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SENDEROS LOS EXPEDIENTES SECRETOS Un incidente diplomático: Altamirano Y el Barón Wagner Joaquin Ramirez Cabañas A Joaquín Ramírez Cabañas le tocó presenciar transformaciones profundas del país. Nació en Coarepec, Veracruz, en 1886 y murió en la ciudad de México cincuenta y nueve años después. Quizá por ello utiliz6 d seudónimo de J. Pérez Lugo. como si en el nombre quisiera significar los cambios de una nación entre un siglo y otro. No obstan- te, lo que nunca quiso cambiar fue su curiosidad no exenta de la erudición decimonónica. Jumo con Francisco Gamoneda fundó la librería Biblios e impulsó la Sociedad de Bibliófilos Mexicanos. Asi- mismo. fundó la revista Tiempo y fue auxiliar en el Departamento de Publicaciones del Museo Nacional de Arqueología. Historia y Etno- logía. Colaboró en numerosas revistas y periódicos. y fue autor de varios libros, entre ellos lA sombra tk los dlas (/918), EsNldios /¡istdri- cos (1935) y M(rcttÚS y pmsionts. limosnllS y salarios ro la !?Lal Harim- da tk la Nuroa España (1945). JUntO con Genaro Estrada rtdacró ti Archivo histórico diplonultico mtxicano. La remembranza del incidente cfjplomático que involucn a Igna- cio Manuel A1tamirano y al ministro de Prusia en Mbico. Mr. Wagner, originalmente publicado en UnivmidAd dt Mtxico, febre- ro de 1932, Tomo III. núm. 16. es una clan muestra de las inclina- ciones eruditas de Ramírez Cabafias quien utiliza el "incidente" como mero pretexto para lanzar una mirada que analiza las relaciones in- ternacionales de una nación en zozobra constante. I El incidenre que dio origen a la agresión armada que sufrió el dipurado don Igna- cio Manuel Altamirano en su propio hogar y un día de agosro de 1862, no pasó de ser uno de ramos mínimos bro- res en la lucha que sosrenían dos parti- dos poliricos por fines exclusivameme económicos; pero si trascendió en escán- dalo a la plaza de la republica, con reso- nancia mayor que otros sucedidos de aqud riempo, fue por los rimes diplo- márico y literario que lo envolvían. Es, sin embargo, digno de recordación en la biograffa de un hombre que fue para la República y durame 40 años polfrico, poeta, novelista, crítico, orador, maestro, soldado y diplomárico. En resumen el suceso quedaría ex- puesro así: por aquellos días se recibie- ron en México copias del discurso que dijo ame el Parlamenro francés Mr. Billault, ministro sin cartera, en el cual afirmaba que el represenranre diplomá- tico de una nación amiga había comu- nicado a Europa que el pueblo de México aplaudía la inrervención fran- cesa. Esre agenre diplomárico no podía ser Otro que el ministro de Prusia, Sr. Wagner, y conrra él enderezó Alrami- rano una terrible requisitoria en "El Moniror", edición de II de agosro de 62, que luego reprodujo en un follero: Algunas palabras/ acerca de / Mr. Wagner,/ minisrro de Prusia en Méxi- co/ por e1/ C. Ignacio Manuel Alramirano/ dipurado al Congreso de la Unión/ Imprenra de Vicente Garda Torres/ San Juan de Lerrán, núm. 3/ 1862. La reacción en la sangre de los Wagner se presento rápida, inmediata, y un sobrino del ministro que era al mismo riempo secrerario de la Legación, y un escribiente de ella, se presentaron arma- dos de manoplas en la casa del periodisra; ésre los hizo pasar, con la insistente corresanía indigena, a una milde sala que le ofreció en e! momenro del apuro de la defensa de su gran mesa de centro. Se produjo la agresión y, con oportunidad salvadora, acudió en seguida. a las voces, un mocetón de TIxcla, ahijado y domésrico de! agredido, que empufiaba su machere suriano y romó parre acriva en la refriega, puso en fuga a los asaIranres y llevó la per- secución hasra e! pario de la casa. Esros hechos increíbles ocurrieron hacia e! mediodía y en la calle de Zulera, en e! corazón mismo de la vieja merrópoli. Como era natural, se presentó a la Secretaría de Relaciones una represen- ración enérgica y airadísima, por e! barón de Wagner, sobre las ya nume- rosas y a menudo impertinentes que soUa presenrar. Es ejemplar una de aquellas sus reclamaciones: las calles de Orrega, de las Damas y de Tiburcio es- tuvieron alguna va. mal alumbradas. o acaso naruralmente a oscuras y en noches sin luna, o de luna oficial, y por entre aquellas tinieblas se aventuró una noche, a pie enjuto y rumbo a su resi- dencia, el ExcelentCsimo sefior minis- rro de Prusia, de manera que fue posible que le saliera al paso uno de nuestros clásicos pe!adiros, con las palabras tra- dicionales de: -Parrón, pr6reme su lumbrira. .. Sinriód barón de Wagnaque su sangre caldeaba ante la insolencia y f.lIra de res pero, porque aquel buen hombre: estaba obligado a adivinar con se: las habla; pero e! frlo de un súbito miedo lo conruvo y alargó al desconocido e! rabaco humeante. Ni siquiera escuchó de fijo las palabras de grarirud y despedida. UNIVERSIDAD DE MEXICO Octubr_ 1002 19

