Santa Bernardita La Vidente de Lourdes

7/29/2019 Santa Bernardita La Vidente de Lourdes

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P. NGEL PEA O.A.R.

SANTA BERNARDITA,LA VIDENTE DE

LOURDES

LIMA PER2013

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NDICE GENERAL

INTRODUCCIN................................................................................7

LOURDES..........................................................................................9

LA FAMILIA SOUBIROUS....................................................................9

BERNARDITA..................................................................................11

POBREZA FAMILIAR........................................................................13FALSAS DEVOCIONES.....................................................................15

ESTUDIO DEL CATECISMO..............................................................16

PRIMERA APARICIN (11 DE FEBRERO)..........................................17

SEGUNDA APARICIN (14 DE FEBRERO).........................................21

TERCERA APARICIN (18 DE FEBRERO)..........................................24

CUARTA APARICIN (19 DE FEBRERO)...........................................25

QUINTA APARICIN (20 DE FEBRERO)............................................26

SEXTA APARICIN (21 DE FEBRERO)..............................................26

LUNES 22 DE FEBRERO..................................................................28

SPTIMA APARICIN (23 DE FEBRERO)...........................................29

OCTAVA APARICIN (24 DE FEBRERO)...........................................31

NOVENA APARICIN (25 DE FEBRERO)...........................................31

VIERNES 26 DE FEBRERO...............................................................32

DECIMA APARICIN (27 DE FEBRERO)............................................33

UNDCIMA APARICIN (28 DE FEBRERO).......................................34

DUODCIMA APARICIN (1 DE MARZO)..........................................36

DCIMOTERCERA APARICIN (2 DE MARZO)..................................38

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DCIMO CUARTA APARICIN (3 DE MARZO)...................................38

DCIMOQUINTA APARICIN (4 DE MARZO).....................................39

DCIMOSEXTA APARICIN (25 DE MARZO).....................................41

RECHAZO DE LISMOSNAS...............................................................45

DECIMOSPTIMA APARICIN (7 DE ABRIL)......................................46

LOS VISIONARIOS...........................................................................47

LAS AGUAS DE LOURDES................................................................48

PRIMERA COMUNIN......................................................................49

RESUMEN DE LAS APARICIONES.....................................................50LTIMA APARICIN (16 DE JULIO)...................................................51

UNA CONVERSIN..........................................................................52

COMISIN EPISCOPAL.....................................................................53

CURACIONES INEXPLICABLES.........................................................56

CONFIRMACIN..............................................................................57

RESIDENTE EN EL HOSPICIO...........................................................58

DECLARACIN DEL OBISPO DE TARBES..........................................62

ENFERMA DE MUERTE....................................................................64

IMAGEN EN LA GRUTA....................................................................66

PREPARANDO LA ENTRADA............................................................67

INGRESO EN LA VIDA RELIGIOSA....................................................69

NOVICIADO.....................................................................................70

PROFESIN RELIGIOSA...................................................................72

GUERRA FRANCO-PRUSIANA...........................................................73

MUERTE DE SUS PADRES................................................................74

ENFERMERA Y SACRISTANA............................................................75

PERSECUCIONES CONTRA LOS CATLICOS....................................76

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SIGUEN SUS MALES........................................................................77

PROFESIN PERPETUA....................................................................81

LA MUERTE.....................................................................................82

SAN JOS Y SU NGEL....................................................................85

DONES SOBRENATURALES.............................................................86

LOURDES Y BLGICA......................................................................88

UN GRAN MILAGRO.........................................................................89

CUERPO INCORRUPTO....................................................................91

LOURDES HOY................................................................................92CONCLUSIN..................................................................................96

BIBLIOGRAFA.................................................................................98

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INTRODUCCIN

La vida de santa Bernardita es la historia de una nia pobre ysencilla. Tena catorce aos y pareca de doce. No estaba bien desarrolladafsicamente. Tena asma. No saba leer, ni escribir, ni hablar en francs.Slo hablaba la lengua de la regin: el patois. Apenas saba elpadrenuestro, el avemara y el credo; y no saba el catecismo ni haba

hecho an la primera comunin. Sin embargo, Dios la escogi para ser lamensajera de Mara y decirle al mundo que Ella era la Inmaculada,declarada as solemnemente por el Papa cuatro aos antes.

La Virgen Mara se le apareci durante 18 veces desde el 11 defebrero al 16 de Julio de 1858. A partir de las apariciones, su vida cambisustancialmente. Primero porque mucha gente quera verla y hablar conella. Segundo porque ella quera ser religiosa. Fue recibida en el hospiciode Lourdes como alumna y despus, en 1866, entr definitivamente como

religiosa de las hermanas que regan el hospicio: Hermanas de la Caridad yde la Instruccin cristiana de Nevers.

Como religiosa, se santific con el cumplimiento diario de susdeberes religiosos y aceptando sus sufrimientos por la conversin de lospecadores. Padeci desde nia de asma y, ms tarde, de un tumorcanceroso en la rodilla. Nunca se quejaba y cumpla su misin en elsilencio y la soledad de su cama en la enfermera, donde pas muchotiempo de su corta existencia.

Su vida, oscura y escondida a primera vista, fue ante Dios la de ungigante de la santidad. Por ello, despus de su muerte, Dios la glorific,haciendo que su cuerpo apareciera incorrupto.

Que su vida nos estimule a nosotros en el camino de la santidad yofrezcamos nuestros sufrimientos por la salvacin del mundo. Y que elamor a Mara nos lleve a amar cada da ms a Jess, presente en laEucarista.

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ACLARACIONES

Al citarTrochu nos referimos al libro de Francis Trochu, BernadetaSoubirous, Ed. Herder, Barcelona, segunda edicin de 1958.

Cros hace referencia a los tres tomos del padre Leonard Cros,Histoire de Notre-Dame de Lourdes, Ed. Beauchesne, Pars, 1926 y 1957.

Tambin citaremos Documents authentiques, al hacer referencia aLourdes,Documents authentiques, en 7 tomos, Paris, 1957-1966.

Por otra parte, haremos mencin de los Procesos de canonizacin,tanto del Proceso ordinario de Tarbes y Nevers, como de los Procesosapostlicos de Tarbes y Nevers.

Tambin citaremos algunos libros contemporneos de personas quela conocieron, de manera que esta biografa podemos considerarla bienfundamentado con documentos histricos de primera mano.

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LOURDES

Era una pequea ciudad, que segn el censo de 1861, tena 4.510habitantes. Haba comisara de polica, procurador imperial y juez de paz.En el famoso castillo de Lourdes, que domina la ciudad, haba undestacamento militar y un depsito de municiones. En las laderas de lasmontaas prximas, haba canteras de mrmol y pizarra en las quetrabajaban muchos obreros. Otros se dedicaban a la agricultura y alcuidado de animales como ovejas, carneros y cabras, pues haba buenospastos.

En la poca de las apariciones reinaba en Francia el emperadorNapolen III y era Papa de la Iglesia catlica Po IX. A raz de lasapariciones, se construy una hermosa baslica de tres iglesiassuperpuestas y hoy Lourdes es una ciudad conocida en el mundo entero. Yrecibe millones de peregrinos cada ao, siendo un faro de fe, de luz, deamor y paz para todos.

LA FAMILIA SOUBIROUS

Todo comenz con una tragedia. El 1 de junio de 1841 muri a los41 aos Justino Castrot, ocupante del molino Boly. Su esposa Clara Labitse qued viuda con cuatro hijas y un hijo; y no tena trabajo paraalimentarlos. Pens que la mayor, Bernarda, de 18 aos, poda casarse con

un molinero para llevar as el trabajo del molino. Entre los variospretendientes, uno solo era molinero, Francisco Soubirous. Tena 34 aos,pero prefera a la segunda hija, Luisa, de 17 aos, de estatura mediana,rubia y de ojos azules. Acept la madre y se casaron el 9 de enero de 1843.Ninguno de los dos firm el Acta de matrimonio, seal de que no sabanescribir. Tuvieron nueve hijos, de los que cinco murieron a corta edad. Elltimo no sobrevivi a su nacimiento, sino pocos minutos, y por ello nofue inscrito en ningn registro. De ah que algunos autores hablen de solo

ocho hijos.

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Ambos esposos se hicieron cargo del molino, pagando una renta a laviuda Castrot, que sigui viviendo con sus otros hijos en la casa delmolino. La mam Luisa era buena, pero tena algunos graves defectos, queaumentaron la pobreza familiar.

Su sobrina Juana Vedre afirma: Luisa era buena cristiana, dulce,alegre y trabajadora. Educaba bien a sus hijas. Tena lo que se puededesear para ser una excelente madre de familia. Sin embargo, tena unacostumbre que yo no aprobaba... Desde la maana a la tarde venanmujeres para moler. Ninguna se iba sin haber recibido algo de comer.Ella tena siempre vino, pan o queso, cuando no haba otra cosa. De modoque gastaba ms de lo que reciba por moler1.

Por otra parte, su cuado Domingo Vignes, casado con Lucila

Castrot, la hermana ms joven de Luisa, declar: La seora Soubirousbeba. Venda su ajuar para ir a beber. Yo prohib a mi mujer ir avisitarla. Andr Sajoux, sobrino de Luisa, recuerda: Ella beba. Cuandotena algunos cntimos, ella compraba vino y algunas veces tomaba dems. Le gustaba ms el blanco que el tinto2. Pero nunca hizo escndalos enla calle.

Por su parte, el pap Francisco Soubirous, que era tuerto del ojoizquierdo, debido a un accidente, era un buen hombre, sencillo y de buen

humor, incapaz de hacer dao a nadie, pero era notoria sudespreocupacin, no era buen negociante y era conocida la frecuencia conque iba a la taberna a jugar a las cartas. Todo ello contribuy a la ruinafamiliar. Juana Vedre atestigu: Mi padre deca que Francisco no sabaeconomizar. En su lugar, deca, yo hara mejor los negocios. La gentepobre tena costumbre de hacer moler a crdito y despus algunos nopagaban, pero l no insista mucho en hacerse pagar. Y esto, en lugar dehacerle crecer en bienestar, lo llev a la miseria completa. En cuanto a

beber vino, yo nunca lo vi en estado de ebriedad3.

1 Cros, tomo 1, p. 45.2 Ib. p. 46.3 Cros, tomo 1, pp. 47-48.

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BERNARDITA

Era la primognita, nacida al ao del matrimonio de sus padres, el 7de enero de 1844, en el molino de Boly. La ta Bernarda, la mayor de lashijas de la viuda Castrot, la inscribi en la alcalda con los nombres deBernarda Mara (Bernarda por su nombre), pero en el registro parroquialfue inscrita al revs, como Mara Bernarda (Marie Bernarde). La taBernarda Castrot y Juan Mara Vedre, su primo, fueron sus padrinos debautismo. Fue bautizada en la iglesia de San Pedro de Lourdes, dos dasdespus de nacida, el 9 de enero de 1844.

Cuando tena diez meses, en noviembre de 1844, mientras su madreestaba junto a la chimenea, un cabo de vela que estaba consumindose, secay, alcanz el corpio de la mam y le prendi fuego. Aunque lasquemaduras no resultaron profundas, la madre no pudo seguiramamantndola. Adems esperaba un nuevo hijo para febrero o marzo. Porello, debieron buscar una nodriza.

