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3 O jalá cada número llegue con una celebración, un motivo sobre el cual reflexionar, un tema a abordar que siempre quedó en el tintero. Hoy es el centenario de la muerte de Rafael Pombo, hoy también ve la luz el libro Personajes con diversos trajes. Antología de la obra de Rafael Pombo, con una selección de Beatriz Helena Robledo e ilustraciones de Dipacho; un libro que reúne lo mejor de las tres obras que Pombo escribió para niños: Cuentos morales para niños formales, Cuentos pintados y Fábulas y verdades, las cuales, en compañía de las ilustraciones, adquieren un nuevo viso para los lectores de hoy. Que sea entonces el centenario de la muerte del poeta una oportunidad no solo para abordar su obra, sino también para hacerle un homenaje a la poesía para niños. Invitamos a Beatriz Helena Robledo a dialogar con nosotros sobre la huella que Pombo ha dejado tras su paso: “En este momento, nos interesa más la condición estética que el alcance pedagógico de la obra de Pombo. Ubicamos su producción en la corriente de la reelaboración de la tradición oral, tendencia que incluye escritores que han seguido sus pasos de manera consciente y reconocida, o sin darse cuenta. Para hablar de ellos, quisiera delimitar las características propias de la obra de Pombo, para así poder apreciar mejor lo que sus seguidores han hecho”. También nos parece importante reflexionar sobre la formación de lectores de poesía, tema tratado en la entrevista que concedió a Julio Caycedo el poeta Darío Jaramillo Agudelo: “Hay ciertos cuentos y textos argumentales que pueden influir muy bien en la capacidad de oír, leer y contar historias, como Las mil y una noches, las leyendas populares, las historias que se cuentan en las cocinas… Recuerdo que me metía a la cocina y oía a las cocineras hablar de brujas, de espantos y aparecidos, y eso era sobrecogedor porque estaba por fuera de lo habitual…”. La educación formal también tiene su cuota en la formación de lectores. Carlos Sánchez nos reseña el libro De todo corazón. 111 poemas de amor: “En el programa de educación literaria en la secundaria, entre géneros como la narrativa de ficción —cuento y novela—, el teatro, el ensayo y el periodismo literario, la poesía debería ocupar un lugar central. Pero muchas veces sucede lo contrario: los estudiantes no sienten empatía con los textos líricos, pues entran a ellos dándose de narices”. Así pues, en este número convergen tres voces reunidas en torno a la poesía para niños; tres reflexiones, tres miradas, tres maneras de entender cómo la poesía nos forma como lectores desde una conciencia ética y estética. Es nuestro objetivo que Tiempo de Leer cuente con la participación de especialistas colombianos que opinen sobre todos aquellos temas y tendencias que toquen, de alguna manera, la literatura y los libros para niños y jóvenes. Nuestra propuesta es que esta revista se convierta en un espacio plural, donde la discusión y la reflexión estén a la orden del día. Siguiendo las huellas de Rafael Pombo Por Beatriz Helena Robledo entrevista a Darío Jaramillo Agudelo los niños de la poesía Por Julio Caycedo reseña De todo corazón. 111 poemas de amor Por Carlos Sánchez Lozano El juego de ilustrar Por Dipacho En este número 2 8 11 12 distribución gratuita ¡Llegamos al tercero!

Tiempo de leer N°3

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Ojalá cada número llegue con una celebración, un motivo sobre el cual

reflexionar, un tema a abordar que siempre quedó en el tintero. Hoy es el centenario de la muerte de Rafael Pombo, hoy también ve la luz el libro Personajes con diversos trajes. Antología de la obra de Rafael Pombo, con una selección de Beatriz Helena Robledo e ilustraciones de Dipacho; un libro que reúne lo mejor de las tres obras que Pombo escribió para niños: Cuentos morales para niños formales, Cuentos pintados y Fábulas y verdades, las cuales, en compañía de las ilustraciones, adquieren un nuevo viso para los lectores de hoy.

Que sea entonces el centenario de la muerte del poeta una oportunidad no solo para abordar

su obra, sino también para hacerle un homenaje a la poesía para niños. Invitamos a Beatriz Helena Robledo a dialogar con nosotros sobre la huella que Pombo ha dejado tras su paso:

“En este momento, nos interesa más la condición estética que el alcance pedagógico de la obra de Pombo. Ubicamos su producción en la corriente de la reelaboración de la tradición oral, tendencia que incluye escritores que han seguido sus pasos de manera consciente y reconocida, o sin darse cuenta. Para hablar de ellos, quisiera delimitar las características propias de la obra de Pombo, para así poder apreciar mejor lo que sus seguidores han hecho”.

También nos parece importante reflexionar sobre la formación de lectores de poesía, tema tratado en la entrevista que concedió a Julio Caycedo el poeta Darío Jaramillo Agudelo:

“Hay ciertos cuentos y textos argumentales que pueden influir muy bien en la capacidad de oír, leer y contar historias, como Las mil y una noches, las leyendas populares, las historias que se cuentan en las cocinas… Recuerdo que me metía a la cocina y oía a las cocineras hablar de brujas, de espantos y aparecidos, y eso era sobrecogedor porque estaba por fuera de lo habitual…”.

La educación formal también tiene su cuota en la formación de lectores. Carlos Sánchez nos reseña el libro De todo corazón. 111 poemas de amor:

“En el programa de educación literaria en la secundaria, entre géneros como la narrativa de ficción —cuento y novela—, el teatro, el ensayo y el periodismo literario, la poesía debería ocupar un lugar central. Pero muchas veces sucede lo contrario: los estudiantes no sienten empatía con los textos líricos, pues entran a ellos dándose de narices”.

