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Tema 9: Mediación universal ¿Es Jesús el único Salvador? La proclamación de Jesús como mediador universal suscita cuestiones inquietantes, no sólo de los no cristianos, también de muchos cristianos: pretender para el cristianismo y para Jesús unas pretensiones universales y exclusivas ¿no significa una desvalorización del resto de las religiones y por ello la incapacidad para todo tipo de diálogo? Ante las peligrosas conclusiones se tiende a relativizar las pretensiones de Jesucristo como mediador universal y por ello a reconocer las demás religiones como vías ordinarias de salvación. La misión de la Iglesia pierde así sus fundamentos básicos. Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris missio de 1990, resume claramente lo que está en juego: ¿es válida aún la misión entre los no cristianos? ¿No ha sido sustituida por el diálogo interreligioso? El respeto de la conciencia y de la libertad ¿no excluye toda propuesta de conversión? ¿No puede uno salvarse en cualquier religión? ¿Para qué, entonces, la misión? Es consciente Juan Pablo II de que el sentido de la Iglesia y de la misión radica en el papel y la función de Jesús en el diálogo de Dios y los hombres en el conjunto de la historia de la salvación. Dice Rahner: “el cristianismo se entiende a sí mismo como la religión absoluta, determinada para todos los hombres, que no puede reconocer junto así ninguna otra con igualdad de derechos. En los 40 años transcurridos desde la pronunciación de estas palabras han surgido diversas concepciones teológicas con intención de valorar positivamente el pluralismo religioso y de facilitar el diálogo interreligioso, pero que padecen no mantener el carácter universal de la mediación salvífica de Jesucristo. El problema es estrictamente cristológico porque se centra en la función de Jesús, tal como se expresa en confesiones de fe muy antiguas: “en ningún otro hay salvación”. Timoteo 2,5-6 afirma con claridad la unicidad de la mediación de Jesús: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Porque uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús”. Es digno de observar que se refiere expresamente al hombre Jesús. 1

Tema 9 Mediación Universal

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Resumen tema 9 Eloy bueno

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Tema 9: Mediacin universalEs Jess el nico Salvador?La proclamacin de Jess como mediador universal suscita cuestiones inquietantes, no slo de los no cristianos, tambin de muchos cristianos: pretender para el cristianismo y para Jess unas pretensiones universales y exclusivas no significa una desvalorizacin del resto de las religiones y por ello la incapacidad para todo tipo de dilogo? Ante las peligrosas conclusiones se tiende a relativizar las pretensiones de Jesucristo como mediador universal y por ello a reconocer las dems religiones como vas ordinarias de salvacin. La misin de la Iglesia pierde as sus fundamentos bsicos.Juan Pablo II en la encclica Redemptoris missio de 1990, resume claramente lo que est en juego: es vlida an la misin entre los no cristianos? No ha sido sustituida por el dilogo interreligioso? El respeto de la conciencia y de la libertad no excluye toda propuesta de conversin? No puede uno salvarse en cualquier religin? Para qu, entonces, la misin?Es consciente Juan Pablo II de que el sentido de la Iglesia y de la misin radica en el papel y la funcin de Jess en el dilogo de Dios y los hombres en el conjunto de la historia de la salvacin.Dice Rahner: el cristianismo se entiende a s mismo como la religin absoluta, determinada para todos los hombres, que no puede reconocer junto as ninguna otra con igualdad de derechos. En los 40 aos transcurridos desde la pronunciacin de estas palabras han surgido diversas concepciones teolgicas con intencin de valorar positivamente el pluralismo religioso y de facilitar el dilogo interreligioso, pero que padecen no mantener el carcter universal de la mediacin salvfica de Jesucristo.El problema es estrictamente cristolgico porque se centra en la funcin de Jess, tal como se expresa en