Selección de El mundo de Rolland Barthes

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    -0 pagada-- p o r ei sacr i f i c i o mi.smo de r.iria v ida, namen te act ivo) r e restr inge a lo qu e comnmen-mo d i f i c z la s concepcioi>es trad ic iona!es de l escr i - t e se denomina la s correcciones de esti lo. Estasb i r b ien considerado [email protected] la ves- cor recciones no son s imp les accidentes retr icos,t imen ta l t ima (e l ornai-fiento) c ! ~es ideas y de se vincu lan a l p r i me r cdigo, e l de la !engua, yla s pasiones. En p r i me r iugar, a I G S ojos de Flau- con iprometen al escr i to r a v i v i r la estructura de li ber t , desaparece la opos ic in mis ina de fondo y lenguaje como una pasin. Es necesario aqu es -forma: l escr ib i r y pensar sor. una :e!-. ~ 3 . ~ 3 . bozar 6011 un a palabra aquel lo que se podr ia Ila-escr i tu ra es u n ser to ta l . S e g ~ : i d a m e i ~ t e , s i ac i mar un a l ingst ica ( y no un a est i l s t ica) de la s1 puede deci rse. se produce la reve rs in de los r f i- correcciones, u n poco s im t r i camen te a lo queI/ r i t o s de !a poesa sobre la prosa: la p c e s a pi-e- Henr i F re i ha l lamado la gramt ica de la s fa l tas.sen ta a la prosa e l espe io de sus c%nstr icciones,, Lo s retoques que los escr i to res aportan a susa .[a imaaen de un cdiao es t r i c to , seauro: ese rno- ma i luscr i tos se dejan clas i f icar cmodamente so -

    > delo e jerce scb re Fla i iber t una fascinaci jn ambi- b re lo s dos e jes de l papel sobre e l qu e escr iben;I$ gua en tan to la prosa debe u imu l tnesmen ie alcan- sobre e l e ie ve r t i ca l se ub ican la s sust i tuc iones.j za r al verso y sobrepasar lo , icjcaiarlo y absorber- o w s son la s "tachaduras" o "vaci lac io-lo . F ina lmente, es la distr ibcicin rnuy i;rtic!u!ar nes '1 ; sobre e l e je hor izonta l , la s supresiones o1 de la s tzireas tcn icas asignadas por !a e !a to r a - agregados de sin tagmas [son la s "re fund ic iones") .c in de una novela ; la re tr ica c ! s i c a ponie en Ahora bien: lo s e jes de l papel no son otra cosap r i me r p l a i ~ o os prob lemas de la ciispositic, orden que lo s e jes d e l lenguaje. Las pr imeras correc-de la s par tes de l d i scu rso [que no hay q ~ 1 . 3on- ciories son s u s t i t u t i v a s , metafr icas, apuntan afunciir con l a compo.si t ioL orden cie lo s e lemen tos reemplazar e l s igno in i c ia lmen te escr i to por otroIn ter iores a ia frese!; F i 3 ~ ; b e r taparen-ia desi i l te - s igno extra do de u.n paradigma de elementos afi-resai-se; no olvidi. la s tareas prop ias de la narra- nes y d i fe ren tes ; esas correcciones pueden por locin,' pe ro estas tareas ~ c i i enen v i s i b i e me n l e tan to recaer sobre los fonemas [Hugo sust i tuyen-1 m s qu e un dkb i l lazo con s i l p royec to ecencis l : do p d i co a encantador en El Edn encantador y/ compoi ier su obra. n alguno d e sus episod ios, no desnudo se desper taba) o sobre lo s fonemas cuan-I es "atroz", es simpterr;rr ! te "fastid ioso".3 do se t ra ta de e l im ina r asonancias (que la p ro raComo odisea, la o s c i - i t u r ~ lauber t i ana (se que- c ls ica n 8 to lera) o de hornofonas muy ins is ten-' r r a poder dar aqu a esta palabra un sen t ido p ie- te s co i is ideradas r idculas [A p r e s ce t essa i fait: Ic tc f ) . ,Las segundas correcciones [correspon-l "Para m, en ta n to no m e hayan separado en una i ra s? d ien tes a l orden hor izonta l de la pgina) son aso-dada la fama t ie l lonclo. sostendr qLie a s t r s bos palabros .est11 vaclac de serit ido" (1346, op. cit., p. ~$0). cia t ivas. me ton micas , a fectan la cadena sin tag-* Ve r sobre todo (op. cit., p. 1251 la decepcii l de la s mt i ca de l mensaje, modi f icando por d isminucino por accecentamiento s u vo lumen conforme a d o sp ~ i n n s onsagradas a lo s diferentes episodis dc iVadanicBovary: "Tengo ya 260 pginas y no cont ienet i rn; c;ua pre- mode!os re t r i cos : la e l ips is y la catl isis.paraciones de acc io :~es . exposic iones m s o menos r;rt i f i - El escr i to r dispone en suma de tres t ipos prin-c ia les de caracteres (e s verdad qu e estn graduadas) d e c ipa les de correcciones: sust i tu t ivas, d iminut ivaspaisajes, de lugares. . . "

    " T e i ~ g o qu e iiabrmelas con una narracir?, e i re la to es y aumentat ivas: puede trabajar po r permutacin,.--una cosa clue riie fastid ia mucho. Es necesario ciua ocnna censura o expansin. Estos t res t ipos no poseena . da m i h e ro in a e n u n baile" (1852, 013. cit., p. 721. e l m i smo s ta tu s y por o tra par te no han cor r ido

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    il la misma suerte.. La sustitucin y la elipsis se '"ejercen sobre conjuntos delimitados. El paradigma ,-est cerrado por las sujeciones de la distribucin ,. #.[que en principio obligan a permutar slo trmi-, :nos de una misma clase) y por las del sentido queimponen cambiar trminos afines."e la misma .'manera que no se puede sustituir un signo por -cualquier otro signo, no se puede tampoco reducir . .-una frase infinitamente; la. correccin diminutiva . .(la e l i ~ s s ) -cando, en cierto momen-to, c w a a clula irreductible de toda frase, el ..;grupo sujeto-predicado (se sobreentiende que prc- .ticatnente los lmites de la elipsis se alcanzan a 3menudo antes en razdn de las diversas sujeciones ,':culturales como la euritmia, la simetra, etc.): Iast limitada por la estructura del lengua-ie. P n r el cwtrario, esta misma estructura per- .mite dar libre curso saumentativas; por un lado las partes del discursopueden ser indefinidamente multiplicadas (lo queocurrirla mediante la digresirr), y por el otro (essobre todo lo que nos interesa aqu), la frase pue-de ser provista hasta el infiiiito de incisos y deexpailsi6n: e_\ trabajo cataltico es tericamenteim;un si la estructura de la frase est dehecho reglada y limitada por los modelos litera-rios (a la manera del metro potico) o por cons-trucciones fsicas (!os lmites de la memoria hu-mana, por otra parte relativos puesto que la lite-ratura cldsica admite el perodo poco menos quedesconocido por el habla corriente], no es menoscierto que el escritor enfrentado a la frase expe-

