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TIEMPO VIEJO Y TIEMPO NUEVO EN LA
MEMORIA DE SALADO ALVAREZPOR ISAAC ROJAS ROSILLO
En pleno porfírismo, la vida en Méxicono ofrece nada extraordinario para un observador común; Salado percibe, a travésde lo cotidiano y lo aparente, el verdadero fondo de las cosas y descubre vivo elduelo entre la tradición española y la influencia yanqui. Sobre esto insiste conterquedad su mexicanismo. "Esa lucha---dice- ha influído hondamente la psicología, la historia y la economía nacionales."
"Entonces -refiere- no había eseamor a lo autócton~ que tantos maDÍfiestan y sienten tan pocos"; resiente queno se haya estudiado seriamente el folklorenacional por el que sienten horror los cursis y almidonados, entre los cuales -sostiene irónicamente- tenía el honor decontarme. Larga y continua es la incidencia del autor acerca de lo mexicano. "Elhombre --dice- posee una admirable facilidad de concepción y una rapidez deejecución que le caracterizan"; con todo,sin pretender fabricar una teoría empírica,cree que "pudiera ser David el símbolode la raza, pues los individuos brillancomo leónidas espléndidas para convertirse a poco en oscura masa estelar que se
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infeliz que no tenía aptítudes para nada,que era un triste gacetillero, sólo servíapara períodista."
Victoriano Salado Alvarez
,bustecer la prensa de los Estados. Su po_tencia de trabajo era inmensa. Deshacíaplanas para dar cabida a una noticía escrita burla burlando. Entendía de escribir en prosa y en verso, sabía de polemistay de dialéctica porque todo entraba en laconcepción del periodismo, que deseabaver hecho carne."
Retrato encendido que Salado Alvarezperfecciona al mencionar, además, queCaballero no supo enriquecerse. Como para descargo, añade que sobresalió en el artede poner cabezas y en el reportazgo. Suobra es digna de rememoración. Saladola destaca con perfiles heroicos, pues fuéiniciada "hace la belleza de cincuentaaños, en momentos en que se decía que un
imborrable. Asiste. al teatrO cap frecuencia. y así entra poco a poco en sus propios terrenos. Colabora en un periódicofestivo llamado Juan p,tuldero, en el quecritica el libro Oro y negro de FranciscoOlaguíbel. Surgió la polémica y con lostextos de ella y otros agregados formó suprimer libro, De mi cosech.. "Pobre, hinchado y pomposo era el ta'librillo", dicemodestamente. Más tarde le sirvió pararelacionarse con Rafael Reyes. Spíndola,cuya amistad tanto influyó en su destino.
Reyes Spíndola le decide a venir a lacapital a principios de siglo. Trajo su título de abogado y su segundo libro, Deauto"s, compuesto de cuentos y sucedidos.Entró a trabajar en El Imparcial, queeditaba su encaminador. En dicho periódico hacía lo mismo editoriales, crítica,revistas de teatro, que revístas de toros,entrefilets, artículos breves ... y la sección comercial. Después colaboró en ElMundo Ilustrado, al que entregaba cuentos, traducciones... las consultas a lasdamas y la seq::ión de modas.' Inicia esatarea colosal de periodista infatigable quemueve a González Peña a decir: "Acasoahí se encuentren las mejores páginas delescritor." Ojalá se haga una recopilacióny se seleccionen en uno o varios tomosreveladores los mejores trabajos del memorialista. Salado Alvarez taja su lápíz,lo afina y escribe un elogio del oficio.Pide justicia para Reyes Spíndola, "elcreador de todo lo que poseemos en materia de periodismo. Comenzó a pagar altos precios, a hacer descubrimientos y apagar hasta los versos y las novelas". Noolvída a Manuel Caballero, de quien dicecon firmeza: "Si ahora no se niega lugaren un banquete a un reportero, si lospersonajes lo cortejan, si el público lo leecon interés, se debe a Caballero, que fuéquien hizo respetar la profesión y admitir esa especial literatura. Si el periodistapasó de sacerdote, de juez inapelable, sochambre que engolaba la voz para deciroráculos y es un hombre que escribe clara, modesta. y llanamente, se debe a Caballero, qUe ennobleció la profesión. SiReyes Spíndola encontró el camino seguroy agradable para convertir el papel deocasión inflamado por odios sectarios opor pasiones del momento, en hoja informativa de la cual no puede prescindir tOdo el que sabe leer, se debe a Caballero,que pensó antes que nadie en ese periodismo nuevo que irrita a muchos que recuerdan los tiempos de Juvenal y del Nigromante y remen a los chicos de la pren
,sa que, en fin de cuentas, son buenos chicos. El contríbuyó hasta para lograr quese estableciera la libertad de prensa quequizá algún día se alcance porque porella sufrió prísiones, golpes, injurias, denuestos y desprecio."
