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1 Corporación Universitaria Minuto de Dios Facultad de Ciencias Humanas y Sociales Departamento de Filosofía Curso sobre Filosofía Política Jessica Carolina Quintero Usma SOBRE LA PAZ PERPETUA Y LOS DIÁLOGOS DE PAZ El presente documento pretende exponer los postulados del tratado de Immanuel Kant Sobre la paz perpetua, en el cual aboga por establecer condiciones que posibiliten lograr la paz entre los Estados como proyecto histórico global, dicho documento se encuentra estructurado en dos partes esenciales: los artículos preliminares necesarios para evitar la guerra y los artículos definitivos que marcan las condiciones para la paz perpetua, como complemento de estos segundos encontramos suplementos y apéndices. Posteriormente, se relacionarán estos postulados con los diálogos de paz en la Habana entre el gobierno y las FARC en Colombia. Immanuel Kant (1724-1804) fue uno de los más influyentes filósofos alemanes de la era moderna, conocedor de la literatura clásica, teología, matemáticas, filosofía y ciencias naturales, durante gran parte de su vida se dedicó a la docencia y fue hasta 1781 a sus 57 años que publicó su primera obra Crítica de la razón pura y a partir de allí sucesivas obras entre las que se encuentra Sobre la paz perpetua de 1795 con fuertes influencias de Rousseau y relacionada estrechamente con otras de sus obras como la Metafísica de las costumbres.

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Corporación Universitaria Minuto de DiosFacultad de Ciencias Humanas y SocialesDepartamento de FilosofíaCurso sobre Filosofía PolíticaJessica Carolina Quintero Usma

SOBRE LA PAZ PERPETUA Y LOS DIÁLOGOS DE PAZ

El presente documento pretende exponer los postulados del tratado de Immanuel Kant

Sobre la paz perpetua, en el cual aboga por establecer condiciones que posibiliten lograr la

paz entre los Estados como proyecto histórico global, dicho documento se encuentra

estructurado en dos partes esenciales: los artículos preliminares necesarios para evitar la

guerra y los artículos definitivos que marcan las condiciones para la paz perpetua, como

complemento de estos segundos encontramos suplementos y apéndices. Posteriormente, se

relacionarán estos postulados con los diálogos de paz en la Habana entre el gobierno y las

FARC en Colombia.

Immanuel Kant (1724-1804) fue uno de los más influyentes filósofos alemanes de la

era moderna, conocedor de la literatura clásica, teología, matemáticas, filosofía y ciencias

naturales, durante gran parte de su vida se dedicó a la docencia y fue hasta 1781 a sus 57 años

que publicó su primera obra Crítica de la razón pura y a partir de allí sucesivas obras entre

las que se encuentra Sobre la paz perpetua de 1795 con fuertes influencias de Rousseau y

relacionada estrechamente con otras de sus obras como la Metafísica de las costumbres.

“A la paz perpetua” nace de una sátira escrita bajo una pintura que representa un

cementerio puesta en la entrada de un hostal holandés, que quizás va dirigida a todos los

hombres, a los ambiciosos gobernantes o a los filósofos soñadores, sin embargo, como el

político práctico no suele considerar las ideas de un teórico por ser inofensivas opiniones, son

estos principios una “cláusula salvatoria” dice Kant, para prevenir interpretaciones maliciosas

de este tratado.

Artículos preliminares

1. Para que un tratado de paz sea válido no se deben resguardar motivos para una posible

guerra futura, siendo así sólo sería una interrupción de las hostilidades mientras que el tratado

de paz debe eliminar todas las causas de una guerra posible (Kant, 2005, pp. 5); si al

momento de establecer el pacto de paz alguno de los tratantes conserva cualquier reserva

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mental, sería un acto indigno debido a que la las pretensiones de ataques seguirían presentes y

sólo se suspendería por determinado tiempo.

