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Una «desconocida» novela mexicana de la Revolución y un prólogo mexicanista de Castelar La Revolución Mexicana fue el acontecimiento sociopolitico que con- mocionó la conciencia colectiva de un pueblo y proporcionó a sus artistas e intelectuales el material vivo de inspiración, reflexión y autoconocimíen- to. Los cambios en la sociedad civil, en ese periodo, 1910-1917, de la lucha armada, son tan importantes como los militares, y de ellos deriva la actual sociedad mexicana, su estatus político y ¡todavía!— la actitud crítica de muchos pensadores y novelistas que se vuelven, como referencia iníciática, al pasado revolucionario para encontrar en él, recreándolos, los ideales que suponen han sido traicionados o incumplidos. La Revolución Mexicana proporcionó a los escritores de oficio y a los narradores improvisados el argumento, la expresión y la justificación ética que los obligaron a escribir sobre los acontecimientos nacionales, en un período literario en que el realismo y el costumbrismo naturalista todavía pretendían explicar la vida. El resultado ha sido esa fructífera etapa novelística que se conoce con el epígrafe común «La novela de la Revolu- clon», fenómeno literario cuyas derivaciones no se han agotado y que po- demos rastrear aún en novelas contemporáneas, tan diferentes y tan aleja- das del realismo, como La muerte de Artemio Cruz (1962), José Trigo (1966), o la «antinovela» de la Revolución, Los relámpagos de agosto (1964). Al hablar de la novela de la Revolución, son ya referencia obligada los nombres de Azuela, Martín Luis Guzmán, López y Fuentes, José Rubén Romero... Los dos primeros tienen una significación auroral en este capítulo novelístico. Azuela, porque fue el iniciador del género (más con Andrés Pérez, maderista (1911), que con Los de abajo (1915)), aunque no conoció popularidad ni lectores su obra revolucionaria hasta pasados bas- tantes años, cuando ya él había desistido de seguir explorando la yeta de Anales de Literatura Hispanoamericana, Vol. IX - Ni’ lO. Ed. Univ. Complutense. 1981.

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Una «desconocida»novela mexicanade la Revolucióny un prólogo mexicanistade Castelar

La Revolución Mexicana fue el acontecimientosociopolitico que con-mocionó la concienciacolectivade un pueblo y proporcionóa sus artistase intelectualesel material vivo de inspiración,reflexión y autoconocimíen-to. Los cambiosen la sociedadcivil, en ese periodo, 1910-1917, de lalucha armada,son tan importantescomo los militares, y de ellos deriva laactual sociedadmexicana,su estatus político y — ¡todavía!— la actitudcrítica de muchospensadoresy novelistasque se vuelven, como referenciainíciática, al pasadorevolucionarioparaencontraren él, recreándolos,losidealesque suponenhan sido traicionadoso incumplidos.

La Revolución Mexicanaproporcionóa los escritoresde oficio y a losnarradoresimprovisadosel argumento,la expresióny la justificación éticaque los obligaron a escribir sobrelos acontecimientosnacionales,en unperíodoliterario en que el realismoy el costumbrismonaturalistatodavíapretendíanexplicar la vida. El resultado ha sido esa fructífera etapanovelísticaque se conocecon el epígrafecomún «La novela de la Revolu-clon», fenómenoliterario cuyasderivacionesno sehan agotadoy quepo-demosrastrearaún en novelascontemporáneas,tan diferentesy tan aleja-das del realismo, como La muerte de Artemio Cruz (1962), José Trigo(1966), o la «antinovela» de la Revolución, Los relámpagosde agosto(1964).

Al hablarde la novela de la Revolución, son ya referenciaobligada losnombresde Azuela, Martín Luis Guzmán, López y Fuentes,JoséRubénRomero... Los dos primeros tienen una significación auroral en estecapítulo novelístico. Azuela, porquefue el iniciador del género (más conAndrésPérez, maderista (1911), quecon Los de abajo (1915)), aunquenoconoció popularidadni lectoressu obra revolucionariahastapasadosbas-tantesaños, cuandoya él habíadesistidode seguir explorandola yeta de

Anales de LiteraturaHispanoamericana,Vol. IX - Ni’ lO. Ed. Univ. Complutense.1981.