Un incidente diplomático: Altamirano Yel Barón Wagner · Alramirano/ dipurado al Congreso de la Unión/ Imprenra de Vicente Garda Torres/ San Juan de Lerrán, núm. 3/ 1862

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Page 1: Un incidente diplomático: Altamirano Yel Barón Wagner · Alramirano/ dipurado al Congreso de la Unión/ Imprenra de Vicente Garda Torres/ San Juan de Lerrán, núm. 3/ 1862

SENDEROS LOS EXPEDIENTES SECRETOS

Un incidente diplomático:Altamirano Yel Barón WagnerJoaquin Ramirez Cabañas

AJoaquín Ramírez Cabañas le tocó presenciar transformacionesprofundas del país. Nació en Coarepec, Veracruz, en 1886 y murió enla ciudad de México cincuenta y nueve años después. Quizá por elloutiliz6 d seudónimo de J. Pérez Lugo. como si en el nombre quisierasignificar los cambios de una nación entre un siglo yotro. No obstan­te, lo que nunca quiso cambiar fue su curiosidad no exenta de laerudición decimonónica. Jumo con Francisco Gamoneda fundó lalibrería Biblios e impulsó la Sociedad de Bibliófilos Mexicanos. Asi­mismo. fundó la revista Tiempo y fue auxiliar en el Departamento dePublicaciones del Museo Nacional de Arqueología. Historia y Etno­logía. Colaboró en numerosas revistas y periódicos. y fue autor de

varios libros, entre ellos lA sombra tk los dlas (/918), EsNldios /¡istdri­

cos (1935) yM(rcttÚS ypmsionts. limosnllSy salarios ro la !?Lal Harim­da tk la Nuroa España (1945). JUntO con Genaro Estrada rtdacró tiArchivo histórico diplonultico mtxicano.

La remembranza del incidente cfjplomático que involucn a Igna­cio Manuel A1tamirano y al ministro de Prusia en Mbico. Mr.Wagner, originalmente publicado en UnivmidAd dt Mtxico, febre­ro de 1932, Tomo III. núm. 16. es una clan muestra de las inclina­ciones eruditas de Ramírez Cabafias quien utiliza el "incidente" comomero pretexto para lanzar una mirada que analiza las relaciones in­ternacionales de una nación en zozobra constante.

IEl incidenre que dio origen a la agresiónarmada que sufrió el dipurado don Igna­cio Manuel Altamirano en su propiohogar y un día de agosro de 1862, nopasó de ser uno de ramos mínimos bro­res en la lucha que sosrenían dos parti­dos poliricos por fines exclusivamemeeconómicos; pero si trascendió en escán­dalo a la plaza de la republica, con reso­nancia mayor que otros sucedidos deaqud riempo, fue por los rimes diplo­márico y literario que lo envolvían. Es,sin embargo, digno de recordación en labiograffa de un hombre que fue para laRepública y durame 40 años polfrico,poeta, novelista, crítico, orador, maestro,soldado y diplomárico.