    No es necesario limitar la afinidad a una relacidn niira-

    timenta la libertad infinita del habla, tal como seinscribe en la estructura misma del lenguaje. Setrata por lo tanto de un problema de libertad yes necesario hacer notar que los tres t i p ~ s ecorrecciones de los cuales hemos venido hablandono han tenido la misma suerte; segn el ideal cl-sico del estilo, el escritor est obliaado a trabaiarsin interrupcin sus sustituciones y sus elipsisen virtiid de los mitos correlativos de la "palabramacta" v de la "concisin", ambos garantes de la"claridad"'e lo desva de todo tra-bajo de expansin; en los manuscritos clsicosabundan permutaciones y tachaduras pero no seencuentran correcciones aumentativas salvo enRousseau y sobre todo en IStendhal, ,de quien co-Inocemos su rebelde actitud contra el bc?llo_estilo .

    Es hora de volver a Flaubert. !Las correccionesaportadas a sus manuscritos son sin duda algunavariadas, pero si uno se atiene a lo que l misinoha declarado y comentado, lo "atroz" del estiloSe concentra en dos puntos que son las dos crucesescritor. La primera cruz son las repeticionesde palabras; de hecho se trata de una correccin. -sustitutiva-puesto que es la repeticin de la tor-ma (fnica) .igual o parecida, la que hay que evitarmanteniendo el contenido; como ya se ha dicho,las posibilidades de este tipo de correccin sonlimitadas, lo que debiera testimoniar mucho mspor la responsabilidad del escritor; sin embargo,Flaubert llega a introducir aqu el vrtigo de unacorreccin infinita: lo difcil para l no es la co-reccin misma (efectivamente limitada) sino lamarcacin del lugar donde es necesaria: siempreaparecen repeticiones que no haban sido adver-- - - - .mente analgica y sera un error creer que los e s c r t~o %~permutan Onlcamente t6rmlnos sinnimos; un e s c r h cl C -q u e en mi opinin sera necesico como Bossuet puede sustituir reir por llorar: la relacin que la claridad est dada comoantonfmica forma parte de la afinidad. w t u r a l de -n (ver la opinin de Mme.'5Sobre la expansin, ver Andr Martlnet, Elments de Necker, en F. Brunot, Histoire de la langue fran~aise Paris.

    IInguisfique gnkale, Paris, 1960, 3 parte de l cap. IV . Hay 1905-1953, t. VI , 21 parte, fascculo 2, p. 1967): "Es necetrad. castellana: Biblioteca Romnica Hispnica, Madrid, G r e sario preferir siempre !a frase ms corta cuando es al mis-dos. 1965. mo tiempo clara, puesto que asf k es mucho mds3.

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    " .. . .. . ! . ,. ..: .. la vez: Un coup de 'd6s est implicitamente fun'dado sobre la.Snflnita posibilidad d e la expansldn.-a, cuya libertad. tan pesada para I-iaubert,

    se convierte Rara Mallarme en el sentido mismo-vaco- cal libro futuro. Desde entonces, el her-+mano'y gua e escritor .no ser m8s el-retrico,

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    ttico, poltico, alticc) es un valor de represen-tacin, no de produccin"Ira ideologia no traba-l T f l e j a . " J . Nuestra evaluacion soio pueae estat.liga a a una prctica, y esta prctica es la de laescritura. De un lado est lo que se puede es-cribir. y del otro, lo que ya no es posible escribir:lo que est en la prctica del escritor y lo que hadesaparecldo de ella: qu textos aceptarla yo es-cribir (re-escrib(r) desear, proponer. como unafuerza en es- mundo mo? Lo que la evaluacinencuentra es precisamente este valor: lo que hoypuede ser escrito (re-escrito) : lo escribible. porqu es lo escribible nuestro valor? Porque lo queest en juego en el trabajo literario (en la Iitera-tura como trabajo) es hacer del lector no ya unconsumidor. sino un ~raductor el. texto.. ~ ~ i e s t r iliteratura este marcada por el despiadado divorcioque la institucin literaria mantiene entre el fa-

    bricante y el usuario del texto. su propietario ysu cliente, s u autor y su lector. Este lector estsumergido en una especie de ocio, de intransitl-vidad, y, por qu no decirlo?, de seriedad: en lu-gar de jugar l mismo, de acceder plenamente aldel significante, a la voluptuosidad- no le queda mas que la pobre iCGertad de recibir o rechazar el texto: la lecturano es ms que un refergndum. Por lo tanto, frenteal, texto escribible se establece su contravalor, suvalor negativo, reactivo: lo que puede ser ledopero no escrito: lo legible,. Uamaremos clsico a,todo texto lenibte.

    2. La interpretacinTal vez no haya nada que decir de los textos es-cribibles. Primero: jddnde encontrar.los? Con.odasegurldgd no en la lectura .(o al menos muy poco:

    por azar, fugitiva y oblicuarhente en algunas obras-IimItesl: el texto escribible no es una casa, esdifcil Bncontrarlo en Iibreras. Segundo: siendo

