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CONTENIDO DL B - 14022 - 1998

Cubierta: Juan Carlos García. Impresión: Romanyà/Valls, S.A.Edita: Editorial Teosófi ca S.L. para la Sociedad Teosófi ca Española.Presidente de la Sección: Àngels TorraLa Sociedad Teosófi ca Española sólo es responsable de las comunicaciones ofi ciales que aparecen en esta revista.Las opiniones de los autores son de su propia responsabilidad.

SOPHIANº 290 OCTUBRE 2013

EDITORIAL ...............................................................................................................................3

DESDE LA ATALAYA, Radha BurnierLA TEOSOFÍA - UN PLANTEAMIENTO DE VIDA.........................................................5

LA ESCALERA DE ORO: ETICA EN LA TRADICIÓN DE LA SABIDURÍA ANTIGUA(segunda parte del artículo) John Algeo ..........................................................................9

EL YOGATrân-Thi-Kim-Diêu .................................................................................................17

LA TOLERANCIAAnnie Besant .......................................................................................................................18

CONOCERSE A SÍ MISMO, NUESTRO PRESENTE RETOClarisa Elósegui ..................................................................................................................21

ACTIVIDADES ........................................................................................................................31

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los países latinos. Y así nació la revista “Unité”, escrita en francés para los países francófonos y tra-ducida al español para los países de habla hispana, tanto de Europa como de América del Sur. Porque esa revista, una vez traducida y editada, era enviada a todas las secciones de la Sociedad Teosófi ca de habla hispana. Así empezaron a tejerse lazos de unión entre los jóvenes de las Federaciones Americana y Europea de Jóvenes Teósofos. Era un tejido joven, que iba a madurar con el tiempo. Hoy, cuarenta años más tarde, muchos de esos “hijos” de John seguimos estando en la Sociedad, tanto en Europa como en América, traba-jando en ella para lograr esa Fra-ternidad Universal que preconiza.

En noviembre de ese año 1972 ingresé ofi cialmente en la Sociedad Teosófi ca.

Durante veinte años estuve colaborando activamente en todas las tareas de la Sociedad: reunio-nes de Rama, Escuelas de Vera-no, encuentros, seminarios, etc. Durante la presidencia de nuestro hermano Angel Rubio tuve el ho-nor de ayudar desde el cargo de vicepresidente.

En septiembre de 1992, Joy Mills, directora del Krotona Ins-

EDITORIAL

Queridos hermanos,Cuando en 1972 acompañé

por primera vez a mi padre, Sa-turnino Torra, a la celebración del cincuentenario de la sección alemana de la Sociedad Teosófi ca, en Frankfurt, no sabía que iba a tener la oportunidad de conocer a los pesos pesados de la Sociedad Teosófi ca de entonces.

Entre ellos se encontraba John Coats, que muy pronto se-ría el Presidente Internacional de la Sociedad Teosófi ca y que era entonces Presidente de la Federa-ción Mundial de Jóvenes Teósofos. Pocas semanas después, le volví a ver en Territet (Suiza), donde se celebraba la Escuela de Verano de los Países Latinos, a la que asis-tían miembros de esas secciones, es decir de Italia, Francia, Suiza, Bélgica, Portugal y España.

Allá donde iba, John siempre procuraba reunir a los jóvenes que asistían a las Escuelas de Verano y otros eventos teosófi cos en todo el mundo. Nos instaba a organizar-nos, a formar grupos que tuvieran actividades variadas, campamen-tos de verano, etc. y a fomentar una unión de fraternidad entre los jóvenes de todo el mundo. Así fue como nació el grupo “Unité”, que agrupaba a los jóvenes teósofos de

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titute, en Ojai, California, me propuso ir a trabajar allí. Estuve en Krotona hasta junio de 1993 y tuve la oportunidad de dar algu-na charla en la Rama hispana de Hollywood.

La vida tiene muchas etapas y a veces sus caminos nos parecen torcidos. Pero todo sucede se-gún un plan que, a veces, desde nuestra perspectiva personal, nos cuesta comprender. Al fi nal del camino, siempre nos encontramos donde debemos encontrarnos. Lo importante es mantener nuestra fi delidad a los principios, a las ideas, a los objetivos y al servicio. Es una cuestión de perseverancia interior. Hoy, 40 años después, seguimos en la palestra con la misma dedicación y entrega que el primer día.

Recordando unas palabras de nuestro hermano Saturnino Torra, no debemos olvidar que la meta suprema de nuestra existencia es la realización del Dios Interno y el servicio del Gran Plan. Para ello es necesario colaborar y seguir con el trabajo empezado por los pioneros de la Sociedad Teosófi ca en 1875.

Ellos nos inspiran con el legado de su ejemplo y nos indican que esa meta se consigue estableciendo en nuestra vida un estado permanente de conciencia alerta, teniendo siempre nuestra mente en armonía con el Infi nito, experimentando, sintiendo, viviendo la Paz de lo Eterno, de instante en instante, como única fuerza motora de todo. Eso parece ser lo defi nitivo para la realización del Dios Interno.

Quisiera citar a nuestra pio-nera HPB, que nos dice en sus enseñanzas: “La Doctrina Secreta no os dará la Verdad, pero os enseñará el modo de alcanzarla”. Al parecer, nadie puede dárnosla, pero sí mostrárnosla, y sólo depende de nosotros el alcanzarla.

En esta andadura que empeza-mos ahora, es más fuerte, si cabe, el compromiso que adquirí en su día para con la Sociedad Teosófi ca y para con todos sus miembros. Espero estar a la altura, y pueden estar seguros de que todos mis es-fuerzos siempre se emplearán en lo que pueda ser en benefi cio del trabajo común.

Àngels Torra Burón

Primero tiene que solucionar sus problemas, ¿no es así? Debe poner orden en la casa, en la casa en la que vive, y en esa casa que es el ‘yo’ —mis pensamientos, mis sentimientos, ansiedades, sentido de culpa, pena...— debe poner orden ahí. Sin ese orden, ¿cómo seguir adelante?

J. Krishnamurti

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Me parece que la palabra “Teosofía” puede tener muchos niveles de signi-

fi cado. Literalmente, Teosofía se refi ere al conocimiento de Theos, Dios, el Espíritu Divino o como queramos llamarlo; y en ese sen-tido, es sinónimo de las palabras sánscritas Brahma-jnana o Brah-

ma-vidya. Brahman es el espíritu absoluto, último, eterno y jnana

o vidya es conocimiento. Así las dos palabras signifi can el cono-cimiento de Brahman, el Espíritu Universal, que en India llamamos el Atman Universal.

Se dice que el Espíritu Univer-sal o Atman subyace a todas las cosas manifestadas, a todo aquello con lo que entramos en contacto y que podemos percibir y sentir de una manera u otra. Se dice que no hay nada excepto este Brah-man en la creación. “Todo esto es Brahman” y solamente Brahman. Brahman lo impregna todo y todo lo trasciende. Por esto, conocer a Brahman, ser un Brahma-jnanin, es extremadamente difícil. Yo no creo que ninguno de los que afi r-mamos ser teósofos conozcamos la Teosofía en ese sentido.

Conocer a Brahman es ser también completamente sabio, porque no hay diferencia entre conocer a Brahman y participar de esa conciencia que es la Sabiduría, la Verdad y la Vida. Así la Teosofía puede también signifi car Sabidu-ría Divina y no solamente el cono-cimiento de lo Divino. Creo que no podemos afi rmar haber alcanzado ese tipo de Sabiduría tampoco. ¿Qué signifi ca, pues, la Teosofía para nosotros, que nos defi nimos como teósofos? ¿Signifi ca la Teo-sofía un compendio de literatura, la información contenida en una serie de libros que estudiamos de vez en cuando? Si fuera así, en-tonces la Teosofía podría ser algo bastante aburrido.

Pero los que se interesan vi-talmente por la Teosofía son conscientes de que hay una gran profundidad de inspiración en ella que nos refuerza constantemen-te. Esto ocurre si aprendemos a comprender la Teosofía como una manera de percibir la vida, como un planteamiento de lo que es universal, eterno y último, en la di-rección del Espíritu Universal que es Brahman. Así pues, para todo

DESDE LA ATALAYA Radha Burnier

LA TEOSOFÍA - UN PLANTEAMIENTO DE VIDA

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propósito práctico, a nuestro nivel, hemos de comprender la Teosofía en ese sentido.

Si tenemos ese planteamien-to que puede hacernos sentir en medio de la multiplicidad, en la corriente del fl ujo y del cambio, en medio de lo que es temporal y tal vez irreal, aunque de momento tal vez no nos demos cuenta de que es irreal, algo que es mucho más real, permanente, eterno e inmutable, entonces estamos empezando a comprender qué es la Teosofía. Ser capaces de percibir lo universal, inmersos en el mundo donde vivi-mos, requiere una atención muy grande y un esfuerzo apasionado, ardiente y entusiasta. Si nos falta ese tipo de planteamiento entu-siasta y ardiente respecto a la vida, creo que nunca encontraremos lo universal.

Si refl exionamos sobre nuestra propia vida, veremos que la mayor parte del tiempo estamos preocu-pados por lo particular y casi nunca pensamos en términos de lo universal o de lo global. Estamos absortos por los incidentes y ob-jetos particulares y por individuos particulares. Naturalmente, no es posible escapar de lo particular. En este mundo nos enfrentamos constantemente a lo particular y hemos de lidiar con ello pero todo el propósito de la vida es ver lo universal que une todos estos par-ticulares, acercándonos así, cada vez más, a lo universal último.

