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SÍNTESIS Del ser al hacer Los orígenes de la biología del conocer de Humberto Maturana y Bernard Pörksen por David Alcántara

Síntesis Ser al Hacer

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__________________________________ Del ser al hacer _________________________________________________________ Humberto Maturana y Bernard Prksen _________________________

SNTESIS

Del seral hacerLos orgenes de la biologa del conocer

de Humberto Maturanay Bernard Prksen

por David Alcntara

Datos sobre la versin del libro de sntesis

Editorial: Granica; J. C. Sez, Buenos AiresTraduccin: Luisa LudwingEdicin: Primera, 2010Pginas: 240ISBN: 978-950-641-146-6

Datos sobre detalles de la redaccin

Las pginas citadas, todas, estn indicadas con la abreviacin p. y entre par-ntesis. En aquellos casos que se usa doble pp. se hace referencia a todas aquellas pginas que se comprenden entre ambos nmeros de pgina inmediatamente sealados, con ellos incluidos. Las frases que se encuentren entre los smbolos se refieren a una interpre-tacin, no literal, sobre ciertas ideas que se encuentran en su pgina correspon-diente. Las frases que se encuentren escritas en cursiva pueden referirse a dos cosas: si se trata una o dos palabras entonces son consideradas importantes y por ello son des-tacadas, pero si es una frase o un prrafo, o ms prrafos, entonces es una reescritura literal de aquello que se encuentra en la pgina correspondiente, con excepcin de los parntesis que no se encuentran en cursiva. Aquellas frases continuadas por tres puntos () expresan una conexin indirecta entre las ideas que se proponen, esto es, una forma de expresar que ambas escrituras forman parte de la cita que les acompaa pero que, a su vez, poseen contenido intermedio en el libro original que no se consider necesario citar. El nmero de las figuras no respeta el orden original del libro, son una adapta-cin propia de ste documento. Las pginas citadas debajo de los ttulos corresponden a la extensin del captulo en el libro original. Segn regla APA de citacin, la abreviacin Ibd. (bidem) hace referencia a la ltima cita utilizada. Si bien el documento es un dilogo entre co-autores, sta sntesis est escrita en tercera persona, con excepcin de aquellas citas literales del texto que se ofrecern en cursiva. Los parntesis sin cursiva, entremedio de las citas lite-rales, tambin son de mi autora.

DEL SER AL HACERlos orgenes de la biologa del conocer

DEL SER AL HACERlos orgenes de la biologa del conocer

I

COSMOS DE UNA TEORA

I. SIN EL OBSERVADOR NO HAY NADA(pp. 35-47)

Todo lo dicho es dicho

Todo lo dicho es dicho por un observador (Biology of Cognition): Lo dicho, bajo ninguna circun-stancia puede ser separado de quien lo dice; no existe ningn mtodo verificable para establecer un nexo entre las propias afirmaciones y una realidad independiente del observador cuya existen-cia uno a lo mejor da por sentada. Nadie puede reclamar un acceso privilegiado a una verdad o realidad externa (p. 35) ya que, como sigue explicando Maturana, de hacerlo se est atribuyendo cualidades que como ser vivo simplemente no puede tener, y de paso confunde creer con saber.

No es posible validar la existencia de una realidad independiente de nuestro hacer, de modo que se debe operar circularmente en la fabricacin del conocimiento: el observador quiere entender el observar observado y el lenguajear lenguajeando (p. 36). El observador es el tema y objeto de in-vestigacin y a la vez el instrumento, de modo que l mismo es el punto de partida de toda hipte-sis y no supuestos ontolgicos descritos a priori: el observador observa, ve algo, y afirma o niega su existencia y hace lo que hace (p. 37). El observador es la fuente de todo ya que sin l desapa-rece el mundo que conocemos. ste es el categrico inicio del texto que nos ofrece el bilogo.

En el principio era la distincin

Toda referencia que hacemos sobre algo se hace mediante el lenguaje, inclusive la confesin sobre estados de pureza absoluta en meditacin pasan por l. El lenguaje es un modo de convivir (p. 38). El lenguaje es lo que el observador utiliza para distinguir algo en el acto de observar, y esto tiene dos repercusiones: por un lado a) el lenguaje debe explicar la independencia de lo observado con respecto al observador en el acto de observar pero, a su vez, tambin b) acerca de cmo todo acto de distincin, en tanto que opera como distinguir, consiste en una experiencia de estar relacio-nado con todo.

En el principio est la experiencia de la separacin que se transforma en la comprensin de estar ntimamente ligados (p. 40), esa es la afirmacin clave que Maturana ofrece para equilibrar reduc-cionismos de ambos extremos. Cuando se describe un vaso uno no es parte del vaso pero s per-tenece al dominio relacional que permiti que el vaso surgiera en la distincin como un vaso. La distincin entonces es el big-bang del conocimiento, ya que si bien lo distinguido se distingue de uno mismo, est ligado a la propia persona precisamente por la operacin de distincin (p. 41).

Explicacin de la experiencia

sta visin no cae en el solipsismo epistemolgico debido a que se reconoce la experiencia de estar con otro en el espacio relacional, y no como una ilusin sino como algo legtimo desde donde se fundan todas las consideraciones y explicaciones.

Se explica la experiencia desde el convivir y se convive desde el lenguaje, de modo que el lenguaje es una herramienta que nos permite hacer distinciones (p. 42), las cuales no podremos saber si son ilusiones o no, en ese mismo momento, ya que para eso se necesita de un referente no ilusorio que se manifieste en el mismo momento de la vivencia y, por lo general, se apela a ellos como indepen-dientes de nosotros; el colapso de una hiptesis no es la fundamentacin de la existencia de una rea-lidad externa, slo es aquello que frustra nuestras expectativas (p. 43).

Era de la auto-observacin

La sabidura consiste entonces en una capacidad de reflexin que permita lograr la percepcin pre-cisa de una situacin especfica, y no en la defensa de verdades ltimas (p. 44). De modo que el acto de observar se definira como una operacin humana que requiere lenguaje y presupone la consciencia de estar observado algo en ese momento (p. 45), motivo por el cual, por ejemplo, po-demos afirmar que los animales no observan ya que ellos no reflexionan sobre su actuar, es decir, no distinguen que, y qu, estn distinguiendo algo en el momento. De modo que, concluye Matura-na, casi nunca operamos como observadores, ya que la mayora del tiempo simplemente hacemos nuestra vida, sin preguntarnos nada. Pero de todos modos se deben diferenciar dos estados: uno es el de observador, que es cualquiera que observa, y otro es el de metaobservador, que es alguien que se pregunta por su operar en el observar, quien observa sus propias observaciones (Ibd).

La objetividad es la alucinacin de poder hacer observaciones sin observador. La apelacin a la objetividad es el rechazo de la responsabilidad; de ah su popularidad (Heinz von Foerster). En re-lacin a esto, lo que Maturana expresa es que cuando se busca una realidad externa (objetiva) se desprecia el propio hacer, en cambio cuando se toma consciencia de estar distinguiendo aparece el sentido de responsabilidad sobre aquello que el mismo observador distingue en el operar del distin-guir, producto de una valorizacin de la experiencia como fundamento del conocer mediante el co-nocer (p. 46).

II. VARIANTES DE LA OBJETIVIDAD(pp. 49-64)

Vida en el multiverso

Pese a que puede sonar un poco alarmante negar el acceso a una realidad externa, por lo tanto apelar a un pensamiento circular, en realidad es un pensamiento que permite revalorar la experiencia como fundamento de todo el conocimiento (p. 49). Tampoco se trata de reconocerla y luego refu-tarla mediante la comparacin con un hecho externo que no se present en el momento mismo de la vivencia, ya que eso sera apelar a una realidad independiente nuevamente: se trata entonces, afir-ma el bilogo, de aceptarla y observar cules son las operaciones que la generan (p. 50). Y, ya que se reconoce que no existe fundamento para una realidad independiente, entonces tampoco existe un universo, de modo que cada persona reconstruye su realidad constantemente es que debemos hablar de multiverso: la ventaja tica es que debemos hacernos cargo del mundo que estamos creando (Ibd). Para Humberto Maturana toda concepcin epistemolgica necesariamente ofrece una reper-cusin tica, de modo que en la postura frente a los objetos est en juego nuestro sentido de respon-sabilidad tambin.

Se constituyen entonces dos formas de pensar y explicar la realidad (extracto de pp. 51-53):

Objetividad sin parntesis: La base de esto es que los objetos existen independientemente del observador y que (adems) son posibles de conocer. Se cree en la posibilidad de una validacin externa de las propias declaraciones () la emocin bsica que impera aqu trata de la autoridad del conocimiento universal. Se vive en el dominio de las ontologas trascendentales que son excluyentes; el ser aparece independiente de la propia postura y del propio hacer. ste es el camino metafsico recorrido en Occidente. Objetividad entre parntesis: Desde sta perspectiva, el observador se convierte en la fuen-te de todas las realidades, crendolas l mismo mediante sus operaciones distintivas () este enfoque no niega la distincin de objetos y la experiencia del ser, pero las explicacio-nes no estn basadas (ya) en la referencia a objetos sino en la coherencia a experiencias () su base emocional consiste en el goce de la compaa con el otro () dominio de las ontologas (constitutivo-operacionales): el ser se constituye a travs del hacer del obser-vador.Inmediatamente se nos seala que existen muchas realidades igualmente posibles, peor no igual-mente deseables (pp. 51-52). Una afirmacin es considerada verdadera cuando satisface los cri-terios de validez del dominio de realidad respectivo (p. 52).

