha, llevaba buen camino. Nada fuera de lo

común. Estaba vestida para una noche en la ciudad, con una parte de arriba de nylon

con estampado de leopardo, que era lo suficientemente escasa como para mostrar un

amplio escote y un par de pantalones negros, que se ajustaban como una segunda piel.

Unos tacones de aguja de 10 centímetros con un bolso a juego completaban el

conjunto. No se veía completamente como una prostituta, pero con su figura y su

cabello rubio teñido había sobrepasado la línea, definitivamente, hacia el mundo de la

gentuza.

Me refiero a, ¿tacones de diez centímetros? Maldita sea, yo no lo intentaría con esa

borrachera. Pero claro, esa era mi madre, después de todo.

Page 233: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—No puedo queedrme, mamá. Celia va a veeenirr y sabes cómo se cooomporrtará.

—Demasiado tarde. Ella ya está aquí.

Mi madre se giró al instante, sus ojos muy abiertos, como Dios manda, con pánico. Si

hubiera tenido alguna duda acerca de si ella era la culpable detrás de las fotos y la

historia, esa mirada lo confirmó.

Mi abuela habló. —No puedes irte, Lana. Hay un vampiro por ahí tratando de cazar a

Celia y a la gente que le importa. Necesitas quedarte aquí esta noche. —Su voz era

inflexible. Estaba de pie firme como una roca, en toda su altura sobre sus sensatos

zapatos y una chaqueta tejida a mano, negándose a ceder.

—Entonces yo juusstament debería estar bien. Porque todos sabemos que mi pequeña

niña no da ni un maldito penique por mí.

Lágrimas de cocodrilo llenaban sus ojos.

¡Oh, por el amor de… —Deja de joder, mama —solté. La ira estaba alejando las otras

emociones. Quiero a mi madre, pero algunas veces casi la odio—. Aquí nadie se está

tragando tu discurso autocompasivo. Además de que, incluso si tuvieras una licencia

válida, estás demasiado borracha para conducir.

Ella se enderezó en toda su estatura mirándome llena de odio. —No estoy borracha.

—Por supuesto que no. —Mi voz estaba impregnada del suficiente sarcasmo como

para ganarme una mirada desagradable, tanto del Reverendo como de mi abuela.

—No tengo porque quedarme aquí y aguantar eeesto. —Mi madre se giró para hacer

frente a la abuela—. Si no me prestas tu coche, llamaré yo missssma un taxi. —Ella,

tambaleándose, pasó por delante de mí, cerrando de golpe la puerta de vidrio abierta.

Me di la vuelta para seguirla, saliendo justo a tiempo para verla inmóvil en mitad de

un paso a menos de dos metros de distancia del límite de propiedad, con los ojos

vidriosos.

Oh, mierda.

Page 234: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por *ƸӜƷYosbeƸӜƷ*

Corregido por andre27xl

enía mis cuchillos afuera. Ellos brillaban en pura plata blanca en la luz de la

luna. El alumbrado público se había apagado. Y también la luz de la iglesia. La

única iluminación venía de la luna, de mis cuchillos, y el brillo de la luz verde

radiante de mi piel. No era la mejor manera de presentarle a mi abuela mi condición,

pero no tenía otra opción.

Vi movimiento, una sombra se movía en la más profunda oscuridad aterciopelada.

Tenía que ser ella. Tenía que ser. La pregunta era, ¿estaba sola? Conociendo mi suerte,

probablemente no.

—Mama. —Tiré de su brazo sin soltar el cuchillo. Estaba rígida como una tabla. Se

había parado a solamente pulgadas del límite. Si ella no tomaba aquel último paso, la

vampiresa no la conseguiría. Pero con la bestia que luchaba por el control de su

mente, yo no podía estar segura que ella no tomaría aquel último paso profético.

No podía dejar que eso pasara.

Yo la amaba.

Yo podría querer estrangularla más de la mitad del tiempo, pero yo todavía la amaba.

Y la quería aquí, viva, y en toda posesión de sus facultades. Porque si ella moría o se

volvía inmortal, nunca podría arreglar lo que estaba mal entre nosotras. Y quería eso.

Hasta ese momento no me había dado cuenta cuanto quería esto.

Decidí tomar al vampiro por los colmillos. —Hola, Lilith.

La sombra más oscura respondió: —Celia.

Ella salió de la oscuridad —ágil, salvaje y hambrienta. No miré su cara. No me atreví.

Una mirada a esos ojos y ella de seguro me tendría, de la misma manera en que tomó a

mi madre.

—Hay un poco de semejanza —miró a Lana de arriba abajo—, pero no mucho.

T

Page 235: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Sí, bien, ella ha tenido una vida dura. —Di un paso entre mi madre y la vampiro,

esperanzada de no estar siendo un idiota. Porque si Lilith tenía el control suficiente de

la mente de mi madre, ella podría forzarla a atacarme. Pero si podía romper la línea de

visión de Lilith, mi madre sería capaz de deslizarse de sus ataduras mentales. No

pensé que fuese lo suficientemente fuerte, pero quería que lo fuera. Me refiero, esta

era la mujer que se había quedado cuando nuestra vida se había ido al infierno. Ella

había empezado a beber para hacer frente, pero se había quedado, lo que era

jodidamente mejor que lo que había hecho Papá.

—Así puedo ver.

Sentí el poder de Lilith deslizarse alrededor y más allá de mí, resbaladizo y sinuoso

como una serpiente. Aguanta Mamá. Lucha contra él.

—¿Qué harás si la invoco para mí?. ¿Tratarás de salvarla? ¿Te sacrificarás? ¿O te

quedarás allí detrás de tu línea de protección y observarás como me la bebo de un

trago, y luego uso mi magia para reemplazar a Luther con tu querida mamá?

—Todavía no la tienes.

—¿No? —Escucho el crujir de tacones en el cemento, sentí un cuerpo prensado contra

el mío mientras mi madre cambió su peso en respuesta al llamado.

—Aguanta, Mamá. Aguanta.

No me atreví a mirar atrás, a pesar de que podía escuchar movimientos de la dirección

de la iglesia.

—Lana, ¡No! —Mi abuela gritaba detrás de mí, y de repente la oscuridad era

atravesada por una lanza de color blanco deslumbrando como una bengala de

magnesio. El Reverendo Al avanzó, sosteniendo la cruz del altar delante de él. Era

brillante con la cegadora luz blanca de la fe pura. Es un hombre grande, 1.80 de alto,

probablemente unas buenas 120 a 140 kilos de un antiguo defensa de rugby. Él era

impresionante en cualquier momento. Esta noche, era impresionante.

La esencia del incienso, reforzado con mirra, flotó hacia mí en el aire frío de la noche.

—¡Vete, demonio! —Su voz sonó con autoridad mientras gritaba la oración de

destierro en su latín original. La reconocí de mis lecturas en la universidad, pero en

realidad nunca había escuchado usarla. Lilith no era un demonio, solo un vampiro

muy viejo, pero parecía funcionar. Ella gritó en rabia frustrada, su poder arremetía

contra él como una oscuridad viviente. Golpeó la pared de su fe con un sonido como el

choque de espadas, pero la luz de la cruz en sus manos nunca vaciló.

Page 236: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

El vampiro levantó la cabeza, aullando de dolor.

Era la única apertura que podía tener jamás. Enviando una oración en silencio al cielo,

me pasé el cuchillo a la mano derecha en una posición de lanzamiento y la arrojé al

bulto de su cuerpo.

No era un cuchillo de lanzamiento. Había una buena posibilidad de que no atinara.

Pero era un arma muy bien balanceada, y con la magia que Bruno había imbuido en

ella todo lo que necesitaba era un rasguño. Dio en el blanco, la bendecida empuñadura

de la hoja se hundió profundamente en la carne blanda del abdomen de Lilith.

Ella abrió la boca, pero ningún sonido salió. El lugar de eso, vi unas llamas

comiéndosela desde dentro.

Genial. No sabía que la magia había funcionado, pero fue muy impresionante.

Con un soplo de aire su cuerpo se quemó, hasta que nada más fue ceniza espesa, con

mi ardiente cuchillo ennegrecido en la parte superior.

Los vampiros no mueren así. Simplemente no lo hacen. Matar a un vampiro es

sangriento, problemático e implica decapitación y arrancar el corazón. Ellos

simplemente no estallan en llamas cegadoras y arden hasta convertirse en una pila de

polvo hasta las rodillas —bueno, no sin la ayuda de grandes cantidades de luz solar.

Entonces ¿Qué demonios había pasado? Quería llamar a Bruno o Matteo, pero no

podía verlos moviéndose.

No sé cuando tiempo nos quedamos allí. Lo suficiente para que la luz de la cruz del

Reverendo Al desapareciera y mis ojos se acostumbraran a la oscuridad aterciopelada

de una noche llena de nubes. Una a una las farolas se encendieron de nuevo. Mientras

desde la distancia, escuchaba a mi abuela cantando una canción de cuna a mi madre

llorando.

—Tenemos que recoger las cenizas y arrojarlas a una fuente natural de agua en

movimiento.

El Reverendo Al sonaba aún más cansado de lo que yo me sentía, lo cual era una

especie de burla. Porque me sentía como si hubiese tenido doce asaltos con Mike

Tyson.

—Sí, definitivamente queremos disponer de ella propiamente. Y tengo que limpiar mi

navaja.

Page 237: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Quería descansar a como diera lugar. Pero no podía hasta que estuviese

absolutamente segura de que había eliminado cualquier posible oportunidad de que

Lilith volviera.

La voz del reverendo era un poco inestable cuando hablo. —Voy a buscar una escoba y

un recogedor, aunque dónde voy a poner las cenizas no lo sé. No tengo nada listo. —

Me las arreglé para mover la cabeza lo suficiente como para mirarlo. Su cara

normalmente rojiza estaba gris con la fatiga. Parecía viejo, un poco frágil, y más que un

poco asustado.

Le dije: —tengo un bolso que puedes usar en el carro. Aunque cómo vamos a

distinguir la cabeza del corazón no tengo idea. Y lo hiciste fabuloso—tan bien como

cualquiera de los de sacerdotes de la orden.

—Yo no la maté. Ni siquiera la herí, en realidad. —Él se estremeció, todo su cuerpo

temblaba en respuesta—. Los Santos me protegen, pero ella era poderosa. Nunca

había sentido algo como eso.

—Tenía que tener como cien años. No hay muchos vampiros que vivan tanto, y los que

lo hacen son extremadamente poderosos. Y si no la hubieses herido con la cruz, yo

nunca habría sido capaz de agarrarla. Usted nos salvó a todos.

Se pasó una mano por su fino cabello. —Creo que puedes reclamar el crédito tanto

como yo —dijo con voz temblorosa—. Si no te hubieras interpuesto entre ellas, yo

nunca lo hubiera logrado a tiempo.

Se me quedó mirando por un largo momento. —Esa es la cosa más valiente que he

visto en mi vida. Sé que no te llevas bien con tu madre, Celia. Tu abuela nos hace rezar

por eso todo el tiempo. Pero todavía la amas. De eso no hay duda.

—Sí. Así es. —No sonaba feliz por eso, incluso hacia mí.

—Luego, cuando hayamos terminado con la limpieza quiero que vengas. Habla con

ella. Resuelvan sus diferencias.

¡Ay! ¡Puta madre!

Page 238: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por ANDRE_G

Corregido por Marina012

l reverendo ordenó pizza y refresco para celebrar. Tomó más tiempo en llegar

del que se suponía. Me hubiera quejado con el chofer, pero la abuela me

interceptó antes de que pudiera llegar a la puerta.

Sin embargo, recalentamos las tartas en el horno de la iglesia e incluso el reverendo se

tomó la molestia de buscar en los gabinetes hasta que encontró una licuadora.

Era mi primer intento con la comida —real—. Sí, la diluimos y la molimos, pero era

pizza. Debería saber igual a la forma en que se comía normalmente.

