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UNA AUDACIA TREMENDA” - revistamercurio.es · El hereje, en cuyas páginas el prestigioso Premio Cervantes dejó patente su dominio del lenguaje, al que persiguió como si persiguiese

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36JOSÉ LUIS FERRIS: “LA ESCRITURA DE CARMEN CONDE ES DEUNA AUDACIA TREMENDA”

Arrate Sanmartín. Foto Ricardo Martín

Biografía de Carmen Conde, poetisa de lageneración del 27 y primera mujer en formarparte de la Real Academia Española

L E C T U R A S

26NARRATIVA Ha Jin, Günter Grass, Chabón, Maguire, Quiñones,Martínez Reverte, Bendahan, Torday, Silvia Sánchez,Ángel Olgoso, Chivite, Nick Flynn y Javier Pascual

38POESÍA Y ENSAYO José Antonio Padilla, Chantal Maillard, ÁlvaroSalvador, Eduardo Castro y Manuel Delgado

45CLÁSICOVíctor Gómez Pin

JOSEPH CAMPBELL EN LOS INFIERNOSEduardo Lago

¿Por qué Marcel Proust abandonó la vida socialpara centrarse en escribir En busca del tiempo perdido?

Cuando mi gato era pequeño, Mariposa, Cómo como y Stevenson, tú y yo

F I R M A I N V I T A D A

50 El humanista Campbell considera que Finnegans Wakees la culminación de la trayectoria de Joyce

D O S S I E R

MIGUEL DELIBES

08UN CLÁSICO CONTEMPORÁNEO María del Pilar Palomo

Un análisis de su obra enmarcada entre lalibertad de conciencia y los derechos humanos

14UNA BUENA PLUMA, UNA BUENA ESCOPETAJavier Goñi

Recuerdos y anécdotas de un joven redactor enEl Norte de Castilla

11UN HUMANISTA SIN TACHAManuel Leguineche

Las enseñanzas del escritor y del periodista vista por uno de sus mejores discípulos

13VIEJAS HISTORIAS ETERNASLuis Mateo Díez

El arraigo con el paisaje y los personajes

16LA FIDELIDAD DEL ESCRITORGuillermo Busutil

18ENTREVISTA CON MIGUEL DELIBESTomás Val. Fotos Ricardo Martín

“Los tipos ya creados viven en mi cabeza una existencia real”

22VALLADOLIDGustavo Martín Garzo

La ciudad de Cervantes, del castellano y de la novela El hereje

Número 94 I Octubre 2007

El autor a través de los libros Correspondencia 1948-1986 y Muerte y resurrección de la novela

LITERATURA INFANTIL Y JUVENILCare Santos 49

E N T R E V I S T A

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EL DOMINADORDEL LENGUAJE

EDITORIAL

Miguel Delibes cumple otro octubre de su vida y también

sesenta años del Premio Nadal que ganó con La sombra

del ciprés es alargada. Una novela a la que le siguieron

muchas otras, como Las ratas, Los santos inocentes o

El hereje, en cuyas páginas el prestigioso Premio Cervantes dejó

patente su dominio del lenguaje, al que persiguió como si persiguiese

a una perdiz roja, sintético, preciso y natural. El estilo con el que, a lo

largo de su camino por los cotos de la narrativa, del teatro y del

periodismo, armó extraordinarias historias que ahondaron en el alma

y en la defensa de los valores del hombre. Estas son las señas de

identidad de un escritor insobornable, con un admirable trasfondo

intelectual y una seriedad melancólica que impregnan su visión

humanística de la amistad, del amor, de la muerte y de la naturaleza;

temas que ha explorado en sus obras fijándose en la excepcionalidad

de los pequeños detalles y prestándole sus oídos a la dignidad y al

dolor de sus paisanos para darles entidad literaria con su propia voz.

Miguel Delibes ha sido también un importante maestro del

periodismo, al que consideró un borrador de la literatura,

demostrando siempre su independencia, su buena pluma y su

capacidad de resaltar el aspecto afable de cada acontecimiento. En ese

oficio fue un indiscutible y estimado maestro, desde la dirección de El

Norte de Castilla, de jóvenes aprendices como Francisco Umbral o

Manu Leguineche.

Pero por encima de todo, Miguel Delibes es un hombre sabio que se

ha convertido en un clásico vivo y referencial en la literatura

española. Igual que en su tierra, el escritor es un árbol totémico (tal

vez la encina, como señalaba Cela en un artículo de 1995 sobre el icono

de la naturaleza de Castilla) que guarda la historia, la idiosincrasia de

sus gentes y la vida del paisaje.

Presidente José Manuel Lara Vicepresidente José Creuheras MargenatVocales Consuelo García Píriz

Antonio Prieto Martín

Directora Ana Gavín

Mercurio es una publicación de la Fundación José Manuel Lara para el fomento de la lectura

Director Guillermo BusutilEditor gráfico Ricardo MartínCoordinador Fernando MartíConsejo Editorial Carlos Pujol

Adolfo García Ortega Manuel BorrásIgnacio F. GarmendiaJesús Vigorra

Maquetación SumaySigue Comunicación

Imprime Artes Gráficas GandolfoDepósito Legal SE-2879-98ISSN 1139-7705

� FUNDACIÓN JOSÉ MANUEL LARAc/Fabiola, 5. 41004 SevillaTel: 95 450 11 [email protected]

Envío de libros para reseñas:Revista MercurioFundación José Manuel Lara

Para publicidad en Mercurio:Marcos Ferná[email protected]: 95 450 11 40

La dirección de esta publicación nocomparte necesariamente las opiniones desus colaboradores. Tampoco mantienecorrespondencia sobre artículos nosolicitados.

Mercurio tiene una difusión mensual de50.000 ejemplares con distribuciónnacional en librerías y grandes superficies.

PANORAMA DE LIBROS

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D O S S I E R

“La tortura -o tal vez la dicha- del novelista estriba en la imposibilidad de no echar

la llave ni de día ni de noche ”

El universo deMiguel Delibes

ILUSTRACIÓN ORIGINAL DE LA PRIMERA EDICIÓN DE LA NOVELA GANADORA DEL PREMIO NADAL 1947, LA SOMBRA DEL CIPRÉS ES ALARGADA

MIGUEL DELIBES

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MARÍA DEL PILAR PALOMO

Un clásico contemporáneo

Acomienzos de la década de los 60,califiqué la labor novelística deMiguel Delibes como “casticis-mo antitremendista”, analizan-

do una obra que no pasaba, entonces, de lapublicación de Las ratas (1962). Veinte añosdespués, el término “casticismo” hube decambiarlo en un nuevo trabajo por el de“humanismo”, porque en esos veinte añoshabían aparecido unos títulos trascenden-tales: Cinco horas con Mario (1966) o Los santosinocentes (1981). Cuando este año de 2007vuelvo a afrontar el redactar una síntesisgeneral sobre la obra del escritor, creo quedebería matizar aquellos títulos, para pa-sar a situar a Delibes dentro de un “huma-nismo cristiano”, porque su última novelapublicada, El hereje (1998), clarifica, comomensaje definitivo, su posición ante elmundo, el hombre y sus ideologías. Un hu-manismo cristiano muy en la línea apertu-rista y liberadora del Vaticano II, que ya secita en Los santos inocentes.

No es casual, a mi entender, que el cantoa la libertad de conciencia que es El hereje,vaya encabezado por una cita de Juan PabloII, que se corresponde con la premonicióndel tío del protagonista, a punto de ser que-mado en las hogueras inquisitoriales: “Al-

de perspectivas ideológicas contrapuestas.Delibes se configura, a través de su larga

producción, como el novelista defensor delos derechos humanos –Los santos inocentes-,en una aproximación tangencial a la defen-sa de unas tesis, pero sin caer jamás en elesquematismo apriorístico de tal defensa.

Y junto a los derechos humanos y la li-bertad de conciencia está la defensa de un“mundo que agoniza”, ante la despiadada ysuicida agresión a que le somete el hombrecontemporáneo, donde también adquierelos derechos de unos valores humanos unatradición secular, viva y salvadora: Las ratas(1962), en donde el Nini se revela como per-sonaje-símbolo de esa tradición concretadaen Castilla. Porque desde El camino (1950) lanovelística de Delibes inicia la comunica-ción continuada de un mensaje que seráprimordial en su universo ideológico y na-rrativo: la defensa del campesino y campocastellanos concebidos como un sistema devida en trance de desaparición.

Y creo que en esa defensa pueden seña-larse dos etapas bastante definidas: la queva de El camino a Las guerras de nuestros antepa-sados (1975) en el ejemplo, esta última, deun pueblo abandonado. Un éxodo que seinicia en El camino y se presiente en el finalde Las ratas. Pero luego esta defensa se gene-

“Miguel Delibes es un novelista defensorde los derechos humanos y de la libertad deconciencia”

gún día”…”estas cosas serán consideradascomo un atropello contra la libertad queCristo nos otorga. Pide por mí, hijo mío.”Frase que nos convierte al hereje en un már-tir de esa libertad.

En esa defensa de la libertad de concien-cia y pensamiento, Delibes se sitúa ante losdos ejemplos más controvertidos de la his-toria de España: la oposición cruenta de re-publicanos y franquistas de la Guerra Civil,o la actuación opresora y no menos cruentade la Inquisición. La conclusión de 377A, ma-dera de héroe (1987), que descubre el jovenprotagonista, es que los héroes no lo sonpor abrazar una causa noble, porque la no-bleza de la causa estriba únicamente en elsacrificio del que puede y quiere morir porella. Esa es la conclusión a que llega, turba-doramente, el joven soldado franquistacuando intuye que los conceptos de héroe ytraidor se tambalean al contemplarlos des-

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gran tema en una afirmación conceptual:“Castilla como problema”. Sin embargo,creo que es más que una problemática–que la hay, por supuesto- porque junto alproblema social que se destaca, lo que seevidencia es una irreprimible pasión. Ladedicatoria de El hereje, “A Valladolid, miciudad”, es, casi, una declaración amoro-sa, en ese posesivo afectivo que la encua-dra. Pensemos que en esa visión de su ciu-dad en el siglo XVI, ya su protagonista sedeslumbra ante la belleza del campo caste-llano: “Las puestas de sol en la meseta re-sultan a veces sobrecogedoras”.

Pero en ese castellanismo de Delibes–más allá de posiciones elegíacas o críticas-, tal vez lo más perenne y destacable sea suextraordinario conocimiento y su utiliza-ción del idioma. No ya la exacta y rigurosautilización del mismo, en sus registros cul-to y coloquial, sino en el dominio de un lé-xico que se aborda desde distintos campossemánticos y sociales. El agrícola o el espe-cífico de la caza, en un uso casi exhaustivo,era algo que se derivaba de lo temático y queesperábamos sus lectores. Pero es igual-mente riquísimo cuando el léxico se aplicaa campos bien distintos, como el naval –en377A, madera de héroe-, y siempre alejado detodo encasillamiento retórico o erudito. Elidioma, al servicio –en elegante y aparentenaturalidad- de la forma de la poesía, laemoción, la ironía, el sarcasmo, el humor-que de todo hay en su prosa, adopta la sere-na forma de la meseta castellana.

raliza, extendiéndose a la oposición de lonatural frente al progreso degradante, co-mo en la antítesis opositiva de El disputadovoto del señor Cayo (1978).

Se trata de una defensa nunca cerradaa todo progreso, pero sí cuando éste seconstituye como arma de destrucción y ol-vido. (Su inmensa producción no narrati-va es imprescindible para penetrar en estaparcela de su pensamiento). Pero será,obviamente su contribución a la noveladurante medio siglo, lo que convierte aDelibes en el referente obligado de esa no-vela, desde su inicial aparición en 1947,cuando obtiene el premio Nadal con Lasombra del ciprés es alargada.

Fiel a sus presupuestos teóricos e ideo-lógicos, Delibes ha ido produciendo suobra en la órbita de las principales tenden-cias formales de la evolución del género,aunque siempre con moderación y sinromper su línea de persistente continui-dad. (Incluso con la aceptación transitoriade recursos experimentalistas, como en suParábola de un náufrago de 1969). Pero latransgresión temporal, por ejemplo, es labase estructural de El camino, o utilizará en1983 la novela epistolar en sus Cartas de amorde un sexagenario voluptuoso. Será relevante enel calco lingüístico de un lenguaje colo-quial, en idiolectos característicos comolos que representan los Diarios de Lorenzo, talcomo denominó su trilogía sobre el bedelcazador, en su compilación de 2002. Lautilización del lenguaje coloquial puede

RICARDO MARTÍN

DOSSIER Miguel Delibes

adoptar la forma de una transcripción gra-bada en Las guerras de nuestros antepasados(1975). Y por supuesto, en esa indagaciónen el habla cotidiana, el extraordinariomonólogo de Carmen en Cinco horas con Ma-rio, en cercanía al monólogo interior quedominó la década de los sesenta. El textoes un extraordinario ejemplo de un uso co-nativo del idioma, en el que, aparente-mente se defienden unos valores, a travésde una única voz, que el lector va enten-diendo como erróneos y donde, en reali-dad, en un lenguaje oblicuo, se va enalte-ciendo todo aquello que, aparentemente,se critica y ataca. Mario, sin oír su voz, esen este sentido, el prototipo –tan frecuenteen Delibes- del hombre opuesto a un en-torno social –histórico y referencial, porsupuesto-, que terminará destruyéndolecon su intransigencia y su inamovible sec-tarismo. El límite está, naturalmente, enel erasmista Cipriano de Salcedo.

Pero sobre tantos aciertos, creo que De-libes se configuró desde sus primerasobras como el gran novelista de Castilla.Elegíaco y crítico –Las ratas-, ha definido su

“Desde sus primeras obrasse configuró como el grannovelista de Castilla,elegíaco, crítico y conpasión por su tierra”

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El día que llegaron los primeros se-máforos a la ciudad de Valladolid,su ciudad, Miguel Delibes, su hijomás ilustre, se quedó pensativo.

Aquello empezaba a cambiar. Semáforos.Más coches. Más signos de modernidad,el llamado progreso. Le habían llamadode todas partes para apoderarse de él. Lehicieron las mejores ofertas en los perió-dicos y las universidades. Valladolid erauna capital de provincia a escala huma-na, a su escala.

nales de los cincuenta porque a una ciertadistancia de la Universidad yo prefería serperiodista a sus órdenes. Con una zumbacastellana, Delibes aplicaba su humor atodos los órdenes de la vida y de la profe-sión. Yo, a pesar de mi timidez, me sentíaa gusto bajo su mando. No se notaba por-que sabía mandar. Yo tenía poco más dedieciocho o diecinueve años y una tardeme sorprendió al llamarme a su despa-cho: “Manu, te voy a dejar el manuscritode una novela (que acababa de escribir)que se llama Las ratas”. Que un aprendiz deperiodista como yo tuviera el honor de seruno de los primeros en leer Las ratas me de-jó confuso. Me excusé. Yo no me veía aúncapacitado para juzgar las líneas escritaspor el maestro.

Esa misma noche leí la novela entera.Resultó muy fácil leerla por su lenguajediáfano, su transparencia, la profundi-dad de los personajes y su peripecia. Eratodo un paisajista de Castilla, de su Casti-lla, de su Tierra de Campos, campos detierra. Yo iba a la Universidad, pero algomás directo de las clases de Filosofía eranlas enseñanzas de Miguel en su periódico.Ese fue mi principal aprendizaje. Y tuve,por añadidura, la suerte de ser su amigo,fue mi consejero en la vida y en la carrera.Dijo a mi padre que se haría cargo de mí,que no se preocupara. Así fue, y así es has-ta hoy. Recibió los cantos de sirena másllamativos, pero Miguel nunca quiso des-marcarse de su ciudad y de su periódico.En una época de censura sacó la cara. Sudefensa de la comunidad de la Tierra deCampos, de sus labradores y hasta de suscazadores, que eran bedeles en sus nove-las, hacen de este hombre un humanistasin tacha.

Miguel hacía de todo. Crió junto a suquerida Ángeles una familia unida, viajópor el mundo, entró en la Academia, reci-bió la visita de los Nobel, fue cazador deguante blanco y espera la muerte con elhumor que le caracterizó siempre. Cuan-do el ministro Fraga, en tiempos de Fran-co, le echó en cara sus aperturas, le dijopor teléfono: “Me estás jodiendo el experi-mento”. El experimento era aquel tímidoy engañoso conato de libertad que se lla-mó la “primavera de Fraga”. Sobre la Pri-mavera de Praga escribió Miguel un librode viajes. Al régimen le convenía un di-rector más dócil y eso fue lo que tuvieron,más de lo mismo y más lo de siempre: lacensura. Miguel es un trabajador infati-gable, tan infatigable como sus carrerascinegéticas, un hombre, un árbol, unpaisaje.

