1 TOMO 1 Prólogo Los días 17 de septiembre de 1951 y 6 de febrero de 1952 fueron de gran solemnidad en Puerto Rico. Por primera vez en su historia el pueblo de la isla, a través de sus delegados democráticamente electos, comenzaba y concluía, respectivamente, la redacción de su propia constitución política. Los días de 1508, cuando Ponce de León comenzó la colonización del Boriquén, hasta el día en que tomó asiento en las Cortes de Cádiz, en 1812, nuestro diputado don Ramón Power, gobernaba Puerto Rico el monarca español, cuyos poderes de soberanía sobre la isla se fundamentaban en el derecho de descubrimiento. Los habitantes indígenas de la isla eran, al igual que los colonizadores llegados de la península española, vasallos del rey. Vivió Puerto Rico, de 1812 a 1814, la vida constitucional de una provincia española; igualmente de 1820 a 1823; pero en ambos períodos constitucionales Puerto Rico era parte de un todo; su vida era constitucional porque lo era la de la monarquía. En igual situación volvió a estar en 1869, cuando se le devolvió su posición como provincia española, negada por la constitución de 1837. Continuó así hasta 1897 en que la Corona le otorgó la Constitución Autonómica. Durante el período autonómico de 1897 a 1898, aunque los puertorriqu eños disfrutaban de amplias facultades de gobierno propio, lo hacían bajo los términos de una constitución otorgada y no una constitución adoptada por el propio pueblo, en uso de su derecho natural a gobernarse por sí mismo. Situación parecida fue la del período de 1900 a 1952, bajo las dos cartas orgánicas otorgadas por el Congreso en 1900 y 1917, respectivamente. Para los que participamos en la obra de la Convención Constituyente, a cuya presidencia me elevó el voto de mis compañeros delegados, el período comprendido entre el 17 de septiembre de 1951 y el 6 de febrero de 1952 fue de intensa labor creadora. Era una obra de enorme trascendencia para la vida política de nuestro pueblo y era el propósito dotar a nuestro pueblo de instituciones de gobierno gen uinamente representativas y democráticas, a tono con el espíritu ponderado a la par que dinámico, de los puertorriqueños. Los procedimientos discurrieron con toda regularidad. En ambiente cordial, el entrechoque de las ideas terminó siempre en la mutua co mprensión y la avenencia inteligente. A pesar de la diversidad ideológica de los delegados, la Constitución fue aprobada, en su redacción final, por casi unanimidad: hubo un solo voto abstenido por ausencia, y sólo tres votos en la negativa. El Estado Libre Asociado representa una innovación en el derecho político de los Estados Unidos. Con expresa autorización de los Estados Unidos, soberanos de la isla a virtud de un tratado internacional, el pueblo que tiene a esa isla por patria se ha constituido por sí mismo en un estado político; siquiera sus poderes de soberanía están sujetos a limitaciones aceptadas de antemano, al sancionar en referéndum la ley del Congreso en que se determinaron las relaciones federales del nuevo Estado que se había de crear. Así, mientras el Estado Libre Asociado que se creó por la Constitución, ejerce poderes propios, continúa vigente la autoridad de los Estados Unidos en Puerto Rico, dentro del ámbito de relaciones que la misma ley- convenio determina.
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TOMO 1 Prólogo Los días 17 de septiembre de 1951 y 6 de febrero de
1952 fueron de gran solemnidad en Puerto Rico. Por primera vez en
su historia el pueblo de la isla, a través de sus delegados
democráticamente electos, comenzaba y concluía, respectivamente, la
redacción de su propia constitución política. Los días de 1508,
cuando Ponce de León comenzó la colonización del Boriquén, hasta el
día en que tomó asiento en las Cortes de Cádiz, en 1812, nuestro
diputado don Ramón Power, gobernaba Puerto Rico el monarca español,
cuyos poderes de soberanía sobre la isla se fundamentaban en el
derecho de descubrimiento. Los habitantes indígenas de la isla
eran, al igual que los colonizadores llegados de la península
española, vasallos del rey. Vivió Puerto Rico, de 1812 a 1814, la
vida constitucional de una provincia española; igualmente de 1820 a
1823; pero en ambos períodos constitucionales Puerto Rico era parte
de un todo; su vida era constitucional porque lo era la de la
monarquía. En igual situación volvió a estar en 1869, cuando se le
devolvió su posición como provincia española, negada por la
constitución de 1837. Continuó así hasta 1897 en que la Corona le
otorgó la Constitución Autonómica. Durante el período autonómico de
1897 a 1898, aunque los puertorriqueños disfrutaban de amplias
facultades de gobierno propio, lo hacían bajo los términos de una
constitución otorgada y no una constitución adoptada por el propio
pueblo, en uso de su derecho natural a gobernarse por sí mismo.
Situación parecida fue la del período de 1900 a 1952, bajo las dos
cartas orgánicas otorgadas por el Congreso en 1900 y 1917,
respectivamente. Para los que participamos en la obra de la
Convención Constituyente, a cuya presidencia me elevó el voto de
mis compañeros delegados, el período comprendido entre el 17 de
septiembre de 1951 y el 6 de febrero de 1952 fue de intensa labor
creadora. Era una obra de enorme trascendencia para la vida
política de nuestro pueblo y era el propósito dotar a nuestro
pueblo de instituciones de gobierno genuinamente representativas y
democráticas, a tono con el espíritu ponderado a la par que
dinámico, de los puertorriqueños. Los procedimientos discurrieron
con toda regularidad. En ambiente cordial, el entrechoque de las
ideas terminó siempre en la mutua comprensión y la avenencia
inteligente. A pesar de la diversidad ideológica de los delegados,
la Constitución fue aprobada, en su redacción final, por casi
unanimidad: hubo un solo voto abstenido por ausencia, y sólo tres
votos en la negativa. El Estado Libre Asociado representa una
innovación en el derecho político de los Estados Unidos. Con
expresa autorización de los Estados Unidos, soberanos de la isla a
virtud de un tratado internacional, el pueblo que tiene a esa isla
por patria se ha constituido por sí mismo en un estado político;
siquiera sus poderes de soberanía están sujetos a limitaciones
aceptadas de antemano, al sancionar en referéndum la ley del
Congreso en que se determinaron las relaciones federales del nuevo
Estado que se había de crear. Así, mientras el Estado Libre
Asociado que se creó por la Constitución, ejerce poderes propios,
continúa vigente la autoridad de los Estados Unidos en Puerto Rico,
dentro del ámbito de relaciones que la misma ley-convenio
determina.
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Puerto Rico sigue, respecto de Estados Unidos, en situación de no
incorporación constitucional; no ha entrado a formar parte de la
unión federal de estados que constituyen los Estados Unidos de
América. Pero los ciudadanos del Estado Libre Asociado de Puerto
Rico están investidos de la ciudadanía de Estados Unidos y los
ciudadanos de Estados Unidos que residen en Puerto Rico, si no
están investidos ya de la ciudadanía de Puerto Rico, la adquieren
automáticamente, tras un año de residencia. Esta es la piedra
angular del convenio de asociación. Hasta ahora se conocía en el
derecho político de Estados Unidos, el Estado, miembro de la Unión;
el Distrito de Columbia (área federal bajo la autoridad exclusiva
del Congreso de los Estados Unidos); el Territorio, incorporado
constitucionalmente a la Unión (en el cual todavía no se ha erigido
un estado para ser admitido al seno de la Unión en pie de igualdad
con los que originalmente la formaron, pero que se entendía
destinado a serlo). Se conocía además el territorio sin incorporar
a los Estados Unidos, pero sujeto a la soberanía de éstos: la
posesión, sujeta a la autoridad plenaria del Congreso y gobernada
bajo la legislación orgánica que el propio Congreso hubiera de
otorgarle. Pero no se conocía un área sujeta a la autoridad de los
Estados Unidos, asiento de un pueblo constituido políticamente por
sí mismo, mediante haberle sido reconocido el derecho natural a
autogobernarse, que no está incorporado a la Unión, y en que ambos
poderes están vigentes, el del Estado creado por el pueblo y el
Federal de Estados Unidos, armónicos y complementarios entre sí. No
podrá reclamarse la perfección ni para la Constitución del Estado
Libre Asociado de Puerto Rico ni para los términos de convenio
dentro de los cuales surgió a la vida. Ninguna obra humana, ninguna
fórmula política, es perfecta. Pero quien estudie atentamente la
historia, las circunstancias geográficas y la potencialidad
económica de Puerto Rico; quien estudie el desarrollo de las ideas
políticas en Puerto Rico, a la vez que el desarrollo de las ideas
políticas en Estados Unidos y el curso de su historia, habrá de
reconocer que tanto el Congreso de los Estados Unidos como el
pueblo de Puerto Rico tienen derecho, como consecuencia de la
creación del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, al
reconocimiento de la posteridad. Prefacio La Constitución del
Estado Libre Asociado de Puerto Rico fue redactada por la
Convención Constituyente integrada por delegados elegidos por el
pueblo el 27 de agosto de 1951, luego de haber dicho pueblo
aceptado, en referéndum celebrado el 4 de junio de 1951, las
disposiciones de la Ley Pública 600, 81er. Congreso, aprobada el 3
de julio de 1950. Para llevar a cabo la ciclópea labor de redactar
la Constitución, la Convención Constituyente celebró 62 sesiones
durante el período comprendido entre el 17 de septiembre de 1951 y
el 6 de febrero de 1952. La Constitución fue aprobada por la
Convención el 4 de febrero de 1952 y adoptada por el pueblo de
Puerto Rico en un referéndum celebrado el 3 de marzo de 1952, con
un resultado de 374,649 votos contra 82,923. La Constitución fue
aprobada por el Congreso de los Estados Unidos mediante la Ley
Pública 447, 82do. Congreso, aprobada el 3 de julio de 1952, sujeta
a ciertas
3
condiciones a ser aceptadas por la Convención Constituyente. La
Convención Constituyente celebró sus sesiones 63ra. a 66ta. desde
el 7 hasta el 10 de julio de 1952, y aceptó las condiciones
comprendidas en la Ley Pública 447. La Constitución del Estado
Libre Asociado de Puerto Rico entró en vigor el 25 de julio de
1952, mediante proclama emitida por el Gobernador en igual fecha.