Es imposible interrumpir la transcripción: "Sus aforismos periodísticos erande un modernismo asombroso y se los oihace trienta años: «En un pueblo de cienhabitantes se puede escribir un periódicodigno de que lo lean con interés cien milpersonas.~ <No ..hay que fabricar noticiasfalsas, pero con las verdaderas puede formar un periodista algo que asombre, encante o irrite.~ «Con los materiales de lanoticia diaria logra un periodista sacarmaterial literario que envidiaria un autorde novelas por entregas o un dramaturgodesmelenado.~ Contribuyó a formar y ro~
bro, Los gringos, en que de plano declaraa las tapatías las mujeres más bellas delmundo.
Vale la pena reseñar un poco los primeros años de Victoriano. "Fuí -diceun niño sin niñez, un entendimiento maduro antes de su formación." Se enorgullece de pertenecer a una familia en laque hace cíen años había gentes que sabían leer. El aprendió a los tres. Su nanale cantaba los romances del Cid Y deBernardo del Carpio, con las variantesvulgares, naturalmente. En estos que llama sus desmalazados recuerdos, que forman una serie periodística magistral, seve como un chico triste; reservado y escéptico. Físicamente padecía una torpezade movimientos que parece fué acentuándose con el tiempo. Un su primo leindujo a realizar ejercicios violentos ytravesuras que le ponían el alma en unhilo. Hasta cierto punto le benefició esainfluencia, pero ni hizo nada definitivopara darle agilidad, salvo que aprendió ytomó gusto a las caminatas largas. En elPalacio de Cristal de Petrópolis, a causade esa ineptitud corporal, cayó al suelodurante un baile con la princesa PedroMaximok Petrovich, griega fanariota,ministra rusa en Brasil, toda una figura.Allí acabaron sus aficiones a la danza.
"Con la adolescencia -se queja Salado Alvarez- se acentuó mi fealdad. Ytambién otras cosas que eran mi tormento." Ya se encuentra en Guadalajara, después de pasar por las manos severas yaleccionantes de los padres José MaríaRodríguez y José María Galaviz, quienes,más éste que el primero, le enseñaron el
. latín y sus buenas tiradas de griego. Entra el Liceo de Varones en 1881. Tieneentonces catorce años y se convierte pronto en uno de los más distinguidos alumnos; arruba sus lecturas religiosas iniciales y, discípulo de Puga y Acal, se vuelveanticlerical. Devora concienzudamentelas obras de Pérez. Galdós, Alarcón, laPardo Bazán, Valera y Palacio Valdés, librándose milagrosamente de los culebrones en boga. Esas castizas y limpias fuentes le iban de perilla con su aprendizajede humanidades y le crearon el fondo académico que moldeó,~ en parte, la producción de los escritores mexicanos anterioresal Modernismo. La huella que marcan enla sensibilidad del literato en cierne es
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Nacido para cura de pueblo o para boticario, oficios pacíficos y tranquilos quele habrían dado una existencia suave ydulce, Victoriano Salado Alvarez es arrebatado por una vida trashumante y agitada. Ahí encuentra Carlos González Peña la causa de que no realizara la "obragrande y única, soñada", o acaso de sufrustración literaria como novelista.
A los sesenta años, saludable y vigoroso, comienza la redacción de sus Memorias para no caer en el vicio mexicano deno escribir memorias ni recuerdos. Asegura una y otra vez que no acomete unaobra histórica, quizá para hacernos comprender que su verdadera vocación se aleja de esa disciplina, y. dice sencillamente:"Me dirijo al lector de periódicos." Nofinge una postura. En el periodismo, como en la conversación, dió escape desahogado a sus inclinaciones literarias.
