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Sin FARC armada y con guerra contra el narcotráfíco' Por Adrián Restrepo Parra Instituto de Estudios Políticos Universidad de Antioquia 1. Una primera versión de este texto fue presentada en el foro "Drugs in Colombia and Transitional Justice". Universidad de Utrecht (Holanda) e Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, Medellín, enero 31 de 2017.

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Sin FARC armada y con guerracontra el narcotráfíco'

Por Adrián Restrepo Parra

Instituto de Estudios Políticos

Universidad de Antioquia

1. Una primera versión de este texto fue presentada en el foro "Drugs in Colombia and TransitionalJustice". Universidad de Utrecht (Holanda) e Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia,Medellín, enero 31 de 2017.

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Los cultivadores, según la caracterización socioeconómicadisponible, son mayoritaria mente las personas que viven enel campo: campesinos, afrodescendientes e indígenas. Estaspersonas, tal como se registra desde las marchas cocalerasde 1996, hacen parte de la población más pobre del país.Esta situación permite entender consignas como las que hanenarbolado los cocaleros de Putumayo y con resonancia en otrosterritorios: "haremos cualquier cosa menos aguantar hambre".Según los cocaleros, los cultivos ilícitos les han permitido

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a cuestión de las drogas ilícitas era ineludible en el

L Acuerdo de paz, porque en la realidad colombiana laeconomía del narcotráfico ha permitido la financiaciónde los actores de la guerra. Los cuantiosos recursos que

genera este tipo de economía han financiado, entre otros asuntos,la creación de ejércitos de toda clase. Auspiciando así tantoviolencias políticas como la delincuencia común. La regulaciónviolenta del mercado de drogas y la tradicional violencia políticacolombiana aparecen conjugadas, por distintos motivos, enla historia del conflicto armado. Situación en la cual, comosabemos, también ha participado Estados Unidos de manerapreponderante por medio del Plan Colombia, denominado luegode la firma del Acuerdo como Paz Colombia.

Abordado el tema del narcotráfico en la mesa de negociaciónbajo el título "Solución al problema de las drogas ilícitas",las partes acordaron concebir el narcotráfico como unacadena compuesta por tres eslabones: los cultivadores, losconsumidores y los productores y comerciantes. Los primerosson los encargados de realizar el sembrado de plantas de coca,marihuana y amapola. Generan la materia prima requeridapara derivar los fármacos. En el caso de Colombia, los mayorescultivos son los de coca, de los cuales por medio de un procesoquímico se obtienen la pasta base de coca y finalmente lacocaína.

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sustituirla. Su situación de pobreza laasocian con la inexistente presenciadel Estado en sus territorios y lanecesidad de resolver por sí mismostodos los ámbitos de la vida requeridospara subsistir.

Este eslabón de la cadena, a pesarde producir el insumo básico y nece-sario para derivar los fármacos, noconcentra ni las ganancias ni el poderque genera el lucrativo negocio de laventa de drogas ilegales. En la medi-da en que el cultivo de plantas ilegaleses asociado a un problema socioeco-nómico de las condiciones de vida delas personas que viven en el campo,el componente militar orientado a per-seguir y capturar a los cultivadores haquedado seriamente cuestionado comola única salida para detener o erradicarlos cultivos.

Una muestra de tal ineficacia es eldenominado "efecto globo", el cual sepresenta tanto en Colombia como enlos países vecinos donde también exis-ten cultivos de coca. Tal efecto hacereferencia al hecho constatado de quecada vez que la fuerza pública erradicahectáreas de cultivos ilícitos, estos sontrasladados a otros lugares. Los nue-vos sembrados ilícitos tienen asientoen territorios marginados y empobre-cidos, lugares donde históricamente elEstado ha tenido poca o nula presencia.A nivel internacional lo que se constataes que cada vez que, por ejemplo, dis-minuyen las hectáreas sembradas enColombia aumentan en países comoPerú y Bolivia. Siempre hay mano deobra disponible para hacer los cultivos.