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la Revolución. Fue en 1925, cuandoEl Universal Ilustrado publicó unanuevaedición de Los de abajo, en cinco cuadernossemanales,anuncian-dolacomo «la única novelade la Revolución».Y fue Martin Luis Guzmánquien en 1926 empezóa enviar a esemismo periódico, desdeEspaña,susrecuerdosrevolucionariosnovelados,quehabríande recogerseen libro, Eláguila y la serpiente, publicado en Madrid, en 1928, por la editorialAguilar. El águila y la serpienteobtuvo resonanciay éxito inmediatosy,generalmente,se consideraesta obra como la segundagran novela de te-ma revolucionariodespuésde Los de abajo’, a la vez que impulsora de lairrupción de una temática que habría de monopolizar durante casi dosdécadasla atenciónde los narradoresmexicanos.

De estacontigíiidad en la atenciónlectora y crítica se beneficianven-tajosamentelos dos autores, en tanto que otros muchos intermediosquedanen la sombra,y aunquesusobrasseanmenores,menosbrillantes,también son representativas,puesla literatura representatodo el ámbitocultural de unaépoca,ya que, como dice Sartre, «constituyela totalidadsintéticay frecuentementecontradictoriade todo lo que la épocaha podi-do producir para ilust,rarse,,í.

Cercade treinta novelasde la RevoluciónseleccionaJohnRutherfford,escritasantesde 1925, comenzandosu selecciónen el año 1911, fecha dela publicaciónde la ya citadanovela de Azuela, AndrésPérez, maderista,novela que no fue —ni siquiera en tan tempranafecha— ni «sola» ni,tampoco «la única»:

«Novels of the Revolution started to be written in the earliestmonthsof the armedconflict. The first two to be written were bothpublishedin 1911: onea merecuríosiíy, the othera novel of real im-portance. The curiosity was La majestad caída (México-BuenosAires, 1911; the title refers to Porfirio Díaz), by the octogenarianJuan A. Mateos(1831-1913)...»

Entre las obrascuriosas,por pocomencionadaso por pococonocidasycomentadas,de este período revolucionario, estudiadopor Rutherfford,destacamoslas dos del periodistareaccionarioy contrarrevolucionarioAl-

Los de abajo tuvo su «descubrimiento»por la conocidapolémica periodística. El re-vuelo literario que debióde suponerla lecturacon retrasode la obrade Azuela y la publi-caciónpor entregasde las «memorias»de Guzmán, apartede la estabilizaciónpolítica del

gobiernoposrevolucionario.hubieronde suscitarmuchasvoluntadesy vocacionesdetran»-cripción de una contingenciavivida, de la que casi todos teníanexperienciasnovelablesdeprimera mano.

2 Sartre,Jean Paul, ¿Qué es la Literatura~, Buenos Aires, Losada, 1950, p. 236.Rutherfford,John, MexicanSocietyduring tite Revolution,Oxford, ClarendonPress,

1971, p. 47.

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fonso López Ituarte, una de ellas de propagandahuertista,El Atila delsur (1913), nombrecon que la prensade la capital solía referirsea Zapa-ta, y Satanás(México, 1914). La fechade 1915 nos trae, no sólo la desco-nocida entoncesy hoy clásica, Los de abajo, sino ademásuna aportaciónespañolaal capítulo, La tórtola de Ajusco,del profesorespañolJulio Sesto(Barcelona-México, 1915), que noveló una historia de amor con el pano-rama revolucionario como fondo, y que obtuvo un éxito extraordinario—el único éxito de estaetapa, según Rutherfford—, quizá por el senti-mentalismo de la anécdota,sentimentalismodel que tanta escasezhabíaen la incierta y dramáticasituación que vivía la nación.

El estudiode Rutherffordda cuentademuchasde esasprimerasnove-las quese publicaronen Texas, en San Antonio y El Paso,expatriadoslosautores, que habían tomado parte y se habíancomprometidoen la con-tienda. Posteriormente,en la segundaetapa de la novela de la Revolu-clon, fueron varios los novelistas que publicaron sus obras en España:Martín Luis Guzmán, la ya citada y La sombra del caudillo (1929), joséRubén Romero, Luis Felipe Muñoz, Francisco Urquizo, Salvador deQuevedoy Zubieta.- -, publicaronen Madrid o en Barcelonaprimerasedi-cionesde susobras.