Precisamente en el pueblo de Brtrs, Mara Aravant (o MaraLagus) acababa de perder un nio de dos semanas de edad. Luisa lepropuso que criase a su pequea por cinco francos al mes, pagaderos en

plata o harina. La ta Bernarda acompa a la madre durante unos dashasta que la nia se adapt a la nueva casa. La nodriza se acostumbr aella y la quiso durante toda la vida. A veces, acuda a Lourdes, a 5kilmetros de distancia, para verla y llevarle un regalito.

Slo estuvo con la nodriza unos diez meses y regres a la casa. Hastalos diez aos pareca tener buena salud, pero pronto comenz a molestarlael asma, que la acompa toda la vida. Bernardita era una nia cariosa yalegre, con una graciosa sonrisa. Como era la mayor, tena que cuidar a sus

hermanitos pequeos y ayudar en las tareas del hogar, pues eran muypobres. Cuando ella tena diez aos, en 1854, su padre no pudo pagar elalquiler del molino y tuvieron que cambiarse a otro de poco rendimiento,el molino Laborde.

Teniendo once aos se propag por aquellos valles del Lavedan unaepidemia de clera, que hizo muchas vctimas. En Lourdes murieron msde treinta. Bernardita fue atacada del mal, pero pudo salvarse, aunque susalud qued muy debilitada. Era de estatura menor a la normal,

atormentada por el asma, pero ayudaba a sus dos hermanos pequeos,Toita (Antoinette), llamada en casa Mara, y Juan Mara. Ambos padres

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deban salir a trabajar a otros lugares y ella se quedaba de responsable delhogar.

El 23 de octubre de 1855 muri la abuela Clara Castrot y deherencia les correspondi 900 francos, pero fue necesario otra vez cambiar

de domicilio y alquilar el molino de Arlizac a 5 kilmetros de Lourdes.Domingo Vignes recalc: Cuando al morir la suegra Castrot, le tocaron900 francos de herencia, l no supo emplearlos y todo desapareci elmismo ao. La hermana de Luisa, Bernarda, no pudo soportar estedesorden y casi ninguno de los parientes los visitaba4.

Bernardita raras veces iba a la escuela de las hermanas del hospiciopor tener que estar cuidando a sus hermanos en casa. Antes de lasapariciones dira Bernardita: Yo no saba ms que el padrenuestro, el

avemara, el credo y la invocacin: Oh, Mara, sin pecado concebida,rogad por nosotros que recurrimos a Vos5.

Sin embargo era una nia alegre. Dice su nodriza Mara Lagus:Bernardita, a pesar de la fatiga que le causaba el asma, se mostrabasiempre alegre y sonriente. Ella no se quejaba de nada ni de nadie.Obedeca en todo y nunca dio una mala respuesta. Jams nos dio unatristeza. Ella aceptaba lo que le dbamos y estaba contenta6.

En cuanto a sus padres, iban todos los domingos a misa y rezaban el

rosario todos los das en familia por la tarde. Comulgaban por Pascua. Ensu casa, donde todo faltaba, no faltaba Dios ni la oracin diaria. EntreFrancisco y Luisa nunca hubo una pelea, ni una palabra mala de unocontra el otro, ni de los nios contra sus padres. Y eso que ellos correganseveramente a sus hijos, pero no los maltrataban7.

Segn Andrs Sajoux, Luisa amaba la limpieza, aunque no podaconseguirla tanto como hubiera deseado. Ni ella ni los nios pedan nada.Jams los vi gritar que tenan hambre. Pero frecuentemente vea aBernardita, Toita y Juan Mara, y ms tarde a Pedro, saltar y divertirse,teniendo el estmago vaco8.

4 Cros, tomo 1, p. 48.5 Cros, tomo 1, p. 95.6 Cros, tomo 1, p. 58.7 Cros, tomo 1, p. 51.8 Ibdem.

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POBREZA FAMILIAR

La seorita Estrade manifiesta: Un da estaba yo rezando, hacia lasdos de la tarde, delante del altar de Nuestra Seora, en la iglesia deLourdes, y me figuraba estar sola cuando not que se movan las sillas.Me volv y distingu a un muchacho de unos seis aos pobremente vestido.Su cara era graciosa, pero muy plida, lo que me indicaba que se tratabade un nio mal alimentado. Volv a mis rezos, pero el muchacho prosiguisu tarea. Con un chis muy seco quise imponerle silencio. El nio obedeci,pero, a pesar de las precauciones que tom para no hacer ms ruido, nolo consegua. Le mir con ms atencin y observ que se agachaba,raspaba las losas y se llevaba inmediatamente la mano a la boca. Qu

coma? La cera que haba cado de los cirios durante un oficio dedifuntos. Le pregunt: Comes cera?. Me hizo signo de que s.Tienes hambre?... Querras comer otra cosa?.

Con repetidos movimientos de cabeza me responda afirmativamente.Sal en seguida de la iglesia con el pobrecito nio, convertido ya en miamigo. Por mucho tiempo, dcil a mi invitacin, vino todos los das avisitarme a ttulo de pensionista. Sin embargo, no pude lograr que entrasejams en la casa: se obstin en permanecer en el peldao de la escalera,que le serva de mesa.

Muchos meses despus, fui a visitar a la familia Soubirous, porque sehablaba de Bernardita. All encontr a mi amiguito junto a Bernardita. Ledije: T tambin has venido a ver a Bernardita?. Y los dos a la vez merespondieron: Yo soy su hermano. l es mi hermano, dijo Bernardita.Era Juan Mara9.

En invierno de 1857, Bernardita iba por la ciudad con su hermanito

de dos aos. El nio iba con los pies desnudos dentro de sus zuecos. Pasuna seora acompaada de una nia. Era Irma Jacomet, esposa delcomisario de polica, que paseaba con su hija Armanda. La seoritaArmanda, que slo tena cinco aos y medio, tomaba sus primeraslecciones de hacer medias en las Hermanas del hospicio. Eficazmenteayudada, acababa de terminar su primera gran obra: un par de pequeasmedias. Antes haba dicho ya a su madre: Quiero regalarlas al nio mspobre que encontremos, aunque sea espaol. En cuanto la seora Jacomet

9 Cros, tomo 1, p. 43.13


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El 27 de marzo de 1857 fue un mal da para la familia. El sargentoAngla con un gendarme se present en la crcel, buscando dos sacos deharina que haban sido robados al panadero Maisongrosse, quien habaacusado al pap Francisco, porque alguna vez haba trabajado en su

panadera. Imaginemos la tristeza de la familia sin el pap en casa y contanta pobreza.

Lo tuvieron en la crcel 9 das. El 4 de abril lo soltaron por noencontrar pruebas. Y por la noche, como hacan todos los das, rezaronjuntos el rosario en familia. Andrs Sajoux declar que por la noche les oarecitar las oraciones11.

Un da, su to, el marido de su madrina Bernarda, al volver deBetharram, llev una cierta cantidad de pequeos anillos. Todos resultaron

demasiado grandes para Bernardita. Ella sinti pena. Su to la consolprometindole que le traera uno a la medida de su dedo. El to mantuvo supalabra y le trajo un pequeo anillo. Pero era tan pequeo que no se lopudo poner. Bernardita no se desanim e hizo tales esfuerzos, ayudndosecon los dientes, que el anillo, tras grandes dificultades, pudo entrar. Pero eldedo empez a dolerle y, al poco tiempo, se hinch. Hinchazn y dolorcrecan al mismo tiempo. Hubo que aserrar el anillo con una pequea limay ella deca despus rindose: Nunca ms tuve deseos de tener un

anillo12

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FALSAS DEVOCIONES

En junio de 1857 el obispo de Tarbes, Monseor Laurence, hizopblica una circular contra las desviaciones y explotacin de la devocin a

la Virgen Mara, para evitar que los fieles tuvieran ideas supersticiosassobre esta devocin, ya que haba hojas impresas que circulaban,promoviendo un culto falso a Mara. Por ejemplo, decan: Virgen Mara,madre de Dios, llena de gracia, el que lleve esta oracin sobre s no semorir de muerte sbita. Otra deca: Virgen Mara, madre de Dios,fuente de consolacin, Virgen laudable entre todas las mujeres". Yaadan que se haban encontrado envueltas en un pao del santosepulcro o que haban sido bendecidas por el Papa. Otra deca: La

11 Cros, tomo 1, p. 51.12 Cros, tomo 3, p. 253.

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madre de Dios, acostada en su lecho, lloraba y gema... Todos los quesepan esta oracin y no la reciten a sus vecinos, sufrirn grandes penas ala hora de la muerte13.

ESTUDIO DEL CATECISMO

A ltimos de junio de 1857, la que fue su nodriza acept a Bernarditaen su casa de Bartrs, prometiendo que la hara ir a la escuela y alcatecismo. Pero la realidad fue que la hicieron trabajar mucho comopastora de sus rebaos de ovejas y vacas. No le dieron la oportunidad de ir

a la escuela o al catecismo, salvo pocas veces; pero en las muchas horas desoledad en el campo, Dios le hablaba al corazn y ella aprenda a hablarcon l. Se levantaba temprano, ayudaba a la seora a vestir a los pequeos,arreglaba la casa con la criada Juana Mara y luego se diriga al establo,acompaada del perrito Pigou, que siempre iba con ella al campo. A lospies de un castao centenario, construa con piedras un altarcito, en el quecolocaba una estampa de la Virgen Mara y rezaba una decena del rosario.

Sin embargo, Bernardita no estaba contenta. Quera aprender y un

buen da en que una vecina de Lourdes fue a visitarla, le dio este encargopara sus padres: Yo aqu me aburro. Si usted no tiene inconveniente, vayaa ver a mis padres para decirles que vengan a buscarme. Deseo regresara Lourdes para asistir a clase y prepararme para la primera comunin14.

El 28 de enero de 1858 regres a Lourdes. Tena ya 14 aos. Al dasiguiente, con permiso de sus padres, fue a la escuela del hospicio, dirigidapor religiosas. La inscribieron inmediatamente y se prepar con el padrePomian, que daba la instruccin de catequesis. En ese momento, no saba

leer ni escribir, ni saba hablar francs, slo el patois de la regin, eignoraba casi todo del catecismo.

13 Documents authentiques, tomo 1, p. 139.14 Cros, tomo 1, pp. 59-60.

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PRIMERA APARICIN (11 DE FEBRERO)

El 11 de febrero de 1858 Bernardita fue con su hermana Toita y suamiga Juana Abadie a buscar lea al bosque y a recoger huesos para

venderlos. Juana Abadie declar: Llegamos frente a la gruta. El canalllevaba agua hasta las rodillas... Vi un hueso en la parte opuesta delcanal, en la grieta de la roca y en el mismo lugar algunas ramas que elagua haba arrastrado15.

Para llegar a la gruta haba que atravesar el lecho del canal. Toita yJuana tiraron sus zuecos a la parte opuesta y pasaron por el agua, queestaba muy fra por el deshielo de la nieve. Bernardita pens en noseguirlas, pues el agua, que estaba muy fra, le poda hacer dao. Por otra

parte, no quera que las dos se alejaran solas. Y le pidi a su hermana que15 Cros, tomo 1, p. 67.