Visto así el asunto, la siembra noes el resultado de que los actores

armados obliguen a los campesinosa cultivar plantas ilícitas, esa es laexcepción. Más bien, como los mismoscocaleros han señalado públicamente,ellos encuentran en este tipo decultivo una oportunidad para subsistir.Cuestión también reconocida en sumomento por el gobierno del ahorasenador Uribe Vélez, motivo por el cualdiseñaron programas de sustitución decultivos y ofertas laborales como lasfamilias guarda bosques.

Esta situación también permitecomprender en parte el porqué loscultivadores se oponen a la aspersiónaérea con glifosato. Cada vez que esasperjado un cultivo ilícito, cuandoeste se hace con éxito, quema todala cosecha. Siendo esta una fuente deingresos de la economía campesina,sucede lo que pasa con cualquier otrocultivo echado a perder: disminuyenlos ingresos, con lo cual la subsistenciade esos grupos familiares es afectada.

Igualmente debe tenerse presenteque el glifosato utilizado para la asper-sión tiene altas dosis de concentraciónpara lograr el efecto deseado, esto aca-rrea riesgos para la salud de quienesestán en las áreas de la aspersión ypara otros cultivos, porque en distintasocasiones, el herbicida es arrastradopor el viento a otros lares. Un ejemplode ello es la demanda que instauró elgobierno de Ecuador contra Colombiaporque en un operativo de aspersión enla frontera una parte del glifosato cayóen territorio ecuatoriano afectando lasalud de campesinos y dañando los cul-tivos del vecino país.

Los consumidores, por su parte, sonquienes pagan por las drogas ilícitas

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para consumirlas, son el cliente final.Los consumidores están radicados ma-yoritariamente en los centros urbanos.En la situación de Colombia, el mer-cado principal, especialmente para lacocaína, está compuesto por estaduni-denses y europeos. Sin embargo, estono significa que el país sea netamen-te productor y dedicado a la exporta-ción como se caracterizaba en los añosochenta y buena parte de los noventa,cuando los organismos de combate delnarcotráfico dividieron el mundo entrepaíses productores y países consumi-dores.

Actualmente Colombia es también unpaís consumidor de las drogas ilegalesque produce y de otras drogas queimporta del extranjero. Esta dinámicaincluso ha llevado a realizar "trueques"entre los narcotraficantes, por ejemplo,enviar cocaína a Holanda y traer deallá éxtasis para los consumidoreslocales. En otras palabras, el llamadomicro-tráfico o venta al menudeo es unindicador de la existencia del mercadointerno colombiano de consumidores dedrogas ilegales. Un mercado que estáen constante expansión como puedeconstatarse año tras año con las cifrassuministradas tanto por organismosnacionales como internacionalesdedicados al combate de las drogas yel delito.

El tercer eslabón son los produc-tores y comerciantes, estos tienen lafunción de elaborar los productos fi-nales derivados de los cultivos ilícitosy distribuirlos tanto a nivel local comointernacional. Los comerciantes de lasdrogas ilícitas requieren de estructu-ras o redes que les permitan, por unlado, el transporte y la distribución de

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la mercancía ilícita y, por otro, el cobrodel dinero por las ventas y la protec-ción de las ganancias. Estos aspectos,entre otros, hacen necesario el uso deun aparato armado de seguridad porparte de los traficantes. Asimismo, eluso de la violencia suele ser el factordefinitorio de las rutas y del monopoliodel negocio entre los llamados cartelesde drogas.

El establecimiento de las rutas detráfico y la protección de las respectivasganancias generan dos problemasadicionales al asunto dramático dela violencia asociada a este negocioilícito: la corrupción y el lavado deactivos. Como ha sido extensamentedocumentado por expertos, periodistasy órganos de inteligencia estatal, lasgrandes fortunas que produce la ventade drogas ilícitas entran a la economíalegal. Son capitales anfibios.

