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LosPrisioneros EDUARDOGALEANit T Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo. Y ios nIños son como los más prisIoneros de todos: la sociedad, que prefiere el orden a la Justicia, trata a los. nIños ricos como si fueran dinero, a los nIños pobres como si fueran basura, ya los del medio los tiene atados a la pata dfll televisor. DI Estado, que jamás va preso, asesina por ac~ión y Upor omisión. Crímenes por acción: a fmes del año pasado, la policía militar de Río de Janeiro reconoció oficialmente que veDíamatando civiles a un ritmo ocho veces mas acelerado que el año anterior, mientras la policía de los. suburbios de Buenos Aires cazaba jóvenes como si fueran pajaritos. Crímenes por omisión: al mismo tiempo, cuarenta enfermos del riñón murieron en el pueblo de CaruartI, en el no~te de Brasil, porque la salud pública les había hecho diálisis con agua contaminilda; y en la provincia <leMisiones, en el nordeste de la Argentina, el agua potable, contaminada por los plaguicidas, generaba bebés con labios leporinos y deformaciones en la médula espina!. En la era de las privatizaciones y el mercado libre, el dinero se propone gobernar sin intenñediarios. ¿Cuál es la función que se atribuye al Estado? El Estado debe ocuparse de la disciplina de la mano 'de obra barata, condenada a salarios enanos, Y a la represi6n de las peligrosas legiones de brazos que no encuentran trabajo: un Estado juez y gendanne, y poco mas. De los otros servicios públicos ya se encargará el mercado, y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza. La administración pública solo puede disfrazarse de madre piadosa muy de vez en cuando, atareada como está en consagrar sus menguadas energías a las funciones de vigilancia y castigo. En el proyecto neolibera1, los derechos públicos se reducen a favores del poder, y el poder se ocupa de,la salud pública y de la educación pública como si fueran formas de la caridad pública. , (Pasa a página20) EL ARTE DE BORRAR HUELLAS M ientras tanto, crece la pobreza y crecen las ciudades y crecen los asaltos y las violaciones y los crímenes. "la criminalidad crece mucho más que los recursos para combatirla", reconoce el Ministerio del Interior del Uruguay. La explosión del delito se ve en las ca1Ies, aunque las estadísticas oficiales se hagan las ciegas y los gobiernos lati- noamericanos 'Confiesen, de alguna manera, su impotencia. Pero el poder jamás confiesa que está en guerra con- tra los pobres que genera, en pleno combate contra las consecuencias de sus propios actos. "la delincuencia erece por culpa del oarcotráfico", sue- len decir los voceros oficiales. para exonerar de responsabilidad a un siste- ma que arroja cada vez más pobres a las ca1Ies y a las cúceles y que condena, cada vez más gente a la desesperanza y la desesperación. Las cumbres irradian el mal ejemplo de su impunidad. Se castiga abajo lo que se aplaude arriba. El robo chico es delito contra la propiedad. el robo en gran escala es derecho de los propieta- rios: uno es asunto del Código penal, el otro pertenece a la órbita de la iniciati- va privada. El poder, que elogia al tra- bajo y a los trabajadores en sus discursos pero los maldice en sus actos, sin pudor alguno recompensa la desho- nestidad y la falta de escrúpulos. La respetable tarea tiene por cómplices a los grandes medios de comunicación, que mienten ca1Iando casi tanto como mienten diciendo. ¿Denuncian confesiones? - "Y:nrlentras'el ~er~~ impu, 'nidad, esos.,grandes medios,iy sobre todo la teleVisión, difunden mensajes de violencia y de consumismo obliga~ torio. Una reciente investigación uni- versitaria reveló que los niños de Buenos Aires 'ven, cada dIa, cuarenta escenas de violencia en la pantalla chica. ¿Cuántas escenas de consumis- mo ven? ¿A cuántos ejemplos de des- pilfarro y ostentación asisten cada dIa? ¿Cuántas órdenes de comprar reciben los que poco o nada pueden comprar? ¿Cuántas veces por dIa se les taladra la cabeza para c~nvencerlos de que quien nO,compra no 'existe, y quién no tiene no es? Paradójicamente, la televisión suele. trasniitir ,diScursoS" que denun- cian la plaga de la violencia urbana y exigen mano dura, mientras la misma televisión impane educación a las nuev~ generaciones derramando en cada casa océanos de sangre y de publicidad'compulsiva: en este senti- do, bien podría decirse que sus propios mensajes están confumando su efica- cia mediante el auge de la delincuen- cia. Las fábricas de opinión pública. echan leña a la hoguera de la histeria colectiva, y mucho contribuyen a con- vertir la seguridad pública en obse- sión pública. Cada vez tienen más ecos los gritos de alarma que se pro- nuncian en nombre de la población indefensa ante el acoso del crimen. Se multiplican los asustados, y los asus- tados pueden ser más peligrosos que el peligro que los asusta. Para acabar con la falta de garantías de los ciu- dadanos, se exigen leyes que supri- man las garantías que quedan; y para dar inás libertad a los policías, se exi- gen leyes que sacrifican la libertad de todos los demás -incluso en países como el Uroguay, donde las estadísti- cas confiesan que los policías son, en proporción, los ciudadanos que mas delitos cometen. No sólo los vividores de la abun- dancia se sienten amenazados. tam- bién la ¡:Iase media y también numerosos sobrevivientes de la esca. sez: pobres que sufren el asalto de otros pobres mas pobres o mas deses- perados. En sociedades que prefieren el orden a la justicia, hay cada vez mas gente que aplaude el sacrificio de lajusticia en los altares del orden: hay ~a vez mas gente convencida de que n!