Pero Maturana decide no usar la palabra subjetivo, debido a que considera que sta est relacionada peyorativamente con la visin de la objetividad sin parntesis. En cambio, cuando hablo de objetivi-dad entre parntesis, por un lado (el de los parntesis) quiero mantener alerta la consciencia de que es imposible hallar un punto de referencia para las propias suposiciones que sea independiente del observador, y al mismo tiempo (por el lado de lo objetivo) quiero plasmar en un concepto la experiencia de que existen objetos independientes de nosotros. Los parntesis indican un determi-nado estado de consciencia (p. 54).

Ms adelante nos seala que por supuesto que es posible que existan tantas realidades como obser-vadores, pero la experiencia nos indica que muchos ya se guan por la objetividad sin parntesis y sin importar en qu crean (Jess, la energa, etc.) todos tienen en comn que no creen que creen, sino que creen saber, porque no saben que creen (p. 55). Luego nos comenta, con respecto a aque-llos que se guan por el otro camino, que tambin debemos reconocer que su realidad se ve unifica-da por la vida en comunidad, la cultura e historia de cada lugar. No hay problema en reducir la com-plejidad de la mirada hacia lo que es urgentemente operativo en nuestro vivir, el problema sera no estar consciente de su parntesis y entrar en desesperacin cuando nuestras expectativas se vean frustradas (p. 56), de lo contrario, contina, puede nacer la intencin de liberar a los dems de su supuesta ignorancia, mediante una supuesta certeza de verdad absoluta, a la cual se tuvo acceso pri-vilegiado, que slo servir como fundamento para la explotacin y el avasallamiento (p. 57).

Tolerancia y respeto

En el caso de que uno considerara, personalmente, que comprende mejor que otra persona lo que est pasando en cierta situacin, entonces jams debe olvidar el respeto, ya que ello permitir la oportunidad de abrir una conversacin fructfera, un intercambio exitoso (p. 58). En el fondo, afir-ma el bilogo, siempre se hace lo que a uno le hace bien, lo que mantiene y aumenta su propio bie-nestar (p. 59) de modo que no basta con tolerar al otro, esto es, fingir que se le escucha pero en ver-dad seguir considerndolo en segundo plano, sino que se debe respetarlo, vale decir, interesarse por su realidad y aceptarlo como un legtimo otro en convivencia con uno. Inclusive si se encara al otro, ya que se considera que el mundo que se est creando no es agradable, se debe hacer con respeto y siempre consciente de la responsabilidad del acto y no bajo la mscara de una verdad trascendente que lo avala. Primero se le escucha y luego se acta, incluso si aquello nos lleva a tomar el fusil (pp. 60-61).

Seduccin esttica

Cuando se trata de una conversacin con otro lo decisivo es que el cambio de consciencia de ningu-na manera puede ser forzado, (ya que) tiene que resultar de la comprensin del ser humano indivi-dual (p. 62). No se puede obligar a nada o se caer en tirana. Inclusive Maturana nos agrega tres derechos humanos nuevos, propuestos por l, ha tener cuenta en pos del respeto por uno mismo y por el otro: defiendo el derecho a cometer errores (ya que pueden corregirse), el derecho a cambiar de opinin (ya que ello invita a la reflexin) y a abandonar la sala en cualquier momento (ya que as quien se queda es por su propia voluntad). El ser humano goza con la belleza, de modo que en nosotros la experiencia de una visin agradable puede generar una transformacin (p. 63), pero no se debe entender esto con intenciones de engao, es decir de usar al otro para fines propuestos hacia m, no se le debe manipular, se debe actuar slo como deseando entregar algo bello (p. 64).

III. BIOLOGA DEL CONOCER(pp. 65-80)

La experiencia de la verdad

Me considero un cientfico que capaz de indicar bajo qu condiciones ocurre algo de lo que yo afir-mo que ocurre. Puedo dar argumentos y presentar pruebas que cumplen los requisitos de una expli-cacin cientfica, pero lo que digo no es correcto no falso (65). Una prueba entonces es una pro-puesta de explicacin aparentemente aceptable, generada y producida por el suceso que se quiere probar. Las pruebas o explicaciones no tienen nada que ver con reflejar una verdad o una realidad exterior, sino que son expresin de una relacin interpersonal: se da crdito a una argumentacin o explicacin porque a uno le parece probada, ya que su descripcin se ajusta a lo que uno mismo considera aceptable (p. 66). Todo se basa en la aceptacin del propio grupo de investigacin, en la relacin misma, ya que son ellos mismo quienes crean los criterios que luego buscan cumplir.

Epistemologa de un experimento

Los experimentos que ha hecho, agrega Maturana, hablan de su propia historia como cientfico y no deben tomarse como reflejo de una verdad absoluta. Es el inicio del propio pensar.

A modo de iniciar un recorrido por su vida como investigador, nos referiremos primeramente al norteamericano Roger Sperry. l sac el ojo de una salamandra y lo coloc nuevamente en su lu-gar pero rotado en 180 grados, esper y luego de su regeneracin ste animal lanzaba la lengua en direccin de su ojo ya rotado (p. 67). l slo se pregunt por la regeneracin, de modo que encu-bri el fenmeno observable. Entonces Maturana replic los experimentos, pero ya no debajo de la epistemologa de fondo que me indica que se debe buscar un insecto que est en el mundo exterior, es decir, no bajo una correlacin interno/externo, sino como una correlacin que se da entre el sis-tema nervioso y la actividad de la propia retina, esto es, de forma interna y circular (p. 69). La explicacin entonces, de cmo la salamandra logra apuntar y dar justo en el blanco, en el insecto, no se explica mediante la interpretacin de un mundo externo que se debe representar, sino en el hecho de que la salamandra y el gusano forman parte de una historia comn y un proceso de evolucin que ha llevado a una relacin de equilibrio muy fino de coordinacin y adaptacin recprocas, a un acoplamiento estructural entre organismo y medio (Ibd).

Por qu el sistema nervioso es cerrado

En 1965 experiment con palomas y trat de encontrar una correlacin entre la actividad de las c-lulas ganglionares de la retina y la composicin espectral que forma los colores, esto es, entre lo interno y lo externo, pero jams pudo demostrar una correlacin que fuera significativa (p. 71). Entonces comenz a entender el sistema nervioso como cerrado, y se reorient su pensar. Ahora la correlacin sera entre la actividad de la retina y no un espectro de colores externo, para el observa-dor, sino con respecto a un color en particular, esto es, conforme a una experiencia, y dicha expe-riencia tiene que ver con el propio sistema nervioso, con lo que l ha resguardado y posee (p. 72). Si bien un color es una dimensin arbitraria, tambin esconde una experiencia ya que los usamos muchas veces de igual manera para composiciones espectrales muy diferentes. Un color entonces es algo que sucede al interior de un organismo, y que tan slo es gatillado por una fuente de luz exter-na. Un color es lo que se ve, lo que se vivencia () una experiencia especial que se tiene en deter-minadas situaciones (p. 73). Haba que comparar la actividad del sistema nervioso con la actividad del sistema nervioso, ya que el organismo no es un sistema abierto. El exterior slo puede gatillar aquello que ya est determinado por la estructura del sistema nervioso, su modo de operar (p. 74). Slo existe una danza interminable de correlaciones internas en una red de interacciones cerradas.

La doble mirada

No se puede relacionar las operaciones del sistema nervioso como derivadas de la informacin de un mundo exterior. Slo el observador es capaz de diferenciar entre dentro y fuera, o input y output, ya que el sistema correlaciona actividades internas con actividades internas, de modo que, si bien no se niega la experiencia de un mundo exterior, s se niega que todo el operar del sistema ner-vioso tenga que ver con caractersticas de l (p. 75). A parir de este instante, todas las formas de observacin y explicacin aparecen como expresiones de operaciones de sistema () tuvo lugar una reorientacin, un cambio del ser al hacer, una transformacin de las preguntas filosficas clsicas (p. 76).

Tenemos entonces segn el bilogo la distincin de dos dominios fenomenolgicos: por un lado la dinmica interna y por otro lo detectable como medio; y no se pueden derivar los fenmenos de un dominio de los del otro (Ibd). El ejemplo sera como el de un aviador que no logra ver lo hay fuera de su mquina sino que opera en base a sus propios instrumentos de los cuales dispone: recorre un sin fin de lugares, y al llegar se encuentra con externos que le hablan de cosas que l jams vio; sta es la doble mirada. Se trata de la comparacin de dos dominios mediante la creacin de un tercer dominio, pero ello no quita que ste generador de dominios pueda ser enfrascado como interno de otro dominio comparativo por parte de otro observador.

Pero no somos ciegos ya que nos podemos percatar de nuestra propia ceguera (p. 77). Lo decisivo es que cuando un observador observa ambos dominios no considera uno como ms real que el otro (el externo como real y el interior como lo que se construye) sino que decide diferenciarlos mante-niendo la legitimidad de cada uno. No es que una postura sea ms vlida que la otra, pero s debe-mos considerar que si alguien propone el sistema nervioso como abierta tendr que hacerse cargo de no lograr establecer las correlaciones entre dominios necesarias para validar su postura (pp. 77-78).

Si hablo de cerrado no es en un sentido fsico, sino en relacin con una dinmica interna: pase lo que pase en un dominio, pasa dentro de ese dominio y se queda ah; se trata de las operaciones que un sistema realiza, que definen sus bordes y lo convierten en una entidad determinada (p. 79).

