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Corporación Universitaria Minuto de DiosFacultad de Ciencias Humanas y SocialesDepartamento de FilosofíaCurso sobre Filosofía PolíticaJessica Carolina Quintero Usma
SOBRE LA PAZ PERPETUA Y LOS DIÁLOGOS DE PAZ
El presente documento pretende exponer los postulados del tratado de Immanuel Kant
Sobre la paz perpetua, en el cual aboga por establecer condiciones que posibiliten lograr la
paz entre los Estados como proyecto histórico global, dicho documento se encuentra
estructurado en dos partes esenciales: los artículos preliminares necesarios para evitar la
guerra y los artículos definitivos que marcan las condiciones para la paz perpetua, como
complemento de estos segundos encontramos suplementos y apéndices. Posteriormente, se
relacionarán estos postulados con los diálogos de paz en la Habana entre el gobierno y las
FARC en Colombia.
Immanuel Kant (1724-1804) fue uno de los más influyentes filósofos alemanes de la
era moderna, conocedor de la literatura clásica, teología, matemáticas, filosofía y ciencias
naturales, durante gran parte de su vida se dedicó a la docencia y fue hasta 1781 a sus 57 años
que publicó su primera obra Crítica de la razón pura y a partir de allí sucesivas obras entre
las que se encuentra Sobre la paz perpetua de 1795 con fuertes influencias de Rousseau y
relacionada estrechamente con otras de sus obras como la Metafísica de las costumbres.
“A la paz perpetua” nace de una sátira escrita bajo una pintura que representa un
cementerio puesta en la entrada de un hostal holandés, que quizás va dirigida a todos los
hombres, a los ambiciosos gobernantes o a los filósofos soñadores, sin embargo, como el
político práctico no suele considerar las ideas de un teórico por ser inofensivas opiniones, son
estos principios una “cláusula salvatoria” dice Kant, para prevenir interpretaciones maliciosas
de este tratado.
Artículos preliminares
1. Para que un tratado de paz sea válido no se deben resguardar motivos para una posible
guerra futura, siendo así sólo sería una interrupción de las hostilidades mientras que el tratado
de paz debe eliminar todas las causas de una guerra posible (Kant, 2005, pp. 5); si al
momento de establecer el pacto de paz alguno de los tratantes conserva cualquier reserva
2
mental, sería un acto indigno debido a que la las pretensiones de ataques seguirían presentes y
sólo se suspendería por determinado tiempo.
2. Ningún Estado independiente puede obtener otro mediante herencia, cambio, compra o
donación, sería esto una aniquilación de la existencia, pues un Estado está conformado por
una sociedad de hombres y sólo ellos pueden mandar y disponer de sí mismos, de lo contrario
se convertirían en objetos (Ibíd, pp. 6). Kant comprende que el territorio es la materia
corporal del Estado, de modo que si la libertad en su plena realización se comprende en el
cuerpo en tanto se haga con él lo que se desee, no es posible que un cuerpo (entendido
entonces como Estado) intente disponer de uno ajeno a él despojándolo de su existencia como
sujeto.
3. Si se elimina toda posible causa de guerra, los ejércitos también deben desaparecer debido
a que éstos están preparados para combatir (Ibíd, pp. 7), es decir que siempre están a la
defensiva, pero en el caso de que no hubiese guerra se correría el riesgo de que fueran los
soldados quienes ataquen para justificar la existencia de sus tropas y así desterrar la
posibilidad de paz. En contraste, el ejército conformado por ciudadanos para defender su
patria contra enemigos sería una alianza aceptable así como si se intentará prevenir la
formación de una reserva financiera que sería una peligrosa causa de guerra, pues en ambos
casos la defensa o combate tendría como base la necesidad de ello para preservar sus
derechos.
4. El Estado no debe poseer deudas para mantener su política exterior, esto es el
endeudamiento para crear una peligrosa potencia financiera que podría superar a los demás
Estados convirtiéndose en el más poderoso obstáculo para la paz perpetua (Ibíd. pp. 8), esto
en el caso de que un Estado financiara a otros y en cualquier momento poder exigir a sus
deudores la devolución cuando éstos no presenten las condiciones para ello y así facilitar un
motivo de guerra.
