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UNIVERSIDAD DE CHILE Anales de la Facultad de Filosofía y Educación Sección de Filología Tomo I.—Cuaderno Núm. 1. PRENSAS DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE 1934

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U N I V E R S I D A D DE C H I L E

Anales de la F a c u l t a d de Filosofía y Educación

Sección de Filología Tomo I.—Cuaderno Núm. 1.

P R E N S A S

D E L A

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SUMARIO

P Á G S .

P. Sebastián Englert, Los elementos derivados del Aymará y del Quichua en el Idioma Araucano 5-27

P. Sebastián Englert, Araucano y Rapanui 28-35 Mariano Latorre, Pío Baroja y el ciclo «La Selva oscura».... 36-39 Y. Pino Saavedra, Anotaciones métricas 40-50 Rodolfo Oroz, Sobre los sufijos de los nombres gentilicios

chilenos 51-54 Aníbal Echeverría y Reyes, Vocablos salitreros 55-84 Claudio Rosales Y., Las combinaciones vocálicas en la lengua

vulgar de Chile 85-92

Reseñas:

Draguicha Lapcevic, La philosophie de Vart classique (JE. Solar Correa). 93-96

Joachim Moras, Ursprung und Entwicklung des Begriffs der Zivilisation in Frankreich (Edith Oppens). 96-98

Werner Lange, Friedrich der Grosse und die Geistige Welt Frankreichs. . (Edith Oppens). .98-100

Mc. Kendree Pet ty , Some epics imitiations of Ercilla's «La Araucana (R. Oroz). 100-102

Antenor Nascentes, O idioma nacional, Vol. IV. Gramática histórica (R. Oroz). 102-103

Leavitt Olds Wright, The -ra verb form in spain. . . (R. Oroz). 104-107 Karl Vossler, Metodología Filológica (F . Pino Saavedra). 107-108 Manuel de Paiva Boléo, Orientales da filología románica na

Alemanha e o seminario románico de Hamburgo (F . Pino Saavedra). 108

Noticias 109

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UNIVERSIDAD DE C H I L E

Anales de la Facu l t ad de Filosofía y Educación

Sección de Filología Tomo L—Cuaderno 'Núm. 1.

P R E N S A S

DE LA

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P. Sebastián Englert Parr. Mis.

Los elementos derivados del Aymará y Quichua en el Idioma Araucano ADVERTENCIAS PRELIMINARES

La investigación científica del idioma indígena que nos hemos acostumbrado a llamar «araucano», tan impropiamente como el «Runa Simi» lleva el nombre de «Quichua», ha sido comenzada por los antiguos misioneros Luis de Valdivia, Ber-nardus Havestadt y Andrés Febrés y continuada por arauca-nistas modernos, de los cuales los más eminentes y fructíferos son el Dr. Rodolfo Lenz, el Rev. P. Félix José de Augusta y el Rev. P. Ernesto Wilhelm. Pero nos parece que falta aún la investigación de la parte etimológica de este ramo de filología sudamericana. Relativamente poco se ha adelantado, hasta el momento, en la lingüística comparativa en cuanto al idioma araucano.

La común aspiración de los araucanistas debería ser en adelante con preferencia: contribuir con numerosos estudios comparativos detallados a la confección de un Diccionario Eti-mológico Araucano.

El pequeño trabajo que nos permitimos presentar, por indicación del señor Rodolfo Oroz, Director del Instituto Pe-dagógico de la Universidad de Chile, tiene por objeto aportar para el fin mencionado todos los vocablos araucanos que se de-rivan del aymará y del quichua. Creemos poder decir que la etimología de la mayor parte de estos vocablos es segura. Mu-chos de ellos habrán sido simplemente adoptados, como térmi-

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nos prestados, por los indígenas de Chile durante la dominación incaica. Algunos de ellos se derivarán también de raíces comu-nes y señalarán la procedencia de una fuente común. Así, p. ej., hemos encontrado la raíz léf-llip-lip también en idiomas de Centro América, el Maya y Lenca.

La ciencia comparativa habrá de extender todavía por todas partes sus redes, en cuanto lo permite la lexicografía americana, para establecer la extensión de las raíces comunes, su transformación por los diversos pueblos y la procedencia de las voces araucanas.

Fuera del Aymará y Quichua hemos considerado también el Atacameño dentro del exiguo acervo de palabras que se han conservado de este fenecido dialecto, y, en algunos pocos casos también, el Rapanui, por pura curiosidad, si se quiere.

Hemos aducido también los vocablos del Quichua que se habla en el Ecuador, considerando esto de interés por las trans-formaciones fonéticas que hay del Quichua peruano al ecuato-riano y que presentan una suavización semejante a la que ob-servamos en los vocablos adoptados por los araucanos.

En un futuro Diccionario Etimológico Araucano deberían hallarse todas las modificaciones de cada vocablo, empezando por la transcripción de ellos en las obras de los antiguos gramá-ticos. Confesamos que es defectuoso, en este sentido, el pre-sente trabajo, porque no hemos podido tener a manos estas obras, fuera de una reimpresión incompleta de la gramática de Andrés Febrés, hecha por Fr. Antonio Hernández Calzada.

Al presentar a la publicidad este pequeño trabajo, quisié-ramos expresar nuestra especial gratitud al señor Dr. Rodolfo Lenz que ha tenido la amabilidad de prestarnos algunas obras importantes de su biblioteca particular, y al señor Alejandro Vicuña, quien nos ha facilitado repetidas veces obras de la Bi-blioteca NacionaL

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SIGNOS Y ABREVIATURAS

SIGNOS

Como en el Dicc. usamos los signos + y *. La cruz indica que la palabra respectiva o su acepción se usa en Huapi (región de la costa de Puerto Saavedra); el asterisco indica lo mismo para la región (cordillerana) de Panguipulli.

ABREVIATURAS

adj. = adjetivo. ant. = anticuado. cp. = compárese. intr. = verbo intransitivo. lit. = literalmente n. = verbo neutro. num. = numeral. s. = sustantivo. s. = sustantivo compuesto. tr. = verbo transitivo. Quichua E. = Quichua Ecuatoriano.

FONETICA

En este trabajo comparativo se ha adoptado el sistema ortográfico del Dicc. del R. P. Félix José de Augusta, con la excepción de que la e inversa se sustituye por é. El valor de las letras está explicado en la Gramática Araucana del mismo autor y en sus Lecturas Araucanas.

Presentamos, sin entrar en detalles, una sinopsis ortográ-fica.

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ce (Bert.) y k ' (Midd.) = k explosiva, con glotis cerrada, chh (Bert.) y c'h (Midd.) =ch española explosiva con aspiración, cch (Bert.), ch' (Midd.) y chch (F.

García). =ch española explosiva, con glotis ce-rrada

ck (Glos.) = c h alemana, gutural fuerte, h (Bert.), 'h (Midd.) y h (Glos.) = h fuertemente aspirada, hu (Bert.), hu (Midd) y hu (Grimm) = r o (Dicc.). hu (Bert.) a veces = u , especialmente entre dos vocales

(p. e. Kahuitha). kh (Bert.) y 'k (Midd.) = k fuertemente aspirada, ph (Bert.) y p' (Midd.) = p explosiva, fuertemente aspirada, pp (Bert.) y 'p (Midd.) = p explosiva, con glotis cerrada, th (Bert.) y ' t (Midd.) = t explosiva, con fuerte aspiración, t t (Bert.) y t ' (Midd.) = t explosiva, con glotis cerrada, tch (Glos.) =ch española, pronunc. con energía,

insistiendo algo en la t . ú y ghü (Febrés). = ü (Dice.), v (Bert.), delante de vocales. = v en castellano.

VOCABLOS

a c h a w é í í * } ^ = l a g a l H n a ' e l g a I 1 ° " Ajinará: atahuallpa = gallina; urco atahuallpa = gallo. (Bert. II, 37).—Quichua: atahuallpa = gallina; atahuallpa orko = gallo.—Hoy día se llama la gallina sólo hualpa. (Midd. 77).—Quichua E.: atallpa, atashpa = gallo, gallina; huallpa = gallo, gallina. (Grimm. 4, 17).—Atacameño: athalpa = gallina. (Glos. 12).

af, ap.: raíz de los verbos afn = concluirse, apémn = acabar con algo, poner fin.—Tal vez existe relación con: Quichua: apay = llevar, cargar, met.: quitar, robar. (Midd. 47).

aillarewe s. c., ant. Lit. = nueve rewes. Serán nueve reducciones o parcialidades, cada uno con su rewe. Este último es, se-gún Dicc. 197: árbol o más bien tronco descortezado de árbol o de arbolito (laurel, maqui, canelo, etc.), plantado en el suelo. Según los cronistas y gramáticos, era antes signo distintivo de las parcialidades políticas, cuasi su pabellón. No es del todo imposible que, en vez de deri-varse de ailla = nueve, sea corrupción de aillu-rewe = rewe de una tribu o parcialidad.—Aymará: ayllu = parcialidad de indios. (Bert. II, 28).—Quichua: aillu = parentesco, familia, tribu, parcialidad; ailluntin = las tribus juntas. (Midd. 3).

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ELEMENTOS DERIVADOS DEL AYMARÁ Y DEI. QUICHUA 9

ampin, tr. = aplicar remedio de polvo o yerba quemada a la piel, a las llagas.—Aymará: hampi = medicina, emplasto para curar; hampitha = curar el enfermo. (Bert. II, 117).— Quichua: 'hampi = medicina, veneno, filtro; 'hampiy, tr. = curar, sanar. (Midd. 480).—Quichua £.:jambi = medicina, veneno, hechizo; jambina = curar, envenenar, hechizar. (Grimm. 22).—Atacameño; hampi = medicina; hampitur = curar. (Glos. 22).

amun, n. = irse, ir, avanzar. Es posible que exista relación con: Quichua: 'hamuy = venir. (Midd. 479).—Quichua E.: sha-muna = venir. (Grimm 44); cp. también: Rapanui: amua = andar, a la cabeza, adelante, preceder. (Roussel-Jaffuel 22, 136).

añelu, tr. = amenazar.—Quichua: anyay = reprender, reñir, ha-cer reproches. (Midd. 41).—Quichua E.: anyana = repren-der. (Grimm 3).

antü, s. = el sol, día, la estación, hora del día. Probablemente del Aymará: inti = sol. (Bert. II, 175).—Quichua: inti = sol, el dios sol, deidad principal de los antiguos peruanos. (Midd. 93).

apagkura, s. = la apancora (Dicc. II, 31).—Aymará: apanco-raya = cangrejo. (Bert. II, 23).—Quichua E.: apangora= . cangrejo (Grimm 59).

apo, según Febrés: apo ghülmen = cacique; ghülmen =ülmen del Dicc.: noble, el noble, rico.—Aymará: apu = señor, co-rregidor, príncipe. (Bert. II, 24).—Quichua: apu = el se-ñor, alta dignidad militar y civil, gobernador, juez; tam-bién título de los jefes de familias nobles. (Midd. 54). No parece verosímil que tenga relación etimológica con apon-llénarse (n.) y lleno (adj.).

at'aln, tr. = corromper, destruir, echar a perder; at'a, adj .= malo, perverso.—Quichua: at'i, s. y adj. = de mal agüero; todo lo que en las creencias de los indios predice una des-gracia. (Midd. 81).

auka, adj. = alzado, rebelde, muy travieso; s.—yegua; aukagen = estar de guerra; aukan, n. = sublevarse; aukan, s.—al-zamiento, rebelión; aukantun, n. = jugar traveseando.— Aymará: auca = enemigo; aucasitha = pelear, reñir. (Bert. II, 37).—Quichua: auka, s. = enemigo, contrario, rebelde; adj. = cruel, salvaje, ingrato; aukay, intr. = batallar, pe-lear. (Midd. 6, 7).

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cullihua s. =estrellas. (Febrés 11).:—Quichua: koillur = la es-trella. (Midd. 238).—Quichua E.: cuillar=estrella, astro. (Grimm 9).

chai), s. = la pierna, la rama, el gancho; cha^éll = dedo; chagkiñ y charjkill = las ramas del árbol.—Quichua: chaqui = el pie, la pierna. (Midd. 337).—Quichua E.: chaqui = pie, pierna, huella; changa = pierna pata. (Grimm 11, 12).

challwa, s. = el pescado.—Aymará: chaulla, challua = el pes-cado; chaullatha = pescar. (Bert. II, 71).—Quichua: chall-hua = pez, pescado; challhuay = pescar. (Midd. 341).

charawilla, s. = paño blanco cuadrado que hace las veces de calzoncillos. Los viejos llaman así cualquier especie de pantalones. Probablemente se deriva del Aymará: chara = toda la pierna. (Bert. II, 71).

charki, s. = carne cortada en fajas y secada al sol o ahumada (cecina).—Quichua: ch'arqui = carne salada y secada al sol. (Midd. 381).—Quichua E.: charqui = cecina, tasajo. (Grimm 12).

chil, chill: raíz de los verbos chilchan*, chilchayün*, chillchan, n. = macollarse.—Aymará: chillquitha = brotar, nacer el sembrado y cualquiera planta; chillquinocatha = brotar todo junto el sembrado; chillquitatatha = idem. (Bert. II, 82).

Quichua: chillina, s. \ = meollo, tuétano de los huesos y chilina, s. J de las plantas. (Midd. 349).

chilléf, s. = piedra uotro objeto que se pone debajo de las patas de las ollas para que no se hundan en la ceniza.—Aymará: chillpatha = afirmar (la olla), metiendo por debajo alguna piedra u otra cosa; chillpa cala = piedras para henchir los edificios cuando los van haciendo. (Bert. II, 82). Posible-mente pertenece a la misma raíz: chillisaa = piedra que corta como navaja con que trasqpilan; chillisaa phucu = olla bien cocida y toda losa. (Bert. ib.),

china, s. = nombre que tenían las esclavas de los caciques.— Aymará: china = criada de la casa. (Bert. II, 83).—Qui-chua: china, s. = criada, sirvienta; adj. = la hembra de los animales, v. gr., china allko, china puma, china cuntur = perra, leona, hembra del cóndor. (Midd. 351).

chiripa, s. = pantalón de los indígenas. Es un paño negro cua-drado en que se envuelve el cuerpo, de la cintura abajo, sujetándolo con un cinturón; puesto de este modo, se pasa la orilla libre de atrás por entre las piernas y se asegura en

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ELEMENTOS DERIVADOS DEL AYMARÁ Y DEI. QUICHUA 11

el mismo cinturón. Cp. Quichua: chiri, adj. = frío. (Midd. 354). Posiblemente, chiripa sea apócope de chiripaj que podría significar: para el frío. (Org. 362).

chirwan, n .= enredarse (el hilo, etc.). Variantes: chürwawn+ = enredarse, turbarse; chüraukélen = estar confuso, enreda-do.—Aymará: chchirwaña = exprimir, torcer la ropa. (P. García, Voc. 58).—Quichua: ch'irbuay = exprimir, estru-jar. (Midd. 391).

chuchoka, s. = maíz tostado y cocido para conservarlo ( = ku-nárken). Aymará: chuchuca j =maíz cocido y después secado al

chochoca j sol. (Bert. II, 91). Quichua: chochoka = maíz cocido, en seguida helado y al fin secado al sol; met.: un viejo flaco y seco. (Midd. 356).— Quichua E.: chuchuca = maíz cocido y seco. (Grimm 14).— Atacameño: tchutchoka = crespo. (Glos. 35).

chukin, tr. = hurtar; chukife = ladrón. Tal vez tiene su raíz en: Quichua: suay = hurtar (Midd. 785).—Quichua E.: shuhuana = hurtar; shuhua, shua = ladrón. (Grimm 45).

chulúchulúrien*, n. = borbollar; v. gr. chulúchulúnei mi challa = tu olla está borbollando mucho.—Quichua: ch'uichu, adj .= chorreando de agua; ch'uichu-ch'uichu = muy empapado (Midd. 394). Tal vez más probable la derivación de ch'ull-chuy = gotear; ch'ullchuchiy = dejar caer gotas. (Midd. 396).

chull kuq, s. c. = el padrastro de los dedos.—Quichua: ch'ullpa = las extremidades, los cabos de los cueros, v. gr., karaj ch'ullpan = los cabos que cuelgan de un cuero o algún gé-nero (kara = cutis, piel, corteza). (Midd, 396). Parece muy probable que, con apócope de la sílaba pa, se haya formado el compuesto: chull-kuq. (kuq = mano),

chumpi trarüwe, s. c. = faja de lana con que se ciñen las muje-res y que por su dibujo se llama «chumpi». En las orillas es de color blanco con negro y en el centro lleva un dibujo de color rojo con amarillo.—Quichua: ch'umpi = color cas-taño. (Midd. 397); chumpi = la faja de los indios, el ce-ñidor hecho de lana de diferentes colores. (Midd. 361). La palabra araucana se deriva, sin duda, de chumpi. Si. este vocablo tiene relación con ch'umpi, no podemos ave-riguar.

eyütun, n. = gemir.—Aymará: hayntatha = sollozar. (Bert. II, 127).—Atacameño: hebiutur = suspirar; hebiuna = el sus-

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piro. (Gloss. 22). Cp. también Rapanui: ekieki = sollozar, gemir. (Rous el-Jaffuel, 80).

filia, s. = escasez de víveres; filia küyen'=los meses de escasez. —Aymará: villullu = pobre. (Bert. II, 387); y villillu = pobre .(Bert. I, 371).

igka, s. = el amigo que ayuda en el juego o trabajo o en la pelea.— uichr.a: inka = nombre de los monarcas del antiguo im-

perio peruano; actualmente se designa con esta voz, en el lenguaje familiar, al amante de una mujer casada. (Midd. 93).

ikélla, ikülla, s. = la capa de las indias—Quichua: yakolla, 11a-kolla = capa de los indios (hombres). (Midd. 102).

illun, tr. = apetecer, desear, antojársele.—Aymará: hillu = ran-cheador, travieso, goloso. (Bert. II, 143).—Quichua: 'hillu = goloso, aficionado a manjares sabrosos. (Midd. 493).— Quichua E.: jillu = golosina, goloso; jilluna = golosinear. (Grimm 23).

irán, tr. = partir (leña), v. gr., iratun, iráirátun maméll = des-menuzar leña. La idea de la división en partes se encuentra también en la raíz «ira» del Aymará: iratha = llevar cosas pequeñas en la mano; irakhtatha = repartirse el dinero, la comida, la provisión de piedras, ladrillos, el ganado y to-das las cosas que uno tenía en muchas manos; iragratha = dar a muchos; iranactatha = estar repartida la plata, etc., en muchas partes. (Bert. II, 178).

kachu, s; = el pasto, la yerba.—Aymará: ccacchu = yerba para las bestias. (Bert. II, 472).—Quichua: k'achu = pasto, yerba del campo, grama; k'achu-k'achu = llanura verde (Midd. 288).

kat) kan, tr. = asar; adj. = asado; s. = el asado.—Aymará: can-catha = asar con asador o en cazuela; canca = el asado; cancarputha = abrasar mucho el sol o fuego. (Bert. 36).— Quichua: cancay = asar; cancaska = asado. (Midd. 176). Cp.: canay = quemar con llama, incendiar. (Midd. 173).— Atacameño: ckauckata = acción de asar. (Glos. 16).

kaichün, n. = tener diarrea (expresión grosera, ordinaria, me-nos decente que pechain, pecháyün).—Quichua: k'echay = padecer de diarrea. (Midd. 303).—Quichua E.: quicha = disentería; quichana = tener diarrea. (Grimm 37). Parece verosímil que, por cambio de k en p, el verbo pechain se haya derivado también de k'echay o que sea una variante de kaichün, así como pétrün = kétrün = colar, exprimir.

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kalla+, s. = herramienta como barreta, v. gr., kalla pañilwe = barreta.—Quichua: calla = el palo de la rueca. (Midd. 165).

kamañ, s. = guardián, pastor; el que tiene alguna función, al-gún empleo o cargo, v. gr., gillantun kamañ = el oficiante del gillatun.—Aymará: camana o camani = pospuesto a los nombres significa tener por oficio o costumbre lo que el nombre dice, v. gr., quellca camana = escribiente. (Bert. II, 35).—Quichua: cama = dignidad, empleo, ocupación; camayoj=el que tiene un empleo u oficio, v. gr., chajra camayoj = administrador (de fundo o chacra). (Midd. 169).—Quichua E.: camac = cuidador; cama = mérito, em-pleo, oficio, capaz, digno. (Grimm 6).

kaikai filu, s. c. = la culebra kaikai, animal mitológico, medio serpiente y medio caballo que suponen estar en el fondo del mar y cuya voz se parece al relincho del caballo. (Lec-turas Ar., págs. 8, 9 y 268).—Quichua: 'kaikay = privar a uno de sus fuerzas, paralizarlo; se dice de las influencias sobrenaturales que la superstición- de los indios atribuye a espíritus, a muertos, a efluencias terrestres o atmosféri-cas ; 'kaikayoj = lugar donde se supone la presencia de es-píritus maléficos. (Midd. 254, 255)

kaita, ad. = salvaje, alzado (de animales); kaita kulliñ = animal que huye de la gente desde lejos; kaitañpe (domo) = mujer cuyo marido anda ausente por largo tiempo.—Quichua: k'ajcha = brioso, violento, animoso. (Midd. 288). Dr. Lenz en el Dicc. Et. (160) opina que «tal vez está relacionado» con k'ajcha. Parece mucho más probable que se derive de: k'ita, s. y adj. = salvaje, vagabundo, indómito; el es-clavo cimarrón, el fugitivo, mostrenco; k'ita-k'ita = vaga-bundo, salvaje. (Midd. 317).—Quichua E.: quita = cima-rrón, arisco. (Grimm 40).

kako, s. = trigo pelado.—Quichua: 'kacuy = desgranar, frotando con las manos las espigas del trigo; trikuta 'kacuy = desgra nar trigo, frotándolo. (Midd. 256). Será tal vez una va-riante del verbo; 'kakoy = sobar, frotar con las manos o con instrumentos. (Midd. 257).—Quichua E.: cacuna: = fro-tar, fregar, estregar, raspar, curtir cueros, sobar; cacui = frotación. (Grimm 5). Como los indios araucanos pelan el trigo por frotación, parece segura esta afinidad etimo-lógica.—Atacameño: tchako = trigo pelado. (Glos. 33). Lla-ma la atención la transformación de la 'k quichua en tch.

kamarikun, v. y v. sdo. = En la región de la Cordillera se usa

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frecuentemente por gillatun, o más bien en el sentido más amplio de gran fiesta. No está en el Dicc. Existe la forma kamarikún y kamariku.—Quichua: cama-riy = alistar, pre-parar, hacer preparativos: camari-ycuy = preparar con cui-dado. Véase Dicc. Et., pág. 168, donde se explica el signi-ficado histórico de este vocablo,

kapi, s. = las vainas en las legumbres; kapin = formar vainas, transformarse en vainas; ñi rayen kapikei = su flor se trans-forma en vaina.—Quichua: k'api = nudo en los vegetales, cañas dulces y bravas; k'api-k'api = lleno de nudos. (Midd. 295). Dr. Lenz, en el Dicc., Et. 177, lo deriva de: 'ka'pya = blando, relativamente blando; se dice respecto a cosas que de su naturaleza son duras. (Midd. 267). Significaría especialmente la vaina nueva, tierna, de porotos, arvejas, ají, espino, etc.

kara, s. = la ciudad—Aymará: pucara = castillo, fortaleza. (Bert. II, 275).—Quichua: pucara = la fortaleza. (Midd. 667).— Quichua E.: pucará = fortaleza, torre. (Grimm 36). Es muy probable que, con aféresis de la sílaba pu, se haya formado la palabra kara y aplicado a «ciudad» o población de españoles, que en realidad han tenido siempre alguna fortificación.

karku, adv. =en o al otro lado del agua (río, lago, mar). Cp. Aymará: carcutha = desterrar. (Bert. II, 37). Quichua: karkoy = hacer salir de la casa, del pueblo, del ( = 'karkoy) país; desterrar, botar; karkoska = el desterra-do. (Midd. 223).—Quichua E.: carcuna = espantar, despe-dir ásperamente, desterrar. (Grimm 7).

karüwa*, s. = el encanto, hechizo—Quichua: k'aruy = hacer daño, perjudicar, por robos o destrozos; k'aru, s. y adj. = lo que hace daño, perjudicial, dañino. (Midd. 297).

kawen, n = remar con palo; kawewe = cualquier palo que hace servicio de remo.—Quichua E.: cahuína = remo; huambupac cahuína = remo; cahuína = remar, mecer líquidos. (Grimm 5, 59). Tal vez la misma raíz del Aymará: kayhuakhta-tha = dar vaivenes, como la cabeza; blandear o menearse la cima de los árboles. (Bert. I, 48).—Quichua: kaihuiy = menear, desieir; kaihuina = el cucharón para mover,

kawitu, s. = catre de cama.—Aymará: cauito = cada lecho, bar-bacoa para dormir. (Bert. II, 38)—Quichua E.: cahuito = catre, barbacoa, cañizo para dormir, tálamo. (Grimm 5).

kawü'rün, tr. = rasguñar; kawürwe o simplemente kawür llaman

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ELEMENTOS DERIVADOS DEL AYMARÁ Y DEI. QUICHUA 15

una cucharita de palo, generalmente de quila, que sirve para perforar y raspar interiormente las manzanas. Dicen que la manzana, triturada con el kawür, tiene más sabor. Frecuentemente substituyen también la r por f . kawü/we, kawüy.—Aymará: kauitha = comer manzanas y otras co-sas así crudas; kauintah ta = comer así a bocados; kauira-tha = id.; kauinocatha = dar así muchos bocados; kauitha-pitha = asir con la boca. (Bert. II, 48). El significado ra-dical de estos verbos es distinto del verbo araucano, sin embargo, parece probable qye se trate en ambos casos de la misma raíz (kawü, kaui), con cambio del significado de «comer a bocados» a «comer raspando», cambio que se ex-plica por la costumbre de comer tales frutas usando el pa-lito de quila.

ko, s. =el agua. Tal vez existe afinidad etimológica con Qui-chua: kocha = estanque, laguna, charco; kochay = poner en agua, p. ej., plantas. (Midd. 242); o—menos probable-mente—con Quichua: yacu = agua (palabra usada en la región norte del Perú). (Midd. 101).—Aiacameño: yacko = agua. (Glos. 35).

kolü, adj .= color café obscuro, pardo, bruno, castaño. Variante: kolli.—Quichua: culli = morado, azul, negruzco. (Midd. 186). No parece muy segura la derivación,

kon.a, s. =el mocetón, mozo; adj. = valiente, guapo, fuerte. Véase: yanakon.a.

koncho, s. = lo espeso de la chicha y toda borra de uva, etc.— Aymará: concho = asiento, hez de vino. (Bert. II, 51).

koncho, s. = título de amistad que se dan los hombres que se han regalado corderos con el ceremonial respectivo en él riillatun. Koncholmon = hacer un sacrificio entre los dos y el mismo sacrificio. Véase Lecturas Ar., pág. 44.—Ay-mará: concha = amigo con quien suele beber y holgarse; conchasitha = beber con su amigo. (Bert. II, 51).

korü, s. = caldo, jugo, savia; korütun = comer caldo.—Aymará: corina = merienda que se da a los que trabajan o a los jor-naleros; corinatha = mereridar los jornaleros. (Bert. II, 52, 53).

kuen, tr. = asar (papas en el rescoldo); kuen poñü = papas asa-das.

kuchen, tr. =asar (maíz), kúchen üwa = choclo nuevo asado.— Quichua: cusay = asar en brasas, en ceniza y en el horno; cusau = lo asado. (Midd. 193).

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kutama, s. = saco arreglado como alforja.—Aymará: cutama = costal. (P. García, Voc. 55).—Quichua: cutama (ant.) = saco para conservar granos. (Midd. 196).

léfn, n. = quemarse, arder; léfléfün = caldearse mucho; léfken*, lléfken"1" = relampaguear. {Dicc. II, 325); léfke*, lüfke*, lléfke4" = relámpago. (Dicc. II, 325).—Aymará: lliphikh, lliphikhtatha, llikhutatha = relampaguear, relumbrar. (Bert. II, 204, 203).—Quichua: llip'lliy = relampaguear; llipipipiy = relumbrar, resplandecer; llip' = e¡l relámpago. (Midd. 535).—Quichua E.: llipi = lustre, terciopelo; llipiyana = brillar, relampaguear, reflejar. (Grimm 25).—Atacame-ño: liplipnatur = relumbrar, relampaguear. (Glos. 25).

loriko, s. = cabeza, jefe, cabellos, espiga. Cp. Quichua: lonko = redondo de gordura, rollizo,

l'umpu amun, n. = irse en enjambres y bandadas; l.umpul.um-pugen = haber una bandada de aves, un enjambre de in-sectos.—Quichua: lump'u, adj. = redondo; s. = la bola,

lladkün, n. —afligirse, entristecerse, disgustarse; ladkün dégu = asunto lamentable, desgracia.—Aymará: llaquitha = en-tristecerse mucho por algo. (Hay muchas derivaciones.) (Bert. II, 201).—Quichua: llaquiy = estar triste, tener pe-sar, disgustos; llaqui = tristeza, pesar. (Midd. 515).— Quichua E.: llaqui = triste, pena, sentimiento, dolor, dis-gusto, sufrimiento; llaquina = sufrir, entristecerse. (Grimm 24). La introducción de la consonante d en la radical obe-dece a la ley de suavización para el araucano y tiene casos análogos en los vocablos: mu/ka de muku, podkol de pokoy, tofkün de 'tokay, wadktin de huaikuy.

llallitun, n. =hacer una visita. Es dudosa la relación etimoló-gica con Aymará: Hall = más; llalliquipatha = pasar ade-lante sin entrar, o sin detenerse; llallitha = pasar adelante, no pasar donde suelen. (Bert. II, 200).—Quichua: llalliy = exceder, aventajar, ganar, pasar, sobresalir. (Midd. 521).

lamékan*, n. = según el Dicc. probablemente de llame (ant.) = hermana: cantar las mujeres al moler el trigo; s. = cierta clase de canciones que cantan las mujeres, sobre todo cuando muelen el trigo para el maréwepull (chicha de trigo) y que tiene una melodía particular y constante. Cp. Quichua E.: llamcana = trabajar (usado principalmente en la provincia del oriente). (Grimm, 61). Tal vez se puede pensar en la derivación: llamékan ül = canto del trabajo, que acompaña el trabajo.

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E L E M E N T O S D E R I V A D O S D E L AYMARÁ Y D E L Q U I C H U A 17

lludu, adj. = recién nacido. Variante-, l lu/u; l lu/u peñen = wé péñeñ. Febrés: lluju, llúju = niños de pecho.—Aymará: llulu huahua = hiji£os pequeños; llullu amca = papa pe-queñita que aun no ha crecido. (Bert. II, 208).—Quichua: llullu, adj. = tierno, blando; llulu huahua = criatura (in-fante) tierna. (Midd. 543).—Quichua E.: llucshina = salir, nacer, zarpar, resultar; llucshic = nacido; llullu = tierno, blando, pimpollo. (Grimm 25).

mageln, tr. = convidar a la bebida o comida; magel, adj. y s. = convidado—Aymará: mankatha = comer; mankaatha = convidar a comer; mankanocatha = comer muchos en bue-na paz. (Bert. II, 214). La radical del verbo aymará es mank, la del verbo araucano es marj (mágel es la forma transitiva del neutro: mag).

smachi, s. = los médicos y las médicas indígenas que curan a los enfermos según las supersticiones antiguas de su raza. Muy probable la afinidad con Quichua: mac'hi, s. y adj. = lo mismo que miski = dulce, blando, tierno; mac'hi runa = hombre de suaves palabras y maneras; mac'hij, adj. y s. = astuto. (Midd. 559).

mal'ün, tr. = registrar, palpar, probar, tantear, reconocer, in-vestigar, inquirir, mirar atentamente.—Aymará: malli-tha = probar la comida o bebida; malli malli magka = co-mida sabrosa. (Bert. II, 212).—Quichua: malliy = probar, gastíar. (Midd. 560).—Quichua E.: mallina = probar (man-jares o líquidos). (Grimm 27). manchal", adj. = pesado, flojo, flemático.—Quichua: man-chay = temer, tener, miedo; manchaj = el que tiene .miedo. (Midd. 569).—Quichua E.: manchac = temeroso; mancha = temor, miedo, desconfianza (Grimm 27). mañumn, n. y tr. — agfedecer. recompensar. Variantes: mañun, mañumtum, mañutun—Aymará: manu = deudor; manutha = dar prestado. (Bert. II, 116)—Quichua: ma-nu = deuda; manuy = prestar, adelantar dinero; manuj = el acreedor. (Midd. 565-567).—Quichua E.: mañana = pe-dir, solicitar, rogar. Diosta mañana = orar; mañacura = pedir prestado. (Grimm 27).—Atacameño: manuntur = fiar. (Glos. 26, ¿¿¿).

michikun+ f , . r mitr ikun*í n- = h u i r ' f u g a r s e ;

Aymará: miticatha = huir. (Bert. II, 223).—Quichua: mi-t'icay = huir; mitcay = huir, correr. (Midd. 594).—Quichua

FILOLOGÍA. N.° 1 2

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E.: miticuna = huir, fugar, evitar; miticui = fuga. (Grimm 29).

minkan*, n. = buscar gente para el trabajo y pagar con comida y bebida.—Aymará: minkatha = alquilar o servirse de cualquiera persona, pagándole por su trabajo; minkasitha = alquilar para sí. (Bert. II, 222)..—Quichua: mink'ay = solicitar en el trabajo la ayuda de otros, prometiéndoles de retornarles el servicio de la misma manera, alquilar. (Midd. 588)—Quichua E.: mingana = hacerse de sirvien-tes, encargar, invitar; minga = concurrencia amistosa, para algún trabajo. (Grimm 29).

mi/ki, ad.=dulce; s. =la miel.—Aymará: miski, adj. = dulce s. = la miel. (Bert. II, 223).—Quichua: misk'i, adj.=dulce, sabroso, agradable, condimentado; s. = el azúcar; unu misk'i = la miel. (Midd. 591).—Quichua E.: mishqui = dul-ce, miel. (Grimm 29).

mita*, (ant.) s. =vez, v. gr., ká mita = la vez pasada.—Aymará: mitta = lo que dura por una temporada no más. (Bert. II, 224).-—Quichua: mit'a = lo que vuelve periódicamente, la estación, el turno del trabajo, las capas del terreno, la vez. (Midd. 592).—Quichua E.: mita = vez; igual. (Grimm 29).

moyo, s. = mama, pecho, ubre; moyon = mamar; moyoln, tr. = dar el pecho, dar de mamar.—Aymará: molloko = redondo como una bola o tabla o paño revuelto. (Bert. II, 221).— Quichua: muyu = círculo, circunsferencia, rueda. (Midd. 598).—Quichua E.: muyu = círculo, redondo; muyuna = ro-dear, dar vueltas alrededor. (Grimm 30).

mu/ka + , s. = chicha de maíz. Variantes: mudai, mu/ai = chi-cha de maíz, trigo, cebada o de papas revueltas con trigo.— Aymará: mokotha = mascai -el maíz para chicha; muku-tha = idem. (Bert. II, 224, 226).—Quichua: muk'u = maíz mascado para la preparación de la chicha; inuk'uy = mas-car con boca cerrada* muk'uchiy = hacer mascar maíz. (Midd. 600).

ñaña, s. = hermana (mayor respecto de un hombre) o parienta. Variante: ñañai.—Quichua: ñaña = la hermana de la mu-jer. (Midd. 626).

orkü l'aweirn*, n. = purgarse con remedios o beber o tomar cualquier remedio.—Quichua: horkoy = sacar algo de aden-tro, sacar a la luz, quitar, exceptuar, elegir, inventar, ima-ginar. (Midd. 500).

