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SOBRE EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA DEL para muchos fieles en orden a cumplir la referida ley del ayuno y abstinencia. ... sangre redentora. ... rey de verdad, de libertad, de justicia

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D E C R E T OSOBRE EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA DEL

VIERNES SANTO

JUAN JOSÉ ASENJO PELEGRINAPor la gracia de Dios y de la Sede Apostólica Obispo de Córdoba

A lo largo de los siglos, la Iglesia ha conservado la ley del ayuno y abstinenciadel Viernes Santo en recuerdo de la Pasión y Muerte del Señor, y como penitenciapor nuestros pecados que abra el camino de una auténtica conversión.

Al acercarse una vez más la celebración del Viernes Santo, que hemos de vivirunidos a toda la Iglesia con el corazón agradecido ante el amor del Hijo de Diosque murió por nosotros, y con espíritu de oración y penitencia, soy conscientede la dificultad que el modo de la celebración de la Semana Santa en nuestra tierraimplica para muchos fieles en orden a cumplir la referida ley del ayuno y abstinencia.

Por ello, teniendo en cuenta las circunstancias que concurren y la práctica deotras diócesis de nuestro entorno, por el presente DISPENSO del cumplimientode dicha ley en el territorio de nuestra Diócesis por este año. No obstante, exhortoa todos los fieles a que mantengan, si les es posible sin grave incomodidad, elayuno y abstinencia tradicional en esa fecha y, si no les fuera posible, a que realicenalguna obra de caridad con los pobres o cualquier otra obra de penitencia.

Córdoba, catorce de febrero de 2008.

+ Juan José Asenjo PelegrinaObispo de Córdoba

Por mandato de S.E.R.Joaquín Alberto Nieva García

Canciller Secretario General

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SEMANARIO DIOCESANO DEINFORMACIÓN Y FORMACIÓN

CRISTIANA

Director:José Juan Jiménez Güeto

Redactoras:María José Atienza de Amores

Bárbara Castro García

Maquetación:Blas Fco. Benítez Murillo

Colaboradores:Rafael Lucena VillarrealEleuterio Ortega OrtegaJoaquín Sánchez Pérez

Edita:OBISPADO DE CÓRDOBA

ISSN 1699-2806Depósito Legal: CO-1752/04

Imprime: IMPRESIONES GUADAJOZTirada: 13.000 ejemplares

DONATIVO 0,10 EUROS

Redacción:OBISPADO DE CÓRDOBA

Amador de los Ríos 1 • 14004 CÓRDOBATel.: 957 498 065 • Fax: 957 498 066

e-mail:[email protected]

página web:www.diocesisdecordoba.com

Domingo de Ramos • Día 16, a las 11: 30h.Bendición de las Palmas y Ramos deOlivo en la Puerta del Perdón, yEucaristía. Interviene la Capilla Coral delCabildo Catedralicio.

Martes Santo • Día 18, a las 12:00h.Santa Misa Crismal y Bendición de losSantos Óleos. Interviene el Coro delSeminario.

Jueves Santo • Día 20, a las 19:00h.Misa de la Cena del Señor. Interviene laCoral de la Cátedra Ramón Medina yLiceo de Córdoba.

Viernes Santo • Día 21, a las 16:30h.Celebración de la Pasión del Señor.Interviene la Capilla Coral del CabildoCatedralicio.

Sábado Santo • Día 22A las 9:30h.: Oficio de TinieblasA las 22:30h.: Solemne Vigilia PascualInterviene la Capilla Coral del CabildoCatedralicio.

Domingo de Resurrección • Día 23, alas 12:00h.Solemne Misa pontifical y BendiciónPapal. Interviene el Orfeón Cajasur.

2

SUMARIO

LA VOZ DEL PASTOR 3

4

10-12

8

DOMINGO DE RAMOS

lunes, martes y miércoles santo 5

6-7

9

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EStación de penitencia

13-15

SEMANA de pasión

jueves santo

viernes santo

vía crucis

sábado santo

Secciones

el obispo de córdoba

CELEBRACIONES LITÚRGICAS DE LA SEMANA SANTA 2008EN LA SANTA IGLESIA CATEDRAL

Preside el Sr. Obispo de Córdoba y concelebra el Cabildo Catedral

Cristo de marfil, la cruz se levantasobre un templete con una urna enla base que guarda una reliquia deSanta Victoria Mártir, Obispado deCórdoba.

la portada

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UERIDOSHERMANOS YHERMANAS:

Antes de referirme al ob-jeto fundamental de estacarta semanal, quiero dejarconstancia de dos aconte-cimientos que han marca-do la vida diocesana en lasúltimas semanas. El prime-ro ha sido la celebraciónde las III Jornadas Católi-cos y Vida Pública. Comosiempre, han sido una gra-cia de Dios, pues han ayu-dado a los miembros delos grupos y movimientosapostólicos de la Diócesisa crecer en comunión, asentirse Iglesia diocesanay a robustecer su compro-miso por hacer presente aJesucristo y su Evangelioen la vida social sin rubory sin complejos. Esperabauna mayor participaciónde las Hermandades y Co-fradías. Dios quiera quecrezca en las próximas edi-ciones, pues son tambiénasociaciones públicas defieles, muy estimables porcierto en el conjunto de lapastoral de la Diócesis.También ellas están llama-das a anunciar a Jesucristoen la sociedad y en la vidapública cordobesa y a vi-vir la comunión en el senode la gran familia diocesa-na. Sin esta comunión,afectiva y efectiva, su ser,su papel y su quehacer sedesvanecen.

El segundo acontecimien-to ha sido la peregrinaciónde los seminaristas a Romacon ocasión del 425 aniver-sario de la fundación delSeminario de San Pelagio,los 25 años del SeminarioMenor en su nueva etapay el X aniversario del Semi-

nario Redemptoris Mater.Los días vividos en la Ciu-dad Eterna quedarán graba-dos con caracteres indele-bles en los anales denuestros Seminarios. Enellos hemos dado gracias aDios por los muchos donesque a lo largo de tantosaños ha concedido a nues-tra Diócesis, a la que hemosllevado en el corazón. He-mos rezado por ella antelos sepulcros de los Após-toles y nos hemos sentidoconfortados por la palabradel Papa, que además deacogernos con especial ca-riño, ha animado a nuestrosseminaristas “a seguir conentusiasmo su preparaciónal sacerdocio”. Han sidodías de gracia, que siemprerecordaremos.

Estamos en vísperas deSemana Santa. Un año másla Iglesia nos invita a vivircon hondura los misteriosde la Pasión, Muerte y Re-surrección del Señor. Vivirla Semana Santa hoy no esfácil. Son muchos las ofer-tas con que trata de sedu-cirnos la sociedad consu-mista en que vivimos. Porello, vivir hoy con seriedady provecho espiritual estosdías santos es más merito-rio. En el Triduo Pascualvamos a actualizar los mis-terios centrales de nuestrafe. Preparémonos para vi-virlos reconciliándonoscon Dios y con nuestroshermanos en el sacramentode la penitencia. Busque-mos espacios amplios parael silencio, la reflexión y laoración contemplativa.

Agradezcamos al Señorla institución del sacramen-to de la Eucaristía en elJueves Santo y visitémoslocon piedad y fervor en los

monumentos. Vivamoscon gratitud inmensa la li-turgia del Viernes Santo yabramos nuestro corazónpara que la sangre de Cris-to sane nuestras heridas,nos convierta, nos salve ynos libere de nosotros mis-mos y del pecado. Partici-pemos también en la Vigi-lia Pascual. La SemanaSanta no concluye en elCalvario, sino en la maña-na radiante de Pascua, cuan-do Cristo, rotas las cadenasde la muerte, asciende vic-torioso del abismo. Uná-monos al Aleluya exultantede la Iglesia que celebra laresurrección del Señor, laverdad central de nuestrafe, el fundamento más fir-me de nuestra esperanza yla seguridad más cierta deque el objeto de nuestroamor vive, pues su Padrelo ha resucitado.