¿Cómo vamos a acercarnos a

lo universal? Esta es la pregunta que hemos de plantearnos. Creo que se puede hacer intentando sentir o permitiéndonos sentir la unidad que está detrás de las in-numerables miríadas de particula-res con las que nos encontramos, sin perdernos en ellos. En nues-tra naturaleza espiritual esencial pertenecemos al mundo de la uni-dad. La Dra. Besant decía que la espiritualidad consiste en darnos cuenta de esa unidad. La palabra “espiritualidad” no tiene otro sig-nifi cado. Si no tenemos el sentido de esa unidad, de lo universal, entonces no somos espirituales. Y como en nuestra naturaleza esen-cial pertenecemos a este mundo de la unidad, somos capaces de percibir la relación que hay entre los particulares.

Vemos muchas cosas en la vida que pueden ser hermosas, como una fl or, un diseño o un rostro. Viendo estos distintos objetos con sus distintas formas, colores etc., decimos, en cada caso, que esto o aquello es hermoso. Pero al mismo tiempo somos capaces de percibir que hay una belleza común a todos ellos, a todo lo que es hermoso y que existe independientemente de los objetos particulares que son bellos.

Todos sabemos que los objetos particulares pueden perecer pero seguimos pensando que tienen un cierto sentido de la belleza. La fl or en concreto que estamos mirando puede marchitarse y desaparecer,

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convirtiéndose en polvo, pero sabe-mos que existe la belleza de la fl or. Cuando nos damos cuenta de eso, hemos avanzado un paso hacia lo universal. Pero si seguimos avan-zando y nos damos cuenta de que no existe solamente la belleza de la fl or, sino la belleza en sí que existe en una fl or, en un ser humano, en la tierra, en todas partes, entonces cada vez estaremos más cerca de lo universal; estaremos respondiendo a algo que es imperecedero, porque esa Belleza que es común a todos estos objetos no es algo que pueda marchitarse y desaparecer como lo hace la fl or.

De igual manera, podemos percibir que una cosa particular es verdadera pero esto ocurre porque existe la Verdad en sí, de otro modo cuando percibamos que otra cosa es verdadera no sere-mos capaces de ver la similitud. La palabra “verdadero” no podría existir si no hubiera algo común a todo lo que es verdadero. Por esta razón los griegos decían que los objetos individuales nos parecen hermosos solamente en el sentido de que transmiten la belleza ideal. Muchas veces pensamos que este o aquél objeto es bello y atribuimos la belleza a ese objeto particular. Pero no es así. Ese objeto es bello solamente porque comparte una belleza que es la belleza absoluta o la belleza ideal, y eso también pasa con todo lo que parece verdadero o bueno. Como señala Platón:

Si alguien me dice que esta o

aquella cosa es hermosa porque

tiene un color especial o una forma

o cualquier otra cosa parecida, yo

no presto atención; sencillamente

me confunde. Y hasta ahora, sim-

plemente y claramente, y tal vez

penséis que estúpidamente, mi

mente está convencida de que nada

hace bello a un objeto excepto la

presencia de la belleza ideal (que

describió en otro momento como) no

hermosa desde un punto de vista y

fea desde otro, sino solamente be-

lleza, absoluta, simple, eterna, que

se transmite a las bellezas siempre

crecientes y perecederas de todas

las otras cosas.De modo similar en la India

antigua eran muchos los que afi r-maban que lo real es lo universal que subyace a las distintas cosas. Este tema lo han debatido repeti-damente los fi lósofos de la India, intentando averiguar cuál es el elemento real y verdadero para to-dos los tiempos en los objetos que vemos. Existen varios elementos en la percepción de un objeto. Está el elemento del nombre, la palabra con la que describimos al objeto y que, como ha señalado Krishnaji, ejerce una extraordinaria fasci-nación para nosotros. Después está el elemento de la forma y el elemento que es lo universal y que está detrás tanto del nombre como de la forma. Si percibimos un ár-bol, sabemos que es un árbol por la palabra; también conocemos al árbol por la forma que tiene ese ár-bol particular. Pero hay un árbol,

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un árbol universal que es más real que el árbol particular.

Hay muchas formas de lo uni-versal que percibimos, por ejemplo la cualidad de la fl or, que es la cualidad de una fl or que nos hace reconocer la unidad que existe de-trás de todas las fl ores. Igualmen-te, entre los seres humanos vemos que cada persona es distinta, con un color distinto, con distintos rasgos, etc. y sin embargo recono-cemos algo común a todos ellos y que podríamos llamar la “cualidad de ser humano”. Pero detrás de todos estos universales, esa cua-lidad de cada cosa que nos hace reconocerla por lo que es, está lo universal último que podríamos decir que es el universal de todos los universales, la esencia de todas las cosas y que se conocía con el nombre de para satta. Es el ser mismo de todo lo manifestado; sin él nada puede existir.

Mientras nos aferremos a unas cuantas cosas particulares con las que estamos familiarizados e ima-ginemos que la belleza, el amor o la verdad están centrados en ellas, nos estaremos limitando y enga-ñando, porque estas cualidades, estas realidades, como la verdad y el amor, no están centradas en ningún punto. Si vemos un centro para ellas en algún objeto parti-cular, se trata solamente de una ilusión producida por el hecho de que hemos creado un centro en nosotros mismos en relación al cual percibimos otros centros.

Todos estos universales como la Verdad y la Belleza existen en to-das partes por sí mismos y en todo momento. Únicamente cuando, al mirar un objeto en particular, po-damos desapegarnos lo sufi ciente y no queramos percibir la verdad o el amor en un objeto en particular, sino que nos esforcemos por ver la naturaleza del amor como tal, podremos amar verdaderamente con un amor que llene todo nues-tro ser y abarque a todos los ob-jetos, a todos los particulares sin excepción. Vemos que amar a un objeto en particular siempre nos conducirá al dolor, y solamente si aprendemos a abarcar el Amor universal, la Belleza universal, etc., podremos liberarnos de todas las difi cultades que nos afl igen.

Decimos que una cosa deter-minada es verdadera, buena o hermosa y no nos preocupamos por ver todo el conjunto que es la realidad. Una percepción del con-junto, libre de limitaciones de las sucesivas percepciones, es lo que nos ocurre en los momentos crea-tivos y es muy fácil reconocerlo en la vida de las personas creativas. Por ejemplo, se dice que, antes de componer, Mozart podía oír toda una sinfonía como una sola cuer-da. Eso signifi ca que tenía una especie de expansión de conciencia que le permitía imaginar el todo, algo imposible para nosotros en este momento actual.

Para tener esa expansión de conciencia, tiene que haber una

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profunda aspiración de saber, tie-ne que haber un verdadero amor por la Sabiduría que es la fi losofía o mumukshutva. La palabra “fi lo-sofía” signifi ca amor por la Sabi-duría; no signifi ca una manera de estudiar ciertos libros; y mumuk-

shutva indica lo mismo. Tal vez este tipo de planteamiento de vida del que estoy hablando no tenga ningún signifi cado para quienes están auto satisfechos y creen en-

contrar todo cuanto anhelan en los objetos particulares que están viendo. Pero si existe una ardiente aspiración por la Sabiduría, nues-tra naturaleza y nuestro carácter se transformarán y este debería ser el planteamiento teosófi co de la vida que puede darle un signi-fi cado a nuestra vida y ayudarnos a conocer gradualmente la Sabi-duría, la Verdad y la Luz.

(The Theosophist, agosto 2013)

La acción hacia la que nos en-caminamos es la confraternidad. Si toda la vida es una, entonces todos los seres humanos son nues-tros hermanos o incluso más que hermanos y deberemos tratarles como a tales.

La expresión de este peldaño tal como Blavatsky lo publicó era “afecto fraternal para el condis-cípulo”. Tal vez porque esta frase parecía demasiado limitada, como si la práctica de la fraternidad se redujera a un grupo selecto, a los estudiantes de un mismo maestro, la versión revisada de la ESCALE-

LA ESCALERA DE ORO: ETICA EN LA TRADICIÓN DE LA SABIDURÍA ANTIGUA

(segunda parte del artículo)

John Algeo

6.- SENTIDO DE LA FRATER-NIDAD. Ante todo, ¿qué es lo que descubrimos gracias a nuestra percepción espiritual develada? ¿Cuál es la esencia de la Sabiduría Antigua? Su enseñanza funda-mental y el campo de la experien-cia meditativa es la Unidad de toda la vida. Bajo las dualidades de la mente existe una unidad de intui-ción. Una vez que hemos percibido esa Unidad en el universo, nada puede volver a ser de nuevo como antes. Hay una moral imperativa que deberá actuar sobre nuestra percepción.

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RA DE ORO se cambió por “afecto fraternal para todos”. Sin embargo, las dos versiones expresan real-mente lo mismo.

Nos hemos dado cuenta mu-chas veces de que el mundo en el que nos encontramos es una escuela muy grande, una universi-dad que ofrece toda clase de asig-naturas imaginables y que tiene todo tipo de estudiantes, desde principiantes hasta los alumnos post graduados. Dentro de esta escuela universal, todos somos compañeros estudiantes, condiscí-pulos. No hay ningún ser humano que no sea nuestro condiscípulo. Por ello, ser fraternal hacia los condiscípulos es serlo hacia todos.

Cada ser humano está literal-mente relacionado con cada uno de los demás seres humanos. Si pu-diéramos remontarnos lo sufi cien-te en nuestro árbol genealógico, veríamos que las ramas de nuestro árbol se acaban entrelazando con las de todos los demás árboles de la raza humana. Todas salen del mismo tronco. No hay ninguna co-munidad humana que haya estado completamente aislada desde el principio de los tiempos; más bien estamos todos interconectados por los cruzamientos de nuestros an-cestros. Estamos todos unidos en una malla de fraternidad humana para la cual el único término apro-piado es la confraternidad. Todos somos familia.

7- BUENA DISPOSICIÓN PARA DAR Y RECIBIR- ¿En qué consiste

la confraternidad? ¿Cómo demos-tramos nuestra fraternidad con todos? Cuando Dios le habló a Caín, le preguntó “¿Dónde está tu hermano Abel?”. Y Caín le respon-dió con una pregunta “¿Soy aca-so el guardián de mi hermano?”. Caín intentó que la pregunta fuera retórica, que implicara su propia respuesta. Lo es. Pero la respuesta no es la que pensaba Caín. Cada uno es el guardián de su hermano. Por eso el séptimo peldaño es una “buena disposición para dar y re-cibir consejo e instrucción”. Es lo que deberían hacer los hermanos.