Era profesor de la Escuela de Comerciodurante el día, novelista por la tarde y di-rector del periódico El Norte de Castillapor la noche. Así fue como le conocí a fi-

Un humanista sin tacha

Delibes, Umbral y Leguineche pasean por Valladolid. EL NORTE DE CASTILLA

DOSSIER Miguel Delibes

MANUEL LEGUINECHE

“Miguel Delibes dijo a mi padre que se haríacargo de mí, que no sepreocupara. Así fue, y así es hasta hoy”

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La ocasión de una hermosa ediciónde los Cuentos Completos de Delibes,en la editorial Menoscuarto, hacepropicio un nuevo viaje a esa zona,

tan reveladora y significativa de su obra,muy concretamente a las Viejas Historias,que son algo así como el crisol de un uni-verso que irradia la totalidad del mismo.

Pocos autores contemporáneos sondueños como Delibes de una miradacomprometida con un mundo y vertidaen un estilo que expresa la peculiar iden-tidad de lo que ese mundo contiene. Lasataduras reales del escritor son muy ex-plícitas, desde la geografía a la catadurade unos personajes que sobrevuelan conla verdad que los haría reconocibles en lapropia vida, pero la trascendencia de lamirada, la hondura y la complejidad conque Delibes se hace dueño de su patrimo-nio, pertenecen a las conquistas de loimaginario.

Un paisaje de la observación que setrasmuta en un paisaje de la universali-dad simbólica, un latido de seres huma-nos que habitan la cercanía de sus másque verosímiles resonancias vitales y seadueñan de esa imagen arquetípica quelos integra, sin más, en la propia reso-nancia de lo que llamamos condición hu-mana. La dirección que encamina lo locala lo universal, lo inmediato a lo eterno,tiene en Delibes una orientación muy po-derosa que fortalece el sentido de las his-torias del modo más significativo y com-plejo.

Se ha dicho más de una vez que las Vie-jas historias de Castilla la Vieja contienen alDelibes esencial y puede que sea cierto,aunque la esencialidad de Delibes se en-cuentra muy expandida por todos los ve-ricuetos de su obra como una irradiación.Es lo que habitualmente sucede con losgrandes autores.

La correa de transmisión entre loscuentos y las novelas produce el reverberodel mismo espejo, siempre con el dato deidentidad creadora que se identifica, alpie de un estilo insustituible, con la vive-za de los personajes. Hay una extraordi-

timientos y sufrimientos. En la denoda-da lucha por la vida de una supervivenciacasi siempre difícil y, con frecuencia, os-cura o postergada.

En el testimonio de las viejas histo-rias, en el recorrido por un censo irrepeti-ble donde quien cuenta y recuenta tieneel don de la mirada, de la comprensión yel aprecio de los secretos de los demás,hay (es verdad) un grado límite de signi-ficación y expresión.

Las armas del escritor se avienen conun fulgor especial a la sabiduría de suuso, son irremisiblemente las armas dequien entiende la vida como portavoz dela misma, sin trabas personales, comoquien conquista lo ajeno desde el máshondo conocimiento.

La eternidad de las historias es, al fin,esa otra conquista radical y absoluta quesupone la derrota del tiempo en la com-plejidad de este espejo de la ficción, don-de el escritor mantiene incólume la pro-puesta para que podamos seguir viendo,leyendo, lo que él miró, vio e inventó.

naria correspondencia entre personajes ypaisajes. El escenario tiene una identi-dad definidora en el sustrato de quieneslo habitan, y muchas de las vicisitudes delos personajes se amoldan a las dramáti-cas tensiones del arraigo y el desarraigo.

El mayor compromiso imaginario deluniverso de Delibes se encuentra en losseres que lo habitan. Personajes que ex-panden la verdad de sus emociones, sen-

Viejas historias eternas

Fotograma de Los santos inocentes de Mario Camus basada en la novela de Delibes.

“Pocos autorescontemporáneos sondueños como Delibes deuna mirada comprometidacon un mundo y con unospersonajes quesobrevuelan con la verdadque los haría reconociblesen la propia vida”

LUIS MATEO DÍEZ

DOSSIER Miguel Delibes

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Miguel Delibes repasa una página de información agrícola de 1913 publicada en El Norte de Castilla.

JAVIER GOÑI

Una buena pluma, una buena escopeta

Miguel Delibes fue director deEl Norte de Castilla, el vetera-no y prestigioso diario de Va-lladolid donde empezó de ca-

ricaturista (firmaba como Max, M de Mi-guel, A de Ángeles, su mujer de toda la vi-da, que se le fue tan pronto, y X, la incóg-nita, el futuro: así eran los novios de en-tonces, los de la posguerra más dura). Eseperiódico en el que creó escuela (desdeManuel Leguineche a Francisco Umbral),del que fue consejero delegado y en el que,una noche de enero del 47 del pasado si-glo, en la soledad del cuarto de los teleti-pos que atronaban como la Gran Berta,aquel cañón alemán de la Guerra del 14 yque tenían un repicar de campanillacuando la noticia lo requería, pudo leer élmismo: “Barcelona: reunido el jurado delNadal…”, el año que lo ganó con 26 añoscumplidos ...

A Miguel Delibes, en la redacción de superiódico de toda la vida, años después,

en limpio de los dineros del escritor. Deli-bes, con pedagogía de narrador que cono-ce su oficio, intentó convencer a El Barbasde que una cosa eran las historias que lecontaba y otra cosa era cómo las llevaba,después, el escritor al papel. A este perso-naje, de boina, de buen andar y mejor ca-zar, le sacó el tema Delibes –está recogidoen Viejas historias… de don José Ortega y Gas-set- y El Barbas le preguntó si acaso era unabuena escopeta, a lo que Delibes respon-dió que era más bien una buena pluma. ElBarbas, lacónico, castellano y furtivo, zan-jó la cuestión con un escueto: bah. Posi-blemente se rascó, a continuación, la nu-ca sin apenas mover de sitio la boina.Sin duda El Barbas sí consideraba a Delibesuna buena escopeta y los demás, además,una buena pluma.

Escribir de Delibes me resulta fácil yademás grato. Durante muchos años lohe tenido cerca, no diré, claro, que a tirode escopeta, pero casi. En unos años queviví, de joven, en Valladolid se me desper-

“Delibes fue director de ElNorte de Castilla, periódicoque creó escuela y del quesalieron Manu Leguinechey Francisco Umbral”

siendo ya un novelista de éxito, se le pre-sentó uno de los personajes de uno de suslibros, Viejas historias de Castilla la Vieja, a so-licitarle –aconsejado quién sabe por quéespabilado- su parte correspondiente dederechos de autor, pues aquel viejo filóso-fo de la naturaleza, furtivo con tino quetantas filosofías de andar por el campo lehabía hecho compartir a Delibes, arma alhombro, paciencia de santero y habilidadpara enhebrar conversaciones, silencios y–desde luego- briznas de tabaco, que am-bos dos eran muy de pitillo de liar. El Bar-bas consideraba que algo tenía que sacar

EL NORTE DE CASTILLA

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que decían que se las tuvo con el viejo Laraque no logró conmoverle con sus anticiposy dice la leyenda que compró Destino paratenerlo en su cuadra. Él me los dedicabacon esa letra minúscula que tenía, eseejército de hormigas de tinta azul y de di-fícil comprensión, sin sobre y en unos tar-jetones donde sólo ponía Miguel Delibes.La primera semana de enero de 1985, pasécinco tardes con Delibes en su casa de Va-lladolid, magnetofón en mano, con la in-tención de hacer con él un libro de conver-saciones (Cinco horas con Miguel Delibes, An-jana Ediciones 1985). Lo dividí en cincograndes apartados: su niñez de niño bienen el Valladolid de los años veinte, su fu-gaz paso por la guerra civil (que le impre-sionó profundamente, le hizo pacifistahasta las cachas, en el buen sentido de lapalabra, aunque se le disparó su naturalpesimismo y de este mal no ha habidodesde entonces pócima alguna que le ha-ya aliviado el alma), sus inicios periodís-ticos, literarios –desde su proverbial ada-nismo que tanto se ha exagerado; se hallegado a creer que empezó a escribir antesque a leer-, su preocupación por Castilla(su pesimismo), por el ecologismo (su pe-simismo) y por el mundo en general (supesimismo).

tó la vocación de periodista. Leía El Nortede Castilla de adolescente; asistí a las pri-meras conferencias de mi vida en el salónde actos de El Norte… -el más interesadoen la programación era el gobernador civilde la provincia y jefe provincial del Movi-miento: multa va, multa viene, prohibi-do esto por esto, aquello por aquello, pueseso: finales de los años sesenta, no en laprehistoria-; y me presenté, jovencísimo,a un concurso de artículos periodísticosque convocaba el diario. Un concurso quenunca gané, aunque ese año me acerqué ala calle Duque de la Victoria –los redacto-res entraban por la otra calle, la de Monte-ro Calvo- y el mismo Delibes, a quien se lopregunté, me dijo quién había ganado.En el verano de 1975 hice mis primerasprácticas periodísticas en El Norte y porahí andaba, a media tarde, Delibes, dán-dose una vuelta a ver cómo venía la cróni-ca política de Pepe Oneto, desde Madrid–aquel agosto del 75, qué mes aquél, quéaño aquél- o la crónica –mundana- de Pa-co Umbral. Uno, aprendiz de todo y cons-pirador de nada, cortaba las tiras del tele-tipo con los textos de Oneto o de Umbral,las pegaba con engrudo en cuartillas ama-rillas, las numeraba y con un bolígrafoiba enmendando las erratas telegráficas,

mayúsculas, acentos y demás imperfec-ciones. Una tarde de aquel agosto, Delibesleyó por encima de mi hombro unos pá-rrafos de lo de Oneto, cómo viene lo deOneto, le comentó al redactor-jefe –en-tonces aquel diario era de un solo redac-tor-jefe, hombre-orquesta, José AntonioAntón-, y tal vez Delibes, como buen con-sejero-delegado, se angustió por las fi-nanzas (de tan boyante diario, por otro la-do), pues todavía existían gobernadoresciviles que ponían multas.

La vida de uno siguió su rumbo, encon-tró acomodo en el periodismo cultural y aDelibes, que lo había leído desde crío, em-pecé a tratarle como escritor. Le hice en-trevistas, escribí artículos, me ocupé desus libros; me los enviaba la editorial Des-tino y también Planeta; Planeta, menos,

“La Guerra Civil le disparó su natural pesimismo y de este mal no ha habidopócima que le hayaaliviado el alma”

DOSSIER Miguel Delibes

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GUILLERMO BUSUTIL

La fidelidad del escritorCorrespondencia 1948-1986. Delibes y Josep Vergés y España 1936-1950:Muerte y resurrección de la novela descubren la personalidadhumana y literaria del autor vallisoletano

La naturaleza, los hombres y la lite-ratura, son los caminos por los queha transitado la vida y la obra deMiguel Delibes. El escritor que

aprendió de la caza la minuciosa observa-ción de los pequeños detalles y del perio-dismo a resaltar el aspecto humano de ca-da acontecimiento y a ceñirse a una expre-sión sintética. Dos cualidades que, juntocon su ética y su sencillez, están presentesen su narrativa, en su teatro, en sus artí-culos y especialmente en dos libros: Corres-pondencia 1948-1986. Delibes y Josep Vergés y Es-paña 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela(Destino), cuya lectura lesdesvelará a sus seguidores elcarácter introspectivo, lacoherencia y la grandeza delvallisolitano.

El primer volumen es uninteresante epistolario queabarca treinta y ocho añosde nutrida corresponden-cia, iniciada en 1948 con eleditor de su novela ganado-ra del Premio Nadal y de susposteriores libros. Esta re-lación, marcada por la edu-cación de ambos y la dis-tancia que, carta a carta, sefue transformando en laprofunda complicidad conla que estos dos hombrescompartieron los entresijosde la literatura, la censura,dramas temporales, éxitos, el paso deltiempo, desencantos y esperanzas, laconsolidación de la trayectoria literariadel escritor y los ocasionales desencuen-tros que supieron salvar con el afecto delas palabras y del respeto. A lo largo de es-tos diálogos con matasellos los dos ami-gos se entrecruzan borradores de contra-tos editoriales, noticias sobre los naci-mientos y problemas de los hijos, impre-siones acerca de otros escritores, peticiónde favores personales o destinados a terce-ras personas (Delibes recomienda a su

Estas misivas, de importante valor docu-mental, nos acercan de manera explícita lapersonalidad de Delibes y su forma de pen-sar el sentimiento y de sentir el pensamien-to, como defendía Unamuno, además deenseñarnos que un verdadero amigo es, se-gún afirma el escritor a la muerte de Vergés,“un asidero seguro que todos los hombresbuscan y administran como un tesoro”.

LA GENERACION DEL NADALUn buen cazador ha de ser intuitivo y debesaber escrutar los atributos y movimientosde sus presas y su entorno. Esa cualidadsirve igualmente para valorar a las perso-

nas que comparten su hábi-tat y también su mismo ofi-cio y pasión. Así lo demues-tra Miguel Delibes en el se-gundo libro, España 1936-1950:Muerte y resurrección de lanovela, donde el periodistade El Norte de Castilla llevaa cabo unas certeras impre-siones a vuela pluma de al-gunos escritores coetáneos,en las que esgrime, con co-nocimiento lector y afecto,los aciertos y peligros de lossucesivos ganadores delPremio Nadal y de otros au-tores generacionales. Enesta galería de ilustres per-sonajes, destaca la sem-blanza de Cela, a quien con-sideraba un gran escritor

sin género con un agudo instinto comer-cial y un bullicioso carácter que le conver-tía en un competidor de Dalí y en un “due-lista” en constante tiroteo con los escrito-res de su generación. De Gironella opinaque es el primer novelista en hacer best-se-ller y resalta la poderosa imaginación me-tafísica con la que suplía la vulgaridad desu prosa. Con el autor de Los cipreses creen enDios protagonizó el vallisolitano una anéc-dota, que explica su audacia periodística,cuando la censura le prohibió a Gironellahacerle una entrevista a don Juan de Bor-

o Las ratas, sobre la conveniencia de pre-sentarse a premios como el Planeta, y elque recoge las demandas y los tiras y aflo-ja económicos entre el escritor y su editor.Un apartado, este último, en el que sobre-sale la dignidad y transparencia con laque Delibes, corresponsal de Vida Depor-tiva y también novelista, reclama pagos,anticipos y liquidaciones que no ocultansus agobios con el dinero, sus necesidadesfamiliares ni el malhumor que a veces leocasionan los retrasos o el descuadre desus cuentas domésticas.

editor los reportajes del joven Manuel Le-guineche) y la preparación de viajes entrelos dos matrimonios, debido a la amistadextendida entre las mujeres de ambos:Ángeles y Rosa. Pero donde mejor semuestra la franca humanidad del escritores en tres “apartados” temáticos. El con-cerniente a las emotivas confesiones dolo-rosas, entre las que sobresale la misiva deDelibes contándole a Vergés que su mujer“ha hecho mutis y nos ha cambiado la de-coración sin enterarnos”. El que englobalas dudas e impresiones compartidasacerca de novelas en proceso o entregadasa la editorial, como La hoja roja, En el camino

Josep Vergés, primer editor de Destino y Miguel Delibes. DESTINO

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mejor del volumen es la pedagógica lección,de rabiosa vigencia, sobre la labor creativa ysu propia obra. Unas brillantes páginas enlas que el maestro delineante de personajesprofundiza en la fidelidad del escritor a su

yo personal y en que la eficaciadel novelista depende de su ta-

lento para arrancar destellosnuevos de temas viejos y de te-

mas viejos y de conseguir “que lanovela sea, en todo momento,

una armonía”. Sus confesionesabordan también su desconfianza

hacia el novelista de laboratorio enfavor de aquel que intenta descifrar al

hombre y que sabe tenderle un puenteal lector para trasladarlo a su mundo li-

terario.Estos dos libros, repletos de curiosos de-

talles humanos y de una destacable y preci-sa lucidez acerca del proceso creativo y de lacondición del escritor, resultan imprescin-dibles para conocer la envergadura ética yliteraria de Miguel Delibes. El excelente es-critor que simboliza la depuración del esti-lo, la sensibilidad y la brillantez de cumplirla misión, como él mismo señala, de desci-frar al hombre y revelárnoslo en su auténti-ca desnudez

bón y Delibes, entonces director de El Nor-te de Castilla, voló a Barcelona y le hizo laentrevista a su amigo escritor como si éstefuese el mismísimo don Juan. Un ardidque les permitió burlar la censura y provo-car una comentada polémica. En ese reco-rrido por los escritores de su época, se de-tiene también en la pulcritud y brillantezde estilo de los cuentos de Aldecoa, en elcompromiso de Juan Goytisolo y en la fan-tasía, capacidad de observación e irónicosentido del humor, de un Sánchez Ferlosiobuscándole siempre las vueltas a los con-vencionalismos. Al margen de esos jui-cios, cercanos y desprovistos de rivalidadliteraria, queda patente que Miguel Deli-bes era un atento lector de sus contempo-ráneos, además de ser amigo y admiradorde la mayoría.