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ELEMENTOS DERIVADOS DEL AYMARÁ Y DEI. QUICHUA 19

parjpag kélen+, n. = ser nueva y cargada de hojas la mata de papas.—Quichua: 'pancay = germinar, sublevar el brote la tierra y aparecer las primeras hojas. (Midd, 680).— Quichua E.: } = hoj a. (Grimm 34).

pafn, n. = reventar, v. gr., una postema; paf = postema; pa-pemn = exonerar (el vientre); soltar, v. gr., la risa.—Qui-chua: 'paspay = reventar por frialdad y sequedad del aire; 'paspa = la grieta, rajadura del cutis que produce el aire seco y frío. (Midd. 682). Tal vez es más probable la deri-vación de: 'patay = estallar, reventar, abrirse, despeda-zarse. (Midd. 682).—Quichua E.: patana = abrirse, reven-tar (el grano). (Grimm 35).

pataka, num. = ciento.—Aymará: pataca = ciento. (Bert. II, 252).—Quichua: pachaj = ciento. (Midd. 644).—Quichua E.: patzac = ciento. (Grimm 35).

pataran+, tr. = doblar (ropa o cualquiera cosa).—Aymará: patharpitatha, i , 1 , 1 • .

patharathá) =<^0 'J^ar ' a r o P a 0 c o s a s semejantes; pa-tharpitha = torcer el hilo de dos en dos. (Bert. II, 252). —Quichua: pataray = doblar, plegar; patara sonko = cora-zón doble, hombre falso. (Midd. 655). Variante taparay = doblar, plegar; tapara sonko = insidioso, intrigante. (Midd . 80 8).—Quichua E.: patana = doblar, plegar. (Grimm 35).

péntün, n. = separarse; péntü = pedazo. Cp. Quichua: pantay = errar, equivocarse, cometer una falta, pecar; ñanta pan-tay = errar el camino. (Midd. 649).—Quichua E.: pantana = errar, vagar. (Grimm 34).

pichan*, n. = pelechar (el caballo).—Quichua: pichay, tr. = lim-piar; pichana = la cosa con que se limpia algo, como es-coba, escobilla, etc. (Midd. 657),.

pichin, n. = ser poco, pequeño; pichi+ adj. = pequeño, chico, menudo. Variante: péchü*; pichin, adj. y s. = poco.—Ay-mará: pisi = poco. (Bert. II, 267).—Quichua: pisi, adj .= poco, menos, escaso, deficiente; pisiy = escasear, faltar a la medida, hacer falta. (Midd. 660).—Quichua E.: piti = pedazo, poco; pishi = escaso, poco, menos, poco menos. (Grimm 36).

pigúyiin, n.— deslizarse; pirúikelerpun* —deslizarse (el bote) con velocidad (hacia allá).—Quichua: pillhuy = nadar mo-

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viéndose como los pescados. (Midd 659); y

^'illhuiy 1 = e s c a P a r resbalando. (Midd. 700). pi/oi, s. = la tortera del huso. Variante: pidoi.—A y mará: phi-

ruru = el rodeznillo que ponen en el huso para hilar las mujeres. (Bert. II, 271).—Quichua: 'piruru = disco o sea tablilla redonda y horadada en el centro por donde para el palo del huso. (Midd. 685).—Quichua E.: piruru = tor-tera del huso. (Grimm 36).

pochün, n. = echar renuevos.—Quichua: 'putuy, intr. = echar botones, brotar hojas, germinar. (Midd. 691).

podéllpodélln+, n. = deshacerse (una hinchazón subcutánea). —Quichua: 'pusullu = la ampolla del cutis, producida por quemadura o presión; erupción espontánea; 'pusulluy = salir una erupción vesiculosa. (Midd. 690).

podkol+ s¡. = la levadura. Variante: podkoll.—Quichua: po-koy = madurar, fermentar, v. gr., a'ka pokoskan = la chi-cha fermenta, madura. (Midd. 663).

poripoijkün*, n.^hincharse (la masa para hacer pan), soplarse los cadáveres. Parece que la raíz «poi» es variante de esta raíz «por)»; poin = hincharse (con inflamación), aposte-marse, inflarse el estómago, vientre; poi = el divieso, la postema.—A ymará: punquitatatha - hincharse; punqui = cosa hinchada. (Bert. II, 276).—Quichua: punquiy = hin-charse. (Midd. 670).—Quichua E.: punquina— hincharse. (Grimm 36).—Atacameño: poisintur = hinchar; pou-ya = pantorrilla. (Glos. 28).

puchun, n. = sobrar —Aymará: puchu = sobra de una cosa. (Bert. II, 275).—Quichua: puchu = resto, lo que sobra, el residuo; p.uchuy = sobrar. (Midd. 667).—Quichua E.: pu-chuna = sobrar, tener fin; puchu = sobra, resto, fin. (Grimm 36).

pun-, s. = la noche. Parece dudoso, si existe relación con Qui-chua: puñuy = dormir; puñuy v. s. =el sueño; misk' ipu-ñuy = sueño dulce; fig.: la media noche. Cp. Rapanui: po = la noche. (Roussel-Jaffuel 119).

pura, num. = ocho.—Quichua: pusaj = ocho. (Midd. 676).— Quichua E.: pusac = ocho. (Grimn 37).

puwn, n. = llegar allá; llegar a su fin, acabarse; llegar al mo-mento, tiempo, la época para algo. Variante: pun.—Ay-mará: puritha = llegar, aposentarse, hospedar en casa de alguno viniendo de otro pueblo; purisitha = ser tiempo de

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hacer alguna cosa, haber obligación de hacer algo. (Bert. II, 276).—Quichua: puriy = andar, caminar. (Midd. 673). —Quichua E.: purina = andar, trajinar; purishcana = pa-sar, viajar. (Grimm 37).

pürküyen', n. = la luna llena; pür, adj. = teñido. El Dicc. dice que de esta expresión se deduce, que los araucanos antiguos se explicaban las fases lunares con desteñirse y reteñirse la luna. Cp. Quichua: quilla pura = la luna llena. (Midd. 205).—Quichua E.: pura quilla = la luna llena; purayana = aproximarse la luna a su oposición. (Grimm 63).

pütun, tr. = beber. Posible parece la derivación de Quichua: putu = cascara de calabaza de la que se toma la chicha. (Midd. 677).

rakin, tr. y n = contar, calcular.—Aymará: laquisitha = repar-tir entre sí; laquigratha = repartir a muchos. (Bert. II, 190).—Quichua: raquiy, tr. = dividir, distribuir granos y cuerpos secos. (Midd. 710). En Aymará no hay voz que empiece por r, por eso la raíz raqui se convierte en laqui.

tariln, tr. = aprisionar. (Febrés, Voc. 5).—Aymará: taripatha = averiguar los delitos preguntando, tomar información. Es acto propio de los que administran justicia. (Bert. II, 338).—Quichua: tariy, tr. = hallar, encontrar, adquirir, ganar; taripay = examinar una causa y juzgarla; tari-chi-muy = ir a hacer tomar preso. (Midd. 811-813).—Quichua E.: tarina = descubrir, encontrar, hallar; taripana = salir al encuentro, examinar, juzgar. (Grimm 46).

tayiln, n. — modo de romancear o cantar los indios argentinos. Téfachi pu mapuche tayiltukei ñi ülkantun meu = Estos mapuches tienen una tonada especial en sus cantos. Cp. Aymará: taquitha = bailar. (Bert. II, 337).—Quichua: ta-quiy = cantar. (Midd. 801).

titi, s. (ant.) = plomo. (Febrés, Voc. 23); tititun = estañar (ib.). —Aymará: titi = plomo. (Bert. II, 353).—Quichua: titi = plomo. (Midd. 822).

tofkün, n. =escupir; tofken, s. =el esputo.—Aymará: thusatha = escupir; thusarpaatha = escupir; thususutha = escupir arrancando los gargajos. (Bert. I, 224).—Quichua: 'tokay = escupir. (Midd. 835).

tupu, s = pieza de adorno de mujeres que consiste en un disco de plata ahuecado algo en medio, como plato, y provisto de una aguja larga para clavarlo como prendedor sobre el pecho. Variante: tépu—Quichua: tupu = un gran al-

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filer, alfiler de pelo, cuchara con manga en punta que sirve a las indias para prender su rebozo. (Midd. 828).—Qui-chua E.: tupu = prendedero, enfaldador, alfiler grueso con que sujetan las indias su pachallina; tipa = prendedero, alfiler grande. (Grimm 48, 47).

türiküln, tr. = arrollar; tüijkül, adj. y s. = arrollado, el rollo.— Quichua: tincullpa = la rueda, el aro; tincullpay = rodar, dar vueltas. (Midd. 821).

troki = raíz verbal con dos significados principales; trokin tr = (acompañado de un participio en lu), hacer juicio o dictamen acerca de algo, parecerle a uno, mandar, gober-nar. Derivaciones: trokitulen, trokitun = pensar (hacer al-go), v. gr., trokituleiñ amuaqel = pensamos ir; trokimon, r. = parecerle, juzgar de sí; s. = el parecer; trokin, tr. = dis-tribuir (la comida). Derivaciones: trokitun = tomar, re-cibir su porción; trokitu, adv. = en porciones medidas; trokitroki, ado. = en partes; trokiñ = porción, división, par-te, clase, medida; trokiwe = un hilo con que se mide.—Ay-mará: Podemos distinguir también dos grupos análogos de significados de la misma raíz «toque».—1. toqqueni = en-tendido. (Bert. I, 217); toquepa isapatha = entender bien. (Bert. I, 217); toqquerpaatha = entender con el entendi-miento. (Bert. I, 217); toquepa = verdadero, derecho, ver-dad. (Bert. II, 358); toqueni = de gran juicio. (Bert. II, 358); sinti-toqquesitha = tenerse por valiente. (Bert I, 446); amaota toqquesitha = tenerse por sabio. (Bert. I, 446). 2. toque = lugar, parte. (Bert. II, 358); aca toque = hacia esta parte. (Bert. II, 358); uca toque = hacia esa parte. (Bert. II, 358).

umun+, tr. = aplicar un remedio, tomándolo en la boca y lan-zándolo por un tubito, p. ej., para jeringuear las heridas. Variante: ümun~ = echar remedios sirviéndose de la boca como de jeringa. Cp. Quichua: umiy = dar de comer con el pico los pájaros a sus pollitos. (Midd. 134).

upen, tr = olvidar; upeduamn = olvidar, írsele de la memoria. Cp. Quichua: upa = estúpido, necio, demente, sordo, mu-do. (Midd. 140).

wachin, tr. = coger con trampa, huachicar (vulg.) el tejido, ase-gurar su borde con un hilo que va en forma de espiral, juntando así los últimos hilos del tejido; wachi, s. = trampa de hilos para cazar pájaros. Cp. Aymará: huachi = la ga-rrocha. (Bert. I, 142)—Quichua: huachi = la flecha; hua-

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ch'iy = tirar flechas. (Midd. 416)—Dr. Lenz, en el Dicc. Et., dice que la semejanza del vocablo araucano con el qui-chua—y consecuentemente con el aymará—es, casual, por tratarse de significados enteramente distintos. Nos parece que no se puede probar nada ni en pro ni en contra de una relación etimológica. Podría haberla también con el verbo: wachüfn, n. = despuntar, empezar a brotar y entallecer las plantas y los árboles.

wachol, adj. = (animal) criado en la casa, guacho o huacho (vulg.).—Quichua: huachuy, tr. = echar en el surco, sedu-cir la mujer de otro, cometer adulterio. (Midd. 416). Cp.-también: huachay, tr. = parir (se dice de hombres y ani-males).

wadkün, n = haber hervido; adj. =hervido. Variante: wa/kün. —A ymará: huallaquetha = hervir; huallacaatha = hacer her-vir. (Bert. II, 145). Más probablemente de: huaycu = una cocida de algo o el tiempo que se tarda en cocer; huaycutha = cocer cualquier cosa para comer. (Bert. II, 156).—Qui-chua : huaik'uy = cocinar, hervir en agua. (Midd. 402).

wallka*, s. = especie de alforja o maletín que manejan los ma-chis y donde guardan sus licanes; wallka o wallka pütra, s. = el bonete o redecilla, división del estómago de los ru-miantes.—Aymará: huallquepo = bolsa de los indios. (Bert. I, 146).—Quichua: huallqui = bolsa de los indios para guar-dar la coca. (Midd. 426). A pesar de la mayor semejanza no parece tan probable la afinidad con huallca = collar, gargantilla. (Midd. 425).—Atacameño: hualcka = collar. (Glos. 23).

wampo, s. = la canoa. Variante: wampu; wampotun, wam-putun = navegar, pasearse en canoa.—Aymará: huampu = balsa, barco, nave y cualquiera embarcación para pasar la mar, laguna o río; huamputha = navegar. (Bert. II, 146).— Quichua: huampu = buque, bote, balsa. (Midd. 428).— Quichua E.: huambu = buque, navio, canoa; huambuna = navegar, zabullir; huambuchina = sumergir. (Grimm 17).

waqlün+, n. = aullar. Febrés:. huaghlún = llorar, llanto. Va-riantes: hualim, huaghln. (Voc. 16)—Quichua: huakay = llorar, quejarse vertiendo lágrimas, gritar, cantar como animales; allko huakan = el perro ladra; puma huerkan = el león ruge. (Midd. 410).—Quichua E.: huacana = llorar, sollozar, gemir, gritar (de los animales); huiquina = derra-mar lágrimas; huiquii = lloro, llanto. (Grimm 16, 19).

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Probablemente el verbo wagkün = ladrar (el perro), es una variante de waqlün.

wapi, s. =la isla, recodo limpio en el monte. Cp. Aymará: huatta = isla. (Bert. II, 152).

waragka, num. = mil. En conversación con unos indígenas he-mos oído decir que algunos entienden «diez mil» por wa-raijka y que dicen «mari pataka» por mil.—Aymará: hua-ranca = diez mil. (Bert. II, 150; más frecuente es: hunu o tunca hachu).—Quichua: huaranka = mil. (Midd. 437).— Quichua E.: huaranga = mil. (Grimm 18).

waría, s. = la ciudad. Posiblemente existe afinidad con Aymará: huasara = casa o pueblo o lugar sin ánima viviente. (Bert. 11, 152).—Quichua: huasi = la casa, habitación, el cuarto, la sala, la torre, la cueva de animales, el nido de los insec-tos, la familia, los inquilinos; huasi huasi = el caserío. (Midd. 442). Además tenemos la raíz: war (huar) en: huari, s. = nacido en un pueblo, indígena (oriundo). (Midd. 438).—Quichua E.: huasi = la casa.—Atacameño: hara, ara = rancho, vivienda provisional, alojamiento. (Glos. 12, 22); hara puede derivarse de la raíz war, huar, así como athalpa de atahuallpa. Cp. Rapanui: haré = casa, cabaña. (Roussel-Jaffuel 38, 34).

wenüi, s. = amigo, amiga.—Aymará: huayñu = amigo, compa-ñero. (Bert. II, 157).

weñi, s. = muchacho, niño. Variante: wen.i. Se deriva tal vez de Aymará: huayna = mozo. (Bert. II, 156).—Quichua: huaina = joven, mozo, el amante, galán. (Midd. 405).

weyaka*, s. = bolsita para guardar dinero u otras cosas.—Ay-mará: huaaca = talega.' (Bert. II, 141).—Quichua: hua-yaca = la talega, el saco. (Midd. 408).—Quichua E.: hua-yaca = la bolsa. (Grimm 19).

wétrintun+, (ant.) = adkintun ( = divisar, ver de lejos). Fe-brés: othinn, uthintun = mirar. (Voc. 17).—Quichua: utiy = estar maravillado, atónito, embolado, cansarse, desfa-llecer; utiycachay = andar maravillándose como embolado, mirando tontamente las cosas. (Midd. 152).—Quichua E.: utina = admirar, maravillarse, embolarse, volverse loco. (Grimm 51).

winu+, (ant.) s. = el cuchillo. Cp. Aymará: vini = una piedra pesada y dura con que labran otras; vini = un palo duro y negro de dos yungas con que hoy esgrimen y juegan y an-

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ELEMENTOS DERIVADOS DEL AYMARÁ Y DEI. QUICHUA 25

tiguamente peleaban los indios; vinu = idem. (Bert. II, 388).

wirárün, n. = gritar. (Dicc. II, 176, falta en el Ier. tomo).— Aymará: huararitha = llorar a gritos. (Bert. II, 150, hay varias otras derivaciones),

witrü, s. = cuchara de palo. Variante: wütrü. Febrés: huythy = cuchara. (Voc. P).—Aymará: vislla = cuchara de palo o metal; visllatha = usar de la cuchara; visllusutha = idem. (Bert. II, 388).—Quichua: huislla = cuchara de palo; hui-siy = sacar agua o algún otro líquido con el hueco de la mano o algún vaso. (Midd. 466).—Quichua E.: huishi = cuchara. (Grimm 20).

ünu, s. = el trago, v. gr.: kiñeünu meten culpaiai ko = de un trago no mas pasará (él) el agua. Parece haber dos raíces iguales con dos significados distintos, como se ve en los verbos: ünunien = tener líquidos en la boca, sean remedios que des-pués se tragan o escupen o agua para tirarla a otro; ünu-niei ko = tiene agua en la boca; ¡ünu tiechi pichi weche! = tiene agua en la boca aquel niño, ¡cuidado que no te la tire! y ünun, tr. = repugnar, dar asco algo a cosas o personas (sujeto). Es la misma raíz de: wénun, n. = tener repug-nancia. Posiblemente existe afinidad etimológica entre ünu = el trago y el Quichua: unu = agua. (Palabra que se usa en el Cuzco y en el Collado; en los departamentos del Centro y del Norte se dice yacu). Cp. Rapanui: unu = beber; unuga = bebida. (Roussel-Jaffuel 31). La raíz unu o uni es común a varios idiomas indígenas en el Norte de América del Sur, en el significado de agua,

ürkün, n. = cansarse.—Quichua ,E.: irqui = débil, flaco; niño llorón, desmedrado, delgado. (Grimm 21).

yanakon-a*, s. = los indios ladinos criados entre los españoles.— Aymará: yana = criado, hombre que sirve.—Quichua: ya-na = compañero, sirviente; yanay = acompañar, servir; ya-nacuna = número plural de yana. Parece muy probable qíie los indios araucanos, desconociendo el significado me-ramente plural.de «cuna», hayan apocado la palabra yana-cuna y atribuido a «cuna», convertido en «kon.a» el signi-ficado de «compañero, sirviente del cacique, mocetón». Dr. Lenz en el Dicc. Et. (206, 207), es de esta opinión y califica este caso como «curiosidad lingüística». Tales cu-riosidades, y aún más raras, se hallan también en las len-guas europeas.

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26 P. SEBASTIÁN ENGLERT

yupi age+, s. c. = los pómulos de la cara. Cp. Quichua: yupi = la huella, el rastro. (Midd. 116).

y u / + , adj. = liso.—Quichua: lluska, adj. = liso, terso, resba-ladizo; lluskay = resbalar. (Midd. 545).

AUTORES CITADOS

DICC.—Diccionario Araucano-Español y Español-Araucano, por Fray Félix José de Augusta, Misionero Apostólico Capuchino.—Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1916. Esta obra eminente, única en su género, es la base de este

estudio comparativo. Los vocablos araucanos y su sig-nificado en castellano han sido tomados de este Diccio-nario que generalmente no citamos sino en algunos ca-sos especiales.

LECTURAS AR.—Lecturas Araucanas (Narraciones, Costum-bres, Cuentos, Canciones, etc.). Reunidas por Fray Félix José de Augusta, con la cooperación de Fray Sigifredo de Fraunhaeusl, Misioneros Capuchinos. Valdivia, 1910.

B E R T . — Vocabulario de la Lengua Aymará, compuesto por el P. Ludovico Bertonio. Primera parte: castellano-aymará. Segunda parte: aymará-castellano. Edición facsimilaria hecha por Julio Platzmann. Leipzig. Teubner, 1879.

P. GARCÍA.—Gramática Aymará, sobre la base de una edición antigua, por el P. Juan Antonio García S. J-. La Paz, 1917.

MIDD.—Wörterbuch des Runa Simi oder der Keshua-Sprache. Unter Berücksichtigung der früheren Werke nach eigenen Studien bearbeitet von Dr. E. W. Middendorf. Leipzig. Brockhaus, 1890.

ORG.—Organismus der Khetsua-Sprache von J. J. von Tschudi. Leipzig-Brockhaus, 1884.

GRIMM.—La Lengua Quichua. (Dialecto de la República del Ecuador). Por Juan M. Grimm, sacerdote de la misión.— Friburgo de Brisgovia-Herder, 1896. Contiene una gramática sucinta y vocabulario quichua-

español y español-quichua. La obra de Grimm no pre-tende abarcar «todos los términos quichuas que usan todavía los indios», sino solamente «lo necesario para predicar y explicar el catecismo a los indios.»

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ELEMENTOS DERIVADOS DEL AYMARÁ Y DEI. QUICHUA 27

GLOS.—Glosario de la Lengua Atacameña. Por el Pbo. Emilio F. Váisse. Félix 2.° Hoyos, Aníbal Echeverría y Reyes. Tirada de 200 ejemplares hecha a expensas de la Univer-sidad de Chile.—Santiago, Imprenta Cervantes, 1896.

R O U S S E L - J A F F U E L . — Vocabulario de la Lengua de la Isla de Pascua o Rapanui, compuesto por el P. Hipólito Roussel, de los SS. CC. y ordenado con la versión castellana, por el P. Félix Jaffuel de la misma Congregación.—Santiago de Chile, Imprenta de San José, 1917.

Dicc. ET.—Diccionario Etimológico de las Voces Chilenas De-rivadas de Lenguas Indígenas Americanas, por el Dr. Ro-dolfo Lenz, Profesor del Instituto Pedagógico de Chile.— Santiago de Chile, Imprenta Cervantes, 1905-1910.

FEBRÉS.—Gramática de la Lengua Chilena, escrita por el Rev. P. Misionero Andrés Febrés de la C. de J. Adicionada y corregida por el R. P. Fr. Antonio Hernández Calzada, de la orden de la Regular Observancia de N. P. San Francisco. Edición hecha para el servicio de las Misiones por orden del Supremo Gobierno y bajo la inspección del R. P. Mi-sionero Fr. Miguel Angel Astraldi.—-Santiago, Imprenta de los Tribunales, 1846. Contiene un pequeño Vocabulario.

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P. Sebastián Englert

Pare. Mis.

Araucano y Rapanui Ensayo de comparación lingüística

INTRODUCCIÓN

Presentamos aquí un segundo ensayo etimológico: Arau-cano y Rapanui, trabajo que obedece al mismo fin que hemos señalado ya en el estudio sobre los elementos de aymará y qui-chua en la lengua araucana, y que consiste en aportar, voca-blo por vocablo, todos los elementos posibles y necesarios para la formación de un Diccionario Etimológico Araucano.

Es relativamente poco lo que sabemos del idioma Rapa-nui, de la Isla de Pascua. Poco se ha publicado sobre este idioma y sería casi nada, si no existiera el Vocabulario del P. Roussel, ordenado y traducido por el P. Jaffuel, muestra de un concien-zudo trabajo científico. Es de lamentar que no se hayan reco-gido y publicado textos en idioma rapanui, conversaciones y cuentos, leyendas y relatos, para poder estudiar las formas gra-maticales del idioma y su estructura.

¡Cuánto mayor valor tendrían los cuentos pascuenses co-leccionados por Ignacio Vives Solar, si al lado de la traducción apareciera el texto original rapanui!

Aunque disponiendo solamente de Lexicografía rapanui, hemos estimado que puede ser de importancia hacer un ensayo de comparación filológica;"pues, sería indudablemente de enor-me interés, si se pudiera comprobar que en el idioma araucano existen también elementos que a la vez son propios de uno—o varios—de los dialectos polinesios.

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ARAUCANO Y RAPANUI 29

OBSERVACIONES SOBRE EL RAPANUI Y SU FONÉTICA

Ciertos sonidos que dan una nota específica a los idio-mas parecen ser influidos por la constitución física de las ra-zas y el carácter de la naturaleza en que viven. Hay pueblos que manifiestan preferencia por sonidos fuertemente guturales, como los árabes del desierto, los montañeses de los Alpes, los Aymaraes y Quichuas; otros que usan la frecuente r fuerte en las terminaciones, como los Escandinavos y los Onas de la Tie-rra del Fuego, habitantes de las zonas frías del Norte y Sur de la tierra.

El idioma de Rapanui, con la duplicación tan frecuente de las raíces, parece tener algo de la inquietud del mar cuyas olas, con su eterno movimiento de flujo y reflujo, bañan la so-litaria isla. Duplicaciones de raíces hay también en Aymará, Quichua y Araucano, pero en mucho menor grado. Esas con-tinuas repeticiones en el Rapanui, en palabras como «rikiriki, rivariva, purepure, kiukiu, reo reo, titi titi», etc., reflejan el ritmo de los sempiternos vaivenes del mar.

Claro es que estas duplicaciones no son esenciales en los vocablos. Así, v. gr., significa «uri» (o huri) según el P. Bienv., «negro»; según Roussel-Jaffuel es: hurihuri. En cambio, éstos últimos apuntan «toki» por hacha de piedra, mientras que el P. Bienv., en una comunicación privada por carta, nos indicó: toki toki.

En cuanto a la fonética del Rapanui, consta el alfabeto, según Roussel-Jaffuel, de 13 letras; las vocales: a, e, i, o, u, las consonantes: g, h, k, tn, n, p, r, t.

La h es aspirada, como en alemán. La g da «un sonido nasal a la vocal anterior. De ahí que «hagaroa» suene como «hangaroa», «tagata» como «tangata». (Roussel-Jaffuel, 9). P. Bienv. (pág. 77), llama este sonido «nasal y laríngueo a la vez y dice que sería más correcto escribir: han ngarao, tan ngata. Parece que la g en el Rapanui es la misma consonante del Araucano que el Dicc. transcribe con rj y que el Dr. Lenz y P. Ernesto Wilhelm en la Autobiografía de Pascual Coña (Re-vista Chilena de Hist. y Geogr. N.° 66 y s.), transcriben con eta griega.

Según P. Bienv. (76) habría que agregar a las 13 letras de Roussel-Jaffuel las siguientes: / , ñ, v, w.

En realidad usan Roussel-Jaffuel la letra v constantemente,

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v. gr. en vai = agua, rivariva = bello, etc. Por eso es raro que se les haya escapado esta letra en la enumeración de las con-sonantes.

La / y ñ no parecen ser sonidos propios del Rapanui, sino adoptadas posteriormente y en casos excepcionales de otros idiomas.

En cuanto a la w, se contradice el mismo P. Bienv., pues, para probar la existencia de esta consonante—que habría que determinar necesariamente en su valor fonético—presenta un solo ejemplo: awé, awé = ay, ay, que en su propia fraseología (125) transcribe más adelante con u: ¡«Aué tekeo!» = «¡Oh, qué frío!» Tal vez será: auvé, que en ortografía de los antiguos gramáticos, como el P. Luis de Bertqnio, Febrés y otros, sería: ahué, según la del Dicc.: awé.

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VOCABLOS COMPARABLES

ad, s = el exterior (forma, color, aspecto, faz); la costumbre, el arreglo; adentu = retrato, imagen.—Rapanui: ata = dibujo, imagen, retrato (55, 89, 153).

amun, n. = irse, ir, avanzar.—Rapanui: ka pu amua = ir ade-lante (97); oho amua = andar a la cabeza (22); olio amua, amua = preceder (136); a mua = delante (50); amua = vá-monos (P. Bienv. 109). No parece muy claro, si existe un verbo «amua», o si es

solamente un adverbio con el significado de: adelante, delante. Sin embargo, aducimos también el vocablo correspondiente del Quichua: hamuy = venir (Midd. 479).

apémn, tr. = acabar con algo, poner fin.—Rapanui: hapai: llevar (106), transportar (174), aceptar (13); hapaiki ruga = cargar (37).—Quichua: apay = llevar, cargar; met.: quitar, robar (Midd. 47).

ké, s. = la pana (hígado de animales). Febrés: que = estómago (Voc. 11)—Rapanui: keo = estómago (70).

kimn, tr. = saber, conocer, aprender, sentir, adivinar.—Rapa-nui: kimikimi = buscar (33), indagar (91), informar (93); kimikimiga = indagación (91).

kiwüwiin, n. = sonar bien (como moneda legítima).—No está en el Dicc., pero nos ha proporcionado este vocablo el R. P. Félix José de Augusta que ha recogido varios otros más después de publicar el Dicc. Creo que la. raíz es: kiw (kiu).— Rapanui: kiukiw = sonoro (165), campana (36); hakakiu-kiw = sonar (tr.), tocar la campana (164).

kérpu, s. = el seno, regazo.—Rapanui: kopu = entrañas (65), panza (126), vientre (183).

kadi, s. =el costado (del cuerpo humano o de los animales);

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kadil = uno de los lados de cualquiera cosa.—Rapanui: kaokao = costado (46), lado (101).

kuikui, s. = puente de un palo o sea de un sistema de palos que descansan en los árboles qüeha y a uno y otro lado de un riachuelo.—Rapanui: kuikui = bambalear (30), tambalear (169).—Parece que por mera casualidad existen estos vo-cablos iguales en ambos idiomas,

kurü, adj. = negro, obscuro-(con nombre de colores).—Rapa-nui: hurihuri = negro (118); uri = negro (P. Bienv. 101).

péñeñ, s. = hijo o hija, respecto a la madre.—Rapanui: poki = hijo (86), niño (118); poreko = nacer, nacido (117), parir, parto (127).—A tacameño: panni = hijo (pañi = pollo); pau-na = niño (Glos. 27).—El parentesco de estos vocablos parece bastante dudoso. Podría pensarse también en la comparación de las raíces po y fo de poki, poreko y fo-tém = hijo (respecto al padre),

pichi, adj. = pequeño, chico, menudo; variante: piti.—Rapa-nui: iti = poco (134), pequeño (130).—Además: poto, po-topoto = breve (33), corto (45).—Aymará: pisi = poco (Bert. II, 267).—Quichua: pisi = poco, menos, escaso, deficiente. (Midd. 660).—Quichua E.: piti = pedazo, poco; pishi = es-caso, poco, menos (Grimm. 36).

pun' s. = la noche.—Rapanui: po = noche (119).—Quichua: pu-ñuy = dormir (Midd. 671).

pue, s. = la región superior del abdomen; la inferior e interior, el abdomen.—Rapanui: poki puepue = aborto (11).—La palabra puepue sola no hemos encontrado en ninguna otra parte del Vocabulario de Roussel-Jaffuel. El signifi-cado «aborto» de poki puepue nos sugiere la idea que puepue pueda significar algo semejante a pue en Araucano,

rou, s. = la rama.—Rapanui: rou = anzuelo (23), bastón con gancho (31), garfio (80).—Vale la misma observación para estos vocablos que la que hacemos sobre kuikui.

tao, s. = chau = padre. Según el Dicc. es expresión rara, de poco uso; pero es probable que sea la forma más antigua y ori-ginal, de la cual, por la ley de suavización, se ha derivado la pronunciación: chau.—Rapanui: matua = padre (125); etua (atua) = Dios (56).—Según una anotación, pág. 69, es Atua = Dios en lengua de Tahiti. Parece bien posible que los vocablos polinesios: matua, etua, atua, tengan parentesco con tao.

toki, s.=el hacha( = kachal*). La acepción de «jefe de guerra»

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ARAUCANO Y RAPANUI 33

ya no es conocida.—Rapanui: toki = hacha de piedra (85). waria, s. =la ciudad.—Rapanui: haré = casa (38), aposento

(24), cabaña (34), y otros significados similares.—Ay-mará: huasara = casa o pueblo o lugar sin ánima viviente. (Bert. II, 52).—Quichua: huari = nacido en un pueblo, in-dígena, oriundo (Midd. 438); huasi = la casa, habitación, y otros significados similares; huasihuasi = el caserío (Midd. 442).—Quichua E.: huasi = casa (Grimm. 18).—Ataca-meño: hara, ara = rancho, vivienda provisional, alojamien-to (Glos. 12, 22).

ünu, s. = el trago.—Rapanui: unu = beber; unuga = bebida (31). —Quichua: unu = agua.—Voz común a varios otros idio-mas indígenas en el sentido de: agua.

CLASIFICACIÓN DE LOS VOCABLOS

Como hemos expresado ya, hay entre estos 20 vocablos varios de dudoso parentesco. Hemos considerado oportuno aportar, primeramente, todas las voces que puedan señalar la descendencia de un tronco común y separar después prudente-mente los granos de la paja.

Podemos clasificar los vocablos en tales de relación etimo-lógica segura, probable y dudosa o muy dudosa.

A la primera clase pertenece: toki-toki; a la segunda: amun-amua, apémn-hapay, kimn-kimi, kiwüwün-kiu, pun-po, pue-puepue, tao-matua, waria-hare, ünu-unu; a la tercera: ad-ata, ke-keo, kérpu-kopu, kuikui-kuikui, kadi-kao, kurü-huri, pidi-iti (poto-poto), rou-rou, peñen (fotém)-poki.

CONJETURA SOBRE RAHUI-REWE

El Dr. Knoche dice (1. c. 248) que la palabra «tapu» (en sentido ritual de: prohibido, sagrado, santo), no falta en la Isla de Pascua, pero que el término «rahui» es más frecuente.

En el Vocabulario de Roussel-Jaffuel encontramos «rahui pera» por «prohibido». Por «sagrado» pone solamente «tapu».

Según el Dr. Knoche, se conoce la palabra «rahui» en Man-gareoa; en las Islas Marquesas se dice: «ahui» o «kahui».

Esto nos ha hecho pensar que podría haber relación eti-mológica con el término araucano «rewe» = árbol o tronco des-cortezado, sagrado, que tiene un papel importante en las cura-ciones de machis, gillatunes y en el uso particular como protec-

FILOLOGÍA. N.° 1 3

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ción contra el influjo diabólico. El significado de «rahui», como de «rewe» es ritual. Las consonantes son las mismas; la dife-rencia de vocales no es de importancia para la afinidad etimo-lógica.

Pero no queremos hacer una aserción seria, sino una sim-ple conjetura.

CONCLUSIÓN

Al terminar este pequeño ensayo, quisiéramos expresar— y esto valga para quienes encontraren muy inverosímiles o atrevidas las comparaciones presentadas—que, apesar del vo-cablo «toki», no nos parece absolutamente segura, hoy por hoy, una relación etimológica.

¿Puede haber llegado, antes que estudiara el P. Roussel el idioma de Rapanui, el término «toki» por marinos chilenos a la Isla de Pascua?

Y, si este vocablo y algunos otros más, son, efectivamente, comunes a ambos idiomas, nos encontramos delante de la gran pregunta: ¿Cómo y por qué camino ha sido posible un inter-cambio de términos o influencia de idiomas entre indígenas de Chile y los isleños de Rapanui?

AUTORES CITADOS

Dicc.—Diccionario Araucano Español y Español-Araucano. Por Fray Félix de Augusta, Mis. Ap. Cap.—Santiago de Chile, Imprenta Universitaria, 1916. De esta obra se han tomado todas las voces araucanas sin

precisar las citas. ROUSSEL-JAFFUEL.—Vocabulario de la Lengua de la Isla de Pas-

cua o Rapanui, compuesto por el P. Hipólito Roussel de los SS. CC. y ordenado con la versión castellana por el P. Félix Jaffuel de la misma Congregación.—Santiago, Im-prenta de San José, 1917. Para la mayor brevedad, pondremos en las citas de los

vocablos de Rapanui generalmente sólo los números de las páginas de este Vocabulario, con excepción de algu-nos pocos casos.

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ARAUCANO Y RAPANUI 35

P . B IENV—Mis Viajes a Pascua, por el R. P . Bienvenido de Estella Real Capuchino.—Santiago, Imprenta Cervan-tes, Í921.

