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- Textos sobre el Islam y Al-Ándalus - Textos sobre el Islam y Al-Ándalus Buscar hadices sobre Yihad, limosna, peregrinación, judíos y cristianos. Actividad 1. El Islam: Expansión y doctrina. a) Lee la página 6 y analiza el mapa de la página 8. ¿Qué representa Mahoma (Muhammad) en el Islam? ¿Qué importancia tuvo en los primeros tiempos del Islam? A partir de lo que has leído, ¿puedes explicar la diferencia entre árabe y musulmán? ¿Consideras que la expansión del Islam fue rápida o lenta? Puedes compararla con la del Imperio romano que estudiamos el año pasado, para hacerte una idea. Investiga cuáles fueron los reinos e imperios a los que se enfrentó el Islam en su expansión, durante los siglos VII y VIII. ¿Qué países actuales abarcó esta expansión? Anota todos aquellos factores que, a tu juicio, favorecieron la expansión del Islam. ¿Contra quiénes predica el Corán que deben luchar los musulmanes? Razona: ¿por qué crees que Mahoma y sus primeros seguidores necesitaban promover la yihad o guerra santa? Investiga qué recompensas esperan, según el Islam, a los muyahidines (guerreros) que mueren en la yihad. ¿Para qué crees que el Corán promete estas recompensas? Relación entre las promesas del Islam y la rápida expansión. ¿A quiénes se enfrentaron? (reinos bárbaros). Otros factores de la rápida expansión: texto sobre la situación del imperio bizantino. - Pág. 1 de 15 -

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Textos sobre el Islam y Al-Ándalus

Buscar hadices sobre Yihad, limosna, peregrinación, judíos y cristianos.

Actividad 1. El Islam: Expansión y doctrina.

a) Lee la página 6 y analiza el mapa de la página 8.

¿Qué representa Mahoma (Muhammad) en el Islam? ¿Qué importancia tuvo en los primeros tiempos del Islam?

A partir de lo que has leído, ¿puedes explicar la diferencia entre árabe y musulmán?

¿Consideras que la expansión del Islam fue rápida o lenta? Puedes compararla con la del Imperio romano que estudiamos el año pasado, para hacerte una idea.

Investiga cuáles fueron los reinos e imperios a los que se enfrentó el Islam en su expansión, durante los siglos VII y VIII.

¿Qué países actuales abarcó esta expansión?

Anota todos aquellos factores que, a tu juicio, favorecieron la expansión del Islam.

¿Contra quiénes predica el Corán que deben luchar los musulmanes?

Razona: ¿por qué crees que Mahoma y sus primeros seguidores necesitaban promover la yihad o guerra santa? Investiga qué recompensas esperan, según el Islam, a los muyahidines (guerreros) que mueren en la yihad. ¿Para qué crees que el Corán promete estas recompensas?

Relación entre las promesas del Islam y la rápida expansión. ¿A quiénes se enfrentaron? (reinos bárbaros). Otros factores de la rápida expansión: texto sobre la situación del imperio bizantino.

¿Qué dice el Corán sobre otras religiones?

«Son infieles quienes dicen: "Dios es el Mesías, hijo de María", pues el Mesías dijo: "Hijos de Israel: Adorad a Dios […] y a vuestro Señor". Ciertamente, Dios les prohibirá entrar en el Paraíso: su asilo será el fuego, pues los injustos no tienen defensores. Son infieles quienes dicen: "Dios es el tercero de una tríada": No hay más que un solo Dios. Si insisten en lo que dicen […] tocarán un tormento doloroso. […] El Mesías, hijo de María, no es más que un Enviado; antes que él han existido enviados; su madre era verídica, ambos comían alimento. […] Di: "¡Gente del Libro! No exageréis en vuestra religión profesando algo distinto de la verdad […] ". 

 Quienes entre los Hijos de Israel no creen, han sido maldecidos por boca de David y de Jesús, hijo de María. Porque desobedecieron, fueron transgresores de la ley […[. Ellos permanecerán eternamente en el tormento.

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SAM, 11/09/15,
Ver algún texto sobre problemas del Imperio bizantino; atracción por los recursos de las civilizaciones vecinas (I. bizantino, I. persa); convicción/fanatismo religioso, impulsado por la lucha contra la idolatría y las promesas del Islam (paraíso).
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[…] Dios dijo: "Jesús, hijo de María […] Acuérdate de cuando te enseñé el Libro de la Sabiduría, el Pentateuco, y el Evangelio, y cuando creaste de arcilla algo semejante a la forma de los pájaros, con Mi permiso, y soplaste en ellos y fueron pájaros con Mi permiso; cuando curaste al ciego de nacimiento y al leproso con Mi permiso; cuando hiciste salir a los muertos de su sepulcro con Mi permiso […].»

