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UN APLAUSO AMERICANO RAFAEL INDI

Un aplauso americano

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Literatura, Poesía

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Page 1: Un aplauso americano

UN APLAUSO AMERICANO

RAFAEL INDI

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UN APLAUSO AMERICANO

Page 4: Un aplauso americano

Aplauso americano:

dícese del gesto in crescendo o lento

en el que un espectador aplaude

y progresivamente otros se unen a él

hasta convertirlo en ovación.

Page 5: Un aplauso americano

Aprender a borrarse

es sólo el principio,

por eso nunca hay final;

por eso si los vencejos vuelan dormidos

despiertas describiendo círculos,

por eso si la dama se esconde

eres noche cerrada.

Forastero ante el propio septiembre

que cose las manos

para impedirte sonreír a los ángeles,

asesinos de kilómetros muertos

o raíles perdidos.

Como un pianista baila un as de picas

y sacude la lluvia de sus dedos.

Sin viaje de vuelta

en el tren sobre el agua,

[camino = destino]

guardando viajes iniciales

con disimulo

Page 6: Un aplauso americano

mientras cruzas la novena estación.

Nunca hay final,

y esto es sólo el principio.

El problema de los poetas

es que hablan del amor

pero escriben versos con el páncreas.

Page 7: Un aplauso americano

ALIANZA DE CIVILIZACIONES

“Yo no soy como te quiero”,

un día te dije.

Mientras no se descubra

la cara oculta de nuestra cara

todo marchará.

Consiste en fingir algún orgasmo,

besar sin que importe el aliento,

responder que tragas a mis amigos,

que recuerdas las canciones sin letra.

El amor es un malentendido

que evitamos deshacer.

“Yo no soy como te quiero”,

un día te dije.

Y sin quererlo, tú me seguiste.

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ADAMAS

Mujer

Lunaria Iridiscente

Dibujo, Desnudo,

Derramo

Bucles, Caderas, Savia,

Cicatrices

Borra, Viste, Estanca

Atónita, Dispersa

Destrucción

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VOSTALGIA

La dureza de las cosas se mide en palabras muertas,

raídos palimpsestos,

dictados de escarcha que no existen

hasta que aceptamos ser cristalinas bolas de nieve perpetua,

llenos de blancos acopios para huir del retablo del mundo,

agitados a destiempo demasiadas veces.

Olvidanza, artifugio, rosilegio....

Todas ellas lloraron y llorarán,

lloran siempre en mi lugar.

Ahora los escombros se congelan

como un jardín tallado en la piedra,

donde empieza la calle del olvido y termina la del adiós.

Page 10: Un aplauso americano

Antes de soltarte en el número 89

mi mano hacía escala en tus dedos,

pulsando pequeñas teclas color carne en clave de hueso.

Cabían dos octavas entre meñique y pulgar,

una entre índice y anular.

Aquellos nocturnos

podían romper sin sonar los cristales de un rascacielos

y desvelar el descanso del perfecto paria.

Empecé dejando una estela de fusas

para recordar el camino,

pero al regresar

alguien siempre las había escondido

tras un silencio con puntillo.

Memoria de viernes bemoles y sábados sostenidos,

haciéndome creer

que podía cifrar tu pulso y tu sangre

en simples segundos.

Dejaba post-its en las esquinas

para recordar el camino,

pero al volver siempre alguien los había escondido

tras un estribillo sin sentido.

Page 11: Un aplauso americano

Decidí tatuarme con tinta evanescente

un mapa en la espalda

mientras cambiaba escaparates por espejos de éter.

Pero siempre al volver...

Y acabé perdido junto a Elegbá

que me hizo escribir con sangre en la arena:

Ningún hombre es una isla.

Desayunando cangrejos,

discutiendo con mi eco,

desangrándome de tiempo.

Bajo los adoquines está la playa

donde nunca pasa nada

cuando siempre es de noche.

Y por fin unas luces me avistaron

después de 89 días sin escuchar barco alguno.

Me encontraron soñando

sobre un Steinway escarlata

que el céfiro trajo flotando.

Soñando con soñar sin eñe,

sólo sonar con ojos cerrados.

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LACRIMANTE

Es mejor querer

que haber querido,

sin embargo

¿es mejor llorar

que haber llorado?

Ahora sabes por qué el futuro

no cabe en un pañuelo.

Page 13: Un aplauso americano

El problema de los poetas

es que hablan de la libertad

pero no saben vivir con un tenedor clavado en la garganta.

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SANTO ENROQUE

Llegar inerme desde ninguna parte,

huir venenoso a cualquier lugar.

El gran juego hace prisioneros

en mitad de Estocolmo

lazando vencejos automáticos

con resmas de celofán.

Miss Sombra y su carmín reseco

conoce de qué lado de los charcos saltaremos,

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allí donde más calan los labios.

Desnudarla es querer masturbar un relámpago,

desisto en contemplar esa opción.