En resumen el suceso quedaría ex­puesro así: por aquellos días se recibie­ron en México copias del discurso quedijo ame el Parlamenro francés Mr.Billault, ministro sin cartera, en el cualafirmaba que el represenranre diplomá­tico de una nación amiga había comu­nicado a Europa que el pueblo deMéxico aplaudía la inrervención fran­cesa. Esre agenre diplomárico no podíaser Otro que el ministro de Prusia, Sr.Wagner, y conrra él enderezó Alrami-

rano una terrible requisitoria en "ElMoniror", edición de II de agosro de62, que luego reprodujo en un follero:

Algunas palabras/ acerca de / Mr.Wagner,/ minisrro de Prusia en Méxi­co/ por e1/ C. Ignacio ManuelAlramirano/ dipurado al Congreso dela Unión/ Imprenra de VicenteGarda Torres/ San Juan de Lerrán,núm. 3/ 1862.

La reacción en la sangre de los Wagnerse presento rápida, inmediata, y unsobrino del ministro que era al mismoriempo secrerario de la Legación, y unescribiente de ella, se presentaron arma­dos de manoplas en la casa delperiodisra; ésre los hizo pasar, con lainsistente corresanía indigena, a una hu~

milde sala que le ofreció en e! momenrodel apuro de la defensa de su gran mesade centro. Se produjo la agresión y, conoportunidad salvadora, acudió enseguida. a las voces, un mocetón deTIxcla, ahijado ydomésrico de! agredido,que empufiaba su machere suriano yromó parre acriva en la refriega, pusoen fuga a los asaIranres y llevó la per­secución hasra e! pario de la casa. Esros

hechos increíbles ocurrieron hacia e!mediodía y en la calle de Zulera, en e!corazón mismo de la vieja merrópoli.

Como era natural, se presentó a laSecretaría de Relaciones una represen­ración enérgica y airadísima, por e!barón de Wagner, sobre las ya nume­rosas y a menudo impertinentes quesoUa presenrar. Es ejemplar una deaquellas sus reclamaciones: las calles deOrrega, de las Damas yde Tiburcio es­tuvieron alguna va. mal alumbradas. oacaso naruralmente a oscuras y ennoches sin luna, o de luna oficial, y porentre aquellas tinieblas se aventuró unanoche, a pie enjuto y rumbo a su resi­dencia, el ExcelentCsimo sefior minis­rro de Prusia, de manera que fue posibleque le saliera al paso uno de nuestrosclásicos pe!adiros, con las palabras tra­dicionales de:

-Parrón, pr6reme su lumbrira. ..Sinriód barón de Wagnaque su sangre

caldeaba ante la insolencia y f.lIra derespero, porque aquel buen hombre:estaba obligado a adivinar con qui~n se:las habla; pero e! frlo de un súbito miedolo conruvo y alargó al desconocido e!rabaco humeante. Ni siquiera escuchó defijo las palabras de grarirud y despedida.

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PeRfiLES

-Mil gracias, sefior... y que Dios loacompañe.

En las primeras horas hábiles del dlasiguiente el señor Wagner envió a la Se­cretaría de Relaciones Exteriores deMéxico una nota de proresra. Las au­toridades a quienes correspondiera laobligación deblan proceder inmedia­[amente a instalar un buen servicio dealumbrado de gas en todas las calles yplazas públicas de la ciudad, por si cual­quiera Qtra ocasión ruviese el señorWagner la necesidad o la humorada desalir de su hogar después de anocheci­do. Sería conveniente, asimismo, que seestacionara un número bastante degendarmes en cada esquina, o crucerode calles, para que ningún sujeto denuesrto pueblo fuese tan osado a impor­tunarlo en esas ocasiones.

Yen el incidente Altamirano-Wagner,resultó complicado también otro denuestros escritores de nota, que ya seformaba un nombre, don Alfredo Cha­vero, porque a su (Urno publicó otrofolleto en que se ocupaba del casolamentable. Este folleto tiene el tituloque sigue:

Algunas observaciones! all Sr.Wagner,l ministro de Prusia en Méxi­co,! A ptopósito de lo acaecido! conel Sr.! don Ignacio Altamirano'! por!Alfredo Chaveto'! México, agOSto de1862.!lip. de Nabor Chávez, callede Cordobanes, núm. 8.