El Corán, azora 5, aleyas 76-84 y 109-111. Trad. J. VERNET, Barcelona, 1953, p. 69-72 [adaptado].

La importancia del yihad en el Islam

«Combatid a vuestros enemigos en la guerra encendida por defensa de la religión; pero no ataquéis los primeros. Dios no ama a los agresores. 

Matad a vuestros enemigos donde quiera que los encontréis […]. No combatáis a los enemigos en la mezquita sagrada a menos que ellos os ataquen allí. Mas si os atacaran, bañaos en su sangre. Tal es la recompensa debida a los infieles. 

Mas si cesan de combatiros, sabed que Allah es Absolvedor, Misericordioso.

Combatidlos hasta que […] triunfe la religión de Allah, pero si dejan de combatiros que no haya más enemistad, excepto con los agresores.

[…] La idolatría es peor que el crimen. Los infieles no cesarán de perseguiros con las armas en la mano, hasta que os hayan arrebatado vuestra fe, si esto les es posible. Aquel de vosotros que abandone el islamismo y muera en su apostasía habrá anulado el mérito de sus obras en este mundo y en el otro. Las eternas llamas le quemarán eternamente.

Aquellos que creyeron, abandonaron su patria y se esforzaron [o “combatieron”] por la causa de Allah pueden esperar la misericordia divina, Dios es indulgente y misericordioso.»

El Corán, azora 2, aleyas 190-193 y 217-218 [adaptado].

«[Sabed, creyentes, que Allah y Su Mensajero [Mahoma] son libres de no respetar ya la tregua que habíais celebrado con los idólatras, pues ellos la han quebrantado. […]

Allah y Su Mensajero anuncian a los hombres que ya no tienen ningún pacto con los idólatras. Sabed, idólatras, que si os arrepentís y abandonáis vuestra incredulidad será mejor para vosotros, pero si os negáis no podréis escapar del castigo de Allah. Y anúnciales a los incrédulos, Muhammad, que recibirán un doloroso castigo. […]

Cuando hayan pasado los cuatro meses sagrados [en los cuales está prohibido combatir], matad a los idólatras dondequiera les halléis, capturadles, cercadles y tendedles emboscadas en todo lugar. Pero, si se arrepienten y aceptan el Islam, cumplen con la oración y pagan el zakat, dejadles en paz. Ciertamente Allah es Clemente, Misericordioso.

Si alguno de los idólatras te pidiera protección, ampárale para que así recapacite y escuche la palabra de Allah; luego, si no reflexiona ayúdale a alcanzar un lugar seguro; esto es porque son gente ignorante.

¿Cómo podrían Allah y Su Mensajero respetar un pacto celebrado con los idólatras, si ellos os combaten? Pero si aquellos con quienes habéis pactado cumplen los acuerdos, cumplidlos vosotros también. Ciertamente Allah ama a los piadosos.»

El Corán, azora 9, aleyas 1-7 [adaptado].

El Paraíso islámico

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«Alguien preguntó: “¡Mensajero de Dios [Mahoma]! ¿Quién es el mejor entre toda la gente?” El Mensajero de Dios respondió: “Un creyente que combate en la causa de Dios con su persona y sus bienes”.»

«El caso de un muyāhid por la causa de Dios […] es como el caso de alguien que ora y ayuna permanentemente. Dios le garantiza al combatiente por Su causa que lo hará entrar al Paraíso si muere o que lo hará retornar a casa a salvo y con ganancias o botines».

«Si una mujer del Paraíso apareciese ante la gente de la tierra iluminaría el espacio entre el cielo y la tierra y lo llenaría de una agradable fragancia. El velo que cubre su cabeza es mejor que el mundo entero y todo lo que contiene».

AL-BUJARĪ, «El Libro del Yihad», en Sahīh al-Bujarī. Versión resumida, Oficina de Cultura y Difusión Islámica, Argentina, s.f., p. 187-188.

«El Mensajero y quienes creen en él contribuyen con sus bienes y luchan. Éstos serán inmensamente agraciados [en esta vida y en la otra], y serán quienes triunfen.

Allah tiene reservado para ellos jardines [en el Paraíso] por donde corren los ríos donde morarán eternamente. Éste es el triunfo grandioso.»

El Corán, sura 9, aleya 89 [adaptado].