    su modelo product ivo [y no ya representat ivo) ,suprime toda crtica que, al ser producida. se con-fundira con l: reescr ibi r lo no ser ia s ino disemi-narlo, dispersarlo en el campo de lafd ifere ncia in-finita. El tex to escribib le es un presente perpe-tuo sobre el cual no puede plantearse ninguna pa-labra consecuente [que lo transformara fatalmen-te en pasado) ; el texto escr ibible somos nosotrosen e l mom ento de escribir, antes de que el juegoinf in i to del mundo (el mun do como juego) seaatravesado, cortado, detenido. plastif icado. por al-gn sistema singular (Ideologa, Gnero. Crtica)que ceda en lo referente a la plural idad de lasentradas, la apertura de las redes. el infinito delos lenguajes. Lo escrib ible es lo novelesco sinla novela, la poesa sin el poema, el ensayo sinla disertacin, la escritura sin el esti lo, la produc-cin sin el producto, la estructuracin sin la es-tructura. Pero y los textos Iegibles? Son produc-tos (no producciones], forman la enorme masa de'nuestra l i tera tura. Cmo diferenciar nuevamenteesta masa ? Es necesaria una segunda operacinconsiguiente a la evaluacin que ha clasificado enun pr incipio los textos. pero ms precisa que el la.basada en la apreciacin de una cierta cantidad.del ms o menos que puede movil izar cada texto.Esta nueva operacin es la interpretacin [en e!sentido que Nietzsche daba a esta palabral. Ic-pretar un texto no es darle un sentido (mas Ome nh Su nd ad o, ms o menos l ibre) , s ino por e lc o nt ra ri o ap re cia r el p lu ra l d e qu e e s t m o . To-memos pr rero ia imagen de un plural tr iunfante 'que no est empobrecido por ninguna obligacin \ wde represe ntacin (de imitac in). En este tex to -- Aib-l l as redes son m l t ip l es y j uegan en tre G s 'Ysin que ninguna pueda reinar sobre las dems; P\Jest e tex to no es una estructura de significados.es una galaxia de significantes: no tiene comienzo;~es revers ible: se accede a l a travs de m ltiple sentradas sin que ninguna de el las pueda ser de-clarada con toda seguridad la principal: los cdi-

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    gos que moviliza s e perfilan hasta pederse devista, so n indecibles [el.sentido no estki nunca e.metido a un principio d e decisin sino al azar) ;lo s sis temas de sentido pueden apoderarse de este'texto absolutamente plural, pero s u nmero no secierra nunca, al tener como medida el infinito de l. lenguaje. 'La Interpretacin que exige un texto in-mediatamente encarado en s u plural no tiene nadade liberal: no se trata de conceder algunos sen-tidos, de reconocer magnnimamente a cada unoparte de verdad; se trata de afirmar, frente atoda in-diferencia, el s e r de la pluralidad, que noes sl de b verdadero, lo probable o lnclusq lo po-sible. 8Sn embargo, es ta afirmacin n e c e a r i a es- difcil, pues a t mismo tiempo que nada existe fueradel texto. no ha y tampoco 'un todo del texto [que,por reversin, ser fa el origen de un orden interno,reconciliacin de la s partes complementarias bajola mirada paternal de l modelo representativo): e snescesario simuhneamente librar al texto d e suexterior y de su totalidad. Todo esto quiere decirque en el texto plural no puede haber estructura

    Iarrativa, gram6tica o 16gica de l relato; si algnmomento s tas dejan qu e no s acerquemas es enla medida (dando a esta expresidn su pleno valorcuantitativo) en que estarnos frente a textos M)totalmente plurales: textos cuyo plural e s ms omenos parsimonioso.

    3. En contra de la connotacin8ara es tos textos moderadamente plurales (e sdecir, simplemente polisimicos) existe un apre-cI&r medio que 8610 puede captar una cierta por-~ 5 6 n ,mediana, de l plural, instrumento a la vez de-masr 'do preqiso y demasiado impreciso para s e reipficado a los textos urtvocoet, y demasiado pobrepara ser aplicado a loq textos mutt ivalente~, e-versibles y francamente Zndecbles (a los texto$

    n tegramente p lura les ) . Es te modes to ins t rumen-t o es la connotacin. Para Hjelmslev, que ha aadouna definicin de ella, la connotacin e s un sen-t ido secundar io , cuyo s ignif icante es t cons t i tu i -do pqr un s ign o o un s is t em a de s ignificacin prin-c ipal que e s la denotacin: si E es la expres in ,C e l contenido y R la relacin d e los dos que fun-d a el s i gn o , l a f r m u l a d e l a c o n n o t a c i n e s :(ERCJRC. in duda porque no s e la ha l imi tado ,sumetido a una tipologa de los textos, la conno-tacin no t ien e buena prensa . Unos [d igamos losf i l logos ) , dec r e tando que todo t ex to e s un voco ,poseedor de un sent ido verdadero , cannico , re-miten los sent ido s s imul t neos , secundar ios a lanada de las e lucubracio nes cr t icas. Otros (d iga-mos los sernilogos) cuestionan la jerarqua de lodenotado y lo connotado; la lengua, d icen , mater iade la denot aci n, con su diccionar io y su s in taxis ,es un s is tema conio cualquier o t ro ; no hay ningu-na r a z ~ ipara pr iv i leg iar a es te s is tema y hacerd e l e l e s pac io y la norma de un sentido princi-pal , o r igen y baremo d e todos los sent idos aso-c iados ; si er ig imos la denotacin en ve rdad , enobje t iv idad , en ley , es porque todava es tarnos so-nietidos al prestigio de la I ingGstica que, hastaes te m omen to , ha reducido e l lenguaje a la f ra sey a s u s componen tes l x icos y s in tct icos ; ahorabien , lo que e s t en juego.en es ta jerarqua e s a lgos e r io : d i s poner todos lo s s en t idos de un t ex to encicblo alre dedo r del foco de la denotacin (el to-c o : c e n t r o , c u s to d i a, r e tu g io , luz d T v F r d a d ) .esvolver al cierre del discurso occidental (cientf ico,c rit ic o o ti lo l gic o], a s u o r ~ c X i i G e n t r a l i z a d a .