LA CREACION LITERARIAEn la segunda parte de este libro, MiguelDelibes se revela como un lúcido conferen-ciante y teórico de la literatura españolaque, con su habitual sobriedad y respetuosasencillez, expone con criterio cabal sus con-sideraciones acerca de la literatura de la in-mediata postguerra, “en la que impera laconciencia del drama sobre la construcción

formal de la novela”, elmovimiento behavioristade los cincuenta queencauzó con vigor lanovela española haciael esteticismo y que le “per-mitiéndole a la cultura española reanu-dar el contacto con la cultura del mundo,además de buscar un distanciamiento conrespecto a la historia y una mayor plastici-dad en el lenguaje”. Igualmente reflexionasobre el realismo social, cuyo afán por de-nunciar las desigualdades provocó un des-aliño de la prosa y, finalmente, interpretalas cualidades de la narrativa de los años se-tenta definida por la buena costumbre decontar buenas historias, por la influenciade la poesía y por su afán cosmopolita. Lo

Las reflexiones de Delibesacerca de la literaturatienen una rabiosavigencia e interésdocumental

DOSSIER Miguel Delibes

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Miguel Delibes (Valladolid,1920) es, sin duda alguna, elescritor español más impor-tante de la segunda mitad del

siglo XX. Y esa influencia no se mide úni-camente por los premios conseguidos des-de aquel ya lejano Nadal de 1948 por La som-bra del ciprés es alargada; tampoco por el reco-nocimiento crítico y académico. La autén-tica grandeza de Miguel Delibes reside enque su Literatura, las obras y personajescreados por su genio, han trascendido elmundo literario y han pasado a formarparte del imaginario colectivo, incluso elde aquellos que nunca han leído una desus novelas. El Príncipe de Asturias, elCiudad de Barcelona, el Cervantes…, ga-lardones que, con ser muy importantes,jamás igualarán la gloria que supone quetantos y tantos de sus personajes sigan vi-vos. Delibes levantó un mundo cuyo paisa-je son criaturas, seres humanos que tie-nen nombre: Cayo, Lorenzo, Daniel, Men-chu, el Nini, Carmen Sotillos….

“LOS TIPOS YA CREADOS VIVEN EN MI CABEZA UNA EXISTENCIA REAL”

Entrevista de Tomás Val | Fotos de Ricardo Martín

mos de 1948, un fabulador nato, un extraordi-nario creador de personajes y de situaciones.Me pregunto si esas criaturas y esas fábulas si-guen fluyendo en su imaginación aunque nosean trasladadas al papel o si, al contrario, lospersonajes literarios no aparecen más quecuando se los invoca negro sobre blanco.

Siempre me atrajeron los personajesen mi relación con la novela. El personajesuele ser la novela. Un buen personajedespierta siempre el interés y el afecto dellector que hace suya su aventura. Unasdocenas de buenos personajes conformanun grupo en el que la condición humanapuede analizarse.

Muy a menudo, en determinadas situacionesde la vida, recuerdo alguna de sus novelas opersonajes y ese recuerdo me ayuda a com-prender mejor esta realidad “no literaria”.Siento curiosidad por saber si en la mente deMiguel Delibes están presentes Daniel el Mo-chuelo, El Nini, el Ratero, Cipriano Salcedo, Ca-yo… o si evoca con más frecuencia a otros per-

Ignoro, don Miguel, si en la cabeza de su cre-ador –y a pesar de poseer, en su caso, unaobra tan grande– ésta adquiere una especiede unidad, si conforma un paisaje único. Deser así, me gustaría que me dijese cómo veusted ese universo formado por sus perso-najes, paisajes e historias.

Esto es cierto. Castilla es mi paisaje–salvo en casos excepcionales (Chile, Can-tabria…), habitado por personajes que yomismo he creado y que en mi mente per-manecen vivos.Miguel Delibes fue siempre, desde aquel leja-no La sombra del ciprés es alargada, habla-

“A veces me parece que la vida es

tan brutal que nosotrosmismos hacemos

por perderla”

MIGUELDELIBES

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Miguel Delibes en eldespacho de su casa con elretrato de su mujer,Ángeles de Castro, al fondo.Mayo de 2007.

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sonajes, quizás alumbrados porotros autores.

Los tipos ya creados vivenen mi cabeza una existenciareal (poco los de novelas aje-nas), los recuerdo con fre-cuencia y con cariño ante pa-labras o situaciones que lesfueron familiares y los re-cuerdo con sus tics y su len-guaje, incluso con sus ges-tos: Lorenzo el cazador, Ca-yo, Menchu, Paco el Bajo…Bien mirado, unos están másvivos que otros. Por ejemplo:a los viejos de La hoja roja, qui-zás porque tenían menos re-lieve, apenas acudo.

Miguel Delibes nació en 1920,hace tiempo que sobrepasó laedad de don Eloy, el protagonis-ta de La hoja roja, quien, en lanovela, acaba de cumplir seten-ta años. ¿Es la vejez como se laimaginó al escribir ese libro,cuando Delibes no tenía aúncuarenta años?

Para mí no lo ha sido.Siempre imaginé la vejez so-segada, desapasionada, sindolores ni molestias. Eso sí,con la cabeza confusa y las ide-as más turbias. No es así. Veo claro y piensoclaro. No quiero decir que acertadamente,sino simplemente que pienso con claridad.La postoperación de un cáncer me dejó muydisminuido, muy deteriorado, con muchosagujeros y, después de nueve años, ningu-no ha desaparecido.

Alguna vez le he oído comentar que no sepierde el talento, sino la curiosidad, que poreso ciertos artistas dejan de trabajar. Me gus-taría mucho saber qué le sorprende de este si-glo XXI; qué le llama más la atención de estaactualidad que vivimos.

La curiosidad se va perdiendo poco a po-co. A veces me parece que la vida es tan bru-tal que nosotros mismos hacemos por per-derla. No sé si yo tengo talento, pero he per-dido la capacidad de concentración, la disci-plina para pensar, el oficio. Hoy, si no cazoes porque me faltan energías (el cansanciono se va nunca), pero si no escribo es porqueno puedo concentrarme ni ordenar mi pen-samiento. No acierto a mandar en mí. Qui-zá en todo ello haya un poco de dejadez.

La voz de Delibes estuvo siempre al servicio delos oprimidos, su pluma siempre se colocó allado de los más débiles. ¿Es la Literatura unade las pocas armas que tenemos para ejecutar

hasta quienes nunca leyeronun libro suyo lo sientan comoun escritor cercano?

Yo no conozco las razonesque mueven a los lectores aleerme. Sin duda las haypuesto que mis lectores sonbastantes. En principio quie-ro creer que se sienten atraí-dos por los tipos que creo ypor sus peripecias: el anhelode justicia, la solidaridad.Por lo menos en ese sentidose expresan mis espontáneoscomunicantes.

¿Se quedó alguna historia en eltintero, don Miguel?

Sin duda ninguna. Pero,¿cuáles? Mi pérdida de vitali-dad se manifestó también enesto: no me interesaba in-ventar nuevas historias. Mefaltaban las fuerzas y el hu-mor; me sentía incapaz.

¿Sirve el saber que la obra lleva-da a cabo es inmortal para en-vejecer de diferente manera?

Es mucho decir. Yo no sési mi obra es mortal o inmor-tal. Ni de qué manera hubie-ra envejecido de no haberla

escrito. Sólo el tiempo resuelve esos pro-blemas.

Siempre he tenido el convencimiento de quela lectura de sus libros me hacía mejor; de quesus novelas contribuyen a mejorar el mundo.Por cierto, ¿le gusta este mundo actual?

Me alegra tu testimonio. Yo tambiénme siento mejor al escribirlas. A ratos, in-cluso feliz (poco tiempo, minutos). La fe-licidad perpetua creo que no existe másque en la insensibilidad de los tontos. Lasituación del mundo no ayuda a ello. Esun pozo de odios y resentimientos que vacreciendo con la Historia.

Su nombre siempre estuvo muy asociado alde Castilla. ¿Se atreve a hacer algún pronósticoacerca del destino de esta tierra?

Nunca será ubérrima, creo, pero sípuede mejorar. Infinitos problemas gra-vitan sobre ella (clima, falta de agua,mala tierra) y aunque la tenacidad denuestros labradores es admirable, nece-sitarían una fuerza colosal para conju-rarlos. Yo luché muchos años por la re-dención del campo castellano (lo que medejaron) pero con poco éxito, como ustedpodrá comprobar.

“Siempre imaginé la vejezcon la cabeza confusa y las

ideas más turbias. No es así. Veo claro y

pienso claro.”

una cierta justicia, aunque sea poética?La idea de redimir a los oprimidos im-

pulsó mi pluma desde un principio. Fueuna meta. Y en mi juventud no me pare-ció sólo una idea romántica. La creía efec-tiva. La Enciclopedia de los revoluciona-rios franceses del XVIII me dio idea de loque se podía conseguir con una pluma.Luego te das cuenta de que tu pretensión,en solitario, es una utopía. Pero tampocoes esto, puesto que tu obra (a juzgar porlos ecos que recojo) ha hecho una labor,unos prosélitos. Podría hablarse de unatransformación paulatina, muy lenta, dela sociedad.

¿Será ese espíritu compasivo, caritativo ha-cia sus personajes, el que –además de la in-negable calidad literaria– ha hecho que Deli-bes haya sido aceptado por tanta gente; que

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FOTOS: RICARDO MARTÍN

1. Pináculos de SantaMaría la Antigua.

2. Busto relicario deSanta Ana. Obra deJuan de Juni. 1507-1577.

3. Casa de Cervantes. 4. Detalle del coro del

Colegio deSan Gregorio.

5. Estatua de Felipe II.

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cebido el hombre. Pues si un dios ha sidocapaz de morir por nosotros ¿cómo es po-sible que nuestra vida pueda no tenersentido? Pero Delibes nos dice que no ha-ce falta que un dios sufra por nosotros,basta que otro hombre lo haga, alguienquerido (y no podemos olvidar que carus,querido, raíz de la palabra caridad, es lamisma que la de la palabra italiana cari-zia). Como si nuestra pobre vida sólo pu-diera encontrar justificación en ese en-cuentro con los demás, que es lo que su-

AValladolid mi ciudad”, esta esla dedicatoria que puede leerseal abrir El hereje, la última no-vela de Miguel Delibes. El hereje

gira sobre el Auto de Fe que en el sigloXVI condenó a la hoguera al doctor Caza-lla y a su grupo de inquietos amigos. Esuna novela que habla de la teoría lutera-na de la justificación por la fe, que pue-de que sea una de las ocurrencias más lu-minosamente disparatadas que ha con-

VALLADOLIDUn mundo lleno de escudos de piedras

pero también una ciudad que supoproyectarse a través de su universidad,

sus mercados y sus viajeros

GUSTAVO MARTÍN GARZO

LA CIUDAD SENTIDA

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cede en las últimas páginas de El hereje,cuando en una de las escenas más con-movedoras de nuestra literatura recien-te, Minervina aparece para acompañar aCipriano, su antiguo niño, hasta la ho-guera, en un gesto en que viene a decír-senos que si la muerte no puede evitarsela misión del hombre es hacer, como pe-día Quevedo, de sus propias cenizas pol-vo enamorado.

Esa debe ser la tarea del viajero, ver enlas calles y los lugares que visita ese rastroamoroso de las palabras y los sueños de loshombres. Y Valladolid le ofrecerá nume-rosas ocasiones para hacerlo. De formaque si visita, por ejemplo, su Museo de Es-cultura encontrará la memoria del dolorde los hombres, pero también, si sabe mi-rar, la de esos arrobos, antojos y suspirosque hacen del cuerpo humano, con sus si-metrías y su incomparable suavidad, elúnico templo hecho a la medida de nues-tros sueños. Valladolid es, en suma, unmundo lleno de escudos de piedras, de lascrónicas de atribulados nobles que, conmás frecuencia de la debida, confundíansu honor con su patrimonio, pero tam-bién una ciudad que supo proyectarse ac-tivamente en el mundo a través de su uni-versidad, sus mercados y sus viajeros, ydonde tuvieron lugar debates esencialespara la modernidad como aquel que en elMonasterio de San Gregorio llevó a al pa-dre de las Casas y a otros dominicos a de-nunciar los excesos de la conquista, y adefender el derecho a la igualdad y la li-bertad de todos los hombres. Como tam-bién fue la ciudad que eligió Cervantes pa-

ra vivir. Aunque no fuera aquí excesiva-mente feliz y sufriera un buen número dedesventuras, entre ellas, la de ser acusadode un asesinato, a principios del sigloXVII. Pero paseó por sus calles, y escribióen ellas dos de sus novelas ejemplares y,sobre todo, pudo ser aquí donde empezaraa escribir El Quijote. Lo que no es en abso-luto un asunto desdeñable, ya que hablarde Cervantes es mucho más que hacerlodel príncipe de los ingenios, o del regocijode las musas, sino que es hacerlo de lacompasión, la misericordiosa ironía y elanhelo de la libertad. Esa misma libertad

que está en el vuelo de sus vencejos duran-te el verano, en las ensimismadas cigüe-ñas, y en los viejos paseos en barca por elPisuerga. En los merenderos de la orilladel Esgueva, que no sé si siguen existien-do, o en las películas de Bergman, Mizo-guchi, Ozu o Kierostami, vistas en su Se-mana de Cine. Y en tantos libros impres-cindibles: en Desde el amanecer o en Memo-rias de Leticia Valle de Rosa Chacel, en Vida deSan Pedro Regalado. Sueño o en Hay más deFrancisco Pino, en El hijo de Greta Garbo o Enmemorias de un niño de derechas de FranciscoUmbral, o en La Guía espiritual de Castilla yen Sara de Ur de José Jiménez Lozano. Y porsupuesto en toda la obra de Delibes. En li-bros, por ejemplo, como La hoja roja, Cincohoras con Mario o Mi idolotrado hijo Sisí. Porqueen la obra de Delibes está nuestra ciudad,nuestras gentes y nuestra querida y her-mosa lengua, pero también la gran tradi-ción realista europea, y la convicción deque la literatura más allá de sus valoresestrictamente lingüísticos se sustenta so-bre principios como la defensa de la in-fancia, el amor a la naturaleza o la pre-gunta por la muerte.

Valladolid profundo, así la definió Jor-ge Guillén. Pues Valladolid, tal vez por en-cima de cualquier otra cosa, es ciudad deescritores. “Nunca la tuve, pero me tie-ne”, dijo el poeta provenzal Arnaut Da-niel. Hablaba de la poesía, pero bien po-dría estar haciéndolo del alma del hom-bre. Eso es leer, seguir ese rastro del alma.Nadie entre nosotros lo ha hecho comoMiguel Delibes. Por eso visitar hoy Valla-dolid es leerlo, aunque no lo sepamos.

Grabado de Valladolid de la primera mitad del siglo XVI realizado en 1547 por Braun y Hogenberg y, debajo, placa del itinerario reflejado en la novela El hereje.

“La tarea del viajero es ver, en las calles y los lugaresque visita, ese rastro amoroso

de las palabras y los sueños de los hombres”

“Valladolid es un mundo llenode escudos de piedra y de lascrónicas de atribulados noblesque confundían su honor con

su patrimonio”

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LECTURAS NARRATIVA

Con Despojos de guerra, HaJin (1956) consolida unatrayectoria que habíarendido frutos en al-

gún libro de relatos y en novelascomo La espera, En el estanque ySombras del pasado. Nacido enChina, y antiguo miembro delEjército de Liberación Popular,cabe constatar su marcha en1985 a EE.UU. con el fin de estu-diar en la Universidad de Bran-deis. Allí, y mientras finalizabasu tesis doctoral sobre EzraPound, le sorprendería la ma-tanza de Tiananmen en 1989,clave en la decisión de no retor-nar a su país. En la actualidad,es profesor en la Universidad deBoston.

Ha Jin es, pues, representa-tivo de lo que algunos han dadoen llamar la diáspora china.Una multiplicación millonaria

que ha tejidosus redes pordiversos paísesdel suresteasiático, Euro-pa y Nortea-mérica. De en-tre ellos, unaparte peque-ña, pero signi-ficativa, ha lo-grado hacerseun hueco entrelas preferen-

cias de la crítica y lectores occi-dentales. Es el caso de narrado-res como Yang Lian, Gao Xing-jian, Hong Ying , CatherineLim, Amy Tan o el propio Jin.

Un reconocimiento recom-pensado, en el caso de Ha Jin,con la concesión de numerosospremios como el PEN/He-mingway de cuento, el Natio-nal Book, el PEN/Faulkner o elgalardón de finalista de los Pu-

litzer 2005, los dos últimos porla novela que nos ocupa.

Despojos de guerra nos sumer-ge en la guerra de Corea, unconflicto que vertebraría la zo-na con la partición de ese paísen dos estados, norte y sur, demuy diferente signo: uno,prosoviético; y otro, proocci-dental. Para ello, se sirve deuna historia en la que el prota-gonista, Yu Yuan, un ancianoa punto de acabar sus días ycon parte de su familia enEE.UU., decide escribir su ex-periencia como combatienteen Corea y prisionero en varioscampos de internamiento,después de ser apresado a lospocos meses de traspasar lafrontera en 1951 con su Divi-sión, la 180, y hostigar oficio-samente –de manera oficial,China estaba fuera del conflic-to- al ejército norteamericano.