Dar consejo e instrucción es fácil. No solamente resulta fácil sino que a menudo es placentero. Hace que el consejero e instructor parezca importante e inteligente. Refuerza al ego. Recibir consejo e instrucción resulta a menudo bas-tante más duro y más pesado. Pero lo que es importante en el consejo y en la instrucción es que debería ser algo mutuo. Cada uno de no-sotros puede ayudar a otro alguna vez y cada uno de nosotros nece-sita ayuda otras veces. En la obra de Shakespeare “Hamlet”, Polonio le decía a Laertes, en medio de una larga retahíla de sentenciosas recomendaciones, que no debería ser ni deudor ni acreedor. Puede ser un buen consejo cuando se trata de dinero, pero en la mayoría de los demás casos, cada uno de nosotros necesita dar y recibir.

Sin embargo, hay otro detalle importante en relación a este pel-

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daño. No se nos dice que vayamos dando consejos ni que los pida-mos. Antes bien, se nos dice que estemos dispuestos a darlos y a recibirlos. Es bastante diferente. Algunas personas dan consejos cuando no se les pide o cuando no son necesarios. Y otros van tras ellos cuando lo que deberían hacer es desarrollar sus propias posibilidades en lugar de contar con los demás. Deberíamos estar dispuestos a dar y a recibir consejo e instrucción cuando sea adecua-do hacerlo. Y no de otro modo. La diferencia entre un cotilla y un buen samaritano es que el sama-ritano presta atención a la palabra dispuesto.

La presta disposición para dar y recibir consejo e instrucción es la manifestación práctica de la con-fraternidad con todo el mundo. Te-nemos una mutua obligación para con toda persona en el mundo, sea cual fuere nuestra relación con ella, una obligación de ayudarla, de socorrerla en la adversidad, de participar en sus necesidades, de alegrarnos de su buena suerte. Es la cualidad que los romanos llama-ban pietas, el comportarse hacia los demás del modo apropiado a la relación que tenemos con ellos.

8- LEAL SENTIMIENTO DEL DEBER- Una de las relaciones que podemos tener es la que es-tablecemos con la persona de la que aprendemos. Por lo tanto, el siguiente peldaño es un “leal senti-miento del deber hacia el Maestro”.

La frase es importante y realista y puede interpretarse de varias ma-neras porque la palabra maestro, igual que la palabra condiscípulo, tiene más de una interpretación. Podemos tratar de algunas de ellas.

Ante todo, por supuesto que aprendemos cosas de los demás y al hacerlo contraemos una deuda con ellos. Confucio especifi có cinco relaciones humanas básicas que crean deberes mutuos: padres e hijos, hermanos mayores y her-manos menores, esposo y esposa, legislador y legislado y estudiante y maestro. En la India la relación entre el discípulo y el gurú es sagrada lo cual implica un “leal sentimiento del deber”.

Incluso hoy en día, en Occiden-te se admite dicha relación. Cuan-do un alumno de una universidad está estudiando un curso avanza-do, especialmente el Doctorado, y es aceptado por un catedrático tutor que acepta dirigirle la tesis, se establece una obligación mu-tua; y mucho después de haberse graduado y de haberse convertido en un académico independiente, este seguirá hablando de “mi cate-drático tutor”, es decir “mi gurú”. Hay también personas que no siguen estudios superiores pero que a menudo recuerdan a un de-terminado profesor de la escuela secundaria o primaria que ejerció una gran infl uencia en sus vidas Por lo tanto, la lealtad hacia nues-tro maestro es un deber universal

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reconocido, tanto si la enseñanza es seglar como religiosa.

En segundo lugar, el maestro hacia el que debemos ser leales puede interpretarse como cual-quier otro ser humano. La noción de maestro es correlativa a la de estudiante o discípulo. Si en el sexto peldaño se interpreta que todos somos condiscípulos, y si el séptimo nos ha dicho que debemos aprender a instruirnos los unos a los otros, cada uno de nosotros resulta ser claramente el maestro de todos los demás. Del mismo modo que todos somos condiscí-pulos, también todos somos co- maestros.

La Fraternidad es una red de relaciones en la que todos los participantes son iguales, puesto que todos participan en la relación al mismo nivel (aunque no con el mismo grado de intimidad entre sí). La relación maestro-estudiante es jerárquica, puesto que el maestro y el estudiante están en distintos ni-veles respecto al conocimiento que les une. Pero una relación jerár-quica no es inmutable. Mientras que un día se es un estudiante y se aprende de otro sobre una ma-teria, al día siguiente se puede ser un maestro e instruir a esa misma persona sobre un tema diferente. Todos estamos unidos los unos a los otros por estas dos clases de sistemas, la red de fraternidad y la jerarquía del deber, pero ambos sistemas son fl uidos y todos y cada uno de nosotros desempeñamos

una gran variedad de papeles en cada uno de ellos.

En tercer lugar, no es extraño que Blavatsky escribiera Maestro con mayúscula en este peldaño. La mayúscula sugiere que ella consideraba al maestro, en este caso, no como un ser humano, sino como el Ser Superior dentro de cada uno de nosotros. La Voz

del Silencio (párrafo 221) dice: “Hay muchos maestros: el Alma-Maestro es uno, Alaya, el Alma universal. Vive en ese Maestro, como él brilla en ti.” Finalmente, el maestro al que somos leales y del que somos deudores no es un gurú terrenal, no es ningún cate-drático ni el líder de ninguna or-ganización, ni ningún maestro de alguna Fraternidad sino que es la Vida Una en nosotros. Lo máximo que cualquier maestro humano puede hacer es conducirnos hasta el Maestro interno.

Polonio le dio a Laertes otro consejo: “Por encima de todo, sé fi el a ti mismo”. Si cambiamos li-geramente las palabras, el mensaje es el del octavo peldaño. “Por enci-ma de todo, sé sincero con el Ser Uno”. Nuestros yoes particulares son el Ser Uno y éste es, en defi -nitiva, el único Maestro. Tener un leal sentimiento del deber hacia el Maestro es ser sincero con nuestra misma naturaleza interna, con el Alma universal.

9.- OBEDIENCIA VOLUNTA-RIA. Cuando tenemos un leal sen-timiento del deber hacia el Maes-

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tro, ¿qué hacemos? ¿Qué viene después de un compromiso con el maestro de la Verdad, tanto si el maestro es un ser mortal como si es el Alma Universal? El nove-no peldaño señala esta cuestión: “Obediencia voluntaria a los man-datos de la Verdad, una vez que hemos puesto nuestra confi anza en ella y creemos que el Maestro la posee.”

Una vez encontrado el Maestro interno, y una vez convencidos de la realidad de la Verdad interna, de manera que tenemos fe o confi anza en ella, debemos actuar en conse-cuencia. Toda idea se traduce en consecuencias del comportamien-to. Cuando hemos aceptado la Ver-dad de la Vida Una como idea, nos encontramos con los mandatos, con los imperativos de la acción, que surgen de ella. Las ideas son la cosa más poderosa del mundo, porque nos impulsan a actuar.

La obediencia a los mandatos de la Verdad no es una exigen-cia externa. Nadie se sitúa ante nosotros para decirnos “¡Debes obedecer!”. Esta obediencia es vo-luntaria, nace de lo interno. Es el resultado natural e inevitable de reconocer la Verdad. Cuando una planta se expone a la luz solar, nadie tiene que decirle a la planta que crezca. El crecimiento es la respuesta natural de la planta a la luz. Nuestra “obediencia volun-taria a los mandatos de la Verdad” es algo parecido.

Los peldaños que van del sexto

al noveno de la Escalera de Oro insisten en nuestra relación con los demás, tanto en el aspecto de la fraternidad como en el de la je-rarquía de deberes y tratan de las consecuencias de esas relaciones: de nuestras responsabilidades como hermanos, de los unos con los otros, y como estudiantes, con los imperativos morales implícitos en la verdad de la Unidad. Los últimos cuatro peldaños hablan más explícitamente de los dilemas morales y de nuestras respuestas a ellos.

10.- ANIMOSO SOPORTAR. ¿Cuáles son los mandatos de la Verdad? ¿Cuáles son las implica-ciones prácticas de la Verdad de la Unidad en cuanto a un compor-tamiento ético? El peldaño número diez nos da uno de ellas: “animoso soportar de las injusticias perso-nales”. Cada uno, en la vida, vive situaciones que parecen injustas y seguramente lo son en lo que a la personalidad se refi ere. Sin em-bargo, si creemos que toda la vida es una y que un orden perfecto go-bierna todas las cosas, tendríamos que soportar valientemente esas injusticias aparentes.

Es el mismo consejo que Cristo dio a sus seguidores cuando les habló en la montaña (Mat. 5.38-45):

“Habéis oído decir: ojo por ojo

y diente por diente: pero yo os

digo que vosotros no os resistáis

al mal; pues a quienquiera que os

golpee en vuestra mejilla derecha,

14 Sophia nº 290

presentadle también la otra. Y si

cualquier hombre os denuncia ante

la ley y os despoja de vuestro abri-

go, dejad que os arrebate también

vuestro manto. Y a quienquiera que

os exija andar una milla, caminad

con él dos. Dad al que os pide y

a quien os pidiera prestado no le

rechacéis. Habéis oído decir: ama-

rás a tu prójimo y aborrecerás a tu

enemigo. Pero yo os digo: Amad a

vuestros enemigos, bendecid a los

que os maldicen, haced el bien a

aquellos que os aborrecen y rogad

por aquellos que os ultrajan y os

persiguen, para que podáis ser los

hijos de vuestro Padre que está en

el cielo; porque él hace que su sol

salga sobre el mal y sobre el bien,

y esparce la lluvia sobre el justo y

sobre el injusto.”