Así pues, en este número convergen tres voces reunidas en torno a la poesía para niños; tres reflexiones, tres miradas, tres maneras de entender cómo la poesía nos forma como lectores desde una conciencia ética y estética.

Es nuestro objetivo que Tiempo de Leer cuente con la participación de especialistas colombianos que opinen sobre todos aquellos temas y tendencias que toquen, de alguna manera, la literatura y los libros para niños y jóvenes. Nuestra propuesta es que esta revista se convierta en un espacio plural, donde la discusión y la reflexión estén a la orden del día.

Siguiendo las huellas de Rafael Pombo  Por Beatriz Helena Robledo

entrevista a Darío Jaramillo Agudelolos niños de la poesía  Por Julio Caycedo

reseña De todo corazón. 111 poemas de amor  Por Carlos Sánchez Lozano

El juego de ilustrar  Por Dipacho

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¡Llegamos al tercero!

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Siguiendo las huellas de Rafael PomboPor Beatriz Helena Robledo B.]

el propósito de este artículo es generar una reflexión acerca de la influencia de la obra de Rafael Pombo en la literatura infantil colombiana. Inicio con el interés genuino de provocar una lectura particular de su obra y algunas conversaciones con los lectores para aprovechar la riqueza de su poesía. Por ser quizás una obra tan poco estudiada, se ha echado al olvido, lo cual es, en verdad, un desperdicio. Deliciosas sesiones con los niños se pueden vivir en diversos espacios, apreciando la diversidad de personajes y situaciones que ofrecen los cuentos y fábulas de Pombo. Es un universo poco explorado y de una gran riqueza. Además tiene el componente del humor y de la picaresca popular.

La obra literaria infantil de Rafael Pombo ha influenciado más a los lectores que al tejido literario. En Colombia, país de versificadores, curiosamente se ha escrito poca poesía para los niños y, de la poca, mucha está impregnada de la nostalgia del adulto por su propia niñez. En cuanto a la narrativa, aquella que pudiera tener influencia de Pombo se va por los cauces orales más que por los escritos. Esto tiene una razón de ser y abre un camino de análisis de su obra para niños.

La fuente de la que bebió Pombo para escribir sus Cuentos pintados, sus Cuentos formales para niños morales y sus Fábulas y verdades fue básicamente oral. Allí está su esencia y quizás por eso mismo entra como un río por los oídos de los niños y genera influencias desde el imaginario del escritor, en especial de aquellos que utilizan la tradición oral como inspiración.

Los personajes de Pombo son arquetipos que conectan con el inconsciente colectivo y, al estar su literatura atravesada por la oralidad, los tipos y prototipos representados en ella encarnan cualidades humanas con las cuales la sociedad se identifica. Sus personajes, algunos con apariencia animal, reflejan tipos humanos, y las situaciones y conflictos que viven están más cerca de lo colectivo, de las relaciones, que de lo que le pasa a un individuo en particular. En ese sentido Pombo es un maestro para transformar la fábula, de un género didáctico y moralista, en un género literario divertido, con humor y a veces con ironía.

La obra de Pombo no está exenta, por supuesto, de una intención pedagógica que es propia de la época y de la tradición fabulística. Sin embargo, su propuesta sobrepasa las intenciones de dejar enseñanzas

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explícitas y se ubica en una literatura que enseña deleitando. El poeta-pedagogo está convencido de que al niño se le puede educar con agrado y a través de la poesía. El ritmo permite a los pequeños aprender, facilita la memoria y ayuda a la comprensión, pues está más cerca de la naturaleza de la infancia. Tal como afirma el propio Pombo en su “Nuevo método de lectura”.

El niño (condición providencial para su desarrollo) es una bomba aspirante, no de razonamientos que lo fatigan, sino de imágenes; es esencialmente curioso, práctico y material; quiere que se le enseñe objetivamente, lo mismo que a los salvajes y a toda naturaleza primitiva. Como las imágenes son precisamente condición de la poesía, el carácter imaginativo de esta, aplicado en fábulas, emblemas o simples símiles, dobla la eficacia del ritmo poético para imprimirles cualquier lección moral, literaria o científica, que nunca olvidan más tarde, pues adquieren para ellos fuerza de axiomas, de proverbios, de experiencia anticipada. (Pombo: 1917, P. 1)

No nos interesa en este momento el alcance pedagógico de su obra —que, aunque valioso, se sale del propósito del artículo—, sino su condición estética. En este campo ubicaríamos entonces su producción dentro de la corriente de la reelaboración de la tradición oral. Esta tendencia incluye escritores que han seguido sus pasos, unos de manera consciente y reconocida, otros sin siquiera darse cuenta que estaban caminando por la misma senda del poeta. Antes de hablar de ellos, quisiera delimitar un poco las características propias de la obra de Pombo, para así poder apreciar mejor lo que sus seguidores han hecho.