confesiones de fe muy antiguas: en ningn otro hay salvacin. Timoteo 2,5-6 afirma con claridad la unicidad de la mediacin de Jess: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Porque uno es Dios, uno tambin el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jess. Es digno de observar que se refiere expresamente al hombre Jess.Los caminos que conducen al presenteResulta necesario lanzar una rpida mirada a la historia. A la vez debera servir para separar lo que afecta al contenido de la fe lo que se refiere a los condicionamientos sociales y culturales.En un primer momento, la conciencia cristiana se apoya en el acontecimiento salvfico de Cristo en su peculiaridad como evento escatolgico. Su punto de referencia o de comparacin era la tradicin religiosa de Israel, respecto a la cual consider a Jesucristo como el cumplimiento de las profecas.En el siglo II los cristianos se encontraron en el seno de un mundo en el que existan diversas religiones. Algunos telogos intentaron defender la singularidad y la universalidad de Jesucristo, pero reconociendo en las otras religiones signos o huellas de la presencia del mismo logos que se encarn en Jesucristo. Sin embargo, no se planteaba la cuestin acerca de la posibilidad de que otras religiones fueran vas de salvacin, pues resultaba obvio que Jess era el Salvador de todos los hombres.Esta postura de equilibrio que fue unilateralizando. El papel que la Iglesia fue ocupando el conjunto de la sociedad y no super la tentacin de ir reprimiendo al resto de las religiones. Ello se acentu cuando la Iglesia configur el espacio de una sociedad unitaria y homognea desde el punto de vista religioso, como fuera medieval. Se debe aadir otro elemento de carcter teolgico: el erotismo resultaba necesario para la salvacin, pues era el nico medio de participar en la muerte y resurreccin de Jesucristo, el Salvador.Esta concepcin se sintetiz en el axioma tradicional fuera de la Iglesia no hay salvacin. Las circunstancias histricas obligaron a flexibilizar algunos aspectos. El encuentro con amplios grupos humanos que nunca haban odo hablar de Cristo empuj a elaborar teoras que, sin cuestionar la mediacin universal de Cristo, permitieran explicar la salvacin de muchos no cristianos. Pero ello no alter, sin embargo, la visin negativa de las religiones no cristianas y el pesimismo de cara a la salvacin de sus miembros. Toda la empresa misionera de la Iglesia moderna se alimentaba de estas condiciones bsicas. Por eso cal hondamente en el imaginario colectivo.A partir de la mitad del siglo XX se fueron acumulando los factores que exigan un cambio de mentalidad: la extensin del Espritu demogrfico, la reivindicacin de la tolerancia y el dilogo como valores humanos, encuentros con miembros de otras religiones a los que no se poda acusar de indignidad moral, la exclusin de todo fanatismo o fundamentalismo como presupuestos de la convivencia entre los hombres y del encuentro entre los pueblosEstos factores de carcter social, cultural e histrico no dejaron de repercutir en el mbito teolgico. Tanto el destino salvfico de los no cristianos como la valoracin teolgica de las religiones deban ser afrontados desde otras perspectivas. Podemos sintetizarlo en un doble momento:a. se fue imponiendo en optimismo salvfico de cara a todos los hombres: Dios deba ofrecer su gracia a todos los hombres; en cualquier caso, esa gracia proceda de Cristo.b. En un segundo momento resultaba inevitable afrontar el tema de las religiones en cuanto tales. Las diversas teoras trataban de situarlas dentro del plan salvfico de Dios, con un sentido positivo, por tanto, en la historia de la salvacin. La gama de posturas mantiene la accin de Cristo en lo que de positivo hubiera en las otras religiones.stos planteamientos quedaron desbordados por la aparicin de la teologa pluralista de las religiones. El pluralismo debe ser considerado como algo bueno y positivo. Los diversos sistemas religiosos no tienen que ser valorados directamente desde Jesucristo. La religin que l fund es una ms. Jesucristo no debe ser considerado como el mediador absoluto. Aqu se encuentra el giro decisivo para