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Si vas a venir a una villa, loco, entrá de otra forma. Distancias sociales, límites espaciales y efectos de lugar en un barrio segregado del gran Buenos Aires. Ramiro Segura Introducción: La historia me la contó Laura, una mujer de por aquel entonces 30 años, que desde hacía 17 residía en el barrio, procedente de Corrientes. Cuando la conocí 1 vivía junto a su marido y sus tres hijos en una casa de material que habían construido tras largos años de combinar trabajos informales mal pagos durante el día ella en el sector doméstico, él en la construcción- con actividades de cartoneo en la capital durante la tarde / noche. Si vas a venir a una villa, loco, entrá de otra forma. En su historia Laura se refería explícitamente al encuentro con un conocido periodista de televisión que había ido a La Cárcova 2 a realizar una nota 3 . En aquel encuentro, ante la pregunta del periodista acerca de si podía volver a La Cárcova en otra oportunidad para continuar la producción de su nota, ella le recomendó que cambiara tanto su vestimenta como sus modos: no te confíes... si vas a venir otra vez a la villa, no te vengas así vestido, no traigas esos zapatos, no traigas ese 1 El trabajo de campo se desarrolló entre los meses de Marzo y Septiembre de 2005 en el marco del proyecto “Detección de áreas de vulnerables en el partido de Gral. San Martín” dirigido por Alejandro Grimson y realizado por medio de un subsidio del Consejo de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC). Como es habitual, aplicando criterios éticos con vistas a preservar el anonimato de nuestros informantes, en este trabajo los nombres de la totalidad de las personas y de ciertos lugares han sido cambiados. 2 La Cárcova ¿barrio o villa? No existe consenso entre sus habitantes. Algunos distinguen explícitamente su lugar de residencia de las villas, como el caso de Lita: “viene a ser como un barrio, esto no es una villa, esto es barrio”; otros, en cambio, remarcan que se trata de una “villa”, como el caso citado de Laura. De todas maneras, parece que el uso de un término u otro por parte de sus residentes depende de las situaciones de interacción. Esta pluralidad de usos contrasta con el uso casi exclusivo del término villa para referirse a La Cárcova por parte de los medios masivos de comunicación y de quienes no residen ahí. 3 Con posterioridad a la crisis de 2001, la existencia y expansión de las prácticas de cartoneo entre los sectores más afectados fue un tema privilegiado por la opinión pública y tanto el tren blanco, que todos los días alrededor de las 18 horas transporta a los cartoneros desde José León Suárez a la Capital para juntar cartones, vidrio, metales, comida y retorna a Suárez cerca de la medianoche, como el basural del CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado), lugar al que habitantes de La Cárcova y otros barrios concurren diariamente a rescatar aquello que aún es utilizable, fueron tomados por los medios como metáforas condensadoras de la magnitud de la crisis económica y social de la Argentina. En Grimson, A.; Ferraudi Curto, M. C. y Segura, R. (comp.): La política en los barrios populares de Buenos Aires, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2009.

Segura, Si Entrás a Una Villa

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Antropología

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  • Si vas a venir a una villa, loco, entr de otra forma.

    Distancias sociales, lmites espaciales y efectos de lugar

    en un barrio segregado del gran Buenos Aires.

    Ramiro Segura

    Introduccin:

    La historia me la cont Laura, una mujer de por aquel entonces 30 aos, que desde haca

    17 resida en el barrio, procedente de Corrientes. Cuando la conoc1 viva junto a su marido

    y sus tres hijos en una casa de material que haban construido tras largos aos de combinar

    trabajos informales mal pagos durante el da ella en el sector domstico, l en la

    construccin- con actividades de cartoneo en la capital durante la tarde / noche.

    Si vas a venir a una villa, loco, entr de otra forma. En su historia Laura se refera

    explcitamente al encuentro con un conocido periodista de televisin que haba ido a La

    Crcova2 a realizar una nota

    3. En aquel encuentro, ante la pregunta del periodista acerca de

    si poda volver a La Crcova en otra oportunidad para continuar la produccin de su nota,

    ella le recomend que cambiara tanto su vestimenta como sus modos: no te confes... si vas

    a venir otra vez a la villa, no te vengas as vestido, no traigas esos zapatos, no traigas ese

    1 El trabajo de campo se desarroll entre los meses de Marzo y Septiembre de 2005 en el marco del proyecto

    Deteccin de reas de vulnerables en el partido de Gral. San Martn dirigido por Alejandro Grimson y realizado por medio de un subsidio del Consejo de Investigaciones Cientficas de la Provincia de Buenos

    Aires (CIC). Como es habitual, aplicando criterios ticos con vistas a preservar el anonimato de nuestros

    informantes, en este trabajo los nombres de la totalidad de las personas y de ciertos lugares han sido

    cambiados. 2 La Crcova barrio o villa? No existe consenso entre sus habitantes. Algunos distinguen explcitamente su

    lugar de residencia de las villas, como el caso de Lita: viene a ser como un barrio, esto no es una villa, esto es barrio; otros, en cambio, remarcan que se trata de una villa, como el caso citado de Laura. De todas maneras, parece que el uso de un trmino u otro por parte de sus residentes depende de las situaciones de

    interaccin. Esta pluralidad de usos contrasta con el uso casi exclusivo del trmino villa para referirse a La

    Crcova por parte de los medios masivos de comunicacin y de quienes no residen ah. 3 Con posterioridad a la crisis de 2001, la existencia y expansin de las prcticas de cartoneo entre los sectores

    ms afectados fue un tema privilegiado por la opinin pblica y tanto el tren blanco, que todos los das

    alrededor de las 18 horas transporta a los cartoneros desde Jos Len Surez a la Capital para juntar cartones,

    vidrio, metales, comida y retorna a Surez cerca de la medianoche, como el basural del CEAMSE

    (Coordinacin Ecolgica rea Metropolitana Sociedad del Estado), lugar al que habitantes de La Crcova y

    otros barrios concurren diariamente a rescatar aquello que an es utilizable, fueron tomados por los medios

    como metforas condensadoras de la magnitud de la crisis econmica y social de la Argentina.

    En Grimson, A.; Ferraudi Curto, M. C. y Segura, R. (comp.): La poltica en los barrios

    populares de Buenos Aires, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2009.

  • traje, venite ms humilde... de ltima, ests entrando en una villa y ac hay muchos chicos

    drogados, perdidos, me cont que le dijo.

    Aunque no llevaba traje ni zapatos de vestir e iba predispuesto a escuchar, dialogar y

    comprender, no puedo dejar de pensar que la recomendacin era (tambin) para m. Pero

    ms all de la cuestin de a quien o a quienes estaba dirigida la recomendacin, la frase de

    Laura, aparentemente simple, condensa un conjunto de sentidos sociales y espaciales sobre

    los cuales se intenta reflexionar en este artculo: las distancias sociales que separan a grupos

    desiguales, los lmites espaciales en los que muchas veces (aunque no necesariamente) esas

    distancias sociales se traducen o cristalizan y los efectos que esos lmites espaciales (ellos

    mismos productos sociales) tienen en la vida cotidiana de las personas.