Una primera característica, como lo mencioné anteriormente, es la reelaboración de la tradición oral. Recordemos que Pombo se inicia en la poesía infantil a partir de un trabajo como traductor que tuvo en la editorial Appleton, de Nueva York. Más que traducciones propiamente dichas, muchos de los textos creados por él utilizaron la pieza original como base o fuente de inspiración para crear otra completamente nueva, en la que volcó su estilo humorístico, irónico, juguetón, muy cercano a la psicología del niño, la cual parecía conocer muy bien. Como dice Héctor Orjuela: “…nuestro poeta era en el fondo un niño y sentía íntima afinidad con la curiosa perspicacia y la perenne indagación de la mente infantil”. (orjuela: 1975, P. 263)

Esta esencia oral tiene como receptor a un “oyente” más que a un lector, lo que hace una diferencia en el tratamiento del ritmo y de los personajes. Estos se definen por sus acciones y no por sus características psicológicas o por su lenguaje. Son por lo general bien definidos, inconfundibles, con rasgos que les dan identidad y los hacen a la vez únicos para encarnar un carácter. La ingenuidad y tontería de Simón el bobito es un ejemplo de ello, o la irresistible fuerza musical de Juan Chunguero, quien hace bailar como loco a quien lo escucha: “…por arte diabólica del músico aquel”.

En la mayoría de los poemas la trama es sencilla y directa, y se mueve con rapidez para no perder el interés del auditorio. Como si estuviéramos en una representación teatral, los hechos se dramatizan y suceden uno tras otro, resolviéndose entre la acción y el diálogo.

Otra característica de muchos de sus poemas es la relación tan cercana al juego, al espíritu lúdico y travieso propio de la niñez.

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“Los personajes de Pombo son

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con rapidez para no perder el interés del auditorio.”

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Este rasgo de sus poemas está muy cerca al universo infantil. El orden establecido se rompe de mil maneras y sobran los ejemplos: cuando Renacuajo está listo para iniciar la velada musical, “…la gata y sus gatos salvan el umbral / y vuélvese a aquello el juicio final”. (Pombo: 1957, P. 375)

Esta misma esencia del juego se manifiesta en el “como si”… en la capacidad de trasformar un objeto en otro, como hacen los niños cuando juegan y convierten un asiento en un cohete, o una escoba en un caballo:

De un cubo de hojalata hizo luego un tambor, de un huso viejo, espada, y del dedal, chacó;

Y al verse hecho un soldado exclama: “¡Caracol! Ni un escuadrón de abuelas me hará temblar desde hoy”.

(Pombo: 1957, P. 389)

Un análisis cuidadoso de las diversas maneras como la poesía de Rafael Pombo ha influenciado la LIJ colombiana está por hacerse. Sin embargo, podemos intentar algunos acercamientos —los más visibles— con la intención de mostrar caminos para futuros estudios. Señalaré primero las huellas más evidentes.

Ya dijimos que la obra de Pombo influye más en los lectores que en los mismos escritores. Es más fácil seguir su presencia en los testimonios de quienes escucharon sus poemas siendo niños o en las referencias que hacen algunos sobre los personajes pombianos en sus propias creaciones. Es el caso de José Asunción Silva, quien conoció al poeta en su juventud, pues eran vecinos y sus familias conocidas. Además Pombo era el maestro admirado por los jóvenes poetas de ese entonces. Silva, en su poema “Crepúsculo”, de evidente nostalgia por la infancia perdida, al llegar la noche, despierta a los personajes de los cuentos infantiles, y entre estos a Rin Rin al lado del Ratón Pérez, del Gato con Botas y de Caperucita, entre otros.

Varios años más tarde, en 1935, Isabel Lleras Restrepo publica un soneto en la revista Senderos, de la Biblioteca Nacional, que había escrito dos años antes como homenaje a Pombo en la celebración del centenario de su nacimiento:

El pasado, la infancia la abuelita relata a los nietos los cuentos que pidieron en coro

y a la luz de la lámpara mis cabellos son oro y a la luz de la lámpara sus cabellos son plata.

Un turbión de preguntas al final se desata ¿Quién guardó de la pobre viejecita el tesoro? Cuando el gato bandido enjugando su lloro el perdón solicita, ¿lo perdona la gata?

Y a las pobres ovejas, ¿quién sus colas les trajo? Cuando ve que no vuelve el Rin Rin Renacuajo, abuelita, ¿no sale a buscarlo la rana?

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En los años treinta del siglo pasado, Víctor Eduardo Caro se declara uno de los más fieles seguidores y admiradores del poeta. Caro hace honor a Pombo de muchas maneras. Una es con el título de su revista literaria para niños: Chanchito, personaje principal de un poema que cuenta la historia de un cerdo que se debate entre su ser cerdo y su ser niño. La historia de Chanchito ocurre en tiempos lejanos, cuando los cerdos eran bien educados. Sin embargo, este personaje no logra dominarse y vuelve la cena de la tía Gocha un verdadero desastre. Pombo termina el poema preguntando a los niños: “¿Habrá niño tan bestia que necesite látigo / para volverse gente y hacer su obligación?”. (Pombo: 1957, P. 420)

Caro sigue la postura del poeta de enseñar deleitando y edita una revista literaria —en el mejor espíritu pombiano— para educar a los niños en la lectura de la literatura y en la cultura. Además, retoma de la poesía de Pombo la picaresca de un Rin Rin para crear “El Pollo Chiras”, “La Señora Nicaragua” o “Salpicón”, poemas narrativos que siguen el cauce de los cuentos rimados cercanos al niño. La poesía de Caro continúa el inicio de una tradición literaria que Pombo entregó con generosidad a los niños. Ese quizás sea su mayor legado. Más que seguir las pistas de influencias lingüísticas, Pombo abrió el camino para que los niños pudieran acceder a la literatura, no como adultos, ni como estudiantes, sino desde su verdadera naturaleza de niños.