La novela «olvidada» y el novelista

Salvador de Quevedoy Zubieta publicó en Madrid, Espasa-Calpe,suMéxico manicomio, reseñaday estudiadapor Rutherfford, aunque,erró-neamente,en la referencia se dé como lugar de publicación México~.Otra obra anterior de Quevedo y Zubieta, comentadaen el estudio deRutherfford, es la tempranaEn tierra de sangrey broma (México, 1921),de la que dice: «one of the first consciousattemptsto analysein fictionthe national psycologyof Mexico»~. Parael propósitoque persiguela obrade Rutherfford: una descripciónde la sociedadmexicanadurantela Re-volución, estasnovelas, que pasaroninadvertidaso casi despreciadasporlos críticos literarios coetáneosy posteriores,ofrecenun materialpuro, es-pontáneo,libre de presupuestospolíticos propagandísticos,sin tendenciasdefinidasen los propios autores, que reflejan ese clima de confusiónquepara el ciudadanomedio suponíanlos pronunciamientos,los «Planes»,lasconvencionesy los magnicidiosquesesucedíanen «la cumbre»de la Revo-lución y antesde estabilizarseéstacomo forma de gobierno.

kutherfford, ob. cit,, p. 72. Puedeser una errata editorial, ya que la bibliografía ylas tesis mismasque sustentael libro de Rutherfford revelan una profunda y seria,nvest’-gacion-

Ibídem, p. 50,

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Una reseñacrítica a mi propia obra«, me incitó a estudiarla obra deQuevedoy Zubieta, sobretodo «esaformidable novelade un médicome-xicano. México manicomio, editadaen Madrid, en 1927». Quevedoy Zu-bieta no se encuentra,en efecto, incluido entre los grandesnarradoresdela novela de la Revolución, sin duda porque no lo es —un grannarrador—,sin embargo, unanovela suya, La carnada (1912), sí es cita-da, al menosen los estudiosmásseriossobreel temaquenos ocupa,comonovela «antecedente»de la novela revolucionaria,junto con La llaga, deGamboa,o El triunfo de SanchoPanza,de Heriberto Frías.De La carna-da dice Brushwood7es «una protestaclara y violenta contrala corrupciónsocial y política». Y más adelante: «Ciertamenteeste escritorno fue untradicionalista, pues se inclinaba a atribuir los defectos socialesde sutiempo al desordenadoprocesode la historia mexicana.»

En estudiorecientesobreEl naturalismo en México«, Maria Guadalu-pe García Barragánse ocupade Quevedoy Zubieta. como autor natura-lista:

«Bien preparadopara la narraciónnaturalistase hallabaQueve-do y Zubieta por sus conocimientoscientíficos y su materialismo,asícomo por su espíritu observadory detallista,y su afán de desenmas-carar las lacras de la sociedady del gobierno. Aunque hace unamplio uso de tales cualidades,el valor literario de sus novelases,generalmente,escasoy discutible. La primera de ellas es la menosmexicana,pero la mejor: L’Etudiante. Notesdun carabin. Publica-da en francésen Paris, probablementeen 1889 (.. -) Se trata de unanovela enteramentenaturalistay de tema escabroso—la insemina-ción artificial entrehumanos,y una violación—, pero bastantebienlograda. Escritaen francés,se desarrollaen París,y describeel am-biente de profesoresy estudiantesde la facultadde medicinade esaciudad, donde el autor estudió. No obstantedebersea la pluma deun autor mexicano, la novela, poco conocida, podría tomarseporobra de naturalistasfranceses.»

La larga cita, ademásde ser apreciativadel talanteliterario de Queve-

6 Me refiero a la reseñade Waldo de Mier a mi Proceso narrativo de la Revolución

Mexicana,aparecidaen El Alcázar(31 dic. 1980) en que e’ periodistase extrañabade lano inclusión o mención de estaobra en ini estudio, ni en la Antología de Aguilar.