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pusiera algunas piedras gordas en el agua para pasar sobre ellas. Toita noquiso. Entonces le pidi a Juana (que era alta y fuerte), si la poda llevar ahombros, pero ella respondi: Podras hacer como nosotras; si no,qudate ah. Y Toita y Juana se pusieron a buscar huesos y lea y se

alejaron del lugar. Bernardita estaba sola y saba que eran las doce delmedioda, porque haba odo las doce campanadas en la torre de la iglesia.Decidi pasar el canal y refiere: Casi no haba llegado a quitarme unamedia cuando o un rumor de viento, como cuando se acerca unatempestad. Me volv para mirar por todas partes de la pradera y vi que losrboles casi no se movan. Vislumbr, pero sin detener la vista, unaagitacin en las ramas y en las zarzas de la parte de la gruta.

Segu descalzndome y, cuando me dispona a meter un pie en el

agua, o el mismo ruido ante m. Levant los ojos y vi un montn de ramasy zarzas que iban y venan agitadas, por debajo de la boca ms alta de lagruta, mientras nada se mova alrededor.

Detrs de las ramas, dentro de la abertura, vi enseguida a una joventoda blanca, no ms alta que yo, que me salud con una ligera inclinacinde cabeza, al tiempo que apartaba un poco del cuerpo los brazosextendidos, abriendo las manos, como las santas Vrgenes. De su brazoderecho colgaba un rosario. Tuve miedo y retroced. Quise llamar a mis

compaeras, pero no me sent capaz. Me frot los ojos varias veces, creaengaarme.

Al levantar los ojos, vi a una jovencita que me sonrea conmuchsima gracia y que pareca invitarme a que me acercase a ella. Pero

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yo an senta miedo. Sin embargo no era un miedo como el que habasentido otras veces, porque me hubiese quedado mirando siempre aaquella (Aquro), y cuando se siente miedo una huye enseguida.

Entonces me vino la idea de rezar. Met la mano en el bolsillo, tom

el rosario que llevo habitualmente, me arrodill e intent santiguarme.Pero no pude llevarme la mano a la frente: se me cay. Mientras, la jovense puso de lado y se volvi hacia m. Esta vez tena el gran rosario en lamano. Se santigu como para empezar a rezar. A m la mano metemblaba. Intent santiguarme otra vez y pude hacerlo. Desde aquelmomento no tuve ms miedo.

Yo rezaba con mi rosario. La joven deslizaba las cuentas del suyo,pero no mova los labios. Mientras rezaba el rosario, yo miraba cuanto

poda. Ella llevaba un vestido blanco, que le bajaba hasta los pies, de loscuales slo se vea la punta. El vestido quedaba cerrado muy arriba,alrededor del cuello. Un velo blanco, que le cubra la cabeza, descendapor los hombros y los brazos hasta llegar al suelo. Sobre cada pie vi quetena una rosa amarilla. La faja del vestido era azul y le caa hasta unpoco ms abajo de las rodillas. La cadena del rosario era amarilla, lascuentas blancas, gruesas y muy apartadas unas de otras. La joven estaballena de vida, era muy joven y se hallaba rodeada de luz. Cuando hube

terminado el rosario, me salud sonriendo. Se retir dentro del hueco ydesapareci sbitamente16.

Bernardita dice que, mientras ella rezaba el padrenuestro y lasavemaras del rosario, la visin no mova los labios. Ms tarde aclar quelos Glorias los pronunciaba visiblemente e inclinaba la cabeza. Por qu?Porque el padrenuestro es la oracin de los mortales indigentes de estemundo y el avemara es la oracin de alabanza a Mara y ella no seensalzaba a s misma. En cambio los Glorias en honor de la Santsima

Trinidad, los rezaba agradecida e inclinaba la cabeza, reconociendo que,todo lo que es, le viene de Dios. El padre Cross le pregunt el 24 deoctubre de 1865 de qu color eran los ojos de la aparicin. Ella respondi:azules17.

El padre Pne le pidi que le dijera si haba visto alguna vez unaseora tan hermosa como ella; y le respondi: Jams vi nada tan hermoso.Y cuando antes de morir, estando ya muy enferma en la enfermera delmonasterio, una nia de cinco aos, Magdalena Darfeuille, le pregunt:

16 ste es un resumen de los cuatro relatos que Bernardita escribi.17 Cros, tomo 1, p. 113.

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Ella era hermosa?, le respondi: Oh, s, tan hermosa que, cuando se laha visto una sola vez, se desea morir para volver a verla18.

En esta primera aparicin, terminado el rosario y desaparecida lavisin, Bernardita volvi en s estando de rodillas. En ese momento,

regresaban su hermana y su amiga. Segn declaracin de Toita: Estabaan arrodillada y mirando a la cueva. Yo grit Bernardita tres vecesconsecutivas, pero no contest ni volvi la cabeza. Al hallarme ms cerca,tir unas piedrecitas. Una de ellas le dio en la espalda, pero no se movi.Estaba tan blanca como si hubiese muerto. De sbito, Bernardita volvien s y nos mir. Le dije: Qu estabas haciendo all?. Nada. Qutonta eres de rezar all!. Pero ella dijo: Las oraciones son buenas entodas partes. Y pas el ro recatadamente19.

Bernardita dir: Qued admirada, cuando al entrar en el agua, laencontr ms caliente que fra. Y aade Toita: Bernardita se puso lasmedias sentada en una piedra y sin tener fro. Luego nos pregunt:Habis visto algo?. No, y t qu has visto?. Nada. La amigaJuana se fue a casa, porque tena prisa. Y Toita aade: Antes de pasar elpuente viejo me dijo: He visto una seora vestida de blanco con una fajaazul y una rosa amarilla en cada pie.

Al llegar a casa, Toita se lo cont a su madre, quien pensando que

eran cuentos de nias, les dio unos golpes con una varilla. Toita se quej,diciendo a Bernardita: T eres la causante de que mam me pegue. Lamadre les dijo que quizs fuera un alma de nuestros antepasados queestaba en el purgatorio, y era preciso rezar por ella. El pap, al enterarse,fue ms directo y rega a Bernardita, pensando que poda ser una cosamala. Por ello, le prohibi que volviera a la gruta.

Al da siguiente, viernes doce de febrero de 1858, Bernardita volvial colegio del hospicio. Muchas amigas suyas ya saban que algo haba

pasado, pues Juana Abadie les haba contado. Entonces le pidieron que selo contara a sor Damiana, que estaba en ese momento en el patio de recreo.Bernardita se excus diciendo que no saba francs. Una compaera letradujo al francs, pero cuando lo que deca no era exacto, rectificabaenrgicamente20.

18 Madre Mara Teresa Bordenave. Proceso apostlico de Nevers, fol 324.19 Cros, tomo 1, p. 89.20 Proceso ordinario de Nevers, fol 259.

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Bernardita se levant y se acerc al ser misterioso y le dijo: Sivienes de parte de Dios, quedaos!. Y le ech agua bendita. Aquella(Aquro, dir ella en su dialecto) se sonri, manifestando as que vena departe de Dios. En ese momento, Juana Abadie que vena rezagada con el

segundo grupo de nias, para manifestar su disgusto de llegar tarde, tiruna piedra por detrs, que cay contra la roca donde estaba Bernardita.Bernardita se inclin hacia adelante con el rostro plido, mirandofijamente a la cavidad de la gruta, pero algunas compaeras gritaron queestaba muerta. Y dijeron: Juana has matado a Bernardita. Juana no locrey. Declar ms tarde: Su rostro estaba iluminado. Todas las niaslloraban. Yo hice como todas25.

Sacudieron a Bernardita, no comprendiendo que estaba en xtasis, y

al ver que no responda, se asustaron. Juana fue corriendo a avisar a lospadres de Bernardita y otras corrieron hacia el molino vecino de Savy paraque vinieran a ayudarlas. La molinera, seora Nicolau, le pidi ayuda a suhijo Antonio de 18 aos y corrieron a ayudar. Antonio en su declaracinmanifest lo siguiente: Me dijeron: Bernardita est en la gruta deMassabielle. No sabemos qu ve. No podemos sacarla de all. Ven paraayudarnos. Sin sombrero ni chaqueta, segu sin hacerme rogar a mimadre y a mi ta y, por un camino malo y estrecho, baj a la gruta. Al

llegar vi a tres o cuatro nias pobres, a Toita Soubirous y a Bernardita.Estaba de rodillas, plida, con los ojos extraordinariamente abiertos,mirando a la cavidad. Tena juntas las manos y el rosario entre los dedos.Unas lgrimas resbalaban de sus ojos. Estaba sonriente y su rostro erahermoso, ms hermoso que todo cuanto yo hubiese visto jams. Sentdolor y alegra a la vez y, durante todo el da, me sent con el coraznemocionado sin poder dejar de pensar en ello.

Permanec un rato inmvil para mirarla. Las nias estaban como

yo; mi madre y mi ta, igualmente maravilladas... A pesar de verlasonriente, me preocup verla tan plida. Por fin, me acerqu a ellaporque mi madre me dijo: Cgela y nos la llevaremos a casa.

La cog por el brazo derecho. Ella resista, porque deseabaquedarse. Sus ojos persistan en mirar hacia arriba. No se quejaba. Perodespus de haber opuesto alguna resistencia, tena la respiracin algojadeante. La levant por un brazo y luego por el otro; mi madre la cogide uno de ellos. Mientras yo la levantaba, le sequ los ojos y le puse mi

25 Proceso ordinario de Nevers, fol 822.22


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mano sobre ellos para que no pudiese ver. Intent hacerle inclinar lacabeza, pero ella volva a levantarla y abra otra vez los ojos y sonrea...

Tuvimos gran trabajo en hacerle subir el sendero; mi madre le cogauna mano y yo la otra, ambos arrastrndola hacia delante, y mi ta y las

nias seguan detrs. Ella, sin hablar, haca lo posible para bajar denuevo. Haba que tener mucha fuerza para poder arrastrarla. Yo solo,aunque soy bastante fuerte, me habra visto en apuros para que mesiguiese. Mientras subamos, el rostro de Bernardita segua siendo plidoy sus ojos, siempre abiertos, continuaban mirando hacia arriba. Cuandollegamos a la cumbre, yo estaba sudando. Descendimos por el camino delbosque hasta el molino, conduciendo a la nia, como antes, mi madre yyo. Mi madre le haca preguntas y yo tambin, pero no nos contestaba. Yo

me senta triste y asustado. Su rostro y sus ojos seguan igual como ante lagruta. Continuaba derramando lgrimas. De vez en cuando, le tapaba losojos con la mano y le secaba las lgrimas. Sonri hasta que hubimosllegado al molino.

Al entrar, en el mismo umbral, baj los ojos y la cabeza y el colorretorn a su rostro. La introdujimos a la cocina y la obligamos a que sesentase. Las nias haban venido con nosotros. Cuando se hubo sentado,le pregunt: Qu ves en aquel agujero? Ves alguna cosa fea?. Me

contest: Oh, no! Veo a una seora muy hermosa. Tiene un rosario enel brazo y las manos juntas26.