Aunque pervive la práctica de lascaletas, es decir, esconder el dineroen "agujeros" o en lugares informalesdiseñados para ocultarlo, los comer-ciantes ilegales empezaron a tenerproblemas prácticos como la pérdi-da de dinero, bien porque la hume-dad genera hongos, bien porque loscuidadores de las caletas terminabanrobándolas, o bien porque la fuer-za pública las confisca. Para afrontar 'esa situación, los comerciantes ilega-les encontraron la forma de convertircapitales ilegales en legales: lavandolos activos, las ganancias. Para lograr,por ejemplo, que ciertos banqueros oconstructores de edificios y centroscomerciales aceptaran los dineros deprocedencia ilegal, los narcotrafican-tes "compraron favores": corrupción.Entendida esta en el modo contempo-

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ráneo que va más allá del sector pú-blico.

Por supuesto la corrupción no sepresenta solo en este momento de latransacción de capitales ilegales ha-cia la legalidad, el fenómeno mismodel narcotráfico es prácticamente in-concebible sin corrupción. El ejemplorecurrente ha sido -y es- la participa-ción de distintos miembros de la fuer-za pública y de políticos en redes denarcotráfico. La regla general mues-tra que una ruta de narcotráfico por lacual se mueven toneladas de drogasilícitas difícilmente puede establecer-se sin la participación de miembrosdel Estado.

También debe considerarse que laracionalidad económica del negociocondujo a que los narcotraficantes op-taran por introducir a la economía legallas ganancias adquiridas ilegalmente,porque esto permite seguir generandoganancia. En otras palabras, tener eldinero en una caleta no genera ma-yor utilidad respecto a la que sí ge-nera tenerlo en un banco o invertidoen distintos negocios lícitos: "la platahace plata". Estas llamadas empresascriminales tienen en lo posible la es-tructura de una empresa, incluyendocontadores y otros profesionales.

Con este panorama sobre loseslabones de la cadena del narcotráfico,el Acuerdo de paz considera a los dosprimeros eslabones como débiles y altercero, el eslabón fuerte de la cadena.Los productores y los comerciantesson considerados el eslabón fuerte porvarias razones, entre ellas: 1) hace lasveces de intermediario que conectaindirectamente a los cultivadores y

a los consumidores, 2) concentra elaparato armado y las ganancias y 3)dirige de manera vertical las redeso estructuras criminales. Por ello, lafuerza pública los considera objetivosde alto valor.

Con este tipo de diagnóstico, elAcuerdo plantea para cada eslabón unaestrategia de intervención (programaso proyectos) que permita avanzar enla solución al problema de las drogasilícitas. Caracterizar a los dos prime-ros eslabones como débiles conducea privilegiar formas de intervenciónestatal con un menor componente po-licial y un mayor componente social,económico y educativo. De ahí que lasolución planteada para los cultivosilícitos de marihuana, coca y amapolaconsiste en la sustitución de estos cul-tivos por aquellos productos resultan-tes del éxito del punto uno del Acuer-do de paz: la reforma rural integral.

El Acuerdo es extenso y enfáticoen señalar la relación entre dejar desembrar cultivos ilícitos por parte delos campesinos, siempre y cuando lareforma rural integral pueda realizarseen los términos estipulados por laspartes, sin renunciar al eventual usode la fuerza estatal para erradicarcultivos ilícitos. Esta parte del Acuerdosupone que el fortalecimiento de laeconomía rural y el mejoramiento dela calidad de vida de las personas queallí habitan conducirán a la sustituciónde cultivos ilícitos por lícitos, porejemplo, el sembrado de cacao.

Para que tal situación sea realidades necesaria la presencia del Estadoen sus distintas dimensiones y no

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solo con su "rostro" tradicional: elmilitar. De allí, por ejemplo, el retode construir infraestructura y crearentornos productivos que permitanla producción de materias primas decalidad y la agregación de valor a lasmismas. Así, no se trataría únicamentede cultivar cacao de óptima calidad,sino también de producir en el mismoterritorio mercancías derivadas de estecomo son chocolates, bombonería,aceites, etc., para luego venderlosen distintos mercados. Sustituir unaeconomía ilícita por una lícita quepermita el bienestar de los campesinoses el reto en este plano.