Brushwood,John, México en su novela> México, F.CE., 1973, Pp. 294-295. Por cier-

to, La carnadaes la única novela de Quevedoy Zubieta quemerecela recensiónde Brush-wood.

8 Garcia Barragán,María Guadalupe,El naturalismoen México,UNAM. «Cuadernosdel Centro de estudios literarios», 1979, Pp. 49-50.

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do y Zubieta, nos releva de «hablar de oídas» de la novela. A conti-nuación, GarcíaBarragán,comentabrevementeLa carnada y Las ema-banadas(1934)y La ley de la sábana(1935). Lo quesí estáclaroes la fe-cundidadde nuestro autor, que escribió, ademásde las novelasque veni-mos citando, relatos históricos, cuatrodramas,numerososartículos, y unlibro de exilio, Recuerdosde un emigrado, publicado en Madrid, en1883, con prólogo de Don Emilio Castelar.

Vamosa ocuparnos,ahora,de su México manicomio,novelade la Re-volución, editadaen Madrid por Espasa-Calpe»,poco citadaen México(aunquesí la reseñael Diccionario de EscritoresMexicanos,de Aurora M.Ocampo) por los críticos y los antólogosde la novela de la Revolución.Salvador de Quevedo y Zubieta es un escritor jalisciense,como Azuela,médico también, periodista,abogado,que realizó sus estudiosde medici-na en Paris,obteniendosu tesisdoctoral (en francés)el premio de la Fa-cultad de Medicina de París. No es extraño, pues, quepor suobra circu-len las teoríasmédicasdel momentosustentandolas tesisnaturalistas,yque al anfitrión de Médan se le rinda homenajetextual. México manico-mio se subtitula «novela histórica contemporánea»(épocade VenustianoCarranza),y en ella estándescritaslas peripeciasmásnotoriasdel carran-císmo en la capital, así como la entradatriunfal de Villa y Zapata a laciudad de México, el 27 de noviembrede 1914. El novelista fue testigo re-ticente de las idas y venidasde losrevolucionarios,y ocupó duranteel Go-bierno Constitucionalde Carranzael cargo de médico interno en el Mani-comio Generalde Mixcoac (D.F.).

Una historia de locos patológicoses el contrapunto de la historiapolítica, que se le apareceal narradorcomo caosy como cosade manico-mío a travésde la experienciadel joven doctor protagonista.La anécdotaliteraria es una historia sentimentaltópica: la rica huérfanaa quien tra-tan de incapacitarsus parientes para seguir aprovechándoseindefinida-mentede sus rentas,enamoraal joven doctor que intenta salvarlade lasgarras de los indeseablestutores. Se combina en el discursonarrativo laironía, la burla, la exageraciónesperpéntica‘~ de las escenasde manico-mío, con la acerba interpretación del acontecer político coetáneo, endiálogos y enunciadosvalorativos.

La Revolución en el ámbito nacionaly la administraciónrevoluciona-ría bajo Carranza,son contempladaspor el narradorcon escepticismode-sahuciado,sin remediode esperanzapara unosmalescívicos queseconsi-deran endémicosy sin queen esa apreciaciónnegativase salve títere concabeza.Se refiere siemprepeyorativamenteal zapatismoy al «Nortismo’>,

Existe una edición mexicanaposterior, en Col, Económica,núm. 580, Editorial Na-cional, México, 1956.

~»Voluntad esperpénticaparecedenotarel titulo de Ja obra, aún másexplícita en e)

de la novela siguiente: México mamarracho,México, 1933.

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«la animalidad del Norte y la del Sur»; tiene una mención nostálgicaymeliorativa parael «dictador»Porfirio Diaz. «A través del hambreque secerníasobreel valle, su figura tomaba el prestigio soberanode un Presi-denteque dio de comen; describea los revolucionarioscomo hordasdeladronesy asesinos,«chusma»«hordassangrientas»;y utiliza el tono fusti-gantepara denunciaratropellosy abusos,buscandola anécdotay los per-sonajesquesirvanmejor para vehicularsudesahogo,en vezde dejarse Ile-var, como ocurre a los grandesnarradores,por los propiospersonajesy superipecia”.