nuestro tema.Esta transformacin no dej de repercutir en la teologa catlica. Es ahora el cristianismo el que pasa a ser acusado por las pretensiones que se arrogaba, como signo de imperialismo e intolerancia que eliminaba toda posibilidad de dilogo. Para evitar las acusaciones se pide el cristianismo no colocar a Jess en el centro, sino situarlo girando con las otras figuras religiosas en torno a Dios.El descentramiento de Cristo: hacia una histologa teocntricaComo se puede percibir, el punto central en debate es el sentido de la encarnacin. Vamos a presentar las razones aducidas: razones de carcter teolgico: la dignidad de Dios, y la realidad de su voluntad salvfica y de su amor hacia todos los hombres, excluye que se halla vinculado de modo especial a un pueblo o a un hombre que excluye a los dems. Dios debe manifestarse por igual a todos los hombres y pueblos. Razones de carcter antropolgico: no se respeta a los otros en su peculiaridad en el caso de que no se tenga en cuenta su identidad y su diferencia. Razones de carcter psicolgico: los hombres tienden a convertirse una impresin subjetiva en una afirmacin ontolgica con pretensiones universales. Razones de carcter epistemolgico: la cristologa tradicional cae en una doble ilusin: i. Considera que la razn humana es capaz de alcanzar la realidad de las cosas tal como estas son en s mismas. La razn debe ser ms prudente y reconocer que capta el sentido que las cosas accidentes para m a ser conocidas. Las formulaciones dogmticas no deben extrapolar su capacidad de alcanzar la verdad.ii. El segundo error sera que dada la certeza que la razn creyente tiene, tiende a pensar la realidad en modo exclusivista. Una razn flexible y prudente debera adoptar una actitud integradora y de complementariedad. De este modo se evita la intolerancia y se abre el espacio del dilogo. Razones de carcter soteriolgico: lo que interesa a los hombres es alcanzar su salvacin. Qu puede aadir una referencia doctrinal? Las religiones no deben compararse entre s a nivel doctrinal, sino confluir todas en el servicio a las necesidades de los hombres. Razones de carcter cristolgico: el mismo Jess se presenta subordinado a Dios. El objeto de su predicacin fue el reino de Dios, no una cristologa que puede acabar en idolatra. Jess pretenda ofrecer la salvacin a todos, pero la cristologa puede convertirse en un obstculo para la salvacin de los hombres, precisamente porqu se exige la aceptacin de doctrinas sobre l que l mismo lo expres. Razones de carcter cientfico: el mtodo histrico-crtico muestra la diferencia entre el Jess de la historia y el Cristo de la fe. El dogma se fue configurando como estrechamiento de la variedad de expresiones que surcan el nuevo testamento.Todas estas observaciones crticas se condensan en la puesta bajo acusacin de la idea de encarnacin. Se podra ser cristianos sin hacer depender la propia fe de la teora de la encarnacin; debe quedar relativizada.La irrupcin de este planteamiento abre un doble campo de problemas:a. la teologa debe tener muy en cuenta el hecho del pluralismo religioso. Se debe valorar teolgicamente el hecho de que existan diversas religiones y, consiguientemente, la relacin de Jess con ellas. Ello se debe realizar con actitud de respeto y dilogo, asumiendo y reconociendo el pluralismo. Por tanto, se debe eliminar de la cristologa todo germen de intolerancia.b. Pero otra cosa es concluir que por ello la mediacin de Jess deba prescindir de la categora de encarnacin, o se negara tanto su pertenencia al ncleo originario de la fe cristiana como su contenido inteligible. Son conciliables la encarnacin y el dilogo. La encarnacin es expresin de la auto comunicacin de Dios como don. La intolerancia sera, por tanto, una infidelidad a la lgica de la encarnacin. La fe cristiana puede y debe vivirse de tal modo que no provoque una visin peyorativa de las otras religiones o que dificulte el dilogo y el enriquecimiento del encuentro con los otros.Cristo y la religiones: el abanico de posturasLa tipologa que clasifica las diversas posturas acerca de las religiones no cristianas suele distinguir tres posturas: