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Titulos y operaciones de crédito. Análsis teórico-práctico de la Ley General de ... · 2020-05-15 · 2.1. Función comercial de la moneda 2.2. El crédito permite mayor circulación

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  • L. CARLOS FELIPE DÁVALOS MEJÍA

    Originario de la ciudad de México (1952), es licenciado en Derecho por laUniversidad Nacional Autónoma de México y doctor en Derecho por laUniversidad de Marsella (Aix-Marseille III).

    Abogado postulante, es socio fundador del Bufete Dávalos y Asociados.Tiene práctica nacional e internacional en el litigio mercantil, bancario,concursal, bursátil, constitucional y arbitral.

    Ha dictado cátedra sobre Títulos y operaciones de crédito, Derechobancario, Derecho concursal, Derecho internacional privado y Obligacionesciviles en diferentes universidades, institutos de especialización profesional yjudicial y asociaciones de abogados de la ciudad de México y otras plazas dela República Mexicana.

    Conferencista frecuente en la República Mexicana, Estados Unidos,Latinoamérica y España, ha sido expositor invitado por tribunales superioresde justicia y procuradurías generales de justicia de diferentes estados del país,así como por entidades bancarias de Centroamérica, públicas y privadas.

    Es autor de los libros Títulos de crédito, Quiebras, Contratos de crédito yDerecho bancario, de múltiples artículos en órganos especializados de laRepública Mexicana y Estados Unidos y, en esta misma casa editorial, deTítulos y operaciones de crédito, Introducción a la Ley de concursosmercantiles y Derecho bancario (en preparación).

    Es miembro del Consejo General del Centro de Arbitraje de México, asícomo académico e investigador visitante en Columbia University School ofLaw.

  • Títulos y operacionesde crédito

  • Respecto a la imagen de portada

    Pagaré suscrito a los 17 años por John Coffin(1756-1838), capitán de navío al servicio de

    Su Majestad desde 1774 hasta su muerte.Nótese la impresión con espacios en blanco

    —como hasta la fecha—, la alegoría deseguridad al margen izquierdo, el propósito

    comercial o valutario (garantía del pago —género deaseguramiento— del valor de la carga de un buque)

    y su pago a la orden o “al portador”.

    Galerías LaBarre, N.H., Estados Unidos de América.

  • COLECCIÓN TEXTOS JURÍDICOS UNIVERSITARIOS

    Títulos y operaciones

    de créditoAnálisis teórico práctico de la Ley General de

    Títulos y Operaciones de Crédito y temas afines

    Cuarta edición

    L. Carlos Felipe Dávalos MejíaABOGADO

  • Oxford University Press es un departamento de la Universidad de Oxford, elcual promueve los objetivos de excelencia en la investigación, el aprendizajey la educación de la Universidad mediante publicaciones en todo el mundo.

    Oxford es una marca registrada de Oxford University Press en el ReinoUnido y en algunos otros países.

    Publicado en México porOxford University Press México, S.A. de C.V.

    Antonio Caso 142, Col. San Rafael, Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06470,México, D.F.

    D.R. © Oxford University Press México, S.A. de C.V., 2012

    Se han hecho valer los derechos morales del autor

    TÍTULOS Y OPERACIONES DE CRÉDITO.ANÁLISIS TEÓRICO PRÁCTICO DE LA LEY GENERAL DE

    TÍTULOS YOPERACIONES DE CRÉDITO Y TEMAS AFINES

    Cuarta edición publicada en 2012

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede serreproducida, o guardada en algún sistema de recuperación, o puede ser

    transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, sin la autorizaciónprevia, por escrito, de Oxford University Press México, S.A. de C.V., o como

    expresamente sea permitido por la ley, por licencia o bajo los términosacordados con la organización apropiada de derechos de reprografía. Debenenviarse las solicitudes de información acerca de reproducciones fuera delalcance de lo mencionado anteriormente al Departamento de Derechos de

    Autor de Oxford University Press México, S.A. de C.V., a la dirección

  • mencionada arriba.

    Usted no debe hacer circular esta obra en cualquier otra forma y debe imponer esta misma condición a cualquier comprador.

    Textos Jurídicos Universitarios

    ISBN 9781512932911

    Primera impresión

    Se usaron tipos Times New Roman (9 y 10.5 pts.), Eurostile (9, 12, 13, 16pts.) y Bauhaus 93 (11 pts.)

    sobre papel Bond Editor Alta Opacidad de 68 gSe terminó de imprimir en SERVIGRAPHICS, Antonio Núñez Ramos,

    Tomás Vázquez núm. 152, Col. San Pedro Iztacalco, C.P. 08220, México,D.F.

    Impreso en México

    Conversión gestionada por:

    Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it ® 2018.+52 (55) 5254 [email protected]

    www.ink-it.ink

    Marzo de 2012

    El tiraje fue de 2 000 ejemplares

    Créditos: Autor: L. Carlos Felipe Dávalos Mejía

    Dirección editorial, diseño y producción: Mario Andrés Aliaga ValenzuelaGerente editorial del área de derecho: Lilia Guadalupe Aguilar Iriarte

    Gerente de producción: Paula Sosa JiménezEdición: Rutilo Olvera Argüello

    Supervisión de producción: Guillermo González DorantesPortada: Brenda Reyes Coix

    Composición y formación: Carlos Sánchez

    mailto:[email protected]://www.ink-it.ink

  • Corrección de estilo: Javier López CampoyIlustración: Mónica Gómez López

    Si algún tercero considera que parte del contenido de esta publicación, violasus derechos de propiedad intelectual, puede enviar una notificación aldomicilio arriba citado, indicando los datos personales del titular de los

    derechos supuestamente infringidos.

    Oxford University Press México, S.A. de C.V., no se responsabiliza de loscontenidos de las páginas Web enlazadas o referenciadas en esta publicación.

  • A mi hermosa compañera,en un intento de agradecer a Dios.

  • Índice de contenido

    Presentación

    Título primero. Títulos de crédito

    1. Introducción al derecho mercantil de crédito

    Primera sección. Historia del comercio y del crédito1.1. Lógica del comercio1.2. Semejanzas entre comercio nacional e internacional1.3. Etapas evolutivas del comercio1.4. Trueque o permuta1.5. Compraventa no monetaria1.6. Etapa monetaria1.7. Compraventa a crédito1.8. Compraventa internacional en compensación1.9. Compraventa electrónica

    Segunda sección. Historia del derecho mercantil1.10. Creación espontánea y alta especialidad de la norma mercantil1.11. Etapas del derecho mercantil1.12. Derecho mercantil subjetivo1.13. Derecho mercantil objetivo1.14. Derecho mercantil de concepción dualista (objetivo y subjetivo)1.15. Derecho de los tratados internacionales de comercio1.16. Crisis de la autonomía de la voluntad

    Tercera sección. Clasificación del derecho y del derecho mercantil1.17. El derecho es único, como la naturaleza humana1.18. Derecho eficaz (realista) e ineficaz (idealista)1.19. Los intereses del público y el interés individual

  • 1.20. Derecho nacional, extranjero e internacional1.21. Clasificación y definición del derecho mercantil. Opinión de

    Barrera Graf

    Cuarta sección. Singularidad del derecho mercantil1.22. ¿Para qué sirve el derecho? ¿Una filosofía propia del derecho

    mercantil?1.23. Bienes jurídicos tutelados por el derecho mercantil1.24. Fuentes del derecho mercantil. Reglas generales de supletoriedad1.25. Función del legislador mercantil1.26. Federalidad de las leyes mercantiles

    2. Teoría general del título de crédito

    Primera sección. Funciones elementales de la moneda y del crédito2.1. Función comercial de la moneda2.2. El crédito permite mayor circulación de moneda2.3. Formas de préstamo

    Segunda sección. Ventajas utilitarias del título de crédito2.4. Instrumentos para transportar y almacenar dinero2.5. Instrumentos de préstamo a mediano y largo plazos2.6. Instrumentos para agilizar el pago de obligaciones líquidas2.7. Instrumentos para facilitar la transferencia electrónica de fondos

    Tercera sección. Clasificación de los títulos de crédito2.8. ¿Títulos de crédito civiles?2.9. Clasificación de Abascal Zamora2.10. Según el volumen de títulos creados en una sola emisión2.11. Según el derecho incorporado2.12. Según la naturaleza del emisor2.13. Según la forma de identificación del beneficiario2.14. Según el interés comercial de su emisión

    Cuarta sección. Noción de título de crédito en el derecho mexicano2.15. El problema de la denominación2.16. Definición legal de título de crédito2.17. Los títulos de crédito son bienes muebles y cosas mercantiles

    Quinta sección. La obligación cambiaria

  • 2.18. Su ubicación como una obligación atípica. La obligación cambiariano es una declaración unilateral de voluntad civil

    2.19. Obligatoriedad cambiaria (obligado al cambio)2.20. Solidaridad cambiaria (responsable del pago)2.21. El aval (obligado por el obligado y responsable por el responsable)

    Sexta sección. Elementos de existencia del título de crédito2.22. Naturaleza ejecutiva2.23. Formalidad2.24. Representación de obligaciones de dar2.25. Incorporación2.26. Literalidad2.27. Autonomía y abstracción2.28. Circulación2.29. Legitimación2.30. Documentos confundibles con un título de crédito

    Séptima sección. Reglas generales de utilización aplicables a todos los títulosde crédito

    2.31. Capacidad y representación2.32. Alteración del texto. Teoría de la convicción2.33. Títulos con defecto de redacción o de llenado2.34. Tipos de transmisión (endoso y otros)2.35. El pago. Tipos de vencimiento2.36. Falta de pago. Protesto2.37. Acciones cambiarias2.38. Acciones extracambiarias2.39. La caducidad y la prescripción cambiarias2.40. Régimen de excepciones oponibles a la acción cambiaria

    Octava sección. Reglas de aplicabilidad extraordinaria2.41. Cláusulas excepcionales “no negociable”, “sin mi

    responsabilidad”, “sin protesto” y “documentos contra pago oaceptación”

    2.42. El idioma en la redacción de los títulos de crédito2.43. La moneda de pago en el título de crédito2.44. Las sanciones “se tendrá por no escrito”, “no surtirá efectos” y

    “será nulo”

  • 3. La letra, el pagaré y el chequePrimera sección. La letra de cambio

    3.1. Su lógica, nacimiento y desarrollo histórico3.2. Montaje de su funcionamiento3.3. Requisitos literales. Presunciones legales3.4. Elementos personales. Obligaciones y derechos3.5. La aceptación y la recomendación3.6. El pago3.7. Pago y aceptación por intervención3.8. Esquema del ejercicio de la acción cambiaria en la letra3.9. Duplicados, copias, grupos y series de letras de cambio3.10. Utilidad actual