Otro signo de la influencia de Pombo en el imaginario colectivo es la publicación de la revista Rin Rin, del Ministerio de Educación Nacional, en 1936. Esta revista, además del nombre, tiene al renacuajo paseador como símbolo de la educación de los niños. Desde el punto de vista gráfico, rompe por primera vez el estereotipo de los personajes creados por Pombo y presenta imágenes atrevidas, modernas, cercanas al espíritu mismo de los Cuentos pintados. Su ilustrador y director, Sergio Trujillo Magnenant “pretendió pasar del medioevo reinante en los impresos de la escuela popular a un modernismo deslumbrante con sabor propio y color local”, como bien afirma John Naranjo (2011, P. 70).

Eduardo Castillo, poeta modernista quien de joven conoció y admiró al poeta, escribe varios poemas para niños que se acercan a la poesía de Pombo no solo en la encarnación de los animales, sino —y sobre todo— en su musicalidad, véase como ejemplo “El grillo cautivo”.

En jaulita enana te he apresado, grillo cantor del tomillo y la mejorana; Porque me recuerdas en el gris invierno el pródigo eterno de los campos verdes…

(Castillo: 2001, P. 46)

Diana Rubens sigue los caminos de Rin Rin y del fabulario de Pombo. Se abre a la recreación de la naturaleza y de los animales en situaciones y peripecias propias de los humanos. Son varios los poemas de Rubens que van en esta línea. El más cercano a la poesía de Pombo es “La reina del charco”...

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“En sus poemas hay una relación cercana al juego,

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Vestida de rana con traje de raso color de esmeralda, presume orgullosa de reina del charco…

(rubens: 2001, P. 48)

Carlos Castro Saavedra retoma en los años cincuenta el fabulario y escribe poemas inolvidables, como “Los dos caballos”, en el que estos animales fabulosos se quedan dormidos a la orilla del mar y terminan convirtiéndose en caballitos de mar.

Un día dos caballos cansados de viajar se quedaron dormidos a la orilla del mar…

(Castro: 2001, P. 50)

Otra autora que dedicó gran parte de su obra a la poesía infantil es Fanny Osorio, quien en su “Ronda infantil” hace un verdadero homenaje a los personajes de los cuentos infantiles, incluidos los de Pombo:

A tejer la ronda viene Pastorcita con Doña Mirringa Mirronga y Rin Rin; Simón el bobito y la Viejecita bailarán la danza de Juan Matachín.

(osorio: 2001, P. 82)

Aunque no son muchos los poetas seguidores de su obra, como ya vimos, sí se abren líneas de investigación y exploración literaria y pedagógica, sobre todo en el terreno de una fábula que se libera de sus cargas moralistas y se recrea en la vida de los animales humanizados. Por ahora la intención es emprender caminos de conocimiento de la obra de Pombo, pues nos hemos quedado como congelados en la recitación de algunos de sus cuentos y poemas, y nos hemos perdido de su riqueza imaginativa y poética.

LAS INTERPRETACIoNES gRáfICAS DE LA oBRA

Quizás una de las maneras más acertadas para descubrir los sentidos —no digamos ocultos, pero sí menos evidentes— de la obra de Pombo es la interpretación visual que algunos artistas han hecho. Es el caso de tres artistas: Lorenzo Jaramillo, Antonio Caballero e Ivar Da Coll. Cada uno en su estilo ha interpretado muchos de los poemas, sobre todo de los Cuentos pintados.

El pintor e ilustrador Lorenzo Jaramillo recrea con desenfado y un humor ácido los Cuentos pintados. Recurre a una línea caricaturesca, con personajes un poco “chuecos y desgarbados” como muchos de los de Pombo. Así, nos entrega el espíritu pombiano del desorden, el desparpajo y la confusión encarnando seres que por torpeza, azar o la instintiva naturaleza animal entran súbitamente en el caos. Los personajes se tropiezan y caen, hay gresca y riña, batallas, gritos… en fin, cada escena es bastante expresiva, cuando no grotesca, y la acompaña con globos a la manera de la tira cómica y con onomatopeyas.

“Quizás una de las maneras más

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sentidos menos evidentes de la

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Las ilustraciones de Antonio Caballero están cargadas de un fuerte dramatismo y exagera sin concesiones las características de los personajes. La Pobre Viejecita no tiene la delicadeza aristócrata de la de Ivar Da Coll; al contrario, su espíritu tacaño y mezquino es revelado hasta el paroxismo por Caballero, con humor negro.

Ivar Da Coll también ha interpretado gráficamente los cuentos de Pombo. Su estilo y ambientación varían de acuerdo con el espíritu del poema. Quizás buscando interpretar el sentimiento nacional del poeta, Ivar encuadra cada poema en una geografía y una cultura diferente. Pastorcita es boyacense, y sus trajes y paisajes corresponden a un paraje frío y verde, donde por supuesto habitan ovejas; Mirringa Mirronga es costeña, y la rumba que arma en casa de su dueña se desarrolla con personajes, instrumentos, música, indumentaria y viandas de ese lugar del país; la Pobre Viejecita vive en una casa bastante “estirada” (no puede ser de otra manera), con cama de bronce, criados de librea y corbatín, en fin, un lugar aristocrático y frío.