exclusivismo, inclusivismo, pluralismo.a. Cristo contra la religiones: el modelo exclusivistaEsta postura rechaza las religiones como hidrogrficas, ya que surgen del esfuerzo humano por alcanzar a Dios.En este mismo grupo pueden situarse aquellos que defienden el carcter absoluto del cristianismo en clave eclesiocntrica: extra ecclesiam nulla salus; postura que ha sido rechazada por el Magisterio de la Iglesia.b. Cristo en las religiones: el modelo inclusivistaRepresenta una apertura en cuanto que ya se reconocen los valores de bondad y de verdad presentes en las religiones, que por ello pueden ser alimento espiritual para sus seguidores. Se llega a reconocer incluso que los hombres pueden salvarse an sin una referencia explcita a Cristo.En esta ptica, y esto sigue conservando todo su valor y relieve. No es mediador exclusivo, de lo acta como mediador constitutivo de toda experiencia salvfica autntica. Se ha superado el eclesiocentrismo, pero conservando el cristocentrismo.c. Cristo por encima de las religiones: el modelo normativoLas religiones poseen capacidad salvfica an al margen del fundador del cristianismo. El amor de Dios se hace presente en todas partes sin exclusiones de ningn tipo.Las religiones, estn normadas por Cristo. La normatividad consiste en el hecho de que Cristo, siendo la revelacin plena y final, purifica y llevar a consumacin del resto de las mediaciones. Los cristianos deben abrirse al dilogo para aprender y acoger elementos de la revelacin extra cristiana. Visin teocntrica.d. Cristo con las religiones: el modelo pluralistaEsta postura reconocer un pluralismo absoluto de mediadores y de mediaciones salvfica, todas ellas igualmente vlidas. Esto sera uno de tantos mediadores. Aqu se logra el autntico ecumenismo.e. Religiones en Cristo: el modelo del soteriocentrismoEl desarrollo de la lgica de los telogos pluralistas lleva a prescindir de Cristo. El dilogo interreligioso no debe centrarse en Cristo con Dios, sino en las situaciones de redencin de las que el hombre debe ser liberado mediante una praxis adecuada. Los criterios de verdad o de validez emanan de la eficacia soteriolgica o urbanizadora. Una religin es verdadera si contribuye realmente a la liberacin de los hombres. El predicador del reino desaparece ante la urgencia del reino.El debilitamiento del mediador y la multiplicidad de mediacionesLa lgica de la opcin pluralista lleva a eliminar no slo la figura de Jesucristo como mediador absoluto, sino a la eliminacin de toda figura personal mediadora. Lo importante son las acciones que favorecen la praxis de liberacin. Lo que Jess hubiera podido decir ya esta proclamado desde las situaciones de desgracia del hombre, porque esa desventura es un clamor en s misma.Por la dinmica de los presupuestos establecidos acaba resultando irrelevante el mismo Dios. Este puede convertirse tambin en objeto de disputas segn las diversas interpretaciones religiosas. Tampoco, por otro lado, hay que esperar de l algo ms que la exigencia tica que acabamos de mencionar.La cuestin es el sentido de la necesidad de la mediacin: desde el punto de vista de la fe cristiana, sin la vinculacin de Jess a Dios, el hombre quedara solo ante la realidad. No queda ms que una doble alternativa: oferta tan slo la realidad emprica identificar a Dios con la realidad que nos envuelve; en ambos casos quedara anulada la mediacin y la comunicacin personal.a. Una herencia de la ilustracinAlgunas referencias a autores del pasado pueden iluminar los problemas del presente. Pascal plante: todos los que buscan a Dios fuera de Jesucristo Karen o en el atesmo o en el desmo, que coincidan en lo fundamental: Dios queda en una lejana tan distantes que se hace imposible toda palabra o comunicacin que procedan verdaderamente de l.Una fuerte corriente del pensamiento moderno se opuso a la posibilidad de tal mediacin. Menciona Strauss: verdades histricas contingentes nunca pueden llegar a ser prueba de verdades de razn necesarias. Los acontecimientos histricos no tienen ningn carcter de necesidad, y por ello nunca podrn arrogarse la pretensin de validez universal. La aplicacin histolgica es clara: la existencia de