>hay ley que valga ante la invasión de los fuera de la ley. Hay un clamor ,~en~ ~r la pena de muerte en la ,,,opinión ~públ}ca ~é.v.arios'países lati- "noameOcal\OS:' y 'las matanzas de "niños pOr 10S'escuadrOnes paraP!'licia- , les de la..muerre en Bogotá, Río de' JaneinÍ'o la ciudad de Guatemala, son pública o secretamente aplaudidas por un sector considerable de la sociedad. Se considera normal la tortura del delincuente común, o de quien tenga cara de; y llama la atención el silencio de algunos organismos de derechos humanos, en países donde la policía tiene la costumbre de arrancar confe- , siones mediante métodos de tortura idénticos a los que las dictaduras mili- tares aplican contra los presos políti- cos. , Presos: las dictaduras militares ya no están, pero las frágiles democra- cias latinoamericanas tienen sus cár- celes hinchadas de presos, Los presos son pobres, como es natural, porque sólo los pobres van presos en países donde nadie va preso cuando se viene abajo un puente reéién inaugurado, cuando se derrumba un banco vacia- do por los banqueros o cuando se des- ploma un edificio construido sin cimientos. Cárceles inmundas, presos como sardinas en lata: en su gran mayoría. son presos sin condena. Muchos, sin proceso siquiera, están ahí no se sabe por qué. Si se compa- ra, el infierno del Dante parece cosa de Disney. Continuamente, estallan motines en estas cárceles que hier- 'ven. Entonces las fuerzas del orden cocinan a tiros a los desordenados y de paso matan a todos los que pue. c:Ien,con 10que se alivia la presión de la superpoblación carcelaria -hasta el próximo motín. En realidad, bien se podría decir que presos estamos todos, quién más, quién menos, Los que están en las cárceles y los que estamos fuera. ¿están libres los presos de la necesidad, obligados a vivir para trabajar porque no pueden darse el lujo de trabajar para vivir1 ¿Y los presos de la desesperación, que no tienen trabajo ni lo tendrán, condena- dos a malvivir a los zarpazos? Y los presos del miedo .¿estamos libres? ¿No estamos todos presos del miedo? Todos enrejados: ya hay plazas públi- cas rodeadas de rejas en algunas ciuda- des latinoamericanas, y están enrejadas las casas de todos los que tenemos algo que perder. aunque sea poco.. aunque sea nada; yo he visto rejas hasta en algunos ranchos de lata y madera de los suburbios más pobres. Los de arrí- ,ba y los d~l medio y lps de abajo: en; sociedades o)!ligadas al sálvese quien pueda, atern>,rizadas Pór lós""ano!ázos de sus nánfragos, estamos todos 'pre- sos: los vigilantes y los vigilados, los elegidos y los parias, .' Los hechos se bnrlan de los dere~ chos. retrato de América Latina al fin del milenio: esta es una región del mundo que niega a sus niños el dere- cho de ser niños, Los niños son los más presos entre todos los presos, en esta gran jaula donde se obliga a la gente a devorarse entre sí. El sistema de poder, que no acepta más vínculo que el páni- co mutuo, maltrata a los niños. A los niños ricos los trata como si fueran dinero. A los niños pobres los trata como si fueran basura, Y a los del medio los tiene atados a la pata del televisor. Enla burbujadel poder En el océano de los que necesitan, las islas de que mas tienen tienden a convenirse en lujosos campos de con- centración, donde los poderosos sólo se encuentran con los poderosos y nunca pueden olvidar, ni por un ratito, que son poderosos. En algunas de las grandes ciudades latinoamericanas, donde los secuestros se han hecho cos- tumbre,los niños ricos crecen encerra. dos dentro de la burbuja del miedo, Habitan mansiones amuralladas, gran- des casas o grupos de casas rodeados de cercos electrificados y guardias armados, y están día y noche vigilados por los guardaespaldas y por las cáma- ras de los circuitos cerrados de televi- sión. Viajan. como el dinero. en autos blindad~, No conocen, más que de vista. la ciudad donde viven. Descu. bren el subterráneo en París o Nueva York, pero jamás lo usan en San Pablo o en la ciudad de México: Ellos no viven en la ciudad donde viven. Tienen prohibido ese vasto infierno que acecha' su minúsculo ciclo privado. Más allá de las fronteras del privilegio, se extiende una región del terror donde la gentes mucha, fea, sucia y peligrosa. En plena era de la globalizaci6n, los niños ricos no perte- necen a ningún lugar. Crecen sin raI. ces, despojados de identidad nacional, y sin más sentido social que la certeza de que la realidad es una amenaza. Tie- nen por patria las marcas de prestigio universal y por lenguaje los códigos internacionales. Los niños ricos de las ciudades mas diversas se parecen en s.us costninbres, tanto como entre sí se , parec~idos 'shopping c~ntm y los '\ aeropu~ós:!lli.. están fuEia del tiempo y 'del esp3clO.'Educadosen la iea)idad virtual, ]os)iiños' ri"Cosse deseducan en la ignorancia de. la. realidad real, que sólo existe para ser temida o para ser comprada. Desde que nacen son entrenados para el consumo y para la fugacidad. y trans- curren la infancia comprobando que las máquinas son más diguas de confianza que las personas, Fas/ f()()d. fas/ ears, fas/life: mientras esperan que llegue la hora del ritual de iniciación, cuando el M.CALVO primer Jaguar o Mercedes les sea rega- lado, ellos ya se lanzan a toda veloci- dad a las autopistas cibernéticas, a toda velocidad compiten en las pantallas electrónicas y a toda velocidad devoran imágenes y mercancías haciendo zap- ping y haciendo sllOpping. '