D R . KNOCHE—Dr. Walter Knoche: Dic. Osterinsol. Eine Zusammenfassung der chilenischen Osterinselexpe-

dition des Jabres 1911.—Concepción, Verlag des Wiss. Archivs von Chile, 1925.

Contiene un pequeño párrafo sobre lingüística y gramá-tica del Rapanui.

V I V E S SOLAR.—Rapanui , Cuentos Pascuenses, por José Ignacio Vives Solar.—Santiago, Casa Ed. Nascimento, 1920.

Trae también un brevísimo glosario. Las palabras que citamos del Aymará, Quichua, Quichua

Ecuatoriano y Atacameño con la indicación de los autores: Bert., Midd., Grimm, y Glos., son tomadas del trabajo que aparece en este mismo Boletín. Se hace una cita de Febrés, según la obra indicada en ese mismo trabajo.

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Mariano Latorre

Pío Baroja y el ciclo "La selva oscura"

Es Baroja el primer novelista contemporáneo que ha hecho entrar en la ficción novelesca los sucesos que motivaron la caída del régimen monárquico y el advenimiento de la República Española.

Ensayos y discursos, estudios sociológicos o políticos han dilucidado numerosos aspectos de la abdicación de Alfonso X I I I y el nacimiento de un sistema de gobierno, para el cual no se creía a España preparada. La historia, por lo menos, no ha dado argumentos para suponer que, de improviso, la tradicional Castilla abandonase la reyecía y entrase con éxito en una era nueva, diametralmente opuesta, por la "organización y la ideología, al concepto que los españoles tenían de un sistema de go-bierno.

Sin embargo, para un agudo viajero ruso, Elias Eremburg, la Repú-blica Española, salvo el presidente y las cámaras, elegidas por un tiempo determinado, a la manera de las repúblicas burguesas, en nada se dife-rencia de la monarquía. España no ha hecho otra cosa que cambiar los entorchados palaciegos por la americana de calle', más cómoda y barata.

«Esta tierra, dice, se aferra a su verdad sobre el valor del hombre y de la única libertad que conservó a lo largo de los siglos: la libertad de poder respirar».

«¿Cuándo España, continúa, así como se deshizo del ornato de la monarquía, podrá deshacerse del ornato dudoso de los abogados de Ma-drid y de los agentes de la Bolsa dé Barcelona?>

Uno de los méritos de Baroja consiste en esta vibración de actualidad que ha puesto en la mayoría de sus novelas. En las Memorias de un hombre de acción, Aviraneta no es sólo un guerrillero más o menos pintoresco, sino un hombre superior a su medio, inquieto y europeizado, no a la manera de Larra y de Clarín, cuyo ideal era la República Francesa, sino a la ma-nera de los europeos del Norte: los germanos y los anglo-sajones. El gue-rrillero vasco había tenido contacto en Bilbao con los alemanes e ingleses, cuyos barcos llegaban a fondear a la rada de Portugalete y el concepto de Aviraneta es el concepto de su biógrafo, el vasco Baroja.

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PÍO BAROJA Y EL CICLO «LA SELVA OSCURA 37

En el prólogo de La familia de Errotacho, prólogo igualmente de la trilogía entera, Baroja hace su profesión de fe. No es un devoto de esta tan ponderada claridad francesa, hecha según su frase, a fuerza de poda y de supresión. Prefiere la fuerza vital que germina en la abundancia de las ideas, aunque, sus contornos sean confusos.

«Dejemos los contornos claros a los escritores latinos y mediterrá-neos. Para ellos la nitidez, la sequedad, el cielo azul. A nosotros nos gusta más la niebla».

Esta insinuación del prólogo se amplía en el texto de la obra. Medi-terráneo, para Baroja, equivale a vejez, a cosa manida. Atlántico, a com-plicación, a interés siempre latente. Mediterráneo es retórica, floralismo, es decir, aplicación sin humanidad de lo ya empleado por los sofistas de Bizancio. Atlántico es renovación, creación constante, desprecio de la retórica.

He aquí la atmósfera de esta trilogía que Baroja ha bautizado con el título colectivo de La selva oscura.

La selva oscura será selva por lo intrincada; y oscura, por no preten-der el autor (en su concepto de la vida) reducirla al convencionalismo del relato al uso.

Las tres novelas del ciclo barojiano La familia de Errotacho, El Cabo de las tormentas, Los visionarios, tienen el sabor y el colorido palpitante de su época. El tiempo las impregna, en lo posible, de su esencia actual.

Sus personajes no son personalidades destacadas, grandes, comenta en el prólogo citado, por la casualidad y el azar la mayoría de las veces, sino individuos subalternos, del montón, moldeados por el ambiente y muchas veces sacrificados por las circunstancias.

Es la historia de una familia humilde del país vasco: la familia de Errotacho. El hogar vasco, un molino, situado en la frontera de Francia. La familia es pobre. Tiene apenas con qué vivir. Rudamente t rabaja la madre, la Juana Mari, para subvenir a los gastos de su numerosa prole. Algunos de sus hijos son contrabandistas y por la persecución de los cara-bineros, los miqueletes, se ven obligados a salir de su terruño para ganarse la vida. Así viven en los ambientes más heterogéneos. Uno de ellos se convertirá en administrador de un cortijo andaluz. Otro irá a Francia, a San Juan de Luz, después del complot de Vera. Una hija, Margot, será enfermera en Madrid, en casa de un marqués.

Con esta técnica y ciñéndose a un plan, nos hace penetrar Baroja en diversos medios sociales para auscultar lo que el pueblo propiamente tal piensa de los acontecimientos que determinaron la caída del Rey y el alborear de la República.

La obra comienza en plena guerra europea y el escenario es el límite entre Francia y España. La familia de Errotacho (éste es su título) es una hermana de Zalacaín y de las novelas marítimas de Baroja. En una palabra, una novela vasca. Le da un t inte de novedad a esta novela la descripción de la vida accidentada de los contrabandistas, no tratados, que yo recuerde, por Baroja en ninguno de sus relatos éuscaros. A las escenas de contrabando únense episodios de espionaje y persecución que dan un vivísimo relieve a ese punto de la frontera franco-española con sus carabineros y sus contrabandistas, espías y desertores de la guerra eu-ropea.

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38 MARIANO LATORRE

El hecho de ir a buscar los orígenes del movimiento revolucionario de España en la guerra europea indica claramente que para Baroja el advenimiento de la República es la solución nacional que la península ha encontrado a su propio problema, como la mayoría de los pueblos del mundo, después de la guerra mundial.

En esta primera novela de la serie, narra Baroja el famoso complot de Vera. En la segunda, la revuelta de los capitanes Galán y Hernández en Jaca y la vida trágica de los anarquistas de Barcelona y de uno de sus jefes, el Negro. Describé el regocijo caluroso del pueblo de Madrid al pro-clamarse la república y la cólera ciega de la muchedumbre en el incendio de iglesias y conventos.

Por último, trasladando sus personajes a Andalucía, intenta dar una idea del alma rural de aquellas regiones, de su pasado de bandole-rismo y de la confusa ideología que reina entre los habitantes y trabaja-dores y dehesas de los campos cordobeses y sevillanos.

No es agradable la vida del cortijero en estos vastos latifundios de la tierra andaluza. Un sordo encono desata las lenguas de estos meridio-nales bulliciosos que se reúnen en federaciones y tomando chatos y pi-cando aceitunas, discuten y conspiran. Hablan de Lenín y del comunismo, pero, en el fondo, Rusia y los Soviets los tienen sin cuidado. El profundo individualismo de estos hombres, donde está vivo el árabe del desierto, tiende más al anarquismo, a la disolución, que al orden dictatorial del socialismo de Estado.

La técnica seguida por el novelista, anárquica y arbitraria, tiene una curiosa relación con los acontecimientos mismos que retrata. Los hechos y su narración guardan perfecto acuerdo. Siguiendo su sistema habitual, los personajes barojianos actúan ante todo. Para hacerlos mo-verse y vivir, el novelista ha adoptado un procedimiento absolutamente contrario al de un historiador. Recuerda, a ratos, la técnica de Galdós en sus episodios de la tercera serie. Viajes a pie por la llanura castellana, observaciones de tipos y paisajes, encuestas minuciosas de testigos perso-nales de los hechos, en mesones y callejuelas, etc.

Como él explica, la novela concebida de este modo, anda entremez-clada con la crónica y la crónica con la novela.

Este rico acopio de observaciones personales, de anécdotas y de sucesos pintorescos, está repartido a lo largo de las tres novelas de la tri-logía. No puede ser más completa la impresión de realidad que el autor ha conseguido. En estas rápidas visiones de Vizcaya, de Aragón, de Barce-lona, de Madrid y de Sevilla surge la España tradicional, la España-pueblo, la de los obreros, la de la clase media, la de los campesinos, vistas a través de gentes humildes, salidas de un caserío vasco.

Como un contraste, vemos también, frente a esta masa proletaria que se desplaza en calles y campos, una familia aristocrática madrileña, cuyos miembros, verdaderas caricaturas humanas, toman por el miedo al saqueo y al comunismo las actitudes más cómicas y grotescas.

Un tono patético, que no es habitual en la literatura de Baroja, da a estos últimos libros un matiz de sinceridad, de confesión viril y sana. Las observaciones sobre la República y sobre los hombres de estado de la República derivan hacia una especie de relativismo político que ha dado lugar a polémicas y artículos despectivos, como el del joven crítico

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PÍO BAROJA Y EL CICLO «LA SELVA OSCURA» 39

Francisco Valdés. Pío Baroja, el máximo negador, dice, Pío Baroja, cultivador de un género novelesco y original: el folletín psicológico.

No advierto, sin embargo, en esta trilogía, el pesimismo negativo de que habla Valdés. El deseo de transformación y revisión de todos los valores tradicionales, su lógico desencanto ante una juventud que aban-dona sus deberes para ir al cinema o al cabaret es algo privativo de todos los escritores de la época actual, no sólo de Baroja. En la misma España, en una época de crisis moral y económica, Quevedo y Gracián y Cer-vantes mismo, no fueron críticos amables de la vida española. No son más optimistas algunos contemporáneos de Baroja, como Costa y Una-muno, y aún el propio Ortega y Gasset, al hablar del tema de nuestro tiempo, diluye esta pregunta desconsolada en el caudal de su fraseología oratoria: ¿Qué harán estos jóvenes que bailan jazz y juegan tennis cuando tengan cuarenta años?

No creo que Baroja pretenda erigirse en profeta. El título mismo de su trilogía La selva oscura, denota la incertidumbre ante el porvenir, la misma que pesa sobre todos los pueblos de la tierra, incluyendo a los países jóvenes de América.

Sin embargo, de una cosa está seguro Baroja: que en España la monarquía ha muerto definitivamente. Para reemplazar a los hombres del régimen caído, exige un espíritu nuevo que debe orientarse hacia el porvenir, no hacia el pasado. Ir hacia adelante, en cualquier forma, no importa cómo, según el pronóstico de Ortega y Gasset, a quien Baroja parece seguir.

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Y. Pino Saavedra

Anotaciones métricas (i) La Biblioteca Histórica de la Filología Castellana, por el Conde de la

Vinaza, Madrid, 1893, ofrece en su presentación monumental una anto-logía muy completa de los estudios de métrica española, desde el primer tratado que se conoce, De la Gaya Sciencia o arte de trobar, dirigido a don Iñigo López de Mendoza, señor de Hita, por el Marqués de Villena (1433), hasta los ensayos de Eduardo Benot de 1893. Después de su examen se tiene la impresión de que los Principios de Ortología y Métrica de la Lengua Castellana, por don Andrés Bello, aparecidos por primera vez en Santia-go de Chile en 1853, tienen la misma significación que su Gramática. Los preceptistas posteriores se han repetido más o menos, olvidando vo-luntariamente o no las investigaciones del gran sabio americano. Los es-tudios científicos de valor aparecen mucho más tarde y comprenden zonas parciales de la métrica clásica o ante-clásica. Pocas son las formas métricas que han sido expuestas en su desarrollo histórico. Sean citados entre los más importantes los trabajos de Manuel Milá y Fontanals, Del deca-sílabo y endecasílabo anapéstico, 1875 (2); de Federico Hanssen, La segui-dilla, Anales de la Universidad de Chile, 1909; de Pedro Henríquez Ureña, El endecasílabo castellano, Revista de Filología Española, 1909, VI, 132-157; de Arturo Marasso Rocca, El alejandrino castellano, Humanidades, 1923, VII , 123-170 (3); por fin hay que llegar a las investigaciones más importantes de Pedro Henríquez Ureña, La versificación irregular en la poesía castellana, Madrid, 1920, y de T. Navarro Tomás, La cantidad silábica en unos versos de Rubén Darío, RFE , 1922, IX, 1-29, y Las pala-bras sin acento, RFE , 1925, X I I , 335-375.

El señor Vicuña Cifuentes parte, en sus consideraciones acerca de

(1) En 1930 publiqué en Volkstum und Kultur der Romanen, III, 289-295, revista científica editada por el Seminario de Lenguas y Culturas rcmánicas de la Universidad de Hamburgo, una extensa reseña de la importante obra de don Julio Vicuña Cifuentes, Estudios de métrica española, Santiago, 1929. Por la aportación personal que contenía la reseña, me ha parecido útil reproducir su contenido central, que va aumentado con nueva investigación.

(2) Obras completas. Vol. V, Barcelona, 1893. (3) También en sus Estudios literarios. Buenos Aires, 1920.

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ANOTACIONES MÉTRICAS 41

la versificación española, del principio silábico y acentual generalizado desde Bello, después de haber pasado por alternativas de explicación cuantitativa desde Nebrija. Sin embargo, Navarro Tomás ha demos-trado que este principio no es absoluto. En su investigación sobre La cantidad silábica en unos versos de Rubén Darío ha establecido que la estructura del verso alejandrino castellano de la Sonatina «puede consi-derarse como resultado de una íntima colaboración entre las sílabas, la cantidad y el acento» (RFE, IX, 28). El riguroso método de la fonética experimental parece llevar a la rectificación de diferentes puntos de la métrica española tratados hasta ahora. Para el investigador no fonetista será muy difícil percibir, se me ocurre, las diferenciaciones silábico-cuan-titativas. El poeta, no obstante, tal vez recurra a la cantidad como me-dio artístico, pero a una cantidad en la que el elemento subjetivo es de-

- terminante. No se olvide que Darío, como anotó Navarro Tomás, se ha-bía dado cuenta de este importantísimo problema, asegurando la exis-tencia de sílabas breves y largas en español. Darío dijo: «Elegí el exá-metro por ser de tradición greco-latina y porque yo creo, después de haber estudiado el asunto, que en nuestro idioma, «malgré» la opinión de tantos catedráticos, hay sílabas largas y breves, y que lo que ha faltado es un análisis más hondo y musical de nuestra prosodia» (1). Más adelante se verá un ejemplo de la aplicación de esté principio en la poesía de Darío.

En mi opinión, el análisis de las pausas métricas es lo más importante que se ofrece en los Estudios de métrica del señor Vicuña Cifuentes, por-que se aclaran algunas cuestiones sobre las que no había uniformidad de criterio. Siguiendo a Bello, hace las siguientes diferencias entre pausa y cesura: «La cesura no altera el número de sílabas de la palabra con que termina el hemistiquio cualquiera que sea el lugar del acento, y la pausa sí; la cesura favorece la sinalefa y esquiva el hiato y la pausa exige el hiato y rechaza la sinalefa» (pág. 15). La pausa es pausa final de verso, teniendo, por lo tanto, el verso compuesto dos, y la cesura es una pausa intermedia de final de hemistiquio. Por hemistiquios se comprenden las partes en que queda dividido el verso simple mayor de siete sílabas, es de-cir, versos de 4 + 4 , 5 + 4 , 4 + 5 , 4 + 4 + 4 , 5 + 6 , 6 + 5 . Lo esencial es, en-tonces, reconocer la diferencia que hay entre cesura y pausa.

Sobre esta base funda el t ratadista citado algunas de sus más nota-bles observaciones. El verso menor sería el pentasílabo, descontados el disílabo y el trisílabo como cláusulas métricas. El tetrasílabo sería un hemistiquio del octosílabo. Para esta afirmación el señor Vicuña Cifuentes parte de un ejemplo de Espronceda:

Y del trueno al son violento, y del viento al rebramar,

{La canción del pirata) (2),

en el que se produce la sinalefa entre los versos primero y segundo, y tercero y cuarto, quedando reducidos a dos octosílabos. Sin embargo,

(1) Historia de mis libros, Obras completas, XVII, p. 206. Ed. Mundo Latino. (2) Clásicos Castellanos. 47, pág. 132.

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42 Y. PINO SAAVEDRA

he encontrado en el mismo Espronceda un ejemplo análogo en que no se produce la sinalefa:

Y vió luego una llama que se inflama y murió.

(El estudiante de Salamanca) (1).

Veamos cómo va apareciendo el intento de escribir tetrasílabos. Henrí-quez Ureña (La V. I., 32) cita, al hablar del pentasílabo y del tetrasí-labo utilizados como complementarios, tres tetrasílabos del Arcipreste de H i t a :

Santa María, luz del día, tú me guía todavía.

(Libro de Buen Amor) (2).

Nebrija habla en su .Gramática de este verso de «pie quebrado» que apa-rece en los proverbios del Marqués de Santillana (Vinaza, 804) (3), y más tarde, en 1602, le llama Luis Alfonso de Carvallo «el redondillo que-brado, o según otros cola» (Viñaza, 930). Francisco Cascales, en 1617, dice que en la poesía castellana hay versos de cuatro sílabas, de seis, de ocho y de doce, que el de cuatro se produce de los quebrados, dando como ejemplo de versos de cuatro independientes el siguiente:

En el prado de tu olvido ha crecido mi cuidado. (Viñaza, 954).

En el fondo ni se puede hablar, a pesar de los dos ejemplos citados, de tetrasílabo independiente, como tampoco de pentasílabo independiente sino hasta mucho más tarde. El ejemplo de tetrasílabo independiente que doy parece que fuese en contra de lo que afirma el señor Vicuña Ci-fuentes, pero en realidad no es así. Lo que hay es que cuando el poeta ha querido construir ajustándose estrictamente a la medida, lo ha conse-guido, como Iriarte (4) (1750-1791) y Francisco Sánchez Barbero (5) (1764-1819). Pero entiéndase que se t ra ta de versos independientes, pues si uno se refiere a los complementarios, hay que aceptar la existencia hasta de los trisílabos y disílabos (comprendiendo el monosílabo agudo) como versos y no como meras cláusulas. Este es el criterio científico

(1) Clás. Cast., 47, pág. 335. (2) Clás. Cast., 17, pág. 14. (3) Nebrija, Gramática de la Lengua Castellana. Ed. de Ig. González Llubera. Oxford

University Press, London, 1926, pág. 62. (4) Biblioteca de Autores Españoles, 63, pág. 16. (5) Biblioteca de Autores Españoles, 63, págs. 584-586."

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ANOTACIONES MÉTRICAS 43

más moderno, digno de tomar en consideración, siguiendo el pensamiento de Karl Vossler, uno de los más grandes sabios de la filología alemana moderna (1).

Según el señor Vicuña Cifuentes, serían, con el reparo hecho, versos silábicos acentuales simples el pentasílabo, el exasílabo, el heptasílabo, el octosílabo, el eneasílabo y do.s tipos de endecasílabos. El tratadista dice no haber hallado el pentasílabo independiente antes del siglo X V I I I (pág. 185). En efecto sólo aparece esporádicamente, y así lo he encontrado en el siguiente villancico de Cristóbal de Castillejo:

Alguna vez, oh pensamiento, serás contento.

Si amor crüel me hace la guerra, seis pies de tierra podrás más que él: allí, sin él y sin tormento, serás contento.

Lo no alcanzado en esta vida, ella perdida, será hallado; que sin cuidado del mal que siento, serás contento.

(Clás. Cast., 79, pág. 137).

Interesante es agregar que en provenzal aparece en combinación con otros metros ya en el siglo X I I en Guillermo IX (2), pero no sólo en forma complementaria, sino en estrofas donde es dominante, en poesías de Giraut de Cabreira (3); y en el siglo X I I I por completo independiente en una poesía a Santa María que contiene nueve estrofas en pentasílabo, en tetrasílabo contando a la manera provenzal:

Santa María, de Deus amia, de l 'arma mia, Merce, raina! (4)

(1) Véase Positivismus und Idealismus in der Sprachiwissenschaft, págs. 82-83, o la traducción española de José Francisco Pastor, Positivismo e Idealismo en la Lingüística y El Lenguaje como Creación y Evolución, Madrid, 1929, pág. 88.

(2) C. Appel, Bernart von Ventadorn, Seine Lieder. Halle, 1915, pág. CXIV. (3) C. Bartsch, Chrestomathie Proveníale, Marburg, 1904, pág. 91. (4) Obra cit., pág. 305.

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44 Y. PINO SAAVEDRA

En catalán se encuentra en la segunda mitad del siglo XV en la larga sátira de Jacme Roig, Spill o Libre de les Dones, (1) escrita totalmente en este tipo de verso:

Ans de matines ella s levava e s perfumava fentse ben olre. La matinada era afaynada per ben luyr al bell febrir dos o tres hores, etc.;

de modo que no tiene parangón en la l i teratura española, en la cual este metro gozó de prestigio mucho más tarde con las letrillas del siglo XVII I , sin que sea cultivado después con la misma frecuencia, si no me equi-voco. Entre los buenos poetas modernas sólo he encontrado esta forma en dos poesías del lírico peruano José María Eguren (2). En la literatura portuguesa, en cambio, el tetrasílabo,—en la métrica portuguesa se cuenta una sílaba menos que en la española,—que en sus comienzos parece se-guir el mismo camino, cultivándose bastante en el siglo XVI I I (3), se encuentra de nuevo en los poetas contemporáneos Joaquín Teixeira de Pascoaes, Alfonso Lopes Vieira, Eduardo Pondal (4). De todo esto puede desprenderse, entonces, que los poetas modernos de lengua española no se sienten muy inclinados a usar el pentasílabo independiente.

El verso silábico y acentual simple mayor es el endecasílabo. El señor Vicuña Cifuentes distingue dos tipos, a saber, el «a maiore» con acentuación constitutiva en la sílaba 6 y el «a minori» en la 4 y 8. Al primero se le llama también yámbico, heroico, común, y al segundo, sáfico. El endecasílabo «a minori» con acentuación mínima en la 4 parece, dice, «un verso fortuito y en ningún caso premeditadamente hecho» (197). Lo atribuye a su pobreza rítmica. Sentimos anotar aquí que tal pobreza rítmica es muy discutible (5). Cuando el maestro Darío emplea este verso, en Los Cantos de Vida y Esperanza, en El Canto Errante, en El Poema del Otoño y otros Poemas, lo hace precisamente para conseguir nuevos matices melódicos, dentro de la combinación. Razón tiene, en cam-bio, al decir que no se le halla por completo independiente ni siquiera en pareados. Del mismo modo es acertada su opinión en cuanto no acepta que este último tipo de endecasílabo haya producido las dos variantes

(1) Pueden consultarse las siguientes ediciones: Spill o Libre de les Dones per Mes-tre Jacme Roig, edición critica por Roque Chabás, Barcelona-Madrid, 1905, y Jaume Roig, Llibre de las Dones o Spill. Text., introducció, notes y glosari per Francesc Almela i Vives. Els Nosttres Classics, 21. Barcelona, 1928.

(2) Poesías, Lima, 1929, págs. 66-77. (3) Fidelino de Figueiredo, Antología Geral da Literatura Portuguesa (1889-1900).

Lisboa, 1917, págs. 562, 578, 597 y 602. 4) Aubrey F. G. Bell, The Oxford Book of Portuguese Verse. X l l th Century.

Oxford, 1925, págs. 287, 289, 293. (5) Véase la importantísima investigación de T. Navarro Tomás, Palabras sin acento,

RFE, XII, 335-375.

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ANOTACIONES MÉTRICAS 45

con acentuación en la sílaba 8 o en la 7, con lo cual rebate a Pedro Hen-ri quez Ureña (1).

Desde el aparecimiento de Prosas Profanas (1896) de Rubén Darío la posibilidad de remozar viejas formas métricas, de modificar o crear otras vino a romper con las normas fijadas por el criterio clásico o román-tico que ha dominado hasta hace poco en los tratados de métrica. Descon-tando las valiosas investigaciones de Pedro Henríquez Ureña y T . Navarro Tomás, pudiera asegurarse que toda forma métrica que no llenase cumpli-damente los requisitos exigidos por los tratadistas era desdeñosa o indi-ferentemente eliminada. La renovación poética no ha ido seguida de una correspondiente renovación de las investigaciones métricas.

La libertad con que ha operado la poesía moderna de lengua espa-ñola ha dado lugar a un enriquecimiento de las formas métricas que me-rece un análisis minucioso. Aunque a veces el fenómeno sea de carácter esporádico, hay que detenerse en él, porque, si no renueva la estructura-ción del verso, puede, no obstante, dar luz para la comprensión de otros fenómenos métricos.

En el poema Momotombo de la colección El canto errante (Biblioteca Nueva de Escritores Españoles, Madrid, 1907, págs. 21-24), emplea Rubén Darío en las siete primeras estrofas una sextina, en que los versos 1.°, 2.°, 4.° y 5.° pueden ser de catorce sílabas y el 3.° y 6.° de diez. Los doce decasílabos son los siguientes:

1. y era en mi Nicaragua natal 2. lleno de antiguo orgullo triunfal 3. vi aquel coloso negro ante el sol 4. de un agua perla, esmeralda, col 5. a la vasta llama tropical 6. y era en mi Nicaragua natal 7. fábula, cuento, romance, amor 8. que era ante mí de revelación 9. con islas todas luz y canción

10. ritmo escuchó que es de eternidad 11. en sus discursos de libertad 12. la iniciación que podías dar

De estos versos sólo el 9.° puede aceptarse como un decasílabo bipar-ti to:

en sus discursos / de libertad

El 3.°, el 1.a y el 9.° aceptarían sólo una forzada o artificial división de biparti to que repugna la acentuación constitutiva del verso, igua-lándose al tipo de los demás decasílabos, que no son ni bipartitos ni ana-pésticos simples, sino decasílabos simples de muy libre acentuación. En el 9.° el acento enfático de las sílabas 6 y 9 debilita de tal modo el acento de la 4 que desaparece la posibilidad de una pausa media.

Tenemos, entonces, un verso decasílabo simple. ¿Hállase este tipo

(2) El endecasílabo castellano, RFE, VI, pág. 133.

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46 Y. PINO SAAVEDRA

de verso en época anterior a Darío? El erudito investigador Pedro Henrí-quez Ureña cita el siguiente cuarteto en eneasílabos de un cancionero manuscrito del siglo X V I :

Adurmióseme mi lindo amor siendo del sueño vencido, y quedóseme adormecido debajo de un cardo corredor (1).

En realidad los versos 1.° y 4.° son decasílabos simples. En una ver-sión moderna de cantares antiguos se halla otro ejemplo:

A la gala de la bella rosa, a la gala del galán que la goza. A la gala de la rosa bella, a la gala del galán que la lleva. (2)

Sólo el carácter fructuante de estos versos, que por lo demás son esporádicos, es lo único de común que pueda haber entre ellos y el verso de Darío.

La acentuación de este último verso es, como ya se dijo, bastante libre y está sujeta a la cantidad silábica, que a su vez va determinada por el aspecto conceptual o sentimental de la palabra en cuestión. Exami-nemos para probarlo el verso 1.°. Si éste se lee corrientemente, se notará la débil acentuación de la primera y sexta sílabas, con lo cual la me-lodía del verso pierde sin duda alguna. En cambio, analizando previa-mente el verso, se observa que la palabra principal es Nicaragua, por suponérsele un rico contenido sentimental, para cuya expresión es nece-sario el énfasis. Este énfasis no es otra cosa que una pronunciación más acentuada y larga de la sílaba tónica de la palabra Nicaragua. Este fenó-meno de la cantidad sólo podemos establecerlo en general, sin poder en-trar en detalles precisos, lo cual es zona de la fonética experimental, cien-cia que ya ha señalado nuevo derrotero en los estudios de métrica espa-ñola de N. Navarro Tomás indicados más arriba.

De este modo cobran más acentuación, por influencia de su contenido, las palabras que sin ella la tienen débil, como el verso

vi aquel coloso negro ante el sol

en el cual el énfasis del epíteto «negro» se señala en antítesis con el término «sol», adhiriendo de tal modo al substantivo «colosó» que hace impo-sible la pausa de supuesto bipartito. El verso 7.° se distingue por sus cuatro cláusulas bien marcadas:

fábula, / cuento, / romance, a / mor.

(1) La versificación irregular en la poesía castellana. Publicaciones de la Revista de Filología Española, IV, 2.a edición 1933; véase pág. 197.

(2) Obra citada, pág. 304.

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ANOTACIONES MÉTRICAS 47

El verso. 10° debe separarse así:

con islas / todas luz y canción.

Si bien aparece este tipo de verso sólo esporádicamente en Darío, explicándose por el carácter total de la estrofa, cuyos compuestos rom-pen con las normas ordinariamente reconocidas, se analiza aquí no por la importancia que el verso mismo pueda tener, sino porque el principio silábico-cuantitativo aparece aplicado en él, abriendo nuevas perspectivas en el análisis de otros tipos de versos modernos.

El poeta chileno Manuel Magallanes Moure empleó en la poesía Luna de la media noche, de la colección La casa junto al mar, un tipo de verso dodecasílabo que no corresponde al tipo de dodecasílabo compuesto de 6 + 6 o 7 + 5 ni al simple de 4 + 4 + 4 llamado por don Julio Vicuña Cifuentes dodecasílabo de dos cesuras. Las estrofas son las siguientes: (1).

Luna de la media noche, soñolienta luna, que a la media noche te levantas y penosamente elevas tu blancura por sobre la oscuridad de las montañas.

Luna t ímida que esperas la al ta noche para asomar con sigilo tu faz blanca; luna de la media noche, que en el cielo eres como un ave herida que se arrastra .

Aguardaste que los ruidos se extinguieran, esperaste que los ojos se cerraran y ahora que todos duermen, tú apareces como una visión de ensueño, luna pálida.

Luna de la media noche, que colocas un velo de claridad en mi ventana, como tú fué mi amor, blanco y furt ivo, y un velo de claridad puso en mi alma.

El único acento común a todos los versos es el de la séptima sílaba, el de la penúlt ima existe en todo verso español, aún en la suposición de que el verso tuviese una sola sílaba, lo cual es posible, como ya se vió más arriba, contándose como penúlt ima la que es última, por su acen-tuación aguda. Además hay acentos en otras sílabas, con excepción de la sexta y de la décima, por influencia rechazadora de la séptima y de la un-décima, respectivamente.

Ahora bien, si los versos se leen o recitan correctamente, puede no-tarse que todas las sílabas acentuadas no tienen el mismo grado de acen-tuación y duración; así, por ejemplo, es evidente que en el primer verso el grado de acentuación de la quinta sílaba es más débil que el de la pri-

(1) Cito de la selección que hizo Pedro Prado, Siís mejores poemas, Santiago de Chile, Editorial Nascimento, 1926, pág. 136.

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48 Y. PINO SAAVEDRA

mera, séptima y undécima. Marcando los acentos claramente más débiles con el signo /, se tiene el siguiente cuadro de acentuación de toda la poesía:

Verso 1 2

1 1

— 11 —

3 4 5 6 7 8

/ / 1 1

2 / - / -

3 — 4

11 y 10 í i 12 13 14 15 16

1

2 /

2

2

5 —

/ _

/ /

/ - 1 1 -

De todos los versos sólo el noveno y el décimo pueden explicarse como dodecasílabos de dos cesuras con la siguiente división:

Aguardaste / que los ruidos / se extinguieran, esperaste / que los ojos / se cerraran.. .

Los demás se hacen notables por su ritmo alargado y no simétrico. Lo general a los diez y seis versos es el acento en la séptima sílaba, como ya se dijo, después de la cual se produce una pausa. ¿Es esta pausa una pausa intermedia o una cesura? A primera vista parece que se tiene aquí un verso compuesto de 8 + 4 ; pero esta suposición no es aplicable a los versos 4, 14, 15, y 16, en los cuales, por ser la séptima sílaba aguda, habría que contar en el primer componente ocho sílabas y en el segundo cinco. Por lo demás, en compuestos como el de 7 + 5, en que el segundo componente es brève, la pausa intermedia tiene aversión a aceptar la sílaba séptima aguda. Por lo tanto, se t ra ta aquí de una cesura semejante a la del endecasílabo acentual simple de 6 + 5 .

Ahora interesa saber cómo se ha producido este verso dodecasílabo acentual simple. Suprimiendo la primera sílaba, se puede tener hipoté-ticamente un endecasílabo acentual simple de 6 + 5 . Según este proceso artificial, podríase explicar el origen del dodecasílabo que se analiza, del endecasílabo citado con ánacrusis monosilábica. Pero este procedimiento es inaceptable para el caso, por ser artificial. Mejor es pensar en una suma de 8 + 4 , cuyo antecedente lejano se podría encontrar en las coplas de pie quebrado de-Jorge Manrique, según el tipo siguiente:

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ANOTACIONES MÉTRICAS 49

Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, qu' es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar e consumir.. . (1)

en que los versos agudos segundo y quinto producen, por atracción su-frida por el pie quebrado, pentasílabos en vez de tetrasílabos. Escribien-do en un solo verso, se tendría:

que van a dar en la mar, qu'es el morir.. . derechos a se acabar e consumir.. .

del mismo modo que en el verso del poeta chileno:

por sobre la oscuridad de las montañas.

Claro es que no es necesario que Magallanes Moure haya tenido que recurrir a la estrofa de Jorge Manrique. Bien puede aceptarse el dode-casílabo de su poesía como una creación personal, basándose para la com-posición de 8 + 4 en la de 7 + 5. El resultado, no obstante, es muy dife-rente. Mientras el metro de 7 + 5 da un compuesto, el de 8 + 4 produce un verso simple, porque la brevedad del tetrasílabo no hace posible la pausa intermedia después de la séptima sílaba, cuando ésta es aguda. Verdad que este mismo fenómeno se produce con el dodecasílabo de se-guidilla (2). Al parecer no habría entonces diferencia entre los dos metros. Sin embargo, si suponemos en el dodecasílabo de 8 + 4 la acentuación de la séptima sílaba en una palabra esdrújula, ésta debería unirse al tetra-sílabo por-medio de la sinalefa, pues de otro modo resultaría un verso de tréce sílabas. Se tiene, entonces, que el tetrasílabo adhiere tan sólida-mente al octosílabo que desaparece en su forma de componente, para pasar a constituir un mero hemistiquio. Los dos ejemplos de dodecasí-labos rítmicos de dos cesuras serían excepción, si se les considerase aisla-damente, lo cual es inaceptable, porque mejor que de verso, debe hablarse de unidad de versos (3).

Resumen: el verso en cuestión es un dodecasílabo simple con acento constitutivo en la séptima sílaba y cesura después de ésta; su ritmo está determinado con gran libertad por los acentos secundarios diversos.

Versos simétricos simples, es decir, aquéllos «cuyos acentos consti-tutivos caen en unas mismas sílabas y, por lo tanto, a igual distancia unos de otros» (Estudios de métrica, pág. 202), son: el decasílabo anapés-tico; el eneasílabo de gaita gallega, que, siguiendo a Bello y a los italia-nos, llama Vicuña Cifuentes dactilico y no anapéstico, como Milá y Fontanals; Menéndez Pelayo y también posteriormente P. Henríquez Ureña; el dodecasílabo de dos cesuras con acentos constitutivos en las sílabas 3 y 7; el anapéstico de trece sílabas, y el dactilico de catorce consi-derado como el mayor de los versos simples castellanos. En cuanto al penúltimo, dice nuestro tratadista que degenera fácilmente en un verso

(1) Jorge Manrique, Cancionero, Edición de los Clásicos Castellanos, pág. 208. (2) Véase Vicuña Cifuentes, Obra citada, pág. 97 y siguientes. (3) Vossler, Obra citada, en la traducción española, pág. 88.