Las enmiendas a la Constitución para cumplir con las condiciones
estipuladas por el Congreso fueron aprobadas por el pueblo el 4 de
noviembre de 1952, y las mismas quedaron vigentes el 29 de enero de
1953, mediante proclama del Gobernador. Diario de Sesiones. El
Diario de Sesiones, contentivo de los procedimientos y debates de
la Asamblea Constituyente es un valioso documento histórico del
Estado Libre Asociado de Puerto Rico, que en todo tiempo tendrá una
marcada importancia en la interpretación y aplicación de la
Constitución. El Diario se publicaba periódicamente después de cada
sesión de la Convención Constituyente. Las ediciones relativas a
las sesiones 1ra. a 62da., páginas 1 a 922 (y Apéndice, páginas A 1
a A 81), y que cubren el período comprendido desde el 17 de
septiembre de 1951 al 6 de febrero de 1952, fueron encuadernadas en
un solo tomo. Actualmente dicha edición original está agotada. La
presente edición del Diario de Sesiones de la Convención
Constituyente de Puerto Rico se publica mediante la autoridad
conferida por la Resolución Conjunta Núm. 102 de la Asamblea
Legislativa de Puerto Rico, aprobada el 26 de junio de 1959. Texto
del Diario. Esta obra contiene el texto íntegro de los
procedimientos habidos en la Convención Constituyente en la misma
forma en que aparecían en la edición original. Se han insertado
notas editoriales y cierto material entre corchetes ([ ]) a los
fines de mayor claridad y para la conveniencia del lector. En un
número de ocasiones los delegados le hicieron ciertas enmiendas al
Diario luego de transcurridos algunos procedimientos. En los casos
en que la enmienda fue aprobada por la Convención y su esencia es
clara, el cambio se ha efectuado insertándose un escolio
explicativo. En aquellos casos en que la enmienda no es clara, se
han insertado dos escolios, uno en el que aparece el material
enmendado y otro conteniendo la enmienda hecha. En ocasiones se ha
sustituido “Legislatura” por “[Asamblea] Legislativa” y “récord”
por “[acta]”. Se han corregido errores tipográficos obvios, tales
como acentos y comas mal colocadas, y se han efectuado algunos
cambios en cuanto a mayúsculas con el propósito de mantener la
uniformidad en el estilo, pero observándose un gran cuidado en no
hacer cambio sustancial alguno. Características adicionales. En
adición al texto del Diario de Sesiones, esta obra incluye (1) el
texto de la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico
dispuesto en forma conveniente a los fines de referencia; (2) las
proposiciones sustitutas de las disposiciones de la Constitución,
incluyendo los informes de las Comisiones Permanentes; (3) una
tabla de concordancias; y (4) un índice. Equity Publishing
Corporation Orford, Nueva Hampshire
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Febrero de 1961 Diario de Sesiones Procedimientos y Debates de la
CONVENCION CONSTITUYENTE DE PUERTO RICO SESION INAUGURAL 17 de
septiembre de 1951 A las diez de la mañana del día 17 de septiembre
de 1951, por disposición de ley, el Hon. Roberto H. Todd, Jr., Juez
Presidente del Tribunal Supremo de Puerto Rico, llama al orden a la
Convención Constituyente, actuando como secretario interino de la
misma, por mandato de ley, el Hon. Roberto Sánchez Vilella,
Secretario Ejecutivo de Puerto Rico. El señor Presidente llama al
orden y hace las siguientes manifestaciones: Queda abierta la
sesión inaugural de la Primera Convención Constituyente a
celebrarse en Puerto Rico. La abro a virtud de la disposición de
ley que autoriza al Juez Presidente del Tribunal Supremo de Puerto
Rico a presidir esta sesión inaugural. Asimismo dicha ley autoriza
al Secretario Ejecutivo de Puerto Rico para actuar como secretario
provisional en esta sesión inaugural. El Secretario dará lectura a
las certificaciones que haya recibido de la Junta Insular de
Elecciones en cuanto a los miembros que hayan sido electos para
constituir esta Convención. Suplico a cada delegado que al oir
mencionar su nombre como certificado [de] que ha sido electo a esta
Convención, conteste “presente”. El Secretario procederá en la
forma indicada. (El Secretario da lectura a las certificaciones
expedidas por el Superintendente General de Elecciones, declarando
electos a esta Convención Constituyente a los siguientes
delegados.) DELEGADOS POR ACUMULACIÓN Juan B. Soto Luis Muñoz Marín
Lino Padrón Rivera José Trías Monge Ramón Barrios Víctor Gutiérrez
Franqui Antonio Reyes Delgado Antonio Fernós Isern DELEGADOS POR
DISTRITOS Samuel R. Quiñones Ernesto Ramos Antonini San Juan I
Benjamín Ortiz Rubén Gaztambide Arrillaga María Libertad Gómez Juan
Meléndez Báez Jaime Benítez Arcilio Alvarado José A. Cintrón Rivera
Jorge Font Saldaña Francisco A. Arrillaga
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Francisco Paz Granela Ramón Barreto Pérez Virgilio Brunet Jenaro
Gautier Alberto E. Sánchez Luis Muñoz Rivera Leopoldo Figueroa
Carreras Héctor González Blanes Celestino Iriarte Fernando J.
Géigel San Juan II Baudilio Vega Heraclio H. Rivera Colón Armando
Mignucci Jesús Izcoa Moure Angel M. Candelario Arce Ernesto Juan
Fonfrías Miguel A. García Méndez Carlos Román Benítez José Rosario
Gelpí Ramón Mellado Rafael Torrech Genovés Ponce Pablo Morales
Otero Francisco L. Anselmi Ramón Llobet, Jr. Agustín Burgos Norman
E. Parkhurst Lorenzo Lagarde Garcés Lucas Torres Arecibo Mario
Canales Juan Dávila Díaz José B. Barceló Darío Goitía Andrés
Grillasca Joaquín Rosa Luis A. Ferré Angel Sandín Ramiro L. Colón
Sigfredo Vélez González Carmelo Rodríguez García Guayama Dolores
Rivera Candelaria Yldefonso Solá Morales Enrique Alvarez Vicente
José M. Dávila Monsanto Ramiro Martínez Sandín Lionel Fernández
Méndez Abraham Nieves Aguadilla José Mimoso Raspaldo Bernardo
Méndez Francisco Berio Suárez Luis Alfredo Colón José Villares
Rodríguez Santiago Polanco Abréu Juan Alemany Silva Manuel Acevedo
Rosario Ramón María Ramos Alcides Figueroa Eduardo Negrón Benítez
Humacao Luis Santaliz Capestany Cruz Ortiz Stella José Veray, Jr.
Ernesto Carrasquillo Juan R. García Delgado Dionisio Casillas
Alvaro Rivera Reyes Mayagüez Carmelo Avila Medina Santiago R.
Palmer Alfonso Román García Luis A. Negrón López Pedro Torres Díaz
Augusto Valentín Vizcarrondo Mario Orsini Martínez Ubaldino Ramírez
de Arellano Alejo Rivera Morales
6
Sr. PRESIDENTE: Se pasará lista de aquellos que estaban ausentes al
pasarse lista originalmente, porque he visto que mientras se estaba
pasando lista y dando cuenta del resultado de la elección
certificada por la Junta Insular de Elecciones, han llegado varios
delegados tarde, a ver si los que estaban ausentes están todos aquí
o falta algún otro. (El Secretario llama nuevamente a los delegados
ausentes.) Sr. SECRETARIO: Señor Alemany Silva Señor Carrasquillo
Señor García Delgado Señor Martínez Sandín Señor Ramos de Jesús
Señor Rivera Morales Señor Vega Sr. PRESIDENTE: Habiendo contestado
presentes 90 delegados de 92 delegados electos, hay quórum. Todo
delegado tiene ante sí un modelo de juramento. He de solicitar en
este momento de todos y cada uno de ustedes firmen el juramento
para inmediatamente después proceder el Presidente a tomarles el
juramento. Los señores delegados procederán a ponerse de pie y
levantar la mano derecha. (Puestos todos los delegados presentes de
pie, el Hon. Presidente toma el juramento de rigor.) Sr.
PRESIDENTE: En este momento y de acuerdo con la sección 24 de la
Ley Núm. 1 aprobada en 3 de julio de 1951, la Convención procederá
a elegir de su seno un presidente y los demás funcionarios que la
misma Convención determine. Luego se declará debidamente
constituida. La Presidencia está abierta a oir proposiciones,
mociones, en cuanto a la forma en que esta Asamblea Constituyente
desea que esté constituida en cuanto a su mesa presidencial y demás
funcionarios. Sr. SOLA MORALES: Señor Presidente . . . Sr.
PRESIDENTE: Sr. Solá Morales . . . Sr. SOLA MORALES: Hago la moción
de que esta Asamblea Constituyente de Puerto Rico elija de un solo
balotaje y de entre los delegados que la componen, un presidente y
dos vicepresidentes. Y que elija, además, en el mismo balotaje, un
secretario y un sargento de armas, que no tendrán que ser
necesariamente delegados de la Convención. Sr. PRESIDENTE: ¿Hay
quien secunde esa moción? Sr. GRILLASCA: Secundo. Sr. RAMOS
ANTONINI: Sr. Presidente . . .
7
Sr. PRESIDENTE: Señor Ramos Antonini . . . Sr. RAMOS ANTONINI: Para
una enmienda, señor Presidente . . . Sr. PRESIDENTE: ¿Cuál es la
enmienda? Sr. RAMOS ANTONINI: En cuanto a aquella parte de la
moción que se refiere a la elección de dos vicepresidentes, cuando
se habla de dos vicepresidentes, que se diga: “un primer
vicepresidente y un segundo vicepresidente.” Sr. PRESIDENTE:
¿Acepta la enmienda el proponente de la moción? Sr. SOLA MORALES:
Acepto la enmienda. Sr. FIGUEROA CARRERAS: Sr. Presidente . . . Sr.
PRESIDENTE: Señor Delegado . . . Sr. FIGUEROA CARRERAS: Deseo
llamar la atención, señor Presidente, como una cuestión de orden,
en el sentido de que en tanto en cuanto no apruebe esta Asamblea un
reglamento por el cual regirse, ha de regir el reglamento de la
Cámara de Representantes: y en ese caso, hasta tanto se apruebe el
reglamento de esta Constituyente, se tendría que elegir un solo
vicepresidente. Sr. PRESIDENTE: No le oigo, señor Delegado . . .
Sr. FIGUEROA CARRERAS: Que en tanto esta Asamblea se constituya y
apruebe su reglamento, no procede la elección de un primer
vicepresidente y un segundo vicepresidente; y de acuerdo con el
reglamento de la Cámara, que es el que rige, sólo se podría elegir
un vicepresidente. Es cuestión de orden. Sr. PRESIDENTE: La
Presidencia tiene ante sí la ley a que se ha hecho referencia y
tiene ante sí el reglamento de la Cámara. El próximo párrafo de la
sección 24 dispone lo siguiente: “La Convención aprobará un
reglamento para su funcionamiento interno, y entretanto se regirá
por el reglamento de la Cámara de Representantes de Puerto Rico en
todo cuanto le fuere aplicable.” El párrafo anterior que leí hace
un momento, dispone que después de juramentados los delegados, la
Convención, es decir, ya estando ustedes juramentados—ya son
ustedes la Convención—procederá a elegir de su seno un presidente y
los demás funcionarios que la misma Convención determine. La
Presidencia resuelve que el reglamento de la Cámara es incompatible
con esta sección de la ley y que ésta prevalece. La ley, es decir,
el reglamento de la Cámara está en vigor en todo aquello, en cuanto
fuera aplicable; pero si esta Convención determinara aprobar que
fueran dos vicepresidentes—o un primer vicepresidente y un segundo
vicepresidente—eso es incompatible con el reglamento de la Cámara;
pero prevalece la ley.