T Los Prisioneros · nIños son como los más prisIoneros de todos: la sociedad, que prefiere el orden a la Justicia, trata a los. nIños ricos como si fueran dinero, a los nIños

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Page 1: T Los Prisioneros · nIños son como los más prisIoneros de todos: la sociedad, que prefiere el orden a la Justicia, trata a los. nIños ricos como si fueran dinero, a los nIños

LosPrisionerosEDUARDOGALEANit

T

Quien no está preso de la necesidad,está preso del miedo. Y iosnIños son como los más prisIoneros detodos: la sociedad, que prefiere elorden a la Justicia, trata a los.nIños ricos como si fueran dinero,a los nIños pobres como si fueran basura,ya los del medio los tiene

atados a la pata dfll televisor.

DI Estado, que jamás va preso, asesina por ac~ión yUpor omisión. Crímenes por acción: a fmes del añopasado, la policía militar de Río de Janeiro reconocióoficialmente que veDíamatando civiles a un ritmo ocho

veces mas acelerado que el año anterior, mientras lapolicía de los. suburbios de Buenos Aires cazabajóvenes como si fueran pajaritos. Crímenes poromisión: al mismo tiempo, cuarenta enfermos del riñónmurieron en el pueblo de CaruartI, en el no~te deBrasil, porque la salud pública les había hecho diálisiscon agua contaminilda; y en la provincia <leMisiones,en el nordeste de la Argentina, el agua potable,contaminada por los plaguicidas, generaba bebés conlabios leporinos y deformaciones en la médula espina!.

En la era de las privatizaciones y el mercado libre, eldinero se propone gobernar sin intenñediarios. ¿Cuál esla función que se atribuye al Estado? El Estado debeocuparse de la disciplina de la mano 'de obra barata,

condenada a salarios enanos, Y a la represi6n de las

peligrosas legiones de brazos que no encuentrantrabajo: un Estado juez y gendanne, y poco mas. De losotros servicios públicos ya se encargará el mercado, yde la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya seocupará Dios, si la policía no alcanza. Laadministración pública solo puede disfrazarse de madrepiadosa muy de vez en cuando, atareada como está enconsagrar sus menguadas energías a las funciones devigilancia y castigo. En el proyecto neolibera1, losderechos públicos se reducen a favores del poder, y elpoder se ocupa de,la salud pública y de la educaciónpública como si fueran formas de la caridad pública.

, (Pasaa página20)

EL ARTE DE BORRAR HUELLAS

Mientras tanto, crece la pobreza ycrecen las ciudades y crecen los

asaltos y las violaciones y los crímenes."la criminalidad crece mucho más quelos recursos para combatirla", reconoceel Ministerio del Interior del Uruguay.La explosión del delito se ve en lasca1Ies, aunque las estadísticas oficialesse hagan las ciegas y los gobiernos lati-noamericanos 'Confiesen, de algunamanera, su impotencia. Pero el poderjamás confiesa que está en guerra con-tra los pobres que genera, en plenocombate contra las consecuencias desus propios actos. "la delincuenciaerece por culpa del oarcotráfico", sue-len decir los voceros oficiales. paraexonerar de responsabilidad a un siste-ma que arroja cada vez más pobres a lasca1Ies y a las cúceles y que condena,cada vez más gente a la desesperanza yla desesperación.

