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www.arteliteral.com Número 2 Suplemento 2013 Noviembre Literatura, arte e ideas Entrelibros Francisco Arévalo Salmos compulsivos José Carlos De Nóbrega Crónicas de olvido Alberto Hernández ÎP/5 ÎP/8 ÎP/2 Yuri Valecillo (detalle) Entrevista Américo Fernández ÎP/4 Irene Flores Narrativa Dormir profundo ÎP/3 Maritza Sevilla V. Columnistas

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Arte, ensayo, poesía.

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www.arteliteral.com

Número2

Suplemento

2013 NoviembreLiteratura, arte e ideas

EntrelibrosFrancisco Arévalo

Salmos compulsivosJosé Carlos De Nóbrega

Crónicas de olvidoAlberto Hernández

ÎP/5

ÎP/8

ÎP/2

Yuri Valecillo (detalle)

Entrevista

Américo Fernández

ÎP/4

Irene Flores

Narrativa

Dormir profundo

ÎP/3

Maritza Sevilla V.

Columnistas

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w w w . a r t e l i t e r a l . c o m2 Columnistas

EntrelibrosFrancisco Arévalo

Plagas y cafésRoger Vilain

La lírica actual se refuerza con las obras Rafael Fau-

quié y Marlon Zambrano. Autores que rescatan el sentir de la poesía y el poder de la palabra.

El Juego de la palabra.Rafael Fauquié.Edición Monte Ávila Latinoamericana.Colección Estudios. Serie Literatura.115 páginas.

La literatura puede con-vertirse en compañía en estos tiempos donde la so-ledad puede erigirse en un instrumento de sufrimiento. Bien como lector (en mi caso) o como creador, voy a citar algo ya trillado: la literatura salva, desde la vertiente que se escoja. La

poesía con su carga de insi-nuación, por supuesto es la más difícil, estamos claros del mundo de facilidades en que vivimos, la poesía es sinónimo de evocación que tiene como virtud revivir y abrir el abanico de posibili-dades donde la esencia es la fidelidad al lenguaje. Por lo antes expuesto es que Rafael Fauquié ha conver-tido el proceso del creador de literatura en obsesión saludable y esclarecedora, podríamos hablar que la ha llevado al estatus de compañía y verdad, con una unión que tiene su esencia en el aprendizaje y rescate. Tamaña empresa por supuesto que es más que admirable.

Este es un tratado si se

quiere corto, pero con un nivel sustancioso que se pasea por los dilemas que acoquinan al escritor y le da vitalidad a uno de los aspectos más importantes que conforman el universo de la creación literaria: la duda y la incertidumbre como oxígeno que da respiro y como experiencia hermosa que lleva a retar un mundo donde siempre el será incómodo, si está consciente que la contra-dicción tiene que ser su

pasado, presente y futuro, habrán los que complacen peticiones, ellos saben que no son más que una falsi-ficación que será recogida por la historia con la debida consideración.

Escudriñar con acierto la

miseria humana que rodea al escritor no es más que aceptar su realidad, de allí que buscar el grado de conciencia que abra el diá-logo con el universo es que lo que podríamos llamarle éxito. Para finalizar citaré a Fauquié: La escritura es creación que llega junto con la humana necesidad de deshacer algún tipo de silencio, de imponer signi-ficados allí donde antes no existía nada. La escritura es un acto creador que al igual que toda creación expresa, cubre, llena, hace vivir.

Temporada de huracanes. Marlon Zambrano.Ediciones del Perro y la rana.Serie contemporáneos.

Colección Poesía venezolana.60 páginas.

Tengo que ser honesto al comentar que este libro de Zambrano es muy bueno, está confeccionado con la sustancia de la confesión, los visos de la calle y el tiempo que nos abruma, nos convierten en robot que vivimos con intensidad pero con una gran oquedad como castigo. Son estos tiempos donde pareciera que todo está invertido y nada parece escapar para este poeta particular que además tiene como oficio el periodismo. Lo repito buena poesía, difícil de creer por estos tiempos de mucho poeta de utilería y pícaro haciendo muy bien el oficio de la bufonería y el gorreo.

El juego de la palabra

www. arteliteral.com

Me gusta escribir y leer en los cafés. Aprecio

mucho más a las ciudades por ese regalo invalorable que extienden desde bu-levares, plazas o locales mínimos abriéndose paso en las aceras.

Tengo amigos que lla-man pan al pan y vino al vino, es decir, van a los cafés con ánimo de chis-morreo, se dan de bruces con la gente, con el día a día empaquetado en un guayoyo o un marrón, y de ahí al trabajo, al hecho cotidiano que se repetirá sin falta durante toda la semana y listo, se acabó, mañana será otro día. Yo, que le busco la quinta pata al gato, resulta que los considero espacios para la contemplación, sitios donde la vida va y viene en plena ebullición, en completo estado de entrecruzamientos per-manentes, por lo que lle-

gar a ellos, tomar asiento, observar en silencio, abrir un libro o escribir este artículo mientras encien-do un tabaco se parece mucho a un ritual sin el que la tarde no muere, no se completa del todo. Un café es ese Aleph donde todo existe y confluye: la azarosa trashumancia de nuestra cotidianidad que es posible acariciar con las manos.

Es impresionante lo dispuestas que andan las personas a hablar de cualquier cosa mientras el con leche se termina. Para ellas la mesa de un café no se distingue de una de billar o de ping-pong, no presenta mayores diferencias con la de un bar o con la de un tahúr. Un café, lo que se dice la mesa de un café, es para mí templo sagrado en el que busco reflexionar en paz cada pendejada que me atraviesa las sienes,

y en consecuencia llego a ella con la actitud del pe-regrino subido al altar de sus dioses para desde ahí trajinar mejor sus dudas, sus enigmas, sus interro-gantes. En los cafés leo, y leo mucho, y también es-cribo y miro atardeceres y pienso y luego existo, cla-ro, y hasta mando para el mismísimo carajo a media humanidad y a la madre que la parió (políticos e intelectuales en primer lugar, no faltaba más). En fin, sentarse en un café tiene para este servidor connotaciones distintas a las de la mayoría, qué le voy a hacer, lo cual genera situaciones lamentables de las que acabo por huir espantado tan pronto co-mienzan a manifestarse.

Leo a placer, sobre la mesa dejo dos o tres libros que suelo hurgar como un roedor, mi li-breta para anotar vainas también ocupa su lugar,

el marrón humeante está donde debe estar, el fajo de hojas blancas, el vaso de agua helada, el tabaco entre el índice y el medio, y entonces Julio o Pedro o Luis José que interrumpen como les da la gana, y después Ramón y Ber-nardo, y luego Manuel, Francisco, Leandro, Anto-nio o Mario hacen lo suyo, aunque sólo falte sobre mi trinchera un letrerito que diga: “Se agradece no joder, coño, estoy le-

yendo”. Hay que ver cómo cualquiera te saca de lo que estás haciendo, hace de tu concentración una papilla que luego debes tirar por el desagüe. Es increíble la manera en que te encuentran absorto y qué diablos, se sientan sin mediar palabra, te dan una palmadita y pregun-tan por tu suegra, llegan para saber qué lees, que escribes, qué piensas sobre la última bolsería de Nicolás Maduro o sobre la

goleada que le propinaron a la Vinotinto.

Mi abuela hablaba de respeto, de considera-ciones, solía decir que era bueno practicar el arte de ponerse en los zapatos de los otros. Eso intento cada minuto de mi vida. Lo último que deseo es terminar siendo un moscardón zumbante en orejas de terceros. Pero cómo abundan, santo Dios. Cómo se multiplican estos bichos.