Hoy me toca elegir

entre un dios o un alfil de papel

sobre un tablero donde todas las piezas

quieren matar a la reina,

como si al final de la partida

blancas y negras no acabasen en la misma caja.

PUEDES COMERME EL CORAZÓN

And now we rise,

and we are everywhere.

(Nick Drake)

Las cinco. Aún diluvia ahí fuera.

Una guitarra rota suena

y ya no quedan inocentes

Page 16: Un aplauso americano

cuando el cielo se llena de níquel.

La noche sobre el ancho mundo

conspira en el filamento de una bombilla.

Salimos a la lluvia privada de esta habitación

como asesinos fugitivos,

aún con sabor a sangre en la lengua,

orgullosos de nuestra hermosa naturaleza.

En esta madriguera secreta

ya no hay paredes ni escaleras,

los fantasmas procuran no molestar

cuando arrastran sus cadenas por el pasillo,

han asumido su condición

de taciturnos inquilinos.

Saben que siempre saltamos

por encima de tragedias y catástrofes,

pues de costumbre

las palabras regresan al salón de los vivos.

Pierde por fin tu nombre,

el cuerpo se parte como metralla en un abrazo.

Date prisa, porque los humanos

empiezan a sospechar de tus eclipses provocados,

y hay algo latente que escapa al control

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de sus latidos aritméticos.

Ojos taxidermistas que saben hacer daño

bajo este sol de rompe y rasga

que se acerca reptando

para ajustar la soga en casa del ahorcado,

entre décadas con pies torcidos

y crímenes sin fecha de caducidad.

Obligados a un pacto con la luz

juramos no decir la verdad,

ninguna verdad,

todo menos la verdad.

Si alguna vez te aburre tu supervivencia,

puedes comerme el corazón

sin ningún remordimiento.

Yo usaré mis trucos

para poder seguir cruzando las luces de la cosecha

y coleccionar lágrimas de Casiopea

mientras cubro con nebulosa

codificadas huellas.

En ellas habita la sintaxis del crimen,

álgebra oscura.

¿Aún crees que el animal más bello

no mata por placer?

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Sostén un minuto el infierno con tu mano,

caen relojes cinco palmos sobre el suelo

y el techo es algo relativo,

desata magnéticos crujidos

que tiemblan más allá de la lluvia.

Y entonces nos elevamos,

y estamos en todas partes.

Date prisa,

la tundra se extiende, imposible,

detrás de tus labios.

Esa extraña inercia de anapsique

y este ozono en la vertical

lamen hoy los tacones de mi concubina.

Nick me habló ayer

de una luna rosa que nos alcanzará,

de tiempos de licantropía:

“Reíd cuando ellos lloren,

soñad cuando sólo duerman,

vivid cuando todos mueran”.

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OJO, PINTA

La noche es joven y tú te haces viejo.

Un animal

sin más fondo de armario

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que esa antigua piel de astracán

que hoy reluce como oro negro.

Si siempre fuiste la risa tonta de un funeral,

el asesino que tropieza entre plateas

con el primer aplauso,

ahora eres el mendigo del andén ochenta y nueve.

Cada vez que dices adiós

firmas tu declaración de dependencia con el pasado,

por eso únicamente

te limitas a mover la mano tras el cristal

y pides cuchillos para marcar sonrisa.

Cada vez que dices adiós

aquella avenida se tuerce un poco hacia el sur,

primer desvío al desastre.

Y ahora

te viene a la memoria aquel tipo

cuya voz una vez dijo

que nunca se vuelve a un lugar ya familiar;

y recuerdas qué fácil resulta

escribir aforismos desde el exilio,

atracar con la boca bancos de sangre.

Page 21: Un aplauso americano

Deja de confiar en algo que nunca has tocado,

ni siquiera has visto.

Ya te recuerda que existe cada noche

al dormir de su lado,

y sabes que duele,

y ahora no escribes una metáfora.

Las metáforas no necesitan dormir de su lado.

O tal vez prefieras buscar tu alma.

Ábrete de dientes

y mira dentro frente a un espejo.

Pídele a alguien que lo haga por tí,

porque con el afán

desencajaste las mandíbulas de su lugar

y necesitas las manos para sostenerlas.

Según las descripciones,

debe tener color azul y unos veintiún gramos de peso,

miligramo arriba, miligramo abajo.

Halla lo que te hace humano

y podrás actuar como él.

Hasta entonces confía en los sentidos.

Verás que todo es piel y hueso

cuando tus ojos aprendan a mirar.

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Respira el espíritu olímpico por un tabique estrecho,

como una virgen en una gang bang

que conoce de sobra el proverbio:

lo importante no es ganar, sino participar.

Y ante Emma, afilando sus armas,

la ciudad busca lanzadores de cuchillos

a los que colgar una medalla

grabada con sus viejos nombres,

recordándoles así

por qué deben sonreir

cada vez que digan adiós.

MARDI GRIS

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Me senté en el banco más sucio del parque

para oler mejor las flores.

Fue domingo toda la tarde

y mi disfraz de vaquero no quería ni hablarme.