Conocer es vivir

Pero entonces qu es conocer? Pues es la observacin (que necesariamente hace un observador que conoce) de una conducta adecuada en un dominio determinado () por lo tanto, el conoci-miento es la conducta considerada adecuada en un dominio determinado (80) y no la representa-cin apririca de una realidad fundamental; entendiendo adecuado como aquello interpretado desde la interaccin de un organismo con su medio. El conocer es, circularmente, conocido. Vivir es conocer y conocer es vivir, ya que la preservacin de la vida requiere conocimiento.

IV. LA AUTONOMA DE LOS SISTEMAS(pp. 81-96)

Lmites de la determinacin externa

Cuando una persona rechaza sus procedimientos, y decide cambiarlos por otra hiptesis, no necesa-riamente est actuando como un realista: ser realista es hacer aquello motivado, o intencionado, necesariamente por el deseo de develar una supuesta realidad trascendente (p. 81). Lo que en el fondo Humberto Maturana hizo fue lograr justificar su experiencia mediante las coherencias de su propia experiencia. Actuaba como cientfico y no como filsofo: quera mantener coherencia de la experiencia con la experiencia y no de principios a priori con principios a priori. Un cientfico est dispuesto a liquidar todo principio con tal de lograr coherencia con lo emprico, y un filsofo est dispuesto a liquidar cualquier experiencia con tal de lograr coherencia con lo terico (p. 82).

Su tema meridiano y fundamental es con la hiptesis de que todo sistema est necesariamente deter-minado estructuralmente, y sta no es una afirmacin que se refiera a una realidad supuestamente independiente el observador, sino una abstraccin que resulta de las coherencias que un observa-dor puede percibir: porque abstraer significa entender y formular la regularidad de un suceso, sin entrar en el detalle de los elementos concretamente involucrados. Cuando hablo de determinismo estructura de un sistema no estoy describiendo un dato ntico u ontolgico ni tampoco una verdad, sino que como observador estoy presentando una abstraccin de mis observaciones (p. 82). Si pul-samos un botn del computador y no funciona no iremos al mdico a ver si el dedo est en buenas condiciones o no, ya que todo lo que sucede en un sistema, de cualquier tamao, est determinado por su propia lgica interna ya que, si bien las influencia externa es la que gatilla un efecto, ste slo puede ser determinado por su propia estructura y no por el agente exterior (p. 83). Por ejem-plo, si ingerimos drogas con molculas de estructura especfica entonces se modificar la estructura del sistema nervioso pero slo porque tenemos los receptores capaces de percibirlas, no porque ingrese en el sistema y modifique la lgica interna del mismo alterando su identidad.

Organizacin y estructura

Dentro de este nuevo vocabulario que es necesario crear para una explicacin de cambios no deter-minada por la estructura de un agente externo, sino por las del sistema mismo, que es cerrado, he-mos de acuar dos conceptos. El primero es la de perturbacin: consiste en toda aquella accin que gatille en un sistema un cambio estructural, una modificacin que puede ser muy notoria pero que no alcanza para que ste pierda su identidad, es decir, su organizacin. En el caso de que la accin genere la prdida de la identidad del sistema, entonces estaremos hablando de una destruc-cin (p. 84). Por ejemplo, una vez que establecemos una identidad fija para una mesa entonces estamos en condiciones de observar si su mesidad se ve afectada por una accin externa o no: si su funcin X ya no se satisface luego de los cambios entonces se ha destruido, pero si an sirve, para X, pese a que ha cambiado, entonces slo fue perturbada (p. 85). La organizacin no vara, aunque su estructura pueda ser madera, metal o cermica. La diferencia entonces es que en el caso del input siempre se piensa en algo que entra en el sistema y lo determina en su lgica interna, algo as como una eterna modificacin de su organizacin, en cambio el concepto de perturbacin est en armona con el de determinismo estructural, que respeta la identidad de cada sistema.

Finalmente debemos entender por autonoma no una independencia con respecto al medio sino un ejercicio de modificacin bajo la primicia del respeto de la propia legalidad, su organizacin e iden-tidad. Todo sistema vivo existe en un medio (p. 89).

Entender qu es responsabilidad

En el dominio humano, autonoma significa conservar algo que es constituyente de uno. El libre albedro es otra cosa, es una experiencia humana que requiere reflexin. En rigor, no existe liber-tad. En el sentido estricto, no existen alternativas ya que cada acontecer y hacer resulta de la compatibilidad con las coherencias estructurales del momento. Sin embargo, a una persona que no conoce estas coherencias estructurales aparentemente a cada rato se le ofrecen alternativas de conducta. (pp. 89-90). Pero a esto se le agrega, en el caso de los seres humanos, que el convivir se realiza en el lenguaje de modo que al describir un determinado acto como responsable, segn su anlisis de consecuencia, inmediatamente surge en la distincin la posibilidad de reflexionar en preocupacin a otro: nace el actuar responsable (p. 90). Esto no se contradice con el determinis-mo estructural ya que pertenecen a dominios distintos: el metadominio lingstico nos abre la posi-bilidad de vivir en la experiencia del optar por algo. Entonces se encuentra en otro dominio, pero siempre operando como sistema estructuralmente determinado (p. 91). La intencin interior de un ser vivo que vive en el lenguaje es tomado por el observador como una eleccin. Slo en la meta-perspectiva que permite distinguir un acto como un acto que involucra cosas se puede optar y de-cidir (Ibd). Por ejemplo: un delfn no pude ser responsable, ya que no vive en conversaciones del lenguaje como nosotros, de modo que no puede ejercer comentarios sobre su actuar ni tomar con-sciencia de sus consecuencias. Ser responsable es preguntarse si se quiere ser el que es haciendo lo que se est haciendo (p. 92) y luego actuar conforme a las predilecciones y preferencias en forma consciente.

Me gusta la eleccin que acabo de hacer y de la cual acabo de decir que me gusta y que corres-ponde a mis deseos? En ese momento de reflexin de la propia eleccin se experimenta la libertad, a pesar de que por supuesto se sigue actuando como sistema estructuralmente determinado (p. 93). No se entiende responsabilidad como causalidad, como una hacerse cargo de las consecuencias, sino que el actuar responsable tiene que ver con lo que un individuo hace o deja de hacer, estando consciente de las consecuencias posibles y deseables del su actuar (Ibd). Maturana nos explica que la responsabilidad es como un estado de atencin y alerta: las propias acciones y los propios deseos coinciden de un modo reflexionado, eso es todo (Ibd).

Se necesitara un milagro

Sin embargo, pese a que un sistema siempre est determinado por su estructura, esto no implica que ste sea predecible: aquello no sera parte slo de las caractersticas del sistema sino adems de las expectativas de un observador, ya que espera conocer todos los factores que lo pueden influenciar y, tambin, que el fenmeno seguir siendo observable en el tiempo, a modo de poder corroborar la afirmacin, lo cual no es cuestin de conocer sino de creer (p. 94). Bajo sistema slo entendemos coherencias entre elementos interrelacionados que forman una estructura determinada. Si cambia la relacin se transforma la estructura, pero sta slo podra ser anulada en su determinismo por un milagro. Sbitamente, algo como imposible aparece(ra) como posible (p. 95).

V. CMO SE ENFRENTAN SISTEMAS CERRADOS(pp. 97-108)

Interacciones improbables

Si bien el dominio operacional del sistema nervioso es cerrado, cuando se acta como totalidad (organismo) se hace en un dominio relacional y es all donde es posible generar las interacciones. (p. 97). Como seres humanos y mamferos que somos, tenemos la caracterstica de sentir placer en la compaa del otro; nos gustan las conversaciones y actividades comunes y por eso siempre vol-vemos a estas formas agradables de convivencia (p. 98). No importa que nuestro sistema nervioso sea cerrado y aparezca como algo solitario, ya que es capaz de crear una nueva dimensin, un domi-nio conjunto de interacciones, conversaciones y transformaciones con otro que es distinto al de nuestro interior. Ambos dominios han de observarse y estudiarse por separado.

Cuando dos sistemas cerrados y determinados se encuentran, y ocurre en ellos una serie recurrente y recursiva de encuentros e interacciones mutuas, observamos una transformacin plstica en la es-tructura de ambos, a modo de vincularse congruentemente, y entonces se han podido encontrar sin necesidad de perder su organizacin, por lo tanto tampoco su identidad (p. 99). Las caractersticas internas del sistema entonces hacen posible la creacin de un nuevo dominio relacional que no con-tradice su determinismo estructural, en la medida que l mismo posea una estructura plstica.

Fig. 1: Esta figura es la transformacion dea es la trasnformacilmo estructural, en la medida que ente, y entonces se han acoplado sin necesidad de perder su organ de un sistema vivo producto de una historia de interacciones con su medio. La estruc-tura del medio y del organismo se van mo-dificando congruentemente permitiendo tanto la adaptacin como la mantencin de la organizacin que les es propia.