Pero su actitud es ética; contrarrevolucionaria,sí, como fue la demuchosliberalesdecimonónicosa quienesel desorden,el desenfrenoy lasirregularidades inevitables del estallido revolucionario les parecían unretrocesoy un azote,y creían que la única posibilidad,a largo y lento pla-zo, era la de la ampliaciónde las basesculturalesdel paísy la de la doblellamada al sentidocomún y al trabajo. Esa era la posición de la mayoríade los escritoresque habíancomenzadosu obra literaria en el XIX y lacontinuaronen las primerasdécadasdel xx, siendo testigosperplejosdela irrupción de un movimiento sociopolíticoque solmenabahastala raíztodaslas convencionessocialese, incluso, suspropiasconviccionesde pen-sadoresliberales. Así Azuela, Heriberto Frías, E. Gamboa,López Portilloy Rojas, González Peña...

Por otro lado, en México manicomioencontramosun muestrariodetemas tratadosposteriormentepor otros de los grandesnarradores.El te-ma del zapatismo,del que tambiénse ocupaVasconcelos,en Ulises criolloy La tormenta, y con idéntica valoración negativa, empecinadaen eldescrédito,La Convenciónde Aguascalienteses escenariosólito en variasnovelasrevolucionarias.Quevedoy Zubieta describeel episodio,interpre-tándolo connotas irónicasen las páginas115, 116 y 117 de la novela, que,sin remedio, remiten al lector a las páginasmagistralesque, sobreel mis-mo hechohistórico, y en el mismo tiempode redacción(1926), nosha de-jado la pluma de Martin Luis Guzmán, en El águila y la serpiente, en elcapítulo ‘<La cuna del convencionismo».Y, también, el sucesoconven-monistaestáen Azuela, con diez añosde antelación,y con la significación

Es ilustrativa la reflexión de RosarioCastellanos:«Los escritoresiban como fascina-dos detrás de los caudillos, tomando nota minuciosa de las excentricidades.- - Jamássecomprendieronporque los jefes militares carecíandel don de la palabra y porque los inte-lectualesteníanintuiciones muy vagase inconcretasacercade los motivos de la lucha- losfines que se perseguíany de los mediosque era precisousar (.) Todo era confusióny niaún los intelectualesde quienesera lícito esperarcierta clarividencia, advertíanla menorluz, el menor propósito orientador, ni la justificación más insignificante (..) Todo sereducía a un mero desahogode parias que una vez agotadoen la inercia no dejaríasinoruinas y desolación,luto y tristeza.,.», en «La novela mexicanacontemporánea».Méxicoen la Cultura (suplementodel Notedades)(21 de agosto, 1960).

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estructuraldel mismo en la anécdotade Los de abajo: en la Convenciónocon la Convencióncambia,sepersonalizael objetivo de Demetrio Macías.En esaúltima escena,en la Convención,con que finaliza la SegundaPar-te de Los de abajo i2, asistimosa la cesiónde los idealesrevolucionariosenfavor de los interesescaudillistas.

Una figura histórica y pintorescaque apareceigualmenteen variasdelas novelas de la Revolución y que trae a su «manicomio» Salvador deQuevedoy Zubietaes la del Doctor Atlís, pintor y escritor, antiguorevolu-cionario, a quien el narradoratribuye —seguramenteescuchadode pri-meramano— estelogomáquico discurso: «Más que clara, como que esta-mosmadurospara la democraciasoviet. Es la semilla rusaempezándoseaesparciren la guerra mundial. Obreros y soldadoslibres: nadade gene-rales.- -»

Los valoresde la obrason eminentementesociológicosy documentales,desdeel puntode vistade la descripciónrealistade escenasvividasy desdela visión interpretativa«natural»,desapasionada,escéptica,del autor, vi-sion de médico que no sehace ilusiones. Y éstapareceser la advertenciasocarronaquese desprendede anécdotay discurso:seamosprácticosy noqueramoscambiarel mundode repente,quenos puedecostarla salud ola vida, la sobrevivencia.