Estamos, por tanto, anteuna novela bélica, pero dondelo más importante no son lasacciones militares de una uotra potencia, sino la aventurainterior de un personaje ator-mentado, como todos, por losdemonios políticos domésti-cos, por el juego perverso de

una fuerza superior que, cu-riosamente, no es el teóricoenemigo, aunque actúe con lafrialdad, crueldad e indiferen-cia achacables sólo a una ma-quinaria cuyo único objetivoes cercenar cualquier posibili-dad, por débil que sea, de cues-tionar o interferir en las deci-siones o intereses del Partido.

Yuan tendrá que aprender asobrevivir en ese maquiavélicojuego de ajedrez entre nacio-nalistas y comunistas, sujetosiempre a la sospecha y testigode un sinfín de horrores,mientras toma decisiones tansimples como la vuelta a laChina maoísta o exiliarse enalgún país de signo opuesto,condicionado por la espera desu madre y su novia, y sin in-comodar a unos u otros ni quetenga consecuencias fatalespara él o los suyos. El protago-nista se sabe un simple despo-jo, mercancía de segunda ma-no siempre dada a la sospechade un reciclaje reparador.

Pero para conseguir trasla-dar al lector todo esto, Ha Jindivide la novela en capítulosengarzados de manera tan su-til que se tiene la sensación deque sean independientes y pu-diera retomarse la lectura encualquiera de ellos sin resen-tirse en exceso. Es esa habili-dad tan próxima a una concep-ción muy periodística del rela-to y la capacidad para desnu-dar los temores, los anhelos olos instintos más primarios, laque convierte a este autor enun novelista mayoritario, ysiempre cercano, y a Despojos deguerra en una excelente novelasobre la fragilidad del ser hu-mano frente al ejercicio ciegoy autoritario del poder.

Despojos de guerra

Ha JinTusquets Editores20 euros379 páginas

LA DIÁSPORACHINA

JESÚS MARTÍNEZ

UNA NOVELABÉLICA Y DECONCEPCIÓNPERIODÍSTICADEFINIDA POR LASUPERVIVENCIADEL PROTAGONISTAENTRE ELNACIONALISMO YEL COMUNISMO

Ha Jin. TUSQUETS

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LECTURAS NARRATIVA

Ahí están los librospara contradeciresta opinión, perouno se teme que los

europeos parten con desven-taja en la carrera contra eltiempo que puede suponerescribir un libro de memo-rias. Y de entre los europeostodos, los que más, sin du-da, aquellos centroeuropeosque se quedaron encerradosentre varias guerras, o loseuropeos de más al este, losque lindan con el muro delos Urales o los que se aso-man al enorme balcón que esel Mar Negro. Qué dificulta-des para hacer memoria notendrá una cultura que havisto dibujar y desdibujarsus fronteras (hasta el puntode, quizá, estar haciéndoloaún hoy mismo); o que havisto cómo una de sus ciuda-des (piensen en Gdansk, y enBrno y en Plzen, y en Lviv, oLwów, ya no recuerdo) cam-biaba de nombre una y otravez, por mucho qué nadie enella hubiera cambiado si-quiera alguna vez de casa (ypiensen ahora en Dánzig, yen Brünn y en Pilsen, y enLemberg, o Lvov, ya qué másda); o los que, en su infan-cia, compraban leche en ale-mán y después para llevarlahasta la cocina cruzaban to-da una región etno-históricaque alguna vez se llamó Ca-subia y que podía hacer apie, pero debían hacer ya enotra lengua; o qué decir, sinmás, de quién ha visto cam-biar su nombre en un pasa-porte. Hablamos al menosdel doble datos y, por tanto,de imprecisión, a la hora derecordar. Y de esto habla -o

con esto de por medio habla,sería más exacto- GünterGrass en su último libro Pe-lando la cebolla, que es el pri-mero de sus memorias y unpaseo por esas lenguas y esasciudades mutantes, que em-pieza al finales de los añosveinte y termina en el Parísde un novelista, que ya esuna cosa muy distinta. Aun-que no pretenda el autor ale-mán hacer tesis sobre estosasuntos de más arriba estándesde luego presentes a lolargo de las páginas de vagoso poco sistemáticos recuer-dos de infancia y formación.La intención de Grass ha si-do, en esta ocasión, recor-dar, sin más, ir arañándolecapas a una cebolla que usa-rá como metáfora/excusa ala hora de elegir los momen-tos a narrar. No tanto aque-llo que pudo marcarle, o pu-do ser importante desde elpunto de vista del lector, oque es necesario recordar(para que no se vuelva a olvi-dar), sino simplemente sa-car de nuevo a la luz los mo-mentos que han querido sersacados. Pelando la cebolla noes en absoluto una biografía

exhaustiva, ni una guía deviaje a lo largo del mapa lite-rario de la época, no es unaconfesión (aunque tanta po-lémica haya desatado el en-contrarse con un Grass entrelos nazis, que, dicho sea depaso, al menos en lo narrati-vo la anécdota no da paratanto), ni es un ajuste decuentas, ni contra nadie, nicontra él, ni contra su tiem-po. Y decía vagos, los recuer-dos, porque el punto de vistaelegido por el autor de El roda-ballo así lo permite, a esoobliga. Trata Grass de que ellector “vea” esos recuerdoscomo él “los está viendo” enese momento; es decir, es unGrass que mira desde fueralo que pasó en otro tiempo.Así, ve a unniño cantarhimnos o leerpoemas, a unadolescentelanzar gritospolíticos oterminar unanovela que es-conderá enun cajón, aun adulto ha-cerse adulto através de laguerra, de la literatura, delamor. Pero nunca será élquien hizo todas esas cosas.Fue otro. Otro Grass, pero noeste de ochenta años que noshabla hoy. Fue el Grass-no-velista, quizá, y por eso lamayor parte de las anécdotaslas cuenta no por el afán bio-gráfico sino porque las con-sidera claves para entenderel resto obras. Por eso, el lec-tor de esos libros, este libroya casi lo ha leído.

Pelando la cebolla

Günter GrassAlfaguara21,50 euros416 páginas

LOS RECUERDOSDE OTRO

PAUL VIEJO

ALFAGUARAGünter Grass.

EN ESTE LIBRO,QUE NO ES UNABIOGRAFÍA NI UNACONFESIÓN,GÜNTER GRASSREÚNE LASANÉCDOTAS QUECONSIDERACLAVES PARAENTENDER SUOBRA

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Sesenta y dos años des-pués de que terminasela Segunda GuerraMundial y con tantos

libros, películas y documenta-les sobre el genocidio judío,imágenes que forman parte dela memoria de todos, a pesar dehaber nacido después de 1945,lo más lógico sería que ya estu-viese todo dicho, que si alguientuviera el empeño de abordar elHolocausto de una forma no-vedosa estaría abocado, sin re-medio, al más peligroso de losresbalones. Sin embargo, y es-to resulta más paradójico aún,es en la novela juvenil dondehe encontrado últimamentelas propuestas más originalespara encarar el que probable-mente es el episodio más ver-

gonzante detoda la Histo-ria Contempo-ránea: loscampos de ex-terminio. Elprimero deesos libros a losque hago refe-rencia es El niñocon el pijama derayas, de PeterBoyne, y el se-

gundo, este del que nos ocupa-mos ahora. Pero como aplicarel término “juvenil” a un libroque de igual modo puede servirpara el disfrute de un adultocomo el que escribe esta reseñame parece limitarlo innecesa-riamente, abundaré, antes decontinuar, en que La solución fi-nal sirve lo mismo para un rotoque para un descosido, esto es,para un joven que para unadulto, o, también, para al-guien que quiera disfrutar deuna novela (ligera) de intriga o

de una fábula sobre el Holo-causto.

La solución final nos regala lamirada de un detective deochenta y nueve años que viveretirado en la campiña ingle-sa, donde también ha recaladoLinus Steinman, hijo de un fa-moso psiquiatra judío que hapodido salvarse de los camposde exterminio nazis. Siemprese nos ha contado que las fu-gas de los Lagers fueron tan es-casas que la información quepudieron proporcionar los eva-didos sobre lo que estaba ocu-rriendo dentro de las alambra-das fue tan insignificante opareció tan increíble que hastaque las tropas de los aliados noestrecharon el cerco a Alema-nia no pudo saberse con certe-za lo que sucedía en los cam-pos de concentración. Puedepor esto parecer increíble, y dehecho lo es, que un niño judíohaya llegado hasta la campiñainglesa en 1944, cuando falta-ba poco para el desembarco de

Normandía. Pero es aquí, co-mo digo, en esta pirueta impo-sible, donde radica precisa-mente el mayor acierto de estahermosa fábula. Linus Stein-man, el pequeño judío, es mu-do, y como único amigo llevaen su hombro a un loro extre-madamente inteligente. Unloro, Bruno, que canta, pro-nuncia frases en diferentesidiomas, y que, además, loque más intriga al detectivecasi nonagenario que antes dela llegada del pequeño Stein-man vivía dedicado a la pa-ciente y laboriosa afición deapicultor, repite incesante-mente una serie de númerosque, aparentemente, parecenno tener ningún sentido. Oquizás sí.

Los lectores agradeceránesta nueva mirada al pasado,y se darán cuenta, como decíamás arriba, que cuando unocree que ya está todo dicho,por fortuna siempre hay al-guien que aporta una miradafresca, una perspectiva nuevadesde la que poder juzgar loque sucedió, tan terrible. Mi-chael Chabon, ganador delpremio Pulitzer en 2001, uti-liza el que muchas veces es elmejor de los formatos paracontar una historia con la in-tensidad de un cuento perotambién con la extensión su-ficiente para que no nos sepaa poco: la novela corta. Unode los géneros, que, como elcuento, sigue vivo, afortuna-damente, a pesar de las exi-gencias de un mercado en elque a veces tiene uno la sen-sación de que es el peso de loslibros lo que determina su va-lor, y no la magia que encie-rran sus páginas.

La solución final

Michael ChabonMondadori14,50 euros115 páginas

EL LORO Y ELHOLOCAUSTO

ANDRÉS PÉREZ DOMÍNGUEZ

MICHAEL CHABON,PREMIO PULITZER2001, APORTAUNA MIRADAFRESCA Y UNANUEVAPERSPECTUVASOBRE ELHOLOCAUSTOJUDÍO

Michael Chabon MONDADORI

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Frex y Melena, van a te-ner una hija. Hastaaquí, todo normal. Laanormalidad, la rareza

(y quedémonos con el conceptode que raro es lo que es diferen-te), estriba en que esa niña noserá como las demás nacidasen Munchkinland, que es don-de se desarrolla en un principioWicked, esta primera novela delautor norteamericano GregoryMaguire. Cuando la comitivade unos titiriteros comandadospor El Reloj del Dragón delTiempo se acercan a la ciudad,sus habitantes en un ataque defuria se vuelven como locoscontra su Pastor unionista,Frex, quien había sido adverti-do de las nada pacíficas inten-ciones de quien los dirigía, ydesobedeciendo sus palabrasse disponen a ser inconscientesactores de una obra de teatrono escrita para hacer realidaduna vieja leyenda: es el día se-ñalado. Mientras tanto, Mele-na, custodiada por una vieja,una pescadora y una doncelladará a luz a su hija en el bos-que. Una “hermosa” niña denombre Elphaba, de color ver-de y dientes de tiburón. Este esel escenario de la novela, tam-bién subtitulada Memorias deuna bruja mala. Este es el puntode partida de una obra que enlos Estados Unidos causa furordesde su primera publicaciónen 1995 hasta el punto que yaexiste su versión musical y éstaes pues la exposición de los he-chos, tal y como se nos presen-tan. Faltaría ahora un análisisde esa otra imagen que a la ma-nera platónica es fácil recono-cer al otro lado del espejo a pocoque se tenga la mente abierta ydispuesta a reconducir toda la

información. Porque ¿qué haymas allá de los limites de Gilli-kin, Muchking, Wend Har-dings y Quadings, los cuatrocondados en los que esta divi-dido el país de Oz?. (Ya lo handescubierto, estamos situadosen el mismo Oz del cuento ori-ginal de L.F. Baum, muchoantes de la llegada de Dorotea,de Víctor Fleming e incluso delpropio Mago). ¿Qué hay másallá, repito, de dichas fronte-ras?. La nada, lo mismo quenosotros fuera de nuestra re-gión, ciudad, o barriada. A sumanera Oz es una recreaciónvirtual con un sistema econó-mico, político, jurídico y reli-gioso independiente. Y en esecontexto, la llegada de “al-guien” diferente como Elpha-ba, o posteriormente su her-mana, Nessarose, también de-monizada por su extraña inva-lidez que no voy a desvelar,causa un profundo trastorno atodos sus habitantes. Un tras-torno perverso sólo entendibledesde el paralelismo que pode-mos (y debemos) hacer connuestra propia realidad, ya queElphaba de alguna forma serála encargada de dinamizar y

dinamitar todo un sistema so-cial en el que tan sólo sobrevi-ven los fuertes. (¿Cuándo unabruja se convierte en mala sal-vo que lo sea por definición?).Desde ese punto de vista Wickedes una ácida crítica a los regi-menes fascistas y al capitalis-mo más ortodoxo, aquel que noadmite entre los suyos a los ra-ros (raro es diferente, acuér-dense) y los excluye sin piedad.Porque raros son los Elphabasde turno, pero también los na-cidos en las tierras de los Qua-dings, por ejemplo, rechaza-dos y humillados a partes igua-les. Hay un momento en la lec-tura de la novela en que la re-pulsión inicial que se le tiene aElphaba se convierte lenta-mente en una mezcla de com-pasión y cari-ño. Eso nos lle-varía a pensarque el autor,Gregory Ma-guire, consi-gue otro de losobjetivos de lanovela: la crí-tica a los pre-juicios de unasociedad hipó-crita y desorde-nada, que cree ver y admitir lamaldad en estado puro dondeno se encuentra. Y si algo hayque decir en contra de la nove-la, aparte del maniqueísmoque hace que la comparemospor ejemplo con sus primos le-janos, El señor de los anillos y HarryPotter, es que a menudo la infor-mación que se nos facilita, re-sulta un tanto.... atropellada ypueril. Pero es en definitiva,una interesante novela que ad-mitiría y necesitaría varias lec-turas.

Wicked. Memoriasde una bruja mala

Gregory MaguirePlaneta19 euros529 páginas

JUSTIFICADAPERVERSIDAD

LUIS GARCÍA

PLANETADetalle de la portada

UNA ÁCIDACRÍTICA A LOSREGÍMENESFASCISTAS Y ALCAPITALISMO MÁSORTODOXO,AQUEL QUE NOADMITE ENTRELOS SUYOS A LOSRAROS

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Al lector poco le impor-tará el género de estelibro, siempre que leinterese, entretenga

y conmueva, pero a los que an-damos un poquito más resabia-dos sí nos gusta darle vueltas aestas cuestiones. ¿Novela o bio-grafía novelada? Por mi partesólo puedo decir que la he leídocomo si de una novela se trata-ra. De la misma manera que, ensu momento, leí como ficciónnovelesca El caballero de Sajonia(1991), de Juan Benet, o Enterrad alos muertos (2005), de IgnacioMartínez de Pisón. Quiñones,desde el título, apuesta tam-bién por esta opción.

Lo que sí es evidente es queel origen de esta narración sehalla en uno de los proyectos

que Aub dejóinacabados,su Buñuel, no-vela, del queconocemos elmaterial pre-paratorio trashaber sido edi-tado. JavierQuiñones (re-putado espe-cialista en laobra de Aub) se

muestra ambicioso al jugarcon los géneros, pero tambiéncon la presencia del protago-nista, que discute con unamisteriosa figura de mujer so-bre la construcción del libro ysu definitiva identidad (“ElMax Aub personaje de esta no-vela –le aclara- no es exacta-mente el Max Aub de carne yhueso que usted fue”, p. 148),con lo que ello tiene de discur-so metafictivo y autocrítico. Ypocos retos narrativos tan am-biciosos como el que supone

tejer una vida tan cambiante,azarosa y compleja, como la denuestro personaje.

En el relato surgen voces,hablan los protagonistas, sedescriben fotos, y aparecen te-situras familiares junto a cui-tas personales (¿qué relacióntuvo con Teresa Andrés?), ade-más del conflictivo trasfondosocial y político, o los distintosavatares literarios de la época.Y se traza, como no podía sermenos, un retrato completodel escritor, sin olvidar su tes-tarudez, incluso su empecina-miento, como tampoco su lu-cidez insobornable, capacidadde lucha y permanente voca-ción literaria.

El reto que seguramente seplanteaba era cómo construiruna vida tan agitada basándo-se en los datos conocidos, conpersonajes reales, pero valién-dose de los instrumentos quenos proporciona la ficción, pa-ra poder moverse con libertad

en ese amplio pero estricto te-rritorio de lo verosímil. Así,tenemos la sensación de queQuiñones inventa cuando esnecesario o lo considera opor-tuno, y lo lleva a cabo con tanbuen sentido que dudo que losespecialistas en la obra de Aubsean capaces de decirnos, porejemplo, si la lúcida carta quePeua Barjau le escribe a su ma-rido es real o inventada (pp.338-341).