«[En el Paraíso] hay jardines poblados de vegetación (palmeras, frutos, granados...) que remiten al medio rural de aquella sociedad; y ríos, arroyos y fuentes que producen una sensación placentera en los árabes, que habitaban una tierra que se caracteriza por su sequedad y aridez, y donde el agua era un medio de vida: era en los oasis donde se asentaba la población, familias de agricultores y pastores.

El paraíso está, además, habitado por bellas mujeres y repleto de alimentos, para una gente que seguramente carecía de medios. Puede decirse que es la imagen que el beduino de la época podía desear de acuerdo con sus medios de vida: sin sol ardiente ni frío, con enramados y manantiales, vergeles y emparrados, vestiduras opulentas, alhajas, sirvientes; en tiendas lujosas con cojines alineados y alfombras extendidas, etc.».

C. GÓMEZ CAMARERO, B. MOLINA RUEDA, C. PÉREZ BELTRÁN, A.R. VIDAL LUENGO, «Una lectura del Corán desde la paz», en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, sección Árabe-Islam, 46 (1997), p. 120-121 [adaptado].

(Corán 77:41, 78:42, 88:13, 25:11, 76:21, 18:30, 35:30).

La limosna

«Ciertamente que el zakat [limosna] es para los pobres, los menesterosos, los que trabajan en su recaudación y distribución, aquellos que [por haber mostrado cierta inclinación por el Islam o haberlo aceptado recientemente] se desea ganar sus corazones, la liberación de los cautivos, los endeudados, la causa de Allah y el viajero insolvente. Esto es un deber prescrito por Allah, y Allah es Omnisciente, Sabio.»

El Corán, sura 9, aleya 60 [adaptado].

«Recitad, pues, lo que sepáis del Corán. […] Haced la oración obligatoria y pagad el zakat . Haced caridad en nombre de Allah en la medida que podáis. Toda obra de bien que hagáis será en vuestro favor, y Allah os recompensará enormemente por ello.»

El Corán, sura 73, aleya 20 [adaptado].

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La ocupación de Hispania por los musulmanes, según las fuentes cristianas*

«En la era del 749, mientras por dichos enviados [Tariq y otros] se devastaba España y se combatía con gran furor, no sólo contra los enemigos, sino también entre sí, Muza […] entró hasta la ciudad real de Toledo, castigando a las ciudades vecinas con mala paz fraudulenta, y a algunos nobles, señores varones que de algún modo se habían quedado, llegando a Toledo huyendo de Opas, hijo del rey Egica, los mató con la espada en el patíbulo, y con este motivo mató a todos con la espada.

De este modo, no sólo la Hispania Ulterior, sino también la Citerior, hasta Zaragoza, antiquísima y floreciente ciudad, abierta ya por manifiesto juicio de Dios, la despobló con la espada, el hambre y el cautiverio; destruyó, quemándolas con el fuego, las bellezas ciudadanas; envió a la cruz a los señores y poderosos del siglo, y descuartizó con los puñales a los jóvenes y pequeños. Y así incita a todos con semejante terror, y algunas ciudades que habían quedado, viéndose forzadas, piden la paz, y persuadiendo o burlando con astucia a algunos no de modo acostumbrado, concede lo pedido.

Pero, los que habiéndola obtenido, se niegan a obedecer, aterrados por el miedo, e intentan huir a los montes, mueren de hambre y de diversas muertes. Y en la misma desgraciada España, en Córdoba, en la antigua sede patricia, que siempre había sido la más opulenta de las ciudades vecinas y hacían las delicias del reino visigodo, colocan el inhumano reino.»

Crónica Mozárabe del 754. Cit. GARCÍA GALLO, Manual de Historia del Derecho Español, vol. II, Antología de fuentes del Antiguo Derecho, pp.432-433.

La batalla de Covadonga en las fuentes cristianas*

«Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva, y el ejército de Alqama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de la cueva. El predicho obispo subió a un montículo situado ante la cueva de la Señora y habló así a Pelayo: "Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?". El interpelado se asomó a la ventana y respondió "Aquí estoy". El obispo dijo entonces: "Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas. ¿Podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve de tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos". Pelayo respondió entonces: "¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la Iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?". El obispo contestó: "Verdaderamente, así está escrito". Pelayo dijo: "Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño montículo que ves sea España salvada y reparado el ejército de los godos. Confío en que se cumplirá en nosotros la promesa del Señor […]. Así pues, confiando en la misericordia de Jesucristo, desprecio esa multitud y no temo el combate con que nos amenazas. Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor Jesucristo, que puede libarnos de estos paganos". El obispo, vuelto entonces al ejército, dijo: "Acercaos y pelead. Ya habéis oído cómo me ha respondido; a lo que adivino de su intención, no tendréis paz con él, sino por la venganza de la espada".

Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos.»