    Segunda sección. El pagaré3.11. Origen. Montaje de su funcionamiento3.12. Requisitos literales. Presunciones legales3.13. Elementos personales. Obligaciones y derechos3.14. El pago3.15. Esquematización del ejercicio de las acciones cambiarias en el

    pagaré3.16. Utilidad actual

    Tercera sección. El cheque3.17. Conformación histórica3.18. Montaje de su funcionamiento3.19. Requisitos para el libramiento3.20. Requisitos literales3.21. Elementos personales. Obligaciones y derechos3.22. El pago con cheque y el pago del cheque3.23. La revocación del cheque3.24. Cámara de Compensación3.25. Algunos tipos especiales de cheque3.26. El protesto y la acción cambiaria en el cheque3.27. Libramiento de cheque en descubierto3.28. Progresión mercantil en materia de cheques3.29. Prácticas y usos bancarios más importantes en materia de cheques

    Cuarta sección. Diferencias sinópticas entre letra, pagaré y cheque

  • 3.30. Criterios de diferenciación

    4. Otros títulos de crédito privadosPrimera sección. La acción societaria y otros títulos asimilables

    4.1. Antecedentes históricos4.2. Montaje de su funcionamiento4.3. Elementos personales. Obligaciones y derechos4.4. Requisitos literales de la acción y otros títulos societarios4.5. Transmisión de las acciones. El endoso4.6. Utilidad actual

    Segunda sección. La obligación societaria, también conocida como bono4.7. Diferencias financieras y societarias entre la acción, la obligación y

    el crédito (el balance contable)4.8. El acta de emisión. La categoría de valor bursátil4.9. Requisitos literales y características documentales4.10. Elementos personales4.11. Las obligaciones convertibles4.12. Un escenario de incumplimiento

    Tercera sección. Los certificados (fiduciarios) de participación4.13. Montaje. Sólo se emiten a través de un fideicomiso4.14. Diferentes tipos de certificados de participación4.15. Certificados de participación ordinarios. Montaje. Requisitos

    literales. Características documentales4.16. Los certificados de vivienda o inmobiliarios4.17. El acta de emisión. Elementos participantes4.18. Un caso concreto: los Petrobonos

    Cuarta sección. El certificado de depósito, el bono de prenda y el depósito demercancías en almacenes generales

    4.19. Montaje y utilidad4.20. Elementos participantes4.21. Características técnicas y requisitos literales4.22. Utilización, impago y protesto del bono de prenda4.23. El remate de las mercancías

    Título segundo. Otros temas del derecho cambiario

  • 5. Perspectiva internacionalPrimera sección. Unificación de la legislación cambiaria

    5.1. Planteamiento general5.2. Dos métodos de unificación internacional de los títulos de crédito: el

    sustancial y el conflictual

    Segunda sección. Unificación sustantiva5.3. La unificación sustantiva en el ámbito mundial5.4. La unificación sustantiva en Latinoamérica

    Tercera sección. Conflictos de leyes en materia cambiaria5.5. Reglas de solución conflictual en el derecho interno mexicano5.6. Las convenciones interamericanas de Panamá, Montevideo y La Paz5.7. Conflictos de leyes sobre la validez del título5.8. Conflictos de leyes sobre los efectos del título5.9. Conflictos de leyes sobre la ejecución del título5.10. Resumen de las reglas conflictuales del derecho cambiario

    6. Introducción al derecho procesal cambiarioPrimera sección. Reglas generales del juicio mercantil

    6.1. La jurisdicción concurrente6.2. Clasificación de los juicios mercantiles6.3. Reglas procesales más importantes

    Segunda sección. Juicio de cancelación y reposición de un título de crédito6.4. Calificación y naturaleza del juicio6.5. Presupuestos del juicio6.6. Concepto presunción judicial grave (art. 45, LGTOC)6.7. Reposición; cancelación y pago; reivindicación6.8. La sustanciación del juicio6.9. Escrito de solicitud6.10. Decreto de admisión/cancelación6.11. Oposiciones a la solicitud de cancelación6.12. Precisiones finales a la sustanciación del juicio6.13. Apreciación crítica6.14. Funcionalidad de esta institución6.15. Derechos extranjeros6.16. Opiniones sobre la subsistencia del negocio procesal

  • Tercera sección. El juicio ejecutivo mercantil6.17. Precisiones y comentarios iniciales6.18. Naturaleza del juicio ejecutivo6.19. Demanda6.20. Auto de exequendo. Contenido6.21. Bienes objeto de la garantía6.22. Traba del embargo. Emplazamiento6.23. Depósito de los bienes embargados6.24. Medidas de apremio por oposición6.25. Modificación del embargo original6.26. Contestación de la demanda. Excepciones cambiarias6.27. Pruebas y alegatos6.28. Sentencia de remate6.29. Recuperación por el deudor. Adjudicación al actor6.30. El caso de insolvencia

    Título tercero. Contratos (operaciones) de crédito7. Los contratos bilateralesPrimera sección. Introducción

    7.1. Las operaciones de crédito son contratos7.2. Breve repaso de la teoría del contrato7.3. El contrato de crédito en la clasificación del negocio mercantil7.4. Diferencia entre contrato de crédito privado y bancario7.5. Plan y método de la segunda parte

    Segunda sección. El contrato de reporto7.6. Definición y funcionamiento7.7. Algunas de sus utilidades

    Tercera sección. El contrato de depósito7.8. Definición y características principales7.9. Especies de depósitos previstas en la LGTOC7.10. Elementos de existencia y condiciones de validez7.11. Prueba del depósito. Es un negocio independiente7.12. Trípode documental del depósito bancario (contrato, ficha de

    depósito y ficha de retiro)7.13. Depósito de dinero y en cuenta de cheques

  • 7.14. Depósito de títulos

    Cuarta sección. El descuento de créditos en libros7.15. El descuento LGTOC

    Quinta sección. Contrato de apertura de crédito (generalmente, préstamobancario)

    7.16. Definición y montaje7.17. Objeto7.18. Partes del contrato. Capacidad7.19. Obligaciones de las partes7.20. Características y cláusulas más importantes7.21. El pago del contrato con un título de crédito7.22. Términos y extinción (denuncia)7.23. Aplicaciones actuales

    Sexta sección. Contrato de cuenta corriente7.24. Definición y montaje7.25. Elementos de existencia y condiciones de validez7.26. Exigibilidad del saldo7.27. Clausura del contrato7.28. Aplicaciones actuales

    Séptima sección. Contrato de carta de crédito7.29. Definición y montaje7.30. Elementos de existencia y condiciones de validez7.31. Garantía y cancelación del contrato7.32. Utilidad actual

    Octava sección. El contrato de crédito confirmado7.33. Características y utilidad real

    Novena sección. Los contratos refaccionario y de habilitación o avío7.34. Definiciones y diferencias7.35. Formalidades7.36. Partes. Capacidad7.37. Reglas generales aplicables a los dos créditos7.38. Reglas particulares al crédito refaccionario7.39. Reglas particulares al crédito de habilitación o avío7.40. Las garantías

  • 7.41. La documentación del crédito en pagarés7.42. Reglas de litigio en caso de incumplimiento

    Décima sección. Contrato de prenda7.43. Naturaleza y definición: vocación ab accesorii7.44. Formalidad. Opinión de Díaz Bravo7.45. Bienes susceptibles de prenda. Presunción de constitución7.46. Supletoriedad de la LGTOC en la prenda bancaria7.47. Obligaciones y derechos de las partes7.48. Venta y ejecución de la prenda anterior a la “Miscelánea de

    garantías”. Posturas de la Corte y de los colegiados7.49. Fideicomiso de garantía y prenda sin desplazamiento de la

    posesión

    8. El contrato de fideicomisoPrimera sección. Introducción al fideicomiso, herramienta por excelencia

    8.1. El fideicomiso es un contrato universal8.2. Breve introito al derecho fiduciario de Estados Unidos de América8.3. La importancia de la FELABAN8.4. La importancia del COLAFI8.5. Antecedentes legislativos del fideicomiso en México

    Segunda sección. Naturaleza jurídica del fideicomiso8.6. Definición y montaje técnico del fideicomiso8.7. Teoría del fideicomiso: es un contrato mercantil típico8.8. El fideicomiso es un negocio jurídico8.9. El fideicomiso como negocio fiduciario8.10. Tesis de Cervantes Ahumada (declaración unilateral)8.11. ¿Cómo denomina la ley los actos y los negocios? Breve repaso de

    la teoría general del contrato8.12. Posturas de la Corte y de los tribunales colegiados ante la

    naturaleza contractual del fideicomiso8.13. Definición de fideicomiso en este texto

    Tercera sección. El patrimonio fideicomitido8.14. Diferencia entre objetivo y fin del fideicomiso8.15. ¿Quién es el propietario de los bienes fideicomitidos?8.16. Formas de titularidad. Tesis judicial del patrimonio autónomo

  • 8.17. ¿Cuándo surte efectos la transmisión de los bienes? Ubicacióntécnica

    8.18. El patrimonio fideicomitido remanente, al término del contrato

    Cuarta sección. Elementos de existencia y condiciones de validez delfideicomiso

    8.19. Requisitos del objeto y del fin del fideicomiso8.20. Partes del contrato8.21. La fiduciaria8.22. Otras posturas de la Corte ante las responsabilidades de la

    fiduciaria8.23. El fideicomitente8.24. El fideicomisario8.25. Posturas de la Suprema Corte y de los tribunales colegiados

    respecto de la situación de fideicomitente y fideicomisario8.26. Formalidades de constitución en el fideicomiso

    Quinta sección. Particulares prohibiciones y formas de terminación delfideicomiso

    8.27. Extinción del fideicomiso8.28. Prohibición de algunos tipos de fideicomiso8.29. Cita de algunas aplicaciones prácticas del fideicomiso

  • Presentación

    En la Presentación de la tercera edición de este libro anticipé que …porexperiencia sé que mi ejercicio profesional volverá a demorar suactualización… Así fue. Desde 2004, a meses de una modificación al Códigode Comercio y a la LGTOC, procedí a su actualización, pero no pude concluirporque mi vida personal y mi oficio me lo impidieron. Desde entoncesexperimenté la misma mortificación que genera el incumplimiento de unadeuda en extremo elevada, vencida.