Vino al mundo el 3O de septiembre de. 1867, de una familia en la que "abunda
ban los abogados y los escribanos". Leimpusieron un nombre con el cual se conforma y. aun se regodea, al pensar que conotro pudieron haberse introducido en suvida la cursilería y la falsedad. Teocaltiche, su pueblo, en el Estado de Jalisco,significa en lengua caxcana (nahoa corrompido) casa de adoración del diabloy en verdad sólo por artes de éste sobrevivían los habitantes, pues hacia las orillas del lugar corría un "rastro de pestilencia que habría acabado con todos sifueran ciertas las leyes de la higiene".. El provinciano y el provincialista, de
bracero, cantan al terruño, refrendan elvalor dejos hombres y ensalzan la hermo¡ura de las mujeres:· La capital del Estado, Guadalajara -dice orgulloso Salado
. Alvarez-, "agostada y empobrecida, en-ocierra energías que nadie puede atajaraunque lo pretenda". Luego añade que losaztecas mexicanos y los caxcanes "tanrenombrados por la virilidad con qte seopusieron a la conquista española, son unamisma tribu". Aunque no necesita muletas para convencernos de las gracias desus paisanas, Salado Alvarez no resiste latentación de citar el testimonio de August H. Wise, un espía americano queanduvo una larga temporada por Jalisco,de donde salió suspirante y nostálgico apublicar en Londres, el año 1849, un li-
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diluye en las atmósferas supernas". Deotro modo, "tiene vida brillante y breve,comienza ingeniosa, sigue inerte y acabadestrozada por el pesimismo y comida porla indiferencia". Verdaderas llamaradasde petate, que dice la voz popular.
Pero volvamos al porfirismo, pues esdentro de él donde sienta sus reales Salado Alvarez. "Yo sí era porfirista amuerte", dice Salado remontándose a suinfancia, y se mantiene fiel y hasta entusiasta en su parridarismo. El mayor elogio que dedica a Porfirio Díaz es éste:"No fué grande por lo que hizo, sino porlo que dejó de hacer." Era omnímodo,comenta Salado, y si hubiera sido borracho, mujeriego o ambicioso, ¿qué se lehubiera dificultado, quién se le hubieraatravesado en el camino? Y él mismocontesta que nadie, absolutamente.
Se incorpora a los científicos "sin querer o queriéndolo", y de esos tiempos escribe que quien no vivió la época no sabrá lo que era la dulzura del vivir. Susañoranzas le enternecen y es visible cómoel ponder,tdo y justo memorialista, ahorasí sin querer o queriéndolo, acumula críticas de intención vengativa o al menosempapadas J" resentimiento contra elnuevo régiC'len. Su pluma da forma alpensamiento d,~ Ull enemigo inteligentede la Revolución. Nada ni nadie se salvay a cada pa o asoma o se planta garbQsala frase irónica. la anécdota burlona, enrelato ensañado e implacable.
Pero sus l:ríl;;r:a5. como quiera que selas juzgue, son .Sinceras. Salado demuestra que "la diicr.:ncia entre un escritor yun mecapalcro ",ti en que aquél puededecir lo mismo <1·.1~ éste sin recurrir a losoez ni a lo bajo".
No es el propf;:;irn de este trabajo analizar las ideas pohr.i:::.ls del memorialista.Hombre de su tiempo, pertenecía entera-
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mente al porfi~ismo y se condujo conhonestidad. y lealtad a su grupo, convencido de que el Dictador obraba con patriotismo.
Salado era de.... ascendencia liberal. "Miabuelo --dice-- se alistó entre los liberales rojos, los de cáscara amarga, juró laConstitución del 57 y, como los de sutiempo: Prieto, Zarco, Gamboa, era profundamente religioso y amante .de su fe,que creía compatible con los Derechos delHombre." Más adelante agrega: "Pocospueden jactarse de haber tenido una educación más democrática que yo." Asíplantea su posición, en la que late un conflicto interior; de manera que no debeextrañar la resultante, expresada comoambición vital cuando entró al Liceo deGuadalajara: "No lo conté a nadie, perola verdad es que me habría dejado guiaral sacerdocio y que habría sido un buencura de almas." Aspiró, claro se ve, a laindependencia y al reposo que reclama laobra creadora.