    Precisando ms su objetivo, este trabajo se abocar a analizar los modos en que se

    relacionan espacio y sociedad en un caso especfico: la experiencia social de los habitantes

    de un barrio segregado del gran Buenos Aires.

    Partimos para esto de la idea de que entre ambos trminos existe una relacin desfasada:

    ni total autonoma, ni correspondencia necesaria entre espacio y sociedad. El desafo

    analtico consiste, precisamente, en evitar recurrir a dos posiciones tericas antitticas. Por

    un lado aquella que confunde las condiciones en que los acontecimientos ocurren con las

    causas que provocan dichos acontecimientos, en este caso la aplicacin de una razn

    espacial que explicara lo que ocurre en el barrio por razones localizadas nicamente en

    dicho espacio; por otro lado, aquella que enfatizando procesos sociales globales desconoce

    los efectos que eventualmente las configuraciones (sociales) del espacio tienen en la vida

    social.

    Georg Simmel capt hace ms de un siglo la dialctica entre espacio y sociedad a la que

    nos referimos: si por un lado sostuvo que el lmite no es un hecho espacial con efectos

    sociolgicos, sino un hecho sociolgico con una forma espacial, por el otro resalt que

    cuando se ha convertido en un producto espacial y sensible, en algo que dibujamos en la

    naturaleza con independencia de su sentido sociolgico y prctico, esto ejerce una

    influencia retroactiva sobre la conciencia de la relacin entre las partes (1986: 652). Dicho

    de otro modo, el espacio social se traduce en el espacio fsico de una manera ms o menos

    turbia, de modo que la posicin de un agente en el espacio social se expresa en el lugar

    del espacio fsico en que est situado (Bourdieu, 2002: 120); y a la vez, mediante un

  • proceso de naturalizacin, las oposiciones sociales objetivadas en el espacio fsico (espacio

    social reificado) tienden a reproducirse en el lenguaje y en las prcticas en la forma de

    oposiciones constitutivas de un principio de visin y divisin, es decir, en tanto categoras

    de percepcin y evaluacin (pp. 121) del espacio social.

    Distancias sociales y segregacin residencial:

    Comprender un lugar supone entonces, en primer trmino, descentrarlo, evitar todo tipo de

    sustancialismo, situarlo en el juego de relaciones entre Estado, clases y espacio (Wacquant,

    2001) que permiten vislumbrar, a travs de la relacin existente en determinado momento

    entre la estructura espacial de la distribucin de agentes y la estructura espacial de la

    distribucin de bienes, servicios y oportunidades, cmo el espacio social se traduce en el

    espacio fsico y cmo la posicin en este ltimo expresa la posicin en el espacio social.

    En esta direccin, la elaboracin de un mapa de riesgo y vulnerabilidad social del partido

    de General San Martn4 con datos provenientes del ltimo Censo Nacional de Poblacin

    (2001) permiti acceder a una visin panormica de dicho distrito e identificar un patrn de

    segregacin residencial que muestra la existencia, a gran escala, de reas relativamente

    homogneas en trminos socioeconmicos que remiten a la clsica configuracin de centro-

    periferia (lvarez e Iulita, 2005). De tales reas, la ms vulnerable corresponde al espacio

    delimitado por la autopista Camino del Buen Ayre y la Avenida Mrquez. Al interior de

    dicho espacio, a medida que nos acercamos al ro Reconquista (lmite norte del partido), se

    encuentran los ocupaciones ms recientes y vulnerables, representadas por Villa Hidalgo y

    Villa La Crcova.

    Esta ltima est ubicada a 15 cuadras de la estacin de trenes de la localidad de Jos Len

    Surez. Aunque no existen datos precisos, se calcula que all viven alrededor de 11.000

    personas, que subsisten a travs de una combinacin de planes sociales, (intermitente)

    4 Vale sealar que las escalas de observacin son construidas. El proyecto se centr en la escala municipal,

    relevante en tanto unidad poltico administrativa. Si ampliamos la escala con la que miramos los procesos de

    segregacin residencial a la totalidad del rea Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), es decir, al

    conglomerado urbano conformado por la Ciudad Autnoma de Buenos Aires y los 24 partidos que integran lo

    que se conoce como Gran Buenos Aires, tenemos que decir que en trminos generales las condiciones de vida

    decrecen a medida que nos alejamos del centro (Buenos Aires), pudiendo agrupar los partidos del Gran

    Buenos Aires en dos cordones concntricos, donde tambin en trminos generales el primer cordn presenta

    mejores condiciones de vida que el segundo cordn. El partido de San Martn limita con la ciudad de Buenos

    Aires y pertenece al primer cordn. Si, por el contrario, reducimos la escala de observacin, seguramente

    vamos a identificar situaciones heterogneas en lo que pareca ser un mbito homogneo en una escala mayor.

  • ayuda social del estado, y lo obtenido en tareas de cartoneo / cirujeo / reciclaje (ya sea en

    Buenos Aires o en el cinturn ecolgico del CEAMSE) y /o trabajos ocasionales,

    predominantemente en el sector informal5.

    El espacio ocupado por el barrio a partir de sucesivas oleadas de pequeos grupos de

    familias, desde finales de la dcada de 1970, corresponde a parte de la planicie de

    inundacin del ro Reconquista, es decir, una zona baja que durante mucho tiempo fue un

    basural. Dicha zona es adyacente al loteo cuadricular que data de 1932 (ao en que el

    ferrocarril lleg a Surez), que encontr en tal accidente geogrfico el lmite para su

    prolongacin. As, la irregularidad de la llanura funcion como lmite de la cuadrcula. El

    establecimiento del barrio ms all de la cuadrcula, a partir del punto donde el terreno

    sufre un abrupto declive, transform a dicho accidente geogrfico, antiguamente obstculo

    para la prolongacin de la cuadrcula, en lmite o frontera6 que separa dos mbitos urbanos

    contrastantes.

    Un vez identificada como una de las reas ms recientes y vulnerables del partido, producto

    de la espacializacin de la desigualdad socioeconmica7, la aproximacin etnogrfica busc

    conocer los modos en que se relacionan espacio y sociedad a partir del anlisis de la