5. Ningún Estado deberá entrometerse en la constitución de otro a la fuerza , en dado caso los
males de un pueblo serían ejemplo de precaución del vivir sin leyes, pero sólo ante una
anarquía eminente de un Estado dividido en dos donde una de sus partes quiera control total
podría intervenir un Estado ajeno, de lo contrario es una violación de los derechos y la
autonomía estatal (Ibíd. pp. 9), podría suceder que esta separación conduzca a alianzas que
3
luego de ataques internos entre un Estado, puedan llevar a expandir la guerra entre diferentes
Estados, pero de lo contrario sería una injusticia intervenir en la intimidad de otro territorio.
6. Ningún Estado que esté en guerra con otro deberá usar deshonrosas hostilidades que
prescindan de confianza para la posibilidad de paz futura “(…) pues aún en plena guerra ha
de existir alguna confianza en la mentalidad del enemigo, ya que de lo contrario no se podría
acordar nunca la paz y las hostilidades se desviarían hacia una guerra de exterminio (bellum
internecinum)” (Ibíd. pp. 10). Si se considera que la guerra es un medio necesario para la
afirmación de los derechos, como en el estado de naturaleza, ello llevaría al aniquilamiento
de ambos combatientes y así también se eliminarían los fines mismos de la paz, por lo que
eliminar la confianza sería eliminar la posibilidad de paz.
Sin embargo, aunque estas leyes son prohibitivas algunas pueden demorarse en su
aplicación como las 2, 3 y 4 pero sin perder el horizonte, mientras que las 1, 5 y 6 son
‘rígidas’ o de inmediata ejecución, debido a que las primeras se dan mediante un proceso o de
manera sucesiva por lo que es posible que según las circunstancias su aplicación se demore,
como por ejemplo la disolución de los ejércitos, pero para las segundas (1, 5 y 6) se exige su
inmediata aplicación sin poder ser aplazadas bajo ninguna circunstancia, pues son los
requisitos indispensables o base para la paz.
Artículos definitivos
Una vez anunciados los artículos preliminares, se exponen los artículos definitivos
para la paz perpetua entre los Estados, es entonces cuando anuncia (acorde con Hobbes) que
el estado natural de los hombres es de guerra o bien de constante amenaza y el estado de paz
sólo es posible si se instaura a través de una constitución de sociedad civil que conste de
leyes públicas en el que el hombre entrega su libertad primitiva para conformar un Estado y
así garantiza la seguridad entre los hombres. Pasemos entonces a revisar dichos artículos.
1. La constitución civil de todo Estado debe ser republicana1, acorde con los principios de
libertad de los hombres, con la dependencia legislativa y la igualdad ciudadana, pues es ésta
la única derivada del contrato originario o constitución del Estado y desde donde se
1 Kant establece que la mejor forma de Estado es la de Estado de derecho y que dentro de ella el republicanismo es la mejor forma de gobierno, pues los principios de igualdad, entendida como independencia de cada ciudadano, y libertad en cuanto hombres de hacer las cosas de la manera en que le parezca buena incluyendo el consentimiento de las leyes, son los imperantes y donde el pueblo es colegislador del mismo gobierno (Abellán, J. 2005. Sobre el concepto de república, sección III).
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fundamentan todas las normas jurídicas del pueblo, pues nace en la fuente del derecho y su
visión es la paz perpetua (Ibíd, pp. 15). De este modo, es por consentimiento de los
ciudadanos (no sólo por consulta como en la democracia) que se toma la decisión de
establecer o no una guerra y todo lo que ella acarrea, mientras que en una constitución que no
fuera republicana la decisión la tomaría el jefe de Estado como propietario del mismo
haciéndose indiferente a sus consecuencias al gozar de privilegios y no asumirla como
miembro de la comunidad.