Se metió en una maleta

y con un leve espasmo

me ordenó que jamás la abriera.

Carteles de una ciudad sin párpados advierten:

Los westerns murieron con Clint Eastwood.

Desde lo alto de prismas serigrafiados

vi a mi sombrero galopando

entre estrellas de mar que nadaban a vapor

y devoraban pasos de cebra.

Sobre prados grises de alquitrán

burlamos diligencias de cien caballos

y construimos fuertes

donde no pueda alcanzarnos el último siglo.

Bajo el poncho marrón

escondemos almas de duro y grueso metal.

Carteles de una ciudad sin párpados advierten:

Los westerns murieron con Clint Eastwood.

Page 24: Un aplauso americano

Todos los bármanes

guardan una recortada bajo la barra,

musitan, conspiran.

— Desconfía de los tipos con bigote —

me avisaron.

Al malo le dieron whisky

y puta de ojos pardos a precio de saldo.

Al feo le ofrecieron bebida

en el abrevadero de aguas sucias.

Al bueno, directamente, lo acribillaron.

Porque nuestras balas

son versos del calibre 36

con punta hueca.

Porque un cargador

sólo se llena con vocales de plomo.

Porque no soy el único,

hay más forajidos sin disfraz.

Llamad a nuestra insurrección

la Segunda Conquista del Oeste.

Y huí del neón de los viejos salones

hasta encontrar el viejo neón de las noches.

Page 25: Un aplauso americano

Descubrí la soledad

de los maniquíes sin espuelas,

el fraude de los que necesitan antifaz

en este Mardi Gris.

Carteles de una ciudad sin párpados advierten:

Los westerns murieron con Clint Eastwood.

Pero Dylan Munny

ha pintado de rojo vuestras calles.

Cometisteis dos errores:

el carnaval no terminó en domingo,

pensabais que Clint había muerto.

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MEMENTO VIVI

A veces me asusta la idea

de que las hélices rompan la cubierta

y sesguen la piel como cuchillas de diamante.

Seis semanas en el vórtice de un ventilador se harían cortas

si sus nanas secaran el sudor y las hojas vacías,

pero necesito saber que algo sobrevive,

que algo no sucumbe al sueño

de las cucarachas blancas.

Porque tarde o temprano

los objetos bajan la guardia,

y si ciertos muebles crujen

es por mero protagonismo.

Tal vez todo duerme, pero nada descansa.

Cuando la impostura en que crecí

se conserva tan tersa y limpia

es fácil que el silencio

manche de ginebra

los manteles de fiesta,

doblándolos o escondiéndolos en estantes altos.

Igual que banderas,

sólo saben cubrir el recuerdo

Page 27: Un aplauso americano

con palabras quedas,

títulos o fechas que no dicen nada de nosotros,

nos definen en la anécdota.

Me enseñaron a perder el miedo a la oscuridad

y acabé por temer sin remedio a la luz,

que sube hasta mi boca

hilando con saliva el terrible reverso.

Y sudo,

pendo de esa línea,

velo las armas

de una cubertería de plata roja,

herencia oxidada de este hotel eléctrico.

No me acostumbro a vivir

con un tenedor clavado en la garganta.

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LA LÍRICA DE LAS HOCES

Emmenez-moi au pays du marveilles

Il me semble que la misère

Serait moins pénible au soleil

(Charles Aznavour)

Rota desenfocada,

seguramente en septiembre del 89.

Los álbumes son a menudo

sumideros de ventanas

con la mirada perdida.

Un niño obstinado en creer

que el océano y los televisores

se colorearon a la par

mide sus pasos:

“Antes el mundo vestía de blanco y negro”.

(Sangre o chocolate en el cuello de Helen Chandler)

La rapaz ironía del tiempo

torna en taimados a los ingenuos.

<<REW

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De oídas viví aquel invierno

de muertos de permiso,

aquel socialismo de las calaveras

rutilante bajo palio.

Madre loba apaleada

se nutría de ponzoña.

“Yo soy la resurrección,

la verdad última del hombre”.

Luego una ovación

que encerraba al silencio

en la palma de la mano.

Todo era miedo, miedo,

no había nada más que miedo.

El Caudillo y sus pantanos

llevaron al desuso cualquier hipérbole.

Aprendimos la palabra revolución

mientras todo era frágil

como sueños de laca negra

de 78 revoluciones:

Emmenez-moi au pays des marveilles

Il me semble que la misère

Serait moins pénible au soleil.

Page 30: Un aplauso americano

En fin.

Ya se imprimieron

las más bellas elegías,

los cantos más salomónicos.

Demostramos cómo escribir

después de Auschwitz,

después de Guernica.

>>FFWD

Yo verso sobre el tiempo presente,

un panorama roto de pleno color,

la moderna policromía trazada

mediante cartas de ajuste.

¿A quién rendir cuentas

por una memoria

que no nos pertenece,

pero que dejó su tañido congénito,

funesta herencia?

Aquí la muerte no detuvo nada.

No. La muerte no interrumpe nada.