FILOLOGÍA. N.° 1 4

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48 Y. PINO SAAVEDRA

de catorce compuesto, y cita para ello la poesía Urna votiva de Darío, en la que hay sólo tres versos técnicamente irreprochables. No me parece que se .trate aquí de descuido. En Pedro Antonio González, que es un hábil versificador, he encontrado que en una de sus Occidentales (1) en un grupo de 36 estrofas escritas en este metro, 39 versos podrían consi-derarse como de catorce sílabas, de acuerdo con el mismo criterio, dán-dose aún el caso de que dos estrofas tengan sólo sendos versos perfectos, como exige el señor Vicuña Cifuentes. Esto hace pensar en que el poeta no atiende siempre a las reglas que se desearían establecer, y no hay que olvidar que el verso precede a la regla y no al revés.

Versos compuestos: el decasílabo de 5 + 5 , el dodecasílabo de 6 + 6 , el dodecasílabo de 7 + 5 o de seguidilla, el alejandrino (7 + 7), el tripen-tálico (5 + 5 + 5 ) , el de 15 sílabas (9+6) y el octonario (8+8) . En cuanto al decasílabo, por la brevedad de sus componentes se puede desprender que en su estructura total no es lícito aplicar rigurosamente las reglas aplicadas a los demás versos. Los ejemplos de Zorrilla con hiato inter-medio son casi una excepción. Se podrían citar aún contados ejemplos de Bécquer:

Yo soy un sueño, / un imposible... No puedo amarte. / ¡Oh, ven; ven tú! (2).

Así también es una excepción la pausa en medio de palabra:

lágrima a lágri / ma lo formé (3) y en mi alma escépti / ca se derrama (4).

El caso absolutamente general es que no se produzca este fenómeno en un buen número de poesías que he examinado, por ejemplo en las po-sías de Ñervo, Alma de Italia, Apocalíptica, A Kempis, Nocturno, Sol, Oh, la rapaza, ¿Qué más me da?, Bendita, Hasta muñéndote; de Darío, Palimpsesto, Los cisnes IX; de Dublé Urrutia, El caracol; De Pezoa Velis, Teodolinda; de José Juan Tablada, Abanico Luis XV,'Japón.

Por lo que respecta al tripentálico, habría que observar, siguiendo consecuentemente lo dicho acerca de la brevedad del pentasílabo compo-nente, que, a pesar del ejemplo que pueda darse, no es dable el agudo dentro del compuesto, y esto se observa claramente en Pedro Antonio González, verdadero maestro en esta forma métrica.

El quincesílabo anfibráquico puede dividirse también en 6 + 9 . En la misma poesía de Darío citada por el señor Vicuña Cifuentes hay un verso en el que es posible sólo esta división:

Hay algo que viene / como una invasión aquilina (5),

pues haciendo la otra división de 9 + 6 se forzaría una sinalefa que va en contra de las reglas expuestas tan bien por nuestro gran tratadista.

(1) Pedro Antonio González, Poesías. Edición por Armando Donoso, Santiago, 1918, págs. 305-309.

(2) Bécquer, Obras completas, III, Madrid, 1928, pág. 128. (3) Amado Ñervo, Sus mejores poemas, Selección de E. Barrios y R. Meza Fuentes,

Santiago, s. a., pág. 243. (4) Las cien mejores poesías (líricas) mexicanas. México, 1914, pág. 304. (5) El Canto Errante, pág. 54.

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Rodolfo Oroz

Sobre los sufijos de los nombres gentilicios chilenos

La lengua latina se servía principalmente de los sufijos: -a n u s , -i ñ u s , - e n s i s , para formar nombres gentilicios:

T u s c u l a n u s (de Túsculo) T a r e n t i n u s (de Tarento). O s t i e n s i s (de Ostia).

Además, usaba i-t a n u s (ampliación del sufijo griego -1 t r¡«) para los nombres de ciudades griegas de Italia y Sicilia:

N e a p o l i t a n u s (de Nápoles), de Nea*oX!r i j í P a n ( h ) o r m i t a n u s (de Palermo); J l ívopuos

Estos cuatro sufijos ocurren también en España: z a m o r a n o; b i l b a í n o ; e m e r i t e n s e (de Mérida); a v i 1 é s (de Avila); g a-d i t a n o (natural de Cádiz) (1). Formas como m a d r i l e ñ o , m a -l a g u e ñ o , s a n v i c e n t e r o (natural de San Vicente, prov. de Ali-cante), s a n t u r s u l e r o (de Santa Ursula), s a n z o l e r o (de Sanzo-les), nos muestran que el español conoce, además, los sufijos -e ñ o de -i g n u s y - e r o de -a r i u s.

En Chile, se usan a excepción de -e r o los mismos sufijos, observán-dose una preferencia muy considerable por -i n o y -a n o; en seguida vie-ne -e n s e y luego -e ñ o. De -i t a n o conozco un solo ejemplo: a n c u-d i t a n o, natural de Ancud (¡influencia andaluza!)

Pero, además, ocurren excepcionalmente los siguientes sufijos: - e j o : c h i l l a n e j o (natural de Chillán); - i s t a : p e n q u i s t a (natural de Penco o de Concepción, ciudad que

antes estaba en el lugar en que se halla hoy día Penco), -o n : p e n c ó n, id.

En el caso de c h i l l a n e j o se t rata , evidentemente, del sufijo despectivo -e j o (animalejo, librejo), que se halla también, aunque raras

( 1 ) Véase M E Y E R - L Ü B K E : Introducción a la lingüística románica. Madrid, 1925 , p. 399 y sgts.

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52 RODOLFO OROZ

veces, en gentilicios portugueses; comp.: Alcotenejo o Alcoutenejo (de Alcoutim) y otros; véase J . Leite de Vasconcellos, Ligóes de Filología Portuguesa, Lisboa, 1926, p. 410.

Según la opinón de algunos, la gente dfe Chillán posee un carácter algo cerril y rudo, lo cual puede haber motivado, en parte, la aplicación de dicho sufijo (1).

En cambio p e n q u i s t a y c a u q u e n i s t a (natural de Cauque-nes), muestran fisonomía docta, helénica (2); y luego considerándose -i s t a como femenino, se creó un masculino - i s t o : penquisto, cauque-nisto (de poco uso). No menos corriente que penquista es el nombre de p e n c ó n que se da a la persona natural de Penco o de Concepción. Cier-to es, sin embargo, que la forma p e n c ó n, usada por Ercilla, ha pasado a tener carácter despectivo. (Cf. J . T . Medina, Chilenismos, Santiago, 1928). El sufijo -o n es, sin duda, el mismo que se usa para designar ra-zas, como sajón, bretón, etc., que se halla también en la voz español = a n t . cast. españon, del lat. v.* hispanione.

El sufijo -i n o se añade tanto a nombres españoles (a) como a nom-bres de origen indígena (6) y ocurre en el sur, centro y norte del país:

<«) W Centro: penaflorino (de Penaflor) Norie:

santiaguino (de Santiago), villalegrino (de Villa Alegre). vinamarino (de Vina del Mar). Centro sanantonino de S. Antonio). Sur:

Sur: Sancarlino (de San Carlos). angelino (de Los Angeles).

antofagastino (de Antofagasta). copiapino (de Copiapó). huasquino (de Huasco). rancagüino (de Rancagua). talquino (de Talea), contulmino (de Contulmo). chanquino (de Chanco).

Este sufijo aparece normalmente en los nombres terminados en -al, -ol, -el:

Norte:

Sur:

chañaralino illapelino parralino angolino corralino

de Chañaral). (de Illapel). (de Parral), (de Angol). (de Corral).

También aparece -ino en los nombres terminados en -ao, cuando se halla una a en la sílaba anterior:

achaíno (de Achao). chacaíno (de Chacao).

Las derivaciones en - a n o son escasas en nombres españoles, numero-

(1) Mi amigo y colega, don Mariano Latorre, me llama la atención sobre un pasaje de la Vida del Capitán General de Chile, don B. O'Higgins, de B. Vicuña Mackenna, 2.a

ed., Santiago, 1882, en que se trasluce el matiz despectivo de «chillanejo» «En este lado están todas las leyes por las que usted ganará su pleito y en el opuesto todas aquéllas por las que deberá perderlo», lo que fuera cierto o no lo fuera, pareció tan ingenioso y carac-terístico, que ha quedado como un proverbio en todas las escribanías y bufetes de San-tiago, donde todavía el chillanejo Rodríguez es la primera eminencia del foro.» (p. 425).

Cf. tb. « . . .el célebre abogado don José Antonio Rodríguez Aldea, el chillanejo»... Rosales. (Véase J . T. Medina, Chilenismos).

(2) Comp. port. Treixenista (de Treixo), véase J. Leite, 1. c., -ista es sufijo raro en portugués.

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SOBRE LOS SUFIJOS DE LOS NOMBRES GENTILICIOS CHILENOS 53

sas, en cambio , en los de p rocedenc ia ind ígena . C u a n d o el n o m b r e t e r m i n a en vocal , é s t a se p i e rde a n t e la vocal del s u f i j o :

(a) (&) Norte: higuerano (de La Higuera). Norte: coquimbano (de Coquimbo).

juntano (de Juntas). Centro: curicano (de Curicó). Sur: pocillano (de Pocillas). Sur: collipullano (de Collipulli).

temucano (de Temuco). collicano (de Collico). huarano (de Huar).

D e f o r m a s como cur icano , t e m u c a n o , e tc . , nació el su f i jo -cano q u e se e n c u e n t r a e n :

tomecano (de Tomé).

C u a n d o el n o m b r e e s t á real o a p a r e n t e m e n t e en p lu ra l , el d e r i v a d o se f o r m a sobre el t e m a , pe rd i éndose e n t e r a m e n t e la t e r m i n a c i ó n -as, -os , - es :

junt-ano (Juntas). cocharqu-ino (Cocharcas). pocill-ano (Pocillas). sancarl-ino (San Carlos).

cauquen-ino (Cauquenes)

E l suf i jo - a n o se e m p l e a r e g u l a r m e n t e en los n o m b r e s t e r m i n a d o s e n :

1) -uco, -ico, -acó: 2) -tas, -ta, -to: antucano (de Antuco). diaguitano (de Diaguitas). batucano (de Batuco). juntano (de Juntas), calbucano (de Calbuco). quillotano (de Quillota). temucano (de Temuco). algarrobitano (de Algarrobito). collicano (de Collico). cureptano (de Curepto). curacano (de Curaco).

S in e m b a r g o , se d ice so ruquense (de S o r u c o ) .

3) -ura, -era, -ero: 4) -imba, -imbo: caucurano (de Caucura). chimbano (de La Chimba), cobquecurano (de Cobquecura). coquimbano (de Coquimbo), calerano (de Calera).. higuerano (de La Higuera), quinterano (de Quintero).

P e r o se d ice ca lder ino (de C a l d e r a ) .

Los n o m b r e s t e r m i n a d o s en - h u e a ñ a d e n -ano , c u a n d o en la s í laba an te r io r h a y u n a i, en cambio , c u a n d o se ha l l a u n a a a n t e -hue, ag regan - i n o :

carahuino (de Carahue). frente a copihuano (de Copihue). idahuino (de Idahue). doñihuano (de Doñihue). pencahuino (de Pencahue). quirihuano (de Quirihue).

E l su f i j o -e n s e se h a gene ra l i zado en los s iguientes gent i l ic ios :

Norte serenense (de La Serena). soruquense (de Soruco).

Centro-- ligúense (de La Ligua). Sur- aurórense (de Aurora).

bulnense (de Bulnes). linarense (de Linares), antilhuense (de Antilhue).

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54 RODOLFO OROZ

Parece que este sufijo va ganando en popularidad, puesto que ya co-mienza a decirse temuquense al lado de temucano. Puede ser que para ciertas circunstancias sea preferible -ense/forma literaria, y por tanto más fina y elegante (castrense., cartaginense).

El sufijo -e ñ o se halla casi exclusivamente en el norte de Chile:

ariqueño (de Arica), azapeño (de Azapa). codpeño (de Codpa). piquefto (de Pica), tarapaqueño (de Tarapacá). iquiqueño (de Iquique). calameño (de Calama).

El mismo sufijo se usa en atacameño (de la provincia de Atacama), y tarapaqueño (de la provincia de Tarapacá), y aunque ocurra una vez en el centro: sanfelipeño y dos veces en el sur: curanipeño (de Curanipe) y castreño (de Castro), se ve claramente que -eño nos ha venido de nues-tros vecinos del norte. Pues si pasamos al territorio peruano encontramos: tacneño (de Tacna), tara teño (de Tara ta), pareño (de Para), locumbeño (de Locumba), limeño (de Lima), etc. Así se explica también el que la gente del norte, usando el sufijo más común de esas regiones fílame a los de las tierras del sur sureños y que éstos a su vez designen con la voz nor-tinos a los habitantes del norte de Chile.

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Aníbal Echeverría y Reyes

Vocablos salitreros

El 18 de Julio de 1903, entré como abogado, a la ex-Compañía de Salitres de Antofagasta, y en ella permanecí, sin interrupción, hasta el 26 de Junio de 1925, fecha en que adquirió sus bienes la Sociedad The Lautaro Nitrate Company Limited, en la que he continuado en iguales condiciones.

Durante este más de cuarto de siglo, he intervenido en numerosos asuntos relacionados con la industria salitrera, no solamente en esas em-presas, sino, también en otras Compañías, y he podido notar que, en las pampas del interior de este departamento se emplea un vocabulario es-pecial en los trabajos, tanto de reconocimiento y extracción del cáliche, como en la elaboración y embarque del salitre, y también en la conversa-ción vulgar, bien diferente de las palabras usadas en el centro y sur del país.

Me ha parecido interesante formar este glosario, obra de paciencia, sin pretensiones, simple ensayo, para que no se olvide el significado de voces que aparecen en solicitudes, declaraciones judiciales y memoriales administrativos los que, con el tiempo, resultarán incomprensibles si no se conserva su verdadero alcance.

Además de mis apuntes personales, he aprovechado las obras que cito más adelante, y he tenido la suerte de contar con la cooperación de dis-tinguidos y esforzados caballeros que han trabajado en esta industria du-rante muchos años, que me han favorecido con acertadas indicaciones en la parte técnica; materia nueva, originada por la maquinización de estas labores; así he podido aumentar el caudal de vocablos y mejorar definicio-nes, por lo que les estoy muy reconocido.

En 1929, la Compañía Lautaro, para su servicio interno, publicó un folleto en 8.°, del autor, de 55 páginas, por la Imprenta Skarnic, de Anto-fagasta, pero el presente impreso, más que una segunda edición, debe con-siderarse como original, por las supresiones, modificaciones y agregacio-nes que contiene.

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Vocabulario A LA VUELTA.—Trabajo, nocturno

a trato, de los chancheros. ABIERTA.—Se dice de la calichera

en la que queda descubierto el caliche.

ABIGARRADO.—Caliche m e z c l a d o de varios colores.

ABRIR.—Hacer rasgos en el terreno calichero para comenzar la ex-tracción.

ACABADORA.—Barreta l a rga q u e se emplea para terminar las perfo-raciones de los tiros en las cali-cheras, con una punta recta y la otra en forma de pico de loro; con ésta se hace la taza.

ACABAR E L TIRO .—Atravesar el manto de caliche para llegar a la coba y poner la carga de explo-sivos, lo que se hace después de haber tocochado el tiro.

* ACARREO.— T r a n s p o r t e del cali-che, desde las canchas a los bu-zones de las chancadoras; y de las calicheras o acopios, a las rampas de carguío en carros.

ACCESO.—Caminos en pendiente as-cendente hasta la rampa, para volcar el caliche en las carretas sobre los carros que lo llevan a la máquina.

(*) El asterisco indica los vocablos cuyo uso es más o menos corriente en Chile con la misma acepción. (Nota de la Redac-ción).

ACEITADOR.—El e n c a r g a d o d e lu-bricar los trenes y cables.

ACENDRADORA.—Aparato p a r a t r i -turar el caliche; chancho; chan-cadora.

ACENDRADO.—Trituración de l ca-liche en los chanchos.

ACENDRADOR.—Operario e n c a r g a d o de la trituración de los caliches en chanchos.

ACENDRAR.—Triturar, moler el ca-liche en los chanchos.

ACIDULADO.—Ligeramente ácido. ACHANCACADO.—Caliche d e color y

aspecto de chancaca, café obs-curo.

ACHILLADO.—El operario vivo en su t rabajo.

ACHILLARSE.—Apurarse; moverse rápidamente.

ACHOCOLATADO.—Caliche d e color de chocolate.

ACOPIO.—Caliche pircado en las pampas; se dice « de la casa», cuando ha sido tasado y recibido al particular.

ACULATAR.—Hacer r e t rocede r u n a carreta con las muías, para faci-litar la carga o descarga de sus materiales.

ACUMULADOR.—Aparato q u e s i rve para regularizar el trabajo de una máquina recogiendo el sobrante de fuerza.

* ADELANTO.—Dinero q u e se an t i -

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VOCABLOS SALITREROS 57

cipa al operario, a cuenta de su t raba jo .

ADMINISTRADOR.—-EL que cuida y dirige todas las operaciones de una oficina salitrera, aperador.

AGUA FEBLE.—Disolución salina de la misma calidad que el agua vieja, pero ésta vuelve de la Ca-sa de Yodo, después de haber precipitado este metaloide, y con el adi tamento de sales y ácidos •empleados en esta elaboración la que ha pasado por la Casa de Yodo y a la que se ha extraído esta substancia.

AGUA VIEJA.—Disolución salina sa-turada en frío en todas sus sales, a la temperatura ambiente, que queda en las bateas después de precipitar el salitre cristalizado, y que vuelve al ciclo de operacio-nes siguientes a disolver nuevas sales mediante la diferencia de temperatura ; agua madre.

AGUA DEL TIEMPO.—La extraída de pozas para el lavado de los ripios antes de ser botados.

AGUADA.—Manantial, jahuel, pu-quio.

* AGUATARSE.—Ingerir b e b i d a s en abundancia.

AHUESADO.—Caliche duro, sulfa-toso, blanquecino, pobre en ni-t ra tos .

ALCANCE.—Sobrante, saldo del sa-lario del operario, después de retirar sus pedidos en dinero.

ALFILER.—Varilla delgada de fie-rro, con una pun ta aguzada, que se coloca verticalmente, para sos-tener la compuerta de las carre-tas.

AL GOLPE.—Trabajo del socavo-nero que t ranspor ta carros va-cíos.

AMACHAMBRAR.—Ensamblar pie-zas de madera.

ANARANJADO.—Caliche d e color na -ran ja .

APANQUECADO.—Caliche t e r roso , es-ponjoso.

APAREJO HERRAMENTERO.—Especie de montura de sacos, con gran-des lomillos para llevar las he-rramientas de los barreteros y particulares.

APARTADO.—Selección del caliche, separando las tierras y las mate-rias extrañas.

APEGUALAR.—Arrastrar. * APERO.—El conjunto o recado de

monturas, baticola, cargador, co-llera, jáquima y cadena, que se usan en las carretas.

APLATILLADO.— P e r s o n a h a s t i a d a del t raba jo de la pampa.

APLATILLARSE.—Aburrirse. APORREADOR.—Martillo o m a c h o

para despedazar, a cuña, los des-costres y colpas grandes de cali-che.

APONEAR.—Quebrar con martillo, trozos de caliche.

APORREO.—Acción y efecto de apo-rrear .

ARBOLES.—Caliche ramificado en las grietas de las rocas.

* ARNESES.—Aperos, guarniciones de las caballerías.

ARRANQUE.—Tramo d e l ínea q u e se deja después de colocado un cambio, y que sirve para prolon-gar un nuevo desvío; separar el caliche de las estratas de tapa y asiento.

ARRASTRE.—Llevar el ca l iche a las tolvas destinadas al carguío de

los cachuchos. ARRATÓNARSE.—Sufrir de h i n c h a -

zones en los músculos de las mu-ñecas por excesivo t r aba jo con el martillo de barrenar , después de haber estado algún tiempo sin ejecutar esas operaciones.

ARREAR.—Vaciar el caldo calicho-so, cuando tiene la suficiente densidad; largar.

ARREBATADO.—Se dice del tiro que ha arrojado el material en todas direcciones.

ARREMANGAR.—Retirar el cal iche botado a la orilla de la calichera

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58 ANÍBAL ECHEVERRÍA Y REYES

para que el operario tenga ma-yor campo en sus tareas.

ARRENQUÍN.—El o p e r a r i o q u e a y u -da a cargar las carretas y anima las muías.

ARRIÑONADA.—Masa d e ca l i che con figura de riñón.

ARROLLADOR.—Operario q u e r e m u e -ve la mitad del cuajo del salitre, y lo recarga sobre la otra mitad de las bateas.

ARROLLADURA.— O p e r a c i ó n q u e consiste en arrollar el salitre, echando la mitad ba ja del cua-jo, sobre la otra mi tad al ta de las bateas.

ARROLLAR.—Amontonar el salitre cristalizado de la par te ba ja de las bateas sobre la par te más alta, para acelerar el escurrimien-to del agua vieja sobrante.

ASCENSOR.—Aparato destinado a elevar el caliche, en sentido ver-tical de los chanchos a los cachu-chos, cuando el desnivel del te-rreno lo hace necesario.

ASENTAMIENTO.—Acción y e f e c t o de posar, clarificar.

ASIENTO.—Estratas que están de-ba jo del caliche.

ASISTAN.— ( A s s i s t a n t ) . A y u d a n t e del jefe de alguna sección de plan-ta .

ATABACADO.—Caliche d e color d e tabaco maduro .

ATACADOR.—Pieza d e m a d e r a q u e se emplea para apretar la tierra sobre los explosivos de los tiros y por sus costados.

ATACAR.—Comprimir el material terroso en los tiros sobre la carga de pólvora.

ATARUGAR.—Embut i r . ATOLLARSE EL CHANCHO.— Atorarse

una acendradora. ATRACADOR.—Operario que ayuda

a acercar las líneas calicheras de los acopios, para llenar los carros a mano, facilitando su car-guío; el que corre el caliche del buzón al chancho.

ATRACADURA.—Acción y e f e c t o d e poner las líneas más cerca de los acopios.

ATRAQUE.—Tramos largos de línea férrea movibles, que se van trans-portando armados, paralelamen-te, a los frentes de los acopios, cerca de éstos, a medida que sea necesario, para cargar directa-mente los carros a mano.

ATRINCAR .—Asegurar. AVANCE.—El jornal que se anti-

cipa al operario en pampa a cuenta de su t r aba jo ; el progreso hecho en los rasgos en explota-ción, en dirección al terreno vir-gen.

* Avío .—Montura , aparejo, apero. AZUELA.—Herramienta que sirve

para desbastar madera. AZUFRADO.—Caliche de color ama-

rillo, o anaranjado. AZUL.—Caliche de este color, im-

pregnado de hidrógeno calbu-rado.

AZUL.—Papeleta de ese color, a cuyo recibo, el obrero o empleado sabe la terminación de sus servi-cios.

AZULEADO.—El que ha sido noti-ficado de su recibo.

AZULEAR.—Dar el a z u l .

BACTAIM.—(Back time). Tiempo t raba jado y no pagado.

BAJAR A PLANES.—Atraer con e n -gaños; venir al puerto.

BANCO.—Masa salina conglomera-da que está, por lo general, de-ba jo de la capa calichosa, ce-mentada con pocas sales corrien-tes de ni t rato, y con muchas im-purezas; algunas veces aparece encima del caliche.

BARRENADOR.—Martil lo c o r r i e n t e , empleado por los barreteros; el operario que barrena un tiro.

BARRENEADURA A LA MASA.—La que se practica entre dos opera-rios.

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VOCABLOS SALITREROS 59

BARRETA.—Barra, piquete de fie-rro redondo, con puntas de acero, sacerdote.

B A R R E T A JE.—Cantidad de t r aba jo diario efectuado por los barrete-ros para el arreglo de sus jorna-les.

BATEA.—Estanque destinado a cris-talizar el salitre.

BATERÍA.—Serie de cachuchos, cal-deros, acumuladores, etc., en fi-la, que forman un ciclo completo de t raba jo y constituyen la do-tación de una Oficina.

BENEFICIO.—Operaciones destina-das a la elaboración del salitre.

BIRRANA.—Gancho de fierro para roncear tubos de calderos que han aumentado de peso, por ma-terias calcáreas.

BIRABARQUÍN.—Berbiquíes. BLANCO.—Caliche de ese color. BLANDO.—Caliche de poca consis-

tencia, como lós arenosos, bo-rrosos y terrosos.

BLEISDEL.—Cilindro de fierro que sirve para almacenar la arena clasificada, mientras no se pueda enviar a los Vats.

BOCA.-—Parte superior de las acen-dradoras, por donde admiten la carga; y, también, la par te su-perior de algún tubo.

BODEGA.—Local en que se guar-dan los materiales y repuestos.

BODEGUERO.—Empleado, subordi-nado al contador, encargado del depósito de mercaderías en las Oficinas.

BODOQUE.—Tonto. BOLETERO.—El que lleva la cuenta

de los viajes y vaciadura de las carretas y recibe su carga.

* BOLICHE.—Casas de juego, ten-duco, figón.

BOLÓN.—Trozo compacto de cali-che, papa.

BOLONEÁR.—Destrozar los bolones para echarlos al acopio.

* BOMBERO.—El encargado de las bombas.

BONO.—Dinero que se paga como sobre sueldo, por buen rendi-miento y exacti tud en el t raba-jo, etc.

BORRA.—Residuo sedimentoso en los caliches, que queda debajo de la crinolina y en el fondo del cachucho, o en el chullador; es-tanques de relaves o de desborra al clarificar los caldos, en los que predomina la arcilla fina silicosa.

BORRIENTO.—El caldo sedimento-so de poca densidad salina, cali-che de composición arcillosa, con mucha borra.

BORROSO.—Caliche rico .en arcilla. BOTARIPIOS.—Operarios encargados

de vaciar los carros de ripio al desmonte o botadero.

BÓVEDA.—Depósito en que se fun-de el salitre molido.

BRINE.—Solución salina concentra-da en el Sistema Shanks.

BRIQUETA.—Pancitos de salitre cru-do.

BROCA.—Taladro o barreno afilado de fierro, para dar hondura a los tiros.

BUCHE.—(Bushing). Unión para ca-ñerías de dos diámetros.

BUQUES.—Habitación de obreros solteros.

BURRERO.—El operario que atiende a los- burros.

BURRO.—Aparato auxiliar que se aplica a la cinta t ransportadora para vaciar el caliche a los silos, buzones o cachuchos; puente me-cánico para cargar los cachuchos con caliche tr i turado, que corre, lentamente, a lo largo de éstos; necio, carretilla de dos ruedas para acarrear el material pasado.

BUZÓN.—Silo de paredes inclina-das para almacenar el caliche con que se al imentan las chan-cadoras, depósito del caliche de pampa, chancado, que sirve para llenar los cachuchos.

BUZONERO.-^El encargado de aten-der el t raba jo de los buzones.

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60 ANÍBAL ECHEVERRÍA Y REYES

CABALLOS.—Soportes de la crino-lina en los cachuchos, armadu-ras que sostienen los serpentines.

CACHERO.—Encargado de enman-gar las herramientas, como mar-tillo, palas, picotas, etc.

CACHIMBA.—Franja a n g o s t a de te-rreno que sirve para comunicar dos o más proporciones de una misma estaca, hasta completar su cabida, para no tomar super-ficies. estériles; revólver; cañe-rías por donde entran las solu-ciones a la par te superior de los estanques.

CACHIPORRA.—Especie de m a z o pa -ra golpear el planchaje y des-prender las cristalizaciones adhe-ridas a él.

CACHORREAR.— T r o n a r p e q u e ñ o s tiros para destrozar los bolones grandes de caliche.

CACHORRERO.—Barretero q u e per-fora los bolones y hace tronar los cachorros con brocas de acero, para romperlos con dinamita.

CACHORRO.—Taladros pequeños pa-ra quebrantar trozos grandes de caliche y también para perforar los tiros.

CACHUCHO.—Estanque disolvedor, cuadrangular, para lixiviar el ca-liche por medio de serpentinas de vapor, fondo, caldera.

CACHUREO.—-Depósito de materia-les viejos que no se usan.

CAFETERA.—Especie de estanque. CAFETERO.—El m u c h a c h o q u e lle-

va y recoge el desayuno de los carreteros, cuarteadores y bole-teros, al mismo terreno en que t raba jan .

CAIMÁN.—Hombre lerdo, herra-mienta en forma de cabeza de ese animal, provista de una pe-queña cadena, que se usa para apretar o destornillar las cañe-rías.

CALAMBRIENTO.—Enclenque. CALAMINAS.—Planchas de fierro

acanaladas, galvanizadas o no, que se usan en las casas y cons-trucciones de los campamentos.

* CALAMORROS. — Zapatos ordina-rios, que se a tan en el nacimien-to del empeine y que acostum-bran a usar los operarios en sus labores.

CALDEADO.—Caliche de ley acep-table, pero muy mezclado a banco pobre o sin valor; animal que sufre de las manos,

CALDERO.—Aparato situado cerca y más aba jo de los cachuchos en el que se consume, indirecta-mente, el combustible, sea car-bón de piedra o petróleo, desti-nado a producir vapor para la calefacción o fuerza motriz.

CALDILLO.—Caldo de lgado. CALDO.—Disolución concentrada y

caliente de los nitratos, que pue-den ser, según su densidad, gor-dos, medianos o débiles, obte-nida mediante la lixiviación del caliche; solución espesa que se pasa de los espesadores a las cen-trífugas.

CALDÚA.—La fondada cuyos ripios quedan mojados.

CALICHAL.—Depósito de salitre en explotación.

CALICHE.—Mezcla de sales y subs-tancias insolubles en agua, en la que predomina el ni trato de so-dio mezclado con cloruros y sul-fates, de la que se extrae el sa-litre; se presenta cementada en mantos o capas horizontales.

CALICHERA.—Yacimiento en don -de hay y se establece la extrac-ción del caliche.

CALICHOSO.—Conglomerado salino pobre en nitratos.

CALZONES.—Canales de entrega de caliche acendrado, inclinados, pa-ra alimentar varias acendrado-ras.

CALLAPO.—Parche de saco hari-nero, con que se guarnecen los

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VOCABLOS SALITREROS 61

pantalones de los t rabajadores, en forma simétrica; pedazo de neumático, para remendar au-tomóviles.

CALLOS.—Taladros pequeños que sirven para profundizar y dar forma a los tiros.

CAMAL.—Local en que se beneficia el ganado destinado al consumo; matadero .

CAMANCHACA.—Neblina muy hú-meda y espesa, que suele empo-brecer el caliche en pampa.

CAMANCHAQUERO.—El operario que, por incapacidad o flojera, aban-dona su t raba jo .

CAMAROTE.—Habitación de traba-jadores solteros, con camas sobre-puestas.

* CAMBIADOR.—El que atiende el movimiento de los cambios en las vías férreas; guarda-agujas.

* CAMBIO.—Aparato para desviar el movimiento en las líneas fé-rreas.

CAMBUCHO.—Pequeño depósito pa-ra extraer muestras del líquido cuya densidad haya que medir.

CAMINERO.—El encargado de la conservación y riego de las hue-llas.

* CAMIONERO.—El que gobierna el camión para el t ransporte del caliche.

CAMPAMENTO.—Conjunto de habi-taciones de los operarios y obre-ros.

CANALEROS.—Operarios a cargo de los canales.

CANALES.—Conductos para la dis-tribución de las aguas y caldos salitrosos.

CANARIO.—Cajero que da los vales y recibe el dinero en la pulpería.

CANASTILLOS. — Protecciones de planchas perforadas en el fondo de los cachuchos, colocadas so-bre las secciones de las bombas, y también en los traspasos.

CANASTO.—Conjunto de varias ho-

jas sostenidas en dos vigas de fierro.

CANCHA.-—Terreno o plataforma ho-rizontal en que se acopia, seca y ensaca el salitre para su embar-que en el puerto; el desmonte que se ejecuta, en la calichera, para depositar el caliche.

CANCHADOR.—Operario que, a pala, ret ira y t ransporta el salitre de las falcas o bateas a la cancha, o a los carros.

CANCHAR.—Retirar el salitre de las bateas o falcas para trans-portarlo a la cancha.

C A N C H O .—Remuneración extraor-dinaria.

CANDINGA.—Majadería. CANTINA.—Puesto en que se da el

almuerzo comida a los opera-rios.

CAÑÓN.—Chimenea que queda en-tre el desboque y la taza de los tiros.

* CAPACHO.—Espuerta; alforja. CAPEAR.—Quitar el bulto. CARBONCILLERO.—Operario que re-

t i ra las escorias de los calderos y las lleva al desmonte.

CARBONCILLO.—Residuos de car-bón y coke; lo que se ret ira del hogar de los calderos, por no tener material úti l ; carbón mo-lido. '

CARBONERA.—Depósito de carbón. CARBONERO.—Operario que atien-

de la carbonera. CARGA.—Cantidad de explosivo usa-

do en los tiros. CARGADOR.—Operario que atiende

la conducción y carguío, de los sacos de salitre de la cancha a los carros del ferrocarril; el encar-gado de cargar los tiros de las calicheras.

CARGAR.—Colocar el explosivo en los tiros.

CARGUÍO.—Acarreo del caliche en carretas o carros.

* CARPA.-—Tienda de campaña, tol-do.

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62 ANÍBAL ECHEVERRÍA Y REYES

CARRACA.—Pan d u r o . CARRERO.—El operario que guía el

carrito tirado, por muías, y que hace el tráfico a las estaciones cercanas y a las oficinas para conducir la gente y sus bultos.

CARRETA.—Carro; vehículo arras-t rado por muías, para el trans-porte del caliche.

CARRETAJE.—Trato y t r a j í n q u e se hace con carretas.

* CARRILANO.—El q u e t r a b a j a en las líneas férreas.

* CARRO.—Vehículo para transpor-t a r caliche, sea de tolva o de ca-jón de descarga lateral automá-tica, o de marcos reforzados.

C A S A DE YODO.—El local en que se elabora esta substancia.

CASCAJO.—Materia compuesta de cantos rodados, con poca base salina.

CATA.—Tiro pequeño para recono-cer y remover la masa calichosa en la pampa; excavación, en ge-neral.

CATALINA.—Rueda que gira sobre un eje, para el arrastre de pesos.

CATEADOR.—El que catea y busca yacimientos.

CATEO.—Planificación y cuadricu-lado del terreno; perforación; medida y muestreo de los tiros, para reconocer la pampa cali-chera.

C A T R E DE ELEFANTE.—El formado por una calamina, sostenida con tarros vacíos de bencina.

CENTRÍFUGA.—Máquina q u e g i ra a al ta velocidad, empleada para lavar y secar el salitre.

CENTRIFUGADO.—Salitre q u e se h a sometido al aparato anterior.

CENTRIFUGAR.—Acción d e l ava r y secar el salitre en centrífugas.

CERCO.—El que forma la saca al-rededor del terreno.

CERRILLO.—Cerro p e q u e ñ o . CLARIFICADORES.—Chulladores. CLARO.—El caldo casi transparen-

te, de ba j a densidad, que contie-

ne pocos insolubles o materias extrañas.

CLAVADOR.—Operario que , por me-dio de clavos, sostiene los rieles de los durmientes.

CLAVO.—Barretilla corta, alfiler o chaveta , para mantener la com-p u e r t a de las carretas.

COBA.—Tierra suelta mezclada con piedrecillas chicas, y, a veces, con cristales de sulfato de calcio; si es muy suelta, se la denomina muer ta ; está más abajo del con-gelo; tercera estrata de asiento del caliche.