Las cumbres irradian el mal ejemplode su impunidad. Se castiga abajo loque se aplaude arriba. El robo chico esdelito contra la propiedad. el robo engran escala es derecho de los propieta-rios: uno es asunto del Código penal, elotro pertenece a la órbita de la iniciati-va privada. El poder, que elogia al tra-bajo y a los trabajadores en susdiscursos pero los maldice en sus actos,sin pudor alguno recompensa la desho-nestidad y la falta de escrúpulos. Larespetable tarea tiene por cómplices alos grandes medios de comunicación,que mienten ca1Iando casi tanto comomienten diciendo.

¿Denuncian confesiones?

- "Y:nrlentras'el~er~~ impu,'nidad, esos.,grandes medios,iy sobretodo la teleVisión, difunden mensajesde violencia y de consumismo obliga~torio. Una reciente investigación uni-versitaria reveló que los niños deBuenos Aires 'ven, cada dIa, cuarentaescenas de violencia en la pantallachica. ¿Cuántas escenas de consumis-mo ven? ¿A cuántos ejemplos de des-pilfarro y ostentación asisten cada dIa?¿Cuántas órdenes de comprar recibenlos que poco o nada pueden comprar?¿Cuántas veces por dIa se les taladra lacabeza para c~nvencerlos de que quiennO,compra no 'existe, y quién no tieneno es? Paradójicamente, la televisiónsuele. trasniitir ,diScursoS" que denun-

cian la plaga de la violencia urbana yexigen mano dura, mientras la mismatelevisión impane educación a lasnuev~ generaciones derramando encada casa océanos de sangre y depublicidad'compulsiva: en este senti-do, bien podría decirse que sus propiosmensajes están confumando su efica-cia mediante el auge de la delincuen-cia.

Las fábricas de opinión pública.echan leña a la hoguera de la histeriacolectiva, y mucho contribuyen a con-vertir la seguridad pública en obse-sión pública. Cada vez tienen másecos los gritos de alarma que se pro-nuncian en nombre de la poblaciónindefensa ante el acoso del crimen. Semultiplican los asustados, y los asus-tados pueden ser más peligrosos queel peligro que los asusta. Para acabarcon la falta de garantías de los ciu-dadanos, se exigen leyes que supri-man las garantías que quedan; y paradar inás libertad a los policías, se exi-gen leyes que sacrifican la libertad detodos los demás -incluso en paísescomo el Uroguay, donde las estadísti-cas confiesan que los policías son, enproporción, los ciudadanos que masdelitos cometen.

No sólo los vividores de la abun-dancia se sienten amenazados. tam-bién la ¡:Iase media y tambiénnumerosos sobrevivientes de la esca.sez: pobres que sufren el asalto deotros pobres mas pobres o mas deses-perados. En sociedades que prefierenel orden a la justicia, hay cada vezmas gente que aplaude el sacrificio delajusticia en los altares del orden: hay~a vez mas gente convencida de quen!>hay ley que valga ante la invasiónde los fuera de la ley. Hay un clamor

,~en~ ~r la pena de muerte en la

,,,opinión ~públ}ca ~é.v.arios'países lati-"noameOcal\OS:' y 'las matanzas de"niños pOr10S'escuadrOnes paraP!'licia- ,les de la..muerre en Bogotá, Río de'JaneinÍ'o la ciudad de Guatemala, sonpública o secretamente aplaudidas porun sector considerable de la sociedad.Se considera normal la tortura del

delincuente común, o de quien tengacara de; y llama la atención el silenciode algunos organismos de derechoshumanos, en países donde la policíatiene la costumbre de arrancar confe- ,siones mediante métodos de torturaidénticos a los que las dictaduras mili-tares aplican contra los presos políti-cos.

, Presos: las dictaduras militares yano están, pero las frágiles democra-cias latinoamericanas tienen sus cár-celes hinchadas de presos, Los presosson pobres, como es natural, porquesólo los pobres van presos en paísesdonde nadie va preso cuando se vieneabajo un puente reéién inaugurado,cuando se derrumba un banco vacia-do por los banqueros o cuando se des-ploma un edificio construido sincimientos. Cárceles inmundas, presoscomo sardinas en lata: en su granmayoría. son presos sin condena.Muchos, sin proceso siquiera, estánahí no se sabe por qué. Si se compa-ra, el infierno del Dante parece cosade Disney. Continuamente, estallanmotines en estas cárceles que hier-'ven. Entonces las fuerzas del ordencocinan a tiros a los desordenados yde paso matan a todos los que pue.c:Ien,con 10que se alivia la presión dela superpoblación carcelaria -hastael próximo motín.