Acompañemos al Señorcon recogimiento y sentidopenitencial en las procesio-nes de nuestra Semana San-ta, que no son primariamen-te manifestaciones cultu-rales, ni espectáculos de in-terés turístico, sino expre-sión de la religiosidad denuestro pueblo y manifesta-ciones de piedad y fervor.Ni las procesiones, ni lasimágenes, ni sus pasos, nisus tronos suplen la riquezade la liturgia del Triduo Pas-cual. Es más, tienen sentidosi son consecuencia de la

participación fervorosa enla liturgia y la suponen.

Desde esta perspectiva,no celebrarán la SemanaSanta como la Iglesia desea,quienes se limiten a partici-par activa o pasivamenteen las procesiones si no en-tran en el núcleo de lo quela Iglesia celebra y actualiza.De la misma forma, cuan-do las manifestaciones dela religiosidad popular dis-traen de la celebraciónlitúrgica de la Pascua delSeñor o sólo buscan un in-terés turístico, cultural ocostumbrista, se conviertenen mero espectáculo sinentraña, cuando no en unaadulteración de los miste-rios santos que en estosdías celebramos.

Dios quiera que vivamosestos días con autenticidad.Dios quiera que favorezcannuestro encuentro personalcon Jesucristo, que transfor-ma nuestras vidas, si noso-tros nos dejamos transfor-mar por la eficacia de susangre redentora. Ojalá quequien resucita para la Iglesiay para el mundo en la Pas-cua florida, resucite sobretodo en nuestros corazonesy en nuestras vidas. Sólo asíexperimentaremos la verda-dera alegría de la Pascua.

Este es mi deseo para to-dos los cristianos de la Dió-cesis, con mi saludo frater-no y mi bendición. ¡Felizy religiosa Semana Santa!

LA VOZ DEL PASTOR

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La Semana Santa noconcluye en el Calva-rio, sino en la mañanaradiante de Pascua,cuando Cristo, rotaslas cadenas de la muer-te, asciende victoriosodel abismo.

QVivir la Semana Santa

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domingo de ramos

“Estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre vaa ser entregado en manos de los hombres”. Ya hemosentrado en Jerusalén. Por doquier todo son aclamacionesparabienes, y hosannas. Un clamoreo atruena Jerusalén:

“Bendito el que viene en al nombre del Señor. Paz en latierra y gloria en lo alto”.

Esta misma multitud que ahora está todavía aclamandocon su misma boca y voz, dentro de poco tiempo volveráy esta vez no para aclamar sino para vociferar: “¡A laCruz con Él!” ¡Con cuánta razón había dicho el Maestro:

“Si éstos callan, hablarán las piedras”! Así se cumple laEscritura: “Mira a tu Rey que viene”. “Aquí estoy, ohDios, para hacer tu voluntad”.

Domingo de Ramos, pórtico de la Gran Semana.Empieza el drama de Jesús. Hoy le acompaña su tarjetade visita: “Vino a los suyos y no lo recibieron”. La palabrahoy es: Rechazo.

1. “Bendito el que viene en nombre del Señor” (Mc 11, 9).La liturgia del domingo de Ramos es casi un solemnepórtico de ingreso en la Semana Santa. Asocia dos mo-mentos opuestos entre sí: la acogida de Jesús en Jerusalény el drama de la Pasión; el “Hosanna” festivo y el gritorepetido muchas veces: “¡Crucifícalo!”; la entrada triunfaly la aparente derrota de la muerte en la cruz. Así, anticipala “hora” en la que el Mesías deberá sufrir mucho, lomatarán y resucitará al tercer día (cf. Mt 16, 21), y nosprepara para vivir con plenitud el misterio pascual.

2. “Alégrate, hija de Sión; (...) mira a tu rey que vienea ti” (Zc 9, 9). En cierto modo, Jerusalén puede consi-derarse la ciudad símbolo de la humanidad. Resuenanconsoladoras las palabras del profeta Zacarías: “Alégrate,hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey queviene a ti justo y victorioso, modesto y cabalgando enun asno. (...) Romperá los arcos guerreros, dictará lapaz a las naciones” (Zc 9, 9-10). Hoy estamos de fiesta,porque entra en Jerusalén Jesús, el Rey de la paz.

3. Entonces, a lo largo de la bajada del monte de losOlivos, fueron al encuentro de Cristo los niños y losjóvenes de Jerusalén, aclamando y agitando con júbiloramos de olivo y de palmas.

Hoy acogemos con fe y con júbilo a Cristo, que esnuestro “rey”: rey de verdad, de libertad, de justicia yde amor.

4. La paz es don de Cristo, que nos lo obtuvo con elsacrificio de la cruz. Para conseguirla eficazmente, esnecesario subir con el divino Maestro hasta el Calvario.Y en esta subida, ¿quién puede guiarnos mejor que

Sentido del día

SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II, PAPAExtracto de la homilía del Domingo de Ramos

XVIII Jornada Mundial de la Juventud (13-IV-2003)

María, que precisamente al pie de la cruz nos fue dadacomo madre en el apóstol fiel, san Juan? Para ayudara los jóvenes a descubrir esta maravillosa realidad espi-ritual, elegí como tema del Mensaje para la Jornadamundial de la juventud de este año las palabras de Cristomoribundo: “He ahí a tu Madre” (Jn 19, 27).

5. “He ahí a tu Madre”. Jesús os dirige estas palabrasa cada uno de vosotros, queridos amigos. También avosotros os pide que acojáis a María como madre “envuestra casa”, porque “ella, desempeñando su ministeriomaterno, os educa y os modela hasta que Cristo seaformado plenamente en vosotros” (Mensaje, 3).

6. “Realmente, este hombre era el Hijo de Dios” (Mc15, 39). Hemos vuelto a escuchar la clara profesión defe del centurión, “al ver cómo había expirado” (Mc 15,39). De cuanto vio brota el sorprendente testimonio delsoldado romano, el primero en proclamar que ese hom-bre “era el Hijo de Dios”.

Señor Jesús, también nosotros hemos “visto” cómohas padecido y cómo has muerto por nosotros. Fiel hastael extremo, nos has arrancado de la muerte con tu muerte.Con tu cruz nos has redimido.

Tú, María, Madre dolorosa, eres testigo silenciosa deaquellos instantes decisivos para la historia de la salvación.Danos tus ojos para reconocer en el rostro del Crucifi-cado, desfigurado por el dolor, la imagen del Resucitadoglorioso.

Comentario homilético«¡Bendito sea el que viene ennombre del Señor!» (Mc 14, 1 – 15, 47)

MARCELINO PRIEGOArcipreste de Transbetis-Sector Sur

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lunes, martes y miércoles santo

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De Jerusalén nos hemos ido a Betania.Allí con Lázaro, María y Marta se hacemás llevadero el drama que se avecina.Siempre la hospitalidad y el calor de laamistad fueron un buen lenitivo para unCorazón herido. Siempre un poco deperfume puso aquel buen olor junto a lallaga que hervía y junto a la triste amar-gura de la traición que venía.