8
Esa es la decisión de la Presidencia. ¿Alguna otra moción en
relación con esta proposición que se ha hecho? Sr. ORTIZ: Que se
vote la moción. Sr. FERNOS ISERN: Que se vote. Sr. PRESIDENTE: La
moción es la siguiente: Que la Convención proceda en una sola
papeleta, es decir, en una sola votación, a elegir un presidente,
un primer vicepresidente y un segundo vicepresidente, siendo éstos
delegados a la Convención. Y al mismo tiempo, un secretario y un
sargento de armas, que no tienen necesariamente que ser delegados a
la Convención. Todos los que estén conformes con esta moción, que
ha sido debidamente secundada, lo harán diciendo que sí. LA
ASAMBLEA: ¡Sí! Sr. PRESIDENTE: Los que están en contra dirán que
no. Sr. PRESIDENTE: Aprobada por unanimidad. La Presidencia está
dispuesta a oir nominaciones para estos cargos. Sr. MUÑOZ MARIN:
Señor Presidente . . . Sr. PRESIDENTE: Señor delegado Muñoz Marín .
. . Sr. MUÑOZ MARIN: Haciendo honor a quien honor merece, ningún
nombre podría yo proponer a esta Asamblea Constituyente, de mayor
mérito para presidirla, ni de más preclaro timbre, que el nombre
que ahora propongo: el doctor Antonio Fernós Isern. Sr. PRESIDENTE:
¿Hay quien secunde esa nominación? Sr. POLANCO ABREU: La secundo.
Sr. PRESIDENTE: Está secundada. Sr. REYES DELGADO: Sr. Presidente .
. . Sr. PRESIDENTE: Señor delegado . . . Sr. REYES DELGADO: Tengo
gran placer, y el honor igualmente grande, de proponer a esta
Convención y para que se le elija presidente de la misma, al líder
obrero presidente actualmente del Partido Socialista, honorable
Lino Padrón Rivera. Sr. PRESIDENTE: ¿Hay quien secunde?
9
Sr. SOTO: Señor Presidente . . . Sr. PRESIDENTE: Señor delegado . .
. Sr. SOTO: Tengo el honor de proponer para presidente de esta
Convención Constituyente al honorable Celestino Iriarte. Sr.
PRESIDENTE: ¿Hay quien secunde? Procede la nominación para el
primer vicepresidente. Sr. NEGRON LOPEZ: Señor Presidente . . . Sr.
PRESIDENTE: Delegado señor Negrón López . . . Sr. NEGRON LOPEZ:
Deseo hacer una nominación para el cargo de primer vicepresidente
de esta Convención Constituyente, consciente de la alta dignidad
que ese cargo representa en el mismo dintel de esta gloriosa
jornada de la historia de Puerto Rico. Deseo hacer una nominación
cumpliendo con un deber al expresar el reconocimiento que merece
una vida de ejecutorias largas y fecundas. Deseo hacer esa
nominación, además, como un tributo a la valerosa y abnegada mujer
puertorriqueña, nominando para el cargo de primer vicepresidente a
la delegada María Libertad Gómez. Sr. PRESIDENTE: Está debidamente
secundada. Deseo informar a los delegados que me informan que a
menos que los delegados se acerquen al micrófono que tenemos a la
derecha o a la izquierda o a éste del frente, lo que ellos digan no
podrá ser grabado. Se me acaba de informar eso. Si se me hubiera
informado antes, antes lo hubiera dicho. ¿Alguna otra nominación
para primer vicepresidente? Sr. PADRON RIVERA: Señor Presidente . .
. Sr. PRESIDENTE: Delegado señor Padrón Rivera . . . Sr. PADRON
RIVERA: La delegación socialista, señor Presidente, en esta
Convención Constituyente, tiene el honor de someter a esta Asamblea
el nombre de un ciudadano prestigioso y de gran capacidad y
responsabilidad, de profundo entendimiento de lo que significa esta
Convención Constituyente, y que responde al nombre de Antonio Reyes
Delgado. Sr. PRESIDENTE: ¿Hay quien secunde? ¿Alguna otra
nominación para primer vicepresidente? Sr. GONZALEZ BLANES: Sr.
Presidente . . . Sr. PRESIDENTE: Señor delegado González Blanes . .
.
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Sr. GONZALEZ BLANES: Me cabe el honor de proponer para
vicepresidente de esta Convención a un hombre de méritos
reconocidos y de intachable personalidad en nuestra comunidad: el
licenciado Miguel Angel García Méndez. Sr. PRESIDENTE: ¿Quién
secunda? Sr. IRIARTE: Yo. Sr. SAMUEL R. QUIÑONES: Señor Presidente
. . . Sr. PRESIDENTE: Delegado señor Quiñones . . . Sr. QUIÑONES:
Voy a tener el honor de proponer para el cargo de segundo
vicepresidente de esta Convención Constituyente a un hombre que
desde tempranamente en su vida se orientó hacia las nobles
superioridades de la verdad y de la democracia, cuyo claro sentido
de la ciudadanía ha tenido expresión en servicio público de notable
mérito; a un hombre que representa en Puerto Rico un valor
innegable de la verdadera puertorriqueñidad. Voy a proponer como
segundo vicepresidente de la Convención Constituyente al señor
delegado Víctor Gutiérrez Franqui. Sr. RAMON BARRIOS: Sr.
Presidente: Tengo el honor de someter para segundo vicepresidente
de esta Convención al Lic. Mario Orsini. Sr. FERRE: Sr. Presidente:
tengo el honor de nominar para segundo vicepresidente a un hombre
que ha ocupado puestos distinguidos en las esferas legislativas de
Puerto Rico— el Dr. Juan Bautista Soto. Sr. PRESIDENTE:
Nominaciones para secretario de la Convención. Sr. GUTIERREZ
FRANQUI: Sr. Presidente: Voy a tener el honor de proponer para
secretario de la Convención Constituyente a un ciudadano
puertorriqueño muy conocido por sus luchas en beneficio del país y
que ocupa actualmente el honroso cargo de secretario de la Cámara
de Representantes de Puerto Rico. Nomino a don José Berríos
Berdecía. Sr. PRESIDENTE: El señor delegado Parkhurst. Sr.
PARKHURST: Voy a tener el honor, Sr. Presidente, de nominar para
secretario de esta Convención Constituyente al Lic. Ortiz Reyes.
Sr. PRESIDENTE: El delegado . . . Sr. ORSINI: Voy a tener el placer
de nominar a un hombre de reconocida capacidad el Lic. Angel
Fernández Sánchez.
11
Sr. PRESIDENTE: Nominaciones para sargento de armas. Sr. CRUZ ORTIZ
STELLA: Sr. Presidente: Quiero tener el honor de proponer para
sargento de armas de esta Asamblea Constituyente a una persona de
alta ciudadanía y de vida ejemplar que ocupa el cargo de sargento
de armas del Senado. Recomiendo al Sr. Cruz Pacheco Ruiz. Sr.
PRESIDENTE: ¿Alguna otra nominación para sargento de armas? Sr.
BARRIOS: Sr. Presidente: Tengo el honor de proponer el nombre del
caballero y líder obrero y ex representante a la Cámara, Gaspar
Rivera. Sr. PRESIDENTE: ¿Alguna otra nominación para sargento de
armas? Sr. FIGUEROA: Sr. Presidente: Yo como el más humilde de
estos delegados también voy a presentar un hombre humilde para
sargento de armas, el Sr. Gabriel Sicardó. Sr. PRESIDENTE: El señor
delegado Carrasquillo. Sr. CARRASQUILLO: Sr. Presidente: Quiero
pedir excusas a esta honorable Asamblea Constituyente por haber
llegado tarde, y a la vez solicitar la toma de juramento. Sr.
PRESIDENTE: Desde luego, si no toma juramento no podrá tomar parte
en la elección ni nada de lo que habría de celebrarse de ahora en
adelante. La Presidencia admite la excusa del Sr. Carrasquillo. Le
pediré que se ponga de pie y le tomaré juramento individual. (El
Sr. Presidente tomó juramento al Sr. Carrasquillo.) Sr. PRESIDENTE:
El Secretario pasará lista, y al oir su nombre cada delegado pasará
por el frente de la presidencia y depositará su voto en la urna
preparada al efecto. Sr. SECRETARIO: (En alta voz) Sr. Acevedo
Rosario. Sr. PRESIDENTE: Como recordatorio nada más. Deben escribir
todos los nombres de las candidaturas en una sola papeleta.
Presidente, primer vicepresidente, segundo vicepresidente,
secretario y sargento de armas. Sr. SECRETARIO: (En voz alta) Sr.
Alemany Silva, Sr. Alvarado, Sr. Alvarez Vicente, Sr. Anselmi, Sr.
Arrillaga, Sr. Avila Medina, Sr. Barceló, Sr. Barreto Pérez, Sr.
Barrios, Sr. Benítez, Sr. Berio Suárez, Sr. Brunet, Sr. Burgos, Sr.
Canales, Sr. Candelario Arce, Sr. Carrasquillo, Sr. Casillas, Sr.
Cintrón Rivera, Sr. Colón Castaños, Sr. Colón Velázquez, Sr. Dávila
Díaz, Sr. Dávila Monsanto, Sr. Fernández Méndez, Sr. Fernós Isern,
Sr. Ferré, Sr. Figueroa Carreras, Sr. Figueroa Oliva, Sr. Fonfrías,
Sr. Font Saldaña, Sr. García Delgado, Sr. García Méndez, Sr.
Gautier, Sr. Gaztambide Arrillaga, Sr. Géigel, Sr. Gelpí, Sr.
Goitía, Srta. Gómez, Sr. González Blanes, Sr. Grillasca, Sr.
Gutiérrez
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Franqui, Sr. Iriarte, Sr. Izcoa Moure, Sr. Lagarde Garcés, Sr.
Llobet, Sr. Martínez Sandín, Sr. Meléndez Báez, Sr. Mellado, Sr.
Méndez, Sr. Mignucci, Sr. Mimoso Raspaldo, Sr. Morales Otero, Sr.
Muñoz Marín, Sr. Muñoz Rivera, Sr. Negrón Benítez, Sr. Negrón
López, Sr. Nieves, Sr. Orsini Martínez, Sr. Ortiz Ortiz, Sr. Ortiz
Stella, Sr. Padrón Rivera, Sr. Palmer, Sr. Parkhurst, Sr. Paz
Granela, Sr. Polanco Abréu, Sr. Quiñones, Sr. Ramírez de Arellano,
Sr. Ramos Antonini, Sr. Ramos de Jesús, Sr. Reyes Delgado, Sr.