Pero este libro va más allá ypuede leerse también como unhomenaje a un conjunto de es-critores que tuvieron queabandonar España y exilarsepor su compromiso cívico y po-lítico con la República, de re-sultas de la guerra civil. Y noolvidemos que Max Aub se sin-tió siempre miembro de la ge-neración del 27, y que con elpaso del tiempo se definiríacomo escritor español y ciuda-dano mexicano. Su apuestafue, pues, de futuro, de serie-dad, sinceridad y rigor, y hoysabemos que ganó el envite.

Contar con un libro comoéste es un lujo, y supone unaprueba más de que el interéspor la obra de Aub no para decrecer, en un momento en quedesprecios como los de Baroja yUmbral se han convertido enejemplos de ceguera literaria.Quizás el mejor elogio que po-damos hacerle a la narraciónde Quiñones es que incita aldebate. Al fin y al cabo, tenía-mos que exigírselo a un relatode estas características. Así,aquel que desee saber quiénfue Max Aub, los avatares de suEspaña, las razones del indis-cutible valor de su obra litera-ria, puede empezar leyendo es-ta sugestiva y amena novela.

Max Aub, novela

Javier QuiñonesEdhasa24,50 euros574 páginas

MAX AUB EN SU LABERINTO

FERNANDO VALLS

JAVIER QUIÑONESNOVELA LABIOGRAFÍA DEMAX AUB Y RINDEHOMENAJE A LOSESCRITORES QUETUVIERON QUEEXILARSE POR SUCOMPROMISOCON LA REPÚBLICA

Javier Quiñones. EDHASA

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No quisiera desvelaruno de los más suge-rentes misterios dela última novela de

Jorge Martínez Reverte al ase-gurar que con Triple agente elautor, que ya había homena-jeado a su propio padre en Sol-dado de poca fortuna, crea un per-sonaje, Mariano Fernández,que cumplirá el papel de padrepara el universo literario delescritor y periodista.

Pero empecemos por elprincipio: Triple Agente es unanovela de espías en la Españade la Guerra Civil, una historiacuyos trazos más inverosímilesson, así es la vida, reales. Elcreador de la saga de Julio Gal-vez (antihéroe y periodista quenació como personaje en los úl-timos años del franquismo ycuya última aventura transcu-rre en Euskadi) es el autor dealgunos de los mejores y másrecientes libros de investiga-ción sobre la guerra civil espa-ñola, desde el ya mencionadoSoldado de poca fortuna a los tresespléndidos volúmenes sobrela batalla del Ebro, la resisten-cia de Madrid o la caída de Bar-celona. Es, por tanto, un sóli-do conocedor del escenario enel que se mueve Mariano Fer-nández y es capaz de crear unatrama de ficción alimentadade hechos históricos, de he-chos veraces, de intrigas queen realidad existieron. Las pe-ripecias de este mediocre pe-riodista (cuya única habilidades hablar idiomas además dequerer a su madre) reclutado ala fuerza por los alzados enBurgos, reenganchado por losservicios secretos franceses ycolaborador de la inteligenciasoviética en Barcelona son

más increíbles cuanto más seajustan a la verdad. El libroarranca con una visita al cam-po de concentración de Sampe-dro de Cardeña, un safari or-ganizado por los franquistaspara mostrar a piadosas damasbritánicas la iniquidad y per-versión del enemigo, ese de-monio al que la buena Españadebía exterminar con la ayudade Dios o al menos de su Igle-sia. Un hecho que existió y queestá documentado en sus ex-tremos más disparatados, de lamisma manera que uno de lospersonajes más novelescos ysugerentes, Morel, haya exis-tido en realidad. Tan veraz co-mo la convulsa coincidencia,en esos años y en esa España,de correosos chequistas y si-niestros mercenarios con vale-rosos luchadores y militantesconvencidos: hombres y muje-res sobreviviendo todos, casimuertos de hambre, casi vivosde miedo.

Tal vez, aparte de la con-cienzuda maestría con la queesta historia se encarna en laHistoria, esa sea la marca del

autor en toda su obra, ya sea li-teraria o de investigación: lacompasión ante los seres hu-manos normales y corrientes,los que pueden devenir en hé-roes o en monstruos, la gentenormal que se comporta deuna manera extraordinaria.Ese es el jaez del personaje máslongevo de Reverte, el muycontemporáneo Julio Gálvez,esa es la personalidad de Ma-riano Fernández, el Triple Es-pía, y esa es la condición de loshombres y mujeres reales quesirven al escritor para hacer elrelato real de la guerra civil, dela batalla del Ebro, del Madridbombardeado, de la Barcelonaderrotada. En todos sus librosMartínez Reverte se deja ven-cer(?) por su vocación de perio-dista y apare-cen personajesy sucesos queforman partede la actuali-dad, la de an-tesdeayer o lade ahora mis-mo, así en Tri-ple Agente vere-mos desfilar ala aristócratac o m u n i s t aConstancia dela Mora, al general MartínezAnido o al ministro José Giral,pero el corazón de la novela es,como Mariano Fernández mis-mo, la gente normal, los hom-bres que pasan frío y necesidady sienten rabia y piedad, mie-do y perdón.

Cuando el lector acaba el li-bro siente que es un supervi-viente como el protagonistapero, como él, se sabe un per-dedor, porque las guerras sonsiempre una derrota.

Triple agente

Jorge Martínez ReverteEspasa19,90 euros365 páginas

EN EL NOMBREDEL PADRE

MERCEDES DE PABLOS

LUIS SERRANOJorge Martínez Reverte.

MARTÍNEZREVERTE NARRALAS PERIPECIAS DEUN PERIODISTAQUE COLABORACON ELALZAMIENTONACIONAL, LOSSERVICIOS SECRETOSFRANCESES Y ELKGB

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La cara de Marte

Esther BendahanAlgaida18 euros302 páginas

LA MUERTE, ESE OBJETO DEL DESEO

MARIANELA NIETO

El arte de la pesca puedeser un ejercicio apasio-nado, un deporte parauna gran minoría, un

método de subsistencia y, porqué no, la materia prima para

amasar unabuena historia(véanse El viejo yel mar, MobyDick o El río de lavida, entreotras obras tanheterogéneas ycinematográ-ficas como in-teresantes, eneste caso ‘hijas’

de Hemingway, Melville yEberts). Y este título, que en pri-mera instancia puede resultaranodino para el lector, como si se

LALE GONZÁLEZ

Ya somos el pasado queseremos. Sólo los niñosy los muy jóvenes sonimpermeables a la ago-

biante realidad del verso de Bor-ges, porque sólo para ellos el

tiempo es unainfinitud de ho-ras estancadas,durante lascuales las emo-ciones gozan deuna elasticidadque mengua amedida quecaen los cum-pleaños. De lasrentas de aque-

lla fértil memoria vamos tirandoluego, hasta que encallamos enla desmemoria total, fase en laque la delgadez de las neuronas

es inversamente proporcional alsobrepeso de la agenda.

Esta ecuación, más o me-nos, es la que se hace Elías,nuestro protagonista, mientrasrememora el año en que se ena-moró por primera vez, aquelalocado trajín del corazón quenada tenía que ver con el trabajobienhechor de sus arterias. Porel contrario, su actual matrimo-nio atraviesa una crisis aparen-temente definitiva sin que élsea capaz de remontarse al ayeren que debió de vislumbrar laprimera grieta. El contraste en-tre el cénit y el deterioro delamor es el quid de la novela.Subyace mensaje universal-mente conocido: el amor purosólo acontece en la fantasía o enel recuerdo, que viene a ser lomismo. Fuera de esa órbita, to-

enfrentara a un tratado infu-mable de piscifactoría no aptopara neófitos, se convierte enun análisis galante de los en-granajes de la política, la eco-nomía y la comunicación enun entorno globalizado.

Aquí encontramos algúnpescador diletante que reflexio-na sobre lo divino y lo humano,así como un científico ‘calzona-zos’ tan anodino como trepi-dante, que abandona su rutinafuncionarial por la ‘opción’ deimbuirse en un proyecto iluso,consistente en la captura deejemplares de esta especie en eldesierto yemení. Torday, cono-cedor de la pesca y de los esce-narios que bañan este relato–desde Inglaterra a Oriente Me-dio- coloca en su anzuelo losdislates y esperanzas de un

do habrá de parecerle un pobresimulacro al desdichado que nosepa -o no quiera- encajarse enel corsé del amor doméstico.

El año al que nos retrotraela historia es, ni más ni me-nos, 1975, fin del nubarrónfranquista, lo cual significabaque para los jóvenes de enton-ces algo más que las hormonasempezaba a alborotarse.

Acierta Esther Bendahamen el tono de melancolía conta-giosa que logra mantener, queincita al lector a mirar por enci-ma del hombro para otear en subiografía al soñador que ya noes. Lástima que se quiebre elensalmo aquí y allá por culpade deslices tipográficos y orto-gráficos que siempre resultanirritantes. No hay que fiarse delcorrector de Word.

gran jeque, además de algunaejecutiva agresiva, una noviaexpectante, ‘grandeshombres’populares que muestran unamagna ignorancia al rascar le-vemente su superficie e inclusoun pastor terrorista, entre otrospersonajes de una ruleta narra-tiva divertida, multiforme (car-tas, artículos, interrogatorios,etc.) y teñida de humor y mis-terio, en un disparatado aun-que no descabellado plantea-miento que suscita crisis políti-cas, críticas parlamentarias,etc. Toda una invitación a refle-xionar sobre la actualidad in-ternacional y el comporta-miento de quienes se dejanarropar por ella, en un devenirtan salado y dulce como la vidaacuática de los salmones que laprotagonizan.

PAUL TORDAYCONVIERTE SUNOVELA EN UNANÁLISIS DE LOSENGRANAJES DE LAPOLÍTICA Y LACOMUNICACIÓN ENUN ENTORNOGLOBALIZADO

UNA CONTAGIOSAMELANCOLÍADETERMINA EL TONODE UNA NOVELAQUE ABORDA ELCONTRASTE ENTREEL CÉNIT Y ELDETERIORO DELAMOR

La pesca del salmónen Yemen

Paul TordaySalamandra16,50 euros320 páginas

AMAR CON LAMEMORIA

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LA VIDA MISMA

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La mujer sinmemoria y otrosrelatos

Silvia Sánchez RogPremio Narrativa CajaMadridLengua de Trapo15,60 euros121 páginas

BREVEDAD YBELLEZA

Los demonios dellugar

Ángel OlgosoAlmuzara16 euros192 páginas

SALVADOR GUTIÉRREZ SOLÍS

El espacio puede enten-derse como una defini-ción en permanenteconstrucción. El tiempo

es un espacio que se mide. La be-lleza es una emoción que se de-tiene en el tiempo. El narradorgranadino Ángel Olgoso prosi-gue en Los demonios del lugar cons-truyendo y extendiendo supropia realidad; una realidadque se proyecta en un espacioque no se rige por nuestrotiempo, y que cuenta con supropia belleza, parada de emo-ciones incatalogables.

Es Los demonios del lugar un li-bro de relatos, de tamaños va-rios, que me atrevería a calificarcomo sorprendente. En primerlugar por la exquisita arquitec-tura de los textos, barroca, góti-

JUAN CARLOS PALMA

La estimulante labor queviene realizando la edi-torial Lengua de Trapodesde su fundación con

la captación de nuevos valoresespañoles y latinoamericanos yel patrocinio de varios premiosde narrativa, entre ellos el suyopropio, arroja por lo generalunos resultados encomiables.Prueba de ello es la salida a la pa-lestra de la joven Silvia SánchezRog (Madrid, 1971), desconocidahasta ahora pero bregada en elazaroso mundillo de los certá-menes literarios. Los catorcecuentos aquí reunidos demues-tran que esos años de fogueohan valido la pena. Algunos, co-mo 35 kilómetros –un hombre yuna mujer que todas las maña-nas hacen el mismo recorrido en

tren y se aman en secreto- o Rab-bit Rouser –la terrible aparición deun consolador como punto finalde una relación estancada- sonsencillamente magistrales

Hasta en los relatos queaparentan ser anecdóticos, ca-so de Dos palomas intentandosaber, se aprecian destellos deoriginalidad y excelente técni-ca. La mujer sin memoria es unmosaico de encuentros y des-encuentros donde la dificultadde acercarse y/o entregarse alotro hace que la soledad sea aveces preferible, cuando no elsiempre sólido refugio fami-liar. Situaciones ya vividas,una persona que nos recuerdaa otra, un amante que sólo pa-rece estar en nuestra cabezapara darnos celos o que siem-pre ha estado ahí como un tren

ca, y que no solamente se detie-ne en mostrarnos una lujosa fa-chada, firmes cimientos sus-tentan estos edificios literarios.Sorprendente, en segundo lu-gar, porque Olgoso se decanta,sin complejos, por el género –elde terror, el de ciencia ficción-con devoción y generosidad, sinrenunciar a practicar una alta li-teratura fértil en imágenes oní-ricas y personajes tenebrosos. Y,en tercer lugar, me ha sorpren-dido este libro, Los demonios del lu-gar, por la belleza siniestra y dra-mática –pero belleza- que he en-contrado en sus páginas. La be-lla oscuridad de un más alládesconocido, lo atrozmente be-llo que se puede intuir en elmal, la belleza que navega en lamusicalidad de las preguntassin respuesta.

que se coge en marcha, o ladesgracia o fortuna, según semire, de poder olvidar el pasa-do de inmediato como le suce-de a la protagonista del cuentoque da título al libro. Siempreesa chispa quenos saca de laatonía y nossumerge en unmundo nuevodonde la felici-dad se revelae x t r e m a d a -mente frágil.Así son los re-latos de SilviaSánchez Rog,un universoque nos recuerda demasiado anuestra vida diaria, con su ex-traña y poderosa mezcla de in-certidumbre y deja vû.

Ángel Olgoso es una voz lite-raria al margen de las modas ylas corrientes imperantes, unareactualización de los modelosmás clásicos de la narrativa deterror –y no nosolvidemos de lasombra de Kaf-ka-, un cons-tructor de unmundo extrañoy bello, al mis-mo tiempo. Ellector que seadentre en Losdemonios del lugarpodrá descubriremocionado –ypuede que conmocionado- quela brevedad y la belleza son tér-minos que se pueden fundir,incluso abrazar o besar, en unmismo espacio.

ÁNGEL OLGOSOES UNA VOZLITERARIA ALMARGEN DE LASMODAS, CUYOSRELATOS SENUTREN DE LOSMODELOS DE LANARRATIVA DETERROR

UN MOSAICO DESITUACIONESDONDE LAFELICIDAD SEREVELA FRÁGIL YQUE NOSRECUERDAN LAINCERTIDUMBREDE NUESTRAVIDA DIARIA

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LECTURAS NARRATIVA

Hay una literaturacóncava y otra con-vexa, una de voz in-terior y otra exte-

rior, la que pone la voz ocultadel narrador en primer planoy la que se embosca en unasucesión de historias que noparecen rozarle. Pero esta di-visión no es suficiente paradefinir dos modos narrati-vos. Dentro de la literaturacóncava está la que emplea laclaridad expresiva, por un la-do, y la que indaga en la oscu-ridad de ese narrador. En lasliteraturas convexas tambiénhay autores que buscan ofus-cados una realidad confusaen la que hasta los muebleshablan. Es el caso de Faulk-ner, por ejemplo. Kafka, sinembargo, buscó en una vozinterior la expresión de un

mundo extra-ño e inhóspito(eso es el sigloXX). Tan pro-funda y peli-grosa es esabúsqueda queperfora las pa-redes de lamoral hastallegar al ladodel mal. “Sóloel mal se co-noce a sí mis-

mo”, escribirá Kafka en unode sus aforismos.

Luego Italo Calvino pusoencima de la mesa esa formaliteraria de la levedad que ex-presaría mejor que ningunaotra la vida del hombre mo-derno, o su drama. La leve-dad de Calvino da profundi-dad al texto, no lo banaliza. Yfinalmente están las novelasde formación, las Bildingsro-

man. Pues bien, FernandoLuis Chivite ha escrito en In-somnio una novela de forma-ción para cuarentones, ro-zando los cincuenta. Yo pen-saba que para entonces eseperiodo vital no era más queuna marca cronológica, queno aportaba nada más. Haceunos días leí, por casualidad,que Stendhal escribió su es-pecie de biografía Vida deHenry Brulard con cincuentaaños. No es mala edad, loaseguro. Por lo tanto, dadoque se puede escribir un librocon cualquier edad, Insomnioes la indagación de Chivite

sobre el vacío en unos añosfronterizos en los que se hadejado de soñar, quizá de ha-cer literatura, para construirun ensayo y una teoría, y vi-vir la realidad en plan bestia,frontalmente. Lo que sucedees que hay una generación–me propuse no utilizar estamaldita palabra- que estáemboscada en la suntuosidadcultural, por decirlo fina-mente.