En síntesis, las huellas de la obra de Rafael Pombo han surgido en especial a partir de sus libros dirigidos a los niños, que es apenas una parte de su obra completa. Pombo fue poeta romántico por excelencia; un hábil traductor, quien además tenía una postura bastante moderna y liberal sobre el oficio de traducir; fue un gestor cultural que apoyó el desarrollo de la pintura, la música y la literatura; fue también un periodista comprometido con la labor social de este oficio. Pombo fue todo esto, pero sobre todo fue un auténtico poeta, convencido de las bondades de la poesía, tanto para deleitar a los niños como para expresar sus sentimientos más profundos.

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Bibliografía

Castillo, Eduardo. “El grillo cautivo”. En: Antología de poesía colombiana para niños. Alfaguara: Bogotá, 2001.

Castro Saavedra, Carlos. “Los dos caballos”. En: Antología de poesía colombiana para niños. Alfaguara: Bogotá, 2001.

Naranjo, John. “Dos décadas decisivas: 1920-1940”. En Una historia del libro ilustrado para niños en Colombia. Cuadernos de literatura infantil colombiana. Biblioteca Nacional: Bogotá, 2011.

Orjuela H., Héctor. Biografía y bibliografía de Rafael Pombo. Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1965.

. La obra poética de Rafael Pombo. Instituto Caro y Cuervo. Bogotá, 1975.

Osorio, Fanny. “Ronda infantil”. En: Antología de poesía colombiana para niños. Alfaguara: Bogotá, 2001.

Pombo, Rafael. Poesías completas. Editorial Aguilar: Madrid, 1957.

Robledo, Beatriz Helena. En: Antología de poesía colombiana para niños. Alfaguara: Bogotá, 2001.

Rubens, Diana. “La reina del charco”. En: Antología de poesía colombiana para niños. Alfaguara: Bogotá, 2001.

] Beatriz Helena Robledo

Manizales, 1958. Tiene una maestría en Literatura

Hispanoamericana por la Universidad Javeriana de Bogotá, donde es profesora de Literatura

Infantil. Escritora e investigadora en las áreas de Literatura

Infantil y Juvenil y en procesos de formación lectora. Recibió la

Beca Colcultura de Investigación en literatura infantil colombiana 1996, la

Beca de investigación Internationale

Jugendbibliothek, Munich, 2000 y la

Beca de investigación Fernando Charry Lara 2006, con el trabajo:

Panorama histórico de la literatura infantil colombiana. Co-

autora de los libros Al encuentro del lector, Por una escuela que lea

y escriba y Literatura y valores, editados por la Asociación Taller

de Talleres. Ha publicado, además, la Antología del relato infantil

colombiano en la colección de la Presidencia de la República, 1997;

Antología de poesía colombiana para niños, Alfaguara, 2000;

Antología de poesía colombiana para jóvenes, Alfaguara, 2000;

Siete cuentos maravillosos, Alfaguara, 2005; Rafael Pombo,

la vida de un poeta, biografía publicada por Ediciones B, 2005; Un día de aventuras, Ediciones B, 2006; Fígaro, Ediciones B, 2007; Así somos: tradiciones populares colombianas, Ediciones B, 2009; y se encuentra en preparación el

libro Flores blancas para papá, finalista de la IV edición del

Premio El Barco de Vapor - BLAA.

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darío jaramillo agudelo nació en Santa Rosa de Osos, Antioquia, en 1947.

Poeta, novelista y ensayista colombiano. Estudió el bachillerato en Medellín y se graduó como abogado y economista en la Universidad Javeriana de Bogotá. Desempeñó importantes cargos culturales en organismos estatales y fue miembro de los consejos de redacción de la revista Golpe de Dados y de la fundación particular Simón y Lola Guberek.

De su poesía se han hecho tres reediciones completas: 77 poemas (Universidad Nacional, 1987), 127 poemas (Universidad de Antioquia, 2000) y Libros de poemas (Fondo de Cultura Económica, 2003); y cinco selecciones parciales: Antología poética (1991), Cuánto silencio debajo de esta luna (1992), Razones del ausente (1998), Aunque es de noche (Pre-Textos, 2000) y Del amor, del olvido (Pre-Textos, 2009).

el poeta colombiano darío jaramillo agudelo nos da pistas sobre cómo guiar a los primeros lectores

Los niños de la poesía¿ Existe una poesía para niños y otra para adultos?,¿ qué textos poéticos pueden seducir a un niño?

La luna estaba lela y los búhos decían la trova paralela. —El padre de los búhos era un búho sofista que interrogó a los otros al modo modernista: los búhos contestaron, contestaron la lista…—

“Balada de los búhos estáticos” león de greiff

PoESíA PARA UN JovEN PoETA

Recuerda Darío Jaramillo Agudelo que en su infancia, cuando cursaba los primeros años en el colegio, uno de sus compañeros de clase se aprendió de memoria la “Balada de los búhos estáticos” del sonorísimo poeta colombiano León de Greiff.

Cuenta que entonces los jóvenes oyentes morían de la risa ante la declamación, pero afirma que quizás ninguno de ellos entendía muy bien el poema completo. Sin embargo, la imagen de los búhos tiesos y la musicalidad del poema eran suficientes para que la poesía fuera divertida, interesante: “Creo que hay gente que tiene el oído predispuesto para la poesía y gente que no, y en verdad no creo que la vía de entrada para formar lectores sea la poesía”.