Columnistas:Morelva Oropeza GragirenaFrancisco ArévaloRoger VilaínJuan GuaerreroDaniela SaidmanMiguel Antonio guevaraFranklin FernándezJosé Carlos De Nóbrega

Coordinación: Carlos Yusti

Coordinación FotográficaYuri Valecillo Portada: Fotografía Yuri Valecillo.

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w w w . a r t e l i t e r a l . c o m w w w . a r t e l i t e r a l . c o m 3Narrativa

Esta mañana, mientras picaba una zanahoria,

me corté un dedo con el cuchillo de filo aserrado que me gustaba tanto, ¿sería un aviso o el efecto de los antihistamínicos? Es un cuchillo pequeño, cómodo; lo que siempre me produjo un poco de zozobra era que su hoja era delgada y terminaba en una punta afiladísima. Pero con el podíamos picar de todo y el filo no se le amellaba nunca. Por eso, aunque teníamos cuchillos de diferentes tamaños, casi ni los usábamos.

Aunque Enrique llegaba tarde del trabajo, todas las noches; yo solo podía dormirme profundo, cuan-do el entraba por la puerta de la habitación. Me preocupaba que trabajara tanto y durmiera tan poco. Llegaba tan cansado del trabajo que roncaba toda

la noche; pero, a veces, también tenía episodios de sonambulismo.

Yo me despertaba cuando sentía que él se levantaba de la cama. Podía hablarle y él me res-pondía; pero yo me daba cuenta que estaba sonám-bulo, porque le escuchaba roncar, mientras camina-ba. Entonces yo me le iba detrás, solamente, para ver que hacía y evitar que se hiciera daño.

A veces llegaba hasta la nevera y se servía agua, luego se devolvía al cuarto y se acostaba, de lo más natural. A mi me causaba gracia que él no se diera cuenta que yo lo estaba siguiendo, y también me acostaba dispuesta a se-guir durmiendo.

Otras veces tomaba ese cuchillo, el de la punta afi-lada, y lo empuñaba como cuando perforaba el pernil para rellenarlo, y después

meterlo en el horno, para la noche de navidad. Yo lo veía, desde la puerta de la cocina, hacer los mismos movimientos con el cuchillo; me le acercaba en silencio, le tomaba la mano y se lo quitaba, con suavidad. Entonces el se daba la vuelta y abría la puerta del horno. Luego la cerraba y se devolvía a la cama a seguir durmiendo. Por temor a que intentara encender el horno, todas las noches yo tenía la precaución de esconder los fósforos fuera de la co-cina. Este ritual se repetía, por lo menos tres veces durante la semana y era tema de conversación en el desayuno. Eso y lo lenta que iba la construcción de la cancha deportiva, en el terreno de enfrente. Se metía tanto polvo para la casa, que me tenía mo-queando todo el día.

Esta mañana, después

que Enrique se fue al tra-bajo, me tomé un antihis-tamínico que me trajo mi vecina. Se lo recomendó su sobrino, el que estudia medicina, porque ella tam-bién andaba con la alergia alborotada. Me dijo que lo tomara tres veces al día y que tuviera cuidado, que seguro me causaría sueño y me pondría medio torpe.

La medicina, si me hizo bien y si me causo mucho sueño también; por eso decidí esperar a que llega-ra Enrique, antes de tomar la dosis de la noche.

Esta noche sentí cuando Enrique se levantó, sonám-

bulo, pero yo tenía tanto sueño que no me levanté y volví a quedarme dormida.

Y ahora, despierto so-bresaltada y no comprendo nada. Angustiada veo mi cuerpo, allí sobre la cama, ensangrentado y con mu-chas pequeñas heridas en el cuello y la espalda. Co-rro para seguir a Enrique, que regresa a la cocina con el pequeño cuchillo en la mano; trato de alcanzarlo, y lo logro cuando le veo abrir la puerta del horno.

[email protected]

Tiamari Julio, 2013

Maritza Sevilla V. Valenciana, licenciada en administración comercial, egresada de la UC. Realizó un micro taller de Literatura Infantil y uno de Narrativa, reciente-mente, en la Fundación la Letra Voladora con Laura Antillano.

Maritza Sevilla V.

“Dormir profundo”

Morelva Oropeza Gragirena

La otra mirada

Mi amiga Yudith Pezzente anda de un “me

corto una vena y no me echa sangre” como tenía tiempo que no la veía. Y es que al gobierno en eso de los candidatos para las elecciones municipales, le ha dado por abrir el com-pás, por una de apertura, que ni Gorbachov después de que descubrió el agua tibia. Yo le he recomen-dado que busque en Youtube un video de dos horas y 40 minutos del Dr. Deepak Chopra, que entre otras cosas, trata sobre estos asuntos de abrirse a los cambios, pero como no observé ningún interés en ella, debe ser porque no es autóctono, me per-mití sugerirle otro video, esta vez el de Alfonso Len que tiene unos mantras imperdibles para manejar la ira. Yo la verdad no entendí completamente la gravedad del asunto (la política me tenía fastidia-da) y en consecuencia, le pedí a mi amiga que me ilustrara. Básicamente la razón de su coraje estriba en que el mismísimo pre-sidente de la República, decidió nombrar a dedo, como candidatos para algunas alcaldías, nada

más y nada menos que a Maglio Ordóñez, Winston Vallenilla y al bellísimo del Potro Álvarez. Pero como si esto no fuera suficiente, designó a un ex (recién) miembro del partido Primero Justicia y de ñapa HOMOSEXUAL, (ella lo dijo en voz alta), en la localidad donde mi amiga vive. Al parecer, no sólo ella, sino un bojote de ciudadanos quedaron realmente estupefactos luego de que conocieran las identidades de sus futuros alcaldes (y yo ni me había enterado) Nun-ca había visto a mi amiga Yudith tan decepcionada, tan destruida moralmen-te. Ni siquiera cuando el Ministro Pedro Carreño se quedó sin habla aquella infausta mañana en que una periodista quiso saber sobre el elevado precio de su corbata. Francamente yo no sabía qué decirle. Creo recordar que, mien-tras la escuchaba, comen-cé a balbucear “verda-deramente no hay nadie mejor que Winston para conducir la guerra de los sexos, no hay duda de que él se ve de los más bello diciendo los numeritos del Kino, es una verdad irre-futable que no existe en

el mundo alguien capaz de decir ¡familia! mejor que esta criatura, pero de ahí a que sepa cómo arreglar alcantarillas, de ahí a que él sea capaz de hacer una memoria y cuenta… hay como que mucha distancia; es como si yo, imagínate, bla, bla, bla, bla, ocupara el puesto de bla, bla, bla, bla… Eso murmuraba esperando que de algún modo se sosegara pero como lejos de eso se enfurecía más, opté por el silencio y en medio de tal silencio, santo cielo, el espíritu de Rómulo Betancourt apa-reció en el recinto. ¡Quién lo diría! Todo para mí se resolvió. Hube de esperar el momento preciso para intervenir en su monólo-go, el lector no sabe pero mi amiga puede hablar 25 minutos seguidos sin res-pirar. Cuando ese instante se hizo, le entregué, como si fueran flores en un ja-rrón, los siguientes argu-mentos, los cuales, dicho sea de paso, constituyen las pruebas más contun-dentes de que en mí, las conferencias del Dr. Cho-pra han surtido efecto: amiga querida, nuestro queridísimo Rómulo Be-tancourt fue periodista,

escritor y orador, ¿recuer-das?; Raúl Leoni, según mi madre el hombre más apacible de este mundo, era abogado y encima masón; Rafael Caldera fue… todas las anterio-res, vale decir, abogado, sociólogo, orador, esta-dista, santo patrón de las monjas no vírgenes de la iglesia de Yaritagua y otras cosas más. ¿Tú sabes de alguien con más títulos que Caldera? Yo no. Sigo. Jaime Lusinchi era médico pediatra y He-rrera Campins, abogado, periodista e historiador. ¿Captas lo que te quiero decir? Mi amiga negó con

