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Tiempo para uno, article de Mayte Rius

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2011/04/09

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Page 1: Tiempo para uno, article de Mayte Rius

13 EN FAMILIA

Tiempo para uno

¡Días de 30 horas! esa es una vieja reivindicación de quienes sienten que el tiempo se les va en obligaciones y no les llega para disfrutar. ¿Serviría o nos apresuraríamos durante

seis horas más? el único modo de tener tiempo es tomárselo, incluirlo en la agenda

“Uf, conseguir tiempo... ¡qué gran meta para el día!”(Esther). “Lo de sacar tiempo para ti en los tiempos que corren es un acto de fe” (Rosa). La respuesta inmediata cuando se pide a alguien ideas para conseguir tiempo para uno mismo no acos-tumbra a ser de gran utilidad. Pero si uno espera unos minutos más, la cosa cambia. En el caso de Eulàlia, la cuestión dio para toda una mañana de debate entre ocho amigos que compartían fin de semana en el que salieron soluciones tan dispares como aprovechar mientras se plancha la ropa para ver una buena película, delegar más tareas tanto en el trabajo como en casa, o separarse de la pareja para disponer de un fin de semana de cada dos sin hijos. Son ideas, más o menos realizables –y por supuesto opinables–, que muestran que la angustia por la falta de tiempo es un mal generalizado. Claro que también ponen de manifiesto que quien más y quien menos se ha planteado alguna vez cómo lograr más tiempo para él y que, algunos, en mayor o menor dosis, lo han conseguido. Rosa, por ejem-plo, decidió un día que los domingos toda la familia cenaría sandwiches y las horas que empleaba en hacer la cena se las toma libres. “Si cuadra, aprove-cho para darme un bañito relajante con espuma; si no, me desparramo en el sofá; pero el domingo por la tarde es mío, para mí solita”, afirma.

Como ella, hay muchos otros que han introducido cambios en sus vidas para lograr huecos persona-les en su agenda. Porque, aseguran los expertos, el único modo de tener tiempo es tomárselo. ¿Cómo? ¿De dónde sacar tiempo si el día no llega ya para todo lo que uno querría? “Lo primero es pararse; pararse y observar desde fuera nuestra vida; ver si estamos conformes con ella, si nos sentimos cómodos haciendo lo que hacemos”, afirma María Novo, autora de Despacio, despacio. 20 razones para ir más lentos por la vida (Obelisco), y responsable de la cátedra Unesco de la UNED. Y confiesa que, en su caso, tuvo que alejarse físicamente de donde vivía para observarlo todo desde fuera “y darme cuenta de que algunos de mis principales objetivos me estaban siendo arrebatados sin que me diese cuenta”. El segundo paso, dice Novo, es decidir –“y hay que reconocer que no somos todo lo libres que queremos para estas decisiones, aunque siempre hay una forma de eliminar actividades inútiles”– y, el tercero, aprender a decir NO “con mayúsculas”.

Parece sencillo: pararse a observar, decidir y decir no. Pero no debe serlo cuando millones de perso-nas, en los países industrializados, padecen estrés y ansiedad y no pasa día en que uno no se oiga a sí mismo o alguien a su alrededor quejarse de que no tiene tiempo. Los psicólogos advierten que para muchas personas el problema es que no gestionan bien su tiempo: caen en la trampa de la activi-dad, de hacer mucho y muy rápido sin evaluar si

es importante o si les conduce a lo que quieren. Para otros, la falta de tiempo es una excusa para distraerse en múltiples ocupaciones en lugar de tomar las riendas de su vida o modificar cosas en ella, un pretexto con el que uno mismo se sabotea para no perseguir un sueño.