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Crónica de Alfonso III. Ed. GÓMEZ MORENO, B.R.A.H., C, 1932, p. 612.

Covadonga según los musulmanes*

«[…] en tiempos de Anbasa ben Suhaim Al-Qalbi, se levantó en tierra de Galicia un asno salvaje llamado Pelayo. Desde entonces empezaron los cristianos en Al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que no habían esperado lograr. Los islamitas, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta llegar a Ariyula, de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona en Galicia y no había quedado sino la roca donde se refugió el rey llamado Pelayo con trescientos hombres. Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían qué comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo: "Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?". […] murió Pelayo y reinó su hijo Fafila. El reinado de Pelayo duró diecinueve años y el de su hijo dos. Después de ambos reinó Alfonso, hijo de Pedro, abuelo de los Banu Alfonso, que consiguieron prolongar su reino hasta hoy y se apoderaron de lo que los musulmanes les habían tomado.»

AL-MAQQARI, Nafh at-tib. Cit. C. SÁNCHEZ ALBORNOZ, Fuentes de la historia hispano-musulmana, siglo VIII, p. 232.

El pacto de Teodomiro con Abd Al-Aziz*

«En el nombre de Allah clemente y misericordioso. Escrito dirigido por Abd Al-Aziz ibn Musa ibn Nusayr a Tudmir ibn Abdush.

Este último obtiene la paz y recibe el compromiso, bajo la garantía de Allah y la de su profeta, de que no será alterada su situación ni la de los suyos; de que sus derechos de soberanía no le serán discutidos; de que sus súbditos no serán asesinados, ni reducidos a cautividad, ni separados de sus mujeres e hijos, de que no serán estorbados en el ejercicio de su religión; y de que sus iglesias no serán incendiadas ni despojadas de los objetos de culto que en ellas existen; todo ello mientras cumpla las cargas que le imponemos. Le es concedida la paz mediante estas condiciones que regirán en las siete ciudades siguientes: Orihuela, Baltana, Alicante, Mula, Elche, Lorca e Iyyith. Además no deberá dar asilo a nadie que huya de nosotros, o que sea nuestro enemigo; ni hacer daño a quien goce de nuestra amnistía; ni mantener ocultas las noticias relativas a los enemigos que lleguen a su conocimiento. Él y sus súbditos deberán pagar al año un tributo personal consistente en un dinar en metálico, cuatro almudes de trigo y cuatro de cebada, cuatro medidas de mosto, cuatro de vinagre, dos de miel y dos de aceite. Esta tasa quedará reducida a la unidad para los esclavos. […] Escrito a cuatro de rachab del año 94 de la Héjira.»

Ed. E. LÉVI PROVENÇAL, «España musulmana», Historia de España, IV, Madrid, 1950, p. 21 y C.SANCHEZ ALBORNOZ, La España musulmana, I. Buenos Aires, 1960, pp. 42-43.

Una civilización de ciudades: Almería en el siglo XII

«Almería era la ciudad de al-Andalus que más relaciones mantenía con el resto del mundo musulmán; en ella se encontraban los ejemplos más notables de todas las producciones del artesanado. Poseía 800 telares para el tejido de la seda; se fabricaban tejidos tales como las sedas brocadas, brocados, el isbahani, el yaryaní, cortinas de rayas verticales, telas de cuadros, la tela llamada tafctán, y la llamada fahir. En resumen, toda clase de telas.

Se fabricaban también en Almería toda clase de utensilios de cobre y de hierro. Había frutos en abundancia y baratos, procedentes de su valle. Ese valle, que toma su nombre de Pechina y que está a cuatro millas de Almería, estaba sembrado de

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jardines, huertos y molinos; todos sus productos y sus frutos se llevaban a Almería. El puerto de esta ciudad era frecuentado por los navíos de comercio que venían de Alejandría y Siria.

No había, en todo al-Andalus, población con fortunas tan grandes, más entregada a la industria y al comercio de toda clase, y sabiendo beneficiarse mejor de las fluctuaciones del comercio y de las existencias.

El número de sus hosterías, tal como fue censado por la administración […], era de 970. Los talleres de tejidos, como ya antes se ha dicho, eran numerosos.»

AL-HIMYARI, Kitab ar-Rawd al-Mi’tar (siglo XIV). Cit. por A. BALLARINI et al., Trabajos prácticos de Historia, Akal, 1989, p. 93.