    Varias veces informé a mis personas que disminuiría mis actividades conobjeto de dedicar parte de mi tiempo a la actualización de este libro y otraslabores editoriales; así lo hice, pero mi vida personal y la complejidad de losasuntos que me hicieron el honor de confiar, me lo imposibilitaron. En 2009y 2011 apliqué todo el tiempo posible a esta labor y finalmente terminé, perodespués de tanto tiempo la satisfacción es poca, aunque mucho el alivioporque ya no hay deuda.

    La digresión anterior pareciera extraña en la presentación de una ediciónde un libro jurídico, pero no lo es. Al menos en México, es en extremo difícilque un abogado pueda defender un interés ajeno, y escribir, con el mismoahínco, simultáneamente; son dos actividades bien distintas, e incompatiblesen tiempo y propicidad de condiciones. Hélas!, diría don Jorge Barrera Graf.

    En todo caso, ya bien entrado el siglo XXI, sigo constatando que lapráctica y el estudio del derecho mercantil es una especie de garantía paracomprender tanto la evolución de la civilización humana como suentorpecimiento, cuando el legislador no respeta la irrefrenable evolución delcomercio.

    Si los tuviera, los méritos de esta edición serían: que la hizo un abogadoque corrobora sus opiniones en la práctica, y que desde la perspectiva legal yjurisprudencial está actualizado hasta finales del 2011. En relación con laedición anterior no debe esperarse más nada. Su ampliación doctrinal vendrámás adelante, cuando logre que las condiciones sean propicias.

    Se hace notar que justamente en la década pasada la jurisprudencia sobre

  • la materia de la que trata este libro evolucionó en una dirección tan evidentecomo inesperada. Por ejemplo, en nuestra opinión, en pocas materias comoen el derecho cambiario y en el de crédito el número de jurisprudencias porcontradicción fue desproporcionadamente elevado en relación con sumodificación legal, en el mismo lapso. Esas sentencias y contradicciones secomentan en esta edición.

    Ratifico en su integridad la Nota dirigida al estudiante de la Presentacióna la tercera edición.1 El entrenamiento universitario del abogado dura escasoscuatro o cinco años, a veces menos; durante tan pequeña ventana de tiempodebemos informarlos lo mejor que podamos.

    En soslayo del tiempo que se tenga ejerciendo este oficio es aconsejablerecordar ciertas premisas aparentemente obvias, cuya sustancia puede teneruna conexión inmediata con el hacer diario, de tal repetición que podríatornarse imperceptible. Por ejemplo:

    La experiencia es indudablemente un gran maestro, pero puede ser contraproducente si los que sehan cultivado y depurado son malos hábitos. La cuestión es que la excelencia es producto delestudio diligente y la aplicación de principios racionales, y no del cómputo y la mera acumulaciónde horas en los juzgados (1979).2

    En efecto, quien tiene mucha experiencia, pero en malos hábitos, no sólodebería dejar de ejercer.

    El apotegma traducido es tanto más atendible por cuanto que inicia elespléndido libro Preparación de un litigio. El arte de convencer a los jueces,3que, visto su contenido, resulta más formidable en la medida en que laprofesión de sus coautores (el ministro de la Suprema Corte de Justicia de losEstados Unidos de América, A. Scalia, y el editor del celebre Black’s LawDictionary, B. Garner) hace resaltar la gallardía con la que decidieronsoslayar toda inhibición –que hubiera sido entendible– en el sentido de queno obstante ser un ministro y un referente obligado en la práctica, aconsejan alos litigantes cómo conducirse ante un juez para lograr convencerlo de susargumentos, en un ensayo que, además, inician con el pensamiento dellitigante de un país diferente al suyo –el arriba transcrito.

    Bien, como todo abogado, los que integramos el despacho al que tengo elhonor de pertenecer tenemos reglas de conducta propias. Una de ellas eshacer las cosas con toda decisión sin otro límite que lo que estimamoscorrecto –no algún tipo de axiología moderna sino la ética pura, milenaria, lainfalible, como nosotros la entendemos–. Así, consideré que el apotegma

  • antes traducido es una regla universal que merece ser objeto de reflexión enla introducción de este trabajo.

    Uno de los aludidos es Fernando Flores Pérez, amigo de mis hijos ydespués pasante, adjunto, asociado, socio y, siempre, gran persona. Sicontinúa, habrá de ser uno de los mejores abogados de esta plaza. Agradezcosu investigación jurisprudencial –de suyo, parte importante del trabajodiario– y las revisiones previas a la impresión de esta edición que, comoseñalé, es sólo la actualización de un libro que tiene más de 25 añostrabajando.

    Finalmente, vuelvo a agradecer a Dios los excelentes hombres einmejorables amigos que me dio en mis hijos, Carlos y Felipe, quienes, entrelos tres, nos profesamos siempre lo mejor que tenemos en cada momento;toda mi admiración y mi amor. Le agradezco con todo mi ser.

    Finalmente, quiero volver a reconocer que Adriana sigue guapísima y queme hace muy feliz.

    EL AUTORCiudad de México, diciembre del 2011

    Se incluye en el disco compacto. (N. del E.)“Experience is undoubtedly a great teacher, yet it may be

    counterproductive if what has been cultivated and refined are bad habits. Thepoint is that excellence is the product of the diligent study and application ofsound principals, not simply the accumulation of time logged in… courts”. T.W. Wakeling, abogado canadiense.

    Antonin Scalia y Bryan A. Garner, Making Your Case. The Art ofPersuading Judges, Thomson & West, St. Paul, MN, 2008.

  • 1 Introducción al derecho mercantilde crédito

    Primera sección. Historia del comercio y del crédito

    1.1. Lógica del comercio

    El comercio se ejerce en múltiples formas, pero a menudo se practicamediante las figuras que son el objeto de estudio de este texto: los títulos ycontratos de crédito. Por tanto, una buena forma de iniciar el análisis centraldel libro consiste en definir el comercio y entender su lógica. Además,comprender la lógica tanto de la actividad comercial como de estos títulos ycontratos —ambos, la rama más dinámica del derecho universal— permite,no lo dude el lector, un mayor conocimiento de una de las partes mássensibles e inmutables de la naturaleza humana.

    Otro motivo para entender el comercio es que se trata del único oficioregulado por un código creado con ese solo propósito, lo que se observa entodos los países. Pero, además, esos códigos existen desde hace cientos de

  • años. Hay otro código, el civil, que si es dable opinar con desenfado, diríamosque regula lo que no se refiere al comercio, es decir, los demás oficios yprofesiones. Si un comerciante quiebra, queda sometido a las reglas que, conexcepción de las penales —y en ocasiones también por encima de éstas—,son las más severas a las que puede quedar sujeto un individuo. Por elcontrario, cuando alguien que no es comerciante quiebra, su situación será enextremo más indulgente. Todo esto, ¿por qué?

    El comercio está estrechamente vinculado a un atavismo no sólo humano:el instinto de supervivencia. El primer acto de comercio que “alguien” realizóhace milenios no difiere, en sustancia, de los que a diario practican lasempresas de cualquier tamaño, incluso los abone-ros, en la actualidad:intercambiar un satisfactor por un precio. El impulso es sobrevivir: sesobrevive con el diferencial entre lo que costó y en lo que se vendió; por ello,el comercio no desaparecerá. Tal vez la diferencia más conspicua entre elcomercio y cualquier otra actividad provenga de lo que se recibe a cambio: enaquél, un precio; en ésta, un salario, en ocasiones denominado honorario; enaquél una cosa; en ésta, la decisión de ofrecer las habilidades de un empleadoo un profesional.

    No obstante que el comercio es una de las actividades más antiguas,todavía no ha sido definido a satisfacción. Más aún, si con el objeto deaislarlo para definirlo se comparan sus características superficiales con las deotras prácticas económicas o con las de alguna profesión nominal, la simpledescripción del comercio, que se requiere para intentar la formulación delconcepto, se convierte en un afán aún más complicado.

    Generalmente, cada oficio o profesión surge como una solución aportadade manera espontánea a alguna de las innumerables necesidades a las que,con frecuencia y por el motivo que sea, enfrentan los seres humanos. Cadauno escoge entre las necesidades a la vista la que puede o quiere satisfacer, yal aplicarse a ella se dice que encuentra su lugar en la sociedad, porque desdeentonces se dedica a un oficio o profesión determinados. Por ello existenabogados, médicos, joyeros, mecánicos, etcétera.

    Cada individuo elige un oficio o una profesión porque se ocupa desolucionar, en exclusiva, un tipo de necesidad, de manera que en condicionesnormales sólo habrá de abocarse a la solución de esa necesidad en particular.Quizá de allí provenga el axioma de que para hacer algo realmente bien, esnecesario que sólo se haga eso, y ejecutarlo muchas veces.

    Cada profesión u oficio (relativamente fáciles de definir desde el punto de

  • vista de los objetivos prácticos que persiguen, porque son diferenciables unosde otros) tiene en común con los demás, precisamente, el mismo elementoutilizado con frecuencia para definir el comercio: “el cobro de dinero”, yaque quien se dedica a un oficio o profesión cobra dinero por realizarlo.

    En tales condiciones, resulta que “el cobro de dinero” no puede ser elsigno distintivo del comercio, porque de ser así, todos los oficios yprofesiones implicarían una actividad comercial. En efecto, cobrar dinero noes privativo del comercio, sino del sistema capitalista en cualquiera de susetapas, ya que en éste la forma en que cada individuo se sostiene a sí mismo ya sus dependientes es cobrando dinero por su actividad.

    Que un médico cobre más que otro no lo convierte en comerciante, sinoen un médico más exitoso que los demás. Que un comerciante cobre a susclientes más dinero que otro por el mismo producto tampoco lo convierte, porese hecho, en comerciante, pues ya lo era; sencillamente se trata de uncomerciante más solicitado. Luego, si no son el cobro de dinero ni la cantidadde éste las características distintivas del comercio, sino el tipo de soluciónque ofrece a cambio, entonces conviene indagar cuál es la necesidad que loscomerciantes se abocan a satisfacer y que los convierte en comerciantes.

    Los seres humanos adquirimos permanentemente servicios o productos,porque los necesitamos o los apetecemos. La profesión u oficio (¿habráalguna diferencia?) cuya única especialidad consiste en proporcionar a lagente lo que quiere por necesidad o apetencia, sin que las características dequienes solicitan ni las de quienes proporcionan el satisfactor, ni las de ésteen sí, revistan una importancia primordial, es el comercio. Dicho de otraforma, la especialidad de quien ejerce el comercio consiste en satisfacer lanecesidad o apetencia (la que sea) de los individuos (quienesquiera que sean),mediante la entrega del satisfactor (cualquiera) respectivo. El único requisitoes que a cambio se le entregue (pague) al comerciante el precio que él mismofija al satisfactor.