Las recomendaciones del Ser-món de la Montaña se llaman a veces “consejos de perfección” y se dice que son caminos para la santidad, que no obligan a las personas corrientes del mundo. Pero en ellas no hay nada que no sea práctico. Al contrario, resultan ser los consejos más prácticos de todos. Se ha dicho que si todos siguiéramos la estricta justicia de ojo por ojo, el resultado sería un mundo de ciegos. Desde Thoreau a Gandhi y Martin Luther King, la doctrina de la desobediencia civil, de satyagraha, o resistencia pa-siva, la apacible pero fi rme resis-tencia a participar en el mal o de responder al mal con el mal, ha de-mostrado su validez. No tenemos

que creer que el concepto se haya aplicado siempre perfectamente para reconocer que funciona.

El impulso de nuestro ego es el de replicar contra la injusticia, pero es más efectivo soportar va-lientemente el mal que responder de modo semejante. Como dice el Dhammapada: “El odio no cesa nunca con el odio: el odio cesa con el amor, esta es una antigua regla.”

11.- ENERGICA DECLARA-CION. Una respuesta pasiva al mal y a la injusticia puede confundirse con la timidez o con la aceptación del mal en sí. Para distinguir el animoso soportar de una actitud cobarde, el peldaño siguiente re-comienda “una enérgica decla-ración de principios”. Debemos pronunciarnos y que se nos tenga en cuenta.

Está claro que algunos de no-sotros estamos siempre dispuestos a exponer los motivos de nuestras acciones y así lo hacemos a cada oportunidad. Una línea muy fi na separa “una enérgica declara-ción” de la auto justifi cación, del derecho que nos otorgamos para moralizar y sentirnos satisfechos. Quienes declaran constantemente sus principios no son héroes, sino majaderos.

Sin embargo, hay ocasiones en que debemos puntualizar. Los antiguos mártires cristianos, que eran torturados cruelmente y ase-sinados como deporte para divertir a las masas en la arena de roma, iban a la muerte cantando salmos.

Octubre 2013 15

Su respuesta se conoce como “un testimonio”; con su respuesta a la persecución de que eran objeto, estaban dando fe de la Verdad que habían experimentado.

Actualmente son pocos los que se encuentran en una situación parecida de vida o muerte para poder hacer una enérgica decla-ración de principios, pero hay contextos menos dramáticos en los que, aún aceptando la injusticia, tendríamos que aclarar nuestra postura. Si la declaración requiere un enfrentamiento genuino y si, al realizarlo, fi jamos la atención en los principios, entonces probable-mente habremos hecho bien. Pero si nos satisface mucho personal-mente brillar con esa declaración, o si sólo la hacemos para justifi -carnos, entonces probablemente es mejor no decir nada.

12.- VALIENTE DEFENSA. Aunque consideremos de una determinada manera el mal y la injusticia cometidos contra noso-tros, deberíamos responder a ellos de distinto modo cuando afl igen a los demás. Cristo nos aconseja que si nos golpean en una mejilla pongamos la otra, antes que de-volver el golpe. Sin embargo, no dice que si un bravucón maltrata a la persona que tenemos al lado, tengamos que girarle la cabeza al pobre desgraciado para que le vuelvan a golpear.

Hemos de aguantar el mal que nos acontece; no se nos pide que aguantemos las desgracias de los

demás. Al contrario, se nos conmi-na para ejercer “una valiente de-fensa de los que son injustamente atacados”. Lo que no podemos ha-cer para nosotros mismos hemos de hacerlo para los demás.

La ESCALERA DE ORO no con-templa el pacifi smo total como una idea ética. En esto está de acuerdo con el Bhagavad Gita, donde Kris-hna insta a Arjuna a luchar por los derechos de sus hermanos y contra la falsedad de sus primos. Arjuna va a entrar en una guerra terriblemente destructora, no en su propio benefi cio y en realidad ni siquiera en benefi cio de sus her-manos, sino porque se ha cometido un mal que hay que corregir.

Se le dice a Arjuna que luche sin tener en cuenta las consecuen-cias, quien ganará o quién perde-rá, quién va a obtener un reino y quién va a morir. Debe luchar por-que el orden de las cosas ha sido alterado y tiene que restablecerse y solamente a través de la batalla en Kurukshetra se puede volver a recuperar el equilibrio.

Finalmente, cada uno es res-ponsable de los demás. Somos el guardián de nuestro hermano. Hemos de hacer por los demás lo que no debemos ni podemos hacer por nosotros mismos. Este es el secreto del altruismo.

13.- VISTA SIEMPRE FIJA EN EL IDEAL. Queda una pregunta candente: ¿Hasta dónde podemos llegar en defensa de los que son injustamente atacados? ¿Cuáles

16 Sophia nº 290

son los límites de la acción moral? ¿Está siempre justifi cado mentir o matar? Los simples códigos mo-rales dicen: “No levantarás falsos testimonios” y “No matarás”. Y los simples códigos morales resultan útiles a menudo, pero no sirven para ser aplicados a muchas de las situaciones en que nos encon-tramos. Si una mentira hubiera podido salvar la vida de un judío que se ocultaba de la GESTAPO, ¿estaría mal mentir? Si la muerte de un terrorista que amenaza un avión lleno de personas puede salvar a todos los pasajeros, ¿está mal matar? ¿Como vamos a dis-cernir entre una acción necesaria y otra inmoral? El último peldaño nos dice dónde podemos buscar la respuesta a esas preguntas: “vista siempre fi ja en el ideal del progreso y de la perfección huma-nas, según lo describe la ciencia secreta (Gupta-Vidya).” Todas nuestras acciones deberían rea-lizarse de acuerdo con el ideal de la evolución. Lo que contribuye al mejoramiento humano es bueno; lo que no lo hace es malo. Esta es la piedra de toque defi nitiva.

Está claro que podemos equi-vocarnos sobre lo que contribuye a la evolución, ser humano quiere decir cometer errores. Sin embar-go, mientras nuestra intención sea la de seguir este ideal, mientras nuestro objetivo sea el de fomentar el progreso de la humanidad hacia la perfección, nuestras acciones serán acciones morales.

Si nos preocupamos tanto por los resultados de nuestras deci-siones, de si son acertadas o no, que somos incapaces de realizar ninguna acción en libertad, hemos caído en el síndrome de Arjuna. No podemos quedarnos sentados en nuestro carro, desanimados por el recto desenlace de la acción. Tal como Krishna le dijo a Arjuna, los efectos de la acción no nos incum-ben. No tenemos que preocupar-nos por ellos. Tenemos que hacer lo que consideremos correcto, lo que vemos que va a contribuir a la evolución humana. Y ahí termina nuestra responsabilidad.

Otra cosa más. La declaración introductoria dice que la verdad está abierta a todos; el último pel-daño dice que la base de la acción ética deriva de la “ciencia secre-ta”. Pero estas dos afi rmaciones no son contradictorias. La ciencia en cuestión es secreta, esotérica u oculta, no porque haya sido registrada o comercializada, para venderse particularmente en nin-guna misteriosa logia de adeptos, sino más bien porque es de las cosas que, por su misma natura-leza, no pueden transmitirse por boca ni oído, sino que deben ser experimentadas por cada persona individualmente. Alcanzar dicha experiencia está al alcance de to-dos, pero hasta que lo logremos, la ciencia que la estudia debe perma-necer secreta para nosotros.

CONCLUSION.- Llegamos, pues, al fi nal de la ESCALERA DE

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ORO y sólo queda la conclusión: “esta es la escalera de oro por cu-yos peldaños el estudiante puede llegar al Templo de la Sabiduría Divina”. Es decir, sólo pueden aproximarse a la Sabiduría Divina aquellos que llevan una vida ética. Pero la ESCALERA DE ORO no se propone ser una lista de manda-mientos, para decirle al mundo lo que debe pensar sobre la pena capital, sobre el aborto, la homo-sexualidad, la objeción de con-ciencia, la vivisección o cualquier otro tema social de nuestra época. Es obligación ineludible de cada persona tener un criterio perso-nal sobre las difíciles cuestiones

morales que se le presentan. Esta es la consecuencia de la libertad individual. Y el respeto por las de-cisiones que otros toman, aunque nosotros hayamos tomado decisio-nes distintas, es el signo de la ver-dadera fraternidad. La ESCALERA DE ORO no elimina la ambigüedad moral de nuestra vida, ni resuelve las crisis de conciencia con las que nos enfrentamos día tras día. Pero nos indica el camino a seguir para implicarnos colectivamente en la mejora de la sociedad, aligeran-do un poco el pesado karma del mundo.

(The American Theosophist,

nov. 1984.)

El Yoga, una de las seis fi lo-sofías de la India, expone métodos y preconiza técni-

cas en vistas a la unión con el Yo Divino, el Único sin segundo. La enseñanza yóguica se basa en la idea de que el mundo manifestado, que incluye a todos los seres, pro-cede de un origen único. A partir de ese estado que es la unidad, la diversifi cación se pone en marcha

y crea un mundo de multiplicidad. Sin embargo, cada ser, cada cosa en este mundo, por su afi liación al mismo origen, contiene todas las cualidades de ese estado de unidad del origen.