Las desventuras políticas de aquellosaños terminaron con tal incidente Ín­fimo y enojoso; pero como, a nuestrojuicio, el desenlace de la intervenciónfrancesa cierra definitivamente unaépoca, no sólo en cuanto a la vida pú­blica interior del pals y su organizaciónsocial, sino también en sus relacionesinternacionales, siempre será úril yoponuno ir acumulando notas y apre­ciaciones sobre todos aquellos sucesos,pequeños y grandes, para ir restable­ciéndolos en su ambiente y verdadcuanro sea posible.

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11¿Cuáles eran de ordinario la acción y

la conducta de los ministros que enMéxico representaban a naciones fuer­tes? Abrimos esta interrogación para ellargo periodo histórico que pasó desdelos años en que México se organizabacomo pais independienre, hasta fines dela intervención y del Segundo Imperio.Las normas y las costumbres vancambiando notoriamente a partir deentonces, como lo demuestra la lecturade las Memorias Diplomáticas de Mr.Foster, ministro que fue de los EstadosUnidos cerca de nuestro gobierno y enlas administraciones de Lerdo de Tejaday primera de Dlaz. El licenciado don

Anronio de la Pefia y Reyes, refiriéndo­se al incidente ocurrido entre el minis­tro de Francia Alleye de Cyprey y elduefio y servidumbre del bafio de caba­llos de las delicias, escribió:

Controversia que, a nuestro modo dever es interesante porque constituyeuna prueba más de la rudeza con queantaño acosrumbraban a tratar a nues­tro gobierno los representantes de lasnaciones poderosas, y de la serenidadcon que, en cambio, eran discutidospor nuestra Secretaria de Relacioneslos asuntos diplomáticos. I

Un representante de alguna de esasnaciones, en México y en aquelltie":,pos, se consideraba un ser de su::.nondad excepCional, ysu actitud infor.maba la situación del extranjetoradicado en el pais, de tal manera quede hecho se habla erigido fuera de rododerecho escrito y de las reglas interna­cionales, un estatuto especial yp~giado en grado sumo. Cuanto seasoberbia, brusquedad yaun impertinen.cia personal en el trara diario con dprójimo molesta y puede llegar a serintolerable para un reducido númerod<personas; ocasionará choques enojososy hasta rifias individuales; pero, desdecualquier punto de vista que se exami­na la cuestión, lo que llega a provocarun disgusto general y el desconrenro enel pueblo, es la existencia de! privilegioeconómico, porque es siempre injustOen su origen y despiadado en susmanifestaciones.

La vida pública nuestra es agitada ytormentosa durante medio siglo, apartir de 1828, Yno hay presidente dela República que alcanzata el desahogode un periodo seguro para e! ejerciciode su mandato. El problema ha sidotremendo y ha preocupado siempre;varios escritores, liberales y consem·dores, emprendieron en distintas époasel estudio de la sinromatologia y fotomularon diversos diagnósticos, acon·sejando peregrinos tratamientos paracurarnos de este mal; más todavia: dCongreso de la Unión llegó a aprobarque se nombrase una comisión eocar·gada de estudiar el problema y diaa­minar sobre la causa próxima de lasfrecuentes revoluciones y la forma deevitarlas.' Todos llegaban siempre a laconclusión de que el malesrar era deorigen económico; pero no se.d~n.trañaban, no se definlan las dIStintaSpartes del problema, a pesar de quedesde fines del siglo XVIII, habla puestOel dedo en la llaga el obispo san Migue!,de Michoacán, indicando por ongen

único de nuestras desventuras la tembledesigualdad que existia en la organi-

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'ón social mexicana' Generalmente0:egó a escimar como principal causade nuescras inquietudes revoluclOnanasel estado de la hacienda pública, y asípodemos advertirlo en las palabras delsecretario de Hacienda, que repro­ducimos en seguida:

un préstamo de 10 miUones de pesoses de tanta mayor suma, cuanto valeevitar el choque de la opinión públi­ca con repentinos impuestos; cuanrose gradúe de valor a la calma precisaen toda la extensión de la palabra paraatraer a unos y obligar a otrOS a la su­jeción a las autoridades, y al Ueno desus deberes, y cuanto, por fin, monteel cálculo de los provechos venidos ala nación por su último sistema.Valúese lo dicho: añádase al capital:distribúyase entre esta nueva suma elpremio, comisión y demás del présta­mo que en aquella época no fue posi­ble hacer con más venraja, y quizá seencontrará menos gravoso. Los prés­tamos nos libraron de experimentarmales de rrascendencia incomputable:coadyuvaron muy de inmediato yconla mayor porencia al restablecimientodel sosiego: a cimenrar nuestro felizsistema, a poderlo defender y a estarciertos de sosrenerlo.4