* COCINERÍA.—Puesto en q u e se venden comestibles a los t raba-jadores de la pampa.

COGOTES.—Partes no explotadas en terreno calichoso ya t raba jado; cinturas de terrenos tapados con desmontes.

COILE.—(Coil). Serpentina de me-tal ; bobina.

COLADOR.—Coladero; utensilio que sirve para colar líquidos.

COLCHAR.—Añadir los cabos de los cables.

COLPA.—Trozo duro de material calichoso.

COLLERA.—Yunta d e m u í a s ; el t r a -mo de línea férrea formado por dos rieles, con sus durmientes clavados y eclisas.

COMBO.—Martillo pesado de fierro con que el barretero perfora los ti-ros, y a taca los descostres y col-pas grandes de caliche; alma-dana ; mazo; puñetazo.

COMPÁS MARICÓN.—El que tiene p u n t a y pa ta .

COMPONEDOR.—Algebrista; curan-dero que compone los huesos dis-locados: el operario que arregla, provisionalmente, algo.

COMPOSITOR.—Algebrista; compo-nedor.

COMPRADOR.—Empleado que tasa o mide la cantidad de caliche extraída por los particulares; el que les recibe el caliche.

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VOCABLOS SALITREROS 63

COMPUERTA.—Plancha suelta de fierro, que se coloca al extremo de la carreta para sostener la carga de caliche.

CON FUEGO.—Anuncio de que viene algún Jefe.

CONCENTRACIÓN.— Aumentar la densidad del caldo calichoso.

CONCESIÓN.—Permisos que se dan para ventas o negocios en las Oficinas.

CONDENSADOR.—Cañería de circu-lación a vapor en los cachuchos, que se emplea para calentar los líquidos y materiales en lixivia-ción, reduciéndolos de volumen.

CONDENSADORA.— Resecadora de agua.

CONDENSAR.—Convertir en agua el vapor de las calderas; reducir una materia , espesándola a me-nor volumen; elevar algo a un grado superior, en ley o potencia, o electricidad; cambiar una subs-tancia del estado gaseoso al lí-quido.

CONGELO.—Masa de tierra muy salina y rica en sulfato o cloruro de sodio, que está debajo del manto calichoso; primera estrata, de asiento, del caliche.

CONGLOMERADO.—Masa de mate-rial revuelto y cementado con sales.

CONGRIO¿—Billete de a cinco pesos. CORTAR.—Depurar las aguas; ope-

ración de precipitar el yodo al estado libre, de su solución en el agua vieja; cerrar el paso de una válvula de aire, gas o agua; parar la salida del caldo salitroso en los cachuchos, por haber ba-jado su densidad aceptable.

CORTES.—Aberturas en partes de tierras altas, para el paso de las vías férreas, cañerías, huellas, etc.

CORRAL.—Lugar en que se alojan y mantienen las muías y anima-les que no t r aba jan ; el que forma la saca alrededor del t iro; cala-bozo.

CORRALERO.—El encargado del cui-dado y curación de las muías y de su alimentación y herraje.

CORREA.—Cinta t ransportadora de caliche, salitre, etc., entre diver-sas secciones de la Planta.

CORRECTOR.—Individuo que atien-de los t raba jos de extracción del caliche en la pampa, ba jo las ór-denes del Jefe.

CORRIDA.—(run). Ciclo completo, en el t ra tamiento del caliche

CORRIDO.—Sistema de hacer los t raspasos combinados en los ca-chuchos.

CORRIENDO.—Aviso de prevención o alarma, después de encendida la guía en la t ronadura de los ti-ros; el caldo que va saliendo del cachucho. ,

CORRIMIENTO.—Reumatismo. * COSTINO.—Costeño; el que vive

en la costa. COSTO.—Precio neto, después de

sumar los gastos de extracción, acarreo y elaboración; directo el de producción sin considerar los gastos generales; F. A. S. el del salitre al costado de la nave; total, el que incluye todos los desembolsos.

COSTRA.—Conglomerado de subs-tancias estériles cementadas con sales, y de escasa ley en ni trato, que queda sobre el man to de ca-liche; segunda est ra ta de tapa del caliche.

COSTRERO.—Individuo que vigila la extracción y acopio del cali-che, para evitar la intromisión de costras y material de poca ley.

COSTURA.—El que cose los sacos llenos de salitre; hilvanador.

COTA.—Chaquetón de punto tejido, de osnaburgo o de sacos harine-ros, que los pampinos acostum-bran sobre el paleto, abrochado en los hombros.

COTONA.—Camiseta sin mangas, de punto.

CRINOLINA.—Falso fondo de pa-

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64 ANÍBAL ECHEVERRÍA Y REYES

lastro perforado, que se coloca en los cachuchos para sostener la carga que lixivian, y deja un espacio libre de circulación de líquidos, en el fondo de ellos.

CRISTALIZADORES.—Bateas. CRUDO.—El caliche que no ha sido

penetrado por el líquido disol-vente.

CRUZAMIENTO.—Cambio de líqui-dos en los cachuchos.

CRUZAR.—Traspasar el caldo en los cachuchos para dejarlos de la densidad suficiente, en la lixi-viación del salitre.

CUAJO.—Capa de salitre que queda en las bateas, después de sacar el agua vieja.

CUARTA.—Cadenas o cables para unir los arneses de las muías y los ganchos de tiro en las carretas.

CUARTEADO.—Terreno calichoso es-triado, por part iduras debidas a contracciones atmosféricas o a explosión de la humedad de sus sales.

CUARTEADOR.—Postillón que tra-ba ja ayudando en las carretas, en los terrenos pendientes o pe-sados.

CUARTEAR.—Arreglar los aparejos de las muías en las carretas; ayudar a la muía para arrastrar esos vehículos; dividir un ma-terial para ensayarlo.

CUARTEO DE LAS MUESTRAS.—Di-vidir en cuatro porciones el mon-tón cónico que se hace con las muestras.

CUARTERA.—Muía que, en las ca-rretas, va a la derecha.

CUBAS.—Fondos de fierro en los que se t r a taba el caliche según el antiguo sistema de paradas.

CUBICACIÓN.—Determinación del caliche que contiene una pampa calichosa, mediante la perfora-ción de tiros, muestreadura, en-sayes y avalúos de espesores ex-plotables. El producto de la su-perficie calichal, por el espesor

medio y por el peso del metro cúbico de caliche, da en peso en pampa, y descontando éste con las pérdidas probables de ex-tracción y acarreo, resulta el cu-bo en máquina, todo lo que, mul-tiplicado por el % de la ley, pro-duce los quintales métricos de salitre práctico en pampa.

CUCHARA.—Aparato para extraer el material picado en los tiros como concha, algo bombeado, for jado en fierro, más chico que aquélla, para limpiar el polvo de los taladros; capacho que sirve para extraer la carga en las palas mecánicas.

CUCHARÓN.—Pala pequeña, para limpiar el fondo de los tiros; cu-chara.

CUEVA.—Labores bajo la superfi-cie, para extraer caliche de alta ley, a profundidad; sistema de extracción que se hace, como en las minas, subterráneamente, en lugar del rasgo a cielo abierto.

CUEVERO.—El operario que traba-ja en las cuevas.

CULATA.—El extremo del cachu-cho, opuesto al tapón.

CULEBRÓN.— Pequeña y gruesa manguera para aire comprimido con válvulas de escape, que se acopla a las cañerías para que puedan t raba ja r , a la vez, va-rios perforistas en un mismo sitio.

CUNA.—Aparato mecánico al que entran los carros cargados con caliche^ para ser volcados.

CUÑA.—Trozo de acero que se gol-pea con el macho en la perfora-ción de los tiros; apara to mecá-nico que sirve para vaciar los carros con caliche.

CUQUE.—(cook). Cocinero de las cuadrillas de carrilanos.

CHAFLE.—Sable. CHALALA.—Alpargata; ojota; abar-

cas.

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VOCABLOS SALITREROS 65

CHALLONA.—Persona de cara abul-tada.

* CHAMELICOS.—Trastos; trebejos. CHANCA.—Molienda, tr i turación del

caliche; tunda. CHANGADOR.—El operario que vi-

gila la tr i turación del caliche y lo empuja hasta el embudo de la máquina.

CHANCADORA.-—Aparato para tri-tu ra r el caliche; acendradora; chancho.

* CHANCAR.—Moler; t r i turar ; des-menuzar .

CHANCHA.—Block de fierro, con diversas ranuras y moldes, que se emplea para amoldar las pie-zas de fierro for jadas en la fragua.

CHANCHERO.—El que t r a b a j a en acendrado del caliche, alimen-tando las chancadoras.

C H A N C H O PRIMARIO.— Chancado-ra ; acendradora del t ipo de qui-jada, para t r i turar el caliche; Secundario, el que t r i tura el ya pasado por el anterior.

CHANGO.—Aborigen de la costa del Litoral del norte.

* CHAUCHA.—Moneda que era de plata¡ hoy de níquel, de valor de veinte centavos.

CHAVETA.—Varilla de fierro para sostener la compuerta de las ca-rretas calicheras; qui tando la chaveta y compuerta se vacia en la rampa, y sirve para acu-ñarlas.

CHEY.—Manceba; concubina. CHEQUIAR.—Revisar (check). CHIMENEA.— Tiro de perforación

grande, ascendente; la que sirve para la ventilación de los rasgos en el t r aba jo por cuevas.

CHINCHILLA.—Trozos chicos de le-ña o despuntes de madera, que los operarios llevan, ocultamen-te, a sus casas.

C H I K E N E R . — Espesador. (thicke-ner).

CHOCO.—Pequeños trozos de ma-dera o fierro, que se colocan de FILOLOGÍA, N.° 1

cuñas en las ruedas de las carre-tas, o en los trenes, para impedir su movimiento; carabina recor-tada .

CHOCOLATERAS.— Estanques cilin-dricos para el t ra tamiento de las borras.

* CHONCHÓN.'—Lámparas de para-fina o aceite crudo, sin tubo.

CHOQUERO.—Operario que pone los chocos; el que ayuda a aculatar las carretas al ser vaciadas en las rampas ; el carpintero qus los fabrica.

CHORRO.—Rasgaduras de más de un pie en el man to calichoso, re-llenadas con tierra o material inúti l ; ripio conglomerado; por-ciones de terreno estéril.

CHUCA.-—Materia gris, suelta, blan-da , pulvurulenta, primera es t ra ta de capa del caliche que procede, probablemente, de la descom-posición de las capas superficia-les, de rocas erupt ivas; se com-pone, por lo general, de arena, t ierra y arcilla y se encuentra so-bre la costra, formada por la ac-ción de lluvias, camanchacas ( y aun por sequedad de la atmós-fera.

CHUCHO.—Cárcel. * CHUFLAY.— Bebida alcohólica,

mezclada con agua y limón. CHULLA.—Clarificación de los cal-

dos del caliche. CHULLADOR.—Estanque destinado

a la clarificación del caldo sali-troso, que proviene de la lixivia-ción del caliche de los cachuchos-

CHULLAR.—Poner el caldo salitroso, en condiciones de clarificarse, sedimentando las materias que tenga en suspensión y los exce-sos de sulfatos y cloruros.

CHULLERO.—El encargado de los chulladores, para clarificar el cal-do.

CHUMACERAS.—Descansos con ta-pas de fierro fundido.

CHUPADORES.—Cañerías de salida 5

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66 ANÍBAL ECHEVERRÍA Y REYES

de la solución del fondo de los estanques.

C H U P E . — C o m i d a ; alimentación; merienda.

* CHURRASCO.—Trozo d e c a r n e asa -da, que se da a los operarios.

CHUTE.—Plano indicado de fierro, para entregar el caliche de un punto, de mayor al tura, a uno de menor nivel; fu t re ; lechu-guino.

* CHUZO.—Barreta de fierro para abrir hoyos en la t ierra.

DALE.—Maza de fierro para afir-mar los remaches.

DAR LA BOTA.—Despedir algún de-pendiente u obrero.

DAR VUELTA AL T I R O . — A m o n t o n a r el material de un tiro, separando el caliche de la materia estéril.

DECANTAR.—Dejar q u e a s i e n t e n las materias en suspensión en los caldos calichosos.

DEFLAGRAR.—Arder u n a s u b s t a n -cia súbitamente, con llama, pero sin explosión.

D E NÚMERO.—Muía s u p l e m e n t a r i a que va adelante de la varera.

DESAGUAR.—Lavar, r e p e t i d a s ve-ces el ripio en el cachucho, para extraerle el exceso de ni t ra to o caldo; dejar escurrir el agua vieja en las bateas que ya han depo-sitado su salitre por cristaliza-ción.

DESATADO.—Caliche en q u e h a pe-netrado el disolvente.

DESATERRAR.—Limpiar u n a cali-chera, hasta dejadla descubierta.

DESATIERRE.—Descubrir el manto calichoso de los desmontes y de la tierra en las calicheras; sacar tierra.

DESBOQUE.—Parte del t e r r e n o ca-lichoso que se qui ta en la par te superior para facilitar la chime-nea del tiro.

DESBORRADOR.—El o p e r a r i o q u e atiende la extracción de las bo-

rras en las bateas, cachuchos, chulladores y estanques.

DESBORRAR.—Extraer las b o r r a s d e los estanques y chulladores.

DESBORRE.—Acción y e fec to d e desborrar.

DESCABEZAR.—Hacer correr par te del cuello superior de los cachu-chos; rellenarlos, y esperar para repetir la misma operación.

DESCOSTRAR.—Quitar las c o s t r a s ; acción y efecto de ejecutar el descostre.

DESCOSTRADURA.—Acción y e fec to de descostrar.

DESCOSTRE.—Ensanchamien to d e la par te superior de los tiros para que pueda t raba ja r el barretero antes de hacer el cañón.

DESCUBRIDORA.—La conces ión d e tres estacas de un millón de me-tros cuadrados cada una, de te-rrenos calichosos.

DESMONTE.—Material de muy ba ja ley calichosa, inaprovechable; lu-gar en que se amontonan los ri-pios; producto de la apertura de una calichera.

DESRIPIADOR.—Los ope ra r io s q u e t r aba jan en desocupar y limpiar del ripio los cachuchos, a veces, aun calientes.

DESRIPIAR.—Extraer, sacar el ri-pio inútil de los cachuchos.

DESRIPIO.—El m a t e r i a l q u e se ex-t rae de los cachuchos, y que no conviene seguir lixiviando; ope-ración que consiste en vaciar del cachucho, el material pobre.

DESTÁCE.—Acción de destazar un tiro.

DESTAJO.—Labor q u e se c o n t r a t a sobre determinada cantidad de material y de t rabajo .

DESTAZADOR.—Operario, general-mente niño, que se ocupa de en-sanchar el fondo de los tiros, pa-ra que contengan la cantidad necesaria de explosivo.

DESTAZADURA.—Acción y e f ec to d e destazar.

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VOCABLOS SALITREROS 67

DESTAZAR.—Excavar la coba por debajo del manto de caliche; ensanchar el t iro ba jo el man to calichoso, para colocar la can-tidad de explosivo que sea nece-saria.

DETONADOR.—Cápsula de cobre o aluminio que, en su interior, con-tiene una composición muy ex-plosiva, que se hace estallar por medio de una guía encendida, o eléctricamente, mediante un chis-pazo a alta tensión.

DIABLO.—Barreta corta de pun ta , en forma de uñeta y ranura y talón, que se emplea para ex-traer los clavos de los rieles y durmientes en las líneas férreas.

DIARIO.—Jornal que se adelanta, cada día, al operario.

DINAMITERO.—El que cuida de la dinamita , y de su uso, en las faenas de extracción en la Pampa .

DINAMÓMETRO.—Pequeña balanza de resorte, para pesar el alambre o huincha de medir, a una ten-sión determinada.

DISOLVEDOR.—Aparato destinado a la lixiviación del caliche.

DOBLE.—Medida equivalente a dos litros de licor o cerveza.

* DONKERO.—El encargado del don-key.

* DONICEY.—Aparato destinado a ba jar y levantar pesos; el que at iende la estación de bombas en los piques o pozos de agua, destinados a la elaboración.

DORMIDO.—El tiro que no explota. DOSIFICAR.—Determinar la canti-

dad necesaria en cualquier mez-cla.

DRAGA.—Máquina que limpia el terreno en explotación.

DREIN.—Drenaje; desagües; estru-jes; soluciones muy débiles de n i t ra to que se forman al final del t ra tamiento, agregando agua, para lavar el caliche. (Drain).

DURO.—Caliche muy compacto y resistente, difícil de lixiviar, co-

mo los ahuesados, apiedrados y alozados.

ECHADO.—El tiro que no da resul-tado, por no haber deflagrado el explosivo, o por ser pequeña su cant idad.

ELABORACIÓN.'—El conjunto de las operaciones necesarias para ex-traer el salitre del caliche de la rampa, hasta dejarlo en la can-cha.

ELABORADOR.—El encargado de vi-gilar la elaboración.

ELABORAR.—Preparación del cali-che, hasta convertirlo en salitre en cancha.

ELEVADOR.—Plano ascendente, en el acarreo del caliche; también se denominan así, diversos apa-ratos para subir cualquier ma-teria 1.

EMBARQUE.—Porción determinada de salitre que se ha contra tado embarcar en alguna nave.

EME ELE.—Mother liquor; solu-ción débil de ni t rato obtenido al cristalizar el salitre de la so-lución concentrada; agua vieja.

EMPAREJADOR.—El operario que está debajo de la chancadora para recibir y extender el caliche t r i turado sobre los cachuchos, a fin de que sea cubierto por los líquidos disolventes; el encarga-do de emparejar el caliche en los carros, debajo de las acendrado-ras.

EMPATAR.—Retirar, con pala, la tierra que cubre los mantos de caliche al sol; operación prelimi-nar en la perforación de los tiros, procurando que el principio del barreno, sea un agujero cilin-drico, para que pueda girar con facilidad, sin encallarse.

EMPATILLAR.—Encontrar o c u p a -ción en las labores.

EMPLANCHADO.—El conjunto de la crinolina de los cachuchos.

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68 ANÍBAL ECHEVERRÍA Y REYES

EMPLANTILLADO.—A r r e g 1 o , con tablas o latas, del fondo o taza de los tiros, para evitar que, con sus grietas y landras, se pierda la fuerza de los gases del explo-sivo.

EMPLANTILLAR.—Arreglar c o m o se expresa en la definición prece-dente.

EMPUENTADO.—Explotación subte-rránea, por medio de cuevas, de-jando sostenes para impedir atie-rres.

ENCACHADO.—Engreído; mal ages-tado.

ENCALLAR.—Atascadura q u e se p ro-duce en los tiros por la mala ma-niobra del barretero, al no girar en debida forma el barreno.

ENCHANCADOR. ; -— Operario que t ransporta el salitre de las falcas o bateas, para depositarlo en la cancha de embarque.

ENCAPADO.—Terreno que tiene mu-cho material estéril, sobre el manto de caliche.

ENCATRADO.—Aparato p rov i s iona l para t r aba ja r en al tura.

ENCENDEDOR.—El q u e a t i e n d e las lámparas de los trenes en movi-miento; el encargado de encen-der el fogón de las locomotoras en la madrugada, para mante-nerlas a presión al principiar el t raba jo ; apara to que sirve para encender los quemadores en los fogones a petróleo de los calde-ros.

ENCOBAR.—No producir efecto los tiros en pampa.

ENFRIADERA.—Depósito en q u e , antiguamente, se dejaba el caldo calichoso, para su cristalización en frío; sección en que se hace pasar el caliche granulado para enfriarlo; torres de madera de las que cae agua vieja en forma de lluvia, para evaporar y en-friar la solución.

* ENGANCHE.—Convenio de arren-

damiento del servicio de los ope-rarios.

ENMANGADOR.—Operario q u e se en-carga de arreglar los mangos de las palas, martillos, mazos, etc.

ENRIELADURA.—Colocación d e los durmientes, rieles, eclisas, y per-nos, en las vías férreas de una Oficina.

ENSACADOR.—Operario q u e se en-carga de ensacar el salitre en cancha.

ENSAYADOR.—El q u e r e c o n o c e ' l a s substancias existentes en cual-quier masa, y determina sus le-yes.

ENTABLILLAR.—Arreglar con t a b l a s o latas, el fondo o taza de los ti-ros para evitar grietas en ellos.

ENTIERROS.—Acopios d e m a l a ca-lidad, cubiertos con buen caliche.

ESCOBILLA.—La c a b e z a d e los t u -bos sondeadores de las máquinas limpiadoras de tubos, que es la par te que corta las incrustacio-nes.

ESE ESE.—Strong Solution; solu-ción concentrada de n i t ra to que va a la P lan ta de Cristalización para precipitarle el salitre; caldo por el Sistema Shanks.

ESQUINEROS.—Espacios p r o t e g i d o s por planchajes remachados en las esquinas de los cachuchos, para facilitar el movimiento del ílquido sin que éste arrastre las borras y arenas.

ESTACA.—La conces ión d e u n mi-llón de metros cuadrados en te-rrenos calichosos.

ESTADO.—Resumen diario de las operaciones realizadas en cada Oficina.

ESTAF.—(Staff). Casas que sirven de habitación a los empleados solteros.

ESTANQUE.—Receptáculo para el agua del tiempo, vieja, relaves o borras.

ESTARTER.—Aparato que sirve pa-ra hacer part ir los motores.

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VOCABLOS SALITREROS 69

E S T A R T Í N — P a p e l e t a q u e el Bie-nestar da a los obreros o emplea-dos que t raba jan . ( S T A R T I N G -TICKET).

ESTTATA.—Masa mineral, en forma de capa, de espesor casi uniforme, que consti tuye los terrenos sedi-mentarios.

ESTRUJAR UNA FONDADA.—Dejar salir todo el líquido calichoso, concluida la lixiviación.

ESTRUJES.—Líquidos absorvidos o retenidos por masa húmeda, que se escurren,, poco a poco, de los ripios o del salitre.

EVAPORADOR.—Aparato q u e s i rve para evaporar el agua de una disolución y recoger los residuos después de convertir en vapor un líquido y concentrarlo.

EXPLOTADOR.—Disparador q u e ex-plota, haciendo explosión; cáp-sula de cobre o aluminio del grueso de la guía, provista en su fondo de materias explosivas para hacer explotar la d inamita ; máquina eléctrica de magneto, que se emplea para explotar va-rios tiros a un mismo t iempo; detonador.

FAENA.—Cuadrilla de t rabajado-res o peones.

FALCA.—Plano exterior inclinado, de fierro, en que se deposita el salitre arrollado, colocado al lado del borde superior de las bateas , para secarlo.

FALCADOR.-—El e n c a r g a d o d e las falcas.

FALCADURA.—Echar el salitre arro-llado, con palas, al plano incli-nado exterior.

FALLO.—El o p e r a r i o q u e n o h a sa -lido a su labor diaria.

* FATALIZARSE.—Sufrir u n acc iden -te o una desgracia personal.

FEBLE.—Agua vieja que ha pasado por las operaciones de extrac-

ción del yodo y vuelve a los ca-chuchos sin esta substancia.

FICHERO.—El empleado encargado de controlar las fichas o vales que se entregaban a los operarios a cuenta de sus haberes.

FILTRO.—Aparato para clarificar los caldos calichosos, o para reu-nir el yodo impuro.

FINOS.—(fines). Material de cali-che pulverizado, que proviene de su tr i turación.

FLACO.—El caldo o disolución con-centrada de menos de 95° T . W., es decir de poca densidad.

FLANCHE (flange).—Uniones de ca-ñerías.

FONDA.—Local e n el q u e se p r o -porciona comida a los operarios y alójamiento a los forasteros; casa de huéspedes.

FONDADA . —Cant idad de materia calichosa que se t r a t a por vapor en cada cachucho.

FONDEADOR.—Operario encargado de vigilar el cocimiento en los f o n d o s , revolviendo constante-mente su contenido.

FONDERO.—El e n c a r g a d o d e la fon -da .

FONDOS.—Estanques chicos, pailas, vasijas, que primitivamente, se usaban para la disolución por el calor, de la materia salitrosa, en el antiguo sistema de paradas.

FORMAN (foreman).—Jefe de Sec-ción, no los capataces corrientes.

FORRAJE.—El conjunto de agua, pasto seco, cebada y avena, des-t inadas a la mantención de los animales.

FRENTE.—Sostenimiento del relleno que forma la plataforma supe-rior de las rampas.

FUEGO.—Aviso de prevención en los tiros.

* FULMINANTE.—Compuesto q u e hace explosión al estallar.

FUNICULAR.—Plano inc l inado , des -t inado a levantar los carros de

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70 ANÍBAL ECHEVERRÍA Y REYES

caliche o bajar las cargas del sa-litre por medio de cables.

GAFA.—Guarda cabo. GALLADA.—Reunión o conjunto de

t rabajadores ; el jornal que paga al reemplazante el operario que ha fallado momentáneamente.

GALLETA.—(dar la) Despedir a un operario.

GALLO.—Operario que suple a otro de planta.

GANCHO.—Atraer a una víct ima; pedazo de fierro, con pun ta cur-va, que usan los obreros para, ayudarse en la movilización de los sacos con salitre.

GANGA.—Materia que se apar ta como i n ú t i l ; facilidad que se otorga al t rabajador para ali-viarlo en sus faenas.

* GATA.—Herramienta giratoria pa-ra levantar pesos.

GATO.—Levantador de líneas. GAVILÁN.—Víseles que se hace a

los barrenos para que corten fácilmente la roca, en la barre-nadura de los tiros.

GENERAL F O R E M A N . — J e f e d e S e c -ción.

G L A N (gland).—Prensa o estopa. GOLILLAS.—Discos o arandeles con

orificio al centro, para aumentar el espesor de las planchas que se unen por pernos o tornillos con tuercas.

GORDO.—Caldo o disolución con-centrada de más de 100° T . W . de densidad.

GRADUADOR.—Aparato qife marca la densidad de los cachuchos.

GRANGEAR.—Aumentar las entra-das, valiéndose de malas artes.

GRANZA.—Materia prima gruesa. GUACHIMAN.—Sereno. GUAGUA.—Martillo chico que se

usa en la barreneadura mecánica por medio del aire comprimido.

GUAGUAS.—Lomillo de pa ja o sa-cos, muy abultados, que se em-

plean para sostener las barretas sobre las muías herramenteras, a fin de que no se dañen ; per-foradoras o barrenos mecánicos, accionados por aire comprimido.

* GUARAS.—Adornos; movimientos exagerados.

GUARDIA.—Turno de t rabajo, ge-neralmente de ocho horas con-secutivas.

GUARINAQUE.—Aguardiente ordi-nario; persona muy confiada.

HARNERO.—Aparato destinado a separar el material fino, des-pués de la molienda, y antes de la lixiviación del caliche.

HERRADOR.—Encargado de herrar los animales de la Oficina; ma-riscal.

HERRAJE.—Conjunto de herradu-ras y clavos.

HERRAMENTFRO.—El encargado de conservar y distribuir las herra-mientas en buen estado; el ope-rario que lleva las barretas, bro-cas, etc., a la f ragua para su com-postura.

HERRAMIENTA.—Conjunto de los instrumentos que se usan en la perforación, selección, acendra-do, desripiadura, lixiviación, en-canchadura, cáteos, etc.

HILVANADOR.—El encargado de ce-rrar y coser los sacos salitreros ya llenos; costura.

HOJA.—Armazón de lona con pa-litos delgados en el centro, que sirve de filtro para extraer la so-lución fuer te de la borra.

HUELLERO.—El encargado de man-tener esas sendas.

HUEVOS.—Fondos cerrados, en los que, antiguamente, se sometía el caliche hirviendo a una fuerte-presión para su lixiviación; es-tanques destinados a contener el pqlvo.

HUINCHE.—Maquinaria que se usa

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VOCABLOS SALITREROS 71

para elevar materiales pesados; grúas; pescante.

HUINCHERO.—El encargado del huinche.

IDO A LA BOCA.—Se dice de un t iro que arroja el taco.

INCLINADO.—Plano que forma án-gulo agudo con el horizonte, para facilitar la elevación de pesos.

INCOLORO.—Caliche de color blan-co; líquido sin color.

INGENIO.—Maquinaria que se em-plea para mover los distintos aparatos usados en la elabora-ción, maestranza o alumbrado d e las Oficinas.

INTERMEDÍATE, 1, 2, 3.—Solucio-nes de concentración qué van ba jando de ley de los estanques que lixiviación; alimentadores, se-gún el Sistema Shanks.

JABAS.—Carros acondicionados con bancas, en los que se t ransporta a los obreros a la pampa.

JEMAL.—Clavo grande. JUNTURA.—Plano o línea de unión

de dos bloques naturales de ca-liche.

LABORERO.—El que dirige la tarea de los tiros en la pampa.

LAGARTO.—Llave para atornillar cañerías, compuestas de un vás-tago y de una pequeña cadena; caimán.

LAGUNA SECA.—Hoyadas con de-mostraciones de haber contenido aguas detenidas de antiguos alu-viones.

LAINA.—Lámina que sirve para separar las papas o chumaceras, en que descansan los árboles de mandoj y permiten girar sin producir sobrecalentamientos por fricción.

LAMPA.—Pala, azada con pun ta de

huevo, que usan los barreteros o particulares.

LAMPAZO.—Palada. LAMPEAR.—Remover la tierra con

pala. LANCEADOR.—Operario que remue-

ve la masa calichosa en los ca-chuchos durante el cocimiento, para facilitar éste y su desripia-dura .

LANDRA.—Grieta por la que se es-capa el gas del explosivo en los tiros.

LANDROSO.—Terreno agrietado, con estrías y oquedades.

LANZA.—Chuzo liviano que se usa para remover montones de cali-che; para componer ebulliciones disparejas o para deshacer obs-trucciones en los traspasos de los cachuchos.

LARGAR.—Extraer el caldo cali-choso de los cachuchos; arrear.

LATERO.—Operario encargado de extraer la saca en los tiros hon-dos, por medio de un tarro, ama-rrado con üna cuerda.

LAVADA.—Pampa debilitada por los aguaceros.

LAVAR.—Hacer circular, con bom-bas, el agua del t iempo en los cachuchos, antes de eliminar los residuos, para extraer todo el n i t ra to que no haya alcanzado a disolverse.

LENGUAS.—Agujas de cambio. LENGUA DE CHANCHO.—Parte mo-

vible de la chancadora de man-díbula, que t iene forma de len-gua.

LENGÜETA.—Herramienta que sir-ve para desalojar los tubos de las planchas tubulares de los cal-deros de locomotoras.

LEÓN.—Valiente. LIBRETERA.—Operaría encargada

por el t rabajador de atender su libreta, de retirarle su dinero, y hacerle reclamos en el escritorio de la Oficina.

LICOR.—El líquido calichoso no

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decantado; el preparado a base de hiposulfito de soda, empleado en la corta o precipitación del yodo de las aguas madres.

LÍMITE.—Conmutador (switch) de protección automático para dete-ner maquinarias en movimiento cuando pasan de lo normal en el t raba jo .

LIMPIADOR.—El encargado del aseo exterior de las locomotoras y carros.

LÍNEA.—Vía férrea que se usa para el movimiento entre las seccio-nes distantes de las Oficinas.

LISTERA.—Empleada encargada de entregar a cada cliente, a la en-t rada de la Pulpería, un formu-lario de las compras al contado.

L O N C H E R O ( lunch).—Cajita metá-lica cerrada, en la que los obre-ros que t raba jan ocho horas con-secutivas, llevan alimentos secos.

LONGINO.—Así se denomina en el Norte, el Ferrocarril Longitudi-nal.

LOZAS.—Materia que suele cubrir la chuca en forma de platas o tortas.

LUMA.—Trozo largo de esta ma-dera, que se emplea en la con-fección de las varas de las carre-tas ; reprimenda enérgica que re-cibe el operario.

LLAMPERO.—Niño que escoge, en tarros parafineros, lo mejor del material menudo explotado en las calicheras.

LLAMPO.—Caliche, costra o mate-rial menudo.

LLANO.—Terreno sin altos ni bajos. LLAVERA.—Mujer que prepara el

rancho, en la Administración, o en las viviendas de los emplea-dos; mayordoma.

LLAVERO.—El que at iende las lla-ves de distribución de los líqui-dos en la elaboración.

LLAUCANA.—Barrita de hierro, que

se usa en los reconocimientos su-perficiales y para el ensanche de la base de los tiros.

LLENADORES.—Operarios que em-pujan a mano los carros que lle-van el caliche de los acopios; los carritos que se emplean con tal obje to; los t rabajadores que lle-nan carros, cachuchos, etc.

L L E V A R E L TERRENO.— Removerlo, prolongando los rasgos.

LLORONES.—Caliches muy solubles, y aun, delicuescentes, que absor-ven la humedad del aire, y que tienen el aspecto de estar siem-pre mojados.

MACETA.—Combo de madera para golpear las cañerías de circula-ción del vapor de los cachuchos, y hacer saltar sus inscrustacio-nes; martillo de mango largo para deshacer los terrenos gran-des de salitre, para ensacarlos en la cancha.

MACETEADOR.—El operario que des-hace las inscrustaciones calcá-reas exteriores de las cañerías de los serpentines de los cachuchos, golpeándolos con la maceta.

MACETEADURA.— Limpiadura ex-terior de los serpentines de los cachuchos.

MACETEAR.—Limpiar la par te exte-rior de los serpentines.

MACIZO.—Mezcla compacta de ca-liche.

MACHAR.—Triturar, machacar los trozos grandes d e caliche.

MACHO.—Combo; a lmadana para golpear la cuña en los t iros; sirve también para remover las cos-t r a s en terrenos ya explotados y para destrozar las colpas gran-des de caliche.

MADRE.—Agua vieja; sa turada de salitre en frío y otras sales.

MADRINA.—Muía que guía la mu-lada; caponera; cabadera.

MAESTRANZA.—El conjunto de apa-

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VOCABLOS SALITREROS 73

ratos destinados a la herrería, caldería, mecánica, fundición y carpintería.

MANCOMUNADO.—Asociado en al-guna Mancomunal .

MANCOMUNAL.—Mancomunada, so-ciedad de resistencia entre los operarios.

* MANCORNARSE.—Trenzarse a gol-pes.

MANDRIL.—Molde de forma cilin-drica, para rellenar, con metal blanco, los descansos o chuma-ceras.

MANUBRIO.—Empuñadura que sir-ve para hacer girar algunos me-canismos.

MÁQUINA.—El establecimiento de elaboración del caliche, en su conjunto.

MARCADOR.—El que señala los sa-cos para salitre y atiende la má-quina.

MARACA.—Juego de azar. MARCOS.—Cuadros sueltos de fie-

rro, que van en las aber turas de la crinolina, que corresponden a las puertas de los cachuchos y sirven para la descarga del ripio.

MARIPOSA.—Tuerca con alas; mo-tor de una bomba centrífuga.

MARISCAL.—Herrador. MASACOTE.—Conglomeración acon-

crecionada de material estéril re-vuelto con caliche o sales, que, según su predominio, se denomi-na calichosa, salada, etc.

MATA.—Caliche ramificado en las grietas de las rocas.

MATASAPO.—Niño que deshace con mazos los terrones y rompe las cristalizaciones grandes, que es-torban la ensacadura del salitre; el martillo de madera que se em-plea en este t raba jo .

MATERIAL.—El caliche extraído. MAUCHO.—Chileno del sur del país,

no solamente de Maule. MAYORDOMO.— Ayudante del co-

rrector, en los t rabajos de extra-ción y transporte del caliche en

la pampa ; sobrestante de la má-quina.

MECHA.—Hilado de algodón, im-pregnado de bicromato de potasa, que se quema, para reconocer la ley del caliche que se espol-vorea en él.

MEDIANO—Caliche de 15 a 20%, y también se denomina así el caldo o disolución concentrada de menos de 105° T . W.