    A diferencia de las profesiones y los oficios nominales, la especialidaddel comercio no se da en función de satisfacer una sola necesidad o apetencia,sino de la universalidad de los satisfactores susceptibles de ser ofrecidos, yaque para el comerciante las necesidades o apetencias en sí son enteramente lode menos.

    Desde luego, se trata de una actividad sin límites, pues no se contrae asatisfacer un solo tipo de necesidad o apetencia sino, al contrario, puedesaciar las que sean. Que un comerciante venda un determinado artículo no le

  • impide vender otro en cualquier momento; en tanto que un médico, como tal,no puede satisfacer más que la necesidad de salud, como sucede con lasdemás artes y oficios.

    El único interés del comerciante en cada comprador es el dinero que éstele paga por el satisfactor que aquél le entrega, y el del comprador respecto delcomerciante es que satisfaga su necesidad. Se trata de una relaciónestrictamente utilitaria, pero interdependiente a ultranza; no campeansentimientos de ningún tipo ni las reglas del juego son tan naturales quenecesiten explicarse o aprenderse, pues son parte integral, atávica, delinconsciente humano y del quehacer social.

    Si se observa desde el punto de vista mítico de algunos movimientos ycorrientes intelectuales, resulta paradójico que el mejor comerciante, el quemás vende, es el que más necesidades y apetencias resuelve a sus semejantes.Se trata de un personaje indispensable en términos propios, para que existaarmonía en cualquier sociedad. A mayores necesidades de un grupo, mayorinterés del comerciante en proporcionar el satisfactor y más interés del grupoen que el comerciante participe. El interés de éste es el dinero que cobra; encambio, el de aquél es la satisfacción que recibe.

    De estas consideraciones se infiere que para que exista el comercio esindispensable que haya libertad. En efecto, si el comprador carece de libertadpara comprar lo que necesita o apetece y el comerciante tampoco la tiene paravender lo que su sensibilidad le muestra como lo más necesitado y, por elcontrario, si el comprador sólo puede comprar y el comerciante únicamentepuede vender lo que en ambos casos su gobierno les asigna, entonces no haycomercio, porque no hay interdependencia en la satisfacción de sus interesesmutuos. Esto significa que no hay correspondencia en lo que cada uno estádispuesto a dar a cambio, sobre todo porque no hay satisfacción individual delas necesidades y apetencias del grupo.

    Cada uno —comprador y comerciante— sólo será instrumento de lamacroplaneación diseñada por el grupo gobernante que no permite másopción; en tal caso, se habla del sistema de economía planificada, enoposición al capitalismo o economía de libre mercado. Cabe señalar que laprimera está en total decadencia.

    En el sistema de libre mercado que funciona en la actualidad,virtualmente en todo el mundo, el comercio de un país será grande no tantopor su aptitud de producción (que es una consecuencia), sino por el volumende las necesidades y apetencias de la población, ya que esto es lo que

  • determinará la producción (por ejemplo, México tiene un cuarto de siglofluctuando como la undécima y la novena economía del mundo, y es eldécimo país más poblado del mundo, cualquiera que sea la eficiencia de suplanta industrial y comercial); aunque también será tan importante como lalibertad física, espiritual e intelectual con la que actúen sus integrantes. Ensentido estricto, al comerciante le interesa detectar lo que la poblaciónnecesita y apetece por razones existenciales o de publicidad, para aplicarse aproducirlo y venderlo. Si no hay necesidades o apetencias (lo que sólo esfactible como hipótesis de gabinete), o no hay libertad para satisfacerlas, nohay comercio, y si no hay comercio, tampoco existe lo que se relaciona con eldinero y con la iniciativa personal del ser humano.

    A pesar de que todo grupo social necesita del comercio para procurarseeste tipo de satisfacción y alcanzar la consecuente armonía, debe remarcarseque el nivel de libertad requerido para su desarrollo puede propiciar un altoriesgo de exceso (y en consecuencia abuso) de poder.

    En efecto, si un satisfactor tiene mucha demanda por cualquier razón, yun comerciante lo vende con una eficiencia perfecta, está en posibilidad deacrecentar sus ventas (y luego sus haberes monetarios) ilimitadamente, lo quea su vez le permite acumular un volumen de dinero desproporcionado enrelación con el de la mayoría de la población e, incluso, con el de un gobiernodébil; ese volumen se duplica si son dos o más los satisfactores que ofrececon eficiencia. Respecto de este exceso de poder, que si carece de contrapesopuede ser objeto de abuso, es poco probable que el comerciante favorecido loabandone voluntariamente, en razón de los privilegios que le permitedisfrutar.

    Sin embargo, para bien y para mal, el sistema económico de principiosdel siglo XXI en apariencia no ha encontrado otra solución a las necesidades yapetencias sociales e individuales más eficaz y estable que la que permite lalibertad de mercado. La diáspora político-económica de la Unión Soviética,irradiada a partir de 1989, fundamenta las centenarias evidencias que semencionan en este numeral.

    1.2. Semejanzas entre comercio nacional e internacional

    Así como en el comercio interno cada satisfactor tiene un precio, que sólopueden o quieren pagar determinadas personas, en el comercio entre losEstados hay satisfactores que sólo pueden o quieren pagar algunos de ellos.

  • Por otra parte, de la misma forma en que un sujeto, consideradoindividualmente, tiene necesidades y apetencias que busca satisfacer deacuerdo con sus posibilidades monetarias, también cada país enfrentanecesidades de conjunto que intenta satisfacer con los límites que le imponesu producto interno bruto (PIB). Entonces, de forma análoga, así como haysujetos más ricos que otros y que, por tanto, disponen de más posibilidadespara satisfacer sus necesidades y apetencias materiales, hay países ricos quepueden procurarse una mayor satisfacción material que los demás.

    En el mismo orden de ideas, se da el contraste siguiente: así como es pocoprobable que un individuo disponga de los recursos necesarios para satisfacertodas sus necesidades o apetencias, también los países jóvenes, en cualquiersentido, muestran generalmente posibilidades más reducidas que susnecesidades. Resulta que de los poco más de 200 países reconocidos en lacomunidad internacional, más de la mitad accedieron a su independencia alinicio de la década de 1960; es decir, en la actualidad la mayoría de lospaíses, que engloban a casi la totalidad de la población mundial, virtualmenteacaban de nacer y, en consecuencia, tienen más necesidades que recursospara satisfacerlas.

    Continuando con este razonamiento, en el comercio internacional, al igualque en el nacional, es posible encontrar exceso de poder y abuso cuando unoo más satisfactores muy demandados por varios países son ofrecidos por otrocon una eficiencia perfecta. Además de que el haber monetario de éste seincrementa hasta límites no previsibles y tenderá a la acumulación, puedesuscitarse que dicho país sea el único que fije el precio y las reglas de sucompraventa. Y de la misma forma que en el nacional, en el comerciointernacional es poco probable que el país que haya accedido a un exceso depoder lo abandone de manera voluntaria en virtud de los privilegios que elmismo le permite gozar; luego, su abuso es un riesgo actualizado. Tal vez enesta premisa puedan resumirse los problemas más serios que, sin solución,existen entre la decena que integran los países más ricos y poderosos del orbey los demás.

    Así como en otras épocas hubo momentos en que los más pobres ydébiles, como única opción, se agruparon para buscar de manera violenta lamodificación de ese estado de cosas (háblese de una re-evolución dialéctica),en la actualidad podría presentarse, entre los países, un fenómeno similarocasionado por los mismos motivos. Tanto los individuos como las naciones,cuando padecen un problema económico mayúsculo, difícilmente podrán

  • pensar en otra cosa, y para resolverlo harán lo que sea; esto puede romper elequilibrio indispensable para la convivencia.

    Entre otros motivos, de ahí proviene la necesidad (y ésta es una de susjustificaciones principales) de que los gobiernos organizados procurensostener permanentemente, tanto respecto de sus propios pueblos como desus relaciones con otros países, lo siguiente: a) un mecanismo eficiente paraimpedir que la acumulación de poder, satisfacción y haber monetario dealgunos pueda cancelar a otros el acceso mínimo a lo mismo, y b) un sistemade trabajo que le permita a toda la población procurarse por sí misma losrecursos necesarios para obtener el poder, la satisfacción y el haber monetariosuficiente a fin de desarrollar su potencial personal en el medio en que sedesenvuelva.

    Este breve argumento, que evoca los principios básicos de la teoría delEstado, es la conclusión a la que llegamos al exponer el papel del comercio,tanto en el ámbito nacional como internacional, que acabamos de hacer.

    1.3. Etapas evolutivas del comercio

    Señalamos que, en condiciones ideales, el comercio implica lainterdependencia de dos voluntades con intereses tan diferentes comocomplementarios. Por un lado, un sujeto tiene una necesidad o apetencia y,por otro, un sujeto ofrece su satisfacción, siempre a cambio de algo.

    En la actualidad, ese algo es, por supuesto, el dinero; pero esto no ha sidotan claro sino sólo durante los últimos dos mil años y en determinadassociedades. Antes, ese algo era harto diferente, aunque cumplía, como en laactualidad lo hace el dinero, con tener el valor suficiente para podersecambiar, sin dificultad, por la satisfacción requerida. Pues bien, los diferentesbienes y valores que en la historia se han dado a cambio de una satisfaccióndan a su vez nombre a las distintas etapas del comercio, que se clasifican así:

    Trueque o permuta.Compraventa no monetaria.Compraventa monetaria.Compraventa a crédito.Compraventa internacional en compensación.Compraventa virtual o electrónica.

  • 1.4. Trueque o permuta

    Durante esta etapa, el tráfico comercial se distingue por la necesidadimperiosa de un sujeto —al que le sobran algunos bienes que produjo, por nohaberlos consumido todos— de un bien producido por otro, que tambiénposee productos excedentes e, incidentalmente, requiere los que a aquél lesobran. Si hay excedentes de producción en ambos sujetos y cada unomuestra necesidad de lo que al otro le sobra, el trueque se produce de maneraespontánea al adquirir, uno y otro, el papel de comerciante y consumidor, sinque medien factores modificativos de su ánimo, como el de lucro o deriqueza, en virtud de que no hay otro remedio que la entrega y la recepciónsimultáneas. Su interés no es otro que el de solucionar una necesidadequivalente y complementaria que de inmediato provoca el mismo nivel desatisfacción material y anímica.