De acuerdo a lo anterior, la constitución republicana no debe confundirse con la
constitución democrática, de modo que se hace necesario nombrar que las formas de un
Estado (civitas) se clasifican según las personas que posean el poder supremo del Estado o
por el modo de gobernar, así la primera vía es la forma de soberanía (forma imperii) con tres
modos de gobernar donde hay soberanía sobre uno que decide (autocracia), algunos que
deciden (aristocracia) o todos deciden (democracia).
La segunda vía es la forma de gobierno (forma regiminis) referida a como el Estado
hace uso íntegro del poder, basándose en la voluntad general o lo que es igual, la
constitución, que bien puede ser republicana como principio político de separación del poder
ejecutivo del legislativo (gobierno de las leyes), o bien, despótica en tanto ejecución de leyes
por parte del estado donde la voluntad pública es manejada por el gobernante como voluntad
particular (Ibíd. pp. 18), tal como en la democracia donde todos deciden sobre uno que luego
decide por ellos.
Ahora bien, cuanto menos sean las personas en el poder estatal será mayor su
representación y se está más abierto a un republicanismo, pues al pueblo le interesa más el
modo de gobierno que la forma de Estado. “Al modo de gobierno que es conforme a la idea
del derecho pertenece el sistema representativo, único en el que es posible un modo de
gobierno republicano y sin el cual el gobierno es despótico y violento2” (Ibíd., pp. 20), debido
a que no sería el parlamento únicamente quien discutiría las reformas por ejemplo, sino los
representantes expondrían dichas reformas ante los ciudadanos y si existiera alguna oposición
o reclamo se examinaría, de modo que así se hace válido el derecho de los ciudadanos.
2. El derecho de gentes debe fundarse en una federación de Estados libres. Los pueblos en
cuanto Estados pueden considerarse individuos en estado de naturaleza donde se perjudican
2 Entiéndase negación del derecho de los ciudadanos.
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por su coexistencia, pero con el objetivo de su seguridad pueden exigir al otro entrar en
conjunto a una constitución similar a la civil para asegurar su derecho, es esto una federación
sin ser necesariamente un Estado de pueblos, más esto alberga una contradicción porque todo
Estado implica relación inferior superior y al convertirse muchos pueblos en un solo Estado
se omiten las relaciones mutuas (Ibíd, pp.21). El derecho de gentes en el que ningún Estado
interviene en otro y los Estados deben tratarse como individuos independientes y autónomos,
pueden obligarse entre sí a someterse a unas leyes que permitan la realización de cada cual a
través de la relación entre Estados.
De este modo, los Estados deben salir del salvajismo en el que cada uno sitúa su
soberanía tal como el hombre salvaje se apega a su libertad sin ley; pero aún con la maldad de
la naturaleza humana no se ha expulsado el derecho de la política de guerra que justifica la
agresión bélica entre los pueblos que no están sometidos a una ley externa común, se
mantiene el concepto de derecho lo que demuestra una disposición moral del hombre aunque
sea a través de la guerra la manera de gestionar el derecho y no mediante un tribunal (Ibíd,
pp. 23), pero de esta forma la guerra se asimilaría como un medio para lograr el derecho, pero
así el tratado de paz puede poner fin a un momento de guerra más no a la guerra, pues a lo
que conduciría no sería a la paz sino al exterminio al justificar su derecho con el combate.
Veamos por ejemplo, si un Estado se enfrenta con otro con el objetivo de reafirmar sus
derechos y bajo esta idea no cesan el combate hasta lograr su fin, terminaran por exterminarse
mutuamente olvidando la razón primera de la provocación.
3. El derecho cosmopolita debe limitarse a las condiciones de la hospitalidad universal, pues
éste debe entenderse como el derecho público de la humanidad y así la hospitalidad como el
derecho de un extranjero a ser tratado con respeto acorde a su dignidad en cualquier territorio
en tanto se comporte amistosamente, no como un derecho de huésped valido por cierto
tiempo, sino derecho de visita de todos los hombres en tanto la superficie terrestre es común a
todos aun en las superficies deshabitadas que permiten el tráfico y establecer relaciones
pacíficas para la constitución cosmopolita; visitar a otros países extranjeros de manera
inhospitalaria (conquistarlos) con la idea de descubrirlos, es un postulado de espantosa
injusticia (Ibíd, pp. 28). Acorde con esta idea, todas las personas son acogidas por los
derechos sin importar el Estado en que se encuentren, pues todos sin importar las divisiones
geográficas habitan un mismo territorio y por tal se debe velar por su seguridad sin importar
las diferencias.