Cuando Bernardita volvi en s del xtasis en el molino de Savy, sesorprendi, ya que durante todo el tiempo haba estado en comunicacincon la visin y rezando con ella el rosario. Al poco rato, lleg su madrecon una varilla para pegarle y le ri delante de todos. La molinera, al verque iba a pegarle, le grit: Luisa, por qu vas a pegarle? Tu hija es unngel del cielo. Luisa se control y se ech a llorar. Despus tom a

Bernardita de la mano y ambas regresaron juntas a la casa.Aquel domingo de carnaval haba mucha gente de los alrededores en

Lourdes y estas cosas se hicieron pblicas. Antonio cont lo que le habasucedido y las nias lo hicieron en sus casas. El 15 de febrero, lunes decarnaval, Bernardita recibi en el colegio del hospicio desprecios de lasreligiosas, que le dijeron que dejase esas carnavaladas. Fue conducida antela Superiora, a quien cont lo que haba visto el domingo. La Superiora leinsisti que todo era una ilusin y que se deba olvidar de todo. El martes

16, la criada de la seora Millet fue a pedir a su madre que le enviase a26 Cros, tomo 1, pp. 144-145.

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Bernardita para contarle lo sucedido. Cmo negarse ante la seora Milletque le daba trabajo en algunas ocasiones? La seora fue a la casa deBernardita y consigui el permiso para ir con Bernardita a la gruta eljueves 18 muy temprano, con personas mayores como ella y la seorita

Peyret.

TERCERA APARICIN (18 DE FEBRERO)

El jueves 18, cuando llegaron a buscarla a las cinco y media de lamaana, Bernardita an estaba en cama. Se levant aprisa y fueron juntas a

la misa. La seora Millet llevaba bajo su capa un cirio bendito y la seoritaPeyret una hoja de papel blanco, una pluma y un tintero, con la intencinde que la aparicin consignase por escrito sus deseos.

La seorita Peyret declar que ella supona que se poda tratar de lapresidenta de las hijas de Mara, Elisa Latapie, que haba fallecido haca unmes. Al igual que la aparicin, ellas llevaban una cinta azul para lamedalla y un rosario en la mano el da de la consagracin. Si ellanecesitaba oraciones, lo poda escribir.

Llegaron a la gruta. Encendieron el cirio (el primero que ardi en lagruta ante la Virgen) y comenzaron a rezar el rosario. Ese da el xtasis deBernardita no la hizo insensible al mundo exterior y fue como un puenteentre los dos mundos. Antonieta Peyret le dijo: Pregntale qu quiere.Bernardita, teniendo en la mano el tintero, la pluma y el papel, se adelanthasta casi rozar las ramas del rosal colgante. Las dos acompaantes sehaban levantado para seguirla, pero Bernardita les hizo seas de que seapartaran. Bernardita se levant de puntillas y ofreci el papel y la pluma.

Hablaba con la aparicin, pero a pesar de estar en un xtasis incompleto,su voz no se oa, aunque se le vea mover sus labios.

Pregunt: Seora, tendris la amabilidad de darme vuestro nombrepor escrito? Aquro (Aquella) se ech a rer y dijo: Lo que tengo quedecir no es necesario escribirlo. (Era la primera vez que oa su voz).

La seora Millet le suplic que le preguntara, si ellas podan volver.Bernardita respondi que nada les impeda volver a ir. Entonces la visin,con su dulcsima voz, le dijo: Quieres hacerme el favor de volver aqudurante quince das?. Bernardita respondi: Cuando haya pedidopermiso a mis padres, volver. No te prometo hacerte feliz en este

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mundo, pero s en el otro. Despus de decir esto, la aparicin se elevhacia la bveda y desapareci27.

Antes de retirarse de la gruta, Bernardita le dijo al odo a la seoritaPeyret:Aquro (Aquella) la ha mirado sonriente.

Ambas acompaantes hablaron de lo sucedido y todos se enteraronde que la aparicin vendra durante los siguientes quince das, lo queconmovi a toda la gente y muchos desearon estar presentes.

CUARTA APARICIN (19 DE FEBRERO)

En la escuela Bernardita sigui siendo objeto de burlas y algunas,sabiendo que le costaba aprender de memoria el catecismo, le decan: Dilea la Seora que te ensee el catecismo. Ella lo aguantaba todo con tal depoder seguir viendo la maravillosa aparicin, que la haca tan feliz.

Sus padres le dieron permiso de ir a la gruta y comenz la quincenade apariciones, aumentando cada da ms los asistentes.

Al igual que el da anterior, Bernardita fue con la seora Millettemprano a la misa. La acompa tambin la ta Bernarda. En la gruta,Bernardita tena en su mano izquierda un cirio encendido y en la derechasu rosario. A la tercera avemara se present la aparicin. Despus de unossaludos y sonrisas, la cara de Bernardita qued hermosa y daban ganas dellorar slo de verla. A veces, se pona blanca como un cirio y la gente creaque se mora. Su madre, que tambin estaba, deca: Dios mo, te ruego queno me quites a mi hija.

Al cabo de media hora, termin la visin. Bernardita manifest que,

en un momento de la aparicin, inesperadamente, como vomitados delGave, se oyeron unos aullidos que haban perturbado el silencio deMassabielle. Y una voz rabiosa, que dominaba a las dems voces, gritaba:Huye, huye. Ella se dio cuenta de que los gritos no se dirigan slo a ella,sino tambin a la visin, que mir hacia aquella direccin y, con unasoberana autoridad, redujo al silencio aquella multitud de demonios.

27 Relato de Bernardita a Clarens el 28 de febrero de 1858; Documents authentiques,tomo 1, pp. 166-168.

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Al regresar de la gruta, entr en casa de su ta Basilia, con quien sepuso de acuerdo para ir ms temprano al da siguiente, para evitar lamultitud.

QUINTA APARICIN (20 DE FEBRERO)

A pesar del fro invernal, el sbado 20 de febrero lleg a la gruta conla ta Basilia, a las seis de la maana, cuando haba muy poca gente. Alllegar, tom en su mano izquierda el cirio bendito y con la derecha elrosario. La visin no se hizo esperar y toda la gente sinti que la vea por

estar concentrada en la gruta con el rostro hacia arriba y sonriente. Sumisma madre, asombrada, enternecida y maravillada, deca: Yo noreconoca a mi hija28.

Durante el regreso a casa, confi que la Seora le haba enseado,palabra por palabra, una oracin slo para ella, que deba rezarla todoslos das de su vida. Veinte aos despus, dir: La rezo todos los das.Fuera de m nadie la sabe29.

SEXTA APARICIN (21 DE FEBRERO)

Cuando este domingo lleg a la gruta, acompaada de su madre y desu ta Bernarda, una ingente multitud la esperaba. Aquel da haba tresgendarmes para vigilar y guardar el orden. Tambin haba un personajeconocido en Lourdes, el doctor Dozous, que no crea en esas cosas y fue a

investigar, observando con atencin todos los movimientos de Bernardita.l dice: Yo quera saber el estado de su circulacin sangunea y de surespiracin. Tom uno de sus brazos y puse mis dedos sobre la arteriaradial. El pulso era tranquilo y regular. La respiracin fcil. Nadaindicaba una sobreexcitacin nerviosa30.

Por eso concluir: Bernardita no est afectada de catalepsia. Estaenfermedad quita el movimiento voluntario a los que la padecen. Y

28 J. B. Estrade,Les apparitions de Lourdes, Tarbes, 1909, p. 66.29 Madre H. Fabre. Proceso ordinario de Nevers, fol 280.30 Cros, tomo 1, pp. 187-188.

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Bernardita puede moverse a voluntad. Yo la he visto cuando estaba enxtasis, poner, cuando era necesario, la mano cerca de la llama del cirioencendido para impedir que el viento la apagara31.

Despus de la aparicin, Bernardita asisti a la misa mayor. Segn

iban saliendo las nias de la iglesia, un empleado de la alcalda la llam. Elprocurador imperial, doctor Dutour quera hablar con ella. Ella fue contranquilidad. El procurador la tuvo de pie durante toda la audiencia y quisointimidarla para que no volviera ms a la gruta y se evitaran as posiblesproblemas sociales. Le dijo:

As pues, tiene usted intencin de ir a la gruta todas las maanas?

S, seor. He prometido ir durante quince das.

Pero la Superiora del hospicio y la hermana vigilante, que sonmujeres muy piadosas, no le dijeron a usted que no haba necesidad devolver all, que la visin que usted tiene era un sueo, una ilusin? Porqu no sigue usted sus consejos? De hacerlo as evitara que se ocupasende usted.

Siento una satisfaccin tan grande cuando voy a la gruta!

Usted podra abstenerse... y se le podra prohibir.

Me siento arrastrada por una fuerza irresistible.

Cuidado! Hay muchas personas que suponen que usted y sus padresintentan explotar la credulidad de la gente. Yo mismo puedo suponerlo. Sufamilia es muy pobre. Desde sus visitas a la cueva, le dispensan a ustedfavores que no poda ni soar, y ahora quizs espera otros mayores.Tengo que manifestar que, si usted no es sincera en sus declaracionessobre las apariciones, o si, tanto usted como sus padres obtienen de elloalgn provecho, se exponen a que usted se vea perseguida y severamentecastigada.

Yo no espero sacar provecho alguno en esta vida.Usted lo dice. Pero, no ha aceptado ya la hospitalidad de la seora

Millet? Sus padres, no esperan mejorar su situacin sirvindose de ustedy de sus visiones, aunque sean simples sueos, o quiz mentiras, lo que nodejara de ser mucho peor?

La seora Millet quiso tenerme en su casa. Ella me vino a buscar.Fui con ella a sus ruegos. No me he preocupado jams de m. No he

mentido nunca, ni con ella ni con nadie32

.31 Ib. p. 190.32 Cros, tomo 1, p. 195.

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Aquella noche Bernardita llor por tantos disgustos que daba a suspadres, pues la polica la tena bajo vigilancia y la amenazaba, si volva ala gruta. Su padre, que fue llamado a la Comisara, le asegur al comisarioque su hija no volvera a ir. Pero Bernardita haba prometido ir durante

quince das. Tendra la fuerza necesaria para resistir la atraccin deMassabielle? Tendra que desobedecer a sus padres? Debera faltar a lacita de la Seora? Su cabeza le daba vueltas sin entender nada y sin saberlo que sucedera.

LUNES 22 DE FEBRERO

Fue un da de desilusin. Primero no la dejaron ir a misa ni a la gruta.Al llegar la hora, se dirigi dcilmente a la escuela del hospicio. Elgendarme encargado de vigilar la gruta, volvi sin novedad. Por la tarde,Bernardita le dir a la seorita Estrade que la visit en su casa: No puedomover las piernas, si no es para ir a Massabielle. Y sin permiso, comohuyendo, fue con la seorita Estrade. Dos gendarmes la vieron y laacompaaron. Tambin gran nmero de personas corrieron y acudieron a

la cita con la Seora.Pero aquel da la Seora no apareci y Bernardita qued muy triste,pensando que tena la culpa. Algunas personas, tambin decepcionadas,creyeron que ya haban terminado las apariciones. Otras la animabandiciendo: Vendr maana por la maana. Te habr estado esperando enla maana como otros das. Algunos insinuaban:La Seora tiene miedo alos gendarmes.