Así pues, cada ser sensible nace con una especie de nos-talgia del origen único del que todo procede. A veces la memoria individual se ve arrastrada a la

EL YOGA

Trân-Thi-Kim-Diêu (Presidente de la S.T. de Francia)

18 Sophia nº 290

conciencia de las profundidades y se acuerda del estado original, y entonces la nostalgia descubre su propio signifi cado y por consi-guiente no puede hacer otra cosa que conducir enseguida al alma hacia el peregrinaje de retorno. Las técnicas del yoga intervienen como una ayuda poderosa para facilitar ese movimiento de la con-ciencia hacia las profundidades. Ese Yoga no es ni el Hatha Yoga, que se apoya en la disciplina del vehículo físico, ni el Jnana Yoga, el camino del conocimiento que hace trabajar al vehículo mental, ni el Bhakti Yoga, cuyo objetivo es el desarrollo de la sensibilidad res-pecto de todos los seres en tanto que manifestación de lo Divino, ni siquiera es Karma Yoga, el cami-no de la acción. Enseñado como el conjunto de métodos y de téc-nicas destinadas a llevar al alma espiritual a encontrar su origen,

en otras palabras, a unirse con lo Divino, ese Yoga es el Raja Yoga, “el camino real”. Real lo es, no porque esté reservado a los reyes, sino porque de todos los Yogas, representa el mejor camino para el mejor destino del alma humana, la última etapa de la evolución, llamada en algunos contextos la liberación del alma del ciclo de renacimientos.

El camino real, aunque sea el mejor, es con mucho el menos fácil. Sin embargo, es el que tiene indicaciones más precisas. Con-vendría saber que, en lo tocante a lo espiritual, un solo camino no es sufi ciente, si no es el camino real que se basa en Yama y Niyama, los dos pilares de la ética univer-sal. Tendremos ocasión de volver a este tema con un artículo más completo...

(Lotus Bleu, junio-julio 2013)

soy tolerante contigo y te permito expresar tus opiniones”. Signifi ca el reconocimiento categórico de que cada individuo debería ser li-bre para escoger su propio camino sin los dictados de nadie, sin inter-

Tolerancia no significa ese despectivo permiso que da-mos a quienes creemos erra-

dos para que sigan su camino hacia la destrucción. No signifi ca el orgulloso supuesto que dice: “Sí,

LA TOLERANCIA

Annie Besant

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ferencias de otro, en el camino que él ha seleccionado. La tolerancia no implica juzgar ni criticar a otro, con el fi n de dictarle las opiniones que debería tener o para darle el permiso de tenerlas; comprende y venera la verdad de ese gran dicho sufí: “Los caminos hacia Dios son tantos como los alientos de los hijos de los hombres”. Realiza el profundo signifi cado de las pala-bras de Sri Krishna: “Por cualquier camino que el hombre se acerque a mí, en ese camino le recibiré, por-que todos los caminos son míos”.

La verdadera Tolerancia re-nuncia completamente a cualquier intento de establecer un camino que todos deban seguir. Es capaz de ver que dondequiera que un Espíritu humano busque a Dios, dondequiera que una inteligencia humana intente elevarse hasta lo Divino, dondequiera que un corazón humano ansíe ponerse en contacto con su origen, allí se está estableciendo un camino ha-cia Dios y esos pasos conducirán, inevitablemente, hasta el objetivo.

Los caminos son distintos por-que las mentes de los hombres son distintas, porque sus corazones son distintos, porque han creci-do siguiendo distintas líneas de pensamiento y se han acostum-brado, en el pasado inmemorial que se halla detrás de cada uno de nosotros y que retrocede hasta la aurora de los tiempos, a una variedad de creencias religiosas, a una variedad de puntos de vista

y opiniones. Son todos útiles y no perjudiciales. Porque la verdad tiene tantas facetas, la verdad puede verse desde tantos puntos de vista que cada nueva visión que se tenga de ella añade algo y no le quita nada, y estudiar la opinión de alguien distinto a nosotros, intentar aprender pacientemente algo de su planteamiento y ver las cosas como él las ve, contribuye a desarrollar en nosotros esa visión que acabará por ser capaz de ver toda la verdad y no solamente un fragmento de ella; cuanto más es-tudiamos, más nos damos cuenta de la unidad mientras estudiamos la diversidad, cuanto más, mejor conocemos su grandeza.

Los hombres que tienen una única religión, una única fi losofía, una única visión de la vida, son como aquellos que esperan que, como la luz del sol es blanca, no debería haber colores en el mundo. Porque los colores no salen de la luz, sino de las distintas consti-tuciones de los cuerpos ilumina-dos por esa luz blanca única. Las variedades de constituciones, las maneras en que están hechas las fl ores, la hierba y los animales nos dan esas diferencias que producen distintos colores, aunque la luz sea una sola; cada uno coge de la luz blanca lo que necesita y desecha de la luz blanca lo que no quiere, y nosotros hablamos del color de la fl or, del animal o del cielo.

Así también el gran Sol blanco de la Verdad, que brilla sobre las

20 Sophia nº 290

mentes de distinta constitución de los hombres, le da a cada una de ellas lo que necesita para nutrirse, mientras que las partes no usadas revierten como colores a los ojos de los demás. A menos que queráis un universo blanco de materia, un universo blanco de pensamiento, ¿por qué no disfrutar de la dife-rencia de constituciones que pinta el mundo del pensamiento con muchos colores, igual que pinta el mundo de la materia con matices innumerables? Mirando entonces todas las diferentes panorámicas de nuestro alrededor, veremos el valor de su variedad en la riqueza y belleza añadidas con nuestras visiones de la verdad.

Estudiar sin sentimiento es ver los defectos; estudiar con sentimiento es ver la belleza. Y nunca se puede entender la belle-za de un credo ni su poder sobre la mente de su poseedor, hasta que lo estudiamos con los ojos del amor y el sentimiento y sentimos en nosotros mismos las vibracio-nes que despierta en aquellos a quienes atrae. Por esto si quieres amar verdaderamente la Sabidu-ría Divina, elévate por encima de la intolerancia que le dicta al otro lo que tiene que hacer y entra en esa libertad de Espíritu en la cual solamente se encuentra la verdad. Estudia aquello con lo que no estás de acuerdo más que aquello con lo que sí estás de acuerdo. Día a día familiarízate con los puntos de vista de los demás, en vez de

mantener los ojos fi jos en un ob-jeto desde el mismo punto exac-tamente; aprende de las personas con las que no estás de acuerdo más que de las otras; y de esa ma-nera adquirirás muchas facetas, igual que los numerosos aspectos de la verdad misma; y fi nalmente, cuando te eleves hasta la magnifi -cencia del conocimiento perfecto, verás que cada fragmento ocupa su lugar en el conjunto general, y que cada religión que ha seguido el hombre es una nota del poderoso acorde que le habla al hombre de Dios.

Os pediría aplicarlo en la vida además de admirarlo en teoría e intentar corregir la intolerancia natural de la humanidad buscan-do en cada persona y en cada opi-nión lo bueno, en vez de lo malo. Que vuestra primera impresión de un libro sea la favorable y no la hostil; que la primera impresión de un hombre sea de sus virtudes y no de sus vicios. Porque cuanto mejor os parezca, más estaréis viendo esa parte del Yo que intenta manifestarse a través de su mente y su cuerpo, y los errores son sólo las nubes que ocultan el sol; cuan-do el sol se eleva más, también se hace más claro y, con su brillo, las nubes se desvanecen y se puede ver al verdadero Yo.

Porque es con la visión inter-na que se ve la verdad.

S. Agustín.

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CONOCERSE A SÍ MISMO,NUESTRO PRESENTE RETO

Conferencia pronunciada durante la Convención de la sección

francesa, en París, en junio 2013

Clarisa Elósegui

niendo a mano el inmenso caudal de conocimiento que la Teosofía ofrece.

Y, de esta observación, surge otra pregunta. Si somos de la na-turaleza de lo Divino ¿Por qué hay tanto sufrimiento en la humani-dad? ¿Por qué, estamos sufriendo?

Los estudios acerca de la psico-logía han sido desarrollados muy ampliamente en las últimas déca-das y sin embargo la constitución entera del hombre ha sido mucho más descuidada.

De la misma manera que para conocer el cuerpo físico, necesita-mos conocer y comprender cada uno de los órganos en sus dife-rentes funciones y sus relaciones mutuas e interdependencia, ne-cesitamos conocer y comprender la constitución completa del ser humano con los diferentes cuerpos o vehículos de que dispone, en sus diferentes funciones, relaciones mutuas e interdependencia.

Se nos dice que cuando nos incorporamos a la etapa humana,

Cuando hablamos sobre el “conocimiento propio” o “conocimiento de Sí Mis-

mo”, nos encontramos ante la evidencia de que partimos desde el desconocimiento de nosotros mismos, aunque muchos creamos conocernos.

Surge de inmediato la pregun-ta ¿Quién soy yo? En la literatura Teosófi ca, encontramos repetida-mente y en diversas formas, que nosotros no somos el cuerpo físico, ni las emociones, ni la mente, y se nos afi rma que somos de la natu-raleza de lo Divino.

Miramos a nuestro alrededor y vemos enorme sufrimiento, cerca y lejos. Hay enorme sufrimiento en el mundo. Miramos hacia nosotros mismos y observamos también a los seres con los que mantenemos relaciones familiares, amistosas, afectivas o fraternales y observa-mos que hay mucho sufrimiento.

También observamos que en-tre los miembros de la Sociedad Teosófi ca hay sufrimiento, aun te-

22 Sophia nº 290

somos seres potencialmente Divi-nos, algo así como ser poseedores del más grande tesoro, pero, no sabiendo siquiera que lo tenemos y mucho menos dónde está y por lo tanto no podemos hacer uso ni go-zar de él. No hay auto-conciencia. No sabemos.

Esa naturaleza de lo Divino es un potencial en estado germinal que ha de llegar a Ser, y ello es posible, porque las mismas Leyes que sostienen el Universo con las Galaxias, los Sistemas Solares, los Reinos de la Naturaleza, esa geometría maravillosa que vemos en los diferentes Reinos, toda esa belleza…, aquellas mismas Leyes, nos sostienen e impulsan desde lo interno de nosotros mismos.

Así que, sin saber ni tan si-quiera que lo tenemos, debemos llegar a desenvolver ese potencial convirtiéndolo en totalmente activo y auto-consciente y, para que ello sea posible, comenzamos la propia evolución humana por la etapa más primitiva.