    5 Los datos del ltimo censo no nos ayudan a conocer las caractersticas de la poblacin del barrio ya que se

    encuentra incluido en una fraccin censal junto a otros barrios que presentan mejores condiciones

    socioeconmicas. De todas maneras, a los efectos de tener un panorama del conjunto, el censo arroja los

    siguientes datos: el 23% de la poblacin presenta Necesidades Bsicas Insatisfechas (NBI), el 22,5% se

    encuentra desocupada, ms del 60% de la poblacin carece de cobertura de salud y el 95% de la poblacin

    tiene menos de 14 aos de instruccin. 6 Era precisamente en la ausencia de obstculos y de lmites donde radicaba para el culturalismo del siglo XIX

    la paradoja de la ciudad argentina. La cuadrcula intenta llenar el vaco de la pampa, intenta fundar ciudad sobre la nada. Porque ve la naturaleza como amenaza material y cultural, funda una forma abstracta,

    homognea, regular: pura cultura (...) pero en esa regularidad el culturalismo denuncia el triunfo de la

    naturaleza (...) porque lo que aparece como principal abstraccin es la propia inmensidad de la llanura, su

    ausencia de organicidad (Gorelik, 1998: 34). La ciudad realizaba, entonces, los designios de la pampa, al prolongar indefinidamente un trazado en cuadrcula que no encontraba obstculos para su expansin. Gorelik

    seala que es sugestivo pensar que esta ausencia de un borde natural colabor con la voluntad pblica de

    favorecer una suburbanizacin integrada y la compara con la situacin de otras ciudades latinoamericanas -

    como Ro de Janeiro o Caracas- donde los accidentes naturales favorecieron la constitucin de barreras entre

    sectores sociales. En una direccin similar Grimson (2003) sostiene para Buenos Aires que, en lugar de un

    marcado contraste entre sectores, la segregacin opera mediante un degrad urbano. En La Crcova y muchas

    otras zonas del conurbano, por el contrario, es el obstculo natural (y la persistente ausencia de voluntad pblica) el que es significado como lmite que separa realidades sociales contrastantes. 7 Se trata de la segregacin residencial socioeconmica, histricamente dominante en las sociedades

    latinoamericanas(Sabatini, Cceres y Cerd, 2001; Rodrguez y Arriaga, 2004), donde no se espacializa la

    diferencia tnica, cultural o nacional, sino la condicin socioeconmica. Esto no significa que las categoras

    culturales o tnico nacionales carezcan de relevancia en las relaciones sociales sino que busca sealar que el

    criterio fundamental por el cual se distribuye la poblacin es econmico, mostrando as cierta continuidad

    histrica con el modelo conventillo y distinguindolo del modelo gueto, en el cual el criterio central es tnico racial (Sennett, 1997 ; Wacquant, 2007).

  • experiencia social de sus residentes. La misma tuvo dos objetivos: por un lado, caracterizar

    los modos de simbolizar el espacio barrial, sus lmites y su entorno, por parte de sus

    habitantes; por otro, analizar las interacciones, reconstruir las redes de relaciones en las

    que los habitantes de la unidad territorial se encuentran insertos. Si el territorio barrial

    adquiere centralidad en relacin al primer objetivo, es la territorialidad de las prcticas de

    los habitantes del barrio el foco del segundo objetivo, ya que por medio de la

    reconstruccin de las redes de relaciones es posible analizar si las mismas se circunscriben

    al espacio barrial o no8.

    Coincidimos con Wacquant en que la separacin entre reas de relegacin urbana y el

    resto del cuerpo social es una separacin de `mundos vividos, no de `sistemas, es decir,

    remite a la especificidad de las experiencias y relaciones concretas de sus ocupantes, no a

    los lazos subyacentes que los anclan con firmeza al conjunto metropolitano, si bien en la

    modalidad de la exclusin (2001: 39). Uno de los argumentos centrales de nuestro trabajo

    (Segura, 2006) es precisamente que el acercamiento a ese mundo vivido nos indica no

    slo que existen nexos causales y funcionales entre la vida en el barrio y el sistema social,

    sino que la experiencia de la segregacin espacial se halla tensada por dos fuerzas

    contrapuestas que modelan la vida de los habitantes del barrio. Por un lado, una conjuncin

    de procesos que empujan hacia el aislamiento: dbil insercin en el mercado de trabajo,

    relegacin en un espacio urbano degradado y estigmatizado, tendencia a la socializacin en

    espacios homogneos, exclusin del acceso a bienes materiales y simblicos valorados. Por

    otro lado, en tanto el espacio barrial, aunque relegado y excluido, no es un gueto, es

    decir, no es un mbito relativamente autosuficiente, sus habitantes desarrollan estrategias

    varias y diversas que implican la movilidad para mitigar los efectos del aislamiento y la

    exclusin. En definitiva, la frontera existe y modela la vida social, que se estructura y

    depende, en gran medida, de la movilizacin de (escasos) recursos y la elaboracin de

    variadas estrategias para atravesar la frontera, no siempre ni para todo, con la finalidad de

    8 Retomamos aqu algunas propuestas de Hannerz (1993) , bsicamente su divisin de la ciudad en cinco

    dominios o mbitos: domstico / parentesco, aprovisionamiento, recreacin, vecindad y trnsito. Cul es la

    espacialidad que las prcticas en tales dominios suponen? El espacio barrial las contiene en su totalidad? En

    caso de no ser as, a cules s y a cules no? Qu tipo de prcticas laborales, recreativas, familiares- se llevan a cabo fuera del barrio? Por otra parte, cules son las interrelaciones entre los dominios? total

    autonoma de cada dominio? O, por el contrario, interpenetracin entre vecindad y recreacin? entre familia

    y trabajo? entre vecindad y familia?

  • acceder a bienes y servicios escasos o ausentes en el barrio (trabajo, salud, educacin,

    recreacin) necesarios para la reproduccin de las condiciones de vida.

    El barrio, su representacin y sus lmites:

    En el ensayo Puente y puerta Simmel sostuvo que en un sentido tanto inmediato como

    simblico, tanto corporal como espiritual, somos a cada instante aquellos que separan lo

    ligado o ligan lo separado (2001: 46). Separar y ligar aparecen as como operaciones

    complementarias y constitutivas de los modos de simbolizar y habitar el espacio. Por un

    lado, existe un conjunto de operaciones de marcacin de lmites y umbrales que separan y

    aslan mbitos y prcticas, distinguiendo segn los casos adentro y afuera, interior y

    exterior, pblico y privado, nosotros y otros. Por otro lado, un conjunto de operaciones que

    se dirigen en sentido opuesto, estableciendo puentes y pasajes entre tales mbitos separados

    y diferenciados. As, pensamos que una va til para conocer y caracterizar los modos de

    experimentar el espacio es analizando las maneras en que los actores sociales distinguen y a

    la vez vinculan el adentro y el afuera, el interior y el exterior, lo pblico y lo privado, la

    mismidad y la otredad, y esto supone identificar tanto los lmites y los umbrales

    (operaciones de separacin de mbitos y prcticas) como los puentes y pasajes (operaciones

    de conjuncin de tales mbitos y prcticas dismiles). Con fines analticos pensamos en un

    conjunto de oposiciones o ejes metafricos (Silva, 2000; Segura, 2007) como cerca-lejos,

    adentro-afuera, arriba-abajo, pblico-privado e interior-exterior y a la experiencia urbana

    como el modo de vincular, no sin tensiones y contradicciones, y de manera cambiante

    segn los actores sociales involucrados, los contextos y las situaciones de interaccin, tales

    oposiciones.

    El trabajo de campo nos posibilit identificar tres ejes metafricos a partir de los cuales los

    residentes simbolizan el espacio barrial y su relacin con el entorno circundante.