En realidad, bien se podría decir quepresos estamos todos, quién más, quiénmenos, Los que están en las cárceles ylos que estamos fuera. ¿están libres lospresos de la necesidad, obligados avivir para trabajar porque no puedendarse el lujo de trabajar para vivir1 ¿Ylos presos de la desesperación, que notienen trabajo ni lo tendrán, condena-dos a malvivir a los zarpazos? Y lospresos del miedo .¿estamos libres?¿No estamos todos presos del miedo?Todos enrejados: ya hay plazas públi-cas rodeadas de rejas en algunas ciuda-des latinoamericanas, y están enrejadaslas casas de todos los que tenemos algoque perder. aunque sea poco.. aunquesea nada; yo he visto rejas hasta enalgunos ranchos de lata y madera delos suburbios más pobres. Los de arrí-,ba y los d~l medio y lps de abajo: en;sociedades o)!ligadas al sálvese quienpueda, atern>,rizadasPór lós""ano!ázosde sus nánfragos, estamos todos 'pre-sos: los vigilantes y los vigilados, loselegidos y los parias, .'

Los hechos se bnrlan de los dere~chos. retrato de América Latina al findel milenio: esta es una región delmundo que niega a sus niños el dere-cho de ser niños, Los niños son los más

presos entre todos los presos, en estagran jaula donde se obliga a la gente adevorarse entre sí. El sistema de poder,que no acepta más vínculo que el páni-co mutuo, maltrata a los niños. A losniños ricos los trata como si fueran

dinero. A los niños pobres los tratacomo si fueran basura, Y a los delmedio los tiene atados a la pata deltelevisor.

Enla burbujadel poder

En el océano de los que necesitan,las islas de que mas tienen tienden aconvenirse en lujosos campos de con-centración, donde los poderosos sólose encuentran con los poderosos ynunca pueden olvidar, ni por un ratito,que son poderosos. En algunas de lasgrandes ciudades latinoamericanas,donde los secuestros se han hecho cos-tumbre,los niños ricos crecen encerra.dos dentro de la burbuja del miedo,Habitan mansiones amuralladas, gran-des casas o grupos de casas rodeadosde cercos electrificados y guardiasarmados, y están día y noche vigiladospor los guardaespaldas y por las cáma-ras de los circuitos cerrados de televi-

sión. Viajan. como el dinero. en autos

blindad~, No conocen, más que devista. la ciudad donde viven. Descu.bren el subterráneo en París o NuevaYork, pero jamás lo usan en San Pabloo en la ciudad de México:

Ellos no viven en la ciudad dondeviven. Tienen prohibido ese vastoinfierno que acecha' su minúsculo cicloprivado. Más allá de las fronteras delprivilegio, se extiende una región delterror donde la gentes mucha, fea,sucia y peligrosa. En plena era de laglobalizaci6n, los niños ricos no perte-necen a ningún lugar. Crecen sin raI.ces, despojados de identidad nacional,y sin más sentido social que la certezade que la realidad es una amenaza. Tie-nen por patria las marcas de prestigiouniversal y por lenguaje los códigosinternacionales. Los niños ricos de lasciudades mas diversas se parecen ens.us costninbres, tanto como entre sí se ,

parec~idos 'shopping c~ntm y los '\aeropu~ós:!lli.. están fuEia del tiempoy 'del esp3clO.'Educadosen la iea)idadvirtual, ]os)iiños' ri"Cosse deseducan enla ignorancia de. la. realidad real, quesólo existe para ser temida o para sercomprada.

Desde que nacen son entrenados parael consumo y para la fugacidad. y trans-curren la infancia comprobando que lasmáquinas son más diguas de confianzaque las personas, Fas/ f()()d. fas/ ears,fas/life: mientras esperan que llegue lahora del ritual de iniciación, cuando el

M.CALVO

primer Jaguar o Mercedes les sea rega-lado, ellos ya se lanzan a toda veloci-dad a las autopistas cibernéticas, a todavelocidad compiten en las pantallaselectrónicas y a toda velocidad devoranimágenes y mercancías haciendo zap-ping y haciendo sllOpping. '