Sin embargo se nos dice que el potencial está contenido en un re-fl ejo de aquella Trinidad presente en toda la manifestación.

Esta Trinidad comienza con Âtmâ o Âtman, el Espíritu Uni-versal, y es indivisible y común a todos. No hay muchos espíritus, sino únicamente un solo espíritu que brilla en todos los hombres por igual. Âtma es el “principio absoluto universal”.

¿Cómo se desenvuelve pues, el

potencial contenido en Âtma? Veamos. Se nos dice que El

UNO, del cual Âtma es su radia-ción, se manifi esta como Espíritu o Conciencia, por medio de cuer-pos confeccionados de Energía o Materia. Ello constituye una dua-lidad, desde el mismo principio de la manifestación.

Dualidad que, usualmente, se denomina con los términos positi-vo-negativo, siendo los polos que hacen posible la manifestación. Polos que no debemos confundir con nuestras acepciones de bueno-malo.

Asimismo la Teosofía enseña que toda esta manifestación está sostenida, regulada y ordenada por Leyes o Principios Universales a los que también se suele deno-minar como Leyes Divinas o Leyes de la Naturaleza.

El Hermetismo nos presenta una serie ordenada de 7 de tales Leyes o Principios y los nombra como: Mentalismo, Corresponden-cia, Vibración, Polaridad, Ritmo, Causa-Efecto y Generación.

De ellas se derivan todas las Leyes Conocidas por la ciencia y aún las desconocidas en el presen-te todavía. Ellas operan en todos los planos y en todas las formas de manifestación de la Vida. Ellas sostienen a la humanidad, aunque las desconozcamos.

Antes de seguir adelante pode-mos recordar unas palabras de la Sra. Blavatsky a sus discípulos, a fi n de aclararles algo tan abstruso

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como esta aparente dualidad: “La Materia es Espíritu densifi cado, el Espíritu es Materia sublimada. Todo es lo mismo”.

Tener en consideración estas palabras de HPB, antes de iniciar un estudio y durante el mismo nos ayudará enormemente a compren-der.

Meditar profundamente acerca de su signifi cado, hasta que en nosotros se haga consciencia su realidad, será nuestra tarea.

Entre ambos extremos, de lo más denso a lo más sutil, se encuentran infi nitesimales gra-daciones. Estas gradaciones han tratado de explicarse por medio de un esquema de “7 planos”.

La palabra “plano” tampoco debe confundirnos y pensar acerca de ellos como superpuestos unos sobre otros como capas de cebolla. Se interpenetran todos. Lo más su-til está interpenetrando siempre lo más denso. Cuanto más sutil más se extiende desde su propio centro, porque cuanto más sutil menos fuerza de atracción se ejerce desde su centro de gravedad.

Tales planos han sido nom-brados como “1º Adi o Divino, el plano de la Fuente Divina”, “2º Anupadaka, y, es aquí donde aparecen los Rayos, que emergen de Adi”. Se dice que estos dos primeros planos no pueden ser conocidos en nuestra actual etapa de evolución y que sí será posible conocerlos cuando alcancemos la etapa super-humana.

Seguido de Anupadaka o Mo-nádico, tenemos el plano “Átmico Divino”, este es el de la manifes-tación más sutil y desde Él hasta lo más denso, encontramos los planos denominados Búddhico, Mental, Astral y Físico. Cada uno de los 7 planos se subdivide en 7 subplanos, a efectos de una ma-yor comprensión, aunque en cada subplano existen infi nitesimales gradaciones de sutilidad-densidad.

Podríamos decir que cada gradación es en cierta medida la “manifestación del Espíritu o Con-ciencia –VIDA DIVINA– por medio de una gradación de Materia o Energía”. Es con estas gradaciones de Materia-Energía, más sutiles o más densas, con las que todas las manifestaciones o Unidades de Vida en evolución, en cada uno de los planos, se confeccionan los “trajes o vehículos” con los cuales se revisten y “aparecen, se hacen visibles, en el plano correspon-diente”. Esto es así en todos los Reinos de la Naturaleza.

Un ejemplo muy cercano nos permite comprender lo más sutil. Si tenemos un cuerpo o vehículo físico podemos ser visibles en el plano físico. En cuanto perdemos el vehículo físico, en el proceso que denominamos “muerte”, dejamos de ser visibles en el plano físico, pero seguimos siendo visibles en los restantes planos, si estamos revestidos de un vehículo consti-tuido de Materia-Energía de cada uno de ellos.

24 Sophia nº 290

Regresamos a Âtma, el más su-til, en Él aparecen tres cualidades o aspectos que proceden del Rayo de lo Divino. Ellas conforman la Trinidad reconocida bajo nombres distintos en todas las religiones desde la más remota antigüedad. La Teosofía las denomina Sat, Chit, Ananda.

Me permito aquí expresarlo en parte con las palabras de la Sra. Audoin:

Lo Divino ES: esto es Sat o Seidad.

Lo Divino se conoce a sí mismo, es consciente de Ser; esto es Chit;

Y esta conciencia de ser va acompañada de Felicidad; esto es Ananda.

Cuando el Rayo de Conciencia penetra el plano Átmico con los tres aspectos, el aspecto Sat lo hace vibrar agenciándose un áto-mo de Materia-Energía, de lo más elevado de ese plano y se “reviste de él”, y aparece Atma. Una Uni-dad de Vida o “Atma” manifestán-dose en el plano Átmico.

Hasta aquí los tres planos constituyen la Trinidad Divina, compuesta por los dos planos más elevados, Adi y Anupadaka y los subplanos superiores del plano Átmico. En esta Trinidad la Con-ciencia todavía es de Unidad.

Pero la manifestación se deten-dría ahí si no se cumpliese orde-nadamente la evolución o desen-volvimiento del potencial interno contenido en la propia Unidad de Vida o Atma y para ello debe

“descender” de plano en plano re-vistiéndose de la “Materia-Energía” del plano correspondiente.

Así pues, el aspecto Ananda, contenido en la propia Unidad de Vida o “Atma”, hace vibrar el pla-no Búddhico y “Atma” se recubre de un tenue velo de “Materia o Energía” Búddhica y ya es Atma-Buddhi, apareciendo en el plano Búddhico.

El aspecto Chit, contenido igualmente en “Atma”, hace vibrar el plano Mental en su aspecto su-perior, llamado Mental Superior, y se rodea de una fi na película de “Materia o Energía” de la materia mental más sutil y ya es Atma-Buddhi-Manas. Una Tríada Indivi-dual que es el refl ejo de la Tríada Divina, apareciendo en el Plano Mental Superior.

Esta fi na película de “Materia o Energía” mental se convertirá en el Cuerpo Causal. En esta refl ejada tríada, por efecto de la cobertu-ra de los cuerpos o vehículos, la Conciencia ya no es de Unidad, y es denominada “Individualidad”, y también conocida como Yo Su-perior.

Y se nos dice que es Atma mis-ma, asentada en el Plano Mental Superior como en una especie de “Campo Base” durante todo el proceso Humano, y revestida para ello de los vehículos Búddhico y Causal, la que es denominada Individualidad o Yo Superior o Alma-Ego.

Es así como tres aspectos de

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la Conciencia Divina conocida como Trina y Una a la vez, siendo indistinguibles e inmanifestados a nivel de la Mónada, se hacen dis-tinguibles y manifi estos por medio de la Individualidad. Y aquellos tres aspectos de la Trinidad Sat, Chit, Ananda se refl ejan en esta Individualidad como Voluntad-Sabiduría-Conocimiento.

Así el refl ejo de la Trinidad Di-vina se halla presente en la Indi-vidualidad, formando lo que se ha denominado el Triángulo Superior con el vértice hacia arriba, porque, de alguna forma, mira siempre hacia su Fuente Divina. Aún en el Cuerpo Causal o Mente Abstracta, el más externo de los tres, se man-tiene la armonía y es siempre un refl ejo de la Mente Divina.

El conocimiento requerido por esta Individualidad o Yo Superior –cuyo centro sigue siendo Atma-, lo adquiere recubriendo un rayo o nuevo refl ejo de sí misma, de un vehículo constituido de Materia o Energía, del plano mental inferior, que se denomina usualmente Men-te Inferior o Mente Concreta, más un vehículo constituido de Materia o Energía del plano Astral, deno-minado usualmente Cuerpo Astral o Cuerpo de las Emociones o De-seos, y, fi nalmente y con la ayuda de los padres físicos, se reviste de un cuerpo físico.

Este proceso de vestirse y desvestirse de estos cuerpos o ve-hículos se ha denominado “reen-carnación” y se efectúa, una vida

tras otra, entregando a la Indivi-dualidad o Yo Superior los frutos de cada una de ellas, hasta el fi nal del ciclo humano.

Así pues, cada nuevo refl ejo proyectado por la Individualidad, y compuesto por Manas Inferior, Astral y Físico es denominado Triángulo Inferior, con el vértice hacia abajo, puesto que su misión es contactar con los planos corres-pondientes a fi n de proporcionar al Yo Superior, en su cuerpo Causal, toda posibilidad de desenvolvi-miento de su potencial, por medio de toda clase de experiencias en estos planos por debajo de Él.

En este Triángulo Inferior, el Aspecto Conocimiento del Mental Superior se convierte en Pensa-miento a nivel del Mental Inferior.

El Aspecto Beatitud, Sabiduría, Amor del Búddhico, se convierte en placer y emoción en el Astral.

El Aspecto Voluntad de Ser en Atma se convierte en deseo o im-pulso a la acción en el Físico.

Las personalidades, por lo tan-to, son el refl ejo de un refl ejo y no cabe duda de que, a menos que los vehículos por medio de los cuales se realiza el proceso lleguen a ser tan puros y cristalinos como para refl ejar la prístina Luz o chispa Divina que envuelven, la distorsión de dicha Luz es tan grande que no sabemos siquiera que somos Ella misma.