Sobre los consumidores, el Acuerdoreitera la necesidad de abordar elconsumo de drogas ilegales desdeun enfoque de salud pública. Estaconcepción hace que el consumodeje de ser penalizado, o sea, dartratamiento carcelario al consumidoro en su defecto obligarlo al encierropsiquiátrico. Alrededor del 60 % de lapoblación carcelaria colombiana, comolo señalaba en su momento el ministrode Justicia Yesid Reyes, está privadade su libertad por delitos relacionadoscon el narcotráfico. Una parte de ella,por el porte y consumo de cantidadesque puede entenderse como de uso odestinación personal.

Por esta situación, la Corte Supre-ma de Justicia de manera reiteraday consistente ha señalado por mediode sus fallos el derecho de los con-sumidores a la dosis de aprovisiona-miento: adquirir una cantidad superiora la llamada dosis personal siemprey cuando su destinación sea el con-sumo personal y no la venta. En si-milar perspectiva, la Fiscalía General

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de la Nación ha indicado que anual-mente archiva más de cincuenta milprocesos por porte de drogas ilícitasporque comprueba que los capturadosadquieren las drogas con destinaciónal consumo personal lo cual es legal.

En su conjunto, la situación muestrala congestión judicial y el costo quetiene para el Estado y los contribu-yentes llevar a los consumidores a lascárceles por adquirir y consumir dro-gas ilícitas con propósitos de consu-mo personal. Con el agravante de quelos consumidores que han terminadoen la cárcel continúan el consumo allí.En distintas oportunidades el expre-sidente César Gaviria, miembro de laComisión Internacional de Drogas, hacitado el ejemplo de Estados Unidos,que gasta anualmente alrededor de450 000 dólares por cada preso paralIevarlos a cárceles de máxima segu-ridad, donde continúan consumiendodrogas. Lo cual muestra, según suspalabras, el fracaso de la política pro-hibicionista, porque si las autoridadesno controlan el consumo en las cárce-les de Estados Unidos, mucho menospueden controlar el consumo en lascalles. Si eso pasa en uno de los paí-ses que ha liderado la guerra contralas drogas y que desde Colombia seconsidera un Estado consolidado, noresulta difícil pensar la situación encárceles como las colombianas.

Con este panorama sobre losconsumidores, el Acuerdo de pazcontempla una serie de programasorientados básicamente a estrategiasde disminución del daño. Esto quieredecir que asume los consumos dedrogas ilícitas como una cuestión desalud pública. Desde este enfoque

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disminuye el papel del sistema judicialy aumenta el rol del sistema desalud tanto en la atención inmediatade consumidores con consumosproblemáticos como en la prevenciónde consumos especialmente en lapoblación de niños y jóvenes.

Respecto al eslabón de la produccióny la comercialización, como este esel eslabón fuerte de la cadena, lasacciones estatales están orientadas,según el Acuerdo, a privilegiar elfortalecimiento de los aparatos deinteligencia del Estado, especialmentela Fiscalía y la Policía, con el propósitode atacar las estructuras criminalesdedicadas al lavado de activos ya la corrupción. Lo relativamentenovedoso de esta parte del Acuerdoconsiste en la ubicación de grandescapitales dentro y fuera del país y ladetención de los actores nacionalesy extranjeros aliados a las redes denarcotráfico allende las fronteras. Unode los principales aliados de Colombiaen esta labor es -y ha sido- EstadosUnidos.