Acoplamiento estructural

Definiremos entonces lo que se produce en la historia congruente de las interacciones recurren-tes (repetitivas) y recursivas (con lgica continua) recprocas entre dos sistemas determinados por su estructura plstica como el acoplamiento estruc-tural. ste es el que permite que surja un dominio consensuado, un dominio conductual de interac-ciones engranadas y consensuadas de dos orga-nismos con plasticidad estructural (p. 101) sin que se pierda la identidad de cada sistema. As es como las acciones exteriores no se confirmar como instructivas sino slo como perturbadoras: gatillan cambios que son determinados desde la lgica interna del propio sistema. Por lo tanto, para que se genere un dominio consensuado comn tiene que existir congruencia estructural (p. 103).ricoio con tal de lograr cexperiencia con tal de lograr goherencia con lo priori con principios a priori. de develar dichaFig. 2: Dos sistemas vivos y su interaccin con y en su medio.El mito de la comunicacin efectiva

Si describimos el lenguaje como transmisin de informacin, en base al modelo de emisor, receptor y mensaje, estaremos haciendo alusin al fenmeno visible y no a las caractersticas operacionales del sistema y a su relacin con la dimensin relacional (p. 104). Sera el comentario de un observa-dor que no est tomando en cuenta en su observacin aquello que es producto de las coherencias del acoplamiento estructural, es decir, lo que se da antes de aquello en su devenir recurrente y recursi-vo. Si sta persona persiste en esa visin muy luego se ver en aprietos cuando tenga que explicar los malos entendidos y las grandes diferencias de percepcin, porque no siempre pueden ser vistas como una negativa malintencionada del receptor a utilizar adecuadamente la informacin recibida (Ibd). El lenguaje entonces se basa en la congruencia estructural que se logra acoplar luego de una historia de interacciones. Los signos son algo secundario, ya que lo primario es la coordinacin de coordinacin de conductas presentes en la interaccin. (pp. 105-106).

El mundo se crea en el lenguaje

Toda pregunta o alusin a algo en la vida tiene que ver con el lenguaje, inclusive sobre una supuesta realidad independiente del observador. Pero hemos de decir que slo el ser humano vive en el len-guaje, ya que si bien muchos animales e insectos son capaces de coordinar sus conductas, pero, hasta donde tenemos conocimiento no son capaces de coordinar dicha coordinacin de conductas previa (p. 106). Lo central entonces no son los smbolos sino la recursin: la capacidad de generar una operacin cclica en la que el comienzo de una conducta se funda en donde termin la conduc-ta anterior (p. 108). Todos los objetos, por lo tanto todo aquello distinguido por un observador en el acto de observar, son creacin que se funda en la recursin de sus caractersticas y que les con-fiere por tanto una operacin particular (Ibd). Todo objeto es algo que sirve para coordinar algo. Finalmente, el lenguaje es una manera de convivir en un devenir de coordinacin de coordinacio-nes conductuales que no contradice el determinismo estructural de los sistemas interactuantes (Ibd). El que entiende esto entiende que los signos son originados por la recursin y no al revs.

VI. AUTOPOIESIS DE LO VIVO(pp. 109-120)

Confrontacin con la muerte

Fue la confrontacin con la muerte lo que me llev al doctor Maturana a cuestionarme sobre la vida. Al parecer la vida, me deca yo, no tiene significado, no tiene sentido, no sigue ningn programa de progreso evolutivo () mi conclusin, aunque suene tautolgica, era que el sentido y fin de un ser vivo consiste en ser lo que es () todo lo que le pasa a un ser vivo tiene que ver con l mismo (p. 110). Son autnomos en tanto deben poseer un lmite que demarque lo que son y lo que no son.

La forma de definir lo vivo entonces, expresa l, no puede ser estableciendo una lista de caracters-ticas esenciales ya que jams tendremos cmo saber si la lista est completa: a menos que ya sepa-mos aquello que nos estamos preguntando. Lo que buscaba l entonces es una organizacin comn de los seres vivos independiente de su estructura (p. 111). Por ello es que su primer acercamiento fue mediante el concepto de sistemas autoreferentes, contrario a los alorreferentes: donde el fin del primero est en s mismo, que sera lo vivo, y el del segundo fuera de s mismo, como es el caso de una mquina cualquiera. En el fondo, lo que buscaba era distinguir con mayor claridad los procesos que en definitiva llevan a la autoreferencia () quera crear un sistema vivo (p. 112).

Una fbrica que se produce a s misma

En 1963, en el laboratorio de microbiologa, Maturana discuta con un amigo cuando al fin tuvo la idea decisiva: los sistemas vivos poseen una dinmica circular que les permite generar su autonoma y definicin a s mismos. Ms tarde, conversando con Mara Bulnes, lleg a su mente el concepto de poiesis como smbolo de creacin y produccin, entonces supo que el nombre de lo vivo sera autopoiesis: auto/creacin (pp. 112-113). Siendo ms detallista, lo que l propona es que cada vez que examinramos un sistema vivo, deberamos encontrar en su interior, a nivel molecular, una red de procesos de produccin que genera molculas que luego pasan a formar parte de la misma red que las produjo y que ms tarde tambin fija sus propios bordes que, a su vez, lo definen como una identidad discreta (p. 114). Entonces, siempre que nos encontremos con esto estaremos frente a una entidad que se produce a s misma y por tanto frente a un sistema vivo. Y este sistema es abier-to en cuanto al intercambio de materia (lo termodinmico/fsico), pero cerrado en lo que se refiere a la dinmica de las relaciones que lo producen (lo sistmico/biolgico) (Ibd). Distinguimos aqu a continuacin dos niveles: el sistema autopoitico de primer orden, que corresponde a una clula de cualquier tipo, y el de segundo orden, que responde a una entidad multicelular. En ambos casos vemos cmo la produccin de elementos es la condicin de la creacin de un borde y, a su vez, la existencia de ste borde permite mantener la autonoma del sistema que, finalmente, permite que los mismos componentes pasen a formar parte de la red de produccin de los gener previamente (Ibd). Sin borde no existira una entidad autnoma ya que, si bien no forma parte del proceso mis-mo de generacin, s permite que ste exista.

Borde(membrana)Dinmica(metabolismo)

Fig. 3: La clula un sistema autopoitico de primer orden es una fbrica cuyo producto es ella misma.

Sistemas autopoiticos y alopoiticos

La caracterstica de autopitico de un sistema corresponde a un dominio operacional. El dominio relacional es distinto, ya que podramos hablar de personas que crean cosas externa a ellos: el pana-dero hace pan, el mecnico mquinas, etctera. Operacionalmente entonces son autopiticos, pero relacionalmente son alopoiticos (p. 117). Pero tampoco podemos expresar la autonoma y la auto-poiesis como sinnimos, ya que la autopoiesis slo es un tipo muy particular de autonoma, el de los seres vivos. Autonoma es el concepto ms general (p. 118).

La segunda creacin

No podemos confundir los procesos de lo vivo con un programa computacional: para que el com-putador arranque, adems de necesitar energa externa, cosa que por cierto tambin necesita la clu-la, a de ser encendida (iniciada) por alguien, en cambio la autopoiesis hace referencia a redes de procesos que se originan por s mismos; exactamente esa es su peculiaridad (p. 119).

VII. CARRERA DE UNA IDEA(pp. 121-130)

El concepto se pone de moda

Una cuestin fundamental a destacar es que Maturana aclara, en ms de una ocasin, que cuando se plante el concepto de autopoiesis era para un mbito molecular reducido, de modo que era una so-lucin para un problema que se estableca en ese dominio y no en otro. Sin embargo en muchos lu-gares se le a tratado de asimilar, por ejemplo, a lo social. Pero su opinin es que si se fija la aten-cin en la autopoiesis se pierde de vista el fenmeno observable, ya que se est demasiado ocupado pretendiendo que calce en la sociedad todas las caractersticas propias que involucra dicha visin (p. 122). Mejor es primero preguntarse por el fenmeno X y luego ver s stas caractersticas que salten a la vista corresponden a una organizacin autopoitica: despus de todo la autopoiesis slo es una variante ms de la autonoma y no la nica.

De rodillas ante Erich Jantsh

El astrofsico Erich Jantsh piensa que la autopoiesis sirve para describir, en parte, cualquier fenme-no de autonoma, de modo que l piensa que el bilogo no fue capaz de visionar, y de aceptar, todas las consecuencias de su propia propuesta. Maturana en cambio piensa que cuando alguien usa un concepto fuera del contexto adecuado, se equivoca doblemente, no hace justicia ni al dominio nue-vo ni al dominio original para el cual el concepto fue creado (p. 123).

Tambin est el caso de Niklas Luhmann, quien public el ao 1984 un texto denominado Sistemas Sociales, en donde pro-pone explicar todo los fenmenos sociales como redes de comunicaciones que producen comunicaciones. Pero la diferencia est en que en la autopoiesis que propone el bilo-go, y no el socilogo, muestra que las moledifeencia ones que producen comunicacionescual el concepto fue creadote, no hae jsuticiai de procesos que se origininaculas producen molculas, en tanto las molculas son lo central, en cambio en el otro caso es la comunicacin la que produce ms comunicacin, pero deja de la lado la presuposicin de que los sistemas vivos humanos son los que se estn comunicando (p. 124). Se desplaza el tema central de anlisis que debera ser el ser humano a sus comunicacio-nes, ellos quedan slo como el teln de fondo para una teora que los excluye y reduce. En el fon-do, le coment una vez Luhmann a Maturana, hacia esto slo porque deseaba hablar de universales, y all la complejidad e imprevisibilidad humana no se lo permita (p. 125).

El ser humano es impredecible

Un tipo de teora como esta es el clsico ejemplo de aquello que usa como mtodo a las personas libremente disponibles, a travs de una negacin, para poder ejercer una tirana en la que, ante todo, debe prevalecer el sistema social. Si suponemos por un momento que la sociedad es una especie de sistema autopoitico de tercer orden, compuesto por aquellos que son de segundo orden, tendramos que estar dispuestos a reconocer que todos los individuos deben renunciar a sus caractersticas parti-culares con el fin de atribuirse un rol especfico (como el de una mitocondria por ejemplo) y de esa manera velar, nica y exclusivamente, por la mantencin e identidad del sistema en el tiempo () una negacin as del individuo es una de las caractersticas de los sistemas totalitarios (pp. 126-127). Donde se pretende que exista democracia, los individuos no pueden pasar a segundo plano.