    4. A favor de k ccwmtgd6n, r p-r de todoES& crfiica ds la mtan-dh e~ d o amedi&: m tiene en ajen@ a@ ti~~.NXatb m-eJs laeta. tsipglqfa ti@ ftln&d&a: &3@@

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    . . + .te a&ie i k r d i f i c a d o segn su valor) : puessi hayatextos legibles, inscritosclausura occidental, fabricados Se s t e sis tema, entregados a la lees necesario que posean un rgimen psentido, y ese rgimen tiene por fundamenconi~otacin.Por eso , negar universalmente 1notacin 6 s abolir el valor diferencial de lo s textos,ne'garse a definir el aparato especifico [poticoy crtico a la vez) de lo s textos legibles. es equi:parar el texto limitado al texto-lmite, es privarsed e un instrumento tipolgico. La connotacin es .- la va de acceso a la polisemia del texto clsico,a ee e plural limitado q_ue funda el texto cl ls ico(110es seguro que haya connotaciones en el textomoderno). Po r lo tanto hay que salvar a la con-notacin de su doble proceso y guardarla como lahuella nornbrabls, computable, de un cierto pluralde1 texto [es te plural limitado del texto clsico].Out$ es, pues, una connotacibn? Definicionalmen-te , es una determinaclqn, una relacin. una eniifora,un rasgo que tiene el poder de referirse a men-ciones anteriores ulteriores o exteriores, a o t ro slugares del texto [o d e . otro texto) : no hay querestringir- e0 nada esta relacin, qu e puede s e rdesignada de diversas maneras (funcidn o indicio,por e]emplo), siempre que no s e confunda conno-tacin y asociacin de ideas: s ta remite al sist*ma de un sujeto mientras qu e aqulla e s unarrelacin inmanente al texto, a los textos, o si s eprsfere, es una asociacin operada p oh el texto- 'auleto en el interior de su propio sistema. T ~ i -camente, las connotaciones s h sentidos que no ,es tan en el diccionario ni en la gramtica d e lalengua en la que es t escrito un texto [por 'su-' p u e ~ t o , sta es una definicin precaria: el diccio-

    ! nario puede ampliarse, la gramhtica puede madi-' f icarse) . Analticamente, la connotacldn se deter-1 mina'a travs de dos espacios: un espacio secuem-: cial, sucesin de orden, espacio sometido s l a ?; sueesSvldad d e las frases a k argo d e las CU* -

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    bajo un a mora l de la verdad. unas veces laxa yotras asctica. Sin embargo, leer no es un gestof A arasito, complemento reactivo de una escr iturah o r n a m o s co n todos lo s prest igios de la crea:I - cin y de la anterioridad. Es un trabajo [por estoI' sera me jo r hablar de un acto iexeoiogico, o inclu-rafico, puesto que tambin escr ibo m i~g"&meodo de este trabajo es topo~o@-

    co : no estoy oculto en e l texto, slo que no se. me puede local izar en l: m i tarea consiste enmover, trasladar sistemas cuya investigacin nose det iene n i en el texto n i en "m": operatoria-mente, los sentidos que encuentro no son compro-bados por "m" ni por otros, sino por SLI marcasistemtica: no hay ms prueba de una lecturaque la calidad y resistencia de su sistemtica: enotras palabras, .que su funcionam iento. En efecto,leer es un trabajo de lengua'e ,Leer es encontrarsentidos, y encontrar sent6s es designarlos, pe-ro esos sentidos designados son .llevados haciaot ros nombres; los nombres se llaman, se reneny su agrupacin exige se r designada de nuevo:designo, nombro, renombro: as pasa e l texto: esuna nominacin en devenir, una aproZiiGa'c7TiinT-cansable, un trabajo metonmico. Por lo tanto, fren-t e al texto plural e l olvido de un sentido no puedeser recibido como una falta. Olvidar en relacina qu? Cu l es la suma de l texto? Es posible 01-vidar algunos sentidos, pero slo s i se ha elegidoechar sobre el texto una mirada singular. De to -das maneras. Ea lectura no consiste en detener la

    - cadena de lo s slstemas, en fundar una verdad, unalegalidad del texto y, en consecuencia, provocarla s "faltas" de su lector; consiste en embragaresos sistemas no segn su cantidad fnita, sinosegn su pluralidad [que es un ser y no una cuen-ta ) : paso, atravieso, articulo. desencadeno, perono cuento. E l olvido de lo s sentidos no es cosa deexcusas, un desgraciado error de ejecucin: es kr.valor afirmativo, un a manera de afirmar la irres-ponsabil idad del texto, e l pluralismo de lo s s i s t e

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    -~- ;,- -. - -,, :>..: .\,.,L.,. -,., . . , < ..' C .-'-F . .. ..mas [sl cerrasb la lista. reconstituira fatalmenteun sentido singular, teol6gico) : precisamente leoporque olvido. I

    6. Paso a pesoSi se quiere es tar atento al plural d e un texto .(por limitado que s e a ) , hay que renunciar a es-tructurar e s e texto en grandes masas , como lohaclan la retrica cl8sica y la explicacin escolar:nlida de construccl6n de l texto: todo significa sincesar y varias veces , p r o sin- delegacin en un ,gran conjunto final, en una estructura ltima. Deah la idea, y por decirlo as Ig necesidad. d e un

    anhllsis progresivo aplicado e un tsxm anim. Estot iene, al parecer, algunas tmp11caCionBls.y algunasvcIntajas. El comentario de un solo texto no e s u naactividad contingente, colocada bajo la coartadatranquilizadora de lo "concreto": el texto nicovale por todos los textos. d e la literatura, no por-que loa represente (las abstraiga y lo s equipare).sino porque la literatura misma no es nunca sinoun solo texto: el texto nico no es acceso (induc-t i w ) a un Modelo, sino entrada a una red co n milentradas: seguir es t a entrada. es vislumbrar a lolejos no una estructura legal d e normas y desvos,una b y narrativa o po8tca. sino una perspectiva(de fragmentos, de voces venidas d e otros textos ,a e otros cbdigos], cuyo punto de fuga es. sin em -barg. . incesantemente diferido. misteriosamenteabierto: cada texto (nico) es la teora misma (yno el simple ejemplo) d e es ta fuga, d e es t a dife- ,rencia que vuelve indefinidamente si n conformar-se. Ademhs, trabajar e s e texto nico hasta el di-timo detalle e s reanudar el anhlisis estnicniral de lrelato en el punto en que ahora es t e detenido: enlas grandes estructuras; es d a r s e el p o d e r (el

    . tiempo. la facilidad) de remontar la s venlllas delsenido, no dejar ningn lugar del significante sinpresentir en BI el cdigo o los cddlgos de que este8

    lugar puede s e r punto de partida (o de llegada);e s (al menos s e puede esperarlo y trabajar enello) sustituir el simple modelo representativo por .otro modelo cuya progresin misma garantizara loque pueda haber de productvo en el texto clsico,pues el paso a paso, por sir lentitud y su mlsma&spersin, evita penetrar, invertir el texto tutor,dar de e1 una. imagen interior: no e s sino la des-composicin (e n el sentido cinematogrfico) deltrabajo de lectura, si s e quiere una cdmare lenta:ni completamente imagen ni completamente an-lisis, y, por ltimo, e s jugar sistemtictimente conla djgresin (forma mal ihtegraidra por el discursodel saber J en la eecritwra misma del comentarioy observar de es ta manera la reversibilida8 de la sestr.ucturas con que wtA tejido ei texto; .es v e r d sque el texto cl8cico no es com~letamente eversi-.ble (pues to que es modestamente plural): su lec-tura se bece en un orden necesario cuyo anhlisisprogresivo' determina76 precisamente s u orden deescritura; pero comentar paso a paso e s por fuer-za renovar la s entradas del texto, evitar estrucfu-rarlo demaeiado, evitar darle e s e suplemento deestructura que le vendra d e um disertacin y loctausurarfa: e@ sparcir el texto en Iugdi d e reco-geco .