Rivera Candelaria, Sr. Rivera Colón, Sr. Rivera Morales, Sr. Rivera
Reyes, Sr. Rodríguez García, Sr. Román Benítez, Sr. Román García,
Sr. Rosa, Sr. Sánchez, Sr. Sandín, Sr. Santaliz Capestany, Sr. Solá
Morales, Sr. Soto, Sr. Torrech Genovés, Sr. Torres Díaz, Sr. Torres
Santos, Sr. Trías Monge, Sr. Valentín Vizcarrondo, Sr. Vega, Sr.
Vélez González, Sr. Veray Jr., Sr. Villares Rodríguez. Sr.
PRESIDENTE: Me informa el Secretario que hay noventa y un (91)
votos depositados. La Presidencia nombra a los siguientes delegados
para que constituyan la Junta de Escrutinio, Lcdo. Ramos Antonini,
Leopoldo Figueroa, el Sr. Ramón Barrios. Sr. LEOPOLDO FIGUEROA: Voy
a pedir a la Presidencia que me excuse, porque no puedo estar mucho
tiempo de pie. Sr. PRESIDENTE: Al Sr. Héctor González Blanes en
sustitución del Sr. Leopoldo Figueroa. Los señores Ramos Antonini,
González Blanes y Barrios, se servirán pasar a la urna para hacer
el escrutinio. Sr. GONZALEZ BLANES: Se ha terminado el escrutinio.
Sr. RAMOS ANTONINI: El informe. Señor Presidente, para informar el
resultado de la votación, según el escrutinio. Dr. Fernós Isern
para presidente, 68 votos. Don Celestino Iriarte, 14; Sr. Padrón
Rivera, 7. Para vicepresidente, primer vicepresidente: María
Libertad Gómez, 68; García Méndez, 14; Reyes Delgado, 7. Segundo
vicepresidente: Gutiérrez Franqui, 67; Juan Bautista Soto, 15;
Orsini, 7. Secretario: Berríos Berdecía, 69; E. Ortiz Reyes, 15; y
Angel Fernández Sánchez, 7. Para sargento de armas: Cruz Pacheco,
69; Gabriel Sicardó, 15; Gaspar Rivera, 7. Ese es el resultado del
escrutinio. Sr. PRESIDENTE: Con vista del resultado informado por
la Comisión de Escrutinio, la presidencia provisional declara
debidamente electos, como funcionarios de la Convención
Constituyente al Dr. Antonio Fernós Isern, presidente; María
Libertad Gómez, primer vicepresidente; Víctor Gutiérrez Franqui,
segundo vicepresidente; José Berríos Berdecía, secretario; Cruz
Pacheco, sargento de armas. Tengo el honor de invitar al Presidente
de la Convención Constituyente, Dr. Antonio Fernós Isern, que pase
a ocupar su sitio en esta presidencia.
13
Señor Presidente y señores delegados: En esta ocasión solemne de
nuestra historia política, en que ustedes, los delegados electos
por el pueblo en votación directa y democrática, se reúnen en la
primera Convención Constituyente para redactar la Constitución de
Puerto Rico, me ha correspondido el alto honor, en cumplimiento del
mandato de ley, y como juez presidente del Tribunal Supremo, de
presidir provisionalmente esta sesión inaugural. Al declarar, como
ahora declaro, legalmente constituida esta Convención
Constituyente, me complazco, en primer término, en darles la
bienvenida más cordial y desearles completo éxito en la
importantísima labor que vais a emprender. Al felicitarles por la
prueba de confianza que el pueblo puertorriqueño ha depositado en
ustedes, deseo recordarles también que ese mismo pueblo en el mes
de enero próximo habrá de ratificar o rechazar la confianza en
vosotros depositada, todo ello de acuerdo con el resultado de
vuestras actuaciones en esta Convención, según queden éstas
plasmadas en la constitución que en definitiva sea aprobada.
Permítanme, además, recordarles, aunque parezca innecesario, que lo
que vais a aprobar es una constitución que habrá de regir el
gobierno interno de todo el pueblo de Puerto Rico, y no una
constitución que pretenda contener la solución definitiva a todos
los problemas que determinado sector de opinión de nuestro pueblo
crea que deba prevalecer. La Constitución debe establecer las bases
generales de un gobierno democrático y garantizar los derechos del
ciudadano, pero no debe pretenderse incluir en ella aquellas
materias que puedan más propiamente dejarse a la actuación de la
rama legislativa del gobierno. Ha de demostrar dicha constitución
que nuestro pueblo está preparado y listo para asumir los deberes y
derechos de un gobierno interno plenamente autónomo, conservando
sus relaciones con el gobierno de los Estados Unidos y en unión con
éste. Mientras más sencilla, clara y corta, mejor resultará, más
fácil su comprensión general y más fácil su interpretación judicial
en el futuro. A ese efecto es bueno recordar que la experiencia ha
demostrado que los litigios fructifican al amparo de la verbosidad
constitucional. Tratando ahora de la rama judicial, considero
propio repetir lo que, no obstante ser muy conocido, debe repetirse
cuantas veces se presente la ocasión, y ninguna más apropiada que
ésta. Me refiero a lo que constituye la base fundamental del
sistema democrático americano, es decir, a la independencia
judicial. Creo que todos estamos contestes en que este principio
debe ser garantizado en la Constitución en tal forma que nadie
pueda ponerlo en duda. Aun cuando debe existir la interdependencia
de las tres ramas de gobierno, o sea, la ejecutiva, la legislativa
y la judicial, estableciéndose lo que en nuestro sistema
constitucional se conoce con el nombre de checks and balances, cada
una de ellas en ciertos y determinados aspectos es y debe ser
independiente de las otras. Es, sin embargo, la rama judicial la
balanza moderadora en la cual, en última instancia, habrán de
pesarse las actuaciones, tanto de la rama ejecutiva como de la rama
legislativa. Es en la revisión judicial de esas actuaciones que los
jueces son llamados a determinar si se ha violado o no algún
precepto constitucional de alguna ley. Bajo nuestro sistema de
gobierno esta función judicial constituye la garantía suprema que
tiene el pueblo de que sus derechos serán en todo momento
preservados y reconocidos. En ocasión similar a la presente y al
dirigirse a la Convención Constituyente del Estado de Nueva Jersey,
el 12 de junio de 1947, el Gobernador Driscoll, quien presidió la
sesión inaugural, se expresó sobre este tema diciendo:
14
“Es por esto que pensamos en nuestras cortes no tanto como un foro
para dirimir las controversias entre litigantes privados, o como la
arena de combate de adversarios profesionales y técnicos legales,
sino más bien como nuestro principal instrumento de libertad
individual y de seguridad política. Es sólo en nuestras cortes
donde aun el ciudadano más indeseable puede enfrentarse a su
gobierno y apelar a la ley fundamental que esta Convención
Constituyente está próxima a formular. Más aún, es a través de las
cortes que las prerrogativas del gobierno pueden ser ejercitadas
con relación al ciudadano en forma ordenada y sistemática.” (Hasta
aquí las palabras del Gobernador Driscoll.) Estoy seguro de que la
independencia judicial encontrará eficaz garantía en la
constitución que vais a aprobar. En fecha tan solemne como ésta, 17
de septiembre de 1787, la Convención Constituyente reunida en
Filadelfia terminó de redactar el proyecto de constitución de los
Estados Unidos. Hoy, 17 de septiembre de 1951, ciento sesenta y
cuatro años más tarde, vais a dar comienzo a vuestras labores para
redactar nuestra primera constitución, y al hacerlo deseo citaros,
para terminar, unas breves palabras tomadas del discurso preparado
por aquel sabio y eminente patriota, Benjamín Franklin, y leído por
su compañero delegado por Pensilvania, James Wilson, en aquella
última sesión de la Convención, al ponerse a votación el proyecto
de constitución. Dijo Franklin en aquella memorable ocasión:
“Cuando se reúne un número de hombres para aprovecharse de su
sabiduría común, inevitablemente se reúnen con dichos hombres,
todos sus prejuicios, sus pasiones, sus errores de opinión, sus
intereses privados y sus puntos de vista egoístas. ¿De tal
convención, puede esperarse un producto perfecto?” Y exponiendo su
opinión en el sentido de que la constitución redactada por la
convención se acercaba mucho a la perfección, requirió e instó a
los demás delegados a que pusieran en duda su propia infalibilidad
y manifestaran su unanimidad al suscribir el documento redactado.
Con tres votos abstenidos dicha unanimidad prevaleció en aquella
convención constituyente. No creo que pueda nadie pensar que trato
de establecer parangón de clase alguna con la eximia figura de
Franklin, pero sí creo que si en las deliberaciones que vais a
comenzar tenéis presentes sus palabras y dejáis a un lado los
prejuicios, las pasiones y los egoísmos personales, hasta donde
ello sea humanamente posible, y al mismo tiempo ponéis en duda
vuestra propia infalibilidad individual, dando la consideración
debida y respetando la opinión de todos los demás delegados, la
constitución que en definitiva redactaréis será en verdad expresión
genuina de todo el pueblo puertorriqueño y éste no vacilará en
ratificarla. Pido a Dios que os ilumine y que guíe vuestras
deliberaciones para bien de Puerto Rico. Sr. FERNOS ISERN: Señores
delegados: Mis primeras palabras serán para el Sr. Juez Presidente
del Tribunal Supremo, don Roberto H. Todd, el más alto exponente de
la Justicia, bajo la ley y con el espíritu, impartida por un
puertorriqueño, con la confianza de todos los puertorriqueños. Por
breve tiempo, ha sido nuestro presidente, con la sobriedad, con la
serenidad, de quien es sencillo y puro como el aire de las
alturas.
15
Sírvanos su ejemplo de inspiración para nuestra marcha por entre
las dificultades de nuestra tarea. Sin duda, expreso el sentir de
esta Asamblea Augusta cuando le digo que al retirarse hoy del
ámbito que será nuestro taller de varios meses y en el cual nos ha
iniciado, llevará nuestro reconocimiento, nuestro respeto y nuestro
homenaje. Dios querrá que bajo la constitución que habremos de
hacer aquí, nuestro pueblo tenga siempre a la cabeza de su
Judicatura un intelecto tan ponderado, una conciencia tan recta y
una personalidad de tan armónicos relieves. Dios lo querrá y
también lo querrá el pueblo puertorriqueño. A ustedes, compañeros
en el taller, que habremos de encender juntos la llama de nuestro
espíritu para fundir con ella nuestras ideas y darles forma a fin
de que se ajusten a las realidades; a ustedes, compañeros para un
período de nuestra historia que nunca tuvo igual en el pasado ni lo
tendrá en el porvenir; a ustedes, compañeros delegados de la
Asamblea Constituyente del pueblo de Puerto Rico, que es libre y
por eso puede constituirse por sí mismo, como se creó Dios a sí
mismo; que es libre porque Dios lo creó libre y porque Dios puso la
idea de la libertad en el pensamiento del hombre y puso la fuerza y
la voluntad para ampararla, en el corazón del pueblo de los Estados
Unidos; a ustedes, compañeros en la tarea y hermanos en la patria,
mi reconocimiento por la confianza que han depositado en mis manos.