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Teniendo en cuenta lo anterior, bajo la idea de conformación de una comunidad
mundial, la violación de un derecho tendría repercusión en todos los pueblos de la tierra, dice
Kant (2005) al respecto que
(…) la idea de un derecho cosmopolita no resulta una representación fantástica ni extravagante, sino
que completa el código no escrito del derecho político y del derecho de gentes en un derecho público
de la humanidad, siendo un complemento de la paz perpetua, al constituirse en condición para una
continua aproximación a ella. (pp. 30)
Suplementos.
1. De la garantía de la paz perpetua. La naturaleza es quien con su curso hace que el
antagonismo de los hombres se convierta en armonía y así se encarga de suministrar la
garantía para la paz, a lo cual se le llama destino o también providencia (pp. 31). La
naturaleza genera antagonismos entre los hombres, enfrentamientos para defender sus
derechos, pero como bien se nombraba anteriormente, es esto lo que los conduce a establecer
leyes y acuerdos para posibilitar la coexistencia entre ellos, y es esto lo que Kant llama curso
mecánico de la naturaleza.
Ahora bien, la naturaleza presenta una organización provisional que consiste en:
1. el cuidado de la convivencia de los hombres;
2. habitar todas las regiones de la tierra a través de la guerra y
3. Obligación de entrar en relaciones legales por la misma guerra;
parece entonces que ha diseñado todo tipo de herramientas para habitar la tierra y hacer uso
de ella para vivir en paz pero han sido conducidos hasta ellas sólo a través de la guerra que
los ha obligado a establecer relaciones pacíficas para su convivencia, pues la naturaleza
procuró que los hombres deban vivir sobre la misma tierra y vincularse por una ley moral
(Ibíd, pp. 35), que está guiado por el deber que demanda la razón.
De esta manera, la guerra como medio para poblar la tierra no requiere de motivos de
los hombres sino que su misma naturaleza se ha encargado de ello, por una tendencia al
honor de impulsos egoístas (Ibíd, pp. 36), pues los hombres quieren mostrar su coraje o valor
ante los otros atribuyéndole el valor de dignidad a la guerra.
Ahora bien, la naturaleza no impone un deber sino que lo hace sin consentimiento
alguno así: 1. Cuando un pueblo no se ve coaccionado por las leyes públicas por falta de
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discordias internas, siempre habrá otro pueblo que los acosa y obliga a convertirse en Estado
para estar preparado y es la constitución republicana la que se adecua al derecho de los
hombres, aunque el egoísmo humano haga verla sublime (Ibíd. pp. 38). Si existiera un pueblo
en el que sus habitantes convivieran en medio de relaciones pacíficas y de respeto mutuo y
otro Estado intentara imponerse a él, entonces este pueblo se vería en la necesidad de
establecer leyes y constituirse como Estado, empero, bajo la forma de gobierno republicana,
pues en su interior velaría por la libertad de sus ciudadanos, la misma que antes operaba en
ellos.
Siendo así, depende de una buena organización de Estado obligar al hombre a ser un
buen ciudadano aun cuando en su interior tiendan a eludir la ley, pues es un mecanismo
natural que genera a través de las leyes situación de paz contrarrestando las inclinaciones
egoístas con la razón como medio para dar campo al mandato jurídico que garantiza la paz
“Esto significa que la naturaleza quiere a toda costa que el derecho conserve, en último
término, la supremacía.” (Ibíd. pp. 39).