Al regreso, sus tas la hicieron entrar a descansar en el molino de

Savy, adonde lleg su madre a buscarla.La seorita Estrade declar que estaba sentada a su lado, cuando

lleg su madre. Dice: Yo ignoraba que fuese su madre. Esta pobre mujerestaba plida y, de vez en cuando, diriga a la nia una miradaangustiosa. Le pregunt, si conoca a la pequea.

Oh, seorita. Soy su desgraciada madre.

Desgraciada? Por qu?

Usted puede ver perfectamente lo que nos sucede. Se nos amenazacon encerrarnos en la crcel. Unos se ren de nosotros, otros noscompadecen y aseguran que Bernardita est enferma.

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Y usted qu opina?

La nia no es mentirosa. Creo que es incapaz de engaarnos. Noest enferma. Yo le he prohibido que vuelva a la gruta y, sin embargo, ellaha vuelto. No obstante, no es desobediente, me ha asegurado que se siente

empujada por una fuerza que no puede explicar33

.Por la noche sus padres dialogaron y pensaron que, si se senta

empujada por una fuerza superior, era intil prohibrselo. El hecho de nomanifestarse la Seora creyeron que haba sido por su culpa. Quizsestaban luchando contra el cielo. Y tomaron el acuerdo de que poda ircuando sintiera la llamada.

SPTIMA APARICIN (23 DE FEBRERO)

El martes 23 de febrero muy temprano en la maana, Bernardita sepuso en camino a la gruta. All encontr al doctor Dozous, al capitn delcastillo, al seor Laffitte, intendente militar, al abogado Dufo y al seorEstrade, el de las contribuciones; y a otras muchas personas. El seor JuanBautista Estrade, testigo de excepcin, que fue all para burlarse y rer,

refiere: Bernardita se puso de rodillas, sac el rosario del bolsillo ysalud profundamente. Todos los movimientos los realiz sin esfuerzo, connaturalidad, igual como lo hubiera hecho la nia en la iglesia parroquialen sus rezos ordinarios. Mientras haca deslizar entre sus dedos lasprimeras cuentas del rosario, dirigi una mirada interrogante sobre laroca que indicaba la impaciencia de la espera.

Sbitamente, como si un rayo la hubiese herido, tuvo como unsobresalto de admiracin y pareci como si naciese a una nueva vida. Sus

ojos se iluminaron y brillaron; una sonrisa serfica se dibuj en suslabios; una gracia indefinible se extendi sobre ella. En la estrecha crcelde su carne, el alma de la vidente pareca esforzarse en manifestarse alexterior y expresar su jbilo. Bernardita no era ya Bernardita!

Espontneamente, todos los hombres que estbamos all nosquitamos los sombreros y nos inclinamos como las ms humildes mujeres.La hora de las discusiones haba pasado y, al igual que todos los queasistan a esta escena del cielo, dirigimos nuestra mirada de la exttica ala roca y de la roca a la exttica. No veamos nada; no oamos nada, pero33 Cros, tomo 1, pp. 218-219.

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lo que podamos ver y entender era que se haba iniciado un coloquioentre la misteriosa Seora y la nia que tenamos ante nuestros ojos.

Despus de estos primeros transportes, producidos por la llegada dela "Seora", la vidente tom la actitud de una persona que escucha. Sus

ademanes, su fisonoma, demostraban perfectamente todas las fases deuna conversacin.

Sonriente unas veces y otras seria, Bernardita iba aprobando con lacabeza o pareca que ella misma preguntaba algo. Cuando la "Seora"hablaba, la nia temblaba de alegra; cuando, por el contrario, le dirigasus splicas, se humillaba y enterneca hasta derramar lgrimas.

En ciertos momentos se adivinaba que la conversacin seinterrumpa; entonces la nia volva a rezar el rosario, pero sin apartar

los ojos de la pea: pareca como si no quisiera cerrarlos por miedo deque desapareciese de su vista el maravilloso objeto de suscontemplaciones.

Habitualmente, la exttica terminaba sus oraciones con unossaludos a la Seora escondida. Yo, que he vivido quizs demasiado enel mundo, y encontrado en l modelos de gracia y distincin, nunca hevisto a nadie que saludase con la gracia y distincin de Bernardita.

Durante el xtasis, la nia, a intervalos, se santiguaba. Aquel mismoda dije yo, de vuelta por el mismo camino de la gruta, que si en el cielo sesantiguan, no pueden hacerlo de distinta manera.

El xtasis dur alrededor de una hora. Hacia el final, la vidente,avanzando de rodillas, se traslad desde el lugar de sus oraciones hastacasi debajo del rosal que colgaba de la pea. All se recogi como parahacer un fervoroso acto de adoracin, bes el suelo y regres, siempre derodillas, hasta el lugar del que haba salido. Su rostro se ilumin con un

nuevo resplandor; luego, gradualmente, sin sacudidas de especie alguna,de una forma casi imperceptible, el arrobamiento fue esfumndose hastadesaparecer.

La vidente continu, por unos instantes, rezando an; pero entoncesnosotros solamente tenamos en nuestra presencia el rostro amable, perorstico, de la pequea hija de los Soubirous. Por fin, Bernardita selevant, se reuni con su madre y se perdi entre la multitud...

Aunque la Seora de la roca hubiese querido permanecer

invisible, yo sent su presencia y estaba convencido de que su miradamaternal se haba detenido sobre mi cabeza. Oh, solemne hora de mi

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vida! Yo estaba emocionado hasta el delirio ante el pensamiento de que am, hombre burln y vanidoso, me haba sido permitido ocupar un lugarcerca de la Reina34.

OCTAVA APARICIN (24 DE FEBRERO)

El mircoles 24 de febrero se encontraban reunidas en la gruta de 400a 500 personas, segn el informe que el sargento de Lourdes dirigi a suSuperior. La Seora se present antes de terminar la primera decena delrosario. Despus de cinco o seis minutos, Bernardita retorn del xtasis, se

levant y llorando dijo: Quin ha tocado la zarza? As llamaba al rosalsilvestre, que se haba movido, porque una joven, que quera ver mejor a lavidente, la haba apartado. Para Bernardita era la rama en que se posabanlos pies de la Seora y donde estaban las rosas amarillas. Por tanto, tocarlaera una falta de respeto a la Seora. Despus de la llamada de atencin, fuehacia la bveda de la gruta. Su rostro pareca muy triste.

Y repiti con sus labios temblorosos: Penitencia, penitencia,penitencia. Todos lo oyeron y repitieron las mismas palabras. La Seora

diriga a todos el mensaje: Hacer penitencia por la salvacin de lospecadores.

NOVENA APARICIN (25 DE FEBRERO)

El jueves 25 de febrero, Bernardita fue a la gruta antes del alba. Iban

con linternas. Haba unas 400 personas esperando. Al poco de llegar,apareci la Seora. Casi al momento, Bernardita se puso a andar derodillas. Al llegar a la entrada de la cueva, apart suavemente, sindetenerse, las ramas pendientes que bajaban de la pea... Una vez quelleg al fondo de la gruta, siempre de rodillas, dio media vuelta. Todo elmundo segua atentamente sus movimientos. No habiendo encontradonada en la cueva, se dirigi al ro Gave. Ella explicara despus: La Seorame dijo: Vete a beber a la fuente y lvate. No encontrando la fuente, me

fui a beber al Gave. Ella me dijo que no era all. Me hizo un signo con el34 J. B. Estrade, o.c., pp. 91-93.

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dedo, indicndome el lugar de la fuente. Fui. Solamente encontr un pocode agua sucia; puse en ella la mano, pero no la pude tomar; escarb y elagua sali ms turbia. Por tres veces la tir y a la cuarta vez pudebeberla35.

Todos vieron a Bernardita con la cara sucia y muchos tuvieron unsentimiento negativo, diciendo: Est loca, est loca. La ta Bernarda,rpidamente le sec la boca y el mentn. El chasco de la gente lleg a suculmen, cuando, todava de rodillas, vieron que tomaba tres puados dehierba y se los llevaba a la boca. Era una especie de dorina, como un trbolmuy verde. La Seora le acababa de ordenar: Vete a comer de la hierbaque encontrars all.

Una de sus compaeras de catecismo, Vicenta Garros, dir: Vi a

Bernardita por orden de la aparicin cortar la raz de la planta que tena ensus manos y hacer esfuerzos para comer algunas hojas, mascarlas duranteun rato y escupirlas, porque, segn me dijo, la hierba era muy dura y mala36.

Despus de terminada la aparicin, Bernardita y su ta se fueronaprisa para huir de la multitud, que se sinti decepcionada, creyendo quehaba representado una comedia. Pero, en realidad, la Seora le habaquerido ensear a poner en prctica lo que le haba dicho en la aparicin

anterior: Penitencia. Y tambin ensearle obediencia y humildad paraaceptar lo que le deca.

La gente se fue desilusionada sin percatarse que donde Bernarditahaba bebido el agua, surgan ya los primeros borbotones del aguamilagrosa, que llevara la salud a miles y miles de enfermos a lo largo delos aos y siglos posteriores.

VIERNES 26 DE FEBRERO

En este da la Seora no vino a la cita, pero todos los presentesquedaron sorprendidos al comprobar que, en el lugar donde Bernarditahaba excavado el da anterior, haba una cinta de agua que antes nuncahaban visto. Esta cinta de agua creca por momentos. Todos estabanemocionados por ello. Pero la vidente se qued desconsolada, pensando

35 Carta al padre Gondrand del 28 de mayo de 1861.36 Sor Vicenta Garros. Proceso apostlico de Nevers, fol 1218.

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que poda tener la culpa de la ausencia de la Seora. Y despus de haberrezado el rosario con devocin con los presentes, se retir triste del brazode su madre y de su madrina. Sin embargo, la Seora quiso resarcirla delas ausencias del 22 y del 26 de febrero, mostrndose otras dos veces fuera

de la quincena. Sern el 25 de marzo y el 5 de abril.

DECIMA APARICIN (27 DE FEBRERO)

El sbado 27 de febrero, por la maana, haca un fro glacial, pero lagente haba aumentado. Este da se vio a Bernardita sonrer y palidecer en

algunas ocasiones, pero tambin besar varias veces el suelo como un actode penitencia y humildad, ya que la Seora le haba dicho: Besa el sueloen penitencia por los pecadores.

La seorita Peyrard, que fue hermana de la caridad de San Vicente dePal, manifest: Despus de rezar una o dos decenas del rosario,Bernardita vio la aparicin, lo que nosotros pudimos apreciar por elcambio de rostro. Desde los primeros momentos, Bernardita salud a laDama invisible en tres etapas: una con ligera inclinacin, la segunda con

ms inclinacin y la tercera casi hasta la tierra. Ella apareca radiante dealegra y manifestaba su jbilo por los pequeos estallidos de risa infantil.Yo no la he visto jams tan contenta. Se notaba que ella hablaba con laaparicin y de pronto se puso a subir hacia la gruta de rodillas, besando latierra muchas veces. Al llegar a la gruta, se detuvo y puso un dedo sobrelos labios (para indicar silencio) y, extendiendo los brazos con una sealenrgica, hizo seas a todos de inclinarse, pero la mayor parte quedinmvil como estaba. De nuevo volvi a hacer la misma seal con gran

fuerza. Y todos se inclinaron y besaron el suelo. Nosotros supimos mstarde que era un acto de penitencia que la aparicin le peda por lospecadores37.