Con mayor precisión aún el ministrodon Luis G. Cuevas. veinte años mástarde afirmaba terminantemente:

Si las arcas nacionales no hubiesenestado abiertas para toda clase de es­peculaciones inmorales y de preten­siones políticas. las revoluciones nohabrían encontrado partidarios y losgravámenes que hoy reporta la Repú­blica, o no existirían o estarían redu­cidos a sumas poco considerables.'

Estas palabras expresan para nosortosla fórmula común y corrieme de unJUlCIO de entonces, que con más o me­nos diferencias era comparrido por loshombres públicos, ramo del partido

liberal como del partido conservador. Yahí se detenían en sus conclusiones,como si la posibilidad de comer o nocomer, para nuestro pueblo. estuviesetoda ella y exclusivamente guardada enlas arcas de laTesorería General. El error,por tamo, consiscía en creer que el bien­estar yla tranquilidad pública nacían delgrado de riqueza del gobierno, paraseguir un movimiento de arriba haciaabajo, cuando la experiencia de rodaslos pueblos y de rodas los tiempos nosdemuestra que el movimiento debe serprecisamente en sentido inverso.

El esratuto privilegiado del extranje­ro, que había creado en complicidad la

corporación yel abuso de la fuerza, fa­cilitaba frecuentes y jugosas especu­laciones, que contribuían a agravar elmalestar y la indigencia populares. LaRepública vivió por más de tres décadasdejando cada día jirones sangrientos enlas garras de un pequeño número deagiotisras, ya merced de un ir yvenir debonos de distintos tipos de venta y dedistintas tasas de interés, de documen­ros de crédiro yde cuentas que cada diase depreciaban al extremo de hacer casiimposible el cálculo del momo denuestra deuda interior. A esto debeañadirse rodas las especulaciones que sehan hecho merced a nuestros errores en

PERfllfS

cuanto al sistema monerario, PUts si seanalizan muchas reclamaciones diplo­máricas anteriores al 47. se ver.! quealgunas de ellas procedían de laespeculación con la moneda de cobre.El mismo ministro Cuevas que amtscitamos decía:

El abuso que se ha hecho ha lIcg:tdoal grado de que algunos mexicanosque más han contribuido a los tras­tornos públicos y han levantado conellos una poderosa fortUna, han he­cho aparecer sw negocios con dltom­bre de casas extranjeras. La publicidadde los hechos yel sencimiento que hancausado me relevan de todo escrúpu­lo sobre la conveniencia de hacer esramanifesración que puede contribuirpara formar idea de lo que serán nues­tras relaciones exteriores. si con tiem­po no se preven los males.'

El testimonio de este hombre públi­co es irreprochable en absoluto paranuestra tesis. si se atiende a que perte­necía por derecho propio al partido con­servador, partido que siempre procurabaobrener el poder sólo para favorecer estaclase de negocios y de especulaciones,con el sostenimiento de privilegios yfueros de tipo medieval.

El estudio de las reclamaciones ydificultades de carácrer internacionalque tuvO México, de un gran númerode convenios que se firmaron y que lascircunstancias hicieron que no se: pudie­ran cumplir, nos demuestra asimismoque la situación interior, de imranquili­dad constante por falta de equilibriosocial, se agravaba con las frecuentes difi­culrades en que ponCan a los gobiernosde la República las exigencias y recla­maciones de los países fuertes de Europa,en prorección a un reducido número desus nacionales. Así, contrasta la conduerade algunos ministros de scntimicmoshumanos ygenetosos, como el repr=n­tame de España, don Miguel de losSanros Álvarc:z, con la conduera de otrosque obraron en una ceguedad increíble.