Hace cincuenta y cuatro años en la ciudad de Ponce se celebraba la
última sesión de una asamblea memorable. Aquella asamblea trajo a
nuestro mundo político una nueva idea. No era la separación de
España por la que diez y nueve años antes muriera Bruckman y se
desterrara Betances; no era la asimilación a España que hasta
entonces propugnaran Acosta y Celis Aguilera. Era una idea nueva
entonces, no prevista por la constitución española que nos regía.
No es del caso ahora narrar cómo la nueva idea del ochenta y siete
se convirtió en realidad tangible en el noventa y siete y cómo se
derrumbara aquella realidad en el noventa y ocho. Ni es del caso
historiar el medio siglo que ha mediado entre el derrumbe de aquel
pasado y el momento creador del presente. Baste decir que hoy no ya
surge una idea nueva, sino que una idea nueva se hace realidad. La
idea nueva del ochenta y siete fue realidad diez años después. Esta
fue una idea en el cuarenta y seis y se hace realidad cinco años
después. Parece propio que se establezca un enlace entre los
hombres de entonces que buscaban un camino dentro de su tiempo, y
los hombres de ahora que han encontrado el camino que buscaron por
tanto tiempo. Parece propio que el enlace se haga pronunciando el
presidente de esta Asamblea como las últimas de sus primeras
palabras ante ustedes, las que fueron últimas palabras del último
discurso en la asamblea de Ponce. Fueron pronunciadas por su
presidente, el apóstol don Román Baldorioty de Castro. Así,
evocando su memoria, pretendiendo elevar mi espíritu a las alturas
del suyo, aunque sin lograrlo, pidiéndoles a ustedes, a todos
ustedes, que tomen de él el ejemplo que yo no podría darles,
terminaré diciendo en esta ocasión de cosecha, como se dijo en
aquella ocasión de siembra: “Gloria a Dios en las alturas y Paz en
la tierra a los hombres de buena voluntad.” Sr. MUÑOZ MARIN: Señor
Presidente.
16
Sr. PRESIDENTE: El delegado señor Muñoz Marín. Sr. MUÑOZ MARIN:
Señor Presidente y señores delegados de la Asamblea Constituyente
de Puerto Rico. En el inicio de esta gran ocasión histórica, tengo
el honor, antes que nada, de transmitir a esta Convención y al
pueblo de Puerto Rico que ella representa, un mensaje del
Presidente de la Unión Americana, a la cual está asociado
libremente el pueblo de Puerto Rico. Me voy a permitir leer el
mensaje, primero, en el idioma inglés que es naturalmente, el
idioma en que llegó y después lo repetiré en su traducción al
castellano. Viene dirigido a mí para la Asamblea Constituyente y
dice: (Lee en inglés el mensaje del Presidente Truman.) Y en
castellano dice: “Le ruego transmita mis saludos y mejores deseos a
los delegados a la Convención Constituyente de Puerto Rico al
iniciar sus sesiones. La reunión de esta Convención Constituyente
es paso de la más grande importancia en el desarrollo del pleno
gobierno propio en Puerto Rico. El pueblo de Puerto Rico, actuando
a través de delegados electos por él, va ahora a formular para sí
mismo, una constitución que exprese la propia relación deseada por
él con la Unión Federal. Es con profunda satisfacción que contemplo
la labor que hoy inicia esa Asamblea, pues veo con beneplácito la
asociación de Puerto Rico con la Unión Federal en condiciones
basadas únicamente sobre el mutuo consentimiento y la mutua
estimación. Que Dios esté con ustedes en su gran tarea.— Harry S.
Truman.” Sr. Presidente, señores delegados: Como puertorriqueño
agradezco profundamente estas palabras que tanto significan para
nuestro pueblo, estoy seguro que a base de la moción apropiada esta
Convención Constituyente habrá de contestarlas y agradecerlas en
nombre de todos. Bajo tan buenos auspicios, comenzamos hoy nuestra
gran tarea, y estoy seguro que todos, sean cuales fueren nuestras
ideas, sincera y vigorosamente sostenidas, habremos de estar a la
altura que la ocasión, única en la historia de Puerto Rico, a la
altura que esta ocasión única exige de todos nosotros. Estamos
reunidos para constituirnos libremente, sin más límite a nuestro
pensamiento que el convenio que nuestro pueblo ha aprobado. Y aun
podemos trascender ese límite si fuere nuestro juicio proponer
desde ahora mismo modificaciones al convenio que, de mutuo acuerdo
con la Unión Americana, Puerto Rico ha rubricado con los votos de
su pueblo. Y tendrá que volver a rubricar después que terminemos
nuestra labor en esta Asamblea Constituyente. Constituirse, en un
sentido, va más allá de la mecánica estructural del estado. Es un
proceso de creación, de un pueblo buscarse, encontrarse y
expresarse a sí mismo. Una de las creaciones de Puerto Rico es la
afirmación de que el destino no tiene fórmula, que su naturaleza no
es la de un diagrama, sino la de una energía. Puerto Rico se siente
libre para crear su manera de ser libre dentro de la asociación que
libremente ha escogido. Puerto Rico afirma su libertad para estar
en continua creación de todas las formas de la libertad. Crear es
en sí, la más alta vocación de la libertad. Durante unos años
discutimos nuestro destino como si sólo por una de dos fórmulas
pudiera decidirse. Respetables las dos, pero fórmulas. Creo que
nuestro pueblo está contribuyendo ahora con una nueva manera de
hacer su destino que no es fórmula, sino que es método de continuo
crecimiento, semilla de cosechas. La misma dificultad de su vida ha
hecho que nuestro pueblo tenga que buscar sus propias formas de
resolver
17
problemas que otros pueblos podían afrontar sencillamente
escogiendo entre fórmulas ya hechas y ya conocidas. La misma
complejidad de lo que tenemos que hacer en Puerto Rico ha hecho ver
a la mayoría de nosotros que con fórmulas rígidas de status
político no podían resolverse problemas complicadísimos de libertad
vital. Lo que se está creando en Puerto Rico no es una manera de
acercarse a las dos o a una de las dos fórmulas rígidas de status
político que antes privaron como únicas, aunque nada impide que nos
acerquemos por este medio, y que ellas sean parte de la
potencialidad de este status político que estamos creando. Porque
el status político que estamos creando es una manera de desenvolver
destino, en vez de un dibujo de una teoría del destino. El status
de Puerto Rico está resuelto, y sin embargo su forma seguirá en
continuo crecimiento. Lo que ha nacido a base del convenio con la
Unión Americana, no es una bella estatua, rígida e incambiable. Es
un ser; es, si se pudiera emplear la palabra, un status dinámico,
una creación vital. La idea vital, señor Presidente, ha nacido.
Pronto la bautizaremos. Vamos todos juntos a criar esta idea vital
que ha nacido entre nosotros. Todos juntos. Con nuestras ideas
frecuentemente distintas, con reflexiones que a unos y a otros
pueden conducirnos a distintas maneras de pensar. La discrepancia
de criterio es también creadora. El pueblo de Puerto Rico tiene que
ser amigo de sí mismo a través de los hombres que, representándolo,
chocan libremente en sus ideas. Creo que a ninguno de nosotros, ni
en esta Convención Constituyente, ni en ningún otro foro al que
conduzcan los votos del pueblo, creo que a ninguno de nosotros el
pueblo ha encomendado hacer difícil la vida amiga dentro de la
noble discrepancia. Todos, en ocasión, en algo hemos fallado a esta
encomienda de nuestro pueblo. Formemos voluntad hoy de no fallarle.
Que el debate aquí, y fuera de aquí, sea tan hondo, pero no más
hondo, que el respeto que todos le debemos al grande, humilde y
magnífico pueblo de Puerto Rico, que todos juntos tenemos aquí
representado. Sr. RAMOS ANTONINI: Sr. Presidente. Sr. PRESIDENTE:
El delegado señor Ramos Antonini. Sr. RAMOS ANTONINI: Para proponer
que por esta Asamblea o Convención Constituyente se autorice a su
presidente para contestar, a nombre de ella, el mensaje del
Presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman. Sr. PRESIDENTE:
¿Hay quien secunde la moción? Secundada. Sr. REYES DELGADO: Para
solicitar que antes de enviar el cable al Presidente se dé cuenta
con él a esta Convención. Sr. PRESIDENTE: El delegado señor Reyes
Delgado propone una enmienda. ¿Hay quien secunde la enmienda? Se
discutirá la enmienda. (Varios delegados la secundan.) Sr.
PRESIDENTE: Secundada la enmienda.
18
Sr. RAMOS ANTONINI: Está aceptada la enmienda en el sentido de que
se dé cuenta. Sr. PRESIDENTE: Se pone a votación la moción del
señor Ramos Antonini, según ha sido enmendada. Sr. GARCIA MENDEZ:
La enmienda debe votarse adelante. Sr. RAMOS ANTONINI: Está
aceptada. Sr. PRESIDENTE: Los que estén conformes dirán que sí.
(Sí.) Sr. PRESIDENTE: Aprobada. Sr. GUTIERREZ FRANQUI: Señor
Presidente. Sr. PRESIDENTE: El delegado señor Gutiérrez Franqui.
Sr. GUTIERREZ FRANQUI: Voy a hacer la moción, señor Presidente, de
que se designe por la presidencia una comisión compuesta de doce
miembros de esta Convención para que estudie y proponga a la
Convención Constituyente un proyecto de reglamento para dirigir los
trabajos de la Convención. VARIOS DELEGADOS: Secundo. Sr.
PRESIDENTE: Debidamente secundada, se pone a discusión la moción
del delegado Gutiérrez Franqui. Sr. RAMOS ANTONINI: Que se vote.
Sr. PRESIDENTE: Los que estén conforme dirán que sí. (Sí.) Sr.
PRESIDENTE: En contra. (Nadie.) Sr. PRESIDENTE: Aprobada. La
Presidencia va a proceder inmediatamente al nombramiento de la
Comisión de Reglamento. Las siguientes personas quedan designadas:
Gutiérrez Franqui, Benjamín Ortiz, Alfredo Colón, Samuel E.
Quiñones, Ramos Antonini, Luis Negrón López, José Villares
Rodríguez, María Libertad Gómez, Lionel Fernández Méndez, Dr.
Leopoldo Figueroa, García Méndez y Antonio Reyes Delgado.