Insomnio tiene una virtud:abras el libro por donde loabras, encuentras un relato,te asalta una vida. Tiene mé-rito porque hay relato y vida,que es lo que constituye la li-teratura. El principio me re-cuerda El extranjero de Camus,con la noticia de un accidentede automóvil de la madre delnarrador. Es un buen motivopara ir encadenando la histo-ria de un hombre que, se su-pone, vive en Pamplona –co-mo Chivite-, pero ahora con-tada su vida desde el ladoconvexo: amigos que, en sumayoría, no han acabado deencontrar su lugar, pero singrandes sufrimientos. La no-vela tiene una estructura al-go sumarial: son siempre losamigos los que indican el ca-mino, generalmente confor-mistas. Es curioso, pero eseconformismo que años atrásdetestábamos como ingre-diente de la peor de las derro-tas, ahora puede ser la con-quista de una individualidadtan dandy como triste. Y qui-zá sea esa la palabra que defi-ne el libro de Fernando LuisChivite, tristeza, una ideaprevista en esa literatura dela levedad, de la que nada seespera.

Insomnio

Fernando Luis Chivite

Premio de Novela

Café Gijón 2006Acantilado16 euros210 páginas

MOMENTOTRISTEMANUEL CALDERÓN

ACANTILADOFernando Luis Chivite

CHIVITE HAESCRITO UNANOVELA DEFORMACIÓN PARACUARENTONES ENLA QUE INDAGASOBRE EL VACÍOEN UNOS AÑOSFRONTERIZOS ENLOS QUE SE HADEJADO DE SOÑAR

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EL AMERICANOIMPASIBLE

LECTURAS NARRATIVA

Otra noche de mierdaen esta puta ciudad

Nick FlynnAnagrama19 euros312 páginas

LA FORTALEZADEL PERSONAJE

Periplos y derrotasdel chancro deAzamor

Javier PascualCaballo de Troya11,90 euros352 páginas

ALEJANDRO LUQUE

Descendiente de unafamilia de sefardíesexpulsados de Sevillay asentada en Aza-

mor (Marruecos), el protagonis-ta de la última novela de JavierPascual narra su vida y embar-ques, al tiempo que propone allector una profunda inmersiónen el convulso siglo XVI, si esque algún siglo no lo fue. Un tí-tulo largo y arcaizante, seguidode una frase sentenciosa (“Elnáufrago que la cuenta no salvauna vida, salva una muerte”)sirven de pórtico a una prolijanarración que permite al autordesplegar su erudición, nadaescasa, una imaginación fértil yuna notable habilidad para en-garzar sucesos y reflexiones sinperder el pulso.

MANUEL GREGORIO GONZÁLEZ

Hay una distancia iró-nica, un optimismoomnívoro, en la es-critura de Henry Mi-

ller, de igual modo que hubo undistanciarse cruel, acuciante,defensivo, en las obras de Char-les Bukowski o Camilo José Cela.Quiero decir que esta separaciónentre el narrador y lo narrado sedebe a unas pasiones previas, aldolor del mundo o la voracidadsin tasa, y nunca a la lejaníaanímica, a la indiferencia totalpor cuanto sucede a nuestro la-do. Sin embargo, éste parece serel cauce elegido por Nick Flynn:por un lado, el lenguaje brusco,el canto de lo marginal, y de otraparte, una apatía fingida o na-tural, que se desdice de esta ex-cursión por el costado infame,

por el friso harapiento de la me-trópoli.

Sin duda, lo más meritorioen esta novela es el relato mi-nucioso de la miseria humana;también el afán de experimen-tación, la variación formal queFlynn despliega. No obstantelo cual, todo esto queda desvir-tuado por una rigidez impues-ta, nacida de la voluntad (aquíconvendría recordar el gestoimpasible, el olímpico desdénde los personajes de Hammetto Chandler), y no del escrutiniode las propias miserias. Otra no-che de mierda... es una novela au-tobiográfica, donde la figuradel padre abulta las páginas es-critas por el hijo. Y ése es, qui-zá, el mayor problema. No eslógico insistir en la irrelevan-cia del padre ausente, en la ab-

Pascual (Madrid, 1966), quese dio a conocer con la novelacorta ¿Pero existe el caballo de Me-sanza? y publicó luego El cantarde Gamyl, ambas muy bien aco-gidas, sabe que el secreto de labuena novela de aventuras –yde esa narrativa llamada histó-rica– reside, más que en la pro-fusión de detalles informativosal alcance del Google, en la for-taleza del personaje central yen la singularidad de su voz.Eso marca la diferencia entremucho folletín barato que lle-na los escaparates de las libre-rías y, por ejemplo, León El Afri-cano de Maalouf o La canción delpirata de Fernando Quiñones.

Y en esa dirección parecedirigir el autor su empeño, através de peripecias minucio-sas contadas en un lenguaje

soluta indiferencia por su des-tino, cuando la totalidad de laobra es una indagación sobrelos pasos paternos. A lo cualañadimos queesa distanciaenfática, esafrialdad delibe-rada, no hace si-no alejarnos de-finitivamentede los persona-jes. Quizá Flynnpretendía locontrario. Perola dureza, la po-se estatuaria, elviejo rictus cíni-co del private in-vestigator, eran la máscara deun hombre conmovido; nuncael espejo de un corazón apáticoy meticuloso.

fluido, salpicado de arcaísmosque dan sabor de época –algu-nos explicados a pie de páginay otros no– con deudas más omenos explícitas a los maes-tros Conrad yMelville. El gus-to de Pascual porla técnica delmanuscrito en-contrado y lospersonajes des-ubicados, pariasque se lanzan ala búsqueda desu lugar en elmundo, vuelve amanifestarse enla figura de este héroe, Ismael,que encontrará en el mar sudesesperada y feliz vía de esca-pe, con el último consuelo devivir para contarlo.

EL SECRETO DELA BUENANOVELA DEAVENTURASRESIDE EN LAFORTALEZA DELPERSONAJECENTRAL Y EN LASINGULARIDADDE SU VOZ

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Entrevista de Arrate SanmartínFoto de Ricardo Martín

José Luis Ferris es autor de las novelasBajarás al reino de la tierra y El amor y lanada. El escritor alicantino tambiénha realizado antologías de la poesíade Federico García Lorca y de Miguel

Hernández, del que también escribió labiografía Miguel Henández, pasiones, cárcel ymuerte de un poeta. En su último libro Car-men Conde. Vida, pasión y verso de una escritora ol-vidada, desentraña la experiencia vital dela primera mujer que ingresó en la RealAcademia Española y que está considera-da una de las grandes poetas de la genera-ción del 27.

José Luis Ferris no se estrena en esta tarea deindagar las obras de otros poetas ni en vidasajenas. Primero fue Miguel Hernández, des-pués Maruja Mallo, la transgresora de la gene-ración del 27, y ahora Carmen Conde. Una fi-gura clave de la literatura y cuya biografía es-taba aún por hacer.

Sí. Fue el desconocimiento. Parece unaparadoja, porque yo la conocí personal-mente en 1982, y la poca obra literaria su-ya que había leído no me despertó especialinterés. Hace un par de años, a raíz de lainvitación que recibí del Patronato Car-men Conde-Antonio Oliver de Cartagenapara visitar el archivo que guarda su lega-do, me di cuenta de que era muy difícil co-nocer su obra porque apenas tuvo difusióny entendí que era realmente un tesoro pordescubrir. Sobre todo la poesía que Car-men cultivó en los años 40. También mellamó mucho la atención que poetas comoDámaso Alonso y críticos e investigadoresposteriores como Víctor García de la Con-cha, resaltaran su papel en la posguerraespañola como una de las grandes vocesdel momento. Así que me puse a leer la po-esía de ese periodo y me quedé fascinadono sólo por el enorme nivel de su lírica si-no porque me parecía increíble que, en losaños cuarenta, una voz femenina fueracapaz de escribir lo que ella escribió en esemomento, de una audacia y una valentíatremenda.

¿No eran momentos en los que se permitiera darrienda suelta a las pasiones y mucho menos alerotismo ?

No sé como pasó la censura en su mo-mento, porque era una poesía de una sen-sualidad y de un erotismo clarísimo. Y ahídescubrí realmente a Carmen Conde y mepareció muy injusto, no sólo que la obrano estuviera al alcance de los lectores, que

“En la poesía de CarmenConde es difícil interpretardónde está la frontera entrela amistad y el amor”

JOSÉ LUIS FERRIS

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por suerte este año del centenario se ree-ditará en un solo volumen, sino porqueademás, su vida era igualmente fasci-nante. Poco tenía que ver con la imagenque todos conocíamos, incluso las perso-nas que vivían cerca de ella.

Señala en el libro que todo estaba escrito en lasentrañas de los poemas de Carmen Conde y en lacomplejidad de su prosa, pero que nos faltabanlas claves para desentrañar su literatura

Siempre he intentado ver a todos lospersonajes que me ha tocado biografiardesde distintos ángulos, para que sea ellector quien se haga la idea final. Con Car-men me ha pasado exactamente lo mismo.Además la opinión del biógrafo está en laselección. Yo le he dado protagonismo a lainfancia, que me parece fundamental, a lajuventud y a la época de la República. Peropor ejemplo a mí no me interesa CarmenConde más allá de los años 60, quizá por-que empieza a repetirse. Le he dado prota-gonismo a su poesía porque me parece quedestaca muy por encima de su obra en pro-

que a veces es difícil retratar dónde está lafrontera entre la amistad y el amor.

La escritora cartagenera había tenido una largalista de novios, casi desde niña ¿sin embargo,otra mujer determinante en su vida fue AmandaJunquera?

Hay un antes y un después de conocer aAmanda Junquera. De hecho fueron 50años de unión, sin los cuales no se puedeexplicar la obra literaria de Carmen Conde.Una obra ya auténticamente sentida, pro-funda, de una calidad, repercusión y cali-dez que hasta entonces no se había visto.

También Juan Ramón Jiménez fue crucial en suvida

A Juan Ramón lo descubrió a través delas páginas de Platero y yo, en 1927. Hastaentonces Carmen era una joven de pro-vincias. Se había educado con la típica li-teratura frívola de la época y leía muchanovelita de Armando Palacio Valdés y delos autores de moda. Pero ella quería sernovelista porque eso le daría un nivel so-

A.S.

Carmen Conde vino al mundoel 15 de agosto de 1907 en la

ciudad de Cartagena, en la quepasó su niñez: fue su paraísoprimero. Por problemaseconómicos, su familia setraslada a Melilla, otra estancia

importante ensu formaciónque familiarizóa la poetisacon la lectura,y Murcia yMadrid,ciudades enlas queconoció a los

poetas y escritores que marcaronsu trayectoria vital y literaria,como recoge José Luis Ferris eneste libro que coincide con elcentenario del nacimiento deesta escritora que fue la primeramujer en ocupar un sillón en laReal Academia Española.También la obra es un ampliorecorrido por casi un siglo devida y refleja que la vida de estaintelectual republicana, quevivió en primera personamuchos de los acontecimientosmás importantes del siglo XX, nosólo se alimentó de literatura. Laintrahistoria del siglo pasado senos manifiesta en este volumena través de su correspondencia, aveces fogosa, de sus amores, desus inquietudes, amigos, viajes,lecturas, refugios y del procesode creación de poemarios comoAnsia de la gracia y Mujer sin Edén. Esla aventura vital, en suma, deuna mujer encubierta por losconvencionalismos de una épocaque no le impidió disfrutar,como atestigua la cita que abre ellibro de Dámaso Alonso:" Nuncauna palabra condensa el sentidototal de una poesía, pero siquisiéramos definir la deCarmen Conde pasión sería loprimero que nos vendría a laboca”.

LA PASIÓNTRANSGRESORADE UNA POETISA

sa. Me interesa la Carmen poeta, o poetisa,como ella defendía a muerte cada vez quedecía que había que llamar poetisas a lasmujeres que escriben poesía.

En esa poesía apasionada tuvieron mucho quever dos mujeres: Ernestina de Champourcín, yAmanda Junquera. ¿Las relaciones afectivas queentablaron dejaron honda huella en sus versos?

Fue un factor decisivo en la vida de Car-men Conde, sobre todo cuando conoce aErnestina de Champourcín a finales del27. Primero a través de las cartas y dosaños más tarde físicamente, durante elprimer viaje de Carmen a Madrid en elque visitará a Juan Ramón Jiménez. Er-nestina es la que la inicia en el despertar ala vida en muchos sentidos. Carmen erauna muchacha de provincias que no esta-ba contaminada por nada, ni por la auda-cia ni por la vida social, y Ernestina encambio era ya una gran experta, en mu-chos aspectos, de ese mundo. A través dela correspondencia vemos que hay una in-timidad creciente hasta el punto de que amás de un lector le puede asombrar o es-candalizar los términos en los que se ha-blan dos jóvenes de aquella época y en la

“Me fascinó su poesía y me pareció increíbleque una voz femenina fuera capaz de escribir lo que escribió en ese momento, de una audacia y valentía tremendas”

cial que deseaba alcanzar a través de la li-teratura y Juan Ramón Jiménez fue el au-tor que marcó las primeras y decisivasobras que escribió en prosa poética.

¿La relación con Vicente Aleixandre, afectiva y fí-sicamente, se debió a que eran vecinos en la ca-lle Velintonia en Madrid?

Fue al acabar la guerra civil cuando seinstala en Madrid, en la misma casa queVicente Aleixandre, con el matrimonioque formaban Amanda Junquera y Caye-tano Alcázar. Aleixandre no sólo será unpoeta que también la deslumbra, sino queademás se convertirá en su confidente du-rante muchísimos años.

Dámaso Alonso también resultó fundamental ensu carrera

Sí, la figura de Dámaso, a quien conocedurante la guerra civil en la única univer-sidad que funcionaba en España, la de Va-lencia y donde Carmen estudiaba conAmanda Junquera, se convierte tambiénen un autor de culto y en una persona quele va a ayudar mucho en su momento. Fueél quien reconoció públicamente la valía yel gran nivel de la obra de Carmen Conde.

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LECTURAS POESÍA

JAVIER LOSTALÉ

La publicación de unospoemas del malague-ño José Antonio Padi-lla en la antología In-

éditos, de Ignacio Elguero,fueron para mí el descubri-

miento de unautor con in-dudable ho-rizonte poé-tico, que sec o n f i r m aahora con laedición de suprimer libroNoches áticas,encabezado

por unas líneas de Justo Na-varro que sintetizan la difí-cil relación con lo real de la

poesía de Padilla, así comosu hermetismo claro, permí-taseme el oxímoron. Ambascaracterísticas se dan en es-tas “noches” con resonan-cias clásicas, aunque inser-tadas en el presente, pues aun ático se refieren, produ-ciéndose así una fusión detiempos que genera una sen-sación de eternidad, a travésde la cual la soledad, la au-sencia, el instante, adquie-ren una dimensión metafí-sica nada abstracta, sinoapoyada en lo concreto, cuyarealidad más profunda senos desvela. En Noches áticasse parte de la entropía, deldesorden albergado en lapropia existencia, y se busca

un equilibrio mediante lapropia respiración del len-guaje, mediante la mayorcorrespondencia entre laspalabras y lo más íntimo delser. Tarea en la que la Natu-raleza y el amor son funda-mentales, ambos en fusiónaleixandrina, porque lafuerza y desnudez de la pri-mera nutren al segundo. Eneste sentido Noches áticas ad-quiere su plenitud en los po-emas de amor de la últimaparte, en donde se dice, porejemplo:”Ven con el horizonte detormenta/que hay en tu boca”.Hondura y transparenciaconviven en este poemariode José Antonio Padilla, unavoz a escuchar.

EN ESTE PRIMERLIBRO JOSEANTONIO PADILLAFUNDE LASRESONANCIASCLASICAS CON UNPRESENTESENTIMENTAL

LA HONDURATRANSPARENTE

Noches áticas

José Antonio PadillaE.D.A.10 euros60 páginas

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LECTURAS POESÍA

Sólo el aire es perfecto”.¿Es este verso un inten-to de Chantal Maillardde expresar la finali-

dad última del poema (de la po-esía) o es sólo una construcciónimaginaria? Es obvio que setrata de una metáfora, de unaalusión al “punto cero” al quese refiriera Valente. Sin em-bargo, la poeta —lo hace, tam-bién, en sus libros anteriores,de manera especial en Matar aPlatón— busca la emoción en ellenguaje, no en “el aire”. Si nofuera así, el poema carecería desentido puesto que es, en suesencia, palabra reveladoraaunque juegue con los silen-cios. Pero el lenguaje pierdevalor, en su expresión poética,si no es plasmación de una mi-rada inédita sobre la realidad,una depuración de la experien-cia de lo vivido y de lo sentido.La vida y su precariedad, lamuerte (la de los seres queridosy la propia), la necesidad deatrapar briznas de la existencia(“Querer sobrevivir / ha de ser la cos-tumbre”) que sólo es posible enla palabra poética, asoman, demanera inevitable, en cadauno de los textos que compo-nen Hilos. También el cuerpocomo realidad física del ser enla que depositar las palabras ybuscar sentido: las manos, lospies, las rodillas, el mentón,los ojos, la cabeza, la boca (porcierto, “sellada”), son los desti-natarios de una mirada quedescubre –redescubre— susmovimientos y, mediante ellenguaje, intenta explicarlos,encontrar en ellos una formade salvación.