Siendolos valoresliterarios escasos,es curioso que las páginasmejoresde la novela seanlas de una larga cartadel protagonista — que ha ido aparar al Norte, enrolado como teniente médico de la troparevolucionaria— a un compañerode la capital. Páginasdescriptivasdelpaisajey el trajín revolucionarios,llenasde nervio y vigor, dondela expre-sión, tatuadaen cortosperíodos,alcanzaplasticidadvital. No me resistoatranscribir una muestra:

Más allá, tierra adentroen Durango, el arenal se eriza de hi-zaches.Mil bichosentre las breñas.Es la tierra de los alacranes,ta-rántulas, ciempiés. A caballo, por las veredas, en pos de la tropaque va a guarnecerlugaresdurangueñosamagadospor las hordas.Mi rocinantesolo sale de su languidezal encabritarsepor algunacu-lebra, cuyo paso deja en la arenaun surco ondulante.De vez encuando algún coyote que huye anima la mortecina soledad delpaisaje. Por la noche, esos cuadrúpedos,terror de los corrales,ávi-dos de carnepecuaria,turban el silencio con aullidosentrecortados,

~ Páginas190, 191 y 192 de mi edición de Los de abajo, Madrid, Cátedra,1980.

~»Figura que apareceigualmentecon la grafía Míe en Tirano Banderas,de Valle

Inclán, obracoetáneadela que comentamos—finales de 1926—, y en la quese ha queri-do reconocera México como el espaciotransfiguradoen el de SantaFe de Tierra Firmepor la creaciónartística de Valle.

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semejantesa un reír estridente.El buho mejicano, tecolote, se iza alcabode un poste, en acechode presa.Porencimade esoscamposdemuerterevoloteanbandadasde grandespájarosnegros, zanates,zo-pilotes, prontos a precipitarsesobre cadáveres(pp. 209-210).

En todo caso, las novelas revolucionariasde Salvadorde QuevedoyZubieta son representativasde esavoluntad testimonialque movió a tan-tos escritoresquetuvieronexperienciadirecta en el acontecimiento.Y si elescepticismodel autor nos da como expresiónesa deformaciónestilizadade los personajesy de los hechos,escomprensibleel exceso,ya queconno-ta una llamadao un alegato perfeccionista.Maltrata a los hombresy alos políticos en la ficción porque los quisiera perfectosen la realidad.

El prólogo

Del talanteliberal y luchador de Quevedoy Zubieta da cuentasuexi-ho —voluntario— español,siendo muyjoven, en 1882, por haber funda-do en México, D.F., un periódico, El lunes,de publicaciónsemanal,en elque mostrabasudisensiónpolítica y suoposiciónal gobiernodel Presiden-te. General Manuel González (1880-1884), amigo personal y quizá«hombrede paja» del dictador que ya se presentía,Porfirio Díaz.

De eseprimer añode exilio en Españason los recuerdos,que recogeráen libro al año siguiente,con prólogo de Don Emilio Castelar.Y de la ac-titud ética que hemos creído espumaren las obras que conocemosdelautor, es pruebatextual esta consideración,extrapoladade la carta quedirige al editor y que se publica como avanzadillade «los recuerdos»:

- -. porquecreo que en tierra extranjerael emz~radono debeacor-darse de su patria más que para una obra de paz, aunquequizá sereservepara el regresoalgunos desechosa una obra de lucha.

La idiosincrasiade estos pensadoresliberalesmexicanosque, llegadala Revolución, pareceque se espantan,es un talante político —y acasobiológico— que se ha reiteradoen la historia de México, de la Indepen-dencía a nuestrosdías. Quien lo ha visto con claridad meridiana es elescritor español, largos añosél mismo trasterradoa México, Víctor Alba,en su Las ideassociales contemporáneasen México~ y lo observaa pro-pósito de los cambios — el «voltearse»— que se critican en personalidadesque parecedeberíanmanteneruna trayectoria ecuánimey coherenteconsus ideasprimeras:

“ México, F.C.E., 1960, p. 410.