Ya lo decía el editor Manuel Borrás: la poesía “no tiene público sino lectores”; y el lector que fue Darío Jaramillo en su infancia tuvo una primera experiencia con la poesía cuando cayeron en sus manos –o en sus oídos– las versiones poéticas de Rafael Pombo:

“El primer libro que tuve en mi vida se llama Cuentos pintados, era de una editorial española, cuyo nombre no recuerdo porque en esa época no me fijaba en esos detalles. Era una colección de poesías infantiles de Rafael Pombo. Tal vez no fue el primero que leí, ese primero me lo leyeron y luego lo releí yo”.

los niños de la poesía

Por Julio Caycedo

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Habrá un enorme Webster, una clave Eléctrico-pictórica de signos; Y algo como el cuadrúpedo o el ave serán nuestros repórters fidedignos;

Y cuando de este modo se inventarie cuanto Dios o el mortal inventar quiso, vueltos por la cultura a la barbarie, tendremos la poesía del Paraíso.

LoS TEmAS DE LA PoESíA, LoS TEmAS DE LoS NIñoS

Jaramillo insiste en que si bien puede no haber una “poesía infantil”, es en los temas y la musicalidad desde donde los primeros lectores se encantan con la poesía: “A corto plazo lo que pasa con los niños es que no hay forma de engañarlos.” Ellos tienen su propia capacidad interpretativa y sus formas singulares de conectarse con la música o las imágenes poéticas. Eso sí, desde la perspectiva de Jaramillo, además de que el poema que se le ofrezca a un niño sea bueno —el lector contará con la brújula de su gusto para tal valoración—, también debe resultarle interesante y ofrecerle situaciones con significado, análogas a sus propias vivencias:

“Los temas deben ser incluyentes. El amor de pareja es uno que, en principio, no le interesaría a un niño; hay que buscar temas cuya experiencia sea significativa para ellos”.

Sobre esta idea, Darío Jaramillo armó su compilación Poemáquinas: Antología de iniciación a la poesía (Panamericana, 1989), que incluye 21 piezas escritas por autores como Nicanor Parra, Julio Cortázar, Antonio Machado, Augusto Monterroso, León Felipe y Ezra Pound, entre otros. “Poemáquinas reúne poemas que no fueron pensados para niños, pero que yo decidí que podían incluirse en una antología para ellos porque podían engancharlos en la poesía; que eran lo suficientemente atractivos para que un niño de diez o doce años se dejara seducir por ellos, que le causara risa”.

Y Poemáquinas resultó tan adecuado para los primeros lectores que aún hoy sigue reimprimiéndose e iniciando en la poesía a adolescentes y a lectores de cualquier edad, con la sensibilidad suficiente para deleitarse con el placer de la palabra.

En esta antología, por ejemplo, aparece el poema “Teofanías”, de Gabriel Zaid, con el cual, según Jaramillo, cualquier niño urbano podría sentirse identificado:

LA PoESíA QUE ESTá EN EL AIRE, LA TRADICIóN

“No sé si existe poesía para niños y poesía para adultos”. Con esta respuesta Jaramillo esboza su teoría sobre la posibilidad de amoldar los textos poéticos a los cánones de la lectura infantil y agrega:

“Hay ciertos cuentos y textos argumentales que pueden influir muy bien en la capacidad de oír, leer y contar historias, como Las mil y una noches, las leyendas populares, las historias que se cuentan en las cocinas… Recuerdo algo que me pasó a mí. Yo me metía a la cocina y oía a las cocineras hablar de brujas, de espantos y aparecidos, y eso era sobrecogedor porque estaba por fuera de lo habitual…

”Hoy, encontrar eso escrito puede ser muy enriquecedor para un niño, pero si se trata de introducir a un adulto al mundo de la lectura, un buen cuento para niños es también un buen cuento para adultos”.

De hecho, hoy, según Jaramillo, el autor “para niños” más influyente y fresco en Colombia es, justamente, aquel de quien tuvo su primer libro: Rafael Pombo. Es interesante notar que los Cuentos pintados fueron una colección de poesías de tradición oral europea, arraigadas en los Estados Unidos, que terminaron vertidas del inglés al español por Pombo en sus singulares versiones. El libro es, en últimas, esa poesía de las cocinas y las nanas que está en el aire y que, junto con el poderoso oído musical hispano de Pombo, produjo estas obras sonoras fascinantes aún para los primeros lectores.

Por el contrario, los poemas “para adultos” de Pombo requieren, en opinión de Jaramillo, “de una sensibilidad con la que ya no nos conectamos”. No obstante, hagamos la salvedad y, ahora que se cumplen cien años de la muerte de Pombo, recordemos este fragmento de “Patria y poesía”, quizá un poema de ocasión, cuyas predicciones bien nos pintan el mundo de los mensajes de texto y los chats:

Hasta allí, con el tiempo, irá el poema; y la lírica suelta al epigrama; como la ley gramatical suprema ya la va formulando el telegrama.

He allí el nivelador de los idiomas, el rendez vous, de la expresión humana, la interjección, sin puntos y sin comas, suprimir la prosa charlatana: >

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No busques más, no hay taxis. Piensas que va a llegar, avanzas, retrocedes, te angustias, desesperas. Acéptalo por fin: no hay taxis.Y ¿quién ha visto un taxi?Los arqueólogos han desenterrado gente que murió buscando taxis, mas no taxis. Dicen que Elías, una vez, tomó un taxi, mas no volvió para contarlo. Prometeo quiso asaltar un taxi. Sigue en un sanatorio. Los analistas curan la obsesión por el taxi, no la ausencia de taxis.Los revolucionarios hacen colectivos de lujo, pero la gente quiere taxis. Me pondría de rodillas si apareciera un taxi. Pero la ciencia ha demostrado que los taxis no existen.

