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Extraido de la Tesis de Doctorado del Dr. Jaime Winkler: El grupo operativo en la formación universitaria del Psicólogo Clínico” Universidad de París 7. (Ex Sorbona) Francia, 1990 EL METODO CLINICO: DESCRIPCION Comenzaremos diciendo que el Método Clínico es el eje central definitorio de la Psicología Clínica. El “método” es, en forma breve, una manera de proceder. En griego “Mhétodos” quiere decir “Camino”. Una definición filosófica lo designa como “orden seguido por la inteligencia en su caminar al descubrimiento de la verdad”. La enciclopedia del idioma agrega: modo de hacer con orden una cosa” y “procedimiento que se sigue en las ciencias para averiguar la verdad y enseñarla”. Camino, orden, proceder, verdad, inteligencia, descubrir, ciencia, son algunos de los conceptos que intentamos articular en el Método Clínico, poniendo especial énfasis en los “pasos” o “momentos” de este proceder, así como los criterios de verdad o validación del mismo. De sus raíces privilegiamos dos principales: la clínica médica desde sus orígenes y la influencia moderna del psicoanálisis. 1-a. Raíces médicas

Sintesis del Método ClÃnico en PsicologÃa

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Page 1: Sintesis del Método ClÃnico en PsicologÃa

Extraido de la Tesis de Doctorado del Dr. Jaime Winkler:

“El grupo operativo en la formación universitaria del Psicólogo Clínico”

Universidad de París 7. (Ex Sorbona)

Francia, 1990

EL METODO CLINICO: DESCRIPCION

Comenzaremos diciendo que el Método Clínico es el eje central

definitorio de la Psicología Clínica. El “método” es, en forma breve, una manera de proceder. En griego “Mhétodos” quiere decir “Camino”. Una definición

filosófica lo designa como “orden seguido por la inteligencia en su caminar al

descubrimiento de la verdad”. La enciclopedia del idioma agrega: “modo de

hacer con orden una cosa” y “procedimiento que se sigue en las ciencias para

averiguar la verdad y enseñarla”.

Camino, orden, proceder, verdad, inteligencia, descubrir, ciencia, son

algunos de los conceptos que intentamos articular en el Método Clínico,

poniendo especial énfasis en los “pasos” o “momentos” de este proceder, así

como los criterios de verdad o validación del mismo.

De sus raíces privilegiamos dos principales: la clínica médica desde sus orígenes y la influencia moderna del psicoanálisis.

1-a. Raíces médicas

La palabra “clínica” deriva del griego “kliniké” la que a su vez se origina

en “kline” (lecho), es decir, el médico asistiendo a su enfermo al lado del lecho.

Tradicionalmente se considera a la Clínica Médica como la actividad

más artesanal y/o artística de la medicina. Esta última se fundamenta en bases

científicas, que a su vez proveen de nuevos recursos al practicante.

Los elementos más destacados de esta práctica son la observación

detallada y minuciosa, que conduce a un acertado diagnóstico, el que a su vez,

permite un pronóstico y un tratamiento. Observación, diagnóstico, operación

que modifica el campo alterado y (en caso de éxito) cambia el pronóstico.

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“Dos elementos forman el juicio clínico: el observador y el interpretador.

El primero es dependiente puramente de los sentidos, tal como una visión de

una mancha cutánea, la palpación de un tumor, la auscultación de un soplo. No

es asequible este elemento al primer venido1, pues se relaciona con la agudeza

sensorial de cada observador y la educación de la misma”

“El elemento interpretador exige, no sólo conocimientos profundos y

larga práctica, sino un cierto grado de perspicacia y aun de intuición llamada

vulgarmente ojo clínico, que da un justo valor a los hechos observados

refiriéndolos o atribuyéndolos a sus verdaderas causas”2.

Es decir, los datos percibidos son leídos desde una configuración

cognitiva que les da sentido pero que, aun antes, orienta la percepción hacia

aquellos datos que forman parte de la teoría del objeto a percibir. Mirada y

marco de conocimiento se impregnan mutuamente: sólo se busca ver aquello

que ya se sabía. Todo el arte consiste en la agrupación adecuada de lo

percibido, en configuraciones significativas. En otras palabras, es la mirada del médico la que estructura la enfermedad.

En un análisis crítico de la medicina como ciencia positiva, Foucault dice

“La mirada médica… (se realiza)…en un mundo de constante visibilidad…”. En

las postrimerías del siglo XVIII y comienzos del XIX “el cambio del umbral de lo

visible produce cambios en la relación entre lo visible y lo invisible: esto hizo

aparecer bajo la mirada y en el lenguaje…lo que antes no estaba en su

dominio”. Continua Foucault “la mirada médica es la que abre el secreto de la

enfermedad, y esta visibilidad es la que hace a la enfermedad penetrable a la

percepción. La alteración del campo es por derecho propio modificación en la

mirada y por la mirada”.+3

1-b. Contribuciones del psicoanálisis.