la cabeza y puso cara de ¿cuáles cambures? Lo que te quiero decir con esto, le aclaré, es que ninguno de esos personajes fueron unos “ignorantes”, ni mucho menos homosexuales… que se sepa. Todos tenían “el perfil” Todos. Ajá. ¿Y no la ca%&@on? ¿No excretaron sobre noso-tros y les sobró pupú? La Constitución de esta República NO establece profesión, ni atributos in-telectuales especiales ni mucho menos menciona las inclinaciones sexuales preferentes para ejercer ese ni otro cargo público

de importancia. De modo que dejemos a los pelo-teros, a los animadores, homosexuales y hasta las meretrices que parti-cipen. ¡Qué mojigatería es esa! ¡Que se lancen! Si aquellos que tuvieron títulos universitarios, trayectoria política y eran bien machos lo único que hicieron fue joder, consi-dero sensato darle la po-sibilidad a quienes care-cen de tales “requisitos” para que lo intenten. Lo peor que nos puede pasar es que a Maglio, como antaño Antonio Armas, se le enrede la lengua y nos diga acobancumban, y esto ni tragedia sería si tomamos en cuenta que se necesita un diccionario Español-Carlos Croes, Carlos Croes- Español para entender a un ciu-dadano que fue nada más y nada menos que mi-nistro de INFORMACIÓN durante el (des) gobierno de Lusinchi. Déle que no viene carro. Quién sabe si corremos con suerte y las cosas marchen mejor. Quién sabe si pegamos una. Pero de no ser así, si el país se viene abajo, por lo menos tendríamos algo con que justificar-nos. Porque antes, ni eso.

El Perfil

Collage con perfil de hombre joven de Velásquez

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w w w . a r t e l i t e r a l . c o m4 Entrevista

Cronista de Ciudad Bolívar 1989, nativo de la Isla de Coche,

Estado Nueva Esparta, presidente de la Asociación de Cronistas del Estado Bolívar, socio de la Academia Nacional de Historia, vicepresidente de Cronistas oficiales de Venezuela. Licenciado en Comunicación Social egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), distinción Magna Cum Laude, autor de 20 libros vinculados con la historia bolivarense “Manuel Piar guerrero de mar y tierra”, “Huyapari”, “mitos, Cuentos y Leyendas de Guayana” entre otros, Prologuista de varias obras literarias, cursó inglés en la Anglo Continental de Londres 1978, Diputado a la Asamblea Legislativa del Estado Bolívar. Condecorado con la Orden Andrés Bello en su primera clase, Orden Francisco de Miranda en segunda clase, Orden Congreso de Angostura, Batalla de San Félix. Distinguido con el Premio Regional de Periodismo Andrés Roderick, Premio de Periodismo CVG. Ferrominera Orinoco, Premio Brigido Natera Ricci entre muchas otras. El estilo investigativo cimentado en él, lo lleva a obtener la más elevada probidad para la divulgación de la historia guayanesa.

Irene Flores. Natural de Nueva Esparta, ¿Cómo surge ese interés por el cuál accedió ser cronista del Estado Bolívar?

Américo Fernández. Realmente soy neoes-partano por nacimiento y guayanés por naturaliza-ción, toda vez que desde muy temprana edad me radiqué y estudié en Ciudad Bolívar. Primero que cronista oficial de la ciudad desde hace más de veinte años, he sido periodista graduado en la UCV en el grado de mag-na cum laude. Según el académico de la lengua Alexis Márquez Rodríguez, el periodismo es la pro-fesión más próxima a la narrativa histórica. Por el lado franco del perio-dismo llegue a la crónica histórica a través de 25 años como corresponsal de El Nacional y otros tantos como director de El Bolivarense y reportajista de los diarios Correo del Caroní, El Luchador, El Expreso y las revistas El Minero, Edelca, Eslabón, Orinoco y Paralelo 8. Yo no elegí ser Cronista de la ciudad. Me eligió la municipalidad a solicitud

del CNP, del Sindicato de la Prensa y del gremio de abogados laborales cuan-do lo presidía el doctor Ramón Córdova Ascanio.

IF. Participa en la crea-ción de valiosas institu-ciones culturales: Museo de Arte Moderno Jesús Soto, Casa de la Cultura Carlos R. Villanueva, Casa del Periodista entre otras, ¿Qué siente saberlo así?

AF. Siento lo que creo experimentaron por mí quienes en su oportunidad creyeron acertado, por mi dinamismo y espíritu de trabajo, incluirme entre los fundadores de esas instituciones.

IF. ¿Tiene obras litera-rias que no estén vincula-das con la historia boliva-rense?, nombre alguna.

AF. Para mí la historia es omnímoda. Cada rama de la ciencia o las huma-nidades tiene su historia, incluyendo, obviamente, la literatura y la filosofía. El cronista que cultiva la historia o la historiografía abarca, como en mi caso, la crónica literaria, He escrito numerosas cróni-cas literarias incluyendo las artes visuales, pero fundamentalmente escri-to libros vinculados a la historia de Guayana con distintas metodologías. Se escribe la historia con metodologías que pueden ser etnográficas, geográ-ficas, sincrónicas, narrati-vas, pragmáticas, filosófi-cas, o descriptivas que es la más literaria de todos los sistemas de exposición histórica. El doctor José Eugenio Sánchez Negrón, cronista con quien trabajé y a quien sustituí después de su muerte, era más que abogado y cronista poeta, nacionalmente reconocido y de premios nacionales. Sus cróni-cas, `por su condición de poeta seguramente, eran muy descriptivas. El literato Enrique Muñoz Meany hablando de las condiciones del historia-dor decía que éste emplea sobre todo la imaginación asociada a la memoria, pero siempre bajo el aspecto de la fantasía reproductora; en cambio, la imaginación creadora, indispensable en el poeta, tiene papel secundario en la historia. Las cuali-dades necesarias para el historiador son el sentido crítico, fidelidad, impar-cialidad e independencia.

Actualmente, para tentar un poco la ficción, escribo micro-cuentos de 200 o 400 palabras. Escribo por internet frecuentemente micro-cuentos a través de un Blogspot (cuentos o hechos que parecen cuentos), donde pongo a prueba mi capacidad de síntesis. Omar Pérez, cuando era Jefe de In-formación de El Nacional y quien ahora escribe en Ultimas Noticias la página “El Defensor del Lector” me decía cuando escribía extenso, que hasta la Bi-blia se puede resumir en una cuartilla. He seguido al pie de la letra ese con-sejo hasta el punto que poseo una carta de Pancho Herrera Luque elogiando mi capacidad de síntesis, pues una conferencia de dos horas dictada por él en la Escuela de Medicina se la resumí en media pá-gina del diario El Nacional.

IF. ¿Porqué Huyapari, antiguo nombre del Orino-co, nombre de alguna tri-bu o un vocablo indígena?

AF. El Orinoco no era para la época de la con-quista todo el curso del río en sus 2.600 kilómetros, es decir, de la Parima has-ta su desembocadura en el Atlántico, sino que Ori-noco o Urinoku se llamaba desde Caroní hasta Arau-quita. Uriaparia le decían los indígenas y también los españoles a la parte del río comprendida desde el mar hasta la confluen-cia del Caroni; Barrúan, desde el Arauquita hasta los Raudales de Artures y Basáua hasta la zona de los Guahibos. Juan de Castellano, un historiador y poeta español que vivió más de 80 años entre los siglos XVI - XVII y quien escribió el poema más largo redactado en castellano bajo el título de “Elegías a varones ilus-tres de indias”, lo llamó Uyapar.. Al Río Orinoco también en la época de la conquista se le conoció con los nombres de Hu-yapari. Asimismo, como Viapari y Uruapari. Pero al fin predominó su nombre autóctono de Urinoku con la variación gramatical moderna de Orinoco, sin perder su etimología pri-mitiva de Ori, confluencia y noco, lugar (lugar de confluencia).