Todos esos elementos cons-truyen los “hilos” que, comoparte de realidades anímicas o

“husos”, sintetizan la vida, enlos que fluye el tiempo, en losque se depuran y esencializanel dolor y la memoria. En co-herencia con ello, el idioma seestrecha, el verso corto se hacedominante y la tensión haciael silencio (que es una formade perplejidad) es leit-motiv. Eluso del infinitivo, que es casiuna obsesión, refleja, ade-más, un sentido adicional aldespojamiento: la aprehen-sión del instante, la búsquedade un presente sin fin (“Salvarel hálito y prolongarlo”) que, aun-que se pretenda neutro, no de-ja de estar traspasado por lasemociones, por la seguridadde que fuera del presente sólohay abismo y desaparición. Setrata de emociones que se in-tuyen, que la poeta esboza me-diante un discurso que, a ve-ces, se muestra repetitivo: “es-toy tratando de decirte algo / que noacierta a decirse. / Entonces / digoimpotencia”. No parece gratuitoeste último verso. Porque,más allá de lo hasta aquíapuntado, en el texto se ad-vierte un yo balbuceante, in-seguro, desprovisto de historiay de Historia. El lector asiste aese discurso con confusión,

sin ningún tipo de guía, salvolas palabras sostenidas en unasubjetividad radical que sóloen ocasiones muy puntuales(en el poema Damasco y, par-cialmente, en el libro Cual quecierra el volumen) apunta sig-nos del mundo circundante.De ahí que, a veces, la poesíade Hilos recuerde la actitud deciertas personas hipocondría-cas, para las que la existenciase ciñe a la observación de to-dos los síntomas y cambios desu organismo. Como si lamuerte esperara, agazapada,detrás de cada uno de ellos. Esahí donde la autora parececoncentrar su búsqueda. Ydonde asoma el punto débildel libro.

“Nada me obliga a una con-ciencia transpa-rente del poema, /voy al tanteo”.Estos dos ver-sos de EduardoMilán podríanmuy bien ex-presar el senti-do último de lapoesía deChantal Mai-llard en Hilos:el lector tiene,a veces, la sen-sación de tanteo. Y si bien todopoema es una búsqueda quepocas veces se salda con el éxi-to, que no siempre obliga auna “conciencia transparen-te”, el peligro es que éste, lejosde conformar un tejido (con supropia lógica, aunque sea irra-cional), se convierta en un ta-piz deshilvanado. Un riesgoque la autora no siempre lograsalvar con fortuna aunque ellono afecte a la notable cargaemocional del libro.

Hilos

Chantal MaillardTusquets12 euros196 páginas

LA MATRIZ DEL INSTANTE

MANUEL RICO

TUSQUETSChantal Maillard.

LA VIDA Y SUPRECARIEDAD, LAMUERTE, LAREALIDAD Y LANECESIDAD DEATRAPAR BRIZNASDE LA EXISTENCIA,ASOMAN EN LAENORME CARGAEMOCIONAL DEHILOS

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LA SABIA MODADEL AFORISMO

LECTURAS POESÍA

Después de la PoesíaAforismos

Álvaro SalvadorEl Gaviero Ediciones14 euros77 páginas

RAZONESDE VIDA

Razón de vida

Eduardo CastroAlhulia.11 euros118 páginas

JUAN JOSÉ TÉLLEZ

Narrador heterodoxo–La mala conciencia,1979, obra en la quellegaba a incluir

fragmentos abiertamente líri-cos—, ensayista de fuste o pe-riodista de raza, Eduardo Cas-tro debutó como poeta con sulibro Tú, poemario amorosoque en 1981 obtuvo el segundopremio Arcipreste de Hita y delque ha extraído algunos versospara incluirlos en Razón de vida,el libro que acaba de publicarMirto Academia. No se tratade un recopilatorio al uso, sinoque su cronología baila entretextos escritos en los años 70junto a otros inéditos y recien-tes. O textos a los que acompa-ñó la música coquetean conotros escritos para acompañar

LUIS ANTONIO DE VILLENA

E l aforismo es un géneroviejo y noble. Los hanescrito desde La Roche-foucauld hasta el aquí

citado Cioran, por hablar sólode clásicos. Pero los presocráti-cos griegos, que originalmentedebieron escribir largos trata-dos, por mor del tiempo (que só-lo nos ha conservado fragmen-tos) también se han vueltos afo-ristas, como el poeta WallaceStevens. El caso es que en estosúltimos años no pocos poetas(sobre todo poetas) españoles sehan acercado al aforismo. Unode los nuevos pioneros fue Lo-renzo Oliván, quizá por ello pro-loga con tino este librito.

Álvaro Salvador (Grana-da,1950) poeta, novelista y en-sayista, parece decirnos con

este título que cuando uno noestá seguro de la poesía o creeque ésta atraviesa alguna cri-sis, se da al aforismo, génerobreve –como el ya tan abusadohaikú- que tiene algo de poe-sía, mucho de pensamiento(germen de ensayo) y no poco,a ratos, de ocurrencia subitá-nea. Si uno no tiene el caris-ma de Gómez de la Serna o dePérez Estrada, lo de la ocu-rrencia a botepronto, mejorque lo ponga entre parénte-sis. El libro de aforismos selee como el libro de poemas,poco a poco, saboreando, por-que nada parece peor que unatracón de aforismos. Hay al-guna inevitable caída, peroen general en las tres partesde este libro misceláneo, don-de se habla de literatura, de

postales. Entre las vanguar-dias y el metro clásico, en to-dos ellos, sin embargo, alientael compromiso político, basa-do desde luego en referentescomo Blas de Otero o GabrielCelaya, pero también BertoltBrecht y Charles Baudelaire,algunos de los iconos, por lotanto, de un tiempo en el que ala manera de Gramsci no sólocabía cambiar la historia sinocambiar la vida. Y hay razonespara ello.

Su discurso pasea por algu-nas de las líneas maestras de lalírica andaluza de los últimoscuarenta años, desde la llama-da generación de la palabra ala poesía de la experiencia y,muy en concreto, a la otra sen-timentalidad, con cuyos alre-dedores literarios estuvo en

sentimientos, de política y devida, Álvaro Salvador demues-tra buenas dotes y supera elnotable. Todo hombre inteli-gente puede ha-cer aforismos,que son siempreiluminación,temblor y duda.Vayan algunosde muestra: “Lafelicidad es algosencillo, casi sim-ple, muy breve: poreso la mayoría de lagente no sabe en-contrarla”. “Lacarne es triste, sí,sobre todo cuando envejece”. O es-te, contundente y veraz: “Cual-quiera que proyecte tener un hijo enestos tiempos es un insensato”. Unnuevo camino para Álvaro.

contacto Eduardo Castro desdesu vecindad en Granada hastala coincidencia ideológica conalgunos de los fundadores dedicha corriente o con uno desus teóricosesenciales, JuanCarlos Rodrí-guez.

Este libro es elresultado de unviaje interior ycolectivo, el deuna generacióny, sobre todo, elde un tipo de cre-ador y de intelec-tual que prospe-ró en el tardofranquismo yque, en la España bipolar dehoy, sigue sin acostumbrarse atirar la toalla ante escapismosal uso.

UN VIAJEINTERIOR YCOLECTIVOENTRE LASVANGUARDIAS Y LA METRICACLASICA, CONREFERENTESCOMO BLAS DEOTERO O CELAYA

EN ESTE LIBROMISCELÁNEO,DONDE SE HABLADE LITERATURA,DE SENTIMIENTOS,DE POLÍTICA Y DEVIDA, ÁLVAROSALVADOR SUPERA EL NOTABLE

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LECTURAS ENSAYO

Podría decirse de estelibro, en el que Ma-nuel Delgado reto-ma la confronta-

ción, ya propuesta en El ani-mal público (Anagrama, 1999),entre el concepto de ciudad yla categoría, más versátil ydinámica, de lo urbano (“to-do lo que en la ciudad no pue-de detenerse ni cuajar”), queha sido escrito en medio de lacalle, como si su autor hubie-ra abandonado su despachouniversitario para instalaruna discreta mesa a la som-bra de un semáforo o en elcentro populoso de una pla-za. En él están los sonidos delos pasos, los ritmos del trán-sito, los desplazamientos y laindeterminación en los que

vive la ciudadsu liturgia defluctuacionessin fin. Ale-jándose de lass o c i o l o g í a sque hacen dela ciudad unmodelo estáti-co del queconstatar susp e r m a n e n -cias y estruc-turas, Delga-do indaga en

la posibilidad de una etno-grafía de las acciones que seproducen en el organismonunca del todo organizadoque es la ciudad. En este sen-tido, cabe destacar el esfuer-zo empleado por el autor endotar a su propuesta de lasgarantías metodológicas ne-cesarias, adoptando un pun-to de vista funcionalista, pe-ro también debe advertirseque Sociedades movedizas tras-

ciende la pura discusión teó-rica para descubrírsenos co-mo una beligerante intro-ducción política al arte depracticar la ciudad. Para ello,el autor se acompaña, conacierto, de algunas de las no-ciones más fecundas de De-leuze, como las de devenir,fuerza y acontecimiento, conlas que avanza en el “más di-fícil todavía” que es pensar elmovimiento de las calles sa-biendo evitar la tentación,tan platónica, de esperar quete detengas.

La distinción medular en-tre la ciudad y lo urbano, queDelgado recibe de Henri Le-febvre, nos desvela su cargade subversión conceptual sinos demoramos en observarel contexto cultural en el quecomienza a ser considerada,allá por los años sesenta. Es

entonces cuando se asistedesde frentes diversos a todauna constelación de estrate-gias dirigidas a evidenciar lafalsificación que es la ciudadplanificada. Son los años enlos que los sociólogos de laEscuela de Chicago teorizansobre “lo situacional”, en losque Tati rueda Playtime y losensayos de Walter Benjaminsobre el flâneur parisino em-piezan a ser leídos, cuandolos situacionistas conviertenel paseo en una práctica polí-tica a la que llaman derivas,y, en fin, es en esa décadacuando la fotografía, medioprivilegiado para la monu-mentalización de la ciudad,asiste a la aparición del ví-deo, el cual permitirá intro-ducir la temporalidad en elinstante detenido que es lafotografía. Delgado pone enmarcha una sociología másvideográfica que fotográfica,más pegada a la filmaciónque a la detención. Y lo hacerehabilitando la naturalezafugitiva e inasible, pero tam-bién desestabilizadora y deconsecuencias políticas, delas prácticas urbanas: “todomovimiento y todavía mástoda movilización se opo-nen, por principio [...], acualquier forma de estado,incluyendo su expresión másrotunda y generalizada: elEstado”.

Frente a la foto fija y suspropensiones a lo espectacu-lar, reductoras de lo urbano asu contemplación, Delgadonos invita al paseo de inven-tar la ciudad recorriéndolacon el cuerpo y no sólo con losojos, aprendiendo a mirarlatambién con los pies.

Sociedadesmovedizas

Manuel DelgadoAnagrama18 euros279 páginas

PASEOS CONHERÁCLITO

LUIS PUELLES ROMERO

DELGADO NOSINVITA AL PASEODE INVENTAR LACIUDADRECORRIÉNDOLACON EL CUERPO YNO SÓLO CON LOS OJOS,APRENDIENDOTAMBIÉN AMIRARLA CON LOS PIES

Manuel Delgado. JAVIER CASARES

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SALÓN DE ACTOS DE CAJA RURAL DEL SURMurillo, 2. Sevilla

25-27 de septiembre

El cuento hispanoamericano del siglo XXI: Los hilos de la tela15-19 de octubre

Uso de recursos biológicos en la agricultura22-26 de octubre

Entre el Judeocristianismo y el Islam: los orígenes30-31 de octubre

Introducción a la Astrofísica5-9 de noviembre

Arquitectura y ciudad: Sevilla en el siglo XX12-16 de noviembre

La imagen de la mujer en el arte occidental

Información: www.us.es

www.euosuna.org

www.fundacióncajarural.org

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”Marcel Proust confía enque la fragilidad y lafinitud del mundo no sonóbice para que hayasiempre algo nuevo que expresar”

Desde 1907, con treinta y seisaños de edad, y hasta práctica-mente su muerte en 1922, Mar-cel Proust vivió recluido en un

apartamento del parisino BoulevardHaussmann, entregado, como es bien sa-bido, casi en exclusiva a la redacción de Ala Recherche du Temps Perdu. La determina-ción es brutal, como lo indica el siguientepárrafo del Narrador (protagonista princi-pal de la obra) en relación a cuál sería suactitud en el caso de que conocidos o ami-gos le importunaran:.

“Cierto es que tenía la intención de vol-ver a vivir en la soledad desde el día siguien-te, aunque esta vez con un fin. Ni en mi ca-sa permitiría que fueran a verme en los mo-mentos de trabajo, pues el deber de hacermi obra se imponía al de ser cortés y hasta alde ser bueno. Desde luego insistirían…ahora que la labor de la jornada o de sus vi-das se había agotado…Pero tendría el valorde contestar a los que vinieran a verme o mellamaran que tenía una cita urgente, capi-tal, conmigo mismo…Y sin embargo, comohay poca relación entre nuestro yo verdade-ro y el otro, por el homonimato y el cuerpocomún en ambos, la abnegación que noshace sacrificar los deberes más fáciles, in-cluso los placeres, a los demás les pareceegoísmo”(Traducción de Pedro Salinas,Alianza Editorial 1998 p.350).

Las cenas mundanas a las que es invi-tado son denominadas por el Narrador“festín de bárbaros” en el que proliferanlas más estériles “conversaciones huma-nitarias, patrióticas, humanísticas ymetafísicas”

Tal radicalidad en la denuncia de losfalsos deberes, tal identificación de hipo-cresía y ritual moral convencional, se en-cuentra en muchos lugares de laRecherche. Marcel Proust parece obsesiona-do en denunciar la falacia, lo puramenteaparente de aquellos que “interrumpen sutrabajo a fin de recibir a un amigo que su-fre, aceptar una función pública o escribirartículos propagandísticos”.

va, soportarlo como una fatiga, aceptarlocomo una regla, construirlo como unaiglesia, seguirlo como un régimen, ven-cerlo como un obstáculo, conquistarlo co-mo una amistad, sobrealimentarlo comoa un niño, crearlo como un mundo”(ídem pp.403-404).

Marcel Proust ha de escribir un librosingular, cuya mera proyección constitu-ye la escuela más sobria de vida y en cuyologro o fracaso reside el criterio del juiciofinal:

“Un acto de creación en el que nadiepuede sustituirnos, ni siquiera colaborarcon nosotros, por eso ¡cuántos renunciana escribirlo¡ ¡Cuántas tareas asumen contal de renunciar a ésa¡ Cada aconteci-miento, sea el affaire Dreyfus, sea la gue-rra, proporciona la excusa para no desci-frar ese libro; quieren asegurar el triunfodel derecho, quieren rehacer la unidadmoral de la nación, no tienen tiempo depensar en la escritura. Pero no son másque excusas, excusas que en el arte no fi-guran, pues en el arte no cuentan las in-tenciones…El arte es lo más real que exis-te, la escuela más austera de la vida y elverdadero juicio final”(p.277).

La exaltación de Marcel Proust respec-to del libro que se dispone a escribir no ra-dica en otra cosa que en una confianza enla capacidad legitimadora y redentora deese material último de toda construcciónhumana que es la palabra. Marcel Proustbusca en su apartamento del BoulevardHaussmann el reencuentro con una di-mensión de nuestro ser que no se hayamarcada por la finitud. Marcel Proustconfía, en suma, en que la fragilidad y lafinitud del mundo no son óbice paraque,a través de la admirable potencia dellenguaje, haya siempre algo nuevo a ex-presar. Confía asimismo en que habrá lu-gar para una recreación de lo ya expresadocon intervención de nuevas palabras, pa-labras que sólo el lenguaje mismo imponey que por consiguiente convierten al escri-tor en un simple heraldo o mensajero.

CLÁSICO

SOBRIA ESCUELA DE VIDA

VÍCTOR GÓMEZ PÍN

Marcel Proust

Quisiera, respecto de todo esto, formu-lar una sencilla pregunta: ¿qué procura aMarcel Proust la fuerza para entregarsecon tal radicalidad a un proyecto que su-pone prácticamente el abandono de la vi-da social? La respuesta es obvia: MarcelProust tiene en mente un libro, un libroque ha de preparar “con continuos reagru-pamientos de fuerzas, como una ofensi-

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LA FUNDACIÓN INFORMA

Casa Fabiola, sede de laFundación José Ma-nuel Lara, se convier-te una vez más en

centro de interés cultural conla inauguración de una nue-va exposición de gran interésdocumental e histórico. Másallá de la anécdota y el folklo-rismo, la exposición tituladagenéricamente La Andalucía deCharles Clifford recupera imá-genes desconocidas de Anda-lucía y las muestra al públicoen general.