Despus del xtasis, Bernardita se dirigi a la fuente milagrosa ybebi varias veces, se lav la cara y arranc varias briznas de hierba. Alregresar a casa, le confi a su ta que la Seora le haba dicho: Dirs a lossacerdotes que construyan una capilla en este lugar.

En la tarde, con su ta, fue a la casa parroquial a hablar con el

prroco, el padre Peyramale. Era un hombre corpulento, de frente ancha y37 Cros, tomo 1, p. 290.

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descubierta, de maneras graves e imponentes. Era un montas bueno,pero su corpulencia intimidaba y mucha gente le tema. l haba prohibidoa sus tres vicarios que fueran a la gruta y no crea en semejantes cosas. Elmismo obispo de Tarbes, Monseor Laurence, se rea de las supuestas

apariciones, de acuerdo al informe negativo que le haba enviado el padrePeyramale. El prroco le hizo unas preguntas a Bernardita, pero no quisodar ninguna importancia a sus palabras, dado que no saba quin era esaSeora, ni cmo se llamaba. No obstante, le insisti en que si la Seora secrea con derechos suficientes para pedirle que edificara una capilla, quedijera quin era y que hiciera florecer inmediatamente el rosal de la gruta.

UNDCIMA APARICIN (28 DE FEBRERO)

El domingo 28 de febrero llova desde altas horas de la noche. Loms notable de esta aparicin fue que Bernardita se mostr ms penitenteque nunca. Intent andar de rodillas, pero casi no poda, porque haba unas2.000 personas. Dos gendarmes tuvieron que abrirle paso. Subi unadistancia de siete u ocho metros y luego los baj hasta su acostumbrado

lugar. Y volvi a subir hasta tres veces segn la Seora le indicaba, comoacto de penitencia. A veces, resbalaba porque el suelo estaba muy barroso,pero ni sus vestidos ni ella se manchaban. Sin embargo, cuando besaba elsuelo s se ensuciaba los labios y las manos. Al ver que besaba el suelo, elguardia jurado Pedro Callet grit: Que todo el mundo bese el suelo. Ytodos obedecieron. Los que podan hacerlo, se arrodillaban y besaban elsuelo repetidas veces. La gran mayora no poda llegar hasta el suelo por lagran cantidad de gente, pero procuraron obedecer en la medida de lo

posible. Segua lloviendo y algunos gritaron: Cierren los paraguas. Ytodos los cerraron.

Bernardita le dio el encargo del prroco a la Seora para que dijesesu nombre e hiciese florecer el rosal. Al regresar, fue a la casa parroquial adecirle al prroco que haba cumplido su encargo, pero la Seora slohaba sonredo.

Ese mismo da el juez de instruccin llam a Bernardita para hacerleun interrogatorio. El guardia Len Latapie dej escrita la relacin del

interrogatorio y escribi: Despus de la misa mayor, el comisario fue aencontrarme delante de la iglesia y me dijo: Qudese aqu conmigo un

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rato. Cuando salieron las hermanas del hospicio con sus pequeasalumnas, el comisario me dijo: Conoce a Bernardita?. S.Detngala cuando salga.

Cuando sali junto a la hermana, en fila como todas las dems, la

cog suavemente por el brazo. Por qu la detiene?, me pregunt lahermana, que se ech a llorar. Tengo esta orden. Bernardita mepregunt: Qu quiere usted?. Le respond: Pequea, has de venircon nosotros. Se ech a rer y dijo: Sujteme fuerte; si no, meescapar. Yo estaba junto a la pequea, y el comisario detrs de los dos.Las gentes miraban sin decir nada, admiradas.

Fuimos a casa del seor Rives, juez de instruccin, que sehospedaba en casa del notario seor Claverie. Cuando entramos, el juez

dijo en dialecto a Bernardita:Ya ests aqu, tunantuela?

S, seor, ya estoy aqu.

Vamos a encerrarte... Qu vas a buscar a la gruta? Por qutraes de cabeza a tanta gente? Alguien te impulsa a hacer esto. Te vamosa encerrar en la crcel.

Estoy dispuesta. Encirreme, pero que sea slida y bien cerrada,

porque, si no, me escapar.Los seores no rean. El juez dijo:

Es necesario que renuncies a volver a la gruta.

No me privar de ir all.

Sers encerrada.

Si no puedo, entonces no ir.

Te har morir en la crcel.

En este preciso momento entr la hermana Superiora del hospicio.Lloraba. Dijo: Ruego a los seores que suelten a la nia; no la haganmorir.

Era preciso que Bernardita fuese una santa o que la asistiese muchainspiracin del cielo, para mantener su sangre fra. El juez dijo alcomisario:

Qu vamos a hacerle? Soltmosla: no hay nada que hacer conella.

Bernardita estaba sentada frente al juez, el juez ante su mesa, elseor Jacomet se paseaba y yo permaneca de pie junto a Bernardita.

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Cuando sala con la hermana, Bernardita le dijo: Quiero volverall; ser el ltimo jueves38.

DUODCIMA APARICIN (1 DE MARZO)

El lunes 1 de marzo, a las siete de la maana, Bernardita estaba denuevo en la gruta. Esta vez, junto a ella estaba su madre y tambin supadre, que fue a protegerla de tanta gente. Ese da tambin se vio porprimera vez una sotana. Asisti el padre Dzirat, de 27 aos, que viva enese momento con sus padres en Barbazan-Debat.

Segn clculos del comisario de polica, haba mil trescientaspersonas, pero haba muchas otras, que haban llegado por otros caminos yno fueron contados. Haba gente de toda condicin: obreros, campesinos,ciudadanos, militares... El sacerdote Dzirat declar: Yo estaba a un metrode Bernardita. Ensu actitud y en las facciones de su rostro se vea que sualma estaba feliz. Qu profunda paz! Qu serenidad! Qu altacontemplacin! Su sonrisa exceda a toda comparacin... La mirada de lania hacia la aparicin no encantaba menos que su sonrisa. Es imposible

imaginar algo tan puro, tan suave, tan amable...Cuando Bernardita sali del xtasis, la observ minuciosamente.

Qu diferencia entre la que vea entonces y la que haba visto en elmomento de la aparicin! La misma diferencia que hay entre la materia yel espritu. La muchedumbre experimentaba un dulce sobrecogimiento:solamente Bernardita vea la aparicin, pero todo el mundo presenta supresencia. La alegra, mezclada con la angustia, se dibujaba en todos lossemblantes. Es imposible imaginarse un espectculo ms devoto. Oh, qu

bien se estaba all! Me pareca estar a las puertas del paraso39.Ese da ocurri algo curioso. Dice Juan Bautista Estrade: En un

momento dado la nia levant el rosario hasta donde le permitan susbrazos y lo tuvo levantado casi un minuto. Despus se lo guard en elbolsillo. Sac otro y lo agit y lo levant de la misma manera que elprimero. Salud, sonri y volvi a rezar. La gente presente sac susrosarios, los agitaron y se oyeron gritos de Ave Mara. Luego searrodillaron con lgrimas en los ojos. Los enemigos de las apariciones

38 Trochu Francis, Bernadeta Soubirous, o. c., p. 184.39 Cros, tomo 1, pp. 187-188.

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hicieron correr el rumor de que la nia, en esa ocasin, haba bendecidolos rosarios40.

Qu haba pasado? La seora Paulina Sans le haba dado su rosarioa Bernardita, pidindole que, como ella no poda ir a la gruta por falta de

salud, que se sirviese de su propio rosario para rezar. Bernardita dice: Yopromet complacerla y as lo hice. Hacia el fin de la aparicin laSeora me pregunt dnde estaba mi rosario y le contest que en elbolsillo. Me dijo: "Ensamelo". Met la mano en el bolsillo y se loense, levantndolo un rato en el aire. La Seora me dijo: Usa ste.Y lo hice enseguida41.

El padre Pne le pregunt: Es cierto que esta maana hasbendecido los rosarios en la gruta? Y ella replic con una sonrisa: Las

mujeres no llevan estola (dando a entender que no son sacerdotes parabendecir). Observemos que la Seora prefiri que usara su rosario de unoscntimos en lugar del de la seora Paulina, que era muy bonito y ms caro.

Ese da, 1 de marzo, sucedi la primera curacin consideradamilagrosa.En plena noche Catalina Latapie de 38 aos, llamada Chouat,parti para Lourdes. Estaba encinta de nueve meses. Tom consigo a susdos hijos menores. La gruta quedaba a 7 kilmetros. Un impulso instintivola haba puesto en camino como sacndola del fondo de un abismo. En

octubre de 1856 haba subido a una encina a varear bellotas para suscerdos, y se haba cado. El mdico pudo colocarle el brazo dislocado;pero le haban quedado dos dedos retorcidos y paralizados. Se trataba dela mano derecha. Y Catalina no poda hilar, ni hacer punto ni nada til.

Catalina asisti a la aparicin con sus dos chiquitines; despustrep hasta el fondo de la gruta, hasta la fuente del arroyuelo. Meti lamano en ella y una gran dulzura la invadi. Los dedos encogidos habanrecobrado repentinamente su agilidad...

Un violento dolor de sus entraas acort su accin de gracias. Ymurmur: Virgen Santa, que acabis de curarme, permitidme quevuelva a mi casa!.

A toda prisa tom a sus hijos de la mano. Y recorri sin detenerselos siete kilmetros de regreso a Loubajac. Tan pronto como lleg, dio aluz sin ayuda de nadie y casi sin dolores. La comadrona, avisada a toda

40 Trochu Francis, o.c., p. 188.41 Ibdem.

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prisa, no lleg ms que al primer vagido de recin nacido. Era un varn:Juan Bautista, que lleg a ser sacerdote y se llam el nio del milagro42.

DCIMOTERCERA APARICIN (2 DE MARZO)

El martes dos de marzo no pas nada especial; pero, despus de laaparicin, Bernardita se dirigi a la casa parroquial para darle un mensajeal prroco. Fue con su ta Basilia Casterot, quien declar: Yo la acompa,porque la aparicin le haba dicho que quera una procesin. El prrocole contest: Cmo quieres t, mentirosa, que hagamos una procesin a

esa Dama?. l se paseaba lleno de clera por la habitacin y deca:Es una desgracia tener una familia como sta que pone desorden en laciudad y no hace sino hacer correr a la gente. Nosotros haremos algomejor: Te daremos una antorcha y t irs sola a la procesin, t nonecesitas sacerdotes. Te siguen bastantes personas. T no ves nada, unaDama no puede salir de un hueco. Pero, cuando el prroco cambiabalas cosas, entonces Bernardita le deca: Yo no le he dicho eso, seorcura. l deca: T ests enferma. Y repeta: Pdele su nombre. Yo,

deca ella, se lo pido y se pone a sonrer. El prroco iba y vena,gritando por la habitacin: Vamos, vamos, una Seora, unaprocesin. Era espantoso verlo y orlo.