IF. Nuestras ciudades pobladas de comunidades indígenas, al parecer emi-

grantes, específicamente la etnia warao ¿A caso esto se deba a que son desalojados de sus terri-torios de origen?

AF. No sólo son los Waraos, sino los Panare o Eñapá y otras comuni-dades han sido en parte desplazadas por los mi-neros y explotadores de los bosques y la fauna, Esos indígenas desplaza-dos pasan a ser indigentes de las ciudades donde le es difícil por su propia cul-tura ancestral adaptarse a la sociedad industrial. Los antropólogos y etnólogos han perdido su tiempo porque el Estado siempre ha tenido oídos sordos para sus planteamientos.

IF. Venezuela reclama la soberanía de Guayana Esequiba. ¿Qué cree usted que pasará con esa región, la considera nuestra?

AF. Durante los tiempos de Betancourt y Leoni se registró un gran y contun-dente impulso en la recla-mación, pero después de ellos ese impulso se ha venido debilitando, ener-vando ostensiblemente por los intereses interna-cionales en cuyo juego no han dejado de participar complacientes algunos gobiernos venezolanos.

IF. Siglo XIX – XX, los doctores: Luis Alcalá Su-cre, J. M. Agosto Méndez y Bartolomé Tavera Acosta, fundan el Centro Científico Literario de Ciudad Bolívar, nace la revista Horizontes, en la actualidad ¿Dónde reposan estos archivos, patrimonio de la literatura de Guayana y porqué cree no se dio continuidad al centro Científico?

AF. El Centro fue una importante iniciativa de quienes a finales del siglo diecinueve y parte del XX hacían vida intelectual en Guayana. Estuvo activo durante quince años, vale decir, desde 1899 hasta 1914, justamente cuando estalló la Primera Guerra Mundial que provocó una gran escasez de materia prima importadas de Eu-ropa, entre ellos, la tinta y el papel, que afectó la circulación incluso del vespertino El Luchador en cuyos talleres se edi-taba “Horizontes”, órgano oficial del Centro. Esta revista mensual es posible verla en la Biblioteca Na-cional. El Archivo Históri-co de Guayana carece de autonomía administrativa

y de recursos para resca-tar numerosos documen-tos del pasado que fueron sustraídos y reposan en archivos y bibliotecas de Caracas y otras ciudades como Mérida. Y Maracay.

IF. Este año será home-najeada en Ciudad Bolívar, la distinguida poeta gua-yanesa Jean Aristeguieta, unas palabras a ella y a la memoria de su herma-no, Biólogo Investigador Leandro Aristeguieta, fun-dador del Jardín Botánico Orinoco.

AF. Considero que es un gesto noble del poeta Jor-ge Casanova dedicarse el movimiento literario que dirige, a homenajear a la autora de “Ebriedad de delirio” , Dudo mucho que esté presente en el acto pues casi noventa años a cuestas pesan demasiado para esta gran mujer na-cida en Guasiapti. Creo que se repetirá la misma situación del poeta Luis García Morales que tam-poco pudo venir. En cuan-to a Leandro Aristeguieta, su hermano, fue el funda-dor del Jardín Botánico del Orinoco, por cierto, hoy con su proyecto original desviado. Ambos de reco-nocidos aportes culturales y científicos a la nación. Aunque profesionalmente realizados en Caracas, tiene Guayana el privilegio de haberlos acunados

IF. Su visita a Tel Aviv – Isrrael, gente culta, ser-vicios públicos eficientes, gran industria diaman-tífera. Los venezolanos somos exportadores de minerales ¿Porqué no po-demos decir lo mismo de nuestras ciudades, Bolívar por ejemplo?

AF. Tel Aviv, no obstante ser una ciudad muy joven (70 años), es, si no la pri-mera, una de las primera en tecnología de punta del mundo, No tiene yacimientos de diaman-tes como Guayana, pero dispone de los talleres de talla más importantes del planeta. No posee ríos

como Guayana, pero en el hotel donde me hospedé durante dos semanas, abría el chorro y casi me tumbaba de la presión. Aquí en Ciudad Bolívar con casi 250 años de fundada, al lado del rio más grande de Venezuela, el agua, al menos en el centro urba-no, está racionada.

IF. Ciudad Bolívar 249 años de su fundación 22 – 05 – 1764, a su manera de pensar, ¿Qué hacer para reivindicar el status social, estructural, litera-rio que merece nuestra ciudad?

AF. Planificación. El Plan Rector sancionado en 1970 que orientaba el desarrollo integral de la ciudad lo sacrificó la falta de continuidad administrativa. Mien-tras a esta ciudad la orienten las invasiones de los sin techo, esta-mos perdidos en todos los aspectos.

IF. Experto en Comu-nicación Social ¿Cuál es su diagnostico, su visión sobre este oficio en la actualidad?

AF. Añoro el periodismo del “tubazo”, el de la mís-tica y pasión por la noti-cia. Añoro el periodismo que hace seguimientos a la noticia, el periodismo de investigación, en fin, el periodismo del siglo pasado: un periodismo muy autónomo, libre, in-dependiente y sobre todo, insobornable. Antes el periodismo era más culto y menos crematista. Hoy es todo lo contrario. La mayoría de las empresas periodísticas trabaja con temor cuando no atraída por la añagaza del Poder. La tentación de caer en la mediatización influenciada por los intereses políticos o económicos del Poder, es cada vez más evidente.

Gracias por acceder a mi petición.

Eres muy amable, gracias por la entrevis-ta.

Américo Fernández Irene Flores

Personaje de relevancia histórica

El periodista y escritor Américo Fernández en su estudio

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w w w . a r t e l i t e r a l . c o m w w w . a r t e l i t e r a l . c o m 5Columnistas

Las adaptaciones fílmicas de “Los Cuentos de Can-

terbury” (1972) y “Las Mil y Una Noches” (1974), suponen la persistencia en la misma línea narra-tiva e inquisitiva de “El Decamerón”: la recrea-ción poética y plástica del texto clásico en virtud de su polifonía y milagrosa vigencia, además de la lectura político-estética que por medio del despar-pajo y la transgresión de los valores conservadores de la sociedad medieval, subvierte al punto la modernidad burguesa (en especial, a la sociedad de consumo que aparejó su expansión industrial y comercial). El director boloñés así lo hace cons-tar: Estas películas son bastante fáciles, y las he hecho para oponer al presente consumista un pasado recientísimo don-de el cuerpo humano y las relaciones humanas eran

todavía reales (no está de más su extrapolación crítica al mundo informá-tico y virtual que banaliza hoy el contacto humano hasta la hiperrealista abyección mediática). Pasolini ha desarrollado su obra literaria, entre otros aspectos, teniendo una atenta consideración de los registros del habla dialectal y popular, desde el friulano campesino como hilo musical y te-rrestre de sus primeros poemarios, hasta el calé de los bajos fondos de Roma en novelas como “Los Chicos del Arroyo” o “Una Vida Violenta” (este último título publicado por Monte Ávila Editores en 1969); lo cual lo em-parenta con Boccaccio y Chaucer en el tratamiento de la lengua vulgar como desmontaje del modo de producción dominante. No resulta paradójico que el Generalísimo Francisco Franco atacara incluso a la

lengua y la literatura ga-llega, pues entrañaban un atentado por vía dupla a la integración absolutista y falangista de España. A la megalópolis escindida y huérfana se le enfrenta con la Comuna dialectal, marginal y popular, tácti-ca de resistencia política y lingüística que toca incluso su última película “Saló o los 120 días de Sodoma” (1975): “La Pe-queña República de Friuli” y los arrabales de Roma, incluso el paisaje salvaje del Tercer Mundo revisi-tado en Apuntes para una Orestíada Africana o Las Mil y Una Noches, configu-ran islotes partisanos que combaten los reductos del fascismo mussoliniano o el desmadre de la República italiana de Postguerra. Por supuesto, debemos afinar la mirada y el afán de la interpretación, pues nos negamos a creer que el parricidio como sublimación individual