    El primer eje metafrico corresponde a la oposicin adentro-afuera. Los lmites del barrio9,

    principalmente el exterior, se constituyen como frontera por medio de la cual se separa el

    9 El espacio barrial se encuentra claramente delimitado: el lmite exterior corresponde al comienzo de la

    planicie de inundacin del ro Reconquista, punto en el cual culmina el trazado cuadricular planificado y, a la

    vez, punto a partir del cual se extiende La Crcova; los lmites laterales, que corresponden, uno a las vas del

    ferrocarril, otra al camino de circunvalacin; y el lmite interior, que corresponde a un zanjn artificial, ms

  • espacio barrial del entorno mayor, quedando delimitado un adentro y un afuera. Al barrio se

    entra, del barrio se sale.

    Juana, una joven de 23 aos, nos comentaba que [los trabajos] son por afuera y que

    debido a que es madre soltera de tres hijos chicos y a que su madre se encuentra en un

    estado de salud delicado que requiere de su constante atencin no puedo salir [a buscar

    trabajo].

    Esta frontera a partir de la cual se delimitan ambos mbitos funciona no slo para los que

    estn adentro, que deben hacer el esfuerzo de salir, sino tambin para aquellos que,

    como el periodista de la historia narrada por Laura, estn afuera y tienen motivos

    (fundamentalmente laborales) para entrar al barrio. En relacin con esto, si bien una

    vecina nos deca que la ambulancia no quiere entrar y otro que los remises no se animan

    a entrar, hubo un consenso generalizado en que, en comparacin con otras pocas, entran

    mucho los policas ahora.

    El segundo eje metafrico corresponde a la oposicin delante-detrs. El espacio barrial, a

    pesar de lo que una mirada rpida y distante podra suponer, no es un mbito homogneo,

    multiplicndose las diferencias hacia su interior. En este caso, el adentro tiene un delante y

    un detrs, un fondo.

    El delante del barrio, su centro, corresponde a las nicas dos calles asfaltadas (ms all

    de algn pequeo tramo de algunas calles, pasajes y cortadas cercanas) que corren

    paralelas: Central y 1 de Mayo. Adems de asfalto (muy precario y en mal estado), en esas

    calles predominan las casas de material, algunas de las cuales funcionan tambin como

    comercios: almacenes, ferreteras, comida al paso, panaderas, talleres mecnicos,

    reparacin de electrodomsticos y kioscos, entre otros. En contraste con el resto del barrio,

    se ven varios autos. Se encuentran adems en esa zona algunas iglesias evanglicas, un

    centro de salud y varios comedores.

    A medida que uno se aleja se introduce en lo que tanto residentes como agentes externos

    llaman fondo. Calles, pasajes y pasadizos de barro, donde no hay seales de luz elctrica

    y predominan las casas y casillas de madera y chapa. Si en el centro hay indicios de una

    tendencia a la disposicin en cuadrcula de casas y calles (aunque no faltan los pasajes que

    all del cual se extiende un descampado hacia el ro. Es decir, se trata de un espacio cerrado, comunicado con el resto del espacio urbano por solo uno de sus lmites (el exterior).

  • comunican el interior con los lotes y casas que dan a la calle), en el resto del barrio la

    disposicin es muy irregular. Predominan las actividades vinculadas al reciclado de

    materiales y cirujeo. Los carros y las carretas son omnipresentes, y tambin se ven caballos

    y otros animales (gallinas, perros, patos, etc). Ya se trate en el menor de los casos- de

    tener un galpn, o de usar el patio, el frente o la vereda, las casas y casillas son a la vez

    lugares donde se llevan, clasifican y depositan los productos del cirujeo (vidrios, botellas,

    cartones, metales) que luego sern vendidos a grandes depsitos, algunos de ellos ubicados

    tambin en el fondo.

    Este contraste es sealado constantemente por los vecinos. Por un lado, se seala su

    peligrosidad. Ms para el fondo no me meto nos deca un vecino que desde chico vive en

    el barrio y seguramente todos coincidiran con la percepcin de Rosario que por ac

    adelante es ms tranquilo que en el fondo. Por otro, se sealan las peores condiciones de

    vida en la que se encuentran quienes all habitan. Vos te vas para el fondo y es peor, pobre

    gente!, exclama Laura. Es la ausencia de servicios, sintetizada en la ausencia de asfalto, la

    que la lleva a sostener a la gente del fondo por ah se le complica [la vida con la lluvia y el

    barro]10.

    Por ltimo, el tercer eje metafrico corresponde a la oposicin arriba-abajo, y funciona

    como nexo entre las dos primeras oposiciones, una referida a la relacin entre el barrio y el

    entorno (adentro-afuera), la otra referida a las diferencias dentro del barrio (adelante-

    detrs). En efecto, la oposicin arriba abajo se aplica, en un continuo, tanto a las

    relaciones entre barrio y entorno como a las relaciones hacia el interior del espacio barrial.

    El afuera est arriba, por lo tanto, entrar es bajar. [Vivo] de la escuela para all abajo, para

    la bajada, nos indica una mujer mientras lleva su hijo a la escuela y otra, llegada hace poco

    al barrio, seala [estamos viviendo] en una casa que compramos ac abajo.

    10

    Al interior del barrio se reproducen las diferencias y los estigmas que se pueden encontrar en la relacin

    entre el adentro y el afuera, entre el barrio y su entorno. Dos indicios. Primero, la oposicin asfalto-barro es

    usada tanto para delimitar y separar- al barrio y sus habitantes del resto del entorno (una maestra seal que de los ms de 700 alumnos que tena la escuela slo uno es del asfalto) como para distinguir en el mbito barrial al fondo, ligado al barro. Segundo, el trmino villa es utilizado tanto por la gente de Surez para

    designar al barrio como tambin por muchos de los habitantes del barrio para estigmatizar a sus vecinos del

    fondo. Eh, no me dijiste vos que no te juntabas con negros villeros! fue la recriminacin que un nio del fondo lanz a otro de adelante, quien en una de las primeras visitas al barrio nos haba acompaado hasta ese

    lugar.

  • De esta manera, si entrar es bajar, salir es subir: All arriba me dan [leche] dice una

    madre refirindose al centro de salud Agote, ubicado sobre la avenida Mrquez, en el

    centro de Surez; y otra sostiene que [las compras] las hacemos arriba, en Surez.

    Por ltimo, una vez adentro se puede ir descendiendo desde adelante hacia atrs, hacia el

    fondo. Un vecino del barrio sostiene, refirindose al fondo, ah abajo s la mayora [de la

    gente] se dedica al cirujeo y, en la misma direccin, una vecina cuenta que all en el bajo,

    cuando llueve, sabe lo que esa pobre gente, con criaturas [sufre], con criaturas, lleno de

    agua, de barro.

    De este modo, las tres pares de oposiciones forman un sistema topolgico por medio del

    cual se simboliza, segmenta y otorga sentido al espacio barrial y a la relaciones con el

    entorno: entrar y salir, delante y detrs, bajar y subir. Se representa el espacio barrial y se

    orientan las prcticas del espacio. Ejes metafricos que, en tanto modos de conceptuar la

    realidad, impregnan la vida cotidiana: el lenguaje, el pensamiento y las prcticas. En

    definitiva, se trata de un sistema que tiene su base en la experiencia del espacio y al mismo

    tiempo le da forma a dicha experiencia, orientando a las actores sociales en el espacio.