un carpintero en Galilea en el siglo I nunca podr pretender una validez universal equiparables a la de una ley fsica. La religin de Cristo (o sea, la que el mismo prctico y proclam) es aceptable en la medida en que proclama los principios de la religin natural, es decir, las exigencias de la razn. Por tanto, todas las religiones positivas y reveladas son igualmente verdaderas e igualmente falsas.Es cierto que el contacto con otras religiones y la necesidad de la inculturacin en otros contextos han influido notablemente. Pero, an antes de estas exigencias, heredan y reflejan una problemtica planteada ya por la razn ilustrada y moderna. Veamos un ejemplo:b. J. Hick o el desdibujamiento de las mediacionesHick considera a todas las religiones como manifestaciones diversas de la experiencia de lo divino. Lo divino, en si inefable, se expresa y comunica por medio de las diversas religiones. La encarnacin de Jess queda relativizada, pero no carente de valor. Puede ser considerado como historizacin divina en un individuo singular. El amor que vemos en Jess es el amor eterno de Dios operando en un modo finito. Por ello se puede reconocer un sentido vlido a la formulacin Jess es Hijo de Dios en sentido nico, pero siempre que no se entienda como identificacin. Dios debe conservar su distancia. As se abre la posibilidad a otras encarnaciones en grados diversos: hay grados de encarnacin, y por ello no debe absolver Jesucristo la totalidad de la manifestacin de Dios.Hicks sigue desarrollando sus presupuestos. Utilizar el trmino Dios refleja una comprensin parcial ilimitada de la realidad. Si se piensa en Dios como un ser personal se bloqueara el dilogo con quienes interpretan esa realidad ltima como apersonal como impersonal. Lo real en s es nico, pero puede ser experimentado por los hombres de modos diversos, sean personales o impersonales. Dios concebido como lo real-personal, y lo absoluto, en cuanto lo real-no-personal, son designaciones diversas de lo mismo. Por qu contraponerlos?Lo mismo podra decirse de los nuevos movimientos religiosos o de las grandes concepciones seculares, que tienden a la salvacin o liberacin de los hombres, a la transformacin de la existencia humana.c. R. Panikkar o la mediacin universalizadaUna afirmacin dePittenger, expone: Dios se encarna siempre en la creacin Infunde continuamente energa en la naturaleza y en la historia y sobre todo en la vida de los hombres, expresndose de modo cada vez ms pleno, hasta que todo el orden creado se convierta en un cierto sentido, en el cuerpo de Dios Efectivamente todo es encarnacin.El principio-encarnacin lo universaliza. Hay que conseguir un ecumenismo ecumnico que ofrezca una interpretacin autnticamente universal de Cristo. Ello ser posible desde una cosmovisin. Es lo que denomina cosmoteandrismo. Dios, hombre inmundo estn comprometidos en una nica aventura; Dios y hombre, ambos colaboran estrechamente en la construccin de la realidad.Cristo es el smbolo de esta unidad entre Dios, mundo y hombre.La realidad entera es crstica en cuanto manifiesta la unidad de lo real. Ese es el Cristo universal, que no debe ser identificado con Jess de Nazaret. Cristo ciertamente se ha encarnado en Jess, pero no de modo final y nico. Todo es Cristo o puede serlo. Esta postura debe sustituir a la cristologa tribal, que identifica a Jess con el Cristo, y que puede acabar en mera idolatra .Aportaciones e insuficiencias de la postura pluralistaLos nuevos planteamientos han recordado la importancia del dilogo. Igualmente han aportado una nueva sensibilidad para evitar expresiones o actitudes que pueden denotar desprecio hacia los dems: Todo ello conducira al fundamentalismo, a la intolerancia o a la irresponsabilidad frente a las grandes cuestiones de la humanidad actual. El ecumenismo global y el destino de la humanidad deben ser aceptados por los cristianos en comunin con el resto de las religiones o concepciones del mundo.Paradjicamente la teologa pluralista puede acabar destruyendo su defensa del pluralismo y su carcter teolgico (las motivaciones que la hicieron nacer).No respetar la identidad real y concreta de los otros. Establece