1 El novato2 ¿Foucault?+ He subrayado esta frase porque ella toca un aspecto esencial de mi planteo: las lecturas clínicas modifican el campo y la mirada, en la medida que esta última no se dirige solo a su objeto, sino que también hacia el clínico, como integrante del campo.3 Foucault, M. Naissance de la Clinique, Paris, 1963, PUF.

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En tanto procedimiento terapéutico, también el psicoanálisis hereda la

tríada característica de la clínica médica: escuchar (percibir, registrar), pensar,

interpretar.

El psicoanálisis aporta al método clínico:-El trabajo con el inconsciente, con lo latente, con lo que no se ve

ni se oye, sino que se deduce.

-Produce una ruptura epistemológica con una interpretación que

estaba constreñida por los límites de lo perceptible.

-El registro del fenómeno transferencial, tanto en el objeto clínico

como en el propio psicoanalista (contratransferencia)

-La búsqueda del “porqué” etiológico que subyace y es ocultado

por el síntoma.

-La frustración de la demanda de resolución inmediata del

síntoma estableciendo en su lugar, otro espacio: el del

descubrimiento.

-El establecimiento del encuadre.

Por su parte, el Psicodrama aporta:

El grupo como configuración alternativa a la situación bi-personal (aún

en diagnóstico, como en el grupo RED)

El concepto de medición y graficación de relaciones interpersonales a

través de la sociometría (átomo social, test sociométrico)

El concepto de aquí y ahora

La filosofía del momento: locus, matriz, status nascendi: todo conflicto o

todo síntoma tiene un locus, un lugar, una matriz, un origen, y un

desarrollo o status nascendi

Investigación en acción (Fundamentos, pág. 67)

1-c. La situación clínica

¿Cómo se produce?

1) Existencia de una demanda, o requerimiento, motivada por una

carencia, dolor, desequilibrio, angustia, insatisfacción, síntomas.

Foucault plantea que ha existido desde los albores de la humanidad una

relación fantasmática entre sufrimiento y saber4. Relación asimétrica

4 Foucault, M. Naissance de la clinique, paris, 1983. PUF.

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entre consultante y consultado: ambos están focalizando su mirada

sobre lo que le sucede a uno de los dos. El consultado no es mirado

clínicamente (es mirado, pero de otro modo). No hay intercambio

simétrico de información y la prestación de servicios es unidireccional.

La psicología clínica es “el estudio del hombre en situación”. Se puede

“estar en situación” captando, percibiendo, la mayor cantidad de “variables” que

intervienen en la misma, lo que posibilita al sujeto la adopción de conductas

modificadoras de la situación o, por el contrario, se está merced de ella5.

Definimos la situación en relación con un campo dinámico, en el cual

confluyen personas, actitudes, conductas dentro de un determinado contexto,

en un espacio y un momento temporalmente delimitados (una entrevista, una

sesión, una clase, una fiesta, una asamblea, etc.).

La situación es una “unidad analizable”, en virtud de su finitud temporal. Un

conjunto de situaciones que se suceden en distintos momentos en un período

mayor de tiempo que el de una sola unidad, constituyen un proceso (un

conjunto de sesiones, un semestre).

Cuando una situación (humana) está pautada (regulada) por un encuadre y uno o varios de sus integrantes procede por medio de la unidad de operación (indagar, diagnosticar, operar) la denominamos situación clínica.

1- d. El encuadre

Este concepto proviene de la metodología psicoanalítica. Se trata de

aquellos aspectos que deben permanecer constantes, para brindar un marco

de relativa invariabilidad que permita la observación de los múltiples y

cambiantes fenómenos que surgen en el proceso.

El encuadre tiene tres fundamentos principales:

a- Temporal: invariabilidad en el tiempo de cada encuentro, entrevista o

sesión clínica.

b- Geográfico: invariabilidad del contexto, gabinete, despacho, institución,

etc., donde tienen lugar los encuentros.

5 Castilla del Pino, C. Dialéctica de la persona, dialéctica de la situación, Barcelona, 1972, Bolsillo.

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c- De distribución de roles. Una clara asunción y desglose de roles. El

clínico es el profesionista consultado. Su tarea es colaborar con el

consultante. No hay intercambio simétrico de información. El objeto de

estudio es el consultante.

En cuanto al “objeto de estudio” Moreno agrega la posibilidad de que el sujeto

sea al mismo tiempo un investigador en acción. Amerita una aclaración en una

nota al pie.

También forman parte del encuadre las condiciones del contrato que se

establece entre las partes en cuanto a la remuneración económica que

devengará la prestación del servicio.

El encuadre permite delimitar: el consultante sabe con quien (rol), donde (espacio) y cuando (tiempo) será atendido.

Las rupturas y las transgresiones al encuadre han sido abundantemente

tratadas en los escritos psicoanalíticos, en especial en las comunicaciones

clínicas. Hay grandes coincidencias en señalar que dichas rupturas, al

amenazar la constancia, invaden e irrumpen dentro del proceso. Esto provoca

que el analista intervenga para reestablecer el encuadre alterado y volverlo a

su lugar de “marco” del proceso. Se tiende así a mantener el encuadre como

fondo de una gestalt para que las figuras vuelvan a ser las emergentes del

proceso. También hay coincidencias en afirmar que esas rupturas y ataques al

encuadre son consecuencias del mismo proceso, por la calidad de las

emociones y ansiedades que éste despierta.