2. Ningún Estado independiente puede obtener otro mediante herencia, cambio, compra o

donación, sería esto una aniquilación de la existencia, pues un Estado está conformado por

una sociedad de hombres y sólo ellos pueden mandar y disponer de sí mismos, de lo contrario

se convertirían en objetos (Ibíd, pp. 6). Kant comprende que el territorio es la materia

corporal del Estado, de modo que si la libertad en su plena realización se comprende en el

cuerpo en tanto se haga con él lo que se desee, no es posible que un cuerpo (entendido

entonces como Estado) intente disponer de uno ajeno a él despojándolo de su existencia como

sujeto.

3. Si se elimina toda posible causa de guerra, los ejércitos también deben desaparecer debido

a que éstos están preparados para combatir (Ibíd, pp. 7), es decir que siempre están a la

defensiva, pero en el caso de que no hubiese guerra se correría el riesgo de que fueran los

soldados quienes ataquen para justificar la existencia de sus tropas y así desterrar la

posibilidad de paz. En contraste, el ejército conformado por ciudadanos para defender su

patria contra enemigos sería una alianza aceptable así como si se intentará prevenir la

formación de una reserva financiera que sería una peligrosa causa de guerra, pues en ambos

casos la defensa o combate tendría como base la necesidad de ello para preservar sus

derechos.

4. El Estado no debe poseer deudas para mantener su política exterior, esto es el

endeudamiento para crear una peligrosa potencia financiera que podría superar a los demás

Estados convirtiéndose en el más poderoso obstáculo para la paz perpetua (Ibíd. pp. 8), esto

en el caso de que un Estado financiara a otros y en cualquier momento poder exigir a sus

deudores la devolución cuando éstos no presenten las condiciones para ello y así facilitar un

motivo de guerra.

5. Ningún Estado deberá entrometerse en la constitución de otro a la fuerza , en dado caso los

males de un pueblo serían ejemplo de precaución del vivir sin leyes, pero sólo ante una

anarquía eminente de un Estado dividido en dos donde una de sus partes quiera control total

podría intervenir un Estado ajeno, de lo contrario es una violación de los derechos y la

autonomía estatal (Ibíd. pp. 9), podría suceder que esta separación conduzca a alianzas que

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luego de ataques internos entre un Estado, puedan llevar a expandir la guerra entre diferentes

Estados, pero de lo contrario sería una injusticia intervenir en la intimidad de otro territorio.

6. Ningún Estado que esté en guerra con otro deberá usar deshonrosas hostilidades que

prescindan de confianza para la posibilidad de paz futura “(…) pues aún en plena guerra ha

de existir alguna confianza en la mentalidad del enemigo, ya que de lo contrario no se podría

acordar nunca la paz y las hostilidades se desviarían hacia una guerra de exterminio (bellum

internecinum)” (Ibíd. pp. 10). Si se considera que la guerra es un medio necesario para la

afirmación de los derechos, como en el estado de naturaleza, ello llevaría al aniquilamiento

de ambos combatientes y así también se eliminarían los fines mismos de la paz, por lo que

eliminar la confianza sería eliminar la posibilidad de paz.

Sin embargo, aunque estas leyes son prohibitivas algunas pueden demorarse en su

aplicación como las 2, 3 y 4 pero sin perder el horizonte, mientras que las 1, 5 y 6 son

‘rígidas’ o de inmediata ejecución, debido a que las primeras se dan mediante un proceso o de

manera sucesiva por lo que es posible que según las circunstancias su aplicación se demore,

como por ejemplo la disolución de los ejércitos, pero para las segundas (1, 5 y 6) se exige su

inmediata aplicación sin poder ser aplazadas bajo ninguna circunstancia, pues son los

requisitos indispensables o base para la paz.

Artículos definitivos

Una vez anunciados los artículos preliminares, se exponen los artículos definitivos

para la paz perpetua entre los Estados, es entonces cuando anuncia (acorde con Hobbes) que

el estado natural de los hombres es de guerra o bien de constante amenaza y el estado de paz

sólo es posible si se instaura a través de una constitución de sociedad civil que conste de

leyes públicas en el que el hombre entrega su libertad primitiva para conformar un Estado y

así garantiza la seguridad entre los hombres. Pasemos entonces a revisar dichos artículos.