    Simultneamente y aqu radica su riqueza metafrica- al hablar del espacio habla tambin

    de otra cosa: simboliza las relaciones de poder y las desiguales posiciones sociales de

    distintos actores asociados a un determinado espacio.

    Prcticas del espacio:

    Espacio segregado, en relacin al grado de proximidad espacial o aglomeracin territorial

    de familias que pertenecen a un grupo social similar en trminos socioeconmicos. Espacio

    literal y no solo metafricamente- marginado, situado a un costado y en un pozo del

    trazado urbano, construido por sus propios habitantes en una zona no apta para el

    poblamiento urbano. Espacio estigmatizado, asociado en el imaginario social con la

    violencia, los delitos, la anomia.

    Lo que nos interesa discutir en esta seccin es la idea generalizada de una total separacin,

    aislamiento o exclusin de los espacios segregados, marginados y estigmatizados como La

    Crcova y el resto de la sociedad, idea que se condensa en el concepto de gueto. No se

    trata slo de reconocer los vnculos causales y funcionales entre las realidades

  • macrosociales y los barrios. Se trata tambin de ver que los actores, expuestos ante tales

    lmites y presiones (Williams, 1997), muchos de los cuales tienden hacia el aislamiento y la

    exclusin, desarrollan diversas estrategias que implican atravesar al menos parcialmente-

    las fronteras o lmites sociales y espaciales para sobrevivir, en tanto el espacio barrial no es

    un mbito autosuficiente.

    Es indudable que cuando la lgica dej de ser arriba / abajo para ser adentro / afuera barrios

    como La Crcova tendieron y tienden (si ya no lo son) a dejar de ser lugares en los que los

    segmentos inferiores del mercado de trabajo se reproducen para transformarse en

    espacios de supervivencia de aquellos relegados (Auyero, 2001: 25). Sin embargo, lo que

    el anlisis de la territorialidad de las prcticas de los habitantes nos muestra es que, an

    desde la lgica de la exclusin, la supervivencia requiere el despliegue de prcticas que

    atraviesen las fronteras urbanas y sociales.

    En relacin con las fronteras, coincidimos con Grimson (2004) en que el nfasis insistente

    en el carcter poroso, ambiguo, hbrido de las fronteras, a veces parece olvidar por qu se

    las sigue llamando as: lmite, diferencia, frente de batalla, separacin, discontinuidad y

    que tampoco ayuda demasiado a comprender el fenmeno la generalizacin deshistorizante

    que afirma que `todas las fronteras son separacin y unin al mismo tiempo (pp. 3).

    Debemos, en cambio, analizar como se ordenan y jerarquizan las dos caractersticas de toda

    frontera: la separacin y la unin. En toda frontera hay momentos de mayor apertura y

    otros de mayor cierre, hay personas que la atraviesan con mayor facilidad que otras, hay

    motivos o razones por los cuales es ms factible atravesarla que otros.

    En la seccin anterior delineamos una topologa barrial a partir de la interaccin de tres ejes

    metafricos, uno de los cuales corresponda a la oposicin adentro-afuera, fundada en una

    frontera o lmite entre el espacio barrial (el adentro, los de adentro) y el resto de la sociedad

    (el afuera, los de afuera). Nos proponemos aqu caracterizar su dinmica, el entrar y el salir,

    a partir de un doble reconocimiento: por un lado, no se trata slo de un lugar de cruce y

    dilogo, sino de conflicto y desigualdad; por otro, como quedar de manifiesto en nuestro

    caso, cruzar una frontera no implica necesariamente desdibujarla (Grimson, 2004: 19).

    Podramos decir que la ecuacin recursos hacia afuera, vnculos hacia adentro condensa

    esquemtica y parcialmente ya que no todos los recursos para vivir se obtienen afuera ni

    se sale nicamente en bsqueda de recursos- la vida barrial, vida tensada entre una

  • multiplicidad de fuerzas que empujan hacia el aislamiento y la exclusin, por un lado, y la

    movilidad como prctica fundamental en las estrategias implementadas para sobrevivir, por

    el otro, que de este modo cuestiona la idea de una total exclusin.

    Cmo logran sobrevivir estas familias? En la mayora de los presupuestos familiares se

    verifica la combinacin de al menos dos fuentes de ingresos monetarios el Plan Jefes y

    Jefas11

    y el generado por el cirujeo, ya sea en Capital o en el CEAMSE, y /o trabajos

    ocasionales en el sector informal-, la (intermitente) ayuda social del estado y las redes de

    intercambio social, bsicamente familiares. Reconstruyamos brevemente sus historias.

    Rosa tiene 40 aos y 9 hijos. Desde hace 15 aos vive en el barrio, en una pequea casa

    junto a sus cuatro hijos ms pequeos, su actual pareja y dos de sus hijos. Ambos reciben el

    plan. Su pareja, adems, es pen de albail, trabaja afuera, habitualmente por Boulogne o

    San Martn, lugares a los que llega por medio del tren, la camioneta del patrn o, en su

    defecto, la bicicleta. En el ltimo tiempo ha conseguido bastante trabajo. Ahora viene bien

    dice Rosa- a veces trabaja hasta los domingos. De los hijos que viven con ella, el mayor

    tiene 18 aos, va a la escuela porque quiere terminar y a veces va a la quema, ac al

    cinturn, a cirujear para darme una mano a mi, porque no alcanza. Adems de salir del

    barrio para realizar la contraprestacin en una escuela cercana, Rosa cuenta que para lo

    nico que salgo es los mircoles, viernes, sbados y domingos, que voy a la iglesia

    evanglica y el resto del tiempo estoy en mi casa. A lo sumo me voy a la casa de mi

    hermana que vive ac, a tres cuadras, o si no a lo de mis hijos, que viven enfrente. Sus

    hijos mayores viven en el barrio, se han casado o juntado con gente del barrio se

    conocieron ac en el barrio, se pusieron de novios y bueno, despus se juntaron, cuenta

    Rosa- y ellos y sus yernos se dedican al cirujeo en Capital y aproximadamente cada dos

    semanas venden lo obtenido, previa seleccin y clasificacin, en los depsitos que estn

    en la zona, centralmente en el fondo.

    La rutina de Rosa y su familia es sumamente interesante. Ella sale por la

    contraprestacin, su marido por trabajo, sus hijos para obtener productos mediante el

    cirujeo, ya sea al CEAMSE o la Capital. Y, simultneamente, la gran mayora de sus

    11

    La casi totalidad de los ms de 700 chicos que asisten a la escuela N 51 viven en el barrio y alrededor del

    90 % de estos chicos pertenecen a familias que son beneficiarias del Plan Jefas y Jefes. Salvo un caso, todos

    los entrevistados y tambin muchos de sus familiares, hermanos / as o hijos / as con sus propias familias- son beneficiarios del plan.