    Por lo tanto @eesparcir4 ei , descartando+amo si fuera un pequefio s$fem- los bloquesde eigoificaci6n cuya lectura capta sioliilmente lasruperfr'cie lisa, lmpet-cqptiblemejnte soldadi p o r el 'mude1 de las f rases , al discurso fluido ds la n awaclbn, la naturalidad d ~ lenguajer corrimta. Elslgnificante tutm seir dividido en una g;e~%~e 1 ..;..< .* 1- ~ . . . -, m. .

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    . -... .lida$ mehrdolbgiea, puesto que recaer 'sobre el monioso); po r 10 t @ n ~ . e sentido [l& -significante. mientras que e l an l isls propuesto connotaciones), desgranadas por geparado e n ca-recae n i m m e n t e sobre el significado. La lexia da Iexia, no sern reagrupadas, provistas de uncomprender unas veces unas pocas palabras y meta-sentido, tratando de darles una construccinotras algunas f r a ~ e s , e r4 cuestin d e comodidad: final (solamente podrn reagruparse, en anexo,b w a r con que &ea el mejor espacio posible don- aquellas secuencias cuya continuacin haya PO&-de se puedan observar 10ssentidos; s u dimensin do perderse por el hilo de l texto-tutor). NO se ex-determina& empricamente a ojo, depender de pondr la crtica de un texto, o una critica de estela densidad d e la s connotaciones, que es variable texto; s e pi-opondrd la materia,semntica [dividj-segiin los mamentos del' texto: simplemente se da p r o no distribuida) de varias crticas (psieol-pretende que enrcada iexfa no haya m s de t r e s o gca, psicmnaltica, temtica, histrica, estructu-, cuatro sent idos que enumerar, como mximo. V ta l ) ; luego cada una podr [si le viene en gana), texto, en su conjunto, e s comparable a un cieko, intervenir, hacer or s u vos, que se escucha de

    f llano y profundo a la vez, liso, sin bordes y sin re- una de la s voces de l texto. Lo que s e buscaferencias; como el augur que recorta en l con la dibujar el espacio estereogrfico de una escriturapunta de su bastn un rectngulo ficticio para in- (que en e s t e caso es una escritura clsica, legi-terrogar, de acuerdo con ciertos principios, el vue- ble). El comentario, fundado sobre la afimacidnlo d e la s ave&, el comentarista traza a lo largo del del plural, no puede! trabajar "respetando" el tgx-texto zonas d e lectura con el fin de observar en to : el texto-tutor ser continuamente quebrada, bellas la migracin de los sentidos. el afloramiento terrurnpido, sin ninguna consid,eracin para s u s di-de los cdigos, el paso de las citas. La lexia PO visiones naturales (sintcticas, retricas, a n e d -e s m s que la envoltura d e un volumen sernntico, t i w ) ; e1 inventario, la explicacin y la d i g r e a nla cresta de l texto plural, dispuesto como un ban- podran instalarse en el mismo corazn de la sus-/ quete d e sentidos p o s i b l e s (aunque regulados. pensin, separar incluso el verbo y su comple-j atestiguados po r una 'lectura sisternttica) bajo el . mento, el nombre y su atributo; el trabajo del co-1 flujo del discurso: la lexia y t u s unidades forrna- mentario, desde, el momento en q u e1 rn de es ta manera una especie d e cubo rnultifa- F d e o l o g a de la totalidad, co=ctico, cubierto con la palabra, el grupo de pala- mente @ malrratar el texto, en corfarle fa palabra.I bras, la f rase o el prrafo; dicho d e otro modo. el ' Pero en realidadlo que se niega no es la calidad.I lenguaje, que es s u excipiente "natural". del texto [en eate caso incomparable], sjno &-dadw.

    8. El texto quebrado 9. ~Cudnfas ecturas?Lo que se indicar a trav6s d e e s t a s articulacio- , Hay que aceptar tambldn una ltima libertad: lanes postizas s e r la traslacin y la repeticin de d e leer el texto w m o si ya hubiese sido ledo.lo s significados. 'Al sefialar sistemticamente las Aquellos que gustan de la s bel lw historias podrtnsignificados d e cada lexia no s e pretende estable- ciertamente comenzar por el final y leer primero .ce r Ia verdad del texto (s u estructura profunda, es- el texto tutor que s e ofrece en anexo en su purezatratgica), sino s u plural (aunque 6s t e s e a parsl- y s u c ~ t i n u i d a d ,al como ha salido de la edicin,

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    usted acaba 6;: consagrar al anlisis de Sarrasinese t tu ia en igmt icamente S /Z?R B.: Es un ttulo hecho para que se invistan enl varios sent idos posib les; tambin en esa me-dida, el t tu lo representa uno de los proyectos dell ibro , que consiste en mostrar las posib i l idadesde una cr t ica plural ista que autor iza a desglosar\:arios sentidos de u n texto clsico. En cuanto ala barra que opone S y Z , se trata de un signo pro-cedente de la l ingst ica y marca la a lternanciaentr e dos trm inos de un paradigma. Con tod origor, habra que leer S versus Z;,es dec i r , S con-t r a Z .-Si , pero por qu justamente la oposic in deesas dos letras?R B. . Porque he querido ofrecer un monogramaque em blem atic e toda la novela .de Balzac: S esla in icia l del escultor Sarrasine, y Z la in icia l deZam binel la, e l castrado. En e[ libro expl ic o cm ose puede interro gar a ambas letras des de un pun-t o de vista sim blic o, ya que, con espr i tu muybalzaciano, un tanto esotr ico. se deben tene r encuenta los malef icios de la letra z, le t ra dei des-v io , le t ra desviada.Haber escr i to Sarrasine con s antes que con z.aun cuando en la onomst ica f rancesa se escribegeneralmente Sarrazin con z, es un lapsus en elsent ido f reudiano; es dec ir , del nf imo aconteci-miento que parece no tener importancia y que, enrea l idad, resu l ta p ro fundamente s ign i f ican te . Yadem s, en Balzac, est la letr a z.