Si dentro del proceso pueden surgir ambigüedades, dudas, confusiones, “no

claridades” y convertirse todas ellas en material de análisis, el encuadre no puede estar sujeto a ambigüedades ni arbitrariedades. Menos aun puede ser

alterado unilateralmente por parte del garante de su constancia: el analista y,

en nuestro caso, el Psicólogo Clínico.

Bleger dice que el encuadre es un “no proceso, en el sentido de que son las

constantes, dentro de cuyo marco se da el proceso” PAG. 237

Fernando Ulloa considera que nunca hay encuadres químicamente puros

en un sentido clínico. Lo importante es saber qué es pertinente hacer y cuál es

el quehacer propio del clínico. Presenta también los cuatro parámetros de un

encuadre clínico, que se aplican tanto al campo sobre el que el clínico trabaja

como al clínico mismo y su proceder. Estos parámetros son:

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1) Condiciones materiales del campo clínico: No se refiere solamente al

escenario material sino al clima de ese ámbito. Puede hablarse de

“climas clínicos” que son facilitadores o no de ciertos abordajes.

2) Proyecto u objetivos propuestos en la tarea clínica: Aquí se destacan los

objetivos del trabajo en conjunto, así como las demandas del paciente y

los acuerdos para legitimarlas que concluirán en un proyecto específico

para ese campo.

3) Esquema científico, metodológico y técnico: Es importante explorar

constantemente esta tríada, no solo en relación a la Institución donde se

trabaja, sino también al clínico y su proceder.

4) Estilo personal del operador.

Estos 4 parámetros se articulan de múltiples maneras, dando lugar a

distintas configuraciones6.

Asimismo, Ulloa plantea que, en el comienzo de su actividad profesional, el

Psicólogo Clínico se apoya en el “andamiaje” de un encuadre representado en

un ámbito establecido confiablemente para él: su propio consultorio, una

institución asistencial, donde desempeña el rol de “local”.

Un Clínico bien adiestrado ha internalizado esas condiciones de

confiabilidad y puede actuar clínicamente aun desempeñando un rol de

“visitante”, es decir, lleva consigo el encuadre adonde le toca asistir a la

demanda: grupos, instituciones, comunidad, situaciones de aprendizaje

académico.

1-e. La Unidad de Operación

Es la parte del método en la que se reconoce con mayor claridad la

herencia médica, las tres operaciones clásicas: indagar, diagnosticar y operar. Si bien éstas se presentan en forma separada, adquieren en psicología

clínica, características de simultaneidad en la medida que progresa el

entrenamiento del clínico.6 Puede ampliarse este tema en el libro de Fernando Ulloa “Novela Clínica Psicoanalítica. Historial de una práctica”, Buenos Aires, Paidos. Pg. 102-108.

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Los ya clásicos consejos de raigambre hipocrática “primero mirar,

después preguntar, por último tocar” son fácilmente traducibles en Psicología

Clínica a escuchar, pensar, interpretar.

Estos tres pasos se dan de forma diferente en el psicodrama. En las

entrevistas diagnósticas, primero escuchamos, después investigamos en

acción y las interpretaciones se dan generalmente en la acción. Lo que

hacemos en la tercera entrevista es en general una “devolución” al estilo del

grupo operativo, donde de acuerdo a este diagnóstico de situación en que el

sujeto es activo, nos ponemos de acuerdo en como va a ser la “operación”.

Con el desarrollo de la clínica médica, poco a poco los clínicos que

atendían al paciente “al costado del lecho” (kliné) van siendo reemplazados por

las Clínicas, Instituciones donde las tres operaciones descritas son

complementadas por otras tres: enseñanza, investigación y relaciones con la

comunidad.

En una descripción mas detallada de los tres pasos podríamos decir:

1- ¿Qué se indaga? Todos aquellos datos provenientes del campo clínico,

liminales o subliminales, que pueden ser percibidos, detectados con

diversas técnicas. Desde luego que el registro de datos no se hace

sobre “tabla rasa”, sino sobre la base de un instrumento sensible, el

propio clínico, que tenderá a registrar aquello para lo cual ha sido

capacitado para percibir. En su capacidad de percepción se incluyen,

desde los marcos teóricos que maneja, hasta el entrenamiento técnico,

la experiencia y el conocimiento que tenga el clínico de sí mismo.

2- ¿Qué se diagnostica? Es aquí donde se destaca en forma más nítida la

concepción teórica del clínico: hará un agrupamiento privilegiado de los

datos en configuraciones que respondan a sus marcos de referencia, es

decir, al modelo psicológico aprendido acerca del objeto clínico. Por

ejemplo: las psicopatologías, los diferentes conceptos de personalidad,

etc.