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Lap~brezacomodeltto

Mucho ,Ulles dé que los niños, '~cos dejen'de ser Íliñes y descubran

las drogas caras que aturden la sole-dad y, enmascaran el miedo, ya los

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mento. Mientras los niños ricos jue-gan a la guerra: con balas de rayosláser, ya las balas de plomo acribillana los niños de la calle, Algunosexpertqs llaman uniños de escasosrecursos" a los que disputan la basu-ra con los buitres en los suburbios de

las ciudades. según las estadisticas,hay setenta millones de niños enestado de pobreza absoluta, y cadavez hay más, en esta América Latinaque fabrica pobres y prohibe lapobreza. Entre todos los rehenes delsistema~ ellos son los que peor' lopasan. La sociedad los exprime. losvigila. los castiga, a veCes los mata: Entre una punta y otra. el medio.casi nunca los escucha, jamás los Entre los que viven prisioneros delcomprende. desamparo y los que viven prisioneros

Nacen con las raíces al aire. de la opul~ncia. están los niños que tie-Muchos de ellos son hijos de familias nen bastante más que nada. pero muchocampesinas. que han sido brutalmente menos que todo. Cada vez .son menosarrancadas de la tierra y se han desin-" libres los niños,de clase media. Les con-tegrado en la ciudad. Entre la cuna y la fisca la libertad, dia tras dia, la sociedadsepultura, el hambre o las balas abre- que sacra1iza el orden mientras generavian el viaje: de cada dos niños pobres el desorden. En estos tiempos de inesta-uno trabaja. deslomándose a cambio bilidad social, cuando se concentta lade la comida o poco más: vende chu- riqueza y la pobreza se difunde a ritmocherfas en las calles, es la, mano de implacable ¿quién no siente que el pisoobra gratuita de los talleres y las can- cruje bajo los pies? La clase media vivetinas familiares, es la mano de obra en estado de impostura, simuhindo tenermás barata de las industrias de expor- más que lo que tiene, pero nunca le hatación, que fabrican zapatillas o cami- resultado tan dificil cumplir con esta,sas para las grandes tiendas <lel abnegada tradición. está, hoy por boy,mundo. ¿Y el otro?De cadádos niños para1izada Por el pánico: el pánico depobres, uno sobra. El mercado no lo perder el trabajo" el ,;rulo, la casa, lasnecesita. No es rentable, ni lo sem 'cosas, y el pánico de no llegar a tener lojaIÍlás. y quien no es rentable,.ya,se" que se debe,tener para llegar a ser.sabe, no tiene derech,o aja eXistencia. -:' ,Nadie podrá reprocharle mala conducta.El mismo sistema productivo que des;', ; Jasufridá clase media sigue creyendo enprecia a los viejos, expulsa a los niños. -la experiencia como aprendipje de la

. LOsexpulsa y les teme. Desde éJ.punlo obediencia y, con frecuencia defiende, de vistadel sistema;la vejezes un fra- todavía al orden establecidocomo sicaso, pero la infancia es un peligro. fuera su dueña, aunque no es más que. En muchos países latinoameri- una inquilina del ordeli, más que nuncacanos, la hegemonia del mercado está agobiada por el precio del alquiler y elro",piendo los lazos de solidaridad y pánico del desalójo.está haciendo trizas el tejido social 'En el pánico, pánico de vivir, pánicocomunitario. ¿Qué destino tienen los de caer. cría a sus hijos. Atrapados endueños de nada en países donde el las trampas del pánico, los niños dederecho de propiedad se está convir- clase media están cada vez más conde-tiendo en el único derecho sagrado? nados a la humillación del encierro.Los niños pobres son los que más perpetuo. En la ciudad del futuro, queferozmente sufren ,la contradicción ya está siendop~nte. ~osteleniños,entre una. cultura que manda consu- vigilados por niñeras electrónicas, con-mir y una realidad que lo prohibe.El templaránla calledesdeel balcúoo la '

hambre los obliga a robar o a prosti- ventana: la calle prohibida por la vio-tuirse; pero también los obliga la lencia o por el pánico a la violencia; lasociedad de consumo, que los insulta calle donde ocurre el siempre peligro-ofreciendo lo que niega. Y ellos se so, y a veces prodigioso, espectáculovengan lanzándose al asalto. En las de la vida. .calles de lasgrandesciudades,se for-

m~'"k~ de de.se~peradosunidos., "'iO.'.. '.' ~.~

por la muene que acecha. según laorganización Humao Rights Watch,los grupos parapo1iciales matan seisniños por día en Colombia y cuatropor dia' en Brasil. ¿Y ellas? Haymedio millón de niñas brasileñas quevenden el cuerpo, casi tantas como enla India, y en la Re'pública Domi.nicana la próspera industria del tu-rismo ofrece subastas de niñas

vírgenes.