Lunes Santo de la Unción, Vísperas dela traición. Hoy las palabras que mandandecir y escuchar también son: Hospitali-dad, Lealtad y Amistad. Se vuelve acumplir la Escritura: “El que me ha en-viado no me deja sólo, siempre está juntoa mí, porque yo hago lo que le agrada”.

En el aire una pregunta: “Señor, ¿quién es?”. La curio-sidad del amigo que no se aleja mucho del Corazón deCristo. Presiente con Él, la tradición y el abandono. Enel mismo ambiente otra pegunta: “Señor, ¿a dónde vas?”.Ésta tuvo una respuesta: “A donde yo voy, ya irás tú”.

Por una vez se juntaron Cobardía y Traición. Dieroncomo resultado la Ruina y Perdición. Ruina por sercobarde. Perdición por ser traidor; pero, al final a cadacual juzgará Dios. Martes, como siempre, muy dentrode la Pasión. La tensión aumenta y crece, y a la vez,también avanza Cristo en su afán de perdón. Casisiempre en Martes Santo se hace la Misa Crismal. QueDios tenga compasión de éstos indignos siervos queúnicamente desean, a pesar de sus miserias, servirlo decorazón.

Hoy la palabra invitada a nuestra mesa y reunión esla de Fidelidad. ¡Hasta la muerte, Señor!

En Jerusalén de nuevo, preparativos de Pascua, lasinstrucciones se cumplen y la mesa se prepara. Todoestá casi dispuesto: mantel, cordero y ensalada. Estála tarde cayendo, todo son prisas sin pausas, que elMaestro quiere y bien que todo esté preparado.

“¡Hágase tu voluntad!”. Siempre fue su cantinela.¿Cómo se le va a olvidar en esta noche señera? Get-semaní está cercano y con él la gran tristeza: la deverse abandonado a la vez que traicionado, tan soloen su soledad que no deja de rondarle aquella otracanción: “Uno que me va a entregar está mojandoen mi plato; más bien le hubiera valido no habernacido al malvado”.

Si buscamos otra palabra que acompañe al MiércolesSanto, muy bien que podría ser: Hágase tu voluntad,aunque nos cueste aceptarlo; porque haciendo lo queÉl quiere se hace lo que es de su agrado.

Lunes Santo

Martes Santo

Miércoles Santo

MARCELINOPRIEGO

MARCELINOPRIEGO

MARCELINOPRIEGO

SIMON VOUET, «LO QUE VAS A HACER, HAZLO PRONTO»,LA ÚLTIMA CENA (DETALLE), 1615-20

CARAVAGGIO, PRENDIMIENTO DE CRISTO, C. 1598

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estación de penitencia

Nuestra Semana Mayor del calenda-rio es, sin lugar a dudas, distinta dela de otros lugares de nuestra geogra-fía española. Porque es un prodigiode Fe y entusiasmo, que se vive deuna manera especial. Se dice de laSemana Santa castellana que conme-mora la Pasión y Muerte de Cristo.Nosotros, por el contrario, celebra-mos la Resurrección. Y la Resurrec-ción, es alegría. Alegría, porque Cris-to no se quedó en la muerte, sinoque resucitó para redimir a los hom-bres del pecado. ¿Qué sería de loshombres si Cristo no hubiera muertoy resucitado para redimirlos? Y ¿quéhubiese pasado con la Semana Santa?Por todo ello, los andaluces expresansus sentimientos con la alegría desus cantes populares y de sus poemasflamencos. De ahí, que en la Consa-gración del Pan y del Vino, Cristonos dio la posibilidad de comer suCarne y beber su Sangre, para quede una forma muy especial vivamosprofundamente nuestra Fe y goce-mos de la alegría infinita, de tenersu real presencia en nuestros corazo-nes.

Semana Santa, concentración decolor y luz, sentimientos y amor,que sólo los ojos del alma, ayudadospor los del cuerpo, pueden sentir yel que suscribe se ve incapaz de ma-nifestar sus sentimientos con la pro-fundidad que la Semana Mayor y laDiócesis Cordobesa merecen.

¡Semana Santa de Córdoba!¡Cuántos recuerdos acuden ami mente y cuántos han sidolos vividos a lo largo de losaños! Se dice, y en la ma-yoría de las veces se afirma,que “recordar, no sin ra-zón, es volver a vivir”.Cuántos y cuántos re-cuerdos, ya casi olvidadospor el transcurso del tiem-po!

Sin embargo, quien escribeestas líneas es consciente de queen los tiempos actuales existen vocesque pregonan que estas manifestacio-nes de la Religiosidad Popular son

de otro tiempo, herencia de gentecargada de años. Pero la realidad esque quienes así se expresan, descono-cen sin duda que si le levantásemosel cubrerrostro a los miles de cofra-des que año tras año forman partede los cortejos procesionales, nosencontraríamos con jóvenes, mujeresy hombres, con rostros sudorosos,portadores de una fe y convicciónprofunda en lo que están haciendoy que el día de mañana transmitirána sus descendientes. O bien, las lágri-mas en forma de cascada cuandocaen por sus caras al observar el paso

acompasado de un Cristo Crucifica-do o una Virgen Dolorosa bajo suPalio. O tal vez, la oración dirigidaa Cristo y María de los costaleros/asque caminan codo con codo con elhermano/a para que éste no sufrapor el esfuerzo realizado.

Permitid pues a este cofrade, quecon brevedad les muestre una pro-funda radiografía de lo que sienteen su interior cada Domingo de Ra-mos, cuando realiza su estación depenitencia acompañando a sus Titu-lares por las calles de Córdoba. Unaño más se repite la historia, perocon matices diferentes, resultandobien distinta.

Un año más, esposa e hijos prepa-ran con mimo la próxima salida pro-cesional. Para ello, tratan por todoslos medios que la víspera del Domin-go de Ramos esté todo a punto–túnicas, cíngulos, guantes, zapatosnegros, costal, morcilla, faja, papele-tas de sitio...–.

Con la ilusión renovada, nos acos-tamos llenos de inmensa alegría, de-seando que amanezca para que llegueel gran instante de la salida procesio-nal. No sin antes haber estado des-pierto toda la noche pendiente delcielo. Y llegó el gran día. Ese día tanespecial para los cofrades. Ese díaque todos añoramos y que cada añovivimos intensamente.

Me he criado en el mundo cofradey siempre, a lo largo de los tiem-

pos, siento la emoción y eltemblor en todo mi cuerpo

cuando visito por la mañanala Parroquia de San Fran-cisco y San Eulogio y mecruzo con la profundamirada de Jesús de laOración en el Huerto.Siento el dolor del SeñorAmarrado a la Columna y

quedo sin aliento al con-templar la cara angelical de

María Santísima de la Cande-laria.

Más tarde, llegaré a casa para repo-ner fuerzas e inmediatamente volveréen compañía de mis hijos al templo

Deber cumplido

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estación de penitencia

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franciscano, para cumplir con micondición cofrade, con un únicoobjetivo: ser testigo de Jesús de laOración y tratar de ser portador desu mensaje.

Una vez en el interior de la Iglesia,me acerco a María Santísima de laCandelaria para observar de cerca sualegre tristeza. Y es que Ella, comopor arte de magia, convierte su tris-teza en alegría, porque un año más,sus hijos acuden a su convocatoria.

La Iglesia está oscura; el diputadode estación de penitencia anuncia lahora de salida. Es el instante en quelas puertas de San Francisco se abrende par en par y el sol ilumina consus rayos los hábitos verdes y blancosde los hermanos/as nazarenos/as.Los costaleros inician su andaduracon mimo para que no pase de no-sotros el Cáliz de Agonía; para quepodamos aliviar el dolor del Cristoazotado y disfrutar de la eleganciay belleza de la Reina de la Ajerquía.