No fue así. Sabía realmente extraño. Tal vez se debía a que todo estaba junto en una

pasta, así que no saboreé cada parte individual… la corteza, la salsa de tomate, el

queso y los otros ingredientes. Allí estaba esa extraña cosa elástica que no podía

lograr ubicar. Aun así, estaba lo suficientemente agradecida como para irme a quejar.

Logré tragar algo de ello, y era con certeza mejor que lo que había estado —

comiendo—. Y eso me dio esperanzas. La comida de verdad podría ser posible. Quizás.

Estaba sentada en el estudio del reverendo, bebiendo mi batido de pizza-aguada y un

vaso de leche mientras limpiaba mi navaja con un pedazo de tela aceitado. Había

estado haciendo un esfuerzo físico considerable, sin ninguna suerte hasta el momento.

Era como si el metal se hubiera ennegrecido a sí mismo. El mango de madera estaba

bien, pero el metal de la cuchilla, mientras seguía estando duro y filoso, estaba

absolutamente negro. Raro. Muy, muy raro.

Tan pronto como lograra bajar el batido y limpiar la navaja, iba a dirigirme a donde

Karl Gibson. Lo había llamado para hablarle sobre la visita del rey y le había ofrecido a

Karl la oportunidad de estar presente. Él aceptó. Resultó ser un ávido fanático del

béisbol así como era detective en una misión.

Mi abuela entró a la habitación. Le dio al reverendo Al una mirada llena de significado

antes de preguntar: —¿Le importaría darnos a Celia y a mí unos minutos a solas?

Tenemos que hablar.

E

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Cerré mis ojos pero no dije ni una sola palabra. Mi mente, sin embargo, se estaba

acelerando. No. Oh, por favor, no. No una —conversación.— No me merezco esto.

Estoy cansada, maldita sea. No me hagas hablar con mi abuela.

—Por supuesto, Emily. —La mirada que lanzó por encima de su hombro en mi

dirección tenía un rastro de simpatía. La abuela esperó hasta que la puerta estuvo

firmemente cerrada detrás de ella antes de bajarse remilgadamente en la silla

enfrente de la mía, depositando su taza de café sobre el pequeño posavasos de corcho

sobre la mesa enfrente de ella.

—Esta noche estuve muy orgullosa de ti. Lo que hiciste fue algo de gran coraje,

mantenerte en pie por tu madre de esa manera.

—Gracias, abuela. —Luché para no bostezar. Estaba realmente adormilada.

Probablemente todo me estaba pasando factura.

Me dio una larga mirada. —Siempre he estado orgullosa de ti, Celia. Eso lo sabes. —

Sus ojos se encontraron con los míos y sólo por un momento se veía vieja. Quiero

decir, es mi abuela, y tiene más de ochenta. Claro que es vieja. Pero nunca se ve como

si lo fuera. Tiene esta clase de energía, como un torbellino en miniatura. Siempre

marchando, siempre está haciendo algo. Pero esta noche lucia vieja y triste y más que

un poco preocupada.

—Abuela, ¿qué sucede? El murciélago está muerto. No alcanzó a mamá.

—No, —la Abuela me dio una triste sonrisa—, no la alcanzó.

—Mira, estás exhausta, ¿por qué no descansas un poco?

—No, Celia, hay algo que tengo que decirte, y después de lo que ha pasado está noche

sé que no puede esperar. Debí habértelo dicho cuando alcanzaste la pubertad. Pero

estabas en terapia por lo que había pasado contigo e Ivy, y pensé que no estabas lista

para sobrellevarlo. Además, no afecto a tu madre… no mucho, de todos modos.

Realmente no pensé que te molestaría. —Se movió en su asiento incómoda, su mirada

repentinamente absorta en el contenido de su taza de café. Sonaba sospechosamente

culpable y simultáneamente, como si estuviera tratando con mucha fuerza de

racionalizar algo.

—¿De qué estás hablando? —Las palabras salieron más severas de lo que pretendía, y

ella se estremeció. Me disculpé de inmediato—. Lo siento. No quería hablarte así. Es

sólo que estoy cansada.

—No, no. Está bien. —Se levantó y me dio unas palmaditas en la mano. Su mano era

nudosa y tenía manchas por la vejez, las venas y los tendones se destacaban

Page 240: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

fuertemente debajo de la piel de pañuelo de papel—. Siempre te has referido a ti

misma como un “ser humano común y corriente”.

—Sí.

—Pues… no lo eres.

—Pues, no, no desde que el vampiro…

Ella apretó mi mano con fuerza, y levanté la mirada, encontrándome con sus ojos que

se habían vuelto solemnes. —No eras completamente humana antes del mordisco del

vampiro, Celia. Mi esposo, tu abuelo, era sólo mitad humano.

Pestañeé. Eso no lo había sabido. Parecía humano. Y realmente, no hay muchas

criaturas mágicas que puedan reproducirse con nosotros. Los hombres lobo, desde

luego, pero eso es porque ellos generalmente empiezan siendo humanos. Y el abuelo

no había sido un lobo. De ninguna manera.

—¿Qué… qué era?

—Su padre era un marinero humano. Su madre era una sirena. Lo que quiere decir

que tú eres en parte sirena.

¿Una sirena? De ninguna manera. Yo no. quiero decir, estaba hablando con la mujer

que había sido echada del coro en octavo grado, cuyos compañeros de cuarto la

amenazaban con llamar a la policía cuando cantaba en la ducha. Y las sirenas eran

hermosas… quiero decir criaturas extremadamente espectaculares que tenían

hombres jadeando detrás de ellas.

—Em, abuela… —Luché para encontrar las palabras, pero lo único con lo que pude

salir fue: —No puedo cantar. Quiero decir, realmente no puedo cantar.

Ella rió, con fuerza, su cabeza voló hacia atrás, con los ojos bailando. Parte de ello era

el estrés, pero otra parte era puro humor. Cuando finalmente logró calmarse lo

suficiente para poder tomar aliento dijo: —No, nena, realmente no puedes cantar. —

Se limpió las lágrimas de las esquinas de sus ojos—. Pero mientras unas sirenas

enfocan su llamada a través de la música, la llamada en sí misma es psíquica. Una

sirena de sexo femenino llama a los hombres para satisfacer sus necesidades, incluso

hasta la muerte.

—Pero…

Continuó, como si yo no hubiera hablado. Era como si las palabras y las emociones

hubieran crecido en su interior y, ahora que las había soltado, no había forma de

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detenerlas. —El vampiro que te mordió trató de transformarte en vez de matarte

porque él era un varón. El hombre lobo que te encontró en ese callejón, entre todos los

callejones de la ciudad, lo hizo porque lo llamaste. —Me dio una triste sonrisa—. Y no

te llevas bien con otras mujeres porque has accedido a tu poder.

—Eso no es cierto. Me llevo bien con las mujeres —protesté. Realmente, era una

mentira. Nunca me había llevado bien con la mayoría de las mujeres. Había tenido

unas cuantas buenas amigas, Dawna, Vicki…

La abuela no dijo una sola palabra, sólo levantó una elocuente ceja.

—Vicki era mi mejor amiga.

—Vicki era lesbiana, Celia.

—Pues, sí, pero era una mujer.

La abuela asintió una vez, luego volvió a levantar esas imponentes cejas plateadas. —

Bueno. ¿Alguna otra persona?

—Dawna. Me llevo muy bien con Dawna. Realmente, realmente bien, y a ella no le

gustan las mujeres… de esa manera.

La abuela sonrió, pero había una matiz de lástima junto con el humor. —¿Ella está, por

casualidad, en la post-menopausia?

—Bueno, pues tiene algunos problemas de fontanería y tuvo una histerectomía hace

algún tiempo, pero eso, ¿qué tiene que ver con todo esto?

La abuela me dio una mirada plana. —Nombra una amiga cercana que tengas que sea

heterosexual y fértil. Sólo una.

Pensé en ello. Con fuerza.

El silencio se extendió entre nosotras probablemente por dos minutos. Dos de los más

largos minutos de mi vida.

—No puedes hacerlo, ¿cierto? —Sonrió gentilmente—. De hecho, la mayoría de las

mujeres con las que interactúas se ponen casi completamente neuróticas, casi hasta el

punto de la locura, a tu alrededor particularmente si los hombres o las mujeres que

ellas aman están alrededor.

Pensé en ello. Habían pasado algunos incidentes en la universidad, en las fiestas. Los

hombres siempre se apresuraban a abrirme las puertas, o sacarme la silla, y

cabreaban a sus chicas. Demonios, hace menos de dos semanas había habido una

Page 242: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

escena en donde El Jefe, entre la novia de Kevin, Amy, que vive con él y yo, cuando él

me trajo una bebida antes de traerle la de ella. También había otras cosas. No me

gustaba pensar en ellas. Era sólo que siempre me confundía. Sin embargo, de ser una

sirena, todo tendría sentido. Pero ¿lo era? ¿Realmente, lo era? —¿Cómo puedo estar

segura de ello? ¿Hay un kit de prueba en la farmacia o algo por el estilo?

—En cualquier momento que estás realmente necesitada, llamas a los hombres, y ellos

hacen lo que sea, a cualquier costo que tenga, por ayudarte.

Ahora, si tenía una respuesta para eso.

—Entonces, ¿por qué no llamé a alguien para que me ayudara cuando Ivy y yo

estuvimos secuestradas? Dios sabe que necesitábamos ayuda.

Las lágrimas llenaron sus ojos, su agarre se apretó en mi mano hasta que fue

realmente doloroso. —Oh, cariño. Si tan sólo hubieras tenido acceso a tu poder. Pero

no habías alcanzado la pubertad. Si lo hubieras hecho…

Si lo hubiera hecho, mi hermana seguiría estando viva. Yo podría no haber sido

torturada. Todo… mi vida entera… habría sido completa y totalmente diferente. ¿Si tan

sólo hubiera sido unos cuantos años mayor?

Me senté allí, aturdida. Mi cabeza se estaba acelerando, pero me rehusé a poner

cualquier cosa en el orden de algún pensamiento coherente. Era como si todo mi

mundo estuviera al revés. Nada tenía sentido y al mismo tiempo de repente todo tuvo

sentido.

—Es una de las razones por las que a tu madre se le hizo tan difícil ajustarse al

abandonó de tu padre. Los hombres simplemente no dejan a las sirenas. Ella sabía

sobre el otro lado de la familia de su padre. Los había conocido, se había integrado de

alguna manera. Perder a tu padre no sólo la lastimó, la perjudicó. Creo que ella se

habría suicidado de no ser por ustedes dos. Y luego, cuando Ivy… —Dejó que su voz se

desvaneciera, su mirada moviéndose hacia la puerta como si pudiera ver a través de

ella hasta el otro lado donde dormía mi madre. Suspiró.

—Sé que tomará algún tiempo acostumbrarse a la idea. —La tranquilizadora voz de la

abuela vino hacia a mí como de la lejanía—. Y eventualmente, tendrás que ponerte en

contacto con tu bisabuela o una de sus hermanas. Pero no en este momento. En este

momento necesitar descansar.

Como si pudiera hacerlo.

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Traducido por Gayanita

Corregido por Coral

o no esperaba ser capaz de dormirme. Después de todo, las grandes noticias

habían sido un duro golpe y un saco para dormir en un concreto suelo, no era

una idea confortable. Pero debía haber estado más cansada de lo que esperaba,

porque estuve fuera un minuto y me metí rápidamente en el saco.

Sabía que estaba soñando, reconocía el sueño, pero no podía arrastrarme fuera de

este.

Tenía 12 años, otra vez. Era a mediodía durante un día de pleno verano brillante

y caluroso. Llevaba cortados los vaqueros que eran demasiado cortos y

apretados para ser cómodos, no para enseñar mis piernas, porque se me habían

quedado pequeños y no tenía dinero para comprarme más.

Nunca había suficiente dinero. Mamá estaba trabajando como camarera pero la

mayor parte lo gastaba en fumar —cigarros para fumar, hierba para fumar y

licores. Siempre venía tarde a casa, rara vez sobria o sola. Ivy dormía mucho por

ello. Nunca escuchaba el sonido de la cabecera golpeando la pared o los gemidos

que lo acompañaban. Yo sí lo hacía.