Las rutas del comercio musulmán en el siglo IX

«Los mercaderes viajan de Este a Oeste y de Oeste a Este, tanto por mar como por tierra. De las regiones occidentales llevan eunucos, esclavas, esclavos, brocados, pieles de castor, pieles de marta y otras variedades de pieles, y espadas. Embarcan en territorio franco y atraviesan el Mediterráneo hasta al-Farama [delta del Nilo]. Allí cargan sus mercancías a lomos de camellos y continúan su viaje por tierra hasta al-Qulzum [Suez, en el Mar Rojo]. Se embarcan en el Mar de Oriente [Mar Rojo] y continúan el viaje hacia al-Jar [puerto de Medina] y Yidda [puerto de La Meca]; después, siguen viaje hacia India, Indochina y China. A su retorno de China, traen almizcle, madera de áloe, alcanfor, canela y otros productos de los países orientales; regresan a al-Qulzum, de allí a al-Farama; y de allí, se embarcan otra vez por el Mediterráneo. Algunos de ellos ponen proa hacia Constantinopla para vender sus mercancías a los bizantinos. Otros continúan hasta la residencia del rey de los francos para disponer de sus artículos.»

IBN JURDADBIH, El libro de los caminos y los reinos (siglo IX). Cit. por A. BALLARINI et al., Trabajos prácticos de Historia, Akal, 1989, p. 92.

El comerç dels catalans amb l’Islam

«Tres documents del vescomte Arnau de Mir de Tost i la seua dona Arsenda són una mostra de l’exotisme del mode de vida d’aquest personatge […], ja que un nombre considerable dels objectes que s’hi citen eren originaris de l’Àndalus. Entre els objectes que s’hi citen eren originaris de l’Àndalus. Entre els objectes esmentats hi havia peces de guardaroba : pellicias de alfanech i camises a la moda d’Hispània, teles, joies, objectes de bany, mobles, objectes per al llit (cobrellits de pell, cobtos de alfanech1), llençols de Buhara, estris de cuina, tendes de campanya i sis jocs d’escacs, tres dels quals d’ivori i els tres tres de cristall.»

P. SÉNAC, «Musulmans i cristians», op. cit., p. 391 [adaptat].

El comercio de esclavos en Al-Andalus*

«Un hombre de mundo me hizo venir cierto día a su casa para que le redactara el acta de compra de una sierva muy bonita que había adquirido. […] Fraudes y engaños de estos mercaderes son el vender esclavos de determinada categoría como si fuesen de otra y los de una raza por otra.

[…] Dicen que la sierva beréber [es la ideal para proporcionar] voluptuosidad, la rumiyya, para el cuidado del dinero y de la alacena, la turca para engendrar hijos valerosos, la etíope para amamantar, la mequí para el canto, la medinesa por su elegancia y la iraquí por lo incitante y coqueta.

1 Mostela / comadreja.

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En cuanto a los varones, el hindú y el nubio [son apreciados] como guardianes de las personas y bienes, el etíope y el armenio para el trabajo y el servicio, produciendo beneficios [a su dueño], el turco y el eslavo para la guerra y cuanto requiere valor.

Las bereberes son de natural obediente; las más diligentes [se destinan] al trabajo, las más sanas para la procreación y el placer y las más bonitas para engendrar; les siguen las yemeníes, a quienes se parecen las árabes. Los nubios suelen ser de natural obedientes a sus amos, como si hubieran sido creados para la esclavitud, pero son ladrones y poco de fiar. Las hindúes no soportan la humillación, cometen los mayores crímenes y se mueren con facilidad. Las etíopes tienen la naturaleza más dura que Allah haya creado y son las más sufridas para las fatigas, pero les hieden las axilas, lo cual generalmente impide que se las tome. Las armenias son bellas, avaras y poco dóciles al hombre. [...]

Uno de los fraudes más famosos y tretas conocidas [de los vendedores de esclavas] estriba en que tienen unas mujeres arteras, de belleza sin par y admirable hermosura que dominan la lengua romance y parecen rumíes. Cuando comparece alguien que no es del lugar y les pide una hermosa esclava recién importada de los países cristianos, [el comerciante] se compromete a encontrársela pronto [...]. Mientras tanto, el comerciante se ha preparado un cómplice [que responda] de la identidad de la esclava, asegurando que es su dueño, quien tiene que recibir su importe y demuestra con documentos que la ha comprado en la Marca Superior. El cliente paga a gusto un elevadísimo precio porque es recién importada y quiere llevársela [inmediatamente]. En cuanto se ha cerrado, el trato ambos [cómplices] se reparten el importe con la esclava.»

AL-SAQATI, Kitab fi adab al-hisba. Adaptación de la trad. castellana de P. CHALMETA en Al-Andalus, 1968, XXXIII, fasc. 2, pp. 370-371, 374-375 y 383-384.