El cortejo penitencial sube pri-morosamente por la calle de la Feriaen olor de multitudes, teniendo comocompañía la fragancia del azahar delos naranjos y la musicalidad de laAgrupación de Nuestro Padre Jesúsde la Redención. Tras ésta, los secto-res nazarenos del paso de NuestroSeñor Amarrado a la Columna y losde María Santísima para recorrer laCarrera Oficial. Es el momento enque todo el cuerpo está tenso y elvello de punta, pues las notas musi-cales de la marcha “Oración” subenhacia el cielo con el rezo de los her-manos/as que con toda solemnidadvan rezando el Santo Rosario. Almismo tiempo, y desde las aceras, unpueblo da rienda suelta a sus verda-deros sentimientos. De ahí que vea-mos a una niña con cara de asombro;una mujer con lágrimas en los ojos;un joven con cara de desconocimien-to y un hombre con la vista perdida.

Salida la cofradía de la CarreraOficial, se dirigirá por las calles an-gostas del casco antiguo de Córdoba,desembocando en las grandiosas mu-rallas de la Santa Iglesia Catedraldonde podremos contemplar, en estetramo del recorrido, la iluminadamole catedralicia sirviendo de telónde fondo, mientras resuenan en nues-

tros oídos los sones de los tamboresque acompañan al paso.

Y mientras la solemne procesiónse adentra en las calles cercanas altemplo, alguien del gentío lanzará alviento ese canto hecho oración quees la saeta. ¡Saeta! Plegaria del pueblo.Plegaria honda desde las mismas en-trañas. Grito que llega hasta las estre-llas en los días sacros de la SemanaSanta. Dolor de los hombres para eldolor de Cristo. Quejío del almaandaluza para el martirio de María.Y es que la saeta es hoy la sal de lasestaciones penitenciales en la SemanaMayor del calendario. Delirio delfervor popular. Expresión admirabledel sentir de nuestro pueblo.

La saeta es el cenit de la SemanaSanta, cantada por los hombres delcampo. Hombres con callos en lasmanos por las duras faenas. Con mu-cho sudor en la espalda. Hombresque saben de fatigas y luchas. Buenagente. Amigos de la alegría y de lataberna. Hombres llanos y sencillos.Admiradores del cante jondo y de lacopla. Y en el cante, la saeta es la

reina de la copla en los días santos.La saeta florece en cualquier rincón,calleja o plaza. A la saeta llegan loslatidos de profundas inquietudes delpueblo andaluz.

Pueblo que abarrota el Compás deSan Francisco, que enfervorecidoaplaude el último esfuerzo de loscostaleros, a los compases de la Mar-cha Real. Y los titulares, poco a poco,van entrando al interior del templo.Pasados esos momentos, y una vezdespojado del hábito nazareno, dirijomi mirada a la plaza, donde la gentesigue expectante como no queriendoagotar el Domingo de Ramos. Y loshermanos, habiendo cumplido sumisión, volverán a sus casas con elrecuerdo de lo vivido y tendrán maña-na algo muy hermoso que contar asus amigos y compañeros, grabándo-seles, un poco más si cabe, en suscorazones una nueva estación peni-tencial y, sobre todo, la satisfaccióndel deber cumplido.

FRANCISCO PÉREZ JIMÉNEZHermano de la Oración

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jueves santo

1. En la víspera de su pasión y muerte, el Señor Jesúsquiso reunir en torno a sí, una vez más, a sus Apóstolespara dejarles las últimas consignas y darles el testimoniosupremo de su amor.

2. Mientras están cenando, Jesús se levanta de la mesay comienza a lavar los pies a los discípulos. Pedro, alprincipio, se resiste; luego, comprende y acepta. Tambiéna nosotros se nos invita a comprender: lo primero queel discípulo debe hacer es ponerse a la escucha de suSeñor, abriendo el corazón para acoger la iniciativa desu amor. Sólo después será invitado a reproducir a suvez lo que ha hecho el Maestro. También él deberá

“lavar los pies” a sus hermanos, traduciendo en gestosde servicio mutuo ese amor, que constituye la síntesisde todo el Evangelio (cf. Jn 13, 1-20).

También durante la Cena, sabiendo que ya habíallegado su “hora”, Jesús bendice y parte el pan, luegolo distribuye a los Apóstoles, diciendo: “Esto es micuerpo”; lo mismo hace con el cáliz: “Esta es mi sangre”.Y les manda: “Haced esto en conmemoración mía” (1Co 11, 24-25). Realmente aquí se manifiesta el testimoniode un amor llevado “hasta el extremo” (Jn 13, 1). Unavez más se pone de relieve la “lección” que debemosaprender: lo primero que hemos de hacer es abrir elcorazón a la acogida del amor de Cristo. La iniciativaes suya: su amor es lo que nos hace capaces de amartambién nosotros a nuestros hermanos.

3. “Haced esto en conmemoración mía” (1 Co 11, 24).La “memoria” que el Señor nos dejó aquella noche serefiere al momento culminante de su existencia terrena, esdecir, el momento de su ofrenda sacrificial al Padre por SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II, PAPA

Extracto de la homilía del Jueves santo del año 2003

amor a la humanidad. Y es una “memoria” que se sitúaen el marco de una cena, la cena pascual, en la que Jesússe da a sus Apóstoles bajo las especies del pan y del vino,como su alimento en el camino hacia la patria del cielo.

¡Misterio realmente grande es la Eucaristía! Misterio“incomprensible” para la razón humana, pero sumamente

luminoso para los ojos de la fe. La mesa del Señor en lasencillez de los símbolos eucarísticos –el pan y el vinocompartidos– es también la mesa de la fraternidadconcreta. Todos los que participan en la celebracióneucarística no pueden quedar insensibles ante las expec-tativas de los pobres y los necesitados.

4. Hoy estamos todos invitados a celebrar y adorar,hasta muy entrada la noche, al Señor que se hizo alimentopara nosotros, peregrinos en el tiempo, dándonos sucarne y su sangre. La Eucaristía es un gran don para laIglesia y para el mundo.

5. Te damos gracias, Señor, que en la Eucaristíaedificas, congregas y vivificas a la Iglesia. ¡Oh divinaEucaristía, llama del amor de Cristo, que ardes en elaltar del mundo, haz que la Iglesia, confortada por ti,sea cada vez más solícita para enjugar las lágrimas delos que sufren y sostener los esfuerzos de los queanhelan la justicia y la paz!

Y tú, María, mujer “eucarística”, que ofreciste tu senovirginal para la encarnación del Verbo de Dios, ayúdanosa vivir el misterio eucarístico con el espíritu del Magníficat.Que nuestra vida sea una alabanza sin fin al Todopode-roso, que se ocultó bajo la humildad de los signoseucarísticos.

Sentido del día“Viendo el Redentor del mundo que su hora había llegado,mandó reunir a los suyos en el Cenáculo Santo, dondese oficia la cena del Cordero figurado siendo las cinco ytres cuartos de un veinticuatro de marzo”. Con estasletrillas el pueblo sencillo supo plasmar la Sublimidaddel momento: “Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendoJesús que había llegado la Hora de pasar de este mundoal Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en elmundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1-2).

Hoy es Jueves Santo, que reluce más que el sol yaunque estuviese nublado o lloviendo o venteando,siempre será Jueves Santo; Jueves Santo del Amor.

Porque el Amor es la palabra que hoy llena nuestrocorazón: Amor sin límites, Amor sin reservas, en extremoAmor; porque se nos dio en comida, porque se nos dioen bebida, porque se nos dio en perdón, porque se diocomo es: entero y de una vez.