2. El derecho de gentes conlleva a la separación entre Estados vecinos aun con el riesgo de
guerra, pues una fusión llevaría a una monarquía universal al eliminar las leyes. La voluntad
del Estado es llegar a la paz duradera en el mundo, pero la naturaleza va en contra causando
confusión con diferencias de lenguas y de religiones que son pretexto de guerra, sólo que el
hombre con su cultura conduce a los Estados hacia la paz mediante la viva competencia.
Puede darse el caso de que debido a las diferencias de la identidad nacional entre dos
Estados, por ejemplo las creencias religiosas, conlleven a la guerra, pero ante la necesidad de
intercambio de mercancía se establezcan acuerdos de respeto y tolerancia.
3. Así como la naturaleza ha separado pueblos basados en el derecho de gentes, también une
a otros con el concepto de derecho cosmopolita, pues el espíritu comercial que no puede
coexistir con la guerra y se apodera de todos los pueblos, siendo el poder del dinero el más
fiel de todos los subordinados al Estado, obligan a fomentar la paz de las negociaciones (Ibíd,
pp. 41). Así la naturaleza garantiza la paz perpetua mediante el mecanismo de los instintos
humanos, tal como se esbozó en el ejemplo anterior.
2. Artículo secreto para la paz perpetua. Un artículo secreto es una contradicción de
contenido en las negociaciones del derecho público, mientras que un secreto se da por una
persona que no encuentra conveniente manifestarlo públicamente. El único artículo así sería
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“Las máximas de los filósofos sobre las condiciones de posibilidad de la paz pública deben
ser tomadas en consideración por los Estados preparados para la guerra” (Ibíd. pp. 42), la
máxima sabiduría de comportamiento se otorga a los filósofos y se disminuye la autoridad
legisladora del Estado; ante el establecimiento de una ley o reforma, los filósofos como
ciudadanos tienen incidencia política en tanto estudian y cuestionan estas leyes para luego
discutir en conjunto con los gobernantes, de manera que la tarea de estos segundos es
escuchar a los filósofos para aplicar o mejorar las propuestas.
De este modo, los filósofos son asumidos como un secreto que discute los principios
para la guerra y el establecimiento de la paz, pero no como prioridad ante el poder sino como
a quienes se les escucha, pues la filosofía no suele ir acompañada del poder ni viceversa, dice
Kant al respecto “No hay que esperar que los reyes filosofen ni que los filósofos sean reyes
(…)” (2005, pp. 43). Así se comprende que la fusión de ambos (poder y filosofía) dañan el
juicio de la razón, pero en cambio hacer públicas las leyes y dejar hablar al respecto a los
filósofos para aclarar o discutir estos asuntos, los libera de sospecha.
APENDICE
1. Sobre la discrepancia entre la moral y la política respecto a la paz perpetua. Si se
entiende la moral como un conjunto de leyes prácticas bajo las que se debe actuar sin ninguna
objeción, no puede haber disputa alguna entre la moral como teoría del derecho y la política
como teoría del derecho aplicada (Ibíd. pp. 45), pues no es posible un conflicto entre la
práctica y la teoría que la rige, y si es bajo la moral donde se generan las máximas o medios
para los propósitos, en este caso políticos, deben obligatoriamente complementarse.
Siendo así, la moral no cede ante el poder al estar aún sujeto al destino y a la razón la
cual no puede vislumbrar las consecuencias de las acciones, mientras que el deber se
mantiene según las reglas de la sabiduría, es decir, que mientras el poder o la soberanía están
sujetos a cambios, el deber de la moral es permanente y por tal rige toda acción bajo sus
principios de coacción interna o personal.
Tal como el práctico considera que no basta contar con la voluntad de todos los
hombres para llegar a la paz perpetua sino que además se necesita que quieran esta situación,
se debe a la vez contemplar que la causa unificadora de las voluntades es la violencia
(entendida como la negación del derecho), y a partir de allí es de donde se da origen al
derecho público (Ibíd. pp. 47), es decir, la violencia hace ver a los hombres la necesidad de
9
establecer leyes que les permita hacer valer sus derechos y así quieran establecer una
constitución.