    Tal vez después de miles de años de efectuar esta operación, desde luego,se suscitó el inconveniente de que al enfrentar alguna necesidad no habíasobrantes para intercambiarlos o, si se tenían, nadie poseía los excedentes quepudieran satisfacerla. Entonces surgió un problema de insatisfacción, que enla actualidad sigue resolviéndose, en esencia, de la misma forma: se utiliza laviolencia o se despliega una imaginación de tipo comercial.

    1.5. Compraventa no monetaria

    Esta etapa del comercio nació como una consecuencia obligada del problemade insatisfacción referido. La solución consistió en el surgimiento de losbienes denominados bienes con valor común, es decir, que representan elmismo valor o la misma utilidad para todos.

    Hoy en día, un peso, un euro o un dólar tienen un evidente valor comúnpara cualquiera, ya que además de que valen lo mismo para todos, quien losposee no puede hacer otra cosa que lo que harían los demás: cambiarlos porla satisfacción de una necesidad o una apetencia. En la época a que nosreferimos no existían monedas, y los bienes con valor común, querepresentan lo mismo, eran los que, además de no ser perecederos, eranfáciles de almacenar, medir y transportar, como los metales, las piedraspreciosas o los bienes de utilidad inmediata, por ejemplo, animales, esclavoso herramientas de trabajo.

    Entonces, el comercio se realizaba, por parte del comerciante, con la

  • entrega del satisfactor, y por parte del comprador, con la entrega del valorcomún; su quantum quedaba en el nivel de la convención pura y de acuerdocon las circunstancias de cada operación.

    1.6. Etapa monetaria

    Esta etapa fue una consecuencia inmediata de la anterior. Algunos valorescomunes, entre los que destacaban los metales —debido a sus propiedades deresistencia, belleza, facilidad de transporte y de almacenamiento—, seconvirtieron espontáneamente en el elemento de intercambio por excelencia,a tal extremo que se transformaron en mercancías de cambio, es decir, enbienes cuya principal utilidad era adquirir más bienes. La función del metalfue, entonces, permitir la compra.

    El éxito de esta funcionalidad consistió en que los metales sirvieron parafijar el precio de las cosas. Esta extraordinaria utilidad puede apreciarse si seintenta fijar el precio de algo sin utilizar una unidad monetaria. La función delos metales era la siguiente:

    Bienes destinados exclusivamente para ser cambiados por otros.Medidas de cambio, utilizadas para saber cuánto valía cada cosa.Sistema irrefutable de conservación del valor, sin importar el tiempo niel espacio.

    No obstante esta afortunada funcionalidad, el intercambio con metalespresentó también determinados problemas. Por ejemplo, el comerciante queadquiría una cosa pagando dos balanzas con diámetro de un codo, llenas a rasde cobre, y después quería venderla en el mismo precio a otro comercianteque carecía de balanza, dudó porque probablemente estaba recibiendo menosmetal del que había pagado.

    Este caso permite comprender el porqué de la existencia de monedas quese denominan pesetas (peso máximo de ciertas balanzas bilbaínas), libras(balanza utilizada en las islas británicas), pesos (balanzas españolasdestinadas a las Indias), etc., de utilización obligatoria para algunoscomerciantes. Sin embargo, el uso exclusivo de ciertas balanzas tambiénpresentaba el inconveniente de que no siempre estaban disponibles o nosiempre existía el tipo de metal necesario para compensar la operación.

    Entonces, con el interés evidente de facilitar y allanar el tráfico comercial,

  • se aceptó la necesidad de fundir pequeñas porciones de metal idénticas, conobjeto de que en cada operación el intercambio no dejara incertidumbrerespecto del quantum del valor intercambiado; por supuesto, también se teníael propósito de mantener la relación histórica de la utilidad que había recibidoel vendedor, en caso de que hubiera vendido la cosa en una cantidad depiezas superior al monto en que la había comprado.

    Con el fin de evitar que comerciantes ambulantes poco escrupulosossustrajeran de un principado las piezas de metal para darles un destinodiferente del asignado y, por tanto, ante el riesgo de que al carecer delvehículo de intercambio idóneo el principado se quedara sin posibilidades decomerciar, el príncipe ordenó imprimir, en cada porción de metal, efigies osignos distintivos para controlar el volumen del valor representado en cadapieza y la unidad de intercambio y para prohibir, con mejores posibilidadesde sanción y vigilancia, la salida de su principado del metal/moneda por élacuñada.

    Finalmente, si el número y la diversidad de necesidades y apetenciasaumentan con el crecimiento de la población, y la cantidad de metal acuñadono puede aumentar en la misma proporción, el resultado es la imposibilidadde disponer, para el nuevo tráfico mercantil, de la moneda metálicasuficiente. Esta carencia de metal, aunada a la necesidad de un factor deintercambio que permita fluidez a la expansión, fueron las causas históricasdel primer papel de crédito.

    El desarrollo del comercio llegó a tal grado que la moneda metálica seconvirtió en un elemento esencialmente representativo: se daba y recibíaporque representaba un valor susceptible de ser cambiado por cualquier cosa,y no por su valor o utilidad intrínsecos. El comerciante se habituó a dar yrecibir valores representados; el siguiente paso fue cambiar el instrumento derepresentación, que era escaso, por otro más abundante y casi inagotable: elmetal por el papel. Se imprimió entonces un papel que representaba undeterminado número de monedas metálicas, lo que originó la moneda depapel, moneda cartular o simplemente papel moneda.

    Por múltiples razones —por ejemplo, cuando en un pequeño papelquedaban representadas, incluso, bodegas repletas de metal, con lasconsecuentes reducciones de espacio y personal; la facilidad de transporte ydisminución del riesgo de robos y violencia que ello significaba— estainnovación se difundió rápidamente (núm. 2.4).

  • 1.7. Compraventa a crédito

    Una vez más la evolución dialéctica constituye el origen inmediato de estanueva etapa del comercio, cuya característica más significativa consiste enque, a diferencia de las tres primeras, en las que el intercambio lo realizancomprador y vendedor de manera simultánea en el mismo espacio, en ésta elintercambio se realiza en dos momentos: en el primero, el vendedor entregala cosa y en el segundo, siempre posterior, el comprador entrega su precio; esun intercambio realizado a plazo.

    Antes, el vendedor entregaba la cosa porque tenía fe, confianza (credere),en que el comprador la pagaría; es decir, le daba crédito a su promesa depago. Esta confianza, puramente comercial y nunca personal, obedecía a lapersistencia constante, entre otras, de las circunstancias siguientes:

    a. Es una opinión difundida que el patrimonio de un comerciante loconstituyen no tanto su dinero sino su imaginación, su mercancía y sucrédito.1 Con excepción de los banqueros, para quienes el dinero esmercancía (éstos no viven de cobrar, sino de prestar), el comerciantemuestra más interés en poseer mercancía que dinero; parte del querecibe lo utiliza (utilidad) para vivir, pero básicamente para adquirir másmercancía, pues es ésta, y no el dinero, la que le permite desempeñarsecomo lo que es.

    Ahora bien, si de la totalidad de las ventas de un comerciante sólo unporcentaje (el más pequeño) es en realidad para él (utilidad) y la mayorparte la destina al pago de empleados, proveedores y gastos corrientes,se concluye que si quisiera pagar de contado debería, primero, vendermucha más mercancía para obtener el dinero necesario. Cabe señalarque esa mercancía, a su vez, debió haberla adquirido de alguna forma.

    Este círculo (para vender, primero hay que comprar, pero para elloprimero hay que vender, y esto sólo es posible si antes se adquirió), quecontablemente se conoce como capital de trabajo, se origina así: en elcomercio los ingresos no coinciden, en tiempo, con las necesidades; engeneral, primero son éstas y luego aquéllos. Esta situación, de carácterpersistente, la experimentaban —y experimentan— todos. Entoncessurge de manera espontánea la solución, también colectiva, de darleoportunidad al que todavía carece de los ingresos suficientes de que se leentregue la mercancía para que la pague en el futuro.

    b. Otra razón histórica del crédito, más violenta que la anterior, es el miedo

  • a que durante el tránsito o almacenamiento se pierda el dinero o lamercancía por robo, extravío o un siniestro natural o deliberado, lo queorigina un servicio de importancia máxima, que consiste en el transporteo almacenamiento a cambio de dinero.2

    El tipo de comerciante cuya actividad principal es transportar oguardar cosas o dinero, le cobra por ello al depositante, o transportado,un precio. La confianza en que el depositario devolverá lo depositado esla primera operación de crédito cuya tipología esencial permanece.

    c. La tercera justificante histórica del crédito obedece a razones puramentecomerciales que siguen vigentes. Como en la actualidad, en los alboresdel comercio los comerciantes sostenían, en forma simultánea,relaciones mercantiles con compradores y vendedores que, a su vez,traficaban entre ellos y que, por tanto, podían resultar acreedores ydeudores mutuos.

    Con frecuencia, algún acreedor de un comerciante era a su vezdeudor de alguno de sus deudores. Entonces, en lugar de alentar elcomercio pagando y cobrando cada deuda a la persona pactadaoriginalmente, los derechos de cobro sobre un deudor se transmiten a unacreedor como pago, para que éste los cobre, mediante cartas queespecifican los detalles de la compensación (en lugar de que se mepague a mí, que se le pague a alguno de mis acreedores). Estatriangulación evoca los orígenes de la letra de cambio (núm. 3.1).

    d. Otra circunstancia histórica del crédito, también vigente, consiste en queel comerciante concluyó que si otorgaba crédito aumentaba sus ventas y,en consecuencia, prosperaba. La falta de pago —el defecto del créditopor excelencia— era otro riesgo que el comerciante debía asumir alacometer su negocio.

    No obstante, a fuerza de su persistencia histórica, el comercianteacepta que el ser humano es “más bueno que malo” y determina que lafalta de pago es la excepción; que la inclinación a la ilicitud y a laantisociabilidad no es la regla general. Como se observa, en esta y encualquier sociedad el crédito existe y existirá porque el pago seguiráexistiendo como norma general. El comerciante vive de su crédito.

    Como se deduce de estos argumentos, el crédito, mecanismomercantil de surgimiento puramente espontáneo y utilitario, permite queel comercio aumente y se fortalezca, a tal grado que se convierte en unode los apoyos más consistentes y confiables del desarrollo civil.