No había más lecciones de ballet. La única razón de que Ivy estuviera tomando

sus lecciones de entrenamiento de —regalo— era porque la Abuela insistió en

pagarlas, y la llevaba a ella. Eso era por lo que yo estaba ahora sola. La Abuela

había llevado a Ivy a sus lecciones y Mamá estaba fuera “trabajando”.

Encontrarle había sido fácil. Yo había conseguido un ordenador en la biblioteca

pública. Fui allí directa a las guías telefónicas. La dirección era a menos de cuatro

bloques de nuestra casa.

Cuatro bloques. También podrían haber sido como mil millas. Pero no lo sabía.

No entonces.

Y

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Giré la esquina caminando, mis correas pegando contra el hormigón partido. El

sudor se deslizó entre mis hombros y bajó por debajo de la camiseta sin mangas

rosa barata que había cogido del armario de mi madre.

Una parte de mí sabía que estaba soñando, intentando parar justo aquí, para sacar o

cambiar el sueño, antes que fuera más lejos. Lo había vivido una vez, soñado unas

veces, pero no deseaba verlo de nuevo. Pero estaba durmiendo demasiado

profundamente, así que las imágenes se movían inexorablemente* hacia delante, mi

juventud, haciendo una pausa debajo de la farola de la esquina de la calle, mirando el

número de la casa de la derecha.

Estaba en el cuarto de la derecha. Un pequeño edificio de madera blanca

ordenada con un rojo elegante y un vallado en frente. Le vi. Estaba jugando un

partido en la parte del frente del jardín, con un chico un año o así, más joven que

yo. Una niña de cinco años con rizos rubios y un jersey rosa estaba jugando a las

muñecas en la entrada de enfrente. Se parecía tanto a Ivy, que era asombroso. Él

estaba riendo, hasta que alzó la vista y me vio.

Papi.

La alegría se deslizaba por su cara. Él dio la vuelta al chico y le dijo algo. No podía

verlo, pero vi la urgencia en sus ojos. El chico me miró asustado pero

obedientemente se agachó para recoger sus cosas. Al parecer, no lo

suficientemente rápido. Mi padre se le adelantó, metiéndole prisa a su canguro

en casa.

Me congelé, con la mano derecha extendida, y la boca abierta para intervenir.

Los ojos de mi padre se encontraron con los míos durante un interminable

momento.

Cerró la puerta.

—Qué trágico. —Reconocí la voz que se deslizó en mi sueño tan suave como la seda.

Jones estaba de vuelta y estaba siendo sarcástico—. Pobre pequeña cosita.

—Vete al infierno y sal de mi cabeza.

—Yo no pienso eso. Necesitamos hablar y no tengo mucho tiempo.

El sueño cambió y podía verle. Él estaba en un gimnasio en la posición del centro de

un pentagrama dibujado en el centro de un círculo, en el centro de la cancha. Tanto el

círculo como el pentagrama brillaban rojos y mojados por la luz de las velas negras

colocadas en cada punto de la estrella. Había tenido que usar su propia sangre para

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dibujar aquellos símbolos y sentí sus poderes y el dolor en sus antebrazos, incluso a

través de la filtración de sueños.

—Necesito que le des un mensaje a Kevin Landingham.

—¿Qué? ¿No puedes usar un teléfono?

—No es seguro. Y además, no estoy seguro de cómo hacerlo. Se ha controlado para

aislarme de escuchar sus pensamientos —Jones sonaba cabreado—. Alguien ha

echado a perder su invitación. Consiguió ser uno de los telépatas, de otra manera yo

habría sido capaz de levantarlo, o alguien de la oficina central me habría avisado de

ello. Quienquiera que sea, ha eliminado a los pocos clarividentes que teníamos en

nómina.

—Así que, ¿cuál es el mensaje?

—Estamos en medio de un encargo prominente. Es demasiado importante para

dejarlo fracasar por un granuja. Así que ellos ofrecieron a Kevin un trato. Un contrato

limitado de un año, para cazar objetivos difíciles empezando con el granuja. Él puede

escribir su propio billete. Y ellos, garantizarán su seguridad. Nadie te asociará con la

firma que usé o te perjudique de ninguna forma. Tomarán a cualquiera que haga el

juramento, que él quiera.

—¿Por qué se preocuparía él por mi seguridad? —no lo había dicho en voz alta, pero

estábamos hablando en un sueño, en mis pensamientos. Así que lo escuchó

igualmente.

—¿No lo sabes? —rió en silencio y fue tan espeluznante como el infierno—. Ah, yo…

bien, si él no te lo dijo, ciertamente yo tampoco. Pero asegúrate de darle mi mensaje.

Palabra por palabra.

Dio un paso hacia delante, muy deliberadamente borrando el borde del círculo con su

pie. La imagen en mi mente se volvió negra. Aparentemente, nuestra conversación se

había acabado.

Abrí los ojos. No era capaz de dormir. Cuando lo hice, me volví simultáneamente

consciente de varias cosas: no estaba durmiendo en un saco de dormir en el suelo del

estudio del reverendo Al, en la iglesia; mi cabeza estaba palpitando y tenía un terrible

y metálico sabor en la boca. Tenía una camisa de fuerza, en el suelo de una habitación

acolchada y la Dr. Green me estaba mirando desde la ventana de seguridad.

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Traducido por Xhessii

Corregido por Lorena

res un maldito fastidio. —La voz de Greene salía sólo un poco

distorsionada a través de los altavoces en la habitación—. Las

drogas en la pizza se suponía que te mantendrían fuera de combate

por veinticuatro horas.

Me habían drogado. Eso explica el gusto y lo pastosa que era. Nunca hubiera dejado

ponerme en esta situación de alguna otra manera. La pizza se retrasó, estaba fría, y

sabía a mierda. Se podría pensar que habría sido sospechoso. Sheesh. Y mientras

todavía estaba un poco mareada, estaba empezando a ser capaz de pensar a través de

los sedantes, y de la niebla inducida. Tal vez por el metabolismo de vampiros. O tal vez

por la sirena. O las dos cosas. Lo que sea, estaba despierta. Pero no podía hacer nada.

Todavía.

—Ni siquiera han tenido tiempo de llegar a la Iglesia, por no hablar de vincularte y

declararte un peligro. No han tenido tiempo para reunirse con el Dr. Scott. —Dio un

suspiro exagerado. Se puso de pie detrás de la ventana, con su traje gris sensible con

los brazos cruzados sobre el pecho, tamborileando los dedos ausentemente en contra

de su brazo.

—Personalmente, prefiero simplemente matarte directamente. Pero eso atraería a tu

hombre lobo a mis asuntos y mi empleador ha sido muy claro acerca de no quererlo

involucrado hasta pasado mañana la salida del sol. —¿Mi hombre lobo? Kevin no

estaba de ningún modo cerca para declararlo mío. Sus dedos se tamborileaban con

mayor rapidez—. Vamos a intentar otro método. Tal vez una mayor dosis… —Se giró y

salió de la sala de observación.

No tomó mucho tiempo, quizás sólo uno o dos minutos. —Ivy, Vicki, ¿están aquí? —

Traté de mantener mi voz en un susurro para que no cayera en manos de equipos de

monitoreo de la habitación. Por supuesto Greene había hablado libremente, por lo que

probablemente estaba apagado. Pero decidí estar en silencio, sólo por si acaso.

—E

Page 249: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

La temperatura de la habitación se redujo hasta que pude ver mi aliento en el aire. No

me sorprendió.

Los fantasmas son más propensos a manifestarse cuando la persona a la que está

unido a esta en un estado emocional muy fuerte.

No se puede obtener un estado emocional mucho más fuerte que el terror que

amenaza la vida. Casi podía sentir la adrenalina de propagación a través de mis venas.

—Busca al Dr. Scott. Dile lo que está pasando. Luego advierte al reverendo Al. Saca a la

abuela y a mamá de allí.

Me giré sobre mi espalda y comencé a tirar de la camisa de fuerza con todas mis

fuerzas. Había tenido la fuerza suficiente para tensar el metal de la mesa del fondo en

el laboratorio. Debe ser fácil para Hulk con mi manera de salir de un artefacto hecho

de lona y cuero simple. Suponiendo, por supuesto, que no estuviera hechizado, lo que

probablemente pasaba. Pero no era como si tuviera muchas opciones. Así que me

esforcé, y me tensé y tuve éxito en casi sacar mis propios brazos de sus órbitas. Pero

hechizada o no, la tela estaba empezando a ceder. Me esforcé más. Al diablo con ello.

Mis hombros se curarían. Quería, necesitaba, quitarme esta maldita cosa de encima.

Como si de lejos oyera el estrépito de las olas, y la llamada de las gaviotas. Y de pronto

lo supe. Yo había llamado al poder, cuando me quedé dormida en la oficina, había

influido en el Dr. Scott. Y podría hacerlo de nuevo. Me concentré mientras sacaba, el

pensamiento del Dr. Scott, de Gerry y todos los demás hombres que sabía que

trabajaban en Birchwoods. No sabía qué hora era, en realidad no sabía lo que estaba

haciendo, pero tenía que intentarlo.

Porque aquí vino la Dra. Greene, llevando a una aguja, sus tacones sensibles hacían clic

con fuerza contra el linóleo.

Tiré más fuerte contra los enlaces, rugiendo adrenalina a través de mi sistema, lo que

hizo que mis sentidos se hiperconcentraran como la otra mañana. Su respiración era

áspera y fuerte. Y, más débil, en la distancia, pero sonaba rápidamente, se oyeron

pasos.

Se abalanzó sobre mí, la jeringa apuntándome, pero era demasiado rápida para ella.

Moviéndome con velocidad antinatural, me giré, le golpeé las rodillas con mis dos pies.

Había acertado y con la fuerza extra hecha al impulsarme con las rodilla no sólo la

golpeé, la rompí, la que quebré el hueso que atravesó la piel con un chorro de sangre.

Gritando, cayó al suelo, su pierna estaba casi cortada. La sangre estaba por todas

partes, el olor casi era abrumador. Ella agarró su pierna, tratando de ejercer presión,

pero no funcionaba.

Page 250: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Mi estómago gruñó, mis ojos comenzaron a inyectarse en sangre. Pude ver la aguja,

lejos de su alcance. Escuchaba el sonido de su pulso acelerado mientras ella me

miraba con horror y su miedo era cada vez mayor. Mis brazos estaban libres, la camisa

de fuerza desgarrada, pero no podía recordar haberla roto. No se puede pensar más

allá de los ruidos en los oídos y el hambre que hacía que la saliva fuera a la comisura

de mi boca.

Ella trató de retroceder, empujándose a sí misma con su pierna buena, un rastro de

sangre roja manchaba el impactante linóleo blanco impoluto.

Luché para no seguir, luché contra cada instinto, con el fragmento restante de la

humanidad que me quedaba.

La puerta que daba a la sala de observación se abrió de golpe. Gerry y el Dr. Scott

entraron en la habitación, ambos jadeando por el esfuerzo. Ellos vieron la escena

desde el otro lado de la ventana con sólo una horrorizada mirada.

—¡Gracias a Dios! —gritó Greene—. Sálvame. ¡Se ha vuelto salvaje!

—Mentirosa —Mi voz no sonaba ni un poquito humana.

—Dra. Greene, por favor. No la antagonice —La voz del Dr. Scott era todavía un poco

entrecortada, pero tranquila, y podía sentir como con su talento trataba de llegar a la

parte de mí que todavía seguía humana, para aliviarme y calmarme—. Celia, deberías

mantener la calma. Vicki me ha dicho todo. La policía está de camino hacia aquí y a la

Iglesia. No has hecho nada malo, y vamos a encontrar pruebas de ello. Pero tienes que

aguantar.

Me volví a mirarlo, el movimiento era difícil y desarticulado, como si mi cuerpo no

estuviera dispuesto a seguir las órdenes que mi cerebro estaba dando. Mi piel estaba

brillando.

—Voy a enviar a Gerry para conseguirte algo de comida, y luego trataré la lesión de la

Dra. Greene. No la puedo dejar morir. ¿Puedes permitirme hacer eso?