* MEICA.—Curandera. MELLIZADA.—Materia en forma de

riñonada que suele cubrir la chuca.

MENSURA.—Medida y ubicación de-finitiva de las estacas salitreras.

MINA—Pampa en explotación. MINISTRO.— Diminutivo afectuoso

con que suele designarse al Ad-ministrador de la Oficina.

MODELISTA.—Obrero especializado en la confección de modelos de madera, para hacer piezas de metal en la Maestranza.

* MOLEDERA.—Persona fastidiosa. MOLIENDA.—El acendrado y tritu-

ración del caliche en las chanca-doras.

MONEL.—Metal que resiste al tas temperaturas , usado en los hor-nos.

MONOS.—Equipaje; menaje del ope-rario; trebejos; pequeño lindero con que se demarcan las perte-nencias salitreras, en los vértices del polígono que la forma.

MOÑO.—Sobrecarga que se pone en las carretas, para aumentar el volumen de lo t ransportado.

MUCHACHO.—Pequeño puntal de fierro o madera , que se pone de-ba jo de las cabeceras de la carre-ta , a fin de que descanse la muía varera .

MUELLE.—Puente que sale de las bateas, para distribuir el caliche en cancha.

MUESTREO.—Operación destinada a extraer una porción de material para de te rminar la ley de los ni-

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tratos, rayando el cañón del tiro. MUESTRERO.—El encargado de sa-

car las muestras. MULA.—Aparato mecánico accio-

nado por huinche para subir los carros cargados con caliche a la cuna.

NEGRO.—Caliche de este color-. NIÑO.—Expresión cariñosa con que

se designan los t rabajadores en-t re sí o respecto de sus jefes; la-drón.

N I Ñ O DIABLO.—Operario penden-ciero o de malos instintos.

NIVEL.—Ubicación de la máquina salitrera, con respecto al hori-zonte y a sus diversas secciones de acarreo, ripios y elaboración.

NIVELAR.—Igualar la a l tura de las instalaciones de la Oficina.

NOZZLE.—Boquilla especial que sir-ve para expandir el salitre líqui-do, distribuyéndolo en forma de riego.

Nuco .—Atado de sacos amarrados con alambre, que se usa como tope delante de las ruedas del penúlt imo carro de convoy, para detenerlo a su regreso del soca-vón de la máquina.

N Ú M E R O , DE.—-Mula cuartera que se agrega a la piara de las carre-tas y que el carretero maneja desde a t rás con un ronzal.

NATO.—Revólver de cañón corto. NIPLE.—Trozo de cañería tarra-

jeado en ambas puntas , por fuera.

OBRAR,—Obtener buen resultado con los tiros, mediante el volea-miento del material.

OFICINA.—Conjunto de terreno, edificios, maquinarias, etc., que forman una unidad en la extrac-ción del caliche y elaboración del salitre.

* OJOTAS,—Alpargatas; sandalias. OLLA.—Depósito en donde se funde

el salitre en briquetas. * ONCE.—Refrigerio que se sirve

a los operarios ent re su almuerzo y comida.

OVE DUMPED.—Total de material vaciado en los molinos.

OVE TO PROCESS.—Material t ra-tado.

OVE TO VATS.—Caliche en los es-tanques de lixiviación.

OXIGENISTA.— Operario que tra-ba j a con soplete a oxígeno.

OZONIZAR.— Transformar el oxí-geno atmosférico en ozono.

* PACO.—Soldado de policía. PAIPAS.—Tubos de arcilla compri-

mida, que sirven para recoger el yodo sublimado.

PAJARERAS.—Construcciones de ti-j erales, al lado de la línea férrea, para dirigir el t ránsito.

PAJARO.—Puente mecánico que ele-va y arroja el salitre a la cancha.

* PALANQUERO.—El encargado- de atender las palancas de los trenes en movimiento; guarda frenos.

* PALO GRUÉSO.—Persona de im-portancia.

PALLA — T a m a ñ o más o menos grande, de la colpa de caliche ex-traído.

PAMPA,—-Terrenos calichosos, en general; llanura.

PAMIINO,—La gente que vive o t r aba j a en las p a m p a s del norte de Chile.

PANIZO.—Conjunto del man to ca-lichoso.

PANFIDER.—Correa alimentadora de acero manganeso.

PANQUECOSO.—Caliche esponjoso. PANQUEQUE.—Chuca fofa, rica en

sulfato de cal, sobre la costra; estrata eventual, de tapa, de for-ma lenticular.

PAÑOL.—Bodega para las herra-

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VOCABLOS SALITREROS 75

mientas y materiales de la Maes-tranza.

PAÑOLERO.—El encargado de en-tregar útiles y herramientas.

PAPA.—Bolón de caliche que se encuentra aislado, rodeado de material estéril.

PAPOSO.—Terreno extenso, con pa-- pas diseminadas.

PARADAS.—Conjunto de fondos o calderos de fierro, que se coloca-ban sobre hornillos, en los que, primitivamente, se lixiviaba el caliche, por medio del fuego di-recto.

* PARADERO.—Sitio en que se de-tienen los convoyes en la línea férrea.

PARTICULAR.—Operario que des-pués de tronar los tiros en pam-pa, separa la par te más calicho-sa, para utilizarla en la elabora-ción; t rabajador a contrata.

PARRILLAS.—Mallas de barras grue-sas para harnear el caliche.

PASADO.—El acopio de caliche aca-rreado a la máquina; el t iro cuya profundidad pasa al manto cali-chera.

PASADORES.—Punzones de acero. PASAJERA.—La máquina y el con-

voy de pasajeros. PASAR.—Atravesar con la perfora-

ción para el tiro, todo el manto de caliche; también se dice del caliche recibido al particular.

PASATIEMPO.—El encargado de lle-var la cuenta de los días y horas que t rabajan los operarios.

PATA.—La par te de manto cali-choso que deja un tiro limpio; el caliche virgen que queda a la vista, al explotar una calichera o rasgo.

P A T A DE CABRO.—Trípode provisto de un tecle.

PATECAS.—Tecles a cordel. PATILLA.—Ocupación; empleo; tra-

bajo. PATO.-—Lámpara sin tubo, de fie-

rro fundido, de forma semejante a dicha ave, de parafina.

* PATRÓN.—Jefe superior. * PAYASÁ.—Colchón relleno con ho-

jas. PEGA.— Ocupación momentánea,

que desempeña un reemplazante en ausencia del propietario.

* P E N S I Ó N . — R a c i ó n alimenticia diaria; pesadumbre; melancolía.

PERCOLACIÓN—. Sección en la que se filtran las soluciones de nitra-to, para dar a los caldos la satu-ración necesaria; lixiviación en general.

PÉRDIDA.—Lo que no se aprovecha en los combustibles, cañerías, es-capes, sangrías, cachuchos, ca-nales, chulla, ba tea y ripios.

PERFORADORA.—Aparato destinado a horadar el terreno duro por medios mecánicos, sea aire com-primido o electricidad.

P E R F O R A R .— Horadar , mediante aparatos mecánicos, el terreno calichoso.

PERTENENCIA.—Perímetro que com-prende cada concesión salitrera.

PIARA.—El conjunto de muías que arrastran las carretas.

PICADORES.—Obreros que, con pi-cotas, desmoronan las pilas de salitre para facilitar su ensaca-dura.

P I C A P SHIT.—Pliego detallado de costo.

P I C O DE LORO.—Broca; barreta de pun ta encorvada para sacar mues-t ras de caliche de los tiros que es empleada por los barreteros.

* PICOTA.—Azadón con pun ta afi-lada.

PILAR.—Espacios que se dejan sin explotar, en los t rabajos por cuevas, que sirven para sostener el terreno y evitar hundimientos.

* PILCHA.—Prenda de vestir muy usada.

* PILTRAFAS.— Menudencias de los animales carneados.

P I N C H E (pinch-bar).—• Barreta es-

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pecial para mover carros de la línea; y colocarlos nuevamente.

PIOLA.—Lienza gruesa. PIQUE.—Pozo para extraer el agua

natural indispensable para la ela-boración del salitre.

PIRÁMETRO.—Aparato para medir la a l ta temperatura de los hor-nos.

PISO.—El fondo de los estanques o bateas.

PITMAN.—Operario encargado de arrastrar el cable eléctrico ali-mentador de las palas.

PIZÓN.—Mazo pesado de fierro en forma de pera, provisto de un largo mango, para moler mues-t ras de caliche.

PLACILLA.—Población cercana a las oficinas; campamentos.

PLAIS.—Capas de lona o goma, que forman la correa transportadora.

PLANCHÓN.—Plancha de fierro fun-dido para moler las muestras de caliche.

PLANCHUELAS.—Eclisas. PLAN.O INCLINADO.— Instalaciones

destinadas a levantar el caliche tr i turado, o el caliche en general, por medio de cables.

PLANTA.—Recinto en el que están ubicadas las distintas Secciones.

PLATAFORMA.— Superficie casi ho-rizontal que sirve para la manio-bra y aculatado de las carretas en la rampa, a mitad de la tapa de los cachuchos.

PLATINES.— Planchas rectangula-res de fierro laminado.

PLUMA.—Brazo de grúa giratoria. POBRE.—Caliche de 10 a 15% T .

W., ba j a ley en ni t ratos; caldo de poca densidad.

POLVORERA.—Fábrica de pólvora. POROSO.—Caliche suelto y muy

soluble, esponjoso y de poco peso específico.

PORTEZUELO.—Boquete entre dos alturas.

PRÁCTICO.—Barretero que se en-

carga de calcular la pólvora a los tiros, y los estaca.

PRENSA.—Aparato para comprimir el queso de yodo crudo, duran te su beneficio.

PREPARADOR.—El que carga el ca-chorro o callos que barrenan los particulares.

PRÍEPARE.—Lixiviación del caliche, mediante traspasos cruzados que lo van enriqueciendo gradual-mente y arreglándolo para de-jarlo en caldo de suficiente den-sidad.

PRESIÓN.—Acción de apretar o com-primir el yodo: vapor concen-trado a una compresión deter-minada, para ocuparlo en las máquinas o cachuchos.

* PRETE.—Pretendiente. PRINCIPIAR UN TIRO.—Retirar con

la pala, la t ierra suelta que cubre las es t ra tas duras que se perforan.

PRISIONERO.—Espiga redonda, con ambos extremos enroscados, que sirven para fijar visagras, sopor-tes, tapas de descanso, etc.

PROPIO.—Pasajero montado. * PUELCHE.-—Viento de Cordillera. PUENTES.—Partes de terreno cali-

choso no explotado, en los t ra-bajos ba jo tierra por medio de cuevas; cogote.

PUERTA.—Abertura de los cachu-chos por la par te de abajo, para la salida del ripio.

PULGUERO.—Lugar de detención provisoria; calabozo.

* PULPERÍA.—Local en que se ex-penden mercaderías y artículos de consumo, a los empleados y t rabajadores de las Oficinas.

* PULPERO.—El encargado de aten-der la venta en la pulpería.

PULPOS.—Se denomina, despecti-vamente, a los pulperos y a los concesionarios de los ranchos.

PUNTA.—Botadero de ripios. PUNTEROS.—Operarios que cuidan,

corren y arreglan la línea férrea, en el botadero de ripios, para su

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cómoda botadura; los que atien-den la pun ta del botadero para despejarla y tenerla con las líneas a la orilla de la torta .

•PUQUIO.— Manant ia l ; vertiente natural .

QUEDADO.—rSe dice del tiro que no resulta bien por fa l ta de explo-sión de la pólvora.

QUEMADOS.—^Horno para quemar el azufre y producir ácido sulfúrico en las Casas de Yodo, que se em-plea en la fabricación del licor para cortar el metaloide; boqui-lla de acero, que se usa en las calderas para la salida del pe-tróleo que arde en el fogón; apa-rato para quemar petróleo en los calderos.

QUEQUERAS.—Máquinas para ha-cer briquetas de salitre, en for-ma de cakes.

QUESO.—Borra o ripio acuoso que queda después de qui tar la tapa de la puer ta de los cachuchos; molde de yodo bruto e impuro que resulta después de compri-mido, para sublimarlo en segui-da ; el que se obtiene en los es-tanques de cortar, filtrados en sacos harineros, que se somete a su compresión en las prensas, dándole la forma de un queso y contiene el yodo crudo; torta .

QUÍMICA.—Laboratorio de ensayes. QUÍMICO . —Ensayador. QUINTAL.—El español de 100 li-

bras, o sea 46 kilos.

RAIDERS.—Bajadores de tubos en las máquinas limpiadoras.

RAMADA.—Local en que se bene-fician los animales; galpón; co-bertizo en el que se refaccionan los aperos y monturas de los tra-bajos diarios; talabartería.

RAMADERO.—El encargado de aten-der la ramada.

RAMALERO.—Talabartero que tie-ne a su cargo la reparación de los aperos.

RAMPAS.—Instalaciones de carguío, en las que el caliche que llega en las carretas, se vacia a los carros calicheras que lo llevan a la má-quina, en ésta sirve de depósito delante de las chancadoras; si-tio de acceso para las carretas a fin de que puedan volcar su con-tenido sobre los carros calicheras que lo t ranspor tan a las acen-dradoras.

RAMPLAS.—Estanques destinados a almacenar caliche.

RANA.—Desvío para los cambios en las vías férreas; herramienta que se usa para enrielar carros; apretados de lastre ferroviario.

RANCHO.—Casa, con habitación y alimento, para los empleados de las Oficinas.

RASGO.—Zanja extensa y continua que sirve para unir, en el terre-no, los tiros o puntos de extrac-ción del caliche; superficie de terreno que se entrega al parti-cular para separar el mejor ca-liche.

RASPADORES.—Aparatos q u e s e usaban para qui tar las costras o incrustaciones, en las paredes de los cachuchos.

RASTRILLO.—Mango largo, cruzado por un travesano con púas; cla-rificador que sirve para sacar par te de la arena al fino o polvo.

RAYA.—Anotación de las labores diarias de los operarios en la contabilidad y en las libretas.

RAYADOR.—El encargado de sacar muestras en los tiros; el que ex-t rae desde el fondo, el caliche de los tiros haciendo una raya pro-funda ; rasgador; muchacho que limpia las substancias en suspen-sión sobre la superficie de las bateas para acelerar su enfr ia-miento; el empleado que controla

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el t iempo y el t raba jo en las fae-nas.

RAYAR.—Comprobar el t iempo de t rabajo y el jornal de los opera-rios; limpiar las substancias en suspensión, o las cristalizaciones que haya sobre la superficie de las bateas.

RECACHA.—Sonidos cortos del pito a vapor, para apurar las cuadri-llas de la máquina cuando no atiende su guardia.

RECATEO.—Reconocer nuevamente la pampa calichera para su cu-bicación precisa.

RECIBIDOR.—El operario que está debajo de la chancadora; el que recibe sobre la plataforma de los cachuchos, los carros cargados de caliche acendrado, los lleva donde corresponde para vaciar-los y los vuelve a enganchar para el descenso; el empleado que re-cibe el caliche extraído por el part icular; comprador, vaciador.

RECIBIR.—Descargar sobre los ca-chuchos los carros con caliche.

RECONOCIMIENTO.—Examen de la ley de n i t ra to y de la existencia de caliche en la pampa.

* RECOVA.—Local en el que se ex-penden verduras y f rutas en las Oficinas.

RECOVERO.—Placero, el que atiende la recova.

RECUPERADORES.— Estanques que se enfrían pasando afuera de los tubos otra solución refrigerada cuyo calor se recupera.

REDONDILLA.—Sistema que consis-te en dar t r aba jo a todos los ope-rarios, ocupándolos por períodos intermitentes.

REDUCCIÓN.—Quitar el oxígeno a un cuerpo reduciéndolo a sim- * pie. Sección de elaboración, por el sistema de las Oficinas Shanks; elaboración en general.

REFINAR.—Separar del yodo, por medio de la sublimación, las he-ces o materias extrañas que con-

tenga; elevar la ley del salitre a más de 96%.

REGADORES.—Los encargados de mantener húmeda la superficie de las canchas; pistones o cañe-rías agujereados puestos sobre los cachuchos, que se emplean para rociar con agua o relaves el caliche sin agotar; toneles o estanques sobre ruedas, que sir-ven para regar las huellas; los 'encargados de reg'ar el salitre para mejorar su ley.

REGAR.—Humedecer el salitre, para extraer el exceso de sal que con-tenga, dejándolo de ley comer-cial.

REGRESO.—Conjunto de cañerías de la máquina que conectan el agua condensada en los serpen-tines, para su vuel ta a los calde-ros.

REJA.—Barras que cubren la par te superior de los cachuchos.

REJECTS.—Finos rechazados de la pampa.

REJILLA.—Rejas pequeñas que se colocaban en el fondo de los si-fones y cañerías para hacer los traspasos y corrida del caldo.

RELAVES.—Líquido o solución que queda después de lavar con agua el caliche lixiviado; disolución borrosa, poco concentrada.

RENDIMIENTO.— Proporción que hay entre el n i t ra to contenido en el caliche y el obtenido en can-cha; lo que resulta del salitre que se obtiene en estado comer-cial, en relación a la ley del cali-che t ra tado .

REPORT.—Informe. RESACADORA.—Aparato para la des-

tilación del agua. RESERCH.— Investigaciones expe-

rimentales. RESPALDEADOR.— Hachuela o mar-

tillo de fierro, que se usa en la l impiadura de trozos de caliche para desprender el conglomerado

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inútil o de mala calidad, en las mismas calicheras.

RESPALDEADURA.— Limpieza de los caliches, picándolos para sacar-lo inútil.

RESPALDEAR.—Dejar lo mejor de las colpas o trozos de caliche, separando la par te mala de los bolones.

RESUBLIMAR.— Enriquecer el yodo a un alto porcentaje, volviendo a sublimarlo.

RESUDIR.—Quemar el sulfato sin incandescencia.

RESUMIDEROS.— Hoyadas del te-rreno calichoso, con demostra-ciones de haber tenido filtracio-nes que han dejado oquedades.

RETAZO.—Conjunto de seis o doce carretas en las que, ant iguamente se t ranspor taba el salitre a los puertos de embarque; cantidad de animales usados en el t rabajo .

RETIRADOR.—Operario que levanta y desparrama el salitre en can-cha, para su secadura y ensaca-dura.

RETORNEROS.— Obreros que atien-den la descarga de los carros que ent ran a la Oficina.

RETORNO.—La carga de subida. Rico.—Caliche de subida ley. Río SECO.—Hondonada; sima entre

dos al turas por donde, antigua-mente, corría el agua.

RIPIADOR.—El operario que extrae el sobrante del ripio de los cachu-chos, después de su lixiviación.

RIPIO.—Residuo estéril que queda sobre la crinolina de los cachu-

• chos, por su lixiviación incom-pleta.

RIPIOSO.—Caliche con cantos cuar-zosos, con piedrecillas o arena.

ROLER. (Roller).—Rodillo, polines. RONCEAR.—Sopalanquear; meter la

palanca debajo de algo para mo-verlo haciéndola girar.

ROSADO.—Caliche coloreado por óxidos ferruginosos.

* ROTO,—Apodo nacional chileno,

que se usa con orgullo; valiente; audaz.

RULETA.—Aparato estriador.

SACA.—Material t r i turado por las barre tas en los tiros, que se ex-t rae por medio de las cucharas; desmonte en los t rabajos sub-terráneos por cuevas.

SALADO.—Calichoso, rico en clo-ruro de sodio.

SALARES.—Depósitos superficiales y de poco espesor - de material sa-lino calichoso, en los que predo-minan los cloruros, ni t ratos y mater ias silicosas; lagunas secas formadas por la evaporación de sales antiguas.

SALES.—Soluciones salinas que se es t ru jan de los ripios; compo-siciones salitrosas que se encuen-t ran a flor de tierra.

SALITRE.—Mezcla de sales en la que abunda el n i t ra to de sodio; nitro cúbico en forma de cristal; sal formada por n i t ra to de sodio o de potasa ; cristalizado, de 95%; granulado, de 99%.

SALITRERA.— Para je en que se en-cuentra el caliche como materia prima.

SALITRERO.—Persona que se ocupa en la explotación de la industria de este ramo.

SALNATRÓN.—Mezcla de salitre y carbón o carbonato de sodio ar-tificial ; producto que proviene de la calcinación de salitre y car-bón, en combustión incompleta.

SALVATAJE.—Lugar en que se de-positan materiales y herramien-tas inservibles.

SANGRÍA.—Salida que se da al lí-quido de los serpentines de con-densación en los cachuchos para purgarlos, extrayéndoles el agua condensada para la mejor circu-lación del vapor.

SANTIAGO.—Instrumentó de fierro para doblar o enderesar los ríeles.

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SAPO.—Desvío, en los cambios de la vía férrea.

SEGUIDORA.—Barreta o piquete de t amaño regular que se usa en las perforaciones para los tiros, con sus pun tas rectas, de la misma forma que las tocochadoras.

SELECCIÓN.—Elección del material extraído por los particulares; re-visión por harneo; separación de las substancias por decantación.

SELLAR.—Iniciar la perforación de un tiro.

SEPARACIÓN.— Decantación de las substancias en suspensión.

SERPENTINES.— Aparatos conden-sadores que sirven para calentar interiormente los cachuchos; ca-ñerías de circulación del vapor en éstos, con el obje to de calen-ta r los líquidos en lixiviación.

S H I F T FOREMAN.—Jefe de guardia. SIERRA.—Cordillera de corta ex-

tensión. SIFÓN.—Vertedero de traspaso del

caldo o líquido en los cachuchos que ac túa por diferencias de al-tu ra y temperatura .

SILLERA.—Muía que va a la iz-quierda en las carretas, en la que monta el carretero.

SOBRECARGA.— Material inservible que queda en la Pampa después de extraer el caliche (oner buden).

* SOBRETIEMPO.—Horas extras que t r aba jan los obreros o empleados además de la jornada normal; la gratificación extraordinaria que reciben por ella.

SOBRESATURACIÓN.— Exceso de sal en una solución caliente.

SOCAVÓN.—Lugar d e b a j o de las acendradoras, ocupados por los carros que reciben el ripio, pro-veniente de la lixiviación para llevarlo al desmonte; la sección en que se colocan los carros va-cíos, debajo de los cachuchos para sacar el ripio.

SOCAVONERO.—El operario que co-

loca bajo los chanchos las vago-netas que reciben el caliche acen-drado y las mueven del socavón.

SOPAIPILLA.—El acarreo de caliche, que se hace desde un punto cer-cano a las rampas para enterar la tarea de las carretas.

SOPLADORES.— Aparatos de aire comprimido que se usaban para remover los líquidos en los ca-chuchos; inyectores de ácido sul-furoso y vapor de agua empleados en la elaboración del yodo; tu-bos de aire comprimido para lim-piar el fondo de los tiros, en la perforación mecánica.

STAFF.—Rancho de empleados. S P R A Y CHAMBER.— Cámara exten-

sa, en la que cae el salitre granu-lado después de haber sido ex-pandido al salir de las boquillas.

S U I C H E (switch).— Conmutador eléctrico.

SULFATOSO.—Caliche abundan te en sulfatos.

SUPLE.—Anticipo del jornal, du-rante el mes.

TABLAS.—Trizaduras del terreno calichoso, o del salar, producido por contracciones atmosféricas; vaporización del agua contenida en los componentes.

TABLERISTA.— Electricista a cargo del control en la Casa de Fuerza.

TABLOSO.—Terreno calichoso res-quebrajado, estirado en forma de tablones por contracciones pro-ducidas por la atmósfera.

TACONEAR.—Apretar la t ierra en que se coloca el explosivo, en los tiros.

TACHO.—Vasija de metal, con asas, que se usa para beber y gu isa r ; nombre vulgar de las locomoto-ras chicas.

TAJO.—Rasgo. TALABARTERO.— El encargado de

arreglar el apero de las muías; guarnicionero.

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VOCABLOS SALITREROS 81

•TAMBOR.—Depósito de aceite, car-buro, etc.

TANA.—Simple, bonachón. •TANQUE.—Depósito de agua; es-

tanque. TAPA.— Cubier ta o es t ra ta supe-

rior del manto calichero, debajo de la costra, compuesta de arci-lla, arena, yeso y sal común.

TAPÓN.—Pieza para cerrar los ori-ficios de escurrimiento de las aguas en los cachuchos y la sa-lida de las bateas.

TAPUJO.—Reserva, misterio. TAQUEAR.—Atacar algún tiro. TARJETA.—Las hay de tres clases:

de t rabajo , de controlación de la asistencia en las faenas, y de pago, para justificar el retiro de dinero, y la identificación del personal.

TARJETERA.—Oficina de donde se reciben y entregan las ta r je tas .

TARJETERO.—Empleado encargado de las t a r je tas con las que los obreros se presentan a las faenas.

TARRERO.—Operario que t r aba ja con los barreteros y perforistas, que generalmente lleva un saco o un tarro.

TAZA.—Ensanche del fondo de los tiros, para que contenga la can-t idad suficiente de explosivo.

TECLE.—Aparejo diferencial q u e sirve para levantar o ba ja r las piezas pesadas; máquinas.

TE ESE ON.—Treatment solution; solución agregada al estanque cargado, para disolver el nitra-to ; prepare, según el sistema Shanks .

TERMOS.— Intercambiadores tubu lares de calor, en los que se ca-lientan las soluciones con el agua refrigeradora de los motores Die-sel.

* TINCA.—Intuición. TIRAFONDO.—Tornillo de fierro, de

rosca gruesa, que sirve para unir

FILOLOGÍA. N . ° 1

los rieles a los durmientes en las líneas, en lugar de clavos.

* TIRAJE.—Corriente artificiál que se produce en los calderos por la diferencia de a l tu ra de la chi-menea, y por la d is t in ta tempe-ra tu ra de los gases de combus-tión con el aire ambiente.

TIRO.—Disparo que se hace per-forando la pampa a fin de reco-nocerla, y extraer muestras del caliche que exista; perforación que se e jecuta en los terrenos ca-lichosos para explotarlos con pól-vora o dinamita .

T I Z N A D O .— Obrero de la Maes-t ranza.

Tizoso.—Caliche muy blando. TOCOCHADORA.—Barreta corta y

pesada; piquete que se usa para iniciar los tiros.

TOCOCHADURA.— El principio de la chimenea de los tiros.

TOCOCHAR.— Comenzar el cañón de un t iro; empatar .

TOLVA.—Buzones que sirven para vaciar el caliche en los cachu-chos; también el apara to deno-minado Spray Chamber.

TONTO.—Aparato en forma de pi-queta , para apre ta r el taco de la pólvora en los tiros; mazo para romper, a cuña, grandes trozos de caliche; barra para forzar ce-rraduras.

TORTA.—El material de yodo crudo ya aprensado y listo para la su-blimación; depósito de ripios; queso.

TRABAJO.—Robo. TRAMPA.—Puertas o aber turas de

fierro fundidp, que se usaban en el fondo de los cachuchos; cajas especiales que se emplean para retener el agua o aceite y devol-ver el vapor limpio a los calderos.

* TRANQUE.—Defensa en forma de muralla, para almacenar o des-viar el agua corriente.

TRAPICHE.—Molino para la t r i tu-6

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ración de los ingredientes en la fabricación de la pólvora.

TRASPASAR.—Cambiar los caldos de los cachuchos.

TRASPASO.— Operación para llevar el caldo de un cachucho a otro, sea directo, con cruzamiento o previa preparación de las den-sidades.

* TRATO.—Convenio para hacer una de te rminada labor, mediante un precio unitario.

* TRAVESÍA.—Viento de la costa. TROCA.—Punzón. TROLE.—Cable aéreo, transmisor

de fuerza , para las locomotoras eléctricas.

TROMPA.—Máscaras que usan los obreros para preservarse del aire viciado y del polvo.

TROMPO.—De aire comprimido pa-ra t a ladrar ; eléctrico, el accio-nado por la electricidad.

TRONADURA.—-Disparo de los tiros en la pampa .

TRONAR.—Hacer estallar la carga de explosivos en los tiros.

TROPILLA.—El conjunto de anima-les de servicio.

TURBA.—Combustible fósil, forma-do por residuos vegetales. Pe-dazo de carne cocida.

TURNO.—Jornada de ocho horas consecutivas.

TUVECLINERS.— Máquina limpia-dora de tubos.

* ULPO.—Harina tostada, mezclada con agua y azúcar.

UNA GÁRGARA.— Imitación para beber un trago.

VACIADORES.—Operarios que des-cargan los carros de caliche en el buzón de las acendradoras; re-cibidores.

VACIAR.—Traspasar el caliche de las carretas a los carros, y de és-tos a los cachuchos.

VARERA.—Muía que va entre las varas de las carretas.

VATS.—Cachuchos, en el sistema Guggenheim, para la lixiviación.

VENTILADORES.— Aparatos que as-piran el polvo y lo botan al am-biente.

VERGA.—Cable eléctrico, alimenta-dor de las palas mecánicas.

VICUÑAS.—Sacos salitreros vacíos, que se emplean como ropa de cama.

VIENTOS.—Cordeles gruesos, para af i rmar las escalas y carpas.

VIGILADOR.— Empleado que ins-pecciona el caliche extraído.

VIOLETA.—Caliche de este color. VOLANDA.—Carro arras t rado por

mulares, para el t ranspor te del personal.

W A C H I M A N (watchman).— Sereno.

YAPA.—Caliche nuevo y de alta ley que se agrega a la carga de los cachuchos, después de lixi-viados en parte .

YAUCANAS.—Barretas pequeñas. YESUE.—Aparato de madera en

fo rma tr iangular, con púas de fierro, para arreglar los taludes de los terraplenes en las líneas férreas.

ZAPITO.—Pieza de fierro que, unida a un pequeño perno, su je ta los rieles a los durmientes,

ZIQUENERS.—Estanques espesado-res.

ZORRA.—Carrito chico, de línea, que se usa para t ranspor tar ma-teriales livianos.

ZORRERO.—El operario que cam-bia de vía a los carros vacíos.

ZORRO.—Pequeño puente rodante, que se emplea para variar el curso de los carros vacíos; as tuto.

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VOCABLOS SALITREROS 83

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Claudio Rosales Y.

Las combinaciones vocálicas en la lengua vulgar de Chile

Las vocales combinadas han experimentado, en la lengua vulgar de Chile, transfor-maciones de varia índole, que se hallan condicionadas por la naturaleza de los elementos vocálicos reunidos, por su modalidad acentual y por circunstancias de orden sintáctico.

La evolución no es la misma si se trata de vocales pertenecientes a una sola palabra o a dos más que por hallarse a continuación una de otra, concurren con sus elementos extremos a la formación de series vocálicas. Los efectos son también diferentes si concu-rren vocales iguales o diferentes, vocales acentuadas o inacentuadas, de grande o pequeña perceptibilidad,—absorbentes o absorbibles, como dice Ben'ot.

Si se trata de vocales inacentuadas, el acento precedente o consecuente influye de or-dinario en su transformación, y lo mismo ocurre cuando el acento incide en la primera o en la segunda de las vocales concurrentes.

Las vocales de perceptibilidad mínima, -i, u-, influyen de diverso modo en el grupo, según la posición que tienen dentro de él, y la circunstancia de ser acentuadas o no serlo.

Esto equivale a decir que el poliptongo, la azeuxis, las vocales en sinalefa o en hiato, se comportan con modalidades específicas en la evolución de las vocales en la lengua vul-gar.

I. COMBINACIONES BINARIAS

A. COMBINACIONES DE VOCALES A B I E R T A S . — 1 . ° 'aa, áa, aá, aa'.—Cualquiera que sea la posición del acento dentro del grupo, el resultado es siempre a: Saavedra, albahaca, azahar, Aarón, Abraham>savei-re, alvalce, asa.T, a-ión, av-ián.

De las dos voces vahar y vahear, la última es usada por el vulgo, y dice bagja-J, se-gún el principio que se expondrá más adelante.

No hay en castellano vulgar palabras en que el acento caiga antes de la combinación, como en Nausicaa.

2." 'ae, áe, aé, ae'.—a) 'ae. Supone una voz esdrújula, y no aparece en ninguna pa-labra vulgar.

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86 CLAUDIO ROSALES Y.

b) áe = áe: trae, cae, Saez, Basaes>tiae, kaa, sash, basaah; pero no en los plurales de los nombres en á. En este caso supone un singular en s, diciendo sofásah, manBgwassh por sofáes, (cast. lit. sofás) y managuáes.

c) a é = é : caer, traer, maestro, Micaela, Rafael >keJ, tre-i, meht-io, mikelE, refel, como en la lengua literaria Michael y Caesar han dado Miguel y César.

En la conjugación de los verbos en -aer, aé da ai" caemos, traemos>kaím0h, traímOh, porque en esas-formas los verbos de la segunda toman la terminación de los de la tercera conjugación.

Como se dice maera por madera, por ultracorrección se ha substituido Ismael por ihmEdel.

d) ae '=a i ' r Caetano (cast. lit. Cayetano) caitan0; tJas^é, caeré >t-tai-ié, kaí-ié. 3.° 'ao, áo, aó, ao'.—a) 'ao. Palabras como sepáraos, cántaos, muévaos, no se han

vulgarizado. En otras no se halla esta combinación. b) áo. Se conserva sin alteración en las pocas palabras que la llevan y que han pa-

sado a la lengua vulgar: Wenceslao, Ladislao, Lo mismo en las de origen americano: tricao, Chacao, milcao.

Las formaciones literarias por la agregación de os a los verbos en -á o -ad, como dig-naos, amaos, seráos, pondráos, son desconocidas del vulgo.

c) aó y ao'. En el verbo ahogar y formas derivadas, aó =áu y ao' =au':.ahogo, ahoga, ahogan, ahogue, ahoguen>áüg0, áügc, áügEn, áüga, áüg^n; ahogamos, ahogáis, ahogué, ahogaré >aügam9h, aügáh o aügái, aügé, aügBJé.

En caoba, aó se conserva intacta; sanoria de azanoria, es forma paralela de zana-horia.

El adverbio agora que se oye en boca del vulgo, no procede de ahora; es su forma arcaica:

¿Dó están agora aquellos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi ánima por doquier que se volvían?

GARCILASO DE LA V E G A .

En voces compuestas formadas por el prefijo a, ao' se conserva siempre: ahondar, ahombrado. Pero a aojar el vulgo prefiere ojear, oxja-i, y a ahorcar, o-ika-i.

Kaolín y baobab son extranjerismos desconocidos del vulgo. 4.° 'ee, ée, eé, ee'.—o) 'ee. La combinación postónica no existe. b) ée. Da e larga en las formas derivadas de verbos en -eer: lee, cree>lé, kJe. No hay

impresión de que se trate de dos vocales. Pero las formas en -ee, -ees y -een de los verbos en -ear (vulgo, -jaJ) y de los en -iar,

que el vulgo pronuncia como aquéllos, el proceso articulatorio experimenta solución de -continuidad entre las dos es: apéese, asee, arree, sestee, cambie, cambien, resabie, resa-bien >apéase, ases, área, sehtea, kambea, kambeSn, resaves, res^vesn.

c) e é = j é : aseé, apeé, arreé, aseemos, arreemos, paseé, meé>asié, apjé, arjé, asjemBh, arjemOh, pasjé, mjé.

En leer, ee da e larga. De aquí es que el gerundio sea liendo, como en el Arcipreste de Hita:

Ssabe de muchos pleitos e sabe de lienda. Libro de buen amor, 755,

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LAS COMBINACIONES VOCÁLICAS 87

En leemos y creemos, eé da eí: leímflh, k-ieím8h, como en el pretérito indefinido. El plural de pie, café y té es pjésah, kafésah y téssh. d) ee'.—En las formas derivadas-de verbos en -eer, ee' da e larga: leeré, leerá, leerán,

creeré, creerá, creerán: le-té, le-tá, leJán, k-'e^é, k-ieJá, kJe-ián. 5." 'ea, éa, eá, ea'.—a), ea. Las palabras con esta combinación no han pasado a la

lengua vulgar: momentánea, foránea, ígnea, instantánea. b) éa. Se conserva sin alteración: rea, correa, saltea, manea, marea, desean, codean

se pronuncian como en la lengua literaria. Pero sea es sjá en la interjección ¡bendito sea Dios.! ¡benditfl sjá djó! - '

c) eá y e a ' = j á : despear, blanquear, teatro, arreamos, aseaba, pasearé, arrearé> ehpja-i, blairjkjaJ, tJjatQ arjamOh, asjamSh, pasja^é, arja-ié.