De esta manera, un Estado puede gobernarse como república aún con un poder
soberano despótico si el pueblo asume poco a poco la autoridad de ley y se prepare para la
legislación, y si por una mala constitución se genera revolución violenta, además de una
nueva constitución toda persona deberá regirse por ella, como podría suceder en el caso de un
Estado monárquico en el que sus ciudadanos buscan validar sus derechos a través de una
revolución civil que obligue es establecimiento de una nueva constitución a la que todos
acepten someterse.
Los moralistas despotizantes suelen chocar con la prudencia política y es la
experiencia quienes los conducen a ese choque y los encamine a una vía mejor, mientras que
los políticos moralizantes imposibilitan la mejora al señalar que la naturaleza humana es
incapaz del bien. (Ibíd, pp. 50). Así mismo halagan el poder dominante y toda constitución y
reforma siempre está bien y mejora con ello según su funcionamiento, parten de la idea de
conocer a los hombres según sus derechos peor sin observarlo y adaptan entonces los
principios de la constitución a ello, según esto las máximas básicas son:
1. Actúa y justifícalo, (Fact et excusa), entrar arbitrariamente en la posesión de derecho del
Estado y así la justificación será más sencilla que el convencer como la legitimidad del acto
será el mejor abogado.
2. Si has hecho algo niégalo, Si fecisti, nega, llevar al pueblo a la revolución a través de la
desesperación como culpa tuya y afirma que la culpa es la desobediencia de los súbditos o
que está en la naturaleza del otro si un Estado vecino está igual.
3. divide et impera, divide e impera si en un pueblo existen ciertas personalidades
privilegiadas y te eligen como su cabeza enemístalas con el pueblo poniéndote del lado de
ellos con el ideal de libertad y así todo dependerá de tu voluntad así como con otros pueblos
con excusa de apoyarlos.
Estas máximas políticas son de común conocimiento y las grandes potencias agrandan
su poder de esta forma y no se avergüenzan de ningún juicio excepto por el fracaso, pues
pueden haber Estados que se rijan bajo estos principios sofistas que sólo cuando fallan en la
ejecución de ellos generan reacción de los ciudadanos. De todos estos postulados anteriores
para establecer el estado de paz desde el estado natural de guerra se concluye que “los
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hombres no pueden prescindir del concepto de derecho ni en sus relaciones privadas ni en las
públicas” (Ibíd. pp. 54) y por el contrario deben otorgarle el honor aunque quieran eludirlo,
aun cuando en el interior los hombres quieran evadir la ley deben someterse a ella.
Obrar de tal modo que la máxima personal pueda convertirse en ley universal (Ibíd.
pp. 55), principio que precedido del principio de derecho conforman las máximas de acción
del político moralista quien parte de una cuestión moral deseando la paz perpetua no como
bien físico sino como reconocimiento del deber, a diferencia del moralista político que toma
como problema técnico los principios. Para solucionar el problema de la habilidad política es
necesario conocer la naturaleza para utilizar su mecanismo a favor del propósito de paz, la
solución del problema de la sabiduría política refiere aprovechar toda circunstancia favorable
con prudencia para alcanzar el fin deseado.
“Reine la justicia y húndanse todos los bribones que hay en el mundo” (Ibíd, pp. 57),
una frase que muestra como el principio de derecho limita los caminos de violencia y
engaños otorgándolo a todos a través de una constitución de Estado y la unión con otros
Estados para solucionar sus diferencias partiendo del deber puro jurídico dado a priori por la
razón y no por otra cosa. El mal moral se destruye y contradice por su misma naturaleza y así
da paso al principio moral del bien.
En conclusión, toda política debe reclinarse ante el principio del derecho que parte de
la práctica y a su vez, complementarse con la moral que ante una dificultad que la política por
sí sola no pueda resolver ésta la salvaguardaría.