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Nos hallamos,pues,con una evolución que se repite en la histo-ria de México; el liberal de antesde la Independenciaes el conserva-dor de despuésde ella, del mismo modo queel liberal de la Reformaacabasiendo el conservadordel porfirismo, y que el revolucionariode 1910-1917llegaráa ser, a mediadosdel siglo Xx, el propugnadorde la industrializacióncapitalistadel país. Es unaevolucióny no unaregresión,porqueen fin de cuentas(...) México ha contadosiemprecon conservadoresex-liberales,es decir, conservadoresno reacciona-nos. El reaccionariopolítico y social a la europeaes una especiedes-conocidaen la política mexicana.

Salvador de Quevedo y Zubieta es, pues, el liberal del porfirismo—emigradocomo testimoniode oposicióna aquel régimen— que, llegadala Revolución, puede parecer —por sus críticas desparpajadas—reac-cionario y conservador,

Su libro Recuerdosde un emigradocontieneoncelargos artículos detema vario, desdeel histórico —sobrela intervencióneuropeay el fusila-miento de Maximiliano—, el costumbrista,el informativo, el literario, yhastael psicológico, con ese temade «El lépero», que anunciaya los estu-dios muy posteriores,de mediadosde estesiglo, del «Grupo Hiperión», enquevarios filósofos trataron de ahondaren los rasgosidiosincrásicosde larazapara formular una ontología del mexicano.

Esta seriede artículosde Quevedoy Zubieta, centenariosya, no hanperdidoen lo substancialinterésinformativo, y en lo formal son expresiónde las cualidadesmásgenuinasdel estilo periodístico: claridad, concisión,corrección.A mi entender,por estasmuestras,en Quevedo,el pensador,el ensayista,o mejor, el periodista quese vuelvereflexivoy pensadoressu-perior al creadorde anécdotasde ficción, al novelador.

Y curioso, en estelibro de «recuerdos»del eminenteemigradoes, asi-mismo, el prólogo de Don Emilio Castelary la veneracióna la figura delpolítico que expresael mexicanoal agradecérselo;veneración,no solosubjetiva, sino que el autor haceextensivaa todo americanoque viene aEspañay trae como ilusión y como pretensiónmáxima la de «conoceraCastelar»,justificándoseesta admiraciónen la valoracióndel tribuno co-mo «lo que más alto piensay lo que más alto habla en la Españamoder-na»-

¿Cómoes el prólogo de Castelar?Las quince páginasdel prólogo deCastelartienen como función primordial resaltarsignificadamentedos as-pectosde nuestrasrelacionescon la América 1-lispana.En primer lugar, laignoranciade los europeosrespectode las cosasde Ultramar (ignoranciaque, atribuida a los españoles,por los añoscincuentade estesiglo todavíasubrayabaJuan RamónJimenez:«EstasAméricastan mal conocidaspormucha España»).Y, como consecuenciade esaignorancia,los errores co-metidospor el Viejo Mundo en sus relacionescon el Nuevo.

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El otro aspecto,consecuentedel primero, y que monopolizael conteni-do del prólogo, es la visión política e histórica de un hechoamericanoqueconmovió las corteseuropeas:el fusilamiento de Maximiliano en México(comentandoel prologuistauno de los artículos más extensosy logradosdel libro de Quevedoy Zubieta). Castelarhaceuna interpretaciónpolíticadel suceso—contemporáneo—considerándolosigno univocode la derrotade las ambicioneseuropeasen América. El fusilamiento de Querétaroco-mo la gran metáforaen quesecondena—en el doble sentido,de castigary tabicar— la sinrazónde las ilusioneshegemónicasde Europa.

Castelarrecuerda — testigo de excepción— «la hora del desengaño»,elmomento preciso en que la noticia de la consumacióndesastrosadelefimero Imperio de Maximiliano llegó a Paris. Era la hora de la gran re-cepciónquedabanlos Emperadoresde Franciaa los premiadosen la últi-ma Exposición Universal.Castelardescribeel fasto, el lujo «babilónico»,elcolorido del gran salón del palaciode exposiciones,las flores, las colgadu-ras, los atuendosbrillantes y ostentososde los representantesde todas lasnaciones.Y como trasfondo, la noticia nefasta,que dejaba huellasen elhermoso rostro de la Emperatriz y que justificaba la ausenciade losPríncipesbelgas, condesde Flandes,así como la salida, casi precipitada,del acto, de los Embajadoresde Austria. La conclusiónsintéticade Caste-lar se expresaen su rica prosa: «La diademade los monarcasantiguos...aplastadapor la magistraturasencilla de un humilde indio» Y la lecciónsevera — de la historia y del estadista—: «Sólo es grande y duradero yvívido lo que se funda en el humano derecho.»