que impone lo que los otros deben comprender como religin y lo que pueden aportar al dilogo interreligioso. Debe ser aceptada por todas las religiones. Respecto al cristianismo: no puede integrarse en el dilogo de las religiones desde la afirmacin de la encarnacin tal como la entienden los concilios de feso y de Calcedonia. De este modo se sustrae a la fe cristiana lo que es propio y peculiar suyo. El dilogo se reducira a mera repeticin de lo mismo, sin dejar espacio para una autntica novedad y sin la posibilidad de enriquecimiento real, gracias a las peculiaridades de los otros. Desde otro punto de vista, la amenaza un agnosticismo que anula su carcter teolgico. El agnosticismo considera que lo real y lo divino se escapan a la capacidad intelectual del hombre. Las afirmaciones religiosas o teolgicas no tendran contenidos cognitivos, quedaran reducidas a sentimientos o exigencias ticas. Ninguna realidad singular es capaz de expresar de modo personal a lo divino y, a la inversa, lo divino carecer de unas caractersticas personales que le permitan expresarse desde su interioridad personal. Se habla de lo religioso como relacin, pero una relacin en la que desaparece la interpelacin, la vocacin y la invocacin personales.El horizonte de una cristologa trinitariaSe va abriendo camino en el mbito catlico la conviccin de que una cristologa trinitaria es capaz de afrontar el doble problema que hemos mencionado: valoracin positiva del pluralismo religioso y, por consiguiente, de un dilogo de mutuo enriquecimiento; y, adems, mantener el sentido de una mediacin que salvaguarde su dimensin divina y humana en la prepotencia de una actitud exclusivista y excluyente.El logos y el Espritu pueden actuar ms all de la limitacin individual del hombre Jess.a. Una necesaria precisin conceptualPero esta cristologa trinitaria debe ser cuidadosa en la utilizacin de cuatro conceptos:i. Jess como singularidad histrica: que puede ser comprendida como la apertura a lo divino que l realiza, y por ello, Jess puede ser considerado como paradigma o parbola para cada hombre en su propio contexto.ii. Jess como unidad relacional: que recibe su sentido y su identidad de las relaciones que le atraviesan, tanto respecto al Padre y al Espritu como respecto a los hombres. Tales relaciones implican una autntica ontologa, sobre todo respecto al Padre y al Espritu.iii. Distincin entre Cristo y Jess o entre el logos y Jess: de este modo se abre el espacio para que el logos puede ejercer su influjo y su accin ms all de la limitacin temporal y geogrfica de Jess de Nazaret. Sin embargo, la universalidad del logos no puede acontecer al margen del hombre Jess.iv. Entre la economa del logos y la economa del Espritu: el Espritu tendra un campo de accin ms amplio que el del logos encarnado. La distincin, sin embargo, no puede llegar a una autonoma o separacin, pues la economa de la salvacin es nica.b. El sentido de la mediacinEl problema de fondo planteado por la teologa pluralista radica en la posibilidad de una mediacin real entre Dios y el mundo por la va de un ser personal. Previamente al dilogo entre las religiones se debe establecer la posibilidad y el espacio del dilogo de Dios con los hombres.i. El autntico dilogo entre Dios y hombre parece cuestionado de raz si se excluye todo sentido a la idea de eleccin. Los pluralistas consideran que esta idea sera inaceptable porque implica arbitrariedad, capricho o favoritismo; exclusin de los otros. Dios tendra que relacionarse con todos por igual.Casi cada ser humano es persona y es diferente, llamada por su nombre y con una responsabilidad concreta, cada persona aportar su peculiaridad, algo propio e irrenunciable, si bien dentro de la mirada de Dios hacia el conjunto de la realidad.Esa energa sera una fuerza impersonal que no abrira un dilogo de libertades.ii. Si la posibilidad de una eleccin es la garanta de la libertad y de la historia, entonces la mediacin tiene un sentido. El dilogo abierto por el Dios que llama desvela el horizonte de la misin. Las misiones deben ser realizadas por personas concretas. Por qu no puedo pensar en la posibilidad de una mediacin