—Sí. —Forcé la palabra a través de mi mandíbula apretada.

—Bien. Ahora ve a la esquina más alejada, por favor. —Él pasó junto a Gerry, que

estaba de pie, pálido y agitado, en frente de la puerta. Había apagado el interfono

antes de volver a salir, pero con mis sentidos despiertos todavía lo podía oír tan

claramente como si estuviéramos en la misma habitación.

—¿Estás loco? No puedes referirte a entrar ahí con esa… cosa.

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—Les recuerdo que la Sra. Graves fácilmente pudo haber matado y comido a la

doctora. No lo ha hecho. De hecho, muestra un admirable dominio de sí misma. Pero

sería absurdo insistir en el tema, dejándola allí con una mujer que sangra. Así que ve a

la cocina y consíguele comida. Ahora.

Gerry se fue. Oí sus pasos ir por el pasillo a un trote parecido al de una carrera. Y oí el

golpe suave del Dr. Scott en la puerta.

Me las arreglé a través de los próximos minutos en no matar a nadie, pero no sé cómo.

Es una de las cosas más difíciles que había hecho en mi vida. Quería matar a Greene.

No sólo la bestia en mí quería, sino también la parte humana deseaba hacerlo. Debido

a que una parte de mí sentía que se lo merecía.

* * *

El Reverendo Al estaba muerto… Los policías llegaron a tiempo para proteger a la

gente en la Iglesia de los chicos malos, pero la droga que tenía la pizza reaccionaba con

los medicamentos para el dolor que él estaba tomando por una lesión antigua de

fútbol. Sabía todo esto porque Vicki había hecho que Alex hiciera algunas llamadas.

Había sido secuestrada y puesta en un marco perfecto. Incluso si no se probó mi

culpabilidad en un Tribunal de Justicia, era un monstruo. Estaría encerrada en una de

las instituciones del Estado, y probablemente nunca más vería la luz del día otra vez.

Pero no pasó así.

Todo salió exactamente como necesitaba que fuera. Para el sonido de las olas del mar

y la llamada de gaviotas. No era sutil, y había un precio que pagar. Pero hice lo que

tenía que hacer. ¿Es un error de manipular a todos los que lo intentan? Demonios,

claro que sí. ¿Acaso importa? No, porque se estaba agotando el tiempo.

Todo, de principio a fin, estaba vinculado a la conspiración contra el Rey Dahlmar. La

gente buena había muerto, había sido convertida en un monstruo, y los demonios

estaban sueltos en la ciudad.

Parecían ser un montón de problemas para que sólo fuera una piscina de gas natural

por debajo de Rusland, pero bien podría haber cosas de las que no era consciente

hasta este momento.

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Esta noche el Rey iría al partido de la Serie Mundial. Mañana, a primera hora, estaba

programado que volara de regreso a casa con sus hijos y su séquito. La seguridad

antes y después estaría muy apretada, pero hay mucho que puedes hacer en un lugar

público lleno de gente. Todos iban por el juego. He apostado mi vida en ello. Los

comentarios de Greene sobre Kevin habían confirmado lo que ya sospechaba.

Gibson se detuvo en la puerta del edificio de la Administración de Birchwoods en el

mismo Sedán Buick de tamaño medio. Había viajado con él desde más temprano. Me

subí en el asiento delantero casi antes de que el vehículo se hubiera detenido por

completo. No me atreví a perder el tiempo en caso de que el mojo se disipara. Eso era

muy posible, desde que no tenía idea de qué demonios estaba haciendo.

Saqué el cinturón de seguridad ajustado por encima de mi «oh-tan-chic» sudadera gris

de Birchwoods. Por lo menos estaba limpia, y era mejor que las cosas que había

tomado de Bruno, aunque sería responsabilidad mía si moría por el agotamiento

debido al calor.

—¿Has traído todo? —Alcancé la bolsa en el asiento junto a mí y empecé a rebuscar en

su contenido.

—Sí. —Gibson sacó el coche alrededor de la glorieta, con dirección a la puerta. Gerry

estaba allí, pero no sonreía ni saludaba. No es de extrañar.

—Tengo que decirte, que el pequeño juguete de los tuyos vale malditamente la pena,

tanto como este coche. —Él no se molestó en mantener el disgusto de su voz.

—Sí, bueno, soy la que paga por ello. Y si lo necesitamos, vale el doble del precio. —

Saqué una variedad de llamativos elementos sagrados y un par de gafas de sol de lente

de espejo que me puse. A continuación me puse una gorra de Los Ángeles y una

chaqueta de mezclilla nueva. Tiré de la anterior en mi cabeza y quité las etiquetas de

precio de éste último, desabrochándola para revelar el revestimiento. Efectivamente,

con bolsillos bordados. Perfecto.

Me deslicé un par de pistolas de un One Shot de agua en las ranuras hechas por la

costura y comencé a desenvolver el reemplazo del sensor del coche. Esta vez había

derrochado en el modelo de lujo. Se veía exactamente igual que el que Matty utilizaba.

Tomándolo de la caja de plástico con bisagras originales, lo metí en el bolsillo y

comencé a ojear las instrucciones. Trabajó básicamente de la misma manera que el

anterior, pero con algunas características añadidas. Eso es bueno saberlo.

Por último, pero no menos importante, agarré la botella pequeña de agua azul con una

esponja en el extremo, que se puede comprar en cualquier tienda de suministros de

oficina para sellar los sobres. Torcí la tapa, y llené la botella con agua bendita.

Page 253: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Apretándola hasta que cerró, la metí en el bolsillo derecho de mi chaqueta, en el lado

opuesto de donde había puesto el aparato. Tomando una respiración profunda, me

dije que estaba lista.

Mentí.

Gibson había reducido la velocidad del coche cerca de una parada. No es que tuviera

mucha opción. Ya eran las 4:15 y tráfico al estadio se había atascado de nuevo en la

carretera.

—El conductor del Rey, Iván, se reunirá con nosotros en la gorra gigante de la derecha

con las entradas de sustitución.

—Bien. —No levanté la vista, estaba demasiado ocupada revisando las pistolas de

agua una última vez, asegurándose de que funcionaban por si tenía que usarlas.

Siempre he tenido mejor suerte con la actual, de marca One Shot que con las

imitaciones, pero Gibson había hecho la compra.

—Me gustaría que lo hubieras cancelado —dijo Gibson—. Es estúpido caminar

deliberadamente hacia una trampa.

—No hay posibilidad. Él quiere encontrar al traidor y saber si sus hijos están

involucrados. Él cree que su gente puede manejar cualquier cosa que surja. Han tenido

un montón de advertencia. —Sonreí—. Por supuesto, puede decidir contratar a un

doble. Si es un engendro cambia-formas, en realidad se convierte en un doble blanco

del cuerpo. Engaña a las huellas dactilares, a los análisis de voz, y a los análisis de

laboratorio. Todo por el ADN.

—Lo sé —dijo Gibson amargamente—. Hace que la vida sea dura para nosotros los

policías. Afortunadamente, no hay demasiados engendros por ahí.

—Sí, pero ¿qué es lo que le apostaste al Rey para que él obtenga al menos una

nómina? Sabemos lo que los chicos malos hacen.

Gibson lanzó un gruñido y se volvió hacia el coche hacia el estacionamiento Gene

Autry. Estábamos cerca de allí. Desde donde nos sentamos pude ver a los aficionados

de los Ángeles de rojo y a los de los Cachorros en azul mientras caminaban hacia el

estadio desde el estacionamiento lleno de vendedores que pregonaban sus mercancías

al aire libre. Las cuatro y quince de la tarde y ya había un montón de las personas que

actuaron como si fueran basura. Negué con la cabeza. Llámame una mojigata, pero no

puedo imaginar pagar una pequeña fortuna por un boleto para un juego como este y

luego volviendo tan perdida que ya no recuerde el juego.

Page 254: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

El tráfico se mueve a paso de tortuga. Justo delante, un hombre con un chaleco de

color naranja neón señalaba con una linterna que había sitios libres en esa fila. Gibson

siguió la línea que conducía hacia él.

—¿Recibiste una respuesta de tu novio y el hombre lobo?

—Lo intenté. Ninguno de los dos contestó su teléfono. Creo que Bruno está enojado

conmigo por ponerlo de pie. Por supuesto, puede que no reconozca el número. Pero lo

dudo. Él sabía que tenía que conseguir un teléfono nuevo el otro día y me imagino que

tiene el número de Dawna.

Gibson tuvo que parar para que el conductor que va delante de nosotros entrara en

una plaza de aparcamiento, por lo que tuvo la oportunidad de darme una mirada de

asombro. —¿Lo pusiste de pie?

—No es como si hubiera una elección. Como recordarás, estaba inconsciente en ese

momento. Pero él no lo sabe, y está molesto y no responderá a su teléfono porque se

suponía que le iba a devolver su gorra de los Mets y no lo hice.

—Debería conocerte mejor que eso.

—Sí, debería. Y se dará cuenta de eso alrededor de la quinta entrada o la sexta y

empezará a preocuparse. Él me llamará de regreso durante la séptima entrada.

Gibson se echó a reír mientras metía el coche en uno de los últimos lugares vacantes.

—Lo conoces muy bien.

—Estuvimos juntos durante la mayor parte de la universidad. —No podía controlarme

para mantener la nostalgia fuera de mi voz.

—Lo siento.

—No lo estés. Son cosas como las de hoy que me hicieron tan loca. Si él sólo cogiera el

maldito teléfono. ¡Pero no! Es un cabezota.

—Y apuesto a que las cosas como hoy, también lo ponen loco. Sabiendo que vas

directa al peligro y que no hay nada que pueda hacer al respecto.

Me las arreglé para no flaquear, pero ouch. Eso estaba un poco demasiado cerca de la

verdad. Me salí del coche para que no tuviera que responder. No es que Gibson no se

diera cuenta. Sin embargo, no insistió. Me alegré. No quiero pensar en Bruno. No

necesitaba la distracción.

Page 255: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Nos movimos a través del estacionamiento con el resto de la multitud, haciendo

nuestro camino más allá de la gran —A— con su pantalla iluminada. Entre toda la

multitud había un montón de seguridad uniformada y sacerdotes guerreros de las

diversas órdenes religiosas en sus hábitos y con armamento. Incluso desde esta

distancia el ruido de la multitud golpeaba mis oídos sensibles. Los olores compitieron

por la atención. Cuerpos sin bañarse, colonia, palomitas de maíz con mantequilla,

salchichas y cerveza fueron los más frecuentes, pero de ninguna manera eran los

únicos olores que flotaban en el aire.

El locutor estaba haciendo las tonterías de costumbre antes del partido que la mayoría

de los espectadores estaban felices por ignorar. El primer lanzamiento se fijó para las

8:00 hora del este. No sería mucho más tiempo antes de que se anunciara las

alineaciones y sonara el Himno Nacional.

Iván estaba esperando justo donde se suponía que debía ser. Se quedó allí, inmóvil

como una montaña, vestido con pantalones vaqueros y una losa de polo en una

chaqueta de los Cachorros. La ropa se supone que ayudaría a mezclarse con la

multitud, pero no lo hizo. Por un lado, se los presionaba. En sus pantalones vaqueros

había un pliegue. Y también la postura. Los fans normales estaban emocionados pero

relajados. Él no lo estaba. Se paraba con absoluta disposición, con los ojos en

constante movimiento, pendientes de todo.

Me preguntaba si miraba así cuando estaba de servicio, y me imaginé que sí,

probablemente lo hacía.

Hice una pausa, dejando que Gibson tomara la iniciativa. Me quité las gafas de sol, me

giré ligeramente, y, fingiendo limpiarlos, eché una buena mirada al viejo Iván en la

superficie reflectante. Él pasó la prueba uno. No era una ilusión.

Deslicé de las gafas de nuevo, llegué a mi mano derecha en mi bolsillo, presionándolo

contra la pequeña esponja hasta que sentí la humedad en la palma de mi mano.