El proceso, pues, es absoluta-mente necesario.

Movidos por las Leyes a que

26 Sophia nº 290

está sujeta la Evolución desde el mismo comienzo del proceso Hu-mano, el interés se dirige hacia lo externo. Es una necesidad del proceso evolutivo individual.

Durante muchas existencias el ser humano va hacia “afuera”, podríamos decir que “alejándose de su propio centro y de espaldas a la Luz, que es su propia Fuente”.

Al principio de este largo perío-do y durante muchas existencias, el ser humano tiene el compor-tamiento de aparente interde-pendencia con la Naturaleza. En realidad actúa respetando la Na-turaleza movido más por instinto que por conocimiento. Le impulsan las Leyes a las que está sujeto. Al principio es casi inconsciente de su propia humanidad.

Lenta y gradualmente se desa-rrollan el cuerpo Astral y la Mente Inferior o Concreta, como se ha convenido en denominarlos al bosquejar la constitución humana en la literatura Teosófi ca, y por ello el hombre se identifi ca con el mundo externo-fenomenal que va conociendo, creyendo ser lo úni-co existente, con el resultado del alejamiento gradual del respeto-instintivo por la Naturaleza.

De encarnación en encarnación el cerebro y todos sus sistemas en el cuerpo físico se forman también en reciprocidad al desarrollo de los vehículos Astral y Mental Concreto y del Causal que acumula toda la evolución.

En la misma medida se efectúa

también un desarrollo gradual que podríamos denominar de semi-conciencia en expansión, lenta pero constante, como fruto de las experiencias aportadas de existen-cia en existencia vivida.

Este estado de semi-conciencia produce el progresivo alejamiento de la infl uencia de las Leyes. Lo de-nominamos semi-conciencia por-que es el conocimiento-experiencia adquirido de afuera adentro, a tra-vés de los órganos de los sentidos.

A estos conocimientos-expe-riencias en combinación con los pensamientos y emociones que originan, los llamamos positivos o negativos según sea agradable o desagradable la respuesta mento-emocional que provocan.

Nos movemos entre los polos de opuestos, fl uctuando entre am-bos y por lo tanto desarrollamos las cualidades amor-odio, ternura-dureza, valor-miedo, generosidad-tacañería, etc.

Llega una etapa en la que el hombre ya ha ido hacia la mate-rialidad máxima posible. Ha de-sarrollado las cualidades polares en su máxima expresión de sepa-ratividad y se ve arrastrado por la fuerza de la energía de dichas cualidades.

No puede ir más lejos de Si Mismo. Y, entonces, impulsado desde lo interno por los refl ejos de aquella triplicidad en la Indi-vidualidad, Voluntad-Sabiduría-Conocimiento, se da la vuelta y comienza un camino de retorno

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a “su Fuente”, mirando hacia el Yo, la Individualidad que es, pero que todavía no re-conoce como a Sí Mismo. Sin embargo por lejana que vea ahora la Luz, camina de cara hacia ella.

El movimiento pendular des-cribe un arco de movimiento más o menos amplio que lleva al hom-bre a la expresión de cualidades positivas o negativas, según que las circunstancias externas sean favorables o no a sus expectativas.

Ahora se enfrenta a un gran reto.

El sufrimiento que había ge-nerado durante largas edades y considerado siempre como injusto y ajeno a él mismo cuando, por Ley de Causa y Efecto o Karma, retornaba a él, se presenta ahora como oportunidades constantes de aprendizaje y expansión de Conciencia.

La graduada expansión de la Conciencia, hace que el Hombre a pasos lentos, titubeante al princi-pio de esta nueva etapa, pero con más fi rmeza cada vez, se enfrente al resultado de sus propias accio-nes con un mayor dominio de las herramientas con que está dotado.

El “fruto” de cada experiencia, vivida en toda clase de condicio-nes, se convertirá en alguna forma de cualidad parcialmente desen-vuelta, y será recogida por el Yo en el Cuerpo Causal desenvolviendo gradualmente el potencial existen-te, por medio de la comprensión y asimilación resultante de pensa-

mientos, sentimientos, acciones y palabras.

Se desarrollan de más en más superiores gradaciones, la com-prensión, la inteligencia, el discer-nimiento y más tarde aparece la intuición. Las herramientas de que el hombre dispone para el trabajo que está realizando consigo mismo se refi nan.

La toma de Conciencia de nues-tra Naturaleza Divina implica al mismo tiempo observar, descubrir y reconocer lo que, en nosotros, no armoniza con tal Naturaleza, esto es, distinguir claramente que aquello que en nosotros es de ca-rácter unitivo es un Refl ejo de esa Naturaleza y que aquello que en nosotros es de carácter separativo es un Refl ejo distorsionado de la misma y Única Naturaleza.

¿Qué es lo que distorsiona ese Refl ejo y en donde se encuentra?

Nos hemos identificado con los cuerpos o vehículos por cuyo medio estamos inmersos en estos planos y hemos creído ser ellos mismos. La Conciencia está velada por ellos.

Los hábitos desarrollados por los vehículos de la personalidad se han constituido en el carácter y esto conforma el conjunto del yo inferior, separado, que se convierte en un cúmulo de miedos, angus-tias, desengaños y frustraciones, salpicados por otros momentos de bondades, satisfacción y pasajera alegría.

El movimiento mento-emocio-

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nal y físico de todo ser humano oscila como si estuviese sentado en la bola de un enorme péndulo en más o menos amplia oscilación de un polo a otro y sobre el que no tiene, por el momento, el menor dominio.

El auto engaño se prolonga. El hombre desea. Proyecta a veces por largo tiempo, cómo obtener el objeto de su deseo. Mientras ela-bora y se ilusiona con el proyecto, se distrae.

Cuando obtiene el objeto de-seado, tiene una fugaz alegría y satisfacción y, al igual que ocu-rre a los niños con sus juguetes, la alegría y satisfacción decrecen con bastante rapidez, hasta des-aparecer.

El hombre necesita entonces proyectar un nuevo logro, obtener un nuevo objeto de deseo y satis-facerlo, para caer otra vez en una nueva insatisfacción.

Primero los objetos deseados son de carácter más grosero y más tarde, a lo largo del proceso, se refi nan. La satisfacción puede ser mayor pero fi nalmente declina y desaparece.

El Yo Real, el Yo Superior, el Ser Real que somos, no puede conceder satisfacción duradera a la personalidad a través de los efímeros logros de ésta. La Natu-raleza del Yo Superior es Divina.

Nada que esté separado, nada que sea un fragmento, podrá nunca ofrecerle una satisfacción duradera, pues, de ser esto último

posible, la personalidad quedaría para siempre presa en los mun-dos de ilusión de los sentidos sin posibilidad de aportar nada apro-vechable para el desenvolvimiento de su Divino Potencial.

Se oyen voces de continuo, diciendo que “hay que ser positi-vos” y ello puede inducir a creer que es posible quedarse perma-nentemente en el lado positivo del balanceo, pero hay una ley a la que está sujeto este movimiento y que dice: tantos grados se mueve el péndulo hacia la derecha como hacia la izquierda.

En ambos polos se desarrolla enorme sufrimiento, fruto de la separatividad.

Y, tal como decíamos hace unos momentos, el hombre se balancea de un polo a otro sin dominio algu-no del movimiento pendular.

Entonces, ¿qué hacer?, ¿pue-de liberarse el hombre de esta sujeción a los polos de opuestos?, ¿cómo salir de este estado?

El Buddha señala el llamado “camino medio” o “fi lo de la nava-ja”. También en el Bhagavad Gîtâ canto IV-22, explica Krishna a Arjuna: Contento con todo lo que se le presenta, sobrepuesto a los “pares de contrarios”, libre de mala voluntad, inalterable lo mismo en la suerte próspera que en la ad-versa, aún cuando ejecute alguna obra, no queda ligado por ella.

Pareciera algo imposible de lo-grar a no ser que tan grandes seres nos afi rmen rotundamente que esa

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es la fi nalidad del ser humano.Así pues, llega el momento de

preguntarse persistentemente el ¿por qué de tanto sufrimiento para sí y en el mundo? El conocimiento de la Teosofía incluyendo aquellas Leyes Universales, antes citadas, nos ofrece un amplio caudal de conocimientos.

Todo conocimiento debe ser comprendido, asimilado y puesto en práctica para que se convierta en parte de nosotros mismos y no quede en algún rincón del repleto archivo de nuestra memoria.

Por lo tanto el estudio es com-prendido primero intelectualmen-te. Por medio de la refl exión llega la comprensión de su signifi cado más interno o elevado y por medio de la aplicación práctica y constante a nuestra vida mental, emocional y física de aquello que comprende-mos, llega a ser parte de nosotros mismos produciendo ampliaciones sucesivas de la Conciencia.

Comprenderemos, por lo tan-to, que debemos transmutar toda actividad egoísta en altruista, todo lo separativo en unitivo. Nuestra naturaleza inferior se resiste con toda la densifi cada fuerza de la materia de que están constituidos los vehículos de la personalidad.

Llegados a esta etapa de la evolución humana, todos nosotros nos vemos ante la enorme tarea de purifi car el pensar, el sentir, los actos y palabras.

De tal forma que elevando la vi-bración del pensar, sentir, actos y

palabras, elevemos constantemen-te y de grado en grado la vibración de nuestros cuerpos o vehículos, desechando de ellos la materia pe-sada de baja vibración y atrayendo a ellos la de más elevada vibración.

Esto puede traducirse como una “depuración” de los vehículos por medio de los cuales nos expre-samos y por lo tanto una expresión cada vez más grande de nuestra Divina Naturaleza por medio de ellos.

Posiblemente sea ésta la eta-pa de mayor sufrimiento, pues sumergidos en este espejismo, creemos que hay dos naturalezas en pugna, la superior y la inferior y nos sentimos alejados de la po-sibilidad de alcanzar la Superior.