(autobiográfica) sea una transposición literal de la disolución del Estado ca-pitalista (Nico Naldini en su biografía “Pasolini, una vita” (1989), documenta la reconciliación entre padre e hijo previa a la muerte del primero). Por ejemplo, ambas secuelas

de la Trilogía de la Vida se complacen en las pequeñas victorias de la mujer en las vísceras mis-mas del machismo europeo y árabe, valgan los episodios del “Cuento del mer-cader” –requisitoria que elogia al mismo tiempo la elocuencia femenina y la infide-lidad más impune- y la trama central de Las Mil y Una Noches en la que la esclava Zumuruth se reencuentra con su amado conver-tida en Rey, siendo la impostura vía de salvación amorosa

y, si se quiere, feminista. A la volubilidad, pusila-nimidad y miedo que las mujeres dicen confesar, se suma el punzante ingenio de la lengua y la mollera arraigadas en las peculiaridades de su oprobio. Shahrazad

nos atrofia el corazón asesino con historias de diversa procedencia: La revalidación de la Torre de Babel estriba en Ágape que reconcilia a la huma-nidad consigo misma, no en una Nueva Jerusalem monótona y opiómana. La Red narrativa muta en estrategia insurrec-cional que ennoblece a los oprimidos, teniendo como instrumental bélico el ingenio, el humor pica-resco y el habla descalza y plebeya. Es oportuno y re-volucionario el llamado de Giovanni Boccaccio: he-mos de vivir festivamente pues no otra cosa que las tristezas nos ha hecho huir. Pasolini, gramsciano y homosexual, restituye la condición íntima, so-ciológica e histórica de la Poesía, fuere cual fuere el soporte: las cuevas de Altamira, las catacumbas, el lienzo, el celuloide o el papel en blanco que nos increpa con suma alegría.

Salmos compulsivos Cuentos de Canterbury y Las Mil y una Noches: díptico que completaJosé Carlos De Nóbregael triángulo rectángulo del placer

No escribas sobre el vecino que antes de morir

ha cambiado su dirección postal por la tuya deján-dote así encargado de la correspondencia con sus acreedores. Es mejor no escribir sobre los muertos o las personas a punto de. Recuerda lo que te pasó cuando escribiste un cuartiento sobre Chávez: te fracturaste el radio derecho y el gancho del ganchoso. Es necesario cuidarse mucho, hijo mío.

No escribas sobre la Virgen María ni sobre apariciones marianas. Hay mucho psicópata alrede-dor, muchos estafadores, y pueden terminar hacién-dote daño.

No escribas sobre po-lítica porque tú no eres político. Además, de la ve-nezolana sabes poco por-que hace mucho que no vives en Venezuela. Y de la española ni te digo. Eres demasiado extranjero y si ni siquiera entiendes la pertinencia de la monar-quía en un país europeo del siglo XXI. Así, ¿cómo vas a entender los silen-

cios de Rajoy, las manos voladoras de Rubalcaba?

No escribas sobre la escasa calidad del inglés de Ana Botella porque el tuyo no es mucho mejor.

No escribas sobre las ex-novias porque s e g u r a m e n t e algo tendrás que agradecerles.

No escribas sobre la familia política porque tienen la misma sangre de tus hijos.

No escribas sobre el fútbol porque a Enrique Vila Matas le gusta el tema. Y a Vásquez Mon-talban. Y a Javier Marías.

No escribas so-bre cosas que has visto en tu centro de trabajo. De eso comes, hijo mío.

No escribas cosas bue-nas de los amigos porque algún día serán tus peores enemigos.

No publiques cosas nue-vas en el blog los viernes en la tarde porque los fines de semana nadie lo lee.

No digas que te gusta El Padrino porque quedas fatal, como un psicópata.

No cuentes cosas de tu

vida privada por-que en la vida es necesario preser-var la intimidad.

No expreses tu opinión sobre te-mas difíciles por-que mayormente te equivocarás.

No escribas textos de amor ni literatura erótica ni nada de eso. El amor es para sentirlo, no para escribirlo.

No escribas sobre asuntos agrícolas porque de pequeño siem-pre te negabas a regar el huerto de la casa.

No escribas sobre asuntos religiosos porque ése es un tema muy complicado.

No escribas so-bre enfermedades

psiquiátricas porque todo lo que digas puede ser usado en tu contra.

No escribas sobre mu-ñecas de plástico porque quedas mal, demasiado mal.

No escribas sobre be-bidas alcohólicas porque parecerás un borracho.

No escribas nada, ni bueno ni malo, sobre el matrimonio porque se enfadarán contigo.

No escribas sobre pelirrubias, pelirrojas ni morenas. El color del pelo no es transcendente y puede cambiarse en cada esquina.

No escribas sobre frutas ni flores porque se pudren.

No escribas con ilusión y esperanza porque pareces un imbécil.

No escribas sobre la infancia porque te da un tono melancólico que no pega con tu personalidad.

No escribas sobre el futuro porque lo descono-ces.

No escribas sobre el presente porque pones en riesgo el futuro.

No creas que te estoy diciendo que no escribas.

Al contrario, escribe mucho, muchísimo, pero no sobre las cosas que he mencionado anteriormen-te.

Recibe un beso.Tu madre que te ama.

Slavko ZupcicEscritor y psiquiatra ve-nezolano (1970). Ha pu-blicado un libro de poesía para niños, Escúcheme Se-ñor Sol (1989), tres libros de relatos —Dragi Sol (1989), Vinko Spolovtiva, ¿quién te mató? (1990) y 583104: pizzas pizzas pi-zzas (1995)—, la novela Barbie (1995), un libro de crónicas literarias, Máqui-nas que cantan (2005), y una novela para niños, Giuliana Labolita: el caso de Pepe Toledo (2006).

Consejos de una madre sobreprotectora a un escritor no tan joven

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w w w . a r t e l i t e r a l . c o m6 Poesia

Irene Flores, natural de San Francisco de Asís, Estado Bolí-var – Venezuela, Licenciada en Comunicación Social, egresada de la Universidad Bolivariana de Venezuela (2010), escritora, ensayista, cultora, muralista, poetisa, descubre el arte a tra-vés de la poesía, que nace por los encuentros consigo misma y de la magia que contiene el conocimiento del valor de la palabra, su arte refleja una líri-ca trascendencia y perduración

más allá de los tiempos.

Poemas de Irene Flores

DeseosLa callejuela que sigue las miradas,

de los niños que animan con sus juegos, el borde de los arboles sombrea la barandilla,

con flores a los lados de distintos colores.

Aguas que reflejan el manto del azul,de un cielo que enmudece la tarde,

mientras el sol se pone y al parecer se oculta,ahí quisiera estar yo mirándote a los ojos, suplicantes de amor,

inspiras el perdón de dejarte tan sola,como el canto de pájaros dispuestos a dormir.