3- ¿Cómo se opera? Si los pasos anteriores estaban regidos por

esquemas conceptuales y referenciales guiados a su vez por la

experiencia y la actitud clínica, la operación responde a aquellos

esquemas operativos que son coherentes con el marco teórico. Por

ejemplo, la teoría psicoanalítica como esquema referencial en las etapas

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de indagación y diagnóstico conducirá, en un tratamiento psicoanalítico,

a realizar operaciones centradas en torno a la interpretación (en sus

diversas formas: en el “aquí y ahora”, de reconstrucción histórica, de

resolución transferencial, etc.) mientras que un esquema referencial

psicodramático llevará a operaciones centradas en la acción dramática o

en la sociometría en acción.

Los pasos de Indagación y Diagnóstico están relacionados con la Actitud

Clínica, el de la Operación depende de la Aptitud Clínica.

Entre los tres elementos de la unidad de operación existen diferentes

grados de articulación y simultaneidad. Un clínico experimentado, cuando

indaga está operando, y también a la inversa, cada operación es una

indagación. Las identificaciones de datos, que no son sólo “diagnósticos” en el

sentido médico ni psicopatológico, sino hallazgos o configuraciones de cada

momento, forman parte indisoluble de los otros dos pasos.

Es decir, que un clínico experimentado “articula simultáneamente” el mirar,

el pensar y el hablar, mientras que un clínico en los comienzos de su

aprendizaje forzosamente paga el precio de su adiestramiento desarticulando

los tres pasos: primero observa desde adentro de la situación clínica, luego

pide ayuda a los efectos de un mejor diagnóstico (supervisión, control) y luego

vuelve al campo clínico para operar; un ejemplo de ello son los protocolos

obsesivos que toma: historias clínicas minuciosas que tienen por objeto, por un

lado, el calmar la ansiedad del novato, y por otra, prolongar en todo lo posible

el momento de indagación (recolección de datos).

Hay un cuarto paso que podríamos, con justicia, sumarla a la tríada de la

Unidad de Operación: la Predicción. Ésta aproxima aun más al Método Clínico

al llamado “Método Científico”, ya que implica trabajar con categorías.

1-f. Actitud Clínica y Estructura de Demora.

Hagamos un intento provisorio de definición, aunque luego

desarrollemos, principalmente, la descripción fenoménica: actitud es preparación para la acción7. En este caso, preparación para la acción clínica

7 Fernando Ulloa “Novela Clínica Psicoanalítica. Historial de una práctica”, Buenos Aires, Paidos, pg. 42.

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que permita el surgimiento de un cambio (operación, actividad, acción

transformadora) tanto sea que el cambio se traduzca en una modificación de la

conducta o en una modificación de la compresión de quienes están inmersos

en una determinada situación. De esta manera, la actitud clínica resulta ser

soporte de la eficacia de un clínico.

La Actitud articula en el sujeto cognoscente el significado de lo percibido

con la conducta que adoptará frente a ello. Es esta una articulación compleja,

un proceso interno en el sujeto-psicólogo que de-codifica significados de

acuerdo a un sistema (axiológico, científico, operacional) para traducirlos, al

final del proceso, en una conducta clínica coherente con dicha actitud.

Son múltiples los elementos que intervienen en este proceso interno.

Comienza por lo que Ulloa llama “meter el cuerpo”, algo que no puede eludirse

en Psicología Clínica: pese a todas las fantasías voyeuristas el Psicólogo

Clínico participa corporalmente de la situación clínica, forma parte del campo

que se crea: mete el cuerpo, mira y escucha.

(Contra todo lo que pudiera creerse, el psicólogo clínico psicodramatista

está más protegido en su participación corporal. Se pone de pie, se mueve, no

evita el contacto físico, pero el espacio dramático y las técnicas dramáticas son

intermediarios entre él como persona, él no está incluido en la acción ni aún

cuando trabaja la transferencia: un yo auxiliar o un cojín representan su papel).

Es en este primer paso en el que se pone a prueba algo que irá

perfeccionando a lo largo de su entrenamiento: el problema de la distancia

óptima. Es decir, poder mirar de cerca sin quedar atrapado en los conflictos de

sus objetos, poder mirar desde una cierta distancia, pero no tan lejana como

para únicamente “mirar” desde las teorías.

Una de las condiciones de eficacia clínica relacionada con esta etapa en

el proceso de formación de la Actitud Clínica es la de la “no normatividad”, que

no es lo mismo que la pretendida “neutralidad”. No normatividad en el sentido

de tomar todos los datos que provienen del campo clínico como hechos

“positivos” es decir, como claves de la comprensión. Una actitud normativa,

censora, solo conduciría a reprimir la comunicación de datos valiosos para el

desentrañamiento o descubrimiento.

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Esta actitud no normativa favorece el fluir, el “dejar venir”, a la manera

de la atención flotante de la sesión psicoanalítica, o de una atención libremente

dirigida en otras situaciones clínicas no analíticas.