Prueba dos: era algo que Matty había sugerido cuando la llamé al hospital. Los

engendros y demonios pueden cambiar de forma hasta que tienen la apariencia de lo

real. Pero como utilizan magia demoníaca, pueden provocar un cortocircuito por el

uso juicioso de los elementos sagrados. Si Ivan era un engendro este pequeño toque

de agua no le haría cambiar de nuevo, pero le picaría como el infierno (literalmente) y

me daría una idea de su verdadera forma.

Me acerqué a Iván, mi brazo extendido en el gesto clásico del «apretón de manos». Me

di cuenta de que lo odiaba. Sin embargo, había testigos, y negarse sería muy obvio. Así

que tristemente me estrechó la mano extendida lo más rápidamente como pudo,

Page 256: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

discretamente secando palma de su mano húmeda en la pierna de sus pantalones

vaqueros cuando pensaba que no era observado.

—Sígueme.

Él nos llevó a las puertas y en una fila que fue rápidamente acortándose mientras el

tiempo del juego se acercaba. Uno a la vez pasamos a través de detectores de metales

y, a continuación, deteniéndose brevemente con el agente de seguridad admirado por

mi pequeño gadget. Luego nos fuimos, moviéndonos rápidamente a través de salas

oscuras, con paredes anchas y llena de vendedores y tiendas.

Iván caminaba a un ritmo rápido, pero no parecía fuera de lugar. El locutor estaba

leyendo las alineaciones. Casi todo el mundo se apresuraba, con la esperanza de no

perderse el primer lanzamiento.

Me detuve cuando vi algo... extraño. En la esquina de mi visión vi un par de

espectadores encaminándose hacia los ascensores. La mujer me parecía vagamente

familiar, como si la hubiera visto antes, y recientemente. El compañero borracho al

que estaba ayudando a caminar me miró, a los ojos, una mujer rubia menuda. Pero el

reflejo en las gafas fue de un joven de cabello oscuro, mirándose semiconsciente y

enfermo.

Di un respingo y se dio cuenta la mujer. Ella me miró mientras apuñaló su dedo contra

el botón del ascensor, y le reconocí por la expresión. Era el guardia de... Lidia. La mujer

de Birchwoods en el cumpleaños de Vicki. Y que... oh, mierda, ese era el príncipe más

joven, Kristoff, el hermano pequeño de Rezza. Grité una advertencia a Ivan y se fue a la

carrera.

El ascensor sonó y Lydia empujó a Kristoff por delante de ella, pasando antes de que

las puertas fueran completamente abiertas. Estaba lo suficientemente cerca para verla

pinchando en el botón del panel cuando las puertas se cerraron en mi cara.

¡Mierda, mierda, mierda!

Iván y Gibson se deslizaron hasta detenerse junto a mí cuando vi las luces en el

ascensor parpadeando en cada piso.

—Ella tiene a Kristoff. El hombre con tu gente es una farsa.

—No lo sé. Éste podría ser el falso. O bien, podría estar mintiendo para distraernos.

Paranoia, tu nombre es guardaespaldas. —Muy bien, que tu gente lo rocíe con agua

bendita. Si es él, se molestará, pero estará bien.

Page 257: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

La expresión de Ivan crecía por la distracción y sabía que él estaba hablando de mente

a mente. Entonces era un telépata. No es de extrañar que no se hubiera molestado en

revisarnos a Gibson y a mí, de la manera que él lo tenía. Podía ver en nuestras mentes

y ver quiénes éramos.

Entonces también podía ver que estaba seria. Y esperaba que él entendiera lo que

estaba a punto de hacer.

Fui corriendo por la escalera más cercana, subiendo de tres en tres, y esquivando las

llegadas de última hora.

Gibson estaba sobre mis talones. —Espero que sepas lo que estás haciendo —exclamó.

Oí la voz de Iván dentro de mi cabeza. «Ellos los han descubierto y están deteniendo al

impostor. Estamos por seguir, mientras que nuestro mago intenta un hechizo de

seguimiento». Sonaba como un plan para mí. Pero sólo en caso de que hubiera tomado

precauciones en contra de cosas como el seguimiento de los hechizos y telépatas,

necesitaba pensar.

Kristoff no era grande, pero era prácticamente un peso muerto. Lydia… o cualquiera

que fuera su nombre… no quiere llevarlo lejos, no sola. E iban a necesitar un vehículo

para transportarlo. Probablemente una furgoneta o una caravana, por lo que estaría

fuera de la vista en caso de que tratara de levantar un alboroto. No es que me parezca

algo coherente para hacerlo. Pero había que tener cuidado.

¿Un camión de catering? Nah. Habían estado durante mucho tiempo ahora, su trabajo

estaba terminado. Mientras se iniciaba el himno nacional para el público y la audiencia

de televisión, un nuevo pensamiento se me ocurrió. El área de prensa. Habría un

montón de furgonetas y camiones para elegir. Y estarían cerca del estadio, también.

Por desgracia, no había tenido tiempo para hacer cualquier investigación. No tenía ni

idea de donde las camionetas de noticias estarían.

A lo lejos oí la voz en el Sistema P.A. ordenarle a todo el mundo ponerse de pie.

Buen pensamiento. Voy a averiguarlo.

No le tomó mucho tiempo a Ivan. Segundos más tarde, me estaba dando instrucciones.

No estaba lejos. Sólo justo a la vuelta de la siguiente esquina.

Gibson y yo tomamos la esquina a toda velocidad. Se veía fatal, pero él mantuvo el

ritmo, a un paso o dos a mi izquierda. Dio un grito que fue más una tos que un grito, y

los vi.

Page 258: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Estaban a una tercera parte del camino a través del lote lleno de gente, en dirección a

una camioneta blanca con el Logotipo del Canal 9 estampado en ella, en letras

mayúsculas de color rojo. Erikson se agachó en el interior de la puerta abierta.

Advirtió a nuestros adversarios y alcanzó el interior de la camioneta para tomar un

arma larga. ¿Qué demonios…?

Kristoff parecía prestar un poco de atención, aparentando luchar débilmente contra su

captor. Pero apenas lo notaba. Mis ojos estaban sólo en Erikson, quien se había

colocado en posición y se preparaba para disparar.

—¡Cuidado! —le grité a Gibson mientras esquivaba los vehículos. No podía ver más al

tirador, pero oí el chasquido de un disparo, incluso sobre el sonido de las guitarras a

todo volumen, y la ventana a unos centímetros detrás de mí quedó destrozada. Él era

bueno, horriblemente bueno. Agaché la cabeza y seguí corriendo, haciéndome parte

de un blanco en movimiento tanto como pude, utilizando los vehículos como cubierta,

haciendo mi mejor esfuerzo para acercarme a la mujer y su cautivo.

Un segundo disparo, apenas distinguible por encima de la pirotecnia del juego en el

sistema de sonido, y oí el ruido sordo de un cuerpo cayendo al suelo. Mirando hacia

atrás, vi una forma inclinada y la lenta difusión de un charco de sangre en el

pavimento a pocos metros.

Las últimas palabras del himno se apagaron, y tomaron su lugar el lejano rugido de los

aviones que vuelan en formación por encima de nosotros.

Arriesgando una mirada alrededor del borde del plato del radar portátil que se

escondía detrás, vi a Lidia a menos seis metros de mí. A pesar de la herida, ella estaba

corriendo hacia el lugar donde el príncipe estaba en el terreno. La puerta de la

furgoneta estaba vacía, pero el motor estaba en marcha. Ivan estaba tirado al aire libre

entre la tierra que había entre su príncipe y la furgoneta, el vehículo detrás de donde

él había estado de pie estaba salpicado con la carne y la sangre.

Me ha cabreado, gritando de rabia y desafío, me tiré encima de la mujer con una

sacudida de todo el cuerpo que nos envió a ambas a estrellarnos sobre el pavimento.

Era dura, y buena. Rodó con el impacto, utilizando mi propio impulso en mi contra y

liberándose. Me di la vuelta, también, impulsándome sobre mis pies, tomé una postura

defensiva poniéndome directamente entre ella y su presa.

La camioneta se movía, en dirección a nosotros. Ella la miró y pareció tomar una

decisión. Me preparaba para un ataque, pero ella hizo algo que no esperaba y no

podría haber anticipado. Buscó dentro de su chaqueta, sacó un disco de cerámica no

mucho más grande que una moneda de medio dólar. Se veía casi exactamente como

Page 259: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

uno de los «explosivos» que uso, el hechizo es lanzado cuando el disco se rompe.

Mientras la camioneta giró a su lado, la puerta lateral se abría y subiéndose, lanzó el

disco al suelo, rompiéndolo. Su sonrisa, mientras se giraba en el vehículo, era pura

malicia depredadora.

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Traducido por andre27xl

Corregido por Marina012

l principio no sucedió nada. No sentí ningún hechizo. Me imaginé que había

sido algo inútil, así que me volteé para ayudar al príncipe caído. Yo estaba

sopesándolo cuando oí un silbido parecido a la pulverización de aerosoles de

una lata, seguido por una suave risa masculina que fue puramente sexual. Era el tipo

de risa que significaba noches oscuras transcurridas entre sábanas de seda, y sólo ese

sonido hizo que mi cuerpo se estremeciera. Me volteé, no podía no hacerlo.

Él era hermoso. No era el retorcido y aterrador monstruo de la Biblia ilustrada de mi

abuela, sino un perfecto ángel dolorosamente hermoso, con el único sesgo de su

expresión y la tinta roja de sus iris dando alguna pista acerca de la corrupción en su

interior.

Un demonio. Lo supe, y el conocimiento me trajo un miedo que secó mi boca como un

algodón y me tuvo temblando de terror y deseo.

Aspiró delicadamente y se rió de nuevo. —Oh, dios. Una sirena. No había probado una

sirena desde hace mucho tiempo. Y sin una pizca de fe para preservarte. —Sonrió,

tomando un lento paso hacia adelante, y mi corazón se tambaleó en mi pecho—. Voy a

disfrutar esto. Tengo que volver con un premio aceptable para Lydia.

No podía quitar mis ojos de él, pero todavía podía mover mis manos. Buscando en el

bolsillo de mi chaqueta, busqué a ciegas el interruptor para encender mi pequeño auto

sensor, y fui recompensada por él chillando, casi ensordecedor de vida, la luz roja de la

alarma se mostraba claramente, incluso a través de la mezclilla gruesa de la tela.

Él frunció el ceño, y aún esa expresión era tan hermosa como una nube pasando frente

al sol.

—Me decepcionas. ¿De verdad quieres que seamos interrumpidos?

A

Page 261: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Infiernos, sí. —Quise sonar desafiante, pero apenas pude sacar aliento a través de

mis labios. Mis manos, sin embargo, todavía estaban ocupadas. Esta vez alcancé el

interior de mi chaqueta, buscando la pistola de agua de un One Shot que sabía que

estaba escondida allí. No tenía mucho tiempo. Lo sabía. Su presencia estaba

comenzando a sobrecoger mi voluntad. No podía herirlo. Aún si quisiera hacerlo. Y

que Dios me ayudara, no quería hacerlo.

Se rió de nuevo, y suspiró contra mi cuerpo, con lo que un gemido salió de mis labios y

un dolor vino a mi espalda. ¿Dónde estaba todo el mundo? Debía haber grupos en

camiones y camionetas. La seguridad ya debería estar sobre esto.

—Oh, ya vienen —contestó mis pensamientos—. Pero he hecho que el tiempo pase

más lentamente. Quiero saborear esto. Saborearte a ti.

Oh, mierda.

Comencé a temblar en serio, y casi aplasté la pistola de agua que había estado

agarrando.

Aun así, me las arreglé para apoyarme en ella, sacándola con un movimiento desigual,

tirando torpemente del enchufe de recarga con la mano izquierda.

—¡Para eso! —gruñó él, y no era hermoso. Su voz y poder arremetieron lo

suficientemente fuerte como para hacerme tropezar, derramando gotas de la preciada

agua santa sobre la tierra. Pero eso estaba bien. La quería en el piso. La idea completa

era dibujar un círculo alrededor de mí y del príncipe. Yo hice justamente eso. Cuando

el demonio atravesó borroso el último pedazo de distancia entre nosotros, se golpeó

fuerte contra una barrera invisible.