1. La constitución civil de todo Estado debe ser republicana1, acorde con los principios de

libertad de los hombres, con la dependencia legislativa y la igualdad ciudadana, pues es ésta

la única derivada del contrato originario o constitución del Estado y desde donde se

1 Kant establece que la mejor forma de Estado es la de Estado de derecho y que dentro de ella el republicanismo es la mejor forma de gobierno, pues los principios de igualdad, entendida como independencia de cada ciudadano, y libertad en cuanto hombres de hacer las cosas de la manera en que le parezca buena incluyendo el consentimiento de las leyes, son los imperantes y donde el pueblo es colegislador del mismo gobierno (Abellán, J. 2005. Sobre el concepto de república, sección III).

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fundamentan todas las normas jurídicas del pueblo, pues nace en la fuente del derecho y su

visión es la paz perpetua (Ibíd, pp. 15). De este modo, es por consentimiento de los

ciudadanos (no sólo por consulta como en la democracia) que se toma la decisión de

establecer o no una guerra y todo lo que ella acarrea, mientras que en una constitución que no

fuera republicana la decisión la tomaría el jefe de Estado como propietario del mismo

haciéndose indiferente a sus consecuencias al gozar de privilegios y no asumirla como

miembro de la comunidad.

De acuerdo a lo anterior, la constitución republicana no debe confundirse con la

constitución democrática, de modo que se hace necesario nombrar que las formas de un

Estado (civitas) se clasifican según las personas que posean el poder supremo del Estado o

por el modo de gobernar, así la primera vía es la forma de soberanía (forma imperii) con tres

modos de gobernar donde hay soberanía sobre uno que decide (autocracia), algunos que

deciden (aristocracia) o todos deciden (democracia).

La segunda vía es la forma de gobierno (forma regiminis) referida a como el Estado

hace uso íntegro del poder, basándose en la voluntad general o lo que es igual, la

constitución, que bien puede ser republicana como principio político de separación del poder

ejecutivo del legislativo (gobierno de las leyes), o bien, despótica en tanto ejecución de leyes

por parte del estado donde la voluntad pública es manejada por el gobernante como voluntad

particular (Ibíd. pp. 18), tal como en la democracia donde todos deciden sobre uno que luego

decide por ellos.

Ahora bien, cuanto menos sean las personas en el poder estatal será mayor su

representación y se está más abierto a un republicanismo, pues al pueblo le interesa más el

modo de gobierno que la forma de Estado. “Al modo de gobierno que es conforme a la idea

del derecho pertenece el sistema representativo, único en el que es posible un modo de

gobierno republicano y sin el cual el gobierno es despótico y violento2” (Ibíd., pp. 20), debido

a que no sería el parlamento únicamente quien discutiría las reformas por ejemplo, sino los

representantes expondrían dichas reformas ante los ciudadanos y si existiera alguna oposición

o reclamo se examinaría, de modo que así se hace válido el derecho de los ciudadanos.

2. El derecho de gentes debe fundarse en una federación de Estados libres. Los pueblos en

cuanto Estados pueden considerarse individuos en estado de naturaleza donde se perjudican

2 Entiéndase negación del derecho de los ciudadanos.

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por su coexistencia, pero con el objetivo de su seguridad pueden exigir al otro entrar en

conjunto a una constitución similar a la civil para asegurar su derecho, es esto una federación

sin ser necesariamente un Estado de pueblos, más esto alberga una contradicción porque todo

Estado implica relación inferior superior y al convertirse muchos pueblos en un solo Estado

se omiten las relaciones mutuas (Ibíd, pp.21). El derecho de gentes en el que ningún Estado

interviene en otro y los Estados deben tratarse como individuos independientes y autónomos,

pueden obligarse entre sí a someterse a unas leyes que permitan la realización de cada cual a

través de la relación entre Estados.

De este modo, los Estados deben salir del salvajismo en el que cada uno sitúa su

soberanía tal como el hombre salvaje se apega a su libertad sin ley; pero aún con la maldad de

la naturaleza humana no se ha expulsado el derecho de la política de guerra que justifica la

agresión bélica entre los pueblos que no están sometidos a una ley externa común, se

mantiene el concepto de derecho lo que demuestra una disposición moral del hombre aunque

sea a través de la guerra la manera de gestionar el derecho y no mediante un tribunal (Ibíd,

pp. 23), pero de esta forma la guerra se asimilaría como un medio para lograr el derecho, pero

así el tratado de paz puede poner fin a un momento de guerra más no a la guerra, pues a lo

que conduciría no sería a la paz sino al exterminio al justificar su derecho con el combate.