  • 1.8. Compraventa internacional en compensación

    Ésta es una etapa diferente que no surgió como consecuencia de las anterioresy, por el contrario, puede verse como la evidencia científica del reenvío aexperiencias superadas, denominadas péndulo histórico, en el sentido de queesta etapa implica, elementalmente, un claro regreso (que no retroceso) altrueque, cuyo mecanismo consistía en cambiar excedentes propios por los deotro, como la mejor manera de satisfacer una necesidad.

    Podría ilustrarse de esta manera: un país cuenta con excedentes deproducción (por ejemplo, petróleo), y otro tiene excedentes de tecnología enalimentos (patentes, sistemas confidenciales no patentados, etc.). Si elprimero necesita tecnología, para adquirirla debe vender su energético o en sudefecto utilizar, si los posee, otros recursos monetarios; si el segundo necesitaenergéticos, antes debe vender su tecnología, pues carece de otros recursos.Si los dos adquieren directamente con recursos monetarios preexistentes ocon los obtenidos de la venta de sus excedentes, el precio internacional quepagarían aumentaría por una utilidad, cuya magnitud estaría en función de laeficiencia de la producción, de la calidad del producto de cada país y delnivel de necesidad de cada uno.

    Pero si cada país permuta un volumen convencional de sus excedentes,ambos optimizarán sus recursos, pues por una parte no utilizarán sus activosmonetarios, que son de difícil conversión, y, por otra, omitirán la integracióndel sobreprecio impactado por los motivos señalados. Desde luego, estemétodo requiere coincidencia, compatibilidad y, en cierta medida, igualdadde condiciones económicas entre las partes.

    Aunque en esencia es la misma operación, en el sentido de que elintercambio se realiza con bienes y no con dinero, en la actualidad hay otrotipo de compensación internacional que se diferencia del anterior en que nose origina por el interés saludable de optimizar recursos de manera voluntaria,sino por la dramática imposibilidad de pagar una deuda de otra forma que nosea con bienes, debido a que se carece de dinero.

    Cuando un país obtiene crédito de otro o le compra bienes diversos y le esimposible pagar con puntualidad por algún siniestro, por ejemplo, porque lasexpectativas fueron mayores que los resultados o por cualquier otro motivoque en comercio se entienda de buena fe y por causa fortuita, la opción escargar la deuda con los costos moratorios pactados y esperar a que el deudorlos reúna, con la consecuente disminución de su crecimiento; o bien, se

  • conviene, a posteriori del incumplimiento, que el deudor no pague con dinerosino con algún bien que produzca, para lo que, además de tener el carácter deexcedente, no debe ser de mayor importancia social relativa y ha de resultarde interés para el acreedor. Se requiere coincidencia y compatibilidad, asícomo la peculiar disposición del acreedor.

    1.9. Compraventa electrónica

    Si en la actualidad un estudiante se enfrentara a la necesidad de estudiar lacarrera sin acceso a Internet, a un teléfono celular, a la digitalización de librosy su compra en línea, al Internet desde posiciones celulares, y sin unacomputadora personal (procesamiento y archivo de datos), sin conferenciastelefónicas multiparticipativas, sin fotocopiadoras ni escáneres, sin envíos dedocumentos por PDF (Portable Document Format) y sin algunos otrosrecursos tan normales y facilitadores como éstos, y debiera estudiarla tan sólocon un cuaderno, una pluma, libros “duros” por consultarse en una bibliotecay ocasionalmente una pesada máquina de escribir de funcionamientomecánico, no estaría sufriendo un castigo ni se estaría hundiendo en el caos;tan sólo estaría experimentando lo que vivieron todos los afortunadosestudiantes, como el que suscribe este texto, hace relativamente pocos años,quienes jamás supusimos que tales inventos ocurrirían en pocos años al gradode la más elevada eficiencia.

    El colosal cambio del estado de cosas en los recursos tecnológicossucedido en este lapso permite afirmar que tal vez por primera vez en lahistoria de la civilización, la velocidad del avance y el progreso es másacelerada que el tiempo mismo. Tal realidad desde luego afectó el comercio;en cierta forma, fue el comercio el que facilitó y facilita tal avance, porque elcomercio electrónico e incluso todo avance tecnológico no son sino la formaen que los comerciantes buscaron —y consiguieron— vender más.

    El comercio electrónico de mercancías (máquinas, enseres, medicinas,vestimentas, maquinaria pesada, etc.), servicios (transporte, viajes,espectáculos, etc.) y dinero (transferencias electrónicas, préstamos“plásticos”, etc.), es parte indispensable de la vida cotidiana actual. Esecomercio se caracteriza por permitir la realización de un número deoperaciones comerciales, entre diferentes empresas, ciudades y países, que talvez requerirían un número astronómicamente mayor de unidades de tiempo yde personas. Sin embargo, el comercio sigue siendo, en esencia, la misma

  • actividad: cambiar la satisfacción de necesidades o apetencias por dinero. Esobvio que, por otra parte, las ventas serían astronómicamente menores si sehicieran como antaño, nada más.

    La definición es simple, pero difícil de racionalizar: miles de vendedoresde todo el mundo ponen a la venta miles de productos o servicios a millonesde compradores potenciales en cualquier lugar del mundo, a los que noconocen, ni conocerán, por más que lo que realicen sea la milenariacompraventa; el lugar de venta es, precisamente, un “sitio”, pero electrónicoy ubicado en la red. Ni comprador ni vendedor, ni la mercancía ni el dinero,están presentes, no digamos en el mismo lugar y tiempo, sino incluso porcuanto a su existencia misma; además, se caracteriza por ser una operación decompraventa cuya condición de pago más obvia e irrestricta es la existenciade una tarjeta de crédito, de débito o de servicios financieros, en todo caso,un plástico. Su descripción técnica consiste en que a través del acceso a la red(Internet) se corre una dotación lógica determinada gracias a un entramado derutas inalámbricas dispuestas para permitir la comunicación, entre solicitantey comprador, mediante la visualización de la operación en la pantalla de unacomputadora personal, cuyo diseño está dirigido a admitir el compromiso deuna venta y de su pago con la máxima disminución posible del riesgo, perosin que el comprador deba moverse de su sillón ni desplazar su dinero, sinosólo transferirlo, una vez más, electrónicamente.

    Pensamos que el comercio electrónico no es sólo la última etapa —hastahoy— del comercio, sino que representa los cimientos del futuro quehacer dela civilización. Dicho comercio está razonablemente organizado por nuestralegislación (arts. 89 y ss., CCom), pero la ley especial, que desde el 2000viene pergeñándose con base en los lineamientos de la Ley Uniforme de laCNUDMI de 1996, sobre la materia, está todavía por concluirse. Respecto deeste trascendental tema lo más importante, desde el punto de vista jurídico,está por decirse.

    Segunda sección. Historia del derecho mercantil

    1.10. Creación espontánea y alta especialidad de la normamercantil

    En una sociedad suficientemente funcional, la regla de derecho (laobligatoria) siempre sigue al fenómeno social cuya organización busca, y no

  • al revés. Sería inútil crear una ley que no sirva para solucionar o prevenir unproblema. Pero para que la ley consiga su objetivo, es necesario que primeroel problema o el fenómeno social se estereotipe, es decir, adquiera repetición,persistencia, penetración social y consolidación formal para que sus orígenes,repercusiones, características y tipología general puedan ser conocidos yapreciados por el legislador o por la autoridad pública encargada desolucionarlo, a fin de organizarlo idóneamente de acuerdo con los interesesdel grupo.

    Si evocamos la historia, la estereotipación del comercio se presenta en unmomento anterior a los movimientos y adelantos que, en conjunto, dannombre al Renacimiento, época en la que se origina, tal vez, nuestra realidadactual.

    Al existir como una actividad típica, debido a la repetición de suselementos persistentes, el comercio ya estaba listo para ser organizado por laautoridad pública; pero la decisión, en extremo delicada, de qué autoridad ycómo debía ordenarlo quedó insoluta para el gobernante, en virtud de losmotivos que en seguida se tratan.

    Al concluir el Medioevo, casi todo era nuevo en los asuntos sociales, puesestaba en formación o en transformación, incluida la estructura del Estado yla forma de gobernar. Muy pocas actividades continuaron como antaño y, enconsecuencia, en pocas había experiencia; una de ellas era el comercio.Entonces, la realidad imperante consistía, por una parte, en que los gobiernos,no obstante su interés público en el asunto, carecían de la experiencia y losconocimientos para diseñar un derecho propio, especializado por actividad,con posibilidades de aplicarse con éxito; por otra, el comercio había sidoorganizado, con mucha eficiencia, por los comerciantes.

    En estas condiciones, la participación del Estado en la normatividad delcomercio no pudo ser otra que la de reconocer la existencia de las lexmercatorias, normas que provenían de la lógica pura, del sentido común, delequilibrio riguroso de la partida doble y de cientos de años de tortuosasexperiencias, que las convirtieron en normas de hechura impecable y, portanto, de una importancia insoslayable para el gobernante, aun como fuentehistórica o de inspiración.

    En cierta medida, y a pesar del grado de perfección alcanzado en su formade gobernar por el Estado moderno, aquella realidad todavía permanece hoyen día (y debería permanecer). En efecto, no debe pensarse que el seguro, lassociedades mercantiles, el crédito bancario, el cheque, el crédito

  • documentario o cualquiera de las llamadas figuras tradicionales del derechomercantil son producto de la iniciativa o la inventiva de un legislador. Alcontrario, provienen de la imaginación de los comerciantes, imaginación que,como veremos (núm. 1.11), no sólo debería ser respetada sino inclusopromovida por el grupo gobernante, como manera en que los individuos máscapaces participen en la solución de algunos problemas comunes. No en vanose afirma que lo que realmente resuelve no es tanto la fuerza o el poder, sinola imaginación, talento fundamental de los que triunfan en el comercio.

    1.11. Etapas del derecho mercantil

    Aquel derecho medieval respetado y reconocido por los príncipes delRenacimiento fue diseñado por una clase social para ser obedecido,interpretado y sancionado tan sólo por sus integrantes —los comerciantes—.Era un universo normativo que se creaba y aplicaba en función del sujeto yno del objeto mercantil; se trataba, por tanto, de un derecho subjetivo(sujetum) en términos propios.

    Esta primera concreción del derecho mercantil, de corte puramentesubjetivo, se fue modificando de modo dialéctico en el transcurso del tiempo,a fuerza de amoldarse a los imperativos de los sistemas de gobierno y deldesarrollo social de cada época. Eso originó las siguientes formas denormatividad, que a su vez permiten distinguir las diferentes etapas delderecho mercantil:

    Derecho mercantil subjetivo.Derecho mercantil objetivo.Derecho mercantil de concepción dualista (objetivo y subjetivo almismo tiempo).Derecho de los tratados internacionales de comercio.Crisis de la autonomía de la voluntad.