La actividad científica en el Islam

«La actividad científica, tanto en su aspecto teórico como aplicado o experimental, adquirió también un extraordinario desarrollo bajo el Islam […]. Es indudable que el Islam recibe buena parte de la actividad científica anterior, propia de las muy diversas zonas por las que se expansiona […]. Pero sería un error pensar que el Islam se limitó sólo a cumplir ese papel de receptor y transmisor del conocimiento científico anterior, como tampoco lo fue en el caso de la Filosofía. Lo cierto es que, recibiendo esa importantísima herencia de conocimientos, y tanto desde su procedencia occidental como oriental, los musulmanes la enriquecen y aumentan con sus trabajos y observaciones, aportando notables descubrimientos.»

P. MARTÍNEZ MONTÁVEZ, El Islam, p. 58. Cit. por A. BALLARINI et al., Trabajos prácticos de Historia, Akal, 1989, p. 93.

Algunas aportaciones de la civilización arabomusulmana

Los musulmanes introducen en Occidente

nuevos cultivos

Arroz, caña de azúcar, algodón, azafrán, árboles frutales (albaricoque, limón, naranja), cultivos de huerta (alcachofa, berenjena, zanahoria) y morera (cría de gusanos de seda).

innovaciones técnicas

Pólvora

Brújula

Astrolabio

Papel

Irrigación

cifras árabes; valor de los números por su posición;

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el número cero.

destacan en

Álgebra

Trigonometría

Astronomía y astrología

Química

Óptica

Cirugía y oftalmología

Farmacología

Geografía y navegación

Fuente: A. BALLARINI et al., Trabajos prácticos de Historia, Akal, 1989, p. 93.

El poder del Califat: l’ambaixada de Borrell, comte de Barcelona, a Còrdova (950)

«Una ambaixada de cristians d’Ifranja [França, en realitat Catalunya] es presentà per veure el califa. Aquest va voler atemorir-los mostrant tota la magnificència de la seva reialesa. El califa va fer estendre catifes des de la porta de Còrdova fins a la del palau de Madinat az-Zahra (en total uns 6 km) i posà a totes dues bandes del camí una fila doble de soldats amb els sabres desembeinats i recolzats sobre les puntes, com si es tractés de les arcades d’un sostre. Per ordre del sobirà, els emissaris passaren, plens de por, a través d’aquell passatge cobert fins a arribar a la porta de Madinat az-Zahra. Des d’aquella porta fins al lloc on se celebrà l’audiència, el califa va fer cobrir el terra amb brocats i, en certs llocs, va situar diversos dignataris que haurien pogut ser confosos per reis a causa dels seus vestits de seda brocats i de les magnífiques estrades sobre les quals estaven asseguts. Cada cop que els ambaixadors veien un d’aquests dignataris es prosternaven perquè es pensaven que es tractava del califa, però llavors els deien: “Poseu-vos drets, aquest no és només que un esclau entre els esclaus”. Finalment van arribar a un pati, amb el terra cobert de grava, al centre del qual es trobava el califa [...]. Assegut a terra, amb el cap baix, tenia davan d’ell l’Alcorà, un sabre i un foc. “Heus aquí el monarca”; van dir dirigint-se als ambaixadors, que es prosternaren. El califa alçà els ulls vers ells i, abans que pogueren dir res, els digué: “Al·là us ordena que us sotmeteu a tot això”. A continuació els mostrà l’Alcorà i prosseguí: “Si us hi negueu, us forçarem per mitjà d’això”, i els ensenyà el sabre. “I si us matem, acabareu aquí”, i els assenyalà el foc. Els ambaixadors, morts de por, sortiren, per ordre del califa, sense haver pogut pronunciar ni una sola paraula. Signaren la pau i se sotmeteren a totes les condicions exigides pel sobirà.»

P. SÉNAC, «Musulmans i cristians», en Història, política, societat i cultura dels Països Catalans, volum 2. La formació de la societat feudal. Segles VI-XII, Barcelona, 1998, p. 386-387 [adaptat].

El gobierno de un califa en Córdoba y su respuesta a la rebelión (la “jornada del arrabal”) *

«En 198 (31 de agosto de 813) tuvo lugar en Córdoba la revuelta llamada del arrabal. Los hechos pasaron de la manera siguiente: el príncipe omeya reinante Al-Hakam ben Hixam casi no se ocupaba más que en jugar, cazar, beber y otros placeres semejantes y, por otra parte, la ejecución de muchos de los principales habitantes de la ciudad le hicieron odioso a la población, que era injuriada y maltratada por los mercenarios del emir.  