El pánicoy sustrampas

EDUARDO GALEANO

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EL PAIS.es CERRARVEHTAHA

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TRIBUNA:ULRICH BECK

La revuelta de los superfluos

Ulrich Beck es profesor de Sociología en la Universidad de Múnich. Traducción de M. Sampons.EL PAls - Opinión - 27-11-2005

Las lentes conceptuales para comprender la nación están cambiando. No basta con limitarse a Franciapara localizar las causas de la quema de los suburbios franceses, ni sirven los conceptos en principioincuestionables de "desempleo", "pobreza" y "jóvenes inmigrantes". De hecho, se está produciendo unnuevo tipo de conflicto del siglo XXI. La pregunta clave es la siguiente: ¿qué ocurre con los que quedanexcluidos del maravilloso nuevo mundo de la globalización?

La globalización económica ha llevado a una división del planeta que ha quebrado las fronterasnacionales, con lo que han aparecido centros muy industrializados de crecimiento acelerado alIado dedesiertos improductivos, y éstos no están sólo "ahí fuera" en África, sino también en Nueva York, París,Roma, Madrid y Berlín. África está en todas partes. Se ha convertido en un símbolo de la exclusión. Hayun África real y muchas otras metafóricas en Asia y en Suramérica, pero también en las metrópoliseuropeas donde las desigualdades del planeta en su tendencia globalizada y local van dejando suimpronta tan particular. Ylas definiciones de "pobre" y "rico", que parecían eternas, se estántransformando.

Los ricos de antes necesitaban a los pobres para convertirse en ricos. Los nuevos ricos de la globalizaciónya no necesitan a los pobres. Por eso los jóvenes franceses son inmigrantes africanos y árabes quesoportan, además de la pobreza y del desempleo, una vida sin horizontes en los suburbios de las grandesmetrópolis. Porque las nociones de "pobreza" y de "desempleo", tal como nosotros las entendemos,proceden de las tensiones de poder de la sociedad de clases propia de un Estado nacional. Es de suponerque, para grupos cada vez más extensos de la población a lo ancho del planeta, es cada vez menos válidoque la pobreza es una consecuencia de la explotación y que en este sentido ésta sea útil-la pobreza deunos crea la riqueza de otros-o Esta premisa histórica se ha roto.

A la sombra de la globalización económica, cada vez más personas se encuentran en una situación dedesesperación sin salida cuya característica principal es -y esto corta la respiración- que sencillamente yano son necesarios. Ya no forman un "ejército en la reserva" (tal como los denominaba Marx) quepresiona sobre el precio de la fuerza de trabajo humano. La economía también crece sin su contribución.Los gobernantes también son elegidos sin sus votos. Losjóvenes "superfluos" son ciudadanos sobre elpapel, pero en realidad son no-ciudadanos y por ello una acusación viviente a todos los demás. Tambiénquedan fuera del "mundo de las reivindicaciones de los trabajadores. ¿Qué son para la sociedad? "iUnfactor de gastos!". La "poca utilidad" que les queda es que se mueven por el odio y una violencia sinsentido; al final incluso provocan destrozos, y con este drama real que asusta a los ciudadanos ofrecen alos movimientos y políticos de derechas la posibilidad de destacarse.

En Alemania, pero también en muchos otros países, se cree de manera realmente obsesiva que hay quebuscar las causas que llevan a los jóvenes inmigrantes alborotadores a la violencia en las tradicionesculturales de origen de estos inmigrantes y en su religión. Los estudios empíricos sobre esta cuestión,realizados por excelentes sociólogos, demuestran lo contrario: no se trata de los inmigrantes que no sehan integrado, sino de los que sí lo han hecho. Mejor dicho: hay una contradicción entre la asimilacióncultural y la marginación social de estos jóvenes, que alimenta su odio y su predisposición a la violencia.Pues no se trata precisamente de inmigrantes anclados en su cultura de origen, sino de jóvenes conpasaporte francés, que hablan perfectamente el francés y que han pasado por el sistema escolar francés,pero a los que, al mismo tiempo, la sociedad francesa de la igualdad los ha marginado en auténticosguetos "superfluos" en la periferia de las grandes ciudades. Los deseos y las opiniones de estos jóvenesasimilados cuyos padres eran inmigrante s, apenas se distinguen de los de los grupos de la misma edadde sus países de origen. Al contrario: están bastante cerca de ellos, y precisamente por ello se aprecia el

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Page 4: T Los Prisioneros · nIños son como los más prisIoneros de todos: la sociedad, que prefiere el orden a la Justicia, trata a los. nIños ricos como si fueran dinero, a los nIños

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racismo que hay en la marginación de estos grupos de jóvenes heterogéneos tan terriblemente agrios y,por lo demás, tan escandalosos.