Silbando con dolor frustrado y rabia, comenzó a dar vueltas por el borde del círculo.

—No debiste hacer eso, pequeña. Sólo te da un minuto o dos en el mejor de los casos.

Y cuando se acabe, voy a hacerte sufrir.

—Lo habrías hecho de todas maneras. —Ahora que la barrera estaba levantada podía

pensar claramente, aunque eso era una bendición mezclada. Porque mientras quería

desesperadamente salir con alguna clase de plan, saber exactamente a lo que me

estaba enfrentando estaba a punto de mojarme de terror.

—Sí —admitió él—, pero te habría dejado disfrutarlo. Al menos al principio. Ahora no

me estoy sintiendo tan generoso.

Me concentré, tratando de llamar a un talento recientemente descubierto. De verdad

necesitaba un rescate aquí. La caballería, un exorcista, un par de sacerdotes en oficio,

¿quizás acompañados de la Guardia Nacional?

Page 262: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Un exorcista. Oh, mierda. Traté de ordenar mis pensamientos, para recordar las

palabras que el reverendo Al había utilizado satisfactoriamente la noche anterior. No

podía hacerlo. Sentí que el poder de mi círculo comenzaba a desvanecerse y fluctuar.

Vi la anticipación en los ojos del demonio mientras se preparaba para atacar en el

momento en que se cayera.

Empujando mis pensamientos lo más fuerte que pude, envié una plegaria mental, sin

saber a quién, y si alguien, escucharía. Si hay telépatas allá afuera, alguien que sepa el

rezo de la alta iglesia para exorcismos, por favor, dígame ahora.

Y en mi mente escuché la voz de Kevin, junto a la de Bruno, Matteo, y otros, débil pero

aún claras, cantando en perfecta unión. Sentí un aumento de esperanza, poderosa más

allá de la razón. Repetí las palabras, sin ni siquiera temblar al pronunciarlas.

El demonio comenzó a tirar su cuerpo contra la barrera y la fuerza me lanzó al lado

opuesto para aterrizar en un montón. Gruñí y perdí una de las palabras cantadas. Abrí

mi mente a ellos y sentí las palabras llegar de nuevo… por hechizo o alguna clase de

acoplamiento psíquico. Mi voz era más profunda cuando canté esta vez, un alto sólido.

De nuevo el demonio atacó y esta vez sentí un dolor punzante en la mejilla cuando una

garra se deslizó a través de una ruptura en el círculo. La herida comenzó a humear y

quemar, como si mi piel estuviera en llamas.

Incluso mi parte vampiro comenzaba a tener un mal momento por el ataque del

demonio. El olor a carne quemada hizo que mi estómago diera vueltas y que mis ojos

se aguaran. Comenzó a martillar en el punto débil con una fuerza que podría romper

ladrillos. Me presioné tan fuerte como pude en el lado más alejado, esperando contra

la esperanza que no fuera un hechizo largo…

Vi a un círculo de figuras comenzar a converger hacia nosotros a través del

estacionamiento. Todos ellos estaban cantando las mismas palabras que yo estaba

usando. Cada uno llevaba un símbolo de su fe que brillaba con una luz pura cegadora

de color blanco que me hería los ojos. Cruces, estrellas, medias lunas y campanas,

todas ellas brillando más con cada palabra.

El demonio tiró su cabeza hacia atrás, dejando escapar un áspero bramido de dolor y

frustración, que era a la vez sonido y algo más… el poder de ello me sobrecogió y me

batuqueó contra los vehículos que estaban alrededor de nosotros, haciendo que se

meciera sobre sus ruedas, rompiendo ventanas, y encendiendo las alarmas.

El demonio dejó salir un chillido que ocasionó que el fuego se esparciera en un gran

arco. Los sacerdotes se dispersaron, su concentración fue rota por el fuego infernal

que comenzó a perseguirlos a través del pavimento. Él gritó de nuevo y me encontré

Page 263: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

corriendo alrededor del interior de la barrera, tratando de escapar de la fina línea de

fuego que me perseguía, apagando las llamas de azufre de caían en mi cabello y en mi

ropa. ¿Quién sabía que los demonios podían escupir fuego? O eso nunca lo dijeron en

clases o me salté la clase ese día. De cualquier manera, me estaba educando. Esperaba

que pudiera vivir para compartirla con El Jefe.

Seguí cantando mientras el demonio se reía y comenzaba a martillar de nuevo la

apertura, la cual era lo suficientemente grande ahora como para que entrara un brazo.

Estaba quedándome sin opciones y el hechizo no parecía funcionar. Lo único que pude

hacer fue enrollarme en posición fetal al final de la barrera, haciendo lo mejor que

podía para proteger a Kristoff en su forma inconsciente, fuera del alcance de las garras

que se acercaban con cada segundo que pasaba. Le golpeé la mandíbula al demonio

como pude entre palabras. Mis colmillos parecían más largos de lo que recordaba y

realmente lo hicieron detenerse. No estaba seguro de qué hacer conmigo… pero eso

no significaba que no fuera a matarme.

Estaba tan cansada. Mi voz comenzó a volverse ronca, rompiéndose en algunas de las

palabras extrañas en latín. El fuego estaba creciendo, también, lamiendo mi ropa y

piel. Si no me desmayaba por el dolor, iba a perder mi voz. Sus brazos ya estaban por

completo adentro, alcanzando... presionando... agarrando. Me agarró por el cabello y

me arrastró a través del hoyo. Grité la siguiente palabra, sabiendo que iba a ser la

última.

—¡Amén! —La palabra nos dejó perplejos a ambos. Los ojos del demonio se abrieron y

se congeló… su mano se enganchó alrededor de mi garganta. Hubo un cambio

repentino de presión dentro del círculo... una sensación nauseabunda, absorbente y

desorientadora. Mis oídos explotaron dolorosamente, y tuve que cerrar mis ojos para

mantener el equilibrio. Vomité. Las garras quemándome el cuello tuvieron un

espasmo y luego el demonio gritó de nuevo. Era un sonido que había escuchado en

mis pesadillas, peor que los gritos de mi hermana cuando murió, peor que cualquier

cosa que hubiese escuchado. Pareció durar para siempre, pero probablemente fue sólo

un momento.

Cuando terminó, abrí los ojos.

El demonio había desaparecido.

Desafortunadamente, sus garras, sin mano incluida, todavía estaban pegadas a mi

cuello y en llamas.

Page 264: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Finalmente fui capaz de gritar con toda la agonía que había estado ignorando.

Mientras reunía lo que probablemente sería mi último aliento, divisé a los otros

corriendo hacia mí, Kevin y Bruno batallando por llegar primero.

Esa es la última imagen que recuerdo.

Page 265: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

Traducido por Dani

Corregido por masi

o puedo creer que te dejaran salir del hospital para venir a un

velorio. —Bruno negó con su cabeza y me entregó una

margarita18 bien helada. Lamí un poco de la sal del amplio borde

para mezclarla con la dulce y poderosa bebida mientras se deslizaba por mi garganta.

—Bueno, estaba casi curada de todos modos, y tenían que dejarme salir mañana por

mandato judicial. Tengo que reportar a Birchwoods. —Las autoridades no tenían

sentido del humor. Trataban de probar manipulación telepática con respecto a mi

liberación antes del partido de béisbol. Del consejo de Roberto, estuve de acuerdo en

pasar una serie de pruebas, todas las cuales fallé espectacularmente. No soy una

telépata. Soy una sirena. Pero no hicieron esa pregunta específica, y mi abogado no

sintió la necesidad de ofrecer esa información. Dijo que: no era pertinente.

—Deberías haber apelado —añadió Emma—. Sabes que la facultad de la escuela de

leyes te habría ayudado a pelearlo. Hay que reconocer que eres un poco loca, pero ¿un

animal peligroso? ¿Sólo por la cosa abominable?

Niego con mi cabeza y tomo otro sorbo de bebida antes de responder. —Hay muchos

testigos del incidente de Birchwoods. Pero no pueden presionar con mucha fuerza. No

después de que alguien lo filtrara a la prensa. Además, debe haber habido veinte

sacerdotes ordenados, pastores, rabinos y monjes haciendo fila para testificar ante la

audiencia de que estaba peleando contra el demonio, no ayudándolo. —Aún así, era

una situación delicada, y había sido obligada a estar de acuerdo en quedarme

internada hasta que la extensión de mi discapacidad sea sabida.

Bruno asintió hacia Emma. —Los federales presionaron para ponerla en una facultad

estatal.

Eso me hizo soltar una áspera risa. —Ninguna posibilidad. Puedo permitirme

Birchwoods. Sesenta días, con pases por el día para los funerales de Vicki y Gibson, y 18 Margarita es un cóctel mexicano hecho con tequila, jugo de limón y Triple sec.

—N

Page 266: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

conseguí quedarme en la antigua habitación de Vicki que tiene vista hacia el océano.

Puedo hacer eso. —No lo había pedido por la vista, el Dr. Scott había insistido. En

parte por mi sangre de sirena, sin duda. Pero también pienso que era como una

disculpa. Después de todo, él era el que había presionado para que la Dr. Greene fuera

mi terapeuta.

Rieron justo cuando otra pobre alma subió sobre el escenario para asaltar nuestros

oídos con karaoke malo. Esta vez fue Alex, la que me hizo reír. Empezó a cantar

“Viento bajo mis alas” y el aire se enfrió otra vez y el confeti comenzó a girar y llover

sobre el piso de madera. Era lindo que Vicki hubiera decidido asistir a su propio

velorio.

Sus padres no estaban tan felices con ese aspecto particular de sus últimos deseos.

Creo que habían esperado un asunto más sombrío, un funeral de buen gusto en que la

prensa pudiera asistir, en vez de un salvaje velorio en La Cocina y Cantina, con

sombreros y piñatas de mala calidad para las decoraciones. Las piñatas estaban llenas

con confeti y pequeñas bolsitas de Pop Rocks—el placer culpable favorito de Vicki

cuando estaba borracha. El lugar sonaba como hubiera petardos explotando después

que rompimos el primer burro de papel maché, y los policías habían entrado más de

una vez, sólo para irse sacudiendo sus cabezas molestos cuando veían la causa de la

conmoción. La policía era mi escolta especial. El tribunal me consideraba un riesgo

para la seguridad porque demasiadas personas sentían que no debería ser internada.

El juez tenía miedo de que alguien me pudiera sacar del país antes de la audiencia.

Dado que mañana me reporto para mi confinamiento, el juez insistía en guardias en la

puerta del velorio y al Dr. Scott asistiendo para estar seguro de que no estaba

poniendo en peligro a nadie. Parecía estar teniendo un buen momento, si la

reanudación del juego de dardos en la esquina con El Jefe era una indicación.

—Esa era su canción —dije a nadie en particular cuando Alex comenzaba a llorar y

levantaba una mano para tocar la fría brisa que se estaba arremolinando alrededor de

su cabeza, todavía cantando en el micrófono mientras sollozaba. Emma asintió y

también sonrió. Sí, esta fiesta realmente era lo que Vicki quería y era innegable que la

hija de Jason y Cassandra estaba teniendo el momento de su existencia no muerta.

Todos los que la habían conocido alguna vez estaban allí. Realmente había tenido que

investigar en historiales en línea para encontrar todo lo que había enlistado en la

parte de atrás de la servilleta.

Cuando la canción terminó, levanté la vista para ver que Bruno estaba mirando

fijamente algo a través de la habitación. Seguí su mirada para ver a John Creede

sentado al otro lado del bar, al lado de Cassandra. Realmente se estaban fulminando

con la mirada y le pegué con el codo a Bruno para conseguir su atención. Pero estaba

Page 267: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

perdido en su propio mundo, así que simplemente me encogí de hombros y empecé a

hablar con Emma otra vez. Era lindo ser capaz de hablar con ella.

Traté de tocar el tema con delicadeza. —¿Has sabido algo de Kevin?