El desorden llegó a tal punto que, cuando se convocaba a la plegaria, el populacho gritaba: "¡Ven a rezar, borracho, ven a rezar!", y cuando alguno lanzaba esta injuria, los otros aplaudían. Entonces, Al-Hakam comenzó a rodear Córdoba con un recinto fortificado, guarnecido de zanjas: acuarteló la caballería en la puerta de su palacio,

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donde había siempre una tropa armada, y aumentó el número de sus mamelucos. Todas estas precauciones no hicieron más que acrecentar el odio de la población, que estaba persuadida de que quería vengarse de todas sus afrentas. Enseguida estableció el impuesto del diezmo sobre las mercaderías, impuesto que habría de cobrarse cada año sin remisión, lo que fue mal visto por el pueblo. Al-Hakam se apoderó de diez de los principales exaltados y les hizo ejecutar y crucificar, con lo que dio ocasión de cólera a las gentes del arrabal. Añádase a todo esto que un mameluco del príncipe llevó su espada a casa de un bruñidor para hacerla limpiar, y como éste la remitiera a su dueño más tarde de lo convenido, el mameluco tomó la espada y golpeó con ella al obrero hasta dejarle muerto. Ocurrió esto en Ramadán (abril-mayo del 814) del año referido. 

Las gentes del arrabal meridional empuñaron los primeros las armas, y todos los otros arrabales les siguieron. El ŷund, los omeyas y los esclavos negros se concentraron en el palacio y Al-Hakam procedió a la repartición de los caballos y de las armas, así como a la reunión de sus compañeros. […]

Al-Hakam consultó con Abd al-Qarim ben Abd al-Wahid ben Abd al-Mugayth, su último confidente, quien le aconsejó clemencia. Tal fue el partido que tomó el príncipe, […] y perdonó a los rebeldes, pero con amenaza de muerte y crucifixión para todos los habitantes del arrabal que no hubiesen partido del arrabal en el plazo de tres días. Los sobrevivientes salieron a escondidas, expuestos a toda clase de penas y humillaciones, llevando lejos de Córdoba a sus mujeres, sus hijos, sus riquezas de más fácil transporte. Los soldados y malhechores estaban en acecho para saquearles y mataban a quienes osaban resistir.

Terminado el plazo de tres días, Al-Hakam dio orden de respetar a las mujeres, a las que reunió en el mismo lugar, e hizo destruir el arrabal meridional».

BEN AL-ATHIR, Kamil fi-l-Tarif. Cit. J.L. MARTÍN, Historia de España. Alta Edad Media, Historia 16, Madrid, 1980, p. 50.

Los jueces de Córdoba*

«Yo presencié cierto día una audiencia de Amr ibn Abd Allah, en la mezquita que estaba cerca de su domicilio, y le vi sentado haciendo justicia en medio de la gente; llevaba un vestido mashrikab. Hallábase sentado en un ángulo de la mezquita, rodeado de los que iban a pedirle audiencia […]. En el ángulo opuesto de la mezquita se encontraba Mu'min ibn Sa'id, el cual tenía alrededor suyo un corro de jóvenes estudiantes que iban a recitar versos y a aprender literatura.»

AL-JUSHANI, Kitab al-qudat bi-Qurtuba, adaptación de la trad. castellana de J. RIBERA Historia de los jueces de Córdoba por Aljoxaní, Madrid, 1914, pp. 148-149 y pp. 203-204. 

Las mujeres, según Ibn Hazm*

«El espíritu de las mujeres está vacío de toda idea que no sea la de la unión sexual y de sus motivos determinantes, la de la galantería erótica y sus causas, la del amor en sus varias formas. De ninguna otra cosa se preocupan, ni para otra cosa han sido creadas.

[…] Como ellas, por otra parte, tuvieron conmigo siempre gran familiaridad, confiábanme sus más íntimos secretos de modo que, si no fuera porque se trata de cosas feas que Dios prohíbe poner al descubierto, referir podría, en verdad, tales maravillas de la sagacidad y artes aviesas que para el mal poseen las mujeres, que dejarían atónito al más avisado.»

IBN HAZM, Tauq o Libro del amor y Ajla o Libro de los caracteres y la conducta que trata de la medicina del alma. Cit. J.L. MARTÍN, Historia de España, 3, Alta Edad Media, Historia 16, Madrid, 1980, p. 72.

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Las mujeres andaluzas según Averroes*

«Nuestro estado social no deja ver lo que de sí pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y amamantar a los hijos, y este estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aquí por qué no se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales: su vida transcurre como la de las plantas, al ciudado de sus propios maridos. De aquí proviene la miseria que devora nuestras ciudades porque el número de mujeres es doble que el de hombres y no pueden procurarse lo necesario para vivir por medio del trabajo.»