Comentario homilético«Los amó hasta el extremo»

Jn 13, 1-15 DUCCIO, ÚLTIMA CENA, 1308-11

MARCELINO PRIEGOArcipreste de Transbetis-Sector Sur

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viernes santo

¿Quieres saber el valor de la sangre de Cristo? Remon-témonos a las figuras que profetizaron y recorramoslas antiguas Escrituras.

Inmolad –dice Moisés– un cordero de un año; tomadsu sangre y rociad las dos jambas y el dintel de la casa.

“¿Qué dices Moisés? La sangre de un cordero irracional,¿puede salvar a los hombre dotados de razón?” “Sinduda –responde Moisés–: no porque se trate de sangre,sino porque en esta sangre se contiene una profecía dela sangre del Señor”.

Si hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertasrociadas con sangre simbólica, ve brillar en los labiosde los fieles, puertas de los templos de Cristo, la sangredel verdadero Cordero, huirá todavía más lejos.

¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de estasangre? Mira de dónde brotó y cuál sea su fuente. Em-pezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costadodel Señor. Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio,uno de los soldados se acercó con la lanza y le traspasóel costado, y al punto salió agua y sangre: agua, comosímbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía.El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha enel muro del templo santo, y yo encuentro el tesoroescondido y me alegro con la riqueza hallada. Esto fuelo que ocurrió con el cordero: los judíos sacrificaron elcordero, y yo recibo el fruto del sacrificio.

Del costado salió sangre y agua. No quiero, amadooyente, que pases con indiferencia ante tan gran misterio,pues me falta explicarte aún otra interpretación mística.He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos delbautismo y de la eucaristía. Pues bien, con estos dossacramentos se edifica la Iglesia: con el agua de la rege-neración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, SAN JUAN CRISÓSTOMO, OBISPO

Catequesis 3, 13-19 (SCh 50, 174-177)

con el bautismo y la eucaristía, que han brotado ambosdel costado. Del costado de Jesús se formó, pues, laIglesia, como del costado de Adán fue formada Eva.

Por esta misma razón, afirma San Pablo: Somos miem-bros de su cuerpo, formado de sus huesos, aludiendo conello al costado de Cristo. Pues del mismo modo queDios hizo a la mujer del costado de Adán, de igualmanera Jesucristo nos dio el agua y la sangre salida desu costado, para edificar la Iglesia. Y de la misma maneraque entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientraséste dormía, así también nos dio el agua y la sangredespués que Cristo hubo muerto.

Mirad de qué manera Cristo se ha unido a su esposa,considerad con qué alimento la nutre. Con un mismoalimento hemos nacido y nos alimentamos. De la mismamanera que la mujer se siente impulsada por su mismanaturaleza a alimentar con su propia sangre y con suleche a aquel a quien ha dado a luz, así también Cristoalimenta siempre con su sangre a aquellos a quienes Élmismo ha hecho renacer.

Sentido del díaViernes Santo de la Muerte del Señor. Este es su nombrecompleto por toda la generación. Siempre será conocidoel llamado “Viernes Santo” con su nombre y apellidos.Pues desde aquel punto y hora al viernes santificó aquélque desde la cruz lo podía santificar con su sangre ynada más; porque la de los corderos de poco servía ya;ya que el cordero inocente que los pecados quitaba seinmolaba, justamente, cuando los otros balaban; era lastres de la tarde de un veinticinco de marzo y la piedadpopular así lo había consignado: “Jesús fue concebidoal mismo día y mes en que moriría después”.

Viernes Santo de la Muerte de Jesucristo el Señor.Hoy no tenemos palabras. La Palabra enmudeció des-pués de haber pronunciado lo que siempre pronunció:

“Aquí estoy, para hacer tu voluntad. Todo está cumplido”.Hoy todo empieza de nuevo. El tal “drama de Jesús”

no tiene otro final que aquel que le pone Dios, que essu Santa Voluntad.

Comentario homiléticoEl valor de la sangre de Cristo

CONVENTO DE MONTE SENARIO, ITALIA

MARCELINO PRIEGOArcipreste de Transbetis-Sector Sur

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Simbología cristina primitiva«No podéis beber el cáliz del Señor y el de los demonios. No podéisparticipar en la mesa del Señor y de la de los demonios» (1 Cor 10, 21-22)

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SEMANA DE PASIÓN

El turbulento contextoreligioso en el cual pros-peraron y se desarrollaronlas primeras comunidadesde creyentes, en multitudde ocasiones, se desconoce, empobreciendo nuestroconocimiento acerca de lasimbología de aquellasprimeras Iglesias.

Este particular lenguajede la imagen, rico legadosimbólico del que las co-fradías son actualmenteportadoras y herederas deesta peculiar forma decomunicación que, desdesus orígenes y a través designos y símbolos, pretende dar aconocer la Palabra Divina.

Ante la contemplación de una denuestras sagradas imágenes –comola de un Crucificado– no sólo se nosmuestra de forma explícita el DivinoSacrificio del Hijo de Dios, sino quetambién se recoge toda una vastatradición de dos mil años que hapretendido de diversas formas y ma-neras dar a conocer el Verbo Encar-nado.

Entre los primeros ico-nos que se emplearon es elpez uno de los símbolosmás primitivos del SagradoLenguaje, alcanzándose sudesarrollo más notabledurante las primeras cen-turias de la era cristiana.Allá por el 150 Clementede Alejandría en su Pae-dagogus informa explíci-tamente sobre la idonei-dad de grabar los selloscon el mencionado sím-bolo, sin proporcionar porotra parte, informaciónalguna sobre su significado; revelador indicio que nos

conduce a pensar acerca de una totalasimilación formal y sustancial delIctyus –Pez– como icono netamentecristiano. La realidad arqueológicae histórica así nos lo demuestra ymonumentos romanos de caráctersagrado y funerario como las CapellaGreca o las Capillas del Sacramentode las catacumbas de San Calixto–120 d. C– recogen sendos peces enlos primeros balbuceos del simbolis-mo cristiano.

El pez como signo cristia-no se inspira tanto en elrelato evangélico de lamultiplicación milagrosade los panes y los pecescomo en el del los sieteDiscípulos en las orillasdel Mar de Galilea, si bienel éxito de propagaciónviene directamente rela-cionado con el acrósticocompuesto por cinco vo-cablos que constituyen lapalabra Ichthys y que re-fieren de manera precisael carácter de Cristo y lafe profesada en Él: Iesous

Chistos Theou Yios Soter1. En con-cordancia a tal cuestión se encuentrael discurso del Emperador Constan-tino “Ad coetum Sanctorum”.

Paralelamente a este icono surgenotros muchos con índices variadosde aceptación como el ancla, la pa-loma, el monograma de Cristo o lafigura del Buen Pastor que comple-tan y complementan paulatinamenteel léxico simbólico cristiano. A este

respecto la representaciónfigurada del Salvador fueun lento y dilatado proce-so desde el que surgieronnumerosas versiones plás-ticas. Quizás la abreviaturadel nombre de Cristo for-mada por las dos primerasletras de la forma Griegasea una de las más explíci-tas y concisas, huyendo delos elementos figurados; enel extremo opuesto y re-cogiendo la tradición es-cultórica de Roma se en-cuentra el Buen Pastor,entre muchas otras repre-sentaciones figurativas delSalvador.