LA ESCUELA DE LA PoESíA

La poesía, que nació siendo oral, es una forma de mantener vivos los mitos, dice Jaramillo. Las características formales de la poesía, como la métrica y el ritmo, ayudan a que se puedan recordar más fácilmente los textos y a que se puedan transformar según las características del grupo social que los acoge, los cambia y los hace suyos.

Tal es el caso de la popularísima canción de “Mambrú”, que en Colombia existe de una forma y en México de otra. Pero también es el caso de muchos otros motivos y cantos populares, como ya vimos en el caso de Pombo, cuya versión de “Simón el bobito” es una auténtica pieza nueva y distinta de la versión anglosajona “Simple Simon”.

Ahora, si bien la poesía ayuda a la nemotecnia, tal como cuenta Jaramillo, puede que no haya nada más aburridor que tener que memorizar un poema, a fuerza de repetirlo, para cumplir con la tarea de un profesor que pareciera no saber más de poesía que la página del libro escolar en el que está el texto, cuya lección pedirá a sus estudiantes.

El poeta recuerda, también de su época de estudiante en el colegio, que sus profesores  copiaban unos poemas larguísimos en el tablero, “y a uno lo soltaban del salón cuando se supiera de memoria el poema… ¡qué ‘jartera’ tener que

memorizar nada, y menos como castigo! Un poema no es una definición abstracta sino una experiencia vívida. Muchas veces me han pedido que recite un poema, a lo que respondo que no soy un grabador”.

Al margen de las prácticas, las cartillas escolares a veces desastrosas en el aula han cumplido algún papel en la difusión de la poesía entre los primeros lectores. Jaramillo observa que normalmente los niños leen lo que viene en las cartillas escolares y, hablando de cuentos que leyeran muchos niños en la historia del país, destaca a autores colombianos del romanticismo como José Manuel Marroquín (presidente de Colombia entre 1900 y 1904) y Víctor Eduardo Caro (hijo de Miguel Antonio Caro). Ellos escribían rimas para niños más cercanas a la fábula, que se alimentaba de elementos pintorescos, que facilitaban la reflexión educativa y que fueron conocidos como “poesía festiva”. “En todo caso” —remata el poeta— “gente que haya usado sus versos para niños en Colombia no ha sido ni mucha ni muy buena”.

LA PoESíA y LoS SENTIDoS DE LoS LECToRES

Puede ser que no exista la poesía para niños. Pero los niños existen para la poesía. A la larga, Darío Jaramillo, que vio a su amigo recitar a De Greiff, que oyó las leyendas populares en una cocina y que se gozó a Rafael Pombo, no solo terminó haciendo antologías y recogiendo textos para los oídos más jóvenes, sino que él mismo se hizo poeta.

Quizá la mayor parte de los pilares de la cultura que transmiten las tradiciones educativas no sea otra cosa que una forma de educar la sensibilidad. Así ocurre con la gastronomía, la comprensión de la música y el disfrute de las letras. Cuanto más flexible, abierta, instruida y curiosa sea la educación sensible de los niños, mayores oportunidades tendrá de ser “degustada” la poesía. Quizá no se trate de los temas, e incluso ni siquiera haya una forma musical próxima a la infancia. Posiblemente la poesía no esté ni tan lejos ni tan cerca de la memoria, sino de los sentidos atentos. En últimas, tal como resume Pombo en su versión de la fábula de Esopo “El leopardo y el zorro”: “ni hombres ni libros, valen por el forro”.

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los niños de la poesía

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de todo corazón. 111 poemas de amor

mISTERIoSo y A LA vEz EvIDENTE es el encanto de este título varias veces reeditado (en 2011 llegó a su vigésima edición), al que con seguridad ya podemos denominar, dentro de la literatura juvenil, un clásico. Publicado en 1998 por Ediciones Sm, su mérito esencial radica en que es un libro pensado para un destinatario específico: los adolescentes.

En el programa de educación literaria en la secundaria, entre géneros como la narrativa de ficción —cuento y novela—, el teatro, el ensayo y el periodismo literario, la poesía debería ocupar un lugar central. Pero muchas veces sucede lo contrario: los estudiantes no sienten empatía con los textos líricos, pues entran a ellos dándose de narices: aprendiendo de memoria la prescriptiva formal (rima, ritmo, métrica, figuras retóricas) y haciendo comentarios de textos canónicos que no les dicen nada, o cuyo significado les resulta hermético y lejano. En otros casos, leer poesía es considerado “cosa de chicas”, pues los varones suponen que los sentimientos —hablar de ellos, expresarlos— no es viril. Ser varón es gritar, cortejar, imponer, no hablar de la intimidad.

De todo corazón es una selección de poemas de amor muy lograda. El antologista, José maría Plaza, no ha operado con los criterios convencionales de escoger los nombres cimeros de la lírica amorosa en lengua castellana, sino los textos que más le dirán a un joven o a una chica de catorce o quince años; lectores que probablemente estén descubriendo en ese momento el amor. Amar en la adolescencia es inolvidable y la poesía puede ayudar a los jóvenes a comprender mucho de lo que sienten, a explicarlo verbalmente y a discutirlo de un modo inteligente.