Trad. RIBERA, Disertaciones y opúsculos, Tomo I, p. 348. Recoge J.L. MARTÍN, Historia de España, 3, Alta Edad Media, Madrid, 1980, p. 78.

Musulmanes, cristianos y judíos en Al-Ándalus

 «Parte de la grandeza de la civilización hispano-árabe se debe a la convivencia pacífica de comunidades musulmanas, cristianas y judías bajo el dominio árabe. La tolerancia de que hizo gala el Islam aquí y en otros lugares parece estar en contradicción con la impetuosidad de su expansión, pues escasamente ochenta años después de la muerte del Profeta, su segunda o tercera oleada llegaba al Indo por el este y a los Pirineos por el oeste. […] Tanto más sorprendente es el hecho de que, una vez depuestas las armas, los musulmanes tratasen a cristianos y judíos con una tolerancia como no la solían practicar ni los judíos ni los cristianos dentro de sus propios dominios.

[…] Para los musulmanes, el judaísmo y el cristianismo no eran simplemente religiones extrañas, que habían irrumpido inesperadamente a perturbar su mundo religioso, como resultaba el Islam para judíos y cristianos: algo que en realidad no debería existir. El Islam se presenta a sí mismo como restauración de la religión de Abraham, la cual sería como el tronco en el que se ramificarían el judaísmo y el cristianismo. Para los musulmanes, Abraham, Moisés, Cristo y Mahoma son profetas a través de los cuales Dios ha comunicado su mensaje a la humanidad; el Islam reconoce al judaísmo y al cristianismo, pero les reprocha el haberse apartado de la religión original de Abraham. […] Los musulmanes reprochaban a los judíos haber difamado a Cristo y a la Virgen; a los cristianos, haber convertido a Cristo en un dios.»

«[…] para la población indígena cristiana y judía que se había sometido a la soberanía musulmana las condiciones de vida no eran, ni mucho menos, peores que anteriormente bajo el dominio de la nobleza visigoda. Los cristianos conservaban sus iglesias y sus monasterios, y los judíos sus sinagogas. Además conservaron la mayor parte de sus propiedades personales. […] Gracias a la ocupación musulmana, muchos de los antiguos latifundios, que habían sido mantenidos por los visigodos, fueron divididos y encomendados a arrendatarios indígenas. La mayor parte de los esclavos obtuvo la libertad, bien convirtiéndose al Islam –un cristiano o un judío no podían tener un esclavo musulmán–, o bien emancipándose mediante el pago aplazado de un rescate, cosa que no permitía la legislación anterior.

Los cristianos y judíos tenían que pagar, además de la contribución territorial general que también pagaban los musulmanes, un impuesto personal, que compensaba al mismo tiempo el hecho de que estuvieran exentos del servicio militar. […] Las comunidades cristianas y judías tenían sus propios tribunales en los juicios que no afectaban a los derechos de los súbditos musulmanes. También tenían sus representantes (obispos o condes) ante las autoridades musulmanas.

La situación de aquellos indígenas hispanos, tanto judíos como cristianos, que habían opuesto mayor resistencia, era muy distinta: se les consideraba como botín de guerra, a menos que se convirtiesen al Islam.»

T. BURCKHARDT, La civilización hispano-árabe, Alianza, 1982, p. 29-33 [adaptado].

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Obligaciones contraídas por Abu Nasr Sa'd (1455-1464) con Enrique IV de Castilla*

«[…] Que el rey de Granada fuese vasallo del rey de Castilla, ansí como el rey don Mahomad lo había sido del rey don Pedro y fuese de su consejo, y tener dezmero a la puerta de Elvira que cogiese el diezmo y medio para el rey de Castilla, y que diese en el año primero de la paz, mill captivos y que entre los tres años siguientes, cada un, trescientos y treinta y tres captivos, que habían de ser todos dos mill. E cada vez que el rey don Enrique le llamase, en toda el Andaluzía fasta el reino de Toledo, fuese obligado de le servir con dos mill de cavallo un mes a su costa y si del más se quisiese servir que le pagase el sueldo hasta ser vuelto a su reino, al fuero y costumbre de Castilla. Y le volviese todas las villas y fortalezas que en tiempos del rey don Juan su padre se habían perdido, y con estas condiciones se le daría la paz por diez años y que en este tiempo se metiese al reino de Granada todas las cosas que en aquel tiempo solían meter.»

J. TORRES FONTES, Estudio sobre la “Crónica de Enrique IV” del doctor Galíndez de Carvajal, Murcia, 1946, p. 114.

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