Veamos por ejemplo, si un Estado se enfrenta con otro con el objetivo de reafirmar sus

derechos y bajo esta idea no cesan el combate hasta lograr su fin, terminaran por exterminarse

mutuamente olvidando la razón primera de la provocación.

3. El derecho cosmopolita debe limitarse a las condiciones de la hospitalidad universal, pues

éste debe entenderse como el derecho público de la humanidad y así la hospitalidad como el

derecho de un extranjero a ser tratado con respeto acorde a su dignidad en cualquier territorio

en tanto se comporte amistosamente, no como un derecho de huésped valido por cierto

tiempo, sino derecho de visita de todos los hombres en tanto la superficie terrestre es común a

todos aun en las superficies deshabitadas que permiten el tráfico y establecer relaciones

pacíficas para la constitución cosmopolita; visitar a otros países extranjeros de manera

inhospitalaria (conquistarlos) con la idea de descubrirlos, es un postulado de espantosa

injusticia (Ibíd, pp. 28). Acorde con esta idea, todas las personas son acogidas por los

derechos sin importar el Estado en que se encuentren, pues todos sin importar las divisiones

geográficas habitan un mismo territorio y por tal se debe velar por su seguridad sin importar

las diferencias.

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Teniendo en cuenta lo anterior, bajo la idea de conformación de una comunidad

mundial, la violación de un derecho tendría repercusión en todos los pueblos de la tierra, dice

Kant (2005) al respecto que

(…) la idea de un derecho cosmopolita no resulta una representación fantástica ni extravagante, sino

que completa el código no escrito del derecho político y del derecho de gentes en un derecho público

de la humanidad, siendo un complemento de la paz perpetua, al constituirse en condición para una

continua aproximación a ella. (pp. 30)

Suplementos.

1. De la garantía de la paz perpetua. La naturaleza es quien con su curso hace que el

antagonismo de los hombres se convierta en armonía y así se encarga de suministrar la

garantía para la paz, a lo cual se le llama destino o también providencia (pp. 31). La

naturaleza genera antagonismos entre los hombres, enfrentamientos para defender sus

derechos, pero como bien se nombraba anteriormente, es esto lo que los conduce a establecer

leyes y acuerdos para posibilitar la coexistencia entre ellos, y es esto lo que Kant llama curso

mecánico de la naturaleza.

Ahora bien, la naturaleza presenta una organización provisional que consiste en:

1. el cuidado de la convivencia de los hombres;

2. habitar todas las regiones de la tierra a través de la guerra y

3. Obligación de entrar en relaciones legales por la misma guerra;

parece entonces que ha diseñado todo tipo de herramientas para habitar la tierra y hacer uso

de ella para vivir en paz pero han sido conducidos hasta ellas sólo a través de la guerra que

los ha obligado a establecer relaciones pacíficas para su convivencia, pues la naturaleza

procuró que los hombres deban vivir sobre la misma tierra y vincularse por una ley moral

(Ibíd, pp. 35), que está guiado por el deber que demanda la razón.

De esta manera, la guerra como medio para poblar la tierra no requiere de motivos de

los hombres sino que su misma naturaleza se ha encargado de ello, por una tendencia al

honor de impulsos egoístas (Ibíd, pp. 36), pues los hombres quieren mostrar su coraje o valor

ante los otros atribuyéndole el valor de dignidad a la guerra.

Ahora bien, la naturaleza no impone un deber sino que lo hace sin consentimiento

alguno así: 1. Cuando un pueblo no se ve coaccionado por las leyes públicas por falta de

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discordias internas, siempre habrá otro pueblo que los acosa y obliga a convertirse en Estado

para estar preparado y es la constitución republicana la que se adecua al derecho de los

hombres, aunque el egoísmo humano haga verla sublime (Ibíd. pp. 38). Si existiera un pueblo

en el que sus habitantes convivieran en medio de relaciones pacíficas y de respeto mutuo y

otro Estado intentara imponerse a él, entonces este pueblo se vería en la necesidad de

establecer leyes y constituirse como Estado, empero, bajo la forma de gobierno republicana,

pues en su interior velaría por la libertad de sus ciudadanos, la misma que antes operaba en

ellos.