19
Sr. GUTIERREZ FRANQUI: Señor Presidente. Sr. PRESIDENTE: Señor
Gutiérrez Franqui. Sr. GUTIERREZ FRANQUI: Lamento no haber hecho
esto anteriormente. Una enmienda a la moción anterior. Para
proponer que se autorice al presidente de la Convención a que, a
nombre de este alto cuerpo envíe un mensaje de saludo a los
presidentes del Senado y de la Cámara de Representantes de los
Estados Unidos y a los presidentes y miembros de la minoría que
participaron activamente en la aprobación de la Ley 600. En los
comités del Senado y de la Cámara. Sr. PRESIDENTE: El mensaje sería
al presidente de ambas cámaras y comités de ambas cámaras que
trabajaron en el proyecto. UN DELEGADO: Secundada. Sr. PAZ GRANELA:
Con una enmienda. Que un telegrama o cable similar sea enviado al
Presidente Green de la American Federation of Labor por su
cooperación prestada en beneficio de esta legislación para Puerto
Rico. UN DELEGADO: Secundo. Sr. PRESIDENTE: Se va a poner a
votación la enmienda. Los que estén conformes con la enmienda dirán
que sí. (Votan.) Sr. PRESIDENTE: Los que estén conformes con la
moción del Sr. Paz Granela se servirán decir que sí. (Sííí.) Sr.
PRESIDENTE: Aprobada. Sr. REYES DELGADO: Tengo dudas. Sr.
PRESIDENTE: Los que estén conformes con la moción del Sr. Paz
Granela se servirán ponerse de pie. Se está votando la enmienda del
Sr. Paz Granela. (Se pone de pie una mayoría de los delegados.) Sr.
PRESIDENTE: Los que estén en contra se pondrán de pie. Aprobada.
Sr. BENJAMIN ORTIZ: Para proponer, Sr. Presidente, que se envíe un
mensaje de la misma naturaleza al presidente del Congreso de la
Organización Industrial conocida
20
como el CIO, Sr. Philip Murray, en la misma forma que se hizo con
[la] American Federation of Labor. Sr. PRESIDENTE: ¿Hay quien
secunde la moción? VARIOS DELEGADOS: Secundada . . . Sr.
PRESIDENTE: Si no hay discusión se pone a votación. Los que estén
conformes dirán que sí. Sr. PRESIDENTE: Los que estén en contra
dirán que no. Aprobada. Sr. FIGUEROA: Pido que se divida la cámara.
Sr. PRESIDENTE: Los que estén a favor de la enmienda se pondrán de
pie. (Se pone de pie una mayoría de la Asamblea.) Sr. PRESIDENTE:
Los que estén en contra se pondrán de pie. Aprobada la enmienda.
Entonces la moción enmendada agregando dos cables, para el
presidente de la American Federation of Labor y para la CIO. La
moción así enmendada está ante la Convención. Los conformes dirán
que sí. Los que estén en contra dirán que no. (Aprobada.) Sr. REYES
DELGADO: Quisiera se nos aclarara si estos cables habrán de seguir
el trámite del primero, es decir, si ha de darse cuenta a la cámara
primero. Mi impresión es que el cable que habrá de preparar la
Presidencia para el Presidente de los Estados Unidos es en
contestación al mensaje suyo a la Convención. Los otros, entendemos
que no es necesario dar cuenta de ellos a la cámara. Sr.
PRESIDENTE: La moción del Lcdo. Víctor Gutiérrez Franqui no hizo
mención de ese trámite. ¿Hay alguna otra moción que presentar a la
Convención? ¿No hay nada en la orden del día en la mesa de la
presidencia? Sr. PAZ GRANELA: Sr. Presidente, señores delegados:
Sr. PRESIDENTE: No se oye, tendría la amabilidad de venir al frente
. . . Sr. PAZ GRANELA: Sr. Presidente y señores delegados . . . Sr.
PRESIDENTE: Tendría la bondad de informar el Sr. Paz Granela el
propósito al solicitar la palabra. Sr. PAZ GRANELA: Dejar en el
récord de esta Constituyente una carta del Presidente William
Green, presidente de la American Federation of Labor haciendo
sugestiones a esta Asamblea Constituyente.
21
Sr. PRESIDENTE: No habiendo objeción tiene la palabra el Sr. Paz
Granela. Sr. PAZ GRANELA: Sr. Presidente y señores delegados: Deseo
dejar en el récord de esta Constituyente la carta del Presidente
William Green, de la American Federation of Labor a fin de que esta
Constituyente pueda hacer uso de sus atinadas e importantes
sugestiones en beneficio de la magna tarea de esta Convención en la
redacción de su constitución y como una aportación del trabajo
americano al pueblo de Puerto Rico. La carta auténtica en inglés
que hemos traducido al español lee como sigue: ¿Desea el Sr.
Presidente que se lea en inglés, primero? Dice: “Francisco Paz
Granela, Federación Libre de los Trabajadores, San Juan, P. R.
“Estimado Señor y Hermano: “Cualquier constitución adoptada por
Puerto Rico como un miembro de nuestro gobierno federal, debe, por
supuesto, estar en armonía con nuestra Constitución federal, en la
que ciertos poderes son delegados al gobierno central o federal
mientras que otros han sido reservados a los gobiernos estatales.
El propósito es asegurar un gobierno propio local. “Los derechos
civiles, o los derechos de los individuos, están contenidos en las
siguientes enmiendas a nuestra Constitución: I-X, XIII, XIV, XV y
XIX. Serviría como un elemento de seguridad incorporar estos
derechos a vuestra Constitución, como lo han hecho un número de
estados. “La experiencia indica que lo aconsejable es mantener una
constitución solamente con el propósito de describir el gobierno,
sus funciones y su autoridad. Nuestro gobierno federal, como usted
sabe, tiene poderes limitados, y otros poderes que no han sido
mencionados específicamente son reservados para los gobiernos
locales—estatales, de los condados y municipales. La única adición
a los derechos civiles enumerados específicamente en nuestra
Constitución que ustedes podrán considerar para Puerto Rico es el
derecho de libertad de asociación tanto para los patronos como
empleados en organizaciones de su propia elección. Nuestra
Constitución está fundada en principios de derecho natural y el
derecho natural se origina con el Creador. La naturaleza humana
procediendo de esta fuente necesita la garantía de los derechos
personales hacia empeños, de acuerdo con la dignidad de su origen.
Algunos de estos derechos humanos han sido incorporados en leyes
substantivas, tales como los derechos relacionados con el
matrimonio y la familia. Sin embargo, algunos de los derechos
individuales como miembros de la sociedad—derechos cívicos—han sido
estipulados en nuestra Constitución, y las prácticas que se han
derivado de estos derechos han sido incorporados en legislación
substantiva. Muchas de las leyes que interesan al trabajo caen
dentro de esta última categoría, porque ellas pueden necesitar
modificación o enmienda, y los procedimientos para cambiar estas
leyes deben hacerse menos difíciles que a través de una enmienda
constitucional.
22
“Sincera y fraternalmente, “Firmado: William Green, Presidente,
Federación Americana del Trabajo” Sr. PRESIDENTE: El señor González
Blanes tiene la palabra. Sr. GONZALEZ BLANES: Sr. Presidente, si
estoy en orden pido permiso para pronunciar breves palabras en
ocasión del acto solemne que representa esta sesión inaugural. Sr.
PRESIDENTE: El delegado Sr. González Blanes ha pedido el
consentimiento unánime para dirigirse a la Asamblea en términos
generales respecto a la ocasión del día. No habiendo objeción tiene
la palabra el señor González Blanes. Sr. GONZALEZ BLANES: Sr.
Presidente, compañeros delegados, señoras y señores: No está en mi
ánimo hacer un discurso y sí meramente expresar mi criterio con
respecto a la trascendencia de este acto y a la honda
responsabilidad que siento debe pesar sobre nosotros. El momento de
redactar un pueblo su constitución es único en su historia, y los
hombres que concurren a ese fin, deben a sus compatriotas uno de
los mayores honores que pueden éstos dispensarles. En lo que a mí
respecta, Sr. Presidente, siento el deber de expresar mi más
sincero agradecimiento a aquellos electores que en mí depositaron
su confianza y, a la vez, informar a mis compañeros en esta
Constituyente que pondré al servicio de mi pueblo mis mejores
esfuerzos por cumplir cabalmente mi cometido. Entiendo que la
estructuración de nuestra ley fundamental es tarea que [se] precisa
esté por sobre toda diatriba pasional, por sobre todo perjuicio
personal o colectivo, siendo así también, una labor en que la
franca exposición de nuestras convicciones y la expresión cabal y
sincera de nuestros conceptos no encuentren obstáculos en la
coacción o en la debilidad. Entiendo que los hombres en quienes se
delega esta misión tienen en sus manos una responsabilidad
enaltecedora. Entiendo que en la realización de su difícil
encomienda deben alejarse de toda ambición individual y de toda
actuación incompatible con la mayor felicidad de nuestro pueblo y
con la más entera comprensión y justa solución de nuestros
problemas sociales y económicos. La Constitución debe ser garantía
de nuestra anhelada emancipación política y debe, cuando menos,
abrirnos un sendero de franca libertad, cimentada ésta tanto en el
ejercicio pleno de nuestros derechos como en el cumplimiento de las
obligaciones que esa libertad impone. Debe ser conducente al
bienestar colectivo y a la concesión de iguales oportunidades para
todos. Debe ser vida fecunda de elevadas ejecutorias inspiradas en
un sentimiento de comprensión y de confraternidad hacia los hombres
de buena voluntad y hacia la humanidad toda. Entiendo que los que
integramos esta Constituyente debemos tener una idea cardinal: la
felicidad y engrandecimiento, en todos los órdenes, del pueblo de
Puerto Rico. Y en ese servicio final debemos rogar que Dios nos
ilumine. Entiendo que es imprescindible a esa felicidad la
eliminación de nuestro estado de colonia. Confío que la
Constitución sea un paso progresivo en el rescate de todos nuestros
derechos inalienables y en la redención de aquéllos inherentes a
nuestra
23
actual ciudadanía. Entiendo que además de tener las garantías que
ofrece hoy nuestra Ley Orgánica, todo hombre y toda mujer deben
tener la seguridad de poder ganarse la vida honorablemente sin
temor a persecución de clase alguna; de vivir sin que sus credos
religiosos, sin que su condición racial y sin que sus ideas
emancipadoras sean impedimentos para hacer valer su capacidad y su
industria en provecho de la capacidad de la colectividad, de su
familia y del suyo propio. Creo, así en la igualdad de
oportunidades para trabajar, para votar, para progresar en la vida,
y en la imparcial protección bajo la ley, de esos derechos. Creo en
la garantía de la enseñanza vocacional para todos y en la promoción
máxima de la educación y de las facilidades educacionales. Creo en
el fomento de la industria y en la utilización de nuestras riquezas
naturales y obreras, pero en forma que se traduzcan en una fuente
de prosperidad y bienestar para todos los obreros y la clase media
en general, y no en el establecimiento de una clase privilegiada o
de una burocracia dilapidadora e innecesaria. Creo en garantizar la
hospitalización de todo enfermo y hogar a todo niño, a todo anciano
y a todo menesteroso. Creo en garantías y protección para el
agricultor y en el aprovechamiento inteligente de nuestro suelo.