Con el Álbum de Andalucía yMurcia, realizado por CharlesClifford, la Fundación JoséManuel Lara –con la colabora-ción de la Hispanic Societyamericana– insiste en su com-promiso editorial y expositivopor fomentar el conocimientoy la difusión del rico patrimo-nio artístico y cultural de An-dalucía. Para ello, ha reunidouna amplia selección de imá-genes realizadas por el presti-gioso fotógrafo inglés durantela visita que realizó la reinaIsabel II de Borbón a las pro-vincias del sur peninsular en-tre los meses de septiembre yoctubre de 1862, documentosque fueron recogidos por elpropio Clifford en un álbumdel que se conservan tan sólotres ejemplares, uno de loscuales está en Nueva York, enla sede de la Hispanic Society,y que ha servido de base paraesta muestra que podremosver en Sevilla hasta el próximomes de diciembre y que, enmuy raras ocasiones, ha llega-do hasta el gran público.

Este importante álbum,otrora propiedad de los duquesde Montpensier, hermana ycuñado de la reina regente,constituye, además de un hitoen la fotografía española, una

muestra abundante de paisa-jes urbanos, casas consistoria-les, catedrales, iglesias y mo-numentos y, lo que resultamás llamativo, de la arquitec-tura efímera que se erigió enhonor a la reina a lo largo de sutravesía andaluza.

ESCAPARATE PARA UNA REINAEn una sociedad española quese debatía entre el trabajo delcampo y el rugido de la futuraindustrialización, el diseño deeste viaje real respondió, segúnsubrayan muchos historiado-res y especialistas, a una estra-tegia de imagen de la Corte. Es-tamos ante un escaparate parauna monarquía tradicional en

un mundo moderno, que coin-cide con el programa del ento-nes jefe de gobierno, el generalO´Donnell, para unificar y es-tabilizar un país que gozaba deun periodo de prosperidad eco-nómica gracias a la construc-ción de un sistema de vías fe-rroviarias y de una industria endesarrollo. Una “nueva” Espa-ña, al decir de la época, que ennada se parecía a la admiradapor Próspero Merimée, el céle-bre autor de Carmen, quien sequejaba de que el país estabadegenerando: “¡se moderniza-ba!, como recoge el historiadory escritor Fernando García deCortázar en las páginas queabren el libro-catálogo de estaexposición y que ofrecen el con-

LA ANDALUCIA DE CHARLES CLIFFORD

Portada del catálogo.

texto histórico de una época lle-na de convulsiones políticas ysociales.

Las más de cincuenta imá-genes que se han seleccionadodel casi centenar de fotografí-as originales que ilustran el li-bro –como decimos, uno de lostres ejemplares que se conser-van , mientras que la Bibliote-ca Nacional y Casa Real ateso-ran sendos ejemplares en Es-paña–, dan cuenta de la esce-nografía de una Andalucíamonumental que se dibuja enlos perfiles de la Giralda; lasfuentes de la Alhambra; lasempinadas cuestas del Albay-cín; el puerto de Málaga; la re-nacentista catedral de Jaén; LaAlameda de Cádiz; los arcosinigualables de la Mezquitacordobesa, o la ciudad de Al-mería y su Alcazaba, todosellos testigos mudos de unaépoca compleja que ha tras-cendido en el tiempo y mues-tran la dificultad y compleji-dad técnica de los inicios de lafotografía, considerada ya ennuestros días un lenguaje ar-tístico de primer orden.

Estas imágenes, además depermanecer muchas de ellascomo estampas turísticas en lamemoria colectiva de los an-daluces y viajeros desde fina-les del XIX, son igualmente lamuestra de la maestría técnicay ojo certero de Clifford. Lasimágenes que ahora se expo-nen y que forman parte de estamuestra y de la publicación -en la que se ha querido respe-tar al máximo las característi-cas del volumen original- sonuna brillante demostracióndel arte de este interesantepionero de la imagen fija.

JOSE ANTONIO CHACONComisario de la exposición

Una exposición muestra las fotografías del viaje realizado por Isabel II en 1862

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Esta librería nace en 1981,en un pequeño local dela calle Granada. Desdeel primer momento nos

planteamos ser una libreríaabierta a las distintas posibilida-des que ofrece el mundo de lalectura. Como el lector de Rayue-la de Cortázar, queremos quenuestros clientes sean partícipesde nuestro camino.

Somos una librería de Hu-manidades en primer lugar. Pe-ro también hemos apostado porla especialización. Así han sur-gido Rayuela Idiomas y RayuelaCac-malaga (dedicada a las Ar-tes). Y también somos una li-brería inmersa en el universocultural de nuestra ciudad a tra-vés de los cuentacuentos, las

LibreríaRayuela

RINCÓN DEL LIBRERO

tertulias en torno a un mismolibro y las presentaciones que serealizan en nuestros espacios.

A lo largo de estos años he-mos podido disfrutar con mu-chos libros que han pasadopor nuestras manos, tanto enlectura individual como colec-tiva en la tertulia. Tantos quese nos hace tarea difícil desta-car algunos de ellos. Valgansólo como ejemplos: El enamo-rado de la Osa Mayor (Piasecki),Desgracia (Coetzee), Estambul(Pamuk), Kokoro (Soseki), Elmundo de ayer (Zweig), Una vidallena de agujeros (Bowles), Elquinto en discordia (Davies)… ytantos otros. Y, sobre todo, losque están por llegar

Fachada de Rayuela.RICARDO MARTÍN

LIBRERÍA RAYUELACALLE CÁRCER, 1Málaga

JUAN MANUEL CRUZ / Mª CARMEN NIÑO

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ZOCO DE LIBROS

metáfora sobre la ratonera enla que se convirtió Poloniapara los judíos durante la Se-gunda Guerra Mundial y có-mo los judíos se sintierontraicionados por los polacos.En el relato de estos sucesoshistóricos se entremezclandolorosos recuerdos y las di-ferentes concepciones acercadel amor, el miedo, el aban-dono y la familia. Un com-plejo mundo emocional pro-tagonizado por los ratonesque representan a los judíos,los gatos que son los alema-nes, los cerdos que simboli-zan a los polacos, las ranasque son los franceses y losamericanos dibujados comoperros. El resultado es un có-mic que no dejará indiferen-tes a los lectores..

Los 70 a destajo.Ajoblanco y libertad

José RibasRBA. 616 páginas. 24 euros

Hacer caja de la memoria esuna tarea difícil que re-

quiere sinceridad, saber exor-cizar los fantasmas y equili-brar acertadamente los sueñosy los fracasos. Esto es lo queconsigue José Ribas al repasarel espíritu de una revista quefundó en 1972, junto con LuisRacionero y en la que colabora-ron muchos jóvenes periodis-tas y escritores que más tardealcanzaron renombre. A mu-chos de ellos pero especial-mente a Ribas y a su filosofíaácrata, muchos de los lectorese hijos de la contracultura ledeben el aire fresco con el queAjoblanco abordó polémicos te-mas sociales, nuevas y contro-vertidas tendencias estéticas einteresantes reportajes sobreciudades, entre otras seccio-nes. La identidad de la revista,su evolución, el desencanto yla decepción de algunos de susfundadores y colaboradorescompletan el repaso que llevaa cabo José Ribas en este libro.

En tierrras bajas

Herta MullerSiruela. 182 páginas. 15,90 euros

Nacida en Rumanía perocon raíces alemanas y el

influjo de un padre que formóparte de la SS durante la Se-gunda Guerra Mundial, HertaMüller es una interesante ylaureada escritora que se haenfrentado en su obra a lossentimientos de desarraigo yde exclusión, causados por ladifícil convivencia entre losrumanos y quienes poseíansangre alemana, por el pasadofamiliar y por las experienciasde una vida marcada por elexilio interior. El resultado deesas huellas emocionales esuna mirada literaria sobre lavida, la memoria y la condi-ción humana, que no escati-ma dureza ni valentía al recre-ar la infancia de una pequeñacampesina, que protagonizalos excelentes cuentos de estelibro de Müller. Doce piezas,intensas, dramáticas y con al-gún que otro conmovedor halopoético, que abordan el some-timiento y la rebeldía de laidentidad, la crueldad, el mie-do, el amor y el instinto de su-pervivencia.

MAUS

Art SpiegelmanMondadori. 296 páginas. 21,90 euros

Con dibujos en blanco y ne-gro, un trazo anguloso

propio del expresionismo yun estilo narrativo que com-bina el monólogo interior ylas voces del recuerdo y delpresente, Art Spiegelman na-rra en este cómic, premiadocon el Pulitzer, la historia re-al de su padre, judío supervi-viente de Auschwitz, y las di-fíciles relaciones paterno-fi-liales marcadas por el suici-dio de su madre y el fantasmade un hermano muerto. Estahistoria amarga e irónica a lavez es también una cruda

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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

LECTURAS DE OTOÑO

CARE SANTOS

Cuando mi gato erapequeño

Gilles BacheletMolino. 32 páginas. 12,50 €

Hace un par de años, edito-rial RBA-Molino publicó el

muy divertido Mi gato es el másbestia, la historia de un extrañogato analizado por su propieta-rio, un dibujante de nombreGilles Bachelet. El gato delcuento era tan extraño… quetenía todo el aspecto de un ele-fante. Y la historia se basaba enel equívoco de un texto que con-tradecía todo el tiempo a lasilustraciones o decía muchomenos de lo que se desprendíade una mirada atenta de aque-llas, en una simbiosis perfectaque se da pocas veces en los ál-bumes ilustrados.

Con esos mismos mimbresse teje esta segunda entrega, enla que el autor nos sirve el pasa-do del protagonista, el gato tanextraño que, como todos ven,es un elefante. Todos, salvo elautor, que nos desvela aquí có-mo las rarezas de su felino-pa-quidermo vienen de muy anti-guo, tanto como su miopía pa-ra darse cuenta. Así, el gato-elefante es poco juguetón, na-da intrépido y no siente ningu-na debilidad por los juguetesque le regala su dueño, a pesarde que éste afirma todo lo con-trario. Hay dos cosas que haceneste libro especial. La primeraes el formidable sentido del hu-mor, que tal vez se le escapará alos lectores más jóvenes, peroque hará las delicias de los ma-yores. La segunda son los deta-lles de la ilustración, que mere-ce ser observada con deteni-

miento, y que está llena de gui-ños para los lectores maduros

Mariposa

Petr HorácekKókinos. 2007. 24 páginas. 15 €

Petr Horácek es un multipre-miado ilustrador checo cu-

yo trabajo, precedido por ungran éxito internacional, toda-vía no se había publicado en Es-paña. Mariposa, su último ál-bum ilustrado, busca despertarlas emociones de los más pe-queños, algo que logra gracias ala expresividad de unas ilustra-ciones donde un dibujo simple ylos grandes trazos se conjugancon una gama de colores muyintensos. Los lectores podránidentificarse con la búsqueda deLucía, la protagonista, que haperdido una mariposa en unjardín superpoblado y tambiénmaravillarse con el efecto sor-presa final. Ideal para explicarloa los que aún no saben leer ytambién para que los lectoresincipientes hagan sus primerospinitos con el escaso y nadacomplicado texto.

Cómo como

Emili TeixidorSM, Madrid, 2007. 64 páginas. 6 €

E l hambre es un asunto coti-diano para los más peque-

ños. Por eso el planteamiento deeste cuento, de entrada, les inte-resará: un niño se queda solo encasa mientras sus padres atien-den una urgencia y llega la horade cenar. Como no le han dejadonada preparado, asalta la neve-ra. A partir de aquí, Emili Teixi-dor nos sirve un argumento en

que el festín gastronómico se al-terna con refranes y dichos po-pulares acerca de los distintosmanjares y del hecho mismo decomer, y que podríamos definirsin exageración como una ver-dadera orgía alimenticia. Bastaabrir cualquiera de sus páginaspara darse cuenta: en ellas, elprotagonista habita enormesmanzanas, caza pollos asadoscon un cazamariposas o surfeasobre una gran ola de helado depistacho. Las ilustraciones deLluís Farré, enriquecen tan felizexceso.

Stevenson, tú y yo

Carmen Gómez OjeaEdebé. 2007. 165 páginas. 7 €

Los que somos lectores de Car-men Gómez Ojea sabemos

cuáles son las marcas de la casa:su arrojo a la hora de abordarasuntos espinosos, su habilidadpara tratar las relaciones huma-nas, la maestría con que sabe se-ducir al lector, emocionarle apartir de los pequeños detalles.En cierto modo, como escritorase parece a la protagonista de es-ta novela, la sincera pero fanta-siosa Irene, quien es rechazadapor todas sus amigas por atrever-se a defender a una compañeracon un terrible problema. Se en-tremezcla aquí, además, unaparticular y hermosa historia deamor que tiene a Svenson comomotor y punto de partida y a unchico ni muy alto ni muy guapocomo objetivo. El resultado esuna novela que conquistará a losadolescentes tanto como a suspadres, y que demuestra que laque fuera Premio Nadal está enplena forma.

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JOSEPH CAMPBELL EN LOS INFIERNOS

FIRMA INVITADA

EDUARDO LAGO

El pasado 16 de junio, Bloomsday, viajé a Du-blín a fin de tomar parte en una lectura delUlises organizada por el James Joyce Center.En la librería del centro, me tropecé con un

libro extrañamente titulado que llevaba años bus-cando: El esqueleto de Finnegans Wake, de Joseph Camp-bell. Campbell, conocido por sus trabajos de mitolo-gía comparada, escribió dos libros sobre Joyce. Elprimero es un estudio de conjunto de la obra del ir-landés. El segundo es un análisis en profundidad deFinnegans Wake, texto extraordinariamente difícil, acuya composición dedicó Joyce los últimos diecisie-te años de su vida. En el prólogo, Campbell cuentaque el origen de su fascinación por la enigmáticaobra de Joyce se remonta a cuando, con nueve añosde edad, su padre lo llevó a Astor Books, la legenda-ria librería de Times Square, hoy desaparecida. Ellibrero, que sabía de la pasión del niño por los li-bros, le regaló un ejemplar de la primera ediciónamericana de Finnegans Wake. Como ideal de litera-tura infantil, es difícil pensar en un título menosapropiado. Tampoco es previsible suponer que el li-brero tuviera en mente lograr aquel efecto, pero locierto es que Finnegans Wake se convirtió en una obse-sión que acompañaría al autor del Héroe de las mil más-caras hasta el final de sus días.

Lo que más me llamó la atención del Esqueleto laprimera vez que lo tuve en mis manos fue la natu-ralidad con la que Campbell se refería a FinnegansWake como una obra maestra. Lo habitual era poneren cuestión su valor literario. Salvo contadas ex-cepciones (Thornton Wilder, Edmund Wilson y po-cos más), cuando la obra vio la luz en 1939 la reac-ción fue de consternación o de franca repulsa. Gen-te que había apoyado incondicionalmente a Joycedurante la gestación del Ulises, como Harriet Wea-ver y Sylvia Beach, confesaron su perplejidad. Nisiquiera Ezra Pound, defensor acérrimo de Joyce,supo ver su valor literario. Borges le dedicó un co-mentario desdeñoso.

El tiempo ha ido tamizando la valoración de Finne-gans Wake, pero es poco lo que se ha podido hacer porpaliar las enormes dificultades que presenta su lectu-

ra. La voluminosa bibliogra-fía crítica generada a lolargo de seis décadas secaracteriza por su opa-cidad. En este senti-do, el libro de Camp-bell es ejemplar: Sinexigir ningún adies-tramiento espe-cializado porparte del lector,consigue arrojarluz sobre el sin-fín de entresijos,trampas y recove-cos del texto. El mé-rito es mayor sipensamos que el Es-queleto fue el primerestudio de conjunto jamás es-crito sobre Finnegans Wake.

Tal vez debido a lo orgánico de su re-lación con la obra, Campbell consideraque Finnegans Wake es la culminación de latrayectoria de Joyce, la clave de toda su poé-tica. En cuanto a su dificultad, Campbell juzga quese trata de un rasgo inherente a la magnitud de lapropuesta artística que plantea Joyce. El esfuerzo lehacer recordar una expresiva cita de Nietzsche: “Si amí me costó sangre escribirlo, al lector le ha de costarsangre entenderlo”.

Es un lujo impagable que un humanista con laprofundidad de visión de Campbell se prestara a ha-cer de guía en el tránsito por las tinieblas de FinnegansWake. Su trabajo consigue hacer patente la grandezadel empeño joyciano. A modo de conclusión, Camp-bell afirma que Finnegans Wake es espejo y resumen dela condición humana en la era caótica (Joyce se ad-hiere a la visión de la historia de Giambattista Vico)que nos ha tocado vivir. Es una manera de afirmar elvalor de la literatura a la hora de enfrentarnos anosotros mismos y a la historia. Suficiente. Las bue-nas novelas existen para eso.

NOVIEMBRE 2007Dossier El periodismo: género literario.

Antonio Muñoz Molina, Nativel Preciado, Javier Valenzuela, Ignacio Camacho,

David Gistau, Antonio Ramos I Entrevista Manuel Alcántara I Madrid Raúl del Pozo IReseñas Javier Marías, Vila Matas, Isabel Allende I Firma invitada Juan José Millás

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SA-T

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James Joyce.

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