Siendo así, depende de una buena organización de Estado obligar al hombre a ser un

buen ciudadano aun cuando en su interior tiendan a eludir la ley, pues es un mecanismo

natural que genera a través de las leyes situación de paz contrarrestando las inclinaciones

egoístas con la razón como medio para dar campo al mandato jurídico que garantiza la paz

“Esto significa que la naturaleza quiere a toda costa que el derecho conserve, en último

término, la supremacía.” (Ibíd. pp. 39).

2. El derecho de gentes conlleva a la separación entre Estados vecinos aun con el riesgo de

guerra, pues una fusión llevaría a una monarquía universal al eliminar las leyes. La voluntad

del Estado es llegar a la paz duradera en el mundo, pero la naturaleza va en contra causando

confusión con diferencias de lenguas y de religiones que son pretexto de guerra, sólo que el

hombre con su cultura conduce a los Estados hacia la paz mediante la viva competencia.

Puede darse el caso de que debido a las diferencias de la identidad nacional entre dos

Estados, por ejemplo las creencias religiosas, conlleven a la guerra, pero ante la necesidad de

intercambio de mercancía se establezcan acuerdos de respeto y tolerancia.

3. Así como la naturaleza ha separado pueblos basados en el derecho de gentes, también une

a otros con el concepto de derecho cosmopolita, pues el espíritu comercial que no puede

coexistir con la guerra y se apodera de todos los pueblos, siendo el poder del dinero el más

fiel de todos los subordinados al Estado, obligan a fomentar la paz de las negociaciones (Ibíd,

pp. 41). Así la naturaleza garantiza la paz perpetua mediante el mecanismo de los instintos

humanos, tal como se esbozó en el ejemplo anterior.

2. Artículo secreto para la paz perpetua. Un artículo secreto es una contradicción de

contenido en las negociaciones del derecho público, mientras que un secreto se da por una

persona que no encuentra conveniente manifestarlo públicamente. El único artículo así sería

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“Las máximas de los filósofos sobre las condiciones de posibilidad de la paz pública deben

ser tomadas en consideración por los Estados preparados para la guerra” (Ibíd. pp. 42), la

máxima sabiduría de comportamiento se otorga a los filósofos y se disminuye la autoridad

legisladora del Estado; ante el establecimiento de una ley o reforma, los filósofos como

ciudadanos tienen incidencia política en tanto estudian y cuestionan estas leyes para luego

discutir en conjunto con los gobernantes, de manera que la tarea de estos segundos es

escuchar a los filósofos para aplicar o mejorar las propuestas.

De este modo, los filósofos son asumidos como un secreto que discute los principios

para la guerra y el establecimiento de la paz, pero no como prioridad ante el poder sino como

a quienes se les escucha, pues la filosofía no suele ir acompañada del poder ni viceversa, dice

Kant al respecto “No hay que esperar que los reyes filosofen ni que los filósofos sean reyes

(…)” (2005, pp. 43). Así se comprende que la fusión de ambos (poder y filosofía) dañan el

juicio de la razón, pero en cambio hacer públicas las leyes y dejar hablar al respecto a los

filósofos para aclarar o discutir estos asuntos, los libera de sospecha.

APENDICE

1. Sobre la discrepancia entre la moral y la política respecto a la paz perpetua. Si se

entiende la moral como un conjunto de leyes prácticas bajo las que se debe actuar sin ninguna

objeción, no puede haber disputa alguna entre la moral como teoría del derecho y la política

como teoría del derecho aplicada (Ibíd. pp. 45), pues no es posible un conflicto entre la

práctica y la teoría que la rige, y si es bajo la moral donde se generan las máximas o medios

para los propósitos, en este caso políticos, deben obligatoriamente complementarse.