Teora sistmica como cosmovisin

La teora de Maturana resalta con respecto a las dems por el simple hecho de tratar de no caer en el reduccionismo, tan tpico de nuestra cultura (Occidental) (p. 127). Por ejemplo, si ve una pareja be-sndose en la calle, sea lo que sea que est ocurriendo est ocurriendo en el dominio de las relacio-nes humanas. Por supuesto, podemos constatar que en este intercambio de caricias intervienen hormonas y neurotransmisores. Por supuesto que es posible hablar de procesos sistmicos. Todo completamente correcto. Pero lo que pasa entre estas dos personas, el sentimiento del amor, no se agota con una caracterizacin as, no es posible reducirlo a hormonas, neurotransmisores y proce-sos sistmicos. Se trata del devenir de su relacin que configura el devenir de su actuar () en mis descripciones conservo y considero la diferencia de distintos dominios fenomenolgicos, y se dis-tinguen las dimensiones de molculas, sistemas, relaciones, etc. (p. 128).

Por ello, cuando l habla experiencias msticas o espirituales se est refiriendo no al acceso a una realidad trascendental, ontolgicamente independiente de nuestro hacer, sino a una expansin de la conciencia y a una intensa sensacin de participacin: se toma consciencia de la armona con otros seres humanos, el cosmos, la bisfera, etc. (Ibd).

DEL SER AL HACERlos orgenes de la biologa del conocer

II

APLICACIN DE UNA TEORA

I. PSICOTERAPIA(pp. 133-146)

La mirada sistmica

Si se toma en serio lo que expresa Maturana, respecto de su biologa del conocer y del amar, no es que la terapia familiar pierda sentido, slo debemos rechazar la idea de que sta sea comprendida como una interpretacin lineal de la causalidad (p. 133), ya que no existe procedimiento con vali-dez eterna par liberarnos del sufrimiento, debido a que nadie est en condiciones de determinar sis-temticamente lo que pasa el interior de una persona (Ibd). No hay saber absoluto, no podemos afirmar que conocemos la receta exacta que nos permitir que la otra persona se transforme relacio-nalmente y exactamente en lo que nosotros esperamos. Si bien, bajo la lgica de ste mismo pensa-miento, ya nadie puede hacerse cargo de lo que otro hace con lo que l mismo hace de s, s pode-mos afirmar que l como sujeto responsable debe hacerse cargo de sus propias acciones y de los mundos que crea. Entonces nos despedimos de la idea de poder determinar y controlar a alguien, pero damos la bienvenida a aquella que nos hace a nosotros mismos responsables de nuestros actos (p. 135). La sabidura entonces es cuestin de capacidad de escuchar con imparcialidad, en una actitud abierta y de aceptacin (Ibd), es decir, que nada se distorsionar a travs de mecanismos de manipulacin sino que ser percibido tal como se manifiesta. La nica emocin que no limita el propio entendimiento sino que lo ampla es el amor (Ibd).

Variantes de cambio

Lo necesario (entonces) no es el anlisis, sino un estado de consciencia alerta a la dinmica rela-cional que va de la mano con cada emocin especfica. Ahora afirmo que la nica emocin que no limita la propia percepcin, que no la filtra o encauza sino que la ampla y libera de juicios preci-pitados, es lo que llamamos amor () una conducta humana que lleva a que otro humano adquiera presencia como un legtimo otro en coexistencia con este (p. 136). El amor es la nica manera de li-berarnos de los prejuicios y no cerrarnos a las posibilidades de entender al otro. Pero esto no quiere decir que debamos aceptar cualquier conducta como esencia para la vida, sino el grado de disposi-cin: alguien que acta sin amor se fundamentar en la arrogancia, pero alguien que se despliega desde el amor lo har por comprensin profunda y desprejuiciada. Encuentroortogonal

Lo que necesita es una doble mirada: si uno se integra hasta cierto grado al sistema, ser imposible escuchar, pero al mismo tiempo ser necesario guardar cierta distancia que permita ver el contexto de los acontecimien-tos, y mantener la libertad de reflexio-nar (p. 137). Si uno quiere actuar al interior de un sistema entonces debe pasar a formar parte de su matriz rela-cional de constitucin, es decir, debe actuar agonalmente. En cambio si se acta ortogonalmente se estar tratan-do de modificar la estructura del sis-tema desde fuera: lo importante es que en ambos casos se acte en base al amor.EncuentroagonalFig. 4: Muestra de un sistema (una unidad compuesta) que es intervenido de ambas formas. El ortogonal acta desde fuera modificando la estructura de modo no confirmatorio y cambia la deriva relacional, en cambio el agonal acta manteniendo el orden del sistema y confirmando su propia dinmica.

Individuo y sociedad

Maturana piensa que frente a la dinmicas de terapia es necesario el enfoque sistmico, ya que toda accin forma parte de un nicho relacional que se extiende ms all de l mismo en el momento. Cuando conversamos tenemos detrs de nosotros nuestra lengua materna, familias y cultura, de modo que si bien nuestro encuentro es personal, estamos inmerso en una dinmica social sistmica mayor. Pero muchas veces las improntas de nuestra propia cultura no nos permiten determinar lo que hacemos por nuestras propias acciones desde nuestro propio origen: y slo tomando conscien-cia de esto es que podremos actuar libremente (p. 141). Y como revel Ximena Dvila, el dolor que se manifiesta en una terapia siempre trae consigo el condicionamiento cultural que nace desde la negacin, desconfianza y exigencias de propiedad que surgen de una cultura patriarcal/matriarcal.

Construccin de la enfermedad

Qu significa estar enfermo o dejar de ser normal? En el dominio de lo biolgico no encontramos patologas el tigre no es un gato arrogante y la garrapata no es vil por chupar sangre: todas las formas de vida deben ser consideradas legtimas. Para el que sigue el camino de la objetividad entre parntesis, una patologa no es una caracterstica de un mundo que existe con independencia del observador, una enfermedad es para l un estado que un observador de acuerdo con sus pre-ferencias encuentra indeseable. Ser normal y sano significa por lo tanto que uno, en el devenir de la vida, no hace ningn esfuerzo por cambiar la propia situacin con ayuda de otro. No existe la patologa en s, ni los problemas en s, ni tampoco enfermedades independientes de los deseos y preferencias de un observador (p. 142).

No podemos elaborar un criterio estable de procedimiento independiente del contexto ya que todo depende de las emociones que guan el actuar en dicho momento. En el fondo la atribucin de en-fermedad constituye la base para terminar con cualquier discusin ulterior (p. 143). Pero el bilo-go aclara que esto no se trata de abogar en la liberacin de pacientes de psiquitricos, pero s al hacernos cargo de las decisiones que tomamos: no existe para nuestro actuar fundamento ulterior o explicacin absolutamente vlida; nada independiente del observador. Es absolutamente imposible crear y desarrollar un mtodo universal que permita predecir y cambiar al ser humano, por ello es que l se considera intil como representante de un enfoque eficientista (p. 145).

II. PEDAGOG2Aepresentante de un enfoque eficientista"r humano, por ello es que me considero inulteriore desde la negaciopias accionA(pp. 147-158)

La paradoja de la educacin

Si ben Kant piensa que existe una tensin entre el fin y los medios educacionales esto se puede mi-rar desde otra perspectiva: en la educacin, como proceso de transformacin en la convivencia con un adulto, se puede alcanzar la libertad y autodeterminacin, en funcin del respeto hacia la autono-ma del otro, sin necesidad de castigos o represiones, slo se necesita abrir un espacio de reflexin que permita el pensar comn (p. 147).

La coercin aparecer exactamente cuando el docente no sepa cmo hacer sus clases interesantes y convertir a la escuela en un lugar atractivo y participativo (p. 148).

Son entonces tres las tareas que se deben proponer definir los profesores antes de comenzar el ca-mino pedaggico: primero i) cul es el ideal de adulto al que se aspira? (democrtico o autoritario), luego ii) cmo anclamos nuestro propio modo de vida en la escuela de forma que dicho objetivo se cumpla? y tercero iii) hay que vivir lo que se quiere alcanzar (Ibd). Por lo tanto la educacin ya no se traduce en la reducida eliminacin de la ignorancia, sino en la preparacin para un espacio de convivencia. El profesor no entrega un conocimiento sino que muestra un modo de vivir, por lo que el alumno no aprende del profesor sino que aprende al profesor (p. 149). Inclusive los alumnos molestosos o problemticos no son ms que nios que estn aburridos o simplemente no encuentran til aquello que le estn enseando, y es all donde comienza el desafo del profesor ya que debe lo-grar que la clase sea interesante.

Escuchar el escuchar

Los nios siempre estn dispuestos a aprender de todo, el problema es cuando los profesores los li-mitan, ya que si no nos queremos ni a nosotros mismos ni a nuestra disciplina, no nos amamos, en-tonces seguramente eso se lo transmitiremos a nuestros alumnos (p. 150). Un psiclogo Peruano demostr que hace falta slo un profesor que confe plenamente en el nio y entonces se abrir en l un camino de autorespeto y reflexin (p. 151). Escuchar, en definitiva, el bilogo lo propone co-mo un acto que puede tener dos dimensiones: por un lado est el a) escuchar escuchndose a s mis-mo, en el cual slo retengo aquello que concuerda con m experiencia y pensamientos, y el resto lo rechazo, y el otro tipo es el b) escuchar escuchando al otro, esto es, preguntarnos en qu dominio y bajo qu coherencias lo que l dice tiene validez (p. 152).