Con el fin de diferenciar entrelas actividades del narcotráficoconexas a la revolución y aquellaspropias de la delincuencia común, elAcuerdo estableció dos aspectos decontrol: a) la Jurisdicción Especial dePaz (JEP) diferenciará caso a casoaquellas situaciones donde confluyannarcotráfico y subversión de aquellasdonde prima solo la delincuenciacomún y b) el Estado hará la titulaciónde predios una vez certifique que lastierras objeto de legalización estánexentas de cultivos ilícitos y existael compromiso de los titulares de noresembrar este tipo de cultivos. Valga

recordar que el Acuerdo entiendela actividad del narcotráfico comouna actividad conexa al delito derebelión, pero tal conexidad no esuna vía expedita para que algunosnarcotraficantes funjan de rebeldespara así legalizar capitales y evitarlas sanciones penales ordinarias, talcomo pasó con el proceso para militar.

Con esta mirada general al puntodel Acuerdo de paz referido a lasolución del problema de las drogasilícitas, paso a formular una objeción.Entender el asunto del narcotráficoy las soluciones en los términos delAcuerdo de paz genera dudas sobre sila ruta allí indicada sea efectivamenteaquella que conduzca a la solucióndel problema de las drogas ilícitas, talcomo se denomina el punto cuarto delAcuerdo. A mi juicio, la duda centralradica en el enfoque que orientatoda la estrategia establecida en elAcuerdo: el prohibicionismo. A pesarde las frases e incluso párrafos delAcuerdo en los cuales las partes sonreiterativas en afirmar que la políticade drogas debe basarse en evidenciacientífica y acorde con las tendenciasmundiales, al punto que el Acuerdoplantea la realización de un seminariointernacional para analizar y debatirel asunto, no obstante, subsiste laorientación prohibicionista de "unmundo libre de drogas".

El prohibicionismo que sigueacompañando el Acuerdo podemosderivarlo al suponer un eventualescenario de éxito de los contenidosde lo acordado. Es decir, supongamosque la sustitución de los cultivosilícitos triunfa, entiéndase que dejande existir coca, marihuana y amapola,

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porque han sido reemplazados porotros cultivos. Supongamos que lascampañas de salud y educativasde carácter preventivo dan susresultados, o sea, la re-educaciónde los consumidores de manera quedejen de consumir.

Valga precisar al respecto que estees el resultado que se espera porqueel carácter preventivo está formuladoen términos tradicionales: informar alos consumidores sobre los daños quecausan las drogas ilícitas porque lasdrogas son "malas" (la mata que mata)y por tanto no se deben consumir, locual es contradictorio con la nociónmisma de disminución del daño quebusca formar personas responsablesen el consumo de drogas. Recordemostambién que en la implementación deesta parte del Acuerdo participaranlas iglesias, las cuales consideran a lasdrogas como una expresión maligna.

Y, por último, supongamos tambiénque es un logro completo la capturay condena de los productores ycomercializadores, con lo cual nohabría quien procese y venda lasdrogas ilícitas. Como puede inferirse,esta sería la solución al problema delas drogas ilícitas: dejan de existirlos cultivos ilícitos, los consumidoresdesaparecen por la vía de un procesoeducativo y el eslabón fuerte de lacadena es capturado y desarticulado.La estrategia pretende finalmenteacabar con las drogas ilícitas y todoslos involucrados en su cadena deproducción y valor. Este es justamenteel viejo sueño de la Convención contralas drogas de 1961: "un mundo librede drogas".

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Este escenario prohibicionistagenera dudas porque justamentelas actuales tendencias mundialessobre política de drogas vienencuestionando la pertinencia de unenfoque como este. El prohibicionismocon su estrategia de guerra contra lasdrogas ha sido puesto en discusiónpor distintos actores sociales, políticosy culturales que consideran erradolos fines y los medios que promueve.Para estos actores, el propósito de"un mundo libre de drogas" resultainaceptable, bien porque las drogashan estado atadas a la historia de lahumanidad en la medida en que deellas se puede derivar bienestar, o bienpor razones netamente pragmáticascomo el hecho de que durante másde 50 años los Estados por medio dela guerra han intentado acabar con lacoca, la marihuana y la amapola, y elresultado obtenido a la fecha ha sidola persistencia y crecimiento tanto deesos cultivos como de sus respectivosconsumidores.