Cristina Mae Wood, psicóloga e investigadora de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) en la Universidad Complutense de Madrid, subraya que la mayoría de personas no rompe con esta cadena de excusas –“quiero cuidarme pero no tengo tiempo”, “querría ver a los amigos, pero no puedo”, “haría deporte pero ¿cuándo?”– hasta que la salud les da un susto o viven una situación traumática que les obliga a replantearse la vida. Pero cree que muchas más lo harían si fueran conscientes de los riesgos que es-tán corriendo por no reorganizar su vida, priorizar lo importante y reducir los niveles de ansiedad. “Tener mucho estrés tiene efectos muy serios sobre la salud e incluso puede provocar la muerte”, alerta. Y deja claro que no es una forma de hablar, que hay evidencias científicas de que cuando las emociones negativas o el estrés sobrepasan ciertos límites o se mantienen un tiempo prolongado cam-bian las conductas, se altera el sueño y se deteriora la salud, y esa activación fisiológica se traduce en hipertensión, trastornos digestivos, enfermedades coronarias, cefaleas, trastornos respiratorios como el asma, psoriasis, eczemas, disfunciones sexua-les... y una inmunodepresión que hace a la persona más vulnerable a las infecciones. “Es un pez que se muerde la cola, porque esos trastornos físicos repercuten también en el bienestar psicológico, en más angustia y más ansiedad, y se resiente el esta-do de ánimo y la motivación, se produce una insa-tisfacción, un vacío y se ve afectado el bienestar y la autoestima, y eso afecta a nuestras relaciones y a nuestro equilibrio personal”, agrega el psicólogo J. Carlos Baeza, de la Clínica de la Ansiedad. “Hay que ser conscientes de las consecuencias de no dejarse tiempo para uno y pensar siempre en el trabajo, en ser la mejor pareja, el mejor amigo, el mejor padre o madre, la mejor hija; uno no puede ponerse siempre a la cola de las obligaciones y del ocio y las necesidades de los demás”, enfatizan Baeza y Mae Wood.

Baeza explica que la máxima “primero la obliga-ción y luego la devoción” tiene mucho que ver con las dificultades que tienen muchas personas para disfrutar de su tiempo. “Programamos las obliga-ciones y consideramos que, lo que quede después, será el tiempo libre; pero somos capaces de pensar obligaciones para 48 horas y no dejamos hueco en la agenda para lo lúdico y para las satisfacciones, y es un error”, comenta. María Novo cree que el día se nos hacer corto porque el sistema de vida de

Texto Mayte Rius

“ir a comer a casa en lugar de quedarme en el bar con los compañeros de oficina me permite disponer de al menos una hora para mí”Jaime

“He pactado con mis hijos que de 15.30 a 16.30 h es nuestra hora de descanso y cada uno hace lo que le gusta: ver la tele, sestear, chatear...”María

“elegí diez cosas que me gustan pero para las que nunca encontraba tiempo y trato de hacer una al día”Juan

“un día decidí regalar la televisión y, desde entonces, tengo tiempo para leer y para otras aficiones”Encarna

“Delego en mi madre recoger a los niños del cole los jueves para disponer de dos horas fijas libres a la semana”Mar

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“en casa trato de ejercer de directora general: organizo, delego tareas y voy supervisando; y como este cargo se cotiza, si logro mejorar la eficiencia me lo cobro en especies, en más tiempo para mi bienestar”Luisa

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nuestra sociedad es perverso: “Espera que las personas dediquen todo su tiempo a producir o a consumir y cada vez demanda más horas para esas actividades; y, por si fuera poco, el resto del tiempo estamos sometidos a lo que yo llamo ‘síndrome NTD’ (nos tienen distraídos), con desplazamien-tos interminables para ir al trabajo, mil trámites burocráticos para cualquier gestión, horas de programas de televisión basura... de forma que no tengamos tiempo para lo verdaderamente importante, que son las relaciones personales, la participación social, el cuidado de las personas queridas y de nosotros mismos, el disfrute de la naturaleza, etcétera”. Y enfatiza que es importante tener tiempo para uno mismo porque “el tiempo es libertad; necesitamos tiempo para reflexionar, para establecer nuestras prioridades, para disfrutar de lo que nos regala la vida, para ser creativos, para soñar, para jugar, para amar... y todo eso hay que hacerlo sin prisas”.