Creo en la abolición de los males del absentismo y en la adecuada
distribución de nuestras potencialidades agrícolas. Repudio el
acaparamiento de las tierras, ya sea por individuos particulares o
por el Gobierno. Repudio el halago servil y el miedo al poder
opresor como males incompatibles con la dignidad ciudadana. Creo en
la democracia y en el gobierno constituido bajo un régimen
verdaderamente republicano en que efectivamente se practique la
separación de poderes. Entiendo [que] en el respeto al trabajo, a
la capacidad y al sacrificio noble, se afirma el mejor modo de
asegurar nuestro porvenir y el de nuestros hijos. Condeno la
remoción de magistrados y de servidores públicos, porque no se
avengan al deseo soberbio del poder entronizado, así como las
represalias que contra ellos se tomen por no claudicar en los
dictados limpios y sanos de su conciencia. Considero necesaria la
más rigurosa y estricta fiscalización de los fondos públicos y la
abolición de contribuciones y tributos confiscatorios e injustos.
Entiendo que la libertad de expresión y la libertad de prensa y de
reunión es el medio único de razonar, de descarnar la mentira y de
encontrar la verdad. Para asegurar tales o similares derechos
humanos a otros pueblos el nuestro ha sufrido los embates de tres
cruentas guerras. Gracias a la fortaleza de su espíritu este pueblo
pequeño, pero valiente, alentado siempre en la razón de una noble
causa, ha dado hijos que han sabido vender caras sus vidas en los
campos de Europa, en las arenas de Africa y, actualmente, en las
montañas, pantanos y nieves de Corea. Hoy es de fama mundial no
sólo el denuedo con que los soldados de esta pequeña isla han
sabido defender los valores humanos sí que también hasta qué
extremo han prodigado su sentir cristiano. Y es así como,
emocionados ante su actitud, les vemos no sólo luchar y derramar,
sin protesta, su sangre, en el campo enemigo, sí que compartir su
abrigo con el desarropado, su ración con el hambriento y su afecto
con el desvalido. Creo, por ello, que nuestro pueblo se ha ganado,
merecidamente, el derecho de tener adecuada representación en la
consideración de todo tratado, ley o medida relativos a su
tranquilidad, a su progreso y a su paz colectiva. Este derecho debe
ser igual al que a través de sus representantes en el Congreso,
tiene cada estado de la Unión. Cuando un pueblo ha sabido dar
ejemplos como los que hemos mencionado, la constitución que redacte
tiene, por fuerza, que ser una que garantice (como dice el
Sr.
24
McCormack, floor leader de la mayoría parlamentaria en la Cámara de
Representantes de los Estados Unidos), su emancipación política y
no una que le ponga en riesgo de padecer una esclavitud “bajo una
dictadura viciosa y condenable”. No [se] puede aceptar que ningún
otro pueblo que haya redactado antes una constitución tuviera mayor
cultura, ni mayor patriotismo que el nuestro. Que sea, pues, este
acto, motivo de orgullo para las generaciones venideras y ninguna
de ellas pueda ver en nuestras actuaciones nada que sea
incompatible con la nobleza, con la razón y sobre todo, con el más
ferviente amor a nuestro suelo patrio. Sr. PRESIDENTE: ¿Para qué
propósito solicita la palabra el Sr. Delegado? El señor García
Méndez ha pedido la palabra. No habiendo objeción se le concede.
Sr. GARCIA MENDEZ: Sr. Presidente y señores compañeros de la
Asamblea Constituyente: Estas breves palabras mías tienen el
carácter de una invocación. Finalizada la corta campaña política en
la que unos y otros de los puertorriqueños que aquí nos congregamos
usamos argumentos en defensa de nuestras respectivas posiciones,
forzoso es que nuestro asomo a la misión que se nos ha encomendado
sea libre de toda pasión partidista, de todo prejuicio personal o
sectario, y que por el contrario actuemos impedidos e inspirados
por la convicción y el sentimiento patrióticos que esa elevada
misión a cumplir exige de todos nosotros como buenos hijos de esta
tierra. Iniciando con espíritu constructivo el cumplimiento de esa
noble misión que aquí nos reúne voy a suplicar de vuestra bondad me
permitáis alejándonos de caminos trillados y de tipos
convencionales de procedimiento que no responden a la gravedad del
momento histórico por que atravesamos, exponer los principios que a
nuestro humilde juicio deben gobernar nuestras deliberaciones: En
primer término, parece ser una verdad indiscutible que el trabajo a
realizar lo afrontamos mientras internacionalmente subsiste, no la
catástrofe económica que se inició con la gran depresión, si que el
caos político de una postguerra en que una de las naciones
victoriosas ha mantenido y multiplicado sus tremendas fuerzas de
aire y de tierra en el temerario empeño de imponer su filosofía y
abolir nuestro sistema de vida americano. Con tal motivo, aunque la
geopolítica nos indica que en todo problema complicado, nacional o
internacional, no es fácil separar con alambre de púas lo económico
de lo geográfico ni lo étnico de lo histórico, parece claro que
nuestro problema especial es uno en que el factor
histórico-político predomina sobre el económico. En segundo
término, en vista de que la política de Estados Unidos como campeón
de las democracias es de dinamismo interno, mientras lo es en
cambio de estatismo en la internacional, aunque cambiando
diariamente esa política, si hemos de ser realistas frente a la
situación que confrontamos, los puertorriqueños venimos obligados a
una política dinámica, tanto en nuestro problema interno como en
nuestras relaciones con la metrópoli. En tercer término, creo que
debemos tener correcta idea de las motivaciones y una clara
perspectiva al iniciar estas labores que suponen un cambio por
operación de ley en
25
nuestras relaciones. Presumo no habrá objeción a que todos
reconozcamos a ese objeto las siguientes verdades sencillas y
evidentes: (1) Que, conforme anticipó Wendell Willkie en su obra
One World, “para lograr la verdadera paz tenemos que vivir un mundo
libre” y por ende “el sistema colonial está condenado a desaparecer
paulatina, pero seguramente de la faz de la tierra”. (2) Que, a
tono con las palabras del ex senador Vandenberg en su memorable
discurso de enero 10 de 1945, “el pueblo de los Estados Unidos se
propone respetar el derecho de todos los países a escoger la forma
de gobierno bajo la cual deseen éstos vivir”. (3) Que, según dijera
el Presidente Truman en histórico mensaje al Congreso: En su
opinión “el tiempo está maduro para saber cuál es la preferencia
del pueblo puertorriqueño en sus deseos con respecto a su status
final”. (4) Que la autosuficiencia es ilusoria y en un mundo
realmente democrático ningún pueblo tendría mayor necesidad de
autosuficiencia que la que tendría Nueva York de independizarse del
estado de Pennsylvania. (5) Que Estados Unidos no está utilizando
con respecto a Puerto Rico el sistema tradicional de otras naciones
que no han permitido ni menos facilitado el establecimiento de
factorías industriales en los territorios que hicieron suyos para
regirlos por leyes especiales, y, (6) Que del éxito de Estados
Unidos en el conflicto de su filosofía política frente a la del
pueblo ruso, depende la clase de porvenir que Puerto Rico ha de
gozar o ha de sufrir. En mérito de lo anterior, si nuestro realismo
se funda en principios sanos y sólidos, convendremos en que
difícilmente se presentará a Puerto Rico oportunidad más propicia
para dejar expresada su preferencia en cuanto al status a que
aspira que la que nos brinda ahora la carta constitucional a
redactarse. Termine esta situación internacional con la derrota de
la filosofía democrática por la comunista del soviet, y ya será
tarde para que esa expresión cobre posibilidades, cobre
cristalización. Termine ese conflicto con el triunfo de la
filosofía americana de vida; pero quede Estados Unidos como
consecuencia de una terrible tercera guerra mundial en situación
que le obligue a dedicarse a su propia reconstrucción interna,
debilitada por una deuda nacional que hoy llega a doscientos
cincuenta mil millones y en tal caso llegaría a un trillón de
dólares, o sea a un millón de millones de dólares en castellano y
la oportunidad para la aprobación de esa expresión por el mismo
Congreso que hoy está a punto de aprobar materialmente la entrada
de Hawaii y Alasca como estados de la Unión, minimizará de manera
sustancial para Puerto Rico. En su virtud, para que estos trabajos
se inicien exteriorizando ansias nobles y en clima de espontáneo
optimismo constructivo, pleno de lealtad sincera para con nuestra
gran nación que en un día fecundo en concesiones nos invistiera con
la clámide de la ciudadanía que orgullosos ostentamos, y pleno de
justicia para con nuestra amada tierra confiada en que no por ser
buenos americanos tenemos que dejar de ser buenos puertorriqueños,
invoco la ayuda de Dios Todopoderoso para que bajo su égida
adoptemos una declaración solemne que reza: “Nosotros los
representantes del pueblo de Puerto Rico electos para integrar esta
Asamblea Constituyente, con el fin de promover el bienestar
general, asegurar las
26
bendiciones de la libertad y cimentar la felicidad de los
puertorriqueños mediante la unión permanente e indisoluble con los
Estados Unidos de América, bajo cuya bandera aspiramos a disfrutar
eventualmente de la completa igualdad en la dignidad de la
ciudadanía con un status de carácter irrevocable, iniciamos estas
labores confiados en el reconocido espíritu justiciero del gran
pueblo estadounidense e inspirados en la infinita bondad de la
Divina Providencia”. Y que sea esta declaración nuestra como una
plegaria que elevamos al Sumo Hacedor, aquí, en bien del pueblo de
Puerto Rico. Sr. PRESIDENTE: ¿Con qué propósito solicita la palabra
el delegado señor Lino Padrón Rivera . . .? ¿El delegado señor
Padrón Rivera, solicita la palabra para dirigirse en términos
generales a la Convención en cuanto a la significación del acto del
día? ¿No es eso? ¿He interpretado bien al Delegado? No habiendo
objeción se concede la palabra a tal propósito. Sr. LINO PADRON
RIVERA: Sr. Presidente, compañeros de la Constituyente: Es para
nosotros, la delegación de siete delegados electos por el pueblo
una gran satisfacción de tener la oportunidad de expresar nuestra
orientación en relación con el acto que se inaugura hoy y con los
propósitos y en un documento, un anteproyecto que vamos a radicar
en el día de hoy, esa orientación está clara y terminante. Señor
Presidente y compañeros, es una gran dicha para nuestro pueblo,
reunirnos hoy en una Asamblea Constituyente, sin lamentar
antecedentes de sangre ni pérdidas de vida, como tuvieran que
lamentar los constituyentes franceses cuando escribieron los