    -Y en Barthes la letra s.R . B. : S , estoy acos tumbrado a que se hage caeresa s f inal de m i nombre en una trampa. Ahorabien, usted sabe perfecMmente que tocar un nom.bre propio es cosa grave: es menoscabar la pro-piedad ( l o cual me deja indife rente ] pero tamb inla integridad, a lo que nadie es insensib le, im-xime cuando se acaba de leer una histor ia de cast rac in !

    1l ,E l escri tor y la escritura )

    Antes ue ser te rico del Texto, 8a; tnes lo fuede la escr i tura . El le es, en la obra de Barthes, eltema que aparece, se fuga y vuelve con variacio-nes: "la nocin de escri tura modela tanto la con-cepcin de /a p rct ica l i te rgr ia como la de un co-nocim iento posib le .de esa prct ica" . (Jul ia Kris-teva, "Comment parler a la lit trature, Tel Quel471.En un comienzo, la escr i tura fue, en El gradocero, un concepto socio- l ingist ico que se ubica-ba como mediac in en t re e l carcter soc ia / de lalengua y la f lexin subjet iva de! est i lo. Luego l aoposic in escr i tu ra lcr ivance (que corresponda ala de escri tor lcr ivant) vino a desplazar la con-sideracin inst i tucional de la escr i tura, para cen-trar la ref lexin en e! t po de produccin: Barthesd i f e renc ia una esc r i t u ra in t rans i t i va , que no esproducida para "comunicar" nada en On sentidoinmediato, que no es vehculo de un mensaje queno sea el la misma; de una cr ivance, en l a qu ela re lacin con el lenguaje es instrumental, d irec-ta , t rans i t i va y, en consecuencia, centrada en la

    comunicacin. Despus (es preciso recordar el in-terte xto: Tel Quel, Kr isteva, Lacan) la idea de pro-duct ividad textual domina a la de escri tura: e l sen-t ido (y el sujerof se dispersan en el Texto, cuya"sign f icacn quiere decir proceso que produce elsent ido, y no este sent ido en si mismo". A l mis-mo t iempo, la escr i tura de Barthes se f ragmenta o,mejor d icho, fa fo rma f ragmento , se convier te enhegemnica.El f ragmento t iende a evitar la sol id i f icacin delas formas y los sent idos, combate la r lusin de/ 1Sent ido como t ina l idad de l texto , r iusron t rascerdente que enfrenta, sin embargo, e l pel igro opues-

    ,

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    to: la f~l ta e sentjdo. Entre Nietzsehe y eJ b i k ujapn&s, el fra@mmbde B s r t h el ss-pxio i n t e r~ f t ~d f r a g m m t w . na kr yun arden dcd texW, firi U& d e n& 1, I&Wra; sn 91ewro de un cjrwJo fd&p de # r e m a i . b 4& r r k s , m hay nada. h &m de kafiwmmtaria hs Iwr&uB&[email protected] i~ltctpr&am:

    j6n sobre e l k s e8&tehedi por Roland

    id, ~ * o f e n e n t e Im wihI.a'@dde prdmp* textud. Y $Udice, #e C(.d@mye .entwaa3$ p w dmishn~sdel destine id Sn~enextode f9d0, @I@$RIM~, e deb?$?O, Te1 ueil, p ~ ~ rnemar@rnlitey?tos erisk & m erwas.' En &lcxto lo que re busc. as un &mtMo atbpi-

    @o que, huydoj rsprsmma ser m&&m, pwa-'du/a,anfl;boJqh. dfpeiis: td Ir she&!6n wtdlicede/ Ylt iw Bwthw. "dC&o dv jds ~ 'se pregun-'ta-'qtte I a . ~ m i r j h g f aiahe ref@c/dn .on fepksf6vr E f e J wntMo: &u epcxs1ipsk y/o su .utopa?"

    /Idos"] para reencontrar lo ms rpido posible los

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    El placer del texto

    El lugar ms e rti co de un cjuerpo no es aca soall donde la vestimenta se abre? En la perversin(que es el rgime n del placer texfr;l) no hay 'Zo-nas ergenas" [expresidn por otra parte bastanteinoportuna): es la intermitencia: como bien lo hadicho el psicoanlisis, la ace es ertica: la de lapiel que centel lea entre dos'piezas (el pantaldn yel pulv er l, entre dos bordes [ la camisa entre-

    lugares quemantes de la ancdota (que so n siem- Ipre su s articulaciones: lo qu e hace avanzar e l de- lvelamiento de l enigma o del dest ino): saltamos IIimpunemente (nadie no s ve) las descripciones,la s explicaciones, las consideraciones, las conver-sacidnes; no s parecemos a un espectador de ca-baret qu e subiendo al escenario apresurara el strp-tease de la bailarina quitndole rpidamente su svest idos pero siguiendo el orden establecido, esdecir : respetando por un lado y precipitando pore l otro lo s episodios de l r i to [como un sacerdoteabierta, el guante y la manga); es ese centelleo qu e tragase su misa] . La tmesis, fuente o figura'1 e l que seduce. o mejor: la p u e s t i en escena de del placer, enfrenta aqu do s lmites prosaicos:1 un a aparicin-desaparicin. opone aquello qu e es t i l para e l conocimiento de l,No se trata aqui de l placer del str ip-tease .cor- secreto y aquello qu e no lo es; es una fisura. pro- !,poral o del suspenso narrativo. En un o y otro caso ducida por un simple pr inc ip io de funcionalidad, , ,,, ,no se produce en la estructura misma de l lengua-o. ha y desgarradura, no hay. bordes sino un deve-, , .lamiento .progresivo: toda la excitacin 'se refugia je sino solamente en el momento de su consumo; l.I , .en la esperan& de ver e l sexo (sueo de'l'colegiallo de conocer el f in de la historia (sat isfaccin no-velesca ). Paradjicamente (en tanto es de consu-mo masivo) ,#e s un placer mucho m s intelectualque el otro: placer edpico [desnudar, saber, co-nocer el origen y el f in) si es verdad que todo re-lato (todo develamiento de la verdad) es una' uues-- - .. -ta en escena del Padre (ausente, oculto o hipos-tasia do), lo que .explicara la solidaridad c!-e lasformas narrativas, las estructuras familiares y delas interdicciones de desnudez -reunidas todas

    entre nosotros- en el mi to de No cubierto porsus hijos.Sin embargo el relato ms clsico (una novelade Zola, 'de Balzac, de Dickens, de Tolstoil llevaen si una especie de tme sis d ebilitada: no lo lee-mos enteramente con la misma intensidad de lec-tura, se establece un ritmo audaz poco respetuosode la integridad del texto; la avidez misma del co-nocimiento nos arrastra a so br ev ~l ar a encabal-

    gar cier tos pasajes (presentados como "aburr i-

    el autorm 0

    no puede preverque no se leer.mo de lo aue se IeYaecjue construye el placerjse ha le do-amna vez arra y la paz palabra por palabra? [El encanto deProust: de una lectura a otra no se saltan los mis-mos pasajes).