Percepcin e ilusin

Si bien las escuelas se encargan de entrenar a los alumnos para que no cometan errores, bien es cier-to que ste juicio de valor merece ser descrito de otra manera: es un enunciado que uno hace en un dominio de la realidad y que es escuchado y evaluado desde otro dominio de la realidad (p. 153). Visto as el error no tiene que ver con una incoherencia lgica, sino slo con la opinin de alguien, de modo que el alumno aparece no como menos inteligente sino como un igual, ya que, si se sigue el camino de la objetividad sin parntesis, se reconoce que no hay verdad ulterior de modo que todo operar relacional es reconocido como vlido en su dominio, sin fracasos ni errores (Ibd).

Afirmo que en el momento de la experiencia es imposible distinguir entre percepcin e ilusin () una ilusin es una experiencia que uno considera vlida hasta que es invalidada por otra experien-cia () por ende, nunca sabemos si lo que estamos viendo o afirmando es algo real (pp. 154-155). En otras palabras, la ilusin slo aparece cuando cierta experiencia se invalida en relacin con otra experiencia. Pero no podemos saber si toda nuestra existencia es ilusin ya que para ello necesita-ramos un referente ulterior al que no tenemos acceso.

En definitiva, extraa vez se cometen errores ya que vivimos en las coherencias del devenir de a-coplamientos estructurales y de existir no son un fracaso, esto es, algo negativo con respecto a una realidad independiente del observador, sino slo un juicio que nace de una reflexin post facto por un observador que vive en el lenguaje (156).

Todos los seres humanos son igualmente inteligentes

Tomando la inteligencia como capacidad de variar la propia conducta en un mundo cambiante o transformar el actuar de manera adecuada (p. 157) entonces podemos decir que el slo hecho de vivir plsticamente en coordinaciones de coordinaciones conductuales nos hace seres inteligentes.

DEL SER AL HACERlos orgenes de la biologa del conocer

III

HISTORIA DE UNA TEORA

I. COMIENZOS E INSPIRACIONES( 161-171)

Conocimientos de un nio

Lo que me marc decididamente fue mi madre () (un da nos dijo) nios!, nada en s es bueno o malo. Una conducta puede ser adecuada o inadecuada, correcta o equivocada. Ustedes son respon-sables de decidir qu es lo que corresponde cada vez (p. 161). Lo interesante de esto es que apela a la comprensin de la dinmica relacional en que uno est inmerso a modo de actuar libre y aut-nomamente en cada ocasin. Nada es absoluto y justamente por ello tenemos la posibilidad de optar y decidir. En general (en palabras de profesor Maturana) puedo decir que en realidad crec en una familia matrztica donde pude desarrollar mi autoestima y confianza en m mismo (p. 163). Como nio quera entender la muerte, por lo que tena que tratar de entender lo vivo, porque la vida y la muerte estn intrnsecamente ligadas y entretejidas (Ibd). As fue como en 1948 me matricul en la facultad de medicina de la universidad, pero al mismo tiempo me interes por la antropologa, la etnologa, y muchos otros campos (p. 164).

El dinosaurio de sangre caliente

En 1954 recib la beca Rochefeller y trabaj con el profesor Young (Ibd). All fue donde el bilogo propuso su teora acerca de que los dinosaurios eran de sangre caliente. Si bien sus compaeros se rean, el profesor Young siempre estuvo interesado en su opinin y le abri espacios de reflexin necesarios para desarrollar un pensamiento autnomo, serio y responsable (p. 165).

Ms tarde lleg al MIT (Massachusetts Institute of Technology) por medio del neurofisilogo Jerry Lettvin, donde hizo experimentos sobre la visin que revolucionaron las opiniones ya establecidas en aquel lugar. All tuvo la oportunidad de escuchar a Marvin Minsky, y a los lderes en inteligencia artificial, quienes proponan el modelo de ser humano como sistema elaborador de informacin y datos. Eso me pareca completamente absurdo. Lo que esa gente hace, pensaba yo, es algo total-mente diferente: crean modelos fenotpicos de un fenmeno biolgico, sin comprender los procesos al interior del sistema que son los responsables de generar y producir justamente ese fenotipo (p. 166). Lo central es no partir de ideas matemticas ya que se encubre lo que se quiere comprender: un formalismo puede despistar y por ende obstaculizar la comprensin exacta de un fenmeno () en cambio, se trata de investigar qu procesos tienen que ocurrir para que en consecuencia se forme algo que luego podamos llamar sistema vivo (p. 167).

Lo que el ojo de la rana le cuenta al cerebro de la rana

En octubre de 1960, en mi propio pequeo laboratorio en el MIT, me ocup de las clulas retinales de una rana (Ibd). All es donde descubri que haban clulas que respondan independientemente de la direccin del estmulo que se le estaba presentando, y otras que slo reaccionaban ante cierto tipo de movimiento especfico; probablemente eso fue lo ms decisivo que descubri en esa po-ca (pp. 168-169). Si bien trabaj con los cibernticos nunca fue influenciado por ellos, ya que pen-saban en una pseudocircularidad ourput/input en base a informacin que llega al sistema segn un feedback desde el entorno, en cambio l se refera a una dinmica circular dentro del organismo (sistema nervioso y autopoiesis), que lleva que este organismo se enfrente al medio como una tota-lidad circular. El encuentro con el medio no rompe la circularidad, sino que se producen cambios estructurales, los que a su vez modifican la deriva de la circularidad () un cambio estructural recproco entre organismo y medio (p. 171). Sin su medio el organismo muere, pero no est deter-minado por l.

Fig. 5: La visin circular del mundo encuentra su expresin simblica en la figura del Ouroboros, una serpiente que se muerde la cola.

II. REGRESO A CHILE(pp. 173-191)

Competir significa depender

El regreso a Chile de Humberto Maturana, en el mismo ao 1960, es motivado por un detalle fun-damental para l: Chile estaba protegido de la competencia dura del quehacer cientfico (p. 173). Al no tener que preocuparse del trabajo de otros, expresa que pudo pensar y reflexionar libremente en modo autnomo y no dependiendo de lo que otros decan mal o bien como fundamento de su propio hacer cientfico.

Ya en Chile escribi un artculo en la facultad de medicina en donde propuso que todo pensamien-to cientfico siempre se basa en dos supuestos fundamentales: haba que partir de la base de que existe una realidad independiente del observador, y que las propias afirmaciones tienen una rela-cin conocible con la realidad, aunque uno quizs nunca est en condiciones de poder compren-derla completamente (p. 175). Pero al poco tiempo, gracias a sus propios experimentos con las palo-mas, se dio cuenta que no se poda establecer relacin entre longitud de onda y actividad retinal, de modo que se vio obligado a dar un vuelco total en su epistemologa. Entonces comenz a defender fuertemente sus propios puntos de vista; cosa que ms tarde cambiara por una actitud neutral.

Consideraciones desde el margen

Entre los aos 60 y 70 Maturana dice haber vivido una experiencia muy enriquecedora. Los estu-diantes se tomaron la facultad de medicina y entonces, durante tres das estuvimos escuchndonos, desarrollando planes comunes de una manera seria y a la vez alegre, y result una cooperacin que finalmente dur todo un mes () a m, esa poca me ense cmo se acta escuchando, cmo en el transcurso de varias sesiones va cambiando la forma de escuchar, y en qu momento puede ser oportuno intervenir en una discusin (p. 177). Adems desde pequeo nunca form parte de ningn partido de ningn tipo, ya que de cierta forma siempre he estado al margen () debera describirme como una especie de parsito (p. 178). El mejor lugar donde se encontraba era en su propia autonoma como un outsider: en el respeto por m mismo. La ventaja con respecto al insider es que ellos siempre sienten que deben defender principios o ideologas, en cambio l se senta en posibilidad de poder reflexionar libremente (p. 179). Comenta que quien se mantenga al margen como observador distanciado debe tener la capacidad, desprejuiciada, de tener una mirada triple: i) al interior del sistema, para detectar sus componentes y las interrelaciones de estos, ii) consciente de cmo se presenta el sistema completo en el dominio de las interacciones y iii) adems enterado de cmo ste dominio a su vez se comporta en relacin con el dominio de las operaciones internas de un meta-dominio (Ibd). No se trata de hechos objetivos, sino de observaciones adecuadas: se debe estar entre medio de lo indiferente y lo apasionado. La clave est en no dejarse llevar por las pro-pias ambiciones ni por el deseo de un resultado determinado. Gracias a esa actitud, el observador estar en condiciones de percibir algo, porque el que quiere ver y entender algo debe dejar pri-mero que ese algo ocurra y se manifieste (p. 180).

Fig. 6: "A las palomas, con las que experiment en el laboratorio, les di las gracias. Fue una especie de ritual, una ayuda para m que me permiti mantener la conciencia del propio hacer. Para la muerte de estos animales no haba una justificacin trascendental. No se trataba de la verdad, el progreso cientfico, el bienestar de la humanidad o algo parecido. Lo que inflig a las palomas para entender el sistema nervioso, es responsabilidad ma".El tratado biolgico-filosfico

En noviembre de 1968 Maturana volvi a viajar a Norteamrica pero sta vez con su amigo Heinz von Foerster. All redact su famoso ensayo Biology of Cognition, en el cual leemos su famosa frase todo lo que es dicho, es dicho por un observador. All se buscaba expresar que no hay forma de separar lo hablado del hablante ya que el observador necesariamente es la fuente de todo (p. 182). Pero no fue fcil para otros comprender la manera en que l escriba, ya que una nueva forma de pensar tambin exige nuevas formas de hablar y de escribir (p. 183). Humberto conoci a Foerster no de forma intelectualmente compleja, sino compartiendo de forma ldica y alegre el margen de una conferencia (p. 184). Ms tarde particip de ms conferencias y trabaj con una serie de alum-nos de su nuevo amigo.