Se puede formular con una paradoja: una escasa integración de la generación de los padres desactiva losproblemas y los conflictos, y una buena integración de la generación de los hijos los agrava. Los padresde los jóvenes alborotadores, que emigraron del norte de África y que siguen vinculados a su lugar deorigen, compensan su integración escasa y la discriminación abierta con el ascenso social que, a pesar detodo, han vivido. Aceptan su condición de marginados mejor que sus hijos, quienes han perdido elcontacto con el lugar de origen africano, y ahora, heridos en su dignidad de franceses, están creando supropio folclore con una "Intifada francesa". Esto explica que los jóvenes actores de la revuelta de lossuburbios se refieran a su situación en términos de dignidad, derechos humanos y marginación. Pero demanera sorprendente no se refieren en absoluto al trabajo, aunque no tengan.

Las élites de la economía y de la política no desisten de la idea de pleno empleo. Por consiguiente, lesafecta un extraño daltonismo que les impide medir la dimensión de la desesperación que se extiende enlos guetos superfluos, los cuales se ven aislados de una vida segura y ordenada mediante un trabajoremunerado. Tanto los partidos de la izquierda como los de la derecha, los nuevos y los viejossocialdemócratas, los neoliberales y los nostálgicos del Estado social no quieren admitir que en uncontexto de aumento del desempleo hace tiempo que el trabajo ha pasado de ser un "gran integrador" aconvertirse en un mecanismo de marginación. Evidentemente, es falso afirmar que no hay suficientepara todo el mundo, pero el trabajo que antaño creaba seguridades que se consideraban adquiridasdis-minuye rápidamente, incluso detrás de la fachada del pleno empleo. Por todas partes hay nuevasformas de desempleo oculto. Algunos lo llaman '1euro job'; otros, 'formación', y aun otros, 'hacerseautónomo'.

La verdadera miseria se manifiesta en el último eslabón de la jerarquía de la formación: los trabajos parajóvenes con un título educativo de bajo nivelo sin título alguno se convierten en trabajos automatizadoso se ponen a salvo en países con sueldos más bajos. Por eso, en toda Europa la escuela primaria amenazacon convertirse en el muro del gueto, tras el que los grupos con un estatus más bajo quedan atrapados enel desempleo permanente y la ayuda social. La formación, que de manera previsible acaba siendo"superflua", se convierte en foco de "violencia molecular" (Enzensberger) que ya sólo persiguecomplacerse a sí misma. Pero la política y la economía, influenciadas por la ortodoxia del pleno empleo,se olvidan de la pregunta clave: ¿cómo pueden las personas llevar una vida razonable si no encuentranun empleo?

La intranquilidad que en toda Europa han causado las llamas nocturnas de París se traduce en lasiguiente inquietud: ¿tenemos que contar con que a partir de ahora, además del peligro de atentadosterroristas, existirá el peligro de incendios intencionados y que ello se convertirá en una constante de lavida cotidiana y del debate político? Nadie puede hoy responder a ello. Pero puede tener sentidocontrastarlo con la historia relativamente exitosa de Alemania. Aunque en la monotonía del malestaralemán el multiculturalismo se haya dado mil veces por muerto, existe en Alemania una extensa clasemedia turco-alemana que crea puestos de trabajo. Aquí el título escolar tampoco facilita ningún trabajo.Pero los jóvenes que se ven afectados no son de color, no viven apretujados en pisos lóbregos y sonheterogéneos: hijos de expatriados, turcos que se han criado en Alemania y jóvenes alemanes sin trabajocuya rabia se concentra contra todo lo "extranjero" (también contra los hijos de expatriados y de turcosalemanes).

Por eso mismo no hay que cambiar las soluciones políticas -quizá habría que introducir la"discriminación positiva", así como la contratación selectiva de profesores, policías, trabajadores socialesconocedores de la inmigración-, porque en el fondo se trata de un conflicto de reconocimiento cultural.Los conflictos de reconocimiento son juegos de sumas positivas en los que todos pueden salir ganando,distinto de los conflictos de reparto material, en el que uno sale ganando cuando el otro pierde. Pero estosupone un cambio automático de la propia imagen de la sociedad mayoritaria.

Ocurre lo contrario: que el racismo inocente de los falsos conceptos es tan evidente que nadie se dacuenta de él. Se habla de inmigrantes, pero nos olvidamos de que son franceses. Se pone en el punto demira al islam, pero se ignora que a muchos de los incendiarios les importa un bledo la religión. Se evocala importancia del origen y no se quiere admitir que las llamas surgen del haber nacido aquí, de laexitosa asimilación y precisamente de la Égalité que han interiorizado.

Se trata de una sublevación airada típicamente francesa contra la dignidad herida de los superfluos y afavor del derecho a ser iguales y diferentes. Lo mínimo para reconocerles sería que la superficieincendiada del odio que amenaza con declararse en todo el mundo no se minimizara rebajándola a lacategoría de zombi. Pero esto ya parece que es pedir demasiado.

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