Siendo así, la moral no cede ante el poder al estar aún sujeto al destino y a la razón la

cual no puede vislumbrar las consecuencias de las acciones, mientras que el deber se

mantiene según las reglas de la sabiduría, es decir, que mientras el poder o la soberanía están

sujetos a cambios, el deber de la moral es permanente y por tal rige toda acción bajo sus

principios de coacción interna o personal.

Tal como el práctico considera que no basta contar con la voluntad de todos los

hombres para llegar a la paz perpetua sino que además se necesita que quieran esta situación,

se debe a la vez contemplar que la causa unificadora de las voluntades es la violencia

(entendida como la negación del derecho), y a partir de allí es de donde se da origen al

derecho público (Ibíd. pp. 47), es decir, la violencia hace ver a los hombres la necesidad de

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establecer leyes que les permita hacer valer sus derechos y así quieran establecer una

constitución.

De esta manera, un Estado puede gobernarse como república aún con un poder

soberano despótico si el pueblo asume poco a poco la autoridad de ley y se prepare para la

legislación, y si por una mala constitución se genera revolución violenta, además de una

nueva constitución toda persona deberá regirse por ella, como podría suceder en el caso de un

Estado monárquico en el que sus ciudadanos buscan validar sus derechos a través de una

revolución civil que obligue es establecimiento de una nueva constitución a la que todos

acepten someterse.

Los moralistas despotizantes suelen chocar con la prudencia política y es la

experiencia quienes los conducen a ese choque y los encamine a una vía mejor, mientras que

los políticos moralizantes imposibilitan la mejora al señalar que la naturaleza humana es

incapaz del bien. (Ibíd, pp. 50). Así mismo halagan el poder dominante y toda constitución y

reforma siempre está bien y mejora con ello según su funcionamiento, parten de la idea de

conocer a los hombres según sus derechos peor sin observarlo y adaptan entonces los

principios de la constitución a ello, según esto las máximas básicas son:

1. Actúa y justifícalo, (Fact et excusa), entrar arbitrariamente en la posesión de derecho del

Estado y así la justificación será más sencilla que el convencer como la legitimidad del acto

será el mejor abogado.

2. Si has hecho algo niégalo, Si fecisti, nega, llevar al pueblo a la revolución a través de la

desesperación como culpa tuya y afirma que la culpa es la desobediencia de los súbditos o

que está en la naturaleza del otro si un Estado vecino está igual.

3. divide et impera, divide e impera si en un pueblo existen ciertas personalidades

privilegiadas y te eligen como su cabeza enemístalas con el pueblo poniéndote del lado de

ellos con el ideal de libertad y así todo dependerá de tu voluntad así como con otros pueblos

con excusa de apoyarlos.

Estas máximas políticas son de común conocimiento y las grandes potencias agrandan

su poder de esta forma y no se avergüenzan de ningún juicio excepto por el fracaso, pues

pueden haber Estados que se rijan bajo estos principios sofistas que sólo cuando fallan en la

ejecución de ellos generan reacción de los ciudadanos. De todos estos postulados anteriores

para establecer el estado de paz desde el estado natural de guerra se concluye que “los

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hombres no pueden prescindir del concepto de derecho ni en sus relaciones privadas ni en las

públicas” (Ibíd. pp. 54) y por el contrario deben otorgarle el honor aunque quieran eludirlo,

aun cuando en el interior los hombres quieran evadir la ley deben someterse a ella.

Obrar de tal modo que la máxima personal pueda convertirse en ley universal (Ibíd.

pp. 55), principio que precedido del principio de derecho conforman las máximas de acción

del político moralista quien parte de una cuestión moral deseando la paz perpetua no como

bien físico sino como reconocimiento del deber, a diferencia del moralista político que toma

como problema técnico los principios. Para solucionar el problema de la habilidad política es

necesario conocer la naturaleza para utilizar su mecanismo a favor del propósito de paz, la

solución del problema de la sabiduría política refiere aprovechar toda circunstancia favorable

con prudencia para alcanzar el fin deseado.