  • vnculos se establecen en el mbito barrial, donde se solapan las relaciones de vecindad,

    parentesco y afinidad. Sus vecinos son, en muchos casos, familiares, a quienes visita en su

    tiempo libre. Y sus hijos mayores han armado sus propias familias con personas del barrio.

    Al igual que los hijos y yernos de Rosa, en el presupuesto de Carlos es central lo obtenido

    mediante el cirujeo. Carlos tiene 41 aos, viudo hace cinco y padre de cuatro hijos, entre 17

    y 6 aos. Adems de cobrar un plan jefes, que ayuda, Carlos trabaja desde hace dos aos

    en el Cinturn Ecolgico del CEAMSE. Al cinturn va todos los das, de lunes a sbados.

    Sale para all alrededor de las 15,30 horas, ya que caminando tiene alrededor de una hora y

    media o dos de trayecto. Generalmente va solo y busca nylon, y ve si hay algo para comer.

    Describe el ingreso al cinturn como una pelcula de guerras, cuando un ejrcito est

    esperando para invadir, para entrar y llegar arriba de la montaa. Al cinturn llega gente

    de todos lados y en gran cantidad: Crcova, Curita, Villa Hidalgo, Loma Hermosa,

    Independencia, Corea. Todos esperan en la puerta, esperan y presionan para que les abran

    (es en esta situacin donde es comn que se produzcan enfrentamientos con los guardias).

    Cuando finalmente abren las puertas, corren para subir a la montaa de basura, donde

    puede llegar a haber algo. Adems de obtener algo para comer, Carlos hace entre 20 y 30

    kilos de nylon por semana, que los vende en el fondo del barrio a 1 o 1, 10 pesos el kilo.

    Tambin en el fondo venden sus productos quienes cirujean en Buenos Aires. Laura y su

    marido lo hicieron durante mucho tiempo con el objetivo de sumarlo al plan de Laura y al

    trabajo de albail de su marido en una localidad cercana para construirse una casa de

    material. Me iba a cirujear con l [por el marido] y me caminaba todo... salamos a las

    cinco y llegbamos como a las 12 de la noche, la una, y ah juntbamos el cartn, los

    diarios, todo, clasificbamos todo para al otro da levantarnos temprano. Llegaron a su

    objetivo, la casa de material, y actualmente no cirujean. El marido de Laura contina con su

    trabajo de albail ahora est trabajando pero... a veces no tiene nada, meses y meses sin

    nada- y Laura, adems de cobrar el plan, trabaja en limpieza, por hora, tres veces a la

    semana en San Martn.

    Si bien es una actividad muy difundida en el barrio, de hecho la primera impresin que se

    tiene del espacio y la dinmica barrial es la de estar organizada alrededor del cirujeo

    (adems de los grandes depsitos, por las maanas es habitual ver a las personas

    clasificando productos y por las tardes comienzan a circular los carros y las carretas), no

  • todos sus habitantes se dedican a esta actividad. Rita es una mujer de 47 aos, viuda y

    madre de 10 hijos, vive con las dos hijas que tuvo con su ltima pareja y con una de las

    hijas de su primer matrimonio y sus dos nenas. Ambas reciben el plan. Rita, adems,

    trabaja por hora en actividades de limpieza, en Surez y San Martn. En su caso, al igual

    que en el de muchos otros, es sumamente relevante la ayuda social. Sus hijas menores

    almuerzan todos los das en el colegio, adems de recibir ah tiles escolares, zapatillas y

    guardapolvos, asisten todos los das de la semana a un apoyo escolar y los sbados y

    domingos almuerzan en un comedor que hay en el barrio. Rita sufre de diabetes y

    semanalmente concurre a una salita de salud cercana al barrio ya que los remedios me los

    dan todos ellos.

    Valeria, 26 aos, separada (de un chico del barrio) y con tres hijos, vive en una pieza aparte

    construida en el terreno de su madre, y tanto ella (en una clnica en Malvert) como su

    madre (en una casa de familia en Villa Ballester) se dedican a la limpieza para

    complementar lo que obtienen de los planes y viajan diariamente en el tren que llega a Jos

    Len Surez.

    Recursos hacia afuera, vnculos hacia adentro, decamos. A partir de los relatos de los

    entrevistados las historias se repiten, parecen recurrentes. Ms all de las variaciones, el

    afuera adquiere centralidad (variable) en las estrategias de aprovisionamiento y el

    adentro es el mbito donde se construyen los lazos no slo vecinales sino tambin

    familiares y afectivos.

    Salir es, en la mayora de los casos, extremadamente necesario. Y, aunque central, no se

    sale nicamente para trabajar. Por un lado, es habitual que se salga del barrio para acceder a

    ciertos bienes y servicios. As, muchas madres llevan una vez por mes a sus hijos al

    hospital, ya sea a San Martn o a Buenos Aires, y muchos trmites fundamentales como

    los relacionados con los planes- implican trasladarse hasta San Martn. Por otro lado, el

    consumo (escaso) y la recreacin (excepcional) tambin implican desplazarse. As, muchas

    familias realizan compras mensuales de los alimentos bsicos fuera del barrio en busca de

    mejores precios y es comn que en el tiempo libre los padres lleven a sus hijos a pasear

    fuera del barrio.

    Lgica del cazador, la llam Merklen (2000; 2005): grupos e individuos se mueven como

    cazadores que recorren la ciudad y las instituciones en busca de una oportunidad(2000:

  • 82). Sin dudas, como seala correctamente, este movimiento constante en busca de

    oportunidades, producto de una situacin caracterizada por la inestabilidad y la

    vulnerabilidad, remite a situaciones de marginalidad social (al hecho de vivir en y de los

    mrgenes, no fuera de ellos) y no de exclusin social, entendida como la completa

    separacin de la vida social instituida. Sin embargo, nos alejamos del planteo de Merklen

    cuando, a partir de la inexistencia de exclusin (en sentido estricto), sostiene que esta

    realidad permite el desarrollo de una cultura de la periferia donde es imposible definir los

    lmites del adentro y del afuera (2000: 112).

    Que el adentro no sea un mundo autosuficiente, totalmente separado del resto de la

    sociedad, en definitiva, excluido, y que por el contrario la subsistencia implique

    desplazamientos, movilidad y sagacidad por parte de cazadores significa que es imposible

    definir el adentro y el afuera? Creemos que no. En lo que sigue del artculo discutiremos

    este punto.

    Efectos de lugar12

    :

    Como dijimos al inicio de nuestro trabajo lmite refiere a un hecho sociolgico que puede

    tener (aunque no necesariamente) forma espacial y no a la inversa; a la vez, dicha forma

    espacial tiende a naturalizarse y condiciona las relaciones sociales presentes. Los lmites,

    tengan una traduccin espacial o no, remiten a relaciones sociales, a los modos como las

    personas se clasifican e imaginan entre s y a las formas en que se relacionan en virtud de

    tales clasificaciones e imaginarios. Y as como atravesar un lmite no supone abolirlo,

    tampoco la existencia de relaciones entre las partes supone necesariamente identidad entre

    las mismas (Elias, 2000).