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SENDEROS

como el embajador Pacheco. Y resultalógico rambién que estos representantesdiplomáticos sufrieran acada momentola tentación de mezclarse en nuestrosnegocios interiores. Citaremos algunosejemplos, en reducido número, porqueimentar agorarlos sería tarea casi inter­minable. Refiriéndose al embajadorespañol que acabamos de citar, escribíael señor Payno:

Asr. el que el señor Pacheco llama par­tido sano y bueno. nació con la épocarevolucionaria. como rodos los parti­dos o banderías que han existido enel país. De oscuros estudiantes, de clé­rigos desertados del presbiterio. demilitares subalternos y perdidos. deabogados de provincia, de tinterillosde los pueblos. han venido ciertospersonajes rodando de aventura enaventura y de revolución en revolu­ción a obtener los altos puestos delEstado, y emonces, sin acordarse desus antecedentes, sin tener en cuentaque de algunos años a esta parte to­dos nos conocemos como si fuéramosde una misma familia yviniésemos deuna misma casa, sin borrar siquierasus mismos escriros no s6lo a favor dela democracia. sino loor de la dema­gogia, han pretendido formar un par­tido aristocrático cuyos ensayos hansido desgraciados y hasta ridículos.Cruces, bordados, uniformes, ceremo­niales. etiquetas, distinciones ofensi­vas en los parajes públicos: he aquí elúnico programa de nobleza. de dig­nidad y de administración.'

Pero todavía más duramente se referíaaeste mismo sujeto el señor Alramirano,quien deda en el mismo folleto consa­grado a Wagner: "Joaquín FranciscoPacheco". aun se entregó al feo vicio deescribir impresiones de viaje falsas". Ymro escritor de aquel tiempo afirmaba:

les es más simpático un gobierno quepretende la intervención europea y elestablecimiento en el país de un prín-

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cipe extranjero que el republicano quequiere una política propia, indepen­diente. ysacudir el yugo indirecto peroeficacísmo de la Europa, que pese so­bre nosotros. En cuanto a la asevera­ción de que no es de creerse que losministros se mezclen en nuesrrasrevoluciones, lo contrario consta: elministro fránces ha tenido en su casaa Bonilla escondido; el de Guatemala.a varios revoltosos; estos señores hansido agentes del clero y auxiliares dela revolución; los mismo y el señorOtway se han mezclado en la políticainterior en contra de los republicanos.8

Directamente contra el señor WagnerAltamirano formuló el cargo siguiente:

El señor ministro, que con compla­cencia daba en su casa refugio a losenemigos más encarnizados de nues­tra independencia y de nuestra liber­tad. El señor Wagner ha acogido ensu casa a alguno que ha sido fusiladopor traidor.'

1IINuestros gobiernos vivieron de lazo.

lObra interior por el prurito '"Volu­cionario que un día los exaltaba paradetribarlos Otros, además de las moJo.tias y los obstáculos que les podían SU$­

citar en cualquier momento losministros diplomáticos. Las reclamacio­nes de éstos son por acreedores. quejasde fulta de pagos o por daños yperjui­cios resentidos real o irnaginariamenll:a consecuencia de cualquiera de n_rras convulsiones populares. Pero se vi­vía dando vueltas aciagas y estérilesdentro de un drculo que nunca pudocontener ninguna posibilidad de saludpara el pueblo. Un pequeño grupo deprestamistas, según el dictamen del mi­nisrco Cuevas, [Uva completarnentedo­minada la vida económica de lasdistintas administraciones que se sucep

dían en la República; y estos agiotistascomo el clero mismo, sólo aventurabansu dinero si contaban con el número su~

ficiente de garantías a juicio propio.Ahora bien. como aun los mexicanos (deacuerdo siempre con el mismo (estimo-­nio irreprochable) procuraban ampararsus intereses con la bandera de algunalegación extranjera. resulta claro que laprincipal garantía que debía ostentarante todo el gobierno. no podía ser ouaque la de someterse a la libre acción deesos ministros extranjeros. ¿Qué tiene,pues. de extraño que todos los presiden­tes desearan ser reconocidos por losgobiernos de aquellos países que habi­tualmente mantuvieron relaciones deamistad con México? Yasu vez los repre­sentantes de esas naciones en el acro seposesionaban del papel prominente quedebían asumir en un medio desorga­nizado. que tan sin defensa se entrega­ba a sus pasiones o a sus veleidades.