Dormir de espaldas a la marea

me hizo desconfiar

Page 31: Un aplauso americano

de la sonrisa de los cínicos,

de los tasadores de sueños;

explotadores en alta definición,

censores de un futuro

sellado con tristes besos.

La lírica de las hoces

ha cambiado hipérboles por metáforas

con un corte limpio sobre las dunas.

Los restos del naufragio

son los que nos hacen náufragos.

Estatuas de sal atrapadas

en la gran almadraba de pegamento,

convencidas de sus leyes de brea

al volver la cabeza.

Y los hijos de quienes

envenenaron a madre loba

hoy se sacian de ella,

chupan de su infectada ubre.

Llegué cuando la sangre

aún cuajaba en las puertas,

cuando cientos de cadáveres

hieden todavía a anonimato,

Page 32: Un aplauso americano

y quise saber por qué la historia

es la mejor prestidigitadora.

“Ignorad su brumosa pátina,

no conviene recordar lo nunca vivido”.

Sí, tenéis razón, obedeceremos.

Lo tomaremos al pie de la letra.

Un buen día

nos despertará

un rayo de color jade

sobre el último parpadeo

de la primavera

y sólo seréis

carne de un mal sueño

ignorado entre costuras.

La nueva luz

tatuará nuestras caras plateadas

sin dejar cicatrices,

y todo este vano pasado

arderá en el gran festival del olvido.

Porque quien recuerda la historia

está condenado a revivirla.

La gran victoria

Page 33: Un aplauso americano

será borraros en un aplauso.

Entonces, y sólo entonces,

seremos libres.

Descalza, arena escondida y sepia.

RUIDO BLANCO

Detener la música

es regresar al silencio incómodo de la vida.

(Una fanfarria de granizo

sobre el tejado...

La puta y su aria triste

entre bambalinas...

Un solo de teléfono

siempre agua la siesta del fauno...

Tanta gente con ojos de blues...)

Lucho contra una semana de interferencias.

C0ntra una 5emana de 1nterfer3enc1a5.

Page 34: Un aplauso americano

C0ntr# un^ 5em^n^ d3 1nt3rf3r3n(1^5.

El problema de los poetas

es que hablan de la belleza

pero son suicidas sin tierra.

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THIS SONG IS ABOUT ADDICTION

Tu rostro es un libro

donde puedo leer extrañas notas del Bolero de Ravel.

Seriamente convocas tus piernas

en un abrazo de hiedra mal disimulado,

este síndrome de abstinencia

que sólo ellas pueden mitigar sin esfuerzo.

A veces sobrecoge tanta intimidad.

Por eso mis dedos se abandonan

al abismo de tu segunda sonrisa,

trémula y perpendicular a la mía.

El ron me presta el rojo de tus ojos,

llora por la sed del desierto

y rebosa tu sudor de cieno.

Page 36: Un aplauso americano

Sobre suelos de estrella restos de cristal.

He aprendido a desnudarte al azar

y escoger nuestras mejores derrotas,

reclamar cada noche cinco segundos de música

en mi Hotel Dulces Sueños.

Dos cuerpos de natural impacientes,

ingenuos aún con el artificio del mundo perfecto

y llenos de alevosía suicida

que no tenían otra opción

en la ciudad del paracaídas ardiendo.

Seriamente congrego mis piernas

en un abrazo de hiedra mal disimulado,

aquel síndrome de abstinencia

que sólo ellas pueden calmar sin esfuerzo.

A veces sobrecoge tanta intimidad.

Por eso tus dedos se abandonan

al abismo de mi segunda sonrisa,

trémula y perpendicular a la tuya.

El ron te presta el rojo de mis ojos,

llora por la sed del desierto

y rebosa mi sudor de cieno.

Page 37: Un aplauso americano

Sobre suelos de estrella restos de cristal.

TÚ & MR. TOM WAITS

Puntuales, los martillazos me despiertan. Primero los cuartos, después las

campanadas.

Aquella humedad seguirá creciendo mientras las tormentas escapen del

armario.

Según un estudio reciente, el orgasmo femenino posee propiedades

analgésicas.

Los gatos traman una conquista silenciosa entre las flores.

Concentración de dióxido de azufre baja, calidad del ozono excelente.

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Leo en una de las puertas de un WC: Cago, luego existo.

Pienso en cuántos vídeos de japoneses habré aparecido como exótico extra.

Al teléfono resumes tus últimos días con palabras donde poder desnudarte y

sonreír.

El anillo rojo y el libro de Douve sobre el escritorio.

Todo está en el lugar correcto.

SACROMONTE

Esta ciudad se parece demasiado a nosotros.

Calle a calle competimos

en número de batallas perdidas

y luces escondidas

bajo alguna latitud incierta.

Sus noches justifican al fin

Page 39: Un aplauso americano

el insomnio errante

de unos bien desnacidos.

Como ella, hemos soñado ya

todos los sueños azules

que quedaban por soñar.

Esta ciudad se parece demasiado a nosotros.