Hay una frase de Moreno sobre la neutralidad del terapeuta y la

participación del sujeto en su curación: “… el teatro terapéutico no es un

hospital al que los sujetos vengan a exhibir sus heridas y a buscar que se las

curen profesionales diestros. La iniciativa, la espontaneidad, las decisiones,

deben surgir todas de los sujetos mismos. En realidad, se verán incitados a

mostrar mayor iniciativa y espontaneidad que la que hayan podido

experimentar día tras día en una penosa vida hogareña. Al director, una

solución debe parecerle exactamente tan deseable como otra, con la condición

única de que proporcione a las personas implicadas en la situación el máximo

grado de equilibrio” ( pág. 102 de Psicomúsica y sociodrama).

A esta actitud para la recolección de datos, relacionada con el primer

paso de la Unidad de Operación (Indagar), Foucault la llama “el doble silencio”:

el del clínico que mira y escucha en silencio y el silencio interno de los

esquemas y las teorías.

En el pasaje al segundo momento de la Unidad de Operación

(identificación, configuración diagnóstica, etc). Ulloa da especial importancia a

lo que se denomina “Estructura de Demora”. Es importante no hacer

“interpretaciones automáticas”, lo que sería operar como un médico, quien

observa síntomas e inmediatamente después dictamina la clase de enfermedad

de la que se trata. Esta estructura es la que permite al clínico el registro de sus

propios afectos demorándose en ellos en vez de actuarlos, a través de lo que

denomina “momento dramático”. Al igual que en una dramatización, lo que está

sucediendo convoca en el clínico escenas, no forzosamente personales,

muchas veces otras escenas de su misma experiencia clínica, que producen en

él determinadas emociones. Si puede verlo así, como dramatización, recupera

la dimensión del “como si…” que le permite efectuar varios desgloses. Uno,

entre pasado y presente, y otro, entre afectos suyos (de su propia experiencia

de vida) y afectos “contratransferenciales”. Estos desgloses contribuyen al

descubrimiento de lo nuevo: “se parece a aquello pero la diferencia es que…”,

diferencia que introduce la dimensión original, insólita, y lo conduce a poder

interrogarse el porqué y el para qué de tal o cual conducta.

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Aquí el clínico esta funcionando como un receptor muy sensible a todos

los datos, tanto los que provienen de su interlocutor como los que provienen del

interior de sí mismo, y al trabajar con sus propios afectos, los metaboliza, y

esto le permite pensar. También aquí Fernando Ulloa retoma y desarrolla el

concepto de Pichón Rivière sobre la “eliminación de la disociación entre el

sentir y el pensar”, es decir, la posibilidad de articular los niveles lógicos con los

afectivos.

Para Ulloa, la Estructura de Demora “es la actitud clínica hecha acción”,

es el inicio de la Aptitud o idoneidad clínica, ya que abre la puerta al tercer paso

(operación) sin el riesgo de una prematura “cristalización” diagnóstica y

habiendo registrado el “hecho nuevo”.

Añade Ulloa que la Estructura de Demora, pilar fundamental de toda

Actitud Clínica, una vez “incorporada” en el clínico adquiere categoría de

instancia psíquica: es una manera de ser, de la misma manera que un oficio,

no oficiado ritualmente, es una manera de vivir

Estructura de Demora es, paradójicamente, estructura de ruptura: pasaje

de la inmediatez a la trascendencia, de la reacción-actuación, a la comprensión

científica del acontecer clínico.

La Actitud Clínica evita falseamientos de la mirada; algunos de estos

falseamientos son:

1- Lectura parcial o analógica: a partir de un detalle se toma la totalidad de

un modelo o esquema convocado y se le inocula a la actual totalidad (la

que queda oscurecida en su compleja dimensión por efecto de esta

superposición). Si bien es un momento válido en el procedimiento de

rememoración de la experiencia, que conduce a un pensamiento: “esto

se parece a…como si fuera…” se incurre en el falseamiento si no se

confronta lo evocado con lo percibido en el presente. La consecuencia

de esto es la distorsión de los datos percibidos. Es necesario reconocer

lo diferente y singular de la situación nueva, para evitar el riesgo de

“reproducir una situación anterior” (momento dramático de la Estructura

de Demora).

2- Lectura influida por la connotación emocional que despierta el objeto

clínico: contra-transferencia, contra identificación proyectiva.

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Al no advertirse los propios sentimientos (por falta de registro, primer

momento de la estructura de demora) se tiende a actuarlos, se habla

“evacuativamente” como instrumento de inoculación (intento de control

de lo desconocido) y, en general, como defensa contra la ansiedad del

psicólogo.

Esta actuación lleva a omitir (brincar) el segundo momento de la unidad

de operación: pensar. Bion diría que en esta conducta hay falla de la

función Alfa, “el cerebro actúa como un músculo, que solo puede

evacuar”8, (es decir elementos Beta)

3- Practicar teorías: es éste quizás uno de los falseamientos mas

difundidos, mas “caracteriales”, vivido como normal, consecuencia de las

formaciones estereotipadas de los Psicólogos Clínicos. Se apela a las

teorías en turno, se hacen “entrar” forzadamente los datos en el “bloque”

teórico que se maneja: no hay autentico encuentro, conexión con el

interlocutor, se pierde el registro de los datos nuevos, el de los datos

emocionales propios y ajenos. En suma, hay “contacto” con la teoría,

con los textos (convertidos en baluartes impersonales) y no con la gente.