6.° 'eo, éo, eó, eo'.—a) ' eo=jo : oleo, subterráneo =oljo, sutsránjo. Soterraiio es voz peninsular, desconocida en Chile.

b) éo. Repetimos acerca de esta combinación lo que dejamos dicho sobre éa: se con-serva sin modificación: reo, correo, salteo, mareo, meneo, deseo, codeo.

c) eó y eo '= jó : peor, deseoso, panteón, león, Teófilo, empeorar, Leonor, Teodosio, Teodoro>pjo-<, desjosO, pantjón, ljón, tjófilo, empjo-iaJ, ljonoJ, tjodosjo, tjodoJ0.

7.° 'DO, óo, oó, oo'.—a) 'oo. Se halla en voces compuestas de verbo y pronombre de segunda persona plural, dativo o acusativo: dígoos, ruégoos, míroos. De eliaB no tiene noticia la lengua vulgar.

b) óo. Los verbos en -oer y -oar presentan en la primera persona singular del presen-te de indicativo formas con óo: roo, loo, corroo, croo. De éstas, loo, corroo y croo son des-conocidas del vulgo; en cuanto a roo, se prefiere roigo o ruyo.

Las formaciones con -os^miróos, sirvióos, hablóos1; etc., no son vulgares. En vez de moho, el vulgo ha preferido la expresión clásica mogo, de que se deriva

mogoso y amogosar, substituto de enmohecer. e) oó y oo '=o: epizootia, alcohol>pisot^, alkol; cooperar, cooperativa>kopeJa-J,

kGpeJEtivE. 8.° 'oa, óa,»oá, oa'.—a) 'oa. Términos como Guispúzcoa, no han pasado a la lengua

vulgar; quinoa es forma literaria de quinhua, kiijgwa. b) óa. Los términos que tienen el grupo óa, son en parte de origen peninsular, en

parte americano. En los peninsulares que han pasado a la lengua vulgar, la azeuxis ha desarrollado una g: loa, Figueroa>log^, fje-iogE. Lo mismo ocurre en las voces america-nas: canoa, Catentoa, Ancoa>kanogB, katantog^, avjkogB.

Abarloa e incoa, de abarloar e incoar, son términos técnicos. c) oá y oa'. =wá y wa': soaso, soasan, soasar, soasaba, Basoa!to>swasoui, swaaBn,

swasa-i, swasav^, baswaltfi. Compárese con cuajar del latín coagulare. 9.° 'óe, óe, oé, oe'.—a) 'oe. Voces con esta combinación en posición postónica, no

se han vulgarizado: áloe, ázoe. b) óe. En castellano literario se encuentra en formas derivadas de verbos en -oar

y -oer: roe, corroe, abarloe, etc., de que ya se ha hecho mención. c) oé y oe '=wé y we'—Poeta, Berroeta, Villarroel>pwet^, berwet^, bWsrwel; poe-

sía, cohechar>pwesía, kwet\/"aJ. Comúnmente por roer se dice ruyir.

B . C O M B I N A C I O N E S DE VOCALES CERRADAS.—1." 'ii, íi, ií, ii'.—La única combina-ción de este grupo que se halla en castellano es ií: piísimo, friísimo, tiito, riito.

En la lengua vulgar sólo se halla en las palabras del tipo de tiito, esto es, en los di-minutivos de disílabos en -ío, -ía: liito, tiita. Pero a friito se prefiere friesite.

2.° 'iu, íu, iú, iu'.—o) 'iu y ¡u' (ju) = j u : ciudad, ciudadano>sjudá, sjudaanO.

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8 8 C L A U D I O R O S A L E S Y .

b) íu. No existen palabras genuinamente castellanas con esta combinación, salvo al-guna voz onomatopéyica.

c) iú (= ju ) = ju : liuto, diurno, veintiuno >ljut0, djunn0, veintjunO. En algunos casos se produce dislocación del acento, y da íu: pisiútico, viuda >pisíutíko, bíüd^. Esta última palabra tiene además la forma bjú®.

Por metátesis triunfo da Uunfjt), y en porciúncula se pierde la i: poJsínknla. 3.° 'ui, úi, uí, u''.—a) La combinación postónica no existe en castellano. b) úi se conserva inalterable: muy, Ascuy, cocuy. c) u í ( = wi)=úi: cuido, ruido >kúídO, rúídO o rwíG. Huir conserva la forma ar-

caica íuyii, y de aquí fuyíO por huido, fuyí®, fuytrí«, etc., por huía, huiría, etc. En ruin, ruina, ui = wi: rwin, rwin?. No se han producido cambios en juicio, Ruíz,

Luis, fu!, fuiste >xwísjO, rwih, lwih, xwí, juihta. En los verbos en -uir, por analogía de huir, se desarrolla una yod: konkluyiJ, luy¡J>

concluir, luir. d) ui' (\ví)=wi: descuidar (deskwída-0 >dehkwida-«.

C . COMBINACIONES DE VOCAL ABIERTA CON C E R R A D A . — 1 . ° 'ai, ái, ai, ai'.—a) 'ai. Se halla sólo en combinaciones ternarias y cuaternarias de que se hablará más ade-lante.

b) ái. En las formas verbales en -ais, a i > á : saltáis, quemáis, llegáis, estáis: saltáh, kemáh, ^egáh, ehtáh. Pero también en ciertas regiones y ambientes dialectales se dice saltái, kemáí, etc.

En los demás casos, no ha cambiado: aire, traigo, hay, naipe>aír3, traíg6, haí, naípa. c) a í>éi : Valparaíso, desvaído, caído, traído, raíz, maíz, país, ahí>malpaJeíso,

dehvéído, kéído, Uéífl, réi, méi, péi, áí. En ves de meí, peí, reí, y ei se oye también maí, pal, raí y ai.

d) a i '=ai ' : airear, paisano, arraigar, Maipón>aí-tja-T, paisano, araíga-i, maípón. Pero en vez de aislar se dice ihla-r.

2.° 'au, áu, aú, au'.—a) 'au. No se encuentra en palabras castellanas. b) áu =áu: maula, Paulo, Fausto, laucha >maule, paúl», faühtO, l a ü t / X c) a ú = á u : saúco, tahúr, baúl, ahúma, aulla, >saüko, táü-¡a, báüla, áurn®, áü'ía. No

obstante se dice Saúl, y en vez de ataúd, ataú-i. d) au'. Comúnmente da au': ausente, auxilio, aumento, aullar, restauran, raudal,

mau!oso,>ausenta, aüsiljfl, áümentG, aü^aJ, rehtaú-<án, raudal, maúlosi). Augusto conserva la forma clásica, aguht8, e inaugurar da inagtuaJ. 3.° 'ei, éi, eí, ei'.—a) 'ei. En la terminación verbal eis, da e: comiesteis, vinisteis, sa-

listeis, llegasteis >komihta, binihta, salihta, ¿egahta. Pudiera pensarse que en este caso se trata de la segunda persona singular del preté-

rito; pero en el lenguaje del pueblo, hay que subentender el pronombre vos. b) éi =éi. seis, reina, aceite, ley>sei, reine, aseit», leí. En las formas verbales en -éis,

da í: tenéis, coméis, ofrecéis>tenih, komih, ofJesih. El dialecto que conserva la termina-ción ai, conserva también ei: tenéi, koméí, ofJeséí.

c) eí éi: leído, engreído, reído>léidfl, ingJéídfl, réidO, léidO; pero se dice reíJ, freU, ing-ieD.

d) ei' ei': reinar, peinar, afeitar se pronuncian como en Ja lengua literaria. 4.° 'eu, éu, eú, eu'.—a) 'eu. No se halla en voces castellanas. b) éu = éu: reunía, deuda, peumo>reúma, deuda, peümo. Leudar se conjuga, sin

embargo, ljúf), ljúe, ljúa en vez de leudo, leuda, leude. c) e ú = j ú : reúno, reúne, reúna>rju9, rjún», rjúna. d) eu'. Da también jú en algunos casos: leudar>ljúaJ, reumático>rjúmát;k8.

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LAS COMBINACIONES VOCÁLICAS 89

En los nombres propios que empiezan por eu, desaparece la e por aféresis: Europa" Eugenio, Eufrasia, Eulogio, Eustaquio, Eufemia, Eulalia > u-iopf, uxenjfl, uf-iasje, uloxj9, uhtakjO, u f e m j E , ulalj^; pero eucalipto da kalihtJO como el nombre propio Calixto.

El diptongo no cambia en Eleuterio>leüterj9. 5.° 'oi, ói, oí, oi'.—a) La combinación en posición postónica no se halla en caste-

llano. b) ó i=óí : soy, doy, voy, estoy, Zoila>soí, doí, boi, ehtoí, soila. c) ox=óu oído>oído. El infinitivo oír desarrolla una yod: oyü; de aquí las formas

oyí, oyihta, oyimfih, oyí^, o y u í e , en vez de oí, oíste, oímos, oía, oiría. No obstante en Eloísa se conserva la pronunciación literaria. d) oi'. No ha variado: oigamos, oigáis>oígamflh, oigah u oigaí. 6.° 'ou, óu, oú, ou'.—Esta combinación no se halla en voces genuinamente castella-

nas. El vulgo no conoce otras que Lourdes y Cousiño que pronuncia loú-'da y koüs¡r¡0.

D. COMBINACIONES DE VOCAL CERRADA CON ABIERTA.—1.° 'ia, ía, iá, ia'.—o) 'ia ( = j a ) = j a : justicia, malicia, albricias>xuhtisjB, malisje, au-Jisj^.

En las formas derivadas de los verbos en -iar, ' i a>éa : cambia, cambian, rabia, ra-bian >kambeu, kambe^n, rabe®, rabean.

b) ía. Por lo común se conserva sin alteración: tía, mía, alegría, tenía, comía, sal-dría, etc., se pronuncian de acuerdo con los preceptos literarios. Por ultracorrección se in-terpone una d cuando se trata de nombres, diciendo tida, mida, alegrida.

Por evitar la azeuxis, se dice s a n d i a y s a n d i a r en lugar de sandía y sandiar, y milsjada, penitensjá-ijE, sinteJjB por Milcíades, penitenciaría, disentería.

c) iá ( = j a ) = j a : fiambre, diantre, diablo, diario, enviar, cambiar, viaje, d iana> f jamb-ia, djanWa, djablfl, dja-ijO, embja-i, bjaxa, djan®.

Cuando iá se pronuncia iá, con azeuxis, el vulgo hace diptongo: fiar, criar, liar, fria-mos, piamos >fja-i, k-ija-i, lja-J, f-ijamOh, pjam6h.

d) ia' ( = j a ) = j a : viajero, aviador, cambiará>bjaxeJ0, avjado-J, kambja-iá. 2." 'ie, íe, ié, ie'.—a) 'ie ( = j e ) > j e : serie, intemperie>se-ija, intempe-ija. En nadie

se produce metátesis, naída o naiden. En las formas derivadas de verbos en -iar ( jar) da ée: estudie, cambie, rabie, estu-

dien, cambién, rabien >ehtudéa, kambéa, rabea, ehtndean, kambean, rabean. Después de velar, desaparece i: alguien>algan. b) íe. Presenta la misma particularidad que ía. Se dice fríe, críe, ríe, porfíe como en

la lengua literaria. A veces por ultracorrección, se desarrolla una d entre ambas vocales como en el caso ía: rida, po-Jfida.

Los plurales de los nombres en -í, se forman agregando una s adventicia antes de la inflexión de plural. No se dice ajíes, alelíes, chacolíes, sino axiseh, alaliseh, chakOliseh.

c) ié. Comúnmente no cambia: encierro, fierro, nieto, nieve, tiene>ensjer0, fjerO, njetl), njeva, tjena.

Al principio de dicción, la i se consonantiza, como en la lengua literaria: hielo, hier-ba, hierro>hielo, yelo, yeJv?, yerO, yel; pero no llega nunca a ser africada.

En los numerales de 16 a 19, ié pierde e: disisei, disisjeta, disjot/"o, disinweva. Y después de velar pierde i: quien, siguiente, digiere>ken, sigenta, dixe-ia. La len-

gua literaria rechaza esta pronunciación, pero la exige en dijese, dijera, dijere, trajese, trajera, trajere, condujese, condujera, condujere, etc.

El vulgo dice ril por riel, enrilaJ por enrielar, mío por miedo, y en vez de audiencia, aüdensjB.

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En el verbo apretar no diptonga la e acentuada, y dice apJetO, apJets, apJet^n, ap-teta, apietan, etc.

d) ie' (je). Ha conservado la pronunciación de la lengua literaria: piedad, arries-gar >pjedá, arjexa-i.

3.° 'io, ío, ió, io'.—a) 'io. En las formas derivadas de los verbos en -iar (= jar) da éo: cambio >kambé8, copio >kopéí), odio >odéú.

En los nombres conserva la pronunciación literaria: ripio, sabio, propio, principio, Eulogio, cambio>ripj8, pJopj0, savjfl, p-iensipjfl; uloxjfl, kambjO.

b) ío = ío y por ultracorreccíón ido, como en el caso de las combinaciones fa e íe: frío,-río, mío.

c) ió (jó) = jó: patriota, misión, pasión, lección>paUjotB, misjón, pasjón, leüsjón. Respecto de las formas en -ió de los verbos en -iar, repetimos lo dicho sobre la com-

binación -iá. d) io' ( jo)>jo ' : violento, ociosidad, friolera, avucionero>bjolent9, osjoskiá, frjo-

lerB, aüsjonerfl. 4.° 'ua, úa, uá, ua'.—a) 'ua (wa)>'wa: agua, fragua, lengua>agwc, fragw^, l e g w e .

En estatua el vulgo hace metátesis y dice ehtwafe. b) úa. Se conserva en la mayoría de las voces: falúa, ganzúa, Gacítúa, Murúa, ava-

lúa. La azeuxis desarrolla una g en garúa, garug'B, y una yod en púa, puye. Este último

cambio es el mismo que se observa en algunas formas de los verbos en -uir en la lengua literaria: huya, huyas, huya, huyan en vez de húa, húas, húa, húan, y en suyo, suya, etc. (lat. suum, suam).

c) uá (wá) >wá: cuando, suave, actual>kwandfl, swavs, aütwal o utwal. Pero Ro-mualdo da rumaldí).

d) ua' (wa') >wa' : aguatero, cuartel, suavizar >agwBte-!0, kwa-itel, swavtsaJ. Sin embargo, casualidad da kasolidá.

5.° 'ue, úe, ué, ue'.—a) 'ue (we)>'we: santigüe, averigüe, agüe (de aguar), desa-güe >santigwa, avirigwsn, agws, desagwa.

Voces con esta combinación hay muchas de origen americano: ayecague, ñilhue, col-trahue, colihue, Carahue, Quirihue, Ninhue, etc. >áy3kagwa, ijilgwa, koltragwa, koligw3, karagws, kirigwa, n5i)gw3.

b) úe. Se encuentra en pocas palabras. Por razones administrativas se han vulgari-zado avalúe, avalúen que se pronuncian como en la lengua literaria.

El plural de los nombres en -ú, se hace agregando simplemente al singular una aspi-ración glotal correspondiente a la ese de la lengua literaria: bambúes>bambúh; ombúes> ombuh. Se dice también bambusah, ombusah.

c) ué (wé). En medio de palabra, después de consonante, la pronunciación vulgar de ué es igual a la de la lengua literaria: luego, ruego, nuevo, puedo, suelo, rayuela.

Después de v, de b ó de f, influye en la guturalización de estas consonantes: abuelo, bueno, vuelo, fuego, afuera, fué, fui, fueron >agwel9, gwen8, gwelfl, xwegO, axwe-1®, xw?, xwí, xwerOn.

Por analogía de palabras mapuches como Cholguán, Guacarhue, pirhuín, que se pronuncian tJ"olgwán, gwaka-tgwa, pUgwín, se dice si-tgwel®, pe-tgwétBno en vez de ci-ruela, peruétano.

Al principio de dicción, ué>gwe: huerta, huérfano? huevo, huelo, huele>gweJtE, gwé-ifBno, gwevfl, gwel0, gwels.

Este mismo valor tiene en vihuela >bigwel^. 6." 'uo, úo, uó, uo'.—a) 'uo (wo). Se halla en voces doctas: continuo, vacuo, obli-

cuo, alícuota, residuo, inicuo, inocuo, mutuo, perpetuo, monstruo, individuo. De ellas han

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pasado a la vulgar continuo, mutuo, perpetuo, monstruo e individuo, en las cuales se ha perdido la u: kontinü, mutf), perpetG, mohtrO o montrt, endsvíO.

Continuo es voz docta. i) úo. Se halla también en voces doctas: acentúo, avalúo, conceptúo, sitúo, etc. Es

conocida del vulgo sólo avalúo que se pronuncia como en la lengua literaria. c) uó (wó). Pierde la u efi respetuoso >rehp3tos0. Otras palabras con esta combi-

nación como sinuoso, cuota, conceptuoso, situó, acentuó, etc., no han llegado a las capas sociales inferiores.

d) uo' (wo'). Los ejemplos en que esta combinación se encuentra, admiten también o en vez uo en la lengua literaria: cuociente, cuotidiano. Ninguno de ellos se oye en boca del vulgo.

II. COMBINACIONES TERNARIAS

1.° TRIPTONGOS.—La lengua vulgar conserva intactos los triptongos que no forman parte de formas verbales.

En los verbos en -iar o -uar, se han reducido a diptongos en la segunda persona plu-ral del presente de indicativo, en el dialecto de las provincias del centro y sur, por pérdida de la i final: entibiáis, principiáis, continuáis, averiguáis>ent;vjáh, p-iensjpjáh, kontjnwáh, Evi-Ugwáh.

En la misma persona del presente de subjuntivo, se reduce a veces a un diptongo por pérdida de la abierta central, y a veces a una simple vocal por la contracción de dos íes: entibiéis, principiéis, continuéis, averigüéis >entivíh, pJenclpíh, kont'nwíh, Bvi-ngwíh.

2.° UNA VOCAL EN AZEUXIS MÁS TJN DIPTONGO.—En la lengua literaria cuando las tres vocales pertenecen a dos sílabas distintas, se trata siempre de formas verbales, ora simples como aseáis, aseéis, blanqueáis, blanqueéis, friáis, leáis, leéis, riáis, partíais, ten-dríais, hablaríais, iríais, ora compuestas por la agregación de verbo y pronombre: fuéos, fuíos, iniciéos, aprécioos, auxilíeos, cambiaos, columpiaos.

En las del primer grupo, los presentes no han experimentado la misma evolución que los imperfectos y potenciales.

La serie eái da já en las formas derivadas del verbo en -ear: aseáis, blanqueáis>asjáh, blankjáh, y eá en las procedentes de verbos en -eer: leáis, creáis>leáh, k-ieáh.

La serie eéi da eí en ambos casos: leéis, creéis>leíh, kJeíh; aseéis, blanqueéis>aseih, blai]keíh.

La combinación ternaria íai de los presentes de subjuntivo da iá: friáis, riáis>fJ¡áh, riáh; en el imperfecto y el potencial de indicativo da ía: comíais, teníais, iríaís, animaríais >komí®h, teníBh, Meh, alima-tteh.

En cuanto a las del segundo grupo, no hay palabra culta que haya pasado a la lengua vulgar, en la cual siempre se antepone el pronombre a la forma verbal.

3.° TRES VOCALES EN AZEUXIS.—No hay una ley común para todos los casos en que se presentan las tres vocales desunidas. Cuando la cerrada ocupa el sitio central, lo má3 frecuente es que se forme un diptongo y se desarrolle una d intermedia: freía, reía, leía> freíd®, reldB, leld«.

La serie aía cambia, además la a inicial en e: caía, traía >keíd®, treid'e. En bahía se conserva el adiptongo de las vocales finales: badfB.

Cuando concurren dos cerradas seguidas, se desarrolla una yod: huía, concluía > fuyíB, koíjklnyíB, No se produce sinéresis en las vocales finales.

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Palabras en que aparezcan combinaciones ternarias por unión de verbo y pronom-bre, como leios, reíos, leeos, véoos, oíos, no son de uso vulgar, por la razón ya dicha.

III. COMBINACIONES CUATERNARIAS Y QUINARIAS

Hay unas cuantas voces en que concurren cuatro vocales seguidas. Unas son formas verbales simples: reíais, creíais, oíais, concluíais, huíais, etc. Se hallan en la conjugación de verbos en -eír, -eer, -oír, -oer y -uir, y en ver (castellano clásico, veer).

Otras son formadas por verbo y sufijo pronominal: creíaos, oíaos, traíaos, leíaos, roíaos, concluíaos, etc.

Sólo las primeras han llegado a la lengua del vulgo. Las que proceden de verbos en -eír o -eer, tienen la combinación eíai que da eid®: pierde la cerrada final e incorpora una d: réid'Bh, k-iéid'eh, véíd'Bh, léíd^h >reíais, creíais, veíais, leíais. El fenómeno se confunde con el que hemos observado en creía, veía, leía, etc.

En las derivadas de verbos en -oír, -oer y -uir, se desarrolla una yod entre los dos pri-meros elementos, y se pierde la cerrada firial: oyí^h, royí^h o ruyí^h, fuyfch, konlduyí^h.

De combinaciones quinarias sólo hay un caso en castellano: se halla en la segunda persona plural del imperfecto de indicativo del verbo rehuir, rehuíais, voz que no ha pa-sado a la lengua vulgar.

NOTA.—En el dialecto vulgar de Santiago y Valparaíso y regiones contiguas, se conservan: a) el diptongo ai: Vais>baí; b) el diptongo e¡: vels>beí; c) el triptongo iai: cambiáis>kambjaí; d) la combinación i+ai : fiáis>fiaí o fjaí, teníais>teníaí.

La combinación e + i + a i pierde i final: leíais>leía.

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R E S E Ñ A S

Draguicha Lapcevic: La philosophie de l'art classique.—Alean. París, 1 9 2 7 . Vamos, sencillamente, a intentar una exposición sintética de un li-

bro curioso, publicado hace algunos años por el profesor Draguicha Lap-cevic.

«El fin de este estudio—advierte el autor—es demostrar la necesidad, para el progreso de la civilización, de volver a la vida antigua, pero bajo formas propias al espíritu contemporáneo». Interesante apotegma que no aparece del todo comprobado, pero cuyo estudio permite al prof. Lap-cevic definir el ideal artístico de la antigüedad y señalar los rasgos carac-terísticos de la obra clásica. Y en esto reside el valor de su trabajo.

Cree nuestro autor que el ideal estético de los antiguos, y en general su ideal de vida, se cifraba en la adaptación del ar te y de la existencia al espíritu de la Naturaleza. «Todo lo que está en el espíritu de la Natura-leza—explica—, está por lo mismo, en el Espíritu General del Universo (o sea, en la Divinidad), y es en consecuencia, bueno y bello».

El espíritu de la naturaleza, pero ¿cómo ppdremos conocer este es-píritu? Lapcevic sostiene que él se encuentra revelado en la obra clásica. Hacer sensible el espíritu de la naturaleza: tal es, a su juicio, la misión del genio artístico.

El artista toma sus elementos de la realidad, pero por la síntesis crea-dora llega a depurar esos elementos, a crear una realidad superior, donde se hace tangible, donde esplende el espíritu de la naturaleza, -que es ponderación y armonía. Cuando el artista crea verdaderamente, o en otras palabras, cuando descubre en su creación esta verdad superior, su obra es clásica. Así, el Apolo del Belvedere, que el autor considera como el arque-tipo del ideal humano soñado por los antiguos.

¿Qué características distinguen a la obra clásica, o por mejor decir, qué leyes rigen el espíritu clásico? Lapcevic reduce a cinco estas leyes o principios: simplicidad noble, motivos eternos, síntesis creadora, realidad superior, indisolubilidad del fondo y la forma. Conviene explicar estas leyes que, como queda dicho, constituyen lo más sólido e interesante del libro.

Simplicidad noble.—Anhela el clásico expresar un máximum de ideas y emociones con un mínimum de medios. Tal fórmula, aunque parezca

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paradojal, implica la riqueza, la complejidad y también la síntesis sabia de los motivos. Todo lo que es accidental, todo lo que no es característico e indispensable, todo lo que no aspira al ideal, hállase excluido. El clásico no emplea rodeos ni preámbulos; aborda inmediata y directamente su asunto. El principio de la «recta línea brevissima» domina en todas las producciones clásicas, incluso en los oradores: «optimus orator est qui paucis verbis plurima dicit». Existe en esta ley de la simplicidad noble una razón de economía de la atención. Pues, cuando un escritor amontona una masa de detalles secundarios sobre el elemento esencial, nuestra aten-ción pierde su intensidad, se cansa, se dispersa. Y de este modo vese ami-norada la emoción que la obra de arte estaba llamada a despertar en no-sotros. (Eso es lo que suele ocurrir con los Románticos).

Motivos eternos.—Cada época tiene sus sentimientos, su ideología, sus ideales, o sea, un espíritu particular que le es propio. Pero por sobre estas ideas y sentimientos instables, transeúntes—juguetes del tiempo y del espacio—, el alma humana conoce otros, que hallándose profunda-mente enraizados en la vida misma, han llegado a constituir modalidades inherentes a ella, impulsos o movimientos fundamentales que tienen la virtud de la permanencia: el sentimiento religioso, los afectos de familia, el amor, la amistad, el ansia de perfección, hállanse, por ejemplo, en este caso. Pues bien: el escritor o artista clásico, desdeñando los aspectos efí-meros o pasajeros del alma humana o de las costumbres, sólo se inspira en sus aspectos permanentes, en los motivos eternos. Poseen éstos la vir-tud de hacer perdurable el interés de la obra que inspira, la cual será pe-rennemente actual, pertenecerá a todos los tiempos', puesto que se funda en emociones que siempre han conmovido a la humanidad y que, sin duda, continuarán conmoviéndola por los siglos y los siglos. Los motivos eter-nos, por otra parte, encierran el poder de hacer más intenso el interés, por-que, transmitidos en el seno de la Humanidad de generación en genera-ción, han ido acumulando en el hombre—por decirlo así—una especie de potencia emotiva que, al reproducirse en la obra de arte, proporciona a ésta una singular eficacia. Todo lo cual no significa que la obra clásica se halle divorciada del país y la época en que nace. Los grandes motivos eternos, a través de las diversas edades y latitudes, experimentan modi-ficaciones que, sin ser fundamentales, bastan a imprimir a la obra el sello de su siglo y de su tierra.

Síntesis creadora.—La simple imitación de la realidad, de la natura-leza, no constituía verdadero arte para la estética griega, como lo ha cons-tituido después para el Realismo, ni tampoco el sistema de amontonar, en forma más o menos desordenada, una masa de motivos diferentes, se-gún la técnica frecuente en el Romanticismo. El arte clásico es esencial-mente constructivo, creador. Hay, a juicio de Lapcevic, una como conso-nancia entre el principio de la síntesis creadora que lo rige y la ley general del universo que unió y ordenó los elementos aislados para formar con ellos grandes conjuntos armónicos. Los eternos motivos, acendrados y reunidos por la síntesis creadora, convierten la obra clásica en una arquitectura ar-moniosa, especie de microcosmo espiritual, en cu}'a ideal belleza, la Divi-nidad se revela a nuestro espíritu. Equivale, en cierto modo, esta síntesis artística a la generalización de ideas en la ciencia: ella, al descubrir al

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hombre, simbólicamente, las grandes leyes del Universo, le lleva también a meditar en la Inteligencia divina, ordenadora de las cosas.

Realidad superior.—El ideal de la estética antigua podría definirse como una aspiración humana—aspiración de perfección—, llamada a la vida por la magia de una obra de arte, o en otras palabras: el ar t is ta clá-sico anhela encarnar en su obra, hacer tangible por v i r tud de su creación, el ansia de perfección que duerme en el a lma del hombre. No se satis,face, por eso, con la fiel reproducción de la realidad cuotidiana. Quiere ir más allá, captar la esencia de las cosas y, valiéndose de elementos esenciales, crear lo que podría llamarse una realidad superior. Una es ta tua que se li-mita a reproducir los rasgos de un individuo determinado, representa una realidad inferior, una realidad pasajera e imperfecta; el Apolo del Belve-dere, constituye, en cambio, una realidad superior: en ella se encarna una aspiración humana permanente, una verdadera realidad, puesto que aquel mármol, a través de los siglos, continúa siendo lo mismo, cont inúa repre-sentando lo mismo: el t ipo humano perfecto. La obra clásica, aunque en su esencia es obra de belleza, al crear una verdad superior capaz de elevar, de perfeccionar el espíritu, de hacerlo mejor y más noble, realiza sin bus-carla, la conjunción de lo Bello, lo Verdadero, y lo Bueno. La belleza se hace en ella fuente de verdad y de bondad. Sólo así tiene sentido aquel principio estético caro a los escolásticos y a los clásicos franceses, según el cual se exige que, en la obra de ar te , la Belleza, la Verdad y el Bien for-men una trinidad indisoluble.

Unidad del fondo y la forma.—La forma nace, en el verdadero ar te clásico, de la esencia misma de las cosas; viene a ser algo así como la mate-rialización del espíritu. El contenido de la obra clásica—su espíritu—há-llase en tal manera asimilado a su forma que ambos consti tuyen un solo todo y son, puede decirse, una misma cosa. El perfeccionamiento de la forma estuvo sujeto, entre los griegos, a un proceso lento, paralelo e ínti-mamente ceñido al perfeccionamiento del fondo. A medida que la forma se hacía más perfecta, sintetizábanse los motivos, y éstos no alcanzan la síntesis suprema sino cuando la forma aparece defini t ivamente dominada, cristalizada. La forma en la obra clásica está do tada de unidad y de vida, y es una como cristalización del espíritu. Los medios concretos—lenguaje, líneas, colores—no son sino los medios de que la forma se vale para hacerse sensible, perceptible a los sentidos del hombre. Una forma artificial, al contrario, hállase identificada con estos elementos materiales; carece de espíritu, no es un organismo vivo; sus diversas par tes están como yuxta-puestas, sólo poseen una unidad ficticia, aparente. La armonía que esta especie de forma puede, a veces, ostentar es únicamente una armonía ex-terna, superficial; no esa armonía interior que se refleja hacia afuera, pro-pia de la obra clásica. Todas las par tes en ésta convergen hacia un solo fin supremo, incluso la forma, que por lo mismo resulta necesariamente ar-moniosa. Los pseudo-clásicos, incapaces de apropiarse el espíritu de la Antigüedad, se han limitado a remedar la forma exterior de sus obras y en ocasiones algunos de sus procedimientos artísticos, la simplicidad antigua, el principio de la línea recta, la simetría, la música o cadencia del estilo.

El prof. Lapcevic termina explicando cómo la raza helénica resolvió el problema moral de la existencia por la estética, o sea la Et ica de lo Bello entre los antiguos. T o d a verdadera obra de ar te clásico—dice—supone

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una armonía. Toda armonía supone un orden moral superior, o por decirlo de otro modo, un orden moral que sería posible en una humanidad más perfecta. Ahora bien, por el amor de la belleza clásica nos aproximamos a este orden moral superior, y por ende a la Divinidad. Sólo así se explica la frase de Platón: «El amor de la Belleza nos hace semejantes a Dios». El arte clásico auténtico nos muestra la armonía que fal ta en nuestra vida ordinaria y despierta en nosotros el ansia de un mundo mejor. Los senti-mientos generosos que yacen como adormidos en el fondo del alma emer-gen a la luz por virtud de la obra clásica, la cual nos los exhibe encarnados en una forma noblemente simple, o como quien dice, de un modo asequi-ble, al alcance de la mano.

Hay, según habrá podido advertirse, notables parentescos entre es-tas ideas y las de Winckelmann, primer historiador de las artes plásticas y genial intérprete del espíritu griego. Las principales leyes del ar te an-tiguo señaladas aquí estaban ya formuladas en las obras de Winckelmann y la estética neoplatónica de éste, que hace de la belleza sensible una como reminiscencia de la perfección divina, vuelve a revivir en las páginas de Lapcevic, para quien la obra clásica representa un t rasunto o reflejo del Espíritu General del Universo.

Cree, en fin, nuestro autor que el ar te moderno no ha alcanzado to-davía su fase clásica, pero que a ella ha de llegar un día y que cuando lle-gue, sobrepujará el ar te de los antiguos, siempre que se realice su tesis ini-cial, o sea, vuelva a la vida antigua, ba jo formas propias al espíritu con-temporáneo. El libro está lleno de ingenuidades como esta y de algo que podríamos llamar una pueril fantasía. Su estilo, por otra parte, carece de animación y de vuelo. Una voz de «magister»,,—cansina, monótona, repe-tidora—, parece sonar sin descanso en nuestros oídos mientras vamos le-yendo.

Lást ima que tan incitante materia, que un motivo eterno como es la belleza, no haya encontrado una forma dotada de esa armonía interna que el autor de la Filosofía del Arte Clásico, con justificada complacencia, se-ñala en los antiguos.—E. Solar Correa.

Joachim Moras: Ursprung und entwicklung des begriffs der Zivilisation in Frankreich. (Origen y desarrollo de ¡a idea de civilización en Fran-cia (1765-1830) (1).—Hamburger Studien zu Volkstum und Kul tur der Romanen. Seminar für romanische Sprachen und Kul tur . Ham-burgo, 1930. Págs. 87. En este estudio el autor t ra ta de exponer el desarrollo de la idea de

civilización en Francia. Busca, ante todo, el origen de la palabra «civili-zación». La encuentra, en un escrito, de 1756, del Marqués de Mirabeau, que era un fisiócrata. Designa con ella un ennoblecimiento de las relacio-nes sociales, un refinamiento recíproco. En ocasiones aisladas aparece

(1) Esta reseña, escrita en alemán, fué trad ucida por el señor Luis Fuentealba Weber.

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luego después en otros escritores, y es aceptada también por los dicciona-rios. Sin embargo, sólo llegó a usarse generalmente durante la revolución, época en la cual la idea de civilización había llegado a ser una ferviente actualidad política.

Estima el autor difícil considerar el desarrollo de la idea de civiliza-ción, por el hecho de tratarse de una palabra compleja que envuelve ele-mentos políticos, sociales, históricos y filosóficos, y por usarse, además, ya sea en un sentido estático, para designar un estado, ya sea en uno di-námico, para designar un desarrollo. Sin embargo, prevalece lo dinámico, y en la mayoría de los casos se aceptan como sinónimos «civilización» y «progreso». Este último es un término modernista que caracteriza el am-biente intelectual de los siglos XVI I y XVII I . A la liberación del pensa-miento llevada a cabo por la filosofía de la «Aufklaerung», sigue la libe-ración social-política durante la revolución. El agente más poderoso que conduce de la abstracción a una acción política, es la creencia en el pro-greso.

El autor, en una ojeada sobre el origen de la idea de civilización, se ha encontrado con escritores que han ayudado a esclarecer este concepto, ya sea negativamente, como Rousseau, al condenar la civilización, ya sea positivamente, como Turgot con su concepción de la historia dinámico-orgánica. Profundamente le preocupa, en seguida, el significado de la idea en las diversas épocas de la historia intelectual. Tanto en los fisiócratas como en los enciclopedistas, la idea de civilización ocupa el lugar que le corresponde, generalmente con la marcada tonalidad del progreso activo del momento. La noción gana visiblemente en extensión y profundidad. En ocasiones se agudiza y toma una marcada dirección hacia una «fausse civilisation», que podría parangonarse con una corrupción, lo que merece una despiadada crítica de los idealistas de la época revolucionaria. El ideal de la «Aufklaerung» actualizado en Condorcet es, sin embargo, el más po-deroso. La revolución es para él el contenido de civilización, especialmente caracterizado en la proclamación de los derechos del hombre. Con su teoría de la «perfectibilité indéfinie», lleva la idea de progreso hasta el extremo. Significa ella la victoria de la razón, junto a la de la voluntad.