La escena termin, dicindonos: Pueden marcharse. Hganla ir alcolegio. No dejen que vaya ms a la gruta. Acabemos ya con esto! 43.

Al salir de la casa parroquial, Bernardita se sinti intranquila, pues nole haba dicho el mensaje completo. Y tuvieron que regresar en la tarde, apesar del miedo, a decirle al prroco que tambin la Seora quera la

construccin de una capilla.

DCIMO CUARTA APARICIN (3 DE MARZO)

El mircoles 3 de marzo, al amanecer, lleg Bernardita a la grutaacompaada de su madre. Ambas rezaron un rato. Despus, sollozando las

42 Laurentin Ren, Vida de Bernadette, Ed. Herder, Barcelona, 1957, p. 78.43 Cros, tomo 1, pp. 348-349.

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dos, se levantaron y se alejaron en un silencio de muerte. Haba tres milpersonas y la aparicin no se haba presentado, lo que dej a la nia llenade tristeza.

A las nueve y media de la maana, su primo Andrs Sajoux fue a

consolarla y le dijo que si quera, l la acompaara de nuevo. Ella estabasintiendo la llamada y acept. Por la tarde fueron por el camino de abajodel castillo para no pasar por la ciudad y que nadie los viera. Haba gente,pero no mucha. La Seora se present y le dijo:En la maana no me hasvisto porque haba algunas personas que queran ver tu comportamientoen mi presencia y no eran dignas de ello. Han pernoctado en la gruta y lahan profanado44.

Despus de la aparicin, Bernardita fue de nuevo a ver al prroco y le

dijo: La Seora ha sonredo cuando le he dicho que usted peda quehiciera un milagro. Le he dicho que haga florecer el rosal. Ella hasonredo de nuevo, pero ella quiere una capilla. El seor cura respondi:T tienes dinero para hacerla?. No, seor cura. Yo tampoco, puesdile a la Seora que ella te lo d45.

DCIMOQUINTA APARICIN (4 DE MARZO)

El jueves 4 de marzo era el ltimo de los quince das prometidos porla aparicin. Ese da la gente esperaba un gran milagro y, segn el sargentoAngla, habra unas 20.000 personas. Bernardita lleg precedida de dosgendarmes, que le abran paso hasta el lugar acostumbrado. Ibaacompaada de su madre y algunas personas de su familia. Sosteniendo elcirio encendido en la mano izquierda y el rosario en la derecha, rez sin

interrupcin hasta la tercera avemara de la segunda decena. En esemomento, su rostro cambi maravillosamente y todo el mundo exclam:Ahora la ve. Todos se pusieron de rodillas. Ante la aparicin, siguirezando el rosario. Terminado el rosario, se llev por tres veces seguidaslos dedos en que tena el crucifijo hasta la frente sin conseguirlo. A latercera vez, hizo una hermosa seal de la cruz. Al preguntarle despus porqu no haba podido hacer la seal de la cruz, refiri que porque hasta


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entonces la Seora hizo deslizar su rosario entre los dedos e hizo la sealde la cruz. Fue el xtasis ms largo de los ltimos quince das.

En la aparicin del 4 de marzo Bernardita rez tres rosarioscompletos durante el xtasis. Parece que la aparicin haba querido

manifestar que era Nuestra Seora del rosario y recomendar as estadevocin al pueblo cristiano. El prroco haba pedido que floreciera elrosal y Mara hizo florecer el rosal de santo Domingo, es decir, el rosariode Nuestra Seora, ya que rosario significa un lugar de rosas.

El comisario de polica Jacomet, en su informe a sus Superiores,consider como un milagro el que no hubiera que deplorar ni el msmnimo incidente y report 34 sonrisas y 24 saludos a la gruta. Al terminarla visin, Bernardita se retir. La gente qued decepcionada, pues haba

esperado intilmente un milagro, pero nadie le pregunt nada. Noobstante, muchas de aquellas personas fueron a su casa para hablar conella.

La gente estuvo desfilando por la casa de los Soubirous durante doshoras, entrando por una puerta y saliendo por otra. Normalmente queransaludar a Bernardita. Algunos slo le daban la mano, otros la abrazaban obesaban. El sargento Angla manifest: Tuvimos que poner dos gendarmespara custodiar la casa y mantener a los fanticos a distancia. Los que

tenan rosarios se acercaban a Bernardita para hacerlos tocar por ella.Esta ceremonia fue larga. Pero yo no he descubierto que los Soubirous niBernardita hayan aceptado dinero, y s que les han ofrecido dinero, peroella nunca ha aceptado46.

El seor Martn Tarbs declar que, mientras esperaba para entrar aver a Bernardita a su casa, a los que salan, un gendarme les preguntabasi le haban dado dinero. Todos respondan que no47.

Por la tarde, Bernardita volvi a la casa parroquial para recordar alprroco los mensajes de hacer una procesin a la gruta y construir all unacapilla. El prroco volvi a insistir en que, si volva otra vez, ya quemuchos crean que haba sido la ltima aparicin, le preguntase su nombre.


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DCIMOSEXTA APARICIN (25 DE MARZO)

El jueves 25 de marzo se celebraba la fiesta de la Anunciacin deMara. Desde el da cuatro, Bernardita segua su vida normal, asistiendo ala escuela y preparndose para su primera comunin. Sin embargo, suspadres y las religiosas que la conocan, notaron en ella un cambioprofundo en su manera de rezar el rosario y santiguarse. Rezaba mucho yhaca algunas penitencias por la conversin de los pecadores,especialmente cuando deba soportar las preguntas de los peregrinos.

Tambin en la gente haba habido un cambio notable. El 15 demarzo, el prroco comunicaba al obispo que en las plticas semanaleshaba observado mucha ms asistencia de lo normal. Pronto empeztambin a hablarse de curaciones milagrosas. Un muchacho de quince aoshaba ido a la gruta, haba lavado sus ojos muy enfermos con el agua de lafuente y se haba curado. En la familia Piqu, un nio de 12 aos, muyenfermo, quiso beber el agua de la gruta y se comprob una gran mejora.Luis Bouriette haca veinte aos que, por la explosin de un barreno, habaperdido la visin del ojo derecho. Se frot el ojo con el agua que su hijahaba trado de la fuente de la gruta, y qued sano. Y as otros casos queadmiraban a la gente, que segua acudiendo a la gruta como lugar deperegrinacin.

En la noche del 24 al 25 de marzo, Bernardita se despert y sinti ensu corazn la llamada de la Seora. Con el permiso de sus padres, acudi alas cinco de la maana. Cuando lleg al lugar, ya debajo del rosal brillabala suave luz, como si la estuviera esperando. La aparicin se habaadelantado.

La Seora, dice Bernardita, estaba apacible, sonriente y miraba a

la multitud como mira a sus hijos una madre cariosa. Cuando me pusede rodillas ante ella, le ped perdn por haber llegado tarde. Ella, siempretan buena conmigo, me hizo un signo con la cabeza, indicndome que notena por qu excusarme. Entonces yo le expres todos mis afectos y lafelicidad que senta de poder volver a verla. Despus de haberle dichotodo lo que me dictaba mi corazn, tom el rosario48.

En ese momento, Bernardita sinti el deseo de saber su nombre. Lavisin se traslad por debajo del rosal y se elev del suelo, detenindose

bajo el nacimiento de la bveda. Bernardita se levant y se acerc a ella.48 J. B. Estrade o.c., p. 148.

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Sus padres y algunas personas amigas la siguieron y la rodearon. Y,entonces, le pregunt: Seora, quiere hacerme el favor de decirmequin es usted? Pero le respondi con una sonrisa.

Por segunda vez se lo pregunt, y de nuevo otra sonrisa. Ella dir:

No s por qu, pero me sent ms valiente y volv a pedirle el favor de queme diese a conocer su nombre.

Entonces la aparicin, que haba permanecido con las manos juntas,abri los brazos, los inclin como en la medalla milagrosa, haciendoresbalar hasta la mueca el rosario, junt otra vez las manos, los colocsobre su pecho como para detener los latidos de su corazn, levant lamirada al cielo y dijo su secreto: Yo soy la Inmaculada Concepcin 49.Despus la aparicin sonri de nuevo, dej de hablar y desapareci

sonriendo.Una amiga de la familia, la seora Filias-Nicolau, le pregunt a

Bernardita: Por qu ests por tan contenta? Y respondi:Porque ella meha dicho: Yo soy la Inmaculada Concepcin. Una compaera de clase,Juana Mara Tourr, declarar que, durante el trayecto a casa, repetamuchas veces: Yo soy la Inmaculada Concepcin. Y le pregunt:Qu ests repitiendo?. Y replic: Repito el nombre de la Seora paraque no se me olvide50.

Al llegar a casa, Bernardita slo pensaba en ir a dar la buena noticiaal prroco. All fue casi de inmediato. El buen sacerdote Peyramale, al orel nombre de la Seora, le pregunt si saba lo que significaba. Ellarespondi que no. l le dijo:

Cmo es posible que digas una cosa que no entiendes?

Desde la gruta hasta aqu no he dejado de repetir estas palabras.

Pero el prroco qued muy conmovido. Fue a la tienda de la seora

Mara Ida Ribettes y le dijo: La Seora le ha dicho: Soy laInmaculada Concepcin. Me emocion tanto que estuve a punto decaerme51.

Cuando le explicaron a Bernardita que la Inmaculada Concepcin noera otra que la Virgen Mara, se sinti llena de felicidad hacia una madre

49 Qu soy er Immaculada Councepciou son las palabras colocadas actualmente alpie de la imagen de la Virgen en la gruta de Lourdes. Segn algunos entendidos, siMara habl en patois, debi decir: Qu soy r Immaculado Councepciou.

50 Declaracin de sor Margarita Magni, que oy la declaracin de Juana MaraTourr; Proceso apostlico de Nevers, fol 772.

51 Declaracin de Mara Ida Ribettes en el Proceso apostlico de Tarbes, fol 81.42


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tan buena, a quien tanto quera desde su infancia y tanto le rezaba en laimagen de la iglesia parroquial y tambin cuando estaba de pastora en elcampo.

La Virgen Mara haba querido estampar su firma en la bula

Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854, en la que el Papa Po IXdeclaraba como dogma de fe la Inmaculada Concepcin de la VirgenMara. Ella confirmaba as la autoridad del Papa. Cuando el 17 dediciembre de 1876, Bernardita le escriba una carta al Papa Po IX,resaltar:Me he dicho con frecuencia. Qu buena es la Santsima Virgen!Podra decirse que ha venido a confirmar la palabra de nuestro SantoPadre.