4- Estas falsificaciones tienen un origen y una causa común: el temor de

aceptar los múltiples aspectos desconocidos e inciertos del quehacer

clínico. ¿Cuánto tiempo puede soportar un Psicólogo Clínico estar

inmerso en una situación “sin saber de que se trata”? ¿Cuánto tiempo

puede sostener la presión de la demanda -propia y del objeto clínico- de

dar respuesta a los interrogantes, formulados o no, que surgen en el

encuentro?

1-g. Aptitud Clínica

En términos generales, aptitud es la capacidad para realizar con

eficiencia cierto tipo de tareas u operaciones. Estamos lejos de la concepción

histórica que subyacía en los “tests de medición de aptitudes”, predominantes

hasta hace muy poco tiempo, especialmente en Orientación Vocacional.

Las aptitudes para el desarrollo de un oficio o profesión son el resultado

de un largo entrenamiento, por lo general artesanal, unido a la experiencia u

8 Bion, W. A theory of thinking, Int. J. of Psychoan. XLIII, 4-5, 306-310.

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“horas de vuelo” en el ejercicio. El hecho de que este desarrollo de la aptitud

sea artesanal no tiene por qué ser contradictorio con el carácter científico, en la

medida que se asuman con rigurosidad los pasos del entrenamiento.

La Aptitud Clínica se pone en evidencia en relación con el tercer

momento de la unidad de operación: precisamente en el momento de operar o

intervenir. Como en toda acción, implica una toma de decisión entre diversas

alternativas posibles.

No nos referimos aquí a las alternativas operacionales propias de cada

sistema, tendencia o modalidad clínicas, que generalmente son pocas y bien

conocidas: interpretación, señalamiento y cuestionamiento, confrontación,

maniobra, representación dramática, silencio, sugestión, etc.

Todos estos recursos tienen un común denominador: su finalidad es

producir “algo” en el objeto clínico. La mayoría de sus ejecutores estarían de

acuerdo, si se los interrogara, que ese “algo” es un cambio. Aun la

controvertida “escansión de la sesión” podría ser vista como una maniobra para

producir en el analizando un “torrente asociativo” posterior, lo que a su vez

tiene una finalidad y objetivo de acuerdo a la concepción analítica de quienes

así proceden. La toma de decisión a la que nos referimos tiene que ver con los

siguientes interrogantes: qué, cuánto, cuándo y cómo. Esto está en relación

con el conocimiento adquirido (aun parcial y provisorio) por el clínico sobre su

objeto (mejor aún: sobre este particular momento de la situación clínica). Este

conocimiento parcial va a ser puesto a prueba en la operación, y a su vez ésta

va a tener efectos que conducirán a una ampliación del conocimiento.

Qué de lo percibido, de lo comprendido, es seleccionado para ser

compartido con la otra parte. Esta pregunta tiene que ver con el criterio de

selección de emergentes, o puntos de urgencia o “hechos seleccionados” y con

el encuadre, operativo o terapéutico. Este último lleva a destacar lo conflictivo,

lo transferencial, lo regresivo, mientras que el encuadre operativo conduce a

señalar los ensayos de solución.

Cuánto: ¿es necesario transmitir todo, es útil, hay datos que pueden

“mantenerse en reserva” aspectos secundarios que oscurecerían, por

sobrecarga cuantitativa la comunicación central?.

Cuándo: se refiere a otro problema, básicamente “táctico” en relación a

la capacidad receptora, la oportunidad, el momento que atraviesa el objeto

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clínico. En la escuela analítica inglesa este punto ha sido desarrollado con el

concepto de “timing”.

Cómo: este es el aspecto más artesanal (o artístico) ya que tiene que

ver con el estilo personal del clínico: es la manera, el modo de formular (si se

trata de una operación verbal) o de realizar la acción operativa. Todas las

descripciones abundan en la literatura sobre el carácter más o menos

carismático, sugestivo, neutro, humorístico, “rudo”, etc. de los diferentes

clínicos a los que se ha observado en acción. Es quizá el aspecto más

“inefable”, intransmisible o de difícil comunicación universal del Método Clínico

(hay discípulos que tienden a la imitación y se quedan con los rasgos mas

exteriores o visibles del estilo de sus maestros).

Como se ve, estamos desglosando “en cámara lenta” una parte del

proceder clínico, operación analítica casi imposible en la práctica y que nos

sirve solo como base de reflexión en torno a los “componentes” de actos que

tienen la virtud de ser “holísticos” o indivisibles.

El fondo de la cuestión, volviendo a Ulloa, en torno a la Aptitud Clínica y

la Operación, es la Veracidad Pertinente.