Pero no todo en el prólogo es severidaddoctrinal; el pensamientodeCastelar, en su exposición discursiva, se detiene de buena gana en lasdescripcionesambientales,en los detallesescenográficosde esta represen-tación queprotagonizanla magnificenciade un Imperio y una concepciónde vida que estabanya atacadasde muerte. Y es en estasdescripciones,más lúcidas que doctrinarias,en que la pluma del tribuno caracoleades-cuidadamente—más atentaa la belleza de la expresiónque a la justiciadel contenido— en donde encontramoshoy nosotros contradiccionesflagrantes.

Se describeen esafiesta de la Exposición Universal, como notasdesta-cadas,la presenciade los edilesde Londres, la de los húngaros,la del Sul-tán de Constantinopla,la de los egipcios..- y la de los chinos: «bocetosin-formesde la razahumana,envueltosen crujientesedade un lustre inimi-table que les da el aspectode orientalesídolos animadosy vivientes» (p.X). Se contempla, igualmente, la galería de los espectadores— quincemil — ,~ los hombresvestidosrigurosamentede negro, las señoras.-. «vestí-das de sedasde todoslos colores,envueltasen vaporososencajes,ostentan-do en la cabeza ricas flores y abriendo y cerrando con vuluptuosacoqueteríasusocho o nuevemil abanicosde todos los matices,los cualesrenovabanel aire y parecíanbandadasinfinitas de mariposasdadasa dis-

Page 11: Una «desconocida» novela mexicana de la Revolución y un ...Una «desconocida» novela mexicana de la Revolución.,-203 fonso López Ituarte, una de ellas de propaganda huertista,

Una «desconocida»novela mexicanade la Revolucion.-. 211

currír con sus alas abiertassobreaquellasflores vivientes, vasosde bendi-ción dondeha depositadoDios la miel de todas las inspiraciones,el secre-to de todos los amores,con la doble gracia de la hermosuray el arte, yque por lo mismo sonel adornomássobresalientede todoslos grandeses-pectáculos»(p. XI).

La euforia del recuerdocontemplativo,al escribir, y la querenciade lametáforapor la metáfora, hanobnubilado —creemos—la intuición histó-rica del tribuno, por no decir su sentimientode la equidad.

Los ocho mil abanicoscomo otrastantasmariposas,másque dar aire,trastornanla lucidez habitual del descriptor. La asociaciónde imágenes:de la mariposaa la flor, ha hechobajar de especiea la mujer; de la huma-na, a la vegetal animada; mitificante halago, pero deflación social.Luego, se añadela miel, sin duda para endulzarla deformaciónque hasufrido la pobre fémina, y se la haceser esenciade inspiración, alimentodel amor. Pero no nos engañemos,no nos hagamosdemasiadasilusiones,el colofón es claro: no sólo se da en el párrafo la deformaciónexistencialde esos hermososseresfemeninos, se aliena su condición.- son el adornomássobresalientede todoslos grandesespectáculos.Comolos ídolos orien-tales: objetosde vitrina.

Porque, de la descripción de los chinos, ¿qué dirían los modernosantropólogos?No queremostranscribir los epítetosquetodos tenemospre-sentesy que al unísonobrotarían de bocasfeministas, antirracistas,o,simplemente,demócratasde hoy.

El prólogo de Castelaral libro de recuerdosdel emigradomexicanoSalvador de Quevedoy Zubieta es un canto a la democracia,a los de-rechoshumanos,al derechoa la libertad y a la justicia que tienen todoslos pueblosdel mundo. Solo que el «pueblo» de las mujeresy el «pueblo»de los chinos, parecemosser todavía,en la poéticaconcepcióndel ilustrepolítico, objetos raros másque sujetos.

MARTA PORTALUniversidadComplutense

(Madrid)