CHARLOTTE

“Algún día las hormigas cobrarán su venganza”, decías,

mientras yo contaba las vueltas de aquel tiovivo.

Así pasábamos las noches,

peceras de marionetas hundidas

en mitad del Raval,

el único lugar donde los escotes

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creen en Dios a su manera.

Después de tantos años

sigo aprendiendo de memoria el papel impuesto:

jugar a ser la muerte roja

en fiestas de guardar y quemar.

Tantos años intruso de la gran mascarada,

secreta bajo altos techos

y escaleras de nácar.

Necesitaréis máscaras más caras

para conservar la sonrisa.

Tantos años sin saber

que eras la mujer de ojos verdes

en aquella canción de Nacho Vegas,

esa que ofrece agua de mar

como remedio a la sed.

El problema de los poetas

es que hablan de la verdad

pero mienten creyendo tener gracia.

Page 41: Un aplauso americano

DISRAELI YEARS

En la edad del plasma

no hay simios contra los que luchar,

y el Dr. Zaius es ahora

la estrella de una grotesca opereta.

Page 42: Un aplauso americano

La epilepsia ha venido

y mañana no moriremos.

Nos sodomiza cada día

mientras llenamos de serpentinas el jardín del manicomio.

Exiliados en repúblicas de reyes ciegos,

tenemos agua y vivimos de sed,

gateamos abrazados para no caer.

Somos paisajes sin ventanas.

Quizás todo fue

temer al hombre del saco

con las sábanas cubriendo la cabeza,

para luego descubrir

sólo polvo bajo la cama.

Cruzar el negro pasillo de la casa

y no encontrar nada tras las cortinas.

El miedo ha venido

y mañana no moriremos.

Nos despierta cada tarde

mientras roncamos a la sombra de un tsunami.

Envasados al vacío de la navidad,

tenemos agua y vivimos de sed,

Page 43: Un aplauso americano

gateamos abrazados para no caer.

Asteriscos sobre palabras.

Las monedas nunca llegan a caer,

acaban ahogadas en la piel.

No sabemos o no queremos saber

dónde está la cara y dónde la cruz,

sólo ahogarlas en la piel.

Bailando entre besos

que duran lo que un semáforo en ámbar

se rescatan de la dermis

a cambio de libertad hipotecada en jaulas.

Porque al final

los libros no hacen tanta compañía

y estos zapatos son los más tristes del barrio.

El óxido ha venido

y mañana no moriremos.

Nos lame cada noche

mientras limpiamos de caspa los pinceles.

Coloreados en tonos sucios,

tenemos agua y vivimos de sed,

gateamos abrazados para no caer.

Tribadistas con escafandra.

Page 44: Un aplauso americano

Aunque envejecer carezca de premio,

al menos nos ahogaremos en el celofán azul

con una mansa mueca lazo a lazo,

prepararemos un buen regalo

e inventaremos una meta

en la que sólo se entre con los dados exactos.

Se pasa demasiado tiempo

queriendo desmontar nuestra propia burla

sin saber d-e-l-e-t-r-e-a-r el apellido de las cosas.

El silencio ha venido

y mañana no moriremos.

Nos arrulla cada madrugada

mientras lloramos bajo carne sin piel.

Bordados en tapices negro tarántula,

tenemos agua y vivimos de sed,

gateamos abrazados para no caer.

Somos lo que olvidamos.

Una posibilidad entre tres mil

para ser víctimas de un satélite muerto

y ninguna para esquivar al invierno

parece argumento suficiente

Page 45: Un aplauso americano

para mirar hacia arriba.

Pero Dios tiene un humor negro.

Sabe que queremos más,

por eso nos da justo lo que le pedimos.

OS LLAMARÉ BARRO

Page 46: Un aplauso americano

Sois dueños y señores de la tumba

en la que se revuelven mis certidumbres,

desencajándose las uñas

con la madera del ataúd,

haciendo hueco al viciado aliento,

último milímetro de mi llaga perfecta.

Los presos conocen de memoria

las arrugas de su pared,

pero aquí, esta piedra

ni siquiera envejece

con cada estío de ceniza que sestea

a la sombra del enterrador.

Quisisteis salir como una ópera de incógnito

en mitad de un martes de fuego,

rielando sobre parnasos fundidos

por el hipo del viento,

el eco que teméis porque os vence en altura.

Enfermos de asepsia decidisteis bailar

hacia dentro del paso cambiado,

posturas elegantes y abrigos de espiga.

Recordad respirar y escupir la ceniza

de veinte años de colillas

Page 47: Un aplauso americano

antes que la Señora Sombra sepa vuestro nombre.

Y entonces

levantasteis con pliegos de cieno un espejo

por donde pudiera entrar vuestro iris,

esperando el aplauso,

la gran ovación cerrada desde el otro lado.

Pero olvidasteis un detalle importante:

los espejos nunca devuelven la mirada a quien los construye.

Descalzo sobre cristales camináis

sin saber que la sangre es simiente

y no vino que la verdad del agua

diluye en el sueño del mundo.

