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viernes 3 de julio de 2009 48 HORAS EN EL INFIERNO “Uno de los casos más interesantes de resurrección que jamás ha llegado a mi conocimiento, era el caso de Jorge Lennox, un notorio ladrón de caballos en el condado de Jefferson. Estaba cumpliendo su segunda condena. El condado de Sedwick le había enviado a la cárcel por primera vez por el mismo delito. “Durante el invierno de 1887 y 1888 él trabajó en una mina de carbón. El lugar donde estaba trabajando le parecía peligroso. El avisó al oficial que estaba a su cargo y éste, después de evaluar el lugar, desestimó el peligro diciendo que el lugar era seguro. Lennox obedeció y no había estado trabajando por más de una hora, cuando el techo se derrumbó dejándolo completamente sepultado. El permaneció en esta condición por dos horas completas. “Al faltar en la hora de la comida, se empezó a buscar al prisionero y le encontraron bajo un montón de escombros. Parecía que se encontraba sin vida y lo sacaron fuera. Después de haber sido examinado por el médico de la cárcel, le declararon muerto. Su cadáver fue llevado al hospital donde le lavaron y vistieron en preparación de su entierro. Su ataúd fue hecho y llevado al hospital. El capellán había llegado para hacer los últimos ritos tristes para su sepultura. Entonces el administrador de la cárcel mandó a dos prisioneros remover el cadáver de donde se encontraba y llevarlo al otro cuarto y ponerlo en el ataúd. Estos obedecieron, el uno en la cabecera y el otro en los pies. Lo habían cargado como a la mitad del cuarto, cuando el de la cabecera accidentalmente tropezó sobre un escupidero, perdió su equilibrio y dejó caer el cadáver. La cabeza del muerto dio contra el piso y para sorpresa de todos los presentes, se oyó un profundo gemido. Pronto abrió los ojos y se manifestaron otras señales de vida. Inmediatamente mandaron traer al médico y al llegar luego de 30 minutos, el muerto ya había pedido un vaso de agua y se lo estaba tomando. “Inmediatamente quitaron el ataúd y después lo usaron para sepultar a otro cadáver. Le quitaron su vestuario de

Testimonio Del Infierno de Lennox

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Page 1: Testimonio Del Infierno de Lennox

viernes 3 de julio de 2009

48 HORAS EN EL INFIERNO

“Uno de los casos más interesantes de resurrección que jamás ha llegado a mi conocimiento, era el caso de Jorge Lennox, un notorio ladrón de caballos en el condado de

Jefferson. Estaba cumpliendo su segunda condena. El condado de Sedwick le había enviado a la cárcel por primera vez por el mismo delito.

“Durante el invierno de 1887 y 1888 él trabajó en una mina de carbón. El lugar donde estaba trabajando le parecía peligroso. El avisó al oficial que estaba a su cargo y éste,

después de evaluar el lugar, desestimó el peligro diciendo que el lugar era seguro. Lennox obedeció y no había estado trabajando por más de una hora, cuando el techo se derrumbó

dejándolo completamente sepultado. El permaneció en esta condición por dos horas completas.

“Al faltar en la hora de la comida, se empezó a buscar al prisionero y le encontraron bajo un montón de escombros. Parecía que se encontraba sin vida y lo sacaron fuera. Después de

haber sido examinado por el médico de la cárcel, le declararon muerto. Su cadáver fue llevado al hospital donde le lavaron y vistieron en preparación de su entierro. Su ataúd fue

hecho y llevado al hospital. El capellán había llegado para hacer los últimos ritos tristes para su sepultura. Entonces el administrador de la cárcel mandó a dos prisioneros remover

el cadáver de donde se encontraba y llevarlo al otro cuarto y ponerlo en el ataúd. Estos obedecieron, el uno en la cabecera y el otro en los pies. Lo habían cargado como a la mitad del cuarto, cuando el de la cabecera accidentalmente tropezó sobre un escupidero, perdió su equilibrio y dejó caer el cadáver. La cabeza del muerto dio contra el piso y para sorpresa de