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SEMANA DE PASIÓNDe nuevo son las catacumbas del

s. I el receptáculo donde se cobijaronestas primeras representaciones fi-guradas del Salvador, cuya riquezasimbólica queda sobradamente ex-plicada tras la atenta lectura de unaantigua oración litúrgica por los di-funtos: “Te rogamos Dios... que seasmisericordioso con él en el juicio,habiéndolo redimido por tu muerte,líbralo del pecado, y reconcílialo conel Padre. Sé para él el Buen Pastory llévalo sobre tus hombros [al redil]Recíbelo en el Reino venidero yconcédele participar en el gozo eternode la Sociedad de los santos”2.

Profusa y amplia es, a este respecto,la producción sarcofágica paleocris-tiana que recoge bellos ejemplos delo aquí expuesto, es decir, Cristopastor de almas; pero será la épocacostantiniana la que marque unnuevo punto de inflexión en loselementos de esta iconografía. Elemblema del Cordero va a adquirirun nuevo realce al adherirse su sig-nificación a la figura del Divino Re-dentor, alejándose pues de aquellaprimitiva iconografía funeraria.

Es en este contexto iconológico–s. IV d. C.– donde debemos encua-drar la siguiente descripción querealiza San Paulino de la Basílica deSan Félix de Nola: “Cristo es repre-sentado mediante la figura de uncordero; la voz del Padre truena des-de el cielo; y el Espíritu Santo es

derramado a través de la paloma. LaCruz está rodeada por un círculo deluz como por una corona (...). LaTrinidad tiene al mismo tiempo suspropias representaciones; Dios es re-presentado por la voz paternal, y porel Espíritu; la Cruz y el Corderosignifican la Víctima Santa.”3. Eneste período, y bajo la reforma einfluencia de Constantino, tambiénel Crismón se desarrolla ampliamen-te representando una primera faseen el desarrollo y aproximación delmonograma hacia la cruz.

Finalmente en el s. VI –en la basíli-ca del Vaticano– el cordero, sobreun trono y a los pies de una cruz, senos presenta y muestra con el costa-do traspasado fluyendo sangre de labendita herida recogida en un cálizdesde el que se vierten cinco chorros,símbolo de las cinco llagas de Cristo.Además, también en el citado s. VI,en el ciborio de San Marcos de Ve-necia se recrea una escena de cruci-fixión con los dos ladrones crucifica-dos , mient ra s que Cr i s to ,representado como un cordero, per-

manece erguido sobre la unión delos maderos.

Llegados a este punto, y tras estabreve aproximación, estamos en con-diciones de señalar que, más allá delenorme auge de la iconografía de laCruz que tendrá lugar a partir de laépoca moderna –especialmente, du-rante el s. XVII–, desde los mismosorígenes del arte paleocristiano seproduce una intensa búsqueda decarácter simbólico que ha perdurado,en mayor o menor medida, hastanuestros días. De esta manera, a par-tir del reseñado siglo VI, el emblemá-tico símbolo de la Cruz irá alcanzan-do de forma progresiva unanotoriedad que, sin duda, merece undetenido análisis en el cual nos de-tendremos más adelante.

Notas1 Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador.2 Muratori, “lit Rom Vet,” I, 751.3 San Paulino, “Ep. XXXII ad Severum”,sect. 10 P.L. LXI, 336.

ENRIQUE LEÓN PASTORArqueólogo

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semana de pasión

En su carta dirigida a los fieles por estemotivo, el Sr. Obispo destaca que lacolecta del pasado año en nuestra Dió-cesis ascendió a 53.857,32 ¤, aumentan-do notablemente con relación al añoanterior. Asimismo rememora la Pere-grinación Diocesana a Tierra Santarealizada en 2007 en la que “pudimosconocer de primera mano las dificulta-des que sufren los cristianos de TierraSanta, la fortísima emigración de cris-tianos palestinos en los últimos años yla necesidad de que todos los católicosayudemos a esta Iglesia venerable, puessería una tragedia que en un futuro no

lejano no quedaran cristianos en Pales-tina que colaboren con los Padres Fran-ciscanos en su admirable tarea de custo-diar los Santos Lugares que fuerontestigos de la vida, pasión, muerte yresurrecc ión de nuestro SeñorJesucristo”. Por este motivo, anima alos sacerdotes a que impulsen esta co-lecta entre sus fieles para que “el próxi-mo Viernes Santo, mientras adoramosla Santa Cruz de Nuestro Señor Jesu-cristo, los católicos del mundo enteroacompañemos con la oración y la limos-na a las comunidades cristianas de aque-lla Tierra bendita”.

D. Juan José Asenjo recuerda la importancia de esta colecta, que tiene el carácter“de imperada y pontificia” para evitar la desaparición de los cristianos en la tierradel Señor.

El Domingo de Ramos se abrela puerta de la Semana Santa.Siete días en los que celebra-mos los misterios centrales denuestra fe: la pasión, muertey resurrección del Señor.

“Aleluya, gentío, palmas, flores,/ bienvenidas ardientes, alegría,/ la Escritura se cumple eneste día, / ha llegado Jesús en-tre clamores”.

He aquí un puñado de pala-bras-mensajes para esta Sema-na Santa.

Amor: “Jesús revela el artede vivir. Confía a sus amigosel secreto de la vida: amar. Loque hace vivir es amar y seramado”.

Cruz: “Con la cruz al hom-bro, oh Cristo, avanzas y si-gues avanzando ante nosotros,desde entonces, todavía... to-davía... todavía...”.

Entrega: “No hay más quedos actitudes: replegarse odarse”. La primera es egoístay no cristiana. La segunda eshumana y cristiana, porque

“aquel que posee algo en sucorazón siempre tiene algoque dar”, dice San Agustín.

Esperanza: “La tristeza másgrande es ver cómo se encogela esperanza, ver qué cobardessomos, cómo hemos toleradoque la vida nos arrincone elalma...”.

Salvación: “Salvarse, llegara ver el rostro de Dios en laotra vida supone verlo en losrostros de los demás en la his-toria y obrar en consecuencia”.

Procesiones: “Mostrar plás-ticamente el drama de la pa-sión de Cristo; participar enese drama, recibiendo la salva-ción; testimoniar con nuestravida la resurrección, viviendocomo resucitados”.

Pascua: “¡Vida nueva, res-plandeciente, esperanzada!”

EL SR. OBISPO ANIMA A LOS FIELES A LAGENEROSIDAD EN LA COLECTA DE VIERNESSANTO A FAVOR DE LOS SANTOS LUGARES

ANTONIO GILPárroco de San Lorenzo

al trasluz

Semana Santa 2008

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IGLESIA DEL DOMINUS FLEVIT. EL RETABLO ES LA CIUDAD SANTA DE JERUSALEN

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I. Jesús es condenado a muerte

Llegada la mañana todos los prínci-pes de los sacerdotes, los ancianosdel pueblo, tuvieron consejo contraJesús para matarlo, y atado lo lleva-ron al procurador Pilato (Mt 27, 1-2) El pequeño niño que tiene hambre,que se come su pan pedacito a peda-cito porque teme que se terminedemasiado pronto y tenga otra vezhambre. Esta es la primera estacióndel calvario.

II. Jesús carga con la cruz

Entonces se lo entregó para que locrucificasen. Tomaron, pues, a Jesús,que llevando la cruz, salió al sitiollamado Calvario, que en hebreo sedice Gólgota (Jn 19, 16-17). ¿Notengo razón? ¡Muchas veces mira-mos pero no vemos nada! Todosnosotros tenemos que llevar la cruzy tenemos que seguir a Cristo alCalvario, si queremos reencontrar-nos con Él. Yo creo que Jesucristo,

antes de su muerte, nos ha dado suCuerpo y su Sangre para que noso-tros podamos vivir y tengamos bas-tante ánimo para llevar la cruz yseguirle, paso a paso.