2. De la armonía de la política con la moral según el concepto trascendental del derecho
público. Toda pretensión política debe tener la posibilidad de ser publicada, publicidad que
suministra un criterio a priori de la razón que permite conocer la falsedad de pretensión (Ibíd,
pp. 61); el criterio de publicidad dentro del gobierno republicano permite que toda legislación
sea de conocimiento de los ciudadanos quienes podrán evaluarla y ponerla en discusión si es
necesario, de manera que este examen pueda descubrir cualquier intención implícita de ella.
Bajo estos principios, el conflicto de política y moral se solucionaría con el propósito
de paz entre los Estados, y la incompatibilidad de las máximas del derecho con la publicidad
sería muestra del desacuerdo entre ellos (Ibíd, pp. 66). Afirma Kant que “la condición de
posibilidad de un derecho de gentes como tal es que exista previamente un estado jurídico.”
11
(pp. 67) fuera del cual cualquier derecho es privado, por lo que sólo a través de una unión
federativa es posible dicha coincidencia compatible con la libertad y donde toda prudencia
política la asume tiene como fundamento teórico, sin esa finalidad toda política se basaría en
la circunstancialidad en la que se puede interpretar de manera abierta los tratados públicos, o
bien del probabilismo donde se atribuyen a otros las malas intenciones considerando
perdonable el conquistar estados pequeños por unos mayores.
Conforme a lo anterior, la doble actitud de la política se basa en el amor a los hombres
como deber condicionado o como respeto a su derecho según el deber imperativo
incondicionado (Ibíd, pp. 68), en el primero coincide la moral y la ética, en lo segundo la
moral como teoría de derecho al que la política debe sumirse entendiendo los deberes como
benevolencia.
Así se propone otro principio trascendental positivo del derecho público en el que
todas las máximas necesitan publicidad para así concordar con el derecho y la política y no
fracasar en sus propósitos, pues por la publicidad se adecuan al fin general, que es la paz
perpetua, y si solo con la eliminación de la desconfianza se logra este fin tiene que coincidir
con el derecho público que permite la unió de fines, una fórmula que reposa en forma de
legalidad.
Como bien se nombró al inicio, Kant expone que la paz perpetua más que una utopía
es una proyecto histórico, resultado de un proceso que deriva de los tratados de paz para ser
realizable, así, si existe un deber y esperanza de hacer realidad el Estado de derecho público
aunque solo sea en aproximación progresiva, la paz perpetua derivada de los tratados de paz
no es una idea vacía sino una tarea que se va acercando a su fin. Adicionalmente, el tratado
de Sobre la paz perpetua está escrito con la intención de ser discutido pues es esa la intención
de publicarlo, por lo que Kant no postula estos principios como definitivos sino sujetos a la
consideración de los ciudadanos.
Kant y los diálogos de paz en la Habana
Teniendo en cuenta lo anterior, se intentarán reflejar los planteamientos kantianos con
los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia) que se desarrollan actualmente y desde el año 2012 en la
12
Habana Cuba bajo el gobierno de Juan Manuel Santos y cuyo objetivo es un acuerdo general
para la terminación del conflicto y la constitución de una paz estable y duradera3. Los países
garantes de este proceso son Cuba, Noruega, Chile y Venezuela, además se estableció una
agenda dividida en seis puntos principales:
1. Política de desarrollo agrario integral
2. Participación política
3. Fin del conflicto
4. Solución al problema de las drogas ilícitas
5. Víctimas
6. Implementación, verificación y refrendación
Ahora bien, para iniciar este examen se tomará como base el relato de algunos de los
comandantes guerrilleros entrevistados por Alfredo Molano tras la llegada a Cuba en Octubre
de 20124.
En primer lugar, partiremos de la siguiente declaración de Iván Márquez, jefe de la
delegación de las FARC “(…) El Gobierno está duro y nosotros no vinimos a rendirle las
armas a quien no ha podido quitárnoslas”, si se toma en consideración el artículo preliminar
tercero postulado por Kant que nombra que para lograr la paz se deben desmontar los
ejércitos, y se confronta con lo afirmado por el jefe guerrillero se encontraría un primer
obstáculo para tal realización, pues si se cuenta con fuerzas de combate que siempre estén
preparados para la guerra, no será posible establecer una paz verdadera.