    Las configuraciones espaciales, ellas mismas objetivaciones del espacio social, en tanto

    adquieren evidencia dxica, es decir, en tanto adquieren ante los ojos de todos aquellos

    que lo disfrutan la inmutable razn de ser de los hechos de la naturaleza (Signorelli, 1999:

    12

    La expresin efecto de lugar corresponde al ttulo de un artculo de Pierre Bourdieu (2002) en el cual el autor argumenta contra el pensamiento sustancialista acerca de los lugares y propone, en cambio, pensar los

    lugares en clave relacional: analizar las relaciones entre espacio social y espacio fsico, productos de luchas

    por la apropiacin del espacio (Wacquant, 2007). Adems, el artculo seala un conjunto de efectos que el espacio fsico (espacio social reificado) produce; es decir, el espacio fsico expresa el espacio social y a la

    vez, en tanto es reificado, tiene efectos sociales, que el analista debe evitar, pero que a pesar de esto no dejan

    de tener importancia en la dinmica espacial, apareciendo entonces el espacio como uno de los lugares donde se afirma y ejerce el poder, y sin duda en la forma ms sutil, el de la violencia simblica como violencia

    inadvertida (2002, 122). Es en este ltimo sentido que utilizamos en lo que sigue la idea de efectos de lugar.

  • 57), participan de muchas maneras en la naturalizacin del espacio social y de las

    posiciones sociales de los agentes.

    Las oposiciones sociales objetivadas en el espacio fsico como adentro-afuera, delante-

    detrs y alto-bajo tienden a reproducirse en el lenguaje y las prcticas como principios de

    visin y divisin, en definitiva, en categoras de percepcin y clasificacin de objetos,

    lugares y personas. En el caso estudiado adentro y afuera son categoras que comparten

    tanto residentes del barrio como los agentes que cotidianamente entran al barrio (docentes,

    mdicos, policas, polticos). En las interacciones cotidianas hay personas que son de

    adentro y hay otras que son de afuera, donde el adentro se vincula al barro y el afuera al

    asfalto, donde entrar es bajar y salir es subir13

    . En definitiva, las categoras espaciales

    funcionan como categoras sociales que simbolizan las posiciones de cada uno de los

    actores en el espacio social, vinculan tales posiciones a dimensiones morales y organizan

    las relaciones entre los actores en clave de nosotros otros.

    De esta manera, el salir que, como sealamos, es central para la reproduccin de la vida-

    se realiza a partir y contra lmites y obstculos muy poderosos.

    En primer lugar, los lmites territoriales y econmicos. En efecto, se trata de una zona

    marginada y alejada, debindose cubrir grandes distancias para satisfacer muchas veces

    necesidades bsicas con escasos recursos y malos servicios. Salir supone dinero para

    traslados o estrategias alternativas, como recorrer grandes distancias a pie o en bicicleta.

    En esta direccin Bourdieu (2002) ha sostenido que la ubicacin en el espacio de la ciudad

    y las distancias que se deben recorrer traducen las posiciones y las distancias sociales. La

    incorporacin de las estructuras del orden social se realiza en gran medida a travs de la

    experiencia prolongada e indefinidamente repetida de las distancias espaciales que se

    afirman en distancias sociales y a travs de los desplazamientos y movimientos del cuerpo14

    13

    Kessler (2004: 227) ha identificado que en la perspectiva de los actores barrio y villa se diferencian, adems

    de por cuestiones infraestructurales y por cualidades morales, por lgicas de circulacin. Mientras del barrio

    se va y se viene, a la villa se entra y se sale. As, mientras el ir y el venir remiten a un espacio abierto, el

    entrar y el salir aluden a un espacio cerrado sobre s mismo: hay una entrada y a medida que nos introducimos

    hacia el fondo las condiciones se tornan ms desfavorables. En su trabajo comparativo entre la periferia

    francesa y el gueto norteamericano Wacquant ha identificado, ms all de tratarse de formaciones socio

    espaciales distintas, una sensacin compartida por parte de sus residentes: encierro social (2007: 46). 14

    Efectivamente, hay que prestar atencin tanto a la distancia espacial como al modo en que la misma es

    suprimida, es decir, a las formas y medios de desplazamiento. Sennett (1997) ha sealado que tanto la

    planificacin urbana moderna, con sus lneas rectas primero y sus autopistas despus, como el diseo de los

    medios de trasporte como el ferrocarril y el automvil, mediante el nfasis en reducir el tiempo, eliminar

    obstculos e incrementar el confort y el placer del viajero, han favorecido la indiferencia por los lugares que

  • que esas estructuras sociales convertidas en estructuras espaciales, y con ello naturalizadas,

    organizan y califican: entrar y salir, subir y bajar, ir y venir, cerca y lejos.

    En segundo lugar, los lmites simblicos. Se trata de una zona estigmatizada y el estigma

    territorial acompaa de manera persistente a sus habitantes en las interacciones cotidianas.

    En relacin con el estigma que recae sobre el barrio y sus residentes Rita me desafa: usted

    va a buscar trabajo y dgale que es de La Crcova y no lo toman, yo le digo porque fui a

    buscar trabajo a la casa de una familia y no me tomaron porque era de La Crcova. Y

    concluye: somos discriminados nosotros15. Lo paradjico de la situacin es que a la vez

    que la discriminacin sufrida la indigna, deja deslizar y la verdad es que tienen razn,

    haciendo referencia a que efectivamente se trata de un lugar violento, inseguro y en el que

    mucha gente fundamentalmente los jvenes- se dedica a actividades consideradas ilegales.

    De esta manera el estigma es otro obstculo a superar que generalmente tiene un doble

    efecto: hacia afuera, en relacin con la sociedad, refuerza el lmite y la separacin; hacia

    adentro, en relacin con la vida barrial, potencia la conflictividad interna, estimula la

    evitacin mutua y la desconfianza interpersonal, colaborando de esto modo en la

    produccin de la realidad (violenta, insegura) que nombra16

    .

    Por ltimo, no podemos perder de vista que son precisamente esos lmites territoriales y

    simblicos los que crecientemente empujan hacia la socializacin en espacios homogneos

    se atraviesan e incrementado la pasividad de quien los atraviesa. Precisamente es lo opuesto a lo que ocurre

    con los residentes de La Crcova, donde desplazarse y cubrir grandes distancias supone mltiples esfuerzos y

    donde podramos pensar el cuerpo siente y aprende la distancia fsica y social que lo separa de lo elemental para sobrevivir. 15