todos los presentes, se oyó un profundo gemido. Pronto abrió los ojos y se manifestaron otras señales de vida. Inmediatamente mandaron traer al médico y al llegar luego de 30

minutos, el muerto ya había pedido un vaso de agua y se lo estaba tomando.“Inmediatamente quitaron el ataúd y después lo usaron para sepultar a otro cadáver. Le

quitaron su vestuario de sepultura y lo substituyeron con el traje de la cárcel. Después de examinarlo encontraban que una de sus piernas estaba quebrada en dos partes y también

tenia otras heridas. Permaneció en el hospital por el espacio de seis meses y después retornó al trabajo.

“Por medio de otro minero me enteré de su experiencia extracorpórea mientras estuvo muerto. Movido por la curiosidad, deseaba conocer a Lennox para enterarme por sus

propios labios lo que había sentido cuando estuvo muerto. Al cabo de algunos meses se me concedieron mis deseos. Después de haber sido removido de la mina, se me ordenó ir a la

oficina de la cárcel para hacer algunos reportes anuales. Un día se discutió el asunto de este hombre que volvió a vivir, cuando por casualidad, pasó por la puerta y pude conocerlo. Era

un hombre de poca edad, probablemente de unos 30 años. Había sido un delincuente endurecido, tenía una buena educación y naturalmente, era muy inteligente.

“La parte más hermosa era lo que aconteció durante el período en que estuvo muerto.

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Siendo un redactor taquígrafo, escribí su historia como él me la contó.“El dijo: “Toda la mañana presentí que algo terrible estaba por ocurrirme. Me sentía tan intranquilo que me presenté con el Sr. Grason, que era mi patrón de mina y le pedí que

fuera a examinar el tiro o lugar donde estaba sacando carbón. El fue y aparentemente hizo un examen completo. Me ordenó volver al trabajo diciéndome que no había peligro, y que él pensaba que me había vuelto caprichoso. Volví a mi trabajo y había seguido escarbando más o menos por una hora, cuando se repente se hizo muy oscuro. Luego parecía que una puerta grande de hierro se abría y yo entré por ella. Entonces se me vino el pensamiento a la mente que yo estaba muerto y en otro mundo. No vi a nadie, ni oí sonido alguno. Por algún motivo desconocido empecé a retirarme de la puerta, y ya había caminado cierta

distancia, cuando llegué a la ribera de un río ancho. Estaba oscuro porque no había luz. La luz que había sólo era comparable a la luz de una noche estrellada. No había estado en la

ribera de este río por mucho tiempo, cuando oí el sonido de remos en el agua, y presto apareció cierta persona en una canoa que remaba hacia donde yo estaba.

“Me quedé sin poder hablar. El me miró por un momento y luego me dijo que él había venido por mí, diciéndome que me subiera a la canoa para remar con él al otro lado. Yo

obedecí. Ni una palabra se habló. Yo deseaba preguntarle quien era él y en donde estábamos, pero mi lengua parecía estar pegada al paladar. No pude hablar ni una palabra.

Al fin llegamos a la otra ribera, salí de la canoa y el hombre desapareció.“Abandonado allí no hallaba qué hacer. Mirando adelante de mí, vi dos caminos que entraban por un valle oscuro. Uno de los dos caminos era un camino espacioso y muy

andado. El otro era una senda angosta que iba con otro rumbo. Por instinto seguí el camino bien andado. No había caminado mucho cuando parecía hacerse más oscuro. Pero, de

cuando en cuando, relampagueaba una luz en la distancia y de esta manera recibía luz para seguir mi viaje.