singular, que pueda ser plena, en definitiva, insuperables?El Dios que desaparece ante lo real por el Dios que no es ms que una dimensin del cosmoteandrismo, no podra decir nada particular distinto de lo que el mundo o el hombre ya dicen desde siempre. Las personas en Dios surgen precisamente del dinamismo del don inagotable. No tendr Dios, si es donde personas, la capacidad de expresarse en todas las posibilidades que ofrezca lo humano?iii. Se trata de una comunicacin que vive de la lgica del don y que es de carcter personal, es decir, apertura, entrega, generosidad. Por ello, si procede realmente de Dios, no puede ser excluyentes ni impositiva, no puede ser clausura o egosmo. Todo ha sido creado por el Hijo y en el Espritu. Todo lo que existe, por tanto, refleja la imagen del Hijo y est animado por el aliento del Espritu. Como deca San Ireneo, el Hijo y el Espritu son las manos con las que el Padre ha modelado el barro para que exista el hombre, y por ello el hombre nunca podr escaparse de las manos del Padre.Cmo negar, por tanto, la necesidad de un dilogo abierto y sincero en el cual tambin el cristiano puede encontrar un enriquecimiento?Es posible sin embargo, que los cristianos no vivan de modo acorde con la dinmica ms genuina de la revelacin del Dios trinitario. El cristianismo histricamente dividido sea revestido de formas prepotentes y absolutistas dando la impresin de que es el cristianismo el que salva y no el Seor que desvela su ministerio. La Iglesia es, ante su Seor, casta prostituta y virgen adltera. Debe por ello estar en actitud permanente de conversin. Y para esta conversin le sirven de ayuda las otras religiones.Por todo ello el dilogo ha de ser sincero y cordial; es una exigencia de la propia fe cristiana. Consciente de sus limitaciones, el cristiano puede y debe acoger reflejos del mismo dilogo que Dios ha entablado con otros hombres en las circunstancias concretas. Sera por ello absurdo que nada tienen cristiano que aprender de nosotros. Los escuchar y acoger precisamente como otros, porque en su diferencia tambin han acogido el dilogo iniciado por Dios. La actitud honesta de dilogo no anula la misin o el anuncio. La misin del cristiano es el testimonio de aquel que ha transformado la propia vida y por ello el anuncio de la vida y la persona de Jess.iv. Estas reflexiones deben ser situadas dentro de la lgica de universalidad y mediacin del relato bblico.Ya desde la apertura del Gnesis los dos relatos ms antiguos acerca de los orgenes ponen de manifiesto la amplitud de la mirada de Dios. Israel debi colocarse entre los pueblos como prolongacin de un Adn que se refera a cada uno de los hombres llamados por Dios y no slo a los miembros del pueblo de Israel. Igualmente se estableci con No, que no era judo y que alcanza a todo el mbito csmico. Incluso, cuando comienza la narracin propiamente histrica, el primer llamado es un pagano, Abraham, que recibe la bendicin de un sacerdote gentil, Melquisedec.Las figuras del Hijo del hombre y del siervo de llave, tan extraas en el Antiguo Testamento, pero que tanto papel desempearon en la autoconciencia de la misin de Jess, que remiten espontneamente al horizonte que se abri en la maana de la creacin.En la presentacin de la actividad y del mensaje de Jess hemos destacado abundantemente esta dimensin. Pretendamos poner de relieve la fidelidad de Jess a la llamada de la creacin y la responsabilidad de la obra del creador. Por eso Jess tuvo que predicar un reino que rompiera las barreras y tuvo que entregar su vida por todos los hombres y fue resucitado como anticipacin escatolgica de aquella consumacin a la que est llamada a toda la creacin dolorida y suficiente. Hubiera podido la Iglesia primitiva cerrarse a la admisin de los gentiles?Jess, el sacerdocio es segn el orden de Melquisedec, por eso ejerce un sacerdocio universal y csmico. Es el sacerdocio de la nueva y definitiva alianza, que consiste radicalmente en la reconciliacin de Dios con la humanidad. Esta es la alianza de la que viven los cristianos, y por eso que estn llamados a contarla y a proclamarla.

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