1-h. Veracidad Pertinente

Vamos a suponer, prosiguiendo con nuestro desglose en “cámara lenta”

del proceder del clínico, que los pasos anteriormente descriptos se siguieron

rigurosamente. Es decir, la indagación de datos se utilizó en una atmósfera

sumamente receptiva, dada la Actitud Clínica, que permitió, con su “dejar

venir”, que surgieran la mayor cantidad posible de señales, verbales,

corporales, afectivas, que fueron metabolizadas a través de la Estructura de

Demora que permitió al clínico el pasaje del nivel afectivo (yo siento) al racional

(yo creo). Es decir, un pasaje del primer momento de recepción-escucha-

mirada amplia al momento de identificación (diagnóstico) del conflicto

predominante y de la fantasía de solución, muchas veces expresados, ambos,

en síntomas. Toda esta parte del proceso podría llamarse de construcción de

hipótesis, o de interpretación de lo existente, de lo percibido “en la mente” del

clínico.

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Pero al clínico no le basta con comprender, además está ahí (y ha

provocado con su presencia la formación de un campo propicio) para

transformar, o más modestamente, colaborar con los interesados en un

proceso de cambio.

La razón de la existencia del clínico es esta necesidad de

transformación: la existencia de conflictos, de carencias, de detenciones en el

desarrollo, en el aprendizaje: de síntomas que dieron lugar a la demanda

clínica.

Las configuraciones diagnósticas a las que arribó, siguiendo los pasos

antes descritos y de acuerdo a su marco teórico de comprensión pueden ser,

con toda lógica, “verdades”. Pero estas verdades se convertirían en una

abstracción si no las accionara (manejara) en forma coherente con una

estrategia de transformación, lo cual a su vez depende del encuadre elegido y

aceptado por las partes que integran la situación. Podemos ver esto más claro

si pensamos en términos de encuadre terapéutico o encuadre operativo.

En el primero, la operación conduciría, mas probablemente, a acentuar

los aspectos conflictivos, transferenciales, etc, que posibilitarían un movimiento

regresivo el que, a su vez, permitiría un mayor esclarecimiento de los aspectos

etiológicos del conflicto.

En un encuadre operativo (como en el del aprendizaje) la formulación de

lo comprendido apuntará mas hacia el carácter de “ensayo de solución” aun

cuando este ensayo fuera fallido o sintomático, o antieconómico. El hecho

seleccionado para ser explicitado por el clínico debe ser regulado por el

proyecto del consultante. No se trata de verdades “por la verdad misma”.

No está de más decir, aunque sea casi obvio, que ésta también es una

división que sería artificial si la mantenemos altamente “polarizada”. La

comprensión del por qué etiológico en situación clínica con encuadre

terapéutico conduce, casi siempre, a un esclarecimiento de un “para qué” del

síntoma en relación a proyectos detenidos o alterados. Wilfred Bion habla de la

“saturación no completa” que se da en el análisis después de una

interpretación adecuada, que permite la apertura de un amplio abanico de

nuevas posibilidades en la toma del conocimiento.

A la inversa, el esclarecimiento del “para qué” en situaciones clínicas con

encuadre operativo, en tanto muestra el proyecto de solución encerrado en el

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síntoma o conducta observada, permite también una reflexión retrospectiva

acerca de los orígenes del conflicto. Este es uno de los aspectos de la

Pertinencia, la cual se establece en relación a un encuadre de trabajo.

Otro, es el que tiene que ver con dos actitudes que son

permanentemente llamadas a desplegarse en el clínico. Una: la que lo remite a

acentuar permanentemente lo conflictivo, convirtiéndose en una especie de

inquisidor que señala, con dedo acusador, la “enfermedad”. Esta actitud es a la

larga autoritaria y conduce a la suspensión de síntomas en un intento de

aplacar al perseguidor. Aquí subyace la concepción de que el clínico es un

removedor de heridas, y que su papel es hacer doler para curar. Persistencia

atávica del brujo y del exorcista que muchas veces satisface necesidades

sádicas del clínico.

La otra es, aparentemente, opuesta: la tendencia del clínico a destacar

los aspectos positivos, o del “para qué” de la conducta como intento de

solución, enmascarando el conflicto, que puede llevar a la complacencia y la

consiguiente pérdida de la intencionalidad transformadora. Esta actitud del

clínico satisface muchas veces un deseo de liderazgo demagógico, y es de

hecho, una conducta de seducción. Diferente de la connotación positiva, que se

usa en psicoterapia sistémica, narrativa, auto hipnosis etc., que no está basada

en la negación, sino en la acentuación de los recursos de salud del consultante

o de la familia consultante.

Un tercer aspecto de la pertinencia está relacionado con el momento del

proceso (timing): es lógico que un clínico experimentado pueda comprender

algo de lo que le sucede al otro o a los otros antes que ellos lo “vean”, pero

también antes de que los mismos estén en condiciones de asimilar esa

“verdad”. Pichón-Rivière decía a sus discípulos que la interpretación mas

profunda era siempre la más obvia: la que estaba más al alcance de la

conciencia del destinatario de la interpretación. Las interpretaciones

“profundas” pero imposibles de compartir se convierten en sugestiones

superyoicas o conducen a un incremento de las resistencias que detienen o

retrasan la posibilidad de comprensión de esa “verdad”.

Un cuarto problema que se aborda con este criterio es el de la

convalidación o la verificación. Una preocupación constante, sobretodo en los

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intentos de dar una base científica a la psicología, ha sido el de la objetividad,

muchas veces confundida con distancia sujeto-objeto.