En conjunto con lo anterior, el tercer punto de la agenda “Fin del conflicto” que busca
desvanecer los encuentros entre los dos bandos (ejército y FARC) exige el cese al fuego y por
ende la entrega de armas, pero los ataques guerrilleros a la población civil aún se mantiene en
Colombia, aunque los ataques no sólo han sido con armas sino que también han ejecutado
ataques contra la libertad de los ciudadanos5, este suceso podríamos contrastarlo a su vez con
3 Diálogos de paz, Pulso ciudadano a la paz en Colombia. (2014) Los diálogos. Recuperado de http://dialogosdepaz.org/los-dialogos/
4 Molano, A. (2013, Mayo 12) Las FARC dicen que no fueron a la Habana a entregar las armas. El Espectador. Recuperado de http://www.elespectador.com/noticias/paz/farc-dicen-no-fueron-habana-entregar-armas-articulo-421673
5 Justicia. (2014, Septiembre 21) En medio del proceso, las Farc habrían ejecutado 20 secuestros este año. El Tiempo. Recuperado de http://www.eltiempo.com/politica/justicia/en-medio-del-proceso-farc-habrian-
13
el sexto artículo preliminar para afirmar dicha imposibilidad de paz, pues en éste se dice que
no se deben permitir hostilidades que hagan imposible la confianza de una paz futura (Kant,
2005, pp. 9-10), siendo así, es imposible realizar el segundo artículo definitivo, pues de
ninguna manera se vela por un Estado republicano cuyo principio es defender la libertad de
los ciudadanos.
Otra de las declaraciones del mismo Iván Márquez se refiere directamente a la posición de
este grupo guerrillero en conformidad con las leyes colombianas:
(…) Lo que también se debe saber es que no vamos a pagar cárcel, no luchamos por disminuir
sentencias; nosotros estamos en armas porque no acatamos la Constitución vigente y sabemos que por
la paz las cortes internacionales están dispuestas a sacrificar su rigidez. (Márquez, citado por Molano,
2012)
¿Qué se podría interpretar desde los postulados kantianos con respecto a esta visión?
¿Quizás que el gobierno debe dar campo a los representantes de las FARC para pensar
reformas en la constitución o simplemente que deben sumirse a ella y ser tratados como un
ciudadano más y no como un soberano? Pues bien, otro de los puntos de la agenda y tomada
como condición de este grupo guerrillero es su participación política, el meollo de la
situación es saber con qué propósitos buscan dicha participación, si desean ser voceros de una
parte del pueblo colombiano que no ha sido escuchada o buscan beneficios para sí mismos
como por ejemplo reformas constitucionales que prohíban la extradición, etc.
Se podría seguir realizando este tipo de comparaciones desde cada una de las
declaraciones de los jefes en dicha entrevista, pero la intención era realizar un análisis general
desde la perspectiva kantiana al tema de los diálogos de paz en Colombia, una situación que
aún está en discusión y no se sabe con certeza cuándo culminará, pero que tiene efectos no
sólo a nivel nacional sino también en las relaciones con otros Estados.
Bibliografía
- Kant, I. (2005). Abellán, J. (Traductor). Sobre la paz perpetua. Madrid. Editorial Tecnos.
- Diálogos de paz, Pulso ciudadano a la paz en Colombia. (2012) Los diálogos. Recuperado de http://dialogosdepaz.org/los-dialogos/
ejecutado-20-secuestros-este-ano/14539381
14
- Molano, A. (2013, Mayo 12) Las FARC dicen que no fueron a la Habana a entregar las armas. El Espectador. Recuperado de http://www.elespectador.com/noticias/paz/farc-dicen-no-fueron-habana-entregar-armas-articulo-421673
- Justicia. (2014, Septiembre 21) En medio del proceso, las Farc habrían ejecutado 20 secuestros este año. El Tiempo. Recuperado de http://www.eltiempo.com/politica/justicia/en-medio-del-proceso-farc-habrian-ejecutado-20-secuestros-este-ano/14539381