    Lo que me gusta en un relato no es directamen-te su contenido n i su estructura sino ms bien lasrasgaduras que le impongo a su bella envoltuz.corro. salto, levanto la cabeza y vuelvo a sunier-girm e. Nada que ver con el profundo desgarra-miento que el texto de goce imprime al lenguajemismo y no a 13 simple temporalidad de su lectura.Por lo tanto hay dos regmenes de lectura: unava directamente a las articulaciones de la anc-dota, considera la extensin del texto, ignora losjuegos del lenguaje (si leo a Julio Verne voy r-pido: pierdo el discurso, y sin embargo mi lecturano est fascinada por ninguna pdrdida verbal, en

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    el sentido que esta palabra puede tener en espe-leologa); la otra lectura no deja nada: pesa eltexto y ligada a l lee, si as puede decirse, conaplicacin y ardientemente, atrapa en cada puntodel texto el as nd et ~n ue corta los lenguajes, yno la ancdota: no es la extensin (lgica) que lacautiva, el deshojamiento de las verdades sino lasuperposicin de los niveles de la significancia;como en el juego de la mano caliente la excitacinno proviene de un apuro por pleitear sino de unaespecie de estrpito vertical (la verticalidad dellenguaje y de su destruccin]; es en el momentoen que cada mano (diferente) salta sobre la otra[y no una despus de la otra) cuando se produceel agujero y arrastra al sujeto del juego- el su-jeto del texto. Pero paradjicamente (en tanto aopinin cree que es suficiente con ir rpido parano aburrirse] esta segunda lectura aplicada (ensentido propio). es la que conviene @ texto mo-derno, al texto-limite.' (Leed lentamente. leed todode una novela de Zola y el libro se caer de vucs-tras manos; leed rpido, por citas, un texto mo-derno y ese texto se vuelve opaco forcluido2 avuestro placer: usted quiere que ocurra algo peronc ocurre nada pues &_que le sucede al lenguajeno le sucede al discursc: lo que "ocurre", aquellcque "se va", la fisura d6 los dos bordes, el inters-ticio del goce, se produce e3 el volumen de loslenguaje:, en la enunciacin y no en la continua-cihn de 10s enur?ciados: no devorar, no tragar sinomasticar, desmenuzar minuciosamente; para ieera los autores de hoy es nec e~ ar io eencontrar elocio de las antiguas lecturas: ser lectores aris-tocrticos.

    L . . 3Para la diferencia entre obra y texto vase Roland Bar-t h es , S/Z, Paris, Ed. du Seuil, 1970. (N. del T . ] .El t r m i ~ oes de Jacques Lacan. No pudiendo ser t ra-

    ducido po r represin ni por repudio decid imos mantener eloriginal que es ya corriente en la jerga psicoanslitica ar-gentina. (N. del T.).

    Apenas se ha dicho algo sobre el placer delt ex to en cualquier parte aparecen dos gendarmespreparados para caernos encima: el gendarme po-ltico y el gendarme psicoanaltico: futilidad y/oculpabilidad, el placer es ocioso o vano, es unaidea de clase o una ilusin.Vieja, muy vieja tradicin: el hedonismo ha sidoreprimido por casi todas las filosofas, slo entrelo s marginados se encuentra la reivindicacin he-donista: Sade, Fourier, para Nielsche mismo elhedonismo es un pesimismo. El placer es siem-pre decepcionado, reducido, (lasinflado en prove-cho de los valores fuertes, nobles: la Verdad, laMuerte, el Progreso, la Lucha, I Alegra, etc. Surival victorioso es el !Deseo: se nos habla conti-nuarnsnw del Deseo pem nunca del Placer, el De-seo tendra una danidad eoistrnica pero el Placerno. Se dira que la Sociedad (la nuestra) rechaza( y acaba por ignorar) de tal 'manera el goce que1 no puede sino producir episternologas de la Ley(y de su contestacin) nunca de SU ausencia, o1 mejor: de su nufidad. Es,curioss m oscJj filosfica de l es &iti&-I fecho): Esta palabra no denotara u? "idea delase"? I~Presunclnde una prueba bastante gro-sera pero sin embargo bastante notoria: lo "popu-lar" no conoce el Deseo, slo placeres].

    Los libros llamados "erticos" [es necesarioagregar: los comunes, para exceptuar a Sade y al-g n otro) representan no tanto la escena erjticasino su expectacin, su preparacin, su progresin:es en esto que resultan "excitantes", y por su-puesto cuando la escena llega hay decepcin, de-flacin. Dicho de otra manera. son libros del De-seo, no del Placer. O dicho con malicia, ponen enescena el Placer t a l como lo ve el psicoanlisis.Un mismo sentido dice tanto aqu como all quetodo esto es bien decepcionante.