Bertrand Rusell señalaba en un comentario sobre la verdad, que la

búsqueda del conocimiento no es un proceso donde el objeto es constante

mientras que la adaptación corre por cuenta del conocedor. Por el contrario,

sujeto-objeto, conocedor y cosa por conocer están en continuo proceso de

adaptación mutua, y agrega:

“Nos damos cuenta de las cosas como parte del proceso de nuestra

actuación con referencia a ellas, y toda teoría que aparezca aislada de la

acción corre el riesgo de transformarse en una abstracción perturbadora” Este

es el fundamento de la investigación a través de la acción (action research).

Ulloa sustenta la misma posición cuando dice:

“Esta es la situación clínica y este interjuego es el eje del trabajo clínico.

Conocer, al mismo tiempo que se va alterando lo que se conoce. De ahí la idea

de que la verdad es una verdad de trabajo para seguir avanzando en el

proceso dialéctico entre el conocedor y el objeto a conocer. Se trata de un

proceso que nunca se cierra en si mismo, ni se completa totalmente”.

1-i. Predicción Clínica

Este punto puede incluirse como un elemento más de la Unidad de

Operación y formando parte de lo que denominamos Aptitud Clínica, ya que es

un instrumento que se desarrolla en forma paralela a la idoneidad, siendo un

componente básico de lo que se conoce como “ojo clínico”.

Es la capacidad de utilizar las propias experiencias, organizando

concientemente las expectativas acerca del campo donde se va a incluir el

Psicólogo, en cuanto a condiciones y demandas de dicho campo.

Hay dos niveles de funcionamiento de la predicción:

1- En lo explícito (o manifiesto): confrontación entre lo esperado y lo

encontrado. Permite el registro del “hecho nuevo”. Superando la

sensación de “lo similar” “lo de siempre”. Esto impide que se produzcan

“estandarizaciones” de la comprensión. También evita que lo nuevo sea

vivido como desviación de lo normal esperado. En este nivel la

predicción es un rescate de lo singular de cada situación clínica.

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2- En el registro de los propios sentimientos: el confrontar lo esperado con

lo existente, permite trabajar con los sentimientos de frustración. Este

nivel tiende a impedir las actuaciones contratransferenciales y favorece

el desarrollo de la intuición (ojo clínico).

3- Decíamos antes que la predicción aproxima más el método clínico al

denominado método científico, ya que implica trabajar con ciertas

regularidades que permiten un proceso rápido de verificación.

1. j. Condiciones de Eficacia Clínica

Las cinco condiciones que propone Ulloa bajo el nombre de “condiciones

de operancia”9 son:

1- Capacidad de predicción: se refiere a la organización explícita de las

expectativas del clínico antes de incluirse en la situación clínica. Esta

será una primera medida orientadora de su accionar.

2- Actitud no normativa: se trata de dejarse atravesar por los datos del

campo, sin asumir una actitud normativa o elaborar diagnósticos

prematuros.

3- Capacidad de establecer relaciones insólitas en el discurso: el

paciente generalmente presenta fragmentos discursivos dislocados,

contradictorios; son éstas las relaciones insólitas sobre las que el

clínico tendrá que trabajar.

4- Capacidad de definir el problema por los datos positivos: Se refiere a

no hacer diagnósticos por descarte, lo cual conduce a una identidad

diagnóstica por lo negativo. Implica advertir aquello que para el

paciente se presenta como algo eludido por temor o por ser contrario

a su deseo.

5- Coherencia entre teoría y práctica. Entre el ser y el quehacer clínico:

alude al comportamiento del clínico. Este deber ser lo que dice y lo

que hace, su oficio termina siendo una manera de vivir y no una

ritualización que oficia.

9 Fernando Ulloa “Novela Clínica Psicoanalítica. Historial de una práctica”, Buenos Aires, Paidos. Pg.48-52

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Síntesis de algunas definiciones del Método Clínico:

Es una manera de proceder por parte de un psicólogo en una situación

que emerge de un campo dinámico, el cual se estructura por la existencia de

dos partes, consultante y consultado, reunidos por el imperativo de la demanda

o requerimientos del consultante y la oferta de servicios del consultado.

Esta situación, específicamente humana, adquiere carácter y

substantividad clínica por la existencia de un encuadre, que regula los aspectos

invariantes de la relación entre las partes. Delimitado por el encuadre, se

desarrolla un proceso que permitirá la captación de los aspectos móviles o

variables de la interrelación.

Estos aspectos son detectados, sistematizados y utilizados para arribar a conceptualizaciones diagnósticas que se concretan en operaciones (Unidad de Operación). La Actitud Clínica, basada en las condiciones de operancia y la Estructura de Demora, permiten el surgimiento y enriquecimiento de la Aptitud Clínica o idoneidad, relacionada con el momento de Operar, en el que la veracidad pertinente constituye el eje central orientador de la acción.

Este procedimiento, esencialmente de transformación, implica una praxis

dialéctica donde sujeto y objeto interactúan transformándose mutuamente,

desde sus respectivos roles.

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