Emma negó con la cabeza, su rostro preocupado y triste. —No desde que dimitió de la

Universidad. Pero… —metió la mano dentro de su bolsillo y sacó algo— dejó esto

sobre mi escritorio. Me olvidé por completo de dártelo.

Era un simple sobre blanco con mi nombre impreso en el frente. Lo abrí y miré el

interior. Contenía una nota adhesiva amarilla con dos frases escritas sobre él.

Lydia es primero, luego Erikson. Volveré a por ti.

Kevin

Se lo pasé a Emma para que lo viera, porque se estaba muriendo por saber que estaba

pasando, tanto así, que estaba a punto de saltar sobre la mesa y agarrar la nota de

todos modos. Frunció el ceño, pero entonces, otra vez, ella no sabía sobre la oferta de

Jones. Estaba un poco preocupada por la parte de volveré por ti. ¿Yo era el tercer —

objetivo difícil— de la lista y me estaba dando un aviso previo? O ¿esta era una cálida

e imprecisa confirmación de que nos veríamos otra vez?

—Eso es como Kevin. Piensa que está diciéndote toda la situación y solo está en su

cabeza. —Emma se encogió de hombros, así que yo también lo hice, y luego cambió el

tema—. Entonces, ¿Matty realmente te defendió en la audiencia? Pensé que no te

defendería.

Asentí. —Ambas pensamos eso. Tal vez no le agrade, pero ahora me respeta. Eso es

algo.

Levantó su copa y la hizo chocar con la mía. —Por el respeto. —Bajé mi cabeza

agradecida y pensé acerca de Matteo en el tribunal. Había parecido genuinamente

complacido de verme cuando aparecí, lo que me sorprendió. Dudaba que hiciera

mucha impresión en su madre, pero es un hueso duro de roer. Los corazones de sus

bebes no están para ser tratados sin respeto. Como si considerara a cualquiera de sus

chicos como una entretención.

En el momento justo, Bruno tocó mi brazo. —Vamos. Tenemos que hablar. —Mis cejas

se rozaron al ver su expresión seria. Desafortunadamente, no había muchos lugares

para ir donde pudiéramos estar solos. Después de decirle apresuradamente a Emma

que vigilara nuestras bebidas, anduve a tropezones con Bruno empujándome hacia

adelante por el codo. Fuimos a parar al baño de mujeres, porque era más grande que

el de hombres.

Page 268: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

—Entonces ¿de qué se trata todo esto? ¿Qué hay entre tú y John Creede? Se estaban

mirando con tanta fuerza, que tenía miedo de tener que pararme entre ustedes como

los preescolares en el patio de recreo.

Se echó hacia atrás sorprendido. —¿Mirándonos? No nos estábamos mirando. Me

estaba ofreciendo un trabajo. —A mi mirada confundida, Bruno si dio golpecitos en las

sienes—. Es un telépata, ¿recuerdas?

Oh. Duh. —Pero tienes un trabajo. ¿No te sometiste a algún juramento vinculante con

ellos? —Como el juramento de confidencialidad, el juramento de no competencia para

prevenir que los empleados tuvieran un segundo empleo o fueran dobles agentes.

Nada peor para la reputación de una firma que un empleado matando al cliente

porque consiguió una mejor oferta de los tipos malos—. ¿No me dijiste una vez que

tus dedos comenzarían a quemarse antes de que pudieras terminar de firmar tu

nombre en otro trato antes de que la duración del contrato terminara?

Inclinó su cabeza con pesar y cruzó los brazos sobre su pecho, inconscientemente

ocultando sus manos fuera de vista. —Eso es un punto. Pero mi trabajo actual es en la

Costa Este y la duración es hasta finales del trimestre. La oferta de Creede es hacerme

cabeza de la oficina de L.A. Es menos dinero, pero… —Levantó sus cejas

significativamente—. Es justamente de aquí por la carretera. ¿Qué piensas?

Mi mandíbula cayó abierta más que lo suficiente para sentir el aire frío en mis

colmillos. —¿Estás pidiendo mi opinión? ¿Sobre tu carrera?

Se encogió de hombros y comenzó a jugar con el botón del secador de manos

automático instalado en la pared, trazando el borde del soporte una y otra vez antes

de responder. —No lo sé realmente. Sólo se presentó y pensé… de verdad no me gusta

que te enfrentes a ese demonio sola. Fuiste afortunada y lo sabes. Y no es el único por

ahí…

Tomé una profunda inhalación y la solté lentamente. Ambos sabíamos que algo grande

estaba pasando, lo que era el porqué el Vaticano había estado reforzándose con

sacerdotes guerreros.

La puerta se abrió antes de que pudiera responder. Dottie entró y retrocedió

sorprendida al ver a un hombre en el baño. Se sonrojó mientras ella soltaba un

pequeño chillido. Tomé el brazo de Bruno para empujarlo fuera del cuarto y había

empezado a seguirlo, pensando sobre qué decir de su oferta, cuando Dottie me dio

palmaditas en el hombro. Su rostro mostraba que estaba ansiosa por hablarme, así

que dije: —Salgo enseguida, Bruno. Mantén fría mi bebida.

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—Le pediré a Vicki que vuelva a girar por nuestra mesa. Seguro se está ahorrando en

hielo por tenerla aquí.

Cuando la puerta se cierra y la música se desvanece un poco, Dottie sonríe. —Estoy

tan contenta de que sobrevivieras, querida. Estaba muy preocupada cuando vi el

demonio en tu futuro. Pero simplemente no podía decírtelo. —Parecía avergonzada y

asustada.

Le doy una pequeña sonrisa. —Está bien, Dottie. Entiendo. Fui amigas de Vicki lo

suficiente para saber cómo de difícil es para los clarividentes vivir con lo que ven. No

siempre se vuelve…

—… real. Precisamente. Si te digo todo lo que vi, o no me creerías o hubieras querido

apresurarlo… o, peor, ignorar las señales. Pero eso no es por lo que estoy aquí para

preguntarte.

Elevé mis cejas y me apoyé contra el fregadero. Debería haber mirado primero,

porque sentí la fría agua del último que se lavó las manos humedecer la parte de atrás

de mi camiseta.

—Sabes que el Sr. Gibson murió.

Asentí. —Era un buen hombre. Estoy feliz de que haya muerto en la línea del deber. Lo

hubiera querido de ese modo.

Suspiró. —No había nada para hacer. Creo que probablemente no se movió lo

suficientemente rápido… intencionalmente. Pero estaba cuidando a Minnie por mí, y

ahora que estoy de vuelta en el proyecto del hogar estaba esperando…

Minnie la Mouser. Me había olvidado del gato. Birchwoods permitía mascotas. Incluso

había pensando sobre comprar un cachorro para Vicki en un momento pero nunca lo

hice.

—He leído que los gatos no parecen tener los mismos problemas con los vampiros que

tienen los perros. De hecho, la vi sentada sobre tu regazo en una visión, y le estabas

haciendo cariño justo de la forma que le gusta. Dado que todavía no la has conocido,

pensé que quizás…

Un gato. No había considerado un gato, pero ronronean y me gustan las cosas que

ronronean. No sé porqué las palabras salieron de mi boca, pero: —Sería feliz de

quedármela. Permitiré que la visites de vez en cuando si tengo que salir de la ciudad.

Sonrió con placer y prometió llamarme, luego se pavoneó hacia un cubículo. Salí del

cuarto hacia los gritos de felicidad de otra piñata siendo golpeada hasta convertirse en

Page 270: Saga Blood Singer 01_Blood Song.pdf

celulosa. Cada media hora o así una comenzaría a girar y bailar en el aire. Vicki estaba

escogiendo a las víctimas y luego alguien agarraría un palo y empezaría a golpearla.

Noté a Dawna sentada en la esquina y empecé a caminar hacia allá para hablar, pero

me vio y se levantó, apresurándose hacia la dirección opuesta. Eso dolía. Un montón.

Odio que me esté evitando. Bubba dice que se siente culpable. Lilith consiguió la

información de donde encontrarme por ella. No la culpo. Nadie podría mantenerse

firme a ese nivel de manipulación mental. Infiernos, simplemente estoy agradecida

que todavía esté viva.

Miro hacia la esquina del bar. Parece que el buen doctor es realmente un jugador de

dardos, si la amplia sonrisa y los pedazos de papel verde contra su palma era una

indicación. Tomé una decisión y me dirigí hacia allí, con un movimiento de mi mano

para decirle a Bruno de que iba a ser otro minuto.

—¿Dr. Scott? ¿Puedo hablar con usted por un segundo?

Le dio un golpe en el hombro a un hombre que no conocía y asintió. Se sentó en la

única mesa libre en el lugar y me miro cuidadosamente. —¿Todo está bien? ¿El estrés

te está ganando?

Solté una áspera risa. —Estoy bien. Después de los días pasados esto es difícilmente lo

que llamaría estresante. Pero gracias por preguntar. No. —Cuidadosamente señalé

con mi pulgar hacia donde Dawna estaba sentada, en una mesa distinta conversando

con Emma—. ¿Ve a esa mujer de ahí? Su nombre es Dawna Long. Es una amiga mía y

la recepcionista de mi apartamento-oficina. ¿Recuerdas lo que te dije sobre el

vampiro, Lilith? —Asintió y tomó una profunda inhalación—. Lilith me rastreó ya que

atacó a Dawna en su camino de salida del estacionamiento en el trabajo. No la mató,

pero el mordisco y el trauma psicológico han sido devastadores. No sé si alguna vez

será capaz de regresar a la oficina. ¿Hay alguna forma de que pudieras hablar un poco

con ella? Sé que realmente no estás aquí por negocios, pero…

Su rostro se volvió preocupado y la miró de la misma manera que me había mirado a

mí. Luego frunció el seño. —De hecho, negocios es exactamente el porqué estoy aquí.

Y estás en lo correcto. No está lidiando muy bien con las cosas. Realmente, muy

cercano al suicidio. Aprecio que lo trajeras a mi atención.

¿Suicidio? Mierda. No me había dado cuenta de que era tan malo. Me sentí enferma del

estómago y quería correr hacia ella para tratar de hacer que estuviera mejor. Pero el

hecho de que no me hubiera buscado… no, era mejor si era tratado por un profesional.

—Sin embargo, no sé si tiene el dinero para pagarte. Le pagamos bastante bien, pero

ustedes chicos son un poco caros.

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—Estoy seguro de que podremos hacer algo —añadió, rápidamente—, ahora, si me

disculpas. —Miré a través de la habitación. Dawna se levantó, luciendo abatida,

aterrorizada, y casi enfadada. El Dr. Scott se levantó suavemente y tocó mi mano—.

Hablaremos más tarde. Ahora mismo, tengo que hablar con tu amiga antes de que

haga algo de lo que se arrepentirá.

Miré fijamente detrás de ellos hasta que vi que la había atrapado y le había ofrecido su

brazo con una amable sonrisa. Ella dudó, luego aceptó, y salieron hacia la fría noche.

Capté un atisbo de la entrada, que me dijo que el departamento de policía había

añadido otros dos oficiales uniformados al contingente en la puerta. Probablemente

no era el mejor anuncio para el negocio, pero yo… o, mejor dicho, Vicki estaba

pagando un ojo de la cara para rentar todo el lugar por la noche, así que realmente no

era el negocio de nadie.

Me deslicé hacia atrás en mi silla después de esquivar a la nueva piñata en caer. —¿Me

perdí algo? —Emma y Bruno negaron con sus cabezas, cada uno perdido en sus

propios pensamientos, mientras otra ronda de petardos de punta de caramelo

explotaron al unísono. Este lote parecía estar brillando en la oscuridad, por los

destellos verdes y rosados que empezaban a llenar el aire mientras las personas

caminaban alrededor de la habitación. Hubiera preferido no saber que ingredientes

podrían causar los destellos resplandecientes, y con seguridad no quería ponerlos en

mi boca.

Mi oído atrapó un pequeño sonido chirriante de mi reloj de pulsera. Eran las 1:00

A.M., último llamado. La Cocina siempre había cerrado con tiempo de sobra para el

corte del licor a las 2:00. Hacían una primera-última llamada y una última-última

llamada, así que todos los policías estaban fuera de las mesas para las 1:30. Era hora

del brindis.