    1.12. Derecho mercantil subjetivo

    El monopolio de la creación, interpretación y sanción de la ley mercantil enlos comerciantes que, como hemos visto, obedeció más a deficiencias degobierno que a una concesión, perduró el tiempo necesario (bastantes siglos,por cierto) para que el Estado adquiriese el conocimiento y la experiencia

  • precisos para intentar, en consonancia con los intereses públicos, a la vez quecon posibilidades de éxito, la implantación de un derecho de vocación tanespecializada como es organizar el quehacer de los comerciantes y elcomercio.

    El derecho subjetivo consistía en recopilar las costumbres que con el pasodel tiempo habían sido probadas y comprobadas en cuanto a equidad yfuncionalidad por alguno de los dos grupos de mercaderes que reconoce lahistoria: los comerciantes de la misma especialidad (azulejeros, armadores,banqueros, etc.) conocidos como gremios de actividad, o bien, los decualquier especialidad radicados en la misma región (Bilbao, Visby, la Hansagermánica, etc.) denominados como gremios regionales.

    Algunas reglas de los gremios de actividad fueron adoptadas por gremiosregionales; es el caso de las reglas de los armadores de Flandes, cuyoformidable palacio aún existe en la Gran Plaza de Bruselas, asimiladas porlos comerciantes de Brujas, Rotterdam y otras regiones. También sucedió locontrario, algunas reglas de gremios regionales fueron abrazadas por losgremios especializados; por ejemplo, las Ordenanzas de Bilbao, queinspiraron las reglas de múltiples gremios de banqueros en el Mediterráneooccidental, en la Nueva España y aun en el México independiente.

    En el transcurso de la historia, tales regulaciones se han conocido con elnombre de ordenanzas. Los tribunales, integrados por comerciantesagremiados de reconocida experiencia, honorabilidad e influencia, y en losque se depositaba la responsabilidad de crear, interpretar y sancionar lasordenanzas se llamaban tribunales de comercio. Por último, los grupos a losque necesariamente debía pertenecer todo comerciante recibían el nombregenérico de gremios. Cada uno de ellos disponía de sus propias ordenanzas ytribunales del comercio y todo comerciante agremiado, por el simple hechode serlo, quedaba sometido a aquél. Se comprenderá que la posible semejanzade los gremios medievales con las actuales cámaras de comercio no es casual;muchos motivos de la asociación siguen vigentes.

    Las características más importantes de aquel derecho subjetivo eran lassiguientes:

    Estaba necesariamente sustentado en las experiencias vividas por loscomerciantes.Las soluciones que proponía eran producto de la imaginacióndesplegada por un comerciante al enfrentar un problema práctico y no

  • potencial.En estas condiciones, el elenco de hipótesis previstas pretendía serexhaustivo y contemplaba todas las posibilidades de actuación, deacuerdo con el pasado.Era drásticamente clasista, es decir, sólo aplicable a los agremiados.Resultaba atractivo en dos sentidos: tan sólo se aplicaba a losagremiados y a los no comerciantes relacionados con aquellos, cuyaconducta estuviera prevista en la ordenanza.Era sacramental en el sentido de que la forma ocupaba un papelpreponderante en consonancia con el estrecho contacto personal y deconducta al detalle, que distinguía los intercambios de la época.En suma, los bienes jurídicos tutelados por aquel derecho,sustantivamente, eran la buena fe, la honra de la palabra empeñada y lafluidez de los intercambios; y procesalmente, la equidad aritmética, elsentido común y lo práctico de las soluciones de todo tipo.

    Este derecho disponía de habilidad para haber continuado por tiempoindefinido, pero, como se dijo, se presentó el momento histórico en el que losgobiernos dispusieron de la organización suficiente para incursionar de mododirecto en la reglamentación del comercio.

    Al suceder eso, no implicó que el derecho mercantil subjetivo dejara deserlo para transmutarse en objetivo, pues continuó siendo aplicableexclusivamente a los comerciantes. En efecto, esta primera incursión de ungobierno en la normación del comercio se presenta en las Ordenanzas delComercio Terrestre (1669) y en las Ordenanzas del Comercio Marítimo(1672), promulgadas durante el reinado de Luis XIV con el impulso deColbert, su ministro de finanzas. Esta legislación oficial continuó siendoaplicable, lo reiteramos, sólo a los comerciantes.

    1.13. Derecho mercantil objetivo

    El incremento de los contactos entre comerciantes y no comerciantes, asícomo su participación en negocios puramente mercantiles, por ejemplo, enlos títulos de crédito y en el préstamo con interés, motivaron que la actividadde los no comerciantes se ubicara en un espacio ilegal al no poder ser cubiertapor lo civil, debido a que no estaba prevista, ni por lo mercantil, porque éstesólo era aplicable a los comerciantes.

  • Esta laguna importante, dentro de otras razones a las que no son ajenaslas del orden político, es la génesis del primer derecho mercantil objetivo (enfunción del objeto —cosa—de comercio) que está reglamentado en uno delos siete códigos que, en conjunto, se conocen como Código de Napoleón. Elde comercio se publicó en septiembre de 1807 y aún continúa vigente en laRepública francesa.

    Este ordenamiento inició el movimiento histórico de reglamentar elcomercio en función de los actos y de las cosas mercantiles, sea quien fuereel que los realizara, y ya no en función de los comerciantes, cualesquieracosas que hicieran, como era en esa época. Sin embargo, la trascendencia delcódigo no se debió sólo a esta innovación, sino a que logró conjuntar en elmismo ordenamiento los dos criterios. Como se ha visto, reglamentó los actosde comercio y la actividad de los comerciantes, si bien con diferentesconsiderandos.

    El acento de comercialidad en un individuo consistió en que parareputarse como tal debía dedicarse, precisamente, a realizar actos decomercio. De esta manera, si alguien que se dijera comerciante no realizabalos actos calificados de mercantiles en el código, no se le considerabacomerciante desde la perspectiva legal.

    Debido a la innegable solución que procuró a los gobiernos en el controlde las actividades comerciales, consideraba a las cosas mercantiles, y ya no alos comerciantes, el eje de la ley mercantil, ya que las cosas son menosvolátiles que las personas.

    Este método fue adoptado rápidamente por muchos países, como lasrepúblicas y los señoríos italianos, España, Prusia y Alemania, que a su vezlo trasladaron a sus colonias, las que, una vez que se independizaron, loadoptaron como propio; finalmente, por la vía mencionada, se llegó a unalegislación que era al mismo tiempo objetiva y subjetiva.

    1.14. Derecho mercantil de concepción dualista (objetivo ysubjetivo)

    La motivación político-económica del Segundo Imperio en 1848; losasentamientos comerciales ingleses en la península indostánica, en losyacimientos de Kimberly en Sudáfrica, en Australia y en las costas orientalesde Asia; la respuesta agresiva del pueblo germano, que merced al talento deOtto von Bismarck, el canciller prusiano, culminó con la aceptación, por

  • parte de Austria y Hungría, del emperador alemán; las guerras de Crimea(1856), la austro-húngara (1867) y la franco-alemana (1870), queconcluyeron en una nueva distribución territorial de Europa; la independenciaformal de los Países Bajos (centro vital del comercio y la banca judíos), asícomo los movimientos expansionistas europeos, japoneses y estadounidensesde la segunda mitad del siglo XIX, que no tenían precedentes desde el punto devista de las regiones que comprometieron (virtualmente todo el orbe),obligaron a que la industria, factor de la producción militar por excelencia einsaciable consumidora de materias primas abundantes sólo en territorios quetodavía no pertenecían a nadie, se convirtiera en objeto de una protección aultranza y de una promoción sin precedentes.

    Esta insólita protección de la industria nacional (conocida comoproteccionismo, respuesta dialéctica al librecambismo inglés, y que para losimperios era una prioridad inaplazable), a su vez motivó que la tutela de lasleyes mercantiles se modificara en el sentido de que lo que debía protegersecon más vigor era la planta industrial y no, como antaño, el honor de lapalabra empeñada, el sacramentalismo de las formas y otros valoresrománticos que, súbitamente, pasaron a ser secundarios. Esta tarea derenovación legal se facilitó gracias a la todavía, en aquel momento, recienteadopción del sistema de derecho objetivo, que, como hemos visto, permitíaun mejor control del mercado mediante la reglamentación de los objetos y node las personas de comercio, por ser las industrias, desde luego, centros denormatividad más estáticos; por tanto, más fáciles de organizar, controlar yponderar.

    A pesar de lo anterior, el hecho de que la industria, fundamentalmente enla segunda mitad de siglo, tanto en Europa como en Estados Unidos deAmérica se encontraba en manos de las grandes sociedades de capitales,obligó a que las sociedades mercantiles, sobre todo, fueran el nuevo eje delderecho mercantil y no los comerciantes, lo que significó, a su vez, que decierta forma el mercantil volviera a convertirse en un derecho subjetivo, perono en función del individuo sino de la empresa, porque tendía a ser un ordennormativo destinado a ser aplicado, casi en exclusiva, a una clasesocioeconómica precisa integrada por las sociedades anónimas.

    Por supuesto, las cosas ya no pudieron, ni podrán, ser como antes delexpansionismo imperialista del siglo XIX; las variables socioeconómicas enjuego demandaban soluciones surgidas de visiones de conjunto. Losconsecuentes ajustes legales —animados por la protección de la industria

  • nacional en referencia, cuyo ejemplo más evidente es el derecho alemán delas empresas (o de la industria) plasmado en la Ley de Sociedades de 1876—establecieron las premisas siguientes:

    Por una parte, las sociedades mercantiles permanecen casi como el únicoelemento subjetivo del derecho mercantil, por ser los agentes del comerciopor excelencia, único sentido —el societario— en el que el mercantil podíaseguir considerándose derecho subjetivo; pero, por otra, quedó al descubiertoque una distinción contundente entre lo objetivo y lo subjetivo, desde elpunto de vista de la técnica legislativa y de la responsabilidad judicial, erauna diferenciación, además de inútil, imposible de llevar a la práctica.

    Aparentemente, la solución adoptada por la mayor parte de laslegislaciones occidentales, incluida la mexicana, es la elaboración de códigosde comercio aplicables tanto a los actos de comercio como a loscomerciantes, aunque por medio de enunciados, capítulos y organizacionesdistintas y por separado. Esta situación es extremista en el sentido de que porla diferenciación entre lo subjetivo y lo objetivo podría decirse queconstituyen, en un solo ordenamiento, dos códigos distintos.