Mientras un niño tira su vara sobre el agua, para pescar las ansias y sombras de la noche,cerrados los balcones de empinadas ventanas,

surgen las bendiciones del eterno universo,del universo todo que su aroma desgrana.

Cerrada ya la puerta que invita a descansar,se filtra en la rendija mi fugáz pensamiento,

en mi soñar contigo se doblega mi alma,que el vaivén la estremece movida por el viento.

¡Silencio!¡Silencio! y más silencio,

reclama la ternura del infinito abrazo, por congojas y ecos de un amor tan lejano,

lejano en el olvido del cariño deseado, que emerge en el lamento de su cielo.

Calidez OtoñalSabanas, de paisajes frescos y múltiples colores,

de arena blanca y riachuelos formales quisiera estar ahí

para cantar contigo la melodía de amor que me entregaste un día,

¡Oh! como suspiro yo por ti, transcurre la tarde y te acaricio,

solo se aprecia en forma muy lejana, la suavidad y ternura de tenues florecillas,

que parecen repetir conmigo,

¡Quédate aquí necesito de ti!, Cercana están tus nubes y los brazos yo extiendo,para abrazar muy fuerte los recuerdos, que añoro,

los dejaría sembrados si pudiera yo hacerlo,volcando hasta los cielos, las tiernas miradas de mis ojos

Viernes

Sopla el viento a prisa, en la mañana de lluvia por invierno,

redes se tejen por los hilos del agua que ya cae,

ventanales de cristales dejan ver, arboles que se mecen afanados y bravíos.

Hay humedad y frío.

Ramajes y hojas en la grama que sostienen,

acurrucados pájaros que omiten su cantar,las flores expresan su sonrisa,

por cúmulos de gotas que se posan en ellas¿Será como bendiciones llover, llover, llover.

Afuera se exhiben los abrigos,

Ansiosos por un sol que quisiera salir, Se busca el sonreír en la cara de alguien,

que empapado de agua prefiere su respiro. Mientras en el café de la calle,

Aromas y sabores se quieren compartir.

Alegría que es invierno,los grillos saltan,

las hormigas vuelan,transmiten su lenguaje,

dejadme ser feliz.

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w w w . a r t e l i t e r a l . c o m w w w . a r t e l i t e r a l . c o m 7Ensayo

Lo primero que destaca en la poesía de Teresa Coraspe es el sostenido

aliento de la soledad. Es un ser solitario pero no jeremiquea por ello sino que lo asume y trata de convertirlo en una fuerza lúcida y amable. La soledad se convierte así en su más consis-tente y conocida compañía.

Pienso que de lo mejor que nos ha traído la comunicación vía Internet es la posibilidad de acercamiento entre seres que tienen algún venero en común. A pesar de muchos rompederos de cabeza que comporta la tecnología y la

abundante basura (el hombre es un generador de desperdicios) que transita por sus avenidas, es un espléndido ámbito para la relación sensible. Tal vez la patria del futuro sea un espacio virtual donde podremos elegir con quién queremos convivir. Tal vez sería esta la verdadera aldea global de que hablara McLuhan, cada grupo afín una aldea en el orbe mayor. Pues por este medio obtuve un premio de poesía y, por razón de este, conocí a la venezolana Teresa Coraspe. Había sido jurado del concurso y me escribió entusiasmada por

mis textos. Desde el principio me fascinó por sus mensajes, es-pléndidos en ideas y sugerencias vitales. Así comenzó el hechizo de una amistad que se acrecienta y espero no cese.

Quienes conocen a esta mujer, al hablar de ella, dejan en-trever un alma recia, contradictoria tal cual es la propia vida, un ser humano de vigorosa vitalidad, que se redondea en sus contrastes. Ternura para aproximarse a la vida, firmeza para sostenerse en sus dominios, soledad para navegar por los mil mares infernales pero a pecho abierto para auténticos abrazos, agua para el viajero que llega y fuego para el asaltante que arruina. Vive con sus perros, gatos, matas, cuadros, libros y obsesiones en una casona enclavada en Ciudad Bolívar, al noroeste venezolano, junto al Orinoco que corre con todo el humus fertilísimo hacia el mar. Según su amigo Carlos Yusti, su casa parece un barco sumergido, cargado de libros que lee va-rios de una vez (algo que también hago, ¿será por esa incesante pasión de los poetas por aferrar el tiempo y llenarlo de ser?). Me gusta esa metáfora submarina, tal vez sea el Nautilus por donde navega hacia el mundo de lo sutil y posible. Sin embargo creo que es alguien muy terrestre. Camina descalza por su patio entre flores y mangos que maduros se abrazan a la tierra.

Lo primero que me deslumbró en Teresa es ese frenético alu-vión de palabras que la domina. Me ha confesado que le fascina escribir, es una suerte de embrujo, una comunicación supra-sensible que la recorre y tiene que trasladar al papel. Es como si la vida le fuera enviando señales que la obligan ponerlo en un sitio perdurable, pues el recuerdo, la constancia de lo vivido le es sensible. No conozco muchas personas con ese capacidad para convertir todo en texto a una velocidad que parece no se procesa sino que se exuda. Igualmente, me atrae la originalidad de su pensamiento y su peculiar modo de asumir, desde una perspectiva absolutamente personal, cuanto hace, contra viento y marea. Su poesía está hecha de soledad, pero llena de deseo, deseo que la barre como un huracán incontenible y al que ella se entrega sin cortapisas. El amor en ella es solo comparable a su urgencia de decir o ¿no es el amor otra manera de confesarse?

Lo primero que destaca en su poesía es el sostenido aliento de la soledad. Es un ser solitario pero no jeremiquea por ello sino que lo asume y trata de convertirlo en una fuerza lúcida y amable. La soledad se convierte así en su más consistente y conocida compañía.

CUANDO SOMOS LA SOLEDAD

Cuando somos la soledad

no hay camino que pueda recorrerse sin ellaquizás el comienzo es todo lo andado y aprendidolo que no tiene olvido pero se queda en una memoria muertacomo esas hojas secas sin vida en el recodo del caminoasí creo que es la vida / un abrazo negadouna distancia que tiene savia y vidaque perdura y que es siemprecomo esas no me olvidesque están alertas bajo el solesas rosas desprendidas del rosalque saben ya que han de morirsin consistencia y sin apoyoese que da la piel y la mirada de un ojo sobre otrolimpio y puro al contacto sabiéndose para unirseen el acto de amor únicopara lograr la plenitud de lo sublimeesa llave mágica que Dios permite a los serespara continuar sintiendo que es purala piel y los sentidosque el cuerpo es sagrado como lo es la santidadde las iglesias o el rezo en la soledad interna del serdonde crecen las melodías más sublimes ydonde voy arrastrando la huella que me siguepaso a paso y firme para no dejar jamás de sentirel canto de las gaviotas que vibran dentrocomo un inmenso piano que me recorre.

Sin embargo, ya lo dije, es un ser de antinomias pues, a pesar de esa persistente soledad, la necesidad de amar la empuja en busca del diálogo, el de los sentidos y el de las mentes. Su alma se debate entre la cercanía de su anhelo y la distancia en que se abre lo anhelado. Es el suyo amor desbordado, caudaloso como ese Orinoco que avista desde su casa, que da tensión a su palabra. El amor de mujer que no renuncia a ser amada y que va en busca de lo que sueña.

CANTOS DE AFRODITA

Hijo de Anquises, ¡Oh, Eneas! yo soy la diosaa quien tanto cantara Virgilio en épocas remotasEl mismo fuego enciende mi agitado pechoSopla fuerte viento negroaviva la marpara que arrastre al que amo a la tranquila y dulce orillano quiero envolver (de nuevo) mi cuerpo entre las llamasque no sean las del amorY tú, guerrero:no te vayas tras las frías soledadesHondo es el silencio / rasga de ti las botasy descansaentre las cortinas de mi pelo.