La idea de civilización es bastante poderosa para perdurar más allá del cambio político que siguió a la revolución y continuar su obra en la reacción, durante el primer tercio del siglo X I X . Es de observar, como fundamentalmente nuevo, que ahora ya no significa una determinada acción o un determinado estado, o algo que se encuentre en un devenir, en un desarrollo, sino una unidad bien determinada. La idea de progreso queda sometida ahora al imperio de una autoridad precisa. De Maistre y Bonald representan esta orientación cristiana de la concepción de la historia.

En Augusto Comte prevalece una fuerte comprensión orgánica de la noción de civilización. Para él, civilización es fuerza, la que llega a ser una ley natural. Al hombre sólo le reconoce un papel modificador. Puede apresurar su marcha, siempre que, bajo ciertas condiciones, reconozca la dirección prescrita por el proceso de la civilización.

El autor toma como caracterización del desarrollo del concepto du-rante el liberalismo, a Cousin y Guizot. Ayudándose del método psicoló-gico, Cousin define la civilización como «los elementos de la naturaleza

FILOLOGÍA. N.° 1 7

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humana», la idea de lo útil, de lo bello, de lo cierto, etc.; tal como se ma-nifiestan en la vida intelectual y social. Guizot generaliza todavía más la idea de civilización. Es para él un factor de la mayor realidad. La llega a considerar como medida de los factores aislados de la vida histórica. La divide en dos corrientes: la del progreso individual y la del social. Con esta definición sufre un retorno hacia la época de la «Aufklaerung». Pier-de, de aquí en adelante, su originalidad, llegando a ser insubstancial y generalizadora. De su primitiva elevación filosófica desciende cada vez más hacia un ambiente de propaganda política, con especial acentuación de la oposición de la espiritualidad latina y germánica.

Con este bosquejo termina bruscamente la investigación. Para el lector sería de desear que recién comenzara aquí, pues, juntamente desde este punto de vista cultural-psicológico,—que el autor evita a sabiendas—, puede tener interés para nosotros la idea de civilización. Después de un gran dispendio de energías y estudios ha conseguido finalmente poca cosa. Y a pesar de que el autor t ra ta de captar desde diferentes puntos de vista, ya sean filosóficos, histórico-literarios, histórico-filosóficos, la idea de ci-vilización, ésta se le escabulle una y otra vez sin aportar nada para escla-recer su formación. Tampoco se desprende de ninguna par te del t rabajo, el por qué su autor investigó justamente en Francia el desarrollo de la no-ción de civilización. Como le amedrenta observar la idea de civilización desde un plano latino o simplemente francés, se puede decir que todo el t rabajo no tiene fundamentos. Le falta interés filológico por el inmenso material acumulado que hace imposible una. revisión fundamental . El in-terés histórico-filosófico está resentido por constantes desviaciones hacia futilezas literarias. Es de lamentar, que el autor, por temor de ser parcial, no haya llegado a una concepción más rígida.—Edith Oppens.

Warner Lange: Friedrich der Grosse und die Geistige weit Frankreich. (.Federico el Grande y el mundo intelectual francés) (1).—Hamburger Studien zu Volkstum und Kultur der Romanen. Seminar fuer roma-nische Sprachen und Kultur. Hamburgo, 1932. 195 págs. En una corta y rápida ojeada biográfica acerca de la juventud de

Federico, nos muestra el autor cuán grande fué la influencia francesa en la corte prusiana aun durante el tiempo del rey-soldado. Nos muestra, tambén, cómo esta circunstancia facilitó a Federico el desarrollo de su na-tural inclinación por la intelectualidad francesa. Ya en el cuerpo del tra-bajo, le interesa al autor el juico de Federico sobre las obras de los auto-res franceses en las más variadas materias. Nos hace notar de antemano que Federico en manera alguna fué un ciego partidario del espíritu fran-cés, sino que eligió y valorizó según diversos puntos de vista, los que es-taban de acuerdo con su originalísima manera de ser.

En filosofía aprecia Federico, ante todo, a los resueltos Aufklaerer, que libertaron el pensamiento humano de la autoridad de la Iglesia. Es

(1) Esta reseña, escrita en alemán, fué trad ucida por el señor Luis Fuentealba Weber.

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así como alaba a Gassendi, el opositor de Descartes, moderno continua-dor del epicureismo, y, sobre todo, al estoico Bayle. Para él, es con éste, en quien la filosofía alcanza su punto álgido. No solamente las teorías de la Aufklaerung de Bayle merecieron su más alto reconocimiento, sino tam-bién su método académico, en el cual sobrepasa aún a un Cicerón. En el mismo plano de Bayle puede mantenerse solamente un Fontenelle. El es-teta que vive en Federico, aprecia en él su lenguaje gracioso, y el bello equilibrio que existe entre el filósofo y el escritor. De una manera extraña ve en Voltaire, ante todo, al hombre que ayudó a Locke y Newton a al-canzar la victoria sobre Descartes. Le admira más como poeta que como filósofo.

Los historiadores que más impresionan a Federico, son Montesquieu y Bossuet. Aun cuando impugna a Bossuet su tendencia católica, le ad-mira, sin embargo, como al creador de la filosofía de la historia, la que muestra una correspondencia lógica del acontecer. En Montesquieu, al que respeta, además, como gran legislador moderno, encontró también una especulación filosófica de la historia. Lo que más alaba de la obra histó-rica de Voltaire es su Histoire du siècle de Louis XIV. En general, esti-ma que los franceses no han alcanzado la altura de los latinos como expo-sitores de la historia.'

El marcado sentido de Federico por la claridad y belleza del estilo, tenía que hacerle llegar a ser un admirador de la retórica francesa. La re-tórica de la elocuencia de Bossuet le impresiona profundamente. Compara al autor de las Oraisons funèbres con Demóstenes. A las obras que no siendo discursos, han sido realizadas, sin embargo, bajo el sentido de la elocuen-cia, pertenecen las Lettres personnes de Montesquieu, a las cuales Federico reconoce un valor duradero. Como prosista considera a Montesquieu aun en un plano superior al de Voltaire, pues aprecia mayormente al lírico y al dramaturgo.

Con respecto a la poesía, a la que tan aficionado era Federico, fué Boileau su guía intelectual. Está de acuerdo con él hasta en sus aprecia-ciones mínimas. El autor acentúa el hecho de que Federico no ama en él só-lo al teórico artístico, sino más bien al poeta, como por regla general, es el momento estético y formal el que impresiona de inmediato su crítica. En la lírica prefiere el vuelo heroico de las odas de J. J. Rousseau. A la lírica rococó de la época la reconoce como una forma especial más refinada de la conversación social, pero, raras veces como obra de arte. Voltaire es para él un verdadero dios de la versificación. La Henriade es la obra de Voltaire que más aprecia, porque éste guarda en ella las tradiciones del tiempo de Luis XIV. Esto tiene para Federico el significado de un ideal que tiende a desaparecer. La aprecia también, porque sobrepasa en maes-tría, aun todas las obras del gran «siècle». Federico le pide a la tragedia, además de la perfección, el poder de conmover y arrastrar los corazones. En esto es a Racine al que juzga como el más grande. En él admira el ar-mónico equilibrio clásico, la perfecta unidad de contenido y forma. Para Federico, el arte escénico alcanza con Voltaire por segunda vez un punto culminante. A pesar de toda su admiración, critica la obra dramática de Voltaire, y es sólo Merope la única obra dramática a la cual aplaude sin reservas.

Para Federico, la comedia juega un papel secundario. Es una dis-

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tracción a la cual el hombre puede abandonarse únicamente después del trabajo. Sólo el genio de un Molière pudo tener éxito en algunas de sus creaciones, para llevar este género más allá de sí mismo. En Molière apre-cia ante todo su gran naturalidad, junto a su gracia para producir la risa. La comedia burguesa contemporánea, sea de un Marivaux, o la comedia «larmoyante», la rechaza absolutamente. Su gusto, que tenía una orien-tación clásica, estaba obligado a desechar como inartística la fusión de géneros.

En una consideración final, el autor muestra cómo el interés de Fe-derico por la vida intelectual contemporánea de Francia decae a medida que envejece. A esto lo condujeron el creciente aburguesamiento de todos los géneros artísticos y la crítica revolucionaria de los enciclopedistas acerca del estado. Se ensimismaba cada vez más en las obras de los clásicos y de Voltaire, que descubrió en Rheinsberg. Estas le acompañaron durante la guerra de los siete años y pasaron a ser su consuelo y su alegría en el pa-lacio de Sanssouci.

El mejor resultado de este claro trabajo,—sagazmente consciente en hacerse discreto,—reside en que nos hace aparecer los sentimientos artís-ticos de Federico contemplados bajo nuevos aspectos. El autor indica de una manera convincente que no es la comparación del gusto de Federico con el nuestro, o la afirmación de su «mal gusto» lo que debemos conside-rar, sino, por el contrario, comprender .el por qué Federico, dado su tem-peramento, se dejó influir por tal o cual obra. Junto a esto, aparecen con-tinuamente dos rasgos principales: Federico ve en el arte un asunto aris-tocrático, creado por la sociedad para la sociedad. El valoriza con especial cariño, desde un punto de vista estético, y no del contenido, la armonía clásica. (El aparente rompimiento de estos principios, por la valorización de los sentimientos en la tragedia, no dicen nada en contra de ellos). En todas sus partes, el autor ha logrado establecer una unión entre la soli-dez científica y la concepción orgánica de la personalidad. De esta mane-ra el lector se forma un cuadro bien completo, a pesar de ser esta obra un tema especializado.—Edilh Oppens.

Me. Kendree Pet ty : Some epics imitations of Ercilla's «La Araucana». —Tesis doctoral presentada a la Universidad de Illinois, para obte-ner el título de doctor en filosofía. Illinois, 1930. Esta tesis no merece un comentario muy extenso en vista de que el

autor no llega a conclusiones nuevas ni resultados sorprendentes en esta materia.

Copia fielmente los juicios de los conocidos historiadores de la lite-ratura española: Menéndez y Pelayo, Barros Arana, Hurtado y Palencia, etc., con lo cual la ciencia no ha adelantado mucho, pues, a todo aficio-nado a la literatura le es conocido que el Arauco Domado de Pedro de Oña; La Araucana cuarta y quinta parte, de Santisteban Osorio; Las guerras de Chile, atribuidas a Mendoza Monteagudo; y el Purén Indómito de Alva-rez de Toledo, son imitaciones de la obra de Ercilla y que estas produccio-nes son muy inferiores a la obra del gran épico español.

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RESEÑAS 101

Oña y Osorio imitaron servilmente a Ercilla en la técnica y en el tema principal, pero no habiendo tenido la cultura, el conocimiento, ni el ta-lento como poeta y estilista, sólo miraron la superficie de La Araucana, y poco se puede decir acerca de las ideas de fondo, faltándoles inspii ación y habilidad artística no pudieron dar a sus obras el verdadero espíritu y el ambiente de las guerras araucanas que sólo la obra de Ercilla posee.

Estos imitadores de Ercilla tienen el atenuante que escribieron con escaso material fuera de La Araucana misma, que el Arauco Domado, fué un trabajo de encargo, escrito en Lima, muchos años más tarde, con el ob-jeto de alabar a don García Hur tado de Mendoza, de quien Ercilla casi nada decía en La Araucana, y probar que su Gobierno en Chile había sido justo y beneficioso. Osorio escribió al otro lado del Atlántico, y tal vez tuvo los mismos motivos mercenarios que Oña para escribir La Araucana cuarta y quinta parte.

A estos poetas les fué imposible hacer descripciones más verdaderas debido al demasiado tiempo transcurrido. Faltos del conocimiento per-sonal de su objeto se veían forzados a depender casi únicamente de su ima-ginación y fantasía, lo que daba a sus poemas ese ambiente de artificio y falta de realidad. El exceso de ornamentación convencional hace que los trabajos de estos dos poetas sean muy inferiores y pierdan casi completa-mente los méritos literarios que ellos poseían.

Alvarez de Toledo y Mendoza Monteagudo usaron simplemente el método de Ercilla. El Purén Indómito, una crónica rimada más que una epopeya, es inferior artísticamente al Arauco Domado, pero lo excede en el vigor de su estilo y da al lector los cuadros más verdaderos de las con-diciones, personajes y acontecimientos de esa época. Es especialmente notable por la crítica mordaz para los españoles.

Lo más interesante que tiene la tesis de McKendree Pe t ty es la si-guiente fórmula, que pone de manifiesto el humorismo norteamericano y con la cual les sería muy fácil escribir epopeyas a futuros imitadores de Ercilla:

«Tómese una serie de batallas, expediciones, invasiones, etc., de al-gún período de la época primitiva de la historia colonial de Chile y désele en cuanto sea posible el carácter histórico de aquel tiempo. Agréguese al-gunas asambleas y reuniones solemnes indias, y espárzase con hechos in-dividuales de hazañas y proezas, moralizando con conmovedora elocuen-cia. Adórnese con una lista de palabras y enumeraciones, estrofas inter-caladas, alusiones mitológicas, referencias de acontecimientos y persona-jes de la historia antigua, apóstrofes, comparaciones homéricas, metáfo-ras, otros artificios retóricos y expresiones altisonantes. Usese encanta-mientos, magia, presagios, prodigios, visiones, fantasmas, y en algunos ca-sos la intervención divina para dar al relato un toque fantástico. Désele la extensión necesaria para introducir asuntos extraños a la materia en forma de narraciones personales o autobiográficas de carácter altamente romántico, visiones ó acontecimientos en otra parte del mundo que ven-gan a redundar en la gloria de España o de los protectores de los poetas o ambas cosas, algo que pueda interesar al lector e interrumpir la monoto-nía de la t rama principal. No terminar el poema (Osorio fué el único que lo hizo), dejar cosas en suspenso, para poder terminarlas en el caso que se soliciten. El poeta debe defender siempre los más altos ideales caballerea-

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102 ANALES DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA

eos y de patriotismo y cristianismo, y condenar la crueldad, la traición, y la desobediencia a toda autoridad debidamente constituida: como la igle-sia, el rey u otro superior inmediato».—R. Oroz.

Antenor Nascentes : O idioma nacional. Vol. IV. Gramática histórica.— 2 ed., Río de Janeiro, 1933. La Gramática Histórica de la lengua portuguesa que nos ofrece el

profesor Antenor Nascente en el IV volumen de la serie O Idioma Nacional es como los otros tomos de la*misma colección, un compendio didáctico para el uso en la enseñanza secundaria. El señor Nascentes es un filólogo que ha probado su competencia con un buen número de publicaciones, en-tre las cuales figura un gran Diccionario Etimológico da Lingua Portuguesa que acaba de aparecer.

En el prefacio de su Gramática Histórica el señor Nascentes declara que no entrará en «minucias» y huirá de la erudición; sin embargo, en al-gunos casos, no ha logrado completamente su propósito. Y no lamentamos que sea así. Sólo desearíamos que al citar a una autoridad indicara tam-bién la obra a que alude o que pusiera en algún lugar la lista de las obras citadas, pues los jóvenes estudiantes que no pueden estar al corriente de la bibliografía especializada, no siempre sabrán que al mencionarse a Millar-det, esto quiera decir, en general, Linguistigue et Dialectologie Romanes/ o Meyer-Lübke, Introducción a la lingüística románica y menos aun co-nocerán a Brugmann, van Ginneken, etc.

También desearíamos que, en una futura edición, el autor diese a su obrita proporciones más justas; pues si por una parte ofrece más de lo que indica su título, por otra parte fal ta un poco de profundización en ciertos capítulos. Dedica a la fonética 42 páginas; a la morfología 95 págs., y a la sintaxis apenas 15 págs. Como se ve, el capítulo más flaco es la sintaxis y, en verdad, únicamente tres puntos encontraron cabida en esta par te : generalidades sobre la concordancia, sobre el régimen de algunos verbos y la construcción.

Aparte de esto, el texto tiene complementos muy valiosos. Así serán de positiva utilidad para los estudiantes, las nociones elementales sobre la fonética fisiológica, sobre las leyes fonéticas así como sobre el léxico por-tugués y, principalmente, el interesante capítulo acerca del portugués del Brasil en comparación con el lusitano, estudio que va acompañado, ade-más, de un mapa dialectológico.

La segunda parte del libro la forman una serie de trozos arcaicos (del siglo X I I al XVI) , que el autor añadió para la aplicación práctica de los fenómenos estudiados en la parte dogmática.

A continuación algunas pequeñas observaciones. Para una fu tura edición recomendaríamos al señor Nascentes que

agregara un índice de vocablos, instrumento indispensable para una fácil consulta del libro.

Pág. 27. Sería preferible reemplazar en el triángulo vocálico de la serie palatal e por e; y de la serie velar, u por u.

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Pág. 28, línea 11: En vez de «Ñas semi-consonáncias que sáo t e « prepositivas. . . léase: Ñas semi-vogais, que sáo j e « pospositivas. . .

Línea .15: léase: Ñas semi-conconáncias. Pág. 34. Hay que invertir el cliché que representa las articulaciones

de x, j , nh, Ih. Pág. 49. Me parece muy discutible la opinión de que todas las trans-

formaciones de una lengua tengan por único objeto llegar a una articula-ción más cómoda y'que, por tanto, actúe, principalmente, la ley de menor esfuerzo.

Pág. 50 y sgts. En el capítulo titulado Metaplasmos, el autor enu-mera una serie de fenómenos conocidos con los nombres de protesis, epén-tesis, apócope, etc., y que podrían definirse, en parte, en forma más pre-cisa (por ej.: tibio:e > i por efecto de la yod).

Nota. Sería mejor usar el signo >, cuando se quiere decir «se con-vierte en» en vez de = , que significa «igual a».

La transformación de una vocal en diptongo se llama comúnmente «diptongación» y no «alargamiento».

También me parece más conveniente hablar de la «sonorización» en vez del «abrandamento» de una consonante sorda, aunque también J . J . Nunes emplee este término en su Gramática Histórica Portuguesa. Y me-nos admisible todavía es que el señor Nascentes designe con «degenera-ción» el cambio de una oclusiva en fricativa.

Pág. 53. En lugar de decir «permuta» propondría en el caso de mira-bilia-maravilha, el término asimilación o, al menos, «permuta assimila-dora» (cp. p. 101), y para el fenómeno contrario el de «disimilación».

Pág. 65, penúltima línea, léase: «sob a influencia de um i longo final».. . Pág. 66, línea 5, léase: n palatal, en vez de velar. Pág. 69. El autor cita las formas relogio, bispo, bodega, en conformi-

dad con J . J . Nunes, Gram. Hist. Port., p. 259, como casos de «deglutina-gáo do artigo». Pero si el señor Nascentes llama la atención hacia las for-mas italianas orologio y castellano obispo, para demostrar que se t ra ta de una deglutinación del artículo portugués, olvida que también en cas-tellano se dice reloj y qüe en los dialectos italianos ocurren numerosas va-riantes con la misma deglutinación, como ser lomb. relóy; camp. relóggo, cal- nlóg; sic. rológgu, etc., sard. rilógu, etc.

(Cfr. W. Gessler, en Zeitschr. f. rom. Phil. 1932, t. LII , p. 563). Todas ellas prueban que al lado del latín horólógium, base de la forma

toscana, debe haber existido en latín vulgar una forma relogium (comp. Du Cange, S. XIV, relogium, vernacule reloge, eñ Limoges; también fr. ant . relogeur, v. Godfr.), de donde cast. reloj, port. relogio.

En cuanto a portugués bispo conviene recordar que la misma forma ocurre a menudo en cast. ant . (Berceo; además, comp. cat. bisbe, tose. véscovo, sic. víspiku, etc. (R. E. W., 1931, art . 2880). Y respecto de port. bodega, tampoco cabe pensar en una deglutinación del artículo portugués, en vista del cast. bodega, ital. bottega, prov. botiga, fr. boutique; probable-mente se t ra ta de una voz importada de Italia, donde la pérdida de la a-inicial, en ciertas regiones, era un fenómeno bastante frecuente.

Pág. 71, línea 5: amó; léase ama (ejemplo mal elegido). Pág. 91, línea 5: dice «se assimilou», léase: «se assibilou».—R• Oroz.

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Leavitt Olds Wright: The -ra verb form in spain.—The Latín pluper-fect indicative in its successive functions in Castilian, with a table of ratios of these functions compared with those of parallel forms. Este trabajo, que va precedido de una introducción, en que el autor

expone el problema, el método, y las conclusiones a que ha llegado, cons-ta de siete capítulos, en el orden siguiente:

I. Latín clásico y latín vulgar. II. Español antiguo. I I I . Prosa pre-clásica de los siglos XV y XVI. IV. Siglo de Oro. V. Período neo-clásico. VI. Período romántico. VII . Español moderno. Y seis apéndices. Es un estudio que tiene por objeto trazar la completa evolución his-

tórica del uso de las formas verbales en -ra en España. La investigación se ha hecho en 580,000 líneas de los textos más diversos y más representa-tivos de todas las épocas, superando notablemente los ensayos fragmen-tarios de otros autores.

Teniendo como base el estudio histórico de la frecuencia de las for-mas en -ra, -se, ría y -re en los textos españoles desde el siglo X I I al siglo XX, el autor ha combinado por medio de un sistema de proporciones en-tre las formas equivalentes o afines un cuadro de los cambios relativos en el uso de estas formas de período a período.

Este cuadro ofrece varias posibles escalas de medidas las cuales po-drían ser útiles para determinar la fecha de la composición y el autor de un trabajo determinado. Además, Leavit Olds Wright cree que este es-tudio detallado de la historia de las formas verbales ayudará a esclarecer la interpretación de pasajes obscuros en los textos.

Se indica para cada texto un cuadro completo de las formas en -ra, las cuales están clasificadas según sus funciones: indicativo o subjuntivo. Si es indicativo el autor muestra si el valor temporal corresponde al plus-cuamperfecto latino o a cualquier otro tiempo pasado que él designa con el nombre de «non-pluperfect past»; y también si el verbo ocurre en una cláusula relativa subordinada, en una cláusula principal o en una no re-lativa subordinada.

Se ha hecho una distinción cuidadosa entre forma y función. En resumen este estudio demuestra lo siguiente: 1. La forma verbal que se ha usado en Latín Clásico como pluscuam-

perfecto de indicativo (e. g. amaveram), conserva su valor en España hasta el siglo XIV.

2. La forma en -ra con valor de indicativo persistió en uso regular por otro siglo; esta función (de la forma verbal en -ra), fué reemplazada en los siglos X I V y XV por la función de subjuntivo.

3. Ejemplos aislados de indicativo aparecen desde Corvacho (1438), hasta Cervantes (1616), pero datos estadísticos indican prácticamente la no existencia de la forma en -ra como indicativo (exceptuados los pasajes de las baladas), por el siguiente siglo y la mitad del otro.

4. Cerca de cuatro siglos después de Martínez de Toledo (1438), el

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-ra indicativo prácticamente desaparece de los textos examinados, con excepción de un posible toque arcaico poco común (e. g. por Diego de Santpedro o Cervantes), o por una notoria y deliberada imitación del es-tilo de los escritores antiguos (e. g. en el Amadís de Gaula y en la Historia de Mariana.)

5. Aunque aparecen casos esporádicos desde Martínez a Cervantes, y desde los pre-románticos al Duque de Rivas (1833), entre el período de Cervantes y el de Jovellanos no ocurren ejemplos seguros.

6. Es bien conocida la popularidad de -ra como indicativo a princi-pios del siglo X I X entre los románticos, particularmente por parte del Duque de Rivas.

7. El -ra indicativo persiste después del período romántico, y se en-cuentran evidencias de su empleo continuo desde entonces hasta nuestros días. Esto ocurre ocasionalmente en las obras de Pérez Galdós, Palacio Valdés, Antonio Machado, Martínez Sierra, Azorín, etc., y particular-mente en escritores de Galicia, como Pardo Bazán, Valle-Inclán, Pérez Lugín.

8. Todas las formas verbales en -se, -ría y -re que ocurren en los tex-tos han sido estudiadas particularmente con relación a construcciones pa-ralelas.

9. Tablas de frecuencia relativa indican cuántas veces estas cuatro formas tienden a ocurrir en relación con otras formas o en diferentes fun-ciones de la misma forma. A juicio del autor estas tablas podrán indicar con considerable exactitud qué porporción se hallará proba-blemente entre ciertas funciones de una forma o formas equivalentes en un período dado, y recíprocamente en qué período se puede situar un texto en vista de sus tablas de proporciones entre funciones de una forma y sus equivalentes, haciéndose la debida concesión a los factores individuales y geográficos.

10. La aplicación de estas tablas a determinados problemas da entre otros los interesantes resultados que van a continuación:

a) Dadas ciertas diferencias de vocabulario y asonancia entre la pri-mera y segunda mitad, aproximadamente, del Poema del Cid. (cf. E. C. Hills The Unity of the Poem of the Cid, Hisp. X I I , 1929), se nota que los únicos casos en que la forma en -ra ocurre en funciones que no son de in-dicativo en el poema se hallan en las últimas 1,000 líneas, y que en esta misma parte aparecen únicamente tres formas en -ra de indicativo (0,3 por ciento), junto a diez y nueve en las 2,730 líneas precedentes (0,7 por ciento). En suma, las cuatro únicas formas que tienen función de no in-dicativo ocurren en las últimas 1,000 líneas.

b) Las antiguas Baladas españolas (publicadas en su mayor parte en 1550, pero consideradas «antiguas» en 1492, y existiendo antes de 1450, según Morley, Problems 210), indican, según el cálculo, con respecto a estas formas verbales, que la lengua de ellas es del siglo XIV. El lenguaje arcaico de estas baladas podría indicar que fueron transmitidas oralmente por varias generaciones, o que fueron compuestas deliberadamente en lenguaje arcaico.

c) Respecto del primer acto de la Celestina al cual se atribuye otro autor que a los actos restantes, se puede decir que las proporciones ha-

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liadas en el primer acto de esta obra son completamente diferentes de los actos II al XVI.

d) El lenguaje del Amadís de Gaula (en su primera publicación en España, 1508, pero mencionado en el Rimado de Palacio de ca. 1378 y en el Regimiento de los Príncipes de ca. 1350, ver R. Foulché-Delbosc La plus ancienne mention d' Amadis, Rev. Hisp.15, 1906:815), muestra un estilo muy arcaico en el uso de los verbos. El uso de la forma en -ra corres-ponde en la práctica al siglo X I I I , aunque su primera edición apareció en España tres siglos más tarde. Se dice que el Amadís de Gaula en su forma presente ha sido influido por el portugués, y si así fuera, podría ser de im-portancia observar que el portugués ha conservado hasta ahora la función de indicativo de la forma en -ra, la cual se usa comúnmente en el Amadís, y hace contraste con la costumbre literaria del tiempo en que fué impreso en España.

e) Se ha dudado que Cervantes haya escrito la Tía Fingida. El cálculo de las formas verbales indica que el autor de esta novela usaba mucho más formas en -ra en prótasis (comparadas con aquellas en -se), que las que se encuentran en cinco de las Novelas ejemplares de Cervantes, o en cual-quiera otra de sus obras en prosa; y que él mostraba mayor preferencia por el imperfecto de subjuntivo (en comparación con el pluscuamperfecto) que Cervantes, en las novelas ya mencionadas.

/ ) La Estrella de Sevilla, que antiguamente se atribuía a Lope de Vega, se ha comparado con nueve dramas que con seguridad son de la plu-ma de Lope, encontrándose tres de las proporciones muy distintas a las correspondientes en las obras de este autor.

g) Cuervo (Nota 94 a la Gramática de Andrés Bello), dice que en el español clásico la forma en -se predomina en las cláusulas subordinadas optativas, y en la prótasis, como la en -ra, en la apódosis. La tabla de pro-porciones muestra que esto es verdad en el caso de las cláusulas subordi-nadas hasta la prosa y poesía de Cervantes y la prosa de Lope. Pero la poesía de Lope muestra un gran aumento en el uso de la forma en -ra su-bordinada, y los otros dramaturgos clásicos continúan usando más for-mas en -ra que en -se en las cláusulas subordinadas. En cuanto a la próta-sis, Cuervo está evidentemente equivocado, como opina el señor Wright, pues las proporciones indican que, después de Cervantes (en que las dos son usadas igualmente), los escritores clásicos muestran en general, una marcada preferencia por las formas en -ra sobre las en -se en la prótasis, usando Lope tres -ra por un -se, y más tarde los dramaturgos, cinco por uno. El optativo, como puede verse fácilmente en la tabla principal de resultados, se expresa con mayor frecuencia por la forma en -ra que por la forma en -se, durante el siglo de Oro y después.

h) Cuervo hace otro aserto superficial, según la opinión del señor Wright, pues su investigación no lo comprueba, cuando dice en la misma nota 94: «En los casos en que es indiferente el uso de las dos, ha tomado creces entre los españoles el uso de la forma en -se, y aun puede decirse que tiende a desaparecer la en -ra». Si se tuviera que juzgar el lenguaje del pueblo hoy día por las formas usadas en la producción dramática (de contemporáneos como Benavente, Martínez Sierra, madrileños, y los Al-varez Quinteros, sevillanos), la comparación entre el total de los casos en -ra y los en -se sería de 7 por 1. (Benavente en cuatro dramas usa 439 for-

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mas en -ra y 11 en -se). La prosa literaria moderna muestra casi los mis-mos totales, mientras que la poesía española moderna nos da una propor-ción de casi 4 por 1 en favor de la forma en -ra. El contraste en el estilo se ve mejor, como dice el señor Wright, comparando hombres como Valera de Andalucía y Palacio Valdés de Asturias con Pérez Galdós (nacido en las Islas Canarias, pero residente en Madrid, desde la edad de quince años), Azorín de Alicante, y el vasco Pío Baroja. Valera y Palacio Valdés emplean, más o menos tres formas en -ra por una en -se.

Estos son, en resumen, los resultados de la investigación del señor L. O. Wright quien ha aportado con este t rabajo concienzudo y paciente, lleno de agudo y minucioso análisis, una valiosa contribución a los estu-dios hispánicos.

El autor no es un novicio en esta clase de trabajos, pues conocemos su nombre por una serie de artículos sobre este mismo tema en relación con Hispanoamérica y que fueron publicados en la revista Hispania. Ma-yo de 1934.—i?. Oroz.

Karl Vossler: Metodología Filológica. (Con referencias a los idiomas modernos, especialmente al alemán).—Madrid, 1930, 104 págs. (1). La personalidad de Vossler ocupa en el campo de la filología un lu-

gar preponderante. Sin entrar por ahora a analizar su vasta producción científica—que comprende la lengua y li teratura de Italia y de Francia en primer térm no y de España en seguida—debo sólo advertir que en Ale-mania él ha sido un renovador y un guía en esta ciencia. Sus métodos, si bien no han formado verdadera escuela, han encendido una ferviente chispa en la actividad de gran número de jóvenes investigadores alemanes. Basado en su poderosa intuición, parte Vossler de unos cuantos hechos para remontarse a la más alta interpretación filológica. (2)

En estas conferencias dadas en Madrid hace el sabio una exposición crí-tica de los métodos filológicos dominantes: la geografía lingüística; los nue-vos métodos de análisis fonético del profesor E. Sievers; el alcance filológico del método de E. Wolfflin para el estudio de la historia del arte; los méto-dos filológicos comparados; las teorías de Freud y su alcance filológico; los métodos para el estudio de las categorías gramaticales y psicológicas; las teorías sobre las categorías gramaticales y el concepto simbólico del len-guaje del filósofo hamburgués E. Cassirer; los orígenes y la historia del idioma; caracteres principales del desarrollo lingüístico; individualismo y colectivismo en los idiomas; idiomas vulgares, convencionales, univer-sales y artefactos idiomáticos; el idioma como comunidad de intereses.

(1) Con la amable mediación de mi amigo y ex-profesor Dr. Fritz Krüger, el célebre catedrático Dr. Karl Vossler ha tenido la gentileza de enviarme este folleto. Agradezco a ambos su bondadosa actitud, más ahora en que las insalvables vallas de la depreciación de nuestra moneda y del intercambio económico hacen poco menos que imposible seguir a tiempo, en este rincón del mundo, la actividad científica de Europa.

(2) Para conocer más de cerca la personalidad de Vossler, léase el prólogo que es-cribió José F. Montesinos, gran conocedor de la vida intelectual alemana, para su úl-tima publicación hispanística Introducción a la Literatura Española del Siglo de Oro. Madrid. 1934.

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108 ANALES DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA

El enunciado de los temas muestra por sí mismo la importancia de las conferencias del ilustre profesor de Munich, conferencias que debieran ser suficientemente conocidas por todos los estudiosos de la ciencia filo-lógica.

Manuel de Paiva Boleo, Orientaqoes da filología romanica na Ale-manha e o seminario románico de Hamburgo. (Tirada aparte de la revista Biblos (Mayo y Junio de 1931).—Coimbra, Portugal, pág. 93. Excelente idea fué la que tuvo el joven filólogo Manuel de Paiva

Boléo, actual lector de portugués en la Universidad de Hamburgo, al ha-cer una reseña de las corrientes filológicas alemanas y de las actividades científicas del recordado Seminario de Lenguas Romances, al cual tanto debe él como el que estas breves líneas escribe.

En la primera párte de su trabajo, el señor Boléo nos informa clara y sucintamente, basándose en una nutrida documentación, sobre los mé-todos filológicos alemanes, que él agrupa en dos corrientes: la idealista de Vossler, Spitzer y Lerch y la positivista más extensa representada por el método histórico-comparativo de Meyer-Lübke y Gamillscheg, el método geográfico de Jud, Jaberg y Wartburg y el método de las «Wörter und Sachen» (palabras y objetos), cultivado por Schuchardt, Meiringer, Me-yer-Lübke, Wagner, Rohlfs y Krüger.

En la segunda parte habla detenidamente del espíritu y método de t rabajo que informan las actividades del Seminario Románico de Ham-burgo, al que considera como un modelo de instituto científico que debe-ría imitarse en las escuelas universitarias de Portugal.

Sólo hay que hacer notar que, en este panorama de la filología ro-mance en Alemania, no se estudian los métodos de investigación filológico-literaria, en que los alemanes tienen también tantos representantes cons-picuos.— Y. Pino Saavedra.

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NOTICIAS

El Insti tuto Iberoamericano de Berlín ha obsequiado al Departa-mento de Lenguas Romances de- la Facultad de Filosofía y Educación importantes publicaciones científicas referentes a filología romance, que vienen a incrementar la biblioteca especializada de este Departamento y que han de servir en mucho a la orientación metodológica de profesores y estudiantes.

El Departamento de Lenguas Romances se hace un deber en agra-decer efusivamente a la Dirección del Insti tuto Iberoamericano, y por su intermedio a los seminarios universitarios que han contribuido a este obsequio, el interés demostrado con largueza por las actividades filoló-gicas que se desarrollan en Chile.

El Departamento de Lenguas Romances prepara la publicación de las siguientes obras de don Federico Hanssen, que irán anotadas por los profesores R. Oroz y Y. Pino Saavedra:

Volumen I. Estudios gramaticales. Volumen II. Estudios métricos. Volumen II I . Gramática histórica de la lengua castellana.

NOTA.—Esta publicación reseñará en sus columnas toda obra de ca-rácter filológico, sea lingüístico o literario, que se envíe a la Secretaría de la Facultad de Filosofía y Educación, Universidad de Chile. Casilla 10 D. Santiago.