derechos del hombre a costa de sangre y vidas, de cabezas
cercenadas, de destrucción sin límites. Nosotros no tenemos que
lamentar, porque en el proceso del entendimiento entre dos pueblos,
el gran pueblo de los Estados Unidos y el pequeño pueblo de Puerto
Rico, hemos llegado a la conclusión, ellos y nosotros, que estamos
en condiciones de estructurar una carta básica, que no tan
solamente tenga párrafos luminosos de los derechos del individuo,
sino que garantice la economía puertorriqueña y la vida de todo
nuestro pueblo. En esa orientación venimos nosotros a esta
Constituyente, el que considere profundamente el derecho
individual, el derecho de la propiedad privada, pero que también
considere con inteligencia y con buen deseo, el derecho del
trabajo, creador de la riqueza, creador de la propiedad privada,
creador de la vida a que pudieran llevar unos pocos, no podríamos
negar el derecho de los muchos que crean esa buena vida de unos
pocos en la sociedad en que vivimos. En esta Constituyente,
seleccionada por el pueblo de Puerto Rico, sus delegados; yo espero
que Dios nos ilumine para que las ambiciones y el egoísmo, y el
concepto falso del poder efímero [no] nos empuje a caer en un
ridículo, en convertir esta Constitución del pueblo en una
Constituyente de un partido político. Esa es nuestra esperanza, que
no nos desviemos en ningún momento cuando vayamos a considerar la
libertad del pueblo, para estructurarla en páginas blancas esta
carta fundamental que el pueblo de Puerto Rico va a escribir, para
asegurar o la libertad de nuestro pueblo o la tiranía permanente de
nuestro pueblo, dos alternativas y yo espero no vayamos a caer por
el egoísmo, o en la alternativa creadora del despotismo. Que
caigamos por el sentimiento puertorriqueño en la alternativa de la
completa libertad, no de la libertad política, no exclusivamente
del aseguramiento de la libertad política, de la
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libertad económica para que el hombre se sienta verdaderamente
libre, porque no es libre integralmente ningún ciudadano que tenga
libertad de escribir en la prensa o de hablar en la tribuna pública
o de criticar al gobierno, de hacer peticiones al gobierno; ésa no
es la libertad integral. Si ese ciudadano dispone de todo eso a
virtud de una constitución y ese ciudadano no dispone de la
seguridad de su bienestar económico a virtud de esa constitución
para que pueda dormir tranquilamente en todas las noches de su
vida, esa libertad será incompleta y nosotros venimos aquí a
trabajar conjuntamente con todos ustedes para que esa libertad sea
completa y para que sea una heredad pura para nuestros hijos y para
nuestros nietos. Que Dios los ayude. Sr. FIGUEROA: Precisamente en
relación con el para qué, he oído preguntar a Su Señoría en dos
ocasiones para qué se pide la palabra y al mismo tiempo decir no
hay objeción. Deseo saber al amparo de qué disposición
reglamentaria la Presidencia cuando un delegado de esta Asamblea
pide la palabra quiere que desde el principio le haga saber en
síntesis . . . n1 n1 Las manifestaciones del Sr. Leopoldo Figueroa
desde esta página hasta la 26 aparecen corregidas en las págs. 272
a 279 de esta edición. Sr. PRESIDENTE: ¿Está el señor Delegado
presentando una cuestión de orden? Sr. FIGUEROA: No, estoy pidiendo
una información a la Presidencia en el sentido de que me diga al
amparo de qué disposición reglamentaria . . . Sr. PRESIDENTE: ¿Está
haciendo una pregunta a la Presidencia? La Presidencia tiene el
placer de contestarle al señor Delegado que cuando un miembro de un
cuerpo deliberante se pone de pie establece el propósito para hacer
una moción o para dirigirse a la Asamblea y la objeción vendría de
la Asamblea misma, no de la Presidencia. Por eso no oyéndose
objeción alguna se establece: No habiendo objeción, adelante. Si
hay objeción de la Asamblea, no podría seguir el señor Delegado en
el uso de la palabra. ¿El señor Delegado solicita la palabra ahora?
No habiendo objeción de parte de la Asamblea puede proceder el
señor Delegado. Sr. FIGUEROA: Sr. Presidente y señores de la
Asamblea: Queremos empezar por manifestar nuestro desacuerdo con el
ruling establecido por la Presidencia. Vamos a basar nuestra
oposición y objeción a ese ruling en el reglamento que está en
vigor sobre el cual a nuestro juicio no puede pasar la Presidencia.
Dice el reglamento . . . Sr. CARRASQUILLO: Para una cuestión de
orden. Sr. PRESIDENTE: El señor Delegado presentará la cuestión de
orden. Sr. CARRASQUILLO: La cuestión de orden es que aquí no están
oyendo los demás delegados y el señor Figueroa debe pasar al
púlpito.
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Sr. PRESIDENTE: Esa no es una cuestión de orden, una cuestión de
acústica, pero queda resuelta favorablemente. Sr. FIGUEROA: Decimos
que no podemos menos que levantar a tiempo esta cuestión porque
entendemos que de prevalecer tal ruling entonces las minorías van a
quedar aquí coartadas en la libre expresión de su pensamiento.
Porque cuando se le pregunte a un miembro de la minoría: ¿sobre qué
usted va a hablar? Y si la cuestión que esboza no satisface como no
ha de satisfacer en muchas ocasiones al criterio de la mayoría,
entonces, señores asambleístas, bastaría con que alguien dijera
“objetamos”. Se somete a votación y allá va el zipper y allá va el
candado, y allá va el cerrojo a los labios del miembro de la
minoría. Entendemos que es muy peligroso aceptar un ruling como
éste en los momentos precisos en que estamos pensando en hacer una
constitución que debe ser garantía sobre todo para la libre
expresión del pensamiento. En efecto, decimos que está en pugna con
el reglamento que está en vigor por las siguientes razones o
fundamentos. Dice la regla XIII de la discusión. “Cuando alguna
persona desee hacer uso de la palabra o entregar algún documento
para ser leído a la Cámara, se pondrá de pie y se dirigirá a la
presidencia diciendo ‘Sr. Presidente.’ El presidente contestará
‘Sr. Representante.’ Y entonces el representante podrá dirigirse a
la Cámara desde su sitio o desde el sitio del secretario,
circunscribiéndose a la cuestión debatida y evitando incurrir en
personalismos.” Es decir, que la limitación vendría si el
representante se sale de la cuestión que está en debate o bien si
incurriera en personalismos. Pero a priori, sin que se sepa dónde
va el representante quererle poner el zipper me parece eso, Sr.
Presidente, que estamos iniciando los principios de esta Asamblea
con una restricción que habla muy en contra de la garantía para la
libre expresión del pensamiento. Entendemos Sr. Presidente, con
todo el respeto que nos merece la Presidencia, y con todo el afecto
personal que le tenemos a la Presidencia, que ese ruling está en
pugna con los reglamentos de la Cámara. Y en tanto en cuanto esta
Asamblea no apruebe otro reglamento, reglamento al cual si vosotros
con la fuerza numérica que tenéis queréis llevar a la fuerza esas
disposiciones cometiendo un atropello contra las minorías, podéis
hacerlo, entonces, pero en tanto en cuanto está rigiendo el
reglamento de la Cámara, Sr. Presidente, Su Señoría no tiene
derecho a establecer esa restricción ya que se trata de amordazar
el pensamiento de la minoría sellando los labios desde que
comenzara a hablar el representante. Llamamos la atención a Su
Señoría sobre este hecho. Y ya que estamos aquí queremos también
hacer constar lo siguiente: Otra cuestión que vamos a levantar para
quedar en acta, para quedar en récord en relación con el ruling
dictado al principio por el presidente provisional de esta
Asamblea. Concurrimos con el ruling por él establecido. Estamos de
acuerdo como resolvió la cuestión de orden el señor Presidente, que
este representante levantaba cuando decía que frente a la moción
que se hiciera de que hubiese dos vicepresidentes, que este
delegado a esta Asamblea levantaba la cuestión de que de acuerdo
con el reglamento de la Cámara solamente debía ser electo uno.
Entonces el Presidente de la Convención interpretando la ley nos
resolvió que si bien es cierto, y yo llamo la atención a mis
compañeros, de esta cuestión, por la moraleja que ella puede
entrañar y por la experiencia que todos debemos de sacar aún los
que como el que habla ya tiene algunos años, algunos meses en estas
luchas parlamentarias. Decía que nosotros habíamos levantado la
cuestión de que la sección 24 que dice: “La Convención aprobará un
reglamento para su funcionamiento
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interno y entre tanto se regirá por el reglamento de la Cámara de
Representantes de Puerto Rico, en todo cuanto le fuera aplicable.”
Y este representante minoritario cogiendo el reglamento en su mano
se encuentra, ¿qué es lo que rige? Pues esto que me pusieron en mi
cajón, que se llama Reglamento de la Cámara de Representantes. ¿Y
qué dice ese reglamento de la Cámara de Representantes? Pues
precisamente cuando se abre, coincidencia, coincidencia feliz para
la contención que sostenemos. La primera página, el primer artículo
con que se encuentra uno en la primera hoja de este reglamento en
que es regla primero determinar lo siguiente: “La Cámara de
Representantes en la sesión inaugural de cada asamblea legislativa
elegirá los siguientes funcionarios: Un presidente, un
vicepresidente—recalcamos—un vicepresidente, un secretario y un
macero.” Ah, entonces dijimos, la sección 24 armonizada con el
artículo primero del reglamento nos faculta solamente a la elección
de un vicepresidente. No porque nosotros tuviéramos objeción
personal a que fuera uno o a que fuera media docena de los
distinguidos amigos que forman filas en el partido adversario al
nuestro. No, sino era una cuestión de procedimiento. Era una
cuestión de pureza del procedimiento parlamentario lo que nos
llevaba a nosotros a levantar esta cuestión. Y entonces, con un
buen juicio jurídico y con una gran experiencia digna de la alta
posición que ocupa el magistrado presidente de nuestro más alto
tribunal resolvió, que de acuerdo con ese mismo artículo 24, y aquí
es donde yo llamo la atención, para la moraleja que voy a
establecer después, como algo que debe de quedar latente en todas
nuestras mentes para futuras legislaciones. Resolvió el Presidente
que de acuerdo con dicha sección, en la última parte del artículo
24 se determina: “Juramentados todos los delegados presentes la
Convención procederá a elegir de su seno un presidente y los demás
funcionarios que la misma creyere conveniente”. Bien resuelto,
porque claro está, esta disposición en esta parte de la ley le da
la autoridad a la Convención para así hacerlo. Pero aquí es donde
viene la cuestión que levantamos nosotros. Fija