Me levanté y grité por sobre la risueña y gritona multitud: —¡Oigan! Escuchen, todos.

¡Presten atención!

Nadie respondió.

Después de dos intentos más con mi garganta todavía afónica, Bruno se levantó. Puso

sus dos dedos meñiques entre sus labios y dejo salir un sonido explosivo que detuvo

todo el ruido en el lugar hizo que las puertas principales se abrieran, revelando

oficiales con sus armas levantadas. Bruno los ignoró y gritó: —Celia quiere hablar. Es

hora del brindis.

Todos asintieron y se apiñaron alrededor de nuestra mesa. Pensé en subirme al

escenario y conseguir a micrófono, pero con todos en silencio, estaría bien.

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—Primero, gracias a todos por… —tosí, aclaré mi garganta, y tomé otro sorbo de mi

margarita—. Gracias a todos por venir. Como saben, este es un velorio triple. Algunos

de ustedes están aquí para ofrecer sus afectuosas despedidas a Vicki Cooper, algunos a

Bob Johnson, y algunos a Karl Gibson. Todos eran buenas personas, y estoy orgullosa

de haberlos conocido.

Hubieron algunos comentarios de —¡Escucha, escucha!— desde la parte de atrás de la

multitud.

—Estamos honrados de tener a Vicki asistiendo a su propio velorio. —Confeti y aire

helado comenzaron a girar alrededor de mi cabeza y sonreí—. Algunas personas

incluso tienen la oportunidad de escuchar lo que la gente siente sobre ellos después

de que están muertos. Así que, voy hacer un espacio para dejar que todos le digan

directamente como se sienten, como hace una diferencia en su vida, y porqué la

extrañarán.

La voz de una mujer que no reconocí vino de la parte más lejana de la fila de personas.

—¡Siempre podrás ser capaz de beber más que yo, Vic! ¡Sólo una persona lo ha hecho

alguna vez! ¡Tú mandas!

Una risa general estalló y entonces Larry Davers, y su viejo amigo de nuestro primer

año, habló, su voz seria y resquebrajándose de emoción. —Salvaste mi vida, Vicki, y

nunca te lo agradecí. Insistías en que no abandonara química por ir a esquiar porque

viste que algo malo iba a pasar. Estaba molesto de que siguieras siguiéndome, tirando

de mi brazo. Finalmente me enfadé cuando me amenazaste con delatarme y fui a

clases contigo. Y luego la avalancha golpeó, sobre la bajada que iba a usar, y mató a

esos guardabosques. También hubiera estado allí afuera. Hubiera muerto si no me

hubieras hecho escuchar. Gracias a ti… a representación de mí mismo, de mi esposa, y

los hijos que nunca hubiera tenido. —Confeti cayó sobre él y rió a través de sus

lágrimas mientras acercaba a una mujer de cabello oscuro y la besaba.

Más personas empezaron a hablar, una por sobre la otra, contando historias de Vicki

salvándolos, o acercándolos con la persona que habían terminado casándose, o

simplemente pasando el rato y divirtiéndose. Había una pequeña parte de mí que

estaba sorprendida por cuantas personas ella había afectado. Siempre hay una parte

de ti que piensa que conoces a tu mejor amiga mejor que a nadie… y ahora había

docenas de personas aquí quienes nunca había sabido que ella conocía.

Una mujer llamada Laura estaba explicando como Vicki la había salvado cuando la

música empezó a sonar otra vez. Levantamos la vista para ver si Vicki lo estaba

haciendo, pero en cambio, vimos a una guapísima mujer vestida con un ceñido vestido

negro tomar el micrófono. Comenzó a cantar, y cada persona en el lugar se dio la

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vuelta como una sola. Era el tema musical del Fantasma de la Ópera y no sólo estaba

cantando acorde a las notas si no que también posiblemente lo cantaba mejor que la

versión de Broadway.

Mientras todos la miraban fijamente, completamente embelesados, en la única cosa

que podía pensar era en cómo de grosero era interrumpir los elogios. Incluso Vicki

estaba molesta y empezó a recoger objetos más grandes, no sólo confeti si no también

velas de las mesas y cubiertos afilados. Pero aunque el viento fantasmal intentara

tirarlos hacia la cantante, Vicki nunca le apuntó. Era como si la cantante fuera inmune

a sus misiles.

Cuando terminó su canción minutos más tarde, el lugar estalló en aplausos, a

excepción de mí, Bruno, Alex, y algunos más, quienes miramos al intruso con justa

indignación. Tenía que ser una intrusa, porque no había recordado verla mientras

paseaba alrededor de la habitación más temprano. Y la hubiera notado.

Bajó sigilosamente del escenario, el reflector convirtiendo su lujosa cabellera roja en

algo fluido y brillante mientras caminaba. La multitud se separó cuando pasó y lo hizo

con el aire de una diosa, como si esperara que las personas se separaran para ella.

Desde luego, tal vez era de la realeza y yo simplemente no lo sabía. El Rey y su séquito

habían regresado a casa desde Rusland para prepararse para la boda del Príncipe

Rezza. Me habían dicho que esperara una invitación, pero el tribunal se negó a

dejarme salir del país. Se de buena fuente que el rey ha estado poniendo una discreta

presión sobre nuestro gobierno para asegurarse de que no acabo ni encarcelada ni

permanentemente institucionalizada. Aprecio aún más el gran depósito que fue girado

en mi cuenta bancaria. Rezza ha estado repensando su lealtad hacia un grupo que

había contratado a un demonio y secuestrado a su hermano, lo que probablemente era

lo mejor. Puede no ser tan grande en el Ideal Americano como su padre, pero al menos

Rezza no será un enemigo jurado si termina en el trono.

Esta mujer tenía ese mismo aire, más como Rezza que su padre. El padre de Rezza se

sentía más como un plebeyo que como un rey, pero Rezza tenía esa alteridad que te

hacía querer inclinarte o arrastrarte.

—Tú debes ser la abominación. —La mujer extendió su mano cuando me alcanzó.

No tome la oferta de dedos flácidos. —Y tú debes ser grosera. —Se echó hacia atrás

sorprendida, como si yo lo hubiera hecho a propósito—. Lo siento —dije con los ojos

entrecerrados y sólo hice una pequeña indirecta de mostrar los colmillos (estoy

aprendiendo como hacerlo mejor)—, pero ¿no oíste que por aquí las personas estaban

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tratando de hablar, tratando de honrar a la persona a la que vinimos aquí para

celebrar? ¿Simplemente quién te crees que eres?

Ahora los ojos se tornaron tempestuosos. Se parecían un poco a los míos, grises con

remolinos azules y verdes. Sentí presión contra mi cabeza, como si alguien estuviera

apretándola con las dos manos. Me miró con fuera y la presión creció. Bruno

comprendió lo que estaba pasando pero no estaba seguro de que hacer acerca de ello.

No parecía estar bajo ningún tipo de encantamiento, a pesar de que tenía esa mirada

de bruja malvada en ella. Una clase de Jessica Rabbit conoce a la madrastra de

Blancanieves.

—Creo que soy la Princesa Adriana Kalino, la heredera a la corona de las sirenas del

Pacífico. Y creo que me acabas de insultar, abominación. ¿Qué parte de del cuerpo

deseas perder para reparar el daño?

Oh, joder. Esto no era como había imaginado que iba a conocer al lado de la familia del

abuelo. La mayor parte de la multitud empezó a moverse hacia atrás para salir del

rango de lluvia radioactiva. Bruno avanzó hacia adelante, siento el lindo chico que es,

pero estiré un brazo hacia atrás para detenerlo. Interesantemente, John Creede

también dio un paso hacia adelante, como lo hicieron Emma y Alex. Pero negué con la

cabeza.

Dos podían jugar este juego. —No… yo no te insulté. Entraste como un vendaval a una

ocasión solemne y decidiste mostrar tu cuerpo y voz por ninguna buena razón. Creo

que eso es grosero en más o menos cualquier cultura. ¿Cómo planeas pagarme el

daño?

Parecía desconcertada con esto, como si nadie nunca antes se hubiera parado

realmente ante ella. Estaba gustosa de ser la primera. —Tenemos un receso. Muy bien.

Entonces estamos de acuerdo en luchar para satisfacer nuestras quejas. A la cuenta de

diez, después de que hayas aparecido en tu audiencia ante los señores del Pacífico en

la Isla de la Serenidad para defender tu derecho a existir, y si sobrevives, entonces

pelearemos para arreglar esto.

¡Whoa, whoa! —Retroceda, su Sirenesa Real. ¿De qué demonios estás hablando? ¿Qué

audiencia, y quienes son los ‘señores del Pacífico’? Y ¿dónde está la isla de la

Serenidad?

Sonrió, y mientras era una sonrisa hermosa, también era burlona. —Si me hubieras

saludado como es debido para una princesa sirena, me sentiría inclinada a contestar

tus preguntas. Como es esto… —Se encogió de hombros—. Puedo ser tan terca como

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aparentas ser. Cuando completes tu permanencia en la facultad de tratamiento

ordenada por el tribunal, serás recogida para presentarse ante la audiencia.

Giró sobre sus talones y empezó a caminar por la multitud, contrayendo y retorciendo

esas caderas perfectamente formadas. Tan duro como traté de seguirla así podría

patear ese perfecto trasero hasta el próximo martes, no pude. Mis pies planos no se

movían. Bruno o no se podía mover, tampoco, o había escogido no hacerlo, dado que

estaba apretando mi brazo en señal de que no la siguiera. Tal vez me estaba

deteniendo.

O tal vez ella lo estaba haciendo.

No era bueno.

Sólo antes de que saliera por la puerta doble, la que dos oficiales bronceados estaban

manteniendo abierta para ella, con la embelesada expresión de cachorros muertos de

hambre, se dio la vuelta y levantó una ceja. —Si fuera tú, usaría mi tiempo en la

facultad de tratamiento para estudiar la cultura de las sirenas y sus tradiciones.

Quizás una vez que entiendas porqué tienes que morir, harás una cosa honorable y te

suicidarás. De otro modo, simplemente te mataremos. —Sonrió agradablemente hacia

el resto de la multitud, la mayor parte de ellos le sonrió de regreso—. Por favor, el

resto de ustedes disfrute lo que queda de la fiesta. Quizás incluyan a la anfitriona en

sus recuerdos. Puede que sea la última vez que la vean con vida.

Otra fría sonrisa que se asomaba directamente hacia mí. —La próxima vez que nos

encontremos, estimada prima, será la última.

¿Estimada prima?

Bueno… mierda. ¿No apestaba mi vida como rocas de pantano cubiertas de musgo?

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C.T. Adams y Cathy Clamp comenzaron a escribir en equipo en 1997. ¡Rápidamente aprendieron que sus talentos individuales como escritoras creaban una combinación explosiva en novelas históricas y paranormales.

Cathy reside en Texas Hill Country junto a su esposo, sus perros, gatos y veinticuatro cabras Boer/Españolas.

Cie actualmente se encuentra relocalizada en el área metropolitana de Denver con su perro y sus gatos.

Aman leer el correo de sus seguidores y anticipar una larga y fructífera carrera como escritores.

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Más que nada fuerte, Celia Graves está

lentamente adaptándose a ser una

Abominación mitad humana, mitad

vampiro. Pero sus problemas están

lejos de terminar. El asesinato de su

mejor amiga todavía está sin resolver,

los policías están convencidos de que

debería estar en la cárcel, y su antiguo

amante, el mago Bruno DeLuca, ha

resurgido en su vida, diciendo que

tiene algo importante que decirle.

El ataque de vampiro que transformó a

Celia activó sus habilidades de Sirena

latentes, y ahora ha sido convocada a la

isla de las Sirenas para justificar su

existencia, y posiblemente luchar por

su vida, delante de la Reina Sirena.

Celia no está segura de que sobrevivirá

para hacer el viaje. El demonio que

derrotó en Blood Song no se ha ido exactamente en paz, ha dejado a Celia padeciendo

de una poderosa maldición.

Segundo Libro de la Saga Blood Singer

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