Sabidura sistmica

Heinz von Foerster entiende los sistemas de manera muy profunda. Capta su matriz y detecta los vacos y brechas del sistema que no estn afectados por la matriz. En estos vacos es capaz de mo-verse con total soltura y perfecta seguridad en s mismo, y en caso necesario tambin hacerse invi-sible (p. 185). All su amigo le ense no slo cmo funcionan los sistemas sino adems que para operar sobre ellos se debe tener confianza y plena seguridad en el propio hacer.

Ms tarde, al volver a Chile, apoy a Francisco Varela que vena de terminar su doctorado y juntos comenzaron a trabajar sobre el fenmeno de la circularidad operacional de lo vivo. Antes de aven-turarse en formalizaciones, se dedican verbalmente a tratar sobre el tema de lo vivo y all es donde resulta el libro De mquinas y seres vivos (p. 187). Aunque all es cuando Maturana deja en claro que, si bien Varela crea que el teln poltico de fondo fue crucial para el desarrollo del concepto de autopoiesis, a saber, revolucin absoluta para el mundo cientfico, para l las influencias y opinio-nes del entorno no fueron importantes, ya que slo se trataba de responder las preguntas que tena desde que era nio (Ibd). Explica que su proceso fue inverso: no es la sociedad la que le permite crear, sino su propia creacin la que le permite generar entendimiento sobre la sociedad (p. 188).

El cerebro de un pas

Ms tarde, durante el gobierno de Allende, Fernando Flores, en ese momento actual ministro de e-conoma y hacienda, y ms tarde vocero oficial del gobierno, trabaj junto a Stafford Beer y dice haber sido, adems, fuertemente influenciado por Maturana. Pero ms tarde el proyecto de crear un sistema ciberntico de organizacin social de Flores fracas. En su inicio la idea era generar un modelamiento matemtico que permitiera responder de forma controlada ante cualquier tipo de e-ventualidad, pero lamentablemente, como ms tarde comentara Foerster, no exista el modelamien-to adecuado en ese momento para simular o prevenir catstrofes (p. 191).

III. EXPERIENCIA DE DICTADURA(pp. 193-210)

El origen de los puntos ciegos

El 11 de septiembre de 1973 los golpistas de Pinochet toman el poder, Salvador Allende es derro-cado y Fernando Flores enviado a la crcel. Maturana entonces llam a su amigo Foerster y le pidi ayuda, pero de modo que estar hablando del sistema nervioso como cerrado no lo hizo pasar a for-mas parte del meinstream de la ciencia, es que a su amigo le cost mucho conseguir invitaciones desde otros sitios. Para cuando haba conseguido cmo sacarlo del pas, el chileno ya haba deci-dido quedarse (p. 193). El principal motivo por el cual, luego de serias cavilaciones sobre el tema, l decide quedarse es que si todas las persona con ideas democrticas abandonan el pas, pronto ya no habr memoria de una cultura democrtica y de otra poca distinta y mejor (p. 194). Toda per-sona mayor se prestaba como un tesoro para ese momento, fue en esa circunstancia que el profesor hizo un pacto con colegas para permanecer en Chile; y no lo rompi (Ibd).

Foerster sobrevivi a los campos nazi de concentracin, motivo por el cual Maturana se interes mucho por entender la lgica interna de las dictaduras, y sta era su oportunidad. Una vez su amigo le dijo mientras ms diferenciado es un sistema, mayor es la posibilidad de burlarlo (Ibid). Descubri entonces que la esencia est en quitarle a las personas la capacidad de observar, por tanto de distinguir, de modo que ya no se puede transformar las circunstancias segn deseos ya que no se es testigo de qu est ocurriendo. Lo sucedido es negado y desmentido sistemticamente por los res-ponsables. Y es posible que uno diga que son humanos y que ningn humano podra actuar con tan-ta bestialidad. Los supuestos humanistas son entonces el motivo de la ceguera: lo protegen a uno del horror (p. 195).

La ideologa de los militares

No hubo plataforma ideolgica en la dictadura chilena, en comparacin a la alemana, de modo que no se busc convencer a las masas o implantar pensamientos, sino slo imponer leyes mediante vio-lencia y fuerza. Si bien en Chile no se poda criticar el rgimen pblicamente, al margen uno poda pensar y ensear lo que uno quisiese (p. 196). Pinochet utiliz la situacin blica creada por l mismo para justificar la violacin a los derechos humanos, nos cuenta Maturana. Adems, muchos se enriquecieron econmicamente con dicho gobierno, de modo que no se poda decir que toda la poblacin estaba en contra.

Aquellos que formaron parte de procesos de dictadura parecen extraar mucho la democracia. Ma-turana piensa que no existe contradiccin entre el individuo y la sociedad, que no debemos esperar que la convivencia sea idealmente perfecta, y que no debemos sucumbir ante el deseo de querer im-poner nuestros propios puntos de vista a los dems (p. 198).

La impotencia del poder

El poder nace de la obediencia (p. 199); esa es la idea que nos comparte Maturana acerca de su pensamiento sobre el origen de la coercin y la dictadura. El poder, nos dice, es la consecuencia de un acto de sumisin que depende de las decisiones y estructuras del que se somete () si un dicta-dor o cualquier persona me apunta con su fusil y me quiere obligar a ejecutar cierto acto, yo soy quien tiene que decidir: quiero darle poder a esa persona? (pp. 198-199).

Sostengo que uno siempre hace lo que quiere, aunque afirme que en el fondo est actuando contra la propia voluntad y por obligacin (p. 199). En sta afirmacin el bilogo se juega una opinin im-portante, ya que afirma que incluso quienes hacen lo que no les gusta lo terminan haciendo por sus consecuencias, es decir, por gusto y nada ms. Luego nos da un ejemplo: si se nos obliga a matar a otro, lo que est en juego es nuestra propia vida, de modo que si matamos al otro ser para salvar nuestra vida, aunque no nuestra dignidad (p. 200). Pero entonces hay vctimas? Una vctima se desprecia a s misma porque dio poder a otro y en un acto de sumisin neg su autonoma (Ibd). Aunque parezca invisible, all tambin se ha entregado poder.

Mantener la autoestima

Es importante entonces no perder la vida por un herosmo, ni tampoco culpar a quienes se someten: se debe abogar por un mximo de consciencia en relacin con el poder. De esa manera de podr fingir, esto es, aparentar una emocin sin tenerla (y de esa manera) uno se mantiene como un ob-servador que guarda una distancia interior y que algn da volver a actuar de otra manera. Signi-fica que la capacidad de percepcin del que est fingiendo no se destruye; que su autoestima y dig-nidad permanecen intactas (p. 202). De otra forma estaremos ciegos o seducidos: seremos tenta-dos por la idea del poder (del control incontrolado), de creernos ms especiales moralmente que otros (p. 203).

IV. MUNDOS DE LA CIENCIA(pp. 211-222)

El paradogma

Desde la primera publicacin de Maturana en 1974, bajo el apoyo de Heinz von Foerster, en la re-vista Biosystems, la incomprensin del pblico no se dej de expresar. Algunos lo trataron de en-fermo, otro de loco, pero l comenta que ello no fue decisivo ni tuvo mucha importancia sobre lo que pensaba, ya que nadie llegaba a objeciones concluyentes, de modo que consider su argumento como algo epistemolgicamente impecable (p. 211). Si bien, como dira Mitterer, el paradigma reinante tena, y tiene, forma de paradogma, esto nunca lo afect ya que l expresa no sentirse re-volucionario ni parte de ninguna new age (p. 212), la opinin de los dems entonces se volvi se-cundaria. La idea, expresa, es simplemente entregar algo sin errores lgicos, da igual si a veces se forme parte de la filosofa y de otras de la ciencias.

Entonces frente a la pregunta cmo se describira usted mismo?, responde, quizs lo ms cercano sera considerarme como un filsofo humanista, el cual provisto del conocimiento de la poca moderna vuelve nuevamente a la etapa previa a la separacin de ciencias naturales y filosofa (p. 213).

Entre filosofa y ciencias

La idea de Maturana es siempre mantener la coherencias con lo emprico, fundamentar una expe-riencia mediante las coherencias de la misma experiencia, y en ese sentido es cientfico, ya que l define que el otro bando se dedica a defender principios e ideas, a los cuales denomina como fil-sofos, y en ese aspecto no se siente identificado en lo ms mnimo (pp. 213,215). Por ello es que cualquier similitud que se podra encontrar con teoras de otros sujetos, como por ejemplo Kant, no es ms que coincidencia, hay en ese punto particular una interseccin, pero en todo lo dems en lo que respecta al argumento se estructura de manera completamente distinta (p. 216).

Observaciones de un observador

Si bien desde afuera (la opinin de un observador) se nos pueda decir que Maturana pasa por tres etapas fundamentales (i) bilogo, ii) bioepistemlogo y iii) biotico) l mismo dice no estar de acuerdo en que esto sea tan tajante como parece. En cambio, l afirma que, simplemente, siempre anduvo con un sets de preguntas bajo el brazo, y que siempre tenan relacin con lo vivo y lo muer-to (p. 217). Si bien parezca que su difcil lectura se basa en abstracciones que parezcan invisibilizar las cosas que quiere expresar, pero en vez de eso l expresa que no son abstracciones cualquiera sino aquellas que han brotado desde las coherencias de lo conocible, ya que el observador especifi-ca los distinguido mediante su propio observar (p. 219).