¿Quién os espera al pie de los trigales rojos?

Es el pueblo de las guitarras rotas,

hijos de ese hipo

que sigue sangrando irreposable,

de mano en mano;

hijos de nosotros los muertos,

que sólo somos viento helado

en varios tomos y obras completas.

Condenados a la imposible decadencia

que aventa huesos, desiertos, silencios,

Page 48: Un aplauso americano

como viudos de luna.

Doblando las campanas

quizá podáis oír a la Tierra girar un segundo,

por una vez sea miércoles de ceniza

y esta puta poesía

muera tuberculosa en un rincón.

Porque de nada sirve

cuando sólo me dejó ser poema

a cambio de una muerte diaria,

interrumpida en mil horas.

Marcad la esquina de una página cualquiera,

o mejor, desdobladla.

Ya sabéis que para asesinarme os basta con romperla.

Cada vez que un libro se abre un cuerpo se exhuma.

La primavera de la llaga cerrada florecerá

aprendiendo a decir en voz alta:

“O estáis conmigo o estáis contra mí”.

El frío quiere haceros hoy bestias suaves

donde crece la garra

y los incendios combaten

detrás de una ventana abierta,

tigres que duermen entre los ojos del espejo.

Page 49: Un aplauso americano

Os llamaré barro aunque poetas os llaméis,

Idiotas que Sólo Buscan Nombre.

Sonreíd y contadme

que mis versos ya no son necesarios,

que el polvo es la paz.

Sonreíd y contadme

que esta piedra al fin envejece.

Page 50: Un aplauso americano

SIEMPRE HAY UNA

NOCHEVIEJA DORMIDA

EN CADA LABIO

El invierno es la estación de la verdad,

así la poesía empieza y acaba en él,

porque parece que algo más que otro año

morirá esta fecha en cursiva

blindada de cualquier asalto del mundo estrecho,

cualquier verso demasiado realista

que censure dobles lecturas.

Una nochevieja duerme

en cada labio cuarteado por el frío,

donde sangre y semen son sinónimos

y la vocal aguda de la desolación

no rima con un disparo.

Miss Sombra

es hoy la gran dama

en fina lencería roja,

pero su perfume barato la delata.

Miss Sombra te ofrece su mano

y te dice que nunca moriremos,

Page 51: Un aplauso americano

que el estrecho mundo no te reclamará.

Consigue arrancar

un sólo pedazo de liga

y el sino de la ceniza se habrá cumplido.

Repítelo despacio, porque sabes que sería la primera vez.

El milagro de la inutilidad se consagra.

Page 52: Un aplauso americano

EL HUMO SOBRE GÉNOVA

Bienvenidos o prohibido el paso a los extraños

Partido del NacionalDesprecio

Quién iba a decir que amor y capitalismo

comparten una similar mecánica,

que sólo más de lo mismo puede salvar su rueda.

Rompimos

la

cuarta

pared

para convenceros.

Los telones penden del escenario

como humo de confeti sobre Génova,

rasgando los doseles de la duermevela

cada cuarto creciente.

Un salto desde el faro resulta inolvidable,

la muerte del cisne un imperativo categórico.

Page 53: Un aplauso americano

Aquella careta de venganza

simplemente tiene hoy

una mueca más enferma de lo normal,

nada más.

Acaso el grito de Marsias vuestro retrato.

Nuestra comedia

a cara descubierta.

Nuestra paradoja

inexistente.

La tramoya colmada de piedras

y mutilaciones en primera fila por un palco reservado.

Diderot se equivocaba.

Una noche haréis abrasar los telones

y sólo será para pintar con fiebre:

Necesitamos nuevas mentiras.

Page 54: Un aplauso americano

TODO VA BIEN

La cara de Matías Prats

sobre los posos del café

no me deja dormir.

Seca las manos

más tibias del hemisferio norte

cuando anuncia temporal,

ahora que necesito el sándalo en la ropa.

Soy un malpensado

al pensar que vuestros informativos

quieren que la primavera

nos sorprenda viendo alguna serie

tan bien producida como el frío.

Se aplaza la revolución

por tormentas de nieve

hasta nuevo aviso.

También un misántropo

Page 55: Un aplauso americano

si no tengo un Smartphone con WhatsApp

ni escribo en (hasta 140 caracteres)

de qué tamaño es el nuevo juanete

de mi pie izquierdo.

Lo comprendo y deseo continuar.

E incluso puedo ser algo peor cuando afirmo

que entre verdades se van los que se alejan,

que nadie está educado para la sinceridad+.

Pensad que todo va bien.

Señalad el pecado con una cruz,

atrapadlo como a una tarántula herida

dentro de una copa de cristal

llena de humo, puesta del revés.

Escupid después al cielo

cuando henchidos de orgullo

abracéis el gris escribiendo:

“La Verdad, una cuestión de palabras”.

Pensad que todo va bien.

Yo sé que la ceguera

será la enfermedad del futuro.