Cristina Mae Wood asegura que la clave para tener tiempo para uno es organizarse y priorizar lo im-portante y subraya que, aunque no es fácil, hay una serie de pautas que suelen funcionar. La primera es identificar y comprender el problema. “Uno debe preguntarse si realmente no tiene tiempo o se organiza mal; si no tiene tiempo o es que no quiere tenerlo”, ejemplifica. El siguiente paso es lo que denomina “una lluvia de ideas”, lanzar muchas opciones sobre lo que uno podría o querría hacer sin pensarlas demasiado. De todas esas ideas se eligen las dos o tres más factibles y se analizan sus pros y sus contras para ver cuál es la opción más adecuada y ponerla en práctica. “Una vez decidida la actividad o el tiempo que te vas a dedicar, se trata de mirar hacia adelante sin pensar en las opciones que has descartado y, después de un tiempo, eva-luar si la mantienes, si ha resultado”, indica Mae Wood. Otra de sus recomendaciones es motivarse, darse instrucciones positivas y, en lugar de pensar que no se tendrá tiempo para lo que se quiere hacer, darse ánimo para hacerlo. Esos ánimos son especialmente importantes en el caso de las per-sonas muy perfeccionistas, que corren el riesgo de no valorar los avances y pequeños logros que van consiguiendo, empeñados en lograr algo mejor. “Si no disfrutas y te premias por el avance, es más fácil abandonar”, advierte la psicóloga de SEAS.

J. Carlos Baeza insiste en que la clave es priorizar y repartir el tiempo de forma realista. “Es como preparar la maleta cuando nos vamos de viaje; no cabe todo, así que primero hay que incluir las acti-vidades que son fijas –como ir al médico o recoger a los niños–, y luego las importantes y necesarias, que no quiere decir sólo las obligaciones, porque el autocuidado y las satisfacciones también lo son”, reflexiona. A la hora de priorizar obligaciones y

satisfacciones no valen dogmas, cada uno debe decidir a qué prefiere dedicar sus minutos y qué es lo que le relaja o le hace disfrutar. Para uno será leer y para otros será hacer deporte, pasear, bailar o charlar con amigos... “No existen reglas, aun-que en nuestra agenda debería figurar un tiempo respiradero para vagar, holgar, tomar el sol o mirar el techo, un tiempo de libertad para no hacer nada, que no esté comprometido con ninguna actividad y nos descomprima”, indica Baeza.

Para seleccionar las actividades que llenarán la agenda durante el día o la semana puede resultar de ayuda preguntarse qué tareas han de quedar hechas en el día, cuáles se pueden reprogramar, cuáles se pueden delegar en otras personas, cuáles se acercan más a nuestros objetivos y cuáles se pueden eliminar sin comprometer estos. Porque cuando se trata de ganar tiempo para uno hay dos prácticas que resultan imprescindibles: delegar y decir no. Una medida muy útil es, antes de incluir una actividad o aceptar una cita, pensar en si real-mente se tiene el tiempo y la energía necesarios para ello y si es acorde a la lista de prioridades de cada cual. Para hacer más fácil toda esta organi-zación, lo mejor es llevar una agenda que incluya todo lo que uno debe y quiere hacer, desde las tareas del trabajo hasta las de casa, pasando por las actividades lúdicas que se quieren disfrutar. Tam-poco está de más, dicen los expertos, hacerse una lista de las cosas que uno quiere hacer y no hace con la excusa de que no tiene tiempo y otra con los ladrones de tiempo particulares de cada cual, todas aquellas cosas que hace y no necesita: mirar la tele sin interés, cotillear, burocracias, llamadas innece-sarias, consultas constantes de correo electrónico o de las redes sociales... “Si uno para de hacer las cosas de la segunda lista y las sustituye por las de la primera, ya tendrá tiempo ganado”, apuntan. s

“me creé mi extraescolar, una clase de artes marciales, porque si tengo una actividad fuera de casa todo el mundo (incluido yo) lo respeta más que si digo que no puedo quedar porque quiero estar solo”Jordi

“Voy al trabajo en tren aunque tarde más para disponer de ese tiempo para leer, para escuchar música o para pensar en mí; y el fin de semana me levanto antes que el resto para poder hacer lo que quiera sin interrupciones”Esther

“reservo dos horas a la semana para cuidados y aficiones, y le paso las citas a mi secretaria para que bloquee ese tiempo enmi agenda”Pilar

“para mí es imprescindible hacer deporte, así que he aprendido a decir no cuando me ofrecen más trabajo, aunque así gane menos”Sergi

“me turno con mi mujer para atender a los niños al volver del trabajo y así cada uno tiene dos tardes libres a la semana”Miguel

œ “La clave es olvidarte del sofá después de cenar. Yo salgo a caminar”Roberto

“Cuando todos se acuestan, es mi hora: saco las herramientas y me dedico a mis artesanías”Rosa

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