III. Jesús cae por primera vez

Dijo Jesús: El que quiera venir enpos de mí, que se niegue a sí mismo,tome su cruz y sígame, pues el quequiera salvar su vida la perderá: peroel que pierda su vida, ése la salvará(Mt 16,24) En nuestras estacionesdel Via Crucis vemos que caen lospobres y los que tienen hambre, co-mo se ha caído Cristo. ¿Estamospresentes para ayudarle a Él? ¿Loestamos con nuestro sacrificio, nues-tro verdadero pan? Hay miles y mi-les de personas que morirían por unbocadito de amor, por un pequeñobocadito de aprecio. Esta es una es-tación del Via Crucis donde Jesússe cae de hambre.

IV. Jesús encuentra a su Madre

Proclama mi alma la grandeza delSeñor, se alegra mi espíritu en Dios

Un recorrido por la Pasión de Cristo,de ayer y de hoy

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Vía Crucis compuesto por la Madre Teresa de Calcuta para los jóvenes con motivo de la clausura del CongresoEucarístico Internacional de 1976. Las imágenes son del Via Crucis de la parroquia de Ntra. Sra. de la Esperanza,realizado por Fernando Herrera y bendecido por el Sr. Obispo el 7 de febrero de 2008.

ORACIÓN

Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas, las fatigas ylas torturas de la vida diaria; que tu muerte y ascensión nos levante, paraque lleguemos a una más grande y creativa abundancia de vida. Tú que hastomado con paciencia y humildad la profundidad de la vida humana, igualque las penas y sufrimientos de tu cruz, ayúdanos para que aceptemos eldolor y las dificultades que nos trae cada nuevo día y que crezcamos comopersonas y lleguemos a ser más semejantes a ti.

Haznos capaces de permanecer con paciencia y ánimo, y fortalece nuestraconfianza en tu ayuda. Déjanos comprender que sólo podemos alcanzaruna vida plena si morimos poco a poco a nosotros mismos y a nuestrosdeseos egoístas. Pues sólo si morimos contigo, podemos resucitar contigo.Amén.

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humillación de su esclava Desde ahorame felicitarán todas las generaciones,porque el Poderoso ha hecho obrasgrandes en mí (Lc 1, 45-49). Nosotrosconocemos la cuarta estación del VíaCrucis en la que Jesús encuentra a suMadre. ¿Somos nosotros los que su-frimos las penas de una madre? ¿Unamadre llena de amor y de compren-sión? ¿Estamos aquí para comprendera nuestra juventud si se cae? ¿Si estásola? ¿Si no se siente deseada? ¿Esta-mos entonces presentes?

V. El Cireneo ayuda a Jesús a llevarla cruz

Cuando le llevaban a crucificar, echa-ron mano de un tal Simón de Cirene,que venía del campo y le obligarona ayudarle a llevar la cruz (Lc 23, 26).Simón de Cirene tomaba la cruz yseguía a Jesús, le ayudaba a llevar sucruz. Con lo que habéis dado duranteel año, como signo de amor a la ju-ventud, los miles y millones de cosasque habéis hecho a Cristo en los po-bres, habéis sido Simón de Cirene encada uno de vuestros hechos.

VI. La Verónica limpia el rostrode Jesús

Porque tuve hambre y me disteis decomer, tuve sed y me distéis de beber

(Mt, 25,35). Con respecto a los po-bres, los abandonados, los no desea-dos, ¿somos como la Verónica ? ¿Es-tamos presentes para quitar suspreocupaciones y compartir sus pe-nas? ¿O somos parte de los orgullo-sos que pasan y no pueden ver?

VII. Jesús cae por segunda vez

¿Quiénes son mi madre y mis parien-tes? Y extendiendo su mano sobresus discípulos dijo Jesús: he aquí ami madre y a mis parientes, quien-quiera que haga la voluntad de miPadre (Mt 12, 48-50). Jesús cae denuevo. ¿Hemos recogido a personasde la calle que han vivido como ani-males y se murieron entonces comoángeles? ¿Estamos presentes paralevantarlos? También en vuestro paíspodéis ver a gente en el parque queestán solos, no deseados, no cuidados,sentados, miserables. Nosotros losrechazamos con la palabra alcoholi-zados. No nos importan. Pero esJesús quien necesita nuestras manospara limpiar sus caras. ¿Podéis hacer-lo?, o ¿pasaréis sin mirar?

VIII. Jesús consuela a las mujeres

Le seguía una gran multitud delpueblo y de mujeres, que se lamen-taban y lloraban por Él. Vuelto ha-cia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén,

no lloréis por mí, llorad más bienpor vosotras mismas y por vuestroshijos (Lc 23, 27-28). Padre Santo,yo rezo por ellas para que se consa-gren a tu santo nombre, santificadaspor Ti; para que se entreguen a tuservicio, se te entreguen en el sacri-ficio. Para eso me consagro yo tam-bién y me entrego como sacrificiocon Cristo.

IX. Jesús cae por tercera vez

Os he dicho esto para que tengáispaz conmigo. En el mundo tendréistribulaciones, pero confiad: yo hevencido al mundo (Jn 16, 33). Jesúscae de nuevo para ti y para mí. Sele quitan sus vestidos, hoy se le robaa los pequeños el amor antes delnacimiento. Ellos tienen que morirporque nosotros no deseamos a es-tos niños. Estos niños deben quedar-se desnudos, porque nosotros nolos deseamos, y Jesús toma este gra-ve sufrimiento. El no nacido tomaeste sufrimiento porque no tienemás remedio de desearle, de amarle,de quedarme con mi hermano, conmi hermana.

X. Jesús es despojado de sus vesti-duras

Cuando los soldados crucificarona Jesús tomaron sus vestidos, hacien-

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do cuatro partes, una para cada sol-dado y la túnica (Jn 19,23) ¡Señor,ayúdanos para que aprendamos aaguantar las penas, fatigas y torturasde la vida diaria, para que logremossiempre una más grande y creativaabundancia de vida!

XI. Jesús es clavado en la cruz

Cuando llegaron al lugar llamadoCalvario, le crucificaron allí con dosmalhechores. Jesús decía: padre, per-dónales porque no saben lo quehacen (Lc 23, 33). Jesús es crucifica-do. ¡Cuántos disminuidos psíquicos,retrasados mentales llenan las clíni-cas! ¡Cuántos hay en nuestra propiapatria! ¿Les visitamos? ¿Comparti-mos con ellos este calvario? ¿Sabe-mos algo de ellos? Jesús nos ha di-cho: Si vosotros queréis ser misdiscípulos, tomad la cruz y seguid-me, y Él opina que nosotros hemosde coger la cruz y que le demos decomer a Él en los que tienen hambre,que visitemos a los desnudos y losrecibamos por Él en nuestra casa yque hagamos de ella su hogar.

XII. Jesús muere en la cruz

Después de probar el vinagre, Jesúsdijo: «Todo está cumplido», e incli-nando la cabeza entregó el espíritu(Jn 19,30). Empecemos las estacio-

nes de nuestro vía crucis personalcon ánimo y con gran alegría, puestenemos a Jesús en la sagrada Comu-nión, que es el Pan de la Vida quenos da vida y fuerza. Su sufrimientoes nuestra energía, nuestra alegría,nuestra pureza. Sin Él no podemoshacer nada.

XIII. Jesús es bajado de la cruz

Al caer la tarde vino un hombre ricode Arimatea, llamado José, que eradiscípulo de Jesús tomó su cuerpoy lo envolvió en una sábana limpia(Mt 27, 57.59). Vosotros jóvenes,llenos de amor y de energía, ¡nodesperdiciéis vuestras fuerzas encosas sin sentido!