•. De autos le valió un cumplido elogiode ·Pablo Macedo, que finilizó en estostérminos: "No será imposible hacerlo entrar a las Cámaras." Y entró, en 1902."Entonces --comenta Salado Alvarezgustaba el estilo valeroso y galdosiano."Ya gozaba fama de buen escritor. JustoSierra, "el hombre más divertido, gracioso y chirigotero", cuand~ fué nombradoSul.secretario de Instrucción Pública, ledijo: "Lo reservo para que me enseñe ahablar a los muchachos de la Preparato-_ria." Por esos años conoció a Santiago Ballescá, el editor, un español cuyo padre seentusiasmó al saber que en México fusilaban emperadore~. Ballescá publicó laHistoria General de México, de Riva Palacio; México, su evolución social; fuáTez, de Justo Sierra; un diccionario deJurisprudencia; novelas de Micrós; obrasde Economía Política, de Díaz Dufoo;reediciones de Riva Palacio, historias· de .Pereyra, .versos de María' Enr-iqueta yde José Peón, etc. Salado colaboró en algunas obras de Ballescá y escribió por sucuenta varias novelas, que no llegó a publicar por ~a peregrina razón de que "Diosno me ha /otorg~do facundia ni el dón deinventar". No hay temeridad al sospecharque esos escritos no le satisficieron, ya quedesgraciadamente antes de salir para Chihuahua a tomar cargo de su pl,lesto como secretario de Gobierno de EnriqueCreel, quemó los originales "que eran varios tercios". ¿Por qué lo' hizo? Es probable que haya pesado mucho en él la responsabilidad de ser Académico de la Lengua a los treinta y dos años de edad. Esto contribuyó, tal vez, a exaltar su rigorautocrítico y a inclinarle hacia la Historia, a la cual llega, por supuesto, embarcado en la novela. Efectivamente, cuando .Creel fué· nombrado - con posterioridadembajador de México en Washington, Salado Alvarez comienza allá la primera serie de sus novelas históricas De Santa Anna .a la Reforma, completadas después con LaIntervención y el Imperio. Por cierto queJuaJ:1 de Dios Peza hizo un ingenioso epigrama a costo de la primera serie, observando que' llevaba título de tranvía.
Durante su ejercicio .como diputado federal (1901-1906) por un distrito de Sonora que jamás conocería, formó parte dela Comisión de Estilo y en ella "aprendiólo que significa la concisión y supo que esmás bello un período sin muletillas, despejado de enclíticos y proclíticos". Se sentaba junto a las curules de Pablo Macedo yEnrique Cree!; Casasús, Pineda, Chávez,Macedo, Bulnes ("el único genialoide que
hemos tenido"), Duret, Díaz Dufoo,Gamboa, Pérez Verdía, Calero, Urueta,Ramos Pedrueza, Pereyra y otros menosnotables científicos. Recuerda a Díaz Mirón pronunciando a su lado en la Cámara"una d.I: las oraciones fúnebres más ri.dículas y más bajas." "Carranza --dice-me juró guerra a muerte porque en unasesión del Congreso General se prefirió minombre al suyo entre los que iban a reciobir al Presidente Díaz."
El desfile de personajes y figuras es in·terminable. Pasan con sus méritos -o defectos, los polí ticos, los académicos, losescritor~s, los científicos, los ~migos, losparientes. Entreverados anécdotas, comen·tarios y sucedidos, las Memorias de SaladoAlvarez resultan evocadoras de una época histórica ciertamente no escasa deerrores, graves y menores, pero todavíadifícil de justipreciar por su cercanía, omejor, por la falta de perspectiva quesólo el tiempo proporciona. '
Salado Alvarez no tiCI\lbla ni duda alconfesar su acendrado porfirimo; lo arros·tra con dignidad y hasta con señorío. Vi·garoso, preciso, el trazo de las costumbres,las peripecias de la polí tica interior y dela internaCional, constituyen un materialprecioSo para los historiadores. Vemos,pues, cómo Salado Alvarez huye de laHistoria, según reiteradamente lo afirma,para caer en ella. Este fatalismo persigueal escritor durante toda su vida. No cabeduda que la dilatada participación de Salado Alvarez en la vida pública teníaforzosamente que dar un matiz históricoa sus Memorias y ¿por qué no? a toda suobra. Las ciréunstancias meramente externas influyerdn denodadamente en lamentalidad de Salado Alvarez, y así esposible pensar que sus observaciones y susjuicios adquirieron dimensión histórica.¿O realmente deseaba ser historiador? Nosinclinamos a creer que no.