“De repente me encontré con un ser que me es totalmente imposible describir. Solo puedo dar una idea lánguida de su terrible apariencia. Tenía cierto parecer de un hombre, pero era

mucho más grande que cualquier hombre que jamás hubiera conocido. Cuando menos medía tres metros de altura. Tenía grandes alas en sus hombros. Era negro como el carbón que yo escarbaba y se encontraba desnudo. En su mano tenía una lanza, con una asidera de más o menos cinco metros de largo. Sus ojos alumbraban como bolas de fuego; sus dientes blancos como la perla, parecían ser como de dos y medio centímetros de largo. Su nariz, si se puede llamar a eso nariz, era muy grande, ancha y aplastada. Su cabello era muy tosco, grueso y largo. Llegaba hasta sus hombros macizos. Su voz parecía ser como gruñido de

león.“Fue durante la luz de un relámpago cuando lo vi. Al verlo temblé como la hoja de un

álamo temblón. Tenía su lanza levantada como para traspasarme. Me detuve de repente. Con la voz terrible que todavía parece que puedo oír, me ordenó seguirle, diciéndome que él había sido enviado para guiarme en mi viaje. Yo le seguí. ¿Qué otra cosa hubiera podido

hacer? Después de haber caminado cierta distancia, una gran montaña apareció ante nosotros. La parte delantera parecía perpendicular, así como si una sierra la hubiera trozado

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por la mitad y una parte hubiese sido removida. En esta pared perpendicular vi estas palabras claramente:” Este es el infierno!” . Mi guía se acercó a esta pared y con la base de la lanza dio tres golpes fuertes. Una puerta grande y maciza se abriò y entramos por ella.

Luego me hizo pasar por lo que parecía ser una abertura. Caminamos en la oscuridad completa por un tiempo. Pude oír los pasos pesados de mi guía para seguirle. Por todo el camino oí profundos gemidos como si alguien estuviera muriéndose. Más adelante los gemidos se oían más fuertes y claramente distinguí las palabras: “¡Agua, agua, agua!”.

Llegando ahora a otra puerta de entrada y pasando por ella, pude oír un millón de voces en la distancia y el grito era de “¡agua, agua, agua!”. De inmediato se abrió otra puerta grande con la llamada de mi guía y me encontré que habíamos pasado por la montaña y delante de nosotros se encontraba una llanura espaciosa. Mi guía se retiró en este punto para dirigir a

otros espíritus perdidos a su destino. Permanecí por un tiempo en esta llanura, abierta y espaciosa, cuando se presentó un ser algo parecido al primero; pero en lugar de lanza tenía una espada grande. Vino para informarme de mi destino futuro. Hablaba con una voz que

llenaba mi alma de horror. “¡Tú estás en el infierno!”, me dijo, “toda esperanza ha huido de ti. Al pasar por la sierra en tu viaje a este lugar, te diste cuenta de los gemidos y los gritos de los perdidos al pedir agua para refrescar su lengua seca. Al lado de ese paso hay una

puerta que da al lago de fuego. Pronto serás sentenciado. Antes de ser conducido a ese lugar de tormento para nunca salir de allí, porque no hay esperanza para los que entran ahí; se te permitirá estar aquí en este llano abierto donde le permite a todos los perdidos ver lo que

habrían podido disfrutar en lugar de lo que ahora tienen que sufrir”.“Con estas palabras fui dejado solo. Si era por causa del terrible temor por lo que pasé, no lo sé; pero me entorpecí. Un desfallecimiento lento se apoderó de mi ser. Perdí mi fuerza.

Mis piernas rehusaron soportar mi cuerpo. Vencido, caí como un bulto sin poder sostenerme. El sueño se apoderó de mí. Medio despierto y medio dormido, parecía soñar.

Muy arriba, en la distancia, vi la hermosa ciudad que leemos en la Biblia. Cuan maravilloso y hermosos eran los muros de jaspe. Extendidos en la distancia vi llanos cubiertos de

hermosas flores. También vi el río de la vida y el mar de vidrio. Grandes multitudes de ángeles entraban y salían por las puertas de la ciudad cantando, ¡Oh, tan hermosos himnos!