XIV. Jesús es sepultado

Había un huerto cerca del sitio don-de fue crucificado Jesús, y en él unsepulcro nuevo, en el cual aún nadiehabía sido enterrado y pusieron allía Jesús (Jn 19, 41-42). Mirad a vues-tro alrededor y ved, mirad a vues-tros hermanos y hermanas no sóloen vuestro país, sino en todas laspartes donde hay personas con ham-bre que os esperan. Desnudos queno tienen patria. ¡Todos os miran!No les volváis las espaldas, puesellos son el mismo Cristo!

Entramos en la Semana Santa. Gran-des misterios se ofrecen a nuestra fey a nuestra contemplación. Se nospresenta en primer lugar en el Do-mingo de Ramos el triunfo de Jesús,lleno de sencillez y a la vez de sentidoprofético. Verdaderamente es elSeñor Rey. “Las piedras hablarán”,les dijo Jesús a los que queríanmandar callar a las gentes. Y hablaránocho días más tarde las piedras delsepulcro vacío.

Tres momentos litúrgicos de espe-cial significación:

- Jueves Santo: Jesús en el Cenáculonos entrega: la Eucaristía, el sacerdo-cio y el mandato del amor fraterno.Esa noche le velaremos –adoraciónamorosa– en el monumento. ¿Cómono dar gracias por tanto bien?

- Viernes Santo: Reinó Dios desdeel Madero. Agonizando triunfa; eldecreto de condena por el pecadoquedó borrado por la sangre de Cris-to. El amor en su entrega llega allímite. El costado queda abierto ¡po-demos entrar al corazón!

- Sábado Santo: día de luto y silen-cio. El Señor está muerto en el sepul-cro. Pero la fe nos hace vivirlo conserena esperanza. ¡Resucitará!

Al caer de la tarde nos convocaránal templo. Iniciaremos la Vigilia Pas-cual. Todo es nuevo... la vida vuelvea su sitio.

Luz de Cristo. Demos gracias aDios.

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GASPAR BUSTOS ÁLVAREZDelegado del Clero

ORAR

Es fuerte el amor

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Cada Semana Santa, por las calles denuestros pueblos y ciudades cruzanal compás de tambores y cornetaslos pasos de pasión. No es difícilencontrar detrás de cada Cristo ensus diversos misterios, su correspon-diente acompañamiento mariano.Ella va detrás, con o sin palio, sumidaen su dolor y amargura. El corazóntraspasado, pero ella de pie; su lívidorostro cuajado de lágrimas mientrasdirige a todos los que la contempla-mos a su paso, aquel lamento bíblicoque parece fue escrito para ella:

“Vosotros los que vais por el camino,decid si no hay dolor mayor que midolor” (Lm 1, 12).

Madre e Hijo siempre juntos. Elmismo Concilio Vaticano II constataque ella está “unida a Él con un vín-culo estrecho e indisoluble” (LG 8,53). Unida a Jesucristo en su vida ymisión, nos educa para asumir el ca-mino trazado por su Hijo. Para estasalturas de configuración con CristoCrucificado no basta la buena vo-luntad. Es necesario un camino de fe.“Dichosa tú, que has creído...” (Lc1, 45). La Santísima Virgen nos re-cuerda que el acto de la fe no lo agotaun simple asentimiento a las verdadesreveladas por Dios. Es mucho más,comporta una entrega en totalidada Jesucristo, y por él, en el EspírituSanto al Padre. La soledad de Maríaes, por tanto, mucho más que lasimple ausencia de un hijo arrancadode su lado por la maldad de los hom-bres. Es, ante todo, la vibración teo-logal de un corazón traspasado porla Palabra de Dios y los designiosamorosos del Padre, que ha queridode esta manera reconciliar en Cristoa la humanidad. Ella podrá caminarsola por nuestras calles, pero su sole-dad nos enseña que el amor a Cristono es la piedad sensiblera, hecha decirios e incienso. Es mucho más; esfidelidad a un Amor que conoce elsacrificio, el dolor e incluso la muerte.María se sitúa en el orden del Reinodonde “los que oyen la palabra deDios y la cumplen” (Lc 8,21), entranen el ámbito del discipulado; aunque

esta Palabra, viva y eficaz, sea máscortante que espada de doble filo (Hb4,12).

El camino de fe de María es poreso una escuela de espiritualidad cris-tiana, porque busca unirnos a lossentimientos del corazón de CristoJesús e identificamos con él. Comolo expresa tan bellamente el apóstolSan Pablo cuando dice: “...y conocerlea él, el poder de su resurrección y lacomunión en sus padecimientos, hecho

semejante a él en la muerte, tratandode llegar a la resurrección de entre losmuertos” (Fil 3,10). Este es el funda-mento de la viva esperanza con quela Santísima Virgen se siente confor-tada en aquellas horas de tan subidodolor, pero es también la esperanzaque busca depositar en nosotros, encuanto discípulos, que debemos pisarlas huellas de Cristo (cf. Jn 21, 19).

Tras estas huellas vamos nosotros,en que Cristo “camino nuevo y vivo”(Hb 10, 20), colocó a su Madre. Uncamino de fe es un camino en elAmén a la voluntad del Padre siguien-do los pasos de Jesús. Y por eso MaríaSantísima detrás de cada misterio delHijo está presente como invitándo-

nos a seguir tras ella la misma sendapor la que antes Jesús ha pasado.

Mirando el rostro de María en cadapaso, la vemos absorta, abstraída,ensimismada mucho más allá de sudolor... Ella va rumiando dentro desu alma lo que cada misterio de Jesúsle ofrece a la contemplación. CadaSemana Mayor, María nos vuelvehacia Cristo, para contemplar suRostro en sus misterios de pasión,muerte y gloria. Como si ella preten-diera pasarnos por su alma para de-jarnos apropiar de todo lo que ensu corazón ha guardado de Jesúspara nosotros (Lc 2, 51). Es así comoen muchas de las imágenes de laVirgen vemos pender de sus dedoslas cuentas del rosario. Es que aCristo no se le aprende sin anteshaberlo pasado por el alma quecontempla en la oración lo que cadagesto y palabra suya encierra deVerdad y de Vida para nosotros.María ha “conocido” a Cristo, en elmás genuino sentido bíblico quetiene esta palabra. Él ha pasado avivir en Ella; en sus gestos, en suspalabras, en la encarnación de cadaglosa del Evangelio. Lo expresa ycanta su Magnificat, que es la pro-clamación gozosa de su fe en “Diosmi Salvador” (Lc 1, 47).

María no se pierde en las sombrasde la noche del Viernes Santo, comosi allí acabara todo. En su dolor ellaciñe corona y manto de realeza.Como si nos invitara a no desfalleceren la carrera por alcanzar la coronaincorruptible (cf. I Cor 9, 24-25).Esas coronas de triunfo que luegoarrojaremos a los pies del trono delCordero que ha sido inmolado (cf.Ap 4, 10). Y así, al ritmo acompasadode clarines y tambores, con sobriamajestad, nos abre paso para seguira Jesús con todas las consecuencias.Va entre luces y cirios, en una vigiliapascual anticipada, como diciendo:

“Despierta tú que duermes, y levánta-te de entre los muertos, y te ilumina-rá Cristo” (Ef 5, 14).

P. LUIS ALBERTO COLÓN RIVERA, S.E.M.V.Esclavos de la Eucaristía y de María Virgen

sábado santo

La soledad de María