Sin embargo, quien ama sabe que asume riesgos. Nada se fija, nada definitivo, tampoco el amor. Siempre, eternidad, son palabras pero no tienen solidez cuando se trata de algo tan fluido y transitorio como la vida. Así lo sabe y por eso asume el reto. Todo final es comienzo, todo encuentro despedida.

AMAR ES UN LUGAR PARA LA DESPEDIDA

a JBG

Con un puñado de arena caminaré junto con los despojosdel santuario que erigí en tu nombreal que investí del Dios más grande dentro de miy que venero día a día sin comprender por quésin saber siquiera si existen respuestas a las tantas preguntaspor las que espero siempre en el más hondo y cruel silenciolargo e interminable como la soledad de las noches inconclusasmudas palabras roídas que han rodado a este abismoy ya no sé qué puedo hacer para no sentir si siento sin pedirlocansada de esperar una espera que ni sentido sé si tieney así voy rompiendo todo a mi pasocomo un volcán que se enciende dentro de sí mismoy recibe las piedras lanzadas porque debo morderme el almay arrastrarme para poder entrar al reino de la palabra complaciente,pero no caigo y me levanto nada es extraño entoncesno puedo prescindir del grito que me hinca los costados del alma,no puedo callar cuando algo me duele y enturbia la razónAsí soy como ese torbellino loco que se despeña sobre la corrienteEs agua fuerte la que trago,con granos de sal hasta cuartearme los labiosese es quizás el lugar que ocupan tus ojosy cuando ya no esté quizás comprenderásel porqué habré dado la vuelta donde no se regresaal fin siempre he sabido que amar también puede ser

el lugar elegido para la despedida.

En una persona que ha cultivado su subjetividad mediante la lectura, la charla inteligente, el diálogo con la música y la pintura, fuera obvio el manejo de referencias surgidas de allí para la construcción de sus poemas. Sin embargo, no tienen un peso principal en sus poemas (al menos en los que he leído). Su poesía es muy vital, lo cual no quiere decir que esté urdida con la pincelada de un naïf. Lo aprehendido intelectual-mente está total y buenamente digerido, de ahí que no apele con frecuencia a los culturemas que suelen ser muy recurrentes en la poesía conceptista y reflexiva. La vida habla por la lengua de quien domina tiene un arsenal lógico propio. Sus imágenes parten de una vi-sión personal: los elementos cercanos del hogar, flores, plantas, el paisaje, los actos cotidianos. Esto conforma-do en una expresión donde lo sensitivo y lo intelectivo, se transmutan en signos lógicos, de una capacidad elocuente tremendamente fidedigna e ilustrativa.

En su obra, como en todo el que tiene el amor como energía impulsora de su creación, hay una sensualidad muy interiorizada y debidamente afirmada. Se expresa sin evasivas y con fuerza. Sin embargo, hay también en Teresa, como ya he dicho, ser dialéctico, una veta existencial, metafísica, que se afana en hallar el sentido de las cosas. De aquí que la intemperie, el vacío, el olvido ese otro vacío, la posibilidad de la nada que nos niega y anula, sean la contrapartida a los cuerpos del amor y el deseo de otros textos.

Ser de múltiple unicidad, alguien muy atento a la vida, que corre junto a ella como un fiel escudero, que se consume en la propia energía de su amor como un sol doméstico, es poeta por los cuatro puntos de la Rosa de los Vientos, los cuatro elementos, las cuatro estaciones y los cuatro jinetes del Apocalipsis. Veamos como ella misma se define:

SOY

Soy una marejada que deja el paso del huracán/al abatirse sobre las rocas|Soy eso que no sé qué cosa es y lleva la cicatriz de la tristezaSoy la tempestad que nunca cesa y el terrible aullar del viento/sobre los escombros de una casa derruidaSoy el eco sin respuesta de las noches interminables/Soy la interrogante que se repite a sí misma/la negación constante que arrastra mis pasossobre la tierra/Soy quien no se atreve a mirar sin temor el horizontela que acuna la descreencia entre los ojosy busca el color de la mentira en cada palabraque suele por azar encontrar en los confines del mundo.Soy quien espera sin esperar nadala que se engaña y se repite incansablementeSoy el dolor de todas las ausenciasla que carece de sueños y mastica la hierbacon residuos de arena y piedra molida como siempreSoy la que no sabe si el nombre que llevo es otra farsay de repente en cualquier momento pierda la nociónde saber que puedo atender un llamadoy descienda a los laberintos del vacío.Soy eso y tantas cosas y no soy eso ni tantascosas, pero sí sé que Soy una interrogantepara tratar de descifrar la nada que Soy.

La escritura de Teresa Coraspe es un fervor que contamina para iluminar.

Teresa Coraspe, palabra que funda y acompañaManuel García Verdecia

Manuel García Verdecia nació en Marcané, Holguín en 1953. Es profesor, escritor, editor y traductor. Máster en Historia y Cultura Cubana, licenciado en Lengua Inglesa con 39 años de experiencia docente en áreas de la Lingüística, Lingüística aplica-da a la enseñanza de lenguas, Literatura y cultura cubanas e hispanoamericanas; es graduado de Lengua Francesa, cursó los estudios: Diplomado en Ense-ñanza de Idioma, McGill Univer-sity y Diplomado en Sistema de Evaluación de Lenguas, CLTA, ambos en Canadá.

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w w w . a r t e l i t e r a l . c o m8 Columnistas

Mar baldío, de Jorge Gó-mez Jiménez.

1

¿Cuántas veces la palabra mar se agita en la boca

del poeta, en el transcurso de un libro que más bien busca ser cómplice del silencio, de una ausen-cia? ¿Cuántos naufragios para que se hiciera libro el poema que se lee y se revuelve en sus legiones de sonidos y ecos? El mar es un estado de ánimo, un invento, una metáfora que toma cuerpo en los quince textos que navegan en la imaginación o en la realidad de Jorge Gómez Jiménez, quien a través del Taller Editorial El Pez Soluble ha hecho público Mar baldío, una plaquette que este año 2013 habita entre lectores escogidos, alentados por tantas imá-genes y tantos desafíos.

Libro de muchos dolores en el que Gómez Jiménez elabora una estética y una ética. Leemos Mar baldío

con el mismo tenor de su escritura: nos hacemos hora y minutos en cada verso, limitados por la tentación de descubrir la sombra que ha quedado colgada en los ojos de su autor. El poeta busca, indaga, se tropieza con el deseo, con las ganas de ser parte de quien no permite ser parte de él. Entonces dice: “Hubo un tiempo / en el que aún no nos conocíamos. / Tú caminabas entonces / por las mismas calles que yo / sin verme / o me veías pero no me mirabas / y yo te veía o te miraba...”. Las primeras palabras de este poemario anuncian, dicen de la soledad, de un tiempo para un encuentro que nunca se dio.

Ese mar que no aparece en las primeras páginas se prefigura en “una isla sin farsas”, en la “cartografía” de una voz intensa que no deja de buscar, que no teme mencionar la palabra amor en medio del desierto o a través del

ruido de relojes, “cubier-tos y vestuarios”. El mar es entonces una señal, la revelación de símbolos e instantes cuando

Es apacible el vientoque arrea mis naveshacia tu mirada

tieneno obstantevocación de borrasca

confieso que mis navesestán perdidas.

El que escribe estos ver-sos atraviesa ese océano de vértigo, de borrascas. Alguien que no lo ve, que no lo mira ni lo nombra porque “Quizás debí de-cirte / que mi alma está herida / que es un ave / a la que le han disparado / y anhela sanación y cobijo”.