Debemos igualmente indicar que anivel internacional la Junta Internacio-nal de Fiscalización de Estupefacien-tes (JIFE) continuamente incluye ensus listados otras drogas declaradasilícitas, al punto de que se habla demás de 2500 drogas prohibidas. Anteeste panorama, los críticos señalan,por un lado, la imposibilidad prácticade controlar tal cantidad de drogasy, por el otro lado, consideran que laerradicación de dichas drogas por me-dios violentos resulta lesiva para lossistemas democráticos en los cualesson relevantes los derechos humanosy el derecho al libre desarrollo de lapersonalidad.

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En Colombia este tipo de tenden-cia -crítica al prohibicionismo y a laguerra contra las drogas- ha tomadoforma particularmente en la organi-zación de cultivadores y consumido-res. Sobre los cultivadores, estos hanconformado la Coordinadora Nacionalde Cultivadores de Coca, Amapola yMarihuana (COCCAM) para defender,según dicen ellos, los intereses de250 000 familias que viven de estaactividad, la cual consideran parte dela economía campesina. Los consumi-dores, por su parte, han conformadola Comunidad Cannábica Colombiana(CCC) para promover y defender losdiferentes usos del cannabis. Una delas manifestaciones más notoria de laorganización de los consumidores sonlas marchas y concentraciones querealizan en las principales ciudadesdel país, especialmente en el mes demayo.

y en aras de fortalecer sus acciones,los cultivadores y los consumidoreshan creado un espacio conjunto detrabajo denominado la Alianza Ruraly Urbana para incidir en el campo delas políticas de drogas, algo inéditoen la historia colombiana. Resultadode estas alianzas y la puesta enpúblico, estos actores han participado,por ejemplo, de la discusión en elCongreso de la República que condujoen el año 2016 a la legalización deluso medicinal del cannabis. Tambiéntomaron parte de los foros públicospara la formulación de propuestas parala mesa de negociaciones de paz entreel gobierno y la guerrilla de las FARCrespecto a la solución del problema delas drogas ilícitas y participan de otrosdebates en similar sentido.

A estas críticas al enfoqueprohibicionista y a la guerra contralas drogas debe agregarse el hechoconstatado en Colombia de que lasFARC son solo uno de los actoresrelacionados con el narcotráfico,por supuesto esta guerrilla no esun actor cualquiera, pero no es elúnico. Casos como el Catatumbo,por citar un ejemplo, muestran laparticipación de distintos actores enesta actividad ilícita: ELN, EPL, clandel Golfo, los Rastrojos y los Pelusos.Por estos motivos podemos afirmarque el Acuerdo de paz en lo referidoa la solución de las drogas ilícitaslogra la desvinculación de la guerrillade dicha actividad, pero de allí nosigue la desaparición del narcotráficoni la quimera de "un mundo libre dedrogas".

En otras palabras, terminar conla guerra entre guerrilla y Estadono es sinónimo de terminar conla guerra contra las drogas. Laestrategia planteada en el Acuerdode paz conduce a desligar a un actorpolítico-militar preponderante delnegocio del narcotráfico, lo cual sinduda reconfigura el panorama delnarcotráfico en el país a la vez quereedita la guerra contra las drogasen el sentido de buscar hacerla máseficaz y eficiente, pero sin renunciar asus propósitos prohibicionistas y a sutradicional recurso de la violencia.

Quizáscondicionescomo las descritasanteriormente hayan conducido a queel presidente Santos, al recibir elPremio Nobel de Paz, hiciera referenciaa la necesidad de tomar decisionesinternacionales mancomunadas paraencarar un fenómeno que trasciende

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La lmplernentación de )os acueróos,bajo la sombra del plebiscito

las fronteras nacionales y la guerrapolítica colombiana. Esperemos quede obrar en tal dirección no sea elprohibicionismo el enfoque imperanteporque sería condenar a Colombia aseguir en la guerra contra las drogas,una guerra que podría afectar laconsecución de la paz recientementefirmada.