La ilustración de la carátula del libro ofrece las primeras pistas, cuatro corazones que reflejan las altas y las bajas del amor:

Descubriendo lo inédito: el amor, la poesía Por Carlos Sánchez Lozano]

Ni vivir puedo en tu ausencia, ni vivo cuando te veo, ni es del mundo este deseo que consume mi existencia...

blanca de los ríos

Este es un libro ideal para introducir la poesía a las aulas, pero exige de los docentes de lengua y literatura una planeación didáctica que hará que los poemas sean más interesantes y significativos para los estudiantes. Sugerimos dos estrategias. Una de ellas ha sido creada por Beatriz Helena Robledo, y se llama “El oráculo”. Cada joven redacta una pregunta que tiene sobre el amor y la lee ante sus compañeros. Luego, abre al azar el libro De todo corazón, escoge un poema y lo lee en voz alta. “Es seguro que ahí encontrará una respuesta a su preocupación”, dice Beatriz.

En vista de que la poesía es concisión, trabajo arduo sobre las palabras para escoger las más precisas en un verso, la profesora española Andrea villarubia, por su parte, aconseja leer un poema al iniciar la semana y aprovechar de este cualquier característica formal que les pueda servir de aprendizaje a los estudiantes. Por ejemplo, definir el amor en un verso con una métrica determinada: endecasílabo (11 sílabas) al modo del soneto “Esto es amor; quien lo probó, lo sabe” de Lope de vega: “Des/ma/yar/se, a/tre/ver/se, es/tar/ furio/so”. He aquí uno escrito por una adolescente: “Una luz que se expande por el alma”.

máquina portátil, libro mágico repleto de secretos, tal como los soñaba Julio Cortázar, De todo corazón, 111 poemas de amor, invitará al diálogo íntimo, ayudará a construir la subjetividad y llevará a las aulas a otros grandes poetas que han escrito lírica amorosa, como octavio Paz, Jorge gaitán Durán, Alejandra Pizarnik, Rainer maria Rilke, Eugenio montejo o Juan gelman, quien nos advierte:

no es para quedarnos en casa que hacemos una casa no es para quedarnos en el amor que amamos y no morimos para morir.

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dirección  María Fernanda Paz-Castillo

diseño Camila Cesarino Costa

corrección Juan Pablo Mojica

logotipo original John Naranjo

colaboradores de este número Beatriz Helena Robledo Darío Jaramillo Agudelo Julio Caycedo Carlos Sánchez Lozano  Diego Sánchez “Dipacho”

Tiempo de Leer es una publicación de Ediciones SM Colombia

Ediciones SM Colombia  Carrera 85K nº 46A-66  Oficina 502  Complejo Logístico San Cayetano   Bogotá Colombia  Teléfono (571) 595 33 44 [email protected]  www.literaturasmcolombia.com

Ediciones SM Colombianº 3 abril/junio de 2012issn 2248-6445

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parte de mi trabajo como ilustrador es experimentar con formas y colores, pero también es crear historias; en especial, historias a partir de imágenes. Uso distintas técnicas para ello, a veces con acrílicos, otras veces con óleos, acuarelas, lápices de colores, tintas, recortes, cada historia tiene su tono, su forma y su expresión. Mi último trabajo fue particularmente difícil pero lo asumí como un reto y como una oportunidad.

Los cuentos y poemas de Rafael Pombo han sido ilustrados por muchos artistas y de maneras muy distintas, algunos muy parecidos a otros. Por ese motivo me inquietó un poco la propuesta de ilustrarlo. La tarea de dibujar para Personajes con diversos trajes. Antología de Rafael Pombo, de Ediciones SM, se convirtió en un juego divertido de crear personajes y experimentar con un estilo diferente.

Empecé por hacer bocetos a lápiz de los personajes y luego

hice pruebas con las técnicas. Así comenzó el proceso jovial de inventar formas con recortes de papeles pintados de colores y buscar en estas formas a los personajes de Pombo. Era como cuando vemos en las paredes, en el piso o en el cielo figuras que se parecen a algo y las asociamos con alguna cosa de la realidad. Con un poco de paciencia, aparecieron personajes muy divertidos y expresivos. Para darles todavía más vivacidad, usé colores primarios y básicos, que ayudaban a que resaltaran sobre el fondo blanco.

Ilustrando a Pombo me sentí como un niño jugando, solo que estos juguetes eran ilustraciones hechas con papel que yo podía mover en el escenario, y a las que les podía dar gestos, expresiones y diversos movimientos. Además, mis personajes podían tener auto, casa, ropa, y vivir en donde yo quisiera, siempre y cuando guardaran relación con

la trama del cuento o poema en cuestión.

Todos disfrutamos alguna vez la lectura que nos hicieron, o la que con los años aprendimos a hacer, de la obra de Rafael Pombo. Era un juego delicioso repetir sus versos y recrear sus personajes con nuestra voz; pintar con esta al renacuajo paseador o a la gata Mirringa. Para mí, ilustrar tiene que ser principalmente eso: un juego, una diversión, un placer. En aras de llevar una vida feliz y digna, cualquier trabajo que uno haga debería dar siempre esa satisfacción del juego. No siempre es así, pero lo ideal es tener trabajos como este, en el que uno termina jugando a repintar cuentos ya pintados.

el juego de ilustrar Por Diego Sánchez “Dipacho”]

] autor e ilustrador de libros infantiles.su obra ha sido publicada por diversas editoriales latinoamericanas y ha obtenido reconocimientos como el Premio “a la orilla del viento” del Fondo de Cultura económica, mención en la bienal de ilustración de bratislava, Premio Cj de Korea, the White ravens, mención de honor del banco del libro, y la lista de Honor de la ibbY, entre otros.

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