Puertas de la percepcin

Gregory Bateson, en su lecho de muerte, expres que las pautas para comprensin de lo vivo deban esperarse desde Santiago, de un tal Humberto Maturana. Pero l estaba consciente de las tentaciones que puede sufrir una persona que genera fama, considerada pasajera por lo dems, de modo que siempre trato de mantenerse al margen.

La imagen adjunta, segn la interpretacin de Maturana, muestra los cuatro niveles principales de tentacin: abajo/derecha, en el personaje que hace cario en la mano de Jess, vemos la super-ficialidad (sin compromisos: mantente al margen y vivirs muchos aos); arriba/derecha, a travs de una persona que habla al odo en privado, de-notamos la vanidad (slo aparentemente supera-da); arriba/izquierda, colocando la corona de es-pinas, est la envidia (la disconformidad consigo mismo que lo lleva a compararse con otro); final-mente abajo/derecha, tomando el manto que viste Jess, encontramos la certeza (aquello que impide que uno pueda avanzar).

Fig. 7: La Coronacin de Espinas de Jernimo Bosch El Bosco

DEL SER AL HACERlos orgenes de la biologa del conocer

IV

ETICA DE UNA TEORA

I. BIOLOGA DEL AMOR(pp. 225-239)

Las dos identidades del cientfico

Muchos cientficos creen que su actividad es valricamente neutral. No piensan que sus alcances objetivos lleguen hasta lo tico. Pero Maturana dice no compartir sta opinin. l piensa que la ciencia no es un dominio del conocimiento objetivo, sino un dominio del conocimiento que depende del sujeto y que est definido y determinado por una metodologa que establece las cualidades del que conoce. No es la ciencia pura la que nos habla, sino que son los cientficos quienes nos hablan y que son responsables de sus afirmaciones (p. 225). De este modo se configura la idea de que todo lo dicho por un cientfico es dicho por l y no por una realidad trascendente, de modo que deber hacerse cargo de todos los alcances ticos que se mostraran en el mundo en que vive. Salen a la luz entonces dos identidades distintas: por un lado la tarea de explicar las experiencias (mediante m-todos generativos) y por otro lado una persona que reflexiona sobre las consecuencia de su hacer (p. 226).

As como para otros cientficos el tema central de fondo podra denotarse como responsabilidad social, en el caso de Maturana reconocemos el amor. l nos dice que siempre que observemos una conducta que lleva a que uno aparezca como legtimo otro en coexistencia con los dems, estamos hablando de amor () se trata de una emocin fundamental que podemos detectar en prcticamen-te todos los seres vivos (en especial en los mamferos y humanos), y en el devenir de sus relaciones (226). sta cualidad entonces est dada a priori, pero no como verdad que baj del cielo hacia nuestros cuerpos, sino como resultado del devenir evolutivo que nos presenta una disposicin filo-gentica especfica. En los humanos se manifiesta como aquello que abre la posibilidad de refle-xin y se funda en una forma de percepcin que permite visualizar al otro en su legitimidad (Ibd).

Confianza en la existencia

Una vez Maturana opin en una conferencia que el 99% de las enfermedades, o tal vez el 97%, eran producto de la falta de amor. l propone esto, esencialmente, porque cree que la condicin funda-mental de la existencia es la confianza (p. 228), de modo que la congruencia estructural entre un ser vivo y su mundo se basa en una expresin de sta cualidad; tal es el caso de un bebe al nacer (que confa en que tendr una madre que lo cuidar), de una oruga al salir de su capullo (que confa en que habr suficiente nctar en las flores) o de una semilla que est germinando (que confa en que existir la luz necesaria para poder nutrirse). La dinmica sistmica de un ser humano, si es perma-nentemente negada, se modificar de una manera que destruir la armona general y expondr al cuerpo a exigencias destructivas y a un estrs que llevar a una falta de armona. Lo que resulta es una propensin creciente a contraer infecciones o dolencias somticas y tambin psquicas (Ibd). Y es viendo las cosas de sta manera que nos podremos dar cuenta, explica el bilogo, el por qu la ambicin, la desconfianza, la competitividad y el exceso de castigo, como continua negacin del otro en convivencia, constituyen una rechazo al amor (p. 229).

Aquel lugar donde haya democracia habr amor, ya que existir la posibilidad de conversar, discu-tir y reflexionar en comunidad, y de trabajar entre todos en una tarea que tiene significado para distintas personas () (entonces) uno no tiene que disculparse por su existencia o por sus expe-riencias, sino que existe un mbito de cooperacin de carcter social (p. 230). Pero l advierte que ste no es un llamado a luchar por el amor, es decir, tomar partido por el amor y estar en contra de quienes no viven en l, sino slo a vivirlo y esperar que el otro tambin quiera tomar partido: por eso no predico el amor, no formulo mandamientos y no recomiendo nada, ni el amor ni la indifere-ncia, ni la amabilidad ni el odio, pero digo que sin amor no hay fenmenos sociales, no hay rela-ciones sociales ni vida social () (ya que) la emocin que constituye la vida social no es el odio, el egosmo o la codicia, no es la competencia o la agresin, sino el amor (p. 231). Si en un grupo de personas no encontramos que sus relaciones se basen en amor, entonces no hay sociedad; ese es el corolario que podemos extraer de sus palabras.

Sistemas sociales

Desde mi punto de vista no hay contradiccin entre el individuo y lo social, ya que una sociedad es una multitud de individuos que conviven sobre la base de una emocin fundamental (p. 232). Dese all podemos ver cmo Maturana nos comenta que, de ser una sociedad un conjunto de individuos, la autonoma de cada persona es la base para el encuentro de lo social (ya que es un encuentro entre personas), de modo que no podemos pensar que el individuo existe por s slo, ni que es un receptor pasivo permeable que slo digiere lo que la sociedad le entrega para determinarlo. Pueden transfor-marse constantemente, pero eso no quiere decir que pierdan su autonoma sino que simplemente se ponen de acuerdo en el modo de vivir; por ello sociedad es reflexin y no adaptacin.

Exponer que el individuo es poco importante y que su rol como creador de la sociedad es la compe-tencia es mantenerse ciego ante los fundamentos biolgicos de lo humano y slo buscar que la teo-ra calce con el modelo econmico imperante. Eso es desvalorizar al individuo como creador de cultura y sociedad en base a una emocin fundamental comn (p. 234). La tarea del socilogo en-tones debera ser un identificar las emociones fundamentales de las relaciones interpersonales y desde all averiguar cmo se conforma la vida en comunidad (p. 235). Podra diferenciar, por ejemplo, entre el homo arrogans, el homo aggresans y el homo amans y, desde all, ver cul es la emocin que funda al homo sapiens sapiens como animal que vive en el lenguaje.

Concluimos entonces que, para ste bilogo, la fuerza determinante de las estructuras sociales es la emocin y no la razn, entendiendo emocin como disposiciones hacia la accin (Ibd). Tanto es as, que Maturana nos comenta que l piensa que todo fundamento racional descansa sobre uno no racional, aquello que podramos llamar las preferencias. Si bien tratamos de justificar nuestra forma de pensar eso siempre viene a posteriori, ya que en el momento fue la emocin la que nos condujo por dicho camino. Dira que los seres humanos son animales emocionales que utilizan su intelecto y su razn para negar emociones o para justificarlas (Ibd). Pero, aclara, no es un llamado a la desva-lorizacin de la razn, si no a la bsqueda de un equilibrio: si bien es la emocin la que funda todo actuar slo mediante el lenguaje es que nace la consciencia de responsabilidad y, junto con ella, la tica (p. 236).

tica sin moral

Extraemos de lo anterior que toda solucin para un conflicto social no nace del uso para con ella misma, sino como lenguaje que busca manejar emociones. El fin del problema llega cuando ambos logran pararse desde la misma base emocional, sin miedo a las diferencias. Deben hacer de ambos dominios uno solo.

Luego aparece una aclaracin importante: la biologa no nos dice lo que debemos hacer, y como bilogo, y por ende como cientfico, no le digo a nadie cmo debera actuar, eso sera un malen-tendido. En la naturaleza nada es bueno o malo. Las cosas son. Recin en el dominio humano de la justificacin o el rechazo de una conducta determinada o sea, cuando se trata de nuestras pre-ferencias respectivas aparecen atributos y distinciones valricas como lo bueno y lo malo () como bilogo, por ejemplo puedo afirmar que cuando se interviene el genoma se producen mons-truos. Pero eso no quiere decir que llame a la manipulacin gentica o que advierta contra ella, sino que simplemente estoy describiendo las consecuencias que resultan de un acto. Y cada uno tiene la libertad de decidir (p. 237). Lo que l busca finalmente no es hacer proselitismo del amor, sino describir y argumentar por qu piensa que el amor es el fundamento de las relaciones sociales. No pretende generar imperativos morales sobre el cumplimiento del amor ya que de ser as, nos comparte, estaramos justificando el mero seguimiento de reglas externas sin reflexin ni toma de consciencia del otro, en cambio de proponerse las consecuencias y exponerlo de forma no auto-ritaria, se permite el espacio en el cual cualquier persona puede comenzar a pensar en el otro y no en declogos o mandatos () la tica se funda en el amor (p. 238). Si hay algo que deseamos que sea, ha()slo itaria, se permite el , haensar en el otro y no en decnsecuencias y exponerlo de forma no autoritaria, se permite el gmoslo (p. 239).

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