2

La voz no se detiene en

el canto del dolor. La nave que la guía va sin rumbo fijo. Está extraviada: el dolor es una marea cons-tante. “Este / mi cuerpo / oculta un alma deteriorada / por el efecto devastador / de la continua exposición / a la satisfacción / del de-seo”. El cuerpo también es el alma, esa nave agitada por tormentas y sacudo-nes.

Depositario del deseo, el cuerpo es la casa que desea ser habitada. Final-mente, aparece la palabra mar, un “mar insomne / en el que nadie navega / desde que lo dejaste tan baldío”. La metáfora descubre la intención: la ausencia, el “llanto de pe-rro triste”. La desolación, el dolor de saberse terrible en el recuerdo. El poema, expresión del desgarra-miento.

3

Las hojas que nos ha

entregado Jorge Gómez Jiménez van más allá de la lectura. Agonizan en nuestras manos, porque le añaden a su contenido la fuerza de una crítica por todo lo testificado: “Tras de mí a mi alrededor la noche esgrime / una mordiente sonrisa un himno alegre / al ridículo a la indignidad de esta caída”.

Y así, al cierre, revoca lo dicho en una suerte de escarnio, de burla por lo sentido: “Se declara oficialmente abierta la temporada de despecho / A partir de este momento / se establece como de-finitivamente perverso / el parecido que todas las mujeres tendrán contigo, / toda vez que el mismo se desvanecerá al verlas de cerca, / toda vez que todas ante ti serán no más que un intento fallido”.

El mar —mucho más allá de estas páginas— se agi-ta libremente. Lejos, muy lejos de estas páginas, rompe su oleaje contra el silencio.

Crónicas del olvido Alberto Hernández

Mar baldío

Carlos Yusti

El barrio de mi adolescencia ha cambiado mucho

y no me refiero al aspecto físico, sino al espiritual. El barrio de mis días juveniles tenía el alfabeto de inge-nuidad escrito en el alma. Por supuesto que tenía sus monstruos de rigor, pero la gente enfrentaba todo eso con una dignidad de punta en blanco. Hoy todo los valores más elementales se han ido por el caño. Mi pro-fesora de geografía econó-mica insistía con una frase: “Lo único que no cambia es el cambio”, con semejante galimatías lo que pretendía era que recordáramos que el cambio posee una leyes inalterables/inapelables, que todo variaba menos esas leyes que regían al cambio. El Barrio cambió, pero sigue intacto en mi memoria y volver a sus ca-lles es transitarlo de nuevo en el recuerdo sin nostalgia y con esa mínimo empuje de lo efímero.

En el barrio Bello Monte 2 me inicié en la lectura. El momento exacto no lo ten-

go claro. Lo que si visualizó son las pequeña portadas dibujadas en colores de las noveletas de Marcial Lafuente Estefanía: algún vaquero desenfundando su pistola colt, una diligencia envuelta en volutas de polvo, dos pistoleros dis-parando desde un tren en marcha, etc. No recuerdo ni los títulos ni las tramas, pero en su momento captaban por completo mi atención y podía leer hasta 5 en un día. Así estuvo bastante tiempo. Luego llegué a un punto que las novelitas vaqueras me saturaron y arrojé a la basura casi un centenar de ejemplares.

En ese trance de lim-pieza mamá me regaló un ejemplar que compró en el quiosco de periódicos. El libro no era otro que “Rojo y negro” de Sthendal. Es-taba impreso en un papel marrón lavado horrible y la portada colorida era peor que las de Marcial Lafuente, sin embargo era una edición integra de la novela quizá su único punto a favor. El autor me era un ilustre desconocido.

La novela de Sthendal

me enganchó y era como una relojería bien pensada, escrita con la carpintería necesaria para despertar mi juvenil voracidad lectora, a pesar de la críticas de Proust que siempre tuvo a Sthendal como un escritor en pobre, pero del cual abrevó bastante para perfi-lar su propio estilo de autor. Esto me animó a buscar otras novelas de un escritor que siempre tuvo esperan-za en sus lectores a futuro. Descubrí luego que se inició como plagiario y que su vida era tan novelesca como la de sus personajes.

Otro libro crucial de esta nueva etapa fue El Decameron de Giovanni Boccacio. El libro llamó mi atención por prohibido y debido a que su autor fue un escritor reconocido en su tiempo. Un escritor que quiso ser recordado como agudo pensador y refinado poeta terminó al final como un crucial e inteligente cronista de su tiempo. La valoración de Alberto Men-guel es exacta: “Su obra más célebre, El Decamerón, es recordada menos como un gran fresco literario,

inmenso retrato de la apa-sionada y compleja Italia del siglo XIV, que como una recopilación de anécdotas más o menos escabrosas, juzgadas obscenas. Para la mayoría del público, sobre todo para aquellos que no lo han leído, El Decamerón consiste exclusivamente en bromas soeces, adulterios, infidelidades y orgías prota-gonizadas por campesinos priápicos, aldeanas ninfó-manas, nobles insaciables, curas lúbricos y monjas desvergonzadas”. Con ese prejuicio sexual leí el libro y no me decepcionó, como tampoco me defraudó un estilo literario ágil, ameno y de gran percepción estética y humana.

No sé si lo libros inciden en la realidad, lo que si se que de alguna manera fue decisiva en mi realidad personal, subjetiva y de muchos matices.

Determinados libros de al-gún modo sacan a la realidad de sus goznes. Cervantes con su Quijote fue el primero en percibirlo, aunque la rea-lidad se resista. Pero sobre este aspecto hay un libro El giro. De cómo un manus-

crito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno, de Stephen Greenblatt. Se relata en dicho libro la aven-tura intelectual de un joven escribiente de documentos oficiales de la burocracia papal y de su viaje desde Roma a un perdido monas-terio en Alemania en busca de manuscritos olvidados, inundados por el moho, llenos de polvo y carcomido por microscópicos bichos. El joven escribiente, cuyo nombre Poggio Braciollini (o Poggio el Florentino), no sabe con exactitud cual será libro, ni que aspecto tendrá el manuscrito y mucho menos su autor. Confía en su instinto, en su sabiduría y en su amor por textos olvidados. Es el año 1417. Pasa algunos días metido en el monasterio benedictino de Fulda, fundado en el siglo ocho por un discípulo de San Benito. Hasta que por fin lo encuentra se trata de Tito Lucrecio Caro y su ma-nuscrito De rerum natura, Acerca de la naturaleza de las cosas. Texto escrito quizá alrededor del año 50 antes de Cristo. Poggio pide que le copien el manuscrito y

eso es apenas el comienzo. Greenblatt narra todo esto como si se tratara de una novela de aventuras. No hay diligencias, ni vaqueros, ni pistoleros, pero la travesía del escrito de Tito Lucrecio Caro ( sus ediciones pos-teriores, sus influencias en el pensamiento occidental, etc.) tienen todos los tintes de una hazaña novelesca sin precedentes.

Sin duda que como amante de los libros Poggio dio con un libro que no solo cambió su vida, sino que en-riqueció de alguna manera la percepción que se tenía del mundo. Uno como lector anda quizá a la búsqueda de ese libro decisivo que enri-quezca la vida y que permita valorar el mundo desde lo humano con sabiduría y humildad, con esa mínima poesía para que el barrio, la vida, el mundo duela siempre lo menos posible y la realidad deje sus frías bisagras y adquiera el ritmo inefable de la imaginación como prueba y exaltación del espíritu humano por encima de cualquier oscuro designio que se encuentre a la vuelta acechante.

Leer en el barrio