Pero antes de ir a,delante en esta cuestión, sepamos lo q~e dice Salado Alvarezacerca del advenimiento de la Revolución.Escatima el mérito de la iniciación a Ma~
clero. Fueron los hermanos Flores Magónquienes prendieron la mecha. Consideraque no se les ha hecho justicia. Estimaque la caída de Díaz no fué motivadapor 'las insubordinaciones de los FloresMag6n ni por las cruzadas de Madero.Culpa a la intervención norteamericanay a los errores políticos que cometió Díazen los últimos años de su largo mandato.No acepta la sinceridad de los _directoresdel movimiento revolucionario. Olvida labandera antirreeleccionista que el puebloacogió fervorosamente, así como el senti.:do de redención s~ial de 1a Revolución.Cuando en su narración, por ejemplo, babIa de agrarismo y derecho de huelga,hace burla de ello. El Tiempo N~ocontiene más amargura que delicia. Salado Alvarez da la impresión de carecer defe en la patria, que ve perdida en manosde asesinos y bandidos. De' una sola pieza, sin trabazones, el tomo segundo delas Memorias se desarrolla como la conversación de un amigo viejo. Plática sabrosa pero irreal, distorsionadora de los.hechos. Así la recibimos, por eso la respetamos.
•Sus amigos y contemporáneos son uná
nimes en declarar a Salado Alvarez unapersonalidad extraordinaria en la literatura mexicana. Era un hombre de aspectovigoroso, talla corpulenta, mirada dulce.Su mostacho y su barba le daban un aspecto respetable que su frente despejaday serena ennoblecía. El andar despacioso,
como los ademanes libres de agitacionesy de furias. Una ligera sonrisa escondidaentre la pelambre facial, cuidada y acariciada suavemente. La voz clara, fuerte.matizada. Su risa, al estallar, le sacaba elalma del cuerpo y era contenida a dura.penas. Un intelectual de tipo nada común, que se codeó con González Martínez, Nervo, Urbina, Micrós, GutiérrezN ájera, Gamboa, y tantos otros de losque aprendió y conservaba anécdota. yocurrencias relatadas maravillosamente.La conversación de Salado Alva.rez erafuente inagotable de ingenio y'Cionosura.
Abogado, periodista, diputado, diplomático, académico, catedrático, critico,cuentista, historiador, fué admirable suesfuerzo; sin embargo, no alcanzó la culminación literaria: la novela. De ésta participan sus obras, pero nada más. Lasnovelas que hizo fueron destruídas porsus propias manos. Lástima.
A partir de De mí coste" (1899), elhombre se debate entre ocupaciones a granel. Cuando intenta la novela le falta"clima" propicio. Por eso, sus libros vienen a ser como escapatorias imposiblesdel género novelesco. Poseía elementosculturales bastantes para crear, pero nodispuso, evidentemente, de la ocasión yel aliento necesarios. Culpa del tiemPo.
Prosperó en la est~ación de las mejores/
gentes, ganó la gloria académica en la
flor de su vida. Con todo, su. c.orazón re~
clamaba .el galardón más precioso: el. delnovelista que fué sin ser el magnífico es
critor don Victoriano Salado Alvarez.
• SIN EXCEPCION.> estu<liantes ymaestros. profesionista& y prácticos. todos necesitamos conocimientos técnicosy científicos. La vida contemporáneasimultáneamente nos ofrece. calcada enlibros. la experiencia de especialisu.en cada mater~.
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el acervo completo de libros técnicos nosimpone utilizar esos libros escritos eninglés; algunos -muy pocps- en español.
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