Una generación perdida de hombres-topo

sobrevivirá al siglo veintiuno

Page 56: Un aplauso americano

escondida bajo el metro de Budapest.

Y qué triste la imposible espera.

Por una vez, mi padre se vestiría de rey.

LOS MÁS FELICES EN CONSERVA

Dime, ¿quién escribe a las mariposas?

Todos mienten,

es fácil escupir

desde

lo alto

del volcán.

Escucha, te dirán que mito y arrumbo

son dos filos de un mismo engaño,

no les creas.

La eternidad tiene sus ventajas

incluso cuando se convierte

en una forma de olvido.

Nadie escribe a las mariposas.

Page 57: Un aplauso americano

SESENTA SIGLOS DE SILENCIO

La poesía no es mejor que el poeta que la escribe

(Jorge Riechmann)

{En un principio fue la voz}

La voz vino del aire, de la fuga, del disturbio,

quebrada como un puente de guerra

que nadie cruzó.

Así creéis que las palabras

pueden contener la distancia, el tiempo,

cuando se hace idioma el corazón y canta,

semen de lava percutiendo

contra el brocal abierto del diamante.

La voz os dijo

Page 58: Un aplauso americano

que hasta en una casa incendiada

duerme el mendigo,

y tal vez porque ya sabíais

que ella era la casa y vosotros los mendigos

arrogáis el derecho de cerrarla

con llaves sin herrumbre ni fuego.

Sobre papel, no hay relieve para cicatrices,

la voz parece suficiente en el spleen de París.

Imposible que sesenta siglos estén equivocados.

Los elegidos hablan a la herida inmediata,

multiplican el instante otorgado:

una sola partida

donde guardar un as de picas en la manga.

Sólo ellos

convierten la promesa infinita

en pecios de certeza.

Por un momento

imagináis la historia sin Lili, Amarilis o Laura

y os estremece ser plagio de algo inédito,

típica pesadilla

por la que desfilan bailando espantapájaros.

Un tropo a quemarropa

Page 59: Un aplauso americano

que mata de lepra a las gomas de borrar

y queda más cerca de lo previsto:

entre coordenadas desordenadas

sobre una cómoda adornada

con ansiolíticos y flores rotas.

Sacudís la mejor gabardina

bajo este polen de ceniza,

estupor de las historias que remueven entrañas con sus manos

y dejan luces encendidas en una habitación vacía.

Dejáis que sobre fibras de fusión

crezca la buena hierba

vigilando la maleza,

y si fuera necesario

arrojáis a las hogueras del ocaso las rosas que pudieran brotar.

Dormís cada noche en el azogue del lago.

Cuando los pormenores cumplan su mayoría de edad

esas estrofas tendrán la solemnidad que conservan

los vestigios de una nueva Troya.

Sobrevivís en la diferencia,

necesitáis creer que al menos aquí

uno rige su destino.

El arte de la edad es no distinguir páramos de oasis.

Page 60: Un aplauso americano

Hace casi doscientos años,

Percy Shelley, en su Defensa de la poesía,

concluyó que el mundo

sería asunto de tinieblas

si los elegidos nunca hubieran nacido.

Pero nacieron,

y “si sus pecados fueron como escarlata,

ahora son blancos como la nieve”.

Poco importa

que Bécquer fuese un conservador,

Pound un fascista

o Milton un misógino.

El autor desaparece bajo su obra

intentando tapar con papel el agujero.

Gerardo Diego sigue cantando en aquel jardín.

Quiere que las flores rían;

desencadenar las rosas

y que las azucenas anden en camisa,

para que la sombra no sea.

Incluso Antonio Machado escribió una vez

que realmente lo humano carecía de lirismo.

Algún día

Page 61: Un aplauso americano

el Sicofanta pasará la cuenta

doblada hacia fuera,

por ser quien es y haber andado muchos caminos,

navegado en cien mares.

Algún día pasará la cuenta,

pero esta vez no.

La mentira es una cosa muy distinta a la ficción.

Yo una ópera de incógnito;

Yo asterico sobre palabras;

Yo mendigo del andén.

Hay nombre y apellidos detrás de esta runa;

mucho más: retales de hipotenusas.

Están dejando los vencejos de dormir

sobre un cielo violado con violeta.

Auroreaban demasiado pronto en las fauces del trémolo,

acordes que muerden

su suerte de celesta

y temen al viento

aunque sean más altos que él.

La memoria no se hizo para los pájaros.

Futuro llevará el nombre

de una batalla perdida contra el imperio del céfiro

Page 62: Un aplauso americano

o quizá de un lugar

donde alguien fue feliz algunas horas sin motivo.

Sí, seguramente los lunes tienen razón,

pero cuando el hombre radiocontrol

despierta describiendo círculos

es porque ha aprendido a borrarse.

{En un final, el acto}

Mañana, milagro:

el miércoles de ceniza

las letras se escriben en relieve.

Gerardo Diego

se descubre silbando algo,

vivo ya eternamente con un extraño visaje,

la mano en el juego.