    [El, m o n u oe-s&, no rodead^, como lo s calles &nirablas de

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    una gran c iudad. ca l les a t ravs de las cudgs ise~ u e d euqar. soar, etc.: es una f icc in) .Parece que ex is t i r a una ms t ica del Texto. Porel cont rar io , todo e l es fuerzo cons is te en mater ia- izar e l p lacer del tex to, en hacer del tex t o un ob-

    jeto de placer como cualquier otro. Es decir: yasea v inculando e l tex to de los "p laceres" de lavida [una comida, un jardn, un encuentro, unavoz, un momen to, etc.) al catlogo persona l denuestras sensual idades, o ya sea abr iendo median-te e l tex to la brecha del goce, de la gran prdidasubjet iva, ident i f i cando ese tex to a l os momentosms puros de la perversin, a sus lugares clan-dest inos. Lo impo r tante es igualar e l campo delp lacer , abol ir la fa lsa o pos ic in ent re v ida prct icay v ida contemplat iva. E l p lacer del tex to es unareiv indicac in d i r ig ida jus tamente contra la sepa-rac in del tex to, pues lo que e l tex to d ice a t ra-vs de la par t icu lar idad de su nombre es la ubi -cuidad de! placer, la atopa del goce.Idea de un l ibro (de un tex to] donde ser a t ra-zada, tej ida, de 12 manera ms personal , la re la-c in de todos los goces: los de la "vida" y lo sdel tex to donde una misma anamnesis recoger ala lec tura y la aventura.

    Imaginar una estt ica (si la palabra no est de-masiado devaluada) fundada hasta e l f ina l (com-pletamente, radicalmente, en todos los sent idos)sobre e l placer del consumidor fuese quien fuese,per tenezca a la c lase o a l grupo que sea, s in con-sideracin de cul turas y de lenguajes: la s conse-

    l cuencias seran enormes, ta l vez inc luso desga-rradoras ( 'Brecht ha comenzado a elaborar tal es-tt ica del p lacer , de todas sus propuestas es laque se o lv ida ms a menudo) .

    Ic [Traduccin de Nico ls Rosa]

    Leccin

    Desde el mo me nto en que es profer ida, aun cuan-do sea dentro de la ms profunda int imidad delsujeto, la lengua ent ra a l serv ic io del poder. h e -vi tablemente, dos rbr icas se dibujan en el la: laautor idad de la asercin, la gregar idad de la repe-tici n. Por una parte , la lengua es, inmed iatarnen-te, a sert iva: la negacin, la duda, la posibi l idad, lasuspen sin del juic io, requieren operadores part i -culares que son retomados en un juego de ms-caras de lenguaje. L a que los l ingistas I lainan lamodal idad no es sino el suplemento de la lengua,eso por lo cuai , como una spl ica, intento doblegars poder implaca ble de comprobacin. Por otraparte, los signo s de que se compone la lengua sloex i s ten po r y en tanto estn reconocidos, es decir , .por y en tanto se repi ten. El s igno es seguidista,gregar io; ei i cada signo duerme ei monstruo de unestereot ipo: no puede, en absoluto, hablar , s inorecogiendo lo que se arrastra en la lengua. Des-de el momento en que enuncio, estas dos rbr icasse renen en m, soy a la vez amo y esclavo; nome contento con repeti r lo dicho, con alojarme con-for tablemente en la serv idumbre de los s ignos:d igo, af i rmo y asiento lo que repi to.Por consiguiente. en la lengua, servi l ismo y po-der se confunden ineluc tablemente. Si se l lamai ibertad no slo a la potencia (puissance) de sus-t raerse a l poder [pouvoir), s ino tambin y sobretodo a la de no someterse a nadie, no puede haberl iber tad, pues, s ino fuera del lenguaje. Desgracia-damente, el lenguaje humano carece de exter ior ,es una puerta cerrada. Slo al precio de lo impo-sible se puede sal i r por el la, mediante la s ingula-r idad mst ica, tal como la descr ibe Kierkegaard,cuando def ine el sacr i f ic io de Abraham como unacto inaudi to, vaco de toda palabra, incluso inte-r ior , er igido contra la general idad, la gregar idad yla moral idad del lenguaje, o, tambin, mediante el

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    por otra, se apodera de contenidos cada vez msmi li tan tes . ~ e s p la z a r s e uede pues signi fi car : pr e - numerosos y cada vez ms a l e j ados de su campo

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    sen ta r se a l l donde no se nos espera o t ambin , original. A sl com o el objeto de la economa sems r ad ica lmen te , abju rar de lo que s e ha es c r i to encuentra hoy en todas partes, en lo pol t ico, lo(pero no for zosamente de lo que s e pens ) , cuan- social y lo cultural, el objeto de la lingstica nodo el poder gregario lo uti l iza y somete. t iene l mites, pues la lengua, segn una intuicinde *Benveniste , represen ta lo propiamente social .Podemos deci r que la tercera fuerza de la Iite- Resumiendo, sea por e xceso d e asc es i s o de ham-ratura , su fuerza propiamer i te semit ica , reside en bre, delgada o repleta, la l ingstica s e descons -truye. Por mi parte, denomino semitica a estael juego de los s ignos ms que en su des t rucc in ,ei- i ponerlos en una maquinaria de lenguaje, cuyos desconstruccin de la l ingstica.mue l l es y pasado res d e segur idad sa l t a ron , en s n - - [Traduccidn 'de Jorge Montgomery,tes is , en insti tu ir una verdadera heteronimia d e publicada por la revista Novalas c o s a s e n el propio se no de la lengua servi l . de Buenos Aires]Henos aqu f rente a la semiologa .En primer lugar, es necesa r io r epe t i r que l a sc i enc ias [ a l menos aque l l as de l a s que t engo a l -guna lectura) no son eternas; son valores que as-cienden y des cien den en la Bolsa, la :Bolsa d e la

    Historia. En es te sentid o, bastara recorda r la su er-te , en la Bolsa, de la Teologa, disc urso hoy exiguoy sin embargo, o t rora c iencia soberana al ext remod e q u e se la ubicaba fuera y por encima del Sep-tenium. La fragilidad de las cienci as l lamad as hu-manas r adica en qu e cons t it uyen c i enc ias d e l aimprevisin (d e donde los disgusto s y el males t a rtaxonmico de la Economa), lo que altera inme-diata me nte la idea de ciencia . La propia cien ciadel deseo, e l psicoanl is is , no puede dejar de mo-r ir un d a , aunque le de bamo s mucho, a s com o de-bemos mucho a la Teologa, porque el d e s e o r e -su l t a m s fue r t e que s u in te rp ret ac in .Por sus conceptos operator ios, la semiologa ,q u e se puede def ini r cannicamente como la c ien-c i a de los s ignos , de todos los s ignos , naci de la- 1I

    l ingst ica . Pero, me parece. la propia l ingstica,un poc o como la Economa [y tal vez la com para-cin no sea insignif icante) , est a punto de esta-l lar por desgarramiento. Por una parte, se ve at ra - -da hacia un polo formal y segn es t a inc l inac in ,se formal iza cada vez ms, como la econometr a ;

    i