Es injusto el cargo hecho por Bulnesa Juárez sobre que. por una preocupa­ción pueril o por ciega sumisión a ~acostumbre estulta. buscase el reconOCI­miento con igual empeño que lo habíanhecho sus antecesores,H1 Nada nenetampoco para sorprender que algunos

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SENDEROS

Por la fuena de los sucesos a que alprincipio aludimos. el incidenteA!ramitano-Wagner dio origen a dosprocedimientos criminales, uno pordelitos de imprenta, porque el gobier­no excitó al fiscal de imprenta a quepromoviera la averiguación correspon­diente. y el otro por lesiones. COntra elcriado del machere, Vicente Bufeda. alcual tuvo su juez que absolver el 16 demarzo del año siguiente." No hemos en­conttado documento alguno que se re­fiera a la causa por el deliro de imprenta.pero hay que tener presente que esto yotras muchas más se interrumpieron ala ocupación de la capiral de la Repú.blica por la fuenas intervencionistas. *'

El Barón AII eye de Cyprey y el Bañode las Delicias, México, 1926, pág. XV.Mateo Juan A, Historia Parlamentariade los congresos mexicanos de 1821 a1857, México, '877, tomo 8, pág. 105.Humboldt, Ensayo politico sobre laNueva España, París, 1827, tomo 1,pág. lOS.Memoria de la SecretarIa de Hacienda,1826, pág. 57.Memoria de la Secretaria deRelaciones EKteriores e Interiores,1845, pág. 38Memoria de la 5ecretarfa deRelaciones EKteriores e Interiores,1845, pág. 7.Payno, Manuel, México y el se"orEmbajador don Joaquln FranciscoPacheco, México. 1962, p~g. 98.Baz, Juan José, Articulos diversos de laBandera Roja de Morefia. M~xi(o,

1861, pág. 96.Op. cir., pág. 9.

El verdadero Juárez, México, 1904.pág. 40.Derniéres notes diplomatlquesechangées entre le Ministére desRélations Extérieures de la RepubliqueMexicane et tes Légations, México,1862, pág. 6.

12 Estos datos, asl como los referentes I

la llegada del seflor wagner, procedendel archivo de la SecretarIa deRelaciones.

2

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7

8

~

, 910

11

que ver con el orden judicial ydel cualforma una verdadera excepción, comolo demuestran los textos relativos dela Consritución y de las leyes sobre lamateria. 11

Esta expulsión es un acto exclusiva­mente gubernativo, que nada tiene

de estOS representantes se :nriquecierancon esquilmos del mISmo clero. Laaun . ,

intervención francesa trajO asl, entre can-ros males. el beneficio de romper unesrado de cosas que estaba agotando anuestro pueblo por inanición ya que alreesrableter la República acreedores yagiociscas se encomraban sol~, sin quienpor ellos exigiera. y el gobIerno pudodivertir a necesidades guemtes el 90%de los ingresos aduanales que amesescuvo obligado a solventar compro­misos siempre inagotables.

IVEl barón Enrique Wagner llegó a la

ciudad de México el 25 de enero de1860. con la investidura de ministroplenipotenciario de Prusia cerca denuestro gobierno; el9 de mano del añossiguiente su soberano la confirmó en esta

misión. y el 25 de julio de ese mismoaño de 61. se encargó accidentalmemede los negocios de Inglaterra y deFrancia. por haberse retirado los repre­sentantes de estas dos naciones.

En defensa de sus nacionales, elministro de Prusia no tenía mucho quele causara preocupaciones, pero con elencargo de los imereses de Inglaterra yde Francia. las circunstancias lo pusieronensimación de beligerante &ente anues­rro gobierno. Desde esta posición pre­sent6 protestas y reclamaciones porrazones de impuestos, y aun más enér­gicamente por los casos inevitables, enun país que se encontraba en guerra, deexpulsión deexrranjeros que perrenedanal pafs invasor. Así las úlrimas molestiasde esta Úldole que tuvo que atender elministro de Relaciones don José Amo­nio de la Fueme, fueron precisamentelas que patrocinaba el señor Wagner,entre ellas una nota colectiva y otra per­sonal de este diplomárico de 2 de OCtu­bre de 62, a las cuales contestaba aquelfuncionario de la República en los tér­minos siguientes:

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