Con el perihelio

amazonas del pulso rompen el nudo de contención

que el hombre radiocontrol creía seguro;

un vals de níquel

tiñe la nube mayor del skyline

y los niños encuentran el humo bajo la piedra.

Oimos a la Tierra girar un segundo,

Page 63: Un aplauso americano

corazón poblado de acordes

gravitando en cielos difusos,

sacro-azul crepuscular.

Todo converge allí,

en su rebosante epifanía,

en el gaudeamus de las bielas.

Nunca más imaginar un mundo para grifos de amor,

ya no queda poema.

Hoy ese extraño jardín

aparece ante vuestros iris,

tocadlo

y os sangrarán los dedos.

La rosa florece de una vez sin cadenas;

al fin las azucenas se visten de camisa.

Pero es inútil,

somos incapaces de oir la alta risa.

El blanco cubre la vida,

la nieve se torna escarcha escarlata.

No estamos preparados para la poesía.

Page 64: Un aplauso americano

LIBRO DE QUEJAS

Aludidos, por favor,

presenten aquí sus vindicaciones.

Se permite fijar carteles,

aparcar en triple fila,

escupir dentro sin ser residente,

la carga y descarga de cuentas no saldadas,

Page 65: Un aplauso americano

guardar ruido,

ensuciar la hipérbole,

sobrepasar el límite de veracidad permitido,

denunciar cualquier escándalo púbico.

Escapáis de una

impoluta cuarentena

para sostener

la mirada de mis brumas.

Esa hosca certeza me conmueve,

porque cada tachadura

es otra muesca más

en vuestro dorado revólver,

legítima coartada como trofeo.

Allí,

en la quietud envenenada

que os arriendo,

tahúres furtivos del disturbio,

deshaciendo el tálamo de las gárgolas,

definís los años por flaquezas

y trazáis un adusto contorno

de la historia oficial.

Contracrónica para un vagasueños.

Page 66: Un aplauso americano

No pudisteis quedaros en los márgenes,

no quisisteis aceptar la transfiguración.

Tuvisteis que elegir

ser todo lo que me huye en vano,

jugando al despiste de puro rigor,

unos proscritos residentes

del distrito del empero.

Filatelia de mis pasos en falso,

de mis paraguas olvidados,

de mis insurrecciones de la carne.

Sevilla es un paracaídas ardiendo,

senda de los elefantes que no saben morir

mientras derramo lágrimas de pan.

Noche sobre noche,

al volver a casa,

veo vuestras luces

en las ventanas aún despiertas.

Salís al balcón, y resignados,

me señaláis diciendo:

“Sigue así, tú sigue así ...”

Pero os quiero a todos sin excepción.

No sienta bien convivir con el vacío.

Page 67: Un aplauso americano

Los hoteles despoblados

a menudo guardan una cuchilla

en el cuarto de baño.

Aludidos, por favor,

presenten aquí sus vindicaciones.

Aludidos,

o más bien, fantasmas del alud.

Poesía

caridad mal entendida

nadie sabe dónde

empieza

un

verso

Page 68: Un aplauso americano

ni cómplices

ni inocentes

del Santo Enroque.

Pedir ejemplo a un poeta

pedir ejemplo a nosotros mismos.

OTRO CANTAR

Vengo del polvo,

de todo lo que muerdo

por temor a apretar los dientes un día

Page 69: Un aplauso americano

y ya no consiga distinguir la sangre del aliento.

Ilusorio erudito,

que creía que el mundo cabe en una vida;

que odio los prólogos y las páginas en blanco,

pues sé que son lo único

que he tenido hasta ahora.

Y ahora comprendo

que debo nacer en cada instante

y me aferraré a ello sin remedio,

esclavo de olas de cristal.

A ras de suelo

las palabras

caen

más

deprisa

que las lágrimas,

quemando naves

como pestañas lentas, sin viento.

La sed de ayer es la muerte de hoy entre saliva.

Nadie sufre excepto vosotros, poetas,

pero nadie creyó sus propios cuentos,

y estos fueron mi arrullo.

Page 70: Un aplauso americano

Aún ignoráis el misterio:

la ceniza sólo se escribe con ceniza.

Un humo de confeti

ensuciará vuestras manos

cuando reconozcáis en él

que no cantáis para ser escuchados,

sino para que los demás canten.

Que el tiempo dejó de ser

la arena anónima de un desierto,

mi conciencia silencio de ruinas limpias

donde el sol golpea

en puntos suspensivos.

Decid qué veis

tras el alfil de papel.

Nadie dijo que fuese fácil

aceptar vuestro viejo credo,

que la tristeza resulte un don y no un estigma.

Y ella me ha conducido hasta aquí,

alejando por defecto

a las personas que más he querido,

la última página rota

de un moleskine negro

Page 71: Un aplauso americano

donde siempre puede ser todavía.

Pero

¿y si en realidad pude elegir,

y no las elegí a ellas?

¿Y si todo fue parte del plan?

¿Y si la mentira inventa algo más grande que la soledad?