“Reine la justicia y húndanse todos los bribones que hay en el mundo” (Ibíd, pp. 57),

una frase que muestra como el principio de derecho limita los caminos de violencia y

engaños otorgándolo a todos a través de una constitución de Estado y la unión con otros

Estados para solucionar sus diferencias partiendo del deber puro jurídico dado a priori por la

razón y no por otra cosa. El mal moral se destruye y contradice por su misma naturaleza y así

da paso al principio moral del bien.

En conclusión, toda política debe reclinarse ante el principio del derecho que parte de

la práctica y a su vez, complementarse con la moral que ante una dificultad que la política por

sí sola no pueda resolver ésta la salvaguardaría.

2. De la armonía de la política con la moral según el concepto trascendental del derecho

público. Toda pretensión política debe tener la posibilidad de ser publicada, publicidad que

suministra un criterio a priori de la razón que permite conocer la falsedad de pretensión (Ibíd,

pp. 61); el criterio de publicidad dentro del gobierno republicano permite que toda legislación

sea de conocimiento de los ciudadanos quienes podrán evaluarla y ponerla en discusión si es

necesario, de manera que este examen pueda descubrir cualquier intención implícita de ella.

Bajo estos principios, el conflicto de política y moral se solucionaría con el propósito

de paz entre los Estados, y la incompatibilidad de las máximas del derecho con la publicidad

sería muestra del desacuerdo entre ellos (Ibíd, pp. 66). Afirma Kant que “la condición de

posibilidad de un derecho de gentes como tal es que exista previamente un estado jurídico.”

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(pp. 67) fuera del cual cualquier derecho es privado, por lo que sólo a través de una unión

federativa es posible dicha coincidencia compatible con la libertad y donde toda prudencia

política la asume tiene como fundamento teórico, sin esa finalidad toda política se basaría en

la circunstancialidad en la que se puede interpretar de manera abierta los tratados públicos, o

bien del probabilismo donde se atribuyen a otros las malas intenciones considerando

perdonable el conquistar estados pequeños por unos mayores.

Conforme a lo anterior, la doble actitud de la política se basa en el amor a los hombres

como deber condicionado o como respeto a su derecho según el deber imperativo

incondicionado (Ibíd, pp. 68), en el primero coincide la moral y la ética, en lo segundo la

moral como teoría de derecho al que la política debe sumirse entendiendo los deberes como

benevolencia.

Así se propone otro principio trascendental positivo del derecho público en el que

todas las máximas necesitan publicidad para así concordar con el derecho y la política y no

fracasar en sus propósitos, pues por la publicidad se adecuan al fin general, que es la paz

perpetua, y si solo con la eliminación de la desconfianza se logra este fin tiene que coincidir

con el derecho público que permite la unió de fines, una fórmula que reposa en forma de

legalidad.

Como bien se nombró al inicio, Kant expone que la paz perpetua más que una utopía

es una proyecto histórico, resultado de un proceso que deriva de los tratados de paz para ser

realizable, así, si existe un deber y esperanza de hacer realidad el Estado de derecho público

aunque solo sea en aproximación progresiva, la paz perpetua derivada de los tratados de paz

no es una idea vacía sino una tarea que se va acercando a su fin. Adicionalmente, el tratado

de Sobre la paz perpetua está escrito con la intención de ser discutido pues es esa la intención

de publicarlo, por lo que Kant no postula estos principios como definitivos sino sujetos a la

consideración de los ciudadanos.

Kant y los diálogos de paz en la Habana

Teniendo en cuenta lo anterior, se intentarán reflejar los planteamientos kantianos con

los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC (Fuerzas Armadas

Revolucionarias de Colombia) que se desarrollan actualmente y desde el año 2012 en la

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Habana Cuba bajo el gobierno de Juan Manuel Santos y cuyo objetivo es un acuerdo general

para la terminación del conflicto y la constitución de una paz estable y duradera3. Los países

garantes de este proceso son Cuba, Noruega, Chile y Venezuela, además se estableció una

agenda dividida en seis puntos principales:

1. Política de desarrollo agrario integral

2. Participación política

3. Fin del conflicto

4. Solución al problema de las drogas ilícitas

5. Víctimas

6. Implementación, verificación y refrendación

Ahora bien, para iniciar este examen se tomará como base el relato de algunos de los

comandantes guerrilleros entrevistados por Alfredo Molano tras la llegada a Cuba en Octubre

de 20124.