Entre el número vi a mi querida madre anciana que murió hace algunos años con su corazón quebrantado por causa de mis maldades. Me miraba y parecía que me hacía señas llamándome a ir con ella, pero no me podía mover. Parecía tener un grande peso sobre mí que me tenía sujeto. Una brisa lenta traía la fragancia de aquellas hermosas flores a donde yo estaba, y más claramente que antes, logré oír ahora la dulce melodía de las voces de los

ángeles, y dije:” ¡Oh, si yo pudiera ser uno de ellos!”“Mientras que yo estaba tomando esta copa de bendición, de repente fue quitada de mis labios. Fu despertado de mi sueño. Fui regresado del hermoso lugar de sueño por un ser horrible como lo anteriores que me dijo que ya era hora de principiar mi camino hacia el futuro. Me ordenó seguirle. Retrocediendo mis pisadas volví a entrar por aquel pasillo

oscuro, siguiendo a mi guía por un tiempo; y al llegar a una puerta que se abría a un lado del pasillo, y siguiendo adelante, al fin nos encontramos entrando por otra puerta y ¡he aquí,

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contemplé el lago de fuego!“Hasta donde alcanzaba a ver, grandes llamas de fuego subían sobre sí, daban unas contra otras y se levantaban a mucha altura, así como las olas del mar en una tempestad violenta. Vi a seres humanos levantándose en el crestón de las olas solo para ser arrojadas otra vez

hacia abajo, a la profundidad del lago de fuego. Sus maldiciones contra Dios eran espantosas mientras que se encontraban el crestón de las olas. Sus lastimosos gritos

pidiendo agua eran agudos y hacían despedazar el corazón. Esta vasta región de fuego sonaba y resonaba con los llantos de estos espíritus perdidos.

“De pronto dirigí mis ojos a la puerta por donde había entrado hacía algunos momentos y leí estas terribles palabras: “¡ESTA ES TU SENTENCIA; LA ETERNIDAD NUNCA

TERMINARA!”. De inmediato sentí que la tierra debajo de mis pies se desvanecía y me encontré hundiéndome en el lago de fuego. Una sed de agua que no puedo describir se

apoderó de mí. Gritando por agua, se abrieron mis ojos en el hospital de la prisión.“Nunca he contado esta experiencia antes por temor de que los oficiales de la prisión me

juzgaran loco y en encerraran en el salón de los desequilibrados. Pasé por todo esto y estoy tan desengañado y satisfecho que vivo, y sé que hay un cielo y un infierno, un infierno hecho a la antigua, la clase de infierno del cual nos habla la Biblia. Pero hay una cosa

segura, nunca volveré a ir a ese lugar otra vez.“Tan luego que abrí mis ojos en el hospital y encontré que estaba vivo, entregué mi corazón

a Dios y voy a vivir y morir como cristiano. Así como las cosas terribles que vi en el infierno no se pueden borrar de mi memoria, tampoco las cosas hermosas que vi en el cielo se borrarán. Después de un tiempo me he de encontrar con mi amada madre, avanzada en

edad. De tener el permiso de sentarme en la ribera de ese precioso río, los valles, y las lomas cubiertas de aquellas hermosas flores, la belleza de la cual sobresale todo lo que el

mortal pudo imaginar; de escuchar los himnos de los salvos. Todo eso más que recompensa por vivir aquí la vida cristiana sobre la tierra, aún si tengo que negarme de muchos placeres sensuales en los cuales delinquí antes de venir a la prisión. He abandonado mis compañeros criminales, para poder asociarme con gente buena después de que sea un hombre libre otra

vez”.“Le damos al lector la historia así como la recibimos de Lennox.

“Esta es una de las experiencias más preciosas que jamás se nos ha concedido conocer. Quizás Dios bendiga este mensaje del Sr. Lennox para que muchas almas se despierten. ¡Oh!, ¿cómo pueden los hombres dudar la existencia de un infierno ardiente y literal?

Dígame, ¿cómo pueden dudar, cuando tenemos la Palabra de Dios y cuando tenemos unas revelaciones notables de tiempo en tiempo, como ésta? ¡Hombres y mujeres, deténganse,

por amor de Dios! ¡Volved vuestros rostros! “¡Obtengan una buena experiencia de salvación en el corazón, para que no experimenten la realidad de cuarenta y ocho horas en

el infierno; ¡o la eternidad!”.