    La hija de Rita, de 11 aos, me cont que bailaba en una murga, Los caprichosos de Villa Martelli. Al preguntarle por el nombre y la alusin a otro barrio intervino la madre no nos ponen de Villa Crcova porque somos todos de... de, como es... nos miran todos con otra cara, somos otra gente, nadie quiere La Crcova,

    vio? somos despreciados en otros lados. 16

    Los miedos disuelven ms lazos de los que construyen. As, la tendencia al aislamiento dentro de un

    espacio segregado y estigmatizado se profundiza, ya que no slo existen los mecanismos que tienden a aislar

    a los habitantes del resto del cuerpo social, sino tambin la sospecha, el temor y la desconfianza como

    constitutivos de los vnculos entre los vecinos del barrio. Si bien esta percepcin del barrio es compartida por

    personas de diversas edades y de ambos sexos, habra que indagar con mayor profundidad el vnculo entre

    espacio, miedo y gnero. Varias investigaciones han sealado el acceso y uso diferencial de los espacios

    pblico y privado segn el gnero (Bourdieu, 1973; Rosaldo, 1974). El espacio pblico barrial es

    masculino y preponderantemente juvenil. La mayora de las mujeres sale cotidianamente del barrio para trabajar, realizar las compras, ir al mdico, llevar a los hijos a la escuela. De hecho, desde la maana

    hasta pasado el medioda predominan las mujeres circulando por el espacio barrial, generalmente

    acompaadas por sus hijos, realizando diversas tareas, entrando y saliendo. Sin embargo, para ellas el barrio no es un lugar para estar (como lo es, por ejemplo, para los jvenes en las esquinas) sino un espacio

    que necesariamente hay que atravesar para llevar a cabo las tareas cotidianas. No me muevo mucho de mi casa, sostiene Laura, a pesar de que realiza mltiples actividades fuera del barrio. Dicho de otro modo, solo sale (atraviesa el espacio barrial) cuando es necesario, el resto del tiempo lo pasa en su casa.

  • desde el punto de vista socioeconmico. Como se desprende de las historias narradas, en el

    espacio barrial se desarrollan, de modo superpuesto, las relaciones de vecindad, parentesco

    y afinidad. En ms de una oportunidad se observa que se solapan las relaciones de vecindad

    con las de parentesco y es sumamente comn que las personas encuentren su pareja entre

    la gente del barrio.

    Una vasta literatura seala que este proceso de socializacin en espacios homogneos

    refuerza los lmites que lo posibilitaron. En esta dinmica la segregacin residencial no

    acta sola sino que se conjuga y potencia- con los efectos de la inestabilidad y la

    vulnerabilidad del mercado de trabajo y la segmentacin del sistema educativo (Katzman,

    2001). En efecto, instituciones pblicas como las educativas colaboran para (re) producir

    los procesos de socializacin en espacios homogneos. Esto es claramente lo que sucede en

    la escuela N 51, ubicada en el lmite del barrio y creada a principios de la dcada de 1990

    para absorber el crecimiento de la matrcula de una escuela cercana, producido por el

    incremento de la poblacin del barrio. La totalidad de los ms de 700 alumnos son de La

    Crcova. Es decir, los chicos salen del barrio para ir a la escuela, en donde se encuentran

    nicamente con chicos del barrio.

    En definitiva, la territorialidad de las prcticas excede el mbito barrial. Sin embargo, los

    lmites, espaciales y simblicos, existen, y el hecho de cruzarlos -ni siempre ni para todo-

    no implica su abolicin. Quizs pueda pensarse la vida urbana como una compleja de red

    de interacciones, transacciones y comunicaciones, cada uno de cuyos componentes tiene

    distintos ritmos, formas de sociabilidad y parmetros espaciales. Como ha sostenido Frisby

    (2007), por medio del anlisis de la intensidad (densidad) social, temporal y espacial de las

    distintas interacciones se pueden estudiar las fronteras o lmites (que no necesariamente

    tienen una expresin espacial) de clase, gnero y etnia presentes, entre otros, en la vida

    urbana. En ese sentido, el claro clivaje entre el tipo de relaciones y prcticas que se

    establecen y se llevan a cabo afuera y las relaciones y prcticas que se establecen y se

    llevan a cabo adentro del barrio que hemos sintetizado en la ecuacin recursos hacia

    afuera, vnculos hacia adentro creemos remite a una frontera o lmite donde intervienen la

    distancia y configuracin espaciales, los estigmas sociales y las polticas pblicas.

  • Eplogo:

    El problema es cmo y por qu unos hombres se perciben como parte del

    mismo grupo y se incluyen unos a otros dentro de los lmites grupales que

    ellos mismo establecen al hablar de nosotros, mientras excluyen a otros pertenecientes a otro grupo, al que se refieren colectivamente en trminos

    de ellos. Norbet Elias

    A partir de los resultados expuestos parece que no es posible sostener dos argumentos

    simtricos y opuestos. Por un lado, aquel que supone que la segregacin se traduce en una

    total separacin y, por ende, un aislamiento total de la vida barrial del resto de la sociedad.

    Por otro lado, tampoco se puede sostener, ante la evidencia de la existencia de vnculos

    entre ambas realidades (y por lo tanto, ante el cuestionamiento a la idea de exclusin y a su

    traduccin espacial, el gueto) , que los lmites sean difusos o directamente no existan.

    Hemos intentado mostrar cmo las distancias sociales se expresan en una configuracin

    espacial particular y, a la vez, cmo esta ltima tiene efectos sociales que tienden a

    reproducir la realidad desigual que expresa. Se trata de una configuracin que tiene su base

    en la experiencia del espacio y al mismo tiempo le da forma a dicha experiencia,

    orientando a las actores sociales en el espacio: adentro y afuera, adelante y atrs, subir y

    bajar. Simultneamente, al hablar del espacio habla tambin de otra cosa: expresa y es

    expresin- de las relaciones de poder y las desiguales posiciones sociales de distintos

    actores, posiciones que los actores tienen a incorporar, naturalizndolas, en la experiencia

    cotidiana del espacio, a travs de la transformacin de las categoras espaciales en

    categoras sociales.

    As, residir adentro, es decir, en un espacio cerrado sobre s mismo y ligado al barro, el

    desvo y la anomia, implica cotidianamente salir, que en este caso significa tambin

    subir, recorriendo grandes distancias con mucho esfuerzo y enfrentando habitualmente

    estigmas, para obtener lo necesario para vivir. Es por esta experiencia reiterada y

    naturalizada que marcaciones espaciales como adentro y afuera, delante y detrs, abajo y

    arriba, productos ellas mismas de relaciones sociales, funcionan como categoras sociales

    que remiten a los modos como las personas se clasifican e imaginan entre s y a las formas

    en que se relacionan en virtud de tales clasificaciones e imaginarios: ser de adentro o de

    afuera, de adelante o de atrs, de abajo o de arriba, tiene relevancia en el tipo de relaciones

    que se establecen en mltiples contextos de interaccin.

  • Quizs ahora podamos comprender los sentidos que se condensan en la historia narrada por

    Laura que abre el presente artculo: a la vez que el encuentro nos indica que no existe una

    separacin o aislamiento total, tambin nos muestra que atravesar un lmite no supone

    necesariamente abolirlo y que establecer vnculos y relaciones no supone necesariamente

    identidad entre las partes. Es ms, la historia expresa cmo las distancias sociales se han

    traducido en lmites espaciales (adentro y afuera) y cmo estas categoras espaciales

    tienden a funcionar como categoras sociales (los de adentro y los de afuera), que se

    relacionan asimtricamente, no siempre ni para todo, siguiendo la lgica de nosotros-ellos.

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