En primer lugar, partiremos de la siguiente declaración de Iván Márquez, jefe de la

delegación de las FARC “(…) El Gobierno está duro y nosotros no vinimos a rendirle las

armas a quien no ha podido quitárnoslas”, si se toma en consideración el artículo preliminar

tercero postulado por Kant que nombra que para lograr la paz se deben desmontar los

ejércitos, y se confronta con lo afirmado por el jefe guerrillero se encontraría un primer

obstáculo para tal realización, pues si se cuenta con fuerzas de combate que siempre estén

preparados para la guerra, no será posible establecer una paz verdadera.

En conjunto con lo anterior, el tercer punto de la agenda “Fin del conflicto” que busca

desvanecer los encuentros entre los dos bandos (ejército y FARC) exige el cese al fuego y por

ende la entrega de armas, pero los ataques guerrilleros a la población civil aún se mantiene en

Colombia, aunque los ataques no sólo han sido con armas sino que también han ejecutado

ataques contra la libertad de los ciudadanos5, este suceso podríamos contrastarlo a su vez con

3 Diálogos de paz, Pulso ciudadano a la paz en Colombia. (2014) Los diálogos. Recuperado de http://dialogosdepaz.org/los-dialogos/

4 Molano, A. (2013, Mayo 12) Las FARC dicen que no fueron a la Habana a entregar las armas. El Espectador. Recuperado de http://www.elespectador.com/noticias/paz/farc-dicen-no-fueron-habana-entregar-armas-articulo-421673

5 Justicia. (2014, Septiembre 21) En medio del proceso, las Farc habrían ejecutado 20 secuestros este año. El Tiempo. Recuperado de http://www.eltiempo.com/politica/justicia/en-medio-del-proceso-farc-habrian-

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el sexto artículo preliminar para afirmar dicha imposibilidad de paz, pues en éste se dice que

no se deben permitir hostilidades que hagan imposible la confianza de una paz futura (Kant,

2005, pp. 9-10), siendo así, es imposible realizar el segundo artículo definitivo, pues de

ninguna manera se vela por un Estado republicano cuyo principio es defender la libertad de

los ciudadanos.

Otra de las declaraciones del mismo Iván Márquez se refiere directamente a la posición de

este grupo guerrillero en conformidad con las leyes colombianas:

(…) Lo que también se debe saber es que no vamos a pagar cárcel, no luchamos por disminuir

sentencias; nosotros estamos en armas porque no acatamos la Constitución vigente y sabemos que por

la paz las cortes internacionales están dispuestas a sacrificar su rigidez. (Márquez, citado por Molano,

2012)

¿Qué se podría interpretar desde los postulados kantianos con respecto a esta visión?

¿Quizás que el gobierno debe dar campo a los representantes de las FARC para pensar

reformas en la constitución o simplemente que deben sumirse a ella y ser tratados como un

ciudadano más y no como un soberano? Pues bien, otro de los puntos de la agenda y tomada

como condición de este grupo guerrillero es su participación política, el meollo de la

situación es saber con qué propósitos buscan dicha participación, si desean ser voceros de una

parte del pueblo colombiano que no ha sido escuchada o buscan beneficios para sí mismos

como por ejemplo reformas constitucionales que prohíban la extradición, etc.

Se podría seguir realizando este tipo de comparaciones desde cada una de las

declaraciones de los jefes en dicha entrevista, pero la intención era realizar un análisis general

desde la perspectiva kantiana al tema de los diálogos de paz en Colombia, una situación que

aún está en discusión y no se sabe con certeza cuándo culminará, pero que tiene efectos no

sólo a nivel nacional sino también en las relaciones con otros Estados.

Bibliografía

- Kant, I. (2005). Abellán, J. (Traductor). Sobre la paz perpetua. Madrid. Editorial Tecnos.

- Diálogos de paz, Pulso ciudadano a la paz en Colombia. (2012) Los diálogos. Recuperado de http://dialogosdepaz.org/los-dialogos/

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