Sin embargo, desde el principio hubo algunos telogos que dijeron

que la Virgen Mara no haba podido decir Yo soy la InmaculadaConcepcin, pues era incorrecto teolgicamente. Ella deba haber dicho:Yo soy la Virgen de la Inmaculada Concepcin. Pero Jess tambin dijo:Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; Yo soy la luz del mundo; Yo soy laResurreccin y la Vida. En este caso, una cualidad personal se toma por eltodo de la persona. No es que Jess sea solamente luz y nada ms o quesea un camino. Lo mismo podemos decir de Mara. Una cualidadsobresaliente de su persona, como es su Concepcin Inmaculada, se dice

por toda la persona, como si dijera: Yo soy la que fui concebidainmaculada (para concebir al Inmaculado en mi seno). No olvidemos queesas palabras las dijo el da en que se celebraba la fiesta de la Anunciacin,es decir, de la concepcin o encarnacin de Jess en el vientre de Mara.Aqu se ve la unin entre la Concepcin de Mara y la Concepcin deJess, entre la Inmaculada y el Inmaculado, entre Mara y Jess, parasiempre. Esta unin se manifiesta permanentemente y de modo especial enel momento de la consagracin de la misa, cuando el sacerdote o, mejor,

Jess, por medio del sacerdote, dice esas palabras para ser concebido denuevo en el pan y en el vino por medio de Mara, que siempre estpresente en la misa para asistir al nuevo nacimiento de Jess en laEucarista. En ese momento, Jess poda decir: Yo soy la Eucarista; yMara: Yo soy la Madre de la Eucarista.

El Papa Juan Pablo II, en la encclicaEcclesia de Eucharistia N 57,dice: As como la Iglesia y Eucarista son un binomio inseparable, lomismo se puede decir del binomio Mara y Eucarista. Por eso, el

recuerdo de Mara en la celebracin eucarstica es unnime, ya desde laantigedad en las iglesias de Oriente y Occidente.

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Por otra parte, no olvidemos que el Papa Po IX haba definido comodogma de fe la Inmaculada Concepcin de Mara el 8 de diciembre de1854, cuatro aos antes. Por consiguiente, podemos decir que Mara quisounir el binomio Jess y Mara al Papa, confirmando su autoridad al

declarar su Inmaculada Concepcin a los cuatro aos de la definicindogmtica. Y quizs pensando en enaltecer la autoridad del Papa, que en1870 iba a definir en el concilio Vaticano I la infalibilidad pontificia.

A partir de la aparicin del 25 de marzo, en que la Virgen dice sunombre, el prroco Peyramale tuvo una actitud ms positiva conBernardita y la defendi contra algunas personas y autoridades que estabanen contra. Incluso consigui que Bernardita continuara estudiando en laescuela gratuita del pensionado, despus de haber hecho la primera

comunin. Adems, consigui que su familia se trasladara del tugurio de lacrcela otra casita mejor.

El prroco, ayud al pap de Bernardita, pero sin darle dinero. Elobispo de Tarbes compr el molino de Savy, donde Bernardita habanacido, y se lo dio en arriendo a su pap. De esta manera se le ayudaba enel oficio que l quera para poder sacar adelante a la familia. Como dice elprroco al obispo: l viene a ser su arrendatario. Y yo le he dado laseguridad de que vuestra Excelencia nunca lo olvidar y siempre le

ayudar52

.Sin embargo, el prroco no quera comprometerse del todo y

esperaba que la Comisin investigadora, nombrada el 28 de julio de 1858,diera su opinin antes de dar la suya. l le peda a Dios una seal clarapara creer. Y Dios se la dio. Dice: Un da, al dar la comunin, vi unapersona que alrededor de su cabeza tena una aureola luminosa. Estavisin me sorprendi. Le di la comunin sin darme cuenta de quin setrataba, pero la segu con la vista hasta que hubo llegado a su sitio y,

cuando se inclin para arrodillarse, reconoc a Bernardita Soubirous. Apartir de aquel instante, terminaron mis inquietudes y no dud ms de lasapariciones53.

52 Carta al obispo del 10 de abril de 1864.53 Declaracin de sor Aurelia Gouteyron, que lo oy personalmente al prroco;

Proceso ordinario de Nevers, fol 943.44


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RECHAZO DE LISMOSNAS

Mucha gente se acercaba a Bernardita para preguntarle sobre lasapariciones. Y con buena voluntad y sinceridad le queran ayudareconmicamente, dndole una ayuda al ver su pobreza, pero nunca aceptnada ni ella, ni su familia. Su madre dijo claramente: Viviramoscmodamente, si mi hija hubiese querido aceptar el dinero que le hanofrecido; a veces, con insistencia54.

En esto de las limosnas, Bernardita era insobornable, pero sushermanos eran ms condescendientes. Un da una seora le entreg aToita una moneda de dos francos. Bernardita lo vio y dijo con autoridad:No, no, nada de dinero55.

Otro da su hermano Juan Mara lleg a casa con dos francos,diciendo que unos seores se los haban dado por haberles acompaado ala gruta y sacarles agua de la fuente. Bernardita, al enterarse, le dio unabofetada y luego le orden que devolviese los dos francos. Obedeci y,cuando regres, Bernardita lo registr para asegurarse de que no los habaescondido56.

Un visitante, Rafaello Ginnasi, sobrino del Papa, le ofreci un rosario

de gran valor, bendecido por el Papa, rogando a Bernardita que lo recibieracomo un obsequio; y le diera a cambio el rosario que haba tenido en susmanos durante las apariciones. Pero ella no acept. Las reiteradasinsistencias de Rafaello chocaron contra la firmeza de Bernardita57.

La seora de Court, de Lyon, vino a ver a Bernardita, tratando dehacerla salir de su estado de pobreza. Pero no consigui que aceptaraningn obsequio y decidi emplear una parte de su fortuna para adornarlos lugares, donde se haba aparecido la Virgen Mara58.

El doctor Dozous escribe: Muchas personas, que visitaron un da aBernardita y a su familia en mi presencia, se entristecieron al ver sudesprendimiento y me pidieron que les rogara aceptar sus regalos dedinero, porque ellos estaran felices. Varias bolsas llenas de dinero fueron

54 Declaracin de Luis Fontan, que lo oy de su madre y lo declar en el Procesoapostlico de Tarbes, fol 41.

55 Sor Bernarda Dalias. Proceso apostlico de Nevers, fol 1484.56 Declaracin de Josefina Forestier; Proceso apostlico de Nevers, fol 250.57 Dozous Pierre-Romaine, La grotte de Lourdes sa fontaine, ses gurisons, Pars,1874, p. 89.58 Ib. p. 192.

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depositadas sobre la mesa con el ruego de aceptarlas. Pero tuvieron lamisma suerte que tantos otros, que haban ofrecido dinero a la familiaSoubirous59.

Otro da, unas personas ricas le dieron dinero al prroco para que

comprase pan blanco para la familia Soubirous. Vana astucia. La primerahogaza de 12 libras la devolvieron intacta y el seor cura tuvo quedevolver su entrega a los donantes. Y as otros casos parecidos. Noobstante, el prroco acept las limosnas que dejaban en la gruta para lospobres y las entregaba a la Caja de la Beneficencia. Ms tarde esos dinerosfueron para la construccin de la capilla.

DECIMOSPTIMA APARICIN (7 DE ABRIL)

Las peregrinaciones a la gruta continuaron sin interrupcin. Segninformes del comisario de polica, seor Jacomet, el 4 de abril, da dePascua, llegaron 3.625 peregrinos. Al da siguiente, 5.445. Los devotoscolocaron en el hueco de la roca de la gruta una imagen de yeso paraperpetuar su recuerdo. El mircoles de Pascua 7 de abril, a las seis de la

maana, Bernardita fue a la gruta. En ella, segn el informe del comisariohaba unas 1.200 personas, rezando con recogimiento. La Virgen se leapareci de nuevo durante unos tres cuartos de hora. All estaba el doctorDozous. Bernardita sostena un cirio encendido. Al presentarse la VirgenMara, segn atestigua Julia Garros, el cirio resbal poco a poco hastallegar al suelo y qued la llama dentro de su mano60.

Algunos asistentes, al darse cuenta de ello, gritaron: Dios mo, sequema. Pero el doctor Dozous respondi con autoridad: Dejadla! As

permaneci con la mano entre las llamas varios minutos, sin queBernardita hiciera algn movimiento de dolor. Terminado el xtasis, elcirio cay. El doctor Dozous tom la mano de Bernardita, la frot con elcodo derecho y dijo con fuerza: No hay nada! Estas palabras produjeronun gran entusiasmo ante la gente.

El doctor se apoder del cirio, lo volvieron a encender ydisimuladamente se lo puso varias veces debajo de la mano izquierda deBernardita que gritaba: Me quema!

59 lb. p. 97.60 Proceso apostlico de Nevers, fol 1218.

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El mismo doctor Dozous escribi: Ella estaba de rodillas rezandocon gran fervor las oraciones del rosario, que ella tena en la manoizquierda, mientras que en la derecha tena un cirio grande, bendito yencendido. Al momento que comenz a subir de rodillas hacia la gruta, su

mano derecha se acerc a su mano izquierda y coloc la llama del ciriobajo los dedos de esta mano (izquierda). Los dedos estaban separados losunos de los otros, de modo que la llama poda pasar fcilmente entreellos. Activada la llama en ese momento por una rfaga de aire bastantefuerte, me pareci que no produca en su piel ninguna alteracin.Asombrado de este hecho extrao, imped que algunas personas lequitaran el cirio y, tomando mi reloj, observ el hecho durante un cuartode hora.

Cuando la oracin termin y la transformacin de su rostro hubodesaparecido (y el xtasis tambin), Bernardita se levant y quiso alejarsede la gruta. Yo la retuve un momento y le ped que me mostrara la manoizquierda. La examin con gran cuidado y no encontr ninguna traza dequemadura. Entonces le ped a la persona que tena el cirio que loencendiera de nuevo y coloqu varias veces la llama del cirio bajo lamano izquierda de Bernardita, que la alejaba rpidamente diciendo:Que me quema!. Este hecho lo refiero tal como lo he visto, al igual

que otras personas colocadas como yo cerca de Bernardita

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.El milagro del cirio parece que haba ocurrido en alguna ocasinanterior. Segn J.B. Estrade, mi hermana recuerda que en el momento enque los dedos de Bernardita estaban sobre la llama del cirio, no pudodejar de gritar: Quitad el cirio a la nia! No veis que se quema?.Este hecho lo sita su hermana el 23 de febrero62.

LOS VISIONARIOS

A partir del 7 de abril y hasta el mes de febrero del ao siguiente,sucedi un fenmeno fuera de lo comn. Muchos visionarios decan quevean a la Virgen. Algunos quizs eran movidos por fuerzas ocultas o poralguna enfermedad sicolgica. El caso es que hubo exaltados, maniticos,

61 Dozous Pierre-Romaine, La grotte de Lourdes, sa fontaine, ses gurisons, Pars,1874, pp. 57-58.62 J. B. Estrade, o.c., p. 155.

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histricos y medio locos, que hacan cosas raras y hasta grotescas parallamar la atencin. Pareca que el diablo quera desprestigiar a lasautnticas apariciones, pero estas cosas extraas desaparecieron pronto ytodo qued en calma, siendo la gruta un lugar permanente de

peregrinacin. Y los milagros que se producan en la gruta reafirmaban laautenticidad de las apariciones y la haca ms famosa cada da.

Por su parte, Bernardita segua su vida normal sin querer llamar laatencin. Iba a la escuela y se preparaba para su primera comunin... Enlos recreos segua siendo la nia traviesa y graciosa, que rea, cantaba ysaltaba con sus compaeras, aunque a la hora de la oracin era la msfervorosa.