    Este argumento permite apreciar la futilidad de tal diferenciación. Éste esel criterio adoptado por el derecho mercantil mundial, que con interéspráctico acabó por abandonar el afán excesivo de distinguir los actos decomercio de los comerciantes, como método tradicional para normar sumercado, por haberse convertido, esta exacerbación, en un métodoinsuficiente debido a su incongruencia con el nuevo estado de cosas.

    Lo mercantil sólo es porque su mercantilidad proviene de una cosa o deuna persona mercantil, pero no porque lo sea intrínsecamente, pues tampocoexisten actos o personas que sean en esencia comerciales, ya que no es unúnico concepto o circunstancia lo que, en la actualidad, los convierte en ello.De acuerdo con Cervantes Ahumada:

    Los actos de comercio únicamente pueden serlo por conexión,sea con una cosa de comercio o con un comerciante;y éstos lo serán sólo cuando sean calificados como tales por la leymercantil;calificación que a principios del siglo XXI obedece no tanto a que lascosas mercantiles y los comerciantes sean entes privativos del comercio,sino a que se ha comprobado que a pesar de sus lagunas y omisiones, deesa forma se obtiene una máxima economía legislativa y un más rápido

  • desempeño judicial.

    Veremos (núm. 2.17) que las cosas de comercio, por excelencia, son lostítulos a los que se dedica la primera parte de este libro.

    1.15. Derecho de los tratados internacionales de comercio

    El desarrollo que experimentaron las metrópolis, promovido por la protecciónindustrial y la expansión política y territorial aludida, llegó a tal extremo que,por un lado, la industria empezó a producir más bienes de los que su sociedadpodía consumir y, por otro, la población se convirtió, paulatinamente, en másindustrial que agrícola. Esto provocó ciertos conflictos en cada economía: a)la presencia de más productos que consumidores, es decir, ventasinsuficientes, pero necesarias para justificar la protección y el financiamientoasignados a la industria y, paradójicamente, b) una necesidad ingente porciertos insumos agrícola-alimentarios agotados o que dejaron de producir.

    La solución que los comerciantes le dieron a este problema se observacomo uno de los orígenes de la expansión de la empresa transnacional quecontinuó en el siglo XX, y se presenta en la historia con el carácter de laprimera conquista pacífica por haber sido la primera invasión no militar.

    Esta expansión se desarrolla como respuesta a dos impulsos: la búsquedade mercados en los que se pudieran colocar los bienes industriales excedentesy la búsqueda de mercados en los que se pudieran adquirir, de maneraventajosa, los insumos agrícolas y primarios faltantes. Los resultadosprácticos de este esfuerzo de imaginación pura, que constituyen un hito en lahistoria del ser humano y con trascendencia potencial, sin duda, hasta el sigloXXI son, una vez más, consecuencia de la actividad de los comerciantes, acuyo ritmo inexorablemente tuvimos que avanzar todos.

    Se podrá evaluar que las relaciones comerciales surgidas de la dinámicaexpuesta, por una parte, resultaron ser, una vez más, imposibles de controlaren forma exhaustiva por las leyes nacionales y, por otra, la actividadlegislativa de los comerciantes continuó organizando los asuntos delmercado. En efecto, el nuevo comercio surgido del proteccionismocombinado con la incipiente expansión transnacional de la industriasimplemente no podía estar previsto en leyes nacionales.

    No obstante aquel motivo (el comercio extrafronteras podía sustraer de lasoberanía nacional elementos que normalmente se sometían a la ley interna y

  • entonces, amén de no ser controlables, los comerciantes podían darles a esoselementos un destino contrario a la política local), en esa época se dieron lascondiciones para que dos o más países concluyeran que una manera deproteger su interés nacional y a la vez controlar con eficacia a suscomerciantes era coordinar el desarrollo de su mercado mediantecompromisos obligatorios, lo que dio origen a los primeros tratadosinternacionales de comercio.

    Existen dos tipos de tratados de comercio: los que organizan lasrelaciones comerciales directas de dos o más Estados (tratados de comercio)y aquellos con los que los Estados firmantes se obligan a uniformar sus leyesnacionales, a fin de dar al instrumento objeto del tratado (cheque,compraventa internacional, etc.) el mismo tratamiento en su medio nacional(leyes uniformes). Más adelante se analizarán los tratados internacionales deambos tipos, que son relevantes para nuestra materia (núm. 6.11).

    Se considera que el primer tratado de comercio moderno fue el Conveniode Cooperación Franco-Inglés, de 1857, que presenta una triple importancia:a) es el primero que unifica las tarifas arancelarias de los firmantes, lo que loconvierte en el antecedente más claro del GATT; b) es el primero que estipulael mutuo privilegio, conocido como cláusula de la nación más favorecida,que consiste en que cada firmante se obliga a conceder al otro los mismosprivilegios que otorga a un tercero; y c) es la evidencia histórica de que lasrelaciones internacionales sostenidas sobre bases puramente comerciales nosólo coadyuvan a la pacificación, al disminuir o cancelar tensiones políticas ymiliares, sino que incluso tienden a permanecer de manera indefinida en estatónica de paz y cordialidad. En efecto, durante varios siglos Francia eInglaterra fueron países beligerantes por tradición, pero a partir de dichotratado sentaron las bases para que, hasta la fecha, se consideren aliados.

    1.16. Crisis de la autonomía de la voluntad

    El último momento estelar de la historia del derecho mercantil es el fin de laautonomía de la voluntad, como el postulado básico de las relacionescomerciales.

    Como veremos (núm. 1.17), el derecho es la técnica social que permiteconocer con certeza y seguridad qué podemos hacer y cómo. Hasta hacepocos años, generalmente el qué y el cómo en el comercio no tenían otroslímites que los fijados por dos voluntades expresadas mediante un contrato

  • verbal o escrito. Esta regla se sublima en el librecambismo inglés, sepreconiza en la idea política de laissez-faire y laissez-passer de los paísescontinentales y acabó por convertirse en el siglo XIX, por las razones y con lasformas antes analizadas, en el periodo de consolidación y expansiónindustrial de los países que conciertan el quehacer mundial del siglo XX; fueel paraíso de la libertad individual del comerciante. Pero después aquellasreglas llegaron a ser muy diferentes, aunque otra vez estén cambiando en elsentido de crear la posibilidad de que la voluntad individual vuelva aentronizarse en las relaciones comerciales.

    Si atendemos a la directriz política que aquellos países le imprimieron asu economía a lo largo de distintos periodos, y desde una perspectivapuramente histórica, podemos hacer una distinción muy breve, por épocas:

    a. 1780-1820. Con las primeras mecanizaciones industriales y con elcrédito bancario destinado al primer comercio colonial se sientan lasbases del capitalismo.

    b. 1820-1870. Con la gran libertad concedida a las sociedades de capitales,con la máxima explotación de los yacimientos de metales pesados, conel perfeccionamiento de los intercambios bancarios y con loscontrapesos de comercio surgidos en Estados Unidos de América yJapón se consolida el capitalismo temprano.

    c. 1870-1910. Con el proteccionismo de las plantas industriales nacionales,que permite alcanzar una eficiencia considerable en la producción; conlos primeros ensayos transnacionales; con la redistribución territorial deEuropa; con las expansiones colonialistas en África y Asia; con lasobreexplotación del obrero y con las primeras crisis cíclicas delambiente internacional, el capitalismo llega a su fase superior y segeneran las inconformidades que derivaron en las respuestas socialista ysindicalista en su todavía tenue representación histórica.

    d. 1910-1940. En 1914, con la ruptura del equilibrio de las reglas deexpansión colonialista entre las potencias europeas; con la Revoluciónbolchevique, que aísla a un país que así se permite diseñar una forma devida distinta de las existentes; con el desproporcionado adelantoindustrial y tecnológico de las potencias imperialistas en relación con elresto de los países; con el surgimiento de Latinoamérica como clienteimportante y zona de ampliación de influencias; con la consolidación delcontrol de las metrópolis en los subgobiernos de sus colonias y con los

  • enormes cambios experimentados por el inconsciente social en suintento por ajustarse a las nuevas formas de consumo, se lleva alcapitalismo a su fase imperialista y a enfrentar, si bien de manera aúnincipiente, el contrapeso trascendental del sistema socialista deproducción, que lo contradijo hasta sus bases porque cancelaba laautonomía de la voluntad como eje de la conducta humana.

    e. 1940-1980. Esta época se modela en torno a un acontecimiento decisivo:por una parte, el acceso de Estados Unidos de América al podio delcontrol económico y territorial de los países aliados, subsecuente a laguerra de 1939-1945 y, por otra, el apuntalamiento de la Unión deRepúblicas Socialistas Soviéticas como eje de control total de unacincuentena de repúblicas y países sometidos, íntegramente, a unaideología centralizada que estaba sostenida en la impugnaciónpermanente del capitalismo (libre autonomía de la voluntad); ambos,antagonistas en una violenta Guerra Fría en torno a la cual estuvimosgirando, en mayor o menor medida, todos.

    Este acontecimiento propició una agitación gubernamental queconcluyó en la entronización de la industria y del comercio nacional einternacional de Estados Unidos de América; pero también concluyó, enlos países capitalistas avanzados, en un vigoroso sindicalismo, y en lospaíses y naciones emergentes provoca, además de movimientossindicales, múltiples actos de emancipación social que a su vezgeneraron reacciones violentas de todas magnitudes que finalizaron en laconsecuencia más esclarecida: la independencia de una centena depaíses en África, el Oriente Medio y el sur del continente asiático.

    En esta época es fácil distinguir dos planos, uno económico y otropolítico, a los que pertenecían los países de la comunidad internacional:el “horizontal”, que diferenciaba a los países denominados pobres de losricos, y el “vertical”, que separa a las naciones capitalistas de lassocialistas o de economía planificada. Se hablaba, entonces,respectivamente, de un bloque norte o desarrollado y de uno sur,subdesarrollado o emergente; de un bloque de izquierda o socialista yuno de derecha o capitalista.

    En esta etapa surgieron tres circunstancias sin precedente en lanormatividad mercantil, que implicaban que la voluntad del comerciantequedara reducida a un plano secundario: a) en los países socialistas, queenglobaban a la mayoría de la población mundial, desaparece de la

  • actividad mercantil, en su totalidad, la autonomía de la voluntadindividual; b) en los países capitalistas, la voluntad ind