La Victoria está asegurada porque no hay dos yoes. No hay dos naturalezas, la superior y la inferior.

Hay una sola y única Natura-leza, la Divina. Es nuestra heren-cia Divina, pero, como todas las herencias, ésta, se cobrará única-mente al alcanzar la “mayoría de edad interna”.

También es necesario com-prender que la evolución del ser Humano es interdependiente de los demás reinos de la Naturaleza. Desde el mismo principio de su evolución, cada Unidad de Vida intercambia constantemente mo-dalidades de energía-vibración, con todas las demás Unidades de Vida, ya sea en los planos sutiles o en los densos.

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Esta interdependencia está impulsada por las propias Leyes de la Naturaleza y actúa en todos los Reinos. Todos los Reinos de la Naturaleza nos ayudan en nuestra Evolución y, a la vez, nosotros ayu-damos –a veces entorpecemos- a la suya.

El ser Humano no es conscien-te de tal interdependencia y actúa en forma independiente, durante largos períodos de su evolución, desconociendo por lo tanto su vinculación íntima con toda otra Unidad de Vida y desarrollando un estado de “egoísmo” excluyente.

Está separado. Tal separación es la gestante de todo sufrimiento.

Hasta el presente nuestro ba-lanceo polar ha sido lo bastante largo de un polo al otro. Solemos ser exagerados en todo. Si senti-mos simpatía por alguien es “una enorme simpatía”, si lo contrario “una enorme antipatía”. Si desea-mos algo, el deseo es fuerte. Si algo rechazamos, también es fuerte ese sentimiento de aversión.

Pero se trata siempre de pen-samientos y sentimientos que afectan únicamente a nuestras personalidades. El Yo Superior, El Yo Real que somos, no se inmuta por ninguna de esas cuestiones. Y, tomando conciencia de lo que Somos y de lo que no somos, po-demos des-identifi carnos de lo que está sucediendo en ambos polos de opuestos.

Ambos polos son un medio para la manifestación. Nos han

servido fi elmente para llegar desde nuestra infantil humanidad hasta esta etapa en que queremos salir de esta alta adolescencia y con-vertirnos en adultos en el sentido interno de nuestra humanidad.

Todas las energías y todo cuanto hemos experimentado nos ha ayudado a llegar hasta aquí. Y ahora seguirán sirviéndonos, pero siendo nosotros los dueños de lo que sucede en ambos polos.

Así podremos observar, re-conocer, refl exionar y rectifi car, transmutando el motivo de nues-tras acciones.

Nuestras acciones han de lle-gar a ser todas de la naturaleza del Bien, la Verdad y la Belleza. La motivación para nuestras acciones debe llegar a ser el reconocimiento de nuestra Unidad con todos los seres. El respeto al proceso evolu-tivo de todos los Seres ha de llegar a estar presente en el trasfondo de todo pensamiento, sentimiento, acción y palabra.

Esta actividad da como resul-tado la elevación de la vibración del pensar, sentir, actos y palabras, y nuestra propia “bola pendular” se eleva como si pendiese de un “hilo” más corto cada vez. Siendo por lo tanto más corta su oscilación cuanto más elevamos nuestra vi-bración en todos los planos.

Permitidme que termine con dos frases del párrafo de Arya-sangha, discípulo de Buddha:

“Lo que no es ni espíritu ni ma-

teria, ni luz ni tinieblas, sino verda-

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deramente el contenedor y la raíz

de todo esto, eso eres tú”.

Siguen las frases que enseñan el desarrollo del universo, con sus siete planos, cada uno de estos planos con sus siete subplanos, de lo cual hemos visto apenas una pincelada, y fi nalmente el párrafo termina así:

“De esta escala septenaria

séptuple, tú eres el fi el escalador y

espejo, ¡oh diminuto hombre!...Este

eres tú, pero no lo sabes”.Deberemos persistir hasta que

todas nuestras actividades sean el fi el refl ejo de ese Amor del que somos la Fuente y el Receptáculo a la vez.

Muchas gracias por acompa-ñarnos.

(París 30 de junio de 2013)

ACTIVIDADES

RAMA SHAKTI PAT (ALICANTE)Miércoles a las 18h: -Cristianismo esotérico. - La voz del Silencio. -Conoci-

miento de sí mismo. -Meditación.Viernes a las 18h: - Charlas para simpatizantes. -Videos de Teosofía. - Me-

ditación. - Las Cartas de los Maestros. (Coordinan miembros de la Rama.)RAMA ARJUNA

Martes 1, 8, 15 22, 29 (18h) Ritual de sanación. (18,30h) Reunión de Rama “Estudio sobre la conciencia”. J. Garcia y F. Pastor (sólo miembros)

Miércoles 2, 9, 16, 23, 30 (17h) Grupo de estudio sobre Autoconocimiento”. J. Tarragó y J. Garcia. (19h) Reunión de Rama. Estudio sobre “Compendio de la Doctrina Secreta” (sólo miembros)

Jueves 3, 17, 31 (10h a 12,30h) Curso de introducción al Katsugen Undo. M Cartañà. Jueves 3 (19h) Conferencia “El despertar interior”. J. Tarragó. Jueves 10, 24 (10,30h) Grupo voluntariado Rama Arjuna. Taller Patchwork (práctica en silencio meditativo). E. Melgarejo. Jueves 10 (19h) Conferen-cia “La naturaleza real del hombre”. J. Tarragó. Jueves 10, 24 (20,30h) Grupo de estudio sobre “Luz en el Sendero”. M. Cartañà. Jueves 17 (19h) Conferencia “La meditación exterior e interior”. J. Tarragó. Jueves 24 (19h) Conferencia “Dios y la vida”. J. Tarragó. Jueves 31 (19h) Conferencia “El ser espiritual”. J. Tarragó.

Viernes 4 (19,30h) Segundo taller introductoria a los 7 Rayos. Rayo de la personalidad. J. Jurado. Viernes 11 (19h) Grupo de trabajo sobre “1 escenario=Npuntos de vista”. Escuchar. J. Tenes (sólo miembros). Viernes 18 (19h) Grupo de trabajo sobre “1 escenario=N puntos de vista”. Predispo-sición del aspirante. J. Tenes (sólo miembros). Viernes 25 (19,30h) Música y Teosofía. “El mundo sonoro de Rimsky Korsakoff”. C. Rosiñol

Sábado 26 (9,15h) Font de Canaletes. Visita guiada Barri del Mar (Rama Vi-veka de Rubí). P. Bel. Sábado 26 (17h) Conferencia “Símbolos egipcios del cielo”. P. Bel

Domingo 6 (de 11 a 14h) Taller intensivo de meditación. N. Venegas. Domin-go 20 (de 11 a 14h) Taller sobre “Los ancestros y los principios del Yoga”.

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E. Sanmartín.Seminario Los mitos viii- Isaac Jauli. Septiembre, octubre y noviembre.

RAMA CERESLunes, 7, 14, 21 y 28 a las 19,30h. Estudio de las Cartas de los Maestros.

(Reunión de miembros9Viernes 11, 26 a las 19,30h. Taller de Auto-Transformación. Coordina: Usi

García. (basado en Vicente Hao Chin)Sábados 5 y 19 a las 17h. Taller: Principios, Axiomas y Doctrina de la Filosofía

Esotérica enseñadas por H.P.B. Coordina: José Luis Mendoza. RAMA HESPERIA

Todos los lunes a las 19,30: Conferencias públicasRAMA JINARAJADASA

Miércoles (18-20h). Tertulias teosófi cas: Estudio de textos teosófi cos. Medita-ción, talleres, conferencias.

RAMA RAKOCZYLunes 7 y 21 - Grupo de Meditación Activa y Ritual Dévico. – 14 - O.T.S. Ritual

de sanación. 28- Ritual Ola de Paz.Miércoles 2. Meditación a cargo de F. Pérez. Estudio grupal sobre “La Voz del

Silencio”. - 9 – Meditación a cargo de J. Rodríguez. Estudio grupal sobre “La Voz del Silencio.” -16 Meditación a cargo de J.L. Fernández. Estudio grupal sobre “La Voz del Silencio”. -23. Asamblea de Rama. 30-Meditación a cargo de F. Béjar. Tema libre.

RAMA VIVEKASábado 5, a las 17,30h: “¿Qué es la espiritualidad?”. Angels Torra. 26 “Estudio

breve sobre la conciencia”. Pere Clua.Martes 8, a las 17h: “El cuerpo etérico y el principio del cuerpo astral”. Mar-

garita López. Lunes 14, a las 18,30h: Meditaciones de luna llena. Jesús Jurado.Domingo 20 12h: Ceremonia de Sanación.

GRUPO DE ESTUDIOS TEOSÓFICOS “ANANDA”grupoestudiosteosofi cosananda@gmail.comTodos los segundos viernes (20-22h). Estudio grupal sobre “A los pies del

Maestro”. GRUPO DE ESTUDIOS TEOSÓFICOS DE GRANADA

Miércoles (20h). Reunión de estudio. Coordinador: Eduardo Ortega. Contacto: eduardoortegamartin@wanadoo.es

GRUPO DE ESTUDIOS TEOSÓFICOS “LA RIOJA”Todos los viernes (21h). Reunión pública.

GRUPO DE ESTUDIOS TEOSÓFICOS ROSO DE LUNAViernes 4, 11, 19 y 26, reunión de estudio solo para miembros del grupo Roso

de Luna: “Antropogénesis, La Doctrina Secreta”. Viernes 4 (20,15h): Con-ferencia de Isaac Jauli: “¿Hay vida después de la muerte?”. Casa de Cultura de Alzira, calle Escuelas Pías, nº 2.

Sábado 5, inicio del curso “Principios, Axiomas y Doctrina de la Filosofía Eso-térica, de H.P.B.”. Isaac Jauli. (de 10,30 a 13,30 y de 16 a 18h en la Plaça del Carbó, 5, de Alzira. (Miembros y simpatizantes.)